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LA CORDILLERA EN LA LITERATURA CHILENA.
Prof. Dr. Maximino Fernández F.
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ORDEN DEL LIBRO.
LA CORDILLERA CORDILLER A EN LA LITERATURA LITERATURA CHILENA.
Pág. 3
LA DIFÍCIL EXPRESIÓN DEL SENTIMIENTO CORDILLERANO. CORDILLERANO. Pág. 5 UN ERROR QUE DEBEMOS CORREGIR.
Pág. 10
Y HABÍA GRANDES RUIDOS EN LAS MONTAAS! MONTAAS!
Pág. 1"
LA GRANDE CORDILLERA CORDILLER A Y ALTA ALTA SIERRA.
Pág. #5
$AMOS $AMOS POR AQUELLOS MONTES PISANDO NUBES...
Pág. 3%
MI CORDILLERA& CORDILLERA& LA 'UDITH TREMENDA...
Pág. (1
M A'ESTUOSA ES LA BLANCA MONTAA! MA'ESTUOSA MONTAA!
Pág. 1%#.
!PERO LA MONTAA MONTAA ERA TAN TAN ANCHA!
Pág. 1%).
NOTAS NOTAS
Pág. #03.
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LA CORDILLERA EN LA LITERATURA CHILENA.
En montañas me crié con tres docenas alzadas. Parece que nunca, nunca aunque me escuche la marcha, las perdí ni cuando es día ni cuando es noche estrellada! "a#riela Mistral.
$a sola presencia de la %ordillera de los &ndes a tra'és de todo el territorio de %hile (((presencia ma)nífica e ine'ita#le(((, *ustifica de antemano, + plenamente, cualquier intento de in'esti)acin so#re el tema que nos ocupará a tra'és de estas pá)inas. $os )randes 'olcanes silenciosos que #ordean los altiplanos nortinos las altas + desoladas cum#res de la Puna de &tacama, entre las que se cuentan las más ele'adas del planeta fuera del continente asiático la #arrera 'erti)inosa (((Muralla -e'ada la llam un escritor #uen nom#rador((( que se +er)ue cual ola pétrea so#re los campos 'erdes de %hile %entral los macizos aislados que desde %uric al sur 'an anticipando el clásico paisa*e de la)o + 'olcán que predomina en la re)in de la &raucanía los cordones despedazados por el cuchillo marino de los fiordos + lue)o recu#iertos de hielo en %hiloé continental + &+sén las espiras rocosas del extremo sur, donde se aca#a la tierra, pulidas por el 'iento eterno que, al #arrer las nu#es, permite su refle*o tem#loroso en las a)uas azules de los canales ma)allánicos + fue)uinos +, an más allá, en la /erra &ustralis, en el continente que sur)e al#o allende el Mar de Dra0e, las montañas antárticas de pureza ori)inal, hacen presumir la existencia de altas expresiones literarias que di)an
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el sentir del hom#re de esta tierra frente a su #elleza. 1 ello merece ser in'esti)ado. Pero ha+, además, una razn de otra índole2 existen pocos tra#a*os que estudian temáticas puntuales en nuestra literatura, pues la ma+or parte de los in'esti)adores, como ha expresado 3u)o Montes, 4ha preferido parcelar por épocas a o#ras + autores5 678. Esto es extremo en relacin con el tema cordillerano2 no sa#emos de nin)una in'esti)acin so#re el particular, sal'o las indicaciones que hizo Eduardo 9olar %orrea al tratar a &lonso de :'alle 6;8, las que, desde entonces, han 'enido más o menos repitiendo otros tratadistas. En consecuencia, es necesario examinar una temática por muchos conceptos rele'ante de nuestras letras, tal como se ha hecho en otras latitudes donde los escritores se han 'isto permanentemente impactados por la realidad oro)ráfica. 6<8
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LA DIFÍCIL EXPRESIÓN DEL SENTIMIENTO CORDILLERANO.
El +a citado 9olar %orrea, compartiendo la opinin casi unánime de los estudiosos europeos que han examinado el pro#lema, ha destacado la dificultad del tratamiento de la montaña como o#*eto artístico, indicando que 43a poco un escritor francés 6Daniel =ops2 -ou'elles $ittéraires, le 7> a'ril 7>8 hacía notar la incapacidad que se ad'ierte en los escritores que han pretendido reproducir las sensaciones estéticas que pro'oca la altura. @%uando se lee (((afirma#a((( lo que se ha escrito so#re la montaña, sea que se trate de especialistas de la pluma, o de héroes del alpinismo, o de am#as cosas a la 'ez, uno queda sorprendido de la mediocridad )eneral de todos esos textos5. 678 El pro#lema tal 'ez radique en lo señalado por "astn Aachelard2 4B%mo decir me*or que las funciones de la descripcin (((tanto de la descripcin psicol)ica como de la descripcin o#*eti'a((( son aquí inoperantesC 9e siente que ha+ otra cosa que expresar que lo que se ofrece a la expresin. $o que ha#ría que expresar, es la )randeza oculta, una profundidad. $e*os de entre)arse a la proli*idad de las impresiones, le*os de perderse en el detalle de la luz + de las som#ras, se siente uno ante una impresin esencial que #usca su expresin5. 6;8 1 no es fácil decir la esencia del sentimiento montañés por eso, pareciera que dicha esencia se expresa me*or en las imá)enes de un poema que en la trama de un relato. :tro in'esti)ador, artista + alpinista, plantea una posi#ilidad diferente de causa del pro#lema, aunque en )ran medida enlazada con la anterior2 4l + a l quelque chose dessentiel2 la décou'erte, ou plGtot la 4redécou'erte5 dun sorte
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dallé)resse cosmique, le 'érita#le 4endroit du décor5, dont la présence #alaie le morne uni'erse oH patau)e lIan)oisse contemporaine, et quIimpose trop sou'ent dinnom#ra#les moutons une littérature la fois ha#ile et 'eule car lexplotation de cette an)oisse est pa+ante. l nest pas certaine que la *oie, ou plGtot la Joie, comme les #ons sentiments, et sauf inter'ention du )énie, fournisse un #on 4su*et dart5. l sa)it plGtot dune expérience personelle, 'écue en prise directe. %est pourquoi toute un )amme de plaisirs intenses, *ustement ceux quoffre la fréquentation de la nature en )éneral et de la monta)ne en particulier, reste peu communica#le. l est possi#le, #ien entendu, den parler, den écrire. Mais comme lamitié, lamour, cest la 4chose5 mKme qui compte esentiellement. Et chacun soit que le lan)a)e commun des 'raies passions a tou*ours été le silence. Personne ne pourra donc *amais transcrire a laide de mots, et dans sa force explosi'e, la trLs simple a'enture dun homme quelconque par'enant un matin dété sur un alpa)e anon+me ou sur les ri'es inclinées dun lac aux eaux calmes, et s+ trou'ant soudain roulé, malaxé, transporté au septiLme ciel par un irrésisti#le t+phon de *oie5. 6<8 En el fondo, es lo mismo que expres "a#riela Mistral como razn de que &lonso de Ercilla no nom#rara la hermosa sel'a austral en La Araucana2 4&l)unas 'eces he pensado si a este hom#re le pas lo que a nosotros nos pasa con la cordillera2 que no la cantamos porque no podemos con ella5. 68 De allí que muchos escritores reconozcan tal limitacin + di)an lo que indic el sacerdote &chille =atti, más tarde Papa Pío N, al relatar su 'i'encia en la cum#re Dufour del Monte =osa en el 'erano de 7OO>, alcanzada lue)o de ardua ascensin2 4-o prodi)aré siquiera una pala#ra para descri#ir aquel momento inol'ida#le + lo que 'imos + sentimos. & los expertos les ha#la con incompara#le elocuencia el recuerdo de momentos análo)os para los otros, nin)una pala#ra sería suficiente ni parecería creí#le. 6Q8 &)re)uemos que el pro#lema de la dificultad de la expresin del sentimiento que produce la montaña es )eneral a todo el arte.
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En efecto, +a en el si)lo NN, el crítico francés 3enri Dela#orde, refiriéndose a la pintura, señala#a2 4$art prétendait aussi 'ainement fi)urer les )laciers des &lpes que les steppes sans horizon de la =ussie, parce quici lénormité du spectacle écrase ou déconcerte le sentiment de la proportion pittoresque, parce que en face de pareils modLles toute 'olonté personelle se paral+se, tout désir din'ention sanéantit, parce quen fin le fait a représenter exclut é)alement le droit den modifier les termes5. 6R8 De lo mismo se que*a#a Saldemar 9ommer en %hile, al comentar los tra#a*os presentados al %oncurso -acional de &rtes Plásticas 7>O7 en el Museo de Aellas &rtes, cu+o tema era la cordillera2 43allamos cuarenta + dos o#ras, leos en su ma+oría. unda aquí, dentro de los di'ersos len)ua*es, la interpretacin con'encional, estereotipada, de superficie5. 6T8 1 de ahí tam#ién las interro)antes planteadas por el pintor + arquitecto Ernesto Aarreda en su discurso de incorporacin a la &cademia de Aellas &rtes2 4B-o es acaso la )randeza csmica de nuestra naturaleza, por citar slo un e*emplo, una fuente ina)ota#le de inspiracin creadoraC BPor qué ésta ha sido tocada por nuestro arte slo tan)encialmente, diríamos con las manos en)uantadas, en lu)ar de hur)ar profundamente en ella en #usca de la fuerza que da la tierra, *o'en anC BUuién ha, realmente, pintado el desierto en su )randeza metafísicaC BUuién las montañas, no como formas en que #ellamente se refle*a el sol poniente, sino como 'iolenta expresin de la materia car)ada de csmica tensin interiorC BUuién, ante la so#reco)edora inmensidad de los &ndes + de los )laciares, ha sentido + expresado que ello no es más que una fuerza contenida, un instante en el eterno proceso de creacinC5 6O8 &l)o similar ocurre en la tercera de las artes ma+ores, la msica, a pesar de su ma+or poder de e'ocacin2 son pocas las o#ras que se inspiran total o parcialmente en la montaña, + sus resultados, mediocres, sal'o excepciones como las de Vincent Dnd+ o &rthur 3one))er, por e*emplo. /al 'ez ello se de#a en definiti'a a que, como ha dicho en #roma, aunque seriamente en el fondo, el +a citado 9ami'el, 4ce qui est le plus #eau en monta)ne, Madame, cest le silence5.
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& pesar de tal dificultad expresi'a, la montaña entra temprano en la literatura chilena2 aparece profusamente en los mitos + le+endas indí)enas + es descu#ierta, para las letras nacionales, por &lonso de :'alle en el si)lo NV. En adelante, nunca más de*ará de ser una presencia importante en ellas2 4!los escritores chilenos, a partir de entonces, como em#o#ados ante su ma*estad, permanecen 'ueltos hacia la mole andina!5 6>8 Es natural que, con el correr de los si)los, la e'olucin de la sensi#ilidad 'ital de las di'ersas )eneraciones de escritores nacionales determinara la incorporacin de la cordillera a sus o#ras en ma+or o menor )rado + su tratamiento desde perspecti'as diferentes pero, más allá de estas 'ariaciones naturales, lo e'idente es que el &nde aparece como temática constante de la literatura chilena, incluso en momentos que parecieran no ser artísticamente propicios para ello. Es cierto que, se)n al)unos espíritus especialmente sensi#les, dada la calidad de fuente ma)nífica e ina)ota#le de inspiracin creadora del referente, tal temática de#ería darse en ma+or medida an, coincidiéndose así con la apreciacin de "a#riela Mistral, la )ran enamorada de nuestras montañas, quien ase)ur con apasionamiento2 4$a naturaleza nuestra parece, una 'ez desatada, que 'ocea sin parar a una tri#u de sordos estupendos. =esponder a esa 'oz, casi nadie5. 67?8 $o que no admite discusin es la lamenta#le sordera, o ce)uera, del chileno no(escritor, del chileno corriente, frente a las hermosas montañas que lo rodean. %omo expres 3oracio 9errano, 4el chileno tiene a su 'ez una de las cordilleras más #ellas del mundo, )randiosa + )loriosa. Pero nunca la mira5. 6778 Es lo mismo que, con 'ehemencia + desde otra perspecti'a, reclama Ernesto Aarreda2 4BPor qué, como a'er)onzados, e'itamos aceptar que somos un país andino + las consecuencias que de ello se deri'anC BPor qué, culturalmente, no queremos 'er la cordilleraC B9erá que lo continuo de la 'isin ha ce)ado los o*os chilenos a tal #ellezaC5 67;8 En respuesta a ello, nos proponemos re'isar en qué medida + de qué modo la %ordillera (((la de los &ndes la de la %osta, diferente en todo sentido a la )ran dorsal chilena + sudamericana, aunque tam#ién ha ori)inado una
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produccin literaria interesante, implica otra in'esti)acin(((, + los sentimientos que produce, han sido expresados por los escritores chilenos, a partir de la si)uiente hiptesis de tra#a*o. $a cordillera tu'o para el indí)ena prehispánico (((+ si)ue teniéndola para el de ho+((( una connotacin so#renatural, lo que determin formas de expresin mítica + le)endaria. /al concepcin eminentemente sacra de la montaña, se que#r de manera radical con la irrupcin española en &mérica, la que tra*o consi)o una 'isin slo natural so#re el particular. Desde esta nue'a perspecti'a, inicialmente se atri#u+ a la montaña la calidad de simple o#stáculo físico, ne)ati'o por tanto. 9in em#ar)o, tal cam#io no podía ser permanente, pues las ideas de ele'acin + )randeza que la montaña siempre ha inspirado terminarían imponiéndose, conduciendo e'oluti'amente a etapas de curiosidad, acercamiento, #squeda + comunin del hom#re con el fenmeno oro)ráfico + su si)nificacin sim#lica profunda, en expresiones literarias de distintos )éneros + con diferentes modos de representacin de dicha realidad. En otras pala#ras2 la sacralidad que la montaña tu'o para el indí)ena, mantenida en sus tradiciones aunque perdida para el hom#re hispanoamericano, + chileno por tanto, sería recuperada paulatinamente en la percepcin + expresin de nuestros escritores, especialmente poetas, lue)o de un extenso camino en cu+o inicio slo hu#o una 'isin material, pro#lemáticamente ne)ati'a, de la cordillera. $o anterior determina los )éneros en que ma+oritariamente se m anifiesta la expresin literaria de cada momento + el distinto modo de representacin de que la cordillera es o#*eto a tra'és de la historia de nuestra literatura
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UN ERROR QUE DEBEMOS CORREGIR.
&ntes de comenzar la re'isin propuesta, de#emos referirnos a un hecho destacado en relacin a nuestro tema. Eduardo 9olar %orrea, en su excelente estudio so#re la literatura colonial chilena, expres2 4&l decir que &lonso de :'alle descu#ri nuestra %ordillera, pro#a#lemente no está todo dicho2 acaso ha#ría que a)re)ar que él ha sido el primer hom#re (((así, el primero((( que sinti + expres la poesía de las cum#res5. 678 Esta afirmacin, que otor)a título importante a uno de nuestros )randes escritores +, por ende, a la literatura chilena, es a#solutamente 'álida. El hecho no ha#ía sido descu#ierto. En efecto, entre los estudiosos europeos del pro#lema, siempre hu#o consenso en que el tema de la montaña recién apareci en la literatura occidental en el si)lo NV, si #ien antes hu#o, ocasionalmente, al)unos atis#os que no alcanzaron a confi)urar con claridad una temática propiamente tal, como señala, por e*emplo, "iuseppe Mazzotti2 4$a montaña )lorificada como cuna de las reli)iones hindes, la montaña le)endaria + poética de los )rie)os, la recorrida por las calzadas romanas, no es la montaña que conocemos nosotros. Esta ha#ía de descu#rirse, paso a paso, en los si)los NV, NV + sucesi'os. 3asta entonces permaneci aislada en sus cum#res, a#ierta al sol + al 'iento de los si)los, sola ante las miradas indiferentes de los hom#res, que slo rara 'ez sa#ían 'erlas.5 6;8
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=esumiendo a Mazzotti, di)amos que, en efecto, en las anti)uas letras )rie)as, a pesar de que 3omero, Píndaro, Esquilo, &ristfanes + otros escritores dan ostensi#le ca#ida en sus o#ras al mar, se refieren slo en forma esporádica en ellas a las montañas, haciendo casi enteramente cierta la afirmacin de 9chiller en el sentido de que la naturaleza parece ha#er afectado la inteli)encia de los )rie)os, pero no sus sentimientos, pues nunca los helenos sintieron la montaña con la simpatía de los modernos. Ello no impidi que, como excepcin confirmatoria de lo dicho, crearan al)unos 'ersos sumamente lo)rados en tal sentido, como éstos, de 4El #año de Pallas5 de %alímaco2 4En la cálida paz del monte, a mediodía, impera#a en las cum#res dulce quietud silente5 pero tales 'ersos no fueron suficientes para lo)rar siquiera aminorar el sentimiento )eneral, expresado por &rquímedes, en orden a que las montañas son piedras enormes lanzadas a tra'és del aire por los dioses infernales en el *ardín del mundo, porque las di'inidades *ustas + protectoras no pueden admitir más que superficies planas! Menos reconocimiento an tu'o la montaña entre los poetas + escritores latinos. 9al'o en al)unos #re'es fra)mentos de Vir)ilio, 9éneca, $ucrecio + &miano Marcelino, en )eneral se mir con horror toda altura ne'ada, como se e'idencia en Púnica III , de 9ilio tálico2 4$a som#ra de las cum#res nos esconde la 'ista del cielo. -o ha+ allí prima'era ni huella al)una de esti'al ma)nificencia. 9lo el horri#le in'ierno mora perpetuamente en aquellas ásperas cimas.5 Para encontrar indicios de un cam#io de actitud frente a la montaña, es necesario a'anzar hasta los anti)uos Padres de la )lesia. Pareciera que 9an Aasilio, en el si)lo V, al descri#ir su lu)ar de retiro en las alturas de &rmenia, es el primero en manifestar con nitidez un sentimiento de admiracin por los montes que lo rodean2 4Dios me ha hecho encontrar en aquel lu)ar lo que desea#a. $o que en nuestros momentos de reposo nos representamos con la
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ima)inacin, allí lo hallé. Wna alta montaña rodeada de espeso #osque + #añada al norte por frescas + límpidas a)uas!5 &l)o similar ocurri con su hermano "re)orio de -issa, quien señal que 4la contemplacin de tal espectáculo hace
comprender la pequeñez del
hom#re en relacin a la )randiosidad del Wni'erso5. 1 a pesar de que 9an &)ustín, en sus Confesiones, censur a los hom#res que contemplan las cum#res de los montes ol'idándose de sí mismos (((la 'anidad de lo terreno frente a la trascendencia del alma(((, la posicin admirati'a de 9an Aasilio + de su hermano sería se)uida por otras fi)uras ilustres de la )lesia, como Eneas 9il'io Piccolomini (((Papa Pío (((, que en el si)lo NV descri#i hermosamente la naturaleza alpina en sus Comentarios o 9an Francisco de 9ales, quien, de 'isita en %hamonix a comienzos del si)lo NV, no encontr moti'o de reproche en el sentimiento que experiment frente a las cum#res de la re)in, al punto de expresar2 4XUué #ien hu#iera comprendido 9an &)ustín a las )amuzas, si las hu#iese 'istoY5 ramos ahora un paréntesis. -o es casual que preclaras fi)uras de la )lesia ha+an estado entre los primeros que expresaron el sentimiento de la montaña, como no es casual que 4Monte5 sea uno de los nom#res de %risto estudiado por Fra+ $uis de $en o que 9an Juan de la %ruz ha#le con profusin de oteros, collados, montes, montinas + montañas en su 4%ántico espiritual5. $o que ocurre es que la montaña, tradicionalmente, ha sido considerada lu)ar sa)rado, morada de los dioses o, más an, sím#olo de Dios2 casos famosos como los montes Parnaso, %itern, 3imeto, :limpo + Meru, entre otros, lo confirman. /al consideracin tiene su punto de partida, como señala Eduardo %irlot, en 4el 'alor de los componentes esenciales de la idea de montaña2 altura, 'erticalidad, masa, forma5. 6<8 En efecto, altura + 'erticalidad (((caracteres definitorios de toda montaña((( remiten directamente a la idea de ele'acin espiritual, que alcanza su máxima expresin en la cum#re, lo que permite señalar a dicho estudioso de los sím#olos2 4El sentido místico de la cima
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pro'iene tam#ién de que es el punto de unin del cielo + la tierra, centro por el cual pasa el e*e del mundo, li)ando los tres ni'eles5. $a masa, a su 'ez, conlle'a la expresin del ser, )randiosa + poderosa en este caso. 1 la forma, que 'ista desde la cima se ensancha de manera pro)resi'a, corresponde 4al ár#ol in'ertido cu+as raíces están en el cielo + cu+a copa, en la parte inferior, expresa la multiplicidad, la expansin del uni'erso, la in'olucin + la materializacin5. $a con*uncin de los elementos citados, en consecuencia, se asocia, siempre en pala#ras de %irlot, 4a la idea de meditacin, ele'acin, comunin de los santos5 + de ahí a la idea de di'inidad ha+ un solo paso. $o anterior se refuerza con hechos #í#licos concretos, en los muchos casos en que la montaña ha sido el espacio donde Dios se ha manifestado al hom#re en toda su )loria + ma*estad. En el li#ro del "énesis 6;;,778, por e*emplo, se relata la prue#a a que someti Dios a raham2 el sacrificio de saac, su propio hi*o, al que de#ía ofrecer 4en holocausto en un monte que 1o te indicaré5. El monte Moriah fue ele)ido para que aquel padre so#relle'ara con fe a#soluta la prue#a tremenda, en la que demostr la fuerza enorme de su amor a Dios. :tro es el caso de Moisés en el monte 3ore#, llamado 4monte de Dios5, en los li#ros #í#licos. &llí, en medio de una zarza que ardía sin consumirse, 1a'é le orden ir a E)ipto para li#erar a los hi*os de srael, señalándole2 4cuando ha+as sacado al pue#lo de E)ipto, adoraréis a Dios so#re este monte5 6Exodo, <, 7;8. /am#ién en el monte 3ore# ha#l Dios a Elías 6Primer $i#ro de los =e+es, 7>, > a 7O8. En el mismo Zxodo 67>, 7 a ;Q, + ;?, 7 a ;78, se relata la entre)a del Decálo)o hecha por Dios a Moisés en la cum#re del monte 9inaí, en medio de una espesa nu#e + de truenos + relámpa)os. Para nuestro efecto, son tremendamente si)nificati'as las si)uientes pala#ras de dicho texto2 49u#i Moisés a Dios, + 1a'é le llam desde la montaña!5
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1 es mu+ decidor que en los 9almos 6;,<8 se exprese que slo los que ten)an las manos inocentes + el corazn puro podrán su#ir 4hasta el monte de 1a'é5, el que es asimismo denominado 4recinto santo5, ima)en que nos lle'a de lleno al sim#olismo de la montaña como lu)ar de unin entre la di'inidad + el hom#re. Pero quizá donde queda más patente la caracterizacin de espacio sa)rado de la montaña, es en los momentos, siempre decisi'os, de la 'ida de Jesucristo que ocurrieron en ella. En efecto, en una montaña fue tentado Jess por el demonio + allí expres esas pala#ras que son a la 'ez rechazo, afirmacin + le)ado a la humanidad2 49lo al 9eñor, tu Dios, ser'irás5. En lo alto de una colina, sitio ideal para la expresin de los más puros sentimientos, pronunci Jess el 9ermn de las Aiena'enturanzas, más conocido como 9ermn de la Montaña, + enseñ el Padre -uestro. El monte /a#or, el monte de los :li'os + la "l)ota son otras tres ele'aciones en que ocurren hechos trascendentes en la 'ida de Jess. El primero sir'i de escenario a 9u transfi)uracin 6Mateo, 7T, 7 a 7<8. El se)undo era uno de 9us lu)ares fa'oritos de oracin 6$ucas, ;;, <>8. En el tercero fue crucificado 6Juan, 7>,7T8. %erramos el paréntesis + re)resamos a Mazzotti. $os poetas tam#ién comenzaron poco a poco a modificar su sentimiento frente a la montaña. & modo de e*emplo, recordemos que ella es presencia permanente en la Chanson de Roland 2 43alt sunt li pui li 'al tene#rus les roches #ises les destreiz mer'eilus. 3alt sunt li pui et tene#rus et )rant
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$i 'al parefunt et les e[es curant.5 que Dante nos entre)a su esencia, como sím#olo de aspiracin a la pureza, en muchos 'ersos perfectos + que Petrarca su#i al Mont Ventoux el ;R de ril de 7<
&i)uille, del Delfinado, llamado entonces Mons nencensi#ilis, efectuada el ;R de Junio de 7>; por &ntoine de Ville + sus hom#res que Montai)ne, que ha#ía cruzado los pasos alpinos de Arenner + Mont %enis, hizo un análisis del 'érti)o en uno de sus Essais 6, 7<8 + que al)unos poetas + escritores italianos (((Aoiardo, 9an -azario, 9acchetti, Poliziano + otros((( expresaron sus impresiones frente a este ras)o destacado de la )eo)rafía, aunque casi siempre refiriéndose a las zonas pedemontanas, de naturaleza 'e)etal + ama#le, + en un sentido de elemento idílico, pastoril, consolador de anhelos amorosos o simplemente decorati'o. El incipiente interés científico por los &lpes contri#u+ tam#ién a desarrollar un cam#io de actitud literaria hacia las cum#res ne'adas. $os naturalistas del si)lo NV, especialmente el italiano "uillermo "rataroli, los zuriquenses %onrado "esner + Josías 9imler + el #ernés Aenoit Marti, si)uieron los pasos iniciados por $eonardo de Vinci, quien no slo estudi aspectos físicos + fenoménicos de los &lpes en su Tratado de la pintura + dio fondo montañés a muchos de sus cuadros, sino que ascendi en 7Q77 al Mon#oso, identificado por al)unos como el monte Viso + por otros como una de las cum#res del monte =osa. De ellos, "esner fue quien expres con ma+or 'ehemencia lo que sentía2 4BUué otro placer de este mundo puede ser tan ele'ado, precioso + perfecto como el su#ir una montañaC /oda excursin alpina será fuente de supremos placeres + 'i'as ale)rías para nuestros sentimientos.5 68
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%omo +a se di*o, estas expresiones fueron aisladas + sin efecto posterior, a tal punto que "iuseppe Mazzotti, indica que 4no ha de asom#rarnos que 6!8 ha+amos de esperar hasta el si)lo NV para encontrar una nue'a manifestacin del precoz entusiasmo que en los dos 6"esner + 9imler8 desperta#a la montaña5. 6Q8 Es efecti'o2 recién en 7T?O el naturalista zuriquense Juan Jaco#o 9cheuchzer retom los anticipos de "esner + 9imler, lo)rando suscitar otra 'ez, + ahora en forma duradera, el )usto por la alta montaña al pu#licar Itinera Alpina Tria +, 'einticuatro años después, &l#erto de 3aller o#tu'o )ran éxito
con su poema dedicado a los &lpes, que contri#u+ eficazmente a la aceptacin )eneralizada de la emocin que despierta en el hom#re la contemplacin de las alturas, sentimiento que, promo'ido tam#ién, desde 7TQQ, por la Correspondence de Voltaire, se instal en definiti'a en la )ran literatura europea a partir de 7TR7, año de pu#licacin de Julie ou la Nouvelle !lo"se, de Jean Jacques =ousseau2 4es a =ousseau que se hace remontar, uni'ersalmente, la introduccin del sentimiento de la montaña en la literatura.5 6R8 $o anterior, que aparece en todas las historias literarias de Europa, ol'ida, sin em#ar)o, que un *esuita chileno ha#ía cruzado, en 7R7O, la %ordillera de los &ndes por el paso de $a %um#re, a <.O; metros de altura, donde se le'anta ho+ el %risto =edentor, + que lo 'ol'ería a hacer más adelante en 'arias oportunidades. :l'ida, tam#ién, que 'eintiocho años después, dicho *esuita pu#lica#a en talia su ist#rica Relaci#n del Re$no de Chile $ de las %isiones $ %inisterios &ue E'ercita en !l la Compa()a de Jesús ,
o#ra en la cual la impresin que aquellas montañas in)entes causaron en su espíritu fue expresada con pala#ras poéticas ini)uala#les, ori)inantes de un tema que, desde entonces, sería tratado una + otra 'ez, hasta nuestros días, por los escritores chilenos. El ol'ido puede de#erse a la escasa difusin del citado li#ro, editado simultáneamente en castellano e italiano en 7RR, en =oma, + que slo 'ol'i a
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aparecer en 7OOO en la %oleccin de 3istoriadores de %hile, sal'o la pu#licacin de un extracto que de él se hizo en 7T?, en in)lés, en el 'olumen tercero de la %oleccin de Via*es %hurchill. =ecién en 7>R>, el nstituto de $iteratura %hilena lanz una edicin accesi#le a un p#lico amplio. /al ol'ido, en todo caso, de#e ser reparado, porque an sin la amplia repercusin que tendría ciento quince años más tarde la o#ra de =ousseau, no ca#e duda de que el 4Vamos por aquellos montes pisando nu#es!5 del Padre :'alle, es la frase que inau)ura uni'ersal + definiti'amente la expresin de la poesía no slo de la montaña 'erde, sino tam#ién de la montaña mineral + #lanca, de la alta montaña. Es, pues, efecti'a la afirmacin de 9olar %orrea antes citada2 el Padre &lonso de :'alle fue 4el primer hom#re (((así, el primero((( que sinti + expres la poesía de las cum#res5. 9in duda, hermoso título para un escritor nuestro + para una literatura que ha nacido + crecido a la som#ra de una mara'illosa cordillera.
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Y HABÍA GRANDES RUIDOS EN LAS MONTAAS! *M+,- /24
Es natural que los anti)uos po#ladores del actual territorio de %hile no pudieran sustraerse a la presencia permanente + poderosa de la %ordillera de los &ndes2 todos los )rupos étnicos que ha#itaron (((+ al)unos an lo hacen((( a lo lar)o de nuestra extensa )eo)rafía, tu'ieron con ella un contacto directo, de dependencia en mltiples aspectos, a tal punto que &lonso de :'alle defini a uno de ellos, los mapuches, como 4hi*os de aquella cordillera, que parece les pe)a lo crudo e incontrasta#le de sus inexpu)na#les rocas + asperezas5. &n las comunidades costeras, ale*adas del ras)o )eo)ráfico dominante, di'isa#an con asom#ro las cum#res al#as de la le*anía, que se encendían con el refle*o de los ltimos ra+os de sol en los atardeceres, esta#leciendo con ellas al)n tipo de relacin. %omo hemos dicho en otra oportunidad 678, esta presencia cordillerana ineludi#le despert en el alma de aquellos hom#res primiti'os sensaciones + emociones que pronto se pro+ectaron en pre)untas no siempre fáciles de responder, pues a menudo toca#an aspectos fundamentales para el ser humano. De ese pre)untarse frente al mutismo so#reco)edor de las )randes montañas, nacieron al)unas respuestas ori)inantes de mitos + le+endas, que, tras apariencia in)enua, )uardan toda la o#ser'acin, el conocimiento + los sentimientos acumulados en si)los de 'i'encias de dichos pue#los. El sentimiento de la montaña expresado en las creaciones literarias indí)enas, fue e'olucionando en el tiempo. & una sensacin inicial de terror,
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reaccin natural frente a lo desconocido, si)ui una etapa en que la montaña se relacion con lo reli)ioso, dado que, como ha señalado "iuseppe Mazzoti, 4es corto el camino que media del temor a la ple)aria + a la adoracin5. 6;8 En esta etapa, la montaña adquiri inicialmente la cate)oría de dios mismo + fue adorada como tal. Ello parece natural considerando la car)a sim#lica que producen su altura, su 'erticalidad, la )randiosidad de sus formas + su cima, lu)ar de unin de la tierra + el cielo. 3a+ en las montañas chilenas mltiples mitos + le+endas que refrendan esta etapa. %asos destacados fueron los de los cerros + 'olcanes sa)rados del norte del país2 /acora, considerado dios pacífico + )eneroso /aapaca o /hunupa (((más conocido ho+ como -e'ado de Putre(((, dios defensor de los necesitados contra los poderosos Moroni, cu+a hi*a /talla /unupa fue diosa de los aimaras /ata*achura, dios 4tra)aniños5, al que se
hacían sacrificios
anuales de seres pequeños + $icanca#ur, 4%erro del pue#lo5, deificado por los atacameños. 1 sa#emos que, como ha estudiado el antroplo)o Johan =einhard, an ho+ se realizan ceremonias, incluso con sacrificios de llamas + hasta de personas, para pedir un #uen año a 'arias de estas montañas sa)radas del norte chileno. 6<8 En la re)in centro(sur del país, en cam#io, los )randes 'olcanes representaron potencias mali)nas2 eran la morada del 4pillán5, espíritu de difuntos caciques utilizados de manera ne)ati'a por una calcu o hechicera, de quien dependían las erupciones, los terremotos, las tempestades, las inundaciones + otros males, + a quien ha#ía que hacerle ceremonias de ro)ati'as o )uillatunes. Via*ando hacia el sur desde el centro del país, el primer pillán cordillerano es el -e'ado de $on)a'í (((ca#eza de serpiente(((, llamado así por la espira de su cum#re 'iene lue)o una sucesin de 'olcanes o pillanes (((la pala#ra mapuche 4deqiñ5, 'olcán, ha sido sustituida por ésta((( como el &ntuco, causante, se)n la tradicin, de los tem#lores del puerto de /alcahuano el %opahue, que para defenderse de los intrusos crea tormentas + 4huitranches5,
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hom#res petrificados el Uuetropillán, residencia de Uuetronamn, dia#lo que camina en un pie + al que se sacrifica#an personas *'enes el Villarrica, nom#re castellano del Pucanu (((del nom#re de dicho pa*arito((( o Pirepillán (((4dia#lo de la nie'e5((( + el $anín, cu+o nom#re mapuche si)nifica 4peñn de la muerte5, pues mata a todos quienes osan a lle)ar a sus alturas. 9e)n la le+enda, estos tres ltimos 'olcanes pelearon entre sí + sus respecti'os pillanes 4se lanzaron mutuamente llamaradas de su fue)o + pro+ectiles de roca + la'a ardiendo en un desplie)ue de #ra'ura + fuerza5 68, resultado de lo cual fue que el Villarrica qued intacto, el $anín apa)ado + el Uuetropillán mutilado, por lo que tam#ién se lo denomina Mocho. &l)o más al sur, el 'olcán :sorno, nom#re hispano que pre'aleci so#re más de 'einte hermosos nom#res mapuches, tiene una linda le+enda2 dos *'enes enamorados ((($icara+én + Pitralpique((( murieron por sal'ar a su pue#lo. & raíz de que su tri#u, que ha#ita#a al pie del 'olcán, se dedic a la molicie, fue casti)ada con una )ran erupcin que cu#ri todo de cenizas. Wn anciano les di*o que la solucin era sacrificar a la hi*a del cacique, $icara+én, + lle'ar su corazn a lo alto de una colina. 9u no'io le dio muerte, su#i su corazn a la cum#re + se atra'es el su+o con su lanza. Wn enorme cndor tom lue)o el corazn de la *o'en, se ele' por so#re el 'olcán, dio tres 'eces 'uelta al cráter + lo arro* al fue)o. %omenz a caer nie'e amarilla, la que poco a poco fue apa)ando las llamas + enfriando la la'a. /anta nie'e ca+ que el cráter qued taponado, enterrando al pillán, +, al derretirse parte de ella, el a)ua se desliz por las laderas hacia los 'alles circundantes, limpiando los campos + formando los la)os $lanquihue + /odos los 9antos. 1 se)n la tradicin, el alma de los dos *'enes 'i'e hasta ho+ en la isla $orele+, en $a Poza, cercana a Puerto Varas. &l Este del 'olcán :sorno, en la frontera con &r)entina, el pico &nn, la cum#re de ma+or altura de las tres que presenta el monte /ronador, tiene tam#ién sus le+endas. Wna de ellas dice relacin con su nom#re castellano2 la )ran montaña adi'ina la intencin de los hom#res que pasan por su cercanía +, si éstas son malas, lanza desde la cum#re sus estruendosas a'alanchas para casti)arlos, pro'ocando )randes ruidos.
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Junto a los pillanes, ha#itaron tam#ién los 'olcanes sureños otros seres infernales, como &nchimallén, niño ro#ado al nacer por los #ru*os + alimentado con san)re humana, + 3ueñauca, que produce fue)o por medio de frotacin + toma a 'eces la forma de un macho ca#río. Pero en las montañas del territorio mapuche ha+ tam#ién una di'inidad positi'a + protectora, que ha ori)inado un hermoso mito que entronca directamente con las tradicin #í#lica del dilu'io uni'ersal2 /rentren), la serpiente(montaña que sal'a a un puñado de hom#res de las a)uas arrastradas por \aicai, la serpiente del mar, para aho)ar a quienes han actuado mal. Dicho mito, que fue reco)ido por los *esuitas &lonso de :'alle + Die)o de =osales en el si)lo NV, tiene numerosas 'ersiones, siendo tal 'ez la más completa + decidora la recopilada por 9aint($oup 6Q8, que en su momento culminante, expresa2 41 ha#ía muchas llamas en el cielo. 1 ha#ía mucho a)ua so#re la tierra. 1 ha#ía )randes ruidos en las montañas. 1 el mar cu#ri toda la tierra. 1 hu#o muchos )uerreros mapuches aho)ados por las a)uas. 1 hu#o muchas mu*eres aho)adas por las a)uas.5 Pero )racias a la inter'encin de /rentren), se sal' un )rupo de hom#res #uenos2 41 después el a)ua de* de caer del cielo. 1 después hu#o )randes llamas en el cielo. 1 después hu#o un 'iento del Este que rechaz el mar. 1 después el a)ua de* de cu#rir la tierra. 1 después \aicai'il, la cule#ra enemi)a de los hom#res, 'ol'i a entrar al mar. 1 después, es todo!5 Dicho mito ha#la del enfrentamiento de las fuerzas del #ien + del mal, lo que se concreta a ni'el textual en las dos cule#ras míticas. /oca la preocupacin humana ancestral por el sentimiento ético de la existencia + la posi#ilidad de casti)o, incluso colecti'o, frente a la maldad, pero tam#ién expresa la *usticia + el amor de las potencias so#renaturales positi'as hacia aquellos que han o#rado rectamente.
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El recuerdo de /rantren), la di'inidad #ienhechora, se ha perpetuado no slo en el mito que se transmite de )eneracin en )eneracin, sino, además, en la toponimia2 ha+ muchos cerros llamados /rentren) en todo el territorio mapuche. 1 más si)nificati'o an, aunque terri#le, fue el hecho acaecido en ma+o de 7>R?, a raíz del terremoto + maremoto que asolaron las pro'incias del sur de %hile2 para aplacar a \aicai'il, la cule#ra enemi)a de los hom#res, que ha#ía lanzado las a)uas del océano en su contra, la machi María Juana -amuncura, de Puerto 9aa'edra, sacrific ritualmente a un niño, hecho que fue ampliamente di'ul)ado por la prensa. Más al sur, en la Pata)onia austral, el monte %haltel, nom#re que si)nifica terror, ho+ conocido como Fitz(=o+, es morada de muchos poderosos espíritus del mal. 1 en el cerro /orre, su 'ecino, estaría el dios que ori)ina los 'ientos tempestuosos de la re)in. Finalmente, en /ierra del Fue)o, M[ono es el 4espíritu que ronda en la cima de las montañas + los )laciares. Zl no a#andona sus dominios + su accin no se e*erce sino contra los intrépidos que se a'enturan cerca de los )laciares, en el fondo de los fiordos. M[ono es el espíritu del ruido. Es él quien precipita con )ran estrépito las a'alanchas + hace deslizarse a lo lar)o de las pendientes pedazos enteros de montañas, que arrastran a rocas + ár#oles5. 6R8 Más adelante, la adoracin de la montaña(dios se radic en aspectos parciales de su realidad in)ente, principalmente en sus rocas + su nie'e. En el primer caso, /omás "ue'ara ha recordado que 4En el mismo si)lo NV + an en el si)uiente queda#an super'i'encias acerca de la 'eneracin a ciertas rocas que tri#uta#an al)unas tri#us 6!8 $os indios suponían dotadas estas rocas de un poder misterioso 6!8 Este respeto a las piedras se mantu'o con #astante fuerza toda'ía hasta la mitad del si)lo NN por lo menos5 .6T8 Famosas son hasta ho+ la Piedra 9anta cercana a Malalcahuello + la Piedra Aru*a o \a0u0ura, en el camino de Uuepe a $laima, en las que todos los 'ia*eros de*an sus ofrendas.
1 respecto del se)undo, +a "ernimo de Ai#ar, el primer
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cronista de nuestro país, indica#a en 7QQO que los indios promaucaes 4adoran al sol + a las nie'es porque les da a)ua para re)ar las sementeras5 6O8 $a etapa de la montaña(dios perdur mucho tiempo entre nuestros indí)enas2 4En esa época 6si)lo NN8 no se ha#ían extin)uido otras costum#res ceremoniales aplicadas a 6!8 cerros + 'olcanes5. 6>8 1 no sa#emos si en el alma
de
al)n
a#ori)en
chileno
de
nuestros
días,
consciente
o
inconscientemente, #rota la 'eneracin cada 'ez que o#ser'a la montaña infinita re'estida de nie'e + silencio o el 'olcán destructor que entene#rece el cielo con sus fue)os. En una se)unda etapa e'oluti'a, las montañas se transformaron en lu)ares de tránsito entre la tierra de los hom#res + el cielo de los dioses. En muchas de ellas, en consecuencia, los indí)enas constru+eron santuarios de altura, formados de pircas de piedra a modos de altares o adoratorios, accesi#les tan solo a los iniciados. En 'arias )randes cum#res del norte del país, como los 'olcanes $icanca#ur + $lullaillaco, se han encontrado dichos altares + en al)unas, en época del imperio incaico, se hicieron sacrificios humanos. 9e conocen siete casos de inhumacin en montañas peruanas, ar)entino(chilenas + chilenas2 los ne'ados %hachani, %hañi + Pichu Pichu + en los cerros El Plomo 6frente a la ciudad de 9antia)o8, /oro, &mpato + $lullaillaco, en los que se encontraron esqueletos o cadá'eres con)elados o momificados en los años 7O>R, 7>?Q,7>R<, 7>Q, 7>R, 7>>7 + 7>>>, r especti'amente. Del mismo modo, en muchos portezuelos o lu)ares de tránsito, se constru+eron apachetas que, an ho+, testimonian el rito protector para cruzar re)iones cordilleranas peli)rosas. 1 en lu)ares especiales de la cordillera, se ha#la de la existencia de ciudades fa#ulosas. En las alturas del 'olcán de Uuimal, situado al poniente del 9alar de &tacama, se dice que aparece en ciertos días del año una ciudad sa)rada que tiene torres con 'entanas iluminadas + en la la)una de su cráter estaría sepultado el tesoro de &tahualpa. Dos 'eces al año, en a#ril + en no'iem#re, la som#ra del cono del 'olcán es pro+ectada por el sol poniente so#re el 'olcán
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$icanca#ur, al otro lado del salar, el que, a su 'ez, otras dos 'eces, )racias al sol naciente, pro+ecta la su+a so#re la masa del Uuimal, lo que ha ori)inado la le+enda del matrimonio de am#as cum#res. $a %iudad de los %ésares, en cam#io, estaría situada en la cordillera pata)nica. 9e)n al)unos, ha#ría sido construida por españoles que hu+eron de :sorno + de otros po#lados destruidos por los mapuches en 7Q>> se)n otros, fue fundada por tripulantes de em#arcaciones naufra)adas en el Estrecho de Ma)allanes o por so#re'i'ientes del Puerto del 3am#re. 9u nom#re deri'aría del de Francisco %ésar, capitán español cu+os hom#res, los 4césares5, di*eron ha#er 'isto una ciudad con edificios de techos de plata, i)lesias + torres de *aspe + campanas de oro. Dice la le+enda que la %iudad de los %ésares, ha#itada por inmortales, puede di'isarse slo en 9emana 9anta + que desaparece en'uelta en densa nie#la si al)uien se acerca. 9u #squeda ori)in, histricamente, expediciones oficiales hasta el si)lo NV, las que, si #ien no la encontraron, sir'ieron para explorar esos territorios cordilleranos australes. 1a en el si)lo NN, sir'i de tema, como 'eremos más adelante, a tres #uenas no'elas de destacados escritores nacionales. 3a+, por cierto, otras le+endas cordilleranas, narradas hasta ahora por arrieros + #aqueanos, que explican la formacin de las montañas o de otros elementos naturales de esos lu)ares, las interpretan como morada de los muertos o como cáscara de ca'ernas disimuladas, se refieren al ori)en de la fauna + la flora montañesa o aclaran o cele#ran acontecimientos extraños ocurridos en las alturas, cu+o recuerdo ha quedado )ra#ado para siempre en la memoria colecti'a. Muchos de estos relatos han sido reco)idos por el Profesor Dr. E'elio Eche'arría durante sus mltiples excursiones + ascensiones cordilleranas + pu#licadas en su antolo)ía Le$endas de los Andes de Chile 67?8, la nica existente so#re el tema.
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LA GRANDE CORDILLERA Y ALTA SIERRA. *A6-78- 94 E:2+66/
Desde el inicio de nuestra historia como país, la cordillera ha tenido un espacio en los textos, historio)ráficos primero + literarios después, referidos a su territorio. 1 el primero de ellos dice relacin con el descu#rimiento del Estrecho de Ma)allanes. En efecto, entre los días ;7 de octu#re + ;T de no'iem#re de 7Q;?, las na'es de 3ernando de Ma)allanes, el descu#ridor del estrecho que lle'a su nom#re, cruzaron desde el :céano &tlántico al :céano Pacífico, aunque sin ánimo de descu#rir + conquistar un país, sino de lle)ar a las ndias una 'ez superada la #arrera del continente americano. /raían a #ordo al primer )rupo español que pas por territorio del actual %hile. El cronista de la expedicin, &ntonio Pi)afetta, entre las anotaciones propias de la na'e)acin, no pudo de*ar de destacar la impresin que le produ*o el paisa*e2 4Este estrecho está rodeado de montañas mu+ ele'adas + car)adas de nie'e5. $a misma impresin tu'o Francisco &l#o, contramaestre de la nao /rinidad + lue)o piloto de la Victoria, quien anot en su diario2 4En este estrecho ha+ muchos ancones, + las sierras son mu+ altas + ne'adas, + con mucho ar#oledo5. 678.
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%omo se 'e, +a en los dos primeros textos referidos a nuestro país, las montañas aparecen como el ras)o )eo)ráfico más destacado. $o mismo en el tercero2 el diario de Martín de Wriarte, piloto de la 9anta María de la Victoria, na'e de la expedicin del %omendador Fra+ "arcía Jofré de $oa+sa, que cruz por se)unda 'ez el estrecho entre el O de a#ril + el ;R de ma+o de 7Q;R, señala que 4en la costa del sueste son montañas mu+ altas + llenas de nie'e, + por cima de las primeras montañas, sale una )ran montaña ahorcada que face dos puntas como 9anta Entre)a, sino que es mu+ alta5. 6;8 9e refiere al denominado actualmente Monte 9armiento. Wna nue'a referencia a la cordillera se dio en la #itácora de la expedicin de &lonso de %amar)o, que en 7Q? cruz por tercera 'ez el Estrecho de Ma)allanes2 4!que metía dentro )randes ensenadas con unas montañas mu+ altas5. 6<8 Pero cuatro años antes, a fines de marzo de 7Q(((, en las pro#anzas e informaciones de ser'icio
que 'arios de los compañeros de &lma)ro
o#tu'ieron posteriormente, qued constancia de lo que dicho cruce si)nific. Fue terri#le, como se atesti)ua en todas ellas. & modo de e*emplo de lo sucedido, la pro#anza de Die)o de Encinas, de ; de septiem#re de 7QQO, expresa2 4!+ a la entrada del Puerto de la -ie'e, + a la pasada dél se le muri un ca#allo + todo el ser'icio que lle'a#a e a otros se murieron, asimismo, entonces escla'os e ca#allos e al)unos españoles perdieron los dedos de los pies del frío )rande que pasaron hasta lle)ar al 'alle de %opa+apo!5 68 /odas las pro#anzas conocidas ratifican lo señalado en ésta. %on razn, entonces, a su re)reso a %uzco, los españoles de &lma)ro prefirieron la ruta del desierto + que, como diría más adelante Pedro de Valdi'ia, 49epa V.M. que
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cuando el Marqués don Francisco Pizarro me dio esta empresa, no ha#ía hom#re que quisiese 'enir a esta tierra, + los que más huían della eran los que truxo el &delantado don Die)o de &lma)ro, que como la desampar qued tan mal infamada, que como de la pestilencia huían della5 6Q8 & pesar de aquello, en diciem#re de 7Q?, Pedro de Valdi'ia lle) al 'alle del Mapocho, iniciando el período de la %onquista + su o#ra fundadora. %omo se sa#e, el período de la %onquista implic fundamentalmente la )uerra, el a'ance, no siempre afortunado, de los tercios hispanos hacia territorio mapuche, cu+o pue#lo supo oponerles una resistencia hasta entonces desconocida por ellos en &mérica resistencia que determin, a los T7 de iniciado, el término del período, el inicio de la )uerra defensi'a + el comienzo de la %olonia. En consecuencia, los conquistadores que escri#ieron en esa época lo hicieron literalmente con las armas #a*o el #razo, para narrar los sucesos de la )uerra en que esta#an empeñados., e influenciados por la 'isin renacentista, antropocéntrica en la 'ida + en el arte que predomina#a en Europa. En este duro marco, es natural que el paisa*e (((+ en él el cordillerano(((, que fue 'isto + 'i'ido por los conquistadores, esté casi totalmente ausente de sus o#ras. &demás, no ca#ía esperar que fuese de otro modo, pues en la Europa del si)lo NV el sentimiento de la -aturaleza prácticamente no se dio como expresin artística. ncluso en talia, país de artistas tan sensi#les, no ha#ía espacio para el sentimiento de la -aturaleza, como ha señalado Jaco#o Aurc0hardt2 4Desde lue)o, ni en la lírica, ni en la epope+a, ni en la no'ela, encontramos la descripcin propiamente dicha de )randes 'isiones de paisa*e, ca#almente porque era otra su misin en tal enér)ico lapso5. 6R8 Era, pues, el momento de la épica + la crnica, am#os )éneros eminentemente antropocéntricos. & pesar de lo anterior, la literatura chilena escrita se inici, curiosamente, con un con*unto de documentos que, en al)una medida, hacen excepcin a lo
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dicho2 las Cartas de Pedro de Valdi'ia. &lone, el )ran crítico, en forma aparentemente *ocosa, lo expresa así2 4$a primera piedra de nuestra literatura pesa nue'e mil 0ilos + está a los pies del 9anta $ucía, mirando hacia el sur2 es un trozo de )ranito traído de la cordillera donde puede leerse otro sacado de la carta en que Pedro de Valdi'ia le cuenta a %arlos V mara'illas de %hile + le cuenta de su #elleza!5 6T8 $as once cartas encontradas hasta ho+ (((se supone que de#e ha#er otras((( tu'ieron su ori)en en la necesidad de informar al =e+ de los sucesos de %hile + el fra)mento de una de ellas, a la que se refiere &lone, fechada en $a 9erena el de septiem#re de 7QQ, en opinin de al)unos comentaristas, se ha#ría de#ido no slo al real sentimiento de su autor, sino a la necesidad de atraer hacia este le*ano territorio hom#res + recursos, es decir, tendría sentido utilitarista. :tros opinan en contrario, especialmente Jaime E+za)uirre2 41 si el ad'ersario sir'e de acicate a su ima)inacin heroica, el paisa*e 'a más allá2 le toma el corazn + le afirma apasionado en la tarea difícil. $as descripciones de %hile que estampa en sus cartas a %arlos V son como la *ustificacin de su porfía en retener esta o#ra de Dios que le tiene perdido por los o*os. En esas frases )alanas se descu#re el trazo del artista enamorado + se preludia el patriotismo chileno5. 6O8 9on escasas las referencias a la cordillera en las cartas de Pedro de Valdi'ia. 9i #ien él no la cruz en el sector chileno (((sí recorri la sierra peruana(((, la tu'o constantemente a la 'ista con toda su )randiosidad + #elleza, lo que hace parecer increí#le que no la mencionara + en 'arias oportunidades orden 'ia*es a tra'és de ella hacia el actual territorio ar)entino, por diferentes latitudes. En carta a %arlos V fechada en 9antia)o el ;R de octu#re de 7QQ;, en fra)mento que repite en otra de i)ual fecha al Príncipe Felipe, expresa2 4!+o me hallé este 'erano pasado a ciento e cincuenta le)uas dél Estrecho de Ma)allanes8, caminando entre una cordillera que 'iene del Per + 'a prolon)ando todo este reino, +endo a la continua a quince e 'einte le)uas o menos de la mar, + ésta tra'iesa + la corta el Estrecho.
