Imperio Chavin

El Imperio Chaví n Orí genes genes Como se ha dicho bastante atr ás, al algu guno noss de los primeros habitantes de ese bello y sobrecogedor paraje del territorio andino habí an an ocupado la cueva El Guitarrero en Yungay,, hacia el año 7 500 aC 181. gay Mapa Nº 11

Yungay - Chaví n de Huántar - Lauricocha

Rí o Marañón Rí o Santa

Yungay

Chaví n de Huántar

Sechí n

El frijol y el aj í encontrados en la cueva El Guitarrero tienen progenitores silvestres en las vertientes orientales de los Andes. Eso hace presumir que fueron llevados al Calle jón de Huaylas Huaylas desde desde el este, este, desd desdee el área 182 amazónica , rem remont ontand ando o el rí o Marañón. Quizá se encargaron del traslado a Chaví n los descendientes descendientes de los hombres que, que, 10 000 años aC, aC, habi habitaron taron la cueva cueva de de LauriLauricocha, coch a, en la cabecer cabeceraa del r í o Marañón. Al fin y al cabo, cabo, sigu siguiendo iendo las aguas aguas de éste y remontan mon tando do las las de su su afluen afluente, te, el Pac Paccha cha,, se llegab lle gaba, a, en poca pocass jornad jornadas as a pie, pie, de Laur Lauriicocha a Chav í n de Huántar y luego al área donde está ubicada la cueva El Guitarrero. El frijol y el ají hallados en la cueva El Guitarrero son los más antiguos restos de plantas cultivadas encontradas en los Andes. Es decir decir,, los primero primeross chaví n, los hab habita itante ntess de esa área de la cordillera andina, estuvieron ya en ese remoto momento a la vanguardia del avance t écnico. Quizá ellos fueron los primeros en experimentar el tr ánsito de la recolección–caza a la agricultura incipiente. Y quizá por eso, proba probableme blemente nte también, antes que ningún otro pueblo pueblo en los Ande Andes, s, vivieron la gran transformaci ón que supuso el advenimiento de la agricultura intensiv intensiva. a.

Lauricocha

Los remotos antecedentes de Lauricocha (10 000 aC) y de El Guitarrero (7 500 aC) serí an an los hitos y vestigios m ás importantes de una prolongada ocupaci ón territo territorial rial que, en

MUND NDO O E L MU

PRE PR E - INKA:

Los abismos abismos del cóndor • Alfonso Klauer

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creciente y exitosa tecnificaci ón, alumbró, hacia el a ño 1500 aC, la impresio impresionante nante cultura de la que hizo gala el pueblo chav í n. n. Sus mayores logros se concretaron en la agricultura y en las actividades afines: técnicas hidráulicas y conocimientos astron ómico –meteorológicos. Pero tambi én en la arquitectura. La sorprendente habilidad en el trabajo de la piedr piedraa pudo pudo lograr lograrse se,, pre precis cisame amente nte,, porque el éxito en la faena agr í cola cola permitió liberar a muchos muchos hombres hombres de esa tarea, concentrándolos y especializ ándolos en la arquitectura y artesaní a de la piedra. El viejo Castillo de Chaví n –o Templo Temprano como lo denominan generalmente los historiadores 183, y el fa famos moso o Lanz Lanzón de Chaví n, n, resu resultan ltan pruebas pruebas porte portentos ntosas. as.

Primera fase: hegemoní a tecnológica El pueblo chaví n albergó pues en su seno a muchos de entre los primeros destacados arquitectos y constructores, a eximios eximios artesanos lí ticos, ticos, con consum sumado adoss agri agricult cultores ores,, técnicos hidráuli ulicos cos,, esp especi eciali alista stass ast astro ro–hidro–meteorólogos. De otro lado, la presenc presencia ia en Chav Chaví n de 184 Huántar del spondylus permit pe rmite, e, efe efecti ctiva va-mente, men te, col coleg egir ir el alca alcance nce,, con conoci ocimie miento ntoss y habilidad que alcanzaron los especialistas astro–hidro–meteorólogos del pueblo chaví n. El spondylus –o mullu como la denominaron los pueblos andinos l-

nos –como se ha dicho –, es una una concha concha marimarina roja, roja, de gran sensibi sensibilidad lidad térmic rmica, a, con residencia habitual en aguas tropicales. No aparece en las fr í as as costas del centro y sur del Pací fico, fico, pero se aproxima aproxima a las latitudes latitudes de la lí nea nea ecuatorial cada vez que se presenta el fenómeno océano–atmosf érico del Pací fico fico Sur (en su versión “El Niño”). Es Es dec decir ir,, la presencia –o ausencia– del mullu en las proximidades del norte peruano est á directamente relacionada con la proximidad –o le janí a– del fenómeno. La accesibilidad al molusco es pues una clara advertencia de la proximidad de las llu-

Ilustración Nº 7 Lanzón de Chaví n















vias en las costas al sur de la l í nea nea ecuato185 rial . En efecto, desde que los pescadores pescadores y buceadores buceado res en Ecuador capturan las primeras piezas de mullu, hasta que ocur ocurren ren las las priprimeras precipitaciones en las costas subtropicales andina andinas, s, trans transcurre curren n tres o cuatro meses. Y en las temporadas en que el mullu no aflora afl ora,, la sequ sequí a es grave. Todo permite suponer que los m ás calificados especialistas hidro –meteorológicos de Chaví n de Huántar –que al propio tiempo eran sin duda los Sumos Sacerdotes –, fu fuer eron on los primeros en llegar a conocer y desentrañar los secretos que encerraba la presencia del mullu en la proximidad de las costas del norte del Perú. Para mayúsculo asombro de sus coet áneos,, del propio neos propio pueb pueblo lo chaví n y de los pueblos aledaños os,, ell ello o perm permit ití a a los Sumos Sacerdotes del templo–castillo de Chav í n de Huántar conocer, conocer, hasta con cuatro meses meses de anticipación, y con con gran gran certe certeza, za, la presen presencia cia o no de de lluvia lluvias, s, y decid decidir ir el inic inicio, io, pos poster ter-gación o cancelaci ón de la temporada de siembra. Los secretos que encerraba el mullu eran pues valiosí simos simos e inestimable inestimables. s. Y, sin género de de duda, duda, quie quienes nes hab hab í an an logrado desentrañarlo adquirieron un poder igualmente inestimabl inest imable, e, por lo menos menos durante durante el el largo perí odo odo en que el secreto se mantuvo sin ser compartido con otros que no fueran los Sumos Sacerdotes de Chav í n de Huántar. Para los neófito fitos, s, del propio propio pueb pueblo lo chaví n y de los pueblos aleda ños os,, pr prim imer ero, o, y de dell resto de los pueblos de los Andes m ás tarde, sólo una cosa estaba estaba en claro: claro: habí a que adorar y rendir culto al mullu. Así , según se creí a, a más y más devotas devotas plegarias, a más y á lejos y ricos sacri sacrifici fici mejor

mullu se generalizaron entonces en los Andes, habida cuenta de la creencia de que el mullu que llegaba y se adoraba en cada temporada ser í a invariablemente fiel a las plegarias de sus adoradores.

