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Revista Universidad de Guadalajara/pobreza y bienestar
Primavera 2003 Pobreza y bienestar: nuevos debates interdisciplinares
Las representaciones en torno al Progresa Oportunidades en Santiago Mexquititlán Précis Sulima García Falconi*
Enrique Valencia Lomelí** *Universidad Autónoma de Querétaro. Doctorado en Ciencias Sociales de la Universidad de Guadalajara **Universidad de GuadalajaraProyecto ecosanuies "La pobreza: ciudadanía, discursos y políticas. Una investigación comparativa" (iedes Universidad de París 1 Sorbona y Universidad de Guadalajara) Introducción En el estudio de las políticas sociales se ha privilegiado el enfoque de los modelos generales o de los grandes cambios paradigmáticos; en menor medida se ha considerado el papel de los actores en los programas específicos de la política social. Una de las más fructíferas posibilidades en el enfoque de los actores es la de las representaciones sociales:1 cómo perciben, aprehenden y transforman un programa los diversos participantes, desde los beneficiarios mismos hasta los ejecutores directos, pasando por los intermediarios locales o regionales. La mirada desde las representaciones sociales se convierte así en un estudio complejo que confronta el cruce de percepciones de los diferentes actores involucrados. En algunas ocasiones, tales representaciones (incluso de los ejecutores) podrán diferir sustancialmente de las características esenciales del diseño mismo del programa en cuestión; en otras, podrán coincidir o generar una "negociación" entre la percepción de los beneficiarios y de los ejecutores, con el perfil creado de manera explícita por los diseñadores. Así, este enfoque puede ser de gran utilidad tanto para el estudio de las políticas sociales como para las evaluaciones de políticas públicas. En este breve ensayo analizaremos algunas representaciones que elaboran los beneficiarios del Progresa (renombrado recientemente como Oportunidades) en la localidad de Santiago Mexquititlán, http://www.cge.udg.mx/revistaudg/rug27/dossier9.html
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Querétaro.2 Yo sí tengo la "pobreza" dicen algunos de los habitantes de Santiago Mexquititlán, pueblo otomí de Amealco, Querétaro,3 al ser cuestionados sobre el programa social que les ha exigido ciertos compromisos familiares desde 1997. Tal aseveración puede considerarse como el núcleo central 4 de las representaciones sociales de lo que es el Progresa para este pueblo. Los habitantes entrevistados se asumen y representan como "pobres"; este hallazgo nos parece de particular importancia. En este escrito mostraremos cuáles han sido las primeras representaciones sociales que algunos actores de este poblado otomí, autorreferidos como pobres, han construido a lo largo de su desempeño en el ProgresaOportunidades. Consideraremos aspectos del programa tales como la elección de los beneficiarios, los objetivos, los compromisos exigidos a los titulares y sus familias. Este programa, por su alcance poblacional 5 y objetivos,6 puede considerarse ambicioso, no sólo porque busca erradicar la pobreza, sino porque quiere implantar prácticas sociales que, según la teoría del capital humano, son necesarias para que los individuos se inserten en el mercado laboral y mejoren su productividad futura (Valencia y Aguirre 1998). En efecto, la transferencia de recursos del programa 7 (o subsidio a la demanda) no es su finalidad última, sino que se busca la introducción de nuevas prácticas consideradas necesarias para enfrentar el círculo vicioso de la pobreza, las que se convierten además en una condición para que las familias reciban las becas. Con este fin se les pide a las titulares 8 que lleven o aseguren que sus hijos vayan a la escuela todos los días, que acudan a las pláticas de salud cada mes y que toda la familia asista a revisión médica con regularidad (sobre todo mujeres embarazadas y niños pequeños); las faltas a estas actividades pueden provocar la suspensión temporal o definitiva del programa. Se reúnen así en éste los enfoques del capital humano y de las nuevas reformas de las políticas sociales