Editor
Asesores científicos y colaboradores
Peter Fux
Walter Alva Ignacio Alva Meneses Henning Bischof Tom D. Dillehay Peter R. Fuchs y Renate Patzschke Johny Isla Peter Kaulicke Luis Guillermo Lumbreras Christian Mesía Yoshio Onuki Markus Reindel John W. Rick
CHAVÍN
PUBLICACIÓN Edición general
Peter Fux Supervisión editorial
Cecilia Pardo Coordinación editorial y producción
Pamela Castro de la Mata Asistente de coordinación
Katherine Román Corrección de estilo y traducción
Javier Flores Espinoza Luis Eduardo Wuffarden Concepto y diseño
vm& estudio gráfico Ralph Bauer Verónica Majluf Retoque e impresión Gráfica Biblos ,
Jirón Morococha 152, Surquillo, Lima
EXPOSICIÓN © 2015 Asociación Museo de Arte de Lima Paseo Colón 125, Lima Teléfono 204 0000 www.mali.pe © De los textos: los autores © De las fotografías: Museo Rietberg, Ministerio de Cultura del Perú, los autores, las instituciones (véase sección de Créditos fotográficos y de reproducciones) © De las obras: los autores
Primera edición 1500 ejemplares ISBN 978-9972-718-44-1
Este libro se publica con ocasión de la exposición Chavín, realizada en el Museo de Arte de Lima entre el 10 de abril y el 9 de agosto de 2015.
Comité Organizador
Peter Fux Cecilia Pardo Curaduría
ISBN 978-3-85881-365-7 Primera edición alemán Museo Rietberg ISBN 978-3-85881-731-0 Primera edición inglés Museo Rietberg
Peter Fux Coordinación general
Pamela Castro de la Mata Cecilia Pardo Asistente de coordinación
Katherine Román Hecho el depósito legal en la Biblioteca Nacional del Perú Nº – 2015-02822 Proyecto Editorial Nº – 11501001401242
Registro y catalogación
Pamela Castro de la Mata Pilar Rios Museografía
Reservados todos los derechos. Prohibida la reproducción total o parcial sin previa autorización expresa del Museo de Arte de Lima – MALI
Juan Carlos Burga Nelson Munares
www.mali.pe
Conversión de medios digitales
Traducción
Rafael Valdez Javier Arciniega Conservación
Gregor Frehner Horacio Fernández Taller de conservación del MALI
El Museo de Arte de Lima – MALI tiene como sede el histórico Palacio de la Exposición gracias al generoso apoyo de la Municipalidad Metropolitana de Lima.
MUSEO DE ARTE DE LIMA PRESIDENTE Juan Carlos Verme
DIRECCIÓN Natalia Majluf
VICEPRESIDENTES
GERENCIA GENERAL Flavio Calda
Primer Vicepresidente
Oswaldo Sandoval
CURADURÍA DE COLECCIONES Y DE ARTE PRECOLOMBINO Cecilia Pardo
REGISTRO Y CATALOGACIÓN Pilar Ríos
Director
EDUCACIÓN
Asistente
Colección permanente
Katherine Román
Ricardo Saavedra
Asistente
Luis Enrique Ramírez Comunicación y prensa
Claudia Sánchez
María Jesús Hume TESORERO Nicolás Kecskemethy
ADMINISTRACIÓN Pilar Quesada Asistente
SECRETARIO Diego de la Torre VOCALES Armando Andrade Susana de la Puente Petrus Fernandini Alfonso García Miró Efraín Goldenberg José Carlos Mariátegui Carlos Neuhaus Raúl Otero Alberto Rebaza Jacqueline Saettone Manuel Velarde
Marlene Hermoza
Exposiciones temporales y obras en tránsito
CURADURÍA DE ARTE CONTEMPORÁNEO Sharon Lerner
CONSERVACIÓN Y RESTAURACIÓN María Inés Velarde María Villavicencio
Asistente
Carlos Díaz
Valeria Quintana
CONTABILIDAD Orlando Cabello
EXPOSICIONES Y PUBLICACIONES Jimena González
Asistente
Diana Mendoza RECURSOS HUMANOS Geraldine Núñez
Diseño
CURADURÍA ASOCIADA DE ARTE COLONIAL Y REPUBLICANO Ricardo Kusunoki
Tienda
MUSEOGRAFÍA Juan Carlos Burga Nelson Munares
Angélica Vega
Carla Rodríguez Yuvissa Mijulovich
Asistente
Eventos
Karina Rodríguez
Nataly Rodríguez
Cursos y talleres
Desarrollo de negocio
Directora ESPA
Karina Aparcana
Mariella Cornejo
Asistente
Informes
Andrea San Martín
Celeste Marín
Técnicos en restauración
Proyectos educativos
Simón Barraza Natividad Espino Christian González Sara Jiménez Alejandro Purizaga Percy Velasco
Rosario Rivadeneyra Asistente
Gisella López BIBLIOTECA Jesús Varillas
Asistente
Víctor Hugo Vargas
Asistente
Paola Tejada LOGÍSTICA Y MANTENIMIENTO Melba Arica Técnicos
Pablo Ordoñez Alejandro Sánchez
Marilyn Lavado
Rubí Jara
Asistente de gerencia Segunda Vicepresidenta
IMAGEN Y MARKETING Fernanda Changanaqui
María Luisa Muñoz Cobo COMUNICACIONES Susy Sano AUDITORIO Jorge Alva
AGRADECIMIENTOS Chavín no hubiese sido posible sin la alianza interinstitucional entre el Museo Rietberg, el Ministerio de Cultura y el MALI, ni sin el valioso apoyo de la Compañía Minera Antamina. Agradecemos también de manera especial a todas las personas e instituciones que han contribuido a la realización de este proyecto. Asimismo pedimos disculpas a aquellas personas o instituciones que no aparecen en esta lista por alguna omisión involuntaria.
Walter Alva Ignacio Alva Meneses Andrés Álvarez Calderón Diana Álvarez-Calderón Mario Amano Gabriela Antunez Marco Aveggio Luis Alberto Ayarza Cecilia Bákula Giannina Bardales Carlos Barriga César Barrios Ralph Bauer Henning Bischof † Hans-Ruedi Bortis Martín Calderón Teresa Carrasco Luis Jaime Castillo Frederick Cooper Pedro Cotillo Jacqueline Daza † Gabriele Derighetti Carla Díaz Tom D. Dillehay Katharina Epprecht Roxana Esquivel Horacio Fernández Javier Flores Espinoza Gregor Frehner Peter R. Fuchs Peter Fux Daniel Giannoni Sonia Guillén Ulla Holmquist Johny Isla
Peter Kaulicke Rosario de Lavalle Roy Lazo Ursula Lértora Wei Ho Liao Luis López Luis Guillermo Lumbreras Albert Lutz Verónica Majluf Jaime Mariaza Christian Mesía Esther-Marie Merz Juan Antonio Murro Denise Okuyama Marcela Olivas Yoshio Onuki Eliza Orellana Renate Patzschke Claudia Pereyra Markus Reindel Simón Ricarde John W. Rick Doris Robles Fernando de Szyszlo Rafael Valdez Pieter van Dalen Rosa Watanabe viuda de Amano Luis Eduardo Wuffarden Yutaka Yoshii
Centro Cultural de San Marcos
Museo Kuntur Wasi
Cleveland Museum of Art
Museo Larco, Lima-Perú
Compañía Minera Antamina Dumbarton Oaks, Washington D.C.
Museo Nacional de Arqueología, Antropología e Historia del Perú, Lima
Embajada de Suiza en Lima
Museo Nacional Chavín
Fondo Cultural Suizo
Museo Rietberg Zúrich
Fundación Museo Amano, Lima
Saint Louis Art Museum
Fundación Wiese
Universidad Nacional Mayor de San Marcos
Metropolitan Museum of Art Ministerio de Cultura del Perú Museo de Arqueología y Antropología, Universidad Nacional Mayor de San Marcos Museo de la Nación Museo del Banco Central de Reserva del Perú
University of Pennsylvania Museum of Archaeology and Anthropology, Philadelphia
El 23 de noviembre de 2012, el Museo Rietberg inauguró en la ciudad de Zúrich la exposición más importante que se haya organizado sobre Chavín. Bajo el título Chavín – Perus Geheimnisvoller Anden-Tempel/Chavín – Peru´s Enigmatic Temple in the Andes, la muestra incluyó los principales objetos asociados a esta
Juan Carlos Verme Presidente
Cecilia Pardo Curadora de colecciones y arte precolombino
cultura – muchos de ellos provenientes del sitio mismo de Chavín de Huántar – presentados en un discurso museográfico que proponía la discusión sobre la naturaleza de esa cultura en la historia de los andes prehispánicos, tomando como base las investigaciones arqueológicas más recientes. Nos complace presentar ahora en nuestro museo la exposición organizada por el Museo Rietberg, en una versión adaptada dirigida al público peruano, así como la traducción al español de la publicación que acompañó la muestra. Es un gran honor para el MALI participar como co-organizador de este proyecto, la primera oportunidad que tendrá el público peruano de visitar en Lima una exposición dedicada a una de las principales y más antiguas culturas del continente. Aparte de su indiscutible relevancia científica, Chavín resulta un fenómeno fascinante por diversas razones. El lugar en que se encuentra ubicado, emplazado en un paisaje recóndito y geográficamente complejo, nos lleva a considerar la noción de centro y periferia en la época prehispánica; o a repensar las potentes imágenes de seres sobrenaturales que decoran el templo; y a imaginar los rituales de transformación que se llevaron a cabo en espacios subterráneos de difícil acceso, en los que el agua y la música de los pututos cumplieron un papel fundamental. Desde el descubrimiento de Chavín, esa compleja y dramática iconografía ha atraído pensadores y a artistas visuales tan diversos como los peruanos Jorge Eduardo Eielson y Fernando de Szyszlo o el norteamericano Richard Tuttle, por citar sólo algunos nombres destacados. Esos ejemplos nos permiten comprender la vigencia de Chavín en nuestra época y a vislumbrar aún más la importancia de presentarla en un museo como el MALI, que exhibe la más completa exposición panorámica sobre el arte peruano a través del tiempo. Este esfuerzo no habría sido posible sin nuestros socios y colaboradores. Queremos destacar en primer lugar el papel central del Museo Rietberg cuyo trabajo ha permitido difundir la riqueza del patrimonio cultural del Perú dentro y fuera de nuestras fronteras, y agradecer muy especialmente a sus directivos por su entusiasmo y apoyo para hacer posible la presentación de la muestra en el MALI. Expresamos nuestro reconocimiento a su director Albert Lutz, así como a Peter Fux, curador del museo y de esta exposición, quienes han dirigido este proyecto con gran profesionalismo y entusiasmo, colaborando estrechamente con nosotros. Agradecemos también el trabajo de los conservadores Gregor Frehner y Horacio Fernández, quienes han facilitado los trabajos de transporte, conservación y montaje de un grupo importante de tallas líticas procedentes de Chavín de Huántar. En esta colaboración binacional ha sido crucial el valio-
so apoyo de la Embajada de Suiza en el Perú, que demostró su Nuestra tarea desde el MALI se ha centrado en la compromiso desde el inicio mismo del proyecto. Agradecemos por adaptación del proyecto original concebido por el Museo R ietberg ello, especialmente, al embajador Hans Ruedi Bortis y al primer a un contexto local. En el caso de la publicación, el trabajo ha consejero de la embajada, Gabriele Derighetti. consistido en la traducción al español y edición de los contenidos El trabajo académico dirigido por Peter Fux, ha conta- del catálogo original producido por el Museo Rietberg y la casa do con el apoyo de los más destacados investigadores sobre editora Scheidegger & Spiess, así como en la adaptación del Chavín. Queremos destacar aquí los aportes del Dr. Luis Guiller- diseño a la serie de de arte precolombino editada por el MALI. mo Lumbreras, profesor emérito de la Universidad Nacional Este gran esfuerzo ha sido el resultado de un trabajo Mayor de San Marcos, quien ha tenido una participación decisiva en equipo, que ha sido supervisado y coordinado por Pamela en este proyecto en todas sus etapas. La contribución del Dr. Castro de la Mata. Reconocemos en este contexto el trabajo de Lumbreras a la historia de las investigaciones en Chavín de Katherine Román, como asistente de coordinación, el de Pilar Huántar y al conocimiento sobre el periodo Formativo es recono- Ríos y el equipo del área de registro, así como a nuestros museócida como uno de los pilares de la arqueología peruana. Sus in- grafos, Juan Carlos Burga y Nelson Munares, quienes lograron vestigaciones en Chavín durante las décadas del sesenta y seten- adaptar el guión museográfico original. ta permitieron descubrir la llamada Galería de las Ofrendas y Un proyecto de esta envergadura, sin embargo, no recuperar un importante conjunto de objetos que hoy están en podría haber sido posible sin el esfuerzo de diversas instituciocustodia en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. nes. Queremos reconocer a la Compañía Minera Antamina, que Desde el MALI nos sentimos profundamente agradecidos por su nuevamente apostó por un proyecto emprendido desde el MALI, apoyo desinteresado para que la exposición en Lima sea una rea- especialmente a su Presidente, Abraham Chahuán, así como a lidad. Reconocemos también la participación del Dr. John W. Rick, todo su equipo, en especial a Martín Calderón, Milton Alva, de la Universidad de Stanford, quien actuó junto con el profesor Mario Cavani y Gabriela Antúnez, por su apoyo y compromiso Lumbreras como asesor científico del proyecto. El profesor Rick permanente. dirige un proyecto de investigación de largo aliento en Chavín, Debemos un reconocimiento especial a los museos y a cuyos resultados constituyen un aporte fundamental para la ex- los coleccionistas que han cedido temporalmente sus obras para posición y para la publicación que hoy presentamos. Agradece- la exposición en Lima y para ilustrar este libro, especialmente al mos también a los destacados colaboradores del proyecto, que Centro Cultural de la Universidad Nacional Mayor de San incluye a los investigadores Yoshio Onuki (Universidad de Tokio), Marcos, Museo Amano, Museo del Banco Central de Reserva del Markus Reindel (Instituto de Arqueología Alemana), Walter Alva Perú, Museo Larco, Museo Nacional de Arqueología, Antropolo(Museo Tumbas Reales de Sipán), Peter Kaulicke (Pontificia Uni- gía e Historia del Perú, Museo Nacional Chavín y al Museo de la versidad Católica del Perú), Christian Mesía (Universidad San Nación. A todas los directivos y curadores de estas colecciones, Ignacio de Loyola), Johny Isla (Instituto Andino de Estudios Ar- nuestro mayor agradecimiento. queológicos), Henning Bischof † (Museos Reiss Engelhorn, MannEs una satisfacción para el MA LI haber podido trabaheim), Peter R. Fuchs (Freie Universität, Berlin), Ignacio Alva M. jar de la mano de tantas instituciones y personas que han apor(Proyecto Arqueológico Ventarrón, Lambayeque) y Tom Dillehay tado tan generosamente para hacer realidad este gran proyecto. (Unversidad de Vanderblit). Agradecemos a todos ellos por per- Estamos convencidos que es sólo gracias a esa suma de esfuerzos mitir que sus trabajos formen parte de esta nueva edición. que hoy podemos presentar un proyecto que marca un hito clave El Ministerio de Cultura, nuestro principal aliado en la historia de las exposiciones arqueológicas en nuestro país. local, ha mostrado su apoyo y diligencia permanente en el proce- Proyectamos que sea la primera de una ambiciosa serie de muesso de coordinación de la exposición. Agradecemos a la Ministra tras dedicadas a investigar y difundir las principales culturas del Diana Álvarez-Calderón, al Vice-Ministro Dr. Luis Jaime Casti- Perú precolombino. llo, por aceptar la co-organización de este proyecto, así como a su equipo, especialmente a Sonia Guillén, directora nacional de museos, Marcela Olivas, directora del Museo Nacional Chavín, así como a Claudia Pereyra y Eliza Orellana, por el encomiable trabajo desde la coordinación. Es sólo gracias al esfuerzo conjunto y al trabajo coordinado con el Ministerio que es posible presentar ahora lo que sin duda es la principal muestra importante que se haya hecho sobre Chavín en Lima. Esta colaboración confirma la importancia de cultivar una relación cada vez más estrecha entre el Estado y los museos que trabajamos para preservar y difundir el arte y el patrimonio en el país.
Dr. Albert Lutz Director
Peter Fux Curador
El Museo Rietberg se encuentra ubicado en el parque más her- peruanos. Además, la mayoría de las piezas, sobre todo las esculmoso de la ciudad de Zúrich, en un oasis que permite dejar de turas de Chavín, salieron del país por primera vez como préstalado la vida urbana y las confusiones que ella trae. Desde sus mos temporales. En este sentido quisiéramos dirigir nuestro más inicios, las tres hermosas villas del siglo XIX, que hoy forman el sincero agradecimiento al gobierno del Perú, al Ministerio de museo, han sido un foco de intelectualidad y arte. Así es, como Cultura, a los arqueólogos y a todas las peruanas y peruanos. inspirado en este maravilloso ambiente, el famoso compositor En el marco de la exposición, el Museo Rietberg, junto Richard Wagner creó obras de gran importancia. con la Oficina Federal de Cultura de Suiza y en colaboración con Una decisión democrática de la población de Zúrich permitió con- el Ministerio de Cultura del Perú, lleva a cabo el proyecto de c on vertir las villas en un museo de artes tradicionales dedicado a las servación y restauración de arte lítico de Chavín. En el Museo culturas no europeas. Es así que en 1952 el Museo Rietberg, al Nacional Chavín se ha instalado un taller de conservación, y en formar parte del departamento presidencial de la ciudad, abrió colaboración con especialistas peruanos se han logrado conservar sus puertas al público. A partir de entonces, nuestro museo está varias esculturas. Para poder continuar con este proyecto, el comprometido a la calidad artística y estética de los objetos de Museo Rietberg ha fundado un grupo llamado «Amigos de arte. Apreciamos cada obra como aliento materializado de su Chavín», y con el apoyo financiero de los miembros es que se hace creador y de su ambiente. En nuestro museo, los visitantes posible realizar los trabajos de conservación. Estamos convencipueden disfrutar arte del mundo entero y descubrir los enigmas dos que esta forma de colaboración – proclamar patrimonio cultuy maravillas de la humanidad. ral en plataformas internacionales y aprovechar la atención geComo un paso importante, en el año 2007 logramos nerada por proyectos locales – constituye el futuro de los museos. inaugurar «la Esmeralda», un anexo construido en vidrio verde, En esta ocasión nos sentimos muy identificados de integrado al ambiente de las villas y del parque. La Esmeralda poder trabajar con el Museo de Arte de Lima – MALI, que, al tiene dos salas grandes subterráneas que permiten realizar igual que nuestro museo, se encuentra ubicado en el centro de la grandes exhibiciones temporales. Los curadores especializados ciudad y rodeado por un bello parque. Además es una linda coinen diferentes áreas culturales del mundo organizan con frecue- cidencia que una de las piezas más emblematicas de Chavín, la cuencia ambiciosos proyectos de exposición. No solo recibimos Estela Raimondi, que hoy se encuentra en el Museo Nacional de obras de arte de gran calidad e importancia procedente de varios Arqueología, Antropología e Historia del Perú, haya sido expuespaíses como prestamos temporales, sino también cultivamos coo- ta en este mismo parque en el siglo XIX. Nos alegramos poder peraciones con instituciones culturales en todo el mundo. compartir la deslumrante belleza y fascinación de Chavín como El Museo Rietberg ha organizado varias exposiciones el inicio de futuras colaboraciones entre nuestros museos. dedicadas a culturas precolombinas, y cada una ha llamado la Solo queda por agradecer a las personas que han atención no solo en Zúrich sino también en el mundo. Relaciona- hecho posible este proyecto. Dirigimos un agradecimiento espedas al Perú podemos mencionar las exposiciones: Sicán – una cial al Dr. Luis G. Lumbreras por su constante colaboración y tumba real del antiguo Perú (1997), Nasca – dibujos enigmáticos entrega a la arqueología peruana, así como a los notables arqueódel antiguo Perú (1999) e Hilos de la Vida – textiles precolombinos logos Dr. John W. y Rosa Rick, Dr. Yoshio Onuki, Dr. Walter Alva, Ignacio Alva M eneses, Dr. Christian Mesía Montenegro, Dr. Peter del Perú (2007) han sido todos eventos hermosos y exitosos. Chavín – el enigmático templo de los Andes peruanos Kaulicke, Dr. Markus Reindel, Johny Isla Cuadrado, Dr. Peter (2012-2013) ha sido nuestra exposición precolombina más recien- R. Fuchs, Dr. Renate Patzschke y Dr. Tom D. Dillehay. Remete. Desde el inicio de este proyecto, la colaboración estrecha con moramos a nuestro colega Dr. Henning Bischof († 10 de marzo arqueólogos, museos e instituciones peruanas ha sido un objetivo de 2014). Brindamos nuestro mayor agradecimiento a nuestras central. Es un honor haber recibido la oportunidad de empezar amigas Bertha Vargas y Liana Cisneros por el apoyo en la coordieste proyecto con una mesa redonda en el Museo Nacional de nación, a Marco Aveggio de la Fundación Wiese, así como al Dr. Arqueología, Antropología e Historia del Perú. El curador, junto Humberto Rodríguez-Camilloni. a los reputados arqueólogos que hoy aparecen como colaborado Agradecemos sumamente a los colegas del MALI, a su res de este libro, elaboraron el co ncepto general de la exposición, presidente Juan Carlos Verme, a la directora Natalia Majluf, así la selección de piezas y la disposición del catálogo. Por ende, esta como a la curadora Cec ilia Pardo, a Pamela Castro de la Mata, a exposición constituye el resultado del trabajo de varias décadas, Juan Carlos Burga y a todo el personal, así como también a los y nos sentimos sumamente agradecidos por toda la confianza dos conservadores Suizos Gregor Frehner y Horacio Fernandez. recibida. Apreciamos mucho el apoyo crucial de la embajada de En el año 2012 el Museo Rietberg tuvo el gran honor Suiza en Lima, a la embajadora de la gestión anterior Annede presentar una exposición dedicada a Chavín por primera vez Pascale Krauer Müller, al actual embajador Hans-Ruedi Bortis, fuera del Perú y a un público internacional. Tomando en cuenta Gabriele Derighetti, Esther-Marie Merz; así como también a la emblemática importancia de Chavín por el país, valoramos Benno Widmer y a Marco Eichenberger de la Oficina Federal de la benevolencia y confianza del Perú. También quisiéramos men- Cultura de Suiza. cionar que más que 90% de los préstamos vinieron de museos
Diana Álvarez-Calderón Ministra de Cultura
Nuestro conocimiento del proceso histórico prehispánico ha Es importante apreciar la iniciativa del MALI para avanzado mucho desde que el arqueólogo Julio C. Tello definiera promover la exposición sobre Chavín que ha generado la publicaa Chavín como el centro originario de la cultura matriz del ción de este catálogo que reúne presentaciones de destacados esmundo andino. La investigación científica muestra ahora un pro- pecialistas. Debemos reconocer un sobresaliente punto de quieceso más complejo y con múltiples ejes de desarrollo. Sin embar- bre cuando la curaduría de arte precolombino del MALI inició go, Chavín será siempre uno de los referentes principales de exposiciones sobre temas prehispánicos. Es sintomático que el nuestra historia cultural con un proceso único, con nuevas nocio- museo de arte más importante en el Perú incorpore al arte precones y términos para definir el proceso civilizatorio. lombino y nuestra historia cultural en la temática de su prograChavín desarrolla un proceso sociocultural con ele- mación. Estamos seguros que esta exposición tendrá un gran mentos e ideas que provienen de espacios tan lejanos como la impacto en Lima y motivará a muchos a viajar a conocer los paiselva, entrelazados con la religiosidad de poblaciones c ampesinas sajes y las huellas de los antiguos pobladores de la serranía de de espacios rurales de la serranía. Una historia fascinante que Áncash, y siguiendo los pasos de los viajeros y científicos que duha convocado a especialistas de todo el orbe que han dedicado rante siglos, nos han dado a conocer esta emblemática zona de muchos años y esfuerzos para desentrañar este misterioso nuestra serranía. mundo y las relaciones con sociedades que existieron con geograCelebramos esta colaboración entre los sectores de la fías muy distantes y diversas. gestión pública y privada, una propuesta necesaria para promoEsta exposición sobre Chavín que se presenta en el ver y desarrollar cultura en el Perú. MALI tiene como antecedente la que organizó el Museo Rietberg en Suiza en el 2012 con la curaduría del doctor Peter Fux. Esa muestra convocó el esfuerzo académico y científico de los más destacados especialistas de la arqueología andina especializados en el período Formativo y el desarrollo de sociedades complejas andinas. En esa ocasión, como ahora, la selección de materiales presenta los elementos más representativos de la expresión artística de los artesanos de Chavín y de otras culturas contemporáneas. El conjunto presenta los modos de vida, la c osmovisión, la tecnología, y la ciencia de sociedades para las cuales el sitio más emblemático es el templo de Chavín de Huántar en la región Áncash. Al concluir esta exposición, muchos de estos materiales se reintegrarán al Museo Nacional Chavín y formarán parte de una nueva museografía que será parte de un proce so para renovar el centro cultural que se desarrolló en el distrito de Chavín de Huántar con el auspicio del gobierno de Japón. Se construirá también, a partir de este año, el Centro Internacional de Investigación, Conservación y Restauración, con fondos provenientes del Fondo General Contravalor Perú – Japón y recursos del gobierno Peruano. Tendremos así, finalmente, la infraestructura que permitirá la exhibición, conservación y estudio de las colecciones recuperadas en la región, a través de muchas décadas.
La región de Áncash ofrece al Perú y al mundo un rico patrimonio El año 2014 tuvimos el honor de presentar un libro histórico y natural; es por eso que durante más de una década, sobre los sorprendentes hallazgos en el Castillo de Huarmey. Compañía Minera Antamina se ha preocupado tanto por la Una publicación impecable liderada por el MALI. Este año, nos promoción del turismo, como por la conservación y rescate de su es grato participar de un nuevo proyecto editorial, en el que historia y cultura. Áncash reafirma su enor me valor histórico. Se trata de Chavín, Para Antamina, esto es parte fundamental de su com- un libro que acompaña una muestra de categoría mundial, hecha promiso frente al progreso de Áncash. Por ello, no dudamos en ser realidad gracias al decidido trabajo entre el MALI, el Ministerio parte del proyecto de investigación y puesta en valor del Castillo de Cultura del Perú, el Museo Rietberg y la Embajada Suiza. de Huarmey, extraordinario resto arqueológico que ha mostrado Desde Antamina queremos agradecer a todas y cada al mundo una nueva aproximación histórica referida a la presen- una de las personas que nos han permitido ser parte de esta pucia de la cultura Wari en la costa norte de nuestro país. En esta blicación y, al mismo tiempo, renovar y expresar públicamente iniciativa ofrecimos nuestro soporte y compromiso frente al tra- nuestro aprecio y respeto frente a Áncash, la tierra en la que bajo desarrollado por expertos de la Universidad de Varsovia, la trabajamos desde hace casi dos décadas. Pontificia Universidad Católica del Perú y el Museo de Arte de Lima (MALI). Asimismo, participamos activamente apoyando los trabajos de investigación y conservación del complejo arqueológico Chavín de Huántar, proyecto liderado por la Universidad de Stanford, en el que expertos peruanos y de los Estados Unidos trabajan codo a codo en busca de generar un mayor conocimiento alrededor de este importante sitio histórico ubicado en las alturas ancashinas. Comprometerse frente a la historia y la cultura de Áncash, es para nuestra empresa una forma más de impulsar desarrollo; pero también una muestra de nuestro enorme aprecio por una región llena de posibilidades.
Abraham Chahuán Presidente y Gerente General
Hans-Ruedi Bortis Embajador de Suiza
Cuando le comenté a un amigo peruano que había estado en En el marco de esta cooperación, Suiza apoyó otro proChavín de Huántar, enseguida me preguntó qué me parecieron yecto de conservación cultural en el norte del Perú, específicalas famosas cabezas clavas, el Obelisco Tello y el paisaje de la mente en la zona arqueológica de Túcume. Al igual que el proyecregión de Áncash. Le contesté que me pareció impactante y que to de Chavín, se ha llevado también una muestra a Suiza, la la región me hizo recordar mucho a mi país con sus montañas exposición de los reyes Mochica la cual se exhibe actualmente en y sus lagos, “por supuesto!”, exclamó él, “estuviste en la Suiza el Museo de Etnografía de Ginebra estando abierta al público peruana”. hasta el 3 de mayo de 2015. Los suizos tenemos sin duda un amor especial por El patrimonio cultural peruano es sin duda uno de los esta región que nos conecta aún más con la cultura Chavín y sus más ricos y diversos de nuestro planeta y su conservación es un fascinantes historias. Por eso tampoco es sorprendente que la gran reto. Un proyecto interesante que Suiza apoya en el 2015 es primera exposición de Chavín fuera del Perú se haya realizado la digitalización de todas las fotografias de Daniel Giannoni, coen el Museo Rietberg de Zúrich (2012-2013). Y es esta misma nocido fotógrafo peruano de origen suizo, poseedor de la más exposición que podemos admirar hoy en el Museo de Arte de grande colección de fotografias de obras artísticas. AdicionalmenLima – MALI. Esta cooperación cultural entre Suiza y el Perú te, en colaboración con el Museo de Arte de Lima, la Embajada de demuestra la cercana relación amical y la confianza que compar- Suiza se ha comprometido no solamente a rescatar la colección de timos, y como ambas culturas están unidas por el legado milena- todas las fotografías de este fotógrafo suizo-peruano, sino tamrio de Chavín de Huántar. Es gracias a personas como Bertha bién a armar un archivo digital de su obra y de la de otros fotó Vargas, el arqueólogo Luis G. Lumbreras, Natalia Maljuf y Ceci- grafos, para crear un archivo abierto, que pueda ser utilizado por lia Pardo del MALI y el curador del Museo Rietberg, Peter Fux, especialistas con fines educativos (en las escuelas) así como por el entre otros, que podemos disfrutar hoy en Lima de estos tesoros público en general. de la cultura Chavín. Ahora, cuando le comenté a un amigo suizo que estuve El intercambio cultural y la cooperación entre Perú y en Chavín de Huántar, me preguntó si había visitado la exposiSuiza tienen una larga historia que quizás comenzó con la llega- ción en Zúrich y me manifestó que le fascinaron las famosas cada en 1838 del investigador ci entífico, médico y arqueólogo suizo, bezas clavas y el Obelisco Tello, le dije que por supuesto había Johann Jakob von Tschudi. El explorador originario de Glarus se visto la exposición en Zúrich y que sería bueno poder verla un día quedó cinco años en el Perú permaneciendo un largo período con en Lima. Este día llegó, gracias a la amistad peruano-suiza que los pobladores de la Sierra donde aprendió también el quéchua. persigue las mismas metas: el cuidado del patrimonio cultural Sus trabajos sobre la fauna y flora peruana apoyaron la labor del del Perú. … Y a mi amigo suizo le dije: “ahora tienes que venir a geógrafo y científico ítalo-peruano, Antonio Raimondi, quien llegó visitar la región de Áncash, cuna de la cultura Chavín y denomial Perú en 1850. Von Tschudi colaboró también con el científico nada “la Suiza peruana”. peruano y fundador del Museo Nacional de Arqueología, Antropología e Historia del Perú de Lima, Mariano Eduardo de Rivero y Ustariz, como coautor de la obra Antigüedades Peruanas, publicada en Viena en 1851. Para Suiza la conservación del patrimonio cultural peruano es un aspecto muy importante en la cooperac ión cultural que mantiene con el Perú; es así como en los últimos años la Confederación Suiza ha apoyado regularmente proyectos de conser vación cultural en el Perú. En el 2012, se financió un proyecto de conservación y restauración de arte lítico de Chavín que fue llevado a cabo por el Museo Rietberg de Zúrich, el Museo Nacional de Chavín y el Ministerio de Cultura. Y es así que se logró instalar en el M useo Nacional Chavín un taller de conservación. Gracias al gran talento de especialistas suizos y peruanos se pudo conservar varias esculturas valiosas y a la fecha se sigue trabajando en la restauración de otras obras, como por ejemplo, el Obelisco Tello.
CHAVÍN
24 26
34
1. INTRODUCCIÓN 1.1 EL CONCEPTO DE “ SOCIEDAD COMPLEJA” EN LA ARQUEOLOGÍA DEL NUEVO MUNDO Peter Fux
3.
100
LA ARQUEOLOGÍA DE LA SIERRA: INNOVACIÓN Y DINAMISMO
196
102
INTRODUCCIÓN
198 INTRODUCCIÓN
103
1.2 ¿QUÉ ES CHAVÍN? Peter Fux 113
40
2. LA ARQUEOLOGÍA DEL DESIERTO COSTEÑO: OASIS RIBEREÑOS, AGRICULTURA Y COHESIÓN RITUAL
3.1 OCUPACIONES TEMPRANAS POST-PLEISTOCÉNICAS EN LA SIERRA DE LOS ANDES CENTRALES Peter Kaulicke 3.2 LA DIVERSIDAD Y VITALIDAD DE LOS CENTROS CEREMONIALES TEMPRANOS EN LA SIERRA NORTE Yoshio Onuki
199
207
212 42
INTRODUCCIÓN 128
43
55
2.1 LOS PRIMEROS POBLADORES Y LAS PRIMERAS SOCIEDADES EN EL LITORAL Tom D. Dilleh ay 2.2 PROCESOS CULTURALES TEMPRANOS EN LOS ANDES DEL SUR Markus Reindel Johny Isla
130 131
138 66
75
85
2.3 CENTROS CEREMONIALES DEL PERIODO FORMATIVO EN LAS REGIONES DE LA COSTA NORTE Y CENTRAL Yoshio Onuki 2.4 LA HISTORIA CULTURAL DE LA REGIÓN LAMBAYEQUE DURANTE EL FORMATIVO Ignacio Alva Meneses 2.5 MONUMENTALISMO TEMPRANO EN LOS ANDES CENTRALES: LOS ORÍGENES DE LA ARQUITECTURA MONUMENTAL EN EL VALLE DE CASMA Peter R. Fuchs Renate Patzschke
5. INSPIRACIÓN LEJANA: LA PERIFERIA Y EL LEGADO DE LAS INNOVACIONES DEL FORMATIVO
161
176
185
4. CHAVÍN DE HUÁNTAR: DESCUBRIMIENTO, ARTE, ARQUITECTURA, RITUAL Y TRANSFORMACIÓN
5.1 EL PERIODO FORMATIVO EN EL ECUADOR Christian Mesía 5.2 LOS MOCHICA, HEREDEROS DEL PERIODO FORMATIVO DE LA COSTA NORTE, Y EL RENACIMIENTO DE LOS ANTIGUOS DIOSES Walter Alva 5.3 EL LEGADO DEL FORMATIVO: NASCA Markus Reindel Johny Isla
INTRODUCCIÓN
218
4.1 NARRACIONES E INVESTIGACIONES EN UN SITIO FORMATIVO DE LOS ANDES CENTRALES: CHAVÍN DE HUÁNTAR Christian Mesía
220
ARTEFACTOS DEL FORMATIVO TEMPRANO, MEDIO Y TARDÍO
274
LAS TUMBAS DE KUNTUR WASI
316
LAS ESCULTURAS DE CHAVÍN DE HUÁNTAR
336
LOS PUTUTOS (TROMPETAS DE CARACOL MARINO) DE CHAVÍN
342
LO S HALLAZGOS DE LA GALERÍA DE LAS OFRENDAS
374
PARACAS Y MOCHICA: LA PERIFERIA Y EL LEGADO DE LAS INNOVACIONES DEL FORMATIVO
392
NOTAS
397
CRÉDITOS FOTOGRÁFICOS Y DE REPRODUCCIONES
399
BIBLIOGRAFÍA
4.2 EL ARTE DE CHAVÍN: PRECURSORES Y DESARROLLO TEMPRANO Henning Bischof 4.3 ARQUITECTURA Y ESPACIO RITUAL EN CHAVÍN DE HUÁNTAR John W. Rick 4.4 RELIGIÓN Y AUTORIDAD EN CHAVÍN DE HUÁNTAR John W. Rick 4.5 LOS RITUALES RELIGIOSOS EN CHAVÍN Y SU IMPORTANCIA SUPRARREGIONAL Luis Guillermo Lumbreras
CATÁLOGO
24
CHAVÍN
1. INTRODUCCIÓN
CHAVÍN
26
1.1
EL CONCEPTO DE “SOCIEDAD COMPLEJA” EN LA ARQUEOLOGÍA DEL NUEVO MUNDO Peter Fux
El eje principal de la arqueología se basa en aquellos vestigios culturales que se manifiestan en ar tefactos materiales, los cuales son documentados, descritos y estudiados con gran detenimiento. Estos hallazgos pueden ser fechados mediante diversos métodos, con mayor o menor grado de precisión, de modo tal que se hace posible analizar su contexto cultural y su desarrollo a lo largo del tiempo. A estos métodos de investigación se han venido sumando otros, como los estudios referidos al medio ambiente natural, que han pasado a formar parte fundamental de la arqueología moderna1. De esta manera es posible reconstruir y documentar los procesos climáticos y topográficos de la antigüedad, empleando una amplia gama de métodos que permiten establecer la relevancia según el desarrollo cultural estudiado. Así, la arqueología ha pasado a ser una ciencia transdisciplinar que se vale de los métodos y hallazgos de otros campos. Lo que acabamos de delimitar es aquella rama de la arqueología que interactúa directamente tanto con objetos materiales como con observaciones empíricas: en otras palabras, el campo que hoy por hoy goza de un amplio reconocimiento como ciencia 2. Pero nuestros objetos de estudio son los procesos y cambios sociales de la antigüedad, los que conocemos únicamente a través de aquellos restos que pueden manifestarse en artefactos y residuos materiales, sucede que nos vamos alejando de una línea de investigación puramente material y empírica para ingresar al ámbito de las disciplinas de humanidades y al discurso filosófico. El espíritu de la época prevaleciente tiene un papel en modo alguno menor a la hora de determinar la opción que tomamos cuando intentamos dar sentido a nuestros hallazgos, ya sea por el enfoque empírico y científico, o por el filosófico-humanístico. Naturalmente, la arqueología moderna tampoco ha ignorado el hecho de que las ciencias empíricas, alimentadas por los avances en la ciencia y la tecnología, han llegado a dominar la erudición y el discurso occidentales desde finales del siglo XIX 3. Por ejemplo, la teoría de la evolución de Charles Darwin surgió para legitimar el modelo de la “evolución sociocultural”, según el cual las sociedades se desarrollan linealmente siguiendo etapas definidas por avances tecnológicos, comenzando con los grupos primitivos de cazadores recolectores y culminando con estados o civilizaciones complejos4. El arqueólogo angloaustraliano V. Gordon Childe (1892-1957) estableció los criterios que una sociedad debe cumplir para que se la defina como “civilización”, y con ello hizo de e ste un concepto arqueológico clave, al que hoy en día se equipara con demasiada facilidad con la alta cultura o el urbanismo5. Según el modelo de Childe, para poder hablar de una civilización se deben cumplir los siguientes criterios: la sociedad debe estar claramente estructurada, debe contar con una división del trabajo a tiempo completo y con una clase dirigente que administre el excedente de la producción y dirija la fuerza laboral; la población debe, asimismo, estar concentrada en centros urbanos. Junto a proezas colectivas de escala monumental
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Introducción
como palacios, templos o sistemas de riego, el modelo de Childe requiere que se haya dominado la metalurgia, el uso de vehículos con ruedas y un sistema de escritura. Estos últimos criterios que no valen para todas las sociedades antiguas de Mesoamérica y Sudamérica, o bien únicamente tuvieron allí un papel subordinado, son precisamente la razón por la cual tantos investigadores europeos han tendido a excluir estas regiones culturales, y a Sudamérica en particular, de toda consideración como centros tempranos de civilización. La figura propuesta simplemente no podía ser reconciliada con lo que ellos creían saber acerca de la historia cultural del Cercano Oriente y Occidente6. Aunque, tanto la evolución sociocultural en su sentido más estricto como el modelo de la civilización propuesta por Childe quedaron consignados a los libros de historia, parecería que seguimos siendo reacios a alejarnos demasiado de estas teorías. Podría parecer sorprendente que el concepto de sociedades que se desarrollan en sentido lineal y por etapas sigue dando forma a nuestra imagen del pasado, aunque solo sea de modo implícito. Marcados por nuestra percepción de lo que es la ciencia, aparentemente no podemos evitar buscar patrones y leyes generales —o más bien globales—, incluso en la historia de la cultura. A los arqueólogos, constantemente se nos solicita definiciones sobre lo que es realmente una civilización o una alta cultura, o cuál es la ciudad o la civilización más antigua del mundo. Los investigadores y académicos que estudian la arqueología y la historia cultural de Mesoamérica y Sudamérica son particularmente proclives a enfrentar el problema de que todo nuestro enfoque del tema se ha visto configurado por conceptos y términos surgidos en su mayoría de la tradición científica occidental, y de nociones euroasiáticas de la historia. En esta coyuntura vale la pena recordar que, tras el arribo de los primeros humanos a finales de la última edad del hielo, Mesoamérica y Sudamérica se desarrollaron de manera autónoma, aisladas del Viejo Mundo. Esto nos presenta una oportunidad que resulta ser al mismo tiempo un desafío: el estudio de la historia cultural de las Américas probablemente será un campo de prueba de conceptos, términos y nociones, que a su vez tendrán que ser adaptados a cualquier percepción que podamos alcanzar del que es, en muchos sentidos, un mundo del todo distinto. Para entender lo que está en juego, quienes crean que esto no constituye tan gran desafío solo deben imaginar una sociedad que logra desarrollar una alfarería sumamente especializada y sofisticada, orfebrería, tallado en piedra y la manufactura textil, que desarrolla su propio y elaborado estilo artístico, que laboriosamente planea y erige estructuras ceremoniales monumentales construidas con bloques de piedra cortada que pesan hasta dieciséis toneladas en angostos valles de montaña, que crea esculturas en piedra, comercia a lo largo de una vasta área, que riega las tierras para su cultivo,
mantiene una casta sacerdotal de alto rango y emprende largos peregrinajes, todo lo expuesto anteriormente logrado sin la necesidad de un sistema de escritura ¿Nos encontramos ante una cultura subdesarrollada que aún no ha alcanzado la capacidad de abstracción, que es un prerrequisito tan esencial de la escritura? ¿O acaso el ejemplo de la cultura Chavín, en los Andes Centrales de América del Sur —en la medida que los arqueólogos han logrado comprenderla—, en realidad nos muestra que tendemos a exagerar sobre la función de la escritura, y que la cohesión social, la rememoración y la comunicación compleja también se pueden alcanzar con otros medios, entre ellos formas aún más elaboradas de iconografía y ritual 7? Yo mismo estoy convencido de que la mayoría de los lectores coincidirán con esta última postura una vez que hayan visitado la exhibición y leído este volumen. La investigación arqueológica en Sudamérica nos obliga a modificar nuestros conceptos y terminología. A partir de aquellas culturas precolombinas de Mesoamérica que sí usaron la escritura sabemos, por ejemplo, los muchos y distintos fines que se le podía dar y cuán diferente podía ser su papel en l os sistemas sociales, pero examinar esto aquí con mayor profundidad nos distraería demasiado. Mi principal interés radica, más bien, en advertir que aferrarse a una definición restringida de lo que constituye una civilización o una alta cultura en realidad no nos hace avanzar, sino todo lo contrario: impide que encontremos lo que de otro modo podríamos hallar. En épocas recientes, el uso acrítico de términos tales como “civ ilización”, “urbanismo” o “alta cultura” ha causado algo de daño, en tanto la búsqueda de la civilización más antigua del mundo o la primera ciudad tiene, con demasiada frecuencia, una motivación política. Si, por otro lado, optamos por que los hallazgos arqueológicos nos permitan atisbar nuevos mundos utilizando estos mismos términos y conceptos —aunque solo sea porque no tenemos opción—, y si al mismo tiempo estamos listos para modificarlos y adaptarlos a medida que avanzamos, entonces es probable que la investigación misma sea emocionante y que los descubrimientos que arroje sean positivos. Este es el enfoque que los autores de este libro han asumido; todos ellos dirigen proyectos arqueológicos y están interesados en los procesos más tempranos que llevaron a la formación de sociedades complejas en la región de los Andes Centrales. Sobre la base de los descubrimientos arqueológicos realizados hasta la fecha, entendemos el término “sociedad compleja” como una sociedad con un orden claramente definido y que se encuentra estratificada jerárquicamente, de modo tal que un grupo de personas desempeña una función de liderazgo u ocupa una posición de poder. Otro rasgo prominente de una sociedad semejante es la existencia de habilidades especializadas, que presentan un estilo característico en los objetos artesanales y en las obras monumentales colectivas. Usamos aquí el término “obras” en un sentido muy amplio, que tiene como base el supuesto de que un sistema de riego es una obra colectiva
CHAVÍN
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monumental, tanto como los geoglifos que cubren grandes extensiones de tierra o un complejo de templos imponentes. Hay también grados de complejidad que pueden ser ligados, al igual que los estilos artísticos, a sistemas religiosos o cosmovisiones más o menos complejas. Lo que todo esto nos enseña es que, junto a la corriente principal de la historia cultural euroasiática, hay también otras historias sorprendentemente diferentes y que no son menos complejas. Gracias a la arqueología de la región de los Andes Centrales, ahora podemos dedicarnos a una forma de viaje cultural en el tiempo, sumergiéndonos en una historia antigua y fascinante que aún no ha recibido la atención mundial que merece.
Fig. 1 Las ruinas del templo de Chavín de Huántar vistas desde el este. Los picos de la Cordillera Blanca se ob-
Fig. 2 Mapa del Perú que muestra los sitios arqueológicos mencionados en esta publicación
Introducción
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1. Ñañañique 2. Chólope 3. Ingatambo 4. Sangana 5. Pacopampa, Pandanche 6. Poro Poro de Udima 7. Chongoyape 8. Huaca Lucía 9. Paiján 10. Arenal 11. Zarpán, Collud 12. El Chorro 13. Puerto Etén 14. Ventarrón 15. Saltur, Sipán 16. La Cría, La Granja 17. Pampa Grande 18. Cerro Corbacho 19. La Compuerta, Oyotún 20. Nuevo ArIca 21. Purulén 22. Limoncarro 23. El Guayabo 24. Puémape 25. Polvorín 26. Montegrande, Las Huacas, Tembladera 27. Lechuzas 28. La Bomba 29. Pampa de Cupisnique 30. Layzón 31. Huacaloma 32. Kuntur Wasi, Cerro Blanco 33. Kolguitín 34. Santa Apolonia 35. Aguatapada 36. Pampa de Jaguay 37. Huaca Prieta 38. Sorcape 39. Huaca de los Reyes 40. Cerro Arena 41. Alto de la Guitarra 42. Caballo Muerto 43. Puerto Morin, Alto Salaverry 44. Chondorco 45. Guañape 46. Huaca Verde 47. Salinar 48. Salinas de Chao 49. La Galgada 50. La Pampa 51. San Juanito 52. Punkurí 53. Cerro Blanco, Huaca Partida 54. Caylán 55. Huambacho 56. Samanco 57. Cueva de Guitarrero 58. Huaricoto 59. Huaynuná 60. Sechín Bajo 61. Cerro Sechín, Sechín Alto
62. Pampa de las Llamas / Moxeque 63. San Diego 64. Las Haldas 65. Chankillo 66. Pallka 67. Mesapatac 68. Yurakyako 69. Huaraz 70. Chavín de Huántar, Pojoc 71. Piruro 72. Culebras 73. Sajarapatac 74. Wairajirca, Warampayloma 75. Shiliacoto, Jancao 76. Paucarbamba 77. Kotosh 78. Los Gavilanes 79. San Blas 80. Caballette 81. Lauricocha 82. Uchumachay 83. Priedra Parada 84. Áspero 85. Allapacoto 86. Vichama 87. Caral 88. Pampacancha 89. Pachamachay 90. Baños de Boza 91. Bandurria 92. Río Seco, San Jacinto 93. Las Shicras 94. Ancón 95. La Trinidad 96. Panaulauca 97. Junín 98. Garagay, Huaca la Florida 99. Buena Vista 100. Huacoy 101. El Paraíso 102. Huachipa 103. Cueva 104. Manchay Bajo 105. Cardal, Mina Perdida 106. La Paloma 107. Chilca 108. Campanayoq 109. Paracas (península) 110. Carhua 111. Disco Verde 112. Mastodonte 113. Cerrillos 114. Ocucaje, Erizo 115. Animas Altas 116. Cutamalla 117. Collanco 118. Pernil Alto 119. Jauranga 120. Pinchango Viejo, Mollake Chico 121. Llipata 122. Los Molinos, La Muña 123. Cahuachi 124. Puntilla 125. Hacha ( Acarí ) 126. Asana
SIERRANORTE Piura•
1 Río Marañón• 2
3
4 8 5 7 9 10 6 Lambayeque • 11 16 Chiclayo•12 15 17 19 33 SIERRANORCENTRAL 13 14 18 20 32 34 35 •Cajamarca 28 COSTANORTE 21 30 31 25 26 Jequetepeque • 27 22 23 24 29 36 Chicama• 37 39 44 38 41 40 Trujillo•42 •Moche Virú• 43 50 45 46 49 47 Chao• 48 CallejóndeHuaylas Santa• 51 •Río Huallaga 57 52 71 58 54 53 SIERRACENTRAL Nepeña• 68 67 5655 •Huaraz 5960 66 73 70 69 Casma• 61 Huánuco• 74 63 62 78 75 76 77 COSTANORCENTRAL 64 65 72 81 Huarmey • •LagunaLauricocha 79 82 80 83 85 LagoJunín Supe • 84 88 86 87 Huaura • 89 91 90 93 92 96 Chancay• 94 98 95 99 Chillón• 100 Lima•101 •Rímac 102 103 105 104 Lurín• COSTACENTRAL 106 107
•Ucayali
97
SIERRASUR
Ayacucho• Cuzco• Pisco• 109 110 111 112 Ica•
108 113 114 115
117 118 119 120 Palpa• 121 122
116
Nazca• 123 124 125
LagoTiticaca
126 •Moquegua
COSTASUR
Ilo•
CHAVÍN
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Introducción
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Costa Norte Periodo Formativo Final (400–200 a.C.)
Lambayeque
Zaña Chicama
Jequetepeque
Sipán
– El mayor alcance e influencia de los poderosos centros ceremoniales de la sierra (esp. Chavín de Huántar y Kuntur Wasi) – Fin abrupto de las actividades en los centros de la costa norcentral – La iconografía y el arte Chavín alcanzan su mayor difusión (hasta la costa sur; cultura Paracas)
Formativo Medio (1200–800 a.C.) – La iconografía y el estilo Chavín se consolidan – Los centros ceremoniales individuales adquieren una esfera de influencia cada vez más grande – Desarrollos paralelos en los centros de la costa y la sierra
Formativo Temprano (1700–1200 a.C.)
Zarpán — Chongoyape
– Construcción de las primeras estructuras ceremonialesgrandes – Unidades sociales cada vez más grandes – Orígenes de la agricultura de riego y la especializacióneconómica Periodo Arcaico (8000–3500 a.C.)
Fig. 3 Cronología del periodo Formativo con los sitios arqueológicos mencionados en esta publicación
– Periodo transcurrido desde la última Edad del Hielo hasta la construcción de las primeras estructuras ceremoniales grandes – Sociedades más sedentarias organizadas en pequeñas unidades sociales – Plantas de cultivo y animales domésticos
Cajamarca
Costa Norcentral Chao Santa
La Granja — Huacaloma (fase EI) — Kuntur Wasi (fase Copa, 550-250 a.c.) — Layzón
Lechuzas
Kuntur Wasi (fase Kuntur Wasi, 800-550 a.C.) — Huacaloma (fase Tardía 900-550 a.C.) — Pacopampa (fase II 800-500 a.C.) — Layzón (fase Huacaloma Tardío) — Cerro Blanco Aguatapada
El Chorro — Collud Zarpán Ventarrón Puémape Chongoyape — Cerro Corbacho — Huaca Lucía — Sangana Puerto Etén — Saltur La Cría
Cupisnique — Pampa de Jaguay — Palenque — Purulén — Oyotún — Nuevo Arica — La Compuerta
Puémape — Limoncarro — Las Huacas (fase Tembladera) — El Guayabo
Huaca Verde — Guañape (fases Media y Tardía) — Alto de la Guitarra — Caballo Muerto — Huaca de los Reyes
Ingatambo (Fase Ingatambo) — Ñañañique — Chólope
Huacaloma (fase temprana 1200-900 a.C.) — Pacopampa (fase I 1200-800 a.C.) — Cerro Blanco (fase Cerro Blanco) — Poro Poro Udima — Kuntur Wasi (fase Ídolo 950-800 a.C.) — Layzón (fase Huacaloma Tardío)
Huaca Lucía
Sorcape — Mocupe
La Bomba — Polvorín — Las Huacas (fase Hamacas) — Montegrande — Limoncarro
Guañape (fase temprana) — Alto de la Guitarra
Ingatambo (Fase Pomahuaca)
Santa Apolonia Kolguitín Chondorco Pandanche — Cerro Blanco (fase La Conga) — Huacaloma (fase Huacaloma Temprano)
Arenal — Ventarrón — Cerro Ventarrón
Huaca Prieta
Alto Salaverry
Ingatambo (Fase Huancabamba)
Cerro Ventarrón — Paiján
Huaca Prieta
– Arquitectura ceremonial monumental y unidades sociales más grandes – Artesanías más especializadas e inicio de la producción alfarera – Orígenes de un estilo iconográfico y de la decoración pictórica de las estructuras ceremoniales Formativo Inicial (3500–1700 a.C.)
Sierra Norte
Cerro Arena — Puerto Morín — Salinar
– Fin de las actividades en el centro ceremonial de Chavín de Huántar y remodelación de Kuntur Wasi – Desaparición gradual de la iconografía y el arte Chavín – Desintegración de la cosmovisión, las formas sociales y los logros del Formativo Formativo Tardío (800–400 a.C.)
Sierra Norte Moche Virú
La Pampa
Nepeña
Casma
Caylán — Samanco — Huambacho
Chankillo
Caylán — Samanco — Huambacho — Huaca Partida (Fase Nepeña)
Sierra Norcentral Huarmey
Pallka — San Diego
Callejón de Huaylas
Callejón de Conchucos
Huaraz
Chavín de Huántar (deja de ser un centro ceremonial)
Huaricoto — Pumacayán
Chavín de Huántar (fase Blanco y Negro, 900-550 a.C.) — Pójoc — Yurakyako (?)
Huaca Partida — Cerro Blanco
Pampa de las Llamas / Moxeque
Huaricoto
Chavín de Huántar (fases constructivas y cerámicas tempranas)
La Pampa ( Fase Yesopama )
Punkurí — Cerro Blanco
Las Haldas — Sechín Alto — Cerro Sechín
Piruro — Tutishcainyo
Pocos hallazgos
La Galgada — San Juanito — Salinas de Chao
Punkurí — Huayuná
Sechín Bajo — Huaynuná — Sechín Alto — Cerro Sechín
Huaricoto — Piruro
Hallazgos precerámicos
Los Gavilanes
Pampacancha — Cueva de Guitarrero
CHAVÍN
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Continuación
Sierra Norcentral
Periodo
Huánuco
Formativo Final (400–200 a.C.)
Sajarapatac — Kotosh (Fase Sajarapatac) — Kotosh (Fase Kotosh Chavín)
Chancay
Sajarapatac — Paucarbamba — Kotosh (Fase Kotosh Chavín)
Formativo Medio (1200–800 a.C.)
Jancao — Warampayloma — Wairajirca — Kotosh (Fase Kotosh Kotosh) — Shillacoto
San Jacinto
Shillacoto — Kotosh (Fase Kotosh Wairajirca) — Wairajirca
Piedra Parada
FormativoInicial (3500–1700 a.C.)
Periodo Arcaico (8000–3500 a.C.)
Shillacoto — Kotosh (Fase Kotosh Mito) — Wairajirca
Chillón
Baños de Boza — La Trinidad
Formativo Tardío (800–400 a.C.)
Formativo Temprano (1700–1200 a.C.)
Sierra Central
Costa Central Supe Huaura
Introducción
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Rímac
Lurín
Huachipa
Junín
Costa Sur Pisco
San Blas
Ica
Palpa
Nasca
Ocucaje
Los Molinos — La Muña — Llipata Jauranga — Pinchango Viejo — Collanco — Cutamalla
Cahuachi — La Puntilla
Carhua Cerrillos — Ánimas Altas
Áspero ( Huaca de los Sacrificios) — Caral Bandurria Caballette Allpacoto Vichama
Culebras — Río Seco — Las Shicras
Huaca La Florida — Huacoy — Ancón — Cueva
Garagay
Cardal — Mina Perdida — Manchay Viejo — Manchay Bajo
Ilo
Ayacucho
Moquegua (Cuzco)
Campanayoq — Rumi
Mollake Chico — Jauranga — Pinchango Viejo — Collanco — Cutamalla
Campanayoq — Rumi
Chilca
Chilca — Disco Verde
El Paraíso — Buena Vista
Paracas Paracas (península) — Chilca
La Paloma — Chinchorro Locales
Sierra Sur
Lauricocha — Uchcumachay — Pachamachay — Panaulauca — Telarmachay — Junín
Erizo — Mastodonte
Hacha ( Acarí )
Pernil Alto
Pernil Alto
Numerosos sitios
Numerosos sitios
Asana
CHAVÍN
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1.2
¿QUÉ ES CHAVÍN? Peter Fux
Introducción
35
La cultura Chavín deriva su nombre del sitio arqueológico de Chavín de Huántar, en la sierra peruana. Las impresionantes ruinas de este complejo monumental se encuentran a una altura de 3180 metros sobre el nivel del mar, en la margen oriental de la Cordillera Blanca. Los restos de masivos edificios de piedra en la región Áncash, ubicados en un angosto valle de la sierra llamado Callejón de Conchucos, captaron la atención de muchos de los primeros viajeros y estudiosos. A mediados del siglo XVI, un cronista reportó haber visto una inmensa fortaleza con rostros esculpidos en sus muros, y a comienzos del XVII se habló de un oráculo comparable con los de la antigua Roma o de Jerusalén, que habría existido en este remoto valle de la sierra. La existencia de semejante edificio macizo de piedra y de gigantescas esculturas de aspecto extraño, en un lugar tan lejano e inhóspito, resultó ser irresistiblemente fascinante para los recién llegados del Viejo Mundo. No sorprende que su encuentro con los restos y su interpretación de su antigua función hayan estado configurados por los conceptos que llevaron consigo, no por ignorancia sino porque no tenían alternativa. Cuando las investigaciones arqueológicas comenzaron en América del Sur a principios del siglo XX, los investigadores plantearon la hipótesis de que las altas culturas de los Andes Centrales tuvieron su origen en Mesoamérica. El los estaban con vencidos de que las culturas Mochica, Nasca o Tiahuanaco —las únicas que conocían— eran en realidad culturas “clásicas” que no tenían ningún antecedente local; la calidad de su arte y de su arquitectura era, con seguridad, una importación de Mesoamérica, el hogar de los logros culturales supremos de los olmecas, y posteriormente de los mayas. Y para explicar el alto nivel de desarrollo de las culturas mesoamericanas, que incluían escritura y obras de arte, a menudo se hacía la conjetura de que ellas de algún modo debían haber estado en contacto con las altas culturas del Viejo Mundo. De este modo, desde el principio mismo se había descartado casi por completo la posibilidad de que Sudamérica pudiese haber tenido una historia propia. Julio C. Tello (1880-1947), el pionero de l a arqueología peruana, efectuó un cambio crucial en la perspectiva que se tenía sobre Chavín de Huántar, y nuevamente hizo de las esculturas en piedra el foco de atención. La escultura más importante, que mide más de cuatro metros de altura y a la que se conoce como “El Lanzón”, debido a su forma en punta, se alza en una cámara extremadamente angosta y oscura dentro del templo, al que solo es posible llegar a través de un pasaje largo y estrecho [figs. 4, 117]. La imagen antropomorfa, al igual que muchas otras, tiene colmillos y garras. Otros relieves muestran aún más felinos, lo que llevó a Tello a plantear la hipótesis de que la deidad a la que se rendía culto en Chavín era Wiracocha, la misma que posteriormente sería adorada por los incas, pero en la forma original de un jaguar. Esta teoría partía de dos premisas: que los constructores del complejo establecieron lazos con la cuenca del Amazonas, y que este era sumamente antiguo. Chavín de Huántar repentinaFig. 4 Cuatro vistas del Lanzón. Altura desde el suelo: 3,71 m. La imagen fue generada a partir de un modelo digital en 3D basado en los datos
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CHAVÍN
Introducción
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mente había pasado a ser un indicador clave del origen local de la reflejo de una situación social histórica. En otras palabras, los alta cultura andina y un centro de la “cultura matriz” de los An- pueblos de los periodos estudiados no se llamaron a sí mismos des. La exhibición de los monolitos conocidos como “Estela Rai- como Cupisnique, Limoncarro o Chavín. mondi” [fig. 6] y “Obelisco Tello” [figs. 5, 116], dos emblemáticas Las culturas arqueológicas pueden fecharse en térmiesculturas Chavín, que tuvo lugar en la época en Lima, sirvió nos absolutos y relativos la una con respecto a la otra. El fechado para reforzar la hipótesis de la cultura matriz. absoluto se efectúa fundamentalmente con ayuda de métodos fíEs posible que Chavín de Huántar haya si do utilizado sicos como el radiocarbono, que arroja la edad en años. El fechado como referencia del origen local para las culturas conocidas del relativo se realiza principalmente a partir de la capa en la cual se Perú, pero de la misma manera planteó aún más interrogantes: hallaron los restos materiales (los más recientes se encuentran ¿de dónde provino Chavín, la sociedad altamente desarrollada, encima de los más antiguos), y nos permite reconstruir cómo fue dada la aparente ausencia de un claro antecedente? Simplemen- que una cultura material específica se desarrolló. Los desarrollos te no había ninguna evidencia arqueológica que apoyara los su- que tienen como premisa el estilo y la tecnología también pueden puestos vínculos con la cuenca amazónica ¿Cuán antiguo es Cha- usarse en el fechado relativo. Entre los conceptos del Viejo Mun vín, y cómo funcionaba su sociedad? ¿Acaso alguna vez fue un do que fueron importados a la arqueología de las Américas, figura imperio que controlaba un territorio a partir de un único centro el supuesto de que el uso de la cerámica viene a ser una preconpoderoso, como Roma o los incas, que llegaron mucho después? dición esencial del grado más alto de c omplejidad con que se defiEsta era la conclusión obvia, al menos en ausencia de cualquier ne una sociedad. La terminología sigue la misma premisa: en los alternativa clara. Andes Centrales, el extenso periodo que transcurrió previo a l a A partir de una serie de hallazgos, como un grupo de difusión de la cerámica (ca. 1200-1700 a.C.) se conoce como el textiles suntuosamente decorados y de piezas de cerámica lleva- periodo Arcaico, mientras que el lapso que media entre las primedos a cabo en la costa, a unos mil kilómetros al sur de Chavín de ras evidencias del uso de la cerámica y el surgimiento de las culHuántar, donde se conservaron al menos algunos materiales or- turas andinas “clásicas” más tempranas —Nasca y Mochica— regánicos gracias al clima seco del desierto, fue posible acercarnos cibe el nombre de periodo Inicial o Formativo (ca. 1700-200 a.C.). a una respuesta. Los objetos encontrados en tumbas de la cultura Los autores de este catálogo coinciden en que ya es Paracas guardan cierta semejanza con la escultura lítica Chavín, hora de que la arqueología de los Andes Centrales transcienda y también nos proporcionaron los primeros fechados confiables, las nociones preconcebidas del Viejo Mundo, y para reflejar esto ya que los materiales orgánicos pueden fecharse físicamente. Du- introducen una nueva terminología. Después de todo, los hallazrante la segunda mitad del siglo XX los arqueólogos preferían no gos arqueológicos más recientes muestran que en esta región los especular con respecto a la estructura social o la interpretación y pueblos construían grandes centros ceremoniales desde el 3500 concentrarse más bien en cuestiones cronológicas o de tipología a.C., mucho antes de la evidencia más temprana que se conoce material, razón por la cual se hablaba de un “Horizonte Chavín” para la cerámica, es decir, durante el periodo Arcaico (para usar o un “Horizonte Temprano”, para referirse al primer milenio an- la vieja terminología). Estos eventos resultan asombrosamente tes de nuestra era, periodo en el que la iconografía y el estilo tempranos en comparación con la historia cultural de otras regioChavín fueron adoptados por diversas culturas de la región cen- nes del mundo, incluido el antiguo Egipto. Obras colectivas de tral andina. El Horizonte Temprano es el primer periodo de la planificación e ingeniería como esta, indudablemente fueron de historia cultural andina en el que un estilo y una iconografía de- la mano con desarrollos sociales y económicos tales como el uso terminadas se propagan a lo largo de una amplia región 1. del riego para incrementar el rendimiento de los cultivos, la for Al describir, or denar y preparar diligentemente una mación de unidades sociales cada vez más grandes y la creciente tipología de los diversos descubrimientos realizados en la segun- interdependencia: en suma, con los inicios de una sociedad comda mitad del siglo XX, los investigadores lo graron identificar va- pleja. Así, los autores han propuesto retroceder el i nicio del periorias culturas y estilos distintos, y hoy los estudiosos hablan de do Formativo en los Andes Centrales al 3500 a.C. [fig. 3]. nuevos desarrollos tales como la cultura Cupisnique, la cerámica Si vamos a entender a Chavín como algo más que una de estilo Tembladera y Chavín, o las tallas en piedra del estilo categoría estilística de restos materiales y como el sistema social Limoncarro. En esta coyuntura vale la pena reevaluar el término que produjo tales artefactos y convivió con ellos, debemos primede “cultura arqueológica”, término acuñado por los arqueólogos. ro investigar el proceso a través del cual se formó la sociedad La cultura material se agrupa primero según ciertos criterios compleja más antigua de la región centroandina, comenzando que son escogidos antes de que se establezca su distribución geo- con los primeros pasos que llevaron a su formación. gráfica y su edad probable. Luego se le da un nombre al grupo, Los centros ceremoniales tempranos fueron construique en la mayoría de los casos constituye el topónimo del lugar de dos en los fértiles oasis ribereños por sociedades agrarias y sirdonde procede el hallazgo. Es importante recordar que se trata vieron como un lugar para el encuentro social y para promover de un sistema moderno de ordenar los restos materiales, y no el la cohesión social a través del ritual. El Formativo Temprano
Fig. 5 Cuatro vistas del Obelisco Tello. Altura sin considerar el pedestal
digital en 3D basado en los datos obtenidos por escaneos de luz
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(ca. 1700-1200 a.C.) vio el surgimiento de una clase social con aún mayores pretensiones de propiedad y habilidades especializadas. En diversos sitios, la competencia por los recursos y las tierras de cultivo llevó a la creación de centros ceremoniales más grandes y ostentosos. El subsiguiente periodo, el Formativo Medio (ca. 1200-800 a.C.), fue aquel en que se desarrolló el estilo artístico e iconográfico distintivo posteriormente asociado con los hallazgos realizados en Chavín de Huántar, y al que ahora se conoce como el “estilo Chavín”. Aquí adquieren especial importancia una serie de criaturas mitológicas sobrenaturales, que presentan rasgos humanos y animales. El Formativo Tardío (ca. 800-400 a.C.) es el periodo en el cual e l mundo andino, y el sistema de significado vigente, que fuera creado y consolidado por el arte y la arquitectura, fue adquiriendo fortaleza y supremacía. Chavín de Huántar no fue el único complejo de templos en aquella época, pero es posible que sí haya sido el más grande. En esta época, hubo otros centros como Kuntur Wasi, Pacopampa y Kotosh, y podemos decir, tanto por sus similitudes como por sus diferencias, que si bien compartían los mismos sistemas sociales y la cosmovisión, eran al mismo tiempo rivales en búsqueda de influencia y de seguidores. La fascinación que Chavín de Huántar todavía ejerce sobre nosotros, así como la larga historia de sus excavaciones, han hecho que se constituya una ventana singular al pasado, a través de la cual podemos aprender a comprender la manera en la cual funcionó esta sociedad centroandina, y que resulta sorprendentemente distinto de lo que se esperaba. Al pueblo de Chavín le costó mucho —tanto en términos humanos como materiales— la decisión de levantar su inmenso complejo de templos en un angosto valle de la sierra, en el cual las fuerzas de la naturaleza deben haber constituido un peligro inminente. Desafiando estas condiciones construyeron en piedra, la formaron y la decoraron siguiendo sus propias ideas. También desviaron arroyos torrentosos de montaña, construyeron cursos de agua artificiales y diseñaron la confluencia de dos ríos; estas proezas, efectivamente, deben de haber requerido una estrecha cercanía a los dioses. Es más, parecería que la nueva elite, que probablemente constituía una casta sacerdotal, logró ganarse el respaldo de las personas del más alto rango que decidían las políticas en otras regiones, y los centros que competían entre sí deben haber usado esta rivalidad para comprometer a sus trabajadores en proyectos cada vez más ambiciosos. Los seguidores privilegiados probablemente iban en peregrinación al complejo de templos en ciertas épocas. El complejo mismo, que era narrativo en su concepción y estaba ricamente ilustrado, no sólo creaba sino que además comunicaba los nuevos sistemas de significado e imagen del mundo que sustentaron a la sociedad compleja más temprana de la región centroandina. Pero esto no fue logrado ni por una fuerza armada, ni c on ayuda de la escr itura. Sus “armas”
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fueron más bien el arte y la manipulación de los sentidos en el templo mediante el uso orquestado de la luz, las sustancias psicoactivas, el sonido y la música. Por lo tanto, a lo que referimos con Chavín es a aquella esfera cultural —tanto en el tiempo como en el espacio— cuya iconografía y simbolismo dan cuenta de una cosmovisión y una forma de sociedad específicas. La credibilidad del concepto del mundo “Chavín” parece haber quedado profundamente remecida durante el Formativo Final (ca. 400-200 a.C.), cuando otras formas de sociedad del periodo Intermedio Temprano comenzaron a adquirir importancia, aunque no del todo sin recurrir a los logros del Formativo, tal como lo muestra este libro. La arqueología nos permite estudiar y comprender tanto el proceso a través del cual se formó Chavín, como el modo en que funcionó la sociedad compleja más temprana de la región centroandina. Y si, gracias a nuestra aplicación de las palabras “manipulación” y “poder ilusorio ” en nuestra descripción del antiguo mundo Chavín, efectivamente logramos probar la rotunda “otredad” de esta sociedad singular, de sus artefactos, convicciones y arte, entonces esto presumiblemente podrá leerse como una señal de que aquello con lo que hoy contamos constituye el único sistema de significado verdadero, lo que a su vez es la mejor medida posible de cuán exitosa puede ser –y efectivamente debe ser– la creación de mundos y de sistemas de significado.
Introducción
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2. LA ARQUEOLOGÍA DEL DESIERTO COSTEÑO: OASIS RIBEREÑOS, AGRICULTURA Y COHESIÓN RITUAL
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INTRODUCCIÓN A partir de los hallazgos realizados durante décadas de investigación arqueológica, el presente capítulo explora los procesos tempranos a través de los cuales se desarrollaron grupos y sociedades en la región de la costa del Perú. La distinción trazada entre la arqueología de las regiones de la costa [cap. 2] y de la sierra [cap. 3] es, ante todo, una consecuencia de la forma en que la investigación misma se ha desarrollado. La geografía extrema de la sierra hizo que fuera mucho más difícil explorar la, en tanto que los hallazgos espectaculares realizados en la árida región costera captaron, desde muy temprano, una considerable atención de los arqueólogos. Tom D. Dillehay, de la Universidad de Vanderbilt, en Nashville, introduce esta sección con sus estudios acerca de los procesos políticos y económicos, empezando con los primeros hombres que llegaron al subcontinente sudamericano. Los procesos entrelazados entre ellos condujeron, en última instancia, al surgimiento de sociedades grandes y complejas. Su atención recae principalmente sobre la región de la costa, espacio donde se cuenta con más datos gracias a las excelentes condiciones de preservación por el clima árido. Markus Reindel, del Instituto Alemán de Arqueología (Bonn), y Johny Isla, del Instituto Andino de Estudios Arqueológicos (Lima), vienen dirigiendo un proyecto de investigación multidisciplinario en Nasca-Palpa, en la costa sur peruana. La cultura Paracas de este lugar forma parte del “Horizonte Chavín” en el sentido más amplio, a pesar de que hay paralelos iconográficos y estilísticos entre sus artefactos. Concentrándose en su campo de estudio, estos dos investigadores lograron reconstruir la historia cultural de esta región desde el Formativo Inicial hasta la conquista española, arrojando al mismo tiempo datos sobre la interacción cultural menos conocida con la población de la sierra, que obviamente fue un aspecto decisivo para los procesos sociales que ocurrieron en todos los Andes Centrales.
Fig. 7
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La arqueología del desierto costeño
2.1 Yoshio Onuki, de la Universidad de Tokio, es uno de los expertos más reconocidos de la arqueología peruana. Sus investigaciones en la sierra, en particular en Kotosh, la cuenca de Cajamarca y en Kuntur Wasi [véase cap. 3], han sido de mayor importancia y proporcionaron ciertas percepciones cruciales de los procesos culturales del Formativo; de ellas, la más interesante para nuestros fines es el desarrollo de contactos recíprocos y dinámicos con ciertos centros de la costa. Ignacio Alva Meneses ha venido dirigiendo proyectos de investigación en Lambayeque, en la costa norte del Perú, desde hace muchos años. Hasta hace poco, Lambayeque había sido considerada como una región de culturas receptoras. Los resultados de sus investigaciones son impresionantes y señalan la dedicación de las antiguas sociedades lambayecanas a la experimentación, particularmente evidente en la arquitectura de esta región, que Alva Meneses propone como una contribución crucial al desarrollo cultural durante el periodo Formativo de los Andes Centrales. Los hallazgos realizados recientemente por Peter R. Fuchs en Sechín Bajo, en el valle de Casma, arrojaron una sorpresa cuando la estructura ceremonial fue fechada alrededor de 3500 a.C. Gracias a sus excavaciones exhaustivas, ahora es posible reconstruir el desarrollo arquitectónico de los centros ceremoniales en el valle de Casma con cierto detenimiento, y así datar el inicio del Formativo centroandino a mediados del cuarto milenio a.C.
LOS PRIMEROS POBLADORES Y LAS PRIMERAS SOCIEDADES EN EL LITORAL Tom D. Dillehay
Las bases costeñas de la civilización centroandina comenzaron a formarse entre el 3500 y 3000 a.C., cuando las sociedades de la costa árida desarrollaron un estilo de vida sedentario y erigieron grandes monumentos ceremoniales. Además de los ricos recursos del litoral del Pacífico, los pueblos eventualmente adoptaron el maíz y otros cultivos alimenticios, así como la agricultura de riego, y la densidad demográfica se elevó rápidamente. Esto al principio tuvo lugar en valles individuales, pero eventualmente algunas poblaciones extendieron su hegemonía sobre áreas mucho más amplias a partir de 1000 a.C., uniendo así a los valles vecinos en formaciones políticas más amplias, y estableciendo identidades y creencias ideológicas regionales diferenciadas. Si bien los mecanismos a través de los cuales se desarrollaron estas sociedades tempranas a lo largo de la costa del Pacífico aún son poco cono cidos, lo que sí sabemos es que la historia de su ascenso se inició a finales del Pleistoceno, cuando los pobladores comenzaron a establecerse en los medioambientes más productivos de las planicies y valles costeños de los Andes Centrales, especialmente en la región que se extiende entre el actual sudoeste de Ecuador y el norte de Chile. Al examinar a estos primeros habitantes y sociedades, lo hacemos bajo la perspectiva de la economía política, que se refiere al entrelazamiento de la organización política y económica, las diferencias sociales y los marcos ideológicos de estas sociedades. A medida que, con el paso del tiempo, las sociedades costeñas iban haciéndose más complejas en términos sociales y económicos, ideas y creencias más sofisticadas brindaban un medio con el cual sancionar su crecimiento y sus metas. La investigación de la economía política resulta particularmente apropiada, dada la excelente conservación de las evidencias arqueológicas halladas en el registro material de las regiones costeras occidentales de Sudamérica. Comprender cómo fue que la civilización centroandina emergió en esta región requiere que asumamos una perspectiva de larga duración, y que rastreemos los procesos más tempranos que llevaron al establecimiento de las comunidades aldeanas, de los centros ceremoniales y eventualmente de las ciudades. Aunque el eje aquí recae fundamentalmente sobre las primeras evidencias de la civilización andina durante el prolongado periodo Precerámico (hasta ca. 1700 a.C.), dedicamos un espacio a las primeras sociedades cazadoras y recolectoras del Pleistoceno Tardío y al Holoceno Temprano. Estas sociedades más tempranas, y en un plano más general el origen de la agricultura y del estilo de vida sedentario, fueron precursores importantes de la civilización. Por ello, la intención aquí es comprender el medio ambiente de estas sociedades y reconstruir la disposición de la infraestructura que yacía detrás de la agricultura costeña, la pesca marítima, las formas de asentamiento y de construcción del paisaje, así como la interrelación entre los humanos y el medio ambiente. Especial énfasis se le atribuye a comprender la naturaleza de las economías agromarítimas y la construcción de monumentos públicos, como base para delinear la diversidad de las ocupaciones tempranas de la costa.
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El medio ambiente costeño
La llegada y el establecimiento del hombre
La costa del Océano Pacífico forma una angosta planicie al pie de Las vastas dimensiones del terreno y la diversidad ecológica de las montañas de los Andes Centrales, atravesada por valles flu- Sudamérica, especialmente en la cuenca amazónica y en las viales grandes y pequeños que descienden desde las montañas montañas andinas, le ofrecieron oportunidades ilimitadas a los hasta el mar [figs. 2, 7]. Estos valles forman unos oasis en la primeros inmigrantes para que se desplazaran y buscaran planicie desértica con suelos ricos, y una vegetación donde el distintos tipos de recursos. La mayoría de las poblaciones humaagua abunda según la estación 1. Los pueblos andinos cultivaron nas del Pleistoceno Tardío y el Holoceno Temprano (hace ca. el piso de estos valles durante miles de años y levantaron sus 9000-12000 años) eran cazadores y recolectores nómadas que reasentamientos en los bordes, cerca de sus parcelas agrícolas en la corrían grandes territorios para cubrir sus necesidades de subllanura aluvial. En un contexto más amplio, la región litoral sistencia, sociales, tecnológicas y otras más 2. Su forma de vida forma una serie de microambientes relacionados entre sí, como móvil era dictada por la disponibilidad de recursos, y ocasionalpozos de marea y bahías rocosas en los que abunda una amplia mente tal vez por los conflictos sociales entre grupos que se dis variedad de peces y mariscos, así como lugares donde son comu- putaban el acceso a dichos recursos. Aunque no hay ninguna nes los alimentos vegetales estacionales nutridos por las neb li- evidencia directa de que los pobladores de la costa hayan cazado nas. La combinación de estos microambientes proporciona una a la actual extinta megafauna (proboscidios, perezosos, osos serie rica y uniforme de recursos alimenticios, que normalmente gigantes), es probable que algunos de estos animales hayan podrían ser explotados con facilidad desde los campamentos formado parte del inventario alimenticio de la época. Algunas de los cazadores y recolectores tempranos. poblaciones probablemente permanecieron en hábitats ricos en Sin embargo, la abundancia del medio ambiente marí- recursos durante periodos más o menos largos, como deltas, timo se ve perturbada ocasionalmente por una contracorriente bahías, estuarios de ríos y entornos lacustres; otras tal vez se cálida conocida como El Niño, que puede fluir hasta por doce juntaban socialmente por diversas razones. En muchos lugares, meses. El Niño tiene lugar a intervalos sumamente irregulares, los cambios en la movilidad parecen haber coincidido con camque unas veces solo toman unos cuantos años y otras muchos bios en las condiciones climáticas y la reorganización biótica del más. Esta contracorriente reduce el afloramiento marino en tal Pleistoceno Tardío, lo que reflejó la adaptación a oportunidades medida que los peces emigran a otros lugares, reduciendo así los de subsistencia local y una creciente densidad demográfica en recursos fundamentales de la dieta de los pueblos costeños. A lo algunas zonas. largo del tiempo, estas condiciones medioambientales afectaron La arqueología de los primeros pobladores en los de muchos modos las adaptaciones económicas y las organiza- Andes Centrales está mejor documentada en la costa norte y en ciones sociales. Aunque los recursos marítimos siempre constitu- la sierra central del Perú, donde se han registrado docenas de yeron una parte importante de la dieta, lo que dio un gran im- sitios3. Hay una amplia variedad de evidencias que indican diverpulso a los pueblos costeños para que organizaran sociedades sas combinaciones de estrategias de caza y recolección especialisumamente complejas fue el eventual desarrollo de la agricul- zadas, así como un comportamiento recolector generalizado. Los tura en las fértiles llanuras aluviales de estos valles. asentamientos marítimos especializados a lo largo de la costa Si bien la singular geografía de la costa, con sus ricos sur peruana y el norte chileno contaron con una amplia gama de recursos marinos que son posibles por ubicarse al lado de las recursos marinos y de estuario, y en menor medida de especies fértiles llanuras, constituye un aspecto importante para com- terrestres [fig. 8]. En consecuencia, una sostenida tradición maríprender el surgimiento de las sociedades complejas; igualmente tima recolectora perduró desde el Pleistoceno Tardío hasta el importantes son los nuevos conceptos ideológicos adquiridos Holoceno Medio, hace alrededor de 4000 años, como lo muestran por las comunidades tempranas, que llevaron al surgimiento de sitios tales como Quebrada de los Burros, Jaguay y Tacahuay en la arquitectura monumental antes incluso de la introducción de el sur del Perú, y los de Quebrada de las Conchas y los sitios de la cerámica. Otro factor es la gran importancia que tuvieron cier- Huentelauquen en el norte y centro de Chile. tos cultivos para la economía costeña, como el algodón empleado De otro lado se ha demostrado una forma de vida geen las redes de pesca y los textiles, y las calabazas usadas como neralizada en diversos lugares, entre ellos la costa norte peruaflotadores para pescar, junto a otros diversos animales que fueron na, donde las áridas pampas de la costa y las montañas de los introducidos posteriormente desde la sierra, como las llamas Andes ofrecen varias zonas ecológicas sumamente compactadas, y los cuyes. que van desde el desierto hasta el bosque montano tropical. La región ha sido investigada detenidamente por los arqueólogos durante las últimas décadas y se han identificado cientos de sitios asociados a la cultura Paiján, los que fueron fechados aproximadamente hace 8500 a 11000 años 4. Los sitios Paiján
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Temprano, fechados entre ca. 9000 y 8500 a.C., reflejan una sociedad cazadora y recolectora, que vivió durante breves temporadas en hábitats donde se podía subsistir a partir de un amplio espectro de plantas y animales 5, entre ellos peces y el cultivo de calabazas (Cucurbita). Los sitios Paiján Tardío parecen ser lugares escogidos por periodos largos, lo que implica que la vida semisedentaria había comenzado ya hacia 8000-7000 a.C. 6. Una posible razón para suponer esto es la creciente abundancia de recursos silvestres, posible gracias a la mejora del clima después del Pleistoceno, lo que tuvo como resultado que los pueblos ya no necesitaban recorrer un gran territorio para cubrir sus necesidades de subsistencia. Al mismo tiempo, los asentamientos con pequeñas estructuras arquitectónicas circulares y con una mayor densidad de artefactos se fueron haciendo cada vez más comunes a lo largo de las planicies costeras del Pacífico y e l piedemonte de los Andes. Aproximadamente al mismo tiempo, los pueblos que vivían en Las Vegas, en el sudoeste de Ecuador, también cultivaban calabazas y practicaban una economía generalizada [véase cap. 5.1] 7. El estilo de vida semisedentario de los pueblos de Las Vegas y Paiján Tardío, conjuntamente con sus prácticas de subsistencia cada vez más amplias, fue el preludio de la aparición de comunidades sedentarias en los Andes Centrales entre 7000 y 4000 a.C. En este periodo, un nuevo mundo estaba en formación. Aunque podemos presentar un cuadro general de los primeros pobladores en la costa, virtualmente no sabemos nada de las relaciones que estos pueblos y otros de la región mantuvieron, en especial los que vivían en la vecina sierra andina, y lo único que podemos hacer al respecto es especular. Un viajero que hubiese caminado a lo largo de la costa y de los cerros y llanuras de la región hace 6000 a 11000 años, con toda probabilidad se habría topado con grupos que empleaban diversos patrones de subsistencia en la pesca, la caza y la recolección, así como una horticultura menor. Estos mismos grupos probablemente viajaban a las montañas en busca de nuevos recursos y para intercambiar bienes con los vecinos de la sierra, quienes posiblemente también iban y venían entre la costa y las montañas.
En la costa peruana podemos remontar las manifestaciones iniciales que llevaron hacia las sociedades complejas hasta el Arcaico Tardío o al Formativo Inicial (ca. 5000-2500 a.C.), a cuyo periodo más tardío a v eces se denomina Precerámico Tardío o Precerámico con algodón, y ello debido a que este último cultivo es sumamente común en los sitios que datan de esta época. En este periodo, los asentamientos en la costa y el vecino piedemonte andino crecieron en tamaño, mientras que las primeras estructuras arquitectónicas monumentales fueron levantadas hacia finales del mismo bajo la forma de plataformas piramidales8. La aparición de construcciones monumentales y las poblaciones que se encargaron y fueron necesarias para construirlas, constituye un tema que recibió bastante atención de los estudiosos desde comienzos de la década de 1970. Michael Moseley propuso que las bases económicas de las tempranas sociedades complejas peruanas fueron dadas por la pesca en el mar 9. Según Moseley, los ricos recursos marinos de la corriente de Humboldt permitieron a grandes poblaciones permanentes vivir a lo largo de la costa sin una agricultura intensiva. Esta postura contradecía la noción tradicional que los arqueólogos tienen de que la agricultura, especialmente la de riego, es una precondición para el surgimiento de la complejidad social. La “hipótesis de las bases marítimas” de Moseley considera que la agricultura del Precerámico Tardío (el Formativo Inicial, 3500-1700 a.C.) suministraba productos mayormente industriales que permitieron apoyar la economía pesquera, como algodón para las redes y calabazas para sus flotadores. Sin embargo, evidencias recientes indican que los alimentos tanto marítimos como agrícolas constituyeron la base económica real del Precerámico Tardío, pero la proporción de cada uno variaba de un lugar al otro a lo largo del tiempo, dependiendo de la riqueza del vecino mar y de la domesticación y adopción del cultivo de alimentos 10. Los arqueólogos vienen sosteniendo una serie de debates en torno a la cuestión del origen del cultivo de alimentos en la costa central andina y sus implicancias. Hasta ahora, los datos sugieren que el Perú costeño fue el hogar original de la domesticación de algunas plantas, mientras que otras se difundieron desde distintas regiones andinas. Sabemos que las calabazas y los mates del norte andino aparecieron entre 8000 y 6000 a.C. El ají, el algodón, el pallar, la achira, el maní, el pacay, la quinua, la yuca, la palta, la guayaba, diversas var iedades de calabaza y la lúcuma aparecieron más tarde, entre 5000 y 2500 a.C., en tanto que el maíz, diversas variedades de frutas, las papas y los frijoles fueron introducidos hacia el final de este periodo. Tal vez la mejor explicación actual del origen de la producción de alimentos es la que plantean Dolores Piperno y Deborah Pearsall, quienes argumentaron a favor del desarrollo temprano de la agricultura en las tierras bajas de América Central y el norte de Sudamérica, aproximadamente al mismo tiempo que en el Cercano Oriente 11. En la interpretación que dan a las evidencias provenientes del polen y de fitolitos
Los cultivos de alimentos y la agricultura Entre el 6000 y el 4000 a.C., algunos pueblos de la costa comenzaron a adoptar una forma de vida sedentaria. A diferencia del modo de vida más móvil de cazadores y recolectores, el estilo de vida sedentario de los recolectores marítimos y de los agricultores tuvo un profundo impacto sobre casi todos los aspectos de la vida social en la costa. Esto indica un cambio en la mentalidad, desde la consideración de una planificación inmediata a la de un futuro más lejano, y refleja también conceptos de territorialidad en los cuales el uso comunal de los recursos marítimos y de los cultivos de alimentos brindó un punto de partida para la diferenciación social inicial, que tuvo como base la acumulación de bienes y posiblemente de la tierra y de otra riqueza material.
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—estructuras diagnósticas de sílice formadas en tejidos de plantas —, así como de granos de almidón incrustados en las piedras de moler, Piperno y Pearsall proponen que los huertos domésticos en donde se cultivaban diversas plantas surgieron en estas áreas entre 7000 y 6000 a.C. Después de 3000 a.C. se prepararon campos más grandes, lo que llevó al patrón de agricultura al cual se conoce como de “roza y quema”, y que hoy en día caracteriza al cultivo rural en esta zona. Los cultivos principales involucrados fueron raíces y tubérculos como la yuca y arrurruz, diversos tipos de calabaza y árboles frutales como la palmera, así como una variedad primitiva de maíz. Piperno y Pearsall creen que estos y otros cultivos, como el maíz, el ají, los frijoles y la calabaza, llegaron a la costa c entral andina en diversos momentos después del Pleistoceno. Los cambios que tuvieron lugar en los patrones de subsistencia a lo largo de la costa entre 5000 y 2500 a.C., desencadenaron una forma totalmente nueva de vida al permitir el establecimiento posterior de comunidades aldeanas permanentes, y eventualmente de poblados con concentraciones de población bastante grandes. Para mantener a estas sociedades en expansión en las áridas condiciones medioambientales de la costa, se debía contar primero con una ser ie de desarrollos tecnológicos. La puesta en marcha de estrategias de subsistencia adaptadas a la vida bajo las condiciones medioambientales de la árida región costera tuvo una importancia fundamental. Aunque algunas tecnologías tales como las redes de pesca de algodón, los flotadores y plomadas ya habían surgido en la costa, en este periodo aparecieron también otros elementos básicos como las huertas domésticas, la agricultura de riego simple y las instalaciones para el almacenaje de excedentes alimenticios, todo lo cual se practicaba ya entre 4500 y 3500 a.C. 12.
al análisis transregional de las actividades domésticas a partir de los restos materiales de las viviendas tempranas de la costa centroandina, especialmente en sitios como Las Vegas, Nanchoc, La Paloma, Chilca y las localidades Chinchorro. En este periodo, una unidad de vivienda era ocupada tal vez por una familia nuclear. En lugares como La Paloma, en la costa central peruana, un grupo doméstico formado por varias unidades familiares, todas ellas probablemente emparentadas entre sí, conformaba la unidad económica básica, que era una suerte de familia extensa. Una de las comunidades domésticas más tempranas es la del sitio de Las Vegas, en la costa sudoriental del Ecuador, donde se fechó una comunidad de viviendas semihundidas entre 8000 y 5800 a.C. [véase cap. 5.1] 14. La ocupación más temprana de Las Vegas indica una economía mixta que incluía venados, pecaríes, zorros, frutos comestibles de plantas y árboles (como cactos y vainas de algarrobo), calabazas domesticadas, peces y mariscos de los manglares vecinos, todo lo cual existía a unos cuantos kilómetros del lugar. También se encontraron 192 esqueletos humanos que datan principalmente de 6000 a 4500 a.C., a los que se colocó en un espacio alejado de las viviendas. Los ornamentos encontrados en algunos de los entierros sugieren tempranas diferencias sociales. La separación de los espacios de enterramiento y de vivienda en Las Vegas, así como la aparición de bienes funerarios, sugiere que se reconocía la transición de la muerte biológica a la cultural y la memoria del difunto. Para el 5500 a 4000 a.C., las comunidades de horticultores y marítimas estaban presentes en las costas peruana (La Paloma y Chilca) y del norte chileno (Acha y Chinchorro). La explotación intensiva de plantas, incluyendo unas domesticadas, es evidente en otros sitios del Arcaico Tardío como Los Gavilanes, en el valle de Huarmey 15. Algunas de las primeras señales de una vida comunal más permanente provienen de la zona de Nanchoc y del sitio de La Paloma, en Perú. En este periodo temprano, muchas comunidades se hallaban en quebradas laterales donde había agua dulce. En el valle de Nanchoc del norte peruano, que se encuentra sobre las laderas occidentales más bajas de los Andes, las ocupaciones que tuvieron lugar entre 8000 y 5500 a.C. fueron viviendas pequeñas y circulares que a menudo distaban entre 200 y 400 metros la una de la otra, con cimientos de piedra y adobe, pozos de almacenaje revestidos con piedras y entierros debajo del piso de las viviendas. Para el 5000 a.C., la población de Nanchoc había desarrollado estrategias viables de horticultura y de recolección, así como las herramientas y tecnologías requeridas por los horticultores como las zanjas de riego y las técnicas de preparación. En Nanchoc también se encontraron montículos de tierra duales con plataformas múltiples de baja altura, usadas en rituales públicos [fig. 10]. Estas estructuras anticiparon la forma de los montículos más grandes de sociedades posteriores, ejemplificados por las plataformas escalonadas, las vías de ingreso restringido y una choza techada en su nivel más alto. El sitio de La Paloma, en la costa central peruana, fue ocupado hace más
Las primeras unidades domésticas y la diferenciación social La unidad doméstica constituye el componente social más común en los patrones de subsistencia antedichos, además de constituir el núcleo más pequeño y productivo. Ella proporciona información crucial con la cual comprender las prácticas económicas, ecológicas e ideológicas de una determinada sociedad. En términos estructurales, las casas pequeñas existentes durante la primera parte de este periodo fueron cambiando de un diseño individual y circular a otro de forma cuadrada, con una o múltiples habitaciones, y que eran semejantes a estructuras de conjuntos residenciales, lo que mejor se ve en los sitios de Nanchoc, en el norte peruano13. La última variante fue el añadido de nuevos segmentos de habitaciones a una casa ya existente, lo que sugiere una estrategia adoptada probablemente para satisfacer las necesidades de una familia en crecimiento y con mayores actividades. Podemos reconstruir un cuadro global de la vida en el periodo Arcaico Temprano a Medio (8000-5000 a.C.), recurriendo
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Las Vegas• •Chobshi Cubilán•
Amotape•
Región Cupisnique
La Cumbre Paiján Yuirihuac
•Huaca Prieta •Guitarrero
•Lauricocha
El Volcán•
Chivateros •
Lima•
Región Junín
Pachamachay Panaulauca Telarmachay Uchkumachay Región Ayacucho
Pozo Santo•
Jaywamachay Pikimachay Puente
Carú• Toquepala• Asana•
OCÉANO PACÍFICO
Acha•
Tiliviche Aragón•
Chulqui San Lorenzo• Tuina
Fig. 8 Mapa del Perú que muestra los sitios
•Las Conchas
Huachichocana• Inca-Cueva
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de 7000 años. Esta fue una comunidad establecida 16 con numerosas chozas simples y pozos r evestidos con pasto, donde almacenaban comida para cuando se presentara un año malo. Los pobladores dependían sobre todo de la pesca y la recolección aunque también manipularon algunas especies de plantas, entre ellas begonias tuberosas, mates, calabazas, pimientos y posiblemente maní. Es probable que también hayan tenido llamas, la misma especie que los incas usarían después para transportar carga en los Andes. Existen evidencias de entierros secundarios tanto en Nanchoc como en La Paloma, lo que sugiere que algunos miembros de estas comunidades habrían dejado estos asentamientos durante algún tiempo, para mudarse a diferentes zonas medioambientales de acuerdo con el paso de las estaciones. En otras palabras, las personas que fallecieron y que en un tiempo fueron sepultadas en lugares lejanos, serían posteriormente llevadas de vuelta a casa para su entierro permanente. En este periodo también fue de gran importancia la cultura Chinchorro, desarrollada en el sur peruano pero sobre todo en el norte chileno 17, que data de entre 5000 y 2200 a.C., y que está asociada con una intensa economía marítima, lugares de entierro separados para los difuntos, y unas extraordinarias prácticas funerarias que giraban en torno a la momificación. Las evidencias mortuorias sugieren que las momias estaban diferenciadas socialmente, que fueron recicladas como “estatuas ancestrales”, para que formaran parte de las ceremonias públicas de los vivos, y que estaban relacionadas con la identidad de la comunidad. Esta es la evidencia más temprana que se conoce en el mundo de prácticas de momificación humana. En Chilca, al sur de la actual ciudad de Lima, floreció un asentamiento costero posterior que puso en práctica patrones sociales y de subsistencia similares. El arqueólogo suizo Frédéric Engel (1908-2002) excavó allí basurales y fechó con radiocarbono la ocupación anterior de Chilca, entre 3800 y 650 a.C. 18. Cuando el sitio estaba en uso probablemente se hallaba cerca de un pantano de juncos, los cuales proporcionaban materiales para esteras y construcción, así como un lugar donde tener pequeñas huertas. Los pobladores de Chilca vivían principalmente de moluscos, peces y leones marinos; también cazaban unos cuantos mamíferos terrestres. Cultivaban frijoles, pallares, mates, calabazas, y para practicar su agricultura simple probablemente dependían de las inundaciones del río, así como de las lluvias. Durante las investigaciones se encontró una vivienda, se trataba de una estructura circular con un armazón abovedado, hecho con cañas atadas y cubiertas con manojos de pasto; el interior estaba reforzado con huesos provenientes de ballenas varadas. Varios entierros fueron colocados dentro de la vivienda antes de que esta fuera derribada intencionalmente encima de ellos. Los esqueletos estaban envueltos con esteras de juncos y todos fueron enterrados al mismo tiempo.
Un desarrollo similar pero más complejo ocurría en el sudoeste ecuatoriano, donde la cultura Valdivia (4000-2200 a.C.) levantó grandes aldeas agrícolas circulares, que comprendían casas y estructuras rituales ovales19, un patrón posteriormente visto en muchas partes de las tierras bajas tropicales al este [fig. 11]. Esta fue una reorganización fundamental de la vida social, y en aquellos lugares donde una cosecha intensa era importante esta debe ciertamente haber estado ligada al ciclo anual de las estaciones, lo que cambió la percepción humana del medio ambiente y las implicaciones sociales que tenía el hecho de vivir en comunidades más grandes y más permanentes.
las de mortalidad, lo que indicaría un incremento demográfico, probablemente debido a una forma de vida establecida y a una dieta más diversificada. Además, es posible que nuevos pueblos hayan emigrado a la región, atraídos quizá por los sitios agrícolas. Algunas poblaciones previamente móviles quizá también establecieron asentamientos permanentes o semipermanentes. En el periodo Formativo Inicial, entre 3500 y 2500 a.C., los asentamientos de la costa, cuyo tamaño y subsistencia habían crecido, se expandieron para incluir nuevos cultivos domesticados. Sitios como Real Alto y otros sitios Valdivia en la costa sur ecuatoriana, así como Huaca Prieta, Alto Salaverry, Cerro Ventarrón, Sechín Bajo, Bandurria, El Paraíso, Paracas y muchos otros más en la costa peruana, ofrecen evi dencias de una creciente complejidad social hacia esta época, tal como lo indican las estructuras domésticas aglutinadas, las pequeñas estructuras especializadas como pirámides o plataformas [véase cap. 2.5], los textiles elaborados, los mates trabajados, la cerámica y otros objetos. Hacia el 3500 a.C., en lugares como Real Alto y Loma Alta, en la árida costa sur del Ecuador, los cazadores y recolectores tempranos que llevaban cerámica concentraron sus prácticas de subsistencia fundamentalmente en la recolección de moluscos y otros recursos de los manglares. Los ocupantes posteriores de Real Alto levantaron dos montículos alargados de tierra que contenían estructuras residenciales y una gran plaza circular, además de ampliar su dieta para que incluyera una amplia variedad de animales y de plantas, tanto silvestres como culti vadas. En Huaca Prieta (véase el estudio de caso), Alto Salaverry y otros sitios de la costa peruana se erig ieron estructuras especializadas de montículos, ya fuera con tierra o piedras, que indicaban la separación de espacios domésticos y públicos, empleándose estos últimos probablemente con fines ceremoniales. Huaca Prieta, un importante sitio costero en la costa norte peruana, está conformado por un gran montículo donde se encontraron muchos entierros y habría sido poblado entre 5000 y 1800 a.C. El inmenso basural contiene varias cámaras funerarias pequeñas construidas parcialmente en el suelo y techadas con vigas de madera o de huesos de ballena [fig. 12]. Sus habitantes fueron hábiles tejedores de algodón que diseñaron un sofisticado estilo artístico con diseños animales, humanos y geométricos [fig. 13]. Entre 2500 y 1000 a.C., las estructuras especializadas se fueron haciendo cada vez más grandes y sofisticadas, como las de Cerro Ventarrón, Sechín Bajo, el complejo de Sechín Alto, Las Haldas, Caral, Áspero, Piedra Parada, Río Seco, El Paraíso, Garagay y muchos otros sitios más en la costa norcentral y central del Perú. En estos lugares hay también evidencias de un patrón de estratificación social en vías de desarrollo, que se observa en plataformas ceremoniales de distinto tamaño y en las viviendas. Áspero es un buen ejemplo de ello. Se trata de un sitio grande que abarca 12 hectáreas y que cuenta con siete plataformas ceremoniales grandes y seis pequeñas, en cuya cima se construyeron pequeños templos que contenían entierros humanos 21.
Alrededor de los montículos se encontraban las plazas abiertas y las terrazas artificiales. Una gran población residente explotaba los ricos recursos de la costa vecina. En Caral (15 hectáreas), varios montículos ceremoniales y plazas estuvieron flanqueados por elaborados barrios residenciales, que sugieren una creciente sofisticación en la organización comunal y la estructura social22. Alrededor de 2000 a.C. se levantó un complejo de plataformas de piedra con mortero de barro en El Paraíso, sobre la llanura alu vial del valle del Chillón, a cierta distancia del mar23. Aquí, en al menos una de las plataformas se encontraron complejos de cámaras interconectadas, construidas en etapas sucesivas. Las evidencias provenientes de diversos sitios en la zona del Norte Chico (Áspero, Caral y otros) [fig. 9], así como en l os de la costa central (El Paraíso, Garagay), sugieren distinciones sociales definidas por pequeños grupos de elites y tal vez grandes poblaciones que no formaban parte de ellas, que pro bablemente representan el surgimiento inicial de formaciones políticas l ocales. Como no está claro si los complejos ceremoniales y las zonas residenciales vecinas de estos últimos sitios fueron contemporáneos, resulta prematuro asociar a los asentamientos de Caral, Áspero y otros del Norte Chico con formas tempranas de urbanismo y desarrollo estatal, como algunos arqueólogos han propuesto. Dadas las evidencias que se tienen hasta el momento, resulta mejor decir que simplemente son grandes complejos formados por ciclos de construcción y abandono. Dos argumentos resultan claros para este periodo, que estos grandes asentamientos obviamente dependían más de la agricultura que los sitios más tempranos, y que para 2000 a.C. las principales plantas alimenticias que conformaban la base de la civilización costeña peruana se estaban consumiendo. En resumen, hace 4000 a 7000 años surgieron asentamientos permanentes a lo largo de las llanuras costeras del Perú, que combinaban la agricultura con la explotación de recursos marinos. Esto finalmente dio inicio a un periodo sostenido de crecimiento demográfico y complejidad social. Los milenios de historia costeña que siguieron ciertamente vieron la aparición de muchos asentamientos permanentes ubicados cerca del océano. Las aldeas agromarítimas como Áspero, La Paloma, Chilca, Bandurria y otras más en los valles bajos de la costa peruana estaban caracterizadas por tendencias organizativas nuevas e interrelacionadas, típicas del periodo Formativo Inicial, lo que se tradujo como redes sociales más restringidas para el consumo y para compartir, así como mecanismos más formalizados de integración al nivel de toda la comunidad [véase cap. 2.2]. Una serie de transformaciones similares se estaban dando en la sierra peruana y boliviana, especialmente alrededor de la cuenca del Lago Titicaca, donde habían surgido economías agropecuarias basadas en la papa y otros tubérculos, así como en la carne y la lana de camélido.
