Ciclo Formativo de Grado Superior de
Serie Historia del Arte
Amueblamiento
Unidades Didácticas
Historia del Mueble hasta el siglo XIX
AUTOR: JESÚS VICENTE PATIÑO PUENTE
Bajo Licencia Licencia Creative Commons Common s
Primera edición: junio de 2010
Autor: Jesús Vicente Patiño Puente Título: Historia del Mueble hasta el siglo XIX. Nota legal: por tratarse el presente libro de una obra en format formato o digit digital al sin soport soporte e f ísico sico,, grat gratui uita ta y de libr libre e distribución a través únicamente de redes electr ónicas (esencia (esencialmen lmente te Internet) Internet),, esta obra está exenta exenta de la obligaci ón de cons consig igna narr el n úme mero ro de ISB ISBN o el de Depósito sito Leg Legal al,, según lo establecido en la legislaci ón vigente: R.D.2063/2008, de 12 de diciembre, que modifica el Decreto 2984/1972, de 2 de noviembre, y el Decreto 56/1983, de 1 de marzo, sobre las normas de funcionamiento del servicio de Dep ósito Legal (DOCM, de 12 de abril de 1983). Esta obra está bajo una licencia “Attribution Non CommercialShareAlike 3.0 Unported” de Creative Commons. Cualquier persona es libre de su copia, distribución, modificación y manipulaci ón siempre que la obra derivada respete las condiciones de dicha licencia, es decir, que no se utilice con fines comerciales y que se autorice su distribuci ón con una licencia igual a la de la presente obra. Para ver una copia de esta licencia, visite http://creativecommons.org/licenses/byncsa/3.0/ o envie una carta a Creative Commons, 171 Second Street, Suite 300, San Francisco, California 94105, USA.
Imagen de cubierta: “Mueble g ótico de san Juan de Toledo de Lanata”. Imagen distribuida por Juan R. Lascorz a trav és de Wikimedi Wikimedia a mediante mediante una licencia licencia Creative Creative Com Commons mons.. Más información en: http://commons.wikimedia.org/w http://commons.wikimedia.org/wiki/File:070.San iki/File:070.San_Juan_Tole _Juan_Tole do_mueble.jpg
Agrad Agradeci ecimie miento ntos s a Julie Julien n Zborow Zborowski ski,, por su inesti inestimab mable le ayuda en la transcripción y correcta ortografía de los términos de origen franc és y alemán.
Primera edición: junio de 2010
Autor: Jesús Vicente Patiño Puente Título: Historia del Mueble hasta el siglo XIX. Nota legal: por tratarse el presente libro de una obra en format formato o digit digital al sin soport soporte e f ísico sico,, grat gratui uita ta y de libr libre e distribución a través únicamente de redes electr ónicas (esencia (esencialmen lmente te Internet) Internet),, esta obra está exenta exenta de la obligaci ón de cons consig igna narr el n úme mero ro de ISB ISBN o el de Depósito sito Leg Legal al,, según lo establecido en la legislaci ón vigente: R.D.2063/2008, de 12 de diciembre, que modifica el Decreto 2984/1972, de 2 de noviembre, y el Decreto 56/1983, de 1 de marzo, sobre las normas de funcionamiento del servicio de Dep ósito Legal (DOCM, de 12 de abril de 1983). Esta obra está bajo una licencia “Attribution Non CommercialShareAlike 3.0 Unported” de Creative Commons. Cualquier persona es libre de su copia, distribución, modificación y manipulaci ón siempre que la obra derivada respete las condiciones de dicha licencia, es decir, que no se utilice con fines comerciales y que se autorice su distribuci ón con una licencia igual a la de la presente obra. Para ver una copia de esta licencia, visite http://creativecommons.org/licenses/byncsa/3.0/ o envie una carta a Creative Commons, 171 Second Street, Suite 300, San Francisco, California 94105, USA.
Imagen de cubierta: “Mueble g ótico de san Juan de Toledo de Lanata”. Imagen distribuida por Juan R. Lascorz a trav és de Wikimedi Wikimedia a mediante mediante una licencia licencia Creative Creative Com Commons mons.. Más información en: http://commons.wikimedia.org/w http://commons.wikimedia.org/wiki/File:070.San iki/File:070.San_Juan_Tole _Juan_Tole do_mueble.jpg
Agrad Agradeci ecimie miento ntos s a Julie Julien n Zborow Zborowski ski,, por su inesti inestimab mable le ayuda en la transcripción y correcta ortografía de los términos de origen franc és y alemán.
ÍNDICE: Prólogo...................... Prólogo................................ ..................... ..................... ..................... ..................... ..................... ..................... ..................... ...................... .................... ......... 4 Unidad Didáctica 1. Conceptos básicos.................... básicos.............................. ..................... .............................................. ................................... 6 Unidad Didáctica 2. El mueble en la Edad Antigua.............................. Antigua......................................................... ........................... 13 Unidad Didáctica 3. El mueble medieval........................ medieval................................... ..................... ..................... ..................... .................21 .......21 Unidad Didáctica 4. El mueble en el Renacimiento.......... Renacimiento ..................... ..................... ..................... ..................... ............... .....29 29 Anexo a la Unidad Didáctica 4. La periodización del mueble anglosajón....................44 Unidad Didáctica 5. El mueble Barroco........................ Barroco.................................. ..................... ..................... ..............................46 ....................46 Unidad Didáctica 6. El mueble Rococó......... Rococó .................... ..................... ..................... ............................................. .................................. 57 Anexo a la Unidad Didáctica 6. La reglamentación de los gremios del mueble franceses.................. franceses............................. ..................... ..................... ..................... ..................... ..................... ..................... .................................... ......................... 71 Unidad Didáctica Di dáctica 7. El mueble mue ble Neoclásico.......... Neoclásico ..................... ..................... ..................... ..................... ............................ ..................73 73 Unidad Didáctica 8. El mueble en los albores de la contemporaneidad.........................93 Bibliografía y recursos.................... recursos............................... ..................... ..................... ..................... ........................................... ................................. 109
Prólogo La presente obra nace, en el contexto de las Escuelas de Arte de Castilla-La Mancha, de la necesidad de disponer de un texto básico que recoja los contenidos que se imparten en el módulo de Historia del mueble, que se imparte en segundo curso del Ciclo Formativo de Grado Superior de amueblamiento, de la Familia Profesional de Diseño de Interiores. Aunque la obra se gestó para su adaptación al currículum de Castilla- la Mancha, puede servir, con leves adaptaciones, como base para el resto de las comunidades autónomas del Estado español donde se imparta el Ciclo Formativo de Grado Superior de Amueblamiento o, incluso, como apoyo de otros ciclos profesionales relacionados con el diseño de interiores. La estructura del texto es la de un manual dividido en siete unidades didácticas que abarcan gran parte de los contenidos impartidos en el módulo. Sin embargo, es necesario el apoyo visual del texto mediante imágenes explicativas de cada tipología de mueble, por lo que el presente texto debe tomarse como guión de trabajo más bien que como manual autosuficiente. No es, ni pretende ser, un texto cerrado y completo, sino que nace con la intención de ampliarse y enriquecerse con aportaciones futuras. Por otra parte, al tratarse de un texto eminentemente didáctico, el lenguaje es sencillo y accesible, por lo que la obra no debe circunscribirse sólo al ámbito de los estudios profesionales, sino que se puede abordar como una obra de gran espectro, tanto desde una óptica eminentemente técnica como desde su componente divulgativa. También hay que tener en cuenta que la presente obra es sólo una síntesis nacida de una necesidad perentoria, por lo que el texto es deudor de una amplia bibliografía y de infinidad de recursos, aportaciones, correcciones y sugerencias. Muchas de estas aportaciones han sido recabadas de fuentes anónimas que distribuyen materiales didácticos de forma altruista, totalmente libre y gratuita, a través de internet. Vaya nuestro agradecimiento, en este sentido, a todas esas personas que piensan que un mundo basado en la cooperación y la solidaridad es posible. Vaya nuestro agradecimiento, también, al personal docente de la Escuela de Arte Toledo y de la Escuela de Arte Talavera en general y, en particular, a Julien Zborowski, Rosalina Aguado, Caridad Pleguezuelo y Pilar Capelástegui.
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Historia del Mueble hasta el siglo XIX
Unidades Didácticas
Ciclo Formativo de Grado Superior de
Amueblamiento Familia Profesional de Diseño de Interiores
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Unidad Didáctica 1. CONCEPTOS BÁSICOS 1.1. Concepto de mueble Podemos considerar como mueble cualquier construcci ón humana que sirve a las personas para realizar acciones relativas a su vida cotidiana y que tienen la peculiaridad de poderse mover (de ah í lo de “mueble”), cambiar de sitio, ya sea sin tocar su estructura o desmontado. También consideramos como mueble cualquier elemento existente en el interior de las viviendas humanas destinado a hacer la vida cotidiana m ás fácil y cómoda. En este sentido, pueden considerarse como muebles aquellas estructuras fijas (empotradas o de obra) destinadas a almacenar (anaqueles de ladrillo, por ejemplo), servir de base para asientos, camas, etc. La forma de los muebles, as í como su funci ón, han ido cambiando con el tiempo, de la misma manera que lo han hecho los materiales utilizados en su fabricaci ón. Si lo más corriente es la madera, no podemos olvidar que existen muchos materiales con los que desde tiempo inmemorial se han construido muebles: En épocas antiguas era corriente la fabricaci ón de muebles con entramado de cañas, juncos, ramas o fibras vegetales, ya que son materiales que pueden trabajarse sin requerir herramientas demasiado elaboradas. •
La madera es la reina indiscutible del mundo del mueble, tanto por sus características de resistencia, firmeza y flexibilidad como las de durabilidad y capacidad aislante y no conductora, adem ás de su facilidad para ser trabajada. Pr ácticamente todas las variedades de árboles son susceptibles de ser utilizados en la fabricaci ón del mueble, aunque destacan algunas especies seg ún las características que deseemos en los muebles resultantes. Por ejemplo, el pino es ideal, por su facilidad para ser trabajado y por lo barato de su producci ón, para muebles utilitarios. Las maderas duras, como el cerezo, el roble o el boj, se usan, sobre todo, para muebles robustos, destinados a durar en el tiempo o para aquellos que presentan tallas ornamentales. Algunas maderas tropicales, como el ébano o la caoba, son ideales para muebles de lujo, ya que su grano es pequeño y suave, aunque algunas de ellas, por sus especiales características (como sufrir tendencia a fracturarse por percusi ón) se usan generalmente en chapados. •
La piedra también se ha usado desde antiguo, aunque la dificultad de su trabajo ha reservado este material a las clases pudientes o a •
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estructuras destinadas a no ser movidas (tarimas, tronos, bancos corridos, etc.). Podemos agrupar con la piedra también a cualquier estructura empotrada fabricada con argamasa, ladrillo, mamposter ía, etc., porque la función y las caracter ísticas son análogas. En este punto debemos destacar el frecuente uso del m ármol como tablero de mesas, aparadores, etc., sobre todo en muebles suntuosos, ya que se trata de un tipo de piedra muy vistosa, ornamental y f ácil de trabajar. El metal se ha usado tambi én en todas las épocas, bien como expresión máxima del poder o de la capacidad econ ómica en muebles suntuarios (que pueden estar realizados por completo en metales ricos, como el bronce, o incluir en su estructura metales preciosos como el oro o la plata), bien para reforzar las estructuras de madera, por ejemplo en forma de herrajes, clavos, etc. Tras la Revolución Industrial, con el abaratamiento de los procesos de producci ón de metales, ha venido siendo frecuente el mueble cuya estructura se realiza completamente con metal, normalmente hierro o acero, ya sea en forma de l áminas, de tubos o hierro fundido, con superficies mates, con cromado, dorado, etc. •
Además, desde antiguo se han usado toda clase de materiales para incrustaciones, desde el n ácar hasta conchas preciosas como el carey, pasando por maderas o metales preciosos, marfiles, hueso, etc. •
En el presente se usan todo tipo de materiales para la construcci ón de muebles, desde los pl ásticos procedentes del petróleo a las fibras sintéticas de diversa procedencia, la fibra de vidrio, el cart ón, el cristal, el metacrilato, etc. •
En general, el mueble a úna en s í mismo dos funciones complementarias: la utilidad y el decorativismo. Por ello, tanto por el cambio de los h ábitos humanos como por el cambio de las costumbres sociales, de las tradiciones, del gusto o de la moda, reforzado todo ello por el hecho de que el mueble es muy susceptible de ser modificado en su forma o estructura con mucha facilidad para adaptarse a multitud de ambientes y necesidades, el mueble ha ido cambiando a lo largo de la Historia en mayor medida incluso que los estilos artísticos, y, por el contrario, formas concretas y variadas tipologías han ido apareciendo y desapareciendo en la Historia de manera intermitente. Además, si la personalizaci ón de un edificio es en la pr áctica algo muy costoso y dif ícil de llevar a cabo, el mobiliario s í que es susceptible de ser personalizado, renovado, remozado y hasta reutilizado para un fin distinto, por lo que el mueble goza de una versatilidad mucho mayor que la Historia del Mueble hasta el siglo XIX
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arquitectura, por ejemplo, a la que ha estado firmemente unido desde siempre. El paradigma de todo esto es el contempor áneo mueble modular, que se adapta con facilidad a cualquier volumen y que permite la personalización extrema. Es emblem ático el uso de muebles industriales, prefabricados y de car ácter modular, en las cocinas contempor áneas. E incluso una de las empresas m ás importantes del planeta, Ikea, se ha convertido en uno de los iconos de la sociedad occidental contempor ánea gracias a estos muebles de f ácil montaje y car ácter modular y polivalente. Podemos decir que una civilizaci ón es mucho m ás próspera cuanto más variado y rico es su mobiliario. Y, en algunos casos, los únicos documentos que tendremos para reconstruir la vida cotidiana de una civilización serán sus muebles, rescatados y recuperados por m étodos arqueológicos. Además, la posesi ón de mobiliario indica siempre sedentarismo y estabilidad, por lo que la abundancia de éste implica también la existencia de un sistema social, pol ítico y econ ómico sólido. En este sentido, tambi én debemos tener en cuenta el mueble como indicador del nivel econ ómico y de la posici ón social. Este aspecto es obvio con s ólo investigar de manera somera la composici ón de la estructura del mueble, su ornamentación, etc. De una manera an áloga, podemos usar la Historia del mueble para percatarnos de los avances tecnológicos de la Humanidad, no s ólo apreciando la factura o el acabado del mobiliario, sino por encima de todo las soluciones estructurales, los materiales y t écnicas usadas, etc.
1.2. El mueble y su relaci ón con el espacio arquitectónico El mueble es tan antiguo como la propia humanidad, que los ha ido creando para cumplir, en esencia, cuatro funciones b ásicas: descansar, Historia del Mueble hasta el siglo XIX
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comer, almacenar y ornamentar. De estas cuatro funciones b ásicas surgen cinco de sus principales tipolog ías: La silla. Su funci ón es la de servir de lugar de descanso a las personas cuando est án despiertas, y se usa en posici ón sedente. Tiene su origen en cualquier protuberancia del terreno o cuerpo de cualquier tipo (una piedra, un tronco de árbol, etc.), que evolucionar á desde el simple taburete hacia diversas formas, entre las que se encontrar ía el sillón, el sofá, el banco, etc. •
La cama. Es el mueble por excelencia para dormir, reposar y descansar en posici ón yacente. En origen fue un simple lugar aislado del suelo, bien por situarla en altura (mediante patas, suspendida como las hamacas, etc.) o mediante un recubrimiento mullido (por lo general). Evolucionará a estructuras de cuatro patas como forma m ás extendida en Occidente, ya que en lugares como Jap ón se prefiere el suelo como lugar de descanso, si bien aislando el cuerpo de éste mediante espesas estructuras mitad colch ón mitad edredón (el famoso futón). Hay muchas categorías seg ún posean o no cabecero, dosel, etc.; seg ún su forma (hamacas, literas, etc.), material, uso (cunas, de matrimonio...), etc.; y existen también muchos híbridos, como los sofáscama. •
La mesa. Su funci ón es de servir de plataforma a la comida para ser consumida aisl ándola del suelo. Existe una infinidad de tipos y su forma a ido cambiando con gran velocidad a lo largo del tiempo, aunque su forma más común es la de un simple tablero con cuatro patas. •
El arca. Nació debido a la necesidad de guardar y almacenar cosas. Evolucionar á en múltiples direcciones, desde los cofres hasta los armarios. Con la aparici ón de los cajones nacer ían híbridos entre el arca y todos los dem ás muebles (la banca ser ía un híbrido de arca y silla, la cómoda que en esencia es la fusi ón de mesa y arca, los modernos mueblescama, etc.). •
El mueble ornamental. En esencia son todos aquellos cuya principal función es el adorno, si bien cumplen dentro de los interiores de las casas m últiples funciones. Entre ellos podemos encontrar desde los pianos de cola o espejos de pared a los relojes, desde los marcos (que encuadran pinturas, fotograf ías, etc.) a los apliques de ba ño, etc. Muchas veces estos elementos integran una categor ía muy amplia y heterog énea que denominaremos complementos, integrada por tapices, joyeros, cerámica, alfombras, etc. Si en puridad no pueden considerarse muebles, bien es cierto que su relaci ón con el mobiliario es directa, y en algunos casos ser á conveniente su estudio junto al mobiliario de forma particular. •
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El mueble siempre est á unido al espacio arquitect ónico y depende, en cierto sentido, de él. Aunque algunos arquitectos contempor áneos ya suelen tener en cuenta el mobiliario que ha de tener su edificaci ón, en general el mobiliario se adapta a un espacio arquitect ónico previo. Es la casa la que determina el mobiliario y no al rev és. En algunos casos existen muebles empotrados que podr ían considerarse arquitectónicos en cierto sentido, como los bancos corridos, las tarimas o las estanter ías de f ábrica, pero lo normal o general es adquirir o diseñar el mobiliario con posterioridad. As í, el mobiliario suele participar del estilo de cada vivienda o edificio, si bien este aspecto se ha ido afirmando conforme nos acercamos al presente, porque si bien en la antigüedad los muebles y su tipolog ía apenas cambiaron respecto a los estilos arquitectónicos, desde el siglo XX, por ejemplo, es inconcebible ya encontrar una vivienda, f ábrica u oficina donde el mobiliario no participe del estilo de la estructura arquitect ónica. El caso aso más paradi paradigm gmático tico de integr integrac acii ón ent entre re arquit arquitect ectura ura y mobiliario será, sin duda, el Art Nouveau, donde la apariencia de ambos se un unir irá para para crear crear espac espacios ios únicos nicos y homog homogéne neos os do dond nde e mu mueb eble le y arquit arquitect ectura ura se fun funden den sin soluci solución de conti continui nuidad dad,, como como po podre dremos mos comprobar si visitamos en Barcelona cualquier obra de Gaud í (como La Pedrera o el Parc G üell), quien dise ñó tanto el edificio como gran parte del mobiliario. Pero no s ólo encontraremos esa íntima interrelación en el Art Nouveau, sino que volveremos a verlo con arquitectos como Le Corbusier, con las vanguardias (por ejemplo, con el neoplasticismo,), con el Art Dec ò, etc. Además, podemos rastrear esta interdependencia en casi todas las épocas y en casi todas las tipolog ías mobiliarias, desde las siller ías de coro góticas a los muebles neocl ásicos. Por todo lo anterior, no podremos dejar de lado, en esta asignatura, el estudio paralelo de la arquitectura, por lo que al inicio de cada tema nos preocuparemos de estudiar los principales estilos y manifestaciones del arte en general y de la arquitectura en particular, aunque generalmente nos bastará con someras indicaciones e ideas generales, sobre todo en cuanto concierne a la forma, disposici ón y estructura de las viviendas de cada época y estilo.
1.3. El mueble y sus t écnicas de elaboración, diseño y construcción
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El mueble es tan vers átil como lo son las necesidades cotidianas del ser humano. Por ello no s ólo pod podemo emos s referir referirnos nos al mobilia mobiliario rio en exclusiva haciendo referencia a aquellas piezas construidas en madera, sino que tambi én debemos atender a las realidades contempor áneas. En este este senti sentido do es inelud ineludibl ible e hacer hacer menci menci ón a tres tres gran grande des s grup grupos os qu que e estudiaremos con amplitud al final del temario: Los muebles de cocina. Ya hemos hecho referencia m ás arriba, pero es necesario remarcar la importancia de este grupo porque en la actualidad es el sector productivo que m ás beneficios reporta al mercado del mueble. Existen centenares de dise ñadores dedicados en exclusiva a esta esta vari varian ante te,, y la cara caract cter erística stica fun fundam dament ental al es la fun funcio cional nalida idad, d, la modularidad y la diversidad de materiales, aunque en este caso se siguen dos vías: la de la tradici ón (madera) y la de la higiene (acero inoxidable). •
El mobilia mobiliario rio de oficin oficina. a. Se trata trata de otro sector sector puntero. puntero. En este este caso la caracter ística fundamental es la versatilidad y la estricta funcionali funcionalidad, dad, así como como su firm firmez eza, a, al trat tratar arse se de mo mobi bililiar ario io de uso uso intensivo y sometido, muchas veces, a constantes cambios de ubicaci ón. Los materiales más usados suelen ser los metales, los pol ímeros plásticos y las maderas aglomeradas, laminadas y contrachapadas. •
Los llam Los llamad ados os mu mueb eble les s de baño. Aunq Aunque ue estr estric icta tame ment nte e no se consid considera eran n a veces veces como como mueble muebles, s, los llamad llamados os apa aparat ratos os sanita sanitario rios s deben incluirse tambi én en cualquier estudio en profundidad de nuestra materia. No nos centraremos en exclusiva en aquellas producciones que, como los estantes o los muebles de lavabo, se asemejan al mobiliario tradicional y suele tener un dise ño historicista, sino que tambi én debemos detenernos en los sanitarios, ba ñeras, etc., que son evoluci ón contemporánea de muebles antiguos sensu stricto. •
En cuanto a la fabricaci ón del mobiliario, a lo largo del temario de nuestra materia y del resto de las que componen el Ciclo tendremos oportunidad de diferenciar diversas t écnicas y formas de trabajo, por lo que no es necesario profundizar ahora en este punto. Sin embargo, si es necesario hacer referencia a dos puntos: En cuanto a la forma de fabricaci ón del mueble, tradicionalmente se ha hecho una distinci ón entre los ebanistas y los mueblistas. En sentido estricto, los ebanistas s ólo aparecen despu és del siglo XVI cuando se usará el ébano laminado para embellecer los muebles ostentosos. En Francia, por ejemplo, no ser á hasta el siglo XVIII cuando la diferenciaci ón entre ent re los dos tipos tipos de artesa artesanos nos del mueble mueble desapa desaparez rezca. ca. De hecho, hecho, existieron dos gremios bien distintos, los ébénistes (dedicados al mueble de lujo y a la elaboraci ón de cómodas, armarios, etc.) y los menuisieres Historia del Mueble hasta el siglo XIX
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(carpinteros dedicados a la elaboraci ón de armazones, muebles ensamblados, mesas y sillas). Tanto fue as í que los ébénistes estaban obliliga ob gado dos s a firma firmarr sus sus ob obra ras, s, y el intr intrus usis ismo mo labo labora rall se pe pers rseg egu u ía duramente. En la actualidad se considera como ebanista a todo trabajador dell mu de mueb eble le qu que e elab elabor ora a éste ste de form forma a arte artesa sana na y con con un acab acabad ado o perfecto. En cuanto a la factura de las diversas piezas que componen el conj conjun unto to de cada cada mu mueb eble le,, s í harem haremos os refere referenci ncia a a tres tres varied variedade ades s primordiales: Las partes en relieve. Generalmente se trata de tallas de diversa consideración (desde simples relieves a verdaderas esculturas en bulto redond redondo), o), pero a veces veces se trata trata tam tambi bi én de añadidos de diversos materiales, como la escayola o el bronce. •
Los mueble muebles s ensamb ensamblad lados. os. Las juntas juntas o ensamb ensamblad ladura uras s de las divers diversas as partes partes se un unen en de divers diversas as formas formas.. La m ás frecuente es la llamada de caja y espiga, aunque ser án frecuentes muchas otras seg ún la época, como la medieval de cola de milano. •
Los muebles contrachapados. En este caso la armaz ón se recubre con láminas de diversas maderas o de otros materiales, generalmente preciosos (como latón, carey o n ácar), pudiendo embellecerse a veces con apliques, apliques, taraceas o incrustaci incrustaciones. ones. A veces veces la estructura estructura queda disimulada por el chapado y no se aprecian las l íneas fundamentales de la prop propia ia estr estruc uctu tura ra.. En el caso caso de dell roco rococ c ó, po porr ejem ejempl plo, o, los los mu mueb eble les s abombados se realizaban con chapados sobre armazones compuestos por infinidad de piezas en forma de cu ñas que daban firmeza al mueble, mientras que el chapado exterior era meramente ornamental. •
Unidad Didá Didáctica 2. EL MUEBLE EN LA EDAD ANTIGUA Historia del Mueble hasta el siglo XIX
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El hecho que nos permite diferenciar si una sociedad ha entrado en la Historia es el momento en que aparece la escritura. A las etapas anteriores se las denomina prehist óricas. Para facilitar la comprensi ón de los acontecimientos históricos, se suele dividir la Historia en Edades , cuya nomenclatura responde a la que tradicionalmente se maneja en ámbitos académicos: La Prehistoria. Es el espacio cronol ógico que abarca la Historia de las sociedades ágrafas, hasta la aparición de las primeras manifestaciones de la escritura. Se divide a su vez en distintos periodos: •
El Paleolítico. Se extiende desde la aparici ón de los primeros homínidos hasta la conquista de la agricultura y la ganader ía. ◦
El Neolítico. Abarca las primeras civilizaciones y formas de vida sedentarias, con econom ía productora de bienes, servicios y alimentos. ◦
◦
Las Edades de los Metales estudian las primeras sociedades jerarquizadas, y se caracterizan por el uso ya de metales para fabricar herramientas. Se periodiza, a su vez, en Eneol ítico (o Edad del Cobre), Edad del Bronce y Edad del Hierro. La Edad Antigua, que se extiende desde la aparici ón de la escritura hasta el colapso del Imperio Romano de Occidente. •
•
La Edad Media, que transcurre aproximadamente entre los siglos V y XV de nuestra era. La Edad Moderna, donde se asiste a la creaci ón de los modernos Estados Nacionales. •
La Edad Contempor ánea, que abarca la Historia desde que tuvieran lugar, en el siglo XVIII, las llamadas Revoluciones Liberales o Burguesas . •
La Antigüedad (o Edad Antigua), por tanto, abarca todo el espacio de tiempo comprendido entre el surgimiento de las primeras civilizaciones que inventaron la escritura hasta la desmembración y desaparición del Imperio Romano de Occidente. En un espacio de tiempo tan grande y en un espacio tan amplio (aunque estudiaremos sólo las civilizaciones surgidas en Europa y Norte de África) existieron multitud de civilizaciones y culturas, por lo que s ólo veremos las que más repercusión tuvieron en las etapas posteriores. En concreto, nos referiremos a las culturas que se desarrollaron en Egipto, Grecia y Roma.