dirigidas hacia los pobres que intentan sustituir los antiguos subsidios a la oferta por los subsidios a la demanda (focalizados);9 se reúnen aproximaciones teóricas que pretenden ser amigables con los enfoques de mercado. Cuando las titulares saben que el dinero del ProgresaOportunidades está condicionado, en general cumplen con los requisitos puntualmente, según lo han documentado diversas evaluaciones.10 Si partimos de estos estudios estadísticos y sus resultados, pareciera que no hay contradicciones entre diseñadores, ejecutores y beneficiarios a la hora de la generación de las nuevas prácticas; algunos podrán concluir que éstas son necesarias y efectivas para que la población salga de la pobreza extrema: la ecuación sería educación + salud + alimentación = a individuos capaces de insertarse a futuro, sin mayores problemas, en el mercado de trabajo y de elevar sus niveles de ingreso. Podría juzgarse que las prácticas deseadas en el diseño y las creadas por los actores coinciden en lo básico. Desde el diseño, por otra parte, pareciera que con la introducción de estas prácticas no hay negociación posible: el Estado propone unos objetivos que persiguen el cambio de prácticas tendentes a potenciar el capital humano y la http://www.cge.udg.mx/revistaudg/rug27/dossier9.html
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población los acata y los cumple, aunque sólo sea, en un primer momento, por obtener el beneficio monetario que se les otorga; si no cumple, si no es "corresponsable", queda fuera de los beneficios del programa. Empero, desde nuestro punto de vista, cuando las acciones del programa se concretan no necesariamente lo hacen sobre la base de las prácticas sociales esperadas en el diseño gubernamental, sino que son refuncionalizadas en virtud de las negociaciones que se entablan entre las representaciones sociales de la población beneficiaria, los demás actores que el programa requiere11 y los funcionarios del ProgresaOportunidades. A manera de ilustración abordaremos algunos aspectos básicos del programa y las representaciones de los beneficiarios entrevistados. Representaciones sobre la elección de beneficiarios 12 El ProgresaOportunidades ha sido conocido por la sofisticación técnica para la selección de los beneficiarios. Esta identificación asistida con medios electrónicos no es fácilmente asimilable en las representaciones de los santiagueños, poco acostumbrados a los estudios computarizados y más proclives a la desconfianza con lo que viene de fuera de la comunidad otomí; esto quedó claro en la manera en que entendieron al principio la inclusión o exclusión del programa. La identificación de las familias más pobres no ha sido perfecta, de tal suerte que ha habido familias necesitadas que quedaron fuera; en contrapartida, las hubo no tan pobres que fueron aceptadas. Al igual que en otras comunidades rurales del país,13 en esta localidad de Amealco la selección generó fricciones y muy diversas representaciones. En Santiago Mexquititlán, la gente justificó la exclusión o la inclusión al programa con respuestas de varios tipos, las menos cercanas al diseño del método de selección oficial: las respuestas que le dan un peso decisivo a la suerte o las que hacen hincapié en su situación de pobreza; las que atribuyen la exclusión a la falta de confianza de los santiagueños a las dependencias gubernamentales y a los fuereños; a la ausencia de la gente el día del censo (cuestión común en una comunidad donde la migración pendular es cotidiana); a las condiciones socioeconómicas de las familias o las que simplemente no entienden las razones. En otros casos, los excluidos identifican como el agente seleccionador a la promotora voluntaria, quien por causas de "odio" o "desprecio" no incluiría en la lista a algunos posibles beneficiarios. Destaca que en ningún caso los entrevistados hablaron de derechos de los beneficiarios y más bien se refieren al gobierno (o las autoridades) como otorgante de un apoyo. Sorprendentemente, una parte importante de las representaciones nos lleva a la autoexclusión del programa. Por diversas razones, algunos hogares procesaron las http://www.cge.udg.mx/revistaudg/rug27/dossier9.html