A partir de Chaví n, y en en adelante, en prácticamente todos los pueblos de los Andes, hay evidencias evidencias de la presencia de ejemplares de mullu expresamente llevados cada temporada desde el norte ecuatorial y tropical. Algunos pueblos alejados organizaron incluso equipos especialmente entrenados de corredores que trasladaban miles de kil ómetros uno o más de un ejemplar del molusco “sagrado” y lo poní an an en manos de los especialistas y Sumos Sacerdotes. La asombrosa “bondad del ritual”, primero y durante un largo per í odo, o do, y las las ver ver-dadess del dade del secreto secreto,, desp despu u és, se trans transmit mitier ieron on durante siglos por muchí simas simas generaciones, pueblos y territorios. Ello explica, explica, por ejemplo, que en Wari, Wari, la capital capital del Imperio Imperio Wari, Wari, en la zona cordillerana de Ayacucho –1 000 años después de la caí da da del Imperio Chaví n–, ta tamb mbiién se hayan encontrado restos del dos de spondylus 186. Y que llegara luego a o í dos los “sacerdotes” del Imperio Inka. Ést stos os,, pa pa-ra programar adecuadamente las faenas agr í colas, demandaron insistentemente el mullu. La importancia fue tal que efectivamente se dispuso la formaci ón de brigadas especiales de chasquis “mollo chasqui camayoc ” cuya función era llevar el mullu desde Ecuador al Cusco 187. En uno y otro notable caso, llegando el mullu, lleg llegaba aba la informa informaci ción hidro–meteorológic gicaa requer requerida ida,, o, en su defec defec-to, el elemento central e insustituible del del importantí simo simo ritual propiciatorio de lluvias. Hoy se conoce a ciencia cierta cu án graáficamente extensas son las re-















Sur. Afectan y parecen haber afectado a México en muchas muchas ocasione ocasiones, s, como ocurri ocurri ó con el último gran evento del siglo que acaba de terminar. La Leyenda Leyenda de Naylamp sugiere sugiere que, para los pueblos centroamericanos , la im imp por or-tancia mí tica tica de los grandes caracoles marinos como el spondylus habrí a sido remotí sisima. Y, aunque para un per í odo odo muy posterior, ello quedó abso absolutam lutamente ente en evide evidencia, ncia, por ejemplo, ejemp lo, cuan cuando do en la gran ciudad ciudad azteca de Teohituacán que conquist ó Hernán Cortés, se encontró hasta dos grandes talleres de conchas marinas 188.

¿Fueron los pueblos de M éxico los primeros en desentra ñar la relación entre el spondylus y el fenónemo océano–atmosf érico del Pací fico fico Sur? ¿Llegaron esos secretos a los Andes a trav és de los sechí n? Son concluyentes las evidencias del extraordinario avance técnico que en su tiempo alcanzó el pueblo chaví n. Y a diferencia de sechí n, pudo preci preciarse arse,, apare aparenteme ntemente nte al al menos, de haber haber logrado un alto desarrollo culcultural y material en un clima apacible. El personaje representado en el afamado “lanzón de Chav í n”, si bien bien tiene tiene expre expresi sión fier fi era, a, es esttá desa desarmado rmado,, en elocuente elocuente testimo testimo-nio del carácter pací fico fico que en ese per í odo odo ostentaba dicho pueblo y que retrat ó el artista (ver Ilustración N° 9 que se muestra m ás adelante).

ví a Caraz–Moro–Nepeña. Similar fenómeno ocurrí a un poco m ás al no nort rte, e, en el el paso paso Caraz–Huallanca–Chimb Chimbote. ote. Y, por supuessupuesto, en el camino camino Huara Huarazz–Pariacoto–Casma. Gráfico Nº 28

Expansión Sechí n - Chaví n

Rìo Marañón

Rìo Santa

Chaví n

Sechí n

a c h c u P . R

Aunque con distinta modalidad, sechí n y chaví n se fueron expandiendo hasta que tuvieron una frontera común: la Co Cord rdil ille lera ra Negra.

A partir de ese momento la expansi ón de cualquiera de ellos ten í a que pagar el precio de la confrontación. Para ambos era indispensable resolver favorablemente el enfrentamiento . Ninguno de los dos podí a imaginar continuar su expansi ón por los f értiles valles costeños sin liquidar el poder del otro: ésa era la única manera de asegurar la retaguardia.

Por las abras, abras, cada vez vez que uno uno de ellos intentaba inten taba cruzar cruzar la cordille se topab

Durante un largo per í odo odo inicial la confrontación habrí a favorecido a los sechí . Las















Ilustración Nº 8 - 9 Ví ctima ctima de sechí n – Detalle del Lanzón

Fuentes: – Kauffmann, Manual... Manual...,, p. 176. – Kauffmann, Manual... Manual...,, p. 257.

viados con ropas que los diferencian con claridad: rid ad: uno unos, s, con una una suert suertee de breve breve panta panta-lón, son los guerr guerreros eros triunf triunfantes antes,, los sechí n; los otro otros, s, sus ví ctimas. ctimas. Todo parece indicar que las v í ctimas ctimas –tal y como fueron vistas por los artesanos sepeculiar postura chí n–, con los brazos en una peculiar y ataviados con un tambi én caracterí stico stico faldón, eran los habitantes del pueblo pueblo chaví n. Porque esa peculiar postura de los brazos y el caracterí stico stico faldón (que hemos destacado en los gráficos) están también presentes en el

