Prosistas griegas Testimonios y fragmentos T R A D U C C IÓ N , IN T R O D U C C IÓ N Y NO TAS DE M A N U E L G O N Z Á LE Z S U Á R E Z
JOHAN CHRISTIAN WOLF (1690-1770), hijo del teólogo John Wolf, nació en Wernigerode (Alemania). En 1709 ingresó, para cursar estudios de Teología, en la Uni versidad de Wittenberg, en Hamburgo, donde impar tía clases su hermano mayor, el hebraísta Johan Cristoph. Más adelante, se dedicó a dar conferencias de contenido filológico en pequeños círculos de eru ditos, hasta que, en 1725, ocupó el cargo de profesor de ciencias y poesía en el Gimnasio de Hamburgo, donde también llegó a ser director de la biblioteca pública. Una parte sustancial de su quehacer filoló gico consistió en rescatar de los textos antiguos grecolatinos la actividad intelectual de las mujeres: en un volumen publicó la obra de las poetisas (Hambur go, 1735) y, en otro, la de las prosistas (Hamburgo, i735)> la obra que aquí se presenta. MANUEL GONZÁLEZ SUÁREZ, profesor de Filología Griega en la Universidad de Oviedo, ha trabajado especialmente en los campos de crítica textual, épi ca arcaica y literatura griega tardía. Recientemente ha publicado, en edición bilingüe, la única colección de chistes conservados de la Grecia antigua, titula da Philógelos.
PANFILA, OLIMPIA, HIPARQUIA, EDESIA, SOSÍPATRA... son nombres prácticamente desconocidos para el lector moderno. Prosis tas griegas es el primer intento en la historia de la Filología Clásica de rescatar de los textos griegos que han llegado hasta nosotros la actividad intelectual de la mujer en la Antigüedad. Para ello, su compilador, Wolf, ha recogido pa sajes que van desde Homero hasta textos del siglo xv d.C. y que nos hablan, en ocasiones de forma un tanto parcial y sesgada, fruto de la época o del autor de los textos, de los méritos y deméritos de estas mujeres, que casi siempre de sarrollaron su labor en un segundo plano. La actualidad de la obra es innegable: en un mundo en que la literatura se escribía por y para hombres, se puede entrever el papel que las mujeres tuvieron en el desarrollo de algu nos géneros literarios y disciplinas de pensamiento (filoso fía, historiografía, matemáticas, etcétera). A través de los textos, desfila ante el lector una serie de figuras femeninas, a veces, ensalzadas, Otras, vituperadas, cuyas ideas, obra y pensamiento debieron de ejercer, en ocasiones, un influjo muy superior al que podemos imaginar.
www.krkediciones.com ISBN 978-84*8367-338-6
J. C h . W o l f
Prosistas griegas Testimonios y fragmentos Traducción, introducción y notas de M a n u e l G o n z á le z Su árez
K R K E D I C I O N E S · 20II
TRA S 3 LETRAS
C O M P A G IN A C IÓ N Y C U B IE R T A : M A R T A V IG IL LA G R A N D A A L C U ID A D O DE LA E D IC IÓ N : C E L E ST E S Á N C H E Z M A R T ÍN E Z
T ítu lo origin al:
M ulierum grœcarum quœ oratione prosa usœ sunt fragm enta et elogia L o n d re s, 17 39
E sta ob ra ha sid o p u b licad a co n u n a su b ven ción d e la D ire cció n G e n e ra l del L ib ro , A rc h iv o s y B ib lio te c a s del M in is te rio de C u ltu r a p ara su p réstam o p ú b lico en B ib lio tec a s Pú b licas, d e acu erd o con lo p revisto en el artícu lo 3 7 . 1 de la L e y de P ro pie d ad Intelectu al.
Ilu stración de cu b ie rta: D io se s P o sid ó n , A p o lo y Á rte m is. B lo q u e v i d el friso este del P arten ón , 4 4 2 -4 3 8 a .C . M u seo de la A c ró p o lis, A tenas.
© de la trad u cción , in tro d u cció n , n otas, ín dices y b ib lio g rafía, M an u e l G o n z á le z Suárez © d e esta e d ició n , K R K E d icio n e s w w w .k rked icio n es.co m A lv a re z L o re n zan a, 2 7 . O v ie d o I SB N : 9 7 8 - 8 4 - 8 3 6 7 - 3 3 8 - 6
D e p ó sito leg al: A S . 298 5 / 2 0 1 1 G ra fin sa . O v ie d o
índice
I n t r o d u c c i ó n , p o r M an ue l G
Pro sist a s
o nzález
S u á r e z ...........
9
g r ieg a s
1. Edesia........................................................................... 27 2. Esara.............................................................................. 3 3 3. Anrusa.......................................................................... 37 4. Aspasia......................................................................... 39 5. Berta............................................................................. 55 6. Eudocia......................................................................... 59 7. Hiparquia..................................................................... 85 8. Hipatia.......................................................................... 91 9. Julia Domna................................................................. 107 i o. Lastenia de Mantinea................................................... 11 5 11. L e o n c i o ......................................................................... 117 12. M aría P i lia .................................................................... 125 13. M a xim ila y Prisca ......................................................... 129 14. M e lis a ........................................................................... 137 15. M í a ................................................................................ 139 16. N i c a r e t a ....................................................................... 143 17·
E n o n e ...........................................................................
145
8
1 8. 19. 20. 2i. 22. 23. 24. 25. 26. 27. 18. 29. 30. 31. 32.
ÍNDIC E
Olimpia........................................................................ Pánfila de Epidauro..................................................... Panipersébasta...... ...................................................... Perictíone.................................................................... Fintio............................................................................ Polidamna.................................................................... Ptolemaide de Cirene................................................. Esmaragda Canabutzena............................................. Sosípatra...................................................................... Téano............................................................................ Temista......................................................................... Teodora........................................................................ Teóride......................................................................... Timica.......................................................................... Zoe...............................................................................
! 53
169 ¡7S
1 83 189 193 197 203 ¿07 119 2.37 2-39
2.41 2.43 2.47
Ín d ic e s y b ib l i o g r a f ía
Figuras femeninas de la Antigüedad.................................... 25 1 Abreviaturas y bibliografía................................................... 285 Indice onomástico................................................................. 2.97 índice detallado....................................................................
3 °5
Introducción M a n u e l G o n z á le z Su árez
i. P r o l e g ó m
enos
El siglo pasado implicó un avance importante en muchas cuestiones relativas a la condición de la mujer, tales como la consecución de su derecho al voto, su participación en polí tica, su acceso a la ciencia e investigación, etcétera. Ha habido (y continúa habiendo) muchos escritos en torno al papel y la condición de la mujer que han suscita do numerosas controversias, convertidas, a veces, en deba tes acalorados. Respecto a la situación de la mujer en el mundo antiguo, también el siglo X X h a sido fecundo en trabajos destinados a estudiar y a arrojar algo de luz sobre este asunto y que van desde los roles sexuales, el matrimonio, los adornos, la fami lia, la figura femenina en la literatura, en el mito, etcétera.' En el año 1739 W olf publicó la obra que es objeto de la presente traducción con la idea de recoger los testimonios y fragmentos más representativos que reflejen la actividad y la labor intelectual de la mujer en el mundo antiguo. Es, por 1 Puede verse la bibliografía recogida en el artículo de E. Garrido González, «Problemática del estudio de la mujer en el mundo antiguo. Aportación bi bliográfica », en w . A A ., 1986, pp. 29-65, así como el repertorio de Mirón, 1992. — 11 —
M A N U E L GON Z Á LE Z SUÁR EZ
tanto, un intento que viene de lejos el de poner ante el lec tor los únicos testimonios que tenemos de esta labor inte lectual de la mujer, accesibles para nosotros exclusivamente a través de los textos que aparecen diseminados aquí y allá a lo largo de varias centurias. C on esta obra, titulada Prosistas griegas. Testimonios y fragmentos, pretendemos ofrecer al lector esos escasos res tos que se conservan de la actividad intelectual de las mu jeres en el mundo griego de la Antigüedad, entendida esta lato sensu, es decir, no solo las épocas arcaica y clásica, sino también y muy especialmente, dada la relativa abundancia de documentos conservados, las épocas llamadas helenísti ca, imperial o romana, e incluso bizantina. En efecto, los textos recogidos aquí y que tienen como base la obra de W olf citada en la bibliografía, abarcan un período de casi dos milenios, dado que van desde algunos de Homero, hasta los más tardíos, ciertos testamentos y ci tas que nos llevan incluso hasta el siglo X V I . Del título de la obra1 se desprende la intención, quizás un tanto ambiciosa, de recoger las principales menciones que de la actividad intelectual de las mujeres en el mundo antiguo se han hecho en épocas posteriores, es decir, los tes timonios, fruto, en todos los casos, de la perspectiva mascu lina y que atienden más bien a la ponderación de lo que se consideraba una «actitud intachable» de la mujer o de sus 1 Para el título de la obra en el original de Wolf, que se podría verter al español como Testimoniosyfragmentos de mujeres griegas que han escrito en prosa, véase el apartado «Abreviaturas y bibliografía».
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sentimientos, que a su actividad intelectual propiamente dicha. Basta echar un vistazo, a modo de ejemplo, a los tex tos de § i o § 1.2. sobre la conducta de Edesia con respecto a su marido y sus hijos, o a los ataques burlescos contra Aspa sia (§ 4-5 o § 4 .ii) ,y asi en muchos otros casos. Más compleja es la cuestión relativa a los fragmentos, porque, en este caso, nos encontramos con una triple pro blemática: 1. En primer lugar, como hemos apuntado, todos los textos citados y atribuidos a diversas mujeres se deben a hombres, algunos de los cuales vivieron en épocas poste riores. Sería una excepción el caso de Anna Comnena, con su obra historiográfica que se conserva en su totalidad, titu lada Alexias y dedicada a la memoria de su padre, obra que W olf no recoge en su colección de textos. 2. Además, se plantea el espinoso problema de decidir hasta qué punto el texto citado es obra de la autora en cues tión o del autor que la menciona. ¿Son las palabras litera les de la prosista leídas u oídas directamente por el autor del texto o se trata de una refección o invención suya? Es te problema lo encontramos principalmente en el caso de obras con finalidad «m oralizante», obras en que se reco gen «anécdotas» y en las obras de los escritores eclesiásti cos (Plutarco, Eliano, Eusebio...). 3. Más complicado aún es el caso de ciertas citas indirec tas, en las que no podemos decir a ciencia cierta dónde em piezan y dónde concluyen las palabras de la autora. Tal es el caso, por ejemplo, de los textos de Ptolemaide de Cirene.
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M A N U E L GON Z Á LE Z SU ÁRE Z
En este caso, hemos optado por limitarnos a mantener el texto de Wolf, sin ampliarlo ni recortarlo, salvo en casos muy excepcionales, y sin entrar en debates eruditos más pro pios de una publicación científica que de un libro con afán divulgativo. 2. P a n o
r a m a d e la m u je r en
G
r e c ia y
R
oma
2. i . E n G re c ia
Tradicionalmente, la idea del papel de la mujer en las so ciedades antiguas venía a ser la siguiente: siempre está en inferioridad de derechos y vive en una total marginación social y política, tanto en Grecia como en Rom a.’ En el mundo griego cabría distinguir, en primer lugar, el ca rácter más conservador de Atenas o Esparta y la mayor aper tura de la zona de Asia Menor, así como las notables diferen cias entre el campo y la ciudad. Como señala Teja Casuso, la emancipación de la mujer en el derecho privado fue el punto de partida de la evolución desde la época clásica, lo que conlle vó la equiparación en el derecho hereditario y la independen cia en el divorcio y la separación, dando lugar también a una importante actividad de la mujer en el mundo del comercio. Se puede suponer que, a partir del siglo v a. C. se produ jo un acceso cada vez mayor de la mujer a la vida pública, en función de su riqueza, edad o clase social a la que pertenecía. Teja Casuso señala que este avance fue menos significativo en ’ Puede verse al respecto el artículo de R. Teja Casuso, «La mujer en el mundo antiguo: síntesis histórica y balance de la investigación reciente», en w . A A ., 1986, pp. 15-18, cuyas ideas esenciales seguimos aquí.
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el plano de la cultura, aunque, en la época helenística, algu nas escuelas filosóficas, como los estoicos, los epicúreos o los pitagóricos, prestaron especial atención a las mujeres, admi tiéndolas como discipulas en sus escuelas y permitiéndoles incluso la docencia, como tendremos ocasión de comprobar. Antecedentes de estas mujeres debieron de ser algunas como Diotima, que aparece dialogando con Sócrates en el Banquete platónico, o Safo, la famosa poetisa de Lesbos, si bien la mujer permanecería bastante marginada de la cultu ra y de la educación, lapaideia, que estaba orientada exclusi vamente a la formación del hombre político: prueba de esto es que solamente a partir de la época helenística es cuando se puede constatar una mayor alfabetización de las mujeres. Se ha citado4 a Eurípides como principal difusor del fe minismo griego y como descubridor del alma de la mujer, cuyos sentimientos de amor, placer, sufrimiento, etcéte ra, inundan la poesía helenística. Es en esta época también cuando aparece una nueva visión del matrimonio y de la fa milia, con la búsqueda de un matrimonio feliz y de una ar monía de la pareja, tratando de equiparar al hombre con la mujer, según propugnan los estoicos. z. z. E n Roma El mundo helenístico hubo de influir necesariamente en el cambio experimentado en el status social y jurídico de la mujer en Roma, cambio lento y que supuso un progresivo 4 R. Flacelière, « D ’un certain féminisme grec», R E A , 64,1962,109-116, citado por Teja Casuso.
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avance de la conservadora sociedad romana patriarcal, es pecialmente a finales de la República. Este cambio continuó durante la época imperial, en la que las mujeres desempeñaron importantes papeles en la corte de los emperadores y en la política del senado. C on todo, Roma mantuvo siempre la idea de que la mu jer ideal ha de permanecer en casa sin inmiscuirse en asun tos políticos. A esta mujer se le exige una serie de virtudes, como el pudor o la castidad, en contraposición con las vir tudes del varón. Según Teja Casuso,5 se dio una serie de circunstancias que permitieron a la mujer romana acceder a las libertades: i. El desarrollo económico. i. La influencia helenística en las formas de vida y cos tumbres. 3. La religión con la difusión de los cultos mistéricos. Cabe pensar que un importante freno en la consecución de las libertades y los derechos de la mujer fue el difícil ac ceso que podía tener a la educación, las letras y la cultura en general, dado que se casaba a una edad muy temprana, de ahí que la formación que recibiera procediera fundamen talmente de su marido. 3. E l q u e h a c e r l i t e r a r i o d e l a m u j e r
Com o señala Bernabé Pajares6 en la introducción a su edición de las poetisas griegas, basta con considerar los 5 Op. cit., p. i i .
6 Bernabé, 1994, pp. 1-2.
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nombres de los autores griegos conocidos para darse cuen ta de que la presencia femenina entre estos nombres es muy escasa. El número de poetisas citadas es relativamente mayor que el de prosistas (científicas, filósofas, matemáticas) pero no mucho más abundante. En el caso de las intelectuales, la tradición textual es bas tante pobre, y se pueden constatar las siguientes notas: i. De ninguna de ellas se conservan obras completas, con excepción de autoras ya de época bizantina, como es el ca so, por ejemplo, de Anna Comnena, con su obra históricopanegírica, Alexias, sobre la figura de su padre. z. Son muchos más abundantes los testimonios citados que los fragmentos. Dichos testimonios, en ocasiones, son simples referencias sueltas con muy variada finalidad: a) Para poner de relieve la conducta intachable de una mujer (como Edesia). b) Para ridiculizar determinadas conductas femeninas (como en el caso de Aspasia, de Leoncio o de Téano). c) Para criticar sus actos heréticos (como ocurre con Maximila y Prisca). d) Para poner de relieve sus maquinaciones en el poder (como en el caso de Olimpia o de Julia Domna). e) Y, en algunos casos, desafortunadamente, de los que menos textos se conservan, para ensalzar su labor intelec tual. 3. Los fragmentos que se pueden reconstruir en muchas ocasiones se hallan envueltos, por otro lado, en diversas po lémicas eruditas sobre si realmente son atribuibles a deter-
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minada mujer o si son fruto de la inventiva del autor que los recoge. En su introducción, Solana Dueso' señala que Burns, en 1905, defendió la existencia de un movimiento de emanci pación entre las mujeres atenienses de los siglos v y i v a . C. Aduce, como primer testimonio literario, la Medea de Eurí pides, junto con Lisístrata, Tesmóforos y Asambleístas de Aristófanes. Solana Dueso concluye que Burns no duda en afirmar que este movimiento de emancipación parte de los círcu los de heteras, basándose en la afirmación de C. Mossé de que las heteras eran las únicas mujeres verdaderamente li bres de la Atenas clásica. Son muy conocidas las citas de la relación de los filósofos con las heteras y del hecho de que estas eran las únicas mujeres que tenían acceso a los círculos masculinos (Pericles, con Aspasia, Aristóteles, con Herpilis, Platón con Arqueanasa de Colofón, etcétera). Este movimiento de emancipación y de participación de la mujer en el mundo intelectual sin duda se fue amplian do, como hemos señalado en apartados anteriores, a par tir de la época helenística y romana, pero de los escritos de estas mujeres es muy poco lo que se conserva. Siguiendo a Solana Dueso, dichos libros probablemente serían los pri meros expuestos a la damnatio memoria, cosa que explicaría su desaparición, si bien reflejarían una mínima parte de lo que realmente sucedió, es decir, que, sin duda alguna, exis7 Véase el apartado 3, titulado «Movimiento de emancipación femeni na en Atenas», en Solana Dueso, 1994, pp. l x x x i v - x c v .
IN T R O D U C C I Ó N
«9
rieron mujeres muy cualificadas para la actividad intelec tual y dedicadas a ella. Habría que añadir, además, otro hecho: este movimien to de emancipación de la mujer que habría partido de la Atenas clásica, y que habría contado con Aspasia como una de sus primeras artífices, dado que, por su condición de he tera, no estaba sometida a la presión social e ideológica de las mujeres atenienses, propició una intervención notable de la mujer tanto en la actividad educativa como en la in telectual. 4. C
u a d ro c r o n o ló g ic o d e la s in t e l e c t u a l e s
Presentamos en el cuadro 1 un esquema cronológico que permite ubicar, de forma aproximada, la labor intelectual de las mujeres griegas. Las fechas que ofrecemos, salvo que los textos las recojan explícitamente, son aproximadas, pe ro permiten tener una visión diacrónica de la actividad in telectual de la mujer en la tradición griega. C
u a d r o i.
Cronología de las intelectuales
Sig lo
In t e l e c t u a l
C itada en Hom ero (?) C itada en Hom ero (?) v a . C. v a . C. v a . C. IV a .C . IV a .C . IV a .C .
Enone Polidamna Esara Perictíone Aspasia Téano Tim ica Fintio
ΙΟ
M A N U E L GON Z Á LE Z SUÁR EZ
I V a .C . IV a. C . IV a .C . IV a .C . (i.a mitad) IV a. C . (2.a mitad) iv - iii a .C . n i a. C . in a. C . π ι -ii a .C . i d .C . i d .C . il d. C . 11-in d. C . iv - v d .C . v d . C. v d .C . v - v i d. C . ix - x d. C . x i i d .C . XIV d .C . x v i d .C . (1574) x v i d .C . (1580) XVI d. C . (1599)
Leoncio Melisa M ía Sosípatra Olim pia Lastenia Teóride Nicareta H iparquia Ptolemaide Pánfila M axim ila y Prisca Julia Dom na H ipada Edesia Antusa Teodora Zoé Berta Irene «Panipersébasta M aría Pilia Esmaragda Eudocia
5. C u a d r o d e l a l a b o r i n t e l e c t u a l d e l a s m u j e r e s
En el cuadro 1 clasificamos de manera aproximada la ac tividad en que destacan estas mujeres a partir de los textos de que disponemos. Hay que tener en cuenta, no obstante, que, en muchos casos, las deducciones que se pueden ha cer a partir de los documentos son muy exiguas, dado que una misma mujer puede haber desarrollado su labor en va rios campos del saber.
IN TRO DUCCIÓN
C
uadro
2.1
2. Actividad de las intelectuales
In t e l e c t u a l
Enone Polidamna Esara Perictione Aspasia Téano Tim ica Fintio Leoncio Melisa M ía Sosípatra Lastenia Nicareta Teóride Olim pia H iparquia Ptolemaide Pánfila M axim ila y Prisca Julia Dom na H ipatia M ía Edesia Antusa Teodora Zoé Berta Irene «Panipersébasta» M aría Pilia Esmaragda Eudocia
A c t iv id a d
Medicina, farmacopea M edicina, farmacopea Filosofía (pitagorismo) Filosofía (pitagorismo) Retórica, oratoria Filosofía (pitagorismo) Filosofía (pitagorismo) Filosofía (pitagorismo) Filosofía (epicureismo) Filosofía (pitagorismo) Filosofía (pitagorismo) Filosofía (platonismo) Filosofía (platonismo) Filosofía (platonismo) Adivinación Epistolografía, política Filosofía (cinismo) Música, matemáticas Historiografía Religión Filosofía (platonismo), política Filosofía, matemáticas, astronomía Filosofía (pitagorismo) Filosofía (platonismo) Adivinación Filosofía, gramática Política Docum ento privado (escritura) Retórica, oratoria Docum ento privado (testamento) Docum ento privado (carta) M itografía
22
6. Los
M A N U E L GON Z Á LE Z SUÁRF.Z
CRITER IO S d e e s t a e d i c i ó n
Para concluir esta sumaria aproximación, vamos a decir dos palabras sobre esta versión. Com o queda dicho en el apartado i, hemos pretendido verter al español un conjunto de textos, recopilados por vez primera por Wolf, con el fin de ofrecer al lector una visión panorámica de lo que pudo haber sido la labor intelectual de las mujeres en la tradición griega. Es cierto que la obra de W olf recoge algunos documen tos que no aportan demasiado a nuestro conocimiento, especialmente los textos tardíos (que van del siglo x n en adelante) y que el lector interesado puede ampliar en las fuentes que cita el propio autor (M. Crusius, B. de Monfauçon, J. A. Fabricius, etcétera), pero los hemos manteni do por afán de respetar la obra original. Lo mismo cabría decir de los textos relativos a Enone o Polidamna, a las que podríamos calificar como «intelectuales m itológicas», al lado de las cuales se podrían haber recogido textos de otras «intelectuales», como es el caso de Medea, Circe, etcétera. Sin duda, la tradición no ha sido muy generosa con es ta labor de las mujeres ya que, a diferencia de otros mu chos aspectos relacionados con la condición femenina en el mundo antiguo para los que disponemos de abundantísi mas fuentes,8en el caso de las intelectuales (o prosistas) so lo conservamos algunos testimonios y fragmentos que nos 8 Piénsese, por ejemplo, en cuestiones tales como las relativas a la situa ción social de la mujer, su situación jurídica, su papel en el mito, en la lite ratura, en el arte, en la vida cotidiana, en la educación, etcétera.
IN T R O D U C C I Ó N
pueden dar una idea muy somera y vaga de su actividad, in fluencia y reconocimiento entre sus coetáneos y en autores posteriores, que vendría a ser, sin duda, solo una muestra mínima dentro de ese gran entramado de textos. Por lo que se refiere a los testimonios, los hemos recogi do según aparecen en la obra de Wolf. Ya hemos apuntado más arriba la prevención que hay que tener respecto a su va lor, es decir, solo en muy contadas ocasiones su objeto es dar a conocer la obra de estas mujeres que, más bien, se sacan a la palestra para ejemplificar conductas («reprobables» o no, según el juicio del autor que las menciona) o, en casos más extremos, para ridiculizar su actitud. Con todo, algo se puede entresacar de estos textos en los que — no sabemos si acaso de forma inconsciente— al autor se le deslizan algu nas palabras sobre la educación y formación, publicaciones y escritos o magisterio de la figura femenina en cuestión. En cuanto a los fragmentos, salvo en contados casos, no los hemos destacado por dos razones: i. En algunos casos no sabemos qué porción de texto ha bría que considerar como un verdadero fragmento, dada la ambigüedad o parquedad del autor que las cita. z. Para el resto, es fácil deducir (o, al menos, suponer) hasta qué punto el texto citado se podría corresponder al original de la autora Hemos mantenido el orden de la presentación, tanto de las intelectuales como de los textos correspondientes a ca da una. En el primer caso, W olf las ha recogido por el orden alfabético griego (orden que queda destruido al efectuar la
Μ
M A N U E L GON Z Á LE Z SUÁR EZ
transcripción al español) y, en el caso de los documentos, hemos renunciado, no tanto por comodidad, cuanto por fi delidad al compilador, a intentar una separación entre tes timonios y fragmentos y a ordenar los primeros de forma «cronológica» o siguiendo algún otro criterio. Finalmente, hemos procurado atenernos a las lecturas del texto griego de Wolf, si bien se han consultado edicio nes más modernas de los textos, cuando ello ha sido posible, en pasajes que planteaban algunos problemas de lectura.
Prosistas griegas
I.
Edesia
Los datos de que disponemos sobre esta mujer de la escuela neoplatónica de Alejandría son únicamente los que podemos extraer de los textos que se ofrecen a continuación. Edesia vi vió en torno a l siglo v d. C. i.i. L a c o n d u c t a d e E d e s i a Edesia, esposa de Herm ias;' era cuñada de Siriano el grande,1 la más hermosa y la mejor de las mujeres de AleEn su comportamiento era similar a su esposo, es de cir, sencilla y noble, y se preocupó por el sentido de la jus1 Hermias era un filósofo neoplatónico que nació en Alejandría en torno al año 410 y que estudió filosofía en Atenas con Siriano el grande. Murió a mediados del siglo v y de él se conserva un comentario al Fedro de Platón. 1 Siriano fue un filósofo platónico que vivió a mediados del siglo v d. C., maestro de Proclo y comentarista de Platón y Aristóteles. Sucedió a Plutar co como escolarca de la Academia en Atenas y solo se conserva de su obra algún comentario a la Metafísica de Aristóteles. Murió en el 437. 5 Alejandría es una ciudad del delta del Nilo fundada por Alejandro Magno en el año 332 a. C. Era famosa en la Antigüedad por su Biblioteca y su Museo, y constituyó un gran centro cultural y científico a partir de la época helenística, cuyo inicio los historiadores fijan con la muerte de Ale jandro (año 323 a. C.) — 17—
P R O S IS T A S GRI EG AS
ricia no menos que por el de la modestia a lo largo de to da su vida; lo excepcional en ella era tanto su amor a Dios como su amor a los hombres. Por esa razón, aun por en cima de sus posibilidades, trataba de hacer bien a quienes lo necesitaban, hasta el punto de que, incluso a la muer te de Hermias, cuando se había quedado viuda y con sus hijos huérfanos, utilizaba el dinero de sus gastos para las beneficencias, así que legó a sus hijos una hacienda carga da de deudas. Por ese motivo había algunos que trataban de criticar la, pero ella, que consideraba como el único tesoro de una esperanza mejor el que alguien quisiera sacar del abismo de la indigencia a las personas santas y modestas, no ha cía caso a nadie por la compasión que tenía hacia la hu mana fortuna. El caso es que la amaban incluso los ciudadanos más malvados; pero ella se preocupaba muchísimo de sus h i jos en lo que se refiere a filosofía, y trataba de legarles la ciencia de su padre, como si fuera una herencia de la hacienda paterna. Ella fue la que conservó para sus h i jos, jóvenes aún, cuando empezaron a dedicarse a la fi losofía, la m anutención pública que se le daba a su p a dre. Esto no sabemos que lo haya conseguido ningún hombre ni tam poco ninguna mujer, pues Edesia gozaba entre todo el mundo de un honor y un respeto no p e queños. Pero cuando zarpó a Atenas junto con sus hijos a los que enviaba para que se dedicaran a la filosofía, se queda
EDESIA
2-9
ron admirados de su excelencia los distintos grupos de fi lósofos, así como su corifeo,4 Proclo.5 Esta es Edesia, a la que, cuando aún era una muchacha, Siriano estuvo a punto de prometerla en matrimonio con Proclo, si Dios no hubiera apartado a Proclo de contraer matrimonio. En lo que respecta a Dios fue tan piadosa, re ligiosa y, por decirlo en general, tan amada por Dios que fue merecedora de múltiples epifanías. Tal fue Edesia, que pasó toda su vida amada y ensalza da por Dios y por los hombres. He conocido incluso a es ta mujer, ya anciana, y, con ocasión de su muerte, acepté pronunciar el tradicional discurso fúnebre,6 compuesto en versos heroicos,' cuando todavía era joven, incluso un ado lescente. Los hijos que tuvo con Hermias fueron, el más joven, Heliodoro8 y el mayor, Am onio.9 Pues bien, este era más 4 En este pasaje, el término «corifeo» que, en su significado más habi tual es un término del teatro para designar al portavoz o jefe del coro, tiene el sentido de «jefe» de la escuela de filosofía. s Filósofo neoplatónico del siglo v d. C. El grueso de su obra consistió en comentarios a Platón y a los Elementos de Euclides. 6 Un buen ejemplo de un discurso fúnebre (logos epitafios) compuesto para los caídos en la guerra se puede leer en Thuc. z, 34-46, aunque el que aquí se menciona es el que, en tono de elogio (1épainos), se pronuncia con ocasión del fallecimiento de un ciudadano particular. 7 Es decir, el elogio fúnebre, en este caso, es un poema en hexámetros. 8 Heliodoro cultivó el neoplatonismo y se le atribuía, puede que errónea mente, la autoría de un comentario a un manual sobre astrologia. 9 Amonio, que, como nos dice el texto más adelante, fue discípulo de Proclo, llegó a ser escolarca (director) de la escuela neoplatónica de Alejan-
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§1
inteligente y amante de aprender, mientras que aquel era más sencillo y más conservador todavía, tanto en sus cos tumbres, como en sus palabras. Pero ambos fueron intro ducidos en la filosofía de la mano de Proclo, cuando llega ron ante él, junto con su madre, que ejercía de educadora. Y Proclo les prestó atención con esmerado cuidado, siendo como eran hijos de Hermias un hombre amigo y compañe ro suyo. Y eran también hijos de Edesia, cuñada de Siriano y que se hallaba presente en ese momento con ellos. Preci samente llegó con ellos a Atenas Hiérax, el hermano de Sinesio. Sud. ai, 79,1-35'° 1.2 . E d e s i a y s u h i jo
Hermias tuvo un hijo con Edesia, el mayor de sus hijos filósofos; y Edesia, cuando el niño contaba siete meses de vida, jugaba con él, como es natural, y lo llamaba «bebito » y «n iñ ito » , dándole un diminutivo. Pero él, al oírla, se irritó, censuró ese diminutivo infantil, y expresó su cen sura con una voz clara y bien articulada. Y entre otras muchas cuestiones asombrosas cuentan, en lo que se refiere a este niño, que, como no soportaba la vida en su cuerpo, a los siete años se suicidó, porque no le basta ba a su alma esta estancia en la tierra. «B ebitos» es como dría. Sabemos que aún enseñaba en el año 515, yaque Olimpiodoro (Olymp., in Grg. 199, 8-10) le oyó dar una lección en esa fecha sobre el Gorgias de Pla tón. Se consideran obras suyas un comentario al libro I de los Analíticos pri meros, a las Categorías y al De interpretatione de Aristóteles. 10 El texto que da Wolf es el que aparece recogido en D a m ., Isid. 12.4.
EDESIA
llaman los sirios, y sobre todo los de Damasco, a los niños recién nacidos, pero también a los muchachos, a partir de la diosa Babia" a la que adoran. Pues ya algunos de los que tenían las orejas tapadas y el espíritu corrompido12 dieron un gran vuelco a las enseñanzas secretas de la filosofía ha cia la comedia y el ridículo. Phot. Ribl. 2 4 2 ,34, B 1-15
Babia era una diosa venerada en Siria y especialmente en Damasco, probablemente una diosa de la juventud a partir de la explicación que aca bamos de ver en nuestro texto. Parece que algunos niños eran ofrecidos en sacrificio a esta diosa. 11
René Henry, en su edición de la Biblioteca de Focio, tomo v i, nota 4,
P- 25» señala que sin duda se trataba de los cristianos.
2.
Esara
E l fragmento que recoge Wolf está escrito en un dialecto do rio artificial y quizá se pueda datar en el siglo iv o ill a. C., aunque ha habido autores que han dudado de su atribución real a Esara y consideran que se trata de un texto escrito por algún neopitagórico en época romana. Esara podría situarse en torno a l 42s a. C. De la obra de Esara de Luca nia, hija de Pitágoras. La naturaleza me parece que es la norma de la ley y de la justicia, de la casa y de la ciudad. Porque si uno sigue las huellas en ella y rebusca, la podría encontrar, dado que en ella residen la ley y la justicia, elementos que constituyen el ornato del alma. Siendo triple como es, está compuesta para tres opera ciones: el razonamiento produce el consejo y la pruden cia, la ira produce el poder y la fuerza, y el deseo produce el amor y la benevolencia. Y todo ello está configurado entre sí de tal suerte que la parte superior de ella gobierne, la infe rior sea gobernada y la intermedia obtenga un orden inter medio, es decir, gobierne y sea gobernada. Y eso lo reguló —
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de esta manera conforme a la razón la divinidad, en su mo delado y elaboración del cuerpo humano, porque planifi có que el hombre solo fuera receptor de la ley y la justicia, y ningún otro de los animales vivientes. Una comunidad en su conjunto no podría constar de una sola parte ni de más que sean parecidas — pues igual que las cosas son distintas, necesariamente han de ser dis tintas las partes del alma en nosotros, como también en el cuerpo lo son dos órganos del tacto >, de la vista, el oído, el gusto y el olfato, ya que no todos tienen la misma combi nación con todos— , ni tampoco de más que sean desigua les y al azar, sino de aquellas que contribuyan al completa do, la coordinación y la combinación de todo el conjunto. Y no solo de más que sean desiguales y están dispuestas al azar para el todo y el fin, sino también de estas mismas que no sean accidentales ni compuestas al libre albedrío, sino con cierta ley y atención prudente. Pues si tuvieran la misma parte de poder y de honor siendo desiguales, y unas, peores, otras, mejores y otras, intermedias, no podría estar bien regida la comunidad de las partes en el alma; y si las mejores fueran las mayores y las peores, las menores, pero cada una de ellas no tendiera a la razón, no sería posible que se diese en el alma concordia, amistad y justicia. Pero, como cada una está compuesta con vistas a la ra zón que las ajusta, afirmo yo que tal cosa es lo más apropia do. Además, cierta concordia y conformidad acompaña ta les cosas con disposición, y eso se diría con razón que es el buen gobierno del alma, que podría conseguir la fuerza de
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la excelencia a partir del hecho de que gobierne lo mejor y sea gobernado lo peor; y la amistad, el amor y la benevo lencia, que comparten amor y nacimiento, brotan de esas partes; porque la ley, observándola, la persuade, y el deseo la elige, y la ira, llena de ardor, y que vive como enemiga, se reconcilia con el deseo. Pues la inteligencia que ajusta — mezclando lo agradable con lo triste y lo rígido y robus to con la parte ligera y disipada del alma— cada cosa con lo que le es propio, reparte la previsión apropiada y com pañera de origen. Y es que la inteligencia examina e indaga las cosas, y la ira añade el ímpetu y la fuerza a las cosas examinadas, mientras que el deseo, que es compañero del cariño ajusta a la inteli gencia, haciendo propio lo agradable, y devuelve la pruden cia a la parte conjunta del alma. Por eso me parece también que el alma humana es la mejor, porque mezcla lo agradable con lo honesto, la excelencia con el placer, y la inteligencia lo armoniza, porque se hace amable a la educación y a la ex celencia. Stob, i, 49, 27
3· Ancusa
L a única noticia que tenemos sobre la « nefelomante» Antusa es el texto de Focio quefigura aquí. Por los datos que de él se extraen, habría que situarla en el siglo v d. C. Antusa, cierra mujer de la época del emperador roma no León 1’ descubrió el arte de la adivinación a partir de las nubes, que no era en modo alguno conocida por los an tiguos, ni siquiera de oídas. La mujer procedía de Egas de Cilicia.'4 Su origen descendía de los capadocios que habi taban el Comano, el monte de los Orestíadas, y su linaje re montaba a Pélope.'5 Esta mujer, que estaba preocupada por su esposo, a quien se le había encargado cierta misión militar y que había sido enviado a la guerra de Sicilia junto con otros, suplicó en un sueño prever el futuro, y también suplicó a la salida del sol. Su padre, en sueños, le ordenó también suplicar a la puesta ■’ El emperador León vivió entre el 401 y el 474 y accedió al trono en el 457. 14 Cilicia era la región de Asia Menor situada al este del mar Egeo y al norte de la isla de Chipre. ,s Pélope era hijo de Tántalo y nieto de Zeus. Se casó con Hipodamía y se consideraba que había sido el fundador de los Juegos Olímpicos. — 37—
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del sol. Y mientras suplicaba en medio de un cielo sereno, se formó una nube en torno al sol y de ahí empezó a crecer y se empezó a modelar una figura humana; y otra nube que se desgajó de ella, creció hasta el mismo tamaño y se trans formó en un fiero león que, enfurecido, abrió su gran boca y devoró al hombre. La imagen humana que se acababa de formar se asemejaba a un godo; y, poco después de las visio nes, el emperador León mató con engaño a Áspere, general de los godos, a él y a sus hijos. Pues bien, desde aquel tiempo hasta hoy, Antusa medi tó y se ocupó continuamente de la predicción adivinatoria por medio de las nubes. Phot. Bibl. 18 1,2 4 116
,é Texto citado por D a m ., Isid., 69.
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·
Aspasia
Aspasia de Mileto, que vivió en la época de Pericles (segun da m itad del siglo v a. C.), es una figura sobre la que se ha es crito mucho, aunque son pocos los datos sobre su vida. E l lec tor interesado puede remitirse a Solana Dueso, 1994, que ha elaborado una edición bilingüe de los testimonios y fragmen tos atribuidos a esta mujer, acompañados de una introducción y de la bibliografía correspondiente. 4 .1. A
sp a sia y
Pe r ic le s
Desde ese momento en que se pactó la tregua entre ate nienses y espartanos por un plazo de treinta años,17 decre tó '8 por votación la expedición naval contra Sam os,'9 to mando como excusa el hecho de que, aunque se les había ordenado poner fin a la guerra contra los milesios, no ha bían obedecido.10 Pero como parece que hizo la guerra con tra los samios por agradar a Aspasia, ahora sería el momen17 Véase Tucídides, 1 1151, así como Diodoro de Sicilia, 11 7. 18 Se entiende, Pericles. ‘9 Samos, famosa en la Antigüedad por ser la patria del filósofo Pitágoras, es una isla situada en el Egeo oriental, entre Quíos y Patmos. 10 Véase Tucídides, 1115 1. — 39—
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to oportuno de preguntarse especialmente acerca de esta mujer con qué arte o poder tan grande manejó a los líderes políticos y proporcionó a los filósofos tema de conversación no nimio ni escaso sobre ella. Se está de acuerdo en que era de estirpe milesia, hija de Axíoco. Dicen que ella, emulando a una tal Targelia, de las antiguas jonias, se dedicaba a los hombres más poderosos. Y es que Targelia, que tenía una bella figura y un encanto l con habilidad, cohabitó con muchísimos hombres griegos, hizo afectos al rey a todos los que se acercaron a ella y dise minaba en las ciudades los principios de la adhesión al par tido pro persa por mediación de aquellos, que eran muy po derosos e importantes. Hay quienes afirman que Pericles11 se interesó por A s pasia porque la veía como una sabia y experta estadista. Y hasta Sócrates11 la visitaba en ocasiones junto con sus co nocidos, y sus amigos íntimos llevaban ante ella a sus es posas para que la escucharan, aunque no estaba al frente de un trabajo decente ni respetable, sino que preparaba a
11 Pericles, que vivió en el siglo V a. C., es uno de los estadistas mas bri llantes de la Atenas antigua y bajo su dominio la ciudad alcanzó unas cotas de esplendor político, social y cultural extraordinarias. De ahí que se desig ne a este período como el «siglo de oro». “ Sócrates (470-399 a. C.) es uno de los filósofos más conocidos del mundo antiguo. Maestro de Platón, en cuyas obras la referencia a el es casi constante, fue condenado a muerte bebiendo la cicuta, bajo la acusación de impiedad y de corromper a los jóvenes, según los testimonios de Platón, Je nofonte, el comediógrafo Aristófanes y Diógenes Laercio.
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muchachas que eran heteras.1’ Dice Esquines14 que inclu so Lisíeles, el tratante de ganado, innoble y humilde por su extracción, se convirtió en el primero de los atenienses al cohabitar con Aspasia tras la muerte de Pericles. En el Menéxeno de Platón, aunque los primeros capítulos están escritos con sorna, al menos contiene como hecho históri co el que la mujer gozaba de la reputación de relacionarse con muchos atenienses por su oratoria.15 Pero parece que el aprecio que surgió de Pericles hacia Aspasia era más bien de tipo amoroso, ya que tenía una esposa,16 apropiada a su linaje, que había convivido antes con Hipónico, de quien tuvo al rico Calías. También engendró con Pericles a Jantipo y a Páralo. Des pués, como la convivencia no les iba bien, la entregó a otro porque ella así lo deseaba, y él, una vez que tomó como mu jer a Aspasia, la amó intensamente, ya que, según cuentan,
í! El término «hetera», que suele traducirse habitualmente como «cor tesana », significa propiamente «compañera » y alude a ciertas mujeres que amenizaban los banquetes con música, danza y que tenían acceso en grado mayor que las mujeres casadas a los círculos intelectuales de la Atenas clásica. 14 Esquines de Esleto fue uno de los escritores socráticos de cuyos siete diálogos se conservan algunos fragmentos. *’ El arte de la oratoria es tan antiguo como la propia literatura griega y ya hay ejemplos de elaborados discursos en la epopeya homérica, donde los héroes se dirigen «aladas palabras». La faceta técnica de la oratoria, conocida como retórica, se suele considerar que fue iniciada por los sici lianos Tisias y Córax. 16 Quizá Dinómaca, que se casó con Hipónico, Pericles y Clinias. Véa se Solana Dueso, 1994.
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cuando salía y entraba del ágora,1' la abrazaba cada día des pués de besarla. En las comedias se la denomina nueva Onfale, Deyanira y también Hera."8 Cratino19 directamente la llama concubina en este pasaje: ... a Hera y a Aspasia, concubina ojiperruna le5° engendra también la Indecencia. Parece que también nació de ella el bastardo sobre el que Éupolis’ 1 en Los pueblos ha hecho que pregunte de este m o do: «¿E l bastardo me vive?», y Pirrónides responde: Ya hace tiempo que sería un hombre si no le hiciera temblar la maldad de la prostituta.
17 El ágora es el espacio público de la polis, centro neurálgico de la vida social y política: en el ágora o plaza del mercado se compra y se vende, se charla sobre temas de todo tipo y se realizan los debates políticos y los juicios. 18 Tres denominaciones burlescas: Onfale era una reina de Lidia a la que Heracles sirvió como esclavo; Deyanira era una hija de Eneo, rey de Calidón que, por celos, hizo que Heracles pereciera abrasado en el monte Eta; Hera es la esposa y hermana de Zeus al que constantemente persigue, presa de los celos provocados por los amores furtivos del rey de los dioses. Véa se Grimal, 1994, í. v. 19 Poeta cómico, uno de los representantes, junto con Éupolis y Aristó fanes, de la llamada Comedia Antigua. ,0 Se entiende, a Cronos. >' Éupolis (siglo V a. C.) fue un comediógrafo contemporáneo de Aris tófanes y representante junto con este y con Cratino de la llamada comedia antigua. Su obra se conoce fragmentariamente.
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Dicen que Aspasia llegó a tener tal nombradla y fama que incluso C ir o '1 el que luchó contra el Gran Rey por la hegemonía persa, a la concubina que él más amaba y que antes se llamaba M iltó, la llamó Aspasia.” Era de una fa milia fócense, hija de Herm ótim o. Cuando C iro murió en la batalla, la condujeron ante el rey donde alcanzó mu chísimo poder. PIu. Per. 24 1-11 4 .2 . P r o c e s o
co ntra
A
sp a sia
Por esas fechas,’4 Aspasia fue acusada de impiedad y ejerció la acusación Herm ipo, el autor de comedias, quien la acusaba de recibir a mujeres libres que además visitaban a Pericles. Y D iopites’ 5 había propuesto un de creto’ 6 para que se denunciara a quienes no creían en asuntos divinos o enseñaran razonamientos sobre cues
n Se refiere a Ciro el joven, hijo de Darío y Parisátide, que organizó, en el año 401 a.C . una expedición contra su hermano Artajerjes, conocida a través de la Anabasis de Jenofonte. ” Sobre esta Aspasia, llamada «la joven», que pasó al harén de Arta jerjes tras la muerte de Ciro, véanse Plu., Art. 16-28, x., An. 1, 10, 21, Ath. 276 D, Ael., VH 12, i y Solana Dueso, 1994, n. 4, p. 6. 54 Sobre las distintas posturas de los filólogos para aclarar esta referencia cronológica (unos optan por 435-432 a. C. y otros por 438-436 a. C.), véase Solana Dueso, 1994, n. 6, p. 7. 35 Diopites sería, según unos, un oligarca extremista o, según otros, un político oportunista. Véase Solana Dueso, 1994, n. 7, p. 8. *6 A raíz de este decreto-ley, quizá del año 430 a. C., contra la impiedad se incoaron dos famosos procesos: el de Anaxágoras, que acabó desterra do en Lámpsaco, en la costa meridional del Helesponto, y el de Sócrates.
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tiones celestes y dirigía la sospecha a Pericles por causa de Anaxagoras.’7 El pueblo aceptaba y admitía las calumnias y de este m o do se ratifica un decreto a propuesta de Dracóntides para que Pericles rindiera cuentas del dinero ante los prítanes’8 y para que los jueces juzgaran en la Acrópolis depositando el voto desde el altar. Hagnón retiró este punto del decre to y propuso que el juicio se resolviera ante mil quinientos jueces, ya sea que se quisiera llamar a la causa robo, venali dad o injusticia. El hecho es que suplicó por Aspasia y, se gún dice Esquines, derramó muchísimas lágrimas’9por ella a lo largo del proceso e imploró a los jueces. Y temiendo por Anaxágoras, lo envió fuera de la ciudad y le puso una escolta. Plu. Per. 31 1-5 4 .3. L
in a je y e d u c a c ió n d e
A
sp a sia
Aspasia: la menciona Lisias en su discurso contra Esqui nes el socrático, y este en el diálogo intitulado Aspasia. La mencionan también con frecuencia los demás socráticos, e incluso Platón, en el Menéxeno, dice que Sócrates aprendió J7 Se trata del famoso filósofo de Clazomene, maestro de Pericles, que situaba el nous («inteligencia, mente») como principio de las cosas. Fue condenado al ostracismo por sostener que el sol era una roca incandescen te suspendida en el aire. ’* Los prítanes eran un tipo de magistrados que, entre otras funciones en la Atenas clásica, ejercían la pritanía, es decir, la presidencia del Conse jo de los 500 ó boulé. ” Sobre las lágrimas y la entereza de Pericles, véase Solana Dueso, 1994, n. 9, p. 9.
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de ella la política. Pertenecía a una familia milesia y era ex perta en elocuencia. Cuentan que se convirtió a la vez en maestra y amante de Pericles, y parece que fue la causante de dos guerras, la de Sa mos y la del Peloponeso, según se puede averiguar a partir de Duris de Samos, y de Teofrasto en el libro IV de su Polí tica y de los Acarnienses de Aristófanes.40 Parece que con ella tuvo Pericles a su homónimo, Perieles el bastardo, según lo indica también Eupolis en Los pueblos. Después de casarse con el demagogo Lisíeles tuvo quien le procurara sustento,4' según afirma Esquines el so crático. Harp. 61,13 4 .4 . L a s
dos h eteras
Aspasia ha sido ella muy conocida, pertenecía a una fa milia milesia y era experta en elocuencia. Dicen que ella fue a la vez maestra y amante de Pericles, y se cree que ha si do causante de dos guerras, la de Samos y la del Pelopone so. Parece que con ella tuvo Pericles a su homónimo, Peri cles el bastardo. Aspasia: dos heteras. Con una de ellas se relacionó Perieles quien, encolerizado por culpa de ella, propuso el de creto contra los megarenses, prohibiendo que se los permi tiese entrar en Atenas, de ahí que ellos, rechazados por los 40 Aristófanes es el máximo representante de la llamada Comedia Anti gua. De él conservamos nueve comedias y numerosos fragmentos. 41 Solana Dueso, 1994, p. 10, a diferencia de Wolf, interpreta este nom bre como el nombre propio de su hijo, Poristes.
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atenienses, buscaran refugio en los espartanos. Aspasia fue maestra de Pericles y profesora de retórica. Después tam bién se convirtió en su esposa. Sud. « 4 2 0 1 4 .5. A
s p a s i a c o m o c a u s a d e i .a g u e r r a
:
v e r s ió n c ó m ic a
Y eso son pequeñeces del lugar, pero a la puta Simeta yendo a Mégara unos jóvenes la roban cotaborrachos.41 Y luego los megarenses, excitados como gallos con ajo, robaron, a su vez, dos putas de Aspasia. Y de ahí el principio de la guerra explotó para los griegos todos, de tres rameras. De ahí con cólera el Olímpico Pericles relampagueaba, tronaba, trastornaba a Grecia, promulgaba leyes, como escolios4’ escritas, de que los megarenses no debían ni en tierra, ni en el [ágora, ni en el mar ni en el continente permanecer. De ahí que los megarenses, cuando ya tenían hambre [poco a poco, pidieran a los espartanos que, respecto al decreto causado por las rameras, se anulara.
