LA MEMORIA HISTÓRICA Y SUS CONFIGURACIONES TEMÁTICAS
memorias urbanas sobre aspectos variados de la vida cotidiana. El segundo se presenta como un verdadero museo destinado al barrio, que conjuga armoniosamente memoria popular e identidad vecinal. Finalmente, Juan Albarrán explora las relaciones entre memoria histórica, desmemoria y presentismo a ultranza, a partir del estudio comparativo del Palais de Tokyo, en la ciudad de París, y el Museo de Arte Contemporáneo de Castilla-León. Ejemplos ambos —desde su perspectiva— del paradigma del museo relacional, plantean un desafío en la medida que pueden contribuir a «una especie de proceso domesticador del malestar social», de modo que «[…] la producción de espacios de sociabilidad desde lo estéticoartístico quede reducida a unos ámbitos institucionales en los que resulta difícil saber dónde termina la experimentación formal y dónde empieza el mero esparcimiento». En síntesis, los textos que recopilan las seis secciones de este libro perfilan algunas de las aristas más notables del complejo poliedro de la memoria histórica. No tienen como propósito ofrecer una visión exhaustiva, ni siquiera una tematización sistemática de un objeto que dista mucho de generar interpretaciones consensuales. Posiblemente, el lector discrepe con los supuestos teóricos de algunos autores, o con los enfoques metodológicos que adoptan otros. Aun así, los tópicos que se definen, los problemas que se plantean y los desafíos que se reconocen, contribuyen a alimentar la reflexión crítica sobre un campo de estudio interdisciplinario de notoria actualidad. Juan Andrés Bresciano ............. Nota del compilador En razón del carácter polisémico del vocablo historia , se adoptará un critierio tipográfico tradicional para para diferenciar las variantes semánticas mencionadas en cada capítulo. Según este cr iterio: Historia (con la letra inicial en mayúscula) se utilizará para referir a: (a) las Ciencias (i) Históricas en su conjunto; (b) alguna especialización disciplinaria dentro de ellas (Historia del Arte, Historia de la Filosofía, etc.); (c) la producción historiográfica sobre un objeto en particular (Historia de México, Historia de la Edad Media, etc.) (ii) historia (con la letra inicial en minúscula) se empleará para aludir a: (a) los acontecimientos humanos del pasado en general (como acontece en la expresión Filosofía de la historia); (b) los eventos del paasado relacionados con un objeto en particular (la historia de México, la historia de la Edad Media, etc.) De este modo, en una misma oración podrán alternar Historia e historia, sin que por ello se incurra en ninguna incoherencia tipográfica. ����
I. MEMORIA HISTÓRICA E IDENTIDADES COLECTIVAS
Procesos de globalización, espacios virtuales y memoria histórica. La incidencia incidencia de las nuevas tecnologías en la (de)construcción de identidades
Juan Andrés Bresciano Universidad de la República
1. Introducción El término globalización comenzó a divulgarse a principios de la década del noventa del pasado siglo, aunque su uso reconoce algunos antecedentes en la década previa. Incorporado en el vocabulario sociológico a partir de una obra pionera de Ronald 21 Robertson , ha adquirido, desde entonces, una multiplicidad de significados en ámbitos académicos, políticos e ideológicos. Otros términos relacionados y contrapuestos surgieron posteriormente, entre ellos, mundialización y altermundismo, cuyas 22 implicaciones han dado origen a diversos debates . En el presente trabajo se optó por utilizar el vocablo globalización —aunque no resulte el más apropiado para el idioma español— a fin de referir los procesos de interdependencia e integración, a escala planetaria, que afectan a los Estados, los mercados, las sociedades y las culturas, como 23 resultado de un desarrollo tecnológico que genera una conectividad sin precedentes . 24 Según Diane Crane , los procesos de globalización pueden conceptualizarse a partir de cuatro modelos teóricos contrapuestos. El primero enfatiza el imperialismo político, económico y cultural, y las profundas desigualdades que prevalecen en la sociedad mundial. El segundo le otorga un papel preponderante a la dinámica tecnológica de los flujos y de las redes que diversifican los nexos entre las comunidades históricas, al 21
Roland ROBERTSON. Globalization. Social Theory and Global Culture . Londres: Sage Publications, 1992. Véase Israel S ANMARTÍN. Entre dos siglos. Globalización y pensamiento único . Madrid: Akal, 2007. 23 Véase Richard SENNET. The Culture of the New Capitalism . Yale: Yale University Press, 2006, cap. 3. 24 Diane C RANE. «Culture and Globalization: Theoretical Models and Emerging Trends» en Diane C RANE, N. K AWASHIMA y Ken’ichi K AWASAKI (eds.). Global Culture: Media Arts Policy and Globalization . Nueva York: Routledge, 2002, pp. 1–26. 22