De unidades domésticas a comunidades y monumentos Cambiando nuestro enfoque de la unidad doméstica a la comunidad nos permite examinar las formas sociales existentes dentro de los asentamientos entre 5000 y 2000 a.C. Lo importante aquí son los cambios en las formas arquitectónicas y en la traza de los asentamientos, y cómo es que estos patrones espaciales estaban relacionados con las formas y mecanismos más formales de la organización social. La estructura espacial de un asentamiento está regulada no solo por las necesidades físicas del esfuerzo a realizar, sino también por la necesidad de distinguir consistentemente entre distintas categorías de actividad, así como entre pobladores de distinto estatus social. En otras palabras, una comunidad tiene que definir los linderos que separan las distintas partes del asentamiento, y que se relacionan con los órdenes de la naturaleza y la cultura al interior de la comunidad. Estas relaciones debieran reflejarse en la disposición de la estructura comunal, lo cual se puede observar arqueológicamente. Alrededor de 5000 a.C., los cambios que se habían dado en la subsistencia, la sociedad y la economía de algunas áreas costeras eran profundos. Una transición fundamental en la vida de los cazadores y recolec tores a una economía agrícola y productora de artesanías, quedó documentada en varios lugares de la costa a lo lar go de varios miles de años, periodo que Danielle Lavallée llamó la era del “boom andino” 20. Sin embargo, esta fecha es sólo aproximada dado que todo el proceso de mayor complejidad social parece ser más gradual que repentino y, como ya vimos, se inició antes de dicha fecha. Tal vez más significativos fueron los cambios sociales y económicos que involucraron el paso a unos patrones residenciales más individualizados y centrados en la familia, o la construcción de montículos como los que vemos en Nanchoc, Alto Salaverry, Cerro Ventarrón, Sechín Bajo, Áspero, Bandurria, Las Haldas y otros sitios más; la e specialización de las tecnologías artesanales y la elaboración de redes de intercambio que fueron uniendo distintas poblaciones regionales a medida que crecía en número y espacio. Varios factores podrían dar cuenta de este incremento en el número de asentamientos. Es posible que las tasas de natalidad hayan sido más altas que
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cían descomponiendo primero las materias primas y luego reTecnologías y artesanías constituyéndolas por medio del calor, un estilo tecnológico que Durante el Formativo Inicial (3500-1700 a.C.) las sociedades requiere de una mentalidad transformativa. Los ejemplos inclutambién inventaron nuevas tecnologías que iban más allá de la yen el molido de malaquita, de turquesa y otras piedras para pesca y la agricultura, y se desarrollaron formas innovadoras de crear así una pasta maleable con la cual producir ornamentos manejar y conseguir materiales. En Áspero y Caral aparecieron y mejorar el color de ciertas piedras, exponiéndolas al calor para tecnologías nuevas, como la cocción del barro para fabricar sacar sus minerales latentes. figurinas humanas, al igual que nuevos estilos ornamentales y Es posible reconocer esta misma mentalidad transforformas de manejar las materias primas, como los mates pirogra- mativa en los paisajes modificados de la costa, en donde la consbados hallados en Huaca Prieta. Algunos grupos humanos tam- trucción de monumentos ceremoniales involucraba asimismo bién aprovecharon la ubicación de sitios e n el piedemonte andino la manipulación de elementos particulares de la naturaleza, casi para tener acceso a materias primas preciosas (como malaquita, del mismo modo que en los objetos móviles más pequeños 25. Estas jaspe, mineral de cobre) o intercambiar productos co n los habi- transformaciones son más evidentes en los centros ceremoniales tantes de la sierra. Existen ciertos indicios del surgimiento de de piedra y adobe del Formativo Inicial (3500-1700 a.C.), cuyas diferencias sociales, sugeridos por la presencia de productos exó- obras de ingeniería no tenían precedentes en su tiempo. ticos en algunos de los entierros de Nanchoc, La Paloma y Chilca. La misma mentalidad llevó a la transformación del paisaje natu Al final del Formativo Inicial, alrededor de 2000 a.C., ral a otro parcialmente humanizado, tras la alteración y la relas sociedades costeñas se expandieron a un territorio cada vez organización de los flujos normales de agua para los canales de más amplio, lo que llevó a una crecie nte intensificación, diversifi- riego, y un plan consciente para recuperar procesos materiales cación y especialización de la economía agromarítima, y condujo para uso humano. Fue un estilo tecnológico en el cual los primeeventualmente a la incorporación de una amplia variedad de ros artesanos e ingenieros andinos se apropiaron de procesos meplantas y unos cuantos animales domesticados (llamas, cuyes). tamórficos naturales que toman miles de años, y los convirtieron Las comunidades con un conocimiento técnico especializado c rea- en cuestión de meses o años, como si hubiesen descubierto los ron productos antes desconocidos y ampliaron sus relaciones con secretos más íntimos de la tierra mucho antes que los geólogos quienes los consumían, alterando así las formas de producción, de la era moderna. organización, distribución e intercambio. Surgieron además La interacción entre las regiones fue también un fenónuevas estrategias de policultivo junto con la agricultura con meno común en el Formativo Inicial. Aunque los pueblos de la arado (de pie o de mano), nuevas técnicas de procesamiento de costa tuvieron contacto con otras zonas y practicaban rituales cultivos y la producción de ciertos cultivos tales como algodón similares a los de otras comunidades, aún no habían desarrollado y mates24. Algunas artesanías, como las joyas, textiles y eventual- una red interregional para el intercambio frecuente de bienes mente la cerámica, mantuvieron el paso con estos cambios, exóticos con miras a promover el estatus individual. En cambio se crearon productos a partir de algunos cultivos y materiales pareciera que hubo mayor énfasis en la cooperación y la construcagrarios recién desarrollados, aplicando formas innovadoras de ción de alianzas entre grupos sociales —lo que se puede observar trabajar dichos materiales. Por tanto, la supervivencia social en los banquetes rituales y en la construcción de centros ceremode una comunidad como un todo dependía fundamentalmente de niales— y menos estratificación interna dentro de las comunidala cooperación y de las alianzas de intercambio, las cuales pro- des. La presencia de arquitectura monumental de pequeña escala bablemente se establecieron, en cierta medida, mediante los ban- en Nanchoc, Alto Salaverry, Bandurria y muchos otros lugares, quetes rituales en centros ceremoniales públicos. entre ellos sitios posteriores a lo largo de la costa, es a menudo Como parte de la tendencia general hacia una econo- considerada producto de una “fuerza laboral corporativa”, conmía agrícola y marítima de intercambio intensificada, las comu- formada por los miembros de distintas unidades domésticas bajo nidades que vivían en los valles más altos fueron involucrándose la dirección de un cuerpo acreditado y reconocido. La presencia cada vez más en el intercambio y la producción de artesanías, de una plaza circular hundida delante de una plataforma en según lo evidencian numerosos sitios del Norte Chico como Huaynuná, un sitio en el valle de Casma, marca la aparición Áspero, Caral, Caballete, Bandurria y otros lugares. Se inventa- temprana de esta forma arquitectónica pública. Tiene sentido ron nuevas tecnologías textiles, metalúrgicas, de hueso y madera, que los grupos de unidades domésticas emparentadas hayan sido que reflejaban formas de manejar los materiales que siguieron capaces de movilizar mano de obra, como en el caso de la conssiendo estándares en la civilización andina. Estas prácticas arte- trucción de arquitectura ceremonial y canales de irrigación en el sanales duraderas son particularmente evidentes en las crea- valle de Nanchoc. A pesar de la presencia de monumentos tanto ciones reductivas (trabajos en hueso y piedra), piro tecnológicas de pequeña como de gran escala en muchos otros sitios en la (mates y cerámica) y aditivas (textiles). Los artesanos desarrolla- costa peruana, no hay ninguna evidencia concreta de líderes ron un estilo particular de trabajo, en el que los objetos se produ- de elite que hayan organizado el trabajo colectivo. Richard
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La arqueología del desierto costeño
Muros de piedra Paredes modernas Puntos de acceso
Zona C Zona A Plataforma este Plataformaoeste
ca. 2,5 km para el río Nanchoc
Fig. 9 Recreación artística de las viviendas
Fig. 10 Plano de las dos plataformas
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Burger26 más bien subraya el papel que la ideología tuvo para eran grandes edificios flanqueados por dos alas laterales más pemotivar dichas labores. Parecería así que en la construcción de queñas, que daban así un complejo en forma de U. En algunos monumentos, la ideología convergió con unidades domésticas que casos, dentro de la gran área interior del complejo en forma de U se dirigían a sí mismas. La pregunta clave, entonces, es en qué se encontraba una plaza hundida. medida podemos interpretar la arquitectura monumental como Debe señalarse que, dentro del continuo avance hacia una consecuencia de la diferenciación social y de una organiza- una mayor complejidad social, las tempranas sociedades c ompleción política incipiente. Actualmente no podemos responder esta jas se desarrollaron desigualmente en distintas regiones de de costa interrogante, porque no contamos con evidencias suficientes. y sierra. En el Formativo Inicial (3500-1700 a.C.), la distribución de algunos asentamientos tal vez se hizo jerárquica y los centros ceremoniales a menudo alcanzaron las 20 o 30 hectáreas de exLa región costeña: una cuna de la civilización tensión. Este fue el inicio de una nueva era en donde surge el planeamiento de las plantas de asentamientos a nivel comunal, Para el 2500 a 2000 a.C., el núcleo de los asentamientos humanos lo que probablemente fue un reflejo de las distintas estrategias en muchas partes de la co sta se había desplazado tierra adentro, de liderazgo adoptadas en respuesta a diferentes retos sociales y y la base de subsistencia primaria había cambiado de la pesca a medioambientales. Los edificios públicos se fueron haciendo cada la agricultura a gran escala. Este no fue el primer sistema de vez más grandes en el Norte Chico de la costa peruana27 riego del Perú, puesto que el más temprano está asociado con el y sus funciones cambiaron, dejando atrás las actividades a nivel uso limitado de zanjas de alimentación en Nanchoc (véase el de la comunidad y pasando a asuntos públicos más amplios entre estudio de caso) para regar los jardines al lado del arroyo. Sin los sitios, como ceremonias rituales y/o la redistribución de bienes embargo, las nuevas obras de este último periodo fueron a una que se realizaba a los niveles tanto local como regional. Este escala mucho más grande, acicateadas por la disponibilidad de cambio probablemente manifiesta unas estrategias políticas de gran número de personas para que trabajaran en los valles. orientación grupal que enfatizaban la cooperación intra-comunal El paso a la agricultura intensiva asimismo desenca- e intercomunal, así como una tendencia hacia un creciente condenó muchos cambios materiales, entre ellos la aparición de la tacto político y religioso a escala regional, si es que no se trató de cerámica alrededor de 3500 a.C., en Ecuador, para almacenar una integración. Hay también evidencias de segregación residencomida y cocinar los granos de cereal, que ahora comprendían cial en Áspero y Caral, donde los edificios públicos se usaron para una parte mucho más significativa de la dieta. Sin embargo, la actividades comunales, distinguiendo tal vez distintos grupos región con los centros más importantes quedó restringida a apro- sociales dentro de la sociedad. ximadamente 600 km de la costa entre el Norte Chico y el Paraíso, en la costa central peruana. Esta fue una cuna de la civilizaEpílogo ción peruana, en tanto que la otra estuvo en los valles de la sierra de los Andes Centrales [véase cap. 3.2]. Los primeros pobladores de la costa central andina fueron recoEn algún momento entre 3000 y 2000 a.C. la agricul- lectores generalizados, cazadores especializados de la sierra, catura intensiva del maíz llegó a la costa peruana permitiendo su zadores y recolectores marinos, y otras combinaciones de una desarrollo no solo en grandes comunidades costeras sino también amplia gama de contextos medioambientales. Estas diversas ecoen lugares tierra adentro. Otros asentamientos ubicados en los nomías involucraron distintos grados de innovación tecnológica, valles tierr a adentro, como Cer ro Ventarrón en la costa norte, planificación, incertidumbre y manejo de riesgos, el compartir La Galgada en el piedemonte de la costa norcentral y Garagay en recursos, movilidad, territorialidad e interacción social. En la la costa central, probablemente sirvieron como rutas de alimen- costa el desarrollo hacia una temprana complejidad social no tación que conducían hacia las serranías vecinas. Estos se encon- fue un solo proceso unificado, sino más bien un sistema de protraban estratégicamente ubicados a lo largo de los valles de las cesos interactuantes sociales, económicos, demográficos e ideolómontañas para viajar hacia la sierra y comercializar con los se- gicos, que vieron tanto el desarrollo cultural como la decadencia. rranos. Para entonces algunas aldeas de pescadores de la costa Ni el desarrollo ni el declive fueron eventos aislados. también se habían convertido en comunidades mucho más gran Al reflexionar sobre el extenso periodo Precerámico y des, con estructuras sociales altamente organizadas, reflejadas su contribución a la civilización andina, muchos arqueólogos en las primeras señales de arquitectura monumental, como el creen que las primeras comunidades se concentraron más en la centro ceremonial de 24 m de altura de Salinas de Chao, en construcción de un sentido de colectividad social a través de los la costa norte. Es posible que la población haya cooperado en la banquetes rituales, la construcción de monumentos, tanto de pepesca y en la recolección de comida, pero el esfuerzo cooperativo queña como de gran escala, y en estrategias de intersección, que involucrado en la erección de centros ceremoniales monumenta- en la búsqueda estratégica del poder o el prestigio mediante les satisfacía necesidades del todo distintas. Algunos de los sitios la acumulación de bienes suntuarios. Estos sistemas públicos
Fig. 11 Plano de la aldea circular con
Fig. 12 Vista general del gran montículo
Fig. 13 Tejido de algodón del Formativo
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compartidos y distribuidos probablemente fueron alimentados más por la riqueza socio-conceptual que la material. Sin embargo, en algún punto hace 2000 o 3000 años se alcanzó un momento crítico, a partir del cual se prestó más énfasis a los bienes suntuarios y al liderazgo individual, tal como lo sugieren varios sitios urbanos a lo largo de la costa. Fue tal vez en este punto cuando la civilización de los Andes Centrales comenzó a asemejarse más a otras grandes civilizaciones del mundo, en las cuales los indi viduos y algunos grupos humanos buscaban tener cada v ez más acceso a riqueza, estatus y poder.
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Estudio de caso: Huaca Prieta, costa norte peruana
Huaca Prieta es un enorme montículo del periodo Precerámico que fue trabajado por primera vez por Junius Bird en la década de 1940, y al que en los años cincuenta fue fechado con radiocarbono, ubicándolo entre el 6000 y 2000 años antes del presente 29. Bird creyó que el lugar había sido ocupado por un pueblo sedentario que vivía en casas semihundidas, debido al gran tamaño del montículo, a la abundancia de los recursos marítimos y a la presencia de pequeñas estructuras de piedra. Además de una economía marítima, Bird documentó una horticultura y una difeEstudio de caso: el valle de Nanchoc en el piedemonte septentrional peruano renciación social incipientes, tal como lo indican los restos de diversos cultivos alimenticios y una amplia gama de tecnologías Una serie de cambios dramáticos en la organización económica y materiales, entre ellas tecnología lítica, de calabazas, cestería, social son particularmente evidentes hacia 6000-5000 a.C. en el huesos, madera y textiles [fig. 13]. La tecnología más desarrolla valle de Nanchoc, en el norte del Perú. Antes de esta época los da era la textilería y la fabricación de redes con algodón. Los tepobladores eran recolectores pero también cultivaban calabazas, jedores diseñaron sofisticados estilos ic onográficos con diversos pacay, quinua, frijoles, maní y otros cultivos en pequeñas huertas diseños. Esta iconografía también la lucieron los mates incisos ubicadas junto a las dispersas comunidades de unidades domés- y pirograbados. ticas. Hacia 5000 a.C. se produjo un importante giro, del cultivo En el año 2006 inicié un proyecto interdisciplinario en y la recolección de amplio espectro, a una economía agrícola más Huaca Prieta, para volver a examinar los trabajos anteriores intensiva basada en diversos cultivos alimenticios, medicinales y comprender mejor la relación existente entre los ambientes de e industriales que incluían las especies anteriores, así como la la costa, las economías y el desarrollo del montículo dentro del coca, el algodón, probablemente la yuca y otras más. Este cambio cambiante paisaje social y natural del sitio. Hasta el momento estuvo acompañado por la aparición de canales de riego, rituales nuestra investigación ha confirmado muchas de las interpretacomunales llevados a cabo en montículos públicos de pequeña ciones de Bird pero ha modificado otras. Por ejemplo, hemos doescala y comunidades de unidades domésticas más grandes y cumentado los restos de numerosos organismos marinos (peces, más conglomeradas28. erizos de mar, mariscos, leones marinos y ballenas), aves y otra Estos nuevos patrones de comportamiento social fauna, y plantas cultivadas. También obtuvimos numerosos y económico necesitaban de una mayor interacción de toda la fechados radiocarbónicos provenientes de rasgos y pisos intactos comunidad, lo que involucró una división del trabajo, así como y definimos varias fases del sitio, con lo que se comprobó que este patrones de procesamiento, almacenaje e intercambio. En el valle fue usado mucho antes de lo que Bird había mostrado. Los inforde Nanchoc la presencia de rituales en pequeños montículos mes posteriores de nuestro equipo de investigación presentarán públicos, de campos agrícolas y probablemente de canales de análisis detallados de los patrones de subsistencia, tecnología, riego al menos para 4000 a.C., indica la existencia de proyectos mortuorios y otros más en el sitio. laborales llevados a cabo entre unidades domésticas o comunales. Estos cambios al interior de las comunidades reflejan la creciente importancia que las actividades rituales tenían para la estructuración de las relaciones entre unidades domésticas, el creciente énfasis dado a ambos recursos, y la capacidad que algún tipo de estructura dirigente —aunque informal y coyuntural— tenía para organizar actividades laborales que abarcaban a toda la comunidad. Sin embargo, estos cambios no estaban dándose en toda la costa norte, lo cual sugiere que el avance hacia la civi lización fue de naturaleza desigual y gr adual y que jamás constituyó una revolución rápida, como frecuentemente algunos arqueólogos sugieren.
La arqueología del desierto costeño
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PROCESOS CULTURALES TEMPRANOS EN LOS ANDES DEL SUR Markus Reindel Johny Isla
Los desarrollos cruciales que llevaron al surgimiento de sociedades complejas en el área andina, indudablemente tuvieron su origen en la parte central y norte del Perú, por lo cual resulta apropiado que en los últimos años las investigaciones arqueológicas se hayan concentrado en estas áreas. Sin embargo, a lo largo de todo el periodo que transcurre entre el primer poblamiento del continente americano, hace 12000 años, y el arribo de los españoles en el siglo XVI, repetidamente hubo innovaciones culturales que tuvieron su origen en la región sur andina. De particular importancia fueron las culturas de lo que se conoce como el Horizonte Medio (Tiwanaku y Wari, 600-1000 d.C.) y, desde luego, la incaica (ca. 1400-1532 d.C.). En el presente ensayo proponemos ilustrar los tempranos desarrollos culturales de la región sur andina y presentar la historia de los Andes del sur como una región específica, examinando las investigaciones recientes realizadas en Palpa, en la costa sur del Perú. En comparación con la región de los Andes Septentrionales, las condiciones medioambientales en el sur andino son más áridas y se encuentran marcadas por fluctuaciones estacionales más fuertes. La vegetación de la sierra andina se va haciendo cada vez más xerofítica cuanto más nos acercamos al Trópico de Capricornio, un cambio que es particularmente evidente en los pastizales altos de montaña, cuando se pasa de la puna húmeda a la seca. En el transcurso del año hay un cambio pronunciado de la temporada de lluvias a la estación seca, que resulta de gran importancia para la agricultura y la crianza de ganado en esta región montañosa. Las zonas costeras son extremadamente áridas y el desierto de la costa peruana, considerado por los geógrafos como la parte más septentrional del desierto de Atacama, es considerada la región más seca del mundo. Las únicas zonas de vida allí son los oasis ribereños, que en la mayoría de los casos solamente tienen agua unos cuantos meses del año y dependen de la precipitación que cae en la zona de captación del agua en vertiente occidental de los Andes. En comparación con la costa norte, la faja costera en el sur es bastante angosta y por ello las zonas disponibles para la actividad agrícola son limitadas. Esto, conjuntamente con la baja cantidad de agua que los ríos de la región suministran, hace que el potencial agrícola de la costa sur sea relativamente limitado. Ello podría explicar por qué r azón en la costa sur peruana, en la época prehistórica, no surgieron grandes centros de población con arquitectura monumental, comparables con los de la región norandina. A pesar de ello, en la región sur andina sí es posible encontrar todos los periodos de desarroll o cultural andino, caracterizados cada uno con sus rasgos distintivos. Parecería que, gracias a la cercanía con la sierra adyacente, hubo un intenso contacto con las zonas de montaña durante todos los periodos de desarrollo de la región1. El sur andino tuvo un papel particularmente importante en los primeros años de la investigación de la prehistoria peruana. A partir del estudio de los objetos que había en los
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museos, el arqueólogo alemán Max Uhle (1856-1944) logró pro- continente y llegaron al extremo meridional de Sudamérica unos porcionar evidencias de la presencia de la cultura Tiwanaku mil años más tarde. Se han enco ntrado evidencias de comunida(650-1000 d.C.) de la sierr a boliviana, tanto en Pachacamac, en la des pesqueras en diversos lugares a lo largo de la costa sur costa central, como en la cultura Nasca (200 a.C.-650 d.C.) de Ica, peruana, entre ellos Quebrada Jaguay, Quebrada Tacahuay, el en la costa sur del Perú. El estudio de la cultura Chavín y sus Sitio Anillo y otros lugares cerca de Ilo 6. Estas comunidades áreas de influencia, en la década de 1920 estuvo estrechamente vivían fundamentalmente de peces y de otras formas de vida relacionado con los descubrimientos que el arqueólogo peruano marina halladas en la fría Corriente de Humboldt. Se cree que Julio C. Tello (1880-1947) realizó en la península de Paracas, esta abundancia de recursos marítimos fue la razón por la cual valle de Pisco. En el valle de Ica, al sur de Pisco, fue desarrollada se establecieron asentamientos permanentes a lo largo de la la primera cronología detallada para el área ce ntral andina. Esta costa peruana mucho antes del desarrollo de la agricultura 7. En cronología incorporaba aspectos significativos de la cultura la Quebrada Jaguay se encontraron también los restos de unas Chavín y sirvió de esta manera también para organizar cronoló- viviendas que, sin embargo, no fueron ocupadas de de modo permagicamente muchos rasgos culturales de la región norandina 2. nente; se cree que ellas fueron campamentos estacionales estaLa región sur andina también tuvo un papel impor- blecidos por una comunidad seminómada que en otros momentos tante en el estudio de l os asentamientos más tempranos del sub- del año aprovecharon los recursos de los valles, y que incluso era continente sudamericano. Los asentamientos de pescadores pre- activa en la sierra. históricos más antiguos, que datan del décimo milenio a.C., Pero los hallazgos realizados por Richard MacNeish fueron descubiertos en la región de Ilo, en el extremo sur del en la cueva de Pikimachay, en la cuenca de Ayacucho, proporPerú3. Las formas más antiguas de vivienda permanente, que cionaron evidencias de que los habitantes de la sierra eran brindaron evidencias de una forma de vida sedentaria, fueron cazadores nómadas 8. Su fuente de alimentación primaria comhalladas en varios sitios de la costa sur peruana [véase cap. 2.1]. prendía animales pequeños, venados y camélidos. Estos últimos En La Paloma, Chilca, en varios sitios alrededor de la bahía de fueron domesticados con el paso del tiempo y para 5000 a.C. eran Paracas y recientemente en Palpa, se descubrieron viviendas el único animal doméstico grande y de carga que había en Sudaredondas y ovaladas que son bastante similares, en su disposi- mérica. Asana es uno de los pocos lugares excavados que se ción y forma, a las viviendas que las primeras comunidades encuentra ubicado entre el Altiplano (la planicie elevada que se sedentarias erigieron en el Viejo Mundo 4. Hasta la fecha, en extiende entre las dos cadenas de las cordilleras) y la costa 9. Aquí la región norandina solo se han hecho unos cuantos descubri- los arqueólogos han logrado documentar la transición gradual mientos correspondientes de estructuras similares 5. de la caza y recolección a un modo de vida sedentaria, la cual Dadas las complejas condiciones de vida en la región tuvo lugar entre 7000 y 3000 a.C. Aquí también las viviendas sur andina, resulta asombrosa la forma en que los pueblos pre- eran de forma circular u ovalada. hispánicos se adaptaron a su medio ambiente y desarrollaron En la costa cerca de Ica se encontraron hallazgos aissistemas que permitieron el surgimiento de grandes sociedades lados de evidencias de la tradición Paiján, la cual ha sido bien complejas con bases económicas estables. El grado de desarrollo documentada más al norte, en el alto valle de Chicama. Estos queda evidenciado no sólo por los numerosos restos de asenta- hallazgos proporcionaron bastante información acerca del Pleismientos con arquitectura de alto nivel, sino también con el descu- toceno Tardío (12000-8000 a.C.) así como del periodo Arcaico brimiento de artefactos de gran calidad. Entre estos objetos Temprano (8000-6000 a.C.) 10. En diversos lugares de la costa sur se incluyen los maravillosos textiles de la cultura Paracas (800- peruana se puede ver la formación de asentamientos permanen200 a.C. [cat. nos. 164,165]) y las elaboradas vasijas de c erámica tes por parte de comunidades que antes subsistían a partir de la polícroma producidas por la cultura Nasca (200 a.C.-650 d.C.). caza y recolección. En La Paloma, por ejemplo, los arqueólogos Los recientes descubrimientos realizados nos permiten seguir descubrieron los restos de una verdadera aldea, de más de cien los procesos que llevaron a estas fases de florecimiento y declive chozas circulares, la cual subsistió a partir de conchas y mariscos cultural en la región, y explicar c ómo fue que estas culturas estu- del vecino océano, así como de la vegetación de las lomas que vieron vinculadas con otras más en distintas regiones andinas. florecían en las cercanas laderas del piedemonte andino durante los meses de fuerte neblina 11. Las plantas, caracoles y animales El Pleistoceno Tardío (ca. 12000-8000 a.C.) pequeños de estas áreas proporcionaron un añadido bienvenido a la dieta usual de comida marina. Los numerosos entierros en el y el periodo Arcaico (ca. 8000-3500 a.C.) piso de las casas semihundidas de La Paloma, que se encontraEl estado actual de las investigaciones indica que alrededor del ban bien conservados gracias a las secas arenas del desierto, 12000 a.C., los primeros grupos humanos emigraron de Siberia arro jaron bastante información acerca de la dieta, las condiciohasta Sudamérica a través del estrecho de Bering y de Norte- nes de vida y las enfermedades de esta población arcaica. Las américa. Estos grupos se propagaron rápidamente por el sub- excavaciones efectuadas en Chilca, cerca de La Paloma, así como
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en otros lugares de la bahía de Paracas, proporcionaron más información acerca de la formación de los asentamientos y las economías de los tempranos grupos sedentarios de la región andina 12. A lo largo de todas estas fases tempranas de desarrollo los habitantes de la costa estuvieron en contacto con las poblaciones de la sierra, tal como quedó verificado con los hallazgos realizados en cuevas de las laderas occidentales de los Andes. Al igual que en la célebre cueva de Guitarrero, en la sierra norte13, los restos de numerosas plantas domesticadas del periodo Arcaico fueron hallados junto a viviendas simples en la cueva de Tres Ventanas, en la sierra al este de Chilca 14. La prospección arqueológica15 de la sierra alrededor de Palpa reveló que las regiones que se ubican por encima de los 4000 m fueron usadas intensivamente por los primeros cazadores. En las cuevas, abrigos rocosos y alrededores se hallaron numerosos ejemplos que ilustran el uso de una tecnología lítica muy temprana, desarrollada para producir herramientas, así como extensos talleres y simples estructuras de piedra correspondientes a esta época [fig. 14]. Los manantiales y bofedales parecen haber desempe ñado un papel clave en la selección de esta región como áreas de actividades y de campamentos de los primeros cazadores, puesto que les aseguraban no sólo una fuente confiable de agua dulce, sino también la presencia de bastantes presas de caza. Los cateos realizados en un abrigo rocoso cerca del Cerro Llamoca, ubicado al lado de uno de estos bofedales en la sierra, descudescu brieron una gran cantidad de material lítico que databa de alrededor de 8000 a.C. De otro lado, las excavaciones realizadas en Palpa, en la parte norte de la cuenca del Rio Grande de Nazca, en la costa sur del Perú, llevaron a la documentación detallada de un asentamiento del periodo Arcaico. En el sitio Pernil Alto, ubicado al pie de los Andes, en la margen derecha del río Grande, se descubrieron dieciocho casas semihundidas que datan del siglo IV a.C. [fig. 15]. Las viviendas circulares u ovaladas, algunas de l as cuales estaban revestidas con losas de piedra, tenían dos o tres metros de diámetro y estaban hundidas aproximadamente cincuenta centímetros en el suelo. Su techo fue construido con postes de madera y hojas o pasto. Las estructuras parec en haber estado agrupadas en torno a una plaza o un edificio central, y los arqueólogos encontraron entre las viviendas unas áreas de acti vidad con fogones, postes, pozos y otras ev idencias de actividad doméstica16. Los restos de los treinta entierros hasta ahora descubiertos en Pernil Alto estaban envueltos con esteras y cubiertos con grandes piedras. La mayoría se encontraba debajo del piso de las viviendas. Las ofrendas funerarias en forma de adornos y herramientas indican cierto grado de diferenciación social. Los veinticuatro fechados de radiocarbono hasta hoy obtenidos cubren un periodo prolongado del Arcaico, entre 3800 y 3000 a.C. Durante este lapso de tiempo se erigieron en la costa norcentral peruana los primeros centros ceremoniales con arquitectura mo-
numental, lo que marca el inicio del Formativo Inicial (3500-1700 a.C.) [véanse caps. 2.1 y 2.5]. La mayoría de estos fechados cae en dos fases marcadas, 3500-3350 a.C. y 3350-3100 a.C., lo que también se refleja en la secuencia estratigráfica de las viviendas. En líneas generales, el asentamiento arcaico de Pernil Alto se presenta como un asentamiento estructurado que muestra una clara tendencia hacia una forma de vida agrícola y sedentaria. La estructura semejante a una aldea, la disposición planificada de las viviendas, la concentración de entierros en un solo lugar y el uso de manos, morteros y tazones de piedra son evidencias de este modo de vivir. Por otro lado, la caza siguió teniendo un papel importante en la obtención de comida, como lo muestran las conchas provenientes de las costas del Pacífico a unos 60 km de distancia y las piezas de obsidiana, una roca volcánica vidriosa de la sierra andina; ambos son prueba de contactos a larga distancia. La región norandina fue sacudida por una serie de asombrosos cambios culturales durante el tiempo en que Pernil Alto estuvo ocupado. Los primeros ejemplos de arquitectura monumental se erigieron alrededor de 3500 a.C., y a partir de 3000 a.C. surgieron grandes centros en diversos lugares, entre ellos el célebre Caral. El hecho de que estos desarrollos aún no se estuviesen dando en la costa sur corresponde al curso global que los acontecimientos tuvieron en la región, puesto que en los Andes las innovaciones culturales se abrieron paso hacia el sur mucho después. Es importante señalar, además, que aún no se ha encontrado información arqueológica referida al desarrollo cultural de la costa sur peruana para el periodo que se extiende entre 3000 y 1500 a.C.
El Formativo Temprano (1700-1200 a.C.) En la arqueología andina el Formativo Temprano se conoce como al periodo que comienza con la aparición de la cerámica, alrededor de 1700 a.C., y se ex tiende hasta el establecimiento pleno de sociedades complejas con una arquitectura monumental distinti va alrededor de 1200 a.C. Ya no se considera apropiado usar el término “Periodo Inicial”, acuñado originalmente por John H. Rowe17, puesto que hoy sabemos que la cerámica apareció en diversas partes de Sudamérica y en distintos momentos, lo que hace que la cerámica sea un indicador inadecuado para marcar cambios culturales importantes. Ello no obstante, la aparición de la cerámica en el área central andina sigue constituyendo un punto de referencia importante que ayuda a clasificar las diversas fases del Formativo. Rowe había encontrado los tipos más tempranos de cerámica en contextos estratigráficos de los sitios de Erizo, Mastodonte y Disco Verde, en la costa sur peruana 18. Sólo en Disco Verde se realizaron excavaciones que resultaron en la documentación de varios tipos de cerámica, cuya edad pudo establecerse usando el fechado radiocarbónico 19. Hacha, un sitio en
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el valle de Acarí donde Rowe inicialmente recogió tiestos, fue considerado durante muchos años el único sitio extensamente excavado de esta época en la costa sur. Roger W. Robinson posteriormente llevó a cabo excavaciones en el mismo lugar y descubrió una estructura de dos habitaciones. Además de los tiestos de superficie, solamente se encontraron unos doscientos tiestos en contextos estratigráficos20. Sin embargo, ellos indicaron formas diagnósticas de vasijas —como vasijas cuboides y bases de forma anular— que hasta ahora solamente han sido asociadas con este periodo. En Palpa, las investigaciones arqueológicas realizadas llevaron a la primera excavación de un asentamiento completo en la costa sur peruana, que dató del Formativo Temprano y Medio (en este caso 1500-800 a.C.), y que también incluyó un extenso inventario de cerámica21. Este asentamiento, ubicado en el sito ya mencionado de Pernil Alto, en la margen derecha del valle del Río Grande, fue levantado encima de algunas de las casas semihundidas ya descritas del Arcaico. El asentamiento comprendía un complejo compacto de habitaciones dispuestas siguiendo un patrón rectangular [fig. 16]. Los cuartos fueron construidos con barro y los techos aparentemente los sostenían postes de madera, varios de los cuales se conservaron gracias al clima seco de la región. En algunos casos se erigieron las estructuras usando la técnica de construcción a la cual se conoce en el Perú como quincha.
El crecimiento del asentamiento se refleja en cinco fases de construcción distintas. En la primera de ellas se exc avó parte de una pendiente al pie de un acantilado y con el material se rellenó detrás de un muro de contención para crear una superficie plana. Luego se construyeron habitaciones alrededor de un patio central, las que fueron modificadas varias veces en el transcurso de la historia del asentamiento, pero por lo general se mantuvo su disposición fundamental durante los periodos individuales de construcción. Durante una de las fases medias de construcción se levantó un muro alrededor de todo el complejo que era significativamente más grueso que las paredes de las habitaciones. Sobre los pisos de las habitaciones se descubrieron fragmentos de cerámica, además de herramientas y objetos cotidianos como manos y morteros, que datan de las diferentes fases de construcción, y en varios lugares fueron hallados pozos de almacenaje que contenían plantas alimenticias, entre ellos un gran depósito de pequeñas mazorcas de maíz. Sobre la base de estos hallazgos el asentamiento se puede clasificar como lugar de vivienda y de actividades domésticas. Después de la cuarta fase de construcción se esparció una gruesa capa de relleno encima de las estructuras. En esta capa se encontraron los restos de numerosos postes y fogones, lo que indica que la zona siguió usándose, pero no en igual medida que en periodos anteriores. La gran cantidad de restos bien conservados de postes de madera y otros materiales orgánicos,
hallados en buenos contextos estratigráficos, permitió a los ar- Paracas, siendo la mayoría de ellas felinos, serpientes y figuras queólogos fechar las diversas fases de construcción usando el antropomorfas con cualidades de animales, así como motivos que método de radiocarbono y establecer que el sitio fue ocupado de también figuran en la iconografía Chavín. Mientras que los moti1500 a 850 a.C. vos de la cultura Paracas siguen la dirección del tejido y por ende Un resultado importante de los descubrimientos rea- parecen ser de aspecto geométrico, el segundo estilo de textiles lizados en Pernil Alto es que ahora los arqueólogos pueden pre- pertenecientes a la fase de transición entre la cultura Paracas y sentar una gran cantidad de restos de cerámica que datan de los la Nasca (ca. 200 a.C.) recuerda las imágenes halladas en los ceperiodos Formativo Temprano y Medio. Un análisis preliminar ramios de esta última. de unos 16000 fragmentos de cerámica estableció que las piezas En 1925 el arqueólogo peruano Julio C. Tello descuformaban parte de un conjunto alfarero relativamente homogé- brió 429 fardos funerarios bien conservados en la península de neo, indicando así que fueron el producto de complejo cultural Paracas y publicó sus hallazgos en un libro ricamente ilustrado 23. homogéneo. Su descubrimiento llamó la atención de la comunidad académica La mayoría de estas vasijas de cerámica eran de tipo sobre esta cultura y mostró que estaba relacionada con la cultura doméstico y se las fabricó usando una arcilla relativamente Chavín, que Tello venía investigando al mismo tiempo en el norte fina. Entre las formas típicas hay ollas sin cuello, que son del Perú. Con los descubrimientos en Paracas, Tello había demoscaracterísticas de este periodo. Aparte de estas formas comunes, trado que la influencia de la cultura Chavín se extendía sobre sin embargo, existen formas llamativas que se habían encon- gran parte del área central andina [véase cap. 4.1]. A pesar del entusiasmo provocado por estos primeros trado ya en Hacha, especialmente las vasijas con cuerpos cuboides y aquellas con base de forma anular. En Pernil Alto también descubrimientos de textiles y ceramios, se hicieron pocos esfuerse descubrieron otras formas inusuales, entre ellas algunas zos por encontrar los asentamientos asociados a la cultura Parabotellas [fig. 17]. cas. Era por ello necesario contar con estudios de patrones de La mayoría de las vasijas carece de decoración y las asentamiento, pues solamente dichos estudios podrían documenpocas piezas decoradas muestran huellas de decoraciones nega- tar el conjunto de esta cultura y, lo que es más importante, ayudar tivas e incisas, y en algunos casos aplicaciones figurativas. Un a comprender las fases de su desarrollo cronológico, que se dio elemento decorativo de particular interés es un pequeño círculo entre 800 y 200 a.C. En las publicaciones escritas por Tello y su con un punto inscrito al centro, aparentemente realizado con un colega Toribio Mejía Xesspe (1896-1983), encontramos solamente pedazo de junco. Este elemento es una forma típica de decoración pocos detalles acerca de los asentamientos Paracas24. Lo que comen la cerámica del periodo Formativo hallada por toda la región plicó aún más el examen exhaustivo de la región fue que los inteandina, y también se la usó para decorar la cerámica paracas de resantes hallazgos realizados por Frédéric Engel (1908-1983) y la costa sur. En general puede decirse que la cerámica hallada en sus colegas acerca de dichos asentamientos, lamentablemente Pernil Alto abarca todo el espectro de formas y decoraciones típi- fueron publicados de modo inadecuado 25. cas de las piezas del Formativo Temprano, halladas en lugares No fue sino hasta la década de 1950 cuando John H. tales como Disco Verde o Hacha22. Podemos por ende considerar a Rowe (1918-2004) y sus colegas llevaron a cabo las primeras Pernil Alto como un asentamiento representativo del Formativo prospecciones en la región del valle de Ica. Ellos buscaban primeTemprano y Medio (1500-800 a.C.) en la costa sur peruana. Sus ro identificar asentamientos, encontrar cerámica y desarrollar habitantes eran claramente sedentarios y vivían de la agricultu- una cronología para la costa sur, así como para toda la región de ra. Su cerámica es obviamente precursora de la alfarer ía paracas los Andes Centrales26. Una de las pocas excavaciones estratidel Formativo Tardío (800-400 a.C.). Este es un factor importan- gráficas fue llevada a cabo por Dwight Wallace en Cerrillos 27, te, puesto que indica que en Pisco, Ica y en la región de Nazca, la donde halló varios edificios superpuestos que databan del periocultura Paracas surgió a partir de una tradición regional previa do Paracas Temprano (800-600 a.C.). Sobre los pisos del edificio y que no fue un producto de influencias externas. halló tiestos pertenecientes a las fases tempranas de la secuencia de estilos cerámicos definidos por Menzel, Rowe y Dawson. La Paracas (800-200 a.C.) La cultura Paracas salió por primera importancia de los hallazgos de Wallace en Cerrillos radica en vez a la luz en la década de 1920 con el descubrimiento de unos el hecho de que la secuencia de M enzel, Rowe y Dawson se basaba textiles espectaculares, cuyos fabulosos colores habían sido fundamentalmente en tiestos guardados en museos y colecciones, conservados por las secas arenas del desierto de la península de no en excavaciones estratigráficas. Paracas. Los textiles se fabricaron empleando una técnica muy En la década de 1980 se efectuaron más prospeccioparticular: toda la superficie del tejido llano —usualmente de nes, las cuales mostraron que asentamientos paracas se enconalgodón— era cubierta íntegramente con bordados [cat. nos. 164, traban en un área que iba desde el valle de Chincha por el norte, 165]. Estas obras de arte semejantes a pinturas fueron usadas hasta la región Nazca por el sur. Pero, fuera de lo que se podía para ilustrar las criaturas míticas del panteón de la cultura extraer a partir de unos cateos limitados, dichos estudios produ-
Fig. 14 Abrigo rocoso del cerro Llamoca, en la sierra de Palpa (4200 metros sobre el nivel del mar). Este tipo de abrigos eran usados por los cazado-
encontraron herramientaslíticas elaboradas en obsidiana y sílex. Asimismo una muestra de carbón extraída del sitio arrojó un fechado
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jeron muy poco en términos de hallazgos detallados 28. Uno de los El periodo Paracas Temprano se hizo todavía más pocos casos de información detallada fue publicado por Sarah tangible con el descubrimiento de un entierro en el sitio de Massey y se basaba en unos relieves de barro hallados en una Mollake Chico, en el valle de Palpa. Aquí los arqueólogos enconplataforma en Ánimas Altas, en el valle de Ica 29. Tanto el tamaño traron un contexto funerario rico que incluía vasijas típicas del sitio de Ánimas Altas, que se extiende a lo largo de varios ki- del estilo Ocucaje 3 [fig. 18] 32. Las ofrendas mortuorias fueron lómetros cuadrados, como la calidad arquitectónica de la plata- halladas dentro de una cámara funeraria de 1,8 x 2,5 m, junto forma estudiada, indican que el valle de Ica fue un centro impor- con entierros secundarios que contenían los restos de al menos tante de la cultura Paracas. En efecto, se espera mucho de las otros diecisiete individuos. Esto quiere decir que ellos fueron sofuturas excavaciones de los asentamientos de esta cultura. Es metidos a algún tipo de tratamiento antes del entierro, y dado más, los estudios de superficie efectuados en el sur de la región de que varios de los huesos tenían huellas de quemado podemos Nazca, han dado lugar a la hipótesis de que la cultura Paracas presumir que el fuego desempeñó algún papel en el ritual previo estuvo escasamente representada en esta zona y que en el mejor al entierro. La cámara funeraria fue cuidadosamente revestida de los casos fue importada de más al norte 30. con losas de piedra antes de que los huesos y las ofrendas Las excavaciones realizadas como parte del proyecto mortuorias fueran depositados en su interior. arqueológico Palpa en Pernil Alto, en el valle de Palpa, contribu Además de las vasijas de cerámica, también se halló yeron con nuevos datos sobre la cultura Paracas. Aquí, los un gran número de cuentas de collar que lucían imágenes típicas arqueólogos encontraron un entierro doble intrusivo en la capa de la iconografía del Formativo. Por otro lado se descubrió de relleno de la última fase de uso del asentamiento del Formati- un anillo de oro junto a los restos humanos en la tumba, lo que vo Medio, que contenía vasijas de c erámica de estilo Ocucaje 3 indicaba un alto rango social para el individuo enterrado. Las (ca. 800-600 a.C.), características de esta fase. Este hallazgo es vasijas de cerámica eran también de una calidad excepcionaluna evidencia clara de que la cultura del periodo Paracas Tem- mente alta. De particular interés es una botella de asa estribo prano descendía directamente de culturas anteriores. Otras [fig. 18c], que evidencia el contacto que habría habido con la costa tumbas que databan de este mismo periodo fueron descubiertas norte peruana, o que incluso fue producida en dicha región. en una quebrada ubicada directamente al norte del asentamienLas evidencias de contactos culturales de gran alto de Pernil Alto31. cance a lo largo de toda la región andina son características del
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Fig. 15 Vista de las excavaciones del asentamiento en Pernil Alto del Arcaico (cuarto milenio a.C.) mostrando viviendas ovaladas y redondeadas,
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Fig. 16 El sitio excavado en Pernil Alto data del periodo Formativo Temprano y Medio (1500-800 a.C.). Las paredes que delimitan los recintos rectangulares están hechas de barro
Fig. 17 La cerámica más antigua (1500800 a.C.) de la costa sur del Perú fue hallada en Pernil Alto. Las vasijas con cuerpos cuboides y aquellas con base de forma anular son típicas
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18d Fig. 18 a, b, c, d y e Vasijas de cerámica del periodo Paracas Temprano (800-600 a.C.) halladas en una tumba en Mollake
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periodo Formativo de la costa norte del Perú y por ende prueba de la existencia de contactos a larga
Fig. 19 a y b Estos petroglifos de estilo Chavín fueron hallados en Chichictara. Motivos similares fueron hallados en Chavín de Huántar, en la sierra nor-central del Perú, al igual que en
Fig. 20 Estos geoglifos del periodo Paracas (800-200 a.C.) fueron hallados en las laderas secas del valle de Palpa. La mayoría de ellos representan animales o humanos
Fig. 21 Numerosas tumbas fueron excavadas en Jauranga, entre los restos de un asentamiento asociado a los periodos Paracas Medio y Tardío (600200 a.C.). Las ofrendas de cerámica
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Formativo Tardío (800-400 a.C.), pero podemos ver paralelos aún más claros en un petroglifo de Palpa que muestra una cabeza de estilo Chavín, muy parecido a representaciones que encontramos en la sierra norte del Perú [fig. 19] 33. Lo mismo vale para los textiles de estilo Chavín hallados por Peter Kaulicke en el valle bajo del Río Grande 34. Se dice que una gran cantidad de textiles del mismo estilo fueron encontrados en Carhua, en el valle de Pisco35. En el sitio de Jauranga, en el valle bajo de Palpa, se realizaron hallazgos que datan de los periodos Paracas Medio y Tardío (600-200 a.C.); allí se descubrió un asentamiento del periodo Paracas debajo de varios metros de sedimentos en el piso del valle del río Palpa 36. Las paredes de las habitaciones y plataformas rectangulares fueron construidas con bar ro, y usualmente se las erigía encima de cimientos de cantos rodados de río. Entre los edificios se encontraron numerosas tumbas que datan de los periodos Paracas y Nasca (un total de cuarenta y nueve entierros que datan del periodo Paracas), y ellas a menudo contenían un gran número de vasijas. Los entierros más ricos se hallaron dentro de cámaras amuralladas al interior de una pequeña plataforma que contenía quince ofrendas funerarias de cerámica [fig. 21]. Las vasijas estaban decoradas con motivos geométricos incisos y círculos con puntos. Algunos ejemplares lucían representaciones figurativas de aves y felinos, y en la tumba también se encontraron unas cuantas vasijas de cara gollete. La mayoría de los individuos estaban en posición extendida dorsal o lateral, que no era una de las formas de entie-
rro asociadas con los fardos funerarios de la península de Paracas. Esto, conjuntamente con las evidencias de las tumbas encontradas en Mollake Chico, llevó a la conclusión de que el espectro de las costumbres funerarias de la cultura Paracas era más extenso de lo que antes se creía. Los hallazgos realizados en los asentamientos paracas de Palpa resultaron así sorprendentes, pues hasta entonces se suponía que la cultura Paracas estaba poco representada en toda la cuenca del Río Grande de Nazca 37. Sin embargo, los nuevos hallazgos de Palpa dejan en claro que la cultura Paracas estuvo bien representada en todas las fases, y que ella indudablemente tuvo su origen en las culturas precedentes de los periodos Formativo Temprano y Medio (1700-800 a.C.). Los asentamientos nos hacen entender además la presencia de la gran cantidad de geoglifos 38 y petroglifos39 del periodo Paracas, muchos de los cuales se han conservado en las laderas tanto de los valles bajos como en su zona media [figs. 19, 29] 40. Los geoglifos aparentemente eran copias de los petroglifos a los que luego se transfirió al paisaje. Los del periodo Paracas posteriormente pasaron a ser los célebres geoglifos de la cultura Nasca, que cubren gran parte de la pampa aluvial de la región del mismo nombre [véase cap. 5.3]. La prospección sistemática en la zona alrededor de Palpa conllevó al hallazgo de más de 150 asentamientos que databan del periodo Paracas. Muchos de ellos se encontraban en zonas elevadas, lo que condujo a que los investigadores asumieran que sus habitantes se vieron obligados a construir en lugare s
estratégicos, a fin de defenderse mejor de un ataque. Un típico simples, que probablemente son una forma más temprana de yacimiento de Palpa es Pinchango Viejo, un gran conjunto de este tipo de depósitos. terrazas y edificios en las laderas septentrionales del valle de El sistema de pozos de almacenaje en Cutamalla es Palpa 41. Este asentamiento estaba protegido por unas quebradas bastante inusual. El complejo circular se repite al menos diez profundas al norte y sur, y por un gran muro levantado a lo largo veces aquí, lo que tuvo como resultado una cantidad significativa significativa del lado oriental para separarlo de la parte baja del valle. Resulta de capacidad de almacenamiento. En los pozos también se hallaespecialmente impresionante un muro largo de tres metros de ron numerosas herramientas que indican actividades econóaltura que protegía al sitio a lo largo de la ladera fácilmente micas, pero para establecer qué tipo de productos se procesaban accesible del cerro. Estudios recientes realizados en el valle de y almacenaban allí se debe analizar previamente su contenido. Nazca más al sur, mostraron que en esta región hubo varios Los pozos muy probablemente estaban vinculados de algún modo asentamientos similares 42, lo que permitió a los investigadores con las extensas terrazas agríc olas que rodeaban al sitio [fig. 22]. concluir que la región Nazca fue un área de yacimientos impor- Resulta posible que este sitio haya constituido una colonia agrítantes para la cultura Paracas. cola de la cultura Paracas, cuyos asentamientos principales Pero tal como ya mencionamos, la cultura Paracas en se encontraban en la costa. Es asimismo posible que una serie modo alguno estuvo limitada a la región de la costa, y las exca- de productos especiales, como el maíz, hayan sido cultivados en la vaciones recientes realizadas en Palpa también identificaron sierra y luego transportados a la costa en caravanas de llamas. asentamientos extensos de esta cultura en la sie rra 43. En Collan- Peter Fux sugiere que los numerosos sitios petroglíficos enconco, por ejemplo, un sitio ubicado a unos 1700 metros por encima trados del periodo Paracas fueron alguna vez los lugares del nivel del mar, los investigadores descubrieron un asenta- en donde estas caravanas se detenían ya sea para descansar o miento cuyo sistema de terrazas se extendía sobre un área de intercambiar productos 45. 1400 x 800 m. Varias estructuras circulares de diversos tamaños fueron halladas al centro de estos asentamientos, así como en el lado opuesto del valle. Los arqueólogos encontraron fragmentos de cerámica en el asentamiento y alrededores, a los cuales se podía asignar a todas las fases de la secuencia de Ocucaje durante el periodo Paracas. Se han encontrado asentamientos Paracas en altitudes por encima de los 4000 m. Sin embargo, en el caso de los asentamientos más altos se trataban de cercaduras con pequeñas estructuras, que muy probablemente fueron usadas para encerrar y criar camélidos. La extensión de estos asentamientos brinda evidencias de la manera en que diferentes altitudes fueron utilizadas durante el periodo Paracas, cuando parece que hubo un intercambio activo de productos entre la sierra y la costa. Entre estos yacimientos el asentamiento de Cutamalla parece haber sido de particular importancia. Cutamalla es una zona de asentamientos del periodo Paracas que data de 600-200 a.C., con edificios distribuidos sobre un área de 700 x 500 m 44. Las terrazas circundantes se extendían sobre un área que cubría varios kilómetros cuadrados. E n un primer momento el sitio captó la atención de los arqueólogos gracias a la estructura inusual de sus edificios, de la cual hasta la fecha no ha aparecido ningún ejemplar en ningún otro sitio. Al centro de un conjunto de estructuras hay una plaza circular hundida de unos 25 m de diámetro, rodeada por estructuras en forma de D. La planta es similar a la de una flor redonda con pétalos. En el transcurso de las excavaciones, los arqueólogos se encontraron con cistas revestidas de piedra dentro de las estructuras en forma de D, que podrían haber servido como pozos para almacenar alimentos. Debajo del piso de la plaza se halló un gran número de pozos más
Fig. 22 Los restos de un asentamiento del periodo Paracas Tardío (400-200 a.C.) hallados en Cutamalla, en las
lares grandes con plazas hundidas. Alrededor de ellas se encontraron pozos en forma de D, probablemente
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2.3
CENTROS CEREMONIALES DEL PERIODO FORMATIVO EN LAS REGIONES DE LA COSTA NORTE Y CENTRAL Yoshio Onuki
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La arqueología del desierto costeño
El propósito de este ensayo es resumir lo que se sabe actualmente sobre los procesos culturales que tuvieron lugar en las regiones de la costa norte y norcentral [fig. 2]. Es obvio que los procesos que tuvieron lugar en estas regiones no pueden ser aislados por completo de los que se dieron en las regiones vecinas de la sierra situadas al este, y que se describen en el capítulo 3.2, pero podemos justificar que se les examine en capítulos separados, tanto por las diferencias que hay en la historia de las investigaciones como por el alto grado de diversidad regional. En la sierra, las estructuras ceremoniales que datan del periodo conocido como Precerámico o Formativo Inicial fueron descubiertas en una etapa temprana de la historia de las investigaciones arqueológicas en dicha región [véase cap. 3.2]. Hasta la fecha, los ejemplos más antiguos de arquitectura ceremonial del Formativo Inicial se encuentran en la región de la costa. Son particularmente interesantes las estructuras que se encuentran en el oasis ribereño formado por el río Casma, a las cuales Peter Fuchs describe detenidamente en el capítulo 2.5, y los hallazgos realizados en el valle de Supe, en la reg ión norcentral de la costa, en particular las estructuras de Caral. La evolución en las regiones de la costa norte y norcentral no se dio simultáneamente y sus características culturales tampoco fueron las mismas. En efecto, varias subregiones han sido identificadas con claridad. Comenzaré el presente ensayo con una descripción sobre la región del valle de Casma, donde se encuentran algunas de las estructuras ceremoniales más antiguas, para luego pasar a la región del valle de Nepeña y por último a la zona conocida como la región cultural Manchay de la costa central. Luego presentaré los centros ceremoniales del Formativo Medio de la costa norte, momento en el cual podremos plantear la hipótesis sobre la existencia de algunos procesos culturales extremadamente interesantes que en tiempos posteriores proseguirían en la sierra, proporcionando así una transición apropiada al capítulo 3.2.
una agricultura y una pesca intensificadas, constituyó un desarrollo cultural decisivo que trajo consigo el crecimiento del tamaño de la población [véase cap. 2.1]. Las diversas comunidades o grupos diferían culturalmente, no sólo de valle a valle sino incluso dentro del mismo valle. Cada uno de ellos, asimismo, mantenía su propio centro ceremonial. Las diversas comunidades parecen haberse adherido a sus propias tradiciones locales e impedido que una de ellas se hiciera lo suficientemente fuerte como para llegar a ejercer el control sobre las demás. Este patrón de identidad cultural local permaneció intacto hasta el advenimiento del Formativo Temprano (1700 a.C.) 1. A diferencia de los valles más al sur, sur, como los de Supe o Chancay, los centros ceremoniales de Casma siguieron creciendo en tamaño durante el Formativo Temprano, después del establecimiento de las técnicas de producción alfarera. La cerámica más antigua descubierta en el valle de Casma está vinculada c on inmensos centros ceremoniales como Las Haldas, Sechín Alto (440 x 1500 m), Pampa de las Llamas/Moxeque y Sechín Bajo. Mientras la importancia de estos centros ceremoniales fue creciendo de modo constante entre el Formativo Inicial (3500-1700 a.C.) y el Formativo Temprano (1700-1200 a.C.), la arquitectura misma cambió completamente. El templo más antiguo de Sechín Bajo perdió su función y aparentemente quedó abandonado; en todo caso, ninguno de los elementos arquitectónicos coincide con la fecha de la cerámica encontrada. Las Haldas, de otro lado, no fue erigido sino hasta después del desarrollo de la cerámica, lo que marcó el inicio del periodo Formativo Temprano. Lo mismo vale para centros ceremoniales tales como Sechín Alto y Pampa de las Llamas/Moxeque2. Los centros ceremoniales del Formativo Temprano en el valle de Casma, que datan de la época de la cerámica más antigua —de 1700 a.C. en adelante—, son inusualmente grandes. En Las Haldas hay una estructura de plataforma escalonada con varias terrazas y espacios abiertos que abarcan un área total de 100 x 600 m. Hacia el noreste del complejo de plataformas hay varias terrazas, una una de las cuales contiene una plaza circular con dos escaleras en lados opuestos y que fueron colocadas siguiendo un eje norte-sur. El centro ceremonial de Sechín Alto es aún más grande y mide al menos 400 x 1500 m. Tan solo la plataforma principal mide 200 x 250 m y tiene 35 m de altura. Al noreste hay pequeñas plazas abiertas y plataformas, y algunos de los complejos cuentan con plazas circulares hundidas y abiertas. Todas las estructuras se construyeron usando bloques de piedra cortados toscamente. Pampa de las Llamas/Moxeque es otro ejemplo de una arquitectura monumental impresionante. El eje de casi 1200 m de longitud de este centro ceremonial, cuyos extremos se encuentran marcados por las dos estructuras altas de Moxeque y la Huaca A, corre del noreste hacia el sudoeste. El montículo de Moxeque abarca un área de 160 x 170 m y tiene 30 m de altura. Julio C. Tello (1880-1947) descubrió el gran friso en la fachada,
que representa figuras humanas de 2,4 m de ancho y figuras de arcilla de 3 m de altura, que estuvieron todas pintadas originalmente con brillantes colores3. Frente a Moxeque se alza la Huaca A, con treinta y nueve habitaciones rectangulares con nichos al interior de sus altas paredes, levantadas encima de una plataforma. Las escalinatas a ambos lados de la estructura corresponden al eje central que lleva a la plataforma. La forma de las habitaciones y los nichos en las paredes siguen el plano de la estructura más antigua del Formativo Inicial en Sechín Bajo. Cerro Sechín, que originalmente fue una estructura de adobes con paredes enlucidas y murales, fue modificado añadiéndole grandes piedras talladas que muestran a hombres armados y con casco, cabezas decapitadas sin ojos, brazos y pies cercenados, así como una pila de ojos arrancados [figs. 49, 50, 84, 85]. Los fechados radiocarbónicos indican que los centros ceremoniales de Sechín Alto, Pampa de las Llamas/Moxeque y Las Haldas fueron todos usados simultáneamente, al menos durante el periodo que corre de 1600 a 800 a.C. Sin embargo, es muy poco lo que podemos decir con cualquier grado de certeza con respecto a la naturaleza exacta de este periodo de coexistencia, y parecería parecería que Cerro Sechín ya había cesado en sus acti vidades hacia 1600 a.C. En estos centros ceremoniales solamente se halló un pequeño número de artículos de c erámica. Estos típicamente son cántaros sin cuello de paredes delgadas. Su superficie es algo tosca y no está pulida, en tanto que su decoración incisa y punteada no incluye figura alguna. El tipo de cántaros sin cuello y de base redonda hallado en Sechín Bajo data del momento en que se abandonó el templo y es notablemente parecido al tipo de vasija típico de la fase Kotosh-Wairajirca de Huánuco (17001200 a.C.) [véase cap. 3.2], lo que indica que hubo un intercambio o propagación de las tecnologías alfareras entre Casma y el alto valle del Huallaga. Cerro Sechín fue enterrado por un aluvión o una inundación hacia mediados del siglo XV a.C. a más tardar. Se halló una tumba cavada en los detritos tenía bienes mortuorios de cerámica de estilo Cupisnique del Formativo Medio (1200-800 a.C.) de la costa norte. Otros centros, como Sechín Alto y Las Haldas, también parecen haber perdido su función como centros de integración social y religiosa. Al mismo tiempo surgie ron nuevos centros como Pallka y San Diego durante el Formativo Tardío, aunque eran de menor escala que los del Formativo Temprano. Todos estos centros ceremoniales fueron abandonados posteriormente y, salvo por Chankillo, hasta la fecha no se ha realizado ningún hallazgo arqueológico que date del Formativo Final (400200 a.C.).
Los centros tempranos del valle de Casma La historia de los periodos Formativo Inicial y Temprano en los valles de Casma y Nepeña es tan dinámica como complicada. complicada. Los inmensos centros ceremoniales y asentamientos de Huaynuná, Sechín Bajo y Cerro Sechín son muy conocidos, pero apenas si sabemos algo acerca de las relaciones que mantuvieron entre sí, en tanto que el desarrollo sumamente temprano del centro ceremonial de Sechín Bajo, que antecedió a 3000 a.C., resulta sencillamente asombroso [véase cap. 2.5]. Aunque los centros ceremoniales del v alle de Casma parecen haberse desarrollado junto a los de Supe y de Caral, los hallazgos arqueológicos muestran inmensas diferencias. Sin embargo, podemos decir que la forma de vida sedentaria en los oasis ribereños de la costa norcentral —esto es, desde el valle de Casma al norte hasta el de Lurín por el sur—, que involucraba
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parece estar relacionada no solo con la alfarería Cupisnique, sino también con los hallazgos realizados en el sitio de Ancón, en la costa central 4. No lejos de Cerro Blanco se encuentra Huaca Partida, otro sitio notable por su inusual decoración arquitectónica que consta de altorrelieves de arcilla y frisos coloridos [fig. 24]. El sitio es un montículo arruinado de 10 m de altura que cubre un área de 60 x 50 m. Es posible que también hayan habido otros montículos, pero éstos muy probablemente fueron destruidos al limpiarse la tierra en tiempos modernos para abrir paso a la caña de azúcar y otros cultivos. En el segundo nivel de la plataforma escalonada había habitaciones y una columnata, y el relieve de arcilla en el muro de contención del tercer nivel tiene casi 3 m de altura. Los frisos hallados en las paredes de las habitaciones del segundo nivel muestran figuras antropomorfas con manos y pies erizados de garras. En los pies de una de estas figuras podemos ver el rostro de un felino que recuerda al del friso de Huaca de los Reyes, en el valle de Moche de la costa norte. La cerámica asociada con este hallazgo es estilísticamente similar a la fase Cerro Blanco de Nepeña, lo que respalda la hipótesis de que Huaca Partida y Cerro Blanco estuvieron activos durante el mismo periodo, no obstante haber diferencias significativas entre los dos sitios en términos de su arquitectura, sus relieves y sus frisos. Después de que Cerro Blanco y Huaca Partida fueron abandonados, hacia 800 a.C., se erigieron otras estructuras ceremoniales de tamaño similar, por ejemplo en Caylán, Samanco y Huambacho. A diferencia de los centros ceremoniales ubicados en el valle de Casma, estos muy probablemente estuvieron en uso hasta ca. 550-200 a.C. 5.
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Después del abandono de estos centros monumentales se construyó otro tipo de centro ceremonial, formado por edificios que compartían ciertas características comunes. El rasgo más notable de estos nuevos centros es la disposición en forma de U de las tres plataformas, a la que también se conoce como “templo en forma de U”. Richard Burger considera que esta forma arquitectónica homogénea, y la cerámica que se desarrolló durante el mismo periodo, forma parte de una sola tradición cultural a la cual llamó la “cultura Manchay” 6. Carlos Williams describe los templos en forma de U de la siguiente manera: tres plataformas están dispuestas en forma de una U que se abre hacia el noreste o hacia el río. La plataforma central tiene lados escalonados y es más grande y alta que las otras dos; también cuenta con un atrio y un vestíbulo delante de la fachada nororiental. Las alas constan de plataformas más pequeñas y más bajas que también tienen lados escalonados, y que están separadas de la plataforma central por un espacio abierto al que se conoce como “el espacio”. Las tres plataformas usualmente están dispuestas alrededor de una plaza rectangular. Huaca La Florida, en el valle del Chillón, abarca diez hectáreas, en tanto que Garagay, en el valle del Rímac, comprende nueve, pero San Jacinto, en el valle de Chancay, es mucho más grande y tiene un área total de treinta hectáreas. En el valle del Chillón se han descubierto numerosos templos en forma de U, entre ellos los de Huacoy y Cueva. Garagay se encuentra en el valle bajo del Rímac 7 y tiene la traza en forma de U con tres montículos de plataforma que se abren hacia el noreste. La plataforma central —el Montículo B— de 23 m de altura mide 385 x 155 m en tanto que la plaza central mide 415 x 215 m. El brazo izquierdo del templo, que tiene 9 m de altura y mide 260 x 115 m, está prácticamente unido a la plataforma central, mientras que el brazo derecho es sumamente pequeño y está separado de ella. El vestíbulo con dos brazos se encuentra en medio de la fachada de la plataforma principal, y encima de él está el área a la que se describe como un atrio. Una escalinata detrás de este atrio conduce hacia la plataforma. La estructura global de la plataforma central de vestíbulo, atrio, nivel superior y alas laterales recuerda al Templo Mayor de Caral. Un hallazgo sorprendente realizado en Garagay fueron los frisos [fig. 25]. Las paredes del atrio fueron primero embadurnadas con un enlucido de barro y después se las adornó con relieves modelados pintados con diversos colores como rojo, rojo rosáceo, azul, morado y amarillo. Un relieve muestra una cabeza de felino de perfil con tres colmillos superiores. Otra figura parece ser una araña voladora o nadadora con tres objetos ovales delante de su boca, que se cree son las mandíbulas de la araña. Al centro de la pared del atrio hay una gran cara partida en dos perfiles, los cuales también tienen tres grandes colmillos superiores. En el piso del
El valle de Nepeña se encuentra a menos de cincuenta kilómetros al norte de Casma. Si bien e s cierto que en el valle de Casma hay centros ceremoniales del Formativo Inicial que datan de alrededor de 3500 a.C., en Nepeña no hay ninguna evidencia de centros tan tempranos. La estructura ceremonial de Punkurí, que comprende una plataforma de adobes y el rostro de un jaguar hecho de arcilla, puede ciertamente ser fechada en el Formativo Temprano (1700-1200 a.C.), y algunos estudiosos creen que en realidad se remonta al Formativo Inicial, puesto que en el sitio no se ha encontrado nada de cerámica [véase cap. 4.2]. La cerámica más temprana del valle de Nepeña fue descubierta debajo de la estructura de plataforma de Cerro Blanco. La fase más temprana, entre 1500 y 1100 a.C., se conoce como la fase Huambocancha. El tipo más notorio son los mismos cántaros sin cuello y de paredes delgadas, con la misma decoración incisa y punteada, de las piezas halladas en Sechín Bajo. La cerámica de Nepeña es por lo general parecida a las piezas más tempranas encontradas en el valle de Casma. Sin embargo, en este valle no hay grandes estructuras ceremoniales como las de Sechín Alto o Las Haldas. Durante el Formativo Medio (1200-800 a.C.) se levantaron estructuras ceremoniales con relieves coloridos en Cerro Blanco y Huaca Partida [figs. 23, 24]. La de Cerro Blanco, que fuera excavada parcialmente por Julio C. Tello y que comprende un sitio de dos hectáreas, tiene una traza en forma de U con tres plataformas elevadas que se abre hacia el noreste. Las plataformas fueron construidas cuidadosamente usando adobes cónicos. La fase Cerro Blanco misma ha sido fechada entre 1000 y 800 a.C. La plataforma principal es más grande y más alta que La cultura Manchay del Formativo Medio las otras dos e incluye un conjunto finamente trabajado de esca(1200-800 a.C.) linatas, divididas en secciones norte y sur; las contrahuellas de la sección sur fueron pintadas de blanco, mientras que las de Al sur del valle de Casma se extiende un espacio en la región la parte norte lo fueron de rojo. Después de completada esta de la costa central, entre los valles de Huarmey y Lurín, en donde estructura se levantó una plataforma adicional hacia 800 a.C. se ha encontrado una forma particular de arquitectura monuLos muros de contención fueron hechos con bloques muy grandes mental. El inusual desarrollo arquitectónico del valle de Supe de piedra que hicieron que Koichiro Shibata, quien excavó esta durante el Formativo Inicial (3500-1700 a.C.), quedó bien docuestructura, la llamase la “plataforma megalítica”. Siguió enton- mentado gracias a los hallazgos realizados en Caral y Áspero. ces la llamada fase Nepeña del Formativo Tardío (800-400 a.C.). Más al sur de Supe se hallaron evidencias de otra tradición conLos frisos polícromos con felinos estilizados se currente en los sitios de Culebras, Río Seco y Las Shicras, en encuentran en la plataforma meridional. Shibata logró probar el valle de Chancay, o El Paraíso, en el valle del Chillón. Estas que el edificio con los frisos data de la fase Cerro Blanco (1000- estructuras ceremoniales tienen edificios levantados con piedras 800 a.C.). La cerámica de esta fase es muy fina, sumamente y enlucido de barro. Los constructores a menudo usaban bolsas pulida y está decorada con incisiones y rocker stamping , una téc- hechas con redes de shicra —un pasto— para mantener a las nica que implica presionar conchas sobre la arcilla. Estas piezas piedras juntas. Entonces se usaban las bolsas como relleno de las se encuentran típicamente pintadas con grafito sobre un plataformas, los muros de contención y los peldaños de piedra. fondo rojo, y a veces lucen el perfil de un jaguar como motivo En estas estructuras no se halló nada de cerámica y, si bien estilizado. Las formas incluyen cántaros sin cuello, tazas abier- hay conexiones con Caral y otros sitios, aún requieren de una tas de fondo plano y botellas de asa estribo. La cerámica Nepeña explicación detallada.
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Resumen de los procesos culturales del Formativo en la costa norcentral y central
atrio se descubrieron tres agujeros que contenían ofrendas sacrificiales de figuras con cabeza y colmillos de felino. Varios complejos arquitectónicos con templos en forma de U salieron a la luz en el valle de Lurín, gracias al trabajo dedicado de Richard Burger. Cardal es uno de los templos que Burger excavó en 1992. Aquí también la planta en U se abre hacia el noreste y rodea una plaza rectangular. La plataforma central mide 130 x 45 m y tiene 12 m de altura. Ella c ontiene una escalinata central finamente enlucida con treinta y cuatro peldaños, los que llevan al atrio de 10 x 8 m y su piso de dos niveles. Dos pequeñas escalinatas conducen aún más adentro de la plataforma. El friso en el muro a la entrada del atrio muestra una figura amarilla y roja con labios largos y horizontales vueltos hacia arriba y hacia abajo en cada extremo, grandes colmillos superiores y unos dientes triangulares que tal vez representan un hocico estilizado de caimán o cocodrilo [fig. 26]. Cerca de Cardal hay centros ceremoniales similares en Mina Perdida, Manchay Viejo y otros sitios más. Otra característica que estos centros comparten es la historia de su construcción. Las excavaciones efectuadas en Cardal y Mina Perdida mostraron que las plataformas son el resultado de una repetida superposición. En Cardal se descubrió una escalinata a la cual se cubrió con escombros antes de que se construyera una nueva escalinata encima de ella. Aunque no está claro cuántas veces se repitió este proceso de cubrir y construir encima, esta forma de construcción sucesiva del templo es característica de los centros ceremoniales de la cultura Manchay. Algo muy extraño sucedió alrededor de 800 a.C., cuando todos los grandes centros Manchay perdieron su función y quedaron abandonados. A partir de este momento ningún centro comparable surgió en la costa central, y tampoco se ha encontrado cerámica característica de esta época. No sería sino hasta 200 a.C. o incluso después, cuando la cerámica de estilo Huachipa aparecería en el valle del Rímac, y el estilo alfarero blanco sobre rojo en el valle de Chancay. Es como si el tiempo entre 800 y 200 a.C. marcara un hiato en la historia cultural de la región. Vimos ya que en la costa norcentral y norte hay una brecha similar, por lo que resulta evidente que será necesario contar con más investigaciones antes de que podamos comprender las causas de esta discontinuidad. Antes de ahondar en el desarrollo cultural de la región de la costa norte quisiera resumir nuevamente los procesos culturales que tuvieron lugar en la región de la costa norcentral y central, a partir de los sitios ya examinados.
Luego de la muy temprana fase de desarrollo social y cultural que dio lugar a los centros ceremoniales durante el Formativo Inicial (3500-1700 a.C.), se escogieron nuevos lugares para la construcción de asentamientos en Casma y, con toda probabilidad, en Nepeña. Esto posiblemente ocurrió durante el Formativo Temprano (1700-1200 a.C.), cuando las técnicas de producción alfarera comenzaron a propagarse por toda el área. En la costa central, sin embargo, desde Huarmey hasta Lurín, son pocas las evidencias de asentamientos o los hallazgos de cerámica del Formativo Temprano. El surgimiento de los centros ceremoniales y sus típicos templos en forma de U de la tradición Manchay marcó el inicio de una nueva fase de desarrollo durante el Formativo Medio (1200-800 a.C.), que trajo consigo un significativo crecimiento demográfico y una arquitectura de forma elaborada. Estos nuevos y grandes centros ceremoniales fueron erigidos encima de lo que en ese entonces eran tierras sin limpiar. Pero no debiéramos asumir que desde el principio mismo fueron tan grandes como lo indicaría su forma actual, pues en ellos la tradición de renovar los templos también tuvo un papel importante. El aspecto que estas estructuras tienen hoy en día corresponde a su última o penúltima fase de construcción y superposición. Hasta la fecha, ninguna excavación arqueológica ha logrado penetrar hasta las fases más tempranas de los edificios, pero resulta fácil imaginar cómo la sociedad siguió desarrollándose a partir de la construcción del primer templo, entre ca. 1200 y 800 a.C. El término “cultura Manchay” abarca estos cuatrocientos años de desarrollo cultural. Aunque la cultura Manchay eligió partes del valle que habían quedado sin ocupar hasta su arribo, sí edificaron encima de incontables elementos culturales dejados por culturas anteriores. Las técnicas de construcción, que comprendieron plataformas, plazas, escalinatas y enlucidos, son logros que datan del Formativo Inicial. Podemos ver a los predecesores de los frisos manchay en el valle de Casma y en los pisos de dos niveles que también son un rasgo de los templos de La Galgada y Kotosh [véase cap. 3.2]. Los frisos muestran las mismas características de los que se encuentran en los centros ceremoniales de la costa norte, con elementos característicos de la cultura Cupisnique como rostros de felino, labios gruesos, colmillos, ojos excéntricos y arañas. La cerámica Manchay también comparte una serie de similitudes con la típica alfarería cupisnique. Podemos por ello asumir que esta cultura fue una síntesis de las culturas precedentes, así como de las que había en las costas norte y norcentral, y tuvo un abrupto final, al igual que los otros centros ceremoniales del Formativo Medio (1200-800 a.C.) [véase cap. 2.4]. Se desconoce la razón de esta ruptura y es igualmente poco lo que sabemos sobre dónde fueron los pueblos y cuál fue su relación con Chavín de
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Huántar. Los debates actuales en torno a estas cuestiones tienen como base vagas teorías e interpretaciones, así como las opiniones personales de arqueólogos individuales.
Los centros ceremoniales de la costa norte En paralelo con los desarrollos en la sierra norte que describo en el capítulo 3.2, hubo también centros del periodo Formativo en el valle medio del Jequetepeque. Y más abajo en el valle, en Limoncarro, hay incluso un complejo arquitectónico en forma de U que comprende estructuras de plataformas [fig. 27]. De particular interés en este sitio es un relieve en arcilla en la plataforma sur que representa mandíbulas de araña 8. En la costa norte también se han encontrado platos de piedra de estilo Cupisnique, que muestran arañas que sostienen cabezas humanas decapitadas [cat. no. 1; véanse caps. 2.4 y 4.2]. Se han encontrado otros grandes centros que datan del mismo periodo entre los valles de Lambayeque y Virú, entre ellos Collud-Zarpán, Purulén, Puémape, Huaca de los Reyes y Huaca Verde [véase cap. 2.4]. Por último, el sitio de Ñañanique9 prueba que los centros ceremoniales también fueron erigidos en lugares aún más al norte. Mientras que la cerámica y otros artefactos del Formativo provenientes de la costa norte forman todos parte de una tradición estilística homogénea, en el campo de las formas arquitectónicas, en cambio, hay diferencias significativas. Los templos datan del periodo que corre entre 1200 y 800 a.C., tal como lo mostrara su preciso fechado radiocarbónico. Las estructuras hechas con piedra y adobes secados al viento son todas de escala monumental. Las paredes de los edificios fueron enlucidas con barro y decoradas con altorrelieves y murales polícromos. Hay al menos dos tipos principales de estructura monumental. El primer tipo es la plataforma escalonada, que usualmente consta de tres niveles y tiene edificios en su cima. Se accede a estas plataformas a través de una escalinata abierta que corre por el centro de la fachada, tal como lo muestran los ejemplos de Collud y Purulén [véase cap. 2.4]. El segundo tipo de estructura monumental consta de plataformas con planta en forma de U que rodean una plaza rectangular. Limoncarro es un ejemplo típico de estos complejos. Huaca de los Reyes combina características de ambos tipos, pero los edificios y altorrelieves son más elaborados que los de Limoncarro. En contraste con las aparentes diferencias estructurales existentes entre las plataformas y el estilo de los edificios, toda la cerámica hallada en estos sitios arquitectónicos luce las mismas características, que son las del estilo Cupisnique [véase cap. 4.2]. En los cementerios del valle medio de Chicama se encontró gran cantidad de ceramios de dicho estilo. Sorprendentemente, en este sitio no fue hallado ningún indicio de asentamientos o centros ceremoniales.
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Collud, una plataforma rectangular en el valle de damente al mismo tiempo. Tanto Limoncarro, en el valle bajo del Lambayeque, mide 70 x 140 m. Aquí, la escalinata abierta de Jequetepeque, como los centros ceremoniales de la fase Tembla25 m de ancho que conduce a la plataforma fue construida en la dera en la parte media de este mismo valle, habían quedado fachada posterior, mientras que un relieve polícromo bien conser- todos abandonados hacia 800 a.C. Sencillamente no sabemos por vado fue descubierto al pie de la fachada, junto a la escalinata. qué razón estos centros tuvieron un final tan repentino; Carlos El relieve muestra el perfil de un felino enmarcado de manera Elera asume que un fenómeno de El Niño catastrófico debe haber hexagonal, con unas mandíbulas de araña directamente delante sido la razón de su colapso 16. Sea lo que haya sucedido, sí sabede sus fauces [figs. 36a, 36b] 10. mos que no surgieron nuevas culturas hasta alrededor de 250 Las excavaciones efectuadas al pie del templo de Li- a.C. con el surgimiento de la cultura Salinar, una tradición nueva moncarro —tres plataformas altas con planta en forma de U que en la costa norte peruana. El periodo entre 800/500 al 250 a.C. se abren hacia el este— trajeron a la luz un gran relieve11. Aquí está marcado por el abandono de numerosos centros ceremoniapodemos distinguir dos fases de construcción sucesivas: las fases les y el cese de toda actividad en la arquitectura ceremonial de Calera y Limoncarro. Las cabezas incisas de felino fueron asigna- estas áreas, el fenómeno que Onuki llama “el vacío costeño”. das a la segunda, cuando la plataforma sur fue embellecida Estos procesos de florecimiento y abandono están casi con toda con estructuras y relieves. Dos de estos r elieves en la fachada de certeza relacionados con cambios fundamentales en la formación la plataforma, que se encuentran directamente por encima del de sociedades en la sierra norte, región que se había apegado espiso, parecen mostrar las mandíbulas de una araña [fig. 29]. trictamente a sus propias tradiciones desde el Formativo TemEn el muro de contención de la plataforma sur son también visi- prano [véase cap. 3.2]. bles los restos de un relieve que muestra felinos de perfil, Resulta de gran interés que justamente durante el así como otros motivos. Junto a estos relieves se halló cerámica periodo del vacío costeño cuando los centros ceremoniales de la perteneciente a la tradición Cupisnique, la cual fue fechada entre costa norte peruana iban quedando abandonados, se erigían 1000 y 800 a.C. nuevos templos en la sierra norte como Kuntur Wasi y PacopamSe sabe que un plato de piedra redondo con la imagen pa, y que en este momento apareciera un nuevo estilo alfarero. de una araña [cat. no. 1] fue encontrado cerca de Limoncarro 12. El Que este fue un periodo de gran turbulencia, es algo que también plato muestra una criatura híbrida con cabeza de felino y piernas quedó reflejado en algunos cambios notables que tuvieron lugar de araña, que sostiene en la mano una cabeza humana decapita- en las lejanas regiones de la costa sur peruana [véase cap. 2.2]. da. Sobre la espalda la criatura lleva una bolsa repleta de más En complejos de los sitios serranos de Kuntur Wasi [cat nos. cabezas decapitadas. Las imágenes implican que la araña tuvo 56-89] y Pacopampa se hallaron entierros con suntuosos objetos un papel importante en la mitología de la región que se extiende de oro. En Kuntur Wasi, la transición de la fase homónima a la entre Collud y Limoncarro, como decapitadora y como portadora fase Copa tuvo lugar alrededor de 500 a.C., cuando el templo de de cabezas humanas [véanse caps. 2.4 y 4.2]. Es posible que haya Pacopampa de la fase II era abandonado [véase cap. 3.2]. Las actuado a nombre de una deidad suprema. actividades también cesaron en Huacaloma y otras partes del En Caballo Muerto, cerca del lugar donde comienza el valle de Cajamarca, alrededor de 500 a.C. Sin embargo, en la delta del río Moche, se encontraron varios montículos de tierra sierra norte los templos más antiguos desaparecieron debajo de inmensos. Huaca de los Reyes, uno de los montículos de ruinas en nuevas estructuras, lo que indica que estos sitios continuaron este complejo arquitectónico, consta de una plataforma escalona- activos. En la costa no hubo centros comparables durante el da y plazas rectangulares hundidas. Las plazas están rodeadas Formativo Tardío. por estructuras en tres de sus lados, pero se encuentran abiertas hacia el este. Unos relieves monumentales que representan cabezas de felino adornaron originalmente los grandes nichos en los muros, y en los edificios que rodean a las plazas se encontraron pilares o columnas 13. Todos estos centros ceremoniales, así como varios otros sitios más de la misma tradición ubicados en la costa norte, entre el valle de Piura y el de Virú, alcanzaron su apogeo entre 1200 y 800 a.C. Aquí es importante subrayar el hecho asombroso de que todos estos centros ceremoniales quedaron abandonados hacia 800 a.C. 14. Según Carlos Elera, solamente los hallazgos realizados en Puémape pueden ser fechados más tarde, en 500 a.C. 15. En todo caso, todos los centros ceremoniales del Formativo Medio (1200-800 a.C.) parecen haber tenido un final abrupto aproxima-
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LA HISTORIA CULTURAL DE LA REGIÓN LAMBAYEQUE DURANTE EL FORMATIVO Ignacio Alva Meneses
Hasta hace apenas cuarenta años, los arqueólogos todavía creían que la región Lambayeque, con sus excepcionales monumentos y restos arqueológicos, había sido una región de culturas r eceptoras, y por ende sólo estuvo bajo la influencia de otras civilizaciones. La posibilidad de que esta región habría sido sede de manifestaciones culturales autónomas apenas si era considerada. Esta posición parecía ser sólida puesto que no se había llevado a cabo ninguna investigación sistemática; los escasos conocimientos disponibles se extraían de excavaciones arqueológicas de corto plazo, o del estudio de artefactos provenientes de colecciones carentes de todo tipo de contexto. Entre las evidencias más antiguas se tenía, por ejemplo, los hallazgos de orfebrería estilo Chavín en Chongoyape [cat. no. 18], a los cuales originalmente se consideró un reflejo material de la expansión de la “cultura matriz” de la civilización andina 1. Esta percepción, sin embargo, ha cambiado en el transcurso de los últimos treinta años. Hoy existen evi dencias de que la región Lambayeque es una de las áreas culturales más antiguas del Perú, y de que los primeros asentamientos se remontan a unos 8000 años atrás [véanse caps. 2.1, 2.3] 2. Las in vestigaciones y prospecciones han logrado identificar numerosos asentamientos y centros ceremoniales del periodo Formativo como Purulén, Oyotún, Cerro Corbacho, Nueva Arica, La Compuerta y Huaca Lucía de Chólope 3. En este contexto, el complejo Ventarrón-Collud constituye uno de los sitios recientemente investigados, crucial para entender el origen de la complejidad social en esta región4. Una característica especial de la arquitectura ceremonial del Formativo en la costa norte, aparentemente originada en Ventarrón, sería el arte mural allí descubierto, reconocido como el más antiguo de América. Los restos pintados son extremadamente raros en la sierra, donde la mayoría de los edificios se construyeron en piedra debido a la crudeza del clima. En la región Lambayeque, de otro lado, la arquitectura de barro, tradición también originada en Ventarrón, logró monumentalidad con técnicas que resultan antecedentes del uso de adobes; la plasticidad del barro permitió formas arquitectónicas excepcionalmente diversas y experimentales. Este ensayo describirá los hallazgos recientes de Ventarrón y Collud, comparándolos con algunos sitios investigados anteriormente; aunque las investigaciones resultan limitadas, intentaré resumir la historia cultural del Formativo en la región.
El complejo arqueológico Cerro Ventarrón y Collud El complejo se extiende sobre unas 300 hectáreas en el valle bajo del río Lambayeque y comprende numerosos restos arquitectónicos de distintas épocas; destacando plataformas en el llano y terrazas adosadas a la falda del cerro Ventarrón. La estraté gica ubicación de la colina cercana a la ribera del río es actual-
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mente accesible desde la capital departamental Chiclayo, distan- Huaca Ventarrón: el templo central Antes de nuestra ex cate a 10 kilómetros. vación sistemática iniciada en el 2007, este templo fue saqueado La investigación a mi cargo iniciada el año 2007 y por profanadores que arrasaron numerosas tumbas intrusivas, financiada por el Ministerio de C ultura del Perú, reveló en Huaca además era una activa cantera para fabricación de adobes y bo Ventarrón el templo principal del centro ceremonial más antiguo tadero de basura del poblado epónimo que desde mediado del del valle, en funcionamiento y sometido a cíclicas remodelaciones siglo XX, ocupó el frontis norte y la explanada frente al templo. durante el Formativo Inicial (3500-1700 a.C.). Al término de este A pesar de la destrucción, al retirar escombros logramos identifiperiodo que marcó el inicio de la complejidad social, el proceso car una plataforma ceremonial, originalmente construida sobre cultural continuó su secuencia en Collud, el nuevo centro un afloramiento rocoso aislado [fig. 30] y sometida a remodelacioceremonial en crecimiento durante el Formativo Temprano, nes periódicas que ampliaron y modificaron gradualmente su Medio y Tardío (1700-400 a.C.). El aporte de nuestra investiga- forma. Le hemos dado los siguientes nombres a l as tres primeras ción permite considerar el área como núcleo de una de las regio- fases de construcción del templo: “Templo Primigenio” (fase I, nes arqueológicamente más significativas del norte peruano. ca. 2300 a.C.); “Templo Rojo-Blanco” (fase II, ca. 2000 a.C.); y En los últimos años publiqué informes, artículos y un libro de “Templo Verde” (fase III). difusión de nuestro proyecto 5. El modelo del templo fue progresando desde la primera fase, determinando una plataforma escalonada precedida de El Paraje y la secuencia cultural El rasgo prominente de la una terraza y escalinatas centrales. En la sumidad se ubicaba comarca Ventarrón es el cerro rocoso del mismo nombre, que el recinto principal, que a partir de la segunda fase compartía tiene 3 km de largo, 1 km de ancho y 230 m de altura. Ubicado en funciones con otros recintos situados al pie de la plataforma. Se medio del llano y colindante con la margen derecha del río Reque, identificaron más de ocho remodelaciones. Las remodelaciones el Cerro Ventarrón es una elevación conspicua y estratégica ampliaron considerablemente el volumen del templo en cada del valle bajo de Lambayeque. Su ubicación en el centro del pai- fase. Calculamos que en la última fase el templo cubría una hecsaje, entre dos colinas y dos ríos, lo convirtió en un antiguo asen- tárea y tenía una altura de 18 m. tamiento y paraje sagrado de profundas connotaciones simbóEl “Templo Primigenio” se alzó sobre un afloramiento licas. Su forma alargada con cima llana y simétricos volúmenes rocoso que determinó su trazo y orientación. Es posible que este semeja una plataforma dirigida hacia el norte; con tres niveles promontorio fuera venerado como un lugar sagrado antes de refrendados por las pendientes verticales de la cara oeste, y erigir arquitectura. En el lado norte del edificio, que se encontró modulados bloques rocosos coloreados por tonos de pátina gris- muy destruido, definimos partes de la escalinata central que asazulado, amarillento y rojizo. La asombrosa geología del cerro cendía a la plataforma. En la construcción se usaron celdillas paradigmático, coronado con arcoíris en las tardes lluviosas, para contener relleno, con paramentos de piedras de tamaño mepermitió desde pretérito tiempo la atribución del simbolismo de diano y el acabado era enlucido. La escalinata fue emplazada entre dos moles pétreas simétricas que se dirigen al noreste, axis mundi6. Huaca Ventarrón es el nombre de la estructura más determinando la orientación del templo en la primera fase destacada —y posiblemente la más antigua— situada en la falda (308 grados acimut). Aunque esta primera fase —a diferencia de oeste del cerro, sobre un promontorio de roca aislado. Como su las que siguieron— no podría ser considerada como arquitectura contraparte, en el flanco occidental del cerro, ubicamos varios monumental, desde la sumidad del templo se visualizaba todo el edificios coetáneos que podrían abarcar más de veinte hectáreas, valle de Lambayeque y del curso del río Reque, con la impresión con funciones semejantes a las del templo principal; denomina- de estar en el centro mismo del territorio. mos Arenal a este conjunto emplazado en la pendiente, por estar Mientras excavábamos la cima del templo logramos totalmente cubierto de arena eólica. Reconocimos que el conjunto descubrir —en la medida que la estabilidad de los rellenos lo perHuaca Ventarrón-Arenal fue el primer centro ceremonial de mitía— una sección del primigenio recinto central; con un fogón la región lambayecana, en continuo crecimiento durante el semicircular al lado oeste de 1,6 m de diámetro. Al costado de la Formativo Inicial. Una probable crisis climática, produjo el aban- chimenea se halló un altorrelieve de dos peces, uno tiene su dono del centro primigenio, y luego de la transición el centro cabeza hacia arriba y el otro hacia abajo, símbolo de fecundidad se reubicó en Collud, distante un kilómetro al noroeste del relacionado a la incineración de ofrendas propiciatorias del ciclo cerro; donde transcurrió la secuencia del Formativo Temprano, del agua [fig. 31]. Al ampliar la excavación se definió una banqueMedio y Tardío, marcada por grandes progresos en la agricultura, ta semicircular empotrada contra la pared sur, que fue probablearquitectura ceremonial, el uso de alfarería y orfebrería en mente el eje del ambiente. Este trono único de 1 m de diámetro función a una religión muy estructurada y de compleja iconogra- y 45 cm de altura fue asiento de la primera autoridad. Sobre fía. Identificamos y excavamos arquitectura ceremonial monu- la misma pared y al costado de la banqueta, se descubrió un alto mental agrupada en dos extensos montículos: Collud y Zarpán. relieve de una zarigüeya ( Didelphis marsupialis). El relieve
Fig. 30
Fig. 31
Fig. 32
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es del mismo estilo que el de los peces. El ícono de zarigüeya re- (fig. 32). La traza dual de los recintos mayores —circular arriba y fiere a la parcialidad terrestre femenina, en oposición a los peces, escalonada abajo— se repite invertida y a menor escala con dos articuló un discurso cosmológico que instituyó probablemente el recintos pequeños ubicados en el sector sur del templo. El diseño liderazgo matriarcal. y organización de los recintos articularon un modelo cuatripartiEl modelo arquitectónico se amplió radicalmente to durante la segunda fase; donde formas opuestas configuraban a partir de la segunda fase constructiva y sistematizó el uso de parcialidades: cielo —círculo— arriba frente a tierra —escalón— bloques de sedimento arcilloso unidos con un mortero de arcilla abajo, y expresiones de poderes repartidos. El arte mural añadió que contenía abundante fibra vegetal. La misma técnica se man- al modelo un nuevo nivel de significados, extraídos igualmente de tuvo hasta la última fase, lo que permitió erigir altas fachadas la forma y colorido del cerro Ventarrón, su encuentro con el arco íque soportaban monumentales remodelaciones. Se considera la ris y el curso anual de los astros, enfatizando el simbolismo del evidencia más temprana de la arquitectura de barro y la técnica encuentro de partes en el eje del cosmos. precursora del adobe. El recinto central en la cima y sus pares laterales El recinto principal en la segunda fase medía 9,7 m de fueron sepultados para levantar la tercera fase constructiva. ancho, 16 m de largo y hasta 3 m de altura y mostraba esquinas Valiosas ofrendas sacrificiales fueron incorporadas al compacto redondeadas. La fachada, pintada con una gruesa banda blanca relleno que selló la sala principal: una trompeta de caracol en zigzag sobre fondo rojo, era visible a lo lejos. En el umbral, se marino en el eje central del recinto, y afuera, al pie de la esquina lograron definir porciones de pintura mural de los mismos colo- sudeste, una ostra finamente incisa con un rostro sonriente y res rojo, blanco y negro, que corresponderían a un macizo dintel bandas pectorales, que recuerdan el arte de sitios contemporáde 5,80 m de longitud, derruido durante la sepultura que dio paso neos en otros valles, como Huaca Prieta y La Galgada. En el a la tercera fase. El extraordinario dintel representó un logro de último nivel de relleno hallamos el esqueleto de un guacamayo, la novedosa técnica arquitectónica de tapial. De modo semejante con un collar burdo elaborado con siete cuentas de turquesa. al templo de la primera fase, la pared oeste al interior del recinto Estas ofrendas representaron por oposición metáforas de las partenía el fogón ceremonial semicircular de 1,2 m de diámetro, que cialidades cosmológicas. El lugar de origen de los objetos brinda formaba una chimenea cóncava al interior y convexa al exterior, indicios de longevos contactos e interacción macro regional, promodulando la pared en ese punto. El fechado radiocarbónico movidos en Ventarrón por el surgimiento de la industria textil obtenido del fogón dio una fecha de ca. 2000 a.C. Una banqueta algodonera y cercanía al mar. de dos niveles ocupaba el fondo del recinto y funcionaba como Una vez cubiertas las estructuras, la fachada de la podio. La banqueta fue flanqueada por dos paneles simétricos de tercera fase empleó un sistema de co ntrafuertes intercalados, rebarro elaborados sobre soportes de palo, que sobre el fino enluci- conocimos ocho en el frente sur que brindaban un impresionante do mostraban extraordinarios murales polícromos. Los murales aspecto de solidez y equilibrio. Los volúmenes trapezoidales de representan venados negros, reconocibles gracias a la línea de los contrafuertes, sobresalientes a modo de almenas, proyectaron pintura gris trazada desde el cuello hasta los cuartos traseros sombras que posiblemente permitieron cálculos del tiempo a [fig. 33]. Son varios animales atrapados en una red multicolor medida que el sol se desplaza a lo largo del año. Un nuevo r ecinto que cubre todo el panel, creando un interesante efecto visual. principal fue levantado en la sumidad, con una planta superEsta representación de cacería con un cerco de redes vinculaba puesta a la anterior, algo más amplia al norte y con paredes del directamente a las autoridades aposentadas con el ritual de caza, doble de grosor, pintadas al exterior de color verde pálido. Este concebido como hazaña arquetípica y ancestral. Este modelo recinto sufrió el mayor embate del saqueo. El piso al interior del de acceso al poder fue un rasgo probablemente heredado o rein- ambiente y varias paredes fueron destruidas por el expolio de terpretado del bagaje de las primeras comunidades. El arte tumbas intrusivas, de las que solo logramos recuperar tiestos y mural practicado en Huaca Ventarrón, innovó el modelo cultural huesos pulverizados. con una elevada expresión del simbolismo, propagada luego en la costa norte y perdurando durante toda la época prehispánica. Otros templos en la ladera del cerro: el complejo Arenal Ciertamente hay consenso general que estos son los murales más Sepultados bajo una gruesa capa de arena eólica que cubrió la antiguos de América. amplia ladera occidental del cerro Ventarrón, hallamos secciones Aunque el sector sudoccidental del templo fue más de un colosal conjunto arquitectónico coetáneo a Huaca Ventadestruido por la cantera de adobe moderna, allí logramos identi- rrón, construido con una técnica semejante. Las edificaciones ficar recintos con funciones análogas y formas antagónicas adaptadas al terreno fueron diseñadas imitando la modulación respecto al recinto superior. El recinto mejor conservado tiene de riscos y terrazas geológicas del cerro. Las excavaciones resulplanta escalonada de 10 x 11 y 3 m de altura, con esquinas angu- taron prospectivas en la definición de monumentales terrazas lares y fogón ceremonial con una chimenea escalonada que se escalonadas que albergaban en varios niveles recintos aglutinaasemeja al símbolo de la chakana, conocido como “cruz incaica” dos o aislados, pasajes, patios y escalinatas [fig. 34]. Aunque toda-
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vía no es posible definir la extensión ni organización del conjunto de edificaciones, se constató que ciertos recintos aislados poseen la misma distribución de banqueta y fogón lateral patente en la sala principal de Huaca Ventarrón; lo que supondría una divisió n del poder entre jefes clánicos, que compartían una organización multicéntrica dividida en parcialidades reunidas al pie del cerro como “centro”. Los recintos conglomerados y almacenes registrados en varios sectores suponen estancias ceremoniales, administrativas o habitaciones de elites religiosas o comitivas, quedando como interrogante entender su uso permanente o temporal. Hace 4000 a 4500 años, la población que construyó sofisticados templos en esta comarca fértil e irrigada del valle, sustentó su progreso en la agricultura de hortalizas, con énfasis en el cultivo de algodón, insumo de la e mergente industria textil que se desarrolló como fundamental revolución tecnológica. Al pie de las fachadas de Huaca Ventarrón registramos acumulaciones de cenizas y residuos de banquetes ceremoniales. Los análisis del especialista en biología identificaron semillas de calabaza, mate, zapallo, lúcuma, palta y algodón. Además gran c antidad de huesos de pescado provenientes de diversas zonas marinas, y menor cantidad de restos de aves de pantano, venado y nutria. Se identificó también huesos de yaguarundi, una especie de gato silvestre que actualmente vive en las regiones del bosque tropical, generando el interrogante de un posible intento de amansamiento. La variedad de plantas domesticadas, aunadas a las evidencias de pesca y caza, así como el sacrificio de animales exóticos, indican una estructura social compleja con una economía desarrollada y redes de interacción regional, que permitían contactos e intercambios con regiones apartadas de los Andes Orientales, accesibles desde la región lambayecana con relativa facilidad. Los resultados obtenidos por nuestra investigación confrontan una revaluación y revaloración del rol protagónico de la región Lambayeque en la historia de las sociedades andinas complejas y las formaciones pre-estatales. Hay señales de que un evento climático grave del Niño (ENSO) ocasionó el abandono de Huaca Ventarrón y Arenal. Las estructuras de barro quedaron erosionadas y arenadas, y cuando ya eran ruinas se introdujeron tumbas del Formativo Medio, cavadas en las capas de sedimento y arquitectura c ubierta por arena. El centro ceremonial primigenio en la ladera oeste del cerro fue reocupado como vasta necrópolis por culturas posteriores, y finalmente devastada por saqueadores durante las últimas décadas.
y Collud al oeste; con semejantes proporciones y orientación (20 grados al este del norte). En Collud la reocupación tardía del sitio por la cultura Lambayeque (900-1400 d.C.), superpuso tres plataformas monumentales sobre los templos del Formativo 7. Al iniciar las excavaciones en el sector noreste de Collud se observó un paramento expuesto y cortado elaborado con bloques de piedra, que alineado de norte a sur formaba el flanco de una colosal edificación. Una trinchera amplia en el frente norte reveló la fachada escalonada de un templo monumental construido con adobes cilíndricos, finamente enlucido, cubierto en la última fase constructiva por arena y remodelado con el paramento de grandes piedras derruido. El templo era una plataforma de tres niveles cuyas medidas calculamos en 140 m de lado por 70 m de frontis y 7 m de altura. Gruesos paramentos dieron forma a una colosal plataforma escalonada, la simétrica fachada servía de contención al gran volumen de relleno arenoso. La arquitectura usaba adobes cilíndricos cuidadosamente manufacturados que medían hasta 80 cm de largo, unidos con arg amasa arcillosa, dispuestos “de cabeza” en los masivos paramentos de la fachada. En el frontis ubicado al norte definimos la enorme escalinata central de veinticinco peldaños y veinticinco metros de ancho [fig. 35]. Fragmentos de columnas erosionadas sobre el piso y relleno que selló la escalinata pertenecieron a una fase posterior muy erosionada. La fachada escalonada y la escalinata se encontraban excepcionalmente conservadas porque el templo fue sepultado para erigir la última fase caracterizada por las columnas cilíndricas. En la sumidad del templo se emplazó una plataforma culminante alineada en el eje de la escalinata central, la cual sufrió afectación por la reocupación de los Lambayeque (900-1400 d.C.). Uno de los hallazgos más significativos del templo de Collud fue un altorrelieve polícromo adscrito a la primera fase. El relieve muestra la cabeza de perfil de una criatura quimérica con colmillos y pico-quelícero [véase cap. 2.5; fig. 36]. De la cabeza emergen bandas rojas con un canal central blanco que se entrelazan y proyectan formando una red, en cada nudo figuran seres o partes que componen la cabeza: picos córneos y serpientes, simbolizarían la unidad dinámica de las esferas cosmológicas. La compleja imagen representa una deidad vinculada a parcialidades opuestas, la red que emana de la cabeza simbolizaría la unidad de las cadenas de vida, dualidad del ciclo agrario y el curso de las ofrendas. Se reconoce claramente temática y estilo de la esfera cultural Cupisnique. Creo que en el futuro, los paralelos del estilo Cupisnique y el examen de su simbolismo permitirán descifrar la estructura de poder de estas sociedades teocráticas, así como vínculos e interacciones macro-regi onales extensas y competitivas. Varias representaciones de una deidad araña —o de rasgos que parecen sugerir esta criatura— aparecen en distintos contextos del Formativo y se transfieren luego a la cultura Mochica. [véase cap. 5.2]. Un ejemplo relacionado cercanamente al mural de Collud es una corona de oro saqueada en Huaca
El complejo Collud-Zarpán El complejo Collud-Zarpán con-
tiene evidencias culturales del Formativo Temprano, Medio y Tardío, representa así la continuidad del proceso histórico del valle bajo de Lambayeque. Los conjuntos se ubican un kilómetro al oeste del cerro Ventarrón, abarcando más de 36 hectáreas divididas en dos grandes montículos irregulares: Zarpán al este
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Fig. 33 Mural polícromo de un “chaku”
Fig. 34 Restos arquitectónicos en las
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Fig. 35 Frente del templo Collud con
Fig. 36 Dibujo y fotografía de altorrelieve
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Zarpán [cat. no. 131], que muestra la misma cabeza al centro Purulén y otros sitios de la red, comparable a ornamentos semejantes excavados en tumbas de elite de Kuntur Wasi [cat. no. 56] 8. El icono también es A continuación se presentará un breve examen global de otros confrontable con un tipo frecuente de vasijas de cuerpo lobulado sitios en la región Lambayeque. El complejo de Purulén, en el y cabezas incisas. La deidad figura con mayores detalles en vasi- valle bajo de Zaña, co mprende quince plataformas de distintos jas de piedra del valle de Jequetepeque9; y en los murales del sitio tamaños, rodeadas por terrazas, extensos barrios residenciales, monumental Garagay en Lima (con respecto al simbolismo de la senderos y canteras. La arquitectura ceremonial se adapta al araña véanse caps. 2.3 y 4.2). En su versión completa, la imagen relieve de una colina baja y extensa cercana al litoral, que albercombina rasgos humanos y animales, enfatizando los de araña, ga el conjunto en su lado norte. Se trata de edificios de piedra con una red repleta de cabezas en la espalda y plantas de alg odón y barro, con patrones estandarizados de planta rectangular, dos o maíz en las manos [cat. nos. 1, 38, 56]. Tal iconografía aludía un o tres niveles escalonados, una plaza cuadrangular hundida discurso enfocado en la interdependencia entre sociedad y natu- delantera y escalinatas centrales [fig. 38]. Una de las estructuras raleza, vinculando la producción agrícola e industria textil con la mayores, con escalinata de 15 m de ancho, albergaba en la sumiestructura y trama cosmológica. dad un recinto lateral hundido con diez nichos. En la repetición del patrón arquitectónico de los templos a diferentes escalas, El templo de Collud y su técnica de adobes cilíndricos muestra observamos la misma organización multicentro que reconoci10 similitud con la arquitectura de Huaca Lucía de Chólope . mos en el complejo Huaca Ventarrón-Arenal; modelo recurrente Además, comparando su forma encontramos semejanzas con de organización con poderes no centralizados y fraccionados Purulén, Kuntur Wasi y Pacopampa, que replicaron el patrón a en varias “mitades”. La fase final corresponde al abandono del diferentes escalas [véase cap. 3.2] 11. El modelo de los templos tal sitio, y fue fechada alrededor de 1200 a.C. Al pie de la plataforma vez solventó una identidad cultural compartida, cuyo mayor ex- se registró abundante basura y cerámica afiliada al Formativo ponente en Lambayeque fue el complejo Collud-Zarpán, que Temprano. Se evidenció que los pobladores cultivaban y complereunía varios edificios semejantes. El crecimiento de la arquitec- mentaban su dieta con recursos marinos del litoral cercano. tura ceremonial en el Formativo Medio implicó mayor interac- El desarrollo de tecnología de riego y variedad de recursos disción y promovió la emulación o rivalidad competitiva, consolidan- ponibles, explica el crecimiento poblacional y la mayor sofisticado patrones arquitectónicos que alcanzaron monumentalidad ción cultural [véase cap. 2.1]. El centro fue abandonado de modo dentro de un sistema globalizado macro regional. permanente debido a un cambio en el curso del río y al colapso del sistema agrícola, lo que puso fin a una sociedad semiurbana El conjunto de Huaca Zarpán es un extenso montículo contiguo y llevó a la dispersión temporal de la población después de al de Collud. Al excavar la sección central encontramos parte de 1200 a.C. [véanse caps. 2.3, 3.2]. un ducto subterráneo hecho con lajas de piedra. Sabemos por Quisiera, por último, mencionar los siguientes sitios otros templos del mismo periodo que se trataba de un dispositivo del Formativo en la región de Lambayeque: Oyotún, Corbacho, para el culto al agua [véanse caps. 3.2, 4.3, 4.4 y 4.5]. En una Saltur, La Cría, Chongoyape y Puerto Éten (en la cuenca del valle larga trinchera ubicamos la fachada del templo asociado al canal, de Chancay), así como Chólope, Huaca Lucía, Sangana y que podría haber tenido 2,5 m de altura, y más de 50 m de largo. Congona, en el valle de La Leche. El cerro Corbacho es una colina La disposición de los bloques grandes y medianos de piedra aislada en centro del valle bajo de Zaña, densamente reocupada canteada de esa última remodelación de fachada, recuerda por la cultura Lambayeque y muy afectada por saqueo. En vagamente la del templo de Chavín de Huántar [fig. 37]. La fase los estratos más profundos, profanadores de tumbas obtuvieron constructiva de piedra se superpuso a una anterior de barro, el mayor ajuar orfebre del Formativo que se tenga noticia en diferenciándose claramente dos etapas o fases. Dichas fases se la región12. Oyotún, en la parte alta del valle, consta de una pueden relacionar a la cerámica de las tumbas asociadas y frag- única plataforma rectangular —Huaca El Toro— con fachada de mentos del relleno. Se pueden distinguir dos estilos que varían bloques de piedra canteada a manera de ortostatos y escalinata en el tipo de gollete y acabado, probablemente afiliadas al Forma- central, antecedida de rocas talladas que funcionaron como altativo Medio y Tardío respectivamente. res de culto al agua. Parece claro que el templo de piedra, con sistema de Los sitios en la sierra vecina se examinarán más deteducto subterráneo, semejante a los que servían para el culto al nidamente en un artículo de Yoshio Onuki [véase cap. 3.2]. Aquí agua en las regiones de la sierra [véanse caps. 3.2 y 4.3], se super- simplemente quisiera mencionar las siguientes ubicaciones: Poro puso al templo original de adobe típico de la región de la costa, Poro de Udima, se ubica en la cordillera donde nace la cuenca adoptando un nuevo modelo de ritual que tuvo su origen en cen- Chancay-Lambayeque. El complejo ceremonial consiste de varios tros religiosos como Pacopampa y Udima, ubicados en las nacien- templos con fachadas de bloques pétreos finamente cortados tes del agua de la sierra. y alisados. El templo mayor es una plataforma con escalinata
Fig. 37 Sector central del templo de Huaca Zarpán durante las excavaciones.
Fig. 38 Purulén, centro ceremonial en el valle de Zaña
Fig. 39 Centro ceremonial para el culto al agua de Udima
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central y pórtico, antecedida de una plaza y altares monolíticos con horadaciones para el culto al agua [fig. 39]. En la cordillera donde nace el río La Leche se halla el complejo Sangana, con plataformas distribuidas en forma de U, que comparten plazas con monolitos centrales, y altares líticos con petroglifos y horadaciones –pacchas– para culto al agua.
te oriental (Pacopampa, Jaén). Son recurrentes en cada sitio los altares monolíticos con horadaciones vinculados al culto al agua; dispositivos originados como reminiscencia de formas de arte rupestre —petroglifos y pacchas— dispersas en toda la región. En lo referente a los estilos de la cerámica, podemos estimar que el Formativo Temprano en Lambayeque se caracteriza por las formas básicas de botellas de gollete recto, platos y cuencos, el estilo de botellas asa estribo probablemente fue introducida desde la sierra durante el Formativo Medio, constituyendo luego un elemento característico del estilo Cupisnique y las culturas de la costa norte del Perú. En este ensayo se muestra la manera en que las inno vaciones y cambios que tuvieron lugar en la región de Lambayeque, fueron cruciales para la historia cultural del periodo Formativo. En vista de los actuales hallazgos arqueológicos, queda claro que esta región ya no puede ser considerada como área de culturas receptoras, y más bien fue foco de una tradición cultural independiente y longeva, que contribuyó significati vamente al proceso civilizatorio en los Andes Centrales. En este sentido es probable que los futuros hallazgos que se efectúen en la región con la ampliación de las investigaciones resulten fascinantes.
