EL LIBRO DE MERMELADA Jorge Jolmash
El libro de mermelada.
Tomado de JOLMASH, Jorge. El libro de mermelada. Ediciones Sementerio. 2007. 70 pp. De esta digitalización: Diseño de portada:
Froy-Balam. Imagen de portada:
Fotografías: Nebulosa de Caballo, IC434 disponible en: . Mermelada de Piña Colada disponible en: Digitalizado en Estridentópolis, la vieja.
¿Cómo citar este documento? JOLMASH, Jorge. El libro de mermelada.
«colección Simionterio» [en línea] Estridentópolis, la vieja. AL FIN LIEBRE EDICIONES DIGITALES «Nueva época» 2012. 90 pp. [ref. –aquí se pone la fecha de consulta: día del mes de año-]. Disponible en Web: AL FIN LIEBRE EDICIONES DIGITALES 2 0 1 2
ÍNDICE 01. EL MUNDO DE MERMELADA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5 02. PALABRAS PREVI AS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 8 03. LA HI STORI A DE LEANDRO. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11 04. UN DUENDE ES UN PLATO DE MANTEQUI LLA . . . . . . . . . . . 13 05. CONSI DERACI ONES ACERCA DEL TEST DE KREENLI NG. . . 16 06. 966 END. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 19 07. CANTAR DE ENAMORADOS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 22 08. EL RECURSO A LA LOCURA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 24 09. CASTI GO. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 28 10. EL J ARDÍ N PERVERSO DE LA EMBRI AGUEZ . . . . . . . . . . . . 31 11. DE PRI SI ÓN ( CI VI TAS NOVA) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 35 12. TRATADO DE LA VERDADERA HI STORI A DEL I NFI ERNO, OBRA HERMOSA Y AGRADABLE DE ARMAS Y AMORES, I MPRESA DE NUEVO Y CORREGI DA CON LA RELACI ÓN DE LOS HECHOS ESPANTABLES QUE LE OCURRI ERON A MAESE LAGARTI J A QUE NO APARECE EN LAS EDI CI ONES ANTERI ORES, COMPUESTA POR EL ARCHI DI ÁCONO DE LAS GAFAS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 37 13. LEANDRO Y SUSANA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 43 14. EL ESPÍ RI TU DE LA ANARQUÍ A . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 48 15. PLAYI NG GOD ( PARTE I ) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 52 16. SI ETE PERLAS DE BI LI S . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 55 17. REAL EDI CTO DEL ESCALPELO ALGEBRÁI CO. . . . . . . . . . . 58 18. HI MNO A SUSANA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 60 19. EL MONJ E QUE J UGABA BI LLAR . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 63 20. DESTI NO. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 65 21. MOLE SI N FUTURO, ATI SBANDO A LA OSCURI DAD. . . . . . 67 22. EL MI TO DEL CAOS Y LA RAZÓN TRI UNFANTE . . . . . . . . . 73 23. PLAYI NG GOD ( PARTE I I ) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 77 24. EL ARTE DE LA PACI ENCI A . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 81 25. ACERTI J O ( S. O. S. ) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 85
EL MUNDO DE MERMELADA
El l i br o de mer mel ada
Jorge Jolmash
En al gún moment o u ot r o, t odos nosot r os coquet eamos con l a l ocur a. Al gunos, l os más deci di dos, opt ar on por negar de pl ano el mundo ext er i or . Los demás nos l i mi t amos a mant ener nos t í mi dament e al ej ados de él par a no hacer l e ni hacer nos daño. Al f i nal r esul t ó ser un enf oque equi vocado, per o nadi e puede cul par nos de pusi l ani mi dad, pues nos l anzamos si n consi der ar l as consecuenci as y si n l a menor i nt enci ón de hacer t r ampas. Y es ver dad que abr i l , con sus l i l as podr i das, es un mes t er r i bl e, per o t ambi én hay que r econocer que con ese est ado de áni mo ni nguno de l os ot r os meses es mucho mej or . En f i n, l o que habí a que pagar se pagó y no cr eo que nadi e haya suf r i do i nmer eci dament e, aunque cl ar o, al gunos l a pasar on más mal que ot r os. Nosot r os, por l o menos, no nos podemos quej ar pues nos hi ci mos de un par de secr et os banal es que, esper amos, nos si r van en épocas de di f i cul t ad y per r os r abi osos en l a cal l e. Por ej empl o el secr et o de l a f al sa r evel aci ón. Por l o gener al nuest r as expl i caci ones no se cor r esponden con l a r eal i dad, l o cual da una ci er t a sensaci ón de i nadecuaci ón al mundo ext er i or por demás i nevi t abl e. Si n embar go, cuando por un esf uer zo vol unt ar i o de l a per cepci ón l ogr amos conf undi r l a r eal i dad y l os sueños, l as expl i caci ones pueden cor r esponder exact ament e a ese t i po de r eal i dad, dej ando l a i mpr esi ón de una r evel aci ón met af í si ca que por ot r a par t e no es más que una per ogr ul l ada. El mapa coi nci de per f ect ament e con el t er r i t or i o por que, por def i ni ci ón en est e caso especi al , el mapa es el t er r i t or i o. Es a eso a l o que en ot r o l ugar hemos l l amado «el ef ect o equi s i gual a equi s». Además descubr i mos el secr et o de l a pr osa pol i sémi ca aut omát i ca, que par ece deci r a t odos l os l ect or es un mensaj e nuevo cada vez y que puede i nt er pr et ar se si empr e como una pr of ecí a. El t r uco es bast ant e senci l l o y consi st e en apar ear en l a mi sma f r ase, pal abr as suger ent es con ot r as t ot al ment e 6
El l i br o de de mer mel ada ada
Jorge Jolmash
i ndependi ent es desd desde e e ell punt o de de vi vi st a se sem mánt i co co,, si n dej ar de obser obser var var si empr e f er ozment e l as l eyes yes de l a si nt axi s. Cuando el el que escr escr i be t i ene un un po poco de de t al ent o ( ni si qui er a es ne nece cesa sarr i o mucho cho) , l as or aci ones apa apar ent an si gni f i ca carr mucha chas cosa cosass di di st i nt as y a vece cess con cont r adi ct or i as, al gunas de de l as cua cual es dej an una i mpr esi ón i mbor r abl e de de sab sabi dur í a. Est e ef ect o pol pol i sémi co se deb debe e de de hecho echo a una una ausen ausenci ci a t ot al de si gni f i ca cad dos i nt r í nse seco cos. s. Aún así , en con co ndi ci ones i deal es, l a l i br e i nt er pr et aci ón de est os t ext os, al i gual que l a de l as mancha chas de de t i nt a de l os psi qui at r as, además de se serr def i ni t i vament e di ver ver t i da puede ede desencad esencaden enar ar r evel evel aci ones ones qu que no por f al sa sass son son menos út út i l es. Tal hemos obser vado mi ent r as nos apegábam apegábamos al obsol et o pr pr ogr ama con cont eni do en en l a ca car t a de del vi dent e. No somos, por ci er t o, l as mej or es ment ent es de nu nuest r a gener ener aci ón, ón, per o si n du duda t ampoco poco somos l as peor peor es. Ahor hor a que que ha l l egad egado o el moment ent o i napl napl azabl azabl e en en que que nos vem vemos obl obl i gados ados a t r ansi ansi gi r con el mundo ext er i or , aunque sól o sea por el af án de t r ansf ansf or mar l o en al go más par par eci do a nu nuest r os sueñ sueños, haci end endo uso uso de de t oda oda nu nuest r a sobr sobr i edad edad of r ece ecem mos l os si gui ent ent es apu apunt es de nuest r o cuad cuader er no de de campo. Saqu aque cada cada qui en sus pr pr opi opi as concl concl usi ones. ones.
7
PALABRAS PREVIAS
El l i br o de de mer mel ada ada
Jorge Jolmash
No pr pr et endemos f at i gar al l ect or con dudosa osass i nt er pr et aci ones, deci mos l as cosas cosas t al com co mo sucedi sucedi er on en ver ver dad, dad, si n agr agr egar egar ni una una coma q que ue no hubi ese exi st i do. Si no qui er es cr eer nos es es t u el ecci ón, per o l uego no no di gas qu que f ui st e i nduci do po por señal señal es engañosa añosas, s, mej or asum asume l a r espon sponsabi sabi l i dad por t u mal a f e com como un un adul adul t o. La hi st or i a qu que va vamos a con cont ar , i nvol vol ucr a en en t ér mi nos gen gener er al es a Lea Lean ndr o, a qu qui en despu espués conoce conocerr í amos como el el Ar chi chi di ácon ácono de de l as gaf gaf as, a di os y a Susana, Susana, adem además de a una una mul t i t ud de per sonaj sonaj es menor es como Lag Lagar t i j a y el el doct or Kr eenl i ng. Y sobr sobr e t odo a l a Razón azón y l a Lo Locu curr a. Pod Po demos de deci r que t odo odo est est e t ext o qu que t e i nvi t a a per der se en en él él como en en un un bosq bosqu ue i gnot o, es al f i n y al cabo cabo una una al egor egor í a más o menos enos el abor abor ada ada de de l a i nt er mi nabl e l ucha cha ent r e el r aci oci ni o y l a 1 i r r ac i onal i dad . Como t al f ue por por l o menos enos r edact edact ado ado nuest r o mundo undo de mer mel ada, aunque aunque no no por es eso o quer emos l i mi t ar t u sobe sober ana ana l ect ur a. Pa Paséa séatt e pues con t oda oda l i ber t ad ( o com como di di r í amos «com «como J uan por su casa») casa») por est e l i br o qu que con con ese ese ef ef ect o hem hemos con co nce ceb bi do. Y pr ocur a, s i puede puedess , t r aer de vuel t a una una j oya cada cada vez vez que que t e sum sumer j as en sus s al obr obr es agu aguas. Porr que d Po de e su f ond ondo br br ot an per l as de de b bii l i s como l eche che del t úr gi do gl gl obo obo del del seno seno mat er no. Po Porr que cad cada t r avesí a co con nduce a l a f uent e de l a cua cual sa sall i ó l a ví a l áct ea. Po Porr que ya descubr scubr i r ás t ú mi smo l a r espue spuest a a t odos l os por por qués. Dej emos en ent onces onces de de pospon osponer er el di sf r ut e de est e di spar spar at ado ado f est í n que pr esent sent amos a t u exi gent e pal adar . 1
Que Querr r í amos hace hacerr not ar que, como r esul esul t a e evi vi den dent e, qui qui enes enes pr esent esent amos l os si gui gui ent ent es ar gum gument ent os no l o hacem hacemos desde desde el el punt o de vi st a de de l os ami gos de del cao caos. Por el con cont r ar i o, se nece ecesi si t a t ener ener mucha ucha f e en l a r azón par a t r at ar de medi edi r cual cual qui qui er cl ase de ar mas ment ent al es ccon ontt r a un campo de de j i t anj áf or as.
9
El l i br o de mer mel ada
Jorge Jolmash
Oj al á t us di ent es sean suf i ci ent ement e f uer t es par a mast i car est as ost r as y t e per mi t an chupar l es t odo el j ugo que t i enen par a t i . Aunque l a ver dad l o dudamos bast ant e…
10
LA HISTORIA DE LEANDRO
El l i br o de mer mel ada
Jorge Jolmash
Cansado de no poder l l egar a donde quer í a, Leandr o descr eyó de l a magi a que l e enseñar on sus ancest r os y se vol vi ó segui dor absol ut o de l a nobl e ci enci a que no t ar dó en deci r l e qué cami no debí a segui r . Necesi t aba ahor a compr ender el mundo, no sól o con su cer ebr o, si no con cada una de sus ví scer as. Tr ascender de una vez por t odas ese est ado de vaga enaj enaci ón de l as capaci dades humanas. Vencer el sór di do abat i mi ent o del ángel de l a cot i di anei dad. Gol pear , en f i n, l as r edes de l os dr agones l óbr egos y l os cazador es de met áf or as. Y como l o úni co que se l e ocur r i ó f ue conver t i r se en ot r a per sona, eso f ue l o que hi zo en ver dad. Aunque ot r os cr eer í an que di mi t i r a su pr opi a i ndi vi dual i dad f ue una i nel udi bl e cobar dí a que l o t r ansf or mó una especi e de t r ai dor ont ol ógi co, nosot r os no est amos de acuer do, ser í a una hi pocr esí a de nuest r a par t e. Si mpl ement e l o cont amos como sucedi ó. Deci di ó t r ansf or mar se en un per sonaj e oscur o: el ul t r a r aci onal i st a Ar chi di ácono de l as Gaf as, ( nosot r os) un pal adí n del i nt el ect o que cr eí a si ncer ament e en que est aba ej er ci endo su i nal i enabl e der echo de modi f i car al mundo a su ant oj o. Si el sueño de l a r azón pr oduce monst r uos —pensaba el Ar chi di ácono— más nos val e mant ener a l a r azón despi er t a y t r abaj ando. Y que nadi e di ga que no hacen f al t a pant al ones par a j ugar a ser di os, y l uego mat ar a di os.
12
UN DUENDE ES UN PLATO DE MANTEQUILLA
El l i br o de mer mel ada
Jorge Jolmash
Un duende es un pl at o de mant equi l l a; un amasi j o de cont r adi cci ones que se est r el l an en l a par ed del veci no y no dej an de chi spor r ot ear sobr e ár bol es y r eser vas; una est r at agema del ocaso, de esa dul ce i nt r ospecci ón que se ar r odi l l a cuando soñamos t emas que nadi e se at r ever í a a ent ender en t odo su espl endent e hor r or ; un beso ( f r í o) en el f i l o ( hel ado) del bol í gr af o; un poder oso cuent o par a dor mi r a l os i ndi os y vender l es ar añas del t amaño de una cancha de f ut bol ; un deseo por si empr e i nsat i sf echo de cr i st al cor t ado y sopa y descanso l os f i nes de semana y f er i ados; yo con mi s manos de hueso, vos con t u vi ent r e de pan; un l i br o cuyas pági nas est án pegaj osas por el sudor de un muer t o, y el muer t o er es t ú o, si acaso, un f ami l i ar cer cano; un vací o hambr i ent o en l a boca del est ómago; l a sor pr endent e aut or i dad de l os anf i bi os en cuest i ones de t r adi ci ón; l a Real Academi a de l as Pul gas; un pez gl obo con l os cachet es i nf l ados y ai r e de magnat e; el r echi nar de l as cal l es baj o nuest r os zapat os bi en acei t ados; un pl acent er o af i nador de l a memor i a; una pr obadi t a de l o que ser í a pasar el r est o de t u vi da en el mani comi o; una f r ase si n sent i do como podr í an ser l o ( por dar un ej empl o) : «¿dónde f ui st e anoche?», «t e qui er o 14
El l i br o de mer mel ada
Jorge Jolmash
mamá», «pont e el suét er », «y el ganador es…», «est ás despedi do», o «hay una aspi r i na de col or es en el caj ón de l a cómoda»; l a úni ca f or ma de cul t i var i l usi ones que br ot an de un suel o humeant e y —hast a ci er t o punt o— r epul si vo; un i nof ensi vo pasat i empo de l a cl ase domi nant e; una f or ma de i r al ci ne, aunque bast ant e di st i nt a de l as habi t ual es; o el gui ño car gado de paci enci a, de ser eni dad y de per dón r ecí pr oco que un acuer do i nvol unt ar i o per mi t e a veces i nt er cambi ar con un gat o; un duende, en f i n.
