Los conceptos de valor de uso y valor de cambio desde la sociología.
Tanto Adam Smith como Carlos Marx se embarcaron en reflexionar profundamente sobre el valor de uso y el valor de cambio de una mercancía. Ambos han recibido adhesiones y críticas. Esto nos obliga hacer un recuento de sus principales propuestas. En una sociedad dominada por la producción, afirma Baudrillard, la diferencia entre valor de uso y valor de cambio tiene cierta importancia. Desde luego, durante algún tiempo, Marx pudo ofrecer una explicación relativamente plausible del crecimiento del capitalismo usando sólo estas categorías. El valor de uso de un objeto sería su utilidad, en términos marxistas, respecto a la satisfacción de ciertas necesidades; el valor de cambio, por otro lado, se referiría al valor de un producto en el mercado, el objeto medido con arreglo a su precio. El objeto del valor de cambio es lo que Marx denominó el objeto en forma de mercancía.
Partiendo de la reevaluación y crítica de la teoría económica del objeto en Marx, sobre todo en relación con el concepto de ³valor de uso´, Baudrillard desarrolla la primera gran fase de su obra con una teoría de base semiótica sobre la producción y el objeto, que destaca el ³valor de signo´ de los objetos. En la segunda etapa, Baudrillard afirma que incluso el concepto de signo como vehículo de significado y contenido es demasiado reductivo. Por último, a partir de los años 70, sus escritos muestran que Baudrillard ha asumido las consecuencias, que él juzga radicales, de la omnipresencia del código en las sociedades de la modernidad reciente. El código se refiere, sin duda, a la informatización y la digitalización, pero también es fundamental en física, biología y otras ciencias naturales, donde permite una reproducción perfecta del objeto o situación; ésa es la razón de que el código permita dejar de lado lo real y abra paso a la ³hiperrealidad´.
Para Baudrillard, la distinción que hace la economía política entre valor de uso y valor de cambio es muy limitada. Un objeto debe interpretarse
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asimismo como algo con un valor simbólico, irreductible al valor de uso o de cambio. Un regalo es un objeto de este tipo.
Pero incluso aunque se quiera aceptar la división entre objetos con valor de uso y objetos con valor de cambio, queda saber dónde hay que trazar exactamente la línea entre estas dos formas. Baudrillard afirma que hay que añadir a la categoría del objeto, el objeto simbólico y el objeto signo. A continuación afirma que hay que usar cuatro lógicas distintas: 1) la lógica de las operaciones prácticas, que corresponde al valor de uso; 2) la lógica de la equivalencia, que corresponde al valor de cambio; 3) la lógica de la ambivalencia, que corresponde al intercambio simbólico; y 4) la lógica de la diferencia, que corresponde al valor de signo. Estas lógicas pueden resumirse, respectivamente, como las de la utilidad, el mercado, el regalo y la condición. En las lógicas de la primera categoría, el objeto se convierte en instrumento, en la segunda, en mercancía, en la tercera, en símbolos, y en la cuarta, en signo.
Baudrillard intenta mostrar que ningún objeto existe aislado de los demás. Al contrario, su aspecto diferencial o relacional se vuelve crucial para entenderlos. Lo esencial de los objetos es su capacidad de significar una condición. En una sociedad de consumo, los objetos no se producen tanto para satisfacer una necesidad como para indicar una condición, y ello es posible sólo por la relación diferencial entre objetos. Por eso, en una sociedad plenamente de consumo, los objetos se convierten en signos y el ámbito de la necesidad queda muy atrás.
El objetivo de Baudrillard es dar un carácter problemático a la idea de la necesidad o la utilidad. Las necesidades, sugiere, sólo pueden sostenerse en una antropología del sujeto de base ideológica. Con frecuencia, ésta 2
adopta una forma psicologicista (las necesidades como función de la naturaleza humana) o culturalista (las necesidades como función de la sociedad). La idea de que las necesidades primarias irreductibles exigen las actividades humanas pasa a ser un mito. El sujeto y el objeto no están vinculados por las cualidades eternas del primero, sino a través de la estructura inconsciente de las relaciones sociales. Los seres humanos no buscan la felicidad; no pretenden alcanzar la igualdad; el consumo no homogeneiza, sino que diferencia a través del sistema de signos. El modo de vida y los valores ±y no la necesidad económica± constituyen la base de la vida social.