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acciones iniciales de éste desde un paradigma de desconfianza o de rechazo. Un elemento de la resistencia es el recelo en el cumplimiento de las promesas gubernamentales; otra de las resistencias que este grupo ha erigido para defender su identidad amenazada se manifiesta en su negación para darse a conocer frente al fuereño (mestizo desconocido) que lo interpela, y en su negación a admitir, al interior de Santiago, que habla o entiende español. La poca confianza que el otomí de Santiago le tiene al mestizo explica, en parte, su negativa a contestar el primer censo. Sin embargo, a medida que el programa ha penetrado en la cotidianidad y ha estado efectivamente operando (no fue sólo una promesa), las familias han ido aceptándolo a tal grado que durante el segundo censo no ha habido evasivas. Además, se ha presentado en Santiago una exclusión voluntaria debida a actitudes de género; en efecto, una minoría de esposos de mujeres que resultaron beneficiarias del Progresa se negaron a que ellas y sus hijos aceptaran las becas. Los cónyuges argumentaban que era a ellos a quienes el gobierno debería entregar las becas y no a sus mujeres. Con el paso del tiempo, una vez que la gente observa que contestar y perder el temor le permite acceder a los beneficios del Progresa, capta la importancia de asumirse como pobre. Efectivamente, la identificación de su situación social es primordial para seguir perteneciendo a un programa que, de entrada, los distingue como tales o que busca a los más pobres para dirigirles sus acciones. Parece que no hay problema para los santiaguenses en asumirse como pobres ante las autoridades que ofrecen un "apoyo", aunque las percepciones incluyen también un sentido de incertidumbre: la suerte es determinante para la inclusión en el programa o quién sabe por qué el gobierno excluye a algunos. Sobre los objetivos del Progresa El conocimiento de los objetivos del Progresa por los actores principales es el primer paso para que se realicen los cambios esperados para los que fue diseñado el programa. Este conocimiento no es erudito, sino de sentido común, el cual provoca interacciones que llevan a prácticas sociales cotidianas. Las titulares distinguen los ámbitos en que el Progresa las favorece y en los que deben estar atentas. Las titulares reconocen los objetivos del Progresa a partir de lo que les proporciona; para algunas simplemente "es l'apoyo". Los beneficiarios no hablan necesariamente de salida de la pobreza ni de preparación para incorporarse al mercado laboral; aunque sí identifican con precisión los componentes del programa: educación, salud y nutrición. Asumen que es un "apoyo" para hogares en situación de "necesidad" (los que en el contexto pueden entenderse como hogares pobres). Sobre los compromisos para acceder al Progresa http://www.cge.udg.mx/revistaudg/rug27/dossier9.html
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El Progresa exige compromisos de parte de los padres para otorgar las becas,14 quienes al no cumplirlos pueden ser sancionados con el retiro del apoyo. Es la corresponsabilidad de los beneficiarios, según las autoridades del programa. Así, la única manera de que los hijos puedan faltar es por enfermedad o accidente; en tal caso deben entregar en la escuela un justificante expedido por el centro de salud que les corresponde; lo mismo sucede con las faltas en las pláticas educativas de salud. Las titulares acatan estos deberes y se refieren a ellos, pero además añaden otros no escritos, pero asumidos como obligaciones; añaden el compromiso no escrito de apoyar con las labores de limpieza en la escuela y en la clínica, y, en algunos casos, la presión que perciben de la enfermera para que la titular elija entre hacerse la prueba de cáncer o tener inasistencia. Perciben que es necesario también atender a los niños en las labores escolares (tareas y seguimiento del avance educativo). Las faenas ¿un requisito? Si bien no es un requisito escrito, los santiagueños observan las faenas como un compromiso para obtener la beca. Los maestros y las enfermeras de los