2.1. El mueble en el Antiguo Egipto
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Un aspecto com ún en todas las civilizaciones de la Antig üedad es que el mobiliario siempre fue, en general, muy escaso. S ólo las clases altas y, en particular, las dirigentes (los sacerdotes, la monarqu ía, la nobleza, etc.) tenían muebles en cantidad relativamente abundante, y muchas veces eran m ás objetos que demostraban su estatus social que elementos para hacer la vida m ás cómoda. Las casas egipcias sol ían estar hechas con materiales que proporcionaban frescor y aislamiento en un clima muy riguroso (aunque extraordinariamente estable). Las casas m ás pobres se constru ían con tapial o adobe, con suelo de tierra batida, y se cubr ían con un entramado de ca ñas o palma, a veces mezclado con barro. Sol ían tener bancos corridos adosados a las paredes, hechos con los mismos materiales de muros y cubiertas, que se cubr ían de esteras y serv ían de elemento polivalente: asiento, mesa, cama o aparador. Era poco frecuente encontrar en estas casas alg ún mueble propiamente dicho, y cuando exist ían solían ser soportes r ígidos para la cabeza (reposacabezas) o taburetes simples o soportes (para cuencos, lámparas, etc.), de cuatro patas, hechos de entramado trenzado y atado, bien de ramas o ca ñas o bien (posteriormente) de madera. A veces exist ía alguna arca, pero poco m ás. Las casas m ás lujosas se constru ían con tierra cocida (ladrillo) y se cubrían con cubiertas arquitrabadas formadas por entramados de barro y elementos vegetales sobre vigas de madera que se sosten ían, a veces, con columnas, imitando troncos de palmera. Estas viviendas lujosas podían tener a veces alg ún estanque, jardines, etc., y una estancia central más alta, con un claristorio en la parte superior, y, a veces, incluso ten ían retrete, con un sistema de limpieza basado en la arena o que desaguaba directamente en el r ío, si era posible. Por lo general, las casas se parec ían más al primer tipo que al segundo, y se distribu ían en conjuntos abigarrados con estrechas calles. El mobiliario que se conserva es precisamente el que correspondería a estas casas lujosas, puesto que procede de las tumbas que nos han llegado intactas, como la de la reina Heteferes, esposa de Snefru, rey de la Cuarta Dinast ía (hacia 2600 a.n.e.), o de Tutankhamon, rey de la XVIIIª Dinast ía (ha. 1400 a.n.e., periodo de TellelAmarna). Pese a que los hallazgos arqueol ógicos abarcan prácticamente 2500 años, la sociedad egipcia era tan tradicional que no se aprecian diferencias de estilo rese ñables, aunque s í se aprecia un mejor acabado según pasan los siglos, debido, esencialmente, al uso de herramientas con filos más potentes, cortantes y duraderos (al principio se usaban Historia del Mueble hasta el siglo XIX
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herramientas de piedra y, posteriormente, de metales como el cobre o el bronce). Podemos encontrar representaciones de muebles tambi én en los espléndidos relieves y pinturas murales que cubren las paredes de las tumbas. Muchos de los muebles tienen incrustaciones de marfil o chapado de oro u otro metal precioso, o incrustaciones de piedras o maderas finas, por el hecho, precisamente, de pertenecer a ajuares regios, y siempre están policromados. Su aspecto es c úbico y liso (excepto las patas) y a veces presentan concavidades. Se un ían las partes mediante juntas machihembradas, con clavijas de madera y, a veces, con clavos, aunque los muebles más antiguos tienen juntas realizadas mediante correas de cuero que se pasaban por orificios y se ataban h úmedas y, al secar, dotaban al mueble de gran solidez. Se conservan muchas sillas, generalmente taburetes o escabeles, pero también auténticas sillas con respaldo e incluso con brazos, que las conforman en aut énticos tronos. Estos muebles suelen tener patas zoomorfas (imitando las de alg ún animal, generalmente de le ón o de toro), de manera que se distingue claramente las delanteras de las traseras según sus articulaciones, ya que se representan de manera muy naturalista. Las patas suelen presentar en la parte de contacto con el suelo un peque ño cilindro o rodillo para proteger las partes m ás ornamentadas y de talla m ás frágil de dichas patas. Los rodillos, a veces, se recubren de metal (cobre o, incluso, oro). Los brazos y respaldos, cuando los hay, suelen presentar relieves, y suele asociarse a ellos un soporte para los pies a modo de escabel bajo. En cuanto a los taburetes, destacan los plegables, en forma de tijera, cuyo asiento era generalmente de piel. Los asientos estaban realizados a base de entramado de correas de cuero o fibras vegetales de tablas, en cuyo caso sol ía imitar el dibujo del entramado o curvarse para adaptarse a la forma humana. Las camas eran un objeto raro y de aut éntico lujo. Sol ían tener piecero decorado (o frente situado a los pies), pero no cabecero, y ten ían cuatro patas zoomorfas, como las sillas, y a veces otros detalles en forma de partes de animales, ya que adoptaban la forma de la silueta estilizada de éstos. El colch ón o base sol ía estar formado, como los asientos de algunas sillas, por un entramado o armaz ón de correas de cuero o, con más frecuencia, de fibras vegetales, que se dispon ía de larguero a larguero. Las camas sol ían estar ligeramente inclinadas, de manera que los pies se situar ían a un nivel inferior que la cabeza, que descansar ía sobre un uol o reposacabezas, de madera, marfil o hierro.
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También se conserva una gran cantidad de muebles destinados a guardar cosas, como las arcas, algunas en forma de cofre. En este punto debemos incluir también los sarcófagos, que se constru ían tanto en madera como en piedra e iban tomando forma antropomorfa seg ún su tamaño se acercaba al del difunto, ya que era frecuente que los sarcófagos se introdujeran uno dentro del otro. Existe una amplia gama de estas arcas, que suelen tener un aspecto cúbico y cuatro patas de secci ón cuadrada, aunque tambi én las hay con el frente o la tapa curvados, demostrando gran maestr ía técnica. Suelen estar policromadas y presentar incrustaciones y apliques de metales, maderas o materiales nobles, o de vidrio, piedras, fayenza, etc. También se conservan estuches contenedores de vasos canopos. Las herramientas eran muy simples, con mangos de madera y hojas de piedra o de cobre hasta que en la Dinast ía XVIII se generaliz ó el uso del bronce, mucho m ás resistente. El hierro, aunque se conoc ía de antiguo, se introdujo a partir del siglo VI a.n.e. a trav és de los contactos con los griegos. La herramienta más versátil era la azuela, que pose ía una cuchilla perpendicular al mango y en ángulo recto, pero tambi én se usaban mazos y martillos de madera, el form ón y el cincel (de piedra o de metal), la sierra, el punzón, el hacha y el taladro. Los clavos se conoc ían pero apenas fueron usados, debido, quiz ás, al fuerte tradicionalismo egipcio, muy renuente a toda innovaci ón. El cepillo no se conoc ía, ya que fue introducido por los griegos a partir del siglo V a.n.e.
2.2. El mueble en el mundo griego
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Al cont contra rari rio o qu que e en el caso caso de Egip Egipto to,, ap apen enas as cons conser erva vamo mos s mobiliario original del mundo heleno, aunque s í tenemos muchas referencias sobre su forma, tipos y funci ón, gracias a abundantes datos suministra suministrados dos por fuentes fuentes escritas, escritas, los relieves relieves esculpidos esculpidos y por la cerámica. La casa griega es una casa t ípicamente mediterr ánea, dispuesta alrededor de un patio interior y con las cubiertas dispuestas de modo que el agua de lluvia se pueda recoger bien en un estanque, bien en un aljibe. Desde el patio central se acced ía a un p órtico que serv ía de distribuidor de las habitaciones, que sol ían carecer de ventanas, y a veces exist ía un piso superior. El mobiliario que conocemos de esta época incluye varias tipologías, aunque posee caracter ísticas generales, como el uso masivo de la madera, la policrom ía, y la riqueza en cuanto a incrustaciones. Se sabe, sabe, por ejemplo, ejemplo, que en los banquete banquetes s celebr celebrado ados s en el comedor, los comensales se recostaban en poltronas situadas junto a las paredes. La poltrona griega o klin é deriva de la cama egipcia, pero no tiene tiene piec piecer ero o y en la cabe cabece cera ra las las pa pata tas s sobr sobres esal alen en pa para ra brin brinda darr un soporte. Sus patas suelen ser altas, rectangulares y pose ían almohadas y colchones (rellenos de lana, paja o fibras similares) que sobresal ían del armazón, construido como el de la cama egipcia. Con la introducci ón del torno en el siglo VII a.n.e. se empezaron a elaborar patas torneadas, muy esbeltas. Las mesas fueron utilizadas por los griegos en mayor medida que los egipcios, aunque no exist ía el equivalente a las grandes mesas de comedor. Frente a las poltronas se situaban mesas bajas de tres patas (trapeze) con la comida, que se guardaban bajo la poltrona cuando no se usaban. Exist ían también otras mesitas parecidas de tres patas, de tablero circular y esbeltas patas zoomorfas, generalmente de gamo. Esta predilección por los soportes tr ípodes se extendi ó también a las lámparas mparas y los los braseros braseros altos, altos, hechos hechos en lat ón y bronce, respectivamente, que sol ían situarse en diversos puntos de la casa. En cuanto a los muebles de asiento, existieron: El thronos era una silla ceremonial, ceremonial, muy rica en cuanto cuanto a talla e incrustación, reservada a personajes eminentes y ocasiones puntuales, que a veces pod ían poseer o no respaldo o brazos. • El klismos era una silla elegante elegante y esbelta esbelta en cuanto cuanto a proporciones, constituida por travesa ños curvos, con esbeltas patas en •
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forma de sable que se curvaban hacia fuera y respaldo c óncavo hasta la altura de los hombros, con asiento trenzado. • El disphros era un taburete o banquillo con cuatro patas, a veces reforzadas con tirantes, torneadas o arqueadas, que acababan a veces en protuberancias o garras de le ón, unas veces vueltas hacia dentro y otras hacia fuera. Exist ía un taburete port átil, el disphros okbaidas. Para guardar y almacenar se usaban s ólidos arcones o cestas de mimbre (aunque lo general era que los objetos voluminosos colgaran de las paredes) y para los elementos cosm éticos, joyas, etc., exist ía una amplia gama de cajitas de todo tipo. Sin embargo, las piezas m ás importantes para guardar y almacenar productos como l íquidos o grano, y tambi én para servir como objeto de adorno, de prestigio o, incluso, como urna funeraria, eran las piezas de cerámica. La cerámica griega experiment ó una evoluci ón: 1. Época poca prearc prearcaic aica a (XVII (XVIIII a.n a.n.e. .e.): ): la ma mayor yor ía de los los ejem ejempl plar ares es encontrados lo fueron en el cementerio de Dypilon. Pertenecen al estilo geométrico, por usar en su decoraci ón puntos, l íneas paralelas, triángulos, círculos, rombos, espirales, etc., ordenados en band ba ndas as de dist distin inta ta an anch chur ura. a. En el cent centro ro de la vasi vasija ja pu pued ede e aparecer alguna escena con id éntico esquematismo y estilizaci ón. Generalmente son escenas funerarias, su tama ño es entre 1.5 y 2 metros. 2. Época arcaica (VIIVI a.n.e.): encontramos una cer ámica que se llama de figuras negras. Lo narrativo tiene m ás importancia que lo decorativo decorativo,, adquiriend adquiriendo o cada vez m ás protagonismo la figura humana. Van desapareciendo las bandas hasta llegar a un tema único, como un cuadro pintado en la panza. Ejemplo: Vaso François. 3. Época clásica (fines VI a.n.e.): se invierte la policrom ía apareciendo las figuras rojas, las escenas ir án ganando naturalidad, expresividad y movimiento, con un paulatino dominio de la perspectiva. 4. A lo largo largo del del V a.n.e. a.n.e. ir ir án añadiendo otros colores, hasta llegar a la cerámica policromada. Esta cer ámica se usa a lo largo del IV a.n.e. y del Helenismo.
2.3. El mueble en Roma
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La cultur cultura a romana romana suele suele consid considera erarse rse como como un ep ígo gono no de la grie griega ga,, sobr sobre e todo todo de la etap etapa a he hele len n ística, stica, aunque aunque conserva conserva también tradiciones del mundo etrusco. El mueble romano no escapar á, tampoco, a estas caracter ísticas generales. Así, la casa romana suele ser parecida a la griega, si bien el espacio est á más centralizado a ún que el griego, pivotando alrededor de un patio ajardinado con estanque (impluvium) rodeado de un atrio columnado alrededor del cual se disponen las habitaciones. Si bien ésta era la disposición de las villae, o casas de campo, en las ciudades las gentes se hacinaban en bloques de pisos llamados insulae, situados sobre pórticos que albergaban oficinae, que protagonizaban la vida comercial y ciudadana. Los romanos refinaron el interior de sus casas de acuerdo con su poder econ ómico, y en las casas de los ciudadanos m ás ricos no faltaba la calefacción (hipocaustum), las ventanas con cristales, las pinturas murales, ricos tapices y los suelos de mosaico. Como en el caso griego, apenas conservamos mobiliario romano, debiéndonos remitir a fuentes literarias, a relieves y a pintura mural y en cerámica. Pompeya y Herculano, fuentes arqueol ógicas de primer orden, son referencia obligada, si bien, por las circunstancias del cataclismo que sepultó a ambas poblaciones, apenas se conserva ning ún utensilio de madera. Las camas (lectus) se inspiraban en modelos egipcios y griegos, pero ya eran horizontales y con cabecero, y las que nos han llegado se construyeron en bronce, con patas imitando las torneadas de madera. El centro de la vida familiar era el cenatio, donde se sol ía comer, aunque los m ás ricos ten ían además un triclinium o sal ón de banquetes. En el triclinium se dispon ían poltronas amplias, donde se pod ían acomodar de uno a tres comensales, o poltronas semicirculares (sigma) que podían acomodar acomodar hasta hasta ocho comensales comensales.. A partir del siglo I d.n.e. d.n.e. apareció la poltrona romana (fulcra), con respaldo, laterales altos, grueso colchón, y escabel bajo a juego. En el triclinium no hab ía otro mobiliario excepto alguna consola (mesa de tres patas adosada a la pared) y alg ún que otro candelabro o braseros. Para servir la comida se dispon ían mesas redondas m óviles, de tres patas (algunas, como la de tipo d élfico, con patas zoomorfas), como los soportes y tr ípodes para bandejas, bebidas, etc. A veces exist ía otro tipo de amplia mesa rectangular de m ármol como mesa de servicio o aparador, bien sobre un solo pie (monopodium), bien sobre dos soportes Historia del Mueble hasta el siglo XIX
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laterales de piedra (tetrazoos) compuestos cada uno por dos figuras zoomorfas contrapuestas y perfiles sinuosos. Otras mesas pose ían patas ricamente decoradas, de metal y zoomorfas, generalmente en n úmero de tres y a veces cuatro. Los muebles de asiento romanos se inspiraban en modelos griegos, abundando los taburetes plegables, los de cuatro patas, etc. Un tipo muy corriente era la sella, una especie de taburete plegable. El modelo más famoso de estas sellae era la sella curulis, con patas curvas, usado por los magistrados. Tambi én existía el bisellium, de dos plazas; el sgatellum, con patas torneadas; la c átedra, evolución del thronos, etc. Sin embargo, el mueble m ás popular de este tipo era la mimbrera o silla de mimbre, con forma cil índrica y respaldo curvo, que a veces se hac ía de paja. Este modelo inspiró posteriores sillas llamadas de medio tonel, hechas en madera. En los edificios de espect áculos el p úblico se sentaba en sitiales p étreos que a veces estaban tallados, el scamnum, que quiz ás se inspirara en bancos de madera que no nos han llegado. También conservamos multitud de cajas, arcas y cofres para guardar los más diversos objetos (el scrinium, por ejemplo, serv ía para guardar libros rollos), y ya se constata la existencia de arcas verticales, con puertas, y de aparadores, como se desprende del interior del sarcófago romanogermano de Simpelbeld, que muestra el mobiliario de una casa del siglo III d.n.e. Los romanos fueron excelentes carpinteros y ebanistas, y dominaron las técnicas de la incrustaci ón y la taracea. Entre los adelantos técnicos que introdujeron se encuentra la sierra con dientes doblados de manera alterna hacia derecha e izquierda, y el uso generalizado del cepillo.
Unidad Didáctica 3. EL MUEBLE MEDIEVAL Historia del Mueble hasta el siglo XIX
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3.1. El mueble en la Edad Media: factores sociales, jerárquicos y religiosos que lo configuran. La Edad Media El Imperio Romano constituyó una estructura política y social que se extendió enormemente tanto en el tiempo (desde el siglo V a.n.e hasta el V d.n.e) como en el espacio, ya que unific ó la cultura y las expresiones art ísticas de Europa Occidental, Norte de África y Oriente Próximo. La lengua oficial y del pueblo fue el lat ín, aunque la lengua de cultura fue el griego. A partir del siglo V d.n.e el Imperio se dividir á en dos mitades. La mitad oriental constituir á el Imperio Bizantino, que se prolongar á hasta el siglo XV y que se caracterizar á por la religi ón cristiana ortodoxa y una cultura de herencia griega y romana. La mitad occidental sufrir á las invasiones de los pueblos germ ánicos o bárbaros (suevos, alanos, anglos, vándalos, visigodos, francos, ostrogodos, burgundios, etc.), que constituir án en cada región un estado propio que evolucionar á al feudalismo. El feudalismo es una estructura pol ítica, social y econ ómica propia de la
Edad Media (el periodo de la Historia que abarca, aproximadamente, los siglos V al XV d.n.e) caracterizada por lazos personales de fidelidad y vasallaje entre un se ñor y un vasallo, que se somete al anterior a cambio de protección y est á obligado a una serie de prestaciones personales y económicas. La sociedad se divide en tres estamentos (grupos sociales cerrados y con leyes propias), de los cuales dos son privilegiados (no pagan impuestos, ejercen el poder, etc.) y el tercero, llamado tercer estado, pueblo llano, etc., no tiene ning ún privilegio, mantiene con su trabajo a los otros dos y est án alejados de los c írculos del poder. Al principio, este tercer estado está compuesto en su mayor parte por campesinos, pero con el discurrir de los siglos (la Edad Media dura 1000 años) se revitalizarán las ciudades y surgir á una nueva clase social dentro del estado llano que ser á la burguesía y que se dedicará a labores artesanales (agrupados en gremios) y comerciales, y que con el tiempo irán acaparando poder econ ómico y social y, ya en el siglo XIX, tomar án el poder político con el advenimiento del sistema liberal o capitalista. Durante el feudalismo las rutas comerciales colapsan y los contactos culturales cesan casi por completo, de manera que los intercambios de todo tipo tienen un corto radio de acci ón al no haber una autoridad de ning ún tipo que garantice la seguridad de dichas rutas. Las monarquías dejan de tener un poder efectivo y son los se ñores de cada región o comarca los que dictan y ejecutan su propia ley. La cultura, el arte y la artesanía, así como la lengua, evolucionan de manera aislada, con lo Historia del Mueble hasta el siglo XIX
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que se da lugar en cada regi ón a los modernos lenguajes de ra íz latina como el francés, el castellano, el catalán, el rumano, etc., o de ra íz germánica como el ingl és, el holandés, etc. Durante siglos el poder se atomizar á y no ser á hasta bien entrado el siglo VIII o IX cuando empiecen a aparecer las primeras monarqu ías fuertes, como el imperio Carolingio fundado por Carlomagno a partir del Reino Franco, y hasta el siglo XII o XIII cuando tengan el suficiente poder para enfrentarse a los señores feudales y convertirse en monarqu ías autoritarias. Además, este periodo estará marcado por las constantes luchas en el Mediterr áneo entre los cristianos y los musulmanes, ya que desde la aparici ón de Mahoma y la fundaci ón del Islam como nueva y pujante religión, el mundo circunmediterr áneo se divide en dos ámbitos: el cristiano en Europa y en Bizancio y el musulm án en Asia y en el norte de África. Si nos centramos en el mundo cristiano, la única institución de carácter universal será la Iglesia (de hecho, católico significa, precisamente, universal), y será ésta la que mantendrá viva, en sus monasterios, la llama de la cultura. De hecho, la religi ón cristiana será la que marcará toda expresi ón cultural. El arte se har á expresivo y perder á las proporciones clásicas, de manera que lo único importante será el mensaje de Cristo y que llegara al pueblo, esencialmente analfabeto. El milenarismo (creencia de que el Fin del Mundo sobrevendr á el año 1000) marcará las expresiones culturales ya que el arte se convertir á en veh ículo de los mensajes de salvaci ón. A medida que pase el tiempo, a trav és de las rutas de peregrinación, de las que la m ás importante ser á el Camino de Santiago, se va intercambiando informaci ón y tecnología, de manera que hacia el año 1000 y hasta el siglo XIII (aproximadamente) se desarrolla el primer estilo cultural unificado en Europa Occidental, el Rom ánico.
Factores que influyen en el mueble medieval Todo lo anterior influir á de una manera determinante en la fabricaci ón de muebles en la Edad Media. Al colapsar todas las rutas comerciales, el mueble se fue regionalizando y haciéndose más tosco. Los materiales se fueron tambi én empobreciendo y se usaron aquellos de mayor duraci ón y facilidad de trabajo y que se encontraran con mayor facilidad, por lo que se trabaj ó la madera esencialmente, reservándose el metal para los herrajes. El mueble se tendi ó a construir empotrado en la estructura de la casa para abaratar costos. S ólo la Iglesia, que, como se ha visto, conservó cierta organización suprarregional, encargar á Historia del Mueble hasta el siglo XIX
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muebles de alta calidad que incluyan metales preciosos o materiales ex óticos (como el marfil, por ejemplo). El trabajo también se fue haciendo m ás rudimentario y las técnicas involucionando a las primarias, ya que incluso las herramientas de metal se convirtieron en art ículos casi de lujo. El mueble pierde, por tanto, variedad y gana en robustez, ya que un objeto caro deb ía ser duradero, lo que conectaba con el sistema gremial. Con el desarrollo de las grandes rutas de peregrinaci ón y las ferias, se dinamizaron de nuevo los intercambios y el mueble, a su vez, fue ganando de nuevo en cuanto a t écnica y esbeltez de formas. La talla se va generalizando y se tiende al adorno zoomorfo y antropomorfo, en la tradici ón de los canteros medievales. Y prima, ante todo, la tradici ón: para los artesanos medievales el ideal de la perfección era la copia de los modelos antiguos, no la innovaci ón. En este sentido, se consolidan formas y tipolog ías y se recuperan modelos de la Antigüedad clásica conservados en ilustraciones de manuscritos trasmitidos por los iluminadores de los monasterios. El mueble corriente ser á sólido, cúbico, funcional y estereotipado. S ólo el mobiliario encargado por el clero o la monarqu ía (que se va consolidando ) tendrá una importante calidad t écnica. Por otra parte, el mobiliario que conservamos de esta época será esencialmente cortesano y lit úrgico. No será hasta bien entrado el g ótico, a partir del siglo XIV, cuando el mueble se vaya generalizando entre las capas sociales del Tercer Estado, esencialmente entre la burguesía ciudadana, que poco a poco ir á cobrando importancia y poder. Gran parte de la informaci ón que poseemos sobre el mueble medieval viene dada por las representaciones pict óricas góticas.
3.2. Tipologí a del mueble medieval Historia del Mueble hasta el siglo XIX
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Como dijimos, muchas piezas de mobiliario medieval se inspiran en modelos romanos y los emulan. En muchas ocasiones, el influjo viene dado por el Imperio Bizantino, heredero del Imperio Romano Oriental, que ejercerá mucha influencia sobre occidente hasta pr ácticamente el final de su historia, en 1452, cuando Constantinopla es conquistada por los turcos otomanos. Existen representaciones, en relieves p étreos y sobre placas de marfil, de tronos que se inspiran en la c átedra, con escalones o escabel para acceder a él. Otros tronos, como la silla de san Dagoberto (siglo VII), es en esencia una sella curul a la que el abad Suger a ñadió en el siglo XII un respaldo. A partir del siglo XII empezamos a tener información sobre el mobiliario, esencialmente a trav és de pinturas. Aunque este mobiliario era sólo el de la clase alta (que es la que pod ía hacer estos encargos), podemos hacernos una idea de los tipos y de su evoluci ón. De hecho, el mobiliario constituía una expresi ón de primer orden de la posici ón social, y en algunas fiestas o ceremonias ten ían una funci ón de primer orden a la hora de exteriorizarla. El trabajo fino en madera no ten ía demasiada consideraci ón. Por el contrario, se prefer ía demostrar el lujo mediante la posesi ón de tapices, telas y sedas, as í como de objetos de orfebrer ía. Entre otras razones, se debía a que eran bienes que se guardaban, desmontaban y montaban con facilidad y que se adaptaban a cualquier entorno. La excepci ón eran los monasterios y las iglesias, ya que al ser territorio sagrado, se hallaban en teoría libres del saqueo y pose ían un mobiliario m ás rico y variado. Se trabajaba cualquier madera, pero se ten ía preferencia por el roble, cuyos tablones se obten ían cortando el tronco longitudinalmente, desde fuera hasta la m édula, a modo de gajos. Se utilizan ensamblajes a caja y espiga, y su estructura evoluciona de manera que si en el siglo XIII todos los laterales son de gruesas tablas, ya hacia el XV se produce una divisi ón del mueble en dos partes: un armazón fuerte, rectangular, que soporta la decoraci ón tallada, y paneles más delgados engargolados o insertos en el armaz ón, de cierre. El estilo del mueble sigui ó en líneas generales el del estilo arquitectónico. Así, el mueble rom ánico es robusto y sobrio, mientras que el mueble gótico es estilizado, tallado e imitando las formas arquitectónicas como rosetones, gabletes, doseletes, crester ías caladas, etc. La decoraci ón suele ser geom étrica o zoomorfa, y siempre Historia del Mueble hasta el siglo XIX
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arquitectural, pero no desborda nunca el perfil ni la forma del mueble. Los herrajes se integran bien en la estructura, y protagonizan, a veces, la propia decoraci ón.
El mueble de almacenamiento En una época marcada por la inseguridad, los monarcas y se ñores feudales llevaban una vida n ómada, por lo que el mobiliario era, o bien tan sólido que pod ía dejarse sin temor a que fuera robado, o bien de f ácil transporte. Abundan por ello las arcas y cofres de considerable tama ño, muchas de ellas con una funci ón polivalente (como cama, como, banco, como mesa, etc.), muy consistentes y robustas, con fuertes herrajes y con cerradura (a veces m ás de una). Las hab ía de dos tipos: Las destinadas al transporte, con cubierta abovedada para que corriera el agua. •
•
Con tapa lisa y con patas, para almacenamientos estables, muy robustas, bajas y alargadas. Cuando se transportaban, éstas se cubrían con una especie de cobertura o bahut, hecha de mimbre o madera cubierta de tapicer ía o cuero o incluso de madera.
Algunos relicarios solían tener, también, forma de cofrecitos, a veces con la tapa abovedada o a dos aguas. También se documenta la existencia de grandes armarios, con puertas (accionadas por goznes y sujetas con grandes clavos), muchas veces dorados y policromados, seg ún el poder adquisitivo de su propietario. Un caso especial de estos armarios eran los destinados a guardar documentos, que sol ían tener cajones, a veces, a su vez, protegidos por puertas. Existían también aparadores, llamados dressoir en Francia, que consistían en muebles que, en las ceremonias, se cubr ían de pa ños o telas. Se estructuraban en forma escalonada, con estantes abiertos, y el número de escalones depend ía del rango del propietario (dos los barones, tres los marqueses, etc., hasta llegar al dressoir real, que ten ía seis). Eran sólo objeto de exhibici ón, sobre el que se dispon ía todo tipo de objetos decorativos o vajilla de oro, plata o pedrer ía. Existía otro tipo de aparador, más pequeño y práctico, que no se cubr ía con telas pero estaba ricamente tallado, predecesor de los modernos, que se usaba para servir bebidas y comidas a los comensales que se encontraban m ás cerca, y que ten ía apartados para exhibir y otros para guardar. Exist ían otros muebles de lujo, como los aguamaniles, dentro de esta categor ía de muebles de almacenamiento, pero eran sumamente raros y, por tanto, lujosos. Historia del Mueble hasta el siglo XIX
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No obstante, la tendencia general era que se construyeran adosados o empotrados en la estructura de la casa, que sol ía ser de entramado de vigas de madera, de tapial o de adobe. S ólo las grandes mansiones o palacios se constru ían con mamposter ía. Las casas eran generalmente de estructura sencilla y pobre, con un habit áculo único (a veces compartido por los animales) con suelo de tierra pisada, con escasos muebles.
El mueble de asiento La silla se consider ó en el medievo como un mueble de lujo, y como tal se reservaba a las autoridades, que en las ceremonias se situaban sentadas en ellas, a veces sobre una tarima, con escabel y bajo un dosel. Conforme pase el tiempo, incluso algunas sillas g óticas incluirán el dosel cónico o baldaqu ín integrado en la estructura de la silla en el caso de tronos de obispos o reyes. Estos tronos estar án ricamente labrados, dorados y policromados, y en algunos casos, como en la Silla del rey Martín, se realizan tallas profundas y profusi ón de calados, imitando los motivos de arquitectura g ótica. Los m ás primitivos están constituidos, como el arquibanco, por un arca a la que se le a ñade un respaldo y, a veces, brazos. Las sillas y los taburetes sol ían ser de tijera, al modo romano, a la que se a ñadía el respaldo y brazos, seg ún la importancia del propietario, aunque tambi én se fabricaban con tablas, como el Trono de san Eduardo (ha. 1200), empleado en la coronaci ón de los reyes ingleses, con sus patas torneadas. Los taburetes de tijera tambi én se suelen llamar faldistorios, por su aspecto una vez recubiertos por acolchados y colgaduras. Solían emplearse cojines, aunque se documentan (ya en 1390) muebles tapizados, en cuero o en tela, y con relleno de plum ón. Se decoraban a veces con motivos tallados en forma de pergaminos, pliegues de tela, etc. Sin embargo, los asientos m ás corrientes eran los taburetes como asiento individual y los bancos, generalmente de elaboraci ón tosca y robusta, como asiento colectivo. Era corriente que estos bancos fuesen la adaptación de un arca (arquibancos), tipolog ía que evolucionará a la banca castellana, o que se adosasen al muro como banco corrido, bien exento o integrado en el mismo. El medievo es tambi én el periodo del cual conservamos las primeras tipologías de mueble tradicional, llegadas a nosotros a trav és de la pintura mural. Es curiosa, en este sentido, la pervivencia de las sillas de Historia del Mueble hasta el siglo XIX
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medio tonel, o la aparici ón en Centroeuropa de sillas y taburetes de asiento triangular y tres patas torneadas, que ha llegado hasta nuestros días en infinidad de versiones.