15
CONSIDERACIONES ACERCA DEL TEST DE KREENLING
El l i br o de mer mel ada
Jorge Jolmash
No t odo el mundo t oma l a vi da de l a mi sma maner a. Al gunos l a t oman t al y como vi ene. Reci én desempacadi t a del envase, cuando aún conser va su col or y ar oma, y sobr e t odo, su t emper at ur a. Podemos af i r mar si n t emor a equi vocar nos que l o que conser va l a at enci ón de l os j óvenes en l a vi da, es j ust ament e su t emper at ur a. Al gunos suj et os, acudi endo a nuest r o l l amado, han per mi t i do que se l es i ncl uya en est e est udi o. Los exper i ment os que se l l evar on a cabo en el l os son ext r emadament e senci l l os, pr áct i cament e i ndol or os, y l o que es más i mpor t ant e, muy r evel ador es. Una de l as pr uebas más her mosas, el t est de Kr eenl i ng, consi st e en suspender i ndef i ni dament e el sumi ni st r o de vi da de cada uno de l os suj et os de est udi o. En est os casos, el paci ent e suel e r epor t ar un descenso en l a t emper at ur a que nos hace sospechar que exi st e ci er t a conexi ón ent r e l a vi da y el cal or , si bi en aún es muy pr emat ur o pr eci sar de qué t i po. Lo ci er t o es que t r as una suspensi ón muy pr ol ongada de vi da se han l l egado a pr esent ar casos de congel ami ent o. Ot r o pr obl ema muy común pr ovocado por la suspensi ón en l a i ngest a de vi da es l a i nt oxi caci ón por mar i scos. Se ha suger i do que l a di gest i ón de l os pr oduct os mar i nos i nhi be el met abol i smo de l a vi da, l o cual causa su acumul aci ón pat ol ógi ca en l as i nmedi aci ones de l a gl ándul a pi t ui t ar i a. En t odos l os casos l a pr i vaci ón del sumi ni st r o de vi da conl l eva event ual ment e a l a muer t e, si n embar go, en ci er t as condi ci ones puede mant ener se al or gani smo con dosi s muy pequeñas de vi da, aunque no si n pr esent ar ci er t os ef ect os secundar i os que, a l a l ar ga, pueden ocasi onar necr osi s del t ej i do vascul ar . Por ot r a par t e, l a vi da en dosi s muy el evadas pr ovoca cuadr os poco r ecomendabl es, car act er i zados en su mayor í a por un exceso de act i vi dad ner vi osa y un i ncr ement o not or i o de l a t emper at ur a. En al gunos suj et os se ha det ect ado i ncl uso una ci er t a pr opensi ón 17
El l i br o de mer mel ada
Jorge Jolmash
a dor mi r en el pi so y beber agua del r et r et e, si bi en se t r at a de casos ai sl ados ( al r espect o véanse l as i nt er esant es obser vaci ones de Sánchez et al, 1998 a y c). Cabe acl ar ar que hoy por hoy, el met abol i smo concr et o de l a vi da es pr áct i cament e desconoci do, aún cuando se conocen l a mayor par t e de sus agoni st as y ant agoni st as especí f i cos, e i ncl uso ya se ha l ogr ado si nt et i zar a al gunos de el l os. Una cor r i ent e de pensami ent o que ha t omado f uer za en l os úl t i mos años, post ul a que el cat abol i smo de l a vi da est á r el aci onado con el ci cl o del áci do t r i car boxí l i co. Ot r a escuel a que, a pesar de haber per di do muchos adept os aún conser va a l a mayor í a de l os especi al i st as en l a mat er i a, pr opone que l a vi da es si mpl ement e un mensaj er o quí mi co que i nt er act úa con l os r ecept or es dopami nér gi cos que se encuent r an en l as membr anas cel ul ar es de l as cél ul as gl í a. Ambas t endenci as son mut uament e excl uyent es, si n embar go, su yuxt aposi ci ón ha gener ado una t er cer a escuel a que bi en poco compar t e l as opi ni ones de sus pr edecesor as. Est a úl t i ma sost i ene, si mpl e y l l anament e, la i nexi st enci a de l a vi da.
18
966 END
El l i br o de mer mel ada
Jorge Jolmash
La i dea er a hacer l as cosas l o mej or posi bl e, pr ogr esar . Per mi t i r el i nnobl e avance de nuest r a hor da de si mi os vani dosos. Most r ar l a cast a, nuest r a dot aci ón genét i ca de suer t e. Desar r ol l ar nos, pues. Y eso f ue l o que i nt ent amos hacer , buceando en nuest r os s ueños, i nt ent ando l l egar a donde nadi e habí a l l egado ant es; altius, citius, fortius, o al go así . Y l ogr amos amasar f or t unas i nconmensur abl es si n caer en l as t r ampas del vi ej o mol och de t or ci dos di ent es. O al menos eso hemos cr eí do si empr e. Per o t ampoco podí amos conf i ar nos demasi ado, y eso nos hací a osci l ar en ci er t as ocasi ones como una vel et a de papel per i ódi co. Es deci r , t ambi én dudábamos, o más bi en, si mpl ement e dudábamos, de t odo y de t odos ( i ncl ui dos nosot r os mi smos, cl ar o est á) . Est o úl t i mo, por demás est á deci r l o, r ar a vez nos si r vi ó de gr an cosa per o nos hací a sent i r r eal ment e bi en. Y l a ver dad mucho nos f al t ó par a ser como el mej or ar t esano, que t r onaba sus t r ompas cont r a l a usur a y l uego acababa como al i ado de l os nazi s. Y mucho nos f al t ó par a ser como el mi ope que se mast ur baba en Dubl í n. Y mucho par a ser como el exqui si t o cubano, como el col ombi ano con voz de encant ador de ser pi ent es, como el ar gent i no neur ót i co que l e t emí a a l os espej os, como el ot r o ar gent i no que nunca se cansó de per segui r , como el i t al i ano que habl aba t odos l os i di omas del mundo, como el i ngl és que est aba enamor ado de l as ni ñas, como el mugr oso yanqui que sabí a que er a i nf i ni t o, como el pr ot or edneck al cohól i co que amaba al deep sout h, como el ni ño sant o que veí a el f ut ur o, como el académi co f r ancés que t ení a l a nada en l a cabeza, o como su compat r i ot a que se mont aba sobr e l a mul t i t ud con un r i f l e ar di ent e con el cual abat í a a l a mi t ad de l a pobl aci ón ( qui zás debí habl ar pr i mer o de él ) . El caso es que hi ci mos l o que pudi mos. Pr egunt amos al or ácul o en el dí a Kuei sze 20
El l i br o de mer mel ada ¿Habr á l l uvi a? ¿Vendr á l a l l uvi a ¿Vendr á l a l l uvi a ¿Vendr á l a l l uvi a ¿Vendr á l a l l uvi a
Jorge Jolmash
del del del del
Oest e? Est e? Nor t e? Sur ?
Y Kung di j o: «They have al l answer ed cor r ect l y t hat i s t o say, each i n hi s nat ur e». El mundo como un pal i mpsest o ( yo est oy vi vo y ust edes est án muer t os ust edes l os que f uer on el i mi nados por l a expl osi ón que debi ó haber me el i mi nado a mí son l os medi o vi vos l os di f unt os en hi ber naci ón en el mor at or i o donde cr een que hi ber no yo est aba ant es que el uni ver so exi st i er a hi ce l os sol es hi ce l os pl anet as engendr é l a vi da y l os si t i os que l os habi t an soy el ver bo y nunca se di ce mi nombr e el nombr e que nadi e conoce que mut ar á en apar at o el éct r i co en cer veza en caf é en ader ezo par a ensal adas en ant i áci do en navaj a de r asur ar en r evest i mi ent o par a coci nas en i nst i t uci ón bancar i a en acondi ci onador par a el pel o en desodor ant e en somní f er o en j al ea en br assi er en bol sas par a conser var comi da en r emedi o cont r a el mal al i ent o en cer eal y por f i n en ent i dad omni pot ent e par a al f i nal mor der el anzuel o y caer en l a t r ampa) .
21
CANTAR DE ENAMORADOS
El l i br o de mer mel ada
Jorge Jolmash
El agua era negra dentro de las ramas ¿Quién dirá mi niño lo que tiene el agua?
Y cuando con una sonr i sa en l os l abi os qui so ahuyent ar a l os f ant asmas de sus ant epasados pur ul ent os, no encont r ó mej or maner a que sumer gi éndose de gol pe en un océano de nost al gi as bár bar as, y cor r i gi endo l a di cci ón secr et a de l as est at uas. Su car ne r ecor daba l a de un sant o por su pal i dez, per o su sal ud er a f uer t e. Nadi e hubi ese dudado en encar gar l e semej ant e t ar ea. «La r azón de l a si nr azón que a mi r azón se hace, » sus l abi os s e movi er on de memor i a «de t al maner a mi r azón enf l aquece, que con r azón me quej o de l a vuest r a f er mosur a». Con l a t úni ca a medi o amar r ar di o un t r ago di aból i co al bebedi zo de l as muj er es de l úbr i ca ci nt ur a ( casi si n r espi r ar vi o como l as cosas se def or maban a su al r ededor ) . Las car as habí an cambi ado t odas y l os oj os de l as damas cent el l eaban en busca de un f i nal f el i z. Un gemi do de pl acer se ahogó en su gar gant a, mi ent r as const at aba l a l umi nosi dad de sus pár pados. Sacar de mi si st ema a t odos l os hi j os de l a l ocur a. La r ecor dada cur vat ur a de una f i est a per f ect a despar r amaba l os t ent ácul os en un sal ón de par edes gast adas y r oñosas. Un t ambor de pl ást i co t ocado por un ni ño di sf r azado de nomo i nundaba el ambi ent e como un mi l l ón de enr edader as apar eándose. Tr as ot r o sor bo del l i cor de l as br uj as, Leandr o descubr i ó que su gar gant a habí a adqui r i do un sabor a l a vez dul ce y gr ave. De gol pe l e asal t ó l a i dea de que habí a l l egado al manant i al de t odas l as emoci ones. Todo er a posi bl e ( y deseabl e) a par t i r de ahí . Ent onces comenzó a escupi r el al ma, con l as r ebabas de l os pl anet as abor t ados cubr i éndol e l as l ágr i mas. Poco a poco se l e f ue desmor onando el acuer do y l os páj ar os vol vi er on a cant ar . Duérmete rosal, que el caballo se pone a llorar, su belfo caliente con moscas de plata.
23
EL RECURSO A LA LOCURA
El l i br o de mer mel ada
Jorge Jolmash
El r ecur so a l a l ocur a deber í a ser , después de t odo, un r ecur so ext r emo. El úl t i mo r ef ugi o de nuest r a mal t r echa humani dad en cont r a de l as gar r as del absur do mundo de mer mel ada. Como una zar pa enor me que acar i ci a l a ar ena, una mar ej ada gi gant e i nunda el vi ej o bar r i o en donde coquet os poet as j ugaban sus j uegos i nút i l es. Per o no por eso voy a l l or ar . Peor es ser án l as madr ugadas del hambr e. Un deseo de r ecuper ar l as si nf onol as y t r ombones de l a i nf anci a nos ahoga l ent ament e. Tr agando sal i va echamos un vi st azo a l a et er ni dad, nuest r a peor enemi ga. Y aún hay al go más, aunque no aci er t o a expl i car me. Nadi e sabí a mej or que nosot r os que al acept ar el i mper i o de l a r azón nos vol ví amos menos sensi bl es, per o en ci er t o sent i do or gul l oso, más humanos. PORQUE SI MPLEMENTE HEMOS DECI DI DO NO ESCUCHAR AL DOMI NGO de hoy en dí a. Muer a l a met af í si ca y vi va l a met odol ogí a mi t ol ógi ca en su r eci nt o f amoso. Y vi va de una vez por t odas l a l ocur a. Muer a par a si empr e l a her mana l ocur a. Y después de t odo es por una ci er t a debi l i dad ant e l as ar i st as del pai saj e que deci di mos r ecur r i r a sus al ados pi es. Sea l a l ocur a un i nt enso descanso del bast ón. Per o un descanso f ér t i l , al f i n y al cabo. Sus ár i das esqui nas cont i enen l a vi ol enci a del uni ver so ent er o y una l ámi na de car bono. I mper i o f at í di co de l eche cor t ada. Poco a poco per mi t i mos a nuest r os oj os col or púr pur a i nt er pr et ar l a pál i da l í nea que di vi de a l os 2 gr andes mar es del odi o y l a sabi dur í a. Acor azada r evancha del sent i do que a f uer zas de exasper ar l a pol i semi a, t er mi na r ayando en l o uní voco. Br i l l an l as l uces f l uor escent es en l as car r et er as. Out , out , br i ef candl e! Tal par ece que t e encont r ar ás f i nal ment e gr aci as al t ur i smo. No l o ol vi des, Li f e’ s but a wal ki ng shadow, a poor pl ayer , pobr e, pobr e. Pl acer en l a punt a de l a l engua. That st r ut s and f r et s hi s hour upon st age, el evándose en 25
El l i br o de mer mel ada
Jorge Jolmash
un augur i o pasaj er o. And t hen i s hear d no mor e. I t i s a t al e, y mi r a ni más ni menos que cont ado por un i di ot a. Tol d by an i di ot , f ul l of sound and f ur y, t e l o di go, by an I di ot Faul kner i ano. Pon at enci ón, si t e f i j as det r ás del ár bol ver ás a Benj y, el i di ot a; más par a al l á a Quent i n, el desesper ado, y j unt o a l a casa gr ande a J ason, el amar gado. Per o al f i nal ni si qui er a ent ender ás de qué se t r at a por que r esul t a que no si gni f i ca nada. Si gni f yi ng not hi ng. Las ver dader as pal abr as pr of ét i cas s on l as que no se di cen per o se i nt uyen en l os si l enci os de l a casa de huéspedes. Si r Fr anci s Bacon er a i nocent e de l os car gos que se l e i mput aban y eso debe bast ar nos. Ref l exi ones cí cl i cas i nf i ni t as. Revel aci ones f al sas de mi Xi youj i pr i vado. I cel ebr at e mysel f , and si ng mysel f . Yo nací de un huevo de pi edr a, cr eado a par t i r de una r oca t an ant i gua como el t i empo y l as esenci as del ci el o y de l a t i er r a. Sól o yo puedo r et ar a unas venci das al poder oso Emper ador J ade. Sól o yo me at r evo a or i nar el dedo del Buda. And what I assume you shal l assume, f or ever y at om bel ongi ng t o me as good bel ongs t o you. Sól o yo f ui cast i gado por comer l os dur aznos de l a i nmor t al i dad. Anal ogí as Dar wi ni st as y J udeocri st i anas. Y Est r agón y Vl adi mi r que si guen esper ando en vano. El psi coanál i si s de una t et er a oxi dada. Pr esa del i nsomni o i deal de Gi acomo J oyce. Al go así como esa sensaci ón de pr ovocar i mpunement e un ef ect o. Y hacer aut o r ef er enci a, si n duda. ( Tar de o t empr ano t odos acaban habl ando de l a mi sma l at a de SOPA Campbel l ’ s) . Supongo que ya t e di st e cuent a de que var i as de l as pi st as er an f al sas. Si gni f yi ng not hi ng.