centros de salud la consideran una actividad normal de las mujeres Progresa. Por los comentarios de los maestros, concluimos que a partir de la introducción del Progresa en Santiago, ellos ejercen más presión sobre las familias beneficiadas. Según los maestros, los mismos padres de familia se sienten más obligados. Por un lado, consideran que estos últimos deben retribuir en algo lo que el gobierno les da y, por otro, reconocen que las familias sin el Progresa no participan en las labores de mantenimiento. La percepción de un beneficio para unos, que excluye a otros, genera un nuevo foco de tensión: deben aportar más a la escuela quienes reciben apoyos. Por otra parte, para los padres Progresa, sobre todo las titulares, no es ningún problema realizar faenas en las escuelas de sus hijos o se aceptan con resignación ("aunque no se quiera"). Sin embargo, en algunos casos se observa cierta presión por parte de maestros y personal médico para que la gente Progresa acuda. Éste es un ejemplo de las negociaciones que surgen debido a las distintas http://www.cge.udg.mx/revistaudg/rug27/dossier9.html
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representaciones de los diversos actores involucrados. La operación del programa posibilita también en Santiago el surgimiento de "negociaciones informales" entre algunos actores, como lo han destacado evaluaciones cualitativas.15 En estas negociaciones, los padres de familia asumen los compromisos (o corresponsabilidades) que el programa explícitamente demanda, y también están dispuestos a asumir las exigencias no escritas de los maestros. En la primera etapa de investigación no encontramos conflictos en este proceso de "negociación informal", aunque existen posibilidades de que se den. En entrevistas a varios maestros de Santiago Mexquititlán sobresale una negativa percepción sobre el interés de los padres de familia por la educación de los hijos: "no están acostumbrados a atender a sus hijos"; "descuidan mucho a sus hijos y no les dan de desayunar"; "no cumplen con las cooperaciones"; ven a los hijos en el ProgresaOportunidades como si fueran simplemente "una inversión". Esta representación negativa sobre los padres de familia puede llevar a conflictos en el marco del programa, como ha sucedido en otras localidades.16 Implicaciones por el cumplimiento de los objetivos El cumplimiento de los objetivos siempre encierra que las personas decidan sobre ciertas opciones para abandonar algunas. Esta selección condicionada o, en el extremo, discriminación forzada de objetivos, provoca en ocasiones pérdidas y otras, logros. Las representaciones sociales sobre lo que significa asumir los compromisos se pueden dividir en dos tipos: las que denotan los beneficios obtenidos y las que expresan perjuicios. Las que se refieren a los beneficios que les ha aportado el Progresa son más abundantes y manifiestan su agrado por mejorar la salud, la educación y la alimentación de sus familias; algunas incluso tienen confianza en el gobierno. Las representaciones negativas o perjuicios se relacionan con la falta de movilidad, ya que el programa se convierte en un lastre para el comercio migrante, con la obligatoriedad de la prueba del cáncer y el parto en la clínica. Perjuicios El problema aparece cuando los compromisos con el Progresa imponen estilos de vida que no permiten la reproducción económica de la familia, como es el caso de los límites a la migración familiar, característica más distintiva de este pueblo, o la realización de otras actividades económicas. http://www.cge.udg.mx/revistaudg/rug27/dossier9.html
