La era de las manufacturas 1700 – 1820 – Maxine Berg Análisis vigentes sobre la fase de transición entre el período pre industrial y la Revolución Industrial: dos corrientes analíticas, por una parte el modelo protoindustrial y por otro el análisis marxista de la acumulación primitiva y la manufactura. Ambos modelos son intentos incomparables de conceptualizar las estructuras económicas y sociales de la época. Ambas prestan atención a las interconexiones entre el cambio agrario, el capitalismo comercial y el crecimiento de la producción artesanal en granjas rurales y talleres urbanos. La acumulación primitiva y la manufactura El primer análisis de la expansión industrial anterior a la fábrica es el modelo de Marx de la fase de la manufactura, y con él su teoría de acumulación primitiva. Las cuestiones marxistas relacionadas a la naturaleza y mecanismo de acumulación primitiva, el papel del capital mercantil, y el avance de la división del trabajo, se inscribieron en un amplio debate sobre las características de la transición hacia el capitalismo industrial. Marx definió la acumulación primitiva como la fase prehistórica necesaria del capitalismo. Fue el proceso que sentó las bases para la relación capital – trabajo. En términos de Marx, podemos definir a la acumulación originara como: El proceso que crea a la relación del capital, pues, no puede ser otro que el proceso de escisión entre el obrero y la propiedad de sus condiciones de trabajo, proceso que, por una parte, transforma en capital los medios de producción y de subsistencia sociales, y por otra convierte a los productores directos en asalariados. La llamada acumulación originaria no es, por consiguiente, más que el proceso histórico de escisión entre productor y medios de producción. Aparece como originaria porque configura la prehistoria del capital y del modo de producción correspondiente al mismo. Para Berg, este proceso se asoció al movimiento agrario y al movimiento de enclosures, etapa en la cual se produce la usurpación de los legítimos derechos de los trabajadores, que se concretó con la usurpación de sus tierras. Esta acumulación primitiva había llevado a cabo la separación del trabajador respecto de los medios de producción, pero ello no implicaba necesariamente su alejamiento del campo. Además este proceso estaba asociado a la manufactura. Marx escribió cada mes menos sistemáticamente sobre la asociación de la difusión de la industria doméstica y la acumulación primitiva. Reconoció la existencia de cambios significativos en la producción de la manufactura rural. Se fijó en afirmación de Mirabeau: los talleres aislados, en su mayoría combinados con pequeñas tierras, son los únicos verdaderamente libres. Marx consideraba la acumulación primitiva como el primer paso hacia la concentración industrial. Consideraba la propiedad privada del obrero en cuanto a los medios de producción
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como la base de la industria a pequeña escala, y la industria a pequeña escala como condición necesaria para el desarrollo de la producción social y la libre individualidad del propio obrero. Afirmaba que la destrucción de los mercados rurales subsidiarios estaba estrechamente ligada a la expropiación de un campesinado hasta entonces autosuficiente. Solamente mediante la destrucción de la industria doméstica rural podía sentarse las bases del modo de producción capitalista en el mercado interior. Pero también señalaba que dichos talleres domésticos no desaparecerían sin más más ante la emergencia de la industria a gran escala. Este período manufacturero, no promueve una transformación radical. Siempre se sustentó en el artesanado de las ciudades y en las industrias doméstica subsidiaria de las zonas rurales, pero en cierta manera las destruyó para hacerlas resucitar en otros lugares. Produjo una nueva clase de pequeños campesinos que cultivaban la tierra como una ocupación subsidiaria, mientras el trabajo industrial constituía su ocupación, y cuyos productos vendían a los manufactureros directamente o por mediación de mercaderes. La acumulación primitiva estaba asociada a la manufactura. La acumulación primitiva había llevado a cabo la separación del trabajador respecto de sus medios de producción, pero ello no comportaba necesariamente el alejamiento del campo. Marx definía a la manufactura como un grado de desarrollo del proceso de trabajo capitalista, es decir que este término, describe una fase de la industria artesanal, una fase que precedería a la producción basadas en las modernas máquinas. Marx se interesó por la organización y los progresos tecnológicos que habrían de diferenciar la manufactura de la producción industrial previa. Marx sostenía que esta forma de organización consistía en un taller donde los artesanos trabajaban bajo control capitalista y desempeñaban una o varias tareas. Se introducía la división