POSDATA AL
RECURSO A LA LOCURA
Per o t ambi én hay dí as en que l a dr oga sabe a or i nes y nada aci er t a a hacer sal i r a l os vi ent os de su madr i guer a. Ent onces, una t r i st eza r anci a que r ecuer da el ol or de l os vi ej os l i br os de amar i l l ent as pági nas, se i nst al a par a quedar se en l a f unda de nuest r os abr i gos. Y puede haber sol en l as mañanas, 26
El l i br o de mer mel ada
Jorge Jolmash
no di go que no, per o hay t ambi én una pr eocupaci ón medi o enf er mi za por l l egar a t i empo a l a escuel a o al t r abaj o. Como si al f i n y al cabo no t er mi nár amos pasándonos l as mañanas oci osos, ent r e una vi si t a al ci ne del bar r i o ( dos pel í cul as por el mi smo bol et o) y yacer t umbado en el past o del pat i o. J unt o a l a pi edr a r edonda t an chi st osa ( obvi ament e) . Per o a l a vez exi st e un t r ansf or mador que se consume l o mej or que t enés ( ayer soñé con l os hambr i ent os, l os l obos, l os que se f uer on, l os que est án en pr i si ón) . Hay gol pes en l a vi da t an t r i st es ( yo no sé) . En el f ondo sospechas que el pr obl ema es que el t i empo se congel ó en un punt o cr i st al i no sobr e el medi o dí a y t odos l os ser es vi vi ent es padecen de unas vacaci ones i nt er mi nabl es. Al go así , cuando menos, aunque l uego t e r et r act as por haber pensado l o que pensast e ( y después de t odo ¿qué pensast e?) . Sabi endo que no es t u dí a t e quedas hor as obser vando a l as hor mi gas como Edwar d Wi l son, sól o que ent i endes menos su compor t ami ent o. Y bueno, a qui én l e i mpor t a. ( si gni f yi ng not hi ng)
27
CASTIGO
El l i br o de mer mel ada
Jorge Jolmash
Yo er a, hace t i empo, un di os bueno. I nvent é de l a nada una cur i osa r aza de ser es humanos capaces a l a vez de un i nci pi ent e r aci oci ni o y de l a i nsol ent e pr et ensi ón de saber l o t odo. Bi en vi st os, mi s hi j os er an al go r i dí cul os. A pesar de que si empr e est aban i magi nando hi st or i as acer ca de mí , er a obvi o que me quer í an. O por l o menos que sabí an que l es convení a quer er me, da i gual . Yo me pasaba l os si gl os pendi ent e de sus act os, l es i mpul saba a al canzar cada vez nuevos y mayor es l ogr os t ecnol ógi cos y, de vez en cuando, hast a l es r epr endí a con desgana cuando hací an cosas que no me par ecí an apr opi adas. Un mal dí a —no sé por qué, l os desi gni os del dest i no son i nexpugnabl es hast a par a mí — uno de aquel l os pobr es di abl os hi zo al go que me mol est ó. En honor a l a ver dad ya ni si qui er a r ecuer do qué f ue l o que me enf ur eci ó, así de absur da encuent r o ahor a l a causa de mi r ui na. El caso es que ar r emet í cont r a el i mper t i nent e a mal di ci ones, l e vat i ci né l a muer t e a t odos l os de su est i r pe y, no cont ent o con eso, l o apl ast é de un manot azo. Muy t ar de compr endí hast a que punt o habí a l l egado mi l ocur a. Al causar l a muer t e de ese i nsi gni f i cant e ser , habí a desencadenado l a t or ment a que me ar r ast r ó hast a mi pur gat or i o act ual . Habí a pr i vado a una par t í cul a de mi vol unt ad di vi na de l a posi bi l i dad de vi vi r , habí a apar t ado de su ent endi mi ent o el sopl o que l e per mi t í a concebi r t odas l as cosas del mundo, l e habí a, en f i n, cl ausur ado el uni ver so que yo mi smo l e of r ecí mendazment e. Ar r epent i do por mi i nj ust i ci a, j ur é que me cast i gar í a por cada uno de l os moment os que l e habí a ar r ebat ado a ese ser . Si endo su muer t e t an i nf i ni t a como mi pr opi a i nmor t al i dad, pr ocedo a penar por cada uno de l os segundos que caben en l a et er ni dad. Por eso ya no baj o a l a t i er r a t an segui do como ant es. El ot r o dí a, oí que uno de l os par r oqui anos 29
El l i br o de mer mel ada
Jorge Jolmash
del caf é de l a esqui na cr eí a que est oy muer t o. Hay que ver l as cosas que t i ene uno que sopor t ar .
30
EL JARDÍN PERVERSO DE LA EMBRIAGUEZ
El l i br o de mer mel ada
Jorge Jolmash
Susana deci di ó i nt er nar se un dí a en el j ar dí n per ver so de l a embr i aguez. Lent ament e se habí a i do cubr i endo de hast í o y supo que er a el moment o de ej er ci t ar su l ocur a o r esi gnar se a per der l a del t odo. Como sabí a que nadi e i r í a a mol est ar l a, se encer r ó t oda l a t ar de sol a en su casa, apenas acompañada por dos caguamas y una bot el l a de t equi l a bar at o. Pr i mer o pensó en pr epar ar una bot ana, per o l uego, l a ur genci a de per der el cont r ol l e aconsej ó t ener el est ómago vací o y suscept i bl e par a l o que pudi er a suceder . Con gest o t embl or oso por el deseo ( aunque r eal ment e no lo acost umbr aba, j ust o ent onces necesi t aba una bor r acher a t er r i bl e que l e hi ci er a convul si onar el abur r i mi ent o y l a r ut i na) dest apó una caguama per l ada de r ocí o y se col gó de su boca como si l a cer veza f uer a oxí geno par a sus pul mones. Hubi er a deseado acabár sel a de un sol o t r ago, per o no l e al canzó el ai r e y t uvo que empi nár sel a ot r a vez. Luego, con un escal of r í o met ál i co dej ó l a bot el l a, vací a e i nser vi bl e sobr e l a mesa. Con una sonr i sa t or ci da compr obó que comenzaba a mar ear se. Sacó ent onces de l a bol sa del super mer cado l a bot el l a de t equi l a y t omó un vaso de l a al acena. Como no t ení a cabal l i t os a mano, se si r vi ó l o que en ese moment o consi der ó el equi val ent e en l í qui do dent r o de uno de l os vasos y se l o bebi ó de un t r ago. Tr as una mueca y un par de t oses f uer t es, si nt i ó ent umi dos l a nar i z y l os l abi os. Luego r epi t i ó l a oper aci ón un par de veces, sól o que en cada una er a más di f í ci l cal cul ar el t amaño del cabal l i t o que en l a ant er i or , por l o que l a úl t i ma vez, el t r ago er a casi de medi o vaso. La sonr i sa t or ci da se l e convi r t i ó en car caj ada y r econoci ó que ahor a sí est aba pl enament e bor r acha. Si n embar go, al go que puj aba por sal i r de su i nt er i or l e di o a ent ender que no er a el moment o de det ener se. Le cost ó t r abaj o encender el ci gar r i l l o si n f i l t r o, per o en cuant o l o hubo hecho, aspi r ó el humo con t odas sus f uer zas. El t abaco l a mar eaba un poco más, per o t ambi én l e per mi t í a sent i r se más dueña de sí , como si l a ni cot i na f uer a el si nt oni zador f i no 32
El l i br o de mer mel ada
Jorge Jolmash
del al cohol . Tr ast abi l l ando, se l evant ó de l a mesa y f ue por el ot r o envase de caguama y un l i món. Aunque j amás habí a oí do habl ar de semej ant e coct el , se l e ant oj ó mezcl ar el t equi l a con l a cer veza, l i món y un poqui t o de sal . Como l e supo sabr oso, se l o f ue bebi endo poco a poco mi ent r as se qui t aba l a r opa. Pr i mer o se despr endi ó de l a bl usa si nt i endo como se er guí an sus pezonci t os por el f r í o y l a t r avesur a, y l uego se desabr ochó el aj ust ado pant al ón de mezcl i l l a y se l o baj ó mi ent r as el vi ent r e se l e vol ví a l í qui do. Cayéndose, per o si n sol t ar su vaso ( que par a ent onces er a ver dader ament e del i ci oso) se di r i gi ó al escusado a expul sar un gr ueso chor r o de or i na. Mi ent r as or i naba se di o cuent a de cuan deseabl e er a. Si al gún hombr e l a est uvi er a espi ando en ese moment o ( y l a i dea no l e di sgust aba t ant o) hubi er a enl oqueci do i r r emedi abl ement e por su car ne pál i da y j ugosa. Per o ent onces no habí a ni ngún hombr e cer ca y Susana descubr i ó que no l e hací a f al t a, con el pur o deseo que sent í a por sí mi sma, por su cuer po semi adol escent e, l e bast aba y sobr aba. Se l evant ó del escusado y comenzó a pal par se l as nal gas enor mes y r edondas. Aunque ef ect i vament e t ení a un poco de cel ul i t i s ( que nor mal ment e hací a t odo l o posi bl e por esconder per o que en esas ci r cunst anci as l a hací a sent i r aún más s exy) se sabí a muy at r act i va. Si n dej ar de amasar se l as nal gas, se l i mpi ó l a vul va con un pedazo de papel y al hacer l o se f r ot ó el cl í t or i s, que r espondi ó a su l l amado con mansedumbr e. Al sent i r l evant ar se su cl í t or i s, Susana comenzó a acar i ci ar l o, al pr i nci pi o con desgana, per o después cada vez con mayor f uer za y r i t mo. Un gemi do bovi no de pl acer se l e escapó cuando empezó a i nt r oduci r l os dedos en su vagi na dul cement e l ubr i cada. En ese moment o sól o pensaba que er a una hembr a en cel o, buscando una ver ga enor me, una aut ént i ca t r anca, que l a par t i er a a l a mi t ad y l a t r aspasar a hast a que l as úl t i mas f uer zas abandonasen f i nal ment e su cuer po. Con l a mano que no t ení a ocupada dent r o de su vagi na, se manoseó, l úbr i ca y pur a, l as t et as de dur o est año, per o al apr et ar l as l e dol i er on un poco, l o cual par adój i cament e aument ó su exci t aci ón. Ent onces, al go sucedi ó. Un chopo de cr i st al , un sauce de agua. Los gr i t os br ot aban de su boca como sal i dos del más r ef r escant e de l os manant i al es. El 33
El l i br o de mer mel ada
Jorge Jolmash
pl acer l e desbor daba por cada por o, haci endo que se l e ol vi dar a que er a Susana, compl et ament e ebr i a y t i r ada en el baño, y si nt i éndose un bul t o f el i z. Luego comenzó a vomi t ar . Un sauce de cr i st al , un chopo de agua.
34
DE PRISIÓN (CIVITAS NOVA)
El l i br o de mer mel ada
Jorge Jolmash
La ci udad es el uni ver so, me at r ever í a a pensar que más al l á de sus conf i nes no hay nada, o si acaso, un conj unt o de i l usi ones mal or quest adas. La ci udad ( est a ci udad, que al f i n y al cabo es l a úni ca) es i nf i ni t a e hi pnot i za a sus habi t ant es con sus f uegos de ar t i f i ci o. Hoy t uve l a sensaci ón de que mor i r í a ant es de abandonar l a, y j ur o por l o más sagr ado que no hay nada que deseé más que al ej ar me de el l a. Odi o sus casi t as, t odas i gual es, pi nt adas de col or car amel o, con una sal a de est ar compr ada en el súper y af i ches col gados de l as par edes mugr i ent as. Odi o sus cal l es ol or osas a caño y gat os muer t os, donde el sol r evi ent a como una sandí a bomba, gener ando con sus r ayos el musgo que i nf ect a l as banquet as. Per o sobr e t odo, odi o a su gent e — i ncl ui dos yo mi smo y t odos mi s ami gos cer canos— que deambul a por el l a como r at ones en l a never a, odi ándol a como sól o se puede odi ar a una muj er muy her mosa que no dej a de despr eci ar nos, per o al mi smo t i empo i ncapaces de i nvent ar una ci udad nueva donde l os mi l l ones de oj os de un ár bol de l i qui dámbar nos pr ot ej an del sal i t r e y l a ar ena que poco a poco se va f i l t r ando en nuest r os pobr es r i ñones. Mi ent r as t ant o, l a ci udad —l a úni ca— nos gol pea con un mi l l ar de r el oj es de l i t i o y se est anca sobr e nosot r os como amenaza de un i nmi nent e at ent ado. En ver dad desear í a l ar gar me haci a una casa enor me y sol i t ar i a, cuyas par edes est én hechas de bl oques de har i na y sal , per o t emo que me f al l ar án l as f uer zas como si empr e que pl aneo l a r et i r ada. Lo peor de l a ci udad es que es tan i nevi t abl e…
36
TRATADO DE LA VERDADERA HISTORIA DEL INFIERNO, OBRA HERMOSA Y AGRADABLE DE ARMAS Y AMORES, IMPRESA DE NUEVO Y CORREGIDA CON LA RELACIÓN DE LOS HECHOS ESPANTABLES QUE LE OCURRIERON A MAESE LAGARTIJA QUE NO APARECE EN LAS EDICIONES ANTERIORES, COMPUESTA POR EL ARCHIDIÁCONO DE LAS GAFAS
El l i br o de mer mel ada
Jorge Jolmash
I El i nf i er no —cont r ar i ament e a l o que casi t odos cr een— no es un l ugar ai sl ado del mundo, cer r ado de puer t as y vent anas, donde una guar di a de i nf ames di abl ej os se encar ga de cui dar que l os i nt er nos no se escapen. El ver dader o i nf i er no t i ene l as puer t as abi er t as t odo el t i empo y l a gent e ent r a y sal e cuando qui er e. El t r uco consi st e en que l a mayor í a de l as al mas que est án ahí en realidad no qui er en sal i r , y por l o t ant o se quedan hast a que su et er ni dad vi vi ent e se t r ansf or ma en una et er ni dad r eseca y est ér i l . Al gunos por que esper an r eci bi r una gananci a ( que, adi vi nen qué, j amás l l egar á) , ot r os más por que no t i enen not i ci as de una f or ma di st i nt a de pasar l os dí as, y aún ot r os por que con el t i empo han l l egado i ncl uso —f al t aba más— a pr of esar l e car i ño. Casi nadi e sal e del i nf i er no. Si acaso al canzan a sacar l a cabeza por l a vent ana ( con expr esi ón de cocker spani el en un vol kswagen) y medi o vi sl umbr an hor r or i zados l o que hay más al l á. Y es ent onces cuando empi ezan a r ecr i mi nar se y desean ar r ancar se l os oj os y pi ensan: «Si ser é br ut o, mi r a que t ener a l a Bel l eza sent adi t a aquí en l as pi er nas y a l a mer a hor a encont r ar l a amar ga e i nj ur i ar l a. Y ahor a ya j amás me per donar á ni quer r á saber más de mí , ¿por qué ser án l as damas t an qui squi l l osas con l os i ngenuos? ¿Por qué me habr é dej ado l l evar por ese esnobi smo de admi r ador de papel t api z con bi got i t o y boi na? ¿Qué no puedo vol ver al moment i t o en que t odo se dañó, y r epar ar mi s act os? Debí haber l o pensado dos veces». Per o ent onces es demasi ado t ar de y el pel l ej o de l os i nt er nos se secó y l es da una apar i enci a de pequeño súcubo desdent ado y mal ol i ent e. Y ya nadi e qui er e sal i r del i nf i er no cuando eso pasa, por que ese aspect o ver gonzant e es demasi ado par a andar exhi bi éndol o por ahí y hast a l os menos vani dosos s e si ent en r i dí cul os. 38
El l i br o de mer mel ada
Jorge Jolmash
Y hay ot r os que han l l egado a per der t odo r ast r o de or gul l o y ya no pueden vi vi r si n que al gui en l os t or t ur e. Tal vez sean una bol a de per ver t i dos que necesi t an que l os gol peen par a obt ener una er ecci ón, en cuyo caso t ampoco hay nada que hacer . El paci ent e pr ef er i r á quedar se en el i nf i er no aún a sabi endas de que es el l ugar más mi ser abl e en el uni ver so.
