1 Juliet Mitchell
Psicoanálisis y feminismo. Freud, Reich, Laing y las mujeres (1974)
En esa obra se propone demostrar que el rechazo del Psicoanálisis es fatal para el feminismo. “El psicoanálisis no constituye una recomendación para una sociedad patriarcal sino un análisis de la misma”. El feminismo ha abrazado las psicologías radicales alternativas desarrolladas por W. Reich acerca de la sexualidad y por R. D. Laing acerca de la familia. Efectivamente, la sexualidad, la familia y la femineidad son asuntos fundamentales para analizar la condición de las mujeres. Aunque reconoce la lucidez de las consideraciones sociológicas y políticas de Reich y Laing, considera que existen serias dificultades con sus marcos teóricos. En esta obra su objetivo es tornar aceptable el psicoanálisis para las feministas y se dedica a desplegar una versión freudiana y lacaniana de la teoría, expuesta en términos accesibles como para que sus compañeras políticas la comprendan. P. ej. refiere el concepto de “envidia del pene” no al órgano anatómico sino a las ideas que la gente sustenta sobre él. “La forma en que vivimos las normas de la sociedad humana es inconsciente, la tarea del psicoanálisis consiste en descifrar de qué forma adquirimos nuestra herencia de las ideas y leyes de la sociedad humana dentro de la mente inconsciente. O, para decirlo de otra forma, la mente inconsciente es la es la forma en que adquirimos dichas leyes. Al analizar la ideología del orden humano, Freud tuvo que comprender que ese orden y esa ideología son patriarcales. Ella define “patriarcado” como la ley del padre. padre. La teoría freudiana puede ayudarnos a comprender como opera esa ley en la vida del niño o niña. En cuanto a Laing, sus primeros análisis sobre la esquizofrenia, la consideran una perturbación inducida por la interacción dentro de la familia. El hombre enloquecido aparecía como la víctima propiciatoria de la sociedad occidental, que etiqueta a las personas. Introduce la contraideología de la “persona total”, o sea no dividida. Mientras que Laing ha identificado a la familia como la
2 institución social que induce la psicosis, la teoría feminista la ha señalado como el lugar donde se produce la psicología femenina, inferiorizada y dependiente. La obra de W. Reich fue en los ’60 un estímulo para la militancia libertaria. Su interpretación de la sexualidad ha proporcionado un análisis teórico de capital importancia para comprender un área específica de la opresión femenina. La interpretación de las actitudes sociales respecto de la sexualidad femenina debe ser un aspecto importante para cualquier movimiento f eminista. Ambos autores legaron al movimiento feminista un vocabulario de protesta cuya exactitud oculta las deficiencias teóricas. Mitchell considera que la teoría freudiana tiene mayor riqueza. El valor de la obra de Reich y Laing reposa en el material del que extraen sus teorías. Sus obras reflejan su época, mientras que según ella, la obra freudiana la trasciende. Esto no implica negar la influencia de la episteme científica y filosófica de ese período, pero los valores perdurables del psicoanálisis la llevan a plantear una exploración política de la teoría. La aceptación de la teoría no implica aceptar los numerosos juicios patriarcales que se encuentran en la obra de Freud. Se vincula de este modo al grupo francés Psychoanalyse et Politique, que utilizaba a Freud y a Lacan para comprender las operaciones del inconsciente. Del mismo modo que la teoría marxista explica la situación histórica y económica, el psicoanálisis es la forma de comprender la ideología y la sexualidad. Luego de analizar la obra freudiana y la de Laing, Reich y Shulamit Firestone, llega a plantear su propuesta personal.