Esas dos notables coincidencias no pueden considerarse una simple casualidad. Parece re ce,, más bien, la evidenc evidencia ia de que las notanotables ví ctimas ctimas que los sechí n registraron en sus piedras eran pues sus m ás connotados rival ales es:: lo loss chaví n. El sistemático enfrentamiento y el adverso resultado que durante largo tiempo experime ri ment ntar aron on,, po podr drí a explicar que los chaví n mantuvier mant uvieran an reserv reservado, ado, a buen buen recau recaudo, do, tras la cordillera cordillera Blanca, Blanca, su centro centro administratiadministrativo–ceremonial más impo import rtan ante te:: Ch Chav aví n de















eventuales alianzas militares de los chaví n con otros pueblos dominados por los sechí n, graves errores estratégicos de ésto stos, s, ca catac taclis lis-mos,, epi mos epidem demias ias,, des destru tructi ctiva vass llu lluvia viass tor torren ren-ciales precipitadas por el fen ómeno océano–atmosf érico del Pací fico fico Sur Sur,, etc etc., ., fue fueron ron quizá, tod todas as ella ellass o alguna algunass de ella ellas, s, las rarazones que se habr í an an confabulado contra los sechí n. Lo cierto es que en las proximidades del año 1500 aC el poblado central de Sech í n resultó destruido, siendo muy probablemente exterminado el grupo dirigente, dirigente, alcanzando a sobrevivir la población campes campesina, ina, y sin sin dududa mayoritariamente femenina. Más de un indicio –como ya hemos advertido anteriormente–, permi permite te supon suponer er que que los sobrevivientes sechí n se exparcieron en gran parte del territorio andino. Como es obvio, la avalancha avalancha chaví n cayó desde la cordillera. Algunos indicios permiten incluso hacer hacer la conjetura conjetura de que, entre las distintas rutas de que dispon í an, a n, hab abrrí an an bajado por la ruta Conococha – Pativilca (por donde hoy llega la carretera m ás importante al Callejón de Huaylas) Huaylas),, corta cortando ndo en cu cu ña a la población sechí n, y lanzándola –como lo sugieren muchas de las evidencias que habremos de ver repetidamente– en una complicadí sima sima y vasta di áspora. Ello explicarí a que el grueso o una parte muy considerable del campesino pueblo seprecipitadamente hacia el norte, chí n, huyera precipitadamente tanto a los valles de La Libertad como de Lambayeq Lamb ayeque, ue, para a la postre postre termina terminarr fusionánd ndos ose, e, aq aqu uí con los mochica y allá con los moche, y dejando dejando en ambos ambos una una huella huella imperecedera. Mas estando en esos territorios muchos pudieron refundirse tras la cordillera, en los alles interandinos interandinos de

Y explicarí a que un grupo eventualmente minoritario huyera en dirección su sur, re refu fu-giándose en distintas partes del camino, entre los limas, los paracas, los nazcas, y apa apare renntemente incluso a ún más al sur. Y ésto a su vez ayudar í a a explicar cu án recurrentes son las imágenes de cabezas –troía feo en los mantos paracas y en la iconograf í valle medio medio del del rí o nazca. Pero además, en el valle Majes, Maje s, en Toro Muerto Muerto –en el camino entre Nazca y Tiahuanaco –, ha hay y tamb tambiién un petrogligo de un “hombre con cabeza –trofeo” 189. ¿Llegaron finalmente desde Nazca algunos sechí n al Altiplano de Tiahuanaco? ¿Llegaron en todo caso mucho m ás tar tarde de,, aq aqu uí y allá, a través de la sangre de sus descendientes?

La toponimia en la historia Miloslav Stingl nos recuerda que fue el arqueólogo peruano Julio C. Tello qui én “descubrió que el nombre [Chav í n] n] procedí a 190 de un idioma del Caribe ” . Si fueron los sechí n quienes trajeron ese idioma idi oma,, hab habrrí an an sido ellos ellos,, ento entonces nces,, quien quienes es bautizaron a sus rivales cordilleranos como “chaví n”. Ése no habr í a sido pues como veremos más adela adelante nte,, ni el prime primerr ni único caso en la historia en que el gentilicio de un pueblo le fue dado por otro. Pues bi Pues bien en,, qu quiz izá más que ninguna otra espec es pecial ialida idad, d, pod podrr í a ser la lingüí stica stica la que mejores luces termine de dar sobre la eventual diáspora de los sechí n en el territorio andino. En el intento de dise ar una primera hi-

















bres de poblados –pero también de culturas y gentilicios– en los que est án presentes la “ch”, “x” y su equivalente “ j”, y las las termi terminanaciones en “pe” y “que”, que pare parecen cen cara caraccterí sticas sticas de la lengua “muchik ” de los chimú, que conjet conjeturamo uramoss fue tambi también la lengua que trajeron del sur de M éxico los sechí n.

¿Qué representa en términos lingüí sticos sticos –nos preguntamos– la reiterativa presencia del sonido de la “ch” en se –chí n, cha –ví n, –ca y chi – –mú, pe pero ro ta tamb mbiién mo –che, mo –chi – en Chan –chan, est esto o es, es, pre precis cisame amente nte en los nombres de mayor significación en la historia del norte antiguo del Per ú, y en en muc much hí sisi –lete y Chil – –cal mos otros del áre rea, a, co como mo Chi – 191 –el remoto nombre de Paita ?

¿Y en Cahua –chi la capital de los nazcas , chan –ka y Chin –cha, así como en muchos otros nombres de importancia de la historia del sur del Perú?

¿Será una simple coincidencia que dicho sonido esté también presente en muchos de los más emblemáticos nombres de la historia de Centroamérica, como Te –noch –titlán y –chen –itzá? ¿Pero además en los de alguChi – nas de las comidas m ás caracterí sticas sticas de ambos territo territorios: rios: cebi–che y chil–ca cano no,, aq aqu uí , y en–chi–la lada das, s, al alllá? Otro tanto puede decirse para el caso del sonido de la “x”, pres presente ente en Centro Centroam américa é– xi t Oa T M é–