Baudrillard disminuye la distinción entre necesidades verdaderas y falsas, artificiales y reales. Lo que debe evitarse, explica Baudrillard, es una crítica del consumismo y el concepto de
homo
economicus a
costa de un
moralismo renovado.
Según Baudrillard, en el discurso del consumo, hay un antidiscurso: el discurso exaltado de la abundancia tiene, en todas partes, la réplica de una crítica de la sociedad de consumo, hasta el punto de que es frecuente que la publicidad haga parodias intencionadas de sí misma. Todo lo que es ³anti´ puede recuperarse; eso es lo que arrincona a Marx a una época ya pasada. La sociedad de consumo es también la sociedad de la denuncia del consumo.
Una preocupación central de Baudrillard es la conexión entre código y reproducción, una reproducción que es ³original´. El código supone que el objeto producido no es una copia en el sentido aceptado del término, en el que la copia es copia de un original, de un objeto. Ahora, más bien, la diferencia entre copia y original es redundante. 3
En una época en la que el objeto natural ya no es creíble, el código ha otorgado a la simulación una importancia sin precedentes en la vida social. La simulación y los modelos son ejemplos de reproducción pura. Con respecto a la simulación, Baudrillard define tres tipos: el de la falsificación predominante en la era clásica del Renacimiento, el de la producción en la era industrial y la simulación de la época actual, regida por el código. Con el objeto falsificado, se hace evidente la diferencia con el objeto real o ³natural´; en la producción industrial, se ve la diferencia entre el objeto y el proceso laboral; en la era de la simulación, lo esencial no es la producción sino la r eproducción de objetos.
Desde el punto de vista de lo social, Baudrillard advierte que la era del código empieza a penetrar en todo el tejido social. Uno de los síntomas es que los opuestos empiezan a desaparecer y ³todo se hace imposible de decidir´: lo bello y lo feo en la moda, la izquierda y la derecha en la política, lo verdadero y lo falso en los medios de comunicación; todo se vuelve intercambiable en la era de la reproducción y la simulación.
Baudrillard demuestra así que el sistema es un sistema cerrado con riesgo de implosión. La hiperrealidad borra la diferencia entre lo real y lo imaginario
El valor de uso de un bien que está determinado por sus condiciones naturales, es la aptitud que posee un objeto para satisfacer una necesidad. En un sistema de producción capitalista o de producción de mercancías mercancías,, debe diferenciarse del valor de cambi ca mbioo, ya que siendo este último una magnitud determinada por la cantidad de trabajo socialmente necesario para producir la mercancía, el valor de uso es determinado por las características propias del objeto y por el uso específico y concreto que se da al mismo según esas características.