La sagrada familia
Comienza citando una carta de Engels a Marx: “Lo originalmente sagrado es lo que hemos tomado del reino animal: lo bestial ”. Caracteriza a nuestra cultura como patriarcal: el falo está valorizado y las mujeres oprimidas. Lo que resulta pesimista en la interpretación freudiana de las mujeres no es tanto un índice de su espíritu reaccionario como de la condición de aquellas. La opresión no ha sido trivial ni históricamente transitoria. Para mantenerse eficazmente, atraviesa la corriente mental y
3 emocional. En necesario el pesimismo del intelecto y el optimismo de la voluntad. A cierto nivel, el complejo de Edipo es el medio por el cual todo niño descubre su lugar dentro del orden humano. Sin embargo, podríamos preguntarnos si la civilización siempre coincidió con el poder patriarcal. Cuándo comenzó todo Con esta expresión se refiere a una preocupación historicista del feminismo, respecto del origen de la subordinación femenina. Ella considera que se trata de un punto muerto. A partir de una postura estructuralista, considera que la pregunta adecuada es cómo ocurre y cuándo tiene lugar en nuestra sociedad, o sea ahora. Analiza la hipótesis economicista de Engels y destaca que, pese a su propósito de explicar el origen histórico de la dominación masculina, el autor muestra que las mujeres
fueron el primer grupo oprimido. El matrimonio monógamo, la
herencia y la primera opresión de clase, coinciden, según Engels, con la civilización. La libertad de las mujeres es precivilizada. Para Freud la civilización es patriarcal (Tótem y Tabú). En lo individual para Freud, “la derrota histórica” del sexo femenino ocurre con el complejo de castración de la niña y su resolución del complejo de Edipo, que equivale a aceptar el lugar inferior que le corresponde en la sociedad patriarcal. En ese sentido, el poder de la mujer es precivilizado, preedípico. Ambos autores coinciden en considerar que la civilización como tal es patriarcal. Freud, más que una antropología, propone una mitología, una hipótesis acerca de cómo la humanidad “piensa” su historia. El psicoanálisis reconstruye los mitos y las ideas de la mente inconsciente volviéndolos coherentes y presentándolos como lo que son: ideología. El inconsciente ya es “colectivo”. El patriarcado, el parentesco y las mujeres como objetos de intercambio Toma la obra de Lévi Strauss debido a que considera necesario un análisis del parentesco en la sociedad capitalista contemporánea, por que las mujeres están situadas como tales dentro de las estructuras del parentesco. Para L. S., la familia biológica compuesta de madre, padre e hijo no es la estructura característica de las sociedades humanas. La ley universal es la que regula las relaciones matrimoniales y su expresión fundamental es la
4 prohibición del incesto. El intercambio mantiene unida a la sociedad: las reglas del parentesco y las del lenguaje son la sociedad. Siempre son los hombres quienes intercambian mujeres, las que se transforman en equivalentes de un signo que está siendo comunicado. Toda la existencia social se reduce al intercambio de valores complementarios. En una sociedad avanzada las estructuras de parentesco desempeñan un rol más accesorio que en las sociedades primitivas. Mitchell plantea que es importante explicar por qué nunca las mujeres intercambian varones. L.S. considera que el matrimonio se establece entre hombres que intercambian mujeres. Para que exista una estructura de parentesco debe haber tres tipos de relación familiar: consanguinidad, afinidad y descendencia. La relación esencial se produce entre hermanos políticos. Los elementos son: hermano, hermana, padre e hijo. En nuestra sociedad es todavía importante en el nivel subjetivo (Edipo) y destaca la importancia inconsciente de la estructura avuncular , o sea la relación del hermano de la madre con los hijos de ésta. La relación estructural entre familias constituye la sociedad humana. El tío materno debe dar a su hermana en matrimonio, es el defensor de la diferencia más pequeña posible. El complejo de Edipo y la sociedad patriarcal El mito edípico no se refiere entonces a la familia nuclear sino a toda la cultura, se aplica al patriarcado, que, según Freud, es específico de toda civilización humana. “La proximidad y centralidad de las relaciones prohibidas en el interior de la familia nuclear deben poner una carga distinta al deseo incestuoso. Nada se hace para contribuir a la prohibición; por el contrario, se provoca el deseo”. “La madre y la hermana, o el padre y el hermano, a quienes no es posible tener sensualmente, son las únicas personas que se suponen deben amarse”. “En las sociedades económicamente avanzadas, aunque el sistema de intercambio de parentesco todavía opera de forma residual, dominan otras formas de intercambio económico - por ej. el intercambio de mercancías- y predominan las estructuras de clase, no las de parentesco. La ideología de la familia biológica parece adquirir toda su fuerza contra el marco del distanciamiento de un sistema de parentesco.”