nombres respectivamente de los últimos kurakas prehispánicos de Huaura y Yauyos 194 . Y en Ma–xouri (nombre ya desaparecido en la toponimia del valle valle de Chala, en la costa de Arequipa). Por lo demás, Lin Linare aress Málaga nos recuerda que el nombre de la etnia Tiahuanaco de los pacajes, antig antiguame uamente nte se escri escrib bí a paca – 195 xes . Y Cieza de León también escribí a Xauxa en vez de Jauja 196. ¿Tendrí an an acaso el mismo origen nombres como Ca –jas, Ja– yanc nca, a, Ju–ní n, n , po porr eje ejemp mplo lo,, u otr otros os de lo loss que figura figuran n en el mapa mapa del Anex Anexo o 5, en la página siguiente? ¿También pues una simple coincidencia? A su turno –como veremos–, el so soni nid do “que” parece tener mucha relaci ón con el fonema “ec ”. Aqué l está presente en étaro Tla –que – pa –que y Que –r é t aro, en México; y en Que –recotillo, Que –recoto y muchos más, incluyendo que –chua, en el Pe Perrú. A su ve vez, z, la termin terminaci ación “ec” está presente en Ala –ec –nombre genérico de grandes caudillos moche 197 y en Aia Pa –ec, dios moche de grandes colmillos 198. Pero también –lec personaje mochica representado en Apur en Batan Grande 199, per pero o asimism asimismo o nombre nombre de un desaparecido centro poblado mochica 200 . Y está también en Fempe –ll llec ec,, no nomb mbre re del supuesto último descendiente conocido de Naylamp 201. Y en Yampa–llec, í dolo dolo mo202 habrí a dechica del que seg ún Del Busto





























nación del mismo idioma?– que se habló entre mochicas y moches: el sec. Y nada menos que en el viejo nombre de los famosos geoglifos de Nazca: seque (“camino religioso” –según el afamado arqueólogo peruano Toribio Mejí a Xesspe 203 ). Por último según referencias orales que hemos recibido de un reputado notario camanejo 204, los dos dos poblados poblados de antiqu antiquí simos simos pescadores –changos (“muchachos”, en México 205)– de la costa costa de Arequipa, que hoy se denominan Chu –le, un uno o en en Oco Ocoña y el otro en Camaná, se hab abrrí an an llamado en realidad Chu –lec. Pues bien, ¿será también una simple coincidencia que en el área del sur de Méxi xico co,, en torno a Oaxaca –de donde presumiblemente migraron los sechí n, esté tan reiterativa reiterativamente mente presente la misma terminaci ón “ec”: Teote – pec, Omete – pec, Zacate – pec, Jamilte-pec , Tutute – pec, Tehuante – pec, Ixte – pec, Suchixte – pec, et etc. c.?? Per Pero o est está también en el emblemático nombre Chapulte – pec. ¿ Y tendrá acaso el mismo origen el paradigm ático nombre inka Pa –cha –cu –tec? Por su parte parte,, la termina terminaci ción en “pe” de Motu – pe, Mocu – pe, Su – pe, Tu – pe, Sunam pe, y del del rei reite tera rado do Guadalu – pe, etc.; aún cuando no muy presente en M éxi xico co,, lo es esttá en el que parece original Guadalu – pe, así coYogo

presente en innumerables nombres y top ónimos del Perú como Moque –gua, Gua –dalu pe, Huan –cayo, Huan –cavelica , Huá–nuco, Huán –tar , Huas –car án, Huan –doy, Hua yanca , Luna –hua –ná, o Hua –capuy; y a su vez en Gua –najuato, Gua –dalajara , Nicaragua, Mana –gua, Teoti–hua–cán, Coa –hua yana, Tamia –hua, Hua – juapán, Te –hua –cán, etc.,, en Centr etc. Centroam oamérica.

¿Responderá además a la misma razón el legendario nombre inka Gua –nacaure? ¿Y el Tia a –huano menos importante nombre kolla Ti naco o Ti Tia a –gua –naco –como escribió Cieza de León– 206? ¿O los de Hua – yna o Gua – yna – pa o Cápac y sus hijos Huás –car y Ata –hual – – pa? ¿Y el del propio Gua –mán Ata –gual – Poma?

Como todas ésas sas,, mer merece ecen n tam tambi bién ser analizada anal izadas, s, por ejempl ejemplo o y entre entre otras, otras, la parpartí cula cula “ya”: del Ma – ya, Ya –lalag y Cela – ya centroamericanos; centroamer icanos; y Ya Ya–után, Ya–uca, Yau-ri, Ya–na naoc oca, a, A–ya–cuch cucho, o, etc. de los Ande Andes. s. Como puede apreciarse, las coincidencias coincidencias son numéricamente abrumadoras. Pero lo son aún m ás por el hecho harto mostrado de que en muchos de los nombres se dan hasta dos de los sonidos a los que se ha pasado revista. Mal podrí a extrañar que que en Ecua Ecuador dor,, inmediatamente al norte del Per ú, se dier dieraa otro otro tanto. Sea por influencia llegada desde el















Por su su parte, parte, en Boli Bolivia, via, es funda fundamenta mentallmente en las áreas circunlacustres de La Paz, Oruro y Potosí , allí donde hubo mayor impacto de Tiahu Tiahuanac anaco, o, dond dondee se encuentran encuentran reiteradam reiter adamente ente nombre nombress como: como: Acha Achacach cachi, i, Viac iacha, ha, Cha Chara raña, Chall Challapata apata o Machaca Machacamar mar-ca; Tequ equeje eje,, Laj Lajoy oya, a, Caj Cajuat uata, a, Chiñijo y Tari ja; Huat Huata, a, Curah Curahuara, uara, Huan Huanun uní y Guarina; así como Yaco. En el norte y centro centro de Chile, fina finalment lmentee encont enc ontram ramos, os, Chi Chile le mis mismo, mo, Chu Chuqui quicam camata ata,, Chañar aral al,, Ch Chil illlán o Chaca; Iquique; Juncal; Quill Qu illag agua ua,, Pi Pisa sagu gua, a, Ac Acon onca cagu gua, a, Ra Ranc ncag agua ua,, Colchagua, Talcahuano o Huara; Huara; y Oyahue. Sorprendenteme Sorprende ntemente, nte, aunq aunque ue casi casi sólo la sí laba laba “gua”, se prolonga prolonga hasta hasta Paraguay Paraguay,, donde además aparece en Guaran í , Gu Guac acha hall lla, a, Iguazú o Guaira; Guaira; y, por último, en Uruguay Uruguay.. En el caso de Venez Venezuela uela,, resu resulta lta obvio obvio que la proximidad de su costa atl ántica con la de M éxic xico, o, con contrib tribuir uirí a a explicar la presencia de nombres nombres como: Machiques y Tachira; Par arag agua uana na,, Ch Chur urug ugua uara ra,, Ac Acar arig igua ua,, Ar Arag agua ua,, Guárico y Guaira; Cojedes y Guajira; o Yaracuy rac uy,, etc etc..