41 Este término alude al conocido juego del cotabo, practicado en los banquetes y que consistía en arrojar los restos del vino de la copa hacia un objetivo mientras se pronunciaba el nombre de la persona amada. 41 Los escolios son un tipo de canciones de banquete.
A S PA S IA
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Y no queríamos nosotros, aunque mucho lo pedían: ahí ya surgió el estrépito de los escudos.44
V de
Ar. Ach. 513-538 4 .6 . A s p a s i a , m a e s t r a d e S ó c r a t e s
Aquellos que dices tú, Sócrates, que tienen buenas muje res, ¿son ellos mismos los que las educaron? Nada hay que nos impida examinarlo. Pero te recomendaré yo también a Aspasia, que te mostrará todo eso de forma mucho más sa bia que yo. X.CEc. 3 ,14 ,4 4 .7 . S ó c r a t e s d i s f r u t a c o n A s p a s i a
Pero también frecuentaba Sócrates las escuelas de flau tistas y no tenía a demérito escuchar algo serio a una famo sa hetera, Aspasia. Luc. Salt. 15 4 .8 . P e r i c l e s d e f e n d e r í a a A s p a s i a
Quizá ni siquiera Pericles habría defendido así a Aspa sia.45 Luc. Am. 30 4 .9 . L
a
im a g e n d e A s p a s ia
Aquella famosa Aspasia de M ileto con la que convivía también el Olím pico,46 muy admirable, proponiendo un ejemplo no innoble de prudencia, lo que tenía de experien cia de las cosas, lo que tenía de agudeza en asuntos poli44 Se trata de una perífrasis para indicar el estallido de la guerra. 4' En este contexto, Luciano está hablando de la conveniencia de que los hombres defiendan a las mujeres. 4é Este epíteto de «olím pico» se refiere a Pericles.
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§4
t ic o s, lo q u e t e n í a de s a g a c i d a d y d e p r u d e n c i a , t o d o eso t r a n s m i t á m o s l o a n u e s tr a im a g e n c o n u n a regla e x a c ta , ex c e p t o q u e a q u e lla e s ta b a p i n t a d a en u n a p e q u e ñ a ta b lilla y esta es c o lo s a l p o r su t a m a ñ o .
Luc. Im. 17
4.10. V i d a d e A s p a s i a c o n P e r i c l e s Tras quitarte la ropa de Pitágoras, ¿de quién te cambia rías el vestido tras él? G a l l o : De Aspasia, la hetera de Mileto. M i c i l O : ¡A y , qué palabras! Entre otras cosas, ¿también fue mujer Pitágoras? ¿Hubo un tiempo en que también tú, nobilísimo gallo, ponías huevos y convivías con Peri cles siendo Aspasia? ¿Y estabas embarazada de él, carda bas lana, transportabas copos y eras un afeminado entre las heteras? G a llo :
Hacía t o d o eso.
Luc. Gall. 19
4 . 11. A c t i v i d a d d e A s p a s i a y o r i g e n d e l a g u e r r a También Aspasia la socrática importaba un montón de hermosas mujeres y Grecia se llenaba de sus heteras, según indica el encantador Aristófanes explicando respecto a la guerra del Peloponeso que Pericles, por el amor que sentía hacia Aspasia y por las sirvientas de aquella raptadas por los megarenses, avivó el terrible decreto contra los megarenses. Y a la prostituta Simeta, etcétera.4' Ath. 1 3 ,2.5
,T Véase § 4.5.
A S TA S IA
4 .12 . A
49
c t iv id a d e s in t e l e c t u a l e s
A Aspasia de Mileto, respecto a la que los cómicos han escrito mucho, Sócrates le sacó partido para la filosofía, y Pericles, para la retórica. Clem. Al. Strom. 4 , 19, m 4 .13. L
a alaban za de
A
sp a sia
Tú sabes alabar a la extranjera de Mantinea y a la milesia y con mucha facilidad consideraste de gran valor a quienes te parece oportuno. Aristid. A Platón en defensa de los cuatro, IZ7
4 . 1 4 . Pa r t i c i p a c i ó de
n de
A
sp a sia en lo s d isc u r so s
P e r ic le s
Sin duda tienes que conceder eso tú que alabas a Aspa sia más que a Antifonte.48 ¿Y para qué se necesita entonces a Tucídides,49 ya que el razonamiento ha llegado al último testimonio? Pues es el propio Platón el que nos encomia a Aspasia como maestra admirable de retórica, recurriendo a Pericles y dando fe por él, al que ha denominado tan explí citamente «el sobresaliente entre los griegos». Es evidente que le atribuye tanto a Pericles en cuestiones de elocuencia; porque, sin duda Pericles, al hablar así, no era la confirma ción de que Aspasia participaba en sus discursos, sino que 48 Famoso orador de Atenas, contemporáneo de Sócrates y logógrafo, escri tor profesional de discursos por encargo. De él se conservan algunos escritos. 49 Tucídides (450-395) es el famoso historiador que narró en su obra el enfrentamiento entre atenienses y espartanos que concluiría con la derrota de los primeros y que es conocido como la guerra del Peloponeso.
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50
§4
hay que buscar en otro sitio el testimonio de la capacidad de Pericles. Al menos, ni siquiera había que llamarlo «el so bresaliente entre los griegos» por Aspasia, sino mejor que ninguno del vulgo por su propia actuación. Y no solo aquí ha dicho eso respecto a este hombre, sino que en otra parte asegura con razón que Pericles fue perfecto en la elocuen cia por haber convivido con Anaxagoras.50 Aristid. A Platón en defensa de los cuatro, 131
4 .1 5 . A
sp a sia
,
excelente oradora
Tanto te has olvidado del pensamiento que antes tenías y del mérito que reivindicabas con justicia para ti misma y no permites apropiarse de tu arte a nadie más que a tus partida rios. Y en ese momento no dudabas ni temías que alguien creyera que te comportabas como una jovencita rivalizan do con Lisias y con Tucídides. Mandabas a los cuervos5’ a aquellos y solo dejabas de censurar al propio Gorgias52 y a Antifonte, mientras que alababas solamente a Pericles y a Aspasia por su condición de oradores perfectos y grandilocuentes, porque se habían atraído esas cualidades a su arte, a raíz de sus discusiones con Anaxágoras. Them. Or. 26,319 50 El escolio a este pasaje indica que Anaxágoras, aunque era conoce dor de los fenómenos celestes, alcanzó la cima en cuestiones de elocuencia. " Expresión muy utilizada y común para mandar a alguien a paseo. Se trata de Gorgias de Leontinos (480-370 a. C.), el famoso sofista y rétor, creador, entre otras cosas del llamado «estilo gorgiano», abigarrado, rítmico y plagado de contrastes y paralelismos.
A S P A S IA
4 .16 . R e l a c i ó n d e P e r i c l e s , A s p a s i a y S ó c r a t e s
Otro ejemplo de un hecho improbable: Pericles acusa de adulterio a Sócrates mientras se hallaba con Aspasia. Hermóg. Schol. ad Rhet. 61, 20 4 .1 7 . B u r l a s
de
A
r ist ó f a n e s
Igual que Aristófanes, una vez que llamó a Pericles Olím pico, propone llamar a Aspasia Hera. Hermóg. Schol. ad Rhet. 72., 7 4 .1 8 . A s p a s i a c o m p o n e d i s c u r s o s p a r a S ó c r a t e s
Esto está en el Menexeno de Platón, en el que introduce a Sócrates pronunciando el elogio fúnebre, en nombre de Aspasia, por los muertos en Lequeo.” Hermóg. Schol. ad Rhet. 392., 54 4 .1 9 . L
a guerra
Entonces se trabó también la guerra del Peloponeso por el decreto promulgado por Pericles en el sentido de que los atenienses no tuvieran tratos con los megarenses, pretextan do que habían ultrajado a Aspasia, su esposa, y que por esta razón los megarenses se habían pasado al bando espartano. Sync. Chron. 4 .2 0 . C
153 C
au sa de la g u erra
La guerra entre peloponesios y atenienses que duró vein tisiete años y que historió Tucídides, estalló por culpa de dos prostitutas de Aspasia y de un decreto contra los me garenses, vecinos de los atenienses. Sync. Chron. 157 b ” Se refiere a la batalla del año 391 que tuvo lugar en Lequeo, en el gol fo de Corinto.
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51
4 . zi. A
sp a sia
,
§4
p o e t isa
Aspasia la sabia maestra de elocuencia de Sócrates, en los versos a ella atribuidos que Heródico de Cretes publi có, dice así: Sócrates, no se me escapa que estás consumido en tu [mente por el deseo de tus hijos Dinómaca y Clinias; pero créeme si quieres que te amen tus hijos, y no dejes de hacerme caso a mí, la mensajera, sino obedéceme y te irá mucho mejor. Y yo, cuando la oí, ungí mi cuerpo de alegría. Y con sudor de mis ojos cayeron lágrimas no sin querer. Prepárate tras llenar tu alma de la inspirada musa, con la que lo cogerás con terribles deseos de cantos. Este es el principio del amor de ambos; aquí lo retendrás si añades regalos de compromiso a la fama del ánimo. Pues bien, el bello Sócrates caza con la milesia como maestra del amor, pero él no se deja apresar, como dijo Pla tón, enredado por Alcibiades.54 Pero ciertamente no cesa en sus lágrimas, según yo pienso, porque es desgraciado. Al ver lo en qué situación se hallaba, Aspasia le dijo: ¿Por qué lloras, querido Sócrates? ¿Acaso te conmueve viviendo en tu pecho como un rayo el deseo que te quebró [en los ojos 54 Alcibiades es el estadista ateniense a cuya belleza sucumbió Sócrates.
A S P A S IA
p o r un m uchach o insensible, del que te p ro m etí que te lo [haría amable? Ath. i, i, 82
5·
Berta
Traducimos el texto de Woljsobre Berta, condesa de Loritelo, que cede el templo de San Apolinario junto con sus po sesiones a l monasterio de Nea Hodegetria. E l texto se fecha en iiiz . Escritura de Berta, condesa de Loritelo. Escritura hecha por mí, Berta, condesa de Loritelo, y por mis hijos, el conde Giosfredo, y Raimundo. Entregada a ti, señor Cristódulo, protonotario, para que la des al monaste rio de Neodegetria de Rusiano. En el mes de noviembre en la quinta indicción,” estando nosotros en Mesina. Dios no se ocupa en ninguna otra cosa tanto como en hacer el bien y en construir templos de santos, y en exten der su mano en ayuda. Por eso también tú, el mencionado y muy espléndido señor Cristódulo, nos rogaste que te en tregáramos San Apolinario, situado en el río Conquile, se gún lo había tenido antes Ascegtino Porzeles, con campos, habitantes y todo lo demás que allí había. Y de nuevo te se55 La indicción es un sistema de cómputo del tiempo, de una duración de quince años, instaurado por el emperador Constantino en el año 311 y usado en documentos de carácter fiscal. — 55—
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§5
rá consagrado en el monasterio de Neodegetria de Rusiano, ante el superior de allí, el santísimo anciano señor Bar tolomeo. Nosotros, como nos rendiste no pocos servicios y cumpliste muchísimos deseos nuestros, cedimos a tu pe tición y ruego. Y he aquí que te entregamos el antedicho templo del san to mártir Apolinario junto con todas sus pertenencias, es de cir, campos, viñedos, árboles frutales y todo lo demás, según declara más arriba tu petición, para que por siempre queden consagrados en el monasterio de Nea Hodegetria, y ante el padre espiritual, señor Bartolomeo, a fin de que, conmovi dos por esta donación, los monjes que vayan a permanecer en dicho monasterio nos hagan a Dios más propicio. Y si alguien quisiera perturbar esta consagración, que de maldito el individuo tal por Dios misericordioso y que tenga como adversaria a la antedicha Hodegetria el día del juicio tremendo y grande. Que sufra, a su vez, gran indig nación por nuestra parte y quede privado de nuestra amis tad. Para que, en adelante, tal donación hecha al templo de Nea Hodegetria permanezca estable y libre de toda pertur bación, para eso, nuestra escritura, que aquí está hecha y sellada con cera con nuestra acostumbrada bula, se ha en tregado al monasterio de la gran Hodegetria, ante su supe rior, Bartolomeo, y ante los superiores que lo sucedan. En el mes de la indicción arriba escrita del año 1 112, en presen cia de testigos. Giuliamo Bamo, como testigo, firmó con la señal de la cruz. Arcadio Caprilinga, como testigo.
BERTA
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Nocolao Protonotario, que se encontraba presente, como testigo. Yo, Juan Presbítero, soy testigo. Crisoleón Besco, como testigo, firmó con la señal de la cruz. Nicolao Notro, hijo de Apapactano, como testigo, firmó. El notario Calcorio, que lo ha escrito. Sello de Rutelisa y sus hijos sobre San Apolinario. B. de Montfaucon. PaUogr. çr. 6 , 396
6. E udocia
Eudocia Macrembolítisa fu e emperatriz de Oriente y se casó en isçç con Constantino Ducas, a cuya muerte se hizo proclamar emperatriz. E l índice que ofrece Wolfcorresponde a una obra que contenía la historia y las genealogías de dio ses, héroes y heroínas con varias alegorías, así como extractos sobre diversos autores griegos y que muestran la vasta lectura de la emperatriz. Indice56 del presente libro de Eudocia Macrembolítisa rei na de Constantinopla, en jónico. i. i) Sobre Atenea, sus denominaciones y representa ciones. z) Por qué Atenea y algunos otros dioses se alian unos con los griegos y otros con los troyanos. 3) Sobre có mo Atenea, siendo virgen, da a luz una serpiente. 4) Sobre Apolo. 5) Sobre Apolo y Artemis. 6) Por qué Artemis per sigue a los ciervos y sobre Acteón. 7) Sobre la sangre derra mada en el altar. 8) Sobre Ares. 9) Sobre la herida de Ares y su encierro en una cárcel broncínea. 10) Sobre Hades. 5Í El índice en el texto griego está por orden alfabético : en la versión mancenemos dicho orden y no lo reordenamos. Además, tampoco hemos inclui do en el índice alfabético los personajes citados en este apartado. — 59—
6ο
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§6
ii) Sobre Afrodita y sus vergonzosos misterios. 12) Sobre el amante de Afrodita. 13) Sobre el pesebre de Apis. 14) So bre Eolo. 15) Sobre el eólida Minias. 16) Sobre Asclepio. 17) Sobre los hijos de Asclepio. 18) Sobre Atlante. 19) S o bre Eaco. 20) Sobre Anteo. 21) Sobre Antíope y la forti ficación de Tebas. 22) Sobre Anfión. 23) Sobre Alcmeón. 24) Sobre Acteón. 25) Sobre la flecha de Abáride. 26) S o bre Atalanta y Melanión. 27) Sobre Alcestis. 28) Sobre A l cmeón, hijo de Anfiarao. 29) Sobre Anfiarao. 30) Sobre Agamenón. 31) Sobre Agénor. 32) Sobre Anceo. 33) Sobre Adonis. 34) Sobre los jardines de Adonis y los árboles de Tántalo. 35) Sobre Atamante. 36) Sobre Acmón. 37) Sobre Ayante el locrio. 38) Sobre Ayante Telamonio. 39) Sobre Egeón. 40) Sobre Zeus portador de la égida. 41) Sobre la égida de Zeus. 42) Sobre el Capricornio. 43) Sobre el yel mo de Hades. 44) Sobre Eetes. 45) Sobre Esemo. 46) So bre Acasto. 47) Sobre Acrisio. 48) Sobre los hijos de Actor. 49) Sobre Alectrión. 50) Sobre Alejandro o Paris. 51) S o bre Adonis. 52) Sobre las molineras. 53) Sobre Alcim e des. 54) Sobre los días de Alción. 55) Sobre los vengado res. 56) Sobre Halosidna. 57) Sobre los Alóadas. 58) Sobre los Amadocos. 59) Sobre las Amazonas. 60) Sobre Amaltea y su cuerno. 61) Sobre Amimone. 62) Sobre las Anfidromias. 63) Sobre el río Alfeo. 64) Sobre los que no lavan los pies y duermen en el suelo. 65) Sobre los estudios de as tronomía, la invención del número y el cálculo, los sacrifi cios, la geometría, la oniromancia y los auspicios. 66) So bre alárgide o historia de la tintura con púrpura, cómo se
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descubrió la púrpura y cómo pescan ahora los fenicios a es tos peces. 67) Que los egipcios rindieron culto a diferen tes animales. 68) Sobre Antemócrito. 69) Sobre Anticlea. 70) Sobre Antinoo. 71) Sobre Anfínom o. 72) Sobre A l cinoo. 73) Sobre Antífato. 74) Sobre Admeto. 75) Sobre Anfictión. 76) Sobre Ásimo. 77) Sobre Aérope. 78) G e nealogía de Eneas, de Astianacte y de Hematión. 79) G e nealogía de Abante. 80) Sobre Antíloco. 81) Sobre Melámpige. 82) Sobre Egipto y sus hijos. 83) Sobre Ámbrace. 84) Sobre Amón. Médicos 85) Sobre el médico Acrón. 86) Sobre Agapio. Historiadores 87) Sobre el historiador Apolónides. 88) Sobre Acusilao. 89) Sobre Anaximandro. 90) Sobre Antipatro. 91) Sobre Apolonio de Afrodisiade. 92) Sobre Alejandro el mindio. Oradores 93) Sobre el orador Adriano. 94) Sobre Atenodoro. 95) Sobre Esquines. 96) Sobre Abante. 97) Sobre Anaxi menes. 98) Sobre Alejandro Peloplatón. Filósofos 99) Sobre el filósofo Alcmeón. 100) Sobre Anaxarco. 101) Sobre Anaxágoras. 102) Sobre Agapio. 103) Sobre Anaximandro. 104) Sobre Anaximenes. 105) Sobre An-
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§6
tístenes. io 6) Sobre Aquila. 107) Sobre Alejandro Egeo. 108) Sobre Alcidamante. 109) Sobre Alejandro Amonio. 110) Sobre Apolonio de Tiana.
Oradores 11 1) Sobre el orador Antipatro. 112) Sobre el orador ate niense Apolonio. 113) Sobre el orador Antíoco. 114) Sobre Andócides. 115) Sobre Andrómaco. 116) Sobre Androción. 117) Sobre Antifonte. 118) Sobre Androclides. 119) Sobre Apolonio Arquebulo. 120) Sobre Agatias el escolástico.
Poetas 121) Sobre Alexis el cómico. 122) Sobre Alceo el trági co. 123) Sobre Alceo el cómico. 124) Sobre Alemán el lí rico. 125) Sobre Anacreonte, n é ) Sobre Anaxándrides. 127) Sobre Anaxipo. 128) Sobre Antímaco. 129) Sobre Antífanes. 130) Sobre Apolodoro. 131) Sobre Apolonio solense. 132) Sobre Apolófanes. 133) Sobre Apolodoro de Tarso. 134) Sobre Arato.
Gramáticos 135) Sobre el gramático Abrón. 136) Sobre Alejandro de Mileto. 137) Sobre Alejandro Etolo. 138) Sobre Antérote. 139) Sobre Apión. 140) Sobre el gramático A polo doro. 141) Sobre Apolonio Díscolo. 142) Sobre Aristarco. 143) Sobre Aristónico. 144) Sobre Aristófanes. 145) So bre Arcadio. 146) Sobre Arquibio. 147) Sobre Asclepiades. 148) Sobre Astiages.
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Médicos 149) Sobre el médico Aristógenes. 150) Sobre Aritógenes de Cnido. 151) Sobre Arquígenes. 152) Sobre Apsirto.
Oradores 153) Sobre el orador Aristides. 154) Sobre Aristogiton. 155) Sobre Apolonio de Náucrates. 156) Sobre Aristocles. 157) Sobre Harpocración. 158) Sobre Aspasio. 159) Sobre Afareo. 160) Sobre Apsines. 161) Sobre el sofista Esopo. 162) Sobre Aristéneto.
Poetas 163) Sobre el poeta Arriano. 164) Sobre Arión. 165) So bre Aristeo. 166) Sobre Aristómenes. 167) Sobre Aristónimo. 168) Sobre Arquédico. 169) Sobre Astidamante trágico. 170) Sobre Arquipo. 171) Sobre Astidamante el jo ven. 172) Sobre César Augusto. 173) Sobre Augeas el có mico. 174) Sobre el poeta Aquiles. 175) Sobre Autocrates. 176) Sobre Aqueo el trágico. 177) Sobre Enico. 178) Sobre Escrión.
Filósofos 179) Sobre Arcesilao el académico. 180) Sobre el filó sofo Arriano. 181) Sobre Arignote. 182) Sobre Aristocles. 183) Sobre Aristipo. 184) Sobre Aristóxeno. 185) Sobre Arnufio. 186) Sobre Esquines Socrático. 187) Sobre Arquélao. 188) Sobre Harpocración Platónico. 189) Sobre Africano. 190) Sobre Anacarsis. 191) Sobre Artemidoro. 192) Sobre
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§6
Arquímedes. 193) Sobre Arquitas de Tarento. 194) Sobre Androclides. 195) Sobre Aristandro el adivino. 196) So bre las Apaturias. 197) Sobre el dicho « v e te » en la isla Macarea. 198) Por qué a los itálicos se les llama ausonios. 199) Sobre el gobierno de Eneas y su navegación a Italia. 200) Genealogía de Arcesilao. 201) Sobre Atreo. 202) So bre Antigona. 203) Sobre Harmonía la esposa de Cadmo. 204) Sobre Ariadna. 205) Sobre Agénor. 206) Sobre Argos. 207) Sobre la Argo. 208) Sobre Apis. 209) Sobre la Osa si deral. 210) Sobre Arne. 211) Sobre las harpías. 212) Sobre Astarté. 213) Sobre Asteria. 214) Sobre Astianasa. 215) So bre Astidamía. 216) Sobre Astíoque. 217) Sobre Asfalión. 218) Sobre Augias. 219) Sobre Aqueronte. 220) Por qué a los griegos se les llamó aqueos. 221) Sobre el persa Artibio. 222) Genealogía de Aquiles. 223) Sobre Apsirto, h i
jo de Eetes.
2. 224) Sobre Baco. 225) Sobre Brimó. 226) Sobre Belerofontes. 227) Sobre la cabellera de Berenice. 228) So bre Belo y también sobre Babilonia. 229) Sobre Bóreas. 230) Sobre Briareo. 231) Sobre Brizó. 232) Sobre Biante. 233) Sobre Bronto. 234) Sobre los Bacides. 235) Sobre Bato. 236) Sobre Bero. 237) Sobre Basilisco el Sofista.
Poetas 238) Sobre el lírico Baquílides. 239) Sobre Batón. 240) Sobre Baro.
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Filósofos 241) Sobre Bolo el democríteo. 242) Sobre Biante. 243) Sobre Bolo el pitagórico. 244) Sobre Bión. 245) Sobre He
racles Comebueyes.
3.246) Sobre Ganges de diez codos. 247) Sobre Ganimedes. 248) Sobre el perro Gargita. 249) Sobre la agricultu ra, cómo se inventó. 250) Sobre Gerión. 251) Sobre Glauco de Atenas. 252) Sobre Glauco el hijo de Minos. 253) Sobre Glauco marino. 254) Sobre los Gigantes sembrados y naci dos el mismo día. 255) Sobre las Gorgonas. 256) Sobre Giges. 257) Sobre Gesio Yatrosofista.
Oradores 258) Sobre el orador Gayano. 259) Sobre Genetlio. 260) Sobre Gorgias. 261) Sobre Glaucón.
4.
262) Sobre Dédalo. 263) Sobre los llamados Dáctilos del Ida. 264) Sobre la golosina de los démones. 265) Sobre Dánae. 266) Sobre Dárdano. 267) Sobre Dafne. 268) So bre Dánao. 269) Sobre por qué Apolo se llama Delfinio. 270) Sobre el vellocino de oro. 271) Sobre Deucalión. 272) Sobre los demarcos. 273) Sobre el trípode de Delfos. 274) Sobre Deméter. 275) Sobre Demétery Hestia. 276) So bre Dido. 277) Sobre los tribunales de Atenas. 278) Sobre Diomedes. 279) Sobre Dioniso. 280) Sobre la condición an-
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drógina de Dioniso. 281) Sobre quienes cortaron y despeda zaron a Dioniso. 282) Sobre los Dióscuros. 283) Sobre el de doble madre. 284) Sobre el caballo de madera. 285) Sobre la encina y el caldero de Dodona. 286) Sobre Doripa.
Historiadores 287) Sobre Damastes el cronógrafo. 288) Sobre Dem o crito el historiador. 289) Sobre Demetrio de lie. 290) Sobre Demóstrato. 291) Sobre Dídimo. 292) Sobre Dictis. 293) So bre Diodoro. 294) Sobre Dionisio de Mileto. 295) Sobre Dionisio de Rodas. 296) Sobre Dión. 297) Sobre Dóride.
Médicos 298) Sobre Dexipo el médico. 299) Sobre Dioscórides. 300) Sobre Dracón.
Oradores 301) Sobre Damiano el sofista. 302) Sobre Dexipo. 303) Sobre Dinarco. 304) Sobre Dionisio de Mileto. 305) Sobre Démades. 306) Sobre Dionisio de Halicarnaso. 307) S o bre Dión de Prusa.
Poetas 308) Sobre Dinóloco el cómico. 309) Sobre Damáxeno. 310) Sobre Diceágenes. 311) Sobre Diógenes Enómao. 312) Sobre Diocles. 313) Sobre Dionisio de Mitilene. 314) Sobre Dionisio de Bizancio. 315) Sobre Dionisio de Corinto. 316) Sobre Dexipo.
EUDOCIA
6?
Gramáticos 317) Sobre Dafidas el gramático. 318) Sobre Demetrio Ixión. 319) Sobre Dídimo. 320) Sobre Dicearco. 321) Sobre Diogeniano. 322) Sobre Dionisio el gramático. 323) S o bre Dracón. Filósofos 324) Sobre Damascio el filósofo. 325) Sobre Damófilo. 326) Sobre Demócrito. 327) Sobre Dídimo. 328) Sobre D i cearco. 329) Sobre Demetrio de Fálero. 330) Sobre D iodo ro Valerio. 331) Sobre Diodoro Crono. 332) Sobre Dionisio, hijo de tirano. 333) Sobre Dionisio Metatémeno. 334) So bre Dión. 335) Sobre Diágoras. 336) Sobre Diógenes el físi co. 337) Sobre Dión de Prusa. 338) Sobre Domnino el filó sofo. 339) Sobre Diógenes el cínico.
5. 340) Sobre la Eiresíone. 341) Sobre el llamado Cinosarges. 342) Sobre Hécuba. 343) Sobre Hécate. 344) Sobre los Centimanos. 345) Sobre Elara. 346) Sobre Elegeide Pi ro. 347) Sobre Idotea. 348) Sobre por qué a Atenea se la ha llamado Elótide. 349) Sobre Hele y Frixo. 350) Sobre Empusa. 351) Sobre Endimión. 352) Sobre por qué Dioniso tiene un solo testículo. 353) Sobre Enio. 354) Sobre Epeo. 355) Sobre Epicrates. 356) Sobre Epiménides. 357) Sobre Erecteo. 358) Sobre las Erinias. 359) Sobre Helena. 360) So bre Hermes. 361) Sobre Eros. 362) Sobre Erictonio. 363) So bre las Hespérides. 364) Sobre Eveno. 365) Sobre Eumeo.
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366) Sobre Euríbato. 367) Sobre Enfile. 368) Sobre Eurípilo. 369) Sobre Éurito. 370) Sobre Europa la hija de Agénor. 371) Sobre Esqueto.
Historiadores 372) Sobre Hecateo el historiador. 373) Sobre Helánico de Mileto. 374) Sobre Helánico de Mitilene. 375) Sobre Evágoras. 376) Sobre Efipo. 377) Sobre Eustacio. 378) So bre Eforo.
Oradores 379) Sobre Hermágoras el orador. 380) Sobre Evodiano. 381) Sobre Epifanio el sofista. 382) Sobre Helicón de Bizancio. 383) Sobre Hermógenes. 384) Sobre Eudemo. 385) Sobre Eusebio de Arabia. 386) Sobre Eustoquio el so fista.
Poetas 387) Sobre Epígenes el cómico. 388) Sobre Epiménides. 389) Sobre Epicrates. 390) Sobre Epónico. 391) Sobre Epicarmo. 392) Sobre Erifo. 393) Sobre Hermipo. 394) Sobre Euticles. 395) Sobre Eumolpo. 396) Sobre Evodo. 397) So bre Eupolis. 398) Sobre Euforión. 399) Sobre Euforión de Calcis. 400) Sobre Eufrón.
Gramáticos 401) Sobre Epafrodito el gramático. 402) Sobre Heladio el gramático. 403) Sobre Hermólao. 404) Sobre Eugenio.
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405) Sobre Eudemón. 406) Sobre Ireneo. 407) Sobre Hecateo.
Filósofos 408) Sobre Empédocles. 409) Sobre Empedótimo. 410) Sobre Epicteto. 411) Sobre Eratóstenes. 412) Sobre Epicu ro. 413) Sobre Hermágoras. 414) Sobre Epicarmo. 415) So bre Epaminondas. 416) Sobre Hermias. 417) Sobre Eudoxo.
6. 418) Sobre Zalmóxide. 419) Sobre Zeuxipa. 420) So bre Zeus. 421) Sobre Zeus que se transforma en cualquier cosa por las mujeres. 422) Sobre la reprimenda de Zeus el amontonador de nubes a Hera. 423) Sobre el miedo que caerá sobre Zeus. 424) Sobre el asentimiento de las cejas y el movimiento de los cabellos de Zeus. 425) Sobre la tumba de Zeus en Creta. 426) Sobre de cuántas maneras se llama a Zeus o sobre sus sobrenombres. 427) Sobre la boda de Zeus y Hera. 428) Sobre Zeto y Anfión. 429) Sobre Zeto y C a lais. 430) Sobre Zopiro de Babilonia.
Oradores 431) Sobre Zenobio el sofista. 432) Sobre Zoilo. 433) So bre Zósimo.
Gramáticos 434) Sobre Zenódoto el gramático. 435) Sobre Zenódoto de Efeso. 436) Sobre Zoneo.
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Filósofos 437) Sobre Zenón, el filósofo de Elea. 438) Sobre Zenón el sidonio. 439) Sobre Zenón de Tarso. 440) Sobre Zenón Mnaseo. 4 41) Sobre Zenón de Citio. 442) Sobre Zoroastro. 443) Sobre Zósimo.
7. 445) Sobre Hebe. 446) Sobre Eetión. 447) Sobre He lios y sus hijos. 448) Sobre Hera. 449) Sobre las férreas ataduras de Hera colgada en el aire y en las nubes. 450) So bre el monumento de Hera en Argos. 451) Sobre Heracles. 452) Sobre los héroes entre los griegos. 453) Sobre la llanura Elisia. 454) Sobre cuántos y quiénes eran los héroes A rgo nautas, de qué padres y de dónde. 455) Sobre quiénes fue ron los héroes que mataron al jabalí de Calidón. 456) So bre Hefesto. 457) Sobre los exvotos a Hefesto, Afrodita y Artemis, Hermes y los amores.
8. 458) Sobre la teogonia. 459) Sobre Tetis. 460) Sobre Támiris. 461) Sobre Tersites. 462) Sobre Teseo y Pirítoo. 463) Sobre Teognis el tirano. 464) Sobre Trasibulo.
Filósofos 465) Sobre Tales el sabio. 466) Sobre Téano. 467) So bre Teeteto el astrólogo. 468) Sobre Teodosio de Trípo li. 469) Sobre Teofrasto. 470) Sobre Teón de Alejandría y los otros.
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Oradores 471) Sobre Teodectes el orador. 472) Sobre Teodoro el sofista. 473) Sobre Teodoro de Gádara. 474) Sobre Teócrito el orador. 475) Sobre Teopompo. 476) Sobre Teón el sofista. 477) Sobre Terámenes de Atenas. 478) Sobre Trasímaco.
Poetas 479) Sobre Tales el poeta. 480) Sobre Teogneto. 481) So bre Teognis. 482) Sobre Teodoro. 483) Sobre Teócrito. 484) Sobre Teopompo. 485) Sobre Teófilo. 486) Sobre Tespis.
Historiadores 487) Sobre Temistógenes el historiador. 488) Sobre Teseo. 489) Sobre Tucídides.
9. 490) Sobre la estatua de Januario. 491) Sobre Yasión. 492) Sobre los Dáctilos del Ida. 493) Sobre Jasón y cómo consiguió hacerse con el vellocino de oro. 494) Sobre el Ida. 495) Sobre Idmón. 496) Sobre Ilaón. 497) Sobre Ino. 498) Sobre Ixión. 499) Sobre Icario, padre de Penélope. 500) Sobre Hipodamía. 501) Sobre Hipódamo. 502) S o bre Isis. 503) Sobre Istiea. 504) Sobre Itis. 505) Sobre Ifigenia. 506) Sobre Icario, que recibió de Dioniso la rama de vid y la plantó y sobre Erígone, su hija, y sobre que los ha bitantes de Quíos fueron los primeros en obtener vino tin to. 507) Sobre Ificles. 508) Sobre ío.
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Filósofos 509) Sobre Jámblico el filósofo. 510) Sobre Jasón. 511) So bre Hierocles. 512) Sobre Hiparquia. 513) Sobre Hiparco. 514) Sobre Hipóboto. 515) Sobre Histieo.
Historiadores 516) Sobre Jasón el historiador. 517) Sobre Hipis. 518) So bre el Istro.
Médicos 519) Sobre Hipócrates y los demás.
Oradores 520) Sobre Hipias el orador. 521) Sobre Iseo. 522) Sobre Isócrates. 523) Sobre Ifícrates.
Poetas 524) Sobre Ibico el poeta. 525) Sobre Ideo. 526) Sobre Yofonte. 527) Sobre Ión. 528) Sobre Hiparco. 529) Sobre Hiponacte.
10.530) Sobre Cadmo. 531) Sobre por qué los antiguos ha cían quemar los cadáveres. 532) Sobre Ceneo. 533) Sobre por qué los griegos se dejaban el pelo largo. 534) Sobre las Carneas, festividad de Apolo. 535) Sobre Castalia. 536) Sobre Cécrope. 537) Sobre por qué a Artemis se la llama Celadinó. 538) Sobre los Centauros. 539) Sobre el cuerno de Amaltea. 540) Sobre Cérbero. 541) Sobre los Cerámicos. 542) Sobre el dios Pro-
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vecho. 543) Sobre el monstruo troyano. 544) Sobre los supli cios acostumbrados entre los griegos. 545) Sobre la grulla y sus alas. 546) Sobre Coto y Briáreo. 547) Sobre Crono. 548) So bre Calisto. 549) Sobre Céfalo. 550) Sobre Céix. 551) Sobre Cefeo. 55z) Sobre Circe. 553) Sobre Climene. 554) Sobre Césira. 555) Sobre Ciña. 556) Sobre Corídalo. 557) Sobre Cre teo. 558) Sobre Crío. 559) Sobre Ctimene. 560) Sobre Cidón. 561) Sobre los cíclopes. 562) Sobre los bastardos arrojados al Cinosarges. 563) Sobre Cilón. 564) Sobre Ciro, hijo de Parisátide. 565) Sobre por qué a Afrodita se la llamó Colopis.
Historiadores 566) Sobre Cadmo el historiador. 567) Sobre Capitón. 568) Sobre Cleóxeno. 569) Sobre Clemente. 570) Sobre Critón. 571) Sobre Ctesias el médico.
Oradores 572) Sobre Calínico el orador. 573) Sobre Cástor. 574) Sobre Cecilio. 575) Sobre Cefalión. 576) Sobre Céfalo. 577) Sobre Cefisodemo. 578) Sobre Córax.
Poetas 579) Sobre Calimaco el poeta. 580) Sobre Cántaro. 581) So bre Carcino. 582) Sobre César Tiberio. 583) Sobre Corina. 584) Sobre Cefisodoro. 585) Sobre Cecilio. 586) Sobre Clau diano. 587) Sobre Cleofonte. 588) Sobre Clitágoras. 589) So bre Coluto. 590) Sobre Corino. 591) Sobre Crates el cómi co. 592) Sobre Cratino. 593) Sobre Creófilo. 594) Sobre Ciro.
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SC
Filósofos 595) Sobre Carnéades el filósofo. 596) Sobre Calipo. 597) Sobre Cebes. 598) Sobre Celsino. 599) Sobre Cleantes. 600) Sobre Cleobula. 601) Sobre Cleómbroto. 602) Sobre Cornuto. 603) Sobre Crates. 604) Sobre Critón.
ii. 605) Sobre Ladón. 606) Sobre Lacrítides. 607) Sobre los efebos laconios que se golpean con los látigos. 608) Sobre Lamia. 609) Sobre Lampecia. 610) Sobre Laodamia. 611) So bre los lapitas. 612) Sobre Leucótea. 613) Sobre Leucosia. 614) Sobre la constelación Leo. 615) Sobre Leda. 616) Sobre Leto. 617) Sobre Lino. 618) Sobre las Suplicantes. 619) Sobre Locro. 620) Sobre Lígdamis, que prendió fuego al templo de Artemis. 621) Sobre Linceo. 622) Sobre por qué a Apolo se le llama Licígenes. 623) Sobre la estrella Lira.
Oradores 624) Sobre Lácares el orador. 625) Sobre León de Alabanda. 626) Sobre León. 627) Sobre Luciano. 628) Sobre Loliano. 629) Sobre Licurgo. 630) Sobre Lisias.
Poetas 631) Sobre Lásquides el poeta. 632) Sobre Leucón. 633) Sobre Lino. 634) Sobre Lisímaco. 635) Sobre Lisipo.
Gramáticos 636) Sobre Luperco el gramático. 637) Sobre Linceo.
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Filósofos 638) Sobre León el filósofo. 639) Sobre Lesbonacte. 640) Sobre Longino. 641) Sobre Lamprias el historiador. 64z) So bre Lico.
12. 643) Sobre Macaría la hija de Heracles. 644) Sobre la adivinación de los Magos a partir de los sacrificios. 645) Sobre Mera. 646) Sobre Mariandeno. 647) Sobre Marpesa. 648) Sobre Marsias. 649) Sobre Mausolo de Caria. 650) Sobre Mégara, esposa de Heracles. 651) Sobre Malámpodo. 652) Sobre Meleagro. 653) Sobre Medusa. 654) S o bre Memnón. 655) Sobre Meneceo. 656) Sobre Mérope y Cleotera. 657) Sobre Metabo. 658) Sobre Medea. 659) So bre Midas el apasionado por el oro. 660) Sobre el casti go de Mitra. 661) Sobre M ilón de Crotona. 662) Sobre Minos. 663) Sobre Mormo. 664) Sobre los Moliónidas. 665) Sobre las Moiras. 666) Sobre las Musas. 667) Sobre los Misterios en Eleusis del Ática. 668) Sobre los M irm i dones. 669) Sobre Mirra.
Historiadores 670) Sobre Marsias el historiador. 671) Sobre Menecmo. 672) Sobre Menandro.
Médicos 673) Sobre Marcelo el médico. 674) Sobre Menécrates. 675) Sobre Metón.
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§6
Filósofos 676) Sobre Menecmo. 677) Sobre Máximo de Tiro. 678) Sobre Máximo de Epiro. 679) Sobre Marino. 680) So bre Musonio. 681) Sobre Miro.
Oradores 682) Sobre Mayor el orador. 683) Sobre Maleo. 684) So bre Marcelo. 685) Sobre Marsias. 686) Sobre Melesermo. 687) Sobre Melito. 688) Sobre Menandro. 689) Sobre Metrófanes. 690) Sobre Minuciano.
Poetas 691) Sobre Magnes el cómico. 692) Sobre Melanópides. 693) Sobre Manandro. 694) Sobre Menalao. 695) So bre Menipo. 696) Sobre Mesomedes. 697) Sobre Metágenes. 698) Sobre Mimnermo. 699) Sobre Mnesímaco. 700) Sobre Mórsimo. 701) Sobre Museo. 702) Sobre Mía. 703) Sobre Miro. 704) Sobre M irtilo.
Gramáticos 705) Sobre M iteco el gramático. 706) Sobre Mosco.
13.
707) Sobre Nanaco. 708) Sobre Narciso. 709) So bre el culto que los egipcios rinden al Nilo. 710) So bre Neoptólemo. 7 11) Sobre Neleo. 712) Sobre Nereo. 713) Sobre las Nereidas. 714 ) Sobre Níobe. 715) Sobre las
Ninfas.
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Filósofos 716) Sobre Neocles el filósofo. 717) Sobre Nicolao el peripatético. 718) Sobre Nicómaco de Estagira. 719) So bre Numenio.
Médicos 710 ) Sobre Nicandro el médico. 721) Sobre Nicómaco el médico. 722) Sobre Ninfis el historiador.
Oradores 713) Sobre Neantes el orador. 724) Sobre Nicágoras. 715) Sobre Nicolao el orador. 726) Sobre Nicolao el sofis ta. 727) Sobre Nicóstrato.
Poetas 728) Sobre Nausícrates el cómico. 729) Sobre Neofonte. 730) Sobre Néstor. 731) Sobre Nicómaco. 732) Sobre Nicóstrato. 733) Sobre Nicofrón. 734) Sobre Nicocares. 735) Sobre Nono. 736) Sobre Nicanor el gramático.
14. 737) Sobre Odiseo. 738) Sobre Edipo. 739) S o bre Enómao. 740) Sobre Enone. 741) Sobre la constela ción Sagitario. 742) Sobre Ónfale. 743) Sobre la adivi nación por los sueños. 744) Sobre la adivinación por las aves. 745) Sobre por qué el asno es reverenciado en el cie lo. 746) Sobre Orestes. 747) Sobre la constelación del Ave. 748) Sobre Orfeo. 749) Sobre Osiris. 750) Sobre Orfíuco.
7»
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§6
751) Sobre Orfeo Nicónao y los demás. 752) Sobre que Ho mero fue egipcio; y sobre su muerte en la Arcadia.
•5- 753) Sobre Palamedes. 754) Sobre el Paladio. 755) So bre Palas. 756) Sobre Pan. 757) Sobre Pandáreo. 758) So bre Pándaro. 759) Sobre Pandión. 760) Sobre Pando ra. 761) Sobre la constelación Virgo. 762) Sobre Paris. 763) Sobre Pasífae. 764) Sobre Patroclo. 765) Sobre por qué a Zeus y Apolo se les llama patroos. 766) Sobre Pélope. 767) Sobre Periclímeno. 768) Sobre Perseo. 769) So bre Perséfone. 770) Sobre Pégaso. 771) Sobre Peleo. 772) Sobre las Pléyades. 773) Sobre Políboto. 774) Sobre Polignoto. 775) Sobre Policelo. 776) Sobre Políxena. 777) So bre Polifemo. 778) Sobre Posidón. 779) Sobre Príamo. 780) Sobre Príapo. 781) Sobre Proene. 782) Sobre Pro cris. 783) Sobre Prometeo. 784) Sobre Prólide. 785) So bre Proteo. 786) Sobre la Pitia. 787) Sobre Pirítoo y Teseo. 788) Sobre Paléfato el historiador. 789) Sobre Pau sanias. 790) Sobre Polemón de Ilion. 791) Sobre Polibio. 792) Sobre Pílades, inventor de la danza itálica y sobre las danzas; y por qué los amantes llevan flores y manzanas en sus manos.
Oradores 793) Sobre Paladio el orador. 794) Sobre Pancracio el sofista. 795) Sobre Paulo de Tiro. 796) Sobre Paulo Ger mino. 797) Sobre Pausanias el sofista. 798) Sobre Peri-
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cies. 79 9) Sobre Pedro Magistro. 800) Sobre Polemón. 801) Sobre Pólux. 802) Sobre Polieno. 803) Sobre Polícrates. 804) Sobre Posidonio O lbiopolita. 805) Sobre Potamón. 806) Sobre Polión. 807) Sobre Polo. 808) S o bre Prisco. 809) Sobre Proeresio. 810) Sobre Procopio. 811) Sobre Protágoras de Abdera. 812) Sobre Pitio. 813) So bre Palamedes.
Poetas 814) Sobre Paléfato el poeta. 815) Sobre Pamprepio. 816) Sobre Panolbio. 817) Sobre Paniasis. 818) Sobre Partenio de Nicea. 819) Sobre Partenio de Quíos. 820) Sobre Pisandro. 821) Sobre Pigres. 822) Sobre Pindaro. 823) Sobre Platón el cómico. 824) Sobre Polieucto. 825) Sobre Policelo. 826) Sobre Posidipo. 827) Sobre Ptolomeo de Citera.
Gramáticos 828) Sobre Palamedes el gramático. 829) Sobre Paléfato el gramático. 830) Sobre Pánfilo el gramático. 831) Sobre Polión. 832) Sobre Ptolomeo el gramático.
Filósofos 833) Sobre Pánfila la filósofa. 834) Sobre Pánfilo el fi lósofo. 835) Sobre Panecio. 836) Sobre Papo de Alejan dría. 837) Sobre Parménides. 838) Sobre Paulo el filósofo. 839) Sobre Periandro. 840) Sobre Perseo. 841) Sobre Pi taco. 842) Sobre Platón. 843) Sobre Plutarco. 844) Sobre Plotino. 845) Sobre Polemón. 846) Sobre Poles. 847) So
8ο
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§6
bre Porfirio. 848) Sobre Posidonio. 849) Sobre Potamón. 850) Sobre Pródico. 851) Sobre Proclo el estoico. 852) So bre Proclo de Licia. 853) Sobre Claudio Ptolomeo, sobre la procedencia del origen de la familia de los Ptolomeos y la sucesión de los reyes. 854) Sobre Pitágoras y las habas pita góricas. 855) Sobre Pirrón.
16. 856) Sobre Rea, los Coribantes y las castraciones de los frigios. 857) Sobre Reso. 858) Sobre Reo. 859) Sobre Re gino el gramático. 860) Sobre Riano el gramático. 861) So
bre Rufo el médico.
17.862) Sobre Salmoneo y los rayos procedentes del odre. 863) Sobre Sardanápalo. 864) Sobre Sarpedón. 865) So bre las Sirenas. 866) Sobre Sémele. 867) Sobre Sesoncosis. 868) Sobre las Sibilas. 869) Sobre Sínope. 870) Sobre Sísifo. 871) Sobre Escédaso y sus hijas. 872) Sobre Escila y los monstruosos animales. 873) Sobre las aves de Estinfálide. 874) Sobre la Estigia. 875) Sobre la Esfinge cadmea. 876) Sobre Estratis el historiador.
Oradores 877) Sobre Sabino el orador. 878) Sobre Salustio el so fista. 879) Sobre Serapión de Alejandría. 880) Sobre Sibintio. 881) Sobre Siricio. 882) Sobre Escopeliano. 883) Sobre
Sópatro.
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Médicos 884) Sobre Salustio el médico. 885) Sobre Sorano el mé dico.
Poetas 886) Sobre Sanirión el cómico. 887) Sobre Safo. 888) So bre la Sibila de Eritrea y las demás. 889) Sobre Simónides. 890) Sobre Sófocles. 891) Sobre Sópatro. 892) Sobre Sosicles. 893) Sobre Sótades de Creta. 894) Sobre Sotérico. 895) Sobre Sófilo. 896) Sobre Sofrón. 897) Sobre Espíntaro. 898) Sobre Estesícoro. 899) Sobre Estrátide. 900) Sobre Estratón.
Gramáticos 901) Sobre Seleuco el gramático. 902) Sobre Sereno. 903) Sobre Semo. 904) Sobre Simias de Rodas. 905) Sobre Sosibio. 906) Sobre Sotérides.
Filósofos 907) Sobre Sexto el filósofo. 908) Sobre Silvano. 909) Sobre Simias de Tebas. 910) Sobre Solón. 911) Sobre Estil pón. 912) Sobre Estrabón. 913) Sobre Estratón. 914) Sobre Sinesio. 915) Sobre Siriano. 916) Sobre Sofrón. 917) S o bre Sócrates. 918) Sobre Sótades de Atenas.
18. 919) Sobre Tántalo. 920) Sobre los toros que ma tan a los extranjeros. 921) Sobre la catasterización de Tau ro. 922) Sobre Telamón. 923) Sobre Teño, del que proce-
82
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de Ténedos. 924) Sobre los Teléboas. 925) Sobre Telémaco. 926) Sobre Télefo. 927) Sobre Titono. 928) Sobre los T i tanes. 929) Sobre Ticio. 930) Sobre Tleptôlemo. 931) So bre los machos cabríos de Mende. 932) Sobre Triptolemo. 933) Sobre Triton. 934) Sobre Tros, por el que se llamó Tro ya, sobre su toma, sobre la genealogía de los troyanos y el desenlace de los supervivientes de los que procede el impe rio romano. 935) Genealogía de los reyes troyanos y proce dencia de los romanos. 936) Sobre Troilo. 937) Sobre Trofonio. 938) Sobre Tiro. 939) Sobre Tifeo el gigante del que nació la serpiente que custodiaba el vellocino de oro.
19. 940) Sobre las ninfas Híades. 941) Sobre Jacinto. 942) Sobre la Hidra. 943) Sobre Hilas.
20. 944) Sobre Faetusa. 945) Sobre Faetonte. 946) S o bre de dónde y cómo surgieron los feacios. 947) Sobre Fedra. 948) Sobre Fálaris. 949) Sobre los falos. 950) Sobre Fanes. 951) Sobre Faón. 952) Sobre Ferecles. 953) Sobre Filecio. 954) Sobre Filóxeno el cuellilargo. 955) Sobre Femio. 956) Sobre Fineo. 957) Sobre Finodamante. 958) Sobre Forcis y sus hijas. 959) Sobre Formión. 960) Sobre Frixo, su genealogía y la de todos los héroes que brotaron de la misma raíz. 961) Sobre Frinis el citarista. 962) Sobre Frinondas. 963) Sobre la castración de los frigios. 964) Sobre Fileo. 965) Sobre Fílaco.
