N6145 portada llibre cast 3 18/12/06 08:41 P gina 2 C
Composici n
M
Y
CM
MY
CY CMY
K
N6147 libre_cast_creditos
20/12/06
09:54
Página 1
N6147 libre_cast_creditos
20/12/06
09:54
Página 2
N6147 libre_cast_creditos
20/12/06
09:54
Página 3
Los mapas en la Guerra Civil española (1936-1939)
Barcelona, 2007
N6147 libre_cast_creditos
20/12/06
09:54
Página 4
N6147 libre_cast_creditos
20/12/06
09:54
Página 5
Los mapas en la Guerra Civil española (1936-1939)
Organizado por:
Con la colaboración de:
N6147 libre_cast_creditos
20/12/06
09:54
Página 6
Biblioteca de Catalunya. DADES CIP: Los Mapas en la Guerra Civil Española (1936-1939) Bibliografia. – Catàleg de l’exposició ISBN 84-393-7296-5 I. Programa per al Memorial Democràtic (Catalunya) II. Institut Cartogràfic de Catalunya III. Catalunya. Secretaria d’Universitats i Recerca 1. Cartoteca de Catalunya - Exposicions 2. Cartografia - Espanya - Història - S. XX - Exposicions 3. Mapes militars - Exposicions 4. Espanya - Història - 1936/1939, Guerra Civil - Cartografia - Exposicions 912(460)”1936/1939”(061.4)
Los mapas en la Guerra Civil española (1936-1939) Exposición: Sede del Institut Cartogràfic de Catalunya. Barcelona, enero-marzo 2007 Exposición Organización: Institut Cartogràfic de Catalunya. Departament de Política Territorial i Obres Públiques Programa per al Memorial Democràtic. Departament d’Interior, Relacions Institucionals i Participació Con la colaboración de: Direcció General de Recerca. Departament d’Innovació, Universitats i Empresa Comité organizador: Institut Cartogràfic de Catalunya Jaume Miranda Canals. Director General Josep Lluís Colomer Alberich. Subdirector General Técnico Joan Sendra Tarrida. Subdirector General de Servicios Programa per a la creació del Memorial Democràtic M. Jesús Bono Lahoz. Directora General Direcció General de Recerca Francesc Xavier Hernández Cardona. Director General Comisarios: M. Carme Montaner Garcia (Institut Cartogràfic de Catalunya) Francesc Nadal Piqué (Universitat de Barcelona) Luis Urteaga González (Universitat de Barcelona) Coordinación: Ignasi Sardà Rico (Programa per al Memorial Democràtic) Documentación: Elisenda Ardèvol Ramírez (Institut Cartogràfic de Catalunya) Annamaria Casassas Ymbert (Institut Cartogràfic de Catalunya) Diseño y grafismo: Cristina Moreta y Nauzet Rodríguez Montaje: Manterola División Arte S.A. Catálogo Coordinación: Esther Muns Cabot (Institut Cartogràfic de Catalunya) Corrección lingüística: Juli Moll Gómez de la Tia (Institut Cartogràfic de Catalunya) Agradecimientos: Agencia EFE Almena Ediciones Arxiu Històric de la Diputació de Barcelona Biblioteca Militar de Sevilla Biblioteca Pavelló de la República de la Universitat de Barcelona Biblioteca Valenciana Centro Geográfico del Ejército Colegio Oficial de Arquitectos de Aragón Confederación Hidrográfica del Ebro Editorial Folio Fundación COAM Grup 62 Historia16 Institució de les Lletres Catalanes Instituto Geográfico Nacional Instittuto de Historia y Cultura Militar Reial Acadèmia de Ciències de Barcelona Tusquets editores Foto cubierta: Esquema de circulación para los vehículos del Corpo Truppe Volontarie en el frente de Lérida. (Fondo Monés. Cartoteca de Catalunya. Institut Cartogràfic de Catalunya). Primera edición: enero 2007 Tiraje: 500 ejemplares © de los textos: los autores © de las fotografías: las procedencias indicadas en cada caso © de la edición: Institut Cartogràfic de Catalunya Publicado por el Institut Cartogràfic de Catalunya Parc de Montjuïc – 08038 Barcelona – Teléfono 34-93 567 15 00 – Telefax 34-93 567 15 67 – http://www.icc.cat Este documento está protegido por la Ley. Se prohibe cualquier reproducción total o parcial, por cualquier medio, si no ha sido expresamente autorizado por el Institut Cartogràfic de Catalunya. Impreso en papel estucado mate: 128 gr. Composición del texto: Stempel Garamond 10 Composición de los titulares: B Stempel Garamond Bold 12 ISBN: 84-393-7296-5
N6147 libre_cast_creditos
20/12/06
09:54
Página 7
Índice Presentaciones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .9 Introducción
13
.............................................................................................
Los servicios cartográficos republicanos durante la Guerra Civil española . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .15 Francesc Nadal Universitat de Barcelona
La cartografía del ejército franquista (1937-1939) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .47 Luis Urteaga Universitat de Barcelona
La fotografía aérea en la Guerra Civil española . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .83 Felipe Fernández Universidad de Oviedo
Documentación de la Guerra Civil española en la Cartoteca del Institut Cartogràfic de Catalunya . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .93 Carme Montaner Institut Cartogràfic de Catalunya
Bibliografía
107
...............................................................................................
Índice onomástico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .113
N6147 libre_cast_creditos
20/12/06
09:54
Página 8
Presentaciones Joan Saura Laporta Consejero de Interior, Relacions Institucionals i Participació
El 2006 ha sido, en Cataluña, el año de la eclosión de las políticas públicas de recuperación de la memoria democrática. Sólo hemos de recordar la coincidencia de dos efemérides como el setenta y cinco aniversario de la proclamación de la II República y la instauración de la Generalitat republicana y el setenta aniversario del estallido de la Guerra Civil, la declaración por el gobierno del Estado de “año de la memoria histórica” y la discusión, tanto en las Cortes españolas como en el Parlamento catalán, de las “leyes de la memoria histórica”. También ha sido el año que se ha hecho claramente visible para la ciudadanía la tarea desarrollada durante más de dos años por la Generalitat de Catalunya para dar impulso a una política pública coherente de restitución de la memoria histórica de la lucha por la democracia en Cataluña. Hasta el punto de que ahora, a final de año, el Programa per al Memorial Democràtic ha sido el principal referente de este tipo de iniciativas en Cataluña. Es una buena prueba de ello que una institución tan alejada, en principio, de este campo de intereses como el Institut Cartogràfic se pusiera en contacto con nosotros cuando decidió participar en estas conmemoraciones con la exposición Los mapas en la Guerra Civil española (1936-1939). La participación de tres departamentos de la Generalitat –Política Territorial i Obres Públiques; Innovació, Universitats i Empresa, e Interior, Relacions Institucionals i Participació– en la producción de esta exposición y de este catálogo es un magnífico ejemplo de la voluntad de transversalidad y colaboración interinstitucional que anima las políticas públicas de restitución de la memoria democrática en Cataluña. Para el Programa per al Memorial Democràtic y el Institut Cartogràfic, esta exposición y el catálogo que la acompaña constituyen una oportunidad de presentar a las dos instituciones como agentes y productores culturales. La itinerancia prevista, preferentemente por sedes de entidades vinculadas a la cartografía y universidades de Cataluña y del resto del Estado, contribuirá a dar a conocer fuera de nuestro país tanto este aspecto del Institut Cartogràfic, menos conocido que su condición de empresa puntera en la producción cartográfica de última generación, como la existencia del ahora Programa per al Memorial Democràtic.
10
LOS MAPAS EN LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA (1936-1939)
En añadirse a otras exposiciones producidas (La Maternidad de Elna, cuna del exilio: 1939-1944 y Los Juegos olvidados. La olimpíada popular del 36) o coproducidas por el Programa per al Memorial Democràtic en los años 2005 y 2006 (¡República! Carteles y cartelistas [1931-1939], en colaboración con el Museu d’Història de Catalunya y el Centre d’Estudis Internacionals-Pavelló de la República, de la Universitat de Barcelona, y La Guerra Civil en Cataluña: testimonios y vivencias [1936-1939], producida conjuntamente con el Arxiu Nacional de Catalunya), Los mapas en la Guerra Civil española –una aproximación cualificada al tema, inmenso y no muy estudiado, de la cartografía militar durante la Guerra Civil– explicita la amplitud del alcance de los intereses del propio Programa. En un momento marcado por la discusión de la necesidad de unas políticas públicas de la memoria, en la que se han esgrimido argumentos que bordean el “negacionismo”, la propuesta de esta exposición es un argumento significativo en pro de su reivindicación. ¿Cómo vamos a dejar de trabajar en la restitución de la memoria democrática, cuando asuntos tan ilustrativos como la cartografía militar de nacionales y republicanos empiezan a abordarse gracias a esta exposición? Barcelona, diciembre de 2006
Joaquim Nadal Farreras Consejero de Política Territorial i Obres Públiques y presidente del Institut Cartogràfic de Catalunya
Los mapas y la guerra No es nueva la relación entre la cartografía y la táctica y la estrategia militares. En realidad mucha cartografía conocida y conservada tiene sus orígenes en momentos convulsos y de una profunda alteración. Ya lo hemos dicho en alguna otra ocasión: de aquí que muchos mapas históricos de Cataluña sean franceses! Es una cuestión de vecindad. Pero una guerra civil tiene otra dimensión y unas implicaciones en los pliegues y repliegues del territorio de una profundidad que todos conocemos. La exposición Los mapas en la Guerra Civil española (1936-1939) es una vindicación del carácter instrumental de la cartografía, pero también es el testimonio gráfico, cartográfico y fotográfico de los escenarios de la memoria, del dramatismo de los combates, de la dureza de los enfrentamientos, del impacto permanente y sistemático de los combates en las personas, la sociedad, la economía y la geografía. De la brutalidad del impacto en la demografía. La asepsia técnica de los cartógrafos y los fotógrafos no podía esconder un combate ideológico que trascendía los límites de España e implicaba el mundo entero. El Gobierno de Cataluña vela desde todos sus departamentos para establecer puentes con las raíces históricas, con los fundamentos del país, con la secuencia cronológica de nuestra peripecia colectiva y comunitaria. Preservar y conservar la memoria de un tiempo y de un país y de su gente de todos los tiempos. Explicarla y transmitirla. No se trata de una acumulación de archivo, que es una base de datos indispensable, se trata de una permanente reelaboración e interpretación para poner de manifiesto a cada instante el valor de la memoria. Nada es ajeno a la memoria porque todo está marcado por el carácter dinámico de las sociedades y su permanente evolución. La memoria es el reflejo de los signos del tiempo, de los tiempos históricos en construcción permanente. Nada es estático, pero tampoco nada es neutro y todo se explica desde unos referentes. Los mapas, los mapas para la guerra y los mapas de guerra son la expresión diferente sobre una misma base de la aportación que hacen las ciencias del conocimiento del territorio.
12
LOS MAPAS EN LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA (1936-1939)
En realidad, visto el papel de la cartografía y vista la experiencia histórica, podríamos decir que los mapas son herramientas de paz de civilización y de progreso que en algún momento alguien puede usar para la destrucción y contra la paz. La simplicidad de los mapas de carreteras Michelin, primeras herramientas de unos ejércitos desvalidos, nos ponen delante el sentido mismo de esta exposición que recoge los fondos de la Cartoteca de Catalunya y nos muestra el esfuerzo de adaptación que se realizó en tiempo de guerra para transformar las herramientas de siempre en herramientas para el combate. Herramientas de libertad, querríamos decir ahora desde las instituciones democráticas y del autogobierno de Cataluña, afirmando el valor didáctico de esta exposición. Barcelona, diciembre de 2006
Introducción Carme Montaner Francesc Nadal Luis Urteaga Comisarios
La Guerra Civil española dio lugar a la producción de una ingente cartografía militar. Durante los aproximadamente tres años que duró, los servicios cartográficos de uno y otro bando imprimieron millones de mapas. Aunque el reto fue similar al de otras guerras que asolaron Europa durante la primera mitad del siglo XX, la producción de cartografía adquirió en el Estado español un perfil peculiar que, en parte, está relacionado con las especiales circunstancias de una guerra civil, y, en parte, con la excepcional situación de la cartografía militar española a mediados de la década de 19301939. En cualquier caso, el esfuerzo cartográfico realizado constituyó un hecho sin precedentes en la historia de la cartografía española. La mayor parte de la cartografía impresa estaba formada por ediciones especiales del Mapa Topográfico Nacional a escala 1:50 000, que se utilizó tanto para funciones estratégicas como tácticas. También se editaron mapas a otras escalas para satisfacer diversas finalidades militares. Así, para atender las necesidades estratégicas del Estado Mayor republicano se imprimieron miles de hojas del Mapa de Mando a escala 1:100 000 y de la Guía Militar de Carreteras de España a escala 1:400 000. Para resolver las necesidades tácticas se editaron múltiples hojas del Plano Director a escala 1:10 000 y 1:25 000, de utilidad tanto para la artillería como para la infantería. La guerra atravesó, desde el punto de vista de la producción cartográfica, por tres fases que afectaron a ambos bandos de manera desigual. La primera comprende los meses que van entre el momento del levantamiento militar a mediados de julio de 1936 hasta inicios de 1937. Durante este período las fuerzas enfrentadas se limitaron, básicamente, a utilizar la cartografía disponible. Para los militares sublevados fue un período de gran penuria cartográfica, como lo demuestra el hecho de que en el avance hacia Madrid tuvieron que usar casi exclusivamente los mapas de la Guía Michelin de Carreteras de España. La segunda etapa se inició a principios de 1937, cuando los combates y las escaramuzas iniciales se habían transformado en una guerra, el carácter de la cual fue definido por el escritor Juan Benet como una «guerra organizada». Desde entonces y hasta finales de 1938 los servicios cartográficos de ambos bandos dibujaron, grabaron, imprimieron y distribuyeron millones de mapas. La última fase empieza en noviembre de 1938, una vez acabada la batalla del Ebro. A partir de este momento y hasta
14
LOS MAPAS EN LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA (1936-1939)
el final de la guerra la actividad cartográfica entró en un proceso de desaceleración creciente, y casi quedó paralizada en el lado republicano. A pesar de su importancia histórica, la cartografía producida durante la Guerra Civil ha sido objeto de una escasa atención por los investigadores de este conflicto bélico y el conocimiento público de este aspecto de la guerra es prácticamente nulo. De aquí que el Institut Cartogràfic de Catalunya haya organizado esta exposición para dar a conocer una muestra de los mapas, croquis y fotografías aéreas que se realizaron, así como los esfuerzos de organización, enseñanza y distribución que se llevaron a cabo. La exposición se ha concebido en 10 ámbitos temáticos; el primero de ellos hace referencia a la situación de la cartografía militar en España justo en el momento de estallar la Guerra Civil. El segundo trata de la reorganización de los servicios cartográficos republicanos a partir de septiembre de 1936, y el tercero, lo mismo por lo que se refiere al ejército de Franco. El cuarto aborda la internacionalización de la realización cartográfica con la participación de la Sezione Topocartografica del Corpo Truppe Volontarie enviada a España el año 1937 por Mussolini. El quinto está dedicado a la formación cartográfica de los oficiales y suboficiales de ambos ejércitos. Los ámbitos seis a nueve tratan de los mapas a diferentes escalas que se utilizaron: 1:50 000, 1:25 000, 1:100 000 y los mapas de carreteras, y el último ámbito habla de la utilización de las fotografías aéreas en el conflicto. Deseamos que, con esta exposición y el catálogo que la complementa, y que tienen en sus manos, podamos conocer y difundir un poco más un período crucial de la historia de la cartografía española. Barcelona, julio de 2006
Los servicios cartográficos republicanos durante la Guerra Civil española Francesc Nadal Piqué Departamento de Geografía Humana. Universitat de Barcelona
1. Fraser, 1979, 152. El coronel de Estado Mayor republicano Vicenç Guarner describió la marcha de las columnas de milicianos anarquistas desde Barcelona hacia Aragón como “la estrategia del Mapa Michelin”, Guarner, 1980, pág. 129. 2. Beevor, 2005, pág. 279.
El estallido de la Guerra Civil en julio de 1936 produjo, de forma inmediata, un gran desbarajuste en los servicios cartográficos de la República. Las semanas siguientes al inicio del conflicto estuvieron marcadas en el territorio republicano por la confusión, el vacío de poder y la fuga de cartógrafos. Esta situación empezó a cambiar a principios de septiembre de 1936 con el nombramiento del primer Estado Mayor Central (EMC) por el presidente del gobierno republicano, el socialista Largo Caballero. Durante las primeras semanas del conflicto pocos pensaban que se convertiría en una guerra larga y cruel, y la necesidad de mapas para ganarla era sentida como algo lejano y muy secundario. Las columnas de milicianos anarquistas que partieron de Barcelona a finales de julio de 1936 a la conquista de Zaragoza lo hicieron con una falta de información cartográfica casi absoluta. Jordi Arquer, uno de los dirigentes del Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM) que formaba parte de estas columnas, explicó que “ni siquiera teníamos mapas, y no me refiero a mapas militares, sino a un simple mapa Michelin de carreteras”1 (figura 1a y 1b). Esta carencia no era exclusiva de los milicianos del frente de Aragón. El historiador británico Antony Beevor menciona varias veces cómo las Brigadas Internacionales destinadas al frente de Madrid a finales de 1936 «carecían de información secreta sobre el enemigo. No tenían ni mapas, ni brújulas e iban dando tumbos con riesgo de acometerse entre sí».2 Esta situación cambió a principios de 1937 cuando el conflicto ya se había convertido en una guerra de grandes proporciones y los militares republicanos eran ya plenamente conscientes de que para ganarla había que disponer de buenos mapas militares. A partir de entonces, tanto el gobierno de la República como su Estado Mayor Central no escatimaron recursos ni hombres para dotar a su ejército de una buena cartografía militar. Este trabajo está dedicado, básicamente, a explicar la historia de los cartógrafos militares republicanos y los mapas que hicieron durante la Guerra Civil. Las páginas siguientes constituyen, de hecho, una amplia-
16
LOS MAPAS EN LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA (1936-1939)
Figura 1a. Hoja «Castellón-Teruel» del Mapa Michelin de Carreteras de España a escala 1:400 000. Impreso en París en junio de 1926. Este mapa fue el principal instrumento cartográfico utilizado por ambos bandos durante los primeros meses de la guerra. El coronel de Estado Mayor republicano Vicenç Guarner definió este período como el de “la estrategia del Mapa Michelin”. (Cartoteca de Catalunya. Institut Cartogràfic de Catalunya).
ción y profundización de una investigación sobre este tema publicada en 2003 en la revista Estudios Geográficos.3 El trabajo consta de seis apartados. En el primero se presenta el estado de la cartografía de base española en julio de 1936. Los dos apartados siguientes hacen referencia a los servicios cartográficos republicanos durante la guerra: la Sección Cartográfica del Estado Mayor Central y el Instituto Geográfico. En los últimos tres apartados se analiza la cartografía compilada por los servicios cartográficos republicanos durante la guerra. En primer lugar, la edición especial del Mapa Topográfico de España a escala 1:50 000; a continuación, la edición especial del Plano Director a escala 1:25 000 y, por último, la edición especial del Mapa de Mando a escala 1:100 000 y la cartografía itineraria. El trabajo concluye con una aproximación al tiraje de las ediciones especiales y con una valoración del alcance de la labor acometida por los servicios cartográficos republicanos.
La cartografía española en julio de 1936 En vigilias de la guerra, la República contaba con dos servicios diferentes dedicados a la producción de mapas topográficos e itinerarios (de carreteras y vías de comunicación): el Instituto Geográfico y la Sección Cartográfica del Estado Mayor Central del Ejército de Tierra. El primero era un organismo de tipo civil, dependiente del Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes, encargado de levantar y actualizar el Mapa Topográfico de España a escala 1:50 000. El segundo era la institución responsable de la cartografía militar del Ejército de Tierra, creada a raíz de la disolución del Depósito de la Guerra en 1931. El Instituto Geográfico, cuya sede estaba en Madrid, era el principal centro cartográfico del país (figura 2). Fundado en 1870 con la finalidad de realizar de forma conjunta el mapa topográfico y el catastral, contaba con dos numerosos cuerpos técnicos: el de Ingenieros Geógrafos y el de Topógrafos. El primero estaba formado en 1935 por 108 ingenieros en
Figura 1b. Foto del dirigente anarquista Buenaventura Durruti con el corresponsal ruso del diario Pravda Mijail Koltsov el 14 de agosto de 1936 en Bujaraloz (Zaragoza). El miliciano que se encuentra a la izquierda de Durruti está consultando la hoja 45 de la Guia Michelin de Carreteras de España a escala 1:400 000. (En: Corresponsales en la Guerra de España, Madrid, 2006, pág. 55. Agencia EFE).
3. Nadal, Urteaga y Muro, 2003.
LOS SERVICIOS CARTOGRÁFICOS REPUBLICANOS DURANTE LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA
17
Figura 3. Estado del levantamiento del Mapa Topográfico de España a escala 1:50 000 en 1936. (Elaboración propia a partir de Urteaga y Nadal, 2001, pág. 61).
Figura 2. Detalle de la fachada principal del Instituto Geográfico en Madrid. Este organismo era el principal centro cartográfico del país en el momento de estallar la Guerra Civil. (Instituto Geográfico Nacional).
4. Dirección General del Instituto Geográfico, 1935. 5. Alpert, 1982. 6. Nadal y Urteaga, 1990, pág. 74; Urteaga y Nadal, 2001. 7. Urteaga y Nadal, 2001, pág. 69.
activo. El Cuerpo de Topógrafos era bastante más numeroso con 565 miembros en activo ese mismo año, de los que casi 400 trabajaban en el Servicio del Catastro.4 El advenimiento de la República reforzó el papel del Instituto Geográfico. Los políticos republicanos decidieron suspender la participación del Cuerpo del Estado Mayor en el levantamiento del mapa topográfico, y asignaron esta responsabilidad en exclusiva al Instituto Geográfico. Paralelamente, se dispuso que toda la cartografía militar de tipo táctico derivara del levantamiento del Mapa Topográfico de España a escala 1:50 000. Ambas decisiones reflejan tanto la desconfianza de Manuel Azaña, entonces ministro de la guerra, respecto del Cuerpo de Estado Mayor, como su deseo de reducir el peso de la Administración militar dentro del conjunto del Estado.5 La primera hoja del Mapa Topográfico a escala 1:50 000 se había publicado en 1875 y desde entonces hasta 1936 habían aparecido 564 de las 1 106 previstas.6 Eso significaba que la mitad del territorio español carecía de representación cartográfica a escala detallada (figura 3). Además, muchas de las hojas impresas contaban con más de treinta o cuarenta años de antigüedad, por lo que su información geográfica resultaba claramente obsoleta. No obstante, los trabajos topográficos de campo y la confección de minutas se encontraban en julio de 1936 bastante avanzados. Así, en 1936 el Instituto Geográfico disponía de la planimetría a escala 1:25 000 de casi todo el territorio peninsular, excepto una parte de Asturias y del País Vasco. Galicia era la excepción, ya que ahí casi no se había iniciado el levantamiento planimétrico. La altimetría del mapa se encontraba más incompleta, pero la nivelación se había extendido por la mayor parte de Castilla y León, abarcaba gran parte de Asturias y Cantabria, y casi toda Cataluña.7 Además, dado que las hojas del Mapa Topográfico de España se elaboraban a partir de la reducción de cuatro minutas trazadas a escala 1:25 000, el Instituto Geográfico atesoraba en sus archivos miles de minu-
18
LOS MAPAS EN LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA (1936-1939)
tas manuscritas. Esta valiosa información cartográfica tendría, tal y como se verá más adelante, un papel muy importante en la cartografía militar elaborada durante la Guerra Civil. La situación de la cartografía militar era mucho peor (cuadro 1). El ejército se encontraba falto de mapas impresos para la mayor parte del territorio español. La única carta topográfica a gran escala que estaba completa era el Mapa Topográfico del Protectorado español de Marruecos a escala 1:50 000.8 Sin embargo, para el territorio peninsular no había nada parecido. La carta militar con una cobertura más amplia era el Mapa Militar Itinerario de España a escala 1:200 000, compuesto por 65 hojas. Iniciado en 1880, en 1936 todavía no se había completado, ya que faltaban por publicarse las hojas correspondientes a las Islas Baleares. En cualquier caso, cuando se produjo la sublevación militar se trataba de un documento de limitada utilidad. La primera edición de este mapa carecía de altimetría y una parte de la información itineraria contenida en sus hojas se encontraba totalmente desfasada. De hecho, el Depósito de la Guerra, consciente de esta situación, había decidido emprender la modernización del mapa, y así en 1929 puso en marcha una nueva edición con curvas de nivel equidistantes cincuenta metros, con expresión del relieve mediante sombreado. Hasta 1936 únicamente se habían conseguido imprimir cuatro hojas de esta nueva edición.9 En la práctica, tanto el ejército de la República como el franquista tendrían que recurrir al Mapa Michelin de Carreteras de España a escala 1:400 000,10 mientras trabajaban contrarreloj en la revisión y actualización del mapa itinerario. Cuadro 1. Cartografía española disponible en julio de 1936 Mapa
Escala
Año de inicio
Número de hojas previstas
Número de hojas editadas
Mapa Topográfico de España
1:50 000
1875
1 106
564
Mapa Topográfico Protec. Marruecos
1:50 000
1927
117
109
Mapa Militar de España
1:100 000
1915
345
30
Mapa Militar Itinerario (sin altimetría)
1:200 000
1880
65
60
Mapa Militar Itinerario (con altimetría)
1:200 000
1929
65
4
Fuente: Nadal, Urteaga y Muro, 2003, pág. 311.
Algo mejor era la información proporcionada por la edición moderna del Mapa Militar de España a escala 1:100 000, con curvas de nivel equidistantes cincuenta metros, iniciada por el Depósito de la Guerra en 1912. Su levantamiento fue obra de las comisiones geográficas, disueltas en julio de 1931. Las minutas de este mapa se realizaban a escala 1:20 000 con curvas de nivel equidistantes veinte metros. El Mapa Militar de España a escala 1:100 000 constaba de 345 hojas que abarcaban la Península y las Islas Baleares. Los primeros levantamientos se realizaron, precisamente, en el archipiélago balear y los Pirineos, zonas de competencia cartográfica del Depósito de la Guerra y en las que todavía no había ningún mapa moderno a una escala similar. En 1915, tres años después de haberse ini-
8. Nadal, Urteaga y Muro, 2000. 9. García-Baquero, 1985, pág. 89. 10. Este mapa consta de 13 hojas. La primera edición fue publicada en 1921 por la Sociedad Anónima del Neumático Michelin con sede en Madrid, aunque la impresión se llevó a cabo en París en la Imprimerie E. Delamotte. Se trata de un mapa policromo y planimétrico. En las áreas de montaña se indican algunas cotas, que no permiten formarse una idea del relieve.
LOS SERVICIOS CARTOGRÁFICOS REPUBLICANOS DURANTE LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA
11. Böhm, 1989; Lodovisi y Torresani, 1996; Kain, 1997. 12. Estado Mayor Central, 1934, pág. 19-20.
19
ciado su levantamiento, salían de la imprenta cuatro hojas pertenecientes a las Islas Baleares: «Ciudadela», «Cabo Favaritx», «Alayor» y «Mahón». No obstante, el proyecto no gozó de continuidad. Los trabajos se suspendieron en 1923, cuando, por orden del general Primo de Rivera, el Depósito de la Guerra pasó a colaborar activamente en el levantamiento del Mapa Topográfico de España a escala 1:50 000. Entre 1931 y 1933 los trabajos del Mapa Militar de España a escala 1:100 000 se volvieron a activar, y se imprimieron las hojas que faltaban de las Islas Baleares, y también algunas de la Península. En consecuencia, en 1936 habían aparecido una treintena de hojas. Con menos de un diez por ciento de cobertura del territorio español, el uso de este mapa durante la Guerra Civil no podía ser más que incidental. En resumen, la situación de la cartografía española era bastante excepcional en el marco de la Europa occidental. El mapa topográfico general del país se encontraba sin acabar a mediados de la década de 1930-1939. Faltaba cartografía militar de uso táctico propiamente dicha para la mayor parte del territorio español. Por aquellos años la mayor parte de los países occidentales contaban con poderosos centros cartográficos militares y disponían de buenos mapas militares a gran escala.11 A partir de 1933 la República intentó paliar el déficit de cartografía militar mediante un procedimiento económico y expeditivo: transformar la cartografía de base formada por el Instituto Geográfico en cartografía militar. Eso significaba, en la práctica, que la mayor parte de los mapas militares a gran escala se obtenían como cartografía derivada del Mapa Topográfico de España a escala 1:50 000. La transformación de este mapa en una carta de uso militar presentaba considerables inconvenientes, que no negaban los cartógrafos del Estado Mayor Central. Los expertos de la Sección Cartográfica señalaron hasta cinco deficiencias que, desde la perspectiva militar, presentaba el Mapa Topográfico de España a escala 1:50 000: 1) la proyección poliédrica de Tisot no podía satisfacer, de forma adecuada, las necesidades militares por el hecho de no ser absolutamente conforme; 2) la propia escala, 1:50 000, resultaba excesiva para un mapa de mando e insuficiente como plano director para operaciones tácticas; 3) el mapa carecía de cuadrícula quilométrica, indispensable para el control del fuego de artillería; 4) presentaba una graduación sexagesimal de las coordenadas geográficas, mientras que los aparatos goniométricos del ejército utilizaban la graduación centesimal, y, 5) la edición ordinaria en cinco colores resultaba excesivamente cara para su uso cotidiano en ejercicios y maniobras, y demasiado onerosa para su reproducción en caso de guerra.12 A estas objeciones, plenamente justificadas, se podrían haber añadido algunas más. El estilo gráfico del Mapa Topográfico de España era el propio de un mapa de uso civil. La representación de los usos del suelo resultaba muy completa, con la utilización de hasta diecisiete signos convencionales para plasmar la vegetación y los cultivos. La representación de las vías de comunicación, en cambio, era más pobre, con una insuficiente jerarquización de caminos y carreteras. Así, en muchas de las hojas publicadas durante el siglo XIX, que no se habían actualizado, ni tan siquiera se indicaban las estaciones de ferrocarril. El relieve expresado mediante curvas de nivel equidistantes veinte metros presentaba dificultades de interpretación, dado que la simbolización en negro de los cultivos escondía el color siena de las curvas de nivel. A pesar de todos estos inconvenientes, el ministro de la Guerra acordó que el Mapa Topográfico de España a escala 1:50 000 tenía que constituir la base de cualquier trabajo de cartografía militar. Esta decisión, ciertamente discutible, tenía a su favor el ahorro de recursos. Entre 1932 y 1933 una ponencia de la Sección Cartográfica del Estado Mayor Central se dedicó a estudiar los pasos necesarios para regular la producción de mapas militares. La ponencia estaba presidida por el coronel Manuel Lon Laga, jefe de la Sección Cartográfica, e integrada por cinco jefes y oficia-
20
LOS MAPAS EN LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA (1936-1939)
les del Cuerpo de Estado Mayor.13 Sus trabajos se concretaron en el Reglamento de cartografía militar, aprobado por el ministro de la Guerra, Manuel Azaña, el 18 de febrero de 1933.14 En el Reglamento se designaban los mapas que habían de conformar la Cartografía Militar de España. Entre todos ellos, sobresalen los tres mapas topográficos siguientes: el Plano Director a escala 1:25 000; una edición «tipo militar» del Mapa Topográfico de España a escala 1:50 000, y el Mapa de Mando a escala 1:100 000. Los tres provenían de las minutas, realizadas a escala 1:25 000, del Mapa Topográfico de España y los tres debían incorporar un cuadriculado quilométrico en proyección Lambert, calculado sobre el Mapa Topográfico de España. Además de los mapas mencionados, se preveía la confección de un Plano Director a escala 1:10 000 para frentes estabilizados. Este mapa era de índole puramente local y se obtendría a partir de la ampliación del 1:25 000. En cuanto a la cartografía itineraria se ordenaba la utilización del Mapa Topográfico de España a escala 1:500 000 del Instituto Geográfico y la modernización del Mapa Militar Itinerario a escala 1:200 000. Del dibujo y el tiraje de la Cartografía Militar de España se encargaba el Instituto Geográfico. Para efectuar las transformaciones necesarias de los mapas y, en particular, para realizar el cálculo de la red de intersección de la proyección Lambert, se nombró en 1934 una Comisión Militar de Enlace con el Instituto Geográfico. La mencionada comisión estaba presidida en 1935 por el teniente coronel de Estado Mayor José Clemente Herrero, y formaban parte de la misma el teniente coronel José Torres y los capitanes Fernando Navarro, José Bielza y Federico de la Iglesia.15 Desconocemos el alcance exacto de las tareas llevadas a cabo por la Comisión Militar de Enlace hasta julio de 1936. Los geodestas militares Wenceslao Cabezón y Jesús Guimare opinan que los frutos de su trabajo fueron escasos.16 Ahora bien, el cálculo de la cuadrícula Lambert llegó a completarse antes de 1936 y también se publicaron algunas hojas tanto del Plano Director a escala 1:25 000 como del Plano Director a escala 1:10 000.17 En julio de 1936 el jefe de mayor rango de la Sección Cartográfica del Estado Mayor Central era el coronel Antonio Aranda Mata (1888-1979), uno de los principales artífices del Mapa Topográfico del Protectorado español de Marruecos a escala 1:50 000.18 Cuando se produjo la sublevación militar se encontraba en Oviedo destinado como jefe de la Comandancia especial de Asturias, creada en 1934. Los miembros de la Sección Cartográfica eran, por orden de antigüedad en el escalafón, los comandantes Miguel Rodríguez Pavón, Emilio Poyg Mora, Manuel García-Baquero y Manuel Sánchez Puelles.19 En Madrid y vinculados a la Sección Cartográfica se encontraban también la Imprenta y Talleres del Ministerio de la Guerra, que dedicaban una parte de su actividad a la edición de mapas. Este servicio estaba formado por el teniente coronel Hermenegildo García Alarcón, el comandante Felipe de Vega y Ramírez de Cartagena y el capitán Julián Suárez-Inclán y de Prendes.20 Para las tareas de reproducción cartográfica el Cuerpo de Estado Mayor era auxiliado por la Brigada Obrera y Topográfica, que constaba de siete secciones: imprenta, encuadernación, dibujo, grabado, litografía, fotografía y artes gráficas.21 Además de los servicios radicados en Madrid, había una Sección Topográfica en cada una de las ocho divisiones orgánicas y dos comandancias generales en que entonces estaba organizado el Ejército de Tierra. Al frente de cada una había un comandante del Cuerpo de Estado Mayor, que dependía directamente del jefe de la División o de la Comandancia.22 En el Protectorado español de Marruecos funcionaban dos comisiones geográficas: la Comisión Geográfica de Marruecos y la Comisión de Límites de África. La primera tenía su sede en Ceuta y estaba encargada del levantamiento y la actualización del Mapa Topográfico del
13. Además del mencionado coronel, formaban parte de la citada ponencia los tenientes coroneles Augusto Elola Pérez y José Mª Baigorri Aguado, los comandantes Miguel Rodríguez Pavón y Luis de Lamo Peris y el capitán Ángel González de Mendoza y Dorvier (Estado Mayor Central, 1934, IV). 14. Estado Mayor Central, 1934. 15. Para tareas auxiliares contaban con dos jefes de taller de la Brigada Obrera y Topográfica de Estado Mayor, seis operadores del Cuerpo Auxiliar Subalterno del Ejército, un equipo topográfico integrado por seis miembros. (Dirección General del Instituto Geográfico, Catastral y de Estadística, 1935). 16. Cabezón y Guimare, 1972, pág. 42. 17. Del Plano Director a escala 1:25 000 se conserva en el Centro Geográfico del Ejército la hoja 559-IV «Pozuelo de Alarcón», editada en dos colores, mientras que del Plano Director a escala 1:10 000 en la Cartoteca de Catalunya se conservan las hojas: 392-II, «Sabadell. Cuadrante NO», 1935; 392-II, «Sabadell. Cuadrante NE», 1935; 392-II, «Sabadell. Cuadrante SO», 1935; 392-II, «Sabadell. Cuadrante SE», 1935; 392-III, «Mataró. Cuadrante SO», 1936, y 420-I, «San Baudilio de Llobregat. Cuadrante NE», 1936. 18. Nadal, Urteaga y Muro, 2000. 19. Cuerpo de Estado Mayor, 1936. 20. Cuerpo de Estado Mayor, 1936. 21. Agudo Holgado, 1986, pág. 55-66. 22. La Sección Topográfica de la 1ª División (Madrid) estaba dirigida por el comandante Joaquín de Isasi-Isasmendi Arostegui y por el capitán Rafael Rueda Moreno; la de la 2ª División (Sevilla) por el comandante Enrique González Pons y por el capitán Federico Fuster Vilaplana; la de la 3ª División (Valencia) por el comandante José García Carnero; la de la 4ª División (Barcelona) por el comandante Aurelio Matilla Jimeno; la de la 5ª División (Zaragoza) por el comandante Andrés Riveras de la Portilla y por el capitán Eugenio Galdeano Rodríguez; la de la 7ª División (Valladolid) por el comandante Robustiano Vázquez Pereira; y la de la 8ª División (la Coruña) por el comandante Fermín Gutiérrez de Soto y por el capitán Antonio Pérez Soba. Los cargos correspondientes a la 6ª División (Burgos) estaban vacantes. Al frente de la Sección Topográfica de la Comandancia de las Islas Baleares se encontraba el comandante Benigno Cabrero Lozano. La Sección Topográfica de la Comandancia de las Islas Canarias estaba dirigida por el capitán Luis Aparicio Miranda (cfr. Cuerpo de Estado Mayor, 1936).