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Las intervenciones acerca de las molestias que les causa pertenecer al Progresa reflejan que una de las principales preocupaciones es el límite al comercio ambulante al que antes se dedicaban las mujeres. Por un lado, las ventas se han reducido y, por el otro, el tiempo de ellas se ocupa ahora con más actividades no remunerativas en perjuicio de sus estrategias de vida familiar; en algunos casos, los titulares consideran estas nuevas labores como "pérdida de tiempo". Por estos motivos, algunas titulares solicitan que las den de baja del padrón de beneficiarios del Progresa. No obstante, también las costumbres sobre la sexualidad y la salud reproductiva se ven afectadas por los compromisos con el programa. Si bien no es una obligación cumplir con la planificación familiar o la detección oportuna del cáncer para acceder a las becas del Progresa, se sobreentiende que asistir al médico periódicamente debe ir cambiando ciertas actitudes; empero, todavía hay mujeres y hombres que no aceptan nuevos usos relacionados con la salud reproductiva (revisiones periódicas, exámenes). En algunos casos, se ha generado una representación del programa como algo de tipo disciplinar (regaños). Beneficios A las representaciones de las titulares que destacan los aspectos positivos del programa, los hemos denominado beneficios. Si bien pareciera que algunos de éstos entran en contradicción con los perjuicios que señalan algunas titulares, ello no es así si se tiene en cuenta que los perjuicios se relacionan siempre con aspectos de las estrategias de vida familiar que se ven obstaculizadas por los compromisos del Progresa. En relación con los aspectos de salud reproductiva que se manejan dentro de este componente del programa, las respuestas en pro y en contra se presentan según la edad de las titulares; en efecto, las mujeres más jóvenes, es decir, con hijos pequeños, pensaban que los métodos anticonceptivos, las pruebas de detección del cáncer cérvicouterino y el mamario, y el parir bajo supervisión médica les implicaba más beneficios que perjuicios; al contrario, las mujeres de mayor edad estaban en contra. Sin embargo, en términos generales, la gente habla más de los beneficios. La representación sobre los beneficios manifiesta la necesidad que las titulares tienen de ese apoyo, como ellas le llaman a las becas que proporciona el Progresa; aunque no lo vean como parte fundamental del gasto familiar. La imagen del programa entre las beneficiarias es que otorga apoyos económicos importantes, además de que son valorados positivamente los componentes básicos (educación, salud y nutrición). De nuevo, resalta la representación del programa como un apoyo del gobierno a los autoasumidos como pobres (o percibidos como tales, según los beneficiarios). Las titulares no niegan los beneficios y manifiestan sus expectativas sobre la continuidad del Progresa: ponen en duda que el gobierno seguirá apoyándolas. No obstante, esta poca fe no es actual, sino que proviene de las experiencias de programas sociales más antiguos o de su relación con los gobiernos o autoridades. Algunas titulares perciben una contradicción importante entre las estrategias económicas de sus hogares y las exigencias del programa, entre las prácticas http://www.cge.udg.mx/revistaudg/rug27/dossier9.html
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culturales (salud) y las acciones. En muchos casos existe sorpresa ante la entrega directa de dinero a las familias y, sobre todo, a las mujeres, hecho que no se había visto antes en ningún programa social. El balance entre pérdidas y ganancias, explicadas en las entrevistas, es efectuado en Santiago de manera práctica: una gran mayoría de las titulares ha decidido permanecer en el Progresa Oportunidades. Conclusión No es nuestra pretensión presentar resultados concluyentes o cerrados, sino reflexiones abiertas a la discusión, a partir de este breve trabajo de corte etnográfico. Las representaciones sociales que surgen después de la aplicación del ProgresaOportunidades en Santiago Mexquititlán son significativas porque manifiestan el grado de aceptación y el conocimiento que tienen los beneficiarios. El cumplimiento de los compromisos por parte de los titulares destaca el valor que ellos otorgan al monto de las becas (supervivencia). En la interacción con el programa, los beneficiarios se representan como pobres, necesitados de ayuda. Será de particular importancia dar seguimiento a esta autodefinición y ver en el futuro sus consecuencias: ¿se asumen como pobres en busca de superación de la pobreza o como sujetos pasivos? ¿Se asumen pragmáticamente como pobres para ser objetos de un "apoyo"? ¿Se promueve