II Ot r a cosa que l a mayor par t e de l a gent e no sabe es que el i nf i er no no es un concept o absol ut o, si no uno r el at i vo. Tr at ar é de expl i car me mej or . Supón que hay una ci er t a al ma t or t ur ada en el i nf i er no que, par a ef ect os del pr esent e t ext o, l l amar emos Equi s. Equi s, como su nombr e l o i ndi ca es un suj et o pr omedi o si n ni nguna car act er í st i ca especi al ment e not or i a, al cual uno podr í a est ar vi endo dur ant e hor as y hor as si n poder di st i ngui r l o de su pr opi a sombr a. Un per f ect o medi ocr e, si se me per mi t e el oxi mor ón. Equi s s uf r e mucho por esa si t uaci ón y es en par t e por eso que se encuent r a en el i nf i er no, per o no puede hacer nada al r espect o, por l o que t r at a de sobr el l evar su exi st enci a de l a mej or maner a posi bl e. Un buen dí a, el demoni o l uj ur i oso del l i cor seduce a Equi s a buscar consuel o en el f ondo de una bot el l a, en compañí a de dos de sus más ol vi dabl es camar adas, l os señor es Ye y Zet a. Aunque al pr i nci pi o l a bor r acher a ent umece l a pr of unda sensaci ón de f ut i l i dad de Equi s, poco a poco, según va t r anscur r i endo l a noche, un i nt enso r emor di mi ent o se va apoder ando de él . De pr ont o compr ende que l a i nt oxi caci ón no l o i ndi vi dual i zar á, si no por el cont r ar i o l o har á par ecer más or di nar i o. Sumi do en t al es pensami ent os, Equi s se queda dor mi do sobr e l a r oj a bar r a del bar , per di do en el más oscur o de l os i nf i er nos oní r i cos . Al dí a si gui ent e, cuando despi er t a en su cama ( aunque l a ver dad no r ecuer da cómo l l egó ahí ) , Equi s se si ent e f at al . Casi puede i magi nar se su car a de baboso pr omedi o, compl et ament e i dént i ca a l as f ot os del r est o de l os i di ot as que sal en en el per i ódi co. I mposi bl e de di st i ngui r de l a masa i nf or me de moni got es l l amados J uan Pér ez que pul ul an en cual qui er ci udad. Casi deseando que un r ayo l o 39
El l i br o de de mer mel ada ada
Jorge Jolmash
f ul mi ne, Equi s se ar ar r ast r a f uer a de de l a ca cama y se di r i ge al espe spej o a sa sab bor ear su desgr sgr aci a. Per o ¡ Oh, sor pr esa! , cua cuando l l ega ha hast a el el baño y se mi r a en el cr i st al empañad añado, o, l o que descubr scubr e l o dej a en un est ado de i ndescr i pt i bl e f el i ci dad. Su r ost r o ya no es i gual al de l a oscur scur a l egi ón de bur ócr at as como el el dí a an ant er i or . Ahor a su f r ent e y sus sus mej i l l as, su bo boca y sus sus cej cej as, l os hu hueco coss de su nar i z y sus sus r i zad zadas pe pest añas, su ca carr a en f i n, es de de un br i l l ant e co coll or r oj o co com mo l a bar r a del bar donde se que queda darr a dor dor mi do. do. A par t i r de hoy, Equi s ser á r eco con noci do por t odo el mundo gr gr aci as a su pecul cul i ar co coll or , y con con el t i empo hast a su nom nombr e se bor bor r ar á de de sus sus f acci ones ones y adq adqui r i r á el el más apr apr opi opi ado ado ap apodo odo de de Roj Roj o y, y, por moment os, l l egar á hast a a se serr f el i z. De est est a f or ma i r á con const r uyen yendo una una bar r er a qu que aca cab bar á por debi l i t ar al i nf i er no, t r ansf or mándol o de un co con nce cep pt o abso soll ut o e i nf al i bl e, en uno r eal y l at ent e per o l i mi t ado, y l o que es más i mpor t ant ant e, susce suscep pt i bl e de se serr venci do.
III El mar como un una best best i a de de di di ez mi l l eng enguas, cuyo cuyo sall i t r oso al i ent o t odo l o co sa corr r ompe, me t r ae a l a memor i a el r ecue cuer do de Phl Phl ebas el el f eni ci o ( pobr obr e mar i ner o ah ahogado, mi r ando al al i nf i ni t o de desde sde su i nf i er no de sa sall muer a) . Lam La men l as ol as l os pi es de l os bañ bañi st as como si qui si er an co compr obar su sab sabor ant es de engul l i r l os, y en el ci el o l as f r agat agat as —enor enor mes y neg negr as como moscar dones ant edi l uvi anos— ensaya sayan l os gi r os de su danza, anza, esper esper and ando el el moment ent o pr pr opi opi ci o par par a abal abal anzar anzar se sob so br e nuest r as f r ent es i nso soll adas. ¿Cu ¿Cuál es el sec secrr et o de l a ar ena? ¿Cu ¿Cuál es el el se secr cr et o de l a ar ar ena2 que que vuel vuel a ant ant e l a más l eve pr ovoca caci ci ón de l a br br i sa y se i nf i l t r a en l os más r ecónd cóndi t os huecos?
2
… mi edo en un un puñ puñado ado de pol pol vo.
40
El l i br o de de mer mel ada ada
Jorge Jolmash
De l a ar ar ena qu que se i ncr ust a en en l os l agr i mal es y en l os bi bi ki ni s, y l o mi smo en engend endr a du dunas qu que pol vader as. ¿Cu ¿Cuál es s u secr secr et o? Eso sól sól o Sat anás l o sab sabe y t al vez vez Phl Phl ebas ( y Ti r esi as as)) .
IV «¿Cu «¿Cuál es el secr et o de de l a ar ar ena?» se pr pr egu egunt aba aba L agar t i j a. Lag La gar t i j a es un un pobr e di abl o que vi ve en I nf i er no ( Unreal City ) y qu que gu gust a de de i r t odos odos l os dom domi ngos y dí as f est i vos vos a l a pl aya del Océ céan ano o de Fue Fuego. Él cr ee que l a vi ol enci a de su ol eaj e y l as i nt ensa sass conce concen nt r aci one ones de de sal en l a br i sa han han t er mi nado ado por cur cur t i r l e l a pi el , pr ot egi éndol a del daño ca cau usa sad do por el paso de del t i empo. Lag La gar t i j a vi ve en una al ca can nt ar i l l a co con n ai r e acondi acondi ci onad onado o por por l a que que paga paga más de l a mi t ad de su sal ar i o y su úni ca pe per t enenci enci a e ess una una cham chamar r a d de e cuer cuer o gast gast ada ada por por el ( mal ) uso. Cuand ando no no come l as i nmundi undi ci as que que l e si r ven ven en el comedor edor de empl ea eado doss de su t r abaj abaj o, La Lag gar t i j a se l a pasa cazan cazando moscas oscas y hor hor mi gas gas que que más t ar de baña bañarr á en chocol chocol at e par par a at enuar su sab sabor agr i o. De hecho cho, par a él l os dí as de f i est a son cuan cuando se deci de a vence vencerr l a pen pena a y buscar en el el t acho cho de de l a ba basur sur a l os r est os de al go qu que al guna ve vez haya haya t eni do car car ne. Lo ci er t o es es que que su empl eo even eventt ual l avan avand do bañ baños os con l a l eng engua no no l e per mi t e dar dar se más l uj os qu que ese ese y, cada cada f i n de de s emana, una una damaj uana uana de al al cohol de mader ader a par a ol vi dar y un un pase seo o por l a pl aya. Un buen dí a, La Lag gar t i j a abor dó el di aból i co aut aut obús obús que, que, s emana con semana, ana, l o condu conducí cí a a s u t an ansi ada exc excu ur si ón. Ese dí dí a no no se sent sent í a muy bi bi en; el cor azón azón se l e ahog ahogab aba a en en un al bor ot o de de pal pi t aci one ones a cau causa de del medi o ki l o de de hoj hoj as de de l echu echuga en envue vuel t as en pape papell per per i ódi ódi co que que se acabab acababa a de de f umar , y un un di scr et o dol or de cabe cabeza com comenzab enzaba a a pi cot ear l e l a si en ( medi a dam damaj uana ana de de al al cohol cohol met í l i co se bal ancea anceab ba en en al al gún l ugar ent ent r e su pech pecho o y su espal spal da, pr ovocá ovocán ndol e al gunos cal cal ambr es casi agr agr adab adabll es) . No es es de ext r añar añar , pues, que en ent once oncess s e 41
El l i br o de de mer mel ada ada
Jorge Jolmash
ocupa ocuparr a de de la pr pr egun eguntt a que que et er nam nament ent e le at or ment aba: «¿Cu ¿Cuál es el sec secrr et o de de l a ar ar ena?». Di st r aí do po por el cur cur so de de sus sus p pe ensami ent os, Lag La gar t i j a di o un br i nco al not ar l a pr ese sen nci a de una muj er at r act i va, va, como de cuar cuar ent ent a y t ant ant os añ años de de edad edad,, con br br azos de múscul os mar cados cados y un s ober ober bi o par de t et as o op per adas. De pr ont ont o, una pot pot ent ent e chi spa se gen gener er ó en ent r e el l os, haci éndol e co com mpr ender a La Lag gar t i j a t oda l a f ut i l i dad de l a vi da que ant es l l evar a. Poco a poco ( es de deci r , co con n apa apar ent e l ent i t ud, per o en apenas una una f r acci ón de de se seg gundo) , Lag La gar t i j a com comenzó a ser ser consci consci ent e de cuál cuál deber í a ser su pr pr óxi óxi mo paso aso.. Tomó a l a ar di ent e ar pí a de l a mano y s e l anzó corr r i endo af uer a del ca co cam mi ón, y co corr r i endo l l egó a l a pl aya, t odo el t i empo co con n l a br uj a ent r e l os br br azos. zos. Sus l abi abi os se t r enzar on si et e vece vecess ( cada cada una en honor a un peca cad do ca cap pi t al di st i nt o) y co con nt eni endo l a r espi spi r aci ón se l anzar zar on al mar en l l amas. En una de l as casas casas veci veci nas, un est ér eo aul aul l aba aba el sonson sonsone et e ca can nsado sado de de u un na v vii ej a ca can nci ón yan yanqui : «Where do bad folks go when they die? They don’t go to heaven where the angels fly They go down to lake of fire and fry Won’t see’em again till fourth of july»
42
LEANDRO Y SUSANA
El l i br o de mer mel ada
Jorge Jolmash
Con l a cabezot a hi nchada de enci cl opedi as y r egl as de t r es no t an si mpl es como hubi ese quer i do, Leandr o abandonó a l as bacant es de l engua est ér i l a f uer za de al cohol y j ur ó no vol ver a sucumbi r ant e sus encant os. Como hast a el más l er do de l os l ect or es podr í a i magi nar se, no l o consi gui ó, per o hay que acl ar ar que no f ue por i nconst anci a, si no por que ent onces conoci ó a Susana. — Y ¿t ú cr ees saber , l o que se di ce saber ? — Yo cr eo que l os gol pes abol l an l as i deol ogí as más r espet abl es y que l a r eal i dad l ame mi cer ebr o como har í a una osa con sus cachor r os. — Pr esumes ent onces de un bi en que no t e per t enece, guapet ón. — Ni a mí , ni a nadi e si a esas vamos. Per o dudar de l o que se duda no puede más que ser una buena señal . Fi nal ment e l o que l os uní a er a l a sed i nsaci abl e que en ambos er a un ar dor ont ol ógi co. *
*
*
a) texto encontrado en el cuaderno de la fiebre Lanzar se a l a avent ur a. I nvent ar l a cal l e. Encont r ar esos br eves r esqui ci os por donde se cuel an l as opor t uni dades y apr opi ar se de el l os. Bat al l ar como cada dí a de i nf at i gabl e noche por apagar l a sed. Esa sed de áci do sul f úr i co que nos devor a l a gar gant a y nos obl i ga a sal i r de nuest r o escondi t e en busca de qui én sabe qué cosas. Aspi r ar el úl t i mo al i ent o de l a j or nada a t r avés de un popot e y una gaseosa, cuando par ece que ya l as hor as se cubr en de mel cocha. Sent i r el dol or del pol vo que se quej a baj o el gol pet eo de nuest r as pl ant as. Mi r ar l os si t i os cot i di anos como si j amás 44
El l i br o de mer mel ada
Jorge Jolmash
hubi er an si do past o de ni ngún oj o humano o ani mal . Apagar —como ya di j i mos— l a sed. Leandr o sal i ó como t odos l os dí as a compr obar que el pavi ment o no se habí a evapor ado con el r ocí o. Sus oj os est aban al go r esecos por el desvel o, per o su pensami ent o no est aba cubi er t o por ni nguna gasa. Respi r ó con ci er t o al i vi o el ai r e de l a mañana. ¿Qué deci r ? ¿ Cómo demost r ar que esa vol unt ad de cuer pos i mpul sados por di scr et os engr anes y conci enci a absol ut a no est aba cont ami nada por l a f al sa esper anza? Sus manos dej ar on si n que él se di er a cuent a de ser guant es, mi ent r as mont ado en sus zapat os, al canzó l a posi ci ón de un ar bol i l l o. Tr as unos i nst ant es su avance l o t r ansf or mó en un punt o en el cami no y t er mi nó por sepul t ar l o en l a ávi da memor i a del ol vi do. Si n embar go, ese ár bol en el pasado i nmedi at o de Leandr o, est aba dest i nado a ser su ár bol . Ese ár bol habí a si do pl ant ado por Susana, qui en l o r egaba si n f al t a t odas l as mañanas después de soñar cada noche que ese ár bol er a su hi j o. Leandr o er a bast ant e más gr ande que Susana y por l o t ant o no podí a haber si do su hi j o, y si n embar go l o er a, por que aunque ni él ni el l a l o supi er an el ár bol er a una r epr esent aci ón de Leandr o. Er a el Ár bol - Leandr o. Susana t ení a, aunque t ampoco se habí a dado cuent a, una pl ant a de sí mi sma, sól o que no er a un ár bol si no una enr edader a que cr ecí a en el t echo de su casa. La Enr edader a- Susana er a como Susana mi sma, a l a vez bl anda y ásper a y con una vocaci ón i nvenci bl e de abr azar al mundo ent er o. Sus oj os —l os de Susana, por supuest o— se habr í an empequeñeci do de i nsat i sf acci ón al cr eer que nadi e l a deseaba. Su úni co cont act o r eal con ot r o ser se l i mi t aba al r i ego de aquel ar bol i t o que cr ecí a en su j ar dí n y que er a en r eal i dad el hi j o que nunca t uvo: Leandr o. Leandr o, por su par t e, j amás se f i j ó en l a casi t a de un sól o cuar t o donde vi ví a Susana, su f al sa madr e. Él est aba ocupado como si empr e en cambi ar el r umbo de l as vel et as a sopl i dos y t r at ar de apagar aunque f uer a por un r at i t o esa sed que l e i nf l amaba l as ent r añas. Susana t ambi én t ení a su sed, per o no er a l a mi sma. La de el l a er a una sed de comuni ón, ol vi do de su cuer po y deseo de ser ot r a cosa, un bebé o una 45
El l i br o de mer mel ada
Jorge Jolmash
madr e pr ódi ga. La sed de Leandr o er a en cambi o una sed de cr eci mi ent o, conqui st a y compr ensi ón. Un deseo i r r ef r enabl e de l l enar l o t odo con su cuer po, un ansi a de movi mi ent o per pet uo. Aunque ni nguno de l os dos l o sabí a, ambos er an ví ct i mas de l a sed. *
*
*
b) conversación — Y bueno, ¿t ú que sabes, hembr a de nut r i t i vas cader as? — Sé de ci er t o que el cont act o de mi pi el cur a l a mal ar i a y el desconsuel o. Y sé t ambi én que soy l a pr ost i t ut a y l a sant a, l a Sophi a mi t ol ógi ca. — Lo cual me da l a r azón, pues ent onces yo soy ni más ni menos el demi ur go. — Pobr eci t o Yal dabaot h, anor gásmi co y con mal al i ent o. — No qui er as j ugar a l a f r eudi ana conmi go, che. — Como di j o Lí a: «Pi m, l os ar quet i pos no exi st en, sól o exi st e el cuer po. Dent r o de l a bar r i gui t a t odo es boni t o, por que al l í cr ecen l os nenes, al l í s e met e, f el i z, t u paj ar i t o, y al l í s e j unt a l a comi da r i ca y buena». — ¿Y eso? — Es una ci t a. — Ok, per o no f al t es. Ser án ceni zas más t endr án sent i do, pol vo ser án más pol vo enamor ado. *
*
*
c) conclusión Y pr i mer o habí a si do, como ya se sabe, el caos i nf or me de seduct or as f or mas. Ni ngún Ti t án of r ecí a t odaví a su l uz al mundo, ni Febo r enovaba sus cuer pos con el cr escendo, ni l a t i er r a, ent r egada a su pr opi o peso, est aba suspendi da en el ai r e dando vuel t as, ni Anf i t r i t e habí a ext endi do sus br azos a l o l ar go de l as r i ber as de l a Ti er r a. Y a par t i r de ahí , el or o de l os al qui mi st as. El cál i do baut i smo del semen, ¿encont r ar í a a l a Maga? Por supuest o, vaya que si l a 46
El l i br o de mer mel ada
Jorge Jolmash
encont r ar í a. Y después Her mes Tr i smi gest o, r oj o mensaj er o de l os di oses, dej ó de asi st i r al l l amado de Ober ón, Rey de l as Hadas. Y Susana di j o hágase l a l uz y l a l uz f ue. Y el Ar chi di ácono de l as Gaf as pudo j ugar al f i n a ser di os. Ser án ceni zas más t endr án sent i do, pol vo ser án más pol vo enamor ado.
