I.
Testigo
En esta primera parte se analiza la participación del testigo como sujeto que da a conocer en su relato la voz de otro que en definitiva nunca podremos oír porque es la voz de la muerte. Giorgio Agamben analiza a Primo Levi y dice que es un testigo perfecto ya que a su regreso de Auschwitz no puede dejar de relatar lo que ha visto. El mismo Levi se califica como un tipo de testigo que, en vez de buscar el silencio y de optar por el no-decir, él no puede evitar hablar sobre los campos de concentración: ¡Sentía una nece sidad irrefrenable de contar a todo el mundo lo que me había sucedido!. Sobre como las categorías de las que nos servimos para la ética y la moral están contaminadas por el derecho La diferencia que se hace con el derecho es la siguiente: el derecho está disociado de l a verdad en tanto que el derecho no busca de esta, sino que busca el juicio-pena. El derecho no es u na norma sino un juicio y un proceso. En ese sentido, Agamben Ag amben dice que se puede perder de vista la importancia de la obediencia y la desobediencia. La pena como ejecución final de un juicio no es más que la prolongación que el juicio mismo ya que la pena solo importante cuando se deriva de un juicio. Siendo esto cierto, se puede creer que el derecho resuelve el problema y que este ya pasó, cuando en realidad no es así. El derecho da la sensación de que el problema se ha resuelto una vez que se ha ejecutado el juicio, sin embargo el derecho no había agotado el problema. Asimismo, dice Agamben, el concepto de responsabilidad está contaminado por el derecho. La responsabilidad. Agamben concluye que asumir una responsabilidad no es un acto ético ni moral sino puramente jurídico ya que se encuentra ligado al concepto de culpa. En este sentido, se hace la diferencia entre asumir una responsabilidad moral o política y asumir una responsabilidad jurídica. Mientras que se considera un gesto noble asumir una responsabilidad jurídica, el asumir una responsabilidad moral o política se ha considerado de una arrogancia significativa en tanto que bajo esta responsabilidad no hay culpa. Como C omo dice Agamben: Asumir una culpa y una responsabilidad significa salir del ámbito de la ética para entrar en el derecho. Zona gris La zona gris es el sonderkommando. Este grupo estaba formado por deportados a quienes se les confiaba la gestión de las cámaras de gas y de los crematorios. Se describe, en el texto de Agamben, cómo se realizaba este proceso y Levi indica que a veces se jugaba fútbol luego del trabajo realizado en las cámaras de gas. Según lo dicho por Levi, ese momento que podría dar cuenta de una normalidad para un espectador exter no, para él es más bien el verdadero horror del campo.
Crítica al uso de la palabra holocausto Agamben hace una pesquisa de la palabra holocausto y de su significado llegando a la conclusión de que sería incorrecto usar dicha palabra para calificar a lo ocurrido en los campos de concentración. Holocausto se entiendo como el sacrificio de Cristo en la cruz. Luego de una emigración semántica se conocerá en las lenguas vulg ares con el significado de sacrificio supremo. En este sentido, establecer una relación entre el término holocausto y Auschwitz, es decir, entre la muerte en las cámaras de gases y la entrega total a motivos sagrados y superiores podría sonar como burla, en palabras del propio Agamben. Auschwitz y lo indecible Dice Agamben que cuando se ha calificado los años en los campos de concentración como algo indecible se está dando a los hechos un carácter místico contraproducente. Para sostener esta afirmación Agamben analiza el uso de la palabra indecible en el contexto de la absoluta incomprensibilidad de Dios y nos dice que c on el uso de dicha palabra es precisamente la forma mejor de glorificarle y adorarle. De la misma manera, indecible o incomprensible cuando se refiere a Auschwitz le estaría otorgando un carácter de adoración en silencio como si fuera un dios; es decir, dice Agamben, contribuir a su gloria. Sin embargo, una objeción a esta interpretación o percepción del término indecible es que es inadecuado analogar la interpretación de un mismo concepto en dos contextos diferentes. La laguna del testimonio Lo que se llama la laguna del testimonio no es otra cosa que la pregunta que se plantea Spivak (¿Puede el subalterno hablar?). En este caso, se articula le pregunta en relación a la imposibilidad del testimonio de Auschwitz: el prisionero común no puede dar su testimonio porque está muerto, no le era materialmente posible sobrevivir. Aquel que da el testimonio es más bien un testigo privilegiado. Es interesante como Levi articula esta noción de laguna cuando dice ellos son las regla, nosotros la excepción. Esto sitúa al testigo del tipo de Levi es una situación de umbral, entre el adentro y el afuera. Si bien se trata de una imposibilidad lógica se espera que esta se convierta es una posibilidad estética para el testimonio. Finalmente, se dice que el testimonio es el encuentro de dos imposibilidades de testimoniar: 1.
Que le lengua al testimoniar debe ceder su lugar a una no lengua, es decir, mostrar la imposibilidad de testimoniar.
2.
Que la lengua del testimonio es una lengua que no significa y que como ya no significa puede recoger otra significancia: esta sería la del testigo integral, es decir, de aquel que no puede dar testimonio.
II.