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4!no pude pasar de allí a ca#sa de salir de la cordillera )rande un río mu+ ca#daloso 6río Aueno8, de anchor de más de una m illa, e así me su#í el río arri#a derecho a la sierra, + en ella hallé un la)o de donde procedía el río, que al parecer de todos los que allí i#an conmi)o, tenía hasta cuarenta le)uas de #oxo. De allí di la 'uelta a la di#dad de Valdi'ia, porque se 'enía el in'ierno,.e por despachar a V. M. al %apitán &lderete 'ine a esta ciudad de 9antia)o. 4De aquí he pro'eído dos capitanes , el uno 6Francisco de =i#era8 que pase la cordillera por las espaldas desta ciudad de 9antia)o e trai)a a ser'idum#re los naturales que desotra parte están5. En este texto 'emos expresado el conocimiento )eo)ráfico que Valdi'ia tenía de esta 4cordillera que 'iene desde el Per + 'a prolon)ando todo este reino5, pero encontramos slo un ad*eti'o (((el nico, por lo demás, en todas las cartas((( que denota cierta impresin2 4cordillera )rande5. 9i no ha+ expresin del paisa*e montañoso, se de*a constancia, en cam#io, del temor que su cruce pro'oca#a, especialmente a causa de la nie'e, se)uramente por el recuerdo del trá)ico 'ia*e de Die)o de &lma)ro. En efecto, en carta a %arlos V fechada en %oncepcin a ;Q de septiem#re de 7QQ<, el capitán extremeño indica que 41 él fue el que se atre'i con ocho )entiles hom#res a atra'esar la cordillera por me dar a'iso desto, + quiso Dios que la hall sin nie'e escri#ime cmo traía doscientos hom#res, + entre ellos 'enían cuatrocientos ca#allos + +e)uas, + queda#a en el para*e de la ciudad de 9antia)o de la otra parte de la nie'e5. En carta a %arlos V fechada en $a 9erena el de septiem#re de 7QQ, ha+ una tercera + ltima referencia #re'e a las montañas2 4!si detrás de la cordillera de la nie'e!5 denominacin que nos sir'e para recordar que en ese tiempo los &ndes no tenían toda'ía dicho nom#re + que eran denominados a #ase de su característica más hermosa + llamati'a.
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6$os
&ndes,
llamados
4%ordillera
)rande5
por
Pedro
de
Valdi'ia, .4%ordillera )rande que dicen de las nie'es5 por "arcía 3urtado de Mendoza + 4%ordillera -e'ada5 por &lonso de "n)ora Marmole*o, aparecen desi)nados con su actual nom#re en 7R7< + posi#lemente al)o antes2 4En la ho*a 4%hili5 de las +a mencionadas ediciones de di'ersos atlas, desde 7R7< a 7R, aparecen las cordilleras con el nom#re de 49ierra -e'ado 6sic8 de los &ndes5 6=e'ista %hilena de 3istoria + "eo)rafía -] OO, mprenta Wni'ersitaria, 9antia)o, 7><, p. 7RQ8. Francisco 9olano &sta(Aurua)a, en su *iccionario Geogr+fico de la Repú,lica de Chile, indica que 4se supone que su nom#re sea
una corrupcin de antis, denominacin de una familia de indios que ha#ita#an su pendiente E. en el lado de Aoli'ia, o #ien de anta, pala#ra quechua que si)nifica co#re o metal en )eneral, aludiendo a la a#undancia con que se encontra#an en ella5. &l#erto =iso Patrn, en su *iccionario Geogr+fico de Chile, reproduce lo señalado por &sta(Aurua)a. En cam#io, el Padre Ernesto
S. de Moes#ach, en su diccionario -o. de Arauco, lo hace pro'enir del quechua inti, en el sentido de cordillera por donde sale el sol. 1 otros autores lo deri'an del mapuche antu, en el mismo sentido que Moes#ach da a la deri'acin de la pala#ra quechua.8 6>88 -o podíamos esperar más de las cartas de Pedro de Valdi'ia en relacin a la cordillera, dadas las peculiaridades epocales antes señaladas, + a pesar de que él mismo ha#ía en'iado (((lo que indica preocupacin + a'eri)uaciones((( a los capitanes Francisco de &)uirre a /ucumán, Francisco de =i#era a %u+o, Francisco de Villa)ra, desde Villarrica a =ío -e)ro, + Pedro de Villa)ra, desde $a mperial a la re)in transandina que la enfrenta. & pesar de ello, los párrafos de sus cartas transcritos nos permiten ase)urar que la cordillera estu'o presente en nuestras letras desde el comienzo del período de l a %onquista. ^ =especto a la impresin que la cordillera, + la -aturaleza en )eneral, caus a &lonso de Ercilla, el autor, al decir de 9olar %orrea, de 4la primera )ran produccin poética que el -ue'o Mundo inspir al Mundo Vie*o5, "a#riela Mistral, con su rotundidad ha#itual, ha expresado2 4!+ el propio D. &lonso de
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Ercilla lle'a#a tal 'i)a en el o*o que no 'io la sel'a araucana5. 67?8 &l)o similar indican Paul 'an /ie)hem2 Ercilla 4no 'e la realidad como no sea a tra'és de Vir)ilio5 &zorín, quien opina#a que sus escasos paisa*es 4pueden ser lo mismo de %hile que de cualquiera re)in de España con ár#oles5 + "raciela llanes, al expresar que 4no quiso 'er el paisa*e nuestro5. 6778 Es ésta la opinin de casi todos los expertos que han estudiado La Araucana, sintetizada por las pala#ras de &le*andro 'on 3um#oldt2 4-ada hace suponer en toda la epope+a de $a &raucana que el poeta ha+a o#ser'ado de cerca la naturaleza. $os 'olcanes cu#iertos de una nie'e eterna, los 'alles a#rasadores a pesar de la som#ra de las sel'as, los #razos de mar que se a'anzan a lo le*os en las tierras, no le han inspirado nada que refle*e la ima)en5 67;8 Por lo mismo, el +a citado 9olar %orrea no lo perdona, señalando que 4!siempre parecería inconce#i#le la indiferencia, o me*or, la insensi#ilidad ptica de Ercilla ante el espectáculo sin par de nuestras re)iones sureñas. -ada ha+ en el poema, ni una frase exclamati'a que delate su admiracin5 67< Es cierto, aunque se ha ol'idado que a Ercilla, al i)ual que a Pedro de Valdi'ia, no se le podía exi)ir el sentimiento de la -aturaleza. Zl mismo, en el 4Prlo)o5 a su poema, da una de las razones2 4!+ por el mal apare*o + poco tiempo que para escri#ir ha+ en la ocupacin de la )uerra, que no da lu)ar a ello5. 1 otra razn sir'e para re#atir a quien ar)umente que Ercilla pudo ha#er tocado el paisa*e, pues no escri#i todo el poema en el teatro de la )uerra ni en torno a ella, sino lo hizo fundamentalmente en España2 era una época en que la funcin de la literatura era antropocéntrica + tenía por misin destacar o aumentar la fama de al)unos persona*es destacados. & pesar de lo anterior, como han señalado Mi)uel _n)el Ve)a + &lone, respecti'amente, ha+ en el poema al)unas estrofas que narran 4hechos extraordinarios en los que participa la propia naturaleza como teln de fondo o como animado persona*e5 + otras en las que se esta#lece una 4asociacin de la naturaleza a una con)o*a humana5. 1 si #ien la o#ra no contiene descripciones admirati'as en tal sentido, entre)a, en cam#io, precisas referencias )eo)ráficas, entre las que ha+ al)unas relacionadas con la cordillera2
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4!cerca de los 'olcanes, que lanza#an a tiempo tanto fue)o + tan alto, que acontece llo'er en el pue#lo ceniza.5 6Declaracin de al)unas dudas que se Pueden ofrecer en esta o#ra,8 4a la #anda del Este 'a una sierra que el mismo rum#o mil le)uas camina.55 6Parte , %anto 8 4 tiene cerca de la #anda del oriente la )rande cordillera + alta sierra.5 6Parte , %anto N8 4de la )ran cordillera se aparta#an.5 6Parte , %anto N8 4+ atra'esando la alta cordillera.5 6Parte , %anto NNV8 4%añete, $a mperial + hacia $e'ante la Villarrica + el 'olcán fo)oso.5 6Parte , %anto NNV8 4Pas de Villarrica el fértil llano que tiene al sur el )ran 'olcán 'ecino. fra)ua 6se)n se afirma8 de Vulcano que re)oldando fue)o está contino.5 6Parte , %anto NNNV8 Fi)uran tam#ién en el poema montañas de otras latitudes, mencionadas por Aelona2 4dos montes, que el &tlante + &penino con )ran parte no son de tal )randeza
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ni de tanta espesura + aspereza.5 6Parte , %anto NV8 : por el ma)o Fitn2 4+ el alto monte %áucaso, fra)oso, que su cum#re )ran tierra señorea !!!!!!!!!!!!!!!. Ves a $o)ia + sus montes le'antados, que a todos so#repu*an en )randeza, canos siempre de nie'e los collados + a#a*o peñascales + aspereza, que forman un )ran muelle, rodeados de #reñales espesos + malezas !!!!!!!!!!!!!!!!... De estos peñascos ásperos pendientes, llamados ho+ el monte de la $una, nacen del -ilo las famosas fuentes. !!!!!!!!!!!!!!!!.. que rematan su término + medida las =ifeas montañas por un lado !!!!!!!!!!!!!!!!. Piura, $o*a, la `arza + cordillera De do nacen + #a*an tantos ríos. !!!!!!!!!!!!!!!! Mira los )randes montes + altas sierras Aa*o la zona trrida ne'adas.5 6Parte , %anto NNV8. =esumiendo, no mucho más en Ercilla que en Pedro de Valdi'ia2 austera mencin de la masa, altura + lon)itud de la cordillera chilena + de la potencia de sus 'olcanes. ^
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Peor es en el caso de Arauco *omado, de Pedro de :ña, el primer poeta chileno + americano, nacido en &n)ol de los %onfines o de los nfantes, pues la cordillera prácticamente no se menciona. &penas ha+ una mínima referencia a las montañas peruanas en el %anto 2 4Aa*aron de la sierra + de los 'alles tal nmero de )ente forastera5 + en el caso de %hile, en el %anto V, en relacin con el lu)ar del encuentro e)l)ico entre Fresia + %aupolicán2 4Entre una + otra sierra le'antada, que 'an a dar al cielo con las frentes, + al suelo con sus fértiles 'ertientes, la deleitosa 'era está fundada.5 -ada más.
; El carácter historio)ráfico de la literatura del período de la %onquista, se acenta, como es natural, en las crnicas. 9i #ien ellas tienen (((+ es su o#*eti'o((( un 'alor histrico extraordinario, en su factura no se ad'ierten preocupaciones literarias de nin)una especie, lo que determina que casi no ha+an sido consideradas en las historias de las letras nacionales. $a excepcin a esta carencia de 'alor literario que podría representar la Cr#nica del Reino de Chile, de Pedro Mariño de $o#era, no es tal, pues ella tampoco lo tu'o
ori)inariamente, adquiriéndolo lue)o en parte cuando fue redactada nue'amente en $ima por el *esuita Aartolomé de Esco#ar, sacerdote letrado que se preocup de su forma, además de a)re)arle al)unos aspectos so#renaturales al contenido. En este contexto, es natural suponer la inexistencia del sentimiento de la -aturaleza en las crnicas. 9in em#ar)o, en la primera de ellas ((( Cr#nica $
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relaci#n copiosa $ verdadera de los re$nos de Chile/ de Jernimo de Ai#ar
678((( el capítulo N% ínte)ro está dedicado a tratar 4de la cordillera ne'ada + de donde 'iene + lo que ocurre + de una )ente que ha#ita dentro de ella5. Es 'erdad que se trata prácticamente de una descripcin )eo)ráfica, de la que está ausente toda expresin de sentimiento pero tam#ién es 'erdad que se trata de la primera descripcin en nuestras letras. $a descripcin es o#*eti'a + precisa2 4Muchas 'eces se ha tratado de la cordillera ne'ada +, pareciendo *usto decir de ella + donde procede, que es desde 9anta Marta + pasa por cerca de %arta)ena + atra'iesa todo el Per + toda esta )o#ernacin de %hile + lle)a al Estrecho de Ma)allanes + pasa adelante, se)n se ha 'isto5. 1 contina más adelante2 4En muchas partes de ella no se quita la nie'e en todo el año. /iene de atra'esía 'einte + cinco + treinta le)uas + más, de altas sierras + profundas que#radas. En esta )o#ernacin es en parte montuosa la falda de ella + en parte es pelada5. &l i)ual que Pedro de Valdi'ia, Ai#ar destaca las dificultades del cruce de la cordillera2 4Pásase por tres o cuatro partes + con )ran tra#a*o. 9on tres meses en el año, que es enero, fe#rero + marzo, + todos los demás no se puede pasar por causa de los )randes fríos5. Por eso, refiriéndose al cruce que realizara Francisco de Villa)ra en septiem#re de 7QQ7, época poco apropiada, por el sector de Wspallata, Ai#ar comenta2 4!+ ansí pas la cordillera sin perder más de dos escla'os + dos ca#allos. Fue Dios ser'ido hacelles #uen tiempo, porque mu+ pocas 'eces le suele hacer sino es en los tres meses que ten)o dichos, porque, en el tiempo que él pas, suele caer mucha nie'e + hacer )randes fríos5. Finalmente, refiérese tam#ién Ai#ar a los pocos ha#itantes de las montañas2 4Dentro de esta cordillera a quince + a 'einte le)uas ha+ unos 'alles donde ha#ita una )ente, los cuales se llaman Puelches + son pocos. 3a#rá en una parcialidad quince + 'einte + treinta indios. Esta )ente no siem#ra susténtase de caza que ha+ en apuestos 'alles. 3a+ muchos )uanacos + leones + ti)res + zorros + 'enados pequeños + unos )atos monteses + a'es de
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muchas maneras. De toda esta caza + montería se mantienen, que la matan con sus armas que son arco + flechas!5 :tro de los cronistas importantes de la época, &lonso de "n)ora Marmole*o, dedic el primer capítulo de su istoria de Chile desde su descu,rimiento hasta el a(o de 0121 67Q8 a mostrarnos nuestro país 4desde el
'alle de %opiap, ques al principio + entrada, hasta la ciudad de %astro, ltimo del reino5 + en esta descripcin, parte destacada corresponde a la cordillera2 4Es el reino de %hile + la tierra de la manera de una 'aina de espada, an)osta + lar)a. /iene por la una parte la mar del 9ur, + por la otra la %ordillera -e'ada, que lo 'a prolon)ando todo él + ha#rá en esta distancia de la mar a la %ordillera, por unas partes diez + seis le)uas, + por otras diez + ocho, + 'einte por lo más lar)o, + ansí poco más o menos. $a %odillera está ne'ada todo el año, + es tan #ra'a a la apariencia de la 'ista, como lo es la que pasa + di'ide a talia de la Francia + a &lemania de la talia, + hai por ella 'alles que se pasan a sus tiempos de la otra parte, + ansí la andan los naturales en sus contractaciones, + españoles la han pasado al)unas 'eces para tomar plática de la tierra. 6!8 4/iene muchos ríos, que corren desde la %ordillera -e'ada a entrar en la mar del 9ur! 43ai asimismo por la %ordillera muchos 'olcanes por toda ella que echan fue)o de sí ordinario, + más en el in'ierno que en el 'erano, + muchos la)os al pie de tales 'olcanes.5 $a descripcin de los &ndes a#arca, en otro capítulo, el $V, de la o#ra en referencia, hasta Pata)onia austral2 4Desde allí adelante 'a la costa hasta el estrecho de Ma)allanes áspera, aunque de muchos puertos, porque la mar 'a acarreando siempre con las #aldas de la %ordillera -e'ada + no ha+ lu)ar donde se pueda po#lar otro hasta el estrecho5. $a ltima referencia a la montaña que se hace en esta crnica concuerda con las apreciaciones de Valdi'ia + Ai#ar so#re las dificultades que
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ofrece su cruce. =ecordando a &lma)ro, "n)ora expresa2 4!+ así de conformidad se 'ol'ieron todos, no por el camino que ha#ían 'enido por el despo#lado de %opiap, por respeto de no 'ol'er a pasar la %ordillera -e'ada, donde tan mal les ha#ía sucedido5 $a cordillera, aunque so#riamente, ocupa un lu)ar donde menos se espera#a. 1 si las pala#ras de los cronistas están le*os de la expresin literaria mara'illada que se dará en la o#ra del Padre &lonso de :'alle setenta años más tarde, son, en todo caso, parte del camino que condu*o a dicha culminacin. ^ En síntesis, la literatura de la %onquista, por su carácter altamente historio)ráfico + 'ital, por los )éneros que utiliz en su expresin (((cartas, epope+a, crnicas((( + por razn de época, toc mu+ escuetamente el tema de la cordillera. 9in em#ar)o, es e'idente en ella el ale*amiento diametral en la connotacin otor)ada en esa época a la montaña respecto de la que tu'o para los pue#los indí)enas. En los textos de la época, las alturas cordilleranas nada tienen de sa)rado, má)ico o numinoso por el contrario, slo son 'istas + descritas como realidades naturales que implican un o#stáculo enorme al a'ance del hom#re. Prácticamente todas las citas que hemos anotado lo confirman. /al desacralizacin a#soluta marca el momento más #a*o de la expresin de la naturaleza montañosa en toda nuestra historia literaria + coincide con el intento de destruccin, 'iolento a ratos, de la cosmo'isin reli)iosa de los indí)enas. Es cierto que, en tal sentido, la funcin de la literatura europea del momento determina#a otros rum#os que el modelo )recolatino imperante no admira#a, precisamente, las montañas + que los )éneros literarios pre'alentes, en íntima relacin con la funcin de la literatura, tampoco acepta#an como pertinente el canto emocionado a la naturaleza. Pero no es menos cierto que asom#ra el que aquellos hom#res que 'i'ieron en todo su 'ir)en esplendor el
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paisa*e ma)nífico de %hile, especialmente de su cordillera, no ha+an es#ozado siquiera una pala#ra estéticamente si)nificati'a en relacin con ella. & pesar de todo, un hecho queda en pie2 la temática en estudio, aunque sea de la manera que hemos 'isto, se da desde la primera o#ra de las letras chilenas.
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$AMOS POR AQUELLOS MONTES PISANDO NUBES... *A6-78- 94 O664
&l delimitarse el periodo de la %onquista, cu+o término se esta#lece el ;O de marzo de 7R7;, fecha en que asumi &lonso de =i#era como "o#ernador 678, queda fi*ado el comienzo de una nue'a etapa2 4$a adopcin de la )uerra defensi'a por la %orte española cierra, en la historia de %hile, el período de la conquista + a#re el de la colonia5 6;8. En esta etapa (que conclu+, doscientos años más tarde, con la constitucin de la Junta de "o#ierno de 7O7?b tu'o, )lo#almente, características mu+ distintas a la anterior2 4a partir de 7R7;, el centro de )ra'edad de la e'olucin histrica, se desplaza de la )uerra + del impulso conquistador, hacia el ad'enimiento de la nue'a raza, la forma de la estructura social, el desarrollo econmico de la colonia + la )énesis de las fuerzas espirituales que 'an a informar el alma del futuro pue#lo chileno5 6<8. En un período de doscientos años, aunque transcurran en un país ale*ado +, en )ran medida, aislado de los )randes centros culturales, es natural que ha+a e'olucin + que las situaciones, en todo orden de cosas, 'a+an cam#iando. Por ello, para el caso de la literatura en %hile, de#e esta#lecerse una clara distincin entre los si)los NV + NV.
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Francisco &ntonio Encina, en*uiciando el aspecto cultural de la primera de dichas centurias, expresa2 4Es difícil ima)inar un am#iente más desfa'ora#le que el de %hile en el si)lo NV para la produccin artística, literaria + científica. Prescindiendo del fenmeno del retraso o infancia mental, falta#an todas las condiciones que hacen posi#le el florecimiento de las artes + de las letras. El culti'o de la pintura, la estatuaria, la no'ela, el teatro, la poesía ima)inati'a + los )éneros análo)os exi)en una 'ida social que re#alse las necesidades materiales de la existencia, + el desarrollo de )ustos que presuponen cierta cultura + refinamiento por los menos en la alta clase social
-i los
acantonamientos de rudos soldados, ni los fortines + aldeas en que transcurre con el arma al #razo una 'ida incierta, pendiente del enemi)o, son medios adecuados para su florescencia.
9antia)o, $a 9erena + %oncepcin
alcanzaron cierto desarrollo + desen'ol'ieron una 'ida familiar + social sencilla, patriarcal, semiprimit'a, refle*o fiel del estado a que el mestiza*e + el enclaustramiento colonial ha#ían retrotraído al español. En ellas ha#ía poco lu)ar para los refinamientos + superfluidades de la ci'ilizacin. 4$a )uerra de &rauco, los
terremotos, las hordas mapuches que
arrasaron por dos 'eces hasta los ltimos 'esti)ios de la ci'ilizacin de Maule al sur, los piratas + corsarios, las 'iruelas, el tifus, el conflicto místico(político, que persi)uiendo una quimera no de*a#a prose)uir la conquista ni a#andonar el país, slo permitían al hom#re 'i'ir + reproducirse, para llenar los claros que a#ría la lucha por la super'i'encia + el predominio. 4Después de contemplar el am#iente, resulta casi candoroso recordar el aislamiento de los )randes centros intelectuales del mundo, la ausencia de preparacin literaria + la falta de madurez mental indispensa#le para que nazca el pensamiento filosfico + científico. 4$a nica literatura profana posi#le en el si)lo NV, lo mismo que en el NV, eran las crnicas escritas por los capitanes + por los eclesiásticos capaces de mane*ar la pluma, durante las tre)uas o en los días de ocio forzado de la ancianidad, para rememorar los hechos en que actuaron o para cumplir una 'ocacin innata5 68.
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-i siquiera el pro)reso de la enseñanza + la influencia de los *esuitas en éste + otros campos, sir'i de contrapeso a los factores ad'ersos señalados. De ahí que, a pesar de la existencia de una cierta cantidad de escritores (((José /ori#io Medina menciona más de doscientos en todo el período colonial 6Q8
(((, slo puedan considerarse tres o cuatros como literariamente 'aliosos,
destacándose, precisamente, los *esuitas :'alle + =osales. $a situacin del si)lo NV fue diferente2 4$as condiciones ad'ersas para la produccin literaria que dominaron en el si)lo NV, desaparecieron en el NV. $a enseñanza místico(humanista de los *esuitas esta#a calculada para estimularla, como apéndice de su alta finalidad espiritual. El )iro que tom la )uerra de &rauco, de* sin empleo ener)ías que solo mu+ dé#ilmente se canalizaron hacia la acti'idad industrial. El nico factor ad'erso, la falta de imprenta + del estímulo de la pu#licidad, pes menos que en los si)los NV + NV, pues ahora las comunicaciones con $ima + con Europa eran frecuentes + fáciles. $os li#ros a#unda#an, si se toma como término de comparacin el si)lo NV. $as #i#liotecas con'entuales ha#ían crecido con rapidez 6...8 & la fecha de la expulsin de la orden, 7TRT, las #i#liotecas de los *esuitas consta#an de 7Q.?;O 'olmenes 6...8 + contenían la ma+oría de las o#ras científicas + literarias )eneralizadas en Europa hasta mediados del si)lo NV. $as #i#liotecas particulares ha#ían tomado, tam#ién, #astante 'uelo. 4& pesar de esta rápida difusin de todos los a)entes de la cultura, en el curso del si)lo 6...8 la literatura en todos sus )éneros 6...8 es misérrima. 9e #uscaría intilmente una tendencia, #uena o mala, al)o que r efle*e el asomo de un )enio literario nacional. 4/odo es tri'ial, #aladí + prosaico, así por la e*ecucin como por los temas5 6Menéndez + Pela+o8. 4$a mezcla de la san)re a#ori)en, que ascendi cada 'ez en ma+or cantidad a las altas clases sociales, determin 6...8 un retroceso en el )rado de desarrollo mental, produ*o una especie de i)ualacin cere#ral desaparecieron, casi, los casos de ata'ismo en el sentido del predominio indi'idual de la san)re española, mu+ frecuentes, toda'ía, en los primeros cruzamientos. &sí se
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desarrollaron, como 'imos dos procesos aparentemente opuestos2 mientras la cultura + el sa#er fueron hacia arri#a, el )rado de e'olucin mental + con él la ima)inacin creadora, de la cual depende la produccin artística + científica, 'i'ieron hacia a#a*o, aunque no en un sentido a#soluto, pues mientras desaparecían las cum#res, los reza)ados su#ieron, para refundirse en una medianía )eneral, que culmin hacia 7TQ?. 4%omo +a lo di*imos, el descenso cere#ral se detu'o hacia la mitad del si)lo + empez un nue'o impulso ascendente, que, como sucede siempre, en esta fase de los ciclos intelectuales, pronto i#a a excederse a sí mismo en casos aislados2 mas, la expulsin de los *esuitas lo desor)aniz.
Molina,
$acunza + Felipe "mez de Vidaurre escri#ieron en talia. $a o#ra de :li'ares tam#ién se imprimi en ese país 6...8 Pero la enér)ica recuperacin cere#ral de la se)unda mitad del NV, no por esto de*a de ser real5 6R8. Es curioso, 'istas las características opuesta de los dos si)los coloniales, que la expresin literaria de la cordillera se dé en ma+or )rado en el primero de ellos, cu+as condiciones eran ad'ersas a toda manifestacin estética, + en especial a la apreciacin artística del paisa*e. 1 más curioso toda'ía si recordamos que en ese tiempo el sentimiento de la montaña no se da#a ni siquiera en las literaturas europeas de la época. & contrario sensu, extraña tam#ién que el tema casi no aparezca en la centuria si)uiente, cu+as condiciones eran más fa'ora#les a ello, a lo que de#e a)re)arse el hecho de que, en Europa, la o#ra de =ousseau +a ha#ía hecho co#rar importancia definiti'a al asunto. En efecto, 'eremos cmo en el si)lo NV, en los li#ros de %rdo#a + Fi)ueroa + :li'ares, fundamentalmente, la cordillera es elemento )eo)ráfico + casi copiado de las descripciones hechas por los mencionados *esuitas, + en las o#ras de Juan )nacio Molina, enfocada de forma científica. $a )ran fi)ura de las letras chilenas del si)lo NV fue, sin duda, el Padre &lonso de :'alle. 9u o#ra ma+or ist#rica Relaci#n del Re$no de Chile $ de las %isiones $ %inisterios &ue e'ercita en !l la Compa()a de Jesús/ pu#licada
en castellano e italiano en =oma en 7RR, no slo destac ampliamente entre
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las de sus contemporáneos, sino que 4contina siendo hasta ho+ la más alta cum#re literaria alcanzada por el in)enio criollo5
6T8
.
El Padre :'alle fue un caso excepcional dentro de las limitaciones epocales señaladas, pues escri#i su o#ra, después de años de ausencia, en afán amoroso de dar a conocer su país2 43a#iendo 'enido del =eino de %hile + hallado en éstos de Europa tan poco conocimiento del que en muchas partes ni an sa#ían su nom#re, me hallé o#li)ado a satisfacer el deseo de los que me instaron diese a conocer lo que tan di)no era de sa#erse5 6O8. &demás de inau)urar la prosa literaria en %hile + de ser el más )rande poeta de la %olonia, el sacerdote *esuita 4descu#ri el paisa*e chileno5 6 6>88 +, en especial, su cordillera. 9i #ien es cierto que ella +a ha#ía aparecido, como hemos 'isto, en la o#ra de escritores del si)lo anterior, no lo es menos que su presencia no ori)in allí expresiones estéticamente 'aliosas. %on :'alle, en cam#io, el tema co#r importancia por 'ez primera en la literatura chilena + mundialb+ se ele' a ni'eles artísticos que han hecho decir2 49u descripcin de los &ndes es una pá)ina maestra de la literatura uni'ersal5
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$a cordillera es un tema destacado en la o#ra mencionada, tanto cuantitati'a como cualitati'amente. Es cierto que dentro del plan del li#ro la descripcin de las montañas aparentemente slo a#re una 'isin )eo)ráfica cu+o o#*eti'o es dar a conocer el país, pero no lo es menos que el hecho de comenzar por allí + de conceder al punto la extensin + la #elleza con que aparece, tiene amplia si)nificacin. En efecto, el Padre :'ale le dedic cuatro capítulos completos, además de muchos párrafos aislados en otros capítulos del li#ro, demostrando así la importancia que le otor)a#a. Pero más que la extensin del asunto, llama la atencin el tratamiento admirati'o que le dio, descri#iéndola poéticamente + expresando a cada momento la impresin profunda que la 4%ordillera -e'ada5 le producía. Ello es fruto de 'i'encias reiteradas, pues el sacerdote cruz en 'arias ocasiones la cordillera por el entonces llamado 4Paso de la %um#re5 6actual ruta de 9antia)o a Mendoza por el portezuelo Aerme*o, donde está situado el %risto =edentor8, como él mismo
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indica2 4Esto lo experimentan claramente los que atra'iesan esta cordillera para ir de %hile a %u+o, como lo he hecho +o muchas 'eces...5 6778. Dicha admiracin se aprecia en toda su ma)nitud en numerosos momentos de la o#ra, entre los que so#resale éste2 4Pero lo que he 'isto muchas 'eces es que cuando, después de al)n #uen a)uacero que suele durar dos + tres + más días, se descu#re esta cordillera 6porque todo el tiempo que dura el a)ua está cu#ierta de nu#lados8, aparece toda #lanca desde su pie hasta las puntas de los primeros + anteriores montes que están delante, + causa una hermosísima 'ista, porque el aire de aquel cielo tan puro + limpio que, pasando el temporal, aunque sea en lo más ri)uroso del in'ierno, lo despe*a de manera que no parece él una nu#e ni se 'e en muchos días entonces, ra+ando el sol en aquella inmensidad de nie'es + en aquellas empinadas laderas + #lancos costados + cuchillas de tan dilatadas sierras, hacen una 'ista que an a los que nacemos allí + estamos acostum#rados a ella, nos admira + da moti'os de ala#anzas al %riador, que tal #elleza pudo criar5 *1#. Famosos, como alta muestra de poético entusiasmo, son al)unos fra)mentos seleccionados, como el recién citado, en los que se ad'ierten las mismas características estilísticas + sim#licas antedichas. En ellos, el temple emocionado + la expresin superlati'a (((4muchas 'eces5, 4toda #lanca5, 4hermosísima5, 4tan puro + limpio5, 4lo más ri)uroso5, 4muchos días5, 4inmensidad5, 4dilatadas5, 4tal #elleza5(((, de*an en claro que, a diferencia de la calidad de simple o#stáculo material expresado parcamente por los escritores del si)lo anterior, ha+ ahora una cordillera que es 'ista + apreciada como 'isin hermosa + di)na de encomio, que se 'er#aliza en pala#ras admirati'as + estéticamente 'aliosas. En efecto, ha+ elementos del texto que lle'an a una dimensin distinta + alta, que no slo no se rutiniza porque se ha 4'isto muchas 'eces5, sino que, por el contrario, por la misma razn, se amplía + enaltece. $a cordillera 4se descu#re5 + 4aparece toda #lanca5 de entre los nu#lados que la oculta#an. 3a+ aquí el sentido de de'elar lo oculto, de recuperar la ma)ia de la 4aparicin5 en la forma de un o#*eto que 'e realzada su di)nidad (((4toda #lanca5((( por los fenmenos que la acompañan, positi'os a ca#alidad2 4es el
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aire de aquel cielo tan puro + limpio5, 4no parece en él una nu#e5, 4ra+ando el sol en aquella inmensidad5. 3a+ una pureza total, un espacio inmaculado en el que todo con'er)e a la mostracin de una montaña que es incluso destacada por los ra+os solares2 la 'isin de la montaña mítica que, sin em#ar)o, a diferencia de aquella que se transforma#a en la di'inidad misma para los indí)enas, es aquí un elemento creado por Dios para entre)arnos una #elleza que de#emos a)radecer. 9e ad'ierte, en otro sentido, que este fra)mento contiene tam#ién los elementos propios del Aarroco, imperante entonces en Europa2 el *ue)o contrastante de claroscuros, la 'isin que se 'a haciendo + que nunca es total ((((4empinadas laderas + #lancos costados + cuchillas de tan dilatadas sierras5(((, el sentido orientador hacia la di'inidad, la impresin esencialmente 'isual (((lo dicho casi se perci#e con los o*os(((, la sonoridad de los 'oca#los, la acumulacin de elementos +, so#re todo, el apasionamiento con que se expresa el sentimiento + el sentido de trascendencia entre'isto en una realidad natural. %a#e destacar, tam#ién, que el salto 'alorati'o que 'a desde la expresin de la cordillera considerada simple o#stáculo natural al extremo opuesto, en que co#ra la dimensin de alta creacin di'ina, no constitu+e parte de la e'olucin natural de la expresin del sentimiento de la montaña en nuestras letras, sino que, como excepcin, + precisamente por contraste, lle)a en forma directa al punto en que los demás escritores, en un lento desarrollo, slo alcanzarán si)los más tarde. $a percepcin intuiti'a + profunda del padre :'alle, en consecuencia, mantiene la línea que los indí)enas sostu'ieron, a pesar de la 'isin, o falta de 'isin, de sus contemporáneos. $a 'i'encia directa de la cordillera que el escritor *esuita tu'o, además de producir el asom#ro señalado + su expresin poética en pala#ras *ustas + decidores (((lo que le si)nific además ser reconocido como autoridad del idioma(((, posi#ilit la descripcin, siempre literaria, de una serie de características )eo)ráficas + de fenmenos propios de la montaña. Desde esta perspecti'a, en su o#ra ha+ anotaciones en relacin con2
46
( la altura2 4!la hace admira#le, lo primero, su inmensa altura. Esta es tan )rande, que )astamos tres o cuatros días en la su#ida a la cum#re más alta + otros tantos en la #a*ada!5
*13
. En relacin con esto, :'alle, ha#lando de la
tradicin del dilu'io entre los indí)enas chilenos, expresa que las montañas de nuestro país son las más altas del nue'o Mundo2 4porque si pudieran pre'alecer al)unos montes contra las a)uas del dilu'io, ha#ían de ser los de su país, por ser los más altos que se conocen5
*1=
ase'eracin que, exceptuando
el monte &conca)ua, ar)entino, es exacta. ( la cantidad de nie'e2 43ace lo se)undo admira#le esta cordillera la inmensa nie'e que cae so#re ella el in'ierno, la cual es tanta, que con ser estos montes tan altos + tan dilatados, + tener de diámetro cuarenta le)uas, no queda en todos ellos parte nin)una que no se cu#ra de ella...5
*15
.
( el frío2 4+ confieso que era tan intenso el frío, que parecía de diferente especie que los más ri)urosos que he experimentado en las ndias + en Europa, + como por entonces an no ha#ía comenzado a llo'er ni ne'ar, era el frío tan seco, que a#ría las manos + desolla#a la cara, + an en las mesmas peñas hacía efecto...5 1(. ( $a diferencia entre las 'ertientes chilena + ar)entina de la cordillera2 4%olí)ese esto mu+ claro de la diferencia que se experimenta, cuando se pasa esta cordillera entre la una + otra #anda, que miran la una al oriente + la otra al occidente, la cual es tanta, que parecen dos mundos opuestos + que puso Dios estos montes que di'iden por ra+a + muro que detu'iese el paso a las penalidades + destemple de la parte oriental, donde caen las pro'incias de %u+o + )o#ernacin de /ucumán, para que no pertur#asen la tranquilidad + #uenas cualidades que se )ozan en la occidental..5
*1)
.
( $a puna2 4...padecen )randes con)o*as + arcadas + 'mitos, porque no ha+ cosa que con más fuerza ni más apriesa altere que la mudanza del aire + como el de este para*e es tan improporcionado a la respiracin humana, causa
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en los que pasan por allí los admira#les + penosos efectos que experimentan5 *1"
. ( $a electricidad estática2 4...porque las exhalaciones + demás
meteorol)icas impresiones que de acá de la tierra 'emos tan le'antadas en el aire, que al)unas 'eces las *uz)amos estrellas, se 'en allí por entre los pies de las mulas, espantándolas + chamuscándoles las ore*as5
*1%
.
( $as erupciones 'olcánicas2 4...fue en tanta cantidad la piedra que arro* el 'olcán + tan encendida la multitud de ceniza ardiendo que ca+ en el río de &lipén, que ardían las a)uas de manera que cocieron cuanto pescado ha#ía en él...5 *#0. 6=ecordemos que :'alle menciona dieciséis 'olcanes en el capítulo V del $i#ro de su o#ra.8 -ada escapa al o*o admirado del *esuita2 se podría se)uir e*emplificando cada aspecto que su pluma eficaz descri#e con tanta precisin como hermosura. 3a+ #elleza, terri#le #elleza, incluso en la narracin del cruce de los &ndes de %opiap por Die)o de &lma)ro + sus hom#res, trozo que destacamos porque, además de su 'alor intrínseco, complementa, las informaciones que so#re el particular entre)aron los compañeros del descu#ridor de %hile + desarrolla la idea del temor a la cordillera, expresada anteriormente por Pedro de Valdi'ia + "n)ora Marmole*o. En dicho fra)mento es decidor el contraste que se produce entre las frases iniciales del texto (((4para consuelo5. 4saliendo ltimamente de una que#rada5, 4cuando pensaron hallar a la salida al)n remedio5, expresiones que permiten suponer el término de los pro#lemas que el 'ia*e ha#ía ori)inado((( + la #rutal fuerza de la continuacin2 4dan en los ne'ados montes de la cordillera5. Es cierto que el 4cuando pensaron5 ha#ía anticipado de al)n modo la posi#ilidad de lo que si)ue, pero ello no aminora el efecto de la forma 'er#al, ese 4dan5 que en su #re'edad destru+e toda esperanza. $a idea de la montaña o#stáculo es patente2 el adelantado comienza a 4em#estir
a la
cordillera5 4al penetrar5 en ella no 4topa#an5 sino nie'e 4se cerra#a más + más el paso5. Por otra parte, a diferencia del paisa*e admira#le para el padre
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:'alle, ha+ ahora elementos ne)ati'os que se su#ra+an2 4altísimas nie'es5 que entra#an la marcha, 4frío + 'iento que les traspasa#a las entradas5. $os elementos naturales, además, afectan anímicamente2 4+ cada 'ez parece que se cerra#a más + más el paso + la esperanza de salir de aquel peli)ro5. $a atmsfera que el texto crea lue)o es enorme + señala el triunfo casi a#soluto de una montaña aterradora, con sus asperezas, nie'e + aire frío, so#re los po#res hom#res que se atre'ían a enfrentarla. Más que las cifras de muertos que se citan, a'aladas por la autoridad del historiador "arcilaso, impresiona la forma directa, simple + fuerte con que el hecho se relata2 4el otro se arrima#a a una peña, + se queda#a riendo de frío, estacado en ella, como si fuera de palo.5 9in em#ar)o, aparte de este relato excepcional del cruce de &lma)ro, hecho en que se funda la 'isin de la montaña o#stáculo, + contrastando a#solutamente con él, tanta fue la admiracin del padre :'alle por el paisa*e andino que, en su recreacin estética, no se content con decir en tono ma+or la cordillera, sino que lle) a considerarla #ase de la #elleza del resto del paisa*e nacional2 4Fund el &utor de la naturaleza la ma+or parte de la fecundidad + amena hermosura de los chilenos campos en esta su cordillera, en quien, como en #anco que no quie#ra, deposit su riqueza para ase)urar el anual tri#uto de tantos + tan copiosos ríos, fuentes + arro+os, con que los fertiliza + enriquece...5 *#1. B& qué puede de#erse que :'alle cante entusiasmado a la cordillera andinaC 9in duda, es una excepcin nota#le a lo que postulá#amos en nuestra hiptesis, pues en aquel momento recién comenza#a la lenta e'olucin hacia una recuperacin del sentido ori)inario que tu'o la montaña, que fuera perci#ido + expresado con tanta fuerza por los indí)enas. $a respuesta ha#ría que #uscarla no slo en la le*anía de la patria, que produ*o, ciertamente, una idealizacin en la descripcin, sino más #ien en lo que postulara 3u)o Montes en su ponencia 4$a poesía + el ser de los chilenos5 a las 9éptimas Jornadas -acionales de %ultura, or)anizadas por la Wni'ersidad de %hile en 7>O;
*##
2 si
era una proeza ir a %hile, si para ello ha#ía que 'encer cordilleras, desiertos +
49
mares tempestuosos si %hile era un territorio aislado que exi)ía esfuerzos para su descu#rimiento, el esfuerzo 'alía la pena, pues lo que se descu#re + se conquista con dificultad es #ueno, hermoso, fértil, fuerte. %hile, por tanto (((+ así lo expresa :'alle(((, es un país soñado, país con nim#o + con rostro definido, con un alto destino.
1 en el sueño, la cordillera (((ele'acin,
)randeza((( tiene un lu)ar de pri'ile)io que :'alle pri'ile)ia tam#ién en su o#ra. $a pala#ra admirati'a del *esuita crea el mito + a+uda, sin duda, a que se retome el camino hacia el reencuentro con la cordillera sa)rada. $a ist#rica Relaci#n del Reino de Chile nos presenta el )ran canto cordillerano que hemos comentado, del que, entre sus muchos méritos, so#resale el de ha#er instalado, más de cien años antes de que =ousseau lo hiciera en Europa, 4definiti'amente la masa andina en nuestra literatura
*#3
.
^ $a otra )ran fi)ura de la literatura chilena del si)lo NV es el padre Die)o de =osales, 4contemporáneo de :'alle + hermano su+o en reli)in, aunque tan distinto de él tanto que, al lado su+o, e'oca en cierto modo la inmortal pare*a de %er'antes, pues, mientras aquél, amador de la #elleza, 4'a por aquellos montes pisando nu#es5, inclínase el otro al suelo + examina, sin demasiada confianza, dnde 'a a poner el pie5
*#=
.
Español de nacimiento, 'i'i más de la mitad de su 'ida en %hile, sintiendo un )ran cariño por su territorio + su )ente (((lle) a ha#lar el mapudun)un((( )racias a los recorridos permanentes de sus apartados rincones, que escudriña#a siempre con un afán científico, anunciador del si)lo de la razn que se acerca#a. $a 'i'encia directa (((4de todo o cual he sido testi)o de 'ista, que es calificacin de la historia + crédito de la 'erdad, que es el alma de ella5
*#5
(((
determin al padre =osales a escri#ir su istoria General del el Re$no de
50
Chile/ 3landes Indiano, terminada de redactar hacia 7RT, aunque permaneci
inédita hasta 7OTT, año en que la pu#lic Aen*amín Vicuña Mac0enna historia que 4sir'i de fuente a la histrica relacin del =eino de %hile, de don &lonso de :'alle5
*#(
, + en la que su autor 4puso a contri#ucin del tra#a*o de sus
predecesores + especialmente a la crnica ho+ perdida de 9otelo de =oma+, 4$a &raucana5 + 4El Purén ndmito5 las noticias que reco)i de los militares de la )uerra de &rauco + los conocimientos científicos de su época5
*#)
.
$a posicin del padre =osales frente a la naturaleza (((espíritu o#ser'ador(((, ha sido re'isada por Eduardo 9olar %orrea2 4Mucho asunto dieron a los poetas (((dice((( las cristalinas fuentes de la cordillera ne'ada + su marítima, por 'erlas descol)arse de los riscos esparciendo al*far!. 9olamente haré mencin de al)unas que son pro'echosas para la salud. 4Estamos, sin duda, en presencia de un hom#re práctico. -o admira la naturaleza, por lo menos, en lo que tiene de #ello.
-unca o casi nunca
descri#e un paisa*e. ndica, a lo más rápidamente, las peculiaridades externas del sitio + pasa adelante, premioso de explicarnos sus condiciones climatéricas, o la calidad del suelo, +a rico en minas o a#untadas en casa, o )eneroso de productos a)rícolas. Destin (((es cierto((( al)una #re'e + hermosa pá)ina a la cordillera, pero no o#stante ha#erla atra'esado cuatro 'eces, no la 'io por sí mismo sino por los o*os de :'alle. En cam#io, las ma)nificencias del sur, que :'alle no pudo descri#ir porque no conoci, pasan inad'ertidas para =osales, que recorri sus más escondidos + pintorescos meandros. 6!8 4/iene, sin em#ar)o, =osales al)unos fu)aces aciertos )ráficos, di)nos de al)n pintor impresionista o de modernísima pluma2 4$a %ordillera de %hile es una muralla de so#er#ios montes que le cercan, amontonándose unos so#re otros! 1 ese montn de montones amontonados!5 Pero slo son hallaz)os de expresin, cosa externa, ad'enticia2 fáltale ese calor, ese entusiasmo cordial que en todo momento respiran las pá)inas de la 3istrica =elacin.
&l
descri#ir los &ndes, más que a su imponente #elleza, atiende a los di'ersos
51
pasos + caminos, a los ries)os que ofrecen, a las épocas en que aquellos desfiladeros oponen menores dificultades al 'iandante, + a la temperatura, el enrarecimiento del aire en suma, a todo lo que puede ofrecer un interés científico o ser de utilidad práctica5 *#". $o anterior es efecti'o2 por so#re al)unas hermosas + entusiastas descripciones que, en estilo sencillo + atracti'o, aparecen de tarde en tarde en su o#ra, prima, en todo caso, la 'isin del *esuita estudioso. En relacin con la cordillera, en la istoria General de el Re$no de Chile4 3landes Indiano , ha+ dos capítulos completos2 $i#ro , %ap. 2 4De la )ran cordillera ne'ada + de la di'ersidad de sus temperamentos5 + $i#ro , %ap. V2 4De los 'olcanes de la cordillera!5. En ellos se pueden destacar 'arias o#ser'aciones mu+ 'aliosas, + al)unas anticipadas a su época, so#re los si)uientes aspectos, principalmente2 ( altura. &l i)ual que el Padre :'alle, =osales destaca que estas montañas su#en 4a tan )rande altura que so#repu*an con mucho las nu#es 6!8 + son en su comparacin niños o pi)meos los &lpes, los Pirineos + &peninos de talia + otros )i)antes de so#er#ia )randeza5
*#%
. Pero, además, hace una
o#ser'acin importante2 4En %hile es más encum#rada esta cordillera que en el Per + Uuito5
*30
importante no slo por la exactitud de lo afirmado, sino
porque en aquel tiempo se considera#a al %him#orazo, )ran cum#re cercana a la capital del Ecuador, como la montaña más alta no slo de &mérica, sino del mundo. *31 9i :'alle fue el primero en traer la cordillera a la literatura mundial, =osales lo fue en romper un error que Europa reconoci slo un si)lo más tarde. ( toponimia. Es e'idente la preocupacin del *esuita por el pro#lema de los nom#res )eo)ráficos2 no se limita a mencionar los topnimos al uso, sino que reco)e toda la informacin posi#le + explica su ori)en2 4Denomínanse 6los 'olcanes8 por la cercanía de los lu)ares más conocidos, con quien se carean 6!8 el de &ntoco, que con más 'ul)ar nom#re se dice el de la silla de Vellu)a 6!8 %hod)ueco, que los mapistas llaman :sorno5 *3#. En este aspecto, la principal o#ser'acin se refiere a la denominacin )lo#al de la cordillera, llamada hasta entonces, simplemente, %ordillera -e'ada, 9ierra -e'ada,
52
%ordillera de %hile, etc., an cuando los españoles $pez de Velasco + &ntonio de 3errera, en 7QT + 7R?7, respecti'amente, ha#ían recurrido al topnimo 4&ndes5 como unificador de todo el sistema oro)ráfico sudamericano
*33
. Esto
ltimo es indicado por el Padre =osales, que es el primero en señalar el hecho en %hile, introduciendo así dicha denominacin como )eneral para nuestra cordillera2 4Muda nom#res se)n los re+nos + pro'incias que rodea, porque en la -ue'a España se llama Madre 9ierra, en el Per 9ierra de Pariacaca, Punas o cordillera de los &ndes. Este ltimo nom#re es el más conocido + usado de los cosm)rafos en los mapas + ta#las )eo)ráficas, con el cual si)nifican los montes, no slo de la demarcacin del Per, sino tam#ién los que descuellan en este =e+no de %hile5 ( formas
de
*3=
.
cruzar
la cordillera.
El Padre =osales, con su
conocimiento práctico (((atra'es cuatro 'eces el paso de $a %um#re + recorri las laderas del 'olcán Villarrica(((, destru+e el temor de la cordillera. En efecto, refiriéndose al 'ia*e de &lma)ro por el paso de 9an Francisco, expresa2 4Este puerto por donde se a#re + passa la cordillera ne'ada está en para*e de ;R )rados australes, + si se passa en #uen tiempo + en 'erano no tiene ries)o nin)uno, pero si lo quieren pasar en hi#ierno es peli)rosísimo!5 *35. El *esuita sa#e que la cordillera presenta numerosos pasos (((4a#ras que haze mu+ )randes5 *3(((( + que 4el camino de &conca)ua es el más usado, pero de su#idas altísimas 6!8 + si se passa con nie'a es peli)rosísima + difícil la su#ida!5*3) + conoce cmo se recorren al)unos tramos inclinados2 4an la #a*ada la suelen muchos #a*ar sentándose en un pelle*o + de*ándose rodar. El illustríssimo o#ispo D. Fra+ "aspar de Villarroel 6!8 la #a* atado con una so)a + sentado en un pelle*o, de*ándose rodar + descol)ar de tanta altura!5
*3"
. $o
más interesante a este respecto, es la descripcin que el sacerdote hace de una especie de raqueta usada por los indios pehuenches para caminar por terrenos ne'ados2 4+ los indios de )uerra, aunque a+a mucha nie'e, passan poniéndose unos zapatos que hazen de coleos, muchos como chapín, con que passan sin undirse en la nie'e quando quieren!5 *3%. En los capítulos correspondientes a las montañas, el Padre =osales da muestra de su calidad de escritor + de la importancia que asi)na a las
53
montañas. Ellos forman parte de la descripcin )eo)ráfica que el sacerdote hace del país, en la que, al i)ual que lo acontecido en la o#ra del padre :'alle, les da especial importancia. 9us mismos títulos +a ha#lan de un espíritu no contemplati'o, sino, por el contrario, casi científico, que en )ran medida anticipa la 'isin neoclásica que lue)o 'endrá.