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tiempo que contribuyen a la desterritorialización de algunas formas de interacción social. El tercer modelo le otorga protagonismo a los públicos globales, entendidos no solo como consumidores de contenidos impuestos desde los grandes centros, sino como productores activos de ellos. El cuarto y último modelo destaca la gravitación que continúan ejerciendo los Estados en los procesos mundiales, así como los actores sociopolíticos en general. Teniendo presente estos cuatro modelos, Anna Reading sugiere que, en el contexto actual, las memorias históricas y las identidades colectivas coexisten en múltiples escalas, y que entre ellas se tienden redes que las integran de un modo absolutamente original. Sostiene, además, que los sujetos históricos, individualmente considerados, cumplen una función primordial en el despliegue de esas redes, en detrimento de las instituciones 25 políticas y sociales tradicionales . Los planteos recientes de esta autora profundizan el 26 concepto de sociedad red , enunciado teóricamente por Jan van Dijk y sistematizado y 27 divulgado por Manuel Castells . En las obras de estos autores, las redes se presentan como flujos entre nodos que se organizan espontáneamente y que se reconfiguran permanentemente, en ausencia de un centro que los estructure. Afirma Castells que, como resultado de la revolución digital, las relaciones de producción, las relaciones de experiencia y las relaciones de poder resultan afectadas por las redes de información, ya que estas últimas proyectan a las anteriores sus propiedades y dinámicas. Sobre la base de los aportes referidos, podría concluirse que la superposición de múltiples memorias e identidades, así como la preponderancia creciente de los individuos en su conformación y proyección, responden (en parte y solo en parte) a innovaciones tecnológicas que revolucionan los modos en los que los eventos cotidianos se representan, se almacenan y se difunden. Partiendo de ese supuesto, este trabajo se plantea el cumplimiento de tres objetivos básicos: (i) Describir las formas en que las nuevas tecnologías influyen en los procesos de construcción de las memorias históricas. 25
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Anna READING. «Six Dynamics of the Globital Memory Field» en Motti N EIGER, Oren MEYERS y Eyal Z ANDBERG (eds.). On Media Memory. Collective Memory in a New Media Age . Basingstoke, Hampshire: Palgrave Macmillan, 2011, p. 244. Véase Jan VAN DIJK. The Network Society: Social Aspects of New Media. De netwerkmaastchappij . Houten: Bohn Staflen Van Loghum, 1991. Véase Manuel C ASTELLS. La Era de la Información. Economía, sociedad y cultura. Madrid: Alianza Editorial, 1996, vol. I; «Informationalism, Networks, and the Network Society: A Theoretical Blu eprint» en Manuel C ASTELLS (ed.). The Network Society: A Cross-Cultural Perspective. Northampton: Edward Elgar, 2004. ����
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(ii) Analizar las transformaciones que experimentan las configuraciones identitarias basadas en dichas memorias, como resultado de los procesos de globalización. (iii) Dilucidar las especificidades de las escalas y los espacios en que memorias e identidades se transforman, en la sociedad de la información y del conocimiento. Para cumplir con tales objetivos, se desarrolló un estudio articulado en tres etapas. En la primera, se relevó la producción científico-social reciente sobre el tema. En la segunda, se efectuó una selección de aquellas publicaciones que formulan caracterizaciones generalizadoras, basadas en un amplio espectro de evidencias empíricas. En la tercera y última etapa, se elaboró, a partir de esas generalizaciones, una sistematización teórica que incluye referencias a fuentes primarias y a estudios de casos. El texto resultante aquí presentado se inicia con una discusión conceptual sobre las relaciones entre memoria, identidad y narraciones históricas, a fin de contextualizar el análisis. En las secciones centrales del artículo se caracterizan e ilustran —a partir de algunos ejemplos emblemáticos— los modos en que las nuevas tecnologías inciden en la conformación, proyección y cuestionamientos de seis clases de memorias e identidades: las globales, las regionales, las nacionales, las comunitarias, las familiares y las individuales. Por último, se formula una serie de conclusiones que surgen de la comparación de las seis variantes anteriores.