Conclusión Los valles costeños de la región Lambayeque y sus afluentes en las sierra de Cajamarca [véase cap. 3.2] fueron escenarios de las etapas iniciales del desarrollo de las sociedades complejas en los Andes. Probablemente, el modelo cultural que durante el Formativo Inicial surgió y se afinó en el centro Ventarrón-Arenal, se renovó y complejizó durante el Formativo Temprano, Medio y Tardío en Collud-Zarpán. Este nuevo centro, también compuesto por múltiples templos, asumió un rol protagónico en el desarrollo de lo que se conoce como esfera cultural Cupisnique. En las partes baja y media de los valles costeros cercanos al litoral se emplazaron los centros ceremoniales primigenios (Ventarrón, Purulén) durante el Formativo Inicial y Temprano. Estas comarcas debieron estar pobladas y cultivadas con hortalizas y algodón para industrialización textil. A partir del Formativo Inicial se extendieron las redes de intercambio productivo e interacción cultural que unieron las comunidades del litoral y los valles con las de cordilleras occidentales y orientales, favorecidos en la región lambayecana por la cercanía del transvase amazónico más bajo en todos los Andes. En la parte media y alta de los valles, se combinaron formas arquitectónicas de las zonas bajas y altas, con menor escala pero ampliamente distribuidas en las márgenes de la cuenca que estrecha hacia la sierra. Los centros ceremoniales ocupan emplazamientos en unión de ríos y zonas cálidas de óptimo rendimiento agrícola. Además de circunscritos geoglifos, son frecuentes la combinación de petroglifos y dispositivos de culto al agua asociados a los templos, y otros varios aislados en quebradas y cimas de las colinas que forman los márgenes del valle. Estas formas de arte rupestre señalaron parajes sacralizados que formaron redes de longevo uso ceremonial (Cerro La Compuerta, Cerro El Águila y Cerro Chumbenique, Nueva Arica y Oyotún en Zaña; los cer ros Puntilla, La Cal, Malpaso, Mulato, y los centros Pucalá, Cuculí y Chongoyape en el valle Chancay-Lambayeque). En muchos centros y estaciones de arte rupestre se mantuvo cierta continuidad hasta el Formativo Tardío, cuando se imponen reconocibles elementos arquitectónicos e iconográficos. En la parte más alta de las cuencas donde se ubican las nacientes de ríos, existe una serie de centros ceremoniales emplazados entre los 2000 y los 3000 metros sobre el nivel del mar, como Poro Poro, Sangana y Congona; esta red de centros ceremoniales se articuló con aquellos orientados hacia la ver tien-
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MONUMENTALISMO TEMPRANO EN LOS ANDES CENTRALES: LOS ORÍGENES DE LA ARQUITECTURA MONUMENTAL EN EL VALLE DE CASMA Peter R. Fuchs Renate Patzschke
Introducción La construcción de complejos monumentales en
el cuarto y el tercer mileno a.C. anunció un cambio fundamental en la formas constructivas de los asentamientos en los valles de la región norcentral de la costa peruana. Los asentamientos que emergieron en las partes baja y media del valle de Casma se propagaron sobre una gran extensión de terreno, y estuvieron separados entre sí por el relieve natural del paisaje. Algunas de las grandes estructuras erigidas dentro de estas agrupaciones de asentamientos eran edificios individuales, mientras que otras eran complejos agrupados densamente. En Sechín Bajo, en el valle de Casma, podemos fechar esto a mediados del cuarto milenio a.C. Pero la región es también digna de resaltar debido a sus atributos geográficos, que brindan un fácil acceso a la sierra, en especial al Callejón de Huaylas y al sitio central de Chavín de Huántar, y de allí a las tierras bajas tropicales. Algunos de los complejos erigidos durante este periodo claramente tomaron forma a lo largo de varios siglos y fueron modificados, restaurados, rellenados y construidos encima de ellos repetidas veces. Un rasgo notable de los complejos en el valle de Casma es su combinación de arquitectura monumental con ornamentos arquitectónicos bajo la forma de fachadas coloreadas, murales polícromos, relieves de barro complejos y losas de piedra con relieves colocadas en las paredes.
La ecología del valle de Casma El valle de Casma se encuentra a unos 380 km al norte de Lima, en un paisaje al que se describe como el desierto subtropical o del Pacífico. El clima se encuentra influenciado predominantemente por la fría Corriente de Humboldt, que corre hacia el norte a lo largo de la árida costa del Pacífico desde el Antártico. La precipitación anual media de menos de 100 mm 1 y la temperatura del agua, que fluctúa entre los 13 y los 17 grados Celsius, se deben a los vientos de Passat. Estos empujan las aguas de la superficie hacia el oeste, al mar abierto, y desencadenan el sistema de afloramiento que lleva hacia arriba, desde las profundidades del océano, a las aguas frías y ricas en nutrientes. Esta abundancia de nutrientes constituye la base de la diversidad de la fauna marina, que hace que la región alrededor de la Corriente de Humboldt tenga una importancia tan excepcional en términos económicos. Las anomalías periódicas del clima pueden provocar temporadas de fuertes precipitaciones recurrentes a una escala que a veces resulta devastadora. El valle de Casma es uno de los más grandes de la costa peruana del Pacífico. Su cuenca comprende dos ríos, el Sechín y el Casma; ambos tienen su origen en las montañas de la Cordillera Negra y absorben varios tributarios en su camino valle abajo, convergiendo eventualmente antes del pueblo de Casma y corriendo luego hacia el océano. El río Casma drena un área de aproximadamente 2775 km² y es el más importante de los dos, pues el Sechín drena un área de apenas 800 km². Las concentraciones de asentamientos que
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Historia de las investigaciones surgieron en ambos valles son hoy en día centros de producción realizadas en la región agrícola, que fueron favorecidos por los colonos ya en el tardío periodo Arcaico. Además de las zonas de recursos naturales que fueran desarrolladas con ayuda de sistemas de riego artificial, El valle de Casma fue mencionado por vez primera en la visita hubo varias más que aseguraron la supervivencia de los prime- pastoral de Santo Toribio de Mogrovejo de 1593. Mogrovejo ros pobladores en diversas épocas. Entre ellas tenemos las costas describió dos asentamientos: Casma La Alta y Casma La Baja, arenosas y rocosas, con sus moluscos y crustáceos marinos o sus con 215 y 103 habitantes, respectivamente. Casma, que hoy en especies de peces de la costa, así como las llanuras aluviales cuya día es el poblado principal de la región, fue fundado como María diversidad de arbustos y árboles proporcionaba condiciones de Magdalena de la Casma Alta por el párroco bachiller don Fernan vida ideales para una amplia gama de aves y mamíferos de todo do de Castro en 1751 2. Entre los viajeros que visitaron la región tamaño, como los venados de cola blanca. Las lomas fueron una en el siglo XIX y publicaron sus informes de lo que hallaron zona de recursos particularmente importante. Estas son las podemos mencionar a Thomas J. Hutchinson (1873) y George F. laderas de los cerros cerca de la costa, que durante el invierno Squier (1877). De mayor interés para nosotros son, sin embargo, austral están envueltas en neblina. La alta humedad y la baja la obra del geógrafo ítalo peruano Antonio Raimondi, especialprecipitación permiten florecer a comunidades de plantas, entre mente su monografía de 1873, Ancachs y sus riquezas minerales , ellas hierbas, arbustos y árboles caducifolios, los que a su vez y una guía regional publicada en 1893 titulada Peru: mantienen a una fauna variada como caracoles, lagartijas, aves Beobachtungen und Studien über das Land und seine Bewohner , y venados. Aunque las lomas fueron de vital importancia antes del médico alemán Ernst W. Middendorf. La primera exploración de la conquista española, recientemente la deforestación y el arqueológica del valle fue dirigida por el arqueólogo peruano sobrepastoreo por parte de animales de granja hicieron que Julio C. Tello (1880-1947) y su estudio de varios sitios —especialmuchas de ellas se encuentren seriamente en riesgo, y que en mente Cerro Sechín, Moxeque y Pallka—, durante un lapso de tres meses en 1937, fue de naturaleza más sistemática. Sin algunas regiones incluso hayan desaparecido. embargo, sus hallazgos sólo fueron publicados póstumamente 3. Las primeras prospecciones sistemáticas fueron realizadas por Donald Collier y Donald Thompson en 1956. Collier compiló una primera secuencia alfarera del valle de Casma 4, en tanto que
•Huaynuná Huerequeque•
Í N C H S E Í O R
•Casma
•Taukachi Konkan •Santa Cristina Sechín Bajo• •Sechín Alto • •Cerro Sechín Casma •Pampa de las Llamas/Moxeque
Chankillo•
OCÉANOPACÍFICO •Las Haldas
Fig. 40 Mapa que muestra los principales
M A S C A O R Í
•Pallka
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Thompson estudió los restos arquitectónicos 5. Otras investigacio- valle indica el uso de varias zonas de recursos distintas, entre nes fueron llevadas a cabo por Rosa Fung y Carlos Williams6, en ellas la llanura aluvial cubierta de bosques y el desierto abierto tanto que la prospección más exhaustiva de todas fue obra de cerca de la playa. Las actividades realizadas en estos lugares se David Wilson, quien documentó ochocientos sitios con 1315 casos vinculaban principalmente con la producción de herramientas. de ocupación prehispánica. Algunas secciones de las nueve fases El hallazgo más importante después de las herramientas mismas, cronológicas propuestas por Wilson para el valle de Casma fueron fueron los desechos generados por el proceso productivo como adoptadas por investigadores posteriores 7. El proyecto de largo lascas, astillas y núcleos de piedra. Los lugares donde se hicier on aliento “Casma Temprano”, de Shelia y Thomas Pozorski, viene los hallazgos del complejo Mongoncillo, en cambio, estaban coninvestigando los sitios del Formativo desde 1980. Su meta es centrados a lo largo del borde meridional de la cuenca de Casma, aprender más sobre cuándo fue que los asentamientos aparecie- en una zona de lomas sobre una montaña llamada Cerro M ongón. ron, sus medios de subsistencia y los procesos de desarrollo social Esta limitación a un solo microambiente, es decir las lomas, da de las sociedades tempranas en el valle de Casma 8. En 1969 una evidencia indirecta del sentido de pertenecer a un lugar esse reiniciaron los trabajos de conservación de Cerro Sechín, los pecífico. Las herramientas tienen comparativamente menos que prosiguieron durante varios años. Con el auspicio de la puntas de proyectil y son más pequeñas que los artefactos Paiján, Fundación Volkswagen, entre 1979 y 1987 se efectuaron extensas pero sí hay una proporción más alta de raspadores, raederas y excavaciones en cuyo transcurso se descubrieron aún más partes núcleos. Es más, los sitios Mongoncillo se usaron de forma más del complejo y se definieron y fecharon sus fases de construcción 9. intensiva y hay una mayor proporción de materiales orgánicos, Siguiendo un programa de restauración y conservación exhaus- en particular restos de peces de las vecinas playas pedregosas y tivo, en 1984 abrió el Museo Regional de Casma Max Uhle. de arena. Resulta problemático fechar estos dos complejos del Arqueólogos de Berlín vienen trabajando en Sechín Bajo desde valle de Casma: el complejo Paiján debiera anteceder cronológi2000 con el apoyo de la Fundación de Investigación Alemana camente a Mongoncillo, pero aunque se fecharon tres muestras (DFG). Allí descubrieron un complejo de tres edificios sucesivos, de contextos del primer tipo, no contamos con fechas para el erigidos en un periodo de 2000 años a partir de mediados del segundo. Todas las muestras fechadas son del séptimo milenio cuarto milenio a.C. a.C., y para los arqueólogos marcan el fin de la ocupación Paiján en el valle. El fechado más reciente del complejo Mongoncillo estuvo determinado por el examen de los estratos que se encuenEl asentamiento temprano tran encima. Sin embargo, dos de los contextos fechados de las La mayoría de los lugares donde se han realizado descubrimien- muestras tienen huellas de algodón y maíz, lo que sería una evitos se encuentran en el valle medio y bajo de Casma; son dencia inesperadamente temprana del uso de estos dos cultivos, de tamaño pequeño y mayormente carecen de capas de depósitos pero los arqueólogos no han descartado la posibilidad de que las gruesas. Estos sitios al aire libre muestran pocas huellas de muestras se mezclaran con los estratos superiores en el transcurun asentamiento continuo, lo que indica que probablemente so del proceso de excavación11. Aunque algo magro y difícil de fueron usados como lugares de descanso temporal o para traba- fechar, el inventario de los hallazgos y su distribución son lo sufi jar. Con frecuencia se encuentran cerca de fuentes de materias cientemente informativos como para permitirnos establecer dos primas: en la superficie se halló cuarzo, basalto, andesita, riolita sistemas de subsistencia distintos. El sistema de subsistencia del y tobas volcánicas, que fueron utilizadas para producir herra- complejo Paiján dependía del uso de diversas zonas de recursos mientas de piedra. y de cierto grado de especialización en grandes mamíferos, en Michael Malpass y Santiago Uceda estudiaron más de tanto que el de Mongoncillo quedaba restringido al uso de una cincuenta sitios en el valle bajo de Casma e identificaron dos tra- única zona de recursos, a saber, las lomas. Concentrarse en un diciones, los complejos Paiján y Mongoncillo, a los cuales se puede único microambiente al mismo tiempo que se explotaba el rico distinguir según las herramientas que usaban y su distribución rendimiento del océano vecino, permitió a las poblaciones locales dentro del valle. El complejo Paiján fue identificado originalmen- llevar una vida comparativamente sedentaria. Dos lugares donde te por Claude Chauchat más al norte, en los valles de Moche se realizaron hallazgos, que tienen una arquitectura monumeny Chicama, donde fue fechado en ca. 11000-7500 a.C. 10. tal posterior, también arrojaron evidencias de la actividad de Los lugares donde se encontró un inventario Paiján grupos humanos alrededor de la misma época o incluso antes, se encuentran ampliamente dispersos por todo el valle bajo de pero la naturaleza exacta de dichas actividades aún no está clar a. Casma. Los artículos más comunes encontrados incluyen gran- El surgimiento de la arquitectura monumental se remonta al des puntas de lanza, raspadores y raederas, en efecto la propor- cuarto mileno a.C. ción relativamente alta de puntas de proyectil evidencia que la caza de grandes mamíferos fue uno de los principales medios de subsistencia. La amplia distribución de los hallazgos en el
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Estructura 2 Estructura 3
LíneadeCorte
Estructura 1
Fig. 41 a y b Sechín Bajo. Vista aérea y recreación de la secuencia constructiva.
Fig. 42 Sechín Bajo. Estructura 1 y modificaciones nos. 1-5
Fig. 43 Sechín Bajo. Estructuras expuestas del Edificio 1
Fig. 44 a y b Sechín Bajo. Plano de las estructuras arqueológicas
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El surgimiento de la arquitectura monumental Los hallazgos realizados en dos sitios —Sechín Bajo y Cerro Sechín— nos ofrecen un panorama general bastante bueno del surgimiento y el desarrollo temprano de la arquitectura monumental en el valle de Casma. Los complejos fueron ampliados, cubiertos y modificados a lo largo de un periodo de hasta dos mil años. Los proyectos de estudio de largo plazo de las estructuras en ambos sitios, produjeron una secuencia estratigráfica de las fases de construcción y su fechado absoluto con más de treinta fechas radiocarbónicas cada uno. En ninguno de los complejos fue posible localizar (y por ende investigar) algún asentamiento simultáneo; hasta ahora los hallazgos arquitectónicos que dan fe de ciertos desarrollos sociales son nuestra única base para toda interpretación. En los últimos años se investigaron otros sitios monumentales del valle de Casma, y el trabajo realizado por Shelia y Thomas Pozorski en Pampa de las Llamas, TaukachiKonkan y Sechín Alto también merece una mención especial. Sin embargo, los datos referentes a fases de construcción anteriores o edificios previos no se han publicado de modo adecuado, y el contexto de los fechados radiocarbónicos disponibles frecuentemente es tan poco claro, que no podemos incluir estos importantes centros arquitectónicos en nuestra evaluación.
La secuencia de Sechín Bajo Sechín Bajo se encuentra en la orilla septentrional del río Sechín, en la margen más al norte de la concentración de asentamientos de Sechín [fig. 40]. Sobre una extensión de 37 hectáreas, el sitio muestra señales de una intensa ocupación en diversos periodos. Al oeste le domina un gran complejo que ha sido objeto de una intensa exploración arqueológica desde 2000, lo que llevó a la identificación de una secuencia de tres estructuras [figs. 41 a y b]. Estructura 1 La primera estructura es una plataforma de 1,7 m
de alto, erigida sobre un piso cubierto extensamente con una capa de barro compactada. Lo que queda de la estructura tiene 50 m de largo de norte a sur y 20 m de ancho de este a oeste, pero como las estructuras 2 y 3 fueron levantadas posteriormente en este mismo sitio, y dado que la estructura 1 fue parcialmente demolida, resulta imposible decir cuál habría sido su tamaño original. La plataforma fue hecha con piedras canteadas, con mortero de barro y relleno de grava, piedra y barro, y su exterior fue enlucido. Se accedía a la estructura a través de dos escalinatas de distinto diseño, una con escalones añadidos a la parte externa de la plataforma, la otra empotrada en la misma plataforma. Ambas tienen peldaños hechos con pequeños ladrillos rectangulares fabricados a mano. Las huellas y restos de muros bajos sobre el piso compactado de barro de la plataforma dan fe de la estructura que originalmente se alzaba allí. En medio están marcados una serie de fogones trabajados de diverso modo. Con el tiempo se hicieron
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una serie de modificaciones estructurales en la plataforma. La primera modificación fue la construcción de otra pequeña plataforma encima de la escalinata externa que tenía una plaza circular de aproximadamente 14,5 m de diámetro hundida en ella. La parte superior de la escalinata que conducía a la primera plataforma fue demolida durante la construcción para abrir paso a una nueva escalinata que llevaba a la plaza circular hundida. Posteriormente se encuentran plazas como esta en muchos sitios de la costa central y norte, y se cree que forman parte de un contexto ceremonial. Durante la segunda modificación se construyó otra plaza hundida más pequeña dentro de la primera; una nueva escalinata de ocho peldaños que llevaba a ella fue alineada con la antigua. La nueva escalinata tenía dos metros de ancho y estaba encerrada a cada lado por una pared de 0,3 m de ancho, mientras que en la cima seguía la pared circular que encerraba la plaza. Los peldaños fueron nuevamente construidos con adobes secados al aire y a los que se les dio forma a mano. Las paredes de la plaza circular tienen aproximadamente 2,5 m de alto y se las cubrió con un enlucido. Durante la tercera modificación, ambas plataformas fueron ampliadas y las dos plazas circulares fueron demolidas a medias y reemplazadas por una plaza rectangular hundida, mientras que las dos mitades restantes fueron llenadas con grava limpia y selladas debajo de un piso compactado de barro al mismo nivel que las plataformas. Las paredes internas de la plaza rectangular, de unos 2,2 m de altura, fueron enlucidas toscamente con una capa de barro en la cual aún pueden verse las huellas de uñas. A esta plaza se accedía a través de una escalinata de ocho peldaños dentro de un pozo. En la cuarta modificación se incorporó a la plaza rectangular una nueva pared que rodeaba a una plaza circular hundida con un diámetro de aproximadamente 13,5 m. Se retuvo la escalinata dentro de su pozo y se la unió con la nueva pared circundante mediante dos bloques de piedra, uno a cada lado. La nueva pared periférica tenía un corte transversal de aproximadamente 1,8 m de altura y alrededor de 0,3 m de ancho en la cima. En este caso la pared también fue enlucida toscamente y las huellas de las uñas quedaron visibles. La segunda pared circundante instalada dentro de la primera durante la quinta modificación, no fue ubicada concéntricamente y al tener solo 1,1 m de altura era algo más baja que la primera. Las dos primeras modificaciones deben haber sido rellenadas y selladas, ya que el único medio de acceso a la cuarta plaza circular es a través de una escalinata de cuatro peldaños que desciende desde el borde superior de la pared circundante hacia la plaza. La escalinata tiene las mismas paredes a cada lado que la que lleva a la segunda plaza circular, y aquí también estas paredes laterales se extienden como la pared que rodea a la plaza [fig. 43]. El piso es una capa tosca de barro con fragmentos de conchas y carbón hundidos en ella. Posteriormente el complejo
fue rellenado con grava limpia y sellado con una capa de barro. Todos los trabajos de construcción descritos arriba datan de muy atrás en el cuarto milenio a.C. Los diez fechados radiocarbónicos tomados de diversos contextos de construcción arrojaron un fechado de 3600-3000 a.C., lapso que coincide con la secuencia de proyectos de construcción de gran escala. De este modo, la estructura 1 de Sechín Bajo es el edificio monumental más antiguo de los Andes Centrales, datado según sus contextos de construcción12.
sistemas con que restringir el ingr eso a los otros recintos. Para el fechado solamente se tuvo en cuenta a los materiales encontrados en el contexto arquitectónico direc to, lo que significó que únicamente fue posible fechar la última fase de renovación, que es idéntica a la última fase de cambios en la vecina estructura 3. Se ha establecido que esta data de los siglos XVI y XVII a.C. En la fachada sudoeste de la estructura 2 se dibujaron 130 grafitis mientras el complejo estaba siendo abandonado o poco después de ello13. Al pie de esta pared se descubrieron varios fogones a los que se usó sólo durante breves lapsos, que contenían fragmentos de vasijas. En el sitio vecino de Cerro Se chín se realizó un hallazgo similar de cerámica. Ambos lugares arrojaron las evidencias más antiguas de cerámica en el valle de Casma, a la cual se ha descrito como la alfarería del complejo Laguna 14.
Estructura 2 En el periodo subsiguiente se construyó encima de
la parte norte de la plataforma de la estructura 1, una estructura que medía 35 x 39 m y que tenía aproximadamente 8 m de altura. Las paredes exteriores se hicieron con piedra extraída de una cantera y con barro como mortero, y se las enlució; las esquinas fueron redondeadas. El edificio está alineado de norte a sur y se accede a él a través de una escalinata de 3 m de ancho que mira hacia el sur y que fue destruida deliberadamente, de modo tal que ahora solamente es reconocible desde sus lados. Al excavarse la entrada demolida salieron a la luz los restos de la estructura más antigua. Construida en la misma plataforma, esta estructura solamente había sido demolida parcialmente en la medida necesaria para erigir la nueva estructura encima de ella. En su primera fase, el edificio fue dividido en nueve recintos rectangulares dispuestos en tres hileras de tres [fig. 44a y b]. La altura de las paredes varía; mientras que al centro tienen más de dos metros de altura, en los bordes parecen haberse derrumbado en distinta medida. Durante una modificación posterior, una pared con esquinas redondeadas y dieciocho nichos encima de una cornisa angosta fue encajada en el recinto central. En todos los recintos se aplicaron varias capas de enlucido de alta calidad y luego se las pintó con una delgada aguada de barro. El recinto central con su pared con nichos fue pintado de blanco y su piso está aproximadamente 0,7 m más abajo que el de los otros recintos; los pisos estaban todos cubiertos con una capa de barro compactada. Todos los cuartos estaban interconectados con puertas flanqueadas por semi columnas y pilastras de madera envuelta en cordel y cubierta con barro. Además de los restos de las semi columnas, varias de las entradas tienen aberturas rectangulares que se extienden hasta dos metros dentro de la pared. Esto podría haber formado parte de un sistema de cerraduras, y se cree que eran una forma de restringir el ingreso en combinación con las semi columnas. Los recintos estaban todos vacíos y enterrados debajo de los escombros de las paredes colapsadas. No había ninguna evidencia de una ocupación posterior; sólo había una pared angosta de fecha posterior que cr uza a toda la estructura en dirección norte-sur. No se ha establecido la fecha de construcción de la estructura 2, y hasta ahora las únicas fechas definitivas obtenidas son para las modificaciones efectuadas durante su segunda fase de construcción, incluyendo la pared de nichos en el recinto central, la repetida aplicación de enlucidos, y los
Estructura 3 Éste es el más grande de tres edificios sucesivos.
Mide aproximadamente 145 x 125 m y alcanza una altura de unos 15 m saliendo de un zócalo de contención de 2 m de altura y 3,5 m de ancho. Las cuatro esquinas redondeadas de la estructura corresponden a los puntos cardinales [fig. 41 a y b]. Cuatro patios están dispuestos uno después del otro siguiendo un eje central, incrementándose su altura con dos en cada nivel ambos conectados por escalinatas. En los patios 2 y 4 fueron añadidas paredes con nichos en una fase posterior, al igual que la pared con nichos en el recinto central de la estructura 2. Antes solamente había dos patios oblongos, cada uno de unos 70 m de largo, a los que separaba una diferencia de unos 6 m de altura. Al noroeste del primer patio había un gran espacio abierto encerrado por dos plataformas prominentes de baja altura, que probablemente era lo suficientemente espacioso como para albergar grandes multitudes. Actualmente se usa este espacio principalmente para la agricultura y gradualmente viene cayendo víctima de los estragos del tiempo. Una ancha escalinata que hoy está casi completamente destruida (probablemente un acto deliberado cuando se abandonó al complejo), llevaba desde este espacio hacia el primer patio unos 3 m más arriba. Unos 3 m más abajo se excavó —por debajo de esta escalinata— una entrada de unos 10 m de ancho y con tres peldaños que llevaban al patio de un edificio anterior. Este patio fue rellenado cuidadosamente con grava homogénea y se le cubrió con escombros y una capa de barro compactada para que sirviera como el piso del nuevo nivel de construcción, de al menos 6 m de altura. Como parte de este proceso, las estructuras 3 —en su forma final— y la 2 fueron cercadas con el mismo muro de contención de baja altura ya mencionado, probablemente por motivos principalmente estructurales. Ninguna de las paredes de los edificios de Sechín Bajo parece haber tenido cimientos; por ende, la simple presión creada por el volumen de los nuevos edificios habría puesto en peligro a toda la construcción. Los dos patios oblongos de la fase de construcción tardía estu vieron originalmente unidos por una escalinata abierta. La instalación de las paredes de los nichos alteró la estructura
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Fig. 45 Sechín Bajo. Estructura 3: friso de barro en el patio 1
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Fig. 46 Sechín Bajo. Estructura 2: detalle de la pared con el grafiti y una comparación del ser sobrenatural compuesto de Sechín Bajo con las imágenes
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Fig. 47 Cerro Sechín. Estructura arquitectónica de barro de la fase 1, vista de planta y plano de la fachada de la estructura de barro con frescos de un felino grande y el motivo de
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interna del complejo y la escalinata, que antes había estado expuesta a la vista —por motivos de vigilancia, por ejemplo— fue reemplazada con dos tramos laterales de escaleras que se encontraban al pie de la puerta, la cual se hallaba ahora demasiado arriba como para tener una vista libre de lo que había detrás. Las escalinatas fuertemente curvadas a las que se instaló perpendicularmente a los lados largos de los nuevos patios 2 y 4, que conducían a una estructura ahora mayormente destruida, señalan una división cada vez más rigurosa del espacio dentro del edificio. El sistema de cerraduras con que se restringía el ingreso, al que se describió para la estructura 2, se encuentra ahora también en la 3. En los lados largos del patio 1 se modelaron relieves de barro a gran escala, con dos paneles uno encima del otro. No queda claro si el patio 2 también está adornado con relieves, puesto que el muro posterior con los nichos cubre ahora la pared original del patio.
Los grafiti de la estructura 2 Al excavar un tramo de 35 m de
escalinata en la pared occidental de la cella conduce al nivel más la especie, pero sí podemos extraer ciertas conclusiones con alto. Allí la estructura original fue ser iamente saqueada, primero respecto a su medio ambiente. Henning Bischof sospecha que se por las investigaciones arqueológicas iniciales de Julio C. Tello en trata de algún tipo de especie carnívora hallada en las rocosas julio y agosto de 1937, y posteriormente por los huaqueros. Las aguas de la costa 21. paredes internas de la cella y ambas cámaras laterales fueron Otro motivo tallado en relieve en las paredes laterales pintadas en azul-gris, mientras que las del atrio y las de la escalinata se extiende sobre ambos niveles de la plataparedes externas de la primera lo fueron de rosado. La pared forma: se trata de un zigzag que desciende diagonalmente y que delantera a cada lado de la entrada estuvo adornada con grandes se detiene al pie en tres franjas paralelas con los extremos redonpinturas polícromas de gatos silvestres que sólo estaban conser- deados, un motivo al que se ha interpretado como gotas de sangre. vados parcialmente, incluso cuando Tello las descubrió 20. Algunas Todos los murales fueron hechos de modo realista y no hay en partes del animal en el lado occidental —las patas delantera absoluto criaturas sobrenaturales o compuestas. Los programas y trasera con sus garras, la parte inferior del vientre y la cola— iconográficos de la estructura en barro de Cerro Sechín —figuras son aún visibles sobre una parte del muro que mide 2,6 m de humanas con el cráneo quebrado que caen de cabeza y peces que largo y 1,5 m de ancho. Los contornos, la cola y partes del torso miran hacia arriba con la boca abierta— fueron interpretados fueron trazados con pintura negra, en tanto que las garras son como representaciones de sacrificios humanos en un contexto rojas con puntas blancas. Desafortunadamente, durante las marino22. Las Haldas y Culebras, dos sitios más hacia el sur a lo excavaciones realizadas a comienzos de la década de 1970 largo de la costa, estaban ubicados idealmente para efectuar este se “refrescó” la pintura de ambas figuras, pero varios de los tipo de sacrificio ritual. Una escalinata en el complejo de Las detalles originales han sobrevivido al igual que la documentación Haldas lleva directamente a un acantilado al cual el mar golpea de Tello, lo que nos permite clasificarlas según su estilo [véase muy abajo, y Culebras está equipada con un “escenario” natural cap. 4.2]. Los lados de los tocones de los pilares que miran hacia que se encuentra igualmente cerca del océano 23. Las imágenes en afuera fueron embellecidos con un relieve polícromo de una la estructura de barro son las primeras representaciones narrafigura humana de perfil que muestra la cabeza invertida, con el tivas de un sacrificio humano ritual en la iconografía de los cráneo quebrado y abierto; tres chorros enmarcados por tres rec- Andes Centrales. Podemos fechar las tres fases de la arquitectángulos dobles brotan de la herida abierta. La figura viste un tura en barro durante las cuales se las creó en 2200-2000 a.C. taparrabo y el brazo derecho le cuelga a un lado mientras que el izquierdo está doblado hacia arriba, de modo tal que la mano de La estructura en piedra Hacia el comienzo del segundo cuatro dedos se encuentra delante del rostro. Es claro que esta- milenio a.C., la estructura de barro de Cerro Sechín fue rodeada mos viendo el momento preciso de la “caída”. El pilar enlucido es con un muro de unos 4 m de altura, hecho con piedras canteadas principalmente de color azul-gris, al igual que el cuerpo de la y ortostastos. Las paredes laterales tienen aproximadamente persona que cae. La herida en la cabeza está definida por un 51 a 52 m de largo y las esquinas del nuevo edificio fueron redontrazo fuerte de rojo que se funde con uno de los tres chorros de deadas. Algunas partes de la estructura de barro más antigua sangre; los otros dos son de color amarillo y gris-negro. siguieron en uso, como la escalinata en la fachada norte. En la La plataforma fue ampliada durante dos fases sub- fachada sur se construyó un portal de tres partes hecho con blosiguientes de construcción, y los niveles más antiguos fueron ques macizos de piedra. Esta era la entrada a una galería techacubiertos para producir una plataforma de 1,7 m de alto con dos da con lajas grandes que conduce al nivel de la estructura de niveles. Se rellenó parte de la construcción en la plataforma, el barro rellenada [fig. 49]. Mientras que esta última aparentemenpatio delantero y las cámaras laterales, tras lo cual la escalinata te se había alzado aislada, con un espacio abierto a todo su alreconstruida durante la última fase de construcción llevaba a una dedor, la estructura en piedra en cambio e stuvo rodeada de otros estructura en el nivel más alto que estaba dividida en dos partes. edificios. A cada lado de la estructura central al norte se le añaSobre las fachadas de la plataforma se pueden ver grandes relie- dieron dos edificios cuadrados más pequeños que tenían lados de ves (3,6 m de largo x 1,4 m de alto) de peces azul-verde a cada 21 m de largo, y estaban separados de ella por un corredor de 4 m lado de la escalinata; su contorno fue fuertemente inciso en el de ancho [fig. 48]. La mampostería se encuentra en tan mal enlucido rosado húmedo. La boca de los peces y el borde de sus estado que ya no es posible establecer la altura original de dichos colas también fueron acentuados en rosado, al igual que la zona edificios. Las paredes fueron cubiertas con un enlucido gr ueso al detrás de las agallas redondeadas, en tanto que sus ojos los que se volvió a aplicar varias veces, y las esquinas nuevamente forman dos líneas circulares concéntricas. Ambos peces miran estaban redondeadas. Las dos plataformas oblongas adyacentes hacia la escalinata con la boca abierta inclinada hacia arriba. El hacia el sur también estaban separadas por un corredor; el lado espacio entre los peces y la escalinata está dividido en franjas largo de cada plataforma que mira hacia el edificio principal fue coloreadas con rojo, amarillo y negro. Aunque los peces fueron excavado y tiene poco más de 30 m de largo. Los edificios tienen representados de modo realista, resulta casi imposible identificar paredes hechas con piedras canteadas a las que se colocó mortero
El relieve de barro Alrededor de 10 m cuadrados del relieve
largo de la fachada sudoeste de la estructura 2 se descubrieron 130 grafitis incisos en la superficie. Podemos dividirlos en nueve grupos temáticos que van desde los motivos geométricos hasta los zoomorfos y antropomorfos [fig. 46] 17. La representación más significativa es la de una criatura compuesta mostrada erguida y de perfil, con cabeza humana y una pupila excéntrica. Encima de esto tenemos la cabeza de un felino c on colmillos y el llamado “ojo bicorne” [véase cap. 4.2]. Delante de la boca con colmillos están las mandíbulas de una araña o un pico de ave, de donde sale un elemento tridente que se extiende hacia arriba, al igual que la pata con garras de la criatura. Varios otros elementos tridentes y un símbolo escalonado delgado parecen salir del cuerpo de la figura. Dos tallas en hueso de otros sitios del valle de Casma —Las Haldas [cat. no. 14] y Pallka— muestran motivos similares. Los grafitis indudablemente fueron incisos en el enlucido de la fachada sólo después de abandonado el complejo. Es probable que hayan estado relacionados con los hogares arriba descritos, pero no hay evidencias concluyentes que respalden esto. El fechado más temprano posible es el siglo XV a.C.
de barro fueron destapados [fig. 45], y se reveló un friso con tres figuras que miran al espectador con los brazos extendidos y ligeramente doblados. Las figuras visten una falda o manto hasta las axilas y están paradas con los pies extendidos que sobresalen La secuencia de Cerro Sechín El sitio de Cerro Sechín se enpor debajo de su vestimenta. Cada una de las figuras sostiene un cuentra en el extremo meridional del complejo del asentamiento objeto largo —un cuchillo, garrote o cetro— en la mano derecha. de Sechín, sobre un montículo de escombros al pie del Cerro Su mano izquierda coge dos objetos alargados y redondeados de Laguna [fig. 40]. Al igual que en el caso de Sechín Bajo, aquí donde salen cabezas de serpientes. Este motivo también aparece hay evidencias estratigráficas de actividad humana en el periodo en una copa de piedra de la costa norte que ahora se encuentra Arcaico18 pero que no se pueden precisar más. Los cateos a más en Dumbarton Oaks [fig. 92b] 15. Cada mano tiene solamente de tres metros de profundidad en el corazón del complejo revecuatro dedos y las uñas están fuertemente acentuadas. Podría laron una serie de depósitos homogéneos, cuyas superficies interpretarse a los objetos redondeados como moluscos ( Spond- estuvieron expuestas durante un lapso sustancial; se les fechó tan atrás como el octavo milenio a.C. 19. ylus) [véase cap. 4.2] 16. Las cabezas caracterizadas individualmente de las figuras descansan directamente sobre los hombros, separadas únicamente por un collar o un pectoral angosto. La estructura de barro La primera estructura levantada en El área facial casi cuadrada tiene una boca reconocible, cuyos Cerro Sechín alrededor de 2200 a.C. fue una plataforma de tres labios están cerrados y vueltos hacia abajo en las comisuras. niveles, de aproximadamente 41 m de largo y 1,6 m de alto, que Otras partes de la cabeza difieren en cada figura y sólo se pueden tenía las esquinas redondeadas. El material de construcción condescifrar con facilidad los rasgos de la figura central. Los ojos sistía de adobes cónicos grandes. Encima de la plataforma fueron representados como dos motivos distintos, uno de los se construyó un edificio de unos 2,5 m de altura; este también cuales es un tridente. El rostro está encerrado en tres de sus tiene las esquinas redondeadas y fue levantado con adobes cónilados por lo que parecería ser una peluca, y los tres dientes cos [fig. 47]. Se accedía a la plataforma desde el norte mediante que salen hacia arriba en la parte superior recuerdan a los cabe- una escalera de dos tramos. La fachada norte del edificio sobre la llos de las cabezas trofeo de Cerro Sechín. Sobre su espalda cuel- plataforma está estructurada por cuatro remanentes de pilastras gan elementos semejantes a tiras. La sección expuesta del friso independientes de una altura hasta 1,6 m. Detrás de los tocones representa figuras humanas hasta donde podemos ver, pues hay un atrio que mide 10,5 x 9,3 m con cámaras laterales a no hay ninguna de las señales reveladoras de los seres sobre- izquierda y derecha, separadas únicamente por una pared baja naturales compuestos típicos de la iconografía Chavín. Lo más de aproximadamente 0,5 m de altura. En el extremo sur del atrio, probable es que las figuras sean adorantes que acompañan un sobre un podio de esquinas redondeadas de aproximadamente ritual que probablemente se llevó a cabo en el patio 1. 0,45 m de altura, hay una cella casi cuadrada que mide 5,45 x 5,58 m. Sus paredes demuestran un perfil cónico y sobreviven hasta una altura de 2,5 m. La entrada se encuentra sobre el eje central del edificio y tiene 1,7 m de ancho. Una angosta
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de barro hasta los 3 m de altura y luego se las enlució. Ambas posterior periodo Chavín clásico. El nuevo elemento iconográfico estructuras colindan con una inmensa plataforma al borde de la en la estructura de piedra es el motivo de la procesión, un ritual ladera del cerro hacia el sur, que está al menos 5,6 m más alto recurrente encabezado por dignatarios caminantes que parecen que el nivel del corredor. En la esquina sudoeste del ser representativos de la elite de la región. De este modo puede corredor se integró la formación rocosa existente al concepto ar- decirse que los motivos de las paredes de Cerro Sechín incluyen quitectónico. Gracias al corredor fue posible caminar por todo el el “autorretrato” más temprano de una elite dominante en los derredor de la estructura central, la cual estaba al mismo tiempo Andes Centrales. Se retuvo aquí el contexto sacrificial de la esrodeada por otros edificios dispuestos en forma de U. La platafor- tructura de barro más antigua en forma adaptada, tal como lo ma sur da lugar a un patio rectangular de 35 m de ancho sobre el evidencian las partes mutiladas del cuerpo humano. Las repreborde de la ladera; aunque la extensión de su profundidad toda- sentaciones de la cabeza humana fueron particularmente popu vía no es visible por estar escondida debajo de capas que aún no lares y estaban presentes en 194 de los 324 bloques con relieves, han sido excavadas, incluso así las paredes monumentales que la tanto en el edificio mismo como en su alrededor. En la represenrodean tienen acá más de 6 m de altura. Las paredes sin enlucido tación más temprana de un motivo que posteriormente se haría de la estructura central fueron hechas con bloques de piedra de común en las culturas regionales posteriores como Paracas y diversas formas y tamaños, muchos de las cuales están decora- Nasca [fig. 50], el líder de la procesión en el lado occidental llev a das con relieves y colocadas en las paredes hasta una altura cuatro pequeñas cabezas trofeo humanas en una vestimenta media de aproximadamente 2,2 m. Por encima de eso, dependien- semejante a una faja colgante. Fue Henning Bischof quien acuñó do de la altura superviviente de la pared, hay capas regulares de el término “estilo Sechín” para describir el arte parietal de Cerro piedras lisas. Las hileras de tres piedras colocadas una encima Sechín y lo contrastó con el más antiguo estilo Punkurí, el cual de la otra, se ven interrumpidas a intervalos irregulares por derivó su nombre del lugar del hallazgo en el vecino valle de grandes monolitos tan altos como las piedras apiladas. Hasta la Nepeña24. Los análisis de la estructura de piedra de Cerro fecha se han encontrado 324 bloques con relieves en las paredes Sechín la datan en 1900-1750 a.C. Los materiales usados para de la estructura, y esta cifra podría elevarse considerablemente esta muestra fueron tomados de un fogón en el corredor sur, consdado que hay partes de la pared sur que aún no se han excavado. truido hacia el final de su periodo principal de uso. Sabemos esto Los motivos están distribuidos según el tamaño de los bloques; porque el corredor fue rellenado intencionalmente y el fogón las piedras más pequeñas tienden a mostrar partes del cuerpo estaba tan bien conservado que solamente puede haber sido humano como cabezas, miembros y órganos internos, en tanto instalado poco antes de este evento. que los monolitos más grandes por lo general retratan figuras humanas erguidas que caminan con taparrabos y tocados dema- Fases posteriores del uso de 1 y 2 Los corredores alrededor de siado grandes, sosteniendo objetos que parecen ser varas o garro- la parte posterior de la estructura central de piedra fueron cuidates [fig. 50]. Estas “figuras caminantes” brindan una estructura dosamente rellenados hasta y por encima del nivel del friso en tanto formal como temática a la procesión de motivos a lo largo dos etapas sucesivas, tras lo cual se les selló con una capa de de los muros: las dos figuras en los bloques erguidos de la portada barro compactada. Se accedía al edificio a través de escalinatas construida en la pared sur [fig. 49] se vuelve n en direcciones con- en los corredores laterales. Una serie de fogones cuidadosamente trarias. Parecen estar saliendo del edificio, casi como si estuvie- colocados muestra que este nivel recién creado permaneció en ran a punto de caminar alrededor del friso en direcciones opues- uso al igual que el edificio central, donde el patio rectangular tas, listos para encontrarse en la escalinata de dos partes que al sur fue inicialmente rellenado sólo de modo parcial, lo que sigconduce a la entrada en la fachada norte. El friso deriva su vita- nifica que la portada de piedra de la fachada sur siguió abierta. lidad de la repetición rítmica de las figuras caminantes en los Una vez que todo el patio quedó rellenado se instaló una nueva monolitos grandes, mientras que las piedras más pequeñas que escalinata que llevaba directamente desde el piso hacia abajo muestran cabezas y miembros enfatizan el dinamismo de las dos hasta el portal sur [fig. 49]. La función del complejo debe haber “procesiones”. La fachada norte incluye las figuras caminantes cambiado puesto que casi todas las imágenes quedaron escondimás grandes y con más detalles. Ambos grupos están escoltados das. El portal de la fachada sur nos da aún más evidencias con formalmente por los monolitos más grandes que flanquean la que sustentar esta hipótesis, pues su dintel original con un escalinata dividida, y cada uno mide aproximadamente 4,75 m de patrón geométrico (que tal vez representa una honda) debe haaltura y luce el motivo de un estandarte o bandera. Parecería que berse partido en dos, tras lo cual fue reemplazado en forma algo una escalinata estuvo reservada para cada grupo. Al igual que en burda. El fragmento más grande se usó como el peldaño superior la estructura de barro, aquí también se retuvo la naturaleza na- de la escalinata que llevaba hacia abajo al portal creado durante rrativa y realista del programa iconográfico. Las fachadas de la la fase final de uso, mientras que el fragmento más pequeño estructura de piedra de Cerro Sechín no incluyen ninguno de se empleó para parchar la fachada encima del portal. Es posible los seres sobrenaturales compuestos que tan típicos fueron en el que el daño estructural haya sido causado por un terremoto. La
Fig. 48 Cerro Sechín. Vista de planta de la estructura de piedra con los
Fig. 49 Estructura de piedra en Cerro Sechín. Portal en la fachada del
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segunda de las dos fases posteriores de uso no duró mucho. Numerosas pisadas en el piso húmedo de barro encima del corredor rellenado dan fe de la caída de unas fuertes lluvias. A las riadas del Cerro Laguna, que bañaron las paredes enlucidas de la escalinata y las paredes laterales del patio, les debe haber seguido una inmensa avalancha de lodo, grava y pedregal que rompió las paredes y enterró gran parte del complejo debajo de una inmensa cantidad de escombros. Este quedó entonces hundido en el olvido hasta julio de 1937, cuando el arqueólogo peruano Julio C. Tello comenzó a excavar en la “chacra del indio bravo”, que es como entonces se le conocía, probablemente debido a que una de las losas de piedra decoradas con un relieve fue encontrada sobresaliendo del suelo. Podemos fechar las dos fases tardías de uso al igual que la destrucción del complejo. Los fogones en los pisos encima de los corredores sellados datan de los siglos XVIII y XVII a.C. Los aluviones que enterraron a todo el complejo debajo de los escombros deben haber tenido lugar a más tardar a mediados del siglo XV a.C., puesto que posteriormente se levantaron asentamientos encima de estos depósitos 25.
Para que esta memoria cultural se cree y transmita debe haber espacios idóneos, en otras palabras lugar es en donde la comunidad se congregue para participar y formar parte del proceso de difusión, el cual se llev a a cabo no solamente a través del lenguaje sino también mediante celebraciones, danzas, música y pantomimas. Podríamos interpretar de esta forma a la plataforma de la estructura 1 de Sechín Bajo. La plazas circulares hundidas podrían haber servido como lugar donde llevar a cabo ritos especiales —iniciaciones, por ejemplo— posiblemente dirigidos por especialistas (religiosos). La plataforma escalonada de Cerro Sechín constituye no sólo un avance arquitectónico con respecto a la plataforma más simple de Sechín Bajo —por ejemplo, con su uso de los nuevos adobes cónicos—, sino también una nueva técnica, bajo la forma de murales monumentales, con la cual transmitir ciertos aspectos de la memoria cultural. Se trata de establecer y de canonizar un ritual. Posteriormente estuvieron las autoimágenes de una elite local sobre la estructura en piedra de Cerro Sechín, las cuales enfatizan el principio dual de la organización social. Este dualismo social queda confirmado con la simetría de la estructura de piedra y su escalinata dual. Una idea similar se encuentra detrás de la estructura 3 de Sechín Bajo, con sus módulos de paredes con nichos y las representaciones de adorantes a cada lado del patio 1. La estructura de piedra de Cerro Sechín y las fases tempranas de la estructura 3 de Sechín Bajo podrían ciertamente haber sido usadas al mismo tiempo, pero si lo fueron entonces indudablemente lo hicieron distintos grupos o con diferente finalidad, por ejemplo una red de diversos grupos de una misma etnicidad. Mientras que los murales monumentales de todos los edificios de Cerro Sechín resaltaban el motivo del sacrificio y tuvieron en cierta medida un papel central en las actividades que allí se llevaban a cabo, la estructura 3 de Sechín Bajo, con su representación de adorantes en el patio 1 y los grandes nichos en las paredes del patio 2, podría en consecuencia ser interpretada como un lugar de c ulto a los ancestros. En 1937, mientras excavaba una fachada del complejo de Moxeque, en el valle Casma, Tello halló varios grandes nichos que contenían grandes y coloridas esculturas de barro y cabezas semejantes a máscaras. Los nichos del segundo patio fueron presumiblemente usados con igual fin. Con su ancho “estándar” de 1,7 m y una altura conservada de al menos 1,8 m, habrían tenido espacio suficiente para que allí se depositaran fardos funerarios [fig. 51].
Conclusión La secuencia de construcción que los arqueólogos identificaron en ambos sitios perduró durante varios siglos; diversos añadidos y la práctica de construir sobre las estructuras existentes, son evidencia de una vigorosa afiliación con el lugar. Dado que en ninguno de estos lugares se han identificado asentamientos vecinos de la misma época, deben entonces haber sido elegidos y conservados por otras razones. En general, los sitios se elegían porque tenían un significado particular para la comunidad, porque poseían ciertos rasgos a los que se consideraba deseables, o por razones de connotación de sus ancestros. La práctica de construir directamente encima de los complejos ya existentes, casi enterrándolos con miras a erigir otro edificio encima de ellos que a veces era estructuralmente idéntico, la conocemos también en otros sitios del Formativo en el Perú, como Kotosh 26 y Batán Grande/Huaca Lucía 27. Pero fue en el valle de Casma donde esta tradición probablemente tuvo su origen. El primer tipo de estructura de Sechín Bajo era una plataforma independiente abierta y fácilmente accesibl e, esto es, era esencialmente un escenario para actividades c omunales. Fue el egiptólogo Jan Assmann quien acuñó la expresión “memoria cultural”, y que definió como sigue: “Junto con una visión del mundo particular, la memoria cultural difunde y reproduce entre los miembros de un grupo una conciencia de unidad, de particularidad, y una sensación de pertenencia. Para crear esta conciencia no se limita a las objetivaciones lingüísticas y a los símbolos. [...] Pero en la medida en que ritos y textos tienen un papel acá, lo hacen fundamentalmente en dos contextos; los llamamos ‘formativo’ y ‘normativo’, y subsumimos a ambos (los ritos inclusive) dentro del concepto de ‘textos culturales’” 28.
Fig. 50 Cerro Sechín. Estructura de piedra, sección del relieve de la pared en la
Fig. 51 Sechín Bajo. Estructura 3: patio 2, pared con nichos grandes
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3. LA ARQUEOLOGÍA DE LA SIERRA: INNOVACIÓN Y DINAMISMO
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INTRODUCCIÓN
Julio C. Tello (1880-1947), el pionero de la arqueología peruana, creía que la cuna de la civilización en el Perú se encontraba en la sierra y en los valles interandinos. Sin embargo, en aquellos tiempos no había ninguna evidencia arqueológica sobre un antecedente local de la recientemente descubierta cultura Chavín. No fue sino hasta la segunda mitad del siglo XX cuando los arqueólogos comenzaron a explorar la sierra peruana de manera sistemática, e incluso entonces, frecuentemente tuvieron que interrumpir sus trabajos debido a la inestabilidad política de la época. Gracias a los más recientes hallazgos resultado de las investigaciones, ahora sabemos que distintos ambientes de la sierra fueron escenarios de innovaciones culturales cruciales, que tuvieron lugar en una etapa muy temprana. Entre estas innovaciones figuraban no sólo la crianza de animales y el desarrollo de la agricultura, sino también la obtención de materias primas. Siguieron entonces los intercambios con las regiones a menor altura, lo que llevó a la formación de una extensa red de interacción y al desarrollo de las sociedades complejas del periodo Formativo. Peter Kaulicke, de la Pontificia Universidad Católica del Perú, es un experto en la historia de la arqueología peruana y está bastante familiarizado con la presencia humana más temprana en los Andes Centrales. Kaulicke inicia su estudio en el periodo Arcaico (ca. 8000-3500 a.C.), cuando los pueblos comenzaron a aprovechar la diversidad incomparable de los microambientes de la región andina, posterior a la Edad del Hielo, y al hacer esto abrieron el camino para la historia cultural del Formativo.
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3.1
Yoshio Onuki, ex profesor de la Universidad de Tokio, es un reconocido pionero de la arqueología de la sierra peruana y ha recibido numerosas distinciones por su trabajo. Sus excavaciones en Kotosh, la cuenca de Cajamarca y Kuntur Wasi, así como los descubrimientos que realizó allí, reescribieron la historia y la cronología de las más tempranas sociedades complejas del Perú. Trabajando conjuntamente con la población local en Kuntur Wasi, Onuki conservó el sitio y, en otro logro pionero, abrió un museo de sitio modelo. En su ensayo evalúa el origen, desarrollo e interacción dinámica de los centros ceremoniales más tempranos de la sierra, los que habrían de conducir a los inmensos complejos de templos de Chavín de Huántar, Kuntur Wasi, Pacopampa y Kotosh.
OCUPACIONES TEMPRANAS POST-PLEISTOCÉNICAS EN LA SIERRA DE LOS ANDES CENTRALES Peter Kaulicke
El periodo que va entre aproximadamente 8000 a.C., el fin de la última Edad del Hielo (Pleistoceno) y la construcción de los primeros grandes centros ceremoniales, alrededor de 3500 a.C., suele llamarse Arcaico. Los grupos humanos de este periodo que vivían en concentraciones de chozas simples fueron, por ello, las primeras comunidades que se organizaron a sí mismas en un medio ambiente posterior a la Edad del Hielo. A diferencia de sus predecesores en el Pleistoceno Tardío, ellos ya no se dedicaban fundamentalmente a cazar a los g randes animales salvajes. El vocablo griego arkhé significa inicio, origen o base. El término “periodo Arcaico” implica por ende la búsqueda de los múltiples orígenes de la complejidad social antes de la construcción de las edificaciones monumentales. Este ensayo examina los procesos que llevaron al surgimiento de las sociedades complejas. El Arcaico es una época importante para los arqueólogos que desean comprender las complejas culturas posteriores, ya que solo este lapso previo permite descubrir e interpretar los procesos de evolución de las mismas. Dado que tal estudio de las ocupaciones respectivas de la sierra no ha avanzado mucho, los debates que los especialistas libran son apasionados y controversiales.
El medio ambiente natural La sierra peruana está dominada en gran medida por los Andes Centrales, una cadena de montañas que tiene entre 100 y 500 kilómetros de ancho y que corre de norte a sur a lo largo de todo el país. Los Andes están divididos en dos cadenas, la Cordillera Occidental y la Cordillera Oriental, cuyos picos más altos alcanzan alturas de más de 6000 metros por encima del nivel del mar. La franja de más de 3000 km de largo de desierto extremadamente seco, que se extiende entre la costa del Pacífico al oeste y las faldas rápidamente ascendentes de los Andes al este, está cortada por cincuenta y cinco ríos relativamente pequeños que corren de este a oeste. Los ríos interandinos, en cambio, son mucho más largos y forman parte del vasto sistema fluvial de la cuenca del Amazonas. Por ejemplo, el río Ucayali, que se origina en la sierra sur peruana, tiene 3000 kilómetros de largo y cuando atraviesa las tierras bajas amazónicas alcanza entre 400 y 2000 m de ancho. Otros ríos importantes son el Marañón, de 1800 km de largo al norte y el río Mantaro, que corre por la sierra central del Perú actual. Ambos ríos han formado valles y terrazas más o menos amplios, y junto con sus tributarios discurren por territorios que ofrecen pocas oportunidades donde asentarse. Los altos Andes constituyen una región caracterizada por mesetas glaciales y glaciares que alcanzan alturas entre 4000 y 6000 metros por encima del nivel del mar. Las frías corrientes marinas del Pacífico, las húmedas tierras bajas de la cuenca amazónica, la cercanía del Ecuador, así como las inmensas diferencias de altura que causan cambios significativos en la temperatura, en las precipitaciones y en los vientos, llevaron a la formación de numerosos nichos ecoló gicos y eco-
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sistemas sumamente complejos. Por ejemplo, el clima de la sierra venado, entre ellos el venado andino (Hippocamelus antisensis) y norte está determinado por la parte más alta del bosque pluvial el venado de cola blanca ( Odocoileusvirginianus ). Este último, al tropical amazónico en las laderas orientales de los Andes, y por el igual que el guanaco, también vive en alturas más bajas, así como bosque ecuatorial seco en las laderas occidentales así como por el diversos roedores pequeños y mamíferos más pequeños. Aquí páramo interandino. La flora y la fauna de este paisaje húmedo las poblaciones son grandes pero de densidades poblacionales son completamente distintas de las del Altiplano o de la meseta mucho más bajas 1. alta más al sur, que se caracterizan por una vegetación de puna La situación ecológica actual no puede compararse con más seca. el Holoceno Temprano y medio, pero esto es precisamente lo que Al páramo l o c ruzan muchos ríos, los cuales fluyen los arqueólogos suelen presumir. Una serie de cambios importanhacia el Marañón. Una precipitación relativamente alta, tempe- tes se produjeron en el paisaje a lo larg o de miles de años, los que raturas moderadas, alturas mayormente por debajo de los 3000 pueden correlacionarse con influencias antropogénicas —usualmetros sobre el nivel del mar y un suelo fértil, hacen de esta una mente negativas— en el medio ambiente y con fluctuaciones naregión favorable para los cultivos agrícolas, además de facilitar turales del clima. Generalmente se reconoce un optimum climatilos vínculos entre la costa y las tierras bajas al este. La estepa se cum entre 8400 y 5000 a.C., cuando las condiciones climáticas extiende hasta las laderas occidentales de los Andes, pero más eran más favorables de lo que son hoy; este periodo corresponde arriba se convierte en estepas de gramíneas. Los valles interan- aproximadamente al periodo Arcaico Temprano a Medio 2. dinos tienen ambientes ribereños, estepa seca, matorral, pastizales y bosques húmedos, cuyas formas y composiciones varían considerablemente de norte a sur [fig. 53]. Además se observa una cantidad notable de lagos y bosques. Al igual que la compleja flora, la fauna también es sumamente variada en términos tanto del rango de las especies como de su distribución regional. Los camélidos como la vicuña (Vicugna vicugna ) y más raramente el guanaco ( Lama guanicoe), son mamíferos nativos típicos de los pastizales de la puna. Otras especies que se encuentran en estas partes son diversos tipos de
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(Tacna), se descubrieron unos notables ejemplos tempranos de Historia de las investigaciones y cronología pinturas parietales en un abrigo rocoso con capas tempranas (ArEl alemán Max Uhle (1856-1944) y el peruano Julio C. Tello (1880- caico Medio al Formativo)9. 1947) fueron dos arqueólogos interesados en los desarrollos culEntre 1969 y 1972, el arqueólogo estadounidense Riturales anteriores a la evolución de las sociedades complejas. chard MacNeish (1918-2001) dirigió un importante proyecto inMientras que Uhle pensaba que las primeras sociedades comple- terdisciplinario de investigación en Ayacucho, en la sierra sur jas tuvieron su origen en una inmigración procedente de Mesoa- peruana10. MacNeish identificó varios complejos (Puente, Jaywa, mérica, Tello rechazaba esta “teoría de la importación cultural”, Piki, Chichua y Cachi) a los que fechó en 9000-1750 a.C. A estos prefiriendo más bien ver el paradigma del origen de la civiliza- sumó otros dos más tempranos (Pacaicasa y Ayacucho), con lo ción peruana en las sierras de Chavín de Huántar. Para Tello la que hizo retroceder la fecha del más temprano asentamiento sierra, tanto la puna como los valles interandinos, conformaba el humano hasta ca. 20000 años atrás. A pesar de que estos cálculos núcleo cultural3. Sin embargo, estos pioneros no pudieron encon- fueron rechazados posteriormente por dudosos por la mayoría de trar evidencias arqueológicas concretas de épocas Precerámicas los expertos, las investigaciones realizadas por MacNeish siguen con las cuales apoyar sus hipótesis. siendo importantes por tres razones: en primer lugar, llevó a cabo Fue sólo en el transcurso del tardío siglo XX que una prospección exhaustiva de casi cien sitios en distintas zonas se descubrieron herramientas de piedra en la sierra peruana de vegetación en un solo valle interandino. En segundo lugar, correspondientes al Precerámico Temprano (esto es, anteriores MacNeish comparó las secuencias estratigráficas de las excavaa 1700 a.C.), entre ellas las que fueron encontradas en el cateo ciones en estas zonas, inventarió las herramientas allí descubierque Henry Tschopik, Jr., hizo en uno de los abrigos rocosos de tas, y las fechó usando el método radiocarbónico. En tercer lugar, la cuenca del río Mantaro, cerca de Huancayo 4. Fue principal- MacNeish proporcionó evidencias de una gama de estrategias de mente Augusto Cardich —un alumno del prehistoriador austría- subsistencia humanas, como la domesticación de plantas (calabaco Oswaldo Menghin (1888-1973), que emigrara a Argentina— zas y quinua) y de animales (cuyes), que según él aparecieron quien realizó excavaciones en Lauricocha5. Poco antes de esto, primero en el complejo l lamado Piki (5800- 4450 a.C.). Thomas F. el propio Menghin ya había descrito sitios con herramientas Lynch asimismo halló cultivos tempranos en Guitarrero, en el de piedra en la sierra sur 6. Pero se debe admitir que Lauricocha Callejón de Huaylas, y aproximadamente al mismo tiempo Fréproporcionó los Fundamentos para una prehistoria de los déric Engel también los encontró en Tres Ventanas, un abrigo Andes Centrales, que es como C ardich tituló su trabajo principal rocoso en el valle alto de Chilca, en la costa central del Perú11. sobre el tema7. MacNeish además construyó un modelo de un proceso evolutivo Lauricocha se encuentra en la puna de Huánuco, en que podría haber comenzado como una estrategia de subsistencia un paisaje formado por glaciares durante la Edad del Hielo, lo —inicialmente sin variaciones estacionales y luego con ellas— que movió a Cardich a escribir un tratado sobre la historia del que posteriormente cedió su lugar a la horticultura y la crianza cambio climático en la época posterior a la Edad del Hielo (Holo- de animales, lo que culminó con una eficiente producción de culceno). La gran cantidad de abrigos rocosos en esta región mues- tivos para finales del periodo Arcaico. Por último, también desatran capas de restos culturales de hasta cuatro metros de profun- rrolló el modelo de una “esfera de interacción” que comprendía didad, lo que da fe de un muy largo periodo de uso humano. Las todos los sitios en ese entonces conocidos. herramientas halladas aquí son similares a las que usaron los En la década de 1970 Ramiro Matos Mendieta inició cazadores de la Edad de Piedra europea o, para ser más precisos, otro proyecto de investigación e n las punas de Junín, en la sierra del Paleolítico Superior (ca. 40000-10000 a.C.). Cardich logró es- central al este de Lima. Este proyecto comprendía una serie de tablecer que las capas más tempranas tenían más de 9500 años. proyectos menores en Uchkumachay (1973), Pachamachay (1969, También halló entierros y arte parietal temprano del mismo pe- 1973, 1975), Panaulauca (1975, 1978-1984 [fig. 54]) y Telarmariodo. Esto comprobó la presencia de tempranos grupos de caza- chay (1974-1980), que conjuntamente con los resultados alcanzadores en el Holoceno Temprano en los Andes Centrales, y brindó dos por varios otros proyectos de investigación de arqueólogos la base para una definición cronológica del Arcaico como el perio- norteamericanos, franceses, alemanes y peruanos contribuyeron do que se extiende desde ca. 8000 a 3500 a.C. En los años si guien- enormemente al que en la actualidad es el corpus de datos bastes, los hallazgos de Lauricocha y las conclusiones extraídas de tante extenso del periodo Arcaico en la sierra central del Perú 12. Este prometedor auge en las investigaciones prehistóellos sirvieron como base para compilar una cronología exhausti va de gran parte de Sudamérica, que en su forma revisada de seis ricas iniciado en la década de 1970 tuvo un abrupto final con el surgimiento de la inestabilidad política en el Perú, cuyo impacto periodos líticos aún conserva validez. Las excavaciones en Lauricocha coincidieron con las aún puede sentirse hoy en día. Sólo Cardich pudo seguir trabadel Callejón de Huaylas (en Quishqui Puncu en 1965, y en Guita- jando en un abrigo rocoso cerca de la ciudad de Cajamarca y prerrero en 1968/69)8. En Toquepala (1963-1967), en la sierra sur sentar sus resultados en un breve ensayo 13.
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Otros estudios importantes se llevaron a cabo gracias nocidos. Por ejemplo, los modelos de la región del Mediterráneo a los auspicios de los diversos proyectos Contisuyo, que se inicia- nos hacen suponer que los primeros cazadores siguieron las rutas ron en 1982. El logro más notable allí fue una monografía de migratorias de los animales silvestres, lo que dio lugar a la trasMark Aldenderfer sobre Asana, un sitio al aire libre con estrati- humancia, esto es la migración estacional entre distintas zonas grafía compleja, ubicado al borde de la puna de Moquegua y que ecológicas. Se ha postulado una movilidad extrema entre la costa abarca todo el periodo Arcaico14. Aldenderfer subdividió el perio- y la sierra, como alternativa a la forma de vida más sedentaria de do que corre entre 10500 y 3500 a.C. en siete fases. Un aspecto los cazadores de la sierra de la región de Junín. Sin embargo, particularmente significativo del sitio de Asana es la secuencia parece inconcebible pensar que los pueblos que se establecieron de las distintas estructuras de chozas. Unos cuantos años antes en la regiones costeras hayan dependido de la caza para su exisse descubrió otro sitio en la región del Cuzco, con capas que se tencia, dado que las especies a las cuales se podía cazar eran deremontaban hasta el periodo 4400-3100 a.C. 15. masiado raras en cualquier momento del año como para que pro Varios abrigos rocosos que presentaban estratigrafías porcionaran la fuente principal de alimento. Es por tanto complejas fueron investigados en Huánuco, Junín, Ayacucho y probable que en la costa hubiese estrategias de subsistencia disMoquegua; sin embargo, los arqueólogos involucrados no coinci- tintas, especialmente aquellas que tenían como base un cultivo dieron en sus intentos de dividir las diversas capas en fases. Se más intensivo. Dada la diversidad y el pequeño tamaño de las pueden identificar aproximadamente cuatro fases: una fase Pa- zonas ecológicas en la región costera y en las faldas occidentales leoindia entre 12000 y 8000 a.C.; una fase del Arcaico Temprano de los Andes adyacentes a ella, fue probablemente necesario esentre 8000 y 6000 a.C.; una fase del Arcaico Medio entre 6000 y tablecer campamentos base desde los cuales conseguir recursos 5000 a.C.; y una fase del Arcaico Temprano entre 5000 y 3500 de otros ecotopos. Los recursos que no se requerían directamente a.C. Estas divisiones también coinciden con todo el espectro de como alimento, como la obsidiana de la sierra, podrían muy bien herramientas encontradas, las que incluyen puntas de proyectil haber llegado desde lugares mucho más alejados. [fig. 55], raspadores, raederas, perforadores, buriles, herramienLa puna tampoco debiera en modo alguno ser considetas denticuladas, muescas, herramientas sobre núcleos, lascas rada un paisaje homogéneo puesto que ella en realidad ofrece utilizadas y retocadas y cuchillos bifaciales. Las proporciones de una amplia gama de recursos, ente ellos lagos, ríos, páramos, ellas cambian con el tiempo y se puede observar diferencias pantanos, árboles y arbustos, formaciones de cactos, fuentes de claras entre distintas fases y diferentes regiones, en particular sal y depósitos de sílex . El g rado en que los grupos tempranos de en los tipos de puntas de proyectil. Si bien los hallazgos han sido la puna se hicieron sedentarios dependía de que tuvieran acceso pocos y muy separados entre sí, es posible identificar regiones a todos estos recursos, puesto que la caza de camélidos no era su que cuentan con su propia tradición coherente: una región sep- único medio de subsistencia. Teniendo en cuenta todos estos tentrional alrededor de Cajamarca, donde los hallazgos coinciden aspectos, quizá sea correcto considerar que las poblaciones hucon los de los Andes del norte (Ecuador y Colombia) 16; una región manas del Arcaico eran beneficiarias bien adaptadas de un en la sierra central peruana con características de puntas foliá- amplio espectro de recursos; es más, las evidencias del periodo ceas (Lauricocha, Junín); y una región en el sur del Perú (Asana) Arcaico Temprano (8000- 6000 a.C.) sugieren que ya tenían una donde las herramientas se parecen a las que se han encontrado economía productiva. Semejante interpretación de los hallazgos en el norte de Chile y en Bolivia17. arqueológicos existentes y las conclusiones extraídas de ellos claramente chocan con la imagen aún ampliamente difundida de grupos de cazadores-recolectores que llevaban una vida de Las estrategias de subsistencia en la sierra durante el Arcaico privaciones en un ambiente hostil, y que sólo evolucionaron a pastores y agricultores más “sofisticados” hacia el final del ArcaiEste breve recuento de la historia de las investigaciones del pe- co. El contraste que esto implica entre pueblos “primitivos” y “ciriodo Arcaico en la sierra peruana muestra que la mayoría de los vilizados” ciertamente no es más aplicable a la sierra que a las sitios son abrigos rocosos. Debajo de ellos, grupos sobre todo más regiones costeras del norte peruano, donde ya hay evidencias que pequeños de personas en busca de refugio establecieron periódi- la contradicen [véase cap. 2.1]18. camente su campamento, usualmente por lapsos breves. A partir A pesar del estado algo insatisfactorio de las investide esto podemos concluir que tales grupos deben asimismo haber gaciones, intentaremos en lo que sigue esbozar los procesos evobuscado otros lugares sobre los cuales aún no se sabe nada. Los lutivos del periodo Arcaico en la sierra peruana. Muchos de los sitios al aire libre en particular, que ofrecían un mayor alcance abrigos rocosos, Asana entre ellos, ya estaban en uso durante el para periodos de uso más prolongados por parte de grupos más Arcaico Temprano (8000 -6000 a.C.), algunos de ellos probablegrandes, se encuentran con menor frecuencia. Hasta ahora sola- mente por colonos de la costa. Los restos de paredes exteriores e mente podemos especular acerca de la relación que hubo entre la interiores construidas con piedra o con materiales de construcubicación de asentamientos de este tipo y los abrigos rocosos co- ción orgánicos sugieren un cierto grado de organización espacial,
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aunque esporádica. El sitio al aire libre de Asana es un ejemplo particularmente bueno de estructuras en una larga secuencia. Una pregunta sumamente controversial recae en que si las plantas de cultivo ya existían hacia el final de este periodo, puesto que hasta ahora los hallazgos y su interpretación no han sido concluyentes. De lo que sí podemos estar seguros es que muchos de estos cultivos tuvieron su origen en los altos Andes del sur y las tierras bajas adyacentes, así como en los Andes del norte 19. De este modo la sierra tuvo un papel importante en el traslado de estas plantas a la costa y fue activa en el surgimiento de cultivos tales como la oca (Oxalis tuberosa ), el olluco ( Ullucus tuberosus ), la maca ( Lepidium meyeni), las papas ( Solanum tuberosum) y los fríjoles ( Phaseolus vulgaris). La carne se conseguía fundamentalmente cazando diversos tipos de venado y de camélido, mientras que en áreas de más baja altura los pájaros y roedores de tamaño mediano a pequeño eran alimentos básicos. Los sitios del Arcaico Medio (6000-5000 a.C.) aparecen con mayor frecuencia que los del Arcaico Temprano, lo que sugiere una mayor densidad demográfica. Podemos dividir la ubicación de éstos en distintas categorías tales como campamentos base visitados frecuentemente (una larga secuencia de pisos de ocupación) o sólo brevemente (una secuencia breve de pisos); lugares ocupados únicamente por breves lapsos (entre ellos campamentos de caza y talleres líticos); y sitios con arte parietal. En el periodo 7100 a 6500 a.C. encontramos un tipo de edificio que ocupa un área de alrededor de 14 metros cuadrados, rodeado por pequeñas chozas y que no contiene absolutamente ninguna huella de preparación de comida. Los arqueólogos sospechan que éstos podrían haber sido los primeros edificios “públicos”, esto es edificaciones que la comunidad usaba. En diversos sitios con una ocupación de larga duración se encontraron objetos decorados hechos de hueso, así como otros bienes funerarios. El primer arte parietal también data de esta época, pero es posible que haya existido antes [fig. 56]. Todas estas evidencias indican actividades comunales y cultos. Vistas en conjunto, las herramientas de piedra, especialmente las puntas foliáceas, parecen haber asumido una forma estándar en el transcurso del periodo Arcaico. Al mismo tiempo su rango de funciones parece haberse incrementado. El uso de manos de moler y del ocre se hizo más frecuente, en tanto que la presencia de materias primas y artefactos importantes sugiere contactos con otras regiones. El número de camélidos se elevó en proporción a los venados. Estos datos indican cambios en la subsistencia y probablemente una horticultura más intensiva de ciertos cultivos alimenticios, así como el molido de pigmentos de color para diversos fines. El predominio de los camélidos sugiere prácticas de cacería más especializadas, pero podría también estar indicando la domesticación parcial de estos animales; las evidencias que indican esto último en la puna de Junín (Telarmachay) datan de 7000-6000 a.C. 20.
Una serie de cambios fundamentales comenzaron a darse tanto en la costa como en partes de la sierra peruana hacia 3500 a.C. Estos cambios anunciaban el inicio del Formativo Inicial (3500-1700 a.C.). Las estructuras de Asana a las que se les atribuyó una naturaleza ceremonial fueron erigidas alrededor de 4600 a.C. Los pocos objetos encontrados allí se limitaron a una pequeña escultura en piedra y varias puntas foliáceas. El complejo de Asana estuvo claramente en uso durante un periodo más largo, y el uso de linderos semejantes a cercas sólo es observable en una fase posterior. Se les ha interpretado como corrales de animales, y por ende como una evidencia de que se criaban animales domésticos. Mientras que los abrigos rocosos de Junín fueron visitados con mucha frecuencia en este periodo, en Panaulauca la época de uso más intensivo fue entre 3800 y 1620 a.C., y en Pachamachay no se inició sino hasta ca. 2500 a.C. Aquí también se encontraron los restos de casas redondas. A orillas del lago Junín se excavaron hallazgos similares que databan de aproximadamente la misma época. La minería de sal probablemente comenzó durante esta época en el vecino San Blas, que hoy en día ya no se explota. En este periodo Telarmachay parece haber sido visitado sólo esporádicamente por pastores. Uchkumachay podría haber sido un campamento de cacería para cazas comunales a las cuales hoy se conoce como chaku . Las puntas bifaciales contemporáneas a menudo han sido vueltas a tallar, con lo que por lo general se obtienen puntas pequeñas y gruesas. Estas probablemente eran puntas de flecha de las armas de caza. Aunque sólo se han mencionado unos cuantos sitios, está claro que muchos cambios tuvieron lugar en la sierra a lo largo del periodo Arcaico; la densidad de la población parece haberse incrementado; la mayoría de los campamentos eran visitados con mayor frecuencia y se ha identificado una clara tendencia hacia la diversificación y la especialización. A partir de estas observaciones podemos concluir que en la sierra el periodo Arcaico no fue homogéneo, ni una época de estancamiento, ni tampoco algo marginal. Si bien los cambios fueron en un principio esporádicos, a finales del periodo estaban dándose ya en rápida sucesión.
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Fig. 54 Panaulauca, Junín
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Fig. 55 Puntas de proyectil foliáceas procedentes de las excavaciones en
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Fig. 56 Las pinturas rupestres de Chuquichaca, Bosque de Piedra,
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Fig. 57 Vista panorámica del lago Junín
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La importancia del periodo Arcaico en la sierra para el desarrollo de la complejidad social Nuestro examen de la historia de las investigaciones en este campo mostró que las investigaciones más importantes del periodo Arcaico en la sierra peruana se llevaron a cabo hace unos treinta años. Sin embargo, las interpretaciones de los datos que entonces cobraron vigencia deben considerarse ahora obsoletas. En ese entonces se asumió que las prácticas económicas eran más o menos constantes, y que las comunidades todavía no mostraban ninguna señal de complejidad social. A pesar de los muchos milenios de continuo asentamiento en la sierra, se creyó antes que los primeros cambios profundos tuvieron lugar solamente hacia finales del Arcaico, y que incluso entonces se debieron más a una influencia interna que a impulsos propios. Es más, como las primeras investigaciones se concentraron en apenas unas cuantas regiones, la mayor parte de la sierra debe ser considerada un territorio virgen aún desde el punto de vista arqueológico. Como ya indicamos, los abrigos rocosos son de lejos los sitios estudiados con mayor frecuencia, sobretodo debido a que son los más fácilmente identificables en las prospecciones arqueológicas. Ello no obstante, solo unos cuantos abrigos fueron excavados extensamente; la mayoría de éstos se encuentra en la puna y en las regiones que lindan con ella, en otras palabras, en regiones donde el cultivo habría sido posible, pero difícilmente habría sido el medio principal de subsistencia. Es, por tanto, poco probable que el estudio de tales sitios agregue mucho a lo que ya sabemos acerc a de cómo surgieron los cultivos. Debido al clima húmedo, los restos botánicos bien conservados son mucho más raros en la sier ra que en la costa. Si bien actualmente contamos con métodos para identificar incluso huellas diminutas de tales restos, hasta la fecha apenas se les ha usado en el estudio del periodo Arcaico en la sierra peruana 21. Los edificios monumentales más antiguos que se conocen en Huánuco (Kotosh, Piruro), el C allejón de Huaylas (Huaricoto) y el Callejón de Conchucos (La Galgada), se encuentran todos en o cerca de los tres ríos más i mportantes, el Huallaga, el Marañón y el Santa [véase cap. 3.2]. Podemos considerarlos representativos del conjunto de los Andes Centrales S eptentrionales. Sin embargo, hasta la fecha no conocemos ninguna cultura precursora del periodo Arcaico en esta región, que pueda explicar el surgimiento de estos centros monumentales. Incluso en el caso en que el ímpetu detrás de l a construcción de estos centros pudiese haber provenido de las culturas de la costa, yo tendería más bien a respaldar la hipótesis de que ésta fue una forma excepcionalmente temprana de arquitectura de la sierra, la cual se conservó allí hasta finales del Formativo Temprano (ca. 1200 a.C.). Dada la falta de evidencias que respalden esta teoría, sería tal vez más aconsejable que volvamos a ocuparnos de ciertas cuestiones fundamentales. Una de las más importantes es la domesticación de plantas y animales, lo que conlleva i mportantes
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implicancias para el desarrollo cultural de la sierra, y posteriormente de toda la región andina. Sabemos que los camélidos y los cuyes fueron importantes animales domésticos, y a diferencia de muchas plantas es fácil rastrear a sus antepasados silvestres, puesto que éstos siguen existiendo en la misma zona geográfica. Sabemos también que el perro fue mantenido como animal doméstico en el antiguo Perú, pero dado que el lobo, su ancestro, no existió en los Andes ni entonces ni ahora, debemos concluir que los primeros pobladores lo trajeron consigo como un animal ya doméstico. En la sierra central (Uchkumachay) se encontraron evidencias de este fechado en el Arcaico Medio (6000-5000 a.C.) e incluso más tempranas —del Arcaico Temprano (8000-6000 a.C.)— en Ayacucho (complejo Puente). Se domesticaron llamas y alpacas a partir del guanaco y la vicuña, sus formas silvestres. En conjunto hay cuatro especies de camélidos: los más grandes guanaco ( Lama guanicoe) y llama ( Lama glama) y los más pequeños vicuña (Vicugna vicugna) y alpaca (Lama pacos). Tres especies de camélido pertenecen al género Lama y solamente la vicuña constituye un género aparte. Las cuatro especies pueden, sin embargo, cruzarse entre sí, algo que los pastores modernos a menudo alientan en la creencia de que esto habrá de tener un efecto positivo sobre las variedades domésticas. Además los camélidos silvestres eran cazados —todavía lo son— como alimento. Los huesos de animales hallados por los arqueólogos a menudo se encuentran tan fragmentados, que resulta imposible distinguir entre los huesos de venado y los de camélido, y mucho menos identificar especies individuales. Esta también es la razón por la cual los arqueólogos encuentran difícil distinguir entre especies domésticas y silvestres, aun cuando esto es fundamental para resolver el problema de la domesticación. Dado que la práctica actual de identificar los huesos a partir de una base puramente biológica ha resultado insatisfactoria, será necesario usar otros análisis más indirectos. Uno de estos métodos es el uso del crecimiento dental y el cierre de la epífisis para establecer la edad aproximada del animal. Para este fin se divide a los animales en tres grupos de edad: adultos, animales jóvenes, y recién nacidos o fetos. Esta información se puede usar para calcular el número mínimo de animales individuales, así como para calcular su distribución entre los tres grupos de edad. La proporción de recién nacidos y de fetos es particularmente importante aquí, puesto que ello da pistas sobre la estación en que se usó el sitio (presumiblemente de diciembre a abril) y es poco probable que se les haya comido. Se hicieron análisis de este tipo con los materiales de Telarmachay, donde Jane Wheeler pudo establecer que los recién nacidos y los fetos estaban presentes en todas las capas, lo que indicaba el uso estacional del sitio. Sin embargo, su número se duplicó a partir de la capa V en adelante. Esto casi con seguridad indica una tasa de mortandad más alta inducida por la falta de movilidad y la mala higiene, esto es, el cautiverio como forma de
crianza de los animales 22. La mayoría de los recién nacidos y fetos eran aparentemente vicuñas, lo que hace pensar que esta especie haya sido responsable de la evolución de las alpacas; es más, los incisivos de este último animal se parecen más a los de la vicuña que a los de la llama y el guanaco 23. Si bien la domesticación temprana de la alpaca en Junín es probable, lo que todavía no está clar o es cómo se domesticaron las llamas. Las evidencias provenientes de Chile y Argentina sugieren que los guanacos posiblemente fueron domesticados a más tardar alrededor de 5000 a.C. 24. A partir de esto emerge un cuadro evolutivo complejo, que se inició c on la caza de venados y camélidos en el Holoceno Temprano, a lo que siguió la especialización que culminó con la domesticación. Los camélidos domesticados estaban siendo pastoreados ya en el Arcaico Tardío, pero la variedad silvestre seguía siendo cazada. Sin embargo, debemos ver este desarrollo en el contexto de otras estrategias de subsistencia. Aquí es de particular importancia el cuy ( Cavia porcellus ), cuya forma silvestre —Cavia tschudi — aún existe en diversas partes de la sierra. El cuy es pequeño y por lo tanto no proporciona mucha carne. De otro lado es extremadamente fértil y vive principalmente en las casas o cerca de ellas, donde pueden alimentarse con la basura doméstica, de modo que el cuy es un animal doméstico también en un sentido literal. Además el cuy fue domesticado una vez que las poblaciones humanas se habían vuelto bastante sedentarias, lo que en la cuenca de Ayacucho, al menos, parece haber ocurrido
ya en tiempos del complejo Piki (5800-4450 a.C.). Llama la atención que no se haya encontrado ningún cuy en la puna de Junín, a pesar que su forma silvestre todavía existe allí. Dado que plantas tales como la quinua y las papas se domesticaron tempranamente, podemos asumir que varios factores distintos contribuyeron a que las poblaciones humanas se hicieran sedentarias. Entre estos habría estrategias de subsistencia tales como la caza (de aves tanto como de mamíferos), en algunos casos la pesca (en los lagos y ríos más grandes), la recolección (de plantas silvestres o de huevos de ave), la crianza de animales y la horticultura. La mayor variedad de recursos probablemente se encontraba no en la puna sino en los valles interandinos, donde esperaríamos encontrar que los asentamientos fueran más grandes. Los pocos hallazgos hasta ahora realizados en respaldo de esta postura solamente implican que los sitios relevantes son difíciles de ubicar. Podemos, a su vez, atribuir esto a varios factores, entre ellos la fuerte sedimentación en los valles o el desarrollo posterior y/o destrucción de los sitios antiguos. Debe asimismo decirse también la reticencia en usar los métodos y técnicas más efectivos con que evaluar el terreno, así como las dificultades que hay para clasificar o incluso identificar las herramientas líticas fuera de las puntas foliáceas. A menudo se ha considerado que los aspectos económicos son fundamentales para la evolución de las sociedades complejas [véase cap. 2.1], prestándose comparativamente poca atención a otros factores, como la r elación que los humanos man-
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tienen con su pasado y su medio ambiente, así como la imagen teriores (la incaica inclusive), es del todo posible que en el periodo que tienen de sí mismos, según se expresa en el trato que dan a Arcaico también haya habido alguna forma de ritual. los muertos, en el arte y en la religión. Esto sin duda se debe ya El futuro sea a la idea de que los cazadores y recolectores eran incapaces de tener tales formas de autoexpresión, o bien a la ausencia de toda evidencia de ellas entre los restos materiales. Los datos disponibles con los que se hace posible evaluar los proLos cazadores de camélidos más recientes en áreas cesos culturales del periodo Arcaico en la sierra peruana aún remotas, como los Selknam de Tierra del Fuego, tenían una rica distan de estar completos. Hasta ahora solamente se han investi vida ceremonial en cuyo centro se encontraba la iniciación de los gado unos cuantos sitios de este periodo en esta zona geográfica jóvenes varones25. Los grupos permanecían juntos durante lapsos enorme y sumamente compleja, mientras que ciertas áreas algo de hasta dos años como parte de este rito de iniciación, en cuyo marginales, como la puna, recibieron una atención desproportranscurso cazaban, recolectaban y preparaban su comida juntos, cionada. Los pocos sitios documentados con los que contamos además de participar en el ciclo acostumbrado de ceremonias. fueron excavados principalmente en las décadas de 1970 y 1980, Ellos se congregaban en una gran estructura redonda sostenida y la forma en que se interpretaron los hallazgos nos brindó una por postes, a los cuales se pintó y ubicó de modo tal que represen- imagen restringida de unos cazadores-recolectores primitivos, los taban un microcosmos. Los hombres se pintaban con coloridos cuales evolucionaron de modo más o menos pasivo hasta convermotivos decorativos y usaban máscaras que simbolizaban los es- tirse en sociedades más complejas hacia finales del periodo Arcaipíritus del mundo Selknam. Esta personificación de sus mitos de co. Esta figura, sin embargo, que probablemente tuvo como base origen permitía que los iniciados se pudieran identificar como al Paleolítico del Viejo Mundo, es poco compatible con el conociconocedores de secretos y por lo tanto como miembros sociales miento reconocidamente fragmentario que hoy tenemos. Por ello completos y como hombres 26. es tiempo de que usemos las técnicas, métodos y teorías moderSi bien quizá sería erróneo considerar este ejemplo nas empleadas por los prehistoriadores internacionales (que sólo como directamente análogo con las sociedades del periodo Arcai- pudieron trabajar en el Perú brevemente). Incluso ahora parece co de los Andes Centrales, podría ilustrar cómo incluso en las más probable que en el Arcaico Temprano (8000-6000 a.C.) huregiones remotas de Sudamérica, los cazadores pudieron tener biese un espectro más grande y más variado de estrategias ecouna vida espiritual más compleja de lo que antes se había asumi- nómicas basadas tanto en la apropiación como en la producción, do. De ser efectivamente así, sociedades con acceso a recursos el que se habría vuelto aun más pronunciado en el Arcaico Medio mucho más ricos y más variados ciertamente se habrían encon- (6000-5000 a.C.), y que dichas estrategias hayan estado no sólo trado mucho mejor posicionadas para crear sus propias visiones interconectadas entre sí, sino que además hayan involucrado del cosmos en una forma tangible. también el uso de las regiones de la costa. Parece por ende sumaSi aplicamos estas hipótesis a la región de Junín, po- mente probable que el periodo Arcaico de la sierra efectivamente demos hacer varias observaciones probablemente significativas. haya contribuido al surgimiento de estructuras sociales compleEl lago Junín [fig. 57], que según la documentación de la época jas y de la arquitectura monumental [véase cap. 3.2]. Por ello, colonial era el lugar en donde los camélidos se originaron, es en el futuro nuestra tarea debiera ser echar más luz sobre grande y debe haber desempeñado un papel importante en la el importante papel que la sierra de los Andes Centrales tuvo configuración del paisaje desde el periodo Arcaico. Al este hay durante este periodo. picos cubiertos por glaciares y al oeste se encuentran las extrañas formaciones rocosas del “bosque de piedra” [fig. 58]. En estas formaciones se han encontrado muchos sitios de arte rupestre que obviamente datan de varias épocas distintas, pero probablemente tuvieron una importancia especial en el Arcaico. En uno de estos sitios, al que se conoce como Pampacancha, se hizo un cateo que arrojó puntas foliáceas correspondientes al periodo Arcaico Medio (6000-5000 a.C.)27. Frecuentemente se encuentra ocre y otros pigmentos minerales en el piso de los sitios del Arcaico de la región de Junín, especialmente a partir del Arcaico Medio. No está claro para qué se les usaba, pero la pintura corporal, el arte rupestre o el pintado de objetos y paredes de las chozas son todos posibles. Dado que los animales, y especialmente los camélidos —un motivo frecuente en el arte rupestre— tuvieron un papel importante en los rituales de las antiguas culturas peruanas pos-
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La arqueología de la sierra
3.2
LA DIVERSIDAD Y VITALIDAD DE LOS CENTROS CEREMONIALES TEMPRANOS EN LA SIERRA NORTE Yoshio Onuki
Si bien hay evidencias de un notable desarrollo en las regiones de la costa central y c osta norte, especialmente en el transcurso del Formativo Inicial (3500-1700 a.C.) [véanse caps. 2.1 y 2.5], muy poco se conoce acerca de complejos comparables en la sierra adyacente. Pese a ello, durante el Formativo Temprano y Medio (1700800 a.C.) hubo varios desarrollos en otras regiones de la sierra, que se reflejan tanto en los hallazgos de cerámica como en los restos arquitectónicos. En este capítulo presentaremos la historia de dos de estas regiones. La primera de ellas es la sierra norcentral, un espacio definido por la sección alta del río Huallaga, el río Marañón y el Callejón de Huaylas, y que colinda con la región de la costa norcentral, donde se dio el desarrollo temprano de los centros ceremoniales. Fue aquí, en la sierra norcentral, donde se hallaron algunos de los centros ceremoniales más antiguos de la sierra. Uno de ellos —Kotosh— tuvo un papel clave en la historia de las in vestigaciones de la región, y por ello se describirá aquí en detalle. La segunda región que proponemos examinar es la de Cajamarca, en la sierra norte, donde las formas de vida sedentaria y las estructuras ceremoniales surgieron después. Por ser de gran importancia, prestaremos atención especial al complejo del templo de Kuntur Wasi.
Las primeras estructuras ceremoniales en la sierra norcentral Cómo las excavaciones en Kotosh cambiaron la arqueología andina El sitio arqueológico de Kotosh está situado a una altura de 1950 metros por encima del nivel del mar, a unos cinco kilómetros al oeste de la ciudad de Huánuco, en la margen meridional del río Higueras, un tributario del Huallaga [fig. 59]. El valle es tan angosto y sus lados tan empinados que la tierra no puede usarse para la agricultura. Las únicas áreas de cultivo aquí se encuentran en el piso del valle, como por ejemplo alrededor de Kotosh. Julio C. Tello había advertido, ya en los años treinta, la importancia que este sitio tenía para el desarrollo de Chavín de Huántar. Sin embargo, no fue sino hasta 1960 cuando se llevaron a cabo las primeras excavaciones sistemáticas en Kotosh, bajo la dirección de Seiichi Izumi, de la Universidad de Tokio. Las excavaciones realizadas en 1960, 1963 y 1966 permitieron a Izumi desarrollar una cronología claramente definida del periodo Formativo, basada no solo en las observaciones estratigráficas sino también en el análisis de la cerámica y de otros artefactos1. El periodo que ahora se conoce como la fase Kotosh Mito (2500-1700 a.C.) tal vez precedió al uso de la cerámica, pero durante ella ciertamente se erigieron elaboradas estructuras ceremoniales. El descubrimiento de que este tipo de arquitectura antecedió al uso más temprano de la cerámica constituyó un importante punto de quiebre en la década de 1960, puesto que hasta entonces los arqueólogos habían seguido el modelo de desarrollo
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según el cual el inicio de una sociedad compleja y organizada El templo del Formativo Inicial en Kotosh Comencemos con estaba marcado por la introducción de la alfarería. Pero, tras el las estructuras ceremoniales precerámicas. La estructura más descubrimiento de las estructuras ceremoniales tempranas en representativa de la fase Kotosh Mito es el Templo de las Manos Kotosh, pronto quedó en claro que semejante forma de desarroll o Cruzadas [véase cap. 4.2], descubierto en 1960 y excavado íntesocial debía haber tenido lugar incluso antes de la introducción gramente en 1963 2. El templo es una habitación cuadrada con de la cerámica y de la agricultura avanzada. paredes laterales de 9 m de largo y 2 m de alto. Cada una de sus El equipo japonés realizó otro descubrimiento impor- cuatro paredes mira hacia uno de los cuatro puntos cardinales y tante al encontrar tiestos en capas arqueológicas definitivamen- la única entrada se halla en el lado sur. La construcción del piso te más antiguas que la que databa de 700 a 200 a.C., la capa que en dos niveles comprende un pericausto hundido con otro levancontenía cerámica de estilo Chavín, considerada entonces la más tado que le rodea3. Dos ductos de ventilación corren debajo del antigua. Esta cerámica provenía de las fases Kotosh Wairajirca piso. La entrada a uno de ellos se encuentra en el muro de con(1700-1200 a.C.) y Kotosh Kotosh (1200-700 a.C.). Esto permitió tención norte, que sostiene la plataforma del templo. Tanto el ina los investigadores rechazar la postura predominante, según la terior como el exterior de las cuatro paredes y el piso estuvieron cual la alfarería chavín venía a ser el ejemplo más antiguo de cubiertos con un fino enlucido de barro de color blanco-crema, en cerámica fina en la región andina. tanto que la cara externa de las paredes fue pintada de rojo. Los hallazgos realizados en Kotosh probaron por priEn todas las paredes del templo se ven nichos de dimera vez que el desarrollo de sociedades claramente organizadas versos tamaños dispuestos simétricamente, y en el muro norte en la región central andina no se habría iniciado con el uso de la hay dos relieves en forma de manos cruzadas [fig. 60]. Vistos cerámica. Esta, en efecto, no fue introducida aquí sino hasta una desde la entrada, la mano derecha del relieve ubicado a la izfecha muy posterior (ca. 1700 a.C.), en tanto que las primeras quierda está cruzada sobre la mano izquierda, mientras que esta estructuras ceremoniales probaban que los cambios culturales mano en el relieve a la derecha esta cruzada sobre su respectiva fundamentales se produjeron mucho antes. Esto llevó a una serie mano derecha. Las manos del relieve ubicado a la izquierda son de cambios en la terminología cronológica usada para reconstruir más voluminosas que las de la derecha. El tamaño del edificio, la historia cultural de los Andes Centrales, que se describe a con- la existencia de los relieves y la elaborada técnica indican claratinuación: hasta entonces, casi todos los arqueólogos habían pen- mente que esta no era una simple estructura residencial y sado que la transición del Arcaico al Formativo podía definirse que debe más bien haber sido una construcción excepcional con la introducción de la cerámica (ca. 1700 a.C.). La nueva ter- usada en rituales o ceremonias, razón por la cual se le atribuye minología presentada en esta publicación data la división entre el nombre al templo. los periodos Arcaico y Formativo con la aparición de las primeras El “Templo de los Nichitos”, la mitad del cual fue desestructuras monumentales (que en la costa pueden ser fechadas truido por una construcción posterior, fue erigido directamente ca. 3500 a.C. [véase cap. 2]). Según esta nueva terminología, la encima del Templo de las Manos Cruzadas. La mitad subsistente fase precerámica Kotosh Mito es parte del Formativo y no del del “Templo de los Nichitos” permitió a los arqueólogos examinar Arcaico. Por lo tanto, la nueva cronología de las fases de Kotosh un corte de la estructura y del fogón en perfil, y una meticulosa es como sigue: excavación produjo bastante información acerca del inusual proceso de construcción. El primer paso fue c ubrir al “Templo de las Manos Cruzadas” con arena y grava; el cuidado excepcional que Fase Fechado absoluto se tuvo durante este proceso hizo parecer que el templo antiguo estaba siendo enterrado simbólicamente. A continuación se apiló Kotosh Mito tierra sobre la grava para formar la base del piso del templo, (Formativo Inicial tardío) 2500-1700 a.C. donde se colocaron un fogón y unos ductos; luego se encendió el fogón y se tomó una gran cantidad de cenizas de él, las que fueron Kotosh Wairajirca dispersadas sobre toda la superficie antes de añadirle una capa (Formativo Temprano) 1700-1200 a.C. de tierra roja encima; por último se construyeron el piso de dos niveles y las cuatro paredes, quedando así completado el templo. Kotosh Kotosh Podemos ver el mismo proceso de construcción en otros templos (Formativo Medio) 1200-700 a.C. de la fase Kotosh Mito, lo que hizo que asumiéramos que la consKotosh Chavín trucción de un templo iba acompañada por actividades rituales en (Formativo Tardío y Final) 700-200 a.C. las cuales un gran número de personas debe haber participado. Al norte de estas dos estructuras hay una terraza Kotosh Sajarapatac sobre la cual se construyeron templos adicionales. También hay ( Co mi en zo d el I nt er me di o Te mp ra no) 2 00 -5 0 a. C. edificios cuadrados independientes, sobre los cuales en algún mo-
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•Tambogan
•Cajamarca
•Huánuco
Churumbamba• Sajarapatac• •Wairajirca
•Santa María del Valle A A G L L A U H O Í •La Esperanza R
AS RÍO HIGUER Huánuco• Kotosh•
Shillacoto•
Cayran• R ÍO H U A L L A G A
•Tomaykichua
Ambo•
Fig. 59
•Lima
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mento se levantaron otros templos. La entrada está en el lado norte que mira al río. El Templo Blanco, el más antiguo encontrado hasta ahora en Kotosh, fue desenterrado en la capa más profunda de la excavación. Podemos, por lo tanto, identificar tres subfases para los templos de la fase Mito: (1) el Templo Blanco; (2) el Templo de las Manos Cruzadas;(3) el Templo de los Nichitos. Durante cada una de estas subfases se erigió una terraza de tres niveles con escalinata, y tanto las terrazas más antiguas como los templos mismos quedaron inutilizados al cubrírseles para ceder su lugar a las nuevas estructuras. Aquí vemos la naturaleza ritual del hábito de la renovación del templo. Unos cuantos artefactos desenterrados en el contexto de la fase Kotosh Mito nos permiten extraer ciertas conclusiones con respecto a la forma de vida de la comunidad. Las puntas de proyectil en forma de hoja de sauce son muy parecidas a las que fueron usadas por los cazadores del Altiplano (la llanura elevada que se extiende entre las dos cordilleras en Perú y Bolivia) a partir de 8000 a.C., y se hallaron dos flautas de hueso del mismo tipo de las encontradas en Caral, en la costa central. También se hallaron piedras y huesos convertidos en agujas o joyas, así como manos de moler y hojas de hachas. En las cenizas esparcidas afuera de los templos se descubrieron unas cuantas semillas carbonizadas, y aunque no se las ha analizado, parecería tratarse de semillas de maíz, frijoles y palta. La mayoría de los huesos de mamífero son de venado y de cuy, y vale la pena señalar que los huesos de camélido son escasos o no existen.
Otros templos contemporáneos A lo largo del río Huallaga hay una serie de sitios con estructuras de templos que también datan de la fase precerámica de Kotosh Mito, como Shillacoto, Jancao, Warampayloma y Wairajirca. En Shillacoto, al ig ual que en Kotosh, se descubrieron dos grandes estructuras de templos, una encima de la otra. Los templos excavados en Wairajirca, a unos treinta y cinco kilómetros al este de Kotosh, son más pequeños. Todos estos templos tienen la misma construcción de pisos de dos niveles, fogones centrales y ductos de ventilación debajo del piso. Todos fueron construidos durante el mismo periodo, estaban ubicados dentro de un radio de más o menos 5 km y muestran huellas inequívocas de la renovación del templo 4.
•San Pablo Kuntur Wasi• •Cerro Blanco Montegrande La Bomba • Las Huacas • Tembladera
OCÉANO PACÍFICO
Polvorín•
• Lechuzas•
•Limoncarro
•Cajamarca Layzón• •Huacaloma • • Chilete Huaca Brava
CUENCA DE CAJAMARCA Magdalena •
RÍO JEQUETEPEQUE •Pacasmayo •Puémape
•Cajamarca
•Lima
Fig. 60
Fig. 61
Fig. 62
Fig. 63
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Otro sitio con templos similares es Piruro, que se en- moler y los artefactos de hueso, especialmente las flautas, es poco cuentra en la orilla derecha del alto Marañón, a 3800 metros lo que se sabe del intercambio, tanto social como cultural, que sobre el nivel del mar. Aquí también encontramos una construc- tuvo lugar entre ellas. Las flautas muy probablemente fueron ción con un piso de dos niveles, fogón central y paredes y pisos usadas en un contexto ritual. Cuando hablamos de intercambio, cubiertos con un fino enlucido de barro. Este templo difiere en su nuestra evaluación debe incluir también los vastos ambientes del forma de los de la cuenca alta del Huallaga, pues es cuadrado con Altiplano o la puna, como la Pampa de Junín, donde los primeros esquinas redondeadas 5. cazadores y recolectores andinos preferían vivir, y donde se doEn Huaricoto, sobre el curso superior del río Santa (en mesticó primero a los camélidos [véase cap. 3.1]. Resulta, en todo el Callejón de Huaylas), se halló la misma combinación de cons- caso, sorprendente que apenas si haya evidencia alguna de caractrucciones con pisos de dos niveles y un fogón. Este descubri- terísticas arqueológicas compartidas entre las comunidades con miento, que yacía debajo de una capa arqueológica con cerámica centros ceremoniales y templos, y los grupos de cazadores recotemprana, ciertamente se remonta al Formativo Inicial (2500- lectores de la puna. Esta observación hizo que nos preguntára1700 a.C.)6. mos de dónde provenían las culturas del Formativo Inicial de la Trasladándonos hacia la costa a lo largo del río Santa costa y la sierra central, o cómo fue que aparecieron por vez prillegamos al sitio de La Galgada, en la orilla izquierda del río Ta- mera, y qué sucedió con los tempranos cazadores y recolectores blachaca, que desemboca en el Santa. Este imponente cerro con de la región de la puna. numerosas estructuras de templos construidos uno encima del Pero más allá de la cuestión del origen queda, sin emotro, y que datan del Formativo Inicial (2500-1700 a.C.), se alza bargo, otro misterio por resolver: ¿por qué llegaron estas culturas a 1000 metros por encima del nivel del mar. Los templos constan a su fin? Los centros más grandes y más pequeños de la costa y l a de habitaciones separadas con pequeños anexos. Son de forma sierra fueron abandonados casi simultáneamente hacia 1700 rectangular, pero con las esquinas redondeadas. Aquí también a.C., pero no hay absolutamente ninguna señal de que hayan encontramos pisos de dos niveles con fogones centrales, y nichos tenido un final violento debido a algún desastre natural, una incuidadosamente elaborados en las paredes internas. Todas las vasión o una guerra. E n otras palabras, todavía hay varias preestructuras de templos estaban decoradas con un enlucido de guntas sin responder en lo que concierne al desarrollo cultural fino barro de color perla-blanco. Una característica inusual de los que tuvo lugar durante el Formativo Inicial, y que aún requieren templos de La Galgada es su uso secundario como cámaras fune- de más investigaciones. rarias, las cuales fueron por lo demás rellenadas al cubrirse los templos originales para abrir paso a nuevas estructuras 7. El desarrollo en el alto río Huallaga a partir del Formativo En suma, podemos identificar dos tradiciones cultura- Temprano Los centros ceremoniales como Kotosh y Shillacoto les diferentes que se desarrollaron en las regiones de la costa y de quedaron abandonados al inicio del Formativo Temprano (1700la sierra durante el Formativo Inicial. En la sierra norcentral, 1200 a.C.). Las casas levantadas encima de las ruinas de la fase desde el río Santa hasta el Huallaga, hubo una tradición de tem- de construcción previa no son de naturaleza pública ni ceremoplos cuadrados, pisos de dos niveles con fogones, ductos de venti- nial, y es más probable que hayan sido viviendas. Pero en Shillalación y nichos en las paredes. Estas características, compartidas coto se construyó una tumba inusual directamente encima del por numerosos sitios, hicieron que Burger propusiera lo que él fogón del templo anterior. Por afuera parece ser un altar elevado, llama “la tradición religiosa Kotosh” 8. Los asentamientos fueron mientras que la cámara funeraria interna, que mide 3,7 x 2 m, situados aproximadamente cada cinco kilómetros en la cuenca estuvo pintada de rojo y blanco. Dentro de la cámara los arqueóloalta del río Huallaga, y cada una de estas comunidades tenía su gos encontraron los restos de siete personas enterradas junto con propio templo. Esto nos permite plantear la hipótesis de que vasijas de cerámica, hachas de piedra y un espejo de antracita. La estas comunidades formaban las unidades básicas de la vida co- cerámica pertenece a la fase Kotosh Wairajirca (1700-1200 a.C.). tidiana y llevaban a cabo sus actividades rituales en sus propios El estilo Wairajirca representa la fase cerámica más templos, pero ciertamente es concebible que se hayan hecho visi- antigua en la región de la cuenca del alto Huallaga. Las formas tas ocasionales entre sí. Aunque todos estos sitios comparten primarias son el cántaro sin cuello, la taza de lados ligeramente ciertas características de la tradición religiosa Kotosh, las dife- arqueados, el tazón hemisférico y la taza triangular, una forma rencias entre los grupos que tenían su centro alrededor del alto especialmente característica. La mayoría de estos artículos Huallaga y el grupo piruro, que lo tenía en el alto Marañón, prue- fueron decorados con motivos geométricos incisos y se les pintó de ban que no hubo una cultura y una sociedad homogéneas en la rojo, blanco y/o amarillo después de la cocción. Salvo por la tumba región comprendida entre el río Santa y el Huallaga. de Shillacoto, no hay evidencia alguna de una estructura arquiPese a que las sociedades de la regi ón de la costa cen- tectónica inusual. El patrón de distribución de los asentamientos tral y de la sierra adyacente comparten ciertas características en corresponde al de la fase Mito (2500-1700 a.C.), y es posible que común, como la forma de sus puntas de proyectil, sus manos de si bien la gente siguió viviendo en los mismos lugares, los actos
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A-TM 2 A-TM 1
A-TM 3 A-TM 4
Norte
Fig. 64 a y b Templo de la fase Kuntur Wasi
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ceremoniales antes realizados en las estructuras de los templos se descontinuaron y los mismos templos fueron abandonados. El uso de las grandes ollas indica que la yuca, el tubérculo más común en la Sudamérica tropical, fue cultivada como alimento. Venados y cuyes domesticados suministraban la proteína animal. Tampoco hubo una arquitectura ceremonial especial en la subsiguiente fase Kotosh Kotosh (1200-700 a.C.), aun cuando la distribución de los sitios a lo largo del alto Huallaga es la misma que en las fases anteriores, ni tampoco hay indicios de algún cambio de habitantes. Pero la cerámica decorada cambió dramáticamente durante este periodo de transición. Las incisiones en la alfarería Kotosh Kotosh son más amplias y más pare jas, y después de la cocción se pintó con grafito el fondo que tenía un engobe rojo [fig. 61]. En este periodo se introdujeron vasijas con formas más complejas y las tazas con alas unidas a su lado. La cerámica en forma de botella apareció por vez primera en la fase Kotosh Kotosh, y un ejemplar —una botella de cuello largo— fue hallado con una mazorca de maíz incisa. En Shillacoto se descubrió un artefacto de hueso de estilo Chavín. Según los fechados radiocarbónicos calibrados más recientes, la mayoría de los asentamientos de la fase Kotosh Ko tosh quedaron abandonados repentina y simultáneamente alrededor de 700 a.C. Una excepción fue Kotosh mismo, donde se destruyó el edificio y sobre l as ruinas se levantó una nueva plataforma de piedras labradas. La cerámica de este sitio es sumamente distinta de la de fases anteriores. Muchos ceramios lucen un acabado negro pulido brillante, hay nuevas formas tales como la botella de asa estribo y una taza de base plana, y una decoración figurativa incisa o impresa. Este estilo alfarero definitivamente tuvo su origen en Chavín de Huántar, razón por la cual se conoce a esta fase como Kotosh Chavín. Los rasgos característicos que definen a este estilo coinciden con los de las fases Chakinani y Janabarriu, y los fechados radiocarbónicos también coinciden 9. La introducción de cerámica decorada de Chavín de Huántar coincidió con una gran transformación en los patrones de asentamiento y en la religión. En estos asentamientos la nueva cultura ya no se esforzó por conservar la continuidad de los de la fase Kotosh Mito, y hubo más casos de edificios levantados sobre suelo virgen. Los asentamientos de Shillacoto, Waira jirca y otros más fueron abandonados. En Kotosh, sin embargo, se construyó una plataforma con una escalinata abierta y una única gran habitación, en donde se hallaron los restos del entierro de un niño debajo del piso. Este complejo de edificios también incluye un canal subterráneo y habitaciones más pequeñas, a las que se aplicó un enlucido. Dos nuevos asentamientos fueron levantados en tierra virgen —Paucarbamba y Sajarapatac—, pero son mucho más pequeños y de construcción más simple que Kotosh, a pesar de que la plataforma de Paucarbamba sí tiene una planta en forma de U. Las nuevas formas de los c eramios, el abandono de la continuidad que había estado presente desde la fase Kotosh Mito,
la nueva preferencia por la construcción sobre tierra virgen, los complejos de templos en forma de U y la introducción de camélidos domesticados, son todos claros indicadores de cambios culturales de gran alcance en la cuenca alta del Huallaga, que pueden remontarse hasta la influencia de Chavín de Huántar.Aunque no sabemos si las estructuras en Kotosh estuvieron también dispuestas en forma de U durante esta fase, la arquitectura es notable por el cuidado con que se la construyó, así como por el uso de un fino trabajo en piedra. Parecería que Kotosh fue el centro de la región en este periodo, o al menos su asentamiento más importante. Sin embargo, aquí es importante subrayar que en la cuenca del Huallaga todavía no se ha encontrado ninguna escultura en piedra de estilo Chavín. Se sigue que, si bien Kotosh tal vez fue un centro del sistema religioso chavín, muy probablemente tuvo una importancia secundaria. La población comenzó a crecer luego del advenimiento de la influencia chavín, y en la fase subsiguiente de Kotosh Sajarapatac, los asentamientos de la cuenca del Huallaga incrementaron su número y tamaño. La arquitectura ceremonial desapareció y la jerarquía de los asentamientos se disolvió. En términos alfareros vemos la reaparición de algunos elementos de estilos prechavín, como la taza de silueta compuesta y las vasijas con engobe rojo. Un nuevo rasgo es e l estilo blanco sobre rojo. Aparentemente debe haber habido contactos con los habitantes del Callejón de Huaylas durante la fase Kotosh Sajarapatac. Se halló gran cantidad de ceramios de estilo Kotosh Sajarapatac en el sitio de San Blas, cerca de Cerro de Pasco en la Pampa de Junín, lo que indica que las comunidades de esta fase dominaron la región que se extiende entre esta pampa y la cuenca del alto Huallaga, y usaron los diversos recursos encontrados en las montañas a distintas alturas. Pero ningún asentamiento parece haber sido más importante que lo s demás, y los habitantes tampoco se sometieron a una autoridad. En efecto, parecería como si las comunidades de asentamientos más o menos independientes hubiesen existido la una al lado de la otra dentro del marco de una tradición cultural compartida.