la creación de ciudadanía (obligaciones y derechos ciudadanos) a partir de este reconocimiento o se genera una actitud de asistidos? En general, los beneficiarios aceptan el programa y éste marcha normalmente en Santiago; sin embargo, no deja de haber conflictos y contradicciones. Una gran parte de los hogares seleccionados ha decidido continuar en el Progresa Oportunidades. En efecto, la ejecución de las actividades para lograr cambios en conductas y participación de los beneficiarios a veces trae conflictos entre los agentes involucrados. Por una parte, el polémico modo de selección no es asimilado con facilidad por los habitantes de Santiago y surgen representaciones enraizadas en la experiencia local; por otra, los maestros solicitan faenas y cooperaciones con base en lo que perciben como mayor obligación de los padres con el Progresa; los médicos y enfermeras solicitan faenas y cambios de actitud ante la sexualidad y la salud reproductiva; los padres de familia aceptan (o se resignan) ante las obligaciones explícitas del programa o las creadas en la localidad. Otro conflicto que se refleja en las representaciones sociales santiagueñas es que algunas mujeres ven como un obstáculo las asistencias continuas de los niños a la escuela y las visitas al centro de salud; en efecto, una comunidad que tiene como tradición que las mujeres comercien artesanías http://www.cge.udg.mx/revistaudg/rug27/dossier9.html
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(muñequitas de trapo y bordados) en las ciudades cercanas acompañadas de sus hijos y esposos, y que muchas veces ellas sean el sostén de la familia, se ve realmente afectada por esta condición. No pretendemos que la conflictividad en la comunidad de Santiago es un producto propio del ProgresaOportunidades; no planteamos la existencia previa de una comunidad ideal unitaria, sin conflictos ni diferencias. Pero en las entrevistas a los santiagueños les surgen inmediatamente representaciones diversas y aun encontradas entre los múltiples actores presentes. Hasta la fecha, no hemos descubierto actividades explícitas del programa dirigidas a retomar estas interpretaciones, por lo que no queda claro cuál es la estrategia operativa y educativa frente a estas situaciones. El ProgresaOportunidades aparece como una maquinaria en funcionamiento, que va avanzando con pocas o nulas acciones reflexivas (más allá de los pequeños esfuerzos autónomos de las promotoras) que permitan afrontar los conflictos y percepciones, y las colisiones entre las actividades exigidas a los beneficiarios y sus estrategias de supervivencia. Las representaciones sociales indican que las titulares conocen el programa y que lo aceptan; en las valoraciones acerca del ProgresaOportunidades resaltan sobre todo los beneficios obtenidos en términos económicos y gracias a sus tres componentes básicos. En el balance entre beneficios y pérdidas percibidas, las beneficiarias dan mayor peso a los primeros; sin embargo, lo que mostrará qué tanto ha afectado este programa a la comunidad será un análisis conjunto de representaciones y prácticas, tarea en la que continuaremos trabajando. Bibliografía Abric, JC (coord.) (2001) Prácticas sociales y representaciones. México: IFAL Ediciones Coyoacán. Cortés, F. y J. Boltvinik (2000) "La identificación de los pobres en Progresa", en E. Valencia Lomelí, M. Gendreau y A. M. Tepichín. Los dilemas de la política social. ¿Cómo combatir la pobreza? Guadalajara: udeguiaiteso, pp. 3161. Escobar, A. (2000) "Progresa y el bienestar de las familias. Los hallazgos", en Progresa. Evaluación de resultados del Programa de Educación, Salud y http://www.cge.udg.mx/revistaudg/rug27/dossier9.html