El musulmán
Se usa la palabra musulmán para designar al testigo que no puede hablar. En el origen de la palabra encontramos muslim que designa al que se somete incondicionalmente a la voluntad de Dios. En este sentido, Agamben diferencia el significado de muslin de musulmán (en Auschwitz) ya que el muslin se ha resignado siguiendo una convicción de que lo que sucede en voluntad de Alá, mientras que el musulmán de Auschwitz parece haber vertido toda voluntad y conciencia. Si por convicción entendemos un juicio racional de un hecho a partir del cual decidimos someternos incondicionalmente a una voluntad divina o superior, parece que el musulmán de Auschwitz no calza dentro de este concepto. Sin embargo, las características que presentan los musulmanes en Auschwitz y que A gamben transcribe de Kongon, no impide que antes de ser llamados musulmanes alguno de ellos haya decidido someterse incondicionalmente a Dios o Alá. Vale decir, no es posible generalizar para todos el concepto de musulmán tal y como lo entiende Agamben ni negar la existencia del muslim. El musulmán, dice Agamben, es el indefinido ya que es humano y no-humano. Asimismo, nos dice que el campo es una situación extrema que permite justamente separar al musulmán del hombre. Lo particular de esta situación extrema es justamente que la situación extrema se ha vuelto en costumbre, en lo normal. En Auschwitz se da que una excepción se convierte en regla. El estado de excepción que se proclama dura 12 años; es decir, se convierte en paradigma de lo cotidiano. Para significar al musulmán Agamben aluda una de las perífrasis que usa Levi para referirse a este: El que ha visto la Gorgona. Para los griegos la Gorgona era una cabeza femenina enmarcada por serpientes, cuya visión producía la mu erte. La Gorgona, en otras palabras, es aquello que no se puede ver: la cara prohibida imposible de mirar porque ocasiona la muerte, es para los griegos, una no-cara. A continuación, Agamben, dice que perífrasis de Levi designa más bien la imposibilidad de ver de quien está en el campo, de quien en el campo ha tocado fondo y se ha convertido en no-hombre. El musulmán no ha visto nada, no ha conocido nada, salvo la imposibilidad de conocer y de ver (el subrayado en mío). Esta última aseveración parece cuestionable si nos basamos en el primer acercamiento al significado de la Gorgona que es más bien la visión que produce la muerte; así, se trata de que el musulmán ha visto la muerte, pero que este ver no lo ha hecho aún morir del todo y por esto se dice que es un muerto en vida. Es importante recordar que no se está hablando de no-ver algo, sino de no ver un rostro simbólico de muerte. De esta manera, el musulmán es significado como el hombre que, a pesar de m antener la apariencia de tal, dejar de ser humano. Para explicar este paso del hombre al no-hombre Agamben hace un acercamiento al concepto de punto de retorno de Bettelheim (que m ás adelante rechazará). El punto de retorno evocaría un punto en el que se deja de lado cualquier afectividad y donde la vida pierde cualquier sentido. Según Levi, el musulmán es un lugar de experimento donde se pone en tela de juicio no sólo categorías como dignidad o respeto, sino que la idea misma de un límite ético. Para Agamben, negarles la humanidad sería aceptar el
veredicto de las SS, por lo que se inclina más por entender al musulmán como aquella humanidad radical que ha penetrado en una regi ón de la humano donde los conceptos como ayuda, dignidad y respeto han dejado de tener sentido alguno. En conclusión, se dirá que estos conceptos éticos no pueden ser genuinos ya que ninguna ética puede dejar por fuera algún ámbito de lo humano. Cuando se habla de una muerte en vida, se debe cuestionar incluso lo que significa la muerte. En ese sentido, la muerte en el campo ya no es muerte. Por eso, no es que la vida ya no sea vida, sino que ni siquiera la muerte es ya la muerte. Por eso dice Agamben que la dignidad ofendida no es la de la vida, sino la de la muerte. Aquí se habla entonces no de la gente moría, sino de una degradación de la muerte: una fabricación de cadáveres.
III.
La vergüenza, o del sujeto
Agamben analiza la vergüenza del que ha sobrevivido por la exaltación de la supervivencia como tal. La vergüenza es un sentimiento fundamental que tiene dos sentidos opuestos: 1) estar sometido y 2) ser soberano. Analizando más de cerca el concepto, se llega a la idea de que la vergüenza no es para el ser humano ser víctima a su pesar de una violencia, por ejemplo, sexual, sino que esta violencia, este sufrir pueda ser experimentado también como placer. Se llega a la conclusión que el sentido de vergüenza está oculto en toda subjetividad y conciencia. De esta manera, hablar es al mismo tiempo subjetivización y desubjetivización. Es por esto que el testimonio no se puede asignar a un sujeto ya que el testigo se desubjetiviza y en esa medida es que emerge la presencia del testigo integral del que se habló al principio. En la destrucción de la humanidad, que Ag amben califica como infinita e indestructible no porque sea imposible de destruir, sino porque su destrucción puede ser i nfinita, queda siempre un resto. Es justamente el testigo aquello que resta entre el hombre y el no-hombre: no es posible destruir íntegramente lo humano ya que siempre queda un resto. El hombre puede sobrevivir infinitamente porque el lugar del hombre está entre lo humano y lo no-humano. Es decir, en la infinita destrucción de lo humano el hombre se erige como resto: este hombre es el testigo, en cuya voz, desubjetivizada, se asoma la voz del testigo integral (el musulmán).