La línea de sombra La ceguera voluntaria
José José Sara Saram mago ago escr escrib ibió ió un libr libro o ente entero ro sobr sobree la cegu ceguer era. a. Era Era una una metáfora acerca de cómo no vemos lo que no queremos ver, de cómo somos inmunes a todo aquello que pone en cuestión nuestros principios. Algo parecido al punto ciego del que hablé en otra línea de sombra El punto ciego ciego!. !. Aunque Aunque la novela novela de Saramago Saramago qui"á no iba mucho más allá de lo obvio, la metáfora a la que me he referido estaba e#plicada con mucha claridad. Sin embargo, al observar los comentarios que se han hecho $ algunas recensiones críticas, sospecho que la ma$oría de los lectores ha usado la novela para lo contrario de lo que Saramago pretendía% no para ver más, sino para ver menos. Sospecho, en definitiva, que muchos han leído Ensayo sobre la ceguera $ ceguera $ han e#clamado% &'(ué ciega es la gente)*, $ no% &'(ué ciego so$)* Saramago, conocido por su defensa del ateísmo $ por su cercanía al comunis comunismo mo él mismo mismo se conside consideraba raba &comuni &comunista sta libert libertari ario*!, o*!, tuvo tuvo la valentía en un momento de su vida de mirar $ ver, de no ser ciego $ aplicarse su propia lección, cuando se atrevió a criticar a +idel astro en un artículo artículo que se hi"o célebre% célebre% &-asta aquí hemos hemos llegado* llegado* El aís, abril de /001 /001!, !, donde donde decí decíaa a propó propósi sito to de la pena pena de muer muerte te apli aplica cada da a tres tres secuestradores% &Ahora llegan los fusilamientos. Secuestrar un barco o un avión es crimen severamente punible en cualquier país del mundo, pero no se condena a muerte a los secuestradores, sobre todo teniendo en cuenta que no hubo víctimas. uba no ha ganado ninguna heroica batalla fusilando a esos tres 2
hombres, pero sí ha perdido mi confian"a, ha da3ado mis esperan"as, ha defraudado mis ilusiones. -asta aquí he llegado.* 4o es frecuente que alguien sea capa" de enfrentarse a los su$os $ demuestra verdadero valor hacerlo, mucho más que el enfrentarse a los enemigos, lo que resulta casi siempre sencillo $ gratificante, e#cepto si uno es soldado en una guerra. 5o pasé por la e#periencia de Saramago cuando escribí un artículo similar, &+idel astro $ los nostálgicos* El 6ndependiente, septiembre de 2772!. A partir de la publicación de ese artículo, se acabó de manera misteriosa mi colaboración con el periódico. 4adie me hi"o ning8n reproche, pero $a no me solicitaron más artículos, algo que hasta entonces habían hecho de manera regular. Supongo que muchos lectores que hasta entonces me habían leído con placer porque me consideraban uno de los su$os, a partir de ese momento aprovecharon para a9ustarse un poco me9or la venda que les permitía seguir siendo ciegos, algo que supongo le sucedió también a Saramago con su propios seguidores. Si sé que alg8n amigo com8n confesó a mi madre su sorpresa porque $o me &hubiera vuelto de derechas*. :e gustaría creer, sin embargo, que mi artículo pudo a$udar a algunos lectores a que miraran con un poco más de atención. Al fin $ al cabo, cuando fui articulista de El 6ndependiente, siempre intenté no limitarme a e#presar mis opiniones ni a escribir buscando el aplauso fácil de la claque, sino convencer a los no convencidos. (ui"á alg8n lector me concedió el beneficio de la duda $ descubrió que el artículo era coherente con lo que $o había defendido en colaboraciones anteriores, o con lo que siempre, con ma$or o menor acierto, he querido denunciar% el abuso, la in9usticia, la pena de muerte o la violación de los derechos humanos. ;ambién me gusta fabular con la idea de que alguno de esos lectores que empe"aron a mirar /
con más atención tras leerme, acabaron por curarse de la ceguera cuando descubrieron que también Saramago se atrevía a mirar hacia allí $ contar lo que había visto. Ahora bien, no es mi intención caer en el narcisismo del profeta incomprendido ni referirme aquí a la dictadura cubana o a cualquier otro e9emplo concreto, así que espero que el lector mire al lugar al que se3alo $ no al dedo que se3ala. 5 ese lugar es la ceguera voluntaria, que nos impide ver lo que tenemos delante. Si hablo a menudo de ciegos que pertenecen al espectro i"quierdista es porque convivo $ he convivido más con ellos que con quienes pertenecen al espectro derechista, pero ciegos ha$ en todos lados. Arthur alton ;rumbo, que presumía de haber impedido que se hiciera una adaptación en -oll$?ood. Aunque esos lectores selectos tenían acceso a la verdad, e incluso saber que aquello era verdad, sin embargo se mantenían firmes en su defensa ciega del estalinismo. Es un comportamiento que recuerda no 1
sólo el de organi"aciones religiosas como los 9esuitas, el @pus >ei, la cienciología o el islamismo fundamentalista, sino también el de persona9es como :adame lavatsB$, una de las principales creadoras de la ;eosofía, de la que hablaré en pró#imas líneas de sombra.
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