El detalle preciso, la
o#ser'acin exacta, la medida, el interés toponímico, el afán de 'isualizar todos los aspectos posi#les de su conformacin + de sus características, son los ras)os rele'antes de estos textos que slo presentan descripciones, lo que los hace secos desde una perspecti'a literaria, a pesar de al)n momento en que el escritor pareciera li#erar su emocin frente a la #elleza natural2 4En las mañanas de la prima'era, quando el sol an no ha calentado el aire, es deleitosa la 'ista de estos 'olcanes, porque unas 'aras altas + derechas de plateado humo, remontándose inflexi#les )rande espacio + extendido trecho, hasta que co#rando altura se esparcen en hermosos penachos ondeados que creciendo se encrespan + arrollan formando 'istosas nu#es!5 Es excepcin, sin em#ar)o, pues de inmediato se retorna al dato escueto, a la informacin a)uda e interesante, pero ale*ada de toda moti'acin estética. En todo caso, ha+ +a un a'ance importante, que implica la superacin de la 'isin del si)lo anterior como montaña(o#stáculo + el inicio de una curiosidad que, aunque slo cu#ra el ám#ito de las ciencias naturales, marca el camino de la aproximacin de nuestros escritores a la cordillera. El padre =osales, con su pra)matismo, nos ha entre)ado la 'isin cordillerana que falta#a para contemplar la expresin, fundamentalmente poética, del padre :'alle. Entre am#os, todo el sector chileno de la %ordillera de los &ndes ha sido traído ca#almente a nuestra literatura. ^ 3a+ otras crnicas escritas en el si)lo NV2 recordemos, entre muchas, las de &l'arez de /oledo, &rias de 9aa'edra, "onzález de -á*era + 9antia)o /esillo, además del Cautiverio feli. , de Francisco -ñez de Pineda + Aascuñan. En ellas, la cordillera casi no aparece o lo hace sin ma+or 'alor literario, por lo
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que no las consideraremos. En todo caso, las dos )randes fi)uras recién comentadas son suficientes para *ustificar un si)lo de nuestras letras + para colocar a éstas en la primera pá)ina de la historia de la literatura montañesa mundial. ^ $as alturas literarias alcanzadas por los *esuitas :'alle + =osales, en )eneral + específicamente en nuestro tema, no i#an a repetirse en la centuria si)uiente. En efecto, del si)lo NV (((si)lo de las luces, tal 'ez escasas entonces en %hile((( hemos conser'ado fundamentalmente crnicas2 4-ue'amente, multitud de historiadores de %hile cuentan + 'uel'en a contar las hazañas del pasado5, ha dicho &lone *=0. Ellas constitu+en tra#a*os de se)unda mano, #asados en las crnicas primiti'as. Pero a su lado, como culminacin del impulso ascendente que si)ui a la noche literaria de los dos primeros tercios del si)lo 6impulso que#rado por la expulsin de los *esuitas pero que floreci en talia, donde muchos se exiliaron8, aparecen dos fi)uras de excepcin que 4por su propio esfuerzo, sin a+uda de nadie, alcanzaron un presti)io que no ha conquistado después nin)n otro, tan extenso, tan dura#le, de tal ele'ada cate)oría5
*=1
2 Molina + $acunza. Es cierto que no fueron
escritores en el sentido pertinente del término, pero no lo es menos que ha+ razones fundadas para considerarlos aquí, tal como lo señala &lone2 4$a historia de las #ellas letras podría, en ri)or, omitirlos2 uno fue naturalista + el otro telo)o, + aunque am#os escri#ieron #ien + soñaron mucho, sería irrespetuoso colocar sus o#ras entre los )éneros de ficcin. Pero el ám#ito de la pala#ra 4$iteratura5 es 'asto + nos empo#receríamos demasiado sin éstos que, a su manera, la culti'aron5*=#. Juan )nacio Molina + "onzález fue 4la más no#le + la más alta fi)ura intelectual nacida en nuestro suelo5, al decir de Francisco &ntonio Encina
*53
.
Desterrado en mola, talia, lue)o de la expulsin de su :rden, + 'i'o el recuerdo de la le*ana patria, decidi, como :'alle lo hiciera ciento treinta años antes, darla a conocer al Vie*o %ontinente2 4$a Europa 'uel'e al presente toda su atencin hacia la &mérica, deseando conocer con erudita curiosidad, la
55
di'ersidad de sus climas, la estructura de sus montes!5 *5=. &pareci así, en 7TTR, en italiano, el Compendio *ella storia geografica/ naturale e civile del regno de Chili + seis años después, en Aolonia, la o#ra que le dio cele#ridad
mundial2 5aggio sulla storia naturale del Chili , traducida pronto a 'arios idiomas. -o es el momento de recordar la #io)rafía del ilustre naturalista sin em#ar)o, interesa a nuestro tema transcri#ir lo que Francisco &ntonio Encina relata so#re su muerte2 4%amila `ini, la empleada que lo cuid 6!8 refiri a Vicuña Mac0enna en 7OQR que, durante el delirio pro'ocado por la fie#re, no ces de pedir a)ua fresca de la cordillera de %hile5
*55
. Ello resume 'italmente
la importancia que el sa#io otor)a#a a la cordillera, explícita, por lo demás, en su o#ra2 5! así como la prosperidad de talia, se deri'a sin duda de las dos predichas cadenas de montes, la del reino de %hile depende totalmente de sus cordilleras5 *5(. Dado que Molina fue so#re todo un científico, su admiracin por la mole andina casi no se exterioriza en sus escritos, sal'o en al)una frase aislada que se desliza, em#elleciéndolos, entre elucu#raciones e informaciones eruditas. 3e aquí un e*emplo2 4-o sucede así en la cordillera, en donde es tanta la nie'e que cae desde el mes de a#ril hasta el de no'iem#re, que se conser'a en ella perpetuamente, haciendo impractica#le en la ma+or parte del año el tránsito de aquella montaña, cu+as altísimas cum#res, siempre #lancas i relucientes, forman una perspecti'a mara'illosa5
*5)
.
En )eneral, la 'isin que da el a#ate Molina de la %ordillera es polémica + docta. E*emplifican este aserto tres fra)mentos2 el primero so#re el pro#lema de la altitud de nuestras montañas, el se)undo acerca de la causa de la )ran cantidad de 'olcanes que en ellas existe + el tercero en torno a los caminos cordilleranos. En relacin con lo primero, Molina expresa 41o no tu'e ocasin oportuna para medir la enorme ele'acin de unos montes, que los naturales ase)uran se ele'an más de ;?.??? pies so#re el ni'el del mar. El conde de
56
Aufn dice que los
montes más altos del )lo#o se encuentran hacia el
Ecuador más ha#iendo +o 'isto i medido con la 'ista los del Per i los de %hile, dudo mucho de la 'erdad de aquel axioma, i no estoi mui distante de adherir al dictamen de Mr. Aertrand, el cual dice que2 4+a se ha ne)ado, sin que lo contradi)an con fundamento, que las montañas más altas se encuentran de#a*o del Ecuador, pues los &ndes se ele'an a proporcin que se ale*an de él5 *5"
. 9o#re lo se)undo, indica2 (4$a )ran copia de materias sulfreas,
#etuminosas i nitrosas que allí se encuentran, es la causa de la ma+or parte de los meteoros, cu+os materiales, encendidos en las entrañas de la tierra con la inflamacin de las piritas sulfreas i ferru*inosas, causadas de la humedad de las a)uas su#terráneas, se manifiestan en la multitud de 'olcanes que se encuentran en la cordillera5
*5%
.
1 en torno a lo tercera, señala2 (4$os caminos que hai practica#les en la cordillera chilena, no son más que ocho o nue'e, siendo el más frecuentado de todos, el que 'a desde la pro'incia de &conca)ua a la de %u+o pero este camino, en cu+o paso se )astan por lo menos ocho días, está cortado con mucha frecuencia con los profundísimos #arrancos que forman los ríos %hile + Mendoza, i costeado de altísimos montes cortados perpendicularmente. El estrecho sendero que queda entre estos precipicios, es tan áspero i de tan mal huello, que los caminantes se 'en a cada paso en la precisin de apearse de sus mulas 6que son las nicas ca#allerías que pueden hacer aquel camino8, prefiriendo el marchar a pie, no pasando año al)uno sin que se precipiten en aquellos ríos al)unas #estias de car)a #ien que estos despeñaderos no si)uen por todo el camino, pues se encuentran en él alternati'amente al)unas a)rada#les i amenas llanuras donde hacen alto caminantes. &quí fue donde los incas hicieron construir, cuando so*uz)aron la pro'incia de %u+o i las pro'incias #oreales de %hile, al)unas casas de piedra para alo*amiento de sus oficiales, i de las cuales unas se han arruinado i otras permanecen enteras. $os españoles han fa#ricado al)unas más para ma+or comodidad de aquel tránsito5 *(0.
57
-o ha+ en Molina len)ua*e literario, ni era posi#le esperarlo pero sí ha+, en el ha#lar sencillo + directo del naturalista, admirado por la alta intelectualidad científica europea, un amor exaltado por su patria + un enamoramiento de la cordillera(((+, por supuesto, de toda la naturaleza((( que *ustifica plenamente su inclusin en este tra#a*o. ^
En relacin con nuestro tema, además de Juan )nacio Molina, pues Manuel $acunza ascendi cum#res más espirituales que oro)ráficas, pertenecen los nom#res de Pedro de %rdo#a + Fi)ueroa, Mi)uel de :li'ares, Felipe "mez de Vidaurre + José Pérez "arcía. /odos, en al)una medida, se preocuparon de la montaña chilena, si)uiendo el e*emplo de :'alle, aunque en )eneral con poco 'alor literario + a menudo sin ori)inalidad, limitándose a sintetizar, repitiendo incluso párrafos enteros, lo expresado por la )ran fi)ura del si)lo anterior. Pedro de %rdo#a + Fi)ueroa, representante de 4la mentalidad + la profunda decadencia literaria de los dos primeros tercios del si)lo NV5
*=3
,
dedic el capítulo N de su istoria de Chile *== a contar la 49ituacin del reino de %hile. 9u extensin + descripcin de su famosa cordillera5 capítulo que se #asa en la ist#rica Relaci#n de el Re$no de Chile , en parte casi textualmente copiada + a menudo con la indicacin de 4el Padre &lonso de :'alle en su 3istoria dice!5 /al copia, afeada incluso por los retoques, es más notoria toda'ía en la narracin del cruce de la cordillera de &lma)ro
*=5
.
El Padre Mi)uel de :li'ares, *esuita que, a diferencia del historiador anterior, 4alcanza en ocasiones una rara hermosura de len)ua*e5 muestra de la reaccin que super la decadencia anterior.
*=(
, es una
En su istoria
militar/ civil $ sagrada de lo acaecido en la con&uista $ pacificaci#n del reino de Chile, dedicada especialmente a descri#ir al hom#re + la sociedad del país,
indica que 4todos los que han dado noticias de este reino en relaciones impresas o manuscritas han hecho mencin de esta cordillera, + es ciertamente
58
di)na de que no se pase en silencio porque dado que ha+a en el resto del mundo otros montes de más so#er#ia ele'acin, de*ándolos a sal'o las )lorias de este exceso si es 'erdadero, con todo es cosa fuera de duda que en la extensin, nin)una sierra del or#e se pueden comparar con las de %hile5
*=)
.
$os capítulos + de la o#ra de :li'ares tratan 4De la cordillera de %hile + particularidades de ella5, señalando al)unas )eneralidades tomadas de la o#ra de :'alle, centradas lue)o en la descripcin del paso trasandino más frecuentado, 4el que llaman de 9anta(=osa, por donde el camino que llaman de la ciudad de 9antia)o a la de Mendoza es de esta suerte!5 *=". $a o#ra de :li'ares, en todo momento, delata el espíritu neoclásico. &sí, por e*emplo, cuando descri#e el 'olcán Villarrica2 4XDisforme )randezaY & la cual hacen )raciosa + #ella + el cristal de su nie'e, que hermosea su cum#re + las 'i'as esmeraldas de 'erdes tapices, con que adornan + cu#ren con ma*estad su falda por lo cual podríamos llamarlo con locucin a un tiempo fi)urada + propia el "alán de los Montes, o coloceros, como llamaron los romanos con 'oz )rie)a a aquel #ellísimo )i)antn 9cio Prsculo5
*=%
.
-o ha+ tampoco inno'acin en Felipe "mez de Vidaurre, tam#ién *esuita, cu+a istoria geogr+fica/ natural $ civil del Reino de Chile
*50
4no tiene
)ran 'alor histrico ni científico + literariamente se halla mu+ por de#a*o de las crnicas de :'alle, =osales + :li'ares5
*51
. De los dos capítulos que dedica a
la cordillera ((($i#ro , cap. V2 4&ndes o %ordillera5 + $i#ro , cap. NV2 4Volcanes del =eino de %hile5(((, slo ca#e decir que imita a :'alle + se repite con el tra#a*o del a#ate Molina, siendo el de éste, como 'eremos, mu+ superior en forma + contenido.
9in em#ar)o, ha+ un fra)mento interesante por la
informacin que entre)a acerca de la construccin de los anti)uos refu)ios que toda'ía ho+ se 'en en el camino entre $os &ndes + Mendoza2 4Por Ma+o se cierra del todo, + slo los correos p#licos + particulares, con sumo peli)ro, se atre'en a pasarla + lle'ados del )randísimo emolumento con que son + han sido hasta ahora pa)ados. Muchos de éstos han quedado 'íctimas de su atre'imiento + con'ertidos en estatuas de hielo.
59
4Mo'ido a compasin por seme*antes desastres, el piadoso ánimo del )o#ernador don &ntonio "uill "onza)a, en estos ltimos tiempos ide construir unas pequeñas casas que sir'iesen de refu)io en los tiempos más apretados, mandando un in)eniero en tiempo #ueno con )ente + las pro'idencias necesarias para poner e*ecucin el +a formado pro+ecto. 3iciéronse tres casas aquel año del mil setecientos setenta + seis. Efecti'amente, han sido un preser'ati'o )rande pues desde esta época no ha perecido sino uno! Pro#ado por al)unos años el feliz efecto que ha#ía resultado de aquellas tres casas, se han fa#ricado cuatro más para ma+or se)uridad de los correos que 'an + 'ienen constantemente todos los años5
*5#
.
^ :tros dos escritores que adquirieron lu)ar en las letras nacionales del si)lo NV con su o#ra historio)ráfica, fueron José Pérez "arcía + Vicente %ar'allo + "o+eneche. El primero dedic, en relacin al tema que nos ocupa, #re'e parte del capítulo del $i#ro de su istoria natural/ militar/ civil $ sagrada del reino de Chile
*(1
a descri#ir la cordillera a #ase de citas de %rdo#a + Fi)ueroa +
:li'ares. El se)undo, simplemente omiti el asunto. Por lo demás, a estas alturas del si)lo, el tratamiento del tema de la montaña +a ha#ía perdido casi totalmente su calidad literaria, pasando a ser mera informacin )eo)ráfica, cosa normal en o#ras creadas por historiadores + no por artistas, + cu+a orientacin era dictada por el espíritu racional de la época.
=ecordemos
incluso que nuestra %ordillera %entral, hacia 7T>?, era +a o#*eto de in'esti)aciones científicas, e*emplo de lo cual puede 'erse en *escripci#n del Re$no de Chile, de /haddeus Pere)rinus 3aen0e
*(#
.
^ Extrañará que, desde la prosa poética de &lonso de :'alle, no ha+amos mencionado o#ras del )énero lírico. -o era pertinente hacerlo, pues 4la poesía del período colonial no ha dado a las letras chilenas 'alores de alta alcurnia5,
60
como ha señalado Mi)uel _n)el Ve)a
*(3
, limitándose, en )eneral, a la poesía
de circunstancia, la que, o#'iamente, no dio ca#ida al moti'o de la montaña. ^ &l término del período colonial, a pesar de sus alti#a*os (((la cordillera tam#ién tiene cimas + hondonada(((, el #alance es so#remanera positi'o2 la ma+oría de los escritores destacados tocaron nuestro tema en ma+or o menor medida + dos de ellos adquirieron importancia mundial en la materia. -o es poco decir en un continente en cu+as letras, en )eneral, toda'ía no nacía el sentimiento de la naturaleza, lo que ha hecho decir a estudiosos de países 'ecinos2 4-uestro paisa*e tendrá que esperar el si)los NN para ser lar)a + amorosamente descrito por los 'ia*eros extraños primeramente, + lue)o por los literarios nacionales5 *(=
61
MI CORDILLERA& LA 'UDITH TREMENDA... *G/>:+46/ M+8,:/6.
$a constitucin de la Primera Junta de "o#ierno 7O de septiem#re de 7O7? marc el fin del =eino de %hile + el inicio del lo)ro de independencia, a tra'és de la )uerra homnima. El &cta de ndependencia se firm el 7; de fe#rero de 7O7?. Para las letras nacionales, el cam#io tu'o importancia, pues el impulso creador ascendente que, superado el #a*o ni'el de la primera mitad del si)lo NV, ha#ía comenzado a producirse, fue primero, desarticulado por la expulsin de los *esuitas + lue)o, como expresa Francisco &ntonio Encina, tronchado por 4la )uerra de la ndependencia, que, reforzada por la &narquía, hizo retroceder la cultura chilena más de medio si)lo5 678. 3u#o, en efecto, un lar)o lapso literariamente casi nulo, que se extendi hasta 7O;2 4$a
produccin científica + literaria de este período es
sencillamente paupérrima. En el terreno literario, sal'o al)unas producciones de don José Joaquín de Mora, a'e de paso en nuestro am#iente intelectual, no ha+ un solo li#ro que merezca recordarse5 6;8. %uriosamente, en relacin con el tema que nos ocupa, mientras en esta época los chilenos eran a#sor#idos por las luchas independentistas +, después, por los desrdenes de un período anárquico, una serie de 'ia*eros extran*eros moti'ados por el au)e de =ousseau, por el cientificismo de la época + por la moda del alpinismo, floreciente entonces entre in)leses, franceses, suizos, alemanes e italianos, fundamentalmente recorrían + estudia#an la cordillera, 'ertiendo sus impresiones + o#ser'aciones en o#ras de éxito en Europa. Entre
62
los más importantes para %hile, podemos recordar a Peter 9chmidtme+er2 Travels into Chile over the Andes in the $ear 0678 and 0670
6<8
2 Francis Aond
3ead2 Rough notes ta9en during some rapid 'ourne$s across the Pampas and the Andes
68
Ed[ard Poeppi), quien durante sus andanzas realiz la primera
ascensin no indí)ena a una montaña chilena de que se ten)a noticia2 Reise in Chile/ Perú und auf des Ama.onestrome :;hrend der Jahre 06<8/ 06<0 und 06<7 6Q8 2 Franz Me+en2 Reise un die Erde in dem Jahren 06<8 = 06<0 und 06<7 6R8
+ %harles Dar[in2 Journal of researches into the natural histor$ and geolog$
of the countries visited during the vo$age of 4%454 >eagle 6T8
En el decenio del Presidente José Joaquín Prieto, la situacin crítica anterior comenz a me*orar2 4$os diez años de paz interna corridos entre 7O<7 + 7O7 la sensacin de se)uridad que ha#ía producido el ré)imen portaliano el #ienestar econmico que se si)ui al descu#rimiento de %hañarcillo + la exaltacin de %hile al primer ran)o entre los pue#los hispanoamericanos, crearon, con exceso, las condiciones necesarias para el florecimiento literario5 6O8
. Este florecimiento se produ*o a partir de 7O;, 4fecha importante en el
desarrollo de la literatura chilena. %on él empieza un mo'imiento literario cu+as #ases han sido discutidas. $o que ha+ de 'erdad de este =enacimiento literario chileno es que se prepara desde antes. resultado de las enseñanzas de Mora + de Aello.
Fue, podemos decir, el 9lo falta#a la causa
inmediata que i#a despertar a los escritores de %hile, + a inducirlos a dar muestras de lo que eran capaces de escri#ir. Esta causa fue la lle)ada de los emi)rados ar)entinos 9armiento, $pez, &l#erdi + otros, que 'enían +endo de la tiranía de =osas5 6>8. & partir de dicho año, la literatura chilena a#andon el carácter eminentemente historio)ráfico que siempre ha#ía tenido + tom el camino de la creacin artística. Ello nos impide, entre otras cosas, su caracterizacin más o menos clara por si)los, como ha#íamos podido hacerlo en los períodos anteriores (((lo que no o#sta#a a esta#lecer la relacin #astante aproximada entre el si)lo NV + el =enacimiento, el si)lo NV + el Aarroco + el si)lo NV +
63
el -eocla -eoclasic sicism ismo(( o(((( + requie requiere re una una clasif clasifica icaci cin n difere diferente nte..
Por tal razn, razn,
si)uiendo los planteamientos de José :rte)a + "asset, adoptados para la literatura literatura hispanoamer hispanoamericana icana por José &rrom + %edomil %edomil "oic
67?8
, en adelante
a)ruparemos a escritores + o#ras en tendencias, cada una de ellas con tres )enera )eneracio ciones nes,, distin distin)ui )uiénd éndose ose las si)uie si)uiente ntes2 s2 =ománt =omántica ica,, con con escri escritor tores es nacidos entre los años 7O?? + 7O + cu+a 'i)encia se extiende desde 7OQ hasta hasta 7OO> -aturalist -aturalista, a, con escritores escritores nacidos nacidos entre los años7OQ años7OQ + 7OO> + cu+a cu+a 'i)e 'i)enc ncia ia se extie extiend nde e desd desde e 7O>? 7O>?
hast hasta a 7>< 7>< 9upe 9uperr rrea ealis lista ta,, con con
escritores nacidos entre los años 7O>? + 7>< + cu+a 'i)encia se extiende desde 7>T> una nue'a tendencia, an innominada, con escritores nacidos entre los años 7>T> + cu+a 'i)encia se extiende desde 7>O? hasta hasta ;?;. ;?;. $os escrito escritores res nacido nacidoss de 7>O? 7>O? adelan adelante, te, an mu+ *'ene *'enes, s, conforman el inicio de una nue'a tendencia. 6%a#e recordar aquí la limitacin propia de cualquier forma de clasificacin.8
64
/E-DE-%& =:M&-/%&. $as $as dos dos primer primeras as )ener )enerac acion iones es de la tenden tendencia cia =omán =omántic tica(re a(reali alista sta,, denomi denominad nadas as )enera )eneracio ciones nes de 7O
6778
2 + participaron en el mo'imiento
reno'ador de 7O;. & la primera de ellas, denominada 4costum#rista5 por "oic
67;8
,
pert perten enec ecie iero ron, n, entr entre e otra otras, s, dos dos fi)u fi)ura rass rele rele'a 'ant ntes es de nues nuestra trass letr letras as e impo import rtan ante tess para para el tema tema que que nos nos ocup ocupa, a, so#r so#re e todo todo la prim primer era a que que mencionaremos2 Vicente Pérez =osales + José Joaquín Valle*o. Vicente Pérez =osales es un escritor difícil de encasillar dadas las características especiales especiales de su idiosincrasia + su su o#ra. 9i #ien se lo adscri#e, con fines metodol)icos, a determinada promocin, 4*amás perteneci en el hech hecho o a la llam llamad ada a )ene )enera raci cin n de 7O; 7O;,, ni a nin) nin)un una a otra otra )ene )enera raci cin n intelectual. 9us intereses fueron fueron siempre prácticos, a lo Jo'ellanos, + su )enio, el del del hom#re hom#re de accin5 accin5
67<8
. Es, en consecuencia, un caso excepcional, que
produ*o, pasados los setenta años, una o#ra tam#ién excepcional, calificada por Mi)uel de Wnamuno, en opinin compartida ho+ ampliamente, como el me*or li#ro chileno 6782 Recuerdos del pasado4 Recuerdos del pasado , pu#licado por primera 'ez en 7OO;, es una o#ra
de corte costum#rista 4la más completa + amena )alería de tipos, sucesos + costum#res que se conser'a en nuestro si)lo NN5
67Q8
( que que nos conduce conduce a
tra'és de Europa, &mérica +, naturalmente, %hile + dentro de %hile, que Pérez =osa =osale less reco recorri rri en casi casi toda toda su exte extens nsi in, n, nos nos pase pasea a por por su dila dilata tada da cordillera. Desde lue)o, el )ran memorialista conoci las montañas del país en mltiples oportunidades oportunidades + latitudes. El mismo lo indica2 indica2 4$a práctica experiencia experiencia
65
que que mis mis corr correr ería íass por por los los &ndes ndes me han han de*a de*ado do!5 !5
67R8
4Vei 4Veinti ntitré tréss pasos pasos
conozco en las cordilleras de los &ndes, + por los más frecuentados por sí, donde puede decirse que 'i'ía los 'eranos, no recuerdo las 'eces que he pasado. Fueron éstos, para mis asuntos de 9alta, %atamarca, %atamarca, $a =io*a + 9an 9an Juan, Juan, los pasos de &ntofa)as &ntofa)asta, ta, 9an "uillermo, "uillermo, Doña &na. &na. -o te duermas + &)ua -e)ra2 + para los de 9an $uis, Mendoza, 9an %arlos, 9an =afael + los malales de =a+én, en los desiertos pata)nicos, los pasos del Portillo, $eñas &marillas, Planchn, Maule, $on)a'í, %anteras + %hillán5
67T8
4$a suma
a#undancia de pastos perennes que existen en los ca*ones + en las lomas + 'alles del recuesto oriental de los &ndes, + que 'an en aumento desde la altura )eo) )eo)rá ráfic fica a de =anc =anca) a)ua ua hast hasta a la del del 'olc 'olcán án &ntuc ntuco, o, terri territo tori rio o que que con con frecuencia he recorrido!5 67O8. %ordil %ordiller lera a 'i'ida 'i'ida.. 9in em#ar)o em#ar)o,, 4a Pérez Pérez =osales, =osales, la cordil cordiller lera a no le caus causa a impr impres esi in n esté estétitica ca pero pero llam llaman an su aten atenci cin n curi curios osid idad ades es que que le interesan como minero + a)ricultor, o cosas extrañas, como esos trozos de hielo que llaman llaman penitentes penitentes55
67>8
. En efecto, efecto, la narraci narracin, n, amena amena + sencilla, sencilla, de
len)ua*e corriente, intercala con frecuencia consideraciones prácticas, sa#ias + 'aliosas2 4Mu+ equi'ocados están lo escritores que tratan de la )eo)rafía de &mérica cuando, )uiados por el trazado más o menos anto*adizo de los mapas )enerales, dan por sentado que la )ran cordillera de los &ndes es desde su entrada a %hile un cordn continuo hasta las a)uas del estrecho ma)allánico. -i ha+ tal cordn ni tal continuidad, sino en la cuarta parte de la extensin que se da al tod todo de la sierr ierra a chile hilena na55
6;?8
se enzarz enzarza a en discus discusion iones es so#re so#re
característ características icas oro)ráficas oro)ráficas andinas con el )e)rafo )e)rafo -app
6;78
o re'ela interés
práctico, o#ser'acin utilitaria2 4Uuien slo ha recorrido nuestras cordilleras desde 9antia)o a &tacama no es posi#le que se forme una idea ca#al del a#un a#unda dant nte e )erm )ermen en de riqu riquez ezas as a)rí a)ríco cola lass + fa#r fa#rililes es que que enc encierr ierran an los los misteriosos 'alles de las del del sur. Poseen hermosa + siempre siempre 'erde 'e)etacin, 'e)etacin, poderosas cascadas que son otras tantas econmicas fuerzas motrices al lado de las materias primeras que las requieren para ser utilizadas, clima más #eni)no en muchos de los 'alles rodeados de ne'ados crestones que aquél de que )ozan los moradores moradores del Valle Valle %entral, pues en él, la 'id, el naran*o naran*o + las
66
flore floress deli delica cada dass no está están n tan tan expu expues esta tass como como en éste éste a dest destru ruct ctor oras as e impre'isi#les heladas5 6;;8. $a atra atracc cci in n que que las las mont montañ añas as e*er e*erci cier eron on en Pére Pérezz =osa =osale less + el conocimiento ca#al que éste tu'o de ellas, se e'idencia a tra'és de su o#ra, uno de cu+os relatos más si)nificati'os, denominado 4Desastroso re)reso a %hile5, es aquél en que narra las dificultades que enfrent con su sir'iente %ampos en la cordillera de Elqui. Desde el comienzo, este texto permite darse cuenta del conocimiento que el narrador tiene de diferentes lu)ares + aspectos de la montaña2 41a los calo calore ress de octu octu#r #re e come comenz nza# a#an an a derr derret etir ir las las nie' nie'es es que que los los in'i in'ier erno noss acumula#an en los encum#rados pasos de los &ndes, pasos que en el norte se a#ren más temprano que en el sur, sin de*ar por esto de ser peli)rosos para el 'ia*ero!56;<8. %ordillera 'i'ida, como +a hemos señalado2 4Pocas 'eces )raniza en la sierra, + slo dos he 'isto ne'ar con 'iento!5 1 o#ser'ada, en sus menores detalles, con atencin, como en este caso, en el que no slo se expresa de modo preciso un hecho difícil de descri#ir, sino que se da la impresin del mo'imiento lento + casi in)rá'ido de los copos de nie'e que e'olucionan en su caída2 4!nie'e que siempre cae en forma de le'es plumas de a'es que se mecen, #a*an, su#en + remolinean en la tranquila atmsfera!5 El narrador lo es en )rado sumo2 con relato á)il, desen'uelto, se)uro, 'a interesand interesando, o, entretenien entreteniendo, do, enseñand enseñando. o. -o slo cuenta cuenta lo que 'e + lo que suce sucede de,, sino sino que que apro apro'e 'ech cha a cada cada situ situac aci in n para para a)re a)re)a )arr info inform rmac aci in n o di)resiones, todo ello en un estilo simple + de #uena le+. &d'iértase la construccin fina, por e*emplo, en este fra)mento2 4%on los fríos de la noche cesa la licuacin de la nie'e, acuden las heladas, + con ellas, en la si)uiente madru)ada, encuentra el 'ia*ero, en lu)ar de la fofa nie'e que pisa#a el día anterior, una costra de hielo endurecido que, por lo res#alosa, soporta, sin romperse, el peso del ca#allo, pero o no le permite ase)urar la uña
67
o le derri#a al suelo + si por el contrario no le soporta, a cada rato le hunde en la nie'e hasta los pechos5. -o trepida el narrador en usar expresiones corrientes + populares, que añaden un tono de simpatía a la llaneza del texto2 4Pero todo estos contratiempos serían tortas + pan pintado para el 'ia*ero!5 4!dormí aquella noche como un lirn5. /ampoco sosla+a los 'oca#los típicos de los #aquianos, que, aunque 'ul)ares, contri#u+en a acentuar el costum#rismo del relato2 4manta del po#re5, 4cachada5 de café. Entre los aspectos destacados de la narracin del acontecimiento recordado, ca#e mencionar el dinamismo con que se relata el percance que puso en peli)ro su 'ida misma + si)nific la muerte de la mula de car)a + de un ca#allo de silla. El texto conforma aquí una sucesin rápida, 'iolenta diríamos, de imá)enes + sonidos, en las que el mo'imiento #rusco *ue)a un rol importante + se expresa en pala#ras + frases como 4impulsada5, 4'ai'én5, 4caída5, 4res#aladero5, 4cuesta a#a*o5, 4sofrenada5, 4arro*ando5, 4precipicio5 + 4'érti)o5, las que, además, en al)unos casos, están ad*eti'adas, aumentado así su efecto. Uueda tam#ién la sensacin, tan propia del =omanticismo, del )oce de la li#ertad, de la ale)ría de los )randes + a#iertos espacios naturales de la i)ualdad con que se comparte todo aspecto del 'ia*e (((positi'o o ne)ati'o((( con el compañero, a pesar de cualquier diferencia social + del disfrute de la a'entura misma en un espacio que, por peli)roso que a ratos pueda ser, se aprecia como importante + necesario. Es cierto que en el texto no ha+ efusiones líricas, tan a*enas, por lo demás, al modo de ser de Pérez =osales + es cierto, tam#ién, que el relato muestra resa#ios de la o#ser'acin naturalista de la montaña, a la manera neoclásica. Pero no es menos cierto que el acercamiento a las cum#res es ahora mucho ma+or + que se ad'ierte un interés 'ital por la montaña, mu+ distante +a de aquella 'isin de cordillera(o#stáculo de los conquistadores españoles. Precisamente en un fra)mento en que narra los pro#lemas que el
68
cruce de los &ndes le causa, puede o#ser'arse, en contrapunto, el )oce de estar ahí.
En este sentido, Pérez =osales da un paso más hacia la
recuperacin del alto sim#olismo que la montaña tu'o para los indí)enas prehispánicos. De#emos recordar que la cordillera aparece tam#ién destacada, en sentido )eo)ráfico(descripti'o, en otro de los li#ros del )ran escritor decimonnico2 Ensa$o so,re Chile
6;8
, o#ra ori)inada en las consultas de
potenciales inmi)rantes europeos, + 4que escri#í con los poquísimos datos que tenía a la mano en los momentos que me de*aron li#res mis quehaceres, + que remitía por toda contestacin, por el correo, a mis numerosos pre)untones5
6;Q8
.
&ntes de de*ar a uno de los me*ores escritores chilenos del si)lo NN, + tal'ez el que más recorri + expres nuestra cordillera, parece *usto citar el elo)io que le dedic &lone2 4=ara 'ez se ha#rá dado tanta compenetracin de un hom#re, un li#ro + un país como la que ha+ entre Pérez =osales, sus Recuerdos del pasado5 + %hile2 cada uno está en el otro + resulta imposi#le
nom#rar a cualquiera sin aludir a los demás. $os tres, con)lutinados, forman un solo ser, con el mismo carácter + análo)o desarrollo5 6;R8. ^ José Joaquín Valle*o, más conocido por el seudnimo Jota#eche, sí que 4cuadra con esta época, re)ida por el racionalismo de la lustracin, procli'e a la sátira política5 6;T8. Fue uno de los máximos animadores de la contro'ersia de 7O; + 4en la espontánea seleccin que la posteridad ha 'enido haciendo entre los escritores chilenos 6!8 conser'a uno de los sitios de la primera fila5
6;O8
.
Escritor costum#rista que a menudo com#ina#a sus descripciones de paisa*es o personas con di)resiones romántico(filosficas, tu'o un solo contacto literario con la cordillera, aunque suficientemente importante, pues lo decidi a se)uir pu#licando los artículos periodísticos que pronto se hicieron famosos. &lone lo cuenta así2 4En 7O7, a los treinta años, hizo un 'ia*e a ca#allo por el %a*n del Maip, + en carta a un ami)o le relata sus impresiones
69
4montaña adentro5. &llí despunta el escritor ama#le, el costum#rista que pinta superficies, da detalles precisos + pasa so#re las cosas como *u)ando. -o se le pidan o#ser'aciones hondas ni conceptos trascendentales.
Wna )rata
alternancia de realismo descripti'o + emocin ante el paisa*e le permiten desple)ar sucesi'amente su )racia, su malicia + cierta )eneral soltura que por sí sola causa placer5
6;>8
.
$a carta en referencia fue diri)ida a Manuel /ala'era "arfias, + pu#licada en El Mercurio de 9antia)o el 7R de ma+o de 7O7. En ella, además de descri#ir el paisa*e del %a*n del Maip, que lo impresion )ratamente en su sector medio, pero que le hizo experimentar 'iolentas + contradictorias emociones cuando comenz a 'islum#rar la alta montaña (((4los a#ismos + peñascos que esos sitios rodean al 'ia*ero, ale*an de su corazn todo sentimiento de ternura5
68
(((, Jota#eche indica la dificultad de decir lo que se
siente frente a la montaña2 4/en)o un sentimiento profundo de no sa#er expresarte como +o quisiera lo que he sentido, lo que he )ozado, + cuanto me decía el alma en los momentos en que, con tanto placer, me ponía allí a interro)arla5
6<78
dificultad que, como señalamos en otro capítulo de este
tra#a*o, es )eneral en todos los escritores que han tocado el tema en cualquier época o país. $a carta de Jota#eche
6<;8
, hom#re que, a diferencia de Pérez =osales,
no ha#ía recorrido con anterioridad la cordillera, es, por la misma razn, impactante, pues rele'a la experiencia inicial frente a una situacin2 4El 7? del corriente salí de aquí con aquel )usto que sentimos al emprender un 'ia*e en el que esperamos 'er cosas nue'as + recorrer lu)ares de los que no conocemos sino sus nom#res5. El escritor costum#rista se muestra de inmediato2 da cuenta del detalle exacto, descri#e minuciosamente, +, lo que no acontece en Pérez =osales, ha+ en él la expresin explícita del sentimiento de la naturaleza2 43acia el interior 6!8 se 'a aumentando pro)resi'amente el encanto, el imponente espectáculo de una naturaleza inmensa en sus elementos + en la 'ariedad de sus cuadros!5 Estamos +a en el camino de la recuperacin2 expresiones como 4sa#en desple)ar mucha ale)ría en sus excursiones + correr a ca#allo por los campos que acostum#ran 'isitar con frecuencia5, de*an en
70
claro que la montaña, aunque slo sea toda'ía la montaña 'erde + ama#le del %a*n del Maip, es +a mirada de otro modo. 3a+ una 'erdadera apolo)ía a esta montaña intermedia, que muestra a las claras la expansin romántica del articulista. El acercamiento a la montaña desnuda, mineral, a la )ran cordillera, en todo caso, toda'ía es difícil2 4Más adelante, quiero decir, más hacia la cordillera, siento confesar que en mi opinin el país no presenta interés sino al estudio de los que por profesin hacen el de la naturaleza o de los que por los sentimientos o el temple de su alma se complacen en contemplar lo más imponente!5 $a alta montaña, sector de 4horrorosas soledades5 como dirá lue)o, produce 4un in'oluntario terror + una melancolía alarmante5. E incluso, para aclarar lo dicho, recurre a la comparacin2 4-o ha+ aquí aquel ama#le silencio del #osque, que nos em#elesa!5 + 'uel'e a su#ra+ar el estado de alma que el duro paisa*e suscita2 4El corazn se llena de tristeza 6!8 $os a#ismos + peñascos que en esos sitios rodean al 'ia*ero, ale*an de su corazn todo sentimiento de ternura5. 9in em#ar)o, al concluir el 'ia*e, hará declaracin entusiasta de aquellas fra)osidades, comparándolas con el paisa*e corriente2 4acostum#rado a slo conocer la naturaleza en sus 'ul)ares funciones, si pueden llamarse así, 6!8 se a#isma uno al encontrarse rodeado de toda la ma*estad imponente de la creacin5. Finalmente, ca#e destacar que la preocupacin por el hom#re, especialmente por el hom#re caído, querida a la concepcin romántica, se da aquí al e'ocarse las penalidades de los emi)rados transandinos que cruzaron esos +ernos + de un minero 4que parece ha#erse enlazado con la des)racia5. $a carta comentada, si #ien es la nica en que el articulista toc el asunto cordillerano dando e*emplo de o#ser'acin + descripcin tanto del paisa*e como de las resonancias que pro'oc en su espíritu, re'ela que la excursin que la ori)in )olpe a su autor íntimamente, como se desprende de sus propias pala#ras2 43e 'isto, en fin, mi querido Manuel, lo que slo desea#a 'er, por que no lo conocía, + lo que ahora quisiera que t 'ieses, porque merece ser 'isto5.
71
^ De la se)unda )eneracin que particip del mo'imiento de 7O; ((( "eneracin de 7OQ;, llamado =omanticosocial por "oic
6<<8
(((, promocin de
escritores que 4reh+en la tendencia pasatista del romanticismo español + a#o)an por una actitud pro)resista, futurista5 6<8, slo los poetas tocaron nuestro tema. $os demás escritores, centrados en otros intereses, no hicieron referencia a la cordillera o, cuando la mencionaron, la utilizaron nicamente como punto de comparacin en o#ser'aciones despecti'as, como ésta de $astarria2 4El chileno no 'e la naturaleza de que está rodeado, pero participa de su esencia, porque es montono como ella, perezoso + terco como su mediodía, insensi#le como sus riscos5
6
.
$os poetas de esta se)unda )eneracin de la sensi#ilidad 'ital romántica, a diferencia de la 'i'encia directa de la cordillera experimentada por las fi)uras de la )eneracin anterior, 4amaron las empinadas cum#res slo a distancia anterior, como un marco del paisa*e, pero no la montaña misma5
6
.
$o dicho se ad'ierte en Euse#io $illo, en al)unas de cu+as composiciones 4suele o#ser'arse una artística compenetracin con la naturaleza que hace pensar en un panteísmo poético5
6
, aunque slo toc el
moti'o cordillerano en un par de felices 'ersos de la %ancin -acional2 4Ma*estuosa es la #lanca montaña que te dio por #aluarte el 9eñor5, 'ersos su#ra+adores de lo que por o#'io a 'eces ol'idamos2 la )randeza del al#o muro a lo lar)o de nuestra frontera oriental. /am#ién es escaso el moti'o cordillerano en "uillermo Alest "ana, en cu+a o#ra se da en )ran medida 4la pro+eccin doliente o festi'a del 4+o5 a la naturaleza5
6
. Este poeta menor consider la cordillera, en dicho sentido, en
una estrofa de su poema 4$a tarde5, composicin en la que 4'uela mi pensamiento a lo que ha sido52
72
41 un ra+o apenas de indecisa lum#re, escaso resto de la inmensa ho)uera, en la frente del &ndes re'er#era pálido hiriendo su ne'ada cum#re.5 "uillermo Matta, poeta so#resaliente en una época a#undante en meros 'ersificadores, fue 4el más fecundo de su )eneracin + el nico que )ast 'erdadero empeño en escalar las altas cum#res del parnaso5
. En su o#ra
6<>8
se dan los moti'os predominantes del =omanticismo + la naturaleza es tratada como refle*o de estados emoti'os, captando el paisa*e, + transformándolo a 'eces, a tra'és del filtro de su sensi#ilidad. Es la naturaleza idealizada, entre'ista en la le*anía, como locus amoenus2 4Vecino de esas cum#res ma*estuosas +o pasa#a mis huellas silenciosas en su extraña re)in !!!!!!!!. + al tender la mirada a las llanuras ese aire que al#oroza en las alturas henchía el corazn. &sí, le*os del hom#re, es más humana, la concepcin del hom#re. $a cercana cum#re infunde poder. 1 todo en su conta)io de #elleza luce me*or + adquiere más )randeza2 todo cam#ia de ser.5 6De 4Entre los dos58 En otros poemas de Matta ha+ referencias del mismo carácter2 la #squeda de la soledad en 4fuentes que saltan por estrechas rocas montes ne'ados que circundan nu#es5 6De 49oledad58
73
o en la contemplacin moti'adora de 4esas alturas que en)arzan )i)antes en picos de nie'e cendales de nu#e.5 6De 4$a tarde58. En "uillermo Matta está, ca#almente, la montaña de los románticos2 le*ana, etérea, ideal, moti'adora. 9u poema 4&l pie de los &ndes5 es, sin duda, la me*or prue#a de lo afirmado. En él ha+ otro paso más, importante, de acercamiento a la cordillera + de recuperacin de la anti)ua connotacin perdida. %on lirismo apasionado, a ratos altisonante, el ha#lante esta#lece desde el inicio una relacin #a*o(alto, pequeño(inmenso2 41o 'en)o a postrar mi alma + a adorar tu )randeza ma*estuosa, )i)ante cordillera.5 $a 4)i)ante cordillera5 entera (((4en la planta, en la cima5(((, es el ám#ito luminoso propicio a la ele'acin2 4la mente se espacia + se su#lima5. $a afirmacin anterior se confirma en el contraste entre la se)unda + la tercera estrofa2 los templos construidos por el hom#re insensato (((con qué ironía los llama 4montones5((( nada 'alen frente al 4templo inconmo'i#le5 que 4en ti afirma los slidos cimientos en ti apo+a sus muros!5 1a estamos en el límite, en el paso a lo so#renatural, sustentado por la montaña2 4en lo inmenso desplie)as tu )randeza5. %a#ría aquí, tam#ién, 'er una característica de los poetas románticos, en el sentido de expresar posiciones extremas + apasionadas. 1 'iene la oracin, pues 4nada aquí pertur#a i)noto Dios, tu adoracin suprema5. Es más. El ha#lante tiene clara conciencia de que no slo no ha+ pertur#acin al)una, sino que 4ideas + actos )randes, i)noto Dios, tu adoracin suprema, al hom#re inspiran los excelsos &ndes5.
74
El espacio sa)rado se ha impuesto, al punto que el espíritu humano, ele'ado ahora a 4esa au)usta altura5, se interna en una nue'a dimensin2 4otra luz, en sus párpados ful)ura5. El resto del poema 6estrofas V a N8, es un canto exaltado a la montaña(madre, la que ori)ina 4el caudaloso río que las campiñas #aña5 la que 4a#razando ese llano, con tus fértiles le)amos lo inundas5. /al 'ez no era necesario. 9in em#ar)o, los dos 'ersos que cierran la composicin retornan a su sentido amplio, explicitándolo2 4+ en tan su#lime altar, naturaleza, Xse postra + ora el hom#re reli)iosoY5. Es e'idente que en Matta ha+ +a un reencuentro definido de un espacio que, más allá de sus condiciones naturales, produce de inmediato la connotacin de lo propicio al acercamiento a la di'inidad. ^ En forma paralela a la creacin literaria de la "eneracin de 7OQ;, continu la la#or de o#ser'acin + descripcin, cada 'ez más científica, de nuestro país por parte de 'ia*eros extran*eros que 'isita#an sus montañas + el resto del territorio, + de al)unas personalidades contratadas especialmente por %hile para dicho efecto. 9i #ien se trata de tra#a*os que por su índole se ale*an del campo estrictamente literario, no de#e ol'idarse que en esa época 4la literatura es conce#ida como toda + la entera manifestacin letrada + no slo las expresiones ima)inarias5
6?8
por lo tanto, ca#e, al menos, recordar al)unos
nom#res de estudiosos que a)re)aron a la informacin cordillerana al menos una hermosa cate)oría formal. Destacan en el período, entre los 'ia*eros de paso, J. M. "illis, autor de The ?454 naval astronomical E@pedition to 5outhern emisphere during the $ears 06B = 18 = 10 = 17 678 + entre los residentes,
)nacio Dome+0o, con -ia'e a la Cordillera de Talca $ Chill+n
6;8
, E@cursi#n a
las cordilleras de 5an 3ernando hechas en 3e,rero de 060 por *ome$9o $ don Denceslao *)a.
6<8
, + E@ploraciones de las lagunas de Llan&uihue/
75
Pichidegua/ volcanes sorno/ Cal,uco
68
. $os li#ros &mado Pissis + %laudio
"a+, en cam#io, son +a tratados )eo)ráficos propiamente tales.. ^ En la tercera + ltima )eneracin de la sensi#ilidad =omántica, llamada de 7ORT o realista por "oic
6Q8
, nuestro tema fue nue'amente dominio de los
poetas. En efecto, los narradores más destacados de la )eneracin se preocuparon apenas del paisa*e, considerándolo slo como teln de fondo de acontecimientos humanos +, a 'eces, relacionándolo con sus sentimientos. Es el caso de &l#erto Alest "ana, el primer )ran no'elista chileno, a quien el paisa*e no llam ma+ormente la atencin
6R8
, a pesar de que su o#ra, como
excepcin, contiene 4trozos de sin)ular #elleza como aquél de *urante la Recon&uista en el que el prosista + el poeta que, aunque rele)ado a se)undo
plano, no muri nunca, se dan la mano2 4!&llá, distante, un cordn de cerros di#u*a#a en la atmsfera rosada las sinuosas líneas de sus crestas caprichosas, + acentua#a con ma*estad el tinte som#río de sus faldas erizadas de espinos + de tré#ol5
6T8
.
&l)o similar ocurre con $i#orio Arie#a, que comenz sus pu#licaciones en 7OT7, en entre)as peridicas, siendo 4el nico folletinista de a+er que conser'a p#lico entre las )eneraciones contemporáneas5
6O8
. 9i #ien incluso
el título de una de las partes en que han sido di'ididos sus relatos histricos es Entre las nieves, la cordillera aparece en su o#ra slo fu)azmente, como marco
de episodios en que los persona*es principales son fi)uras rele'antes de la época de la =econquista. 3e aquí un e*emplo2 4Pasada la cum#re de los &ndes, en las primeras faldas del lado opuesto + entre las escarpadas sinuosidad cu+as asperezas se presentan a los o*os del 'ia*ero sua'izadas por un manto de perpetua nie'e, se le'anta, como a'er)onzado delante de los )i)antes picos de )ranito que lo rodean, el solitario al#er)ue que ofrece amparo contra los hielos + que ha sido #autizado con el modesto nom#re, que #ien le cuadra, de %asucha de las %ue'as.
76
4&llí, delante de ese pequeño edificio, es a donde lle'amos el lector al atardecer del día 7; de octu#re es decir, en el mismo instante en que una numerosa comiti'a echa pie a tierra en los alrededores, Es :hi))ins que lle)a!56>8. Vicuña Mac0enna ((( nom#re recordado por sus mltiples acti'idades + por la copiosa o#ra escrita en su relati'amente corta 'ida2 más de ciento cincuenta li#ros al morir, a los cincuenta + cinco años((( de* a lo menos dos tra#a*os so#re la cordillera2 E@ploraci#n de lagunas Negra i de Enca(ado en las cordilleras de 5an Jos! i del valle del Feso por una comisi#n presidida por el Intendente de la provincia de 5antiago/ *on >en'am)n -icu(a %ac9enna trav!s de los Andes
6Q78
6Q?8
+ A
además de preocuparse, en otras pu#licaciones, del
la#oreo minero en distintas zonas montañosas del país. $as dos o#ras mencionadas tienen )ran interés desde el punto de 'ista de la exploracin, la )eo)rafía + las comunicaciones transandinas, pero no podemos #uscar en ellas pretensiones literarias, a pesar de su correcto len)ua*e. Por dicha razn, Vicuña Mac0enna puede ser considerado en la línea de los escritores científico(descripti'os que 'enían di'ul)ando nuestra cordillera desde 7O;?. En dicha línea, hacia el tercer cuarto del si)lo, además de nue'as pu#licaciones de Dome+0o + Pissis, puede mencionarse Noticia acerca de la Cordillera de los Andes/ de $adislao `e)ers
6Q;8
. Por los demás, a estas alturas
+a no puede ha#larse al respecto de literatura, sino lisa + llanamente de )eo)rafía, como lo indican con claridad los títulos de las o#ras de Pedro $ucio %uadra2 Apuntes so,re la Geograf)a f)sica $ pol)tica de Chile 6Q<8 + Die)o Aarros &rana2 Elementos de Geograf)a 3)sica 6Q8, am#as de la época. Precisamente, la tendencia naturalista comienza +a a comprender restricti'amente lo literario slo como creacin ima)inaria.