2. Memoria, identidad identidad y narración Estas tres categorías cardinales involucran una diversidad de fenómenos psicológicos, sociales e históricos que conviene referir, aunque sea en términos generales. Para ello es preciso determinar la naturaleza de la memoria histórica, y su gravitación en la génesis de las identidades colectivas, así como el papel que desempeñan las narrativas en la estructuración de la memoria histórica y en la construcción identitaria.
2.1. Memoria e identidad individual
La memoria constituye un proceso psíquico individual; no existe memoria colectiva, sino en un sentido figurado. Ahora bien: el ser humano, en cuanto entidad biopsíquica, ����
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desarrolla procesos cognitivos en los que manifiesta su naturaleza social, desde el lenguaje en que se comunica hasta la visión del mundo que da sentido a su vida. La memoria no constituye una excepción, ya que si bien opera a partir de mecanismos biológicos, sus contenidos surgen y adquieren sentido gracias a experiencias resultantes 28 de toda clase de interacciones sociales . Esos mecanismos obedecen a operaciones claramente diferenciadas: (i)
Un estímulo externo (o interno) que irrumpe en el espacio perceptual, se presenta como un agregado de sensaciones que el lenguaje organiza, otorgándoles un significado.
(ii)
En la medida en que ello ocurre, ese agregado se convierte en una vivencia, cuya relevancia estará dada por su impacto emotivo.
(iii) La vivencia subsiste en el aparato psíquico como huella mnémica, a través de un complejo proceso de codificación bioquímica. (iv)
Asociada con otras, esta huella se conserva más allá del momento en que se produce, aunque puede sufrir modificaciones con el transcurso del tiempo.
(v) La huella emerge ocasionalmente en el plano consciente, transformándose en recuerdo. Esta irrupción puede ser voluntaria (el sujeto desea recordar algo) o totalmente involuntaria (el recuerdo surge espontáneamente). Cada una de estas instancias responde a un tiempo distinto y sobre todas ellas gravitan múltiples factores, de modo tal que la memoria individual resulta de una dialéctica 29 incesante entre recuerdo y olvido . ¿Qué relaciones mantiene esa dialéctica con el proceso de construcción de identidad? Para responder a esta interrogante es preciso determinar qué se entiende por identidad. Erik Erikson la define como una configuración evolutiva que gradualmente integra atributos constitutivos, capacidades favorecidas, defensas efectivas, sublimaciones 30 exitosas y roles consistentes . Desde su perspectiva, la identidad supone un proceso de 28
Véase José María R UIZ-V ARGAS. Memoria y olvido: Perspectivas, evolucionista, cognitiva y neurocognitiva . Madrid: Trotta, 2002. 29 José María RUIZ-V ARGAS. «¿De qué hablamos cuando hablamos de “memoria histórica”? Reflexiones desde la Psicología cognitiva» en Entelequia. Revista Interdisciplinar. Monográfico, n° 7, septiembre de 2008, p. 59 y ss. 30 Erik H. ERIKSON. Identity and the Life Cycle. Nueva York: International University Press, 1959, p. 16. ����
ISBN: 978978-9974 -99749974-694 -694694-70 -7070-5 -5 LA MEMORIA HISTÓRICA Y SUS CONFIGURACIONES TEMÁTICAS. UNA APROXIMACIÓN INTERDISCIPLINARIA
© 2013, Juan Juan Andrés Bresciano
Queda prohibida la reproducción parcial o total de este libro, por medio de cualquier proceso reprográfico o fónico, especialmente por fotocopia, microfilme, offset o mimeógrafo o cualquier otro medio mecánico o electrónico, total o parcial del presente ejemplar, con o sin finalidad de lucro, sin la autorización del autor. Áng el Caraballo Corrector de estilo: Miguel Ángel Imagen de portada: Museo del Holacausto Yad Vashem
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construcción permanente, en el que las predisposiciones innatas y las habilidades adquiridas se despliegan en razón de los desafíos que plantea la vida social. Esos desafíos varían según las épocas y las sociedades, las comunidades culturales y las estructuras familiares que se consideren. Lo mismo sucede con los componentes primarios que, en el plano colectivo, definen a las identidades individuales. Así, por ejemplo, la asignación de un nombre, de una filiación, de un lugar y de una fecha de nacimiento, requiere de formas de organización social que resultan tan convencionales y cambiantes como cualquier creación humana. A esos componentes primarios se suman otros por adscripción y obtención: pertenencia a una nación, a una clase social, a un grupo étnico, a una categoría socioprofesional