¿Puede considerarse una simple casualidad que todas esas part í culas culas estén mucho menos presentes presentes en el sur de Chile, Chile, y virtualmente ausentes en el oriente de Colombia, sur de Venez enezuela uela,, en Urugua Uruguay y, Arge Argentina ntina y Brasil?

Como bien se sabe, no es nueva nueva la teor teor í a aloctonista que postul ó la existencia de un impulso u origen externo de la cultura andina, de proc proceden edencia cia marí tima tima y centroamericana. Hace bastante m ás de medio siglo la postuló el antropólogo alemán Friedrich Max Uhle. Según él, inmig inmigrante rantess venidos venidos del del norte, llegaron por mar a la costa andina trayendo consigo el maí z, z , te text xtile iles, s, al alfa fare rerrí a, a, orf orfebr ebrer erí a aurí fera, fera, cono conocimie cimientos ntos agr agrí colas, colas, la práctica de enterrar cabezas solas separadas del cuerpo, la técnica de construcci ón con ladrillos secados seca dos al sol sol (adobes), (adobes), etc. Éso –a nuestro juicio– es lo sustantivo de dicha teor í a. a. Resultando accesorias las hipot éticas precisiones de Uhle sobre el ingreso de los migrantes al Perú por Ica –o como también podrí amos amos suponer por Casma y/o Moche –; y si portaban o no espec í ficamente ficamente la cultura Maya –u otra mucho más antigua–. Dicha teorí a fue ardorosamente rebatida por Jul Julio io C. Tell ello, o, el célebre médico 207 y “padre de la arqueologí a peruana”. De allí en más pasó casi tres décadas en el olvido. No obs bsta tan nte te,, más tarde como lo recuerda Del Busto 208, fue retomad retomadaa por el afamad afamado o ararqueólogo peruano peruano Federico Federico Kauffmann Kauffmann,, cuyos sólidos argumentos no tuvieron sin embargo mayor acogida. Casi inmediatamente después fue replanteada por los arque ólogos norteamericanos















la tan debatida hipótesis tiene hartos merecimientos para volver a ser desempolvada y puesta a prueba. Hoy se cuenta con m ás y mejores técnicas que antes para ello. Pero tanto o más importante que el instrumental teórico y técnico a utilizar utilizar,, será el despojarse de prejuicios y del pernicioso chauvinismo anticientí fico fico que tanto daño hace a la ciencia y, en partic particular ular,, a la Histo Historia. ria. Cierto es sin embargo que la concluyente derrota de los sechí n dejó a los chaví n la ruta libre para su expansi ón por la costa. Sin duda el pueblo chaví n jugó un rol importante en la caí da da y liquidación de los sechí n. Mas no debió ser el único que luchó contra éstos. Por tant ta nto, o, ha hab bí a otros pueblos con quienes compartir el mérito y el enorme prestigio que se derivaban de la sonada victoria. Es posible posible conc concluir luir,, sin embar embargo, go, que los los dirigentes del pueblo chaví n lograron monopolizar el mérito de la liquidación de sechí n. Es probable que lograran ingeni árselas para persuadir y convencer a los pueblos vecinos que un poder extraordinario y sobrenatural los acompañaba. En todo caso, caso, con el omnipotente omnipotente y mágico mullu entre las manos –y sus secretos de por medio–, ya era suficientemente asombrosa la capacidad de los l os Sumos Sacerdotes chaví n para predecir certeramente la presencia o no de lluvias.

–y que seguramente ellos empezaron autoatribuyéndose–, tení a mucha correspondencia con sus efectivos y magn í ficos ficos conocimientos agrí colas colas,, ast astron ronómic micos, os, met meteor eorol ológicos, hidrául ulic icos os,, ar arttí stic s ticos os,, ar arte tesa sana nale les, s, de cons cons-trucción, et etcc. Bajo todas esas circunstancias, circunstancias, es posible posible imaginar a los pueblos que con gran violencia habí an an sido sojuzgados por los sechí n, volcarse a rendir culto a los l os dioses del pueblo hasta pleite pleitessí a a sus generales. chaví n, y hasta Así , el centro centro religioso religioso y ceremonia ceremoniall de Chaví n de Huántar pasó a ser ser, en adel adelan ante, te, foco de atenci ón e interés para los habitantes Gráfico Nº 29

Área de influencia inmediata de Chaví n Sechí n

Chaví n

de un área cada vez m ás grande del territorio andino.

















territorio de los Andes. Corrí a por entonces, aproximada aprox imadament mente, e, el año 1200 aC. Respecto de los pueblos que fueron dominados nad os,, el pue pueblo blo chaví n, y en part particu icular lar sus sus dirigentes, dirige ntes, pasa pasaron ron a constituirs constituirsee en lo que Toynbee denomina “minorí a creadora” 211. Exhibiendo un gran despliegue t écnico objetivo, tiv o, y supuestos supuestos asomb asombroso rososs poderes poderes “sobrenaturales”, la “minorí a creadora” chaví n habrí a logrado ganarse la adhesi ón y sumisión voluntaria de muchos de los pueblos vecinos. La “minorí a creadora” chaví n puso a disposición de los pueblos sus vastos conocimientos técnicos. Tambi én les permitió compartir la bondad y omnipotente protecci ón de sus dioses. Rec í procamente procamente,, los pueb pueblos los se convirtieron en tributarios de Chav í n. n. Así , Chaví n de Huántar empezó a recepcionar importantes volúmenes de excedente que aportaban porta ban los los pueblos, pueblos, ya en especie especiess o en fuerza de trabajo. Y los dirigentes chaví n se vieron, viero n, casi de impro improviso viso,, admin administra istrando ndo recursos en cantidades que nunca antes habr í an an

Grandes y peque ños pueb pueblos, los, cien cientos tos de ayllus , en un área de aproximadamente 300 000 kilómetros cuadrados 214, caye cayeron ron bajo la fascinación que les produjo la “minorí a creadora” chaví n. Tallanes, en Piu Piurra; mochicas , en Lambayeque; moches, en La Lib Libert ertad; ad; cajamarcas, en Caj Cajama amarca rca;; huancas, en el vall vallee del del Mantaro; tarmas, en las las inme inmedia diacio ciones nes de éste; limas y yauyos, en la costa y cordillera cordillera de Lima, Lima, res respec pecti tiva vamen mente; te; icas, en Ica; y chankas, en Ayacu yacucho, cho, entre otros otros,, recib recibieron ieron el impacto de la oleada tecnol ógica y religiosa que exportaban los chaví n y con las que los subyugaron.

