SICA3, Sociedad instituyente y clínica de la alteridad Un acercamiento a la obra institucional de Cornelius Castoriadis Castoriadis Tercera fase, 2012-2013
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La teoría económica de Marx y la crítica de Castoriadis Miguel Aponte2
Resumen: El diálogo entre Carlos Marx y Cornelius Castoriadis es necesario, importante y actual. Marx construyó un edificio de tres torres: una filosofía, una teoría de la historia y una teoría económica. Se trata de un sistema soberano del mismo tipo del que Engels, años después de la muerte de Marx, criticaría al propio Hegel y que terminará tributando en la idea de verdad absoluta. El presente ejercicio realiza con cierto detalle un recorrido por la teoría económica marxista a la luz de la crítica de otro gran economista, Cornelius Castoriadis: ¿cuáles son sus categorías fundamentales? ¿cómo se articulan? ¿cuál es su consistencia? Concluimos que hacer del proyecto de la sociedad autónoma y la transformación social un patrimonio exclusivo del marxismo es un error conceptual e histórico.
Palabras clave: Praxis, método, teoría, sistema, verdad absoluta.
Índice 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7.
Justificación Introducción Marx y El Capital Dinero y Circulación: Plusvalía Plusvalía y Fuerza de Trabajo La articulación de la variables económicas en el régimen capitalista Marxismo: filosofía y materialismo histórico
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“Sociedad instituyente y clínica de la alteridad, un acercamiento a la obra institucional de Cornelius Castoriadis”, en su tercera fase. Responsable: Dr. Rafael Miranda Redondo. www.agorainternational.org
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1. Justificación El dialogo entre Marx y Castoriadis nos ocupa, al menos por tres razones: es importante, necesario y actual. Es importante porque Marx representa una ruptura respecto a toda la tradición anterior, rompe la deriva idealista dominante, reingresa las consideraciones sobre la historia y la sociedad a una perspectiva histórica y concreta, reintroduce la noción de praxis. Hace filosofía, economía, historia, sociología y las engloba en un proyecto de pensamiento vivo, que supera y que no desea la mera interpretación y la escolástica sino que busca el cambio social. Por último, pero es para nosotros lo más importante, porque postula que ese cambio es solamente posible y solo puede ser hecho por el hombre. Todo esto expresa la continuidad de un proyecto concreto y constatable: el proyecto por la autonomía individual y social. Es necesario porque los problemas que Marx observó continúan dominando, se profundizan y aún han aparecido otros, algunos de ellos precisamente a partir de la llegada del marxismo al mundo; en efecto, después de Marx la historia y la revolución comenzaron a pensarse de otra otr a manera e incluso virtualmente diversos aspectos se pensaron gracias a él; por ot ro lado, la ´racionalidad positiva´ de sus planteamientos, las implicaciones que el propio Marx y sus seguidores ´vieron´, es superada ampliamente por su ´racionalidad potencial´ y no puede negarse que pueda descubrir nuevas líneas de fuga, aunque las ortodoxias o rtodoxias de todos los lados opinen lo contrario. Pero, además, es necesario, porque el marxismo después de casi ciento cincuenta años tiene sus propias realizaciones y se hace necesario indagar hasta dónde la teoría debe responder por esas realizaciones. Finalmente, es actual porque el proyecto de y por la autonomía individual y social prosigue, no por o gracias a la acción de intelectuales, profesionales de la política y expertos, no por la acción de los partidos, ni mucho menos gracias a las ortodoxias, sino por el mismo movimiento social-histórico que sigue su curso y no se conforma. Porque el capitalismo contemporáneo contemporáneo continua la ruta destructiva que marca su paso por el mundo, paso que dura ya poco más o menos trescientos cincuenta años –un número pequeño para la historia de la humanidad, pero que amenaza con la barbarie y la destrucción absolutas –. Porque los defensores de este capitalismo no son capaces de entenderlo ni siquiera en aspectos modestos de su ´racionalidad positiva´ y con sus interpretaciones y acciones aceleran el caos y el sin sentido. Porque no podemos asegurar que la crisis ´automáticamente´ traerá la nueva sociedad. Actual también porque frente al fracaso de los socialismos reales, sectores importantes de la izquierda han asumido posturas cerradas o unilaterales: como creer que basta con ser anticapitalista y antiimperialista para calificarse como revolucionario y, en consecuencia, para decirlo en los términos de Castoriadis, “encaminar el proyecto por la autonomía”. Es actual, también, porque el marxismo sigue siendo en el imaginario dominante –de la izquierda y la derecha, clasificación anacrónica ella misma – la única consigna válida para alcanzar la revolución o luchar contra ella: sus seguidores creen en el carácter sacramental de los postulados y no parecen capaces de leer a Marx con libertad ni mucho menos; y, ni siquiera sin miedo, diríamos: miedo a encontrar que allí no está todo, que lo que está no necesariamente está todo
bien, que la historia ha mostrado otras cosas y no las previstas por Marx, que hay fisuras en la teoría en todos sus niveles, miedo a no saber cómo seguir siendo revolucionarios r evolucionarios sin Marx. Sus retractores actuales, por su parte, igualmente se ciegan en sus postulados abstractos y a-históricos y en su propia “indigencia teórica” y tampoco ellos son capaces de entender con libertad los asuntos implicados, así como tampoco penetrar analíticamente en la crítica al marxismo ni en la comprensión del propio régimen económico capitalista. Asistimos pues actualmente a un extravió total de la reflexión. Por otra parte, Castoriadis representa un pensamiento a la vez revolucionario y libre –ya es paradójico que haya que exponerlo así – no simplemente porque sepa ver con mirada propia, nueva y viva los aspectos implicados en toda la problemática expuesta arriba, incluido el pensamiento marxista y sus realizaciones; sino porque asume la problemática sin complejos y sin derivas posmodernas ni regresos religiosos y, por tanto, no cae en la repetición de viejas ideas con ropajes nuevos: fin del sujeto, fin de la filosofía, fin de la historia, retro cristianismos, anarquismo y otras ilusiones. En efecto, Castoriadis cuestionó todas las modas intelectuales de su tiempo, existencialismo, estructuralismo, estructuralismo, deconstruccionismo y posmodernismo, en todas sus formas. Castoriadis conserva la perspectiva de la filosofía y el pensamiento como instrumento de transformación revolucionaria del mundo y de la realidad inserta en lo histórico-social y no quiere y no busca ´teorías soberanas´. En este sentido no es un filósofo más: es el primero que logra romper el cerco platónico, un círculo que dura ya veinticuatro o veinticinco siglos dominando todo el pensamiento occidental, tramita la filosofía y el pensamiento como el despliegue exclusivo exclusivo de la racionalidad y la determinidad y que, por tanto, cancela la subjetividad y el papel de lo imaginario. Pensamos que Castoriadis debe ser asumido como el primer filósofo de la alteridad, de la autonomía y de la creación: el filósofo de la imaginación. Se dice fácilmente, pero no ha sido breve ni fácil el camino que ha debido sufrir occidente para lograr asumir lo nuevo, lo verdaderamente ´otro´, la alteridad, en un proyecto de pensamiento y de realización histórica verdaderamente autónomo. La sola mención de la palabra ´creación´, invoca poderes no humanos. Pero sin creación, ¿cómo habría verdaderamente verdaderamente acción humana? ¿cómo habría libertad y, en definitiva, revolución? ¿cómo habría historia? Entonces, ¿cómo no sostener la importancia, necesidad y actualidad de este diálogo entre Marx y Castoriadis? En este sentido, la discusión Marx - Castoriadis, que realizamos en el desarrollo de la sesión 4/8, del programa SICA33, plantea preguntas muy pertinentes. Las transcribimos textualmente: “¿Desde dónde habla Cornelius Castoriadis cuando se desprende del marxismo? ¿Es “la
revolución” una invención de Marx? ¿La crítica del marxismo supone el abandono de la sociedad socialista? ¿Si no es así, cuáles son los rasgos esenciales que debe tener dicha sociedad? ¿El derrumbe del socialismo real, equivale al triunfo del capitalismo? ¿Una
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“Sociedad instituyente y clínica de la alteridad, un acercamiento a la obra institucional de Cornelius Castoriadis”, en su tercera fase, el 26 de septiembre de 2012. Responsable D r. Rafael Miranda Redondo.