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El desarrollo en la sierra de Cajamarca durante el Formativo Las primeras comunidades sedentarias (1700-1200 a.C.) Las primeras comunidades sedentarias de base agrícola se establecieron hacia 1700 a.C. en la región que se extiende desde la sierra de Cajamarca hasta el valle del Jequetepeque. Este desarrollo se vio acompañado por el surgimiento de una tradición alfarera que también ha sido encontrada en la sierra cerca de Pandanche, Huacaloma y Cerro Blanco, así como en el valle medio del Jequetepeque cerca de La Bomba, Las Huacas, Montegrande y Polvorín. Las dos formas más características de esta tradición son los cántaros sin cuello de paredes delgadas y las tazas de silueta compuesta 10, en tanto que las líneas incisas agudas y las
Fig. 65 Tumba A-TM 1, Kuntur Wasi
Fig. 66 Tumba B-TM 1, Kuntur Wasi
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aplicaciones son técnicas de decoración típicas. La botella es sumamente escasa y las pocas que se han hallado tienen un pico largo y recto, y en algunos casos un cuerpo con perfil escalonado. En Pampa de las Hamacas, sobre la orilla derecha del río Jequetepeque, cerca de la laguna de Gallito Ciego, hay numerosos sitios con asentamientos y templos, los más grandes de los cuales son Montegrande y Las Huacas. Todos estos sitios tienen estructuras ceremoniales con plataformas elevadas y plazas. Las paredes fueron construidas con grandes piedras cubiertas cuidadosamente con un fino enlucido de barro. Los edificios residenciales se alzan sobre terrazas hechas por el hombre y dispuestas alrededor de las estructuras ceremoniales. Algunos de los centros fueron abandonados con el paso del tiempo, en tanto otros fueron reconstruidos en las cercanías. Otros más quedaron en pie y ocasionalmente volvieron a ser reparados y reutilizados. En algunos de los ceramios encontrados en estos sitios se hallaron restos de yuca y de maíz. También hubo comunidades sedentarias tempranas sobre una cadena de cerros en Cerro Blanco, cerca del actual pueblo de San Pablo, que posteriormente se dispersaron hacia el valle de Cajamarca en las montañas, donde se establecieron centros como Huacaloma, Santa Apolonia, Kolguitín, Chondorco y otros más. En Huacaloma los arqueólogos excavaron una habitación que parece haber sido usada con fines ceremoniales. El piso y las paredes estaban cubiertas con un enlucido de barro fino de color crema, y en un fogón circular se descubrieron restos fuertemente carbonizados. También se descubrieron viviendas simples a cierta distancia de esta habitación. Las viviendas fueron remodeladas una después de la otra, superponiéndose a las más antiguas, y es interesante señalar que debajo de cada piso se halló una capa de cenizas.
Durante la fase Huacaloma Tardío (900-550 a.C.), Huacaloma se convirtió en un poderoso centro ceremonial con tres plataformas dispuestas en forma de U alrededor de una gran plaza rectangular. Todo el complejo abarca una extensión de siete hectáreas. La plataforma que comprende el brazo meridional del grupo mide 130 x 115 m y probablemente tuvo originalmente entre 8 y 9 m de altura. Las excavaciones revelaron un gran número de relieves y de fragmentos de murales, lo que nos hace pensar que muchos de los edificios fueron decorados con coloridos motivos de jaguares, serpientes y otros reptiles. A partir de los resultados alcanzados durante cinco temporadas de excavación, los investigadores lograron reconstruir la historia de la edificación del complejo. Descubrieron que el complejo fue ampliado continuamente a lo largo de tres subfases de remodelación, cada una de las cuales requirió de una mayor organización y coordinación que la anterior. Podemos asumir que estos desarrollos fueron de la mano con el crecimiento de la población y una creciente producción agrícola, y que todos estos cambios quedan corroborados por formas cada vez más intrincadas de expresión artística. El templo de Layzón fue construido durante la fase Huacaloma Tardío encima de la montaña de 3100 m de altura del mismo nombre, que domina a todo el valle de Cajamarca 11. El templo descansa sobre una toba aterrazada pero no sabemos cómo era el edificio en la terraza más alta, puesto que encima de él se levantó una gran plataforma durante la fase Layzón (25050 a.C.). En las inmediaciones de las escalinatas talladas en la roca hay tres rocas esculpidas para simular figuras en cuclillas, una de las cuales sostiene una copa con sus dos manos. Desde Layzón se puede ver otro cerro aterrazado. Este es Aguatapada, muy probablemente otro complejo ceremonial construido durante el mismo periodo. La distribución de los sitios de la fase Huacaloma Tardío (900-550 a.C.) indica que fueron erigidos encima de la fase anterior, y que se les amplió en cada renovación junto con las zonas residenciales. Esto quiere decir que cada asentamiento tuvo su propio templo, pero Huacaloma mismo parecería haber sido el centro más grande. Durante este periodo también se erigieron los sitios de Layzón y Aguatapada, cuyas vistas dominaban los asentamientos en el distante piso del valle. Afuera de la cuenca de Cajamarca hubo dos sitios con grandes templos: Kuntur Wasi y Pacopampa [cat. no. 10]. Pacopampa es un centro ceremonial en la sierra de Cajamarca. La mayor parte del templo fue destruida durante las fases finales de construcción, pero las dimensiones de los restos y la distribución de los hallazgos indican que debe haber sido un centro importante, con una esfera de influencia que se extendía hacia los valles y las montañas de la región. Excavaciones recientes contribuyeron a definir la fase Pacopampa I (1200-800 a.C.), cuya cerámica muestra las características típicas de la fase Huacaloma Tardío, así como del estilo Tembladera.
El florecimiento de los centros ceremoniales (1200-800 a.C.) Los centros en Pampa de las Hamacas, en el valle de Jequetepeque [fig. 62], fueron enterrados hacia 1200 a.C. para abrirle paso a nuevas estructuras. El templo en el valle de Cajamarca, que se remonta hasta la temprana fase Huacaloma (1200-900 a.C.), fue cubierto con una gruesa capa de tierra y encima se erigió una plataforma alta para un nuevo templo. Estos cambios estructurales trajeron consigo un nuevo estilo alfarero cuyas características típicas incluyen las botellas de asa estribo, los cántaros con figuras antropomorfas y zoomorfas y decoraciones pintadas con blanco, rojo, amarillo y azul verdoso post-cocción; también se encuentra pintado con grafito sobre una superficie con engobe rojo. Esta cerámica de estilo Huacaloma Tardío se encuentra bien establecida tanto en la sierra norte de Cajamarca como en el valle medio del Jequetepeque. Las piezas más hermosas fueron excavadas ilegalmente en la zona de Tembladera, pero las excavaciones oficiales realizadas en Pacopampa y Huacaloma también dieron a conocer una amplia gama de vasijas (cerámica Tembladera [véase, por ejemplo, cat. no. 20]).
Fig. 67 Complejo del templo de Kuntur Wasi.
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muros de contención fue nivelado y en el proceso se destruyeron Kuntur Wasi, en la sierra norte las estructuras de la fase Ídolo. La parte más importante del Kuntur Wasi se encuentra a 2300 metros por encima del nivel del complejo es la disposición en forma de U de tres plataformas elemar, sobre las faldas occidentales de los Andes y al oeste de la vadas alrededor de una plaza hundida cuadrada. En medio de ciudad de Cajamarca. Cerro Blanco, un sitio que data del mismo cada pared de esta plaza había una escalinata con cuatro peldaperiodo, se encuentra a dos kilómetros de distancia. Desde 1946 ños, y sobre el cuarto peldaño de cada escalinata estaba montada hasta las excavaciones intensivas realizadas por una expedición una escultura en piedra con un rostro de felino en relieve (de arqueológica japonesa, se creía que Kuntur Wasi era una colonia aproximadamente 150 x 40 x 30 cm). Dos monolitos adicionales, de Chavín de Huántar. El vínculo se sustentaba sobre similitudes que mostraban seres antropomorfos con colmillos y ojos excéntrientre los objetos hallados en ambos sitios, como la cerámica y la cos, fueron hallados en el eje norte-sur, entre la plaza central y la escalinata principal. La disposición en forma de U de las tres escultura monolítica en piedra. Las excavaciones intensivas efectuadas en Kuntur plataformas, el patio o plaza hundido y encerrado, y la zona interWasi entre 1988 y 2002 descubrieron cuatro fases de construc- media de las plataformas inferiores era la parte más importante ción, la una encima de la otra. Cada fase es distinta en términos del complejo ceremonial, lo que resulta evidente a partir de los de la arquitectura, la cerámica y otros artefactos, y también seis monolitos que representan temas míticos. Las dos plataforse hallaron evidencias del uso de animales domésticos y salvajes. mas a cada lado del complejo en forma de U probablemente eran El equipo japonés estableció una cronología, la que se sintetiza del mismo tamaño, y al centro de cada una de ellas había muy probablemente una plaza hundida rodeada por cuartos. a continuación12. La plataforma central es rectangular, mide 24,5 x 15,5 La fase Ídolo (950-800 a.C.) El asentamiento sedentario alfare- m y tiene 1,5 m de altura si se le mide desde la plaza hundida ro más antiguo se encuentra en Cerro Blanco, un sitio vecino de abajo de ella. Resulta imposible decir con seguridad qué se enKuntur Wasi en la misma cadena de cerros. Este sitio más tem- contraba encima de la plataforma, debido a las fases de construcprano forma parte de la fase La Conga, cuya cerámica comparte ción posteriores y a la destrucción que ellas implicaron, pero casi muchas de las características de la que fuera encontrada en Mon- con toda seguridad era la estructura más importante de todo el tegrande y en Las Huacas, en el valle del Jequetepeque, y de la complejo ceremonial, lo que quedó corroborado con las tumbas fase Huacaloma Temprano del valle de Cajamarca. La cerámica descubiertas debajo del piso. Los entierros contenían algunos arde la subsiguiente fase Cerro Blanco es del mismo estilo que la de tefactos de oro sumamente decorados, a los que se describirá dela fase Huacaloma Tardío, Tembladera y Pacopampa I. En esta tenidamente más adelante [véanse cat. nos. 56-89]. Diecisiete metros por detrás de la plataforma central fase el cerro sobre el cual se levanta Kuntur Wasi fue modificado para que fuera un centro ceremonial, se niveló la cima y sobre se verifica una plaza circular que tiene 15,6 m de diámetro y que ella se construyó un complejo ritual que comprendía plazas y pla- está hundida hasta una profundidad de 2,1 m. A lo largo del eje taformas. Los pisos y paredes de las plataformas y plazas fueron principal hubo alguna vez dos grupos de escalinatas, cada una de enlucidos con un suelo blanco combinado con cal, y parte del edi- ocho peldaños, pero una de ellas ya se había perdido para el moficio fue decorado con murales y relieves. Una figurina descubier- mento en que nuestras excavaciones llegaron a esa parte. Lo más ta durante las excavaciones muestra a un ser antropomorfo con probable es que la plaza hundida haya estado rodeada alguna cabeza de felino al que se conoce como “El Ídolo” [cat. no. 90]. Es vez por una serie de plataformas con pequeños patios hundidos, muy poco lo que se sabe acerca del tamaño y forma de todo el flanqueados por cámaras [fig. 64]. La arquitectura de Kuntur Wasi es notable por su red complejo, puesto que la arquitectura ceremonial de la fase Ídolo de canales subterráneos [véanse caps. 4.3 y 4.4]. Las plazas más está enterrada debajo de estructuras posteriores. grandes y más pequeñas también tenían desagües, que usualmente eran remates de piedra planos con agujeros en ellos. El La fase Kuntur Wasi (800-550 a.C.) agua corría por estos agujeros hacia el canal subterráneo que la El complejo ceremonial erigido durante esta fase es del todo dis- llevaba más allá de las otras estructuras. Los canales pequeños tinto del templo anterior, construido durante la fase Ídolo. En se unían para formar otros más grandes, lo suficientemente primer lugar se remodeló el cerro para abrir paso a la platafor- anchos como para que una persona pequeña se arrastrara por ma. Luego se rodeó la plataforma principal con paredes de con- ellos. Los canales más anchos terminaban en tomas en l os muros tención de 12 m de altura y de tres niveles, construidos con gran- de contención que encerraban la colina y formaban la plataforma des peñascos [figs. 63, 64b]. La plataforma casi cuadrada mide principal. Todos estos detalles indican que el complejo del templo 130 x 120 m. En medio de la pared de contención noreste hay una de Kuntur Wasi fue construido siguiendo un plan detallado, lo escalinata principal de 11 m de ancho, con peldaños bien conser- que debe haber requerido un alto nivel de coordinación y de orga vados y canaletas a ambos lados. El montículo dentro de los nización del trabajo.
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La cerámica de la fase Kuntur Wasi (800-550 a.C.) es Tumba A-TM 2 Esta tumba de pozo contiene un esqueleto conmuy distinta de la de la fase Ídolo (950-800 a.C.). Sus caracterís- siderablemente dañado; los fragmentos del cráneo indican que la ticas más importantes son las superficies pulidas de color negro, persona enterrada aquí era un varón de avanzada edad. Los gris, marrón y rojo, nuevas formas como las botellas de asa estri- bienes funerarios incluían una corona de oro repujada con cinco bo y las copas de base plana, representaciones de jaguares, ser- caras estilizadas de jaguar [fig. 69], un par de pendientes de oreja pientes y aves de presa, así como seres antropomorfos con colmi- rectangulares de oro, cada uno con la imagen reflejada de un llos y ojos excéntricos; otro rasgo distintivo son las pinturas en jaguar con colmillos y de perfil [cat. nos. 72 y 73], una máscara rojo sobre fondo anaranjado 13. Otra característica importante de bucal elaborada con una lámina de oro martillado con un patrón la fase Kuntur Wasi son los monolitos que representan diversos repujado [cat. no. 71], una máscara bucal adicional que representemas mitológicos14. ta una criatura de felino que coge dos figuras antropomorfas más pequeñas mostradas de perfil [cat. no. 70], una copa de cerámica negra [fig. 77] con un asa fijada ve rticalmente, decorada con inciLas magníficas tumbas de Kuntur Wasi siones y toques de pintura roja y blanca aplicada después de la Los hallazgos más importantes realizados en Kuntur Wasi son cocción, pequeñas piedras que servían como joyas [cat. nos. 74-76] las tumbas especiales halladas debajo del piso de las plataformas y otros fragmentos de cerámica. del templo [véase cat. nos. 56-89]. Cinco de ellas (A-TM 1 – A-TM 5) eran estructuras complejas que cortaban los pisos y cá- Tumba A-TM 3 Esta tumba contenía los restos de un hombre de maras construidos durante la fase Ídolo previa debajo de la pla- entre treinta y cuarenta años. Los bienes funerarios incluían un taforma central. Otras dos tumbas (B-TM 1 y G-TM 6) fueron par de aretes de oro, una botella negra de asa estribo con decoraencontradas en las plataformas secundarias al sur y al sudoeste ción incisa, una compotera y dos cuentas de crisocola. de la plataforma central. La mayoría de l as tumbas contenía ob jetos de oro y, y, salvo una de las personas inhumadas, todas tenían Tumba A-TM 4 En esta tumba se descubrieron los restos de una huellas de cinabrio sobre la cabeza y el rostro. Es también nota- mujer anciana. El estado de los huesos al momento de la excavable el que las tumbas fueran instaladas antes de que las platafor- ción era sumamente pobre. Se recuperaron los siguientes bienes mas se hubiesen terminado. En otras palabras, los entierros funerarios: un gran número de cuentas decorativas hechas con fueron llevados a cabo durante la construcción del complejo de conchas de Spondylus, crisocola, sodalita y otras piedras y contemplos, y deben por tanto estar directamente relacionados con chas; un pendiente pequeño de oro en forma de cono; placas él. Las tumbas de Kuntur Wasi parecen haber sido construidas pequeñas de oro en forma de aves; una pequeña vasija de riolita para personas de alto rango, que habrían estado de algún modo decorada con un rostro humano; y una botella de cerámica negra vinculadas con los rituales y la cosmología del templo. Sus carac- de asa estribo. terísticas más importantes se describen a continuación. Tumba A-TM 5 Esta fue la tumba de un anciano. La perforación en el lado izquierdo del cráneo muy probablemente se debió a un Tumba A-TM 1 [fig. 65; cat. nos. 56-68] Esta tumba consta de un pozo cilíndrico con una cámara lateral. El pozo mismo tiene fuerte golpe. No había huellas de cinabrio en esta tumba y no se cavó un pozo funerario. El difunto fue enterrado, no en una 1,5 m de diámetro y 2,25 m de profundidad. La cámara lateral tumba de pozo sino en un agujero abierto y poco profundo. Los fue construida para que contuviera a un varón de cincuenta a bienes mortuorios incluían veintisiete cuentas de hueso y consesenta años de edad, con el cráneo deformado. Al parecer el dichas, un disco hecho con el hueso de un mamífero y dos discos de funto estuvo originalmente envuelto en un fardo funerario y fue enterrado en cuclillas; fue solo después de que los restos cayeron cobre. Resulta interesante que en la tumba no se descubriera nada de cerámica, oro o cinabrio. de costado. Alrededor de la cabeza se encontraron restos de cinabrio arenoso y la tumba contenía una corona de oro con catorce [fig. 66] Esta tumba fue instalada debajo del pequeñas placas de oro —cada una de ellas repujada con un Tumba B-TM 1 piso de una plataforma ubicada al noreste de la plataforma cenrostro humano—, que colgaban dentro de aberturas hexagonales tral. Ella consta de un pozo cilíndrico con una cámara lateral. La [cat. no. 56], las que presumiblemente buscaban representar una persona enterrada era un hombre de unos cuarenta años. Se le canasta o red. También hallamos una botella de asa estribo de sepultó fuertemente acurrucado, muy probablemente porque el cerámica con el cuerpo en forma de águila [fig. 57], una botella bajo techo de la cámara no permitía que el fardo funerario fuera con un pico largo [cat. 58], una compotera, tres grandes trompetas de conchas [figs. 64-66] y diversos artefactos de piedra usados colocado en posición erguida. Entre los artefactos descubiertos en la tumba había los siguientes: una corona de oro con doce placas como joyas [cat. nos. 60-63, 67 y 68]. colgantes decoradas con cabezas de jaguar de perfil [cat. no. 78], un par de grandes pendientes de oreja de oro, cada uno de los
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cuales mostraba una imagen reflejada de una cabeza de jaguar en perfil, de la cual colgaban seis serpientes entrelazadas (longitud total: 24 cm [cat. nos. 83 y 84]); un par de pendientes de oreja en forma de Lagenaria siceraria [cat. nos. 81 y 82]; un par de orejeras repujadas con motivos de aves [cat. nos. 79 y 80]; tres vasijas de cerámica [cat. [cat. nos. 87-89]; cuentas de crisocola y cuatro cuentas de malaquita [cat. no. 86].
En esta fase también hay tumbas especiales que contienen cinabrio y objetos de oro. En las plataformas laterales del gran templo en forma de U se hallaron dos tumbas con botellas de asa estribo que tenían un jaguar en la base del asa. Estas dos botellas estaban asociadas con rastros de cinabrio, pero no las acompañaba ningún esqueleto. En el mismo lugar se encontraron tres tumbas debajo de la plataforma de la plaza sudoeste. Dos de ellas contenían objetos de oro, como una corona simple y un par de pinzas, así como collares de diversas formas y tamaños. Hay evidencias de que tuvieron lugar cambios drásticos hacia el final de la fase Copa. Algo llevó al cese total de las actividades cultuales que habían definido la identidad del complejo ceremonial de Kuntur Wasi durante la fase del mismo nombre y la fase Copa. La nueva cultura que emergió al inicio de la fase Sotera (ca. 250 a.C.) muy probablemente fue la cultura Layzón, de la sierra de Cajamarca. Esto es evidente a partir del nuevo estilo alfarero rojo sobre blanco. La arquitectura existente fue destruida por completo y los fragmentos de la estructura fueron arrojados desde los cuatro lados de la plataforma principal. Los escombros enterraron los muros de contención, en tanto que las fachadas del templo de Kuntur Wasi fueron remodeladas como pequeñas terrazas para viviendas simples. Durante esta fase de construcción no encontramos evidencia alguna de estructuras ceremoniales o de algún otro tipo de edificio público. En la fase Sotera se levantaron nuevas estructuras encima de Cerro Blanco, un sitio frente a Kuntur Wasi que no se usó durante las fases Kuntur Wasi y Copa. La larga historia del impresionante y altamente desarrollado complejo del templo, que se inició en Kuntur Wasi en la fase Ídolo, finalmente había llegado a su fin.
sobre un área mucho más amplia. Resulta particularmente in- moniales de Kuntur Wasi (en la fase homónima) y Pacopampa usual el desarrollo del valle medio del Jequetepeque, tal como lo (fase Pacopampa II). Resulta interesante que el primer acto reaevidencian los sitios del Formativo Temprano en Montegrande, lizado en ambos centros fue la instalación de tumbas que contelas Huacas y La Bomba. El más grande de estos sitios es Polvonían vasijas de cerámica, objetos de oro y otros bi enes funerarios, rín. Se encontró gran cantidad de cerámica de dicho estilo en todos los cuales muestran las características del estilo Cupisnisitios a gran altura como Cerro Blanco (cerca de Kuntur Wasi), que. Las nuevas estructuras fueron erigidas encima de edificios Huacaloma y otros lugares del valle de Cajamarca, así como en más antiguos, pero no perpetuaron la misma tradición construcPandanche, cerca de Pacopampa. Aunque nadie sabe cómo fue tiva. De modo que fue así como el Formativo Tardío (700-400 que esta cerámica muy temprana llegó allá y se propagó por la a.C.) tuvo su origen en la sierra. Habrían más cambios en Kuntur región, está claro que se prefirieron las áreas más cálidas, como Wasi durante la fase Copa, y en el val le de Cajamarca durante la la zona yunga. Las zonas más altas fueron pobladas solo después fase EL. Pacopampa parece haber quedado abandonado definitiy en etapas, hasta una altura de aproximadamente 3000 metros vamente, y nuevos complejos ceremoniales fueron levantados en por encima del nivel del mar. Cada nuevo asentamiento tenía su otros sitios, como La Granja. Al Formativo Tardío le siguió el Forpropio templo, el que servía como centro de las actividades socia- mativo Final (400-200 a.C.), tanto en la costa como en la sierra. les y del desarrollo ideológico. La costumbre de la renovación del A lo largo de esta última fase fase se perdieron todos los logros adquiadquitemplo estuvo ligada al desarrollo y refinamiento de la produc- ridos en el Formativo, tal es el caso de la cohesión social, la relición de alimentos, la tecnología, la organización social y el siste- gión, la tecnología y la cosmovisión: en suma, todo lo que había ma religioso. encontrado una expresión material en los centros ceremoniales. Esta tendencia prosiguió en el Formativo Medio (1200-700 a.C.). Especialmente digno de atención aquí es el desarrollo de la arquitectura ceremonial con relieves y murales, lo que da fe de una cosmología multifacética con abundantes temas mitológicos. La sierra de Cajamarca y el valle de Jequetepeque vieron la propagación de un estilo alfarero alfarero al que se conoce —por ahora— como el estilo TPH (la sigla quiere decir TembladeraPacopampa-Huacaloma). Si bien son pocos los sitios en el valle medio de Jequetepeque que cuentan con complejos ceremoniales intactos, son en cambio numerosos los asentamientos con una gran arquitectura ceremonial que fueron hallados en la sierra vecina como Kuntur Wasi, Huacaloma o Pacopampa. En este último caso, durante la fase Pacopampa I (1200- 800 a.C.) toda la cumbre de un cerro fue nivelada para dar forma a un complejo ceremonial aterrazado, con muros de contención construidos co n bloques de piedra macizos 15. Algunos de estos bloques fueron esculpidos en forma de jaguar. Estas figuras antropomorfas de piedra parecerían datar de la fase Pacopampa II (800-500 a.C.), a pesar de que tienen algunas similitudes estilísticas con la cerámica y las figurinas del estilo PTH [cat. no. 10]. En paralelo a este notable proceso encontramos evidencias de otro notable desarrollo cultural en la costa norte peruana: se trata de la tradición Cupisnique, conocida por sus enormes estructuras de plataformas, relieves, murales y su carac terística cerámica. Hay ciertas similitudes entre la alfarería TPH y la de estilo Cupisnique. Por razones que aún no es posible esclarecer, estos desarrollos culturales paralelos en la costa y en la sierra, tuvieron un final abrupto que tuvo lugar durante el Formativo Medio, alrededor de 800 a 700 a.C. Toda actividad cesó en los grandes centros de la costa. Fue alrededor de la misma época de este colapso y abandono de los complejos ceremoniales c osteños, cuando se inició el trabajo de remodelación en los nuevos complejos cere-
Tumba G-TM 6 Esta tumba se encuentra debajo de una cámara en la plataforma de la esquina sur del área ceremonial. Debido al mal estado de conservación no se pudo determinar la edad del hombre aquí enterrado. Los bienes funerarios incluían un pectoral de oro que tenía 27 cm de diámetro, cuentas de piedra y concha, y una vasija de asa estribo en forma de sapo, pintada de rojo, anaranjado y blanco.
Las fases Copa (550-250 a.C.) y Sotera (250-50 a.C.) A la fase Kuntur Wasi le siguió la fase Copa, durante la cual no hubo mayor cambio en el área central y e n el templo en forma de U con los monolitos. El área detrás del complejo, en cambio, sí fue remodelada, llenándose íntegramente la plaza circular para que sir viera como los cimientos de una nueva plaza rectangular que medía 15 x 165 m. Alrededor de esta nueva plaza se erigieron nuevas plataformas, con plazas y habitaciones que las rodeaban. Al igual que en la fase Ídolo (950- 800 a.C.), los pisos y paredes fueron enlucidos con un suelo blanco combinado con cal. Los canales fueron vueltos a diseñar y se los conectó con los canales más grandes, reutilizando los desagües construidos durante la fase Kuntur Wasi (800-550 a.C.) Los monolitos de esta última fase fueron devueltos a su posición original. Todas estas alteraEl Formativo en la sierra: ciones indican que el diseño fundamental del complejo ceremonial fue cambiado un poco, para que así el área detrás de la plaun intento de síntesis taforma central tuviera un papel importante. Se erigió un complejo más pequeño que comprendía una plaza rectangular y Aunque tanto en Huánuco como en el Callejón de Huaylas —la un complejo de templo en forma de U que se abría hacia el sur, región adyacente a los valles de Supe y Chancay— se encontraron pero el templo en forma de U con los monolitos no perdió su pre- evidencias de un desarrollo cultural durante el Formativo Inicial eminencia en el conjunto del complejo ceremonial. El piso de las (3500-1700 a.C.), no hay en cambio ningún hallazgo arqueológico plazas fue llenado con grava amarilla y cubierto con el mismo concluyente que pruebe la existencia de asentamientos en la enlucido blanco que también se usó para dar brillo a las paredes sierra de Cajamarca durante este mismo periodo. No es sino de las cámaras. El uso dado al enlucido blanco hecho de tierra hasta el inicio del Formativo Temprano Temprano (1700-1200 a.C.) cuando combinada con cal es un rasgo característico de la fase Ídolo. No encontramos evidencias de dos tradiciones alfareras en la región, hay ninguna evidencia del mismo durante la fase Kuntur Wasi, la del valle de Huánuco y la tradición Conga-Huacaloma-Pandanpero sí volvió a aparecer durante la fase Copa [fig. 67]. che de la sierra de Cajamarca. La distribución y el desarrollo de En la cerámica perteneciente a esta fase también la cerámica fina de las fases Kotosh Wairajirca (1700-1200 a.C.) y vemos cambios. Las botellas de asa estribo sí aparecen, pero el Kotosh Kotosh (1200-700 a.C.), con sus peculiares formas y elefino equilibrio formal entre el cuerpo y el pico desapareció. Las mentos decorativos, quedaron limitadas al valle alto del Huallaasas con motivos de jaguares y aves son típicas de las botellas ga, y no hay señal alguna de que esta tradición se haya propagado durante esta fase. Por lo general encontramos más cerámica roja más allá del valle. Las razones de ello siguen siendo un misterio o rojiza, lo que también indica el retorno a la vieja tradición alfa- que solamente podrá ser resuelto por futuras investigaciones. rera de la fase Ídolo. Las tazas negras fueron decoradas con paPero en la sierra de Cajamarca, las evidencias del uso trones geométricos. de la alfarería y de una forma de vida sedentaria están dispersas
La arqueología de la sierra
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4. CHAVÍN CHAVÍN DE HUÁNTA HUÁNTAR: R: DESCUBRIMIENTO, ARTE, ARQUITECTURA, RITUAL Y TRANSFORMACIÓN
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INTRODUCCIÓN Desde su descubrimiento, el complejo de Chavín de Huántar con sus enigmáticas esculturas en piedra ha causado fascinación en todo aquel que ha tenido la oportunidad de conocerlo. Chavín ha pasado a ser emblemático en la historia cultural de la región centroandina, e incluso hoy sigue brindándonos un panorama único del mundo ritual y religioso de las sociedades del Formativo Medio y Tardío. Christian Mesía, profesor de la Universida Universidad d San Ignacio de Loyola, fue director fundador del Museo Nacional Chavín. Su estudio sobre las excavaciones realizadas en Chavín de Huántar arroja información interesante sobre la forma en que la interpretación del complejo fue cambiando con el paso de los años. En vista de la importancia suprema que Chavín reviste para para la arqueología arqueolog ía en el Perú, hemos optado por colocar su ensayo al inicio de este capítulo. Henning Bischof, quien trabajó en el Reiss-Engelhorn Museum de Mannheim, ha dedicado muchos años al estudio del arte y la iconografía Chavín. Su enfoque clásico, que tiene como base el desarrollo estilístico evidente de diversas obras de arte halladas en Chavín, muchas de las cuales aparecen ilustradas en su ensayo, nos brinda un valioso complemento a la investigación arqueológica. arqueológ ica. Los análisis de Bischof, que nos motivan a observar detenidamente, han permitido realizar algunos de los más importantes descubrimientos descubrimientos recientes sobre la iconograf iconografía ía Chavín.
Fig. 68
Chavín de Huántar
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4.1 Como jefe de investigac investigaciones iones arqueológicas en Chavín de Huántar, John W. Rick de la Universidad de Stanford en California, es quien mejor conoce el templo de Chavín. Su enfoque interpretativo va más allá de una postura puramente materialista y tiene el efecto de traer a Chavín de vuelta a la vida. Su estilo de investigación muestra cuánto puede contribuir la arqueología a la comprensión de una sociedad y la manera en que esta funciona. Luis Guillermo Lumbreras, ex profesor de la Universida Universidad d Nacional Mayor de San Marcos de Lima, es uno de los arqueólogos peruanos más reconocidos. Lumbreras, para quien la arqueología no es tanto una carrera sino una vocación, codirige el proyecto Chavín. Sus excavaciones excavaciones en la Plaza Circular y en la Galería de las Ofrendas, constituyen uno de los estudios más importantes llevados a cabo en el lugar y arrojaron resultados que hoy son de crucial importancia para nuestra comprensión sobre este fenómeno. El ensayo de Lumbreras que cierra este capítulo nos brinda una introducción vívida al mundo ritual de Chavín de Huántar.
NARRACIONES E INVESTIGACIONES EN UN SITIO FORMATIVO DE LOS ANDES CENTRALES: CHAVÍN DE HUÁNTAR Christian Mesía
La historia del descubrimiento e investigación de un sitio arqueológico tipo, marca el modo en el cual el yacimiento es interpretado por los diversos investigadores interesados en el mismo. Para el caso de Chavín, esta máxima se cumple en proporciones aún mayores, dado lo crucial que ha sido en diversas interpretaciones sobre el origen de la complejidad social en los Andes Centrales, interpretaciones que en muchos casos han escapado lo estrictamente arqueológico y han incursionado en el campo político1. Esto tiene mucho que ver con los usos que se le dan a los sitios arqueológicos y a las culturas que estas representan en la formulación de discursos que están relacionados c on conceptos de identidad y nación ¿Cuál es el rol que jugó Chavín en esta construcción histórica del presente desde el pasado y desde e l presente hacia el pasado? Un examen de la historia de las investigaciones en el sitio nos servirá para r evisar el rol que ha tenido el sitio de Chavín y sus manifestaciones derivadas en los intentos de construir identidad y otros términos similares.
Primeras referencias escritas Las primeras noticias escritas sobre el centro ceremonial de Chavín de Huántar [fig. 69 y 70] datan de la crónica de Cieza de León quien en 1549 describe una fortaleza grande con rostros figurados y talles humanos en sus muros, a ocho leguas de Piscobamba2. De los restos conocidos actualmente en el Callejón de Conchucos o valle del río Mosna, no existen otros ejemplos con detalles similares3. En 1593, Don Toribio Alfonso de Mogrovejo, encargado de la Arquidiócesis del Callejón de Conchucos, llega a Chavín, explorando el interior del centro ceremonial, indicando la existencia de una guaca, al interior de la cual existen callejones en su interior 4. En 1616 llega el clérigo Vásquez de Espinoza, indicando que el centro ceremonial de Chavín de Huántar fue un oráculo, similar en su naturaleza a las ciudades de Roma y Jerusalén 5. En 1631, los Jesuitas tomaron control de la doctrina de Chavín. Al parecer el Callejón de Conchucos se convierte en la ruta de entrada al Marañón, adquiriendo una posición estratégica para la Iglesia6. Es probable que el corte que exhibe el frontis del Edificio A haya sido realizado durante esta época como parte de la extirpación de idolatrías. Toribio Mejía refiere que incluso la destrucción de estelas, cabezas clavas, y otros elementos fue causada por jesuitas con la intención de utilizarlos como materiales constructivos7. En 1840 el Prefecto de Huánuco y primer Director del Museo Nacional del Perú, Mariano de Rivero refiere en el primer libro de arqueología peruana, que en las cercanías del pueblo moderno existen edificios de piedra labrada, con callejones en su interior atravesados por ductos de ventilación 8. Rivero también hace referencia del sitio arqueológ ico de Pojoq, ubicado en la cima del cerro del mismo nombre al oeste de C havín indicando su relación con Chavín. Rivero fue la primera persona que trata sobre la
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probable extensión del sitio arqueológico fuera de los límites del centro ceremonial. Hasta este momento Chavín era descrito como una fortaleza 9 y como un templo 10.
Viajeros exploradores y naturalistas En 1871 Polo se hace presente en su calidad de Secretario de la Prefectura de Huaráz, encontrando en la casa de Do n Lazaro Palacios, el monolito de piedra conocido como “Monolito Raimondi”, trasladándosele a Lima en 1873 11. Polo asimismo ofrece la primera descripción histórica del “Lanzón Monolítico” [fig. 71] 12. En 1873 llega a Chavín de Huántar Antonio Raimondi realizando una descripción sobre el monumento, el cual para él, cumplió las funciones de un fortín 13. En 1875 Charles Wiener llega a Chavín, llamándole la atención las ruinas de Chavín de las cuales ya tenía referencia por el trabajo de Rivero. Wiener refiere que el centro ceremonial estuvo compuesto por dos terrazas, tratándose de un templo, debido a los jeroglíficos inscritos en las columnas de la portada albinegra, los cuales ilustraban al visitante sobre el dios que era venerado 14. En 1886 Middendorf llega a Chavín y divide el centro ceremonial en dos áreas: 1) templo, conformado por lo que hoy conocemos como Edificio A y Plaza cuadrangular, y; 2) palacio, conformado por los edificios hoy conocidos como B y C, en donde posiblemente vivió el señor de la comarca15. Middendorf deduce la antigüedad de Chavín a partir de la presencia del Lanzón en su interior, indicando que es imposible que un templo Inca tenga como divinidad principal a otro dios que no sea el Sol. Propone que la técnica constructiva de los Incas tuvo como resultado final un estilo diferente y establece que Chavín debió estar relacionado con Moxeque [véase cap. 2.3]. Propone la existencia de un extenso reino, del cual Chavín sería uno de los centros. La extensión de este reino abarcaría todo el Callejón de Conchucos así como el norte del mismo, manteniendo una estrecha relación con poblaciones de la costa 16.
Investigación arqueológica Julio C. Tello llega a Chavín en 1919, dirigiendo la primera expedición arqueológica de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Sus trabajos se restringen a la limpieza de una de las escalinatas del edificio principal y a la recolección de esculturas líticas dispersas en el área monumental, recuperando el llamado Obelisco Tello que será fundamental en la interpretación religiosa del sistema de creencias representado en Chavín17. En 1923, Tello propone que el dios de los Incas, Wiracocha, es el personaje adorado en Chavín, en la figura del Jaguar. Este Jaguar no debe de ser observado como una simple manifestación animística, sino más bien como una compleja interacción y sincretismo entre naturaleza y ser humano. Tello propone que Chavín es una de las manifestaciones más antiguas del culto al dios Jaguar o Wiracocha18 y observa la dispersión de este culto de este a oeste con un
origen en la selva tropical. En 1929 precisa que Chavín es un representante destacado de la antigua Cultura Megalítica, descrita por Guaman Poma de Ayala y el Fray Buenaventura Salinas 19. De este modo Tello establece la antigüedad material y religiosa de Chavín, convirtiéndose en la prueba de un origen endógamo de la civilización andina. En 1925 un deslizamiento proveniente de la margen derecha del río Mosna modifica el cauce del mismo y en 1930 un fenómeno similar hace que el río destruya la sección este del Edificio E, lo cual le permite a Tello constatar in situ la presencia de cerámica Chavín debajo de arquitectura monumental [fig. 72]. Antes de este evento la cerámica catalogada como Chavín provenía de sitios costeños mientras que en la sierra y en el mismo Chavín la cerámica Chavín era elusiva. Wendell Bennet, en 1938, realiza excavaciones arqueológicas en diversas zonas del monumento, durante una breve temporada de campo de veintiocho días. Las excavaciones siguieron niveles arbitrarios de 50 cm y fueron insuficientes para una fina segregación cronológica20. En noviembre de 1940 Tello regresa a Chavín con el objetivo principal de reparar el muro de contención del río Mosna [fig. 73], a fin de prevenir la destrucción del centro ceremonial debido a eventos similares a los ocurridos en 1925 y 1930. Se inician trabajos de limpieza de la fachada oeste con la finalidad de exponerla en su integridad; igualmente Tello ordena se reinicien los trabajos en la fachada este del Edificio A [fig. 74]. Se realiza la limpieza/excavación de las fachadas occidente y sur del Edificio A. Asimismo, se excava una unidad exploratoria de 6 x 2 m en el sector Wacheqsa; Tello pensaba que este sector podría haber sido el lugar en el cual los responsables de la construcción del monumento establecieron sus residencias dada la alta densidad de material cerámico sobre superficie 21. Tello propone una secuencia de crecimiento del Edificio A, la cual de acuerdo con sus observaciones estaba dividida en tres fases con una lógica similar a la que Rowe utilizó veinte años después, interpretando cada junta en el Edificio A como una etapa constructiva. Tello redondea sus interpretaciones en “Origen y Desarrollo de las Ci vilizaciones Prehistóricas Andinas” desarrollando diversas líneas de difusión de la civilización derivadas de Chavín. No solo Chavín es importante por ser la expresión civilizatoria más antigua del país, sino también porque la primera divinidad andina moró en su templo, expandiéndose al resto de los Andes 22. En 1945 un aluvión cubre totalmente a Chavín. Ante esta situación destaca un contingente humano, liderado por Marino Gonzáles, destinado a iniciar labores de limpieza y reexcavación. Marino Gonzáles se mantuvo activo realizando di versas intervenciones. Descubre en 1958 el Canal de Rocas, que es el drenaje principal del centro ceremonial [veáse cap. 4.3]23. En 1959 Manuel Chávez Ballón, realiza conjuntamente con Marino González, excavaciones arqueológicas en la fachada norte del Edificio A con la intención de ubicar una portada similar a la portada principal de la fachada este [fig. 105] del Edificio A, en su
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Chavín de Huántar
lugar descubre la entrada a una nueva galería, la Galería de las relativas, y definir la extensión del asentamiento 28. Guiado por Escalinatas24. Como parte de los trabajos de excavación en esta estos objetivos, realiza excavaciones distribuidas en la periferia galería se descubre otra, la Galería de las Alacenas. Con toda del ceremonial, confirmando lo expuesto por Rivero en 1840 29. seguridad González realizó mayores intervenciones pero lamen- Burger identifica tres grandes momentos en base a la naturaleza tablemente no se tiene una idea de la magnitud de las mismas. de la cerámica recuperada en sus excavaciones (Urabarriu, El estado del conocimiento sobre C havín de Huántar a Chaquinani y Janabarriu), relacionando estas tres fases con las la muerte de Tello en 1947 puede ser resumido de la siguiente tres fases o etapas de crecimiento arquitectónico planteadas manera: a) Primer centro ceremonial construido durante la pri- por John Rowe en 1962. Establece los límites cronológicos de mera época de la prehistoria andina a los 1000 a.C., b) Lugar de la ocupación en Chavín entre los 900-200 a.C. en base a diez feresidencia del dios creador del mundo andino, c) Centro de dis- chados radiocarbónicos. persión cultural de la civilización andina, d) Construido al menos En 1982 se realiza una nueva intervención arqueolóen tres etapas constructivas. gica en Chavín de Huántar, dirigida por el arqueólogo Federico En el año 1961, John Rowe realiza una visita al centro Kauffman Doig, gracias al apoyo de la Fundación Volkswagen de ceremonial. Al igual que Tello, propone que las juntas arquitec- Alemania y la co dirección de Francisco Iriarte. Inicia sus trabatónicas presentes en la fachada este del Edificio A, estarían jos en 1982, publicando un informe dedicado a las labores de marcando diferencias cronológicas al interior del monumento. mapeo de fachadas y galerías 30. Propone –al igual que Tello– la existencia de tres momentos consEn 1985 Burger propone que el concepto de cultura tructivos en Chavín de Huántar. La diferencia fundamental, es madre sea remplazado por el concepto de Chavín como síntesis. que Rowe incluye el resto de los edificios de Chavín en su secuen- La investigación y reconocimiento de sitios costeños anteriores a cia, mientras que Tello tan sólo se refiere al Edificio A. Rowe no Chavín de Huántar reconoce la presencia de elementos arquitecsolamente analiza la relación espacial de los componentes arqui- tónicos similares a los de Chavín por lo que se plantea que en tectónicos sino también retoma el análisis iconográfico realizado Chavín se da una síntesis de las tradiciones culturales existentes por Tello en 1923, estableciendo una secuencia iconográfica de hasta ese momento 31. En 1988 propone que la fase identificada cuatro fases a saber: AB, C, D y EF [véase cap. 4.2]25. como Janabarriu en Chavín como el marcador del Horizonte En 1966 Lumbreras realiza excavaciones en el atrio Chavín, de tal modo que una categoría cronológica, específica del Templo Viejo y en la Galería de las Ofrendas ubicada en el para un sitio, es extrapolada como una categoría panandina 32. lado norte del mismo atrio. En el atrio se descubre una plaza Antes de proseguir es necesario resumir el estado de circular rodeada de grabados [fig. 115; véase cap. 4.5], mientras la cuestión: a) los límites cronológicos del centro ceremonial que en la Galería de las Ofrendas, se realiza el hallazgo de un Chavín se encuentran entre los años 390-200 a.C.; b) Las tres contexto cerrado conformado por 681 vasijas de cerámica, 191 etapas de crecimiento arquitectónico definidas por Rowe (y antirestos óseos humanos y 171 artefactos no cerámicos entre otros cipadas en veinte años por Tello) se relacionan con las etapas objetos [cat. nos. 125-163] 26, identificándose nueve estilos cerámi- cerámicas definidas por Burger; c) Chavín representa la síntesis cos en la gal ería [cat. nos. 125-158]: Dragoniano, Ofrendas, Qoto- cultural de las diversas sociedades que la antecedieron; d) la pukyo, Floral, Puca Orqo, Mosna, Wacheqsa, Raku y Puksha. De etapa de apogeo de Chavín se desarrolló entre los 390–200 a.C.; estos estilos los cuatro primeros han sido reconocidos como loca- e) esta etapa tuvo influencia en el resto del territorio andino, les mientras que el resto como foráneo a Chavín, este último lote dándose una profusión de artefactos relacionados con Chavín. conforma el 27% del total de la cerámica registrada en la galería Con la intención de elaborar un mapa tridimensional [véase cap. 4.5]. Los estilos foráneos procederían en su mayoría de Chavín, John Rick inicia trabajos en 1996. En este proceso de de la costa norte lo cual nos indicaría una presencia muy fuerte digitalización de la arquitectura de Chavín, nota que el centro de pobladores de esta región geográfica en Chavín de Huántar 27. ceremonial presenta una complejidad mayor a la planteada por Lumbreras además de intervenir en el Atrio del Templo Viejo y John Rowe. A fin de ampliar los detalles del modelo tridimensiola Galería de las Ofrendas, realiza una intervención menor en nal, Rick realiza pequeñas excavaciones con la finalidad de evala Galería de las Caracolas, ubicada en el lado sur del atrio luar la hipótesis de crecimiento arquitectónico 33. del Templo Viejo. Al mismo tiempo Silvia Kembel investiga directamenEn 1973 Rosa Fung inicia excavaciones arqueológicas te el crecimiento arquitectónico del sitio realizando un extenso en el sector Wacheqsa, en el sitio denominado La Capilla ubicado análisis de la disposición tridimensional de las galerías de en la ribera norte del río Wacheqsa y en la Galería del Loco, ubi- Chavín concluyendo que: el centro ceremonial de Chavín de cada en el Edificio C. Las excavaciones realizadas por ella perma- Huántar fue construido en cinco etapas, quince fases y cincuennecen hasta el momento inéditas. taiún eventos constructivos, la secuencia constructiva planteada En 1975 Richard Burger inicia excavaciones en por John Rowe es inviable, la construcción debió haberse iniciado Chavín en un intento por desarrollar cronologías absolutas y alrededor de los 1500 a.C. cesando las funciones del mismo a los
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500 a.C. [véase cap. 4.3], y que la fase Janabarriu está relacionada con el centro ceremonial. Estos planteamientos obligan a repensar lo planteado por Burger en los siguientes puntos, a) si la secuencia arquitectónica de John Rowe no es útil, la relación secuencia ceramográfica-secuencia arquitectónica planteada por Burger tampoco es útil; b) si la construcción se inició alrededor de los 1500 a.C., fue contemporáneo con los centros ceremoniales de la costa, razón por la cual la idea de “Chavín como síntesis” no tendría mayor asidero y tendría que ser descartada de plano; c) Chavín de Huántar ya no funcionaba como centro ceremonial durante la fase de apogeo planteada por Burger de 390-200 a.C. [véase cap. 4.3]. Las investigaciones de John Rick prosiguen en el centro ceremonial, cambiando un tanto de orientación. La nueva complejidad arquitectónica descubierta en Chavín de Huántar le hace reflexionar con respecto a los mecanismos de poder y autoridad que se ejercieron en Chavín y fueron capaces de movilizar a un importante contingente de personas en la construcción del centro ceremonial. En términos de interpretación arqueológica, los trabajos de John Rick tienen la intención de investigar la naturaleza del poder y autoridad en Chavín de Huántar [véase cap. 4.4]. Rick plantea que en Chavín la autoridad se derivaba de la manipulación de prácticas shamánicas. De acuerdo con observaciones etnográficas, los shamanes sirven a la sociedad, no ostentan posiciones de poder y desarrollan diversas actividades de subsistencia como cualquier otra persona del grupo social. De acuerdo con Rick, las autoridades de Chavín se presentaron como herederos de una tradición shamánica, pervirtiéndola para ser virse en lugar de servir, creando una fachada en la cual se pretende que continúan las mismas tradiciones antiguas cuando en realidad la perversión del sistema hace que los encargados se beneficien directamente34. En el año 2007 se presentan dos tesis doctorales referentes a Chavín de Huántar, la primera llamada Intrasite
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la población residente en La Banda mantuvo con el centro ceremonial37. Ya en el año 2010 la ubicación cronológica de Chavín de Huántar es esclarecida en gran parte, gracias a la presentación de una secuencia de ochenta y tres fechados radiocarbónicos, los cuales consolidan la hipótesis de funcionamiento del centro ceremonial entre los años 1200-500 a.C. 38. Estableciéndose claramente que la fase Janabarriu en realidad corresponde a una etapa fechada entre los 900-500 a.C., integrándose a la época de mayor construcción arquitectónica de Chavín de Huántar.
de Huántar como el origen de la civilización andina y al mismo tiempo como el lugar a partir del cual se gesta la nación o peruanidad. Tello es bastante explícito y directo en este planteamiento y utiliza un razonamiento deductivo para elucidar el problema de los orígenes de la civilización andina. El concepto de cultura madre se mantiene en la arqueología andina, ya no en Chavín, sino en los desarrollos complejos del periodo previo al Formativo. La necesidad de utilizar al pasado para llenar un vacío que no puede ser colmado en el presente, habiendo transcurrido casi un siglo desde la publicación de Wiracocha, es un indicador de que los problemas de identidad en el Perú siguen siendo los mismos de hace casi cien años y que no podrán ser resueltos desde la arqueología. Es interesante reflexionar sobre las causas y motivos que guían al estudio del pasado, los cuales deben de evadir las rutas de los usos políticos y más bien centrarse en aplicar rigurosas metodologías y perfeccionar los mecanismos de interpretación de la evidencia arqueológica. Al escapar Chavín del discurso fundacional, se ha retomado la rigurosidad que debe de guiar toda investigación arqueológica. Cuando las agendas políticas anteceden a las evidencias y se sale de lo estrictamente arqueológico, se difumina la comprensión arqueológica en varias aristas, perdiéndose lo esencial en la práctica arqueológica: los datos y evidencias. Los usos políticos del pasado podrían ser entendibles en cuanto no sean realizados por arqueólogos, quienes tienen una responsabilidad mayor, un compromiso académico muy por encima de cualquier agenda política. En tal sentido es reconfortante que Chavín de Huántar haya escapado de esta espiral, lo cual ha permitido la práctica de una arqueología libre de compromisos y agendas políticas, llena de mayores datos y evidencias.
Epílogo Las investigaciones en Chavín de Huántar prosiguen hasta la fecha, habiendo cambiado muchas de las interpretaciones originales que guiaron el modo de comprender al sitio. Se podrían establecer tres líneas de interpretación que transcurren por senderos diferentes pero no tan lejanos: a) empírica, b) científica y c) política. La primera línea está relacionada con aquellos que sin mayor entrenamiento en el estudio del pasado, a partir de elementos puramente empíricos intentaron establecer función, cronología y extensión en Chavín de Huántar. En este grupo destacan principalmente Rivero y Middendorf. Ambos intentaron explicar Chavín de Huántar más allá de las 7 hectáreas de núcleo arquitectónico. Las excavaciones llevadas a cabo hasta el momento han confirmado que la extensión del centro ceremonial excede la del núcleo monumental y que la influencia de Chavín fue bastante intensa en la costa de los Andes Centrales. Middendorf es crucial en este sentido, a partir de la observación de diversos restos monumentales en la costa, llegó a la conclusión de que sitios como Chavín debieron de haber existido en diversas regiones, y que estaban entrelazados a partir de un sistema político en común. Este planteamiento, antecede en casi cien años a los conceptos de peer polity que son utilizados para explicar la diversidad de centros ceremoniales durante el periodo Formativo en los Andes Centrales39. Por otra parte, la línea de investigación, pasa por esquemas de historia cultural como los de Bennett y Burger, marxistas como el de Lumbreras, cuya forma de interpretación de los datos está inspirada en el materialismo histórico, y positi vistas como el de Rick y asociados, mientras que la línea de investigación de Tello es difícil de clasificar debido al intenso tinte político que ha teñido sus interpretaciones. El uso en las últimas décadas de métodos analíticos de análisis arquitectónico, ceramográfico, estratigráfico, radiocarbónico, paleobotánico y geomorfológico inciden en la maximización del dato y la inferencia de modelos. La complejidad del centro ceremonial demanda la utilización de aproximaciones metodológicas que puedan registrar e interpretar esa complejidad, lamentablemente el uso de aproximaciones tradicionales tienden a ser unidimensionales y no son apropiadas para entender a cabalidad el complejo. La línea política está relacionada con los intentos de ubicar a Chavín
Spatial Organization at Chavín de Huántar during de Andean Formative: Three Dimensional Modeling, Stratigraphy and Ceramics35 y Geomorphologic and Sociopolitical Change at Chavín de Huántar36. En la primera se aborda la naturaleza de las ocupa-
ciones de época Chavín en el denominado sector Wacheqsa, presentándose evidencias de ocupaciones domésticas, probables talleres de producción artesanal, canales o espacios por donde transcurrió agua probablemente derivada del río Wacheqsa, y de una extensa área de desechos producida por banquetes y festines. En la segunda se examinan detalles del paisaje construido alrededor de Chavín como parte de un diseño a gran escala concebido por las autoridades del centro ceremonial con la finalidad de obtener prestigio entre aquellos que usufructuaban los servicios del mismo. En el año 2010, Matt Sayre entrega su tesis de doctorado Life Across the River: Agricultural, Ritual, and Production Practices at Chavín de Huántar, Perú, en la cual examina las complejas relaciones de intercambio, producción y ri tualidad que Fig. 69 Vista del Callejón de Conchucos desde el norte. Fotografía de 1940
Fig. 70 Vista del centro ceremonial de Chavín de Huántar desde la ribera derecha del río Mosna. Nótese el corte del Edificio E en primer plano,
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Fig. 71 Dibujo del Lanzón monolítico
CHAVÍN
Chavín de Huántar
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Fig. 72 Detalle del corte del Edificio E. En la oquedad casi a nivel de la base, es donde Tello encontró la fragmentería
Fig. 73 Trabajos de recanalización del río Mosna. Fotografía de 1941
Fig. 74 Excavaciones y limpieza en el lado sur de la fachada este del Edificio A. Fotografía de 1941
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4.2
EL ARTE DE CHAVÍN: PRECURSORES Y DESARROLLO TEMPRANO Henning Bischof
CHAVÍN
139
En los íconos de Chavín, el foco de la experiencia religiosa, lo sa-
desarrolladas en el Perú. Él justificó la contemporaneidad supuesta de las culturas Chavín y Mochica del mismo modo que Tello lo hiciera en un principio, refiriéndose a la cerámica mochica que tenía como base modelos Chavín: la cerámica a la cual John H. Rowe posteriormente interpretó como un “arcaísmo” temprano9. A partir de similitudes formales aisladas, Uhle sospechó que detrás de todo esto yacía la influencia de Mesoamérica, especialmente de la esfera Maya que, según su hipótesis, llegó al Perú a través de Ecuador 10. A diferencia de Tello, Uhle no fue el único postulando influencias mesoamericanas. Por ejemplo, el investigador estadounidense Alfred L. Kroeber distinguió dos estilos, un Chavín N —por “Nasca”—, representado por la Estela Raimondi, y un Chavín M —por “Maya”11— que comprendía las demás esculturas ilustradas por Tello; sin embargo, Kroeber ace ptó que era posible que la impresión de una similitud tal vez se debía únicamente a un nivel comparablemente alto de calidad escultórica. Por falta de fechados absolutos, las discusiones descansaban íntegramente sobre comparaciones iconográficas, impresiones estéticas y teorías rivales del arte durante décadas; independientemente de los intentos realizados para alcanzar una mayor claridad mediante una evaluación seria del material 12. A medida que las investigaciones arqueológ icas iban avanzando, la supuesta existencia de lazos culturales entre Mesoamérica y la región de los Andes Centrales, sostenida por largo tiempo, fue asumiendo una naturaleza distinta. Gracias a los nuevos datos provenientes de las excavaciones, en el Perú, los argumentos de Tello a favor de la posición temprana de Chavín como “cultura matriz” de los Andes Centrales fueron adquiriendo mayor aceptación13. En México, el descubrimiento de la cultura Olmeca parecía indicar la presencia de un desarrollo paralelo. En efecto, la reconfiguración de las sociedades que subyacían al desarrollo cultural más alto que prestó a ambas regiones su naturaleza distintiva, parecía haber dado origen espontáneamente a los “grandes estilos artísticos” tanto en Mesoamérica como en el Perú 14. Donald W. Lathrap apuntó al bosque tropical lluvioso, presente en ambos casos —según se manifestaba en la fauna y en las plantas cultivadas representadas en el Obeli sco Tello—, y a la posibilidad de que antes de las esculturas líticas hubiese un arte, hoy perdido, elaborado sobre soportes orgánicos tales como madera, mates y tejidos 15, refiriéndose a los hallazgos del Formativo Inicial realizados en Huaca Prieta, en la costa norte del Perú. Incluso la noción antigua de la importación cultural transpacífica fue revivida ocasionalmente, incluyendo algunos motivos individuales de Chavín 16, como el caso de las figuras agnáticas de Chavín —seres sobrenaturales que carecen de mandíbula inferior— que Uhle ya había vinculado con las máscaras taotie del periodo Zhou en China 17.
grado, alguna vez se manifestó en sus aspectos de lo sublime ( au gustum), el “misterio que evoca el temblor” ( mysterium tremens) y lo que atrae de modo ambivalente ( fascinans)1. Luego de un largo periodo de relativa oscuridad, y en última instancia de olvido, a mediados del siglo XIX el arte Chavín nuevamente recuperó su poder para fascinar, esta vez a través del misterio de su existencia como testigo de una cultura prehistórica desconocida, cuyo complejo diseño y perfección tecnológica despertaron una admiración espontánea.
Intentos de orientación Los viajeros de varios países, entre ellos Mariano E. de Rivero, Antonio Raimondi, Charles Wiener y Ernst W. Middendorf fueron los primeros en informar acerca de la existencia del complejo de Chavín y sus monumentos 2. Rivero y el investigador suizo Johann Jakob von Tschudi publicaron el que probablemente fue el intento más temprano de ilustrar una escultura Chavín 3. Luego, a partir de 1874, los propios habitantes de Lima, la ciudad capital, pudieron admirar una obra maestra de Chavín, la Estela Raimondi [fig. 6]. El estudio de José T. Polo en 1891-1892 constituyó el primer intento dedicado especialmente a una obra de arte Chavín 4. Casi al mismo tiempo Middendorf presentó una descripción detallada de la escultura, siguiendo un enfoque comparativo 5. Max Uhle (1856-1944) también se interesó por la Estela en varias ocasiones; vio la existencia de un vínculo entre ella y la cerámica pintada del periodo Nasca Medio, en tanto que otros investigadores encontraban que los profusos elementos de diseño recordaban más el estilo posterior, conocido como Nasca “prolífero”. “Dicen los rumores que todavía hay piedras similares enterradas en el suelo de Chavín”, escribió Uhle 6, lo que quedó confirmado un año más tarde durante la expedición dirigida por el investigador peruano Julio C. Tello (1880-1947). De los muchos descubrimientos realizados por Tello, figuró en los debates polémicos del siguiente periodo el Obel isco Tello [figs. 5, 116], que fue llevado a Lima en 1919, y —con menor frecuencia— el Lanzón monolítico, dejado in situ [figs. 4, 117]. Esas discusiones giraron en torno a la relación de las esculturas entre sí, su relación con otras culturas y, no menos importante, las preguntas sobre su origen y derivación. Tello dio el nombre de Chavín al complejo cultural que Middendorf había esbozado vagamente tomando el nombre de su sitio principal7; también defendió consecuentemente su origen local partiendo de la cultura ll amada por él “Huaylas”, cuyas esculturas y cerámica eran más toscas, y señalando la presencia de influencias procedentes de las tierras bajas tropicales del Amazonas8. Uhle, en cambio, concentrándose únicamente en las principales obras escultóricas derivó el arte Chavín del periodo medio de la cultura Nasca y de la cultura Mochica Temprano, que para él eran por ese entonces las dos culturas de mayor antigüedad
Chavín de Huántar
Intentos de seriación Por más fascinantes que hayan sido estos amplios panoramas, no era posible efectuar ningún avance concreto mientras no se contaba con cronología bien fundada basada en puntos determinados de referencia, en este caso, de las esculturas mismas. Rowe marcó un hito cuando asoció unas esculturas con la historia constructiva del templo principal de Chavín de Huántar, alineando sus rasgos iconográficos con la secuencia cerámográfica de Paracas, del sur del Perú. En la versión final de su trabajo Rowe elig ió algunas losas de la cor nisa que mostraban aves de presa (cat. no. 113) como esculturas de referencia de su fase AB, su periodo estilístico más temprano, y ya no como antes a los motivos de jaguar hallados en otra parte de la cornisa 18. Al Lanzón [fig. 4] que ocupa un lugar central en la que sigue siendo la parte más temprana de Chavín, trataba con ciertas reservas, suponiendo que todas estas esculturas formaban parte de lo que él llamó “ Old Temple” (Templo Viejo)19. Las investigaciones actuales en torno a la historia constructiva de esta sección central de Chavín demuestran un cuadro más diferenciando 20. La fase C de Rowe está representada por el Obelisco Tello [fig. 5], cuyo e mplazamiento original se desconoce, y su fase D por el conjunto del Portal Blanco y Negro [fig. 105], el cual fue erigido después de la ampliación final del templo principal en el nuevo centro de su fachada oriental. Según Rowe, la fase D correspondía a la fase Ocucaje 4/5 de la cerámica Paracas21. Rowe colocó la Estela Raimondi al final de la secuencia como la pieza principal de la fase EF, una escultura también sin contexto arquitectónico conocido [fig. 6]. Rowe y su grupo llegaron a una comprensión de la estructura formal del ar te Chavín, y su metafórica basada en las representaciones de depredadores. Peter G. Roe buscó sustanciar la propuesta de Rowe mediante un detallado análisis iconográfico y complementarla con materiales adicionales22. Sus dos cuadros muestran la distribución de ciento cuarenta y ocho elementos estilísticos entre un total de ciento cincuenta y cinco obras de arte analizadas, ochenta y nueve de las cuales provenían de Chavín y su vecinidad inmediata, sin incluir las cabezas clavas que alguna vez estuvieron empotradas en la fachada del templo principal. Sin embargo los resultados que los cuadros dan, no sustentan una base firme para la colocación de los materiales adicionales. Además, su definición de los rasgos individuales no tomaba en cuenta algunos que posteriormente mostraron ser importantes, y en cambio asignó un peso inapropiado a otros. Por último, Roe evidentemente asumió que en Chavín no había esculturas más tempranas que aquellas que Rowe describiera. Fue así que postuló, por ejemplo, el desarrollo de una forma frecuente de representación del ojo que va contra su evolución real23. En un segundo trabajo, Roe aplicó su método a descubrimientos recientes. Sugirió así que las esculturas de la Plaza Circular, ubicada delante de la sección central del Templo Viejo de Rowe, debían ser consideradas como el grupo de referencia
140
CHAVÍN
de una fase B separada de Chavín 24. Volveremos más adelante prehispánico. Rafael Larco Hoyle (1901-1966), un hacendado de sobre este punto. la costa norte interesado por la arqueología, propuso, contra Hasta ahora el último intento para esbozar el desarro- la feroz oposición de Tello, que el origen del arte Chavín debía llo dentro del estilo Chavín fue realizado por Alan R. Sawyer y buscarse en la costa. Larco basó su postura en numerosos hallazMaureen E. Maitland. Sus periodos I (= la fase AB de Rowe) y II gos de tumbas en el valle pequeño y seco de Cupisnique, especial(= la fase D, con ciertas piezas EF) se basaban más en el tipo de mente de botellas numerosas de cerámica decoradas con rasgos trazo en el arte lítico y en las calidades artísticas en general que Chavín32. Su conclusión se vio apuntalada por los descubrimienen elementos iconográficos individuales. Su periodo I incluía los tos arquitectónicos que Tello hiciera en el valle de Nepeña, entre relieves de la Plaza Circular como patrón de referencia de la fase ellos, Larco identificó correctamente a Punkurí y sus esculturas C, desplazando así al Obelisco Tello. En cuanto su periodo Chavín de barro pintadas, como un sitio ceremonial temprano de la época Tardío (III), los autores afirman que la “fase III es difícil de defi- antes de Chavín 33. nir debido a la diversidad del estilo en sus monumentos principaEsta mirada hacia el oeste no descuidó los importanles”25. Esto no sorprende, puesto que además de los restantes tes motivos pictóricos —e indudablemente religiosos— de Chavín, ejemplos de la fase EF de Rowe/Roe, este periodo también debía que incluían caimanes, anacondas, águilas arpías, monos y jaguaincluir la Estela Raimondi, el Obelisco Tello y el Obelisco res, lo que, según la opinión más ampliamente sostenida, apuntaGotush26. Sawyer y Maitland, además, no tomaron en cuenta la ba hacia el bosque tropical al este 34. Con sus trabajos en el alto posible existencia de antecedentes del Lanzón. valle de Zaña, el arqueólogo norteño Walter Alva fue el primero en hacer notar a los expertos que en el Perú septentrional el llu vioso bosque tropical montano, que proporciona un hábitat para La búsqueda de los orígenes algunos de estos animales, también se extiende a lo largo de las Richard L. Burger y Lucy Salazar consideran que la cultura faldas occidentales de los Andes. Pero, a diferencia de los bosques Chavín no se deriva de una sola región de origen, sino que incor- tropicales al este de la cordillera, el valle alto de Zaña cuenta con pora más bien elementos provenientes de diversas fuentes 27. Si una arquitectura monumental formativa, con edificios de piedra bien esto puede ser también cierto para el arte, sigue siendo ne- y cerámica fina. A la base de estos datos arqueológicos, Carlos G. cesario identificar sus modelos concretos o las tradiciones que le Elera exploró la contribución de esta región al surgimiento de la precedieron. cultura Cupisnique, emparentada con Chavín 35. Los caimanes En este sentido las excavaciones realizadas por los ja- también son nativos del norte peruano y de la cuenca del Guayas poneses cerca de Huánuco, al sudeste de Chavín, en la década de al sur de Ecuador; esto cae bien adentro de la región donde se 1960, abrieron nuevas perspectivas [véase cap. 3.2]. Aunque en comercializaban conchas de Spondylus, las cuales ya tenían una Kotosh, el sitio principal, no había niveles de C havín Temprano, gran importancia ritual en el temprano periodo Chavín. Desde en el sitio vecino de Shillacoto sí se hallaron tallas de hueso con aquí también era fácil alcanzar la lluviosa región tropical andina rasgos Chavín en una tumba de la fase Kotosh 28. Esta fase tiene alrededor de Zamora, en el Ecuador meridional, donde se hallauna fecha estimada de 1200-900 a.C. 29 y se entrecruza con el ron vasijas tempranas de piedra tallada y botellas de cerámica inicio de las construcciones y del arte lítico en Chavín, donde se tipo “asa estribo”, una forma característica de la cultura Chavín/ encuentran vasijas de tipo Kotosh en el contexto de la llamada Cupisnique [véase cap. 5.1]. Pero debemos tomar en consideracerámica Urabarriu, la más temprana encontrada en el lugar 30. ción que la pregunta en torno al origen de la cultura Chavín es Por tanto, los motivos que aparecen repentinamente en las tallas diferente en la medida en que e sta región mantuvo contactos dien hueso de Shillacoto no pueden simplemente ser considerados rectos con las tierras bajas tropicales al este, por ejemplo a través como antecedentes del estilo Chavín, más bien podrían reflejar la de Yauya, en la provincia de Áncash, donde la estela homónima, influencia de Chavín. Chiaki Kano también prestó atención a la otra gran obra escultórica Chavín, muestra una pareja de caimaprecedente fase Wairajirca (1600/1500-1200 a.C.), puesto que los nes, lo que posiblemente no resulta nada casual 36. felinos —jaguares y pumas— tienen un papel importante, tanto en el arte Chavín como en la decoración alfarera Wairajirca 31. Con sus cabezas-rostro esquematizadas y bandas ornamentales geométricas en el estilo de algunas tradiciones de las tierras bajas tropicales del Amazonas,Wairajirca ofrece, a pesar de todo, un aspecto distinto por completo, independientemente de si este u otro elemento decorativo también haya aparecido en Chavín. En ausencia de hallazgos convincentes en la sierra y en las tierras bajas al este, la atención se desplazó hacia el oeste, a las costas del Pacífico, con su tradición rica de arte figurativo
Chavín de Huántar
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Vías para salir de la oscuridad: El arte precerámico del Formativo Inicial A partir de una sugerencia hecha por Yoshio Onuki 37 en la reunión celebrada como preparación de esta exhibición, se decidió adoptar el término “Periodo Formativo Inicial” como denominación de la última fase de la época precerámica, a fin de hacer justicia así a los logros culturales cada vez más distinguibles que se dieron entre el cuarto y el segundo milenio a.C. “Arcaico Tardío” o “Arcaico Final”, términos habitualmente utilizados para este periodo, serían entonces aplicables únicamente a la época anterior a 3500 a.C. Gracias a las excelentes condiciones de conservación existentes en la costa del desierto peruano, Junius B. Bird, Frédéric A. Engel, Terence Grieder y Ruth Shady lograron pintar un cuadro ricamente detallado de esta cultura temprana — entre 2600 y 1600 a.C.— en los sitios del Formativo Inicial en Huaca Prieta (valle de Chicama), Asia (valle de Omas), La Galgada (valle de Tablachaca) y Caral (valle de Supe) 38. El arte textil mostró haber estado particularmente bien desarrollado junto a los pocos objetos figurativos hechos con hueso, conchas de moluscos, madera, mates, arcilla no cocida y algún tipo de material modelable. El estilo heráldico - obras de textiles y de arte portátil
A diferencia de las pinturas “narrativas” de cuevas y abrigos rocosos —cuya antigüedad, en el Perú, solamente puede verificarse en unos cuantos casos39—, el arte textil de Huaca Prieta, La Galgada y Asia se caracteriza por su naturaleza simbólica, la estilización estrictamente heráldica de los motivos animales y las representaciones humanoides, así como por principios estructuradores como la simetría y el cambio de dirección rítmicos40. Las representaciones de aves son las imágenes que encontramos con más frecuencia, entre ellas cóndores con las alas extendidas [véase el cap. 2.1; fig. 13], parejas de aves y loros “sentados” vistos de lado y unidos para dar forma a motivos simétricos [fig. 75], seguidas por serpientes, unos cuantos felinos pequeños o zorros sin colmillos distinguibles, un murciélago, así como peces, langostinos, cangrejos y la “serpiente dentada”, que en realidad es un gusano marino. Algunos de estos animales también aparecen en combinación41. Este desarrollo de un grupo de imágenes fuertemente estilizadas, cuyos motivos —fundamentalmente representaciones de animales de la costa— se repiten muchas veces a lo largo de los bordes decorativos de ancho variable, habría de caracterizar al arte antiguo peruano bidimensional durante los siguientes cuatro mil años. Únicamente la serpiente bicéfala en forma de S es inmediatamente reconocible como un ser mítico; sin embargo, en tres de cuatro casos las figuras humanas se encuentran asimismo asociadas con el ámbito mítico, tal como lo indican sus atributos. En Huaca Prieta, por ejemplo, la figura izquierda de un par
de figuras humanas sostiene un símbolo que cruza su cuerpo semejante a una barra y que se parece a una serpiente de dos cabezas, comparable con lo que se ve en las posteriores imágenes Chavín [fig. 76]42. La figura de la derecha, posiblemente femenina, parece estar orinando, lo que a su vez la haría un arquetipo de una divina “madre fuente”: un tipo de deidad que aún existía en las creencias del siglo XVII. Las figuras complejas que se han conservado fragmentariamente en textiles de La Galgada, probablemente también puedan situarse en contextos míticos. Ellas constan de elementos que por parte son antropomorfos y por parte geométricos, y se las realzó con las características cabezas convencionales de ave o “serpientes sonrientes”. En dos textiles vemos serpientes de este tipo combinadas c on formas humanas: un antecedente de las criaturas compuestas humano-animales de Chavín y Paracas43. Hay varios ornamentos geométricos raros, entre ellos algunos llamativos patrones escalonados y dentados, en tanto que los motivos de plantas faltan por completo. Los motivos animales y de máscaras rigurosamente estilizados, que se ven en los pequeños hallazgos figurativos, siguen los principios fundamentales de los diseños textiles [fig. 77]. El objeto más antiguo que se conozca, datado en la primera mitad del tercer milenio a.C., podría ser el tazón de madera tallado con figuras de sapos procedente de la Huaca de los Sacrificios, en Áspero. Particularmente digno de mención es un grupo de flautas de Caral hechas de huesos de cóndor y pelícano, que lucen soberbios motivos incisos de monos, aves y máscaras44. Los treinta y dos instrumentos se encontraron en una Plaza Circular Hundida usada para fines rituales; exactamente qué tipo de ritual se celebraba queda tal vez mejor ilustrado con el grupo de animales —probablemente monos— con instrumentos de viento perforados punto por punto en una plaquita de hueso hallada en Asia [fig. 78] 45. Dos pequeños mates con tapas, provenientes del entierro 903 de Huaca Prieta (Chicama), con representaciones de felinos, hicieron que varios autores postularan la influencia de la cerámica Valdivia, de las costas ecuatorianas del Pacífico; sin e mbargo, este supuesto resultó errado 46. En su lugar, el descubrimiento de algunos tazones de piedra pulida con diseños en r elie ve en la región de Zamora (Ecuador meridional), hizo que sea aconsejable reconsiderar la influencia de las regiones tropicales húmedas de los Andes del sur del Ecuador, puesto que motivos tales como la “serpiente sonriente”, en combinación con las características cabezas de aves de rapiña de perfil, demuestran conexiones de larga distancia al sur hasta La Galgada, cerca del alto río Santa47. El fechado radiocarbónico de aproximadamente 2000 a.C. coincide en ambos lados. Las figurinas antropomorfas de barro no coc ido, conocidas de varios sitios de la costa central del Perú, sobre todo de Caral, así como de Kotosh (2400-1600 a.C.), en la sierra, podrían estar ligadas a influencias norteñas 48 que apuntan en última instancia hacia el sitio ecuatoriano de Valdivia. Su peinado y vestimenta tal vez indiquen diferencias de rango o de estatus 49.
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Un objeto que resalta entre los muchos hallazgos realizados en Caral es una pareja de figurillas pintadas y sumamente expresi vas: un hombre y la que claramente es una mujer de alto rango. Esculturas arquitectónicas y pinturas murales La imagen
CHAVÍN
Un proceso aparte tuvo lugar en la región de Casma/ Nepeña, en la costa nor-central. Lo que distingue en particular al centro ritual de Cerro Sechín (en el valle de Casma) de los demás sitios mencionados arriba, son aquellos rasgos iconográficos específicos que comparten con las esculturas C havín. Tello, que descubrió la plataforma central revestida de piedra en 1937, creyó que era posterior a Chavín54; Larco Hoyle, en cambio, pensaba que era anterior55. Durante largo tiempo, el debate en torno a su fechado no fue concluyente. En 1978 diseñé un proyecto de investigación que buscaba resolver esta cuestión, en colaboración con el arqueólogo peruano Lorenzo Samaniego56. Resultó que el edificio central de Cerro Sechín y sus cuatro fases de construcción datan de la última época del Formativo Inicial, alrededor de 2100-1800 a.C.57, mientras el estilo heráldico dominaba todavía en otros lugares. Sobre esta base se podía intentar definir los rasgos básicos de la historia del arte Pre-Chavín.
evolutiva de una cultura de pescadores y agricultores, estructurada de modo relativamente simple, persistió durante algún tiempo. El descubrimiento del precerámico “Templo de las Manos Cruzadas” en Kotosh, de la fase Mito [figs. 60, 79], resultó por ello bastante sorprendente para los expertos; probaba, después de todo, que una arquitectura y escultura parietal sumamente desarrollada habían existido ya alrededor de 2000 a.C. 50. Hoy en día sabemos que el descubrimiento de Kotosh no fue un caso aislado, sino más bien —al menos en lo que se refiere al arte en relieve— un ejemplo algo modesto en comparación con los edificios de Punkurí (Nepeña), Cerro Sechín y Sechín Bajo (Casma), así como San Juanito (Santa) y Buena Vista (Chillón), todos los cuales datan entre 2500 y 1600 a.C. Dado el estado actual de las investigaciones, aún El estilo Punkurí La entrada a la cella (el recinto central) de la no se sabe si las esculturas en barro y las pinturas murales de primera fase de construcción de Cerro Sechín está flanqueada Ventarrón (cerca de Chiclayo), que con seguridad provienen del por pinturas de pumas [fig. 47]. Sus rasgos principales se re piten Formativo Inicial, forman parte de la misma esfera cultural, o en una escultura polícroma de puma en el vecino valle de Nepeña, más bien de su propia tradición norteña peruana [véase cap 2.4]. que por lo tanto presumiblemente data del mismo periodo, alreUn grupo de peces modelados burdamente en el enlucido de la dedor de 2100 a.C. [fig. 81]. Esta figura de puma se encuentra en fase de construcción 1 [fig. 31], y un venado cogido en redes fijas la escalinata principal de la plataforma del templo de Punkurí pintadas en un mural polícromo en la construcción de la fase 2 (fase de construcción 3), la cual fue trabajada mayormente con [fig. 33], tratan temas que se repetirían posteriormente en Gara- adobes cónicos, el mismo método usado en las tres primeras fases gay (Lima) o incluso en el arte Mochica 51. El descubrimiento for- de construcción de Cerro Sechín58. Una columna pintada de rojo, tuito de algunos relieves en barro difícil de fechar en Sorcape amarillo y negro de la fase de construcción anterior, la fase 2, (valle de Chicama), prueba que los murales tempranos del norte tiene bandas con cangrejos estilizados similares a los que figuran peruano se daban con mayor frecuencia de lo que actualmente sobre un textil de Huaca Prieta del Formativo Inicial 59. Por parecería. El cuarto en Sorcape tiene al menos seis relieves simi- último, la fase de construcción 1, la más temprana, presenta los lares de peces que recuerdan vagamente a los r elieves en barro de célebres relieves pintados en la fachada de la entrada, visibles la tercera fase de construcción de Cerro Sechín (Casma) 52. desde lejos, que representan una deidad de tipo animal en posiMucho más al sur se encuentran las esculturas impre- ción horizontal [fig. 82]. Asumiendo que la tercera fase de conssionantes y bien fechadas de las cámaras de los templos de B uena trucción de Punkurí coincide aproximadamente con la fase de Vista, en el valle del río Chillón, cerca de Lima (2200-1600 a.C.), edificación más antigua de Cerro Sechín, podemos ubicar la prique merecen mencionarse primero: específicamente, un rostro mera fase de Punkurí en la segunda mitad del tercer milenio a.C. humano grande en forma de disco flanqueado por dos animales La alta calidad de la arquitectura no sorprende cuando considede presa (¿zorros?), que era la imagen central de culto [fig. 80], y ramos que la región ya contaba con una impresionante tradición una figura tridimensional casi de tamaño natural de alguien que de construcción con adobes, a más tardar para el último tercio del toca una flauta o una trompeta de concha; ambas figuras fueron cuarto milenio a.C., tal como se demostró en Sechín Bajo, en el modeladas con un enlucido de barro si n pintar finamente alisado vecino valle de Casma [véase cap. 2.5]. sobre la mampostería, un tipo de construcción que también es A pesar de su hocico dentado, algunos autores considetípico de Caral. Las celosías, perfiles o nichos decorativos de con- ran que la criatura representada en los relieves de barro de 4 m tornos escalonados, sirvieron para estructurar algunas de las pa- de ancho, que flanqueaban la entrada al templo de Punkurí en redes de estos edificios sagrados, los cuales tal vez estuvieron su fase de construcción I, es una inmensa ave, posiblemente un orientados según las antiguas constelaciones estelares (“el búho, como lo sugieren los ojos, la cola y las “plumas de la cola” Zorro”). La imagen central del culto de Buena Vista corresponde (¿ornamentos del cinturón?) que tiene entre los pies. Pero tamen todos los sentidos al estilo her áldico del Formativo Inicial, pre- bién se podría interpretar la figura como una especie marina. Los sente también en el mismo valle en los grafiti de El Paraíso, que motivos decorativos, un símbolo escalonado como el que aparece lucen motivos comparables 53. en los cetros de los relieves en piedra de Cerro S echín, el cinturón
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Chavín de Huántar
de tipo Sechín y, según Samaniego, un manto, colocan a la figura como el tema mismo de la procesión, reaparecerían posteriorencima de las representaciones usuales de animales 60. Esto es mente en el arte Chavín. Entre ellos se encontraban la organizaenfatizado por tres figuras jerárquicamente subordinadas, las ción bipartita de las procesiones, que refleja la estructura dual de que a su vez obedecen al estilo heráldico: un mono o felino c on dos los sistemas sociales de los Andes Centrales. En Cerro Sechín, símbolos escalonados sobre su espalda, una zarigüeya común ( Di- este rasgo quedó simbolizado aún más dejando un espacio entre delphis marsupialis ) y lo que parece ser un león marino. Su estre- los dos tramos paralelos de escalinatas 67; en Cerro Blanco cha semejanza con las figuras de las flautas de Caral no sorpren- (Nepeña) por una escalinata pintada de rojo y blanco con un de, puesto que esta data de la segunda mitad del tercer milenio cordón central68, y en el Portal Blanco y Negro de Chavín con la a.C., con lo cual corresponde a la edad estimada de Punkurí. selección de dos tipos de piedra distintos. El rasgo más importante del estilo de Punkurí, el cual Las figuras individuales son realistas, en la medida en también se encuentra en un textil de La Galgada, es la represen- que no han sido alteradas con añadidos metafóricos o decoratitación geometrizada de criaturas abstractas o “surrealistas” con vos, y sus contornos siguen teniendo un aspecto relativamente líneas rectas y continuas u ocasionalmente escalonadas, curvas realista, a pesar de toda la simplificación estilística; los pies, por sinuosas y esquinas que a menudo están redondeadas 61. Otros ejemplo, se ven desde un punto de vista lateral “natural”. Salvo ejemplos del estilo son un mural tallado en el enlucido que si por la figura sacrificada representada en el relieve de un pilar de bien es abstracto, probablemente debía ser figurativo [fig. 83], la fase de construcción 1 de Cerro Sechín [fig. 47], ninguno de y un motivo comparable y sólo en parte expuesto —ambos de la estos relieves en piedra de la fase de construcción 4 —con una fase de construcción 2 62—, así como la decoración de una vasija excepción— tiene las partes de su cuerpo demarcadas con líneas de piedra proveniente del entierro de una mujer, encontrada de- [fig. 84a]. Solamente el cuerpo de una persona muestra marcas lante de la escalinata principal 63. La coexistencia de los estilos de partición, tal vez en alusión al sacrificio ritual. Sin embargo, lo heráldico y Punkurí en el relieve de la fachada grande muestra, que llama la atención de las figuras de la procesión es el “ojo exsin embargo, que el fechado cronológico de esculturas individua- céntrico”, con la pupila en el borde superior del párpado —una les a partir de criterios estilísticos, sólo debe hacerse en el contex- característica muy conocida del arte Chavín—, así como la banda to de una juiciosa evaluación global. Rafael Vega-Centeno acerta- encima de la frente y la mejilla. Ambas características enfatizan damente llamó la atención sobre este punto 64. el estatus especial —según Tello, la naturaleza depredadora-animal— de los dignatarios69. Los dos símbolos que se encuentran en El estilo Sechín En comparación con los relieves más antiguos los extremos de los cetros de las figuras de la procesión nos invidel estilo Punkurí, la escultura de un felino de la fase de cons- tan a interpretarlos. El símbolo escalonado en la cima podría trucción 3 del sitio del mismo nombre, sus contrapartes pintadas aludir a una montaña o a campos aterrazados; éste se repite en al final del tercer milenio a.C. en Cerro Sechín, parecen ser rea- Punkurí, así como en uno de los dos morteros de piedra tempralistas. En el contexto de lo que era artísticamente posible en el nos finamente esculpidos del Museo Brüning (Lambayeque) 70. A arte temprano, las representaciones que sobrevivieron en las fa- juzgar por el grafiti posterior hallado en Sechín Bajo, el disco rechadas del edificio central de Cerro Sechín podrían asimismo ser dondo “muescado” al pie simboliza la vida vegetal o algo que da consideradas de intención realista. Esto vale tanto para los moti- vida. Este símbolo también ha sido documentado varias veces vos individuales —dignatarios humanos y víctimas desmembra- dentro de cierto periodo: además de encontrársele en Cerro das [figs. 84, 85], grandes peces que representan el entorno del Sechín y Sechín Bajo, lo vemos también en el segundo mortero de sacrificio, los estandartes al pie de las escalinatas principales y Lambayeque, así como en San Juanito y en Pampa de las Llamas. un símbolo de honda o de cinturón como para las acciones En consecuencia, los cetros estarían ilustrando la bendición derimismas. Todos los relieves pintados en barro sobre las fachadas vada del sacrificio humano. Teniendo en cuenta el grafiti de delanteras de las tres fases de construcción más tempranas, con Sechín Bajo, los apéndices en el cinturón de las figuras de la prosus edificaciones de adobes cónicos [véase cap. 2.5], y los más de cesión de Cerro Sechín también podrían entenderse de este modo. cuatrocientos relieves en piedra de la cuarta fase de construcEn lo que respecta a la representación de las figuras ción, alrededor de 1900-1800 a.C., retratan escenas de sacrificios humanas, en sentido estricto, el estilo Sechín hasta ahora solo ha humanos, aunque desde diversas perspectivas. En las tres prime- sido documentado en otros dos lugares de los valles de Casma y ras fases de construcción el centro de atención era el acto mismo Nepeña, y recientemente en Caral 71. Según Ruth Shady, su indel sacrificio; en cambio, el tema central de la cuarta fase fue la fluencia es asimismo visible en los relieves de barro de Allpacoto, procesión ritual de la que presumiblemente era una sociedad cerca de Caral. Aunque solo se conoce a partir de una fotografía guerrera —que aseguraba el bienestar de la comunidad median- publicada en una revista, aquí debemos mencionar también al te los sacrificios de sangre que ofrecía—, liderada por personajes fragmento del relieve de bar ro de Vichama, cerca de Huacho, que especialmente identificados y tal vez legendarios [figs. 49, 50] 65. muestra una mano con algún instrumento o arma en forma de Algunos rasgos iconográficos individuales de Cerro Sec hín66, así óvalo puntiagudo. En cambio, el realismo puro del trompetero de
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Buena Vista parecería estar ligado de modo más estrecho a las figurillas de barro de la costa central y norte, y no específicamente con el estilo Sechín. Por último, en este contexto debemos incluir el relieve parietal de las Manos Cruzadas de Kotosh, tanto por razones cronológicas como de estilo [figs. 60, 79]. De otro lado, el dibujo geométrico de las figuras de adorantes en uno de los morteros de Lambayeque no concuerda con el estilo Sechín, aun cuando en ellos encontramos importantes elementos iconográficos individuales de dicho estilo. La mayoría de las demás esculturas que tienden a asociarse con Cerro Sechín en realidad son posteriores. El que las diferencias se limiten únicamente a sutiles variaciones en el estilo y la iconografía, resulta tanto más sorprendente si recordamos la extensión del periodo que abarca; por lo menos 600 a 800 años separan las esculturas Sechín del Lanzón, el ejemplo más temprano del arte Chavín “clásico”. Aquello que resulta válido para la figura humana lo es también para el motivo del felino. Un periodo de aproximadamente mil años está documentado por apenas diez imágenes conocidas, la mayoría de ellas relieves individuales y petroglifos sumamente dispersos sin contextos fechables. La secuencia de construcción de Punkurí revela que el puma con colmillos fue introducido como figura sagrada hacia finales del tercer milenio a.C. [fig. 81]. Todavía no queda claro si este puma era la figura principal de culto o únicamente un asistente, pues las habitaciones mismas del templo no se han conservado. Dada su posición subordinada fuera de la cella, resulta más probable que los dos pumas aproximadamente contemporáneos de Cerro Sechín (fase de construcción 1) hayan sido seres subordinados. A juzgar por el tipo de cabeza humana dibujada en el cuerpo del puma, el relieve en piedra de Mesapatac, en el valle de Casma [fig. 86], debe estar cronológicamente cerca de las cabezas humanas de la fachada de Cerro Sechín (fase de construcción 4), esto es hacia el inicio del segundo milenio a.C.72. El relieve de un felino excavado en Chavín de Huántar [fig. 98a] puede ser fechado en su fase A (siglos XV a XIV a.C.) a partir de la forma de su ojo 73. Este relieve, al igual que otro de Chavín [fig. 98b] y de uno que fuera tallado sobre un bloque de piedra del Callejón de Huaylas —tal vez Chupacoto74—, tiene un cuerpo liso sin añadidos metafóricos, lo que marca un claro contraste con las representaciones de felinos en el estilo Chavín ”clásico”. En tanto que los elementos diagnósticos como el contorno y la forma de los ojos, la boca y las patas solo proporcionen información cronológica limitada, las representaciones únicamente pueden ser atribuidas en términos generales al Formativo Inicial y/o Temprano. Esto vale, por ejemplo, para el petroglifo de Quebrada del Felino, cerca de Tembladera (Jequetepeque). Las alas escalonadas del halcón inciso sobre el cuerpo del felino argumentan a favor de un origen en el Formativo Inicial; los contornos escalonados de este tipo asimismo figuran en los estilos Punkurí y Sechín75. Es poco lo que se puede decir con respecto al motivo pez, el cual se halla presente en Cerro Sechín (fase de
construcción 3) y en Sorcape (vall e de Chicama), una vez más en forma fuertemente estilizada. Hasta ahora no se conoce ninguna imagen de deidades u otros seres míticos de Cerro Sechín. Queda, por tanto, sin resolver la cuestión de si se las diseñó siguiendo el principio del “realismo mítico”, como los retratos de humanos y felinos de ese entonces, o si más bien siguieron el estilo Punkurí, en parte surrealista y en parte abstracto-geométrico. El estilo Suchimán Originalmente atribuí varias obras escultó-
ricas de la costa norcentral al estilo Punkurí, porque también muestran un alto grado de abstracción. Y en efecto, todavía no podemos descartar esta conexión. Ello no obstante, la comparación con los relieves de la fachada de Punkurí revela una profunda diferencia: si bien en este lugar se conserva una estructura corporal “orgánica”, las partes individuales del cuerpo de las imágenes aquí examinadas están separadas la una de la otra y a menudo se encuentran dispuestas en una forma que no resulta fácil de comprender. Parecería por ello apropiado darle a este grupo su propio nombre: “Suchimán” 76, por el sitio donde se descubrió un ejemplo típico del estilo 77, en una zona que se limita al valle bajo del Santa, con algunas excepciones conocidas en los valles de Casma y Nepeña. Significativamente y a diferencia de otros estilos tempranos, aún no ha sido hallado en Chavín de Huántar. Inicialmente apenas había un pequeño grupo de tazones cilíndricos de piedra tallados, a los que se llamó el “tipo Suchimán” por un sitio importante [fig. 87a y b]. En lo que se refiere a su función, éstos probablemente fueron morteros, puesto que en Punkurí se halló una mano que hacía juego 78. En esto se incorporan también algunos relieves murales pintados de Pampa de las Llamas y Moxeque (valle de Casma), combinados con imágenes de distintos estilos que indicaban fechas de origen ligeramente divergentes. Además, en una sección periférica de Punkurí (valle de Nepeña) se descubrió un relieve de estilo Suchimán. En este caso, su contexto constructivo debe ser examinado nuevamente 79. Por último, un hallazgo afortunado que hicieron Claude Chapdelaine y Víctor Pimentel en San Juanito (valle de Santa) nos brindó una pieza más de importancia crucial, lo cual permite fechar al estilo Suchimán hacia el final del Formativo Inicial, entre 1800 y 1600 a.C.: posterior a Cerro Sechín pero todavía anterior a la introducción de la cerámica 80. Un espléndido mortero de piedra cilíndrico, de estilo Suchimán, fue depositado sobre una escalinata del templo con varias fases constructivas antes de que se la rellenara; las paredes que flanqueaban la escalinata fueron pintadas con relieves murales polícromos en el mismo estilo [fig. 88]. Además se encontró un entierro inusualmente bien conservado, que contenía abundantes canastas y textiles decorados con figuras, una muñeca de madera, joyas y vasijas de mate pirograbadas.
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Algunos elementos iconográficos específicos de San Juanito, entre ellos el cinturón de tipo “Sechín”, se presentan en los dos morteros del Museo Brüning ya mencionados y corroboran su fechado temprano, inferido a partir de una comparación con los felinos sin colmillos de los dos mates tallados de Huaca Prieta81. Ya se indicó el parecido que hay entre su representación y los relieves en piedra de Cerro Sechín. Dado el estado actual de las investigaciones, todos estos hallazgos pueden ser considerados “contemporáneos” dentro de un lapso de doscientos a trescientos años. De otro lado, el motivo de la serpiente bicéfala encontrado tejido en una canasta une a San Jacinto con el sitio de Asia, que también es del precerámico y que data de los siglos XVII a XV a.C.82, contactos que comprendieron más de 750 km de la costa peruana. En suma, las recientes investigaciones revelaron un cuadro sorprendentemente complejo del desarrollo artístico de la costa norcentral durante el segundo milenio a.C., proceso que ciertamente no quedó limitado a una mera sucesión de estilos individuales. Según las evidencias obtenidas en San Juanito, parecería que la tradición artística de Punkurí pervivió bajo la forma del estilo Suchimán junto al arte realista de Cerro Sechín y sus sucesores. El friso magnífico de adorantes, de Sechín Bajo (valle de Casma), el cual se encuentra firmemente fechado entre los siglos XVI y XV a.C. [fig. 45]. Rasgos afines demuestran los rostros de un fragmento de mortero del tipo Suchimán, procedente del valle de Casma 83. La tradición Suchimán misma sobrevivió durante la siguiente oleada de nuevas ideas artísticas —al menos en el valle de Casma—, la cual condujo al arte Chavín “clásico” hacia el final del segundo milenio a.C. 84.
Los contornos del futuro: La fase A de Chavín (Formativo Temprano) Murales En el arte sagrado de Chavín dominan las bestias (ja-
guares, caimanes) y las aves de rapiña, junto con criaturas compuestas que combinan una forma humana básica con cuerpos de serpiente, alas o rasgos de depredadores: colmillos, patas, garras o picos de aves de presa. Estos motivos casi no se reconocen en los objetos escultóricos Suchimán. En Cerro Sechín están del todo ausentes, con excepción del puma, tal vez porque estas convenciones aún no existían, o simplemente debido a que las representaciones de criaturas míticas todavía no han sido descubiertas. Durante la limpieza de secciones importantes de la “Huaca A”, el edificio central de Pampa de las Llamas, en el valle de Casma, Shelia y Thomas Pozorski encontraron los restos de relieves parietales a cada lado de la entrada noreste, que contribuyeron de manera decisiva a reducir este vacío 85. Los dos relieves, que originalmente tuvieron entre 6 y 8 m de altura, solo se han conservado hasta las rodillas de las figuras. A juzgar por sus pies, adornados con bandas ornamentales, cada uno de los relieves representa una figura antropomorfa vista de frente, que tiene entre las pier-
nas los colmillos y las emanaciones puntiagudas de una máscara destruida, probablemente agnático 86. Las máscaras estomacales o de cinturón de este tipo, también pertenecen a la indumentaria de las figuras míticas en el arte Chavín Clásico. En un lado cuelga el cuerpo de una serpiente que termina en la cabeza de un animal depredador que muestra la variante excéntrica del “ojo bicorne” felino: una forma de ojo que, como regla general, tiene ambas esquinas puntiagudas. En la figura 91 podemos ver un ejemplo claro de este elemento pictórico, pero en su variante concéntrica. La configuración del cuerpo de la serpiente se parece a la que se encuentra en dos tallas en hueso de Pallka y Las Haldas (Casma): un gran símbolo escalonado con elementos secundarios acompaña a la cabeza de serpiente. Al otro lado de la figura aparece el típico objeto redondo conocido de los cetros de Cerro Sechín [compárese con la fig. 84a] como colofón inferior de un objeto por lo demás destruido. Aquí se encuentra rodeado por un patrón semejante a un eslabón. Hay varias correspondencias entre este conjunto y las representaciones del norte peruano atribuidas al arte Cupisnique —relacionado con Chavín—, y a las que hasta ahora se les daba una fecha relativamente tardía. Sin embargo, según los fechados radiocarbónicos, “Huaca A” data de alrededor de 14501400 a.C., y es por lo tanto un precursor de Chavín/Cupisnique 87. Se identificaron rasgos afines en la plataforma noreste del templo de Garagay (Lima), a casi 400 km de distancia 88. De la primera fase de construcción de la plataforma se conservan un relieve realista de una red entre dos figuras míticas y, en otro lugar, relieves pintados de personas que portan escudos del tipo Sechín, o del posterior tipo Yurakyako [fig. 89]. La segunda fase de construcción está caracterizada por paredes con nichos a cado lado de la escalinata, en tres de cuyos frentes se modeló tres cabezas grandes humanas, todas sin colmillos [fig. 90]. La primera de ellas, con ojo excéntrico, quedó sin modificar salvo por un elemento de banda vertical. La segunda también luce un ojo excéntrico y tiene una cabeza de halcón como nariz, en conformidad con la doble franja que lleva sobre la mejilla. La tercera cabeza tiene el ojo cerrado y una sola franja sobre la mejilla, una cabeza de serpiente agnática en lugar de nariz y un ojo bicorne incompleto y concéntrico. Del cuello salen como apéndices un elemento semejante a una aleta un símbolo escalonado al cual se superpone un objeto en forma de estrella y un pie c on garras y un manojo de franjas sobre otro símbolo escalonado. Roger Ravines co mparó estas cabezas con las cabezas clavas grotescas del templo de Chavín, las cuales sin embargo muestran detalles del todo distintos [cat. nos. 115-119] 89. Lo que las cabezas de Garagay definiti vamente muestran es el concepto de la yuxtaposición de la muerte (o el sueño) y la vida, un tema ya conocido en Cerro Sechín y que también se repite en Moxeque. Según el fechado radiocarbónico, la plataforma noreste fue construida en el periodo 1519-1318 a.C. 90.
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Los ciento veintidós grafitis sobre la pared sudoeste dos representaciones de caimanes [cat. nos. 14; fig. 46] y un del edificio 2 de Sechín Bajo (valle de Casma), a lo largo de casi jaguar [fig. 91], talladas en objetos rituales —dos espátulas y un 39 m, también tuvieron un papel importante en la definición de perforador semejante a un punzón—, así como un fragmento de la fase Chavín A. El motivo que más se repite es el muy conocido hueso vuelto a utilizar que tiene un raro motivo de planta, el que disco con cuatro cuadrados inscritos (diecinueve ejemplos), aun tal vez contiene una referencia a alguna droga 97. Los motivos de cuando aquí los “discos” son cuadrados en lugar de redondos y caimanes son de particular importancia porque ellos, a diferencia tienen un apéndice en la parte de arriba que podría simbolizar de la fantástica criatura compuesta de Punkurí, tuvieron como retoños de plantas o el concepto de “brotar” 91. En dicho caso, los modelo una poderosa criatura del mundo real, con lo cual apunrecuadros podrían aludir a los hoyuelos donde un tubérculo pro- tan hacia adelante, a los correspondientes motivos Chavín del duce nuevos brotes. Esta interpretación vegetal parece razona- Obelisco Tello, y de ahí al “estilo Dragón” deconstructivista de la ble, dado que en dos casos se muestra a llamas que mordisquean cerámica Ofrendas [cat. nos. 125-129, 131]. los símbolos-disco. Otro motivo que encontramos en los grafiti es La búsqueda de objetos adicionales con elementos esel de las grapas entrelazadas también provistas de apéndices, tilísticos similares condujo hacia el norte, al valle de Jequetepeque podría pensarse representan los surcos de un sistema de que, en particular al sitio de El Guayabo, cerca del edificio de riego (siete u ocho ejemplos). También se pueden identificar de Limoncarro, del periodo posterior Chavín/Cupisnique 98. En Guaquince a diecisiete cabezas humanas y máscaras con los ojos yabo se hicieron finas v asijas rituales de esteatita, cuyas formas abiertos o cerrados, en un caso con una franja en la mejilla. Dos —pequeñas copas cilíndricas y tazones poco profundos— difieren máscaras con surcos en la mejilla92 se parecen a uno de los petro- claramente de los grandes morteros cilíndricos de piedra de tipo glifos de Quebrada de Algarrobos, en el valle de Chicama 93, pero Suchimán, y tienen representaciones figurativas estilísticamente no queda claro si el modelo del petroglifo fueron las esculturas de distintas y complejas 99. Esta tradición Limoncarro, así llamada cabezas del periodo Chavín/Cupisnique de Huaca de los Reyes 94 o por el vecino centro regional del mismo nombre, pero que probauna obra más antigua. El grafiti más importante de Sechín Bajo blemente también se cultivó en otros sitios, parecería haberse es el de una criatura c ompuesta de setenta centímetros de altura, extendido a periodos posteriores. Una pieza crucial temprana es cuyo cuerpo erguido se convierte en una cabeza humana con un el “Plato de Dumbarton Oaks” [cat. no. 1] 100. Al establecer la siojo excéntrico en forma de D. A esto le sigue una segunda cabeza multaneidad de ciertos elementos iconográficos y motivos pictórien forma de jaguar que luce un “ojo bicorne excéntrico”, colmillos cos, esta pieza amplía el rango del arte reconocible como Chavín y mandíbulas de araña [fig. 46]. La zona de la boca termina en un A. La figura antropomorfa central revela su naturaleza amenasímbolo de tres puntas que probablemente r epresenta algún tipo zante mediante colmillos asociados con mandíbulas de araña, y de emanación, puesto que solamente se da junto a las bocas de por último con el símbolo tridente del “hálito de poder”. En comlas criaturas poderosas (felinos, caimanes, serpientes); fue por paración con la criatura compuesta hallada en Sechín Bajo, estos esta razón que llamé a dicho símbolo el “hálito de poder” (“ breath rasgos están aquí integrados en mayor medida, lo que perdurará en el arte clásico Chavín. El aspecto de araña es asimismo visible of power”)95. Los apéndices restantes colocados externamente alrededor de esta criatura, más un elemento curvo y el delgado en las patas de artrópodo a la derecha y probablemente está vinsímbolo escalonado, también se conocen bien gracias a otras i má- culado con la red, dentro de la cual se han recogido cabezas hugenes. Las patas redondas refuerzan el aspecto felino de la figura, manas; estas son del tipo que llamo “Yurakyako”, por un relieve que anticipa las criaturas compuestas del Portal Blanco y Negro proveniente de los alrededores de Chavín [cat. no. 13] 101. La barra de Chavín. Los grafitis fueron dibujados desde una plataforma de decorada a la altura de la cintura del Plato de Dumbarton Oaks baja altura alrededor de la parte externa del edificio, probable- ya estaba presente en Huaca Prieta y se repite en el Portal mente después de que este hubiese sido abandonado. Varios fogo- Blanco y Negro de Chavín. Al pie de la figura hay una máscara de nes de superficie estaban asociados con la misma plataforma, y bestia de presa en la cadera en posición frontal, que muestra una los restos cerámicos que contenían fueron identificados como la vez más las emanaciones del “hálito de poder”. La pequeña “Copa alfarería más temprana de Casma, la cual se fechó con radiocar- Rondón”, así llamada por su anterior propietario [fig. 92a], tiene bono entre 1550 y 1400 a.C. 96. Como podemos ver, las fechas de figuras de estilo similar con un pico de ave de presa delante de su los tres sitios con las decoraciones murales de Chavín A, en gene- boca colmilluda, al igual que las figuras en las columnas del ral, coinciden. No se conoce ninguna decoración arquitectónica Portal Blanco y Negro de Chavín 102. comparable más al norte. Pero no todas las criaturas compuestas dominantes tienen como base la forma humana. Otra copa de piedra muestra Otros hallazgos Cuatro tallas en hueso del valle de Casma coin- un ave de presa con cabeza de puma (fig. 92b), la cual sostiene en ciden con la criatura compuesta del g rafiti de Sechín Bajo en uno sus garras el cuerpo suave de un molusco Spondylus que ha sido o más detalles iconográficos y pueden, por tanto, ser atribuidas transformado en una serpiente con un “ojo bicorne excéntrico” 103. también al periodo entre el siglo XVI y el XIV a.C. Ellas incluyen Este objeto, al cual se conoce hace ya algún tiempo, pudo ser au-
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tentificado únicamente después de que se descubrió un detalle alfareras complejas en el norte peruano, como la botella asa estricasi idéntico en el friso de Sechín Bajo (estructura 3). Hoy no bo, podría atribuirse a la existencia de vasijas aún más antiguas siempre resulta inmediatamente comprensible para el observa- con estas formas en el sur del Ecuador [véase el cap. 5.1] 112. dor qué constituía el poder de un ser vivo. Por ejemplo, en el “Plato Larco” se retrató una criatura de dos cabezas [cat. no. 2], Características y motivos iconográficos figura ésta a la que Lucy Salazar y Richard Burger identificaron como una araña104. Las arañas, al igual que el motivo de la red, Características Un elemento iconográfico importante en todas tal vez simbolizaban la captura de las víctimas o incluso ayuda- estas imágenes es el ya mencionado “ojo bicorne” en sus diversas ban a hacer que dichas capturas fueran aún más probables. Es formas, que no aparece en el arte Chavín Clásico113. El ojo puede más, estos dos autores asimismo indicaron, a partir de las fuen- ser excéntrico, como en las cabezas de serpientes, caimanes y fetes etnográficas, que las arañas tuvieron un papel en la adivina- linos, y usualmente se le encuentra en motivos subordinados ción andina, especialmente en relación con la predicción de llu- junto al ojo excéntrico semioval o rectangular de esquinas redon vias [véase cap. 2.4]. deadas de las figuras más importantes. Hasta ahora el “ojo bicorne” excéntrico solo ha sido documentado una vez en Chavín de La cerámica como superficie portadora de imágenes Huántar, donde se incluye en un relieve de puma [fig. 98a]. Durante la fase Chavín A, el espectro del arte centroandino La zona de la boca destaca como el rasgo más promiparece haber sido ampliado por los primeros ceramios que lucían nente de las figuras míticas. Así, por ejemplo, una cabeza humana imágenes religiosas, una innovación que habría de enriquecer el asume naturaleza felina al agregársele colmillos. Otras mejoras arte alfarero en el Perú hasta la época actual. Unos cántaros muy pueden ser añadidas agregando el pico de un ave de rapiña, lo simples de forma ovoide del temprano tipo Guañape, decorados que además de representar un poder intensificado podría tamcon incisiones simples, estuvieron en uso en Sechín Bajo y proba- bién simbolizar una movilidad libre de restricciones. En la fase blemente en Pampa de las Llamas 105 hasta los siglos XV a XIV Chavín A, el conjunto de la boca a veces termina en mandíbulas a.C.; ellos fueron contemporáneos con los relieves parietales de artrópodos: arañas o langostas espinosas. Además, el símbolo Chavín A y los grafitis, que no tuvieron ninguna influencia sobre tridente del “hálito de poder” es privativo de los seres míticos y la decoración alfarera. La situación en Jequetepeque y el valle de por lo demás poderosos; todavía se le ve ocasionalmente en forma Zaña fue, sin embargo, distinta. Entre la gran cantidad de cera- modificada en las esculturas Chavín Clásico. La ausencia de mios Tembladera —así llamados por el sitio homónimo y que tales elementos podría querer decir que las figuras en cuestión están ornamentados con diseños incisos, resaltados con pintura eran humanas o criaturas míticas de baja posición jerárquica, polícroma de resina— había unas cuantas botellas con rasgos muy probablemente participantes en algún tipo de ritual. Las Chavín A en su decoración figurativa, entre ellos el ojo e xcéntrico manos y los pies de las figuras antropomorfas se encuentran esy bicorne [fig. 95, cat. no. 20]. Es probable que las piezas en cues- tilizados geométricamente y en la mayoría de los casos se usaron tión hayan sido fabricadas durante el periodo más temprano de bandas decorativas o líneas para delimitarlos. Los dedos de los esta tradición alfarera, esto es en el siglo XIII a.C. 106, que hoy en pies se muestran desde arriba, a diferencia de lo que vemos en el día es considerado muy anterior al advenimiento del estilo estilo Sechín, en tanto que los cuadrúpedos tienen zarpas redonChavín Clásico. Aparentemente fue entonces cuando en esta deadas, sumamente distintas de las del estilo Chavín Clásico. región los motivos religiosos fueron transferidos por vez primera Los accesorios simbólicos constan de símbolos escaloal medio alfarero. nados de diversas formas, objetos ocasionales en forma de gancho Aproximadamente lo mismo es válido para la cerámi- y frecuentes apéndices que indican brotes, plumas o cabellos. Los ca monocroma de la región de Jequetepeque. En contraste con la elementos, bandas o frisos geométricos decorativos solamente cerámica Tembladera, el motivo del “ojo bicorne” y excéntrico no existen en la cerámica o en las vasijas de piedra, como sucede en se da aquí hasta donde tengo noticia, a excepción de un caso cues- el arte Chavín Clásico. tionable107. Pero hay varios casos de variantes simplificadas, que constan de un globo ocular inciso concéntricamente que está com- Motivos El arte Chavín A se dedica exclusivamente a criaturas binado con una hendidura recta 108. No se consideraron ojos a los míticas poderosas, su séquito y adorantes, o a los portadores de que se han agregado globos oculares tridimensionales. Por lo ofrendas sacrificiales. Su forma de base frecuentemente es demás, las únicas reminiscencias formales de Chavín A en esta humana y luego se la especifica añadiéndole colmillos, picos de cerámica tienen como base al “ojo bicorne” 109 o a ciertos motivos aves de rapiña, alas o mandíbulas de araña. La combinación pictóricos110. Podemos asumir una fecha relativamente antigua cuerpo humano –colmillos– y pico de ave de rapiña era particupara estas vasijas, dado que la cerámica monocroma de gran cali- larmente popular como siguió siéndolo en el estilo Chavín Clásidad estuvo presente en el Jequetepeque Medio desde por lo menos co. Federico Kauffmann Doig, no siempre de manera ortodoxa, se el siglo XIV a.C.111. En efecto, el desarrollo temprano de formas esforzó por proporcionar la clave para comprender mejor, este
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simbolismo atemorizador y las prácticas de sacrificios sangrientos, en centrar la atención de que las comunidades de la antigüedad deben haber sentido una urgente necesidad de salvaguardar la producción agrícola a través del ritual más eficaz concebible, en presencia de las inestables condiciones medioambientales de los Andes y una presión demográfica creciente 114.