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Historiadores 966) Sobre Feréeides el historiador. 967) Sobre Filipo. 968) Sobre Flegonte. 969) Sobre Filarco.
Oradores 970) Sobre Filipo el orador. 971) Sobre Filisco de M ile to. 972·) Sobre Filóstrato. 973) Sobre Filisto de Náucratis. 974) Sobre Frínico de Bitinia.
Gramáticos 975) Sobre Filetas el gramático. 976) Sobre Filisco de Egina. 977) Sobre Filóxeno. 978) Sobre Filón. 979) Sobre Filagrio de Epiro.
Filósofos 980) Sobre Fedón el filósofo. 981) Sobre Feréeides. 982) Sobre Filósofo. 983) Sobre Filón. 984) Sobre Focílides. 985) Sobre Ferécrates de Atenas. 986) Sobre Filetero. 987) Sobre Filemón de Siracusa.
Poetas 988) Sobre Filipo el cóm ico. 989) Sobre Filisco. 990) Sobre Filistión. 991) Sobre Filocles. 992) Sobre Fi lóxeno el lírico. 993) Sobre Filónides. 994) Sobre Fililio. 995) Sobre Formo. 996) Sobre Frínico el trágico. 997) So bre Fenócides.
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§6
ii. 998) Sobre la astronomía de los caldeos. 999) S o bre Cares, el constructor del Coloso y sobre quién y cuán do lo destruyó. 1000) Sobre las Gracias. 1001) Sobre Cari des y Fílita. 10 0 1) Sobre Caribdis. 1003) Sobre Quirón el Centauro. 1004) Sobre la Quimera. 1005) Sobre Criseide. 1006) Sobre la cadena de oro. 1007) Sobre el vellocino de oro. 1008) Sobre Crises. 1009) Sobre las manzanas de oro.
Historiadores 1010) Sobre Caronte de Lámpasaco el historiador, ion ) Sobre Caronte de Cartago. 1012) Sobre Caronte de Náucratis.
Poetas 1013) Sobre Queremón el cómico. 1014) Sobre Quiónides. 1015) Sobre Cristodoro el poeta. 1016) Sobre Cristodoro de Tebas. 1017) Sobre Quérilo de Atenas. 1018) Sobre Córax el filósofo. 1019) Sobre Crisipo. 1020) Sobre Q ui rón el médico.
2 2 .1021) Sobre Psamético.
23.1022) Sobre Ógiges. 1023) Sobre Océano. 1024) So bre las Horas. 1025) Sobre Orieo. 1026) Sobre Oritía. 1027) Sobre Orion. 1028) Sobre O to y Efialtes. J. A. Fabric. Bibl. Grœc. 6,5, 6,588
7·
H iparquia
Hiparquia, natural de Maronea, en Tracia, vivió en tiem pos de Alejandro M agno y fu e esposa delfilósofo Crates. Se le atribuyen varias obras como Cuestiones a Teodoro, Hipótesis filosóficas y Cartas. 7 .1. H
ip a r q u ia y
C
rates
Sus discursos57 también se apoderaron de la hermana de Metrocles, Hiparquia. Ambos eran m aronitas;5®y estaba enamorada de Crates,59 no solo de sus palabras, sino tam bién de su forma de vida, y no hacía caso a ninguno de sus pretendientes, ni a su riqueza, ni a su nobleza ni a su belle za, sino que Crates lo era todo para ella. Además, amena zaba a sus padres con suicidarse si no la entregaban a aquel hombre. El caso es que, como los padres exhortaban a C ra tes a que disuadiera a la niña, él hacía todo lo posible, y, en 57 Se entiende, de Crates. sS Maronea es una ciudad de Tracia. ” Crates de Tebas, que vivió hasta comienzos del siglo I I I a.C . fue un filósofo cínico seguidor de Diógenes y maestro de Metrocles. Sobre su figu ra, puede verse en García Gual, 1988, pp. 75-80 el capítulo titulado «C ra tes, el filántropo». - 8 5 -
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§ 7
última instancia, como no lograba convencerla, se puso en pie, se quitó su ropa frente a ella ν le dijo: —Este es el esposo; estas son sus posesiones. Decide an te esto, porque no serás mi compañera si no participas de mis mismas costumbres. La muchacha lo eligió, se vistió su misma ropa y acom pañaba a su esposo, con el que se unía en público y con quien iba a los banquetes. En una ocasión fue a casa de Lisímaco6° a un banquete en el que refutó a Teodoro,6' el lla mado el Ateo, al que propuso el siguiente sofisma:62 aquello que, si lo hiciera Teodoro no se diría que comete delito, tampoco, si lo hiciera Hiparquia se diría que come te delito. Si Teodoro se golpea a sí mismo, no comete de lito; luego, tampoco Hiparquia, si golpea a Teodoro, co mete delito.
Él no respondió nada a lo que le había dicho, pero la atrajo agarrándola por la túnica. Hiparquia ni se turbó ni se asustó, siendo como era una mujer. Antes bien, cuando él le dijo: —¿Quién es la que ha dejado la lanzadera junto al telar? Le replicó:
60 Lisímaco es el rey de Macedonia que sucedió a Demetrio Poliorcetes. él Filósofo de Cirene que vivió en el siglo IV , al que se atribuye una obra Sobre los dioses. 61 Aparece recogido también este sofisma en Sud. η 448.
H IP A R Q U IA
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—Soy yo, Teodoro. ¿No te parece que hago bien por mí misma si he empleado en mi educación el tiempo que iba a gastar en el telar? Esas y otras muchas cosas se cuentan de la filósofa. Se añade también un libro dirigido a Crates, las Cartas?' en las que filosofa extraordinariamente. En el estilo hay momen tos en que se acerca a Platón. También tiene escritas trage dias con un elevadísimo estilo filosófico, como, por ejem plo, el siguiente pasaje: No tengo una sola torre ni un solo techo como mi patria. Las ciudadelas y las casas de la tierra entera están dispuestas para mí para morar en ellas. Murió de viejo y lo enterraron en Beocia.64
D. L. 6,96-98
7 .2 . O b r a y é p o c a
Hiparquia, hermana de Metrocles el cínico, de Maronea, filósofa cínica y esposa de Crates el cínico, que era atenien se, discípulo de Brisón de Acaya o, según algunos, de Dió genes. Escribió tratados filosóficos y algunas argumentacio nes, así como proposiciones a Teodoro, de sobrenombre el Ateo. Floreció en la Olimpíada 1 1 1 . 65 Sud. 1517
*’ Sobre los problemas y conjeturas respecto a la atribución de las cartas a Crates o a Hiparquia, véase Wolf, n. 64, p. 67. 64 Región al norte del Ática, patria del poeta épico Hesíodo. 6' Año 335-336 a. C.
88
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§7
7.3. L a c i n o g a m i a
Recuerdo también a una cínica. Se llamaba Hiparquia, de Maronea, esposa de Crates, con la que consumó la cino gamia66 en la Estoa Pécile.67 Clem. Al. Strom. 4,19, m , 6 7.4. C o n d u c t a d e H i p a r q u i a
La costumbre se opone a la educación: cuando la mayo ría de los hombres se retiran para unirse con sus mujeres, Crates con Hiparquia lo hacía en público. S. E. P. 1,153 7.5. M e n c i ó n d e s u b e l l e z a
A Crates le bastaba la tinaja como morada, aunque tenía como esposa a la bella Hiparquia. Simp. In Epkt. né 7.6. L a c i n o g a m i a e n l a E s t o a P é c i l e
Pero cuando brotó la pasión, se casó68 en público con H iparquia de M aronea y consumó la cinogamia en la Pé cile, mandando muy a paseo la magnificencia de sus dis cursos. Ihdt. Affect. iz, 49
“ La cinogamia era una muestra de los principios antimatrimoniales de los cínicos, y viene a significar «el matrimonio del perro», «el matri monio de los cínicos». Según indica W olf (n. 53, p. 64), con este nom bre los filósofos cínicos celebraban una fiesta para conmemorar precisa mente la boda de Hiparquia con Crates. Véase también Clem. Al., Strom. 4 . · 9·
Í7 La Estoa Pécile («pórtico coloreado») estaba en el agora de Atenas y recibía este nombre por las pinturas con que estaba decorada. 68 Se entiende, Crates.
H I P A R Q U IA
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7.7. A l g u n o s f i l ó s o f o s
Florecían Jenócrates, sucesor de Espeusipo y de Platón, los cínicos Crates y Diógenes y la filósofa Hiparquia, espo sa de Crates. Sync. Cbron. 2.60 A 7.8. D e d i c a t o r i a d e A n t i p a t r o
Antipatro a Hiparquia Yo, Hiparquia, no elegí las labores de las mujeres de [amplios vestidos, sino la vida viril de los perros.69 Ni me agradan los vestidos con hebillas ni la sandalia de suela gruesa, tampoco la suntuosa redecilla. La alforja es compañera de mi bastón, y es acorde un manto doble y un cobertor de mi lecho en el suelo. Para nosotros era mejor la vida de la Menalia Atalanta70 tanto cuanto la sabiduría es mejor que la caza por los [montes. A P . 7, 4 13 ( A n t i p . T h e s s . )
69 Es decir, de los filósofos cínicos. 70 Atalanta es una heroína abandonada por su padre en el monte y ama mantada por una osa. Juró permanecer virgen por su fidelidad a Artemis. Véase Grimal, 19 9 4 , s. v.
8.
H ipatia
Hipatia d e A lejandría vivió a caballo en tre los siglos i v y v d . C . R ecibió en Grecia el sobrenom bre de « la Filóso f a » y en su patria sustituyó a P lotino en sus enseñanzas de filosofía. Alcanzó enorm e fam a en la A ntigüedad y sus obras (principalm ente de m atem áticas y astronom ía) p a rece que se perdieron en el incendio d e la B iblioteca d e Ale-
8.1. C
arta de
H
ip a t ia a
C
ir il o
Copia d e Hipatia, que enseñaba filosofía en Alejandría, dirigida a l beato Cirilo,1' el arzobispo, en dípticos.11· Leyendo relatos del pasado, descubrí que la presencia de Cristo había tenido lugar hace ciento cuarenta años.75 Pero fueron sus discípulos, que después se llamaron Após71 Cirilo, obispo de Alejandría (575-444) fue considerado el principal responsable de la muerte de Hipatia. En todo caso, esta copia de la carta se considera falsa. 71 Wolf (n. 83, p. 73) señala que es difícil explicar por qué se habría es crito esta carta en dípticos, una especie de libros de notas muy extendidos en el mundo romano. 7! Sobre los problemas que plantea esta fecha y algunas enmiendas pro puestas, véase Wolf, n. 84, p. 73. — 9i—
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§8
toles, los que, tras su ascension a los cielos, predicaron la doctrina cristiana. Estos, ciertamente, enseñaron de mane ra bastante sencilla y lejos de toda diligencia cosas super fluas, de modo que muchísimos paganos, tanto ignorantes como sabios, hallaron ocasión para acusar esta doctrina y decir que no se sostiene. Pues ya que dijo el Evangelista74 que nadie ha visto nunca a Dios, ¿cómo podéis —dicen— afirmar que Dios fue crucificado? Y continúan: «Q uien no ha sido visto, ¿cómo ha podido ser crucificado ? ¿Cómo ha podido morir y ser enterrado?». Pues bien, Nestorio,75 que solo había sido puesto en el destierro, expuso las doctrinas de los Apóstoles. Pues d i ciendo yo desde hace ya largo tiempo lo que él mismo ha bía confesado, a saber, que Cristo tenía dos naturalezas, le digo al que había dicho esto: se han resuelto los dile mas de los gentiles. Digo, pues, que su santidad ha obra do mal, sabiendo cosas contrarias a aquella, por convocar un sínodo y, a partir del conflicto, haber logrado la con secución de la hum illación. Pero yo, hasta hace unos días, examinando las explicaciones de este hombre, reuniendo las doctrinas de los Apóstoles y meditando conmigo mis ma, lo que sea bueno para mí de hacerme cristiana, espe ro que se logre con la digna generación del bautismo del Señor. Steph. Baluzius. Concil. pag. i, 916 74 Véase Juan, i. 75 Patriarca de Constantinopla del siglo v cuyas obras fueron quemadas bajo la acusación de herejía.
H IP AT IA
8.Z. S i N E S I O , SIN
93
n o t ic ia s d e su m a e s t r a
A Hipatia, maestra de filosofía Te saludo a ti, respetable señora, y, por mediación tuya, a tus felicísimos compañeros, ya que podría haberos acusado hace tiempo de no haberos dignado en remitirme una carta. Pero ahora sé que me miráis con suspicacia todos vosotros por aquello en que no cometo falta alguna, sino que sufro muchas desgracias que un hombre puede sufrir. Pero, si realmente pudiera recibir vuestras cartas y saber en qué os ocupáis (en cualquier caso, estáis en mejor situa ción y gozáis a una suerte más bella), estaría mal a medias, siendo afortunado entre vosotros. Ahora solo hay un asun to difícil que se ha apoderado de mí: me he visto privado, además de mis hijos76 y mis amigos, incluso de la benevo lencia de todo el mundo. Y lo que es más importante, de tu alma divinísima, la única de la que he tenido la esperanza que permanecería conmigo más fuerte que el insulto de la suerte y el flujo del destino. Synes. Ep. 10 8.3. E l
h id r o s c o p io
A la maestra de filosofía Tan mal lo he pasado que necesito un hidroscopio.77 En carga que me lo hagan de bronce y lo ensamblen. Es un tu76 Sobre la muerte de los hijos de Sinesio, véanse, entre otras, las cartas 41» 70* 79 »90,126, etcétera. 77 El hidroscopio parece que era un instrumento para aplicaciones mé dicas, como podía ser la medida, el peso o la densidad de líquidos, aunque solo contamos con esta descripción. Según García Romero, 1995 (n. 20, p. 51) este texto constituye un testimonio de las enseñanzas en ciencias aplicadas
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§8
bito cilindrico que tiene la forma y el tamaño de un aulôs.7% En una línea recta recibe los orificios por los que observa mos el peso de los líquidos. En efecto, por una parte lo ta pa un cono que se inserta en la misma posición para que sea base común de ambos, es decir, del cono y del tubito. Preci samente ese es al que llaman «p esalíquid o s».79 Pues bien, cuando sumerges en agua el tubo, se pone de pie y te per mite contar los orificios que constituyen indicios para co nocer dicho peso. Synes. Ep. 15 8 .4 . C
arta de
S in e s io
A la maestra de filosofía Tumbado en el lecho he dictado la carta que ojalá recibas con salud, madre, hermana y maestra, y, por todo ello, benefactora, y cualquier otra cosa o apelación que sea hono rífica. A mí se me han unido las cuestiones de la debilidad corporal y de la causa anímica. Poco a poco me consume el recuerdo de mis hijos ausentes. Sinesio80 merecía vivir mientras fuera desconocedor de las desgracias de la vida. Luego, como un torrente deteni do, brotó de golpe y trastocó la delicia de la vida. ¡O jalá de Hiparía y añade que el hidroscopio es el ancestro del moderno aeróme tro o densímetro. 78 El término griego nulos alude a un instrumento musical parecido a la flauta que produce un sonido más cercano al del oboe. 79 García Romero, 1995, traduce el término baryllion como «pesito». Véanse al respecto sus notas 121 y 112, p. 52. 80 Sinesio, que se menciona aquí en tercera persona, fue un rico aristó crata de Cirene, amigo y discípulo de Hipatia.
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deje de vivir o de recordar la tumba de mis hijos! Pero tú, que ojalá estés bien y saluda de mi parte a mis felices com pañeros, empezando por el padre Teotecno y por el herma no Atanasio,8' y a todos sucesivamente. Y si alguien se ha unido a ellos, que te sea grato, que yo he de deberle grati tud por serte grato, y salúdalo de mi parte como al amigo más querido. Que de mis asuntos, si algo te preocupa, ha ces bien; y si no te preocupa, tampoco a mí me preocupa. Synes. Ep. 16 8.5. S i n e s i o ,
el im it a d o r d e la m a e s t r a
A la maestra de filosofía Creo que me comporto como el eco: repito las palabras que he oído, cuando ensalzo en tu presencia al admirable Alejandro.81 Synes. Ep. 46 8.6. H
ip a t ia
,
a m ig a d e
Sin e s io
A la maestra de filosofía8’ Aunque la fortuna no puede arrebatármelo todo, sin em bargo lo desea en la medida de sus posibilidades: «que me ha dejado privado de muchos y valientes h ijos».84 Pero, al menos, no me arrebatará el preferir lo mejor y el sumarme a los que sufren injusticia: ¡ojalá no prevalezca sobre mi ánimo! Ciertamente, odio la injusticia, dado que Como señala García Romero, 1995, n. 87, p. 41, Teotecno es un sacer dote alejandrino, mientras que Atanasio es un amigo de Sinesio. 81 Solo se conservan estas escasas líneas del comienzo de la carta. 8í La fecha de esta carta es el año 413. 8< Cita de Hom., //. 11, 44.
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§8
es posible, y quisiera impedirla, pero también esa es una de las cosas que me han sido arrebatadas. Y también eso se ha ido antes que mis hijos. «A ntaño eran valientes los m ilesios.»85 Hubo un tiempo en que también yo fui un amigo útil, y tú me llamabas «b ien de los dem ás» porque abusaba del respeto a los muy poderosos para el bien de los otros, y ellos eran mis manos. Ahora, en cambio, he quedado privado de todo, a no ser que tú tengas alguna capacidad. Porque pre cisamente a ti te cuento, junto con la excelencia, como un bien inviolable. Pues tú siempre puedes, y ojalá puedas ser virte de tu poder para lo mejor. Respecto a Niceo y Filolao, jóvenes de bien y parientes, ha de preocuparles a todos los que te honran, tanto particulares, como gobernantes, que regresen convertidos en dueños de lo suyo. Synes. Ep. 81 8.7. S u f r i m
ie n t o s d e
Sin e s io
A la maestra de filosofía «A unque en el Hades se olviden los m uertos»,86sin em bargo yo, incluso allí, recordaré a mi querida Hipatia. Yo, sí, rodeado por los sufrimientos de mi patria, a disgusto con ella por lo que veo cada día: armas hostiles, hombres dego llados como víctimas para el sacrificio, que aspiro el aire co rrompido por la podredumbre de los cadáveres y que espe ro sufrir en mis propias carnes cosas parecidas. Porque ¿qué *’ Anacr., fr. 426 Page, citado, entre otros por Ath. 12, 2 6 ,1,2,8 1, Arist., fr. 509 R, Ar., PL 1002 y D. S. 10, 25, 2. 86 Cita de Horn., II. 22, 389.
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buena esperanza puede haber en un lugar en que el entorno está oscuro, poseído por la sombra de las aves carroñeras? ¿Qué voy a sentir yo, que soy libio y que estoy aquí viendo las tumbas no innobles de mis ancestros? Por ti es por la única por la que creo que voy a despreciar a mi patria, aun que tenga ocasión de emigrar. Synes. Ep. 124 8.8. D e c i s i ó n d e H i p a t i a Esperamos87 que decidas sobre todo eso y, si decretas que hay que publicarlo, se expondrá, a la vez, a oradores y filóso fos. A unos les agradará, a los otros, les beneficiará. De to das formas, si no es por ti, que tienes capacidad de decidirlo, quedará rechazado por escrito. Y si te parece que es indigno de que lo oigan los griegos, y si tú, ciertamente, igual que Aristóteles, vas a anteponer la verdad a la amistad, una den sa y profunda sombra lo envolverá y los hombres se olvida rán de mencionarlo. Synes. Extracto deEp. 154, 84-90 8.9. L e c t u r a s d e S i n e s i o Cuantas más veces recorro la composición, brota en tor no a mí una disposición admirable y una voz divinal me irri ga como dice el poema.88Y si la experiencia mía no solo me pasara a mí, sino que también eso le sucediera a otro, esto !? La fecha de esta carta de Sinesio es el año 405. Respecto al contexto, Sinesio remite a Hipatia una copia de sus tratados Sobre los sueños y Dión o sobre su norma de vida para que le dé su parecer acerca de la posible publi cación. Véase García Romero, 1995, n. 971, p. 293. S! Referencia a Ilíada , 2, 41.
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§8
me lo has de indicar. Porque precisamente tú, después de mí, eres la primera de los griegos que leerás con esto. Synes. Extracto de Ep. 154,108-113 8.10. E g i p t o
y
Atenas
Ciertam ente ahora,89 en nuestros tiempos, es Egipto quien alimenta por recibir la simiente de Hipatia, mien tras que Atenas, que antaño era la ciudad hogar de sabios, en lo que ahora se refiere, la exaltan los apicultores. Synes. Extracto deEp. 136,15 8.11. B i o
g r a fía de
H
ip a t ia
Hipatia, la hija del geómetra Teón, filósofo de Alejan dría, también ella fue filósofa, conocida de muchos y espo sa del filósofo Isidoro. Floreció en el reinado de Arcadio.90 Escribió un Comentario a Diofanto, su Canon astronó mico y un Comentario a las Secciones cónicas de Apolonio. Fue despedazada por los alejandrinos y su cuerpo, ultra jado, lo diseminaron por toda la ciudad. Eso le sucedió por envidia y por su excelsa sabiduría, en especial, en cuestiones de astronomía. Según unos, fue por culpa de Cirilo, según otros, por la audacia connatural y sediciosa de los alejandri nos, pues les hicieron lo mismo también a muchos obispos suyos, por ejemplo, a Georgio y a Proterio. Hipatia nació, se crió y se educó en Alejandría. Siendo como era de naturaleza más noble que su proge nitor, no se dio por satisfecha con las enseñanzas matemá *’ Sobre los problemas de lectura de esta palabra (njn o noün), véase García Romero, 1995, n. 836, p. Z57. 90 Arcadlo fue emperador desde el año 395 hasta el 408.
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ticas de su padre, sino que cultivó las restantes disciplinas filosóficas de manera notable. Esta mujer, vestida con una capa raída y que daba caminatas por el medio de la ciudad, explicaba en público a quienes deseaban oírla, ya sea a Pla tón o a Aristóteles o aspectos de cualquier otro filósofo. Además de su capacidad docente, ascendió a la cima de la excelencia práctica: fue justa, prudente y permaneció vir gen, aunque era tan bella y hermosa que incluso se enamo ró de ella uno de sus discípulos; él no pudo contener su pa sión, sino que le dio un indicio de su afecto. Pues bien, las habladurías indoctas afirman que H ipa tia lo liberó de tal enfermedad por medio de la música, pe ro la verdad proclama que la música ya estaba corrompida hacía tiempo y que ella presentó uno de sus trapos femeni nos, se lo lanzó y, tras mostrarle el signo de la sucia gene ración, le dijo: —Estás enamorado de esto, jovencito, pero de nada her moso. Y él por vergüenza y temor ante aquella indecorosa exhi bición, mudó su manera de pensar y adquirió una disposi ción más prudente. Hallándose en tal situación Hipatia, que era en sus di chos despierta y hábil conversadora, y en su conducta, pru dente y cortés, el resto de la ciudad la saludaba con natura lidad y la respetaba con deferencia, y los magistrados que tenían en sus manos sucesivamente la ciudad eran los pri meros en visitarla, igual que continuaba haciéndose en Ate nas. Porque, aunque la situación estaba perdida, al menos
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§8
el nombre de la filosofía todavía les parecía que era magní fico y admirable a los que administraban los puestos prin cipales del estado. Y en cierta ocasión ocurrió que el obispo de la herejía contraria, Cirilo, que pasaba por la casa de Hipatia, vio que había un gran tumulto ante las puertas, de hombres y de ca ballos a la vez, unos que entraban, otros que salían, otros que se acercaban, y preguntó a qué se debía aquella multi tud y por qué se formaba el alboroto aquel frente a la casa. Oyó decir a uno de sus acompañantes que ese era el momen to en que saludaba la filósofa Hipatia y que aquella casa era la suya. Cuando se enteró, se mordió el alma hasta tal pun to que inmediatamente planeó su muerte, la más criminal de todas las muertes. Pues, cuando ella caminaba como era su costumbre, muchos hombres brutales que se habían con gregado, unos verdaderos miserables que ni conocían el fa vor divino ni la indignación humana, atacan y matan a la fi lósofa, cargando a su patria con esta gravísima mancilla y con esta desgracia. Y el emperador se enfadó por esto, si no fuera que Ede sio lo sobornó, así que levantó el castigo a los asesinos, pero se lo atrajo sobre sí mismo y sobre su propia descendencia, ya que su nieto cumplió dicho castigo. Y, aunque aún per vive su recuerdo entre los alejandrinos, envolvió por muy poco tiempo el honor y la adhesión de los alejandrinos res pecto a Isidoro. En ocasiones, pese a que pendía sobre ellos un miedo tan grande, sin embargo, cada uno de ellos se afa naba por reunirse con él y por oír las palabras que salían de
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su prudente boca. Porque también los que estaban al frente de las escuelas retóricas o poéticas, recibían con alegría los frecuentes encuentros con el filósofo. En efecto, aunque no había sido educado en tales cuestiones, sin embargo añadía algo con el resto de su sutileza filosófica que también a ellos les era útil con vistas a sus propias artecitas, ya que exami naba minuciosamente las demás cuestiones y emitía juicios de valor de los discursos y poemas de exhibición que sobre salían por encima de los otros. Por eso también, cuando en los teatros asistía a la audición de un discurso, alababa poco a los oradores, y con mucha calma en su elogio, pero de for ma oportuna y razonable. De ahí que todo el teatro, por de cirlo así, usaba habitualmente su juicio para discernir a los que hablaban mejor o peor. Sud. u 166 8.12. L a s a b i d u r í a d e H i p a t i a , c a u s a d e s u m u e r t e
Había una mujer en Alejandría, de nombre Hipatia, que era hija del filósofo Teón y que progresó a tal grado de edu cación que superó a los filósofos de su tiempo y, conduci da por Plotino a la escuela, lo sucedió9' y allí exponía to das sus lecciones filosóficas a quienes lo deseaban; por eso los que querían aprender filosofía acudían corriendo de to das partes ante ella. Por la venerable franqueza que tenía a raíz de su educación incluso prevalecía sobre los magis trados de manera sensata en su presencia, y no sentía ver güenza alguna por estar en medio de varones, ya que todos Sobre la figura de Plotino o de Am onio al frente de la escuela plató nica de Alejandría, véase Wolf, n. 101, pp. 84-85.
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§8
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la respetaban más y se quedaban sorprendidos de su exce lente prudencia. Pero precisamente entonces la envidia se armó contra ella, ya que, como se encontraba con bastante frecuencia con Orestes,91 esto promovió una calumnia contra ella por parte del cuerpo de la Iglesia, en el sentido de que era ella la que no permitía que conviniera en amistad Orestes con el obispo. Y precisamente unos hombres de espíritu cal deado y a cuyo frente estaba Pedro, un lector, mediante un pacto, acechan a la mujer cuando regresaba a su casa de algún sitio; tras arrojarla del carro, la arrastran todos jun tos a la iglesia que recibe el nombre de Cesarión,9’ donde, tras despojarla de su vestido, la lapidaron con trozos de te ja, la desmembraron, reunieron sus miembros en un lugar llamado Cinarón e hicieron que el fuego los consumiera. Esto provocó no pocos reproches contra Cirilo y la iglesia de Alejandría: estalló algo completamente ajeno a los que creían en Cristo, a saber, asesinatos y luchas, y otras cosas semejantes a estas. Esto sucedió el cuarto año del episcopado de Cirilo, ba jo el décimo año de Honorio en el consulado y el sexto de Teodosio, en el mes de marzo, en tiempo de ayuno.94 Socr. Sch.
HE
7,15
»* Orestes fue un prefecto de Alejandría que se enfrentó al obispo Ciri lo y que contaba con el apoyo de Hipatia. ” Esta iglesia aparece mencionada en algunos autores como Atanasio o Epifanio. ,4 Año 415 ó 416.
HIP AT IA
8.13. O t r a v e r s i ó n d e l a m u e r t e d e H i p a t i a En Alejandría había una mujer, Hipatia, que tenía co mo padre al filósofo Teón, por quien había sido bien ense ñada. Y progresó hasta tal punto en su aprendizaje que so brepasó no solo a los filósofos de su tiempo, sino a los que había habido mucho antes, y adquirió el título de sucesora de la escuela platónica a la que fue conducida por Plotino.
Estaba dispuesta a exponer a todos los que lo deseaban su conocimiento de las disciplinas, de ahí que todos cuan tos amaban el aprendizaje de la filosofía acudían corriendo ante ella, no solo por la venerable franqueza que tenía, sino también porque prevalecía sobre los magistrados de manera sensata y no parecía indecente que se presentara en medio de varones. En efecto, todos le tenían respeto por su exce lente moderación, y estaba en boca de todos por la admira ción que sentían hacia ella. El caso fue que entonces la envidia se armó también con tra ella, ya que, como iba con frecuencia a visitar a Orestes, eso promovió la calumnia contra ella entre los clérigos de Cirilo, en el sentido de que era ella la que no permitía que se produjera la reconciliación entre el prefecto y Cirilo. Y algu nos de ellos que profesaban un ferviente amor a Cirilo, man dados por un tal Pedro que pertenecía a la clase de los lecto res, la acecharon cuando regresaba de un sitio, la tiraron de su carro y la arrastraron a la iglesia que recibe el nombre de Cé sar; allí le quitaron la ropa y la lapidaron con tejuelos, lue go, la despedazaron miembro a miembro, se la llevaron al lu gar llamado Cinarón y la arrojaron a que se consumiera en
104
§8
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el fuego. Hecho eso, la máxima crítica rodeó a Cirilo y a su iglesia. Pues estalló entre los seguidores de Cristo algo que les era ajeno: por todas partes envidias y rivalidades, dispu tas, luchas y, además de eso, también otras cosas semejantes. Esto ocurrió el cuarto año del episcopado de Cirilo en Alejandría, al final del sexto año de Teodosio en el gobier no, en el mes de marzo, cuando se celebraba el ayuno. Niceph. Callist. HE 14 ,16
8.14. L a s a b i d u r í a d e H i p a t i a Dice este que Hipatia, la hija de Teón, fue ejercitada en los saberes por su padre, que llegó a ser muy superior a su maes tro, particularmente en la ciencia de la astronomía y que in trodujo a muchos en sus lecciones. Dice este impío que, bajo el imperio de Teodosio el Joven, esta mujer fue despedaza da por los que predicaban la consustanciación. Philost.
HE
8, 9
8.15. F e c h a d e s u m u e r t e Ese año95 algunos mataron con una muerte violenta a la filósofa Hipatia, hija del filósofo Teón. Theophan. Chron. 70 8.16. Su S A B E R EN A S T R O N O M ÍA , C A U S A D E SU M U E R T E Hipatia, hija de Teón, filósofo de Alejandría, también ella filósofa, fue despedazada por los alejandrinos y su cuer po ultrajado fue diseminado por toda la ciudad. Eso le pasó por culpa de su excelsa sabiduría, en particular, en los asun tos de astronomía. Hsch. M il. Περί σοφών, s. v. Hipatia n Se refiere, como hemos dicho, al año 415-416.
1 05
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8.17. C
o m p a r a c ió n e n t r e
Is id o r o
e
H
ip a t ia
Isid o ro era m u y s u p e rio r a H ip a tia , n o so lo en la m e d id a
en que lo es un varón sobre una mujer, sino también en la me dida en que lo es el verdadero filósofo sobre una geómetra. Phot. Ribl. 242
8.18. H i p a t i a , m o d e l o d e i n s p i r a c i ó n La mujer96 era también erudita en la sabiduría de puer tas afuera, pues se podía ver que ella pronunciaba con sus labios en la conversación, de manera fácil y oportuna, to dos los variados asuntos que ella había leído por sí misma o que había oído decir a otros, de modo que nuestros más in signes eruditos la llaman una especie de Téano Pitagórica u Otra Hipatia. Niceph. Greg. Hist. Byz 1, 294 8.19. E p i g r a m a l a u d a t o r i o A la filósofa Hipatia Cuando te veo, te adoro a ti y tus palabras, al ver la casa sidérea de la doncella. Pues hasta el cielo llegan tus obras, venerable Hipatia, hermosura de las palabras, estrella inmaculada de la sabia doctrina. AP. 9, 4 0 0 (P a l l .)
96
C om o indica W olf (p. 88) se refiere a Eudocia Paleóloga, hija del pro-
tosecretario Neocesarita y esposa de Constantino Paleólogo.
9·
Ju lia D om na
Para lafigura de Ju lia Domna (170-217 d. C.), que era hi j a de Ju lio Casiano, sacerdote del sol, de Emesa, y que se casó con Septimio Severo en el año 185, remitimos a l lector a l a r tículo de R. M . D ávila Iglesias, « Ju lia Domna, Oriente en Occidente», recogido en Villa, 2004, pp. 225-253. La fa m ilia d e J u lia Mesa, la hermana de Julia Augusta, tuvo dos hijas, Soémide y Mamea, de su marido, el ex cónsul Julio Avito; y tu vo dos nietos varones de Soémide y de Vario Marcelo, un varón de su mismo pueblo (ya que Mesa era de Apamea,97 igual que él), que había sido elegido procurador, inscrito en el senado y que murió a continuación, por lo que se casó con Avito. D. C. 78· 30,2. 9 .1.
9 .1 . M
esa
,
h erm ana de
J
u l ia
Había una tal Mesa de nombre, de linaje fenicio, llamada así por Emesa, una ciudad de Fenicia,98 que era hermana de
97Apamea es una antigua ciudad Siria en el margen derecho del río Orontes. ,s Emesa era una antigua ciudad de Siria (actual Homs), centro del cul to al sol o Baal, la divinidad semítica de doble género. —
107—
ιο 8
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§9
Julia, la esposa de Severo y madre de A ntonino." Pues bien, durante toda la vida de su hermana permaneció en el pala cio imperial a lo largo de muchos años, el tiempo en que rei naron Severo y Antonino. Y a esta Mesa, tras la muerte de su hermana y el asesinato de Antonino, M acrino100 le orde nó que regresara a su patria y que viviera en su casa conser vando todas sus posesiones. Hdn. 5 ,3 ,1 9.3. L a
m u e r t e d e su h ijo
Ella,101 engañada de esta manera, vio morir a su hijo101 de la forma más impía en su propio regazo, y su muerte la recibió, en cierta medida, en sus propias entrañas de las que había nacido. Se llenó de sangre, aunque no dio ningu na importancia a la herida que se había hecho por su pro pia mano. Y no le fue permitido ni lamentarse ni guardar luto por su hijo, por más que había muerto antes de tiempo y de manera tan digna de lástima (vivió, en efecto, veinti dós años y nueve meses), sino que se la obligó a estar alegre y jovial, como si disfrutara de una gran felicidad. Hasta tal punto le vigilaban todo con meticulosidad: sus palabras, sus expresiones y el color de su tez. Y ella, la Augusta, es posa de emperador y madre de emperadores, fue la única a 99 Se trata del emperador Caracalla. 100 Marco Opelio Macrino (164-118), de orígenes humildes y que desem peñó diversos oficios, fue emperador desde el año 117 hasta junio del 218 en que Heliogabalo lo derrotó y le sucedió en el trono. ■0I Es decir, Julia. 101 Se trata de Geta.
J U L I A D OM NA
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la que no se le permitió llorar en privado por tamaña des gracia. 9
D·c · 77. i ,
4
.4 . J u l i a , m e d i a d o r a e n t r e h e r m a n o s A n t o n in o , c o m o n o le ib a n b ie n lo s a s u n to s m ilita re s ,
firmó una tregua con los bárbaros, les concedió la paz tras recibir sus juramentos de fidelidad, salió del territorio bár baro y se apresuró a ir ante su hermano y su madre. Cuan do se hubieron reunido, intentaba congraciarlos su madre, así como los que gozaban de dignidad y los consejeros ami gos de su padre. Pero Antonino, como todos se oponían a lo que él quería, y más por obligación que por propia inicia tiva, se volvió a una concordia y una amistad fingida, antes que verdadera. Hdn. 3,15,6 9.5. A l a b a n z a d e A n t o n i n o Te canto a ti, oh feliz, excelso baluarte de la tierra, luz muy amable de los belicosos Enéadas,10’ Antonino, fresco vástago del Zeus Ausonio.'04 A quien una grande engendró para un grande, Domna [para Severo, casada con un feliz y alumbrándolo con feliz dolor,
,0’ Es decir, los romanos, pueblo descendiente de Eneas que, tras la caí da de Troya, se instaló en el Lacio. 104 Epíteto de Zeus que, como protector de Ausonia, una primitiva ciu dad del Lacio que ya en época antigua designó a una amplia parte de Italia. Sobre el pueblo de los ausonios puede verse D. S. 5, 7, 6.
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esposa de un excelente marido y madre de un [hermoso hijo, asiría Citerea,‘°s y luna que no dejas nada más débil que la raza de Zeus Crónida.106 Opp. C. i, 1-8 9 .6 . P a
l a b r a s d e u n a b r it a n a a
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Se cuenta que la esposa de un tal Argentócoxo de Caledon107 le dijo de manera muy cortés a Julia Augusta que se burlaba algo de ella después de la tregua por el hecho de que ellas se unían de manera licenciosa a los hombres: — Nosotras satisfacemos las necesidades de la naturale za mucho mejor que vosotras las romanas: porque nosotras nos unimos abiertamente con los mejores, mientras que vo sotras cometéis adulterio a escondidas con los peores. Eso fue lo que le dijo la b rita n a . D. C. 76.16,5 9.7. C
o m e n t a r io s d e
J
u l ia
Un pariente de Dámide puso en conocimiento de la em peratriz Julia las tablillas de los comentarios que aún no conocía. En efecto, como yo formaba parte de su mismo círculo —porque ella elogiaba y saludaba todos los discur sos retóricos— , me encomendó que transcribiera esos pa satiempos y me encargara de su difusión. Philostr. v a i , 3 ,os La denominación de Citerea es frecuente para la diosa Afrodita cuyo
nacimiento sitúan algunas versiones en la isla de Citera. 106 El epíteto frecuente de Zeus, Crónida, hace referencia a su padre Cro no. Véase Grimai, 1994, s. v. 107 Resulta difícil la identificación de Argentócoxo (el del brazo de plata), aunque podría tratarse del Artcois mencionado en la Crónica de los pictos.
I 11
JU L IA DOMNA
9.8. C
Pla
r ít ic a s d e
u c ia n o
Hasta tal punto lo dominaba Plauciano108 en todo lo de más que incluso calumniaba continuamente a Julia Augusta ante Severo, planteando críticas contra ella y censuras con tra las mujeres de alcurnia; y por eso ella comenzó a dedi carse a la filosofía y empezó a pasar el tiempo con sofistas. D. C. 76,15, 6 9 .9 . F i l ó
str a to
,
e s c r ib a d e
J
u l ia
Flavio Filóstrato,109 rétor de Tiro, creo, distinto es el ático. Así pues, este de Tiro era, según él dice en sus propios libros, uno de la escuela de rétores y escribas de la poderosa Julia, a la sazón emperatriz, pero no dice de qué emperador era esta esposa. 9 .10 . R
e l a c ió n
de
A
n t o n in o
Τζ.
h
22
c o n su m a d r e
No obedecía110 ni en esto ni en lo demás a su madre, por más que le daba consejos muy útiles. N o obstante, tras en cargarle la administración de los libros y las cartas de ambos géneros, excepto las muy apremiantes, incluso inscribía el nombre de ella en medio de grandes alabanzas en las cartas que remitía al Senado, junto con el suyo y el de los milita res cuando estaba bien de salud. D. C. 77,18 ,2 108 Plauciano fue un comandante de la guardia pretoriana que llegó a cónsul y se hizo estrecho colaborador de Septimio Severo. 109 Flavio Filóstrato fue un sofista de finales del siglo 11 y comienzos del ni, autor de las Vidas de los sofistas y que pertenecía al círculo de Julia Domna. Se entiende, Antonino Caracalla.
I IX
P R O S I S T A S GRI EG AS
9 .11. J
§9
u l ia se e n c a r g a d e la c o r r e s p o n d e n c ia
Sucedió que estas cartas se las enviaron a Julia a Antioq u í a , " 1 y a q u e se le h a b ía o r d e n a d o q u e s e le c c io n a ra t o d o lo q u e le lle g a r a , a fin d e q u e n o se le e n v ia r a a él u n a m u l titu d d e c a rta s m ie n tra s e sta b a e n tie rra h o s til. D. C. 7 8 ,4 ,1 9 .12 . L
a m u e r t e d e su h ijo y l a su y a
Julia, la madre de Taranto, se hallaba a la sazón en Antioquía. Tan pronto como se enteró de su muerte, entró en tal estado que empezó a golpearse violentamente e intentó suicidarse. En vida lo odiaba, pero, una vez muerto, le guar daba luto, no porque deseara que viviera, sino porque ella se veía agobiada por tener que llevar una vida de particular. Y por eso lanzó muchos insultos terribles contra Macrino. Después, como no cambió nada de su trato regio ni de la guarnición de guardaespaldas que la rodeaban, y él le envió cartas con mensajes favorables que le había oído decir a ella, cogió ella confianza y depuso el deseo de su muerte. Cuan do Macrino se enteró de lo que ella había dicho, por más que nada había escrito contra él, y supo que tramaba algo junto con los soldados que la acompañaban y que perseguía el poder igual que Semiramis y Nitocris,11* ya que, en cier to modo, era de las mismas tierras que ellas, y ordenó que saliera de Antioquía lo más rápidamente posible a donde 1.1 Ciudad de la actual Turquía y capital del imperio de Siria en la A n tigüedad. 1.1 Dos reinas muy famosas de la Antigüedad. La primera reinó en Ba bilonia y la segunda, en Egipto.
J U L I A D OM NA
I 13
quisiera, ya no continuó amando la vida, sino que se suici dó. Porque también el cáncer, que tenía latente desde hacía muchísimo tiempo en el pecho, en ese momento se le había agravado por el golpe que le había supuesto el fallecimiento de su hijo, y la condujo a la muerte. D. C. Epit. Xiph. 78,2.3 9 .13 . T
r a s su m u e r t e
Cuando Julia se enteró de lo que se había dicho en Roma respecto a su hijo, ya no tuvo deseos de seguir viviendo, si no que en cierto modo y por culpa del cáncer que tenía la tente desde hacía muchísimo tiempo en su interior, en ese momento se le agravó por el golpe de la muerte de su hijo y, agotada, se dio golpes de pecho y acabó suicidándose. De esta manera ella, que había sido elevada a la mayor dignidad desde su origen plebeyo y que durante el reinado de su esposo había vivido de forma muy dolorosa por cul pa de Plauciano, que había visto morir en su propio rega zo al menor de sus hijos, y que había sentido odio continua mente en vida del mayor, de cuyo asesinato se había enterado de esa manera, mientras vivía fue arrojada del poder y acabó consigo misma. De manera que, si alguno la ha visto, no ha de felicitar a todos los que han nacido en el seno de las gran des fortunas, si no están acompañados de algún verdadero y sincero placer de la vida y de alguna dicha pura y constante. La vida de Julia fue así, y su cadáver, una vez llevado a Roma, fue depositado en la tumba de Gayo Lucio. Pero des pués Mesa, su hermana, lo trasladó, igual que los huesos de Geta, al sepulcro de Antonino. D. C. 7 8 ,2 4 ,1
IO. Lastenia de M antinea
Esta discipula de Platon gozaba de fam a de gran inte ligencia, hasta el punto de que Platón no quería comenzar sus clases sin la presencia de Lastenia. Los textos se centran más bien en lo anecdótico. Habría que situarla entre los si glos iv -iii a. C. í o . i. L a s t e n i a c o n l o s d i s c í p u l o s d e P l a t ó n
Con ellos11’ había dos mujeres, Lastenia de M antinea y Axiotea de Fliunte que también se vestía con ropas mascu linas, según cuenta Dicearco."4 D .L. j, 46 1 0 .1 . L
a s t e n ia
,d
is c íp u l a d e
Plató n
y de
E s p e u s ip o
S e d e c ía q u e ta m b ié n a s is tía n a s u s " 5 le c c io n e s las d o s d is c ip u la s d e P la tó n , L a s t e n ia d e M a n t in e a y A x i o t e a d e F liu n te . C u a n d o D io n is io , e s c rib ié n d o le c o n m o r d a c id a d , le d ijo : « T a m b ié n p o d e m o s a p re n d e r filo s o fía d e tu d is c íp u la la a r c a d ia » , e n to n c e s P la tó n , q u e n o h a c ía p a g a r a q u ie n e s s e g u ía n sus le c c io n e s , le r e p lic ó : « P e r o tú e x ig e s Se entiende, con los discípulos de Platón. 1,4 Wehrli i, fr. 44. " 'S e entiende, a las lecciones de Espeusipo. — i i s —
,,6
PR O S IS T A S GR IE GA S
§ »O
trib u to s y lo s re c a u d a s ta n to a lo s q u e q u ie re n c o m o a los que n o q u ie re n » .
10.3. L
a st e n ia y
D .L. 4, z
A
x io t e a
C on Platón aprendían filosofía Lastenia de Arcadia y Axiotea de Fliunte. Clem. Al. Strom. 4 , 19. m , * 10 .4 . L a s t e n
ia co m o h eter a
No estaría tampoco lejos de eso Espeusipo, alumno y pa riente de Platón. Al menos, Dionisio el tirano, en las cartas dirigidas a él en las que exponía su amor a los placeres y su avaricia y objetando que muchos lo negaban, le reprocha también el amor de una hetera, Lastenia de Sardes. Ath. 7,10 10.5. L
a st e n ia
,
am an te de
E sp e u sip o
También fue amante de los placeres Espeusipo, parien te de Platón y su sucesor al frente de la escuela. Pues bien, Dionisio, el tirano de Sicilia, en la carta que le remitió ha blándole de su amor a los placeres, le reprocha también su avaricia y el amor hacia Lastenia de Arcadia, que era alum na de Platón.
A1*1· 1>2->95
II.
Leoncio
Esta filósofa epicúrea alcanzó su floruit o apogeo en torno a l año 330 a. C. Escribió un libro en el que defendía las doc trinas de Epicuro frente a Teofrasto, cuyo ingenio y estilofu e alabado por Cicerón. i i .i.
La
t o r t u o s a r e l a c ió n c o n
E p ic u r o
Leoncio a Lamia Nada hay más triste, al parecer, que un viejo que se ha vuelto adolescente. Tal es como me trata ese Epicuro que lo critica todo, que sospecha de todo, que me escribe cartas irresolubles y me echa del Jardín. ¡Por Afrodita!, si A d o n is "6 tuviera ya cerca de ochenta años, no lo soportaría, piojoso como es, enfermizo y todo cubierto de vellones en vez de ropas. ¿Hasta cuándo soportará una a ese filósofo? ¡Que se quede con sus máximas capitales sobre la naturale za y con sus retorcidas normas! A mí que me deje mi máxi ma principal de mí misma cómodamente, que no se enco leriza ni ultraja. Realmente, tengo a un asaltante como este, no como tú, Lamia, a Demetrio.
"6 Adonis es un dios de origen oriental, eternamente joven relacionado con la vegetación y la renovación de la naturaleza. Véase Grimai, 1994, s. v. —
117—
P R O S I S T A S GRI EG AS
§11
¿No va a ser posible vivir con moderación por culpa de este hombre? Quiere socratizar, charlatanear, ironizar y considera a uno Alcibiades"7 o Pitocles,'18 y piensa que me va a convertir en Jan tip a."9 En última instancia, me levan taré y huiré a cualquier parte de la tierra antes que soportar sus cartas descosidas. Y ya se ha atrevido a lo más terrible e insoportable de todo por lo que te he escrito, deseosa de recibir tu opinión sobre qué he de hacer. Sin duda conoces al hermoso Timarco de Cefisia. No niego que tengo trato familiar con este joven desde hace mucho, y conviene que tú me digas la verdad, Lamia. H a ce poco que he conocido con él a mi primera Afrodita, pues él me ha desflorado, siendo como soy su convecina. Desde aquel momento, no ha dejado de enviarme todo tipo de ob sequios: vestidos, joyas de oro, esclavas, esclavos, indios, in dias... Lo demás me lo callo. Incluso se anticipa a los más mí nimos detalles para que nadie pruebe antes que yo los frutos de la estación. Y medice: «Aparta de ti ahora a tal amante y que no se te acerque». Y ¿con qué nombres crees que lo lla ma? N i ático ni filósofo, sino el primer llegado de Capadocia a Grecia. Pero yo, aunque en toda la ciudad de Atenas no hubiera más que Epicuros, ¡por Artemis! que no los sopesa ría a todos en el brazo de Timarco, o más bien, ni siquiera 117 Estadista ateniense que vivió en la segunda parte del siglo
V
a. C., al
que Platón presenta en el Protagoras o en el Banquete como un brillante discípulo de Sócrates. 1,8 Pitocles de Samos escribió diversos tratados sobre agricultura, his toria de Italia, etcétera. 119 Esposa de Sócrates.