reflexión de esta naturaleza ha sido emprendida en el seno de las izquierdas en América Latina? ¿Qué actualidad tiene este debate para nosotros?” En este sentido, el seminario propone una hipótesis central y que adoptamos en este papel. Hipótesis: “El abandono por el marxismo de la transformación del mundo del trabajo y de la
posibilidad de la autogestión, como registro fundamental de la sociedad autónoma en proyecto, abre la posibilidad de que el proletariado sea substituido por el partido y con ello abre las puertas al fenómeno burocrático y al totalitarismo.” No vamos a tener todas las respuestas –eso ni siquiera debemos desearlo, recomienda con frecuencia Castoriadis –, pero al menos desde los griegos se entendió que más importante que buenas respuestas son buenas preguntas y las mencionadas, para nosotros, son centrales. Por eso nuestro comentario final del seminario lo hacemos partir de ellas. Vamos a repasar aspectos tocados en la sesión 4/8, intentando desplegar con algún detalle los tres aspectos de la crítica de Castoriadis al marxismo. Aspectos que replican los tres pilares que forman el edificio marxista: su filosofía, su teoría de la historia y su teoría económica. Haremos énfasis en esta última porque, como el propio Castoriadis señala, constituye la base o soporte a partir del cual es posible todo el edificio. 2. Introducción No es posible considerar la Teoría Económica de Carlos Marx, sin tener en cuenta los otros dos elementos esenciales esenciales en la formulación de este autor: su Teoría de la Historia y su Filosofía. A trío estos tres elementos conforman un sistema de pensamiento completo. Marx hará que se reconozca para siempre que sin lo histórico-social no es posible concebir lo humano, mostrando como nada escapa a la lógica histórica. A la vez, concibe su filosofía como un sistema abarcador y soberano que pretende explicar la praxis histórica y, en definitiva, explicar la historia como un todo, postulando los procesos de causación que la determinan en sentido fuerte y en lo importante. En el párrafo anterior se muestra el doblete característico del pensamiento marxista: por un lado, el intento de conjugar la praxis con el devenir histórico y social que reingresa toda to da la reflexión a partir de la vida humana real y, por tanto, la saca del plano idealista o abstracto de Hegel o Kant. Desde esta perspectiva la teoría sería pensamiento vivo, un momento de la praxis. La praxis como un hacer lúcido y consciente; y la teoría t eoría –la teoría que no se momifica – surge a partir de ella sin petrificarse sino que se hace haciendo haciendo y haciéndose. La teoría no mira desde lejos, por así decir, a la vida y le ´dice´ qué hacer, sino que es un momento más de ese hacer. Detrás de esta captación de la idea de praxis está el proyecto por la autonomía: una libertad que trabaja sobre otras libertades y que se hacen posibles en acto. Se hacen porque se hacen. Pensar, criar un niño, educar, vivir: nadie sensato esperaría saber qué es pensar antes de pensar, sino que piensa, punto; y sobre este ejercicio vivo mejora, afina los procesos asociados asociados a
este hacer humano. Aplíquese este razonamiento a criar, educar, vivir… Eso es la praxis. La política es otro ámbito de la praxis y si no es así, no es política: es vulgar interés por alcanzar el poder y mantenerlo. El funcionalismo positivista, como forma técnica de expresión de la acción humana, puede aplicarse a la familia, a las relaciones humanas, a la política y a todo lo humano, pero no es praxis y no la sustituye. La economía aunque luzca como campo especialmente apropiado para el cálculo y las relaciones determinísticas, lo más parecido a la física de la naturaleza que podamos imaginar dentro de lo humano, sin embargo, tampoco escapa a la praxis y sin ella se desnaturaliza, pervierte, burocratiza y pierde sentido. Marx entendió todo esto. Por eso su famosa expresión: “Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se 4
trata es de tr ansformarlo” . Este es el primer lado del doblete marxiano.
Pero luego tenemos otro lado, el intento de concebir un sistema ´soberano´. Atrapar la libertad en la necesidad. El proyecto determinista de querer explicar la ´Ley Social´ con m ayúsculas y de pretender introducir lo social en lo técnico, no solamente al capitalismo, que Marx entendió como nadie antes, sino de querer derivar leyes para aplicarlas a toda la historia, pasada y futura y a todas las sociedades humanas. Esta otra cara postula que lo objetivo somete a lo subjetivo, lo general determina lo particular, lo social a lo individual, cancela lo imaginario y por aquí comenzarán los problemas; esta deriva está en la frase que expresa que “el ser social determina la consciencia social ”, igualmente famosa que la anterior y que remata en que las condiciones materiales y técnicas de la vida determinan la existencia humana. La teoría económica va a constituir el gozne a partir del cual Marx va a intentar articular este doblete contradictorio: libertad y determinidad. También es el soporte de todo el edificio, pues filosofía y teoría de la historia se harán posibles gracias a la teoría económica. Este papel va a dedicarse al análisis de las condiciones y contradicciones del postulado económico de Marx. Sigue la presentación que el propio pr opio Marx realiza en El Capital y los elementos críticos que Castoriadis aporta, tal como los presentó la bibliografía y la discusión del seminario. 3. Marx y El Capital Para Maurice Dobb (1900-1976), reconocido r econocido economista economista marxista inglés, el pensamiento económico de Marx se sustenta en su interpretación de la historia, a la vez que ésta se fundamentaba finalmente en la filosofía hegeliana. Seguramente es así, pues la intuición filosófica de Marx le haría ver la historia de una cierta manera y buscando las causas de sus observaciones, llegaría a la teoría económica. Se trata de un camino que habría ido de lo concreto a lo abstracto y luego a la inversa, de lo abstracto a lo concreto, método postulado por el mismo Marx como el “ método correcto”, porque así se hace posible captar la totalidad concreta en e n “sus múltiples determinaciones ” y no como un 4
Federico Engels, Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana, 1979, Editorial Linotipo, Bogotá, pág. 57