5 La urbanización industrial y capitalista el intercambio de mujeres pierde sentido, excepto para las clases altas. En la clase media se desarrolla el culto a la familia biológica, y esta clase es heredera y progenitora del capitalismo, tanto en el
nivel económico como en el ideológico. La burguesía necesita la
reproducción de su fuerza de trabajo. La así llamada familia nuclear es la respuesta al problema de la reproducción y se impone a la clase trabajadora por diversos medios. (Es de destacar el economicismo marxista de esta caracterización, en una autora que jerarquiza al Psicoanálisis). La familia biológica, promovida mediante la exclusión del trabajo de niños y mujeres y medidas de salud y protección (ver Badinter), se afirma en ausencia de prominentes estructuras de parentesco. Cuando para la mayoría ya no es necesario que las mujeres sean objetos de intercambio, la clase dominante intenta que sigan siéndolo. (Aquí cabe preguntarse si la familia nuclear sólo se sustenta en el intercambio de mujeres, o si es posible contratar a título más personal, sin que esto implique negar el peso subjetivo de la historia de cada familia). “En la sociedad industrial, si no se conservara la familia sería innecesaria la prohibición del incesto y la ya redundante exigencia del intercambio de mujeres. En el capitalismo, la masa de humanidad desposeída, que trabaja socialmente junta en masse por primera vez en la historia de la civilización, tendría pocas posibilidades de aproximarse a sus parientes si no fuese por la conservación de la familia. Además, si lo hiciera, no tendría importancia” ( Curiosa su denegación de las experiencias de apego temprano entre madre e hijo y entre hermanos y con el padre, y la desaprensión con que considera que podrían desecharse como recursos ya irrelevantes. De qué modo su idea en este punto es la de un homo económicus y no un hombre de deseo, tal como lo plantea el psicoanálisis ). Continúa diciendo que con la disolución del Complejo de Edipo el hombre ingresa en su condición humana, pero parece que la evolución de las relaciones de intercambio puede haberse vuelto “inconveniente” para la forma social específica en que hoy se expresan. “El inconsciente es la forma en que el hombre vive su humanidad en armonía y conflicto con su entorno específico e históricamente determinado. Por tal razón,
6 subsiste la ideología a través de los cambios culturales y económicos, aunque también tendría que alterarse. Si se prefiere, esta es la razón por la cual las mujeres son, en la civilización, el segundo sexo en todas partes, aunque de manera diferente”. El yo diferente, el falo y el padre Destaca la importancia de la discriminación temprana con el objeto, que implica salir del narcisismo primario. Solo se obtiene a través de la alternancia de presencia y ausencia de ese objeto (fort – da). El yo se percibe en cuanto yo primero como un objeto (el carretel) y como una identificación (con la madre que abandona). El yo separado se instala en el momento de reconocimiento de la ausencia, que es el reconocimiento de la diferencia. Menciona la fase del espejo descrita por Lacan para ilustrar la formación del Yo mediante una identificación alienante. El infante en un principio no es uno sino cero, conoce la asubjetividad de la presencia total. Para que existe uno es necesario que haya dos, aunque el segundo no sea más que la imagen especular. Al descubrir su subjetividad a través de la ausencia el bebé deseará la no relación y la no identidad del cero. Ese deseo de retornar depende sin embargo de que falte algo. El concepto mismo de deseo deriva de la carencia. (Ver Luce Irigaray, deseo de lo mismo, y Ana Fernández, genealogía del hombre del deseo y deseo basado en la potencia). El “doble” es la primera concepción del Yo (la imagen especular) y se transforma en Yo ideal. Siempre se desea retroceder a una posición de no – diferencia, o sea, de aniquilar a la otra persona en cuya presencia uno tuvo que establecer antes su propio subjetivismo. Del mismo modo que el cero del neonato es una trampa mortal si no sale de ella, también lo sería el sistema cerrado de fascinación de las imágenes, los dobles y las dualidades. En ese momento surge el peligro de incesto y la necesidad del complejo de Edipo y su superación. El recién nacido no desea carecer del pecho, el infante no desea la ausencia de su madre y ahora ese deseo puede expresarse sexualmente. Aquí interviene el Edipo y la castración. Con el complejo edípico el niño adquiere el orden social patriarcal.