LE ONC IO
en su dedo. ¿Qué dices tú, Lamia? ¿No es verdad esto? ¿No tengo razón? No, por Afrodita, te pido que no te acuda eso a la mente, sino un filósofo, uno ilustre y que tiene trato con muchos amigos. Que coja lo que tengo, que enseñe a otros, porque a mí no me sirve de nada la gloria. Pero, ¡oh Deméter!, concédeme al que quiero, a Timarco. Es que, por mi culpa, este joven se ha visto obligado a to do tipo de cosas: a abandonar el Liceo, su propia juventud, a sus camaradas y su compañía, y a vivir con él, a adularlo y a celebrar sus inconsistentes opiniones. Y le dice: «Tú, Atreo, sal de mi finca solitaria y no te acerques a Leoncio». Igual que él no te va a replicar con más razón que esta, ¡no te acerques tú a la mía! Pero él, joven como es, soporta a otro rival amoroso viejo, mientras que el otro no soporta a quien lo es con más derecho. ¿Qué puedo hacer, ¡por los dioses!, te lo suplico, Lamia? Por los misterios, por el aleja miento de estas desgracias que, considerando la ausencia de Timarco, hace poco que expiro, sudo y mis extremidades y mi corazón me dan vueltas. Te pido que me acojas contigo unos pocos días y haré que este se dé cuenta de qué clase de bienes ha disfrutado teniéndome en su casa. Ya no soporta al muchacho, lo sé de sobra, e inmediata mente nos enviará como embajadores a Metrodoro, a Hermarco y a Polieno. ¿Cuántas veces crees que yo, Lamia, me he presentado en privado ante él y le he dicho: «¿Qué haces, Epicuro ? ¿No te das cuenta de que Timócrates, el hijo de Me trodoro, se burla de ti por esto en las asambleas, en los teatros ante los demás sabios ?». Pero ¿qué se puede hacer con él ? Es
P R O S IS T A S GR IE GA S
I 10
§11
un desvergonzado en el amor. Así que también yo seré igual de desvergonzada que él y no dejaré a mi Timarco. Salud. Alciphr. i, i
ii.i. A
m o res de
L e o n c io
y
E p ic u r o
cohabitaba con la hetera Leoncio. la ensalzaba y la halagaba en las Cartas dirigidas a Leoncio: ¡Soberano Pean, querida Leon-
cito! ¡Con qué aplauso nos hemos llenado a l leer tu cartita! Y ccuentan que Epicuro> escribía a otras muchas hete ras, pero en particular a Leoncio, de la que también Metrodoro se había enamorado.
naron con todo lujo! Delicadezas, vino de Tasos, perfumes, guisos, pasteles re gados en abundancia con el líquido de la abeja de amarillas La mina es una moneda que equivalía a cien dracmas. 1,1
Se entiende, Metrodoro.
111 Se entiende, los epicúreos. Tasos es una isla situada al norte del Egeo, cerca de las costas de Tracia y famosa por su vino en la Antigüedad.
LE ONC IO
121
alas114 los buscan los apetitos de los lujuriosos. Y, además de eso, mujeres bellas y jóvenes, como Leoncio, Boidio, Hedea y N icedio'1' que campaban por el Jardín. Plu. Non posse suaviter vivi secundum Epicurum 1089 c, 1097 n
11.4 . L
e o n c io y
H
ed ea
Claro que sí, si voy a vivir con la hetera Hedea y a con vivir con Leoncio y a «escupir en la belleza» y a situar el bien «en la carne y los cosquilieos»; estos ritos requieren la oscuridad, requieren la noche y los acompañan el olvido y la ignorancia. Plu. De latenter vivendo 112.9 B 11.5. L e o
n c io
,
f il ó s o f a y h e t e r a
Pues bien, ¿este Epicuro no ha tenido como amante a Leoncio que fue una afamada hetera? Ella, ni siquiera cuan do comenzó a estudiar filosofía, dejó de ejercer su condi ción de hetera, sino que se unía en los Jardines con todos los epicúreos, y con Epicuro, a la vista de todo el mundo, de modo que él sentía gran preocupación por ella, cosa que manifiesta por medio de las cartas dirigidas a Hermarco. Ath. 13,53 11.6 . E p i c u r o
en b u sc a de
L e o n c io
Pues bien, ¿es que tú,116 arrogantísima y desvergonzadí sima cabeza, perdido de la filosofía, no te vas a ir en busca 1,4 Cita de E. Fr. 467. 115 Los nombres de estas mujeres son todos parlantes: leoncito, vaquita, placentera, victorita. Se refiere a Epicuro.
P R O S I S T A S GRI EG AS
1 11
§11
de Leoncio, de Filénide y de las demás heteras, y de los sa grados gritos junto con Mindirides, junto con Sardanápalo Cleom . i68 y junto con todos tus cofrades? 1 1.7. L a s
e l e g ía s d e
H
e r m e s ia n a c t e
He dejado de lado a Nano, la flautista de Mimnermo, y a Leoncio, la de Hermesianacte de C olofón :117 en efecto, en honor a esta, que fue su amada, escribió tres libros de ele gías, en el tercero de los cuales hace una lista de sus amantes. Ath. 13, 70 1 1 . 8. D
á n a e , l a h ija d e
L e o n c io
A Dánae, la hija de la epicúrea Leoncio, la tuvo también en calidad de hetera Sofrón de Efeso; y él, que sufría las ase chanzas de Laódice, se salvó gracias a ella, en tanto que es ta fue arrojada a un precipicio, según escribe Filarco en su duodécimo libro118 en los siguientes términos: La consejera de Laódice, Dánae, gozaba de su crédito en to do. Era hija de Leoncio, la que se consagró a aprender con el tísico Epicuro y, cuando se hizo primero amante de So frón, lo seguía con atención porque Laódice quería matarlo, y, mediante una seña con la cabeza, denuncia la intriga ante Sofrón. El la comprendió y, fingiendo que estaba de acuerdo 117 Hermesianacte de Colofón fue discípulo de Filetas de Cos y uno de los primeros representantes de la nueva poesía helenística. La obra que dedi ca a Leoncio puede que fuera una especie de colección de historias de amor, a juzgar por los escasos fragmentos que se conservan de ella.
1,8 F G H
i, 339.
LE ONC IO
1 23
en lo que decía, pidió dos días para la reflexión. Ella aceptó, y él huyó de noche a Efeso. Cuando Laódice se enteró de lo que había hecho Dánae, manda despeñar a la mujer, sin tener en cuenta sus anteriores muestras de humanidad. Y Dánae _cuentan—, cuando se enteró del peligro que pendía sobre ella, y pese al interrogatorio de Laódice, no se dignó en con testarle: cuando la condujeron al borde del precipicio, dijo: «¡Con cuánta razón las gentes desprecian lo divino! Mien tras que yo, que he salvado a quien ha sido mi hombre, reci bo este regalo de la divinidad, Laódice, que ha matado al su y o , goza de tanto honor». Ath. 13, 64
12 .
M aría P ilia
Wolf reproduce esta parte del testamento de M aría Pilia, hija de Demetrio Coresesy esposa de Silvestre Mismilange, en el que recoge sus últimas voluntades. E l propio documento es táfechado en la isla de Quíos en IS74. Parte del testamento de la difunta señora M aría Pilia. F ir man en él hombres sabios. 11 de marzo de 1574. En el nombre del Señor, amén. La señora María Pilia, hi ja del difunto señor Demetrio Coreses, gozando de salud mental y de entendimiento, de sus sentidos y de salud cor poral, desea tomar, si Dios quiere, el hábito de monja. Y al ingresar en el monasterio de San Simeón, por medio del presente testamento dispone y dice lo siguiente: Si le sucede salir de esta vida, ella que continuamente ha entregado su vida de manera humilde y servicial a Dios To dopoderoso y a la Siempre Virgen y Bendita María, quie re que su cuerpo sea enterrado en dicho templo de San Si meón, a quien cede y le consagra veintitrés brazas de la hacienda que ha recibido de las heredades del señor don Silvestre Mismilange, su esposo, sobre su dote. Y entrega también de la misma hacienda al señor Joanes Argénteo — 115 —
P R O S I S T A S GR IE GA S
§12
otras once brazas, a cuenta de la deuda de sesenta áureos, deuda que el señor Antonio Coreses, su hermano, tenía con su señor Joanes, aquí presente y que está de acuerdo, y otras que figuran en el testamento. Las mencionadas on ce brazas las cede el propio señor Joanes a dicho templo con su usufructo, que recibirán desde hoy y anualmente las monjas que se encuentren allí. Y que la señora Pilia reci ba el usufructo de las veintitrés brazas mientras viva y que, a su muerte, quede como legado libre para dicho templo.
Así deja, etcétera. Así ha dicho y dispuesto, etcétera. Sobre todo lo cual, etcétera. Escrito en Quíos, en casa del antedicho señor Joanes A r genteo, en el año 1574, en el día quinto de la segunda indic ción, el i i de marzo a la hora vespertina. Testigo: el exce lentísimo señor Joanes Coreses, médico, el señor Antonio Psiaces, el señor Cristofes Asmanás, el señor Estamates Es crines y el señor Pantáleos Ralis. 10 de noviembre de 1850
La citada parte del testamento ha sido excluida por acta mía, el notario abajo firmante, a petición de la abadesa del susodicho monasterio. Nicolao Paradises, notario. Atestiguo yo, Joanes Coreses, que el anterior documen to lo ha escrito en mi presencia el señor Nicolao Paradises, que es notario público.
Atestiguo también yo, Antonio Psiaces, como el ante rior testigo.
M A R Í A FILIA
Atestiguo yo, Leandro Metones que es notario público el citado señor Nicolao Paradises. Atestiguo yo, Francesco Doméstico que el señor Nico lao Paradises es notario público y que se da fe a sus escri turas. M. Crusius. Turco-Grdecix 4 ,3 11 ss.
Ι 3·
M axim ila y Prisca
Comofuentes importantes para el estudio del movimiento religioso conocido como montañismos, el lector puede consul tar P. de Labriolle, Les sources de l ’histoire du Montanisme, París IÇ13. A estas dos profetisas de Montano hay que situar las en el siglo 11 d.C . 13.1. M a x i m i l a y P r i s c a , p r o f e t i s a s d e M o n t a n o
De estos , unos, a la manera de serpientes vene nosas, reptaron a Asia y Frigia,129 mientras se vanagloriaban precisamente de su intercesor Montano y de sus dos muje res, Priscila y Maximila, que eran profetisas de Montano. Eus. 13.2.
HE
5 , 1 4 ,1
La m a ld a d d e l a s p r o fe t is a s
Respecto a sus profetisas,1,0 si avanzamos un poco, escri be de la siguiente manera: Así pues, mostramos que ellas fueron estas primeras profeti sas porque, desde que se llenaron del espíritu, abandonaron 119 Región antigua de Asia menor, situada en el centro de la penínsu la de Anatolia. 1,0 Se refiere, como en el texto anterior, a las profetisas de Montano. — 119—
P R O S I S T A S GR IE GA S
■30
§13
a sus esposos; por tanto, ¿cómo no iban a mentir los que lla maban a Prisca «doncella»? Y continúa diciendo: ¿Te parece que toda la Escritura prohíbe a un profeta recibir regalos y dinero? Así que, cuando veo a la profetisa aceptar oro, plata y lujosos vestidos, ¿cómo no la voy a repudiar? Eus.
h e
5, i8, 3
13.3. M a x i m i l a y P r i s c a , a u t o r a s d e l i b r o s
Tenía15’ dos mujeres, llamadas Priscila y Maximila, sus esposas, a las que llamó sus profetisas. Y llamaba a sus es critos Libros proféticos. Y cuando estuvo repleto de espíritu maligno, al igual que sus dos mujeres, comenzó a proferir extrañas palabras, completamente arrebatado y endemo niado. Nie. Call, h e 4 ,11 13.4. H e r e j í a s d e M o n t a n o y d e s u s p r o f e t i s a s
Este,1,1 aguijoneado por su deseo de poder, se llamó a sí mismo «intercesor» y se fabricó dos profetisas, Priscila y Maximila, denominó a sus escritos Libros proféticos y puso a Jerusalén el nombre de «aldea Pepuza»1” [...] Las pro-
Se entiende, Montano. Es decir, Montano. Pepuza era una ciudad de Frigia, sede inicial del montañismo y de su iglesia.
MAXIM ILA Y PRISCA
fecias de Priscila y Maximila han gozado entre ellos de un honor por encima del divino Evangelio. Thdt. Hæreticarumfabularum compendium 83, 401-404
13 .5 . P
r e s t ig io
de
s e g u id o r e s d e
M
M
a x im il a y
P
r is c a e n t r e l o s
o ntano
A los que están vinculados a la doctrina de Montano se les denomina a partir de su nombre «M ontanitas»; tam bién se les llama, según los frigios, «herejía del pueblo»; y «pepuzianos» por una aldea cuyo nombre dio él ajerusalén. Las profecías de Priscila y Maximila gozan entre ellos de un honor por encima del divino Evangelio. Nie. Call, 13 .6 . M
a x im il a y
P
r is c a
,
h e
4, ZI
e n d e m o n ia d a s
Así como también suscitó"14 a otras dos mujeres y las lle nó de espíritu adulterino, hasta el extremo de que incluso hablaban fuera de sí, de modo intempestivo y sometidas a enajenación, igual que el susodicho. Y a quienes disfru taban y se relajaban con esto, el espíritu los llamaba bien aventurados y los inflamaba con la magnitud de sus prome sas. Incluso en ocasiones los condenaba abiertamente de un modo sagaz y digno de crédito, para dar la impresión de que era crítico. Eus. h e 5,16, 9
134 Se entiende, el diablo.
P R O S I S T A S GR IE GA S
13 .7 . E
x c o m u n ió n
Sínodo divino y sagrado provincial en Hierápolis1’ 5 de Asia, convocado por Apolinario, su santísimo obispo y otros veintiséis obispos, que excomulgó y rechazó a Montano y a Maximila, los pseudoprofetas. Ellos de manera blasfema, como poseídos por un demonio, según dice el propio Pa dre, destruyeron su vida. Junto con ellos condenó también a Teódoto el zapatero. Phil. Labbei. Conc. i, 599 b Sínodo divino y sagrado particular, convocado por Sota, el santísimo obispo de Aquilón y otros doce obispos. Dicho sínodo refutó y excomulgó al zapatero Teódoto y a M on tano, junto con Maximila, el cual enseñaba ochocientos se tenta y ocho eternidades y divulgaba que él era el Espíritu Santo. Phil· Labbe. Conc. 1,599 c Sínodo divino y sagrado provincial en Galia, convocado por los confesores, que excomulgó a Montano y a M aximi la, cuyo decreto afectó a sus fieles en Asia. Phil. Labbei. Conc. 1,599 E 13 .8 . P a
la br a s de
M
a x im il a
Si hay que aceptar las gracias divinas y en la iglesia ha de haber gracias, ¿cómo es que, después de Montano, Prisci la y Maximila ya no tienen profetas ? ¿Se ha acabado la gra cia divina? N o se acaba la gracia en la divina iglesia. ¡Ojalá no ocurra! Si los profetas han profetizado hasta cierto mo mento, pero ya no profetizan, entonces tampoco Priscila ni Maximila han profetizado después de las profecías que, Ciudad ubicada en la actual Turquía, fundada por Eumenes II en torno al 170 a. C.
M AXIM ILA Y PRISCA
133
por medio de los Santos Apóstoles, han sido aceptadas en la santa iglesia. Pues bien, su extravío se podrá refutar de dos maneras: o bien demuestran que ha habido profetas después de M axi mila para que no se acabe la gracia divina que dicen ellos; o bien se encuentra a los pseudoprofetas que rodeaban a Maximila que, más allá del límite de los dones proféticos, han osado mostrarse poseídos y burlarse de sus oyentes, no por inspiración del Espíritu Santo, sino por el extravío de los demonios. Y hay que tratar de que, a partir de lo que ellos mismos dicen, se haga la refutación en su presencia. Afirma, en efecto, la que ellos llaman Maximila la profetisa: «D es pués de mí — dice— ya no habrá otra profetisa, sino la con sumación » . Epiph. Const. Hær. z, zzi 13 .9 . E
sc u c h a d a
C
r is t o
Nos introducís otra vez a Maximila. Es que vuestros nombres se han intercambiado y son muy temibles, y no tienen nada agradable ni dulcísimo, sino algo salvaje y bár baro. Porque esta Maximila entre los que así se llaman, se gún los frigios, escuchad, hijos de Cristo, qué dice: « N o me escuchéis a mí, sino escuchad a C risto». Epiph. Const. Hær. 2, 235 1 3 .1 0 . M
a x im il a
,
c o n o ced o ra de
D
io s
Dice en otra ocasión la misma Maximila, el conocimien to de la inteligencia y la doctrina, para no decirlo de mane ra irrisoria:
P R O S I S T A S GRI EG AS
Me ha enviado el Señor como a un sectario, informador e in térprete de este trabajo de la profesión y del pacto, obligado, quiera que no, a comprender el conocimiento de Dios. Epiph. Const. Hœr. 2,137 13 .ii. M
a x im il a
,
p e r s e g u id a
De nuevo dice en el mismo libro que los entonces sa grados obispos trataron de refutar el espíritu que había en Maximila, pero que se lo impidieron otros que colaboraban evidentemente con el espíritu. Escribe así: Y que no me diga, según el libro de Asterio píritu de Maximila: «Soy perseguida como ovejas; pero no soy un lobo: soy la palabra, fuerza». 13 .12 .. F a
l s a s p r o f e c ía s d e
M
Urbano, el es un lobo de las el espíritu y la Eus.
h e
5 ,16 ,16
a x im il a
Y de nuevo en el mismo libro,1’6 tras mencionar otras cuestiones para refutar las falsas profecías de Maximila, se ñala, a la vez, la época en que las escribió, y menciona sus predicciones en las que profetizó que iba a haber guerras y confusiones, cuya falsedad evidencia hablando de esta ma nera: ¿Cómo es que no se ha hecho ya manifiesta esta mentira? En efecto, ya han transcurrido más de trece años hasta el día de hoy desde que ha muerto esta mujer y no ha estalla do ninguna guerra particular ni universal en el mundo, si" 6 Se entiende, Apolinario.
M A X I M I L A Y PR IS C A
n o q u e e n tr e lo s c r is t ia n o s se h a d a d o u n a p a z e s ta b le p o r c o m p a s ió n d e D io s .
Eus.
he
5,16,18
1 3 .1 3 . S o b r e l a m u e r t e d e M o n t a n o y M a x i m i l a
Que nos respondan, ¡por Dios! ¿Hay alguno, queridí simos amigos, de aquellos que, desde que Montano y sus mujeres empezaron a charlatanear, haya sido perseguido por los judíos o que haya muerto a manos de ilegales ? N in guno. ¿Ni siguiera alguno de ellos fue prendido y crucifi cado en nombre de Dios? Claro que no. ¿Y tampoco en las sinagogas de los judíos fue azotada alguna vez o lapi dada alguna de las mujeres? Jamás de ninguna manera. Se dice que Montano y M aximila murieron con otro tipo de muerte. Pues la historia cuenta que estos murieron, inci tados ambos por un espíritu maligno, pero no juntos, sino que es muy variada la tradición sobre el momento en que murió cada uno y sobre que murieron y finalizaron su vida de ese modo, como el traidor Judas.157 Eus. h e 5,16 ,12 -13 1 3 .14 . C
r is t o
a p a r e c id o a n t e
P
r is c il a
Los quintilianos, también denominados pepuzianos, y los llamados artotiritas1î8 y priscilianos, son los mismos, se gún los frigios, y parten de ellos, aunque se distinguen en li7 En Mateo, 27, 5, se dice que Judas se ahorcó. En cambio, en Hechos i, 17-18, se cuenta que en un campo que había adquirido se cayó y se rom pió la cabeza. 1,8 Se les llamaba «artotiritas» porque el sacramento lo hacían a base de pan y queso.
1 36
P R O S I S T A S GR IE GA S
cierta medida. Dicen, en efecto, estos quintilianos o priscilianos que en Pepuza, Quintila o Priscila (ya que no puedo afirmarlo con rotundidad), en todo caso, una de ellas, se gún dijeron, se quedó dormida en Pepuza y que Cristo se presentó ante ella y que durmió con ella de esa manera, de modo que ella, engañada, decía: Bajo la figura de una mujer, revestido con un espléndido tra je, ha venido Cristo ante mí y me ha infundido la sabiduría, me ha revelado que este lugar era santo y que Jerusalén baja ba desde el cielo aquí. Epiph. Const. Hier, i, 141 1 3 .1 5 . H
e r e jía s d e
M
o ntan o y
P
r is c il a
Pues bien, los pepuzianos son claramente unos herejes: en efecto, blasfemaron contra el Espíritu Santo al atribuir a Montano y a Priscila de manera impía e impúdica la deno minación de «intercesor». Pues bien, fueron condenados, ya sea por deificar a hombres, ya sea por insultar al Espíritu Santo al compararlo con hombres, y así se hicieron respon sables de la condenación eterna por el hecho de ser inad misible la blasfemia contra el Espíritu Santo. Porque, ¿qué sentido tiene que se admita el bautismo de quienes bauti zan en el nombre del Padre, del H ijo y de Montano o Pris cila? Ciertamente, no están bautizados los que no han sido bautizados dentro de nuestras tradiciones. Basil. Ep. 188,1
1 4·
Melisa
Poco o nada es lo que se sabe d e esta filósofa, citada en las listas de discipulas fam osas de Pitágoras, a l m argen del texto que se reproduce a continuación. Viviría en el siglo iv a. C. Carta d e Melisa. Melisa saluda a Cleareta Espontáneamente me parece que estás llena de cosas buenas. Pues por el hecho de desear con afán oír algo sobre una mujer decorosa da buena esperanza de que vayas a en vejecer en la excelencia. Así pues, es necesario que la que es prudente y libre vi va con su marido legal engalanada un poco, y no de forma lujosa. Que tenga un vestido blanco, limpio y sencillo, pe ro no lujoso ni recargado. En efecto, ha de rechazar los ro pajes transparentes, teñidos con púrpura e incrustados de oro, que estos son útiles a las heteras para la caza de mu chísimos. Pero el adorno de la mujer que complace a su propio esposo solo lo constituye su actitud y no su indu mentaria. Pues lo decoroso es que la mujer libre agrade a su propio marido y no a aquellos con los que se encuen tre. Procura tener en tu rostro el rubor, signo de pudor, en — 1}7—
1,8
P R O S I S T A S GR IE GA S
vez de maquillaje: la bondad, la decencia y la prudencia, en vez de oro y perlas. Porque la que anhela la prudencia no ha de amar la belle za en el lujo de sus ropas, sino en la administración de su ca sa, y agradar a su propio esposo cumpliendo siempre su vo luntad. En efecto, la voluntad del marido ha de ser una ley no escrita para la mujer decente, de acuerdo con la cual ella debe vivir. Ha de considerar que la dote que se ha llevado consigo más hermosa e importante es la obediencia, y ha de confiar más en la belleza y la riqueza del alma que en la de su aspecto y su dinero. A estas últimas las aniquilan la envidia y la enfermedad, mientras que las primeras permanecen fir mes hasta la muerte. Wolf. 99
iS·
M ía
Son m uy pocos los datos que hay sobre Mía, hija de Pitá goras y Téano, a l m argen de los textos que aquí se ofrecen. Se gú n algunas versiones, fu e esposa deljam oso Milán de Cro tona, atleta que destacó en el pugilato. Véase $ /5 .5 , donde el texto recoge Menón, en lugar de Milán. Se supone que vivió en el siglo xv a. C. 1 5 . i. C
o n s e jo s s o b r e l a n o d r iz a
Carta de Mía. M ía saluda a Fílide A ti, que te has convertido en madre de hijos, te aconse jo lo siguiente. Elige a una nodriza, la más dispuesta, lim pia, y también respetuosa, que no tenga afición al sueño ni tampoco a la bebida. Porque la que es así se podría con siderar la mejor para criar liberalmente a los niños, si tie ne leche nutritiva y no se deja dominar por la inclinación a acostarse con hombres. Pues una parte importante en este asunto, la primera y primordial para toda la vida, ra dica en la nodriza para una buena crianza. Efectivamente, lo hará todo bien en el momento adecuado, porque dará la leche, el pecho y el alimento no cuando le venga en ga — 139—
140
P R O S I S T A S GR IE GA S
U i
na, sino con cierta previsión. De esta manera asegurará la buena salud del niño: si no se deja vencer cuando quiera dormir, sino cuando el recién nacido tenga deseo de des cansar, en efecto, proporcionará al niño un remedio salu dable que no es pequeño. Que no sea una nodriza colérica ni parlanchína ni indi ferente a la hora de tomar alimento, sino ordenada y pru dente. En la medida de lo posible, que no sea bárbara, si no griega. Lo mejor es que el recién nacido vaya a dormir repleto de leche como es debido, porque una alimentación así constituye para los niños un descanso agradable y dige rible. Y si hay que darle otra, que sea muy sencilla. Que se abstenga totalmente del vino a fin de que tenga una fuer za robusta o que se le dé, de vez en cuando, un poco mez clado, fácil de digerir y lechoso. Los baños que no los haga continuamente, porque su utilidad es mejor si se hacen con poca frecuencia y bien preparados. Por ello mismo, el aire ha de ser idóneo y mantener el equilibrio de calor y frío, y la habitación, ni demasiado ventilada, ni demasiado cerra da. Y, por cierto, el agua, ni dura ni blanda. Y las sábanas que no sean ásperas, sino que se ajusten convenientemente al cuerpo. En todos estos puntos la naturaleza añade lo que es propio de ella, y no el lujo. Pues bien, de momento, esto. N o sería inútil que me es cribieras las esperanzas que tienes puestas en una crianza como la que te he prescrito. Con la ayuda de la divinidad y con vistas a la educación del niño ya te remitiré en su m o mento los consejos adecuados y especiales. Wolf. 100
141
M ÍA
1 5 .2 . D
e s c e n d e n c ia d e
P
it á g o r a s
Tomó como esposa'59 a Téano, hija de Brontino de C ro tona. Con ella tuvo dos hijos, Telauges y Damón o, según algunos, Mnesarco; según otros, también tuvo una hija, de nombre M ía; según otros más, también a Arígnote. Sud. π 3UO 15 .3 . M í a ,
h ija d e
P it
ág o ras
M ía de Samos, hija del gran Pitágoras y de Téano. Sud. μ 1363 15 .4 . A c t i v i d a d d e M í a
Timeo cuenta que la hija de Pitágoras, cuando todavía era una doncella, guiaba el coro de doncellas en Crotona y, cuando fue mujer, el de las mujeres; y que los crotoniatas convirtieron su casa en un templo de Deméter y que el es trecho lo llamaron Museo. Porph. v p 4 15.5 . E
d u c a c ió n
de
M ía
Dicen que Pitágoras, una vez que se casó, educó a la hi ja que tuvo y que después se casó con Menón de Crotona, de tal manera que, cuando era doncella, guiaba los coros, y cuando se hizo mujer, fue la primera que ocupó un puesto en los altares. l a mb í , v p 3 0 , 1 7 0 15 .6 . M
ía
,
m u y c o n o c id a
Muchas cosas podría decir también respecto a la pitagó rica Mía, si no fuese conocida de todos la historia que so bre ella se cuenta. Luc. Musc. Ene. ii 1,9 Se entiende, Pitágoras.
142.
15.7 . E l
P R O S I S T A S GRI EG AS
m o do
§ 15
d e v id a d e l a s p it a g ó r ic a s
La especial comunidad de la excelencia persuadió a S ó crates a hacer común la educación.140 La observó al dedu cirla a partir de los hechos, ya que algunas mujeres ejercen la excelencia de los varones. Y esto era conocido y acepta ble para Timeo al ver la vida de las mujeres pitagóricas, co mo Téano, M ía'4' y la propia Diótima. Proel. In R. 1,14 8
J4° Se entiende, entre hombres y mujeres. "" El texto griego presenta problemas de lectura: Timica, Mica o Mía. Aquí aceptamos esta última que es la lectura de Wolf.
1 6. N icareta
Casi nada sabemos de esta filósofa, salvo estos dos testim o nios de Diógenes Laercio y de Ateneo, t u e alum na d e Estil bón, filósofo de la llamada escuela megárica. Hay que supo ner, p or tanto, que Nicareta vivió en el siglo ill a. C. 16 .1. N i c a r e t a , h e t e r a d e E s t i l p ó n
Tomó esposa'42 y se unía también a la hetera Nicareta, según dice en algún sitio Onétor. Tuvo una hija libertina con la que se casó un conocido suyo, Simias de Siracusa; como ella no tenía una forma de vida como es debido, al guien le dijo a Estilpón14’ que constituía un oprobio para él. A lo que replicó: — No más que yo un ornato para ella. D. L. 2,114
,4i Se entiende, Estilpón. ,45 El filósofo Estilpón, que perteneció a la escuela megárica, fue contem poráneo de Teofrasto y cultivó especialmente la dialéctica y la lógica, mien tras que en la ética se aproximaba a los estoicos y los cínicos. — 143—
P R O S I S T A S GR IE GA S
144
16 .1 . N
ic a r e t a
,
su o r ig e n y e d u c a c ió n
Nicareta de Mégara era una hetera de no baja extrac ción, sino incluso de sus progenitores [...]'44 y amable por su cultura. Fue oyente en las lecciones del filósofo Esdlpón. Ath. 13, 70
144 Aquí el texto original es lacunoso.
17-
Enone
Enone es la primera esposa de Alejandro, el príncipe troyano raptor de Helena, hijo del rey Príam oy hermano de Héctor. Enone, según las distintas versiones, desciende del río Cebren y Wolfla incluye en su selección porque, de acuerdo con la mitolo gía, era experta en la adivinación y en los remedios medicinales. 1 7 .1 . E n o n e y A l e j a n d r o
El caso es que Héctor se casa con Andrómaca,145 la hija de Eetión, y Alejandro, con Enone, la hija del río Cebren.,4é Esta había aprendido la adivinación con Rea,147 así que predijo a Alejandro que no emprendiera la navegación en pos de Helena.148 145 Héctor es el hijo mayor de Príamo y Hécuba, reyes de Troya, que se casó con Andrómaca, con la que tuvo un hijo llamado Astianacte. Véase, entre otros famosos pasajes, II. 6. 146 En la mitología griega es frecuente encontrar la figura del dios-río. To dos estos dioses descienden del primitivo río Océano que circundaba la tierra. 147 Rea es una titánide, hija de Gea y Urano, casada con Crono y de la que descienden los dioses olímpicos de la primera generación. Véase Gri mai, 1994, s. V. 148 Se trata de la conocidísima Helena de Troya, primero, de Esparta, es posa de Menelao, raptada por Paris (Alejandro). —
145—
P R O S I S T A S GR IE GA S
I4Í'
§■7
Pero no lo convenció, y le dijo que, si lo herían, se pre sentara ante ella porque era la única que podía curarlo. El raptó a Helena de Esparta. Durante la guerra de Troya, le disparó Filoctetes149 con las flechas de Heracles y regresó al Ida150junto a Enone. Pero ella, que se acordaba de su afren ta, se negó a curarlo, así que llevaron a Alejandro a Troya, donde murió. Enone, arrepentida, llevó los remedios para la curación (porque Enone ejercía la medicina y la música) y, al encontrarlo muerto, se ahorcó. Apollod. 3,154 1 7 .1. O y
A
t r a v e r s ió n d e l a h is t o r ia d e
E
no ne
l e ja n d r o
Alejandro o Paris y Enone, con la que se había casado an tes de raptar a Helena, tuvieron un hijo, Corito, que supe raba en belleza a su padre. Su madre lo envió ante Helena en su deseo de promover la envidia de Alejandro y de maquinar una desgracia con tra Helena. Cuando Corito se hizo íntimo de Helena, en una ocasión Alejandro se presentó en la habitación y, al ver a Corito sentado al lado de Helena, encendido por la sos pecha, lo mató inmediatamente. Y Enone lanzó muchas maldiciones contra Alejandro por el ultraje que le había infligido a ella y por la muerte de su hijo, 1,9 Filoctetes es hijo de Peante y Demonasa, depositario del arco y las fle chas de Heracles que, mordido por una serpiente, fue abandonado por los expedicionarios griegos contra Troya en la isla de Lemnos. Véase, p. ej., II.
z, 716-717, la obra de Sófocles, Filoctetes y Grimal, 1994, s. v. " ° El Ida es el nombre de un famoso monte situado en Troya.
ENONE
147
le predijo (ya que era una inspirada adivina y experta en cor tar hierbas medicinales) que algún día lo herirían los aqueos y que, al no encontrar curación, se lo iba a pedir a ella, y se fue a casa. Más tarde, en la batalla contra los aqueos151 por Tro ya, Filoctetes hirió a Alejandro a quien, por encontrarse mal, llevaron en carro al Ida. Envió a un heraldo a que suplicara a Enone, pero ella despidió de manera muy insolente al heraldo y le lanzó a Alejandro el reproche de que se fuera con Helena. Alejandro se murió de camino a causa de la herida; y de Enone, que no se había enterado aún de su muerte, se apo deró un terrible arrepentimiento, así que cortó las hierbas medicinales y corrió presurosa por llegar a tiempo. Cuan do se enteró por boca del heraldo de que había muerto y de que ella había sido la causa de su muerte, lo golpeó por su insolencia con una piedra en la cabeza y lo mató; se abra zó al cadáver de Alejandro y, profiriendo muchos lamentos por el destino común de ambos, se ahorcó con su ceñidor. Phot. Bibl. 186 17 .3 . T
e r c e r a v e r s ió n
La narración es de Nicandro en su libro y de Cefalón de Gergitio en su . Alejandro, hijo de Príamo, mientras pastoreaba por el Ida, se enamoró de Enone, la hija de Cebren. Se cuenta que esta, poseída por un dios, vaticinaba el fu turo y que, además, había alcanzado gran renombre por la sagacidad de su entendimiento. El caso es que Alejandro, iS' Aqueos, argivos o dáñaos son denominaciones homéricas para de signar a los griegos.
148
P R O S IS T A S G R IE G A S
§17
tras llevársela de manos de su padre al Ida, donde tenía sus establos, se casó con ella y le decía por complacerla que nun ca la abandonaría y que la tendría en grandísima estima. Enone le replicó que permanecería con ella por ahora, ha llándose como se hallaba muy enamorado, pero que llegaría un momento en que la abandonaría, en que cruzaría a Euro pa, y que allí, presa de una pasión por una mujer extranje ra, conduciría una guerra contra los suyos. Y le explicó que lo iban a herir en el transcurso de la guerra y que nadie iba a ser capaz de curarlo excepto ella. Cada vez que ella iba a pro nunciar estas palabras, él no permitía que las mencionara. C on el transcurso del tiempo, una vez que se casó con Helena, Enone, en medio de reproches hacia Alejandro por lo que había hecho, se retiró al Cebren, de donde procedía precisamente su linaje, y él, cuando la guerra ya estaba avan zada, fue herido por un disparo de Filoctetes. Teniendo en cuenta las palabras de Enone cuando le había dicho que ella sola iba a poder curarlo, le envía un heraldo para pedirle que acudiera pronta a curarlo y que se olvidara de lo que había pasado, ya que había sucedido por voluntad de los dioses. Pero ella, con bastante arrogancia, le respondió que de bía acudir a Helena y pedírselo a ella. N o obstante, al mis mo tiempo, se apresuró a ir a toda velocidad a donde sabía que él yacía. Tan pronto como el heraldo le comunicó las palabras de Enone, Alejandro, presa del desánimo, expiró. Y Enone, cuando llegó y vio que su cuerpo ya estaba bajo tierra, empezó a lanzar gemidos y, en medio de muchos la mentos, se suicidó. Parth. 34
ENONE
17 .4 . D
e s c e n d e n c ia
de
E
no n e y
149
A
l e ja n d r o
La narración es de Helánico"·1en su y de Cefalón de Gergitio. Enone y Alejandro tuvieron un hijo, Corito. Este, que llegó a Ilion en calidad de mercenario, se enamoró de He lena que lo acogió con mucho cariño, ya que era de excelen te belleza, pero su padre lo descubrió y lo mató. Nicandro, por su parte, dice que Corito no era hijo de Enone, sino de Alejandro y Helena en los siguientes versos: He aquí la tumba de Corito, que ha partido al Hades,1S’ y de quien, domeñada por furtivos himeneos, la hija de Tindáreo,1'4 con gran aflicción, se enamoró, del [malvado hijo del boyero. Parth. 34, i 17 .5 . E
n o n e
,
la sa n ad o ra
Todo lo sacará a la luz la esposa muy celosa, tras enviar al joven a que traicione a su tierra, exasperada por las acusaciones de su padre, por causa del lecho y de bodas extranjeras. Y ella, la elaboradora de remedios, al ver la no incurable herida, terrible, de su esposo, herido por puntas de flecha que derriban gigantes, ,s‘ Jacoby, FGH, 1 A , 4 F, 29. ,!í Hades, el «in visible», hermano de Zeus y Posidón, es el dios de los muertos y, por metonimia, el infierno o el mundo de los muertos mismo. Tindáreo es el padre de los Dióscuros, de Clitemnestra, la esposa de Agamenón, y de Helena.
150
P R O S I S T A S GRI EG AS
§ 17
a manos de un enemigo, obtendrá una muerte común, desde las elevadas torres junto al recién caído cadáver arrojando impetuosamente su cuerpo de cabeza. Aguijoneada por el anhelo del muerto, expirará su vida en el cadáver palpitante. Lyc. 57-68 17.6. O t r a v e r s i ó n p o é t i c a Terriblemente gemía Paris, y se oprimía su ánimo por la herida; mientras languidecía lo rodearon [enseguida los médicos. Los troyanos volvieron a su ciudad; los dáñaos a las naves azuloscuras llegaron rápidamente; de su confusión los detuvo la negra noche que arrebató el afán de sus [miembros, derramando en sus párpados el sueño, que aparta los [trabajos. Pero el sueño no se apoderó del rápido Paris hasta el [amanecer; pues nadie se lo quitaba por más que deseaban [protegerlo con todo tipo de remedios, ya que le estaba predestinado rehuir el destino y las Ceres'55 a manos de Enone, si quería; él enseguida hizo caso a las profecías y se fue sin quererlo; lo condujo una funesta necesidad en presencia de su esposa. Q. S. 10,253-165 Las Ceres son las divinidades que aparecen en II. en las escenas gue rreras para llevarse al héroe en el momento de su muerte. En la época clási ca se confunden con las Moiras y con las Erinias. Véase Grimal, 1994, í. v.
ENONE
17 .7 . M u e r t e d e E n o n e
A él'56 ya lo rodeaba el poderoso fuego, porque los nómadas congregados del monte, unos de un sitio y [otros de otro, habían apilado leña indecible, para dar la última satisfacción y luto al camarada y soberano, llorando muchísimo a su alrededor; pero ella ni siquiera cuando lo vio en público, lloró aunque estaba afligida, sino que, recubriendo su bello rostro con el vestido, al punto se arrojó a la pira. Provocó grandes lamentos, y ardió con su esposo. Y las Ninfas, una de un sitio y [otra de otro, quedaron estupefactas, cuando la vieron caer con su [esposo. Q. S. 10, 460-469 17 .8 . E n o n e , u n a d i o s a
De los hombres que antaño hubo en Egipto, pero que fueron dioses según la opinión humana, destacan Hermes de Tebas y Asclepio de Menfis; por otra parte, Tiresias y Manto en Tebas, como dice Eurípides.'57 Y Héleno, Laoco onte y Enone, la hija de Cebren, en Ilion. Clem. Al. Strom. 1, 2 1,13 4 ,1
156 Se refiere a Alejandro o Paris. 157 Parece que se refiere a Ph. 834. Pueden verse a este respecto los es colios al pasaje.
ι8.
O lim pia
Olimpia, que vivió en la segunda mitad del siglo iv a. C., es la conocida esposa de Filipo I I de Macedonia, madre de Alejandro Magno y de Cleopatra de Macedonia, y su vida se hallaba envuelta entre la historia y la leyenda mitológica, al igual que la de sufamoso hijo. 1 8 .1 . C
arta de
O
l im p ia a
A
l e ja n d r o
Demuestra también su experiencia'58 en los sacrificios la Carta de Olimpia dirigida a Alejandro. Su madre, exhor tándolo a que le compre un cocinero experimentado en ha cer sacrificios, le dice: Recibe al cocinero Pelignas de parte de tu madre, pues sabe de qué modo se realizan todos tus rituales ancestrales, los or giásticos y los báquicos, y conoce los sacrificios que Olimpia hace previamente. Así que no te preocupes, recíbelo, y envía melo lo más rápido que puedas. Ath. 14, 78
,s" Se refiere a la experiencia de los cocineros. — 153—
'54
P R O S I S T A S GRI EG AS
18 .2 . C y
A
o r r e s p o n d e n c ia e n t r e
O
l im p ia
l e ja n d r o
Respecto al reparto de riquezas entre sus amigos y sus guardaespaldas tenía gran liberalidad, tal y como manifies ta Olimpia por medio de una carta que le escribió y en la que decía: Por lo demás, haz bien a tus amigos y teñios ilustres. Ahora los haces a todos iguales a reyes y les proporcionas a ellos multitud de amigos, mientras que te aíslas a ti mismo. Olimpia le mandaba por escrito a menudo estas y pareci das razones, pero él guardaba en secreto estas cartas, a no ser una vez en que, como de costumbre, cuando HefestiónIS9 se disponía a comunicarle el contenido de una carta que había abierto, no se lo pudo impedir, sino que, quitándose su pro pio anillo, le puso el sello en su boca. Plu. Alex. 39,7 18 .3 . S e n
t e n c ia s d e
O
l im p ia
El rey Filipo'60 se enamoró de una mujer tesalia, sobre la que pendía la acusación de pretender envenenarlo. El caso fue que Olimpia se apresuró en tomar a la mujer a su servi cio. Cuando acudió a su presencia, le pareció que tenía una H efestión era un general y hombre de confianza de Alejandro, al que acompañó en su expedición contra el imperio persa, donde encontró la muerte en la ciudad de Ecbátana. ,6° Filipo II, padre de Alejandro e hijo del rey Amintas III. Fue asesina do en el año 337 a. C.
OLIMPIA
155
apuesta figura y se dirigió a ella en un tono que no era in noble ni ininteligible, de manera que Olimpia le dijo: « A l diablo las calumnias, porque tú tienes en ti misma los ve nenos». Pues bien, se convierte en algo irresistible una esposa le galmente casada si, depositando en sí misma todo, la dote, el linaje, los remedios, el ceñidor,161 consigue la benevolen cia con sus costumbres y su excelencia. En otra ocasión Olimpia dijo a un joven flautista que se había casado con una mujer elegante,161 pero que tenía ma la fama: «Este no tiene raciocinio, pues nunca se habría ca sado con los ojos». Porque no hay que casarse con los ojos ni con los dedos, como algunos que toman una esposa después de calcular la dote que les va a aportar, pero no tienen en cuenta cómo va a ser la vida en común. Plu. Conjugaliaprœcepta 141 B 18 . 4 . S o b r e
u n t é r m in o u sa d o po r
O
l im p ia
Trabajo de la lana, trabajar la lana, taller de lana, es decir, el telar aparece en una carta de Olimpia. Por eso acepto el nombre, porque la acción deriva de él, y el verbo lo han di cho los autores antiguos. Pero es mejor «el telar». Platón ha dicho:163 «con un traje de lana». Poli. 7, 9, 28
,6‘ Véase//.14,114. Pantica de Chipre, citada por Ath. 609 c. 165 La única mención a una indumentaria de lana que hace Platón es la que da en Cra. 389 B.
P R O S IS T A S G R IE G A S
18 .5 . U
n l ib r o
de
O
l im p ia
Muchos llaman a tal m obiliario'64 « a ju a r» , pero yo no apruebo ese nombre. No obstante, indico, para cualquiera que desee defender su uso, que aparece en un libro y que está escrito de esa manera en una obra de Olimpia titula da Sobre los que dicen que hay que suprimir los regalos. Poli. 10, i, 12 18 .6 . B
o da de
O
l im p ia y
F il ip o
Es un hecho que todos creen que Alejandro, en lo que a su linaje se refiere, era Heraclida por parte de padre, descendien te de Carano, y, por parte de su madre, Eácida, descendiente de Neoptolemo.'65 Se dice que Filipo, que fue iniciado en Samotracia'66jun to con Olimpia, cuando todavía era un muchacho, se ena moró de ella, una niña huérfana de padres y que así con certó la boda, una vez que persuadió a Aribas, hermano de Olimpia. Pues bien, la novia, antes de la noche en que se unieron en el lecho nupcial, creyó ver que, tras un trueno, le ha bía caído un rayo en el vientre, que, a raíz del golpe, se había prendido un inmenso fuego y que luego, después de rom perse en llamaradas que iban a todas partes, se apagó. Y Fi lipo, tiempo después de la boda, tuvo un sueño en el que él mismo ponía un sello en el vientre de su esposa: el grabado ,é4 Se refiere a los enseres de la casa. 165 Neoptólemo era el hijo de Aquiles e Ifigenia; combatió en Troya y se le consideraba fundador de la dinastía molosa de los reyes de Epiro. >66Isla situada al norte del mar Egeo y cercana a Tracia.
O L IM P IA
157
del sello, según creía, tenía la imagen de un león. Frente a los demás adivinos que menospreciaban la visión y pedían a Filipo que hiciera una vigilancia más escrupulosa en las cuestiones de su matrimonio, Aristandro de Telmeso dijo que la mujer estaba preñada, porque nada de lo vacío se se lla, y que estaba encinta de un niño apasionado y de natu raleza semejante a un león. En una ocasión, también se vio a una serpiente que se en roscaba al cuerpo de Olimpia mientras dormía y eso dicen que fue lo que más disminuyó la pasión y el amor de Fili po que ya no acudía con frecuencia a acostarse con ella, ya sea por miedo a algún tipo de práctica mágica o venenos de parte de su esposa contra él o porque execrara el contacto con la que se había unido a alguien superior. Hay otra historia sobre esta cuestión: todas las mujeres de allí'67 estaban ligadas a los cultos órficos168 y a las prác ticas orgiásticas de Dioniso169 desde tiempo inmemorial y, bajo la denominación de Clodones y Mimalones practican 167 El adverbio « a llí» resulta ambiguo y unos traductores se inclinan por Macedonia y otros, por Molosia.
,6S Los órficos son una corriente religiosa de seguidores de Orfeo, el mí tico cantor y músico, cuyas doctrinas se centran en la idea de la reencarna ción del alma. Véase A. Bernabé, Textos órficosyfilosofía presocrática. Mate riales para una comparación. Madrid, Trotta, 1004. 169 Dioniso o Baco es el dios del vino, hijo de Zeus y de Sémele, cuyas seguidoras, las bacantes o ménades, celebraban en su honor ciertos ritua les (orgías) que partían de un estado extático o entusiástico para alcanzar la liberación. Puede verse, entre otros, R. Taylor-Perry, The God who comes: Dionysian mysteries revisited. Nueva York, Algora, 1003, así como las Ba cantes de Eurípides.
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rituales parecidos a los de las tracias del Hemo. De ahí pa rece que el verbo «religiosear» se aplicó a ceremonias reli giosas desmesuradas y supersticiosas. Y Olimpia, que emu laba más que otras las posesiones y que lideraba de manera más bárbara los endiosamientos, arrastraba a las cofradías grandes serpientes sumisas a ella que con frecuencia se des lizaban fuera de la hiedra y de las canastillas místicas,170 se enroscaban en los tirsos y las coronas de las mujeres y asus taban a los hombres. No obstante, dicen que, después de la aparición, Filipo envió a Querón de Megalopolis a Delfos,171 quien le trajo la respuesta oracular del dios que le ordenaba ofrecer sacri ficios a Am ón171 y venerar especialmente a esa divinidad. Y — cuentan— perdió uno de sus ojos, el que aplicó a la ren dija de la puerta, cuando vio que el dios se acostaba con su mujer bajo la figura de serpiente. Olimpia, según dice Eratóstenes,17’ cuando despedía a Alejandro con ocasión de su expedición militar, le reveló a él solo el secreto de su nacimiento y le ordenó que obser vara una prudencia acorde con su origen. Otros dicen que 170 Se trata de una especie de cribas que llevaban las licnóforas y que sim bolizaban la purificación del alma, igual que se limpia el grano de sus impu rezas mediante una criba. 1,1 En Delfos se ubicaba el famoso santuario de Apolo en la región de la Fócide, cerca del monte Parnaso. Este centro religioso, con sus oráculos gozó de gran prestigio en toda la Antigüedad, no solo por su influjo religio so, sino también como centro de toma de decisiones políticas y militares. 171 Amón es una divinidad egipcia que los griegos identificaron con Zeus. 171 Jacoby,
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1 4 1 F 28.
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se desentendía y decía: «Alejandro no va a dejar de calum niarme ante H era». Plu. Alex. 2., 1-3,4 18 .7. N
a c im ie n t o
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Precisamente también respecto a Olimpia se decían co sas parecidas, como que una serpiente se unía a ella y que la vieron en su cama, y que de esta manera tú174 fuiste engen drado, mientras que Filipo cayó en el engaño de creer que era tu padre. Luc. DMort. 13,1 18 .8 . O
l im p ia y l a s s e r p ie n t e s d e
M
a c e d o n ia
Al ver allí175 enormes serpientes, muy domesticadas y mansas, hasta el extremo de que las criaban mujeres y dor mían con niños, soportaban ser pisadas, no se irritaban si las oprimían y bebían leche del pecho en las mismas con diciones que los recién nacidos — tienen ellos muchas ser pientes así, y de ahí circula la historia respecto a Olimpia, una historia en otro tiempo creíble, cuando quedó emba razada de Alejandro por haberse acostado con ella (creo) una serpiente de estas— , se compran uno de estos reptiles, el más hermoso, por pocos óbolos. Luc. Alex. 7 18 .9 . I n
c id e n t e s e n t r e
F il ip o
y
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l e ja n d r o
Los desórdenes de la casa, por culpa de sus'76 bodas y sus amoríos, hicieron, en cierto modo, que enfermaran a la 174 En el texto de Luciano está hablando Diógenes que se dirige a Alejandro. 175 Se refiere a la ciudad de Pela, la capital de Macedonia. '7é Está hablando de Filipo II de Macedonia.