LOS SERVICIOS CARTOGRÁFICOS REPUBLICANOS DURANTE LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA
21
Protectorado español de Marruecos a escala 1:50 000. A su frente se encontraba el teniente coronel Aresio Viveros Gallego, y formaban parte de la misma los comandantes José María Duque Sampayo y José Millán Díaz y los capitanes Juan Cerdá Marqués y José Ruiz-Fornells Ruiz.23 La segunda Comisión, la de Límites de África, tenía su sede en Melilla y era la encargada de delimitar las fronteras de las posesiones coloniales que el Estado español tenía en África. Se trataba de una comisión de menor entidad cartográfica que la primera Comisión Geográfica, de la cual había formado parte durante algún tiempo. Al frente de la misma estaban el teniente coronel Darío Gazapo Valdés y el capitán Carmelo Medrano Ezquerra. Durante los meses previos al golpe de Estado, esta Comisión había trabajado en el levantamiento del mapa topográfico del territorio de Ifni (Marruecos).24 Precisamente sería en la sede de esta Comisión, en un intento fallido de las autoridades republicanas de impedir una reunión de tipo golpista, donde tendría lugar el 17 de julio de 1936 el primer choque armado de la Guerra Civil. Entre los jefes y oficiales que asistieron a esta reunión histórica encontramos al teniente coronel Darío Gazapo y al capitán Carmelo Medrano, que, al cabo de pocos meses de haberse producido este dramático acontecimiento, serían los encargados de dirigir los servicios cartográficos del ejército franquista.
La Sección Cartográfica del Estado Mayor Central
23. Cuerpo de Estado Mayor, 1936. 24. Lombardero, 1944-1945, pág. 49-62.
La incapacidad de las fuerzas sublevadas para conseguir el control de Madrid en noviembre de 1936 dejó en manos del ejército republicano los dos principales organismos productores de cartografía topográfica e itineraria de España: el Instituto Geográfico y la Sección Cartográfica del Estado Mayor Central. Como consecuencia de ello, las principales fuentes de información cartográfica del país (cartotecas, colecciones de mapas, minutas, fotografías aéreas, aparatos cartográficos, etc.) permanecieron en manos del ejército republicano. Lo mismo sucedió con los talleres de grabado e impresión de mapas, así como con los stocks de mapas depositados en las dependencias del Instituto Geográfico y del Ministerio de la Guerra. Además, el ejército republicano también contó con una valiosa fuente cartográfica adicional: la relativa al estado de la red viaria (carreteras, pistas, caminos, líneas de ferrocarril, puentes, etc.) conservada en las dependencias del Ministerio de Obras Públicas. Ésta era una situación insólita e impensable para los militares sublevados, que vieron con gran preocupación, durante los primeros meses de la guerra, la gran superioridad de medios cartográficos con los que contaba el ejército republicano. Sin embargo, traducir estos recursos materiales a una buena cartografía militar no era una cuestión fácil. Para hacer efectiva esta conversión, el ejército republicano tuvo que hacer frente a lo largo de la guerra a cinco problemas de índole diversa: 1) a la desorganización de los servicios cartográficos acaecida a raíz del golpe de estado, que implicó la pérdida o la deserción de gran parte del personal más cualificado; 2) a la falta de una buena cartografía militar disponible; 3) a una logística muy compleja, a causa del carácter itinerante del gobierno de la República y de su Estado Mayor Central (Madrid, Valencia, Barcelona); 4) al hecho de que el estado de guerra no fuera declarado en la zona republicana hasta finales de enero de 1939, que complicó las relaciones entre los dos organismos cartográficos republicanos, ya que uno era de tipo militar (Sección Cartográfica), mientras que el otro era de tipo civil, y, 5) a las diferentes reorganizaciones que sufrió el Estado Mayor Central, que repercutieron negativamente en la dirección de los trabajos cartográficos. El vendaval de violencia y muerte que desató la Guerra Civil española fue especialmente cruel con los cartógrafos militares. Así, entre el 1 de octubre y el 18 de noviembre de 1936, en plena ofensiva franquista para conseguir el control de Madrid, perdieron la vida, víctimas de la represión
22
LOS MAPAS EN LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA (1936-1939)
Figura 5. Mapa Topográfico de España a escala 1:50 000. Hoja 582 «Getafe». Edición especial republicana. Impresa en color en Madrid por el Instituto Geográfico en febrero de 1937. Esta hoja, una de las primeras impresas de la edición especial, corresponde al frente de Madrid donde en febrero de 1937 tendría lugar la batalla del Jarama. (Reial Acadèmia de Ciències i Arts de Barcelona).
republicana, cuatro destacados cartógrafos del Cuerpo de Estado Mayor. El de más alta graduación militar era el general de brigada Manuel Lon Laga, que había sido presidente de la ponencia encargada de redactar el Reglamento de cartografía militar, aprobado por Manuel Azaña el 18 de febrero de 1933. También perdió la vida a raíz de la represión republicana el coronel Nicolás Prat Delcourt, miembro de la comisión creada el 29 de septiembre de 1923 por el general Primo de Rivera para reorganizar los servicios cartográficos del Estado. El tercer militar ajusticiado fue el teniente coronel Carlos Noreña Echevarría, que en julio de 1936 era uno de los componentes del Estado Mayor Central y que, durante los años 1934 y 1935, había participado, junto con los jefes y los oficiales de Estado Mayor Manuel Lombardero Vicente, Darío Gazapo Valdés y Carmelo Medrano Ezquerra, en el levantamiento del mapa topográfico de Sidi Ifni. Asimismo, también murió fusilado el teniente coronel de Estado Mayor Hermenegildo García Alarcón, que tal como ya se ha mencionado en el apartado anterior, en el momento de estallar la guerra era el jefe de la Imprenta y Talleres del Ministerio de la Guerra.25 En un principio, la guerra no alteró el carácter civil del Instituto Geográfico, aunque a mediados de 1938 una parte de su personal fue militarizado. Desde el punto de vista cartográfico la guerra fue entendida en el bando republicano como un período excepcional que requería, tal como
Figura 4. Vicente Rojo (en el centro con gafas) con sus colaboradores estudiando un mapa a finales de 1936 durante la defensa de Madrid. (En: José Andrés Rojo (2006): Vicente Rojo. Retrato de un general republicano, Barcelona, Tusquets editores, pág. 95).
25. Casas de la Vega, 1994, pág. 311-395.
LOS SERVICIOS CARTOGRÁFICOS REPUBLICANOS DURANTE LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA
Figura 6. Portada del libro de Vicente Rojo Lluch Los ejercicios sobre el plano, publicado en Toledo en 1931. El jefe del Estado Mayor Central republicano, Vicente Rojo, había sido profesor de topografía en la Academia de Infantería de Toledo. (Archivo Histórico Militar. Biblioteca de Sevilla).
26. Salas Larrazábal, 1973, I, pág. 468. 27. Archivo General Militar de Segovia, Leg. 1681B. De ahora en adelante AGMS. 28. Rojo, 2006, pág. 150.
23
estaba previsto en el Reglamento de 1933, un esfuerzo extraordinario de edición y distribución de mapas. A tal efecto, se dictaron una serie de decretos y circulares que condujeron hacia una progresiva militarización de las actividades cartográficas. No obstante, ninguna de las órdenes emitidas durante la guerra afectó de manera decisiva al orden cartográfico establecido por el gobierno de la República entre 1931 y 1933. Pese a que la mayor parte del esfuerzo de edición cartográfica corrió a cargo del Instituto Geográfico, sus actividades y recursos fueron supeditándose, a medida que avanzaba la guerra, a las órdenes dictadas por la Sección Cartográfica del Estado Mayor Central. Por esta razón, hemos creído conveniente describir en primer lugar la organización de la Sección Cartográfica y tratar, a continuación, los problemas de organización que afectaron al Instituto Geográfico. Tras un período inicial de gran desconcierto, el jefe del gobierno republicano, Francisco Largo Caballero, consiguió nombrar el 5 de septiembre de 1936 su primer Estado Mayor Central, con lo que se logró poner un cierto orden en la Sección Cartográfica. Al frente de este Estado Mayor estaba el comandante Manuel Estrada Manchón. A sus órdenes estaban, entre otros, el comandante de Estado Mayor Manuel García-Baquero y el capitán de Estado Mayor Julián Suárez-Inclán y de Prendes (Murcia, 1898-?). Este último recibió la orden de dirigir la Sección Cartográfica.26 La carrera profesional de Suárez-Inclán empezó en 1921 cuando, una vez finalizados sus estudios en la Academia de Infantería de Toledo, fue enviado como alférez a Marruecos. Allí participó en diversas operaciones bélicas realizadas después del desastre de Annual. En 1923 fue ascendido a teniente de Infantería y destinado a Madrid. Una vez instalado en la capital, empezó sus estudios en la Escuela Superior de Guerra. Más tarde, en 1927, fue enviado a Ceuta en período de prácticas, y participó durante seis meses en el levantamiento del Mapa Topográfico del Protectorado español de Marruecos a escala 1:50 000. Desde entonces y hasta finales de 1930 prestó diversos servicios en Marruecos. Ese año, una vez ingresado en el Cuerpo de Estado Mayor con el grado de capitán, consiguió volver a Madrid. En abril de 1934, después de realizar diversos servicios, fue destinado a la Imprenta y Talleres del Ministerio de la Guerra, lugar donde permaneció hasta el inicio de la Guerra Civil.27 Suárez-Inclán estuvo al frente de la Sección Cartográfica en Madrid durante las críticas semanas de noviembre y diciembre de 1936, cuando el ejército franquista lanzó una ofensiva muy potente sobre la capital (figura 4). Más tarde, se fue a Valencia, donde se había trasladado el gobierno de la República, así como el Estado Mayor Central y su Sección Cartográfica. Hasta principios de junio de 1937 fue el jefe de la Sección Cartográfica, siendo destinado, posteriormente, a la Comisión Topográfica del Centro (Madrid) (figura 5). La llegada de Juan Negrín al frente del gobierno republicano en mayo de 1937 provocó un importante conjunto de reformas militares. El 27 de mayo de 1937 se creó el Ministerio de Defensa Nacional y se nombró un nuevo Estado Mayor Central con el coronel Vicente Rojo Lluch al frente del mismo (figura 6). Rojo, que fue jefe del Estado Mayor Central hasta su práctico desmantelamiento en enero de 1939, expresó, con amargura, las fuertes limitaciones que este organismo tuvo en la dirección de la guerra. Según Rojo, el ministro de Defensa, el socialista Indalecio Prieto, creó este «Estado Mayor Central para enmascarar su afán de controlar los tres Ejércitos por “conveniencia política”, y que no le dio peso real alguno. Era una “especie de consejo de administración” con funciones exclusivamente “asesoras”, que no llegó a actuar nunca como un “organismo de dirección conjunta de las tres fuerzas armadas”. Tal es el secreto de que el EMC no sirva para nada más que para informar y para que sus informes vayan a parar regularmente al cesto de los papeles».28 A raíz de las reformas acometidas en mayo de 1937 el nuevo Ministerio de Defensa Nacional fue dividido en cuatro subsecretarías: la del Ejército de
24
LOS MAPAS EN LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA (1936-1939)
Tierra, la del Ejército del Aire, la de Marina y la de Armamento. El 3 de junio de 1937, Indalecio Prieto, decidió que la Sección Cartográfica, adscrita hasta entonces al Estado Mayor Central, pasara a formar parte de la Subsecretaría del Ejército de Tierra.29 Tres días más tarde se completó la reorganización con el nombramiento del teniente coronel de Estado Mayor Joaquín Alonso García (1898-?) como jefe de la Sección Cartográfica.30 En el momento de estallar la guerra Joaquín Alonso García era miembro del Cuerpo de Ingenieros Geógrafos y estaba destinado en la provincia de Almería como jefe de las brigadas de parcelación del Instituto Geográfico. En agosto de 1913 había ingresado en la Academia de Infantería de Toledo. Más tarde, entró en la Escuela Superior de Guerra, y, el 26 de enero de 1925, durante el período de prácticas, fue destinado a la Comisión Geográfica de Galicia.31 El 23 de septiembre de 1927, ya miembro del Cuerpo de Estado Mayor, fue nombrado jefe de la Secretaría Técnica del Depósito de la Guerra. Durante los meses de febrero y marzo de 1928 participó en unos ejercicios de fotogrametría que organizó el Depósito de la Guerra. A continuación, a finales de 1928, fue enviado a Marruecos, donde trabajó en el levantamiento del Mapa del Protectorado español de Marruecos a escala 1:200 000.32 Más tarde, con el grado de comandante de Estado Mayor, fue destinado al Estado Mayor de la 5ª División Orgánica con sede en Zaragoza.33 Sin embargo, la situación profesional de Alonso García dio un giro radical en marzo de 1931. Ese mes solicitó formar parte de un concurso abierto por el Instituto Geográfico y Catastral con el fin de cubrir una vacante en el Cuerpo de Ingenieros Geógrafos por el turno de miembros del Cuerpo de Estado Mayor. La documentación aportada por Joaquín Alonso García para obtener la plaza en concurso pone de relieve que, además de una completa formación militar, poseía una sólida formación científica, ya que era licenciado en ciencias, especialidad en ciencias físicas, por la Universidad Central de Madrid. En la Facultad de Ciencias de esta universidad había recibido clases del catedrático de Cosmografía y Física del Globo, Honorato de Castro Bonel (Borja, 1885-Ciudad de México, 1962). La asistencia a estas clases tuvo, con toda seguridad, una gran influencia en su trayectoria profesional y política, ya que Honorato de Castro Bonel fue director del Instituto Geográfico durante el bienio en que Manuel Azaña presidió el gobierno de la República.34 Alonso García también había ejercido durante ocho meses el cargo de «astrónomo de entrada» en el Real Observatorio Astronómico de Madrid y había obtenido, por oposición, el cargo de auxiliar de meteorología en el Observatorio Central Meteorológico de Madrid, que ejerció durante un año y medio. Además, era miembro de la Sociedad Española de Meteorología, de la cual su hermano Hilario Alonso García fue el secretario.35 Sus preocupaciones científicas como meteorólogo lo llevaron a presentar trabajos en los Anales de la Sociedad Española de Meteorología y a traducir, directamente del alemán al castellano, la tercera edición del libro del geofísico alemán Alfred WegenerTermodynamik der Atmosphäre.36 Joaquín Alonso García resolvió de forma favorable el concurso, de manera que el 29 de mayo de 1931 pasó a formar parte del Cuerpo de Ingenieros Geógrafos. De hecho, fue el único miembro que ingresó en este cuerpo durante el período en que Manuel Azaña estuvo al frente del gobierno republicano, ya que la plantilla quedó congelada, a raíz de la amortización decretada el 28 de octubre de 1931. Una vez establecida la amortización, no sólo no se produjeron nuevas incorporaciones en este cuerpo, sino que se dejó en situación de excedencia forzosa a algunos ingenieros geógrafos, como Manuel Barandica Ampuero (inspector general del Cuerpo de Ingenieros Geógrafos), Domingo Sala Mitjans, Juan Cruz-Conde Fustegueras e Ignacio Fossi Gutiérrez.37 Una vez incorporado al Cuerpo de Ingenieros Geógrafos, Alonso García dedicó el resto del año 1931 a hacer prácticas de trabajos topográficos, geodésicos y catastrales en diferentes partes de España. El 4 de
29. Diario Oficial del Ministerio de Defensa Nacional, nº 134, 1937, pág. 532. De ahora en adelante DOMDN. 30. DOMDN, nº 136, 1937, pág. 551. 31. Expediente del Ingeniero Geógrafo Joaquín Alonso García, Archivo de Personal del Instituto Geográfico Nacional, documento nº 1. 32. Sobre el levantamiento de este mapa véase: Nadal, Urtega y Muro, 2000, pág. 33. 33. Expediente del Ingeniero Geógrafo Joaquín Alonso García, Archivo de Personal del Instituto Geográfico Nacional, documento nº 1. 34. Anduaga Egaña, 1998b, pág. 215. 35. Anales de la Sociedad Española de Meteorología, Madrid, 1927, nº 6. Hilario Alonso García fue jefe del Servicio Meteorológico Nacional desde enero de 1938 hasta enero de 1939, cuando se exilió en Francia; García de Pedraza, Jiménez de la Cuadra, 1985, pág. 90. 36. Expediente del Ingeniero Geógrafo Joaquín Alonso García, Archivo de Personal del Instituto Geográfico Nacional, documento nº 1. Sin embargo, en los Anales de la Sociedad Española de Meteorología no se publicó ningún trabajo de Joaquín Alonso García. Esta revista tuvo una vida muy corta y dejó de publicarse en 1929, por lo que es muy posible que su trabajo quedase como material inédito; Anduaga Egaña, 1998a, pág. 427-438. 37. Gaceta de Madrid, 16 de abril de 1932.
LOS SERVICIOS CARTOGRÁFICOS REPUBLICANOS DURANTE LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA
Figura 7. Grupo de oficiales del ejército republicano con un mapa de la zona de operaciones. (En: Carlos Engel (2005): Historia de las Brigadas Mixtas del Ejército Popular de la República, 19361939, Madrid, Alemna Ediciones).
38. DOMG, Madrid, 30 de septiembre de 1936, nº 223, pág. 223. 39. Según Quirosa-Cheyrouze, 1986, pág. 58 y pág. 63 (nota 54), la candidatura socialista para las elecciones de noviembre de 1933 para la provincia de Almería estaba formada por Gabriel Pradal Gómez, Ernesto Navarro Márquez, José Asensio García Rubio, Félix de Pablo Gundín y Joaquín Alonso García. Ninguno de estos candidatos consiguió el acta de diputado en estas elecciones. 40. Expediente personal del Ingeniero Geógrafo Joaquín Alonso García, Archivo de Personal del Instituto Geográfico Nacional, documento nº 45. 41. Expediente personal del Ingeniero Geógrafo Joaquín Alonso García, Archivo de Personal del Instituto Geográfico, documento nº 45. 42. DOMDN, nº 183, 1937, pág. 229. 43. DOMDN, nº 183, 1937, pág. 229.
25
marzo de 1932, una vez superado el período de prácticas, fue destinado al Negociado de Topografía del Instituto Geográfico, y se le encargó el levantamiento del plano urbano de Zaragoza. Más tarde, el 10 de junio de 1933, fue destinado a la Brigada de Parcelación de la provincia de Almería, cargo que ocupó hasta julio de 1936. A las pocas semanas de haber estallado la guerra, el 10 de agosto de 1936, fue nombrado por el delegado del gobierno en el Instituto Geográfico, Alberto Vela del Palacio, miembro de una comisión constituida por el ingeniero geógrafo Fernando Gil Montaner y el administrativo José Canelles con la finalidad de elaborar un plan de reorganización del Instituto Geográfico. Sin embargo, el 22 de septiembre de 1936 recibió una orden del ejército republicano para incorporarse, como comandante de Estado Mayor, a la 3ª División Orgánica con sede en Valencia.38 Unas semanas más tarde, el 18 de noviembre, pasó a formar parte de la cuarta sección o Sección de Operaciones del segundo Estado Mayor Central nombrado por Largo Caballero. A parte de su indiscutible formación como cartógrafo, podemos apuntar dos razones por las que Alonso García fue nombrado jefe de la Sección Cartográfica. Una es de tipo político, ya que Alonso García estaba plenamente implicado en la política del período republicano. En las elecciones generales de noviembre de 1933 se había presentado como candidato del PSOE por la provincia de Almería.39 La otra es de tipo estrictamente técnico, ya que Alonso García reunía en su persona dos cualidades muy valiosas en aquellos momentos: ser teniente coronel de Estado Mayor e ingeniero geógrafo. Se han conservado pocos documentos, pero de gran interés, sobre la tarea llevada a cabo por Joaquín Alonso García en Valencia al frente de la Sección Cartográfica. En una carta suya, con fecha del 16 de mayo de 1937, y dirigida al Instituto Geográfico, informaba de que «los camiones que realizan los traslados de planos desde Madrid al Archivo y Talleres de este Instituto a esta capital [Valencia], así como los tres coches de turismo que sirven de enlace entre las referidas plazas y para la inspección que tiene encomendados este Ministerio, serán considerados a todos los efectos como militares», por lo que «rogamos me remita relación de los mencionados vehículos, en la que se haga constar su clase, marca, potencia de caballos y matrícula».40 El escrito, que está a medio camino entre una orden y una solicitud, pone de relieve algunos aspectos de la compleja logística de los servicios cartográficos republicanos. El emplazamiento de la Sección Cartográfica en Valencia, lejos de Madrid, donde se encontraban el Instituto Geográfico y los Talleres y la Imprenta del Ministerio de la Guerra, constituía un grave inconveniente, que se intentó superar mediante un incesante movimiento de camiones y coches cargados de material cartográfico entre Madrid y Valencia. Por otra parte, el hecho de que el gobierno republicano no declarase el estado de guerra hasta el 23 de enero de 1939, también complicó las decisiones de la Sección Cartográfica, ya que ésta no tenía plenos poderes sobre el Instituto Geográfico. Alonso García consiguió militarizar unos vehículos que pertenecían a un organismo civil, el Instituto Geográfico, pero fracasó en su propósito de confiscar los talleres y la imprenta que éste tenía alquilados en Valencia, ya que la única institución que entonces tenía competencias para tomar esta decisión era el Ministerio de Industria.41 Una de las principales medidas adoptadas durante el mandato de Alonso García fue la reorganización de las secciones topográficas, que, a partir de un decreto del 26 de julio de 1937, pasaron a llamarse Comisión Topográfica del Centro; del Este y Sudeste; y del Noroeste.42 Por otra parte, las comisiones topográficas pasaron a depender directamente de la Sección Cartográfica, de manera que los generales de los ejércitos y cuerpos del ejército republicanos que requiriesen material cartográfico tenían que dirigirse directamente al jefe de la Sección Cartográfica43 (figura 7). Alonso García dirigió la Sección Cartográfica hasta finales de septiembre de 1937. Después estuvo destinado a otros servicios del ejército repu-
26
LOS MAPAS EN LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA (1936-1939)
blicano, y fue ascendido, en agosto de 1938, a coronel por su destacada actuación en el frente de Cataluña.44 Una vez acabada la guerra fue encarcelado en la Prisión Militar del Castillo de San Fernando de Alicante y condenado a una pena de reclusión mayor de treinta años.45 La condena fue acompañada, el 15 de abril de 1939, de una orden por la que se le apartaba del Cuerpo de Ingenieros Geógrafos, a causa, según las nuevas autoridades franquistas, de su «antigua y destacada actuación marxista».46 El siguiente jefe de la Sección Cartográfica fue el coronel de Estado Mayor Fernando Redondo Ituarte (Maó, 1882-Ciudad de México, 1949). Redondo Ituarte, que estuvo al frente de la misma entre el 27 de septiembre de 1937 y finales de noviembre de ese año, era un experimentado cartógrafo, y también uno de los jefes de mayor graduación de este cuerpo del ejército republicano.47 En el momento de estallar la guerra se encontraba en Madrid como teniente coronel de Estado Mayor en situación de disponible en la 1ª División Orgánica.48 Redondo Ituarte poseía un gran dominio de lenguas, ya que leía y hablaba el francés y el portugués, traducía del inglés al castellano y escribía en esperanto, lengua de la que fue un reputado escritor. También era un hombre de hondas preocupaciones espirituales, tal como lo evidencian sus escritos didácticos sobre teosofía. En 1900 ingresó como alumno en la Academia de Infantería de Toledo, de la cual salió en julio de 1903 con la graduación de segundo teniente. En agosto de 1907 ingresó en la Escuela Superior de Guerra de Madrid, donde permaneció hasta finales de agosto de 1910. Después realizó prácticas de Estado Mayor hasta finales de septiembre de 1912, trabajando, primero, en la Comisión del Mapa de Palencia y, luego, en la Comisión del Plano de Pamplona. Una vez acabadas las prácticas, fue ascendido a capitán de Estado Mayor y destinado a la Capitanía General de Melilla, ciudad donde permaneció hasta principios de 1914, en que pasó a la Capitanía General de Zaragoza.49 Su actividad como cartógrafo empezó, de hecho, en 1916 al ser destinado a la plantilla de las comisiones geográficas del Depósito de la Guerra. La primera comisión a la que se incorporó fue la de Galicia, donde prestó servicios entre septiembre de 1916 y septiembre de 1918, y fue ascendido ese año a comandante de Estado Mayor. Más tarde, en agosto de 1920, fue destinado a la Comandancia General de Ceuta. En diciembre de ese año se fue a la población rifeña de Xauen, donde recibió su bautizo de fuego con los rebeldes marroquíes. Desde entonces hasta julio de 1922 participó, de forma activa, en diferentes operaciones bélicas emprendidas contra el jefe rifeño Abd-el-Krim. La participación en estos combates le valió la obtención de diferentes medallas al mérito militar.50 A finales de agosto de 1922 pasó a Alicante en situación de disponible. Más tarde, el 26 de octubre del año siguiente, fue nombrado jefe de la Comisión Geográfica de las Canarias, cuya sede estaba entonces en Santa Cruz de la Palma (la Palma). Redondo Ituarte permaneció al frente de esta comisión hasta principios de 1928. Durante estos años realizó trabajos de campo y de gabinete en diversas islas del archipiélago canario. Así, desde su llegada hasta finales de 1924, realizó levantamientos en la isla de la Palma, para pasar después, en 1925, a hacer trabajos, primero, en la isla de la Gomera y, después, en la del Hierro, donde siguió trabajando hasta principios de 1927. Más tarde, el 16 de mayo de este año, se trasladó desde el puerto de Santa Cruz de la Palma hasta la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria con todo el personal de la Comisión Geográfica de las Canarias.51 Al mes siguiente de haberse instalado en la ciudad de Las Palmas se trasladó a la isla de Tenerife, donde trabajó en el levantamiento de un plano del sur de la isla. A continuación, durante los meses de julio y agosto de 1927 pasó a la isla de Lanzarote para trabajar en el levantamiento del Mapa Topográfico de España a escala 1:50 000. Como resultado de estos trabajos fue ascendido, el 30 de octubre de 1927, al grado de teniente coronel de Estado Mayor. A finales de 1927, una vez finalizados los trabajos de campo en Lanzarote, volvió a Las Palmas de Gran Canaria para proseguir los trabajos de gabinete.52
44. El 18 de diciembre de 1937 era jefe del Estado Mayor del Ejército de Extremadura (Alpert, 1982, pág. 351). Más tarde, el 10 de abril de 1938, fue nombrado Secretario General Técnico de la Subsecretaría del Ejército de Tierra (DOMDN, nº 87, 1938). Dos meses más tarde, el 27 de junio, fue nombrado jefe del Estado Mayor del Xº Cuerpo del Ejército del Este (DOMDN, nº 188, 1938, pág. 343), y fue ascendido en agosto de ese año a coronel por su destacada actuación en el frente de Cataluña (DOMDN, nº 205, 1938, pág. 564). Posteriormente, el 29 de octubre de 1938, fue nombrado subdirector de la Dirección de los Servicios de Retaguardia y Transportes de la Región Central (DOMDN, nº 282, 1938, pág. 429). 45. Expediente personal del Ingeniero Geógrafo Joaquín Alonso García. Archivo de Personal del Instituto Geográfico, documento nº 52. Este documento es una carta firmada el 5 de marzo de 1940 por el mismo Alonso García y dirigida al entonces director del Instituto Geográfico y Catastral, Félix Campos-Guereta, en la que, entre otras cosas, exponía: «Joaquín Alonso García, que en julio de 1936 era comandante de E.M. retirado e Ingeniero Geógrafo y actualmente cumple condena de 30 años de reclusión Mayor en la Prisión Militar del Castillo Militar de San Fernando de esta Plaza [Alicante]». 46. Expediente personal del Ingeniero Geógrafo Joaquín Alonso García. Archivo de Personal del Instituto Geográfico, documento nº 51. Decreto del 15 de abril de 1939 publicado en el Boletín Oficial del Estado. 47. Alpert, 1989, pág. 327. 48. DOMDN, nº 232, 1937, 764; Alpert, 1989, pág. 326-327. 49. AGMS, Leg. R-535. 50. AGMS, Leg. R-535. 51. AGMS, Leg. R-535. 52. AGMS, Leg. R-535.
LOS SERVICIOS CARTOGRÁFICOS REPUBLICANOS DURANTE LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA
Figura 8. Fotografía del general Juan Hernández Saravia (en la izquierda) con el teniente coronel de Estado Mayor Aurelio Matilla. En el momento de estallar la guerra Aurelio Matilla era comandante de Estado Mayor y jefe de la Sección Topográfica de la 4a División con sede en Barcelona. Durante la guerra fue ascendido a teniente coronel y fue destinado al Estado Mayor del Ejército de Levante, dirigido por el general Hernández Saravia. (En: Manuela Aroca Mohedano (2006): General Juan Hernández Saravia. El ayudante militar de Azaña, Salamanca, Oberón).
53. AGMS, Leg. R-535. 54. AGMS, Leg. R-535. 55. Aroca Mohedano, 2006, pág. 149-156. 56. Cuerpo de Estado Mayor, 1936. 57. Sobre los principios filosóficos y religiosos de la Sociedad de Teosofía véase: Giovani Filoramo, Diccionario Akal de las Religiones, Madrid, Editorial Akal, 2001 (1993), pág. 552-553. 58. Salas Larrazábal, 1973, vol. 1, pág. 227. 59. Salas Larrazábal, 1973, vol. 1, pág. 627. 60. DOMDN, nº 232, 27 de septiembre de 1937, pág. 767. 61. El 28 de noviembre de 1937 volvió a integrarse en la Comandancia Militar de Menorca; Murillo, 2003, pág. 29. Redondo Ituarte zarpó del puerto de Mahón el 9 de febrero de 1939 a bordo del crucero de la Armada británica Devonshire rumbo a Marsella. Fue uno de los pocos menorquines que consiguieron salir de la isla. Finalmente, en 1939 se exilió en México junto con su mujer, Luisa Botella, su hija Luisa Redondo Botella y su sobrina María de la Fuente Hernández. El autor quiere agradecer al historiador Artur Parrón la información relativa al exilio mexicano de Redondo Ituarte. 62. DOMDN, nº 304, 1937, pág. 557. 63. Alpert, 1989, pág. 345.