del trabajo, aunque las operaciones realizadas manualmente aún dependían de la pericia de los individuos y conservaban las características de la artesanía. Hoy en día se discute sobre lo que Marx quería incluir verdaderamente en la manufactura. Asimismo, caracterizó a la manufactura de dos formas: manufactura heterogénea, o proceso de ensamblaje mecánico de un producto final cuyas piezas han sido elaboradas independientemente; manufactura orgánica, o serie de procesos conexos. Aunque Marx, incluía la industria rural en la fase manufacturera de la producción capitalista, prestó escasa atención a los cambios que hubiera podido acarrear esta manufactura rural en el seno del proceso de producción. Describió como las relaciones capitalistas penetraban en la producción rural, afirmando que la manufactura tomaba apoyo inicialmente, no en los mercados urbanos sino en las ocupaciones secundarias rurales, donde se producían grandes cantidades destinadas a la exportación. Existe una cierta discusión sobre si Marx pretendía incluir la manufactura centralizada en su modelo y se ha señalado que el modelo de manufacturas se refería solamente a las industrias ligeras. La autora presenta hace referencia a tres insuficiencias que ve Marx de este sistema:
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A – Debido a la estructura jerarquizada que presidía la división del trabajo, el número de trabajadores no cualificados no podía ampliarse indefinidamente. B – Las estrechas bases del propio artesanado excluían la posibilidad de una división realmente científica del proceso de producción en sus partes constituyentes. La división del trabajo pudo desarrollarse en aquellos casos en los que todas las partes pudieran ser elaboradas manualmente y formar un oficio en sí. C – La incapacidad del capital para controlar la totalidad del tiempo de trabajo de los obreros de las manufacturas. El mejor ejemplo histórico que Marx pudo encontrar y que reunía todos los elementos de su modelo de manufactura, era el taller de ingeniería de finales del siglo XVIII y principios del XIX. El modelo de Marx sobre las manufacturas parece consistir en un gran taller en manos de un capitalista y organizado sobre la base de la mano de obra asalariada. También otros sistemas de manufacturas como el putting out se han analizados casi exclusivamente en términos de la manufactura se han estimado como la primera fase de un proceso que había de privar a los obreros del control del producto y del proceso de producción. A la división del trabajo al minuto en las manufacturas, sucedería la segunda etapa de dicho proceso, la organización centralizada del sistema fabril. La manufacturas supusieron pues una innovación en la organización, pero que palidecía al ser comparada con las innovaciones experimentadas en lo sucesivo del sistema fabril. Se atribuye a la manufactura la concesión del control del producto al capitalista y no al obrero, mientras que en la fábrica le otorgaba dicho control sobre el proceso de producción. Bajo el régimen de manufactura, se ha supuesto que cada obrero o grupo de obreros todavía controlaba, en cierta medida, la velocidad, intensidad y ritmo de trabajo, mientras que más tarde, con el sistema fabril, la moderna industria basada en la máquina demostró su eficacia arrebatando al obrero dicho control. El modelo de las manufacturas resultó operativo para resaltar las características de cierta industria dieciochesca, pero se trataba de un modelo, y como tal no tenía en cuenta las complicaciones y la variedad de los procesos de producción. Era también un modelo lineal, que miraba hacia adelante y hacia atrás, pero no a ambos lados, no logrando, por lo tanto, situar a la manufactura en un contexto histórico más amplio. El modelo es incapaz de dar un tratamiento adecuado a las características del sistema de puttin out, y de otras formas domésticas de manufactura. Sin embargo, esta omisión del sistema de putting out, no impide a los economistas e historiadores aplicar el modelo de Marx. La industria doméstica de este período se diferenciaba en un aspecto crucial del artesanado gremial del que descendía: en la mayoría de los casos estaba subordinada al control del capital y