Las camas y las mesas Las personas que vivieron en la época medieval sol ían dormir en el suelo, en simples esteras o jergones, aunque a veces exist ían tarimas empotradas en la estructura de la casa, como lo estaban, tambi én, las mesas, a veces sencillas estructuras integradas en la pared, formadas por tablones. Existían mesas exentas de formas variadas, desde la m ás corriente rectangular hasta redondas (como la que se conserva en Winchester, de seis metros de di ámetro, llamada la Tabla del Rey Arturo) de cuatro patas o de un solo pie o poligonales, aunque la mayor ía de las veces consistía en tableros port átiles sobre patas desmontables, ya que la comida se servía, según las ocasiones, donde se creyera m ás conveniente. Al ser la cama un objeto de lujo, de existir tomaba formas y proporciones monumentales, soliendo tener barandillas bajas que se abrían en un punto para acceder, un dosel muy elaborado (a veces independiente de la cama), con soportes torneados y tallados y montantes que sobresal ían del colchón. El dosel empez ó a evolucionar en el siglo XIII y a partir del XIV se generalizar á en las camas de los poderosos, tomando en el siglo XV la forma que nos es m ás familiar, integrándose en la estructura de la cama y con el cabecero elev ándose hasta la altura del propio dosel. De éste pendían cortinajes y tejidos que no sólo aislaban de la mirada sino del fr ío. Existen varios tipos de dosel, desde el compuesto por cuatro soportes, el c ónico, el medio dosel, etc., hasta el que era soportado s ólo por el cabecero, a modo de sombrilla. Muchas de estas camas eran s ólo objeto de exhibici ón, las llamadas lit de parement, y se dorm ía realmente en otros lechos menos fastuosos. Existían, además, otras camas m ás pequeñas, a veces con ruedas, llamadas couchettes (que a veces ten ían su propio dosel), que podían ser plegables. Para los beb és, también había cunas. Un poema franc és del siglo XV nos indica que las m ás lujosas se colgaban de dos anillas de hierro situadas en postes de madera y pose ían baldaquín. Por lo general, también existían de dos tipos, una para exhibici ón y otra para dormir propiamente, más baja y articulada para ser mecida por una persona sentada al lado.
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El mueble monástico y eclesial Como se ha dicho, la Iglesia conserv ó tanto una organización suprarregional como un estatus privilegiado, lo que hizo posible que fuera acumulando posesiones (entre ellas muchos muebles) y, a la vez, que la variedad de éstos fuese mucho mayor. Destacan en la Historia del Mueble las bibliotecas monacales. En ellas se desarrollaron unos muebles espec íficos destinados a exhibir, guardar, mostrar o sujetar: atriles (para mostrar libros abiertos), facistoles (como los atriles, pero para varias personas y de forma troncopiramidal, generalmente), aparadores, armarios, estanter ías, repisas, etc. Existe una gran cantidad de representaciones pict óricas que muestran a san Jerónimo en el interior de bibliotecas que muestran c ómo sería, de una manera idealizada, dicho entorno, as í como los muebles que tendr ía. También era importante el scriptorium. En esta especie de taller donde se elaboraban y copiaban los c ódices y manuscritos medievales también encontramos, en representaciones alusivas, mobiliario espec ífico, desde pupitres hasta atriles, sillas, etc. También existe mobiliario espec ífico de las iglesias. En este sentido, debemos recordar que las sillas se reservaban a altos dignatarios. Hay que mencionar las sillas episcopales, los sitiales o bancos adosados de las iglesias (como el que se conserva de san Climent de Ta üll) y, sobre todo, las siller ías de coro, obra cumbre del arte del mueble medieval, cuyos recursos est éticos y técnicos se basaban en la arquitectura g ótica. Destacan dentro de las siller ías de coro las llamadas misericordias, cuyas tallas solían ser magn íficas e imaginativas, con motivos fant ásticos y mundanos.
Unidad Didáctica 4. EL MUEBLE RENACENTISTA
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4.1. Formación de la sociedad burguesa y formulación del urbanismo. El Renacimiento ocupa un espacio de tiempo muy amplio y no homogéneo en sus etapas (siglos XV y XVI). De la misma forma, hay que recordar que el Renacimiento se nutre de una tradici ón medieval que había conjugado dos mundos, el real y el sobrenatural, en los que jugaba un importante papel la idea de perfecci ón, de eterna belleza, etc. En la Edad Media nos encontramos con un orden social inmutable que será cuestionado en la época renacentista por: ●
El poder de los reyes.
●
El Humanismo.
●
La Reforma.
●
La reorganizaci ón de los Estados.
●
Los adelantos cient íficos, técnicos y geogr áficos.
El Renacimiento surge en las sociedades europeas donde m ás influencia tiene la incipiente burguesía, es decir, en Flandes y en los pequeños estados italianos (con Florencia a la cabeza). Una serie de factores favorecieron su desarrollo: ●
●
●
●
Se consolida el sistema gremial, pero al mismo tiempo el artista se convierte en un artesano prestigioso a la cabeza de un gran taller. Aparece la burgues ía, con un nuevo concepto del orden de la vida y gran poder econ ómico. Comienzan los grandes viajes (iniciados con las cruzadas), posibles gracias a la existencia de entidades bancarias y masas de capital comercial móvil y disponible, con la puesta en contacto de las civilizaciones cristiana e isl ámica, que introduce gustos m ás refinados (especias, telas, etc.) a la vez que nuevos usos, ciencia, curiosidades, etc. Aparece el Humanismo, movimiento filos ófico y literario con derivación artística que se basa en el estudio, el desarrollo del ser humano y la recuperaci ón del legado cl ásico grecorromano (como en Flandes no exist ía este substrato se crea alrededor del burgo una estética y una fuente de inspiración). En este sentido, es importante la labor de Petrarca o de Bocaccio, part ícipes de la recuperación de textos latinos, y de los exiliados bizantinos tras la invasión turca en la recuperaci ón de los autores griegos (Plat ón, Pitágoras, etc.). El Humanismo plantea una nueva est ética, con el
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hombre como centro, con un arte no exclusivamente al servicio de la religión, con la antig üedad como modelo y con gran preocupaci ón por la cultura en general, favorecida en gran medida por la aparición de la imprenta. El Humanismo se asocia con un fen ómeno de expansi ón de la cultura por amplias capas de la poblaci ón de las ciudades, parejo con la creación de las Universidades y con la eclosi ón de líneas de pensamiento entre las que se encontrar ía la aparici ón de la Reforma protestante. Al calor de las discusiones filos óficas desencadenadas por el aristotelismo o por el neoplatonismo emergieron las distintas corrientes del reformismo cristiano (tanto cat ólico, como el erasmismo, por ejemplo, como protestante, ya sea luterano, calvinista o de cualquier otra índole) y se publicaron cientos de libros de gran difusi ón, al mismo tiempo que la novela empezaba a popularizarse. Esta demanda creciente de libros funcionó como una presi ón selectiva en la direcci ón de la confecci ón y copia masiva de libros, lo que desembocar ía en la imprenta. El conocimiento se propag ó rápidamente y la capacidad de leer y escribir se incrementó como resultado de la extraordinaria invenci ón.
El concepto de Renacimiento Hay que distinguir dos ámbitos geográficos en este Renacimiento:
1. Por una parte, los Países Bajos (Flandes y Holanda), donde los avances e innovaciones se centraron en la pintura (uso del óleo, experimentación, etc.) y en la edici ón de libros, constituyendo una evolución refinada del g ótico.
2. Los pequeños estados italianos, en especial Florencia, que fueron testigos del Renacimiento propiamente dicho. Este Renacimiento italiano se puede separar en tres momentos bien diferenciados:
1. El siglo XV (quattrocento), caracterizado por la innovaci ón y el desarrollo en los focos primigenios de la pen ínsula itálica. 2. En el siglo XVI (Cinquecento) se refinar án las técnicas, surgirán los grandes maestros como Miguel Ángel, Rafael o Leonardo, y el fen ómeno se extender á por toda Europa desde el foco de la Roma de los papas.
3. El manierismo, que ser á una época de cansancio, de no innovaci ón, de copia de los grandes maestros o de relajaci ón de las normas. Evolucionar á al barroco del siglo XVII. Al contrario que anteriores momentos de la Historia, los artistas del Renacimiento eran plenamente conscientes de que su actividad planteaba una deliberada ruptura formal radical con toda la tradici ón artística anterior y que buscaban la consecuci ón de un nuevo clasicismo a trav és de la Historia del Mueble hasta el siglo XIX
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interpretación (que no la simple imitaci ón) e inspiraci ón en los modelos clásicos grecorromanos. Al mismo tiempo, vari ó la forma de considerar la valoración que el propio artista ten ía de su trabajo, de su estatus, comportamiento y proyecci ón social, ya que, aunque nacida en un entorno de artesanos en el sistema gremial, su actividad se alejaba diametralmente de él. En relación al arte se dio una reacci ón análoga: se exaltó el ideal de belleza y proporci ón del mundo cl ásico en contraposici ón de la fealdad del arte b árbaro medieval.
El retorno a la Antigüedad La Antigüedad se convirtió en una constante referencia cultural para los artistas del Humanismo renacentista, unas veces imitando sus modelos y, las m ás, intentando superarlos. Se retornó a los órdenes clásicos, al arco de medio punto, a las tipolog ías arquitectónicas romanas, como la planta central, la c úpula semiesférica (modelo del Pante ón de Agripa), al arco triunfal o al repertorio decorativo grecorromano (t ímpanos, medallones, frisos, etc.) Algunos pintores, como Mantegna, tuvieron un auténtico interés arqueológico, que plasmó a modo de citas en sus pinturas. Se generalizaron los álbumes de dibujos tomados de ruinas antiguas, y se profundizó en el estudio de los estilos escult óricos y arquitectónicos para su aplicación inmediata en las proporciones de edificios y esculturas. En este sentido jug ó un gran papel la recuperaci ón de obras latinas, como “Los diez libros de Arquitectura”, de Vitrubio, que se convirtió en referencia continua en la obra de te óricos como Alberti. Paradó jicamente, el estado fragmentario de las ruinas de edificios cl ásicos dio lugar a interpretaciones diversas e incluso a equ ívocos que favorecieron la diversidad de las creaciones. Todo ello se plasmar ía también en el mundo del mueble, que adquirirá un aspecto arquitect ónico con el repertorio ornamental renacentista. Sin embargo, no se desde ñó totalmente la tradici ón artística medieval: tanto las tipolog ías arquitectónicas, de mobiliario, etc., como técnicas, soportes, iconograf ía, etc., sirvieron como base para las obras renacentistas. De hecho, en muchos muebles de la primera época se aprecia una gran influencia medieval, bien por la t écnica (uso del torneado, ensamblajes a espiga, etc.), bien por el soporte (armazones laterales, uso preferente de la madera de roble, etc.). Paralelamente, el arte cobra importancia como elemento de prestigio, como arma pol ítica y de ostentaci ón, por lo que el trabajo del artista cobra una nueva dimensi ón: éste pasa a tomar un papel Historia del Mueble hasta el siglo XIX
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protagonista y su labor se transforma por completo. Ahora, la obra de arte no es una mera ejecuci ón, una técnica. No es tan importante la t écnica como la idea. Así, el verdadero valor art ístico de las vidrieras florentinas no se adjudica a los artesanos que las realizaron, sino a los cartones sobre las que se hicieron dise ñados por Ghirlandaio, Ucello o Donatello. Los grabados de Durero son la obras de un Humanista. El artesano gremial pasa a ser un artista liberal que goza de la consideraci ón ciudadana y se inserta en una elite intelectual. La teoría pasó a ser el requisito previo a la realizaci ón de la obra. El artista no es ya un artesano con una cierta t écnica, sino una mente que planifica y dise ña para luego realizar la concreci ón material de la idea, hasta el punto que muchos de los grandes maestros ten ían en su taller una serie de t écnicos que se encargaban de ejecutar las tareas rutinarias para reservarse ellos el trabajo correspondiente al dise ño, elección de materiales y planificaci ón, así como el retoque y el acabado. Todo ello fue posible porque se liberaron del r ígido sistema gremial, sin lo que hubiese sido imposible que tomaran esa nueva dimensi ón. Como consecuencia, el artista pas ó a adquirir unos nuevos comportamientos: se empezaron a firmar las obras, aparecieron los primeros autorretratos, o los artistas aparec ían representados entre la elite de la sociedad en frescos y pinturas, se escribieron las primeras biograf ías de artistas (como la famosa obra de Vasari), etc.
El nuevo entorno urbano El centro de gravedad de la vida pol ítica, social y económica bascula en esta época del campo y de la Corte hacia la ciudad, que configurará el nuevo marco en el que florecer á la burguesía (porque habitaban en burgos, ciudades). Estos ciudadanos enriquecidos construirán sus moradas con una nueva proyecci ón, de manera que, por ejemplo, los palacios renacentistas italianos integrar án en su construcci ón todos los avances e investigaciones novedosas del Renacimiento, y articularán sus viviendas de una manera m ás funcional. En el norte de Europa, donde triunfar á la Reforma protestante, se consolidar á también una burgues ía que ya desde épocas tempranas aspirar á a conquistar el poder y cuya forma de vida, de inspiraci ón protestante, incluirá ambientes sobrios pero cómodos y habitables, a la medida humana.
4.2. Ambientes mediterráneos y ambientes nórdicos.
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La Reforma protestante, acaecida en pleno coraz ón del Imperio católico de Carlos V, en Alemania, tuvo como una de sus principales consecuencias la divisi ón de la cristiandad y de Europa entera en dos mitades que, a partir de este momento, tendr án una deriva cultural distinta. Así, mientras el sur de Europa seguir á siendo cat ólico, tradicional, campesino y retardatario, el norte se convertir á en una sociedad protestante, dinámica en cuanto a la estructura econ ómica y social, e impregnada por los nuevos valores asociados al luteranismo: el ahorro, el trabajo, la reinversi ón de las ganancias en los negocios, la austeridad, etc. Las ciudadesestado del norte de Italia, como G énova, Venecia y Florencia, constituirán en cierto modo una excepci ón. De este modo, se va configurando tambi én una distinta concepci ón del espacio. En los ambientes n órdicos, por ejemplo, además de la sobriedad y sentido de la mesura impuestos por el protestantismo, se precisaba la mayor parte del a ño de habitaciones pequeñas con una chimenea u otro sistema de calefacci ón; en los mediterr áneos, por el contrario, proliferaron, siempre que se dispon ía del caudal suficiente, las grandes estancias, elegantemente decoradas al fresco y con impresionantes colgaduras, como es el caso de los palazzi de Florencia. Mientras la tradición mediterránea será la de edificar la casa alrededor de un patio central, en el norte de Europa se impondr á la casa bloque, con jard ín adosado a veces. En los países mediterráneos, como en el resto de Europa, el mueble tendió en cada país a un estilo propio, los llamados estilos nacionales. En el caso de Espa ña, el mueble alcanz ó un refinamiento que tenía no s ólo las influencias propias de la época (góticas y renacentistas), sino también de la tradici ón mudé jar, por lo que la evolución tomada en el mobiliario diferirá en cierto sentido del resto hasta bien entrado el siglo XVI. A esto hay que a ñadir las dificultades econ ómicas que atravesó la Monarquía Hispánica y que afectaron a toda la sociedad, de manera que apenas se desarroll ó una burguesía capaz de dinamizar la econom ía y la sociedad. Por otra parte, en las regiones norte ñas se puso de moda, entre 1500 y 1600, un nuevo tipo de mueble, el ensamblado, a base de pequeños paneles ensamblados en armazones y montantes. Este tipo de mueble se adecuaba a las condiciones clim áticas norteñas, más húmedos y, por lo tanto, con efectos m ás agresivos de la dilataci ón de la madera que se solventaban en cierto modo con el ensamblaje. Esta t écnica fue superada por la introducida por artesanos que hu ían de la intolerancia católica, consistente en la construcci ón a base de tableros ensamblados Historia del Mueble hasta el siglo XIX
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en cola de milano. El ensamblaje qued ó así reducido al ámbito rural, al mueble tradicional ingl és, alemán, holandés, etc., mientras que la construcción a base de s ólidos tableros caracteriz ó a los muebles del ámbito urbano. Además, en el norte ser á también corriente el empanelado de las paredes de las casas, siendo a veces la chimenea el mueble m ás vistoso y con m ás profusión de tallas. El cambio de las costumbres sociales tambi én propició cambios en el mueble. Por ejemplo, las mesas se hicieron m ás amplias al generalizarse la costumbre de que los anfitriones se sentaran a los extremos de la mesa, o proliferaron las sillas con respaldo y brazos, etc.
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4.3. Aportaciones italianas a las tipolog í as y a la gram ática ornamental del mueble renacentista. En Italia aparecieron los primeros muebles t ípicamente renacentistas. Se constru ían casi siempre en madera de roble o, a veces, de nogal. El m ás característico era el arc ón de bodas, o cassone, de ricas tallas y decoraci ón abigarrada, a veces tallada y a veces, incluso, pintada en grandes paneles (algunos de los pintores m ás famosos, como Botticelli, pintaron cassone). Sol ían poseer patas torneadas o zoomorfas. La decoraci ón del mueble renacentista italiano, muy influida por las teor ías del arquitecto Jacopo Tatti, llamado Sansovino, inclu ía todo el repertorio ornamental de la arquitectura renacentista, desde los capiteles de pilastra de los órdenes clásicos, especialmente el corintio, grutescos, hasta guirnaldas, roleos, putti, etc. Sin embargo, la reina de la decoración será la talla, que enseñoreará por encima de cualquier otro tipo de ornamentación. A veces se doraba la madera sobre un fondo rojo que se bru ñía, alcanzando bellas y sorprendentes combinaciones, o se inclu ían tallas en relieve aplanado (pastiglia) en yeso o en estuco, que se doraban, e incluso se hacían bellas incrustaciones muy trabajadas de m ármol, nácar, carey, metal (latón, plata, oro, etc.) u otras maderas. La intarsia, tarsia o certosina consist ía en la incrustaci ón de marfil, conchas o hueso, y dio paso a la taracea, en madera, con la que se hac ían grandes composiciones. La pietre dure era el trabajo equivalente, pero esta vez con mármoles pulidos, ágatas o lapisl ázuli. Con el tiempo y el afianzamiento de la moda de la pintura al fresco, los cassone se dejaron de pintar y se inspiraron en los antiguos sarcófagos paleocristianos, con motivos geom étricos como los estr ígiles, con lo que su forma abombada evolucionar ía con el tiempo a las cómodas, que aparecieron a finales del siglo XVI. Los arcones se sol ían colocar ya, adem ás de en su tradicional posición a los pies de la cama, a lo largo de las paredes. Por influjo de esta costumbre se empez ó a añadir un respaldo y brazos al cassone, dando lugar a la cassapanca. También dieron lugar al armadio, una especie de armario de reducidas dimensiones. El mobiliario empezó a adoptar formas monumentales de la arquitectura, como es es el caso de los primeros escritorios, inspirados en Historia del Mueble hasta el siglo XIX
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los arcos de triunfo, aunque proliferaron tambi én los muebles peque ños totalmente tallados de manera profusa y abigarrada, como en el caso de los sgabelli, sillas o taburetes decorativos. También las sillas se fueron generalizando, recuper ándose modelos romanos, como las sillas Savonarola o Dante, inspiradas en la sella curul. Las mesas eran m óviles, ya que no exist ía el comedor como habitación fija, y se instalaba el tablero donde mejor parec ía, sobre patas ricamente talladas, zoomorfas o en forma de jarr ón en muchos casos. Pronto empezarán a aparecer mesas fijas, algunas sobre pie único. Las que eran de piedra se sol ían adornar con quimeras mitad humanas mitad animales y con motivos decorativos del elenco renacentista. En las casas más ricas existían mesas fijas de m ármol con incrustaciones y patas zoomorfas o torneadas. Existían a lo largo de las paredes suntuosos aparadores (credenzas) de madera tallada y decorados seg ún los órdenes arquitectónicos y típicas garras de le ón. En cuanto a las camas, se puso de moda la llamada cama toscana, con columnas retorcidas en sus cuatro v értices, rematados por jarrones clásicos, y un cabecero pintado y tallado. Otras camas se elevaban sobre una amplia tarima.
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4.4. Peculiaridades nacionales. Proyectistas europeos del mueble. El Renacimiento se extendería por toda Europa a partir del siglo XVI, con algunas peculiaridades en cada pa ís. Por ejemplo, en Inglaterra tendremos el estilo Tudor, con muchos resabios g óticos, mientras que la Francia de Carlos VIII y Francisco I, reyes involucrados en la pol ítica italiana (fueron los rivales de Fernando de Arag ón en el Reino de N ápoles y las llamadas Guerras de Italia) adopt ó enseguida el nuevo lenguaje, si bien al principio s ólo en la ornamentaci ón, ya que las estructuras seguir án siendo góticas. 1450
España
Francia
Inglaterra
1475
1525
1550
1575
1600
1625
Mudéjar: Reyes Plateresco: Renacimiento: Felipe III, Felipe Católicos, Carlos I Felipe II IV
Gótico
Gótico Internacional : Luis XI, Carlos VII, Luis XII Gótico
Renacimiento: Francisco I, Enrique II, Carlos IX, Enrique III, Enrique IV Tudor: Enrique VIII, Eduardo VI, María I
Gótico Internacional
1650
Barroco
Barroco: Luis XIII
Jacobino: Isabelino: Isabel I Jacobo I Carlos I Estuardo
Renacimiento y Manierismo
Italia
Alemania
1500
Barroco
Renacimiento
Algo parecido ocurrir á en el caso espa ñol, aunque las particularidades de los reinos peninsulares dieron lugar a formas eclécticas donde tuvo mucha influencia el estilo mud é jar y su técnica de trabajo de la madera, y, sobre todo, el escaso poder adquisitivo de la nobleza y la corona hispanas, embarcados en aventuras imperiales. Sin embargo, ya se empiezan a producir particularidades en cada región que hacen que podamos hablar de estilos nacionales, cada uno con su peculiaridad. Dentro de estos estilos nacionales destacan cinco ámbitos distintos: Italia (de la que hemos hablado), inmersa ya de lleno en el Renacimiento. •
La Francia de Carlos VIII y Francisco I, hasta Luis XIII, que adoptará el estilo clasicista importado de Italia. •
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España, que atravesar á varios periodos superpuestos, desde el gótico al plenamente renacentista, pasando por el mud é jar y el plateresco. •
Inglaterra, donde cada monarca dar á nombre a los estilos (Tudor, Isabelino, etc.). •
El norte de Europa, donde destacar án los focos holand és y alem án, que se incorporar án al Renacimiento con cierto desfase temporal pero que proporcionarán el estilo más puro y de l íneas más arquitectónicas. •
Las camas se suelen hacer con dosel, unos sobre recios soportes arquitectónicos (pilastras o columnas) o torneados, y otros clavados en el techo directamente, y poseen un cabecero con arquer ías (a veces un solo arco) o frontón. •
En este periodo aparecer án los primeros artistas reconocidos del arte mobiliario, los cuales gozaron de fama y reconocimiento y de los que conservamos grandes obras maestras que marcaron en muchos casos la tendencia futura del mueble en cada una de sus naciones de origen. Estos primeros proyectistas pertenecer án al mundo de los gremios, pero gracias al patronazgo regio gozar án de cierta autonom ía. Entre los más importantes destaca el te órico y arquitecto Jacopo Tatti (861570), conocido como Sansovino, que, aunque no fue proyectista de muebles, s í influyó sobremanera en la concepci ón de la decoraci ón, hasta el punto de que la moldura a base de cari átides y volutas se llama, de hecho, sansoviana. Sin embargo, existen ciertos denominadores comunes: • En general, el mueble renacentista será escultórico, dando sensaci ón
de gran lujo y riqueza, con la decoraci ón desbordando la estructura, con chapados, sólida armazón y paneles tallados, con incrustaciones o relieves. • Otras veces, ser á plenamente arquitectónico, con aspecto de un edificio
en miniatura cuya decoraci ón son columnas, frontones, capiteles, etc., sobre todo en aparadores, credencias y armarios. • Se suelen dividir los paneles verticales m ás grandes en cuerpos,
mediante molduras convexas, como el godr ón. Los muebles suelen coronarse con cornisas. • Los pies imitan modelos antiguos: garras de le ón, bolas, cabezas de
animales, etc., y siempre llevan un z ócalo asociado. • Se usa la madera de nogal, preferentemente, aunque en el norte se
seguirá usando el roble hasta pr ácticamente el siglo XVII. Historia del Mueble hasta el siglo XIX
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• La decoración se hace a base de motivos cl ásicos, como bucráneos,
grutescos, guirnaldas, veneras, roleos, clípeos, quimeras, cariátides, bamboches (niños regordetes al modo de putti), etc., los mismos que se usan en arquitectura. Excepto en Francia (hasta el siglo XVI), se usa la taracea y la incrustación, que dota al mobiliario de policrom ía.
Francia El Renacimiento llegar á a Francia por influjo directo de la corte real, conocedora de las nuevas tendencias italianas al girar la pol ítica internacional alrededor de dicho pa ís. Se trajeron artesanos italianos que embellecieron los palacios de Amboise y de Fontainebleau, aunque el resto de la nobleza no los contrat ó para decorar sus ch âteaux por su profundo tradicionalismo, hecho que propici ó también que se conservaran las antiguas tipolog ías como el dressoir (credenza o aparador). El verdadero impulso al Renacimiento en Francia vino dado por Francisco I, que inici ó la edificación de un nuevo palacio en Fontainebleau, para el que llam ó como directores de obras a los renacentistas italianos Rosso Fiorentino y Primaticcio. Tambi én habrá muchos proyectistas que introducirán las formas italianas, como Jacques du Cerceau o el tallista Hugues Sambin. Las nuevas tendencias produjeron cambios de envergadura. Por ejemplo, la profusi ón de la talla propici ó que las mesas no se cubrieran ya con manteles y que se sustituyera la madera de roble por la de nogal, m ás propicia para el tallado. En Francia aparecer án muchos tipos distintos de silla. La chaise evolucionará desde la silla sobre caj ón heredada del g ótico hasta los bellos tipos con patas torneadas delante y de secci ón cuadrada detr ás, con asiento trapezoidal, generalmente con brazos de suave curva (a bras), llamada caquetoire si es usada por la mujer. Aparecer án muchas innovaciones en los muebles de asiento, como el vertugadin, lleg ándose incluso a fabricar sillas giratorias. Las arcas francesas constar án de un frontal dividido en dos paneles, con tres montantes y separados por balaustres, y a finales del siglo XVI ser án de un solo panel antes de ser sustituidas totalmente en el siglo XVII por los armarios, que constar án de cuatro puertas (a veces s ólo dos), y tendr án aspecto arquitectural, con columnas o cari átides a los lados, coronados de un front ón y dispuestos sobre patas en forma de bolas.
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La mesa se ir á convirtiendo en un mueble fijo. Surgir á así la table a l'italienne, consistente en un amplio tablero con decoraci ón convexa en sus bordes (godrones) y que se hac ía extensible a veces. Exist ían dos tipos: Las de patas, que suelen ser columnas unidas por un z ócalo de molduras generalmente en forma de cruz o doble cruz unida, ya que las patas solían ser de n úmero variable, generalmente de seis a ocho o nueve. Las columnas descansaban sobre bolas o discos aplastados. Este tipo de mesa es caracter ística del gran proyectista Du Cerceau. •
Sambin solía hacer otro tipo de mesas, sobre dos soportes laterales en forma de ménsulas con una desbordante talla de motivos fant ásticos, como quimeras, volutas, etc., que descansaban sobre un z ócalo. •
España El mueble español de la época tuvo mucha influencia mudé jar, con su gusto por las intrincadas geometrías y adornos caligráficos, que halló su mejor expresi ón en las taraceas de marfil, hueso, ébano y madera de boj, aunque el mobiliario tendi ó siempre a ser sobrio y macizo. Se utiliz ó con frecuencia el cuero para asientos y respaldos de sillas y sillones (sillones fraileros), y los herrajes siguieron siendo corrientes en mesas plegables y arcones, siendo de gran belleza los aplicados en los bargue ños, algunos sobre terciopelo. Se pusieron de moda las incrustaciones de plata, que aflu ía desde Am érica, de modo que con ella a veces se cubr ía el mueble por completo o se fabricaba en ella la estructura, hasta el punto de que el propio Felipe II lo prohibi ó a través de varias Leyes Suntuarias. Al contrario que en el resto de Europa, el mueble ser á austero, anguloso, de l íneas rectas, pareciendo que huye de la comodidad. Los adornos serán sencillos elementos arquitect ónicos o medallones. Las arcas del norte ser án recias y con tallas planas geom étricas de origen popular, mientras que las castellanas ser án más sobrias y divididas en paneles cuadrados o cuarterones. Las del sur se confeccionaran a veces con cuero repujado y decoraci ón mudé jar. Los armarios ser án también sobrios, algunos con gran influencia mudé jar, plasmada en la inclusión en el tercio superior de estos muebles de balaustradas o celos ías. Destacan los armarios de estilo herreriano de El Escorial, austeros y de l íneas netas.
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El mueble característico del renacimiento espa ñol será el bargueño, que surgirá en esta época aunque se desarrollará plenamente en el barroco (siglo XVII). El bargue ño consiste en un arca sobre un elemento de apoyo (que puede ser un arc ón o sólo un soporte a base de patas) y que tiene una tapa abatible que, desplegada, se apoyaba en unas patas o listones que se sacan por debajo y que serv ía como mesa de escritorio, mientras que en el cuerpo del arca se dispon ían numerosos cajones para guardar documentos, útiles de escritura y los objetos valiosos. Los soportes de los bargue ños suelen ser de tres tipos: •
Una alacena baja con cuatro cajones o puertas (bargue ños fraileros).