Cabeza o figura principal con dos apéndices de serpientes
Caras agnáticas Entre los motivos más importantes, en primer
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Otro motivo es el “centro fuerte”, esto es una cabeza o cuerpo principal del cual emanan dos serpientes con o sin cabezas. Se encuentran ejemplos en relieves de piedra de Pampa de las Llamas, Huaca A (valle de Casma), La Pampa (valle de Santa) y Pacopampa (Cajamarca), siempre en el contexto de entradas 122; el prototipo de esta forma podría ser el símbolo de la banda no decorada con una sección central ensanchada, hallada en ambas entradas de Cerro Sechín. Si la interpretación de este motivo como un llamado visual a la unidad es correcta 123, entonces su aparición en este momento en particular, y su frecuencia, podrían estar indicando posibles tensiones dentro de estas sociedades, causadas tal vez por procesos de reestructuración sociopolítica 124. Los motivos similares de la cerámica Tembladera del Jequetepeque [fig. 95] quedan mejor entendidos como emanaciones eficaces o como los espíritus auxiliares de un ser poderoso 125, un concepto que posteriormente sería desarrollado con una complejidad excepcional por la cultura Paracas del sur del Perú.
lugar está la máscara agnática de depredador llevada en las caderas y mostrada en posición frontal; probablemente se trata de un atributo masculino, lo que se puede inferir a partir de una comparación de las dos figuras de las columnas del Portal Blanco y Negro de Chavín. Un dintel o umbral de La Pampa (valle de Santa) muestra este motivo como una figura autónoma [fig. 93] que sostiene dos serpientes en sus poderosas patas de felino, cuyas cabezas derivan del tipo de serpiente sonriente visto con tanta frecuencia en el Formativo Inicial 115. La máscara central corresponde incluso en los detalles y proporciones a un petroglifo de Tolón (valle de Jequetepeque), 210 km más al norte, lo que da fe de la amplia difusión de las convenciones artísticas establecidas, y Imágenes del tipo Yurakyako Con el tipo Yurakyako subsumí probablemente también de las ideas subyacentes116. En dos bote- algunas figuras o imágenes de cabezas antropomorfas ampliallas de cerámica de tipo Tembladera de esta misma región, una mente dispersas a lo largo del norte y centro del Perú, al que está modelada como una criatura con un hocico agnático grotesco llamé así por un relieve de piedra procedente de un pequeño sitio y con colmillos, más dos “serpientes sonrientes” como apéndices. cercano a Chavín de Huántar [cat. no. 13]. Ellas comparten cierSu cuerpo tiene plumas como el de un ave 117. La otra botella mues- tas características distintivas y se parecen bastante a las imágetra una impresionante cabeza agnática de depredador con un nes humanas de estilo Sechín. Las diferencias con este son más apéndice de serpiente [cat. no. 20]. Alternativamente, en la Estela pronunciadas en el caso de las máscaras de piel facial o las cabeRaimondi aparece una hilera de cinco cabezas de formas distintas zas trofeo mostradas de perfil que en el caso de la vista frontal, y boca agnática. Éstas fueron representadas vistas desde arriba, y como en algunos objetos de oro o en las vasijas de cerámica moen esta forma pueden ser reducidas a un símbolo en forma de “U” nocromas de Jequetepeque [cat. no. 38]. frecuentemente visto, por ejemplo, en los petroglifos. El tipo Yurakyako específico de la fase Chavín A está Un segundo tipo de boca agnática tiene forma escalo- representado por las cabezas en la red del Plato de Dumbarton nada y, o bien no tiene colmillos, o solo los tiene pequeños 118. Tam- Oaks [cat. no. 1], así como por las figuras principales de la Copa bién se la encuentra en figuras míticas, como un relieve de piedra Rondón [fig. 92a]. Es posible que este tipo se haya desarrollado en en Chavín, usualmente orientado de modo incorrecto, que repre- el norte peruano, pero también aparece en varios relieves líticos senta a un cuadrúpedo, tal vez una vizcacha ( Lagidium perua- de la zona de Chavín 126. Las figuras “regordetas” [fig. 96] están num) [fig. 94]. El ojo bicorne de la figura y sus patas redondeadas retratadas como fornidas y carnosas, con la cabeza calva redonabonan a favor de una fecha de origen temprana. Si el Lanzón fue deada y ojos ovalados, y con las pupilas que se encuentran usualtallado originalmente sin mandíbula inferior, una posibilidad mente marcadas por un punto colocado en posición central. Por que John H. Rowe tuvo en cuenta 119, entonces emergen tres para- encima de la nariz bulbosa cuelga una arruga “enojada” de la lelos sumamente significativos con este relieve más antiguo: la frente, que en el posterior arte Chavín Clásico fue a veces estiliausencia de la mandíbula inferior, la mano levantada que des- zada de distinto modo y codificada metafóricamente en el Lanzón. concertó a Tom Cummins 120, y el símbolo escalonado que en el Al añadir colmillos, a menudo en combinación con el pico o las caso del Lanzón —al igual que en el del Obelisco Tello— es gene- alas de un ave rapaz [fig. 94], algunas de las figuras ingresan en rado por el contorno escalonado del mismísimo bloque de el reino de las criaturas míticas y entonces, como regla general, piedra121: “el Lanzón” —¿o se trata acaso de una figura femeni- tienen ojos semiovalados y excéntricos. Los elementos metafórina?— “encarna” el símbolo escalonado. Los motivos de jaguar en cos están por lo demás ausentes. El cinturón consta de una sola su cinturón y en la proyección vertical encima de su cabeza po- banda, salvo que el tipo de taparrabo Chavín de forma triangular drían interpretarse como cabezas agnáticas vistas desde arriba, esté ya presente; solo la Copa Rondón conserva el cinturón de en cuyo caso corresponderían a la estructura quíntuple encima tipo Sechín. Los diversos tipos de tocado, en cambio, presentan un de la cabeza de la deidad de la Estela Raimondi. cuadro más variado. Llama la atención que las figuras frec uenteFig. 75 Parejas de aves (parcialmente reconstruídas). Tejido de algodón. La Galgada, valle de Tablachaca
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Fig. 76 Pareja de figuras antropomorfas. Tejido de algodón. Huaca Prieta (valle de Chicama), probablemente
Fig. 77 Imágenes incisas de ave, león marino y serpiente en un piruro. Material modelable. Asia, valle de Omas
Fig. 78 Lámina de hueso con la imagen tallada de una escena ritual. Asia, valle de Omas (siglo XVII/XV a.C.)
Fig. 79 Relieve de pared en el “Templo de las Manos Cruzadas”. Barro en mampostería de piedras canteadas. Kotosh
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Fig. 80 “Rostro amenazante” rodeado de animales depredadores (¿zorros?), lo que posiblemente es una alusión a la constelación antigua andina del “Zorro”; de otro lado, la cara se encuentra orientada hacia el lugar en donde el sol se oculta el 21 de junio (el solsticio). Barro en mampostería de piedras canteadas. Buena Vista
Fig. 81 Puma sentado. Barro esculpido y pintado en verde con detalles en blanco y rojo. Punkurí, valle de Nepeña, fase de construcción 3, (finales del segundo milenio a.C.) Fotografía del año 1933
Fig. 82 Criatura de rasgos híbridos. Relieve pintado en barro sobre ladrillos de adobe. Punkurí (valle de Nepeña), fase de construcción 1, probablemente segunda mitad del tercer milenio a.C. Dibujo original de campo, 1933
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Fig. 83 Criatura dentada. Enlucido inciso y pintado. Punkurí (valle de Nepeña), fase de construcción 2, segunda mitad del tercer milenio a.C.
Fig. 84 a, b, c y d Relieves de piedra. Cerro Sechín (valle de Casma), fase de construcción 4, inicios del segundo milenio a.C. a: Participante de procesión. b: cabeza sacrificada con ojo sangrante. c: cabeza sacrificada con cráneo aplastado y sangrante. d: bloque de piedra reutilizado (brazos cortados sobre la parte inferior de un
Fig. 85 Víctima humana cortada por la mitad. Relieve en piedra. Cerro Sechín (valle de Casma), fase de construcción 4, inicios del segundo milenio a.C.
Fig. 86 Felino con marca de cabeza humana trofeo. Relieve en piedra. Mesapatac (valle de Casma), inicios del segundo milenio a.C.
CHAVÍN
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mente aparezcan en poses dinámicas: convocando, cantando, bailando, avanzando rápidamente o sosteniendo una cabeza trofeo.
Chavín de Huántar
El preludio de la edad de oro: La escultura Chavín Clásico y sus predecesores en la región de Chavín
Felinos y otros cuadrúpedos Solamente dos representaciones
de felinos pueden ser asignadas con certeza a la fase A de Chavín: Siguiendo a Gordon R. Willey, John H. Rowe definió el estilo uno de ellos es un relieve en piedra de Chavín de Huántar —men- Chavín a partir de las esculturas en piedra del sitio homónimo, cionado ya al final de la sección sobre el estilo Sechín— debido a que también constituye el eje de la siguiente sección 130. sus características generales y sus ojos ex céntricos y bicornes [fig. Según las esculturas documentadas, algunas de las 98a]; la otra es una talla en hueso procedente de Las Haldas cuales ya han sido mencionadas, la región alrededor de Chavín (valle de Casma) según lo revelan las marcas de su cuerpo, que de Huántar ya era un centro de esculturas líticas antes de los coinciden con las de la espátula de hueso de Pallka y los elemen- siglos XII a XI, el inicio de Chavín Clásico131. Aunque Pacopampa tos que lo acompañan [fig. 91]. De ser estas comparaciones histó- se jacta de contar con un dintel temprano, y aunque tenemos noricamente significativas, el relieve en piedra de Chavín, que con ticia de cinco o sei s esculturas individuales de los sitios de Pampa tanta frecuencia es asociado al puma de Punkurí y los murales de de las Llamas (Casma), La Pampa y el sitio por lo demás no inCerro Sechín, pertenecerían a la fase tardía segundo milenio a.C. vestigado de Chupacoto (Callejón de Huaylas), en Chavín se co[fig. 98b]. Sin embargo, a partir de lo que hoy sabemos sobre nocen no menos de ocho relieves en piedra tempranos —aunque Chavín de Huántar, esto resulta, en realidad, poco probable. desprovistos de contexto, y en algunos casos relativamente pe Aunque geográficamente distante y en otro medio, una vasija ce- queños— que, según el estado actual de nuestros conocimientos, rámica de Jequetepeque muestra que la forma del ojo en cuestión datan de la segunda mitad del segundo milenio a.C. 132. Dos reliepodía darse todavía en fecha tan tardía como el último cuarto del ves de Yurakyako y uno cada uno de Chavín, Runtu y Pójoc recisegundo milenio a.C.127. Los desconcertantes discos ligeramente bieron influencia de la tradición Yurakyako, pero probablemente elevados del relieve en piedra de Chavín estarían indicando que son de fecha más tardía 133. Ya previamente Kroeber había asocialo que se tenía en mente era la imagen de un jaguar 128. do algunas de estas piezas con “Sechín”, puesto que las figuras del estilo homónimo efectivamente sí se parecen bastante a las Perspectivas Muchas de las obras escultóricas descritas aquí del tipo Yurakyako 134. En la mayoría de los casos las esculturas muestran temas importantes, principios de diseño y elementos formaban parte de conjuntos “procesionales”, lo que quiere decir pictóricos Chavín, en una forma específica que las aparta de las que existen buenas posibilidades de descubrimientos adicionales. manifestaciones clásicas de dicho estilo. Hay, al mismo tiempo, estrechos vínculos iconográficos que apuntan a un desarrollo con- Tendencias estilísticas El enfoque seguido por Rowe en tinuo, el cual resulta más claramente evidente en la forma de los Chavín de Huántar consistía en derivar puntos de anclaje para la ojos, especialmente los excéntricos. Actualmente se cuenta con historia del estilo a partir de la historia de construcción del sitio. fechados radiocarbónicos, al menos en algunos casos; ellos prue- Actualmente solo hay cinco esculturas o conjuntos escultóricos ban, al igual que los hallazgos de cerámica en el valle de Casma, allí que permiten aplicar este enfoque: el Lanzón, en tanto se que este grupo precedió al estilo Chavín Clásico y que no perte- trata de la escultura más antigua in situ; una pareja sumamente nece a esta fase tardía, como se creía hasta hace poco. erosionada de serpientes en la escalinata de la Portada Superior; Dada la vigorosa afinidad Chavín de estas obras, el Portal Blanco y Negro; los relieves en el techo de la Galería de 129 seguí la sugerencia de Rowe de que su fase Chavín AB podía las Vigas Ornamentales; y el conjunto en la Plaza Circular 135. Si subdividirse. Los materiales examinados en la sección anterior bien la historia de la construcción y la historia estilística no representarían entonces la fase Chavín A anterior. Geográfica- pueden ser correlacionadas fácilmente en el caso de la Plaza Cirmente, las obras de esta fase definen un horizonte que abarcaba cular, la relación existente entre el Lanzón y el Portal Blanco y más de 600 km por vía aérea entre el valle de Jequetepeque y Negro resulta particularmente significativa. Las esculturas triLima. También comprende la región alrededor de Chavín de dimensionales, en particular las cabezas clavas de las fachadas, Huántar, en contraste con la sierra norte alrededor de Cajamar- merecen su propio estudio. ca, una región para la cual aún no se han publicado los hallazgos En lo que se refiere al contexto arquitectónico, el correspondientes. En términos de la cronología absoluta, según examen detallado del templo principal de Chavín emprendido las mediciones radiocarbónicas disponibles, esta fase existió por Silvia Rodríguez Kembel, estableció un desarrollo sumamenentre los siglos XV y XIV a.C. Actualmente no es posible definir te complejo, en contraste con el concepto relativamente simple de su principio y su fin con mayor precisión; sin embargo, resulta Rowe. Rodríguez Kembel llamó del siguiente modo a las fases razonable asumir que la transición al arte clásico de Chavín fue más importantes de este desarrollo: la “Etapa de los Montículos Separados”, la “Etapa de Expansión”, la “Etapa de Consolidafluida y que probablemente tuvo lugar en el siglo XIII a.C. ción”, la “Etapa Blanco y Negro” y la “Etapa de las Construccio-
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Fig. 87 a y b Mortero de diorita y detalle de decoración incisa. Suchimán, valle de Santa (probablemente primera mitad del segundo milenio a.C.)
Fig. 88 Escena mítica. A la izquierda: cabeza de deidad o ancestro. Relieve de barro pintado. San Juanito, valle de Santa (fase de construcción media, ca. 1700 a.C.)
Fig. 89 Portador de escudo, posiblemente figura de un guardia. Relieve de barro pintado sobre mampostería de piedras canteadas. Garagay, valle de Rímac, plataforma noreste, pared
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CHAVÍN
nes de Apoyo”136. La secuencia básica de fases estilísticas según ubica la estatua, en términos relativos, más cerc a de la fase A. En Rowe —A B, C, D y EF— no fue cambiada por la nueva secuencia cambio los relieves de animales que Rowe y Roe designaron en de edificación. En comparación con el más antiguo Lanzón, los última instancia como los representantes más tempranos de relieves del Portal Blanco y Negro, que es indudablemente poste- dicho estilo, probablemente fueron tallados —junto con la cornisa rior en términos de su historia de construcción, constituyen re- a la cual adornan— en las etapas de construcción que tuvieron presentaciones perfectas del estilo Chavín tal como lo describiera lugar durante la remodelación del edificio noreste [cat. no. 113; Rowe: mediante la repetición modular, las figuras se desarrollan véanse los caps. 4.1, 4.3; fig. 100]142. Si el Lanzón sirve como dentro de una red balanceada de líneas rectas, rollos y curvas patrón de comparación de la temprana fase B de Chavín, entonconectoras, sin perder de vista la simetría 137. Además, Peter Kau- ces dichos relieves de aves de presa, jaguares y serpientes ocupan licke llamó la atención sobre el patrón subyacente de una cuadrí- una posición posterior dentro de dicha fase. Se hicieron añadidos cula rectangular138. Al decidir colocar la Estela Raimondi al final a estos elementos durante la fase Blanco y Negro, tal como Rowe de la secuencia, Rowe extrapoló la tendencia de desarrollo estilís- concluyera luego de comparar las piezas que usó para definir su tico existente entre el Lanzón y el Portal. El Obelisco Tello no fase AB con otros relieves de aves que se encuentran cerca de las puede ser ubicado de forma tan precisa; para Rowe era el patrón figuras del Portal de la fase D 143. Sus antecedentes inmediatos, en de comparación de la fase C. cambio, siguen sin conocerse. El cambio estilístico que tuvo lugar en el periodo anteLa frecuencia de las representaciones de aves de presa rior se hace evidente cuando comparamos el Obelisco de Runtu, en Chavín de Huántar es algo digno de atención, puesto que aún cerca de Chavín [fig. 99]139, con el Lanzón [fig. 4, 117]. Ambas es- no contamos con ninguna evidencia en absoluto de este motivo en culturas están dedicadas a seres poderosos en posición erguida, Chavín A, y los ejemplos de las imágenes de aves fueron raros cuyos rasgos principales son antropomorfos. Un origen más tem- durante el Formativo Inicial en Huaca Prieta, La Galgada y El prano del “Obelisco Runtu” queda sugerido por su estrecha vincu- Paraíso. Parecería al mismo tiempo que el puma monocromo, que lación con la tradición Yurakyako: las serpientes que rodean li- había sido el felino predominantemente representado, fue reembremente la cabeza de la figura principal indican en general lo plazado por el jaguar, cuyas singulares marcas en el pelaje eran mismo. En el Lanzón, en cambio, ya se encuentran fusionadas con idóneas para inspirar un tipo específico de estilización 144. la cabeza [véase también cat. no. 108]. A pesar de atributos tales Un factor que señala una clara diferencia temporal como los colmillos y los cabellos formados por serpientes, que entre las esculturas Chavín tempranas y clásicas, es la represenbuscan ser amenazantes, la impresión global que el Lanzón da tación de los motivos geométricamente estructurada y or ientada solamente puede ser descrita como contenida y austera en com- por una cuadrícula. Pero eso no es todo. En comparación con paración con el dinamismo característico del tipo Yurakyako que Chavín A, los ojos, las patas y los colmillos de las figuras asumen vemos en el Obelisco Runtu. La tendencia estilística que emerge formas distintas que son típicas de las obras en el estilo Chavín aquí resulta acentuada aún más en la escultura Chavín Clásico. Clásico. Es más, las figuras de animales Chavín B muestran ya la Dos relieves con personajes antropomorfos, prove- implementación consistente de un concepto clave, a saber, la pérnientes de contextos arquitectónicos desconocidos en Chavín y en dida de familiaridad de atributos físicos importantes mediante Yurakyako, ilustran el mismo contraste. El de Chavín, ya men- metáforas específicas de depredadores, cuyos componentes sucionado [fig. 96], tiene una forma regordeta y dinámica del todo mamente estandarizados —cabezas de jaguar y de serpiente, en conformidad con sus contrapartes norperuanas del tipo Yu- bandas de colmillos y hocic os sin mandíbula inferior, pero con un rakyako140. El de Yurakyako, de fecha probablemente posterior ojo correspondiente asociado— deben haberse desarrollado du[cat. no. 13], tiende hacia la linealidad y l a composición modular rante un periodo precedente. del estilo Chavín Clásico 141. Hay señales de una tendencia simiEn algunas obras escultóricas podemos ver las señalar en la región norperuana de Cupisnique. Sería interesante in- les de la introducción gradual de la deformación metafórica. Ella vestigar la influencia que el tipo Yurakyako tuvo sobre la escul- se da rara vez en las figuras de Moxeque (Casma), donde no tura clásica de Chavín en un contexto más amplio. queda claro si una de las figuras está sosteniendo serpientes o cuerdas que se han metamorfoseado en las primeras 145. Los tocados de los danzantes en un petroglifo de Alto de la Guitarra El problema planteado por los relieves de animales Aunque hay afinidad entre las esculturas más o menos antropo- (Moche) tienen cabezas de serpiente que todavía son convenciomorfas ya mencionadas, se da una discrepancia marcada entre nales146. El uso de la metáfora queda limitado a un accesorio —el las representaciones animales de la fase Chavín A o antes, y las ornamento del cinturón—, incluso en el caso del trompetista de obras escultóricas análogas del estilo clásico. Esto no debiera sor- Pójoc147. De otro lado en el pututo de Chiclayo, en el norte peruaprender. En lo que a la historia de la edificación se refiere, el no, las serpientes no se encuentran más conectadas con la figura Lanzón forma parte del contexto de la arquitectura monumental principal —en este caso el trompetista— que en el Obelisco más antigua de Chavín que se conozca hasta la fecha, lo cual Runtu148. Hasta el Lanzón es comparativamente contenido en lo
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que se refiere a los elementos metafóricos 149. Por último, el magnífico relieve de un felino de Huaca Partida (Nepeña) es un ejemplo instructivo [fig. 24]. La hilera individual completamente inorgánica de varias pequeñas cabezas agnáticas en su cuerpo distingue claramente a este relieve de las representaciones de jaguares en el estilo Chavín Clásico, incluso cuando tomamos en cuenta las figuras apenas embellecidas de una losa de cornisa sin contexto, probablemente más temprana 150. El complejo escultórico Chavín más extenso conservado en su lugar de origen se encuentra en la sección occidental de la Plaza Circular, al pie de las escalinatas que llevan a lo que antes se conocía como el Templo Viejo, que contiene al Lanzón. Por esta razón Lumbreras, Roe, Sawyer y Maitland, y Burger colocaron estas esculturas en fecha cercana al Lanzón 151. Sin embargo, la investigación de Rodríguez Kembel indica que es más probable que el Lanzón y las esculturas de la Plaza hayan estado, en realidad, sumamente separadas en el tiempo, puesto que la Plaza Circular fue construida durante la fase Blanco y Negro 152. Pero esto no quiere decir que todos los relieves deban haber sido tallados entonces, o incluso en el mismo momento. El friso de jaguares, en la zona basal al menos, presenta un cuadro algo homogéneo [véase el cap. 4.5; fig. 115]. Las marcas naturales de pelaje en los que presumiblemente alguna vez fueron treinta y ocho relieves153, fueron transmitidas de modo estilizado geométricamente, mediante motivos de círculos concéntricos, espirales, cruces, lóbulos y en forma de S, algunos de los cuales probablemente tenían su propio significado simbólico. Los elementos metafóricos son en realidad extraños aquí: algunas máscaras agnáticas de las cuales salen las colas de l os jaguares y, en dos casos conocidos, una hilera de serpientes sobre el lomo de estos animales. Considerando el grado de superposición metafórica, las figuras de jaguar no coinciden con las esculturas de la fase D del Portal Blanco y Negro, y mucho menos con la Estela Raimondi de la fase EF. Contradiciendo la evaluación de Roe154, su diseño debiera más bien fecharse incluso antes de las figuras de ave y jaguar metafóricamente cargadas de la cornisa del templo principal. En su caso al menos, la distancia formal de las esculturas tempranas de la fase Chavín A no es tan grande como en otras esculturas de este estilo. Las figuras del friso de seres míticos ubicadas varias lajas esculpidas por encima del friso de los jaguares 155, en cambio, podrían haber sido ejecutadas después, incluso durante la construcción de la Plaza Circular de la fase D. Las esculturas de la Plaza Circular ilustran los problemas que presenta un poderoso centro ceremonial, donde se llevaron a cabo ampliaciones y alteraciones a gran escala a lo largo de muchos siglos. Ya en 1962, Rowe observó el grado en que la reutilización de esculturas a las que se reubicaba, o el reemplazo de las partes dañadas, hacían que el estudio de la historia del arte Chavín resultara más difícil156. Rodríguez Kembel reconoció esto y aceptó plenamente la posibilidad de que algunas de
Chavín de Huántar
las lajas esculpidas de la Plaza Circular tal vez provinieran de contextos de construcción anteriores 157. Desafortunadamente no sabemos cómo se veía en su momento el acceso a la plataforma del Lanzón y a la plataforma noreste, con sus ejes intersecados, o si las esculturas de estos edificios anteriores fueron tal vez transferidas a nuevos lugares. Pero, por legítimo que sea el objetivo de precisar la ubicación relativa de esculturas Chavín individuales, sería errado intentar disponerlas a lo largo de un eje de desarrollo continuo. Si bien es cierto que la tendencia dentro de una tradición artística como el estilo Chavín conduce hacia una creciente elaboración de los motivos pictóricos establecidos, se ha mostrado que los temas individuales tenían sus propias convenciones desde al menos la fase A. Además, probablemente hubo escultores que buscaron desarrollar nuevas variantes y al mismo tiempo permanecer dentro del marco canónico. Tal vez el factor en modo alguno menos importante fue la ubicación propuesta para su trabajo: un contexto más o menos elaborado de edificaciones más o menos públicas. Lo mismo podría haber sido cierto del grado en que se aplicaban elementos metafóricos. Es más, un rápido examen del catálogo de Tello de las esculturas líticas conocidas en su época, o un vistazo del museo de sitio en Chavín, nos revela la existencia de una serie de versiones inusuales de temas pictóricos clásicos, a los cuales aún no se ha tenido en cuenta en estudio alguno.
Las regiones dentro de la esfera más amplia de Chavín Costa norte: Cupisnique Queda mucho por investigar, tanto
en Chavín como en las demás partes nucleares de la región que en algún momento se vio influenciada por la cultura homónima, especialmente en la costa norte. La primera tarea a realizar es, en realidad, definir la cultura Cupisnique difundida por Rafael Larco Hoyle158. De lograrse esto, se podría seguir su desarrollo particular a lo largo del tiempo y distinguirla de la tradición Chavín propiamente dicha, tanto en términos geográficos como de contenido. Carlos Elera y Kayoko Toshihara han hecho importantes contribuciones en este sentido 159. Posterior al arte del Formativo Inicial en Ventarrón [figs. 31-33], y probablemente en Sorcape, el punto de partida del desarrollo artístico en la costa norte fue la tradición de la fase Chavín A, vinculada por Salazar y Burger con Cupisnique 160. Esta conexión resulta visible, por ejemplo, en las figuras frontales de Pampa de las Llamas (Casma), cuya configuración básica corresponde a diversas esculturas de Huaca de los Reyes, aun cuando estas últimas tienen patas de puma 161. El motivo antes mencionado de una máscara con un surco en la quijada, hallado en Sechín Bajo y en Huaca de los Reyes, también resulta relevante aquí. Incluso hoy vienen surgiendo variantes reg ionales dentro del área de Cupisnique, así como diferencias típicas de algunos
CHAVÍN
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94 Fig. 90 a, b y c Tres cabezas antropomorfas híbridas. Relieve de barro sobre mampostería de piedras canteadas. Garagay, valle de Rímac, plataforma noreste, fase de construcción 2 (siglos XVI-
Fig. 91 Espátula de hueso decorada con diseño inciso de jaguar. Las Haldas (región de Casma), siglos XVI-XIV a.C.
Fig. 92a Procesión de criaturas antropomorfas híbridas del tipo Yurakyako. Relieve de la Copa Rondón, una pequeña copa hecha de esteatita. Norte del Perú (siglos XV-XIII a.C.)
Fig. 92 b Criatura con rasgos híbridos seme jante a un ave que lleva una concha de Spondylus. Relieve sobre una copa de esteatita. Región de Jequetepeque (siglo XV-XIII a.C.)
Fig. 93 a y b Cabeza de un monstruo agnático que sostiene dos serpientes. Relieve en piedra. Dintel o umbral de una plataforma ritual desconocida de La Pampa, valle de Santa, (segunda
Fig. 94 “Animal de súplica”. A la derecha: la cola o quizás un caracol marino Strombus. Relieve en piedra. Chavín de Huántar, siglos XIV-XII a.C.
CHAVÍN
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Chavín de Huántar
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periodos específicos. Huaca de los Reyes (Moche), Limoncarro (Jequetepeque) y Collud-Zarpán (Lambayeque) 162, los centros de culto más importantes hasta ahora investigados, lucen en las paredes impresionantes relieves pintados [fig. 36]. Las in vestigaciones actuales, asimismo, se concentran en el valle de Nepeña y en las decoraciones artísticas encontradas en los complejos de los templos de Cerro Blanco y Huaca Partida [véase cap. 2.3, figs. 23, 24] 163. Tomando las figuras arquitectónicas de Huaca de los Reyes como ejemplo, William J. Conklin demostró un desarrollo estilístico que fue de lo curvilíneo y dinámico a lo rectilíneo y semejante a una cuadrícula 164. Es posible que algo similar haya sucedido en Nepeña, si comparamos el relieve del jaguar del nivel inferior de la plataforma de Huaca Partida con las figuras de danzantes alados del edificio en su cima, y si tomamos en cuenta el sitio vecino de Cerro Blanco 165. Estos desarrollos corresponden, en principio, a lo que podemos observar en Chavín propiamente dicho; si fueron contemporáneos o no, es algo que aún queda por precisar. En lo que se refiere a fechas concretas, la serie a menudo citada de fechados radiocarbónicos discordantes de Huaca de los Reyes se refiere únicamente a la primera fase de su construcción. Sin embargo, todas las esculturas parietales conocidas pertenecen a épocas constructivas posteriores, y por ende datan por muy temprano del comienzo del primer milenio a.C. Shibata, en consecuencia, correlacionó Huaca de los Reyes con la fase Cerro Blanco en Nepeña (1100-800 a.C.) 166.
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La sierra norte: la región de Cajamarca La situación es
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mucho más clara en los Andes Septentrionales del Perú. Allí, los trabajos que los investigadores japoneses llevaron a cabo durante décadas en esta región, especialmente en los centros ceremoniales de Huacaloma, Kuntur Wasi, Cerro Blanco y Pacopampa, así como en el templo de Limoncarro y en otros sitios del río Jequetepeque medio, arrojaron abundantes evidencias nuevas [véanse caps. 2.3, 3.2, figs. 27, 29] 167. Aunque resultan obvias las conexiones existentes con la cultura Cupisnique de la región costera adyacente, aún no conocemos ejemplos del arte de la fase Chavín A de la sierra norte del Perú. En comparación con la región de Chavín, las esculturas líticas de esta zona tienen sus propios rasgos característicos, los cuales aún no han sido descritos detalladamente [cat. nos. 10, 107]. Qué interrelaciones son las que la cerámica refleja, es algo que podrá ser resuelto una vez que se esclarezca la situación en Chavín de Huántar. Las vasijas encontradas en la Galería de las Ofrendas, algunas de las cuales probablemente fueron importadas desde el norte, proporcionaron pistas preliminares [véase cap. 4.5].
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Costa central: Manchay Todavía quedan unos cuantos vacíos
en nuestros conocimientos de las condiciones existentes en la costa central. Richard L. Burger y Lucy Salazar acuñaron el término “cultura Manchay”, para referirse a las manifestaciones
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Fig. 95 Cabeza con dos apéndices de serpientes. Placa decorativa de una
en cerámica. Quindén, valle de Jequetepeque, (probablemente
Fig. 96 Figura de hombre armado gritando, tipo Yurakyako. Relieve
Fig. 97 Figura alada con rasgos híbridos del tipo Yurakyako. Relieve
Fig. 98a Felino andando con ojo excéntrico bicorne. Relieve en piedra. Chavín de
Fig. 98b Felino ovillado. Relieve en piedra. Chavín de Huántar (segundo milenio
Fig. 99 Figura mítica, serpientes y símbolos en una estela cuadrilátera. Relieve
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culturales de los periodos Formativo Temprano y Medio encontradas entre Chancay y Lurín 168. A diferencia de Cupisnique, la cultura Manchay no está definida a partir de su cerámica aun cuando podemos rastrear su desarrollo general, por lo menos en el sitio de Ancón169. Estos dos autores más bien se concentraron fundamentalmente en la arquitectura, manifiesta en muchas plataformas rituales con planta en forma de U. Además, en los murales había motivos iconográficos como los símbolos escalonados con la parte superior doblada —derivados sin duda de sí mbolos análogos de Chavín A— y elementos pictóricos como las mandíbulas superiores con múltiples colmillos, probablemente inspirados por las representaciones de caimanes. Ambos están documentados en los relieves murales pintados de la plataforma central de Garagay (valle del Rímac), que Roe asignó a la fase Chavín C [fig. 25]170. El friso en relieve de una banda bucal con colmillos, hecho en barro en Cardal (Lurín), ha pasado a ser conocido como una cita enormemente simplificada del repertorio formal de la iconografía Chavín [fig. 26]; tenemos también el fragmento de una cabeza con colmillos más elaborada de un relieve en barro posterior de Cardal171. Una muñeca ritual de la plataforma del templo de Mina Perdida (Lurín), que muestra un ser mítico de la fase C o D de Chavín, y una olla de cerámica con ornamentación incisa de Cardal, son casi los únicos hallazgos que se han publicado. Las serpientes que se ven en la v asija y la talla en hueso de una cabeza de felino sin colmillos encontrada en las cercanías 172, no lucen absolutamente ningún rasgo Chavín, y es más probable que correspondan a fechas anteriores de Cardal, que apuntan hacia los siglos XIV o XIII a.C. La falta de hallazgos publicados del valle de Lurín es aún más lamentable si se considera que, a juzgar por la composición de la arcilla, la cerámica artísticamente expresiva de estilo Drag oniano, de la Galería de las Ofrendas, ubicada junto a la Plaza Circular de Chavín, probablemente fue producida en la costa. En Manchay Bajo (Lurín) se han documentado hallazgos que tienen cierta similitud, a los que podemos fechar allí entre los siglos VIII y VI a.C. 173. Teniendo en cuenta la plataforma noreste de Garagay [figs. 89, 90] —ignorada en líneas generales por Burger y Salazar—, que según las evidencias radiocarbónicas probablemente es contemporánea con una sustancial labor edificadora en el edificio principal, entonces la intensificada actividad constructora en el valle de Lurín posiblemente estuvo vinculada con la propagación de la fase Chavín A entre los siglos XV y XIV a.C., lo que también dejó su huella en Chavín de Huántar. La procedencia exacta de las influencias que tuvieron un impacto en esta región u otra, es algo que solamente podrán señalar futuras investigaciones.
CHAVÍN
Chavín de Huántar
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4.3
ARQUITECTURA Y ESPACIO RITUAL EN CHAVÍN DE HUÁNTAR John W. Rick
La arquitectura ha sido de gran importancia desde el inicio de los estudios arqueológicos en Chavín de Huántar. Esto se ha debido en parte a que las descripciones sistemáticas más tempranas del sitio se concentraron en la arquitectura visible, y en parte a que el arte y la iconografía, reconocidos tempranamente, fueron enmarcados dentro de contextos arquitectónicos y en situaciones subterráneas, a menudo inusuales [véase cap. 4.1]. Los planos tempranos intentaron mostrar la distribución de los edificios, y a mediados del siglo XX ya se conocían muchos parámetros fundamentales de la planta del sitio, aun cuando en muchos casos eran materia de cuestionamientos o estaban errados 1. A medida que avanzaba la limpieza de los diversos depósitos que cubrían los edificios del periodo Chavín, se fueron formulando ideas acerca de la transición de un “Templo Viejo” a un “Templo Nuevo”, que para la década de 1980 terminó conformando una secuencia arquitectónica de tres etapas, esquema éste que en líneas g enerales se ha repetido hasta el presente 2. Más recientemente, los avances en la tecnología del mapeo permitieron desarrollar una idea mucho más detallada y compleja de la secuencia de construcción y la cronología, aun cuando todavía queda aún mucho que estudiar [fig. 100] 3. En ciertos aspectos la arquitectura chavín evolucionó considerablemente durante los 800 años o más de su ocupación, y fue sumando nuevas formas, así como la capacidad de construir y decorar; sin embargo, en otros sentidos su arquitectura fue conservadora y predecible, observándose muchos principios básicos a lo largo de la mayor parte de la secuencia. Esto sugiere una organización ligada a la tradición, pero que a la vez era sensible a ciertos niveles de innovación y originalidad.
Descripción general En su forma más simple, la arquitectura del c entro ceremonial de Chavín de Huántar consta de una serie de formas algo elementales. La primera y más obvia es la plataforma, una construcción sólida de lados inclinados hacia un centro usualmente rectangular y de altura relativamente baja (en comparación con su longitud o su ancho). Es posible que a través del tiempo haya tenido terrazas y en algunos casos habitaciones de paredes gruesas y modesto tamaño, construidas en la cima. Las plataformas probablemente estuvieron dispuestas alrededor de plazas circulares o cuadradas en forma de U durante toda la secuencia arquitectónica, y con toda seguridad fue durante la fase Blanco y Negro (ca. 900-550 a.C.)4, la última etapa importante de construcción; la conocida planta en U del Formativo de los Andes Centrales 5 resulta de esta disposición. Sin embargo, vale la pena añadir que lo que sabemos sobre Chavín se refiere principalmente a la arquitectura de la fase Blanco y Negro, y en realidad todas las plazas conocidas son de esta última etapa de construcción. En Chavín hay dos configuraciones primarias y superpuestas en forma de U, una dispuesta alrededor de la Plaza Circular y la otra alrededor de dos plazas cuadradas (la Plaza Menor y la más fáci lmente reconocible Plaza
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CHAVÍN
Mayor)6. Cada una de ellas define un eje dirigido aproximadamente a 13,3 grados al sur de este y ambas estuvieron en uso durante la fase Blanco y Negro; sin embargo, es posible que el eje de la Plaza Circular haya estado en uso en fases previas [fig. 102]. Esta dualidad dio lugar a los conceptos de los Templos Antiguo y Nuevo, pero una vez más estamos viendo fundamentalmente a edificios de la misma fase tardía. Dado que por definición las plataformas y plazas se encuentran a distintas alturas, no sorprende que el tercer elemento más prominente de la arquitectura sean las escalinatas que establecen la transición entre los nivel es [fig. 103]. Ellas son sumamente empinadas al igual que en muchos otros centros ceremoniales precolombinos del Nuevo Mundo y tienen peldaños relativamente altos. Estas características, conjuntamente con la ausencia casi total de rampas en la arquitectura Chavín, evidencia que la intención de las escalinatas no era permitir que se diera una transición fácil e informal entre los niveles; ellas más bien enfatizaban la dificultad y una sensación clara de transición involucrada en el tránsito entre contextos de distintas alturas. Es más, las escalinatas parecerían relacionarse tanto con los principios de diseño como de uso del centro. Hay un fuerte énfasis en la colocación de escalinatas ya sea en posición axial, en simetría alrededor del eje, aunque existen unas cuantas excepciones notables. En muchos casos fueron colocadas en posiciones de encuadre, equidistantes de los lados de las plazas, especialmente en el caso claro de la Plaza Mayor 7. En realidad sospecho que las escaleras fueron usadas como puntos clave para encuadrar las plazas y no al revés. Ellas daban acceso pero tendían a definir senderos bastante limitados y estrechos. No sólo habían relativamente pocas escalinatas que unían los distintos niveles, sino que además a medida que ascendían del nivel inferior al superior, el ancho por lo general iba disminuyendo; en ocasiones incluso se daba el caso de que a medida que una escalinata va ascendiendo, su ancho también disminuye. Esto respalda la idea general de que cada incremento de altura en niveles sucesivos definía un acceso más restringido, pero debiéramos cuidarnos de entender esto como algo que se refería únicamente a la capacidad de movimiento: las escaleras probablemente eran en realidad restrictivas más en términos simbólicos que en la cantidad de gente que podía ascender o descender en cualquier momento. Esto probablemente también se puede aplicar a la capacidad de las plazas. No hay razón para creer que las plazas estuvieron alguna vez llenas de gente, aun cuando podríamos sospechar que su tamaño guardaba relación con la cantidad de personas a las que se les permitía el acceso8. Es posible realizar tres observaciones finales sobre las escalinatas: en primer lugar la única escalinata asimétrica prominente, la Escalinata Alba, parece haber servido de puente entre el eje sur (meridional) más nuevo y más grandioso, y el eje norte (septentrional) —probablemente más temprano—, lo que habría permitido efectuar una transición digna y casi gradual
entre los dos [fig. 102] 9 Su posición singular tiene sentido puesto que esta vía de acceso entre ejes que lleva a la Plaza Circular —bastante renovada y elaborada— seguía un eje que conducía a la escultura sumamente importante del Lanzón, ubicada muy adentro del Edificio B. En segundo lugar, una de las formas más comunes de escalinata en Chavín es la colgante, del tipo zig-zag, o ciego por doble angulo, que descendían desde el nivel alto de las plataformas hasta aproximadamente la mitad de la altura de los edificios. Estas escalinatas, de las cuales se conocen al menos seis, aparentemente jamás debieron unir los edificios y el suelo. Su descenso angulado y forma cubierta sugieren que ellas debían permitir la aparición repentina y dramática de alguna persona en las aberturas que hay en las fachadas de los edificios, enfatizando así la distancia que mediaba entre quienes se encontraban en la cima de las plataformas y quienes estaban abajo [fig. 105]. En efecto, es probable que al menos cuatro de estas escalinatas colgantes hayan estado en uso durante la fase Blanco y Negro; podemos contrastar esto con la singular escalinata del Lanzón, que aparentemente fue la única ruta de acceso desde el suelo hasta la cumbre de la plataforma durante esta fase. En tercer lugar hay un solo caso conocido de una escalinata interna que se bifurca en la zona de la Plaza Circular, a la cual se ingresaba a través de un acceso (una portada) más abajo en una pared ciega y que permitía acceder a la cima del E dificio A desde su lado este. Dado que esta vía de ingreso quedó bloqueada con la construcción de la Plaza Circular al inicio de la fase Blanco y Negro, podemos relacionar con seguridad esta inusual escalinata —y una inusual dirección primaria de acceso— con un periodo anterior en el cual una versión mucho más pequeña del Edificio A estuvo tal vez orientada hacia el norte.
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El otro mundo bajo tierra Si bien es cierto que las estructuras Chavín buscaban impresionar a través de su considerable volumen, gran parte de la idea de hacerlo impresionante provenía de acentuar la dimensión vertical de la construcción. Esto se logró en cierto sentido profundizando las plazas hundidas; sin embargo, ello resultaba sin duda problemático debido a la irregularidad de la superficie de la roca madre en el piso del valle, lo que limitaba la posible extensión de los suelos profundos y planos de las plazas 10. La solución fue siempre construir sobre plataformas o cimientos profundos. Todas las plazas hundidas conocidas de Chavín fueron construidas ya sea encima de plataformas o rodeadas por ellas; ninguna es en realidad subterránea en ningún sentido real. Estas plataformas, que parecen también sostener las grandes plataformas del templo, constituyen un volumen inmenso pero todavía algo incalculable, que rivaliza con el de los edificios erigidos encima de ellas o los supera. Esta profunda elaboración de las plataformas permitió que se excavaran las plazas dentro de los “sedimentos” culturales conocidos, y permitió también la existencia de estruc-
Chavín de Huántar
turas subterráneas adicionales en forma de galerías y canales. canal servía como un conducto para las personas así como para el Todo esto sugiere que para los constructores Chavín, el espacio agua, y quizá permitía que personas claves aparecieran “milagrodebajo de la superficie formaba parte de un mundo con el cual samente” en lugares inesperados [fig. 106]. estaban bastante familiarizados, y no necesariamente uno que Dentro de los canales encontramos evidencias claras estuviese contrastado conceptualmente con el mundo que se alza de ofrendas de cerámica, objetos de hueso extensamente trabajaencima. También se consigue una idea palpable del control del do y minerales diversos c olocados intencionalmente en su interior, paisaje, entendiendo por esto la capacidad de nivelar, de cons- lo que hacía que fuera incluso un lugar de importancia ritual. En truir terrazas o de jugar con el espacio en formas a las que una el caso de la Plaza Circular, un ingreso al parecer abierto permaconstrucción levantada directamente sobre la superficie del suelo nentemente al Canal Rocas está asociado con el hallazgo de vasino puede aspirar. jas de cerámica quebradas de manera intencional, principalmente Sin embargo, un aspecto del espacio subterráneo es vasijas de libación y vertido que al parecer eran sacrificadas, que éste contradice las necesidades del drenaje. En primer lugar, quizás una vez consumidos los líquidos, que muy bien podrían dichos espacios son tan susceptibles a las inundaciones y a otros haber incluido pociones psicoactivas o alcohólicas 13. Del mismo problemas de humedad como si fueran madrigueras de roedores. modo, el hallazgo de restos humanos sobre el piso del canal direcNo es sólo que el agua puede entrar desde arriba, sino que tamente debajo de las entradas más grandes, con toda probabiliademás las fluctuaciones en la napa freática podrían traer agua dad indica que al menos en ciertas ocasiones se colocaba a los dilateralmente y desde abajo. Es muy probable que en un paisaje funtos dentro del canal, pero todavía falta determinar si esto lluvioso en invierno como este, las grandes plataformas bloquea- tenía un carácter honorario, sacrificial, pragmático o punitivo. ran tanto la escorrentía de superficie como el movimiento subteEs muy importante advertir que canales y galerías rráneo del agua, intensificando aún más los problemas de drena- son dos formas arquitectónicas y funcionales del todo distintas, y je. Además de los problemas más evidentes del control del que solamente están relacionadas en lo que se refiere a ciertos agua dentro de estructuras de piedra construidas con mortero principios de construcción que son intrínsecos a los espacios subde barro, estos factores hicieron que fuera inevitable que terráneos [cf. fig. 106 con figs. 107, 108]. La prueba de su diferenpara perdurar, Chavín tuviera que contar con un sofisticado sis- ciación es que jamás se cruzan, lo que sorprende en dos clases de tema de drenaje 11. espacios subterráneos que comparten el mismo terreno. Podría La solución se encontró por medio de una ingeniosa ser que la posibilidad de que las galerías se inundaran iba contra red de canales de drenaje que solo ahora comienza a comprender- la cercanía de los canales, pero sea cual fuere la razón, ambos se. Como Chavín estaba sumamente interesado en un ritualismo parecen haber funcionado en dos ámbitos de actividad distintos. complejo y desorientador, se esperaba que los canales sirvieran Las galerías fueron claramente diseñadas para el paso de humapara algo más que el simple desagüe. En efecto, a lo largo de déca- nos, y siempre son lo suficientemente grandes como para que un das de excavación en Chavín aprendimos a esperar encontrar un hombre de modesto tamaño pase con facilidad. (De lo poco que canal en cualquier espacio profundamente excavado que tuviera sabemos de los restos óseos de Chavín, parecen en general coinmás de dos metros de longitud, y no es raro hallar múltiples capas cidir con la talla aproximada de la actual población rural andina, de canales, tanto de drenaje como de abastecimiento de agua. El alcanzando varones y mujeres 1,5 m de altura). Su piso siempre agua era claramente llevada al centro ceremonial tal como lo está nivelado, de modo tal que la idea del nivel es algo intrínseco planteara a manera de hipótesis Luis G. Lumbreras 12, y al parecer a ellas; los pisos siempre son de una arcilla compactada combinaera manipulada por sus cualidades de producción sonora. A do con grava, y todo cambio de nivel se maneja con escalinatas de menudo los canales mismos son lo suficientemente grandes como naturaleza bastante formal. Éstas casi siempre suelen aparecer para caminar erguido por ellos, y en caso contrario uno puede en lugares donde se cambia de dirección; por ejemplo, las escalipasar arrastrándose o encorvándose. Los canales demasiado pe- natas de ingreso descendentes rara vez dan acceso directamente queños como para que los humanos pasen son por lo general muy a un pasaje largo, y en muchos casos son tan ciegas que mientras cortos, tal vez debido a problemas de mantenimiento en caso no se baja rara vez se puede decir qué se encuentra adelante, fuera pudiera haber entrado una persona. Hasta la fecha calculo que en de una pared lateral. Lo que predomina son las escalinatas, Chavín se conocen de 2 a 3 kilómetros lineales de canales, y po- por oposición a peldaños dispersos u ocasionales. Los cambios dríamos fácilmente duplicar esta cifra solo trazando las conexio- de dirección siempre se dan con esquinas en ángulos rectos nes entre los segmentos conocidos; dado el ritmo de descubrimien- que pueden marcar la prolongación de un pasaje, su unión, el to de los canales, todos estos estimados tal vez sean demasiado ingreso a un cuarto semejante a una cámara o una celda. Los conservadores. Resulta interesante que el sistema de canales no cuartos son relativamente pocos, pero sí se dan claramente en el sólo cuenta con frecuentes puntos de acceso, sino que además trazado de algunas galerías; las celdas pequeñas a veces podrían muchos de ellos son escalinatas formales de ingreso. La ubicación simplemente ser fragmentos recortados de pasajes. Hay otros estratégica de estas entradas deja pocas dudas acerca de que el rasgos más cuya frecuencia varía [fig. 109]:
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CHAVÍN
1. Los ductos omnipresentes, que por lo general son 4. Las piedras sobresalientes de las portadas solamennivelados, horizontales, casi siempre ejes rectos y de sección te se encuentran en la Galería de los Laberintos y constan de aproximadamente de 30 a 50 cm de lado, conducen de las paredes grandes piedras de los muros que se proyectan desde el marco de externas del templo a las galerías, y/o de un segmento de galería la puerta hacia el espacio de la entrada desde ambos lados, bloa otro, y/o de galería a galería. Su finalidad dista de quedar clara queándolo parcialmente. Estos elementos parecen no estar tery podría muy bien ser que tuvieran múltiples funciones. Ellos minados o tener los extremos rotos, lo que sugier e que es posible ventilaban con el flujo del aire incluso en ausencia de toda inten- que originalmente fueran más grandes, y que tal vez reducían la ción o diseño necesario, y muchos crean o completan un flujo del entrada aproximadamente a la altura de la rodilla. mismo que recorre íntegramente los edificios principales. Los 5. Las ménsulas son piedras de la pared que se proyecductos transmiten hedores, permiten y filtran o modifican el paso tan inmediatamente por debajo de las vigas del techo, que apadel sonido, y sí permiten el ingreso de algo de luz desde el mundo rentemente servían para permitir que hubiese corredores más externo incluso a pesar de su longitud relativamente grande (a anchos dentro de los límites marcados por la longitud y la fuerza menudo más de cuatro metros). Podrían ser un medio intencional de dichas vigas. La mayoría son ménsulas simples, pero en el de control de la humedad dentro de las estructuras, al permitir caso de la galería más ancha, la de la Doble Ménsula, están disque una cantidad sustancial de la misma fuese ventilada fuera puestas en dos capas, son macizas y el techo inusualmente alto y de los edificios. Sólo ahora se ha comenzado a comprender el ancho de la galería tal vez fue posible gracias a su presencia, o papel que los ductos tuvieron en la función acústica, pero las in- bien requería de ella. vestigaciones iniciales llevadas a cabo por Miriam Kolar y otros, Las galerías requirieron bastante planificación puesto sugieren que tal vez fueron muy importantes para permitir que que al parecer fueron incorporadas a las estructuras principales únicamente ciertas frecuencias sonoras ingresaran o escaparan durante su construcción; hasta la fecha no tenemos ninguna evide los espacios subterráneos14. Dada la traza de los ductos, propu- dencia de que los canales o las galerías hayan sido construidos se que tal vez fueran usados para alumbrar intencionalmente cavando, de modo que debieron ser incorporados a las estructuespacios subterráneos reflejando la luz del sol en las galerías. ras mientras éstas iban creciendo, o, en el caso de algunos de los Esto tal vez se hizo empleando los pequeños espejos de antracita canales, probablemente se le debió cortar en las superficies exissumamente pulidos que son un hallazgo común en las excavacio- tentes. Las galerías ocupan una parte sustancial del espacio hones realizadas en el centro ceremonial, y que fueron claramente rizontal dentro de algunas estructuras, especialmente el Edificio fabricados en Chavín a partir de fuentes de carbón cercanas 15. A, y fueron claramente construidas para que ocuparan inteligenLos ductos casi siempre ingresan a las galerías desde la altura de temente el espacio dejado entre otras galerías. Algunas de éstas la rodilla a la de la cabeza, y por lo general apuntan hacia los se interconectan y fueron añadidas a galerías previas en secuenprincipales pasajes, o hacia celdas o habitaciones; en algunas ga- cias bastante complejas, tal como fuera documentado por Silvia lerías hay suficientes ductos como para iluminar estratégicamen- Rodríguez Kembel16. Es de resaltar que las galerías rara vez pate la mayoría de sus espacios subterráneos. En el caso más nota- recen haber sido cerradas durante el periodo principal de uso del ble de la escultura del Lanzón, un ducto apunta directamente a templo. En efecto, se invirtió un esfuerzo considerable en mantesu rostro. De este modo la r eflejada luz externa, si bien atenuada ner las galerías disponibles a medida que los edificios principales debido a la significativa distancia de transmisión (unos 18,5 m), de Chavín crecían tanto vertical como horizontalmente. Es del la habría iluminado a pesar de todo con una muy efectiva luz todo posible que haya galerías enterradas a profundidad dentro rasante desde la quijada hasta la frente [véase cap. 4.5; fig. 114]. de estos edificios que en realidad fueron clausuradas, pero como 2. Menos comunes son los nichos, por lo general siempre tenían ductos que llevaban al exterior debiéramos tener cuadrados o rectangulares, colocados en las paredes laterales de “ductos a ningún lado”, y éstos son raros o inexistentes. Al mismo corredores, cuartos o celdas. Son de un tamaño y tienen una ubi- tiempo, sin embargo, hay ductos que probablemente van a galecación tal, que habrían sido útiles para guardar o exhibir artícu- rías desconocidas, pero es posible que éstas no hayan sido clausulos importantes. radas durante la época Chavín y que quedaran enterradas más 3. En unas cuantas galerías se encuentran pequeñas bien en periodos posteriores. piedras, elongadas como clavos, empotrados en los muros, de La función de las galerías es en algunos casos bastanmodo tal que sobresalen significativamente de su superficie. te clara, pero en general siguen siendo materia de especulación. Estos clavos usualmente se encuentran casi a la altura del techo; El espacio que ofrecen es demasiado pequeño, inconveniente, su forma, ya sea semirectangular o que se angosta hasta formar oscuro y por lo demás de una utilidad bastante limitada como una punta, casi no da indicio alguno de su función, y en general para suponer que fueron una construcción conveniente. El costo no están muy ligados a ningún lugar de las galerías, siguen que su planificación y construcción involucraba era demasiado siendo un enigma. alto para el limitado espacio conseguido. Hasta hoy dos obvias posibilidades de uso —residencias y almacenaje general— no
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cuentan con ninguna evidencia arqueológica concreta que las respalde. Iluminar las galerías por lapsos prolongados habría requerido de algo más que el sistema de espejos que propongo, y en la mayoría de los casos su planta no proporciona mucho espacio o calidad de almacenaje evidentes. Más bien casi siempre son pasadizos o secuencias de pasadizos relativamente simples, lo que no impide que en unos cuantos casos sean por completo laberínticos y tengan un plano complejo, repetitivo y semi-simétrico pero muy planificado. Hay tres funciones probables para las cuales se puede argumentar de modo bastante convincente: 1. Las actividades rituales parecen estar indicadas con claridad, algo no sorprendente en un centro ceremonial. Los entornos oscuros, misteriosos y altamente controlados probablemente habrían tenido el importante efecto de resaltar el ambiente para los participantes, como en efecto lo hace hoy en día con los visitantes. La manipulación del sonido, la luz y posiblemente otros fenómenos sensoriales es altamente probable, y en algunos casos muy seguro. El Lanzón y su galería son un buen ejemplo de ello [figs. 4, 117]; la presencia de una enorme imagen semejante a un ídolo, en un espacio sumamente restringido, argumenta a favor de una acción ritual concentrada en la cual los participantes se habrían visto bastante influenciados por las experiencias que recibían. Los aparentes arreglos de iluminación y acceso ya mencionados respaldan el argumento de que probablemente se podía visitar al Lanzón y que fuera diseñado para ser visto, si bien por un número muy limitado de personas por vez. La Galería del Lanzón misma es en realidad el resultado de haber conservado el acceso a este objeto primario de veneración a medida que el edificio crecía alrededor de su ubicación original, que probablemente fue originalmente puesto al aire libre [fig. 100]. El crecimiento inexorable del Edificio B en Chavín significó que dada su ubicación original, el Lanzón habría tenido que ser enterrado o mudado, pero aparentemente se usó una tercera alternativa, la de construirle un techo (aunque con el espacio extremadamente reducido que el techado de las galerías de Chavín permitía) y luego agregarle de forma progresiva pasadizos a ese espacio subterráneo a medida que el edificio crecía. Esto enfatiza una vez más la necesidad que había de dar acceso a los espacios subterráneos para fines rituales, y sospecho que varias otras galerías, especialmente las que tienen una configuración relativamente compleja, fueron efectivamente planeadas para ceremonias en este tipo de entorno tan especial. 2. Es probable que algunas galerías sirvieran en reali dad para almacenar cosas, pero no alimentos u otros productos prácticos. El caso de la Galería de las Caracolas, donde en 2001 encontramos veinte pututos intactos de la época Chavín 17, sugiere un depósito semejante a una sacristía para un rango muy restringido de parafernalia ceremonial [fig. 110, cat. nos. 122-124]. En el caso de Caracolas no hay ninguna evidencia de que la galería original (la más pequeñas de ellas, pues apenas mide 1 x 6 m) haya contenido algo más que estas trompetas (y originalmente
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más de ellas). La ubicación estratégica cerca de la Plaza Circular y su atrio así como del Lanzón mismo, y la vía de acceso simple a través de una escalinata corta, apoyan la idea de que se trataba de un lugar desde el cual los pututos podían ser puestos rápidamente en manos de los músicos para las ceremonias que se celebraban en esta parte central del sitio. Si la Galeria de las Caracolas es una buena evidencia, es posible que esta misma función se aplicó a las mas simples y pequeñas galerías, especialmente aquellas ubicadas cerca de áreas ceremoniales claves. 3. Una tercera función, la de un lugar donde depositar ofrendas, fue ampliamente sugerida por el trabajo que Lumbreras llevó a cabo en la Galería de las Ofrendas 18. Esto reveló la presencia de varios centenares de vasijas de cerámica sobre el suelo de esta galería de tamaño mediano y complejidad intermedia, que originalmente fueron dejadas intactas junto con diversos objetos ceremoniales y restos humanos quemados y cortados [cf. cap. 4.5, cat. nos. 125-163]. Su razonable interpretación de esta galería es que fue diseñada especialmente para que recibiera una gran ofrenda de materiales valiosos al momento en que se consagró la Plaza Circular, como materiales que fueron depositados fundamentalmente en un evento ofertorio principal, después de lo cual la galería no habría sido muy utilizada durante tiempos Chavín. Si bien es cierto que esto podría ser considerado almacenaje, su contenido apoya la idea de un ritual ofertorio muy especializado y ordenado que tal vez era tradicional en las formas de galerías no complejas con celdas laterales repetitivas, como Ofrendas.
La planificación de las estructuras subterráneas Tal vez una de las implicancias más interesantes sobre los canales y galerías, es que debía planeárseles en formas algo distintas que las estructuras que se alzaban sobre el suelo. El añadido, modificación o reemplazo de la arquitectura levantada sobre el suelo se puede realizar con r elativa libertad, pero tanto las galerías como los canales se hallaban altamente confinadas en su espacio una vez instaladas. Los canales, en particular, debían responder a otra lógica: la de una constante pendiente que descendía hacia el extremo de desagüe, para que de este modo las aguas pudieran ser reunidas en el camino tanto desde los puntos altos como desde los bajos. Los canales tenían un rango sumamente restringido de niveles verticales a través de los cuales podían pasar y alcanzar dichas metas, dado el énfasis que Chavín otorgaba a los espacios semisubterráneos como las plazas hundidas, que son lugares naturales en donde las aguas se empozan. Con el continuo crecimiento y modificaciones de las estructuras levantadas sobre el suelo, la tarea de hacer frente al funcionamiento y al mantenimiento del sistema de canales se hace sumamente compleja. Rocas, el canal troncal primario, sigue un camino largo y curvo, y pasa debajo de todas las plazas hundidas de Chavín que se conozca en su camino hacia el río Mosna
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[fig. 101]. Resulta que también pasa debajo de los tres edificios más grandes del sitio. En el caso del Edificio B pasa íntegramente por debajo y prosigue en el lado opuesto hasta fuentes actualmente desconocidas. Todos estos edificios tienen etapas tempranas de construcción debajo de las cuales pasa el canal, lo que quiere decir que su trayectoria general ya estaba trazada mucho antes de que el sitio alcanzara su configuración actual, no obstante lo cual la planificación del sistema de canales parece refle jar el conocimiento del eventual plan final del sitio. Esto argumentaría que se planificó con anticipación al menos medio milenio de crecimiento, lo que resulta muy difícil de imaginar.
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D
C
La Banda
B GL
PC
PN
Principios de construcción Aunque la planificación parece ser muy sofisticada en Chavín, las técnicas mismas de construcción, a primera vista, parecen ser muy rudimentarias. Para formar los muros, se unieron los bloques de piedra con un mortero de barro o arcilla, por lo general en hiladas. Piedras más largas fueron usadas como dinteles y vigas del techo. La superficie de algunos de los pisos fue pavimentada con losas que usualmente eran de pizarra. Pero hay una mayor complejidad: mientras que algunas de las piedras parecen ser íntegramente naturales en lo que se refiere a su forma, hay abundantes evidencias del trabajo parcial de gran parte de las piedras que se usaron para la construcción de Chavín, sobre todo mediante el astillado y la extracción de lascas, para así lograr alcanzar formas aproximadamente rectangulares con la cara plana. Es más, una minoría significativa de las piedras fue traba jada hasta alcanzar superficies bastante planas y uniformes mediante técnicas de corte y pulido. Si bien es cierto que las técnicas de construcción en Chavín no alcanzaron el calce justo de la piedra sin el uso del mortero, técnica difundida en las posteriores formaciones políticas Wari-Tiahuanaco e Inca, la finura del trabajo tanto en las piedras arquitectónicas cortadas como del arte lítico, resulta verdaderamente impresionante. La elección de las piedras fue muy selectiva; la piedra sin cortar es principalmente cuarcita, que se da en afloramientos rocosos ubicados dentro de un kilómetro del sitio. La cuarcita jamás tuvo un trabajo fino y su extrema dureza y estructura de piedra hacían que fuera del todo inapropiada para su cortado y pulido. La estructura planar natural de las formaciones locales de cuarcita tiende a producir piedras con un grosor modal, y los constructores de Chavín aprovecharon esto al construir hiladas alternantes de distintas alturas, correspondientes a dichos grosores. En las fases de construcción tardías esto usualmente involucraba hiladas gruesas, que tenían dos hiladas más delgadas entre ellas y la siguiente hilada gruesa. Esto probablemente era eficiente dado el rango del grosor natural de las piedras, pero también dio a los edificios un aspecto sumamente organizado y estructurado [fig. 111].
A PBN
PMe CR PMa
PS
Fig. 100 a y b Las investigaciones más recientes indican una historia mucho más compleja de la construcción de lo que hasta ahora se había asumido. Hoy conocemos que la actividad constructiva más temprana asociada al Lanzón data de la segunda mitad del segundo milenio a.C. (a). La fase de ampliación más larga, conocida como la fase Blanco y Negro, tuvo lugar entre 900 y 550 a.C. (b). Los colores marcan diferentes fases
Fig. 101 Templo de Chavín de Huántar A, B, C, D – Edificios A, B, C, D PBN – Portal Blanco y Negro PMe – Plaza Menor PMa – Plaza Mayor PC – Plaza Circular CR – Canal Rocas PN – Plataforma Norte PS – Plataforma Sur GL – Galería del Lanzón Celeste – ductos y canales Anaranjado – galerías
Fig. 102 Las dos alineaciones del templo que estuvieron en uso durante la fase Blanco y Negro. Ambas alineaciones (rojo= antigua, azul= nueva) apuntan hacia la cima natural, aunque modificada, al otro lado del río Mosna. Visto desde la Plaza Circular, el sol sale al este sobre la cima de este cerro en el solsticio de verano (21 de diciembre). La nueva alineación con la cima del cerro está muy cerca de coincidir con el eje definido por el Portal Blanco y Negro y las escalinatas alineadas al
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Fig. 103 La escalinata blanca y negra con peldaños de granito a la izquierda (originalmente habrían sido de un blanco radiante) y la piedra caliza a la derecha (originalmente habrían sido de un negro muy intenso). La escalinata lleva desde la Plaza Mayor hasta la Plaza Menor a través del
Fig. 104 Fachada este del Edificio A. La escalinata es claramente visible (véase la flecha)
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Fig. 105 El Portal Blanco y Negro que se encuentra delante del Edificio A. Las columnas tienen una altura de 2,3 m cada una. La figura en la columna de la derecha probablemente es una criatura masculina, mientras que la de la columna izquierda probablemente es femenina. Ambas criaturas tienen alas, sostienen objetos seme jantes a unas varas en sus garras, y tienen un pico de ave delante de su boca con colmillos. La cabeza mira hacia arriba. Las escaleras y el dintel fueron construidas con un granito blanco radiante en la parte sur y con una piedra caliza de un color negro en la parte norte. Este dualismo parece estar reflejado en las criaturas masculina y femenina de las columnas. Los relieves del dintel muestran criaturas que se asemejan a aves de presa (el dintel no está en su posición original). Las imágenes de las columnas y los relieves del dintel fueron generadas a partir de
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Fig. 106 Segmento bien conservado del canal de drenaje original más importante de Chavín, el Canal Rocas
Fig. 107 Segmento bien conservado de una típica galería (corredor subterráneo) de Chavín, con escaleras y pasajes en diversos niveles
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Fig. 108 Galerías (corredores) de los Edificios A, B, C y alrededor de la Plaza Circular. Esta figura fue generada a partir de los datos obtenidos por Silvia Kembel de una estación total y de un modelo digital en 3D basado en un escaneo de láser y datos fotogramé-
Fig. 109 Dibujo esquemático e idealizado de una galería típica de Chavín: 1. ducto 2. nicho 3. “clavo” de piedra 4. Cabo de las portadas 5. ménsula
CHAVÍN
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Fig. 110 Dibujo de la Plaza Circular y alrededores mostrando los canales principales (líneas de color celeste), el Lanzón y su galería (anaranjado), la Galería de las Ofrendas (azul) y la Galería de las Caracolas (verde). Esta figura fue generada a partir de los datos obtenidos por Silvia Kembel de una estación total y de un modelo
Fig. 111 La fachada este del Edificio A mostrando la transición desde las hiladas de piedra finamente cortada (arriba) a las de piedra cuarcita tosca (abajo). Llama especialmente la atención el patrón repetitivo de dos hiladas más delgadas y una más gruesa tanto en la parte más fina de la pared como en la más tosca
Fig. 112 Excavaciones en La Banda al otro lado del río Mosna, donde los asentamientos ubicados en la parte baja (primer plano) o alta (al fondo) prueban la coexistencia de grupos sociales de diferente estatus en Chavín
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Chavín de Huántar
El principio mismo de las hiladas es aplicable a las cio A [fig. 101], fueron construidas con piedra caliza negra en su zonas con piedra cortada; la mayoría de éstas son posteriores y lado norte, y con arenisca o granito blanco al sur. El piso de la en realidad casi todas las piedras cortadas podrían pertenecer a Plaza Circular fue pavimentado con cuadrantes de caliza amarila última gran fase de c onstrucción, desde alrededor de 850 hasta lla, separados por una formación en cruz de caliza negra [fig. 550 a.C. El granito, la arenisca de gr ano fino y la caliza, en orden 115]. Las escalinatas a veces tienen peldaños de granito blanco, descendente de frecuencia, fueron usadas exclusivamente en las en tanto que la parte posterior cada peldaño tiene una superficie construcciones y en el arte en condición cortadas, y todas parecen de pizarra negra. Todos estos ejemplos muestran una fuerte inhaber sido transportadas una distancia considerable desde su tencionalidad en el contraste de piedras de color claro y oscuro de lugar de origen [cat. nos. 108-121] 19. El granito, por ejemplo, solo modo estructurado y consistente. se da en afloramientos rocosos que se encuentran muy arriba en Las representaciones artísticas tienen formas varialas montañas vecinas; los bloques al parecer fueron transporta- das, a las cuales se incorporó formalmente dentro de la arquitecdos un mínimo de 15 a 20 km a lo largo de un terreno sumamen- tura chavín. Las esculturas independientes son menos frecuente difícil y a través de un gran descenso de altura. La gama de tes, pero probablemente hubo más de ellas en el pasado. La figura rocas utilizadas aumenta si incluimos todas las formas artísticas del Lanzón en la galería del mismo nombre [fig. 117] constituye y ornamentales: las cabezas clavas empotradas en los muros de el principal ejemplo que ha sobrevivido de una forma semejante las estructuras chavín fueron elaboradas sobre todo de toba vol- a una estatua u obelisco, y es también el único objeto de arte hoy cánica, y se hizo cierto uso de una piedra volcánica dura y crista- existente colocado intencionalmente dentro de un espacio subtelina, así como de la pizarra. rráneo. En las paredes o estructuras del techado de las galerías Los arqueólogos originalmente concibieron el diseño hay unas cuantas piedras grabadas, pero es posible que hayan de la construcción Chavín como unos fuertes muros externos con sido vueltas a utilizar de otros contextos. También son casi inderellenos de piedras y mortero de poca importancia estructural pendientes las columnas grabadas que aparentemente flanqueapara la masa interior de los edificios más grandes. Las recientes ban las portadas, como por ejemplo el Portal Blanco y Negro [fig. investigaciones realizadas por Julio Vargas, de la Pontificia Uni- 105]. A diferencia del Lanzón, cuya figura antropomorfa en 3D versidad Católica del Perú, mostraron que dicha idea es comple- subsume la forma de la piedra, las columnas del Portal fueron un tamente errónea, y que las paredes revestidas con piedras a lienzo cilíndrico el cual se usó para extender un diseño plano menudo megalíticas en realidad contribuyen relativamente poco sobre su superficie. a la estabilidad de las estructuras. Se las debiera más bien conLas cabezas clavas empotradas bien arriba en los cebir como un acabado, un adorno, y como la protección de un muros externos del Edificio A, y posiblemente del B y el C, fueron núcleo interno fuerte y organizado de mampostería en capas, que tal vez el ejemplo más común de arte lítico. Se conocen más de constituyen el principal elemento estabilizador y coherente de los cien de ellas pero solamente una sigue actualmente en su ubicaedificios20. En aquellos casos en que se retiró las paredes de aca- ción original. Se ha sostenido que ellas trazan un continuo entre bado semejante a un enchapado o se cayeron, el núcleo interno formas de cabezas humanas y animales, lo que tal vez refleja logró conservar caras casi verticales durante muchas décadas, y transiciones como las que los chamanes experimentan en el en algunos casos siglos, sin que se produjera una degradación transcurso de rituales que involucran drogas. Una cor nisa colocasustancial. Esto también quiere decir que al modificar estas es- da muy arriba en la cima de los muros del Edificio A, inmediatatructuras a lo largo de los siglos, los diseñadores y constructores mente por encima de la serie de cabezas clavas y que forma un de Chavín podían desmantelar las fachadas externas sin correr voladizo que se extiende unos 60 cm más allá de la pared, tal vez el riesgo del masivo colapso de un relleno inestable; el núcleo or- fue en su forma original igual de extensa. De manera típica la ganizado podía resistir por sí solo sin problemas. Sabemos, cornisa muestra imágenes de seres humanos, animales o formas además, que este tipo de desmontaje en realidad se daba con híbridas en procesión siguiendo una dirección común, y si fue cierta frecuencia. continua habría habido cientos de piedras grabadas a lo largo de toda su extensión. La utilidad relativamente grande que estas Adornos piedras planas y de gran tamaño tuvieron para pueblos posteriores, podría explicar por qué son más raras hoy en dia que las La arquitectura en Chavín fue decorada de diversas formas, más cabezas clavas. allá de la configuración de las hiladas de piedra. El color de la El grupo restante de esculturas arquitectónicas son piedra fue empleado de modo creativo, sobre todo en el dualismo los paneles líticos grabados, también con representaciones de del blanco y negro que vemos en las ultimas grandes construccio- procesiones, que engalanaban la Plaza Circular [fig. 115] y al nes en Chavin. Una serie de estructuras de piedra cortada, entre menos otra plaza principal, si no más [cf. cap. 4.5] 21. Estos paneellas dos escalinatas grandes, una pequeña plaza y partes de la les retratan a una serie de felinos con ornamentación diversa y a portada con columnas y el complejo del Zócalo, delante del Edifi- un grupo de personajes antropomorfos, que van desde una forma
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CHAVÍN
humana relativamente normal hasta el estado transformado en nicas resultaban eficaces en este sentido 22. Es probable que en la el cual las figuras tienen serpientes como cabell os, colmillos en la época Chavín haya funcionado como un centro de innovación, siboca, así como manos y pies con garras. En el caso de la Plaza tuado quizá dentro de un mundo cerrado y conservador. Chavín Circular quedan suficientes figuras humanas en su lugar como posiblemente también se hallaba confinado dentro de una tradipara que sepamos que compartían la orientación común de la ción artística, arquitectónica y tecnológica, una en la que la innoprocesión: todas ellas aparecen dirigiéndose hacia la escalinata vación sin duda podría haber resultado impresionante hasta central occidental que conducía a la cima del edificio y a la vecina cierto nivel, también habría servido para alienar a las poblacioGalería del Lanzón. nes que pretendía atraer y sobrecoger. De este modo el contexto ritual más amplio de Chavín —su ubicación en el Formativo de los Andes Centrales— de ninguna manera puede ignorarse. La arquitectura Chavín como contexto ritual Caben pocas dudas de que su elite sí innovó, puesto que resulta Como era de esperar, la organización de la arquitectura Chavín difícil encontrar analogías de su diseño exacto y construcción. El alrededor de los ejes formados por plazas, escalinatas y corredo- sistema de galerías, el de drenaje, los detalles de la fachada y el res, parece coincidir bien con la idea de que las procesiones eran núcleo constructivo, para no mencionar sino unos cuantos aspecimportantes en el mundo exterior del sitio. Estos movimientos tos sobresalientes, no tienen paralelo alguno en esta época en de personas probablemente se dirigían desde una plaza inferior ningún lugar. Pero muchas de las formas usadas en la arquitechacia una superior; el nivel más alto parece haber tenido una tura, por cierto, se conocen también en otros lugares. Se ha dicho visibilidad focal de las escalinatas colgantes y la cima de los edi- mucho con respecto a las formas específicas halladas en Chavín: ficios, lo que sugiere que había espectáculos de algún tipo: obje- las plaza circular hundida, la plaza cuadrada, la configuración de tos, personas y actos que formaban parte de los rituales. El los templos en forma de U, las habitaciones pequeñas en la cima avance desde contextos más bajos hacia otros más altos, el claro de los templos de muros macizos, las habitaciones rituales cuidadelineamiento de los niveles separados por escalinatas focales y dosamente enlucidas, ventiladas y con el fogón central: se ha desaltas, y la formalidad de las plazas, sugieren en conjunto que crito todo esto como elementos de tardía aparición en Chavín 23, quienes participaban en el ritual estaban divididos en distintas derivados de una arquitectura similar y más temprana en otros clases con diferentes niveles de privilegio, lo que permitía su in- lugares. Esto es indudablemente válido a cierto nivel , pero obedegreso hasta cierto lugar. Del mismo modo parece haber una rup- ce a una perspectiva que espera la existencia de subperiodos que tura entre el mundo ritual externo que acabamos de describir, y conforman una secuencia de formas arquitectónicas altamente la cima de los edificios y los contextos internos de las galerías, diferenciadas a lo largo del tiempo, de modo tal que Chavín puque tenían un acceso muy limitado y controlado precisamente en diera ser descrito como un receptor tardío de formas derivadas de dicha transición. Como es lógico suponer, estos contextos más otras regiones. A medida que el conocimiento de Chavín y otros altos y recónditos sugieren que solo grupos de tamaño muy limi- sitios del Formativo crece, va quedando claro que hubo tradiciotado podían acceder a estos lugares restringidos, lo cual tal vez nes arquitectónicas de larga vida que abarcaron milenios, y que apoya la idea de otra reducción más del grupo espectador y par- la adopción de formas de un gran vocabulario arquitectónico proticipante. Las dos estructuras “miradores” que coronan el Edifi- bablemente involucró factores complejos, entre ellos el conocicio A eran muy pequeñas a pesar de la superficie relativamente miento local de larga duración, así como los contactos con posigrande con que se contaba, y las galerías como la del Lanzón bles áreas donantes. Fuera de esto, y como recientemente apenas si podían acoger cuando mucho a una docena de perso- aprendimos, nuestro conocimiento sobre la diversidad de las nas en su punto focal. Podemos imaginar un culto que involucra- formas arquitectónicas presentes en Chavín es muy limitado 24, ba a cada vez menos miembros de los rangos más altos, y que en especial el referido a los periodos tempranos de la arquitectuposiblemente un largo aprendizaje y preparación eran necesa- ra, que se encuentran profundamente enterrados en el sitio. Torios antes de que los miembros pudieran participar en los ritua- davía falta ver un trabajo definitivo del estilo arquitectónico en les más íntimos, quizá como interactuar con el Lanzón mismo. Chavín, con un análisis detallado del sitio en relación con las reDe este modo, la arquitectura era el escenario que no giones y asentamientos contemporáneos de los Andes Centrales. sólo comprendía las actividades rituales de Chavín, sino que La arquitectura doméstica además fijaba el tono de la experiencia y acaso reflejaba la estructura de estatus, acceso y privilegio de los segmentos involucrados de la sociedad. Como se ve en el c apítulo 4.4, la arquitectura apli- En comparación con la arquitectura ritual, poco se conoce sobre caba una estrategia con qué provocar una serie de reacciones de las edificaciones residenciales de Chavín. Las excavaciones reaparte de los participantes en los rituales efectuados en estos lizadas por Richard Burger en los que parecen haber sido distriescenarios, y podemos suponer que con el paso de los siglos los tos residenciales alrededor del centro monumental, arrojaron sacerdotes/líderes de Chavín aprendieron qué formas arquitectó- esencialmente fragmentos de estructuras que iban desde plata-
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formas hasta fragmentos de paredes. A partir de ellos infirió que delante de donde se alzaban los muros anteriores, o donde aún la cantidad de construcciones, al menos en la fase tardía del pe- quedaban fachadas dañadas. La aparente breve Fase Apoyo (ca. riodo Chavín, fue de naturaleza proto-urbana y se extendió 550-500 a.C.), tomó su nombre del intento de estabilizar las dasobre docenas de hectáreas. La actual traza urbana de estructu- ñadas estructuras del templo con una construcción de más baja ras completas o casi completas comprensiblemente no fue evi- inversión, que imitaba al original pero no lo igualaba. dente en sus pequeños cateos, pero sí logró inferir la presencia Fue a finales de esta época o poco después, cuando se de cimientos de piedra informales, y el uso de adobes o tierra comenzaron a levantar rústicas estructuras domésticas en las compactada encima de los cimientos. Las excavaciones posterio- áreas protegidas del sitio, esto es en las plazas hundidas o a lo res de nuestro proyecto en Chavín arrojaron una extensión algo largo de las fachadas de los edificios principales. Se desmontamayor de la arquitectura residencial alrededor de las márgenes ron las paredes de piedra cortada y hasta las losas grabadas de del centro ceremonial y al otro lado del río Mosna, en el sector la Plaza Circular, volviéndoselas a usar en construcciones secuconocido como La Banda [fig. 112] 25. Los depósitos del periodo lares pragmáticas que reflejaban poco de la religiosidad formalChavín que presentan estratigrafía compleja revelaron paredes mente organizada de periodos anteriores. Las técnicas de consde estructuras que muestran al menos dos clases distintas de trucción en esta fase eran simples: las paredes de piedra rara estructuras al parecer contemporáneas, acompañadas por volú- vez tenían hiladas y casi todas las trazas son informales, con menes considerables de depósitos derivados de la ocupación. Por pequeñas habitaciones irregulares definidas por paredes freun lado observamos una distribución bastante densa de cimien- cuentemente reconstruidas y de corta duración. Llama la atentos de paredes angostas y superpuestas hechas con piedras pe- ción que la cerámica usada por los ocupantes del sitio experiqueñas y arcilla, que definían habitaciones pequeñas y corredo- mentó un cambio total en su tecnología, forma y decoración, y lo res. Éstas evidentemente correspondían a un área residencial mismo sucedió con muchas otras clases de cultura material, lo con una gran densidad de estructuras con paredes de adobe o que dejó poco de la arquitectura y el arte sumamente organizaquincha, que corresponden a una forma arquitectónica de menor dos y ostentosos tan característicos de Chavín. En la parte final inversión. En una terraza más elevada pero bastante cercana del periodo Intermedio Temprano (tal vez hacia 400 d.C.) parece hallamos estructuras sumamente sustanciales con muros haberse dado un breve renacimiento de la atención prestada a anchos de piedra perteneciente al mismo periodo, con fogones y los detalles arquitectónicos, momento en el que se construyeron desechos residenciales, que representan una construcción mucho paredes con distintivas piedras paradas, rellenadas co n capas de más elaborada y costosa. Otras excavaciones realizadas en es- pequeñas piedras horizontales; pero aun así estas construcciotructuras principalmente con paredes de piedra, arrojaron evi- nes eran informales, de pequeña escala y de escasa durabilidad dencias de actividades artesanales combinadas con actividades en comparación con los grandes monumentos levantados durandomésticas. En todos los casos la arquitectura parecería haberse te el florecimiento de Chavín. constituido de habitaciones combinadas en bloques y no de estructuras separadas e individuales. Sorprenden porque muestran muy poco espacio intermedio entre las estructuras y parecen ser espacios aglomerados de vivienda, semejantes a celdas en formación compacta.
Postdata Chavín parece haber experimentado un c ataclismo sustancial en algún momento alrededor de 550 a.C., el que desestabilizó una parte significativa de la arquitectura del centro ceremonial, y que tal vez se reflejó en las estructuras derrumbadas y desestabilizadas visibles en otras partes del sitio. Es probable que esto represente uno o más terremotos sustanciales, que provocaron el colapso de varias fachadas y en ocasiones de segmentos de los núcleos constructivos, y que tal vez movieron algunas de las masas arquitectónicas pesadas. La respuesta que nuestras numerosas exca vaciones alrededor del centro documentaron fue la creación de plataformas encima de las piedras colapsadas de las paredes, y la erección de nuevos muros con una construcción mucho menos organizada, que frecuentemente fueron colocados inmediatamente
CHAVÍN
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4.4
RELIGIÓN Y AUTORIDAD EN CHAVÍN DE HUÁNTAR John W. Rick
Desde la época de las primeras crónicas españolas, Chavín de Huántar ha captado la atención de viajeros e investigadores, quienes quedaron fascinados por su impresionante arquitectura y su compleja iconografía. Ello dio lugar a descripciones, análisis e interpretaciones desde diversos puntos de vista, así como resultados variables en temas que van desde secuencias cronológicas hasta modelos de la distribución panregional de la población1. Este artículo intenta comprender la construcción, las acti vidades, el compás y la intención de Chavín dentro de la lógic a de la sociedad de su tiempo. Para comprender la intención de los constructores y los usuarios de Chavín, debemos entender la naturaleza de la naciente autoridad que da sentido a la palabra “Formativo”. Esta fue la época de surgimiento de la autoridad y de la estructura jerárquica en las sociedades andinas, y Chavín fue uno de los proyectos estelares al igual que Kuntur Wasi [véase cap. 3.2, cat. nos. 56-107]. Espero mostrar que Chavín formó parte de un intento por crear una nueva realidad —la de los templos y las experiencias que se vivían dentro de ellos—, que a su vez se inscribía dentro de un programa de largo plazo para convencer a algunos segmentos de la sociedad de la validez de dicha autoridad emergente e, intencionalmente o no, de una vía mediante la cual propagar la ideología resulta nte por todos los Andes. Chavín es, entonces, uno de varios lugares claves en esta región, donde la ideología estaba siendo innovada y transmitida a través de los mismos restos físicos que podemos estudiar hoy. La mayoría coincidirá en que Chavín conformaba una serie de estructuras religiosas; tal vez podemos usar la palabra “templos” con cierta posibilidad de aproximarnos a lo correcto. No conocemos ningún investigador serio que sostenga que la intención primaria de los principales centros del Formativo, como Chavín, haya obedecido a alguna lógica distinta de la religiosa. Pero si intentamos adoptar como modelo la arquitectura sacra moderna de la mayor parte del mundo, estamos destinados a comprender erróneamente esta etapa transitor ia entre las prácticas y creencias de escala local, y la red suprarregional de centros y los sistemas ideológicos sumamente organizados que representaban2. Chavín fue sin duda un intento de incrementar el alcance, y tal vez el control, que la dirigencia del centro ejercía. Lo que hace que este intento sea tanto más interesante es, en primer lugar, que se llevó a cabo no a través del dominio militar evidenciado por las armas, las estructuras militares y las conquistas, sino más bien mediante instalaciones religiosas altamente desarrolladas, y en segundo lugar que el reclutamiento de las poblaciones no parece haberse dado aplicando una ideología dirigida a incluir y convencer al conjunto de la población, sino más bien al reclutamiento de una elite y autoridades emergentes, tanto dentro como más allá de la influencia o el dominio inmediato del centro ceremonial. Esta comprensión general estructura algunas ideas fundamentales sobre Chavín, así como los sitios y los liderazgos
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Chavín de Huántar
contemporáneos. Ante todo tenemos el hecho de que Chavín una arquitectura misteriosa que genera una ambientación sinmuestra señales de haber sido un tipo de “culto”. Esta última es gular. Esto fue el resultado de una or ganización competitiva y de una palabra compleja con muchas definiciones, pero lo que im- la creatividad, cuya única explicación razonable parece ser la porta para nuestros fines es un fuerte sentido de pertenencia, manipulación de la mente humana como vía para establecer y identidad, empoderamiento, de separación y de experiencia reforzar la credibilidad de un culto. común que es compartido, y que crea una identidad para los ¿Qué evidencias de Chavín respaldan esta reconsmiembros del culto. A diferencia de los cultos modernos, que trucción y, más aún, qué hace que sea tan especial en este sentitienden a ser grupos fragmentados de otras religiones o a repre- do entre los muchos centros andinos del Formativo? ¿Por qué es sentar un comportamiento desviado o contracultural, los de la único y digno de la atención que ha recibido, tanto en el pasado época Chavín parecen haber sido de importancia central para la como hoy en día? Aunque el resto del ensayo está dedicado a sociedad de su tiempo, y haber preparado el camino hacia el contestar estas preguntas, la respuesta simple es que, por las futuro de las estructuras sociopolíticas de las sociedades andi- razones complejas que veremos a continuación, Chavín demuesnas. Tengo la sensación de que los sistemas de templos del Fortra elocuentemente evidencias físicas —a un nivel muy superior mativo, y sobre todo los de Chavín, fueron lugares en donde se de lo que encontramos en otros centros— de cómo era que estos confería la membresía y se generaban las identidades comunes, convincentes sistemas operaban. donde las autoridades establecían su poder y su diferencia con respecto al resto de la población, y donde probablemente se gene¿Qué fue Chavín? raban las principales innovaciones que iban más allá de la simple práctica religiosa. Entonces, en cierto sentido, estos eran El objetivo de esta sección es describir la naturaleza física funlugares de cambio convertidos en estratégicos, en donde emergía damental del sitio y las ideas esenciales acerca de qué fue una nueva estructura para la sociedad, impulsada en gran Chavín, cuánto tiempo existió y la manera en que operaba. En el medida por un mundo material —en evolución y diseñado por capítulo referido a su arquitectura [véase cap. 4.3] describí la humanos— de edificios, tecnologías, objetos y arte, así como ac- planificación, la construcción y la configuración de los edificios tividades humanas organizadas. de Chavín. Sobre dicha base podemos estar seguros de que esta Estos patrones al parecer estuvieron ampliamente arquitectura estaba conformada por una serie de contextos ridifundidos, tanto en el tiempo como en el espacio. Los inicios de tuales que involucraban procesiones y que probablemente fueron la arquitectura monumental en los Andes anteceden de manera testigos de ceremonias y otras actividades, coordinadas por el significativa al aparente origen de Chavín alrededor de 1300- liderazgo sacerdotal y a las que asistía un público. El centro mo1200 a.C., y en ciertos lugares unos sistemas similares parecen numental del sitio no muestra —al menos durante la última haber existido incluso después de que el mismo Chavín posible- parte de su existencia— ninguna evidencia de actividad alguna mente haya cesado sus funciones semejantes a las de un templo que no fuera la construcción y la modificación de la arquitectualrededor de 500 a.C. Sitios similares a Chavín se encuentran ra, la ejecución de rituales, la presencia y la intervención de parpor todos los Andes Centrales, sobre todo en Kuntur Wasi [véase ticipantes, tanto locales como provenientes de lugares alejados, cap. 3.2, cat. nos. 56-107] 3 y Pacopampa [véase cap. 3.2, cat. no. y tal vez banquetes, así como cierto grado de producción artesa10]4, pero hubo también muchos otros más. Resulta bastante nal [véase cap. 4.5]. El centro monumental se encuentra rodeado evidente que las similitudes entre estos sitios no se deben a la a ambos lados de los ríos Mosna y Wacheqsa, por áreas de actiunidad política, puesto que es casi seguro que no estuvieron su- vidades residenciales y artesanales, las que tal vez involucraron jetos a un solo sistema de control político o a unos cua ntos de diversos niveles de clases de estatus bastante diferenciadas de ellos, sino que más bien fueron bastante independientes. Ellos la población5. En general esta podría haber sido una comunidad tal vez representan sistemas paralelos, que con toda probabili- muy grande o un pueblo, que posiblemente caía dentro del rango dad se emulaban e imitaban entre sí, quizá dentro de una estrede una pequeña ciudad. Los cálculos de la población total de secha red de competencia por conversos a sus respectivos cultos. mejante comunidad local son especulativos en el mejor de los La competencia de este tipo podría muy bien haber tenido lugar casos, pero estimo que habrían alcanzado el rango de las tres en torno a las rentas y recursos a conseguirse de los miembros mil a seis mil personas. Hoy en día, el pueblo de Chavín y sus del culto, nuevos o en ascenso. Esto podría haber alimentado el vecinos inmediatos al otr o lado del río Mosna caen más o menos crecimiento y los aspectos espectaculares de los centros ceremo- dentro de dicho rango demográfico y cubren un área semejante a niales, lo que quizá les daba cíclicamente el potencial para la más grande extensión del antiguo poblado. atraer de forma preferencial a los conversos. Es aquí donde la Si Chavín fue un centro ritual, ¿entonces cuál fue la historia de Chavín realmente toma forma, puesto que hasta hoy base de la religión o del culto? Podemos tomar algunas pistas el sitio muestra impresionantes capacidades tecnológicas, luce muy elementales a partir del tema de las repre sentaciones en los una imaginería fascinante y conduce al visitante a través de objetos de piedra, arcilla y hueso hallados en este sitio, y en ma-
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teriales perecibles como los textiles provenientes de otros lados, perfil, con este último modificado en el caso de humanos o antroaunque con muy estrechas similitudes en la iconografía [cf. cat. pomorfos, para mostrar una vista frontal del torso, mientras que no. 53]. La cuestión fundamental en la representación Chavín es la cabeza y los miembros permanecen en la pose lateral. La mala figura sola, una entidad focal que por lo general se muestra yoría de las representaciones son planas, es decir no son ni tridipor derecho propio y casi nunca en interacción clara con otras. mensionales ni en relieve, ni siquiera cuando estos cubren la suEsta entidad casi siempre es un ente viviente, usualmente un perficie del objeto gráfico, sino que se mantienen como un dibujo animal, y es mucho menos común que sea una planta. Se crea- plano bidimensional alrededor de un objeto. El Lanzón, las cabeban escenas semejantes a situaciones colocando artículos múlti- zas clavas y una serie de objetos portátiles fueron retratados en ples —por lo general piedras talladas— juntos en entornos ar- 3D total, pero no existen las esculturas auténticas. En lugar de quitectónicos. En ocasiones más bien raras se muestra a ello se permite más bien que las limitaciones del medio original múltiples entidades en una sola obra de arte, pero nunca en constriñan la forma de la figura. Los miembros, por ejemplo, clara interacción. La escena más común de éstas involucra a jamás se liberan de l a matriz de las tal las. Solamente las cabe personas que desfilan en una misma dirección, lo que se puede zas clavas se aproximan a una escultura completa y auténtica. interpretar como una procesión real [cat. no. 111]. Resulta inteEn el arte Chavín no se alcanzó ni se intentó alcanresante que también son más o menos escasas las figuras de zar el realismo. Incluso las cabezas clavas eran representaciopiedra individuales completamente aisladas provenientes de nes convencionalizadas, sin que se hiciera intento alguno de contextos arquitectónicos conocidos, esto es, aquellas que no usar rasgos faciales específicos como en un retrato, para así reestán acompañadas por figuras separadas que efectúan alguna presentar a una persona. Las proporciones de cuerpos y rasgos acción paralela. Es más común que múltiples individuos estén se encuentran frecuentemente distorsionadas en una serie de representados, como en las escenas ya mencionadas que parecen formatos estandarizados, lo que hace que la individualidad sea ser una procesión, o que haya múltiples imáge nes estáticas como una ilusión. Sí queda cierta creatividad; aunque el tema parece las cabezas clavas que adornaban las paredes de los edificios corresponder a un número limitado de figuras representadas, las poses, decoración y estilo específicos de las figuras no se enprincipales [cat. nos. 115-119], o la pareja de entidades de las columnas del Portal Blanco y Negro [fig. 105]. Menos comunes cuentran tan estandarizados como para que sean idénticas. son los individuos focales solos, de los cuales el principal ejemplo Podría, en efecto, sostenerse que en la ejecución del arte Chavín es el monolito del Lanzón, que ocupaba una posición central en hay una considerable individualidad. Interpretando esta variala galería arquitectónicamente céntrica del mismo nombre [figs. bilidad, parecería que en lugar de intentar ajustarse a un estilo 4, 117]. Esta es una figura singular, pero Luis G. Lumbreras ha sumamente definido y rígido, el arte Chavín parecería haber mencionado la posibilidad de que haya otra galería, del todo des- sido impulsado por un nivel de creatividad interpretativa y caliconocida, en la misma posición central pero ubicada ya sea dad de la ejecución, imaginable en una competencia entre disencima o debajo de la galería del Lanzón, que tal vez tuvo una tintos grupos de diseñadores, creadores y consumidores. Es de imagen emparejada con éste [véase cap. 4.5]. La Estela Raimon- resaltar que el costo de producción, en términos tanto de las di [fig. 6], de la cual solo se conoce un ejemplo primario, también materias primas como de la mano de obra, no parece haber consmuestra un solo individuo pero se ignora su contexto, con lo cual tituido un obstáculo. Más bien se prefirieron las materias primas es posible que originalmente hubiese una o más imágenes para- raras y las técnicas decorativas que consumían mucho tiempo, lo lelas. La excepción más notable —aunque parcial— a estas que permitía que el objeto o la representación individual fueran reglas es el conocido Obelisco Tello [figs. 5, 116], en el cual dos aún más singulares. Existían ciertos cánones artísticos y esticriaturas paralelas individuales, posiblemente caimanes, incor- lísticos en lo que se refiere a las restricciones de los contenidos, poran figuras secundarias más o menos completas pero no inte- pero no en el sentido rígido de la estandarización que frecuenteractivas de humanos, animales y plantas. Quienes intentaron mente se encuentra en las sociedades de nivel estatal. En lugar descifrar esta complejidad coinciden en que debe representar de simplemente establecer la identidad y el rango de los que esmuchos aspectos de los conocimientos y creencias Chavín, y si taban involucrados en el arte dentro de una sociedad estructubien son inusuales aunque no singulares, las representaciones rada y restrictiva, el arte Chavín parece más bien haber estado individuales de esta obra maestra encajan cómodamente dentro involucrado en una creación competitiva usando temas activadel canon específico del estilo Chavín. mente manipulados e interpretados. Un patrón muy importante aparece cuando vemos la Quiénes fueron estas entidades para los Chavín, es algo que sigue siendo materia de discusión, y tal vez siempre lo cultura material en la época Chavín o sea, el Formativo Medio y será. Debemos advertir que los filtros globales aplicables a las Tardío. En la cerámica, por ejemplo, se puede reconocer el surgirepresentaciones que esta cultura usaba, diferían de los de otros miento de un importante patrón andino, que decidí llamar la centros ceremoniales contemporáneos. Las figuras han sido bas- “iconización” de esta categoría material. La cerámica se hacía de tante convencionalizadas y se las muestra ya sea de frente o de modo competente antes de la era de Chavín y de los centros que
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Chavín de Huántar
le fueron contemporáneos, y cumplió muchos papeles funciona- reclamar la identidad de un culto. Fue precisa mente la condición les en una sociedad agraria. Pero las vasijas sumamente decora- inimitable de estos objetos de culto lo que llevó a su extenso modas que no tenían ninguna función práctica, vasijas cuya forma vimiento alre dedor del área a ndina, en un patrón de intercamy adorno sugerían el predominio de un uso ornamental, de exhi- bio altamente desarrollado. Debemos cuidarnos de la idea del bición u ostentoso, antes que un diseño cotidiano y eficiente, intercambio, para evitar así que asumamos que este simplemeneran raras o no existían en la mayoría de las regiones de los te era un mercado informal. El ofrecimiento sumamente estruc Andes. Varios sitios, como Kotosh en la sierra [véase cap. 3.2 ] y turado de los objetos cultuales, así como su fuerte restricción a Curayacu en la costa central, muestran la presencia precoz de los centros ceremoniales y los elaborados contextos funerarios, vasijas muy decoradas. Pero los sitios relacionados con Chavín sugieren que, por el contrario, estos eran artículos que circulade los periodos posteriores del Formativo vieron una eclosión en ban y fluían siguiendo patrones que reforzaban la importancia la producción alfarera; de este modo, las vasijas se convirtieron de ciertos centros y la identidad y el estatus de personas claves. en vehículos de algún tipo de mensaje social, en el cual los símEn Chavín existen dos ejemplos particularmente vibolos y representaciones adquirieron suma importancia, lo que gorosos de tales movimientos. En primer lugar, la cerámica de la sugiere un nuevo mecanismo de interacción social dentro de una Galería de las Ofrendas muestra la clara presencia de una cantiforma diferente y emergente de organización. Como es lógico, el dad significativa de cerámica exótica con relación a Chavín, complejo decorativo no se constituyó de manera aleatoria; más según se estableciera gracias a la metodología científica [véase bien la temática y las técnicas decorativas mismas convergieron cap. 4.5, cat. nos. 125-163, especialmente cat. nos. 143-158] 6. La —como en el arte lítico— en un número limitado de elementos y presencia de vasijas foráneas da cuenta ya se a de la presencia de de temas. Estos rasgos comunes dieron lugar a la idea de un visitantes que contribuyeron a la ofrenda masiva de la Galería de Horizonte Temprano (un periodo dentro de un esquema cronoló- las Ofrendas, ya de la capacidad de la elite Chavín para obtener gico, como alternativa a los subperiodos del Formativo), una materiales de alto estatus provenientes de lugares muy lejanos. época de uniformidad en ciertos elementos de la cultura a En la Galería de las Car acolas, nuestro descubrimiento de veinte medida que las formas predominantes se esparcían desde cen- pututos de Strombus galeatus intactos [cat. nos. 122-124] 7, es un tros claves. Se sentía que Chaví n era un centro de estos, o tal vez indicio más de la capacidad que Chavín tenía para atraer a perel más importante, con gran influencia sobre un vasto sector de sonas y objetos a lo largo de miles de kilómetros. El hecho que los Andes Centrales. Esta explosión compleja no sólo se puede estos caracoles hayan sido tallados con diseños de centros lejanos ver en l a c erámica, sino también e n a rtículos de t ela, hueso, refuerza la idea del movimiento de objetos, no de simples expedimadera, piedra, concha y metal. Pero un Horizonte no es sino ciones de aprovisionamiento sino más bien desde una situación una distribución material en el espacio geográfico y no explica el sociopolítica sumamente interactiva y quizá competitiva. patrón observado; la idea de “influencia” no atañe siquiera a la Se ha hablado mucho de las representaciones de la complejidad social que involucra la invención y la adopción pre- biota de los bosques tropicales, presumiblemente de las cabeferente de artículos con tal importancia icónica; además el ceras amazónicas al este de los Andes. Los grandes felinos, acceso a ellos sería otra cuestión que debemos considerar. serpientes, caimanes, monos y otros animales ciertamente enEs casi seguro que las costosas y elaboradas obras de cuentran su habitat en las regiones orientales. Para algunos arte portátiles eran íconos cuya posesión confería estatus y acre- esto quiere decir que Chavín fue originado por pueblos proveditaba la condición de miembro del culto. Las distinciones entre nientes de estas áreas, pero es igualmente probable que estas los íconos de los distintos centros del Formativo son evidentes y sean representaciones de elementos exóticos de naturaleza misconstituyen parte de la variabilidad visible a la que ya aludimos, teriosa, provenientes de una región de difícil acceso. No podepero ciertos centros parecen también haber abarcado una varia- mos dudar del papel que Chavín desempeñó en reunir una bilidad significativa, tanto contemporánea como a lo largo del amplia gama de artículos e ideas; un proceso similar tal vez tiempo. Es probable que la obtención, propiedad, intercambio y estaba dándose en centros competitivos de todos los Andes Cenlas ofrendas dedicatorias de estos objetos hayan tenido una gran trales, en un patrón de interacción e imitación de las elites que importancia, y que tales actividades hayan conformado el núcleo se reforzaba a sí mismo. de la emergente diferenciación de estatus y rango en las sociedaLa arquitectura Chavín también puede ser vista des del Formativo. En cuanto tales, aquellos objetos eran casi como una fusión de influencias locales y extranjeras. Se ha como una moneda, esto es piezas pequeñas con un alto valor con- hecho un gran esfuerzo por mostrar que Chavín fue o bien un centrado y, desde luego, altamente susceptibles de imitar y falsi- donante o bien un receptor de tradiciones arquitectónicas, incluficar. Las materias primas raras y las vías productivas altamen- so antes de que se contara con claras evidencias de fechados con te técnicas, que involucraban un inevitable costo intensivo en los cuales establecer la prioridad temporal de la supuesta área mano de obra, daban cierta garantía de que tales objetos no po- de origen de las formas 8. Es probable que en lugar de ser un flujo drían ser reproducidos fácilmente por cualquiera que deseaba unidireccional de ideas sobre las formas arquitectónicas, el
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patrón más probable haya sido más bien la interacción. El uso activo de columnas, plazas circulares hundidas, templos en forma de U, cámaras cuadradas en los templos de modesto tamaño y de una sola habitación, así como otras formas encontradas en Chavín, apuntan claramente hacia la interacción. Al mismo tiempo, muchos de estos elementos tuvieron una larga vida en el Formativo de los Andes Centrales, lo que hace que sea difícil argumentar con facilidad a favor de cualquier dirección de la influencia 9. En una sociedad que emergía de unos orígenes extremadamente conservadores en términos de cambio cultural, no sorprende que muchos elementos culturales y artículos materiales correspondan a tradiciones duraderas. Si bien es cierto que Chavín y los centros que le eran contemporáneos sí representaban elementos de cambio en sus sociedades, es probable que su capacidad para implementar innovaciones radicales se haya visto sumamente restringida por cuestiones de credibilidad y de resistencia al cambio. En efec to, uno de los más grandes desafíos que Chavín enfrentaba debe haber sido superar la inercia de una sociedad tradicional e implementar cambios a casi cualquier nivel. Pero irónicamente, el papel histórico más grande de Chavín, así como de otros centros ceremoniales de este periodo, fue implementar una reestructuración fundamental de la sociedad. Esto tal vez queda mejor visto como una tensión entre la inercia cultural y la intención consciente, y tal vez egoísta, de reestructurar la sociedad. ¿Pero, de qué forma Chavín nos da pistas de su papel específico en el desarrollo de una vía hacia sociedades más estructuradas y jerárquicas?
