VIOLENCIAS JAVIER SÁDABA
Finlandia es un país poco habitado, rico, ejemplar en su política contra el fracaso escolar, escolar, con buenos atletas y al que nos imaginamos en un claroscuro compuesto de hielo y noche. Es el país de los mil lagos que, según la leyenda, nacieron de las lágrimas de los ángeles. Y su lengua, impuesta a los primeros pobladores, que fueron los lapones, se pensó que estaba, como el húngaro, unida a un tronco común al que pertenecería tambin el eus!era. "n peque#o pueblo de este e$tenso Estado nórdico nos suena a un remanso r emanso de pa% que ro%aría el aburrimiento. En uno de esos pueblos, un jo&en de '( a#os, a#os, y pre&io anuncio anuncio en la )ed, )ed, mató a ocho personas personas en un instituto. Entrar a tiro limpio allí donde se encuentran unos muchachos muchachos estudiando pacíficamente y en un lugar del mundo que hasta ahora no se había distinguido nunca por escándalos con una repercusión mediática tan acentuada hace que se disparen, esta &e% sólo las preguntas, sobre cuáles son las causas de tal anómala conducta. *a psicología y la psiquiatría nos han ido descubriendo, desde hace a#os, las disfunciones de la personalidad, los desequilibrios psicológicos que lle&an a un indi&iduo a comportarse fuera de los cánones habituales de conducta. Y las ciencias del cerebro, en su desarrollo espectacular, espectacular, nos se#alan cómo alteraciones en las distintas partes y funciones cerebrales pueden dar lugar a acciones como la descrita. +on los llamados perturbados o, más concretamente, psicópatas. or causas genticas, ambientales o por una me%cla de ambas, los indi&iduos en cuestión actúan sin ser responsables de sus actos. +erían los que jurídicamente se llegó a llamar mens rea- es decir, una mente que no es libre y, por lo tanto, que no es capa% de dar cabal ra%ón de lo que hace. o se trataría, en fin, de una &iolencia culpable- o, lo que es lo mismo, las acciones no surgen de un sujeto que es plenamente due#o de su comportamiento. ero las cosas no son tan sencillas. Y es que, /por qu las disfunciones cogniti&as o de conducta se manifiestan tan &iolentamente0 or otro lado, el finlands que mató a compa#eros y profesores, y posteriormente se quitó la &ida, e$puso su doctrina, una pobre doctrina, como justificación de la brutalidad que cometió. En concreto y en una disparatada interpretación pseudodar1iniana, pseudodar1iniana, creía que la selección natural, mecanismo indispensable en la e&olución, no era lo suficientemente sabia como para eliminar a todos los dbiles y, en consecuencia, se &eía obligado a ayudarla. 2omo se &e, todo un ejercicio de amor a los demás. 3icho más llanamente, que se mueran los feos y, si no, les matamos. *a &iolencia, recordmoslo, no es agresi&idad. 4gresi&os 4gresi&os son los animales que, según sus instintos, agreden a otros animales. *a &iolencia se inscribe en el mundo de la cultura, es una hipertrofia de sta, y, y, por lo tanto, t anto, en el mundo de la libertad. Es un paso más, algo que se nos imputa y de lo que tenemos que dar cuenta. or eso y aunque tal &e% el pobre finlands estu&iera sumido en las brumas de alguna enfermedad, un resquicio de cultura se introduce en sus acciones. *a &iolencia, así, se con&ierte en una me%cla de causas naturales que no nacen de un sujeto libre y de un componente &iolento que ha penetrado en el indi&iduo desde un ambiente, es ob&io, tambin &iolento. Y es que podríamos distinguir tres grados de &iolencia. "no sería totalmente natural, debido a impulsos fuera de control de quien la ejerce. +i ste es el caso del finlands poco más habría que a#adir, a no ser lo antes e$puesto y que remite a los e$pertos en psicopatologías. En un segundo estadio se coloca esa &iolencia &oluntariamente programada, que se pone en práctica muchas a
&eces a fa&or de una causa noble. "n guerrillero es un ejemplo típico de este tipo de &iolencia. Es claro que si e$isten otros medios o instrumentos a disposición, si la acción &iolenta acrecienta aún más la &iolencia, mimeti%a lo peor de aquello contra lo que se lucha y no t iene en cuenta que la autonomía de los demás no es una ficha en el tablero político, es moralmente reprochable. Finalmente e$iste una &iolencia legítima en la que se combate al tirano, se defiende al dbil frente al poder absoluto y no hay más alternati&a que el recurso a poner en marcha actos &iolentos. 5al &iolencia, por dolorosa que sea, está justificada. +e trata de la legítima defensa y que, trasladada al campo social, legitima la guerra justa. "no no cree que haya muchas guerras justas, pero quede al menos como concepto &álido, en circunstancias e$tremas. Esta &iolencia tiene, entre sus defensores, lo digo para no lle&arnos a enga#o, a bastantes teólogos cristianos y hasta al mismísimo 5omás de 4quino. *o que sucede es que las tres &iolencias se inscriben en una sociedad &iolenta. *a &iolencia, que debería ser&ir para controlarnos a nosotros mismos, se desborda y pasa a utili%ar al resto de los humanos como si fueran meros objetos. Y en esto estamos siendo campeones. "nos, desde luego, más que otros. El poder por el poder, el dinero, las armas, el orgullo insensato, el querer tener más, la incapacidad para reconocernos por lo que somos y no por lo que tenemos, da como resultado un planeta humano &iolento. 5an &iolento que se e$polia la naturale%a, se e$plota al que sir&e como fuer%a de trabajo y se somete a los ciudadanos. *os Estados, las instituciones, la &ida en general, di&idida entre los que dominan y los dominados, genera, cómo no, un ambiente pleno de &iolencia. +i ste es el mundo que habitamos, /cómo sorprendernos de que e$istan las &iolencias antes mentadas y, en concreto, la de la e&anglica Finlandia. Javier Sádaba es
Catedrático de Ética de la Universidad Autónoma de Madrid