o a una comunidad religiosa. No pueden ignorarse, por otra parte, el conjunto de tareas, funciones y objetivos que se corresponde con cada etapa de la existencia, ya que aportan vivencias singulares que dan forma y 31 contenidos a los relatos autobiográficos . Precisamente, como fruto de la recordación de algunas de esas vivencias y del olvido 32 generalizado de las restantes, el sujeto histórico estructura su identidad personal . Y lo hace a partir de una trama que se construye y reconstruye incesantemente, dado que ciertas experiencias críticas conducen a replantear, periódicamente, el sentido las cosas. Por ello, la narración autobiográfica cumple, según José María Ruiz Vargas, tres cometidos fundamentales: (i) el sujeto se comprende a sí mismo; (ii) el sujeto motiva la empatía de quien escucha su narración, al comunicarla; (iii) el sujeto planifica su futuro, 33 al clarificar el sentido de su pasado y de su presente . De este modo, memoria e identidad se nutren de un diálogo permanente entre las experiencias pasadas, las vivencias presentes y las expectativas futuras, que conduce a sucesivas reescrituras del relato vital.
2.2. Memorias e identidades colectivas
La incorporación de las representaciones históricas en la memoria individual y la articulación de los relatos identitarios colectivos con los personales varían con cada sujeto. Lo que no varía es la propia existencia de un vínculo dinámico entre memoria de 31
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Véase William BLOOM. Personal Identity, National Identity and International Relations . Cambridge: Cambridge University Press, 1993. Véase Marc AUGÉ. Les formes de l’oubli . París: Editions Payot, 1998. José María RUIZ-V ARGAS, op. cit., p. 65. ����
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las vivencias habidas y memorización de las representaciones de un pasado no vivido . Ese vínculo dinámico ha sido abordado desde perspectivas múltiples en el campo científico-social. Una de ellas se basa en la noción de memoria colectiva. Esta noción — que ya se empleaba a fines del siglo XIX — se incorpora a la producción académica en dos obras pioneras de Maurice Halbawchs: Los marcos sociales de la memoria y La 35 memoria colectiva . En la última de ellas sostiene que todo recuerdo se encuentra estructurado por identidades de grupos, y todos los recuerdos, aunque parezcan individuales, responden a un medio social específico. Algunos autores, como Frederic C. Bartlett, rechazan tales ideas, ya que consideran que no es posible hablar de la memoria 36 de un grupo, sino de la memoria en un grupo . Otros autores, como James Fentress y Chris Whickman, proponen sustituirla por la noción de memoria social, que ya no se entiende como la memoria de un colectivo, sino como las determinaciones sociales del 37 acto individual de recordar . Finalmente, hay quienes cuestionan la unicidad de la memoria colectiva, e introducen una variedad de categorías que parecen diluirla: memoria oficial, memoria pública, memoria popular, memoria local, memoria familiar, etc. Como resultado de estas disquisiciones, parecería existir, actualmente, un consenso académico respecto a que no puede hablarse de la memoria colectiva sino en sentido figurado, y que es a través de las narrativas de ciertos actores históricos que los recuerdos y las representaciones individuales se hacen sociales. Estas apreciaciones se aplican muy especialmente a la categoría memoria histórica . Sin lugar a dudas, la expresión no es más que una metáfora, puesto que no tiene sentido hablar de una memoria histórica, contrapuesta a la memoria individual, sino de una 38 memoria de la historia , como bien señala José María Ruiz-Vargas . Por ello, deben diferenciarse los recuerdos personales de hechos históricos presenciados (la «historia vivida») de las representaciones construidas por terceros con respecto a hechos históricos que el sujeto jamás vivenció, pero que incorpora a su memoria (la «historia transmitida» o «historia aprendida»). Mientras que los recuerdos integran la memoria 34
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Vincent de G AULEJAC y Haydeé S ILVA. «Memoria e historicidad» en Revista Mexicana de Sociología , vol. 64, n° 2, abril-junio de 2002, p. 32. Maurice H ALBAWCHS. Les cadres sociaux de la mémoire . París: Félix Alcan, 1925; La mémoire collective . París: Presses Universitaires de France, 1950. Véase Frederic C. B ARTLETT. Remembering: A Study in Experimental and Social Psychology . Cambridge: Cambridge University Press, 1932.