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Alimentación. Impactos a nivel comunitario. México: Sedesol, pp. 331. Hernández, P. B. et al. (2002) Evaluación del cumplimiento de metas, costos unitarios y apego del Programa Oportunidades a las Reglas de Operación. México: cideInstituto Nacional de Salud Pública. Jodelet, D. (1986) "La representación social: fenómenos, conceptos y teoría", en S. Moscovici. Psicología social II. Barcelona: Paidós, 1986. Levy, S. (1994) "La pobreza en México", en Félix Vélez (comp.). La pobreza en México. Causas y políticas para combatirla. México: itam/El Trimestre Económicofce, pp. 15112. Martínez Curiel, E. y J. M. Anaya Zamora (2000) "Comunidad Costa Azul, municipio de Angostura, Sinaloa", en Agustín Escobar Latapí (coord.). Evaluación del impacto del Programa Progresa. Guadalajara: ciesas, pp. 84116. Moscovici, S. (1979) El psicoanálisis, su imagen y su público. Buenos Aires: Huemuel. Noriega Ch., M. (1996) En los laberintos de la modernidad: globalización y sistemas educativos. México: Universidad Pedagógica Nacional, 1996. Progresa (2001 A) Guía para la promotora comunitaria: cómo puedo ayudar a las familias de mi localidad. México: Progresa. ______ (2001 B) Guía para la titular beneficiaria: lo que necesita saber del Programa de Educación, Salud y Alimentación. México: Progresa. ______ (2001 C) Reglas de operación 2001 del Programa de Educación, Salud y Alimentación. México: Progresa. Valencia Lomelí, E. (2002) La transición hacia la atención focalizada de la pobreza extrema: el caso de Progresa en México. Washington: IndesBid. Valencia Lomelí, E. y R. Aguirre (1998) "Discursos, acciones y controversias de la política gubernamental frente a la pobreza", en R. Gallardo y J. Osorio (coords.). Los rostros de la pobreza: el debate. México: iteso, 1998, pp. 799. Wodon, Q. (2001) "Government Programs and Poverty", en M. Giugale et al. Mexico: a comprehensive development agenda for the new era. Washington: The World Bank, pp. 569616. Notas 1 El concepto de representación social se entiende como la manera en que el sujeto conoce su mundo y lo aprehende, lo hace suyo; es decir, es una forma de sentido común o conocimiento ordinario por medio del cual el sujeto comunica su cotidianidad, hace inteligible el mundo social para él y sus semejantes; da como resultado una serie de valores, nociones y creencias que repercuten, a su vez, en cómo los sujetos actúan sobre el mundo (cfr. Moscovici 1979; Jodelet 1986). http://www.cge.udg.mx/revistaudg/rug27/dossier9.html
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2 Santiago Mexquititlán es una de las dos delegaciones en que se divide políticamente Amealco, municipio sureño de Querétaro. Cuenta con seis barrios, y dos de ellos son ejidos (barrio 6 y parte de barrio 5). En la zona de temporal sólo se ven beneficiados con riego aquellas tierras que se encuentran cerca de la carretera principal, como las del barrio 4. Los santiagueños se dedican a la agricultura y al comercio, pero dado el estancamiento de la primera actividad sobre todo en la zona temporalera, venden artesanías en las ciudades cercanas, aunque es frecuente la migración hacia Guadalajara, Monterrey y la ciudad de México. Santiago tenía 10 042 habitantes en 2000; en el padrón de beneficiarios del Progresa en 2001 estaban registrados 719 titulares y en 2003, 908. 3 Este trabajo está basado en las entrevistas realizadas por Sulima García Falconi en Santiago Mexquititlán, en el contexto de su investigación doctoral. Fueron entrevistados dieciséis profesores de primaria, secundaria y preparatoria y seis trabajadores de la salud. Además, se realizaron grupos focales con cien titulares del programa. También fueron entrevistadas diez promotoras. 4 Al hablar de núcleo central nos referimos a lo que determina, en este caso, las representaciones de los santiagueños en torno al Progresa; asumir su pobreza como eje les permite aceptar cualquier programa de gobierno con mucha naturalidad. El concepto o teoría del núcleo central de la representación dentro del programa de investigación que comenzó con Moscovici, ha sido desarrollado por Abric (2001). 5 Según la Sedesol, la cobertura llegó ya a 4 240 000 familias beneficiadas (datos de 2002). 6 Ver las Reglas de Operación 2001 del Progresa (2001 C: 89). 