La cronología de Chavín Dado que es posible que Chavín haya perdurado durante cientos de años, no sería prudente ignorar la cronología del sitio y terminar mezclando las evidencias de periodos tempranos por oposición a los de madurez, o incluso a sus momentos de decadencia. El tema de su fechado es bastante complejo 10 y tal vez no lo suficientemente importante como para desarrollarlo aquí, aun cuando un esbozo y una explicación bastarían. Nuestras excavaciones, efectuadas a lo largo de décadas en el centro ceremonial de Chavín y sus alrededores, ya han arrojado evidencias de la presencia humana en varias áreas abiertas en el entorno inmediato del sitio, profundamente enterradas debajo de la actual superficie del suelo, y que se remontan hasta 3300 a.C. 11. La zona bien podría tener evidencias precerámicas tempranas enterradas a mayor profundidad, que aún no se han encontrado. Hasta ahora, las ocupaciones más tempranas que hemos hallado parecen representar cazadores-recolectores/agricultores incipientes, pero hacia el final de este periodo, alrededor de 2200 a.C. o poco después, encontramos un fogón ceremonial temprano que quizá representaba actividades rituales del Precerámico Tardío o del muy temprano periodo cerámico 12. Las evidencias siguen siendo escasas y todos los datos del periodo ca. 2000-
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1300 a.C. son dispersos y raros, pero Chavín muestra una evolución arquitectónica compleja y bastante larga, para lo cual basta con observar las construcciones conocidas visibles hoy en día sobre la superficie. Las excavaciones profundas realizadas debajo del nivel de los cimientos expuestos de estos edificios, sugiere que todavía hay una arquitectura más temprana que aún no hemos logrado fechar. Las evidencias disponibles respaldan la idea de una serie de etapas arquitectónicas que culminaron en la fase Blanco y Negro (ca. 900-550 a.C.), una época de importante crecimiento de los templos, en la que se renovaron las áreas ya existentes y a la vez se levantaron obras nuevas y extensas. La amplia cobertura de esta fase arquitectónica ha hecho que sea relativamente difícil encontrar evidencias más tempranas y con seguridad no modificadas de fases anteriores, al menos visible en la superficie. El crecimiento fue tan amplio que el completar la proyección involucró el desvío del caudaloso río Mosna, a fin de crear espacio para lo que hoy llamamos la Plaza Mayor. El uso extenso de la arquitectura de piedra cortada parece haber comenzado en esta época, junto con importantes desarrollos del arte lítico; la mayoría de las imágenes en piedra que se conocen de Chavín parecen datar de la fase Blanco y Negro. La Plaza Circular, que antes se conocía como el centro del Templo Viejo, se hizo en realidad durante esta más reciente gran fase de construcción, probablemente como una forma de renovar una envejecida zona del templo y de reafirmar la importancia del ídolo del Lanzón, enterrado profundamente dentro de una galería de una fase anterior de construcción. El Lanzón mismo es seguramente un producto de una fase anterior, que originalmente se alzó dentro de una estructura cuadrada de muros macizos, en la cima del importante —pero más pequeño— templo de la fase temprana [fig. 100] 13. Esta estructura quedó eventualmente cubierta por las ampliaciones verticales y laterales, construyéndose entonces los corredores de la Galería del Lanzón para evitar perder acceso a él. Debido a este agresivo programa de construcción, la mayor parte de lo que hoy podemos ver en Chavín data de esta fase de edificación. El sitio aparentemente sufrió un gran daño arquitectónico en alg ún momento alrededor de 550 a.C., tal vez debido a la actividad sísmica, y el centro ceremonial parece haber llegado a su fin hacia 500 a.C., a pesar de un último intento de apuntalar las estructuras reutilizando materiales de construcción caídos en muros de apoyo no organizados. En aquel momento una serie de comunidades residenciales relativamente simples comenzaron a ocupar Chavín y dejaron pocas evidencias de los sistemas rituales altamente organizados que las antecedieron. Ellas muestran cambios abruptos en las formas arquitectónicas y en el estilo alfarero, que guardan poca semejanza con los periodos anteriores de Chavín. Antes de la fase Blanco y Negro hubo al menos tres etapas de crecimiento arquitectónico14, que representan una Fig. 113 La décima octava laja esculpida del arco norte de la Plaza Circular. La criatura representada, mitad humana y mitad animal, sostiene en su mano
preparación de pociones psicoactivas. La imagen fue generada a partir de un modelo digital en 3D basado en los datos de escaneos de luz
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serie compleja de eventos de construcción [fig. 100] . Estas etapas actualmente vienen siendo fechadas con una serie de medios, y probablemente demostrarán la presencia de actividades constructoras mucho antes de 1000 a.C. Dichas etapas son bloques de edificación dentro de los cuales se erigieron galerías y otros elementos, y en última instancia brindaron las bases para l a última y agresiva expansión de la fase de ampliación Blanco y Negro. Hay varios elementos de la arquitectura Chavín en estas fases que sugieren una continuidad en el diseño y el concepto del edificio, pero también hubo algunos cambios importantes que involucraron nuevos elementos y el abandono de algunos cánones.
Cómo funcionaba Chavín Lo importante de esta breve cronología es enfatizar que cualquier reconstrucc ión de las actividades de los templos de Chavín, usando nuestros conocimientos actuales, estará inevitablemente basada en la culminante fase Blanco y Negro. ¿Cómo funcionaba Chavín en ese entonces? Está claro que este centro, al igual que muchos otros, captó un volumen sustancial de trabajadores y materiales a fin de erigir en forma progresiva el centro ceremonial, y proporcionarle la elaborada decoración hallada en su interior. Dado que muchas materias primas y productos terminados llegaban de muy lejos, resulta evidente que la base de respaldo del centro no era completamente —ni necesariamente en su mayoría— local. Como no existen evidencias de una extensa conquista territorial realizado por grupos que tenían como base al centro ceremonial durante el Formativo Tardío, ello sugiere que los recursos para estos sistemas de templos se conseguían a partir de contribuciones o pagos, y que la gran escala y la naturaleza de alto estatus de las ofrendas halladas dentro del centro indican que los contribuyentes foráneos eran miembros de la elite y no gente común ¿Por qué razón elites lejanas habrían contribuido con productos, materia prima y tal vez traba jadores? Es probable que la iniciac ión y la continua pertenencia al culto hayan tenido costos materiales, de modo que debe haber habido un atractivo y una racionalidad por la cual invertir en ser miembro del mismo. Si Chavín solamente proporcionaba información e íconos a quienes eran miembros del culto, y si dichos beneficios implicaban un incremento en el estatus que sus integrantes tenían dentro de sus propias sociedades locales, entonces la función del templo habría beneficiado tanto a su liderazgo como a los miembros del culto. El papel de extraer recursos de la población agraria podía ser dejado en gran medida a las elites locales y Chavín, como centro supremo, podía aprovechar estas personas con aspiraciones y en ascenso. Intencionalmente o no, los sacerdotes-líderes de centros de culto como Chavín estaban edificando una jerarquía de privilegios y de acceso a los recursos de tres niveles (elite del templo, miembros del culto, elite secundaria) y poblaciones de base proveedores de productos.
Pero el culto de Chavín necesitaba crear el sistema de significado que llevara a su credibilidad, y también a su competitividad con otros centros cultuales que indudablemente estaban igual de interesados en los recursos entregados por nuevos adherentes. Dicho sistema necesitaba ser coherente y convincente, no sólo para convencer a quienes ingresaban al culto y pasaban a ser miembros, sino también para permitir a éstos convencer a sus propios seguidores y productores sobre su importancia y validez. Hubo que crear muchos conceptos nuevos en el corazón de un sistema conservador, y se debió hacer lo necesario para que nuevos niveles de privilegio y diferenciación fueran aceptables, y además naturales, en una sociedad que sin duda tenía tendencias y mecanismos que presentaban resistencia a tales pretensiones de autoridad. Es cierto que actualmente aceptamos y esperamos un grado sustancial de liderazgo y de autoridad con mano fuerte, pero es importante advertir que la mayor parte de la existencia humana tuvo lugar dentro de pequeños grupos que operaban sobre una base mucho más igualitaria. Cambiar de este “sistema operativo” a otro de jerarquía y desigualdad, fue un reto al que se hizo frente en Chavín —al igual que en otras partes del mundo— dando una serie de pasos importantes. El primer paso fue proporcionar un contexto de credibilidad. Esto se relaciona tanto con la naturaleza como con la ubicación de Chavín, así como también con las características arquitectónicas del sitio. Un lugar semejante lógicamente tenía que estar divorciado del entorno familiar de las relaciones sociales tradicionales, y por ende estaría idealmente muy alejado, tanto desde el punto de vista espacial como conceptual, del mundo familiar del parentesco y de otras relaciones obligatorias y recíprocas tradicionales. Esta fue, en varios sentidos, una receta para los templos del periodo, y tanto más para Chavín. Su ubicación remota, su entorno fuertemente encapsulado en un valle ango sto y la arquitectura encerrada, desde donde se veía poco del mundo externo, parecía elegido y diseñado como herramientas con que retirar a los participantes del culto del mundo al cual estaban acostumbrados. Además, Chavín inventó el uso de unos extensos ambientes subterráneos. Estas galerías y canales estaban tan alejadas de las realidades externas como fuera posible. Difícilmente podemos imaginar un entorno mejor donde convencer a los conversos del culto acerca de la existencia de mundos alternativos; la alteración sensorial y la privación habrían generado un caos en la percepción que los participantes tenían de la realidad [fig. 113]. El centro ceremonial puede entenderse en este sentido como otro mundo, como un entorno de experiencias del más allá que tenían como meta fomentar la credibilidad de un nuevo ordenamiento social establecido, o al menos reforzado, generando una realidad de contactos privilegiados entre ciertos humanos y dioses u otras entidades sobrenaturales.
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Otro aspecto de la ubicación de Chavín se relaciona lograr que los posibles conversos se convencieran de las proposicon los riesgos geológicos y medioambientales inherentes. ciones esenciales de un sistema de creencias que impulsaba un Chavín fue erigido en un lugar de alto riesgo, donde las amena- cambio social radical. Al mismo tiempo es importante señalar zas provenían del movimiento masivo de lodo y rocas desde las que si parte de los diseños, actividades y representaciones altas cordilleras; menos dramático, pero igualmente problemáti- Chavín tienen una base chamánica, este a duras penas es un co, era el lento deslizamiento de las laderas de los cerros directa- sistema chamánico “normal”; es posible que su liderazgo haya mente hacia el área elegida para Chavín, y las inundaciones y la estado aludiendo a una tradición chamánica largamente estableerosión ribereña se volvieron tanto más amenazantes con el evi- cida como una forma de situar, y hasta de disfrazar, estos fuertes dente desvío del cauce del río Mosna, para dar cabida a la fase cambios sociales dentro de las creencias tradicionales. final de crecimiento del templo 15. Es justo decir que Chavín fue Otras evidencias de la manipulación sensorial en iniciado y mantenido en una situación de alto riesgo, que creció Chavín sugieren la utilización de la luz y el sonido. El complejo hacia algunas zonas de riesgo, y que lo incrementó al manipular sistema de galerías subterráneas y laberínticas [véase cap. 4.3] grandes fuerzas medioambientales, cuando otros lugares alter- se encuentra fuertemente entrelazado y está conectado con el nativos vecinos habrían sido mucho más seguros. El drama de mundo exterior por numerosos ductos que se extienden en línea su ubicación en la confluencia de dos ríos contra el telón de fondo recta, ubicados siguiendo una configuración lineal y usualmente de la alta Cordillera Blanca podría ayudar a justificar esta enig- dirigidos a o a través de estos túneles, o a rasgos especiales de la mática elección, pero en mi opinión no basta para explicarla del galería. Si bien esta disposición permitiría el flujo del aire o el todo. Cualquiera que esté familiarizado con tales peligros ten- paso del sonido, su disposición lineal sería asimismo ideal para dría que estar impresionado, si no sobre cogido, de que semejante la transmisión de la luz, tal vez con el uso de superficies reflecproyecto de construcción pudiera sobrevivir. Inevitablemente, el tantes como las de los pequeños espejos de antracita, que constipoder del liderazgo responsable sería comparado con las inmen- tuyen un hallazgo arqueológico común en el centro monumental sas fuerzas naturales destructivas que siempre han sido eviden- de Chavín. Un ducto está dirigido hacia el rostro del monumentes para las personas que viven cerca de estos paisajes verticales tal monolito grabado del Lanzón, y es posible que se le haya de los Andes Centrales, o que los visitan. usado para pintar una luz dramática sobre este objeto cl aramenEste contexto físico se vio reforzado con la manipula- te ritual, bien adentro de un espacio ritual encerrado y bastante ción activa de los sentidos durante las actividades rituales. Lo restringido, por no decir claustrofóbico [fig. 114]. más efectivo o más abarcador fue el uso de sustancias psicoactiEl hallazgo de veinte pututos intactos en la Galería vas, derivadas principalmente de plantas. Las evidencias provie- de las Caracolas de Chavín [cat. nos. 122-124] 19 y el trabajo nen de las explícitas representaciones de plantas alucinógenas previo de Lumbreras sobre los canales posiblemente generadopresentes en las imágenes chavín [fig. 113]; de la abundante pares de sonido 20, llevaron ahora a un estudio sistemático de las rafernalia relacionada con su consumo; y de la representación de propiedades acústicas de los espacios subterráneos de Chavín. los efectos que las drogas tienen sobre las imágenes de humanos La naturaleza relativamente intacta de los espacios subterráen el arte chavín [cf. cat. nos. 115-119] 16. El cactus San Pedro, neos, las tonalidades conocidas de la trompetas y los sistemas una de esas plantas, crece abundantemente en la región y en la avanzados de medición vienen combinándose para evaluar cómo actualidad sigue siendo utilizado por los curanderos herbolarios. es que el sonido se comporta en Chavín, y si hay evidencia de un Este mismo cactus fue representado con frecuencia en las imág e- diseño acústico intencional 21. Futuros estudios ayudarán a estanes Chavín, animado a veces con ojos u otros rasgos humanos o blecer si el patrón de crecimiento de las galerías demuestra la animales. En tiempos recientes se ha argumentado fuertemente aparición de efectos sonoros cada vez más sofisticados y efectia favor del uso en Chavín de la vilca ( Anadenanthera sp.)17, una vos, a medida que los diseñadores y constr uctores aprendían la planta tomada en forma de polvo como rapé, lo cual cuenta con el relación entre los espacios cerrados y las cualidades del sonido. respaldo de las imágenes y la pre sencia común de tubos de hueso Aunque este es un trabajo que se enc uentra aún desarrollándobien fabricados y elaboradamente decorados, probablemente se, existen abundantes evidencias, incluso para el visitante ocapara inhalar dicho polvo, hallados en depósitos Chavín dentro sional, de que el sonido es alterado en su reverberación y otras del monumento y cerca de este. Las muecas y las emisiones na- cualidades más, lo que ayuda para que estos espacios subterrásales de moco mostradas en muchas esculturas de cabezas hu- neos resulten impactantes y confusos. La evaluación inicial de manas sugieren los efectos secundarios de la ingestión de drogas las evidencias sugiere que ciertos aspectos de las galerías y sus de este tipo [cat. no. 117]. Es posible ver las cabezas clavas talla- ductos estuvieron estrechamente afinados para promover el das de Chavín como si abarcaran las etapas de transición en la paso y la manipulación de ciertas frecuencias de sonido, y por transformación de humanos a seres alternos 18. Resulta evidente ende que en Chavín las propiedades de las galerías relacionadas el valor que las sustancias psicoactivas tienen en el ritual, espe- con el sonido fueron con toda probabilidad el resultado de una cialmente en las actividades ceremoniales que tenían como meta intención directa y de su diseño.
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Chavín de Huántar fue claramente un centro que desarrolló un programa de actividad religiosa, dirigido a someter a los participantes a una serie de fuertes estímulos sensoriales bajo condiciones físicas muy bien diseñadas. E s probable que a lo largo de siglos de actividad, el liderazgo de Chavín haya aprendido cuál era la mejor forma de convencer a los iniciados de la validez del culto y del valor que tenía la membresía y la identificación con este sitio específico, y así lograron promoverlo por encima de las otras opciones disponibles en centros rivales. Dos factores pueden, entonces, ser considerados cruciales: de un lado, aprender la naturaleza de la mente humana , su susceptibilidad al adoctrinamiento y la reformulación de ideas fundamentales sobre la humanidad, y del otro la necesidad de competir exitosamente en pos de los limitados recursos totales de la región de los Andes Centrales, especialmente de aquellos excedentes que podían canalizarse, a través de las emergentes elites, locales y distantes, hacia el liderazgo de un centro como Chavín.
Fig. 114 El Lanzón iluminado por la luz
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Conclusiones He esbozado brevemente algunos de los aspectos fascinantes de Chavín, que han sido revelados tras muchas décadas de investigación a cargo de docenas de arqueólogos. Si bien es cierto que cada una de estas observaciones se sostiene por sí misma, la combinación de tales factores apunta hacia unas formas importantes en que Chavín se desarrolló y funcionó. De un lado, algunos de sus rasgos sugieren factores tradicionales. El uso de drogas psicoactivas podría muy bien haberse derivado de una práctica chamánica largamente establecida, y la elección de los animales o de sus aspectos llamativos para que integren las imágenes, podría derivar de una vieja tradición andina. Pero no es fácil ver que estos templos, con sus formas masivas, claramente diseñadas y envolventes, encajen con facilidad en la tradición de autoridad limitada del chamán local, de pequeña escala. La magnitud de las interacciones a distancia, la calidad de las ofrendas, y la intimidad y las limitaciones de espacio de muchos de los contextos rituales sugieren que, en sus actividades ceremoniales más importantes, Chavín involucraba un número más bien modesto de personas de alto estatus, y que no era una instalación religiosa donde las masas adoraban a los dioses. Las evidencias de una intensa manipulación de los sentidos de la visión y audición, y la incorporación de drogas psicoactivas como un elemento omnipresente de la actividad ritual, apuntan hacia una actividad persuasoria extensa, intencional y cada vez más dirigida por parte del liderazgo de Chavín. El hecho de tomar riesgos medioambientales, contrastando así la capacidad de Chavín para construir en presencia de peligros de la naturaleza, tal vez acentuó y extendió aún más la autoridad sacerdotal, incluso sobre aquellas fuerzas a las cuales Chavín parece haber aludido. Una conclusión razonable es que esta haya sido una tr ayectoria planeada, en la cual un liderazgo dotado cada vez más de autoridad en Chavín, estudió y afinó las situaciones en las cuales las elites regionales quedaban convencidas y eran reclutados con más eficacia al cuerpo de conversos de un culto en expansión. Esta época puede ser vista como una de excepcional creatividad en una trayectoria bastante radical y de cambios en los sistemas de creencias. El enfoque particularmente evidente de Chavín con respecto a la edificación de un nuevo tipo de sociedad ilustra, de varias formas, una de las transiciones humanas más importantes: el desarrollo de la fe en la aceptabilidad, la inevitabilidad y la naturalidad del establecimiento de patrones de un liderazgo fuerte y su eventual corolario: una sociedad de estatus y rangos intrínsecamente diferenciados.
4.5
LOS RITUALES RELIGIOSOS EN CHAVÍN Y SU IMPORTANCIA SUPRARREGIONAL Luis Guillermo Lumbreras
Los asentamientos humanos ubicados en la confluencia de los ríos Mosna (o Puqcha) y Wacheqsa (o Mariash), donde se encuentra el complejo de Chavín de Huántar, se remontan a unos cinco mil años atrás o incluso más. Sin embargo, no fue sino hasta que comenzaron los trabajos en el complejo, hacia el segundo milenio a.C., cuando Chavín empezaría a convertirse en un centro que irradiaba su influencia sobre una vasta región. Los peregrinos viajaban allí probablemente para consultar al oráculo local, cuyas revelaciones eran de crucial importancia para la prosperidad de la agricultura. Los edificios del templo, que se encontraban bajo el control de los sacerdotes, cumplían fines religiosos y rituales. Trabajé en Chavín durante varios años, cuando estaba a cargo de las excavaciones arqueológicas. Entre nuestros descubrimientos más importantes indudablemente se encuentra la “Galería de las Ofrendas”, un sistema de corredores subterráneos en el área central y antigua del templo, donde hallamos una gran colección de objetos rituales depositados como ofrendas. Su presencia nos permitió concluir que el lugar fue sede de peregr inajes y actividades rituales. En este artículo presentaré algunas interpretaciones de los rituales religiosos basando mis argumentos en los hallazgos arqueológicos, en particular en la concepción arquitectónica de la Plaza Circular y del área que la rodea; en el Lanzón y su cámara; y, desde luego, en la Galería de las Ofrendas. Este es, por tanto, un intento —enfaticemos la palabra “intento”— de recrear un pasado muy distante y acercarlo a nosotros [véanse caps. 4.3 y 4.4]. Podemos asumir que en el periodo posterior a la última gran fase de expansión del templo (ca. 900-550 a.C.), se celebraron actos rituales en diversas partes del complejo. A continuación examinaré el concepto arquitectónico, tal como apareció después de esta última gran fase de expansión, para así evitar la confusión debida a la compleja cronología de la historia arquitectónica del templo.
La Plaza Circular y su posible función El plano en forma de U de los Edificios A, B y C encierra un atrio cuadrado varios metros más abajo, cuyos lados tienen 40 m de largo. Dentro de este atrio se encuentra la Plaza Circular Hundida, que tiene 21 m de diámetro y está 2,1 m por debajo del nivel del atrio [figs. 101, 110, 115]. La Plaza Circular, a la cual se puede acceder desde el lado este a través de una escalinata, se encuentra ubicada delante del Edificio B, al cual se accede a su vez mediante una segunda escalinata en el lado occidental de la Plaza Circular y que es el edificio en el cual se alza la estatua de la deidad suprema, el llamado Lanzón. La Plaza Circular se erige sobre el viejo eje del complejo arquitectónico, y aquellas personas a las cuales se permitía acceder a la zona —en ese entonces este era privilegio de apenas unos cuantos— ingresaban a ella a través de una gran plaza rec-
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tangular de menor altura, que estaba alineada con el nuevo eje [véase cap. 4.3, figs. 101, 102]. En contraste con el efecto altamente ceremonial y abrumador producido por el nuevo eje, el viejo eje, y especialmente la zona de la Plaza Circular, crea una atmósfera que es refinada y ex clusiva, y casi podría decirse que íntima. Mientras que la Plaza Mayor probablemente fue el escenario de actos de una naturaleza más pública, los rituales religiosos más complejos y especiales se llevaban a cabo en la Plaza Circular, donde humanos y dioses por igual tomaban parte en ceremonias sagradas que incorporaban la experiencia acústica, danzas y elaborados banquetes.
bus galeatus) solamente vive en las cálidas aguas tropicales y
pez, y estos a su vez están agrupados alrededor de un molusco
que su gran concha es un instrumento de viento ideal. Las figuras en relieve de la Plaza Circular están dispuestas en dirección de la escalinata central y se encuentran “protegidas” por una serie de figuras de jaguar debajo de ellas y que, al igual que los participantes en l a procesión, también están talladas en parejas. El jaguar, que se encontraba dotado de una serie de atributos cósmicos, también tenía un papel significativo en la cultura Chavín. El conjunto de la procesión y sus figuras emparejadas se encuentra en el arco occidental de la Plaza, la cual es iluminada en la mañana por el sol naciente, mientras que la parte oriental no está decorada. La única excepción son los dos jaguares retratados en las esquinas de la escalinata oriental. (Los relieves en el lado sudoccidental ya no son visibles, puesto que se les volvió a cubrir después de su excavación para protegerlos.) La distribución de las figuras sobre el muro circundante podría sugerir que en medio de la Plaza Circular Hundida se erigía un obelisco o columna, que proyectaba su sombra sobre las figuras retratadas en el arco occidental. El conjunto formaría así un intiwatana, un tipo de reloj solar característico de la región andina. De ser correcta esta hipótesis, las figuras humanas y los jaguares podrían haber tenido la función de calendario. La sombra arrojada por la columna se habría desplazado gradualmente en el transcurso del año y habría alcanzado los puntos sombreados más al norte y al sur del relieve cada medio año. El movimiento de la sombra habría i ndicado, así, el inicio del verano y el periodo lluvioso a fines de diciembre, y el inicio de la estación seca y el invierno frío a fines de junio. Sus movimientos en la Plaza Circular podrían muy bien haber permitido la división en meses e incluso días, y las imágenes de los relieves habrían sido importantes para dicho fin.
Spondylus y una chakana o “cruz incaica”. El macho de las dos
Los relieves tallados de la Plaza Circular En las paredes que rodean la Plaza Circular se han registrado paneles tallados en relieve [fig. 115] que muestran una inmensa procesión, en la cual se ven no menos de veintiocho figuras danzando, tocando música o llevando ofrendas al templo. La mitad de estas figuras se mueven en dirección del reloj desde el norte, mientras que la otra mitad avanza en la dirección opuesta. Ambos grupos se encuentran en la escalinata oc cidental, la cual lleva a y encima del Edificio B. A la cabeza de la procesión había dos parejas de figuras hoy perdidas, pero es posible que el relieve tallado mostrado en la imagen representada en cat. no. 108 represente a una de ellas. Detrás de ellas vienen dos figuras de guerreros o de portadores de lanzas, a los cuales se representó con coronas en la cabeza y sosteniendo dardos de punta. Ellos, a su vez, se encuentran acompañados por dos trompeteros que tocan música con los pututos o trompetas de caracoles [véase una composición similar en el relieve del panel reproducido en cat. no. 111]. Les siguen en la procesión unas figuras que sostienen algo en su mano izquierda, posiblemente conchas de moluscos Spondylus, a los que se conoce en quechua como mullu. Cierran la marcha unos chamanes o curanderos, a los que vemos llevando un cactus de San Pedro [fig. 113]. Este cacto se usa ampliamente en la región andina, incluso hoy en día, como una planta ceremonial que tiene un efecto alucinógeno relativamente fuerte. Los trompeteros de pututos y los portadores de mullu también aparecen sobre un fragmento finamente trabajado de una cornisa que John W. Rick excavó en 1998 [cat. no. 111] 1. Aquí, sin embargo, el trompetista parece estar retratado como una mujer, puesto que la figura tiene dos tupus o alfileres en el pecho con los que sujeta el manto. A partir de esto podríamos concluir que se les permitía a mujeres y varones participar por igual en las procesiones rituales, y posiblemente que ambos podían asumir el papel de chamán o sacerdote. El sonido de los pututos, que estaban decorados con tallas exquisitas [cat. nos. 122-124], refieren a su origen lejano en las cálidas aguas costeras del actual Ecuador, a unos mil kilómetros de distancia de Chavín, claro indicio de cuán valiosos eran estos objetos. Debemos señalar que el caracol Strombus ( Strom-
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¿El Obelisco Tello se alzaba en medio de la Plaza Circular? Ningún obelisco o columna de este tipo que podría haberse alzado en medio de la Plaza Circular fue hallado in situ; sin embargo, en 1908 el señor Trinidad Alfaro, de Chavín, encontró al llamado Obelisco Tello en un campo cerca de esta plaza. Se trata de un monolito finamente trabajado de 2,52 m de altura y unos 30 cm de ancho, que fue tallado con extremado cuidado [fig. 5]. Es por tanto concebible que el Obelisco Tello originalmente se haya alzado en medio de la Plaza Circular. Básicamente hay dos criaturas semejantes a dragones retratadas sobre esta pieza, una de ellas probablemente femenina y la otra masculina. Están provistas de atributos tales como serpientes, aletas, alas, garras, colmillos, flores y plantas (en su mayoría alucinógenas), así como numerosas figuras imaginarias [fig. 116]. Cerca de las fauces de estas dos criaturas tenemos representaciones realistas de un animal felino, un ave y un
criaturas semejantes a dragones parece estar eyaculando brotes de plantas y un caracol Strombus, en tanto que la criatura femenina luce debajo de la panza una estructura en forma de S y una figura con atributos tanto de ave como de felino. Las criaturas tienen patas con garras o zarpas, en tanto que sus colas recuerdan las de la langosta. Las r epresentaciones son extremadamente difíciles de interpretar porque las figuras cubren toda la superficie del obelisco y se superponen en cierta medida. Es más, la iconografía contrasta marcadamente con todos los demás moti vos conocidos de Chavín, como la Estela Raimondi [fig. 6]. El Obelisco Tello muestra a una pareja de dioses o dos criaturas sagradas que van juntas. Ambos, el macho y la hembra, fueron retratados como pares iconográficos y difieren significativamente del Lanzón, el “señor principal” [fig. 4], que se alza solo en su propia cámara y no tiene una acompañante femenina, salvo que esta contraparte permanezca todavía sin descubrir en una parte del templo que aún no ha sido excavado. Mientras que las figuras con ofrendas votivas y los motivos de jaguares de los relieves de los paneles de la Plaza Circular tienden a ser presentados de manera naturalista —medidos según los estándares de la iconografía Chavín— y tienen esbozadas con claridad las características y rasgos anatómicamente correctos de humanos y felinos, las criaturas semejantes a dragones del Obelisco Tello, en cambio, a pesar de sus características y atributos claramente representados, derivan más bien de concepciones imaginarias como aquellas con las que estamos familiarizados a partir del mundo de la mitología. Las características de reptiles, aves y bestias de presa se combinan en una sola criatura compuesta que comparte los cuatro elementos: tiene las aletas de un animal acuático, los atributos de una serpiente, las alas de un ave y las patas, garras y colmillos de un poderoso depredador. Esta criatura compuesta puede volar, zambullirse, arrojar fuego y “rugir” fuertemente como el trueno. En Chavín, estas criaturas no solamente fueron conservadas por la memoria colectiva sino que además fueron talladas en las paredes de piedra del templo, con lo cual eran físicamente perceptibles, al menos para aquellas personas que tuvieron el privilegio de ingresar al templo. Me parece que tenemos motivos para interpretar las dos figuras principales del Obelisco Tello como criaturas míticas. Esta pieza podría muy bien haber prestado apoyo visual a un mito de origen que se transmitía oralmente. En mi opinión, estas consideraciones asimismo hacen que sea probable que esta extraordinaria obra de arte alguna vez haya marcado el centro de la Plaza Circular y —en sentido metafórico— también el del tiempo. La narrativa de los relieves tallados nos cuenta que los actos ceremoniales exclusivos que tenían lugar en la Plaza Circular estaban acompañados por elementos acústicos (el sonido de los pututos) y la ingestión de sustancias psicoactivas (el cactus San Pedro).
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El Lanzón Cruzando la Plaza Circular llegamos a una segunda escalinata que sube hacia la cara oriental del Edificio B, desde la cual se puede alcanzar el nivel más alto del templo [fig. 117]. Era desde aquí que se tenía acceso a la Galería del Lanzón y a la cámara donde se encuentra este monolito, en el corazón mismo del Edificio B. Esta era el área más sagrada y sin duda la más exclusiva o de acceso restringido de todo el complejo del templo. Ingresar a la Cámara del Lanzón significaba una extensión más de los actos sagrados efectuados en la Plaza Circular, lo que marcaba el clímax de la visita de los participantes al complejo del templo de Chavín. La deidad suprema de Chavín está encarnada en un inmenso monolito tallado de granito al que se conoce como el Lanzón [figs. 4, 117]. Su nombre moderno se debe a que tiene forma de lanza. El Lanzón tiene 4,53 m de altura y se alza en una cámara cruciforme. Esta cámara interior es tan pequeña que no hay espacio para que más de tres personas se detengan ante la figura divina. Delante del monolito hay un pasaje de luz a través del cual el rostro de la deidad quedaba iluminado por el sol naciente. El Lanzón está tallado en relieve en forma de una figura humana con atributos felinos, de ave de rapiña, de cocodrilo o caimán y de serpiente. La cabeza tiene casi 1 m de altura. Las cejas y los cabellos fueron representados con serpientes, en tanto que la mandíbula con colmillos recuerda la figura mítica de un dragón. La deidad tiene el brazo derecho levantado con la palma abierta mirando hacia afuera, mientras que su mano izquierda descansa sobre su cadera. Sus ojos miran hacia arriba. La figura viste un cinturón y un tocado hecho de cabezas de felino. Su cabeza está decorada con una “cruz incaica” y con un centro redondo. El angosto pasaje que mira hacia el este era la única fuente de luz dentro de la cámara. Los rayos del sol probablemente caían a través de este pozo directamente sobre el r ostro de la deidad durante el solsticio de invierno, a finales de junio. Me parece que la probable razón por la cual apenas un metro de la cámara del Lanzón es iluminada por el sol, es porque un colapso parcial de la fachada del templo alteró la iluminación de esta habitación. Directamente encima de esta cámara había otra galería con una planta en forma de H, la que probablemente se usaba para efectuar actos rituales dedicado al culto del Lanzón. El devastador aluvión de 1945 destruyó este sistema de galerías, del cual únicamente tenemos noticia por los informes realizados en época de Tello. Originalmente se podía alcanzar el tocado del Lanzón a través de una pequeña abertura en el piso de la cámara que había encima. Sobre la cresta de este tocado había una cavidad cruciforme alrededor de un círculo, con un nódulo oval en medio. Desde aquí parten surcos que llegan hasta el rostro
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de la figura. Es posible que en la cavidad se haya vertido agua, aceite o la sangre de las víctimas de los sacrificios. El fluido entonces habría corrido por los surcos y encima del rostro del Lanzón; en todo caso, estos surcos canalizaban algún tipo de fluido vertido sobre el tocado hasta la boca de la poderosa deidad2, un evento que indudablemente marcaba el clímax de los rituales ceremoniales.
La Galería de las Ofrendas El inmenso complejo del templo consta de un gran número de recintos internos grandes y pequeños, en los cuales se celebraban ritos religiosos y se guardaban objetos rituales y estatuas de las deidades. Una red de corredores aseguraba la circulación del aire, en tanto que las aguas dirigidas a través de canales creaban un rugido que acompañaba los rituales. En 1966, 1967 y 1972 mi equipo de investigación excavó un complejo de corredor subterráneo en el centro del templo, justo al norte de la Plaza Circular, que tenía 24 m de largo, 1 m de ancho y apenas 2 m de alto [fig. 110], al que ll amamos la “Galería de las Ofrendas”. En esta galería y sus celdas laterales recogimos más de ochocientos objetos [cat. nos. 125163] —fundamentalmente cerámica, pero también artefactos hechos de piedra y hueso—, así como los restos de veintiún personas, entre ellos niños, adolescentes y adultos, y numerosos huesos de animales. Los hallazgos sugieren que la galería fue el escenario de un evento ceremonial, el cual podría haber sido en honor de la deidad suprema del templo, y probablemente tuvo lugar en algún momento entre el décimo y el octavo siglo a.C., época en que Chavín alcanzó su apogeo. Fue durante esos siglos cuando el templo asumió una mayor importancia para toda la región andina, y sus sacerdotes recibían el tributo de asentamientos a lo largo de la costa y de la sierra. Las ofrendas votivas en la Galería de las Ofrendas incluyen restos de huesos de animales marinos, animales de zonas de la sierra de mediana y gran altura, y de la región del alto bosque tropical. En otras palabras, las ofrendas provienen de toda la región andina. Se ofrecieron también suntuosos alimentos, colocados en preciosos tazones decorados con representaciones grabadas de las deidades del templo de Chavín: carne de mamíferos (camélidos, venados y perros), roedores (vizcachas y cuyes), diversas especies de aves (patos, perdices, aves de rapiña y loros) y peces marinos, lacustres y de río, junto con moluscos y crustáceos (vieiras, mejillones, caracoles y cangrejos). A este rico surtido de alimentos animales se sumaron ofrendas vegetales, como las hojas de coca ( Erythroxylum coca) y otros estimulantes, ya fueran plantas, vegetales o especias como la paprika ( Capsicum annuum) en una serie de variac iones. En el sitio se debían hallar también alimentos de primera necesidad, como papa, camote, yuca, achira, frijoles, maíz, quinua amaranto, así como grandes cantidades de frutas, entre ellas pepinos, lúcumas, guayabas, ci-
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ruelas y chirimoyas, para no mencionar sino unas cuantas. Los restos de estos ostentosos banquetes se hallaron repartidos a todo lo largo de la Galería de las Ofrendas. Se sirvió caldo de carne y guisos en finos tazones, mientras que en los platos se exhibían mariscos, peces, aves, papas, camotes y semillas de plantas. Sorprendentemente encontramos en los corredores restos tanto animales como humanos, hecho este que podría sugerir que la carne humana también formaba parte de las comidas y que se la preparaba de igual modo. Las sustancias narcóticas y las bebidas alcohólicas constituían un componente importante de los banquetes. La cer veza preparada con maíz, llamada chicha y aqha, fue almacenada en grandes botellas esféricas de barro cocido, mientras que otras bebidas eran guardadas o servidas en vasijas más pequeñas. Las bebidas alcohólicas eran preparadas con maíz, molle ( Schinus molle), yuca y posiblemente las frutas del algarrobo. Se usaba la quinua para preparar una refrescante bebida no alcohólica que sabe como la c hicha morada, una bebida fermentada que todavía hoy se sigue preparando con maíz morado. Más de cincuenta vasijas de barro cocido, llenas hasta el borde con chicha de maíz, se encontraban alineadas a lo largo de la pared de la Galería de las Ofrendas y de las nueve celdas de cuatro metros de largo que se abren hacia el lado norte. Ellas fueron depositadas principalmente hacia la parte posterior de la galería en grupos de tres, junto con copas para beber. La gente probablemente también tomaba usando mates, similares a los que se usan aún hoy en día. Además de las vasijas de barro, cada una de las cuales contenía quince a veinte litros, en la Galería de las Ofrendas también se colocaron alimentos y bebidas en hermosas vasijas de cerámica como ofrendas para los dioses. Nuestros hallazgos más comunes incluían botellas de cuello largo en las cuales probablemente se guardaban diversos líquidos tales como licores, jugos extraídos de hierbas, raíces y frutas, aceites y bálsamos de origen animal o vegetal. Cientos de estas vasijas esféricas muy probablemente contenían bebidas alcohólicas más refinadas. No cabe duda de que las drogas y los alucinógenos cumplieron un papel importante en estos banquetes o rituales caníbales. En tres secciones de la Galería de las Ofrendas, específicamente en la galería principal, delante de las celdas 1 y 2, 6 y 7, y 9, encontramos grupos de artefactos que podrían haberse usado para el consumo de drogas. Los hallazgos incluyen herramientas para moler que podrían haber sido utilizado en la preparación de drogas, así como pequeños tubos y tabletas de hueso que podían usarse, por ejemplo, para ingerir o inhalar una sustancia en forma de polvo. El lugar donde se descubrieron estos objetos en el transcurso de las investigaciones indudablemente fue el sitio donde se llevaron a cabo rituales especiales. Entre el primer grupo de artefactos, los que se encontraron cerca de la entrada a la Galería de las Ofrendas, hallamos la figura de una alpaca masculina tallada en piedra gris y con una depresión cirFig. 115 La Plaza Circular con sus lajas esculpidas. La ilustración fue generada a partir de un modelo digital en 3D basado en los datos
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Fig. 116 La narrativa del Obelisco Tello. Se muestran dos vistas del modelo digital en 3D (que se encuentra entre
sa del relieve, y la del lado derecho es una interpretación esquemática y a color. En la parte superior vemos la cabeza con los colmillos que sobre-
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rior las aletas que se asemejan a las de un pez, mientras que las garras se encuentran a la derecha, arriba y al pie. La criatura semejante a un
masculina. La imagen del obelisco probablemente representa una pareja mítica. Alrededor de ella se encuentran los símbolos principales
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caracol marino Strombus, y la chakana (“la cruz incaica”). La ilustración fue generada a partir de un modelo digital en 3D basado en los datos de
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cular en el lomo [cat. no. 162]. El mismo grupo incluía dos delgaTodos los estilos alfareros no locales cuentan con eledos tubos de hueso, un botón hecho de Spondylus, varios morte- mentos que los arqueólogos que trabajan su lugar de origen desros y astas de venado trabajadas en forma de pequeñas cucharas. criben como similares a Chavín, y que reflejan tendencias de Asumimos que estos objetos fueron empleados para preparar e diseño andinas típicas del segundo y el primer milenio a.C. ingerir drogas. Los artefactos fueron encontrados junto c on algu- Aunque la cerámica presenta características regionales o locales, nos alfileres, cuya cabeza se había trabajado hasta darle forma de muchas formas también tienen una serie de similitudes a partir hombre o mujer, y una concha de caracol Strombus. El mismo de las cuales podemos deducir que estas poblaciones ya mantegrupo también incluye una daga finamente trabajada, sobre la nían contactos suprarregionales intensivos en este periodo. cual se ha grabado un felino con pico de ave de rapiña. a) Vasijas de cerámica foráneas llevadas a Chavín [cat. nos. Más adentro de la galería hallamos un tazón de piedra al que se 143-154]. La cerámica no local representada con más frecuencia había dado forma de pez [cat. no. 163], junto con un collar elabo- en el conjunto Chavín puede ser asignada al estilo Mosna [cat. rado con vértebras de pescado, más cuentas y herramientas de nos. 150, 151], el cual presenta cierta similitud con la cerámica perforación. En las dos áreas adyacentes excavamos morteros “roja sobre crema” conocida en Huacaloma, Kuntur Wasi y otros hábilmente trabajados en piedra y un tazón c on una secuencia de sitios del departamento de Cajamarca [véase cap. 3.2]. La ceráimágenes grabadas en el llamado estilo limoncarro, que tiene si- mica roja sobre crema también fue excavada en Kotosh (departamilitudes con el estilo Cupisnique [cat. no. 159]. mento de Huánuco), La Pampa (provincia de Corongo) y en otros Entre los hallazgos excavados en las tres celdas res- sitios del Callejón de Huaylas y la Cordillera Negra, pero solatantes (7, 8 y 9) de la Galería de las Ofrendas había morteros y mente en pequeñas cantidades, lo cual sugiere que estos conjuntazones de piedra junto con diversos objetos de hueso, como esti- tos no tuvieron su origen en la producción local de cerámica. los, tubos, agujas y varias otras herramientas. Otros dos estilos alfareros —Raku [cat. no. 154] y Wa Además de estas ofrendas votivas se halló gran canti- cheqsa [cat. nos. 143-149]—, junto con diversas formas de vasijas dad de huesos de animales que probablemente fueron sacrifica- que no son fácilmente atribuibles, muestran ciertas similitudes dos para el banquete ritual. Estos restos representan toda la con la cerámica Cupisnique de los valles de la costa norte en lo fauna disponible como recurso alimenticio en la época, desde que se refiere a la forma y la decoración, así como el método de peces y moluscos hasta mamíferos grandes y pequeños. Los vena- manufactura. El estilo Raku es una variante de la cerámica Cudos venían de los pastizales de la puna (la taruca, una especie de pisnique, como la que se halló en Chicama, y Wacheqsa al del Cupisnique transitorio, que es típico de las regiones Moche y Hippocamelus antisensis que vive en los Andes), de los cañones montañosos (el lluicho o ciervo mulo, Odocoileus sp.) y de los Virú. Aunque las botellas asa estribo sí se dan en Chavín, no se bosques tropicales ( Mazama sp.). También encontramos los trata de una forma local. El arqueólogo peruano Julio C. Tello la restos de llamas y posiblemente de alpacas, de perros y otros identificó erróneamente como una típica forma Chavín tras comcarnívoros, roedores (vizcachas y cuyes) y de numerosas especies pararla con conjuntos en realidad originarios de Chicama. Las de aves. botellas asa estribo se encuentran en Chavín en otro estilo atípico —muy simple, liso y sin decoración— al que llamamos Puca Orqo. Otro estilo más, de origen externo, se conoce en la literatuEl conjunto alfarero de la Galería de las Ofrendas ra como Puksha [cat. nos. 152, 153], y en Lambayeque y Casma se han encontrado vasijas de este tipo polícromo. Las vasijas Debido principalmente a la diversidad de estilos cerámicos en- Puksha fueron muy finamente trabajadas y también tienen un contrados en la Galería de las Ofrendas, que ahora podemos atri- cuello o pico de asa estribo. Algunas muestran un parecido con buir a sus regiones de origen, advertimos que si bien algunas de los estilos alfareros Cupisnique y Lambayeque, y tal vez compalas personas que colocaron ofrendas en el templo provenían de la rable con los conjuntos cerámicos de Piura. Pero como no se dan región de Chavín, otras venían de mucho más lejos, por ejemplo en gran número no se ha podido definir un estilo distintivo. de las regiones de la costa y de la sierra, e incluso al parecer de la región del alto bosque tropical. Este resultado se vio confirmado b) Vasijas de cerámica fabricadas localmente La mayoría por los huesos de animales de origen foráneo. de las vasijas de cerámica que excavamos eran formas locales del El rico inventario de cerámica puede subdividirse estilo Chavín. El estilo lleva este nombre porque refleja el mismo claramente en estilos de Cajamarca, Lambayeque, Trujillo, idioma formal que los relieves, obeliscos y cabezas de piedra taHuánuco y de los valles de Lima y Áncash, y solamente hay llada que alguna vez decoraron el templo. Hasta ahora, algunas unos cuantos ceramios para los cuales aún no podemos definir de estas formas solamente han sido encontradas en Chavín. En analogías regionales. efecto, estamos hablando de subestilos que siguen un patrón común básico semejante a Chavín. Hasta la fecha se han identi-
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Fig. 117 Visualización de la Galería del Lanzón y su cámara. La ilustración fue generada a partir de un modelo digital en 3D basado en los datos de
Fig. 118 Vista de la Galería de las Ofrendas con su acceso (izquierda), cf. fig. 110
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ficado cuatro subestilos locales de estos: Ofrendas, Dragoniano, Qotopukyo y Floral. Los cuatro replican —en su propia forma distintiva— las figuras y formas decorativas que nos resultan familiares a partir de las esculturas en piedra. De los cuatro estilos, la cerámica Ofrendas [cat. nos. 138, 139] es la que se encuentra mejor representada y tiene la decoración más sobria. Asumimos que este fue el estilo alfarero más difundido, porque los arqueólogos encontraron botellas, tazones y cántaros indudablemente provenientes de distintas unidades domésticas. La superficie de la cerámica Ofrendas es lisa y roja, o está ennegrecida; solo ocasionalmente está incisa o decorada con pintura blanca de base resinosa, y de modo apenas perceptible. A pesar de la forma y del tamaño relativamente uniforme de las vasijas, podemos concluir, a partir de la composición mineral de la arcilla y de los patrones de manufactura, que este conjunto cerámico fue producido en distintas localidades próximas a Chavín. El estilo Dragoniano (o Dragón) [cat. nos. 125-134] es el más característico hallado en la Galería de las Ofrendas. Comprende tazones de poca profundidad, platos y botellas finamente trabajados, decorados con las mismas figuras que vemos en el Obelisco Tello y en algunas otras esculturas en piedra. Al igual que en el obelisco, las figuras retratadas son criaturas imaginarias en forma de dragones que lucen los atributos de serpientes, aves de rapiña, felinos y otros animales salvajes. Alrededor de estas criaturas están agrupadas representaciones de tortugas, loros y diversas raíces, frutas y plantas, de las que se dice tienen un efecto psicoactivo. Entre ellas figura un símbolo simétrico en forma de cruz, con centro circular y rodeado por un cuadrado, a cuyos lados hay cuatro puntos rectangulares. Apenas hemos comenzado a comprender el motivo central representado en estas vasijas. Se trata de una figura semejante a un dragón, que aparece en versiones masculina y femenina y que está provisto de los atributos del poder y de la vitalidad. Las complejas representaciones en tazones, botellas y otras vasijas recuerdan a la criatura semejante al dragón del Obelisco Tello, aun cuando ciertos elementos varían, lo que hace que una interpretación definitiva resulte difícil. Además de la figura de dragón con su cabeza semejante a un cocodrilo, también encontramos representaciones de dragones con cabezas de serpiente, con lengüetas que representan las fosas nasales y las cejas, y que llegan hasta el labio superior. Ambas versiones del dragón están “dando a luz” a sus crías. Los recién nacidos son identificables por su único colmillo, mientras que las mayores de la camada tienen dos o tres dientes, y en algunos casos hasta cuatro. La figura puede ser representada ya sea como un dragón o como una serpiente. La cabeza está enfatizada exageradamente, mientras que el lomo y la panza fueron convertidos en una cabeza con grandes colmillos que por lo general se fusiona directamente con una cola enrollada. Inscrito dentro de esta cola se encuentra un símbolo en forma de una
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banda en S. Este símbolo siempre acompaña a la v ersión hembra del dragón, mientras que en la versión macho se bifurca en segmentos. Este último frecuentemente aparece como el protector de las criaturas jóvenes que solo tienen un colmillo. Estas criaturas pueden aparecer solas, pero frecuentemente figuran en un contexto que hace que se vean como si estuvieran c ubiertas por agua u otro líquido. Otras numerosas criaturas compuestas también aparecen en la cerámica, con motivos vinculados temáticamente con el dragón. Los motivos más frecuentes son loros con grandes ojos redondos, ya sea volando o unidos simétricamente, caparazones de tortuga y sapos que miran hacia adelante. Estas criaturas también cuentan con atributos de animales depredadores, esto es garras y colmillos. Las garras, los dientes y las zarpas pueden aparecer por cuenta propia, independientemente del cuerpo de la criatura. Al igual que la cerámica dragoniana, la alfarería llamada Qotopukyo [cat. nos. 135-137] reproduce los motivos vistos en el Obelisco Tello. Sin embargo, este estilo es marcadamente distinto de la cerámica Dragoniana en lo que se refiere tanto a la forma como al método de fabricación. Los materiales usados, así como las técnicas empleadas, sugieren que la cerámica Qotopukyo no fue producida por los mismos artesanos. Mientras que el cuerpo y el cuello de las botellas dragonianas tienen sus proporciones bien balanceadas, las botellas de estilo Qotopukyo tienen el cuello largo y su cuerpo, contornos y proporciones variables. El objeto más complejo del conjunto Qotopukyo es una botella con el cuerpo aplanado, que semeja una base elipsoide [cat. no. 135]. El cuello de la vasija es el doble de largo que su cuerpo y recuerda a un florero. Vale especialmente la pena mencionar la presentación muy precisa de una figura antropomorfa con atributos femeninos. Ella se encuentra parada con los pies separados y entre sus piernas aparece la cabeza de una figura humana cadavérica, así como una forma similar a la cabeza de serpiente con dos colmillos. El cinturón de la criatura está formado por dos cabezas humanas con los cabellos entrelazados. La mano derecha de la figura está levantada, mientras que su mano izquierda descansa sobre su cadera, al igual que en el Lanzón. Los colmillos de un felino sobresalen de la mandíbula de la criatura, en tanto que su tocado parece representar plumas. El estilo alfarero Qotopukyo es el que tiene el mayor número de atributos no contextuales, como el corte transversal en forma de estrella del cacto San Pedro, las formas en S individuales o en grupos, círculos concéntricos, rombos, formas abstractas en H, garras o zarpas de felino, ojos, fauces y algunas cabezas de figuras que también aparecen en el Obelisco Tello. Son dignas de mención las representaciones de hojas muy parecidas a las de la coca, más una serie de formas abstractas combinadas con dichas hojas. Debemos, por último, mencionar también el estilo alfarero Floral [cat. no. 140], puesto que sus motivos están muy
difundidos en la iconografía Chavín de la región centroandina. La cerámica retrata de forma naturalista al jaguar, aves de presa con las alas abiertas y el vientre visible. El conjunto cerámico floral reproduce los motivos figurativos más antiguos, que aparecieron ya en el arte de Huaca Prieta, y que podemos fechar alrededor de 2500 a.C. [véase cap. 4.2]. Estos motivos figurativos más antiguos muestran criaturas semejantes a depredadores, retratadas con zarpas y colmillos, el pelo y las cejas en forma de serpientes, más un cinturón y otros ornamentos en su cuerpo. Estas criaturas deben tener alguna conexión con la figura mítica de Libiac (el rayo), una divinidad extremadamente cruel que reina sobre las tormentas y el relámpago, el trueno y los rayos: en otras palabras, las fuerzas más poderosas que las montañas pueden producir. La memoria de esta criatura divina siguió viva en la cultura peruana hasta el arribo de los españoles en el siglo XVI: es decir, más de dos mil años después de que Chavín hubiese sido abandonado. Los peregrinos que llegaron a Chavín rendían homenaje a la deidad —bajo la guía de los sacerdotes y sirvientes del templo—, y al hacer esto impedían que descargara su ira.
cuando se muestra todo el cuerpo. Lo mismo se aplica a las aves de rapiña: cuando sus garras, pico y plumas se muestran aisladas, la representación está sumamente estilizada. La serpiente es casi siempre un motivo secundario y cuando se la representa sola, también muestra rasgos naturalistas. Cada una de estas tres criaturas fue representada con los atributos de las otras dos, pero la forma casi nunca fue estilizada. Debemos hacer otra observación con respecto al motivo semejante a un cocodrilo o caimán: a diferencia de los demás motivos animales, esta criatura indudablemente es una figura imaginaria y no una que encontramos en la naturaleza. Su representación no fue simplemente un elemento del discurso religioso, sino que se hallaba en el núcleo mismo de la práctica religiosa. En mi opinión, lo que vemos es un dragón vinculado de algún modo con los molusco Spondylus y Strombus, de origen marino y junto con ellos permitía establecer la frecuencia y la intensidad de las lluvias de verano especialmente los eventos de “El Niño” regulados por la temperatura del mar. Era precisamente este poder del dragón para controlar la lluvia y las estaciones secas, lo que los sacerdotes andinos en Chavín buscaban desentrañar mediante oráculos dados cada cierto número de años, o incluso cada año, pues la vida de los pueblos dependía de su favor. El oráculo de Chavín fue una de las razones por las cuales la gente peregrinaba al templo. Además, a esta altura se hacía más fácil la observación de fenómenos y cambios cosmológicos y atmosféricos. Los sacerdotes que vivían cerca del complejo del templo podrían muy bien haber medido los ciclos estacionales, pero ellos debían hacerles preguntas a los dioses para así comprender los patrones climáticos, pues dichas variaciones son provocadas por cambios en las corrientes del océano. De este modo, los sacerdotes de Chavín fueron capaces de predecir el clima usando diversos métodos. Es muy probable que el peregrinaje al complejo del templo de Chavín haya sido alguna vez un priv ilegio de los miembros de las elites sociales, posiblemente los líderes locales de cada región particular. Las ofrendas votivas colocadas en la Galería de las Ofrendas sugieren esta conclusión, porque los objetos son, sin excepción, exclusivos y de una excepcionalmente alta calidad. Es más, esta interpretación queda respaldada por los el ementos arquitectónicos y los hallazgos arqueológicos. Tal como he mostrado, podemos conjeturar que en el periodo posterior a la última gran fase de expansión apogeo (ca. 900-550 a.C.), el templo fue escenario de diversos actos rituales que probablemente diferían en términos de sus patrones de participación y exclusividad. Los hallazgos arqueológicos de la Galería de las Ofrendas, que aquí hemos presentado, reflejan un cuadro muy claro de los rituales que tuvieron lugar en el templo.
Conclusión Desde que Julio C. Tello declarara a Chavín la “cultura matriz” de la civilización peruana, los científicos concentraron sus investigaciones en la confirmación o refutación de su tesis. En primer lugar, hoy es seguro que esta cultura puede ser fechada en el periodo que corre entre 1500 y 500 a.C. Sin embargo, ha quedado claro que pueblos regionales que alguna vez se pensó habían sido influidos fuertemente por Chavín, en realidad fueron moldeados mucho más por su propio desarrollo cultural, y por ende se los debe considerar más independientes. Pero los rasgos estilísticos que los artefactos comparten reflejan un frecuente contacto entre los habitantes de culturas distintas, un contacto que indudablemente tuvo sus raíces en creencias e ideas religiosas compartidas. Un rasgo en particular —los colmillos— se da con notable frecuencia en todas las representaciones pictóricas, lo que llevó a Tello a concluir que una deidad felina debió haber tenido un papel central para estos pueblos. Parecería, sin embargo, que por muy difundido que haya sido el felino en el arte Chavín, en realidad parece haber sido menos importante de lo que Tello supuso. Es más, la base o el núcleo antropomorfo se encuentra provista de representaciones zoomorfas y no reemplazada por estas imágenes. Las garras, el pelaje y los ojos de los felinos frecuentemente están representados de modo altamente estilizado, y cuando éstos eran retratados junto a otras figuras a menudo asumían un papel subordinado, como podemos verlo, por ejemplo, en el Lanzón, el Obelisco Tello, los relieves tallados en la Plaza Circular Hundida, o en la cerámica encontrada en la Galería de las Ofrendas. Como regla general, el felino es representado de manera naturalista solo
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5. INSPIRACIÓN LEJANA: LA PERIFERIA Y EL LEGADO DE LAS INNOVACIONES DEL FORMATIVO
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INTRODUCCIÓN El periodo Formativo en lo que actualmente es el Ecuador, al norte del Perú, aún no ha sido estudiado a profundidad y la cronología reconstruida hasta ahora es muy general. Los hallazgos mismos, sin embargo, muestran paralelos con las culturas del Perú que tuvieron lugar en este mismo periodo, lo que indica que la inclusión de regiones más distantes probablemente pasará a ser un factor cada vez más importante en todo futuro examen de Chavín. La cultura Paracas, que surgió durante el periodo Formativo en la costa sur del Perú, si bien no careció de desarrollos e innovaciones propias, recibió influencia de Chavín. Diversas similitudes muestran lo importante de la interacción cultural a gran distancia en la formación de las primeras sociedades complejas de la región andina. La cultura Mochica, que se desarrolló en la costa norte tras el ocaso del Formativo, revivió deliberadamente elementos e imágenes que databan del periodo Chavín. Entre los mochicas, los dioses del Formativo experimentaron un renacimiento y sirvieron para consolidar una sociedad estructurada de modo distinto. Christian Mesía Montenegro, de la Universidad San Ignacio de Loyola, está familiarizado con la arqueología tanto del Perú como del Ecuador. Su contribución a este capítulo nos brinda una visión de conjunto del Formativo ecuatoriano.
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5.1 Walter Alva, director del Museo Tumbas Reales de Sipán en Lambayeque, es conocido como el arqueólogo que salvó los entierros de los reyes mochica de Sipán, que hoy es un sitio mundialmente conocido. Alva señala el modo en que la elite mochica se reapropió de los grandes logros de Chavín, en un recuento que subraya la importancia que las innovaciones del Formativo tuvieron para la historia cultural peruana. Markus Reindel del Instituto Alemán de Arqueología (Bonn) y Johny Isla del Instituto Andino de Estudios Arqueológicos (Lima) dirigen conjuntamente el Proyecto Nasca-Palpa en el sur del país, un proyecto iniciado originalmente para resolver el enigma de las célebres líneas de Nasca. Si bien es cierto que la cultura Nasca desarrolló sus propias formas e iconografía, gran parte de sus imágenes, y sobre todo sus representaciones de criaturas compuestas de animales y seres humanos, ofrecen una prueba de cómo los ecos de Chavín reverberaron incluso en el lejano sur.
EL PERIODO FORMATIVO EN EL ECUADOR Christian Mesía
Los procesos sociales ocurridos en el área central andina, ejercieron influencia y la vez se vieron influenciados por los desarrollos nucleados que se dieron en varios sectores de los Andes Septentrionales. En esta región se puede observar que la innovación cultural se da a partir de contactos con los Andes Centrales y con Mesoamérica, existiendo al mismo tiempo, procesos independientes, que indican que el desarrollo cultural se dio a partir de inno vación cultural. El estudio del periodo Formativo (4500- 300 a.C.) del Ecuador, nos ayuda a disgregar aquellos elementos presentes por transmisión cultural y aquellos que se dieron a través de procesos de innovación cultural. El objetivo del presente artículo es el de identificar elementos compartidos con formaciones contemporáneas de los Andes Centrales.
Tiempo y espacio El Formativo ecuatoriano se define a partir del limite terminus a quo de Valdivia y terminus ad quem de Chorrera1 entre los 4500300 a.C. [Fig. 120]. Durante este espacio temporal, tres desarrollos sociales caracterizaron fundamentalmente la costa y parte de la sierra ecuatoriana, Valdivia, Machalilla y Chorrera. Indudablemente que estos desarrollos no fueron los únicos en este gran lapso de tiempo, sin embargo debido a los limites de espacio, me referiré con más detalle a ellos.
Los primeros agricultores y ceramistas (4500-1900 a.C.) El antecedente inmediato a Valdivia es Las Vegas, caracterizada por la ausencia de cerámica pero por la presencia de los primeros cultígenos domesticados en la región2. Valdivia presenta fechados tempranos de aldeas con evidencias de fitolitos de maíz, lo que sugiere el consumo de maíz desde épocas muy tempranas [véase cap. 2.1]3, quedando por discutir el tipo de maíz y si es producto de un proceso de innovación4 o de transmisión cultural 5. Sin embargo, la agricultura temprana no aparece exclusivamente relacionada al maíz, sino también a otros productos como curcubitas, lagenarias, maní y achira 6. Paralelamente se produce cerámica la cual ingresa al Ecuador a través de un proceso de transmisión cultural desde Colombia, de San Jacinto, sitio fechado en aproximadamente 6000 a.C. 7. Hacia el 2800 a.C., se empiezan a producir figurinas femeninas de cerámica, conocidas como “Venus” [Fig. 121], las cuales en Real Alto se han hallado en contextos primarios del montículo el “Osario” así como bajo pisos de viviendas 8. Estas figurinas generalmente representan una mujer con un elaborado tocado, en posición vertical. Tradicionalmente se ha clasificado a Valdivia como una sociedad eminentemente marina con una dependencia marginal hacia la horticultura, debido a que los sitios más investigados se encuentran en la costa. Investigaciones llevadas a cabo en sitios de tierra adentro como Loma Alta,
Fig. 119 El centro ceremonial y la ciudad
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Colimes y San Lorenzo del Mate, han ayudado a revaluar el rol de la economía marina en Valdivia y a retomar la posición de Lathrap quien argumentó que Valdivia fue un desarrollo de la floresta tropical9. Investigaciones en Manabi y Guayas, indican una progresiva adaptación al medio e incremento de jerarquización social10. En Real Alto, hacia el 4500 a.C. se observa una aldea con disposición en forma de U, mientras que a los 1400 a.C. existe arquitectura monumental con una sectorización ceremonial y doméstica11; igualmente sitios como San Isidro en el valle de Jama y La Emerenciana en el Oro son ejemplos de arquitectura monumental no antes vista en Valdivia12.
San Lorenzo de Mate, en la Provincia del Guayas16 y La Emerenciana en la provincia del Oro17. Aparecen del mismo modo botellas asa estribo las cuales llegaron a la costa proveniente de la cuenca del río Mayo, cerca de la Cordillera del Cóndor18 siendo estas características de los desarrollos Cupisnique y Chavín 19. La cerámica Machalilla tiene una fuerte influencia en la cerámica temprana del norte peruano, a juzgar los diseños de la cerámica Ídolo, Pandanche y Huaca Loma Temprano20. Lathrap ha sugerido que Machalilla ejerce una fuerte influencia en la fase Tutishcainyo Tardio21. Adicionalmente, la incidencia de vasijas carenadas y achurados zonales es característica de la fase Kotosh-Wairajirca la cual está muy relacionada con Tutishcainyo. Machalilla se caracteriza por sus cuencos carenados, vasijas reducidas con un fuerte bruñido, finas líneas incisas pintadas, generalmente de color blanco, práctica común en la cerámica inicial del Formativo peruano. Otras características incluyen el uso de engobe blanco y líneas rojas pintadas y/o incisas, platos con pedestal, así como el achurado y punteado zonal los que aparecen en la fase Tutishcainyo Temprano del Yarinacocha22. Se continúa la producción de figurinas pero de forma marcadamente diferente a las Valdivia. Las figurinas Machalilla son de manufactura cruda y estilizadas, con ojos en forma de granos de café y narices protuberantes, y mayormente con una línea de perforaciones bajo el labio inferior, a lo largo de la cabeza y a lo largo de los lóbulos auditivos las cuales de acuerdo a Lathrap pudo servir para insertar algún tipo de adorno 23.
En las zonas Machalilla, destaca la ausencia de centros monumentales, observándose aldeas de menos de 0.5 ha a lo largo de zonas ribereñas24 o extensas villas25. Existe una clara falta de complejos monumentales, lo que sugiere una carencia de proyectos corporativos y de autoridades centralizadas. El sistema de cargo puede ser uno de los mecanismos de negociación capaces de movilizar grandes grupos pero, la ausencia de grandes estructuras sugiere que la población no alcanzó un nivel de cohesión adecuado. Machalilla prosigue con una economía diversificada, donde no solamente se dependió fuertemente de los recursos marinos, sino también de la agricultura y de la caza de animales terrestres como el venado 26.
importantes es la semejanza entre las vasijas de asa estribo Chorrera con las fases Cupisnique, Cupisnique Transitorio y en menor medida Cupisnique Santa Ana establecidas por Rafael Larco Hoyle, tanto en las formas zoomorfas y fitomorfas, como en las asas gruesas de pico corto31. Al respecto, ya Jijón y Camaño al observar fragmentos Chorrera procedentes de la Hacienda La Compañía, sobre el río Babahoyo (en la provincia de los Ríos), había indicado que los fragmentos procedían de una cultura relacionada con Chavín y su “variante costeña” Cupisnique32. La cronología relativa de Chorrera no es lo suficientemente adecuada hasta el momento, a pesar de intentos muy localizados, de establecer secuencias ceramográficas 33. Por razones estilísticas, se le ha denominado a la variante Chorrera de las provincias de Guayas y El Oro como Engoroy 34 y es en esta variante que los trabajos de secuencia han sido mayores (Bischof subdivide Engoroy en seis fases agrupadas en tres periodos: Engoroy Temprano, Engoroy Medio y Engoroy Tardío35. La existencia de cerámica Chorrera con formas semejantes a Cupisnique, nos sugiere un intenso fenómeno de transmisión cultural entre ambos desarrollos. Como se ha mencionado, las características principales de la cerámica Chorrera ya están presentes en las fases Cupisnique, Cupisnique Transitorio y Cupisnique Santa Ana. Las botellas de la fase Kuntur Wasi [véase cap. 3.2], recuperadas del sitio del mismo nombre, presentan semejanza con el Cupinsique Transitorio de Larco Hoyle y están datadas entre los 900-500 a.C., por lo que se reforzaría el argumento de influencia
Después de los volcanes: La cultura Machalilla (1500-1300 a.C.) Alrededor del 1900 a.C., se dan dos erupciones volcánicas al norte del Ecuador, las cuales alcanzaron las provincias de Esmeraldas, El Oro, Guayas, Los Ríos y Pichincha13. Estas erupciones alteraron los modos de vida Valdivia, causando gran inestabilidad política que derivó en el surgimiento de Machalilla 14. Esta tradición se extendió por un área geográfica menor a la de Valdi via, en las provincias de Manabi y Guayas y en la sección norte de Manabi y sur de Esmeraldas 15. La cerámica Machalilla se origina a partir de las fases 7-8 de Valdivia, cuya transición se puede observar en los sitios de
La cultura Chorrera (1300-300 a.C.) Chorrera fue definida a partir de los trabajos de Evans y Meggers en el sitio del mismo nombre27 y por los de Bushnell en el sitio de La Carolina en la península de Santa Elena 28. Su rango de extensión al parecer cubrió la costa como la sierra ecuatoriana y a pesar de la escasez de datos arqueológicos, es considerada por algunos investigadores como un horizonte cultural 29. Lo que ha llamado mayormente la atención de investigadores ha sido el alto desarrollo logrado en la producción alfarera [Fig.122]30, la cual se caracteriza por vasijas silbadoras, figurinas en la misma vena que las Valdivia y Machalilla pero de mejor factura tecnológica y artística [Fig. 123]. Uno de los puntos
REGIÓN NOR ANDINA
COSTA Periodo1 o í d r a T o v i t a m r o F
SIERRA
Norte
Centro
Sur
Chorrera
Chorrera/ Tabuchilla
Chorrera/ Engoroy
Norte
Centro
ORIENTE Sur
Centro
COSTA Sur
300 a.C.
Chorrera
Chorrera/ Tabuchilla
Cerro Narrío I
Catamayo D Catamayo C
Cupisnique Santa Ana
Upano I
Cupisnique Transitorio
Chorrera/ Engoroy
Machalilla
Chaullabamba
Catamayo B
Alausi
Catamayo A
Pastaza B
Mayo Chinchipe
SIERRA
Centro
Sur
Huayco
Paracas Necrópolis
Cerro Chavinoide 2
Cupisnique
1300 a.C. o i d e M o v i t a m r o F
Norte Salinar
L a Chimba
1 La periodificación está en referencia a la clasificación cronológica del Formativo ecuatoriano
REGIÓN CENTRAL ANDINA
Pre-Chavinoide
Paracas Cavernas
Sierra Norte
Kuntur Wasi Ídolo
Karwa
ORIENTE
Conchucos
Huallaga
Huaraz
Higueras
Janabarriu
Sajarapatac
Urrabarriu
Chavín
Puerto Nuevo
Kotosh
Yarinacocha
2 Los términos “Pre-Chavinoide” y “Chavinoide” siguen la clasificación de Hermilio Rosas, quien advirtió la influencia de Chavín en la cerámica haallada en el sitio de Ancón
Shakimu
Tutishcaynio Tardío
1500 a.C.
o o v n i a t r a p m m r o e F T
Valdivia
Cotocollao
Pastaza A Pre-Upano Mayo Chinchipe
Huaca Prieta
La Florida
Disco Verde
La Chira
Panda nche
La Banda Centro Cívico
Wairajirca
Tutishcaynio Temprano
Mito
4500 a.C. o c i a c r A
Las Vegas
Paiján
Bahía de Paracas
Fig. 120 Cronología de las culturas arqueológi-
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Chorrera en Cupisnique. Muchos de los objetos de los periodos Al este de la región costera Cupisnique, Cupisnique Transitorio formaron parte de la red de intercambio de ofrendas que se dio durante el Formativo Medio Una gran porción de la sierra ecuatoriana permanece aún sin (1500-900 a.C.) y Formativo Tardío peruano (800-400 a.C.), tal y investigar, debido a lo agreste del territorio y también a la exiscomo se observa en Chavín de Huántar, Kuntur Wasi, Huaca Par- tencia de gruesos depósitos de ceniza. En la costa encontramos tida36, y si bien estos estilos son distinguibles en asociaciones a desarrollos de alcance regional, en la sierra y selva se encuentran contextos funerarios y de arquitectura monumental en el Perú, conjuntos arqueológicos antes que culturas plenamente estableno tenemos mucha suerte con respecto a Chorrera en el Ecuador cidas. A continuación mencionaré algunos elementos destacados y no es posible asociarla hasta el momento a sitios complejos dentro del Formativo serrano, a fin de tener un panorama más como los del Perú. En Chorrera la técnica decorativa es variada, claro sobre la sierra y selva. incluyéndose la incisión fina el rocker stamping [Fig. 124], el Cotocollao fue una aldea formativa, identificada por ahumado, la pintura iridiscente y la combinación de colores en Villalba y fechada entre los 1800 -400 a.C. 43. Los datos proceden superficies continuas37. de excavaciones de rescate arqueológico, en los cuales no se han Otra característica importante de la cerámica es registrado evidencias de arquitectura monumental. La cerámica la presencia de figurinas que pueden llegar hasta 80 cm 38. Figu- Cotocollao incluye vasijas carenadas, botellas asa estribo, decorarinas de este tamaño recuerdan al títere que Burger halló en ción punteada, incisa y engobes rojos, los cuales son elementos Mina Perdida39. Si bien este espécimen estuvo elaborado a partir característicos de Machalilla y Chorrera. La economía de esta de mate y cerámica cruda, objetos de este tipo pudieron servir villa estuvo basada en el consumo de maíz, achira, oca, papa, y como oficiantes frente a ceremonias de diverso tamaño. De acuer- quinua y de ciervos, llamas y cuyes44. Sitios con formas cerámicas do a Lathrap, la figurina de Curayacu excavada por Engel, podría identificadas en Cotocollao, se han registrado en los cercanos ser un derivado de la tradición de figurinas Chorrera 40, lo que valles de Tumbaco y los Chillos45, pero no se han identificado podría ser extendido a figurinas encontradas en Ancón [véase sitios monumentales. cat. no. 25]. Del mismo modo, destaca la presencia de platos Otro sitio que merece ser mencionado es el de La tetrápodos y pentápodos, cuyos soportes en algunos casos presen- Chimba, el cual se encuentra a 55 km de Quito y alcanza una tan formas fitomorfas [Fig. 125]. Por otra parte, llama la atención extensión de 12 ha. La cerámica guardaría relación con la de la presencia de botellas con asa puente, características de las Cotocollao, fundamentalmente en lo que respecta a las ollas carefases Cavernas (500-200 a.C.) y Necrópolis (200 a.C.-100 d.C.) nadas y decoración punteada y aplicada 46. La Chimba mantuvo [véase cap. 5.3] en la costa sur peruana, así como las formas de un comercio intenso con la costa e incluso la selva, dada la precuerpo semiglobular carenado que en algunos casos imita a las sencia de madreperlas, Spondylus, Strombus, vasijas Chorrera, formas de lagenarias. La similitud en el asa puente y forma cerámica de oriente (Cosanga) e incluso coca a juzgar por la decode cuerpo entre vasijas Chorrera y Paracas ya había sido notada ración en algunas vasijas 47. por Lathrap, quien especuló contactos marinos entre las costas El sitio de Tulipe, ubicado en las cercanías de Quito, de Ica y del sur ecuatoriano 41. presenta una fase denominada Nueva Era, la cual se caracteriza En términos de sistema de asentamientos, la informa- por presentar vasijas relacionadas estrechamente con Chorrera. ción disponible no es precisamente abundante. A través de una Esta fase se encontró íntegramente cubierta por depósitos volcáprospección sistemática de 785 km², en el valle de Jama, al norte nicos, producto de la erupción del Pululahua, la cual fue responde la provincia de Manabí, Zeidler ha identificado treinta y tres sable de la desestabilización que puso fin a Chorrera alrededor sitios Chorrera, distribuidos en su gran mayoría en el piso de de los 400 a.C 48. valle, mientras que un pequeño porcentaje se encuentra en zonas Challuabamba, ubicado en el valle de Tomebamba en elevadas. De acuerdo a Stall, la economía Chorrera al parecer la sierra sur ecuatoriana, es un extenso sitio de 70 ha, el cual estuvo fundamentada en el maíz, frejol, calabaza y achira, el con- presenta una ocupación que va desde los 2000 hasta los 1400 a.C. sumo del armadillo, diversas variedades de ciervos, patos, y algu- Los alfares que se encuentran en este sitio representan lo que nas variedades de roedores 42. Bruhms ha identificado como “cáscara de huevo”, por sus paredes Si dos erupciones volcánicas fueron responsables de la excesivamente delgadas y que son indicadores importantes de la crisis económica y social de la sociedad Valdivia, la erupción del alfarería de la sierra sur ecuatoriana49. Pululahua alrededor del 476 a.C., fue responsable de similar siDe similar importancia es la región de Loja, en el área tuación en la sociedad Chorrera, con lo que concluye uno de los de Catamayo50, cuyos límites cronológicos son similares a los episodios más fascinantes de la prehistoria ecuatoriana. planteados por Grieder et al. en Challuabamba. A lo largo de la secuencia se observan marcadas influencias costeñas entre las que destacan incisiones anchas, bandas aplicadas, y punteados zonales. Es importante la mención referente a botellas de formas Fig. 121 Figurina de cerámica de estilo Valdivia que representa una imagen femenina con tocado elaborado, que posiblemente toca un instrumento
Fig. 122 Botella de cerámica antropomorfa de estilo Chorrera, que representa a una figura de género indeterminado sentada con las piernas cruzadas y
Fig. 123 Figurina de cerámica antropomorfa de estilo Chorrera. Se trata de una figura femenina de pie con joyas en las orejas y un tocado con diseños
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Fig. 124 Botella de cerámica de estilo Chorrera que representa a una mujer echada sobre su lado derecho. Cuerpo impreso con sello (1300–300 a.C.)
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Fig. 125 Plato fitomorfo de cerámica de estilo Chorrera. Base irregular calada evertida, presenta cinco patas bulbares puntiagudas, imitando rizomas o tubérculos (1300–300 a.C.)
Fig. 126 Cuenco de cerámica de estilo Mayo-Chinchipe. Sus diseños incisos muestran representaciones de lo que parecen ser rostros humanos similares a los de la cerámica Valdivia
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similares a Cupisnique y/o Chavín en la fase Catamayo D51, fase como Cotocollao, La Chimba, Challuabamba, Loja entre otros. cuyos límites están enmarcados entre los 500-300 a.C., espacio Desastres naturales impidieron observar hasta donde hubiera temporal en el cual Chavín no funcionaba como un centro cere- llegado el avance de esta socie dad. Machalilla es modesta en cirmonial de importancia pan andina 52 y el Cupisnique Santa Ana cunscripción espacial y desarrollo tecnológico, aunque habría que era popular en costa norte dando paso al estilo Salinar. investigar en detalle la naturaleza de los contactos con Santa En oriente, se ha revelado una tradición denominada Ana-La Florida, ya que las botellas asa estribo llegan a la costa a Mayo-Chinchipe, la cual se encuentra en el sitio de Santa Ana-La partir de las evidencias tempranas de este sitio. Florida, en la cuenca del río M ayo, en las cercanías de la frontera En Machalilla no se observan centros monumentales con el Perú53. Se trata de un centro ceremonial compuesto por un y la cerámica no alcanza la sofistificación de las fases 7 y 8 de círculo de piedra de 40 m de diámetro. El sitio se encuentra sobr e Valdivia. La cerámica Chorrera destaca por su variedad de una terraza sostenida por muros de contención. En el centro de la formas, representaciones realistas de la naturaleza y técnicas de terraza se ubicó un fogón, con una ofrenda asociada de cuencos decoración, las cuales guardan mucha similitud con la cerámica de piedra y cuentas de piedra 54. Los cuencos de piedra guardan Cupisnique de la costa norte peruana (especialmente con las similitudes cercanas con las ofrendas excavadas por Pedro Rojas fases Cupisnique y Cupisnique Transitorio). La naturaleza de la Ponce en Huayurco, en la amazonía peruana 55. Un entierro fue relación de Chorrera con sociedades contemporáneas del Formaubicado en las inmediaciones, asociado a fragmentos de Strom- tivo peruano podría deberse a transacciones comerciales antes bus, vasijas carenadas, cuatro vasijas con asa estribo, cuencos de que a relaciones religiosas o de adherencia a un sistema de creenpiedra, cuentas de turquesa y pseudo malaquita entre otros obje- cias, ya que no se observan (más allá de algunos elementos aislatos. Este contexto presenta un fechado de 2141-2031 a.C., y sodos citados por Lathrap 59 elementos que formen parte del sistebrepasaría en antigüedad a las botellas asa estribo de Machali- ma iconográfico Chavín-Cupisnique se extendió por los Andes lla. El resto de las formas cerámicas encontradas en Santa Centrales durante el Formativo Tardío peruano. Chorrera se ex Ana-La Florida guardan relación con la fase Catamayo A y Valdi- tendió por casi toda la costa ecuatoriana, teniendo control sobre via 3-8 56, lo cual es consistente con los catorce fechados publica- la isla de Salango, conocida por presentar Spondylus de manera dos para el sitio 57. Los detalles de algunos cuencos de piedra, endémica en sus aguas, por lo que se puede esperar una relación guardan relación con diseños encontrados en textiles de Huaca comercial entre la costa ecuatoriana y la costa norte peruana a Prieta y La Galgada, siendo necesario evaluar el rol del oriente partir del intercambio de este producto como ya ha sido sugerido ecuatoriano en el periodo Arcaico Tardío peruano. Es interesante por otros autores60. Sin embargo la relación Chorrera-Cupisnique notar también que los mates de Huaca Prieta muestran diseños no ha sido examinada a fondo por lo que es necesario investigar que podrían relacionarse con aquellos de las fases 3-5 de la cerá- esta relación a partir del examen de secuencias cerámicas y conmica Valdivia [véase cap. 4.2] 58. Especial atención merece el textos arqueológicos. Tanto Valdivia como Machalilla y Chorrera cuenco Mayo-Chinchipe [Fig. 126], el cual presenta rostros simi- ejercieron influencia directa e indirecta en el resto del territorio lares a aquellos que se encuentran sobre la superficie de cuencos ecuatoriano y contribuyeron a los desarrollos que se dieron en el Valdivia de las fases 3-5 y del mate de las caras de Huaca Prieta. Formativo peruano. Una mejor comprensión del Formativo peruano se logrará cuando investigadores peruanos analicen y comprendan Conclusiones los desarrollos ecuatorianos y del mismo modo, es necesario para El Formativo en el Ecuador tiene alrededor de 4300 años (4500- la arqueología formativa del Ecuador, integrar a la discusión los 300 a.C.). La larga maduración cultural de Valdivia (4500-1500 procesos sociales del Formativo peruano. a.C.), originó una explosión cultural en el Perú, lo que originó que los desarrollos tempranos del Formativo peruano se nutran de la experiencia ecuatoriana. La cerámica temprana de Pandanche, Huaca Loma y Kuntur Wasi, tiene relación con Valdivia y Machalilla, mientras que en Tutishcainyo, Cueva de las Lechuzas y Kotosh se observa influencia Valdivia y Machalilla. El oriente ecuatoriano probablemente mantuvo contactos con la los Andes Centrales según los diseños encontrados en Huaca Prieta y La Galgada. En Valdivia se observa un largo proceso evolutivo de complejidad social, observándose en Real Alto un cambio en la configuración del espacio, desde una aldea hasta un centro ceremonial. La influencia de Valdivia alcanza a la sierra, en sitios
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5.2
LOS MOCHICA, HEREDEROS DEL PERIODO FORMATIVO DE LA COSTA NORTE, Y EL RENACIMIENTO DE LOS ANTIGUOS DIOSES Walter Alva
Los arqueólogos venimos empleando el término “Periodo Formativo” (aproximadamente posterior a 3500 a.C.) para describir la época en la cual surgió la civilización andina y asumió su forma concreta. Fue en este periodo que se hicieron avances significativos, como la arquitectura monumental, la producción de cerámica y en el trabajo del oro. Podemos considerar estos avances en particular como la base de la institucionalización de la religión, puesto que la presencia de los dioses fue lo que fomentó, y podríamos incluso decir que desencadenó, la propagación del arte religioso, la convergencia de las ideologías y la creciente competencia entre un gran número de centros ceremoniales. Un desastre climático podría muy bien haber sido lo que trajo consigo el colapso de las formas organizativas teocráticas durante el Formativo Tardío (800-400 a.C.) y la pérdida asociada de importancia que sufrieron los grandes centros de poder como Chavín de Huántar 1. Al Formativo Tardío le siguió el Formativo Final (400200 a.C.), una era de extensa secularización que se vio reflejada en la costa norte en el desarrollo de diversas culturas locales, como los Vicús, Salinar, Virú y Gallinazo. Debido a la escasez de investigaciones, desafortunadamente no podemos definir todavía las características de esta fase decisiva, pero sí podemos asumir que la repentina desaparición de las representaciones de los dioses poderosos que moldearon la cosmovisión del pueblo chavín estuvo ligada a las enormes convulsiones sociales que llegaron de la mano con fenómenos tales como el crecimiento demográfico, la expansión de la agricultura y los cambios estructurales que afectaron las jerarquías teocráticas. Aldeas y comunidades de asentamiento independientes surgieron alrededor de los centros religiosos. Sobre la base de los resultados provenientes de las recientes investigaciones efectuadas en la región de Lambayeque (en El Chorro), asumimos que este cambio social de gran alcance podría muy bien haber sido desencadenado por la aparición de un nuevo material: el cobre. Este metal podía ser trabajado para producir tanto ornamentos como útiles herramientas y armas poderosas. El surgimiento de la metalurgia como tecnología llevó a la formación de nuevos grupos sociales que controlaban esta producción. Resulta incluso concebible que una casta militar surgiera gracias a estas innovaciones [fig. 127]. A esta fase de transición, cuya duración aún no puede establecerse con precisión, le siguió el periodo de las culturas regionales, al que también se conoce como el periodo Intermedio Temprano, que se extendió desde ca. 100 d.C. hasta 600 d.C. Durante este periodo, el actor decisivo en la costa norte fue la cultura Moche o Mochica, que se desarrolló entre el primer y el noveno siglo de la era cristiana en una de las regiones más secas de América [para los desarrollos que tuvieron lugar e n la costa sur véase cap. 5.3]. Los mochicas hicieron que su tierra fuera cultivable mediante una inmensa red de riego con la cual desviaron y redistribuyeron las aguas de las cabeceras andinas, creando así la base para un desarrollo exponencial y un inmenso excedente
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productivo. Este gran auge económico les dio los medios con los anteriores. El retorno de ciertos motivos así como de su forma cuales construir magníficos complejos de templos. Ellos se expan- escultórica, señala el renacimiento de rasgos estilísticos típicos dieron y establecieron una red de i nteracción social que también de la cerámica Cupisnique 8, la cual estaba presente en la costa dio origen a tecnologías sumamente desarrolladas para la crea- norte incluso antes del predominio de Chavín. Debemos mencioción del trabajo en oro, la alfarer ía y la textilería. Las exquisitas nar que la cultura Cupisnique floreció en la misma región en la obras de arte que los mochicas produjeron cuentan las complejas cual los mochica se establecerían varios siglos más tarde (entre visiones del mundo que predominaron en esta sociedad, y sus las actuales regiones de Piura y Áncash). Esto sugiere una tradiimágenes y símbolos representaron tanto el mundo mítico como ción costeña ininterrumpida cuyos orígenes se remontan al pelas prácticas ceremoniales reales. riodo Precerámico, cuando la población comenzó a combinar la Dos centros ceremoniales del valle de Lambayeque, agricultura y la pesca [véase cap. 2.1]. Es probable que este uno de los valles más anchos de la costa peruana, marcan el cenit legado cultural haya perdurado hasta la época Mochica. de la arquitectura monumental: Sipán y Pampa Grande [fig. En términos estilísticos, la cerámica Mochica revivió 119]. Ambos sitios están caracterizados por grandes estructuras la forma de la botella asa estribo, la cual había caído temporalpiramidales, zonas residenciales y caminos. Sipán se encuentra mente en desuso hacia el final del Formativo. En las fases anteen la depresión que se extiende entre los valles de Lambayeque y riores la vasija (todavía) tenía el labio engrosado semejante a Zaña. Los canales de riego corren desde Pampa Grande hasta una arandela alrededor del pico, característico de la cerámica Sipán y luego a través de la depresión hacia las amplias pampas Chavín [cat. nos. 44 y 57]. Las botellas asa estribo con un pico de Collique y Cayaltí, junto a la red de caminos que une a Sipán más alto y el labio liso que se desarrollaron posteriormente, recon Mocupe, un centro político y religioso en el valle de Zaña, si- cuerdan las formas típicas de la cerámica Cupisnique 9 y se contuado no lejos del litoral. La producción de algodón, que surgió virtieron en la marca distintiva de la alfarería Mochica10. Duranaquí por vez primera hacia finales del tercer milenio a.C., siguió te el Horizonte Medio (ca. 600-1000 d.C.), esta forma de pico siendo una actividad económica significativa en la región de la nuevamente quedó eclipsada y solamente revivió en el periodo costa. Con el algodón, los mochicas fabricaron artículos de vestir Chimú (entre los siglos XIII y XV d.C.), manteniéndose en adey redes de pescar que usaron en sus embarcaciones de totora, si- lante en uso hasta el estilo Chimú-Inca. milares a los actuales caballitos de totora. Volviendo al arte religioso de los mochicas, vemos que Podemos atribuir el renacimiento del interés en la cul- diversos investigadores coinciden en que la criatura mítica pertura Mochica que hemos visto en los últimos treinta años, a los sonificada a la que se conoce como Ai-Apaec (el “dios decapitador” hallazgos realizados por la excavación sistemática de los edificios [cat. no. 169, cf. fig. 132]) y sus diver sas manifestaciones y transmás importantes, de los cuales se recuperaron nuevos y valiosos formaciones, era en cierto sentido una revitalización de la antidatos. Particularmente dignos de mención son las magníficas cá- gua deidad felina, presente tanto en el estilo Cupisnique como en maras funerarias de la elite gobernante y entierros tales como los Chavín11. Las figuras antropomorfas con atributos felinos estude las Tumbas Reales de Sipán [fig. 128], la Sacerdotisa de San vieron difundidas durante el Formativo tanto en el arte cerámico José de Moro2 y la Dama de Cao, así como las estructuras monu- como en objetos rituales como por ejemplo el monolito del Lanzón mentales de la Huaca de la Luna3 y la Huaca Cao 4, junto con los [fig. 4] y la Estela Raimondi [fig. 6] 12. El cosmos mítico que rodeamuchos relieves y las complejas pinturas murales que represen- ba la producción agrícola tanto en el Formativo como en el periotan hermosas escenas y deidades. Poco antes del reciente resur- do Intermedio Temprano, aparentemente dieron lugar a deidades gimiento de las investigaciones, el arqueólogo Christopher B. con rasgos y funciones similares. Como evidencia de esto necesiDonnan publicó su monografía Moche Art and Iconography5 y tamos tan solo mencionar la similitud existente entre las repregracias a los trabajos de Anne Marie Hocquenghem, Jürgen Golte sentaciones del cetro de la tumba del sacerdote de Virú 13 y un y Krzysztof Makowski6 hubo otro avance significativo en l a inter- monolito de Kuntur Wasi 14. Ambas obras representan deidades pretación de los motivos cerámicos. Tampoco debemos olvidar a que tuvieron un papel importante en asegurar el florecimiento de Max Uhle y sobre todo a Rafael Larco Hoyle, cuya obra pionera lo que los agricultores sembraban. definió las especificidades de la cultura Mochica 7. Una característica importante del dios Ai-Apaec es la El arte Mochica incluye representaciones de figuras decapitación. Representado sosteniendo en sus manos una divinas que muestran en un estilo más realista un auténtico cabeza cercenada y un cuchillo, la figura queda instantáneamenrenacer de los viejos cultos del Formativo Temprano y Medio te marcada como una criatura sobrehumana. El dios decapitador (1700-800 a.C.). Una figura humana con atributos felinos, simi- podría ser interpretado como la pervivencia de unos ritos de calar a la figura central de Chavín, se alzó sobre el nuevo panteón cería arcaicos que asumieron importancia agraria durante el [fig. 130, cat. no. 169], mientras que serpientes, aves y otros ani- Formativo. La transferencia podría deberse a una comprensión males, así como plantas divinizadas y humanizadas, desempeña- metafórica de la siembra y la cosecha como algo idéntico al ciclo ban un papel secundario, tal como lo habían hecho ya en periodos de la regeneración que subyace a la vida y al paso del tiempo. En
Fig. 127 Ornamento de cobre de la cultura
Fig. 128 Tumba del Señor de Sipán
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el panteón del Formativo y de la cultura Mochica, la cabeza vínculos con los atributos mostrados en representaciones de esta cercenada y el cuchillo en manos de un dios podían ser reempla- ceremonia mitológica del sacrificio. Esta correlación queda comzados por una planta de algodón, maíz, yuca o un pez, o incluso probada con el “Señor de Sipán”, el sacerdote y la persona a la por implementos para la siembra o la pesca, en clara referencia que se conoce como la “Figura D”. al poder de la deidad para influir en la producción de alimentos, Las escenas mostradas en la parte inferior de los muasí como a las dos fuentes complementarias de la alimentación, rales y relieves que decoran las fachadas de los templos Mochica además de la estructura cosmológica 15. de Cao y de la Huaca de la Luna aluden a rituales terrenos. Las Incluso los dioses que figuraban más abajo en la jerar- deidades en la parte superior han sido interpretadas como quía y a los que podemos identificar en el arte Mochica, tuvieron Ai-Apaec o el “decapitador” y están encuadradas dentro de un antecedentes en el Formativo: por ejemplo, las serpientes y aves rombo. El tema de una cabeza dentro de un rombo se conoce en la aparecen como servidores, emblemas o apéndices (coronas, cintu- iconografía Cupisnique del Formativo. En esta cultura más antirones, cetros y así sucesivamente). La mandíbula felina fue asi- gua, dicho tema parecería estar asociado con una deidad araña mismo usada por los mochica en su arte para designar la natura- representada en vasijas de cerámica y piedra [cat. no. 1] 17, las leza divina de las deidades de menor rango, lo que queda por coronas de oro de Kuntur Wasi18 [véase cat. no. 56] y en las ejemplo corroborado por las representaciones de águilas y búhos tumbas saqueadas de Zarpán [fig. 131], así como en el arte mural representados con colmillos. de Collud19 y Garagay20 [véase cap. 2.4]. Al parecer esta deidad, a La boca felínica también aparece en la compleja la que se conocía desde el Formativo, fue deliberadamente retoescena mitológica que representa un evento al que se conoce mada por la cultura Mochica, y entonces tuvo un papel significacomo la “ceremonia del sacrificio”. Gracias al descubrimiento de tivo entre las personas de alto rango enterradas en las tumbas de las tumbas reales de Sipán, hoy sabemos que dichos atributos no Sipán como señal de identidad y continuidad [fig. 132] 21. quedaban limitados a las figuras mitológicas, sino que fueron en realidad usados por los representantes de más alto rango de la jerarquía Mochica16. Las personas enterradas en Sipán en su vestimenta ritual, con sus emblemas y ornamentos, revelan claros
Fig. 129 La “Presentación de Ofrenda” en una vasija de cerámica estilo Mochica Tardío
Fig. 130 Vasija figurativa que representa a la divinidad suprema (c.f. cat. no. 169, fig. 132). Colección Banco Central de
Fig. 131 Dibujo de la corona de oro con la divinidad arácnida, procedente de las tumbas huaqueadas de Zarpán que
Fig. 132 Sonaja de oro en la que se representa a la deidad arácnida, procedente de Sipán (cf. cat. no. 169; fig. 130)
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5.3
EL LEGADO DEL FORMATIVO: NASCA Markus Reindel Johny Isla
Tras el colapso de la vasta red de la cultura Chavín —por razones que hasta ahora no se han explicado de modo definitivo—, todas las áreas de la región centroandina vivieron un periodo de reorientación que se manifestó en una amplia gama de desarrollos culturales de características particulares en cada región. Tras este periodo de reacomodo y experimentación, nuevas culturas regionales surgieron a partir de las culturas anteriores del Formativo, con sus propias características específicas y sus fronteras territoriales más o menos definidas. Cuando examinan este periodo de culturales locales que se dio entre los periodos de horizontes estilísticos superpuestos, los investigadores hablan por ello del periodo Temprano de Desarrollos Regionales o del periodo Intermedio Temprano (200 a.C.-650 d.C.). Podría hablarse de una edad de oro de las culturas precolombinas que tuvo lugar en varias regiones a la vez, culturas que lograron florecer gracias a los sistemas económicos y sociales extremadamente eficientes desarrollados por las culturas que les precedieron en el Formativo, tal como lo evidencia su consumada destreza y sus objetos de arte. La más prominente de estas culturas regionales en la región del sur fue la cultura Nasca, que se desarrolló a lo largo de la costa sur del Perú entre 200 a.C. y 650 d.C. El arqueólogo alemán Max Uhle (1856- 1944) fue el primero que definió el estilo Nasca a partir de una colección de vasijas de cerámica polícromas almacenadas en el Museo Etnológico de Berlín1. En el transcurso del trabajo de campo que posteriormente llevó a cabo en Perú, Uhle halló más ejemplos de este estilo alfarero en sus exca vaciones en Ocucaje, en el valle de Ica, con l o cual logró identificar la costa sur del Perú como la cuna de esta cultura. Hoy en día sabemos que la cultura Nasca se extendió desde el valle de Pisco por el norte hasta el de Acarí al sur. Se han encontrado tumbas con cerámica y textiles de estilo Nasca en lugares tan alejados como el distante valle de Camaná 2. La región nuclear de la cultura Nasca fue, sin embargo, la cuenca del Río Grande de Nasca, un sistema de ríos que tienen su origen en la vertiente occidental de los Andes y que convergen para formar el Río Grande, el único que atraviesa el gran desierto costero antes de desembocar en el Océano Pacífico. La mayoría de los asentamientos nasca se encuentran al pie de los Andes, pero unos cuantos asentamientos grandes que aún resta explorar exhaustivamente se hallan río abajo, en su desembocadura. Es más, recientes investigaciones identificaron numerosos asentamientos en las cabeceras de los ríos en la sierra andina, lo que significa que hoy en día podemos decir que el área de los asentamientos nasca se extendió desde las cumbres de la Cordillera Occidental hasta la costa del Pacífico.
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Inspiración lejana
Patrones de asentamiento
Tumbas
Los numerosos asentamientos y cementerios de la cultura Nasca Los nascas enterraban a sus muertos en tumbas más o menos son fácilmente reconocibles en las secas márgenes de los valles de elaboradas, dependiendo de su estatus social. Los niños usuallos oasis ribereños de la región homónima, gracias a los restos mente eran enterrados en grandes vasijas esféricas. Además de arquitectónicos y otros artefactos todavía visibles sobre la super- las tumbas de inhumación simples, hubo también otras de pozo ficie. Ésta, claro está, es también la razón por la cual la mayoría de diversos tamaños, en donde los difuntos usualmente eran code los sitios de esta cultura han sido saqueados en tal medida por locados extendidos sobre el piso de un pozo de dos a tres metros los huaqueros, que hoy a duras penas si son reconocibles como de profundidad, cubierto con vigas de madera, juncos, hojas y artales. Miles de objetos, la mayoría de ellos vasijas de cerámica, cilla compactada. El ajuar funerario, que incluía vasijas de ceráfueron retirados violentamente del contexto en que se las halló y mica, objetos cotidianos y hasta alimentos, indica que los nascas hoy en día se les exhibe en museos de todo el mundo. creían en una vida en el más all á para sí mismos o al menos para Un gran número de asentamientos Nasca tomaron la su alma6. forma de pequeños caseríos y aldeas, los cuales usualmente se Los autores de este artículo descubrieron algunas encuentran en la periferia de las áreas cultivadas de los valles. tumbas de la elite inusualmente elaboradas en una necrópolis Por lo general se cree que los asentamientos grandes con una ar- cercada por unos largos muros en el sitio de la Muña, en las cerquitectura reconociblemente planificada y edificios públicos, re- canías de Palpa. Los difuntos fueron enterrados en cámaras fupresentan centros administrativos regionales o centros de asen- nerarias de hasta siete metros de profundidad revestidas con tamiento. Solamente uno de estos grandes asentamientos adobes, junto con un rico surtido de bienes funerarios, entre ello s destaca: Cahuachi, en la parte inferior del río Nasca, debido a su cerámica de extremadamente alta calidad, joyas, conchas de tamaño y al gran número de estructuras monumentales. Durante Spondylus y objetos de oro [figs. 134, 135]7. Las cámaras funeralos últimos años las excavaciones prosiguieron en el centro de rias fueron cubiertas con grandes vigas de madera, juncos y arciCahuachi, cuya expansiva arquitectura de adobe le distingue de lla. Después de que el pozo había sido rellenado hasta el nivel del los asentamientos circundantes 3. Una interpretación de este sitio piso, se erigió una plataforma escalonada y techada encima de él. es que alguna vez fue un centro de peregrinaje sin ningún habi- Toda la estructura estaba rodeada por un muro, excepción hecha tante permanente, al cual se usaba en ceremonias religiosas de un pequeño patio delante de la plataforma el cual se usaba en apenas unos cuantos días al año, pero esto ya no parece realista, los rituales del culto a los ancestros. dados los varios kilómetros cuadrados de asentamientos que le Estas tumbas de elite son de gran importancia para el rodean. Una interpretación más probable es que Cahuachi alguna análisis e interpretación de la cultura Nasca, puesto que mues vez fue el centro político de una entidad política culturalmente tran que su sociedad estaba dividida siguiendo líneas sociales homogénea que tenía otros centros regionales subordinados, el estrictas, y que muy probablemente estaba regida por una clase cual con razón puede describirse como un estado incipiente 4. dominante. Esta división social queda reflejada en la estructura política de los territorios Nasca, la que podemos reconstruir a partir de los estudios de los patrones de asentamiento, lo que Arquitectura indica una vigorosa organización regional que tuvo un posible Los nascas preferían construir sus asentamientos sobre las lade- centro político en Cahuachi 8. Esta interpretación contradice la ras de los valles de pendiente suave y sobre los conos aluvi ales de hipótesis anterior de una sociedad nasca agraria y simple, unida quebradas secas. Levantaron así terrazas en sus sitios y apunta- únicamente por las creencias religiosas que tenía en común 9. laron el relleno con robustos muros de contención. Construyeron con arcilla o piedra dependiendo de la ubicación, y en los asentamientos se erigieron edificios simples usando piedra o quincha. Los sitios importantes, especialmente los centros administrati vos, se construyeron usando adobes, los cuales podemos atribuir a distintos periodos a partir de su forma. En los centros poblacionales con arquitectura más compleja, las grandes terrazas estaban conectadas por largos corredores [fig. 133]. En los muros de las terrazas se construyeron escalinatas que doblaban en ángulo recto y que conducían a la superficie de las terrazas. Además de las estructuras más pequeñas de quincha, también se encontraron otras más grandes, techadas y con columnatas en sitios tales como Cahuachi, en el valle de Nazca, o en Los Molinos, en el de Palpa5.
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Cerámica
La transición de las culturas del Formativo a las del periodo Intermedio Temprano fue un proceso prolongado de pequeños pasos. Las distinciones que los arqueólogos trazan entre la cultura Paracas (800-200 a.C.) y la Nasca (200 a.C.- 650 d.C.), se basan fundamentalmente en ciertas características técnicas de su producción alfarera. La cerámica paracas era pintada después de su cocción, en tanto que la Nasca lo era antes. Los nascas usaban un tipo de decoración conocido como pintura de engobe, en el cual una capa extremadamente fina de arcilla era pintada en las vasi jas de cerámica [figs. 135, 136]. La cerámica Nasca puede clasificarse cronológicamente en una secuencia de ocho fases, basada en las carac terísticas estilísticas y formales de las vasijas de colecciones de museos y unas cuantas excavaciones documentadas 10. Se considera que una forma de decoración que consta de motivos incisos es un estilo transicional (Proto-Nasca, Nasca 1, Nasca Inicial), pues se supone que la decoración incisa es un legado típico de la alfarer ía del Formativo. La secuencia de ocho fases fue definida siguiendo la estilización cada vez más grande de los motivos. La fase 8, que incorpora una serie de elementos de la cultura Wari, puede ser asignada al Horizonte Medio (650-1000 d.C.). Los estudios más recientes de la cerámica hallada en los sitios de asentamiento de Palpa muestran que esta clasificación cronológica excesivamente esquemática, según fases estilísticas, ya no es sostenible y que un enfoque más razonable sería clasificar las fases estilísticas individuales según periodos de desarrollo cultural. A partir del cuidadoso análisis de los contextos de excavaciones y del fechado físico correspondiente, los arqueólogos ahora pueden distinguir entre periodos cronológicos menos diversificados, pero mejor definidos: los periodos Nasca Inicial, Medio y Tardío11.
Textiles Al igual que la cultura Paracas, la c ultura Nasca también dejó una serie de coloridos textiles conservados en las secas arenas del desierto. Los textiles más conocidos provienen de tumbas saqueadas, y los investigadores solamente conocen su origen en unos cuantos casos, o siquiera el contexto de excavación en el cual se les halló 12. Los textiles pertenecientes a la fase Paracas Necrópolis no han sido clasificados de modo definitivo. Se cree que son un producto de la cultura Paracas, pero su asociación con la cerámica del periodo Nasca Inicial o con el estilo Topará, así como su iconografía, indican que muy probablemente pertenecen a la cultura Nasca13. Los motivos figurativos de los textiles Nasca fueron usualmente bordados en tejidos llanos simples usando lana teñida de colores. Los bordados tridimensionales que retratan personas, animales y plantas, son una característica muy parti-
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cular de la cultura Nasca. A diferencia del tejido, el bordado no depende de la estructura geométrica del textil subyacente y por ello los artistas estaban libres de aplicar los motivos como les placiera. Pero a diferencia de los motivos geométricos de la c ultura Paracas, los motivos figurativos de los textiles Nasca eran de diseños similares a los que encontramos en la cerámica decorada. Unas cuantas de las piezas textiles conocidas por los investigadores se encuentran también decoradas con motivos pintados 14.
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Geoglifos Los geoglifos (conocidos también como las líneas de Nasca) que cubren gran parte de las mesetas desérticas de l a región homónima, son el legado más famoso de esta cultura. Ellos surgieron a partir de la tradición más antigua de los geoglifos Paracas, que usualmente representaban a animales o personas, pero que eran relativamente pequeños y a los que se trazó sobre las laderas inclinadas de los valles, lo que indica que se quería que fueran visibles desde el piso del valle. De otro lado, la mayoría de los geoglifos de la cultura Nasca fueron trazados sobre el pedimento (las pampas) al pie de los Andes y muestran formas geométricas o líneas rectas que son significativamente más grandes y que a menudo alcanzan una longitud de varios cientos de metros o hasta kilómetros. Estos geoglifos fueron usados como sitios donde efectuar ritos religiosos o de cultos16. Las excavaciones arqueológicas efectuadas en Palpa en los últimos años descubrieron pequeñas edificaciones ubicadas en estos geoglifos, a las que se identificó como altares o pequeños templos. Junto a los restos de textiles, cerámica y culti vos, los arqueólogos también encontraron restos de animales marinos y moluscos17, entre ellos conchas de Spondylus que únicamente se encuentran en las aguas ecuatoriales y a las cuales se consideraba un símbolo del agua y la fertilidad. El Spondylus aparece en motivos de toda la región andina desde las épocas más tempranas de desarrollo cultural.
Iconografía La iconografía de la cerámica y de los textiles producidos por la cultura Nasca claramente indica que ésta se derivó directamente de la cultura Paracas. Varios de los motivos encontrados en esta última cultura reaparecen en objetos producidos por los nasca. Por ejemplo, los felinos siempre presentes son un elemento pictórico importante de un motivo constantemente recurrente, el “ser mítico antropomorfo”, que es una figura antropomorfa que lleva una diadema y una máscara bucal en forma de los bigotes de un gato [fig. 136]. La ropa que la figura viste está adornada con numerosos elementos serpentinos y en sus manos o en su cuerpo frecuentemente hay cuchillos y “cabezas trofeo”. Las imágenes de cabezas humanas cercenadas son un elemento constante en la iconografía Nasca, lo que hizo que los investigadores creyeran que la decapitación también tenía un papel importante en la vida real. Estas cabezas, reconocibles por tener la boca cerrada con espinas de cacto, también fueron representadas en vasijas figurativas, y además aparecían también como elemento estilístico en las decoraciones pintadas, que en la fase Nasca Tardío tendían a reducirse a formas repetitivas fuertemente estilizadas. Solamente tenemos noticia de unas cuantas escenas narrativas que podrían darnos pistas con respecto a cuál podría haber sido la función de dichas cabezas. Usualmente se las muestra colgando del cuerpo como parte de la vestimenta de la figura, mientras que en otras representaciones figuran colgadas de postes, o en raras ocasiones desempeñando un papel en ceremonias celebradas en las plataformas. En varias excavaciones también se documentaron las cabezas mismas: por ejemplo, en Palpa se halló un depósito de cuarenta y ocho de ellas. El fechado con isótopos más reciente de estas cabezas decapitadas hizo que los investigadores pensaran que probablemente no se trataba de trofeos tomados a los enemigos de los nascas, sino más bien objetos del culto a los ancestros 15.