47
EL ESPÍRITU DE LA ANARQUÍA
El l i br o de mer mel ada
Jorge Jolmash
ka tangi te kivi kivi ka rangi te mobo moho...
Y l uego t odas esas r azones pr est adas que se nos f i l t r an como got as de agua en una gal er í a subt er r ánea, cul t i vando est al act i t as y est al agmi t as en nuest r a bóveda cr aneana. O el mi edo de l os dol i ent es. El i nol vi dabl e mundo que se abr e de t ant a i ncongr uenci a. El sól i do gr i t o de un si gl o envuel t o en papel al umi ni o y r í os de ost r as que van gl aseando l os gases de l a aur or a. ¡ Como si así se pudi er a l l egar a al gún l ugar ! Tan sól o el br i l l o de l as azot eas y ci er t o anf i t eat r o de bal l enas de r ubi cundas mej i l l as. Si es ver dad que t odo el ai r e apest a, no por eso dej a de ser amar i l l o el cami no. Una nueva l i t er at ur a hecha por f r ases vi ej as mast i cadas una y ot r a vez por l a mi sma pl uma. A l a mej or aún es posi bl e cr ear cosas nuevas ( ¡ Sant o ci el o, Bi l l y! ¡ Tal par ece que l a máqui na de gol pes se quedó encendi da! ) En est e supr emo vací o ant i cuer pos de l a noche suer o de mandar i na negaent r opí a zapat o. Campos ent er os sembr ados con semi l l as f osf or escent es que gr i t an como esquel et os. Apocal i psi s de poca mont a nos mi r an y qui ebr an l as est r uct ur as del r azonami ent o. Hache i nt er medi a. Hor das de mot oci cl i st as bor r achos gol peando a l as muj er es y vi ol ando a l os i nf ant es. Un t i r o de gr aci a cont r a El Sueño. La depr esi ón f i ngi da de l os est udi ant es. ( sal udos a l a f ami l i a) Peces di st ant es en ar bi t r ar i os océanos. J uguet ona l engua cont r a nuest r as encí as. Sar cóf ago de i nci enso pur o. Sed de est r el l as y de r i mas de r omancer o. 49
El l i br o de mer mel ada
Jorge Jolmash
Rebel i ón de l os i nt er nos en el cement er i o. Páni co combi nado con hambr e. El pl an es el si gui ent e: di sol ver l as est r uctur as, abl andar el cer ebr o con baños áci dos de sal i va y voces s uper adas por sol dados empí r i cos. Abol i r el cont i nuum espaci ot empor al , aún cuando sól o sea en el menor de l os cuadr ant es. Romper l a r egl a de l a paci enci a. Desar mar el sent i do de l as f r ases. Tr ast ocar de l as f r ases el sent i do. Ley de f l ui dos y mor di scos. El f ut ur o que nos di secci ona con su abr azo de r ayos equi s. I nsopor t abl e deseo de un per f ume f uer t e como bebi da de moder aci ón. Azúcar , dos onzas de gi nebr a, l a r al l adur a de un l i món y una yema de huevo. Rampa desdobl ada. El mer o azar , nuest r o poder . Nuest r o pr i nci pal poder . Pi r ámi de. Absur do per soni f i cado por l a guer r a. Si mul acr o de t abl as cuyo or den puede ser desci f r ado por un obser vador at ent o. Si ndi cat o de out si der s al ser vi ci o de l a r evol uci ón bol chevi que. Fl or de l umpen. El reflejo religioso del mundo r eal úni cament e podr á desvanecer se cuando l as ci r cunst anci as de l a vi da pr áct i ca, cot i di ana, r epr esent en par a l os hombr es, dí a a dí a, r el aci ones di áf anament e r aci onal es, ent r e el l os y con l a nat ur al eza. Baut i zo de sangr e en l a popul ar sabana. Póci ma amar ga, per o de i mpr edeci bl es consecuenci as. La úl t i ma opor t uni dad de vol ver ha quedado at r ás. Todas l as bar r er as se desbar at an ent r e nuest r os pot ent es dedos. Tur bul enci a de mant r as apócr i f os. Cápsul a de har apos de ci vi l i zaci ones ext i nt as. No l as necesi t amos par a nada, sól o nuest r os pi es dej an una huel l a her mosa, el r est o son t ont er í as. Tal vez al gún dí a, un gr upo de i nadapt ados que de segur o ni son nuest r os descendi ent es, si no l os de nuest r o peor enemi go, descubr e donde r eposa el car bono cat or ce de nuest r os pobr es huesos. 50
El l i br o de mer mel ada
Jorge Jolmash
Yo sueño que est oy aquí , de est as car gado ( y el mayor bi en es pequeño) . ( Yo, t ú, odi o, vi ol enci a, l ápi da) stop)
51
pr i si ones
PLAYING GOD (PARTE I)
El l i br o de mer mel ada
Jorge Jolmash
Pues señor , est e er a… —¡ Un Rey! , di r án ensegui da mi s pequeños l ect or es— Pues no muchachos; nada de eso. Est a vez no er a un r ey si no un di os, per o no uno de esos di oses bar bados y de di ent es per f ect os, que pr esumen de omni pot ent es par a ganar se el f avor de l as di osas de gr andes pechos, si no un ni ño di os pequeñi t o y t emer oso. De hecho, er a un di oseci l l o t an i nsi gni f i cant e, que el r est o de l os di oses de su bar r i o l o gol peaban casi t odos l os dí as y l e r obaban su di vi no l unch. Cl ar o est á que nuest r o di os hací a unas r abi et as t er r i bl es cuando est o ocur r í a, per o como no quer í a pasar por quej i ca, nunca acusaba a l os di oses abusi vos con sus mayor es y s opor t aba con mansedumbr e bí bl i ca cuant o t or ment o i nvent aban sus compañer i t os par a él . Fi nal ment e, una t ar de l l uvi osa después de suf r i r una t unda par t i cul ar ment e f uer t e, el pequeño di oseci t o deci di ó que ya est aba har t o de aguant ar a sus veci nos y comenzó a cr ear un uni ver so nuevo par a él sol i t o, un uni ver so de pol vo est el ar y ant i mat er i a donde no l o pudi er an al canzar l os di oses vándal os. Lo pr i mer o que hi zo nuest r o di os, f ue j unt ar t oda l a masa que pudo consegui r en l a mer cer í a de l a esqui na, en un espaci o no mayor que l a cabeci t a de un al f i l er . Obvi ament e, l a at r acci ón gr avi t aci onal en esas condi ci ones er a t r emenda, y f r ancament e, el uni ver so no se veí a muy espect acul ar que di gamos, per o el di oseci t o no se amedr ent ó ant e l a di f i cul t ad de su t ar ea. Aguant ando l a r espi r aci ón por l os ner vi os, t endi ó t r es di mensi ones espaci al es —una a l o l ar go, ot r a a l o ancho y l a t er cer a a l o al t o de su uni ver so— con l o cual gener ó una buena cant i dad de vací o y por consi gui ent e un hor r or at r oz en l a mat er i a apel mazada en su cabeza de al f i l er . Y l uego, como sent í a que aún l e f al t aba al go, t endi ó una cuar t a l í nea di mensi onal , per o est a vez se l e habí an acabado l as espaci al es, por l o que uso una di mensi ón t empor al . El pr obl ema es que al cr ear el t i empo l o hi zo t an r ápi do y con t an poco cui dado ( no ol vi demos que er a 53
El l i br o de mer mel ada
Jorge Jolmash
un di os i nexper t o) , que no f ue capaz de cont ener a l a mat er i a que, par a vencer su hor r or ont ol ógi co al vací o, cor r i ó a l l enar l o en t odas di r ecci ones pr ovocando una enor me expl osi ón. Ent r e l as secuel as de ese descui do apar ent ement e t an i nt r ascendent e, se encuent r a el const ant e aument o de l a ent r opí a o cant i dad de desor den, que const i t uye una de l as pecul i ar i dades de est e uni ver so. Per o nuest r o di os no se daba f áci l ment e por venci do y, no cont ent o con sacar se un uni ver so de l a manga, se pr opuso dot ar l o de f or mas de vi da di señadas a su i magen y semej anza. Par a l ogr ar est o se t omó un poco más de t i empo, t r at ando de cumpl i r su l abor l o mej or posi bl e, y cuando hubo t er mi nado se si nt i ó ver dader ament e sat i sf echo consi go mi smo. Y es que el nuevo ser er a t an per f ect o y t an par eci do a su cr eador que mer ecí a r epr oduci r se y l l enar el uni ver so ent er o. Y nuest r o di os l l amó «bact er i as» a sus hi j os pr edi l ect os. Si n embar go, no cont ó con que sus cr i at ur as suf r i r í an a t r avés de mi l l ones de años l a acci ón de l a sel ecci ón nat ur al sobr e el l as, t r ansf or mándol as en or gani smos de l o más ext r año, ya f uesen poder osos como l as sequoi as, evol uci onados y her mosos como l as gar r apat as o pr i mi t i vos y vagament e r i dí cul os como l os monos ant r opoi des. Y vi endo concl ui da su l abor , nuest r o di os cont empl ó su cr eaci ón y se echó a descansar . Ent onces, su madr e i nmacul ada l o l l amó par a i r a comer y nuest r o buen di oseci t o abandonó su uni ver so de j uguet e que no t ar dó en t er mi nar en el bot e de l a basur a, ent r e cáscar as de nar anj a y per i ódi cos del dí a ant er i or .
54
SIETE PERLAS DE BILIS
El l i br o de mer mel ada
Jorge Jolmash
1) El Qwer t yui op es un ave f ant ást i ca con pl umas l í qui das. Di cen aquel l os que l a conocen, que su al et eo pr ovoca r ubor en l as muj er es que se encuent r en en un per í met r o de t r ei nt a y sei s yar das de di st anci a. Su or i na t i ene un penet r ant e ar oma a sandí a. Aunque no ha podi do sobr evi vi r ni ngún ej empl ar en caut i ver i o, t odas l as soci edades de nat ur al i st as del mundo saben que se al i ment a pr i nci pal ment e de chí char os y sopa f r í a. 2) En el paí s de Fal kapán cr ece un ar bust i l l o cuyas r amas t i enen l a pecul i ar pr opi edad de emi t i r gr i t os semej ant es a l os de l os del i ncuent es al ser col gados. Muy pocos vi aj er os se at r even a vi aj ar por est e paí s dur ant e l as noches, aunque no se ha r egi st r ado ni ngún suceso i mpor t ant e desde mi l sei sci ent os t r ei nt a y uno. 3) La t r i bu de l os f ur et esos pr et ende comuni car se con l os espí r i t us de sus ancest r os medi ant e l a r eal i zaci ón de pequeñas esci si ones en l as yemas de l os dedos de l os anci anos. Según sus cr eenci as, cada cor t e l es pr ovee de una nueva boca par a habl ar con aquel l os cuya ausenci a l es pr ot ege. 4) Cuando er a ni ño, mi s padr es me r egal ar on un past el de cumpl eaños. Mi madr e, i ncapaz de mol est ar a su bebé, f i ngi ó que er a una del i ci a a pesar de est ar hecho de pest añas amasadas. Mi padr e no pudo cont ener su r abi a y cant ó l as mañani t as dur ant e l os si gui ent es doce dí as. 5) Se est i ma que ocho de cada di ez var ones mayor es de t r ei nt a y ci nco años, han deseado al guna vez t r ansf or mar se r epent i nament e en par aguas y ser ar r ast r ados por un hur acán, a ci ent os de ki l ómet r os de di st anci a de su l ugar habi t ual de t r abaj o. 6) Según al gunos est udi osos, dur ant e l as pr i mer as décadas del si gl o I I I de nuest r a er a, una sect a her ét i ca af i r maba t ener una l i st a det al l ada de 56
El l i br o de mer mel ada
Jorge Jolmash
t odas l as al mas que cabr í an en el par aí so. Después de una ser i e de anál i si s mi nuci osos de l os manuscr i t os dej ados por est a sect a, nadi e ha podi do encont r ar t ú nombr e en l a l i st a. 7) Par a qui en vi ve dent r o de un t er r ón de azúcar , el hombr e del guar dapol vos bl anco es como el ar chi pámpano de l os t ont os.