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Es imposible comparar valores de uso entre sí de manera cuantitativa (por ejemplo según su importancia relativa) sin establecer un patrón de medida arbitrario y abstracto para calificar usos que son diversos y por tanto incomparables. El valor de cambi ca mbioo, es decir la proporción en que se intercambian las mercancías entre sí, según la teoría del valor-trabajo, es una medida cuantitativa determinada por el tiempo de trabajo abstracto, abstracto, es decir el tiempo de trabajo socialmente necesario para producirlas. Así, el patrón de medida por el cuál se intercambian las mercancías es el tiempo de trabajo socialmente necesario para producirlas. Si una mercancía vale lo mismo que otra es porque ambas requieren el mismo tiempo trabajo para producirlas bajo las mismas condiciones sociales de trabajo. Este valor es independiente por tanto del uso específico que tengan esas mercancías o sea independiente de su valor de uso. Este valor valor está está compuesto, en la producción capitalista, por el capital constante (medios de producción)) consumido y el capital variable (valor producción valor de de la fuerza de trabajo) trabajo) en la producción de mercancías y la plusvalía la plusvalía o valor excedente producido por el obrero y apropiado gratuitamente por el capitalista. cap italista. En el capitalismo, el trabajo, en tanto actividad humana, es el valor de uso o sea el uso específico dado a la mercancía fuerza de trabajo personificada en un trabajador y este valor de uso, el trabajo, tiene una cualidad que lo diferencia de los demás valores de uso y es su capacidad para crear valor, es decir valores de cambio materializados en nuevas mercancías. y junto con ella a las de ³valor de uso y valor de cambio´. Veamos el significado de estos conceptos en el marco de la economía política clásica. Valor de uso: un objeto se convierte en valor de uso cuando satisface una necesidad del tipo que fuere. En esto reside su utilidad. Fundamentalmente el concepto de valor de uso remite para los clásicos a las propiedades materiales, físicas del objeto. objeto. Por esta razón, los economistas clásicos sostuvieron que el valor de uso responde a la naturaleza y en este sentido queda fuera del campo de la economía; es decir, no es un problema a explicar sino que ingresa en la explicación como dato. Valor de cambio: para que un objeto tenga valor de cambio debe tener como condición necesaria un valor de uso, una utilidad, pero debe entrar en un sistema de intercambio. La relación entre sujeto (como necesidad) y cosa (valor de uso) entra en interacción interacción con otro sujeto y con otra cosa. Así, la cosa que poseo ha dejado de tener valor de uso para mí pero lo tiene para un otro, quien posee una cosa que ha dejado de tener valor de uso para él y lo tiene para mí. El valor de cambio de un bien supone la relación de ese objeto con otro objeto, de una necesidad n ecesidad con otra necesidad. El valor de cambio supone una relación social (intercambio) y plantea el problema de la equivalencia (de la medida). La economía se movilizó tras el fenómeno del d el intercambio generalizado de mercancías con mediación monetaria. El valor de cambio de las cosas constituyó, pues, el punto de partida y el eje de discusión tradicional de esta disciplina. La pregunta desencadenante fue: ¿por qué las cosas tienen tal relación de valor (o por qué una unidad de A es igual a dos unidades de B)? ¿Por qué una cosa vale lo que vale? Dijimos que el reconocimiento del valor de uso, de la utilidad de un objeto, es condición necesaria de su valor de cambio. Pero, ¿a qué se debe el valor de uso de ese objeto? Podríamos sintetizar sintetizar las respuestas que han dado los economistas 5