7 Queda la cuestión de por qué la ley humana debe encarnarse en el padre. Mitchell adscribe a las versiones que destacan su carácter de tercero y por lo tanto de introductor de lo simbólico. El tío materno impide la circularidad del incesto y la repetición de las relaciones diádicas. El falo presenta la misma función a otro nivel. El estatuto del padre que ingresa en la situación simbiótica entre la madre y el hijo abarca las otras dos proposiciones. Acuerda con Lacan en la necesidad de distinguir el padre Simbólico del padre imaginario y el padre real. Lo considera “un don irreductible de significado” que libera de la dialéctica narcisista de agresividad e identificación. Respecto del falo, Lacan sugiere que representa la noción misma de intercambio (podríamos acotar que esa representación se autodestruye, debido a que desconoce el rol de la mujer en la unión sexual). “El falo es la marca misma del deseo humano, la expresión del deseo de lo que está ausente, la reunión (inicialmente con la madre)”. La transición de la necesidad al deseo indica la adquisición de la condición humana. “El deseo puede reconocerse pero nunca satisfacerse ya que, al igual que el deseo de lo que el otro desea, necesita el deseo de ser el otro o de no ser diferente al otro: el niño desea ser lo que su madre desea que él sea para ella”. Debido a la interdicción paterna, el niño debe reconocer esa carencia y adviene como deseante. Mitchell destaca que ha seleccionado dos temas: el significado del padre simbólico y del falo en la aparición de la civilización y el rol fundamental desempeñado por la diferencia en la formación del sujeto humano. La Feminidad El lugar de la mujer El psicoanálisis trata de la herencia y de la adquisición de un orden humano. Los postfreudianos lo han utilizado para inducir la conformidad con ciertas costumbres específicas, pero eso es un abuso. La observación freudiana de que “La anatomía es destino” es contradictoria con la esencia de su teoría. El análisis freudiano de la psicología de la mujer ocurre en un análisis del patriarcado. Mitchell insiste en que: “el concepto psicoanalítico de inconsciente es un concepto de la transmisión de la humanidad y de la herencia de sus leyes sociales (culturales)”
8 Freud siempre se opuso a toda idea de simetría en la formación cultural de hombres y mujeres. Al principio ambos sexos desean ser padre y madre y deben aceptar ser un solo sexo. Pero luego, ambos desean ocupar el lugar del padre y solo se le permitirá hacerlo al niño algún día (Cabe reflexionar aquí sobre la subjetividad y los vínculos familiares de las mujeres jefas de hogar) Ambos sexos desean ser el falo para la madre. También en este caso, solo el niño puede reconocerse plenamente en el deseo de su madre (la teoría aquí parece presa de una estructura familiar con división sexual del trabajo, en otro contexto ambos niños pueden desear ser lo que ambos padres desean. Al mismo tiempo, ¿por qué supone que sólo el niño colma a la madre? ¿No existe aquí un heterosexualismo y genitalismo ingenuo, al estilo de Grunberger?). Continúa diciendo que entonces, ambos sexos repudian las implicaciones de la feminidad. La feminidad es en parte una condición reprimida que sólo puede adquirirse secundariamente en forma distorsionada. En el cuerpo del histérico (hombre o mujer) mora la protesta femenina contra le ley del padre. La niña solo adquiere su identidad femenina secundaria
dentro de la ley
patriarcal cuando es seducida/violada y cuando seduce al padre. Mitchell parafrasea la denominación castración simbólica y enuncia la existencia de una seducción simbólica. La aceptación de la ley del padre entraña su transformación en la representante de la “naturaleza” y la “sexualidad”, se establece como lo contrario de la ley: lo emocional e irracional. Mientras que los hombres ingresan en la historia por la vía de las estructuras de clase, las mujeres lo hacen a través de las estructuras del parentesco. La revolución cultural No es en función de sus cualidades reproductoras naturales sino en virtud de su utilización cultural como objetos de intercambio como las mujeres adquieren la femineidad. Mitchell considera que las dos propuestas que existieron fueron: a) La tecnología supera el handicap biológico de las mujeres (Firestone) La igualdad social y económica equilibraría la injusticia. El planteamiento de un problema biológico y su resolución tecnológica o la explicación sociológica de la dominación son ideas erróneas.