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los productores artesanales habían perdido en su mayor parte la independencia económica de que gozaron en otros tiempos. El estatus de los artesanos ya había empezado a aproximarse al del simple asalariado; y en este sentido, el sistema era mucho más cercano a la manufactura que al viejo artesanado urbano. La subordinación de la producción al capital, y la aparición de esta relación de clase entre el capitalista y el productor debe contemplarse, por lo tanto, como la divisoria trascendental entre el viejo modo de producción y el nuevo, incluso si los cambios técnicos que asociamos a la revolución industrial eran necesarios tanto para completar la transición como para dar lugar a la plena maduración del modo de producción capitalista. Protoindustrilización: La teoría y sus problemas Una reciente escuela historiográfica identifica el sistema rural de putting out con una etapa histórica diferenciada, que precedió y preparó el terreno para la industrialización propiamente dicha. Los historiadores están poniendo su mirada más en los cottages rurales, que en los talleres urbanos, en busca de la fase transitoria crucial hacia el desarrollo económico, fase conocida como protoindustrialización. La práctica de esta industria rural en combinación con la agricultura, se ha considerado recientemente como la matriz del primitivo cambio socioeconómico moderno, que abonaría el terreno para la aparición del sistema fabril y el trabajo asalariado, en breve para el desarrollo de la industrialización a largo plazo. Los avances acaecidos desde el siglo XVII al XIX quedan resumidos en los siguientes cambios claves. EL mercado mundial de productos fabricados en serie creció de tal manera, desde finales del siglo XVI, que las manufacturas urbanas tradicionales no pudieron reaccionar debidamente, aprisionadas como estaban entre las restricciones gremiales y los altos costes del trabajo. EL desarrollo complementario de la agricultura acarreó una creciente diferenciación regional entre zonas de labor y de pastos. Resultó de ello una simbiosis regional basada en la ventaja comparativa. El acceso a la mano de obra barata, además, proporcionó a los mercaderes beneficios diferenciales mayores a las medias urbanas. Estos beneficios diferenciales proporcionaron una excelente acumulación de capital. La protoindustria requería no solo fuentes de mano de obra y capital, sino también la iniciativa y los cambios técnicos y organizativos que condujeron a os primeros incrementos importantes de la productividad anteriores a la fábrica. La autora sostiene que la protoindustrilización implicaba una teoría y una hipótesis predictivas, para ello cita una serie de criterios utilidades por Mendels, quien acuñó el término. I – La unidad de referencia es la región II – La industria rural de la región comprendía la participación de los campesinos en la producción artesanal destinada al mercado, por lo tanto, la industria era estacional y
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proporcionaba unos ingresos suplementarios, aunque pudiera acabar en ser una ocupación exclusiva del grupo familiar. III – El mercado al que apuntaban los productos protoindustriales no era local. IV – La manufactura protoindustrial se desarrolló en simbiosis con la agricultura comercial V – Las ciudades de la región se convirtieron en centros de mercado, de acabado y de actividad mercantil. Hipótesis: 1) El incremento de los ingresos derivados de la producción artesanal condujo a un aumento demográfico, rompiéndose el equilibrio entre la oferta y la demanda de mano de obra y la subsistencia local. 2) La protoindustrialización generó tensiones que condujeron al sistema fabril y a la nueva tecnología. 3) Los beneficios de la protoindustria se acumularon en manos de los mercaderes, granjeros comerciantes y terratenientes, es decir, la protoindustria condujo a la acumulación de capital. 4) La protoindustria precisaba y generaba conocimientos especializados sobre la organización manufacturera y el comercio 5) La protoindustrialización y la especialización de la agricultura regional eran procesos que se daban la mano; es decir que Ia protoindustrialización conduce-a los excedentes agrícolas v reduce el precio de los alimentos. Se le atribuye a la protoindustrialización la creación de los cambios claves en la utilización de las tierras, la mano de obra y la iniciativa que hicieron posible la Revolución Industrial. El aspecto de la teoría de Mendels que más se ha profundizado es el demográfico. ¿Fueron las características de la protoindustrialización las que generaron un crecimiento de la población, o fue el aumento demográfico el factor que atrajo la industria rural a una zona determinada? No sólo la coherencia del modelo es tenue, sino que los resultados de su aplicación para intentar explicar la historia económica en varias regiones han resultado ser muy variables. Mendels llamó a su protoindustria la primera fase del proceso de industrialización. Pero, de hecho, por cada zona que realizó el con éxito su transición al sistema fabril, hubo muchas más que desembocaron en la desindustrialización. Demostraba que la división del trabajo estaba muy poco marcada en la unidad doméstica protoindustrial. Varios miembros del grupo podían desempeñar la misma operación. No era la norma que una unidad doméstica protoindustrial fuera la fábrica en miniatura. La forma más