27
En esta situación permaneció hasta el 28 de enero de 1928, cuando cesó como jefe de la Comisión Geográfica de las Canarias. Unos cuantos meses más tarde, el 26 de julio de ese año, fue nombrado secretario del gobierno militar de Badajoz, cargo que ocupó hasta el 27 de septiembre de 1930, cuando fue destinado a la Capitanía General de las Baleares, en Palma. Al poco tiempo de haberse instalado, fue nombrado jefe de Estado Mayor de la entonces llamada Comandancia Militar de las Baleares. Entre las tareas llevadas a cabo en el ejercicio de este cargo cabe destacar la visita que hizo, el 3 de abril de 1933, en compañía del jefe de la Comandancia Militar de las Baleares, el general Francisco Franco, a las fuerzas desplegadas en la isla de Mallorca.53 Redondo Ituarte pasó a la situación de “disponible voluntario” en la 1ª División Orgánica con residencia en Madrid a los pocos días de la llegada de Alejandro Lerroux al poder, el 27 de septiembre de 1933.54 Desconocemos las razones que le llevaron a esta situación. No se trata, sin embargo, de un caso aislado, ya que otros destacados militares republicanos, como el coronel de artillería Juan Hernández Saravia (figura 8), el principal asesor militar de Manuel Azaña, también pasó aquel mes a la situación de disponible.55 Redondo Ituarte, igual que Hernández Saravia, permaneció apartado del ejército hasta el estallido de la Guerra Civil.56 En 1934, durante este período de retiro de la actividad militar, publicó en Madrid un libro titulado Las matemáticas de la moral: notas para un Manual de Teosofía para jóvenes de 14 a 21 años. El nombre de Redondo Ituarte va acompañado de la sigla M.S.T., que entendemos que debe traducirse como «miembro de la Sociedad de Teosofía». En esta obra, de tipo didáctico, recoge los principios intelectuales y religiosos generales del movimiento teosófico, enriqueciéndolos con reflexiones personales propias.57 Entre ellas cabe destacar su defensa de la tolerancia religiosa, del libre pensamiento como «único medio para investigar la verdad» y de la fraternidad universal, y también su crítica a la Iglesia Católica por seguir manteniendo activas instituciones como el Tribunal de la Inquisición. Con el estallido de la Guerra Civil, Redondo Ituarte se incorporó al ejército republicano, participando activamente durante el año 1936 en la defensa de Madrid. Primero, el 21 de julio, como jefe de Estado Mayor del ejército republicano en los combates que se produjeron entre las columnas de milicianos republicanos y las tropas de los militares sublevados en la zona de Collado-Villalba, en la sierra noroeste de Madrid.58 Después, ascendido ya al grado de coronel de Estado Mayor, participó durante los meses de septiembre y noviembre de 1936, como jefe de Estado Mayor de la 1a División Orgánica, en la defensa de Madrid.59 A finales de septiembre de 1937, cuando fue nombrado jefe de la Sección Cartográfica, era el jefe de Estado Mayor de Menorca.60 Durante el breve tiempo que dirigió la Sección Cartográfica se inició la edición especial del Plano Director a escala 1:25 000, uno de los mejores mapas militares impresos por el ejército republicano durante la Guerra Civil. A principios de noviembre de 1937 Redondo Ituarte se vio obligado, siguiendo el camino del gobierno republicano, a realizar un nuevo traslado de la Sección Cartográfica, en este caso de Valencia a Barcelona. En febrero de 1939 se exilió, primero a Francia, y luego a México, donde murió en 1949.61 El 20 de noviembre de 1937, en plena ofensiva republicana sobre la ciudad de Teruel, Redondo Ituarte fue sustituido como jefe de la Sección Cartográfica por el también coronel de Estado Mayor José García Carnero (Cartagena, 1894-?).62 En el momento de producirse el relevo, García Carnero era el jefe del Estado Mayor del XIII Cuerpo de Ejército del Ejército de Levante.63 García Carnero había ingresado en la Academia de Infantería de Toledo en 1909, de donde salió el 1912 graduado como segundo teniente. Tras permanecer dos años destinado en Cartagena, en 1914 empezó estudios en la Escuela Superior de Guerra de Madrid. En 1917, una vez finalizados los mismos, inició el período de prácticas, obligatorio para conver-
28
LOS MAPAS EN LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA (1936-1939)
tirse en miembro del Cuerpo de Estado Mayor. En 1918, dentro de este período, fue destinado a Olot a la Comisión Geográfica del Nordeste de España. Finalmente, el 20 de marzo de 1919 ingresó en el Cuerpo de Estado Mayor con el grado de capitán.64 Unos meses más tarde, el 29 de marzo de 1920, fue destinado a la Comandancia General de Melilla, donde permaneció hasta marzo de 1922. Durante estos dos años participó en un gran número de acciones bélicas, entre las cuales cabe destacar la del 13 de abril de 1921 al frente de la cañonera “Lauria” en la bahía de Alhucemas. Sin embargo, la actuación más relevante fue, posiblemente, la de participar, el 24 de junio de 1921, en la pacificación de la zona de Annual, donde tres días antes se había producido el peor desastre del ejército colonial español en Marruecos. Su participación en estas acciones le valió la obtención de diversas medallas, entre las cuales cabe mencionar la de la cruz de 1ª clase del Mérito Militar.65 A finales de abril de 1922 fue destinado a la plantilla de las comisiones geográficas de la Península, donde formó parte de la comisión encargada de levantar el plano de la Base Naval de Cartagena. Su expediente militar no permite saber qué servicios prestó entre 1922 y 1928, pero, muy posiblemente, continuó adscrito a la Comisión Geográfica del Sudeste de España con sede en Murcia. Sin embargo, sabemos que durante la primera mitad del año 1928 permaneció en esta Comisión, como comandante de Estado Mayor, trabajando en el levantamiento del Mapa Topográfico de España a escala 1:50 000. Más tarde, el 27 de junio de 1928, fue destinado a la Comisión Geográfica de los Pirineos para cooperar en los trabajos que se estaban llevando a cabo en la confección de la hoja 115, «Gulina», del Mapa Topográfico de España a escala 1:50 000, cuya primera edición vio la luz en 1934. En noviembre de este año, una vez finalizados estos trabajos, volvió a formar parte de la Comisión Geográfica del Sudeste de España.66 Entre enero de 1929 y abril de 1930, fue destinado a Palma, donde llevó a cabo trabajos relativos a la actualización de las hojas del Mapa Militar de España a escala 1:100 000 correspondientes a la isla de Mallorca. Una vez acabados, volvió a incorporarse a la Comisión Geográfica del Sudeste de España. Durante la primera mitad de 1931 estuvo trabajando en la actualización de diversas hojas del Mapa Itinerario Militar de España a escala 1:200 000. Después, el 13 de julio de 1931, a raíz de la disolución decretada por el nuevo gobierno republicano de las comisiones geográficas del Depósito de la Guerra, fue destinado a la Sección Topográfica de la 3ª División Orgánica con sede en Valencia.67 Aunque la información contenida en su expediente militar se acaba justamente en 1931, el comandante García Carnero permaneció entre 1931 y 1936 vinculado a esta sección, ya que cuando estalló la guerra era su jefe.68 Durante los primeros meses de la guerra continuó al frente de esta sección topográfica, y fue ascendido a teniente coronel el 12 de enero de 1937.69 Más tarde, fue nombrado jefe del Estado Mayor del XIII Cuerpo de Ejército del Ejército de Levante, que comandaba el general Juan Hernández Saravia, y ascendido a coronel.70 Las incorporaciones de los coroneles Fernando Redondo Ituarte, primero, y José García Carnero, después, tuvieron lugar en un momento crítico de la guerra para las fuerzas republicanas. El ejército franquista acababa de liquidar el frente del Norte y se disponía a emprender una gran ofensiva sobre Madrid.71 Para evitar lo que parecía inevitable, Vicente Rojo planeó diversas contraofensivas decidiéndose finalmente por lanzar una sobre la ciudad de Teruel.72 El Estado Mayor republicano no escatimó recursos para poseer buenos mapas del teatro de operaciones. La mejor prueba de este esfuerzo está en el hecho de que se destinasen a la Sección Cartográfica, en un momento en que en el frente se sufría una gran carencia de jefes y oficiales de Estado Mayor, dos coroneles de este cuerpo.73 El 26 de diciembre de 1937, en plena batalla de Teruel, se decidió volver a integrar la Sección Cartográfica al Estado Mayor Central. 74 El cambio no fue acompañado de nuevos nombramientos, por lo que creemos que García Carnero permaneció al frente de la Sección Cartográfica hasta
64. AGMS, Leg. 6-1198. 65. AGMS, Leg. 6-1198. 66. AGMS, Leg. 6-1198. 67. AGMS, Leg. 6-1198. 68. Cuerpo de Estado Mayor, 1936. 69. DOMG, nº 10, 12 de enero de 1937. 70. Alpert, 1989, pág. 345; DOMG, nº 10 y nº 234, 1937. 71. Beevor, 2005, pág. 466-467. 72. Blanco Escolá, 2000, pág. 414-416; Beevor, 2005, pág. 467. 73. Alpert, 1989, pág. 263. 74. DOMDN, nº 312, 1937, pág. 644.
LOS SERVICIOS CARTOGRÁFICOS REPUBLICANOS DURANTE LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA
29
Figura 10. Mapa Topográfico de España a escala 1:50 000. Hoja 255 «La Pobla de Lillet». Edición especial republicana. Impreso en Barcelona por el Instituto Geográfico en diciembre de 1938. (Cartoteca de Catalunya. Institut Cartogràfic de Catalunya).
Figura 9: Oficiales y suboficiales del ejército republicano interpretando el relieve mediante una maqueta. (En: Joaquín Sanchis Finezas. Fotografías de guerra (Valencia, 1937-1938), Valencia, 2005, pág. 200. Fondo Finezas de la Biblioteca Valenciana, Sant Miquel dels Reis, Valencia).
el desmantelamiento a finales de enero de 1939 del Estado Mayor Central, que dirigía el general Vicente Rojo (figura 9). El aislamiento de Cataluña del resto del territorio republicano, a raíz de la llegada de las tropas franquistas a Vinaròs el 15 de abril de 1938, complicó la compleja logística de los servicios cartográficos republicanos. La Sección Cartográfica, emplazada como el resto del gobierno republicano en Barcelona, vio gravemente dificultadas sus relaciones con sus comisiones topográficas, así como con los talleres de edición existentes en Madrid y Valencia. En la práctica, se convirtió en una especie de comisión topográfica radicada en Barcelona con poderes especiales, desde la que se preparó, básicamente, la cartografía para la batalla del Ebro y para la defensa de Cataluña. Pocos días después de la toma de Vinaròs por el ejército franquista los servicios cartográficos republicanos iniciaron una febril actividad editora de mapas en Barcelona. Dado que los mapas impresos en esta ciudad llevaban el mes y año de edición, sabemos que los primeros se empezaron a imprimir el mismo mes de abril de 1938. El principal esfuerzo se concentró en la impresión de un gran conjunto de hojas de la edición especial del Plano Director a escala 1:25 000, correspondientes al área de la batalla del Ebro y del sector más occidental de Cataluña. En total se imprimieron en Barcelona 164 hojas de esta edición especial, la primera de las cuales fue la 413-I «Retuerta», impresa en abril de 1938, mientras que las últimas fueron editadas en enero de 1939. También se editaron en Barcelona en 1938 por orden de la Sección Cartográfica una serie de hojas del Mapa de Mando a escala 1:100 000, y también una Guía Militar de Carreteras de España a escala 1:400 000. Por otra parte, tal como ya se ha mencionado, el Instituto Geográfico editó en Barcelona unas pocas hojas de la edición especial del Mapa Topográfico de España a escala 1:50 000 (figura 10).
30
LOS MAPAS EN LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA (1936-1939)
Figura 11. «Croquis panorámico», figura 24 del libro de Francisco Prats Sala (1937): Conocimientos topográficos para campaña, Madrid, editado por Defensa Nacional, 41. El ejército republicano realizó un gran esfuerzo para formar cartográficamente a sus mandos. (Cartoteca de Catalunya. Institut Cartogràfic de Catalunya).
La situación crítica en que se encontraba el ejército republicano a mediados de 1938 forzó al Ministerio de Defensa Nacional a ampliar los servicios de impresión cartográfica. Así, el 21 de julio de 1938 se dictó una circular ordenando la organización «en Valencia y Barcelona, previa requisa legal, de talleres de fotograbado y litografía destacados de la Imprenta y Talleres».75 De momento, no hemos conseguido averiguar qué establecimientos de artes gráficas fueron requisados. En el caso de Barcelona la orden se llevó a cabo, y se editaron en esta ciudad, entre abril de 1938 y enero de 1939, un gran número de mapas. La Imprenta y Talleres del Ministerio de Defensa Nacional continuaron situados durante toda la guerra en Madrid en los mismos locales donde se encontraban antes de su inicio.76 Las tareas de edición eran llevadas a cabo por oficiales procedentes de la disuelta Brigada Obrera y Topográfica de Estado Mayor. Los miembros de esta brigada fueron repartidos entre la Imprenta y Talleres del Ministerio de Defensa Nacional y la Sección Topográfica del Ejército del Centro.77 Además de los miembros de esta brigada, la Sección Cartográfica vio reforzado su personal auxiliar durante los meses de septiembre y octubre de 1938 (figura 11). García Carnero permaneció al frente de la Sección Cartográfica hasta la ocupación de Cataluña por el ejército franquista en enero de 1939. Igual
75. DOMDN, nº 184, 1938, pág. 287. 76. Enciclopedia Universal Espasa, 1944, pág. 1470. 77. DOMDN, nº 224, 1938, pág. 815; nº 297, pág. 1938, 684 y, nº 244, 1938, pág. 1129.
LOS SERVICIOS CARTOGRÁFICOS REPUBLICANOS DURANTE LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA
31
que otros miembros del Estado Mayor Central republicano, se vio obligado a emprender el camino del exilio. Desde el extranjero continuó sus actividades en defensa de la República, y formó parte de la comisión asesora creada en 1946 por el ministro de Defensa del gobierno republicano en el exilio, el general Juan Hernández Saravia.78 Los servicios cartográficos republicanos instalados en Barcelona fueron desmantelados poco antes de que las tropas franquistas entrasen en esta ciudad. Según un informe elaborado por el Cuartel General del Generalísimo en 1939, la documentación de la Sección Cartográfica había sido cargada en cinco camiones y algunos vagones de ferrocarril con destino a Francia.79 Sin embargo, el ejército de Franco consiguió capturar uno de estos vagones poco antes de cruzar la frontera francesa.80 En enero de 1939, con la caída de Cataluña y el subsiguiente desmantelamiento del Estado Mayor Central dirigido por el general Rojo, la Comisión Topográfica del Centro se convirtió, hasta el fin de la guerra, en el principal organismo cartográfico del ejército republicano. A esta comisión estaban destinados diferentes oficiales del Cuerpo de Estado Mayor, como los comandantes Julián Suárez-Inclán y Manuel García-Baquero. El comandante Suárez-Inclán había entrado en contacto en junio de 1938 con el Servicio de Información y Policía Militar del Primer Cuerpo de Ejército franquista, con el cual colaboró activamente. Acabada la guerra volvió a ingresar en su sitio en el escalafón del Cuerpo de Estado Mayor y le fueron reconocidos el grado y la antigüedad.81 El comandante Manuel GarcíaBaquero también continuó vinculado al ejército una vez acabada la guerra, logrando alcanzar años más tarde el grado de coronel de Estado Mayor.82 El transcurso de la guerra hizo que la actividad cartográfica republicana entrara durante los últimos meses de la contienda en una fase de atonía casi total. Así, entre enero y abril de 1939, los talleres madrileños del Instituto Geográfico únicamente imprimieron siete hojas correspondientes a la edición especial del Mapa Topográfico de España a escala 1:50 000. Dos de las cuales, la 1059, «El Cabo de Gata», y la 1060, «El Pozo de los Frailes», editadas ambas en enero de 1939, formaban parte de una operación planeada en 1938 por el general Vicente Rojo contra Motril, para que el ejército franquista se viera obligado a retirar tropas de los frentes de Andalucía y Extremadura.83 La última de las hojas catalogadas y fechadas fue la 542, «Alfambra», editada en marzo de 1939.
El Instituto Geográfico
78. Aroca Mohedano, 2006, pág. 342. 79. Cuartel General del Generalísimo, 1939. 80. Cuartel General del Generalísimo, 1939, pág. 9. 81. AGMS, Leg. 1681 B. 82. En la obra póstuma de Manuel GarcíaBaquero (1985): Memorial del Mapa Militar Itinerario español, se indica que en el momento de retirarse poseía el grado de coronel de Estado Mayor. 83. Beevor, 2005, pág. 558. 84. Las noticias que se han conseguido reunir sobre las actividades del Instituto Geográfico Nacional durante la Guerra Civil son muy escasas y diversas. 85. Ruiz Morales, 2005, pág. 111.
La situación del Instituto Geográfico fue en los momentos iniciales de la guerra muy similar a la experimentada por la Sección Cartográfica del Estado Mayor Central.84 El golpe de estado también tuvo un efecto desorganizador sobre el Instituto Geográfico. Algunos de los funcionarios que ocupaban cargos de responsabilidad en la institución, empezando por su director técnico, el ingeniero geógrafo Enrique Meseguer Marín, no sólo no volvieron a aparecer por sus puestos de trabajo, sino que colaboraron activamente con los servicios cartográficos del ejército franquista. La situación de desbarajuste que se vivió en el Instituto Geográfico, a raíz del golpe de estado de julio de 1936, ha sido perfectamente descrita por el ingeniero geógrafo José Galbis Rodríguez (1868-1952) en su Testamento Laboral, escrito en mayo de 1950. En el momento de producirse la sublevación militar Galbis ocupaba de forma interina la dirección técnica del Instituto Geográfico. Se trata, por tanto, de un testimonio de excepción. Con cierta amargura explica que tuvo «la desgracia de ocupar ese puesto, el día de iniciarse la Guerra de Liberación, por lo que tuve que padecer insubordinaciones sin cuento, de las que me quejé en carta dirigida al Sr. Giral, Ministro de Marina y amigo, sin merecer su contestación. Después se me negó la entrada en el edificio, a los dos días se me volvió a llamar, pero a las 24 horas tuve que esconderme en mi casa».85
32
LOS MAPAS EN LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA (1936-1939)
Una de las consecuencias inmediatas del estallido de la guerra fue la suspensión de la campaña de trabajos topográficos que estaba en ejecución. La parálisis general y el desconcierto duraron, seguramente, diversas semanas. La situación, no obstante, empezó a enderezarse el 4 de agosto de 1936 cuando el gobierno republicano nombró a Alberto Vela del Palacio delegado del Gobierno en el Instituto con facultades de director técnico. Nacido en Ontinyent (Valle de Albaida) en 1885 era ayudante de Montes. Una de las primeras medidas adoptadas por Vela del Palacio fue crear, el 10 de agosto de 1936, una comisión, tal como ya se ha expuesto, formada por los ingenieros geógrafos Fernando Gil Montaner y Joaquín Alonso García y por el administrativo José Canelles, con la finalidad de elaborar un plan de reorganización del Instituto Geográfico. Vela del Palacio permanecería en el cargo durante todo el primer año de la guerra. Fue sustituido en octubre de 1937 por Rafael Soriano Gómez, que estuvo al frente del Instituto Geográfico hasta febrero de 1938. A continuación, Lino Vaamonde Valencia ocupó su cargo únicamente durante un par de meses hasta abril de 1938, y Desiderio Ortega León, hasta el final de la guerra. Ninguno de ellos formaba parte del Cuerpo de Ingenieros Geógrafos, sino que pertenecían a cuerpos técnicos auxiliares. Durante el asedio de Madrid la zona en la que estaba y está situado el Instituto Geográfico fue duramente batida por la artillería franquista, ya que muy cerca de la sede, prácticamente al otro lado de la calle, había un gran cuartel de la Guardia Nacional Republicana. Para evitar la posible destrucción de los valiosos fondos cartográficos, parte de los archivos y fondos del Instituto se depositaron en los sótanos blindados del Banco de España.86 En el Libro de Registro de Entrada de esta entidad hay inscrita una solicitud, con fecha 2 de marzo de 1937, de la Comisión Directora del Instituto Geográfico para conseguir un local donde guardar documentos y aparatos. La dirección del Banco de España concedió la autorización el 6 de marzo y tres días más tarde se llevó a cabo el traslado de los materiales con una furgoneta de la Junta de Defensa Delegada de Madrid. El responsable de esta operación fue el topógrafo Emilio Marzán Arana. El 22 de marzo de 1937 se elaboró un inventario del material depositado en el banco que, desgraciadamente, tal como lo señalan Jesús Sastre Domingo y Amalia Yuste Galán, se ha perdido.87 Las oficinas cartográficas se dispersaron en diversos edificios, de manera que algunas secciones se instalaron en el antiguo edificio de la calle de Jorge Juan y otras pasaron a ocupar un anexo del actual Ministerio de Educación.88 Aunque durante la guerra el Instituto Geográfico se mantuvo como organismo civil, adscrito al Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes, a medida que ésta avanzaba su actividad fue supeditándose a las directrices de la Sección Cartográfica del Estado Mayor Central. Una orden del 22 de julio de 1938, firmada por el presidente del gobierno republicano Juan Negrín, puso de relieve este proceso al establecer, entre otras cosas, que «la Imprenta y Talleres del Ministerio de Defensa Nacional pasará a formar parte del Servicio Cartográfico del Estado Mayor del Ejército de Tierra y será la encargada de editar en campaña todos los trabajos cartográficos, tanto del Instituto Geográfico como del Servicio Cartográfico del Estado Mayor, siendo reforzada por el personal del Instituto que se militarice».89 Durante el transcurso de la guerra, tanto la dirección como una parte de los negociados del Instituto Geográfico siguieron también los pasos de la Sección Cartográfica, y se trasladaron a Valencia, en noviembre de 1936, y un año más tarde, a Barcelona, donde también se instaló el Depósito Central de Cartografía hasta enero de 1939.90 Los Talleres de Madrid del Instituto Geográfico permanecieron activos durante toda la guerra, y allí se imprimió la mayor parte de la edición especial del Mapa Topográfico de España a escala 1:50 000, una gran parte de la edición especial del Plano Director a escala 1:25 000 y mucha otra cartografía militar. En Valencia, el Instituto Geográfico alquiló unos talleres de edición desde los cuales se
86. Sanz García, 1973, pág. 496-497. 87. Sastre Domingo y Yuste Galán, 2004, pág. 4. Los autores mencionan que esta información les fue proporcionada por Emilio de las Heras, profesor de la Universidad Politécnica de Madrid. 88. Sanz García, 1973, pág. 496-497. 89. DOMDN, 23 de julio de 1938, nº 184, pág. 187. 90. Cuartel General del Generalísimo, 1939, pág. 9.
LOS SERVICIOS CARTOGRÁFICOS REPUBLICANOS DURANTE LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA
33
Figura 12. Hojas de la edición especial republicana del Mapa Topográfico de España a escala 1:50 000 de las que se conoce la fecha de edición. (Elaboración propia a partir de Nadal, Urteaga y Muro, 2003, pág. 323; Cartoteca del Instituto Geográfico Nacional).
llevó a cabo una parte de la labor de guerra. Mientras que en Barcelona, tal como ya se ha mencionado, se confiscaron unos talleres de edición, que funcionaron a pleno rendimiento entre abril de 1938 y enero de 1939. El principal esfuerzo editor del Instituto Geográfico durante la guerra recayó en la edición especial del Mapa Topográfico de España a escala 1:50 000, aspecto éste que pasamos a tratar a continuación.
La edición especial del Mapa Topográfico de España a escala 1:50 000
91. De este conjunto, 397 han sido catalogados en Urteaga y Nadal, 2001. Recientemente se han catalogado dos hojas más conservadas en la Cartoteca de Catalunya: la 469 «Alcañíz», sin fecha ni lugar de edición, y la 891 «Cieza», editado en Madrid en los Talleres del Instituto Geográfico en junio de 1937. Además, se ha consultado el fondo de la “edición especial” republicana existente en la Cartoteca del Instituto Geográfico Nacional: http://www.ign.es/ign/es/IGN/cartoteca_Maptopo.jsp
A pesar de los inconvenientes que para el uso militar planteaba el Mapa Topográfico de España a escala 1:50 000, este mapa fue el más reproducido por los servicios cartográficos republicanos durante la guerra. La principal contribución llevada a cabo por el Instituto Geográfico fue la realización de una edición especial de este mapa. A partir de la consulta de colecciones existentes en diferentes archivos civiles y militares, se ha catalogado un conjunto de 399 hojas de esta edición especial, de los cuales conocemos la fecha de edición de 34691 (figura 12). Con los materiales que se han conseguido compilar es posible realizar una primera descripción de les características de esta edición especial. Los materiales consultados permiten distinguir cinco tipos de hojas diferentes: 1) ediciones ordinarias en policromía de hojas, que ya se encontraban preparadas para el tiraje; 2) reediciones monocromas de hojas ya publicadas, con las vías de comunicación actualizadas y la cuadrícula Lambert superpuesta; 3) ediciones de minutas que ya estaban disponibles en dibujo, con planimetría y altimetría, pero que no habían sido impresas antes de la guerra; 4) hojas editadas sin altimetría, realizadas a partir de los trabajos de campo procedentes del levantamiento planimétrico, y 5) nuevas hojas formadas a partir de la compilación de materiales diversos. A partir de las hojas conservadas en la Cartoteca del Instituto Geográfico Nacional, en la Reial Acadèmia de Ciències de Barcelona y en la Cartoteca de Catalunya se han catalogado un total de 22 hojas impresas a color (3 o 5 colores). La mayor parte de estas hojas fueron editadas entre febrero y diciembre de 1937 y correspondían al área de Madrid o a la
34
LOS MAPAS EN LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA (1936-1939)
Figura 13. Mapa Topográfico de España a escala 1:50 000. Hoja 627 «Talavera del Tajo». Edición especial republicana. Impresa en color en Madrid por el Instituto Geográfico en octubre de 1937. De esta hoja había una primera edición de 1886, cuyo nombre era «Talavera de la Reina». (Reial Acadèmia de Ciències i Arts de Barcelona).
región del centro92 (figura 13). En cinco hojas se indicaba que la información sobre la red viaria había sido actualizada, señalándose: «carreteras croquizadas tomadas de Obras Públicas».93 Por otro lado, algunas hojas fueron objeto de dos ediciones. Este es el caso de la hoja 583 «Arganda» con una primera edición de febrero de 1937 y una segunda de febrero de 1938 o de la hoja 923 «Córdoba» con una primera edición de mayo de 1938 y una segunda de enero de 1939. La edición especial del Mapa Topográfico de España a escala 1:50 000 se realizó con urgencia y en condiciones muy precarias. Las primeras hojas fueron publicadas en febrero de 1937. Es el caso de las hojas 540 «Checa», 559 «Madrid», 560 «Alcalá de Henares», 564 «Fuerte-Escusa», 581 «Navalcarnero» y 582 «Getafe». La mayor parte muy cercanas o pertenecientes al área de Madrid, donde tendría lugar ese mismo mes la batalla del Jarama, la primera de las grandes batallas que tendrían lugar durante la Guerra Civil.94 Durante el año 1937 el Instituto Geográfico publicó, como mínimo, 157 hojas de la edición especial.95 La figura 12 permite apreciar cómo el esfuerzo editor se concentró, sobre todo, en una extensa área de las cercanías de Madrid. Sería precisamente en esta zona donde tendrían lugar las batallas de Guadalajara (marzo de 1937) y Brunete (julio
92. Nadal y Urteaga, 1990; Urteaga y Nadal, 2001; Cartoteca del Instituto Geográfico Nacional. 93. Urteaga y Nadal, 2001. 94. Blanco Escolá, 2000, pág. 341; Beevor, 2005, pág. 305-316. 95. Urteaga y Nadal, 2001 y nota nº 79.
LOS SERVICIOS CARTOGRÁFICOS REPUBLICANOS DURANTE LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA
Figura 14. Oficiales del ejército republicano leyendo mapas. (En: Joaquín Sanchís Finezas. Fotografías de guerra (Valencia, 1937-1938), Valencia, 2005, pág. 200. Fondo Finezas de la Biblioteca Valenciana, Sant Miquel dels Reis, Valencia).
96. Blanco Escolá, 2000, pág. 415; Rojo, 2006, pág. 175-178. 97. Urteaga y Nadal, 2001. 98. Las hojas de esta edición especial editadas en Barcelona son: la 15 «Bielsa», mayo de 1938; la 147 «Liena», julio de 1938; la 255 «La Pobla de Lillet», diciembre de 1938; la 328 «Artesa de Segre», agosto de 1938; la 360, «Bellvís», octubre de 1938, y la 470 «Gandesa», noviembre de 1938. 99. Urteaga y Nadal, 2001. 100. Urteaga y Nadal, 2001. 101. Esta hoja, que se conserva en la Cartoteca de Catalunya, se trata de una copia monocroma realizada por los servicios cartográficos franquistas. No obstante, el Estado Mayor del Ejército del Aire republicano inició la publicación de otras ediciones especiales. Así, en el Instituto Geográfico Nacional se conserva un ejemplar de la hoja 559 «Madrid» trazado «según los trabajos de la Región Aérea del Centro E.M. Ejército del Aire. E.M. Edición febrero 1939», a escala 1:25 000 e impreso en color; Agulló, 1982, pág. 183.
35
de 1937). También se editó un conjunto de hojas del frente del Norte, y también de la provincia de Badajoz. Al mismo tiempo, se editaron unas pocas hojas del frente de Aragón, correspondientes básicamente al área donde tendría lugar la batalla de Belchite (agosto de 1937). El ritmo de edición se incrementó en 1938, y se llegaron a imprimir ese año un total de 179 hojas. El trabajo recayó, básicamente, en dos extensas áreas. Una, situada en el levante de Madrid, comprendía la mayor parte de les provincias de Cuenca, Valencia y Castellón de la Plana. Otra, situada a poniente y al sur de Madrid, abarcaba la franja más oriental de Extremadura, y la mayor parte de las provincias de Córdoba y Jaén. Posiblemente, la edición de estas hojas respondió a criterios meramente defensivos. Sin embargo, la publicación de las hojas del área de Extremadura y Andalucía también se puede relacionar con la ofensiva sobre Extremadura, conocida también como «Plan P», ideada por el coronel Vicente Rojo Lluch.96 También se editaron una serie de hojas de la provincia de Guadalajara, ya que era desde esta provincia donde se esperaba que se llevaría a cabo la aplazada ofensiva franquista para tomar Madrid. Puede parecer sorprendente que durante ese año se editasen tan pocas hojas del valle del Ebro, si se tiene en cuenta, sobre todo, que fue en esta zona donde se produjeron los principales enfrentamientos bélicos (figura 14). La explicación de este hecho es la siguiente: la mayor parte del valle del Ebro fue objeto de una completa cobertura cartográfica con las hojas de la edición especial del Plano Director a escala 1:25 000. La edición especial del Mapa Topográfico de España a escala 1:50 000 fue llevada a cabo, básicamente, en los talleres que el Instituto Geográfico poseía en Madrid, donde se imprimieron 178 hojas97 (figura 15). También se editaron hojas en los talleres que se alquilaron o confiscaron, primero en Valencia, y después en Barcelona. Las hojas impresas en Madrid y Barcelona indicaban, en general, el lugar y el mes y año de edición. La edición barcelonesa fue prácticamente marginal: se imprimieron a partir de mayo de 1938 seis hojas, todas ellas correspondientes al frente de Aragón y a Cataluña.98 Hay 156 hojas en las cuales no consta el lugar de edición, algunas de ellas, las relativas al País Valenciano, se editaron, muy posiblemente, en los talleres que el Instituto Geográfico tenía en Valencia. Sin embargo, no se ha localizado ninguna hoja donde conste que fue impresa en esta ciudad.99 Por último, hay un conjunto de 48 hojas, cuya referencia ha sido extraída de un informe del Cuartel General del Generalísimo elaborado en 1939, y de las cuales nos falta tanto la fecha como el lugar de edición.100 Además de esta edición especial, el Servicio de Cartografía del Estado Mayor del Ejército del Aire republicano, adscrito a la segunda sección o Sección de Información de este Estado Mayor, puso en marcha otra para uso de la aviación republicana. De momento, sólo se ha localizado una hoja, la 755 «Navalvillar de Perla», basada en la hoja de la edición especial del Mapa Topográfico de España a escala 1:50 000.101
La edición especial del Plano Director a escala 1:25 000 Entre 1937 y 1939 el Estado Mayor Central ordenó la formación de un conjunto de hojas del Plano Director a escala 1:25 000. Antes de empezar la guerra este mapa era más un proyecto cartográfico del Reglamento de cartografía militar de 1933 que no una realidad tangible, ya que sólo se habían publicado unas cuantas hojas. Pero, el desarrollo de la guerra cambió, de forma radical, esta situación. De momento, se han conseguido catalogar hojas de la edición especial del Plano Director a escala 1:25 000 correspondientes a dos zonas de la Península: el área de Madrid y una extensa y contigua área de unos 50 000 km cuadrados correspondientes a Aragón, la franja más occidental de Cataluña y la provincia de Castellón de la Plana (figura 16). De la primera zona se han localizado seis hojas, mientras que de la segunda diversos
36
LOS MAPAS EN LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA (1936-1939)
Figura 15. Mapa Topográfico de España a escala 1:50 000. Hoja 13 «Avilés». Edición especial republicana. Impresa en Madrid por el Instituto Geográfico en febrero de 1937. Esta hoja, una de las primeras impresas de la edición especial, se corresponde con el frente norte, entonces todavía bajo control del gobierno republicano. (Reial Acadèmia de Ciències i Arts de Barcelona).
Figura 16. Edición especial republicana del Plano Director a escala 1:25 000 (1937-1939). (Elaboración propia a partir de Nadal, Urteaga y Muro, 2003, pág. 325).
LOS SERVICIOS CARTOGRÁFICOS REPUBLICANOS DURANTE LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA
37
Figura 17. Cartografía Militar de España. Plano Director a escala 1:25 000. Hoja 521-I «El Caracol», formada por el Cuerpo de Estado Mayor y editado por el Instituto Geográfico, en julio de 1938. (Cartoteca de Catalunya. Institut Cartogràfic de Catalunya).
102. Las hojas localizadas de la zona de Madrid son: la 460-I «Robledo de Corpes»; la 460-II «Hiendelancina»; la 460-III «Zarzuela de Jadraque»; la 460-IV «Bustares»; la 582-III «Parla», todas ellas conservadas en la Biblioteca Nacional, Madrid. El autor quiere agradecer la información proporcionada por Carmen Liter Mayayo relativa a las hojas de esta edición especial conservadas en la Biblioteca Nacional. En el Centro Geográfico del Ejército se conserva la hoja 559-IV «Pozuelo de Alarcón», impresa en tres colores en julio de 1938. 103. En la Cartoteca de Catalunya se conserva una colección de 309 hojas, la mayoría de las cuales fueron reseñadas por Josep M. Puchades. No obstante, en la relación compilada por este ingeniero se reseñan 15 hojas de la provincia de Lérida que no constan en dicha colección. 104. Cuartel General del Generalísimo, 1939, lámina nº 3.
centenares.102 Fue en esta zona donde, entre diciembre de 1937 y mediados de noviembre de 1938, tuvieron lugar las principales operaciones bélicas que, desde la batalla de Teruel hasta la del Ebro, decidieron el curso final de la guerra. Las ofensivas republicanas fueron planeadas por el Estado Mayor Central dirigido por el general Vicente Rojo Lluch. Se ha analizado esta edición a partir de una colección conservada en la Cartoteca de Catalunya, y de una relación muy detallada de las hojas relativas a la provincia de Lérida publicada en 1946 por el ingeniero Josep M. Puchades. En total se han recopilado y analizado 324 hojas.103 La documentación reunida ha sido contrastada con un informe elaborado por el Cuartel General del Generalísimo en 1939.104 En conjunto, constituye una edición bastante uniforme y muy ajustada al formato y a las normas establecidas en el Reglamento de cartografía militar de 1933. Sin embargo, las carencias materiales del momento obligaron a introducir algunos cambios en el diseño oficial. Así, aunque en el Reglamento se preveía que las hojas fueran impresas a tres colores, este requisito sólo se cumplió en unas pocas hojas, tratándose, en general, de una edición monocroma105 (figura 17). Las hojas del Plano Director a escala 1:25 000 se formaban directamente a partir de las minutas del Mapa Topográfico de España a escala
38
LOS MAPAS EN LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA (1936-1939)
Figura 18. Cartografía Militar de España. Plano Director a escala 1:25 000. Hoja 541-I «Santa Eulalia», formada por el Cuerpo de Estado Mayor y editado por el Instituto Geográfico el 1937. (Cartoteca de Catalunya. Institut Cartogràfic de Catalunya).
1:50 000. El corte geográfico de las hojas casaba con el de las minutas, constituyendo cada hoja una cuarta parte exacta de una hoja del mapa topográfico. Cuando las minutas no existían o estaban incompletas, las hojas del Plano Director presentan una información geográfica más sucinta. Esta circunstancia se aprecia, por ejemplo, en la hoja 592-I «Vistabella» o en la 639-II «Jérica». Éste fue, sin embargo, el caso de unas pocas hojas, ya que la mayor parte de la zona había sido cubierta en la edición ordinaria del Mapa Topográfico de España a escala 1:50 000 realizada entre 1920 y 1936. Cada una de las hojas lleva impresa una cuadrícula quilométrica en proyección Lambert, así como la indicación precisa del norte Lambert, geográfico y magnético. La declinación magnética fue calculada con fecha 1 de noviembre de 1937, aunque en algunas hojas la declinación se calculó con fecha 13 de noviembre de ese año o 1 de enero de 1938 (figura 18). El interés táctico del Plano Director a escala 1:25 000 radica, esencialmente, en dos aspectos. En primer lugar, dada su escala, proporcionaba una información muy detallada y precisa del territorio. Disponer de buena cartografía a gran escala (1:25 000; 1:10 000; 1:5 000) constituía un factor de una gran importancia militar en la guerra de posiciones.106 En este sentido, cabe señalar que la mayor parte de las operaciones bélicas que tuvieron lugar a partir de 1937 se realizaron siguiendo los parámetros de la guerra de posiciones. En segundo lugar, el relieve estaba representado mediante curvas de nivel equidistantes 10 metros. En consecuencia, ofrecían a la artillería un grado de
105. Es el caso de la tercera edición de la hoja 559 «Pozuelo de Alarcón», impresa en julio de 1938 a tres colores (azul, verde y negro) y conservada en la Cartoteca Histórica del Centro Geográfico del Ejército; de la hoja 582-III «Parla», impresa en octubre de 1938 y que se conserva en la Biblioteca Nacional de Madrid, y de la hoja 329-IV «Tiurana», impresa en color en enero de 1939 en Barcelona y conservada en la Cartoteca de Catalunya. 106. Lodovisi y Torresani, 1996, pág. 105.