8) Una moneda cae acci dent al ment e al pozo mági co. Un deseo de nadi e cobr a vi da r epent i nament e. 57
REAL EDICTO DEL ESCALPELO ALGEBRÁICO
El l i br o de mer mel ada
Jorge Jolmash
El omni sci ent e nar r ador ar queó sus omni pr esent es cej as y, abr i endo su omní vor a boca, sol t ó un di scur so omni pot ent e: «Fi nal ment e, nuest r o sober ano j ui ci o nos ha l l evado a consi der ar una nueva f or ma de ent ender , no sól o al mundo que nos r odea, si no t ambi én —y muy especi al ment e— a l a i dea que nosot r os mi smos nos hacemos de di cho mundo. Sabed que hemos l l egado al r evol uci onari o punt o en que l a r eal i dad y l as i mágenes que el l a gener a se han conf undi do en una pr omi scui dad, que sól o nuest r o t r adi ci onal r el at i vi smo evi t a que cal i f i quemos de absol ut a. Fondo y f or ma navegan uni dos ahor a baj o una bander a de desdi buj ados cont or nos e i mpr evi si bl es consecuenci as. La úni ca opci ón posi bl e ant e semej ant e arr ebat o concept ual , es abandonar se a un compl et o est ado de ar r obami ent o y const ant e aut o cont empl aci ón. Luego de i nt ermi nabl es consi deraci ones y t eór i cos debat es con nosot r os mi smos, graci as a l a maj est ad que nos i nvi st e, hemos l l egado a l a i r r ef ut abl e concl usi ón de que l a esenci al casual i dad —que no causal i dad— del uni ver so debe generar una f i l osof í a y por ende una l i t er at ur a, pr of undament e compr omet i das con el ver dader o pr oceso cr eador y j amás cr eado: el pur o azar . A par t i r de l a pr omul gaci ón del pr esent e j ui ci o, l a poesí a y t odas sus act i vi dades t r i but ar i as se ver án obl i gadas a i r dest r uyendo gr adual ment e sus obsol et os est i l emas, hast a t r ansf or mar se en una ser i e al eat or i a de f r ases suel t as, f i nal ment e l i ber adas del sent i do que t ant o l as t i r ani zar a en el pasado, o mej or aún de si mpl es pal abr as api l adas si n t on ni son. Luci ér naga, ci nco dr omedar i os. Ri mbombant e. Pape Sat án, Pape Sat án, Al epe. I ni nt el i gi bl e pl acer de no compr ender nada. Tal hemos di cho».
*************************** . ***************************
59
HIMNO A SUSANA
El l i br o de mer mel ada
Jorge Jolmash
I ¡ Ah, quer i da Susana el er r or me guí a haci a t u cami no! Ent i endo, según par ece, que abr azar me a t u cul t o de f er t i l i dad ant i gua no har á más que t r aer me pr obl emas. Y si n embar go me es i mposi bl e dej ar de r emar haci a el océano de t u pubi s y t us manant i al es de l eche. Es di f í ci l de expl i car , per o i nt uyo que en gr an par t e er es t ú qui en hace que yo sea ver dader ament e yo. Como si yo exi st i er a t ambi én en vi r t ud de t i , como si mi cuer po hubi ese si do cr eado sól o par a def i ni r por oposi ci ón al t uyo. Y Susana habl ó, y est o f ue l o que di j o: «Yo soy t u Susana, oh Rex Nemorensis. Ár bol sagr ado, bendi t a por cont agi o con l a f er oz Di ana Sel vát i ca; pat r ona de l os bosques, de l os ani mal es sal vaj es, del ganado domést i co y de l os f r ut os de l a t i err a. Yo, que pr ocur o a l os humanos y a l as t er ner as con abundant e descendenci a y ayudo a l as f ut uras madr es a t ener un buen par t o. Mi f uego sagr ado es at endi do por cuat r o ví r genes ( que a pesar de su ol or a sant i dad son pr eñadas por mi i nf i ni t a gr aci a) y ar de per pet uament e en un t empl o r edondo si t uado dent r o del r eci nt o de l a ni nf a Eger i a. Yo t e nombr o a t i , Leandr o, Ar chi di ácono de l as Gaf as, mi sumo sacer dot e en Nemi y Rey del Bosque. Podr ás hacer uso del t í t ul o cuant as veces j uzgues pr udent e, mi ent r as no apar ezca un j oven r i val mej or dot ado par a l a bat al l a y t e haga per ecer . Yo que t ú no vol ver í a a dor mi r . Yo no soy el que está enterrándole es Gabriel el que le está enterrando.
»
Y aún después sus l abi os se vol vi er on a abr i r , gr i t ando a l os ci nco vi ent os: «Länger al s ei nen Tag ohne ei nen gut en har t en und saf t i gen Schwanz i n mei ner Möse hal t e i ch’ s ni cht aus”. Dul ce carcaj ada pur púr ea.
61
El l i br o de mer mel ada
Jorge Jolmash
II La ar dua noche apar ece ant e nosot r os en su f at í di co espl endor . Br i l l an l os oj os de l as estr el l as como f ar ol as de l a ant i güedad. Cami namos t eni endo a l a mar ea como músi ca i nci dent al . La ar ena de l a pl aya se pega a nuest r os pi es apenas humedeci dos por el beso de l as ol as. Esa ar ena f i ni t a ( y a l a vez, en ot r o sent i do, i nf i ni t a) , cuyo secr et o se escapa de nuest r as manos y nuest r o ent endi mi ent o, es al mi smo t i empo mol est a y bel l í si ma, según se l e mi r e. Todo es t an her moso que par ece que ocur r i er a en t el evi si ón ( Pr i me t i me si t com) . Est á cl ar o que l os oj os del r ecuer do segur ament e maqui l l ar án l o que pasó en ver dad, per o hoy podr í a j ur ar que l a ocas i ón es per f ect a. I ncl uso un coquet o br i l l i t o en nuest r os l abi os al uni r se. Nuest r as manos par ecen est ar at or ni l l adas en apr ehensi vo abr azo. Apar t e de eso no hacemos gr an cosa. Con un paquet e de sei s l at as de cer veza en nuest r o poder , nos sent i mos pr epar ados par a hacer f r ent e al ocaso. Nos encomendamos al benévol o consuel o de nuest r a sant a pat r ona, Susana. J ag nj ut er så av mi t t ar bet e. Nada nos pr eocupa ahor a, ya habr á t i empo.
62
EL MONJE QUE JUGABA BILLAR
El l i br o de mer mel ada
Jorge Jolmash
Hubo una vez un monj e que, t r as var i os l ust r os de r i gur oso est udi o de cuant a t r adi ci ón se cr uzó por su cami no, deci di ó que j amás al canzar í a l a i l umi naci ón f i nal a menos que apr endi er a a j ugar bi l l ar a l a per f ecci ón. Consci ent e del esf uer zo que est a nueva pr áct i ca i mpl i car í a par a él , se di spuso a suf r i r un l ar go pr oceso de ent r enami ent o. Ef ect i vament e, al pr i nci pi o sus manos, más hechas a sost ener un l i br o abi er t o que un t aco, er an demasi ado t or pes, y sus oj os bi zqueaban al enf ocar l as bol as r odando sobr e el paño. Per o poco a poco, el monót ono gol pet eo de su t enaci dad f ue desgast ándol e l a i mper i ci a, hast a que f i nal ment e l ogr ó domi nar el j uego. El dí a que con un si mpl e t oque f ue capaz de met er t odas l as bol as en l as buchacas, descubr i ó que compr endí a l a voz i nt er i or de l as cosas que puebl an l a t i er r a. Cuando su i nquebr ant abl e t esón l e per mi t i ó concer t ar car ambol as t an sól o con el pensami ent o, supo que con un par padeo podr í a pul ver i zar l as pi edr as y se al ej ó vol ando.
64
DESTINO
El l i br o de mer mel ada
Jorge Jolmash
Par a der r ocar l a hor r i bl e paz del est er col er o, Leandr o t uvo que pr act i car mi l es, aún di r í a mi l l ones, de exper i ment os pecami nosos y cont r a nat ur a. Y al f i nal , cuando ya l as décadas t eñí an su cabel l o del col or del ar mi ño, Leandr o det uvo unos i nst ant es su l abor y pudo ver como sus manos est aban t i nt as en sangr e de ar aña. Con un suspi r o de r esi gnaci ón, r et i r ó l a mar mi t a l l ena de pot aj e hedi ondo del f uego del hogar y r emovi ó l a asquer osa mezcl a con una pal a de mader a ( el her vor par ecí a más pr opi o del chapopot e que de un cal do) . Qué i mpor t aban ahor a t odos l os sacr i f i ci os que habí a t eni do que hacer par a l ogr ar esa medi ci na r epul si va. Si a pesar del asco conseguí a comer l a, f i nal ment e ser í a capaz de deci di r su pr opi o dest i no con t ot al pr eci si ón, si n t ener que vol ver a pagar t r i but o a l as f uer zas del caos. Si por el cont r ar i o, el vómi t o l e i mpedí a pr obar l a, t odo su esf uer zo y dedi caci ón habr í an si do en vano. Luego de var i as hor as de duda, una mueca de desagr ado f ue l a úni ca seña de que Leandr o habí a pr ef er i do esper ar a que el br ebaj e se cubr i er a de hongos par a t i r ar l o al bot e de l a basur a a bi enpodr i r se ent r e una const el aci ón de l at as de sopa i nst ant ánea.
66
MOLE SIN FUTURO, ATISBANDO A LA OSCURIDAD
El l i br o de mer mel ada
Jorge Jolmash
I No se puede si mpl ement e t ener l o t odo, no ser í a j ust o. I nevi t abl e como el f uego, el subconsci ent e dest i no busca al ej ar nos de l a compl et i t ud, como si el mayor cr i men que se pudi er a concebi r , f uese ese l l ano bi enest ar est úpi do que nos obl i ga a r epet i r su sonr i sa. Como si de ver as. Reconocemos la I l usi ón que nos embar ga, debi l i t ando l as opci ones y aún así , apenas escuchamos un i nsul t o y sal t amos a l adr ar l e a l os t r anseúnt es. ¿Es ver dad o me engaña l a memor i a? Lát i gos apagados r eci ben l a vi si t a de un i nf i ni t o hecho de nar ci sos y edr edones. Cuando la i ncompr ensi bi l i dad cal cul ada hor ma l os gust os de pr opi os y aj enos, hi pócr i t ament e subi mos a l as obsol et as peñas de l a noct ur na al dea. Una vez ahí , nos det enemos dur ant e más de una vi da humana, a pr obar t er r i bl es desdi chas que —de haber quer i do— hubi ésemos podi do evi t ar . Dur as son l as pal abr as con l as que nos condecor an l as escobas, per o casi ni nos i mpor t an. Ar duas sal amandr as r ecompensan nuest r a i nquebr ant abl e vol unt ad. De l a l ocur a l os hi j os, de mi si st ema sacad. ¡ Ah! ¡ Mi r a que senci l l o es ver a una i ndef ensa i dea hundi r se en el escuál i do abi smo de l a exper i enci a cot i di ana! Pi e de i nmensas mont añas que se desmor onan. Cr eci mi ent o y devast aci ón de l as nubes. Por consi gui ent e, veamos, Fi l osof í a, J ur i spr udenci a, Medi ci na. . . ¡ ay! y t ú t ambi én Teol ogí a. Todo l o he apr endi do, t odo l o he est udi ado con i nf i ni t o esf uer zo; y después de t ant as y t an pr ol ongadas vi gi l i as, heme aquí , pobr e l oco, t an sabi o como ant es. Per o si i nsi st o, sé muy bi en que l o consegui r é. Sea pues el pér f i do cl i ma, al i ment o de nuest r a at ol ondr ada e i nút i l vocaci ón. Nor t e hambr i ent o de l o 68
El l i br o de mer mel ada
Jorge Jolmash
que sea, sur de menor es expect at i vas. Que l a per ezosa r ut a f l or ezca en l a conci enci a de l as nuevas gener aci ones. Y al f i n ¿par a qué? Por que sabemos que l a car act er í st i ca pr i nci pal de nuest r os t i empos es j ust ament e l a cer t eza de que t oda af i r maci ón que se haga de l a r eal i dad, t er mi na si endo i nevi t abl ement e una ment i r a.
II Lej os de mí , el t i bi o or gul l o de l as pi edr as se l anza cont r a l os besos de l as qui nceañer as. Sobr e el ét er se escucha un r ui do de f ondo ensor decedor ; el azar oso hí gado de l os cer dos que su dul zur a al i ment ar an. Ya habr á t i empo de ar r egl ar est e hueco, t odos l os huecos que col man l a f r ase Ya ot r o dí a cubr i r á nuest r a cabeza con el or o gr at ui t o de l as har pí as. Sól o l ectur a. El r ecept or debe ser capaz de desci f r ar el códi go, l os muer t os vi vi ent es ( y a qui én l e i mpor t a su supuest a exqui si t ez) pasar on de moda, per o sus mét odos aún pr ef unden l as ar t er i as de l as nuevas gener aci ones. En est e mundo post t odo, con el ar t e de vanguar di a más podr i do que un sal chi chón r adi oact i vo, t odas l as f r ases t i enen un t uf i l l o agr i o a ser i e de t el evi si ón gabacha. It’s understood that Hollywood sells californication. El t r ack 0 const a de un ar chi vo de audi o que t e har á exper i ment ar l a gl or i a. ¿Qué es l a vi da? Un f r enesí , una i l usi ón, una sombr a, una f i cci ón ( y el mayor bi en es pequeño) . Sól o uno de cada t r es exper i ment os es exi t oso. El r est o car ece compl et ament e de sent i do, per o una ci er t a f i del i dad a l os deseos de l a i nf anci a nos obl i ga a per manecer en est a zona t an poco i l umi nada. A veces se t i ene mi edo, un mi edo al go más que at r oz sobr e l a vi abi l i dad del f ut ur o. Nuest r os huesos t i embl an t an r ápi do que obl i gan a nuest r os di ent es a cast añet ear . Si n embar go, al poco t i empo ya hemos sor t eado l as di f i cul t ades ont ol ógi cas y nos abandonamos a un t or r ent e de i mágenes s i n or den ni coher enci a. Per o bueno, l a coher enci a ya vendr á después, segui da por l a pr udenci a y l a honest i dad.
69
El l i br o de mer mel ada
Jorge Jolmash
La al eat or i edad no es absol ut a, l os event os est án uni dos aún por un hi l o conduct or que, si n embar go, se achi cl a como si est uvi er a sopor t ando el más i nt enso de l os cal or es. Una nube de col or es sur có el ci el o r osado y l as vi ol ent as ext ensi ones de past o col or hel ado de l i món. Qui nce años después. Las i deas se van agar r ot ando. Vi enen muy de t ar de en t ar de y casi ni se acuer dan de uno. I ngr at as l e di go, señi t o. — Ah —di j o l a boca con di ent es cont r áct i l es— exi gi mos nuest r o der echo a r omper pl at os. — Nunca vol ver é a mi r ar t e —r espondi ó el anci ano sol l ozando y se al ej ó del l ugar si n mi r ar at r ás. — Ya nunca más. Y aunque no l o qui er as, l a nebl i na se cuel a hast a l os ci mi ent os mi smos de t u cuer po como una enf er medad si n nombr e. Y sabes que est a noche podr ás f i nal ment e dor mi r por que t u act o cr eat i vo —f al so o no— ha hecho que est e mundo sea un poco menos hor r i bl e. Como si t odaví a dudar as de aquel l o que ya est ás segur o ( por que por ot r o l ado est á f uer a de t u cont r ol ) . Per o no, no debes dej ar que ese hábi t o i nvet er ado t e ar r ast r e a l a banal i dad. Tuyo es el mundo de l os Hombr es ( obl i gada mayúscul a nomi nal ) , t uyo es el l aur el ancest r al que cegar a a Ti r esi as. No r eni egues de l o que l as f ur i as t e depar an. — Ya más nunca —di j o el ar chi duque, t r at ando de cont ener l a car caj ada.
mi
pr i mo,
Sol o l as avi spas se r í en de nuest r os chi st es. Nuest r o dest i no t i ene l a par adój i ca condena de Her acl es. No di r é más par a no del at ar un est er t or popul ar de asco. *
*
*
Fi er a caí da de l a que t e l evant as a dur as penas y t r at as de vol ver al t r abaj o, per o ya es t ar de y est án a punt o de cer r ar , y l os ecos de l os cement er i os s e escuchan hast a l a coci na, y un pat o or ada un t únel en una r ebanada de pan áci mo, y un sober ano t i r áni co como nosot r os mi smos nos obl i ga a r esponder de nuest r os act os. El f i n, como se ver á es si empr e el 70
El l i br o de mer mel ada
Jorge Jolmash
mi smo, sól o que no t i ene f i nal ( sucesi ón i ni nt er r umpi da de r ui di l l os de hoj ar asca quebr ándose baj o unas bot as de car t ón y acer o) .