caos5. Al final, el escenario que sintetiza y soporta esas profundas determinaciones en todo su sistema es, sin duda, la teoría económica. Dobb expone una secuencia comprensiva de la evolución del pensamiento económico económico de Marx en términos de sus escritos. Primero están los “Manuscritos económico-filosóficos de 1844 ”, luego, en los años 1857 -1858, Marx desarrolló aún más esos planteamientos en los “ Grunrisse” o “Elementos fundamentales para la crítica de la economía economía política”. La “Contribución a la crítica de la economía política ” se
publicó por primera vez en 1859, y para Dobb fue una ouverture de la gran obra de Marx “ El Capital ”, ”, cuyo primer tomo apareció en e n 1867. Hubo un escrito “más breve” conocido bajo el
nombre de “Introducción general a la crítica de la economía política ”, fechado por Marx en 1857 y
que no fue publicado sino hasta 1903 por Karl Kautsky (1854-1938), Marx consideró a éste último “anticipación de resultados todavía no demostrados ”. Al final, todo va a confluir en “ El Capital ”, ”, obra máxima de Marx6. El aspecto central del pensamiento económico de Marx es todo to do lo relativo a las grandes Leyes de comportamiento del sistema capitalista capitalista, todas derivadas de la “ Ley general de la acumulación capitalista”: acumulación y concentración del capital, aumento de la composición orgánica del capital, tendencia creciente de la tasa de explotación, tendencia decreciente de la cuota de ganancia, aumento del ejército industrial de reserva, crisis de sobreproducción y, eventualmente, colapso del sistema capitalista. Vamos entonces a una exposición breve de la teoría económica de Marx para lo cual emplearemos su libro El Capital, en la edición del FCE, 1975, México. Comencemos reivindicando para todo este esfuerzo su nombre correcto. Se trata de Economía Política y no de mera teoría económica o tecno-economía o economía-funcionalista. economía-funcionalista. Marx quiere entender el asunto económico hundiéndolo en lo histórico y lo social, con todas sus implicaciones: por eso su materialismo histórico. En principio no quiere otra filosofía acabada, no quiere conocimiento muerto, sin embargo, sorprendentemente, sorprendentemente, y a pesar de que toda su inspiración inspiración niega el funcionalismo, funcionalismo, cae fatalmente en el positivismo, como veremos a continuación. Todo el planteamiento económico se sostiene en la teoría del valor-trabajo que desarrolla en la Sección Primera, Libro Primero del Tomo I: La mercancía . Allí la explica detalladamente bajo el subtítulo “Los dos factores de la mercancía: valor de uso y valor de cambio (sustancia y magnitud del valor)”. Una vez comprendido que el valor se fundamenta en el trabajo –materia polémica y
que puede lucir desde muy dogmática hasta ingenua, pero que no necesariamente lo es –, Marx expone su propia definición: el valor de una mercancía es la cantidad de trabajo socialmente necesaria para su producción. Esta definición va a fundamentar la riqueza en todas sus formas. Ahora bien, la riqueza burguesa ¿cómo aparece? La respuesta de Marx es “aparece como una 7
descomunal acumulación de mercancías, y la mercancía individual como su existencia elemental ” .
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Carlos Marx, Contribución a la crítica de la economía política, 1980, SXXI Editores, México, página 301 Carlos Marx, Contribución a la crítica de la economía política, 1980, SXXI Editores, México, Introducción 7 Ibíd., pág. 9 6
Toda mercancía presenta una doble existencia: su valor de uso y su valor de cambio. Así llegan al mercado, bajo esta doble faz. Pero, ¿cómo llegan? No pueden ni llegar solas ni intercambiarse “ por sí mismas”8. Serán necesarios tantos actos de voluntad como poseedores haya, actos que expresan relaciones económicas personificadas. Marx: “todas las mercancías son para su poseedor no-valores de uso y valores de uso para los no poseedores ”. Pues bien, así se materializa “ el cambio”: “valores que se cruzan y se realizan como tales valores. Por tanto, las mercancías tienen necesariamente que realizarse como valores, antes de poder realizarse como valores de uso. ” El
proceso de cambio es por tanto “ un proceso social general ”9.
4. Dinero y Circulación: Plusvalía Visto en forma muy esquemática y breve: tenemos que el trabajo engendra el valor. Este valor tiene doble faz: de uso y de cambio. Aparece el intercambio como fenómeno histórico-social y da lugar a la forma dinero, la circulación de las mercancías y ésta al capital. La fórmula de la circulación inicial es M-D-M (mercancía-dinero-mercancía) (mercancía-dinero-mercancía) y la evolucionada D-M-D (dineromercancía-dinero). La primera es ´circulación de mercancías´ y la segunda ´circulación del capital´. Es claro que esta última en el fondo se reduce reduce a la forma D-D´ (dinero-dinero valorizado), pues de lo que se trata es de usar D para comprar M para venderlas por un D mayor. El hecho circunstancial de que se pierda en algunos casos, no cambia el análisis: “aquí hay un proceso 10
característico y original ”, ”, distinto al proceso de circulación inicial simple .
Ahora bien, ¿qué es D´? Es una D aumentada o superior a la original y cuyo exceso es lo que Marx llamó “plusvalía”. Su fórmula es la siguiente D´=D+Δd. Veamos su definición: “Este incremento o excedente que queda después de cubrir el valor primitivo es lo que yo llamo plusvalía (surplus value). Por tanto, el valor primeramente desembolsado no sólo se conserva en la circulación, sino sino que su magnitud de valor experimenta, experimenta, dentro de ella, un cambio, se incrementa con una plusvalía, se valoriza. Y este proceso es el que lo convierte 11
en capital. ”
Claro, para que se conviertan en capital, las cantidades de dinero resultantes resultantes en D´ no deben ni consumirse ni atesorarse. El valor debe valorizarse. Obsérvese que la circulación simple de la mercancía es un medio cuyo fin –el consumo – está fuera del circuito mismo de circulación. En cambio, en la circulación ampliada el intercambio, la circulación, se transforma en un fin en sí mismo. Para valorizarse el valor no puede salir de la circulación. Es lo que Aristóteles llamó “ el arte de hacer dinero ”: crematística. Pero Aristóteles distinguía entre crematística y economía: la primera se ocupa de “la incrementación del dinero hasta el infinito ”, y la segunda aspira a “ algo 12
distinto del dinero” y lo que busca es la satisfacción de necesidades .