77
6-o hemos tenido acceso a la no'ela El loco de las monta(as, de Daniel Aarros "rez, cu+o manuscrito inédito está en el &rchi'o -acional. B/endrá, como indica el título, al)o que 'er con la cordilleraC8 ^ $os poetas de la )eneracin, en cam#io, tocan al)o más el tema cordillerano, a la manera romántica, desde lue)o. Ello es e'idente en Eduardo de la Aarra, que fue en su época 4el primero de los poetas que ho+ tiene %hile5, al decir de =u#én Darío
6QQ8
. De la Aarra nos
de* su me*or creacin de este tipo en 4$os #uitres5, sueño terri#le en el que un accidentado al escalar una )ran montaña 'a a ser de'orado por los pá*aros enormes que dan nom#re a la composicin pesadilla de la que despierta románticamente )racias a un #eso de la amada. De Eduardo de la Aarra pueden citarse tam#ién, como e*emplo de la estrecha relacin montaña(sentimientos, al)unas estrofas de Rimas chilenas 6QR8
2 4Dormía en la montaña el fue)o, oculto #a*o la nie'e eterna. Wna mañana la montaña tem#lando se despierta, el fue)o ru)e + en la cum#re estalla. &sí mi amor dormía silencioso en el cáliz de mi alma, #a*o la nie'e espesa más, al 'erte, despierta, #rilla, poderosa su alma, + se alza a padecer! XFiero ru)iendo como el fue)o 'oraz de la montaña sale a la luz del día, + su escondida la'a so#re un campo de hielo indestructi#le
78
para morir luchando, se derrama!Y5 ^ Domin)o &rtea)a, en cu+a o#ra se medita profundamente so#re el destino del hom#re, di*o su admiracin por la cordillera en las cuatro primeras estrofas de 4$os &ndes del )enio5, para destacar, comparati'amente, otras alturas 4de más )randioso )iro52 las del )enio humano. 3e aquí un fra)mento del poema2 I 49u#lime cordillera, in)ente mole de sal'a*e #elleza, tu multiforme ma*estad admiro, tu ele)ante #elleza, de tus cur'as +a tímidas, +a osadas, el dédalo infinito, tus inm'iles océanos de nie'e, de mármol + )ranito, + tus alti'as crestas coronadas de llamas + de hielo, que miran a sus pies nacer el ra+o, que su#en hasta el cielo, + los risueños 'alles que co#i*as en tu a#ri)ada falda, de eterna prima'era pinta rosas en cuadros de esmeralda.5
79
4Mas ha+ otra su#lime cordillera de más )randioso )iro, más alti'a, más #ella + ma*estuosa, que a un tiempo amo + admiro2 9on del )enio del hom#re las supremas inmortales alturas, 'erti)inosos picos que escalaron excelsas criaturas. Moisés, %onfucio, 9crates, 3omero!5 -o ha+ aquí el sentimiento de la montaña, por supuesto pero ha+ la comparacin que presupone un conocimiento + un recuerdo, lo que +a es decir cercanía. Es hermoso, en todo caso, el contraste entre fue)o + hielo, los dos elementos que desde anti)uo han entre)ado su sim#olismo al quehacer de los poetas. En este poema destacan tam#ién las expresiones extremas, propias de lo romántico2 su#lime, in)ente, sal'a*e, ma*estad, )randeza!, /odo es infinito2 4océanos de nie'e, de mármol, de )ranito5 crestas 4que su#en hasta el cielo5 4eterna prima'era5.
Por eso mismo llama la atencin la explosin de
antropocentrismo en que desem#oca el poema, tan contrastante por )randes que sean las fi)uras mencionadas,. ^ José &ntonia 9offia, el otro poeta destacado de la )eneracin, trat el asunto de manera al)o diferente2 ha+ en sus poemas admiracin por la ma)nificencia de la montaña misma, aunque en definiti'a tam#ién se cante ma+ormente a la )loria humana. &sí, por e*emplo, en el soneto 4$os &ndes5, 'erdadero himno a la cordillera, considerada 4portento de Dios52 4&dmira#le + su#lime cordillera
80
di)no altar del %reador :mnipotente, en cu+a nie'e #lanca + transparente del 'i'o sol la llama re'er#era2 Y Aendi)a Dios tu mole que altanera alza a los cielos tu arro)ante frente, como inspirada de un deseo ardiente que la tierra + el cielo unir quisiera!Y Y De*e que trepe tu eminente cima + 'uele audaz hasta la opuesta zona el )ran autor que todo lo reanima!Y Y &l par de tu )randeza, el mundo asom#re la industria humana, + sir'a de corona al portento de Dios la o#ra del hom#re!Y5 Dicha admiracin de 9offia por la montaña se ad'ierte tam#ién en composiciones como la que, dedicada al 'alle de &conca)ua (((lle'a ese título(((, expresa en 'ersos entusiastas la impresin que le produce 4la hermosa, ne'ada cordillera52 41 cerrando el confín, no#les + )randes, Y Padres de esa re)in, se alzan los &ndes Y !!!!!!!!!!!!!!!!!!! /ierra feliz, oculta entre montañas siempre cu#iertas por eternos hielos que sepultan el oro en tus entrañas + parecen escalas de los cielos.5 $a cordillera, pues, como lu)ar de unin entre suelo + cielo, resaltado ma)istralmente en la comparacin feliz del ltimo 'erso citado, que nos recuerda el sím#olo ascensional de la escala, tan anti)uo como la humanidad.
81
^ &l término de la sensi#ilidad romántica, tan prdi)a en Europa con el tema de la naturaleza, + particularmente con el de la montaña, nuestro #alance es escaso2 Pérez =osales, la )ran fi)ura, entre)ándonos una cordillera antirromántica, pra)mática, 'i'ida Valle*o, con una sola, pero elocuente inter'encin + al)unos poemas de Matta, de De la Aarra + 9offia, que dan cuenta de un reencuentro del sentido que des#orda ahora, con claridad, lo meramente natural.
Pareciera compro#arse la etapa de acercamiento de
nuestra hiptesis, un paso más allá de la curiosidad que ha#ía +a despertado la mole andina en los escritores coloniales. Dicho acercamiento, además, se ha traducido en formas )enéricas re'eladores de cierta intimidad2 memorias, cartas, poemas. Es, entonces, el alma que está intu+endo la realidad de ese espacio especialísimo que es la montaña. /al acercamiento es preludio a la calidad + cantidad con que el tema cordillerano irrumpiría en la tendencia si)uiente.
82
/E-DE-%& -&/W=&$9/&. $a sensi#ilidad romántica dio paso al -aturalismo, que, al decir de Emile `ola, es 4la frmula de la ciencia moderna aplicada a la literatura5
6QT8
2 tendencia
que, #asada en el positi'ismo, conci#i la o#ra literaria como instrumento analítico experimental, atri#u+éndole una funcin co)nosciti'a de denuncia social. $a tendencia naturalista a#arc las )eneraciones de 7OO;, llamada 4%riollista5 por "oic, quien se apresura a indicar que 4con esta denominacin arries)amos al)n equí'oco que esperamos superar con la comprensin del período naturalista completo5
6QO8
de 7O>T o Modernista + de 7>7; o
Mundono'ista. Esta ltima )eneracin, fundamentando su quehacer en los postulados de 3iplito /aine, hizo de la cordillera (((+ de los demás elementos #ásicos de la naturaleza chilena((( la 'erdadera prota)onista de sus o#ras, expresándola en toda su ma*estad + esencia. ^ $a )eneracin de 7OO; asumi en plenitud los postulados naturalistas2 4$a no'ela se hace sociol)ica 6!8 El conocimiento de la sociedad en la no'ela descu#re el ata'ismo oculto en los antecedentes histrico(sociales. $a 'ida indi'idual + colecti'a re'elan su dura condicin de lucha san)rienta5 6Q>8. Es el momento de la literatura(experimento, del análisis psicosociol)ico, que no de*a lu)ar a la -aturaleza, sino que produce o#ras como las de Vicente "rez, por e*emplo. 9in em#ar)o, ha+ dos poetas de esta )eneracin que, con resa#ios románticos, tomaron el moti'o cordillerano. Wno, Francisco %oncha %astillo, que 4escri#i la ma+or parte de sus composiciones cuando an no se ha#ía extendido aquí el modernismo5 6R?8, lo utiliz en al)n #re'e + li'iano poemita, como comparacin con sentimientos encontrados de la pare*a humana2
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4& ti, al nacer, te toc todo el hielo de los &ndes, a mí me toc al nacer el fue)o de sus 'olcanes.5 6%antares8 El otro, Pedro -olasco Préndez, de#e tal'ez su fi)uracin en las letras nacionales a nuestro tema + al hecho de ha#er reci#ido, ex aequo con =u#én Darío, el primer premio por el 4%anto épico a las )lorias de %hile5 en el %ertamen Varela de 7OOT. De él se ha dicho que 4se a#ri amplia nom#radía por sus cantos descripti'os, con lo cuales se cierne so#re los &ndes + otras cum#res de la naturaleza + de la historia, para contemplar desde allí, más a sus anchas, a los hom#re5
6R78
.
En su oda 4%oln5, Préndez hace frecuentes alusiones a la cordillera, a 'eces en el sentido que le diera Domin)o &rtea)a2 4$os )enios son las cum#res eminentes del espíritu humano.5, lle)ando a definir al )ran na'e)ante como 43imala+a empinado de esos montes + )enio de los )enios5 + otras 'eces como punto de comparacin fi)urati'a2 4$a i)norancia, montaña de )ranito5, o simplemente para descri#irla entusiasmado (((cuando %oln sueña su %ontinente((( con len)ua*e simple en el que se desliza al)una metáfora 'aliosa2 4Formida#les colosos,
84
los &ndes ma*estuosos, e*ército compacto de )i)antes, con sus altos 'olcanes centelleantes, con sus nie'es eternas, con sus hondos 'entisqueros + sus oscuras, l#re)as ca'ernas, imponente alfa#eto de )ranito do el sa#io deletrea el poema que canta a lo infinito.5 3a+, tam#ién, en las estrofas iniciales de la oda en referencia, la 'isin de la montaña dadora de 'ida, como ha#ía sido expresada por los *esuitas :'alle + Molina si)los antes2 4%uando derrama el sol en la llanura su fecundante lum#re, ha iluminado +a con su luz pura las rocas más ne'adas de la cum#re confidentes adustas de los cielos, aunque el ra+o las hiere + el huracán tremendo las azota, sa#en que nunca muere el rico manantial que de ellas #rota + se desliza por la a)reste falda para ir a derramar en la pradera, lle'ando el arco iris en su espalda, las )alas de una rica prima'era.5 Pero la culminacin de esta temática en la o#ra de Préndez es su épico 4En la cum#re de los &ndes5, poema del que 9il'a %astro ha dicho2 49u elo)io de la cordillera de los &ndes es uno de los )randes momentos de la poesía americana en la cuerda descripti'a!5
6R;8
.
85
$a 'erdad es que no ha+ slo descripcin en este poema. Wna 'ez más, en el fondo está la #squeda de Dios por parte del hom#re (((lo dicen tres 'ersos finales del poema(((, si #ien éste es apenas 4átomo mezquino comparado con tal ma)nificencia5. $a relacin hom#re(Dios se esta#lece, pues, a tra'és de una montaña(altar2 4X9o#er#io altarY, le sir'e de incensario un 'olcán con sus ne)ras espirales, + el hom#re, sacerdote temerario, con sus )randes anhelos inmortales oficia allí!5 $a montaña, 4trono + fortaleza5, tiene a sus pies las 4cie)as muchedum#res5, ese 4hormi)uero humano5 que, sin em#ar)o, parado*almente, es tam#ién 4alti'a raza5 que a 'eces lle)a a su cima 4para #uscar de Dios la eterna lum#re5. 9e entiende, entonces, que esta ara de piedra sea ala#ada en definiti'a como 4o#ra maestra5 de la -aturaleza. 3a+ al)unos elementos destaca#les.
Desde lue)o, el 4diálo)o
imponente5 cima(cielo, que recuerda el rol importantísimo que los indí)enas otor)aron a la montaña como lu)ar de tránsito hacia di'inidad, + que entre)a tam#ién la idea de permanencia + de poderío, expresadas en imá)enes como 4melodías del tiempo5 o 4)ermen de )i)antes5. Pero no slo ha+ esta 'isin que implica reconocer lo que se ha#ía reconocido hace si)los tam#ién ha+ la alusin científica (((4Del )énesis del mundo ella )uarda las pá)inas som#rías5((( que no alcanza a distraer el templo admirati'o con que se canta a la )randeza que 4exalta los sentidos5, muestra de la perfeccin de la creacin di'ina. ^ $a "eneracin de 7O>T es ampliamente conocida como Modernista.
86
Es difícil definir el Modernismo, pues se trata de 4un comple*o de si)nificaciones profundas.
Por una parte, una ideolo)ía fundada en el
positi'ismo + en el naturalismo +, por otra, la expresin, en literatura, de un sentido propio 6el anárquico idealismo8 de la existencia contemporánea5
6R<8
. Es
un mo'imiento que se tipifica en la li#ertad creadora, el sincretismo + el carácter polifacético, + en el que 4no slo coexisten di'ersas tendencias literarias
(((romanticismo,
parnaso, naturalismo,
sim#olismo,
a)onía
romántica(((, que, por esencia, son contradictorias, sino que tam#ién distintas formas del espíritu + encontradas épocas histricas. $a Francia del si)lo NV se hace una con la Francia del naturalismo + del positi'ismo. $a espiritualidad cristiana del romanticismo decimonnico se confunde con el pa)anismo de la "recia apolínea5, como ha señalado Mario =odrí)uez
6R8
.
Entre los moti'os dominantes del Modernismo está el elo)io de la patria, propicio al tratamiento de la cordillera, el que, una 'ez más, fue ma+oritariamente poético. El canto modernista a la mole omnipresente adquiri caracteres idealistas en $uis Aarros Méndez2 4/odo, todo en la montaña de aquella tierra #endita, desde el aire que la #aña hasta el a'e que la ha#ita, tantas #ellezas encierra como no ha+ en parte al)una!5 6En los #osques de mi tierra8, o tu'o ímpetu épico, #rillante, lleno de sonido + color, en Pedro &ntonio "onzález2 4&méricaY 9acude tus cien msculosY + desplie)a tus ímpetus más )randesY + ponte tu penacho de crepsculos
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+ +ér)uete de pie so#re los &ndes. 9u#e al más alto de tus altos montes a 'er flotar tu colosal silueta. !!!!!!!!!!!!!!!!.. Es tu+o el por'enir. /us cien orfeos arrancarán a tus más altas cimas, como una )ran le)in de Prometeos, los relámpa)os de oro de sus rimas.5 6:ccidentales, 8 /am#ién Julio Vicuña %ifuentes, desde la perspecti'a del a'e que tiene #a*o sus 4pies de altísima montaña secular5, 'io en 4! la cum#re áspera los tardos 'entisqueros se)uir su marcha ecuánime en la re)in del sud, + escuch de los átomos los ruidos a)oreros, cuando a rodar prepárase el 'esti)oso alud.5 6El canto del cndor8. ^ :tro poeta modernista, &u)usto Sinter, de* un día su plácido la)o Audi para se)uir, en 'ersos cadenciosos, el 'uelo de los cndores. Pero no todo fue #elleza2 los )randes pá*aros monteses #a*aron hasta la res muerta, al 4festín inmundo5 + el descenso no termin allí, pues Sinter compar aquello con la actitud de ciertos 4hom#res cndores5! En todo caso, es un poema hermoso, cu+o ritmo, e incluso su disposicin tipo)ráfica, nos lle'a a 'i'enciar el 'uelo circular + terri#le del )ran depredador2 4<i'os cndores,
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en raudo 'uelo ma*estoso, las altas cum#res de las montañas de*ando atrás!5 9in em#ar)o, más allá de la descripcin #ien lo)rada de este poema, queda en pie la característica naturalista de la denuncia de la in*usticia social2 esos hom#res(cndores, aparentemente )randes a la distancia, que se muestran en su 'erdadera dimensin cuando #a*an a la llanura2 4 'istos de cerca, 'oraces #uitres lle)an a ser.5 -o trepida el ha#lante, de*ando atrás nostál)icos cisnes + raudos cndores, en decir la 'erdad con 'oz firme2 4 1o los he 'isto por estas tierras, como el presa)io cierto + se)uro de una funesta calamidad, correr ansiosos tras de la presa, que es el sufra)io del po#re pue#lo que 'e #urlada su li#ertad.5 ^
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9amuel &. $illo #usc 4en la o#ser'acin de la naturaleza, principalmente, la fuente de las emociones que desea despertar en nosotros 6!8 +, a menudo, nos transportará allá, a los 'alles + a los oteros donde se o+e el #alido de la o'e*a extra'iada por la nie#la que, después de cu#rir el 'alle, trepa lentamente por las colinas a la montaña5
6RQ8
. Fue esencialmente un
paisa*ista de 4cuadros que aspiran a la ma)nificencia por el camino de la ma)nitud de las proporciones físicas5 6RR82 4Por so#re los cerros que se alzan en torno )uardián de tus olas, se +er)ue el :sorno, que 'e refle*arse su testa ne'ada en el claro espe*o de tu onda callada pensando en los tiempos que pasaron lue)o cuando, con las frentes nim#ada de fue)o, *unto con sus otros +a muertos hermanos, retem#lar hicieron montañas + llanos.5 6El la)o $lanquihue8. $a impresin de marcha triunfal, a lo Darío, + con todas las características modernistas, es ca#al en 4El paso de los &ndes5, composicin que rememora el suceso histrico, realizado, para el poeta, por 4! los nue'os Prometeos, los halcones redentores que, en )i)antes aleteos, 'an cruzando los para*es más a#ruptos + sal'a*es en que el hom#re ha puesto el pie.5 3a+ en este poema un canto de aliento poderoso + )randilocuente, diri)ido al *efe2 4conduce a los titanes orillando el pedestal de los 'olcanes5, hasta de*ar 4!tras de sí la sal'a*e cordillera que tenía
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toda'ía el sol antes de morir.5 Wna de las composiciones de 9amuel &. $illo más lo)radas en torno a nuestro tema, es 4$a epope+a de los cndores5, perteneciente Canciones de Arauco
6RT8
, poema que descri#e la forma en que se caza#an estas a'es de
nuestras montañas hasta el si)lo pasado, expresando en tono ma+or la rudeza + des)arramiento de tales escenas. Entre los 'arios aspectos descritos en este poema narrati'o (((cuasi epope+a, diríamos((( so#resale, otor)ando un clímax de horrendo dramatismo, la escena tremenda de la muerte del )ran cndor + del *o'en, quienes quedaron, antes enemi)os, 4estrechamiento unidos5, tendidos para siempre. Es la 'isin naturalista que muestra la dura realidad en toda su crudeza. En definiti'a, poema narrati'o interesante, de calidad mediana + al)o extenso, que pudo ha#er )anado en sencillez 'ale, en todo caso, además de su tono ma+or + de aciertos sonoros + 'isuales de 'arios de sus 'ersos, por la constancia detallada de un hecho frecuente + #rutal en nuestra cordillera hasta hace pocos años. =ecordemos que el asunto tocado por $illo impresion tam#ién a 'arios pintores + naturalistas, que dieron cuenta de él en diferentes )ra#ados de )ran 'alor descripti'o + artístico. ^ $a preocupacin de 9amuel &. $illo por los asuntos mapuches fue se)uida por &ntonio Aohrquez 9olar, quien en sus Laudatorias heroicas
6RO8
como elemento inte)rado a los acontecimientos humanos, cant a la cordillera2 4Fue parte ella tam#ién en la )randiosa epope+a de &rauco no domado.5 6$a cordillera de los &ndes8
,
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$os 'olcanes, especialmente, fueron testi)os, + podrían en el futuro ser parte acti'a se)n el poema, en la lucha2 4/olhuaca + $laima, Villarrica, &ntuco, ahí se alzan los 'olcanes tutelares, atala+as en la alta cordillera2 son los mismos que 'ieron las hazañas de los )loriosos e indoma#les toquis + si mañana nos mo'ieran )uerra ellos mismos alzaran sus incendios como #anderas ro*as que llamaran a remo'er la )loria de otros si)los.5 6$os 'olcanes8 3a+ intensidad + )randilocuencia en su canto. &sí, por e*emplo, en estos fra)mentos de 4$a cordillera de los &ndes5, que intentan, sin conse)uirlo ma+ormente, decir la esencia de la ma*estad de la montaña2 4Es una inmensa procesin de conos de prfido + de sílex + )ranito, que poseídos de no sé qué enconos intentan un asalto al infinito. 9us dorsos se retuercen como sierpes dolorosas, se a)rupan después, lue)o ca#elleras de trá)icas Euterpes so#re un tendido farelln remedan. 9us paredones de color de fue)o tienen cornisas de ne)ruzca la'a + por sus #ases el tur#in de un río sus contrafuertes sin cesar soca'a. /ras un peñn enorme otros peñones achaparrados 'an en lar)a fila diríase un re#año de leones que en la altura )ranítica desfila.
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!!!!!!!!!!!!!!!!.. ismos, cataratas + 'olcanes, inaccesi#les cum#res de la nie'e, ca#ezas de patriarca o de titanes, 'iolencias inauditas de la roca que en el 'acío sin temor se atre'e, tienen una atraccin mezcla de espanto que al más osado espíritu conmue'a. &l acaso tam#ién en un en)aste de dos #loques, se mira solitaria una tímida flor, como un contraste entre una imprecacin + una ple)aria. !!!!!!!!!!!!!!!! El &l#a sí es hermosa en esas cum#res + más hermoso el sol cuando se inicia con su esplendente ma*estad de lum#res2 en la encantada soledad entonces el #ullente raudal se hace de plata, los filos de las rocas son de #ronces + el sol en llu'ia de oro se desata! !!!!!!!!!!!!!!!!. Entonces sí que la )randeza tanta del paisa*e en la in)ente %ordillera al más alti'o corazn espanta en explosiones de #elleza fiera. Es entonces el hom#re qué pequeño en la ma)nificencia de esa hora, él que se cree de la tierra dueño, Entonces sí se piensa + se medita, porque en el hondo impenetra#le arcano ha+ una 'oz que con furor nos )rita2 el triunfo a tu 'i)or está le*ano.5
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&ntonio Arquez, al i)ual que otros hom#res de letras, no slo 'i'i a la som#ra tutelar de la cordillera andina, como todos los chilenos, sino que tu'o oportunidad de 'isitarla, como se e'idencia en al)unos 'ersos auto#io)ráficos del poema recién citado2 4Por sendas imposi#les, atre'ido, caracoleando entre esas arideces, a las más altas cum#res he su#ido con temor + ener)ía, +a dos 'eces.5 En consecuencia, era ine'ita#le que las montañas fueran presencia importante en su o#ra. ^ $os narradores de la "eneracin de 7O>T, a diferencia de los poetas, tu'ieron, al comienzo, un interés secundario por la naturaleza2 4en :rre)o $uco, 6!8 + no di)amos en Aaldomero $illo, el campo pasa a ser marco decorati'o5 6R>8
. $uis :rre)o $uco, en efecto, en el prlo)o a sus P+ginas americanas,
dice que 4el que las lee no encontrará ni descripciones de nuestras montañas ni de nuestras sel'as eso queda para los poetas + +o, des)raciadamente, no lo so+5 6T?8. 9in em#ar)o, en medio de sus escenas de la 'ida chilena, la montaña aparece en todas sus o#ras como teln de fondo, como ha señalado "raciela llanes2 4se nota que impresiona en forma especial al escritor la cordillera de los &ndes, cu#ierta en parte o totalmente por la nie'e. -o falta en nin)uno de sus cuadros + siempre la 'emos 4teñida de color 'ioleta, ne'ada en la punta, con toques nacarados, al#os enca*es + sua'es 'eladuras5
6T78
.
Aaldomero $illo, en cam#io, no toc para nada nuestro tema2 escritor realista, admirador del -aturalismo, tu'o otros intereses. 9lo en el cuento 4$as nie'es eternas5 aparece #re'emente la montaña, al narrarse la historia del ciclo de una )ota de a)ua desde que el sol la desprende de una roca cordillerana hasta que, con'ertida en nie'e, 'uel'e a las cum#res de donde
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partiera, concretando su ciclo natural +, paralelamente, dando 'ida a una hermosa metáfora moral +, en otro sentido, ecol)ica. ^ Federico "ana es +a al)o diferente. 4descu#ri el campo chileno.
Más poeta que cuentista,
%laro que antes de él otros ha#ían hecho
descripciones de la naturaleza. -adie in'enta en a#soluto nin)n )énero + los más ori)inales tienen precursores. Pero él dio la nota armoniosa + *usta, tu'o la emocin artística del paisa*e nacional + supo transmitirla dentro de la medida, cosa que no podría afirmarse de sus antecesores ni tendrán derecho a reclamar quienes lo han imitado después con exceso5
6T;8
.
En un cuento, al menos, "ana se adentr, %achapoal arri#a, en la precordillera ranca)ina2 4En las montañas5 6T<8. 3a+ en él el afecto entre dos seres humildes de la re)in2 4Despierto + oi)o 'oces. Es =e)ina, que ha#la con Pancho, porque es el más 'aliente + el más *o'en de los arrieros, porque en in'ierno desafía la nie'e de las altas cordilleras para traer la car)a de los metales, co)e nidos para re)alármelos + tam#ién porque ha 'isto leones + an se dice que ha cazado uno5 e'ocacin
del
paisa*e2
4$a
. 1 *unto al recuerdo de las personas, la
6T8
primera
nie'e
ha
comenzado
a
caer
silenciosamente2 el campo está #lanco + sin 'ida el río, des#ordado, #rilla, allá, a la distancia, con refle*os de co#re, + mientras ru)en sus a)uas em#ra'ecidas, sil#a el 'iento, + la noche parece en'ol'er en una som#ra azul + fne#re la muda extensin del 'alle5 6TQ8.
%iertamente no es el de "ana un paisa*e
desli)ado de los acontecimientos, sino relacionado en forma íntima con hechos + sentimientos personales2 el niño que recuerda + la #elleza + colorido del espacio recordado, el accidente + el sauce seco, el amor silencioso de =e)ina + Pancho impre)nado de cierta tristeza premonitoria + el otoño la muerte de Pancho + la noche. 3om#res + paisa*e, pues, enlazados, interdependientes. Este cuento de Federico "ana está en el inicio del alud cordillerano inconteni#le que cu#riría la narrati'a de las )eneraciones si)uientes. Falta#a slo el primer impulso, que lle) pronto, con la o#ra de %arlos 9il'a Vildsola.
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9il'a Vildsola, 4que se i#a a distin)uir como uno de los más importantes periodistas chilenos en la redaccin de diarios El Por'enir, El %hileno + El Mercurio, pas sus años de infancia en %hillán, lo que le dio ocasin de conocer las montañas 'ecinas en paseos de 'acaciones + en excursiones de aprendiz de turista. De allí naci su #re'e no'ela La %onta(a 67>OT8, aco)ida en la coleccin de El %hileno, que slo mu+ excepcionalmente pu#lica#a producciones nacionales5
6TR8
.
%arlos 9il'a Vildsola fue un enamorado de la cordillera2 ello se ad'ierte con claridad en la ntroduccin a La %onta(a, cu+o mismo título +a es a#solutamente decidor2
4!en sus empinadas montañas se estrellan + se
rompen las olas del mundo allí, donde todo es natural, donde la creacin está li#re toda'ía del sello profanador de la mano del nom#re, es más )rata la 'ida, se siente la presencia de Dios en la fuerza creadora que pre)onan sus o#ras + se ol'ida in'oluntariamente cuanto fuera de allí existe5
6TT8
.
En la no'ela mencionada, la historia de Felicia + `acarías es slo un pretexto para descri#ir, como lo indica el propio autor al concluir su o#ra, costum#re chilenas de la re)in andina2 4si la lectura no les deleit, culpa no fue mía sino su+a, + mu+ su+a, pues #uscaron accin e intri)a no'elesca donde tan slo se ofrecían 'istas de la Montaña5
6TO8
. %uadros costum#ristas, pues,
más que accin + entre ellos, so#resaliendo, 4$a %ruz de Ma+o5 + 43o)ar montañés5, además de 4$a feria de %hillán5, cu+o tema se ale*a de la cordillera, aunque no de su som#ra. $a atraccin que 9il'a Vildsola sentía por la zona montañosa del país, se ad'ierte, tam#ién, en al)unos de sus artículos periodísticos2 4/odo lo tenemos en ese territorio sin)ular 6!8 una cordillera no i)ualada por cadena al)una de montañas en el mundo ci'ilizado, ni por su altura, ni por la 'ariedad de sus paisa*es, ni mucho menos por la no'edad de sus encantos5 6T>8. 9o#re el particular, es di)no de mencin otro li#ro de 9il'a Vildsola2 En la nieve
6O?8
, relato de 'ia*e por la re)in de &ndermatt en los &lpes suizos
96
o#ra que, si #ien a*ena a nuestra cordillera, tiene un claro o#*eti'o en relacin a ella2 4Este li#ro es un simple diario de la 'ida en una aldea suiza, durante la estacin de los *ue)os so#re la nie'e + el hielo, que se conocen con el nom#re )enérico de 4sports de in'ierno5. -os ha parecido que podíamos hacer al)n #ien si lo)rá#amos inducir a nuestros compatriotas a iniciar estos sanos e*ercicios + las excursiones en las Mara'illosas Montañas 4que nos dio por #aluarte el 9eñor5. 6O78. &l terminar este relato, el escritor(periodista que está situando a la cordillera en primer plano como factor que determina al hom#re (((anticipo del mundono'ismo ad portas((( expresa2 4$a montaña nos )uarda en su re)azo como una madre, nos oculta cuitas que quedaron del otro lado + sonriéndonos con el 'ie*o rostro de sus rocas + la 'ir)en caricia de sus nie'es nos in'ita al ol'ido, el reposo + la esperanza
6O;8
.
En la ntroduccin a La %onta(a, además del entusiasmo de la descripcin, ca#e señalar el sím#olo que se esta#lece al inicio2 46la cordillera es8 colosal )radería en la que cada escaln una cadena más escarpada + alta que la anterior5. %iertamente, la realidad de la )ran dorsal oro)ráfica coincide con lo dicho. 9in em#ar)o, la idea de la montaña(escala adquiere de inmediato el sim#olismo del camino hacia lo alto, de la ele'acin 'ertical que llama a su#ir (a escalar( hacia la trascendencia. $os ad*eti'os mismos que modifican a la pala#ra 4cadena5 (((escarpada + alta(((, aportan, sin duda, a su#ra+ar el sentido profundo de tal connotacin. Es, pues, el mismo sím#olo empleado por el poeta José &ntonio 9offia ((((4escalas de los cielos5(((, pero ma+ormente explicitado. De#e resaltarse, tam#ién, la expresin de la impotencia expresi'a que se lamenta frente al espectáculo montañés. XUué decidor resulta lo dichoY2 41o quisiera tener en mi po#re paleta los tonos más ricos, los más 'arios matices, las más sua'es modulaciones del iris, para copiar!5 Más allá del amor que empapa la expresin de 9il'a Vildsola + de la fluidez + precisin de sus pala#ras, so#resale la explícita declaracin de su imposi#ilidad de decir lo que ha#ría que decir. Wna 'ez más, en consecuencia, lo inefa#le de la esencia de la montaña + el reconocimiento de la limitacin a#soluta del escritor para expresar dicha esencia.
97
^ 3u#o un ltimo escritor de esta )eneracin que u#ic una de sus creaciones en los &ndes australes2 &l#erto Ed[ards. En su cuento 4$a luz en el monte5, el narrador relata su inter'encin en la asom#rosa historia ocurrida a Enrique Manzano + =osa Valdi'ieso en 4los #años de "uada'a, modesto + casi i)norado esta#lecimiento termal perdido en los más recndito + enmarañado de las sel'as que cu#ren las faldas de los &ndes del alto %autín5 6O<8. Es 'erdad que el interés del cuento se centra en el suspenso ar)umental, pero no lo es menos que ello slo es posi#le )racias al am#iente de misterio + supersticin que emana de las montañas sureñas. En todo caso, ha+ lu)ar en relato para el sentimiento de la naturaleza2 4& medida que nos acercá#amos a la cordillera, el aire se hizo más sutil, los #osques, humedecidos por una llu'ia reciente, presentaron tonos más 'i'os + animados. =espiré con ansia el soplo fresco de los &ndes, una de cu+as cum#res, cu#ierta de nie'es, apareci un instante entre dos ro#les colosales5
6O8
. ^
9intetizando2 en la )eneracin modernista, nuestro tema se dio con cierta profusin en los poetas, los que, si #ien eran de cate)oría menor, superaron los, al decir de Mario =odrí)uez, 4#al#uceos decimonnicos5 6OQ8, preludiando el ascenso 'erti)inoso que experimentaría la lírica nacional en la )eneracin si)uiente +, entre los narradores, el tema apareci con "ana, adquiriendo en 9il'a Vildsola el impulso que en adelante no se detendría. ^ El alud cordillerano se produ*o en la tercera )eneracin de la sensi#ilidad naturalista, denominada "eneracin de 7>7; o Mundono'ista, se)n el término acuñado por Francisco %ontreras en su 4Proemio5 a El pue,lo maravilloso 6OR8.
98
Para los mundono'istas, el aspecto dominante 4es la representacin cíclica de la 'ida del país con el afán de fi*ar sus particularidades típicas hasta inte)rar una 'asta ima)en de totalidad5
6OT8
.
9e trata de alcanzar lo
trascendente a partir de lo propio, como lo expres Mariano $atorre2 4&hondar en el rincn es la nica manera de ser entendido por el mundo. $iterariamente, la aldea #ien descrita es la conquista de lo uni'ersal. Wna ca#aña puede contener el mundo5 6OO8. Este pro)rama literario ponía, naturalmente, en primerísimo plano el paisa*e, en concordancia con uno de los fundamentos ideol)icos más notorios del -aturalismo el determinismo de 3iplito /aine 2 4$o importante es que con estas no'elas nos encontramos con un tipo de o#ras de estructura espacial de auténtica no'edad, pues en las no'elas anteriores el espacio fue siempre representado como sociedad determinada o como sector humano. 1 aunque la representacin social fue de ordinario la de una sociedad comprendida como naturaleza, no hu#o paisa*e como espacio fundamental. &hora, se conoce el espacio como un factor determinante que e*erce su accin so#re todos los rdenes de la realidad mediante un misterioso poder que atrae a la cualidad de la naturaleza + del paisa*e particular de que se trate todo lo que anima en él 6!8 es el paisa*e mismo, demonizado + todopoderoso, el que comunica a los hom#res la condicin de las #estias + del mundo natural incorporándolos al reino de la 'iolencia5
6O>8
. 6$a cita anterior, referida a la no'ela, es sin duda
'álida para los demás )éneros durante el período8. 9i #ien todos los escritores mundono'istas )iraron en torno a la -aturaleza, la montaña andina fue a#ordada, una 'ez más, especialmente por los poetas. 9in em#ar)o, tam#ién al)unos narradores hicieron aportes so#re el particular, so#resaliendo Cuna de c#ndores de Mariano $atorre, primer con*unto de cuentos de nuestra literatura dedicado ínte)ramente a decir los &ndes. ^ $a o#ra poética de la )eneracin de 7>7; en torno a nuestro tema, fue a#ierta por Die)o Du#lé Wrrutia, quien aunque en sus li#ros, especialmente en
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*el mar a la monta(a , cant la oro)rafía 'erde de la cordillera de la costa
(((casi siempre -ahuel#uta(((, manifest tam#ién en al)unos 'ersos su sentimiento hacia el macizo andino2 41o amo esas tierras como adoro al &nde porque es di)no de amarse lo que es )rande.5 6$a /ierra8. Destaca en este sentido su poema 49el'a Patria5, del que emer)e la mitificacin del héroe mapuche transfi)urado en el paroxismo 'olcánico2 4X9ueño, pasaY X/repa, menteY -o te pares en la falda de la montaña ru)iente de*a la sel'a a tu espalda huella riscos, Xsu#eY Xsu#eY alcanza la enorme tea! +a flota la ardiente nu#e, +a el cráter relampa)uea, +a del 'olcán sofrenado re'ienta la inmensa 'oz2 X)ran /oqui, +a te han 'en)adoY X%aupolicán, +a eres dios!Y /al, Xoh MontañaY el )ran día de tu )ran si)lo!5 ^ /omás de la Aarra, poeta menor, dedic tam#ién una composicin 4a los &ndes5( a cantar al)unos aspectos de la, en sus pala#ras, 4hermosa cordillera5. Del mismo modo, Francisco %ontreras, que descri#i la cordillera de la costa en La montagne ensorcel!e
6>?8
, inclu+ en sus poemas, al pasar,
al)unas o#ser'aciones que relacionan la mole andina con su infancia, como determinante telrico2
100
4&mo la montaña eterna, que hacia los cielos se exalta2 a su som#ra mi alma tierna aprendi a ser firme + alta.5 6$una de mi patria8. ^ Diferente es el caso de Jor)e "onzález Aastías, de quien Jernimo $a)os $. ha dicho2 4ama fer'orosamente a su tierra, se enciende + se transmuta en la armonía de su 'oz. 9e asoma hasta a su fisonomía. $le)áos a él + ad'ertiréis en su rostro la sonrisa ancha + aco)edora de la montaña que os in'ita a su#ir, a respirar aire puro, a #e#er en las claras cisternas5
6>78
. 1a no
ha+ el simple 'erso suelto, sino poemas enteros que tocan el tema. 1 +a no ha+ simple descripcin sencilla + diáfana de al)o que ha lle)ado mu+ adentro.5 El propio poeta, en 4:frenda5, dedica su o#ra al montañés2 4&l que 'i'e en la montaña !!!!!!!!!!!! &l que sufre soledad en la cordillera hostil, !!!!!!!!!!!! Para ellos mi cancin.5 En "onzález Aastías, la montaña, + la -aturaleza toda, *ue)a un rol más que determinante2 4su ideal sería el 'erso del silencio, su)erido por la emocin impondera#le. Persi)ue lo alado, lo tenue, la le'e msica empapada en la luz des'aída de la tarde, reminiscencia del sol, presentimiento de estrella. 1 ante lo inalcanza#le, opta por confundirse con la naturaleza5
6>;8
$a fusin #rota espontánea en 4Viento de la montaña5, con expresin simple, ale*ada del modernismo de sus primeros poemas2
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4Viento de la montaña, qué sutiles cadencias en tu canto profundoY $os ár#oles suspiran en tu que*a, + los pá*aros + la +er#a menuda. &l rimar las corrientes un mensa*e amoroso del océano entre)as. Viento de la montañaY esta noche conti)o quiero ir a 'a)ar por las ásperas sierras, por los 'alles fecundos, por las nie'es azules ser eco en la hondona, ser )emido en los #osques, ser 'apor en las nu#es. 1 si me de*as solo, ser #andera de luna o fu)az llama de oro.5 3a+ aquí más que acercamiento. 9e podría +a ha#lar de #squeda, de deseo de encuentro amoroso. $a actitud apostrfica del ha#lante, desde el inicio, manifiesta la competencia con un elemento 'i'ificador, el 'iento, que, además, es sutil, cadencioso, sonoro + profundo. En él están la armonía + la plenitud, que 'an despertándolo todo2 los ár#oles suspiran, los pá*aros suspiran, la +er#a menuda suspira, las a)uas (((corrientes, 'itales, por
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supuesto((( se rizan, que es otra forma de suspirar + estremecerse. De ahí la 'ehemencia del deseo que se expresa a partir de la cuarta estrofa2 4esta noche conti)o quiero ir a 'a)ar5. Pareciera que la intimidad que aporta el momento ele)ido (((noche((( + la prolon)acin del 4conti)o5 en el enca#ezamiento del 'erso, más la se)uridad del 4quiere5 frente a ese 4ir a 'a)ar5 (((su#ra+ada por la 'a)uedad del o#*eto del querer(((, hace más fuerte el deseo que se expresa. 3a+ ur)encia en la #squeda de una realidad distinta + total2 ásperas sierras, 'alles fecundos, nie'es azules. /al 'ez en el ltimo ad*eti'o esté condensada la totalidad de lo que se #usca, por cuanto el azul es color que sim#oliza la ensoñacin, lo alto + lo #ueno. Pero el ha#lante no se detiene allí. Uuiere más toda'ía2 4ser eco en la hondada, ser )emido en los #osques, ser 'apor en las nu#es5. Uuiere encontrar + fundirse con lo hallado. Pero tampoco es suficiente, pues ser eco, )emido o 'apor, es an permanecer en los ni'eles de la realidad física. Por eso el poema conclu+e hermosamente que incluso la compañía del 'iento, cuando se ha+a encontrado lo que se #usca, limitará tal encuentro. 9erá me*or estar slo, para trascender (((4en las lunas de la locura5, diría "a#riela Mistral((( a los estados del alma que el espacio montañés es capaz de producir2 4ser #andera de luna o fu)az llama de oro5. 4Mirando la montaña me siento fuerte. %reo que so+ compacta roca que se ha incrustado en ella en los flancos o#scuros o en la al#a cima, 'eo el eterno adorar de la flor + la estrella. -o sé cuál es mi norte. 9o+ roca redi'i'a + ár#ol + arro+o, onda de mar + 'iento, #ruma, ra+o de sol... $a muerte o#sedente se esqui'a + 'an conmi)o el lirio, la quimera + la espuma.5 9e ad'ierte tam#ién en estos poemas la íntima relacin naturaleza(hom#re + la poesía in)enua + mara'illosa de las conse*as + supersticiones cordilleranas2
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4%aso las dos ancianas #uscan la humilde choza con in)enuo temor a los ruidos le*anos2 'en al ár#ol, la roca, la serranía um#rosa tomar formas humanas + le'antar las manosY5 6Diálo)os montañeses8. Es cierto que "onzález Aastías cant fundamentalmente a las 4tierras po#res5 del Maule, pero, sin duda, cada 'ez que su pala#ra di*o la mole andina, lo)r transfi)urar delicadamente, con aca#ado lirismo, realidades + su)erencias, percepciones + sueños. ^ &ntonio :rre)o Aarros fue otro de los poetas mundono'istas que enfoc el tema en su o#ra. Mu+ cele#rado en su hora por la crítica, en la se)unda seccin de Alma chilena
6><8
, su#titulada 4/ristezas del monte5, inclu+ 'arias
composiciones cu+a particularidad es la *er)a montañesa utilizada2 4Jué allá arri#a el monte onde o+í este cuento la mesmita noche e toas las ánimas, mientras nos llo'ía que da#a un contento. Está#amos toos a#a*o unos riscos #ien acurrucaos, entro de un u*ero, sin hacer más cosa que de cuando en cuando echar una rama paI a'i'ar el *ue)o.5 6$a ne'azn8 :rre)o, en poemas narrati'os, nos descri#i la 'ida del hom#re cordillerano con todas sus penas + ale)rías, en un escenario determinante, a tra'és de escenas casi siempre so#reco)edoras. Es sin)ularmente emoti'o 4El nío del á)uila5, drama de %andelaria + /omás, quien muere al tratar de rescatar el
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corderito re)aln de aquélla, que ha#ía sido arre#atado por un depredador. E i)ualmente re'elador en cuanto a nuestra temática, es 4E la cordillera5, que canta nostál)icamente al lu)ar feliz2 4XUué ale)re es la 'ía e la cordillera, al meno en los días e la prima'eraY Mi paire era el dueño e toa la nie'era e la mina e co#re + e la cantera, + e la que#ráa e la lastimista, queran unos riscos onde nadie ha#ita. Uue en londe tenía ranchos e 'aqueros + un corral a un lao pa )uardar terneros. ................................ Uue 'ía tan )ena cuando éramos niños, X+a no ha+ desos )oces ni desos cariñosY ................................ X1 pensar que aquello too está pasaoY X1 pensar que aquello too está perdío, que +a la #andáa toa se ha 'olao + que +a no quea ni siquiera el níoY 'endimos las tierras, 'endimos la mina, + toos re tristes
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nos *uimos asina. 9e)uimos la 'ía #ien desamparados, unos por los riscos, otros por los praos, + toos pensando en lo )eno quera esa 'ía ale)re e la cordilleraY5 ^ $uis Felipe %ontardo, a pesar de la le*anía espacial, no lo)r sustraerse al recuerdo cordillerano2 en talia escri#i 4El á)uila5, poema que, incorporando a Cantos del camino
6>8
, trasunta tanta admiracin por el a'e rapaz como por su
há#itat2 4 XDe cerca humanos nunca te 'ieronY amas las cimas ne)ras de los 'olcanes, + ha#itas los #arrancos que sacudieron con sus hom#ros de fue)o los huracanes. %uando, #arriendo nie#las en las fra)osas sierras, el sol que triunfa las crestas #aña, de la cum#re en el a)rio peñn te posas como sal'a*e reina de la montañaY5 3a+, tam#ién, descripcin paisa*ística e íntima relacin hom#re(naturaleza en su poema narrati'o 4Flor del monte5
6>Q8
2
4 3a caído en las montañas mucha nie'e2 entre #rumas el sol apenas #rilla so#re el 'alle aterido...5
106
1 poco más. ^ -o podía faltar el tema cordillerano en la copiosa produccin de Víctor Domin)o 9il'a.
En Aún no se ha puesto el sol 6>R8, inclu+ una hermosa
composicin (((4En la montaña5((( que, en diecisiete 'ersos, en)lo#a lo )randioso + a la 'ez íntimo del sentimiento que #rota de la contemplacin del atardecer montañés. Es nota#le la perspecti'a con que se aprehende el instante2 la inmensidad cordillerana humanizada al refle*arse en la quietud de una poza de a)ua2 4 Fascinacin de la tarde en mitad de la montaña, se 'a el sol, la nie'e arde.
$a ne#lina se arre#ola enredada en la espadaña que tremola. Xnmenso, nico, el instanteY BDe quién, de dnde el con*uroC %ada risco es un diamante, cada picacho una fra)ua, + tiem#la un haz de oro puro so#re el cristal 'erde o#scuro del a)ua... Xdel a)ua quiera + dormida que en su espe*o nos da nítido el refle*o de otra montaña in'ertidaY5 Más allá de la delicadeza con que el ha#lante une lo )rande a lo pequeño ((((ne#lina enredada en la españada((( o de lo preciso de la descripcin de la
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ltima coloracin del sol (((la nie'e arde, cada picacho una fra)ua(((, importa aquí el sentido del ltimo 'erso. Es cierto que el refle*o de la montaña en el espe*o de a)ua quieta + dormida produce la ima)en de 4otra montaña in'ertida5.
Ello nos hace e'ocar de inmediato una ima)en anti)ua de la
montaña, relacionada con el ár#ol + con la relacin cielo de los dioses(suelo de los hom#res. &l i)ual que el ár#ol se sustenta + sostiene en sus raíces, la cum#re de la montaña equi'ale a ellas, que se hunden en el cielo, para o#tener de allí, + traer a los hom#res, el alimento espiritual que esparcirá su amplia #ase (((el folla*e del ár#ol(((, que se extiende hacia el horizonte, a#arcándolo todo. $a montaña(ár#ol, la cum#re(raíz, la #ase(rama*e... 'ie*as imá)enes que una montaña in'ertida que se refle*a en las a)uas del poema de 9il'a reproducen con precisin. ^ &ntes de pasar a los dos )randes poetas mundono'istas, de#emos recordar a otros, menores, que en su o#ra se detu'ieron en la montaña. Jernimo $a)os $is#oa nos de*o el soneto 4En la cordillera5
6>T8
, cu+os
terceros ha#lan del fenmeno conocido como 4nie'e penitente52 41 allá arri#a, *unto al cielo, son mon*es en oracin los montículos de hielo que con llanto de emocin 'an formando el arro+uelo que fecunda el cañadn.5 )nacio Verdu)o %a'ada, en 4Wn camino en la montaña5
6>O8
di*o en tono
menor el sentimiento personal + reco)ido que despierta un elemento comn + simple de la cordillera2 el sendero2 43a+ un sendero en la montaña
108
que tiene cien años de ol'ido #a*o la red de la maraña el caminito está dormido. 9u soledad es tan ama#le que slo cruza por su anchura, como un color inaca#a#le, un tenue hilito de a)ua pura...5 ^ 1 de pronto aparece Pedro Prado, primero en el tiempo de nuestros )randes poetas. Prado se refiri en más de una ocasin a la cordillera. En La reina de Rapa Nui/ culpa a la montaña de la 'ocacin marítima de los chilenos2 4$a cordillera
nos empu*a al mar, + si la contemplamos a la distancia, azul + empenachada de nie'e, nos parece una ola )i)ante floreciendo su espuma + si trepamos por ella 'emos, en los días claros, un océano inmenso5
6>>8
. En otra oportunidad,
refiriéndose a la superficie econmicamente til del %hile, cu+a masa oro)ráfica tiene tanto mineral en sus entrañas, decía que 4ha+ que medir el país desdo#lando los plie)ues de la %ordillera5
.
67??8
Pero es en Alsino, denominado 4poema no'elesco5 por su autor en la primera edicin, donde la -aturaleza *ue)a un rol preponderante, cuando el poeta 4lumina sus paisa*es de la montaña + de la costa con una no#le 'isin panteísta5
67?78
. En efecto, &lsino, el *o'en alado de sensi#ilidad superior, ha
sufrido + amado en las re)iones costeras del Mataquito, 'i'iendo la -aturaleza ama#le e identificándose con ella. Pero, muerta i)ail, su )ran amor, la necesidad de desli)arse cada 'ez más de la 'ida de los hom#res en #usca de una superacin total, lo lle'a sim#licamente a la soledad de la cordillera2 4& ese rancho misera#le, an más empequeñecido por estar en medio de aquellas moles a#rumadoras, coronadas de nie'es + de rocas, 'ino a dar &lsino5
67?;8
.
%ada 'ez, desde ese momento, ha+ ma+or comunin entre él + la -aturaleza. ncluso la ce)uera contri#u+e a separarlo de lo simplemente humano.
El
am#iente ascético inherente a la montaña lo con'ierte en un ser inte)rado de
109
tal modo al uni'erso que es capaz de ha#lar con las a'es, los arro+os, las rocas. Pero ello no es suficiente. $a tensin espiritual exi)e an más + la necesidad de lo imposi#le, de 4lle)ar hasta cum#re ltima del cielo5
67?<8
, lo lle'a
al 'uelo final, en que será con'ertido en cenizas que, 4deshechas hasta lo insoporta#le, hace +a lar)o tiempo que han quedado, para siempre, fundidas en el aire in'isi#le + 'a)a#undo5 67?8. El sím#olo es claro2 en este camino de perfeccin, la cordillera es el lu)ar sa)rado donde se produce el encuentro entre un mortal pri'ile)iado + Dios. Prado, por ser )ran poeta, perci#e la esencia cordillerana + pu)na por expresarla a tra'és de recursos sensoriales, especialmente 'isuales + olfati'os, + de ad*eti'aciones delicadas + creadoras. En los fra)mentos de &lsino que tocan la montaña, las pala#ras la recrean de tal modo que el lector la 'e, la siente, queda inmerso en ella. $a cordillera está aquí2 4El día fue ardiente + hmedo. &lar)adas + espesas nu#es azuladas se ciernen so#re el amarillento + pálido cielo del ocaso. "ra'itando inm'iles + extrañas, se aureolan de un ful)or cárdeno + oro cada 'ez más mortecino. El aire está extraordinariamente límpido + quieto, + todo él saturado, hasta la sociedad, del )raso + ti#io olor de las ho*as maduras que fermentan, + de la tierra hmeda que pudre los despo*os del #osque. 4&l oriente, más allá del an)osto 'alle, por so#re otros cerros, se +er)ue la 'isin de las cordilleras ne'adas. $as altas cum#res están en som#ras. $a nie'e en ellas, es de un #lanco 'erdoso, pálido + sutil. El in'isi#le sol poniente #aña, de la inmensa mole andina, slo la #ase de las laderas a#ruptas que arden en un ro*o carmesí, acusando en ras)os netos, de un contraste 'iolento, las caprichosas que#radas llenas de profundas som#ras 'ioletas.
$entos
su#en hacia lo alto los ra+os del sol. $as nie'es se encienden, + mientras por la #ase de las montañas con cendales de #ruma, trepa, azul, la noche, a esa hora todos los 'alles de %hile se iluminan lentos con el resplandor de la altas
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nie'es le*anas. Es una luz rosa, sua'e e incierta, como la primera que flu+e, dé#il, de las lámparas encendidas del crepsculo. 4$as cordilleras lentamente se apa)an.