a este interrogante de la siguiente manera: olución 1. Las cosas de la naturaleza han sido creadas S olución por Dios para servir al h ombre. En este sentido, todas las cosas de la naturaleza tienen un valor para el uso. Este valor es una cualidad natural intrínseca al objeto, cuya existencia es independiente de su requerimiento para el uso. Cuando la cosa es requerida y el hombre la extrae de la naturaleza, la cosa cumple con su destino de ser usada, cumplimiento que necesita de un acto humano de esfuerzo por pequeño que sea. Este esfuerzo ha sido denominado ³trabajo´. En este caso, el valor de uso de un objeto remite al esfuerzo incorporado en su extracción o producción. Nos encontramos nuevamente frente a la noción de valor de uso intrínseco: trabajo que se ha objetivado en un producto y reside en él. Cuando un individuo efectúa ese esfuerzo de extracción y producción, producción, no con el fin de usarlo ³para sí´ sino para un ³otro´ con el propósito de obtener algo a cambio, la cosa manifiesta un valor para el cambio. olución 3. La explicación del valor de uso no debe centrarse S olución en la historia del objeto sino en su destino, en la finalidad de su extracción o producción. Si la finalidad es el uso o el consumo, entonces no se trata de un valor de uso intrínseco de la cosa sino de un valor subjetivo dado a la cosa por quienes la requieren. En la solución 2, el concepto de trabajo es el concepto central de la explicación, tanto del valor de uso como del valor de cambio. En la solución 3, la categoría que prevalece es la de ³utilidad relativa´. La cosa vale por el grado de satisfacción satisfacción que produce, lo cual depende de la relación entre cosas disponibles y necesidades a satisfacer. El valor de uso de un objeto alcanzará su nivel máximo cuando la necesidad de él llegue también a su nivel máximo, y disminuirá a medida que su necesidad vaya siendo satisfecha (incluso puede pensarse en una situación situación de saturación, saturación, momento en que el valor de uso desaparecerá). Las soluciones 2 y 3 fueron sostenidas preeminentemente por los llamados economistas clásicos y neoclásicos respectivamente. Ambas constituyen constituyen las fuentes teóricas en las que abrevan los antropólogos cuando se interesan por el tema del valor y la utilidad. olución 2. S olución
Jean Baudrillard
Década
de los 60
Comenzó a interesarse por la política partir de la Guerra de Argelia. Argelia. En 1962 y 1963 publicó críticas literarias en la revista Les Temps Modernes del filósofo existencialista Jean Paul Sartre. Sartre. En 1966 defendió su tesis de doctorado Le sistème des objets ²El sistema de los objetos², bajo la dirección de Henri Lefebvre. Lefebvre. A partir de entonces, inició su actividad 6
como docente de Sociología. Junto a Roland Barthes, Barthes, fue uno de los fundadores de la revista U topie topie y se adhirió a la idea sartreana de «intelectual «intelectual», », independiente de los partidos políticos y libre para dialogar con el marxismo marxismo.. La influencia de Louis Althusser y Althusser y Guy Debord es realmente importante para caracterizar al que Stevenson (1998) llama "primer Baudrillard". En los años 1960 sostuvo que las teorías marxistas habían quedado desactualizadas: según su pensamiento, la nueva base del orden social era el consumo y no la producción. En su libro Crítica a la economía política del signo se propuso explicar el surgimiento de la sociedad de consumo y la economía a través de la aplicación de las Teorías del Signo, originadas por la lingüística estructural de Ferdinand de Saussure, Saussure, también adoptada por Roland Barthes. Barthes. Así, en esta obra, Baudrillard atiende a las dinámicas de aislamiento y privatización del consumo que suponen la supremacía del sistema de dominación. A su vez, defiende que el marxismo es ya visto como "una corriente demasiado ocupada en cuestiones de economía política y demasiado alejada del análisis de la significación de la cultura" ( El El espejo de la producción, 1975). Baudrillard aceptará de Louis Althusser el Althusser el descentramiento del sujeto por la acción de la ideología y su crítica al humanismo. De Guy Debord,, asumirá la exigencia de una política de vanguardia, heterodoxa, su crítica del Debord efecto simulador que produce el exceso de mensajes hipercodificados y ajenos a la vida cotidiana. El estructuralismo le permitía describir la dinámica del consumo, basada en la adquisición de signos antes que de objetos. De esta forma, no se le ofrece al consumidor un objeto en relación a su función empírica, sino a través de su significado colectivo: prestigio, opulencia económica, estar a la moda, pertenecer a cierto grupo social, entre otros.