III Yo vi vo en un mundo de ci enci a f i cci ón, t or t ur ado por espect r os el éct r i cos de l ar gos dedos f ul gur ant es. At r of i ado como un enor me muñeco, duer mo l os acont eci mi ent os de mi vi da t oda y el mayor bi en es pequeño. Al f i n y al cabo, sangr e no nos ha de f al t ar . Di go yo, no sé t ú. En el medi o de mi dí a, un cami no her moso me i nci t a a r ecor r er l o. Pr obabl ement e t odo se deba a l a f r ecuent e i l umi naci ón que t u car a i r r adi a en mi s cosechas. Y si después de t odo es ci er t o que nos est af ar on, es peor depr i mi r se en un cabaña en l a sel va que en un hot el de ci nco est r el l as en Toki o, Dubl í n, Londr es o New Yor k. Qui zás l o peor sea no poder deci di r se a i nt ent ar l o que deber í a ser nuest r o r ecur so de t odas maner as. Ci nco gor i l as y medi o t r ansi t an por el r ei no de l as car i cat ur as. Al gún dí a vol ver án, al gún dí a vol ver án. Al gún dí a. Y el pr udent í si mo Ci de Hamet e di j o a su pl uma: «aquí quedar ás col gada dest a espet er a y dest e hi l o de al ambr e, ni sé si bi en cor t ada o mal t aj ada péñol a mí a, adonde vi vi r ás l uengos si gl os, si pr esunt uosos y mal andr i nes hi st or i ador es no t e descuel gan par a pr of anar t e». Val e.
IV El dest i no es un mal hábi t o que adqui r i mos en l os t i empos ant er i or es a l a cur vat ur a del espaci o. Ent onces apr endi mos a l eer l a t r ayect or i a de l a caí da de l as aves en ext ensi ones r i dí cul as de past el de f r ambuesa. Los pol l os de goma caí an de nuest r os abul t ados bol si l l os y nuest r os enor mes zapat os r osados se t r opezaban por l os pasi l l os. Per o t odo eso ya no i mpor t a. Pr ont o l as cadenast enaza gol pear án l as cabezas del senado y habr á que abandonar t odas nuest r as per t enenci as. La úni ca y ver dader a i gual dad ( como en el par aí so pr evi o a l a exi st enci a) nos ser á r evel ada, aunque no cr eo que sea 71
El l i br o de mer mel ada
Jorge Jolmash
agr adabl e. Azul es ser án l os r el ámpagos que bai l ot een en l as manos del padr e del r ubi o Apol o. Toda esa gent e t ar ada que t i ene gr asa en l a pi el no se ent er a ni que el mundo da vuel t as. Y supongo que baj ar á t ambi én el Ot r o de su escondi t e y por un moment o l uz y oscur i dad ser án l o mi smo. Y una pál i da sonr i sa se di buj ar á en l os l abi os de l a muer t e. Si apenas ayer er a el t i empo de l as papagenas y l os papagenos y Ei n Mächen oder Wei bchen. Per o ya no. Lament o dedi cado a Car l Sol omon ( y a veces a Mi ck J agger ) . Tr i st e, muy t r i st e, per o a l a vez capaz de desper t ar una vi ej a al egr í a dor mi da. «Ther e’ s somet hi ng wr ong wi t h t he wor l d t oday & I don’ t know what i t i s». Por ot r o l ado, no debemos ol vi dar que aún hay semi l l as ger mi nando, aún hay huel l as sobr e l a ni eve. Aún descansan l os manuscr i t os en el escr i t or i o del vi ej o edi t or de l a r eal i dad. El cer ebr o i nt er pr et a como qui er e, per o de t odos modos l a cosa no t i ene mucho sent i do ( Y en el f ut ur o sól o el vací o nos esper a) . ( Y en el f ut ur o sól o el vací o nos esper a) . ( sól o el vaci ó sól o nos esper a en esper a f ut ur o ).
72
EL MITO DEL CAOS Y LA RAZÓN TRIUNFANTE
El l i br o de mer mel ada
Jorge Jolmash
En el pr i nci pi o, según nos di j er on, f ue el caos. Es por eso que, r ecor r i endo en r ever sa l a t r ayect or i a del uni ver so, nuest r a vi ej a ment e se pi er de en el movi mi ent o br owni ano de l as par t í cul as de un gas i deal . La et er ni dad es un cor t o ci r cui t o de neur ot r ansmi sor es. Sal var l os r esul t ados de nuest r as exper i enci as de la i r r ever si bl e i ncoher enci a, r equi er e de una buena dosi s de t r abaj o mecáni co per o, cr eemos, bi en val e l a pena. Par a l o cual habr ás de l eer ent r e l í neas, mon sembl abl e, mon f r èr e. Test i moni o f i dedi gno: «El vi er nes pasado, 16 de
abr i l de 1943, me vi obl i gado a suspender mi t r abaj o en el l abor at or i o a l a mi t ad de l a t ar de, e i r me a casa, pues me vi sor pr endi do por una pecul i ar i nqui et ud asoci ada con una sensaci ón de mar eo l eve».
Pal abr a del señor .
Lo más ext r año de t odo es que el comensal gor do quer í a, en ef ecto, un cast i l l o sangr ant e. Sof í a, l a úl t i ma dei dad en ser cr eada, t uvo un hi j o i l egí t i mo, i gnor ant e, f eo, est úpi do, ar r ogant e y de mal car áct er l l amado Yal dabaot h. Como cual qui er a puede compr obar , Madame Sosost r i s di ce pur as sandeces ( y el Ars Magna por ahí anda) . Más nos val e empl ear l a gi l l et t e de Gui l l er mo. La br új ul a, que ot r os l l aman mét odo, nos evi t a per der nos en el apar ent e desor den de l os f enómenos aunque sól o sea por que nos i ndi ca como no pl ant ear l os pr obl emas y como no sucumbi r al embr uj o de nuest r os pr ej ui ci os pr edi l ect os. Y todo eso si n necesi dad del r ui do i nf er nal de f al sos Fi l i f or es y Ant i f i l i f or es con t odo y su sucul ent o ni ño envuel t o. Después de t odo, y si me apur as mucho, el qui d del asunt o est r i ba en sumer gi r se de gol pe en el mar pegaj oso de l os hechos y t r at ar de dar l es un sent i do l o más compr ensi bl e que se pueda. Y es que si no habr í a que conf or mar se con l a si mpl e i nt ui ci ón que r ar a vez pasa del oxi mor ón común: «¡ Oh suma de t odo, pr i mer engendr o de l a nada! ¡ Oh pesada l i ger eza, gr ave f r i vol i dad! ¡ I nf or me caos de seduct or as f or mas! 74
El l i br o de mer mel ada
Jorge Jolmash
¡ Pl uma de pl omo, humo r espl andeci ent e, f uego hel ado, r obust ez enf er ma, sueño en per pet ua vi gi l i a, que no es l o que es! » — A f e mí a Gr egor i o, que no sopor t ar emos más l a car ga. ¡ Bi en di cho Bi l l y! Y l uego l os abuel os nos obl i gar on a l evant ar esa máqui na enor me, per o cada vez me convenzo más de que f ue por nuest r o pr opi o bi en. O al menos así nos convi ene cr eer l o ( aunque bueno ¿cr eer nosot r os? Ni en sueños) . El caso es que es que cuest a t r abaj o deci di r si vi vi mos en un i sl a de est abi l i dad en medi o de un mar de desor den o vi cever sa. En ci er t as ci r cunst anci as l o cont r ar i o de una ver dad pr of unda es ot r a ver dad pr of unda. Y en ot r as ci r cunst anci as cual qui er cosa que di gamos suena est úpi da. En f i n, qué l e vamos a hacer , así es est o de j ugar al khuni ano. La úni ca obj eci ón posi bl e f r ent e a ese ar gument o es l a esbozada por el pr of et a del habano y que a cont i nuaci ón me per mi t i r é t r anscr i bi r : «One mor ni ng I shot an el ephant i n my paj amas. How he got i n my paj amas I don’ t know». Me t emo que has dado f i nal ment e en el cl avo y ya no hay más que r epl i car al r espect o. — ¿Qué es l o que ves t ú, oh vi ej o Ti r esi sas, anci ano de t et as ar r ugadas? — Veo que el est agi r i t a se equi vocaba de medi o a medi o, per o eso ya l o habí a di cho el Siderius nuncius ( HURRY UP PLEASE I T’ S TI ME) . Veo t ambi én que Cl ausi us no est aba t an equi vocado y el desor den es l a espada de Damocl es del cosmos. En concl usi ón, y sacando cuent as cl ar as y chocol at e abuel i t a, t odos est os eones de evol uci ón han si do est r opeados por el i nf at i gabl e esf uer zo de l a ent r opí a. Así que al f i nal , t ambi én est á el caos ( sól o que ahor a ader ezado con l a muer t e t ér mi ca del uni ver so, dura lex sed lex ). — Todo eso est á muy bueno, mi quer i do Pangl oss, per o l o que i mpor t a es no di ser t ar , no ar güi r y cul t i var l a huer t a. 75
El l i br o de mer mel ada
Jorge Jolmash
— Ta güeno pues. Good ni ght Good ni ght Good ni ght
76
PLAYING GOD (PARTE II)
El l i br o de mer mel ada
Jorge Jolmash
LLENO DE MÍ, si t i ado en mi epi der mi s por un di os
i nasi bl e que me ahoga. He descubi er t o como r evi vi r el mi l agr o de l a car ne a par t i r de l o más est ér i l del i nf r amundo. Y heme aquí , pobr e l oco, t an sabi o como ant es. Todo l o he est udi ado —por consi gui ent e, veamos— t odo l o he apr endi do, con i nf i ni t o esf uer zo; y después de t ant as y t an pr ol ongadas vi gi l i as ( Fi l os of í a, J ur i s pr udenci a, Medi ci na… ¡ ay! y t ú t ambi én Teol ogí a) . Lo i mpor t ant e, supongo es que f ui capaz de dej ar de habl ar en pr i mer a per sona del pl ur al y vol ví al si ngul ar yo. Fi nal ment e el del i r i o est á di soci ando mi s múl t i pl es per sonal i dades, y más pr ont o que t ar de he de desper t ar . Tengo mi edo, ay de mí , que est e vi no noci vo sea y en mi s venas cual duende vengador sus di ent es cl ave. J ust o cuando l a t el ar aña del sueño par ece mej or t ej i da es cuando l a mañana se apr est a a l i ber ar el vel o de nuest r os oj os. Así que supongo que si mant engo el f l uj o de pal abr as podr é al canzar l a omni pot enci a ( bueno, no sé si t ant o así , per o por l o menos esa sensaci ón de ubi cui dad y compr ensi ón absol ut a que hace que el t i empo se det enga y l os past el es de cumpl eaños expl ot en como si t uvi er an una bomba de neut r ones dent r o) . Ahor a sé que no soy ( no somos) Mahood ni mucho menos Wor m. En una época f ui conoci do como Leandr o, per o hace ya un buen r at o que abandoné esa f or ma de vi da y me t r ansf or mé en el Ar chi di ácono de l as Gaf as, el espí r i t u más el éct r i co que ni ngún oj o vi er a. Habi t ant e de un mundo que hubi ese podi do ser i magi nado por DeChi r i co ( aunque de hecho f ue i magi nado por un apr endi z de Wal t Di sney medi o i ncompet ent e y pr et enci oso) . Todas l as pal abr as acuden ahor a a mi boca, que ya si ent o como mi l es de bocas uni das por una sent enci a ent r ecor t ada. No sé qué deci r , per o sé que no es el moment o de cal l ar . No por ahor a. Por l o pr ont o un t or r ent e est úpi do de i mágenes cor r e ant e mi s oj os y no me dej an enf ocar l a at enci ón en mi l abor : Const r ui r me un mundo de mer mel ada enor me y l l eno de sangr e. Sí , pr esi ent o que se acer ca el f i nal del t r ayect o y, l a ver dad, no est oy muy segur o si me agr ada o no l a per spect i va. Por un l ado l a vi da et er na es un vi gor oso pr emi o, per o por el ot r o, aún 78
El l i br o de mer mel ada
Jorge Jolmash
l o subl i me t er mi na por har t ar nos, y l a vi da no es una excepci ón. Per o bueno, me est oy desvi ando par a no deci r l o esenci al , si no es que ya l o he di cho y ya no t i ene i mpor t anci a. Lo esenci al supongo, es habl ar del di os f al so que me t i ene at r apado ent r e sus et ér eas gar r as. Ese di os enoj ado, i r acundo, ci ego como él mi smo, como no puede ser más que di os, que cuando baj a t i ene un sol o oj o en mi t ad de l a f r ent e, no par a ver , si no par a ar r oj ar r ayos e i ncendi ar , cast i gar , vencer . Tendr í a que deci r que, si n i mpor t ar sus absur das pr et ensi ones, él no cr eó el uni ver so ni mucho menos hi zo al hombr e a su i magen y semej anza. El uni ver so ya est aba de por sí y el hombr e es apenas un i nsect o que habi t a en l as par t es pest i l ent es y r oj as del mono y del camel l o. Más bi en, y ahor a que l o pi enso con det eni mi ent o, f ue el Hombr e ( yo, Leandr o, el Ar chi di ácono de l as Gaf as) qui en cr eó al di os a su i magen y semej anza, y l o hi zo pequeño y t or pe y si n gr aci a. Y el pobr e di os que me ahoga como el vaso al agua ( aunque est á cl ar o que pr i mer o f ue el agua y sól o par a cont ener l a un oci oso i nvent ó al vaso) ni si qui er a t i ene el val or de acept ar su papel subor di nado en l a t r ama del uni ver so y se engaña dudando —aunque en el f ondo l o sabe, debe saber l o— y se anest esi a pr egunt ándose qué ser á más nobl e y más el evado par a el espí r i t u, si suf r i r l os gol pes y l os dar dos de l a i nsul t ant e f or t una o ar mar se cont r a un pi él ago de cal ami dades y haci éndol es f r ent e acabar con el l as. Per o como di j e, él l o sabe y nomás di ce que duda par a el udi r l a at er r ador a cer t eza que l o acongoj a. Por que l o que no exi st e no t i ene l a f acul t ad de desear l a exi st enci a ni de cr eer en el l a. No exi st e ergo no pi ensa. Si n embar go no conci bo que él , con t odo y l as f al l as con l as que l o cr i amos, sea t an i nsensi bl e que i gnor e su pr opi a i nexi st enci a. O a l o mej or es sol ament e que se conf unde. O cl ar o, que qui er e engañar nos ( engañar me a mí , Leandr o, el Ar chi di ácono) par a segui r cobr ando l a pensi ón de desempl eo a pesar de su f l agr ant e i r r eal i dad. Fi nal ment e, así como su cr eaci ón f ue obr a nuest r a, t ambi én su desapar i ci ón es pr est ada. Y es que, est úpi do de mí , escuché al buen Fr ançoi se Mar i e que me decí a al oí do que si no exi st í a convendr í a i nvent ar l e. Lo que no me di j o y yo t ar dé t odas est as edades en descubr i r es que una vez decr et ada su r eal i dad, l o úni co decent e er a mat ar l e. Y así l o hi ce, y no ni ego que al go per dí con el t r ueque, per o 79
El l i br o de mer mel ada
Jorge Jolmash
i nsi st o en que l a gananci a f ue i nf i ni t ament e mayor . Ahor a, mi ent r as desgr ano ent r e mi s l abi os el sabor a f r ut a podr i da de l a conf esi ón, comi enzo a sent i r como se af l oj an l os nudos de l as cor bat as que me amar r an a est e pot r o. Por que l a causa de mi cast i go ha si do l a i nsol enci a de j ugar a ser di os. Si con un r et r uécano r econozco mi pat er ni dad sobr e él —ahor a l o veo cl ar o— eso si gni f i ca que aut omát i cament e me t r ansf or mo en su cr eador . Cr eador del cr eador del cr eador ( es una r osa es una r osa es) . Caí da ci r cul ar . Té, chocol at e, caf é, hoj as y hoj as y nada de t é chocol at e, caf é, hoj as y hoj as y nada de t é chocol at e, caf é, hoj as y hoj as y nada de t é chocol at e, caf é, hoj as y hoj as y nada de… Per o bast a. El absur do l i br o de mer mel ada pr ont o l l egar á a su f i nal . Aquí l l ega l a her mosa Of el i a.