Una balaustrada de columnas uniendo las patas (bargue ños de pie de puente), que suelen ser torneadas. •
Una mesa de pies torneados y oblicuos trabados mediante fiadores (una especie de clavo en forma de “s”) •
Las sillas son sobrias, a veces con respaldo y asiento de cuero clavado (sillones fraileros o frailunos), con la pata delantera y trasera de cada lado unidas por un travesa ño, y las delanteras unidas por una chambrana tallada con relieves. Las patas delanteras se prolongan hasta los brazos, y las traseras hasta el respaldo, culminando en un copete o voluta. El asiento y respaldo puede ser tanto de cuero como de madera o acolchado (con terciopelo liso o bordado y con flecos en los ejemplares más lujosos). También se encuentran sillas de tijera, parecidas a la Savonarola. Las mesas tambi én son variadas, existiendo influencias francesas e italiana. También existen mesitas con tablero de taracea, pero lo general es que sean sobrias y s ólidas, con fuerte chambrana a veces torneada. Estas mesas amplias y fuertes se suelen llamar de refectorio. Era corriente que las mesas se cubrieran completamente, como se aprecia en muchas pinturas de El Greco, Vel ázquez, etc.
Inglaterra El mueble ingl és tendrá como peculiaridad su eclecticismo. Si bien Enrique VIII introdujo el Renacimiento de manera temprana, este no arraigó hasta más adelante excepto en cierta decoraci ón de sillas o arcones en forma de paneles que representan una cabeza supuestamente clásica, con yelmo, decoraci ón llamada romayne, o simulando pliegues de telas, llamado linenfold.
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El mobiliario ingl és del siglo XVI pasar á por diversas etapas, que tendrán el nombre de la dinast ía o del monarca reinante, caracterizadas todas por la influencia del estilo g ótico y la progresiva extensi ón del mueble tapizado y cada vez m ás cómodo y de tama ño más reducido. El periodo Tudor (15091558) es una etapa de fuerte influencia gótica sobre la que se superpone el lenguaje clasicista tra ído por Enrique VIII, que no lleg ó a cuajar. Las sillas con tabla lisa para asiento y fald ón convivirán con las de tijera, las frailunas o las italianas y con las de elementos verticales tallados y soportes traseros cuadrados y delanteros torneados (en el Jacobino alternar án bolas y recuadros). En el periodo isabelino o elizabethan (reinando Isabel I Tudor), entre 1558 y 1603, proliferaron los muebles tapizados a juego, en conjuntos unificados, as í como las mesas con tablero de m ármol, con pie único (y tablero octogonal o circular) o sobre s ólidas patas torneadas en número variable (dos, cuatro o seis), que sol ían reforzarse por tirantes también de madera. Proliferan las tallas planas, las arquer ías con columnas j ónicas y las composiciones geom étricas. Se caracteriza por utilizar s ólidos soportes con anchos abultamientos bulbares y estrechas estrangulaciones, sobre todo en camas con dosel, que pasar án a ser menos exagerados en el periodo Jacobino (siglo XVII), donde los soportes alternar án torneado con caras planas. Entre los muebles con dichas caracter ísticas destacan las camas y las credenzas o aparadores (cupboards).
Alemania En Alemania el Renacimiento llegar á con cierto retraso pero, una vez establecido el estilo, dar á lugar a muebles de gran calidad, unos con profusión de talla y muy recargados y, con hermosas taraceas e incrustaciones, utilizándose madera de con ífera para la estructura, el fresno para los chapados (que ser á reemplazado por el nogal hacia 1600) y el tilo y la encina para las tallas. En este caso, los promotores de las innovaciones no fueron las casas reales (Alemania estaba muy fragmentada pol íticamente) sino las potentes corporaciones locales y los poderosos gremios, que encargaban mobiliario monumental. En cuanto a las sillas, proliferarán los modelos españoles e italianos, destacando los sgabelli del Tirol o Dresde. El armario será el mueble nacional por excelencia, destacando Nuremberg como centro de primer orden. Sol ían tener cuatro puertas y en Historia del Mueble hasta el siglo XIX
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la mitad inferior se dispon ían cajones. Pose ía excelentes tallas, planas en principio y muy exuberantes al sustituirse a partir de 1600 el fresno por el nogal. Destaca el estilista Peter Fl ötner en este campo.
Paí ses Bajos En los Países Bajos el mueble ser á de formas parecidas al alem án, pero aquí sí que existirá una auténtica burguesía comercial pujante que adaptará el mueble a sus necesidades. Este pragmatismo har á que incluso se construyan camas o armarios formando parte del enmaderamiento de las paredes. El mueble de los Pa íses Bajos, sobre todo los armarios y librer ías, tendrán una gran depuraci ón de líneas y bello aspecto arquitectónico de motivos renacentistas, que pronto sustituir án a la estructura gótica de tableros, por influencia de la difusi ón (gracias a la imprenta) de obras técnicas de divulgaci ón de ebanistas como Vredeman de Vriese o de las innovaciones t écnicas o decorativas, como la introducción de las cari átides por Cornelio Floris.
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Anexo a la Unidad Didáctica 4: La periodización del mueble anglosajón. Como hemos empezado a estudiar, y como comprobaremos en los dos siguientes bloques tem áticos, la Historia del Mueble ingl és se periodiza atendiendo a los monarcas reinantes de la misma manera que se hace con el mueble franc és. Por ello, es muy conveniente tener un esquema claro de la historia nacional de ambos pa íses, al menos de los reyes y reinas m ás importantes, así como de las distintas dinast ías y periodos. En el caso del mueble ingl és, además, se utiliza una periodizaci ón paralela, atendiendo a los distintos tipos de madera que se usaba de manera predominante: La Edad del Roble (Age of oak). Engloba los muebles realizados en el periodo de gobierno de la dinast ía Tudor, desde los de estilo g ótico hasta los de estilo renacentista. Se caracteriza por la solidez, las l íneas rectas y las profundas tallas. •
La Edad del Nogal (Age of walnut). Abarca desde 1600 hasta 1730, aproximadamente. La madera de nogal posibilita el corte de finas planchas de madera que se empezaron a usar en la superficie de los muebles aprovechando el contraste de vetas, colores, etc., dando lugar a novedades decorativas como la marqueter ía, la taracea y la incrustaci ón. En este periodo debe incluirse tambi én el ébano, madera preciosa que se utiliza, sobre todo, en chapados, debido a que se trata de una madera de grano muy fino, de gran suavidad y gran dureza, pero de consistencia quebradiza y poca resistencia a los golpes. •
La Edad de la Caoba (Age of mahogany). Ocupa las d écadas centrales del siglo XVIII, y se caracteriza por el uso masivo de este tipo de madera, hecho que fue favorecido tanto por el aumento de la capacidad adquisitiva de las clases medias inglesas y su predisposici ón a adquirir mobiliario de moda y de buena calidad como al hecho (consecuente) de que se eliminaron los impuestos para la importaci ón de estas maderas tropicales americanas. •
La Edad de las maderas satinadas (Age of satinwood). Se denomina así a las décadas finales del siglo XVIII, en las que las maderas predominantes serán las de frutales, como el peral o el limoncillo, o exóticas, como el llamado palo águila (aliso) o las satinwoods, maderas amarillas de fino grano y gran suavidad que se importaban en Inglaterra desde el Caribe o Ceil án y que se usaban en marqueter ía. •
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En cuanto a la periodizaci ón del mueble en Norteam érica hay que tener en cuenta que su historia est á unida a la de la metr ópoli. Este hecho, sumado a las dificultades de los transportes propias de los siglos de la Edad Moderna, dio lugar a que las modas inglesas se desarrollaran en el Nuevo Mundo con una o dos d écadas de retraso. Por ello, los periodos de la Historia del Mueble estadounidense ser án los mismos que los del ingl és con un desfase temporal de 10 ó 15 años, dándose, como se ver á, la misma serie: William & Mary, Queen Anne, Georgiano, etc. Tendremos, sin embargo, dos excepciones fruto de los avatares hist óricos: Al periodo previo al William & Mary se denominar á colonial, y se caracterizará por la pobreza y sobriedad general de tipos. •
Al periodo correspondiente al neoclasicismo se le denominar á federal, y se caracterizar á por un alejamiento consciente de las formas inglesas y un acercamiento a las francesas, que se corresponde con los avatares políticos. •
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Unidad Didáctica 5. EL MUEBLE BARROCO 5.1. Integración del mueble en el concepto espacial barroco. El siglo XVII A finales del siglo XVI se asistir á en Europa a un profundo cambio en todos los sentidos: en lo pol ítico, lo religioso, lo social, etc. En el campo de lo pol ítico, la hegemon ía ejercida por la dinast ía de los Austrias espa ñoles deja paso, tras la Guerra de los 30 A ños, a la hegemonía francesa, que marcar á a partir de ahora su dictado en el campo del arte, de la cultura y de la moda. En cuanto a lo religioso, se asiste a la consolidaci ón del protestantismo en el norte de Europa e Inglaterra, y la aceptaci ón de éste en Francia, al concluir las Guerras de Religi ón con el ascenso al trono de Enrique IV (15891610). El protestantismo acarrear á unos nuevos valores que cristalizarán en las revoluciones burguesas de finales del siglo XVIII y que influirán sobremanera en el arte en general y en el mueble en particular, ya que la ética protestante implica austeridad, ahorro y huida del lujo innecesario y de los excesos. Por otra parte, asistimos en la Europa católica a la Contrarreforma, la respuesta del catolicismo al avance de la nueva religi ón, y que propondr á el uso del arte como arma de primer orden. La corte dejar á de ser itinerante, por lo que se empiezan a fabricar muebles concebidos para estar fijos y adaptados a cada espacio. Aparecen escritorios m ás cómodos, consolas de pared, sillas con tapicer ía cómoda, etc. La nobleza ponto empezar á a imitar a la Corte y las nuevas tipologías del mueble francés se difundirán n o sólo por el pa ís, sino también por el resto de Europa, de mano de los embajadores. En cuanto al Arte, nos situamos en la plenitud del barroco, el arte excesivo, ornamental, escenográfico y propagand ístico por excelencia. Todo ello se traducir á también en las tipolog ías del mueble. De hecho, en Francia, en el periodo Luis XIII (que abarca los reinados de Enrique IV 15891610 y Luis XIII 16101644 y la regencia de Mazarino hasta la toma de posesi ón del joven Luis XIV en 1661) el mueble se convertir á en objeto de lujo utilizado como instrumento para deslumbrar a la nobleza y Historia del Mueble hasta el siglo XIX
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ayudar a someterla (durante este periodo la nobleza francesa se organiza en la Fronda). Sin embargo, en Francia no arraigar á el barroco de tipo italiano, muy ornamental, din ámico y artificioso, sino un barroco m ás clasicista, de líneas geométricas, que utiliza el espacio, la escenograf ía y la gran escala como recurso y que prefiere el lujo no de las formas retorcidas y curvilíneas sino el proporcionado por el uso de los materiales m ás caros y raros. Richelieu, por ejemplo, el primer ministro de Luis XIII, embellecer á el Palacio de Fontainebleau con excelentes muebles con taraceas e incrustaciones de m ármoles, conchas, o placajes, con evidente influencia española, italiana u holandesa, fabricados con maderas ex óticas y de primera calidad, pero las formas seguir án siendo arquitecturales, recordando mucho a ún al mueble renacentista, a no ser por las características columnas torneadas en espiral o por las chambranas en “H” o en “X”. Con la construcci ón del Palacio de Versalles no se altera demasiado el esquema anterior excepto en la escala, acorde con la megalomanía de Luis XIV, el Rey Sol. En Versalles todo estaba dirigido a deslumbrar. El mueble ser á el complemento perfecto para demostrar el lujo de la corte versallesca, y los muebles alcanzar án una finura y calidad sin precedentes, ya que se desarrollar á la ebanister ía y las formas del mueble ganarán en riqueza y dise ño imaginativo. El mundo se hace cada vez m ás amplio, con la colonizaci ón y apropiación de grandes extensiones de Asia, África, América y Ocean ía por parte de los europeos, que allegar án al Viejo continente grandes cantidades de materias primas ex óticas que se usar án en carpinter ía y ebanistería, como el ébano o el carey. El ébano, madera preciosa de grano fino y apariencia tersa y suave, es, sin embargo, muy duro y quebradizo, por lo que se trabaja mejor us ándolo como chapado, en finas láminas, sobre un armaz ón, lo que originar á la explosión de la ebanister ía en el siglo XVIII. En Holanda, por ejemplo, los viejos muebles arquitecturales del Renacimiento empezar án a ser reemplazados por muebles lacados tra ídos de China, Jap ón y la India, y por toda Europa se extendió el gusto por lo oriental, concretamente por el lacado y los dise ños fantásticos, tanto en formas como en decoraci ón. En la India, los artesanos aprendieron las t écnicas europeas y empezaron a fabricar muebles de estilo europeo que introduc ían en grandes cantidades por su bajo coste y que aportaban novedades aut óctonas, como los respaldos y asientos de junco, aunque este tipo de muebles era despreciado al principio por las clases altas debido, precisamente, a su baratura. Historia del Mueble hasta el siglo XIX
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Además, se fue haciendo corriente la importación de mobiliario entre las naciones europeas, esencialmente de Holanda, Alemania o Italia. Se generalizó la costumbre del barniz, sustituyendo a la madera pintada, y se inventaron procedimientos de lacado para no tener que importar los muebles ya lacados de Oriente. Los muebles se hacen cada vez m ás cómodos, y se suelen tapizar y acolchar. En Francia, por ejemplo, ser á corriente el tapizado con tejidos de punto de Hungr ía y el acolchado con crines de caballo, apareciendo nuevas tipolog ías de muebles como los canap és. La mesa es quiz ás el mueble que mayor evoluci ón sufre, debido al cambio de las costumbres. El los banquetes estaban concebidas para que los comensales se situaran de espalda a la pared; sin embargo, en el siglo XVII se empiezan a situar los comensales alrededor de la mesa, con los anfitriones en ambas cabeceras. Adem ás, cuando hay grandes banquetes la mesa se precisaba de dimensiones m ás reducidas. Esto hizo que las mesas abatibles se generalizaran. Las hab ía abatibles de varios tipos, generalmente de dos tableros semicirculares que se abat ían de varias maneras y que ten ían a veces patas batientes, y tambi én las hab ía extensibles.
El estilo Luis XIII En Francia, durante el reinado de Enrique IV, Luis XIII y la regencia de Mazarino, se dio un estilo intermedio entre el Renacimiento y el Barroco pleno, que aunaba caracter ísticas de ambos estilos. Así, el aspecto de los armarios, por ejemplo, seguir á siendo arquitectural, rectilíneo, con salientes cornisas y sobre soportes en forma de pelota aplastada. La talla, sin embargo, se har á más austera y geométrica, abundando motivos como grandes cruces de malta, diamantes, etc. Se seguirá practicando la incrustaci ón (sobre todo de marfil, bronce y carey) y se empiezan a usar maderas ex óticas, como el ébano, y los lacados. Los muebles siguen teniendo la decoraci ón típica renacentista: pilastras, quimeras, leones, guirnaldas, cornisas, estatuas, etc. Ahora muchos de ellos se suelen forrar de tela o cuero, tapiz ándose con tejidos bordados a gros point o con punto de Hungr ía, añadiéndole flecos y acolchándose con crin de caballo. El tapizado se suele fijar con tachuelas de lat ón. La ornamentaci ón más característica será la columnilla torneada (de origen holand és), la mayoría de las veces en espiral (salom ónica), y las patas de mesas y Historia del Mueble hasta el siglo XIX
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sillas se unirán por su parte baja con chambranas torneadas y en forma de “H” o de “X”. En este último caso, en el centro de la “X” se sit úa un adorno pinjante. Aparecen nuevas tipolog ías de muebles: Las sillas y los escabeles (o tabouret) se hacen acolchados, tapizados con terciopelos bordados a petit point y con flecos y tachuelas de latón y travesaños torneados, que unen las patas con chambranas en “H”. Son también corrientes los pliants, sillitas plegables en tijera con faja de tela o cuero para el asiento. • La poltrona (sillón o fauteuil) es como las sillas: cuadrado, asiento y respaldo anchos, tapizado y acolchado, pero con brazos horizontales, curvados a veces. La lit de repos. Es una especie de poltrona cuyo asiento se • proyecta hacia delante y presenta uno o dos respaldos o alas laterales. Dio origen, al a ñadirle un respaldo muy alto en uno de los lados m ás largos, al canapé, una especie de div án para dos personas, que dar á lugar, al acolcharse en su totalidad, al sof á. El cabinet es una evoluci ón del bargue ño, por influencia de la esposa de Luis XIII, Ana de M édicis, de ascendencia española. Suele tener dos puertas que pivotan sobre ejes verticales, y se suele decorar con incrustaciones de carey, taraceas, etc. Por evoluci ón, irá perdiendo la parte superior, y dar á lugar al bureaux o escritorio, con un hueco para las piernas. •
El barroco italiano: el barroco exuberante El Barroco es un fen ómeno esencialmente italiano, desarrollado en el ambiente de la Roma de los papas y extendido r ápidamente por el resto de Italia, primero, y por toda Europa, despu és. El Barroco es un estilo integral, que tiene en cuenta en un espacio integrado desde la arquitectura hasta el m ás mínimo detalle ornamental. Por ello, el mueble será parte integrante de los ambientes barrocos por derecho propio, y participar á de los motivos ornamentales y la fantasía formal de las estructuras arquitect ónicas. Así, abundarán las tallas excesivas, desbordadas, con superposición de motivos renacentistas y altorrelieves antropomorfos (bambocci, putti, cariátides, etc.), zoomorfos (delfines, leones, etc.), vegetales, guirnaldas, frutas, etc. Las l íneas serán curvas fantasiosas o muy quebradas, y las superficies adquirir án una gran plasticidad. Aparecen grandes artistas, m ás bien escultores que ebanistas, como Andrea Brustolon o Francesco Pianta en Venecia, Francesco Historia del Mueble hasta el siglo XIX
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Fantoni en Lombard ía, los hermanos Filippo y Domenico Parodi en Génova, o el flamenco Leonardo van der Vinne y Giovanni Battista Foggini en Florencia. Sus obras son netamente escult óricas y fantasiosas, pero las credencias, los cofres, los arcones o los armarios siguen teniendo un aspecto robusto y arquitectural, si bien incorporan la talla. Aparecen los espejos de grandes dimensiones con marcos ricamente tallados, acompañados, como contrapunto, por bellas consolas adosadas a la pared, aut énticos mueblesescultura de patas curvas y talla fastuosa que, como los marcos, se suelen dorar y suelen soportar un tablero de mármol. Entre los muebles que experimentan un notable desarrollo, adem ás de los mencionados espejos y consolas, est án las mesas, que cobran una enorme importancia al situarse en el centro de amplios salones. Presentan abundante talla, sobre todo en las patas, con aut énticas esculturas. A veces se unen con travesa ños de hierro (traviesas). Aparecen también muebles característicos, como el reclinatorio, concebido como un peque ño mueble de alcoba, pero muy lujoso, y se siguen fabricando credencias, muchas de ellas en formas muy parecidas a los bargueños, pero con una decoraci ón más espectacular y fastuosa. El barroco italiano se difundi ó sobre todo por la Europa meridional, por Austria y por los principados alemanes, aunque en algunos lugares experimentó variaciones impuestas por las condiciones socioecon ómicas. Así, en la depauperada España del siglo XVII se siguieron haciendo muebles sobrios, y en el caso de los muebles de lujo a veces se hac ían las tallas en escayola, aunque se doraban, y los bargue ños, el mueble emblemático del Renacimiento y el Barroco espa ñol, no experimentaron la exuberancia italiana de los apliques bronc íneos o las tallas extremadamente ricas. Sin embargo, en Inglaterra tom ó la forma del Estilo Estuardo y del sobrio Estilo William & Mary, que se difundir ían también por sus colonias americanas. En los Pa íses Bajos tendr á lugar el llamado Estilo Auricular (por presentar tallas en forma de oreja), y en Francia, por fin, se desarrollará el influyente Estilo Luis XIV, que impondr á desde Versalles su dictadura estética clasicista, severa y grandilocuente.
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5.2. El mundo palaciego francés y su dictadura estética: difusión del estilo versallesco. El Estilo Luis XIV El Barroco coincide con un momento de esplendor de la monarqu ía absoluta y de la contrarreforma cat ólica, hechos ambos que coincidir án y confluirán en Francia en el reinado de Luis XIV, el Rey Sol. Este monarca se dotó de un potente aparato propagand ístico donde el lujo ten ía una importancia determinante. En los palacios absolutistas todo estaba destinado a deslumbrar. El caso del Palacio de Versalles es paradigmático, con su disposición megalómana y escenográfica y sus grandes estancias profusamente decoradas. Sin embargo, el Palacio de Versalles sólo es el m ás deslumbrante de un conjunto de palacios donde el Rey Sol reside seg ún la época del año: el conjunto se completa con los palacios de Marly, Fontainebleau, Saint Germain y el Grand Trianon. En el siglo XVII ya no se recibe a los invitados o los embajadores en estancias privadas, sino que pasan al ámbito público en grandes puestas en escena, de modo que ahora las galer ías y los salones pasan a ser la pieza fundamental, sobre todo en los palacios. Grandes espejos y las consolas que los acompa ñan pueblan las paredes junto con enormes cuadros bellamente enmarcados, iluminado todo el conjunto con enormes candelabros, llamados en Francia torch ères o guéridon, de madera dorada, de plata o de bronce y exuberantes l ámparas, que como la vajilla, estarán hechas de cristal de S èvres. Para mayor efecto deslumbrante, Luis XIV incluso lleg ó a encargar una serie de muebles de plata destinados a ello, de manera que todo en los palacios estaba destinado a exhibir poder y magnificencia. Las paredes, al igual que los muebles, se tapizan, y abundan cortinajes y colgaduras, de manera que el dosel de las camas deja de tener importancia en favor de las calidades de las telas. El mobiliario alcanza dimensiones considerables para no resultar empeque ñecidos por los grandes espacios a los que van destinados, de manera que ir ían acordes con el interior de los grandes salones y galer ías. Los muebles se lacar án o se dorar án, y tendrán un aspecto curvilíneo y delicado. Los asientos ser án siempre acolchados y tapizados,
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y las superficies de mesas, armarios y gabinetes se cubrir án de taraceas e incrustaciones riquísimas1. Los muebles de Estilo Luis XIV presentan los mismos tipos que los de su estilo predecesor, aunque modificados seg ún el gusto del periodo. Como soporte, por ejemplo, se dejar á de usar pr ácticamente la pata torneada en espiral y se introducir á el estípite. Los brazos de los sillones, como las chambranas de mesas y sillas, se curvan, aunque seguir án, a veces, con el esquema en “H” o en “X”. Los soportes de los armarios se alargan, tomando forma de cebolla o de est ípite achatado. El mueble rey ser á el armario. Se usar á preferentemente el ébano, de manera que los muebles m ás nobles tendr án un fondo oscuro sobre el que se incrustar án metales y piedras preciosas. Destacan como novedad el espejo y la consola, con gran profusi ón de talla y dorado, que ir án a juego, y las torch ères, todos ellos nombrados más arriba. Las camas se cubren por completo de colgaduras y telas, por lo que la estructura casi nunca queda a la vista, y el dosel se suele colgar directamente del techo (a la duchesse), cubriendo s ólo la mitad de la cama. Se desarrolla el lit de repos, con uno o dos respaldos de madera tallada o acolchados, complementados con cojines cil índricos. Los sillones y sillas son parecidos a los del Estilo Luis XIII, pero los brazos y travesa ños se curvan y las maderas se ti ñen de rojo, verde o dorado, a juego con la tapicer ía, de terciopelo, seda o tapiz. El cabinet y el buffet se siguen fabricando, con caracter ísticas análogas a los muebles antes mentados (taraceas, incrustaciones, maderas teñidas o de ébano, estípites o columnas como soportes, exuberantes tallas, etc.). El bureau se consagra como mueble de uso general y estiliza y sus frentes se curvan preludiando el Estilo Luis XV. El mueble más típico será, sin embargo, la cómoda, con un frente cubierto con cajones con tiradores y cerraduras de cobre o de bronce dorado (ormoulu). Sus formas se irán dulcificando y curvando con el tiempo y dará lugar a la cómoda o comod ín del posterior Estilo Luis XV, sobre las caracter ísticas patas en cabriol é. Procede del com ó italiano. Todos estos muebles eran en esencia muebles para exhibir. Generalmente los muebles de uso cotidiano segu ían siendo robustos y de apariencia cúbica, aunque a partir del siglo XVII cada vez m ás amplias 1 Al final del reinado de Luis XIV, Francia sufrió una grave crisis económica provocada por los excesos suntuarios, de manera que muchos de estos muebles fueron desmontados para recuperar las piedras preciosas incrustadas en ellos. Historia del Mueble hasta el siglo XIX
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capas de la poblaci ón tendrán acceso a estos objetos de lujo a la par que se generaliza su uso.
La difusión del Estilo Luis XIV: el Estilo William & Mary La moda que marcar á Versalles llegará a todos los rincones de Europa, desde Rusia a Portugal, de manera que todas las cortes europeas, y por extensi ón, los nobles, imitar án la etiqueta, las costumbres, el arte y el mobiliario de Par ís. Sin embargo, en muchos lugares esta tendencia chocar á con la dura realidad. En Espa ña, por ejemplo, donde reinará desde 1700 el nieto del propio Luis XIV, Felipe V, la moda versallesca se desarrollar á a duras penas debido a lo precario de la economía interior, maltrecha por la Guerra de Sucesi ón. Así, el mueble espa ñol seguirá siendo austero y c úbico, siguiendo la fabricación de sillones de tipo frailero y, acaso, de bargue ños, siguiendo la factura renacentista. Con la Restauración monárquica en Inglaterra, los nobles que acompañaron al exilio a Carlos II regresan e introducen nuevas modas influidas por el lujo barroco de corte italiano y que contrastar án con el puritanismo y sobriedad de los periodos Isabelino y Jacobino, dando lugar al llamado Estilo William & Mary, iniciado en el reinado de Guillermo de Orange y su esposa, Mar ía Estuardo, estilo que se extender á también por las colonias transatl ánticas. Sin embargo, tambi én converge una tendencia a la comodidad expresada en forma de muebles tapizados y de respaldos abatibles, como el famoso sof á Knole, de 1620. El William & Mary tiene indudables influencias holandesas (el pa ís de origen del rey, de donde trae a grandes tallistas y ebanistas, como Grinling Gibbons, de ascendencia inglesa, o Gerreit Jensen), pero tambi én versallescas y orientales. Por influencia holandesa proliferaron los asientos de caña de la India trenzada y los motivos vegetales y florales (algunos muy recargados, como los motivos llamados de alga marina) en las taraceas y veteados (veneering), hecho potenciado por la importaci ón de muebles chinos y japoneses de mano de la Compa ñía de las Indias Orientales. El estilo francés se impondr á poco a poco y las tipolog ías francesas se irán estableciendo en Inglaterra (bargue ños, escritorios, armarios, etc.), así como el ébano, las incrustaciones en bronce o lat ón, el estípite, las consolas, los espejos de ornamentados marcos, las patas en cabriol é, etc. Gran parte de culpa de esta invasi ón del gusto franc és tiene su causa en Historia del Mueble hasta el siglo XIX
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la revocación del Edicto de Nantes (1685), tras la que se reiniciaba la persecución a los protestantes. Muchos de ellos se exiliaron en Inglaterra, entre ellos algunos grandes ebanistas como John Pelletier o Daniel Marot. Marot se encargar ía de amueblar los palacios de Guillermo y Mar ía con diseños que inclu ían las típicas patas en forma de trompeta, las sillas de alto respaldo y las camas con dosel rematadas por penachos de plumas de avestruz, totalmente tapizadas y cubiertas de colgaduras, con borlas, ribetes, flecos, etc. Marot se encargar ía de publicar una colecci ón de grabados de ornamentos y dise ños de muebles determinante para el devenir del mobiliario ingl és. Las patas de los muebles se unen, como en Francia, por travesaños en “H” o en “X”, aunque en este caso asemejan curvas tangentes u entrecruzadas. Los pies casi siempre tienen forma de cebolla. Proliferan los muebles dorados o lacados, a la par que los frentes se van curvando. Pero, sobre todo, ser án importantes la incrustación, la taracea y el chapado, con diversas t écnicas como el oyster shell (apariencia de concha de ostra), el veneering (yuxtaposici ón de veteados), inspiradas en las t écnicas de marquetería de Boulle. Estas t écnicas aprovechaban el dibujo de los cortes de la madera en los nudos y en la base de las ramas para hacer composiciones variadas. Algunos muebles (los más lujosos) se cubren de una l ámina de plata, aunque lo m ás corriente, como en el resto de Europa, eran los adornos a base de tapizados, cuero o cabezas de clavo de lat ón. Son muebles t ípicos: • La silla y el sill ón con respaldo de ca ña india trenzada o acolchados. Algunos sillones (el sleeping chair) tienen respaldo abatible con orejas. Las sillas suelen tener alt ísimos respaldos (acordes con la altura de las pelucas, tan de moda) y presentan en lo alto una coronaci ón. • El press cupboard, o aparador, muy parecido a sus contemporáneos del continente. Cabe mencionar el cabinet on chest, variedad del cabinet en dos cuerpos. • Los sofás acolchados como el Knole se desarrollan en esta época. • Las mesas más típicas serán las de patas con curvaturas contrapuestas. Abundarán también las mesas abatibles (con tableros semicirculares, a veces con patas batientes) y las de tablero deslizante. A veces se construyen los asientos como versiones reducidas de las propias mesas, de manera que se puedan esconder bajo ellas. • Las cómodas y los bur ós se empiezan tambi én a generalizar. En este sentido hay que destacar la importancia del uso novedoso de los cajones, que tiene como origen las gavetas puestas dentro de las arcas Historia del Mueble hasta el siglo XIX
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para organizar su contenido. Los primeros cajones ten ían una ranura en los laterales, mientras que en el siglo XVIII las gu ías se montar án debajo de estos. Algunos arcones ingleses ten ían en su origen gavetas en los laterales, para guardar objetos peque ños, como guantes.