LOS SERVICIOS CARTOGRÁFICOS REPUBLICANOS DURANTE LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA
107. Montalvo, 1941, pág. 51.
39
precisión muy superior al de las hojas del Mapa Topográfico de España a escala 1:50 000, ya que en éstas la equidistancia era de 20 metros. En este sentido, la superioridad de las hojas del Plano Director era tan evidente que los oficiales de Artillería los consideraban los mapas típicamente artilleros.107 La edición de las hojas fue a cargo del Instituto Geográfico, tal como estaba establecido en el Reglamento de 1933. Una parte sustancial de la edición fue realizada en Barcelona, donde se imprimieron 172 hojas, todas con la siguiente anotación: “Instituto Geográfico, Barcelona, Edición especial”. El resto de hojas analizadas llevan impresa la anotación “Talleres del Instituto Geográfico”, sin especificar en ningún caso el lugar de edición. La dispersión, a medida que avanzaba la guerra, de los servicios cartográficos del Instituto Geográfico entre Madrid, Valencia y Barcelona dio lugar a la formación de dos grupos de hojas con formatos diferentes. El primero incluye las ajustadas a las medidas y al diseño establecidos en el Reglamento de 1933 (55 x 70 cm). Las hojas de este tipo, que suman en total 252, llevan impresa toda la información cartográfica en el anverso (figuras 17, 18, 19 y 20). El segundo grupo de hojas tiene un formato menor (45 x 70 cm), por lo que una parte de la leyenda se encuentra impresa en el reverso de las hojas. Se han localizado 57 hojas de este tipo, todas impresas en Barcelona entre junio de 1938 y enero de 1939. Las diferencias de formato y los meses en que fueron editadas parecen indicar que el tiraje se realizó en un taller barcelonés confiscado por la Sección Cartográfica. Las hojas editadas muy posiblemente en Valencia o Madrid llevan impreso, en el margen superior derecho, el año de edición y fueron las primeras en publicarse. Éste fue el caso de las hojas 541-I «Torrelacárcel», 542-II «Escorihuela», 542-III «Alfambra» y 566-I «Cella», que fueron editadas en 1937 y que corresponden al área donde tendrían lugar las batallas de Teruel y del Alfambra. Aunque no es posible precisar el mes exacto de su edición, ésta fue realizada, casi con toda seguridad, en noviembre o diciembre del mismo año, ya que se indica que la declinación magnética había sido calculada el 1 de noviembre de 1937. A lo largo de 1938 el Instituto Geográfico imprimió en Valencia o Madrid 145 hojas, la mayor parte de las cuales pertenecía a la provincia de Teruel. Durante el último año de la guerra, el ritmo de la edición en estas ciudades quedó prácticamente paralizado. Las hojas impresas en Valencia o Madrid abarcaban, tal como puede apreciarse en la figura 16, una extensa área contigua, que cubría la mayor parte de la provincia de Teruel, y también una parte de las provincias de Zaragoza y Castellón de la Plana. Las hojas editadas por el Instituto Geográfico en Barcelona empezaron a imprimirse, tal como ya se ha mencionado, en abril de 1938, a raíz de la toma de Vinaròs por las tropas franquistas. Estas hojas abarcaban, tal como se puede ver en la figura 16, un área contigua que comprendía la franja más occidental de Cataluña, la más oriental de Aragón, y también una pequeña parte del norte de la provincia de Castellón de la Plana. De hecho, esta zona constituía el teatro de operaciones del Ejército del Este, cuyo cuartel general estaba situado en Barcelona. Las hojas impresas en esta ciudad consignaban, a diferencia de las editadas en Valencia o Madrid, tanto el año como el mes de edición. Se trata de una información adicional valiosa, que nos permite conocer algunas cosas sobre el ritmo de edición y sobre su lógica geográfica y militar. Así, las primeras hojas fueron impresas en plena ofensiva del ejército franquista sobre el frente de Aragón. Durante el mes de abril de 1938, una vez las tropas franquistas habían ocupado la ciudad de Lérida y su avance hacia Barcelona parecía difícil de detener, se publicaron las dos primeras hojas localizadas, la 356-II «Pallaruelo de Monegros» y la 413-I «La Retuerta». Ambas están situadas en una parte del territorio aragonés que ya estaba en poder del ejército franquista. Después de la derrota republicana en el frente de Aragón, el general Rojo preparó la realización de una gran ofensiva sobre el Ebro y trazó
40
LOS MAPAS EN LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA (1936-1939)
Figura 19. Cartografía Militar de España. Plano Director a escala 1:25 000. Hoja 470-I «Villalba de los Arcos», formada por el Cuerpo de Estado Mayor; segunda edición impresa en Barcelona por el Instituto Geográfico en noviembre de 1938. La zona de Vilalba dels Arcs, situada a pocos kilómetros al norte de Gandesa, estaba en el epicentro de la batalla del Ebro. La larga duración de esta batalla y la intensidad de los combates hicieron que se procediera a realizar una segunda edición de esta hoja. (Cartoteca de Catalunya. Institut Cartogràfic de Catalunya).
unos planes de carácter estrictamente defensivo del territorio catalán, basados en la utilización de una serie de líneas defensivas sucesivas que empezaron a ser construidas en mayo de 1938. La puesta en marcha de estos planes hizo que, entre los meses de mayo y noviembre de aquel año, el ritmo de publicación se acelerase y se llegaran a imprimir una media de 20 hojas mensuales, con un total de 141 hojas publicadas. En diciembre de 1938, una vez acabada la batalla del Ebro e iniciada la ofensiva franquista sobre Cataluña, el número de hojas editadas mermó drásticamente, imprimiéndose únicamente seis hojas. El punto álgido de la actividad editora del Plano Director a escala 1:25 000 coincidió, precisamente, con los meses durante los cuales tuvo lugar la batalla del Ebro. La impresión de las hojas se realizó de forma casi simultánea al transcurso de las operaciones bélicas. Así, las primeras hojas editadas del área donde tuvo lugar esta batalla fueron impresas durante los meses de junio y julio. La intensidad de los combates y la concentración de tropas fue de tal magnitud en determinados lugares situados en el epicentro de la batalla, que algunas hojas, como es el caso de la 470-II «Gandesa», de la 470-I «Villalba de los Arcos» y de la 470-IV «Batea», fueron objeto de una segunda edición en noviembre de 1938108 (figura 19).
108. De hecho, tan sólo hemos podido consultar las hojas de la segunda edición, impresa en noviembre de 1938. Desconocemos en qué mes fue editada la primera edición.
LOS SERVICIOS CARTOGRÁFICOS REPUBLICANOS DURANTE LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA
41
Figura 20. Cartografía Militar de España. Plano Director a escala 1:25 000. Hoja 329-IV «Tiurana», formada por el Cuerpo de Estado Mayor y editada en Barcelona por el Instituto Geográfico en enero de 1939. Esta hoja impresa en color se corresponde al área de la L-2 del sistema defensivo de Cataluña planeado por el Estado Mayor Central republicano. (Cartoteca de Catalunya. Institut Cartogràfic de Catalunya).
109. Villarroya, 2005, pág. 53-95.
La edición especial impresa en Barcelona no se limitó únicamente a la zona de la batalla del Ebro, sino que abarcó una parte del sistema defensivo de Cataluña planeado por el Estado Mayor Central. El dispositivo de defensa se basaba en una serie de seis líneas defensivas sucesivas y numeradas de oeste a este (de L-1 a L-6).109 Ahora bien, cuando Franco lanzó su prevista ofensiva sobre Cataluña sólo se habían construido los elementos defensivos de las dos primeras líneas. La L-1 estaba situada al este de la Noguera Pallaresa e iba desde el Pallars Sobirà al norte hasta Balaguer para continuar, desde esta población, por la ribera este del Segre hasta llegar a Tortosa y al mar. La L-2, situada unos cuatro kilómetros más al este que la anterior, seguía el curso del Segre desde la Seu d’Urgell hasta Ponts y desde esta población se dirigía hacia el sur por una larga franja de terreno situada al este de Agramunt, Tàrrega, la Granadella, Falset y l’Hospitalet de l’Infant. Rojo pensaba que el ejército republicano tenía que resistir en la primera línea y realizar contraataques con unidades militares en la reserva. El sistema defensivo de Cataluña construido por el Estado Mayor Central contó con un buen apoyo cartográfico. Casi toda la franja de territorio ocupada por las líneas L-1 y L-2 fue cubierta, de norte a sur, con hojas de la edición especial del Plano Director a escala 1:25 000 (figura 20).
42
LOS MAPAS EN LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA (1936-1939)
Figura 21. Cartografía Militar de España. Mapa de Mando a escala 1:100 000. Hoja 140 «Tortosa», compilada por el Cuerpo de Estado Mayor y editado en Barcelona por el Instituto Geográfico en octubre de 1938. Esta hoja impresa en colores abarca el área en la que tuvo lugar la batalla del Ebro. (Cartoteca de Catalunya. Institut Cartogràfic de Catalunya).
Sólo algunas partes del centro de la L-2 permanecieron sin cobertura cartográfica. Las primeras hojas de este área fueron editadas en mayo de 1938, justo cuando se ordenó la construcción del mencionado sistema defensivo, y las últimas en enero de 1939, cuando el ejército franquista avanzaba sin cesar hacia Barcelona. Algunas de las hojas de este área fueron, tal como ya había ocurrido en la batalla del Ebro, objeto de dos ediciones.110 Para zonas muy puntuales se editaron, asimismo, hojas del Plano Director a escala 1:10 000. Es el caso del frente de Madrid, donde se ha localizado la hoja 559-IV «Pozuelo de Alarcón», cuadrante SE, editada en color en agosto de 1937.111 Así como las siguientes hojas correspondientes a la bahía de Roses, de gran interés para la Armada republicana: 258-II «Figueras», cuadrante NE; 259-II «Rosas», cuadrante NE; 296-II «La Escala», cuadrante SE, todas ellas editadas en 1938 y derivadas de la Carta Topográfica Militar de España a escala 1:20 000, levantada por el Cuerpo de Estado Mayor durante la década de 1910-1919.112
110. Es el caso de las hojas 388-III «Alcarraz», 388-IV «Lérida» y 416-II «Granadella». 111. Agulló, 1982, pág. 112. 112. Montaner, 2000, pág. 107-108. Estas hojas se conservan en el Servicio Histórico del Estado Mayor de la Armada (Madrid). Agradecemos esta información a Luisa Martín-Merás, del Museo Naval de Madrid.
LOS SERVICIOS CARTOGRÁFICOS REPUBLICANOS DURANTE LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA
43
El Mapa de Mando y la cartografía itineraria
Figura 22. Cubierta de la hoja 5 de la Guía Militar de Carreteras de España a escala 1:400 000. Esta guía fue elaborada por la Sección Cartográfica del Estado Mayor Central republicano e impresa en Barcelona en 1938. (Cartoteca de Catalunya. Institut Cartogràfic de Catalunya).
113. Puchades, 1946, pág. 22-24. 114. Puchades, 1946, pág. 25-27. 115. Generalstab des Heers, 1943, Ubersicht B11. 116. García-Baquero, 1985, pág. 89. 117. Según Manuel García-Baquero, las hojas que se encontraron en Barcelona en enero de 1939 y que permitieron hacer una edición especial franquista eran: la 46 «Cuenca», la 47 «Teruel», la 54 «Talavera del Tajo», la 56 «La Roda», la 57 «Valencia», la 64 «Almadén», la 74 «Córdoba», la 75 «Jaén», la 76 «Lorca», la 85 «Granada» y la 86 «Almería», 1985, pág. 89.
El Mapa de Mando a escala 1:100 000 cumplía una función estratégica y táctica e iba dirigido tanto a los oficiales del Estado Mayor Central, como a los comandantes y jefes de Estado Mayor de los diferentes cuerpos de ejército republicanos. Era, tal como ya se ha mencionado, otro de los mapas proyectados en el Reglamento de cartografía militar de 1933. Se trataba, por tanto, de un documento cartográfico diferente del Mapa Militar de España a escala 1:100 000. Desconocemos el número de hojas del Mapa de Mando impresas por la Sección Cartográfica del Estado Mayor Central durante la guerra. Únicamente se ha conseguido consultar una hoja, que se conserva en la Cartoteca de Catalunya: la 140 «Tortosa». Aparte de esta hoja también se editaron en 1938 con un formato similar, como mínimo, las hojas 111 «Lérida» y 126 «Gandesa».113 Las tres hojas fueron impresas en color en 1938 en Barcelona por el Instituto Geográfico. Y, en concreto, las hojas 126 «Gandesa» y 140 «Tortosa» fueron impresas en octubre de 1938 en plena batalla del Ebro.114 Mediante referencias indirectas sabemos, no obstante, que durante la guerra se editaron muchas otras. Así, en un informe cartográfico publicado en 1943 por el Generalstab des Heers del ejército alemán se indicaba que disponían de 93 hojas del Mapa de Mando.115 Aunque el informe no explicita el autor de las hojas, algunos elementos apuntan a la Sección Cartográfica del Estado Mayor Central: el principal consiste en el hecho de que el territorio representado en estas hojas coincide exactamente con el que poseía la República a finales de 1937. Cada hoja del Mapa de Mando se formaba por reducción de cuatro hojas del Mapa Topográfico de España a escala 1:50 000 y la equidistancia de las curvas de nivel era de cuarenta metros. El Reglamento de 1933 establecía que, al ser un mapa de escasa difusión, había que editarlo a cuatro colores: rojo para las carreteras y núcleos de población; azul para el mar y la red hidrográfica; siena para la expresión del relieve, y negro para las líneas férreas y los caminos secundarios. Es el caso de la hoja 140 «Tortosa», que presenta un cuidadoso trabajo de edición (figura 21). Los servicios cartográficos republicanos prestaron una gran atención a la cartografía itineraria, editando diferentes tipos de mapas de tipo itinerario. La Sección Cartográfica del Estado Mayor Central compiló una edición especial del Mapa Itinerario de España a escala 1:200 000. Gracias a la información proporcionada por Manuel García-Baquero sabemos que la hoja 77 «Murcia» fue publicada en 1937, mientras que la hoja 27 «Zaragoza» fue impresa en 1938.116 Aunque no se ha conseguido localizar ninguna hoja de la edición especial republicana, existe constancia documental de que una parte de esta edición especial cayó en manos del ejército franquista después de la ocupación de Barcelona. La Sección Cartográfica del Cuartel General del Generalísimo aprovechó este hecho para hacer un tiraje provisional en color y con altimetría de 11 hojas, basadas en las planchas republicanas.117 En la Cartoteca de Catalunya se conservan cuatro hojas de la edición provisional franquista: la 54 «Talavera de la Reina», marzo de 1939; la 64 «Almadén», febrero de 1939; la 65 «Valdepeñas», marzo de 1939, y la 77 «Murcia», febrero de 1939. La Sección Cartográfica también inició en 1938 la edición de una Guía Militar de Carreteras de España a escala 1:400 000, dividida en 15 hojas (figura 22). La impresión fue levada a cabo en Barcelona por el Instituto Geográfico, que se ocupó de su edición hasta enero de 1939. Posteriormente, las planchas fueron confiscadas y vueltas a utilizar por el ejército franquista, de forma similar a lo que había sucedido con la edición especial del Mapa Itinerario de España a escala 1:200 000. El Instituto Geográfico, por su parte, emprendió una «edición especial para servicios de guerra» del Mapa General de Carreteras de España a escala 1:400 000. La edición ordinaria de este mapa había sido iniciada
44
LOS MAPAS EN LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA (1936-1939)
antes de la guerra. Se trataba de un mapa civil, formado por 11 hojas, cuyo corte difería tanto del Mapa Michelin de Carreteras de España, como de la Guía Militar de Carreteras de España. No podemos precisar en qué momento se inició esta edición especial, ya que las hojas se imprimieron sin fecha. Algunas, como es el caso de la 5 «Madrid-Zaragoza» y la 6 «Cáceres-Badajoz», llegaron a ser objeto de dos ediciones diferentes. Todas las hojas son en color y planimétricas, indicándose los puertos de montaña mediante cotas altimétricas. Esta edición especial fue impresa en Madrid en los Talleres del Instituto Geográfico. No ha sido posible encontrar información respecto al tiraje efectuado por los servicios cartográficos republicanos. La única evidencia disponible es indirecta. Acabada la guerra, las fuerzas franquistas consiguieron confiscar un volumen muy considerable de mapas que no habían llegado a ser distribuidos entre las unidades republicanas (cuadro 2). Cuadro 2. Cartografía republicana confiscada por el ejército franquista Escala de los mapas
Número de ejemplares
%
1:25 000
55 261
26,5
1:50 000
146 102
70,0
1:100 000
1 595
0,8
1:400 000
5 774
2,7
Total
208 732
100,0
Figura 23. Soldado republicano realizando tareas de dibujo cartográfico. Ilustración de Enric Cluselles para el libro de Pere Calders Unitats de Xoc (1936-1939). Pere Calders escribió en esta obra: «De moment, la nostra feina consisteix a dibuixar uns gràfics que s’ajunten a la nota diària que reben els caps dels batallons. Marquem damunt del mapa la posició de les unitats i, si hi ha canvi, els assenyalem l’itinerari a seguir i el nou emplaçament. És una feina agradable que ens procura la sensació de fer quelcom important.» (Cartoteca de Catalunya. Institut Cartogràfic de Catalunya).
Fuente: Nadal, Urteaga y Muro, 2003, pág. 333.
Si la cartografía confiscada fuera representativa del tiraje total, el Mapa Topográfico de España a escala 1:50 000 habría sido el más utilizado por el ejército republicano durante la guerra. A una cierta distancia le seguiría el Plano Director a escala 1:25 000. El Mapa de Mando a escala 1:100 000 y la Guía Militar de Carreteras de España a escala 1:400 000 habrían tenido un uso bastante menor. Los testimonios que hemos podido obtener sobre la disponibilidad de mapas durante la guerra resultan dispares. Según el testimonio de Raimon Galí, comandante de Estado Mayor que combatió con la República, el ejército republicano no sufrió falta de mapas en el frente de Aragón.118 En cambio, el escritor Avel·lí Artís Gener, que trabajó como sargento topógrafo en la 27ª División del ejército republicano, ha dejado un testimonio en sentido contrario. Éstas son sus palabras: «En cuanto a la cartografía había distinciones clasistas: las auténticas hojas del Instituto las poseían de Batallón para arriba; a las Unidades inferiores se les asignaba un calco hecho en un trozo de papel vegetal, que conocíamos como “mapa superponible” y que también tenía prestigio»119 (figura 23). Una vez acabada la guerra, el coronel de Estado Mayor, Darío Gazapo Valdés, jefe de los servicios cartográficos franquistas, dejó el siguiente testimonio, muy revelador, del gran esfuerzo cartográfico realizado por el ejército republicano: «Cuando, transcurrida la guerra, llegamos a Barcelona, nuestro asombro no tuvo límites al encontrarnos con que el enemigo había creado una cantidad de elementos cartográficos formidable por su diversidad y por su perfección, que nos causó envidia y amargas reflexiones.»120
118. Entrevista personal realizada junto con el profesor Luis Urteaga el 4 de julio de 1997. 119. Artís-Gener, 1989, vol. 1, pág. 263. 120. Gazapo Valdés, 1941, pág. 41.
LOS SERVICIOS CARTOGRÁFICOS REPUBLICANOS DURANTE LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA
45
Conclusión El estallido de la guerra en julio de 1936 causó un desbarajuste en los servicios cartográficos de la República. Durante las primeras semanas del conflicto la situación reinante en estos servicios fue de vacío de poder, confusión y fuga de cartógrafos. Sin embargo, la situación empezó a enderezarse a principios de septiembre de 1936 con la constitución del primer Estado Mayor Central surgido a raíz de la guerra. En un principio, el ejército republicano disfrutó, desde el punto de vista cartográfico, de grandes ventajas, ya que los principales organismos cartográficos del país (Instituto Geográfico y Sección Cartográfica del Estado Mayor Central) tenían su sede en Madrid. También dispuso de otra ventaja adicional, ya que los principales centros editores de la España de la época se encontraban en Barcelona, Madrid o Valencia, ciudades todas leales al gobierno de la República. No obstante, la ventaja material inicial quedó limitada por diferentes razones. En primer lugar, los servicios cartográficos republicanos sufrieron la pérdida o la fuga de una parte del personal más cualificado. En segundo lugar, carecieron en la fase inicial del conflicto de una buena cartografía militar. En tercer lugar, el carácter itinerario del gobierno republicano y de su Estado Mayor Central (Madrid, Valencia y Barcelona) complicó la logística de los servicios cartográficos republicanos. Y, en cuarto lugar, el hecho de no haberse producido la militarización efectiva del Instituto Geográfico, que era una institución civil, condicionó el margen de actuación de la Sección Cartográfica del Estado Mayor Central. Pese a éstos y otros escollos, los servicios cartográficos republicanos compilaron a lo largo de la contienda una variada y numerosa cartografía militar. Para hacerlo posible las autoridades republicanas colocaron al frente de la Sección Cartográfica del Estado Mayor Central a una serie de experimentados cartógrafos militares. Unos cartógrafos que, con la colaboración del Instituto Geográfico, elaboraron algunos de los mejores documentos cartográficos impresos durante la Guerra Civil. Las hojas de la edición especial del Plano Director a escala 1:25 000, por su precisión y número, constituyen la prueba fehaciente de que consiguieron traducir la teórica ventaja inicial material de que disfrutaban en una buena cartografía militar. Desde los talleres de edición oficiales de Madrid o desde otros alquilados o confiscados en Valencia y Barcelona se imprimieron miles de mapas, que evidencian el gran esfuerzo cartográfico llevado a cabo durante la Guerra Civil por los servicios cartográficos republicanos. Una vez acabada la guerra, un espeso manto de silencio se tendió sobre los cartógrafos militares republicanos que dirigieron este esfuerzo. Su suerte fue a partir de entonces diversa. Unos colaboraron con el ejército franquista y consiguieron integrarse en los servicios cartográficos franquistas, mientras que otros murieron en el exilio o sufrieron duras condenas de prisión. No obstante, entre 1937 y 1939, consiguieron escribir uno de los capítulos más destacados de la historia de la cartografía militar española.
La cartografía del ejército franquista (1937-1939) Luis Urteaga Departamento de Geografía Humana. Universitat de Barcelona
1. Tomo el relato de estos hechos del historiador Gabriel Cardona, 2006, pág. 30-31.
Eran las cinco de la tarde del 17 de julio de 1936. En el edificio de la Comisión de Límites de África, situado en los altos del barrio de la Alcazaba de Melilla, el teniente coronel de Estado Mayor Darío Gazapo Valdés estaba reunido con un grupo de conspiradores preparando el golpe militar. La noticia de la reunión llegó a las autoridades, y poco después un destacamento de guardias de asalto se presentó en la sede de la Comisión de Límites con una orden de registro. Viéndose descubiertos, los conjurados solicitaron el apoyo de una partida de legionarios, que consiguió someter y desarmar a los policías.1 La sublevación arrastró de inmediato a otras unidades de la guarnición de Melilla. Pocas horas después el alzamiento se había extendido por todo el Protectorado español de Marruecos, y al día siguiente por la península. Puede considerarse una extraña anécdota, un curioso capricho del destino, que el primer incidente militar que condujo a la tragedia de la Guerra Civil tuviese como escenario una oficina cartográfica del Estado Mayor. Sin embargo, la personalidad del teniente coronel Darío Gazapo Valdés no es anecdótica en absoluto para la historia que aquí nos ocupa. Transcurridos muy pocos meses se encontrará al frente del servicio cartográfico del ejército del general Franco. El ejército nacional realizó un esfuerzo paralelo al de las fuerzas republicanas para dotarse de cartografía táctica e itineraria. Sin embargo, la situación inicial de las fuerzas sublevadas era, en el plano cartográfico, bastante más complicada que la de la República. Los militares insurrectos habían preparado un golpe de estado, no una guerra. El fracaso del levantamiento en Madrid dejó en manos del gobierno republicano las principales instituciones cartográficas. El propio Gazapo Valdés hizo, nada más finalizar la guerra, una declaración inequívoca del estado de penuria en que se encontraron en los compases iniciales de la contienda: “En aquel caos tuvimos la desgracia de que Madrid, con todos los servicios centrales de Cartografía, quedase en zona roja, y nos encontramos con que en las Capitanías Generales y en las regiones militares no disponíamos más que
48
LOS MAPAS EN LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA (1936-1939)
de algunas hojas sueltas [del mapa topográfico 1:50 000] que algún oficial había tenido la curiosidad de comprar y algunas otras que se hallaban en poder de los jefes encargados del servicio, pero nada más”.2 El militar seguramente no exageró la gravedad de la situación. Según la dotación cartográfica prevista para tiempo de paz en el Reglamento de Cartografía Militar, tan sólo el Estado Mayor Central y la Subsecretaría del Ministerio de la Guerra debían disponer de colecciones completas de todos los mapas. El resto de las unidades disponían exclusivamente de las hojas correspondientes al territorio de la guarnición respectiva.3 El ejército de África contaba como única cartografía de la Península de unos cuantos ejemplares del Mapa Michelin de Carreteras de España a escala 1:400 000. Sobre ellos se trazaron los planes para cruzar el Estrecho. Un informe reservado del Cuartel General de Franco describe así la situación en la primera semana de agosto de 1936: “Al pisar el suelo de la península, el panorama, desde el punto de vista cartográfico no era nada halagüeño. El Ejército Expedicionario de África y Sur de España (denominación que recibe el núcleo de tropas pasadas de Marruecos) disponía en su cuartel general de un oficial de Estado Mayor capacitado técnicamente para aquellos trabajos, pero que no tenía otros medios que un dibujante y escasísimos medios de dibujo. Todo el bagaje cartográfico se reducía a cuatro o cinco ejemplares del Michelin”.4 El avance sobre Madrid de las tropas franquistas, de agosto a noviembre de 1936, fue realizado prácticamente sin mapas. Los primeros ejemplares del Mapa Topográfico de España a escala 1:50 000 fueron requisados tras la ocupación de Cáceres. En aquella ciudad, en la que el general Franco instaló transitoriamente su cuartel general, se recurrió a un fotógrafo profesional para realizar un cierto número de copias fotográficas monocromas de las hojas requisadas.5 Sin embargo, pronto se agotaron las placas y el papel fotográfico, de modo que el número de copias distribuidas a las columnas que marchaban sobre Madrid fue muy reducido. Esta complicada situación puede confirmarse a través de distintas fuentes. Durante los meses de octubre y noviembre de 1936 el general italiano Mario Roatta (1887-1968), que luego ostentaría el mando de la fuerza expedicionaria italiana, había recorrido diversas líneas del frente, y visitado el Cuartel General de Salamanca en un intento de evaluar la situación militar. Desde Salamanca envió diversos informes cifrados al Ministerio de la Guerra en Roma. En un informe del 16 de noviembre de 1936, Roatta hizo una completa descripción de la situación de las fuerzas y de su equipamiento. Su evaluación acerca de la dotación de medios cartográficos es así de contundente: “Basta dire che non esistevano carte topografiche, e che ancora oggi non esiste nei comandi quasi altra carta che quella automobilistica “Michelin” al 400 000”.6 La primera propuesta para organizar sobre una base estable la producción de mapas, creando un Centro Militar de Cartografía, se produjo precisamente en noviembre de 1936.7 Sin que sepamos las razones, tal proyecto fue momentáneamente desestimado. En realidad el Estado Mayor de Franco no pudo situar las cuestiones cartográficas en primer plano hasta finales de 1936, cuando el frente de Madrid se hallaba ya estabilizado. En este trabajo se describe la cartografía formada durante la guerra por los servicios cartográficos del ejército nacional.8 En primer lugar se aborda la actividad de la Sección Cartográfica del Cuartel General del Generalísimo. El citado organismo fue establecido en la primera mitad de 1937, y en los dos años siguientes se encargó de abastecer de cartografía a las distintas unidades del Ejército de Tierra y también a la Jefatura del Aire. Aunque su contribución a la cartografía militar fue limitada, aludimos también brevemente a la refundación del Instituto Geográfico, realizada por el gobierno de Burgos cuando la guerra estaba ya muy avanzada. Las fuerzas franquistas pudieron superar el déficit inicial de medios cartográficos gracias, en parte, a la ayuda extranjera. Uno de sus apoyos más eficaces fue la Sezione Topocartografica, que llegó a España a mediados de
2. Gazapo Valdés, 1941, pág. 39-40. 3. Estado Mayor Central, 1934. 4. Cuartel General del Generalísimo, 1939, pág. 1. 5. Cuartel General del Generalísimo, 1939, pág. 2. 6. Informe del general Roatta al Ministero della Guerra. Servizio d’Informazioni Militari. Roma, Salamanca, 16-17 de noviembre de 1936. Reproducido en Rovighi, Alberto y Stefani, Filippo, 1992, I, Documenti e Allegati, pág. 78. 7. Cuartel General del Generalísimo, 1939, pág. 3. 8. Este trabajo se apoya en estudios preliminares publicados en colaboración con mis colegas Francesc Nadal y José Ignacio Muro. Véase, al respecto, Urteaga y Nadal, 2001; Urteaga, Nadal y Muro, 2002, y Nadal, Urteaga y Muro, 2003b.
LA CARTOGRAFÍA DEL EJÉRCITO FRANQUISTA (1937-1939)
49
Figura 1. Retrato del teniente coronel Darío Gazapo Valdés (1891-1942), jefe de la Comisión de Límites de África (Melilla) en el momento en que se produjo la insurrección militar. (En: Enrique Arqués (1948): 17 de julio. La epopeya de África. Crónica de un testigo, Ceuta, Imprenta África, 1937. 2ª edición, 1948).
mayo de 1937 para agregarse a las fuerzas expedicionarias italianas del Corpo Truppe Volontarie. La última sección del trabajo analiza la composición y actividades de esta unidad.
La Sección Cartográfica del Cuartel General del Generalísimo
9. El coronel Federico Montaner Canet (18741938) era en 1936 jefe de Estado Mayor del general Mola, y desempeñó un destacado papel en la preparación del golpe de estado. Sobre su trayectoria profesional puede verse Nadal, Urteaga y Muro, 2000. 10. Expediente personal de Darío Gazapo Valdés. Archivo General Militar de Segovia, Leg. G 2131. En adelante se citará AGMS.
Al igual que en el caso del ejército republicano, la responsabilidad sobre la organización de los servicios de cartografía del ejército franquista recayó en jefes y oficiales del Cuerpo de Estado Mayor. La persona clave en la organización de la Sección Cartográfica del Cuartel General del Generalísimo fue el teniente coronel Darío Gazapo Valdés (1891-1942) que era uno de los cartógrafos más experimentados del Cuerpo de Estado Mayor y uno de los hombres de confianza del general Franco. Se conocían desde su ingreso en la Academia de Infantería de Toledo, habían formado parte de la misma promoción, y compartían el mismo ideario africanista. Nacido en La Habana, donde su padre era comisario de Guerra, Darío Gazapo había ingresado en la Academia de Infantería en 1907. Tras obtener el grado de teniente, fue destinado a Larache en 1916, realizando prácticas como cartógrafo militar en la Comisión Geográfica de Marruecos. Desde allí regresó a España, para trabajar en la Comisión Geográfica del Nordeste hasta 1927. En julio de aquel año, siendo ya capitán, fue destinado de nuevo a la plantilla de la Comisión de Marruecos, con la misión de efectuar el levantamiento del Mapa del Protectorado a escala 1:50 000. En Marruecos trabajó a las órdenes de Federico Montaner Canet,9 realizando una brillante carrera. Nombrado comandante de Estado Mayor en 1929, ascendió a teniente coronel en 1935, tras haber sido destinado temporalmente a Ifni formando parte de la Comisión Técnica de Límites.10 En 1935 fue nombrado jefe de la Comisión de Límites de África, con sede en Melilla, cargo que ostentaba en julio de 1936 (figura 1).
50
LOS MAPAS EN LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA (1936-1939)
Como ya se ha indicado, Darío Gazapo Valdés tuvo un papel protagonista en la sublevación militar acaecida en Melilla el 17 de julio de 1936. Tras la consolidación de la insurrección pasó a la Península, donde tomó parte en distintas operaciones militares en Andalucía. El 30 de agosto de 1936 fue nombrado jefe de Estado Mayor de la 5ª División Orgánica, con sede en Zaragoza. La División Orgánica de Zaragoza tomó el nombre de 5º Cuerpo de Ejército en abril de 1937, y en marzo de 1938 el de Cuerpo de Ejército de Aragón. Al frente de su Estado Mayor estuvo siempre Darío Gazapo, quien en marzo de 1937 había sido habilitado como coronel. En el curso de la guerra el coronel Gazapo participó en diversos hechos de armas, y desempeñó delicadas misiones políticas por encargo del general Franco (entre otras, participó en el primer Secretariado de Falange Española Tradicionalista y de las JONS), pero su principal cometido fue garantizar que los distintos cuerpos de ejército pudieran contar con mapas. Los colaboradores más directos de Darío Gazapo fueron los comandantes de Estado Mayor Carmelo Medrano Ezquerra y José Cebollero Garcés. Carmelo Medrano Ezquerra (1900-1969) formaba parte en julio de 1936, entonces con el grado de capitán, de la Comisión de Límites de África, con destino en Melilla.11 Era, por tanto, un estrecho colaborador de Darío Gazapo desde antes de la insurrección. En el curso de la guerra se convirtió en uno de los técnicos de Estado Mayor más próximos al general Francisco Franco (figura 2). José Cebollero Garcés procedía de la Sección Topográfica de la 8ª División del Ejército de Tierra, radicada en La Coruña, ciudad en la que triunfó la sublevación militar en los primeros días. Poco después fue destinado a Zaragoza, para actuar como auxiliar de Darío Gazapo, con el cargo de jefe de la Sección Topográfica de la 5ª Región Militar. El esquema de funcionamiento adoptado por el servicio de cartografía fue relativamente simple. En Burgos se creó una Sección Cartográfica afecta al Cuartel General, dirigida por el ya citado comandante de Estado Mayor Carmelo Medrano. A esta sección central quedó adscrita de modo permanente la Sección Topográfica de Zaragoza, que estaba bajo el mando directo del coronel Gazapo. Cada uno de los Cuerpos de Ejército organizó una Sección Topocartográfica autónoma, a la que quedaron anexas las secciones de topografía correspondientes a las distintas regiones militares bajo el control de Franco. En la consolidación del servicio cartográfico iba a desempeñar un papel crucial el personal, y los medios, de la Confederación Hidrográfica del Ebro, radicada en Zaragoza. Desde su creación, en 1926, la Confederación Hidrográfica había reunido un importante archivo cartográfico de toda la cuenca del Ebro. El archivo incluía, en primer término, las hojas publicadas del Mapa Topográfico a escala 1:50 000. Pero también minutas a escala 1:25 000, fotografías aéreas y terrestres suministradas desde finales de los años veinte tanto por el Depósito de la Guerra como por el Instituto Geográfico, y copia de los levantamientos topográficos llevados a término por las empresas hidroeléctricas. Todo este material era esencial, ya que sobre el valle del Ebro iban a centrarse las principales operaciones militares casi hasta el final de la guerra. La Confederación Hidrográfica contaba también con un laboratorio fotográfico y máquinas reproductoras. El archivo y las instalaciones de Zaragoza fueron el principal punto de apoyo para armar un servicio de cartografía que nacía prácticamente de la nada. A diferencia de la experiencia republicana, los cartógrafos del Estado Mayor franquista apenas pudieron apoyarse en los recursos materiales del Instituto Geográfico. Como ya se ha indicado en otra parte de esta obra, los archivos y los medios de reproducción cartográfica del Instituto Geográfico quedaron al servicio de la República. Los intentos de reorganización formal del Instituto Geográfico por el gobierno de Burgos se retrasaron hasta comienzos de 1938, cuando la guerra entraba ya en su fase
Figura 2. El general Francisco Franco Bahamonde examina un mapa acompañado por dos de sus técnicos de Estado Mayor. A su izquierda el coronel Antonio Barroso, jefe de operaciones del Cuartel General. A su derecha el comandante Carmelo Medrano Ezquerro, responsable de la Sección Cartográfica del Cuartel General del Generalísimo. Fuente: http://www.historycentre.com
11. Carmelo Medrano Ezquerra se había formado en la Academia de Infantería de Toledo, siendo destinado a Melilla en 1921. Regresó a Madrid para cursar los estudios de Estado Mayor, y en 1931 ingresó en la Comisión Geográfica de Marruecos.
LA CARTOGRAFÍA DEL EJÉRCITO FRANQUISTA (1937-1939)
12. Boletín Oficial del Estado, 5 de mayo de 1938. 13. Dirección General del Instituto Geográfico, Catastral y de Estadística, 1935. 14. AGMS, Leg. GM 330. 15. AGMS, Leg. GM 330. 16. Cuartel General del Generalísimo, 1939, pág. 8.