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Carlos Marx, El Capital, Tomo I, 1975, FCE, México, pág. 48 Ibíd., pág. 49 10 Ibíd., pág. 104 11 Ibíd., pág. 107 12 Ibíd., nota 6, pág. 108 9
Esta fórmula, D-M-D´, no es exclusiva del capital mercantil, sino que también se manifiesta con el capital industrial y, aún más claramente, con el capital financiero, donde se convierte en D-D´, ya que el cobro de intereses no requiere r equiere mediación de otras mercancías. Situados aquí, la siguiente pregunta es ¿cómo surge esa plusvalía? Marx muestra m uestra claramente que ese plus valor no puede surgir del intercambio –Marx, como se sabe, no reconoce que el comercio agregue valor de ninguna manera –: “La creación de plusvalía y, por tanto, la transformación del dinero en capital, no puede, como se ve, tener su explicación en el hecho de que el vendedor venda las mercancías por 13
más de lo que valen o el comprador las adquiera por menos de su valor. ”
Con respecto al valor de uso, quienes intercambian ganan porque consiguen aquello que necesitan y de lo que carecen. Pero respecto al valor de cambio, no. No es posible. Los intercambios deben ser entre iguales o no son sostenibles. Los engaños en el intercambio tampoco. No solo porque el tonto o aprende o desaparece, sino porque el valor de cambio total intercambiado no se altera, lo único que se altera es su distribución. Y, remata Marx, “La clase capitalista de un país no puede engañarse a sí misma en bloque”. La conclusión final de Marx es tajante: taj ante:
“Si se cambian equivalentes, equivalentes, no se produce plusvalía, ni se produce tampoco aunque se 14
cambien valores no equivalentes. La circulación o el cambio de mercancías no crea valor. ”
Para Marx, entonces, tanto el capital comercial como el capital “a interés” serán siempre formas derivadas15; y esto a pesar de que históricamente sean anteriores a la forma básica moderna del capital. La explicación de esta aparente paradoja está muy claramente expuesta por el propio 16 Marx en su libro “La Contribución Contribución a la crítica de la la economía política” . Esta ´preexistencia´ de lo que al final es ´derivado´ tiene que ver, en la aproximación de Castoriadis, con el problema de la ´anterioridad´17 y su captación es parte esencial del “ método de la economía política ” de Marx. Marx ve el asunto como asimilado a una línea necesaria de progreso, pero podría entenderse más bien como una constelación de elementos económicos que eventualmente surgen haciéndose dominantes sin afiliación alguna a aquella línea. Es un tema fértil y que merece más atención. 5. Plusvalía y fuerza de trabajo Entonces, continuemos, si la plusvalía no surge del cambio, porque éste siempre debe ser entre equivalentes, ¿de dónde lo hará? Marx razona así: 13
Ibíd., pág. 116 Ibíd., pág. 117 15 Ibíd., pág. 119 16 Carlos Marx, Contribución a la crítica de la economía política, 1980, SXXI Editores, México, págs. 300 y sgts 17 La anterioridad no causa necesariamente: causas y efectos tienen una relación asimétrica. Sobre la anterioridad ver Cornelius Castoriadis, La institución imaginaria de la sociedad, 2010, Tusquets Editores, Buenos Aires, pág. 201 . Sobre las complejidades de una teoría de la causalidad, Castoriadis dice: “ La causalidad es un fantasma: en los casos triviales es reversible; en los importantes es imposible.” También “el 14
antes (el antes pertinente en cada ocasión) condiciona el después de manera no simétrica.” Ver su libro “E l mundo fragmentado”, Tiempo y creación , 2008, Terramar Ediciones, Argentina, pág. 198
“Como se ve, el capital no puede brotar de la circulación, ni puede brotar tampoco fuera de 18
la circulación. Tiene necesariamente que brotar en ella y fuera de ella, al m ismo tiempo. ”
Con cambio entre equivalentes tendrá tendrá que brotar y poder explicarse el surgimiento surgimiento de la plusvalía: el capitalista compra por lo que vale y vende por lo que vale y, de paso, tendrá que poder sacar del proceso más de lo que invirtió. La respuesta a esta intriga está en que, en efecto, se actúa dentro de la esfera de la circulación y a la vez fuera de ella. Veamos cómo es esto. Si se considera la forma D-M-D´ D -M-D´ que actúa toda ella en el ámbito de la circulación, podremos dilucidar el asunto. La plusvalía no puede emerger en la fase M-D´, pues aquí solo se materializa el ciclo de reproducción de D´ para el capitalista que está sometido a la restricción de cambio de equivalentes. Marx evalúa, entonces, la primera parte de la ecuación, D-M; y se pregunta ¿cuál es esa mercancía “cuyo valor de uso posea la peregrina cualidad de ser fuente de valor ”? ”?
La respuesta debe ser clara si recordamos las premisas: dado que la única fuente del valor es el trabajo, entonces, esa mercancía no puede ser sino la capacidad o fuerza de trabajo. Marx la define así: “Entendemos por capacidad o fuerza de tr abajo el conjunto de las condiciones físicas y espirituales que se dan en la corporeidad, en la personalidad viviente de un hombre y que 19
éste pone en acción al producir valores de uso de cualquier clase. ”
Pero, ¿por qué y cómo puede haber ´fuerza de trabajo´ como mercancía m ercancía disponible?, que equivale a preguntar, ¿cómo es posible que aparezca este fenómeno y que un hombre esté dispuesto a vender tal cosa, su ´fuerza de trabajo´? Es claro que la respuesta se encuentra en lo históricosocial. Un largo proceso de evolución histórica y social precede a esta configuración que condiciona la aparición de, primero, las mercancías y luego, la aparición de esta mercancía ´particular´ que es la fuerza de trabajo. Esto sólo es posible con el “ régimen de producción capitalista”, pero de inmediato Marx aclara que sin embargo, debe entenderse que puede haber y ha habido “(…) producción (…) producción y circulación circulación de mercancías aunque la inmensa inmensa mayoría de los artículos producidos se destinen a cubrir cubrir las propias necesidades necesidades de sus productores, sin convertirse convertirse por tanto en mercancías; es decir, aunque el proceso social de producción no esté presidido todavía en 20
todas sus partes por el valor de cambio. ”
¿Cuáles son entonces las condiciones necesarias que aparecen con el capitalismo y que hacen posible la emergencia de esta mercancía llamada ´fuerza de trabajo´? Son dos: la primera es que sea poseída ´libremente´ por quien la vende, esto es por el trabajador, y en segundo lugar, que éste ´decida´ venderla, nunca en forma permanente, sino por cierto tiempo. Ahora bien, ¿quién decidiría vender su fuerza de trabajo? Pues solo aquel que se vea obligado a hacerlo por no poseer medios de producción para hacer otra cosa. Así, el obrero es libre en un doble sentido: libre de
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Carlos Marx, El Capital, Tomo I, 1975, FCE, México, pág. 120 Ibíd., pág. 121 20 Ibíd., pág. 123 19