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importante de división del trabajo no era la división técnica, a la que apelaron Marx y los economistas del siglo XIX, sino la división del trabajo en la sociedad en sentido amplio, es decir, la especialización de ciertas regiones en la producción en serie de un reducido número de artículos. La división sexual del trabajo era distinta a la descripta en la literatura tradicional. La estructura del grupo doméstico y la unidad de producción características no estaban dominadas por una clase servil, sino por una familia nuclear. La protoindustrialización es considerada por los historiadores como una fase o eslabon perdido de la industrialización. La autora en primer lugar habla de las falencias de modelo por el hecho de los altos costes de la dispersión geográfica y de la falta de regulación de los ritmos de trabajo y calidad de trabajo, las que llevaron al sistema de putting out bien hacia la producción plenamente fabril, bien hacia la desindustrialización. Mendels y Jones, explicaron las diferentes especializaciones regionales en términos de ventajas comparativas. Según, Jones, la ventaja comparativa contribuyó a la emergencia de algunas zonas de Inglaterra como principales comarcas manufactureras del siglo XVIII, mientras otras, principalmente las del sur se desindustrializaron, volviendo a representar el sector agrícola la fuente de mayores ingresos. Es decir que las regiones fueron adaptándose a de acuerdo a las ventajas comparativas, lo mismo puede hablarse para otras regiones del continente. Para Berg, este razonamiento es pobre. La explicación de la especialización regional de los centros protoindustriales radica en sus resultados (una zona se hizo protoindustrial porque ya lo era) y en sus buenas condiciones para dedicarse a lo que se dedicaban. Relación manufactura y protoindustrialización: Maxine Berg sostiene, que tanto la organización manufacturera como otros sistemas como el putting out se han analizado exclusivamente en términos de la manufactura, y ambos se han estimado como la primera fase de un proceso que habría de privar a los obreros del control del producto y del proceso de producción. En ambos sistemas, los obreros controlaban en cierta medida, la velocidad, la intensidad y el ritmo de trabajo, cuestión que con la actividad fabril dicha autonomía se pierde. Ambos modelos plantean ver cómo se prepara el terreno para la industrialización propiamente dicha. Suponen que la fábrica es el sistema de organización del trabajo por antonomasia, y que las modernas máquinas basadas en la utilización de energía fueron la mejor aplicación de la
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tecnología. Su aparición hizo la Revolución y aparentemente eclipsó otra forma de tecnología y organización. Otros modelos de protoindustrialización La autora sostiene que el putting – out no era la única forma de organizar la industria con anterioridad a la aparición de la fábrica. De hecho, distinguieron el Kauf System (producción artesanal) del Verlag System (putting out), pero solamente para señalar a este último como el modelo superior y dominante precedente del sistema fabril. Habla de la existencia de otros sistemas alternativos al putting out (la producción artesanal y manufactura centralizada o protofábrica). La producción artesanal había surgido en siglos anteriores como alternativa a los gremios medievales, como a los sistemas de putting out dominados por el capital mercantil. En el contexto urbano, las estructuras artesanales, desarrolló su propia dinámica, a menudo paralela a la producción dominada por las viejas estructuras gremiales o como forma de producción apropiada para ciudades o zonas no corporativas. En zonas como las de Leiden o Lille, se desarrolló un sistema artesanal propio, que no era simplemente transitorio o intermedio, sino que formaba uno de los obstáculos para el ascenso del capitalismo. La organización artesanal era un sistema de producción que no estaba constreñido por reglamentos gremiales, pero, no obstante, no operaba siguiendo los dictados del mercado exclusivamente, estaba mediatizado por las costumbres y valores de los artesanos. Los sistemas cooperativos eran a menudo parte integrantes de los sistemas artesanales. Generalmente se les asociaban con el objeto de asegurar fuentes materiales o completar una etapa necesaria de producción que comprendiera procesos centralizados o mecanizados, como ocurrió en las industrias metalúrgica y textil. Junto al putting out, hubo otras formas de producción industrial, centralizadas desde un principio, como la minería y el procesado de los metales, y en las protofábricas, que se dieron en la industria de seda, el estampado de indianas, etc. Las protofábricas dedicadas al estampado
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de indianas han sido consideradas como el eslabón perdido entre el sistema protoindustrial y el moderno sistema industrial de las industrias textiles.
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