51
decisiva. A partir de entonces coexistieron dos centros geográficos oficiales: el Instituto Geográfico republicano, y un servicio paralelo creado por el gobierno de Burgos el 30 de enero de 1938, que recibió el nombre de Servicio Nacional del Instituto Geográfico y Estadístico. El 3 de mayo de 1938 el Servicio Nacional del Instituto Geográfico y Estadístico pasó a denominarse Instituto Geográfico y Catastral, la misma denominación que había tenido durante la dictadura de Primo de Rivera. En el organismo así rebautizado se integró el servicio del catastro del Ministerio de Hacienda, al tiempo que el servicio de estadística quedaba segregado, pasando a depender del Ministerio de Acción Sindical.12 La orden de incorporación al nuevo centro del personal procedente del antiguo Instituto Geográfico fue publicada el 10 de junio de 1938. Dictada en plena guerra, la orden de reincorporación sólo podía tener un éxito limitado. La imprescindible labor de reunir el equipamiento topográfico, las minutas y los expedientes de cálculo dispersados en los primeros meses de la guerra iba a demorarse bastante tiempo. Al frente del Instituto Geográfico y Catastral, que pasó a depender de la Vicepresidencia del Gobierno, se nombró al ingeniero geógrafo Félix Campos-Guereta Martínez (1878-1953). Procedente de una familia de raigambre militar, Félix Campos-Guereta era coronel de Estado Mayor. Había ingresado en el Instituto Geográfico en 1907, y en 1923 formó parte de la comisión que proyectó la red geodésica de las Islas Canarias. Antes de estallar la guerra desempeñaba el cargo de jefe de los trabajos de conservación del Servicio de Parcelación.13 El mandato de Campos-Guereta como director general iba a prolongarse durante quince años, hasta su cese en 1953, poco antes de su fallecimiento. El Instituto Geográfico y Catastral debió nutrirse inicialmente con los funcionarios que habían quedado en la zona franquista, y con aquellos otros exiliados o evadidos desde la zona republicana. Una de las incorporaciones más significativas fue la del ingeniero geógrafo Enrique Meseguer Marín, director técnico del Instituto en el momento de estallar la guerra. Enrique Meseguer había permanecido en la zona republicana desde la sublevación militar de julio de 1936. En septiembre de 1937 consiguió un salvoconducto tras “haber recibido invitación del director del Servicio Meteorológico belga para trasladarse al Observatorio de Bruselas a colaborar en trabajos de investigaciones meteorológicas”.14 Cruzó la frontera de Portbou el 3 de octubre de 1937, y al día siguiente llegó a Biarritz, pasando a San Juan de Luz, “donde se presentó al representante de la zona Nacional”.15 En noviembre quedó incorporado al VI Cuerpo de Ejército, desde donde pasó al servicio del Instituto Geográfico y Catastral. Meseguer fue nombrado jefe de las brigadas fotogramétricas que trabajaban para el servicio cartográfico militar. La actividad de estas brigadas es una de las pocas contribuciones del Instituto Geográfico al ejército de Franco que ha sido posible documentar con claridad. Se trata, en todo caso, de una contribución modesta. El servicio cartográfico carecía de equipos de campo y de aparatos restituidores (estereoautógrafos y estereoplanígrafos), que habían quedado en poder de la República.16 Tan sólo pudieron organizarse dos brigadas de fotogrametristas: una fue destinada a la región de Levante (frente de Castellón), y la otra, mandada por Enrique Meseguer, permaneció en Valladolid. La principal tarea realizada por estas brigadas fue la obtención de vistas panorámicas, y en el caso del frente de Castellón, la observación y cálculo de la triangulación en la zona en que se esperaba romper el frente. En términos generales, el principal esfuerzo cartográfico recayó directamente en la Sección Cartográfica del Cuartel General del Generalísimo. El trabajo realizado por la citada sección fue notable. Entre junio de 1937 y marzo de 1939 el servicio cartográfico militar compiló y logró editar más de mil hojas de mapas a diferentes escalas (desde 1:25 000 a 1:400 000), realizando una tirada total de casi tres millones de ejemplares (cuadro 1).
52
LOS MAPAS EN LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA (1936-1939)
Cuadro 1. Cartografía impresa por la Sección Cartográfica del Cuartel General del Generalísimo (de junio de 1937 a marzo de 1939) Escala de los mapas
Núm. de originales impresos
1:50 000
711
2 800
1 989 422
67,6
Tirada media por hoja
Tirada total
%
1:25 000
234
1 354
316 780
10,8
1:100 000
100
3 160
316 624
10,8
1:200 000
35
3 878
135 724
4,6
1:400 000
15
12 263
183 951
6,2
Total
1 095
2 687
2 942 501
100,0
Fuente: Nadal, Urteaga y Muro, 2003.
El servicio cartográfico del general Franco apoyó el conjunto de su cartografía en la edición de una serie propia del Mapa Topográfico de España a escala 1:50 000, que recibió la denominación de Mapa Nacional. La compilación del citado mapa exigió resolver arduos problemas, el primero de los cuales era, obviamente, obtener las colecciones de originales necesarias para la reproducción. De ello trata el siguiente apartado.
El Mapa Nacional y otros mapas de carácter táctico La Sección Cartográfica no consiguió una colección completa de las hojas impresas del mapa topográfico a escala 1:50 000 hasta finales de 1936. La ayuda internacional, en este como en otros campos, fue decisiva. La colección del mapa de España fue enviada desde Alemania. Se trataba de una reproducción litográfica en negro de las hojas publicadas por el Instituto Geográfico hasta 1936. Se recibieron quinientos ejemplares de cada hoja,17 y con este envío se pudo atender a las necesidades perentorias de las operaciones sobre Málaga, y luego sobre el frente de Guadalajara. También pudo iniciarse la compilación del Mapa Nacional. El rediseño del mapa resultaba a todas luces imprescindible. Las hojas remitidas desde Alemania carecían de cuadrícula militar, pero además resultaban muy poco legibles. La información relativa a los usos del suelo en las ediciones ordinarias del mapa de España era sobreabundante. La inclusión de un gran número de cultivos, hacía difícil la lectura del relieve. Esta dificultad, sensible en las hojas impresas a color, se acentuaba en las reproducciones monocromas hasta hacerlas prácticamente ilegibles. La colección enviada desde Alemania, junto con los fondos de la Confederación Hidrográfica del Ebro, aportaron los primeros originales sobre los que pudo trabajarse. Sin embargo, la cuadrícula de la carta seguía presentando numerosas lagunas. La búsqueda de originales para rellenar esas lagunas fue una de las obsesiones del servicio cartográfico durante toda la guerra. La cartografía de la provincia de Vizcaya se obtuvo a partir del mapa de la Diputación de Vizcaya a escala 1:25 000, que fue redibujado por la Sección Topográfica de la 6ª Región Militar, que atendía a los frentes de Guipúzcoa, Vizcaya y Santander. En julio de 1937 fueron capturadas varias hojas a unidades republicanas en el sector de Albarracín. Y, en agosto del mismo año, las tropas que entraron en Santander consiguieron hacerse con un importante conjunto de trabajos correspondientes a Asturias. Se trataba de minutas de campo de levantamientos taquimétricos, mezclados con zonas restituidas mediante fotogrametría. El rastreo de originales prosiguió durante toda la campaña, dando lugar a rocambolescos episodios en los que participaron los servicios de inteligencia de ambos ejércitos. A principios de 1938 los responsables de
17. Cuartel General del Generalísimo, 1939, pág. 3.
LA CARTOGRAFÍA DEL EJÉRCITO FRANQUISTA (1937-1939)
18. Cuartel General del Generalísimo, 1939, pág. 8. 19. Cuartel General del Generalísimo, 1939, pág. 9. 20. AGMS, Leg. 1681 B. 21. Cuartel General del Generalísimo, 1939, pág. 4. 22. Istituto Geografico Militare, 1939.
53
la Sección Cartográfica pidieron la colaboración del Servicio de Información y Policía Militar que operaba tras las líneas republicanas, “enviándole gráficos de las zonas donde existían lagunas cartográficas para que por medio de sus agentes tratase de obtener cuantos datos fuese posible”.18 El servicio de espionaje cumplió su cometido, y envió un conjunto de quince hojas del 1:50 000. La mayor parte eran pequeñas reproducciones fotográficas, “del tamaño de una tarjeta postal”, que exigieron un laborioso trabajo de dibujo para conseguir su reproducción a escala. Finalmente estas hojas despertaron dudas en el servicio cartográfico y no pudieron utilizarse, ya que “por documentos cogidos al enemigo se supo que el jefe del Estado Mayor central rojo había dado órdenes a fin de que se hiciesen llegar a nuestro poder reproducciones de las hojas que nos interesaban precisamente, con los dibujos cambiados; es decir, no respondiendo el plano al terreno”.19 El fracaso momentáneo no desalentó la labor de espionaje. En junio de 1938 el Servicio de Información y Policía Militar del ejército nacional entró en contacto con el comandante Julián Suárez-Inclán y de Prendes (Murcia, 1898-?), antiguo responsable de la Sección Cartográfica del Estado Mayor Republicano, que por entonces estaba destinado en Madrid sirviendo en la Comisión Topográfica del Centro. Según consta en su hoja de servicios, “desde ese momento colaboró intensamente y de una manera efectiva con la citada organización [el Servicio de Información y Policía Militar], facilitando a nuestro Estado Mayor la cartografía roja solicitada”.20 El servicio de inteligencia franquista consideró muy valiosa la labor de Suárez-Inclán, quien al finalizar la guerra pudo reingresar en su puesto en el escalafón, reconociéndosele el grado y la antigüedad. Por los servicios prestados, el ejército vencedor le concedió una medalla de Campaña “con distintivo de Vanguardia” y la Cruz Roja del Mérito Militar. Una vez obtenidos los originales de la carta, tal como ya se ha indicado, éstos debían ser redibujados para eliminar la información más superflua (los usos del suelo y buena parte de la toponimia), actualizar la planimetría (en especial las vías de comunicación) y sobreponer la cuadrícula Lambert. La labor de dibujo se llevó a término tanto en la Sección Cartográfica del Cuartel General, en Burgos, como en las secciones topocartográficas de las grandes unidades de campaña (figura 3). Quedaba, por último, el delicado problema de la tirada litográfica. Los mayores establecimientos litográficos, oficiales y privados, habían quedado en la zona republicana. Por añadidura, durante toda la guerra hubo una escasez crónica de papel y de tintas. El ejército de Franco tardó bastante tiempo en resolver las dificultades que entrañaba la producción masiva de mapas. La primera ayuda, en este terreno, procedió también del extranjero. En mayo de 1937 el ejército italiano desplazó a España una sección topocartográfica que debía unirse al Corpo Truppe Volontarie. Esta unidad, de la que más adelante nos ocuparemos con detalle, contaba con completos servicios de fotografía, grabado y estampación. La impresión litográfica del Mapa Nacional a escala 1:50 000 se inició en junio de 1937 en los talleres de estampación de la sección cartográfica del Corpo Truppe Volontarie. Se trataba de una corta tirada de 6 200 ejemplares destinados a las operaciones en Vizcaya. A partir de agosto de 1937 pudo desarrollarse un esquema de trabajo más ambicioso, que prácticamente se mantendría estable hasta el final de la guerra. La preparación de las planchas “offset” para el Mapa Nacional, así como para el resto de la cartografía editada por la Sección Cartográfica, pasó a realizarse en los Talleres Nerecán de San Sebastián. La tirada litográfica se hacía en la imprenta de Heraclio Fournier de Vitoria, una empresa fundada en 1868, que se había especializado en la producción de juegos de naipes.21 La sección topocartográfica del Corpo Truppe Voluntarie siguió colaborando eventualmente como centro productor de mapas hasta abril de 1939.22 La localización de la actividad editorial en el País Vasco tiene una
54
LOS MAPAS EN LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA (1936-1939)
Figura 3. Mapa Nacional. Hoja 483 «Segovia». El Instituto Geográfico había publicado esta hoja en 1927. Durante la Guerra Civil fue redibujada por la Sección Topocartográfica del Cuartel General del Ejército del Centro. Se suprimió cualquier indicación sobre los usos del suelo y la toponimia fue drásticamente reducida. El dibujo refuerza la representación del relieve, las vías de comunicación y las áreas urbanas. La impresión se hizo en negro, sobreponiendo la cuadrícula Lambert. (Cartoteca de Catalunya. Institut Cartogràfic de Catalunya).
explicación sencilla: allí radicaban las fábricas papeleras que podían aportar los elementos necesarios para la producción cartográfica. El triángulo formado por Madrid, Valencia y Barcelona en el lado republicano tuvo así su dúplica en el otro lado en las ciudades de Vitoria, Burgos y Zaragoza. Vitoria desempeñó el cometido de centro regulador, en contacto con las fábricas papeleras y los talleres de impresión. Burgos fue el centro directivo desde donde se coordinó la actividad de los distintos servicios cartográficos. Zaragoza actuó como centro avanzado para atender a los frentes de Aragón y Cataluña. En cada una de estas tres ciudades se organizó un depósito cartográfico. La producción litográfica del 1:50 000 se inició en junio de 1937 con la impresión de unas pocas hojas correspondientes a la provincia de Vizcaya. El ritmo de producción se incrementó notablemente a partir de septiembre del mismo año, con la preparación de la ofensiva sobre Santander y Asturias. En noviembre de 1937, cuando se planificaron nuevas operaciones sobre Madrid, llegaron a imprimirse más de 150 000 ejemplares de las hojas correspondientes a la zona central de la Península. Aunque con lógicos altibajos, según la marcha de las campañas, la producción de la carta topográfica se mantendría durante toda la guerra (figura 4). La colección completa del Mapa Nacional se compone de 711 hojas diferentes, de las
Producción del Mapa Nacional a escala 1:50 000. Núm. de ejemplares impresos mensualmente (1937-1939)
Figura 4. Gráfico de producción del Mapa Nacional a escala 1:50 000. (Elaboración propia a partir del Cuartel General del Generalísimo, 1939).
LA CARTOGRAFÍA DEL EJÉRCITO FRANQUISTA (1937-1939)
55
Figura 5. Mapa Nacional a escala 1:50 000. Distribución de las hojas editadas entre 1937 y 1939. (Elaboración propia a partir del Cuartel General del Generalísimo, 1939).
que se realizó una tirada total de 1 989 422 ejemplares, con una media de 2 800 ejemplares por hoja impresa. El Mapa Nacional no llegó a cubrir todo el territorio, pero sí todas las zonas de mayor interés militar, incluyendo algunas hojas correspondientes a las islas de Mallorca y Menorca (figura 5). La mayor parte de las hojas fueron redibujadas a partir de las publicadas por el Instituto Geográfico antes de 1936. La impresión se hizo en negro, superponiendo la cuadrícula Lambert. El dibujo de las hojas resalta las vías de comunicación y las curvas de nivel, prescindiendo de la información relativa a los usos del suelo. Para algunas de las zonas de gran interés estratégico no existía cobertura en la cartografía impresa a escala 1:50 000. En estos casos la Sección Cartográfica se vio obligada a proceder de modo análogo al Instituto Geográfico republicano: realizar una compilación de urgencia a partir de fuentes diversas. Las hojas formadas por este procedimiento suman casi un centenar, llevando en su mayoría la indicación de “construcción aproximada”. Las fuentes utilizadas para compilar las hojas inéditas fueron de lo más variado, incluyendo desde croquis de trabajos de campo y minutas fotogramétricas (elaboradas previamente por el Instituto Geográfico) hasta la ampliación de cartografía impresa a escala 1:100 000 y 1:200 000. Sin embargo, al carecer del archivo documental del Instituto Geográfico, la
56
LOS MAPAS EN LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA (1936-1939)
Figura 6. Mapa Nacional. Hoja 458 «Navafría». Editada por la Sección Cartográfica del Cuartel General del Ejército del Centro. (Cartoteca de Catalunya. Institut Cartogràfic de Catalunya).
selección de fuentes dependió en buena medida de factores azarosos. Algunos ejemplos pueden resultar ilustrativos. La hoja 458, denominada «Navafría», fue formada a partir de croquis topográficos, pero la hoja presenta lagunas por carecer de la planimetría de algunos municipios (figura 6). La hoja 332 «Vich», se formó con “datos procedentes de un mapa catalán”, según consta en la información marginal. La altimetría de la mayor parte de la hoja es muy incompleta, representándose el relieve con curvas de nivel equidistantes doscientos metros (figura 7). Se trata, en ambos casos, de hojas no publicadas previamente, en las que resultaba obligado improvisar. La tarea de improvisación debió extenderse incluso a algunas de las hojas que ya estaban publicadas, pero que no pudieron ser conseguidas por la Sección Cartográfica. La hoja 181 «Esterri de Aneu» había aparecido impresa en 1936. Los cartógrafos militares, sin embargo, se vieron obligados a realizar un trabajo de urgencia en esta hoja, que abarca una de las zonas más abruptas de los Pirineos. El resultado es poco más que un bosquejo, que lleva la denominación de «Sorpe». Pese a las citadas carencias, el Mapa Nacional fue, en todos los aspectos, la carta más decisiva de las formadas por la Sección Cartográfica. Su tiraje fue netamente superior al de cualquier otro mapa, llegando a distribuirse a todas las unidades. Por otra parte, el mapa topográfico a escala 1:50 000 aportó la base cartográfica para el resto de la cartografía táctica del Estado Mayor.
LA CARTOGRAFÍA DEL EJÉRCITO FRANQUISTA (1937-1939)
57
Figura 7. Mapa Nacional. Hoja 33 «Vich». Ejemplo de una hoja compilada con carácter de urgencia, a partir de fuentes diversas y escasamente fiables. Tanto la planimetría como la altimetría son aproximadas. En su mayor parte es un bosquejo en el que el relieve se figura con curvas equidistantes doscientos metros. Sólo en la parte inferior de la hoja la altimetría se representa con curvas de nivel equidistantes veinte metros. La primera edición de esta hoja a cargo del Instituto Geográfico apareció en 1942. (Cartoteca de Catalunya. Institut Cartogràfic de Catalunya).
23. Cuartel General del Generalísimo, 1939, pág. 5.
La planificación de operaciones sobre extensiones amplias de terreno requería disponer de un mapa de menor escala que el 1:50 000, que permitiese abarcar en pocas hojas todo el teatro de actividades. Ésta es la función táctica que venía a desempeñar el Mapa de Mando a escala 1:100 000. El citado mapa se obtuvo inicialmente por reducción fotográfica, mediante clichés formados por la reproyección positiva en film de las hojas del 1:50 000, con una cuadrícula sobrepuesta.23 El procedimiento elegido presentaba dos inconvenientes de partida: al efectuar la reducción fotográfica las curvas de nivel con equidistancia de veinte metros quedaban empastadas en las zonas abruptas; asimismo, la toponimia quedaba tan empequeñecida que resultaba prácticamente ilegible. Por añadidura, cada hoja del Mapa de Mando exigía disponer de las cuatro hojas correspondientes al 1:50 000 que le servían de base. Esto no fue siempre posible, y algunas de las hojas del 1:100 000 presentan lagunas en alguno de sus cuadrantes (figura 8). La Sección Cartográfica realizó un centenar de hojas del Mapa de Mando. La mitad fueron obtenidas directamente por reducción fotográfica. El resto de las hojas fueron redibujadas con equidistancia de curvas de nivel cuarenta metros, descargando de detalles la representación del terre-
58
LOS MAPAS EN LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA (1936-1939)
Figura 8. Mapa de Mando a escala 1:100 000. Hoja 79 «Berga». (Cartoteca de Catalunya. Institut Cartogràfic de Catalunya).
no (figura 9). Paradójicamente, las hojas redibujadas tuvieron peor aceptación que las obtenidas por reducción fotográfica, ya que las curvas de nivel espaciadas cuarenta metros daban poca idea del terreno, sobre todo en las zonas no accidentadas. La producción litográfica del 1:100 000 se inició en octubre de 1937, se aceleró en marzo de 1938, y alcanzó su punto culminante en el verano de 1938. La tirada total del Mapa de Mando fue de 316 624 ejemplares, con una tirada media de 3 160 ejemplares por hoja impresa (figura 10). La cobertura del Mapa de Mando acota los principales teatros de operaciones durante los años 1938 y 1939: el valle del Ebro, Cataluña, la zona levantina al norte de Alicante, Madrid y las provincias manchegas. También se editaron un par de hojas aisladas correspondientes al sur de Murcia (figura 11). Los artilleros tenían necesidades cartográficas opuestas a las de los cuarteles generales. Más que una imagen de conjunto del territorio, requerían el detalle topográfico del terreno. En el caso del ejército franquista, la única fuente posible para formar un mapa a la escala del plano director, era derivarlo por ampliación del 1:50 000. Eso es precisamente lo que hizo la Sección Cartográfica del Cuartel General del Generalísimo. Las hojas del Mapa Topográfico a escala 1:50 000 fueron divididas en dos partes, redibujadas y ampliadas hasta 1:25 000 (figura 12). El proceso de rediseño se aprovechó, en algunos casos, para actualizar las hojas con información obtenida mediante fotografías aéreas.24 La edición del 1:25 000 se efectuó mediante tirada litográfica monocroma; llegó a imprimirse algo más de 300 000 ejemplares. La producción se inició en enero de 1938, durante la batalla de Teruel, y alcanzó su punto culminante en el mes de marzo, precisamente cuando se iniciaba la ofen-
24. Por ejemplo en la hoja «Alcalá». Escala 1:25 000. Ejército del Centro. E.M. Sección Cartográfica de Campaña. Esta hoja se conserva en el Centro Geográfico del Ejército (Madrid).
LA CARTOGRAFÍA DEL EJÉRCITO FRANQUISTA (1937-1939)
Figura 9. Mapa de Mando a escala 1:100 000. Hoja 135 «Brihuega». Equidistancia de curvas de nivel: cuarenta metros. (Cartoteca de Catalunya. Institut Cartogràfic de Catalunya).
Producción de la edición especial del Mapa de Mando a escala 1:100 000. Núm. de ejemplares impresos mensualmente
Figura 10. Gráfico de producción de la edición especial del Mapa de Mando a escala 1:100 000. (Elaboración propia a partir del Cuartel General del Generalísimo, 1939).
Figura 11. Distribución del Mapa de Mando a escala 1:100 000. Hojas litografiadas hechas durante la campaña. (Elaboración propia a partir del Cuartel General del Generalísimo, 1939).
59
60
LOS MAPAS EN LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA (1936-1939)
Figura 12. Escala 1:25 000. Hoja 255 «La Pobla de Lillet» (en dos partes). (Cartoteca de Catalunya. Institut Cartogràfic de Catalunya).
LA CARTOGRAFÍA DEL EJÉRCITO FRANQUISTA (1937-1939)
61
62
LOS MAPAS EN LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA (1936-1939)
Producción del mapa a escala 1:25 000. Núm. de ejemplares impresos mensualmente
Figura 13. Gráfico de producción del mapa 1:25 000. (Elaboración propia a partir del Cuartel General del Generalísimo, 1939).
Figura 14. Cuadro de distribución del mapa 1:25 000 (en dos partes). Hojas litográficas en negro hechas durante la campaña por el Ejército Nacional. (Elaboración propia a partir del Cuartel General del Generalísimo, 1939).
siva franquista sobre Aragón (figura 13). En general, el mapa a escala 1:25 000 se entregó tan sólo a las unidades de artillería que tenían como misión la ruptura del frente. La cobertura geográfica de la citada carta es muy reveladora: algunas hojas del frente de Madrid, y una cobertura casi completa de la zona del valle del Ebro sobre la que tendrán lugar las operaciones de marzo-abril de 1938 (figura 14).
Cartografía de carácter logístico y estratégico En términos puramente cuantitativos, la producción de cartografía itineraria fue muy inferior a la de cartografía de uso táctico. La primera carta itineraria de que dispusieron las tropas de Franco fue, tal como ya se ha indicado, el mapa Michelin a escala 1:400 000. La reproducción de este clásico mapa de carreteras francés, que se divide en quince hojas abarcando todo el territorio peninsular, se realizó inicialmente en Alemania.25 Bastante avanzada la guerra, a partir de marzo de 1938, el Estado Mayor de Franco acometió una impresión litográfica en negro del mapa Michelin, efectuando durante la batalla del Ebro una tirada próxima a los 100 000 ejemplares. El manejo de un mapa extranjero de carreteras, impreso en negro, debía resultar muy poco satisfactorio. Tras la ocupación de Barcelona, en enero de 1939, la Sección Cartográfica logró requisar un conjunto de planchas de la Guía Militar de Carreteras de España a escala 1:400 000, que habían sido preparadas por el Estado Mayor republicano. A partir de las citadas planchas se realizó una edición de urgencia en policromía de la guía de carreteras, que sirvió a las tropas franquistas hasta el final de la campaña. La tirada de la guía de carreteras se efectuó, durante el mes de febrero de 1939, en la casa Viladó de Barcelona. En conjunto, la edición del 1:400 000 superó los 180 000 ejemplares (figura 15), con una tirada media bastante elevada tratándose de un mapa a color: más de 12 000 ejemplares por hoja. El mapa a escala 1:400 000 consta de quince hojas que cubren el territorio peninsular. Está impreso a tres colores, dedicándose el rojo a las
25. Cuartel General del Generalísimo, 1939, pág. 11.
LA CARTOGRAFÍA DEL EJÉRCITO FRANQUISTA (1937-1939)
63
Figura 15. Gráfico de producción del Mapa Itinerario a escala 1:400 000. Dibujo de Herrero (1939). (Cuartel General del Generalísimo, 1939. Cortesía del Centro Geográfico del Ejército).
Figura 16. Guía Militar de Carreteras de España a escala 1:400 000. Hoja 5. Formada y editada por la Sección Cartográfica del Cuartel General del Generalísimo en febrero de 1939. (Cartoteca de Catalunya. Institut Cartogràfic de Catalunya).
carreteras, el azul a la red hidrográfica, y el negro para los núcleos de población y los límites administrativos. Al igual que la guía Michelin, se trata de una carta esencialmente planimétrica, en la que se incluyen tan sólo algunas cotas altimétricas. Cada una de las hojas lleva sobrepuesta la cuadrícula Lambert con separación de veinte kilómetros (figura 16).
64
LOS MAPAS EN LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA (1936-1939)
Figura 17. Mapa Militar Itinerario de España a escala 1:200 000. Hoja 67. Formado y editado por la Sección Cartográfica del Cuartel General del Generalísimo, en marzo de 1939. (Cartoteca de Catalunya. Institut Cartogràfic de Catalunya).
Desde finales de 1937, el Estado Mayor de Franco contó también con diferentes hojas del Mapa Militar Itinerario a escala 1:200 000. La preparación de esta carta itineraria arranca de octubre de 1937, durante la ofensiva sobre Asturias, y alcanzó especial intensidad durante la primavera de 1938. La Sección Cartográfica editó un total de treinta y cinco hojas del mapa itinerario: diecisiete en negro, y las restantes en policromía, con curvas de nivel equidistantes cincuenta metros (figura 17). El área representada cubre toda la mitad oriental de la Península, y se extiende por Extremadura y Andalucía occidental hasta alcanzar la frontera portuguesa (figura 18). La impresión del conjunto de documentos cartográficos que se ha citado requirió un consumo de ciento treinta y cinco toneladas de papel. El coste de cada hoja litografiada en negro se estimó en dos céntimos por unidad.26 El coste de las hojas en policromía era diez veces mayor. Naturalmente, no toda la cartografía impresa llegó a los frentes de batalla. Los mapas no estaban entelados, de modo que en su uso diario se deterioraban con facilidad. Para poder atender a las peticiones extraordinarias de las unidades se estableció una reserva mínima de mil ejemplares por hoja, que debían almacenarse en los depósitos de Burgos, Zaragoza y Vitoria (este último a cargo del Corpo Truppe Volontarie). A finalizar la guerra quedaban en los depósitos citados cientos de miles de ejemplares. El cuadro 2 da cuenta de la cartografía efectivamente distribuida a las grandes unidades desde los almacenes de Burgos y Zaragoza.
26. Cuartel General del Generalísimo, 1939, pág. 7.
65
LA CARTOGRAFÍA DEL EJÉRCITO FRANQUISTA (1937-1939)
Figura 18. Cuadro de distribución del Mapa Militar Itinerario de España a escala 1:200 000. Hojas litográficas hechas durante la campaña por el Ejército Nacional. (Elaboración propia a partir de Cuartel General del Generalísimo, 1939).
Cuadro 2. Cartografía distribuida a las grandes unidades en campaña desde los depósitos de Burgos y Zaragoza Mapa 1:50 000
Mapa 1:100 000
Mapa itineraris
Otras escalas*
Total %
Ejército del Norte
312 752
32 149
31 684
62 880
439 465 (30,4%)
Ejército del Centro
160 559
25 449
10 734
18 006
214 748 (14,9%)
Ejército del Sur
141 623
11 800
7 074
400
160 897 (11,1%)
Ejército de Levante
44 031
6 772
11 861
1 309
63 973 (4,4%)
Jefatura del Aire
280 357
41 377
17 672
14 257
353 663 (24,5%)
Otras unidades
123 650
38 280
24 441
25 101
211 472 (14,7%)
1 062 972
155 827
103 466
121 953
1 444 218
Total
*Planos de población, fotoplanos y mapas a diversas escalas. Fuente: Nadal, Urteaga y Muro, 2003.
Los mapas a escala 1:25 000 fueron entregados de modo casi exclusivo a las fuerzas de artillería de los ejércitos del Norte y del Centro. Los citados ejércitos, que constituyeron las unidades más activas de Ejército de Tierra, recibieron la mayor parte de la cartografía de uso táctico. Para misiones de reconocimiento y bombardeo, la Jefatura del Aire consumió casi una cuarta parte de los mapas distribuidos. La cartografía itineraria se distribuyó de modo casi uniforme entre todas las unidades. La Sección Cartográfica del Cuartel General del Generalísimo había recibido una crucial ayuda, desde mediados de 1937, de una unidad de cartógrafos italianos, lo cual se tradujo en un importante aumento de su capacidad editorial. Tal como ya se ha indicado, en mayo de 1937 el ejército italiano desplazó a España una sección topocartográfica que debía unirse al Corpo Truppe Volontarie. Los cartógrafos italianos desempeñaron una doble misión: dibujaron y editaron cartografía a diferentes escalas para el Corpo Truppe Volontarie, e imprimieron mapas para otras unidades del ejército franquista. A continuación se describe la actividad de esta unidad cartográfica italiana.
66
LOS MAPAS EN LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA (1936-1939)
La sección topocartográfica del Corpo Truppe Volontarie Entre diciembre de 1936 y febrero de 1937 Mussolini envió a España un contingente próximo a los cincuenta mil hombres. La fuerza expedicionaria estaba compuesta por tropas regulares del ejército italiano (cerca de veinte mil soldados con sus jefes y oficiales), milicianos fascistas, y un nutrido grupo de “voluntarios” reclutados en el depauperado sur de Italia con la promesa de una paga generosa. Aquella abigarrada tropa, que recibió el nombre de Corpo Truppe Volontarie, destacaba por su poderoso equipamiento. El equipo transportado desde Italia ocupó sesenta y dos barcos: incluía 542 piezas de artillería, 105 000 fusiles, dos millones de bombas de mano, 140 millones de cartuchos y cerca de 4 000 vehículos.27 Faltaban, sin embargo, los mapas necesarios para planificar y dirigir las operaciones militares. Como ya sabemos, las fuerzas franquistas no disponían, a finales de 1936, ni de mapas ni de un servicio cartográfico que pudiera producirlos. Los problemas cartográficos persistían todavía durante los primeros meses de 1937. La orden de operaciones para la batalla de Guadalajara, librada por el Corpo Truppe Volontarie en marzo de 1937, se preparó sobre el mapa de carreteras Michelin a escala 1:400 000..28 Por su escala, y por carecer de información topográfica, esta carta era totalmente inadecuada para planificar una batalla como la que iba a mantenerse en el norte de Madrid. El Corpo Truppe Volontarie desplegó en las proximidades de Sigüenza más de 40 000 hombres, y una importante fuerza mecanizada. Sin embargo, a muchos jefes de batallón no se les entregaron mapas. En una operación concebida según el esquema de “guerra celere”, esta increíble omisión sólo puede tener una explicación satisfactoria: tales mapas no existían. Tras la derrota de Guadalajara el Corpo Truppe Volontarie fue depurado y reorganizado en profundidad. Se cambiaron sus máximos responsables, se reestructuraron las unidades, y se ampliaron los servicios necesarios para mejorar su efectividad. Entre los nuevos servicios agregados a la fuerza expedicionaria italiana figura una Sezione Topocartografica, enviada desde el Istituto Geografico Militare de Florencia en el mes de mayo de 1937. La citada sección fue embarcada en los puertos de Génova y La Spezia en los barcos “Brunner” y “F”, dedicados al transporte de tropas y material militar. Desembarcó en España el 17 de mayo de 1937.29 La Sezione Topocartografica estaba al mando de un veterano cartógrafo del Istituto Geografico Militare: el mayor Pietro Dossola. En 1926, cuando tenía el grado de capitán, Dossola había participado en las operaciones topográficas realizadas por el ejército italiano en Libia.30 Durante su estancia en España, al frente de la sección cartográfica, ascendería a teniente coronel. El grupo enviado a España adoptó precisamente el modelo organizativo ensayado por los italianos en África Oriental a partir de 1935. Se trataba de unidades cartográficas de personal relativamente reducido, pero dotadas con los medios necesarios para operar con autonomía en la reproducción de mapas. El objetivo básico era conseguir reproducir sobre el terreno de operaciones cartografía que tuviera un valor esencialmente táctico, prescindiendo del apoyo directo de la central de Florencia. El envío desde Italia de una unidad de cartógrafos militares experimentados, con un completo equipo listo para la reproducción de mapas, constituye una evidencia más del crucial apoyo prestado por Mussolini a la victoria del general Franco. También pone de relieve, retrospectivamente, la pobreza de medios cartográficos con la que debieron desenvolverse la fuerzas insurrectas durante los primeros meses de la guerra. Los italianos se instalaron en Vitoria a finales de mayo de 1937, y allí permanecieron hasta el final de la guerra, con sede en el edificio del Conservatorio de Música de la ciudad. La elección de la capital alavesa como emplazamiento de la sección cartográfica italiana no fue casual. Como ya sabemos, Vitoria sirvió como centro regulador del conjunto de los servicios cartográficos del ejército franquista, que venían siendo organizados desde la
27. Preston, 1999. Y también Rovighi y Stefani, 1992-1993. 28. Coverdale, 1979, pág. 236. 29. Rovighi y Stefani, 1992, I, Documenti e Allegati, pág. 726. 30. Traversi, 1964, pág. 107.
LA CARTOGRAFÍA DEL EJÉRCITO FRANQUISTA (1937-1939)
67
Figura 19. Sala de dibujo de la sección topocartográfica, situada en el Conservatorio de Música de Vitoria. (En: La Sezione Topocartografica dell’Istituto Geografico Militare in terra di Spagna con il Corpo Truppe Volontarie, 1939, pág. 38-39. Cortesía del Instituto Geográfico Nacional).
31. Cuartel General del Generalísimo, 1939. 32. Istituto Geografico Militare, 1939, pág. 37.
primavera de 1937 por el coronel de Estado Mayor Darío Gazapo Valdés.31 Dada la proximidad de las fábricas papeleras guipuzcoanas, era relativamente fácil abastecerse de papel. En la propia ciudad de Vitoria, por otra parte, se contaba con empresas especializadas del sector de artes gráficas, como la imprenta de Heraclio Fournier, capaces de efectuar la tirada litográfica de los mapas. La sección cartográfica italiana estaba compuesta de personal civil y militar, y contaba con tres servicios distintos: topografía y dibujo (figura 19), grabado y fotografía (figura 20), y talleres de estampación (figura 21). El transporte de la maquinaria litográfica, del gabinete fotográfico, y del resto del equipo se demoró casi un mes. El equipo completo, mandado desde Italia, ocupó veinticuatro vagones de ferrocarril.32 El personal al mando de Pietro Dossola estaba integrado por tres topógrafos militares (los capitanes Ugo Campini, Gaetano De Meo y Giorgio Di Vechio), dos cartógrafos (los capitanes Andrea Dall’Osso y Alberto Massa) y tres auxiliares (los sargentos Ruggero de Paoli, Maurizio Pippeni y Carlo Naso). A este personal militar se añadía un grupo de operarios civiles italianos, todos ellos procedentes del Istituto Geografico Militare de Florencia: tres dibujantes, dos zincógrafos (grabadores sobre planchas de zinc), dos fotozincógrafos, un maquinista litógrafo y dos fotógrafos. Los cartógrafos italianos emplearon también a un grupo de soldados españoles para funciones auxiliares de fotografía y litografía y, al menos, a un dibujante español, que estaba especializado en la formación de croquis panorámicos: Joaquín Suñé (figura 22). La Sezione Topocartografica llevó a término diversos trabajos topográficos y cartográficos. Cabe señalar, en la fase inicial de su actividad, la medición de una base de triangulación en Villasante (Burgos), efectuada con un teodolito Zeis II e hilos Invar, y el levantamiento, mediante intersecciones, de un reducido sector de terreno en zona republicana, durante
68
LOS MAPAS EN LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA (1936-1939)
Figura 20. Sección fototécnica. Cámara fotográfica de 80 x 80. Sezione Topocartografica. Conservatorio de Música de Vitoria. (En: La Sezione Topocartografica dell’Istituto Geografico Militare in terra di Spagna con il Corpo Truppe Volontarie, 1939, pág. 43. Cortesía del Instituto Geográfico Nacional).