Las barreras idiomáticas no fueron ningún obstáculo. Quizá una poblaci ón de hasta 400 000 personas particip ó protagónicamente, de una u otra otra manera, manera, al surgimien surgimiento to y consolidación del primer imperio de los Andes. Antes de la expansi ón imper imperia ial, l, Ch Chav aví n 215 de Huántar era ya un centro urbano . Ciertament tam ente, e, peq peque ueño en área y poblaci ón pero















depósitos donde guardar las ofrendas y tributr ibutos, y donde donde reunir reunir los insumos insumos neces necesarios arios 219 para la producción . Sin duda, duda, esos mismos mismos miles de peregrinos de los diversos pueblos andinos contribuyeron contribuyeron con su trabajo a la l a ejecución de tales obras. Uno de los juicios de que fue objeto la primera edición de Los abismos del cóndor fue precisamente suscitado por la novedosa inclusi ón de cuadros numéricos de lo que reiteradamente definimos (en aqu élla y esta edición) como evolución probable de la población andina. No se les concedió valor el hipotético que explicitamente tení an. an. Ni se reconoció –como se dijo en aquélla ocasión y se repite en ésta– que la importancia de las cifras no era otra que la de ofrecernos “órdenes de magnitud”. Arbitraria y erróneame neamente, nte, en cambio cambio,, los cr í ticos ticos atribuyeron a nuestras cifras “valor estadí stico stico” (que el autor de este libro sab í a y sabe que no tienen). Así , la histor historiado iadora ra peruan peruanaa Liliana Liliana Regalado de Hurtado afirmó que el libro aparece con “cuadros estadí sticos, sticos, sin que tengamos tengamos idea de dónde se ha obtenido cálculos tan precisos...” 220. Los crí ticos, ticos, sin embarg embargo, o, pud pudier ieron on hacers hacersee una idea. Porque en el texto original (pp. 10 11) expl í cita cita

Resulta sin embar Resulta embargo go asombroso asombroso,, por decir decir lo menos,, que la autocr menos autocrí tica tica no aparezca por ning ún lado, ni complaciente ni severa, severa, cuando los propios historiadores hacen afirmaciones rotundas como la que reiteramos de J.A. Del Busto: “el vasto templo no responde a la poblaci ón de la comarca ”. Si se desconoce la magnitud poblacional de Chav í n, n, cómo se puede afirmar y aceptar que esa poblaci ón era menor que la que correspond í a a la magnitud del templo. Cómo.

í a tradicional tiene que admitir que La historiograf í una de sus omisiones m ás clamorosas viene siendo precisamente la de los cálculos y aproximaciones cuantitativas, cuantitativa s, pero en asuntos efectivame efectivamente nte relevanrelevantes: te s: de demo mogr graf af í a, a , pr prod oduc ucci ción, es esti tima maci ción de excedentess gener dente generados, ados, estim estimaci ación del costo o monto de los excedentes que los pueblos andinos destinaron a gasto y a inversión, etc. Esos y otros cálculos pueden hacer valiosas contribuciones para un conocimiento m ás adecuado de nuestra historia. Pero tanto o más importante que saber si las magnitudes del Templo correspondí an an o no con la población de la comarca, comarca, es advertir advertir,, con el dato dato de la probable población domi domina nada da,, cuántos hombres podí an an ser reclutados para las obras que decidí a emprender el poder poder imperial, imperial, y cuántos eran los tributarios en general. Así , a partir de la cifra cifra de 400 000 probable probabless habitantes del Imperio Chav í n, n, pue puede de coleg colegirs irsee que















de muy distinto género, que seguram seguramente ente los especialistas chaví n se encargaban de recopilar. Chaví n de Huántar se convirtió pues en un punto de convergencia de bienes materiales, de inform informaci ación y de conocimientos de la más diversa í ndole ndole 223. La evidencia de uniformidad y homogeneidad cultural que se oper ó durante ese perí odo odo en los los Andes, Andes, permi permite te concluir concluir,, sin embargo, barg o, que los peregri peregrinos nos regresab regresaban an a sus tierras habiendo concretado un valioso intercambio.

recibiendo y difundiendo recibiendo difundiendo,, jugó pues un decisivo papel de vaso comunicante. Las evidencias de difusi ón en el vasto territorio hegemonizado son m últiples. La simbologí a chaví n está presente en los templos de Pac Pacop opam ampa pa,, Co Cond ndor orhu huas asii y Udim Udima, a, en Cajamarca. En la cer ámica y joyas de oro de Chongoy Chon goyape, ape, en Lambaye Lambayeque. que. En En los mumurales de Caballo Caballo Muerto, Muerto, en Trujillo Trujillo,, y de Garagay rag ay,, en Lima. Lima. Así como en las telas pintadass de Paracas tada Paracas,, en Ica.

Obtení an, a n, ci cier erta tame ment nte, e, y por por ej ejem empl plo, o, importante información en torno a algunos de los secretos de la meteorolog í a (léase el mullu y su relación “mágica” con las lluvias). Pero también nuevos conocimientos agr í cocolas e hidráulicos. Aprendí an an nuevas técnicas para el trabajo de la piedra. Conoc í an an de novedosas modalidades de cer ámi mica ca,, te text xtil iler erí a y pintura.

Chaví n contribuyó asimismo a perfeccionar las t écnicas de irrigación. Difundió e incrementó el cultivo del maí z, así como el uso de la papa y de la carne de llama en la dieta alimenticia. Propició la producción organizadaa y uniforme de bella cer ámica. En organizad la actividad textil difundió el uso de la pintura, incre increment mentó el uso del pelo de cam élidos y, a través de la utilizaci ón de telare telares, s, esta estandandarizó el tamaño de las telas.