5.3. Grandes tracistas del mobiliario en el estilo Luis XIV. Durante el reinado de Luis XIV se inauguran unas reales f ábricas en Francia cuyo objetivo principal es surtir a la corte de objetos de lujo sin tener que recurrir a la m ás costosa importaci ón. En este contexto nacen las llamadas Manufacturas de los Gobelinos, en 1667, dirigidas por el pintor Charles Le Brun, que debe ser considerado el alma de los Gobelinos y el aut éntico creador del estilo versallesco, ya que nada se hacía sin su consentimiento y muchos de los dise ños salieron, incluso, de su propia mano. En los Gobelinos se produc ían no s ólo muebles sino también tapices, tejidos, cer ámica, platería, etc. La grandeza de Le Brun no fue tanto saber gestionar una empresa tan inmensa como el hecho de crear un estilo propio franc és. Además, Le Brun tiene el honor de ser uno de los primeros artistas que supieron dar la importancia merecida a las llamadas “artes menores”. Le Brun dise ñó el mobiliario de Versalles como parte de un todo, que incluía desde las consolas y los enormes espejos producidos por la fábrica de vidrio creada por Colbert en 1668 hasta los aparadores, las sillas, las torchères, las esculturas, los techos pintados, etc. Adem ás, combinó los motivos decorativos renacentistas con otros de simbolog ía alusiva al Rey Sol: el gallo, la cabeza de Apolo, la flor de lis, las “Ls” entrelazadas (inicial y final de Louis), etc. En las Manufacturas de los Gobelinos desarrollaron su trabajo los mejores ebanistas y tallistas de la época. Algunos de ellos eran italianos, como Domenico Cucci (16371711), excelente ebanista y tallador, o Filippo Caffieri, también tallista y broncista. A la muerte de Le Brun, en 1690, éste fue sustituido por Jean Berain (16351704), quien, por su parte, destac ó como decorador y diseñador, de manera que a él se debe pr ácticamente la totalidad del diseño de los interiores de los grandes palacios de Luis XIV. Se inspir ó sobre todo en motivos m ás alegres y desenfadados, combinando motivos orientales y renacentistas, como los grutescos, dise ños orientales o chinescos, monos, etc., de manera que gracias a él el barroco franc és se alejó de su estilo marcadamente severo y clasicista, d ándole un aire precursor del rococ ó. A sus órdenes trabajarían los m ás grandes ebanistas de la época. El mejor de todos ellos ser á sin ninguna duda AndréCharles Boulle (16421732). Historia del Mueble hasta el siglo XIX
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Hasta Boulle el mobiliario franc és careció de un estilo peculiar, trasluciéndose las influencias holandesa , italiana y alemana, Boulle desarrolló sobremanera la t écnica de la marqueterie introduciendo novedades como la combinaci ón de lat ón y carey, obteniendo dise ños uno como negativo del otro (premi è repartie y contrepartie ), con los que decoraba la superficie de parejas de muebles a juego o el interior y exterior de puertas o paneles. Boulle us ó todo tipo de ricos materiales para las incrustaciones y us ó el ébano como base, produciendo los t ípicos muebles fondo negro y muy fina factura. Para evitar que las l áminas se desencolasen, sol ía proteger las esquinas de los muebles con molduras y anchas bisagras, de bronce dorado (ormoulu), muy recargadas. Adem ás, fue uno de los primeros ebanistas en introducir l íneas curvas. Su trabajo influyó sobremanera en los ebanistas de su siglo y del siguiente, teniendo importantes imitadores, como Jensen, citado m ás arriba como principal ebanista del William & Mary. Los muebles m ás típicos de Boulle son los armarios guardarropa, de aspecto arquitect ónico, y todo tipo de librer ías, aparadores y bufetes o escritorios, para cubrir las necesidades de una nobleza que acusaba la moda del coleccionismo de todo tipo de bellos objetos, desde libros hasta monedas. Boulle desarroll ó también la cómoda, que empez ó a sustituir al escritorio: del escritorio de ocho patas con un caj ón central y tres cajones a los lados se pas ó a un bufete con s ólo dos cajones largos, al que se dio la forma, más tarde, de los sarc ófagos romanos, llamándose comode tombeau. A partir de ésta se desarrollar ían las cómodas dieciochescas. La marquetería de Boulle tuvo tanto éxito que se imit ó en toda Europa e incluso pas ó a decorar suelos y paredes.
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Unidad Didáctica 6. EL MUEBLE ROCOCÓ 6.1. Plenitud de la ebanister í a en el Rococó: formas y pautas ornamentales. Influencia de los mueblistas de la corte. A la muerte del Rey Sol, en 1715, Felipe, duque de Orleans, se hizo cargo de la Regencia, que, siguiendo la moda, instal ó a Luis XV en las Tullerías mientras estableci ó la corte en su propia casa de Par ís, el Palais Royal. Con ello se hac ía eco de la nueva moda, que hu ía de las grandiosas habitaciones encadenadas (enfilades) para establecer un gusto más intimista, de veladas sociales m ás reducidas y elitistas donde la mujer jugaba un papel principal y donde se coqueteaba, se jugaba a las cartas o se hablaba de filosof ía, de pol ítica, etc., en cómodos sillones acolchados. Los salones de recepci ón, sin embargo, segu ían siendo amplias salas con sillas y sof ás alineados a lo largo de las paredes. Este mobiliario, pensado para hacer juego con los ornamentos de los paneles de las paredes, se llamaba sieges meublants, y su disposici ón se hacía con una máxima precisión: •
Bajo las ventanas se colocaban los banquillos.
A ambos lados de las ventanas, de cara a la chimenea y con un espejo encima se disponían las consolas y las c ómodas con tremós (troumeau), flanqueadas a su vez por sof ás. •
•
Las torchères se colocaban en las esquinas.
El tapizado de los asientos formaba una banda de color, a juego, y el mobiliario se dispon ía simétricamente. •
Además de los sieges meublants, reservados a las clases m ás pudientes, se situaban en el centro de las estancias los sieges courants, para jugar a las cartas, conversar, etc., de manera que surgieron muebles adaptados a las nuevas circunstancias. Además, se empezaron a abandonar todas las incomodidades que suponía todo este despliegue de lujo, y se pusieron de moda las habitaciones privadas a imagen de los petits appartements de Versalles
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donde Luis XV y Madame Pompadour llevaban una vida relajada, con muebles más cómodos y m ás pequeños, si bien de gran refinamiento. De este modo, el mueble pas ó de ser un enorme elemento decorativo a ser un elemento funcional, ligero, c ómodo y con gracia. Las pesadas chambranas tendieron a desaparecer y las patas se adelgazaron y alargaron y tomaron la t ípica forma serpenteante en cabriolé. Sin embargo, el adorno sigui ó siendo exuberante y recargado, basado en los apliques met álicos, las taraceas y las incrustaciones de los grandes ebanistas que trabajaron para la corte francesa. La decoraci ón tanto de los interiores de las habitaciones como de las tapicerías de los muebles tendieron a tener un fondo blanco con colores pálidos superpuestos: amarillo y plata, gris y azul p álido, verde con rosa, etc. Aparecieron motivos chinescos, al estilo de las porcelanas de importación, imitadas por la excelente producci ón de S èvres. Los órdenes clásicos desaparecieron y fueron sustituidos por dise ños retorcidos que llegaban a los techos abovedados y que a veces imitaban grutas, rocallas 2 (de ahí rococó), entre los que se dispon ían máscaras, animales fantásticos, putti, etc. La decoraci ón era abigarrada, recargada y com ún a todos los elementos, desde las boiseries (paneles de de madera) al mobiliario, tapices, esculturas, etc. Una de las principales caracter ísticas del rococ ó será la asimetría de la decoraci ón, potenciada por los dise ños de los orfebres y decoradores Nicolas Pineau (16841754) y J.A. Meissonier (16951750). Por aquellos d ías había gran rivalidad entre los carpinteros (menuisieres), dedicados al ensamblaje, y los ebanistas, que trabajaban las maderas nobles y exóticas y la incrustaci ón, de manera que los gremios obligaban a los ebanistas a poner su nombre en sus realizaciones, gracias a lo cual conocemos la autor ía de muchas piezas maestras. Los m ás importantes ebanistas que trabajaron para la corte francesa fueron: Charles Cressent (16851768). Fue amigo y disc ípulo de Boulle, y en cierto sentido su continuador. Son caracter ísticas de su obra el uso del arabesco y la incrustaci ón, junto con el bronce dorado en los apliques, que aún son sim étricos. Trabajó bajo las órdenes de GillesMarie Oppenord, quien diseñó el Palais Royal y el repertorio ornamental de flores, hojas y ramas ricamente doradas que aparec ían tanto en los paneles de las paredes como en sus muebles, cuyas curvas tomaban la forma del asa. •
2 Motivos que recuerdan a elementos que aparecen en las grutas, como cascadas, estalactitas, conchas, carámbanos, chorros de agua, etc. Historia del Mueble hasta el siglo XIX
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Es representativo de su taller el bureau plat, con tres cajones, que remplazó al pesado buffet de ocho patas. Antoine Gaudreau (16801751). En la misma l ínea de Boulle o Cressent, trabajó sobre todo cómodas y bureaux con los t ípicos apliques de bronce dorado. •
Bernard van Riesenburgh (circa 17001765), oriundo de Flandes, que realizó para Madame Pompadour exquisitos muebles, algunos de ingenioso dise ño, como los muebles de higiene íntima. Fue el primero en incorporar a los muebles la famosa porcelana de S èvres. •
Otro protegido de la amante del rey, Madame Pompadour fue el alemán Jean Fran çois Oeben (circa 17201763), que manten ía la tradici ón alemana de construcci ón de relojes y aut ómatas y que elabor ó para su protectora ingeniosos muebles como la table à la Bourgogne, que se transformaba en estanter ía o dejaba a la vista nichos escondidos seg ún se accionaran ciertas palancas. Us ó también con maestr ía la marquetería floral y los motivos geom étricos de rosetas y rombos. Invent ó también el escritorio con tapa corrediza (o secretaire), el bureau à cylindre, en cuyo ejemplar más famoso, el Bureau du Roi Louis XV estaba trabajando cuan murió, por lo que fue firmado por Riesener. •
La influencia de la moda parisina alcanz ó todos los confines de Europa, por lo que muchas cortes europeas imitaron su estilo e, incluso, enviaron a Par ís a expertos ebanistas para que aprendiera las t écnicas y tipologías. Ese fue el caso de muchos ebanistas de las cortes alemanas: En la corte de Baviera destac ó François Cuvilliés (16981768), que a su vuelta de París trabajó con el diseñador Joseph Effner en la construcción de muebles de influencia de Boulle y Cressent y en edificios como el Pabell ón de Amalienburg, en el Palacio de Nymphenburg, en Munich, donde la forma de los muebles eran la r éplica de las de las boiseries y los espejos. •
En Prusia trabajaron el dise ñador y tallista Johann August Nahl (cuyos muebles eran muy exuberantes, decorados con dragones y palmeras, aunque demasiado pesados e inc ómodos) y los hermanos Hoppenhaupt, que crearon sus caracter ísticos muebles de formas bulbosas, diminutas patas y bellas incrustaciones. •
En Suiza destaca el trabajo de incrustaci ón de materiales carísimos, como la plata, el marfil, el bronce o el carey. Destacan Johann Melchior Kambli, y los hermanos Spindler. •
Aunque se llegaron a hacer todo tipo de muebles (como los curiosos sofás de grandes dimensiones para las salas de recepci ón o •
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porteghi), en Italia destacó la cómoda como mueble emblem ático, en la que se exager ó la forma bombé, con la parte superior muy desarrollada, y las patas se hicieron cada vez m ás diminutas. En Venecia destac ó la producción de dichos muebles, que se sol ían decorar con una imitaci ón a la laca (lacca contrafatta): los muebles se enyesaban, se les pegaban láminas con motivos chinescos, y se barnizaban. Destacó en la corte del reino de Piamonte la figura de Pietro Piffetti (17001777), cuyo estilo es equiparable a sus contempor áneos franceses. •
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6.2. El mueble no cortesano. El siglo XVIII fue el siglo del ascenso de la burgues ía al poder. La nueva aristocracia del dinero empez ó a sustituir a la vieja aristocracia de cuna, de manera que al acabar el siglo protagoniz ó una oleada revolucionaria que, iniciada en las colonias inglesas de Norteam érica y continuada en la Revoluci ón Francesa, dar ía lugar al ascenso al poder político de esta nueva clase social, la burgues ía, que establecer ía nuevos sistemas políticos y econ ómicos de acuerdo con la nueva ideolog ía a imagen y semejanza de sus necesidades: el liberalismo. Estas nuevas oligarqu ías económicas estaban ávidas de las novedades de la corte y gustaban de ostentar el lujo acorde con su clase, de modo que pronto empezaron a solicitar el mobiliario exquisito de los grandes ebanistas y a imitar su estilo. Adem ás, cada vez capas m ás amplias de la poblaci ón fueron engrosando las llamadas clases medias, que demandaban muebles s ólidos y duraderos a la par que bellos, y que cada vez fueron adquiriendo m ás mobiliario de los artesanos locales y contribuyendo a modelar el gusto all á donde eran influyentes, generalmente en los pa íses anglosajones. Pese al gran peso de la influencia de la moda de la corte, este mobiliario era, por necesidad, mucho m ás práctico y menos recargado que los originales. As í, junto a la proliferaci ón de cómodas y berg ères, las casas burguesas se ir án poblando de muebles mucho m ás funcionales. Destacan en este sentido las sillas, con o sin brazos, cuyo respaldo y asiento solía ser muchas veces de rejilla de caña india. Las mesas también se fueron generalizando, y se siguieron elaborando las mesas con tableros abatibles o extensibles, con patas fijas o batientes. Empezaron a hacerse cada vez m ás populares las redondas de un solo pie central. En España, por ejemplo, se siguieron construyendo muebles sólidos, como los sillones fraileros, con respaldo de cuero o de madera y con motivos renacentistas a la romana. De entre los muebles con nombre propio destacan los ingleses y los norteamericanos, que acusaron una gran influencia del estilo de Chippendale, que veremos en el punto 6.4. Destacan las sillas realizadas con elementos torneados, respaldo curvo a base de travesa ños y asiento profundo, como la Windsor, y las norteamericanas, aparecidas a finales del XVII, Carver y Brewster, con dobles travesa ños uniendo las patas en el
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frontal y laterales y las patas prolongadas hasta un apoyo para las manos, unidos al respaldo por otro travesa ño. Se cree que estas sillas fueron el origen de la mecedora, que aparecería en Europa ya en el siglo XIX, mucho despu és de su uso generalizado en Norteam érica. También en Norteamérica se generaliz ó un tipo de mueble con el frontal macizo, con la parte central c óncava y los extremos convexos. Solía presentarse en todo tipo de muebles, pero sobre todo en las cómodas altas (chifonier o doble c ómoda), como la highboy de ocho patas largas en cabriol é, rematada por un front ón partido. La lowboy era una cómoda de patas cortas, parte inferior de la c ómoda alta o tallboy. La moda de los muebles chinos se extendi ó también a los ambientes no cortesanos. Aunque no se puede hablar de un estilo chino propiamente dicho, sí que constituyó una auténtica moda recurrente durante más de dos siglos, hasta que volvi ó a resurgir, incluso, en el XIX. Lo esencial de la moda china se basaba, por una parte, en las estructuras geométricas de elaboraci ón de los muebles, imitando a veces al bambú, y, por otra parte, y sobre todo, por el gusto por el lacado. De hecho, muchas veces los muebles se desmontaban y se aprovechaban sólo las partes lacadas para ser montadas en otros muebles. Como ya hemos visto varias veces a lo largo del temario, los holandeses introdujeron los muebles lacados y desde entonces este tipo de mueble se import ó en masa e incluso se enviaron muebles europeos para ser lacados en Oriente. La laca tiene diferentes nombres en cada país dependiendo del lugar desde donde se importaba: en Holanda se le llamará Batavia, Coromandel en Francia o Bantam en Inglaterra. Cuando la demanda de este tipo de muebles aument ó, se intentaron elaborar los lacados en Europa, surgiendo suced áneos: La laca, resina vegetal natural que se mezcla con diversos pigmentos para colorearla, fue importada en estado natural por los holandeses, aunque los muebles producidos (japaning) no llegaron a tener la calidad de los originales, ya que el lacado es un proceso lent ísimo (en esencia se trata de aplicar de 30 a 40 finas capas sobre un soporte de papel o tela, de modo que cada capa debe estar seca y pulida para aplicar la siguiente; a veces, incluso, se tallaba) y las labores holandesas se hac ían con demasiada prisa. •
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En Francia, los hermanos Martin inventaron el vernis Martin, partiendo del chipolin, un barniz con base de ajo, que mezclado con diversos pigmentos produce un efecto parecido al lacado. •
En Venecia se trabaj ó con la lacca contrafatta , en esencia la aplicaci ón de varias capas superpuestas de rejalgar sobre l áminas o grabados pintados a mano. •
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6.3. Estilos Regencia y Luis XV Aunque el periodo de la Regencia s ólo duró ocho años, dio nombre a toda una época en cuanto al mueble, y sus creaciones marcar ían el distanciamiento con el barroco de Luis XIV, siendo un escal ón intermedio hacia el Rococ ó o Estilo Luis Quinze, de manera que a veces es muy difícil diferenciar ambos estilos. Las principales tipolog ías del mueble rococ ó francés son: Muebles de asiento. Se sol ían tapizar seg ún la época del año con ricos tapices, sedas, terciopelos, etc., lo que encarec ía considerablemente el mobiliario. Para facilitar los continuos cambios las tapicer ías se fijaban con un sistema de tornillos o grapas. La silla fue perdiendo importancia ante los más cómodos sillones, generalmente con brazos almohadillados: •
El fauteuil en cabriolet ten ía forma cóncava y permitía el asiento de las mujeres con sus ampulosos vestidos, aunque el preferido de éstas era el bergère, ancho, bajo y confortable, con un coj ín suelto y laterales y respaldo bien tapizado bien de ca ña. Los hombres prefer ían el cómodo voltaire, con respaldo inclinado y asiento profundo. ◦
Existieron asientos adaptados a ciertas peculiaridades, como el sill ón adaptado para que las mujeres pudieran ser peinadas mientras reposaban, el fauteuil a coiffer, o el preparado para que los espectadores de las cartas u otros juegos de mesa se apoyaran mientras miraban, los bergère voyeuse, o aquellas otras para sentarse a horcajadas, la voyelle. ◦
Entra la gran variedad de berg ère destacan el marquise, donde cab ían dos personas (llamado por ello, a veces, t êteat ête o confidante) y la chaise longue llamada duchesse, compuesta por dos berg ère (uno con el respaldo más bajo a los pies) y un cuerpo intermedio, los tres separables. ◦
Los sofás también proliferaron, adoptando m últiples formas, en general parecidas al fauteuil, con seis u ocho patas en cabriol é. Destacan los ovales u ottomanes (o canap é à corbeille) y los paphose, en forma de riñón, muebles de tocador por excelencia. Tambi én se da otra modalidad de influjo oriental, la sultana, con los dos extremos arrollados. ◦
Camas. Se abandonan los pesados cortinajes de los doseles y éstos se aligeran, como en la lit a la turque, una especie de tumbona con los extremos arrollados y un dosel encima, o la lit a la polonaise, adosada a la pared por un lateral. •
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Cómodas. Eran los muebles m ás emblemáticos. Las formas serpenteantes de Cressent derivaron a la forma bomb é, donde la curvatura se prolongaba a las patas, que se aligeraron y alargaron, reforzándose con monturas de bronce dorado. Apareci ó la rinconera (encoignure), que se adquir ía por parejas. Se decoraban con mosaicos, marquetería o incrustaci ón en formas geom étricas, como el jaqueado, triángulos, etc., y a veces se pintaban con escenas inspiradas en la pintura rococó de los pintores de moda, Boucher o Watteau, llamadas f êtes galantes, y que utilizaban un barniz especial llamado vernis Martin, que aplicaba superpuestas decenas de capas (hasta cuarenta o m ás), produciendo efectos an álogos a las veladuras en las pinturas al óleo. Sin duda la c ómoda es el mueble por excelencia de este estilo, y a la vez también es el que presenta una decoraci ón más rica, tanto por las marqueterías como los adornos asim étricos de bronce dorado, cuando aparecen. •
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6.4. La sociedad inglesa: reflejo de sus formas de vida sobre la ambientación doméstica. Muebles, mueblistas y su repercusión. Aunque el periodo William & Mary es parangonable al barroco francés, con el despegue econ ómico de Inglaterra los estilos ingleses ir án adquiriendo poco a poco una fuerte personalidad, destacando entre sus rasgos principales el car ácter práctico y la comodidad, por encima del mero ornamento. Esto es consecuencia del estilo de vida de las clases altas inglesas: por una parte, la aristocracia prefer ía vivir en sus grandes mansiones en el campo, disfrutando de un mobiliario mucho m ás distendido y cómodo. Por otra parte, la boyante burgues ía londinense prefería muebles cómodos y pr ácticos. Y todos ellos eran personas cultas, conocedoras del arte europeo, muchas de las cu áles habían hecho el llamado Grand Tour 3. El siglo XVIII inglés asiste a una gran variedad de estilos que tomarán el nombre de los soberanos y que, adem ás, se expandir á, con cierto desfase, a las colonias.
Los estilos Reina Ana (Queen Anne) y Georgiano El periodo Reina Ana (17021714) abandon ó la línea del William & Mary para dar lugar a un estilo sobrio, sencillo, que pon ía énfasis en el tapizado, la l ínea depurada y la incrustaci ón veteada (veneering), y las incrustaciones s ólo se reservaron a orlas alrededor de cajones y paneles de las puertas. Sin embargo, los muebles se har án elegantes, menos macizos, con esbeltas patas en cabriol é (con la característica talla de la concha en el arranque), de secci ón cuadrada, tendiendo a la eliminaci ón de tirantes. De entre los muebles m ás representativos destacan: Sillas de respaldo curvo, con cerco, con patas en cabriol é acabadas en rodetes, volutas, cascos de caballer ía, garras (de le ón o aferrando bolas), pezuñas, etc. A veces presentaban el arranque tallado en forma de concha. •
Los sillones son parecidos, aunque con los brazos sobre soportes apoyados en los travesa ños laterales del asiento. Los brazos sol ían presentar formas curvas, de secci ón circular y aplan ándose en el •
3 El Grand Tour era un viaje alrededor del mundo, pero, sobre todo, por Europa, que los jóvenes de las clases altas solían realizar para formarse y que solía durar varios años. Historia del Mueble hasta el siglo XIX
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reposacodos, a veces rematados con cabezas de le ón o de águila. El sillón de orejas tambi én tendría el mismo tipo de patas. Los tapizados presentan ricos bordados que alternan motivos orientales con los locales (como rosas o fresas). •
Los muebles de almacenamiento, con cajones y formas rectangulares, adquieren gran protagonismo. Aparece el bur ó con la parte superior inclinada y abatible (que adopta a veces la forma de bureau bookcase, coronado a veces por un armarito o una librer ía), y la doble cómoda (o chifonier, llamada tambi én tallboy o highboy, sobre patas altas, con alguna versi ón de ocho patas), una especie de cajonera alta en forma de armario. Asistimos también a la aparici ón de las librer ías o bookcase, a veces con vidrieras. Como remate se sol ía usar el frontón partido. Destaca el Bachelor's Chest (una c ómoda de soltero), de tablero abatible y cuatro filas de cajones de altura decreciente (el m ás alto, debajo). Las cómodas presentaban un fald ón curvo en forma de ballesta, de influencia francesa. •
Los espejos y marcos ten ían la decoración más exuberante, a veces tallada en yeso y dorada, coronados por un concha o el escudo de armas. A veces se usa la t écnica de verre eglomisé, basada en la aplicación de vidrio de colores con motivos en oro. •
Se hicieron mesas de tocador que presentaban un nicho para las rodillas y espejos pivotantes sobre mesitas con cajones. Sin embargo, las mesas más típicas serán las extensibles y aquellas de caf é que se fabricaban junto a juegos de escabeles dise ñados para poder encajarse unos dentro de los otros y éstos bajo la mesa. •
La afición al juego produjo ingeniosas mesas plegables, algunas con tablero semicircular desplegable (que serv ían, también, como consolas), otras con una o dos patas batientes (llamadas concertinas), etc. •
El siguiente periodo, el Georgiano, llamado as í por los tres reyes de nombre Jorge, es un periodo complejo que debe considerarse una continuación del Reina Ana y es caracter ístico el uso masivo de la caoba, exenta de impuestos, lo que reactiv ó la talla. Como novedad, destaca la aparición de las mesas de t é de tres patas bajas con soporte central y tablero circular abatible, manejables y vers átiles (podían ser usadas como pantallas de chimenea), aunque se hicieron algunas versiones para seis comensales. El reinado de Jorge I se caracteriza por el palladianismo, con la influyente figura de Kent. Bajo Jorge II se da el apogeo de las influencias gótica, china y rococ ó, destacando la obra de Chippendale. Y con Jorge III se desarrolla el llamado estilo Adam, plenamente neocl ásico.