Figura 21. Sala de estampación de la Sezione Topocartografica. (En: La Sezione Topocartografica dell’Istituto Geografico Militare in terra di Spagna con il Corpo Truppe Volontarie, 1939, pág. 41. Cortesía del Instituto Geográfico Nacional).
LA CARTOGRAFÍA DEL EJÉRCITO FRANQUISTA (1937-1939)
69
Figura 22. Panoramica del fronte di Marquina dall’oss. di sinistra. Firmado. Suñé. (Fons Monés. Carpeta 11, núm. 4. Cartoteca de Catalunya. Institut Cartogràfic de Catalunya).
Figura 23. Medición de una base en Peña de Villasanta (Burgos), con teodolito Zeiss II. (En: La Sezione Topocartografica dell’Istituto Geografico Militare in terra di Spagna con il Corpo Truppe Volontarie, 1939, pág. 7. Cortesía del Instituto Geográfico Nacional).
70
LOS MAPAS EN LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA (1936-1939)
Figura 24. Panorama fotográfico de Soncillo (Santander). (Fons Monés. Carpeta 8, núm. 54. Cartoteca de Catalunya. Institut Cartogràfic de Catalunya).
Figura 25. Panorama prospettico della Zona di Soncillo. CTV. Sezione Topocartografica. (En: La Sezione Topocartografica dell’Istituto Geografico Militare in terra di Spagna con il Corpo Truppe Volontarie, 1939, pág. 32-33. Cortesía del Instituto Geográfico Nacional).
la preparación de la ofensiva sobre Santander (figura 23). Una actividad muy destacada, durante todo el curso de la guerra, fue la preparación de vistas y croquis panorámicos de las zonas de operaciones a partir de fotogrametría terrestre (figuras 24 y 25). Sin embargo, su principal contribución será el dibujo y edición de mapas a distintas escalas tanto para el Corpo Truppe Volontarie como para otras unidades del ejército franquista. Entre los mapas dibujados e impresos por la Sección Topocartográfica destaca una edición del Mapa Topográfico de España a escala 1:50 000, con cuadrícula militar designada mediante letras, y una completa tabla de signos convencionales en italiano. De esta edición trata el siguiente apartado.
LA CARTOGRAFÍA DEL EJÉRCITO FRANQUISTA (1937-1939)
71
La serie italiana del Mapa Topográfico de España a escala 1:50 000 El Mapa topográfico de España tiene la misma escala y proyección que la carta topográfica italiana (Carta topografica d’Italia alla scala 1:50 000), con la que estaban familiarizados los oficiales del Corpo Truppe Volontarie. A diferencia del mapa español, sin embargo, la carta italiana emplea para fines militares una retícula geográfica dividida en minutos, con designación marginal de las cuadrículas mediante letras. En los mapas españoles, por entonces, no había retícula militar sobrepuesta. Esta carencia, unida a mala legibilidad del mapa español cuando se reproduce en negro, debido a la abundante información sobre usos del suelo, inclinó a los responsables de la Sezione Topocartografica a redibujar por completo un cierto número de hojas del mapa de España 1:50 000. Las hojas redibujadas tienen un aspecto claro y legible, y ofrecen la impresión neta de un mapa de estilo “italiano”. El dibujo refuerza la representación de las vías de comunicación, clasificadas de acuerdo a la norma de signos convencionales del Istituto Geografico Militare de Florencia. La planimetría elimina la indicación de algunos usos del suelo, reteniendo sólo los correspondientes a zonas arboladas. La altimetría se representa mediante curvas de nivel equidistantes veinte metros. La rotulación se hizo con el tipo de letra usual en la carta topográfica italiana (figura 26). La información marginal es abundante. En el margen inferior se incluye una completa tabla de signos convencionales en italiano. En el margen superior se consigna el número de la hoja y su identificación nominal. Los cartógrafos italianos se mostraron extrañamente caprichosos con los nombres de los mapas. La hoja 59 «Villacarriedo», publicada por el Instituto Geográfico en 1935, fue rebautizada con el nombre de «Selaya». La hoja 60 «Valmaseda», que estaba inédita, tomó la denominación de «Ramales»; la 109 «Villarcayo» pasó a llamarse «Soncillo»; la 492 «Segura de los Baños», se imprimió como «Barrachina», y así en media docena más de casos. La impresión es monocroma, excepto en la hoja denominada «Madrid e dintorni», que se realizó a cinco colores. El trabajo de delineación sirvió para revisar y actualizar la planimetría. En algunas hojas, por ejemplo la correspondiente a «Brihuega» (511), la
72
LOS MAPAS EN LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA (1936-1939)
Figura 26. Serie italiana. Mapa topográfico a escala 1:50 000. Hoja 536 «Guadalajara». Editada por la Sezione Topocartografica del Corpo Truppe Volontarie en 1937. Leyenda en italiano. (Colección particular).
revisión se efectuó a partir de fotografías aéreas. En todos los mapas se sobrepuso la cuadrícula geográfica ortogonal, típica de la cartografía militar italiana. Algunas de las hojas de la serie que estamos glosando fueron utilizadas también por las tropas españolas. Para facilitar su manejo se sobrepuso una segunda cuadrícula, impresa en rojo, con división kilométrica (por ejemplo en la hoja 108 «Las Rozas»). La Sezione Topocartografica redibujó y publicó un total de sesenta hojas con las características citadas. Por su distribución geográfica se dividen en tres grupos correspondientes al frente de Santander, al de Madrid y al de Aragón (figura 27). Las primeras hojas impresas corresponden a la zona sobre la que se iba a desencadenar la ofensiva de 1937, que acabaría con la toma de Bilbao y Santander. Fueron realizadas con extraordinaria celeridad durante el verano de 1937, y en circunstancias particularmente difíciles: debieron ser dibujadas a partir de documentos heterogéneos y poco apropiados ya que el Instituto Geográfico todavía no había publicado la mayor parte de las hojas correspondientes al sector. El resultado, en algunos casos, resulta decepcionante: son poco más que bocetos, en los que la altimetría está incompleta. Sin embargo, tales bocetos tenían una crucial importancia, ante la ausencia de cartografía más precisa. A finales de junio de 1937 el Corpo Truppe Volontarie disponía ya de ejemplares impresos de las hojas 34 «Torrelavega», 35 «Santander» y 58 «Los Corrales de Buelna», y la Sección Cartográfica realizó una tirada adicional de mil copias con destino al Cuartel General de Franco.33
33. Istituto Geografico Militare, 1939, pág. 20.
LA CARTOGRAFÍA DEL EJÉRCITO FRANQUISTA (1937-1939)
73
Figura 27. Distribución de las hojas a escala 1:50 000 redibujadas por la Sezione Topocartografica del Corpo Truppe Volontarie en 1937 y 1938. (Elaboración propia a partir de Urteaga, Nadal y Muro, 2002).
Entre octubre y diciembre de 1937 los cartógrafos italianos trabajaron en un conjunto de una docena de hojas relativas a la zona norte y nordeste de Madrid, incluyendo la capital. En este caso la revisión fue bastante cuidadosa, empleándose para ello fotografías aéreas. La hoja de Madrid, que carece de identificación numérica, se preparó con un especial cuidado (figura 28). Tiene un formato de 59 x 79 cm, incluye, por lo tanto, parte de las hojas adyacentes de medidas normales. Se imprimió a cinco colores, realizándose una tirada de 3 000 ejemplares. Al margen se indica la fecha y lugar de impresión: “Vitoria, 18 de diciembre de 1937”. El Corpo Truppe Volontarie, sin embargo, no iba a entrar en combate en Madrid. Su destino en la primavera de 1938 fue el frente de Aragón, y más tarde la región levantina. A lo largo de 1938 la Sección Topocartográfica dibujó y grabó un nutrido grupo de hojas correspondientes al área central del valle del Ebro, y unas pocas correspondientes a la zona de Teruel. A finales de aquel año, a medida que se acercaba la ofensiva sobre Cataluña, la compilación de la serie italiana fue prácticamente abandonada. Los italianos paralizaron la edición de su «Carta della Spagna» y concentraron su trabajo en reforzar la capacidad de producción de los servicios de cartografía del Cuartel General de Franco. Durante las operaciones realizadas en Cataluña la sección cartográfica italiana imprimió 70 000 copias del mapa a escala 1:50 000, correspondientes a un grupo de hojas cuyos originales habían sido preparados por los cartógrafos militares españoles. Como ya se ha indicado, el mapa topográfico a escala 1:50 000 constituyó la base cartográfica para buena parte de la cartografía de menor escala empleada en la Guerra Civil. A partir del 1:50 000 se obtuvieron nuevos mapas por reducción, o se derivó la información para obtener mediante generalización cartas de escala menor. Entre los mapas formados por reducción destaca el Mapa de Mando a escala 1:100 000. La actividad de la Sezione Topocartografica respecto a este mapa fue reducida, limitándose a la formación y publicación de nueve hojas. Se han localizado seis hojas de
74
LOS MAPAS EN LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA (1936-1939)
Figura 28. «Madrid e dintorni». Escala 1:50 000. Editada por el Corpo Truppe Volontarie en diciembre de 1937. (Fons Monés. Carpeta 8. Número 49. Cartoteca de Catalunya. Institut Cartogràfic de Catalunya).
este grupo, que carecen de identificación numérica, y cuentan con la siguiente identificación nominal: «Gijón», «Guadalajara», «Brihuega», «Chelva», «Zuera» y «Madrid e dintorni. Foglio Nord». La hoja correspondiente a Gijón fue la primera en realizarse (durante el verano de 1937) y es un caso especial. Pese a que el Instituto Geográfico había culminado ya el levantamiento topográfico en la mayor parte del litoral asturiano, al comenzar la guerra aún no se había publicado ninguna de las hojas correspondientes a la zona. En consecuencia, los cartógrafos italianos debieron trabajar a partir de fuentes diversas, que no se especifican, para obtener la planimetría. En cuanto a la altimetría la solución fue realmente atípica: se figuró mediante normales. El resto de las hojas citadas se obtuvieron, en cada caso, por reducción fotomecánica de cuatro hojas del 1:50 000, que habían sido previamente redibujadas.
La carta itineraria a escala 1:200 000 con tintas hipsométricas Uno de los rasgos esenciales de la fuerza expedicionaria italiana era su carácter de fuerza motorizada, capaz de desplegarse con notable rapidez.
LA CARTOGRAFÍA DEL EJÉRCITO FRANQUISTA (1937-1939)
34. Cuartel General del Generalísimo, 1939. 35. Istituto Geografico Militare, 1939, pág. 57 y siguientes. 36. Istituto Geografico Militare, 1939, pág. 72.
75
La cartografía itineraria constituía así una necesidad particularmente sensible para el Corpo Truppe Volontarie. La Sezione Topocartografica había adoptado las mismas soluciones que el servicio cartográfico del ejército de Franco para proveerse de cartografía a escala 1:50 000: reproducir las hojas del Mapa Topográfico de España, respetando su formato y su cuadro de distribución, aunque redibujándolas con su propio estilo. En el caso de la cartografía itineraria las soluciones fueron distintas. Como ya sabemos, el servicio cartográfico del general Franco otorgó una atención secundaria al Mapa Militar Itinerario a escala 1:200 000, poniendo mayor interés en la reproducción de un mapa de carreteras a escala 1:400 000, que fue compilado en el curso de la guerra.34 Los italianos, por el contrario, pusieron la carta 1:200 000 en el centro de su interés. En septiembre de 1937 habían decidido ya compilar un nuevo mapa a la citada escala, que debía editarse en policromía, representando el relieve mediante curvas de nivel equidistantes cien metros y tintas hipsométricas.35 La carta debía derivarse del mapa topográfico a escala 1:50 000, adoptando un formato de hoja de 81 x 56 cm, que era el formato máximo que admitían los medios de reproducción disponibles. Con tal formato cada hoja del 1:200 000 comprendía treinta y seis hojas del 1:50 000, representándose una zona de terreno de un grado de latitud por dos de longitud. Las hojas debían incorporar una retícula geográfica de 10’ de latitud por 20’ de longitud. Al derivar el 1:200 000 del topográfico a escala 1:50 000 se producía una inevitable saturación de la información, que hacía imprescindible un proceso de generalización cartográfica. El procedimiento adoptado para formar la carta itineraria fue el siguiente. En primer lugar se realizaba una copia cianográfica del 1:50 000. Sobre tal copia se procedía a la selección de la información que debía pasarse a la escala 1:200 000, repasando en negro los elementos a conservar. Posteriormente se practicaba una reducción de las hojas desde el 1:50 000 al 1:200 000 por medios fotográficos, revelándose luego sobre papel fotográfico indeformable (“correctostat”). Una vez concluidas estas tareas preliminares se componía un mosaico fotográfico con las hojas reducidas hasta formar la hoja del 1:200 000. A partir del citado mosaico se elaboraban las planchas para la impresión a color. Los colores de impresión eran negro para la planimetría, azul para la hidrografía, rojo para las carreteras principales y siena para la orografía. La edición de la carta a escala 1:200 000 con tintas hipsométricas se inscribe de lleno en la preparación de la ofensiva franquista sobre Aragón. El ataque sobre Aragón va a diferir marcadamente de las operaciones llevadas a término hasta entonces. El peso de las unidades mecanizadas será decisivo, y su avance muy rápido. Significativamente, por vez primera, el ejército nacional podrá disponer de una cartografía cuidadosamente preparada y relativamente abundante. Naturalmente, la preparación cartográfica para la ofensiva había comenzado unos meses atrás. La primera hoja del mapa itinerario, denominada «Zaragoza-Lérida», se publicó el 28 de octubre de 1937, tras poco más de un mes de trabajo febril (figura 29). Le seguirían doce hojas más, que fueron apareciendo en función de las necesidades más urgentes, o de las previsiones estratégicas, del Corpo Truppe Volontarie. La Sezione Topocartografica trabajó dia y noche durante el mes de febrero de 1938 para preparar la hoja «Teruel-Tortosa», cuyas primeras copias fueron entregadas a los mandos del Corpo Truppe Volontarie el 7 de marzo, tan sólo unas horas antes de que se iniciase la campaña que culminaría con el corte de las líneas republicanas en Castellón.36 En los meses de abril y mayo de 1938 se editaron, respectivamente, las hojas de «Valencia» y «Tarragona-Barcelona». En ambos casos la Sezione Topocartografica trabajó a contrarreloj, acuciada por un Estado Mayor que preveía, infundadamente, un rápido hundimiento del frente republicano. Las hojas restantes, correspondientes en su mayoría al sector central de la Península, se prepararon, ya con menos premura, a lo largo del segundo semestre de 1938 y los primeros meses de 1939 (figura 30). El mapa italiano a escala 1:200 000 se concibió inicialmente como carta itineraria: el empeño puesto en la correcta representación de las vías de
76
LOS MAPAS EN LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA (1936-1939)
Figura 29. «Zaragoza-Lérida». Escala 1:200 000. Corpo Truppe Volontarie. Sezione Topocartografica. (Fons Monés. Carpeta 6. Número 31. Cartoteca de Catalunya. Institut Cartogràfic de Catalunya).
Figura 30. Distribución de las hojas de la carta itineraria a escala 1:200 000 con tintas hipsométricas. (Urteaga, Nadal y Muro, 2002, pág. 296).
77
LA CARTOGRAFÍA DEL EJÉRCITO FRANQUISTA (1937-1939)
comunicación respondía, primariamente, a las necesidades de las unidades motorizadas. Sin embargo, su uso iba a ser mucho más amplio. El 15 de noviembre de 1937 el coronel Wolfram von Richtofen, jefe de Estado Mayor de la Legión Cóndor, se dirigió al Corpo Truppe Volontarie para solicitar doscientos cincuenta ejemplares de la hoja «Zaragoza-Lérida». Justificaba su petición señalando que el 1:200 000 era el único mapa que podía servir a sus pilotos “para tareas de información”.37 El interés de Von Richtofen por el mapa italiano es explicable. Aunque los planes ordenadores de vuelo solían trazarse sobre el mapa a escala 1:50 000, la mala legibilidad de las hojas disponibles en impresión monocroma reducía mucho su utilidad como mapa de aproximación, o en las labores de reconocimiento. Los aviadores alemanes, y los italianos, preferían las hojas en policromía del 1:200 000, que habían sido descargadas de detalles topográficos innecesarios, y acentuaban la representación de los ejes de comunicación que podían ser identificados con facilidad desde el aire. Un claro indicio de la importancia del mapa a escala 1:200 000 es el tiraje del mismo. La tirada media de las hojas de la carta itineraria fue ligeramente superior a los 4 000 ejemplares (cuadro 3). Se trata de una cifra muy importante considerando que estamos ante un mapa en color, cuyo coste de reproducción era muy superior al de los mapas monocromos. En cualquier caso, el tiraje de la carta itineraria superó ampliamente en promedio al de cualquiera de los otros mapas impresos por la Sezione Topocartografica. Una simple comparación entre la actividad editorial de la sección italiana y la acción paralela de la Sección Cartográfica del ejército de Franco puede resultar reveladora. El servicio cartográfico franquista imprimió 35 hojas del Mapa Militar Itinerario a escala 1:200 000, con una producción litográfica total de 135 724 ejemplares, pero con una tirada promedio inferior a la del Corpo Truppe Volontarie.38 Cuadro 3. Cartografía impresa por la Sezione Topocartografica desde mayo de 1937 hasta abril de 1939 Escala de los mapas
Núm. de originales impresos
Tirada media por hoja
Tirada total
%
1:50 000
290
1 237
358 890
71,0
1:100 000
22
2 324
51 130
10,1
1:200 000
13
4 027
52 350
10,3
Otros documentos*
172
251
43 265
8,6
Total
497
1 017
505 635
100,0
*Croquis topográficos, cuadros de distribución, etc. Fuente: Urteaga, Nadal y Muro, 2002.
37. Istituto Geografico Militare, 1939, pág. 65. 38. Cuartel General del Generalísimo, 1939.
En conjunto, la Sezione Topocartografica puso en circulación algo más de medio millón de impresos de mapas a diversas escalas. La parte más importante, un 70%, corresponde a la edición de 290 hojas del mapa 1:50 000 (60 hojas de la serie italiana, y 230 de una colección preparada por el servicio cartográfico franquista). El 30% restante se divide, casi a partes iguales, entre el Mapa de Mando, la carta itineraria a escala 1:200 000, y un conjunto heterogéneo de documentos que incluye croquis topográficos, gráficos de distribución de las hojas de distintos mapas, y otros elementos menores. Esta considerable producción equivale aproximadamente a un 17% de la producción cartográfica total de los servicios cartográficos del ejército de Franco. En términos generales, los mapas italianos resultan formalmente más cuidados que los compilados por otros servicios cartográficos en el curso de la guerra. Una prueba del detalle con que los italianos cuidaron la documentación cartográfica es la preparación de bolsas específicas para guardar los mapas adecuadamente clasificados (figuras 31 y 32).
78
LOS MAPAS EN LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA (1936-1939)
LA CARTOGRAFÍA DEL EJÉRCITO FRANQUISTA (1937-1939)
79
Figura 31 y 32. «Foglio di Madrid» a escala 1:200 000, con tintas hipsométricas, editado por el Corpo Truppe Volontarie, con las cubiertas originales para proteger el mapa. (Fons Monés. Carpeta 9. Número 70. Cartoteca de Catalunya. Institut Cartogràfic de Catalunya).
80
LOS MAPAS EN LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA (1936-1939)
En total, si se agrega la producción de la unidad italiana a las ediciones efectuadas por la Sección Cartográfica del Cuartel General del Generalísimo, en el curso de la guerra llegaron a imprimirse casi tres millones y medio de mapas. ¿Fue suficiente toda esta cartografía para atender a las necesidades del ejército franquista? Carmelo Medrano, jefe de la Sección Cartográfica, hizo el siguiente balance al acabar la guerra: “No dejamos de reconocer que la cantidad de cartografía asignada a cada gran unidad fue reducida en relación con lo que debe constituir el desiderátum de este servicio, pues a excepción del período de la batalla del Ebro, en que los planos de gran escala llegaron hasta los escalones [de] sección y pelotón, puede decirse que en general no pasaron del escalón [de] batallón en infantería y batería y escuadrón en artillería y caballería”.39 El capitán de artillería Manuel de Montalvo dejó, en 1941, un testimonio plenamente coincidente con el del comandante Medrano: “Todo el que en la pasada campaña necesitó un plano, hubo de notar la falta de cartografía reglamentaria. De aquellos planos locales de escala 1:10 000 apropiados para la Infantería en frentes estabilizados, obras y fortificaciones, y los típicos artilleros de escala 1:25 000 y 1:20 000, solamente existía el recuerdo de unas líneas de letra menuda en el Reglamento Topográfico Artillero y [en] el Reglamento de Cartografía. La realidad, cruel y maestra a un tiempo, obligó a pensar en otros derroteros, en un mapa de escala más reducida, en el Mapa Nacional de escala 1:50 000 (…). Pero estas preciosas hojas de papel policromado eran tan escasas, que podemos decir, no con tristeza, con orgullo, pues todo sacrificio enorgullece, que hubo un famoso jefe de columna que para recorrer cientos de kilómetros, arrollando al enemigo, había de planear sus operaciones sobre un modestísimo plano “Michelin” de carreteras, del que a toda prisa se sacaban a lápiz unos superpuestos ligeros que repartía entre sus jefes subordinados”.40
Conclusión La Guerra Civil española puso a prueba la capacidad organizativa de los servicios cartográficos de ambos bandos contendientes. Las fuerzas del general Franco arrancaron, en este ámbito, en una situación de inferioridad, toda vez que los centros cartográficos oficiales, y las reservas de mapas, quedaron en manos de la República. En consecuencia, los responsables de los servicios cartográficos franquistas tropezaron, durante casi toda la guerra, con grandes dificultades para hacer acopio de los originales necesarios para formar mapas topográficos e itinerarios. Durante los primeros meses tuvieron que operar prácticamente sin mapas, debiendo recurrir a la ayuda de Alemania para obtener las primeras colecciones impresas. Pese a estas dificultades iniciales, el Estado Mayor franquista consiguió organizar un eficiente servicio cartográfico, que fue dirigido por un experimentado grupo de cartógrafos formados en el levantamiento del Mapa Topográfico del Protectorado español de Marruecos. Al igual que en el caso republicano, la carta principal fue una edición especial del mapa 1:50 000, que recibió la denominación de Mapa Nacional. A partir del este documento pudo derivarse cartografía a menor escala, de carácter táctico o itinerario. En conjunto, la Sección Cartográfica del Cuartel General del Generalísimo imprimió casi tres millones de mapas, lo que puede dar una idea de la magnitud del trabajo realizado. El servicio cartográfico franquista recibió, desde mayo de 1937, la importante ayuda de una unidad cartográfica italiana. La actividad de los cartógrafos italianos fue relevante, tanto en términos cuantitativos como cualitativos. La Sezione Topocartografica imprimió más de medio millón de mapas a distintas escalas, que fueron distribuidos tanto al Corpo Truppe Volontarie como a otras unidades de las fuerzas franquistas. Los italianos realizaron un efectivo rediseño del Mapa Topográfico de España a escala 1:50 000, y llevaron a término un cuidadoso trabajo de generaliza-
39. Cuartel General del Generalísimo, 1939, pág. 10. 40. Montalvo, 1941, pág. 51.
LA CARTOGRAFÍA DEL EJÉRCITO FRANQUISTA (1937-1939)
81
ción cartográfica para obtener una carta itineraria a escala 1:200 000 con tintas hipsométricas. Los mapas formados en las difíciles condiciones de la guerra pronto pasaron al olvido. Sin embargo, la Guerra Civil dejó una herencia duradera en la cartografía oficial española. El proceso de militarización de la actividad cartográfica, que se había iniciado ya durante la dictadura de Primo de Rivera, recibió un impulso decisivo durante la guerra de 1936-1939. Finalizado el conflicto, el Cuerpo de Ingenieros Geógrafos y el Cuerpo de Topógrafos del Instituto Geográfico y Catastral fueron enteramente depurados. Como era previsible, los responsables de la Sección Cartográfica del Cuartel General del Generalísimo pasaron a dirigir el Servicio Geográfico del Ejército creado en 1939. La dirección del Instituto Geográfico y Catastral, y la del Consejo Superior Geográfico, que velaba sobre el conjunto de la cartografía oficial, quedaron asimismo en manos de antiguos jefes del Cuerpo de Estado Mayor fieles al general Franco.
La fotografía aérea en la Guerra Civil española Felipe Fernández García Departamento de Geografía. Universidad de Oviedo La utilización durante la Guerra Civil española de la fotografía aérea y de los documentos gráficos derivados de su interpretación, tuvo gran importancia para los bandos contendientes. Gracias a las fotografías aéreas pudieron obtener información precisa y casi instantánea de las fuerzas contrarias y solventar, en no pocas ocasiones, la carencia de cartografía o lo inadecuado de la existente. La fotografía aérea de este conflicto (tanto los medios de obtención como los métodos de interpretación) se inscribe en un contexto más amplio. De un lado el que se refiere a la evolución de la fotografía aérea y de la fotointerpretación desde sus orígenes hasta la Segunda Guerra Mundial, momento en el que alcanza un altísimo grado de desarrollo, sirviendo en muchos aspectos el conflicto español de ensayo y precedente de lo que luego se perfeccionaría en el mundial. De otro, el que concierne a la evolución del reconocimiento aéreo y fotográfico y de la fotointerpretación en España, que enlaza de manera directa y sucesiva con la Revolución de Asturias de octubre de 1934, con las campañas de la aviación en Marruecos en la tercera década del siglo XX, con las de la aerostación en este mismo ámbito en los años treinta del mismo siglo y, en último término, con la creación del Servicio de Aerostación Militar en España en el año 1884.
Los precedentes 1. Uno de los pioneros de la fotografía aérea, Félix Tournachon “Nadar”, era escritor, dibujante, caricaturista y, sobre todo, fotógrafo; por otro lado, el formato de la primera fotografía que se conserva (Boston desde el globo cautivo Queen of the Air, obtenida el 13 de octubre de 1860 por James Wallace Blake y Samuel W. King) es oval, a manera de los retratos de personajes.
Desde el mismo nacimiento de la fotografía se planteó la posibilidad de obtener imágenes desde el aire, continuando así una tradición representada por las vistas aéreas (o falsas vistas aéreas) dibujadas o pintadas. La relación inicial de la fotografía aérea con lo artístico,1 visión “inocente” desde el aire, que caracterizaría en buena medida a la fotografía aérea de la segunda mitad del siglo XIX, pronto se vería acompañada de una mirada más
84
LOS MAPAS EN LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA (1936-1939)
“fría”, la relacionada con las aplicaciones militares (y en menor medida con las cartográficas civiles), que a la postre acabaría siendo la dominante. En efecto, la visión aérea proporcionaba a los ejércitos una herramienta básica para el reconocimiento de las posiciones enemigas y para analizar los efectos de sus propios ataques; de tal forma que resulta difícil separar la historia de la fotografía aérea de la historia de la guerra. Fue en la Guerra de Secesión americana, en 1862, cuando Lowe logró las primeras fotos militares desde un globo (Richmond);2 más tarde, en 1870, sería Nadar el que tomaría fotografías para la elaboración de cartografía militar durante el sitio de París. Durante esta primera etapa de la historia de la fotografía aérea, la posibilidad de obtener imágenes desde globos estuvo muy limitada por las características de los aparatos fotográficos (eran muy voluminosos, muy pesados y requerían largas exposiciones) todo lo cual suponía un inconveniente por lo exiguo del espacio de las barquillas de los globos y por la escasa estabilidad de los aeróstatos. Esta situación cambiaría a partir de 1871 cuando se dispuso de las primeras emulsiones de gelatinobromuro de plata (placas secas), que presentaban la particularidad de permitir el aplazamiento del revelado de la imagen latente, lo cual aligeraba muy notablemente el peso y el tamaño de los aparatos fotográficos. Esta innovación en el campo de la fotografía coincide con otra no menos importante en el campo de la navegación aérea: la generalización del uso de globos libres en sustitución de los globos y cometas cautivos, empleados mayoritariamente hasta entonces. Ambas circunstancias propiciaron que la fotografía aérea como “ilustración” cobrase en los años finales del siglo XIX un cierto protagonismo. Sin embargo, serían las aplicaciones militares las que finalmente se impondrían. Las ventajas estratégicas que se derivaban de su utilización hicieron que pronto los principales ejércitos fueran dotándose progresivamente de un servicio de aerostación (Francia en 1877, Inglaterra en 1879, Rusia, Alemania y España en 1884 e Italia en 1885), que utilizarían en sus campañas para la observación directa, el levantamiento de croquis o la obtención de fotografías.3 A partir de entonces, la observación fotográfica desde globos estará presente en los principales conflictos bélicos, caso de la campaña de Manchuria, en 1904, donde los japoneses emplearon el servicio fotográfico frente a los rusos, o durante la guerra de Marruecos (1909), cuando el Servicio de Aerostación español obtuvo fotografías aéreas de gran valor para conocer los movimientos del enemigo y mejorar el acierto en el tiro de las baterías. Desde la primera década del siglo XX la fotografía desde avión iría desplazando progresivamente a la obtenida desde globos, al tiempo que la vertiente militar pasaba a dominar de manera clara.4 A partir de este momento quedaban sentadas las bases para que la fotografía aérea, cada vez más desprovista de su ingenuidad inicial, se convirtiera en un eficaz instrumento bélico, como la Primera Guerra Mundial se encargaría de demostrar. Este conflicto acabaría dejando claras las tres funciones que se asignaban a la aerofotografía: 1) la interpretación, es decir la elucidación de naturaleza e importancia de la actividad y los elementos de la organización del enemigo visibles en la fotografía; 2) el análisis, con el traslado al mapa, de toda la información útil relativa al enemigo, y 3) la utilización de la información, es decir, el traslado de la misma al Estado Mayor para determinar las intenciones del enemigo.5 Terminada la Guerra, con los progresos derivados de la misma, la fotografía aérea se orientó en los años veinte a la realización de mapas, sobre todo en las zonas del mundo carentes de cartografía,6 y a la fotointerpretación en campos como la agricultura, la geología o el forestal, al tiempo que la utilización en lo civil recuperaba su dimensión artística o publicitaria (vistas de las ciudades, panorámicas de diversas zonas del mundo, fotos oblicuas, más sugestivas y fáciles de leer para un profano). Pero, en lo que concierne a España, no se debe olvidar el papel jugado por la observación y la fotografía aérea a comienzos de la tercera década,
2. Sin embargo, fue Nadar el que, por lo que conocemos, intentó por primera vez obtener fotos aéreas con fines militares durante la guerra franco-piamontesa, aunque fracasó en sus intentos debido a que el hidrógeno sulfurado que salía del globo estropeaba la placa sensible. 3. En 1902 Pedro Vives y Vich, director del Servicio de Aerostación Militar español, publicaba las Instrucciones para los oficiales encargados de dirigir ascensiones, en las que se especificaba el material que obligatoriamente se debería llevar en la barquilla, figurando entre el mismo “la cámara fotográfica con sus placas y películas” (Fernández García y Quirós Linares, 1996) 4. Tras la obtención en 1908 por parte de L. P. Bouvillain de la primera fotografía aérea desde un aparato Wilbur Wright, en 1911 sería el teniente G. E. Nelly, del ejército norteamericano, el que obtenía imágenes de San Francisco; en septiembre de 1911, en un hecho sin precedentes, el alto mando italiano asignaba al ejército de ultramar una flotilla de nueve aeroplanos y once pilotos, y el 23 de octubre el capitán Piazza despegaba y efectuaba el primer reconocimiento aéreo de la historia sobre el sur del oasis de Zanzur; en 1911 Carlo Maria Piazza iniciaba los reconocimientos desde avión de Libia y en enero de 1912 se ajustó una máquina fotográfica en el puesto del observador del aparato del teniente Moizo y se realizó con gran éxito el primer reconocimiento aéreo fotográfico; por su parte, una escuadrilla de aviones del ejército español realizaba en 1913 en Marruecos una de las primeras operaciones conocidas de reconocimiento visual y fotográfico. 5. A finales de 1914 la estabilización del frente hizo que el reconocimiento fotográfico se convirtiera en la misión principal de la aviación; en 1915 se preparó, utilizando fotografías aéreas, un primer mapa de las trincheras y a partir de entonces se convirtió en un instrumento habitual el reconocimiento fotográfico, alcanzando su impulso máximo a partir de la batalla de Verdún (febrero de 1916), que fue minuciosamente preparada mediante reconocimientos fotográficos diarios; en 1917 Alemania producía cerca de 4 000 fotografías al día, cubriendo todo el sector de trincheras del frente occidental dos veces al mes; el ejército francés desarrolló una técnica de lectura que permitía reconstruir las posiciones enemigas con toda clase de detalles, elaborando la información para trasmitirla al Alto Mando. Para los ingleses, el reconocimiento aéreo en Egipto y en Palestina fue uno de los factores que contribuyó a su victoria en aquel frente, merced a la realización de mapas de un vasto territorio hasta entonces carente de mapas. 6. Estadounidenses en Filipinas, ingleses en India o Medio Oriente, franceses en África, o españoles en Marruecos. El teniente coronel T. E. Lawrence (Lawrence de Arabia) apuntaba en 1920 las posibilidades de la fotografía aérea, que había permitido componer el plano de Damasco en 31 días, cuando los ingenieros italianos habían necesitado tres años para confeccionar un plano mucho menos detallado y más costoso.
LA FOTOGRAFÍA AÉREA EN LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA
7. En las órdenes del 10 de octubre se comunicaba el traslado a León de un ayudante de la Oficina de Información “para que preste sus servicios en interpretación de fotografías”; en las del día 11 se trasmitía que se iba a enviar desde Getafe “material fotográfico pedido por radio y dos fotógrafos que quedarán en León hasta fin de operaciones”. En las del día 14 se “ordena se arrojen a aquéllas [las columnas] las fotografías que puedan resultar de interés para los mandos respectivos. Subsiste la orden de enviarlas también a Madrid”. 8. La importancia militar que, a finales de los años treinta, el gobierno alemán atribuía a la fotointerpretación queda patente en la opinión del general Werner von Fritsch, jefe del Estado Mayor Alemán, que vaticinaba que “la nación con el mejor sistema de reconocimiento fotográfico ganará la próxima guerra”; de hecho, en 1940 Alemania estaba a la cabeza del mundo en reconocimiento fotográfico militar, habiendo preparado la ofensiva de la primavera de ese año, que culminaría en la batalla de Francia, mediante intensos estudios de fotografía aérea, y habiendo fotografiado entre septiembre de 1939 y mayo de 1940 todas las instalaciones militares de importancia y los sistemas de transporte del frente oeste, desde Noruega hasta el sur de Francia (American Society of Photogrammetry, 1960). 9. Los escasos Junker, Fokker y Savoia de que disponían en los primeros momentos constituyeron las fuerzas aéreas de bombardeo (González-Cutre y López Mayo, 1948). Otras fuentes, sin embargo, cifran el número de Breguet 19 que quedaron en el lado sublevado en unos 60.
