misma. Al haberse ido a buscar lo ético allende lo real, allende la comunidad humana y su historia, nos encontramos con una ática sin moral o con una moral inoperante, abstracta, friamente
deontológica. Pero, a su vez, una moralidad que sólo atendiere a costumbres o que quedase reducida a tablas de bienes y males de una determinada sociedad, devendría en una ática meramente ideológica o sociológica 5. En la actualidad, algunos esfuerzos de mediación han sido intentados desde la ‘ática del
discurso’ que pretende fundamentar una ática civil, en el contexto de un pluralismo moral
Pretende esta concepción ática no sólo explicitar unos valores morales compartidos sino también investigar una posible fundamentación de los mismos. Y precisamente se busca una
fundamentación para no caer en el flindamentalismo. Mientras que el fundainentalismo pretende imponer la adhesión ciega a unos deberes, bienes, valores y normas, casi siempre ligados a
dogmatismos ideológicos, religiosos o a intereses económicos, la fundamentación ática, en cuanto filosófica, lo que pretende es dar razón de por qué se consideran preferibles unos bienes a otros, unos valores a otros. De este modo se evita la arbitrariedad7.
5.En general, los qu e mantienen un etnocentrismo ético, como es el caso del neopragniatista ltRorty, sostienen que no puede haber una concepción ática válida para todo hombre y toda sociedad. La impronta dejada por Nietrache, Heidegger o Gadamer ha sido honda en estos autores quienes consideran que nada se puede argumentar ¿ticamente de un modo aceptable para varias tradiciones culturales distintas. Cualquier afirmación ática universalista no puede ser tomada en serio. (Cft. RORTY, Richard: Contigencia, ironía y solidaridad. Paidós,Barcelona 1991.) 6.La ática del discurso, tal y como la formulan Habermas, Apel o Adela Cortina, desde un formalismo dialógico, atienden primero a las condiciones racionales qu e hacen posible saber si una norma es moralmente correcta para luego poder aplicarla en situaciones concretas. De todas formas, excepto en Adela Cortina, quien ha elaborado aplicaciones concretas como las expuestas en su Ética aplicada y democracia radical (Tecnos, Madrid 1993), los demás no atienden tanto a losegundo como a lo primero. 7.Cfr. CORTINA, A deIayMARTINEZ, Em ilio: Ética. AR al, Madrid 1996, P P . 130-132 4