Véase James FENTRESS y Chris W HICKMAN. Social Memory . Oxford: Blackwell, 1992. José María RUIZ-V ARGAS, op. cit., p. 72. ����
Un caso de Semiología urbana en Montevideo. El Memorial del Holocausto del Pueblo Judío como textualización del dolor Pablo Pallas
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Triángulos rosas y negros en Montevideo. Un memorial del « genocidio gay » ante la tolerancia integracionista uruguaya Paulo Ravecca Diego Sempol
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Monumentalidad, acción contenciosa y normalización en el movimiento argentino por los derechos humanos. Tendencias generales y casos casos locales. Luciano Alonso
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V. MEMORIA HISTÓRICA HISTÓ RICA Y PATRIMONIO CULTURAL HISTÓRICA CULTURAL Sobre los hombros del gigante. Legados y recursos de la historia Beatrice Borghi Rolando Dondarini
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Sobre la noción de autenticidad: au tenticidad: prácticas de protección y restauración restauración del patrimonio en Brasil . Márcia Chuva
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Cuando el pasado da lucro. Los espacios de memoria en cuanto lugares privilegiados para el turismo histórico Luis Fernando Beneduzi
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Patrimonio, memoria e identidad. Espacio carbonífero, crisis y resignificación: el caso de Lota, Chile (1990-2009) Cristina Moyano
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VI. MEMORIA HISTÓRICA HISTÓRICA Y REPOSITORIOS INSTITUCIONALES Archivo Histórico y Memorial de Río Grande del Sur: encuentro encuentro de trayectorias Rejane Silva Penna Leonor Schwartsmann ���
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episódica personal, las representaciones mencionadas se convierten en contenidos de la 39 memoria semántica . La memoria de la historia debe entenderse, entonces, como la memorización de representaciones creadas por determinados actores con respecto a aquellos eventos pasados (e inclusive presentes) que el sujeto que memoriza no presenció. En términos generales, esa «memoria» tiende a organizarse a partir de relatos que relacionan al individuo con distintos grupos sociales, en razón del período histórico que 40 se considere . Tales relatos —formulados por políticos, intelectuales, filósofos y también algunos historiadores— no se confunden con el discurso historiográfico académico, aunque se vinculan con él, como bien señala la producción bibliográfica que 41 existe al respecto . Para clarificar este punto, resulta útil la clasificación que propone Margaret R. Sommers con respecto a los relatos sociales. Esta autora diferencia cuatro: (i) las narrativas ontológicas, mediante las que los actores otorgan un sentido y un 42 propósito a su existencia ; (ii) las narrativas públicas, gracias a las que los grupos y las 43 instituciones explican su origen y definen metas colectivas ; (iii) las metanarrativas, que 44 ofrecen una explicación omnicomprensiva de la dinámica histórica ; (iv) las narrativas conceptuales, que son el fundamento de los modelos teórico-metodológicos utilizados 45 para explicar la vida humana en sociedad . Las últimas dos modalidades se vinculan directamente con la producción discursiva académica, mientras que las primeras lo hacen con la producción discursiva socioideológica. Si bien todas se encuentran interrelacionadas, cada una responde a fines diferentes y se rige por reglas distintas que la validan.
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Para una definición de los conceptos de memoria episódica y de memoria semántica , véase José María RUIZ-V ARGAS, op. cit., p. 71. 40 Véase Margaret R. S OMMERS. «The Narrative Constitution of Identity. A Relational Approach» en Theory and Society , vol. 23, 1994, pp. 605-649. 41 Véase Paul RICŒUR. La mémoire, l’histoire et l’oublie . París: Seuil, 2000. 42 Ibídem, p. 618. 43 Ibídem, p. 619. 44 Ibídem. 45 Ibídem, p. 620. ����