editar]] Década de los 90 [editar En 1990 1990,, justo antes de que se iniciara la Guerra del Golfo, Golfo, Baudrillard predijo que dicha guerra no ocurriría. Después de la guerra, proclamó haber estado en lo cierto: «La Guerra del Golfo no tuvo lugar». En esta obra, Baudrillard presenta la primera Guerra del Golfo como la inversa de la fórmula de Clausewitz Clausewitz:: no era "la continuación de la política por otros medios", sino "la continuación de la ausencia de la política por otros medios". Así, también los medios de comunicación occidentales fueron cómplices, presentando la guerra en tiempo real, mediante el reciclaje de imágenes de guerra para propagar la idea de que los dos enemigos, los EE.UU. (y aliados) estaban en realidad luchando contra el ejército iraquí. Pero Saddam Hussein no hizo uso de su capacidad militar (la Fuerza Aérea iraquí) y su poder político-militar no se debilitó (se suprimió la insurgencia kurda contra Irak al final de la guerra) . Por lo que poco ha cambiado en Irak: el enemigo fue invicto, los vencedores no salieron victoriosos, y por lo tanto, no hubo guerra. Según su postura, Estados Unidos se ve comprometido con la ilusión de estar combatiendo, tal como la mente del jugador se ve inmersa en el videojuego (ejemplo de la hiperrealidad), donde la experiencia engaña a la consciencia haciéndole creer que es un actor de algo que no está sucediendo. Mientras el combate pudo haber sido real , sólo unas pocas personas en 7
el otro extremo del planeta lo experimentaron. La «guerra» que fue transmitida por la televisión, y en consecuencia, la guerra tal como fue entendida por la mayoría de la gente, no fue realmente real . Algunos críticos acusan a Baudrillard de revisionismo instante, de una negación de la acción física de la guerra (parte de su negación de la realidad, en general). Baudrillard fue acusado de amoralismo perezoso, abarcando el escepticismo cínico y el idealismo de Berkelian. Comentaristas como William Merrin han argumentado: "Baudrillard estaba preocupado por el dominio tecnológico y político de Occidente y la globalización de sus intereses comerciales". Merrin ha afirmado que Baudrillard no negó que algo hubiera sucedido, sino que simplemente puso en duda que ese algo fuera una guerra. También se opuso públicamente a la teoría del Fin de la historia de Francis Fukuyama a través de su libro La ilusión del fin (1992): «El
problema de hablar del fin (en particular del fin de la historia) es que uno debe hablar de lo que
hay más allá del fin y también, al mismo tiempo, de la imposibilidad de finalizar.
[editar editar]] Últimos años
En 2001 fue contratado por la European Graduate School de Saas-Fee, en Suiza Suiza,, como profesor de filosofía de la cultura y de los medios para sus seminarios intensivos de verano. A partir de los atentados del 11 S dictó conferencias en las que analizó semiológicamente los fenómenos del terrorismo y escribió Requiem pour les Twin Towers (2002) y L' esprit esprit du terrorisme (2002). En mayo de 2005, publicó en Libération un artículo en contra del proyecto de Constitución europea,, calificando el no francés como ³una respuesta y un desafío a un principio europea hegemónico que viene de arriba´.
editar]] Hiperrealidad [editar Jean Baudrillard fue ampliamente reconocido por sus investigaciones en torno al tema de la hiperrealidad, particularmente en una sociedad como la estadounidense. De acuerdo con sus tesis, Estados Unidos ha construido para sí un mundo que es más «real» que Real , cuyos habitantes viven obsesionados con la perfección, evitar el paso del tiempo y la objetivización del ser. Aún más, la autenticidad ha sido reemplazada por la copia (dejando así un sustituto para la realidad), nada es Real , y los involucrados en esta ilusión son incapaces de notarlo.
editar]] Precesión de los simulacros [editar 8
En su ensayo sobre la precesión de los simulacros, Baudrillard recuerda un cuento de Borges sobre un mapa (es decir, una representación) tan detallada que es una correspondencia biunívoca con el territorio. En base a esta historia, señala que en la era postmoderna el territorio ha dejado de existir y que sólo ha quedado el mapa o, mejor, que es imposible distinguir los conceptos mismos de mapa y territorio, dado que se ha borrado la diferencia que solía existir entre ellos. Baudrillard insiste en que la realidad supera a la ficción y asegura que los receptores de la Hiperrealidad desempeñan un papel pasivo. Para él no existe la construcción de sentido independiente. Los simulacros son, entonces, aquellos elementos que, según la metáfora de Borges, hacen emerger un mapa (modelo virtual) por encima del territorio real. Ese mapa (o modelo virtual), construido por la sucesión de simulacros, llega a suplantar a la realidad, dando lugar a la hiperrealidad hiperrealidad.. Según esto, y dado que la realidad se extingue bajo las brumas del modelo virtual, ya sólo quedan los simulacros: de aquí en adelante, los simulacros precederán a cualquier acontecimiento, o, más exactamente, a cualquier suceso que ocurra en la hiperrealidad.
Bibliografía parcial y y y y y y y y y y y y y y y y y y y y y y
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Valencia.
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