"rises, parecen an más
le*anas. Detrás de ellas, con una sua'idad inenarra#le, en marea a'asalladora, la noche asciende con sus a)uas sutiles, de un inefa#le 'erde azul, pleno de quietud + transparencia. 41a han nacido + #rillan innumera#les estrellas. 4En el aire la'ado por la llu'ia, hasta a los astros más pequeños se les distin)ue con claridad. /odos resplandecen nítidos. Parece que a esa noche la alum#rara un nmero do#lemente infinito de mundos desconocidos5. XUué duda ca#eY2 es la montaña toda, haciendo su ma*estad de simpleza + de instantes su infinitud. %asi lo mismo, + no podía ser de otra manera, ocurre cada 'ez que Prado transfi)ura poéticamente la cordillera en fra)mentos de &lsino2 4&llí donde el río Plomo reci#e el a)ua de las que#radas de $as 9iete $a)unas, en esa an)osta a#ra de cordillera cerca de las minas de Maltusado + del portillo del mismo nom#re, paso solitario por el que slo cruzan los contra#andistas de )anado ar)entino no le*os de las primeras nie'es + en lo alto de la nica loma que, un año sí + el otro no, ostenta una pequeña sementera de tri)o, entre unos durazneros torcidos + un saco frondoso, ha+ un rancho de piedras techada de ramas + de latas 'ie*as. 4En la sementera, las cañas del rastro*o asoman entre la tierra amarilla como la #ar#a de ocho días. &n no caen las primeras llu'ias + las nie'es si)uen altas. 43acia el ta*o por donde corre el =einoso ha+ unos maitenes. En las frías mañanas, cuando la nie#la, como un aliento de frío, su#e + espesa, + 'a
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ocultando las serranías de la otra orilla, aquellos ár#oles solitarios se llenan de una trá)ica melancolía, porque parecen arrai)ar en el extremo ltimo de la tierra, al #orde del )ran a#ismo. 1 quien a esa hora así los contempla + así los siente, 'e cmo ese a)reste + remoto rincn cordillerano, firma de rocas + de su silueta alti'a, a'anza contra la nie#la insonda#le como si fuera la proa misma de la tierra. El río, a#a*o, ol'idado, despeñándose, truena. &l oír su 'oz + sentir el 'iento que se le'anta, slo se piensa en el ras)uido de in'isi#les olas desconocidas.5 ^ "ran nom#radota, la llam de cien maneras felices2 4Madre +acente5, 4Jadeadota del `odíaco5, 4&rca tendida de la &lianza5! "ran 'ia*era, la lle' por todas los caminos (((tiempo, espacio((( en su corazn2 4En montañas me crié con tres docenas alzadas. Parece que nunca, nunca, aunque me escuche la marcha, las perdí, ni cuando es día ni cuando es noche estrellada, + aunque me 'ea en las fuentes la ca#ellera ne'ada, las de*é ni me de*aron como a hi*a trascordada. 1 aunque me di)an el mote de ausente + de rene)ada, me las tu'e + me las ten)o toda'ía, toda'ía, + me si)ue su mirada.567?Q8
112
3a#lar de la cordillera de los &ndes en nuestras letras es ha#lar de "a#riela Mistral2 una mu*er empapándose en la #elleza al#a e in)ente + mil montañas impre)nando una )ran o#ra poética. &sí lo entendi Dámaso &lonso2 4&ndes #lancos, un 'alle con luna2 "a#riela Mistral.5 67?R8 &sí, 9a#at Escart+2 4/, "a#riela Profunda, mu*er de cordilleras.5 67?T8 &sí, tam#ién, &lfonso =e+es2 4Montañosa + profunda como los #arrancos + las arru)as )raníticas de los &ndes se'era + solitaria en sus alturas de nie'e, mansa + *u)uetona en los deshielos que #añan con su caricia las risueñas laderas!5 67?O8. 1 así todos cuantos han escrito so#re nuestra principal poetisa. Es e'idente. $a propia "a#riela lo declar a &lfonso =e+es2 4Eso de ha#erse rozado en la infancia con las rocas es al)o mu+ trascendental5
67?>8
. :,
más íntimamente, en carta a Manuel Ma)allanes Moure2 4$a montaña me lo da todo. Me ele'a el alma inmensamente, me aplaca + me 'i'ifica5
677?8
.
$a 'i'encia inicial, en efecto, nunca se a)ost. Por lo demás, la poetisa cuida#a de explicitar el sentir cada 'ez que sus 'ia*es la lle'a#an a tierras llanas2 4Más t, la andina, la de )reña oscura, mi %ordillera, la Judith tremenda, hiciste mi alma cual la zarpa dura + la empapaste en tu san)rienta 'enda.
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1 +o te lle'o cual tu criatura, te lle'o aquí en mi corazn ta*eado, que me crié en tus pechos de amar)ura, X+ derramé mi 'ida en tus costadosY5 67778.
El tema de la cordillera en "a#riela Mistral es importante + amplio. Por lo pronto, salta a la 'ista la cantidad de poemas dedicados a la montaña, repartidos en todos sus li#ros, + la importancia fundamental de al)unos de ellos.
Para confirmar lo ase'erado, #astaría recordar 4%ordillera5, el más
nuestro de los 43imnos &mericanos5, una de las cum#res de la produccin mistraliana +, por ende, de la lírica hispanoamericana + *unto a él, composiciones como 4Montañas mías5, 4Monte &conca)ua5, 4-oche andina5, 4Volcán de Villarrica5, 4%ordillera5 (((no el 3imno +a mencionado, sino el de Poema de Chile(((, 4$a montaña de noche5, 4El xtlazihuatl5 o 4Volcán :sorno5 +
otras, que muestran la ca#al importancia que la poetisa otor)a#a al referente + hasta qué punto el 4ma+oral de los &ndes5, como lo denomin en 4$a ruta5, fue transfi)urado en alta poesía una + otra 'ez. -otoria es, tam#ién, la cantidad de 'ersos alusi'os al asunto que aparecen con frecuencia, en calidad de símiles, recuerdos o e*emplos, en diferentes poemas en apariencia ale*ados del )ran tema2 se podrían citar más de no'enta, correspondientes a otras tantas composiciones. 3e aquí al)unos2 4te si)o por las montañas5 64Dios lo quiere58 4+, comprendiendo, el monte que de piedras for*aste llorará por los párpados #lancos de sus ne'eras5 64El rue)o58. 4me han dado esta montaña má)ica5 649erenidad58. 4la noche acecha en la sierra5 64$a llu'ia lenta58. 4al pie de los montes5 64El cerco luminoso58. 4 los 'olcanes de )ran cer'iz5 64$a ca*ita de :linalá58. 4con la montaña se dormía5 64-octurno de José &suncin58. 4de ser el cerro soledad entera5 64-octurno de descendimiento58.
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4ceñido de cien montañas o de más5 64/odas í#amos a ser reinas8. 4cuando sueño la %ordillera^ 64%osas58. 4allá en un claro de mi %ordillera5 64=ecado de nacimiento para
%hile58 4del cactus de la montaña5 64$a otra58. 4 fra)ancias cerro a cerro5 64$a fer'orosa58. 4 parece mi %ordillera5 64$a piedra de Parahi#una58. 4 #a*ando la serranía5 64Vertiente58. 4 en el aire de los &ndes5 64-oel indio58. 4perdí cordilleras5 64País de la ausencia58.5
Etcétera.
Wna tercera constatacin es el dominio que la poetisa tiene del tema + la pasin con que lo expresa, comul)ando con él, haciéndose una con la montada en un panteísmo que anula los límites de lo real + lo irreal2 4X%arne de piedra de la &mérica, halalí de piedras rosadas, sueño de piedra que soñamos, piedras del mundo pastoreados enderezarse de las piedras para *untarse con sus almasY XEn el cerco del 'alle del Elqui, entre la luna de fantasma, no sa#emos si somos hom#res o somos peñas arro#adasY5 6De 4%ordillera58 69in em#ar)o, "a#riela, con humildad ante la )ran tarea expresi'a, escri#i en nota a 4%ordillera52 49uele echarse de menos, cuando se mira a los monumentos indí)enas o a la %ordillera, una 'oz entera que ten)a el 'alor de alle)arse a esos materiales formida#les! 1o sé mu+ #ien que do+ un puro #al#uceo del asunto!58
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&l tomar el tema cordillerano, la poetisa no se limita, como se ha#ía hecho con frecuencia con anterioridad, a usarlo descripti'amente.
Para ella, la
montaña, más que paisa*e, es un ser que se enfrenta, o a 'eces se mezcla, en clara tendencia 'an)uardista, con la propia alma2 4$a hora de la tarde, la que pone su san)re en las montañas. &l)uien en esta hora está sufriendo una pierde, an)ustiada, en este atardecer el solo pecho contra el cual estrecha#a. 3a+ al)n corazn en donde mo*a la tarde aquella cima ensan)rentada. El 'alle +a está en som#ra + se llena de calma. Pero mira de lo hondo que se enciende de ro*ez la montaña. 1o me pon)o a cantar siempre a esta hora mi in'aria#le cancin atri#ulada. B9eré +o la que #año la cum#re de escarlataC $le'o a mi corazn la mano, + siento que mi costado mana.5 6%ima8 %oncordamos con la opinin de Fernando &le)ría cuando expresa que la Mistral 4! no ha#l de paisa*es, sino de aquello en que se transformaron esos paisa*es a tra'és de la lenta maduracin de su exilio5
677;8
. En efecto, en su
o#ra se da permanentemente la interpretacin profunda de la montaña como
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lu)ar sa)rado2 4$a cordillera es 'ista como di'inidad, reno'ando los 'ie*os mitos telricos indí)enas, + no simplemente como un )i)antesco fenmeno oro)ráfico o de relie'e. 9e producirá entonces, por la 'ía poética, una desrealizacin de sus contornos o#*eti'os para adquirir otros en que el principio de seme*anza hará posi#le su representacin en una ima)en arquetípica2 /ellus Mater, la /ierra Madre5 677<8. &sí, por supuesto, en 4%ordillera5 (((4la montaña madre, la pro)enitora + sostenedora, la que resuel'e en su seno la contradiccin humana 6!8 madre de piedra + de ternura, del pasado + de la esperanza5, ha indicado 3u)o Montes
6778
((( + en tantos otros poemas, incluso en al)unos
aparentemente infantiles como 4=onda de la paz5, en el que el monte, ele'acin física + sim#lica, es el lu)ar de encuentro + de reconciliacin, de paz ca#al + definiti'a. En *esolaci#n/ entre los poemas a)rupados #a*o el su#título 4-aturaleza5 (((nu#es + ár#oles, montes + estrellas, pero tam#ién tristeza + su#*eti'idad esencial(((, ha+ uno que muestra hasta qué punto el mundo montañés pierde su carácter de simple escenario para asumir el rol de actor fundamental2 4$a montaña de noche5. En dicho poema se ad'ierte, desde el primer 'erso, el pleno conocimiento que la poetisa tiene del espacio cordillerano. Uuien ha+a 'isto al)una 'ez, por e*emplo, el #rillo tétrico de un campo de nie'e #a*o las estrellas, notará de inmediato la *usteza de expresiones como ésta2 4la esmaltadura de la nie'e adquiere en la tinie#la un ara#esco a'ieso.5 9e descu#re lue)o una identificacin total, un ponerse en lu)ar de, entre la ha#lante + el hom#re elemental e in)enuo que ha#ita, aunque sea en forma accidental, esos lu)ares2 4el espanto se sienta entre nosotros !!!!!!!!!!!!!!!! + otro fra)or su#e
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de los medrosos pechos de nosotros.5 Miedo, miedo ancestral que paraliza el alma, de#ido en parte al espacio so#reco)edor, de 4a'alancha de ne'eras5, + en parte a la supersticin, nacida de al)una extraña, pero real experiencia. Miedo +a anunciado en el a)ero2 4que la tarde que#r un 'aso de san)re so#re el ocaso, + es señal artera.5 &parecen pronto las alusiones a las le+endas + mitos que pue#lan nuestros &ndes, llenando de temor sus noches2 4dicen que los pinares en la noche de*an su éxtasis ne)ro, + a una extraña, si)ilosa señal, su muchedum#re se mue'e, tarda, so#re la montaña.5 Más toda'ía2 4dicen que en las cimeras apretadas de la prxima sierra ha+ alimañas que el 'alle no conoce.5 : esta otra situacin que, al i)ual que las anteriores, fi)ura en las creencias no slo de nuestros montañeses, sino tam#ién en las de muchos pue#los alpestres del mundo2 4 !acaso los muertos que de*aron por impuros las ciudades, eli)en el re)azo recndito de los desfiladeros de ta*o azul, que nin)n al#a #aña.5
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6B-o nos recuerdan estos 'ersos, 'í'idamente, 4Wna noche en el Monte Pelado5 de Modesto Mussor)s0+C, en la 'ersin 'isual de Salt Disne+8 Más allá de la descripcin, del conocimiento + de identificacin con el sentimiento mítico, ha+, además, un entremezclarse de almas, un posesionarse + fundirse ha#lante + montaña2 4me 'a )anando el corazn el frío de la cum#re cercana.5 : #ien2 4que hace frío + an)ustia.5 Vol'amos a la experiencia personal2 quien ha+a sentido apretársele el corazn en medio de un am#iente como ha+ muchos entre los picachos tremendos de nuestra cordillera, no podría discernir con precisin hasta qué punto el frío + la an)ustia son pro#lemas puramente físicos o psíquicos, en forma separada más #ien caerá en la cuenta de que ha+ un frío psíquico + una an)ustia que lle)a a ser física o, me*or an, una mezcla de am#os, indisolu#le + profundamente atada al alma. El poema en referencia conclu+e con una especie de exorcismo, propio de situaciones similares. $)icamente, la idea de la primera estrofa es la que cierra el ciclo. B3a+ espantoC B3a+ fríoC B3a+ an)ustiaC =ecurramos al fue)o ancestral para enti#iar el cuerpo + ale*ar del alma los malos espíritus2 4X3aremos treinta fue)os #rilladoresY5 "a#riela Mistral se preocup, tam#ién, de los ha#itantes de la montaña, tanto hom#res como animales o 'e)etales, en hermosos + documentados artículos recopilados inicialmente por el Padre &lfonso Escudero en Recados contando a Chile
677Q8
+ lue)o por otros in'esti)adores en 'arios tomos que han
reco)ido su produccin prosística. En uno de los artículos recopilados por el Padre Escudero (((4=ecado so#re andinismo5(((, la poetisa lle) a expresar que 4la %ordillera, inicial + colofn del %ontinente, mucho más que el mar, del que
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apenas participan al)unas po#laciones nuestras, se)uirá haciendo, poco a poco, la escuela de las )eneraciones5 + que 4se nos hará e'idente por calles + empresas el que tiene + el que no tiene cordillera.5 677R8. 1 con frecuencia reitera el alto canto expresado en los párrafos iniciales de 4Elo)ios de la tierra de %hile52 4$a primera estacin del elo)io para la %ordillera, terri#lemente dueña de nosotros, 'erdadera matriz chilena, so#re la cual nos hicimos, + que, más 'oluntariosa que la otra, no nos de*a caer2 'i'imos #a*o ella sin sa#erlo, como el crustáceo en su caparazn, + nos morimos dentro de su puño señor. En los 'alles, ella nos quita el cielo en las a#ras, ella nos lo de'uel'e. 4%ordillera re)aladora de a)uas donde es preciso, + más de nie'es que de a)uas pero, es 'erdad, ho)ar puro de fue)o en unos 'olcanes adormecidos, que no dormidos. %ordillera despistadora, con su lomo cierto, + que de pronto se acuerda de su 'ie*a danza de ménade + salta + )ira con nosotros a su espalda5
677T8
.
1 no slo en sus poemas + artículos "a#riela dice la cordillera2 tam#ién, entre)ando su intimidad, lo hace en las cartas a Manuel Ma)allanes, como en ésta, de de *unio de 7>;72 4&+er fui en auto a $a %isterna. /en)o allí un sitio pequeño + otro en :'alle. Pero fui más que todo por 'er la cordillera. 4XUué mara'illa de resplandor, Manuel, + qué dulcificacin, por la nie'e espesa, de todo lo a)rio + a)udoY 4-o le he contado #ien cmo me )ust 9an &lfonso. 1o me crié en Monte "rande, el penltimo pue#lo del 'alle de Elqui. Wna montaña al frente + otra a la espalda + el 'alle estrechísimo + prodi)ioso entre ellas2 el río, treinta casitas + 'iñas, 'iñas. De < a 77 años, 'i'í en Monte "rande + ese tiempo + el de maestra rural en $a %antera me hicieron el alma.
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4El mar me )usta mucho menos que la montaña. -o tiene el silencio, dentro del cual una pone todo. &demás, su inquietud casi me irrita. 4$a montaña me la da todo. Me ele'a el alma inmensamente, se aplaca + se me 'i'ifica!5 677O8 -o ca#e duda. Wn )ran tema para una )ran poetisa. 1a lo di*o %edomil "oic al analizar 4%ordillera52 4En la cordillera ma)na se lee el mensa*e que dicta una realizacin sa)rada del 'ínculo de hom#re + tierra en una sola )re+, de una sola + misma madre, como condicin + realizacin de su autenticidad, de su fidelidad a los orí)enes5
677>8
.
Fue éste, exactamente, el mensa*e que capt + expres "a#riela, mu*er de cordilleras, quien, como nadie antes ni después, se acerc a la esencia misma de la montaña2 4 XPuño de hielo, palma de fue)o, a hielo + fue)o purifícanosY X/e llamamos en &lelu+a + en letanía arre#atada2 Especie eterna + suspendida, <a ciudad /orres doradas, Pascual &rri#o de tu )ente, &rca tendida de la alianza.5 1 a propsito de los 'ersos finales de 4%ordillera5, quisiéramos hacer al)unas consideraciones analíticas so#re este himno ma+or. 1a el título (((expectati'a + cifra del poema((( es decidor2 en su rotundidad + desnudez (((4%ordillera5((( nos lanza a un referente 'álido en sí mismo, nico + alto, que no requiere de la denominacin que lue)o dará el hom#re prehispánico. %ordillera antes del nom#re, por tanto piedra #asal de la que partimos + a cu+a si)nificacin profunda queremos lle)ar.
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En cifra má)ica, este se)undo de los 4Dos 3imnos5 que cantan con 4'oz entera5 a una especial manifestacin natural que connota lo sa)rado, se di'ide en tres )randes momentos2 el del asom#ro 6'ersos 7 a ;?8, el de la aproximacin 6'ersos ;7 a OO8 + de la recuperacin 6'ersos O> a 7R8. 3a+ en el primer momento una ha#lante admirada que toma conciencia de esa presencia primordial + se limita a decirla. Pero ante la presencia ma)nífica, necesita nom#rarla. 1 en su exclamacin señala el nom#re 4&ndes5 6'erso 78, que si #ien nos sita en lo )eo)ráfico, nos ele'a del inmediato a la esfera de lo mítico + lo di'ino, pues el &nde, o &nti para el indí)ena nom#rador, dice el Este + dice el 9ol en definiti'a, dice el nti(dios que da + permite la 'ida. Ello se enlaza con el 'erso si)uiente, pues la %ordillera de los &ndes, por tanto, en cuanto ori)en, es padre(madre inicial que se resuel'e en Madre, la Pachamama (((/ellus Mater a#ori)en((( que +ace + que anda, una + mltiple, inm'il e inmuta#le en su quietud, pero dili)ente en su andadura por la tierra de sus hi*os americanos. En los recuerdos de los pares de 'ersos si)uientes 6Q + R(T8, la ha#lante incorpora al lector al asom#ro, )eneralizando en un 4nos5 + tra+endo la situacin a un presente extenso + polar2 4nos enloquece5 de niños + nos 4hace morir5 cuando falta. 6Aien lo experiment "a#riela en su 'ida errante.8 Pero no slo es en el presente tam#ién lo fue en el pasado, cercano + real, cuando 4nos aupaste las entrañas5 6'ersos Q + R8 (((ntese la forma 'er#al especialísima, usada tradicionalmente
con los niños para denotar un
le'antarse, un alzarse((( + lo fue en el pasado remoto, incluso le)endario, desde el principio de los tiempos, con la primera pare*a humana, E'a + &dán incaicos2 Mama :cllo + Manco %apac 6'er O8. -aturalmente, esta primera pare*a, nacida se)n la tradicin en una ca'erna (((el 'ientre materno((( de la montaña andina, 4halla5 6'erso T8 su lu)ar de ori)en de inmediato, porque es sacro, porque está ahí + porque es, para ellos + su descendencia, 4amor5 + 4esperanza5 6'ersos > + 7?8. Es interesante en estos dos 'ersos la metáfora 4alzado cuerno5, que 'er#aliza la realidad oro)ráfica de formas a)uzadas + 'erticales, uniéndola a la idea mítica del cuerno de la a#undancia, que derrama )enerosamente sus dones.
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-o se detiene aquí el asom#ro de la ha#lante. En los diez 'ersos si)uientes contina diciendo, metáfora tras metáfora, las esencias de lo admirado, enfatizando la idea de la 4Madre que anda5, en andadura prolon)ada, alta e incansa#le, a lo lar)o de los paralelos. 3a+ aquí pala#ras su)eridoras de marchas prolon)adas e intensas2 4*adeadota5, 4)alopada5, 4corredora5 + nom#res unidos en la tradicin a la idea del 'ia*e2 `odíaco, Mazzepa, &talanta 6'ersos 7 + 7Q8. En tal 'ia*e enorme, la 4Madre que anda5 lo hace en do#le condicin simultánea2 es camino + marcha 6'erso 7R8. Por el camino que ella misma traza con su esencia, nos lle'a en una marcha 4pecho con pecho5 6'erso 7T8, expresin claramente su)eridora de la relacin estrecha madre(hi*o, con el ímpetu propio del empu*e oro)ráfico2 4a lo madre + lo mare*ada5 6'erso 7O8, 'oz, esta ltima, usada con frecuencia para referirse a la 'isin panorámica + fuerte de la cordillera2 mar de cum#res, mare*ada de picachos.
B& dnde nos
conduce esta marchaC $a respuesta está dada por la propia ha#lante, que tiene conciencia de ello desde los tiempos le)endarios de Mama :cllo + Manco %apac2 4a maná #lanco + peán ro*o de nuestra #iena'enturanza5 6'ersos 7> + ;?8. Es si)nificati'o el *ue)o de sustanti'os + ad*eti'os cromáticos2 maná, alimento #í#lico que se nos ofrece desde lo <o, ad*eti'ado + espiritualizado por ese 4#lanco5 que dice nie'e + pureza peán, pedestal que nos ele'a, di)nificándonos en un ro*o intensificador de sentimientos que se apo+a en el color característico de las montañas andinas 64antahuara5 llaman los aimaraes a los arre#oles ro*izos del atardecer + al color de la tierra andina, 'oz de la que procedería el nom#re 4&ndes58 + en el fue)o de los 'olcanes, tan comunes en nuestra cordillera. Alanco + ro*o, hielo + fue)o, elementos que se reiterarán en los 'ersos 7<> + 7?, en clara alusin e'an)élica de purificacin 69an Mateo, <, 778. En esta primera parte del poema, la ha#lante nos ha in'olucrado de inmediato en una postura asom#rada que se sita de lleno en una esfera que supera con creces la referencialidad simplemente material de la cordillera + le otor)a connotaciones de lu)ar sacro, capaz de orientar el destino del hom#re.
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El se)undo momento, el más extenso del poema 6'ersos ;7 a OO8, es expresado por una ha#lante que se re'ela mu*er al identificar su lu)ar de ori)en 6'ersos ;>, R>(T? + OQ8. Es la expresin de la aproximacin a lo que se ha#ía perdido + se quería reco#rar, aproximacin que culminará con esa fusin estremecedora de la exclamacin con que conclu+e dicha parte2 4En el cerco del 'alle de Elqui, en luna llena de fantasma, no sa#emos si somos hom#res o somos peñas arro#adas.5 $a ha#lante comienza su aproximacin ha#lándole ahora, en cercanía ma+or, a la %ordillera misma 4Madre5 aparece como 'ocati'o 6'erso ;78. 1 sus primeras pala#ras son para decir la solidez pétrea de la Madre (((4dura5(((, su impulso ascensional + dilatado (((4ímpetu5((( + la se)uridad (((4confianza5((( del ser que sa#e que cumplirá su camino 6'erso ;;8. nteresante es en dicho camino lo expresado en el 'erso ;<, lo que se desarrolla en los si)uientes2 4con tus siete pue#los caminas5. 1a ha+ sentido de unin en este andar de la %ordillera por los siete pue#los andinos2 %hile, &r)entina, Aoli'ia, Per, Ecuador, %olom#ia + Venezuela (((Blas siete á)uilas #lancas de la le+enda de la 9ierra -e'ada de Mérida en este ltimo paísC(((, siete pue#los lle'ados en las 4faldas aci)eñadas5, en clara ima)en de amor + ori)en materno. $o demás es reiteracin2 caminar constante + eterno (((4la noche + el día5(((, andadura del continente entero (((4desde mi Estrecho 6Ma)allanes8 a 9anta Marta 6montañas del norte colom#iano, 'ecinas al %ari#e, remate septentrional de la cordillera andina8((( caminar su#iendo desde las 4a)uas ltimas5 6profundidades de la Fosa de &tacama8 a la ele'acin ma+or, esa 4cornamenta del &conca)ua5, el más alto de los cuernos del )ran cuerno del hidriomel de la esperanza, antes dicho. 3a+ al)unos *alones destacados en este caminar2 4el 'alle de mis leches5, clara alusin elquina 4cín)ulo de fue)o5 6'olcanes ecuatorianos8 4ríos Dioscuros5 6el %auca + el Ma)dalena colom#ianos8 49ar)assos de salmuera5 6%ari#e8, antes del descenso alucinado
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6'erso <8, nue'a señal de que se 'iene de lo alto, de lo sa)rado, del contacto con Dios. $a ha#lante se detiene ahora 6'ersos + RO2 la cordillera puede ser el 4alto cier'o que 'io 9an Jor)e de cornamenta aureolada5 o 4el fantasma de Viracocha, 'aho de nie#la + 'aho de ha#la5 (((lo cristiano + lo pa)ano, en exquisita mezcla modernista((( o 5#estia ne)ra, ne)ra + plateada5 que 4de pie nos amamanta#a5, en ima)en que recuerda a la 'ie*a lo#a romana. Desciende lue)o la ha#lante a un plano de relacin personal con la montaña, a cu+a 4som#ra amoratada5 'i'e 6'ersos R>(T?8. B-o su)iere el ad*eti'o cromático, más que una realidad slo parcial de las )randes cum#res, en este caso elquinas, otra 'ez el color de lo sacroC 1 es ese espacio sa)rado el que le produce un temple alucinado2 43a)o, sonám#ula, más rutas, en se)uimiento de tu espalda, o de'anándome en tu nie#la, o tanteando un flanco de arca.5 Es +a la aproximacin ltima, en que empieza a hacerse nítida la )ran fusin (((4de'anándome en tu nie#la5((( con la sacralidad misma (((4flanco de arca5(((, anticipacin de esa 4&rca tendida de la &lianza5 con que se canalizará la letanía final del poema + el poema mismo.
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$a unin se explicita en las dos )randes exclamaciones que cierran este momento del himno 6'ersos T> a OO8, en las que esta 4carne de piedra5 es 'ida + sueño, es cuerpo espíritu, es aquella marcha diri)ida desde lo <o (((4pastoreadas5(((, que pasma + funde2 4 XEn el cerco del 'alle de Elqui en luna llena de fantasma, no sa#emos si somos hom#res o somos peñas arro#adasY5 $o)rada la aproximacin al ma+or ni'el, 'iene el momento del )ozo de la ha#lante + sus peticiones frente a lo recuperado 6'ersos O> a 7R82 de ahí las expresiones como 4'uel'en los tiempos5 6'erso O>8, 4hasta el día de reco#rarnos5 6'erso 7?<8, 4otra 'ez somos lo que fuimos5 6'erso 7?T8 (((esta ltima confirma nuestro planteamiento )lo#al de la recuperacin poética actual de la sacralizad cordillerana connotada por los indí)enas + perdida con la lle)ada de los españoles(((, 4otra 'ez su#en nuestros coros5 6'erso 77Q8 o 4nos de'uel'es al Uuetzalcatl 6'erso 7;>8 El primer 'erso de este momento final es decidor2 4'uel'en los tiempos en sordo río5. El tiempo no 'uel'e. 9in em#ar)o, la metáfora es clara2 ha+ el retorno a lo que fue, a lo que no de#i ha#erse perdido. 1 'uel'en en primer término 4a la meseta de los %uzcos que es la peana de la )racia5. 9u#ra+amos el plural con que se alude a la capital imperial, el que la desdo#la, derramando así dicha )racia a los cuatro puntos cardinales. 6-o en 'ano %uzco, en quechua, si)nifica 4om#li)o5 (((e*e, axis mundi, por tanto((( + el nom#re del imperio, 4/ahuantisu+o5, desi)na los rum#os de la rosa de los 'ientos8. 3u#o el tiempo del no sentir lo que el indí)ena (((4la )ente de color del ám#ar5((( siempre supo 6'ersos >< a >R8, pues comprendi el 4sil#o su#terráneo5, metáfora de intencin e'idente, +a que la cordillera es serpiente que se alar)a por &mérica, sil#ando su sa#iduría a los hom#res, no a su
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entendimiento, sino a su corazn. 1 al no comprender, 4andu'imos como los hi*os que perdieron si)no + pala#ra5 6'ersos >> + 7??8. $os elementos de que se 'ale la ha#lante para comparar, son eminentemente #í#licos2 1a no ha#rá, por lo demás, separacin entre lo humano + lo di'ino, + el reencuentro operará incluso a ni'el del texto, especialmente en el tono de ele'acin ascendente que se 'a creando. $as cuatro fi)uras con que se anuda la recuperacin 6'ersos 7?O + 7?>8, son hermosas. :tra 'ez somos lo que fuimos 4cinta de hom#res5, 4anillo que anda5, 4'ie*o tropel5, 4lar)a costum#re5, Espacio + tiempo ilimitados cinta + anillo que connotan lo circular e intermina#le 'ie*o + lar)a, que dice casi atemporalidad. Es la ronda uni'ersal, ecuménica, que ahora sí sa#e diri)irse 4en derechura a la peana donde qued la madre au)ur que desde cuatro si)los llama5. 6B-o ha+ aquí otra e'idencia de la pérdida marcada por el ad'enimiento hispano + de la recuperacin actualC8 Es el canto + la danza, la espiritualidad interrumpida, la que se reanuda + si)ue la anti)ua andadura 6'ersos 77Q a 77O8. 1 por si hu#iera dudas, la 'oz explícita de la ha#lante lo declara2 49on otra 'ez adoratorios *aloneando la montaña5 6'ersos 77O + 7;?8, en los que ahora se confunden mirra + copal 6'erso 7;;8, en perfecta sim#iosis indí)ena + española, anti)ua + actual, 4para tu )ozo + nuestro )ozo5 6'erso 7;<8, tam#ién unin en el sentido final entre lo sa)rado + lo humano. %onse)uida la recuperacin, la ha#lante pide por la fraternidad americana 6'ersos 7;Q a 7
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di)nos de llamarla 4en letanía arre#atada5 (((ntese el ad*eti'o no podía ser otro(((, )rito final del poema que recuerda el &nti)uo /estamento + a 9an &)ustín, + que da a la cordillera, en plenitud + como antes la tu'o, la condicin de lo sa)rado2 4XEspecie eterna + suspendida, <a ciudad /orres doradas, Pascual &rri#o de tu )ente, &rca tendida de la &lianzaY5 ^ $os narradores mundono'istas imitaron el e*emplo de los poetas. El primero en considerar la cordillera (((en orden cronol)ico de nacimiento, como hasta aquí hemos 'enido re'isando(((, fue Joaquín Díaz "arcés. 9u o#ra pstuma La vo. del torrente
67;?8
, entre) a los lectores, al decir del autor,
4cuadros de 'ida 'i'ida5 en los que 4slo ha+ cosas de mi tierra, que ten)o en el alma + que están en este li#ro 'aciadas5
67;78
. Esta no'ela fue inspirada +
escrita en El /o+o, poco más arri#a de 9an José de Maipo en el %a*n del río homnimo, + parte de su accin se desarrolla en esa re)in cordillerana, concretamente en El Escorial, so#resaliendo en la narracin el relato del minero &lmanzor + las excursiones matinales al #año de la poza. :tro narrador de la )eneracin mundono'ista que inclu+ la cordillera en su creacin literaria, fue Francisco `apata $illo, quien, se)n Mariano $atorre, 4e'oca por primera 'ez en la literatura chilena la 'ida de la cordillera, en su cuento 4Villar5, que inte)ra la coleccin *e mi tierra5
67;;8
, ase'eracin no
totalmente efecti'a, pues +a existía hacía tiempo La monta(a, de %arlos 9il'a Vildsola. En todo caso, el mencionado cuento es un #uen estudio, #asado se)uramente en recuerdos de infancia, so#re la manera de ser + de actuar del arriero andino de la re)in de $inares, descrito con *usteza + cariño2 4Villar, en efecto, conocía #ien los caminos. De nuestros mozos era él quien sa#ía apare*ar me*or los mulares, quien sa#ía apretar #ien las cinchas a
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los ca#allos para que no se lastimaran. En el arreo a la cordillera nunca las car)as se descontrapesa#an, porque Villar sa#ía equili#rarlas #ien, #a*o los lar)os lacillos de cuero con que las apreta#a. 4Entusiasmado, su patrn lo cita#a como el más a'ezado para encontrar los senderos 'aria#les de la cordillera, sin perder el tiempo, cosa tan preciosa en los 'ia*es que duran quince o 'einte días, de $inares a la $a)una del Mal Aarco. 9lo Villar, se)n el patrn, sa#ía el lu)ar + la hora precisa para hacer la siesta, #a*o los ro#ledales inmensos, durante el tra+ecto de la montaña, o #a*o los ar#ustos inmensos, durante el tra+ecto de la montaña, o #a*o los ar#ustos mezquinos de som#ras, en las re)iones más altas del %a*n de Ferrada o de la $oma de "anso5 67;<8. %omo en el caso anterior, el cuento de `apata $illo, nico en relacin con el tema + no mu+ difundido, tampoco permite u#icar al autor entre los escritores que han so#resalido en el tratamiento del asunto. 6&pro'echamos de hacer otra rectificacin. En el mismo artículo en que $atorre cita el cuento de `apata $illo, se indica que 5Fernando 9anti'án + Mariano $atorre se ale*an del Valle central + de los inquilinos para ir hacia la cordillera en #usca de otro tipo de chileno, no descrito an por los no'elistas567;8. =especto del propio $atorre, no ca#e duda que la ase'eracin es exacta no lo es, en cam#io, en relacin a 9anti'án, cu+a o#ra montañesa (((En la monta(a((( se sita en la %ordillera de -ahuel#uta, que pertenece a la )enéricamente denominada %ordillera de la %osta, + que en 4$os ríos + las montañas de %hile5 67;Q8 ha#la de los primeros + simplemente se ol'ida de las se)undas.8 ^ Mariano $atorre fue una fi)ura mu+ contro'ertida en su época, lo que no impidi que se eri)iera en mentor + *efe indiscutido del criollismo, aunque él mismo pusiera en discusin dicha denominacin.
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Formado 4en la manera de Pereda + al)o influido por los no'elistas franceses del realismo + del naturalismo (((Aalzac, Flau#ert, Daudet, Maupassant(((467;R8, sus producciones 4poseen un ras)o comn2 el centro del interés literario de esas o#ras ha sido desplazado desde el hom#re hacia el paisa*e. -o se puede ase'erar de ellos, sal'o al)una excepcin 64$lolli + %achuzo5 en Cuna de c#ndores 8, que ten)an persona*es pertenecientes a la especie humana. En ellos el prota)onista efecti'o está compuesto por un con*unto de cerros, caminos, #osques, ríos, casas + estrellas. $os hom#res pasan por esos relatos como relámpa)os mortecinos... $as descripciones ocupan casi la total extensin de sus relatos, + de#e confesarse que no pocas de ellas son excelentes + constitu+en otras tantas pá)inas de antolo)ía5 67;T8. El propio $atorre, cu+a intencin era crear un ciclo literario que captara la totalidad de la 'ida chilena alcanzando una síntesis épico(narrati'a, teoriz, en su cátedra + a tra'és de mltiples ensa+os, so#re la importancia del paisa*e como
elemento
estético,
estructurador
+
determinante,
en
postura
a#solutamente mundono'ista2 4$o sostu'e desde la iniciacin de mi la#or no'elesca, so#re todo después de pu#licar Cuna de c#ndores, que me re'el el prodi)io de las cordilleras chilenas. 4<as cum#res, arañando el aire con sus )arras )rises o #lancas, reposo de nu#es, 'erdeantes mallines, ra+ados de sonoros cordones de a)uas locas, el reptar de los ro#les + quilla+es + el mila)ro de adaptacin de los micha+es + ñires, hermanos de los tartamudos tunducos + de los matuastos ra#ones. 41 el hom#re2 un minsculo + temeroso persona*e, arreando por los 'oladeros, a tres mil metros de altura, sus 'acas + sus o'e*as... 4Vi claramente el enorme paisa*e, slo ras)uñado por el hom#re en el 'alle central + en las costas. 4El drama si)ue siendo la lucha del hom#re con el medio, por lo menos el drama chileno, el drama americano. Es induda#lemente lo más auténtico, lo que tiene ma+or ori)inalidad5 67;O8.
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Esta actitud ante la -aturaleza es trascendente. En su estudio so#re Hur.ulita, %edomil "oic lo expresa así2 4Pictricamente se sal'a el paisa*e al
inte)rar una zona de realidad efecti'amente nue'a que se fi*a con riqueza en la no'edad de nom#res que crean cosas de di'erso orden2 a'es + animales, flores + frutos.
-om#res que pro+ectan un mundo de colorido sin)ular, de
)rata eufonía + de amoroso trato en la contemplacin estética del persona*e o del narrador, que 'iene a ser en definiti'a la primera + 'erdadera aprehensin del paisa*e chileno en la no'ela moderna. El paisa*e ele'a su estatura no slo en la antropomorfizacin impresionista, sino en la accin efecti'a que se le otor)a en el mundo del cual 'iene a ser el fundamento. 4$a riqueza sensi#le de la descripcin, el continuo monta*e espacial a que se somete, la dominancia del color, de los aromas a)restes, del mo'imiento, de las formas + del susurro de la floresta + de la onomatopé+ica transcripcin de los ruidos + 'oces animales, completan el cuadro en un entramado apretado + funcional que confiere armonía al mundo. /odo está determinado por las 'ariaciones del uni'erso natural...5 67;>8. 9i #ien $atorre pretendi alcanzar en su ciclo todos los rincones de %hile, so#resale su preocupacin por la cordillera, que toc no slo en Cuna de c#ndores sino tam#ién en -iento de %allines + en muchos artículos ,
diseminados en re'istas + peridicos2 4...después de aquellos #re'es trozos del Padre :'alle, del Padre =osales + de al)n otro cronista de la colonia, la cordillera parece no ha#er existido para los escritores de %hile hasta 7>7O, año de la pu#licacin de Cuna de c#ndores . Mariano $atorre, su autor, es el nico que la ha 'isto + la ha sa#ido 'er. Esta ausencia no era completa, total, porque accidentalmente asoma#a en la no'ela + en el cuento, como hemos 'isto, su faz rocosa + fuerte coronada de nie'e o de 'i'os resplandores, pero slo como término decorati'o, como elemento apropiado para cerrar el fondo de una descripcin. Wn 'erdadero li#ro montañés no se conocía en la escena literaria chilena...5678.
Di)amos de inmediato que la opinin citada es exacta,
excepcin hecha de La monta(a, de 9il'a Vildsola o#ra que, en todo caso, no
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alcanza el 'alor literario que posee el con*unto de cuentos cordilleranos de $atorre. $os seis cuentos de Cuna de c#ndores constitu+en la descripcin más aca#ada del paisa*e andino en toda la literatura chilena. $a dificultad inherente a tal descripcin, denunciada, como 'imos, por :'alle + Valle*o + refrendada por 9olar %orrea, ha sido superada en forma maestra por $atorre. El narrador sa#e que la mera pala#ra descripti'a no #astaría para remontar la dificultad + lo)rar la entre)a de una esencia comprende que slo con metáforas atre'idas + potentes lle)ará a una expresin ca#al. 1 así lo hace. Aasten al)unos e*emplos tomados casi al azar de entre sus cuentos2 4Wn hálito ti#io de aurora, desflorando con sus alas le'es la altura 'ir)inal de la nie'e, traía, en oleadas fu)iti'as, murmullo de a)ua corriente, tan claro + le*ano que parecía el ruido de la titilacin de las estrellas en el fondo del cielo5 4Pesadas montañas recorta#an el cielo, de un al#or de perla, con sus irre)ularidades cresterías, enca*onando el 'alle en un 'alo de paredes oscuras, cu+as faldas mancha#an los mallines con su nota 'erdeoro de clara frescura5 4& esa hora, el sol parecía enta#lar una lucha desesperada con el 'iento hasta que conse)uía 'encerlo + la fuerza de sus ra+os en'ol'ía la sierra en una red de fue)o, inm'il, a#rumadora. El canto de los arro+os, en aquel infierno de luz, tenía un cálido #ur#u*eo de a)ua en e#ullicin5. 9on, en todo caso, momentos. 9in em#ar)o, ha+ un cuento de título mu+ decidor (((4$a cordillera es sa)rada5((( que en una de sus partes, su#titulada 4El deshielo5, acumula momentos de ese tipo, con'irtiéndose en un )ran momento, cu+as pala#ras son la cordillera misma, entera, con su masa + su etereidad, su silencio + su misterio. $atorre no se conform con decir literariamente la montaña chilena. En su afán de que muchos la conocieran, sintieran + amaran, quiso lle'arla al )rueso p#lico en artículos de menor 'alor poético, pero no por ello menos apasionados. Wno de ellos, pu#licado en una presti)iosa re'ista santia)uina, es 4Valle + %ordillera de %hile5.
67<78
&rtículo de di'ul)acin, sin duda, pero no
por eso menos meritorio2 $a fluidez descripti'a, las metáforas hermosas +
132
atre'idas, las enumeraciones intensificadoras de sensaciones, muestras en él, con claridad, la mano del artista. En la o#ra cordillerana de $atorre, la naturaleza tremenda + omnipresente opac en forma total a los hom#res, con'irtiéndolos en seres que 4están tan estrechamente li)ados a su am#iente que parecen refle*os de la sierra5
67<;8
.
&l)unos críticos han lamentado que en dichos cuentos no
apareciera un tipo de hom#re superior (((hom#re(cndor
67<<8
(((, de naturaleza
tan estupenda como el espacio circundante pero $atorre, #asado en o#ser'aciones personales + minuciosas, + limitado tal 'ez por la cosmo'isin de su sensi#ilidad 'ital, prefiri crear persona*es auténticamente reales. Por eso mismo, por más que quisiéramos que no fuese así, los persona*es se des'anecen +, como resumen de nuestra lectura, slo nos queda la impresin de ha#er asistido a un )randioso canto a los &ndes5
67<8
.
^ -o podríamos cerrar el panorama de los narradores mundono'istas que tra#a*aron nuestro tema sin recordar a Ed)ardo "arrido Merino + su )ran no'ela El hom,re en la monta(a
67
, o#ra que, si #ien a*ena a la cordillera (((es
una 'isin de la 'ida en el Pirineo ara)onés(((, emana, además de un profundo conocimiento + amor hacia un modo de existencia, un sentimiento mu+ fuerte hacia la montaña en )eneral sentimiento cu+o ori)en es fácil de adi'inar en un escritor nacido a la som#ra del más imponente sistema oro)ráfico del mundo. ^ En el momento del #alance, el Mundono'ismo nos de*a un saldo más que fa'ora#le2 casi todos los escritores se acercaron cuantitati'a
+
cualitati'amente a la montaña(madre, aunque, necesariamente, destaquen como cimas altísimas, + en todo caso diferentes, "a#riela Mistral + Mariano $atorre, con'irtiéndose la primera en la )ran decidora de la esencia cordillerana. Es "a#riela Mistral, precisamente, quien, con claridad a#soluta, recupera para las letra nacionales el 'ie*o sentido que la cordillera tu'o para los
133
indí)enas, al entrar de lleno a las etapas de #squeda + comunin con las si)nificaciones profundas de una montaña sa)rada.
134
/E-DE-%& 9WPE==E&$9/&
$a tendencia superrealista señala el término de la literatura moderna (((neoclásica, romántica + naturalista, 'ariaciones de un mismo sistema literario((( + el inicio de las letras contemporáneas esta#lece una ruptura 'iolenta con el realismo )enérico anterior + propone una #squeda de 4nue'as esferas de realidad + consi)uientemente de nue'os modos de experiencia + de interpretacin de la realidad.
Esta nue'a realidad no tiene +a el carácter
sistemático + causal que tiene el orden natural en la representacin realista ni se extiende al conocimiento del mundo en sus manifestaciones externas ni eminentemente sociales5
67
.
$a nue'a tendencia representa esencialmente el mundo de la conciencia, 4mundo sorprendente + 'ariado que da lu)ar a mltiples cualificaciones de lo real, que presenta una condicin equí'oca + da la lu)ar a una representacin asistemática, errática, ar#itraria, de tra#azn flo*a o musical, en el orden inslito que constru+e5 67
135
en sí límites, + slo es realmente ár#ol cuando se ordena en el seno de tu renunciamiento.5
67
$o anterior, sin em#ar)o, no es a#soluto, pues sa#emos (((+a lo di*o :rte)a, + "asset((( que siempre en un momento del arte ha+ distintas )eneraciones coexistiendo, con 'isiones que pueden presentar al)unas diferencias en su 'isin de mundo. &demás, en este caso preciso, 4el poder presti)ioso del momento anterior 6mundono'ista8 era + sería toda'ía mu+ )rande. & la lar)a, concluiría por conformar una antinomia, confi)urada o desfi)urada por la polémica literaria + )eneracional, entre uni'ersalismo + nacionalismo en literatura5 67<>8. En efecto, en las primeras )eneraciones de la tendencia superrealista, el paisa*e mantiene su importancia en ma+or o menor medida, aunque enfocado en forma al)o diferente, aunque no suficientemente internalizado. En la ltima )eneracin de la tendencia, en cam#io, precisamente porque se asumen en definiti'a los postulados antedichos, el espacio exterior desaparece. $a primera )eneracin superrealista, denominada "eneracin de 7>;T o 9uperrealista propiamente tal + cu+a 'i)encia se extiende entre 7>>, si #ien )randemente iconoclasta, contina la #squeda mundono'ista de una expresin nacional. &unque en ella se e'idencian frmulas de 'an)uardia, simultáneamente, so#re todo en los inicios, 4parece un mundono'ismo de formas afinadas, adel)azadas, despo*adas de elementos decorati'os, a fa'or de lo esencial + humano. -o ha faltado quien 'iera en estas expresiones lo me*or del Mundono'ismo5
67?8
. Por esta razn, al tratar este período al)unos
autores se ale*an de la clasificacin )eneracional + ha#lan simplemente de criollismo rural, humanizado, popular, etc., considerando el hecho de que, ha#itualmente, *unto a las a'anzadas literarias ha+ numerosos escritores que, por di'ersas circunstancias que 'an del conser'adurismo a la simple inercia, demoran en incorporarse a las nue'as sensi#ilidad 'itales, lo que explica la coincidencia cronol)ica de o#ras con estructuras + enfoques a 'eces incluso antitéticos.
136
&l i)ual que en el Mundono'ismo, en esta )eneracin encontramos )randes fi)uras tanto en la lírica como en la narrati'a. Entre los poetas, cronol)icamente a#re la serie Jor)e 3#ner Aezanilla, cu+as composiciones fueron normalmente pu#licadas en `i)(`a) + otras re'istas, hasta que &lone, su ami)o, las reuni en un tomo2 Poes)as
6778
. 9e
trata de poemas que tocan aspectos de la -aturaleza, relacionándolos de inmediato con la su#*eti'idad del hom#re, para o#tener así 4un sím#olo, cuando no una morale*a til para in'itar al lector a la ele'acin + a la su#limidad5 Ello es notorio en el poema 4$a montaña5
67<8
67;8
, en el que la primera
estrofa, más o menos descripti'a, nos sumer)e +a en un mundo interior2 4$a montaña es el molde del sollozo )i)ante de un mundo que sufría la ansiedad de la altura2 callada + poderosa concrecin de un instante en que triunf, de todas las le+es, la locura.5 $a se)unda estrofa entre)a de inmediato la estrecha relacin -aturaleza maestra(hom#re discípulo2 41 escuché como un hálito, la 'oz de las montañas2 4%uando un amor que tur#e tus armonías prue#es, ocltalo en silencio, como +o en mis entrañas, de#a*o de una austera serenidad de nie'es.5 Es e'idente que la montaña importa aquí slo como ofrecedora de sím#olos, retomándose el enfoque antiquísimo.
1 en este acercamiento
su#*eti'o, la conciencia #usca respuestas en las alturas2 4fui una tarde a mostrarle mi piedad de poeta, mi deseo de cum#res, mi re#elin humana.5
137
aunque esta respuesta, en definiti'a, nos de*e tan enfrentados a nuestra soledad como antes, cual se ad'ierte en la estrofa final, de sentido desolador2 4%a+ el silencio so#re la montaña. 9u#ía la noche. %omo un #arco, se hundía el horizonte. $a nie'e, con los ltimos resplandores, fin)ía un astro hecho pedazos en la cum#re del monte.5 ^ Wno de los poetas chilenos que más interés ha tenido en la cordillera, humana + poéticamente (((si ca#e la dualidad(((, ha sido %arlos Préndez 9aldías, hi*o de Pedro -olasco Préndez, quien tam#ién, como 'imos, se preocup de ella. Parte importante de la o#ra de Préndez 9aldías tiene como temática el paisa*e + la 'ida del sector andino de =ío Alanco, situado en el ca*n del alto &conca)ua. /res li#ros ((( Amaneci# nevando 67Q8
678
, Romances de tierras altas
67R8
+ -i(etas de los cerros
((( conforman una 'isin completa de montes +
ríos, nie'es + rocas, arrieros + temores en dos pala#ras, -aturaleza + hom#re de dicha re)in cordillerana. El mismo poeta declara su amor por la montaña2 4Uuerencia de tierras altas + de horizontes ne'ados.5 Es un amor anti)uo, como se desprende del mismo poema 4Uuerencia5 al ha#lar del =ío Alanco2 4 =ío de mi adolescencia, ho+ de mi otoño cansado, en tu correr sin fati)a se hunde el tronco de mis años.5
138
3a+, pues, toda una 'ida de enamoramiento del lu)ar. En el primero de los poemarios citados, la -aturaleza es fuente permanente de estados alma2 4 $a luna llena de Marzo. la montaña toda #lanca. 9o#re el pasto humedecido esto+ solo con mi alma.