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Los grandes mueblistas y su repercusi ón En el Reina Ana siguen trabajando los mismos dise ñadores de muebles que en el William & Mary (Gerreit Jensen, Daniel Marot o Grinling Gibbons, y empiezan su andadura otros como Thomas Roberts. Sin embargo, en el nuevo periodo Georgiano aparecen algunos mueblistas excepcionales que marcar án estilo: Uno de estos influyentes artistas del mueble es William Kent (1685 1748). Kent, también pintor y arquitecto, defensor de la arquitectura de Palladio, fue, sin embargo, un dise ñador de muebles y de interiores muy barroco, italianizante y de decoraci ón exuberante y movida, mezclando los órdenes clásicos con el repertorio del mueble Luis XIV, que contrastaba con el clasicismo de los exteriores. A él se deben los primeros interiores integrados de Inglaterra, inspirados en los de los palacios venecianos, muy escenográficos, con muebles m ás de exhibici ón que de uso. Destacan los espejos y las consolas coronadas por losas de m ármol dispuestas sobre delfines o águilas con las alas extendidas. Toda su obra tiene un carácter recargado, pero no excesivo, como la cama de Houghton Hall, la cual es presidida por una talla que representa una concha de enormes proporciones. •
James Moore († 1726) acusa la influencia de Kent y trabaj ó ornamentos tallados en yeso y dorados. •
Benjamin Goodison († 1770) es incluso m ás barroco que Kent, de quien se inspira en la ornamentaci ón, compuesta por conchas, grecas, guirnaldas, vegetales, etc. •
William Vile es quiz ás es mueblista m ás palladiano de la época, y sus diseños los más sobrios, sencillos y equilibrados. •
En el extremo opuesto se encuentran William y John Linnell, John Mayhew y William Ince, que aceptaron plenamente la ornamentaci ón china y el lenguaje rococó francés. •
Pese al car ácter único del mobiliario de Kent, tuvo una enorme influencia, de modo que los muebles que se produjeron inauguraron una tendencia clasicista en el mueble ingl és, los llamados muebles palladianos, que encontrar án su máximo esplendor en el Neoclasicismo, de manos de mueblistas como Adam, como se ver á. El diseño de muebles ingl és apenas adopt ó los postulados rococ ó más extremos excepto en los ambientes m ás distinguidos, de modo que hacia la mitad del siglo XVIII se puso de moda otro tipo de decoraci ón, tanto los ornamentos de inspiraci ón china como los de inspiraci ón gótica, aunque usados de una manera poco cient ífica. Se incorporaban a los Historia del Mueble hasta el siglo XIX
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muebles, a veces mezclados, ornamentos en forma de tracer ías, arcos ojivales, tejados en forma de pagoda, etc., sobre todo en respaldos de sillas, en escritorios, librerías, etc. Entre los mueblistas que trabajaron los motivos orientales, de inspiración china fueron, adem ás de Thomas Chippendale, William Hallet y Thomas Johnson. Esta moda de la decoraci ón china fue un fen ómeno muy extendido y se desarroll ó, como se vio, desde el periodo William & Mary, por influencia holandesa. Su mejor difusor fue William Chambers, que llegó incluso a construir un palacete en forma de pagoda en los jardines de Kew (una poblaci ón cercana a Londres) y public ó en 1757 la obra titulada Designs of Chinese Buildings, furniture, Dresses, Machines and Utensils, de gran influencia en Inglaterra. Hacia mediados de siglo se publicar ían tres influyentes obras: Los diseños de, sobre todo, espejos y candelabros de Mathias Lock, publicados en la influyente obra A New Book of Ornaments, de (1752), que mezclaba motivos orientales con rocallas y escenas r ústicas y de fábulas de Esopo. •
Los fantasiosos y grotescos dise ños de Thomas Johnson de candelabros, torchères, consolas, espejos, etc., compendiados en 1755 en Twelve Girandoles y en 1761 en la publicaci ón por entregas de One Hundred and Fifty New Designs. •
The Gentleman and CabinetMaker's Director, de 1754, colecci ón de diseño de muebles, obra de Chippendale (quiz ás en colaboraci ón con Mathias Lock), que tuvo una enorme repercusi ón en todo occidente. •
El estilo Chippendale Thomas Chippendale (17181779) fue, sin ninguna duda, el mueblista más influyente de la época. Chippendale trabaj ó diversos estilos y aportó muchas novedades al dise ño del mueble inglés, adoptando incluso el repertorio decorativo gótico y chino de moda, porque Chippendale era más que un mueblista, fue una especie de empresario que construía cualquier tipo de mueble por encargo y que se atrev ía incluso con pedidos de interiorismo, alfombras, cortinas, etc. Los diseños de Chippendale abarcaban todos los estilos, ya que estuvo siempre al tanto de las modas y deseos de sus clientes, hasta el punto de que con la llegada, a finales del siglo XVIII, del neoclasicismo, abandonó casi toda su l ínea anterior y adapt ó sus diseños a la nueva tendencia del gusto. La magia de Chippendale radica en que supo aportar al mueble ingl és cualquier forma, ornamento o tendencia, pero filtrando
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cada elemento para adaptarlo al gusto ingl és, lo que hace a sus muebles inconfundibles y posibilita que se pueda hablar de un Estilo Chippendale. El mobiliario Chippendale es de una gran variedad de tipos, destacando la construcción de sillas con tirantes y m énsulas caladas entre las patas y el asiento y, sobre todo, respaldos de motivos calados de inspiraci ón china o gótica o con motivos entrelazados, de aspecto muy modernista. Las patas pueden ser en cabriol é o rectilíneas, de secci ón cuadrada, en cuyo caso llevan travesaños de refuerzo. A veces se presentan delicadas tallas, tanto en el arranque de las patas en cabriol é como en el remate del respaldo o en los brazos de los sillones. Además, Chippendale construy ó cómodas de formas abombadas, espejos, mesas extensibles y modulares, camas con dosel en forma de pagoda, cabinet con aspecto de templete chino, canap és, etc. El aspecto de todos sus muebles es casi siempre ligero y vertical, sobre todo en los chinos, donde incorpora travesa ños imitando el bamb ú y añade pequeñas figurillas en forma de drag ón. Las proporciones siempre son mesuradas y con cierta sobriedad de l ínea, en consonancia con la tendencia palladiana inglesa, pero la decoración es variada y sorprendente pese a no ser recargada. Podemos encontrar cuatro modalidades ornamentales, que prácticamente se suceden tambi én de manera cronol ógica: Los muebles tradicionales, en concreto los inspirados en el William & Mary, de manera que a veces no se distinguen de los originales, como las llamadas sillas inglesas o de respaldo vertical, o las sillas holandesas, con cintas que se entrecruzan en la pala central del respaldo. •
Los muebles de influencia francesa, plasmados en los dibujos del Director realizados por Lock. Destacan las c ómodas y las sillas, siempre con patas en cabriol é, con líneas curvas, pero con proporciones y decoración elaboradas pero mesuradas en comparaci ón con los muebles rococó franceses. •
Los muebles ecl écticos (de estilo chino ), con motivos ornamentales orientales (adornos en templete, tracer ías quebradas, lacados de tipo japaning, etc.), pero con estructuras plenamente inglesas. •
Los muebles con ornamentaci ón gótica, prácticamente iguales en estructura a todos los anteriores, pero decorados con tracer ías, nervaduras, pináculos, etc., mezclados con motivos t ípicos del rococ ó, como las conchas, las patas acabadas en garra y bola, etc. De entre estos tipos de ornamentación destacan las sillas y tambi én las vitrinas y librerías, que imitan las vidrieras g óticas, aunque de manera esquem ática. •
El periodo de actividad de Chippendale se superpone con el neoclasicismo, que estudiaremos en el pr óximo bloque tem ático. Historia del Mueble hasta el siglo XIX
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Anexo a la Unidad Didáctica 6: La reglamentación de los gremios del mueble franceses La fabricación de muebles estuvo sometida en Europa hasta el siglo XIX al sistema gremial. Estos gremios o corporaciones eran, al mismo tiempo, asociaciones de trabajadores de cada sector, mutualidades laborales, organismos de control de calidad y regulaci ón de precios y salarios e, incluso, cofradías religiosas, que reglamentaban todos los aspectos relacionados con una actividad en un n úcleo urbano. Cuando un gremio radicaba en una peque ña población no sol ía enfrentarse con problemas serios en su actividad, pero esto cambiaba en el caso de grandes urbes como Par ís. En el caso de los mueblistas parisinos las disputas llegaron a tal punto que se establecieron ciertas peculiaridades y categor ías laborales: Se persiguió el intrusismo, hasta el punto de obligar a los artesanos a firmar sus creaciones (gracias a lo cual conocemos la autor ía de muchas piezas francesas, algo muy dif ícil, por ejemplo, en los muebles ingleses). •
Los ébénistes (ebanistas) hacían en exclusiva c ómodas, armarios y escritorios, y se especializaban en marqueter ía, incrustación y apliques de latón u ormoulu (bronce dorado), aunque pod ían encargar las estructuras (chasis) a los menuisieres. •
Los menuisieres (carpinteros) podían hacer sillas y mesas o cualquier otro mueble de estructura maciza o con talla. Sin embargo, debían encargar a los tapiceros el acolchado, por ejemplo. •
Los artesanos se encargaban de la venta directa por encargo. Sin embargo, a lo largo del siglo XVIII apareci ó la figura del marchand mercier, una especie de corredor que se encargaba de adquirir la producci ón de los artesanos y revenderla a nobles y a terratenientes y burgueses adinerados. Estos marchands merciers fueron en muchos casos responsables de la evoluci ón del gusto (que, esencialmente, irradiaba París), ya que suger ían y asesoraban a los mueblistas sobre formas y ornamentos, para lo cual tenían en cuenta la obra de los principales interioristas (ornemanistes) de la corte, papel que en Inglaterra tendr ían los arquitectos proyectistas como Adam o Kent. •
En cuanto a las necesidades de la Corte, pronto se paliaron las necesidades con la creaci ón de talleres propios, como los de los Gobelinos. A su cargo se encontraba un director general, como Le Brun, a cuyas órdenes trabajaban ornemanistes, vidrieros, ébénistes, etc. Existía •
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la figura del superintendente del GardeMeuble real, encargado de coordinar las labores de tapiceros, menuisieres, ébénistes, etc. Sin embargo, los artesanos que trabajaban en los Gobelinos no lo hacían en exclusiva, y muchos de ellos trabajaron tambi én en sus propios talleres al mismo tiempo, irradiando as í el gusto de la Corte al resto de los sectores sociales m ás poderosos. Su producci ón fue poco a poco absorbida por los marchands merciers, como se ha dicho, de manera que la presión selectiva ejercida por estos constituyó un factor importante hacia la posterior producci ón en serie. •
En Inglaterra, ya a las puertas de la Revoluci ón Industrial, la legislación gremial era mucho menos restrictiva, por lo que en un mismo taller trabajaban diferentes artesanos y se posibilit ó la existencia de proyectistas que vend ían sus dise ños a los talleres de manera directa y publicaban sus creaciones libremente. •
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Unidad Didáctica 7. EL MUEBLE NEOCLÁSICO 1750
1760
Rococó: Fernando VI (1746-1759)
España
1770
1790
1800
Luis XVI (1774-1792) Directorio
Chippendale Inglaterra
Italia
Alemania
Estados Unidos
1810
1820
Rococó: Carlos III Neoclásico: Carlos IV (1788-1808) Imperio (1759-1788)
Luis XV (1723-1774)
Francia
1780
Rococó: Jorge II (1727-1760)
Neoclásico: Jorge III (1760-1811)
Barocchetto
Neoclásico
Rococó
Neoclásico
1830
1840
1850
1860
Fernandino Isabelino (1833-1868) Eclecticismo (1813-1833)
Imperio: Napoleón I Luis Felipe (1830Restauración (1804-1815) 1848) Regency: Jorge IV (1811-1830), Guillermo IV (1830-1837)
Imperio
Imperio
Segundo Imperio
Victoriano: Victoria (18371901)
Restauración
Biedermeier
Eclecticismo
Historicismo
Chippendale Primer Georgiano
Federal Tardío Rococó
Eclecticismo
Primer Federal
7.1. El nuevo clasicismo y la pasi ón arqueológica. El siglo XVIII ha pasado a la Historia como el Siglo de las luces, el siglo de la Ilustración. La Ilustración, movimiento filosófico, cultural y político, girará alrededor de la idea de la Raz ón, en contraposici ón a la autoridad de la tradici ón. Este movimiento ser á impulsado y apoyado tanto por las monarqu ías absolutas europeas, que dar án lugar al Despotismo Ilustrado, como por la nueva clase social en ascenso, la burgues ía, que a la postre dar á lugar a una serie de revoluciones liberales que culminar án en el siglo XIX con el establecimiento de monarqu ías parlamentarias tras la convulsi ón mundial ocasionada por la Revoluci ón Francesa y por su consecuencia m ás importante, Napoleón Bonaparte. Esta fe en la Raz ón tendrá importantes consecuencias tambi én en el arte y en la cultura. El barroco y el rococ ó serán considerados a partir de ahora como estilos fr ívolos y caprichosos, y se volver á la vista al Clasicismo, de manera que Grecia y Roma ser án modelos a emular e imitar no sólo en cuanto al arte sino tambi én en la pol ítica, la moda, la cultura, etc. La frivolidad rococ ó dará paso a una nueva severidad, m ás acorde con los tiempos, en los que se buscar á la sobriedad, el equilibrio, el servicio al Estado y la rectitud moral, de acuerdo con las nuevas teor ías políticas y filosóficas de prohombres como Montesquieu, Voltaire o Rousseau, plasmadas en los cuadros de los grandes pintores academicistas como David, Mengs o Ang élica Kauffmann, pintora amiga de Wincklemann que decorar ía muchos paneles de muebles del periodo y que sería imitada hasta la saciedad en dicho campo.
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Se volverán a usar los órdenes arquitectónicos clásicos, la ornamentación se har á discreta y geom étrica, las líneas curvas ceder án su primacía a las rectas y la gracia rococ ó dará lugar a la severidad del Neoclasicismo. Al mismo tiempo que se producen estos cambios tendr á una serie de hallazgos arqueol ógicos que marcar án de manera determinante a los círculos ilustrados europeos. Los m ás importantes de ellos ser án potenciados por el futuro Carlos III de Espa ña, el cual, siendo rey de Nápoles, sufragó las excavaciones de Pompeya y Herculano y favoreci ó a toda una pléyade de eruditos que puso en valor los descubrimientos arqueológicos que fueron surgiendo tanto en dichos yacimientos como en los de la Magna Grecia (templos de Paestum) o en los etruscos de la Toscana. Dichos descubrimientos arqueol ógicos no fueron fortuitos en cierto sentido, ya que entre los intelectuales de la época se ven ía gestando desde principios de siglo cierta pasi ón por la arqueolog ía y por el arte antiguo. En estas fechas tambi én se estudiar á la Domus áurea de Nerón, por ejemplo, y artistas como Piranesi difundir án a través de sus grabados la riqueza arquitect ónica de la Antigua Roma, de manera que muchos jóvenes herederos de las principales familias aristocr áticas y burguesas adineradas se dirigirán a la Ciudad Eterna para conocer in situ sus tesoros, en lo que se conoc ía como el Grand Tour. El Neoclasicismo se fue gestando en toda Europa, pero cristalizar á, sobre todo, en Inglaterra y en Francia. En Inglaterra, por ejemplo, el palladianismo se fue haciendo progresivamente m ás clasicista, y en Francia el movimiento neoclásico será impulsado desde las mismas entrañas de la corte por el propio hermano de la Marquesa de Pompadour, el Marqués de Marigny, junto con el arquitecto Jacques Soufflot o el grabador y escritor Nicol ás Couchin, autor de Antiquities of Herculaneum . Esta obra, junto a otras emblem áticas como Geschichte der Kunst del Altertums , de Wincklemann, o Recueil d'antiquit és Egyptiennes Etrusques, Grecques, Romaines et Gauloises , del Conde de Caylus, contribuy ó al arraigo del gusto neocl ásico y proporcion ó a los artistas de su tiempo un importante repertorio de motivos decorativos que alcanzaron tambi én, y sobre todo, al mobiliario. Así, se abandonaron las graciosas patas en cabriol é por las rectas o por las que ten ían forma de pata de consola, se volvi ó al uso de soportes en forma de columna o pilastra con capiteles cl ásicos, la decoración se minimizó y se hizo austera, reduciéndose a grecas y
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molduras, y se realizaron dise ños basados en modelos etruscos, griegos y romanos. La diferencia m ás importante entre el neoclasicismo franc és y el inglés será que mientras en Francia ser á promocionado desde la propia corte y aceptado tanto por la aristocracia y la burgues ía adinerada como una moda general, el ingl és será obra de un pu ñado de personalidades que marcarán el gusto del momento, como Adam o Hope. También se producir á una convulsión en el campo de las modas, ya que si, por una parte, lo inglés goza de singular aprecio en todo el continente en detrimento de las modas francesas, la Revoluci ón Francesa ejercerá un gran influjo entre la intelectualidad, sobre todo en los nacientes Estados Unidos, donde se abandonar á la línea inglesa para abrazar los estilos de la Francia revolucionaria, dando lugar al estilo Federal.
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7.2. Formulaciones francesas e inglesas del Neoclasicismo. El Neoclasicismo Francés. El Estilo Luis XVI En Francia, el Neoclasicismo arraigar á tanto en la arquitectura como en el interiorismo y en el mobiliario desde la d écada de 1760 y florecerá durante el reinado de Luis XVI (que dar á nombre al estilo) y su esposa, María Antonieta. En 1771 Ledoux construir á para la nueva favorita de Luis XV (Madame du Barry) el Pabell ón de Louveciennes, rememorando los templos griegos. Los nuevos dise ños de muebles tendr án como principal característica la imitación de modelos antiguos, la geometrizaci ón y simetría y el abandono de las patas en cabriol é, sustituidas por soportes rectilíneos (à gaine), a veces de secci ón cuadrada y otras redonda, en cuyo caso se adelgazaban hacia abajo y ten ían, a veces, molduras torneadas en sus partes superior o inferior y acanaladuras rectas o en espiral, y en la parte superior pod ían presentar a veces un cubo con rosetas que formaba parte del travesa ño del asiento. Los motivos ornamentales ten ían sabor griego (grecas, esv ásticas, ovas, dardos, páteras, etc.), romano (festones, guirnaldas, m áscaras, trofeos, ramas entrelazadas o atadas con lazos, etc.), etc., y aunque se siguió con el uso de apliques de bronce dorado (ormoulu), éste acabaría reservándose al final del periodo para remarcar rect ángulos o c írculos. Como novedad, se usaron con profusi ón placas de cer ámica pintada con los mismos motivos florales que las marqueterías (en el caso de la cerámica de S èvres) o con figuras blancas sobre fondo azul (cer ámica inglesa de Wedgwood), aunque a ún estuvo de moda el lacado y se recuperaron las formas de Boulle (incluso llegaron a reutilizarse paneles suyos para montarlos en muebles nuevos). Las tipolog ías serán las mismas del rococ ó, con algunas variaciones: Muebles de asiento: ◦ Se seguirá dando el fauteuil, aunque con las consabidas patas rectilíneas y el frontal del asiento generalmente curvo. El respaldo suele presentar forma oval, a veces con la parte superior tallada con motivos florales, o rectangular, a veces arqueado en el centro del travesa ño superior (en anse de panier) o con concavidades donde se une el travesaño superior con los laterales (en chapeau), rematados éstos en forma de pi ña o pluma. Los soportes de los brazos son prolongaci ón de las patas delanteras (ya no parten del lateral del asiento) y se curvan hacia dentro. •
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El bergère imitará las formas del fauteuil, aunque aparecer á una versión cuyo lateral forma una curva continua y c óncava desde la pata delantera hasta la parte superior del respaldo, llamada en g óndola. El llamado fauteuil de cabinet puede considerarse un bergère con respaldo envolvente. ◦ Las sillas ser án muy parecidas a los anteriores (la m ás difundida es la chaise en cabriolet, con respaldo arqueado), destacando tambi én otros modelos, como las de estilo etrusco (con las patas traseras en forma de sable y el respaldo, muy tumbado, calado en forma de rejilla de rombos o el travesaño superior curvado hacia atr ás en forma de rollo) o la que se puso de moda con el respaldo en forma de globo de Montgolfier. Destacan las sillas creadas por el menuisier Georges Jacob, muy influido por Chippendale: realizadas en caoba, algunas de ellas ten ían asiento redondo, respaldo calado (chaises a l'anglaise) o con forma de lira, patas de consola, de estilo etrusco, etc., y muchas presentaban bellas y contenidas tallas. Seguirán proliferando canapés y sof ás, de an álogas caracter ísticas ◦ que el fauteuil, el bergère o las sillas. La nota ex ótica la pondr án las otomanas, aunque con formas m ás contenidas, pese a darse una versi ón con respaldo asim étrico. Las camas siguen los mismos tipos que el estilo Luis XV, con las patas rectil íneas, aunque se popularizar án los divanes de estilo griego, como los diseñados por David, que aparecen en sus pinturas. ◦
Se siguen construyendo c ómodas de gran elegancia, aunque sus tipologías se diversifican: destacan las rectangulares y sobrias , a veces con los cajones escondidos tras una puerta ( à vanteaux), las altas con un cajón (en console) o las de forma de media luna. • Los escritorios abatibles (secr ètaire en armoire) y los bargue ños, aunque se siguen construyendo, van dejando paso a los secretaires de cilindro (o de persiana) o los m ás sobrios bureau plat, en este caso acompañados de un serrepapiers , especie de armarito (exento o apoyado en la mesa) coronado por un reloj. Destaca la aparici ón del bonheur du jour, mesitaescritorio de lujo con un caj ón o un hueco bajo el tablero y un armarito sobre él. • Las mesas, como las c ómodas, se hacen sobrias en cuanto a las líneas, y se suelen cubrir a veces por planchas de m ármol. La decoraci ón sigue siendo, sin embargo, muy rica, ya sea en apliques de bronce como en veteados o marqueterías. Destacan las mesitas, como la table en chiffonière, el vide poche (para el dormitorio), el serviteur fidele (de lectura, con brazos portacandelabros), el gu éridon (a veces con tablero de placa de porcelana), etc., muchas de las cuales tienen como nota com ún que los •
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tableros superiores (redondos o rectangulares) se limitan por un reborde alto o peque ña barandilla y que se sustentan por esbeltas patas. A veces las patas est án unidas por tirantes en “X” o con curvas entrelazadas. Algunos de los principales mueblistas del estilo Louis Seize (Luis XVI) fueron también los mismos que trabajaron en el periodo de Luis XV, aunque aparecer án nuevas personalidades que, a su vez, desarrollar án su trabajo en los posteriores estilos Directorio e Imperio. Destacan: Entre los menuisieres más importantes se encuentra Georges Jacob (17391814), cuyas innovaciones ya se han mencionado, aunque también es importante el trabajo de Louis Delanois. •
Los principales ebanistas franceses fueron JeanFran çois Leleu, cuya obra se prolongar ía hasta el Imperio; JeanHenri Riesener(1734 1806), que se arruinaría tras la Revolución, continuador de Oeben y artífice de gran parte del mobiliario de Mar ía Antonieta; o Pierre Gouthi ère. •
De entre la pl éyade de artistas alemanes que acudieron a Par ís a hacer fortuna destacan David Roentgen, que lleg ó a ser nombrado Ebanista Real por sus ingeniosos artilugios; Martin Carlin (17301785), famoso por integrar en sus muebles ormoulu (bronce dorado), lacados, placas pintadas de porcelana de S èvres o piedras semipreciosas; y, sobre todo, Adam Weisweiler (17501810), creador de peque ños muebles de gran belleza y profusi ón de apliques de porcelana, lacas y bronce, con sus característicos pies en forma de peonza y tirantes entrelazados . •
El Estilo Directorio Con el triunfo de la Revoluci ón Francesa se produjo una gran convulsión social que afect ó al mundo del mueble franc és. Sin embargo, esto no afect ó tanto al estilo como a los ebanistas y menuisieres, muchos de los cuales estaban marcados por su trato con la aristocracia del Anci èn Regime y en muchos casos cayeron en desgracia. El Estilo Directorio abarca desde la Toma de la Bastilla (1789) hasta el fin del Consulado (1804), y debe considerarse un estilo de transición desde el Luis XVI al Estilo Imperio que caracterizar á al periodo napoleónico. De hecho, el repertorio decorativo es el mismo que en el último tramo del Luis XVI (de inspiraci ón griega, romana o etrusca) al que se suman los motivos egipcios (tras la campa ña napoleónica) y los alegóricos de la Revoluci ón (gorros frigios, fasces, etc.) o a Napole ón (el cisne). Todo atisbo de comodidad desapareci ó e incluso se pusieron de moda elementos que evocaban las campa ñas militares, como taburetes en forma de tambor, camas de campa ña, etc. Historia del Mueble hasta el siglo XIX
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El periodo se caracteriza por un arqueologismo que se va acentuando, proliferando sillas imitando a las curules, los soportes trípodes en todo tipo de muebles, divanes, escabeles, etc., que se acentuará en el posterior Estilo Imperio. Los soportes de los muebles también variarán desde los modelos a gaine, rectos (ahusados, en estípite, etc.), hasta las patas zoomorfas (en garra o pata de le ón, por ejemplo), soportes en forma de cari átide o atlante (hermes), etc. • El mueble más característico será la silla, con respaldo a veces recto
pero con m ás frecuencia en crosse (con forma de “S”), calado con motivos en forma de lira, de rejilla, palmetas, balaustradas, etc. Las patas pueden tener forma de sable (a la etrusca) o ahusada. Los motivos decorativos pueden ser filetes de bronce o acero, y elementos naturalistas como animales y seres reales o fant ásticos. Prolifera la silla curul y los sillones con respaldo en gondole o en h émicycle, alto y c óncavo, forrado en cuero. • Se populariza la m éridienne, una especie de sof á que recuerda al kline
griego, y las camas ganan en variedad: la lit a la antique (con un solo cabecero), en bateau (con perfil en forma de barca), etc., con el baldaquino muy elaborado, aunque las colgaduras tienden a desaparecer. • Las mesas de comedor se generalizan, con tablero oval o circular y una
estrecha faja bajo éste con motivos de bronce dorado. Tambi én abundan las mesitas con base triangular c óncava, como el gu éridon o su versi ón como urna elevada sobre soportes, la ath énienne. Destaca por su belleza la poudreuse, mesilla de toilette con un espejo bajo el tablero abatible. aparecer án consolas de tablero rectangular alargado, normalmente siguen siendo semicirculares o en forma de semióvalo, a veces exentas formando una consola doble formada por dos de ellas adosadas. Las cómodas tienen l íneas netas y geom étricas, con patas en garra de león y juegos de color usando maderas claras (como el limonero) y oscuras (como la caoba). • Aunque
Algunos menuisieres y ebanistas como JeanFran çois Leleu, Georges Jacob, Adam Weisweiler o JeanHenri Riesener siguieron en activo tras la Revolución, aunque su producci ón no tuvo el mismo grado de brillantez. En 1790 se abolieron los gremios en Francia, con lo que en un mismo establecimiento pudieron trabajar artesanos de distintos ramos, hecho que aprovecharon algunos talleres para dar un paso adelante en la producción de muebles. Fue el caso de los hijos de George Jacob, George (17681803) y Fran çoisHonor é Georges, conocido como JacobDesmalter (17701841), que fundar ían Jacob Fr ères, prestigiosa firma hasta finales Historia del Mueble hasta el siglo XIX
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del siglo XIX, así como el suegro de JacobDesmalter, MartinEloy Lignereux (17501809). Los Jacob formar án una dinastía que se prolongará durante el siglo XIX. Como en el periodo anterior, muchos mueblistas alemanes acudieron a Par ís ahora que no exist ían restricciones gremiales. El más importante de éstos fue Bernard Molitor (muerto en 1833), famosos por sus sillones con cabezas de grifo o pr ótomos de le ón. Entre las figuras centrales del Estilo Directorio se encuentran algunos artistas, proyectistas, dise ñadores y decoradores como el propio pintor neoclásico David y, sobre todo, sus protegidos Charles Percier y Pierre Fontaine, según muchos historiadores del arte los verdaderos artífices del gusto del periodo y del posterior Estilo Imperio, por la influencia ejercida tanto por sus dise ños para maestros mueblistas como los Jacob o Lignereux, por ejemplo, como por los interiores proyectados para el Palacio de Malmais ón o para la Sala de la Convenci ón en las Tullerías, dirigidos en todo momento por Georges Jacob. En 1801 publicaron la obra m ás influyente del periodo, Recueil de d é corations int é rieurs , auténtica biblia del posterior Estilo Imperio.
El Neoclasicismo Inglés. El Estilo Adam En Inglaterra el Neoclasicismo arraig ó no sólo en la Corte, sino que se hizo popular en amplias capas sociales, sobre todo entre la pujante burguesía comercial y urbana protagonista de la Primera Revoluci ón Industrial. Por ello, el Neoclasicismo ingl és, que también se suele llamar Georgiano Tardío, no es un estilo grandilocuente y ampuloso sino gr ácil y ligero que pronto sustituir ía al pesado estilo palladiano imperante. El principal impulsor del nuevo estilo fue Robert Adam (17281792), pintor, diseñador e interiorista que, influido por el c írculo de intelectuales europeos radicado en Roma 4, pretendió recuperar los aut énticos interiores de las casas romanas adaptando los motivos que hab ía descubierto en yacimientos arqueol ógicos como la Domus Áurea o Pompeya. Sin embargo, el mobiliario del Estilo Adam tiene poco que ver con el de la antigua Roma. De hecho, Adam dise ñó piezas de nuevo cu ño, aunque la decoración y las proporciones eran plenamente cl ásicas: líneas rectas, guirnaldas, pilastras, etc., con elegancia sin recargamiento. Sus muebles suelen ser de pared (c ómodas, consolas, espejos, etc.) u objetos decorativos (urnas, tr ípodes y pedestales), con incrustaciones de maderas claras y a veces pintados de blanco, con orlas rojas o doradas. 4 Entre ellos se encontraba Piranesi, que popularizó el arqueologismo a través de sus grabados. Historia del Mueble hasta el siglo XIX
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Las mesas de pared (consolas) eran ligeras, con esbeltas y rectas patas adelgazadas hacia abajo y dispuestas en parejas separadas por un ancho espacio, con un estrecho friso bajo el tablero. Los espejos, que partían del tablero, eran tripartitos, con el cuerpo central separado de los laterales por filigranas o cari átides y sobresaliendo en altura. Sol ían estar flanqueadas por pedestales y urnas y debajo se dispon ían pequeños muebles en forma de sarc ófago con estr ígiles y garras de le ón. A todos ellos se les daba diferentes usos (como fresquera, cisterna, para guardar orinales, etc.). Es importante el diferente tratamiento de los muebles de comedor y los del sal ón, ya que ten ían distinto uso: tras la comida, las mujeres se retiraban al sal ón y los hombres permanec ían charlando en el comedor. Por ello, los muebles de este último eran de caoba y los del primero de maderas más luminosas, como el palo águila. Uno de los mejores artistas del mueble estilo Adam fue Chippendale. De hecho, pr ácticamente abandon ó el rococó y el palladianismo para abrazar el nuevo estilo, de manera que las mejores de sus obras son de este periodo. Los muebles ideados por Adam ten ían como destinatario a la clase alta. Sin embargo, su estilo se generalizó gracias a la obra de dos importantes mueblistas, popularizada a trav és de publicaciones de sus diseños: The Cabinetmaker and Upholsterer's Guide (obra p óstuma de George Hepplewhite, aparecida en 1788) y The Cabinetmaker and Upholsterer's Drawing Book, de Thomas Sheraton (17511806), que fue publicada por fasc ículos entre 1791 y 1794. El mobiliario de George Hepplewhite es utilitario. La talla es escasa y son caracter ísticos los respaldos calados de los muebles de asiento, con forma oval, de corazón o l a típica de escudo y motivos decorativos Príncipe de Gales, como las espigas, o las tres plumas, aunque tambi én utilizó jarrones, enredaderas, liras y motivos japoneses. Las sillas sol ían tener asiento de ca ña con cojines y se pintaban a juego con la habitación, excepto las de comedor, robustas, de caoba con asiento de cuero. Tambi én realizó una adaptaci ón del cl ásico conjunto de mesa de pared con pedestales de Adam, que dio lugar a los modernos aparadores, a los que a ñadió cajones para la manteler ía. Las cómodas y aparadores suelen tener un frente curvil íneo, al igual que las librer ías, formadas por dos partes, la de arriba remetida y acristalada, y la de abajo con un cuerpo central sobresaliente y curvo, generalmente. Historia del Mueble hasta el siglo XIX
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En esta misma época también se realizan muebles para las clases populares que tienen poco que ver con el Estilo Adam. Se trata de muebles duraderos e ingeniosos, ideados para amueblar peque ños espacios que se transformaban con la doble funci ón de los muebles: camas que se convert ían en armarios, c ómodas que se desplegaban en estanterías, etc. Destacan las mesas de biblioteca dise ñadas por Hepplewhite, con artilugios que las hac ían transformables, de modo que desplegaban atriles de los cajones, escalerillas para llegar a sitios altos, etc., o los bid és de tocador de Sheraton. Tambi én aparecen por primera vez las ruedecillas en las patas, para mover los muebles con facilidad, común en muchos de los muebles de Hepplewhite y Sheraton. El estilo de Sheraton tiende a la sencillez, aunque tiene muchos paralelismos con el neocl ásico francés5, como en el caso de las sillas y las duchesses. Algunas sillas ten ían respaldos rectangulares calados y tallados con forma de cintas entrelazadas o de rejilla, y otras en forma de lira, jarrón, etc. Los brazos se curvaban hasta llegar a su parte superior, partiendo verticales de las patas delanteras. Otras ten ían respaldo oval y asiento circular o de media luna. Las mesas de Sheraton participan tanto de la elegancia como del utilitarismo. Los laterales de los tableros se sol ían adornar con lat ón, y su interior estaba decorado con bandas de este material o veteadas. Como novedad aparecen las mesas de pedestal, y se sigue la tradici ón inglesa, común tanto en Hepplewhite como en Adam, Chippendale o Sheraton, del diseño de mesas abatibles, desplegables, modulares, etc. Los paneles de los muebles, tanto de Hepplewhite como de Sheraton, se decoraban con incrustaciones florales y veteados y sol ían presentar medallones pintados a la grisalla o a todo color. Algunas de estas pinturas se atribuyen a artistas de la envergadura de Ang élica Kauffmann. Entre las innovaciones destaca el uso del mimbre y la ingeniosa compartimentación de los espacios, como en el escritorio Carlton, en forma de “D” y con cajones en escalera. La superficie para escribir era de cuero.