vender su fuerza de trabajo y libre de poseer medios de producción para hacer otra cosa; está por lo tanto en condiciones de libertad y de obligación al mismo tiempo21. Con la aparición del excedente económico –fenómeno muy anterior a la aparición del capitalismo – lo que ocurre es que el capitalista contrata al obrero por una determinada jornada y la paga por su equivalente, pero en el proceso de producción obtiene una suma de valor que excede su costo. Esto quiere decir, por ejemplo, que el valor de la fuerza de trabajo de un día “vendrá a representar medio día de trabajo social medio ”, o dicho al revés, con medio día de trabajo el trabajador produce el valor de su fuerza de trabajo, pero como está contratado para trabajar un día completo, produce necesariamente un excedente que queda a favor del capitalista. Entonces, así se explica la aparente paradoja de la creación de valor: todo se paga por su valor en la órbita de la circulación, pero una determinada mercancía posee la capacidad de entregar más de lo que recibe: produce más de lo que cuesta; y este exceso lo apropia el capitalista. Todo esto ocurre pues la capacidad creadora del trabajo humano se ha convertido en mercancía. Hay algo más y es que: “El obrero adelanta en todas sus partes al capitalista el valor de uso de la fuerza de trabajo y el comprador la consume, la utiliza, antes de habérsela pagado al obrero, siendo, por 22
tanto, éste el que abre crédito al capitalista. ”
Marx, sin embargo, para todo su análisis, va a suponer que el capitalista no emplea este crédito y paga de contado al trabajador t rabajador el valor de su fuerza de trabajo al momento de venderla. Entonces, finalmente y así las cosas, es necesario entrar a considerar la esfera de la producción pues es allí donde se produce el proceso de valorización. ¿Cómo se van a relacionar r elacionar la fuerza de trabajo, la plusvalía y el capital en el proceso de producción capitalista? ¿Cómo se van a articular las esferas del intercambio y la producción para explicar el comportamiento del capital? ¿Cómo, finalmente, articula Marx sus categorías para sustentar el derrumbe del sistema capitalista? 6. La articulación de las variables económicas en el régimen capitalista Marx desarrolló un profundo análisis del régimen de producción y la sociedad capitalista. A partir de ese trabajo postuló una teoría económica o, mejor, una economía política del capitalismo, intentando mostrar sus contradicciones contradicciones y sus determinaciones: sus leyes. Intentemos resumir – cuanto nos es posible – su teoría económica. Vamos a algunos detalles referidos a las variables relevantes de esa teoría económica y a su articulación. a. El proceso de producción: proceso de trabajo y proceso de creación de valor Algunas preguntas surgen: ¿cuál es el pronóstico que se deriva de la teoría económica marxista? ¿qué determinaciones descubre? ¿qué leyes rigen al sistema económico capitalista? En el proceso de producción capitalista del valor se combinan simultáneamente tanto el fenómeno técnico 21 22
Ibíd., pág. 122 Ibíd., pág. 127
como el fenómeno social, los valores de uso resultan del proceso de trabajo en sí mismo que se encuentra en el ámbito de la técnica. t écnica. En efecto, los valores de uso no son un fenómeno capitalista sino universal de las sociedades humanas, una de sus características. Simultáneamente en el capitalismo se crean valores de cambio, esto ocurre gracias al proceso social de creación de mercancías, un fenómeno estrictamente capitalista y que es de otro orden. Por esto último, puede darse la circunstancia histórica de que el capitalista pague el valor de un día de trabajo, por ejemplo, pero en ese día de trabajo la fuerza de trabajo genere un valor equivalente en el mercado a más de un día de trabajo. Eso porque “el valor de la fuerza de trabajo 23
y su valorización en el proceso de trabajo, son (…) dos factores completamente distintos. ” .
El resto de las materias primas que el capitalista adquiere para llevar a cabo el proceso de producción no pueden más que transferir valor pretérito al nuevo producto al que colaboran en producir. Sólo la fuerza de trabajo es capaz de más: añade valor, porque como valor de uso produce un valor superior a su propio costo de reposición. Pues bien, en este contexto típico del proceso de producción capitalista van a aparecer categorías que debemos estudiar. Vamos por ellas. b. Capital constante y capital variable: C = c + v La producción combina diversas mercancías; de estas hay aquellas que se consumen simplemente en el proceso porque fueron producidas con trabajo anterior, en un momento anterior. A esas se les denomina “capital constante ” e incluyen los medios de producción y todas las demás materias necesarias: primas, auxiliares e instrumentos. A este componente del capital total, lo designaremos como ´c´, en minúscula. m inúscula. A la mano de obra o capacidad de trabajo o fuerza de trabajo se le denomina “capital variable ”, porque cambia valores anteriores (del capital constante) y añade nuevo valor (creado por ella misma). La designaremos como ´v´. Así, de esta manera, Marx explicaba que el trabajo tiene un doble carácter: crea valor mientras, además, transfiere otro atribuible al capital constante; y todo lo hace en el mismo acto productivo. Como trabajo concreto transfiere valor, como trabajo abstracto crea nuevo valor. Todo durante el mismo tiempo. En el terreno técnico del proceso de trabajo Marx denominó a este fenómeno, factores objetivos y factores subjetivos del trabajo. Finalmente, por suma, tenemos la fórmula del ´capital total´, t otal´, que se expresa como: C = c+v. c. La cuota o tasa de plusvalía: p´ = p/v La mecánica capitalista entonces consiste en que el capitalista aporta un capital total (C) igual a la suma de capital constante (c) más capital variable (v): C = c+v; lo hace porque espera que al final del proceso productivo pueda retirar una plusvalía (p), con la cual C´ = (c+v) + p, situación en que evidentemente C´>C. El capital total (C´) recogido luego del ciclo será mayor que el inicial (C).
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Ibíd., pág. 144
Como (c) solo transfiere a la nueva mercancía un “ fragmento de su valor ”24, podemos ignorarla, lo
que daría como resultado que C´ = (0+v) + p; o que C´ = v+p. Esto significa que el capital valorizado es igual a la suma de los salarios más la plusvalía. Si quisiéramos saber en qué medida se ha revalorizado el capital variable (v), tendríamos que dividir (p) entre (v), eso dará por resultado la tasa o cuota de plusvalía: p´ = p/v: la plusvalía total dividida entre el capital variable. v ariable. d. La tasa o cuota de explotación: e´ = a´/a Si suponemos que la jornada de trabajo es la extensión completa de la labor, como el trabajador reproduce el valor de cambio de su fuerza de trabajo sólo con parte de la misma, el tiempo de trabajo excedente representa la parte que se apropia el capitalista. Entonces la tasa de explotación resulta de dividir ambos segmentos: e´ = a´/a y expresa expr esa el “grado de explotación ” del
trabajador por parte del capitalista25, donde (a´) es el trabajo excedente y (a) el trabajo necesario. e. La tasa o cuota de ganancia: g´ = p/(c+v) La plusvalía es un remanente sobre el capital inicial desembolsado26; y constituye, de hecho, la ganancia (g) del empresario. Puede calcularse también una tasa de ganancia, para lo cual bastará con dividir la plusvalía (p), entre el capital total (c+v) –nótese la diferencia con la tasa de plusvalía, en que se divide sólo entre (v). Entonces la fórmula sería: g´ = p/(c+v). f.
