El valor de la dignidad Siempre me ha rondado por la cabeza el tema de la dignidad. Dignidad, que palabra. Suena tan simple pero sin embargo esta palabra encierra una profundidad conmovedora. Creo que las personas ponemos en juego esta situación, la de la dignidad, a cada momento de nuestra vida y ella condiciona decididamente nuestra personalidad y nuestra forma de vida. Vivimos en una sociedad devastada por la corrupción y la falsedad, donde los valores y las virtudes se han reducido a la ms ms vil de las mercanc!as" el rbol de la #delidad se lo ha talado a golpes de falo, donde las banderas de las convicciones pol!$cas son subastadas en un cuarto secreto y al mejor postor, y donde la amistad, ese don tan preciado y olvidado, es proporcional a lo abultado de los bolsillos, de las ddivas. %oy, %oy, discernir entre lo bueno y lo malo resulta tan difuso, difuso, se ha habituado tanto a la transa, a lo que viene por izquierda leyes”. que, pensaba, &ser transgresor es cumplir con las leyes”.
Si se'ores, es as! y no soy pesimista. (stamos al rev)s como dijo *aleano. +ero ojo, todav!a por suerte eisten personas dignas. (isten y son peque'os y grandes h)roes anónimos y famosos famosos que luchan d!a a d!a por ser dignos, por mantener el honor de la palabra, por sostener el valor de una promesa. - al decir esto recuerdo a aquella obesa pros$tuta del cuento de *uy de aupassant que ofrenda su dignidad para obtenerla para siempre/ al Che diciendo al soldado que lo va a matar “Mírame a la cara porque ahora vas a ver como muere un hombre” , a 0odolfo 0odolfo 1alsh escribiendo la carta abierta a la junta militar y
aceptando con coraje y entereza las balas homicidas de aquella oscura )poca/ pienso en aquella persona que guardo unas revistas por ms de diez a'os para devolv)rselas a su due'o diciendo &aqu! &aqu! estn, las que me prestast prestaste2 e2 o en aquel viejo pescador de %eming3ay que lucha denodadamente contra un pez y contra contra su des$no. (scenas como estas son las que me me dicen que todav!a es posible seguir creyendo, que todav!a valen 4vaya 4vaya si no5 las palabras, los ideales y las convicciones. convicciones. Vivimos en un pueblo azul 4recordando 4recordando a *ieco5, un pueblo al que amo enormemente enormemente y al que nunca me atrever!a a abandonar, pero el que muchas veces se torna gris, ignorante y permisivo. 6os que so'amos con ser dignos de la sociedad en que vivimos debemos bregar y apostar por el saber, por las convicciones profundas, por la cultura, pues un pueblo que se aleja de esto est condenado a ser permanentemente un feudo, a reptar por el llano de la mediocridad. - la cues$ón muchas veces 4y aqu! es bueno traer el pensamiento de 7auretche5 no est en cambiar de collar sino en dejar de ser perros. (s importante pensar por nosotros mismos, aprender a decir 89 a aquellos que deciden por nosotros, a hacer valer nuestras nuestras ideas y pensamientos. pensamientos. (so es dignidad. :prendamos :prendamos a vivir sin la caridad,
porque esta es humillante, pues se ejerce siempre desde aquel que est arriba/ la solidaridad, en cambio es horizontal e implica que todos se respetan entre s!. - es bueno saber que aquellos que ms invocan invocan la revolución, revolución, el cambio y la dignidad, son los que menos pelean por ellas. Si muchas veces estuve agazapado agazapado fue para no caer en el sacri#cio est)ril, pues en estas situaciones debemos aprender a tener la cabeza fr!a y el corazón caliente. 9jal nos demos cuenta a $empo. ;abin, ;abin, junio <=, <>??