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§ l
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vez su reino y su gineceo y suscitaron muchas acusaciones y grandes desavenencias que aún acrecentaba más el severo temperamento de Olimpia, mujer envidiosa y colérica que provocaba a Alejandro. Lo puso más en evidencia Átalo en las bodas de Cleopatra, una doncella a la que desposó Fi lipo, enamorado, ya fuera de su edad, de la muchacha. Así que Atalo, que era a la sazón su tío, borracho como estaba en medio de la bebida, exhortaba a los macedonios a que roga ran a los dioses que naciera de la unión de Filipo y Cleopa tra un sucesor legítimo del reino. Provocado por esto, Ale jandro le dijo: —Yo, ¡maldito individuo!, te parece que soy un bastardo. Y lanzó una copa contra él. Filipo se puso en pie frente a él y tiró de la espada pero, con gran suerte para los dos, por culpa de su rabia y del vino, tropezó y se cayó; y Alejandro, con afán de insultarlo, dijo: — He aquí, ¡señores!, al que se preparaba para cruzar a Asia desde Europa que se ha caído al cruzar de un triclinio a otro. Tras este incidente fruto de la borrachera, se llevó a Olimpia, la estableció en el Epiro y él se fue a vivir entre los ilirioS. Plu. Alex. 9, y i -1 8 .1 0 . A
l e ja n d r o y
Á
talo
Enamorado más que de ninguna, se casó con Cleopatra, la hermana de Hipóstrato y sobrina de Átalo, a la que to mó como esposa después de Olimpia y con la que pasó el resto de su vida. En efecto, en las mismísimas bodas Átalo dijo directamente:
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__Ahora, por cierto, nacerán reyes legítimos, no bas tardos. Y Alejandro, al oír eso, lanzó contra Átalo la copa que tenía entre manos, y el otro, a continuación, le lanzó su va so. Más tarde Olimpia se refugió entre los molosos y Ale jandro, entre los ilirios. Y Cleopatra le dio a Filipo una hi ja, llamada Europa. Ath. 13 18 .11. O
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,
a cu sa d a de la m u erte de
F il ip o
Cuando Pausanias, que había sido ultrajado por la dis posición de Átalo y de Cleopatra y que no había podido re cibir una justa satisfacción, mató a Filipo, el grueso de las acusaciones se cebaron en Olimpia, en el sentido de que ha bía excitado y azuzado al encolerizado muchacho, y a Ale jandro le tocó cierto descrédito. Se cuenta, en efecto, que, cuando Pausanias se encontró con él tras aquel ultraje, le re citó el yambo de la Medea·.'77 « A l que la entregó, al que se casó y a la casada » . Plu. Alex. 10,5-6 18 .11. O
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n t íp a t r o
Corría este oscuro rumor entre los que explican tanto más generosamente los asuntos reales cuanto se ocultan e inclinan lo creíble a lo que es peor, según los guía lo vero símil y su propia depravación, más que a la verdad, a saber, que Alejandro, derrotado ya por las calumnias de su madre contra Antípatro, deseaba apartar a Antípatro de Macedo177 E „M ed. z88.
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nia. Pero quizás esta su llamada no conducía al deshonor de Antipatro, sino a que ninguna de sus disensiones resultara ingrata entre ellos y ni siquiera útil para él. Com o tampoco dejaban de escribir a Alejandro, es te acusaba la arrogancia, la agudeza y el entremetimien to de Olimpia, poco decentes para la madre de Alejandro, de manera que también se propalaba una historia de tal ín dole de Alejandro en la que él contaba de su madre que le exigía a su propia madre el costoso alquiler de seis meses; que ella consideraba que Antipatro era excesivo por su dig nidad y demás atenciones y ni siquiera se acordó de quien la había encumbrado, sino que creía digno que él se lleva ra las primicias entre los macedonios y los griegos. Y para Alejandro parecía que tenía más vigencia aquello que ata ñía a la calumnia de Antipatro y que precisamente era más temible para el reino. Pero no se narraba ninguna acción evidente o palabra de Alejandro por la que alguien hubie ra sospechado que él no tenía su ánimo del mismo modo hacia Antipatro. Arr. An. 7 ,12., 5 18 .13. R
e la c io n e s d e
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Le hacía muchos obsequios a su madre y se los enviaba, pero no le permitía que se entrometiera ni que interfiriera en las cuestiones militares, y cuando lo criticaba, soporta ba mansamente su severidad. Y una vez en que Antipatro le escribió una larga carta contra ella, tras leerla, dijo que Antipatro desconocía que una sola lágrima de una madre borra muchísimas cartas. Plu .Alex. 39,12-13
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18 .14 . R A
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e a c c ió n d e
l e ja n d r o
l im p ia a n t e e l c a d á v e r d e
in s e p u l t o
Olimpia, la madre de Alejandro, cuando se enteró de que hacía mucho tiempo que su hijo permanecía insepul to en medio de profundos gemidos y lamentos, exclamó con voz muy clara: __¡Hijo mío!, aunque tú deseabas tomar parte del cielo y te afanabas en ello, ahora ni siguiera puedes tomar parte de lo que sin duda es común e igual para todos los hombres, la tierra, a la vez, y la sepultura. Así se lamentó de sus propias desgracias y demostró la arrogancia de su hijo. Ael. v h 13,30 18 .15 . O
l im p ia y
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r íd ic e
Olimpia envió a Eurídice, la hija de Filipo (que, por cier to, le había nacido a Filipo de una mujer iliria) la cicuta, un lazo y una espada,178 y ella eligió el lazo. Ael. v h 13,36 18 .1 6 . C
a s t ig o
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E
u r íd ic e y d e o t r o s e n e m ig o s
En Macedonia Eurídice, que se hallaba al frente del rei no, y estaba enterada de que Olimpia se preparaba para el regreso, envió un mensajero ante Casandro al Peloponeso para pedirle que la socorriera lo más rápido posible. Atra yéndose con regalos e importantes promesas a los más nota bles macedonios, los iba haciendo afectos a su causa. Polisperco reunió un ejército después de atraerse al Eácida del Epiro y condujo a Olimpia, junto con su hijo, Ale178 Es decir, para que eligiera la forma de darse muerte.
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§18
jandro, al reino. El caso fue que, al enterarse de que Eurí dice estaba en Evia de Macedonia junto con su ejército, la atacó, presuroso por resolver los problemas con una sola ba talla. Cuando ya estaban frente a frente los campamentos, los macedonios, por respeto a la dignidad de Olimpia y re cordando los beneficios que habían recibido de Alejandro, cambiaron de parecer. Así que el rey Filipo fue detenido inmediatamente jun to con su servidumbre, y Eurídice, que se había retirado a Anfípolis junto con Policies, uno de sus consejeros, fue capturada. Y Olimpia, que se había adueñado de este m o do de los cuerpos reales y que había accedido al reino sin peligros, no afrontó humanitariamente su buena estrella, sino que trató de causar daño a Eurídice y a su esposo Fi lipo primero metiéndolos en la cárcel. Después de ence rrar a sus personas en un lugar angosto, por medio de un estrecho receptáculo les suministraba lo necesario; y du rante muchos días se comportó de este modo impío con aquellos desgraciados, pero, cuando empezó a tener mala reputación entre los macedonios a causa de la piedad que les inspiraban con sus sufrimientos, a Filipo, que había si do rey durante seis años y cuatro meses, le ordenó que se confinara con unos tracios. En cuanto a Eurídice, que hablaba sin tapujos y decía a voz en grito que el reino le convenía más a ella que a Olim pia, consideró que merecía un castigo mayor. A sí que le envió una espada, una soga y cicuta, con la orden de que empleara el procedimiento de estos que deseara para dar
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se muerte, sin tener en cuenta en absoluto la dignidad de que había gozado aquella mujer injustamente tratada, y sin avenirse a la compasión de la fortuna común. Por eso mis mo experimentó el mismo cambio y tuvo el final de su vi da acorde con su crueldad. Pues Eurídice, que había supli cado en presencia de quien se lo había llevado que Olimpia obtuviera los mismos dones, cuidó de su marido, una vez que le sanó sus heridas hasta que el tiempo se lo permitió; y puso fin a su vida ahorcándose con el ceñidor, sin llorar su propia desgracia y sin haberse humillado ante la magni tud de sus calamidades. Y Olimpia, tras haberse quitado a estos de en medio, mató a Nicanor, el hermano de Casandro, y profanó la tumba de Yolo en venganza, según decía, por la muerte de Alejandro; y eligió también de entre los amigos de Casan dro a los cien macedonios más sobresalientes, a todos los cuales ordenó matar. A medida que saciaba su ánimo con tales atrocidades, enseguida suscitó entre muchos macedo nios el odio hacia su crueldad. Efectivamente, todos recor daban las palabras de Antipatro quien, como una especie de oráculo, les había aconsejado, cuando estaba a punto de morir, que jamás permitieran a una mujer ponerse al fren te del reino. D.S. 19, π, i 18.17. O
l im p ia
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e n fr e n t a d a a lo s m a c ed o n io s
Después, a la muerte de Alejandro, hijo de Neoptólemo, en Lucania y a la vuelta de Olimpia al Epiro por miedo a Antipatro, Eácides, el hijo de Aribas, por lo demás seguía
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estando sumiso a Olimpia y compartió con ella la expedi ción militar destinada a guerrear contra Arideo y los macedonios, pese a que los habitantes de Epiro no quisieron acompañarlo. Y cuando Olimpia, una vez que venció, ac tuó de manera impía respecto a la muerte de Arideo, pero de forma aún mucho más impía contra los varones macedonios, por esas razones se entendió que después no había recibido un trato indigno por parte de Casandro. El caso es que, al principio, ni siquiera los propios habitantes de Epiro aceptaban a Eácides por el odio que tenían a O lim pia; pero, cuando obtuvo con el paso del tiempo su perdón, por segunda vez se opuso Casandro a que volviera al Epiro. Paus. i, 1 8 .1 8 . C
o n d en a y m u erte de
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Instigó'79 a los familiares de quienes habían perecido a manos de Olimpia a que acusaran ante la asamblea común de los macedonios a la susodicha mujer. Tras hacer lo que se les había ordenado y, aunque O lim pia no estaba presente ni tenía quien la defendiera, los ma cedonios la condenaron a muerte. Casandro envió a algu nos de sus amigos ante Olimpia y le recomendó que huyera en secreto, prometiéndole que le dispondría una nave que la trasladaría a Atenas. Y no hacía eso porque se preocupa ra de su seguridad, sino para que percibiera que la huida era contra sí misma y, en caso de perecer en el curso de la nave gación, creyera que había caído en un justo castigo. En efec179 Se entiende, Casandro.
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to, se precave a la vez de la dignidad que la rodeaba y de la inconstancia de los macedonios. Pero Olimpia se negaba a huir, antes bien, estaba dispues ta a ser juzgada en presencia de todos los macedonios, por lo que Casandro tuvo miedo, no fuera a ser que la gente oyese la defensa de la reina y rememorara los beneficios que la nación entera había recibido de Alejandro y de Filipo, así que envió doscientos soldados de los más afectos a ella con orden de matarla lo más rápido posible. El caso es que estos irrumpie ron en la casa de la reina y, cuando vieron a Olimpia, por res peto a su dignidad, se retiraron de nuevo sin haberlo hecho. Pero los parientes de aquellos que había matado, deseo sos de complacer a Casandro y de vengarse por sus muertos, degollaron a la reina que no profirió nada innoble y propio del sexo femenino. El hecho es que Olimpia, que ha gozado de la máxima dignidad de la que podían gozar las mujeres de su tiempo, que ha sido hija de Noeptólemo, rey de los habitantes de Epiro, hermana de Alejandro, el rey que emprendió una campaña militar contra Italia y, aún más, esposa de Filipo, que tuvo el máximo poder de entre los que gobernaron en Europa antes que él, y madre de Alejandro, que realizó mu chísimas gestas importantes, tuvo este final. D. S. 19 ,5 1,1 18.19. M de
C
uerte de
O
l im p ia y sus n ie t o s a in st a n c ia s
asandro
Me parece que Casandro reconstruyó Tebas, sobre to do por el odio que sentía hacia Alejandro. Quiso castigar-
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lo destruyendo totalmente la casa de Alejandro y entregó a Olimpia a los macedonios que estaban exasperados contra ella para que la lapidaran, e hizo matar con venenos a los hijos de Alejandro, Heracles, el que tuvo con Barsine y Ale jandro, al que tuvo con Roxana. Paus, i i , 7
ΐ9·
Pánfila de Epidauro
Pánfila de Epidauro, de procedenda egipcia y esposa de Socrátides, vivió, como leemos en el texto de Focio, en la época del emperador Nerón. Además de sus comentarios históricos en 33 libros, se le atribuyen varios tratados sobre diversos te mas, como se ve en § i ç .io . 1 9 .1 .
La o b r a de P a n fila : su sa b id u ría ,
lin a je y é p o ca
He leído de Pánfila ocho libros de Comentarios históri cos diversos. Cohabitaba esta con un hombre, según señala ella en el prólogo de sus Comentarios. Cuando ya llevaba viviendo con él trece años desde su infancia, dice que dio comienzo a esta obra en forma de comentario; y que la es cribió, cosa que había aprendido de su marido, durante los trece años que vivió ininterrumpidamente con él, sin dejar de hacerlo ni un día ni una hora. Y aquello de lo que se informó por habérselo oído a al gún otro de los que frecuentaban su casa, que eran muchos y que gozaban de renombre y fama por su cultura, y lo que ella personalmente recopiló de sus lecturas, todo eso, y lo que le parecía digno de mención lo distribuyó en comen—
1 69 —
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■ 70
§19
tarios diversos, sin separar cada aspecto para sus resúmenes particulares, sino que lo recogió por escrito según le pare cía y se le ocurría cada comentario. Dice que no le resultaba difícil exponerlo de un modo clasificado, pero que consideraba más agradable y placen tera la mezcla y la variedad de una sola clase y que el libro resultaba útil para el aprendizaje. Efectivamente, se pueden encontrar muchos asuntos pertinentes de historia, incluso preceptos, algunos aspectos de disertación retórica y de es peculación filosófica, así como formas poéticas y algunas otras cosas que quedan bien. Esta Pánfila era de linaje egipcio y floreció en la época en que el emperador romano Nerón tuvo su apogeo. Su estilo (en la medida en que se puede inferir de sus prólogos y de otros pasajes en los que añade algo propio y especialmente en el sentido, siendo como es la producción de una mujer) tiene una forma sencilla y no es discordante la expresión con el sentido; en los puntos en que recoge y rememora las palabras de los antiguos, presenta mayor variedad y el libro no está compuesto de una única forma. Phot. Bibl. 175 1 9 .2 . C
it a d e
Pa
n f il a s o b r e
Ta
les
Afirma Pánfila que, una vez que aprendió geometría'80 con los egipcios, primero dibujó el triángulo rectángulo en el semicírculo y luego sacrificó un buey.18' D .L. 1,24 180 Se entiende, Tales. ■8l F G H I I I , 5 2 0 .
I'Á N F II.A I)E E PID A U R O
1 9 .3. C
it a d e
Pa n f i l a
so bre
Q
u iló n
Fue éforo'81 en torno a la quincuagésima quinta O lim piada, pero Pánfila dice que lo fue en torno a la quincuagé sima sexta.'8’
D.L. 1,68
19.4. A c e r t i j o d e P a n f i l a Se recoge de él184 en los Comentarios185 de Pánfila tam bién el siguiente acertijo: Uno es el padre, doce, los hijos, y cada uno de ellos tiene treinta hijas que tienen forma distinta. Hay unas blancas de ver y, en cambio, otras, negras. Y aunque son inmortales, todas mueren. E s e la ñ o .186
D.L. 1,90
19.5. C i t a d e P a n f i l a s o b r e l a p i e d a d d e P i t a c o Pánfila cuenta en el segundo libro de sus Comentarios‘8’ que un herrero atacó con un hacha y mató a su'88 hijo Tirreo mientras estaba sentado en una barbería en Cime. Los 1,1 Está hablando de Quilón de Esparta,
F G H 2 4 4 F 335 C .
FG H III, 520.
184 Es decir, de Cleobulo. ,8s F G H n i , 5 2 1.
,8é En griego, la palabra « d ía » es femenina, de ahí que se hable de «treinta h ijas». Qujzás los adjetivos «b lan cas» y «n egras» se refieran a días y noches. 187 F G H I I I , 5 2 1.
,88 A l hijo de Pitaco.
172.
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cimeos enviaron al asesino a presencia de Pitaco quien, tras informarse, lo liberó y dijo: — Mejor el perdón que el castigo. D. L. i, 7 6 1 9 .6 . C i t a d e P a n f i l a s o b r e P e r i a n d r o
Sotión, Heráclides y Pánfila en el libro quinto de sus Co mentarios'89 dicen que hubo dos Periandros: uno, el tirano, y otro, el sabio, de Ambracia. D. L. 1,98 19 .7 . C i t a d e P a n f i l a s o b r e S ó c r a t e s
Cuando Alcibiades, según cuenta Pánfila en el libro sép timo de sus Comentarios190 le'9' entregaba un terreno, para que se construyera una casa, le dijo: —Y si necesitara unas sandalias, ¿me darías cuero para que me las fabricara? Sin duda haría el ridículo si las acep tara. D.L. 1,14 19 .8 . C i t a d e P a n f i l a s o b r e P l a t ó n
Dice Pánfila en el vigésimo quinto libro de sus Comen tarios191 que cuando arcadlos y tebanos fundaron M egalo polis, lo '93 llamaron en calidad de legislador; pero, cuan do se enteró de que no querían tener igualdad, no acudió. D .L .}, 23
1,9 F G H 190 F G H
III, III,
511. 521.
1,1 Se refiere a Sócrates.
'91 F G H
I I I , 5Z I.
193 Se entiende, a Platón.
P A N FILA DE E PID A U R O
I 9 .c>. C
it a d e
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173
eo fra sto
Teofrasto fue un hombre inteligentísimo y muy trabaja dor, y, según dice Pánfila en el trigésimo segundo libro de sus Comentarios,'94 maestro de Menandro el cómico. D. L. 5,36 1 9 .1 0 . V
id a y o b r a d e
Pa
n f il a
Pánfila de Epidauro, sabia, hija de Sotérides, de quien se dice que son obra los Comentarios, como dice Dionisio en el trigésimo libro de su Historia de la música; según han de jado escrito otros, eran obra de Socrátides, su esposo. Escribió unos Comentarios históricos en treinta y tres li bros, un Epítome de Ctesias en tres libros, y muchísimos Epítomes de historias y de otros tipos de libros, Sobre las controversias, Sobre los placeres amorosos y otros muchos. Sud. 7Γ, 139
194 F G H I I I , 5 2 2 .
zo. Panipersébasta
E l título de «Panipersébasta», algo así como «altísima majestad», se refiere a Irene, hija de Teodoro Metoquitay es posa de Ju a n Paleólogo. Fue emperatriz de Trebisonda entre los años 1340 y 1341. z o .i. D i s c u r s o d e P a n i p e r s é b a s t a a s u p a d r e
El Gran Logoteta,195 cuando se dirigía a su casa desde el palacio real lleno de preocupaciones, se sentó durante mu cho tiempo en silencio y sin decir absolutamente nada a nadie, sino que continuamente daba vueltas en su cabeza a muchas reflexiones, inquieto por el futuro, y se parecía a un mudo o simplemente a quien nada percibe de lo que su cede a su alrededor. Y esto, mientras su esposa estaba sentada junto con su hi ja Panipersébasta y con sus hijos, según su costumbre, que esperaban oír algunas palabras alegres y agradables. En últi ma instancia, su esposa, enfadada, pero poco dotada por la 195 Se refiere a Teodoro Metoquita, hijo de Georgio Metoquita, padre de cinco hijos y de una hija, Irene. El título de «G ran Logoteta» se refie ra a la figura jurídica responsable del complejo sistema burocrático del im perio bizantino. — 175—
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§ 2 .0
naturaleza para la oratoria, hizo una indicación con la cabe za a su hija Panipersébasta para que pronunciara un discur so adecuado a la necesidad y a la ocasión. Estaba, en efecto esta en su edad juvenil, pero había alcanzado un alto grado de inteligencia y tenía por naturaleza el don de la oratoria, don que le cuadraba a ella mucho, no menos que a Pitágo ras, a Platón o a otros sabios parecidos. Así que alzó los ojos hacia su padre y habló en los si guientes términos: Quizá podría parecer un atrevimiento lleno, en cierta me dida, de temeridad, padre, el hecho de que una hija, joven aún, se exprese con franqueza ante su padre, y que una len gua que convive con la ignorancia fije su mirada en el Olim po'96 de la sabiduría. Pero, puesto que mi madre me lo pide y el asunto y la ocasión se brindan a ello, hablaré en la medi da de mis posibilidades. Efectivamente, ¿por qué, oh el más sabio de todos los hombres, permaneciendo en silencio tanto tiempo, soportas el conflicto de pareceres que se da en tu interior y te consu mes a ti mismo, sin querer que nosotros participemos de tus cuitas para que, si también nosotros nos convertimos en par tícipes de tu tristeza, te hagamos más liviano el sufrimiento? Porque la perturbación de tu mirada y el silencio de tu len gua nos indican claramente la vehemencia del dolor que se asienta en tu alma, vehemencia que, empeorando las partes 1,6 El Olimpo es un monte de la región de Tesalia, el más alto de la geo grafía griega, con casi 5000 m, donde se ubicaba la mansión de los dioses.
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vitales de tu corazón, se asienta en ellas de modo inseparable, como una acrópolis, una raíz o un lazo de las fuerzas vitales del alma mientras devora el momento de las reflexiones, en turbia sus maniobras y hace pesado su principio de autoridad. Igual que el aceite, la cera, la caña o el forraje son por natu raleza el alimento del fuego, así también el silencio, que en cuentra reunidos alrededor del alma los carbones de la triste za, como madera y alimento para ellos, dirige su propio coro, sin permitir en absoluto al alma que salga a través de la len gua el humo que desde allí se produce. Conque tú, a fin de que con el tiempo el sufrimiento no se fortalezca y te provoque un daño inesperado, levántate, por Dios, y recobra el ánimo. Porque no es propio de ti rebajar a tal grado de humildad la nobleza de la filosofía ni diseminar tanta inoportunidad en su majestuosidad. Porque lo terrible del dolor es que, por naturaleza, se multiplique con la prolongación del silencio; en efecto, avanza corriendo hacia el interior como una llaga y no de ja de devorar a escondidas todo lo que encuentra hasta que, por decirlo así, recorre las propias médulas del alma y dete riora las mismas partes vitales del ser vivo. Y si algo es secre to, que sea secreto para otros, pero de ningún modo para no sotros, los tuyos. Nie. Greg, i, 306 lo .i. I n t e l i g e n c i a d e P a n i p e r s é b a s t a Educaba a su hijo y a su hija —la que hemos menciona do — en los temas de puertas adentro y de nuestros libros, aclarando los puntos enigmáticos y oscuros, transformando
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lo que tenían de noche en día. En efecto, la mujer tenía gran inteligencia, a la vez que gran deseo de aprender: lo prime ro lo tenía como un don de la naturaleza; lo segundo, de la voluntad. Nie. Greg. 8, 5, 7 2O.3. SU M A T R I M O N I O Al año siguiente, la hija de Panipersébasto se marchó para casarse con Cralis Serbias, y, al poco, se fue a visitar la también su madre. Un tiempo después, también se fue Panipersébasto,'97 porque no quería estar ya sometido al emperador, sino reivindicar para sí el imperio, habida cuen ta que a todas luces era su herencia paterna. Así que dejó la tutela y la administración de Tesalónica'98y se fue también él en busca de Cralis, su yerno, para tenerlo como aliado pa ra la consecución de tal plan. Una vez que lo acogió, salió en campaña con él y saqueó toda la región hasta el río Estrim ón'99 y Serras. De ahí que el anciano emperador, por temor a males mayores, le envió una legación y, junto con dicha legación, las insignias de la dignidad del César. El las aceptó en la pequeña ciudad de Escopias y prometió que se mantendría en paz en lo sucesi vo y que no solicitaría nada más. Y ya estaba a punto de regresar a Tesalónica pero, afecta do por una terrible enfermedad, perdió allí la vida al cabo 1,7 Se trata del yerno de Juan Paleólogo Metoquita. ‘,8 Ciudad del norte de Grecia fundada por Casandro, uno de los diádocos o sucesores de Alejandro Magno a finales del siglo I I I a. C . Río de la región de Tracia que desemboca en el mar Egeo.
PA N IP E R S É B A ST A
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de unos pocos días. Y Cesarisa, su esposa, que añoraba es tar con su hija y su yerno, por miedo a los romanos, en ra zón de lo que le había sucedido a su esposo, no quiso mar charse de allí. Luego su padre, obligado a ello, promovió al emperador a que enviara una legación ante Cralis para tra tar sobre la situación de los restantes asuntos de los roma nos y, respecto a Cesarisa, para que la obligara a regresar. Pues bien, también yo fui enviado entonces en calidad de embajador ante Cralis, entre otros, también con su her mano, por las razones que nos hemos anticipado a decir. Nie. Greg. 8 ,1 4 ,1 10 .4 . T
r is t e z a
de la n u era d el rey
Entonces encontramos a la nuera del Rey, al que todos los tríbalos siguen y le muestran gran sumisión, a la noble Cesarisa, vestida con ropas de luto, signo del dolor interior de su alma: estaba, en efecto, perturbada por el sufrimiento reciente y agudo; entregada a él con muchísima vehemen cia ya desde el momento en que nos vio, de nuevo se volvió toda ella en un torrente de lamentos y de lágrimas, invocan do avoces con frecuencia a su esposo César, como el parien te de muchos reyes, el hermoso, el áureo, el dulce, el henchi do de todo tipo de bienes. Su corazón era un mar de desgracias y sus ojos, fuentes de lágrimas y toda ella se sumergió en las olas de la triste za en una tierra desierta y extraña, y, carente, junto a los ríos de Babilonia, por decirlo así, de amigos, de progeni tores, de parientes, lo último de sus compañeros de raza, en suma, de todo aquello que procura consuelo a un alma
I 8o
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§ ΙΟ
atormentada por una cruel tristeza. «¿P or qué — decía— se concede la luz en la amargura y vida a las almas sumidas en las aflicciones?».100 En diciendo estas y otras razones parecidas, se desgarra ba las mejillas y cosechaba de ellas ríos de sangre con sus uñas: incluso conmovía a los lamentos y las lágrimas a las naturalezas inanimadas. Entonces nosotros, con palabras de consuelo, como si fueran agua, tratábamos de apagar la llama de su dolor, unas veces, su magnífico hermano, otras, los compañeros de embajada, en unos casos, yo, en otros, cada uno de ellos, en otros, todos a la vez; de manera que, aunque tardamos, la persuadimos a que se repusiera, no del todo ni como hubiera sido nuestro deseo, pero, al menos, la persuadimos. En efecto, esta mujer había llegado en gran medida al más alto grado de inteligencia de todas cuantas nuestro tiempo ha criado y visto; especialmente era más hábil que nadie para comprender con muchísima agudeza y depositar en su inteligencia aquellas cosas oportunas que se le acon sejaran en el momento oportuno. Precisamente entonces cuando nosotros empleamos lo necesario para unas pala bras de consuelo, se abstuvo de desgarrarse y de llorar, pero su alma no admitía consuelo por la magnitud de su desgra cia. Antes bien, apoyada la cabeza en su mano derecha, con centraba en su interior todas las sensaciones en los secretos de su pensamiento; con frecuencia forjaba para sí misma la imagen de su esposo, revolvía sus desgracias presentes y se 100 Jo b n i, 20.
PA N IP E R S É B A ST A
ΐδΐ
sumía toda ella en reflexiones, dando vueltas a los demás asuntos y, por decirlo así, exaltada por encima de los cedros del Líbano y floreciendo por encima de los lirios del cam po, y, tras gozar de fortuna en la vida más que ninguna de «cuantas con ella a la vez se criaron y nacieron»,101 luego enseguida cayó y vio que su propia flor se cortaba misera blemente y se marchitaba del todo. Por eso gemía profun damente, como si expulsara de un gran horno los humos hirvientes y llameantes de su amargura interna. El caso es que, entretanto, se disolvió también nuestra reu nión y nos retiramos a nuestros respectivos alojamientos. Transcurrieron en el ínterin diez días y, como estaba por allí muy cerca el mandatario de los tríbalos y había concluido el resto de los asuntos de la legación, dio su respuesta a uno de los embajadores y le ordenó que se marchara, con lo que llegó junto a su esposa para consolar personalmente a su propia suegra y para cumplimentar al resto de la legación. Y ello consistía en acompañarla con el honor y el respe to que le correspondía, por un lado, por ser pariente suyo como era, por otro, por ser nuera del gran emperador, y, en tercer lugar, por haber sufrido las mayores desgracias; todo eso lo hizo en poco tiempo y bien, según su parecer, pero, en realidad, de un modo inferior a como era debido. Pero los monos — según se suele decir— actuando como monos y las hormigas como hormigas resuelven sus propios asun tos. Y si no pueden actuar como las águilas o practicar las costumbres de los leones, no hay duda de que lo que les paÍOt Cita de Homero, II. i 251.
I 8 2.
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sa es que se han criado desde un principio con vileza natu ral y con la carencia del raciocinio que los habría de guiar de manera correcta y ordenada. No cabe duda de que era un sa bio aquel que concibió en su inteligencia y expresó con pa labras (ya fuera Tales de Mileto o Platón el hijo de Aristón, o ambos, por haberlo recibido uno de otro) aquel famoso dicho de que se felicitaba de corazón porque no había naci do bárbaro, sino griego; he aquí que también a mí se me pa sa por la mente decir cosas semejantes a esas por haber ad quirido un conocimiento sólido a partir de la experiencia. Pero, para no entretenernos, hemos de volver allí. En efecto, cuando emprendimos el regreso, concluimos el via je de un día y nos retiramos. Pero es que Cesarisa tenía la ur gente necesidad de ir a Tesalónica junto con los demás para cumplir la última voluntad de su esposo: él en los suspiros postreros de su vida se anticipa a ordenar que su cadáver sea trasladado al interior de la mencionada ciudad; así que ella me encargó a mí el cumplimiento de cuanto era su volun tad y me permitió ir a toda prisa a Bizancio, dándome tam bién a uno de los tríbalos que, tras guiarnos por un camino áspero, nos procuró un regreso pesado. Nie. Greg. 8 ,14 ,7
II.
Perictíone
Perictíone, que vivió en el siglo v a. C., era la madre de Platón y descendía del famoso legislador y poeta, Solón. No es seguro que las obras que se le atribuyen realmente sean suyas, debido a incoherencias cronológicas. 2i.i. L a s a b i d u r í a Perictíone la pitagórica. De su libro . El hombre ha nacido y está compuesto para contemplar la razón de la naturaleza de las cosas y de la sabiduría: y es su labor adquirir y contemplar la racionalidad de los seres. Pues bien, la geometría, la aritmética y las demás disci plinas especulativas son ciencias que se ocupan de los entes; pero la sabiduría se ocupa de todas las clases de entes, por que la sabiduría versa sobre todo lo que existe igual que la vista sobre todo lo visible y el oído sobre todo lo audible. Y los accidentes de los entes unos son accidentes que afectan a todos, otros, a muchísimos de ellos, y otros, a cada uno en particular. Pues bien, lo propio de la sabiduría es conocer y contemplar los accidentes que afectan a todos, los que afec tan a muchísimos son competencia de la ciencia natural y - is ,-
P R O S IS T A S G R IE G A S
§11
los que afectan a cada uno en particular son competencia de una ciencia concreta. Y por eso la sabiduría indaga los principios de todos los entes, la física los de los que nacen por naturaleza, pero la geometría, la aritmética y la música de la cantidad y la pro porción; así que, quien sea capaz de resolver todas estas clases bajo un mismo y único principio y, de nuevo, a par tir de él pueda componerlas y enumerarlas, ese parece ser el más sabio y verdadero. Más aún, incluso encontrar una atalaya desde la que sea capaz de ver a la divinidad y todo lo que está en la misma serie y en el mismo orden separado de ella. Stob. 3,1, m 2.1. z.
Los
p ad res
De la misma. D el libro . N o se ha de hablar mal ni actuar mal hacia los progeni tores, sino obedecer tanto a los humildes como a los de al ta cuna. En cualquier fortuna del alma, del cuerpo y de las cuestiones externas, en tiempos de paz o de guerra, en épo cas de salud, opulencia o pobreza, en épocas de gloria o de menosprecio, en las cuestiones privadas y en las magistratu ras hay que tener una comunión con ellos y jamás rehuirlos; y obedecerlos casi con delirio, porque esto es lo que se con sidera prudente y bueno para las gentes piadosas. Si se desprecia a los progenitores, por este tipo de males, durante la vida o una vez muertos, es un pecado que con denan los dioses y que odian los hombres y que, bajo tierra,
P E R IC T IO N E
junto con los impíos, en ese lugar es atacado perpetuamen te con males por la justicia y por los dioses de abajo que se han establecido como vigilantes de esas acciones. Porque el rostro de los progenitores es divino y hermoso, y el afecto y cuidado hacia ellos han de ser com o los que ni siquiera se rinden al sol ni a todas las estrellas que el cielo mantiene encendidas y a cuyo alrededor danzan, ni a cual quier otra cosa que dé la im presión de ser la más im portan te entre los entes o las contemplaciones.
Creo que ni siquiera los dioses lo toleran cuando ven que esto sucede. Así que hay que respetarlos tanto en vida como cuando se han ido, y no contradecirlos nunca; y si caen en la ignorancia por enfermedad o por engaño, hay que con solarlos y enseñarlos, jamás odiarlos. Porque no puede ha ber mayor pecado ni injusticia humana que mostrar impie dad contra los padres. Stob. 4,2.5,50 2 1.3 . L
a c o n d u c t a d e l a m u je r
De la misma. Del libro . Hay que satisfacer, ¡mujer!, la armonía, llenándola de castidad y cordura: en efecto, el alma se ha de inclinar hacia la virtud, a fin de que sea justa, valerosa, prudente, ornada con su autosuficiencia y que odie la vanagloria. Pues de esto obtiene la mujer buenas acciones tanto para ella, como pa ra su esposo, sus hijos y su casa. Y frecuentemente también para las ciudades si es que una mujer semejante se halla al frente de ciudades y naciones como las vemos en la realeza.
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§11
El hecho es que, si domina su deseo y su pasión, la armonía también se hace divina, de modo que ni siquiera la solicitarán amores ilícitos, sino que será objeto de amor para su esposo, sus hijos y el conjunto de su familia. Porque cuantas se con vierten en amantes de lechos ajenos, esas se transforman en enemigas de todos los de la casa, tanto libres como siervos, y trama engaños contra su esposo y le cuenta mentiras contra todos para dar la impresión de que es la única que sobresale por su benevolencia y controlar la casa en su inclinación a la pereza: y de ahí procede la destrucción de todo cuanto com parten ella y su esposo. Baste con lo dicho hasta aquí. Respecto al cuerpo, debe adecuarlo a la medida natural en lo que respecta a la alimentación, vestidos, perfumes, arreglo del cabello y cuanto afecta al ornato con oro y pe drería. Porque aquellas mujeres que comen, beben, visten y llevan todo tipo de refinamientos son proclives al pecado de toda maldad e injustas respecto al matrimonio y lo de más. Por tanto, el hambre y la sed solo debe aplacarlas aun que sea con medios sencillos y, si tiene frío, bástele un ve llón o una pelliza. Que sean consumidoras de lo que viene de lejos o de lo que se vende mucho o de productos famosos no parece que sea un vicio menor, igual que buscar vestidos muy espléndidos y una variedad de conchas marinas para la tintura u otra lujosa coloración es una gran estupidez. Por que el cuerpo exige no padecer frío y no estar desnudo por decoro, pero no necesita ninguna otra cosa. Y la opinión de los hombres acompañada de ignorancia los lanza a lo vano y lo superficial, de manera que no debe rodearse de oro o de
P E R IC T ÍO N E
187
piedras de la India o de otro país. Y no se trenzará el pelo con gran habilidad ni se ungirá con perfumes que despren dan olor de Arabia, y no se maquillará el rostro para darle un tono blanco o rosado o para pintar de negro sus cejas o sus ojos y no esconderá sus cabellos canos con tintes en vez de lavarse con frecuencia, porque la que busca todo eso bus ca realmente la admiración de la intemperancia femenina. En efecto, es la belleza que procede de la castidad, y no la que brota de estas cosas, la que agrada a las mujeres bien nacidas. Que no considere indispensables el buen linaje y la riqueza, el tener su cuna siempre en una gran ciudad, así co mo la gloria y el trato con varones afamados y regios. Efec tivamente, si todo esto existe, no genera molestia, y, si no existe, no hace que se lo busque con afán. Más aún, la ca rencia de esto no impide vivir a la mujer prudente y, si de saparece lo que de grandeza y admiración le ha tocado en suerte, que nunca su alma lo busque: que camine sin eso. En efecto, arrastrándola a la desgracia, la daña más que be neficiarla, porque se añaden a esto las asechanzas, la envidia y la calumnia, de manera que una mujer así no podría vivir en la imperturbabilidad. Debe honrar a los dioses con la esperanza de la felicidad, obedeciendo a las leyes y a las tradiciones heredadas. Tras estos le aconsejo que honre y respete a sus progenitores co mo a los dioses, ya que son completamente iguales a los dio ses y consiguen lo mismo para sus descendientes. Respecto a su esposo, le debe una vida legítima y útil sin considerar nada suyo en particular, sino protegiendo y vi-
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§11
gilando su lecho, porque en esto radica todo. Ha de sopor tar todo lo de su esposo, ya sea que caiga en desgracia, ya sea que cometa una falta por ignorancia o por ebriedad o porque tenga trato con otras mujeres. Porque a los hom bres se les permite esta falta, pero no a las mujeres sobre las que pende el castigo. Debe respetar la ley y no dejarse lle var por los celos, y soportar también la cólera, la parque dad, los reproches, los celos, las acusaciones y cualquier otro defecto que tenga por naturaleza, y vivirá siempre de m o do que, con su prudencia, lo tenga como amigo. Pues una mujer que es querida por su esposo y que gestiona correcta mente los asuntos de su marido es una armonía, ama al con junto de su familia y hace bienintencionados para su casa a los que son de puertas afuera. Pero si no ama a su familia ni a sus propios hijos ni a sus siervos ni desea ver ningún sacri ficio próspero, se atrae la ruina total y se ufana de ello, cual si fuera una enemiga, y ruega que se muera su esposo, cual si fuera un adversario, para tener tratos con otros, y odia a los que disfrutan con él. Creo que es así de armoniosa si está llena de prudencia y sensatez: porque no solo querrá a su esposo, sino también a sus hijos, parientes, esclavos, en una palabra, a toda la familia, en la que se incluyen posesiones y amigos, ciudadanos y extranjeros. Y adornará sus cuerpos con la sencillez, diciendo y oyendo cosas bellas, y lo segui rá según la concordia de la vida común acompañando a pa rientes y amigos a los que él favorezca. Y considerará cosas dulces y amargas las mismas que su esposo si no es una mu jer absolutamente inarmónica. Stob. 4 ,18 ,19
22.
Fintio
De esta m ujer pitagórica solo se conserva este pasaje reco gido p or Estobeo de su obra que versa sobre la «sophrosyne», la «pru dencia» o la «castidad» en la mujer. Vivió en el si glo v-iv a. C. Fintio, hija de Calícrates, pitagórica. De su libro . Debe ser en su conjunto buena y ordenada, porque sin excelencia jamás ninguna podría llegar a ser así. En efec to, cada virtud que surge para cada uno devuelve su pro pia demostración apreciable: la facultad de ver, los ojos; la de oír, el sentido del oído; la del caballo, al caballo; la del hombre, al hombre; así también, la de la mujer, a la mujer. Y la virtud más importante de la mujer es la m o deración, ya que, por medio de ella, podrá honrar y amar a su esposo. Quizás opinen muchos que no es muy ajustado para una mujer dedicarse a la filosofía, como tampoco lo es montar a caballo o pronunciar discursos en público. Yo, en cambio, opino que unas cualidades son propias del hombre, otras, de la mujer y otras, comunes al hombre y la mujer; unas, —
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más propias del hombre que de la mujer, y otras, más pro pias de la mujer que del hombre. Son propias del hombre estar al frente del ejército, go bernar la ciudad y hablar en público, y propias de la mujer, custodiar la casa, permanecer dentro y recibir y servir a su esposo. Pero afirmo que son comunes el valor, el sentido de la justicia y la prudencia. Más aún, las excelencias corpora les le conviene tenerlas tanto al hombre como a la mujer, y las del alma, también. Por ejemplo, igual que es útil para ambos gozar de salud en el cuerpo, también lo es gozar de salud en el alma; y son excelencias del cuerpo la buena salud, la fuerza, el sentirse bien y la belleza. Del hombre es propio que ejercite y tenga más bien unas, la mujer, más bien otras. En efecto, es más propia del hombre la prudencia, no solo para el bienestar del cuerpo, sino también para la facultad del alma, y la mo deración, de la mujer. Por ello ha de conocer, fruto de su educación, de qué partes y de cuántas se conforma este bien para la mujer. Precisamente afirmo que de las cinco siguientes: primero, de santidad y de piedad en lo que se refiere al matrimonio; segundo, de su ornato corporal; tercero, de las salidas que hace de su casa; cuarto, de no participar en orgías ni en las fiestas de la Madre de los dioses; quinto, en los sacrificios a la divinidad, ser discreta y moderada. La causa mayor y más esencial de la castidad reside en el hecho de que sea incorruptible en lo que al matrimonio se refiere y no se mezcle con un hombre de puertas afuera.
F IN T IO
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Porque, en primer lugar, si comete esta transgresión, ofende a los dioses familiares al proporcionar a la casa y a la paren tela no unos protectores legítimos, sino bastardos. Ofende también a los dioses de la naturaleza, por los que había ju rado en presencia de sus padres y parientes unirse para una vida común y para la procreación de hijos conforme a la ley. Ofende, además, a su patria, al no respetar su ordena miento. Además, faltar contra aquello contra lo que se ha establecido como máximo castigo la pena de muerte por la magnitud del delito, a saber, cometer faltas y ultrajes por placer, es ilícito y lo más imperdonable de todo. Y el lími te de todo ultraje es la perdición. Y también ha de conside rarse lo siguiente: no encontrará ningún remedio purifica torio para esta falta de manera que sea santa y amada por los dioses cuando acuda a sus templos y altares, porque para este delito la divinidad se vuelve especialmente carente de perdón. El mayor ornato que puede tener una mujer libre es el de testimoniar, a través de la hermosura que transmite a sus hijos, el respeto que le tiene a su esposo, si aportan la forma del parecido con el padre que los ha engendrado. Y hasta aquí lo relativo al matrimonio. En lo que se refiere a su ornato corporal, creo que ha de estar vestida de blanco, sencilla y sin afectación, y eso lo lo grará si no emplea vestidos brillantes, ni coloreados ni teji dos de seda, sino blancos y sencillos. Porque de este modo evitará el ornato excesivo, la molicie y el lujo y no inducirá a las demás a una envidia insana. En cuanto al oro y las per las, simplemente que no se lo ponga, porque la opulencia es
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§22
una muestra de soberbia para las mujeres del pueblo. Una ciudad bien gobernada, ordenada toda ella en todas sus fa cetas ha de ser concorde y tener las mismas normas y expul sar de ella a los artesanos que elaboran tales preciosidades. Ha de alegrar su rostro, pero no con un color extraño y ajeno a él, sino con el de su propio cuerpo, lavándolo con agua y adornarse más bien con el pudor. Porque de esta ma nera dará honra a su esposo y a sí misma. En lo tocante a las salidas de la casa, las mujeres del pue blo han de hacerlas para cumplir sacrificios en honor al dios fundador de la ciudad, para pedirle por ellas, por su esposo y por el conjunto de su familia. Y que no se deje ver al caer la noche ni por la tarde sino que lo haga cuando el ágora está llena,101 para ver algo o para una compra particular en compañía de una esclava, o como máximo, dos, llevada de la mano de forma ordenada. Que haga los sacrificios a los dioses sencillos y en la me dida de sus posibilidades. Que se abstenga de los rituales dionisíacos y de los de la Madre103 que se celebran en ca sa. Porque el uso común de la ciudad se lo prohíbe a estas mujeres, entre otras cosas porque estos ritos religiosos in funden en el alma la borrachera y el éxtasis. El ama de casa que está al frente de ella ha de ser prudente e intachable en todo. Stob. 4,13, 6i
í0t Expresión para referirse aproximadamente al mediodía. 105 Los ritos dionisíacos y los de Cibeles (la Madre) son de tipo orgiástico.
2-3 -
Polidam na
La figura mítica de la egipcia Polidamna, esposa de Ton, aparece recogida p or W olfcomo m ujer experta en remedios y venenos, pero nada se puede asegurar sobre su existencia real. 2.3.1. L
in a je y h a b il id a d e s d e
P
o l id a m n a
La hija de Zeus104 tenía tales drogas ingeniosas, que le proporcionara Polidamna, compañera de lecho [de Ton, la egipcia, para la que el fértil labrantío produce [muchísimas drogas que, mezcladas, muchas son buenas, pero [muchas, funestas. Hom. Od. 4127-150 2 3 .2 . L
a c u r a c ió n d e
T
elém aco
Entre otros indicios de la presencia de Homero10s apor tan especialmente la curación que de Telémaco hizo Hele na en el palacio de Menelao y el olvido de las desgracias que le habían sobrevenido. Porque la droga «in d olora», de la que dice el poeta que Helena recibió de los egipcios de Te104 Es decir, se refiere a Helena. " s Se entiende, en Egipto. — 195—
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§¿3
bas, de manos de Polimnesta, la esposa de Ton, es evidente que la ha investigado con exactitud. Eus. p e i o , 8, 9 - 1 1 23.3. L a s d r o g a s d e H e l e n a
Si recordara los versos de Homero en los que el poeta afirma que Helena escanciaba en la crátera las drogas pro cedentes de Egipto para poner en maceración las penas del alma... Creo que Helena, que había aprendido saberes egip cios, cantaba en la crátera ensalmos a los descorazonados, curándolos con sus palabras mezcladas con vino. Es verosímil — dijo Damis— , si fue a Egipto y trabó con tacto con Proteo,“ 6o, según cree Homero, se relacionó con Polidamna, la esposa de Ton. Philostr. v a 7, zz 2 3 .4 . L
a h ie r b a d e H e le n a
Antiguamente la isla de Faros107 — lo afirman los egip cios según lo voy a decir— estaba llena de muchas serpien tes distintas; pero cuando Ton, el rey de los egipcios, reci bió como depósito a Helena, la hija de Zeus, a quien se la había entregado Menelao en sus vagabundeos por la parte superior de Egipto y por Etiopía, se enamoró de ella Ton y, como él empleaba la violencia con Helena para el con tacto amoroso, cuenta la historia que, por miedo, la hija »6 proteo es una antigua divinidad marina que habitaba en las cerca nías de la isla de Faros. Proteo apacentaba rebaños de focas y tenía el don profético y la capacidad de metamorfbsearse. Véase Homero, Od. 4 , 4 1 z ss. ” 7 La isla de Faros se encontraba frente al puerto de Alejandría, famosa en la Antigüedad por el famoso faro, una de las siete maravillas, construido bajo Ptolomeo Soter a mediados del siglo n i a. C.
P O L ID A M N A
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de Zeus le contó todo eso a la esposa de Ton que se llam a ba Polidamna. Esta, por tem or a que la extranjera la sobrepasara por su belleza, y, a la vez, por apiadarse de ella, depositó a Helena en Faros. Y le dio una hierba hostil a las serpientes de allí, a cuya percepción las serpientes se esconden de inm ediato. £ lja — siguen diciendo— la plantó y, con el tiempo, flore ció y desprendió semillas hostiles a las serpientes. Y preci samente afirman los expertos en estos saberes que tal bestia no nace en Faros y que la hierba se denom inó «h ierb a de Helena » .
Ael. n a
9, n
2.4"
Ptolem aide de C irene
Poco se sabe de la estudiosa de música Ptolem aide de Cire ne aparte de los tres textos, m uy difíciles de interpretar, reco gidos por Wolf. Probablemente vivió en el siglo i d. C. 2 .4 .1. C
it a d e
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t o l e m a id e s o b r e e l c a n o n
Escribe también sobre él1“8lo siguiente Ptolemaide de C i rene en su Libro pitagórico de los elem entos musicales. ; En qué consiste, pues, más bien el tratado del canon, según al gunos? Es universal, según los pitagóricos. Porque lo que ahora llamamos armónico, ellos lo llamaban canónico. ¿Por qué lo llamamos canónico? No se llama así, según creen al gunos, por el instrumento llamado canon, sino por la recti tud, en la idea de que, por medio de este tratado se encuentra lo correcto del razonamiento y las normas de lo armonizado. Y es que llaman canónico al tratado que reside en las sirin ges, los auloí y los demás. Sin embargo, aunque esos instrumen tos no son canónicos, no obstante, como unos pocos adaptan también a ellos sus especulaciones, los denominan canónicos. Más bien se llamó canon al instrumento a partir del tratado ca nónico. Y es canónico universalmente el armónico, el que da 108 Se refiere al canon. — 19 7—
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§24
los argumentos sobre lo armonizado. Y se diferencian los mú sicos y los canónicos, porque se llaman músicos los armónicos que parten de los sentidos, y canónicos, los Pitagóricos, los ar mónicos. Ambos son por su denominación músicos: a ambos conduce de nuevo mediante preguntas y respuestas. Y la especulación de acuerdo con el canon, ¿de qué se com pone ? De lo que se supone entre los músicos y de lo que se re cibe de entre los matemáticos. Lo que se supone entre los mú sicos es aquello que los canónicos toman de las sensaciones, por ejemplo, el hecho de que algunos intervalos sean conso nantes o disonantes y el hecho de que el diapasón esté com puesto uno de cuatro y otro de cinco y el hecho de que el to no tenga el sobrepaso del de cinco frente al de cuatro y cosas parecidas. Lo que se recibe de entre los matemáticos es lo que los ca nónicos en particular especulan mediante la razón, movidos solo por el punto de partida de la sensación, por ejemplo, el hecho de que los intervalos dependan de la razón de los nú meros y el hecho de que el sonido proceda de colisiones de números y cosas semejantes. Así que las hipótesis del trata do canónico se podría definir que residen, por un lado, en la ciencia de la música y, por otro, en la relativa a los núme ros y a la geometría. Porph. in Harm, zi-23 2 4 .2 . C
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t o l e m a id e s o b r e l o s a r m ó n ic o s
Sobre estos109 escribe Ptolemaide en la citada introducción lo siguiente. Pitágoras y sus seguidores pretenden recibir al Se entiende, sobre los armónicos.