La composición orgánica del capital: Ø = c/v
La relación entre el capital constante (c) y el capital variable (v) se conoce como “ composición condiciones orgánica del capita l”. La fórmula sería la siguiente: Ø = c/v. Marx estableció dos condiciones respecto a esta relación: primero, que (Ø) mostraría, mostrar ía, gracias al avance imparable de la técnica, una tendencia a crecer en forma indefinida; y segundo, que el comportamiento de (Ø) haría descender a largo plazo la tasa de ganancia (g´). Es claro que si las tendencias profundas inherentes al sistema capitalista lo conducen al descenso de lo único que lo justifica, la ganancia, éste debería colapsar. Nótese que Marx postula leyes del movimiento económico que no solamente son determinadas sino que determinan la ruina del sistema. Entonces, vamos con esto. g. La tendencia al aumento en la composición orgánica del capital (Ø = c/v) y la tendencia descendente de la tasa de ganancia (g´ = p/(c+v)) p/(c+v)) Supongamos una situación de equilibrio en la cual están dados: la tasa de plusvalía (p´), la tasa t asa de ganancia (g´), la composición orgánica del capital (Ø), un nivel dado de la tecnología y la productividad. En esta situación de equilibrio introduzcamos un cambio: supongamos, que se 24
Ibíd., pág. 160 Ibíd., págs. 177 y 243 26 Ibíd., Tomo III, pág. 58 25
produce un incremento en la productividad debido a un cambio en la tecnología, ¿qué debe ocurrir, según Marx? Para Marx debe aumentar tanto la composición orgánica del capital (Ø = c/v) como la tasa de explotación (e´ = a´/a). Y hay más, porque como es previsible que la tecnología siempre mejore, para Marx la (Ø = c/v) aumentará siempre mostrando una tendencia histórica, porque en c/v, el capital constante aumentará siempre más rápido que el capital variable; como, por otra parte, la plusvalía “solo depende” del capital variable, es decir, del trabajo, entonces necesariamente, la tasa de ganancia (g´ = p/(c+v)) tenderá a caer. Analicemos estas conclusiones. Una mejora en la tecnología t ecnología induce, en primer lugar, un incremento de la productividad; esto es, que por cada hora trabajada t rabajada el volumen total de mercancías producidas aumenta. Un incremento en la oferta de bienes –si no ocurren cambios en otras variables – hará que el valor o precio unitario de esas mercancías se reduzca, porque ahora más mercancías tienen igual o menor cantidad de horas de trabajo socialmente necesario incorporado. Esto es porque, como se sabe, el valor (unitario) de las mercancías es el inverso de la productividad del trabajo: más productividad, implica más mercancías por unidad de tiempo, menos cantidad de trabajo humano incorporado por unidad, y, por tanto, menor valor unitario de las mercancías. Entre todas las mercancías que ven descender su valor, están obviamente aquellas que componen el valor de la fuerza de trabajo. Marx deriva de todo esto que sobreviene ipso facto un aumento de la tasa de explotación (p´) y es verdad, porque la innovación tecnológica deriva en una disminución del trabajo necesario (a) a favor del trabajo excedente (a´), por lo que e´ aumentará (e´= a´/a); pero atención, primero, el aumento de la tasa de explotación no significa que necesariamente va a disminuir el nivel de vida del trabajador medido por (v), que corresponde a los salarios nominales. Puede ocurrir, al contrario, que estos salarios ahora puedan puedan rendirle más porque los los precios de las mercancías mercancías representadas en el salario hayan disminuido, según el propio supuesto de Marx. Suponer en este modelaje que el nivel de vida se mantiene constante o peor, que disminuye, no es congruente y no es verdad, pues no ha sido así en la historia del capitalismo desarrollado que estudia Marx. Para que el nivel de vida v ida del trabajador necesariamente disminuyera frente a la innovación tecnológica, haría falta que en la relación p/v, o aumente (p) o bien disminuya (v); (p) no puede aumentar porque la fuerza de trabajo t rabajo implicada en el ejemplo no se ha alterado y para que disminuya (v) haría falta o que desciendan los salarios nominales o que aumenten los precios de las mercancías, justamente lo contrario que postula Marx. Ahora bien, en general, ¿por qué una mejora en la tecnología disminuiría los salarios nominales? O, ¿a cuenta de qué aumentarán los precios? Esto queda indeterminado en el modelo: solo sería posible si las mercancías cuya productividad aumentó no bajan sus precios, sustrayendo plusvalía a otros sectores. Esto es posible, pero desmiente la predicción de Marx y se sale del modelo explicativo. Respecto a la “Ley” de la elevación constante de la composición orgánica del capital (Ø = c/v), c/ v),
expresada en la fórmula que divide el capital constante entre el capital variable, hay que considerar en qué plano estamos hablando y Castoriadis pregunta ¿en el plano físico o en términos de valores de cambio? Porque aunque la masa de capital físico aumente más que el
número o masa de trabajadores, t rabajadores, esto no implica necesariamente que los «valores» respectivos se comporten de manera similar. Que (c/v) aumente como masa no implica que, ´ porque ´, porque sí ´, aumente en términos de valor. Y remata Castoriadis: es lo que en lógica se llama un non sequitur (no se sigue). Por lo tanto, la verdad es que a priori nada puede decirse acerca de la evolución de la composición orgánica del capital. Otro de los pilares de la teoría económica de Marx queda así comprometido. Como consecuencia de todo esto, no puede afirmarse tajantemente que la tasa de ganancia (g´ = p/(c+v)) necesariamente necesariamente va a disminuir a largo plazo. Esto, por lo demás, es lo que la historia ha confirmado reiteradamente. reiteradamente. Y Castoriadis remata diciéndonos que si hay alguna variable que ningún modelo o teoría económica –en ninguna sociedad – puede dejar fuera es precisamente la tecnología, no por la fascinación que juega en el imaginario capitalista, sino porque ésta es una de las puertas por donde entra la creatividad en la historia. Suponerla constante sería como suponer un modelo que requiera que los hombres no hablen o piensen o actúen “nunca más” –y de ninguna manera – de forma independiente. Hipótesis imposible y absurda que, por lo demás increíblemente, increíblemente, Marx impone, cuando ignora el papel de la lucha de clases en el mismo y propio ámbito de la producción: esto es lo que significaría que la fuerza de trabajo es mercancía, algo muerto que se traslada al nuevo producto. Lo que Castoriadis nos está diciendo es que esa ´mercancía´ que agrega valor, precisamente por eso no es mercancía, por lo tanto, su valor de cambio no es determinable en el modelo. Que la fuerza de trabajo t rabajo fuese mercancía es lo que más desearían los capitalistas, pero es imposible y nunca será así. Lo que sorprende es que Marx haya supuesto tal cosa. Entonces, la pregunta es obligada ¿por qué lo supuso? Respuesta: porque era necesario para su modelaje económico del sistema capitalista. Es una petición de principio inadmisible y que condena todo el edificio. Finalmente, Finalmente, la conclusión es que para que el modelo marxiano de la economía capitalista funcionara, se requeriría que todo estuviera determinado y que la creación fuera desterrada para siempre de la historia. Esto no es otra cosa que exigir que la historia se detenga, o pensar que no exista o, como hemos dicho antes, decretar “el fin de la historia ”. Hay todavía un detalle más que recusa toda la teoría económica de Marx y que se desprende también de su composición orgánica del capital (Ø = c/v); se trata de que Marx argumentó que éste crecería siempre e inevitablemente “ por razones técnicas”, decía que siempre habría más máquinas, materia prima, instrumentos, esto es, capital constante en términos físicos y, sobre todo, que habría más de todo aquello en relación relación con el trabajo, entonces, entonces, claro, aumentará siempre Ø. Pero si esto es así, habrá que admitir que en la sociedad socialista o comunista seguiría siendo igual puesto que es una determinación técnica y no social, porque no es inherente al capitalismo sino a la técnica. La pregunta que se sigue la hace el propio Castoriadis: “¿en una sociedad socialista habrá tasa de sobreproducto (puesto que ya no podemos hablar de beneficio)? ¿y cuáles serán las consecuencias de esto? ”