Es de deci cirr, Ch Chav aví n de Huántar se constituyó además, en polo central central de difusi difusión cul-

En la arquite arquitectura ctura,, propi propici ció el uso combinado de las distintas formas que se hab í an an ve-















(o, me (o, mejo jorr, el proto –quechua). Algo más adelante,, sin embar lante embargo, go, habre habremos mos de ahond ahondar ar en en la presentación de esta hip ótesis. Porque mal harí amos amos en afianzar esa estela de silencio que s ólo ha contribuido a dar forma a una de las distorsiones m ás grandes grand es de la historia historia andina: andina: atrib atribuirle uirle a la postree al Imperi postr Imperio o Inka, Inka, gratu gratuita ita y erróneament me nte, e, y entre entre much muchos os otro otros, s, es esee “mérito”, que no le corresponde. Allende las fronteras que alcanz ó este primerr imperio de los Ande prime Andes, s, y aun cuando cuando no cayeron directamente bajo su hegemon í a, a, el pueblo inka del Cusco y los kollas del Altiplano no pudieron resistir la influencia de su imperial y poderoso vecino.

tecnol ógic gica. a. Sin emb embar argo go,, es esaa min minor orí a particularr los dirigente dirigentes, s, no estuestuchaví n, y en particula vieron dispuestos a perder los beneficios –y privilegios– de que hab í an an estado usufructuando. Gráfico Nº 30

Detalle Cronológico (1 500) - (1 000) (1 000) o ñ

A

Imperio Chav í n

(1 200)

(1 400) Naci ón Chimú Chimú

Segunda fase: hegemoní a militarista

Nación Chaví n Chaví

Nación

Naci ón

Lima

Ica

Nación Ckanka

Nación

Nación

Inka

Kolla

Así –tal como razona Toynbee refiri éndose a acontecimientos similares acaecidos en otras latitudes–, la “minorí a creadora” chaví n se transformó en “minorí a dominante”. Careciendo ya de razones objetivas para mantener su posici ón privi privilegi legiada, ada, acu-















Mapa Nº 12

El Imperio Chaví n Chaví n

Chaví n de Huántar

Pueblos dominados Huaraz Recuay Pescadores del Santa Sechines Paracas (icas) tallanes cajamarcas mochicas moches limas tarmas y huancas chankas icas Pueblos independientes huancavilcas cañaris nazcas inkas kollas Pesc-agric. del sur

para preservar sus privilegios. La “estela Chaví n” y las cabezas clavas pertenecen –y no por simple casualidad –, pr prec ecis isam amen ente te a

enemigos vencidos, que muy muy probablemente probablemente no eran sino los m ás rebeldes de los dirigentes de los pueblos dominados –, so son, n, a su su tur tur-no, evi evidente dente repre representa sentaci ción de decapitaciones. Desfilar triunfalmente y decapitar a sus enemigos derrotados debieron ser escenas con las que estuvieron familiarizados los pobladores chaví n en esta etapa de la historia. Y muy significativamente habr á de ser esa imagen de cabezas cercenadas una de las m ás

Ilustración Nº 10 Recreación y Estela Chav í n

















Ilustración Nº 11 Cabezas clavas de Chav í n

Fuente: Preincaico,, p. 97. – J.C. Tello, en Del Busto, Perú Preincaico

extendida exte ndidass en sus sus dominios dominios:: cont contribu ribuí a sin

andino andi no,, no so son n sólo e incuestionablemente una prueba de que los pueblos las asimilaron y asumieron asumieron como propia propias, s, dura durante nte la priprimera fase fase imperial. imperial. Son, también, el test testimo imo-í sica nio de la presencia f í sica de las huestes y representantes imperiales chaví n –los primeros y más antiguos mitimaes militares de los Andes–, destacados a concretar concretar el proyecto imperial de dominaci ón y saqueo de la segunda etapa. A consecuencia de la hegemon í a militar sobree un espac sobr espacio io territoria territoriall tan amplio amplio,, el pueblo chaví n experimentó a lo largo de sus últimos siglos importantes transformaciones. Por lo pronto, pronto, el conjunto de sus intereses se se modificó susta sustancial ncialmente mente.. En efecto efecto su li-















dirigente en Chaví n de Huántar multiplicó sus intereses con la apropiaci ón, po porr lo lo memenos de una parte, del excedente excedente que que aportaban los pueblos sojuzgados. Todo el pueblo chaví n usufructuó también de beneficios materiales. Directamente, a través del mayor abastecimiento que provení a de los pueblos sometidos. sometidos. E, indirectamente, aprove aprovechando chando los beneficios beneficios del del crecimiento y embellecimiento de su propio territorio: rritori o: camin caminos, os, cana canales les y almace almacenes; nes; templos y palacio palacios, s, etc. A expensas de la poblaci ón agrí cola cola y rural, rur al, la pob poblac laciión no agrí cola cola y urbana del pueblo chaví n creció seguramen seguramente te en propor-

grupo de pobladores chaví n que habí a sido destacado a controlar y administrar al pueblo sometido. Además del tributo en especies, los pueblos, pueb los, en su su propio propio territorio territorio,, debí an an traba jar –en faenas agr í colas colas y de construcción de viviendas y murallas– las tierras que les habí an an sido expropiadas. Y en las tierras sobre las que mantení an an posesión no tení an an siempre libre disposición: el Imper Imperio io Cha Chav ví n decidí a qué se sembr mbrar ar,, cómo y dónde se construirí a el nuevo nuevo canal de riego, etc. La producción agrí cola cola y ganade ganadera, ra, en las tierrass de libre usufructo, tierra usufructo, cont continu inuó revistiendo su forma forma comunita comunitaria ria ancestra ancestral: l: el ayni. Mas apareció una nueva obligaci ón: la mita. Es decir, decir, el trabajo comunal por disposici disposición















Huántar 227, qu quee la la pr práctica social de los pueblos de la antig üedad ha demostrado que fue posible realizarlas s ólo mediante el esfuerzo de esclavos 228.

cómo, de un un gran gran número de pueblos que florecí a contemporáneamente con Chaví n hacia 1500 aC, en los casi casi mil años siguientes s ólo floreció es este, te, al pre precio cio de “apagar ” a todos los demás.

Gráfico Nº 32

El Imperio Chaví n, pues, frustró y liquidó, tem tempor poralm alment entee al menos, menos, el fruct fructí fero fero proceso descentralista que se hab í a estado dando en los los Andes, instaurando por por primera el más nefasto centralismo. Y los grandes excedentes que generaba la agricultura en el territorio territ orio andino andino no disminuye disminuyeron, ron, sino que que fueron a parar todos a manos del poder hegemónico.