!!!!!!!!!!!!. 1 en tu corazn, que es mío, llora acaso la nostal)ia de esta montaña con luna, de esta noche toda #lanca.5 6$a luna llena de Ma+o8
Wna 'ez más, el sentido de ele'acin que la montaña ofrece el hom#re se plasma en 'ersos felices en otro poema del li#ro en referencia2 4$a cancin del río5, poema hermoso, lleno de ritmo, onomatope+as + sim#olismo, que en dos de sus 'ersos explicita lo dicho2 4 El río se 'iene cantando, cantando, desde la ne'era pala#ras de Dios.5 Romances de tierras altas es un con*unto de
menor, dedicadas ínte)ramente a cantar + contar (((romances al fin de cuentas((( la montaña de =ío Alanco. En ellos, nada escapa al o*o + corazn sensi#le del ha#lante entusiasmado2 el contra#andista %ortés, la meica =osalía =omero, que sa#e que 4manzanilla, toron*il, san)re de animal soltero + melosa en flor que empieza hacen corazn de nue'o5
139
la )rin)a que excursiona los cerros 'ecinos, la complaciente Peta Morales, los mineros %ortés + Mo+ano, los niños serranos 4que 'en con o*os del alma5 + su escuelita montañesa, etc., etc. 1, por supuesto, determinante, llenándolo todo, el paisa*e so#er#io, dominador. El tercero de los li#ros cordilleranos de Préndez 9aldías, -i(etas de los cerros, es un con*unto de pequeños + delicados trozos de prosa poética,
siempre en torno a =ío Alanco, de enorme sencillez + encanto. El autor los llam, simplemente, 'iñetas pero #a*o título tan modesto se esconde la pala#ra hermosa, capaz de expresar lo que toda alma sensi#le experimenta frente a la 'ida humilde que late entre las más altas cum#res de la %ordillera %entral. El romance 4Valle de la 3ier#a $oca5 es hermoso2 descri#e el lu)ar con ternura, su#ra+ando la sonoridad del arro+o que por él corre2 4Valle de la 3ier#a $oca cercado por cuatro cerros, con a)ua que le hace arrullo a su corazn pequeño.5 9e dice en él el porqué de su nom#re + se detalla la forma de la hier#a2 4 $a hier#a crece en anillos + pone la luz en sus dedos tan á)il para la #risa que se los enrosca al cuello5
+ se relata romance, al fin de cuentas la le+enda la moza que pierde su sorti*a de no'ia en el tré#ol, el que se 'ol'i hier#a loca para formar el anillo anhelad De las 'iñetas resalta una constante de la literatura chilena2 la montaña al atardecer. Pareciera que ha+ una especial predileccin de los poetas por esa hora en que el sol se 'a + de*a san)rando la cum#re de las altas montañas. Es
140
cierto que ese cromatismo hermoso contri#u+e a tal eleccin, la que se refle*a en ad*eti'os de color que )eneralmente trascienden la denotacin de mero colorido, pero creemos que la respuesta se de#e #uscar en la predisposicin que esa hora (((lo 'imos, entre otros, en el poema 4%ima5 de "a#riela Mistral((( produce en el sentimiento que se personaliza en estado ánimo. En el caso de Préndez 9aldías, tal hora car)a de melancolía la expresin del ha#lante, aunque sin lle)ar a la 4in'aria#le cancin atri#ulada5 mistraliana. ^ &n)el %rucha)a 9anta María entra en nuestra literatura montañesa con un solo poema2 4%ordillera de los &ndes5, de su li#ro Rostro de Chile 67T8. 9lo uno, pero decidor, en pala#ras simples, de la 'i)encia omnipresente de la montaña eterna en la 'ida de los chilenos2 4/e miramos al nacer te 'eremos al morir, pues nadie quiere 'i'ir le*os de tu amanecer. Eres la niña + mu*er, la cuna de nuestra infancia, la cancin de la distancia que limita el corazn, la cancin de la cancin + el término de la errancia.5 B-o es esta estrofa una hermosa definicin de la montaña chilenaC B1 no ésta una de las pocas ocasiones en que, ol'idando el estereotipo de ma*estuosa )randeza, se dice la femineidad (((niña, mu*er((( aco)edora de la montañaC ^
141
& primera 'ista puede parecer curiosa la inclusin aquí de Vicente 3uido#ro, dadas las características de su o#ra, ma+oritariamente concretadora de los postulados creacionistas del escritor. En efecto, poca montaña puede esperarse de quien expres2 5...el poeta se le'anta + )rita a la madre -atura2 -on ser'iam. %on toda la fuerza de sus pulmones, un eco traductor + optimista repite en las le*anías2 -o te ser'iré5
67O8
. Pero el hecho no es tan curioso,
puesto que el )ran poeta tenía, en sus o#ras iniciales, una concepcin estética diferente + porque lue)o, en el mismo manifiesto aludido, expresaría25-o he de ser tu escla'o, madre -atura seré tu amo. /e ser'irás de mí está #ien. -o quiero + no puede e'itarlo pero +o tam#ién me ser'iré de ti. 1o tendré mis ár#oles que no serán como los tu+os, tendré mis montañas!5 67>8. En síntesis2 ha+ una época del 3uido#ro tradicional (((hasta donde 3uido#ro pudo ser tradicional(((, en la que el impacto de la montaña real pro'oc la expresin apasionada + otra del 3uido#ro 'an)uardista, en la que el poeta cre sus propias montañas. 3a+ montañas, al fin de cuentas. En la primera época, 3uido#ro plantea una 'isin de la montaña en relacin con los sentimientos íntimos, inspiradora de 'ersos repartidos en los poemarios Ecos del alma , La gruta del silencio + Las pagodas ocultas . De ello da fe la si)uiente estrofa de 4%oloquio 52 4&lma, Bpor qué te escondes para llorar tus cuitasC Bpor qué eres tan so#er#ia, tan re#elde + hurañaC $loras como la )ruta sus estalactitas en la )ran soledad de las montañas.5 Pero tam#ién afloran otras 'isiones. /an pronto el reconocimiento de la pureza + cuasi eternidad del ras)o oro)ráfico, expresado con tierno humor en 'ersos como éstos, de 4$a #alada triste del camino lar)o52 4& una montaña #lanca que en el silencio 'ela en el paisa*e pone su castidad de a#uela.
142
:, en otros momentos, la ima)en antiquísima de lu)ar de tránsito entre la tierra de los hom#res + el cielo de los dioses, como ad'ierte con claridad en 4El cristo del monte52 X%uán alta la montañaY X%uán cerca el cieloY XUué )anas siente el alma de alzar el 'ueloY
!!!!!!!!!!!! 9e respira aquí un aire de dulce calma, que fortifica el cuerpo + alienta el alma. Esta #risa que pasa en raudo 'uelo tiene poco del mundo, mucho del cielo.5
$a montaña es, pues, lu)ar sa)rado2 4X&dis, montaña santaY XJirn de cieloY5 $o mismo se deduce, aunque entremezclado con otros sentimientos, del salmo 4$a montaña5, de Las pagoda ocultas , prosa anunciadora de muchas de las características del futuro 3uido#ro. 3a+ en este salmo la misma comunin ha#lante(montaña que en "a#riela Mistral, expresada en afirmaciones rotundas2 4 $a montaña se le'anta a lo le*os como un cáliz en el instante del ofrecimiento supremo. $a montaña se le'anta a lo alto en medio del
143
paisa*e como un impulso #ueno + una accin su#lime.5 El ha#lante ha descu#ierto en ella las esencias + lo expresa con esa )randilocuencia csmica que le es característica2 4Pero +o te amo 'eo tu frente en los astros + tu raíz en los a#ismos. 1o te amo porque slo t tienes rumor de eternidad!5 & esta altura de la etapa del encuentro, el ha#lante lle)a a la relacin montaña(di'inidad, más 'álida an cuando se reconoce explícitamente su a)nosticismo2 4:h Montaña, cuando t das som#ra, tu cum#re me parece un pensamiento o un desi)nio de ese Dios en quien mi espíritu no creeY5 /al idea de la montaña como lu)ar pri'ile)iado se reitera, con ciertas características 'an)uardistas más notorias, en el poemario Ad+n. En dicha o#ra trascendentalista, concretamente en los poemas 4&dán 'a a las montañas5 + 4&dán en la montaña5, toda la conciencia del primer hom#re despierta inquisiti'a en este lu)ar su#lime en el que, lamenta#lemente, no puede radicarse eternamente2 4:h mara'illosa montaña contempladora del rodar del Wni'erso, muda, con tus o*os de esfin)e sa)rada cla'ados en el /iempoY X:h mara'illosa montaña que serenas el alma de plácido reposo + horas claras!5 El 3uido#ro creacionista tiene tam#ién su montaña. %reada, pero casi real a 'eces, como en 4:ra)e5, de ori.on carr!2
144
4Dans la monta)ne les troupeaux trem#lent sous lIora)e.
!!!!!!!!!!.. Wn coup de tonnerre fati)ué s est posé sur le plus haut sommet!5
: a 'eces aparece humorística o crípticamente csmica, como en 4Expres5, de Poemas +rticos2 4&spirar el aroma del Monte =osa trenzar las canas errantes del Monte Alanco + so#re el cenit del Monte %enis encender en el sol muriente el ltimo ci)arro.5 Montaña, sí, pero no andina. Más Francia que %hile. 3a+ otros casos. ncluso en Alta.or se *ue)a *itan*africamente con la pala#ra2 4$a montaña + el montaño5 + en 4Paisa*e5, de orison carr!, ese hermoso cali)rama que #usca 4rutas paralelas5 lo inha#itual de las cosas corrientes, la montaña *ue)a un rol importante2 4El ár#ol era más
alto que la
montaña pero la
montaña era tan ancha
145
que excedía los extremos de la tierra.5 El ár#ol es más alto que la montaña. Es al)o ha#itual, puesto que la perspecti'a siempre hace 'er un ár#ol cercano más alto que cualquier monte de la le*anía. Pero, precisamente por o#'io, a primera 'ista no se ad'ierte por ello ese ár#ol inmenso, topo)ráficamente cerca de la luna en el poema, causa desazn. &demás, el poeta ha cuidado que la montaña minimizada por el ár#ol ma+sculo quede a sus pies2 es la ltima pala#ra del di#u*o. $a montaña empequeñecida, menor que el ár#ol, necesariamente de#e estar colocada más a#a*o. 1 del mismo modo que la tipo)rafía ele'a#a el ár#ol con una tendencia a lo 'ertical, al referirse a la montaña de la impresin de lo ancho + macizo. El texto es claro. $a montaña ancha. -o #asta. $a montaña mu+ ancha. /ampoco #asta. De#e ser una montaña cu+os extremos excedan los límites de la tierra. /am#ién se trata de un *ue)o, de una #roma al lector, a #ase de lo o#'io. Difícilmente el espectador de un paisa*e cercano alcanza a 'er los extremos de una montaña2 ellos se pierden, ocultos por un contrafuerte, un #osque o cualquier otro elemento.
Pero no por ello el
espectador piensa que la montaña excede con su anchura los límites de la tierra. Es ésta la constante alusin a lo sideral, a lo infinito, a las proporciones cosmo)nicas, de la que ha+ multitud de e*emplos en la o#ra del poeta. Dentro de este 4Paisa*e5 ori)inalmente escrito en francés, pues, la montaña cuenta. Pero, en definiti'a, cuenta más como posi#ilidad estética o lin)ística que como elemento referencial 'er#alizado. En todo caso, creada, afrancesada, ha+ montaña an en el momento más 'an)uardista de 3uido#ro. -o es poco decir en un )ran poeta del que no podía esperarse mucho en este sentido. ^
146
Pa#lo de =o0ha, en su )i)antismo descontrolado + tremendista, hizo tam#ién al)una alusin, al pasar, a la montaña. En su poema 4$os arrieros cordilleranos5
67Q?8
, nos ha#la, entre muchas
di)resiones, de estos sufridos compatriotas2 43a+ rotos a la chilena que diestros en la faena de arrear, sal'an el honor de la patria enroquecida no 'encida!
!!!!!!!!!!!!.. $e )usta la chicha en cacho + el )uachaca+ en #otella, la +esquera es su doncella + su )rande ami)o el tacho es tomador, no es #orracho, es comedor, no es )lotn, es peleador, no es matn, + es fiel compadre el arriero, enamorado, matero, + 'aliente como un len.5
%omo se 'e, los aspectos tocados son los e'identes +, por ello, )eneralmente superficiales. -o ha+ la profundidad con que tocarán el tema $uis Durán, :scar %astro o =einaldo $om#o+, por e*emplo. En el mismo poema, más adelante, se descri#e tam#ién el arreo2 4=um#ia la 'acada, + sola la +e)ua madrina a'anza como una punta de lanza
147
en el lomo de la ola, estalla la caram#ola del trueno, + el atad ancho + #lanco del alud se derrum#a mundoa#a*o como el tremendo pin)a*o del sol en la multitud.5 -o es )ran cosa. Podríamos a)re)ar que, en su Epope$a de las comidas $ ,e,idas de Chile , de =o0ha exalta al)unas de las posi#ilidades
)astronmicas ha#ituales en la cordillera2 4%on #ota de potro o de ca#ro, apérese el *inete de charqui, a)uardiente, queso + tortillas (((*amás pollo, que es para el 'ia*ero + no para el arriero(((, acondicinese en pre'enciones de correones chillane*os el tacho + el cacho la#oreado para la #e#ida, porque el hom#re de pantalones de hom#re, 'ia*ando a ca#allo no tomará sino no 'ino ni tinto, no, sino una )ran cachada de )uarapille*o ardiente5
67Q78
.
^ Pa#lo -eruda, el ltimo poeta que mencionaremos de esta )eneracin (((aunque sus características más que mltiples lo hacen en realidad inencasilla#le(((, entre) tam#ién su aporte, escaso pero importante, al tema que nos ocupa. Es cierto que, como indica &lone, 4-eruda pertenece al mar5
67Q;8
( 9in
em#ar)o, su potente intuicin cosmo'isionaria no podía e'itar la ma)nífica oro)rafía nacional, omnipresente, como tampoco pudo sustraerse al impacto de los 'olcanes ecuatorianos (((4Ecuador5, de Canto General ((( o de la 4alta ciudad de piedras escalares5 de las montañas sa)radas de lo incas (((4<uras de Machu Pichhu5, tam#ién de Canto General ( ((.
Ello no impide que el
tratamiento, hermoso, lo sea a ratos en términos ácueos2 4&llí me quedé mudo + eras los montes
148
de %hile, en el in'ierno,
su#marinos,
remotos
sepultados, en el a)ua in'isi#le del cielo sepultado! 4 67Q<8 Dos 'ersos resumen el sentir el nerudiano frente a la cordillera2 4"racias, hermana )rande porque existes.5 %orresponden a 4$a hermana cordillera5
67Q8
, título franciscano de un poema
que intu+e + 'er#aliza a)udamente el sim#olismo de ori)en, de pureza, de fuerza creadora de la montaña. En dicho poema, la cordillera es 4hermana5, ad*eti'o que resalta la femineidad montañesa +, por tanto, la idea de fecundidad, tan anti)ua en relacin con las alturas andinas. Pero para que se dé la fecundidad, se requiere tam#ién 'arn, el que aparece pronto2 4&llá, allá arri#a, no es cielo 'erde, no, es el 'olcán que espera!5 El 'olcán, en tropelía a'asalladora de pasin + muerte, caerá 4con todos sus dientes ro*os5 + tronará con 4todas sus )ar)antas ne)ras5 (((decidores colores en am#os casos((( para que se produzca la fecundacin2 45+ lue)o salt el semen ardiente, las que#radas, la tierra, )uardaron el espeso tesoro!5
149
Versos cortos, tensos, rápidos, su)eridores de la cpula 'iolenta que permitirá la reno'acin de la 'ida. Vendrá lue)o el contar las piedras recién nacidas, en letanía (((forma + color((( que 'a de la realidad a la más pura poesía2 4Esta es anaran*ada. Esta es ferru)inosa Esta es el arcoiris. Esta es de puro imán. Esta tiene 'erru)as. Esta es una paloma. Esta tiene o*os 'erdes.5 1 todas ellas, como sím#olo de la altura del lu)ar de la fecundacin, 4ca+eron desde arri#a5. 9e cumplirá nue'amente la idea (((+a esta#a en la Mistral((( de la purificacin + renacimiento a hielo + fue)o.
El fue)o del 'olcán 4todo lo
destru+ + lo hizo de nue'o5 + aquella nie'e, a)ua #lanca purificadora, dará 'ida plena a ese todo2 4Más, ahora #lanco + 'erde es el pasto crecido en las alturas.5 Es por eso que frente a ese espacio diferente, donde actan las fuerzas primi)enias + el #ien 'ence al mal + la 'ida a la muerte, como en las 'ie*as le+endas indí)enas, el ha#lante dirá que es en la cordillera donde podrá realizar la #uscada comunin en plenitud2 4 &quí por fin nos sentimos desnudos,
150
por fin lle)amos sin morirnos al sitio donde nace el aire, por fin conocimos la tierra + la tocamos en su ori)en.5 3a+ una fuerza des#ordada en el tratamiento que -eruda da a los &ndes en sus poemas2 4%ole)io de piedra5 los llama metafricamente en 4:da a la cordillera andina5, otor)ándoles i)ual connotacin que en 4=ecado so#re andinismo5, de "a#riela Mistral fuerza o#tenida a 'eces del 'alor mismo de la pala#ra empleada, otras 'eces de la acumulacin (((amontonamiento, diríamos, similar al de ese incompara#le montn de montones amontonados que defini el Padre =osales((( de ad*eti'os, nom#res, metáforas, hechos, sentimientos, como ocurre en la oda recién mencionada2 4Volcanes, cicatrices
soca'ones, nie'es ferru)inosas, titánicas alturas
desolladas, ca#ezas de los montes, pies del cielo, a#ismos del a#ismo,
cuchilladas que cortaron la cáscara terrestre + el sol a siete mil metros de altura!5 Es cierto que -eruda pertenece al mar, a la frontera líquida de nuestra
patria. Pero no es menos cierto que ha#ría #astado uno de los poemas citados para ase)urarle un lu)ar de a'anzada en la expresin de la otra )ran frontera chilena2 la pétrea. ^
151
Podría pensarse que la pala#ra poética, por su potencia expresi'a, se presta más al tratamiento cordillerano que la pala#ra descripti'o(narrati'a. 9in em#ar)o, para comparar + tal 'ez deducir que ésta tam#ién es capaz de decir la montaña, es con'eniente re'isar de qué manera a#ordaron el tema los narradores de la )eneracin superrealista. Daniel de la Ve)a, escritor multifacético, lo toc slo #re'emente. Dada la extensin de su o#ra, extraña que se ha+a preocupado de la cordillera slo al comienzo de 4Valle de &conca)ua52 4&ntes del amanecer, la cordillera reposa casi in'isi#le. 9lo cuando el cielo toma un sua'e tono 'ioleta, 'an sur)iendo de las som#ras al)unas dramáticas alturas. Pero ha+ una cosa del cielo que retiene la noche. En ese alto lienzo no ha+ estrellas! BEs la noche que lo)ra defenderse so#re al)unas montañas o un monstruoso nu#arrn que cierra el cieloC Por fin, en el um#ral del día, comenzamos a comprender que no ha+ tan informe nu#lado ni reducto nocturno. /odo aquello que creíamos que era cielo ne)ro, es asom#rosa montaña, delirante cum#re que se le'anta por entre las estrellas. Es el &conca)ua, uno de los más atre'idos )estos de planeta, que amontona, sus nie'es + sus rocas hasta el cielo. &sí, recortando su tremendo perfil so#re el extendido lienzo del amanecer, impresiona como una fantasma a#rumador, su )randeza adquiere una misteriosa expresin. En sus lomos se 'e la fuerza, el 'i)or 'olcánico que arro* ese océano de piedras hacia las alturas. Por el &conca)ua, en esa re)in amanece más tarde. $a montaña es capaz de atrasar el día5
67QQ8
^ 9i #ien $uis Durand pertenece cronol)icamente a la )eneracin superrealista, + de hecho se ad'ierte en sus o#ras la preocupacin del estudio psicol)ico + del mundo de la conciencia de los persona*es, él mismo ha indicado que 4el hom#re está dentro del paisa*e como el pez en el a)ua. 9u espíritu reci#e directamente de la naturaleza que le rodea, ras)os determinantes en su manera de ser 6!8 país, paisa*e, es decir medio am#iente + esencia 'ital determinante. Diríase sustancia )eneratriz, fuerza animadora que imprime sus características fundamentales a una raza5
67QR8
, 3a+ en él,
152
pues, )ran dosis de mundono'ismo, por lo que casi todos los tratadistas lo consideran criollista, aunque al decir de 9il'a %astro, 4contrariamente a otros criollistas, no se dedic de preferencia a la descripcin de paisa*es, porque el sentido de la 'ista no le permitía seme*ante esfuerzo!5
67QT8
.
Durand toc la cordillera directamente en Paisa'es $ gentes de Chile
67QO8
,
entre)ándonos, más que descripcin de lu)ares, retratos del alma del arriero montañés2 4El arriero canta en las cum#res su soledad. 3a#la de sus perros. %on'ersa con el )anado + de pronto suele hacerle un cariño a una o'e*a 'i'aracha que se atropella *unto a su ca#allo. 1 de s#ito, tam#ién, al acampar en los ca*ones más anchos, cuando toda la tropilla de #estias + de hom#res se acomoda para iniciar la merienda, sur)e el 'iento con su 'oz que 'iene re#otando en el )ranito de los altos + mudos cerros de piedra. El )anado se estremece. Wn #alido lastimero conmue'e a la tropilla como si el anuncio de la des)racia pesara so#re ella. $os perros miran hacia el cielo que an está azul que se di'isa como un teln mara'illoso, más allá del muralln dorado por el ltimo sol de la tarde, en cu+a luz pas como un cela*e una tropilla de )uanacos. 41 entonces, poco a poco, como una del)ada som#ra el cielo se entristece. 1 +a en la tarde el 'iento #lanco de la cordillera alla como una fiera solitaria desde las cum#res. $a nie'e comienza a caer arteramente, dulcemente, como una caricia helada. /odos los caminos se cierran. El 'iento #lanco es la inmensa morta*a de los arrieros de la montaña, que mueren en el sopor de la inmo'ilidad *unto al )anado, *unto a sus perros, + sus #estias. 9lo los pá*aros de la altura 'endrán a a#rir los o*os de los muertos cuando la prima'era 'uel'a a florecer5
67Q>8
.
9in duda, en $uis Durand se entremezclan armnicamente mundono'ismo + superrealismo, paisa*e + hom#re, montaña + arriero. -o es poco decir. ^
153
9o#re Juan %astro, &lone anota lo si)uiente2 4%riollismo melanclico, honrado + opaco. Escri#i (((dicen((( la interpretacin más documentada del huaso cordillerano. Es posi#le. 9us li#ros no causan placer. Más #ien a#urren un poco. :#ras2 3roil+n ?rrutia/ Cordillera adentro/ Aguas Estancadas, no'ela.5 67R?8 . Es necesario corre)ir2 Cordillera adentro + 3roil+n ?rrutia es una misma no'ela, editada dos 'eces #a*o nom#res diferentes. $a primera 'ez lo fue en 7>
67R78
.
%inco años después,
modificando slo al)unas #re'es frases de Cordillera adentro, Juan %astro pu#lic nue'amente la o#ra #a*o el título 3roil+n ?rrutia, denominacin que corresponde al nom#re de uno de sus persona*es centrales, hom#re montañés que se autocaracteriza así2 4-adie más conocedor de estas cordilleras que +o. -ací, me he criado + he+ de morir en ellas. -o ha+ tra#a*o que no se ha)a por estos cerros que +o no me le ha+)a ape)ado. 3e sido marucho, apil, a+uante de fra)ua, herrador de machos + mulas, leñaor, car#onero, quesero, ca#rero, catiador, pirquinero, )uía, dotol en mulas, carretero, #arretero, car)ador, chancador a toíto le he puesto el hom#ro + no me acuerdo las 'eces que me he quedado in'ernando. %onozco todas las que#rás de estas serranías + todos los la#oreos, +a sean 'ie*os, nue'os o a#andonados pre)unte a quien quiera por Froilán Wrrutia2 so+ tan conocedor de estos lu)ares que he ser'ido de #aquiano para los ca*ones de Dolores, la 1er#a loca, El nfiernillo, $as %ondes, El Plomo, $os Piuquenes, para los potreros de $o %astro, Peldehue, $o "uzmán + la sierra del "uanaco es de cansarse ha#lando!5 67R;8. Cordillera adentro o 3roil+n ?rrutia (((llama la atencin que tam#ién
9il'a %astro ha#le de ellas como de dos no'elas distintas
67R<8
((( es una o#ra en
la que el autor, in)eniero de caminos, descri#i con acierto la 'ida de los pequeños mineros + arrieros de la re)in cordillerana de los ríos 9an Francisco(Mapocho + tri#utarios, utilizando ampliamente el len)ua*e popular + apro'echando di'ersa le+endas de la zona. $a cordillera es en ella el moti'o dominante, como lo señala el propio prota)onista del relato2 4&hora, al)o
154
acostum#rado, no me desespero. -i ha#lo en 'oz alta como al principio lo hacía para sentir la compañía, que la %ordillera aquí lo es todo, que adquiere una potencialidad extrahumana, que es a#sor#ente, que posee la fuerza de lo inmuta#le siento que esto+ en su poder, que es al)o monstruoso que me tiene aprisionado, que so+ ante ella lo infinitamente pequeño frente a lo infinitamente )rande + fuerte5 67R8. ^ 9i Manuel =o*as es en muchos aspectos una fi)ura mu+ especial de nuestra literatura, con ma+or razn lo es desde nuestro punto de 'ista2 además de sus 'i'encias cordilleranas iniciales al cruzar la cordillera con sus padres, a lomo de mula, cuando tenía slo cuatro años, 'ol'i a cruzarla, de re)reso a Auenos &ires, tres años después, + tra#a* en su *u'entud en la construccin del Ferrocarril /ransandino en $as %ue'as 6recuérdese su cuento 4$a)una58, él mismo ha de*ado dicho que, desde 7>;> 4en adelante + durante muchos años después, +a miem#ro del %lu# &ndino de %hile, los 'ia*es a la cordillera fueron un precioso + mu+ a)rada#le solaz + entretenimiento para mi cuerpo + mi mente 6!8 + aunque so#re al)unas de esas excursiones no escri#í nada, sus hechos, sus paisa*es, las fo)atas de noche, los esteros, mis camaradas, permanecen indele#les en mi memoria.
-unca, en nin)una parte, he
experimentado la paz + la ale)ría + la fuerza + la resistencia que sentí en aquellas excursiones, + si al)una 'ez estu'e mu+ cansado, con frío + con ham#re, perdido en la nie'e + la oscuridad, temeroso +a de la muerte, eso no hizo más que acrecentar mi pasin por la soledad + el aire + el a)ua + el silencio de nuestras queridas montañas5
67RQ8
.
$a relacin de enamoramiento de =o*as con la cordillera comenz temprano. $o recuerda así en Im+genes de infancia $ adolescencia 2 4$a calle u#le + la ciudad termina#an unos pasos al este de 9anta =osa, pero esta calle se)uía hacia el sur, en tanto que u#le se con'ertía en enorme potrero, sin caminos + sin culti'os de nin)una clase2 pastos, matorrales, pequeños ár#oles + aquí + allá un caminito, una huella, que desaparecía cuando menos se espera#a. Era un solo paisa*e, un espacio que se extendía hasta la misma cordillera. Por ese espacio caminé un día, con 'arios niños de la casa en que 'i'ía, en direccin a las montañas, lle)ando hasta el mismo pie de ellas. Vimos
155
allí lo que nos parecieron )randes rocas chorreadas de excrementos de pá*aros + tan cerca la nie'e que con unos pasos más ha#ríamos lle)ado a tocarla. 4%reo que en ese momento empecé a amar la cordillera. Mientras está en %hile, el chileno no sa#e lo que la cordillera si)nifica para él es una presencia que no perci#e siente su influencia quizá inconscientemente. Forma parte de su 'ida para donde 'a+a o para donde mire encuentra cerros, ne'ados o no, )randes, medianos + chicos. %uando sale de su tierra + 'a lu)ares como Auenos &ires, -ue'a 1or0, $ondres o Mosc, empieza a notar, después de un tiempo, que al)o le falta2 es la cordillera, es la nie'e, el hielo + esas som#ras le*anas o cercanas que cam#ian de color en in'ierno + 'erano, en prima'era + en otoño + se)n sea la hora del día. =ecuerdo que hace unos años, después de permanecer un tiempo en la ho+a del %ari#e, en %u#a, en Puerto =ico, en Florida, 'olé de %aracas hacia Panamá. 9e 'eían cerros, sí, pero a esos cerros les falta#a al)o. &l lle)ar a esa enorme estri#acin rocosa que se llama 9ierra de 9anta Marta, uno de los ltimos cinco ramales de la %ordillera de los &ndes, sentí una emocin mu+ )rande2 allí esta#a el hielo otra 'ez, ahí esta#a la altura, la nie'e + esa sensacin de soledad + or)ullo que pro'ocan las altas montañas, que a 'eces se transmite al hom#re que 'i'e entre ellas + que otras 'eces lo aplasta5 67RR8. Esta frecuentacin de la montaña a lo lar)o de su 'ida, moti' a Manuel =o*as la creacin de un par de á)iles cuentos (((el +a mencionado 4$a)una5 + 4El rancho de la montaña5 (((, numerosos artículos periodísticos, al)unos de los cuales el propio autor reuni en A pie por Chile la no'ela corta La ciudad de los C!sares, párrafos de 4%hile, país 'i'ido5 + al)unas reminiscencias
auto#io)ráficas de i'o de ladr#n. $os cuentos andinos de Manuel =o*as, que 4durante al)unos años escri#i como un discípulo a'enta*ado del criollismo chileno5
, son antolo)ados
67RT8
constantemente por su calidad narrati'a, espontánea, fluida, en especial 4$a)una5, que en 7>;; o#tu'o el se)undo premio en un concurso del diario $a Montaña, de Auenos &ires, hecho que marc el inicio de la carrera literaria de
156
su autor. En ellos, como en todos sus cuentos, se ad'ierte +a una superacin del mundono'ismo. $os artículos periodísticos, numerosos, están dispersos en los diarios 4$os tiempos5 6#a*o el pseudnimo Pedro -orte8 + 4$as Wltimas -oticias5, de 9antia)o, + 4$a Prensa5, de Auenos &ires + en las re'ista 4Aa#el5, 4En Via*e5 + otras. Varios de ellos, *unto a otros,, inéditos, fueron reunidos, como qued dicho, en el li#ro A pie por Chile, o#ra que contiene deliciosos relatos de excursiones por la cordillera santia)uina ((($a)unillas, Pur)atorio, &lfalfal, etc., ((( +, tam#ién, por la costa de %olcha)ua + Valparaíso. En )eneral, =o*as utiliza en ellos su ha#itual len)ua*e directo + sencillo, que trasluce, más allá de la mera anécdota, un sentimiento profundo del hom#re + la -aturaleza. Es con'eniente recordar que los artículos incluidos en el - R? de la re'ista 4Aa#el5 contienen recuerdos de la acti'idad del escritor en las faenas del ferrocarril transandino, o#'iamente ha#lando de las montañas, con la indicacin expresa de que son 4pá)inas excluidas de 3i*o de ladrn5 En la no'ela corta La ciudad de los C!sares
67R>8
67RO8
.
, se)n =o*as fundada
en la cordillera austral por Fra+ Francisco de la =i'era + llamada así por la 'ecindad de los indios chíchares, el escritor se hace car)o una anti)ua le+enda hispanoamericana
67T?8
cu+o misterio se localiza en las montañas andinas + la
modifica, para lectores *'enes (((la o#ra está dedicada a sus hi*os(((, a #ase de las a'enturas de :naisín. /am#ién ha+ 'i'encias cordilleranas en 4%hile, país 'i'ido52 4he lle)ado, en día de temporal + después de tres horas de trepar cerros, a las már)enes de la la)una =u#illa 6!8 he resistido, lleno de inquietud + durante las horas del crepsculo, la 'ida de un #osque precordillerano2 el rumor de los ñires, el )emido del puelche, el )rito del chucao 6!8 tres 'eces he estado en peli)ro de morir entre la nie'e5
67T78
+, además, una 'isin del hom#re chileno de la
precordillera, concretamente del estero El %oipo, del %a*n del Maipo.
157
Finalmente, en i'o de Ladr#n, no'ela que marca el inicio de una orientacin trascendentalista de la narrati'a chilena, =o*as no pudo, o no quiso, e'itar la inclusin de lo que fue una de las pasiones de su 'ida2 4era la primera 'ez 'eía nie'e, que me 'eía rodeado de nie'e, aunque, en 'erdad, no era la nie'e lo que me impresiona#a, sino la sensacin de soledad que me produ*o, no soledad de la nie'e, de las rocas, del río o de las montañas, sino la soledad de mí mismo entre la nie'e, las rocas, el río + las montañas aislamiento, reduccin de mi personalidad hasta un mínimo impresionante!5
67T;8
. mpresin
coincidente con la de muchos otros + expresin clara del escritor, de la conciencia en accin. -o ca#e duda.
Manuel =o*as escritor + Manuel =o*as hom#re de
cordillera son insepara#les2 ello se delata#a tanto en su aspecto físico fuerte como se si)ue delatando en su estilo 'i)oroso + llano. 1 aunque en su o#ra se 'e la facilidad narrati'a del autor, queda tam#ién en e'idencia que falta la expresin de esa )randeza oculta, de esa )randiosidad + profundidad indicada por Aachelard. B: será que, en definiti'a, más que pala#ra narrati'a se requiere pala#ra poética para lo)rarloC. ^ 3u)o 9il'a naci antes que Manuel =o*as, pero hemos preferido nom#rarlo después, rompiendo la línea que se ha se)uido, de#ido a que su no'ela Pacha Pulai 67T<8, pu#licada en 7>
158
9in duda, Pacha Pulai es un li#ro encantador, que *ustifica ampliamente sus muchas ediciones. Pero si #ien toca la montaña nortina, lo hace en sordina + superficialmente. ^ Marta Arunet ocupa un lu)ar destacado en las letras nacionales2 4$a literatura femenina empieza a existir seriamente en %hile, con i)uales derechos que la masculina, el año 7>;<, cuando aparece %onta(a adentro, de Marta Arunet5 67T8. Este empezar es auspicioso para nuestra tema, pues %onta(a adentro es una 'i)orosa muestra de tipos humanos cordilleranos de la re)in de %uracautín, zona de 'olcanes + #osques de araucarias que ser'irán de marco a todas las o#ras montañesas de la escritora chillane*a2 >estia da(ina/ %ar)a Rosa/ 3lor del uill!n/ El .arco/ Ave negra/ Aguas a,a'o/ La monta(a de Tolhuaca 67TQ8.
-o ca#e duda que la escritora su#ra+ especialmente los pro#lemas anímicos de sus persona*es (((superrealista al fin(((, otor)ando al paisa*e importancia slo en la medida en que contri#u+era a am#ientar los acontecimientos.
3a+, en todo caso, -aturaleza en sus o#ras2 4las
descripciones son #re'es, precisas, oportunas, características, + tienen un refle*o poético que dilata + ahonda la sensacin del paisa*e5
67TR8
.
El paisa*e de Marta Arunet es mu+ especial2 4& la escritora le interesan en la 'ida de la naturaleza no los aspectos 'isuales de las cosas forma, color + mo'imiento, sino los auditi'os + olfati'os5
67TT8
. 3e aquí un e*emplo2 4Wn
airecillo sua'e hacía de todos los olores de la montaña un perfume nico por lo intenso. -o se olía solamente aquel perfume2 se )usta#a al pasar el aire por la #oca camino de los pulmones, de*ando sa#or a menta, a pol'o, a resina se 'eía cuando las ho*as se inclina#an como para me*or echar su aliento exquisito se sentía cuando los dedos del 'iento de*a#an en la cara la frescura de su caricia se oía en el rumor insistente + secreto de la montaña5 67TO8.
159
9in em#ar)o, ha+ tam#ién a ratos paisa*e propiamente pictrico2 4Aordeá#amos a )ran altura el lecho de un río. %ortadas a pique, las montañas rocosas se alza#an enormes + )rises, con manchones de 'erduras aferrados a los salientes, con despeñarse fra)oroso de manantiales ne'eros, con riscos filudos cu#iertos de 'erdín. $a atmsfera era opaca + fría.
En las cimas se
'eía re'er#erar el sol poniente + esa ti#ieza que se adi'ina#a arri#a torna#a insoporta#le la hmeda helada de la hondura5
67T>8
.
En am#os casos, en la atmsfera auditi'a u olfati'a o en lo 'isual o táctil, sin duda que Marta Arunet se acerca mucho a la expresin de ese al)o que forma la esencia misma de la cordillera. $os persona*es de las o#ras mencionadas son 'astamente conocidos. 9e trata de tipos propios de la cordillera de $onquima+, cu+o ha#lar montañés ha dificultado las traducciones de las no'elas de Marta Arunet a otros idiomas. Es interesante recordar que en %aria Rosa/ 3lor del uill!n está enmarcada la narracin de la historia del pino hilachento, relato que e'idencia las mismas creencias indí)enas que han ori)inado las apachetas o pircas cordilleranas de que hemos ha#lado al re'isar nuestro tema en la literatura chilena prehispánica. Por cierto tiene interés como continuacin curiosa de una remota tradicin + por ser #uena muestra del estilo de la autora. Enumerando las o#ras de la escritora, no podríamos ol'idar, entre las de temáticas cordillerana, el cuento infantil 4Mamá %ondorina + Mamá 9ua'es( $anas5, tierna historia de lo ocurrido a %opito de -ie'e, como 'erdadero remanso en medio de las pasiones que, en sus otros relatos, se desatan a la som#ra de los 'olcanes sureños, como sucede en 4&)uas a#a*o5, por e*emplo, narracin en que los elementos de la -aturaleza, hoscos + som#ríos, tur#ulentos + extremados, 'an dando marco premonitorio al hondo drama que se suscita entre dos mu*eres (((madre e hi*a((( + un hom#re, ante el fatalismo de la a#uela. ^
160
/radicionalmente, Aen*amín 9u#ercaseux ha sido un hom#re de mar (((incluso fue patrn de +ates((( +, por tanto, escritor marinista, además de otros temas. Pero este marino, que tam#ién fue antroplo)o + filsofo, un día se lanz a comentar la inslita confi)uracin de nuestro país, produciendo el conocido li#ro Chile o una loca geograf)a
67O?8
+ en esa in'esti)acin curiosa de un
territorio tan estrecho como dilatado, no pudo desdeñar tantas alturas montañosas considera#les a las que, por mu+ marino que fuera, necesita#a adosarse para no caer al océano. 9e preocup, pues, de las cum#res andinas. Desde lue)o, llam su atencin la macicez del cordn oro)ráfico que enfrenta a la re)in central del país, impresin que ori)in un hermoso + decidor nom#re para toda la zona que se extiende a sus pies2 4País de la muralla ne'ada5
67O78
. 1 no fue slo el nom#re hu#o tam#ién entusiasmo
descripti'o(informati'o2 4$a %ordillera de los &ndes, que lo encausa 6al Valle %entral8 por el este, tiene aquí un aspecto macizo + ele'ado 6!8 El /upun)ato, que se alza frente a 9antia)o con sus R.R?? metros, es la ltima cum#re )i)ante de la "ran %ordillera. Pero en esta parte, el efecto es ma+or que en el norte o en el sur. 1a hemos dicho que, desde 9antia)o, aunque no 'emos este macizo 6nos falta distancia + perspecti'a8 sino los primeros contrafuertes que le preceden, la cordillera parece 'enirse encima con su mole imponente5
67O;8
.
$o mismo ocurri con la cordillera chilena del norte + del sur. $a del norte merece pala#ras claras que informan + señalan lo esencial2 4$a )ran anchura de los &ndes en estos para*es, + la distancia que los separa del mar 6desde la costa no se di'isan8, les restan ese aspecto imponente que se les 'e en 9antia)o, donde ha+ días en que la claridad de la atmsfera parece echarlos encima. -o o#stante, en pocas re)iones como en ésta podríamos encontrar diez cum#res de más de R.??? metros, una de las cuales lle)a hasta los T.??? altura tan )rande como la del &conca)ua en la re)in central5
67O<8
9imilar es la entre)a de las montañas sureñas2 4$a cordillera silenciosa rodea las 4termas5, donde los enfermos acuden en )ran nmero + curan de sus
.
161
dolencias dolencias.. En las alturas, alturas, tras los #oquetes milenario milenarioss + los #lancos #lancos troncos troncos caídos, caídos, se alza al)n alto pico coronado coronado por una fumarola. fumarola. Es 4El Volcán5, Volcán5, la di'inidad que produce estos mila)ros + que, tarde o temprano, aca#a con la 'ida de esos mismos mismos hom#res que san, san, para poder aniquilarlos me*or. &l)o de eso se 'io en el terri#le terremoto de %hillán del año 7><>5
67O8
.
%omo estos 'istazos andinos esta#an dispersos en el 'oluminoso li#ro mencionado, 9u#ercaseaux los sintetiz en un artículo destinado a Autorretrato de Chile Chile// de -icomedes "uzmán artículo que, por supuesto, mantu'o el
herm hermos oso o + )ráf )ráfic ico o nom# nom#re re de 4$a 4$a mura muralla lla ne'a ne'ada da55
67OQ8
, constitu+endo una
excele excelente nte descri descripc pcin in inform informati ati'o 'o(lit (litera eraria ria de las esenci esencias as cordil cordiller lerana anass chilenas. Es curioso todo lo anterior en un escritor que ha#ía dicho, en Ho!2 4En las montañas, 9ancho, me falta el aire )rande es mi an)ustia en ellas. 6!8 Para mí, 9ancho, la montaña es el /a#, espectro del espanto, an)ustia de la soledad5. soledad5. /al 'ez se de#a a que 9u#ercase 9u#ercaseaux, aux, espíritu espíritu superior, superior, sí que fue capa capazz de mira mirarr a las las altu altura rass + de comp compre rend nder er dolo doloro rosa same ment nte, e, como como se desprende de la continuacin de la cita transcrita2 41 es así que 'es en esta tierra mía, tierra de montañas, a los hom#res 'i'ir en el 'alle por culpa de su inferioridad. Para ser montañeses, montañeses, tendrían que que 'aler mucho más5 más5
67OQ a8
.
^ El #alance de la )eneracin superrealista, que por sus características no permitía a#ri)ar muchas esperanzas en relacin con nuestro lema, es mucho me*or me*or,, cuanti cuantitat tati'a i'a + cualit cualitati ati'am 'ament ente, e, de lo que esperá esperá#am #amos2 os2 un poeta poeta cordillerano (((%arlos Préndez((( + la presencia #re'e pero decidida de dos nom#res rele'antes de nuestra lírica (((3uido#ro + -eruda(((, más, en narrati'a, el aporte importante de Marta Arunet, Juan Modesto %astro + Manuel =o*as, fundamentalmente, conforman un 'alioso acer'o de excelente literatura en torno a la cordillera chilena. ^
162
$a "ene "enera raci cin n de 7>; 7>;,, deno denomi mina nada da tam# tam#ié ién n neor neorre real alis ista ta,, 4se 4se desen'uel'e como )eneracin polémica de fuerte concepcin político(social de la lit literat eratu ura, ra, que la condu nduce con con simpa impatí tía a a rean eanudar dar el laz lazo con el Mundono'ismo al afirmar un nacionalismo literario extremadamente com#ati'o5 67OR8
. Para Para dich dicha a )ene )enera raci cin n,, el pue# pue#lo lo es el depo deposi sita tari rio o de la 'erd 'erdad ader era a
nacionalidad. 9e trata, por tanto, tanto, de una literatura comprometida, en la que el espacio )eo)ráfico pasa a ser mostrado, a 'eces, como complemento del hom#re que lucha por su redencin. $a cordillera, desha#itada, no a#unda en las o#ras de los escritores neorrealistas, que centraron su mirar en otros ras)os, tam#ién importantes, de nuestro suelo, en los que el hom#re 'i'e re)ularmente. Ju'e Ju'enc ncio io Valle, lle, por por e*em e*empl plo, o, 4pan 4pante teís ísta ta le)í le)ítitimo mo + uno uno de los los más más excelsos excelsos poetas líricos de %hile5 %hile5 se)n se)n Fernando Fernando &le)ría &le)ría
67OT8
, slo dedic, en
nuestro tema, al)unas líneas al cndor en su 4Pa*arería chilena52 4El cndor tiene concienc conciencia ia exacta de su alta misin. 9a#e perfectam perfectamente ente que en este país de precipicios + montañas él representa un alto sím#olo 6!8 /iene razn el cndor por esos sus o*os están siempre diri)idos hacia el infinito5
67OO8
.
^ 9o#re el tema que nos ocupa, #astante más importancia tiene :scar %astro. -o ca#e duda de que el humilde ranca)ino )an un alto sitial en nuestras nuestras letras. letras. /ampoco mpoco ca#e duda de que, aunque ha+a ha+a escrito quince cuentos distri#uidos en dos li#ros + tres no'elas, %astro es, ante todo, poeta, )ran poeta. 6El título de La som,ra de las cum,res 67O>8 , se)undo con*unto de cuentos del del poet poeta, a, no de#e de#e pres presta tars rse e a conf confus usi in2 n2 no se trat trata a de narr narrac acio ione ness cordilleranas, sal'o en parte 4El 'alle + la montaña5, sino de composiciones campesinas.8
163
$a poesía de %astro transfi)ur de preferencia el 'alle + el campesino, la cordillera de la costa + el pequeño minero, la ciudad + el 'arn + la mu*er misera#les, las instalaciones montañesas montañesas de 4El /en /eniente5 iente5 + el )ran minero. El arriero + la cordillera andina, que desde =anca)ua se di'isa en olea*e de picos alti'os /orres /orres de Pan)al, -e'ado de Flores, <o de la Mamá, fueron tocados en menor medida, aunque con calidad insupera#le, en dos composiciones de antolo)ía2 4=omance del 'endedor de canciones5 + 4$ucero5. 4=omance del 'endedor de canciones5 es un delicado poema del li#ro Camino en el al,a , pu#licacin inicial de %astro
67>?8
, en el que se entre)a toda
la pureza 'ital del hom#re que 4se 'a cantando, cantando por la montaña5,
ofreciendo su mercadería espiritual de 4canciones recién cortadas5. El romance, comienza arri#a, en el misterio de la noche, 4cuando los arro+os #ruñen filos de luna en el a)ua.5 3a+ luna (((la influencia de "arcía $orca es 'isi#le, aunque aminorada por la chilenidad de al)unos elementos que pronto aparecerán en el poema(((, ha+ a)ua que que corre, ha+ destellos. destellos. $o 'isual es noto notori rio, o, afirm afirmad ado o en esos esos 4o*o 4o*oss de sus sus #orr #orric icos os55 que que 4lle 4lle'a 'an n estr estrel ella lass mo*ada mo*adas5. s5. /odo conform conforma a un espacio espacio má)ico má)ico para el hom#re hom#re que 4se 'a cantando cantando por la montaña5, en enca#al)amiento + reiteracin de un )erundio que se extiende feliz hacia el infinito. Pero Pero no es slo lo 'isual. 'isual. /am#ién m#ién entra entra a *u)ar *u)ar lo olfati olfati'o, 'o, con ese perfume que los 4huertos de mi tierra5 dan a las ár)uenas de los animales. El hom#re de#e caminar. caminar. El camino es 4#lanco, 4#lanco, #lanco, como un papel papel sin pala#ra pala#ras5. s5. /odo es pureza pureza,, todo está está por hacers hacerse. e. 1 tratándo tratándose se de un 'endedor de canciones (((la cancin, lo me*or del alma, 'iene de la montaña(((, el caminante hará camino melodiosamente2 4el hom#re le 'a poniendo la letra de una tonada5.
164
El nue'o elemento que entra a *u)ar, el acstico, se profundiza en los 'ersos 'ersos si)uie si)uiente ntes2 s2 el 'iento 'iento ensa+ ensa+a a sus arpas arpas so#re so#re los álamos álamos nue'os nue'os,, hermosa metáfora nacida de la seme*anza de los alamitos con las cuerdas sonoras del arpa, que nos hace notar, tam#ién, que todo está iniciándose2 camino #lanco, álamos nue'os s+ el sonido tintineante de la esquila de la madrina, distinto, cadencioso, expresado en ese 4)otea sus notas claras5. El espacio má)ico, relacionado siempre con el a)ua, es ahora dicho en imá)enes in'ertidas2 4El estero, en la noche, un trozo de cielo que anda. &rri#a, el cielo ful)ente, es un estero que calla.5 1 si #ien 4el hom#re que 'a cantando tiene la copla mo*ada5, ha+ +a un quie#re de#ido al a'ance de lo alto a lo #a*o, de la montaña al 'alle, de lo positi'o a lo ne)ati'o. &ntes eran eran arro+os, a)ua 'i'a, plural + saltarina saltarina de las cum#res ahora es el estero silencioso + casi detenido del 'alle. /al 'ez por eso, por el camino recorrido + el cam#io que se ha producido, los cascos de los #orricos 4trizan el cielo cielo + el a)ua5. 3a+ un quie#re, no no total, pero notorio en en la trizadura, que no podía e'itarse, pues no slo la montaña, sino tam#ién la noche, están conclu+endo. & pesar de eso, 4si)ue cantando el arriero por los caminos del al#a5, hasta lle)ar al pue#lo, espacio cerrado que quiere a#rir ofreciendo lo me*or de sí2 sus canciones. Dos 'eces las ofrece, ofrece, pero no tiene respuesta, pues pues la )ente no entrea#re sus 'entanas 4al 'er que an queda noche5. &quí reside el sentido ltimo del poema. B%mo a#rir ese espacio má)ico + pleno constituido por la noche montañosa a la )ente comn que teme a lo desconocidoC B%mo lo)rar conta)iarla de la 'ida del arro+o que #ruñe filos de luna, de la sonoridad rumorosa del 'iento entre los álamos nue'os o del canto que )otea de la campanita de la madrinaC B%mo hacer que cante, como el 'endedor de cancionesC
165
-o todo está perdido, sin em#ar)o. &unque la pureza cordillerana no ha+a sido reci#ida, 4quedará por las calles como un olor de las manzanas5, con toda la car)a de tentacin que el sím#olo popular conlle'a desde los tiempos paradisíacos + con todo el anuncio de la se)ura recepcin futura. :tra o#ra destacada de :scar %astro en cuanto temática cordillerana, es el cuento, Bo poemaC, 4$ucero5, de Comarca del 'a.m)n $ sus me'ores cuentos , al mismo tiempo hermoso + terri#le, cu+os elementos estructurales
67>78
(((hom#re, animal + paisa*e((( marcan intensamente al lector, al punto que, comentándolo, José Mi)uel Minués ha expresado2 4El 'ie*o tema criollista de la comunidad hom#re(animal es reno'ado aquí en $ucero, ampliado a lo dramático uni'ersal en su sencilla )randeza5
67>;8
.
4$ucero5 rene todas las características narrati'as de su autor, aunque no por eso de*a de tener un inmenso mérito poético2 como ha señalado &le*andro Ma)net, 4%astro fue un narrador de primer orden, pero en su 'isin propiamente poética lo que da un sello característico a toda su o#ra. 6!8 -arra sencillamente, sin efectos ni complicaciones + todo el relato es más el desarrollo de una anécdota que la pintura de escenarios, el estudio de am#ientes o el análisis de caracteres. $a descripcin minuciosa que otros hacen del paisa*e chileno, %astro la reemplaza con unos toques impresionistas, unas cuantas imá)enes cu+o color descripti'o, para no ha#lar +a de su)erencia, es más )rande, por cierto, que un cuidadoso in'entario de ár#oles + pá*aros5
67><8
. En otras pala#ras, prima la pala#ra poética, con su máxima
car)a de intensidad. ^ De &ndrés 9a#ella, el conocido poeta nortino, podemos mencionar tres pequeños + delicados trozos de prosa poética de su li#ro Chile/ f!rtil provincia 67>82 43uanacos5, 4Volcán $áscar5 + 4El huemul5.