La historia de los asentamientos en Palpa
Fig. 133 Parte del asentamiento de Los Molinos de la cultura Nasca en el valle de Palpa, reconstruida a partir de los descubrimientos arqueológicos. El terreno fue aterrazado mediante grandes paredes construidas
La historia y la finalidad de los geoglifos se entienden mejor dentro del contexto de la historia medioambiental y de los asentamientos de la cultura Nasca, lo que se ha investigado exhausti vamente en Palpa18. Un estudio arqueológico de los patrones de asentamiento indicó que la zona experimentó una suerte de auge demográfico durante el periodo Nasca Inicial (ca. 120 a.C.90 d.C.). Las ventajosas condiciones climáticas en ese entonces atrajeron a la población hacia los valles de la región de Palpa, donde era probable que la agricultura floreciera. Los asentamientos mismos eran relativamente pequeños y poco organizados, además de lo cual había muy pocos centros con arquitectura que destacara. La región vivió su apogeo durante el periodo Nasca Temprano (90-325 d.C.). Los asentamientos estaban concentrados en la vasta pampa en donde los ríos Palpa y Viscas confluyen con el Río Grande, proporcionando así condiciones óptimas para que la agricultura floreciera. Unos grandes centros poblados se desarrollaron cerca de Llipata y Los Molinos, los cuales aparentemente sirvieron como centros administrativos regionales subordinados al gran centro de Cahuachi. Las primeras señales de la venidera aridificación, esto es la transición hacia un clima más seco, se dieron durante el
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periodo Nasca Medio (325-440 d.C.). El agua de los ríos ya no bastaba para regar los campos de modo permanente y los nascas comenzaron a desplazar algunos de sus asentamientos valle arriba o incluso se establecieron en la sierra andina, pero el tamaño de la población en general se mantuvo constante. A diferencia de periodos anteriores, la región muy probablemente gozaba ahora de un mayor grado de autonomía y era gobernada por su propia elite. Durante el periodo Nasca Tardío (440-650 d.C.), la aridez comenzó a ser un serio problema. Los asentamientos en el extremo inferior de los valles fueron abandonados y se fundaron en cambio otros nuevos en la zona central. Muchos emigraron a las montañas mientras que otros oraban urgentemente pidiendo agua y buscaban influir en el clima efectuando ritos en los geo glifos. A medida que estas actividades se intensificaban, también se fueron erigiendo cada vez más templos allí. Pero todo fue en vano y la prolongada sequía obligó a los nascas a dejar la regi ón alrededor de 600 d.C., lo que marcó el final del periodo Nasca. Durante esta época la cultura Wari (6501000 d.C.) expandía su territorio en la sierra, donde tomó los asentamientos nascas en las laderas occidentales de los Andes y comenzó a utilizar los recursos de la costa para sus propios fines. Pero los waris no establecieron asentamientos permanentes en estas regiones y tras la caída de los nasca no se volvieron a producir geoglifos. No sería sino hasta el advenimiento del periodo Intermedio Tardío (1200-1400 d.C.), que la región volvería a contar con suficiente agua como para poder iniciar una nueva fase de crecimiento.
Fig. 134 En La Muña, valle de Palpa, se excavaron tumbas de elite del periodo Nasca Medio (350–450 d.C.). La cámara de la tumba fue construida utilizando adobes y se la cubrió con troncos de madera. Varias ofrendas
Fig. 135 Entre las ofrendas funerarias de gran calidad halladas en las tumbas Nasca de La Muña, se encontró esta botella doble pico y asa puente con diseños de aves y de una figura humana con estólica y flechas
Fig. 136 Este cuenco de gran tamaño procedente de Los Molinos está decorado con la imagen de una divinidad importante de la cultura Nasca, una criatura mítica de rasgos antropomorfos con una diadema y una nari-
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CATÁLOGO
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Artefactos del Formativo Temprano, Medio y Tardío
Artefactos del Formativo Temprano, Medio y Tardío
Los objetos presentados en esta sección (véanse cat. nos. 1-55) provienen de colecciones antiguas de museos del Perú y de Estados Unidos. A diferencia de los objetos de Kuntur Wasi (véanse cat. nos. 56-107) y de Chavín de Huántar (véanse cat. nos. 108-163), es muy poco lo que sabemos sobre el contexto arqueológico de los mismos. Sin embargo, las comparaciones estilísticas e iconográficas con hallazgos y elementos arquitectónicos contextualizados permiten realizar una serie de observaciones valiosas y formular nuevas ideas.
Los investigadores actuales pueden trabajar a partir de premisas sumamente distintas y de un conjunto de datos mucho más rico y variado. Cuando se estudia la formación de las primeras sociedades complejas, el eje principal son las redes de interacción cultural y el intercambio entre las poblaciones de paisajes y zonas climáticas distintas de la región andina, como los oasis ribereños del desierto costero, la sierra y los bosques tropicales.
Hay numerosas y marcadas similitudes entre el estilo y las imágenes de la cerámica Cupisnique o Tembladera presentadas aquí, y las imágenes de Kuntur Wasi y Chavín de Huántar. Otros restos arqueológicos también ofrecen importante evidencia acerca de una red de interacción compartida en el periodo en el cual los grandes centros de Chavín de Huántar, Kuntur Wasi y Pacopampa fueron particularmente importantes.
Aún a finales del siglo XX, los arqueólogos seguían discutiendo sobre el lugar de origen de la civilización andina: ¿acaso el templo de Chavín de Huántar fue el centro de la “cultura matriz” de los Andes, tal como Julio C. Tello (1880-1947) alguna vez sostuviera, o acaso más bien estuvo en la región de Cupisnique, en la costa norte del Perú, donde Rafael Larco Hoyle (1901-1966) halló las magníficas ofrendas funerarias semejantes a Chavín, que le hicieron creer que esta cultura a la que hoy se conoce como la cultura Cupisnique se habría desarrollado antes?
Los ensayos que forman parte de este libro explican con mayor profundidad lo que ilustran los objetos presentados aquí: la interacción intensificada entre pobladores de regiones bastante alejadas entre sí y hábitats muy distintos, llevó eventualmente al surgimiento de un lenguaje de formas e imágenes ampliamente aceptado que plasmaban visiones del mundo y conceptos religiosos compartidos. La denominación estilística y cultural de los objetos — por ejemplo, “Cupisnique” o “Tembladera”— refleja las dificultades que los investigadores han enfrentado a lo largo de los años al tratar de definir culturas arqueológicas. Como se vio en la sección introductoria, lo que entendemos como cultura “Chavín” o “Cupisnique” es una construcción de la ciencia arqueológica. Estos términos, y otros similares, no son sino meras definiciones que buscan proporcionarnos un sistema de ordenamiento temporal y geográfico y una guía, aun cuando su significado exacto tenga que revisarse constantemente.
La exposición llevada a cabo en el MALI exhibió las piezas que se presentan en este catálogo, con excep-
8, 9, 10, 13, 15, 16, 35, 40, 48, 49, 52, 55, 59, 89, 90, 168 y 173. Estas fueron reemplazadas por un conjunto de piezas
Hay razones suficientes para asumir que Chavín de Huántar alguna vez fue un centro de peregrinaje exclusivo (véase cap. 4.4). El Formativo Temprano (1700-1200 a.C.), y aún más el Formativo Medio (1200-800 a.C.), vieron el surgimiento de las primeras manifestaciones artísticas de la región centroandina que proporcionan evidencias de una especialización técnica, de un comercio establecido de materias primas y de una ideología subyacente o, para decirlo de modo más sucinto, de un estilo artístico.
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2 PLATO CON MOTIVO DE ARAÑA BICÉFALA
1 PLATO CON REPRESENTACIÓN DE UN SER EN FORMA DE ARAÑA QUE CARGA CABEZAS HUMANAS Piedra (¿esteatita?) tallada y pulida 4 x 14,5 cm Estilo Cupisnique (valle de Jequetepeque) ca. 1200-500 a.C. Colección Precolombina, Dumbarton Oaks, Washington D.C. Inv. No. PC.B.580
Algunos investigadores fechan el estilo de esta pieza en la segunda mitad del segundo milenio a.C. Se trata de un plato de piedra, conocido por los investigadores como “Plato de Dumbarton Oaks”, que fue descubierto en el valle de Jequetepeque (departamento de La Libertad) cerca del sitio de Limoncarro, en la costa norte (véase cap. 2.3). Su parte externa muestra una criatura compuesta, semejante a una araña, parte humana y parte animal, con cabeza de felino, que lleva
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sobre el lomo una bolsa con cabezas humanas, todas con los ojos cerrados. En su mano izquierda sostiene de los cabellos una cabeza decapitada. En lo que se refiere al estilo de la pieza, las cabezas son parecidas a los relieves de Cerro Sechín (véase cap. 4.2). Criaturas similares a arañas cargando cabezas también se han encontrado en los relieves de las fachadas de edificios ceremoniales de la costa norte. Es posible que la araña haya tenido un papel importante en las ceremonias y en la mitología como decapitadora y portadora de cabezas humanas, o como representante de alguna deidad suprema (véanse caps. 2.3 y 2.4).
Piedra (¿esteatita?) tallada y pulida 1,9 x 13,2 cm Estilo Cupisnique ca. 1200-500 a.C. Museo Larco, Lima-Perú Reg. Nac. No. 0000002507 Inv. No. ML300011
Al igual que el caso anterior, algunos investigadores han fechado este objeto, a partir de su estilo, en la segunda mitad del segundo milenio a.C. Las mandíbulascaracterísticas (cf. las de araña en el relieve de barro del centro ceremonial de Limoncarro, véase fig. 29) y sus ocho patas indican que la criatura efectivamente representa una araña. A diferencia del ejemplar anterior (véase cat. no. 1), no porta ninguna cabeza trofeo, aunque sí aparece a sus dos lados una cabeza que parece ser de ave. La araña presumiblemente era de crucial importancia en la mitología andinaprehispánica.
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Artefactos del Formativo Temprano, Medio y Tardío
3 VASO CON MOTIVO DE DOS SERES ANTROPOMORFOS HÍBRIDOS Piedra (¿esteatita?) tallada y pulida 10,5 x 6,3 cm Estilo Cupisnique ca. 1200-500 a.C. Colección Precolombina, Dumbarton Oaks, Washington D.C. Inv. No. PC.B.429
Este vaso, al igual que los dos ejemplares anteriores, ha sido fechado por algunos investigadores en la segunda mitad del segundo milenio a.C. La pieza muestra dos criaturas voladoras que parecen estar usando tocados de plumas. Sus ojos están vueltos hacia arriba y su boca felínica tiene colmillos. Ambas figuras sostienen los mismos objetos, semejantes a un tubo o a una soga, anudados en la base del vaso. En lo que se refiere a su forma y la postura, las figuras
son similares a los seres alados que decoran el Portal Blanco y Negro de Chavín de Huántar (véase fig. 105), que también llevan o sostienen uno o dos objetos horizontales largos. La boca con colmillos representada en dicho portal, que divide a la criatura por la mitad a lo largo de un eje vertical, tiene la misma forma que la boca de la criatura en el vaso de piedra. Podemos interpretar las dos figuras del Portal Blanco y Negro de Chavín como macho y hembra. El que una de ellas parezca sostener una estólica y la otra una lanza —dos objetos complementarios—, sugiere que tales imágenes quizá puedan leerse como símbolos de una visión dualista del mundo.
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4 MORTERO CON DECORACIÓN GEOMÉTRICA
5 VASIJA CON CABEZAS HUMANAS
6 MANO DE MORTERO CON DECORACIÓN EN RELIEVE
Piedra (volcánica) tallada y pulida 19,7 x 24,8 cm Posible procedencia: Pacopampa (departamento de Cajamarca, sierra norte) ca. 1200-500 a.C. Museo Larco, Lima-Perú Reg. Nac. No. 0000024886 Inv. No. ML300007
Piedra tallada y pulida 3,2 x 4,8 cm Estilo Cupisnique ca. 1200-500 a.C. Museo Larco, Lima-Perú Reg. Nac. No. 0000046425 Inv. No. ML300057
Los morteros, especialmente hallados en centros ceremoniales, probablemente se empleaban en la preparación de brebajes rituales que casi con toda certeza i ncluyeron sustancias psicoactivas.
Las cabezas con colmillos que miran hacia arriba presentan rasgos adicionales, como un pico de ave delante de la boca, una cresta y una forma larga enrollada a un extremo que se ubica ya sea encima de la nariz o saliendo de ella, y que es parecida a la figura en el relieve
de barro de Garagay (véase fig. 25). Esta última podría representar una nariz que moquea luego de consumir sustancias psicoactivas, como se puede observar en las cabezas clavas encontradas en Chavín de Huántar (véanse cat. nos. 116 y 117). Las cabezas probablemente se encuentran en una bolsa o red, como lo sugieren los marcos de apariencia reticular que las rodean, así como la misma forma de la vasija (véanse cat. nos. 1, 38 y 56).
Piedra tallada y pulida 29,3 x 11,6 cm Estilo Cupisnique ca. 1200-500 a.C. Museo de Arqueología y Antropología, Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Lima Reg. Nac. No. 0000154510 Inv. No. MAA 3001-08856
El mango de esta mano de mortero se encuentra decorado con imágenes en relieve. En el registro inferior se han representado cabezas de ave que miran hacia arriba, enmarcadas por garras, mientras que el registro superior parece contener serpientes y cabezas de perfil con ojos excéntricos y colmillos.
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7 COLLAR CON DIJE EN FORMA DE CABEZA Piedra tallada y pulida, con incrustaciones en piedra verde (¿turquesa?) 6,7 x 4,8 x 0,8 cm Estilo Cupisnique ca. 1200-500 a.C. Museo Larco, Lima-Perú Reg. Nac. No. 0000032173 Inv. No. ML300028
Esta cabeza de perfil tallada en piedra negra, con colmillos y un ojo que mira hacia arriba, corresponde a las representaciones de humanos transformados, cuyos atributos, semejantes a los de un animal, presumiblemente muestran su adquisición de poderes sobrehumanos y su transición a otro estado de percepción (véanse cap. 4.4; cat. nos. 115-119). El collar fue sin duda usado por una persona de alto rango, probablemente un sacerdote.
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8, 9 MORTERO Y MANO DE MORTERO EN FORMA DE UN FELINO HÍBRIDO Piedra tallada y pulida Mortero: 12 x 9,3 x 8,8 cm Mano de mortero: 9,8 x 5,1 cm Posible procedencia: Pacopampa (departamento de Cajamarca, sierra norte) ca. 1200-500 a.C. Museo Larco, Lima-Perú Reg. Nac. No. 0000033531, 0000033532 Inv. No. ML300029, ML300030
Este mortero tiene la forma de un felino, probablemente la de un jaguar. Delante de la boca con colmillos presenta una fosa nasal esculpida con un énfasis similar al de la escultura de una cabeza de ave encontrada en Chavín de Huántar (véase cat. no. 114). Alrededor de cada ojo aparece una serpiente enrollada cuya cabeza está incisa en la oreja de la figura. Las representaciones de serpientes enrolladas alrededor de los ojos son un rasgo común en las estelas de Kuntur Wasi. La parte inferior del cuerpo y las patas están decoradas con círculos concéntricos, en tanto que la parte superior del cuerpo que se proyecta encima está rodeada por una tira de cabezas de perfil fuertemente estilizadas, cogidas entre dos bandas que se entrecruzan a intervalos regulares (véanse cat. no. 56 y fig. 36). La mano de mortero tiene forma de cabeza de felino y está decorada con círculos concéntricos.
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10 ESTELA ANTROPOMORFA DE PACOPAMPA Piedra tallada 109 x 48 x 43 cm Posible procedencia: Pacopampa (departamento de Cajamarca, sierra norte) Fase II de Pacopampa ca. 800-500 a.C. Museo Larco, Lima-Perú Reg. Nac. No. 0000028306 Inv. No. ML300025
Esta escultura en piedra proviene del centro ceremonial de Pacopampa (véase cap. 3.2). La figura mira hacia arriba y algún objeto o sustancia no identificable parece correr de su boca. La zona de la frente está dividida en dos partes. Esta figura, es similar a la que aparece en una columna del Portal Blanco y Negro de Chavín de Huántar (véase fig. 105),
ya que ésta también muestra una boca con colmillos entre las piernas, conocida por los investigadores como vagina dentada, lo que indica que la figura sería femenina. Su cuerpo deriva su forma en las cabezas de perfil que se encuentran a derecha e izquierda de la boca entre las piernas. Los antebrazos y manos levantados están retratados a cada lado de la estela. Las alas al lado de cada pierna apuntan diagonalmente hacia abajo. La figura se parece bastante a Ai-Apaec (“el decapitador”) asociado a la cultura Mochica (véase cap. 5.2) y especialmente a la figura que aparece ilustrada en cat. no. 169.
11 FIGURINA DE UN SER ANTROPOMORFO HÍBRIDO CON COLMILLOS Piedra pintada con pigmentos minerales 8 x 3,5 x 2 cm Posible procedencia: Garagay (departamento de Lima, costa central) ca. 1200-800 a.C. Ministerio de Cultura del Perú Museo de la Nación, Lima Reg. Nac. No. 0000003035 Inv. No. MN-1848
Es posible que esta figurina provenga de Garagay, un centro ceremonial de la “tradición Manchay” (véase cap. 2.3). Probablemente fue una ofrenda votiva. La decoración pintada está muy bien conservada, gracias al clima seco del desierto.
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13 LAJA ESCULPIDA CON UN PERSONAJE SOSTENIENDO UNA CABEZA HUMANA Piedra (granito) tallada e incisa 42,3 x 50,5 x 12 cm ca. primer milenio a.C. (procedencia desconocida, posiblemente Yurakyako) Fundación Museo Amano, Lima Reg. Nac. No. 0000154498 Inv. No. FMAL-000006
La laja esculpida en bajorrelieve posiblemente provenga del sitio aún poco conocido de Yurakyako, que se encuentra ubicado apenas 15 km al norte de Chavín de Huántar. La figura sostiene una cabeza decapitada en su mano derecha. Las representaciones de decapitaciones son sumamente raras en el arte Chavín, ya que en el sitio mismo solo se halló un relieve que incluía un motivo similar. En lo que respecta al estilo, este relieve está relacionado con las representaciones de Cerro Sechín (véanse caps. 2.5 y 4.2).
12 MORTERO EN FORMA DE FELINO (JAGUAR) Piedra tallada, incisa y pulida 33 x 12,7 x 18,5 cm ca. 900-550 a.C. (procedencia desconocida) University of Pennsylvania Museum of Archaeology and Anthropology, Philadelphia Reg. No. SA4627
Este mortero probablemente fue utilizado para preparar sustancias psicoactivas. Desafortunadamente se desconoce el contexto arqueológico de su descubrimiento, pero su iconografía y estilo se asemejan bastante a los de los relieves de Chavín, en especial a los de la Plaza Circular (véase fig. 115). Es por ello que los investigadores creen que este objeto provendría de Chavín (Yurakyako también fue sugerido como su lugar de hallazgo). Al igual que el objeto descrito en cat. no. 112, la figura tiene una boca con colmillos incisa en su lomo. La
aparece en los jaguares de la Plaza Circular, así como en el relieve de una laja descubierta en 2011. El motivo floral encima de la pata delantera y debajo de los ojos tal vez represente un corte transversal del cactus de San Pedro (Echinopsis pachanoi). Dos serpientes se escurren de cada ojo y las fosas nasales dilatadas son similares a las de la escultura de la cabeza descrita en cat. no. 118.
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14 ESPÁTULA CON UN SER ZOOMORFO Hueso lijado, tallado y pulido 20,6 x 2,1 cm Posible procedencia: Las Haldas (valle de Casma, costa norcentral) ca. 1700-1300 a.C. Ministerio de Cultura del Perú Museo Nacional de Arqueología, Antropología e Historia del Perú, Lima Reg. Nac. No. 0000129843 Inv. No. MO-12235
El objeto tridente o de tres hojas, semejante a una planta, que se encuentra delante de la criatura —posiblemente un jaguar— retratada en esta espátula finamente trabajada, ha sido identificado por algunos investigadores como una planta psicoactiva. El cuerpo y las extremidades de la figura están decorados con bandas arremolinadas. El diseño es sumamente similar al grafiti hallado en la estructura 2 de Sechín Bajo, así como a la criatura representada en la espátula de Pallka (véanse cap. 4.2, fig. 46) y fue fechada fundamentalmente sobre la base de las s imilitudes iconográficas y estilísticas que hay entre ellas.
15 ARTEFACTO DE HUESO CON DECORACIÓN TALLADA (¿ESPÁTULA?) Hueso lijado, tallado y pulido (evidencias de pintura roja) 20,6 x 4,8 x 2,2 cm ca. 1200-500 a.C. Museo Larco, Lima-Perú Reg. Nac. No. 0000057121 Inv. No. ML500082
Los complejos y enrevesados motivos tallados en este artefacto de hueso son difíciles de interpretar. El hueso mismo probablemente pertenezca a un camélido.
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17 PLACA DE ORO CON UN SER ANTROPOMORFO HÍBRIDO Oro martillado y repujado 10,8 x 21 cm ca. 1200-500 a.C. Colección Precolombina, Dumbarton Oaks, Washington D.C. Inv. No. PC.B.604
16 PLACA DE ORO CON TRES SERES ANTROPOMORFOS Oro martillado y repujado 44 x 18,1 cm ca. 1200-500 a.C. Museo Larco, Lima-Perú Reg. Nac. No. 0000002812 Inv. No. ML100541
Este objeto es descrito ocasionalmente como un pectoral, pero como los únicos agujeros para adherirlo se encuentran a los lados y a lo largo de su base, es más probable que se trate de una corona que estuvo sujeta a un tocado textil semejante a un turbante, como las coronas de oro encontradas en las magníficas tumbas de Kuntur Wasi (véanse cat. nos. 56, 69 y 78). Una figura antropomorfa vista de frente, se encuentra de pie
en el hexágono central enmarcada por serpientes y parece sostener algo con ambas manos. La boca tiene colmillos y los pies y manos garras, además hay serpientes tanto en el cobertor de la cabeza como en el cinturón. La forma, postura y atributos de la figura recuerdan a las representaciones de la divinidad Mochica Ai-Apaec (“el decapitador”, véanse cat. nos. 10 y 169 y cap. 5.2). La figura central está flanqueada por dos criaturas compuestas que se asemejan a las aves. En un fragmento de textil del Metropolitan Museum of Art de Nueva York (Inv. No. 1987.394.704) se representa un motivo muy parecido.
Esta placa decorativa, de procedencia desconocida, muestra la misma vista frontal de una figura que sostiene bastones ceremoniales, tal como la que aparece en la célebre Estela de Raimondi (véase fig. 6) de Chavín de Huántar. La figura mira hacia arriba, tiene colmillos en la boca, su cuerpo y extremidades están formados por caras. Una serie de serpientes le cuelgan a cada lado del cinturón y de las rodillas. El diente entre las piernas tal vez representa el órgano sexual masculino (cf. las figuras representadas en el Portal Blanco y Negro de Chavín de Huántar, véase fig. 105). El tocado luce cuatro cabezas de serpiente que miran hacia arriba y dos que cuelgan a cada lado. El rostro, en particular parece haberse formado de la unión dos cabezas de perfil reflejadas entre sí (cf. las imá-
genes encontradas en Kuntur Wasi, como cat. no. 107). Si rotamos la placa 180 grados, la vincha se convierte en la mitad superior de una boca con un diente medio puntiagudo sobre la cabeza de una criatura aérea descendente, puesto que vistos desde esta perspectiva, los bastones o cetros a cada lado parecen ser alas dobladas. Algo parece estar saliendo de la boca de la figura, que ahora mira hacia abajo (cf. el textil descrito en cat. no. 53). Tal vez la placa busca retratar a un ser especial que al haber alcanzado un estado de percepción distinto —los ojos vueltos hacia arriba—, se encuentra ahora en comunión con el ámbito de los dioses. En dicho caso la segunda figura, visible al invertir la placa, podría representar la imagen descendente de un dios.
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20 BOTELLA EN FORMA DE UNA CABEZA DE DRAGÓN O DE FELINO Cerámica modelada, incisa y pintada 32,4 x 20,5 x 13,3 cm Estilo Tembladera (valle de Jequetepeque) ca. 1200-500 a.C. The Metropolitan Museum of Art, Nueva York Colección Memoria Michael C. Rockefeller. Donación de Nelson A. Rockefeller, 1967 Inv. No. 1978.412.203
18 PLATO DE ORO CON MOTIVO DE ROSTRO (¿PECTORAL?)
19 CUCHARA CON UN HOMBRE SOPLANDO UN PUTUTO
Oro martillado, repujado y champlevé 12,3 x 2,5 cm ca. 1200-500 a.C. Colección Precolombina, Dumbarton Oaks, Washington D.C. Inv. No. PC.B.441
Oro y plata martillado, repujado y soldado 11,1 x 2,6 x 3,6 cm ca. 1200-500 a.C. Colección Precolombina, Dumbarton Oaks, Washington D.C. Inv. No. PC.B.440
Se cree que este plato de oro proviene de Chongoyape, departamento de Lambayeque (véase cap. 2.4). Las esquinas de la boca, con tres colmillos puntiagudos y dos serpientes que sobresalen de ella, están vueltas hacia arriba, al igual que los ojos del rostro, parecido al de un felino. Similar a la placa de oro descrita en cat. no. 17, al voltear esta pieza 180 grados se revela una criatura distinta que mira hacia abajo. El plato tiene un borde trenzado.
Esta cuchara bimetálica soldada es uno de los objetos tridimensionales de metal más antiguos de la región andina. A veces se menciona a Chongoyape, en el departamento de Lambayeque, como el supuesto lugar de donde provendría esta pieza. Sentada en el extremo de la cuchara hay una figura que sopla una trompeta de caracol ( pututo), que se cree es un sacerdote o un participante de alto rango en una procesión o ceremonia. Sobre su espalda se puede ver la representación de un ave. Los relieves del templo de Chavín de Huántar también muestran a los parti-
cipantes en una procesión que soplan pututos (véase cat. no. 111 y fig. 115). En la Galería de las Caracolas, cerca de la Plaza Circular del templo, se hallaron veinte de estos instrumentos, algunos de ellos complejamente tallados (véanse cat. nos. 122-124). Los investigadores creen que el sonido del pututo, tocado probablemente en coros, tuvo un papel importante en los rituales religiosos, puesto que estos instrumentos también figuraban entre los artefactos funerarios exclusivos hallados en las tumbas de los dignatarios debajo del templo de Kuntur Wasi (véanse cat. nos. 56-107). Soplarlos sin duda era un acto profundamente sagrado, reservado solo para las personas de alto rango. La cuchara probablemente fue utilizada para el consumo de psicoactivos durante los rituales.
El estilo alfarero Tembladera toma su nombre del sitio arqueológico homónimo, ubicado en el valle medio del Jequetepeque, donde los sitios ceremoniales del Formativo Medio (1200-800 a.C.) quedaron repentinamente abandonados hacia el 800 a.C. (véase cap. 2.3). Sin embargo, la cerámica Tembladera que hoy custodian los museos proviene de tumbas y no de centros ceremoniales. Esta botella en forma de una cabeza de dragón es iconográficamente similar a la alfarería de estilo Dragoniano hallada en la Galería de las Ofrendas en el templo de Chavín de Huántar (véanse cat. nos. 125-134).
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21 FIGURINA DE UNA PAREJA ABRAZÁNDOSE Cerámica modelada, incisa y pintada 18,5 x 9 x 5 cm Estilo Tembladera (valle de Jequetepeque) ca. 1200-500 a.C. Saint Louis Art Museum, Missouri Donación de Morton D. May Inv. No. 186:1979
Un hombre y una mujer fueron unidos aquí para formar una sola figura. Los patrones en sus rostros presumiblemente representan joyas o pintura facial. El hombre tiene un tocado. Ambas figuras llevan lo que probablemente es un pectoral (de cuentas). Para más información con respecto a la cerámica de estilo Tembladera véase la pieza ilustrada en cat. no 20.
22 FIGURINA CON PINTURA FACIAL Cerámica modelada, incisa y pintada 19,5 x 10,5 x 8 cm Estilo Tembladera (valle de Jequetepeque) ca. 1200-500 a.C. Museo de Arte de Lima. Ex Colección Óscar Rodríguez Razzetto. Donación Colección Petrus y Verónica Fernandini Reg. Nac. No. 0000111622 Inv. No. 2007.16.15
Esta figurina, que probablemente representa a un varón, lleva un tocado similar al del hombre en la pareja abrazada de cat. no. 21, junto con lo que probablemente es un pectoral (de cuentas) y un taparrabo. Para más información con respecto a la cerámica de estilo Tembladera, véase la pieza ilustrada en cat. no. 20.
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23 BOTELLA ASA ESTRIBO DE UN ACRÓBATA Cerámica modelada, incisa, pulida y pintada 25,4 x 15 x 20 cm Estilo Cupisnique ca. 1200-500 a.C. Ministerio de Cultura del Perú Museo Nacional de Arqueología, Antropología e Historia del Perú, Lima Reg. Nac. No. 0000129881 Inv. No. C-63693
Varias representaciones de acróbatas de estilo Cupisnique han subsistido en el registro arqueológico. El acróbata era un tema claramente importante, pero no sabemos nada del significado que tuvo en la sociedad de ese entonces. La figura que mostramos aquí yace en el piso sobre su estómago y se dobla hacia atrás, de modo tal que su pecho y su cuello miran hacia adelante mientras que sus pies descansan sobre sus hombros. El rostro está vuelto hacia arriba y las manos de la figura están apretadas contra su cuerpo a la altura del pecho. Una serpiente va subiendo por el pecho del acróbata hacia su garganta.
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24 BOTELLA ASA ESTRIBO DE UN PERSONAJE CORTÁNDOSE LA GARGANTA Cerámica modelada, incisa y pintada 29 x 16 x 20 cm Estilo Cupisnique/Tembladera ca. 1200-500 a.C. Ministerio de Cultura del Perú Museo de la Nación, Lima Reg. Nac. No. 0000003030 Inv. No. MN-10914
Este objeto de cerámica de procedencia desconocida es inusual en varios sentidos, por lo que resulta difícil para los investigadores establecer su edad y su estilo cultural. No muestra una criatura mítica sino más bien un humano suicida conmovedoramente realista y detallado. Se trata de un tema que no aparece representado en ningún otro hallazgo. En efecto, se trata probablemente de la única representación de un suicida que se haya encontrado en toda Sudamérica. La botella es asimismo inusualmente grande. En lo que se refiere al estilo, la mejor atri-
bución de la figura es a la temprana cultura Cupisnique (no hay superficie pulida, tiene un asa trapezoide, pico rectosin un borde protuberante). La figura está sentada con la cabeza vuelta en 180 grados, de modo tal que la parte posterior de la misma descansa sobre sus rodillas, mientras se corta su propia garganta con el cuchillo que lleva en la mano izquierda. Las entrañas dentro de la herida fueron reproducidas con detalles gráficos. La figura viste un taparrabo, orejeras y un tocado dividido verticalmente (cf. la estela de piedra de Pacopampa, cat. no. 10), y tiene incisiones que representan pintura corporal o tatuajes tanto en el rostro como en el cuerpo. Sobre la espalda de la figura aparece una criatura con rostro humano, ojos excéntricos vueltos hacia arriba y algo que le sale de la boca.
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25 FIGURINA Cerámica modelada, incisa, pulida y pintada 22,5 x 9,5 x 7,5 cm Posible procedencia: Las Colinas de Ancón, región de la costa central ca. 1200-500 a.C. Ministerio de Cultura del Perú Museo Nacional de Arqueología, Antropología e Historia del Perú, Lima Reg. Nac. No. 0000001355 Inv. No. C-54103
Los arqueólogos han vinculado esta figurina —probablemente femenina— con la cultura Chorrera de Ecuador (ca. 1300300 a.C.), sobre la base de ciertas similitudes estilísticas (véase cap. 5.1). Sin embargo, hasta la fecha se han estudiado muy poco las conexiones existentes entre Ecuador y Perú durante el Formativo. Es posible que estas figurinas se usaran en rituales domésticos. Su forma y proporciones les dan un aire tanto de serenidad como de dignidad.
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26 CUENCO CON MOTIVO DE TORTUGA MARINA HÍBRIDA Cerámica modelada, incisa y pulida 23 x 4 cm Posible procedencia: Ancón, región de la costa central ca. 1200-500 a.C. Ministerio de Cultura del Perú Museo Nacional de Arqueología, Antropología e Historia del Perú, Lima Reg. Nac. No. 0000003029 Inv. No. C-54014
Las representaciones de criaturas compuestas como tortugas marinas o peces son bastante inusuales en el arte del Formativo. Esta representación hermosamente incisa de una criatura con colmillos ocupa casi todo el fondo del plato. Estilísticamente recuerda al estilo Dragoniano de la Galería de las Ofrendas del templo de Chavín de Huántar (véanse cat. nos. 125-134).
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28 BOTELLA ASA ESTRIBO CON DOS ROSTROS DE PERFIL Cerámica modelada, incisa y pulida 29 x 21 cm Estilo Cupisnique ca. 1200-500 a.C. Museo Larco, Lima Reg. Nac. No. 0000029782 Inv. No. ML015161
Dos cabezas que miran hacia la izquierda, unidas por una banda, fueron incisas en el cuerpo de esta botella, que tiene un tamaño inusualmente grande. Cada cabeza tiene colmillos y un ojo excéntrico que mira hacia arriba. El motivo es similar a las incisiones en la botella asa estribo de estilo Raku, encontrada en la Galería de las Ofrendas del templo de Chavín de Huántar (véase cat. no. 154). El motivo ilustrado probablemente represente una metáfora dualista. 27 VASIJA EN FORMA DE FRUTO Cerámica modelada y pulida 18 x 14,5 x 6 cm Posible procedencia: Puémape, región de la costa norte ca. 1200-500 a.C. Ministerio de Cultura del Perú Museo de la Nación, Lima Reg. Nac. No. 0000002405 Inv. No. MN-6190
Esta vasija probablemente represente media lúcuma (Pouteria lucuma). Esta fue una fruta popular entre las culturas del Formativo de la región andina. También fue un motivo común en la cerámica de la cultura Mochica de la costa norte peruana (ca. siglos I-IX d.C.)
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29 BOTELLA DE FORMAS GEOMÉTRICAS
30 BOTELLA DE FORMAS GEOMÉTRICAS
31 BOTELLA ASA ESTRIBO CON CUERPO RETORCIDO
Cerámica modelada y pulida 26,2 x 15,5 cm Estilo Cupisnique ca. 1200-500 a.C. Museo Larco, Lima-Perú Reg. Nac. No. 0000024765 Inv. No. ML010382
Cerámica modelada y pulida 26,2 x 15,5 cm Estilo Cupisnique ca. 1200-500 a.C. Museo Larco, Lima-Perú Reg. Nac. No. 0000024764 Inv. No. ML010381
Cerámica modelada y pulida 23,7 x 13,5 cm Estilo Cupisnique ca. 1200-500 a.C. Ministerio de Cultura del Perú Museo Nacional de Arqueología, Antropología e Historia del Perú, Lima Reg. Nac. No. 0000129868 Inv. No. C-61834
Los alfareros ciertamente no se limitaron a realizar representaciones figurativas, si no que también crearon obras de arte abstractas de formas geométricas, que para nosotros se ven sorprendentemente modernas (véanse cat. nos. 30 y 31).
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32 BOTELLA ASA ESTRIBO DE UN FELINO (¿JAGUAR?)
33 BOTELLA ASA ESTRIBO DE UN FELINO (¿JAGUAR?)
34 BOTELLA ASA ESTRIBO DE UN ROEDOR SENTADO
Cerámica modelada, incisa y pulida 23,7 x 12,5 x 25,5 cm Estilo Cupisnique ca. 1200-500 a.C. Museo de Arte de Lima. Ex Colección Óscar Rodríguez Razzetto Donación Colección Petrus y Verónica Fernandini Reg. Nac. No. 0000111547 Inv. No. 2007.16.9
Cerámica modelada, incisa y pulida 15 x 10,5 x 20 cm Estilo Cupisnique ca. 1200-500 a.C. Museo de Arte de Lima. Ex Colección Óscar Rodríguez Razzetto Donación Colección Petrus y Verónica Fernandini Reg. Nac. No. 0000111528 Inv. No. 2007.16.4
Esta vasija figurativa también luce círculos concéntricos que representan el pelaje del animal. La forma agazapada, las zarpas prominentes con poderosas garras extendidas y la boca retraída hacia atrás para mostrar los dientes prestan a la figura un aspecto dinámico y agresivo.
Los roedores no son un motivo común en la cerámica Cupisnique y, a diferencia de los felinos, probablemente tenían poco significado simbólico. Esta figura está incorporada al asa estribo de la botella, que se recuesta hacia atrás en un ángulo ligero.
Cerámica modelada, incisa y pulida 21 x 14,6 x 23,2 cm Estilo Cupisnique/Tembladera ca. 1200-500 a.C. The Metropolitan Museum of Art Colección Memoria Michael C. Rockefeller Donación de Nelson A. Rockefeller, 1968 Inv. No. 1978.412.217
Al igual que el mortero de piedra de Chavín ilustrado en cat. no. 12, esta botella probablemente aluda a la forma de un jaguar, el felino más poderoso del bosque lluvioso tropical. El patrón de círculos concéntricos a menudo aparece en las representaciones de felinos
que datan del Formativo (cf. el relieve en piedra de Chavín de Huántar en cat. no. 112). Indudablemente se quiso mostrar las marcas en el pelaje del animal, o bien se trata de una versión simbólica de su piel. La panza está rayada y los colmillos son tridimensionales. La botella asa estribo es una forma de vasija de cerámica típica de las regiones norteñas. Los alfareros de la cultura Paracas (ca. 800200 a.C., véase cap. 2.2) en la costa sur, recurrieron a los mismos motivos, pero crearon las llamadas botellas doble pico y asa puente (cf. la botella Paracas en cat. no. 166).
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35 BOTELLA ASA ESTRIBO DE UN CAMÉLIDO (¿LLAMA?)
36 FIGURINA DE UN MONO
Cerámica modelada e incisa 17,5 x 12,2 x 17,1 cm Estilo Cupisnique ca. 1200-500 a.C. Museo Larco, Lima-Perú Reg. Nac. No. 0000029699 Inv. No. ML015078
Cerámica modelada, pulida y con decoración incisa e impresa 23,2 x 11,5 x 15,2 cm Estilo Cupisnique ca. 1200-500 a.C. Ministerio de Cultura del Perú Museo Nacional de Arqueología, Antropología e Historia del Perú, Lima Reg. Nac. No. 0000129859 Inv. No. C-54035
Desde los tiempos más remotos, los camélidos cumplieron un papel fundamental en la vida de las sociedades andinas (véase cap. 3.1). En un primer momento fueron cazados como alimento y hacia el Formativo —si no antes— ya habían sido domesticados para usarlos como ganado y animales de carga (véanse los motivos de camélido en la cerámica Mochica en cat. no. 173).
Esta figurina con la boca abierta pudo haber servido como jarra. La forma de su cola recuerda a una figura que aparece en un bajorrelieve del templo de Chavín de Huántar (véase cat. no. 110), y que algunos investigadores han identificado como un mono. El cuerpo, la cola y los pies se encuentran inteligentemente balanceados, de modo que la figura se encuentra sólidamente de pie. Si bien los monos no eran nativos de los valles de la costa peruana, donde se halló esta figurina, sí son comunes en toda la región comprendida por el actual Ecuador y la cuenca amazónica, ubicada al otro lado de los Andes. Las representaciones de monos brindan así otra prueba más de la extensa red de interacción e intercambio que hubo entre las sociedades del Formativo.
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37 BOTELLA ASA ESTRIBO DE UNA MUJER AMAMANTANDO A SU HIJO Cerámica modelada, incisa y pulida 22,6 x 14,8 x 12,8 cm Estilo Cupisnique ca. 1200-500 a.C. Museo Larco, Lima-Perú Reg. Nac. No. 0000057219 Inv. No. ML040342
Las escenas de la vida cotidiana tienden a resultar particularmente conmovedoras para el espectador moderno, pero son mucho menos comunes en las obras de arte del Formativo que en las de la posterior cultura Mochica (siglos I-IX d.C.).
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38 BOTELLA ASA ESTRIBO CON CUERPO CILÍNDRICO Y CABEZAS HUMANAS EN UNA RED Cerámica modelada incisa y pulida 21 x 11 cm Estilo Cupisnique ca. 1200-500 a.C. Fundación Museo Amano, Lima Reg. Nac. No. 0000154499 Inv. No. FMAC-000393
Sabemos que las cabezas de esta botella asa estribo fueron decapitadas (con la debida cautela podríamos también decir que constituyen cabezas trofeo) porque tienen los ojos cerrados y la boca vuelta hacia abajo, posiblemente cerrada con espinas de cactus. Las bocas de las numerosas cabezas trofeo retratadas por la cultura Nasca (ca. 200 a.C.-650 d.C.), en la costa sur peruana, fueron cerradas del mismo modo. Las redes repletas de cabezas también figuran en la decoración arquitectónica de diversos centros ceremoniales monumentales (véase fig. 36), así como en los motivos de varios artefactos exclusivos, como la corona de oro hallada en Kuntur Wasi (véase cat. no. 56). La criatura en forma de araña del plato de piedra de cat. no. 1 también tiene una red llena de cabezas humanas sobre el lomo. Es posible que la araña haya actuado como decapitadora, a nombre de la deidad suprema de la mitología (véase cap. 2.3).
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39 BOTELLA ASA ESTRIBO CON UNA CABEZA FELINO Cerámica modelada, incisa y pulida 25,2 x 17,6 x 12,4 cm Estilo Cupisnique ca. 1200-500 a.C. Ministerio de Cultura del Perú Museo Nacional de Arqueología, Antropología e Historia del Perú, Lima Reg. Nac. No. 0000129858 Inv. No. C-54033
Esta cabeza se alza sobre un objeto en forma de luna creciente. La boca está repleta de colmillos, las fosas nasales se ven dilatadas y las cejas fuertemente marcadas. El ojo derecho mira hacia arriba y el izquierdo tiene una serpiente enrollada alrededor de él, cuya cabeza apunta diagonalmente hacia arriba a la izquierda. Estos atributos son típicos de las esculturas en piedra halladas en el templo de Kuntur Wasi, en la sierra norte (véase cap. 3.2, cf. la escultura en piedra de Kuntur Wasi en cat. no. 107). El ojo excéntrico es típico de las representaciones de personas que están transformándose en felinos. El proceso de transformación presumiblemente simboliza la transición a un estado de percepción distinto bajo la influencia de sustancias psicoactivas, un tema central del arte Chavín (véase cat. no. 40), y también presente en las cabezas clavas del templo de Chavín de Huántar (véanse cat. nos. 115-119).
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40 BOTELLA ASA ESTRIBO DE UNA CABEZA MITAD HUMANA, MITAD ZOOMORFA Cerámica modelada, incisa y pulida 24,3 x 13,4 cm Estilo Cupisnique ca. 1200-500 a.C. Museo Larco, Lima-Perú Reg. Nac. No. 0000055585 Inv. No. ML040218
Esta inusual botella asa estribo representa uno de los temas centrales del arte Chavín y nos permite acceder a las prácticas y nociones rituales de esta cultura. La mitad izquierda del rostro es humana y tiene un ojo que mira hacia adelante. Dos narices semejantes a un hocico aparecen una encima de la otra, y una cabeza animal sale de la boca. Encima de la ceja está el cuerpo de una serpiente cuya cabeza descansa contra el rostro, aproximadamente a la altura de la oreja. La mitad derecha del rostro retrata a un ser transformado con atributos
animales, los que incluyen una boca con dos colmillos puntiagudos, una nariz en forma de hocico y un ojo excéntrico vuelto hacia arriba. La mitad animal del rostro está presentada del mismo modo que la mayoría de los otros objetos que lucen el mismo motivo, hallados en el templo de Kuntur Wasi (cf. los adornos colgantes de oro para la oreja en cat. nos. 83, 84, o la escultura en piedra de cat. no. 107). Los labios vueltos hacia arriba en las esquinas nos permiten interpretar esta mitad del rostro como una vista completa de perfil (véanse cat. nos. 83 y 84). Este motivo parece representar la transformación de una persona en animal, proceso que también vemos en las cabezas clavas esculpidas del templo de Chavín de Huántar (véanse cat. nos. 115-119).
La transformación muy probablemente represente a un sacerdote que adquiere poderes sobrenaturales, tal vez debido al consumo de sustancias psicoactivas, y que luego pasa a otro estado de percepción en el cual quizá tenía acceso al reino de los dioses. El motivo podría estar también referido al potencial de un cambio de percepción. En este contexto, el pico de la botella de asa estribo podría interpretarse metafóricamente, puesto que es a la vez unificador y dicotómico.
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41 BOTELLA ASA ESTRIBO EN FORMA DE UN PUTUTO Y UNA CONCHA DE SPONDYLUS Cerámica modelada, incisa (pre o post-cocción) y pulida 28 x 22,8 cm Estilo Cupisnique ca. 1200-500 a.C. Museo de Arte de Lima. Ex Colección Óscar Rodríguez Razzetto. Donación Colección Petrus y Verónica Fernandini Reg. Nac. No. 0000111511 Inv. No. 2007.16.2
Esta botella combina a los objetos que probablemente se constituyeron como uno de los más importantes de este contexto cultural: una concha de ostra espinosa (Spondylus princeps) y una trompeta de caracol marino (Strombus galeatus) o pututo. Los pututos usados durante los rituales religiosos eran guardados en la Galería de las Caracolas, cerca de la Plaza Circular del templo de Chavín de Huántar
(véanse caps. 4.3 y 4.4; cat. nos. 122-124). Tres de ellos fueron incluidos como bienes funerarios en A-TM 1, la tumba de una persona de rango excepcionalmente alto en Kuntur Wasi (véanse cat. nos. 64-66). El Spondylus fue llevado ceremonialmente a la cabeza de la procesión representada en los relieves del templo de Chavín de Huántar (véase cat. no. 111, fig. 115). Las antiguas culturas mesoamericanas y de Sudamérica usaron las ostras espinosas fundamentalmente en rituales de fertilidad. Ninguno de estos animales marinos es nativo de las aguas de la costa peruana, lo que quiere decir que deben haber sido importados de la cuenca ecuatoriana del Guayas, o incluso de regiones más lejanas, lo que constituye una evi-
dencia más de una red comercial establecida. La criatura sobrenatural ilustrada en el cat. no. 108 es similar al Lanzón, la escultura más importante encontrada en Chavín de Huántar, y sostiene una concha de Spondylus en su mano izquierda y un pututo en la derecha, subrayando así la gran importancia que estos objetos tenían. El pututo está decorado con círculos concéntricos así como con una criatura con colmillos semejante a una serpiente, que tiene un objeto desconocido que le sale de la boca. Se ve claramente el corte cerca de la abertura que es típico de los pututos del templo de Chavín, lo que indica que el que aparece aquí representa un pututo de Chavín de Huántar (véanse los pututos en cat. nos. 122-124).
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42 BOTELLA ASA ESTRIBO EN FORMA DE UN TUBÉRCULO
43 BOTELLA ASA ESTRIBO EN FORMA DE TRES TUBÉRCULOS (¿YUCA?)
44 BOTELLA ASA ESTRIBO CON MOTIVOS EN FORMA DE S Y DISEÑOS IMPRESOS
45 BOTELLA ASA ESTRIBO EN FORMA DE UNA FRUTA
Cerámica modelada, incisa y pulida 19 x 16 x 15,5 cm Posible procedencia: Puémape, región de la costa norte Estilo Cupisnique ca. 1200-500 a.C. Ministerio de Cultura del Perú Museo de la Nación, Lima Reg. Nac. No. 0000002397 Inv. MN-6181
Cerámica modelada, impresa y pulida 21,6 x 12,8 cm Estilo Cupisnique ca. 1200-500 a.C. Ministerio de Cultura del Perú Museo Nacional de Arqueología, Antropología e Historia del Perú, Lima Reg. Nac. No. 0000129860 Inv. No. C-54036
Tanto la forma de los tres “tubérculos” como las incisiones en esta botella de diseño imaginativo, coinciden con la raíz de la planta de la yuca. Esta, conocida también como mandioca (Manihot esculenta), es un antiguo cultivo de la
Los motivos representados en esta pieza podrían ser maníes, que se cultivaron en los Andes desde épocas remotas (véase cap. 2.1), o podría tratarse también de algún otro producto agrícola.
Cerámica modelada, incisa y pulida 26 x 23 x 16 cm Posible procedencia: Puémape, región de la costa norte Estilo Cupisnique ca. 1200-500 a.C. Ministerio de Cultura del Perú Museo de la Nación, Lima Reg. Nac. No. 0000002395 Inv. MN-6198
La botella en forma de un tubérculo que se muestra aquí tiene cabezas de perfil incisas que miran en direcciones opuestas. Los ojos miran hacia arriba y las esquinas de la boca están jaladas hacia abajo, lo que posiblemente indica que se trataría de cabezas decapitadas (cabezas trofeo), a pesar de que los ojos no están cerrados como suelen aparecer en este tipo de cabezas.
Cerámica modelada, incisa y pulida 23 x 14,3 cm Estilo Cupisnique ca. 1200-500 a.C. Ministerio de Cultura del Perú Museo Nacional de Arqueología, Antropología e Historia del Perú, Lima Reg. Nac. No. 0000129867 Inv. No. C-6390
La fruta representada en esta botella podría ser la guanábana (Annona muricata).
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47 BOTELLA ASA ESTRIBO EN FORMA DE FRUTOS
48 BOTELLA ASA ESTRIBO CON DOS CABEZAS DE AVE Y DECORACIÓN GEOMÉTRICA
46 BOTELLA ASA ESTRIBO EN FORMA DE UN CACTUS Cerámica modelada y pintada, con decoración incisa e impresa 34,2 x 12 cm Estilo Cupisnique ca. 1200-500 a.C. Ministerio de Cultura del Perú Museo Nacional de Arqueología, Antropología e Historia del Perú, Lima Reg. Nac. No. 0000129857 Inv. No. C-54032
Esta botella, inusualmente alta, fue pintada con color tipo engobe previo a su cocción. Probablemente se trate de la representación de un tallo del cactus San Pedro (Echinopsis pachanoi). Aun hoy, los chamanes tradicionales usan esta planta, que contiene mezcalina, para preparar una poción psicoactiva llamada huachuma. La Iglesia Católica viene intentando detener esta práctica desde el siglo XVI, pero jamás ha sido erradicada del todo. Uno de los relieves mejor conservados de la Plaza Circular de Chavín de Huántar muestra a un hombre que lleva un tallo del cactus San Pedro. Las primeras señales de su transformación son claramente visibles (véase fig. 113). La poción tal vez se guardaba en esta botella (véase cat. no. 94). Unas cabezas de perfil sumamente estilizadas y con ojos excéntricos fueron incisas alrededor de la base de la botella. Las concentraciones de tres puntos que aparecen encima de ellas resultan particularmente llamativas.
Cerámica modelada y pintada 22,2 x 15 cm Estilo Cupisnique ca. 1200-500 a.C. Museo Larco, Lima-Perú Reg. Nac. No. 0000030058 Inv. No. ML015437
Esta botella, pintada con un engobe negro y rojo previo a su cocción, tiene forma de dos frutas grandes y dos pequeñas, posiblemente pepino dulce (Solanum muricatum). La vasija tiene un parecido notable con la botella asa estribo de estilo Wacheqsa hallada en la Galería de las Ofrendas en el templo de Chavín de Huántar (véase cat. no. 143).
Cerámica modelada, incisa y pintada 21,8 x 16,5 x 13,5 cm Estilo Cupisnique ca. 1200-500 a.C. Museo Larco, Lima-Perú Reg. Nac. No. 0000057208 Inv. No. ML040330
Esta botella pintada con un engobe negro y rojo tiene proporciones armoniosas. Las dos pequeñas cabezas de ave representadas probablemente sean búhos.
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50 BOTELLA ASA ESTRIBO EN FORMA DE UN ANIMAL Cerámica modelada y pintada, con decoración incisa (posiblemente post-cocción) 26,5 x 26,5 x 18 cm Estilo Cupisnique ca. 1200-500 a.C. Museo de Arte de Lima. Ex Colección Óscar Rodríguez Razzetto Donación Colección Petrus y Verónica Fernandini Reg. Nac. No. 0000111579 Inv. No. 2007.16.11
El rostro redondeado de esta botella zoomorfa es similar a fig. del cat. no. 51 y se parece al de un mono tití, que hoy en día es nativo de la cuenca amazónica (véase cat. no. 36). La decoración incisa en esta botella, pintada con engobe rojo y negro pre-cocción, es en cambio difícil de descifrar. En el pecho izquierdo se puede ver un ojo excéntrico y lo que tal vez represente el pico de un ave.
49 BOTELLA ASA ESTRIBO CON DOS SERPIENTES Cerámica modelada y pintada, con decoración incisa e impresa 23 x 13,3 x 16,7 cm Estilo Cupisnique ca. 1200-500 a.C. Museo Larco, Lima-Perú Reg. Nac. No. 0000024891 Inv. No. ML010501
Las dos serpientes con colas que sobresalen encima de sus cabezas fueron cubiertas con un tipo de engobe rojo y negro antes de la cocción y fueron decoradas con un patrón de círculos concéntricos. La boca con dos dientes puntiagudos recuerda la de un felino, en tanto que el diseño de la cabeza
es similar al de la cabeza de serpiente de los relieves en piedra de Chavín de Huántar (cf. por ejemplo los cabellos de serpiente del ser sobrenatural de cat. no. 108). Ambas serpientes están enrolladas en forma de gotas y el espacio entre ellas fue decorado mediante la técnica del estampado.
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51 BOTELLA ASA ESTRIBO EN FORMA DE UN ANIMAL
52 BOTELLA ASA ESTRIBO EN FORMA DE UNA CASA
Cerámica modelada y pintada, con decoración incisa 26 x 12 x 15 cm Estilo Cupisnique ca. 1200-500 a.C. Ministerio de Cultura del Perú Museo de la Nación, Lima Reg. Nac. No. 0000002402 Inv. No. MN-9831
Cerámica modelada y pulida, con decoración incisa 27 x 15,1 x 12,5 cm Estilo Cupisnique ca. 1200-500 a.C. Museo Larco, Lima-Perú Reg. Nac. No. 0000030061 Inv. No. ML015440
Esta botella probablemente tenga la forma de un mono tití (véanse cat. nos. 36, 50). Las formas pintadas e incisas en su cuerpo, sin embargo, son difíciles de interpretar.
Esta casa con su techo a dos aguas se alza sobre un pedestal que tiene una escalera incisa en él. Aunque podría t ratarse de una vivienda privada, es relativamente poco lo que sabemos sobre la arquitectura doméstica durante el Formativo, y los hallazgos arqueológicos tienden a decirnos muy poco sobre la forma de los techos. Por lo tanto, las representaciones de la vida cotidiana y de la arquitectura como la de esta botella, nos proporcionan una ventana hacia el pasado.
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FRAGMENTO DE TEJIDO CON REPRESENTACIÓN DE SACERDOTE/SER DIVINO Tela de algodón pintada Algodón 78,5 x 27,4 cm ca. 800-500 a.C. Colección Precolombina, Dumbarton Oaks, Washington D.C. Inv. No. PC.B.580
Este fragmento textil forma parte de la colección de Dumbarton Oaks desde 1964. Presuntamente fue encontrado en la misma tumba que aquel que tiene el número de inventario B.544, también de Dumbarton Oaks. El presunto lugar del hallazgo es Callango, en el valle de Ica, en la costa sur del Perú. Todos los hallazgos de textiles fueron realizados en la costa, puesto que las condiciones climáticas del desierto son ideales
les orgánicos. Desafortunadamente, en la mayoría de los casos los contextos arqueológicos de los textiles que se encuentran en los museos no son conocidos, puesto que pertenecen a colecciones antiguas. Afortunadamente, hace poco se descubrió un fragmento textil en el sitio de Coyungo, en el valle bajo del Río Grande, durante la excavación de una tumba huaqueada, y este nuevo fragmento textil encaja perfecta-
B.544 de la Colección de Dumbarton Oaks (véase Kaulicke et al. 2009). Este textil, cuyo fechado radiocarbónico lo ubica entre 800-500 a.C., podría también provenir de la tumba de Coyungo. Se trata de un tejido llano de algodón con urdimbres con dos cabos retorcidos y con trama de algodón de un solo cabo torcido en Z. Esta técnica es inusual en los textiles de la cultura Paracas
cap. 2.2) de la costa sur, y la iconografía de la pieza parece también estar más cerca de la cultura Chavín, ubicada mucho más al norte. Podemos por ello asumir que, en esta época, los textiles fueron un medio importante para comunicar y difundir imágenes. Estos eran transportados a través de grandes distancias, ya fuera como presentes o como artículos destinados al comercio o el trueque. Este textil, del cual solamente ha
muestra una vista frontal de la misma figura de la célebre Estela Raimondi de Chavín de Huántar (véase fig. 6). La figura sostiene un objeto semejante a un bastón en cada mano, conformado por un conjunto complejo de cabezas y otros elementos. Los ojos de la figura están vueltos hacia arriba y su boca tiene colmillos largos y poderosos. Dos serpientes emergen de los lados de su tocado de plumas: una de ellas apunta diagonal-
lo mismo hacia arriba. Si giramos el textil 180 grados, el tocado se convierte en la mitad superior de la boca de una criatura voladora descendente con un filudo diente medio. Algo parece estar saliendo de la boca de este ser que mira hacia abajo (cf. la placa decorativa de oro de cat. no. 17). La primera vista podría representar un personaje eminente que, al haber alcanzado un estado alterado de percepción, mira hacia arriba y se
dioses; la segunda representaría, entonces, el arribo de una deidad.
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DOS FRAGMENTOS DE TEJIDO CON SEIS ROSTROS HUMANOS Tela llana de algodón con diseño de hilos flotantes y orillos con bordado tridimensional Algodón 112 x 61,2 cm ca. 800-500 a.C. The Cleveland Museum of Art, Ohio, Fondo John L. Severance Inv. No. 1985.139
Se dice que este textil bien conservado proviene de una tumba del valle de Ica. A diferencia del textil representado en cat. no 53, los motivos en este se produjeron tejiendo con hilos suplementarios flotantes, de diferentes colores, una técnica más compleja y sofisticada. El textil muestra seis criaturas antropomorfas con los ojos vueltos hacia arriba; las esquinas de su boca están vueltas
hacia arriba y las fosas nasales están dilatadas. Los cuatro elementos largos que salen del costado de la boca y los filudos elementos centrales podrían ser colmillos, pero también simbolizarían la descarga que sale de la boca o la nariz después de consumir sustancias psicoactivas. Las cabezas están dispuestas sobre bandas decoradas con dientes.
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TEJIDO CON SERES ANTROPOMORFOS HÍBRIDOS Tela llana Algodón 253 x 70 cm ca. 800-500 a.C. Fundación Museo Amano, Lima Reg. Nac. No. 0000154497 Inv. No. FMAT 003230
Los investigadores asocian esta pieza grande e inusualmente bien conservada con los “textiles de Carhua”. Carhua es un cementerio que se remonta al periodo Paracas Temprano (ca. 800500 a.C.) en la costa sur, ubicado apenas a unos cuantos kilómetros de la península del mismo nombre, y de la cual la cultura Paracas deriva su nombre. En la península de Paracas se descubrieron los célebres fardos funerarios, con sus ricos textiles de estilo Paracas/Nasca (véanse cat. nos. 164 y 165). Aunque no está claro si esta pieza
fue encontrada realmente en Carhua o no, se trata probablemente de un fragmento de un gran poncho o de una prenda semejante a un manto, puesto que las figuras están dispuestas de acuerdo a una simetría que se orienta en un eje central, lo que significa que, de haberse usado sobre el hombro, las figuras estarían de pie tanto adelante como atrás. En el textil están representadas criaturas antropomorfas compuestas, con ojos que miran hacia arriba, colmillos y garras. Están retratadas de perfil y sostienen lo que
probablemente son bastones en forma de serpiente. Cada figura lleva un tocado y un cinturón, del cual cuelgan dos serpientes. Podría tratarse de sacerdotes capaces de entrar a distintos estados de percepción. También se pueden distinguir el labio superior de bocas con colmillos y diversas cabezas y zarpas. Textiles como este habrían sido artículos suntuarios extremadamente preciosos, reservados solo para unas cuantas personas de alto rango, y que en el momento de su muerte habrían formado parte del ajuar funerario.
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Las tumbas de Kuntur Wasi
Las tumbas de Kuntur Wasi
El trabajo realizado por la Misión Arqueológica de la Universidad de Tokio figura entre los grandes logros pioneros de la arqueología andina. Durante la década de 1960, el equipo llevó a cabo tres campañas de excavación en Kotosh, en la sierra norte de Huánuco, cuyos resultados cambiaron radicalmente nuestra imagen de la temprana historia cultural de la región centroandina (véanse introducción al cap. 3 y cap. 3.2). En 1988 se iniciaron las excavaciones en Kuntur Wasi bajo la dirección de Yoshio Onuki, uno de los coautores de este libro e integrante del equipo arqueológico de Kotosh. El sitio de Kuntur Wasi (“nido de cóndor” en quechua) se encuentra hermosamente situado encima de una cadena de montañas en el departamento de Cajamarca, a 2,300 metros por encima del nivel del mar. Las excavaciones a gran escala realizadas allí entre 1988 y 2003 permitieron que este importante sitio fuera estudiado con una sólida base científica (véase Onuki e Inokuchi 2011).
El descubrimiento de las tumbas de oro de Kuntur Wasi ha pasado a la historia de la arqueología como un acontecimiento realmente sensacional. Siete de las nueve tumbas plenamente conservadas descubiertas hasta la fecha en este sitio datan de la fase Kuntur Wasi, en tanto que las otras dos corresponden a la subsiguiente fase denominada Copa (550-250 a.C.). Los difuntos fueron enterrados junto con un total de doscientos objetos de oro exquisitamente trabajados, así como otros bienes funerarios: un hallazgo que marca el uso más temprano que se conozca de artefactos ceremoniales finamente producidos de oro en las Américas. Particularmente revelador resultó el contexto arquitectónico de las tumbas de la fase Kuntur Wasi, que permitió a los investigadores recrear la historia del sitio como sigue: al inicio de esta fase, hacia 800 a.C., los constructores demolieron primero las viejas estructuras de la fase Ídolo para dejar así el sitio despejado para el nuevo centro ceremonial. A continuación instalaron los pozos de las tumbas con cámaras laterales, donde colocaron a los difuntos junto con sus objetos preciosos. Las tumbas fueron entonces selladas y cubiertas íntegramente, y se erigió el macizo muro de contención para que se pudieran levantar la plataforma central y la escalinata encima de las tumbas. A partir de este hecho podemos concluir que estas inusuales tumbas eran una parte integral del nuevo centro ceremonial, y es muy improbable que las personas enterradas hayan fallecido durante el proceso de planificación o construcción. Al contrario es muy probable que las momias fueron transportados a su lugar de descanso final como parte del proceso de construcción. Los valiosos bienes funerarios son de estilo Cupisnique y es muy posible que provengan de la costa norte. Parece por ello factible que hacia 800 a.C., unas vigorosas comunidades costeñas hayan viajado a Kuntur Wasi con la intención de establecer un nuevo centro ceremonial de acuerdo con sus tradiciones, en un sitio que ya era importante. Los centros ceremoniales de la costa quedaron abandonados en esta misma época (véase cap. 2.3). Los restos descubiertos en las tumbas de Kuntur Wasi ciertamente son de personas con un rango excepcionalmente alto, tal vez miembros de una poderosa casta sacerdotal. Sus tumbas podrían muy bien haber correspondido a un culto a los antepasados que ayudó a cimentar la compleja jerarquía social y la cohesión ritual. Hasta la fecha no se ha probado la existencia de tales miembros de una elite en Chavín de Huántar, y las tumbas de Kuntur Wasi representan la evidencia directa más temprana de una clase de elite: un hallazgo de inmensa importancia para los arqueólogos que, tomado en conjunto con otros descubrimientos hechos en el sitio, nos dan pruebas de una sociedad compleja (véase cap. 1).
La parte inicial del primer milenio a.C. fue una época particularmente turbulenta para la región centroandina. La fase Kuntur Wasi coincide con el periodo de más intensa actividad constructora en Chavín de Huántar: la fase Blanco y Negro (ca. 900-550 a.C.; véase cap. 4. 3), y hay evidencias de un cambio cultural significativo durante este periodo, incluso en partes lejanas de la costa sur (véase cap. 2.2).
Es posible dividir los hallazgos arqueológicos en cuatro grandes fases cronológicas (véase cap. 3.2), la más antigua de las cuales se conoce como Ídolo, fechada entre 950 y 800 a.C. Esta fase deriva su nombre de una figura de barro a la que se dio el nombre de “el Ídolo” (véase cat. no. 90), descubierta por los arqueólogos en 1990, al pie del muro de una habitación que data de este periodo. En las estructuras ceremoniales levantadas durante esta fase se halló la cerámica típica de la sierra norte. El sitio de Cerro Blanco, ubicado a 1,5 km al norte de Kuntur Wasi sobre la misma cadena de montañas, también fue construido en esta época. Está claro que algunos cambios fundamentales tuvieron lugar durante la subsiguiente fase Kuntur Wasi (800-550 a.C.): mientras que Cerro Blanco fue abandonado, en Kuntur Wasi se erigió un imponente centro ceremonial (véase fig. 64). Las estructuras de la anterior fase Ídolo quedaron cubiertas íntegramente y se levantó un muro macizo de contención de piedra de tres niveles, para que encerrara un área en la cima del cerro, a la que se accedía a través de una escalinata central. Los arquitectos erigieron aquí una plaza central rectangular que medía 24 x 23,5 m, a la que rodeaban cuatro estructuras de plataformas. A continuación se edificó una plaza circular de 16 m de diámetro, detrás de la plataforma central y de los edificios que la rodean. Se colocaron alrededor de una docena de grandes esculturas en piedra y se instalaron algunos canales subterráneos con salidas en el macizo muro de contención para el agua. La disposición de las plataformas, la plaza circular y la plaza central rectangular son elementos arquitectónicos que ya contaban con una larga tradición en la costa peruana (véase cap. 3.2). En consonancia con estos cambios arquitectónicos, la fase Kuntur Wasi también vio la repentina aparición de una nueva forma de cerámica pulida muy fina — proveniente con toda probabilidad de la costa—, al mismo tiempo que la producción local de vasijas de cerámica (estilo Sangal) proseguía.
La subsiguiente fase Copa (550-250 a.C.) vio la prolongación de una actividad intensiva en el centro ceremonial. La arquitectura de la fase anterior no fue destruida, pero sí fue remodelada extensamente (véase fig. 67), y se estableció un nuevo estilo alfarero local: cerámica pintada en rojo y blanco, la mayor parte de la cual son formas de copas abiertas con decoración geométrica incisa, pero hay también otras formas más que representan tanto a humanos como a animales (véanse cat. nos. 92, 93, 96). La fase Sotera (ca. 250-50 a.C.) vio cómo la grandeza de Kuntur Wasi como centro ceremonial llegaba a su fin. Cerro Blanco, por su parte, fue reconstruido y vuelto a ocupar; la cerámica de este periodo tiene cierto parecido con la del valle de C ajamarca, lo que indica aún más convulsiones sociales (véase cat. no. 97). Las notables similitudes existentes entre los bienes funerarios de Kuntur Wasi aquí presentados y los numerosos objetos descubiertos en el centro ceremonial de Chavín de Huántar, indican o bien la existencia de algún tipo de vínculo entre estos dos centros ceremoniales, o cuando menos implican que formaban parte de una esfera de interacción común. De particular interés en este sentido son las similitudes iconográficas entre los siguientes objetos: cat. nos. 68 y 114; cat. nos. 83, 84 y 119; cat. nos. 95 y 119; cat. nos. 64 y 123. Podemos también asumir que los textiles, en particular, tuvieron un papel importante en la transmisión de las imágenes. Sabemos que ellos eran transportados a través de grandes distancias, ya fuera como presentes o como productos para el comercio o el trueque (véase cat. no. 53). Selección de los objetos de la tumbas de Kuntur Wasi: Tumba A-TM 1: cat. nos. 56-68 Tumba A-TM 2: cat. nos. 69-77 Tumba B-TM 1: cat. nos. 78-89 Hallazgos adicionales: cat. nos. 90-107
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56 CORONA DE ORO CON CATORCE ROSTROS HUMANOS 85% oro (Au), 15% plata (Ag) Martillado y repujado, con anillos conectores 18 cm alto, 250 g Fase Kuntur Wasi 800-550 a.C. Ministerio de Cultura del Perú Museo Kuntur Wasi, San Pablo, departamento de Cajamarca Reg. Nac. No. 0000147861 Inv. No. MKW-81304
TUMBA A-TM 1 La tumba A-TM 1, al igual que la A-TM 2 y una tercera tumba, fue descubierta en 1989 en el lado occidental del complejo, debajo del piso de la plataforma central. Los restos de un hombre de cincuenta a sesenta años de edad, de 1,54 m de altura y con el cráneo artificialmente deformado, fueron encontrados en posición sentada en una cámara lateral del pozo funerario de 2,25 m de profundidad. Sus piernas estaban dobladas y la cabeza y el torso habían caído
al piso. La cabeza estaba fuertemente manchada con cinabrio. El ajuar funerario incluía dos artefactos de oro (la placa de oro en forma de anillo no figura acá), seis objetos de piedra, tres pututos (trompetas de caracol marino) y tres vasijas de cerámica. Los tres pututos estaban delante del cuerpo, mientras que las vasijas de cerámica se hallaban aproximadamente a un metro a su derecha. Los demás objetos fueron colocados cerca de la cabeza.
Cada una de las catorce pequeñas láminas de oro suspendidas de dos anillos dentro de las aberturas hexagonales de esta corona representa un rostro humano visto de frente. Estas representaciones son comunes en la iconografía de estilo Cupisnique de la costa norte (véanse caps. 2.4 y 4.2; fig. 131, cat. nos. 1 y 38; cf. también las imágenes de la cultura Mochica, cap. 5.2). El motivo podría estar relacionado con una deidad araña como la que vimos en cat. no. 1 llevando una bolsa con cabezas humanas sobre el lomo. El marco hexagonal que rodea a los rostros podría representar una de estas bolsas. La corona de oro no fue usada directamente sobre la cabeza, sino que fue cosida a un textil burdo.
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57 BOTELLA ASA ESTRIBO DE UN AVE (¿UN ÁGUILA ARPÍA?) Cerámica modelada, incisa, engobe rojo y pintura blanca 23,5 x 10,5 x 21,5 cm Fase Kuntur Wasi 800-550 a.C. Ministerio de Cultura del Perú Museo Kuntur Wasi, San Pablo, departamento de Cajamarca Reg. Nac. No. 0000147871 Inv. No. MKW-81207
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58 BOTELLA CON CUERPO ESFÉRICO, CUELLO ALTO Y DECORACIÓN DE CÍRCULOS CONCÉNTRICOS Cerámica modelada, incisa e impresa, con pintura roja sobre naranja 15 x 11,5 cm Fase Kuntur Wasi 800-550 a.C. Ministerio de Cultura del Perú Museo Kuntur Wasi, San Pablo, departamento de Cajamarca Reg. Nac. No. 0000147862 Inv. No. MKW-81208
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60, 61 DOS OREJERAS DE PIEDRA DE COLOR AZUL-VERDE Piedra (crisocola) alisada, perforada y pulida 4,5 x 1,5 cm Fase Kuntur Wasi 800-550 a.C. Ministerio de Cultura del Perú Museo Kuntur Wasi, San Pablo, departamento de Cajamarca Reg. Nac. No. 0000147864, 0000147865 Inv. No. MKW-81210, MKW-81211
59 COMPOTERA DE CERÁMICA
62, 63 CUENTAS DE PIEDRA BLANCA
Cerámica modelada 10 x 20,3 cm Fase Kuntur Wasi 800-550 a.C. Ministerio de Cultura del Perú Museo Kuntur Wasi, San Pablo, departamento de Cajamarca Reg. Nac. No. 0000147863 Inv. No. MKW-81209
Piedra (crisocola) alisada, perforada y pulida 3,3 cm/1,8 cm 1,3 cm/1,5 cm Fase Kuntur Wasi 800-550 a.C. Ministerio de Cultura del Perú Museo Kuntur Wasi, San Pablo, departamento de Cajamarca Reg. Nac. No. 0000147877, 0000147878 Inv. No. MKW-81212, MKW-81213
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64, 65 y 66 (siguiente página) TROMPETAS DE CARACOL (PUTUTOS)
Caracol, cortado hacia la punta Cat. No. 64 incisa 23cm/23cm/21 cm largo 19 cm/20 cm/16 cm ancho 15 cm/14 cm/13 cm alto Fase Kuntur Wasi 800-550 a.C. Ministerio de Cultura del Perú Museo Kuntur Wasi, San Pablo, departamento de Cajamarca Reg. Nac. No. 0000147879, 0000147881, 0000147880 Inv. No. MKW-81214, MKW-81216, MKW-81215 Dibujo del cat. no. 64
Estos pututos no tienen el corte cerca de la abertura que resulta típico de los pututos de estilo Chavín (véanse cat. nos. 122-124). El caracol marino Strombus, es nativo de las aguas costeras tropicales del Ecuador y tendría que haber sido llevado al Perú. Las incisiones en el pututo de cat. no. 64 son de estilo Cupisnique, lo que prueba que sería de la costa norte peruana. La decoración, especialmente la del espiral exterior, es muy parecida a la del pututo de Chavín de Huántar de cat. no. 123, al igual que la iconografía y la forma en que los dibujos incisos han sido dispuestos en bandas.
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66 TROMPETA DE CARACOL (PUTUTO)
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67 PLACA DE PIEDRA BLANCA
68 PENDIENTE DISCOIDAL LATERAL CON CABEZA DE AVE
Piedra (calcedonia) alisada y perforada 11,5 x 8 x 0,8 cm Fase Kuntur Wasi 800-550 a.C. Ministerio de Cultura del Perú Museo Kuntur Wasi, San Pablo, departamento de Cajamarca Reg. Nac. No. 0000147882 Inv. No. MKW-81217
Piedra alisada, cortada y pulida 8,5 x 6 x 1 cm Fase Kuntur Wasi 800-550 a.C. Ministerio de Cultura del Perú Museo Kuntur Wasi, San Pablo, departamento de Cajamarca Reg. Nac. No. 0000147883 Inv. No. MKW-81218
La forma del pico del ave es exactamente la misma que aparece en la escultura de piedra procedente de Chavín de Huántar e ilustrada en cat. no. 114. El agujero al centro presumiblemente es un ojo. Las similitudes estilísticas entre la cabeza de piedra de Chavín de Huántar de cat. no. 119 y los pendientes de joyería en cat. nos. 83, 84 de la tumba B-TM 1 también dan fe de los tempranos contactos entre Kuntur Wasi y Chavín de Huántar, pero no tenemos evidencia alguna de la forma e intensidad de dicho intercambio.
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69 CORONA DE ORO CON CINCO CARAS DE FELINO ESTILIZADAS 63% oro (Au), 37% plata (Ag) Martillado y repujado 48 cm largo desenrollada 13,5 cm, 180 g Fase Kuntur Wasi 800-550 a.C. Ministerio de Cultura del Perú Museo Kuntur Wasi, San Pablo, departamento de Cajamarca Reg. Nac. No. 0000147884 Inv. No. MKW-81219
TUMBA A-TM 2 La tumba A-TM 2 se encuentra a apenas 1,3 m de la tumba A-TM 1 y también fue excavada en 1989. Su pozo de 2,5 m de profundidad tenía 1,5 m de diámetro. Aquí también se enterró al muerto en una cámara lateral que apuntaba hacia el sudeste, de modo tal que la estructura como un todo se hallaba en el centro de la plataforma. Los restos de un hombre de unos sesenta años de edad se encontraban mal conservados, pero los investigadores lograron establecer que fue enterrado mirando al pozo de la tumba
en la misma posición que el hombre de la tumba A-TM 1. Aquí también el cráneo estaba teñido de rojo con cinabrio. El ajuar funerario incluía cinco piezas de joyería de oro, tres cuentas de piedra y una taza de cerámica. Esta tumba contenía más objetos de oro que ninguna otra tumba de Kuntur Wasi, y las representaciones figurativas son todas de felinos, probablemente jaguares. La ubicación central de la tumba indica que la persona enterrada en ella era de más alto rango.
En esta corona, los rostros de felino se encuentran invertidos entre sí en 180 grados de modo intercalado. Las dos medias caras a cada extremo de la corona abierta forman un rostro completo cuando se juntan los extremos. En Kuntur Wasi son comunes las medias imágenes que producen un todo cuando se las alinea correctamente. Por ejemplo, las dos cabezas de perfil de los adornos colgantes de oreja de la tumba B-TM 1 (véanse cat. nos. 83, 84) muestran una vista frontal de una cara completa cuando se les junta (véase también cat. no. 107). Un rasgo sumamente inusual aquí es la lengua extendida (¿o se trata acaso de un largo diente medio?: cf. la figura central en cat. no. 70). La corona de oro fue cosida a un textil burdo y no se la llevó directamente sobre la cabeza.
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71 NARIGUERA DE ORO EN FORMA DE H Y DISEÑO COMPLEJO CON CARAS DE FELINO
72, 73 DOS ADORNOS COLGANTES DE ORO CON ROSTROS DE PERFIL DE FELINO
76% oro (Au), 24% plata (Ag) Martillado y repujado 16 x 17,5 cm, 71 g Fase Kuntur Wasi 800-550 a.C. Ministerio de Cultura del Perú Museo Kuntur Wasi, San Pablo, departamento de Cajamarca Reg. Nac. No. 0000147887 Inv. No. MKW-81222
70 NARIGUERA DE ORO CON FELINO Y DOS FIGURAS HUMANAS (¿NIÑOS GEMELOS?) 79% oro (Au), 21% plata (Ag) Martillado y repujado, con anillos conectores 16,5 x 11 cm, 34 g Fase Kuntur Wasi 800-550 a.C. Ministerio de Cultura del Perú Museo Kuntur Wasi, San Pablo, departamento de Cajamarca Reg. Nac. No. 0000147888 Inv. No. MKW-81223
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Al centro de esta nariguera se encuentra una vista frontal de un felino con largos colmillos y fosas nasales dilatadas. La figura pareciera estar volando en descenso hacia nosotros, puesto que las dos zarpas posteriores están ubicadas a nivel del ojo. La zarpa delantera derecha conservada al pie de la nariguera sostiene una cabeza humana. La figura se parece en varios sentidos a la criatura descendente compuesta del bajo relieve de cat. no. 109, así como al textil de cat. no. 53, al que podemos rotar 180 grados para revelar una figura distinta. Aquí,
ciones antedichas, algo parecería estar saliendo de la boca de la criatura. Cada una de las patas traseras sostiene una figura sentada de costado que sostiene una cabeza humana unida a la nariguera por un anillo conector. De los pies también cuelgan cabezas. Encima de la parte superior de la composición hay una serpiente bicéfala que en cada una de sus dos bocas tiene una cabeza humana que cuelga de un anillo. El doblez central de su cuerpo encima de las fosas nasales de la figura central está repleto de
Que una nariguera usada debajo de la nariz represente una criatura descendente es a duras penas una coincidencia. Las cabezas de piedra de Chavín de Huántar (véanse cat. nos. 115-119) también muestran la transformación que tiene lugar luego del consumo de una sustancia psicoactiva: el rostro se distorsiona, la nariz comienza a moquear, los ojos se vuelven hacia arriba, la persona ingresa a un estado de percepción diferente, y se convierte luego en una criatura felina.
Al centro de la mitad superior de esta nariguera hay dos cabezas de perfil que se miran mutuamente. A izquierda y derecha de ellas hay zarpas, como si la criatura estuviera extendida. La boca cavernosa de la cabeza de felino mostrada de frente es evocada gráficamente por el espacio recortado en la mitad inferior de la nariguera. La mandíbula inferior no existe y parecería haber una serpiente enrollada alrededor del ojo izquierdo. Los cuatro motivos de cada esquina de la nariguera probablemente sean cabezas de ave (cf. cat. no. 68).
73% oro (Au), 27% plata (Ag) Martillado y repujado 18 x 9,5 cm, 62 g Fase Kuntur Wasi 800-550 a.C. Ministerio de Cultura del Perú Museo Kuntur Wasi, San Pablo, departamento de Cajamarca Reg. Nac. No. 0000147885, 0000147886 Inv. No. MKW-81220, MKW-81221
Estas dos placas rectangulares muestran una imagen en espejo del mismo motivo: dos cabezas de perfil con colmillos y ojos excéntricos vueltos hacia arriba. El tocado recuerda al águila harpía, el ave de rapiña más poderosa de la cuenca amazónica. Las cabezas de cada placa están unidas por dos bandas (cf. cat. nos. 28, 154) y cada una tiene una zarpa con garras debajo.
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74 CUENTA DE PIEDRA
77 TAZA CON DECORACIÓN
Piedra (malaquita) alisada, perforada y pulida 1,6 x 0,7 x 0,5 cm Fase Kuntur Wasi 800-550 a.C. Ministerio de Cultura del Perú Museo Kuntur Wasi, San Pablo, departamento de Cajamarca Reg. Nac. No. 0000147890 Inv. No. MKW-81225
Cerámica modelada, incisa e impresa, con pintura roja y blanca post-cocción 13 x 11 cm Fase Kuntur Wasi 800-550 a.C. Ministerio de Cultura del Perú Museo Kuntur Wasi, San Pablo, departamento de Cajamarca Reg. Nac. No. 0000147889 Inv. No. MKW-81224
75, 76 CUENTAS DE PIEDRA Piedra (jaspe y crisocola) alisada, perforada y pulida 1,3 x 1,1 cm Fase Kuntur Wasi 800-550 a.C. Ministerio de Cultura del Perú Museo Kuntur Wasi, San Pablo, departamento de Cajamarca Reg. Nac. No. 0000147892, 0000147894 Inv. No. MKW-81226, MKW-81227
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78 CORONA DE ORO CON DOCE CABEZAS Oro (Au) y plata (Ag) Martillado y repujado, con anillos conectores 47 cm de largo desenrollada 19 cm, 362 g Fase Kuntur Wasi 800-550 a.C. Ministerio de Cultura del Perú Museo Kuntur Wasi, San Pablo, departamento de Cajamarca Reg. Nac. No. 0000148899 Inv. No. MKW-81304
Las cabezas de perfil son similares a la cabeza de los dos adornos colgantes hallados en la misma tumba (cat. nos. 83, 84). La corona de oro estaba cosida a un textil burdo y no fue usada directamente sobre la cabeza.
Tumba B-TM 1 La tumba B-TM 1 fue descubierta en 1997 debajo del piso de una plataforma al norte de la plataforma central. Es de estructura similar a la de las tumbas A-TM 1 y A-TM 4. Aquí también, un hombre de unos cuarenta años de edad que medía aproximadamente 1,54 m de altura, fue enterrado mirando hacia el norte en una cámara lateral, sellándose posteriormente el acceso al pozo de la tumba. Las piernas estaban fuertemente flexionadas y los brazos doblados sobre el estómago, en tanto que el techo bajo no permitió que estuviera en posición sentada. El cráneo estaba bastante manchado con cinabrio. De los cuatro
ceramios domésticos hallados en la tumba, uno se encontraba al norte del cráneo y los otros tres cerca de la parte inferior del cuerpo. Una vasija estaba tan quebrada que no se la pudo reconstruir y por ello no la incluimos aquí. Cerca del cráneo se descubrieron unas ochocientas cuentas de joyería (crisocola y concha). Una corona de oro fuertemente doblada yacía sobre el rostro y dos adornos colgantes (aretes) en forma de calabaza, que se cree eran ore jeras, estaban junto a la sien a cada lado del cráneo. Otros dos adornos colgantes figurativos fueron hallados debajo de estos aretes en forma de calabaza y de los brazos.
79, 80 PAR DE OREJERAS CON MOTIVOS DE AVE Oro (Au) y plata (Ag) Martillado y repujado 5,9 cm, 2,07/2,01 cm de alto, 25 g Fase Kuntur Wasi 800-550 a.C. Ministerio de Cultura del Perú Museo Kuntur Wasi, San Pablo, departamento de Cajamarca Reg. Nac. No. 0000148900, 0000148901 Inv. No. MKW-31305, MKW-31306
81, 82 PAR DE ADORNOS COLGANTES (ARETES) DE ORO EN FORMA DE CALABAZA Oro (Au) y plata (Ag) Martillado y repujado 18,7/18,6 cm de alto, 10,5/10,6 cm de ancho, 97/89 g Fase Kuntur Wasi 800-550 a.C. Ministerio de Cultura del Perú Museo Kuntur Wasi, San Pablo, departamento de Cajamarca Reg. Nac. No. 0000148904, 0000148905 Inv. No. MKW-81309, MKW-81310
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83, 84 PAR DE ADORNOS COLGANTES (ARETES) DE ORO CON CABEZAS FELINAS Y SERPIENTES COMO CABELLOS Oro (Au) y plata (Ag) Martillado y repujado, con anillos conectores e incrustaciones de madreperla 23,9 x 11,3 cm, 120/115 g Fase Kuntur Wasi 800-550 a.C. Ministerio de Cultura del Perú Museo Kuntur Wasi, San Pablo, departamento de Cajamarca Reg. Nac. No. 0000148902, 0000148903 Inv. No. MKW-81307, MKW-81308
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Estas dos cabezas de perfil tienen una fuerte semejanza estilística con la cabeza clava de piedra originalmente colocada en la fachada del templo de Chavín de Huántar, ilustrada en cat. no. 119, especialmente en las cejas, las esquinas de la boca y las dos serpientes en la frente. Este parecido, al igual que el de la cabeza de ave de cat. no. 114 y el pendiente de cat. no. 68, sugiere que alguna vez hubo un vínculo entre Kuntur Wasi y Chavín de Huántar, pero aún no sabemos cuál fue su naturaleza exacta. Hay también cierta similitud entre estas cabezas de perfil y la decoración incisa en la vasija de cat. no. 154, proveniente de la Galería de las Ofrendas de Chavín de Huántar, y una vasija Cupisnique representada en cat. no. 28. Colocados lado a lado, los dos pendientes forman un rostro completo visto de frente (cf. cat. no. 107).
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85 CUENTAS DE PIEDRA DE VARIOS COLORES
86 CUENTAS DE PIEDRA VERDE
Piedra (crisocola) alisada y perforada, 793 cuentas Fase Kuntur Wasi 800-550 a.C. Ministerio de Cultura del Perú Museo Kuntur Wasi, San Pablo, departamento de Cajamarca Reg. Nac. No. 0000148909 Inv. No. MKW-31314
Piedra (malaquita) alisada y perforada 2-2,5 cm de largo Fase Kuntur Wasi 800-550 a.C. Ministerio de Cultura del Perú Museo Kuntur Wasi, San Pablo, departamento de Cajamarca Reg. Nac. No. 0000148910 Inv. No. MKW-81315
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87 OLLA CON CUELLO CORTO
88 CANCHERO
89 COMPOTERA
Cerámica modelada 13,3 x 9,6 cm Fase Kuntur Wasi 800-550 a.C. Ministerio de Cultura del Perú Museo Kuntur Wasi, San Pablo, departamento de Cajamarca Reg. Nac. No. 0000148906 Inv. No. MKW-81311
Cerámica modelada 15 x 10,1 cm Fase Kuntur Wasi 800-550 a.C. Ministerio de Cultura del Perú Museo Kuntur Wasi, San Pablo, departamento de Cajamarca Reg. Nac. No. 0000148907 Inv. No. MKW-81312
Cerámica modelada 12 x 18 cm Fase Kuntur Wasi 800-550 a.C. Ministerio de Cultura del Perú Museo Kuntur Wasi, San Pablo, departamento de Cajamarca Reg. Nac. No. 0000148908 Inv. No. MKW-81313
Las tumbas de Kuntur Wasi
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OBJETOS ADICIONALES DE KUNTUR WASI
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Las tumbas de Kuntur Wasi
90 ÍDOLO DE BARRO CON ATRIBUTOS DE FELINO Barro modelado, inciso y pintado con cinabrio (rojo), malaquita (verde), ocre (amarillo) y carbón (negro) 73,5 x 21 x 10 cm Fase Ídolo 950-800 a.C. Ministerio de Cultura del Perú Museo Kuntur Wasi, San Pablo, departamento de Cajamarca Reg. Nac. No. 0000149161 Inv. No. MKW-81368
Cuando se amplió el área de excavación de la plataforma central de Kuntur Wasi en 1990, los arqueólogos descubrieron esta gran figura de barro, a la que afectuosamente llamaron “el Ídolo”. Esta pieza fue hallada al pie de un muro de una habitación de una fase anterior, que fue destruida y luego rellenada. Luego, se colocaron las tumbas que contenían ricos objetos de oro y encima se erigió la nueva arquitectura ceremonial de la fase Kuntur Wasi (800-550 a.C.). La figura dio s u nombre a la época de construcción más antigua del sitio, la fase Ídolo (950-800 a.C.). La boca estuvo originalmente llena de colmillos y sus esquinas tienen exactamente la misma forma que las de las joyas que aparecen en cat. nos. 83, 84. La figura tiene las fosas nasales dilatadas y los ojos vueltos hacia arriba.
91 FIGURINA DE UN SER HUMANO
92 FIGURINA DE UN FELINO (¿JAGUAR?)
Cerámica modelada, incisa y pintada (cinabrio) 14 x 6,5 cm Fase Kuntur Wasi 800-550 a.C. Ministerio de Cultura del Perú Museo Kuntur Wasi, San Pablo, departamento de Cajamarca Reg. Nac. No. 0000149163 Inv. No. MKW-81370
Cerámica modelada e incisa 9,1 x 5 x 8,1 cm Fase Copa 550-250 a.C. Ministerio de Cultura del Perú Museo Kuntur Wasi, San Pablo, departamento de Cajamarca Reg. Nac. No. 0000148400 Inv. No. MKW-81268
Esta figurina fue encontrada sobre el pecho de un niño enterrado cerca de un canal subterráneo.
Al igual que la pieza en cat. no. 93, esta figurina fue descubierta en la tumba de un niño (C-TM 6), junto con una segunda figurina que tenía el mismo aspecto, pero cuya pierna derecha había sido quebrada intencionalmente. La rotura de las extremidades parece haber respondido a un acto ritual.
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93 FIGURINA DE UN SER HUMANO
94 BOTELLA CON MOTIVO DE CACTUS (SAN PEDRO)
Cerámica modelada e incisa 9 x 6,9 x 4,5 cm Fase Copa 550-250 a.C. Ministerio de Cultura del Perú Museo Kuntur Wasi, San Pablo, departamento de Cajamarca Reg. Nac. No. 0000148398 Inv. No. MKW-81266
Cerámica modelada, incisa y engobe rojo 15 x 11,1 cm Fase Copa 550-250 a.C. Ministerio de Cultura del Perú Museo Kuntur Wasi, San Pablo, departamento de Cajamarca Reg. Nac. No. 0000148911 Inv. No. MKW-81316
Al igual que la figurina anterior (cat. no. 92), este objeto también fue encontrado en la tumba C-TM 6. Los pendientes de las orejas usados por esta figura sentada son resaltantes. La cobertura de la cabeza, seme jante a un turbante, podría también ser una banda ajustada como las que usaban las personas en crecimiento con el objetivo de obtener una frente inclinada.
Incluso hoy en día, los chamanes extraen mezcalina del cactus San Pedro (Echinopsis pachanoi) para usarla en un brebaje embriagante llamado huachuma. Esta práctica fue prohibida por la Iglesia Católica, pero jamás fue erradicada por completo. Uno de los bajorrelieves mejor conservados de la Plaza Circular de Chavín de Huántar presenta a un hombre que lleva un tallo de este cactus, y que muestra todas las señales reveladoras de su transformación luego de consumir una sustancia psicoactiva (véase fig. 113). Esta botella podría haber sido usada como contenedor de la huachuma.
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95 TINAJA CON MOTIVO DE ROSTRO HUMANO CON COLMILLOS Cerámica modelada, incisa y pintada (cinabrio) 48 cm de ancho Fase Copa (capa arqueológica) 550-250 a.C. Ministerio de Cultura del Perú Museo Kuntur Wasi, San Pablo, departamento de Cajamarca Reg. Nac. No. 0000149095 Inv. No. MKW-81350
El rostro de frente en este fragmento corresponde a una cabeza clava de piedra (cat. no. 119) que originalmente estuvo colocada en la fachada de Chavín de Huántar. Ambas obras se parecen en numerosos detalles: la forma de la nariz, los párpados y los ojos excéntricos vueltos hacia arriba, la forma y la disposición de los dientes y la forma de las esquinas de la boca, las dos serpientes de la frente y l as dos que salen de los ojos. El rostro probablemente es el de un sacerdote que pudo haber alcanzado otro nivel de percepción luego de consumir una sustancia psicoactiva y que podría incluso haber adquirido poderes sobrehumanos, tal como se refleja en su aspecto transformado, semejante a un animal (cf. la secuencia de la transformación en cat. nos. 115-119).
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96 OLLA ESFÉRICA CON ASAS Y MOTIVO DE ROSTRO DE AVE (¿BÚHO?) Cerámica modelada 16 x 21 cm Fase Copa 550-250 a.C. Ministerio de Cultura del Perú Museo Kuntur Wasi, San Pablo, departamento de Cajamarca Reg. Nac. No. 0000149424 Inv. No. MKW-81343
En esta olla, las asas se asemejan a dos alas y en la parte posterior se verifica una figura aplicada.
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97 TAZA CON PINTURA GEOMÉTRICA ROJA Y BLANCA Cerámica modelada y pintada 8,5 x 15,4 cm Fase Sotera ca. 250-50 a.C. Ministerio de Cultura del Perú Museo Kuntur Wasi, San Pablo, departamento de Cajamarca Reg. Nac. No. 0000149150 Inv. No. MKW-81358
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98 ESPÁTULA CON MOTIVOS DE TRES ROSTROS DE FELINO DE PERFIL Hueso cortado, tallado y pulido, con incrustaciones de concha (blanca y negra) 22,7 x 3,3 cm Fase Kuntur Wasi 800-550 a.C. Ministerio de Cultura del Perú Museo Kuntur Wasi, San Pablo, departamento de Cajamarca Reg. Nac. No. 0000149319 Inv. No. MKW-81384
Esta espátula de hueso fue excavada en el relleno de la plaza circular.
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100 PENDIENTE EN FORMA DE UN AVE (¿UN COLIBRÍ?) Hueso cortado y alisado 0,8 x 2,1 cm Fase Copa 550-250 a.C. Ministerio de Cultura del Perú Museo Kuntur Wasi, San Pablo, departamento de Cajamarca Reg. Nac. No. 0000149441 Inv. No. MKW-81440
101 FIGURINA EN FORMA DE UN ANIMAL Hueso cortado, concha y restos de cinabrio 4,1 x 2,5 x 0,6 cm Fase Copa 550-250 a.C. Ministerio de Cultura del Perú Museo Kuntur Wasi, San Pablo, departamento de Cajamarca Reg. Nac. No. 0000149360 Inv. No. MKW-81393
99 CUCHARA CON CABEZA DECORADA Hueso cortado, tallado y pulido 9,3 cm de largo Fase Copa 550-250 a.C. Ministerio de Cultura del Perú Museo Kuntur Wasi, San Pablo, departamento de Cajamarca Reg. Nac. No. 0000149321 Inv. No. MKW-81386
El rostro representado en esta cuchara también muestra una serpiente que sale del ojo, similar a muchas de las esculturas en piedra de Kuntur Wasi. La boca presenta colmillos (cf. cat. no. 95). La orejera y su pendiente son claramente visibles. Es posible que la cuchara haya sido usada para consumir sustancias psicoactivas.
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102 CUENTAS CILÍNDRICAS DE PIEDRA AZUL
104 CUENTAS DE CONCHA DE SPONDYLUS
Piedra (sodalita) alisada y perforada ca. 1,6 x 0,9 cm Fase Kuntur Wasi 800-550 a.C. (Tumba A-TM 4) Ministerio de Cultura del Perú Museo Kuntur Wasi, San Pablo, departamento de Cajamarca Reg. Nac. No. 0000148119 Inv. No. MKW-81252
Concha cortada, pulida y perforada 0,7-2,5 cm de largo 0,4-1,3 cm de diámetro Fase Copa 550-250 a.C. Ministerio de Cultura del Perú Museo Kuntur Wasi, San Pablo, departamento de Cajamarca Reg. Nac. No. 0000149815 Inv. No. MKW-84519
103 TRES CUENTAS DE PIEDRA Piedra (jaspe) alisada y perforada ca. 3,5 x 1,2 cm Fase Kuntur Wasi 800-550 a.C. (Tumba A-TM 4) Ministerio de Cultura del Perú Museo Kuntur Wasi, San Pablo, departamento de Cajamarca Reg. Nac. No. 0000148122 Inv. No. MKW-81255
105 CABEZA DE PORRA Piedra (riolita) alisada y perforada 3,1 x 7 cm Fase Kuntur Wasi 800-550 a.C. Ministerio de Cultura del Perú Museo Kuntur Wasi, San Pablo, departamento de Cajamarca Reg. Nac. No. 0000149305 Inv. No. MKW-81383
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106 MODELO ARQUITECTÓNICO DE LA PL ATAFORMA CENTRAL DE KUNTUR WASI Piedraesculpida 27 x 22,6 x 14,8 cm Fase Copa 550-250 a.C. (capa arqueológica) Ministerio de Cultura del Perú Museo Kuntur Wasi, San Pablo, departamento de Cajamarca Reg. Nac. No. 0000149237 Inv. No. MKW-81375
Este modelo arquitectónico parecería representar la plataforma central de Kuntur Wasi. El muro de contención de t res niveles, la plaza rectangular y la escalinata central corresponden al edificio levantado durante la fase Kuntur Wasi (800-550 a.C.; véase fig. 64a). El modelo fue descubierto en la capa arqueológica perteneciente a la posterior fase Copa (550-250 a.C.), lo que indica que la arquitectura existente fue respetada durante la construcción de esta fase, tal como lo reflejan los hallazgos arqueológicos.
107 ESCULTURA DE UNA CARA O DE DOS CARAS DE PERFIL Piedra esculpida 55 x 30 x 15 cm Fase Copa 550-250 a.C. (capa arqueológica) Ministerio de Cultura del Perú Museo Kuntur Wasi, San Pablo, departamento de Cajamarca Reg. Nac. No. 0000149165 Inv. No. MKW-81373
Los ojos que miran hacia arriba, los párpados, la forma de la nariz, de la boca, y la posición de los dientes corresponden todos a la figura ilustrada en cat. no. 95 (véase la descripción). También se encuentra presente la serpiente a lo largo de la frente, un buen ejemplo que aparece también en cat. no. 70, y de cada ojo cuelga una serpiente. El surco encima del labio superior fue hecho de tal modo que al cubrir la mitad de la cara queda visible una cara completa de perfil (cf. las descripciones en cat. nos. 83, 84).
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Las esculturas de Chavín de Huántar
Gracias a sus esculturas y arquitectura lítica, Chavín de Huántar consiguió notoriedad en todo el país a mediados del siglo XIX. Los exploradores de la época informaron acerca de los maravillosos y antiguos restos arquitectónicos del Callejón de Conchucos, y ya en 1874 se pudo admirar expuesta en la alejada capital de Lima una obra escultórica excepcionalmente asociada a la cultura Chavín: la Estela Raimondi (fig. 6). El apasionado debate en torno a la edad relativa y la importancia de las altas culturas andinas generado por la Estela (véanse caps. 4.1 y 4.2) se intensificó tras el arribo del Obelisco Tello (fig. 5), otro ejemplo de la escultura Chavín igual de misterioso, que fuera llevado a Lima en 1919. El Lanzón (fig. 4), la escultura más grande e importante de todas, permanece en su ubicación original, en su cámara, bien adentro del templo de Chavín.
La exhibición presentada en el M useo Rietberg de Zúrich fue realizada por primera vez ante un público internacional, que admiró las esculturas de Chavín. Aparte del mortero (cat. no. 121), las esculturas constituyen ornamentos arquitectónicos creados para ilustrar los edificios y las plazas del templo. Según los últimos resultados de las investigaciones, las esculturas datan de la última gran fase de ampliación de Chavín, conocida también como la fase Blanco y Negro (ca. 900-550 a.C.; véase cap. 4.3). Los investigadores lograron extraer conclusiones referidas a la ubicación original de las esculturas únicamente en casos aislados. Aunque una cantidad innumerable de ellas fue arrancada de su contexto original por el devastador aluvión de 1945, otras fueron reutilizadas como material de construcción de casas, tumbas u otras estructuras. La mayoría de las esculturas en piedra aquí presentadas fueron desenterradas en el transcurso de las excavaciones encabezadas por Julio C. Tello, Marino González Moreno, Luis G. Lumbreras y John W. Rick.
Las esculturas de Chavín de Huántar
Mientras excavaba el borde sur de la Plaza Circular, Rick detectó huellas de pintura en los relieves del friso de los jaguares. Era claro que el jaguar había sido pintado sobre un fondo rojo (el friso sur fue vuelto a enterrar para protegerlo y hoy en día ya no se encuentra visible). Es de suponer que las esculturas en piedra, o al menos algunas de ellas, fueron originalmente polícromas, muy probablemente con los colores que nos son familiares a partir de la cerámica Chavín, esto es rojo, negro y blanco. En algunos casos, los distintos tipos de piedra fueron transportados a lo largo de grandes distancias. Por ejemplo, el granito usado para los bajaorrelieves proviene de la zona alrededor de Cahuish, a 4,500 metros sobre el nivel del mar, cerca del túnel, de la actual carretera que va a Huaraz. La piedra caliza negra proviene de los cerros del lado norte del río Wacheqsa, y la toba del otro lado del río Mosna, cerca del actual puente camino a Chavín. Todavía no se ha establecido con seguridad de dónde proviene la piedra caliza amarilla y blanca.
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108 LAJA ESCULPIDA DE UN SER SOBRENATURAL Piedra (granito) esculpida y pulida 58,3 x 53,5 x 18,3 cm ca. 900-550 a.C. Ministerio de Cultura del Perú Museo Nacional Chavín Chavín de Huántar, departamento de Áncash Reg. Nac. No. 0000003362 Inv. No. MACH-00542
Marino González Moreno excavó esta laja esculpida al este del edificio A en 1956. El bajorrelieve muestra un ser antropomorfo en vista frontal con cabellos de serpiente, por lo que algunos investigadores lo llamaron la “Medusa”. Por las esquinas de la boca que se doblan hacia arriba también se le conoce como “Deidad Sonriente”. Los ojos miran hacia arriba y las fosas nasales dilatadas son pronunciadas y profundas. De la boca salen dos largos colmillos que se curvan hacia afuera. Una cinta marca el límite superior de la frente. La figura lleva pendientes en forma de aro y un cinturón del cual cuelgan serpientes. Los pies tienen garras. La figura sostiene en su mano derecha un caracol marino de Strombus decorado con una cara, cuya
boca tiene un único colmillo. La mano izquierda sostiene una concha de Spondylus. Las conchas deben haber llegado a Chavín desde una distancia considerable, dado que ambas criaturas marinas viven únicamente en las aguas tropicales de la costa ecuatoriana o incluso más al norte. La mirada hacia arriba podría estar representando una visión del reino de los dioses, en tanto que los atributos animales implican la posesión de poderes sobrehumanos. Para inducir un estado de percepción intensificado, los participantes en las ceremonias del templo consumían sustancias psicoactivas, posiblemente mientras entraban en trance inducidos por unos efectos de luz y sonido cuidadosamente orquestados que tenían lugar al mismo tiempo. Para fabricar las trompetas decoradas que se conocen como pututos, se utilizaron caracoles de Strombus. John W. Rick halló veinte de estos instrumentos en un excelente estado de conservación en una cámara subterránea cerca de
la Plaza Circular (cat. nos. 122-124). El relieve ilustrado en cat. no. 111 muestra a dos participantes de una procesión con vestimenta de fiesta. El de adelante sopla un pututo, mientras que la figura que le sigue —una criatura compuesta con colmillos— lleva una concha de Spondylus . Un soplador de pututo y un portador de Spondylus fueron representados en las lajas esculpidas que rodean la Plaza Circular (fig. 115). Las representaciones, que incluían tanto caracoles de Strombus como de Spondylus (véase cat. no. 41), probablemente tenían un significado metafórico dual excepcionalmente poderoso. Esta escultura en particular tal vez fue incorporada a un muro exterior del edificio A, pero también resulta concebible que su ubicación original fuera en la Plaza Circular, en cuyo caso la figura podría haber sido la que cerraba la procesión. El ser representado aquí se asemeja al Lanzón, la escultura central de Chavín.
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109 LAJA ESCULPIDA DE UN SER SOBRENATURAL EN POSICIÓN DE VUELO Piedra (granito) esculpida y pulida 54 x 48,8 x 14,6 cm ca. 900-550 a.C. Ministerio de Cultura del Perú Museo Nacional Chavín Chavín de Huántar, departamento de Áncash Reg. Nac. No. 0000003369
Las esculturas de Chavín de Huántar
110 LAJA ESCULPIDA DE UN SER HÍBRIDO CON OBJETOS RITUALES Tres largos dientes s obresalen de la boca de esta criatura descendente con la mirada hacia arriba. De las garras cuelgan cabezas de serpientes. Las alas con plumas apuntan hacia arriba, de modo tal que sus
superiores de la laja; entre ellas hay formas enrolladas que posiblemente buscaban transmitir movimiento. Debajo de la boca hay algo que se asemeja a las plumas de la cola, pero podría también ser algo que sale de
iconografía Chavín (Cf. cat. no. 53, rotado 180 grados; cat. no. 70).
Piedra (granito) esculpida y pulida 52 x 49,5 x 18 cm ca. 900-550 a.C. Ministerio de Cultura del Perú Museo Nacional Chavín Chavín de Huántar, departamento de Áncash Reg. Nac. No. 0000152287
Esta laja esculpida fue excavada en 1956 por Marino González en la zona de la pequeña plaza rectangular delante del edificio A. La criatura con colmillos mostrada caminando hacia la derecha tiene la cola enrollada,
turón con una serpiente. En una mano sostiene un bastón con dos caras semejantes a las de una serpiente y en la otra posiblemente tiene un pututo. Los investigadores denominan a esta figura “Mono Trompetero”
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112 RELIEVE DE FELINO
111 FRAGMENTO DE CORNISA CON ESCENA DE PROCESIÓN Piedra (caliza) esculpida e incisa 128 x 100 x 21,2 cm ca. 900-550 a.C. Ministerio de Cultura del Perú Museo Nacional Chavín Chavín de Huántar, departamento de Áncash Reg. Nac. No. 0000003364 Inv. No. MACH-00549
El fragmento de la derecha de esta cornisa fue hallado por Marino González en el lado este del edificio A y luego se guardó en un depósito cerca del templo. El fragmento de la izquierda fue encontrado por John W. Rick y su equipo al oeste de la fachada de los edificios A, B y C. En la parte
dos figuras con vestimenta festiva en procesión, una detrás de la otra. Ambas parecen estar vistiendo ornamentos extravagantemente emplumados en la espalda y grandes pendientes en la oreja; la segunda figura tiene una diadema sobre la frente. El que va adelante sopla un pututo,
sigue, que ya está transformada y tiene colmillos, lleva una concha de Spondylus. La parte superior de los fragmentos, que solo se conserva en parte, muestra una hilera de tres participantes en una procesión que también lucen vestimenta de fiesta y parecen estar llevando insignias o
Piedra (caliza) escupilda e incisa 61 x 55 x 23 cm ca. 900-550 a.C. Ministerio de Cultura del Perú Museo Nacional Chavín Chavín de Huántar, departamento de Áncash Reg. Nac. No. 0000003363 Inv. No. MACH-00545
El felino retratado en lo que originalmente fue la parte inferior de esta cornisa, descubierta en 1971, tal vez represente un jaguar con cabeza humana. Hay más felinos en la parte superior, que en su tiempo habría sido el lado visible de frente. Al igual que en el caso de la cabeza en cat. no. 119, aquí también hay una serpiente que después de emerger del borde inferior del ojo que mira hacia arriba, asciende verticalmente hacia
criatura lleva un tocado y sobre la espalda tiene unos objetos enrollados. El cuerpo está decorado con círculos concéntricos y tiene una boca con colmillos tanto en el lomo como en su cola que se encuentra parcialmente conservada (cf. el mortero en cat. no. 12 y los relieves de la Plaza Circular).