Proyectos Nacional e Imperial y transferencia de riquezas s a z e u q i R

n í h a v C l i a p e r m i t o y e c c o r P

Ganancias de la conquista

Riqueza transferida

A despecho de que formara o no parte del















Sin embargo, embargo, in invar variable iablemente mente todos todos los imperios, imper ios, pisot pisoteand eando o esas esas verdad verdades, es, y empiempinándose sobre la fantas í a y la sobe soberbi rbia, a, mañosamente han enarbolado como una de las mejores herencias de sus conquistas la divulgación de “su” idioma entre los pueblos dominados. Y el hecho de que en los textos de ía tradicional historiograf í tradicional,, de manera manera virtualvirtualmente unánime, se haya admitido admitido y aceptado aceptado esa trampa, trampa, pero sacraliz sacralizándola hasta presentarla como un “mérito”, no con convie vierte rte a éste en tal, ni al embuste embuste en verdad. verdad. El idioma del pueblo hegemónico, más aún si el proceso de dominaci ón es largo, inexorablemente inexorablemen te se difunde pero por razones distintas a la de su falaz y pretendido mayor

los pueblos sojuzgados pronto aprenden que la única manera de conseguir aunque fuera algunos peldaños de ascenso social es hablando blan do la lengua lengua del conquistad conquistador or.. Y, (f) porque porq ue sin sin ningun ningunaa duda, duda, s ólo hablando el idioma del conquistador puede asimilarse bien el cúmulo de elementos culturales nuevos que lleva sus dominios.

¿Tenemos derecho a presumir que los pueblos dominados por Chav í n escaparon a ese esquema? No. Porque nada hay en la historia andina que insin úe siquiera que los pueblos de esta parte del mundo eran sustancialmente diferentes a los de otras latitudes. Y quee haga qu haga pre presu sumi mirr, en con conse secu cuen enci cia, a, qu quee aquí se dieron fenómenos profunda y cualita-















traron los conquistadores espa ñoles en el siglo XVI. Y se sustenta adem ás en los valiosos, lioso s, aunq aunque ue muy muy poco poco difundid difundidos, os, apor aportes tes del reputado lingüista peruano Alfredo Torero 229. Permí tase t aseno nos, s, si sin n em emba barrgo go,, de deja jarr el desarrollo de esa hip ótesis para cuando enfrentemos el análisis del Imperio Inka en Tahuantinsuy ahuantinsuyo: o: el c óndor herido de muerte .

El colapso del imperio A despecho del sue ño de sus mentores y

criminatoria. criminator ia. En efec efecto, to, una parte del excedente de producci ón era apropiada y consumida por el kuraka del pueblo sometido. Y otra parte fluí a para ser consumida por la élite hegemónica. Así , en los pueb pueblos los some sometidos tidos,, entre el kuraka local y el poder hegem ónico externo fue apareciendo un com ún deno denominad minador: or: sus intereses crecí an an a expensas de los del trabajador. En esa alianza impl í cita cita se irí an an exacerbando los afanes autonomistas que cada vez m ás, en ento tonc nces es,, ad adqu quir iriirí an an mayor envergadura. 2) De otr otro o lado, lado, la riqu riqueza eza que los pue pueblo bloss sometidos transfirieron al pueblo chaví n sólo podí a tener dos formas de uso con-

















tambié n minando paulatinamente la fuerza hegemónica. Y no dejan de ser harto significativas otras evidencias. Se ha compr comproba obado, do, por ejem ejemplo plo,, que mie mienntras las poblaciones pobres de Chav í n de Huántar –los esclavos y los servidores de la élite– comí an an carne de auqu énidos viejos vie jos dur duras, as, mag magras ras y de de meno menorr valo valorr

Sin embargo, embargo, al cabo de siglos de iniciada la dominación milita militarista, rista, much muchos os de los representantes imperiales en los pueblos sometidos pertenec í an an a destacamentos cuyas familias tení an an cientos de años fuera de Chav í n de Huántar. Eran lejanos descendientes de los primeros que habí an an llegado a someter militarmente a















logí a–, en propor proporcione cioness tales tales que que todos todos los pueblos comprometidos encontraban equidad. Pero el proyecto imperial en su segunda fase resultaba intrí nsecamente nsecamente inaceptable para los pueblos dominados. A la permanente usurpaci ón de recursos se agre-

Fue sin embargo necesario que se diera una condici ón insus insustitu tituibl ible: e: que todo todoss los pueblos pueb los sometido sometidos, s, simul simulttáneamente –o casi simultáneamente–, se enfrentara enfrentaran n al conquisconquistador.. En efecto, una fuerza tan tador tan grande como como la que debi ó acumular éste, sólo podí a ser vencida con otra equiva equivalente, lente, constituida por la suma de muchas muchas fuerzas medianas y pe-















Ilustración Nº 13 Manto paracas con cabezas-trofeo

Los moches de Salinar y de Gallinazo, dejaron en los valles de Chicama y Vir ú edificios fortificados 236, maz mazas as con pun puntas tas de 237 238 cobre co bre,, esc escudo udoss y fortalezas . paraEn la famosa textilerí a de los icas ( paracas), es muy frecue frecuente nte la presen presencia cia de perpersonajes armados provistos de una o varias















Dicha aseveraci ón encierra un grave error de análisis e interpretación histórica. En efecto, sólo podrí an an haber invadido el territorio imperial aquellos pueblos que no formaban parte de él. Y ese no era, era, ni mucho mucho menos, menos, el caso de dichos pueblos.

Gráfico Nº 33

Detalle Cronológico (1 500) - (500) ( 600)

( 800)

Obsérvese otra vez el Mapa N ° 12 y se















necesaria para conseguir sus objetivos tomaron erróneame neamente nte otra, otra, o b) porque, porque, a pesar pesar de que actua actua-ron en la dirección correc correcta, ta, una fuer fuerza za exte externa rna,, más poderosa, podero sa, actua actuando ndo con viole violencia, ncia, frustró el proyecto original e impuso uno imperial.

pueblos andinos, pueblos andinos, en razón del copamiento de los espacios, cio s, emp empeza ezaron ron a enfre enfrenta ntarse rse uno unoss a otr otros, os, des des-cubrie cub rieron ron que, que, ade adem más de la la naturalez naturaleza, a, otros hombres, otros grupo grupos, s, eran también un escollo para poder alcanzar sus objetivos.

No existe información suficiente para aceptar ni para descartar la primera hip ótesis tesis.. Pero, en todo caso, caso, serí a harto sospechoso sospechoso que, salvo chav chaví n, n, tod todo o el resto resto

Si hasta antes s ólo habí an an enfrentado y paulatinamente ido venciendo a la naturaleza, con la hegemoní a del pueblo chaví n se habí a presentado la circunstancia



































































































Imperio Chavin

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