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P T O L E M A ID E DE C IRE N E
principio el sentido, como una especie de guía de la razón, para que les proporcione, por decirlo de algún modo, algún rescoldo, y que la razón, partiendo de eso, opere por sí misma alejada del sentido. De ahí que incluso el sistema del tratado descubierto por la razón no coincida en nada con el sentido. Y no se retractan, sino que se reafirman diciendo que el sentido anda errante, y que la razón ha encontrado por sí misma lo correcto y que refuta al sentido. Contra ellos se aducen algunos músicos a partir de Aristóxeno, quienes re cibieron la especulación solo por medio de la observación y que progresaron a partir de su postura instrumental. En efecto, estos contemplaron el sentido como a su señor, y a la razón como consecuencia solo con vistas a la utilidad. Se gún ellos, las hipótesis racionales del canon probablemente no coinciden en su conjunto con los sentidos. Porph. in Harm. 1 4
2 4 .3 . C
it a d e
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t o l e m a id e s o b r e l a s d if e r e n c ia s
e n t r e l o s m ú s ic o s
Sobre esto también escribió brevemente Ptolemaide de Cirene en su Introducción, y lo discutió también con mayor extensión el músico Dídimo en su libro sobre la diferencia entre los seguidores de Aristóxeno y los pitagóricos. N oso tros describiremos las posturas de ambos cambiando, por brevedad, pocos aspectos de su expresión. Ptolemaide es cribe lo siguiente. ¿Cuál es la diferencia entre los que han destacado en la música? En que unos prefirieron la razón misma, otros, el
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sentido, otros, a ambos. De entre los pitagóricos, prefirie ron la razón misma los que más rivalizaron contra los mú sicos en la idea de que había que expulsar totalmente el sen tido e introducir la razón como criterio autosuficiente por sí mismo. Pero reciben estos el contraargumento de tomar en general lo sensible como fundamento y olvidarse de él. Los instrumentistas, por su parte, prefirieron el senti do; para ellos o no existe en absoluto la consideración de la especulación o es débil. ¿Cuál es la diferencia de los que prefirieron ambos conceptos ? Unos tomaron a ambos por igual con la misma capacidad, es decir, al sentido y a la ra zón; otros, a una como precedente y al otro como conse cuente. A ambos por igual los tomó Aristoxeno de Taren to, en el sentido de que lo sensible por sí mismo no puede estar compuesto al margen de la razón ni la razón es lo su ficientemente poderosa para sustentar algo sin haber reci bido del sentido sus fundamentos, y atribuye nuevamente al sentido el fin acordado de la especulación. Y ¿en qué más desea que preceda el sentido a la razón? En la disposición, no en la capacidad. En efecto, cuando lo sensible se combina con esta, comoquiera que ello sea, afir ma que en ese momento nosotros hemos de dar preferencia a la razón para la especulación de este. ¿Quiénes prefieren a ambos por igual? Pitágoras y sus sucesores. Y es que ellos quieren tomar al sentido como fundamen to, en calidad de guía de la razón, para que le proporcione, por decirlo de algún modo, algún rescoldo, y que la razón, partiendo de eso, opere por sí misma alejada del sentido. De
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ahí que incluso el sistema del tratado descubierto por la ra zón no coincida en nada con el sentido. Y no se retractan, sino que se reafirman diciendo que el sentido anda errante, y que la razón ha encontrado por sí misma lo correcto y que refuta al sentido. ¿Quiénes están contra ellos ? Algunos músicos a partir de Aristóxeno, quie nes recibieron la especulación por medio de la observación y que progresaron a partir de su postura instrumental. En efecto, estos pusieron el sentido como a su señor, y a la ra zón como consecuencia solo con vistas a la utilidad. Esto es, pues, lo que escribió la de Cirene. Porph. in Harm. 25
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.
Esmaragda C anabutzena
Esmaragda solo nos es conocida p or este docum ento priva do,fechado, como se ve en el título, afinales del siglo xvijy que plantea un litigio en relación con la venta de unos terrenos. Al muy sabio y docto señor Teodosio Zigomalas, protonotario de la Gran Iglesia. Galata, Quíos, 15 de junio de 15 8o. Doctísimo dueño, señor Teodosio, santo protonotario, auxiliador y defensor de quienes sufren agravios. Dado que yo, la pobre Esmaragda, abandonada por mi esposo, N ico lao Esgurópulo, me encuentro aquí, en este lugar, extran jera y en soledad, yo que no tengo ningún otro pariente aquí, con excepción de Jacobo Mavrogordato, que hoy se halla en Valaquia, y que sufro mucho por culpa del señor Nicolao Coreseo, mi suegro, a causa de cierto terreno que deseaba comprarle en años anteriores, con el permiso del entonces juez y por el precio por el que se vendían los bie nes entonces. Por esto también se escribió la carta patriarcal que re dactó su ilustrísima para confirmar este contrato y que, has ta ahora, me valía de ayuda conforme a derecho. Aunque el propio señor Nicolao no dejó que nadie me ofendiera — 10 3—
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§15
hasta este extremo, y teniendo como socorredor y defen sor al padre Lada, cuyas eximias acciones son muy conoci das, el cual, sin temor de Dios, da incluso falso testimonio diciendo que yo convine con él y en presencia del padre se ñor Pantoleón Dromocaite que esta venta del terreno era revocable. Ellos se aprovechan de eso y, como me he enterado, quie ren agraviarme a mí, que soy pobre y extranjera, por popu lismo o incluso por cualquier otro medio que no se escapa a su ilustrísima. Por eso le pido humildemente y le suplico que no permita que la mentira venza a la verdad. La verdad era según la conoció su ilustrísima, y la venta se hizo en pre sencia de muchos hombres de bien, universal y completa, de acuerdo con el precio que entonces tenían los terrenos. Y yo, pobre de mí sufro y me veo agraviada injustamente, porque ahora ha subido el precio de los terrenos. Y si estos sacerdotes quieren decir que me han oído afir mar que esta venta era revocable, desean decir mentiras. Porque incluso en el templo, en caso de necesidad, lo de mostraré con el testimonio de hombres honorables y bue nos que se hallaban presentes cuando estos sacerdotes tra taron sobre ello como jueces muy injustos que, cuando quieren, aceptan y miran un negocio como jueces y cléri gos y otros testigos inicuos, cosa que no se escapa a su ilus trísima. Así que, señor, ayúdeme y defiéndame hasta la justi cia, porque, pobre de mí, no tengo a nadie más. Jacobo está ausente en Valaquia. Pero allí donde su ilustrísima media y asiste a la justicia no se necesita ninguna otra cosa.
E SM A RA G D A CAN A B U T ZE N A
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Así, le ruego por la conmiseración de Dios, porque ten go un documento justo para confirmar la justicia. Envío a su ilustrísima como presente para mi recuerdo seis mante les: acéptelos como si los recibiera de su hermana menor. Y que goce de muchos años su ilustrísima. La humilde Esmaragda Canabutzena. Mart. Crusius. Turco-Gmcix 4, 24
26.
Sosípatra
Sosípatra de Efeso fu e una mística y neoplatónica que vi vió en la prim era m itad del siglo i v y solo es conocida p or esta referencia de Eunapio de Sardes. El tal Eustacio*10 se casó con Sosípatra que, por la pree minencia de su sabiduría, dejó a su propio marido como alguien vulgar y mediocre. Y sobre ella conviene hablar más pormenorizadamente en los catálogos de los hom bres sabidos: tal fue el renombre que se difundió de esta mujer. El caso es que procedía de cerca de Efeso, de la Asia que recorre el río Caístro y cuya tierra riega, dando su sobre nombre a la llanura. Procedía de una parentela y de un li naje feliz y próspero y, cuando aún era una niña pequeña, todo lo hacía de modo muy dichoso: hasta tal punto relucía en su edad por su hermosura y respeto. Ya había cumplido la edad de cinco años. En esas fechas dos ancianos, que ya habían pasado la flor de la vida, pero uno de los cuales era más viejo, que lleva1,0 blico
y
Se trata de Eustacio de Capadocia, neoplatónico, discípulo de Jámde Edesio que vivió a comienzos del siglo — 10 7—
IV.
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ban hondas alforjas e iban revestidos con pellicos sobre los hombros, coinciden en un terreno de los progenitores de Sosípatra y convencen al administrador — les resultó fácil hacerlo— de que les confíe el cuidado de las vides. Com o el fruto creció por encima de las expectativas, se presentó el dueño, al que acompañaba su hija Sosípatra. El asombro era ilimitado e incluso llevaba a la sospecha de una interven ción divina, conque el amo del terreno los invitó a compar tir su mesa y les dispensó grandes atenciones, a la vez que reprochaba a los que colaboraban en el terreno que no hu bieran logrado lo mismo. Los ancianos, tras gozar de la hospitalidad y de una me sa griega, pero picados y sorprendidos por la extraordina ria hermosura y la coquetería de la niña Sosípatra, dijeron: — Nosotros al menos mantenemos lo demás oculto y en secreto para nosotros mismos y, aunque ensalzas esta gratificación, es ridicula y un juego despreciable en com paración con nuestras excelencias. Pero si, por esta mesa y los dones de hospitalidad deseas recibir algo, eso no radica en dinero ni en favores caducos y corrompidos, sino que está por encima de ti y de tu hacienda, un don de dimen siones celestes y que toca las estrellas: entréganos a noso tros como criadores y padres más verdaderos a esta Sosí patra, y, al menos hasta el quinto año, no temas ninguna enfermedad por la niña, ni la muerte, sino que has de per manecer tranquilo y confiado. Preocúpate de no pisar es te terreno hasta que llegue el quinto año con el transcurso de los ciclos solares. La riqueza brotará espontáneamen
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te para ti y florecerá del terreno, y tu hija no estará solo a la altura de una mujer o un hombre, sino que incluso tú mismo pensarás algo superior de la niña. Por tanto, si tie nes buena disposición, acepta lo que hemos dicho con las manos tendidas, pero si revuelves alguna sospecha, no he mos dicho nada. Ante esto el padre se mordió la lengua y, aunque esta ba preocupado, pone en sus manos y les entrega a la niña y, después de llamar al administrador, le dijo: __Dales lo que los ancianos quieran y no te entrome tas en nada. Eso dijo. Todavía no había salido la aurora cuando se marchó como si huyera tanto de su hija como de su finca. Y ellos —ya sea que fueran héroes o divinidades111 o per tenecieran a algún linaje más divino— tomaron a la niña y nadie sabía en qué clase de misterios la iniciaron y era des conocido cómo habían divinizado a la niña incluso para quienes deseaban realmente saberlo. Ya se acercaba el momento y concurría todo lo demás de las rentas del terreno. El padre de la niña se presentó en la finca, pero no reconoció la estatura de su hija y su belle za le parecía distinta: ella casi no reconocía a su padre. Él incluso la saludó con una reverencia, tan cambiada le pa111 Los héroes son personajes extraordinarios, hijos de dioses con mor tales, protagonistas de numerosas leyendas de la mitología griega. El tér mino que traducimos como «divinidades» es el griego daímones, que se suelen interpretar como una especie de espíritus intermedios entre los dio ses y los hombres.
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recio verla. Cuando se presentaron sus maestros y se puso la mesa, dijeron ellos: — Pregunta lo que quieras a la doncella. Pero ella tomó la palabra: — Pregúntame, al menos, padre, qué has hecho duran te el viaje. El le permitió que lo dijera (por su riqueza, viajaba en un vehículo de cuatro ruedas, y ocurren muchos acciden tes en tales vehículos), y se lo explicó todo, voces, amena zas y temores, tal como si ella hubiera compartido el via je con él. Y el padre llegó a tal grado de admiración que no se sor prendía, sino que se quedó aterrado y estaba convencido de que su hija era una diosa. Cayó de rodillas ante los va rones y les suplicó que le dijeran quiénes eran. Ellos, a du ras penas y remolonamente (quizás era ese el designio de un dios) le revelaron que estaban iniciados en la sabidu ría llamada caldea,1,1 y eso lo hicieron por medio de acer tijos y agachando la cabeza. Cuando el padre de Sosípatra, después de caer ante sus rodillas, les suplicaba, rogándo les que se hicieran dueños de su finca y que mantuvieran a la niña a su cuidado y que la iniciaran en la mayor perfec ción, ellos le dieron a entender con un gesto de su cabeza que así lo harían y ya no hablaron. Y él, igual que si tuviera una promesa o una respuesta oracular, cogió confianza en 111 Los sabios llamados caldeos, de Caldea, región de M esopotamia, eran expertos astrólogos y matemáticos, así como conocedores de la adi vinación.
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2.1 I
sí mismo, aunque dudaba ante el hecho. Y ensalzaba sobre manera a Homero en su alma por haber cantado un hecho sobrenatural y divinal como este: Y los dioses, adoptando la forma de extranjeros de otra tierra transformados de diversa manera recorren las ciudades.11’
Creía él, en efecto, que se había encontrado con varones extranjeros, y que eran dioses, y, lleno por dentro de este hecho, fue presa del sueño, mientras que los otros, después de retirarse del banquete y de tomar a la niña, le entregaron muy amistosa y solícitamente el conjunto de ropas con las que se había iniciado y añadieron entre otros instrumentos la cesta de Sosípatra, le ordenaron que los marcara y pusie ron allí algunos librillos. Y ella quedó muy complacida con aquellos varones, no menos que su padre. Cuando brilló la aurora y quedaron abiertas las puertas, los hombres acudían a sus labores y ellos salieron con los demás, según su costumbre. La niña corrió junto a su padre con la buena noticia y le llevaba la cesta uno de los sirvien tes. Él, tras pedir a los administradores la riqueza de la que disponía, y lo que era necesario para ella, mandó a buscar a aquellos hombres, pero no aparecieron por ninguna parte, por lo que dijo a Sosípatra: — ¿Qué es esto, hija mía? Ella aguardó un momento y respondió: 1,3 Cita de Od. 17, 485-486.
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— Ahora sí que comprendo lo que han dicho, pues, cuando, entre lágrimas, pusieron esto en mi mano, me de cían: «C uídalo, hija, porque nosotros, tras partir hacia el Océano occidental,114 regresaremos enseguida». Esto demostró clarísimamente que los aparecidos eran divinidades. Y ellos cogieron y se marcharon adondequie ra que se marcharan, mientras que el padre, tras tomar a su hija que estaba inspirada y prudentemente endiosada,215 le concedió que viviera como quisiera y no interfirió en nin guno de sus asuntos, con la única excepción de que se dis gustaba con su silencio. Ella, mientras progresaba hacia el término de su florecimiento sin haber tenido otros maes tros, se sabía de memoria los libros de poetas, filósofos y oradores, y aquellos que, a duras penas y de manera imper fecta, podían conocer los que lo hacían a base de trabajo y esfuerzo, esos los explicaba ella con indiferencia, recorrién dolos hasta la exactitud con facilidad y sin esfuerzo. En última instancia, ella y un hombre decidieron casarse, y era indiscutible que, de entre todos los varones, era Eustacio el único digno del matrimonio. Y ella dijo a Eustacio y a los asistentes: — Escúchame tú, Eustacio, y que los presentes sirvan co mo testigos. Engendraré tres hijos para ti, y todos fracasa1.4 Para los griegos el Océano era un primigenio dios-río que circunda ba todo el mundo. Este dios era hijo de Urano (el Cielo) y Gea (la Tierra) y de él procedían todos los ríos del mundo. 1.5 El término «endiosada» recoge el griego enthousiasmes, es decir, «que tiene al dios dentro de sí». Sobre el endiosamiento y la inspiración poética y profética, puede verse el Ion de Platón.
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rán en lo que se considera el bien humano, pero ninguno en el divino. Y tú partirás de aquí antes que yo, tras obtener un destino bello y conveniente, aunque yo quizás obtenga uno superior. El caso es que tu movimiento cíclico será en torno a la luna y ya no servirás ni filosofarás al quinto año, pues así me lo dice tu imagen, pero recorrerás el lugar que está bajo la luna con un impulso bueno y dócil. Yo también quisiera decirte lo que me atañe. Luego guardó silencio en su discurso un breve tiempo y gritó:
— ¡Pero mi dios me lo impide! Tras decir eso y puesto que las Moiras116 así lo asintieron, se casó con Eustacio y lo que había dicho no se diferenció en nada de los oráculos inalterables, porque todo ocurrió y salió como había dicho. Sería necesario narrar lo que va detrás de estos hechos. Sosípatra, tras la muerte de Eustacio, regresó a sus posesio nes y vivió por Asia y la antigua Pérgamo.117 Y el gran Edesio la cuidaba, la amaba y educaba a sus hijos. Y Sosípatra le hacía competencia con sus lecciones de filosofía en su pro pia casa y, después de la lección de Edesio, frecuentaban su 1,6 En este texto, el término «M oiras» viene a ser sinónimo de «desti no». En efecto, estas diosas regían el destino personal de cada uno, la par te {meros) que le toca vivir. Cuando se fija su número en tres, sus nombres parlantes aluden a diversos aspectos de la vida humana: Cloto es la que hila; Láquesis, la que reparte los lotes; y Atropo, la inflexible. !I7 Ciudad de Asia Menor en la región de la Eólide, enfrente de la isla de Lesbos, fue un centro cultural de gran importancia a partir de la época helenística junto con Alejandría y Atenas.
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casa y no había ninguno que no amara y admirara la exac titud de los razonamientos de Edesio, pero se postraban y respetaban la inspiración de la mujer. En último término, un tal Filométor, que era pariente suyo, vencido por sus razonamientos y su belleza, se ena moró de ella, porque comprendía que la mujer era harto divinal. El amor lo compelía y lo violentaba totalmente. Él estaba muy metido en eso y la mujer percibía simultánea mente la experiencia. Y le dijo a Máximo, que desde el prin cipio asistía a las lecciones de Edesio y que no estaba lejos de cierto grado de parentesco: — Entérate, Máximo, para que yo no tenga problemas, de cuál es la pasión que me rodea. Y él tomó la palabra: — ¿Cuál es esa pasión? Y le respondió: — Si Filométor está presente, sí que es Filométor y nada se diferencia de la mayoría de vosotros; pero si lo veo mar charse, mi corazón me muerde por dentro y se revuelve de alguna manera hacia afuera. Así que procura esforzarte por mí y muestra algo de amor divino — añadió. Y Máximo, al oír eso, salió muy ufano, como si hubiera tenido contacto con los dioses, porque había gozado en ta les asuntos de la confianza de tamaña mujer. Filométor in sistía en sus propuestas, y Máximo, después de averiguar a través de su sabiduría en los sacrificios qué argucia emplea ba, insistió a su vez, impidiendo lo inferior con lo más po deroso y superior. Una vez que cumplió esto, Máximo co
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rrió ante Sosípatra y le pidió que vigilara muy atentamente si experimentaba lo mismo en lo sucesivo. Ella respondió que ya no lo experimentaba y explicó a Máximo la oración y todas sus acciones y, como si hubiera estado presente, aña dió la hora en que había hecho eso y desveló las señales aparecidas. Cuando él, estupefacto, se arrojó al suelo reco nociendo abiertamente que Sosípatra era una diosa, le di jo ella: — Levántate, hijo, que los dioses te aman si miras hacia ellos y no te inclinas hacia las riquezas terrenales y caducas. Él, al oír eso, salió vanagloriándose por haber experi mentado con total seguridad la naturaleza divina de la mu jer. Con él se encontró Filométor cuando entraba alegre por la puerta junto con muchos compañeros. Máximo lo llamó a voces desde lejos y le dijo: — Por los dioses, compañero Filométor, cesa de quemar la leña en vano. Se lo dijo por haber observado quizás en su interior algo de las malas artes que practicaba. Y él quedó prevenido por que pensó que Máximo era un dios, cesó en su maquinación y se rio de la propuesta que había emprendido. Y Sosípatra miró en adelante a Filométor con nobleza y preeminencia, admirándolo porque él la había admirado. Pues bien, en una ocasión en que todos se habían con gregado en su casa y en que Filométor no estaba, sino que se hallaba en el campo, la propuesta y la investigación versa ba sobre el alma. Aunque circulaban muchos argumentos, cuando comenzó a hablar Sosípatra e iba destruyendo pa
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so a paso las proposiciones mediante sus demostraciones e iba a dar un razonamiento sobre la bajada del alma y sobre cuál es lo que de ella recibe castigo y cuál es lo inmortal, en medio de su entusiasmo coribántico118 y de su inspiración báquica se calló como si hubiera cortado su voz y, tras dejar pasar un poco de tiempo, gritó en medio de ellos: — ¿Qué es esto? M i pariente Filométor viajando en ca rro, el carro ha caído por un terreno escarpado y corre peli gro en sus piernas. Pero sus sirvientes lo han sacado sano y salvo, excepto en las heridas que ha recibido en los codos y los brazos y estas no comportan peligro. Lo llevan en me dio de sus súplicas en una silla de manos. Eso fue lo que dijo y así era, y todos supieron que Sosípa tra estaba en todas partes y que estaba presente en todo lo que sucedía, según dicen los filósofos respecto a los dioses. Murió dejando los tres hijos. N o necesito escribir los nombres de dos, pero Antonino era digno de sus progeni tores, él que, tras llegar a la boca Canóbica del N ilo119 y tras entregarse todo él a los ritos de allí, heredó el arte de la pre dicción de su madre. Lo frecuentaba la juventud de los que 118 Los coribantes (término que algunos interpretan como «girado res» y que acercan a los modernos derviches) son bailarines que participa ban en los rituales de la diosa frigia Cibeles y que, en ocasiones, se confun den con los curetes griegos que entrechocaban sus armas para ocultar los llantos de Zeus niño en su cueva de Creta. Sus danzas y rituales extáticos, al son de instrumentos musicales como el tímpano, los címbalos o las flau tas, se acerca a otros cultos similares como los dionisíacos. 1,9 Se trata de la boca más occidental de la desembocadura del Nilo, sin que se sepa con certeza por qué Heródoto le da esta denominación.
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tenían sana el alma y deseaban la filosofía y el templo esta ba lleno de sacerdotes jóvenes. Pues bien, aunque él todavía creía que era un ser humano y trataba con seres humanos, predecía a todos sus discípu los que después de él ya no existiría el templo, sino que in cluso los grandes y sagrados santuarios de Serapis“ “ avanza rían hacia lo oscuro y lo informe y que se transformarían, y que la oscuridad fabulosa e irreconocible tiranizaría las co sas más hermosas de la tierra. El tiempo lo confirmó todo y el hecho adquirió la fuerza de un oráculo. De este linaje (ya que no me he afanado por escribir las llamadas Eeas de Hesíodo)111 sobrevivieron ciertos influjos como de estrellas y se sembraron y repartieron entre cier tas clases de los que practicaban la filosofía para quienes su relación con el filosofar les sirvió de provecho. La mayoría corría peligro en tribunales igual que Sócrates en torno al pórtico del rey: tanto despreciaron las riquezas y abomina ron del oro. Pues bien, la filosofía para ellos era la capa raída, el recor dar a Sosípatra, llevar siempre en su boca a Eustacio y, en lo que se veía, saquitos apretados y llenos de libros como para ser la carga de muchos camellos. Y se sabían de cabo a rabo 110 Serapis es un dios egipcio cuyo culto se extendió por todo el mun do antiguo, en especial tras la época helenística, y conservó su popularidad hasta finales del siglo n i d. C. 111 Las Eeas es el título de una obra del poeta Hesíodo que se conser va solo en escasos fragmentos y que sería un catálogo de heroínas famosas. Debe su título a que cada una de estas figuras comenzaba con la fórmula e hoie, es decir, « o como aquella que...».
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los libros con total exactitud: pero estos no tenían relación con ninguno de los antiguos filósofos, sino que eran testa mentos y copias de estos, contratos de compraventa y los que suele encomiar la vida desgraciada e inclinada al extra vío errante y desordenado. Así, ni siquiera en los sucesos siguientes Sosípatra fraca só en su vaticinio; pero tampoco tengo necesidad en abso luto de escribir sus nombres, porque la narración no se di rige a los viles, sino a los hombres de bien. Eun. vs 6,6,5
2-7 -
Téano
De Téano de M etaponto o de Turios no hay muchos datos. Se trata de una pitagórica que algunas versiones hacen esposa de Pitágoras y otras, de Brontino. Se le atribuyen varias obras sobre la piedad, sobre la virtud, comentariosfilosóficos, cartas, etcétera. Vivió en el siglo iv a. C. 2 7 .1. L a p i e d a d
De su libro . También me he informado de que muchos griegos creen que Pitágoras afirmó que todo surge del número. Pero este ra zonamiento plantea las dudas de que cómo se puede pensar lo que ni siquiera existe y no es engendrable. El, sin embargo, no dijo que todo nacía del número, sino de acuerdo con el núme ro, porque en el número reside el orden primero, con cuya par ticipación también entre lo numerable, se ha ordenado lo pri mero, lo segundo y consecuentemente lo demás. Stob. 1,10 ,13 17 .2 . C a r t a s o b r e l a e d u c a c i ó n d e l o s h i j o s
Téano saluda a Eubula. Oigo decir que tú tratas a tus hijos con delicadeza, pero no es propio de una buena madre el cuidado para el placer de — 119—
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sus hijos, sino su educación para la prudencia. Cuida, pues, no desempeñes tu función por adulación más que por amor. Porque, si el placer se cría a la vez que los hijos, los vuelve indisciplinados. Pues, ¿qué hay más del gusto de los jóvenes que el placer habitual? Por tanto, amiga, la educación de los hijos no ha de tener seducción. La seducción es propia de la naturaleza cuando, amantes del placer en el alma, se vuel ven lujuriosos en su cuerpo y evitan el esfuerzo en la prime ra, mientras que se vuelven más blandos en el segundo. Hay que entrenar a los hijos para lo terrible, aunque haya que causarles tristeza y pesar, para que no se conviertan en es clavos de estas pasiones, propensos a los placeres y remolones en los trabajos, sino para que honren lo bello por encima de todo, absteniéndose de aquellos y manteniéndose en estos. Y no hay que hacerlos golosos en su alimentación, sun tuosos en sus placeres ni indisciplinados en el desenfreno de sus juegos, ni permitirles decir y hacer lo que quieran: aunque tengas miedo si lloran, aunque te esfuerces por que rían, aunque golpeen a su nodriza y te hablen mal mientras ríes, y les proporciones frescor en verano, calor en invierno y todo tipo de delicadezas, los pobres niños no experimen tan nada de eso, pero se crían con más facilidad, crecen no menos y están en una disposición mucho mejor. Pero tú nutres a tus hijos como a la progenie de Sardanápalo111 y corrompes su naturaleza viril con los placeres. Sardanápalo es un rey de Nínive, en Asiría, famoso por su afición a los lujos y placeres hasta el punto de que eligió suicidarse y quemar todas sus posesiones antes de que cayesen en manos de sus enemigos.
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Porque ¿qué se le podría hacer a un niño que, si no come enseguida, llora, y, si come, busca los alimentos que le gus tan, si hace calor, se desnuda, si hace frío, tiembla, si alguien lo riñe, contesta, si no se le sirve para el placer, se enfada, si no está masticando, se enoja, hace travesuras por placer y remolonea por todas partes ? Sabiendo con seguridad, amiga mía, que los niños que vi ven afeminados, cuando maduran y llegan a hombres, se con vierten en esclavos, quítales tales placeres dándoles una crian za austera, no tan delicada, y déjales que soporten el hambre y la sed, incluso el frío y el calor y se ganen el respeto de sus coe táneos o de sus superiores. En efecto, conviene que sean así de nobles en su alma, ya sean negligentes o esforzados. Por que los trabajos, amiga, son una especie de astringente pre vio para los niños de la excelencia que se ha de perfeccionar y, si se tiñen suficientemente con ellos, conservan más íntima mente la tintura de la virtud. Mira, pues, amiga, que no ocu rra como las vides mal nutridas que pierden el fruto, no sea que tus hijos, por culpa de la delicadeza produzcan una mal dad propia de la soberbia y de gran inutilidad. Wolf. 114-116 2 7.3. C
a r t a c o n s o l a t o r ia a l a a m ig a c e l o s a
Téano saluda a Nicóstrata. Me he enterado de la locura de tu esposo que tiene una hetera y de que tú sientes celos hacia él. Yo, querida amiga, he conocido a muchos con la misma enfermedad. El hecho es que son cazados, al parecer, por esas mujeres que los re tienen y les hacen perder el seso.
12.2.
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§ 2-7
Tú te encuentras desanimada noche y día, vives en esta do de angustia y maquinas algo contra él. No lo hagas, ami ga, porque la excelencia de una mujer casada no reside en la vigilancia del esposo, sino en la indulgencia con él, y la in dulgencia consiste en tolerar el error. C on la hetera tiene tratos con vistas al placer, pero con su esposa, con vistas a su conveniencia, y no se debe mez clar mal con mal ni añadir locura a la locura. Algunas fal tas, querida, si salen a la luz, se las provoca, mientras que si se silencian, van a menos, como el fuego, que dicen que se apaga si se le deja tranquilo. En efecto, si lo recriminas por parecer que desea actuar a ocultas de ti y le arrancas el velo de su pasión, cometerá faltas incluso abiertamente. Tú no consideras que el amor de tu esposo resida en su bonhomía, pues en eso consiste el encanto del matrimonio.11’ Ten, pues, en cuenta que él va con la hetera para zascandilear, y que contigo está para convivir; y que a ti te ama de corazón, mientras que a ella, por la pasión, cuyo tiempo es corto, por que unas veces llega al hartazgo y tan pronto se presenta co mo desaparece, ya que es sumamente breve el tiempo en que un hombre está con una hetera, a no ser que sea muy malvado. En efecto, ¿qué hay más vano que un deseo que goza con lo inicuo ? Por eso sentirá alguna vez que su vida acomodada disminuye y que arruina su reputación, pues nadie aguarda, si está en sus cabales, a un daño espontáneo. Por tanto, lla mado por los lazos de justicia que le unen a ti y viendo los detrimentos respecto a la vida, en algún momento se dará “ > Texto lacunoso y de difícil interpretación.
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12*
cuenta de ti y, al no poder soportar el ultraje de la condena, enseguida se arrepentirá. Y tú, amiga, no vivas respondiendo a unas heteras, sino descollando por la probidad hacia tu esposo, por el cuidado de tu casa, por el trato con tus familiares y por el amor hacia tus hijos. No debes sentir celos contra ella, porque lo que sí es bello es sentir envidia sana por las mujeres virtuosas, pe ro también has de mostrarte abierta a las reconciliaciones. Efectivamente, las buenas costumbres, incluso entre los ene migos, comportan benevolencia, amiga, y la honra es una obra que emana solo de la bonhomía, ya que por medio de ella puede una mujer, en cierta medida tener potestad sobre su esposo y honrarlo más que acecharlo como un enemigo. Así que, si tú le honras, tendrá más pudor, deseará re conciliarse con prontitud y te amará con más intensidad al comprender la injusticia cometida contra ti, al darse cuenta del peligro que amenazaba su vida, tomándolo como prue ba de tu amor hacia él. Igual que los sufrimientos corporales hacen placenteros los descansos, así las desavenencias entre los amigos hacen las reconciliaciones más gratas. Tú oponte a los deseos de tu pasión, porque si ella está enferma, te invitará a que también tú enfermes con tus pe sares y, si ella peca contra el decoro, a que tú peques tam bién contra la decencia y, si ella daña tu vida, a que tú dañes también lo conveniente, por lo que parecerá que te alineas contra ella y, al castigarla, que te castigas a ti misma. Y si te vas y lo dejas, entonces probarás a otro hombre, una vez separada del primero, y, si comete las mismas faltas,
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de nuevo a otro, ya que la viudedad no es soportable para las jóvenes, o permanecerás lejos de hombre alguno como una célibe. ¿Te vas a despreocupar de tu casa y a arruinar a tu esposo? Repartirás el daño de una vida miserable. ¿Te vas a vengar de la hetera? Te rondará vigilándote y, si la atacas, es una mujer combativa que no siente pudor. ¿Es hermo so disputar cada día con tu esposo? Es algo más, porque las disputas y los reproches no apaciguan la intemperancia, sino que aumentan progresivamente las divergencias. ¿Qué? ¿Pla nearás algo contra él? No lo hagas, amiga. La tragedia con la composición de dramas en los que Medea114 comete críme nes nos enseña a dominar los celos. Pero, igual que hay que alejar las manos de la enfermedad de los ojos, así también tú has de apartar la pretensión de su pasión, ya que la apagarás más rápidamente con tu perseverancia. Wolf. 116 -13 0 Z 7.4 . C A LA S
a r t a a d m o n it o r ia s o b r e e l t r a t o s ir v ie n t a s
Téano saluda a Calisto. Vosotras las jóvenes tenéis la potestad legal de mandar en los sirvientes y, a la vez, de casaros con ellos. Pero la dis ciplina ha de buscarse en las mujeres mayores que siempre dan consejos sobre la administración familiar. “ 4 Sobre la figura de la maga-hechicera Medea pueden verse las versiones de Apolonio de Rodas en sus Argonáuticas y la Medea de Eurípides. Los crí menes a que se refiere el texto pueden aludir tanto al asesinato en complot con Jasón de su hermano Apsirto, como a la muerte de sus propios hijos para vengarse de él por haberla abandonado por la hija del rey de Corinto.
TÉAN O
En efecto, bien está aprender primero lo que no se co noce y considerar el consejo de las mayores como el más acertado, porque entre ellas ha de criarse la joven alma de una doncella. El primer gobierno de una casa que atañe a las mujeres es el gobierno de las sirvientas y lo más importante de las esclavas, querida amiga, es que tengan buenas intenciones, porque es esta una posesión que no se compra junto con su cuerpo, sino que la hacen brotar con el tiempo los amos in teligentes. Y la razón de ello es el trato justo, para que ni se agoten con el esfuerzo, ni se vean debilitadas por la indigen cia, ya que son personas por naturaleza. Algunas consideran un provecho lo menos provechoso, esto es, el malestar de las sirvientas: las cargan de trabajo y las privan de lo necesario. Además, mientras que obtienen beneficios que valen un óbolo, se ven castigadas por grandes penas: las peores hos tilidades y asechanzas. Que quede de tu mano la modera ción de los alimentos en función del número de las traba jadoras de la lana para su trabajo cotidiano. Esto, en lo que se refiere a su régimen de vida. En lo que respecta al desorden, que prevalezca tu interés, no su conveniencia, porque hay que honrar a las sirvientas conforme a lo que se merecen: efectivamente, la crueldad no aportará gratitud a su ánimo y la aversión al vicio no la pre mia menos el razonamiento. En caso de que el exceso de mal dad de las siervas sea invencible, hay que exterminarlo me diante la venta, porque lo que resulta ajeno al servicio, ha de hacerse ajeno también a la señora. Déjate guiar en esto por la
P R O S IS T A S G R IE G A S
§17
razón, según la cual comprenderás la verdad de la falta para condenarla justamente y la magnitud de las faltas para casti garla como se merece. A la señora le conviene el perdón pa ra que la gratitud a raíz de las faltas cometidas aparte las ven ganzas. Así se mantendrá lo que conviene al decoro familiar. El caso es que algunas, querida amiga, incluso azotan cruelmente el cuerpo de sus sirvientas, enfurecidas por los celos o la ira, como para escribir en unas memorias su exce so de amargura. Unas consumen su tiempo en sus labores, otras se buscan la salvación en la huida y otras dejan de vi vir dándose muerte con su propia mano. Y, en adelante, la soledad de la dueña que se lamenta por su imprudencia do méstica conlleva un inútil arrepentimiento. Imita, amiga mía, a los instrumentos: si se les afloja más de la cuenta, no suenan, pero si se los tensa más de lo debi do, se rompen. Y lo mismo ocurre con las sirvientas: el ex cesivo relajo acarrea la falta de obediencia, mientras que la tensión más de lo necesario provoca la disolución de la na turaleza. Y hay que tener esto en cuenta ya que la medida es lo mejor en todo. Wolf. 230-234 27.5. C
a r t a s v a r ia s a a l g u n a s a m is t a d e s
A la admirable Eurídice ¿Qué clase de dolor invade tu alma? Ninguna otra cosa te atormenta más que el hecho de que aquel con el que vives visita a una hetera y sacia el placer de su cuerpo con ella. Pe ro no debes estar así, ¡oh admirable entre las mujeres, o me jor un milagro! N o ves que también el oído, cuando se llena
TÉ A N O
2. 2.7
del placer del instrumento y se sacia de la melodía musical y cuando le llega el hartazgo, desea el aulós y oye con gus to la flauta. ¿Qué hay en común entre el aulós y las cuerdas musicales y entre el sonido admirable de la más dulce cua lidad del instrumento? Piensa así en lo sucesivo respecto a la hetera con la que se acuesta tu esposo. La relación, la naturaleza y la razón ha rán que tu marido se preocupe por ti, y, cuando en algún momento le llegue el hartazgo, se acostará con la hetera por puro divertimento, ya que también aquellos cuyo gusto es tá corrompido tienen cierta apetencia de los alimentos que no son buenos. ¡Que vivas con salud! A Timeónide ¿Qué tenemos tú y yo en común? ¿Por qué me calum nias continuamente? ¿No sabes que yo te alabo sobre to do, aunque tú actúes contra mí ? Pero has de entender que, aunque yo te alabe, no hay nadie que me crea. Y me ale gro por eso, porque así la divinidad me ve y la verdad juz ga mejor. Al médico Euclides Ayer un individuo se rompió una pierna y alguien fue a llamarte. También yo estaba allí porque el herido era ami go mío. Pero regresó a toda prisa diciendo que también el médico se encontraba mal y que le dolía el cuerpo, en tan to que yo (los juro por los dioses) depuse el dolor por aquel amigo mío, empecé a preocuparme por el médico y rogaba
2.2.8
P R O S IS T A S G R IE G A S
§17
a Panacea115 y a Apolo el de célebre arco que no le sucedie ra nada malo al médico. Y con desánimo y todo, te escribo unas letras porque quiero saber cómo te encuentras, si está mal la boca de tu estómago, si ha disminuido el calor de tu hígado o si has sufrido algún daño en una parte de tu cuerpo. Que yo, con desprecio hacia muchos miembros de mis amigos, te desea ré buena salud, mi buen médico. A la filósofa Rodopa ¿Estás desanimada? También yo estoy desanimada. Lle vas a mal que aún no te haya enviado el libro de Platón o de Parménides que se titula Formas, pero también yo estoy muy disgustada porque aún no ha venido nadie de Ceos a conversar conmigo. Porque no habría podido enviarte el libro antes de que hu biera llegado alguien a informarme de tal hombre, ya que yo estoy muy enamorada de su alma, en parte como filósofo que es, y en parte, por su temor a los dioses subterráneos. Y no consideres vanas mis palabras, pues soy semimortal y no soporto ver esa estrella que brilla en el cielo. Wolf. 134-256 27.6. C i t a d e u n a c a r t a El nombre muy común y muy empleado de « amo de ca sa » y « ama de casa » no lo apruebo. Para que puedas saber“ s Panacea, «rem edio para to d o» es hija de Asclepio y hermana de los famosos médicos Podalirio y Macaón que aparecen en la Ilíada.
TÉAN O
129
lo, te indico que los he encontrado ambos en una carta de Téano, la esposa de Pitágoras, dirigida a Timareta. Poli. 10 ,3, i i 27.7. P r o c e d e n c i a d e T é a n o
Pitágoras tenía también una mujer, de nombre Téano, hija del crotoniata Brontino. Otros aseguran que era espo sa de Brontino y discipula de Pitágoras. D. L. 8,41 27.8. E
s c r it o s y r e s p u e s t a s d e
T
éano
Hipóboto afirma que Empédocles dijo:1*6 «Telauges, re nombrado hijo de Téano y de Pitágoras». Pero no se aporta ningún escrito de Telauges, aunque sí algunos de su madre Téano. Incluso se afirma que, en el m o mento en que le preguntaron que cuándo una mujer que daba purificada de varón, respondió: «D el propio, conti nuamente, pero del ajeno, nunca». Cuando iba a entregarse a su esposo, le aconsejaba p o nerse el pudor junto con sus ropas y que cuando se levan tara lo retomara junto con ellas. Y cuando le preguntaron «¿Cuáles son?», respondió: «Aquellas por los que se me llama m ujer». D.L. 8, 43 27.9. R e s p u e s t a
sa g a z de
T
éano
Téano enseñó su brazo al cubrirse con la túnica, conque uno le dijo: «E s bello este codo» y le replicó: «Sí, pero no es publico » . Plu. Conjugalia prœcepta 14z c “ s DK
3 1 B 155.
P R O S IS T A S G R IE G A S
2 7 .10 . C
it a d e
T
§17
éano
T é a n o la p ita g ó r ic a e sc rib e :
Realmente para los malvados que actúan con perversidad la vida podría ser un festín: luego se mueren, y, si el alma no fuera inmortal, la muerte sería una ganga de Hermes.117 Clem. Al. Strom. 4, 7, 44
2 7 .11. O
t r a v e r s ió n d e l a s r e s p u e s t a s d e
T
éano
¿No llegó a tal grado de sabiduría la pitagórica Téano co mo para responder a un entrometido que le dijo: «E s bello este codo», «S í, pero no es público» ? A su seriedad también se atribuye este dicho: al pregun tarle que cuándo una mujer puede alejarse de un hombre para bajar al templo de Deméter, contestó: «D el propio, inmediatamente, pero del ajeno, nunca». Clem. Al. Strom. 4 ,19 ,12 1
2 7 .12 . L a s
m u je r e s d e
C
ro to na h ablan con
D
in o n o
Efectivamente, ante Dinono, esposa de Brontino, un pi tagórico, que era sabia y de alma extraordinaria (a ella se le debe aquel hermoso e ilustre dicho de que la mujer ha de hacer sacrificios cada día en que se levanta con su marido, dicho que algunos atribuyen a Téano), ante ella se presen117 Hermes, hijo de Zeus y Maya es un dios pastoril cuyas funciones se han ido multiplicando: una de ellas lo vincula al mundo de los muertos en su calidad de psicopompo, es decir, el conductor de las almas de los muer tos al Hades.
TÉ A N O
131
taron unas mujeres crotoniatas y le hicieron ruegos en el sentido de que persuadiera a Pitágoras a que dialogara con sus maridos sobre la prudencia que habían de tener hacia ellas. la m b í. VP 13z La p u r e z a d e l a m u je r Téano la filósofa pitagórica, al preguntarle uno que cuán do una mujer podía acudir pura de varón al templo de Deméter, respondió: «D el propio, inmediatamente, pero del ajeno, nunca». Theo. Prog. 98 2 7 .13 .
L a m is m a v e r s i ó n d e l a p u r e z a Téano la pitagórica, al mirar uno hacia ella y decirle: «Es bello este codo», le respondió: «S í, pero no es público». Al preguntarle en otra ocasión cuándo va una mujer al templo de Deméter limpia de varón, dijo: «D el propio, in mediatamente, pero del ajeno, nunca». Thdt. Affect, iz, 73 2 7 .14 .
La r e s p u e s ta d e T é a n o La filósofa Téano dejó su brazo desnudo y, cuando uno, medio en broma, le dijo: «E s bello este codo», ella repli co: «Si, pero no es publico». Ana Comnena. Alexias iz, 3,3 2 7 .15 .
2 7 .16 . C
it a h o m é r ic a d e
T
éano
Téano la pitagórica, cuando le preguntaron que cómo se haría famosa, respondió: «Aplicándose al telar y acudien do a mi lecho».128 Stob. 4 , Z 3 , 32 “ 8Cita de//. 1, 31.
P R O S IS T A S G R IE G A S
2.7.17. D
e n u evo
§ 2.7
so bre la pu r eza
Téano, al preguntarle que cuándo quedaba una mujer purificada de varón, respondió: « D e l propio, inmediata mente, pero del ajeno, nunca». Stob. 4,2.3,53 2 7 .18 . A
g r a d a r a l m a r id o
Téano, la filósofa pitagórica, al preguntarle qué es lo que le conviene a una mujer, respondió: «Com placer a su pro pio esposo». Stob. 4,13,55 2 7 .19 . V
id a y o b r a
Téano de Metaponto o de Turios, pitagórica, hija de Leofrón y esposa de Caristo, o de Crotón o del pitagórico Brotino. Escribió ella Sobre Pitágoras, Sobre la excelencia para Hipodamo de Turios, Consejosfemeninos y Dichos de los p i
tagóricos. Téano, cretense, filósofa, hija de Pitonacte y esposa del gran Pitágoras, con el que tuvo a Telauges, Mnesarco, Mía y Arignota. Algunos dicen que fue esposa de Brontino. Es criben que era de familia crotoniata. Compuso Ensayos f i losóficos, Dichos y un poema épico. Téano de Lócride, poetisa lírica. Compuso odas líricas y cantos. Sud. Θ83 2 7 .2 0 . H
ijo s d e
T
éano
Unos escriben que los hijos de Téano, hija de Pitonac te, de familia cretense, a los que tuvo con Pitágoras fueron un hijo, Telauges, y una hija, Mía. Otros añaden también
TÉ A N O
2-33
a Arígnota. De estos se conservan también escritos pitagó ricos.
Porph. VP 4
2,7.11. T É A N O , D IS C ÍP U L A DE P lT Á G O R A S
Sucedido esto, una gran fama fue creciendo en torno a él119 y cogió a muchos discípulos de la propia ciudad, no solo hombres, sino también mujeres, de una de las cuales, Téano, su nombre alcanzó celebridad, y a otros muchos de la vecina región bárbara, incluso reyes y señores. Porph. v p 19 27.2.2.· A
r is t e o
de
C
ro to n a
Todos están de acuerdo en que el sucesor de Pitágoras fue Aristeo de Crotona, hijo de Damofonte, que vivió en los mismos tiempos de Pitágoras, siete generaciones antes de Platón, y no solo se le consideró digno de la escuela, sino también de la educación de sus hijos y de casarse con Téa no, por el hecho de que era excepcionalmente superior en su doctrina. l a m b í , v p 36,165 2 7 .2 3 . S u
c eso res de
P
it á g o r a s
El caso es que a Pitágoras lo sucedió su mujer Téano y sus hijos Telauges y Mnesarco. Eus. pe 10,14,15 2 7 .2 4 . D
e n u e v o l a s u c e s ió n d e
P
it á g o r a s
En la escuela de Pitágoras lo sucedió su esposa Téano, así como Telauges y Mnesarco, sus hijos. Thdt.^«*. 1 , 1 3 119 Es decir, en torno a Pitágoras.
234
P R O S IS T A S G R IE G A S
2 7 .2 5 . P
§27
r e s a d e l t ir a n o
De ahí que también una mujer pitagórica, la llamada Téano, cuando fue apresada por el tirano de Sicilia y le pre guntó que por qué no comían habas los pitagóricos, res pondió: «Las como o hablo», y cuando el otro continuó diciendo: «C ó m elas», repuso: «H ablo o las com o». Y así murió tras morderse la lengua.
2 7 .2 6 . M
u erte de
T
Dauid. Prol. 33
éano
Téano la pitagórica, apresada por un tirano para que re velara los secretos de su patria, se mordió su propia lengua, la cortó y se la escupió al tirano porque no quería confesar, sino que se veía obligada a ello, y así se arrancó el órgano y se vio impedida para hablar. De ahí que la violencia actua ra antes que su inteligencia y que no se viera obligada a trai cionar a su patria involuntariamente. Wolf. 146
2 7 .2 7 . D
e s p r e c io
de la m u erte
Es el que alaba el rechazo pitagórico hacia las habas y el desprecio hacia la muerte de Téano o no sé de cuál de sus iniciados o que profesaron sus doctrinas filosóficas. Gr. Naz. 4, 35,591 2 7 .2 8 . T
éa n o
,
c o m o l a c ig a r r a
Por eso no existe una cigarra charlatana, sino que, como una tal Téano, guarda en silencio sus secretos. Theophyl. Simocatta. Quœstionesphysicœ 31
TÉ A N O
17 .19 . T
éa n o
,
p io n e r a
Dídimo en su tratado Sobre la filosofía pitagórica cuenta que Téano de Crotona fue la primera mujer que se dedicó a la filosofía y que escribió poemas. Clem. Al. Strom. 1,16,80
1 7 .3 0 . E
l a m o r de
P it á
g o ras
Como la locura por Téano que apresó al samio Pitágoras. Hermesian. Fr. 7 (Ath. i;, 599 a) Los o r n a t o s d e T é a n o Las perlas de esta rica y las ropas de seda de esta extran
1 7 .3 1 .
jera no puedes cogerlas ni ponértelas a no ser que las com pres por un alto precio. Pero los adornos de Téano, de Cleobulina, de Gorgo, la esposa de Leónidas, de Timoclea, la hermana de Teágenes, de aquella antigua Claudia, de C o r nelia la de Escipión y cuantas fueron admirables y renom bradas, con esos como dote sí puedes recubrirte y vivir con tal adorno y vivir como ellas gloriosa y felizmente. Plu. Conjugaliaprœcepta 145 E
2 7 .3 2 . T
éa n o
,
h ija d e
P it
ág o ras
Se cuenta que Téano no solo fue una discipula, sino tam bién una de sus130 hijas.