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113 FRAGMENTO DE CORNISA CON UN SER HÍBRIDO EN FORMA DE AVE Piedra (granito) esculpida y pulida 139 x 59 x 23,2 cm ca. 900-550 a.C. Ministerio de Cultura del Perú Museo Nacional Chavín Chavín de Huántar, departamento de Áncash Reg. Nac. No. 0000003376 Inv. No. MACH-00547
Esta cornisa originalmente mostraba una hilera de criaturas híbridas, semejantes a unas aves de presa con las alas abiertas y las garras extendidas a cada lado. Las plumas del ala y de la cola tienen dos caras cada una, y los tobillos y las ancas están formados por rostros con colmillos. El pico curvo de la criatura mira hacia arriba y tiene detrás otra boca con colmillos, razón por la cual se cree se trata de una criatura híbrida. Su forma es muy parecida a la de las figuras de los guardianes en las columnas del Portal Blanco y Negro (véase fig. 105).
114 CABEZA DE AVE Piedra (granito) esculpida y pulida 80 x 20 x 42 cm ca. 900-550 a.C. Ministerio de Cultura del Perú Museo Nacional Chavín Chavín de Huántar, departamento de Áncash Reg. Nac. No. 0000003367 Inv. No. MACH-00553
Aparte de las cabezas clavas empotradas en los muros del templo (cat. nos. 115-120), son muy pocas las esculturas tridimensionales de Chavín. Esta cabeza de ave constituye una de las pocas excepciones. La única otra, strictu sensu, es el Lanzón, la escultura principal de Chavín. Es posible que originalmente esta cabeza también haya estado empotrada en el muro de un edificio. El ave mira hacia arriba y ha sido identificada de diversos modos como un águila harpía —el ave de rapiña más poderosa de la cuenca amazónica—, un cóndor o un cóndor real.
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115 CABEZA HUMANA Piedra (toba volcánica) esculpida 27 x 28 x 44 cm ca. 900-550 a.C. Ministerio de Cultura del Perú Museo Nacional Chavín Chavín de Huántar, departamento de Áncash Reg. Nac. No. 0000003351 Inv. No. MACH-00012
Esta escultura y las cinco siguientes se conocen como cabezas clavas. Deben su nombre al apéndice, semejante a un clavo, que tienen en la parte posterior de la cabeza, que les permitía ser insertadas en un agujero de la fachada. Solamente queda una de estas cabezas in situ, pero los agujeros en los cuales estuvieron colocadas siguen claramente visibles, espaciados a intervalos regulares a lo largo de las fachadas occidental y meridional del edificio A. Hasta la fecha se conocen alrededor de cien de estas cabezas, y las excavaciones actuales constantemente encuentran otras nuevas que ya no se encuentran en su ubicación original. Salvo por el Lanzón, la principal escultura de Chavín, las cabezas clavas son las únicas obras escultóricas de esta cultura que fueron talladas en tres dimensiones.
Cada una de las cabezas, casi todas humanas, tienen un conjunto distintivo de rasgos —pliegues faciales, nariz que moquea, serpientes como cabellos, ojos excéntricos, colmillos y fosas nasales dilatadas— cuya prominencia varía de una a otra. Resulta imposible decir con certeza alguna si originalmente estuvieron alineadas —tal como los investigadores creen— a lo largo de la fachada del templo para reconstruir la transformación sucesiva de un humano en un ser felino —probablemente un jaguar—, pero esta idea es sin duda factible, ya que gracias a una serie de hallazgos arqueológicos sabemos que en el templo se consumían sustancias psicoactivas. Incluso hoy en día los chamanes tradicionales usan el cactus San Pedro (Echinopsis pachanoi), que contiene mezcalina, para preparar una poción psicoactiva llamada huachuma, en tanto que se usa vilca (Anadenanthera colubrina) para preparar una suerte de rapé. Los tubos para inhalar dicha sustancia se hallaron dentro de la zona del templo. Al consumir estas sustancias los músculos faciales se contraen, la nariz moquea y en la cabeza se siente como si unas serpientes estuvieran retorciéndose dentro. El estado de percepción alterado genera visiones de un mundo del todo distinto y permite sentir fuerzas sobrehumanas. El rostro de esta cabeza en particular todavía es bastante humano y su mirada se dirige hacia adelante, pero la boca está distorsionada y ya hay profundos pliegues en el rostro.
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116 CABEZA HUMANA CON CABELLOS DE SERPIENTE Y NARIZ QUE MOQUEA Piedra (toba volcánica) esculpida 31,2 x 39 x 55 cm ca. 900-550 a.C. Ministerio de Cultura del Perú Museo Nacional Chavín Chavín de Huántar, departamento de Áncash Reg. Nac. No. 0000003350 Inv. No. MACH-00011
En comparación con la pieza anterior (cat. no. 115), los pliegues faciales de esta escultura se han profundizado y los cabellos se han convertido en serpientes. La figura mira directamente hacia adelante y su nariz comienza a moquear.
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117 CABEZA HUMANA EN AVANZADO ESTADO DE TRANSFORMACIÓN Piedra (toba volcánica) esculpida 34 x 35 x 64 cm ca. 900-550 a.C. Ministerio de Cultura del Perú Museo Nacional Chavín Chavín de Huántar, departamento de Áncash Reg. Nac. No. 0000152253
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118 CABEZA DE UN SER HÍBRIDO
En este ejemplar, la mirada de l a figura se dirige ahora hacia arriba y su nariz moquea a chorros. La boca presenta poderosos colmillos, y sus esquinas redondeadas se encuentran retraídas. El semblante humano está transformándose en una mueca
Piedra (toba volcánica) esculpida 43,8 x 50 x 63 cm ca. 900-550 a.C. Ministerio de Cultura del Perú Museo Nacional Chavín Chavín de Huántar, departamento de Áncash Reg. Nac. No. 0000003347 Inv. No. MACH-00005
Las prominentes fosas nasales dilatadas que se representan en esta figura, los profundos pliegues nasales y sus cejas serpentinas están representadas armoniosamente con formas sinuosas. Unos largos y afilados colmillos apuntan desde la boca, tanto hacia arriba como hacia
clava promedio, este ejemplar en particular resulta impresionante debido al juego dinámico de las formas perfectamente balanceado que presenta.
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119 CABEZA DE UN SER HÍBRIDO Piedra (toba volcánica) esculpida 40 x 41 x 83,3 cm ca. 900-550 a.C. Ministerio de Cultura del Perú Museo Nacional Chavín Chavín de Huántar, departamento de Áncash Reg. Nac. No. 0000003345 Inv. No. MACH-00003
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120 CABEZA DE FELINO (¿JAGUAR?) En marcado contraste con los contornos redondeados y las curvas del ejemplar anterior (cat. no. 118), los rasgos faciales de esta criatura han sido exagerados y distorsionados deliberadamente. Los párpados y las esquinas de la boca son de forma agresivamente geométrica, lo que hace que resulten particularmentellamativos. La mirada se encuentra hacia arriba. Dos serpientes cuelgan
hacia abajo desde la frente hasta el puente de la nariz, y debajo de cada ojo se puede observar otra serpiente que se aleja arrastrándose de la nariz a lo largo del labio superior. Estos elementos, y en realidad el diseño de toda la pieza, son casi idénticos a la cara del fragmento de la tinaja de cerámica procedente de Kuntur Wasi (cat. no. 95).
Piedra (toba volcánica) esculpida 42 x 43,4 x 125 cm ca. 900-550 a.C. Ministerio de Cultura del Perú Museo Nacional Chavín Chavín de Huántar, departamento de Áncash Reg. Nac. No. 0000003349 Inv. No. MACH-00008
Esta cabeza esculpida no presenta absolutamente ninguna característica humana. Al igual que la cat. no. 114 ella muestra un animal, probablemente un jaguar, con la mirada hacia arriba. En cada esquina de la boca hay tres cabezas de serpiente.
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121 MORTERO CON DECORACIÓN GEOMÉTRICA EN RELIEVE Piedra esculpida y pulida 25,1 x 23,9 cm ca. 900-550 a.C. Ministerio de Cultura del Perú Museo Nacional Chavín Chavín de Huántar, departamento de Áncash Reg. Nac. No. 0000002946
Este mortero con cuatro patas fue descubierto por John W. Rick durante las excavaciones que llevó a cabo en el centro de la Plaza Mayor en 2001. Fue hallado dentro de una estructura circular escondida debajo del suelo de la plaza, donde el equipo decidió excavar luego de que el radar de penetración de tierra indicara la presencia de estructuras construidas y de bloques de piedra macizas. El mortero probablemente se usó para preparar bebidas alcohólicas o comida para las fiestas.
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Los pututos de Chavín
Los pututos (trompetas de caracol marino) de Chavín
Durante muchos años, los únicos artefactos que se hallaron depositados o almacenados en el templo de Chavín eran los que Luis Guillermo Lumbreras encontró en la Galería de las Ofrendas (véase cap. 4.5; cat. nos. 125-163). A pesar de que son raros los hallazgos realizados en su contexto original a partir de los cuales se hace posible extraer conclusiones con respecto a actividades más tempranas en el templo, son precisamente estos descubrimientos los que tienen mayor valor para los arqueólogos, puesto que nos abren una ventana hacia el pasado.
Aunque muchos artefactos y objetos variados fueron encontrados en la Galería de las Ofrendas —tales como vasijas de cerámica, parafernalia hecha de hueso y artefactos de piedra, no había entre ellos ni un s olo caracol marino de Strombus. Esto indica que se trazó una distinción entre las galerías y las cámaras usadas como espacio de almacenaje de la parafernalia ritual, y aquellas utilizadas para depositar ofrendas o incluso llevar a cabo actos rituales.
El sonido de los pututos, soplados en coro en la Plaza Circular o en las galerías laberínticas del complejo del templo, es tan deslumbrante que podría haber tenido un impacto transformador sobre el estado mental de todos los que estaban expuestos a él, especialmente si eran soplados rítmica y musicalmente (cf. el relieve en cat. no. 111). La investigación llevada a cabo por Miriam Kolar (Kolar et al. 2010) sobre la psicoacústica muestra que la arquitectura del templo de Chavín fue concebida con criterios acústicos; la acústica, el sonido y la música probablemente fueron elementos cruciales que supieron aplicar con suma destreza quienes planificaron el complejo (véase cap. 4.4).
John W. Rick e ncontró los pututos en julio de 2001, cuando excavaba la Galería de las Caracolas (véase fig. 110) al sur de la Plaza Circular del templo de Chavín. Los veinte pututos yacían sobre el piso de la antigua galería. Pero hay diferencias significativas entre estos dos descubrimientos de las galerías: mientras que para Lumbreras (1993) los hallazgos realizados en la Galería de las Ofrendas daban fe de un único evento sacrificial, Rick pudo mostrar que la pequeña Galería de las Caracolas, que mide apenas 6 x 1,2 m, fue usada durante largo tiempo exclusivamente como de pósito de los pututos, utilizados en actividades ceremoniales llevadas a cabo en la Plaza Circular.
La superficie algo gastada de los pututos, la mayoría de los cuales fueron tallados de manera exquisita, prueba de que fueron utilizados a lo largo de varias ge neraciones. El hecho de que los caracoles mismos provenían de la cuenca del Guayas, en Ecuador, o de lugares aún más lejanos, y que las tallas a menudo sean del estilo Cupisnique de la costa norte, indica que para el periodo Chavín ya había quedado establecida una interacción que se extendía a lo largo de varios miles de kilómetros. A diferencia de los pututos de las tumbas de Kuntur Wasi (véanse cat. nos. 64-66), los de Chavín tienen todos un corte distintivo cerca de la abertura cuya finalidad no queda del todo clara. El agujero a través del cual se soplaba la trompeta siempre está finamente trabajado. Las marcas dejadas por los textiles muestran que los pututos estuvieron envueltos en telas que no han subsistido.
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122 PUTUTO CON DECORACIÓN
TALLADA Caracol tallado, cortado y perforado 23,5 x 20 x 19,9 cm ca. 900-550 a.C. Ministerio de Cultura del Perú Museo Nacional Chavín Chavín de Huántar, departamento de Áncash Reg. Nac. No. 0000002914
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123 PUTUTO CON DECORACIÓN
TALLADA Caracol tallado, cortado y perforado 22 x 16 x 21 cm ca. 900-550 a.C. Ministerio de Cultura del Perú Museo Nacional Chavín Chavín de Huántar, departamento de Áncash Reg. Nac. No. 0000002918
124 PUTUTO CON DECORACIÓN
TALLADA Caracol tallado, cortado y perforado 26 x 20 x 23,5 cm ca. 900-550 a.C. Ministerio de Cultura del Perú Museo Nacional Chavín Chavín de Huántar,
Los pututos de Chavín
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Los hallazgos de la Galería de las Ofrendas
Los hallazgos de la Galería de las Ofrendas
El descubrimiento de la Galería de las Ofrendas, uno de los sistemas subterráneos de galerías ubicado cerca de la Plaza Circular (véanse figs. 110, 118), marcó un hito importante en la historia de la arqueología de Chavín. La entrada a ella, descubierta por Marino González en 1965, fue sellada con bloques largos de piedra, enterrados debajo de estructuras erigidas después del periodo Chavín. La Galería de las Ofrendas figura entre los hallazgos arqueológicos más importantes realizados en el Perú, puesto que el contexto del descubrimiento nos dice mucho sobre la temprana actividad humana cuando el templo de Chavín se encontraba en apogeo.
Las descripciones del catálogo que siguen a continuación recurren al análisis y la categorización que Luis G. Lumbreras hiciera sobre los hallazgos realizados en esta galería, cuyos resultados presentó en una extensa y detallada monografía publicada en 1993. La cerámica fue clasificada según su material, forma, técnica de manufactura así como sobre la base de los aspectos artísticos de la decoración. Se definieron tres categorías principales: cerámica Chavín (decorada con motivos que se parecen a los de las esculturas en piedra del templo mismo), alfarería simple (sin adornos) y cerámica no-Chavín (que tenía las características de tradiciones alfareras de otras regiones).
Cerámica Chavín
Luis Guillermo Lumbreras, arqueólogo peruano y coautor de este libro, dirigió las excavaciones en Chavín (véase cap. 4.5) entre 1966 y 1973, y supervisó la excavación de la Galería de las Ofrendas entre agosto de 1966 y abril de 1967. La larga galería subterránea consta de un pas adizo central que corre de este a oeste, de aproximadamente 1,9 m de alto, 90 cm de ancho y 24 m de largo, del cual salen nueve cámaras laterales en dirección norte-sur, cada una de las cuales tiene 3,6 m de largo y 1 m de ancho. La galería originalmente estuvo revestida con un enlucido de barro pintado. En una capa de tierra roja muy dura sobre el piso de la galería se encontraron numerosas ofrendas: un total de 18,275 fragmentos de seiscientos ochentaiún vasijas de cerámica, cuarenta y seis objetos de piedra, una cuenta de cerámica, y sesenta y nueve artefactos de hueso. A ello le debemos sumar 3,572 pedazos de huesos de diversos animales, así como huesos humanos que parecen haber sido hervidos (véase cap. 4.5 y Lumbreras 1993). A juzgar por la situación en la cual se descubrieron estas piezas, la galería debió haber tenido acceso durante un periodo considerablemente largo, y es de presumir que las vasijas depositadas allí originalmente contuvieron ofrendas de comida y bebida. Los diferentes estilos alfareros encontrados en ella señalan varias y distintas regiones de origen, lo que indicaría que Chavín alguna vez fue un impor tante centro para los peregrinos de toda la región andina norcentral.
El fechado radiocarbónico de la Galería de las Ofrendas dio una fecha de ca. 750 a.C. (Lumbreras 1989, p. 113), la cual se sitúa al centro del periodo constructor más intenso de Chavín, la llamada fase Blanco y Negro (ca. 900-550 a.C.; véase cap. 4.3). Aquí presentamos los cuarenta objetos restaurados más finos provenientes de la Galería de las Ofrendas. Actualmente estos se encuentran conservados en el depósito del Museo de Arqueología y Antropología de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, en Lima.
La cerámica Chavín comparte muchos rasgos iconográficos y estilísticos con las decoraciones esculpidas en los monumentos principales del templo. Los materiales usados para fabricar las vasijas varían considerablemente. Además de aquellos elementos típicos de Chavín, resultan particularmente asombrosas la enorme gama de formas y la calidad artística artesanal. Los alfareros ejercieron una considerable libertad artística, así como una gran creatividad en la forma en que se aproximaron al diseño. Los siguientes estilos cuentan todos como cerámica Chavín: Dragoniano, Qotopukyo, Ofrendas, Chavín o estilo Chavinoide, y el estilo Floral.
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Los hallazgos de la Galería de las Ofrendas
125 CUENCO CON DOS CRIATURAS DRAGONIANAS
126 CUENCO CON CRIATURA DRAGONIANA
127 CUENCO CON CRIATURA DRAGONIANA
Cerámica; modelada y pulida Decoración en relieve e incisa en la base y en el exterior 7,3 x 21 cm ca. 900-550 a.C.
Cerámica; modelada y pulida Decoración en relieve e incisa en la base y en el exterior 8,3 x 18,8 cm ca. 900-550 a.C. Museo de Arqueología y Antropología, Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Lima Reg. Nac. No. 00002464 Inv. No. 30.03.00-BC2-4-316 Dibujo: Luis G. Lumbreras 1993, pl. 22, 292a
Cerámica; modelada y pulida Decoración en relieve e incisa en la base y en el exterior 8,7 x 18,5 cm ca. 900-550 a.C. Museo de Arqueología y Antropología, UniversidadNacional Mayor de San Marcos, Lima Reg. Nac. No. 00003051 Inv. No. 30.03.00-BC2-4-91 Dibujo: Luis G. Lumbreras 1993, pl. 22, 291a
ESTILO DRAGONIANO Las vasijas de estilo Dragoniano son notables por la alta calidad de su trabajo. Su color es variado, fueron elaboradas con un compuesto de arcilla especial, y cuentan con un acabado liso casi aterciopelado. Las vasijas fueron pulidas hasta alcanzar un fuerte brillo. Las incisiones son la forma de decoración predominante, pero también se encuentran diseños estampados y punteados. Las botellas y los cuencos son las únicas formas de vasijas halladas en este estilo. El estilo Dragoniano está definido por su propio y distintivo repertorio iconográfico de motivos, que consta de criaturas complejas semejantes a dragones, criaturas híbridas o los elementos que las componen. Se cree que estas criaturas, que fueron representadas sobre todo en forma dual (¿macho/ hembra?), fueron derivadas del cocodrilo o del caimán. Mientras que los cocodrilos ( Crocodylus acutus) —al igual que la ostra espinosa (Spondylus) y el caracol marino (Strombus)— se en-
cuentran a lo largo de la costa ecuatoriana, el caimán ( Melanosuchus niger ) solamente vive al este de los Andes, en las tierras bajas de la Amazonía. El poder, la peligrosidad y lo exótico de estas bestias provenientes de regiones distantes les prestaban un gran poder simbólico. En muchos casos solamente aparecen algunos rasgos claves, como sus colmillos curvos amenazantes. Con toda probabilidad, muchas de las representaciones son imágenes extraídas de la mitología del periodo Chavín. El ObeliscoTello (véanse las figs. 5 y 116) es la escultura en piedra más importante que muestra un estilo similar al Dragoniano. En este caso el motivo se trata también de una criatura primordial semejante a un dragón, representada de forma dual y probablemente ilustra la tradición oral Chavín. En lo que se refiere al estilo, la cerámica Dragoniana tiene una cierta afinidad con la región de la costa central.
Museo de Arqueología y Antropología, UniversidadNacional Mayor de San Marcos, Lima Reg. Nac. No. 00002466 Inv. No. 30.03.00-BC2-4-78 Dibujo: Luis G. Lumbreras 1993, pl. 30, 311a
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128 CUENCO CON CRIATURA DRAGONIANA CON CABEZA DE COCODRILO, DE CUERPO ENTERO Y ENROLLADO Cerámica modelada y pulida Decoración incisa en la base y en el exterior 7,3 x 17,2 cm ca. 900-550 a.C. Museo de Arqueología y Antropología, Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Lima Reg. Nac. No. 00002465 Inv. No. 30.03.00-BC2-4-109 Dibujo: Luis G. Lumbreras 1993, pl. 23, 294a
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Los hallazgos de la Galería de las Ofrendas
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CHAVÍN
129 CUENCO CON CRIATURA DRAGONIANA CON CABEZA DE COCODRILO Cerámica modelada y pulida Decoración en relieve e incisa en la base y en el exterior 7,9 x 18,8 cm ca. 900-550 a.C. Museo de Arqueología y Antropología, UniversidadNacional Mayor de San Marcos, Lima Reg. Nac. No. 00002495 Inv. No. 30.03.00-BC2-4-212 Dibujo: Luis G. Lumbreras 1993, pl. 22, 293a
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Los hallazgos de la Galería de las Ofrendas
130 CUENCO CON DOS CABEZAS CON UN SOLO DIENTE Cerámica modelada y pulida Decoración incisa profunda en la base y en el exterior 7,5 x 19,1 cm ca. 900-550 a.C. Museo de Arqueología y Antropología, UniversidadNacional Mayor de San Marcos, Lima Reg. Nac. No. 00002467 Inv. No. 30.03.00-BC2-4-92 Dibujo: Luis G. Lumbreras 1993, pl. 31, 314a
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CHAVÍN
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131 CUENCO CON DOS PAREJAS DE CABEZAS
132 CUENCO CON CUATRO CABEZAS DE UN AVE (¿LORO?)
133 BOTELLA CON CABEZAS DE DOBLE GANCHO Y UN COLMILLO
134 BOTELLA CON DOS CABEZAS DE PERFIL CON COLMILLOS
Cerámica modelada y pulida Decoración incisa en la pared exterior 7,7 x 18,1 cm ca. 900-550 a.C. Museo de Arqueología y Antropología, UniversidadNacional Mayor de San Marcos, Lima Reg. Nac. No. 00002468 Inv. No. 30.03.00-BC2-4-116 Dibujo: Luis G. Lumbreras 1993, pl. 33, 321a
Cerámica modelada y pulida Decoración incisa en la pared exterior 8,3 x 19 cm ca. 900-550 a.C. Museo de Arqueología y Antropología, UniversidadNacional Mayor de San Marcos, Lima Reg. Nac. No. 00002471 Inv. No. 30.03.00-BC2-4-226 Dibujo: Luis G. Lumbreras 1993, pl. 35, 338a
Cerámica modelada y pulida Decoración incisa 22,9 x 13,5 cm ca. 900-550 a.C. Museo de Arqueología y Antropología, Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Lima Reg. Nac. No. 00003052 Inv. No. 30.03.00-BC2-4-208 Dibujo: Luis G. Lumbreras 1993, pl. 31, 313a
Cerámica modelada y pulida Decoraciónincisa 20 x 15,7 cm ca. 900-550 a.C. Museo de Arqueología y Antropología, Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Lima Reg. Nac. No. 00003055 Inv. No. 30.03.00-BC2-4-261 Dibujo: Luis G. Lumbreras 1993, pl. 32, 317a
Los hallazgos de la Galería de las Ofrendas
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ESTILO QOTOPUKYO
La cerámica de estilo Qotopukyo es distintiva debido al compuesto de una pasta arenosa usada al fabricarla, lo que dio como resultado una superficie de textura irregular. La mayoría de las vasijas son de color gris claro y solamente en algunos casos aislados de superficie crema. Las vasi jas fueron modeladas por enrollado y luego fueron cubiertas con un engobe previo a su cocción. En la mayoría de los casos la cocción determina el contraste entre distintos acabados de la superficie —por ejemplo, pulido y mate— y, lo que es aún más importante, se obtuvieron las texturas específicas de la superficie puntillado-rayado y corrugado. La forma característica es la “garrafa” (cat. no. 136, 137), pero hay varias formas de “florero” (cat. no. 135). Hasta la fecha solo hay una evidencia de un gollete-estribo y unos cuantos cuencos de estilo Qotopukyo. La decoración comprende elementos fuertemente abstractos y partes de criaturas compuestas, tales como ojos, bocas, manchas, y patas. También se usaron formas geométricas, tales como círculos, bandas en espiral, ganchos y un conjunto de figuras que con seguridad son signos de algún tipo. Una forma especial es la botella (cat. no. 135) que representa una criatura antropomorfa. Al igual que en el caso del estilo Dragoniano, la cerámica de estilo Qotopukyo tiene cierta similitud con la región de la costa central.
CHAVÍN
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Los hallazgos de la Galería de las Ofrendas
136 BOTELLA CON MOTIVOS ESPIRALADOS
137 BOTELLA CON MOTIVOS DE FLORES (O PERFIL DE CACTO DE SAN PEDRO)
135 BOTELLA CON UN SER HÍBRIDO Cerámica modelada y pulida Decoración en relieve e incisa 23,8 x 19,1 cm ca. 900-550 a.C. Museo de Arqueología y Antropología, UniversidadNacional Mayor de San Marcos, Lima Reg. Nac. No. 00003054 Inv. No. 30.03.00-BC2-4-311 Dibujo: Luis G. Lumbreras 1993, pl. 44, 384a
La figura mostrada en esta botella en vista frontal se conoce como el “ser emplumado que saluda”. Tiene la mano derecha levantada y la izquierda apuntando hacia abajo o hacia atrás. La posición del brazo y de las manos es igual que en la del Lanzón, la deidad suprema de Chavín (Lumbreras 1993, p. 36; véase la fig. 4).
Cerámica modelada y pulida Decoración incisa 29,6 x 13 cm ca. 900-550 a.C. Museo de Arqueología y Antropología, Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Lima Reg. Nac. No. 00002476 Inv. No. 30.03.00-BC2-4-253
Cerámica modelada y pulida Decoración corrugada e incisa 29,7 x 11,2 cm ca. 900-550 a.C. Museo de Arqueología y Antropología, UniversidadNacional Mayor de San Marcos, Lima Reg. Nac. No. 00003055 Inv. No. 30.03.00-BC2-4-310
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ESTILO OFRENDAS Las vasijas decoradas de estilo Ofrendas se caracterizan por la ejecución tosca de los motivos; en efecto, es como si los alfareros hubiesen intentado imitar los motivos de otros estilos. Las vasijas fueron decoradas mediante las incisiones y el pulido, y en algunos casos fueron pintadas con pintura blanca. Algunas vasijas también resaltan por su autonomía estilística y aparente impermeabilidad a la influencia de otros estilos Chavinenses. Entre estas últimas tenemos un cuenco decorado con ocho peces en el interior y cuatro en el exterior (cat. no. 138). Cuencos de estilo Ofrendas han sido encontrados principalmente en la costa central, en Ancón y en los valles de Chillón y Rímac.
CHAVÍN
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138 CUENCO CON FIGURAS DE PECES
139 BOTELLA CON MOTIVOS DE CRUSTÁCEOS ENTRE BANDAS (?)
Cerámica modelada y pulida Decoración incisa en el exterior e interior 5 x 18,3 cm ca. 900-550 a.C. Museo de Arqueología y Antropología, UniversidadNacional Mayor de San Marcos, Lima Reg. Nac. No. 00002462 Inv. No. 30.03.00-BC2-4-103 Dibujo: Luis G. Lumbreras 1993, pl. 20, 288a, 288b
Cerámica modelada y pulida Decoración en relieve e incisa 16,3 x 12,4 cm ca. 900-550 a.C. Museo de Arqueología y Antropología, Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Lima Reg. Nac. No. 00002461 Inv. No. 30.03.00-BC2-4-157
Los hallazgos de la Galería de las Ofrendas
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ESTILO CHAVÍN Y CHAVINOIDE
ESTILO FLORAL El estilo Floral constituye una variante decorada del estilo Ofrendas. Pero mientras los motivos de la mayoría de las vasijas del estilo Ofrendas son comparativamente toscas, lo que sugiere que eran solo para uso doméstico, las de estilo Floral evidencian un mayor grado de habilidad, lo que indica que tal vez fueron hechas para rituales. Las vasijas fueron hechas con el proceso de modelado y paleteado, y está claro que se tuvo mucho más cuidado con el acabado de la superficie que en el caso de las vasijas Ofrendas. La decoración se destaca por el contraste entre campos tex-
turados que a su vez contrastan con las áreas pulidas. La textura es lograda principalmente con texturado o mecido fino. Una forma que es típica del estilo Floral y que no se da en las piezas del estilo Ofrendas, es una forma semejante a un florero. Tiene un gollete largo, delgado y usualmente abocinado, un cuerpo achatado, de contorno elipsoide. El gollete es, en general, tres a cuatro veces más largo que el cuerpo. Los cuencos, de otro lado, son muy parecidos a los de estilo Ofrendas. El motivo más característico y difundido de todos los de este
140 BOTELLA CON DOS CRIATURAS HÍBRIDAS, SIMILARES A LAS AVES RAPACES Cerámica modelada y pulida Decoración incisa y textura de burilado dentado fino 21,6 x 12 cm ca. 900-550 a.C. Museo de Arqueología y Antropología, UniversidadNacional Mayor de San Marcos, Lima Reg. Nac. No. 00003056 Inv. No. 30.03.00-BC2-4-140 Dibujo: Luis G. Lumbreras 1993, pl. 49, 415a
Esta criatura semejante a un ave tiene colmillos de felino detrás de su pico, razón por la cual ha sido descrita como una criatura híbrida (véase la mezcla de ave y felino ilustrada en cat. no. 8).
estilo es el “nudo de flores”, que consta de dos bandas que terminan en flores en un extremo, que se entrelazan en el centro formando una unidad decorativa. Otro que parece ser bastante común es un diseño en forma de “Flor de Lys”, una flor retratada de perfil, compuesto por tres bandas que terminan en puntas. A diferencia del estilo Dragoniano, en el Floral no hay un solo motivo dominante. Hay representaciones naturalistas de felinos y aves, al igual que criaturas sobrenaturales como el “dragón floral”. Las aves de rapiña con las alas extendidas (cat. no. 140) constituye igualmente un motivo en los relieves en piedra (cf. cat. no. 113) y han
sido interpretadas también de diversos modos como cóndores o como ciertas especies de halcón. Las representaciones de felinos y aves también se encuentran en los relieves en piedra. El estilo Floral parece haber estado difundido cerca de Chavín, pues hasta hoy los únicos otros ejemplos conocidos son los que se encontraron en Kotosh (Huánuco). Aunque no hay evidencia alguna de su presencia en la costa central o sur, es probable que sí haya habido vínculos de algún tipo con la costa norte.
Esta variante reúne vasijas atípicas, que no puede asignarse de modo inequívoco a ningún estilo. Hasta la fecha solamente se han hallado unos cuantos ejemplares de cerámica de estilo Chavinoide; podría incluso definirse un nuevo estilo una vez que se hayan encontrado más objetos.
Los hallazgos de la Galería de las Ofrendas
141 CUENCO CON DOS SERES MONSTRUOSOS Cerámica modelada y pulida Decoración incisa y con un achurado 9,4 x 11,5 cm ca. 900-550 a.C. Museo de Arqueología y Antropología, Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Lima Reg. Nac. No. 00002475 Inv. No. 30.03.00-BC2-4-87 Dibujo: Luis G. Lumbreras 1993, pl. 46, 398a
142 BOTELLA CON MOTIVOS DE PLUMAS Este cuenco es similar a los de estilo Qotopukyo pero fue hecho con un material diferente, una pasta marrón arenosa. Las dos cabezas se encuentran separadas por una banda ancha, que define al mismo tiempo el labio superior de la criatura. Los ojos alargados con iris excéntrico son claramente reconocibles, al igual que las fosas nasales hemisféricas dilatadas.
Cerámica modelada y pulida Decoración incisa sobre fondo burilado o mecido dentado profundo 19 x 13 cm ca. 900-550 a.C. Museo de Arqueología y Antropología, Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Lima Reg. Nac. No. 00003057 Inv. No. 30.03.00-BC2-4-320 Dibujo: Luis G. Lumbreras 1993, pl. 40, 365a
Esta es una de las pocas vasijas conservadas intactas. La forma de la botella coincide con la del estilo Ofrendas, en tanto que el diseño, la decoración y la técnica de fabricación son más del estilo Dragoniano.
CHAVÍN
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CERÁMICA NO-CHAVÍN
CERÁMICA WACHEQSA
“Cerámica no-Chavín” es el nombre dado a aquellas vasijas que, a juzgar por sus características, distribución y técnicas de producción, probablemente pertenezcan a una tradición cultural distinta. Estos ceramios podrían muy bien haber sido producidos en distintos talleres de aldeas en regiones culturales distintas, una hipótesis que queda respaldada por la simple variedad de los métodos de producción. Cada uno de estos estilos alfareros recibió su nombre del lugar donde fue descubierto.
El estilo Wacheqsa es notablemente homogéneo en lo que se refiere a la arcilla, la técnica de producción (enrollado) y los elementos decorativos. Todas estas piezas de color rojo oscuro se encuentran cubiertas parcial o íntegramente por grafito gris-negro y decoradas con incisiones, cortes y modelado. Se han encontrado botellas, cántaros y cuencos. Se conocen botellas asa estribo con un estribo rectangular y gollete bulboso, al igual que ejemplares con un estribo de forma anular grueso. Los cuerpos pueden ser esféricos, de base plana, cilíndricos o figurativos. También se han encontrado cántaros esféricos de cuerpo redondo, cuello corto y angosto, así como cuencos de base plana y paredes abiertas. Las botellas
Los siguientes estilos alfareros se consideran cerámica no-Chavín: Wacheqsa, Mosna, Puksha, Raku, Puca Orqo (no incluido aquí) y cerámica atípica.
figurativas fueron modeladas para que se vieran como frutas montadas sobre una base cilíndrica. Hay dos estilos Wacheqsa distintivos, Wacheqsa A y Wacheqsa B. La cerámica del primer tipo (cat. nos. 143-148) se encuentra dividida en zonas de pintado con grafito sobre una superficie de engobe rojo, y ocasionalmente presenta un patrón inciso sobre la arcilla seca usando un fino buril. En el caso de la cerámica Wacheqsa B es característico el brillo plomizo conseguido hundiendo las vasijas en grafito (cat. no. 149) y los patrones incisos realizados en la arcilla cuando todavía está fresca.
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Resulta interesante señalar que, aunque es rara en Chavín, la cerámica Wacheqsa siempre se encuentra junto a la alfarería Chavín, ya sea que se trate de un contexto ceremonial como es el caso aquí, o más bien de un contexto doméstico. Sus obvios vínculos con la costa norte y la llamada cerámica “Cupisnique Transitorio” (cf. cat. nos. 143 y 47; véase también cat. no. 49), y aún más con la cerámica del valle de Virú, prueban sin embargo que era importada. Cerámica del estilo Wacheqsa A ha sido hallada tanto en el valle del Santa como en el de Casma, por ejemplo en Cerro Sechín (cap. 2.5).
143 BOTELLA ASA ESTRIBO EN FORMA DE FRUTOS Cerámica modelada, incisa y puntillada,pintadaparcialmente con pintura de grafito 21 x 16 cm ca. 900-550 a.C. Museo de Arqueología y Antropología, Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Lima Reg. Nac. No. 00003064 Inv. No. 30.03.00-BC2-4-201
Se cree que los frutos en cuestión representados en esta vasija son pepinos dulces
Los hallazgos de la Galería de las Ofrendas
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CHAVÍN
144 BOTELLA ASA ESTRIBO ROJA
145 BOTELLA ASA ESTRIBO ROJA
Cerámica modelada y pulida 23,7 x 16,6 cm ca. 900-550 a.C. Museo de Arqueología y Antropología, UniversidadNacional Mayor de San Marcos, Lima Reg. Nac. No. 00002484 Inv. No. 30.03.00-BC2-4-284
Cerámica modelada y pulida 22,5 x 16,4 cm ca. 900-550 a.C. Museo de Arqueología y Antropología, UniversidadNacional Mayor de San Marcos, Lima Reg. Nac. No. 00003058 Inv. No. 30.03.00-BC2-4-293
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146 CÁNTARO CON UN MOTIVO GEOMÉTRICO Cerámica modelada y pulida, pintada parcialmente con pintura de grafito 19,9 x 19 cm ca. 900-550 a.C. Museo de Arqueología y Antropología, Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Lima Reg. Nac. No. 00002488 Inv. No. 30.03.00-BC2-4-268
Los hallazgos de la Galería de las Ofrendas
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147 CUENCO CON DISEÑOS DE PATRONES GEOMÉTRICOS
148 CUENCO CON DISEÑOS DE PATRONES GEOMÉTRICOS
Cerámica modelada y pulida, grabada y pintada parcialmente con pintura de grafito 6,5 x 24,1 cm ca. 900-550 a.C. Museo de Arqueología y Antropología, UniversidadNacional Mayor de San Marcos, Lima Reg. Nac. No. 00002489 Inv. No. 30.03.00-BC2-4-241
Cerámica modelada y pulida, grabada y pintada parcialmente con pintura de grafito 7,3 x 23,4 cm ca. 900-550 a.C. Museo de Arqueología y Antropología, UniversidadNacional Mayor de San Marcos, Lima Reg. Nac. No. 00002490 Inv. No. 30.03.00-BC2-4-317
149 BOTELLA CON TÍPICA DECORACIÓN CUPISNIQUE Cerámica modelada, incisa con punzón romo sobre superficie blanda 18,3 x 15,2 cm ca. 900-550 a.C. Museo de Arqueología y Antropología, UniversidadNacional Mayor de San Marcos, Lima Reg. Nac. No. 00003065 Inv. No. 30.03.00-BC2-4-229 Dibujo de: Luis G. Lumbreras 1993, pl. 72, 579a, 579b
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Los hallazgos de la Galería de las Ofrendas
CHAVÍN
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CERÁMICA MOSNA Lo que distingue a la cerámica Mosna de otras es su superficie de color anaranjado-cremoso, con motivos pintados en rojo. Hay varias formas distintivas de botellas, cántaros y cuencos, las cuales tienen una base redondeada. Las cántaros tienen un cuerpo esferoidal y un cuello hiperbólico (cat. no. 150). Las piezas fueron elaboradas con torno. La materia prima utilizada para todas estas piezas tal
vez provino del mismo yacimiento y al estar temperada con arena muestra como resultado una textura irregular. El contexto de su producción era casi con toda certeza doméstico. Dentro del estilo Mosna podemos distinguir dos subestilos: Mosna A y Mosna B. Dos l íneas paralelas alrededor del gollete, el cuello o el labio de las vasijas, estableciendo un área de segregación entre ambos elementos
de la forma es una de las características del estilo Mosna A (cat. no. 150). Algunas vasijas tienen motivos que terminan en una cabeza zoomorfa que cuelga hacia abajo de las líneas paralelas. El estilo Mosna B está representado por una sola botella (cat. no. 151). Salvo por la base, esta pieza está pintada de rojo e incluye dos mazorcas de maíz incisas definidas aún más con un punteado.
La cerámica Mosna es fácil de distinguir de la alfarería Chavín y de la alfarería Cupisnique. Han sido encontradas en las regiones de la sierra de Cajamarca, Áncash y Huánuco, pero no en la costa.
150 CÁNTARO GLOBULAR CON MOTIVO ZOOMORFO PINTADO Cerámica modelada, con pintura roja sobre naranja 17,7 x 19 cm ca. 900-550 a.C. Museo de Arqueología y Antropología, UniversidadNacional Mayor de San Marcos, Lima Reg. Nac. No. 00003038 Inv. No. 30.03.00-BC2-4-122
151 BOTELLA ROJA CON MOTIVOS DE DOS MAZORCAS DE MAÍZ (?) Cerámica modelada y pintada de rojo con decoración incisa y punteada 17,8 x 14,7 cm ca. 900-550 a.C. Museo de Arqueología y Antropología, UniversidadNacional Mayor de San Marcos, Lima Reg. Nac. No. 00003060 Inv. No. 30.03.00-BC2-4-319
Los hallazgos de la Galería de las Ofrendas
CHAVÍN
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ESTILO PUKSHA
CERÁMICA RAKU
La cerámica Puksha fue producida enrollando una pasta con desgrasante pequeño y disperso, de arcilla roja oscura, cubriéndose luego con una capa gruesa de un engobe rojo. La decoración del engobe es de múltiples colores y los motivos se diferenciaban con incisiones.
La cerámica Raku conforma un grupo artísticamente homogéneo. Todas las vasijas de este estilo fueron hechas con el mismo compuesto de arcilla, son casi todas del mismo tamaño y quizá procedan de un mismo taller. Casi toda la cerámica Raku está conformada por botellas asa estribo con picos de forma anular o trapezoidal y una base plana. Hay tres estilos Raku: A, B y C. Las vasijas Raku A fueron decoradas con incisiones cuando la arcilla estaba en estado de cuero y pulida pero aún no había sido cocida. Las criaturas retratadas en ella son todas atribuibles al estilo Cupisnique de la costa norte (cf. las botellas asa estribo en cat. nos. 28 y 154). Aunque la decoración semejante a un relieve, cubriendo toda la superficie de la vasija es un rasgo característico de Raku B, solamente conocemos Raku C por fragmentos. El estilo Raku B tuvo una amplia difusión en la costa norte, desde Jequetepeque hasta Trujillo, pero también ha sido encontrada en Garagay. Podemos por ello decir que la cerámica Raku forma parte de la tradición iconográfica de la cultura Cupisnique.
Entre las formas típicas tenemos las botellas asa estribo y botellas con gollete tubular largo, comparable con los “floreros” de los estilos Floral y Qotopukyo. El motivo más común en la iconografía Puksha relativamente simple es un “Ser Oculado”, una figura seme jante a un búho. La cerámica Puksha es muy rara y probablemente quedó restringida a apenas unos cuantos lugares. 152 BOTELLA DE CUELLO TUBULAR RECTO Y LARGO
153 BOTELLA DE CUELLO TUBULAR RECTO Y LARGO
Cerámica modelada, engobe rojo, pulida 22,9 x 14,7 cm ca. 900-550 a.C. Museo de Arqueología y Antropología, Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Lima Reg. Nac. No. 00003068 Inv. No. 30.03.00-BC2-4-215
Cerámica modelada, engobe rojo, pulida 20,3 x 14,3 cm ca. 900-550 a.C. Museo de Arqueología y Antropología, UniversidadNacional Mayor de San Marcos, Lima Reg. Nac. No. 00003059 Inv. No. 30.03.00-BC2-4-318
Los hallazgos de la Galería de las Ofrendas
154 BOTELLA ASA ESTRIBO CON DOS CABEZAS DE PERFIL Cerámica modelada, pulida e incisa 18,7 x 14,4 cm ca. 900-550 a.C. Museo de Arqueología y Antropología, Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Lima Reg. Nac. No. 00003063 Inv. No. 30.03.00-BC2-4-312 Dibujo: Luis G. Lumbreras 1993, pl. 65, 503a
En esta botella, las dos cabezas antropomorfas que miran a la izquierda y están unidas por una banda doble, tienen colmillos, ojos excéntricos que miran hacia arriba y lo que constituye un tocado. La representación coincide con la iconografía Cupisnique (cf. por ejemplo cat. no. 28) y es por ende comparable con artefactos de Kuntur Wasi, especialmente los dos aretes que se muestran en la cat. nos. 83 y 84. Lo que estamos viendo es presumiblemente una metáfora dualista. Mientras que aquí las dos cabezas están unidas, los dos aretes de Kuntur Wasi pueden juntarse para formar un solo rostro visto de frente, como en el relieve de piedra de cat. no. 107.
CHAVÍN
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CERÁMICA MISCELÁNEA Y QUE NO HA PODIDO SER IDENTIFICADA
155 CUENCO CON DECORACIÓN ABSTRACTA
158 BOTELLA CON MOTIVOS DE MOLUSCOS MARINOS
Cerámica modelada, incisa y pulida 7,3 x 19 cm ca. 900-550 a.C. Museo de Arqueología y Antropología, Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Lima Reg. Nac. No. 00003062 Inv. No. 30.03.00-BC2-4-85 Dibujo: Luis G. Lumbreras 1993, pl. 82, 654a
Cerámica modelada y pulida Decoración en relieve e incisa, con pintura de grafito sobre engobe rojo 12 (el cuello está ausente) x 16,9 cm ca. 900-550 a.C. Museo de Arqueología y Antropología, Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Lima Reg. Nac. No. 0000107458 Inv. No. 30.03.00-BC2-4-200 Dibujo: Luis G. Lumbreras 1993, pl. 62, 487a
En este cuenco la decoración incisa es similar a la que practicara la cultura Cupisnique en la costa norte. La superficie finamente pulida es negra y reflectante.
156 CUENCO CON VERTEDERO LATERAL Y DECORADO CON CÍRCULOS CONCÉNTRICOS Cerámica modelada, incisa y pulida 6,2 x 17,9 cm ca. 900-550 a.C. Museo de Arqueología y Antropología, UniversidadNacional Mayor de San Marcos, Lima Reg. Nac. No. 00003047 Inv. No. 30.03.00-BC2-4-119
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Esta botella atípica se encuentra decorada con representaciones en alto relieve de Strombus y Spondylus. Ambos moluscos viven en las cálidas aguas del Pacífico, frente a las costas del Ecuador y aún más al norte. Sus conchas fueron de crucial importancia simbólica para las culturas tempranas de los Andes Centrales y de Mesoamérica. La doble concha del Spondylus u ostra espinosa, cuyo color puede variar de blanco a blanco amarillento,
157 CUENCO CON MOTIVO DE ESCAMAS DE PEZ Cerámica modelada, incisa y pulida 6,8 x 21,7 cm ca. 900-550 a.C. Museo de Arqueología y Antropología, UniversidadNacional Mayor de San Marcos, Lima Reg. Nac. No. 00002481 Inv. No. 30.03.00-BC2-4-105
Este cuenco podría estar emparentado de algún modo con el estilo Dragoniano.
Los hallazgos de la Galería de las Ofrendas
morado o rojo, eran convertidas en joyas y a veces usada como ofrenda. Los caracoles de Strombus se usaban para fabricar trompetas o pututos, que tuvieron un papel clave en las ceremonias celebradas en el templo de Chavín (cat. nos. 122124); también se encontraron pututos en las tumbas de Kuntur Wasi (cat. nos. 64-66). El ser sobrenatural ilustrado en cat. no. 108 sostiene una concha de Spondylus en su mano izquierda y un Strombus en la derecha, objetos cuyo poder simbólico conjunto enfatiza su importancia. Ambos tipos de concha también aparecen juntos en cat. no. 41, donde fueron representados por separado pero unidos por el asa estribo, lo que indica que esta forma de asa-estribo casi con toda certeza representaba un símbolo dualista.
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ARTEFACTOS DE PIEDRA
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159 VASIJA DE PIEDRA CON DOS CRIATURAS HÍBRIDAS Piedra tallada y pulida, pintada de rojo 9,1 x 6,6 cm ca. 900-550 a.C. Museo de Arqueología y Antropología, UniversidadNacional Mayor de San Marcos, Lima Reg. Nac. No. 00003072 Inv. No. 30.03.00-BC2-1-3137 Dibujo: Luis G. Lumbreras 1993, pl. 85, 671a, 671b
Las dos figuras principales representadas aquí parecen tener alas y un cuerpo seme jante al de un cocodrilo. Las formas del rostro y el cuerpo están entrelazadas y son difíciles de interpretar. La vasija es comparable con las vasijas de piedra de estilo Limoncarro.
160 MORTERO CON DECORACIÓN GEOMÉTRICA Piedra volcánica tallada y pulida 20 x 18,5 cm ca. 900-550 a.C. Museo de Arqueología y Antropología, UniversidadNacional Mayor de San Marcos, Lima
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161 MORTERO
162 ESCULTURA DE UN ANIMAL (¿ALPACA?)
163 RECIPIENTE EN FORMA DE UN PEZ
Piedra (granodiorita) tallada y pulida 16,5 x 9 x 9,9 cm ca. 900-550 a.C. Museo de Arqueología y Antropología, UniversidadNacional Mayor de San Marcos, Lima Reg. Nac. No. 00003071 Inv. No. 30.03.00-BC2-1-3138
Piedra (granodiorita) tallada y pulida 37 x 19,9 x 7,4 cm ca. 900-550 a.C. Museo de Arqueología y Antropología, Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Lima Reg. Nac. No. 00003073 Inv. No. 30.03.00-BC2-1-3135
Piedra (pórfido jaspeado) tallada y pulida 7 x 14,4 cm ca. 900-550 a.C. Museo de Arqueología y Antropología, UniversidadNacional Mayor de San Marcos, Lima Reg. Nac. No. 0000154509 Inv. No. 30.03.00-BC2-1-6129
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Paracas y Mochica: la periferia y el legado de las innovaciones del Formativo
Esta sección del catálogo presenta objetos de las culturas Paracas y Mochica. La primera de ellas se desarrolló (ca. 800200 a.C.) en la costa sur del Perú y fue definida arqueológicamente luego del sensacional descubrimiento de fardos funerarios bien conservados en la península de Paracas, de la cual derivó su nombre. Como se explica en el cap. 2.2, esta región desarrolló una cultura propia distintiva; la influencia de motivos iconográficos de estilo Chavín provenientes de la costa y la sierra septentrional es, a pesar de todo, claramente visible e indica que las sociedades de la región de la costa sur formaban parte de la misma cultura ritual y compartieron conceptos fundamentales con la esfera cultural de Chavín. Las similitudes fueron particularmente pronunciadas durante el periodo Paracas Temprano, entre ca. 800 y 600 a.C., mientras que el periodo subsiguiente vio innovaciones algo más regionales, que eventualmente llevaron al desarrollo de la cultura Nasca (200 a.C.-650 d.C.). Los objetos presentados a continuación no solamente muestran cómo fue que la cultura Paracas formaba parte de la más amplia esfera cultural de Chavín, sino también cómo y en qué difería de ella.
El Formativo Final (ca. 400-200 a.C.) vio la desintegración de la tradición Chavín en la costa norte (véase cap. 5.2). La práctica ritual parece haber perdido gran parte de su poderío y la visión del mundo, así como la mitología, y los dioses de la cultura Chavín parecen haber agotado su potencial. Diversas culturas locales emergieron entonces, pero de ellas solamente la cultura Mochica -con sus célebres monumentos arquitectónicos y magníficas tumbas-, que se desarrolló entre los siglos I y IX d.C., fue lo suficientemente poderosa como para unir bajo su área de influencia a sociedades variadas, que se extendieron sobre un vasto territorio. Como todo es to sucedió en la misma región en la que la cultura Cupisnique floreció durante el Formativo, se hizo un esfuerzo consciente para revivir las formas y las imágenes de ese pasado. La botella asa estribo reapareció y el nuevo panteón fue encabezado por un ser antropomorfo con atributos felinos, parecido a las figuras claves representadas en Chavín. Los artefactos presentados aquí proporcionan una impresionante evidencia de este renacimiento deliberado de los temas y elementos iconográficos del Formativo.
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164 PONCHO CON MOTIVOS DE FELINOS Y HUMANOS Tejido de doble tela, teñido, con bordes aplicados Algodón y fibra de camélido 109 x 83 cm Periodo Paracas Tardío (fase Paracas Necrópolis) ca. 200-100 a.C. Ministerio de Cultura del Perú Museo Nacional de Arqueología, Antropología e Historia del Perú, Lima Reg. Nac. No. 0000129812 Inv. No. RT-1226
Este poncho extraordinariamente bien conservado se usaba pasando la cabeza por la ranura del cuello ubicada al medio, de modo tal que los flequillos colgaban por adelante y por atrás, y que resultaba el mismo aspecto de ambos lados. En ambos lados hay dos figuras. La figura antropomorfa de la izquierda mira hacia arriba, tiene criaturas semejantes a serpientes colgándole de la cabeza y también sostiene una criatura idéntica en sus manos. Sentado a la derecha se encuentra un gran felino, que sostiene también
una criatura semejante a una serpiente en sus zarpas, ¿o tal vez se trata de una cabeza trofeo? Dentro de su cuerpo hay un segundo felino, más pequeño, y un tercero en la punta de su cola. Los flecos tienen un patrón con criaturas bicéfalas y felinos. Unas figuras antropomorfas que miran hacia arriba, con cabellos en forma de serpientes que salen de su cabeza, figuran entre los motivos centrales del arte Chavín, pero varían considerablemente dependiendo del lenguaje artístico.
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165 CAMISA CON EXTREMOS BORDADOS Y FLECOS Tejido de tela llana con bordado multicolor e hilos teñidos Algodón y fibra de camélido 110 x 85 cm Periodo Paracas Tardío (fase Paracas Necrópolis) ca. 300-100 a.C. Ministerio de Cultura del Perú Museo Nacional de Arqueología, Antropología e Historia del Perú, Lima Reg. Nac. No. 0000129820 Inv. No. RT-1215
Los paneles decorativos de esta camisa fueron bordados con felinos y “Seres Oculados”, identificables por su cabeza en forma de corazón y ojos hexagonales concéntricos. Los Seres Oculados son un tema común en la cultura Paracas de la costa sur, donde los textiles no solamente se han preservado gracias al árido clima del desierto, sino que además conservaron notablemente bien sus colores originales. Además de estos textiles Paracas, los arqueólogos encontraron numerosos ejemplares decorados en el estilo Chavín más clásico (cf. cat. no. 53).
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166 BOTELLA DOBLE PICO Y ASA PUENTE CON DECORACIÓN CHAVINOIDE Cerámica modelada, incisa, pulida y pintada (post-cocción) 17,8 x 14 cm Periodo Paracas Temprano (fases Ocucaje 4-5) ca. 800-500 a.C. The Metropolitan Museum of Art, Nueva York Donación Nathan Cummings, 1962 Inv. No. 62.266.72
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167 BOTELLA DE UN FELINO
La forma de esta botella doble pico y asa puente es tan típica de la tradición alfarera de la costa sur, así como la botella asa estribo es en las regiones más al norte. Aunque la forma está muy en consonancia con las tradiciones locales, la decoración incisa y pintada de una cabeza de felino con colmillos y ojos excéntricos que miran hacia arriba es un clásico motivo Chavín, lo cual prueba que si bien las ideas e imágenes podían
distancias, las tradiciones artesanales en cambio tenían la tendecia a seguir siendo locales. La cerámica no era fácilmente transportable y por lo general solamente era fabricada para uso local. Los santuarios y centros de peregrinaje como el templo de Chavín fueron, sin embargo, casos especiales, y sabemos que los ceramios llevados allí como ofrendas votivas o de sacrificio venían desde muy
son fáciles de transportar y al ser portátiles probablemente fueron utilizados también para transmitir y difundir las imágenes. Fueron transportados así a grandes distancias, ya fuera como presentes o como bienes para comerciar o intercambiar (cf. cat. no. 53). Nótese que el pico encima del felino de esta botella fue esculpido en forma de ave.
Cerámica modelada, incisa, pulida y pintada (post-cocción) 21 x 9,2 x 17,5 cm Periodo Paracas Medio (fase Ocucaje 6) ca. 500-400 a.C. The Metropolitan Museum of Art, Nueva York. Colección Memoria Michael C. Rockefeller Legado de Nelson A. Rockefeller, 1979 Inv. No. 1979.206.1148
Los felinos fueron un motivo central de la cultura Paracas, tal como lo habían sido en la t radición alfarera Cupisnique de la costa norte (cf. cat. nos. 32 y 33). La figura de felino que aparece aquí mira hacia arriba y su boca está llena de colmillos. El pico y el asa de esta vasija figurativa difieren de los de las botellas asa estribo de la tradición Cupisnique. Aunque hay claras diferencias estilísticas, también hay similitudes iconográficas y claros indicadores de un sustrato común de ideas y de una visión del mundo
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168 BOTELLA ASA ESTRIBO DE UN ANIMAL LUNAR Cerámica modelada y pulida, con incrustaciones de madreperla 13,7 x 10,3 x 20,1 cm Periodo Mochica Temprano ca. 100-300 d.C. Museo Larco, Lima-Perú Reg. Nac. No. 0000027414 Inv. No. ML012803
El “animal lunar” es un motivo importante del arte Mochica Temprano; su nombre se debe a su cuerpo curvo en forma de luna. La alfarería Mochica Temprano revivió el asa estribo introducida inicialmente durante el Formativo, y volvió a darle una gran importancia a la representación de criaturas híbridas. Esta botella muestra a un animal sentado sobre sus patas traseras con la boca bien abierta llena de colmillos y fosas
Las cuatro patas apuntan hacia adelante y solamente la cola curva apunta hacia atrás. Los ojos redondos de la criatura forman al mismo tiempo la cabeza de un ave que mira en dirección opuesta, al menos si interpretamos interpretamos la esquina del ojo como un pico. La forma rizada encima del ojo —o de la cabeza del ave— podría interpretarse como una serpiente, la cual posiblemente también comparte la misma boca que
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169 FIGURINA CON GOLLETE ASA ESTRIBO DE UN SER MÍTICO Cerámica modelada, pulida, incisa y pintada 22 x 16,8 cm Periodo Mochica Temprano ca. 100-300 d.C. Banco Central de Reserva del Perú, Lima Inv. No. ACE-507
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Esta vasija figurativa muestra a uno de los seres míticos centrales del arte mochica, conocido conocido por los arqueólogos como Ai-Apaec (“el decapitador”) (véase cap. 5.2). Esta vasija es un ejemplo impresionante de cuán deliberado fue el renacimiento, en la mitología Mochica, de la iconografía y el simbolismo del periodo Formativo: volvieron a aparecer tanto la forma característica de la botella asa estribo y atributos tales como la boca con colmillos, con sus esquinas vueltas hacia abajo, los ojos excéntricos que miran hacia arriba y las fosas nasales dilatadas. El ave al centro de lo que muy probablemente muestra una diadema de oro en forma de un pulpo nos dice que la figura se encuentra en casa en los tres elementos: el aire (el ave), el agua (el pulpo) y la tierra (el felino). Los dos elementos que salen de los lados son patas de araña. Eso nos daría una pista acerca de lo que la figura originalmente originalmente tuvo en sus manos. La iconografía Cupisnique del Formativo, la cual claramente se evoca aquí, representó a la araña como una decapitadora (véanse caps. 2.3, 2.4; cat. no. 1). Esta hipótesis queda confirmada por las representaciones Mochica de esta misma criatura conservadas intactas, en las cuales sostiene un cuchillo en una mano y una cabeza trofeo en la otra (véase fig. 132). La comparación con la escultura de Pacopampa del Formativo (cat. no. 10) muestra aún más cómo fue que la cultura Mochica recurrió a las imágenes y los elementos iconográficos iconográficos de culturas anteriores.
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172 BOTELLA ASA ESTRIBO CON DISEÑOS DE CABEZAS DE PERFIL CON COLMILLOS Cerámica moldeada y pulida 20 x 11 cm Periodo Mochica Medio ca. 300-600 d.C. Museo Larco, Lima-Perú Nat. Reg. No. 0000016671 Inv. No. ML002984
Las cabezas de perfil que aparecen a cada lado de esta botella recuerdan el estilo Chavín, al igual que las representaciones presentaciones de las botellas ilustradas en cat. nos. 170, 171; son, por lo tanto, arcaísmos.
170 BOTELLA ASA ESTRIBO CON DISEÑOS DE DRAGÓN DE ESTILO CHAVÍN
171 BOTELLA ASA ESTRIBO CON DISEÑOS DE CABEZAS DE PERFIL CON COLMILLOS
Cerámica moldeada y pintada 11,5 (incompleta) x 10,9 cm Periodo Mochica Medio ca. 300-600 d.C. Museo Larco, Lima-Perú Nat. Reg. No. 0000016669 Inv. No. ML002982
Cerámica moldeada y pintada 20,5 x 11,1 x 9,4 cm Periodo Mochica Medio ca. 300-600 d.C. Museo Larco, Lima-Perú Nat. Reg. No. 0000016668 Inv. No. ML002981
La representación de una cabeza de perfil con colmillos recuerda a la iconografía Chavín (como la botella de estilo Dragoniano Dragoniano de la Galería de las Ofrendas del templo de Chavín, cat. no. 134). Siguiendo la tradición alfarera Mochica las dos mitades de la vasija fueron fabricadas con un molde, unidas y pintadas antes de la cocción.
Al igual que cat. no. 170, esta botella decorada con un relieve y pintada con un engobe de color también es un regreso al estilo Chavín. Las tres protuberancias encima del ojo se parecen a las cabezas de perfil de estilo Cupisnique (cf., por ejemplo, cat. nos. 83, 84).
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173 BOTELLA ASA ESTRIBO CON ESCENA NARRATIVA PINTADA Cerámica moldeada y pulida, pintada 29 x 15,2 cm Periodo Mochica Medio ca. 500-600 d.C. Museo Larco, Lima-Perú Nat. Reg. No. 0000028269 Inv. No. ML013653
El arte Mochica está cargado fueron utilizadas como instrude escenas narrativas, muchas mentos musicales llamados pututos. Estos instrumentos de las cuales nos proporcioinstrumentos nan un valioso panorama del fueron usados en templos de mundo en el cual vivía la soChavín y de Kuntur Wasi para ciedad de entonces. La escena producir sonidos que inducían en esta botella muestra a un trance (véase cat. nos. 122gobernante sentado dentro 124, cat. nos. 64-66). Esta de un edificio que recibe preescena en particular nos dice sentes de caracoles marinos que, en la sociedad Mochica, (Strombus) llevados por una el Strombus también fue un caravana. caravana. Delante de él se objeto prestigioso de gran encuentra una botella retrato valor simbólico. El cinturón que presumiblemente se le de serpientes usado por la había ofrendado. Los caracofigura que encabeza la caravales de Strombus son nativos na recuerda a las serpientes de las aguas tropicales, de que las figuras del Formativo modo que tuvieron que ser usaban en los cinturones, cinturones, del transportadas a lo largo de mismo modo los colmillos y grandes distancias incluso el aspecto semejante al de un durante el Formativo, cuando animal de la figura que apare-
ce detrás denotan un lugar de origen exótico. Mientras que los pututos de Chavín de Huántar y de Kuntur Wasi estaban reservados únicamente para los sacerdotes, quienes en virtud a su encumbrada posición, podían comunicarse comunicarse con los dioses, en la sociedad Mochica las conchas de Strombus tendieron a ser representadas representadas como artículos coleccionables coleccionables pertenecientes a gobernantes poderosos, y podrían incluso haber servido como símbolos de su control sobre ciertas rutas comerciales, así como de su hegemonía política (cf. el cap. 5.2).
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NOTAS, CRÉDITOS FOTOGRÁFICOS Y DE REPRODUCCIONES, BIBLIOGRAFÍA
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NOTAS
INTRODUCCIÓN 1.1
CAPÍTULO 2.2
1. Renfrew y Bahn 2000, pp. 11-48. 2. Goodman 1978. 3. Langer 1987. 4. Morgan 1877; White 1959. 5. Childe 1936. 6. Olsen Bruhns 1994, cap. 1. 7. Assmann 1992, esp. cap. 3.
1. El tamaño relativamente pequeño de estos sitios arqueológicos prehispánicos es de gran beneficio práctico para los arqueólogos, puesto que permite examinar varias fases de desarrollo en los estudios regionales, sin correr el riesgo de que todos los recursos disponibles del proyecto vayan al estudio de un único sitio con estructuras monumentales. 2. Rowe 1960; Rowe 1962b; Menzel et al. 1964. 3. Sandweiss et al. 1989; Sandweiss et al. 1998; Richardson et al. 1990; Keefer et al. 1998. 4. Quilter 1989; Engel 1966a; Engel 1966b; Donnan 1964. 5. Chauchat 2006; Stothert 1988; Dillehay et al. 1989. 6. Sandweiss et al. 1989; Sandweiss et al. 1998; Richardson et al. 1990; Keefer et al. 1998. 7. Moseley 1975. 8. MacNeish 1980-1983. 9. Aldenderfer 1998. 10. Bonavia y Chauchat 1990. 11. Quilter 1989. 12. Engel 1966a; Engel 1966b; Engel 1980. 13. Lynch 1980. 14. Engel 1987; Engel 1988. 15. Inspecciones de campo y cateos focalizados para identificar sitios arqueológicos. 16. Reindel 2010a; Reindel 2010b. 17. Rowe 1962b. 18. Rowe 1967. 19. Engel 1966a; Engel et al. 1991. 20. Rowe 1963; Robinson 1994. 21. Reindel e Isla 2006; Reindel e Isla 2009. 22. Robinson 1994; Lanning 1960; Engel et al. 1991; García y Pinilla 1995; Rowe 1962b, p. 10. 23. Tello 1959; Tello y Mejía 1979. 24. Ibíd. 25. Engel 1966a; Engel 1980; Engel 1987; Engel et al. 1991 26. Menzel et al. 1964; Rowe 1960; Menzel 1976. 27. Wallace 1962. 28. Massey 1987; Canziani 1992; DeLeonardis 1997; Cook 1999. 29. Massey 1991. 30. Silverman 1994; Silverman 1996. 31. Reindel e Isla 2006. 32. Isla y Reindel 2006a;
INTRODUCCIÓN 1.2
1. Horizonte Medio (ca. 600-1000 d.C.) es el término usado para definir el periodo de la cultura Wari, en tanto que el Horizonte Tardío (1400-1535 d.C.) es el periodo Inca. Las culturas Nasca y Mochica examinadas en este libro pertenecen al periodo Intermedio Temprano (ca. 200 a.C.-600 d.C.). Los horizontes definen periodos que vieron la gran propagación de una cultura material, en tanto que los periodos intermedios son aquellos en los cuales surgieron varias culturas regionales distintas. CAPÍTULO 2.1
1. Sandweiss y Richardson 2008. 2. Lavallée 2000; Dillehay 2000. 3. Ibíd. 4. Lavallée 2000; Dillehay 2011. 5. Chauchat y Pelegrin 2003. 6. Dillehay et al. 2004. 7. Stothert 1985. 8. Quilter 1991; Lavallée 2000. 9. Moseley 1975; Moseley 1992. 10. Quilter 1991; Moseley 1992; Dillehay 2011. 11. Piperno y Pearsall 1998. 12. Lavallée 2000; Dillehay 2011. 13. Dillehay 2011. 14. Stothert 1985. 15. Bonavia 1982. 16. Benfer 1984; Quilter 1989. 17. Arriaza y Standen 2002. 18. Engel 1957. 19. Lathrap et al. 1975. 20. Lavallée 2000. 21. Feldman 1980. 22. Shady y Leyva 2003. 23. Quilter 1991. 24. Dillehay 2011. 25. Moore 1996. 26. Burger 1992. 27. Haas y Creamer 2006. 28. Dillehay 2011. 29. Bird et al. 1985.
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33. Fux et al. 2009; Fux 2011. 34. Kaulicke et al. 2009. 35. Cordy-Collins 1975. 36. Isla et al. 2003; Reindel e Isla 2006. 37. Silverman 1994; Silverman 1996. 38. Líneas y dibujos hechos sobre el suelo retirando piedras de la superficie del desierto. 39. Arte rupestre producido en una técnica reductiva. 40. Fux et al. 2009; Fux 2011. 41. Reindel et al. 1999: Reindel e Isla 2006. 42. Van Gijseghem 2004; De la Torre y Van Gijseghem 2005. 43. Reindel 2010a. 44. Ibíd.; Reindel 2010b. 45. Fux et al. 2009; Fux 2011. CAPÍTULO 2.3
1. Bischof 2009; Fux et al. 2009. 2. Pozorski y Pozorski 1994. 3. Tello 1956. 4. Shibata 2008. 5. Chicoine 2008; Chicoine e Ikehara 2008. 6. Burger y Salazar-Burger 2008. 7. Ravines e Isbell 1975. 8. Sakai y Martínez 2008. 9. Guffroy 1994. 10. Alva Meneses 2008a, figs. 17, 18. 11. Sakai y Martínez 2008. 12. Salazar-Burger y Burger 1983. 13. Pozorski 1975. 14. Burger 1995, pp. 230-233. 15. Elera 1993. 16. Ibíd. CAPÍTULO 2.4
1. Tello 1937. 2. Dillehay et al. 1992. 3. Shimada et al. 1983. 4. Alva Meneses 2010. 5. Alva Meneses 2008b. 6. Eliade 1974. 7. Kosok 1965; Reindel 1993, pp. 190-194. 8. Onuki 1995. 9. Salazar-Burger y Burger 1983. 10. Shimada et al. 1983. 11. Rosas y Shady 1970. 12. Alva 1992.
Notas, créditos fotográficos y de reproducciones, bibliografía
CAPÍTULO 2.5
1. ONERN 1972, p. 46. 2. López 1982. 3. Tello 1956. 4. Collier 1962. 5. Thompson 1961; Thompson 1962; Thompson 1964a/b; Thompson 1974; Thompson 1983. 6. Fung y Williams 1977. 7. Wilson 1995. 8. Pozorski y Pozorski 1987, p. 4. 9. Lerner et al. 1992, 1995; Samaniego et al. 1985; Fuchs 1990; Fuchs 1997. 10. Chauchat 1992. 11. Uceda 1986, p. 270. 12. Fuchs et al. 2009. 13. Patzschke 2009. 14. Fuchs 1990, Fuchs 1997. 15. Lapiner 1976, figs. 117, 118. 16. Patzschke 2009. 17. Ibíd. 18. Fuchs 1997, Fuchs et al. 2009. 19. Fuchs 1997. 20. Tello 1956, p. 251. 21. Bischof 1995a, p. 136, fig. 16. 22. Bischof 1995a. 23. Ibíd. 24. Bischof 1992; Bischof 1995b; Bischof 2008. 25. Fuchs 1990, Fuchs 1997. 26. Izumi y Terada 1972. 27. Shimada et al. 1983; Shimada 1986. 28. Assmann 2000, p. 38. CAPÍTULO 3.1
1. Brack 1988; Brack 2004. 2. Kaulicke 1994; Kaulicke 2000a; Kaulicke y Dillehay 2000. 3. Kaulicke 2010a, pp. 91-95. 4. Tschopik 1946. 5. Cardich 1958. 6. Menghin y Schroeder 1957. 7. Cardich 1964. 8. Lynch 1970; Lynch 1980. 9. Muelle 1969. 10. MacNeish et al. 1975. 11. Lynch 1980; Engel 1970. 12. Véase inter alia Kaulicke 1980; Kaulicke 1982; Kaulicke 2000a; Rick 1980; Rick y Moore 2000; Lavallée et al. 1982. 13. Cardich 1991. 14. Aldenderfer 1998. 15. Bauer 2007.
17. Para un panorama general véase Kaulicke 1994; Kaulicke 2010a. 18. Dillehay 2011. 19. Piperno 2011, fig. 14.1. 20. Wheeler 1982; Wheeler 2000. 21. Kaulicke 2000b. 22. Wheeler 1982; Wheeler 2000. 23. Wheeler 1982, p. 72, pl. 6. 24. Wheeler 2000; Yacobaccio 2004; Núñez et al. 2010, p. 368. 25. Gusinde 1931. 26. Correa y Flores 2005. 27. Rick 1980, pp. 237-244. CAPÍTULO 3.2
1. Izumi y Sono 1963; Izumi y Terada 1972. 2. Izumi y Terada 1972. 3. Términos acuñados por Bonnier 1997. 4. Izumi et al. 1972. 5. Bonnier 1987. 6. Burger y Salazar-Burger 1985. 7. Grieder 1988. 8. Burger y Salazar-Burger 1980. 9. Matsumoto 2009. 10. Kaulicke 1975; Terada y Onuki 1982; Terada y Onuki 1985; Onuki y Kato 1988; Seki 1997; Tsurumi 2008; Tellenbach 1986. 11. Kato y Seki 1985. 12. Inokuchi 2008; Onuki 1995; Uzawa 2008; Onuki y Inokuchi 2011. 13. Inokuchi 1998. 14. Onuki 2008. 15. Seki et al. 2008.
14. Wiener 1880a (1993). 15. Middendorf 1974. 16. Ibíd. 17. Kaulicke 1994; Tello 1923. 18. Tello 1923. 19. Poma de Ayala 1613 (1992); Salinas y Córdoba 1630 (1957). 20. Bennett 1943. 21. Tello 1940; Mesía 2007. 22. Tello 1942; Tello 1960. 23. Lumbreras 1989. 24. Ibíd. 25. Rowe 1962a. 26. Lumbreras 1993. 27. Druc 2004; Lumbreras 1989; Lumbreras 1993; Lumbreras 2007. 28. Burger 1998, p. 27. 29. Ibíd. 30. Kauffmann y González 1993. 31. Burger 1995. 32. Burger 1988. 33. Rick et al. 1998. 34. Rick 2005; Rick 2008a. 35. Mesía 2007. 36. Contreras 2007. 37. Sayre 2010. 38. Rick et al. 2010. 39. Burger 1988. CAPÍTULO 4.2
1. Mensching 1959, p. 377, según Otto 1917, pp. 13-25, 33-40, 44-45, 54-55. 2. Rivero 1841, pp. 22-25, reimpreso en Rivero y Tschudi 1851, pp. 284-288; Raimondi 1873, pp. 212-217; Wiener 1880, pp. 199-204, 574-575; Middendorf 1894, p. 307, 315; Middendorf 1895, pp. 93-104. CAPÍTULO 4.1 3. Rivero y Tschudi 1851, lámina 41. 1. Kaulicke 2006; Mesía 2006. Originalmente planeada como 2. Cieza de León 1553 (1984). lámina 5 en Rivero 1840. 3. Diessl 2005. 4. La Biblioteca Central de la Ponti4. Mogrovejo 1593 (1920). ficia Universidad Católica del Perú (Lima) tiene una copia original de 5. Vázquez de Espinoza 1616 (1948), la extremadamente rara Revista p. 458. Americana con l a primera versión 6. Mejía 1945. de este estudio. Fue reimpreso en 7. Ibíd. 1899. 8. Rivero 1841. 5. Middendorf 1891, pp. 22-24; 9. Cieza de León 1553 (1984); MoMiddendorf 1893, pp. 630-632, grovejo 1593 (1920). fig. p. 631; Middendorf 1895, p. 389. 10. Vázquez de Espinoza 1616 6. Uhle 1910, p. 350; Uhle (1948). 1918/1959, pp. 37-52, figs. 2-4; Uhle 11. Don Timoteo Espinoza descubrió 1920, pp. 53-55; véase también Bischof 1998, pp. 50-51. la escultura en uno de sus campos cerca del templo en 1840. 7. Tello 1922; Tello 1923, pp. 256-320. 12. Polo 1900. 8. Tello 1923, pp. 205, 269, 319. 13. Raimondi 1873.
394
CHAVÍN
36. Lumbreras 2007, pp. 436-437; 10. Uhle 1920, p. 46; Uhle 1935. Burger 2008. 11. Kroeber 1926, p. 37; Kroeber 1930, pp. 16-17. 37. Onuki 1999, p. 332. 12. Kroeber 1944, pp. 81-90; 38. Bird 1963; Bird et al. 1985; Willey 1951. Engel 1963; Grieder et al. 1988; Shady y Leyva 2003; Shady 2004; 13. Tello 1943. Shady 2007. 14. Willey 1962. 39. Kaulicke 1994, pp. 207-15; 15. Lathrap 1966; Lathrap 1974, Ravines 2010. p. 146; Lathrap 1982. 40. Bischof 1992, p. 21. 16. Ekholm 1964; Heine-Geldern 41. Wickler y Seibt 1983; 1959; Heine-Geldern 1972. Wickler y Seibt 1988. 17. Uhle 1942, p. 377. 42. Bird et al. 1985, figs. 100, 101. 18. Rowe 1962a, p. 15; Rowe 1967, 43. Grieder et al. 1988, p. 76. figs. 140, 149. 19. Rowe 1962a, fig. 8. 44. Feldman 1985, fig. 5; Shady 20. Kembel 2008. 2003; Shady y Leyva 2003. 21. Menzel et al. 1964, figs. 2b, 45. Bischof 1992, fig. 7b. La lámina 3a, 11. de hueso, evidentemente reutili22. Roe 1974. zada, tiene una perforación en un 23. Ejemplares fechados en Pampa extremo y es posible que haya serde las Llamas y Sechín Bajo (valle vido como una bra madera de hueso. de Casma) prueban que el “ojo 46. Bischof 1999, pp. 99-102, 107. bicorne”, elemento 145 (Roe 1974, 47. Valdez 2008b, fig. 11. p. 18; Bischof 1995c; fig. 14), antecedió al “ojo de serpiente”, elemento 48. Izumi y Terada 1972, lámina 131. 3 (Roe 1974, p. 11), hallado por vez primera en el Lanzón. 49. Shady 2004; Di Capua 1994; García 2006. 24. Roe 1978, pp. 3-6. 50. Izumi y Sono 1963, lámina en 25. Sawyer y Maitland 1983, p. 51, color 1, láminas 15b, 16; Izumi y 53. Terada 1972, láminas en color 1-2. 26. Tello 1960, láminas 42a, 43. 51. Alva Meneses 2008a, figs. 5, 8. 27. Burger y Salazar-Burger 2008, 52. Ubbelohde-Doering 1960, p. 85, 105. pp. 180-181, fig. 22; Hecker 28. Shillacoto, tumba 4 (Izumi, y Hecker 1994. Cuculiza y Kano 1972, pp. 15, 51-52, 53. Engel 1967; Benfer et al. 2007. 54, 68-71). 54. Tello 1956, pp. 282-283. Tello 29. Ziolkowski et al. 1994, pp. 230, parece haber asignado los relieves 359. Todas las fechas aquí citadas mismos de piedra —algunos de los están calibradas, es decir, son comcuales indudablemente volvieron patibles con la cronología histórica. a ser utilizados— al horizonte Error estadístico (lapso Chavín. de tiempo): un sigma. Las fechas de las fases culturales presentes 55. Larco Hoyle 1941, p. 8. en Kotosh deben ser correlacionadas 56. El proyecto de Cerro Sechín con su secuencia estratigráficafue financiado por la Fundación mente verificada: por consiguiente Volkswagen (Hann over), con el la fase precerámica Mito del Forma- respaldo del ministro federal, el tivo Inicial data de ca. 2400Dr. Hans Leussink (1912-2008), y 1700/1600 a.C., Wairajirca, en la fue implementado por la Pontificia temprana época cerámica, de ca. Universidad Católica del Perú 1600/1500-1200 a.C., y el nivel (Lima). Chavín —que sigue a la fase Kotosh 57. Samaniego et al. 1985; (1200-900 a.C.)— de 850 a.C. y Fuchs 1997. después. 58. Roe 1974, p. 37; Lumbreras 30. Rick et al. 2009, fig. 25. 1977, pp. 27-28; Bischof 1994, 31. Kano 1979. p. 173. 32. Larco Hoyle 1938/39, pp. 23-37; 59. Samaniego 2007, fig. 2, fotoLarco Hoyle 1941, p. 8. grafías 6, 15; cf. Bird et al. 1985, 33. Vega-Centeno 2005, p. 13. figs. 119, 131. 34. Raymond 1988; Burger 60. Samaniego 2007, p. 40, figs. 3-5, y Salazar-Burger 2008, p. 105. pp. 20-21. 61. Grieder et al. 1988, fig. 135. 35. Alva 1986b; Elera 1994.
395
62. Samaniego 2007, p. 43, figs. 6-7, cf. Larco Hoyle 1938/39, 1, fig. 22. 63. Tello 1943, fig. 17a. 64. Vega-Centeno 1998, p. 187; Vega-Centeno 1999, p. 19; Bischof 2008, figs. 4.21a-b. 65. Cárdenas 1995; Bischof 1995b, pp. 143-150; cf. Kaulicke 1995. 66. La lista revisada de los elementos encontrados tanto en Cerro Sechín como en Chavín (Bischof 1995c, pp. 163-167), se encuentra ampliamente desarrollada en: Roe 1974, nos. 7, 43, 60, 107, 130, 139, 140, además el ojo bicorne “natural”; en los felinos, las zarpas redondas y Roe no. 144 (cabeza silueteada), así como el diseño de las manos o zarpas con la base de doble arco. 67. Maldonado 1992, láminas 5, 9, fotografías 22, 26. 68. Shibata 2008, fig. 11. 69. Cárdenas 1995, fig. 12, elemento 18. Tello 1942, p. 679; 1956, pp. 63, 231, 233, menciona felinos sin nombrar una especie específica, al igual que Grieder et al. 1988, p. 216. Una posibilidad sería el ocelote, Leopardus pardalis (Bischof 1994, p. 181). 70. Lehmann y Doering 1924, fig. 10; Bischof 1999, figs. 25, 26. 71. Shady et al. 2003. 72. Falcón y Suárez 2009, figs. 18, 21. 73. Lumbreras 1977, pp. 27-28, fig. 55. 74. Bischof 1994, fig. 21c. 75. Falcón y Suárez 2009, figs. 7-10, cf. Bischof 1995c, figs. 4f-g, 5b. 76. Bischof 1994, p. 179; Bischof 2008, pp. 133-136. 77. Tello 1943, fig. 17b. 78. Paredes y Salas 2005, pp. 92-93. 79. Samaniego 2007, fotografía 26, fig. 8. 80. Chapdelaine y Pimentel 2008. 81. Bischof 1994, fig. 13. 82. Engel 1963, fig. 192. 83. León 1995; Fuchs et al. 2009, figs. 18, 19. 84. Bischof 2009, p. 36. 85. Pozorski y Pozorski 1986. 86. Bischof 2008, pp. 122-123; Bischof 2009, p. 25. 87. Bischof 2009, p. 18. 88. Ravines 1984, pp. 35-37; Ravines 2009, pp. 121-141; Burger 1992, p. 65. “Pirámide A” en Ravines 1984, “Montículo B” en Ravines 2009. 89. Ravines 1984, p. 37.
90. Deseo agradecer al arqueólogo Roger Ravines y al Sr. Fernando Villiger p or haberme proporc ionado gentilmente los contextos en los cuales se recogieron las muestras de C14: la muestra PUCP-49 (15191318 a.C.) proviene de una bolsa de contención de fibras, llenada con piedra de cantera (shicra) de la plataforma noreste. TK-178 (16791526 a.C.), del pozo C, y TK-177 (1421-1261 a.C.), del pozo F, indican la presencia de materiales de una edad similar en el edificio central. En todo caso el pozo C es superpuesto de los célebres relieves Chavín-C y por tanto es más antiguo que aquellos (Ravines 2009, pp. 109, 116). 91. Patzschke 2009, pp. 98, 119. 92. Ibíd, nos. 72-73. 93. Castillo 2006, fig. 279. 94. Pozorski 1975, lámina 1, figs. 13, 15. 95. Bischof 2008, p. 130. 96. Fuchs et al. 2006, pp. 126-127, figs. 11-13. 97. Bischof 1994, fig. 27; Bischof 2008, p. 124, fig. 4.11. 98. Burger y Salazar-Burger 1983, p. 216; Deza 2008, pp. 87-90; Sakai y Martínez 2008, p. 172. No fue posible establecer nada más con respecto al paradero de los fragmentos esculpidos —importantes como objetos de referencia— de un descubrimiento rescatado en El Guayabo y su exhibición, hacia 1981, en el Museo Nacional de Arqueologí a, Antropolo gía e Hist oria de Lima (Hugo Ludeña, correo electrónico del 16 de septiembre de 2011). 99. Salvo por aquellas pocas piezas que se conocen hace cincuenta a ochenta años, hay dudas fundamentales en lo que se refiere a la autenticidad de las vasijas de piedra de tipo Limoncarro adquiridas en su mayoría a través del comercio de arte. Su autenticidad debe demostrarse en cada caso. En los morteros del tipo Suchimán se conoce solamente una representación probable de Chavín-A (León 1995). 100. Bischof 2008, fig. 4.13. 101. Corrección del nombre según Diessl (2004, p. 180) en lugar del “Yura yako” de Tello (1960, p. 245). 102. Kroeber 1944, lámina 33, Bischof 2008, fig. 4.12b. 103. Torres 2008, fig. 9.21; Bischof 2008, fig. 4.12a. 104. Tello 1929, p. 161, fig. 112; Salazar-Burger y Burger 1983.
Notas, créditos fotográficos y de reproducciones, bibliografía
105. Sechín Bajo: Fuchs et al. 2006, p. 130, figs. 14, 15. Pampa de las Llamas: Pozorski y Pozorski 1987, p. 38, figs. 17, 18. Véase también Bischof 2009, p. 26. 106. Tsurumi 2008, pp. 157-158. 107. Alva 1986a, no. 178. 108. Ibíd., no. 100, 343, 344. 109. Por ejemplo, Alva 1986a, figs. E-F, nos. 140, 142, 171-172, 175-176, 180-181, 183-186, 272. 110. Ibíd., no. 1: animal suplicante; no. 5: animal agnático; no. 11: cabeza humana con rasgos felinos; nos. 222-224, 354: cabezas trofeo en una red portadora. 111. Tsurumi 2008, p. 157, fig. 13. 112. Valdez 2008b, figs. 6-9. 113. Bischof 1995c, fig. 14. 114. Kauffmann 1994, pp. 84-85, 88. 115. Terada 1979, lámina 129; Bischof 2008, fig. 4.15b. 116. Pimentel 1986, fig. 13; Bischof 2008, fig. 4.15a. 117. Alva 1986a, no. 66 (= Haus der Kulturen der Welt 1992, p. 64, no. 44). 118. Este motivo fue perpetuado en Chavín Tardío, compuesto por garras y una forma humana de Kuntur Wasi (Onuki 2008, fig. 10), y como un cetro en un textil pintado de Carhua (Cordy-Collins 1975, p. 127, fig. 81) que coincide con la máscara que la figura humana agazapada sostiene delante de su boca en una botella cerámica de Jequetepeque más antigua (Alva 1986a, no. 343). Los elementos delante de la boca de la figura en un célebre relieve en piedra de Chavín pueden entenderse en el contexto de las restantes representaciones Chavín A como un motivo del “hálito de poder” ligeramente dañado, y no como cápsulas de semillas de Brugmansia, como sostuviera Torres (Torres 2008, fig. 9.17). 119. Rowe 1962a, p. 19; Rowe 1967, p. 84. 120. Cummins 2008, p. 290. 121. Lathrap 1973, pp. 93-94. 122. El relieve de La Pampa ya no se encuentra in situ; podemos, sin embargo, considerarlo como parte de una entrada a partir de su forma y sus195 cm aprox. de grosor. 123. Bischof 1995b, pp. 149-150. 124. Rick 2008a. 125. Alva 1986a, nos. 66, 91, 93; Pozorski y Pozorski 1988; Burger 1989; Bischof 1994, figs. 7h, 23a.
126. Ejemplos publicados: región de Chiclayo / Copa Rondón (esteatita), valle de Jequet epeque / Plato de Dumbarton Oaks (esteatita), valle de Chicama / Huaca Prieta, entierro 867 (talla en hueso), valle de Moche / Alto de l a Guitarra (petro glifo), valle del Sant a / Chupacoto (dos relieves en piedra), Chavín (dos relieves en piedra), Yurakyako (relieve en piedra posterior), tal vez también Lima / Garagay, plataforma noreste (relieve en barro). Mapa de distribución: Bischof 1994, fig. 22. También valle de Jequetepeque / copa Limoncarro (esteatita): Salazar-Burger y Burger 1983, fig. 7; Cordy-Collins 1992, fig. 6. 127. Alva 1986a, no. 100. 128. Tello 1960, p. 228, escultura 34; Falcón y Suárez 2009, figs. 11-14. 129. Rowe 1967, p. 76. 130. Rowe 1962a, p. 5; Willey 1951, p. 109. 131. Fechado según Rick et al. 2009, p. 121. 132. Ayres 1961, fig. 17; Lumbreras 1970, p. 119; Lumbreras 1977: fig. 55; Tello 1960, escultura 34; Tello 1960, escultura 44, tal vez se encuentra actualmente en el depósito del museo de sitio de Chavín; Tello 1960, escultura 54; dos fragmentos de relieve inéditos en el museo de sitio de Chavín, así como el relieve de jaguar recientemente encontrado (Anónimo 2011, p. 30). 133. Chavín (inédito), museo de sitio (exposición en 2011); Runtu: Tello 1960, escultura 55; Pójoc: Burger 1982, fig. 19; Yurakyako: Tello 1960, esculturas 52-53. 134. Kroeber 1944, p. 86. 135. Lanzón: Rowe 1962a, fig. 7b; Burger 1992, fig. 140; Galería de la Portada: Kembel 2008, fig. 2.29; Portal Blanco y Negro: Rowe 1962a, figs. 1, 9. 10; Lumbreras 2007, figs. 19-26; Cámara de las Vigas Ornamentales: Lumbreras 1970, figs. 115, 116; Plaza Circular: Lumbreras 2007, 1, figs. 131, 133161, y bocetos en Lumbreras 1989, figs. 24-35; Rick 2008a, fig. 1.16f. 136. Kembel 2008, pp. 44-45. 137. Rowe 1962a, p. 14. 138. Kaulicke 1994, p. 374. 139. Tello 1960, p. 248-249, escultura 55; fotografías: Kauffmann 1968, p. 23. En 1941, la parte superior del Obelisco Runtu se encontraba en la colección de Lamberto Vargas (San Marcos).
140. Tello 1960, p. 248, escultura 54. Lima, Museo Arqueológico, UNMSM, inv. no. 842-1853. Ubicación actual: MNAAHP, inv. no. L-8757. 141. Tello 1960, pp. 246-247, escultura 53. Según Tello, en 1934 este “Relieve del Cazador de Cabezas” se encontraba en una casa particular de la Hacienda Pomacocha. Actualmente está en el Museo Amano (Lima), inv. no. FMAL-000006. La réplica de una escultura similar pero invertida lateralmente, dañada y sin borde, está guardada en MNAAHP, inv. no. L-8912 (Andesita 1 (2)/1998, tapa). 142. Kembel 2008, p. 67, fig. 2.12-13. 143. Rowe 1967, p. 76, figs. 11-13 respectivamente 14-16. 144. Rowe 1962a, p. 14. 145. Tello 1956, fig. 30. Las cabezas de serpiente corresponden a la convención Chavín clásico (Roe 1974, elemento 33). Bazán (2010, p. 224) no tuvo esto en cuenta cuando propuso equiparar cronológicamente a las esculturas de Moxeque con las de Cerro Sechín (Bischof 2009, p. 36). 146. Roe 1974, fig. 27. 147. Burger 1982, fig. 19. 148. Rowe 1962a, fig. 40. 149. Kauffmann-Doig 1978, p. 258. 150. Shibata 2008, fig. 14d; Tello 1960, p. 233, escultura 37, por el contrario Rowe 1967, fig. 17. 151. Lumbreras 1977, p. 17; Roe 1978; Sawyer y Maitland 1983; Burger 1992, p. 149. 152. Kembel 2008, pp. 49, 74, fig. 2.14. 153. Rick 2008a, p. 23. 154. Roe 1978, pp. 5-6. 155. Lumbreras 2007, figs. 141-142. 156. Rowe 1962a, p. 9. 157. Kembel 2008, pp. 73-74. 158. Larco Hoyle 1941; Larco Hoyle 1948, 159. Elera 1994; Elera 1998; Toshihara 2002. 160. Salazar-Burger y Burger 1983, p. 219. 161. Pozorski 1975, figs. 21-22. 162. Ibíd.; Sakai y Martínez 2008; Alva Meneses 2008a. 163. Shibata 2008. 164. Conklin 1985, pp. 160-161, fig. 20. Sin embargo, Thomas Pozorski (1995, p. 339) cuestionó
CHAVÍN
396
conforman la base del estilo más antiguo de Conklin sean representativas de la fase de construcción en cuestión. 165. Shibata 2008, fig. 14; Bischof 1997; Paredes y Salas 2005. En un e-mail del 11 de agosto de 2011 el Dr. Koichiro Shibata confirmó que el mural de los danzantes pertenece a una fase final de renovación, así que también en Huaca Partida habría una diferencia temporal. 166. Bischof 2008, p. 109; Shibata 2008, p. 302. 167. Kaulicke y Onuki 2008-2009. 168. Burger y Salazar-Burger 2008, pp. 86-87. 169. Rosas 2007. 170. Ravines y Isbell 1975; Roe 1978, p. 7. 171. Burger y Salazar-Burger 1991, fig. 13; Burger y Salazar-Burger 2008, fig. 3.2. 172. Burger 1987, figs. 4, 5; Burger y Salazar-Burger 1998. 173. Burger 2003, fig. 4; Burger y Salazar-Burger 2008, p. 101. CAPÍTULO 4.3
1. Cf. Tello 1960; Lumbreras 1970; Burger 1998. 2. Rowe 1962a; Burger 1992. 3. Kembel 2001; Kembel 2008. 4. Véase Kembel 2008; Rick et al 2009. 5. Williams 1980. 6. Rick et al. 1998. 7. Ibíd. 8. Rick 2006a. 9. Rick 2008a. 10. Ibíd. 11. Rick et al. 2012. 12. Lumbreras et al. 1976. 13. Rick 2012. 14. Kolar et al. 2010; Smith 2011. 15. Rick 2008a. 16. Kembel 2001; Kembel 2008. 17. Rick 2008a. 18. Lumbreras 1983. 19. Rick 2008a; Turner et al. 1999. 20. Rick et al. 2012. 21. Lumbreras 1977. 22. Véase también Rick 2005. 23. Burger y Salazar-Burger 2008; Contreras 2010. 24. Contreras 2010. 25. Rick 2008a; Sayre 2010.
CAPÍTULO 4.4
1. Burger 1981; Lumbreras 1974; Tello 1943. 2. Kembel y Rick 2004. 3. Onuki e Inokuchi 2011. 4. Seki et al. 2008. 5. Burger 1998; Mesía 2007; Rick 2005; Sayre 2010. 6. Lumbreras 1993; Lumbreras 2007; ídem, aquí en el cap. 4.5. 7. Rick 2008a. 8. Véase Donnan 1985, con referencias a la literatura. 9. Contreras 2010. 10. Lumbreras 1989. 11. Rick et al. 2012. 12. Rick 2008a. 13. Kembel 2008. 14. Ibíd. 15. Contreras 2007. 16. Burger 1992; Cordy-Collins 1977; Rick 2006a. 17. Burger 2011. 18. Burger 1992; Rick 2006a. 19. Rick 2008a. 20. Lumbreras et al. 1976. 21. Kolar et al. 2012. CAP. 4.5
1. Rick 2008a, p. 21. 2. Marino González, el antiguo curador de Chavín, llevó a cabo una prueba que confirmó la hipótesis de Tello. CAPÍTULO 5.1
1. Lippi 2003; Zeidler 2003. 2. Stothert 1985. 3. Van der Merwe et al. 1993; Pearsall 2003; Bonavia 2008; Zeidler 2008. 4. Zevallos et al. 1977. 5. Bonavia 2008. 6. Pearsall 2003. 7. Pratt 1999; Meggers 2005; Oyuela-Caycedo y Bonzani 2005. 8. Marcos 2005. 9. Lathrap 1970. 10. Zeidler 2008. 11. Marcos 1988. 12. Zeidler 1994; Zeidler e Isaacson 2003; Zeidler 2008. 13. Isaacson 1994; Zeidler e Isaacson 2003. 14. Estrada 1958; Meggers et al. 1965. 15. Zeidler 2008.
16. Cruz y Holm 1982; Marcos 1989. 17. Staller 2001. 18. Larco 1948; Tello 1960; Lumbreras 1993. 19. Lathrap et al.1975; Valdez 2008a. 20. Kaulicke 1975, 1994; Burger 1992; Morales 1993; Onuki 1995. 21. Lathrap 1963. 22. Estrada 1958; Lathrap 1963, 1970. 23. Lathrap et al. 1975. 24. Zeidler 1994; Zeidler e Isaacson 2003. 25. Schwarz y Raymond 1996. 26. Stahl 2003. 27. Evans y Meggers 1954. 28. Bushnell 1951. 29. Simmons 1970; Bischof 1975; Lathrap et al. 1975; Cummins 2003. 30. Lathrap et al. 1975; Cummins 2003. 31. Larco 1948. 32. Jijón y Caamaño 1945; Holm 2001. 33. Simmons 1970; Bischof 1975; Evans y Meggers 1982; Zeidler y Sutlliff 1994. 34. Lathrap et al. 1975. 35. Bischof 1982. 36. Lumbreras 1993; Onuki 1995; Ikehara y Shibata 2005; Mesía 2007; Kaulicke 2010a. 37. Evans y Meggers 1982. 38. Zeidler 2008. 39. Burger y Salazar-Burger 1998. 40. Lathrap et al. 1975. 41. Ibíd. 42. Stahl 2003. 43. Villalba 1988; Lippi 2003. 44. Stahl 2003. 45. Zeidler 2008. 46. Olsen 2003. 47. Athens 1995. 48. Isaacson 1987. 49. Grieder et al. 2002. 50. Guffroy 1987; Guffroy 1989; Guffroy 2004. 51. Guffroy 2004. 52. Mesía 2007. 53. Valdez 2007; Valdez 2008a. 54. Ibíd. 55. Rojas Ponce 1969. 56. Hill 1974; Guffroy 1987. 57. Valdez 2008a. 58. Lathrap 1974; Bischof 1999. 59. Lathrap et al. 1975. 60. Marcos 2005.
CAPÍTULO 5.2
1. Elera et al. 1992; Sandweiss et al. 2001. 2. Castillo 1999. 3. Uceda y Mujica 1994. 4. Franco et al. 1994. 5. Donnan 1976; Donnan 1999. 6. Hocquenghem 1987; Golte 1994; Makowski 1996; Makowski 2000. 7. Uhle 1913b; Larco Hoyle 1938; Larco Hoyle 1948. 8. Larco Hoyle 1948. 9. Alva 1986a. 10. Castillo y Donnan 1994. 11. Tello 1960; Larco Hoyle 1938, entre otros. 12. Rowe 1973. 13. Strong y Evans 1947. 14. Carrión Cachot 1948. 15. Bourget 1994; Bourget 1995. 16. Alva y Donnan 1993. 17. Salazar-Burger y Burger 1983; Cordy Collins 1992. 18. Onuki 1995. 19. Alva Meneses 2008b. 20. Salazar-Burger y Burger 2000. 21. Alva 1995; Alva Meneses 2008b. CAPÍTULO 5.3
1. Uhle 1913a. 2. Disselhoff 1969. 3. Silverman 1993; Orefici 1993; Orefici y Drusini 2003. 4. Isla y Reindel 2006b; Vaughn 2000. 5. Reindel e Isla 2001. 6. Carmichael 1988, 1995; Reindel e Isla 2001. 7. Reindel e Isla 2001; Isla y Reindel 2006b. 8. Isla y Reindel 2006b. 9. Silverman 1993; Silverman y Proulx 2002; Orefici 1993; Orefici y Drusini 2003. 10. Rowe 1960. 11. Hecht 2009, 2010. 12. Sawyer 1997; Silverman 1993; Frame 2005; Biermann 2001. 13. Llanos 2009. 14. Sawyer 1979. 15. Conlee et al. 2009. 16. Reindel et al. 2003; Lambers 2006. 17. Reindel et al. 2006. 18. Reindel y Wagner 2009.
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Notas, créditos fotográficos y de reproducciones, bibliografía
CRÉDITOS FOTOGRÁFICOS Y DE REPRODUCCIONES
SEPARADORES DE SECCIÓN
Págs. 4-5, 218-219 Yutaka Yoshii Págs. 390-391 Dumbarton Oaks, Washington D.C. ENSAYOS
Figura 1 Peter Fux Figuras 2 y 3 Museo Rietberg Zúrich Figuras 4 y 5 Museo Rietberg Zúrich y ArcTron 3D Figura 6 Yutaka Yoshii Figura 7 Museo Rietberg Zúrich y ArcTron 3D Figura 8 Museo Rietberg Zúrich, basado en información de Lavallée 2000, p. 44 Figuras 9 y 10 Tom D. Dillehay Figura 11 Redibujado según Lathrap et al. 1975
Figura 40 Museo Rietberg Zúrich, basado en información de Peter R. Fuchs Figura 41a Museo Rietberg Zúrich y ArcTron 3D Figuras 41b y 42 Peter R. Fuchs y Renate Patzschke Figura 43 Peter R. Fuchs Figura 44 Peter R. Fuchs y Renate Patzschke Figura 45 Peter Fux Figura 46 Foto: Fuchs y Patzschke Dibujo: Renate Patzschke; Tello 1956, Fig.22; Disselhoff 1961, Fig.10 Figura 47 Dibujos en planta: Elena Maldonado, planos adicionales en: Lerner et al. 1992; plano de fachada tomado de: Bischof 1995a, p. 133, Fig. 7; fotos: Peter R. Fuchs
Figuras 12 y 13 Tom D. Dillehay
Figura 48 Peter R. Fuchs Figuras 49 y 50 Museo Rietberg Zúrich y ArcTron 3D
Figuras 14-16 Markus Reindel
Figura 51 Peter Fux
Figura 17 Foto y dibujo: Markus Reindel
Figura 52 Museo Rietberg Zúrich y ArcTron 3D
Figuras 18a-e y 19a-b Markus Reindel Figura 20 Peter Fux Figuras 21 y 22 Markus Reindel Figuras 23a-b y 24 Koichiro Shibata Figura 25 Tomado de Ravines e Isbell 1975, “Huaca Garagay-Elevación de murales”, F. de Junco Figura 26 Dibujado según Burger 1992, p.67 Figuras 27-29 Yoshio Onuki Figuras 30- 36a Ignacio Alva Meneses Figura 36b B. Alva, M. Olivos Figura 37 Ignacio Alva Meneses Figuras 38 y 39 Walter Alva
Figuras 53-58 John W. Rick Figura 59 Tomado de Matsumoto 2009, Fig.1 Figuras 60 y 61 Yoshio Onuki Figura 62 Museo Rietberg Zúrich, basado en información de Eisei Tsurumi Figura 63 Yoshio Onuki Figura 64a y 64b Universidad de Saitama Figuras 65 y 66 Yoshio Onuki Figura 67 Universidad de Saitama Figura 68 Museo Rietberg Zúrich y ArcTron 3D Figuras 69 y 70 Archivo Tello, Museo de Arqueologí a y Antropolog ía de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos
CHAVÍN
398
Figura 71 Julio C. Tello 1960, p. IV Figuras 72-74 Archivo Tell o, Museo de A rqueología y Antropología de la Uni versidad Nacional Mayor de San Marcos
Figura 96 Tomado de Tello 1960, Fig.82
Figura 120 Christian Mesía
Figura 97 Redibujado por Henning Bischof, según Ayres 1961, Fig.17
Figura 75 Tomado de Bueno y Grieder 1981, p. 57
Figura 98b Tomado de Tello 1960, Fig.62 Figura 99a y b Tomado de Tello 1960, Figs.83, 84
Figura 76 Tomado de Bird et al. 1985, Fig.101, Inv. No 41.1/9613. Cortesía de la División de Antropología, Museo Americano de Historia Natu ral Figuras 77 y 78 Tomado de Bischof 1994, Figs. 10a y 10b Figura 79 Redibujado por Izumi y Terada 1992, color plate 2 Figura 80 Robert Benfer Figuras 81 y 82 Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Archivo Tello/P9/ F2/60 Figura 83 Dibujo: Kai Bischof según Samaniego 2007, Fig.7 Figura 84a-d Tomado de Bischof 1994, Figs. 8a-c, 16b Figura 85 Henning Bischof Figura 86 Tomado de Falcón y Suárez 2009, Fig. 21, correcciones finales: Mónica Suárez Ubillús Figura 87a-b Tomado de Bischof 1994, Fig. 12c y redibujado por Kai Bischof de Paredes y Salas 2005, p.107, Archi vo Tello P9/ F7/249 Figura 88 Claude Chapdelaine Figura 89 Redibujado por Kai Bischof, según Ravines 2009, p. 141 Figura 90a-c Tomado de Ravines 1984, Figs. 20-22 Figuras 91 y 92a y b: Henning Bischof Figura 93a Redibujado por Henning Bischof, Terada 1979, pl.129 Figura 93b Yoshio Onuki Figura 94 Redibujado de Kauffmann 1978, Fig.5
Figura 98a Dibujo: Lumbreras 1977, Fig. 55
Figura 100a y b Museo Rietberg Zúrich y ArcTron 3D, dibujado según Silvia Rodríguez Kembel Figura 101 Museo Rietberg Zúrich y ArcTron 3D, según John W. Rick y Silvia Rodríguez Kembel Figura 102 Museo Rietberg Zúrich y ArcTron 3D, según John W. Rick Figuras 103 y 104 John W. Rick Figura 105 Museo Rietberg Zúrich y ArcTron 3D Figuras 106 y 107 John W. Rick Figura 108 Museo Rietberg Zúrich y ArcTron 3D, según Silvia Rodríguez Kembel Figura 109 John W. Rick Figura 110 Museo Rietberg Zúrich y ArcTron 3D Figuras 111 y 112: John W. Rick Figura 113 Museo Rietberg Zúrich y ArcTron 3D Figura 114 John W. Rick Figura 115 Museo Rietberg Zúrich y ArcTron 3D. Gráfico coloreado tomado de Peter G. Roe 2007 Figura 116: Museo Rietberg Zúrich y ArcTron 3D. Gráfico coloreado tomado de Peter G. Roe 2008 Figura 117: Museo Rietberg Zúrich y ArcTron 3D. Gráfico coloreado tomado de Peter G. Roe 2009 Figura 118 Redibujado según Lumbreras 1993, p.69 Figura 119 Nathan Benn/CORBIS
DIBUJOS DEL CATÁLOGO
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Notas, créditos fotográficos y de reproducciones, bibliografía
BIBLIOGRAFÍA
Aldenderfer, Mark S.
Figuras 121-126 Museo Casa del Alabado, Quito
Dumbarton Oaks, Washington, D.C. Cat. no. 3
1998 Montane Foragers: Asana and the South-Central Andean Archaic. Iowa: University of Iowa Press.
Figura 127 Ignacio Alva Meneses Figura 128 Walter Alva
Museo Larco Cat. nos. 10, 16, 173 (Redibujado de Kutscher 1983)
Alva, Walter
Figura 129 Kutscher 1983; Munich Museum für Völkerkunde Figura 130 Ignacio Alva Meneses Figura 131 Museo Arqueológico Nacional Bruning de Lamabyeque. Dibujo: A. López Figura 132 Museo Tumbas Reales de Sipán Figura 133 Markus Reindel, diseño de J. Tomkowitz Figuras 134-136 Markus Reindel FOTOS DEL CATÁLOGO
Yutaka Yoshii Pág. 221, 343 Cat. nos. 2, 4-11, 14-16, 23-28, 31, 35-37, 39, 40, 42-49, 51, 52, 56-165, 168-173 Denise Okuyama Cat. nos. 13, 38, 55 Museo de Arte de Lima. Daniel Giannoni Cat. nos. 22, 33, 34, 41, 50 Museo Larco, Lima-Perú Cat. nos. 29, 30 Dumbarton Oaks, Washington, D.C. Cat. nos. 1, 3, 17, 18, 19, 53 University of Pennsylvania Museum of Archaeology and Anthropolog y, Philadelphia Cat. no. 12 The Metropolitan Museum of Art New York Cat. nos. 20, 32, 166, 167
Luis Alberto Ayarza Cat. nos. 15, 28, 170, 172 Yoshio Onuki Cat. no. 64 John Rick Cat. nos. 111, 122, 123 Luis G. Lumbreras Págs. 340, 125-135, 138, 140-142, 149, 154, 155, 158, 159 PROPIETARIOS
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CHAVÍN
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La edición de CHAVÍN se realizó en el marco de la muestra que lleva el mismo nombre, que tuvo lugar en el MALI entre el 10 de abril y el 9 de Agosto de 2015.
Este volumen se terminó de imprimir en los talleres de Gráfica Biblos, Jirón Morococha 152, Surquillo, Lima, en marzo de 2015.