Estas últimas preguntas tienen que ver con un aspecto que hemos tocado antes y que se refiere a una categoría expuesta por Castoriadis en otra otr a parte, se trata de la llamada ´racionalidad 27 positiva´ de las instituciones y los modelos; hay que recordar que siempre estará por detrás y nunca alcanzará la racionalidad potencial de aquellas y aquellos. El hombre crea la institución, pero jamás podrá prever las consecuencias totales y las significaciones que se seguirán de ella. Esto debería ser suficiente para no postular teorías determinísticas, pero no es así, y entonces hay que insistir. Nótese también cómo detrás de esta reflexión se encuentra, otra vez, la captación trágica, un elemento central de la creación griega y que Marx, como todo t odo determinista, pierde de vista totalmente. Terminemos diciendo que una vez que se recusa la teoría económica de Marx, es imprescindible mirar hacia la totalidad del edificio teórico: filosofía y materialismo histórico, y preguntarse: ¿cuáles son las implicaciones que tiene para todo el sistema el hecho de que la teoría económica que lo sustenta no sirva? 7. Marxismo: filosofía y materialismo histórico Tenemos, en conclusión dos lecturas respecto a la visión económica de Marx y la crítica de Castoriadis. En términos más generales, como crítica del régimen capitalista, estudio de sus múltiples determinaciones y de las relaciones propias del sistema, encajado todo en su compleja realidad histórico-social, el marxismo colocó para siempre aspectos que no podrán eludirse. Su idea de la praxis, la forma en que desenmascara la fetichización y la enajenación propia del sistema, la denuncia de la explotación, su idea de la transformación social como proyecto consciente de los hombres que se adueñan así de su historia. Todo esto es muy fuerte y continúa vigente. Lo anterior coexiste con una deriva determinista-positivista propia de la atmósfera intelectual de la época de Marx. Era poco menos que imposible para aquel momento no ceder a la fascinación cientificista y no postular leyes económicas, históricas y sociales para los asuntos humanos. La ciencia y el desarrollo de la técnica t écnica aún no mostraban sus profundas derivas y delirios de dominio positivista, “dominio” que había sido anunciado ya desde Descartes y que todos los científicos en todos los ámbitos recibían con unánime aprobación: dominio del conocimiento, del progreso, de la naturaleza y, obviamente, también de los procesos sociales. Tenemos a todas las ciencias esforzándose en emular a la física, pero además, tenemos a la física postulando el conocimiento absoluto de la naturaleza, etc. Esta deriva positivista se expresa en la teoría económica de Marx; ciento cuarenta y cinco años después de El Capital la ´racionalidad positiva´ del modelo permite detectar incongruencias inadmisibles. Castoriadis las las analiza y nuestra conclusión es que en materia económica el sistema sistema marxista de pensamiento es una ruina, si estamos interpretando adecuadamente a Castoriadis: la ley del valor-trabajo es inoperativa y falsa, la composición orgánica del capital y la tasa de 27
Cornelius Castoriadis, La institución imaginaria de la sociedad, Tusquets Editores, 2010, Buenos Aires, pág. 197 (ver nota 13)
ganancias no son previsibles ni su comportamiento se somete a relaciones meramente funcionales, la fuerza de trabajo no es una mercancía, la tasa de explotación, aunque aumente, no determina la depauperación de la clase trabajadora –ni lógica ni históricamente –. En fin, ¿qué más haría falta agregar? Pero dijimos antes que el marxismo es un edificio con tres bases: una filosofía, una teoría de la historia y una teoría económica. Partimos revisando ésta última por razones obvias: filosóficamente el sistema marxista postula que todo está determinado por lo técnico-económico que constituye la infraestructura a partir de la cual se condiciona la superestructura de la sociedad. Esto es una consecuencia derivada de su postura “ materialista”.
Para nosotros esto es funcionalismo puro. Y el problema se agrava porque la teoría económica es, en efecto, para el enfoque marxista “la piedra angular del edificio ”, entonces ¿cómo sostener la
filosofía materialista y el materialismo histórico sin ese soporte materialista? Por estas razones empezamos por aquí. Ahora bien, para terminar, siempre interpretando a Castoriadis ¿qué decir de la filosofía marxista y de la concepción materialista de la historia? a. La filosofía marxista Marx, correctamente, observó que la teoría hegeliana se mistificaba y terminaba convertida en solución “ ficticia a problemas reales reales”. Y entonces propone un giro fundamental y, en sus palabras, toma la dialéctica hegeliana como método y la “ para sobre sus pies”: la dialéctica va a mediar para
que lo pensado –la teoría – se reintegre a la “ praxis”, ¿cómo? A través de la “historia concreta”. Pero, atención, Marx nos está diciendo, está proponiendo de hecho, tres cosas importantes y que deberían analizarse: primero, que el método determina el contenido; segundo, que como consecuencia, cambiando cambiando el método (si lo invertimos, por ejemplo) cambiamos el sentido profundo del discurso, su sentido, su contenido; y tercero, más importante aún, sugiere que el contenido es en realidad, o está contenido en el método: todo es o sería método. Pero, entonces, ¿la “ praxis” es método? Todo esto es turbulento desde el principio, porque a la vez Marx no puede reconocer que la praxis es mera técnica. Mucha atención con esto, pues está en la base de la filosofía marxista y tiene y tendrá enormes implicaciones. Recordemos a Lenin y Trotsky queriendo aplicar los métodos taylorianos a las fábricas soviéticas y contra la voluntad de los obreros, por ejemplo, tal como denunció en el XX Congreso del Partido Pa rtido Bolchevique, en 1921, 28 Alejandra Kolontai, Comisario del Pueblo para los Asuntos Sociales . La pregunta que hará Castoriadis es ¿podemos sostener que fueron desviaciones de los líderes solamente o es que hay algo en la base de la teoría misma? De hecho, tanto Lenin como Trotsky decían basar su postura en Marx. La verdad es que no podemos reducir el contenido al método y que hay grandes peligros que derivan de toda la reflexión hegeliana que Marx asume: esa
28
Paul Cardan, El papel de la ideología bolchevique en la aparición de la burocracia y Alejandra Kolontai, La oposición obrera, 1976, Castellote Editor, Madrid, pág. 29
misteriosa vuelta a la unidad que va a atormentar a todo el pensamiento occidental, el regreso a lo uno, a lo homogéneo, atención, que es platónica y cristiana también. Marx quiere superar a Hegel, pero está en el precipicio: si mantiene la postura de la “ praxis” no va