7 Les proporcionan becas educativas y alimentarias a familias con niños y jóvenes que cursan desde tercer grado de primaria hasta tercero de bachillerato; y becas alimentarias a familias con ancianos, niños lactantes, preescolares o en primero y segundo de primaria; las familias también reciben en especie papillas (si tienen lactantes, niños desnutridos o ancianos) y paquetes de útiles escolares (Reglas de Operación 2001 del Progresa, 2001 C). "El total nacional en apoyos emitidos (incluyendo alimentación, becas y útiles escolares) fue de $10, 538, 617, 170 para enerodiciembre del 2001 y $ 6, 625, 168, 570 para enerojunio del 2002" (Hernández et al. 2002). 8 Son las mujeres de la familia que reciben los recursos que proporciona el Progresa (Reglas de Operación 2001 del Progresa, 2001 C). 9 Puede verse la propuesta inicial de Levy 1994. Wodon (2001) presenta la evaluación del BM favorable a las transferencias tipo Progresa y la crítica a los antiguos subsidios alimentarios http://www.cge.udg.mx/revistaudg/rug27/dossier9.html
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generalizados. 10 Ver una síntesis en Valencia 2002. 11 Las figuras protagónicas del programa son las titulares beneficiarias, las promotoras, el enlace municipal, los médicos, las enfermeras y los maestros. Sin embargo, sólo las promotoras y el enlace municipal son los actores sociales con más influencia que emergen con el Progresa. La promotora comunitaria es una titular elegida en asamblea mayor de quince años y que sepa leer y escribir. Su trabajo es voluntario, ya que no percibe remuneración alguna; al recibir capacitación sobre el programa se convierte en la guía de las titulares respecto al cumplimiento de los objetivos (Progresa 2001B: 38). El enlace municipal es la persona elegida por el presidente municipal para que oriente a las beneficiarias del Progresa (2001 B). 12 Para la elección de beneficiarios, el Progresa utilizó una metodología de focalización, que consistió primero en determinar cuáles eran las localidades más marginadas del país para realizar después en ellas una encuesta socioeconómica, y de ahí escoger a los hogares más pobres según una línea de pobreza convenida. Puede verse en Orozco, Parker y Hernández (1999) los planteamientos iniciales y en Cortés y Boltvinik (2000) una discusión acerca del método de focalización. 13 Véase una síntesis de estas discusiones en Valencia 2002. Wodon (2002), del Banco Mundial, señala también estos problemas. 14 En la "Guía para la titular beneficiaria: lo que necesita saber del Programa de Educación, Salud y Alimentación" (Progresa 2001 B) se puntualizan la serie de requisitos que debe cubrir la familia beneficiaria; su observancia permite la continuación de la beca; entre los que están: inscribir a los niños y jóvenes en la escuela y llevarlos a las citas médicas junto con los demás miembros de la familia, así como comprar los alimentos de acuerdo con las recomendaciones. 15 Ver Escobar 2000. 16 Ver por ejemplo Martínez Curiel y Anaya Zamora 2000. Précis The study of social policy has privileged focus on general models or largescale paradigmatic shifts; in smaller measure the role of the actors in the social policy's specific programs has been considered. One of the most fruitful possibilities in the focus on the actors is that of the social representations: how diverse participants perceive, apprehend and transform a program, from the beneficiaries themselves to the direct executors, or the local or regional middlemen. The social representations approach becomes a complex study of the intersection of the different actors' perceptions. In some occasions, such representations (even of the executors) will differ substantially over the essential characteristics of the program in http://www.cge.udg.mx/revistaudg/rug27/dossier9.html
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question; on others, they will be able to coincide or to generate a " negotiated perception" between the beneficiaries and the executors, with the profile created explicitly by the designers. This focus can be of great utility for the study of both social policy and for the evaluations of public policy. In this brief essay we will analyze some of the representations that the beneficiaries elaborate of Progresa (renamed recently as Opportunities) in the town of Santiago Mexquititlán, Querétaro. Translated By Stephen W. Gilbert Ir al índice general
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