85
durante el conflicto marroquí, por cuanto serviría de base y precedente del desarrollo de estas labores durante la Guerra Civil. Tras el Desastre de Annual se optó por solventar la falta de información sobre el enemigo mediante la obtención de fotografías desde el aire de sus fortificaciones, armamento, emplazamientos de artillería o posibles rutas de ataque; para ello se utilizó primero un Avro 504 de entrenamiento, después un DH-9 de mayor autonomía y más tarde un Breguet 16 de reconocimiento donado por Francia, en los que se montaron cámaras fotográficas Mampel de galería y de campaña (Gil Griñán, 2000). Más tarde, en la Revolución de Asturias de octubre de 1934, la fotografía aérea fue utilizada como instrumento de reconocimiento, junto con el visual; diariamente los aviones de la Base Aérea de la Virgen del Camino, en León, volaban sobre Asturias cumpliendo las órdenes de operaciones emitidas por la Oficina de Mando de la Jefatura de Aviación Militar en Madrid, órdenes entre las que figuraban misiones de reconocimiento. Que los reconocimientos, además de visuales, eran fotográficos lo corrobora no sólo el hecho de que en algunas órdenes se recomendara o se pidiese expresamente su realización, sino también el que hayamos podido localizar fotografías aéreas en los archivos del Centro Cartográfico y Fotográfico (CECAF) en Cuatro Vientos y en el de la Base Aérea leonesa y por la existencia de referencias en algunas órdenes a material fotográfico, fotógrafos o labores de fotointerpretación.7 A pesar de que durante los años treinta los servicios de aviación militar de los diferentes países continuaron sus tareas de entrenamiento, todo parece indicar que fueron principalmente Alemania, Italia y Japón quienes mantuvieron el interés por las técnicas de reconocimiento y de aerofotografía,8 realizando misiones de este tipo las dos primeras en la Guerra Civil española y el último en la guerra chino-japonesa. Ni británicos ni estadounidenses parece que hubieran destinado recursos económicos o humanos para prepararse en el terreno de la fotografía aérea y en el reconocimiento aéreo a larga distancia, lo que los situaría, en este aspecto, en una posición de desventaja en la fase inicial de la Segunda Guerra Mundial.
El papel de los reconocimientos fotográficos aéreos en la Guerra Civil española A pesar de que comúnmente se tiende a considerar que fue en la Segunda Guerra Mundial cuando se perfeccionan definitivamente las técnicas fotográficas aplicadas a la guerra, no es menos cierto que ya en la Guerra Civil española la fotografía aérea pasó a ser un instrumento directamente implicado en las operaciones bélicas. Parece existir coincidencia, a la hora de valorar el reparto de fuerzas inicial que provocó la sublevación, que la mayor parte de los efectivos aéreos quedaron en el lado gubernamental, pues, en lo que concierne a la Península, entre los aeródromos de León y Logroño, que quedaron en manos de los nacionales, “apenas llegaban a la veintena de aeroplanos, todos ellos Breguet19 de reconocimiento” (González-Cutre y López Mayo, 1948).9 Pero la situación cambiaría a raíz de la intervención en el conflicto de la Aviación Legionaria italiana y de Legión Cóndor alemana, que si en un primer momento utilizaron cámaras manuales, irían incorporando material más moderno a medida que el combate lo requería, mejorándose el reconocimiento aéreo de una forma notable cuando a los Breguet 19 que habían quedado en la zona sublevada se unieron los Romeo RO-37 italianos y los Henschel HE-70 y los Dornier DO-17, que llevaban montados aparatos con óptica alemana de gran calidad; los DO-17 resultarían de utilidad inestimable para la planificación de ataques y repliegues de los sublevados, situación que se vería mejorada con la actuación de los DO-17P, que, además de contar con un aparato, colocado en la zona ventral del avión, equipado con lentes ópticas verticales y oblicuas, disponía de una instalación en las alas
86
LOS MAPAS EN LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA (1936-1939)
Figura 1. Detalle de un mosaico fotográfico de la zona Amposta-Cherta a escala 1:21 000 realizado por la Legión Cóndor el 2 de junio de 1938. (Fons Monés. Cartoteca de Catalunya. Institut Cartogràfic de Catalunya).
LA FOTOGRAFÍA AÉREA EN LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA
87
para el lanzamiento de bombas iluminantes al objeto de realizar fotos nocturnas (Lázaro Ávila, 2000) (figura 1). Por lo que respecta a las fuerzas gubernamentales, además de los Breguet 19 que quedaron en su zona, contaban para los reconocimientos aerofotográficos con los escasamente operativos Hispano E-30, a los que se unirían los Polikarpov R-Z Natacha, equipados con cámaras manuales, los Tupolev SB-2 Katiuska,10 así como los Northrop-5B americanos y los Vultee V-1A. Hasta qué punto la fotografía aérea se desarrolló a lo largo de la guerra y hasta qué punto pudo influir en el desenlace de la misma se puede deducir del contenido del artículo que el teniente fotógrafo Victorio Muñoz publicaba en julio de 1938 en la revista Aeronáutica, titulado “La fotografía aérea en nuestra guerra. Información del enemigo y control de la propia actividad”; en el se explicaba el papel determinante jugado por el reconocimiento fotográfico en el conflicto español, pues, a pesar de las dudas que algunos albergaban, su opinión era concluyente: “En el terreno militar, a pesar de los buenos servicios de la Fotogrametría Aérea en la guerra Europea donde ya se demostró que cuando un frente se estabiliza y se llega a la guerra de posiciones, es el único medio de conocer las modificaciones que en la organización del terreno efectúa el enemigo, sus emplazamientos, etc., en una palabra: la mejor información y única directa. A pesar de esto, digo, se ha estado discutiendo hasta hace poco, y quizá aún se discuta por algunos la utilidad de la fotografía aérea en la guerra o al menos la información aerofotográfica comparada con la información aérea por observación directa”. ”Sobre este tema de comparación que tanto se ha escrito, la actual velocidad de los aviones de reconocimiento y las cada vez más numerosas atenciones y preocupaciones que tiene que llevar el observador han terminado la discusión a favor de la fotografía […]. ”Para los no convencidos todavía nuestra guerra les sacará de la duda, pues en ella se ha utilizado con éxito la fotografía aérea en múltiples aspectos”, y lo argumentaba en los siguientes términos: “[…] la fotografía aérea ha demostrado que es en la guerra el más valioso auxiliar del mando como medio informativo para conocer lo que hace el enemigo en su campo y a la vez el más exacto control de nuestra propia actividad. ”[…] En los frentes estabilizados los reconocimientos aerofotográficos realizados de manera periódica y persistente permiten al Mando ver al día la organización del terreno, comprobando las clases de fortificaciones que tiene y las obras y modificaciones que en ellas realiza, los emplazamientos de artillería, etc. ”Repitiendo frecuentemente los reconocimientos de un mismo lugar es muy difícil, por la comparación de fotografías distintas, que escape detalle alguno de las obras y emplazamientos enemigos pues incluso los camouflages más afortunados se descubrirán precisamente en el periodo de realizarlos.”
10. Según Leocadio Mendiola, Jefe del Grupo 24, y Miguel de Miguel, intérprete fotógrafo, al menos cinco de los Katiuska montaron una cámara en un habitáculo situado detrás del puesto ametrallador trasero, conociéndose estos aviones, que ocupaban el último lugar de la formación y que ponían en marcha las cámaras, verticales y oblicuas, mediante un dispositivo electrónico antes de iniciar los ataques, como los “alcahuetes” (Lázaro Ávila, 2000).
Señalaba la visión estereoscópica como “un medio precioso para descubrir los emplazamientos de artillería, material, obras, etc. camufladas” y como control de la propia actividad empleándola como corrección del tiro de artillería y control del efecto de los bombardeos (figuras 2 y 3): “De un bombardeo que no existan fotografías apenas sí tendrá el Mando información sobre su eficacia y rendimientos […] la fotografía nos enseñará exactamente el lugar de impacto de cada bomba. Un reconocimiento fotográfico posterior comprueba los verdaderos efectos.”
88
LOS MAPAS EN LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA (1936-1939)
Figuras 2 y 3. Dos fotografías tomadas desde avión por la aviación legionaria italiana durante el bombardeo del puente de Garcia el 3 de noviembre de 1938. (Fons Monés. Cartoteca de Catalunya. Institut Cartogràfic de Catalunya).
Concluyendo: “Muchísimos más son los usos de utilidad de la fotografía aérea en esta guerra, entre ellos ayudar a poner al día la cartografía o crear la de algunas zonas, y no hemos de insistir en ello sino decir únicamente que la aplicación de la fotografía aérea es tal que la limitación de su uso estará impuesta solamente por la disponibilidad de medios que en cada caso existan.” (Muñoz, 1938).
LA FOTOGRAFÍA AÉREA EN LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA
89
Figura 4. Fotografía aérea oblicua de la sierra de Cavalls tomada por la aviación franquista el 12 de octubre de 1938. (Fons Monés. Cartoteca de Catalunya. Institut Cartogràfic de Catalunya).
Efectivamente, la gran cantidad de fotografías verticales tomadas por ambos bandos durante la guerra en algunas zonas, particularmente en las correspondientes a los frentes, pudieran haber servido para la actualización de una cartografía que, como L. Urteaga y F. Nadal han puesto de manifiesto, era para unos escasa o inexistente y para otros poco adecuada para su uso militar por el tipo de información que contenía o por su desfase (Urteaga, L. y Nadal, F., 2001, pág. 67-86) (figura 4).
Los fondos fotográficos De la gran cantidad de fotografías aéreas que, por parte de ambos bandos, se realizaron durante la Guerra Civil, dos archivos, por lo que hasta ahora hemos podido averiguar, concentran el grueso de la información que se conserva: el Archivo Militar de Ávila, donde desde 1994 se custodia la documentación de la Guerra Civil y, con ella, la del Ministerio de la Guerra, y el Centro Cartográfico y Fotográfico (CECAF) del Ejército del Aire, localizado en la base aérea de Cuatro Vientos. Los fondos fotográficos del Archivo Militar de Ávila Por una orden de 23 de junio de 1939 se disponía el establecimiento del Archivo Histórico de Campaña con las funciones de “recogida y clasificación de la documentación propia y del enemigo que pudiera servir para hacer el estudio histórico de la guerra”, archivo que quedaría adscrito al Servicio Histórico Militar tras su creación por orden ministerial de 8 de noviembre del mismo año. La documentación del archivo, organizada en Inventarios, contiene información fotográfica en los números 3 (“Cuartel General del Generalísimo” y “Estado Mayor del Aire”), 20 (“Zona Roja”) y 22 (“Cartografía”). La parte fundamental de los Inventarios 3 y 22, además de informaciones sueltas de diversas zonas, la constituyen los documentos incluidos en
90
LOS MAPAS EN LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA (1936-1939)
el capítulo “Zona Nacional. Aviación. Documentación fotográfica tomada por la Aviación Nacional durante la Cruzada Nacional, 1936-39”. Se trata de un conjunto de unos 4 000 documentos que contienen un número mucho mayor de fotografías aéreas. En unos casos se componen de conjuntos de fotografías oblicuas, con sus correspondientes superponibles en los que están recogidas las tareas de fotointerpretación, y en otros de itinerarios (mosaicos de fotografías verticales), pegados sobre cartones, en unas ocasiones con las interpretaciones dibujadas directamente sobre las fotografías y en otras sobre superponibles.11 Esta información fotográfica se complementa con los “Gráficos ordenadores”, en los que, sobre referencias de las hojas del Mapa de España a escala 1:50 000, están dibujadas las áreas voladas, o bien (caso de muchos itinerarios) están delineados sobre superponibles los principales elementos del área volada. Del examen de esta documentación fotográfica destacan los materiales correspondientes a Valencia (810 documentos, compuestos de mosaicos, itinerarios y fotografías oblicuas), Toledo (883 documentos, con dominio casi absoluto de los itinerarios) y Madrid (702 documentos, 601 correspondientes a la zona del frente en Fresnedillas-río Jarama y 101 a la zona de la Sierra). Los documentos pertenecientes al sector noreste peninsular suman 932, de los cuales 312 (básicamente itinerarios) corresponden al frente del Ebro, 273 a la provincia de Lérida y 278 al frente de Aragón. Si exceptuamos Extremadura, de donde se conservan 136 documentos, entre los que dominan los itinerarios, del resto del país la información es escasa (48 documentos de Guadalajara, 24 de Cuenca, 32 de Murcia, 10 de Asturias, 20 de León, 11 de Cantabria y 56 del País Vasco),12 o simplemente inexistente. Por lo que se refiere al Inventario 20 (“Zona Roja”), se compone de 155 documentos, que contienen un total de 5 625 fotografías; tales documentos se corresponden con operaciones de reconocimiento, de bombardeo, o mixtas de ambas tareas. La mayor cantidad de información concierne al frente Sur (2 677 fotografías, repartidas en 61 operaciones), a las que si añadimos las del frente extremeño (1 305 fotografías de 53 operaciones) y las del sector Toledo-Madrid-Segovia (463 fotografías) suman la mayor parte de la documentación de este Inventario (4 445 fotos de 130 operaciones); el resto de la información se distribuye entre la correspondiente al frente de Teruel (421 fotos de 14 operaciones), al sector valenciano (161 y 9) y las que carecen de identificación de su localización (596 y 11). Desde el punto de vista de la sucesión temporal,13 durante los primeros meses de la guerra no existe más información fotográfica que la correspondiente a unas tomas realizadas por los sublevados durante los primeros momentos en la zona de Guadarrama. Para el año 1937 no existe ninguna información fotográfica de las operaciones de la Campaña del Norte,14 concentrándose la actividad fotográfica de los sublevados en el sector extremeño y en los frentes al norte y al sur de Madrid y la de los gubernamentales en el frente turolense.15 El año 1938 concentra la mayor actividad fotográfica por parte de ambos bandos, centrándose las operaciones de la aviación republicana en el sector Toledo-Extremadura-Córdoba y en el de Teruel-CastellónValencia, y las de la aviación franquista en los frentes de Madrid, en el avance por el noreste desde Jaca-Huesca-Zaragoza hacia Lérida y Tarragona y, finalmente, en el empuje desde Teruel hacia el litoral levantino y hacia Cuenca. Durante los primeros meses de 1939 la actividad fotográfica decreció de una forma muy sustancial, limitándose en el caso republicano a algunos puntos de Extremadura y de Andalucía, donde se trataba de frenar el avance del Ejército del Sur, o a alguna zona de Teruel-Cuenca, procurando hacer lo propio con el Ejército de Levante, mientras que la actividad de los “nacionales” se concentraba en el entorno de Madrid y en el avance desde Toledo hacia el este.
11. Se trata de mosaicos muy bien construidos, con fotos de formato 18 x 18 cm, con un estilo en cuanto a su elaboración y también en lo relativo a la semiología de la representación gráfica de la interpretación (colores, rotulación, nortes, cartelas, etc.), que nos hacen pensar en la existencia de una tradición en relación con la elaboración de este tipo de documentos que podría entroncar con las labores de esta naturaleza realizadas anteriormente en los sucesos revolucionarios de octubre de 1934 y en las campañas de Marruecos; no en vano las zonas que seguramente tenían más tradición en la realización de estas tareas (aeródromos de León, de Marruecos, de Tablada y de Logroño) quedaron desde el inicio adscritas a la zona sublevada. 12. La documentación de Andalucía se compone de fotos sueltas, no de itinerarios, y de dos álbumes “del 23 Cuerpo del Ejército Rojo con fotografías de varios sectores del frente y de la costa”, la de Murcia se compone íntegramente de fotos de puertos y las de Asturias, Cantabria, León y País Vasco son fotografías panorámicas tomadas desde posiciones elevadas y, por tanto, en su mayor parte no aéreas. 13. Nos basamos únicamente en las referencias que aparecen fechadas en los Inventarios, y en la información contenida en este archivo. 14. Lo que no quiere decir que no se hubieran utilizado, pues aparte de referencias documentales hemos podido acceder a alguna fotografía de archivos particulares. 15. Entre la documentación incluida en el Inventario 3 (“Cuartel General del Generalísimo” y “Estado Mayor del Aire”) se incluyen dos referencias documentales de fotografías de este año, correspondientes a Málaga y Belchite, en las que figura la indicación “cogidas al enemigo”.
LA FOTOGRAFÍA AÉREA EN LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA
91
Figura 5. Hoja 253 «Orgañá» del Mapa de España 1:50 000 editado por el Servicio de Cartografía del E.M. del Ejército del Aire en 1939. (Cartoteca de Catalunya. Institut Cartogràfic de Catalunya).
Los fondos fotográficos del Centro Cartográfico y Fotográfico (CECAF) del Ejército del Aire Los fondos de este archivo están ordenados por series, conteniendo alguna información fotográfica aérea referida a la Guerra Civil la 1ª AC-L1, la 1ª AC-L2, la 2ª AC-L3, la 1ª SCF, la 2ª SCF y la 2ª SCF-L2 (figura 5). La serie 1ª AC cuenta con 198 fotografías aéreas oblicuas correspondientes a la época de la guerra, de las que 120 son bombardeos, y el resto, posiciones, fortificaciones, baterías, etc.; su distribución es muy variada, aunque, lógicamente se corresponden de manera mayoritaria con las zonas más activas de los frentes: Madrid, Badajoz o Granada en 1937; y Levante, Aragón, Cataluña, Extremadura o Andalucía en 1938. La 1ª AC-L2 tiene 611 fotos de la Guerra Civil, con temática similar a las de la 1ª AC y con similar distribución espacial, aunque con una significativa concentración en Madrid. La serie 2ª AC-L3 contiene fondos de la guerra desde diciembre de 1937 hasta agosto de 1939, contabilizándose 10 992 fotografías verticales, agrupadas en 446 rollos; se trata de itinerarios que se distribuyen por la práctica totalidad de los frentes. Las alturas de obtención de las fotos oscilan entre los 810 y los 6 100 metros, y las escalas de las imágenes, entre 1:5 300 y 1:25 200.
92
LOS MAPAS EN LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA (1936-1939)
La serie 1ª SCF contiene 151 fotografías de la guerra, la mayor parte bombardeos de ciudades levantinas (Tarragona, Alicante, Valencia, Sagunto, Barcelona, Gerona, Murcia) realizados, como las fotografías, por la Aviación Legionaria. En esta misma serie se incluyen 22 registros, sin fecha, y correspondientes a posiciones, baterías, etc., que llevan la indicación “Procedencia Archivo Rojo” (figura 6). La serie 2ª SCF cuenta con 13 209 fotos verticales, correspondientes a 407 registros, de los cuales 247 incluyen una sola fotografía y el resto se compone de rollos con itinerarios, que en algún caso llegan a superar las 500 fotografías. La mayor parte de las fotografías “sueltas” son vistas de aeródromos realizadas por la Legión Cóndor en fechas inmediatamente anteriores al fin de la contienda, y que continuarían realizando en los meses posteriores al mismo. Las primeras fotos de esta serie, en lo que al tiempo de la guerra se refiere, datan de diciembre de 1936 y las últimas de abril de 1939, concentrándose la actividad fotográfica particularmente en la segunda mitad del año 1938 (en octubre se contabilizan 3 432 fotos y en noviembre más de 3 500). Por último, la serie 2ª SCF-L2 cuenta con 10 rollos que suman un total de 288 fotografías, realizadas entre mayo de 1937 y mayo de 1938, todas ellas pertenecientes a la zona de Aragón.
Figura 6. Foto de Pequito Rebelo con su avión y el mapa. Rebelo fue uno de los legionarios portugueses que participo en la Guerra Civil española al servicio del Ejército Franquista. (Foto reproducida de la Revista Aeroplano, núm. 12. Instituto de Historia y Cultura Militar).
Documentación de la Guerra Civil española en la Cartoteca del Institut Cartogràfic de Catalunya Carme Montaner Garcia Cartoteca de Catalunya. Institut Cartogràfic de Catalunya
1. Agradecemos esta información a Francesc Nadal. 2. Se puede consultar en este volumen el artículo de F. Nadal: “Los servicios cartográficos republicanos durante la Guerra Civil española”.
No es fácil seguir la actividad cartográfica generada en circunstancias bélicas y cuando termino una guerra, gran parte de los mapas elaborados se han deteriorado o han desaparecido. El resto puede acabar muy disperso. Esta dispersión se produce por las propias circunstancias que han generado la documentación y varía según los ejércitos implicados, la evolución de las campañas y el desenlace. Muchas veces, los mapas pasan a formar parte de colecciones cartográficas de instituciones militares y también civiles, aunque a menudo, sobre todo los primeros años, se consideran documentación “secreta”, por lo menos mientras tienen vigencia informativa. Con el tiempo, esta cartografía queda obsoleta y entonces puede pasar a ser consultada públicamente en archivos y bibliotecas. Los mapas, sin embargo, también pueden convertirse en botín de guerra y ser confiscados y enviados a destinos lejanos e impensables, de manera que su consulta exige un trabajo previo de localización muy importante. La Guerra Civil española no es una excepción, al contrario. Mientras una parte de los fondos cartográficos –básicamente los del ejército franquista– quedaron depositados en archivos civiles o militares, como el Centro Geográfico del Ejército o el mismo Instituto Geográfico Nacional, otra parte quedó dispersa en archivos y bibliotecas muy diferentes, tanto temática como espacialmente. En este último caso, a menudo se trata de fondos no catalogados durante muchos años, con lo cual no se sabía de su existencia, o todavía están por descubrir. La dificultad de localizar los mapas publicados durante la Guerra Civil se hace patente cuando encontramos hojas en instituciones tan diversas como la Biblioteca Nacional de Madrid, la Reial Acadèmia de Ciències de Barcelona o instituciones del extranjero, como la Royal Geographical Society de Londres o la Library of Congress de Washington.1 Y, aún así, habría una buena parte de la documentación cartográfica, en este caso del ejército republicano, de la que hay noticia documental pero que, de momento, no se ha localizado.2
94
LOS MAPAS EN LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA (1936-1939)
Figura 1. Mapa de Aragón para seguir el curso de las operaciones. (Cartoteca de Catalunya. Institut Cartogràfic de Catalunya).
DOCUMENTACIÓN DE LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA EN LA CARTOTECA DEL INSTITUT CARTOGRÀFIC DE CATALUNYA
95
A esta dispersión de la documentación cartográfica de la Guerra Civil española hay que añadir la falta de catálogos de la cartografía oficial de España, no ya en cuanto a las series de guerra, sino en su totalidad. De hecho, hasta el año 2001 no se dispuso de una primera catalogación exhaustiva de las hojas de las diferentes series del Mapa de España a escala 1:50 000.3 Esta carencia impide hacer una valoración de los fondos que se conservan en archivos y bibliotecas, aunque, últimamente, el panorama ha empezado a cambiar.4 No obstante, el camino por recorrer todavía es muy largo. Muchas de las hojas de los mapas de España a escalas básicas y medias –como el 1:50 000–, editadas en la década de 1930, tuvieron vigencia cartográfica hasta bien entrado el siglo XX. De hecho, se utilizaron como documento de trabajo en ámbitos muy diferentes –desde la enseñanza a la Administración– hasta finales de los años sesenta. La adopción de los estándares internacionales –los que utilizaba el mapa “americano”– para la cartografía oficial, significó la apertura de una nueva etapa en la edición de las series españolas.5 A partir de ese momento, las hojas anteriores fueron quedando obsoletas y en muchos casos se eliminaron. Cuando un documento deja de tener una vida “útil” como instrumento actual, no se convierte automáticamente en un documento con valor “histórico”, sino que habitualmente entre estos dos momentos transcurre un período de tiempo en el que, con mucha frecuencia, el documento se destruye. Este fenómeno es especialmente frecuente en los mapas. Nuevas actualizaciones cartográficas estimulan la eliminación de las versiones anteriores, las cuales no serán consideradas de valor hasta pasados unos años, pero para entonces la mayoría de las hojas ya se habrán destruido. Afortunadamente, esta limpieza no suele ser nunca exhaustiva y siempre quedan “rincones” recuperables. Este sería un poco el caso de los fondos de las series oficiales de mapas de España que, por el hecho de haberse conservado en centros que más adelante serían traspasados al Institut Cartogràfic de Catalunya, formaron el núcleo inicial de la Cartoteca de Catalunya.
Las series de mapas de España en la Cartoteca de Catalunya
3. Se puede consultar: Urteaga, Luis y Nadal, Francesc (2001): Las series del Mapa Topográfico de España a escala 1:50 000, Madrid, Dirección General del Instituto Geográfico Nacional, 397 pág. 4. Véase Magallanes Pernas, Luis (2004): Cartografía de la Comunidad de Madrid en el Centro Geográfico del Ejército, Madrid, Ministerio de Defensa, Centro Geográfico del Ejército. O la reciente publicación en internet de la series del Mapa de España 1:50 000 conservadas en el Instituto Geográfico Nacional (http://www.ign.es). 5. Véase nota 3. 6. Se puede consultar el contenido de ambas leyes en la Memòria 2005 de l’Institut Cartogràfic de Catalunya que también se encuentra en línea en: www.icc.cat
Uno de los objetivos del Institut Cartogràfic de Catalunya creado en 1982 es: «la creació, estructuració i organització de la Cartoteca de Catalunya, la qual coordinarà la recollida i l’estudi de la documentació geogràfica i cartogràfica existent, i s’encarregarà de la seva conservació, i difusió...» (Artículo 3, punto b, Ley 11/1982 del 8 de octubre). La Cartoteca se institucionaliza en 1985 y sus funciones se han visto reforzadas con la nueva Ley 16/2005, del 27 de diciembre, de la Informació Geogràfica i de l’Institut Cartogràfic de Catalunya.6 La primera documentación que reunió la Cartoteca de Catalunya provenía de dos centros cartográficos transferidos al Institut Cartogràfic de Catalunya en 1983: el Servicio Cartográfico de la Delegación de Carreteras del Ministerio de Obras Públicas y Urbanismo (MOPU) en Cataluña y el Servicio Cartográfico de la Diputación de Barcelona. La documentación aportada por ambos servicios sería fundamental para la constitución de la colección de series de mapas oficiales de España. La primera reunió gran parte de los mapas que se utilizaban en la delegación del MOPU y que eran, sobre todo, hojas de las series 1:50 000, 1:100 000 y 1:200 000 de España, la mayoría publicados entre los años cuarenta y cincuenta del siglo pasado. Entre esas hojas había ediciones anteriores, algunas de los años de la Guerra Civil. La colección que vino del Servicio Cartográfico de la Diputación de Barcelona era, sin duda, muy notable y constituyó el núcleo del fondo de la Cartoteca de Catalunya. Desde la Diputación se había organizado en la década de 1970-1979 una colección de mapas, sobre todo de índole municipal, referidos al territorio catalán, que dieron lugar a una cartoteca llamada “Eduard Brossa”. Entre otros mapas, se coleccionaron los fondos del antiguo Servicio Geográfico de la Mancomunitat de Catalunya, el único
96
LOS MAPAS EN LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA (1936-1939)
Figura 2. Topografía de Granyena de les Garrigues. Copia manuscrita del original levantado en el 1919 por el Instituto Geográfico y Estadístico, realizada por el Servicio Geográfico de la Mancomunidad de Cataluña. (Cartoteca de Catalunya. Institut Cartogràfic de Catalunya).
servicio cartográfico de ámbito catalán en activo desde 1914.7 Asimismo, contenía numerosas hojas de series cartográficas oficiales de España (desde la escala 1:10 000 hasta la 1:200 000) de todas las zonas y de todos los períodos, incluido el de la Guerra Civil. También se pudieron agregar, procedentes del servicio de la Mancomunidad, copias manuscritas de las planimetrías y las altimetrías a 1:25 000 de más de cuatrocientos municipios catalanes, levantadas a principios del siglo XX por el Instituto Geográfico, para el Mapa de España 1:50 000. La documentación de estos dos centros traspasados al Institut Cartogràfic de Catalunya constituyó el núcleo del fondo de la Cartoteca de Catalunya y, sobretodo, la base para la destacada colección de mapas oficiales de España de la que dispone en la actualidad. Este fondo inicial se vio enriquecido, el mismo año 1983, con la cesión de la biblioteca y el archivo personales del antiguo director del Servicio Cartográfico de la Diputación de Barcelona, Josep M. Puchades (Granollers, 1913-Barcelona, 1982), que incluía una parte del archivo del geógrafo Pau Vila (Sabadell, 1881-Barcelona, 1980). En este fondo había una colección muy importante de mapas de Cataluña de finales del siglo XIX y de la primera mitad del XX, entre ellos ediciones de gue-
7. Se puede consultar: Montaner, Maria Carme (2000): Mapes i cartògrafs a la Catalunya contemporània (1833-1941). Barcelona, Rafael Dalmau editor/Institut Cartogràfic de Catalunya, 237 pág.
DOCUMENTACIÓN DE LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA EN LA CARTOTECA DEL INSTITUT CARTOGRÀFIC DE CATALUNYA
97
Figura 3. Hoja 694 «Chulilla» del Mapa de España 1:50 000. Edición de guerra realizada por el ejército de Franco el 1937. (Cartoteca de Catalunya. Institut Cartogràfic de Catalunya).
8. Consúltese Puchades, José M. (1946): Cartografía de la provincia de Lérida y Andorra, Lérida, Instituto de Estudios Ilerdenses de la Excma. Diputación Provincial de Lérida, Delegación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas.
rra de los mapas oficiales de España. El mismo Puchades publicó, a partir de su colección, un catálogo de mapas de la provincia de Lérida, que constituye un valioso documento de referencia para la cartobibliografía de Cataluña de la primera mitad del siglo XX.8 De esta colección también hay que destacar otros documentos de un interés excepcional para el período que nos ocupa, como es el caso de algunos ejemplares de las hojas del Mapa Michelin de Carreteras de España a escala 1:400 000, utilizados tanto por el ejército republicano como por el franquista durante los primeros meses de la Guerra Civil o algunas hojas de la Guía Militar de Carreteras escala 1:400 000, publicadas primero por los republicanos, y las mismas ediciones reimpresas por los franquistas en verano de 1939, recién acabada la guerra. Con los años, las colecciones de hojas de las series oficiales de España de la Cartoteca de Catalunya se han ido incrementando con más donaciones y también con adquisiciones. En 2006, y a raíz de la organización de la exposición para la que se ha elaborado el libro que tienen en las manos, se ha podido incorporar una colección de casi seiscientas hojas, sobre todo de la serie 1:50 000, pero también de otras escalas de diversos lugares de la Península y de las Islas Baleares y las Canarias. Casi un 10% pertenece a ediciones hechas durante la guerra. Unas llevan anotaciones y dibujos manuscritos, que evidencian su uso en la confrontación. Esta reciente incorporación se encuentra en proceso de integración en la catalogación general de las series.
98
LOS MAPAS EN LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA (1936-1939)
Figura 4. Hoja 470-II «Gandesa» del Plano Director 1:25 000. Edición del Cuerpo de Estado Mayor publicada en Barcelona el noviembre de 1938. (Cartoteca de Catalunya. Institut Cartogràfic de Catalunya).
De todas las series cartográficas oficiales de España reunidas en estos veinte años de funcionamiento de la Cartoteca del Institut Cartogràfic de Catalunya, la escala más emblemática es, sin duda, la 1:50 000. Se han reunido más de siete mil hojas, que van desde la primera hoja publicada en 1875 –la 559 «Madrid»– hasta las ediciones más actuales. Si tenemos en cuenta que este mapa consta de aproximadamente mil hojas, vemos que disponemos de una media de siete ediciones para cada una. Del conjunto de las ediciones de las series cartográficas oficiales de España, un 8% de las hojas, es decir, más de quinientas, corresponden a ediciones hechas durante la Guerra Civil. No es frecuente encontrar una colección tan grande de ediciones de las series de mapas oficiales de España en una cartoteca que tiene relativamente pocos años de vida. Y todavía menos frecuente es encontrar un número de hojas considerable de ediciones de guerra. Una primera aproximación histórica a las hojas publicadas entre 1936 y 1939 (veánse los artículos de F. Nadal y L. Urteaga en este libro) nos ha permitido constatar que se pueden encontrar ejemplos de las diferentes ediciones de guerra, como hojas provisionales en blanco y negro, hojas destinadas a los servicios aeronáuticos, o ediciones contemporáneas de una misma hoja hechas por ambos bandos. La gran mayoría son ediciones publi-
DOCUMENTACIÓN DE LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA EN LA CARTOTECA DEL INSTITUT CARTOGRÀFIC DE CATALUNYA
99
cadas por el ejército franquista, aunque se complementa con una muestra pequeña, pero suficientemente significativa, de las ediciones publicadas por los republicanos. He aquí una breve descripción de las hojas de las series de mapas de España publicados durante la Guerra Civil que se pueden consultar en la Cartoteca de Catalunya: Escala 1:25 000 Plano Director Colección excepcional, tanto por la cantidad de ejemplares conservados como por su interés cartográfico, de esta edición especial de guerra hecha por el ejército republicano. La colección de la Cartoteca consta de 313 hojas, correspondientes, sobre todo, a las zonas de la batalla de Teruel, el frente de Aragón y el Sistema Defensivo de Cataluña (L-1, L-2). Escala 1:50 000 Mapa Topográfico de España Se pueden encontrar más de 200 hojas publicadas durante la Guerra Civil. Una gran mayoría corresponde a la Edición Mapa Nacional, impresa por el ejército franquista. Las hay de diversas zonas de la geografía española, aunque la colección no está, ni mucho menos, completa. También hay algunos ejemplares editados por los republicanos. Se pueden encontrar hojas impresas en color, hojas en blanco y negro, hojas de las que no se disponía de todas las minutas y, por lo tanto, hay cuadrantes que son sólo una aproximación al dibujo del relieve. Hay once de la zona de Cataluña que son tirajes especiales hechos para el Ejército del Aire franquista, utilizados, por tanto, como carta aeronáutica. Se puede hablar de una diversidad de ediciones que permiten hacerse una idea de cómo se trabajaba y de qué fuentes pudieron disponer unos y otros. Escala 1:100 000 Mapa de Mando La Cartoteca cuenta con algunos ejemplares de las hojas que llegaron a publicarse de esta serie, tanto por el ejército republicano como por el ejército franquista. La hoja 140 «Tortosa» de la edición especial republicana es particularmente valiosa, ya que constituye la única que se conserva de esta edición. También hay dieciocho copias fotográficas de hojas con un sello con las siglas S.E.C. (Barcelona). Todos los ejemplares corresponden a la zona de Cataluña. Escala 1:200 000 Mapa Militar Itinerario de España Fue otra de las series más utilizadas durante la guerra. La colección de la Cartoteca de Catalunya cuenta con diversas hojas correspondientes, sobre todo, a diferentes provincias de Andalucía y Castilla la Mancha, y también de Murcia. Un estudio de las hojas publicadas por los franquistas a principios de 1939 a partir de las ediciones que pudieron confiscar a los republicanos ha permitido captar, indirectamente, las características de la edición especial republicana de este mapa.9
9. García-Baquero y Sáenz de Vicuña, Manuel (1985): Historial del Mapa Itinerario Militar español, Madrid, Servicio Geográfico del Ejército. 10. http://www.icc.cat/ctc50kes/home.html
Todo este material forma parte de las colecciones más amplias de las series de mapas de España de la Cartoteca de Catalunya. En 2003 se inició un proyecto de digitalización de la serie 1:50 000, una parte de ella –las hojas que cubren el territorio de Cataluña– se puede consultar en Internet.10 Actualmente se está llevando a cabo una catalogación georreferenciada, hoja a hoja, que permita, muy pronto, una consulta gráfica y virtual de todos los ejemplares.
100
LOS MAPAS EN LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA (1936-1939)
Figura 5. Hoja 140 «Tortosa» del Mapa de Mando 1:100 000. Edición de guerra realizada por el ejército franquista. Se puede comparar la misma hoja en la edición realizada por el ejército de la República el 1938 y que se reproduce en la ilustración de la página 42. (Cartoteca de Catalunya. Institut Cartogràfic de Catalunya).
El fondo Monés: Una documentación cartográfica sorprendente La Cartoteca de Catalunya tuvo conocimiento, en la década de 1980, de la existencia de un fondo de cartografía realizada por las tropas voluntarias italianas que lucharon en la Guerra Civil de España en el bando del general Franco, entre mayo de 1937 y mayo de 1939. Este fondo estaba formado por una maleta que contenía básicamente mapas manuscritos e impresos, croquis y fotografías aéreas que dichas fuerzas italianas utilizaron en los frentes de Madrid, del País Vasco y del Ebro. Esta documentación estaba en manos de un particular, pero ya en aquellos años la Cartoteca obtuvo el permiso para fotografiarla en su totalidad. Pasados unos años, cuando murió su propietario, el Sr. Josep Monés, y gracias a la perseverancia de Montserrat Galera, que entonces era la jefa de la Cartoteca, se pudo adquirir el fondo. Actualmente, se puede consultar en la Cartoteca de Catalunya y constituye una información de un gran valor para entender cómo se utilizaba la car-
DOCUMENTACIÓN DE LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA EN LA CARTOTECA DEL INSTITUT CARTOGRÀFIC DE CATALUNYA
101
Figura 6. Dibujo panorámico de la zona de Serós con indicación de las trincheras. Dibujado por el Corpo Truppe Volontarie. (Fondo Monés. Cartoteca de Catalunya. Institut Cartogràfic de Catalunya).