9 La ley del hipotético padre prehistórico es la que define los lugares de varones y mujeres en la historia. En la sociedad humana, son los padres no los hombres quienes tiene el poder decisivo (Sin embargo, estos complejos razonamientos conducen a un a situación animal, o bestial. El padre de la horda sigue el modelo de los mamíferos con machos dominantes, tales como leones o gorilas). Mitchell plantea que la complejidad de la sociedad capitalista ha vuelto obsoletas las estructuras del parentesco y los tabúes del incesto para la mayor parte de las personas, pero las conserva incondicionalmente. Toma el argumento de Marcuse de la superación de la escasez y de la represión excedente, y en su idea de que la necesidad de plusvalía crea necesidades sin límite. Ella considera que el psicoanálisis se supedita al marxismo en este planteo. No se trata de una cuestión de grado, sino de una contradicción. A partir de la crianza comunitaria de la Segunda Guerra, dice que la sociedad capitalista establece la familia en el contexto de su redundancia. Al analizar las sociedades contemporáneas observamos el modo económico del capitalismo y el modo ideológico del patriarcado. Ambos modos contienen su propia contradicción: la clase obrera tiene el poder de apropiarse de los frutos del trabajo que le son sustraídos. Las mujeres dan testimonio de la definición patriarcal de la sociedad humana en la psicología misma de la feminidad. Solo una lucha política le podrá fin. La familia burguesa se creo para sostener la ley patriarcal, pero al mismo tiempo la socava. Es necesaria una revolución cultural que incluya a los hombres. De ese modo en el inconsciente se representarán gradualmente nuevas estructuras. En la sociedad no patriarcal tendrá que encontrarse alguna expresión del ingreso a la cultura distinta del intercambio de mujeres. Siempre resultará decisiva alguna forma de establecer diferencias, pero deberán establecerse en otros términos.
La cuestión de la femineidad y la teoría psicoanalítica (1986)
Para Freud la femineidad fija el inicio y el final de su teoría, al igual que su repudio marcó los límites de la cura.
10 Considera que Freud creó mitos: historias simbólicas creadas para explicar otras historias. Estudió el malestar femenino expresado en la histeria (Alice James: parálisis histérica en la pierna para que el padre no fuera amputado) y llegó a postular un repudio humano ante la femineidad. Si bien la bisexualidad extendía la histeria a mujeres y varones, no explicaba porqué era su femineidad la que se ponía en juego. Freud alineó el problema de la escisión con el de la diferencia sexual a través del complejo de castración. Se refiere como la psique humana está vinculada a un concepto de diferencia sexual. La formación final de la psique humana coincide con la adquisición psicológica del significado de la diferencia sexual. Lo indescriptible es la escisión y el complejo de castración. En la escisión la subjetividad desaparece. El horror está relacionado con la pérdida de uno mismo en el inconsciente. Lo femenino viene a situarse en el punto de la desaparición, la pérdida. La castración organiza en significados sexuales la pérdida de la condición de sujeto. El complejo de castración está relacionado con un horror, un vacío que debe ser llenado de forma diferente para varones y mujeres. Para el niño: recuperación futura de su potencia fálica; para la niña: un bebé. Para Freud la fantasía es la historia que el sujeto relata sobre sí mismo; para Klein es la representación mental del instinto y una capacidad para enfrentar los mundos interno y externo. Discute la teoría kleiniana de la “femineidad primaria” para ambos niños. Mientras que Freud considera que lo que uno incorpora es el apego que ha debido abandonar, uno alucina, cuenta historias, para Klein la persona incorpora lo que está presente (falacia). Mientras que para Freud la madre es importante cuando se va, para Klein se envidia a una madre que lo tiene todo. Dice que los mitos freudianos son fantasías, mientras que los seguidores de la Psicología del Yo creen que la historia es la verdad. En la teoría freudiana, la masculinidad y la femineidad son sólo su diferencia con respecto a otro. La diferencia es articulada por algo que se imagina que falta. Desde la posición de algo que falta, cada sexo puede ser imaginado como lo que el otro no tiene. La madre omnipotente no es femenina, es completa. La maternidad implica llenar la ausencia que la femineidad cubre y que la histeria trata de no reconocer.
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