El Estilo Federal de los Estados Unidos de América Tras la independencia, los EE. UU. Siguieron una v ía doble en cuanto al mueble: la tradici ón inglesa (sobre todo por influjo de
5 Debido a la Revolución, muchos artesanos huyeron desde Francia a Inglaterra, huyendo del Terror . Historia del Mueble hasta el siglo XIX
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Chippendale) y la francesa, por afinidad pol ítica con la nueva situaci ón del país galo tras la Revoluci ón. El gusto neocl ásico convive en Norteam érica con influjos de todo tipo, incluso goticistas, que se desarrollar án plenamente durante todo el siglo XIX. El llamado Estilo Federal se extender á durante las últimas décadas del siglo XVIII (Primer Federal) y el primer tercio del XIX (Federal Tardío), correspondiente éste último a los estilos Imperio y Regency, y que desembocará en el Eclecticismo. Desde un primer momento surgen importantes n úcleos exportadores de muebles de calidad, muy marcados por los dise ños de Adam, Sheraton y Hepplewhite, aunque de l íneas más sobrias y decoración más moderada, sustituyendo las marqueter ías o las cer ámicas por decoración pintada o veteados. Estos n úcleos radican en la Costa Este: Salem (en Nueva York), Filadelfia y Boston, y se aprecia marcadamente la presencia de ebanistas europeos emigrados, como John Seymour en Boston o Samuel McIntyre, en Salem. De manera paralela se producirá en Baltimore un mobiliario, generalmente de ébano, de fuerte influjo del Estilo Luis XVI y las obras de Carlin, aunque sustituyendo la porcelana por verre eglomis é. Los motivos decorativos europeos del Neoclasicismo (guirnaldas, jarrones, acanaladuras, respaldos de sillas, sillones y muebles de asiento calados al estilo de Chippendale, Hepplewhite o Sheraton, etc.) se alternan con otros t ípicamente locales, como los pin áculos invertidos en los faldones de c ómodas, consolas, etc., o el águila, símbolo de la independencia americana. Se siguen realizando escritorios y c ómodas (sobre todo la de tipo kneehole 6) con la t écnica blockfront, de manera que se talla el frontal del mueble de un solo bloque resultando una superficie con un cuerpo central saliente. Este recurso decorativo se ven ía usando en Norteamérica desde los tiempos del estilo Reina Ana, donde es frecuente el motivo en forma de concha. Destacan entre las tipolog ías americanas las tradicionales c ómodas y sifonieres tallboy, highboy y lowboy, el sill ón Martha Washington (de alto y estrecho respaldo inclinado y brazos abiertos), el Salem secretary (híbrido entre bargue ño con tablero abatible y librer ía de dos cuerpos superpuesta) o las mesas de comedor, que, como las inglesas, sol ían constar de tres partes separadas, que se pod ían juntar: las de los extremos eran semicirculares (y pod ían servir como consola cuando no se usaban) y la central ten ía hojas abatibles. Tambi én se generalizó la mesa circular con soporte central de estilo Sheraton. Las patas eran de secci ón 6 Literalmente, en inglés, “hueco para las rodillas”. Historia del Mueble hasta el siglo XIX
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cuadrada o de forma piramidal apuntada hacia abajo, que poco a poco fue sustituyéndose por las patas torneadas. Los mejores muebles son sin duda los producidos en el Federal Tardío por ebanistas europeos emigrados establecidos en Nueva York, de clara influencia de los estilos Imperio y Regency, como el escoc és Duncan Phyfe (17681854), con mobiliario con bellos motivos tallados en caoba o taraceados en forma de festones, haces de trigo y flechas, etc., o el francés CharlesHonor é Lannuier, con caracter ísticos apliques de bronce estilo Imperio importados a veces directamente de Francia. El influjo francés será tal que el ebanista franc és PierreAntoine Bellang é (1758 1837) llegará a ser tanto el proveedor oficial de Luis XVIII como de la Casa Blanca.
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7.3. El clasicismo severo: los estilos Imperio y Regency . El Imperio Napoleónico. El Estilo Imperio El Estilo Imperio se desarrolla en la Francia napoleónica como evolución del Estilo Directorio en una dirección grandilocuente, fastuosa, de modo que la decoración adquiere tintes militares y de glorificación de la figura y la familia del Emperador, considerado el Nuevo César. Se tenderá a usar el repertorio decorativo clásico y motivos alegóricos y heráldicos de los Bonaparte, como la “N” inicial de Napoleón, el cisne o la abeja, y símbolos de las victorias militares (cascos, trofeos, águilas, coronas de laurel) y del mundo egipcio (esclavos, cabezas con tiaras, tigres, leones, etc.), que se puso de moda tras la conquista de Napoleón, así como todos los del mundo clásico grecorromano: ánforas, coronas de laurel, centauros, grecas, festones, guirnaldas, etc., a veces enmarcados por filetes. La moda, establecida por un puñado de artistas del régimen, como Charles Percier (1764-1838) y Pierre-François-Leonard Fontaine (1762-1853) o la dinastía de los Jacob, será abrazada no sólo por los cortesanos de Napoleón sino que conquistará toda Europa y sobrevivirá al propio Napoleón durante los primeros años de la Restauración, cuyo estilo se considera evolución del Estilo Imperio. Los muebles, que mantienen casi tosas las características del Estilo Directorio, se hacen severos, con formas sólidas, compactas y simétricas, soliéndose colocar por parejas para destacar su grandiosidad. Tienen aristas vivas y superficies lisas, aunque se compensa la pesadez con la vistosa decoración, basada en el uso profuso del ormoulu o bronce dorado en apliques de todo tipo, esencialmente en las esquinas y los brazos de los muebles de asiento, así como en los tiradores, generalmente en forma de cabeza de león con una argolla pendiente de las fauces. En este campo destaca la actividad de grandes orfebres y broncistas como Pierre Philippe Thomire (17511893).
Aunque la talla en relieve desaparece, se recupera la talla escultórica, que aparece en brazos y patas de muebles de asiento y en frontales de cómodas, aparadores, etc., en formas de atlantes (hermes), cariátides, prótomos de leones o grifos, águilas, etc. Los motivos ornamentales favoritos serán los egipcios. Se sustituyen las maderas claras del Directorio por las oscuras, siendo la madera más usada inicialmente la caoba, en forma generalmente de chapeados, aunque tras el Bloqueo Continental se empiezan a utilizar otras. La comodidad se sacrifica a la sobriedad y desaparecen los mullidos cojines y acolchados aunque se gana en formas más novedosas, esencialmente de tema egipcio. Los principales ebanistas del Estilo Imperio son pr ácticamente los mismos que los del Directorio, como los Jacob (destacando la figura de Historia del Mueble hasta el siglo XIX
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JacobDesmalter), aunque aparecer án nuevos nombres, como Pierre Beno ît Marcion, la dinast ías Lemarchand o Bellang é, etc., la mayoría de los cuales materializ ó proyectos de Percier y Fontaine. Las tipologías más importantes son: Mesas. Se suelen hacer de tablero circular y de soporte en forma de columna central inserta en un tr ípode, en cuyo caso suelen tener tirantes formando un sólo pedestal triángulo cóncavo y las patas en forma de columna toscana o con motivos zoomorfos o egipcios, como leones o esfinges. Entre los muebles tr ípodes destacan los lavabos y la ath énienne (a veces completamente de bronce), un tipo de gu éridon aparecido en una obra homónima de David. Las mesas rectangulares ten ían a veces patas en forma de cari átide de bronce. •
Camas. Los montantes ten ían forma de columnas, cariátides o pilares rematados por cabezas o jarrones, y se sol ían hacer con el cabecero y el piecero a la misma altura, y se adosaban a la pared por el lateral. Destacan los canap és como el m éridienne, que se siguen fabricando, aunque con formas novedosas, como las que ten ían laterales asimétricos. O las que ten ían los brazos enrollados en forma de voluta, con forma de góndola, de barco (en bateau), etc., con doseles simulando tiendas de campa ña. •
Muebles de asiento. Son c úbicos y rotundos, con aristas vivas y acolchados no muy mullidos pero muy elegantes, a veces en bandas bicolores. El respaldo suele rematarse en forma rectangular, aunque a veces se sigue usando la forma de rollo. Las patas delanteras tienen formas de cabezas de mujer en la parte superior, garras en la base, etc., y ascienden hasta el apoyabrazos, que suele ser mullido y adopta a veces formas zoomorfas, como el cisne o la esfinge. Tanto sillas como sillones o las causeuse (una especie de marquesa para dos personas) las chaises longues (de dos piezas) suelen tener respaldo curvo, llamado en g óndola. Reaparecerán las sillas arcaizantes, como las imitaciones de las curules, o infinidad de taburetes en “X”, como los fabricados con patas en forma de sable. Deben mencionarse también la chauffeuse (una silla baja de chimenea), la chaise a l'officier (sin travesaños en el apoyabrazos para permitir el asiento de oficiales con espada) o el impresionante Trono de Napoleón diseñado por Percier y Fontaine. •
Las consolas, c ómodas, armarios, escritorios y sifonieres son idénticos al estilo anterior, con nuevos motivos de ornamentaci ón. Destacan apenas algunos muebles singulares, como algunos pisapapeles o el mueble medallero diseñado por JacobDesmalter, en forma troncopiramidal. •
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Destacan las innovaciones en las mesas de tocador o toilettes, de tablero rectangular con apoyos laterales en “X” o en lira, calados, y con un travesaño de uni ón. En estos muebles es importante la disposici ón del espejo, ya sea el psique (o psych é), que pivota horizontalmente sobre un eje anclado a dos soportes laterales que sirven tambi én como base de lámparas, ya sea el escondido tras un tablero abatible, en cuyo caso el conjunto se llama bo îte aux lettres. A veces aparecen versiones port átiles de estos muebles, muy refinadas, como el peque ño miroir portable, orientable y en forma de escudo, sobre una peque ña base de madera con cajoncito. •
La Restauración Tras las guerras napole ónicas, los borbones fueron restaurados en el trono de Francia en la figura de Luis XVIII (18141824), aunque, por motivos económicos (el pa ís se encontraba exhausto por el esfuerzo bélico), apenas se hicieron aportes de menci ón en el campo del mueble, de modo que el Estilo Imperio seguirá vigente durante su mandato, aunque se mutilarán muchos muebles para eliminar la simbolog ía napoleónica (abejas, cisnes, la “N”, etc.). De hecho, el ebanista oficial de Luis XVIII será PierreAntoine Bellang é (17581837), cuya formaci ón se inserta plenamente en el Imperio, pese a que al final de su trayectoria introduce motivos renacentistas y goticistas. Durante el reinado de su sucesor, Carlos X (18241830), el estilo ir á cambiando paulatinamente hasta el advenimiento de Luis Felipe de Orleans tras la Revoluci ón de 1830, de manera que se podr ía hablar de un Estilo Restauración que ser ía, en esencia, una evolución muy lenta del Imperio. Así, se volverán a usar las maderas claras en detrimento de la caoba, los apliques de ormoulu se sustituirán por incrustaciones de maderas oscuras y motivos estilizados, al tiempo que las aristas de los muebles se matar án en formas redondeadas. Los muebles se hacen m ás peque ños en dimensiones y aparato y los asientos vuelven a la comodidad de los respaldos en g óndola, al tiempo que regresa con fuerza la moda del acolchado (en algunos casos, como el fauteuil crapaud, se tapiza todo el mueble por completo, con unas características faldas). Las sillas, más manejables, suelen presentar, para facilitar su traslado, un rebaje (main de prise) bajo el respaldo, que adopta las formas del periodo anterior y algunas nuevas, como las barras cruzadas en aspa o un travesaño horizontal transversal. Las patas suelen ser las mismas Historia del Mueble hasta el siglo XIX
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que en el Imperio (traseras en sable, rectas, apuntadas, etc.), aunque ahora también se usan los soportes delanteros en forma de pata de rana, parecidas a las de consola. Las cómodas presentan a veces puertas que esconden los cajones (comode à la anglaise), se redondean las aristas y los adornos dorados se hacen más discretos, siendo frecuente que sean sustituidos por incrustaciones en maderas oscuras. En este periodo se desarrolla mucho el chiffonière por influjo de la tallboy inglesa.
El Estilo Regency inglés En la Inglaterra de finales del siglo XVIII e inicios del XIX se dar á una evoluci ón en el Neoclasicismo en la misma direcci ón que en Francia, aunque en este caso no ser á tanto por razones ideol ógicas y propagandísticas del poder sino por la labor de un din ámico círculo de intelectuales y artistas enamorados de la cultura griega, que dotar án al mueble inglés de un aspecto m ás severo y un gusto parecido al estilo Imperio francés, dando lugar al llamado estilo Regency, denominado as í por tener lugar durante este periodo la minor ía de edad del futuro Jorge IV. El Regency parte directamente, como evoluci ón, del estilo Adam, y se basa en una reinterpretaci ón purista de los motivos decorativos del arqueologismo de ra íz griega, romana y egipcia que realizaron algunos arquitectos y entendidos (connoisseurs) como consecuencia de la evolución de los estudios sobre la cultura griega y romana, que delimitaron con más exactitud el arte de los tiempos cl ásicos. Este rigor interpretativo dio lugar a un mobiliario muy severo, de l íneas rectas y maderas pintadas, lacadas u oscuras con predominio de la taracea sobre la talla y un aumento del uso de apliques de lat ón (muy frecuentemente en forma de finos filetes), aunque al final del periodo se dar á un mobiliario con gran aparato ornamental. Los motivos decorativos son de origen arqueol ógico, como grecas, palmetas, esfinges, urnas, pilastras, liras, prótomos de león, motivos encontrados en jarrones griegos, etc., que recuerdan mucho al estilo Imperio francés, a los que hay que a ñadir otros de origen oriental o g ótico. Se considera como el punto de partida del estilo a los muebles diseñados por el arquitecto Henry Holland y a la colecci ón de dise ños de George Smith, de 1808 (titulada Collection of designs for hausehold furniture and interior decoration ), auténtica biblia Regency . Sin embargo, la figura indiscutible ser á Thomas Hope (17691831), acaudalado banquero cuya manía arqueológica le llev ó a diseñar muebles que constitu ían a
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veces auténticas resurrecciones (revivals) del mobiliario del pasado y otras interpretaciones muy personales. Los muebles de esta época suelen ser adaptaciones de muebles de la antigüedad, como el klismos griego, las sillas curules, o los tronos egipcios, y en el caso de mobiliario dise ñado inspirándose en los estilos arqueológicos se hace de tal manera que no se mezclan elementos de culturas distintas, como hab ía pasado en el caso de Adam. Tambi én hay que tener en cuenta que esta pasi ón arqueológica y de atracci ón por las culturas exóticas o arqueol ógicas trajo consigo tambi én la introducción de motivos de origen chino (muy queridos por el rey Jorge IV 7) o gótico, estilo puesto de moda por las novelas de Walter Scott. Era corriente que las casas inglesas de clase alta tuvieran habitaciones ambientadas en diversos estilos, pero nunca mezclados. Como curiosidad, se puso también de moda un mobiliario con motivos marinos y marineros, como la silla Trafalgar, con travesa ños simulando cuerdas retorcidas. A ra íz de la victoria de Nelson en la Batalla del Nilo, estos motivos se mezclaron con los egipcios (esfinges, flores de loto, etc.), dando lugar a un mobiliario tan grotesco como ciertas poltronas en forma de cocodrilo. Destacan las sillas y sillones de inspiraci ón griega, romana o egipcia, como los nombrados klismos, sillas curules, tronos, taburetes en tijera, etc., así como la reedici ón del kline griego, que se usaba como cama o sof á en diversas versiones (algunas muy parecidas a la chaise longue o a la m éridienne). Las camas suelen tener baldaquino cubierto de ricas telas y se construyen tanto en madera como en metal, destacando el modelo four posters, con cuatro delgados y estilizados soportes en forma de columna. Las consolas se hacen estrechas y rectangulares, muy parecidas a sus contempor áneas francesas, y se sustituyen muchas veces por aparadores, muebles en forma de puente id énticos a los de Adam. Se siguen elaborando multitud de mesas de juego y mesitas con tableros deslizantes, como la union suitte (un pequeño mueble de alcoba con un tablero abatible y, a veces, uno deslizante) y sigue la tradici ón de mesas con tablero circular con soporte central tr ípode y tablero que se podía montar para constituir una pantalla de chimenea. La innovaci ón más importante es la adaptaci ón de la mesa auxiliar griega usada ahora de múltiples formas, las llamadas occasional tables, a veces en conjuntos de tres o más que se deslizan sobre ruedecillas unas debajo de otras, o como mesa de sof á (sopha table). La Pembroke table es parecida a éstas, pero con dos tableros abatibles laterales. 7 De hecho, se hizo construir el famoso Pabellón de Brighton, de estilo totalmente oriental. Historia del Mueble hasta el siglo XIX
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Es destacable también la proliferación de librerías (bookcase ), formadas por un cuerpo inferior saliente cerrado y uno superior, con estantes, abierto o acristalado.
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7.4. El Neoclasicismo en el resto del mundo. El Neoclasicismo Italiano Los Estados italianos asumieron muy pronto el lenguaje neocl ásico por influencia francesa, hasta tal punto que abrazar án el estilo Imperio casi como un estilo nacional, sobre todo en el norte. En este ámbito destacan, sobre todo, la producci ón de Piamonte y de Lombard ía. En Piamonte destacan los trabajos de Giuseppe Maria Bonzanigo (17451820) para los Saboya, de talla fin ísima y extrema elegancia, con formas originales, como los sillones con brazos en forma de horquilla. •
En Lombardía la figura clave es Giuseppe Maggiolini (17381814), excelente marquetero y mueblista de sobrias l íneas, con cómodas taraceadas con patas troncopiramidales y bellos chifonieres (settimanale). •
En el resto de Italia tambi én se dieron manifestaciones neocl ásicas, pero de menor repercusión, a excepci ón de algunas obras como las mesas de la Biblioteca Vaticana, dise ñadas por Giuseppe Valadier o momentos puntuales en algunas peque ñas cortes italianas, como en Parma y Piacenza, donde trabajaron Michel Poncet y Marco Vibert. Las más destacables ser án las adscritas al estilo Imperio que se desarrollaron bajo los gobiernos impuestos por Napole ón, como el principado de Toscana, donde el ebanista florentino Socchi realiz ó muebles funcionales al estilo de los artilugios dise ñados por Sheraton o Hepplewhite. Uno de sus escritorios, que cerrado formaba una c ómoda circular y desplegado un conjunto de mesaescritorio con silla, fue regalado a Napole ón. Excepcional es la obra de Pelagio Palagi (17751860), escultor, arquitecto y dise ñador boloñés que proyecta el Palacio del Quirinal en un estilo que se puede adscribir al Imperio pero con una personal ísima reinterpretación muy barroquizante.
El Neoclasicismo Español Aunque Carlos III fue el rey que puso en valor los grandes yacimientos arqueol ógicos de la antigua Roma, como rey de N ápoles, el Neoclasicismo no arraig ó en Espa ña hasta el reinado de Carlos IV. El mueble espa ñol del periodo es de influjo franc és, casi servil, ya que en Espa ña y en Francia reinaba la misma dinast ía, los Borbón. Desde las Manufacturas Reales se potencia la construcci ón de muebles de claro estilo rococó francés, obra de ebanistas como Jos é Canops y a veces de diseños de artistas como el arquitecto Ventura Rodr íguez.
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Durante el reinado de Carlos IV paulatinamente se van sustituyendo las formas rococ ó por las del estilo Luis XVI, desapareciendo los dorados y las tallas en favor de las delicadas taraceas de maderas claras, con patas rectas en est ípite, troncocónicas o con acanaladuras, con alguna novedad como el remate en peineta de los respaldos. Con el advenimiento de la Revoluci ón Francesa, este aspecto no cambio, sino que se acentu ó, y se sigui ó imitando el mueble franc és de los posteriores estilos Directorio e Imperio, sobre todo en el reinado de Fernando VII, durante el cual el mobiliario de los palacios reales se importaba directamente de Francia, como es el caso de la Sala Platino de la Casita del Labrador de Aranjuez, decorada con dise ños de Percier y Fontaine y mobiliario de maestros franceses como JacobDesmalter.
El Neoclasicismo en los paí ses del ámbito germánico El gusto germánico estuvo, como el resto de Europa, mediatizado por la atracción de lo francés. El Neoclasicismo arraiga en todos los estados germánicos con gran fuerza de la mano de te óricos como Winckelmann y de una serie de ebanistas que viajan a Francia y vuelven a sus países de origen con el estilo aprendido. En otros casos, como el de David Roentgen, llegan a establecerse en Francia como ebanistas de primera clase, participando del Estilo Luis XVI. David Roentgen estableció en Nuewied sus talleres principales, aunque cosech ó tanto éxito gracias a sus ingeniosas creaciones (repletas de mecanismos, cerraduras, paneles articulados, etc.) que abri ó sucursales en Berl ín, Bruselas y San Petersburgo, creando la primera gran firma internacional del mueble de la historia, llegando a ser nombrado en París É b é nisteM é chanicien du Roi et de la Reine y desarrollando sus creaciones para toda la realeza europea. En la etapa del Estilo Imperio el mueble germ ánico sigue de manera férrea la moda de Par ís. Sin embargo, pese a la influencia francesa, es mucho menos recargado y con decoraci ón más modesta, hecho que se acentu ó con el influjo del arquitecto neocl ásico purista Karl Friedrich Schinkel (17811841), que despojar á al mueble Imperio de todo ornamento accesorio, qued ándose con lo estrictamente cl ásico, destacando los muebles dise ñados entre 1817 y 1817 para los pr íncipes Federico y Augusto, que anticipan el periodo Biedermeier. Las líneas rectas y austeras de la moda francesa pronto provocar án cansancio y, por influjo ingl és, las clases adineradas exigir án un mobiliario más cómodo, más utilitario, de líneas amables y curvas discretas y elegantes, lo que converger á en el llamado Estilo Biedermeier, ya del XIX. Historia del Mueble hasta el siglo XIX
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Unidad Didáctica 8. EL MUEBLE EN LOS ALBORES DE LA CONTEMPORANEIDAD 8.1. Consecuencias de las Revoluciones Liberales y del industrialismo para la sociedad y la vivienda europeas. Con el siglo XIX entramos en la llamada Edad Contempor ánea, caracterizada por la sustituci ón de las instituciones del Antiguo r égimen por otras de car ácter liberal: La sociedad estamental, caracterizada por la nula movilidad social y el predominio de una nobleza de sangre se sustituye por un sistema de clases en el que la c úspide la ocupan las capas con mayor poder económico. •
El sistema econ ómico de régimen antiguo, basado en la posesi ón de la tierra y las estructuras gremiales, se sustituye por un sistema de producción capitalista basado en la industrializaci ón y el mercado libre de trabajo, bienes y servicios. •
Las viejas monarquías absolutas enraizadas en esquemas medievales se sustituyen por sistemas representativos en los que el concepto patrimonial del Estado se sustituye por el de Naci ón. Es decir: asistimos al triunfo del liberalismo. •
Este conjunto de profundos cambios s ólo fue posible a trav és de una serie de convulsiones revolucionarias conocidas como revoluciones burguesas o liberales, de las cuales las m ás importantes son la Independencia de los EEUU de Am érica, la Revoluci ón Francesa y la Revolución Industrial, que se prolongar án a lo largo de los grandes ciclos revolucionarios de 1820, 1830 y 1848, con el ep ílogo de la Comuna de París. Todas en conjunto perge ñaron el triunfo del liberalismo, que tendrá importantes repercusiones en el mundo del mueble, de la vivienda y del interiorismo: Por una parte, la nueva ideolog ía liberal promocionar á un estilo de carácter funcional, acorde con el nuevo pensamiento hegem ónico: lo útil y lo práctico determinará las líneas decorativas, en detrimento de lo ornamental. El nuevo estilo tendr á un carácter burgués, más íntimo y más cómodo, con espacios adecuados para la vida cotidiana, al contrario que los grandes espacios aristocr áticos del Ancien R égime destinados a ser mostrados y exhibidos. •
La industrialización y el gran desarrollo de las v ías de comunicaci ón harán posible la r ápida y barata producci ón, adquisición y distribución de materiales considerados siglos atrás como de lujo. De este modo se •
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posibilita la construcci ón con nuevos materiales industriales, como el acero, los papeles pintados, la madera laminada o el cristal, dando lugar a una nueva arquitectura, decoraci ón y mobiliario basados en ellos. Es el momento de esplendor de la rejer ía, de los invernaderos, de los grandes balcones cerrados y acristalados, de las estufas y las cocinas de hierro fundido, etc. El capitalismo dará lugar a la publicidad, y ésta a su expresi ón más genuina: el cartel. A partir de ahora la distribuci ón de los muebles se har á a gran escala, en serie y con una r ápida difusión, democratizando su uso pero a costa, la mayor ía de las veces, de un gran descenso de la calidad. •
Además, con la aparici ón del concepto de Naci ón, se vuelve la mirada a la Edad de Oro 8, al pasado glorioso de los pueblos, recuperando aquellas obras, estilos o artistas emblemáticos de dicha época. Se revalorizan así estilos de la antig üedad y se llega, incluso, a recrearlos. Son los llamados neos o revivals, en los que cada pa ís se sentirá identificado con un estilo nacional: el neog ótico inglés, el neomud é jar toledano, el neorrococ ó francés, etc. •
En esta época de profundos cambios y de puesta en valor de diferentes estilos tendr á lugar el eclecticismo, fenómeno tanto arquitectónico como en el campo del mueble y las artes aplicadas, mezcla de estilos tendente a la monumentalidad y de ra íz neoclásica. •
Aparecerá una nueva clase social: el proletariado urbano e industrial, al tiempo que las diferencias de clase de ra íz económica se hacen cada vez mayores, de modo que asistiremos a una dualidad entre los estilos de las clases dominantes (terratenientes, comerciantes e industriales, a veces con intereses confluentes con la nueva nobleza y las monarquías parlamentarias) y la depauperación general de las clases bajas, que se plasmar á en la ínfima calidad de sus producciones, hecho ante el que se revelar án algunos pensadores y artistas de orientaci ón anarquista o marxista, como William Morris, dando origen al Movimiento de las Arts&Crafts. •
Por último, asistiremos al primer estilo netamente burgués, el modernismo, alejado de todo aquello que pudiera identificarse con lo aristocrático, de car ácter decorativo, unitario, cómodo, integral, funcional y moderno en cuanto a dise ño y materiales. •
8 En Historia, Arte o Literatura, denominamos Edad de Oro a aquella en la que la producción artística, literaria o cultural destacó por encima de todas, o aquella en la que un país, estado o nación alcanzó mayor relevancia a escala internacional. La Edad de Oro española es, por ejemplo, la etapa de los siglos XVI y XVII, momento coincidente con la hegemonía europea de los Austrias y de la producción literaria de Quevedo, Cervantes, etc., o la pictórica de Velázquez, Murillo, etc.: lo que en España se conoce como Siglo de Oro . Historia del Mueble hasta el siglo XIX
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8.2. Tendencias eclécticas. El eclecticismo, las influencias extraeuropeas y el uso de los nuevos materiales Como ya hemos indicado, el siglo XIX es un siglo dominado por las tendencias ecl écticas. Éstas se caracterizan tanto por la recuperaci ón de estilos del pasado como por la influencia diversa de estilos extraeuropeos, en un periodo en el que los Estados industrializados se adue ñaban en una rapiña sin precedentes de la pr áctica totalidad del planeta, desarrollando lo que se denomina en Historia el colonialismo o imperialismo. De este modo penetran en Europa influencias orientalizantes, reeditándose el gusto por lo chino, el japonisme (que tanta influencia tendrá sobre los pintores impresionistas), la arquitectura hind ú o la influencia del arte y los pa íses islámicos en el llamado en Francia estilo morisco. Incluso este eclecticismo se fomenta a trav és de las Exposiciones, donde se ponen en com ún ideas, experiencias, t écnicas, etc. Es ésta, además, la época en la que desde las instituciones estatales se aprecia cierto impulso conservacionista sobre la tradici ón, creando las escuelas de artes y oficios, como la escocesa dise ñada por Mackintosh o la toledana Escuela de Arte, edificada en estilo neomud é jar. Como novedad debemos rese ñar la aparici ón de una importante gama de muebles de jard ín, con soportes en hierro fundido o en junco, y con decoraci ón de volutas, rejilla, formas nudosas, etc. El uso de los nuevos materiales ser á a partir de ahora muy importante, destacando el caso de las camas, cuyas estructuras de madera pronto se ver án sustituidas por las m ás higiénicas y efectivas estructuras de hierro fundido o de tubo de acero o, generalmente, de lat ón. También se difundirá el uso del papier m âché, sobre todo en Inglaterra. Aunque llegaron a fabricarse en papier m âché desde pianos hasta camas, se trata de muebles generalmente de peque ño tamaño elaborados con una pasta formada por papel, cola y yeso, extrusionados a molde y posteriormente pintados o lacados, con colores oscuros de fondo y motivos ornamentales florales. Este tipo de mueble se difundir á por los países anglosajones por lo asequible de sus precios.