43uanacos5
166
4$a distancia 'a enredada a sus patas. & 'eces, el 'iento andino puede a'enta*arlos desesperados, se esconden (((entonces((( a llorar su 'e*ez, *unto al silencio de los indios solitarios.5 4Volcán $áscar5 4En tu silla de nie'e fumas tu ci)arro intermina#le. uelo de cimas + de cndores, arro*as tus humos, en'ol'iendo la altura como en chal de ma)ia. $as cum#res ha#lan entre sí. / slo charlas con el cielo ras)uñado por los relámpa)os5. 4El huemul5 4/iene en su corazn aprisionado el poderosos 'iento cordillerano2 por esto es que corre siempre 'elos, esqui'o + #ra'ío. 4En sus astas, el día se enrolla, como un harapo, + él lo conduce hasta los picachos so#er#ios + allí lo de*a!5 En las tres composiciones, prodi)ios de sutileza + pala#ra condensadora, so#resalen la delicadeza de la pincelada + la precisin con que se enfoca la sin)ular 'oz definitoria. En el primer caso, es la rapidez increí#le del huanaco + su capacidad de realizar extensos recorridos, todo ello dicho en una sola + apretada oracin2 4la distancia 'a enredada en su patas5. Pero!, como siempre en la 'ida, el tiempo trae la 'e*ez +, entonces (((curiosamente, en el texto es 4a 'eces5, como si no siempre ocurriera((( el 'iento andino es más 'eloz.
Es notoria, la
comparacin2 slo el 'iento no se supone siquiera otra posi#ilidad. 1 lle)a el momento del retiro, a llorar la 'e*ez, en otra ima)en tomada de la realidad + car)ada de dolor + desolacin2 4*unto al silencio de los indios solitarios5, pues +a no ha+ rumor de )alopes ni 'iento en los oídos 'eloces. En 4Volcán $áscar5, interesa especialmente la personificacin2 el 'olcán como a#uelo (((silla, chal, con'ersacin con el cielo(((, ima)en no#le +
167
'enera#le que 'er#aliza una realidad oro)ráfica2 el $áscar es el 'olcán más anti)uo + des)astado de su re)in + contrapone sus formas horizontales a los conos empinados de otros 'olcanes 'ecinos. &demás, nos introduce en una atmsfera má)ica + tierna. 4El huemul5 es de menor calidad. :tra 'ez la rapidez, pero no +a expresada como en la hermosa metáfora inicial de 43uanacos5, sino explicada innecesariamente en el primer párrafo. Del mismo modo, el dato erudito del se)undo párrafo slo se sal'a por la ima)en fuerte que produce la expresin 4ca#allo de los )randes tempestades5. El poema 'ale, en todo caso, por su ltimo párrafo, que nos hace desear la eliminacin de los dos anteriores2 ha+ temporalidad en ese enrollarse del día, firmeza en esas astas, #elleza en ese conducir el día hacia las alturas. Distinto, 9a#ella. En lo escaso de su acercamiento a la montaña, ha sa#ido calar hondo, expresar lo #ello + de*ar la sensacin de lo frá)il, *u)uetn + delicado. ^ -icanor Parra, en el len)ua*e distinto de la antipoesía, lanz su famoso )rito2 4XX Vi'a la %ordillera de los &ndesYY5 67>Q8, el que, por supuesto, es una metáfora para ale)ar a fa'or de lo humanamente ele'ado + fuerte. En otro poema, señala tam#ién, tal 'ez con razn, que 4-o es %hile el que limita con la %ordillera de los &ndes, sino que 4Es la %ordillera de los &ndes la que limita con %hile5 67>R8. -o ha+, + es l)ico, más cordillera en su o#ra.
168
Uue, por supuesto, slo tiene relacin metafrica con la %ordillera de los &ndes. En otro poema señala tam#ién, tal 'ez con razn, que 4-o es %era de los &ndes la que limi Parra, sin em#ar)o, sinti el impacto de la lucha del hom#re por la conquista de las ma+ores montañas del mundo. En 4Mil no'ecientos treinta5, poema en que 4re)istra todos + cada uno de los actos humanos5, como expresa en uno de sus 'ersos, da cuenta del si)uiente2 4En se)uida me remonto a uno de los picos más altos
del 3imala+a al \anchen*un)a, + miro con escepticismo la #ri)ada
internacional
que intenta escalarlo + descifrar sus misterios. Veo cmo el 'iento los rechaza 'arias 'eces al punto
de partida hasta sem#rar en ellos la desesperacin + la locura. Veo a al)unos de ellos res#alar + caer el a#ismo + a otros 'eo luchar entre sí por unas latas de conser'a5 67>T8 ^ El ltimo poeta que mencionaremos en esta )eneracin, _n)el %ustodio "onzález, es fino + a)udo compositor de 'asta + armoniosa o#ra. Melancolía, cierto desparpa*o + un )usto e'idente por la ironía no siempre sutil, marcan sin duda su poesía, a ratos clásicamente medida, a ratos li#re de todo canon. 9lo en Nom,res del Amor 67>O8 ha+ montaña. Wn solo poema, un solo hermoso + decidor poema, pero de esos que calan hondo, que entre)an
169
esencia, que 'er#alizan, que recrean en la pala#ra *usta + nica. $a montaña está allí. En plenitud. Desde el nom#re mismo2 4B&dnde irían el ro*o del otoño + el crepsculoC5 1 lue)o en muchos de sus 'ersos, mu+ lo)rados. 4Está ahí ha estado siempre, al comienzo del tiempo, cuando era sueño duro #a*o el a)ua, o diamante ardoroso, 'ir)inidad que Dios no re'ela#a. 1 la pura costum#re te ce)a#a días completos, cie)o.5 El eterno no 'er, no penetrar. El hom#re 'i'iendo a su som#ra, sin darse cuenta. 1 entre ellos, uno al menos, sa#iéndola por dentro2 4Madre de hi*os reno'ados + unos, madrastra, dura a+a nutriente, crecida para acunar la esperanza del 'alle, de la cancin + del a)ua + el tri)o, er)uida por defenderle al hom#re el dulce lecho interrumpido tantas 'eces, sacrificada en el secreto + áspero e*ercicio, espalda rota, soldadura ol'idada, re'entada + que#rada en espuma, en muerte('ida #lanca por la sal + la nie#la + la ráfa)a, hundiéndose en el mar,
170
#uscando (((al sur((( el sueño primiti'o.5 En el poema están la montaña(madre, la montaña posi#ilitadora de 'ida, la montaña inefa#le2 4sím#olo tan directo + tan simple, que no puedo nom#rarte.5 3a+ deseo de apresar la esencia, de lle)ar al fondo2 4&hí te quiero conser'ar montaña con tu misma porfía de montaña, tu terquedad de piedra ahí te escucho, en tu límite mudo, maestra del más puro aliento, educadora de los o*os + del alma + la luz!5 Podríamos se)uir citando, especialmente fra)mentos de la sexta + ltima parte del extenso poema, donde se patentiza en símiles felices nuestra necesidad a#soluta de su existencia. Porque sin esa 4metáfora crecida de la eternidad5, 4Ba dnde irían el ro*o del otoño + los crepsculos + adiosesC5. ^ /am#ién es escaso el aporte al tema entre los narradores de la )eneracin -eorreoalista. /al 'ez pueda mencionarse un par de párrafos de 4Esprel, el paso heroico5, de Daniel Aelmar2
171
4Wn espinazo pétreo, ro*o + )risáceo, ocre + 'erdine)ro, se disloca en hondonadas + picachos, en mesetas de)radadas, en rudos contrafuertes. $os filos enhiestos, los ta*os iracundos, ras)an los 'entarrones que ululan como #estias. $as tempestades, al chocar contra las sal'a*es laderas, amorti)uan, ru)iendo, la #rutal em#estida. Vuela entonces la nie'e suelta de las cum#res en finas plmulas que el 'iento arrastra + sacude, funde + dis)re)a hasta compenetrarse de su esencia aterida.
9lo )laciares + 'entisqueros
permanecen inconmo'i#les, )i)antes milenarios de corazn helado.5
67>>8
: la o#ra de $uis Enrique Délano, tercer autor chileno que, en un lapso de slo tres años, se preocup de la 'ie*a le+enda de una ciudad mara'illosa que estaría encla'ada, oculta en al)n 'alle recndito, en las más remotas cum#res de los &ndes. /res años después que Manuel =o*as pu#licara La ciudad de los C!sares + a slo uno de la aparicin de Pacha Pulai , de 3u)o 9il'a, Délano
entre) su 'ersin del tema con el nom#re de En la ciudad de los C!sares
6;??8
,
dedicado 4& Manuel =o*as + 3u)o 9il'a, que me precedieron en este 'ia*e5. -aturalmente, ha+ 'ariacin ar)umental respecto a las dos otras o#ras2 ahora es el diario de 'ida de &rmando "reen, encontrado por unos campesinos en las cercanías del $a)o =anco, el que nos permite conocer los increí#les sucesos que, en todo caso, ocurren en la misteriosa ciudad cordillerana. 3a+ poco, sí, de cordillera2 slo la le+enda en ella radicada. ^ $a situacin cam#ia con =einaldo $om#o+, que llam 4no'ela de la tierra5 a la dramática epope+a R+n&uil 6;?78 , su primera o#ra. En ella se relata un alzamiento campesino contra la a'idez de los terratenientes (( (apo+ados por cara#ineros((( en el <o Aio#ío, lucha desesperada + fallida que enca#ezan =o#ledo + -icolás :la'e, muertos am#os en el empeño de encontrar di)nidad. $a -aturaleza acompaña al hom#re a tra'és de la no'ela, atra+éndolo + rechazándolo, siendo aliada o enemi)a.
$a accin transcurre en plena
cordillera sureña2 4El clima es siempre ri)uroso en estas serranías que por el
172
norte limita la 9ierra Velluda, por el occidente la %ordillera de Pemehue + por el sur la 9ierra -e'ada5
6;?;8
$a montaña es descrita a tra'és de sus detalles más pequeños, con conocimiento del asunto + #elleza expresi'a2 4%ada mañana aparecía despe*ado el horizonte + apenas el sol teñía de oro las cresterías, se descol)a#a el calor, reseca#a la tierra, cuarteándola en las alturas en los caminos, desmonora#a los terrones de las recientes llu'ias, + el paso de carretas + animales los i#a moliendo finamente, hasta ser una capa fofa, ele'ada en )ruesas columnas por el más li)ero 'iento + con'ertida en nu#ada ocre al ser hollada por los arreos5
6;?<8
.
& tono con el dolor de la impotencia + el fracaso de los hi*ueleros cordilleranos, los elementos espaciales son, en )eneral, a)resi'os2 4$a som#ra trae apare*adas oscuras amenazas que se suman a la hostilidad de la naturaleza al puelche que a#ate los tri)os a la nie'e, lle)ada a #lanquear los caminos + dar muerte, por el frío, a los animales a los matuastos, que se prenden a las u#res de las o'e*as + se las 'uel'en una sola lla)a a las tem#laderas, trampa donde los animales se hunden entre mu)idos despa'oridos a las inundaciones pro'ocadas por las erupciones de los 'olcanes a los peucos, que se ro#an los polluelos a los a)uiluchos, 'oraces perse)uidores de los corderos tiernos!5 6;?8. Es una -aturaleza dura no podía ser de otra manera en la perspecti'a humana del pro#lema que suscit R+n&uil . %on posterioridad, $om#o+ pu#lic Aguafuertes de Chile 6;?Q8, con*unto de pequeñas composiciones so#re di'ersos temas nacionales. Entre ellas está 4El solitario de las cordilleras5, anotacin so#re un minero del <o Maipo, que 4tiene entraña de soledad52 4&l)una noche, en el silencio de su refu)io, después de las primeras ne'azones, le so#resalta un estruendo lleno de ominosas su)erencias + no i)nora la ad'ertencia2 son los rodados. 9e producen de impro'iso, con palpitacin poderosa, acarreando tierra, la*as + peñascos, hasta de dos mil metros de altura, por la quie#ra de las montañas, a 'erti)inosa
173
'elocidad. Pasado el primer + #rusco ímpetu, la mole se aplaca + desciende con lentitud, na'e)ando so#re un #loque de nie'e licuefacta que se desliza implaca#le ladera a#a*o5
6;?R8
. 6;?T8
&ños más tarde, $om#o+ escri#i 4El arriero en su huella5
, #re'e
pero realista 'isin de los hom#res que pasan su existencia en la cordillera, cruzándola una + otra 'ez con )anado casi siempre a*eno.
3a+ en ella,
además de la tra)edia de =afael Esco#ar + &mador, la descripcin casi foto)ráfica del paisa*e2 49orprende encontrarse, de s#ito, con esta planicie lozana.
El ca*n cordillerano ha 'enido estrechándose hasta cortarse,
*ustamente aquí, en un aparente muro de rocas ceñidas de nu#es. El 'alle se a#re #ruscamente, 'erde, liso, ra*ado por la fran*a #ruñida del río + por la apenas insinuada huella arriera que si)ue sus tímidos meandros. & am#os costados, la pared de cerros, las laderas despeñadas, las cimas 'erti)inosas. 1 en la ca#ecera misma de la an)osta planicie, un circular o*o de a)ua, em#udo insonda#le, se prolon)a a profundidades inc)nitas del faldeo cu+o pie lamen las a)uas corru)adas por los puelches5
6;?O8
.
Pero no es slo el paisa*e comnmente 'isi#le, sino tam#ién el conocimiento del am#iente terri#le + peli)roso en que el arriero se mue'e, a )randes alturas, cuando de#e atra'esar un portezuelo con tiempo amenazante2 43a+ que catearle el o*o al huracán. 3a+ que sa#er que a tales + tales horas + durante tanto + tanto tiempo está el 'iento escondido en su cue'a recndita, + que slo entonces se puede cruzar el portillo, haciéndolo de prisa, corriéndole por delante al 'iento que 'endrá pisándole los talones!5X+ o*alá que lle)ue solo, sin empu*ar por delante la cerrazn mortal de una ne'adaY5
6;?>8
.
En 4El arriero en su huella5 ha+, realmente, una 'isin en profundidad del hom#re de cordillera. ^ El -eorrealismo pudo ha#er dado más, pero, +a lo di*imos, diri)i su mirada a otros rincones de nuestra )eo)rafía. En todo caso, las o#ras de
174
:scar %astro + =einaldo $om#o+ son suficientes para *ustificar ampliamente la presencia de la )eneracin en nuestro tema. ^ & priori, nada se podría esperar, para nuestro estudio, de los escritores irrealistas de la "eneracin de 7>QT, )rupo que cierra la sensi#ilidad superrealista + que 4rechaza la super'i'encia de los ideales mundono'istas 6propios del -eorrealismo8 + de las formas de expresin tradicionales5
6;7?8
,
mirando exclusi'amente al hom#re (((sin interés por el paisa*e que lo rodea((( desde una perspecti'a analítico(existencial.
1a lo ha#ía dicho Fernando
&le)ría2 4$a literatura campesina o ur#ana, conce#ida se)n las normas del costum#rismo español, no ofrece para estos nue'os escritores interés al)uno56;778. El me*or e*emplo de ello es que en P+ramo salva'e
6;7;8
, de María Elena
"ertner, no'ela que transcurre en el fundo del mismo nom#re 4cordillera arri#a! al sudeste de %hillán5 , la nica referencia a la montaña, en doscientas pá)inas, es la si)uiente2 4$os picachos de la cordillera an )uarda#an ro*izos resplandores, + una luz acerada + fría a#ría un ta*o en medio del 'alle e i#a a morir en los o#scuros fosos de las que#radas5
6;7<8
.
3a+, sin em#ar)o, al)unas excepciones. Mario Ferrero, esca#ulléndose del imperati'o irrealista, di#u*, con 'i'as pinceladas, su 4Fauna simpática de %hile5
6;78
, con*unto de diez cuadros so#re
otros tantos animales + a'es nacionales, de los que cinco son cordilleranos2 puma, )uanaco, llama, huemul + cndor, citados en dicho orden. 9on trozos li)eros, *u)uetones, decidores, sin ma+ores pretensiones. 3a+ en ellos lo que anuncia#a el título2 simpatía. 3e aquí al)n fra)mento.
175
4:tras 'eces, amanece distinto. 1 6el puma8 es cruel + *u)uetn como la mu*er que amamos. Aa*a entonces al 'alle + comienza a en)añar a las o'e*as con muecas + ca#riolas.
9e 'uel'e saltim#anqui, charlatán, titiritero.
9e
re'uelca de espaldas, inau)urando som#rillas + pañuelos como los pícaros de feria. 1 cuando se acercan las curiosas a mirarle la máscara al pa+aso, da un zarpazo final + echa a correr, la lana so#re el lomo, el hocico chorreando a dos #anderas5. 4El huanaco es nmade, explorador impenitente que perdi la cantimplora en el #oquete andino, cansado sin duda de atra'esar el mundo5. 4!la llama se hizo nortina a fuerza de 'a)ar por las alturas. De sus #uenos tiempos, conser'a ese )esto de cordial señoría, de alti'ez ele)ante de aquellos años del no'ecientos, con tra*e de amplio ruedo + capota de or)anza5. 4En la 'ida nacional, el cndor es ni más ni menos que un )eneral andino! Wn militar celoso de su espada, 'i)ía de la nie'e, cuidador de la san)re que #rilla en la #andera.
%omo anda siempre en campaña, usa
polainas + #otín de lana. 1 de#a*o del pecho lle'a su )ran collar de la orden al mérito, el collar de los héroes con que lo condecoraron por allá en los al#ores de la Patria Vie*a.5 ^ 3u)o Montes, con 'oz clásicamente cristalina + reconocedora del sentido íntimo de las cosas, ha cantado a la montaña chilena, que para él es %hile mismo2 4Es hermoso, tierra, sa#er que t me esperas paciente, alzada en cordillera!5
6;7Q8
3a+, sin duda, )ran #elleza en su soneto 4&ntes del nom#re5 que reitera dicha plena identidad 'ital2 4Mi país era slo cordillera
6;7R8
, poema
176
+ frío entre sus cimas derramado + si 'enía azul la Prima'era a adel)azar el hielo despo#lado o a preparar del río la carrera, nue'a forma de ausencia era el cuidado, de soledad cu#riendo la ladera. Mi país era slo lo callado. %uando todo era piedra toda'ía, antes de la memoria + del ol'ido, el 'iento hur)a#a un nom#re, Patria mía, que tus formas lle'ara en su sonido. $a nie'e endurecida por el 'iento fue la primera en a#ri)ar tu acento.5 9on 'isi#les aquí los elementos fundamentales + fundacionales.
El
silencio a#soluto del inicio (((frío, cimas, soledad, piedra, solo cordillera((( que no alcanza a ser que#rado por la Prima'era azul pero en él mismo, la 'ida latente + penetrante2 ese 'iento que hur)uetea, que quiere ser definiti'amente en un nom#re. 3ermosos son los 'ersos finales del se)undo terceto, que señalan con ternura el ses)o a)reste del nacimiento puro (((nie'e, a#ri)ar(((, pero difícil, encarnado esto ltimo en el ad*eti'o 4endurecida5. ^ Eliana -a'arro, con su sensi#ilidad de poetisa + su delicadeza de mu*er, cre el soneto 4$a flor de la montaña5 4uno de los más #ellos de nuestra poesía, con su cauti'adora + e*emplar sencillez5, al decir de &lone
6;7T8
,
tocando en su esencia uno de los aspectos más delicados + hermosos del mundo cordillerano2
177
43e mirado la flor de la montaña solitaria crecer en la espesura, nica en el ful)or de su dulzura, dcil al sol, re#elde a la cizaña. $a sierra de alma #ár#ara + huraña al sentirla nacer, se transfi)ura, como si en esa frá)il estructura ardiera todo el fue)o de su entraña. $a en'uel'e el 'iento en lum#re de pureza. El a)ua que la #esa es más profunda. /odo se hace más hondo en su #elleza. -acida desde el sol en alto 'uelo, un hálito de ensueño la circunda. Junto a su cáliz se detiene el cielo5. 3a+ aquí otro nacimiento, +a no enorme, de Patria, como en el soneto de Montes, sino de un ser pequeño + humilde, aunque asom#roso + sintetizador de #elleza + fuerza de una montaña entera. )ual que ha#ía antítesis creadora de sentido entre 4nie'e endurecida5 + 4a#ri)ar5 en el soneto de Montes, en el de -a'arro ha+ contraposicin estructuradora entre la fra)ilidad de una #re'e flor + la 4sierra de alma #ár#ara + huraña5 que la acuna. -o ha+ más cordillera en la "eneracin de 7>QT. ^
9i al término de la /endencia -aturalista podíamos constatar que las letras nacionales, especialmente la poesía, ha#ían recuperado el sentido sacro que la montaña tu'o para los indí)enas, la tendencia 9uperrealista nos permite
178
reafirmar que se mantienen las etapas de #squeda + comunin que planteá#amos como hiptesis. En efecto, en %arlos Préndez hu#o 4querencia de tierras altas + de horizontes ne'ados5 &n)el %rucha)a nos acerc a una femineidad que le hizo decir2 4pues nadie quiere 'i'ir le*os de tu amanecer5 el propio 3uido#ro quiso el silencio de las montañas + las tu'o propias en su momento creacionista -eruda (((no podía
ser de otro modo((( afirm rotunda +
definiti'amente el reencuentro con lo esencial2 4aquí por fin nos sentimos desnudos5 :scar %astro, en esa copla mo*ada, nos de* la esperanza de que se entrea#rirán las 'entanas para aco)er las canciones que 'ienen de lo alto + &n)el %ustodio "onzález nos hizo 'er el 4límite mudo5 de esa 4educadora de los o*os + del alma + la luz!5 Wna 'ez más son los poetas quienes lle)an a la comunin. -i siquiera Manuel =o*as o Marta Arunet, que tu'ieron la 'i'encia de las altas cum#res de la cordillera central + de los 'olcanes sureños, respecti'amente, pudieron expresar con eficacia tales 'i'encias en su prosa. Es que el sentimiento de la montaña es un estado de alma, inefa#le por tanto. 1 slo un poema es capaz de acercarse a la expresin de lo inefa#le.
/E-DE-%& --:M-&D&
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&l término de la "eneracin de 7>QT, + por tanto de la /endencia 9uperrealista, se inici una nue'a /endencia, an innominada dado que su comple*a hetero)eneidad dificulta una denominacin )enérica, a pesar de que por sus diferentes características + entornos podría llamarse Postmoderna, -eorrealista, /estimonial o Documental. Está inte)rada por escritores nacidos entre 7>T>, los que conforman tres )eneraciones2 (de 7>T;, inte)rada por escritores nacidos entre 7>>, cu+o período de )estacin 'a de 7>RQ a 7>T> + cu+os años de 'i)encia o )estin se extienden entre 7>O? + 7>>. Esta )eneracin ha sido tam#ién denominada "eneracin del T? o Promocin Emer)ente, "eneracin nfrarrealista + "eneracin del IR?. (de 7>OT, conformada por escritores nacidos entre 7>Q? + 7>R, cu+o período de )estacin 'a de 7>O? a 7>> + cu+os años de 'i)encia o )estin se extienden entre 7>>Q + ;??>. Esta )eneracin ha sido tam#ién denominada "eneracin de los O? o de los --. (de ;??;, conformada por los escritores nacidos entre 7>RQ + 7>T>, cu+o período de )estacin 'a de 7>>Q a ;??> + cu+os años de 'i)encia o )estin se extienden entre ;?7? + ;?;. Esta )eneracin ha sido tam#ién denominada "eneracin de los >?. $as características )enerales de esta /endencia, que casi no 'arían entre sus tres )eneraciones, permiten suponer de antemano que ha#rá poca -aturaleza en sus o#ras, + por ende poca cordillera. En efecto, sus #squedas son otras2 experimentalismo formal, a#andono de formas coloquiales, conceptualismo, incorporacin de elementos pardicos, eliminacin de #arreras arte(literatura + concepcin del li#ro(o#*eto + en torno a las temáticas, denuncia ideol)ica, descomposicin de clases, precariedad de lo cotidiano, amor de pare*a, minorías sexuales, cuestionamiento al orden preesta#lecido, compromiso político sin concesiones, actitud irre'erente de los adolescentes soterrado e*ercicio hedonístico al asumir el erotismo, msica popular como #a)a*e cultural, alienacin de la pu#licidad, consumismo, apolo)ía de las
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dro)as. 1 todo ello en espacios ur#anos. &*enidad, por tanto, a las montañas, las que ni siquiera aparecen como teln de fondo. 1 si ello ocurre en la narrati'a, tam#ién en la lírica. Podría ser'ir de e*emplo el poema 4%omposicin escolar5, Mauricio =edolés, quien utiliza precisamente en él la pala#ra cordillera slo metafricamente2 4Para los *'enes chilenos que nos dedicamos a esto de la poesía mistral, huido#ro, neruda, de roh0a, pezoa 'éliz, parra, por mencionar slo al)unas estrellas locales, son la cordillera de los andes + nosotros los de ho+ en la mañana no alcanzamos ni a esos montoncitos de arena que hacen los enamorados en las pla+as...5
Pero, lo que suele suceder, contra todo lo pre'isi#le, emer)e de pronto lo que no se espera#a2 la o#ra de =al `urita. $o ha dicho )nacio Valente2 4enorme poesía5 4slo Parra + `urita están tra#a*ando ho+ en las fronteras mismas del len)ua*e5 6;7O8. En su se)undo li#ro, Antepara)so,6;7>8, no slo ha+ cordillera (la se)unda de sus cuatro unidades poéticas de lar)o aliento completa(, sino #squeda desesperada de su esencia. :tra 'ez lo dice Valente 4!a partir de una 'isin re'eladora con'ierte las pla+as, las cordilleras + los pastizales, en un o#*eto puro de conciencia, en torno al cual se a)otan todas las posi#les, en una fantástica explosin l)ico(lírica donde todas las identidades se mezclan + confunden. Entonces lo que parecía una realidad palmaria + o#'ia (((la pla+a, la montaña, la pradera((( resulta no serlo en a#soluto2 para lle)ar a su 'erdadera realidad (((el ontos on platnico(((, el len)ua*e ha de#ido pasar por
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infinitas zonas de aparente irrealidad, la#erintos de espe*os, sueños, oposiciones dialécticas. 1o descri#iría el con*unto de este acto creador con el 'ie*o nom#re de transfi)uracin56;;?8. $a montaña real, en este proceso poético(filosfico, es despo*ada de sus componentes empíricos + recu#ierta de su#*eti'idad afecti'a si)uiendo las pala#ras de Eduardo &n)uita, se o#tiene 4al)o que en 'ez de mostrar tres caras 6naturaleza, inteli)encia, su#*eti'idad8 slo muestra dos, pues la inteli)encia se resta 6+a que se us ínte)ramente en la operacin a#stracti'a8, quedando un mundo slo #ifronte2 el +o afecti'o pe)ado a la naturaleza reducida a su más simple esencia5
6;;78
.
El canto es delirante, con 'oces a ratos #í#licas2 4$a marcha de las cordilleras.
1 allí comenzaron a mo'erse las montañas.
Estremecidas + #lancas ah sí #lancas son las heladas
cum#res de los &ndes.
Desli)ándose unas de otras i)ual que heridas que se fueran
a#riendo poco a poco hasta que ni la nie'e las curara. V
1 entonces er)uidas como si un pensamiento las mo'iese
desde los mismos ne'ados desde las mismas piedras desde los mismos 'acíos comenzaron su marcha sin le+ impresionantes cordilleras de %hile.5 6-o slo es el acento #í#lico tam#ién ha+ citas textuales de decidores epí)rafes del )ran $i#ro + de poemas indí)enas americanos2 41 entonces fueron hechas las montañas5 6"énesis, ;,7.8 4&h si al)uien lle)ara a sa#er por qué 'inieron las montañas5 6%ancin a+mará8. $a montaña, su ser profundo, lo llena todo2
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4Alanco es el espíritu de los ne'ados. Alanca es el al#a tras los 'ientos. Pero mucho, mucho más #lancas, son las demenciales montañas, acercándose.5 9on las montañas transfi)uradas, las que están en el ori)en de la 'ida + de la muerte, las que nos mue'en, nos lanzan + nos reci#en desde una inmensidad a#soluta2 49omos los muertos que caminan les aulla#an a %hile los ne'ados cediéndose su sitio.5 Por eso, después de un delirio tremendo en el que se ha sentido el estremecimiento del horror a lo desconocido + las fuerzas (((potencias, diríamos((( so#renaturales al entrar en profundidad a las cordilleras, + en escala ascendente al hur)ar en las cum#res ltimas del :*os del 9alado, el 3uascarán + el &conca)ua, 'iene la comunin definiti'a2 4Entonces +o solamente escondí la cara me cu#rí entero2 nie'e fui.5 En `urita, en su cordillera esencial, nos reencontramos con las 'ie*as 'erdades + los 'ie*os terrores ancestrales. En su sencillez, en su desnudez, en su audacia, se lo)ra el acercamiento + la compresin, hasta donde puede comprenderse lo incomprensi#le, aunque sea con el retorno a los más anti)uos temores de la humanidad. ^ Paralelamente a la o#ra de `urita, en este tiempo aparece con fuerza en el panorama literario de nuestro país un )rupo de poetas mapuches, la más interesante de las situaciones literarias producidas en l os ltimos años.
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%omo ha señalado 3u)o %arrasco, 4todo mapuche es un poeta que slo requiere una situacin adecuada para manifestar su sentido artístico del m undo + su creati'idad.5 6;;;8 &demás, su identidad + creencias hacen que en sus composiciones sí aparezcan montañas + 'olcanes. $a expresin de sus sentimientos, hermosa + profunda, se hace a tra'és de canciones o poemas, denominados l. Pueden ser Machi l 6canciones de la machi8, 0a[iñ l 6canciones o poemas de la fiesta8, 0ollon l 6canciones o poemas de enmascaramiento o disfraz8, pali[e l 6canciones o poemas de la chueca8, n)a[i[e l 6canciones o poemas de pá*aros8, ñuiñn l 6canciones o poemas de la trilla8, a[ar0ude[e l 6canciones o poemas de *ue)os de ha#as8. 9e crean para usos comunales o indi'iduales, sa)rados 64tra+el5, interpretados especialmente por mu*eres8 o profanos, para 'arones 64ngnguln58 o mu*eres 64llame0an58 o de tono ele)íaco. /odos se diri)en siempre de modo simultáneo a los dioses + a los o+entes.
$a poesía mapuche, con cierto tono narrati'o + extensin + métrica 'aria#les, presenta características de desarrai)o + nostal)ia +, especialmente, de resistencia cultural (((4En len)ua*e indmito nacen mis 'ersos de la prolon)ada noche del exterminio5, canta "raciela 3uinao(((, lo que no o#sta a un ele'ado ni'el de lirismo al tratar del hom#re, la naturaleza, la 'ida + la muerte. En la actualidad coexisten dos tipos de autores, como indica el propio %arrasco2 aquellos que 'i'en en su comunidad de ori)en, practican ha#itualmente el poema cantado +, a 'eces, transcri#en sus manifestaciones orales al len)ua*e escrito, + los que escri#en conscientemente literatura, an manteniendo relaciones con la tradicin oral + utilizando indistintamente el mapudun)un + el castellano. Wn hermoso canto de un hechicero(curandero mapuche, denominado /ra+enco 6$a cascada8, puede ser'ir de e*emplo de qué modo la montaña, en este caso un 'olcán, es incorporado como lu)ar sa)rado, que permite el
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contacto con el cielo (((Senu Mapu(((, de donde mana 4el a)ua que desciende de la tierra de rostro #lanco52 4%omo remedio +o te traeré tres clases de a)ua de la #ruma de una cascada. -adie sa#e qué hacer conti)o pero +o dominaré tu enfermedad con este remedio. Encontré so#re el 'olcán al Dia#lo del -orte. XPara detenerme en el camino, el me ha lanzado sus #olas de nie'e en el 'iento tur#ulentoY 1o he luchado por ti, porque t me has llamado Entonces encontré a mi ami)o /i)re al pie del 'olcán. Me di*o2 4B& quién temes en el )ran caminoC5 $e respondí2 4&l toro %hupei5. %aminamos tres días. Dormimos tres noches. /res días + tres noches *untos en el camino. El toro %hupei nos alcanz donde termina la nie'e. donde están las )randes rocas huitralcn. El /i)re luch contra %hupei Durante siete días + siete noches
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+ %hupei fue precipitado desde la cum#re de la montaña. &sí +o sal'é mi 'ida. Encontré la cascada para dominar tu enfermedad,. porque t me has llamado. Ella salía de las nu#es, de las nu#es que son más altas que el 'olcán + en su #ruma he tomado para ti tres clases de a)uas. 3e tomado el a)ua que traen los extran*eros por el norte de la montaña. 3e tomado el a)ua que cura a los )uerreros heridos en %hel %hel + el a)ua que desciende de la tierra de rostro #lanco que está en medio del cielo. %esa de llorar. /rai)o el #uen remedio para tranquilizarte + sanarte. %a#al)arás entonces tu ca#allo de )uerra, "ran %apitán, Vol'erás a cruzar el paso de /romen hacia %hel %hel, "ran %apitán. 1 como si estu'ieras +a en el país de 3uelchei(Maihué, más allá de las más altas cum#res de la %ordillera, te haré 'ol'er a 'er la tierra + tus tropas innumera#les,
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"ran %apitán.5 6;;<8 En este poema es interesante, además de su #elleza intrínseca, el sentido del 'ia*e al 'olcán, lu)ar de encuentro entre suelo + cielo la lucha por 'encer el o#stáculo que representa el toro antes de lo)rar la meta el sim#olismo de los nmeros (((tres días + tres noches + tres clases de a)ua((( + la procedencia del ltimo tipo de a)ua. El sentido sa)rado de la montaña aparece tam#ién en otras composiciones, como en el poema 4&rro*aré #rasas + carne ardiendo5, de Juan Paulo 3uirimilla2 4Detrás de las cordilleras in'isi#les llama /remau0el! 4 6;;8 en 4$lum r) 0e[n $en)uas secretas5., de &driana Paredes Pinda2 4$o di*o la machi, no lo repitas. Entra#a en trance. &nda a la montaña a esperar que la len)ua de la tierra se a#ra para ti. remos al cerro so#re la luna llena, allá te cantaremos. $a nica manera2 escuchar los espíritus al amanecer.5 6;;Q8 o en 4-tram. /res5, de Jaime $uis 3uenn2 4&)ua + nie'e arrastra el 'iento en %atripulli los 'olcanes nos contemplan en tinie#las. Vie*o a#uelo, &zul %ndor (((ha#lan las cum#res((( pule tu hueso, tu mirada oscura + fría2
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flores caen para el #arro + las pisadas entre potros + #ecerros montaraces. Vie*o a#uelo &zul %ndor, o+e a los 'ie*os manantiales de la nie'e + los pehuenes!5 6;;R8 En otras poemas, en cam#io pre'alece la añoranza de la distancia impuesta por el desarrai)o, como en 49ueños en el 'alle5, de Mari#el Mora %urriao2 43eme aquí, apartada de mis muertos, perdida en el Valle del _)uila, ol'idada del pehuén + la montaña. En sueños he 'isto que #rota san)re en mi costado! -o es la muerte quien me espanta a esta hora, sino la distancia con las montañas. 4 6;;T8, o en 4\intu5, de María sa#el $ara Millapán2 4Podemos ir le*os de nuestros montes r le*os de nuestras 'ertientes, para 'ol'er, hermano, Para 'ol'er! Porque aquí está nuestra tierra!5 6;;O8 Pero tam#ién, en otros poemas, se expresa el recuerdo de al)una hermosa realidad 'i'ida en la cordillera, como expresa la misma María sa#el $ara Millapán en un poema del mismo nom#re del anterior2
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43e salido a caminar por las montañas + pre)unto al 'iento si )uarda su 'oz entre los ár#oles5 6;;>8 o $eonel $ienlaf en 4Pe[ma un)u Pala#ras soñadas552 4Me adentro en estos cantos de sueños, dormitando cerca del fue)o mientras afuera el 'iento hace #ailar las montañas.5 6;8 o Elicura %hihuailaf, en 49ueño azul52 4%ada año corría +o a la montaña para asistir a la mara'illosa ceremonia de la naturaleza. Para que los cerros me ha#len de sus sueños.5 6;<78 :, no menos importante, para soñar con un futuro me*or, como en 4&li[en5, una 'ez más de María sa#el $ara Millapán2 4Me refu)iaré entre las flores de la montaña cortaré el le*ano sueño + despe*aré mi pensamiento con ho*as de maqui.5 6;<;8 ^ :tro con*unto de escritores que tam#ién ha tocado la montaña está constituido por aquéllos que se preocupan de escri#ir para los niños, si)uiendo los pasos inau)urados por distin)uidas narradoras chilenas anteriores, como Marcela Paz o &licia Morel.
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En efecto, en Perico trepa por Chile, escrito en con*unto por am#as, ha+ hermosas alusiones a las montañas chilenas, como, por e*emplo, ésta2 4De pronto, en una cur'a del camino, apareci un panorama extraordinario2 dos inmensas torres de piedra, dos montañas increí#les para los o*os de un fue)uino acostum#rado a los llanos, se alza#an hacia el cielo, insolentes en su altura. %on el atardecer, se i#an tiñendo de preciosos colores + a ratos parecían de cristal con sus hielos eternos. 9í, eran torres de nie'e que *amás se derriti ((( BUué son esos((( pre)unt Perico impresionado. ((( 9on las /orres del Paine, los más altos montes en la cordillera austral + miden más de dos mil cuatrocientos metros de altura.5 6;<<8 : este otro fra)mento, en relacin con el extremo opuesto del país2 4Por eso conozco hasta los 'olcanes, el $áscar + el $icanca#ur, esos + más allá las montañas del /atio, con sus fuentes hir'iendo que se ele'an al cielo al amanecer + se esconden en la noche. 9e llaman 4)e+sers5 + de ellas sacan ener)ías. Esos otros 'olcanes, dos hermanitos, se llaman 9an Pedro + 9an Pa#lo. B$os 'esC /odos ellos su#en de Q.??? metros de altura.5 6;<8. : en las pala#ras de Juanillo, en el cuento 4Juanilla, Juanillo + la a#uela5 ,de &licia Morel, u#icado en el %a*n del Maipo, en las cercanías de la capital del país2 4Juanillo discute con los duendes de la montaña. BUué tendrá el cráter del Volcán 9an JoséC /al 'ez una )ran #ola de fue)o que se desinfla de 'ez en cuando, o una enorme fo)ata encendida por los po#res enanitos que 'i'en de#a*o de la tierra, helados de frío porque nunca 'en el sol. 5 :tro e*emplo, tam#ién de &licia Morel, en la 4$e+enda de las lamparitas5, de Cuentos araucanos
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4En una profunda ca'erna, cerca del cráter de un 'olcán, 'i'ía el "ran Aru*o 6!8 %uando la noche esta#a más oscura, solía #a*ar de la cum#re montado en una 'entolera!5 6;
amén de otros relatos, tocan la cordillera, fundamentalmente como teln de fondo. &sí, por e*emplo, en El pe&ue(o %eli(ir , de Víctor %ar'a*al2 4El 'olcán esta#a cu#ierto de nie'e + deslum#r al niño con su #lancura. 6!8 $a cima del 'olcán era un som#rero de al)odn con una pluma de humo #lanco.5 6;
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Más allá de los escritores que dedican sus o#ras a los niños + *'enes, la cordillera casi no aparece. Escar#ando mucho, podríamos citar un pequeño fra)mento de Actas del alto >)oK>)o, de Patricio Manns2 4&fuera, un macilento sol cordillerano ha roto la coraza de las nu#es + rie)a plácidamente las tierras altas. Estamos a dos mil metros de altura. Veo, como en mi infancia, la nie'e rodeándome apaci)uadamente. Pue#la todas las cum#res 'isi#les. 6!8 Es la costilla cordillera de la Pro'incia de Malleco.5 6;<>8 : estos 'ersos de Cr#nica del Adelantado, la sin)ular o#ra poética de Enrique Volpe, en la que Die)o de &lma)ro, el descu#ridor de %hile, recuerda + reflexiona so#re su a'entura americana2 41 el sacerdote me di*o2 El camino para lle)ar a la tierra de %hile es el que, la#rado con azadas de puro sudor por nuestros escla'os, cruza por la cordillera alta2 el rumor de las piedras má)icas, así como la inclinacin de la luz deshilachada de las estrellas en fu)a, señalan ese camino.5 6;?8 ^ Para concluir, ha+ un caso mu+ especial, de un mu+ #uen escritor. En efecto, &ntonio "il, autor de cuatro excelentes no'elas histricas, en su ltima o#ra ((( Cielo de serpientes 6;??O8((( toca la historia del niño indí)ena que fue sacrificado en la cum#re del cerro El Plomo en honor a la 'enida del nca 3ua+na %apac al 'alle de 9antia)o, al)unas décadas años antes de que lo hiciera Die)o de &lma)ro. El niño fue enterrado + se con)el de inmediato en esa )ran cima cordillerana de Q. metros de altura, que se alza como teln de fondo de la capital de %hile2 el &pu, la montaña más alta + #lanca de la re)in, lo que le otor)a#a calidad de lu)ar sa)rado para los mitimaes que ha#ita#an el lu)ar hace más de quinientos años. En la pirca u#icada en la cum#re misma + cu+o e*e señala el punto por donde sale el sol el día del solsticio de 'erano, su cadá'er con)elado (((aunque comnmente se ha#la de 4momia del Plomo5((( permaneci allí hasta 7>Q, cuando fue #a*ado por un
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arriero + 'endido al Mueso de %iencias -aturales, donde permanece hasta ahora. $a o#ra de "il toca el asunto desde diferentes perspecti'as2 la del niño, la de sus a#uelos, la del arriero que lo encontr, la de los científicos que estudiaron el cuerpo rescatado. En ella, la montaña adquiere la condicin de lo sacro2 49e trata de un tiempo + un espacio sa)rado en con*unto, sim#olizado por una cum#re cordillerana2 tal es el caso del cerro El Plomo5. Por eso, expresa2 4&delante los montes #lancos entre las #rumas + las 'entiscas con que se 'isten en ocasiones los dioses )uardianes del 'alle, + &pu, la )ran montaña #lanca que controla todas las cosas de la tierra, er)uida en su silenciosa ma*estad de piedra 'i'a5. 6;78 %on aquel niño cu+o cadá'er con)elado permaneci si)los en la cum#re del &pu, se recupera en definiti'a la sacralidad que la montaña tu'o para los pue#los indí)enas prehispánicos. ^ El término de la "eneracin de ;??;, implic el inicio de una nue'a "eneracin, la de ;?7T, inte)rada por escritores nacidos entre 7>O? + 7>>, "eneracin que a#re, además, una nue'a /endencia. & la fecha, en las o#ras de dichos escritores, fundamentalmente poetas, no aparece la cordillera.
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MA'ESTUOSA ES LA BLANCA MONTAA! *E84>+- L+66-
-o podríamos concluir este 'istazo
panorámico a la literatura
cordillerana de nuestro país sin re'isar la continuacin que, a la serie de relatos de 'ia*eros extran*eros que 'isitaron los &ndes en el si)lo NN, oportunamente mencionados, tra*o la fundacin en %hile de diferentes )rupos que tu'ieron por finalidad la conquista deporti'a de las montañas nacionales. En efecto, en 7OOT se fund en Valparaíso la primera institucin que tu'o ese o#*eti'o2 el %lu# "imnástico &lemán. Desde entonces, + especialmente en las primeras cuatro décadas del si)lo NN, se or)anizaron los clu#es que fueron la #ase del andinismo chileno actual. $a conquista de las cum#res andinas (((o me*or dicho el contacto con ellas, pues en definiti'a la montaña lo conquista a uno + no uno a la montaña(((, ori)in 'arias pu#licaciones, en su ma+oría informati'as, al)unas de las cuales pueden calificarse de literarias, aunque su ni'el no sea alto ni puedan compararse a las o#ras que el alpinismo ha moti'ado en Europa, en autores de la calidad de =amuz, Aordeaux o Frison(=oche 678. $os artículos informati'os o de estudio so#re los &ndes están contenidos fundamentalmente en las re'istas &ndina, pu#licada en alemán =e'ista &ndina, &nuario de Montaña + en al)unas pequeñas + efímeras pu#licaciones de clu#es de andinismo.
3a+ tam#ién al)unos pu#licados en re'istas
extran*eras o en formas de li#ro, de#idos especialmente a 3um#erto Aarrera, E'elio Eche'arría, \urt \lemm, "astn 9an =omán + a quien suscri#e estas líneas. %arácter literario propiamente tal puede concedérsele slo a contadas pu#licaciones. Desde lue)o, de#e recordarse A pie por Chile, del excursionista + Premio -acional de $iteratura Manuel =o*as, o#ra que comentamos
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oportunamente. 1 fuera de esta esta excelente recopilacin recopilacin de relatos, en cuanto cuanto a narrati'a narrati'a slo merece ser nom#rado nom#rado cho d)as perdido en la monta(a , de Manu Manuel el Muño Muñozz /apia pia
6;8
, rela relato to en el que que auto autorr cuent uenta a la odis odisea ea 'i'i 'i'ida da
personalmente al extra'iarse durante una ascensin al cerro /upun)ato en fe#rero de 7>O. $a produccin poética, escasísima, cuenta, sin em#ar)o, con dos li#ros + al)u al)uno noss poem poemas as suel suelto tos, s, casi casi todo todoss prod produc ucto toss de conc concur urso soss liter literar ario ioss or)anizados por or)anismos directi'os del andinismo nacional. Entre la poesía dispersa, pueden citarse 4%anti)as cordilleranas5 + 4En el sendero5, sendero5, de Francisco Francisco nsausti
6<8
, prosas poéticas sencillas que calan hondo
en el sent sentim imie ient nto o de la -atu -atura rale leza za22 4&nd 4&ndin inis ista ta,, t sí sa#e sa#ess del del arro arro++o cordillerano. Wno a su su lado se siente niño, como él. 1 a 'eces se se es tan feliz sintiéndose niño! 6!8 9í, andinista, sonríele al 'iento, a)radécele que acaricie tu rostro. 3o+ es tu día, día, ho+ estás en en la montaña5. &demás, podrían considerarse en este aspecto la serie de pinceladas, tam#ié tam#ién n de prosa prosa poéti poética, ca, escrita escritass por el autor autor de este este tra#a* tra#a*o2 o2 4$ucer 4$ucero5, o5, 4Mulita 4Mulita5, 5, 4Aocet 4Aocetos5 os5,, 4-e#li 4-e#lina5 na5,, 4&punt 4&puntes5 es5 + ?n chileno en las monta(as del Ecuador
68
, pu#l pu#lic icad adas as en el &nuar nuario io de Mont Montañ aña a de la Fede Federa raci cin n de
&ndinismo de %hile. 3a+ (qued (qued dicho( dicho( dos dos poemario poemarios. s. Wno ((( ((( Poemas Andinos
6Q8
(((.
perten pertenece ece a 3um#er 3um#erto to Esco#a Esco#arr `amora `amora,, conoci conocido do andini andinista sta porteñ porteño o que escr escri#i i#i #a*o #a*o el seud seudn nim imo o José José Marí María a =omá =omán. n. Prol Prolo) o)ad ado o por por &u)us u)usto to D3almar (4El canto de las cimas5(, es un con*unto de ;7 poemas, 'arios transcritos transcritos en =e'ista &ndina &ndina,, que muestran muestran el )ran amor por la montaña + la fina sensi#ilidad del autor. &som#ra, entre entre otras cosas, el dominio dominio del soneto en 4%repuscular5 o en 4Freile5, homena*e al andinista desaparecido en el monte &conca)ua 6recuérdese la dedicatoria de la no'ela de Juan Modesto %astro Cordillera adentro o 3roil+n ?rrutia, que re'isamos oportunamente8 tema que
no podía faltar en quien, como Esco#ar, tam#ién se ha#ía enfrentando al coloso andino2
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4& re)io soñador, re)ia morada. a hidal)o luchador, hidal)a muerte. -o a lamentar, sino a en'idiar su suerte mue'e el recuerdo de esta 'ida osada.5 -o podríamos de*ar de reproducir 4%repuscular5, sin duda duda el poema más lo)rado de la produccin de los andinistas nacionales2 4Mientras el sol con su pincel de fue)o las altas cum#res de los &ndes dora, un arpe)io de amor tur#a el sosie)o que en nuestras almas al ocaso mora. Es la creacin que el &ndes en la hora de la quietud ele'a al nfinito, por los #ienes que prdi)o atesora en su má)ico templo de )ranito. "racias da el río con su 'oz de plata + el 'iento en su 'a)ar pue#la el 'acío de 'oces que al orar musitan )racias. El alma entonces sin pensar rescata al sosie)o su 'oz, + en este en'ío de )ratitud a Dios, repite )raciasY5 3um# 3um#er erto to Esco Esco#a #arr tam# tam#ié ién n incur incursi sion on en el cuen cuento to + la le+en le+enda da cordilleranos, aunque no en forma de li#ro2 4El derrotero5 + 4En #usca de $a $ola5 6R8. El se)undo li#ro de poemas, %aipo Alto 6T8, pertenece a %arlos Fa*ardo M., quien fuera 'ecino de Melocotn 6%a*n del Maipo8, excursionista + )ran
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ami)o ami)o de los andinis andinistas tas capital capitalino inos. s. Es un con*u con*unto nto de R composic composicion iones es destinadas a decir el lu)ar que fue durante muchos años escenario de su 'ida2 4Para estar cerca del cielo compré finca en la montaña + construí mi ca#aña enamorado + con celo. El río de*é a mis pies + en lo alto el monte ne'ado, + coloqué mi )anado a #uen potrero después.5 /odo el Maipo <o desfila en sus estrofas sencillas, tal 'ez in)enuas2 Puente de /ierra, $a %alchona, $a)una &zul, etc. + el 'alle entero es resumido (((síntesis de conocimiento + amor((( en 4Prima'era en el %a*n del Maipo5. El aporte del andinismo a la literatura chilena es, como se 'e, mu+ pequeño, lo que a simple simple 'ista puede parecer parado*al. parado*al. $a respuesta, tal 'ez, 'ez, esté esté en el si)uien si)uiente te trozo de El hom,re en la monta(a, de Ed)ardo "arrido Merino2 49olían toparse, al atardecer, con mozos ale)res que re)resa#an de #ail #ailar ar en una una alde aldea a cerc cercan ana, a, o con con )rup )rupos os de mont montañ añes eses es,, cans cansin inos os + pol'orientos, pero ufanos por ha#er lle)ado hasta los ne'eros del Pacino. 4Mírelos, $ucena $ucena (le di*o cierta 'ez el párroco(. párroco(. Esos sí que que disfrutan de la montaña. montaña. -uestros -uestros palurdo palurdoss son insensi insensi#les #les a las las mara'illas mara'illas,, cie)os cie)os a toda emocin estética. 4(-o, se equi'oca usted (((razon &ndrés(((. &ndrés(((. $os montañeros no sienten hondament hondamente e esos encantos. encantos. $es ocurre ocurre con el paisa*e lo que sucede sucede a los hom#re hom#ress con la propia propia 'ida. 'ida. El que lle'a lle'a el props propsito ito de lle)ar lle)ar a un sitio sitio determinad determinado, o, de escalar escalar una cum#re, cum#re, tampoco tampoco )oza de las #ellezas #ellezas.. Para sa#orearlo todo, a nuestro paso, es preciso tener el pensamiento limpio de
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afanes, caminar por el mundo con el secreto anhelo de andar, camino de nin)una parte!5 6O8. :, si tal respuesta no fuera suficiente, podríamos recordar los 'ersos del Paraíso, del Dante. 4Existen cosas que no sa#e repetir quien desciende de lo alto.5
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!PERO LA MONTAA ERA TAN ANCHA! 6Vicente 3uido#ro8
B9e comprue#a la hiptesis planteada al inicio del tra#a*oC B3u#o sacralidad en la percepcin de la montaña + su consi)uiente expresin entre los pue#los indí)enasC B9e perdi lue)o tal connotacin sa)rada de#ido a la irrupcin española en &mérica, dándose inicio, desde una relacin simplemente natural con la cordillera, a todo un camino ascendente de reencuentro con tal sacralidad, el que ha#ría ido desarrollándose, poco a poco, en nuestras letrasC B9e ha lle)ado de nue'o no slo a un acercamiento, sino a un deseo de comunin total con los elementos oro)ráficos que permiten la relacin más directa con el %reador +,
por tanto, a la expresin de ese sentimiento
em#ar)anteC & #ase de lo 'isto, diríamos que sí. $o demuestran los 'ie*os mitos + le+endas indí)enas que asumen remotos temores + esperanzas de la humanidad + supeditan al hom#re a los desi)nios de un dios a 'eces personificado en la montaña misma o al menos accesi#le a tra'és de ella lo demuestran las frías crnicas que con su realismo rompen el sentido má)ico que el indí)ena americano otor) a las )randes cum#res, en especial a los 4apus5 'enerados, para sustituirlo por el escueto dato )eo)ráfico, slo denotati'o + sin atis#o al)uno de poesía, a menos que consideremos como tal la in)enuidad, con al)o de ternura, de ciertas expresiones lo demuestra la curiosidad con que estudiosos + 'ia*eros comienzan a examinar de nue'o la montaña, expresando al)n destello admirati'o en sus relatos de corte científico lo demuestra la anticipacin estupenda del Padre :'alle, quien en su expresin in)enua + aparentemente descripti'a, capta la #elleza + el sentido de las alturas cordilleranas, expresándolos en términos literariamente 'aliosos lo demuestran los acercamientos, tímidos an, de los poetas decimonnicos, que comienzan a entre'er que la montaña es al)o más que piedras + nie'e + que emiten al)n #al#uceo expresi'o de tal sentimiento lo demuestran las 'oces alteradas + alteradoras de los poetas ma+ores, que perci#en las esencias + los
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sím#olos + los 'er#alizan en composiciones recreadoras de la montaña misma + del encuentro sacro que en ella se produce. $a hiptesis parece confirmarse2 entre el anti)uo indí)ena que 'io su sal'acin en la montaña /rentren) + la exclamacin admirati'a de "a#riela Mistral 4Especie eterna + suspendida!5 no ha+ siquiera la diferencia de la temporalidad transcurrida, pues en am#os casos estamos +a en presencia de un espacio sa)rado que crea situaciones que están más allá del tiempo. Por eso, la misma poetisa ha podido decir2 4!otra 'ez somos los que fuimos!5 & tra'és de la compro#acin, han ido quedando en e'idencia al)unos aspectos si)nificati'os en relacin con el tema. 9i #ien el punto de inicio de nuestra inda)acin e'idencia#a la dificultad de cualquier intento de expresin de la -aturaleza en su esencialidad, + por ende el de la montaña, dada su ma+or car)a de sim#olismo + de reconocida inefa#ilidad para el hom#re de todos los tiempos, hemos 'isto que ello no ha o#stado a que tal intento se realizara. Wna primera realidad2 casi no ha+ escritor chileno que, en ma+or en menor medida + con me*or o peor calidad, no ha+a tocado el asunto, al punto de que podríamos ase'erar que la cordillera es temática recurrente + 'aliosa en nuestras letras. -o podía ser de otra manera en un país que 'i'e, como señalara :scar %astro, a la som#ra de las cum#res. En se)undo término, es notoria (((+ es natural que así sea((( la ma+or hondura + 'er#alizacin lo)rada por los poetas en el intento de esta expresin. Es cierto que al)unas narraciones destacan en tal sentido (((los capitulos descripti'os e in)enuamente mara'illados del Padre :'alle + un cuento de :scar %astro, por e*emplo(((, pero precisamente ello se de#e a que se trata de poetas que recurrieron a una forma narrati'a, sin poder, por supuesto, a#andonar lo que les es propio. Por lo demás, se lle)a a la conclusin de que la condensacin + profundidad
de
la
pala#ra
poética (((aquella
capaz de entre)ar un mundo en un )rano de arena o la eternidad en un
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instante, al decir de Ala0e(((, como en todos los ám#itos, es la nica que permite expresar, o al menos acercarse a ello, el ser íntimo de las cosas. /ercera constatacin )eneral2 la montaña ha sido expresada literariamente en todas sus posi#ilidades, desde la pura + simple descripcin )eo)ráfica hasta las más alta si)nificacin metafrica.