Figura 7. Esquema de circulación para los vehículos del Corpo Truppe Volontarie en el frente de Lérida. En verde hay las zonas no observables por el enemigo y en amarillo las visibles. (Fondo Monés. Cartoteca de Catalunya. Institut Cartogràfic de Catalunya).
102
LOS MAPAS EN LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA (1936-1939)
tografía en el frente. La misma Montserrat Galera hizo una primera descripción del fondo en el año 2000.11 Básicamente se trata de documentación que hace referencia a dos divisiones italianas: las Frecce Nere y las Frecce Azzurre, que lucharon en el bando franquista. Todo el fondo es de una gran unidad documental y permite hacernos una idea de cómo se trabajaba cartográficamente en las líneas de fuego y cómo se utilizaba la cartografía. También es una muestra muy clara de las precisas realizaciones cartográficas que llevó a cabo la Sezione Topocartografica (se puede consultar el artículo de L. Urteaga en este mismo volumen). El fondo está formado por trece carpetas que contienen en total ciento cuarenta y tres dibujos manuscritos, ochenta y ocho mapas, dieciocho fotografías y treinta y ocho textos. Los dibujos son, por una parte, croquis manuscritos de los escenarios de guerra, mayoritariamente en color encima de papel vegetal. Destacan la finura del trazo y las correctas proporciones que hacen que se puedan reconocer fácilmente los lugares dibujados, igual que en una fotografía. Una buena parte corresponde a paisajes de la batalla del Ebro, pero también hay algunos de la zona del País Vasco (Ondarroa, Bermeo). También hay croquis más sencillos donde se señala diariamente la situación de las tropas de ambos bandos. En este caso se puede seguir el avance, día a día, de las tropas franquistas subiendo hacia el norte de Cataluña los meses de diciembre de 1938 y enero de 1939. La mayoría de dibujos llevan la fecha. En cuanto a la cartografía, además de ejemplares de ediciones franquistas de hojas del mapa 1:50 000, ensamblados de cuatro en cuatro y con indicaciones de movimientos de tropas, de objetivos y de vías de comunicación, también hay ejemplares de la cartografía elaborada por la propia Sezione, como hojas del Mapa de España a escala 1:200 000. Hay que señalar algunas hojas manuscritas a escala 1:25 000. La documentación fotográfica es también muy destacable. Por una parte, hay fotografías panorámicas en mosaico de los escenarios de guerra, con toponimia, así como los croquis, los cuales podían haber servido perfectamente de modelo. Es sorprendente la calidad fotográfica de estas panorámicas, que constituyen documentos privilegiados para el estudio histórico
Figura 8. Logotipo que figura en las cubiertas de la edición de las hojas a escala 1:200 000 publicadas por el Corpo Truppe Volontarie. (Fondo Monés. Cartoteca de Catalunya. Institut Cartogràfic de Catalunya).
11. Galera, Montserrat (2000): “Guerra i cartografia a Cataluña. Segles XVII-XX”, en La Cartografía catalana: 10è curs: 22, 23, 24, 25 i 26 de febrer de 1999, Barcelona, Institut Cartogràfic de Catalunya.
Figura 9. Dibujo panorámico de la zona de Sarrión (Teruel). Firmado por Suñer el 10 de julio de 1938. (Fondo Monés. Cartoteca de Catalunya. Institut Cartogràfic de Catalunya).
DOCUMENTACIÓN DE LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA EN LA CARTOTECA DEL INSTITUT CARTOGRÀFIC DE CATALUNYA
Figura 10. Mosaico de fotografías aéreas oblicuas de un tramo del río Ebro. En primer término Corbera d’Ebre. (Fondo Monés. Cartoteca de Catalunya. Institut Cartogràfic de Catalunya).
103
104
LOS MAPAS EN LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA (1936-1939)
Figura 11. Mapa de una zona de Teruel a escala 1:25 000 con anotaciones manuscritas de posiciones de tropas. (Fondo Monés. Cartoteca de Catalunya. Institut Cartogràfic de Catalunya).
del paisaje. También hay fotografías aéreas oblicuas, algunas de ellas hechas por la aviación alemana, cosa que demuestra que había una buena colaboración técnica. Estas magníficas vistas, como por ejemplo las de las sierras de Pàndols y de Cavalls, nos dan una idea de la importancia estratégica de la fotografía, tal como quedaría demostrado poco después en la Segunda Guerra Mundial. La documentación fotográfica se complementa con unas pocas fotografías aéreas de bombardeos, como el del puente del Ebro en Garcia, donde la instantánea capta el momento justo del impacto de la bomba en el objetivo. Finalmente, en el fondo Monés también encontramos unos pocos textos, la mayoría mecanografiados, sobre cuestiones diversas (desde los sueldos hasta los botines de guerra) relacionadas directamente con el frente. Hemos tenido noticia de que en Italia se conserva el legado documental de los voluntarios italianos en la Guerra Civil española, del que el fondo Monés de la Cartoteca de Catalunya sería una muestra pequeña, pero significativa. Su ubicación en Cataluña facilitará a los investigadores locales una documentación que, de otra manera, podría ser de más difícil acceso.
DOCUMENTACIÓN DE LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA EN LA CARTOTECA DEL INSTITUT CARTOGRÀFIC DE CATALUNYA
105
Figura 12. Mapa del Corpo Truppe Volontarie donde se indica la posición de las tropas republicanas el 22 de marzo de 1939 al final de la Guerra Civil. (Fondo Monés. Cartoteca de Catalunya. Institut Cartogràfic de Catalunya).
De hecho, ya se han publicado algunas reproducciones de este fondo en libros sobre la Guerra Civil española.12 La Cartoteca está digitalizando este fondo con el fin de preservarlo en condiciones óptimas y facilitar su consulta.
Otros documentos del período 1936-1939
12. Hernández, F. X. (coord.) (2005): Ebro 1938, Barcelona, Inédita Editores.
La Cartoteca conserva más documentación de este período, una parte de la cual está relacionada directamente con la guerra. En cuanto a la cartografía, ya hemos hecho referencia a los mapas de la empresa Michelin utilizados por el ejército franquista que forman parte del legado Puchades de la Cartoteca de Catalunya. También se pueden encontrar mapas no relaciona-
106
LOS MAPAS EN LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA (1936-1939)
dos directamente con los hechos bélicos, como el mapa de Cataluña con la división en veguerías y comarcas de la Generalitat, aunque con el transcurso de la guerra la precariedad de medios, manifiesta en todos los ámbitos de la actividad económica, también se dejó sentir en el de la edición cartográfica. Otro fondo de la Cartoteca, una parte del cual está marcado por la Guerra Civil, es el Fondo Histórico del Servicio Meteorológico de Cataluña.13 Creado en 1921, empezó a elaborar las cartas diarias del tiempo, que no interrumpió ni durante los años de guerra. En los mapas de las últimas semanas empiezan a faltar los datos del sur y oeste de Cataluña, correspondientes a las zonas donde van avanzando las tropas franquistas. No obstante, todavía se dibujó el mapa del tiempo del día 18 de enero de 1939, la semana antes de que el Servicio Meteorológico fuera confiscado por orden del general Franco. Durante los veinte años de existencia, la Cartoteca de Catalunya del Institut Cartogràfic de Catalunya ha procurado reunir todo tipo de cartografía. Desde la cartografía considerada más “valiosa” y antigua hasta la cartografía de uso más cotidiano. Desde la cartografía más conocida y divulgada hasta a la más especializada. Uno de los objetivos de la Cartoteca de Catalunya es ponerla al alcance tanto del público en general como de los profesionales e investigadores. Un ejemplo lo constituyen estos fondos de cartografía de la Guerra Civil española.
13. http://www.icc.cat/biblio/smc.html
Bibliografía AGUDO HOLGADO, Luis (1986): “La Agrupación Obrera y Topográfica en su Centenario”, en Boletín de Información del Servicio Geográfico del Ejército, Madrid, núm. 63, pág. 55-66. AGULLÓ Y COBO, Mercedes (ed.) (1982): Cartografía madrileña (16351982), Madrid, Ayuntamiento de Madrid, Delegación de Cultura, 248 pág. ALPERT, Michel (1977): El ejército republicano en la guerra civil. Trad. cast. de José Martín Arancibia. Madrid, Siglo XXI Editores, 1989, 401 pág. ALPERT, Michel (1982): La reforma militar de Azaña, 1931-1933, Madrid, Siglo XXI Editores, 338 pág. ALPERT, Michel (1998): Aguas peligrosas. Nueva historia internacional de la Guerra Civil española, 1936-1939, Madrid, Akal, 250 pág. AMERICAN SOCIETY OF PHOTOGRAMMETRY (1960): Manual of Photographic Interpretation, Washington, 868 pág. ANDUAGA EGAÑA, Aitor (1998a): “Noticia de los Anales de la Sociedad Española de Meteorología (1927-1929)”, en Manuel Moreno Yuste, Juan Luis García Hourcade, Gloria Ruiz Hernández (comp.), Estudios de historia de las técnicas, la arqueología industrial y las ciencias: VI Congreso de la Sociedad Española de Historia de las Ciencias y de las Técnicas, Segovia-La Granja, 9-13 de septiembre de 1996, Salamanca, Junta de Castilla y León, tomo 1, pág. 427-438. ANDUAGA EGAÑA, Aitor (1998b): “La vida y obra de Honorato de Castro Bonel (1885-1962)”, en Boletín de la Real Sociedad Vasca de Amigos del País, tomo LIV, núm.1, 199-211. AROCA MOHEDANO, Manuela (2006): General Juan Hernández Saravia. El ayudante militar de Azaña, Salamanca, Oberón, 393 pág. ARTÍS-GENER, Avel·lí (1989): Viure i veure, Barcelona, Editorial Pòrtic, vol. 1, 476 pág. BEEVOR, Anthony (2005): La guerra civil española. Trad. cast. de Gonzalo Pontón. Barcelona, Crítica, 902 pág.
108
LOS MAPAS EN LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA (1936-1939)
BENET, Juan (1999): La sombra de la guerra. Escritos sobre la Guerra Civil española, Madrid, Taurus. BÖHME, Rolf (comp.) (1989): Inventory of World Topographic Mapping. Volume 1. Western Europa, North America and Australasia, Londres, Losevier Applied Science Publishers. BLANCO ESCOLÀ, Carlos (2000): La incompetencia militar de Franco, Madrid, Alianza Editorial, 516 pág. BLANCO ESCOLÀ, Carlos (2003): Vicente Rojo, el general que humilló a Franco, Barcelona, Editorial Planeta, 348 pág. BURGUEÑO, Jesús (dir.) (2001): Atles de les viles, ciutats i territoris de Lleida, Lérida, Diputació de Lleida y Col·legi d’Arquitectes de Catalunya. Demarcación de Lérida. CABEZÓN ARRIBAS, Wenceslao; GUIMARE CALVO, Jesús (1972): “El Servicio Geográfico del Ejército”, en Boletín de Información del Servicio Geográfico del Ejército, Madrid, núm.18, pág. 29-50. CARDONA, Gabriel (2006): Historia militar de una guerra civil. Estrategias y tácticas de la guerra de España, Barcelona, Flor del Viento, 362 pág. CASA DE LA VEGA, Rafael (1994): El terror: Madrid 1936. Investigación histórica y catálogo de las víctimas identificadas, Madridejos, Editorial Fénix, 460 pág. CORPO TRUPPE VOLONTARIE (1937): Quadro d’unione dei quadranti pubblicati, Vitoria, Sezione Topocartografica. CORPO TRUPPE VOLONTARIE (1938a): Fronte di Aragona. Dotazione cartografica. Scala 1:50 000. Serie A (Nord Ebro), Vitoria, Sezione Topocartografica. CORPO TRUPPE VOLONTARIE (1938b): Fronte di Aragona. Dotazione cartografica. Scala 1:50 000. Serie B (Sud Ebro), Vitoria, Sezione Topocartográfica. CORPO TRUPPE VOLONTARIE (1938c): Fronte di Aragona. Dotazione cartografica. Scala 1:50 000. Serie C, Vitoria, Sezione Topocartografica. CORPO TRUPPE VOLONTARIE (1938d): Quadro d’unione delle carte pubblicate. Fronte d’Aragona, Vitoria, Sezione Topocartografica. CORPO TRUPPE VOLONTARIE (1939): Quadro d’unione delle carte pubblicate. Fronte di Madrid. Fronte d’Aragona. Fronte Extremadura, Vitoria, Sezione Topocartografica. CORPO TRUPPE VOLONTARIE (1939): Quadro d’unione della carta al 200 000, Vitoria, Sezione Topocartográfica. COVERDALE, John F. (1975): Italian Intervention in the Spanish Civil War, Princeton, Princeton University Press, 455 pág. Trad. cast.: La intervención fascista en la Guerra Civil española, Madrid, Alianza Universidad, 1979, 390 pág. CUARTEL GENERAL DEL GENERALÍSIMO. ESTADO MAYOR. 5ª SECCIÓN (1939): Memoria del Servicio Cartográfico Militar. Campaña 1936-39, Burgos, Mayo de 1939. Firmado por el comandante de Estado Mayor, jefe de la Sección, Carmelo Medrano. Mecanografiado. [copia en el Institut Cartogràfic de Catalunya]. CUERPO DEL ESTADO MAYOR (1936): Situación del Cuerpo de Estado Mayor del Ejército en 10 de mayo de 1936, Madrid, Imprenta y Talleres del Ministerio de la Guerra. DIRECCIÓN GENERAL DEL INSTITUTO GEOGRÁFICO, CATASTRAL Y DE ESTADÍSTICA (1935): Distribución de personal. Año de 1935, Madrid, Mecanografiado. IGN Madrid. DIARIO OFICIAL (1936-1937): Diario Oficial del Ministerio de la Guerra, Madrid y Valencia, 1936-1937. DIARIO OFICIAL (1937-1938): Diario Oficial del Ministerio de Defensa Nacional, Valencia y Barcelona, 1937-1938. ESTADO MAYOR CENTRAL DEL EJÉRCITO (1934): Reglamento de cartografía militar, Madrid, Imprenta y Talleres del Ministerio de la Guerra, 129 pág.
BIBLIOGRAFÍA
109
FERNÁNDEZ GARCÍA, F. (2000): Introducción a la fotointerpretación, Barcelona, Ed. Ariel, 253 pág. FERNÁNDEZ GARCÍA, F.; QUIRÓS LINARES, F. (1996): “Los orígenes de la fotografía aérea en España. El Servicio de Aerostación Militar (18961913), en Ería, pág. 173-188. FRASER, Ronald (1979): Recuérdalo tú y recuérdalo a otros: historia oral de la guerra civil española. Trad. cast. de Jordi Beltrán. Barcelona, Crítica. GALBIS, José (1950): “Testamento laboral del Ingeniero Geógrafo José Galbis Rodríguez”, en Mario Ruiz Morales (2005), El ingeniero geógrafo José Galbis en el Servicio de Meteorología, Madrid, Instituto Nacional de Meteorología, pág. 1-121. GALERA, Montserrat (2000): “Guerra i cartografia a Catalunya. Segles XVIIXX”, en La cartografia catalana, Barcelona, Institut Cartogràfic de Catalunya, pág. 117-195. GARCÍA-BAQUERO Y SÁENZ DE VICUÑA, Manuel (1985): Historial del Mapa Itinerario Militar español, Madrid, Servicio Geográfico del Ejército. GARCÍA DE PEDRAZA, Lorenzo; GIMÉNEZ DE LA CUADRA, José Mario (1985): Notas para la historia de la meteorología en España, Madrid, Instituto Nacional de Meteorología, 143 pág. GARCÍA ESPUCHE, Albert (1994): Ciutats: del globus al satèl·lit, Madrid, Electa Barcelona, Centre de Cultura Contemporània de Barcelona. GAZAPO VALDÉS, Darío (1941): “La cartografía militar”, en Boletín de la Real Sociedad Geográfica, Madrid, tomo LXXVII, pág. 30-44. GENERALSTAB DES HEERS (1943): Planheft Spanien und Portugal, Berlín [Generalstab des Heers], 1943. GIL GRIÑÁN, A. (2000): “Una mirada desde el aire”, en La Campaña de África. Un encuadre aéreo, Valencia, Diputación de Valencia, Xarxa Museus y Museo Histórico Militar de Valencia, pág. 25-37. GONZÁLEZ-CUTRE, M.; LÓPEZ MAYO, F. (1948): Historia de la Aviación, León, Imprenta de la Academia de Aviación, 421 pág. GRAHAM, Helen (2002): The Spanish Republic at war, 1936-1939, Cambridge, Cambridge University Press, 472 pág. GUARNER, Vicenç (1980): L’aixecament militar i la guerra civil a Catalunya (1936-1939), Barcelona, Publicacions de l’Abadia de Montserrat. INSTITUTO DE HISTORIA Y CULTURA AÉREA (1988): Historia de la aviación española, Madrid, 436 pág. ISTITUTO GEOGRAFICO MILITARE (1939): La Sezione Topocartografica dell’Istituto Geografico Militare in terre di Spagna con el Corpo Truppe Volontarie, Vitoria, maggio 1937-aprile 1939. Anno de la Vittoria, Florencia, Istituto Geografico Militare, 132 pág. KAIN, Roger J. P. (1997): “The Ordnance Survey: emergence of the National Mapping Agency”, en Institut Cartográfic de Cataluña: La cartografia anglesa, Barcelona, Institut Cartogràfic de Catalunya, pág. 233-249. LÁZARO ÁVILA, C. (2000): “Los ojos del Ejército. Reconocimiento fotográfico en la Guerra Civil”, en Avión Revue, pág. 82-86. LOMBARDERO VICENTE, Manuel (1944-45): Cartografía de África Española. Conferencia [impartida] en la Real Sociedad Geográfica el 7 de mayo de 1945 por el coronel de E.M. D., jefe del Servicio Geográfico del Ejército, Madrid, Dirección General de Marruecos y Colonias, pág. 49-62. LUDOVISI, Achile; TORRESANI, Stefano (1996): Storia della Cartografía, Bolonia, Patron Editore, 1996. MAGALLANES PERNAS, Luis (2004): Cartografía de la Comunidad de Madrid en el Centro Geográfico del Ejército, Madrid, Ministerio de Defensa. Centro Geográfico del Ejército. MONTALVO, Manuel de (1941): “Topografía artillera. Cuadriculado de planos”, en Ejército, Madrid, núm. 16, pág. 51-53. MONTANER GARCÍA, Maria Carme (2000): Mapes i cartògrafs a la Catalunya contemporània (1833-1941), Barcelona, Rafael Dalmau editor/Institut Cartogràfic de Catalunya, 237 pág.
110
LOS MAPAS EN LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA (1936-1939)
MORA PALAZÓN, Alfonso (com.) (2001): Madrid en sus planos, 1622-2001, Ayuntamiento de Madrid, 300 pág. MORADIELLOS, Enrique (1999): “The Allies and the Spanish Civil War”, en S. Balfour y P. Preston (ed.): Spain and the Great Powers in the Twentieth Century, Londres, Routledge, pág. 96-126. MORADIELLOS, Enrique (2001): El reñidero de Europa. Las dimensiones internacionales de la guerra civil española, Barcelona, Ediciones Península, 302 pág. MUÑOZ, V. (1938): “La fotografía aérea en nuestra guerra. Información del enemigo y control de la propia actividad”, en Aeronáutica, año II, núm. 1, 18 de julio de 1938, pág. 7. MURILLO, Andreu (2003): La guerra civil a Menorca (1936-1939), Palma de Mallorca, Edicions Documenta Balear, 64 pág. MURO, José Ignacio (1993): El pensamiento militar sobre el territorio en la España contemporánea, Madrid, Ministerio de Defensa, 2 vol. MURO, José Ignacio; URTEAGA, Luis; NADAL, Francesc (2002): “La fotogrametría terrestre en España (1914-1958)”, en Investigaciones Geográficas, Alicante, núm. 27, pág. 151-172. NADAL, Francesc; URTEAGA, Luis (1990): “Cartografía y Estado. Los mapas topográficos nacionales y la estadística territorial en el siglo XIX”, en GeoCrítica, Barcelona, núm. 88, pág. 7-93. NADAL, Francesc; URTEAGA, Luis; MURO, José Ignacio (2000): “El Mapa topográfico del Protectorado de Marruecos en su contexto político e institucional (1923-1940)”, en Documents d’Anàlisi Geogràfica, Barcelona, núm. 36, pág. 15-46. NADAL, Francesc; URTEAGA, Luis; MURO, José Ignacio (2003a): “Los mapas impresos durante la Guerra Civil española (I): Cartografía republicana”, en Estudios Geográficos, Madrid, tomo LXIV, núm. 251, pág. 305334. NADAL, Francesc; URTEAGA, Luis; MURO, José Ignacio (2003b): “Los mapas impresos durante la Guerra Civil española (II): Cartografía del Cuartel General del Generalísimo”, en Estudios Geográficos, Madrid, tomo LXIV, núm. 253, pág. 655-693. NADAL, Francesc; URTEAGA, Luis; MURO, José Ignacio (2006): “A cartografia republicana durante a guerra civil de Espanha, 1936-1939”, en Maria Helena Dias (coord.), História da Cartografia Militar (séculos XVIII-XX). Actas do Colóquio Internacional, Viàna do Castelo, Cámara Municipal de Viana do Castelo, pág. 124-161. PALADINI CUADRADO, Ángel (1991): “Notas para la historia del Mapa Topográfico Nacional de España”, en Militaria. Revista de Cultura Militar, Madrid, núm. 3, pág. 83-100. PALADINI CUADRADO, Ángel (1995): Historia del Servicio Geográfico del Ejército, Mecanografiado, Centro Geográfico del Ejército, Madrid, 17 pág. PRESTON, Paul (1998): “Mussolini’s Spanish Adventure: From Limited Risk to War”, en P. Preson y A. L. Mackenzie (ed.), The Republic Besieged. Civil War in Spain, 1936-1939, Edimburgo, Edinburgh University Press, pág. 21-51. PRESTON, Paul (1999): “Italy and Spain in Civil War and World War”, en S. Balfour y P. Preston (ed.), Spain and the Great Powers in the Twentieh Century, Londres, Routledge, pág. 151-184. PRESTON, Paul (ed.) (1999): La República asediada. Hostilidad internacional y conflictos internos durante la Guerra Civil, Barcelona, Península, 326 pág. PUCHADES, José María (1946): Cartografía de la provincia de Lérida y Andorra, Lérida, Instituto de Estudios Ilerdenses de la Excma. Diputación Provincial de Lérida, Delegación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas. QUIROSA-CHEYROUZE Y MUÑOZ, Rafael (1986): Política y guerra civil en Almería, Almería, Editorial Cajal, 334 pág.
BIBLIOGRAFÍA
111
REGUERA RODRÍGUEZ, Antonio T. (1998): Geografía de Estado. Los marcos institucionales de la ordenación del territorio en la España contemporánea (1800-1940), León, Universidad de León, 517 pág. ROJO, José Andrés (2006): Vicente Rojo. Retrato de un general republicano, Barcelona, Tusquets Editores, 464 pág. ROVIGHI, Alberto; STEFANI, Filippo (1992-93): La partecipazione italiana alla Guerra Civile Spagnola (1936-1939), Roma, Stato Maggiore dell’Esercito. Ufficio Storico, 4 vol. (vol. I y II, Testo; vol. III y IV, Documenti e Allegati). SAIZ CIDONCHA, C. (2006): Aviación republicana. Historia de las fuerzas aéreas de la República española (1931-1939), Madrid, Almena Ediciones, tomo I, 415 pág. SALAS LARRAZÁBAL, Ramón (1973): Historia del Ejército Popular de la República, Madrid, Editora Nacional, 4 vol. SANZ GARCÍA, José María (1973): “Mapas y planos de Madrid y su provincia editados e impresos por el Instituto Geográfico. Cien años de labor cartográfica”, en Anales del Instituto de Estudios Madrileños, Madrid, tomo IX, pág. 449-497. SASTRE DOMINGO, Jesús; YUSTE GALÁN, Amalia (2004): “La memoria en los Archivos del Instituto Geográfico Nacional (IGN)”, en VIII Congreso Nacional de Topografía y Cartografía. TOPCART, 19 pág. [www.cartesia.org/geodoc/topcart2004/conferencias/41.pdf]. SECCIÓN CARTOGRÁFICA DEL CUARTEL GENERAL DEL GENERALÍSIMO (1939): Guía Militar de carreteras de España / formada y editada por la Sección Cartográfica del Cuartel General del Generalísimo. Escala 1:400 000, 1 mapa en 15 hojas. TORMO, David (2004): “L’evolució de la guerra. La batalla de Terol, l’ofensiva d’Aragó i l’entrada dels feixistes a Catalunya”, en Josep M. Solé Sabaté (dir.), La Guerra Civil a Catalunya, Barcelona, Edicions 62, vol. III, pág. 92-108. TRAVERSI, Carlo (1964): Storia della cartografia coloniale italiana, Roma, Istituto Poligrafico dello Stato. URTEAGA, Luis; NADAL, Francesc (2001): Las series del Mapa Topográfico de España a escala 1:50 000, Madrid, Dirección General del Instituto Geográfico Nacional, 397 pág. URTEAGA, Luis; NADAL, Francesc; MURO, José Ignacio (2002): “La cartografía del Corpo di Truppe Volontarie, 1937-1939”, en Hispania. Revista española de historia, Madrid, vol. LXII/1, núm. 210, pág. 283-298. VILLARROYA, Joan (2005): “La campanya de Catalunya. Crònica del final de la Guerra Civil al Principat”, en Josep M. Solé Sabaté (dir.), La Guerra Civil a Catalunya, Barcelona, Edicions 62, vol. IV, pág. 5.
Índice onomástico Abd-el-Krim: 26 Academia de Infantería de Toledo: 23, 25, 26, 27, 49 Alonso García, Hilario: 24 Alonso García, Joaquín: 24, 25, 32 Aparicio Miranda, Luis: 20 Aranda Mata, Antonio: 20 Archivo Militar de Avila: 89-90 Arquer, Jordi: 15 Artis Gener, Avel·lí: 44 Aviación Legionaria Italiana: 85, 88 Azaña, Manuel: 20, 22, 24, 27 Baigorri Aguado, José Mª: 19 Banco de España: 32 Barandica Ampuero, Manuel: 24 Beevor, Anthony: 15 Biblioteca Nacional: 37, 38 Bielza, José: 20 Botella, Luisa: 27 Bouvillan, L.P.: 84 Brigada Obrera y Topográfica: 20, 30 Brigadas Internacionales: 15 Cabezón, Wenceslao: 20 Cabrero Lozano, Benigno: 20 Calders, Pere: 44 Campini, Ugo: 67 Campos-Guereta Martínez, Félix: 26, 51 Canelles, José: 25, 32 Cartoteca de Catalunya (Institut Cartogràfic de Catalunya): 33, 37, 38, 43, 93-106 Cartoteca del Instituto Geográfico Nacional: 33 Cartoteca Eduard Brossa: 95 Cartoteca Histórica del Centro Geográfico del Ejército: 38 Castro Bonel, Honorato de: 24 Cebollero Garcés, José: 50 Centro Cartográfico y Fotográfico del Ejército: 85, 89, 91-92 Centro Geográfico del Ejército: 37 Cerdá Marqués, Juan: 21 Clemente Herrero, José: 20
Cluselles. Enric: 44 Comisión de Límites de África: 20, 21, 47, 49 Comisión Geográfica de las Canarias: 26, 27 Comisión Geográfica de los Pirineos: 28 Comisión Geográfica de Galicia: 24 Comisión Geográfica de Marruecos: 20, 49 Comisión Geográfica del Nordeste de España: 28, 49 Comisión Geográfica del Sudeste de España: 28 Comisión Militar de Enlace: 20 Comisión Topográfica del Centro: 23, 25, 30, 31, 53 Comisión Topográfica del Este y Sudeste: 25 Comisión Topográfica del Nordeste: 25 Confederación Hidrográfica del Ebro: 50, 52 Consejo Superior Geográfico: 81 Conservatorio de Música de Vitoria: 66, 67 Corpo Truppe Volontarie: 49, 53, 64, 65, 66, 70, 71, 72, 73, 75, 77, 80 Cruz-Conde Fustegueras, Juan: 24 Cuartel General del Generalísimo: 29, 31, 35, 37, 72, 73 Cuerpo de Ejército de Aragón: 50 Cuerpo de Estado Mayor: 17, 20, 22, 23, 24, 27, 30, 31, 37, 38, 40, 41, 42, 49, 81 Cuerpo de Ingenieros Geógrafos: 16, 24, 26, 32, 81 Cuerpo de Topógrafos: 16, 81 Dall’Osso, Andrea: 67 De Meo, Gaetano: 67 De Paoli, Ruggero: 67 Depósito Central de Cartografía: 32 Depósito de la Guerra: 16, 18, 19, 24, 26, 28, 50 Di Vechio, Giorgio: 67 Dossola, Pietro: 66 Duque Sampayo, José Mª: 21 Durruti, Buenaventura: 16 Ejército de Levante: 65 Ejército del Centro: 65 Ejército del Norte: 65 Ejército del Sur: 65 Ejército Expedicionario de África y Sur de España: 48 Elola Pérez, Augusto: 19
114
LOS MAPAS EN LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA (1936-1939)
Escuela Superior de Guerra: 24, 26, 27 Estado Mayor Central: 15, 19, 22, 25, 28, 29, 30, 31, 35, 37, 41, 43, 45 Estrada Manchón, Manuel: 23 Falange Española Tradicionalista y de las JONS: 50 Fossi Rodríguez, Ignacio: 24 Franco Bahamonde, Francisco, 49, 50, 106 Frecce Azzurre: 102 Frecce Nere: 102 Fuente Hernández, María de la: 27 Fuster Vilaplana, Federico: 20 Galbis Rodríguez, José: 31 Galdeano Rodríguez, Eugenio: 20 Galera, Montserrat: 100 Galí, Raimon: 44 García Alarcón, Hermenegildo: 20, 22 García Carnero, José: 20, 27, 28 García Rubio, José A.: 24 García-Baquero, Manuel: 20, 23, 31, 43 Gazapo Valdés, Darío: 21, 22, 44, 47, 49, 49, 50, 67 Generalstab des Heers: 43 Gil Montaner, Fernando: 25, 32 Giral, José: 31 González de Mendoza y Dorvier, Ángel: 19 González Pons, Enrique: 20 Guardia Nacional Republicana: 32 Guarner, Vicenç: 15, 16 Guimare, Jesús: 20 Gutiérrez de Soto, Fermín: 20
Ministerio de la Guerra: 21 Ministerio de Obras Públicas: 21, 34 Moizo (teniente): 84 Monés, Josep: 100 Montalvo, Manuel de: 80 Montaner Canet, Federico: 49 Muñoz, Victorio (teniente): 87 Museo Naval de Madrid: 42 Mussolini, Benito: 66 Nadar: 83, 84 Naso, Carlo: 67 Navarro Márquez, Ernesto: 24 Navarro, Fernando: 20 Negrín, Juan: 23, 32, Nelly, G.E. (teniente): 84 Noreña Echevarría, Carlos: 22 Observatorio Central Meteorológico (Madrid): 24 Ortega León, Desiderio: 32
Heras, Emilio de las: 32 Hernández Saravia, Juan: 27, 28, 31
Partido Obrero de Unificación Marxista: 15 Partido Socialista Obrero Español: 25 Pequito Rebelo: 92 Pérez Soba, Antonio: 20 Piazza, Carlo Maria: 84 Poyg Mora, Emilio: 20 Pradal Gómez, Gabriel: 24 Prat Delcourt, Nicolás: 22 Prats Sala, Francisco: 30 Prieto, Indalecio: 24 Primo de Rivera, Miguel (general): 19, 22 Puchades, Josep M.: 37, 96
Iglesia Católica: 27 Iglesia, Federico de la: 20 Imprenta y Talleres del Ministerio de la Guerra: 20, 21, 23, 25, 30, 32 Imprimerie E. Delamotte: 18 Institut Cartogràfic de Catalunya: 93-106 Instituto Geográfico y Catastral: 48, 51, 52, 55, 71, 72, 74 Instituto Geográfico: 16, 17, 19, 20, 21, 22, 23, 24, 25, 28, 29, 30, 31, 32, 33, 34, 35, 36, 37, 38, 39, 40, 41, 42, 43, 44, 45, 96 Isasi-Isasmendi Arostegui, Joaquín: 20 Istituto Geografico Militare: 66, 67, 71
Real Observatorio Astronómico de Madrid: 24 Redondo Botella, Luisa: 27 Redondo Ituarte, Fernando: 25, 26, 27, 28 Reial Acadèmia de Ciències i Arts de Barcelona: 33 Riveras de la Portilla, Andrés: 20 Roatta, Mario: 48 Rodríguez Pavón, Miguel: 19, 20 Rojo Lluch, Vicente: 22, 28, 29, 31, 35, 37 Rueda Moreno, Rafael: 20 Ruiz-Fornells Ruiz, José: 21
Jefatura del Aire: 65
Sala Mitjans, Domingo: 24 Sánchez Puelles, Manuel: 20 Sastre Domingo, Jesús: 32 Sección Cartográfica del Cuartel General del Generalísimo: 43, 48, 49, 51, 52, 53, 55, 56, 58, 62, 64, 65, 77, 80, 81 Sección Cartográfica del Estado Mayor Central: 16, 19, 20, 21, 22, 23, 24, 25, 26, 27, 28, 29, 30, 31, 32, 39, 43, 45, 53 Sección Topográfica de la 5ª Región Militar: 50 Sección Topográfica de la 6ª Región Militar: 52 Servicio Cartográfico de la Delegación de Carreteras del MOPU: 95 Servicio Cartográfico de la Diputación de Barcelona: 95, 96 Servicio de Aerostación: 84 Servicio de Cartografía del Estado Mayor del Ejército del Aire: 35 Servicio de Información y Policía Militar, 53 Servicio del Catastro: 17 Servicio Geográfico de la Mancomunitat de Catalunya: 95 Servicio Meteorológico de Cataluña: 106 Servicio Nacional del Instituto Geográfico y Estadístico, 50, 51 Sezione Topocartografica del Corpo Truppe Volontarie: 48, 66, 67, 70, 71, 73, 75, 77, 80, 102 Sociedad Anónima del Neumático Michelin: 18 Sociedad de Teosofía: 27 Sociedad Española de Meteorología: 24 Soriano Gómez, Rafael: 32 Suárez-Inclán y de Prendes, Julián: 20, 23, 31, 53 Subsecretaría del Ministerio de la Guerra: 48 Suñé, Joaquín: 67
King, Samuel W.: 83 Koltsov, Mijail: 16 Largo Caballero, Francisco: 15, 22, 25 Lawrence, T.E.: 84 Legión Cóndor: 77, 85, 86 Lerroux, Alejandro: 27, Liter Mayayo, Carmen: 37 Lombardero Vicente, Manuel: 22 Lon Laga, Manuel: 19, 22 Lowe: 84 Martín-Merás, Luisa: 42 Marzán Arana, Emilio: 32 Massa, Alberto: 67 Matilla Jimeno, Aurelio: 20, 27 Medrano Ezquerra, Carmelo: 21, 22, 50, 80 Mendiola, Leocadio: 87 Messeguer Marín, Enrique: 31, 51 Miguel, Miguel de: 87 Millán Díaz, José: 21 Ministerio de Acción Sindical: 51 Ministerio de Defensa Nacional: 23, 30 Ministerio de Educación: 32 Ministerio de Hacienda: 51 Ministerio de Industria: 25 Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes: 16, 32
Torres, José: 20
ÍNDICE ONOMÁSTICO
Universidad Central de Madrid: 24 Vaamonde Valencia, Lino: 32 Vazquez Pereira, Robustiano: 20 Vega y Ramírez, Felipe de: 20 Vela del Palacio, Alberto: 25, 32 Vila, Pau: 96 Viveros Gallego, Aresio: 21 Vives Vich, Pedro: 84 Von Richtofen, Wolfram: 77 Wallace, Blake, James: 83 Wegener, Alfred: 24 Werner von Fritsch: 85 Yuste Galán, Amalia: 32
115