150 Se entiende, de Pitágoras.
Phot. Bibl. 149
28 .
Temista
La epicúrea Temista de Lámpsaco era esposa de Leonteo y asistió a las clases de Epicuro. Se supone que vivió en el si glo in a. C. 2 8 .1. E p i c u r o
e s c r ib e a
Tem
is t a
En la carta dirigida a Temista, esposa de Leonteo, dice:1’ 1 Estoy dispuesto, yo que me dejo envolver fácilmente, si vo sotras no venís junto a mí, a dirigirme a donde Temista y vosotros me invitéis. En otra ocasión en que escribe a Temista, cree que le da recomendaciones a ella, según dice Teodoro en el libro cuarto de su obra Contra Epicuro. D. L. 10,5 2 8.2. D
is c íp u l o s d e
E p ic u r o
Leonteo de Lámpsaco e igualmente su esposa Temista,1,1 a la que también dirigió cartas Epicuro. 1,1 Se entiende, Epicuro, fr. 115 Us. 151 Se traca de una cita en la que Diógenes Laercio menciona a una serie de discípulos de Epicuro. —
137—
2 38
P R O S IS T A S G R IE G A S
§2 8
Había también otros tres Epicures: el hijo de Leonteo y de Temista, otro magnesio y el cuarto, un combatiente con armas pesadas. D. L. 10,25 28.3. P a r e n t e l a y e s t u d i o s d e T e m i s t a Temista, la hija de Zoilo, de Lámpsaco, la esposa de Leonteo de Lámpsaco, se dedicaba a la filosofía epicúrea. Clem . Al. Strom. 4 ,1 9 ,111, 4
29·
Teodora
Lo poco que sabemos de Teodora, hija de Diógenesy de Cirina, y que vivió entre los siglos v -v i d. C., es lo que nos dice Focio en este texto. Habiéndose propuesto escribir la vida de Isidoro,155 di rigió su composición a una tal Teodora, seguidora tam bién ella del culto griego y que no era inexperta de las en señanzas relativas a la filosofía y de cuanto versa en torno al conocimiento sobre poetas y sobre gramática, sino que incluso estaba preparada en cuestiones de geometría y arit mética, dado que el propio Damascio e Isidoro les habían dado la educación a ella y a sus hermanas pequeñas en di versas épocas. Fue ella hija de Cirina y de Diógenes, hijo de Eusebio, que era hijo de Flaviano, cuyo linaje descen día de Sampsigéramo y de Mónimo, a los que se remonta también Jám blico, hombres que se llevaron las primicias de la impiedad idolátrica.
lí3 Focio está comentando la obra de Damascio de Damasco, el último director de la escuela neoplatónica de Alejandría, y que desarrolló su acti vidad en el siglo v i d. C. — 2-39—
240
P R O S IS T A S G R IE G A S
§29
El caso es que Damascio le dedica la biografía de Isi doro a ella, de quien recibe la petición, e incluye algunas otras contribuciones a la exhortación, que fueron la causa del estudio del autor, según testimonia él mismo. Phot. Bibl. 181
30 .
Teóride
No tenemos más datos sobre Teóride que el texto recogido aquí de Harpocración. Por la m ención de Filócoro, hay que suponer que vivió entre los siglos i v - i i i a. C. Teóride: aparece en Demóstenes, en su discurso Contra Aristogiton , si es auténtico. La tal Teóride era una adivina que fue juzgada por impiedad y condenada a muerte, según escribe también Filócoro en su libro v i.134 Harp. 155
134
Filócoro, que vivió en la primera mitad del siglo m a. C., fue uno de
los llamados atidógrafos, autores que escriben sobre la historia local del A ti ca. En su obra, que constaba de 17 libros y se titulaba Atthís, trataba sobre la historia reciente del Ática, pero también estuvo interesado en historia li teraria y, especialmente, en cuestiones religiosas. — 141
—
31 ·
T im ica
Timica de Esparta, esposa de Milias de Crotona, vivió en el siglo I V a. C. y se enfrentó ju n to a su esposo a l tirano de Si racusa Dionisio el Viejo. 3 1 . 1. P i t
a g ó r ic a s
Las más ilustres mujeres pitagóricas fueron Timica, es posa de Milias de Crotona,1,5 Filtis, hija de Teófride de Crotona, hermana de Bidaco, Ocelo y Ecelo, etcétera. la m b í ,
3 1 .2 . T
vp
36, Z6 7
im ic a y su e s p o s o a n t e e l t ir a n o
Luego se encontraron con ellos Milias de Crotona y T i mica de Lacedemonia, su esposa, que habían abandonado la multitud porque Tim ica estaba ya en su noveno mes de embarazo y por ese motivo caminaba despacio. Así que los capturaron y los condujeron, muy contentos, ante el tirano brindándoles todo tipo de cuidados y atenciones. El otro, cuando se enteró de lo sucedido, se mostró muy desanima do y dijo: «Vosotros vais a obtener de mí un honor digno por encima de todos si me queréis dar consejos». 135 Sobre la lectura de Milias, Eumilia o Milón, véase Wolf, n. 484, p. 253. —
243—
2 .4 4
P R O S IS T A S G R IE G A S
§31
Com o Milias y Tim ica se negaban a todo lo que les en cargaba, les dijo: « S i me enseñáis una sola cosa, os salva réis y hasta os daré una escolta». Cuando Milias le pregun tó qué era aquello que deseaba saber, le respondió Dionisio: «¿Cuál es el motivo por el que tus camaradas prefieren mo rir antes que comer habas ?» . Y Milias respondió inmedia tamente: «Ellos se sometieron a la muerte para no comer habas, pero yo prefiero comer habas para no decirte el m o tivo de eso». Dionisio se quedó sorprendido, ordenó que se lo lleva ran violentamente y mandó que sometieran a Tim ica a tor mentos, porque pensaba que, al ser una mujer, embaraza da y sin su esposo, se lo revelaría con facilidad por miedo a las torturas, pero la muy noble mordió con sus dientes la lengua, se la cortó y se la escupió al tirano para demostrar le que, aunque su parte femenina, vencida por las tortu ras, la había obligado a revelar algo de lo que debía callar se, no obstante, se había cortado su servil impedimento. lambí, v p 3 1 , 1 9 2
3 1.3 . V a
lo r de
T
im ic a
Respecto a la valentía, muchas cuestiones de las que ya se han dicho tienen que ver directamente con ella. Por ejemplo, las admirables acciones respecto a Tim ica y las de los que prefirieron morir antes que transgredir alguno de los preceptos de Pitágoras en lo tocante a las habas y a algunas otras cosas admitidas entre tales prácticas. lambí, v p 32, 2 1 4
T IM IC A
MS
31.4. T i m i c a s e c o r t a l a l e n g u a Es preciso incluso poner fin a la vida por culpa de un ti rano que obliga a revelar los secretos, cosa que hizo Timica, una mujer pitagórica, que, coaccionada a confesar por qué no comía habas, respondió: «Las comería si quisiera decir lo » . Luego, como se veía obligada a comerlas, replicó: « L o diría si quisiera comerlas». Y, en última instancia, se cortó la lengua por ser un instrumento del lenguaje y del gusto. Olymp, in Phd. 1, 8
32" Zoe
Se trata de Zoe, hija de Constantino V IIIy madre de Cons tantino Porfirogéneto, que vivió a caballo entre los siglos x -x i y que, junto con su hermana Teodora, realizó varias reformas políticas como esta que se recoge en el presente texto. Constitución de Zoé. Sobre que las magistraturas no han de estar a la venta. Restituido de nuevo el imperio a Zoé, que tenía como consorte del reino, como hemos dicho, en contra de su vo luntad, a su hermana Teodora, el orden senatorial se veía recompensado con grados honoríficos y el pueblo con re partos de obsequios. Y el estado gozaba de un respeto con siderable porque se despachaban cartas y disposiciones a todas partes con la orden de que las magistraturas no fue ran comprables ni venales como antes, y con la disposición de quitar de en medio todo tipo de injusticia. Wolf. 154
—
247—
Indices y bibliografía
Figuras fem eninas de la A n tigü edad
La lista de las mujeres que aparecen en este apartado no es más que un resumen de un amplio catálogo que ofrece W olf en las pp. 257-465:* quien desee información más exhaus tiva puede acudir allí. También se puede consultar, para el caso particular de las filósofas, M e n a g i u s , 1690. A A
Hija de Abróteles de Tarento, de quien toma su nombre, práctica muy habitual entre griegos y roma nos. Solo es conocida a través del testimonio de I a m b l ., v p 36, 267, quien, en un pasaje dedicado a enumerar algu nas de las mujeres pitagóricas menciona a «Abrotelia, hija de Abróteles de Tarento». Sobre los problemas de lectura que plantea el texto, puede verse Wolf, p. 257. b r o t e l ia
.
A c c a . Según ciertas versiones, A rca, oriunda de G recia, fue famosa por ser una gran experta en el arte de la m edi cina, y una de las primeras en descubrir antídotos contra * Tiene como título Catalogusfœminarum sapientia, artibus, apud Grmcos, Romanos, aliasquegentes olim celebrium, es decir, una lista de mujeres famo sas de la antigüedad que sobresalieron en Grecia, en Roma y en otros pue blos por su sabiduría y sus artes. —
151 —
ÍN D IC E S Y B IB L IO G R A F ÍA
el veneno, aunque, según Wolf, p. 158, puede tratarse de un nombre ficticio. A c e s o . Véase A s c l e p i o , h i j a s d e . A c r o m o . Nombre ficticio de una mujer médica que algu nos reconstruyen a partir del pasaje de Hp„E p id . 7 ,1,12 2 , y que F a b r i c ., Btbl. Gr. 13, citado por Wolf, p. 2.58, reco ge que se trataba de una prostituta que solía dar un reme dio contra la disentería. El término acromo, como nombre común aparece en Sud. « 4 7 19 como sinónimo de «des vergonzado, vergonzoso». A f r a n i a , G. Esposa del senador Licinio Bucción, que vi vió en la época de Julio César, aparece mencionada por A. Tiraquello, Connub. 2, 185, entre una serie de muje res cultas. Valerio Máximo cuenta que era aficionada a los pleitos y que defendía sus propios casos ante los pretores. Parece que era tal su desparpajo que, en adelante, el nom bre de Afrania pasó a designar por metonimia a todas las mujeres aficionadas a pleitear. A f r i c a n a . Citada por varios autores (véase Wolf, p. 262), mujer experta en medicina y que introdujo sus remedios en Roma. A g a c l e . Poetisa, nombre ficticio. A g a l i s o A n a g a l i s . Por el testimonio de A t h . i , 25, sa bemos que fue una gramática de Córcira (Corfú) que atribuye a Nausicaa la invención de los bailes usando la pelota. En Sud. a 1817 y o 671 aparece recogida esta mis ma noticia. Destacó, como hemos dicho, en gramática y también en retórica y de ambas disciplinas daba leccio-
F IG U R A S FE M E N IN A S DE LA A N T IG Ü E D A D
nes en su patria e incluso parece que compuso algunos tratados. A g a m e d e . H ija mayor de Augías, rey de los epeos y espo sa de Mulio, mencionada por H o m ., II. n, 740-741, don de aparece como « conocedora de tantos remedios medi cinales como cría la anchurosa tierra » . En los Escolios a Teócrito 2, 16, donde menciona a la «rubia Perim ede», el escoliasta la identifica con la Agamede mencionada por Homero. Esta Perimede también es mencionada en Propercio 2, 1, 5, 73-74. Por último, hay quien la identi fica (véase Wolf, p. 163) con Hecamede, la mujer que se dispone a calentar agua para lavar la herida de Macaón, en H o m ., //. 14, 6-7, aunque pudiera ser otra mujer, tam bién médica y mencionada igualmente en //. 11, 623. A g a n i c a o A g l a o n i c a . Hija de Hegétor o Hegemon de Tesalia, experta astrónom a capaz de predecir los eclipses lunares y que incluso, según W olf, p. 263, lle gó a jactarse de poder precipitar la luna desde el cielo a la tierra. La menciona Plutarco, Conjugalia præcepta, 14 5 C como experta conocedora de los eclipses y del m o mento en que llega la luna llena, y en D e defectu oracu lorum, 4 1 7 A , donde indica además que fingía ser ca paz de atraer a la luna y poder tocarla. En los Escolios a Apolonio de Rodas, 4 , 57 (265, 22) se menciona la capa cidad de las hechiceras para atraer a la luna con sus en salmos, y, entre ellas, Aglaonica, quien decía que podía atraer a la diosa, lo que le provocó muchas desgracias y dio lugar al refrán την σελήνην χατασπά, « atrae a la lu-
2-54
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n a » , para referirse a quienes reciben un castigo por su excesiva arrogancia. A
g a p e . Mujer herética de Hispania, del siglo iv, mencio nada por H i e r o n ., Pelasg. z, 2 , 4 7 7 , donde señala que provocó que fuera llevado a la hoguera Elpidio. También aparece mencionada en Sulpicio Severo, Historiæ S. 2, 6 o, donde explica que Marco fue quien introdujo en Hispania la herejía de los gnósticos y que entre sus discípulos esta ban Agape, cierta mujer con rango de nobleza, y el rétor Elpidio. Véase Wolf, p. 2 6 4 .
g n Ó d i c a . Habría sido la primera comadrona de Atenas, y la menciona H y g ., Fab. 2 7 4 ; señala que los antiguos no tenían comadronas, de ahí que se murieran muchas mu jeres, ya que los atenienses habían prohibido que ningún esclavo o esclava aprendiese la ciencia médica. Pero A g nÓdica, deseosa de aprender el arte de la medicina, se ató el cabello, se vistió de hombre y se fue a aprender esta dis ciplina con un tal Hierófilo. La anécdota que añade Higinio es que cuando hubo aprendido medicina y acudía a atender a las parturientas, que no deseaban ser examina das por un hombre, se levantaba la ropa para mostrarles que era mujer y así las podía ayudar. Los médicos, que no admitían mujeres entre ellos, empezaron a acusarla, hasta llevarla incluso ante el tribunal del Areópago. A llí levan tó de nuevo su túnica para mostrar que era una mujer y la acusaron más ferozmente. De manera que se presentaron en el tribunal mujeres importantes de la ciudad las cua les reprocharon a los jueces no ser esposos, sino enemi-
A
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gos por condenar a la que les restituía la salud, por lo que los atenienses cambiaron la ley para permitir que las mu jeres aprendieran el arte de la medicina. Se suele situar la fecha de sufloru it en torno al 240-230 a. C „ teniendo en cuenta la anécdota que la relaciona con el filósofo estoi co Aristón de Quíos, discípulo de Zenón de Citio y que vivió entre 310-250 a. C. Agnódica lo habría curado de la obsesión que tenía de que una mosca se posaba continua A
mente en su nariz. g r i p i n a , J u l i a . H ija de Germánico y de Agripina la ma yor, se casó con Domicio Enobarbo, con el que tuvo a Ne rón y, en segundas nupcias, se casó con Claudio, su tío pa terno, a quien envenenó para que el imperio pasara a su
hijo. Puede verse la obra de Tácito, Anales. l b Ú n e a o A l b u n a . Nombre de una sibila. A l e j a n d r a . Más conocida como Casandra, hija de Pria A
A
mo, rey de Troya. m a l a s u n t a . H ija de Teodorico, rey de los ostrogodos en Italia y de Andestena, hermana del rey Clodoveo, es posa de Eutarico y madre de Atalarico, fue ella reina de los godos. Son muchas las menciones sobre esta mujer hechas por diversos autores que cuentan el enorme ca riño que le profesaba su padre que no dudaba en pasar con ella conversando todo el tiempo posible que le de jaban los asuntos de estado, así como su conocim ien to profundo del griego, del latín y de otras muchas len guas, hasta el extremo de que nunca necesitó intérprete para tratar con los diversos gobernadores de los distin
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tos pueblos que conformaban su imperio. Tras la muer te de su padre y de su esposo, heredó el reino Atalarico, aún muy joven, y Amalasunta se encargó de la regencia. Se sabe que gobernó con prudencia, que mantuvo la paz en su reino y que fue una gran amante de las artes y las ciencias: atrajo a la corte a sabios y artistas de proceden cia diversa. También se recoge de ella su capacidad pa ra nombrar a grandes militares al frente de sus ejércitos, a jueces honrados y de reputación intachable, así como su afán por ayudar a los pobres y perseguir a los delin cuentes a fin de lograr para su reino una paz estable. Fue apartada de la regencia por diversos conspiradores y, a la muerte de su hijo Atalarico en el año 534 d. C ., volvió a tomar las riendas del poder. Se desposó con su primo Teodato que, por afán de venganza comenzó, una vez es tablecido en el poder, a eliminar a los más íntimos de la reina, a la que también obligó a escribir a Justiniano que deseaba apartarse del poder, y a la que acabó ordenan do asesinar a manos de sus esbirros que la ahogaron en el baño (año 536 d. C.). Justiniano, informado del asesi nato de Amalasunta, declaró la guerra a los ostrogodos y mandó contra Italia a un ejército al mando del general Belisario. Teodato fue expulsado del trono y muerto por sus propios súbditos. A m a lte a . A
Sibila de Cumas.
Mencionada por Valerio Máximo, 8, 3, 1, como una mujer que defendió su causa ante el pretor L. Ticio (año 77 a. C.) y de la que dice también que era llamada m e s ia
.
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« A n d r ó g i n a » , p o r q u e t e n í a u n e s p ír i t u v a r o n i l e n u n c u e r p o de m ujer. A M IA .
A
Profetisa del Nuevo Testamento, mencionada por
Eus., HE 5,17, 3-4. n a . Esposa de Elcanas, sacerdote de la tribu de Leví y ma dre de Samuel, en cuyo honor compuso un canto, consi derado una profecía del advenimiento de Cristo. Véase
Wolf, p. 2.73. n a . H ija de Fanuel, de la tribu de Aser, y profetisa del Nuevo Testamento, mencionada en el Eu. Luc., 1, 36. A n a C o m n e n a . De Constantinopla, hija primogénita del emperador Alexias Comneno y de Irene, y hermana de Juan Comneno que sucedió a su padre Alexias en el impe rio. Nació en el año 1083 y estaba destinada a casarse con Constantino Ducas Porfirogénito, hijo de Miguel Ducas, si bien, ante la muerte de aquel, se casó con Nicéforo Brienio. Escribió una obra, titulada Alexias, en quince libros donde trata sobre los sucesos de la época de su padre. A n a g a l i s . Véase A g a l i s . A n á G O R A . De Mileto, poetisa, mencionada por Sud. σ 107 como discipula de Safo de Lesbos. A n a s t a s i a , S a n t a . Mujer romana de alta alcurnia, hija de un romano y de una mujer cristiana, llamada Flavia o Fausta. Vivió en tiempos de Diocleciano. A la muerte de su madre, su padre la entregó por esposa a un tal Publio, enemigo declarado del cristianismo que, al conocer que había sido educada en esta religión la encerró, mientras que él se dedicó a dispendiar el dinero que había recibido A
ι 58
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como dote. A la muerte de su esposo, se dedicó al estudio de las Sagradas Escrituras y a ayudar a cristianos pobres. Arrestada, fue atormentada y quemada viva en Roma en el año 304. El léxico Sud. Θ574 recoge dos cartas suyas diri gidas a Crisógono, así como la correspondiente respuesta. A
A
n a s t a s i a . Patricia romana de la que se conserva una car ta dirigida al papa Hormisdas en la que le pide que rece a Dios por la salud del emperador Anastasio.
Hija del emperador Valente, mencionada por 6, 9, 3 como discipula de Marciano.
n a s t a s ia
Soz.,
he
.
A
. H ija del pintor Nealces y muy experta en el arte pictórico, floreció en torno al año 228 a. C. y aparece mencionada en C lem . A l., Strom. 4 ,19 ,12 2 , 4.
A
n f i c l e a o A n f i c l í a . Platónica, hija de Aristón, y espo sa del hijo de Jámblico, tal y como dice P o r p h ., Plot. 9, quien afirma que asistían a las lecciones de Plotino algu nas mujeres, entregadas por completo a su sabiduría, co mo Gémina, que vivía en su casa, junto con su hija, del mismo nombre, y Anficlea.
n axand ra
u l i a n a . Véase J u l i a n a . Poetisa. A n t i Ó Q U IDE. Médica, uno de cuyos remedios en forma de cataplasma aparece mencionado en Galeno. A n t u s a . Nacida en Egas de Cilicia, vivió en la época del emperador romano León y descubrió la adivinación a par tir de las formas de las nubes, según Focio. Véase § 3. A r e t á f i l a . Esposa de Nicóstrato, tirano de Cirene, famo sa por sus virtudes y mencionada, entre otros, por Plutar-
A
n ic ia
Á
n it e
.
,J
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15 9
c o , en su lib r o so b re las v irtu d e s fe m e n in a s (2 , 255) y p o r P o lie n o ,
Strategemata
8, 38.
r e t e . De Cirene, fue hija y discipula de Aristipo, funda dor de la secta cirenaica, y enseñó a su propio hijo, también llamado Aristipo, que recibió el apodo de à μητροόίόακτος, «el educado por su m adre», según testimonian D .L. 2, 86, A e l ., n a 3, 40, ó C l e m . A l ., Strom. 4 ,19 , entre otros. A r g e n t a r í a P o l a . Fue la esposa del poeta Lucano y go zó de reputación de sabia y culta. Se recoge la tradición de que ayudó a su esposo a corregir tres libros de su obra Farsalia. La menciona Marcial en algunos de sus epigramas (v il 2 1, Vil 23, X 6 4 , etcétera). Según algunos, ala muerte de su esposo se casó con Papinio Estacio. A r g i a . Hija de Diodoro Crono, filósofo dialéctico. C l e m . A l ., Strom. 4 , 19 señala que Diodoro tuvo cinco hijas, to das ellas dialécticas. A r i g n o t a . De Samos. Sud. «3872 recoge que era disci pula de Pitágoras y de Téano y le atribuye diversas obras: Sobre los misterios de Deméter, Epigramas, un Discurso sa grado y algunas otras. A r r i a . Platónica, que vivió en época de Alejandro Severo y a la que menciona Galeno en su De theriaca ad Pisonem 14, 218, como una mujer muy alabada por su quehacer fi losófico y que disfrutaba con los razonamientos de Platón. Algunos autores creen que Diógenes Laercio le habría de dicado su obra sobre las vidas de filósofos. A r s É f o n e . Hija de Homero y esposa de Estásino, mencio nada por T z., H 13, 637.
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r t e m i s i a . Hija de Hecatomno y hermana y esposa de Mausolo, rey de Caria, experta en el arte de la medici na, según informa Plinio, Hist. Nat. 27, 7, 36, y que dio su nombre a una hierba medicinal ya conocida por H i pócrates. A s c l e p i o , h i j a s d e . Se mencionan seis: Higia, Panacea, Yaso, Aceso, Rome y Egla; de todas ellas se dice que culti varon el arte de la medicina. Sus nombres son parlantes, es decir, aluden a algún aspecto del arte de la medicina, y al buen estado del cuerpo, a saber, Higia («Salud »)> Pana cea («Rem edio para todo»), Yaso («Sanad ora»), Ace so (« C u rad o ra» ), Rome («F u erza») y Egla («Esplen d o r» ). El léxico Sud. η 435, menciona solo a cinco hijas de Asclepio, mientras que P l i n ., h n 35, 2, 40, menciona a cuatro. Por su parte, P a u s ., i , 34, 84, solo menciona tres. El Juramento hipocrático comienza así: «Juro por Apolo médico, por Asclepio, por Higia y Panacea...». A s p a s i a . Milesia, capturada por los atenienses, fue prime ro amante y después esposa de Pericles, al que instruyó, igual que a Sócrates, en la retórica. Véase § 4. En el diálo go Menéxeno Platón presenta un discurso pronunciado en Atenas con ocasión de los funerales por los caídos por la patria como si hubiera sido escrito por Aspasia y pronun ciado por Sócrates. A s t i a n a s a . Sierva de Helena. A t a n a s i a , s a n t a . Abadesa de la isla de Egina, hija de N i cetas y de Irene, y que tuvo suflo ru it en torno al año 842, entregada a la vida monástica desde sus primeros años,
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si bien, por imposición de sus padres, se había casado, matrimonio que solo duró dieciséis días. Obligada a ca sarse en segundas nupcias, persuadió a su esposo para que se metiera a monje. Los hagiógrafos sostienen que pasó su vida dedicada al estudio de los Salmos y de las Escrituras. A t e n a i d e . Hija del sofista Leoncio y esposa del empera dor Teodosio el Joven. A t i R T IS . H ija de Sesostris, rey de Egipto, mencionada por D .S. i, 34, donde cuenta que convenció a su padre para que tratara de conquistar el mundo. Era muy inteligente y conocedora de varias disciplinas: la mántica, los sacrifi cios, la incubatio y la interpretación de los signos celestes. A t o s a . Hija de Ciro y esposa y hermana de Cambises, se casó después con Magón y, más tarde, con Darío. La men ciona H d t . en varios pasajes: n i 68, 8 8 , 133; v i l 3, etcétera. A x i o t e a . De Fliunte, discipula de Platón y de Espeusipo, mencionada por Diógenes Laercio y Clemente de Alejan dría (véanse §§ 10.1-10.3). B a . Argiva, mencionada en una lista de ilustres pi tagóricas por I a m b l ., v p . B a r o . S e trata d e l n o m b re d e u n a m u je r sa b ia , se g ú n n o s d ic e Sud. ß 19 5 , a u n q u e el p a sa je es d u d o s o y h a re c ib id o
B a b e l im
v a ria s e n m ie n d a s. t í s . Hermana de Epicuro que la entregó en matrimonio a Idomeneo, según D .L . 10,2.3.
Ba
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e . N infa mencionada por Servio en su comentario a Eneida 6, 72, aunque algunos autores creen que era la de nominación de una sibila de Eritrea de nombre Herófila. B e r e n i c e . Experta en medicina, cuyos remedios mencio na el médico Aecio, Tetrabib. 2 ,1,116 . B e r t a . Condesa de Loritelo, cuyo documento de dona ción del templo de San Apolinario, escrito en el año 1112, se lee en § 5. B i n d a c i s . Pitagórica, hermana de Ocelo y Ecelo de Luca nia, aparece mencionada por I a m b l ., v p . B i o o B r í o . Otra pitagórica mencionada también por
Bego
Ia m
bl
.,
vp.
i s o r r o n d e . Mujer de Tarento que figura en la lista de pitagóricas que da Iambl., v p . B l e s i l a . Hija de Toxocio el mayor y de santa Paula, se que dó viuda a los veinte años tras haber estado casada siete meses. Fue discipula de san Jerónimo quien elogia su eru dición en una carta, dirigida a Paula, con ocasión de la muerte de su hija.
B
C filosofía pitagórica a la que Téano dirige una carta sobre el trato que se ha de dar a las sirvientas. Véase § 27.4. C a t a l i n a , s a n t a . Alejandrina, hija de Basilisco, már tir bajo el emperador Magencio en el año 307, fue muy experta en cuestiones filosóficas. Algunos autores sostie nen que con sus argumentos convenció a muchos filosoC
a l is t o
. Mujer estudiosa de la
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fos paganos para que se adhirieran a sus razonamientos y abrazaran la religion cristiana. Según Simeón Metafrastes, estudió retórica, filosofía, geometría y muchas otras disci plinas. Según M. C r u s i u s , recibió una completa educa ción griega y romana, además de practicar la medicina y destacar en su conocimiento de otras lenguas. Fue some tida a tormentos y decapitada. C e r e l i a . Mencionada por Cicerón en varios pasajes de sus Cartas a Atico (13,13; 13 ,14 ; 15 ,1), algunos autores consi deran que fue una filósofa de la escuela académica, igual que Cicerón que, según Lactancio, era el defensor de la disciplina académica. C i r c e . Figura mitológica, hija de Helios y de la ninfa Persei de, es mencionada en varios pasajes, especialmente Od. 20, 140 ss.,Aen. 7,10 ss. como conocedora de venenos y hechi zos. Sobre su dominio del arte de la medicina, puede verse D. S. 4 ,17 3 y P l i n ., n h 15, 2. C l a u d i a , R u f i n a . Nacida de príncipes britanos, tomó su nombre de su esposo, un senador romano, llamado Aulo Rufo Pudente. Se dice que fue discipula de san Pablo, y Marcial la menciona en tono de elogio en 4 ,13 y en n, 53. Se cuenta que conocía a fondo la literatura griega y latina y que escribió un libro de epigramas, otro de elegías con ocasión de la muerte de su esposo, y de poemas de género diverso. Se cree que murió en Umbría en torno al 110 d. C . C l e a . Aparece mencionada por P l u . en su libro sobre las virtudes de la mujer y afirma de ella que había leído to do tipo de libros y que había dialogado con Leóntides, su
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amiga, lo que lleva a algunos a considerarla como una mu jer entregada a la filosofía. C l e e c m a . Hija de Autocárides de Esparta es menciona da por I a m b l ., v p como una de las célebres pitagóricas. C l e a r e t a . Estudiosa de la filosofía pitagórica a la que di rige una carta Melisa. Véase § 14. C l e o b u l i n a . Poetisa que, según deducen algunos auto res por el testimonio de Plutarco, era hija de Cleóbulo, uno de los Siete Sabios. Escribió adivinanzas en hexáme tros, mencionadas por Ateneo, 10, 15, y por Aristóteles, Rb. 3, 2. Según Plutarco, Tales la llamaba « la sabia», lo que algunos interpretan como un indicio de que se dedi có a la filosofía. Se la menciona también en Sud. y C l e m . A l . Bernabé, 19 9 4 , pp. 1 2 8 - 12 9 señala que resulta extra ño que se presente a una mujer cultivando un género en clavado en un ambiente propiamente masculino como es el simposio. C l e o p a t r a . La famosa reina de Egipto, hija de Ptolomeo Auletes, vivió entre el año 6 9 a. C. y el 3 0 d. C. Entre otras muchas obras y referencias, puede verse E. F l a m a r i o n , Cleopatra, el mito y la realidad, Barcelona, 19 9 8 . Sobre su erudición, su iniciativa para la restauración de la Biblio teca de Alejandría y sus conocimientos en venenos, pue de verse P l u ., Marco Antonio 9 2 7 E -9 4 9 d . C l i t á g o r a . Poetisa. C l i t o . Poetisa. C o R i N A . Poetisa nacida en Tanagra de Beocia que, según algunas tradiciones locales, venció a Píndaro en un con
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l6 5
curso poético. Su obra parece que se centra en mitos loca les y se popularizó a partir del siglo il a. C. hasta el punto de ser citada con elogios por Antipatro, Propercio y Eustacio. Sobre las fechas en que vivió no se puede precisar nada. Véase B e r n a b é , 19 9 4 , pp. 9 7 - m . C o r n e l i a . Hija de Escipión el Africano, esposa de Sem pronio Graco y madre de Tiberio y Gayo Graco, la men ciona P l u ., Vida de los Gracos, 836 e . De ella señala algu nas cartas a las que también aluden C í e . , Brut. 58: legimus epistolas Cornelia matris Gracchorum... y Quintiliano i, 1. C o r n e l i a . H ija de Lucio Escipión Metelo y esposa, pri mero de Craso, y luego de Pompeyo, a la que menciona frecuentemente Lucano en su Farsalia. De ella nos dice P l u ., Pompeyo 6 4 8 d que fue experta en letras, en la li ra y en geometría y que gustaba de oír razonamientos fi losóficos. C
r a t e s i c l e a . Espartana, esposa del espartano Cleánor, aparece en la lista de ilustres pitagóricas recogida por
Ia m C
b l ., v p .
. Nombre ficticio mencionado por Tiraquello en su lista de médicos antiguos (Wolf, p. 32.3) que habría cura do a Minos, rey de Creta, de una enfermedad venérea. En Paléfato, Fab. 2 se menciona a Procris o Prócride. r id e
D D D
Profetisa. D e m o . H ija de Pitágoras que le entregó sus escri tos, según Jámblico. También la menciona Eustacio en sus afn e
.
am o o
ι66
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comentarios a la Itíada. Una Demo distinta es la amante de Antigono, mencionada por A t h ., 13, 578 A. D a m o c a r i s . Poetisa. D a m ó f i l a . Poetisa. . Una hetera, hija de la epicúrea Leoncio. Véase y Wolf, p. 3 2 4 . D e í f o b e . Sibila. D e o b u l i n a . Poetisa. D
án ae
§ π .8
i o t i m a . Adivina, citada por Sócrates en el Banquete de Platón, 1193 B, a la que llama sabia y de quien dice haber oído un discurso sobre el amor. También la mencionan L u c., Imag. 2, 13, Temistio, Elio Aristides, etcétera.
D
E Ec
ir r in a
.
Poetisa.
e s i a . Alejandrina, esposa del platónico Hermias o Hermeas y pariente de Siriano, muy conocida en torno al si glo V d. C., cuya referencia aparece recogida en Sud. (véa se § 1.1 ) . Por su parte, P h o t ., Bibl. 1 4 2 , recoge la historia del hijo mayor de Edesia (véase § 1.2 ).
Ed
E
s a r a . Lucania, hija de Pitágoras, de cuyo libro sobre la naturaleza humana nos transmite Estobeo un fragmen to (véase § 2) y cuyo título aparece recogido al margen con estas palabras: Αίαάρας Πυ^αγόρου Λευκάνας έκ τού περί ανθρώπων ψύσεως, es decir, « D e la obra de Esara, hija de Pitágoras de Lucania, sobre la naturaleza hum ana». Algunos estudiosos interpretan De la obra d e Aresas..., un lucano que asumió el régimen de la escuela pitagóri
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ca después de Tidas. En cualquier caso, Jám blico, Por firio, Laercio y Clemente de Alejandría no mencionan a Esara entre las hijas de Pitágoras. Sin embargo, Phot., Bibl. 249, 438 B recoge estas palabras: ó μεν Μνήσαρχος είς τών υιών αυτού ’λ έγεται νεώτερος τελευτήσαι, Τηλαυγής §έ ό ετερος διεδέξατο- καί Σάρα και Μυία αί θυγατέρες, es de cir, «M nesarco, uno de sus hijos (e. e., de Pitágoras), se dice que murió bastante joven, y lo sucedió el otro, Telauges; y Sara y M ía, sus h ijas». Algunos eruditos han supuesto que por un falso corte debería decir και Attrapa, es decir, « y E sara», que es la forma que se nos ha trans mitido. Sobre otras conjeturas respecto al nombre de es ta mujer, véase Wolf, p. 259. l a . Hija menor de Asclepio. Los Sch. a A r ., Pl. 701, di cen lo siguiente: «Herm ipo en el primero de sus trímetros yámbicos dice que los hijos de Asclepio y de Lampecia, hi ja de Helios, fueron Macaón, Podalirio, Panacea y Egla, la más joven. Otros añaden ajanisco y a Alexénor». Fue ex perta en medicina y tomó su nombre del término αίγλη, es decir, «esplendor», que muestra el aspecto de quien goza de buena salud y tiene buenas costumbres higiénicas. De esta Egla hay que distinguir a otras tres: 1) Egla, una de las Hespérides, mencionadas por H e s ., 1h. 215, y D. S., 4, 72, así como por varios mitógrafos. 2) Egla, que V e r g ., b 6, 21 menciona como la más be lla de las Náyades. Por su parte, H s c h ., a 1735, indica que probablemente se hacía descender a las Gracias de Egla y de Helio, porque han de ser espléndidas. Véase también
Eg
2.68
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Sud. αι Ó4, que señala que también se llama así a la luna y a Asclepio. 3) Eglafellatrix a p a re c e m e n c io n a d a e n M a r t ., i , 95. E l p i s o H e l p i s o E l p e s . De Sicilia, esposa del ex cónsul y escritor cristiano Anicio Manlio Torcuato Severino, auto ra de dos himnos en honor de san Pedro y san Pablo. La cita Wolf, pp. 328-330. E n o n e . Ninfa del Ida, hija del río Cebren y esposa del prín cipe troyano Alejandro (Paris). Se cuenta que era profe tisa y que conocía diversos remedios medicinales. Sobre su relación con Paris y su muerte, véanse los textos reco gidos en § 17. n e . Hija de Heracles, citada por Tiraquello en su lis ta de mujeres médicas. También aparece como esposa de Asclepio, dios de la medicina y recibe distintas denomina ciones, como Higia, Lampecia, Corónide, etcétera. Véa se Wolf, p. 331. E q u e c r a c i a . De Fliunte, aparece citada por I a m b l ., v p , como una de las más ilustres pitagóricas. Hay quien cree que fue hija de Equécrates de Fliunte, filósofo menciona do por D. L. 8, 46. E r i n a . Poetisa de época clásica a la que las fuentes anti guas sitúan en diversos lugares (Teos, Rodas, Lesbos...). Sabemos que escribió una obra, titulada L a rueca, tres cientos versos en dialecto eolio y dorio, así como algunos epigramas. Parece que nació en la isla de Telos a princi pios del siglo IV a. C ., que se formó en Cos y que murió prematuramente (las fuentes antiguas señalan que mu
E p io
F I G U R A S FE ME NIN AS DE LA A N T I G Ü E D A D
rió v ir g e n a lo s 19 a ñ o s ). P u e d e v e rs e B
ern abé
2.69
, 19 9 4 ,
pp. 141-157· a r a g d a C a n a b u t z e n a . Viuda de Nicolao Esgurópulo que escribió en Quíos en el año 1580 una carta dirigida a Teodosio Zigomalas, protonotario de la igle sia, en relación a la venta de un terreno. Es el texto reco
E sm
gido en § 25. Espen
d u sa
. Médica citada
por Galeno, 3 , 1 , como experta
en remedios para los oídos. E u b u l a . Estudiosa de la filosofía pitagórica a la que Téano dirige una carta sobre la educación de los hijos. Véa se § 27.2. E u d o c ia
o
E u d o x i a M a c r e m b o l i t i s a . H ija d e l e m
p e r a d o r C o n s t a n t in o V I I I y d e H e le n a , h e rm a n a d e Z o é A u g u s t a y e s p o s a d e C o n s t a n t in o X D u c a s . E s t e la o b l i g ó a ju r a r q u e n o se v o lv e r ía a c a s a r y q u e a d m in is t r a r ía el im p e r io ju n t o c o n su s h ijo s . S e c a s ó c o n R o m a n o I I I y fu e d e s t e r r a d a p o r M ig u e l V I I . E s c r ib ió u n a o b r a m u y d e n s a d e t e m á t ic a v a r ia d a y d e d ic a d a a su e s p o s o c u y o t ít u lo r e z a a s í: « E u d o c i a M a c r e m b o li t i s a , e m p e r a t r iz d e C o n s t a n t in o p la . C o l e c c i ó n d e g e n e a lo g ía s d e d i o se s, h é r o e s y h e r o ín a s y su s m e t a m o r f o s is , m it o s y a le g o r ía s in v e n t a d o s p o r lo s a n t ig u o s , e n la q u e se h a b la t a m b ié n d e d iv e r s o s s a b io s . E s t á d e d ic a d a a l a m a d o p o r C r i s t o y p ia d o s ís im o e m p e r a d o r R o m a n o D i ó g e n e s » . V é a se § 6. c i a o E u d o x i a . Hija del filósofo ateniense Heráclito o, según algunos, del sofista Leoncio, fue la esposa del
Eu d o
270
ÍN D IC E S Y BI B L IO G R A F ÍA
emperador Teodosio el Joven. Aparece mencionada, entre otros, por E us., h e 7, 21. E u f e m i a . Esposa del emperador Justino que quiso cambiar su antiguo nombre de Lupicina o Lupicia por el de Eufe mia en honor a la mártir. Wolf, p. 346, cita dos cartas su yas dirigidas al papa Hormisdas. E u g e n i a . Hija de Filipo, noble romano que fue prefecto de Egipto bajo los emperadores Cómodo y Severo. Aban donó a sus padres y, vestida de hombre, ingresó en un m o nasterio en Egipto. Según diversas vidas de Santos, fue asesinada el 2.5 de diciembre del año 208. Sobre su erudi ción (filosofía, elocuencia, sagradas escrituras, etcétera), véanse las citas de Wolf, p. 344. E u m e t i s . Hija de Cleobulo, poetisa. E u n i c e . Poetisa. Hija del rétor Nazario, a la que menciona san Jerónimo quien pone de relieve su elocuencia. E u q u e r i a . Poetisa latina a la que pertenece un poema so bre la armonía entre los contrarios. Véase Wolf, p. 331. E u r Í d i c e . Esposa de Poliano. A ella y a su marido está de dicada la obra de Plutarco Preceptos conyugales. E u s e b i a , A u r e l i a . Esposa del emperador Flavio Valerio Constancio con el que gozó de gran poder. La mencionan S Ó C R ., h e 3, i,y Amiano Marcelino 21, 6, como una mujer que alcanzó las más elevadas cimas en cultura. E y a n i c a . También citada como Euneea o Eunoea, de Sa lamina, mencionada por Sud., fue discipula de la poeti sa Safo. Eun
o m ia
.
F I G U R A S FE ME NIN AS DE LA A N TI G Ü ED A D
2-71
F Mujer romana, erudita, conocida por una carta (1, 84) dirigida por san Jerónimo a Océano con ocasión de la muerte de la citada Fabiola. F a b u l a . De Libia, citada por Galeno como una médica ex perta en varios remedios. Véase Wolf, pp. 427-428. F a l c o n i a P r o b a . Compuso, entre los años 393 y 420, un poema en hexámetros sobre temática del Evangelio y del Antiguo y Nuevo Testamento. Véase Wolf, pp. 349-353. F a n i a . Fiíja de Peto Trásea y de Arria, esposa de Helvidio. Se cita entre las mujeres que profesaron la filosofía estoica y la menciona Plinio el Joven en 7 19, 3 11 y 1113 . F e d r i o . Esclava de Epicuro a la que, según D. L. 10, 21, con cedió la libertad en su testamento. Deducir, a partir de es te único testimonio, como hace Wolf, p. 428, que cultivó la filosofía epicúrea parece un tanto arriesgado. F é n i d e . Adivina. Véase Wolf, p. 428. F Í l i d e . Estudiosa de la doctrina pitagórica a la que, con ocasión de su maternidad, Mía, hija de Pitágoras, le diri ge una carta aconsejándole cómo elegir a una buena no driza. Véase § 15.1. F i l i n a . Poetisa de Tesalia, autora de un ensalmo (epaoidé) para el dolor de cabeza, recogido por B e r n a b é , 1994, pp. 210-211. F í l t a t e . H ija de Teofrio de Crotona, mencionada por Iambi., VP, entre las pitagóricas famosas. De cualquier for ma, su nombre plantea problemas de lectura que pueden verse en Wolf, p. 429. FA BIO LA .
ÍN D IC E S Y BI B L IO G R A F ÍA
2-7 2 ·
Muchacha de Alejandría mencionada como po seída por un espíritu maligno en algunos autores como Eus., h e 5 ,13 ,17 7 B , T h d t . , H¿er. 1 , z$. F i n t i o . Hija de Calícrates, pitagórica, autora de un libro Sobre la prudencia fem enina citado por Estobeo y que se puede leer en § 2z. F ilu m e n e .
G e m i n a s . Madre e hija, filósofas platónicas, discipulas de Plotino, citadas por Porfirio. G ó n g i l a . De Cefalonia, poetisa. Véase Wolf, p. 357. G o r g o . Esposa del famoso rey espartano Leónidas, men cionada por P l u . , Conj. pm. z, 14 5 e . G o r g o n i a . Hermana de Gregorio de Nacianzo, conside rada como intelectual a partir de un discurso fúnebre del propio Gregorio en el que alaba su prudencia y su virtud entre otras cualidades.
G
H H
e d ía
. Amante
H é d ila .
del filósofo Epicuro, citada por D. L. 10,7. Atica, poetisa autora de yambos. Véase Wolf,
Ρ· 359· H
edo ne,
F l a v i a . Médica mencionada en
una inscripción
antigua. Véase Wolf, p. 359. e l e n a . H ija de Zeus y Leda, esposa de Menelao, rey de Esparta y causante de la caída de Troya. Puede verse Od. 15 1 7 z ss., que indica que fue experta en el arte de la adi vinación.
H
F I G U R A S FE ME NI NA S I)E LA A N TI G Ü ED A D
Hija de Museo, aparece mencionada por Hefestión en su libro iv ( P h o t . , Bibl. 190) como autora de una obra sobre la guerra de Troya anterior a Homero. H e l v i a . Madre del filósofo Séneca quien, exiliado en la is la de Córcega, dirige una de sus famosas Consolationes a su madre Helvia, a la que menciona elogiosamente como estudiosa de filosofía. H e r ó f i l a . Sibila. Véase Wolf, p. 364. H e s t i e a o H i s t i e a . Poetisa. Véase Wolf, p. 364. H iG Í A . Hija de Asclepio y diosa tutelar de la medicina, aparece representada con túnica, a veces sentada y otras, de pie, sujetando una copa hacia la que repta una serpien te. Puede verse Marcial, 11, 60, 6, así como el Juramento Hipocrático. H i p a r q u i a . De Maronea, hermana de Metrocles, filósofo cínico y esposa de Crates de Tebas, también filósofo cíni co. Según Sud. floreció en el año 335-336 a. C. (véase § 7.2). Escribió diversas obras, como argumentaciones, proposi ciones y tratados filosóficos. H i p a t i a . Alejandrina, esposa del filósofo Isidoro y quizás hija del filósofo y geómetra Teón, experta conocedora de la ciencia matemática y de múltiples disciplinas filosóficas. Estuvo a la cabeza de la escuela platónica de Alejandría, fundada por Plotino o por Amonio, en el siglo V d. C . So bre su vida y su muerte pueden verse los textos recogidos
H elen a.
en §8. H
ip o o
H
ip e
. H ija d e l c e n ta u ro Q u ir ó n q u e e n s e ñ ó a E o lo
el a rte d e la c o n te m p la c ió n d e la n a tu ra le z a , se g ú n te s ti
ÍN DI C ES Y B I B L IO G R A F ÍA
2-74
monian C l e m . A l ., Stromm. 15, 306 y Cirilo de Alejan dría, Contra Juliano, 4 ,13 4 . H o r t e n s i a . Hija del famoso orador romano Q. Horten sio, mencionada como conocedora de la oratoria por Va lerio Máximo, 8,3, 3. Quintiliano (1,1) la cita como autora de un discurso pronunciado ante los triunviros, cuyo re sumen, recogido por Apiano de Alejandría, se puede ver en Wolf, pp. 366-367. I
Poetisa. Véase Wolf, p. 371. discípulo de Hermes Trimegisto, aparece mencionada como escritora por Georgio Sincelo, Cronografía, 13. I r e n e . Hija de Cratino, experta en el arte de la pintura. Véase Wolf, p. 371. ¡C A SIA . Im
uth
. Madre de Asclepio,
H ija de Andrónico Ducas y nieta de Juan Ducas, segunda esposa del emperador Alexias, floreció a comienzos del siglo x ii. Su amor a las letras aparece elo giado en la obra de Ana Comnena, Alexias 5,147. I r e n e . Esposa del emperador León IV , murió en el año 780. Véase Wolf, p. 37z. I r e n e . Poetisa. Véase Wolf, p. 373. I r e n e . Hija de Teodoro Metoquita. Véase P a n i p e r s É b a s ta. Ir e n e D
u cas.
Esposa de Aripites, rey de los escitas, citada por H d t ., 4 , 78 como maestra de su hija Escila en lengua y li teratura griegas.
Is t r in
a
.
F I G U R A S FE ME NI NA S DE LA A N T I G Ü E D A D
2-75
D o m n a . De procedencia siria, era hija de Basiano, sacerdote de Helio, esposa del emperador romano Septi mio Severo y madre de Caracalla y Geta. Pueden verse los textos recogidos en § 9. J u l i a S a b i n a . Liberta de Quinto, médica, cuyo epitafio menciona Wolf, p. 380. J u l i a n a A n i c i a . Sobrina de Pompeyo, según Paulo D iá cono en sus Historias varias, 15. Aparece citada por varios autores de historia de la Iglesia. J
u l ia
L L
a id e
Mujer experta en medicina, citada por Plinio,
.
nh
2.8, 7. Experta en adivinación. Véase Wolf, p. 383. L a m p u s a . Sibila. Véase Wolf, p. 383. L a s t e n i a . De Mantinea, en Arcadia. Aparece en el famo so catálogo de Jámblico de mujeres pitagóricas y Dioge nes Laercio la considera discipula de Platón y de Espeusipo. Véanse los textos recogidos en § 10. L e á r q u i d e . Poetisa. Véase Wolf, p. 385. L e e n a . Hetera ateniense, considerada por algunos como una pitagórica. Véase T i M i C A . L e l i a . Hija mayor del consul G. Lelio, y esposa del augur Q. Mucio. Aparece citada por Cicerón, Brutus, 18, y en De oratore 3,12, como experta oradora. L e o n c i o . Hetera ateniense citada por Diógenes Laercio, Plutarco y Ateneo como amante de Epicuro y filósofa pi L
a m ia
.