a poder cerrar su teoría, jamás podrá postular leyes históricas ni materialismo histórico; por ot ro lado, si adhiere la postura científica de la época va a tener que intentar otra teoría, otro sistema explicativo total. Conocemos la historia, Marx optó por esta segunda opción. Era un hombre de su época y ésta estaba marcada por el positivismo. Esto, aunque Engels, aún en 1888, afirmase que Marx y su teoría t eoría habrían superado esta deriva presente en toda la filosofía anterior, incluido Hegel, nos referimos a la tentación de construir sistemas de “verdad absoluta”29, pero, preguntamos, ¿qué es toda la construcción teórica de Marx si no es un sistema de verdades absolutas? Aquí nace, de paso, el profundo complejo que sufren todas las izquierdas: la idea de creer que sin una ´gran teoría´, soberana y acabada, que contenga todo, no es posible la revolución y, finalmente, la idea de que todo revolucionario debe ´necesariamente´ ´necesariamente´ ser marxista, olvidando que hubo revolucionarios antes de Marx. Esta deriva es grave, porque entonces van a evangelizar el marxismo, impedir toda crítica, petrificando su contenido y, por tanto, matándolo, como lo hizo la Academia de Ciencias de la URSS, pero no solamente ella. Aún peor es ver que esto sigue siendo lo que hacen nuestros marxistas contemporáneos: convertir el marxismo en vulgar ideología que hay que aceptar y justificar y ya, porque si no se pone en peligro la “ filosofía de la revolución revolución”. Absurdo total y total incomprensión de la praxis. Esto es parte de lo que Castoriadis ha permitido comprender y no es poca cosa, sino que tiene que ver directamente con el futuro del proyecto revolucionario. ¿Dónde quedó el movimiento real que superará el estado de cosas existentes? Pues ya no está, ni puede estar. Notemos nosotros, de paso, que al postrarse ante el altar positivista-determinista, Marx pierde nuevamente la pista de la captación trágica del mundo: no hay más libertad, no hay capacidad transformadora real del hombre, no cabe la creación; entonces, tampoco cabe una ética que es imposible sin la hipótesis de libertad 30. La vida humana individual y social será solamente el cumplimiento de las leyes de la historia, leyes que promulgan un saber, el materialismo histórico. Punto. Cualquier cosa que se aleje de ésta dialéctica no puede ser más que “astucia de la razón ”,
recordemos la famosa frase de Hegel. A la vez, todo esto traerá consecuencias específicas para el pensamiento marxista y estas serán devastadoras: si se trata de hacer “lo correcto” a la luz de una teoría teor ía imbatible, la pregunta de rigor es ¿quién dicta el camino? ¿quién interpreta la teoría? ¿cómo llegar al destino histórico de la manera más rápida y eficaz? Y recuerda uno los avatares de la revelación, ¿quién está investido
29
Federico Engels, Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemán, 1979, Editorial Linotipo, Bogotá, pág. 11 30 Cornelius Castoriadis, Sujeto y verdad en el mundo histórico-social, seminarios 1986-1987, 2004, FCE, México, pág. 193
del Saber? Para Platón fue el epistémon, para el cristianismo serán los Profetas y Padres de la Iglesia, para el marxismo será el Partido, después sus líderes, para terminar dominado todo por la burocracia. A este destino es que nos ha traído la momificación. Así, desaparece la praxis y aparece otra otr a cosa, aparece el marxismo como método ¿en qué se diferencia este método de la técnica, en qué se distingue de un mero problema técnico? Respuesta: en nada. Habrá lagunas de conocimiento aquí y allá, incertidumbre de información, trabajo, de esto se trata. t rata. No son problemas de principio, son problemas de grado, de escenario político, de mantener el poder. Entonces, nos dirá Castoriadis, a partir de este momento, el marxismo ha muerto por obra de la cultura tradicional t radicional que sobrevive al y en el movimiento revolucionario. Son problemas técnicos: si el taylorismo se aplica en el capitalismo es explotación, pero si se aplica en la fábrica socializada entonces no. Exabrupto total. Sobre todo por que en ninguno de ambos casos es decisión soberana de los obreros, sino imposición. Tenemos entonces un marxismo que es ideología de la burocracia y ya no teoría revolucionaria. Como tal, a continuación, cualquier intento de crítica, corrección, etc, es o será catalogado como “revisionismo burgués ” y, en efecto, lo será a veces e incluso muchas veces, no importa; pero el problema es que lo que no lo sea terminará igualmente ´condenado´ por la ortodoxia, a la que convendrá ver siempre “traidores” cada vez que aparezca la crítica y el verdadero pensamiento.
Para Castoriadis el marxismo participa de la cultura capitalista y esto lo hace simplemente inservible: “Esto vale absolutamente absolutamente para el marxismo tomado como sistema, como todo”.
Las preguntas más inquietantes las realiza el propio Castoriadis: si para transformar hay que comprender, y, si la teoría marxista en su giro positivista ya no comprende, ¿cómo va a transformar la sociedad en el sentido que ella misma m isma desea? ¿cómo seguir siendo marxista si se quiere seguir siendo revolucionario? b. El materialismo histórico Castoriadis nos lleva por un camino muy difícil de eludir y contundente. ¿Qué pensaríamos si un cristiano nos dijera que la religión cristiana no tiene responsabilidad por la inquisición, por el acoso a Copérnico o por la muerte de Giordano Bruno o por sus ´arreglos´ con Hitler y el fascismo? ¿qué pensaríamos si nos dijera que lo que haga el Papa no afecta para nada a la religión cristiana ni la hace responsable de de nada porque el Papa es sólo sólo un hombre y sus errores no afectan afectan la letra sagrada de los Evangelios? El problema para el cristianismo es que después de dos mil años de dominio occidental le será siempre muy m uy difícil esconder sus realizaciones históricas. Igual consideración podemos hacer de cualquier institución histórica. Pues bien, ¿cómo hacer con una filosofía que se declara ella misma como portadora del “materialismo histórico”? ¿podemos
ignorar sus realizaciones históricas? ¿con qué derecho? Por el contrario, Marx sería –tendría que ser – el último en evadir esa responsabilidad. Él, que siempre se burló de los teóricos burgueses que ignoraban olímpicamente la historia, y que decía con sarcasmo: “ para ellos hubo historia, historia, pero ya no”.
El marxismo se trataba de “ transformar al mundo ”, entonces, preguntamos, ¿qué debe hacer el
materialismo histórico, como teoría de la historia, frente a sucesos reales como Stalin, Mao, por po r nombrar solo dos?, ¿qué nos va a decir sobre el totalitarismo? ¿qué debe decirnos del surgimiento de la ortodoxia y la burocracia? ¿no hay ninguna responsabilidad en la teoría, en el edificio? ¿todo está bien en la teoría y en el materialismo histórico y lo que pasó es que unos tipos mal intencionados o descuidados desvirtuaron la letra sagrada de los textos? ¿bastará con decir que ningún socialismo real ha sido el verdadero y que hay que interpretar otra vez a Marx? Entonces, ¿para el materialismo histórico la historia no importa? Entiéndase, no estamos proponiendo que no se estudie a Marx –decisión igualmente absurda – sino que deje de leérselo para justificar todo, que se asuma la responsabilidad histórica de sus realizaciones y se haga algo en consecuencia, que se vean los alcances de la mira marxista m arxista y se vea también lo que no vio o lo que no estuvo bien. De eso se trata, que no se vea a Marx como el ´Gran Padre´ sino como al pensador que fue y que se puede usar, refutar, cambiar y someter también a la praxis. Para terminar, si la teoría económica que soporta las bases materialistas de un pensamiento filosófico determinista no es sustentable, ¿cómo hacer una teoría de la historia que a su vez se apoya en aquellos? Este es el problema de los sistemas soberanos. Diciembre, 2012