3a sido, parcial o
totalmente + en forma separada o simultánea, lo )randioso, lo ina#arca#le, lo dador de 'ida, lo uni'ersal, lo uniti'o, lo destructor, lo que acerca a la di'inidad, la di'inidad misma ha sido paisa*e o sím#olo, lu)ar de a'enturas o fuente de meditacin, madre o madrastra siempre, en todo caso, lu)ar distinto + distante, en oposicin clara al 'alle o planicie de los hom#res. Dicha oposicin positi'o(ne)ati'o, lu)ar feliz('alle de lá)rimas, es a#undante + definitoria de dos mundos. En 4$a cancin del río5, de %arlos Préndez 9aldías, por e*emplo, arri#a está el río que 4'iene cantando, cantando como un hechicero de la soledad5. Pero el río, el río 4cantor5 (((+ canto es 'ida((( desciende2 4$a cancin del río se pierde en el llano2 los hom#res del 'alle no tienen cancin5. $a oposicin es clara + ta*ante, como comentamos oportunamente. &l)o similar ocurre, aunque expresado con ma+or hondura + #elleza, en 4=omance del 'endedor de canciones5, de :scar %astro (((antes comentado((( +, por supuesto, en muchas otras composiciones. %uarta constatacin2 llama la atencin que frente a un elemento natural tan inmenso + so#reco)edor (((aplastante, diríamos(((, se resalte su calidad femenina. 43ermana )rande5 en -eruda, 4Madre +acente + madre que anda5 en la Mistral, 4-iña + mu*er5 en &n)el %rucha)a. /ienen razn. -o slo 4cordillera5 + 4montaña5 son pala#ras de )énero femenino, sino que dicha femineidad ori)ina su condicin de dadora de 'ida, reco)ida desde tiempos remotos2 no en 'ano la montaña más alta del mundo lle'a el nom#re de %holmo $un)ma, 4Diosa madre del mundo5.
&sí lo han sentido tam#ién
nuestros poetas2 -eruda ha#la de la )estacin desde el a)ua + el fue)o + la Mistral ha#la de la purificacin (((un nue'o nacimiento((( a hielo + fue)o el
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proceso inicial en la al#ura de la nie'e alta, la que da 'ida + la que quema, la que cu#re de 'ir)inidad la montaña primi)enia.
1 simultáneamente, a la
condicin de dadora de 'ida, la femineidad cordillerana a)re)a la de nexo uniti'o entre los hom#res + los pue#los2 4*adeadota del `odíaco5 la llam "a#riela, en metáfora que a#arca desde la 9ierra -e'ada de 9anta Marta hasta los ltimos confines de los &ndes australes + a &mérica entera exclama Pedro &ntonio "onzález su deseo de #uen por'enir a tra'és de la cordillera. 1 así otros. Uuinta e'idencia2 la )randiosidad cordillerana, cantada sin excepciones, es ori)inante de otras calidades2 la montaña como di'inidad (((4$a cordillera es sa)rada5, título de un cuento de $atorre, puede #astar como e*emplo de una situacin ma+oritaria desde las le+endas indí)enas hasta los poetas más recientes(((, total o parcialmente la montaña como inmensidad ina#arca#le ((( 4!pero la montaña era tan ancha que excedía los extremos de la tierra5, di*o 3uido#ro(((, lo que o#li)a a acercarse a ella fra)mentariamente, en pinceladas puntuales, similares a los cuadros de la 5infon)a de los Alpes de =ichard 9trauss o a las etapas de una ascensin andinística, que es lo que han hecho Mariano $atorre al tocarla en los distintos relatos de Cuna de C#ndores o Eliana -a'arro al concentrar su esencia en slo una flor, una sola flor cordillerana. 1 tal 'ez, además, esa misma )randiosidad ori)ine el sentimiento terri#le de sentirla como lo destructor (((el 'olcán le)endario, el que relata Aen*amín 9u#ercaseaux o la muerte'ida #lanca de &n)el %ustodio "onzález((( como fuente de tristeza + melancolía (((re#años cansados de %arlos Préndez o atardecerse dolorosos de Pedro Prado((( o, simplemente, como #elleza pura, cantada por tantos + tantos. /al )randiosidad atrae, tam#ién, desde otras perspecti'as2 la montaña es lu)ar para a'enturas físicas (((so#resalen allí los narradores como Vicente Pérez =osales o Manuel =o*as((( +, con más a#undancia, para a'enturas espirituales de alto 'uelo2 4aquí por fin nos sentimos desnudos5, ha exclamado -eruda, en )rito reiterado por `urita2 4nie'e fui5. 1 es en la expresin de estas a'enturas espirituales de alto 'uelo donde, precisamente, se ha producido en ma+or medida el acercamiento a 4$a )randeza oculta, la profundidad5 que
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pedía Aachelard, o esa 4quelque chose dIessentiel5 #uscada por 9ami'el o la 4)randeza metafísica5 señalada por Aarreda. 9lo lo ha lo)rado un puñado de nuestros poetas, con pala#ra apretada + re'eladora2 así, especialmente, en el encuentro (((escaso((( de -eruda con 4estas cosas tan ásperas5 a las que 4por fin lle)amos sin morirnos5, declaracin que insina la casi imposi#ilidad del hom#re para aproximarse a las esencias en el reconocimiento de &n)el %ustodio "onzález en un solo )ran poema que intenta traspasar el 4límite mudo5 de la 4terquedad de piedra5 que esconde la mismidad de la montaña en el delirio alucinante con que las pala#ras de `urita a'anzan entre)ándonos la 4marcha sin le+5 de 4las impresionantes cordilleranas de %hile5, sin duda similares al sím#olo mistraliano, a)udizado en su #ar#arie, de aquella 4Jadeadora del `odíaco5 +, como punto de máxima cercanía a la expresin a#soluta, hasta donde el poeta puede lle'ar a la pala#ra lo medular del ontos montañés, en la síntesis de "a#riela Mistral en 4%ordillera5, 'er#alizacin de hondo acento prehispánico + #í#lico que culmina con la peticin e'an)élica de purificacin a hielo + fue)o 69an Mateo, <, 778, diciendo entera esa 4carne de piedra5 que, en su materialidad de referente + en la si)nificacin profunda de la pala#ra que la expresa, nos pastorea a tra'és de todo nuestro tiempo, determinándonos + dando sentido a lo que fuimos, a lo que somos + a lo que seremos, como )rupo social + como indi'iduos. 1 en todo caso, desde un punto de 'ista u otro, una sexta + ltima e'idencia2 ha+ necesidad de cordillera. Está ahí para nosotros + tenemos ansia de ella. 4&lelu+a por el tenerte5 ha cantado "a#riela Mistral 4&hí te quiero conser'ar5, desea &n)el %ustodio "onzález 4nos admira + da moti'os de ala#anzas al %riador, que tal #elleza pudo criar5, expres &lonso de :'alle, su descu#ridor para nuestras letras. 1 por eso, porque está ahí + es madre + es hermosa + es #uena, no podemos menos que recordar la síntesis alta + honda de nuestra poetisa ma+or2 4XEspecie eterna + suspendida, <aciudad/orresdoradas,
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Pascual &rri#o de tu )ente, &rca tendida de la &lianzaY5 ^ 3emos lle)ado así al fin de este recorrido de nuestra literatura cordillerana. 3a sido, como en la montaña misma, un caminar hermoso + lleno de sorpresas, entre )randes cum#res, ama#les 'alles +, tam#ién, que#radas donde la luz apenas lle)a. 3emos tratado de mirar todo, incluso lo que con 'isin más ri)orosa podría excluirse, en un deseo de mostrar lo que la tremenda presencia andina ha moti'ado en nuestras letras. &l concluir, sentimos la misma nostal)ia que siempre produce el de*ar una cum#re que hemos escalado pero terminamos satisfechos de contri#uir, siquiera con un modesto aporte, al cumplimiento del deseo expresado por "a#riela Mistral2 4el chileno tiene el de#er de sacar nuestra cordillera del inc)nito + decirla entera5.
NOTAS
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LA CORDILLERA EN LA LITERATURA CHILENA. 678 Cap)tulos de literatura chilena, $o Aarnechea, %.P.E..P., 7>T, p. <; 6;8 5em,lan.as literarias de la Colonia, 9antia)o, Editorial Difusin %hilena, 7>Q, pp. >Q(7Q. 6<8 En los países alpinos europeos, por e*emplo, ha+ a#undante in'esti)acin so#re el particular. Wna #uena síntesis de ella puede encontrarse en 4$a monta)ne et la littérature5, de Jean E9%&==& + Aertrand \EMPF, en 3E=`:", Maurice + otros, La %ontagne, París, $i#rairie $arousse, 7>QR, pp.
LA DIFÍCIL EXPRESIÓN DEL SENTIMIENTO CORDILLERANO. 678 9:$&= %., Eduardo, 5em,lan.as literarias de la Colonia, 9antia)o, Editorial Difusin %hilena, 7>Q,, pp. 7?(77. 6;8 La po!tica del espacio , México, Fondo de %ultura Econmica, 7>RQ, p. ;RQ, p. 7. 68 4&l)unos elementos elementos del fol0lore chileno5, en Ga,riela anda por el mundo , 9antia)o, Editorial &ndrés Aello, 7>TO, p. <;?. 6Q8 A:AA&, "io'anni "io'anni + M&W=:, Francesco, Francesco, Escritos alpinistas del sacerdote Achille Ratti/ ho$ 5454 P)o Papa I , Milán, Editorial nternacional, 7>;Q.
6R8 =e'ue de Deux Deux Mondes, Paris, 7Q fé'rier 7>RQ. 7>RQ. 6T8 4$a %ordillera como como moti'acin moti'acin plástica5, plástica5, 9antia)o, 9antia)o, El Mercurio, de :ctu#re de 7>O7, 7>O7, p. E Q. 6O8 4%hile no es parte parte de la cultura occidental5, 9antia)o, 9antia)o, =e'ista del Domin)o Domin)o 6El Mercurio8, 7] de *ulio de 7>O<, p. . 6>8 9:$&= %., Eduardo, Eduardo, :p. cit., 7p. 77<. 77<. 67?8 En 4Prlo)o5 a Chile o una loca geograf)a , de Aen*amín 9u#ercaseaux, 77 ed., 9antia)o, Editorial Ercilla, 7>QR, p. 7R.
205
6778 6778 49ueño con Japn5, 9antia)o, El Mercurio, ;< de no'iem#re de 7>TQ, p. <. 67;8 :p. cit.
UN ERROR QUE DEBEMOS CORREGIR. 5em,lan.as literarias de la Colonia, 9antia)o, Editorial Difusin %hilena, 678 5em,lan.as
7>Q, p. 7?. 6;8 Introducci#n a la monta(a, Aarcelona, Editorial Ju'entud, 7>Q;, p. <. 9o#re la e'olucin de la impresin que produce la naturaleza, + en particular la montaña, es til 'er, tam#ién, el capítulo 4Del sentimiento de la naturaleza5, en Cosmos, de &lexander 'on 3um#oldt. 6<8 %=$:/, Juan Eduardo, *iccionario de s)m,olos, R ed., Aarcelona, Editorial $a#or, 7>OQ, p. QR, pp.
Y HABÍA GRANDES RUIDOS EN LAS LAS MONTAAS! MONTAAS! 678 FE=-_-DE` F., Maximino, istoria de la literatura chilena, < ed., 9antia)o, ;??T, tomo , p. 7 6;8 6;8 M&`` M&``:/ :/, , "ius "iusep eppe pe,, Introducci#n a la monta(a , Aarcelona, Editorial Ju'entud, 7>Q;,p. ;7 6<8 4Ausc 4Auscand ando o dioses dioses cerca cerca del cielo5, cielo5, Revista del *omingo/ El %ercurio, 9antia 9antia)o, )o, O de no'iem no'iem#re #re de 7>O7 7>O7 + 4$as 4$as montañ montañas as sa)rad sa)radas2 as2 un estudi estudio o etnoa etnoarqu rqueol eol)i )ico co de ruinas ruinas en las altas altas cum#re cum#ress andina andinas5, s5, 9antia ia)o )o,, Depa Depart rtam amen ento to de %ien %ienci cias as Cuade Cuaderno rnoss de istor istoria ia -] <, 9ant 3istricas de la Wni'ersidad de %hile, *ulio de 7>O<, pp. ;T(R;.
206
68 _$V _$V&=E`, =E`, "re)or "re)orio, io, *onde estuvo el para)so, Auenos &ires, Editorial Pehuén, 7>R?, p. R7. 6Q8 %onts Pacifi&ue, "reno#le, &rthaud, 7>Q7, pp. ;?7(;?<. 6R8 Versin Versin de Joseph Emperaire, Emperaire, citada citada en P$&/ P$&/3, :reste, Geograf)a del mito $ la le$enda chilenos, 9antia)o, -ascimento, 7>O<, pp. 7;(7<.
6T8 istoria de Chile4 Chile prehispano , 9antia)o, Aalcells 3nos + %o., 7>;Q, p.;T<. 6O8 Cr#nica $ relaci#n copiosa $ verdadera de los re$nos de Chile , 9antia)o, Editorial Wni'ersitaria, 7>RR, tomo 6texto8, p. 78 "WEV&=&, "WEV&=&, /omá /omás,:p.cit.,p. s,:p.cit.,p. ?;. 67?89antia)o, &ranci#ia 3nos, 7>OO.
LA GRANDE CORDILLERA CORDILLER A Y ALTA ALTA SIERRA. (1)
%itado %itado en 4$os 4$os descu descu#rid #ridore oress del Estrec Estrecho ho de Ma)all Ma)allane anes5, s5, &nuar &nuario io 3idro)ráfico de la Marina de %hile, mprenta -acional, 7OT>, &ño V, p. <><.
(2)
%itado en 4$os descu#ridores del Estrecho de Ma)allanes5, :p. %it., p. 7Q.
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MED-&, José /ori#io, Colecci#n de documentos in!ditos para la historia de Chile desde el via'e de %agallanes hasta la ,atalla de %aipú M0106K 0606/ 9antia)o, mprenta + Encuadernacin Encuadernacin Aarcelona, Aarcelona, 7O>Q, tomo V, p.
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%itado en 4$os descu#ridores del Estrecho de Ma)allanes5, :p. %it., p. Q?, nota + p.Q<.
(5)
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(6)
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(7)
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ntr ntrod oduc ucci cin n55 a Cart 9antia)o, )o, Editor Editorial ial del Cartas as de Pedr Pedro o de -ald -aldiv ivia ia, 9antia Pacífico, 7>QQ, p. >.
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FE=FE=-__-DE DE`, `, Maxi Maximi mino no,, Nom,re Nom,ress ind)ge ind)genas nas de monta( monta(as as chilen chilenas as, 9antia)o, Ediciones -&19, 7>T;.
(10)
Prlo)o5 Prlo)o5 a 9WAE=%&9E 9WAE=%&9E&WN, &WN, Aen*amín, Chile o una loca geograf)a , 77 ed., 9antia)o, Editorial Ercilla, 7>QR, p. 7Q.
(11)
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7 + en llanes, "raciela, Evoluci#n del sentimiento est!tico del paisa'e en la literatura chilena/ 9antia)o, Prensas de la Wni'ersidad de %hile,
7>?, p. 7?, respecti'amente. (12)
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5em,lan.as as literarias literarias de la Colonia Colonia, (13) 5em,lan.
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9antia) ia)o,
Edito itorial
Wni'ersit rsita aria ria,
7>RR,
;
'ol.
Fue
pu#lic licada
ori)inariamente en 7QQO. (15)
Colecc cci#n i#n de ist istor oria iado dore ress de Chil Chile e, t. , mprenta del 9an 9antia tia)o, Cole
Ferrocarril, 7OR;.
$AMOS POR AQUELLOS MONTES PISANDO NUBES 678
%fr. Encina, Francisco Francis co &ntonio, istoria de Chile, Ed., 9antia)o, Editorial -ascimento, 7>QR, /. , p. Q?.
6;8
E-%-&, Francisco &ntonio, :p. cit., t. , p. QT.
6<8
E-%-&, Francisco &ntonio, :p. cit., t. , p. p. QO.
68
:p. %it., t. V, pp. .
6Q8
istoria de la literatura colonial de Chile, 9antia)o, mprenta de la $i#rería
del Mercurio, 7OTO, < 'ols. 6R8
E-%-&, Francisco &ntonio, :p. cit., t.V. t.V. pp. Q>Q(R??.
6T8
E-%-&, Francisco &ntonio, :p. cit., t. V, p.
6O8
:V&$$E, &lonso de, ist#rica Relaci#n del Re$no de Chile , 9antia)o, nstituto de $iteratura %hilena, 7>R>, p.<.
208 6>8
9:$&= %., Eduardo, 5em,lan.as literarias de la Colonia, 9antia)o, Editorial difusin chilena, 7>Q, p.< 'er, además, pp.7< + 7R<, p. <8.
67?8
E-%-&, Francisco &ntonio, :p. cit., t. V, p.
6778
:V&$$E, &lonso de, :p. cit., p. .
67;8
:V&$$E, &lonso de, :p. cit., p. <;.
67<8
:V&$$E, &lonso de, :p. cit., p. . $a pala#ra 4cum#re5 de#e entenderse en sentido de 4Portezuelo5 o 4paso5.
678
:V&$$E, &lonso de, :p. cit., p. >>.
67Q8
:V&$$E, &lonso de, :p. cit., p. <7.
67T8
:V&$$E, &lonso de, :p. cit., p. T.
67O8
:V&$$E, &lonso de, :p. cit., p. <7.
67>8
:V&$$E, &lonso de, :p. cit., p. <7.
6;?8
:V&$$E, &lonso de, :p. cit., p. <;.
6;78
:V&$$E, &lonso de, :p. cit., p.
6;;8
%fr. V Jornadas -acionales de %ultura. dentidad -acionales de %ultura, 9antia)o, Wni'ersidad de %hile, 7>O;, pp. 77>(7;R.
6;<8
W=AE E., Juan, Antolog)a para el ses&uicentenario, 9antia)o, Ediciones de los &nales de Wni'ersidad de %hile, 7>R?, p.T.
6;8
&$:-E, istoria personal de la literatura chilena, 9antia)o, `i)(`a), 7>Q, p. >7.
6;Q8
=:9&$E9, Die)o de, istoria General de el Re$no de Chile/ 3landes Indiano, Valparaíso, mprenta del Mercurio, 7OTT, p. $V.
6;R8
VE"&, Mi)uel _n)el, Literatura chilena de la Con&uista $ de la Colonia, 9antia)o, -acimiento, 7>Q, p. 7?O.
6;T8
E-%-&, Francisco &ntonio, :p. cit., t. V, p.
6;O8
:p. cit., pp. 7R>(7T7.
6;>8
=:9&$E9, Die)o de, :p. cit., p. 7>R
68
=:9&$E9, Die)o de, :p. cit., p. 7>O
6<78
3E=`:", Maurice + otros, La montagne, Paris, $i#rairie $arousse, 7>QR,
209
p.7<>2 4$a cordillere occidental culmine au %him#orazo 6R.<7? m.8, sommet le plus éle'é de lEquateur, et qui fut lon)temps tenu pour le plus haut du monde5. Esta creencia perdur hasta el si)lo NV. 6<;8
=:9&$E9, Die)o de, :p. cit., pp. ;?;(;?<.
6<<8
%fr. FE=-&-DE`, Maximino, Nom,res ind)genas de monta(as chilenas , 9antia)o, Ediciones -a+s, 7>T;, p. 7T.
6<8
=:9&$E9, Die)o de, :p. cit., p. 7>R.
6
=:9&$E9, Die)o de, :p. cit., pp.
6
=:9&$E9, Die)o de, :p. cit., p. 7>T.
6
=:9&$E9, Die)o de, :p. cit., p. 7>O.
6
=:9&$E9, Die)o de, :p. cit., p. 7>O.
6<>8
=:9&$E9, Die)o de, :p. cit., p. 7>O.
6?8
:p. cit., p. 7?.
678
&$:-E, :p. cit., p. >7.
6;8
:p. cit., p. >Q.
6<8
E-%-&, Francisco &ntonio, :p. cit., t. V, p. R?R.
68
9antia)o, %oleccin de 3istoriadores de %hile, t. , mprenta del Ferrocarril, 7OR;.
6Q8
%fr. :p. cit., pp. T(O.
6R8
&$:-E, :p. cit., p. ><.
6T8
9antia)o, %oleccin de 3istoriadores de %hile, t. V, mprenta del Ferrocarril, 7OR, p. 7R.
6O8
:p. cit., p. 7T.
6>8
:p. cit., p. 7>.
6Q?8
9antia)o, %oleccin de 3istoriadores de %hile, tt. NV. 1 NV, mprenta Ercilla, 7OO>.
6Q78
9:$&= %., Eduardo, :p. cit., p. ;;Q.
6Q;8
:p. cit., p. ;<.
6Q<8
:p. cit., t. V, p. R7T
6Q8
M:$-&, Juan )nacio, Compendio de la historia geogr+fica/ natural $ civil del reino de Chile, 9antia)o, %oleccin de 3istoriadores de %hile, t. N,
mprenta de la $i#rería del Mercurio, 7OTO, p. <. 6QQ8
:p. cit., t. V, p. R;Q.
6QR8
:p. cit., p.
210 6QT8
:p. cit., p. <;?.
6QO8
:p. cit., pp. <7Q(<7R.
6Q>8
:p. cit., p. <;Q.
6R?8
:p. cit., p. <7<.
6R78
9antia)o, %oleccin de 3istoriadores de %hile, tt. NN + NN, mprenta Elze'iriana, 7>??.
6R;8
9antia)o, Editorial -ascimento, 7>;.
6R<8
:p. cit., p. 7<>.
6R8
/:9%&-:, 3um#erto, El Ecuador visto por los e@tran'eros , Pue#la, Editorial J. M. %a*ica, 7>Q>, p. 7.
MI CORDILLERA& LA 'UDITH TREMENDA! 678
istoria de Chile/ Ed., 9antia)o, Editorial -acimiento, 7>QR, t. V, p. R??.
6;8
E-%-&, Francisco &ntonio, :p. cit., t. N, p.
6<8
$ondon, 9. M. Po[all, 7O;.
68
$ondon, 7O;R, Está traducido2 Las Pampas $ los Andes/ Notas de via'e/ Auenos &ires, Vaccaro, 7>;?.
6Q8
$eipzi), 7OR?.
6R8
Aerlín, 7O< + 7O
6T8
$ondon, Sard, $oc0 and %o., sa.
6O8
E-%-&, Francisco &ntonio, :p. cit., t. N, p. 7?.
6>8
$$$:, 9amuel, citado por Francisco &ntonio Encina, :p. cit., t. NV, p.
67?8
%fr. istoria de la novela hispanoamericana, Valparaíso, Ediciones Wni'ersitarias de Valparaíso, 7>T;.
6778
M:-/E9, 3u)o + :=$&-D, Julio, istoria $ Antolog)a de la literatura chilena/ R ed., 9antia)o, Editorial del Pacífico, 7>R<, p. O>.
67;8
:. cit., p. >.
67<8
:1&=`W-, $uis, Temas de la cultura chilena, 9antia)o, Editorial Wni'ersitaria. 7>RT, p. >R.
678
%fr. &$:-E, istoria personal de la literatura chilena, 9antia)o, `i)`a), 7>Q, p. 7R7.
211 67Q8
M:-/E9, 3u)o + :=$&-D, Julio, :p. cit., p. 7.
67R8
PE=E` =:9&$E9, Vicente, Recuerdos del pasado , 9antia)o, Editorial :r#e, 7>R>, p. 7?O.
67T8
PE=E` =:9&$E9, Vicente, :p. cit., p. 7?O.
67O8
PE=E` =:9&$E9, Vicente, :p. cit., p. 7R7.
67>8
%=W`, Pedro -olasco, Estudios so,re la literatura chilena , -ascimento, 7>?, t. . P. T.
6;?8
PE=E` =:9&$E9, Vicente, :p. cit., p. 7;O.
6;78
%fr. PE=E` =:9&$E9, Vicente, :p. cit., pp. 7;O(7;>.
6;;8
PE=E` =:9&$E9, Vicente, :p. cit., p. 7;.
6;<8
PE=E` =osales, Vicente, :p. c. N. $as demás citas que se harán corresponden al mismo fra)mento.
6;8
9antia)o, mprenta del Ferrocarril, 7OQ>. Fue pu#licado ori)inalmente en francés2 Essai sur le Chili , 3am#our), F. 3. -estler + Melle, 7OQT.
6;Q8
PE=E` =:9&$E9, Vicente, Recuerdos del pasado , :p. cit., p.
6;R8
&$:-E, op. cit., p. 7Q<.
6;T8
M:-/E9, 3u)o + :=$&-D, Julio, :p. cit., p. O>.
6;O8
9$V& %&9/=:, =al, 4ntroduccin #io)ráfica5 a la Antolog)a de Jos! Joa&u)n -alle'o, 9antia)o, Editorial &ndrés Aello, 7>T?, p. >.
6;>8
:p. cit., p. 7
68
V&$$EJ:, José Joaquín, Antolog)a, :p. cit., p. ;77.
6<78
V&$$EJ:, José Joaquín, :p. cit., p. ;7.
6<;8
Esta %arta fue titulada 4Wna excursin al %a*n del Maip5 por =al 9il'a %astro en su Antolog)a de Jota,eche 6:p, cit., p. ;?>8.
6<<8
:p. cit., p. >.
6<8
M:-/E9, 3u)o + :=$&-D, Julio, :p. cit., p. O>.
6
%itado por M&=&-: $&/:==E en la ntroduccin a Chile pa)s de rincones, < ed., 9antia)o, `i) `a), 7>QQ. p. O.
6
9:$&= %., Eduardo, 5em,lan.as literarias de la Colonia, 9antia)o, Editorial difusin chilena, 7>Q, p.77.
6
M:-/E9, 3u)o + :=$&-D, Julio, :p. cit., p. 77T.
6
M:-/E9, 3u)o + :=$&-D, Julio, :p. cit., p. 7?>.
6<>8
E-%-&, Francisco &ntonio, :p. cit., t. NV, p. Q7.
6?8
":%, %edomil, :p. cit., p. T.
212 678
Sashin)ton, &. :. P., -icholson Printer, 7OQQ.
6;8
&nales de la Wni'ersidad de %hile, 9antia)o, 7OQ?, pp. > ;> + T T.
6<8
&nales de la Wni'ersidad de %hile, 9antia)o, 7OR7, pp. 7RQ(7RR.
68
&nales de la Wni'ersidad de %hile, 9antia)o, 7OR;, pp. ;;(;.
6Q8
:p. cit., p. Q?.
6R8
Ello puede de#erse a que, a pesar de ser escritor romántico, +a esta#a influenciado por la tendencia naturalista europea.
6T8
M:-/E9, 3u)o + :rlando, Julio, :p. cit., pp. 7;O(7;>.
6O8
9$V& %., =al, Panorama literario de Chile, 9antia)o, Editorial Wni'ersitaria, 7>R7, p. ;?.
6>8
Relatos hist#ricos Entre las nieves, < ed., 9antia)o, `i)(`a), 7>T, p.
77. 6Q?8
Valparaíso, mprenta de la Patria, 7OT.
6Q78
9antia)o, mprenta "uten#er), 7OOQ.
6Q;8
9antia)o, mprenta -acional, 7OTQ.
6Q<8
9antia)o, mprenta -acional, 7>RO.
6Q8
9antia)o, mprenta de la =ep#lica, 7OT7.
6QQ8
%fr. M:-/E9, 3u)o + :=$&-D, Julio, :p. cit., p. 7Q.
6QR8
París, "arnier 3nos., 7O>?.
6QT8
La escuela naturalista, Auenos &ires, Editorial Futuro, 7>Q, p. 7T>.
6QO8
:p. cit., p. 77;.
6Q>8
":%, %edomil, :p. cit., p. 77?.
6R?8
%=W`, Pedro -olasco, :p. cit., t. , p. <;O.
6R78
9$V& %., =al, Panorama literario de Chile/ :p. cit., p. OO.
6R;8
Panorama literario de Chile/ :p. cit., p. 7Q.
6R<8
=:D="WE` F., Mario, El %odernismo en Chile $ en ispanoam!rica, 9antia)o, Editorial Wni'ersitaria, 7>RT, p, 7T.
6R8
:p, cit., p. 7;.
6RQ8
9$V& %., =al, Panorama literario de Chile, :p. cit., p. 7QO.
6RR8
9$V& %., =al, Retratos literarios, 9antia)o, Ediciones Ercilla, 7><;, p.
6RT8
; ed., 9antia)o, mprenta Wni'ersitaria, 7>?O.
6RO8
9antia)o, mprenta Wni'ersitaria, 7>7O.
6R>8
M-"WE`, José Mi)uel, 4Estudio Preliminar5 a Antolog)a del cuento chileno, Aarcelona, Editorial Aru)uera, 7>T?, p. 7R.
213 6T?8
%itado por $$&-E9, "raciela, Evoluci#n del sentimiento est!tico del paisa'e en la literatura chilena/ 9antia)o, Prensas de la Wni'ersidad de
%hile, 7>?, p.
:p. cit., p.
6T;8
&$:-E, El Mercurio, 9antia)o, 7? de octu#re de 7>;R.
6T<8
El Padre &lfonso Escudero indica que este cuento se pu#lic por primera 'ez #a*o el título 4mpresiones de infancia2 =e)ina5, en 4$a =e'ista -ue'a5, enero de 7>?7. En 4$a =e'ista %atlica5, de ;7 de no'iem#re de 7>?<, apareci #a*o el nom#re 4=ecuerdos5. 1 en 4`i)(`a)5 de 7< de ma+o 7>?R, +a se le dio título definiti'o2 4En las montañas5. 6%fr. ntroduccin a ,ras completas de Federico "ana, ; ed., 9antia)o, -ascimento, 7>RQ.8
6T8
"&-&, Federico, 4En las montañas5, ,ras completas. :p. cit., p. T>.
6TQ8
"&-&, Federico, 4En las montañas5, ,ras completas. :p. cit., p. O?.
6TR8
9$V& %., =al, Panorama literario de Chile , :p cit., p. ;<;.
6TT8
9antia)o, :ficina de 4El %hileno5, 7O>T, pp. Q + R.
6TO8
9$V& V., %arlos, La %onta(a, :p. cit., p. RT.
6T>8
4%hile, país de turismo5, P+ginas selectas, 9antia)o, Editorial &ndrés Aello, 7>R>, p. ;><.
6O?8
9antia)o, `i)(`a), 7>7<.
6O;8
En la nieve, :p. cit., p. 7QQ.
6O<
Cuentos fant+sticos, 9antia)o, `i)(`a), 7>QT, p. ;O>.
6O8
4$a luz en el monte5, :p. cit., p. ;>?.
6OQ8
:p. cit., p. 7R?.
6OR8
París, 7>;T.
6OT8
":%, %edomil, :p. cit., p. 7Q;.
6OO8
4&l)unas pre)untas que no se han hecho so#re el criollismo5, %emorias $ otras confidencias/ 9antia)o, Editorial &ndrés Aello, 7>T7, p. O.
6O>8
":%, %edomil, :p. cit., p. 7Q.
6>?8
París, Eu)ene Fasquelle, 7>;O.
6>78
4ntroduccin5 a Antolog)a de Jor)e "onzález Aastías, 9antia)o, -ascimento, 7>Q;, p. 7;.
6>;8
6><8
$&":9, Jernimo, :p. cit., p. 7. 9&-/&":, mprenta El Pro)reso, 7>?<. &l)unos de los poemas
214
cordilleranos de Alma criolla fueron incluidos en un nue'o li#ro del autor2 -oces le'anas, 9antia)o, Editorial $a Portada, 7>R? 6>8
; ed., 9antia)o, /alleres "ráficos 9an Vicente, 7>7, pp. 7?;(7?Q.
6>Q8
9antia)o, mprenta de la =e'ista %atlica, 7>?<.
6>R8
9antia)o, -ascimento, 7>Q?.
6>T8
&ntolo)ado en To&ue de diana, de Víctor Domin)o 9il'a, 9antia)o, mprenta %hile, 7>;O, p. ;TO.
6>O8
Alma de Chile, 9antia)o, `i)(`a), 7>RQ, pp. 7.
6>>8
< ed., 9antia)o, Editorial -acimiento, 7>R;, p. ;>
67??8
M9/=&$, "a#riela, 4Are'e descripcin de %hile5, RecadosO contando a Chile/ 9antia)o, Editorial del Pacífico, 7>QT, p.7;?.
67?78
&$E"=&, Fernando, Literatura chilena del siglo , ; ed., 9antia)o, `i)( `a), 7>R;, p. Q>.
67?;8
P=&D:, Pedro, Alsino, 7< ed., 9antia)o, -ascimento, 7>T, p. ;;;.
67?<8
P=&D:, Pedro, :p. cit., p. ;R<.
67?8
P=&D:, Pedro, :p. cit., p. ;RQ.
67?Q8
4Montañas mías5, Poema de Chile, 9antia)o, Editorial Pomaire, 7>RT, p.
4"a#riela Mistral5, nsula, Madrid, 7Q de fe#rero de 7>QT.
67?T8
4Ple)aria a "a#riela Mistral5, &nales de la Wni'ersidad de %hile -7?R, 9antia)o, se)undo trimestre de 7>QT, p. 7?R.
67?O8
43imno a "a#riela5, &nales de la Wni'ersidad de %hile -7?R, :p. cit., p. 7>.
67?>8
=E1E9, &lfonso, :p. cit.
677?8
FE=-&-DE` $., 9er)io, Cartas de amor de Ga,riela %istral , 9antia)o, Editorial &ndrés Aello, 7>TO, p. 7>?.
67778
De 4El xtazihuatl5, *esolaci#n/ ; ed., 9antia)o, Editorial del Pacífico, 7>QT, p. 7>7.
677;8
:p. cit., pp. 77(7;
677<8
":%, %edomil, 4/ala 67>TR, p. V.
6778
Cap)tulos de literatura chilena, $o Aarnechea, %.P.E..P. 7>T, p. T?.
677Q8
:p. cit.
677R8
Recados contando a Chile , :p. cit., pp. 7T<(7T.
215 677T8
Ga,riela anda por el mundo , 9antia)o, Editorial &ndrés Aello, 7>TO, p.
. =ecopilacin de =oque Este#an 9carpa. 677O8
Cartas de amor de Ga,riela %istral , :p. cit., pp. 7O>(7>?.
677>8
4/ala 67>
67;?8
9antia)o, mprenta Wni'ersitaria, 7>;7.
67;78
La vo. del torrente, :p. cit., p. .
67;;8
4El cuento en la literatura chilena5, %emorias $ otras confidencias, :p. cit., p. <;.
67;<8
`&P&/& $., Francisco, 4Villar5, *e mi tierra, 9antia)o, mprenta Wni'ersitaria, 7>7R, pp. R>(T?.
67;8
4El cuento en la literatura chilena5, :p. cit., p.
67;Q8
En Autorretrato de Chile, seleccin de -icomedes "uzmán, 9antia)o, `i)(`a), 7>QT, pp.
67;R8
9$V& %., =al, Retratos literarios, :p. cit., p. 7;.
67;T8
9$V& %., =al, Panorama de la novela chilena M06QQ, pp.7;(7<.
67;O8
4&l)unas pre)untas que no me han hecho so#re el criollismo5, %emorias $ otras confidencias, :p. cit., p. Q7.
67;>8
La novela chilena , 9antia)o, Editorial Wni'ersitaria, 7>RO, p. 7;7.
678
$$&-E9 &., "raciela, :p. cit., p. >>.
67<78
`i)(`a) - ;>, pp. 7T(7O.
67<;8
$$&-E9 &., "raciela, :p. cit., p. 7?7.
67<<8
%fr. %=W`, Pedro -olasco, :p. cit., t. , pp. ;TT(;O?.
67<8
4%una de cndores5, en Cuna de c#ndores de Mariano $atorre, 9antia)o, -ascimento, 7><, pp. 7(7Q.
67
9antia)o, -acimiento, 7>RQ.
67
":%, %edomil, :p. cit., p. 7T>.
67
":%, %edomil, #idem, p. 7T>.
67
En A&%3E$&=D, "astn, La po!tica del espacio , México Fondo de %ultura Econmica, 7>RQ, p. ;Q.
67<>8
":%, %edomil, :p. cit., p. 7OQ.
67?8
":%, %edomil, :p. cit., p. 7OQ.
6778
9antia)o, Editorial -ascimento, 7>RR.
67;8
9$V& %., =al, Panorama literario de Chile, :p. cit., p. OT.
216 67<8
El poema mencionado aparece en la seleccin de &lone. Es interesante constatar que otro poema de 3#ner, homnimo, antolo)ado por Julio Molina + Juan &ra+a en 5elva L)rica 69antia)o, mprenta Wni'erso, 7>7T, p. 7O<8, parece ha#er sido la #ase del se)undo, que introduce modificaciones aunque mantiene 'ersos completos del poema ori)inal.
678
9antia)o, mprenta Wni'erso, 7>;.
67Q8
9antia)o, Editorial -ascimento, 7>
67R8
9eparata de re'ista &tenea 6%oncepcin, tomo $NNNV, 7>T8, 7>O.
67T8
9antia)o, Escuela -acional de &rtes "ráficas, 7>QQ.
67O8
4-on ser'iam5, ,ras completas, 9antia)o, Editorial &ndrés Aello, 7>TR, tomo , p. T7Q.
67>8
4-on ser'iam5, :p. cit.
67Q?8
Idioma del mundo, 9antia)o, Multitud, 7>QO, pp. 77Q(77>.
67Q78
En Autorretrato de Chile/ de -icomedes "uzmán, :p. cit., pp. ;OT;OO.
67Q;8
Los cuatro grandes de la literatura chilena , 9antia)o, `i)(`a) 7>R<, p.
77. 67Q<8
4:da al aromo5, Tercer li,ro de las odas/ ,ras completas, < ed., Auenos &ires, $osada, 7>RO, ti. p. 7
67Q8
%emorial de Isla Negra4 I- El ca.ador de ra)ces4/ ,ras completas, :p.
cit., t. , p. R??. 67QQ8
En Autorretrato de Chile, de -icomedes "uzmán, :p. cit., p. 7>.
67QR8
Alma $ cuerpo de Chile, 9antia)o, -ascimento, 7>T, pp. 7?<(7?.
67QT8
Panorama literario de Chile, :p. cit., p.
67QO8
; ed., 9antia)o, `i)(`a), 7>R;.
67Q>8
4El 'iento #lanco5, Paisa'es $ gentes de Chile , :p. cit., p. 77Q.
67R?8
istoria personal de la literatura chilena, 9antia)o, `i)(`a), 7>Q, p. ;
67R78
%&9/=:, Juan, Cordillera adentro, 9antia)o, =al + 3éctor Aenaprés, 7>
67R;8
9antia)o, Editorial -ascimento, 7>;, p. 7>.
67R<8
Panorama literario de Chile, :p. cit., p. ;>?.
67R8
Edicin de 7>;, :p. cit., p. 7Q.
67RQ8
A pie por Chile, 9antia)o, Editora 9antia)o, 7>TR, p. R.
67RR8
9antia)o, `i)(`a), 7>O<, pp. Q(R.
67RT8
&$E"=&, Fernando, Literatura chilena del siglo , :p. cit., p. ;?Q.
217 67RO8 67R>8 67T?8
%itado por 9$V& %., =al, Panorama literario de Chile, :p. cit., p. ;>;. 9antia)o, Editorial Ercilla, 7><(;Q.
67T78
=:J&9, Manuel, ,ras escogidas, 9antia)o, `i)(`a), 7>R>, t. , p.
67T;8
,ras escogidas, :p. cit., t. , p. <.
67T<8
9antia)o, `i)(`a), 7>Q. Uued dicho que la o#ra fue pu#licada por primera 'ez en 7>
67T8
&$:-E, istoria personal de la literatura chilena , :p. cit., pp. ;<(;
67TQ8
/odas las o#ras mencionadas aparecen en ,ras completas de Marta Arunet 69antia)o, `i)(`a), 7>R<8, con
excepcin de la ltima, que fue
pu#licada en =e'ista $etras - >(77 69antia)o, enero(marzo de 7>7>8. 67TR8
%=W`, Pedro -olasco, Estudios so,re la literatura chilena , :p. cit., t. , p. ;?Q.
67TT8
9$V& %., =al, Retratos literarios, :p. cit., p. 7>?.
67TO8
,ras completas, :p. cit., p.
67T>8
,ras completas, :p. cit., p. ;?.
67O?8
77 ed., 9antia)o, Editorial Ercilla, 7>QR. $a edicin ori)inal es de 7>?.
67O78
Este nom#re, por error editorial, aparece en ediciones recientes, siempre enca#ezando la %uarta Parte del texto, como 4País de la montaña ne'ada5 error que se e'idencia en la lectura2 4por al)o llamamos a este 4País5 de la Muralla -e'ada5 6:p. cit., p. ;;?8.
67O;8
:p. cit., pp. ;7>(;;?.
67O<8
:p. cit., p. TQ.
67O8
:p. cit., p. ;R>.
67OQ8
En Autorretrato de Chile, :p. cit., pp. <<(<>.
67OQ a8
9antia)o, -ascimento, 7>, ; + ;<7, respecti'amente.
67OR8
":%, %edomil, :p cit., p. ;7T.
67OT8
La literatura chilena del siglo , :p. cit., p. ;>.
67OO8
En Autorretrato de Chile, de -icomedes "uzmán, :p. cit., p.
67O>8
9antia)o, Editorial :r#e, 7>.
67>?8
Es de 7>QQ.
218 67>78
7; ed., 9antia)o, Editorial del Pacífico, 7>T, pp. Q(Q;.
67>;8
4Estudio Preliminar5 a Antolog)a del cuento chileno, :p. cit., p. <>R.
67><8
4Wn poeta cuentista5, prlo)o a Comarca del 'a.m)n $ sus me'ores cuentos, de :scar %astro, :p. cit., pp. 77(7<.
67>8
; ed., 9antia)o, `i)(`a), 7>RR.
67>Q8
Poema homnimo, en ,ra gruesa, 9antia)o, Editorial Wni'ersitaria, 7>R>, pp. OQ(OR.
67>R8
4$os límites de %hile5, ,ra gruesa, :p. cit., p. ;.
67>T8
,ra gruesa, :p. cit., pp. 7>Q(7>R.
67>O8
9antia)o, -ascimento, 7>T>.
67>>8
En Autorretrato de Chile, de -icomedes "uzmán, :p. cit., p. <>Q.
6;??8
9antia)o, `i)(`a), 7><>.
6;?78
R ed., 9antia)o, :r#e, 7>RR. $a edicin ori)inal es de 7>;.
6;?;8
:p. cit., p. O?.
6;?<8
:p. cit., p. O7.
6;?8
:p. cit., p. TQ.
6;?Q8
9antia)o, Ediciones Flor -acional, 7>>.
6;?R8
:p, cit., pp. (<7.
6;?T8
En Autorretrato de Chile, de -icomedes "uzmán, :p. cit., pp. ;7T(;;<.
6;?O8
:p. cit., p. ;7T.
6;?>8
:p. cit., p. ;7>.
6;7?8
":%, %edomil, :p. cit., p. ;Q.
6;778
:p. cit., p. TO.
6;7;8
9antia)o, `i)(`a), 7>R<.
6;7<8
:p. cit., p. QR.
6;78
En Autorretrato de Chile, de -icomedes "uzmán, :p. cit., pp. <;>(<
6;7Q8
49a#emos5, en Poemas, 9antia)o, Editorial Del Pacífico, 7>T<, p. <7.
6;7R8
Poemas, :p. cit., p. <;.
6;7T8
9antia)o, El Mercurio, ; de a#ril de 7>TT, p. .
6;7O8
4`urita entre los )randes5, 9antia)o, El Mercurio, ; de octu#re de 7>O;, p. E <. (219)
9antia)o, Editores &sociados, 7>O;. En el primer li#ro, Purgatorio 69antia)o, Ed. Wni'ersitaria, 7>T>8, no ha+ expresin de la cordillera.
6;;?8
:p. cit.
219 6;;78
4=econocimiento de `urita5, 9antia)o, El Mercurio, 7; de Diciem#re de 7>O;.
6;;;8 4Poesía mapuche actual2 de la apropiacin hacia la inno'acin cultural5, Revista Chilena de Literatura -] <, 9antia)o, Departamento de
$iteratura de la Wni'ersidad de %hile, no'iem#re de 7>><, p. TQ. (223) Versin
recopilada por 9&-/($:WP + pu#licada por él, en francés, en
%onts Pacifi&ue, "reno#le, &rthaud, 7>Q7, pp. ;7?(;?<. /raduccin de
Maximino Fernández. (224) De Palimpsesto, 9antia)o, $:M Ediciones, ;??Q, p.;<. (225) En
Epu mari l9atufe ta fachantQ 78 poetas mapuches
contempor+neos, 9antia)o, $:M Ediciones, ;??<, p. ;QR. Edicin
#ilin)e. M77 En Ceremoniales, 9antia)o, Editorial Wni'ersidad de 9antia)o de %hile,
7>>>, p. R. M ;;T8 En ilando en la memoria4 2 mu'eres mapuche, 9antia)o, Editorial %uarto
Propio, ;??R,p. 7<. 6;;O8 En ilando en la memoria4 2 mu'eres mapuche, :p. %it., p. Q7. 6;;>8 :p. %it.,p.T. 6;8 En Pe:ma dungu4 Pala,ras so(adas, 9antia)o4, $om Ediciones, ;???, p. T. Edicin #ilin)e. 6;<78 *e sue(os a.ules $ contrasue(os, 9antia)o, < ed., Editorial Wni'ersitaria, ;??,p. <<, p. T>. 6;<8 :p. cit., p. ;Q<. 6;>, p. ;7. ;OQ. 6;8 ; ed., 9antia)o, Versin $i#re, 7>OO, p. ;7. 6;?8 9antia)o, se, 7>>?, p. ;? (241) Santiago, Editorial Planeta Chilena S.A., 2008, . 69 ! 51, re"e#ti$a%ente.
220
MA'ESTUOSA ES LA BLANCA MONTAA! 678
9o#re la relacin andinismo + letras en %hile, 'éase el artículo 4$iteratura de montaña5, de Maximino Fernández 6 Anuario de %onta(a, 9antia)o, Federacin de &ndinismo de %hile, 7>R?, pp.
<8. 9o#re el mismo tema en Europa, 'éase -ota < de la primera parte de este tra#a*o. 6;8
9antia)o, `i)(`a), 7>Q?.
6<8
=e'ista &ndina -QQ, 9antia)o, %lu# &ndino de %hile, no'iem#re( diciem#re de 7>R, p. ;<. Fue reproducido en Anuario de %onta(a, :p. cit., 7>QR, pp. 7<(7Q + =e'ista &ndina -R7, :p. cit., *ulio(a)osto de 7>O, p. 7>.
68
Anuario de %onta(a, :p. cit, 7>R7, pp. T(O + O?(O7 Anuario de %onta(a, :p. cit., 7>R;, pp. ;T(;O, TT(T> + OR(OO + 9antia)o, Ediciones
del %lu# -acional de &ndinismo + 90i, 7>TR, respecti'amente. Esta ltima pu#licacin fue reproducida en Anuario de %onta(a, :p. cit., 7>T<(7>TT, pp. 7;(7Q7. 6Q8
Valparaíso, mprenta + $ito)rafía Wni'erso, 7><.
6R8
=e'ista &ndina -Q;, :p. cit., ma+o(*unio de 7>R, pp. + =e'ista &ndina -Q, :p. cit., marzo(a#ril de 7>Q, pp. 7Q(7R.
6T8
9antia)o, Ediciones de $i#rería Aello, 7>RO.
6O8
:p. cit., p. 7TQ.
221
222
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