Í N DI C ES Y B I B L IO G R A F ÍA
tagórica. Pasa por ser la esposa del filósofo Teodoro. Véan se los textos de § i i . L e o p a r d a . Experta en medicina. Véase Wolf, p. 386. L e s b i a . Poetisa. Véase Wolf, p. 386. L i c i n i a s . D os hermanas, hijas de M. L ic in io Craso. Véa se W o lf, p. 387. L u c i l a . Mujer hispana muy sabia, cismática que vivió en el siglo IV d. C., citada, entre otros, por san Agustín. M Mujer médica, citada por Galeno, 5. H ija de Julia Mesa y hermana de Julia Soémide, esposa de Varo y madre del emperador Severo, cita da por Eus., h e 6, ii. M a n t o . Profetisa. Véase Wolf, p. 388. M a r c i a . Hija de Varrón, experta en literatura, pintura y escultura. Véase Wolf, p. 389. M a r í a P i l i a . Hija de Demetrio Coreses y esposa de Sil vestre Mismilange, cuyo testamento puede leerse en § 12. M a r i a n a y M a r t a . Herejes a las que Celso atribuye un origen epicúreo. Orígenes, 5, señala que algunos autores filosóficos y eclesiásticos las mencionan. M a r m a r i o . Amante del filó s o fo E p ic u r o , se g ú n D. L. 10 ,7 . M a r s e p i a . Profetisa. Véase Wolf, p. 392. M a r t a n a . Mencionada por Damasceno en su libro so bre los herejes, se trata de una hereje del siglo I I I . Algunos seguidores suyos, llamados helcesitas o samosaeos, reco gían sus esputos y el polvo de sus pies como remedio para M
aya
.
M am ea Ju lia .
F I G U R A S FE ME NIN AS DE LA A N T I G Ü E D A D
277
las enfermedades. Véase también E p i p h , Hær. 19, 2, 41, y Eus., h e 6,38, 233. M a x i m i l a . Nombre «terribilísimo, salvaje y bárbaro», se gún Epifanio, y Prisca o Priscila fueron profetisas y discipulas del hereje Montano. Aparecen citadas principalmente por escritores eclesiásticos. Véanse los textos recogidos en § 13. M e d e a . Hija de Eetes, rey de los coicos, y de Idía, según H e s ., Th. 958 ss., y según Cicerón, De natura deorum 3,19. Sobre esta figura mítica, sus conocimientos de magia y hechizos puede consultarse principalmente la tragedia de Eurípides, el poema de Apolonio de Rodas, Argonáuticas y, para las referencias generales, G r i m a l , 1984, s. v. M é g a r a . Poetisa. Véase Wolf, p. 399. M e l i s a . Pitagórica de Samos, dirige una carta, escrita en dorio, a Cleareta acerca del ornato y las costumbres de las mujeres honradas (recogida en § 1 4 ) . H a y otra Melisa, es posa de Periandro, citada por H d t ., 3 5 0 , 5 9 2 , P l u ., Conv. i 4 Ó D y A T H . 13 5 8 9 F.
En tiempos de Enio compuso himnos a Apolo y a las Musas, de acuerdo con san Isidoro, Orig. 1,38. M e n e x e n a . H ija de Diodoro Crono, dialéctica. Véase Wolf, p. 400. M ía . Hija de Pitágoras y de Téano, de Samos, según C l e m . A l ., Stromm. 4, 19, 522, y esposa de M ilón de Crotona. Véanse los textos recogidos en § 15. M i r o . De Rodas, de la que Sud. μ 1465 dice que fue filóso fa y que escribió diversas obras sobre las ocupaciones de las reinas y mitos variados. M
e m ia o
Em
ia
.
i
ÍN DI C ES Y BI B L IO G R A F ÍA
78
Poetisa. Véase Wolf, p. 403. . De Mileto, esposa de Mitrídates, rey del Ponto, mencionada por P lu . en la Vida de Lúculo, 503 A .
M
ir t is
M
ó n im a
.
N N i C A R E T A . De Mégara, discipula del filósofo Estilpón y nuera de Simias de Siracusa. Véanse los textos de D. L., § 16.1, y de A t h ., § 16.2. N i c i d i o . Amante del filósofo Epicuro, según D. L., 10, 7. N i c o b u l a . Aparece citada por A t h ., 1 2 ,5 3 7 d como auto ra de obras que tratan sobre Alejandro Magno. N i c Ó ST R A T A . Estudiosa de la filosofía pitagórica, a la que Téano dirige una carta sobre cómo hay que evitar los ce los. Véase § 27.3. N ó s i d e . Poetisa de época helenística, procedente de L o cride (Magna Grecia). Su flo ru it debe situarse hacia el año 300 a. C., por lo que sería un poco anterior a Teócrito. De ella se conservan doce epigramas así como algunas noticias sueltas. De dichos epigramas destacan tres dedi catorias a Afrodita, y otros que contienen cuadros de mu jeres, es decir, su temática es esencialmente femenina. Véa se B e r n a b é , 1994 en su Introducción (pp. 161-163) y los textos que recoge (pp. 164-171). O y E c e l o . De Lucania. Dos mujeres pitagóricas ci tadas por I a m b l ., v p , aunque la lectura de estos nombres plantea problemas. Véase Wolf, pp. 408-409.
O
celo
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279
Nombre parlante (« L a de raudo fluir»), hija de Océano y Tetis, según Hesiodo, Th. 360, o, según Ovidio, Met. 2, 635 ss., hija del centauro Quirón que aprendió de su padre el arte de la medicina y también fue experta en el arte de la adivinación. O l i m p i a . H ija de Neoptólemo, rey del Epiro, esposa del rey Filipo II de Macedonia y madre de Alejandro Magno. Sobre sus relaciones con su hijo, su influencia en él, su ac titud en el poder y el final de sus días, véanse los textos re cogidos en § 18. O l i m p i a . De Tebas, mujer experta en medicina, citada por Plinio, NH 2 0 , 2 1, 8 4 , como experta en plantas abortivas y conocedora de remedios para combatir la esterilidad. O cÍR R O E.
P P a n a c e a . Nombre parlante
de una de las hijas de Asclepio, citada por Aristófanes, Plinio, Hipócrates, etcétera. Véase A
sc l e p io
,
h ija s d e
.
De Egipto, según Focio, o de Epidauro, según el léxico Suda. Tuvo su flo ru it en tiempos de Nerón, fue hija del gramático Sotérides y esposa de Socrátides. Es cribió una miscelánea de comentarios históricos, citados por distintos autores (Focio, Suda, Aulo Gelio, etcétera). Véase § 19. P a n i p e r s É b a s t a . Posteriormente llamada Cesarisa, de nombre Irene, fue hija del Gran Logoteta Teodoro Metoquita bajo Andrónico Paleólogo que accedió al poder en el año 1314. Fue esposa de Juan Paleólogo. Tuvo como Pa
n fil a
.
ÍN DI C ES Y B I B L IO G R A F ÍA
preceptor a Nicéforo Gregoras que cita su habilidad para la elocuencia. Véase § 20. P a n t a c l e a . Hija de Diodoro Crono y e x p e rta en dialéc tica. Véase Wolf, p . 4 2 5 . P a r t É n i d e . Poetisa. Véase Wolf, p. 426. P e r i c t i o n e . Pitagórica, autora de un libro Sobre la sabi duría y de otro Sobre la arm onía fem en ina. Las citas de Perictione, recogidas por Estobeo en su Florilegio pueden leerse en § 21. P e r i l l a . Según unos es el nombre de la esposa del poe ta latino Ovidio, según otros, su hija. En cualquier caso, aparece citada como experta en versos por el propio autor,
Tristia 3, 7. Hija del egipcio Ton, experta en medicina y que proporcionó a Helena el remedio conocido como nepentes. Véanse los textos recogidos en § 23. P o L ix o . N infa y adivina mítica, nodriza de la reina Hipsípila y madre de Actorión, citada por Apolonio de R o das, i, 668. P o m p e y a P a u l i n a . Segunda esposa del filósofo Séneca, que se entregó a los estudios filosóficos de su marido. Véase Wolf, p. 434. El propio Séneca en su carta 104 menciona en tono de elogio su amor. Véase también Tácito, Anales 15, 63. P o r c i a . H ija de Catón de Utica y esposa de Marco Junio Bruto, el asesino de César. Se suele citar entre las mujeres filósofas a partir de un pasaje de P l u ., Bruto 989 d , en el que afirma que «era filósofa y amante de su esposo y esta ba llena de un entendimiento que rebosaba inteligencia ». Po
l id a m n a
.
F I G U R A S FE ME NIN AS DE LA A N T I G Ü E D A D
a x i l a . Procedía de Sición, ciudad cercana a Corinto y su flo ru it se sitúa a mediados del siglo v a. C . Com pu so canciones para ser recitadas en los banquetes de ám bito típicamente masculino. Véase B e r n a b é , 1994, pp.
Pr
120-125. P r isc a
o
Pr isc il a .
Profetisa de Montano. Véase M
a x i-
M IL A . l e m a i d e . De Cirene, citada por Porfirio en su Comen tario a la harmonía de Ptolomeo. Véanse los textos reco gidos en § 24 y el comentario de Wolf, p. 437. P u l q u e r í a A u g u s t a . Hija del emperador Arcadio, her mana del emperador Teodosio el Joven, aparece citada por varios autores eclesiásticos que destacan su piedad religio sa: Sócrates, h e 7, 22; Sozómeno, 9 ,1 ss.; Nicéforo, 14, 23,
Pto
etcétera. Q u i l o n i a . Aparece mencionada en I a m b l ., v p , dentro del catálogo de pitagóricas famosas. Fue hija de Quilón de Esparta, uno de los famosos Siete Sabios de Grecia. Q u i n t i l a . Mujer herética adicta a la doctrina de los caini tas, citada por Tertuliano, Sobre el bautismo 1. Véase Wolf,
Q
p p . 438-439·
R R
Nombre de una mujer pitagórica citada en una carta de Téano, sobre cuya atribución hay serias dudas. odope.
Véase Wolf, p. 439.
ÍN D IC E S y BI BL IO G R A F ÍA
S l a m i n a . Mujer médica, citada por el árabe Juan Serapión en un libro sobre medicina. Véase Wolf, p. 441. S a l p e . Poetisa de Lesbos. Véase Wolf, p . 4 4 2 . S a l v i a n a . Mujer experta en medicina que vivió en el si glo V d. C., citada por Teodoro Prisciano. Véase Wolf, p. 4 4 2 . S a fo . Conocida poetisa de Lesbos que vivió entre los si glos v u y v i a. C . Sobre su figura y su obra puede verse B e r n a b é , 19 9 4 , pp. 15-93. S o s f p a t r a . Mujer sabia procedente de Asia, esposa de Eustacio, prefecto de Capadocia. Eunapio narra con ex tensión diversas noticias sobre su educación y capacida des sobrenaturales, asi como también da cuenta de sus es tudios de filosofía y de su labor docente. Véase § 26. S o t i r a . Comadrona mencionada por Plinio, NH 28, 7, 23. S u l p i c i a . Esposa de Caleno y poetisa famosa hasta el pun to de que era denominada la «Safo rom ana». Vivió en tiempos del emperador Domiciano y compuso una églo ga o una sátira. Véase Wolf, pp. 444-445.
Sa
Τ Poetisa de Argos que vivió en el siglo v a. C. Su obra, muy fragmentaria, así como una introducción pue den leerse en B e r n a b é , 19 9 4 , pp. 115 - 117 . T é a n o . De Crotona o de Metaponto, hija de Brontino o de Pitanacte y esposa de Pitágoras. Estudió filosofía y com puso poemas. Véanse los textos recogidos en § 27 y Wolf, T e le sil a .
pp. 4 4 6 -4 5 0 .
F I G U R A S FE ME NI NA S DE LA AN T I G Ü E D A D
De Lámpsaco, fue hija de Z oilo de Lámpsaco y amante de Epicuro, según Diógenes Laercio, que men ciona dos cartas suyas. Fue admirada y citada por los epi cúreos hasta tal punto de, según Cicerón, Fin. z, zi, se habían escrito varios volúmenes sobre su figura. Véase
TeM IST A .
§ 28. T
e o d o r a . Hija de Cirina y de Diógenes, fue experta en filosofía, poética, gramática, geometría y aritmética. Re cibió educación de Isidoro y de Damascio. Su referencia
aparece en § 29. r i d e . Adivina de Lesbos mencionada en el discurso de Demóstenes, Contra Aristogiton, según consta en Harpo-
Teo
cración. Véase § 30. s e b i a . Poetisa del siglo V d. C . de la que únicamente se conserva un epigrama funerario. Véase B e r n a b é , 1994,
Teo
T
pp. 245-247. e o s e b i a . Química a la que Zósim o de Tebas dedicó un
libro suyo. Véase Wolf, p. 453. a r e t a . Estudiosa de la filosofía pitagórica a la que Téano dirige una carta, según Pólux. Véase § 27.6. T i m i c a . De Esparta, esposa de Milias de Crotona, citada por I a m b l ., v p , en su lista de pitagóricas. Véanse los tex T im
tos recogidos en § 31. Z Z o é . Hija del emperador Constantino V III y esposa de los emperadores Romano II, Miguel IV y Constantino IX Monómaco. El texto que se refiere a ella aparece en § 32.
A breviaturas y bibliografía
En este apartado recogemos varios aspectos: — De un lado, las abreviaturas propiamente dichas de expresiones corrientes para evitar su continua repetición, aunque quizás el lector pueda deducirlas fácilmente. — De otro lado, las ediciones de los textos que se han consultado eventualmente, en general, de acuerdo con las indicaciones del D iccionario griego-español ( d g e ), si bien, en el caso de autores que no figuran en su repertorio, se han citado con la misma abreviatura que emplea Wolf. — Por último, una serie de obras que comprenden di versos estudios sobre la figura de la mujer en el mundo antiguo. Este apartado no pretende en modo alguno ser exhaustivo y, en cualquier caso, el lector interesado podrá ampliar sus lecturas acudiendo a la bibliografía recogida en muchas de estas obras. e l . v h = Varia historia , ed. R. H e r c h e r , Claudii Aelia ni de natura animalium libri xvii, varia historia, epistolæ, fragm en ta , vol. z, Leipzig, Teubner, 1866, reimpr. Graz,
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S. y N a s h , M . (eds.), Las muje res y las guerras: el papel de las mujeres en las guerras de la E dad Antigua a la Contemporánea, Icaria, Barcelona, 2 0 0 3 . T h d t . (Affect.) = Grœcarum affectionum curatio, ed. P. C a n i v e t , Tbéodoret de Cyr. Thérapeutique des maladies hel léniques, 2 vols., Sources chrétiennes, 57, Paris, Cerf, 1958. T h e m . (Or.) = Orationes, ed. H. S c H E N K L y G. D o w n e y , Themistii orationes quæ supersunt, Leipzig, Teubner, 1965. T h d t . = Hæreticarum jabularum compendium, e d . J. P. M i g n e , Patrologiæ cursus completus (.series Gmca), vol. 83, París, M i g n e , 1857-1866. T h e o p h a n . (Chron.) = Chronographia, ed. C. d e B o o r , Theophanis chronographia, vol. 1, Leipzig, Teubner, 1883, reimpr. Hildesheim, Olms, 1963. T o r r e s E s b a r r a n c h , 1985 = T o r r e s E s b a r r a n c h , J J - Herodiano. Historia del Imperio Romano después de Marco Aurelio, Madrid, Gredos, 1985. T z . ( h ) = Chiliades, ed. P. A .M . L e o n e , loannis l'zetzæ historic, Nápoles, Librería Scientifica Editrice, 1968. V e r d e j o S á n c h e z , 1995 = V e r d e j o S á n c h e z , M .D . (ed.), Comportamientos antagónicos de las mujeres en elmundo antiguo, Atenea: estudios sobre la mujer, 12, Universidad de Málaga, Málaga, Secretariado de Publicaciones, 1995. V i l l a , 2 0 0 4 = V i l l a , J. d e l a (e d .), Mujeres de la A nti güedad, Alianza, Madrid, 2 0 0 4 . V i v a n t e , 2007 = V i v a n t e , B., Daughters o fG a ia : wo men in the ancient Mediterranean world, Praeger, West T a v e r a , 10 0 3 = T a v e r a ,
port, Connecticut, 2007.
2 .9 6
Í N DI C ES Y BI B L IO G R A F ÍA
vol(s). = volumen/volúmenes. vv. AA., 19 8 6 = vv. a a ., L a mujer en el mundo antiguo, en Actas de las quintasjornadas de investigación interdiscipli naria, Ediciones de la Universidad Autónoma de Madrid,
Madrid,
19 8 6 .
o l f = W o l f , J. Ch., M ulierum grœcarum quœ oratione prosa usœ suntfragmenta et elogia, Londres, 17 3 9 . X. (Œc.) = Œconomicus, ed. E. C. M a r c h a n t , Xenophon tis opera omnia, vol. z, Oxford, Clarendon Press, 19 0 0 ,
W
reimpr.
19 6 8 .
In d ice o n o m ástico *
Acaya: 7.1 Acrópolis: 4 .1 Adonis: 11.1
Apam ea: 9.1 Apolinario (san): 5 Apolinario (obispo): 13.7
A frodita: 11.1 Alcibiades: 4 .11, 11.1, 19.7 Alejandría: 1.1, 8.1, 8.11-8.15, 8.16 Alejandro (hijo de Alejandro y Roxana): 18.19 Alejandro M agno: 8.5,18.1,18.6,
A polo: 27.5 A polonio: 8.11 Apóstoles: 8.11, 13.8 Aquilón: 13.7 Arabia: Z I .3 Arcadia: 10.3, 10.5 Arcadio: 8. π Argentócoxo de C aledón: 9.6 Aribas: 18.6-18.17 Arideo: 18.17 Arígnota: 15.2,17.19-27.10 , Aristandro: 18.16 Aristeo: 2 7 .11 Aristófanes: 4.3, 4 .11, 4.17 Aristogiton: 30 Aristón: 10 .4 Aristóteles: 8.8, 8.11 Aristóxeno: 2 4 .1-14 .3 Artem is: ii.i Ascegtino Porzeles: 5
18.9-18. ii , 18.14,18.16-18.19 Alejandro (Paris): 17 .1- 17 .4 ,17.6 Am bracia: 19.6 Am ón: 18.6 Am onio: 1.1 Anaxágoras: 4.2., 4.15 Andróm aca: 17.1 Anfípolis: 18.16 A ndfonte: 4.14-4.15 Antioquía: 9 .11-9 .11 Antipatro: 18.11-18.13, 18.17 Antonino: 9 .1, 9.13 Antonio Coreses: 12 Antusa: 3
' Los números indican, respectivamente, la sección y el número del tex to correspondiente. — 297—
IN DI C ES Y BI B L IO G R A F ÍA
Asclepio: 17.8 Asia: 13.1, 13.7, 18.9, 26 Aspasia: 4.1-4.2.1 Aspere: 31 Asterio U rbano: 13.11 Atalanta: 7.8 Átalo: 18.9-18.11 Atanasio: 8.4 Atenas: 1.1,4 .4 ,8 .10 ,8 .11,11.1,18.18 Atreo: 11.1 A xíoco: 4.1 Axiotea: 10.1-10.3 Babia: 1.2 Babilonia: 10 .4 Barsine: 18.19 Bartolom eo: 5 Bátide: 11.2 Beocia: 7.1 Berta: 5 Bidaco: 31.1 Bizancio: 20.4 Boidio: i i . 3 Brisón: 7.2 Brontino: 15.2, 27.7, 27.12, 27.19 Caístro: 26 C alisto: 27.4 Capadocia: 11.1 C arano: 18.6 Caristo: 27.19 Casandro: 18.16-18.19 Cebren: 17 .1,17.3, 17.8 C efalón: 17.3-17.4 Cefisia: 11.1 C eos: 27.5
Ceres, las: 17.6 Cesarión: 8.12 C ilicia: 3 C im e: 19.5 C inarón: 8.12-8.13 C irene: 24.1, 24.3 C irilo: 8.1, 8.11-8.13 C irina: 29 C iro: 4.1 C iterea: 9.5 Claudia: 27.31 C leobulina: 27.31 Cleopatra: 18.9-18.11 C linias: 4.21 C olofón : 11.7 C om ano: 3 C onquile: 5 Constantinopla: 6 C o rito : 17.2, 17.4 Cornelia: 27.31 C ralis Serbias: 20.3 Crates: 7.1-7.5, 7.7 C ratino: 4.1 C risto: 8.1, 8.12, 13.9, 13.14 C ristódulo: 5 C rotón : 27.19 C rotona: 15.2, 15.4-15.5 Ctesias: 19.10 Damascio: 29 Damasco: 1.2 D ám ide: 9.7 D amis: 23.3 Dam ón: 15.2 Dánae: 11.8
ÍN D IC E O N O M Á S T I C O
299
Delfos: 18.6 Deméter: ii.i, 15.4, 17.11, 2.7.14 Dem etrio: i i . i Dem etrio Coreses: u D am ofonte: 1 7 .1 1 Demóstenes: 30 D eyanira: 4.1 Dicearco: 10.1 D ídim o: 14 .3 ,17 .19 Dinóm aca: 4 .11 D inono: 17 .11 D iofanto: 8.11 Diogenes (cínico): 7.1, 7.7
Epicuro: II.I-II.I, 11.5, 11.8 ,18 .1 Epidauro: 19.10 Epiro: 18.16-18.18 Eratóstenes: 18.6 Escipión: 17.31 Escopias: 10.3 Esmaragda: 15 Esparta: 17.1 Espeusipo: 7 .7 ,10.4-10.5 Esquines: 4.1-4.3 Estilpón: 16 .1-16 .1 Estoa Pécile: 7.3, 7.6 Estrim ón: 10.3
Diogenes: 19 D ionisio: 19.10 D ionisio (tirano): 10 .1, 10.4-
Etiopía: 13.4 Eubula: 17 .1 Euclides (médico): 17.5
10.5, 31.1 Dioniso: 18.6 Diopites: 4 .1 Diótim a: 15.7 Dracóntides: 4 .1
Eudocia: 6 Eupolis: 4.1, 4.3 Eurídice: 17.5 Eurídice (hija de Filipo): 18.15-
Duris: 4.3 Eácides: 18.17 Ecelo: 31.i Edesia: 1.1-1.1 Edesio: 8 .11,16 Eetión: 17.1 Éfeso: 1 1.8 ,16 Egas: 3 Egipto: 8 .10 ,17.8 ,13.3-13.4 Émesa: 9.1 Empédocles: 17.8 Enéadas: 9.5 Enone: 17.1-17.4, 17.6, 17.8
18.16 Eurípides: 17.8 Europa: 17.3,18.9, 18.18 Europa (hija de Filipo): 18.10 Eusebio: 19 Eustacio: 16 Evia: 18.6 Faros: 13.4 Fenicia: 9.1 Filarco: 11.8 Filénide: 11.6 Fílide: 15.i Filipo: 18.3, 18.6-18.7, 18.9-18.i i , 18.15, 18.18
298
ÍN DI C ES Y BI B L IO G R A F ÍA
Asclepio: 17.8 Asia: 13.1, 13.7, 18.9, 26 Aspasia: 4.1-4.21 Aspere: 31
Ceres, las: 17.6 Cesarión: 8.12 C ilicia: 3 C im e: 19.5
Asterio Urbano: 13.11 Atalanta: 7.8 Átalo: 18.9-18.11 Atanasio: 8.4
C inarón: 8.12-8.13 C irene: 24.1, 24.3 C irilo: 8.1, 8.11-8.13 C irina: 29 C iro : 4.1
Atenas: 1.1,4 .4 ,8 .10 ,8.11, i i . i , 18.18 Atreo: 11.1 A xíoco: 4.1 Axiotea: 10.1-10.3 Babia: 1.2 Babilonia: 20.4 Barsine: 18.19 Bartolom eo: 5 Bátide: 11.2 Beocia: 7.1 Berta: 5 Bidaco: 31.1 Bizancio: 20.4 B oidio: i i . 3 Brisón: 7.2 Brontino: 15.2, 27.7, 27.12, 27.19 Caístro: 26 C alisto: 27.4 Capadocia: 11.1 C arano: 18.6 Caris to: 27.19 Casandro: 18.16-18.19 Cebren: 17.1, 17.3,17.8 C efalón: 17.3-17.4 C efisia: 11.1 C eos: 27.5
Citerea: 9.5 Claudia: 27.31 Cleobulina: 27.31 C leopatra: 18.9-18.π C linias: 4.21 C olofón : 11.7 C om ano: 3 C onquile: 5 C onstantinopla: 6 C orito: 17.2, 17.4 Cornelia: 27.31 Cralis Serbias: 20.3 Crates: 7.1-7.5, 7.7 C ratino: 4.1 C risto: 8.1, 8.12, 13.9 ,13.14 Cristódulo: 5 C rotón: 27.19 C rotona: 15.2, 15.4-15.5 Ctesias: 19.10 Damascio: 29 Damasco: 1.2 D ám ide: 9.7 D amis: 23.3 D am ón: 15.z Dánae: 11.8
ÍN D IC E O N O M Á S T I C O
D elfos: 18.6 Deméter: 11.1, 15.4, z 7 .11,17.14 Dem etrio: 11.1 Dem etrio Coreses: iz D am ofonte: Z7.ZZ Demóstenes: 30 D eyanira: 4.1 D icearco: 10.1 D ídim o: 14 .3, Z7.Z9 Dinóm aca: 4.Z1 D inono: Z7.IZ D iofanto: 8.11 Diógenes (cínico): 7.Z, 7.7 Diógenes: Z9 D ionisio: 19.10 Dionisio (tirano): io.z, 10.4-
199
Epicuro: ιι.ι- π .ζ , 11.5, 11.8, z8.z Epidauro: 1 9 . 1 0 Epiro: 18.16-18.18 Eratóstenes: 1 8 .6 Escipión: Z 7 .3 1 Escopias: Z 0 .3 Esmaragda: Z5 Esparta: 17.1 Espeusipo: 7 .7 ,
10 .4 - 10 .5
Esquines: 4 . Z - 4 . 3 Estilpón: 16.1-16.Z Estoa Pécile: 7.3, 7.6 Estrim ón: Z 0 .3 Etiopía: Z 3 . 4 Eubula: Z 7 .Z Euclides (médico):
Z 7.5
10.5, 31.Z D ioniso: 18.6 Diopites: 4.Z Diótim a: 15.7 Dracóntides: 4 .1
Eudocia: 6 Eupolis: 4 . 1 , 4 . 3 Eurídice: Z 7.5 Eurídice (hija de Filipo) :
Duris: 4.3 Eácides: 18.17 Ecelo: 31.1 Edesia: i . i - i . z Edesio: 8.11, z6 Eetión: 17.1 Éfeso: i i . 8, z6 Egas: 3 Egipto: 8 . 1 0 , 1 7 .8 ,
Eurípides: 17 .8 Europa: 1 7 . 3 , 1 8 . 9 , 1 8 . 1 8 Europa (hija de Filipo):
Emesa: 9 .Z Empédocles:
18 .15 -
18 .16
Z 3 .3 - Z 3 .4
Z 7 .8
Enéadas: 9 .5 Enone: 17 .1-17 .4 ,17-6, 17-8
18 .10
Eusebio: Z9 Eustacio: z6 Evia: 1 8 . 6 Faros: Z 3 . 4 Fenicia: 9 .Z Filarco: 11. 8 Filénide: 11. 6 Fílide: 1 5 . i Filipo: 18.3, 18.6-18.7, 18.9-18.i i , 18.15, 18.18
ÍN DI C ES Y BI B L IO G R A F ÍA
Filócoro: 30 Filoctetes: 17.1-17.3 Filólao: 8.6 Filom étor: 26 Filtis: 31.i Flaviano: 29 Flavio Filóstrato: 9.9 Fliunte: 10.1-10.3 Frigia: 13.1 G alia: 13.7 Gayo Lucio: 9.13 G eorgio: 8.11 Gergicio: 17.3-17.4 G eta: 9.13 G iosfredo: 5 G orgias: 4.15 G orgo: 27.31 Grecia: 4.5, 4 .11,11.1 Hades: 8.7,17.4 H agnón: 4.2 H éctor: 17.1 Hedea: 11.3, 11.4 Hefestión: 18.2 H elánico: 17.4 Helena: 17.1-17.4, 23.2-23.4 H eleno: 17.8
Jacobo M avrogordato : 25 Jám blico: 29
H eliodoro: 1.1 H em o: 18.6 H era: 4.1, 4 .17,18.6 Heracles: 17.1
Jantipa: 11.1 Jantipo: 4.1 Jardín: 1 1 . 1 , 11.3 Jenócrates: 7.7
Heracles (hijo de Alejandro): 18.19
Jerusalén: 13.4-13.5,13.14 Joanes Argénteo: 12 Judas: 13.13
Heráclides: 19.6 H erm arco: 1 1 . 1 , 11.5
Hermes 27.10 Hermes (de Tebas) : 17.8 Hermesianacte: 11.7 Hermias: 1.1-1.2 H erm ipo: 4.2 H erm ótim o: 4.1 H eródico: 4.21 H esiodo: 26 H ierápolis: 13.7 H iérax: i.i Hiparquia: 7.1-7.8 H ipada: 8.1-8.2, 8.7, 8.10-8.19 H ipóboto: 27.8 H ipodam o: 27.19 H ipónico: 4.1 H ipóstrato: 18.10 Hodegetria: 5 H om ero: 23.2-23.3, 26 H onorio: 8.12 Ida: 17.1-17.3 Idomeneo: 11.2 Ilion: 17.4, 17.8 Isidoro: 8.11, 8.17, 29 Italia: 18.18
Ju lia: 9.1-9.2, 9.6-9.9, 9.11-9.13
ÍN D IC E O N O M Á S T I C O
Julio Ávito: 9.1 Lam ia: i i . i Laocoonte: 17.8 Laódice: 11.8 Lastenia: 10.4-10.5 Leofrón: 17.19 L e ó n :3 Leoncio: 11.1-11.8 Leónidas: 27.31 Leonteo: 28.1-28.3 Lequeo: 4.18 Líbano: 20.4 Liceo: i i . i Lisias: 4.3, 4.15 Lisíeles: 4.1, 4.3 Lisímaco: 7.1 Lócride: 27.19 Lucania: 18.17 M acedonia: 18.12,18.16 M acrino: 9.1, 9.12 Mamea: 9.1 M antinea: 4 .1 3 ,10.1-10.2 M anto: 17.8 M aría Pilia: 12 M aronea: 7·2-7·3· 7-6 M axim ila: 13.1,13.3-13.13 M áxim o: 26 M edea: 2.7.3 M edea (tragedia): 18.11 M egalopolis: 18.6
;o i
M enón: 15.5 Mesa: 9.1, 9.13 M esina: 5 M etaponto: 27.19 Metrocles: 7.1-7.2 M etrodoro: 11.1-11.2 M ía: 15.1-15.3,15.6-15.7,27.19-27.20 M ileto: 4.9-4.10, 4.12, 20.4 M ilias: 3.1-3.2 M iltó: 4.1 M im nerm o: 11.7 M indirides: 11.6 Mnesarco: 15.2, 27.19, 27.23, 27.24 M oiras: 26 M ónim o: 29 M ontano: 13.1, 13.5,13.7-13.8, 13.13, 13.15 N ano: 11.7 Neodegetria: 5 Neoptólem o: 18.6-18.18 Nerón: 19.1 Nestorio: 8.1 N icandro: 17.3-17.4 N icanor: 18.16 Nicareta: 16.1-16.2 N icedio: 11.3 N iceo: 8.6 N icolao Coreseo: 15 Nicolao Esgurópulo: 25 Nicóstrata: 27.3
M égara: 4.5,16.2 M enandro: 19.9 M enelao: 23.2, 23.4
N ilo: 26 N itocris: 9.12 O céano: 26
M enfis: 17.8
O celo: 31.i
IN D IC E S Y BI B L IO G R A F ÍA
O lim pia: 18.1-18.19 O lim po: 20.1 O nétor: 16.1 O nfale: 4.1 Orestes: 8.12.-8.13 Orestíadas: 3 Panacea: 27.5 Pánfila: 19.1-19.10 Panipersébasta: 20.1 Panipersébasto: 20.3 Pantoleón Drom ocaite: 25 Páralo: 4.1 Parménides: 27.5 Pausanias: 18.11 Peán: 11.2 Pedro: 8.12-8.13 Pelignas: 18.1 Pélope: 3 Peloponeso: 4.3-4.4, 4 .11, 4.19, 18.16 Pepuza: 13.4, 13.14 Pérgamo: 26 Periandro de Am bracia: 19.6 Periandro (tirano): 19.6 Pericles: 4.1-4.5, 4.8, 4.10-4.12,
4 .I 4 -4 -I7 . 4 ·Ι 9 Pericles (hijo bastardo de Pericles): 4.3-4.4 Pirrónides: 4.1 Pitaco: 19.5 Pitágoras: 4 .10 ,15.3-15.5,20.1,24.224.3, 27.1, 27.6-27.8, 27.12, 27.1927.20, 27.22-27.14,17.30, 31.3 Pitocles: i i . i
Pitonacte: 17.19-27.20 Platón: 4.1, 4.3, 4 .14 , 4.18, 4.21, 7.1, 7.7, 8.11, 10.2-10.5, 18.4, 20.1, 20.4, 27.5, 27.22 Plauciano: 9.8, 9.13 Plotino: 8.12-8.13 Policies: 18.16 Polidamna: 23.1,13.3-13.4 Polieno: n .1 Polimnesta: 13.2 Polisperco: 18.16 Príamo: 17.3 Prisca: 13.2 Priscila: 13.1, 13.3-13.5, 13.8, 13.14-13.15 Proclo: il Proteo: 23.3 Proterio: 8.11 Ptolemaide: 2 4.1-24 .} Querón: 18.6 Q uintila: 13.14 Q uíos: 12 Raim undo: 5 Rea: 17.1 Rodopa: 27.5 Rom a: 9.13 Roxana: 18.19 Rusiano: 5 Samos: 4.1, 4.3-4.4,15.3 Sam otracia: 18.6 Sampsigéramo: 29 San Sim eón: 11 Sardanápalo: 11.6, 27.2 Sardes: 10.4
ÍN DIC E O N O M Á S T I C O
Semiramis: 9 .11 Serapis: 26 Serras: 10.3 Severo: 9 .1, 9.5, 9.8 Sicilia: 3, 10.5, Z7.Z5 Silvestre M ismilange: 12 Simeta: 4.5, 4 .11 Simias: 16.1 Sinesio: 1.1, 8.4 Siracusa: 16.1 Siriano: 1.1 Sócrates: 4.1, 4.3, 4 .6 -4 7, 4.1z, 4.16, 4.18, 4 .zi Socrátides: 19.10 Soém ide: 9.1 Sofrón: 11.8 Sosípatra: 16
Tales: Z0.4 Taranto: 9.1Z Tarento: Z4.3 Targelia: 4.1 Tasos: 1 1.3 Teágenes: Z7.31 Téano: 8 .1 8 , 1 5 . Z - 1 5 . 3 , 1 5 .7 ,
Z 7 .Z -
Z 7 .4 , z 7 .6 - z 7 .3 z
z 7 .z 3 - z 7 .z 4
Telémaco: Telmeso:
Z 3 .Z
18 .6
Teódoto: 1 3 .7 Teofrasto: 4 . 3 ,
1 9 .9
Tcófride: 31.1 Teón: 8 . 1 1 - 8 . 1 6 Teóride: 3 0 Teotecno: 8 . 4 Tesalónica: Z O .3 - Z O .4 Tim arco: 11.1 Tim areta: Z 7 .6 Tim eo: 1 5 . 4 , 1 5 . 7 Tim eónide: Z 7.5
Sota: 13.7 Sotérides: 19.10 Sotión: 19.6
Tebas: 1 7 .8 , 1 8 . 1 9 Tebas egipcia: Z3.Z Telauges: 1 5 . z , Z 7 .8 ,
Temista: Z 8 .1 - Z 8 .3 Teodora: Z 9 , 3 z Teodoro: z 8 .i Teodoro el Ateo: 7 .1 Teodosio: 8 . i z , 8 . 1 4 Teodosio protonotario: z$
z 7 .19 - z 7 .z o ,
T im ica: 3 1 . 1 - 3 1 . 4 Tim oclea: Z 7 .3 1 Tim ocrates: 11.1 Tindáreo: 1 7 . 4 Tiresias: 17 .8 T iro : 9 .9 Tirreo: 19 .5 Ton: Z 3 . 1 - Z 3 . 4 Troya: 1 7 . 1 - 1 7 . Z , 1 7 . 4 Tucídides: 4 . 1 4 - 4 . 1 5 , Turios: Z 7 .1 9 Valaquia: z$ Vario Marcelo: 9 .1 Yolo: 1 8 . 1 6 Zeus: 9 .5 , Z 3 .1 , Z oe: 3Z Z oilo: 1 8 . 3
Z 3 .4
4 .Z 0
índice detallado
In
t r o d u c c ió n
, por
Manuel G
onzález
Su
árez
............
9
i.
P ro le g ó m e n o s..........................................................................
11
i.
P an oram a de la m ujer en G rec ia y R o m a ......................
14
i.¡.
E n G r e c ia ...................................................................................
14
i.z.
E n R o m a ....................................................................................
15
3.
E l quehacer literario de la m u je r......................................
16
4.
C u ad ro cro n oló gico de las in telectuales........................
19
5.
C u ad ro de la lab or intelectual de las m ujeres..............
20
6.
L o s criterios de esta e d ic ió n ...............................................
22
P r o sist a s
g r ie g a s
i.
E d e sia ....................................................................................................................................................................
¿7
1.1.
L a con ducta de E d esia...........................................................
27
i.!.
Edesia y su h i j o ........................................................................
3o
1.
E sara.............................................................................................
33
3.
A n t u s a ........................................................................................
37
4.
A s p a s ia .......................................................................................
39
4.1.
A sp asia y Pericles.....................................................................
39
4.2.
Proceso con tra A s p a s ia .........................................................
43
4.3.
L in aje y educación de A sp a sia ...........................................
44
— 305—
PR O S IS T A S GRI EG AS
Las dos heteras........................................................... Aspasia como causa de la guerra: versión cómica..... Aspasia, maestra de Sócrates..................................... Sócrates disfruta con Aspasia.................................... Pericles defendería a Aspasia..................................... La imagen de Aspasia................................................ Vida de Aspasia con Pericles..................................... Actividad de Aspasia y origen de la guerra............... Actividades intelectuales........................................... La alabanza de Aspasia............................................... Participación de Aspasia en los discursos de Pericles Aspasia, excelente oradora........................................ Relación de Pericles, Aspasia y Sócrates................... Burlas de Aristófanes................................................. Aspasia compone discursos para Sócrates................ La guerra..................................................................... Causa de la guerra...................................................... Aspasia, poetisa......................................................... Berta........................................................................... Eudocia...................................................................... Hiparquia................................................................... Hiparquia y Crates.................................................... Obra y época.............................................................. La cinogamia.............................................................. Conducta de Hiparquia............................................ Mención de su belleza............................................... La cinogamia en la Estoa Pécile................................. Algunos filósofos........................................................
45 46 47 47 47 47 48 48 49 49 49 50 5i 5i 5i 5i 5i 51
55 59 85
85 87 88 88 88 88 89
ÍN DIC E DE TAL LAD O
Dedicatoria de Antipatro............................. Hipatia.......................................................... Carta de Hipatia a Cirilo.............................. Sinesio, sin noticias de su maestra............... El hidroscopio............................................... Carta de Sinesio............................................. Sinesio, el imitador de la maestra................. Hipatia, amiga de Sinesio............................. Sufrimientos de Sinesio................................ Decisión de Hipatia..................................... Lecturas de Sinesio....................................... Egipto y Atenas............................................. Biografía de Hipatia..................................... La sabiduría de Hipatia, causa de su muerte. Otra versión de la muerte de Hipatia.......... La sabiduría de Hipatia................................. Fecha de su muerte....................................... Su saber en astronomía, causa de su muerte. Comparación entre Isidoro e Hipatia.......... Hipatia, modelo de inspiración................... Epigrama laudatorio..................................... Julia Domna.................................................. La familia de Ju lia......................................... Mesa, hermana de Julia................................ La muerte de su hijo.................................... Julia, mediadora entre hermanos................ Alabanza de Antonino................................. Palabras de una britana a Julia.....................
?θ7 89
91 91 93 93 94 95 95 96
97 97 98 98 ΙΟ Ι
103 104 104 104 ios ios 10 5
107
I07 10 7 108 10 9 10 9 1 10
P R O S I S T A S GR IE GA S
Comentarios de Julia..................................... Críticas de Plauciano..................................... Filóstrato, escriba de Julia.............................. Relación de Antonino con su madre............ Julia se encarga de la correspondencia.......... La muerte de su hijo y la suya........................ Tras su muerte................................................ Lastenia de Mantinea..................................... Lastenia con los discípulos de Platón........... Lastenia, discipula de Platón y de Espeusipo Lastenia y Axiotea.......................................... Lastenia como hetera..................................... Lastenia, amante de Espeusipo...................... Leoncio.......................................................... La tortuosa relación con Epicuro................. Amores de Leoncio y Epicuro....................... Los placeres epicúreos.................................... Leoncio y Hedea............................................ Leoncio, filósofa y hetera............................... Epicuro en busca de Leoncio......................... Las elegías de Hermesianacte........................ Dánae, la hija de Leoncio.............................. María Pilia...................................................... Maximila y Prisca........................................... Maximila y Prisca, profetisas de Montano.... La maldad de las profetisas............................ Maximila y Prisca, autoras de libros.............. Herejías de Montano y de sus profetisas......
10
II II 1I
I2 12
■3 15 15
15 16 i6 i6 17 17 2.0
20
21 2I 2
I
22 22
15
2-9 2-9 2-9 30 30
ÍN DIC E DE TAL LAD O
3.5.
Prestigio de Maximila y Prisca entre los seguidores de Montano.................................................................... ! 3 [
3.6.
Maximila y Prisca, endemoniadas............................... ! 3 ]
3.7.
Excomunión.................................................................. 132,
3.8.
Palabras de Maxim ila................................................... ! 3 x
3.9.
Escuchad a Cristo...................................................... ! 3 3
3.10. Maximila, conocedora de D ios.................................. 133 3 .11. Maximila,perseguida................................................... 134 3.11. Falsas profecías de M axim ila...................................... 134 3.13. Sobre la muerte de Montano y M axim ila................. 135 3.14. Cristo aparecido ante Priscila..................................... 135 3.15. Herejías de Montano y Priscila.................................. 136 4.
M elisa............................................................................. 137
5.
M ía.................................................................................. 139
5.1.
Consejos sobre la nodriza............................................ 139
5.1.
Descendencia de Pitágoras.......................................... 141
5.3.
Mía, hija de Pitágoras................................................... 141
5.4.
Actividad de M ía........................................................... 141
5.5.
Educación de M ía......................................................... 141
5.6.
Mía, muy conocida....................................................... 141
5.7·
El modo de vida de las pitagóricas.............................. 14 1
6. é.i.
Nicareta........................................................................... 1 4 3 Nicareta, hetera de Estilpón....................................... 1 43
6.2.
Nicareta, su origen y educación................................. i 4 4
7.
Enone.............................................................................. ! 45
7.1. 7.1.
Enone y Alejandro........................................................ >45 Otra versión de la historia de Enone y Alejandro.... 146
7.3.
Tercera versión............................................................... i 4 7
P R O S I S T A S GRI EG AS
Descendencia de Enone y Alejandro...................... Enone, la sanadora................................................... Otra versión poética................................................ Muerte de Enone..................................................... Enone, una diosa...................................................... Olimpia.................................................................... Carta de Olimpia a Alejandro................................. Correspondencia entre Olimpia y Alejandro......... Sentencias de Olimpia............................................. Sobre un término usado por Olimpia..................... Un libro de Olimpia................................................ Boda de Olimpia y Filipo........................................ Nacimiento de Alejandro........................................ Olimpia y las serpientes de Macedonia.................. Incidentes entre Filipo y Alejandro......................... Alejandro y Átalo..................................................... Olimpia, acusada de la muerte de Filipo................ Olimpia y Antipatro................................................ Relaciones de Olimpia con Alejandro.................... Reacción de Olimpia ante el cadáver de Alejandro insepulto.................................................................. Olimpia y Eurídice................................................... Castigo de Eurídice y de otros enemigos................ Olimpia, enfrentada a los macedonios................... Condena y muerte de Olimpia............................... Muerte de Olimpia y sus nietos a instancias de Casandro............................................................. Pánfila de Epidauro..................................................
49 49 50 5i 5i
53 53 54 54 55 56 56
59 59 59
6ο 61
61 62 63 63 63 65 66
67 69
ÍNDICE DE TAL LA DO
? II
19.3.
La obra de Pánfila: su sabiduría,linaje y época......... 169 Cita de Pánfila sobre Tales....................................... 1 7 o Cita de Pánfila sobre Quilón ...................................... 1 7 1
19.4. 19.5.
Acertijo de Pánfila.......................................................... 1 7 1 Cita de Pánfila sobre la piedad dePitaco................... 17 1
19.6.
Cita de Pánfila sobre Periandro.................................. 1 7 1
19.7. 19.8.
Cita de Pánfila sobre Sócrates.................................... ¡ 71 Cita de Pánfila sobre Platón........................................ 172·
19.9.
Cita de Pánfila sobre Teofrasto................................... 173
19.1.
19.Z.
19.10. Vida y obra de Pánfila................................................... 17 3 2.0. Panipersébasta................................................................ 17 5 2.0. i . Discurso de Panipersébasta asu padre......................... 17 5 10 .1.
Inteligencia de Panipersébasta...................................... 1 7 7
10.}. Su matrimonio................................................................ 1 7 8 10.4. Tristeza de la nuera del rey............................................ 1 7 9 11.
Perictione......................................................................... '83
2.1.1. La sabiduría..................................................................... >83 1 1 .1. Los padres........................................................................ ^ 4 Z1.3. La conducta de la mujer................................................. 18 S zz.
Fintio................................................................................ J ^9
13. Polidamna....................................................................... J 93 Z3.1. Linaje y habilidades de Polidamna.............................. 193 Z3.Z. La curación de Telémaco............................................... 193 Z3.3. Las drogas de Helena...................................................... ¡ 9 4 Z3.4.
La hierba de Helena...................................................... l 94
14.
Ptolemaide de Cirene................................................... i 97
2.4.1.
C ita de Ptolem aide sobre el c a n o n .................................
Z4.2.
C ita de Ptolem aide sobre los a rm ó n ic o s...................... 198
197
3 11
2.4.3.
P R O S I S T A S GRI EG AS
Cita de Ptolemaide sobre las diferencias entre los músicos...................................................................... 199
25.
Esmaragda Canabutzena............................................. 2.03
26.
Sosípatra......................................................................... 207
17.
Téano ................................................................................................................ 2 1 9
17.1.
La piedad........................................................................ 219
17.2.
Carta sobre la educación de los hijos......................... 219
27.5.
Carta consolatoria a la amiga celosa........................... 221
17.4.
Carta admonitoria sobre el trato a las sirvientas..... 224
17.5.
Cartas varias a algunas amistades............................... 226
27.6.
Cita de una carta........................................................... 228
27.7.
Procedencia de Téano.................................................. 229
27.8.
Escritos y respuestas de Téano.................................... 229
27.9.
Respuesta sagaz de Téano............................................ 229
27.10. Cita de Téano................................................................. 230 2.7.11. Otra versión de las respuestas de Téano.................... 230 27.12. Las mujeres de Crotona hablan con D inono........... 230 27.13. La pureza de la m ujer................................................... 231 27.14. La misma versión de la pureza.................................... 231 27.15. La respuesta de Téano.................................................. 231 27.16. Cita homérica de Téano............................................... 231 17.17. De nuevo sobre la pureza............................................. 232 17.18. Agradar al marido......................................................... 232 27.19. V id a y o b ra .................................................................... 232 27.10. Hijos de Téano............................................................... 232 17.11. Téano, discipula de Pitágoras..................................... 233 27.11. Aristeo de Crotona....................................................... 233 17.13. Sucesores de Pitágoras.................................................. 233
ÍN DI CE DE TAL LA DO
$I
3
17.14. De nuevo la sucesión de Pitágoras.............................. 133 17.15. Presa del tirano.............................................................. 2.34 17.16. Muerte de Téano............................................................ 234 27.17. Desprecio de la muerte................................................. 234 17.18. Téano, como la cigarra.................................................. 234 17.29. Téano, pionera............................................................... 235 17.50. El amor de Pitágoras...................................................... 235 17.31. Los ornatos de Téano.................................................... 235 17.31. Téano, hija de Pitágoras................................................ 235 28. 28.1.
Temista............................................................................ 237 Epicuro escribe a Temista............................................. 237
28.2.
Discípulos de Epicuro................................................... 237
28.3.
Parentela y estudios de Temista................................... 238
19.
Teodora........................................................................... 239
30.
Teóride............................................................................ 241
31.
Tim ica............................................................................. 2.43
31.1. 31.1.
Pitagóricas...................................................................... 2-43 Timica y su esposo ante el tirano................................ 243
31.3.
Valor de Tim ica............................................................. 2.44
31.4.
Timica se corta la lengua............................................... 245
31.
Z o é.................................................................................... 14 7
Ín d i c e s y b i b l i o g r a f í a
Figuras femeninas de la Antigüedad...................................... 2 5 1 Abreviaturas y bibliografía....................................................... 2-85 Indice onomástico..................................................................... 2-97
T E R M I N O S E D E I M P R I M I R EN I OS T A L L E R E S I)E G R A F I N S A , O V I E D O , EN J U L I O D E 1 0 1 I, C C L X X I I A Ñ O S D E S P U É S D E LA P U B L I C A C I Ó N , EN L O N D R E S , DE
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