?
80
EL ARTE DE LA PACIENCIA
El l i br o de mer mel ada
Jorge Jolmash
Es absol ut ament e i ndi spensabl e segui r l as i nst r ucci ones en el or den en que se i ndi ca, de ot r a maner a, l os r esul t ados ser án i mpr edeci bl es ( y muy pr obabl ement e desast r osos) . Lo pr i mer o es i r al desván donde se encuent r an guar dados l os ut ensi l i os de l i mpi eza y t omar una escoba. Es necesar i o obser var l a cui dadosament e, con pl ena conci enci a del mi st er i o que r epr esent a, y l evant ar l a con ambas manos par a sent i r su peso. Tan pr ont o como est emos f ami l i ar i zados con cada una de sus ast i l l as podr emos pasar al si gui ent e punt o, per o no ant es. Una vez que nos acost umbr amos a nuest r a nueva her r ami ent a, podemos comenzar a bar r er . El pr oceso de bar r i do es muy senci l l o, per o no por eso debe ser t omado a l a l i ger a. La oper aci ón ha de l l evar se a cabo de l a si gui ent e maner a: En pr i mer l ugar se empuña l a escoba, mant eni endo l a par t e a l a que van uni das l as cer das haci a abaj o —l o más cer ca del pi so que sea posi bl e— y agar r ando el mango de mader a a modo de pal anca, con el f i n de mani obr ar l a cómodament e. A cont i nuaci ón se pr oceder á a desl i zar l a por ci ón i nf er i or de l as cer das sobr e el suel o, a modo de que ar r ast r en consi go l a basur a y l as par t í cul as de pol vo que se encuent r en en su cami no. Es pr eci so dej ar pasar un par de segundos ent r e cada movi mi ent o de l a escoba y el si gui ent e, par a i nhal ar y exhal ar t r es bocanadas de ai r e y apr eci ar t odo el t r abaj o que aún f al t a por hacer . Est e ej er ci ci o ha de r epet i r se cuant as veces s ea necesar i o, hast a que t oda l a mugr e se encuent r e api l ada en un mont onci t o cer ca de una esqui na de l a habi t aci ón. En cuant o hayamos l l egado a ese punt o, debemos empuj ar con l a escoba el mont onci t o de desper di ci os r umbo al r ecogedor , par a después echar l o al bot e de l a basur a. Es de suma i mpor t anci a r evi sar que quede l i mpi a l a por ci ón de suel o que se encuent r a baj o l a pl at af or ma del r ecogedor , y si no es así , vol ver a pasar l a escoba hast a que no queden r ast r os vi si bl es de pol vo.
82
El l i br o de mer mel ada
Jorge Jolmash
Est e pr ocedi mi ent o ha de r eal i zar se con r i gur oso or den en t odas l as habi t aci ones de l a casa ant es de pr osegui r con l as i nst r ucci ones. En cuant o se ha t er mi nado de bar r er hay que comenzar a t r apear , l o cual debe hacer se como se expl i ca a cont i nuaci ón. Pr i mer o que nada, se t oma el mechudo ( o en su def ect o, l a j er ga) de f or ma si mi l ar a l a escoba y se sumer gen sus dr eadl ocks de est ambr e en una sol uci ón pr evi ament e pr epar ada de agua con det er gent e de pi no. Post er i or ment e se t uer cen par a qui t ar el exceso de agua j abonosa, y se f r i egan con el l as l os mi smos l ugar es s obr e l os que se acaba de bar r er . El si gui ent e paso consi st e en l avar un poco de r opa ( si hay sol ) o t r ast es ( si l as nubes amenazan con sol t ar un aguacer o) . La pr i mer a de di chas act i vi dades ha de r eal i zar se al ai r e l i br e, mi ent r as que la segunda puede ser l l evada a cabo t r anqui l ament e en l a t ar j a de l a coci na. Par a l avar r opa es necesar i o, ant es que nada, t ener r opa suci a, l o cual por ser t an común no r epr esent ar á mayor pr obl ema. Una vez que se t i ene a mano l a r opa suci a, se moj a pi eza por pi eza y se l e unt a j abón. Después se r est r i ega cont r a el l avader o par a sacar l e l o per cudi do, poni endo especi al cui dado en el cuel l o y l as mangas de l as cami sas, así como en l as val enci anas de l os pant al ones. A cont i nuaci ón se enj uaga cada pr enda hast a que dej e de hacer espuma, se expr i me par a qui t ar l e t ant a agua como sea posi bl e, y f i nal ment e se t i ende de un mecat e par a que t er mi ne de secar se al sol . Lavar t r ast es, por su par t e, suel e ser muy par eci do a l avar r opa, con l a not abl e di f er enci a de que l os t r ast es r ar a vez est án hechos de t el a, por l o que no hace f al t a t ender l os de un mecat e. En est e caso, l a oper aci ón se ef ect úa de l a si gui ent e f or ma: Se t oman l os t r ast es suci os y se f r i cci onan con una f i br a r emoj ada en agua de det er gent e. Act o segui do, se pr ocede a qui t ar l es l a espuma bañándol os en el chor r o del agua ( si hace mucho f r í o se puede usar agua t i bi a, o cuando est o no es posi bl e, guant es de hul e) . En úl t i mo l ugar , se col ocan boca abaj o, en una super f i ci e especi al ment e dest i nada par a que se l es escur r a el agua que pudi er a haber l es quedado.
83
El l i br o de mer mel ada
Jorge Jolmash
Tan pr ont o como se han l l evado a cabo l os pr epar at i vos ant es menci onados, se encuent r a uno l i st o par a r eal i zar l a t ar ea pr i nci pal . Ent onces, y sól o ent onces, se t oma el l ápi z y el cuader no y se escr i be el poema. *****
84
ACERTIJO (S.O.S)
El l i br o de mer mel ada
Jorge Jolmash
Lo pr i mer o es cer r ar l os oj os, apor r ear l as t ecl as, i nst al ar se en el est ado de áni mo, y vol ver a abr i r l os oj os. ( Se si ent a uno f r ent e a l a máqui na de escr i bi r , si n si qui er a sospechar l as i nt enci ones de l a musa. Poco a poco, casi si n que se dé uno cuent a, su cot i di ana ver bor r ea se va adueñando de uno y eso es t odo. Ya no es posi bl e evi t ar ser t acl eado por el l a) . Mi r a haci a al l á. Qui en podr í a deci r que me necesi t as. No, Y ¿a qui én l e pr eocupa l a i ncoher enci a? Si al f i n y al cabo, al gún dí a nos al canzar á. [ No hay mucho que hacer al r espect o, est á mat emát i cament e compr obado que est a vi da no t i ene más sent i do que el que se puede l eer en el i nt est i no de un per r o muer t o. ]
t OdO eSo EsTá Bi En, PeRo SaCa De UnA bUeNa VeZ a LoS hI j Os De La LoCuRa dE mI sI sTeMa! ! ! ! ! ! . Tengo en mi cl oset una cami sa nueva que f ue muy bar at a. Yo, como er a de esper ar se no quer í a compr ar l a, per o Susana i nsi st i ó. La ver dad l o que pasó f ue que qui so pr obar se un vest i do y al ponér sel o, se l e r ompi ó. Est aba t an apenada que t r at ó de l l evar se al go par a que l a dependi ent a de l a t i enda 86
El l i br o de mer mel ada
Jorge Jolmash
no se f uer a a enf ur ecer con el l a, per o l o úni co que encont r ó f ue una f al da hor r enda y una cami sa bar at a de mi t al l a. Me pr egunt ó «¿Qui er es l a cami sa?», y yo «No, gr aci as». «Per o si t e hace f al t a r opa nueva, Leandr o». «Per o no t engo di ner o». «No l e hace, yo t e l a di spar o». «No, cr eo que mej or no. Gr aci as». Y se l l evó l a f al da. A l os dos dí as l a f ue a cambi ar por mi cami sa bar at a.
¿A qué pl anet a l l evar á ese cami no? ¿Qué est ados de áni mo desencadenar á en mí ? ¿Haci a dónde se di r i ge el t or bel l i no que si empr e nos ar r ast r a de vuel t a aquí ?
Di cen l os l i br os de t ext o bur gueses, que t odos l os ser es humanos mant enemos una i mpor t ant e por ci ón de nuest r o cer ebr o si n usar . Yo l a ver dad no sé en qué se basan par a hacer semej ant e af i r maci ón. ¿A poco han vi st o de cer ca cómo f unci ona mi cer ebr o, o el de cual qui er mugr osa gavi ot a?
mi l par es de oj os obser van mej or que uno dur ant e l a oscur i dad de l a madr ugada!
87
El l i br o de mer mel ada
Jorge Jolmash
A veces par ece ment i r a nuest r a capaci dad par a cor t ar l a vi da en r ebanadas, y después ser vi r l a de t al modo que l a podamos di ger i r . Cada f r acci ón par ece dot ada de vi da pr opi a, per o si l as l ees de cor r i do, se puede adi vi nar un sent i do ocul t o. Y no ser á que en r eal i dad l os hechos br ot an como bur buj as, si n causa r aci onal y somos nosot r os l os que l as i nt er pr et amos como un continuum. Conf esi ón: Es ci er t o l o que ust edes pi ensan, l o conf i eso. Muchas veces t engo l a i mpr esi ón de que l os di st i nt os moment os que componen un segundo, no t i enen t odos un peso i dént i co al de sus congéner es. De ahí a admi t i r una concepci ón i deal i st a de l a vi da, aún hay mucho t r echo. Una pi edr a vi aj a por el espaci o a ci er t a vel oci dad que hast a hace poco t i empo nos par ecí a i nconcebi bl e. ¿Cuánt os de ust edes habr í an si do l o suf i ci ent ement e l i st os como par a i magi nar l o?
Una pal abr a se l i ga a l a ot r a, despej ando i ncógni t as que ni si qui er a i magi nábamos que exi st í an, e i l umi nando t r oci t os de ot r as pal abr as que r ef l ej an l a l uz en t odas di r ecci ones. Al gún dí a, más pr ont o o más t ar de, al umbr ar án l o t r ascendent al . Mi ent r as t ant o, el cami no val e t ant o como l a met a.
88
El l i br o de mer mel ada
Jorge Jolmash
¡ Oh best i a que vi ves en mi espi na dor sal ! dest r oza el sent i do de cada ver so, no l ogr ar ás evi t ar que un l ect or i ngenuo o mal i nt enci onado, descubr a el secr et o de l a vi da en mi canci ón. «De est e modo, l os mi smos i ones pueden act uar posi t i va o negat i vament e en l a absor ci ón de ot r os. Con est o l a t endenci a de l a acci ón puede cambi ar se según l as condi ci ones. El f enómeno de ant agoni smo y si ner gi smo en l a absor ci ón de macr o y mi cr oel ement os puede ser condi ci onado por l a r eacci ón que pr esent a el medi o, el ni vel de cont eni do en el medi o y en l a pl ant a de ot r os el ement os de nut r i ci ón mi ner al , sus cor r el aci ones, especi e de pl ant as, t emper at ur a del medi o ambi ent e y ot r os f act or es». 3
El comi enzo de t odo puede ser expl i cado por el pr i nci pi o de ιµβεχιλιδαδ una ext r aña f uer za que se encuent r a pr esent e en t odas l as cosas. La consecuenci a pr i nci pal de l a ιµβεχιλιδαδ es l a εστυπιδεζ.
Supón que por al guna r azón er es el úni co t est i go de un asesi nat o que t odaví a no ocur r e. El cómo sucede ese acont eci mi ent o es al go que no debe i nt er esar nos, por cuant o se encuent r a f uer a de l a t r ama de nuest r a hi st or i a. Supón además que est ás obl i gado a pedi r auxi l i o, per o no qui er es que el asesi no se ent er e, por que aún no se l e ha ocur r i do l a i dea del cr i men y si no se l a sugi er es puedes ganar 3
¿Per o qué est á pasando? ¿Qué sent i do t i ene ci t ar un l i br o de B. A. Yágodi n, y especi al ment e su «Agr oquí mi ca»? Debe quer er deci r al go, porque el párr af o copi ado no pert enece a l a pági na dos ni a l a cuat r oci ent os. Segur o que el mensaj e es t an i mpor t ant e que no puede ser escr i t o l l anament e. La Ver dad ha de ser encont r ada aquí por oj os adecuados.
89
El l i br o de mer mel ada
Jorge Jolmash
t i empo pr eci oso par a det ener l o. ¿No ser í a ent onces l ógi co empl ear una f or ma de escr i t ur a cr i pt ogr áf i ca que pueda ser compr endi da por l a pol i cí a, per o que r esul t e t ot al ment e esot ér i ca par a el del i ncuent e? ¿Ent i endes l o que t e di go? Tú, sí , t ú, l ect or hi póc r i t a, mi i gual , mi her mano. ¿Has ent endi do al go o est oy habl ándol e a l a par ed? … poco a poco, como qui en no qui er e l a cosa, l os f r agment os separ ados van cobr ando sent i do en l a danza dent r o de t u cabeza. Te esf uer zas, enf ocas l a vi st a y l o que ant es t e par ecí a un t r emendo caos, demuest r a ser una enor me y absur da met áf or a de nada.
¿Nada?
Nada. Out , out , br i ef candl e! Si gni f yi ng not hi ng.
(aplausos)
Fin.
90
Esta obra se terminó de digitalizar el 2 de enero de 2012 bajo la supervisión, formación y cuidado editorial de AL FIN LIEBRE EDICIONES DIGITALES.
«Por una libre redistribución de textos.» Lugar de la culminación de la digitalización. 2 0 1 2