El eclecticismo italiano En Italia el eclecticismo tomar á tintes neobarrocos y neorrococós, con resurrección de la taracea y la talla y la adopci ón casi de manera Historia del Mueble hasta el siglo XIX
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oficial de un estilo neorrenacentista, con muebles arquitect ónicos, hermosas incrustaciones y taraceas y profundas tallas. Los mejores mueblistas italianos ser án el neorrenacentista Ferdinando Pogliani (18321899) y el inclasificable Carlo Bugatti (1855 1940).
El estilo Biedermeier Tras el Congreso de Viena surge en Austria y se difunde por todo el ámbito germánico y norte y este de Europa un estilo nacido como evolución del Estilo Imperio franc és pero que pronto recibir á todo tipo de influencias (sobre todo inglesas) y que se caracterizar á por un incipiente eclecticismo, formas sobrias y graciosas, de ornamentaci ón austera y líneas sinuosas, y con un eminente car ácter práctico, más familiar, tendente a la comodidad y la funcionalidad, y con cierto aire novedoso y hasta experimental en sus producciones 9. De hecho, Biedermeier 10 es un término de car ácter peyorativo que denota a los burgueses amantes de la buena vida y escasas inquietudes culturales. La cantidad de muebles se hace m ás escasa y m ás funcional, y tienden a ocupar el centro de las estancias. Se abandona la pesadez del Estilo Imperio, aunque se conservan algunos motivos ornamentales como las garras de le ón o las esfinges, si bien los vol úmenes son rotundos, basados en figuras geom étricas simples, como el c írculo y el rect ángulo. Los bronces y apliques dorados se sustituyen por filetes de tonalidad opuesta a la madera de fondo. Las tallas se reducen a motivos vegetales o geométricos muy estilizados sin especial protagonismo, y predominan las bois clair, maderas de colores p álidos como el abedul, el arce y el cerezo. Las mesas suelen tener tablero oval o circular, frecuentemente extensibles, y las patas suelen ser c ónicas y rectas. A veces suelen presentar uno o dos s ólidos soportes sobre una amplia base. El secrétaire (Sekretär) presenta formas rotundas, geom étricas y arquitectónicas, con tablero abatible y a veces con columnas en las aristas, sobre alta basa, y un t ímpano estilizado. Otras veces presentan motivos en forma de lira. Se convierte en un mueble de sal ón, mientras en el estudio se prefieren los m ás funcionales escritorios. Éstos presentan típicas formas curvas, como el dise ñado por Josef Danhauser (1780 9 Como ejemplo de todo esto debemos recordar que muchos de estos muebles tenían ruedecillas. 10 Biedermeier es una combinación de los nombres de dos personajes, Biedermann y Bummelmeier, que representaban a la nueva clase social de nuevos ricos prosaicos y ramplones. Historia del Mueble hasta el siglo XIX
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1830), sobre una estructura que recuerda la de los bargue ños españoles (dos columnas laterales unidas por un reposapi és), con tablero oval y cajones radiales. Otros escritorios presentan un tablero sobre el que se coloca una especie de estructura en media luna con gavetas y cajones. Las sillas son de variad ísimas tipologías y su n úmero disminuye en las estancias. A veces presentan patas en est ípite, en sable, torneadas, o hasta en cabriol é. Los respaldos suelen ser calados y ligeros, a veces con la típica forma de abanico o motivos florales, y los asientos se acolchan y tapizan con motivos florales, lisos o rayados. Los sillones y divanes son acolchados y con brazos (de madera, acolchados por lo general) a menudo cil índricos, con cojines y formas tendentes a la comodidad. El sof á bien tapizado y mullido, de respaldo alto, se convierte en un mueble esencial en toda casa burguesa. Las cómodas y los armarios reducen sus dimensiones respecto a los del Estilo Imperio, con formas graciosas y curvas y sencilla estructura y ornamentación, basada ésta, a menudo, en el veteado de la madera. Las camas son tributarias de las del Estilo Imperio, aunque se hacen más sobrias. La m ás difundida es la lit en bateau, con piecero y cabecero curvados y de igual altura. Los muebles Biedermeier m ás típicos son los N ähtische 11, muebles de servicio, situados al lado de sillones, divanes y aparadores, de peque ño tamaño, formas curvas (incluso esf éricas) y graciosas y variadas tipolog ías y utilidades, desde muebles de toillette hasta tableros de juego, escritura, botelleros, costureros, parag üeros, etc. También serán típicos muebles Biedermeier algunos elementos de influencia china, como los biombos, as í como el piano y sencillos espejos largos.
El estilo Luis Felipe y el Segundo Imperio Durante el reinado de Luis Felipe en Francia (18301848), se produce en este pa ís el triunfo de un eclecticismo que tendr á un carácter imitativo de los grandes estilos del pasado glorioso franc és, desde el Gótico hasta el Luis XVI. Sin embargo, por el hecho de que estos muebles muchas veces se elaborarán con elementos producidos en serie, perder án gracia y adquirirán gran pesadez y frialdad, con elementos torneados, eliminando las aristas vivas.
11 Su traducción, del alemán, denota su función: es algo así como “ al alcance de la mano ”. Historia del Mueble hasta el siglo XIX
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Se reproducen muebles inspirados en el pasado, en revivals neogóticos, neobarrocos, reedici ón de piezas de estilo Luis XV, etc. Como novedad, el psych é se sustituirá por los armarios de puertas de espejo, y aparecerán las étagères, una especie de mueble estanter ía sobre dos montantes laterales, cuyo equivalente ingl és es el whatnot. Una versi ón de esquina y estantes triangulares es la étagère d'encoignure. El aparador más difundido ser á el buffet, entendido ahora como un mueble cuyo cuerpo inferior es abierto y est á formado por baldas unidas por montantes y el cuerpo superior es acristalado o a veces formado s ólo por un espejo. Su versi ón más sencilla consta s ólo de la parte inferior, y en este caso el tablero posee una especie de barandilla o borde alto. Las sillas presentan patas torneadas delanteras y las traseras en sable o rectas. El respaldo se cala y suele presentar un rebaje o asidero para moverlas. Es caracter ística una versi ón de la dieciochesca voyeuse, la fumeuse, con una caja bajo el travesa ño de apoyo de los brazos, donde se disponía de todos los elementos necesarios para fumar, y a veces un doble respaldo, más bajo12. Los sillones tienden a la comodidad, tapizándose y acolch ándose con las t écnicas del muelle en espiral o del capitonné (fijación del tapizado por medio de botones o tachuelas), y presentan patas bajas y muchas veces ruedas. Destaca el crapaud, totalmente acolchado, o el fauteuil Voltaire, de asiento profundo. Las camas y las mesas son como sus contempor áneas Biedermeier. Las mesas presentan tableros ovales, a menudo extensibles, pero muchas veces con una ancha banda de cajones bajo ésta. La versión con soporte central y pies tallados se denomina table á famille. Las consolas, muebles alejados del gusto burgu és, tienden a desaparecer. Desde la llegada al poder de Napole ón III (presidente en 1848 y emperador en 1852), hasta su abdicaci ón en 1870, tras el desastre de la guerra contra Prusia, el eclecticismo se afianz ó tanto en el pa ís galo que se llegaron a realizar copias tan perfectas de estilos del pasado que tiene lugar el fenómeno de los falsos inconscientes, muebles de calidad tal que parecen aut énticos ejemplares de la época que se imita. Es el caso de muchos muebles realizados en el estilo de Boulle o de Riesener. Durante el Segundo Imperio se producen, no obstante, algunas novedades, esencialmente destinadas a cubrir las nuevas necesidades burguesas de los muebles de salón. Así, las sillas y sillones se hacen mullidos y aparecen divanes c ómodos y de formas novedosas y fantasiosas, como el confident (con dos asientos contrapuestos) y su versión de tres asientos, el indiscret, con acolchado de muelles y 12Llamándose entonces à double dossier . Historia del Mueble hasta el siglo XIX
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capitonné. El borne, canapé rond o milieu de salon, es la versi ón circular con el centro ocupado por una plataforma para lucir centros de flores, jarrones, etc. Otra aportación es el mullido pouf, de formas variadas. En cuanto a los ebanistas y mueblistas m ás famosos, siguen trabajando durante los periodos Luis Felipe y Segundo Imperio algunos de los mejores artesanos del Estilo Imperio, como AlexandreLouis Bellang é (17991863) o LouisEdouard Lemarchand (17951872), y desarrollar án una importante labor de copia de muebles del pasado figuras como los hermanos JeanMichel y Guillaume Groh é y el último heredero de la dinastía Jacob, Alphonse JacobDesmalter (17991870). Estos artesanos constituirán ya, prácticamente, el canto del cisne del mueble de calidad extrema hecho a mano, y a partir de ahora tomar á el relevo el mueble producido en serie.
El estilo Victoriano El reinado de la reina Victoria de Inglaterra es tan largo (desde 1837 hasta 1901) que, obligatoriamente, debemos ver en él una importante evolución. De hecho, a partir de la famosa Exposici ón de 1851 veremos como el estilo ingl és vendrá a ser dominado por ciertos elementos renovadores como el Movimiento de las Arts&Crafts. Durante la primera mitad de dicho reinado, como en el resto de Europa, en Inglaterra también se dio un periodo historicista que se caracterizara por la recuperaci ón de modelos del pasado de todas las épocas, desde el g ótico al Reina Ana, pasando por el Isabelino, el Jacobino, el Renacimiento italiano, etc. Los muebles, como los franceses, serán a veces r éplicas de piezas de los momentos de esplendor del mobiliario inglés. La tendencia fundamental ser á hacia la ornamentación y los acolchados mullidos y c ómodos.
aparatosidad,
la
Además, se producirá una especie de diversificación, ya que mientras los muebles inspirados en los estilos jacobino, isabelino y rococ ó son los preferidos para cubrir las necesidades de las viviendas de las clases más pudientes, el estilo neogótico (considerado un signo de patriotismo durante las Guerras Napoleónicas) se utiliza en los edificios oficiales, las grandes mansiones y, sobre todo, en las iglesias. Además, también habrá una diferenciación según el tipo de habitaciones: el neog ótico será el estilo preferido para las estancias m ás importantes y nobles de la casa (y reservadas, por tanto, a los hombres), como la biblioteca o el gran sal ón, donde se usaban maderas oscuras y Historia del Mueble hasta el siglo XIX
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serias, como la caoba. En el caso de las habitaciones consideradas femeninas (el salón, el gabinete o los dormitorios), las maderas eran claras y el estilo m ás frívolo, desde el t ípico revival neoisabelino a las formas redondeadas y mullidas del estilo naturalista, llamado as í por recordar en su dise ño formas de la naturaleza. Este estilo naturalista sol ía estar acompañado por tapizado con flecos, muelles y capitonn é. El estilo neogótico será considerado, de hecho, el estilo nacional inglés, gracias, en cierto modo, a la labor divulgativa y te órica de Augustus Welby Northmore Pugin (18121852), quien no se conform ó sólo con producir ensayos destinados a la recuperaci ón purista del estilo g ótico, sino que tambi én proyectó muebles de atributos honestos e historicistas en un neog ótico bello y sincero. Destaca la labor de sus colaboradores, William Burges (18271881), dise ñador de muebles con clara influencia gótica pero con elementos renacentistas (muchas veces cubre por completo sus creaciones con decoraci ón pictórica), Bruce Talbert (1838 1881) o Norman Shaw, m ás goticistas, recurriendo muchas veces a técnicas medievales como el ensamblaje o las juntas en cola de milano.
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8.3. El mueble de serie. Una de las m ás importantes consecuencias de la Revoluci ón Industrial fue, como hemos dicho, la aparici ón de las cadenas de montaje y de la producci ón en serie de todo tipo de bienes y productos, entre ellos el mueble. Ya hemos visto la importancia de los nuevos materiales como el hierro y en los muebles de jard ín (que sol ía ir acompa ñado por elementos de mármol, sobre todo las mesas) o el acero en piezas como las camas. Sin embargo, no s ólo se usar ían los metales, sino que se aprovech ó cualquier otro tipo de materia prima que abaratara los costes o se adaptara al método industrial, como es el caso de la gutapercha 13 o del papier mâché (o cartón prensado), a veces con almas de alambre para fortalecerlo. El papier mâché se puso de moda tanto por su versatilidad en cuanto formas y ornamentaci ón, ideal para los muebles de inspiraci ón neorrococó o naturalista, como por su reducido precio en comparaci ón con el de muebles con equivalentes tallas o adornos. En este campo destaca, desde los a ños 30 del siglo XIX, la firma inglesa Jennens & Bettridge, especializada en dichas producciones, de formas fantasiosas y paneles pintados con motivos florales sobre fondos oscuros. En el campo de la carpinter ía y la ebanister ía también asistiremos a grandes avances gracias a novedosos sistemas de tratamiento de la madera, que tendr ían, si cabe, mucha m ás importancia y mayor transcendencia. El más importante de estos sistemas fue el curvado de la madera mediante vapor. El sistema, que había sido patentado en Boston por Gragg en 1808, permit ía el curvado de planchas contrachapadas, unidas con cola, dándole forma a voluntad. En Nueva York, una de las capitales del mueble de los ya boyantes Estados Unidos de Am érica, John Henry Belter usaba este sistema a mediados de siglo para, una vez curvados los paneles seg ún el patr ón deseado14, tallar elaborados diseños naturalistas (frutas, cornucopias, guirnaldas, flores, etc.) sin temor a que se quebrasen.
13 La gutapercha es una goma obtenida de varias especies arb óreas del sur de Asia que se usa con frecuencia en la industria, ya que es un excelente impermeabilizante y aislante y, una vez calentada, se endurece y conserva la forma que se le da por talla o moldeo.
14 Que se elaboraban pegando hasta 16 chapas de la madera de moda , el palisandro , con la veta contrapeada . Historia del Mueble hasta el siglo XIX
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La técnica fue mejorada en Europa por el austriaco Michel Thonet (17961871), quien investig ó sobre la construcci ón de muebles sin juntas a partir de 1840. Auspiciado por el pr íncipe Metternich, Thonet fabric ó con esta técnica (en colaboraci ón con Carl Leistler) gran parte del mobiliario del Palacio Liechtenstein, y cre ó un próspero negocio de exportaci ón. Sin embargo, constatando que la humedad disolv ía la cola de uni ón de los chapados, sigui ó investigando en un nuevo m étodo, lo que permiti ó la curvatura de listones cil índricos de madera maciza y la producci ón de novedosos y ligeros muebles de formas curvas sin apenas ensamblajes. La llamada Silla n úmero 14 de Thonet, con su t ípico asiento circular de rejilla de caña india y respaldo curvo, se montaba con s ólo seis piezas prefabricadas unidas con diez tornillos. Se fabric ó con tal éxito que ya en 1911 se hab ían producido 50 millones de unidades. Otro de los muebles paradigmáticos de Thonet fue la mecedora, cuyas formas curvas y naturalistas de Thonet evolucionar án a las formas en l átigo del Art Nouveau. En la década de 1870 se llegaron a patentar a ambos lados del Atlántico sillas elaboradas exclusivamente con madera laminada, como la silla de una pieza de Thonet o un ingenioso dise ño estadounidense de tres piezas, pero este camino de investigaci ón se paralizar ía hasta 60 a ños después, cuando Alvar Aalto lance su c élebre silla. Un precedente de los muebles de serie lo encontramos en los muebles construidos por las comunidades Shaker 15 americanas. Estos muebles eran de l íneas sobrias y ligeras, de car ácter utilitario y de gran austeridad ornamental. Su construcci ón se basaba en listones de madera y los asientos de paja trenzada o fibras vegetales. Destacan los sillones y las mecedoras, con un t ípico botón torneado en la uni ón del listón delantero con el brazo y otro list ón de remate en el respaldo, donde se ataba un coj ín. Las sillas eran ligeras porque era costumbre de los shakers colgarlas de perchas en la pared cuando no se usaban. Los muebles Shaker est án diseñados con inteligencia, estudiando su función y aplicando a cada problema concreto una soluci ón sencilla. Son típicas las mesas con tableros abatibles (parecidas a las butterfly tables), los armarios empotrados, etc., pero, sobre todo, el mueble distintivo es la silla y sus derivados, el sill ón y la mecedora 16, 15Los shakers (en inglés temblones) eran emigrantes cristianos evangélicos americanos con origen en el puritanismo inglés que se organizaron en comunidades cerradas en los Estados Unidos entre el siglo XVIII y el XIX. 16 Mueble típicamente americano con versiones c élebres desde el siglo XVIII, como el modelo Windsor o el modelo inspirado en ella, la Boston Rocker (desde 1840), de líneas curvas y apariencia r ústica. Hasta Thonet la mecedora era considerada en Europa poco m ás que un mueble para inv á lidos . Historia del Mueble hasta el siglo XIX
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Por su sencillez constitutiva, a mediados del siglo XIX se empezaron a fabricar de manera industrial, lleg ándose a editar cat álogos muy completos con modelos y precios, abundando incluso las falsificaciones, precisamente por su prestigio.
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8.4. Tendencias renovadoras de fin de siglo. El Movimiento de la Arts & Crafts A medida que avanzaba la Revoluci ón Industrial en la Europa del siglo XIX, el mercado se abrió paso en la sociedad de manera que el liberalismo económico se convirtió en el sistema de producci ón hegemónico, desbancando cada vez m ás a las viejas pr ácticas gremiales y artesanales. El siglo XIX es también el siglo de las primeras exposiciones universales, una época de optimismo en el progreso que había de plasmarse tambi én en un estilo que pretend ía ser moderno y alejarse de todo lo antiguo, lo caduco, lo viejo, identificado con lo artesanal. Como hemos visto, la calidad artesanal dio paso a la competencia industrial, que sacrificaría la calidad en favor de la cantidad. Todos los productos y bienes (que ahora se empezar án a llamar de consumo) experimentan un proceso de abaratamiento de precios y producci ón en masa a costa de su acabado, durabilidad y belleza en el dise ño. En particular, la calidad del mobiliario fue descendiendo desde mediados de siglo hasta alcanzar, en su último tercio, alarmantes cotas de vulgaridad 17. Si bien el efecto positivo fue el hecho objetivo de poner al alcance de amplias capas de poblaci ón un bien que antes les era muy dif ícil de adquirir, es indudable que, en cuanto a calidad, el mueble pas ó de ser un objeto precioso, artístico y único (muchas veces un aut éntico artículo de lujo) a ser un artículo de uso com ún sin atender a c ánones de excelencia . Sin embargo, como reacci ón a esta degeneraci ón de la calidad, a fines de siglo se inici ó una etapa de renacimiento que comenz ó a tratar al mueble como objeto de arte funcional. Esta etapa fue principalmente una consecuencia secundaria del Movimiento de las Artes y los Oficios (Arts and crafts), que floreci ó en Inglaterra, liderado por William Morris (1834 1896), durante las últimas décadas del siglo XIX como una reacci ón contra la producción en masa. Ahora se defender á el diseño y el regreso a la destreza manual y se consideraron feos, indignos y deleznables los artículos producidos en la época industrial. Se pretendió una dignificación no s ólo del producto acabado, de la obra, sino tambi én, y sobre todo, de la figura del creador, del artista, del artesano, conocedor de su trabajo y empe ñado en su excelencia de manera que, una vez concluida la obra, ésta fuera una fuente de 17 En la Exposición Universal de Londres de 1851 la opinión general del público, recogida en los periódicos de la época, fue que el mobiliario expuesto producido por la industria era de diseño deficiente y de calidad baja, con escasas excepciones. Historia del Mueble hasta el siglo XIX
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satisfacción tanto para el cliente como para el artesano. Adem ás, se tendría en cuenta tanto la calidad de la materia prima como el dise ño, la apariencia externa y el acabado. Entre los postulados m ás característicos del Movimiento de las Arts & Crafts se encuentran tanto principios filos óficos, éticos y pol íticos tanto como estéticos. Destacaremos los m ás importantes: Rechazo de la separaci ón entre el arte y la artesan ía. El diseño de los objetos útiles es considerado una necesidad funcional y moral. •
Repulsa de los m étodos industriales de trabajo, que separan al trabajador de la obra que realiza, fragmentado sus tareas. •
Regreso al medievalismo, tanto en la arquitectura (con el neogótico) como en las artes aplicadas, lo que implicaba la supresi ón de las máquinas. •
Propuesta de la arquitectura como centro de todas las actividades de diseño. Una idea que ser ía recogida por el racionalismo de principios del siglo XX. •
Agrupación de los artesanos en guildas (corporaciones de artesanos, obreros y comerciantes equivalentes a los gremios medievales) y talleres, siguiendo el modelo medieval de trabajo colectivo, inspirado en los principios del socialismo humanista. •
Propuesta del trabajo bien hecho, bien acabado, satisfactorio tanto para el artista como para el cliente. •
El inspirador de esta filosof ía fue John Ruskin, quien, rechazando el incipiente modelo capitalista, apuntaba hacia la uni ón del arte y el trabajo al servicio de la sociedad. Seg ún él, se debería recuperar el esp íritu anterior al Renacimiento, ya que tras éste se hab ía iniciado el proceso de divorcio entre la sociedad y el arte, causado por la industrializaci ón y la tecnología. Las consecuencias fueron el eclecticismo y el historicismo, un declive de la creatividad y el abandono del dise ño en manos de ingenieros sin ninguna preocupaci ón por la est ética. Ruskin creía que las cosas hermosas eran valiosas y útiles, precisamente por ser hermosas. Ruskin se preocupó, además de sus trabajos te óricos sobre el arte, por la justicia social, abogando por mejores viviendas para el proletariado industrial, por un sistema de educaci ón pública y universal o por un sistema de pensiones de jubilaci ón. La obra de Ruskin caus ó una gran impresión y tuvo una gran influencia entre los artistas, arquitectos y dise ñadores ingleses de las generaciones más jóvenes, que adoptaron una s íntesis de su filosof ía Historia del Mueble hasta el siglo XIX
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estética y su conciencia social. De hecho, un cap ítulo de una de sus obras, “Sobre la naturaleza del g ótico”, fue impreso en separata y distribuido en masa entre los j óvenes convirtiéndose en el libro programático de toda una generaci ón de artistas, diseñadores y artesanos, entre los que se encontraba el grupo de pintores prerrafaelistas (como Madox Brown, Dante Gabriel Rosetti o Burne Jones) o el arquitecto y diseñador de muebles Philip Webb (18311905). Entre quienes se dejaron influir por la obra de Ruskin destaca William Morris (18341896), figura fundamental en la historia de las Artes Aplicadas y el Dise ño. Morris dedicó sus esfuerzos a la globalidad de las artes, desde el dise ño gráfico (en especial el diseño tipográfico y al aspecto visual del libro como objeto art ístico) a la ropa de cama, pasando por el vidrio, los papeles pintados, los tejidos estampados, la arquitectura y, por supuesto, el mueble. La labor de Morris no puede ser entendida sin tener en cuenta su ideología. Morris era un convencido militante socialista ingl és18, activista revolucionario y personalidad inquieta que bas ó su trabajo, ante todo, en el bienestar de la clase obrera, cuya marginaci ón y explotaci ón eran ya un hecho evidente e incontestable en la Inglaterra de finales del siglo XIX. La preocupación de Morris, por tanto, no s ólo era técnica o estética sino, ante todo, social. En cuanto a dise ño de mobiliario, la labor de Morris se inicia en su propia casa, la denominada The Red House. Insatisfecho por los derroteros que estaba tomando la arquitectura en general, le encarg ó su construcción a su amigo Philip Webb, junto al que diseñó todos los elementos, tanto los constructivos como los ornamentales, en un estilo rural inglés19 inspirado en el g ótico o el Tudor. Apoyado por el trabajo de Webb y los prerrafaelistas fundará a partir de 1861 las influyentes Morris&Co (para la producción de muebles y todo tipo de objetos artísticos) y la Imprenta Kelmscott. El mobiliario se inspirar á en elementos medievales, aunque sin servilismo historicista, y ser án sólidos, sencillos, y racionales, de austeridad decorativa y l íneas rectas, dejando expresarse a los materiales. Sin embargo, Morris erró en su base, ya que produjo objetos de tan alta calidad que se convirtieron en productos elitistas, si bien algunos elementos, como algunas sillas, s í que cumplieron su objetivo.
18 De hecho, llegó a ser dirigente de la Liga Socialista y diseñó el carné del partido. 19 English Domestic Revival, inspirado en los historicismos que el propio Morris combatía, pero eliminando cualquier elemento decorativo superfluo. Historia del Mueble hasta el siglo XIX
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Los muebles mas característicos serán los sillones forrados en cuero, con amplio respaldo, y las mencionadas sillas (inspiradas en la tradicional silla rústica Sussex), con patas ligeramente divergentes, asientos de paja trenzada y respaldos formados a base de listones ahusados. Los aparadores y los muebles de almacenamiento sol ían decorarse con paneles pintados por miembros del grupo prerrafaelista, como Burne Jones, y los muebles dise ñados por Webb (como las mesas) solían inspirarse en estructuras caladas del g ótico. A partir de 1880 se desarrolla, influido por Morris, el Movimiento de las Artes y los Oficios, apoyado por un gran n úmero de sociedades y gremios que buscaban establecer comunidades art ísticas democráticas, de carácter socialista (en su triple vertiente, marxista, cristiana o anarquista, unidas para el bien com ún. En Londres, por ejemplo, el joven arquitecto Mackmurdo encabeza un grupo de artistas y dise ñadores que se asociaron entre 1882 y 1888 para establecer el llamado Gremio del Siglo (Century Guild). Entre sus miembros se contaban, adem ás de Mackmurdo, Selwyn Image (que diseñaba desde tipografías hasta ilustraciones, mosaicos, vitrales o bordados), Voysey o Herbert Horne. El objetivo del Gremio del Siglo era elevar las artes aplicadas a la altura de la pintura y escultura. El grupo, cuyo objetivo era recuperar las normas del dise ño, materiales de alta calidad y el cuidado en el trabajo que exist ía antes de la aparici ón de las máquinas, desarrolló una nueva est ética y, además, incorporaron a su trabajo ideas del arte renacentista y japon és, en l ínea con la moda iniciada por el Movimiento Est ético. Sus obras pueden considerarse un enlace entre el Movimiento de las Artes y Oficios y las formas org ánicas curvadas y la estilizaci ón floral del Art Nouveau. Para presentar sus trabajos, el Gremio del Siglo empieza a publicar en 1884 The Century Guild Hobby Horse (que se hac ía con papel hecho a mano y xilografías), la primera revista impresa dedicada a las artes visuales. Otro de los gremios inspirados por el Movimiento de las Arts&Crafts fue el Guild of Handicraft fundado en 1888 por Charles Robert Ashbee, cuya influencia se extendi ó fuera de Inglaterra gracias a la investigaci ón que realizaría el arquitecto alemán Muthesius, que propiciar ía que incluso el Duque de Hesse encargara al Gremio el mobiliario del Palacio de Darmstadt y que Josef Hoffmann fundara en Viena sus famosos talleres inspirados en su funcionamiento.
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El Movimiento Estético y el mueble art í stico Justo en las ant ípodas del Movimiento de las Arts&Crafts debemos situar el llamado Movimiento Estético, moda inglesa impulsada en el último tercio del siglo XIX por la élite intelectual y dirigida a concebir el mueble como una obra de arte po ética, individual e irrepetible, valiosa principalmente por su belleza y no por su utilidad. Este Movimiento Est ético, elitista, dandi y esnob, impulsado por intelectuales como Oscar Wilde o Walter Pater, tiene su principal influencia en las l íneas austeras y racionales del arte del mueble japon és, aunque también recibe influencias neog óticas y de las Arts&Crafts. Adem ás, el Movimiento Estético (Aesthetic Movement) iba m ás allá de los objetos que la juventud de las clases acomodadas compraba en la londinense tienda de Regent Street, Liberty, ya que se convirti ó en una moda de contestación generacional que inclu ía el gusto por todo lo japon és: las telas sutiles, tejidos suaves y colores claros, el arte xilogr áfico y las estampas japonesas, los jardines orientales, la filosof ía del pa ís nipón, etc. El estilo fue impulsado por ensayos literarios de amplia difusi ón, como Charles Eastlake y materializado por dise ñadores como Edward William Godwin (18331886). Los muebles art ísticos, en general esbeltos y en maderas oscuras, suelen presentar dos variantes: Muebles de inspiración japonesa (muchos de ellos dise ñados por C.F.A. Voysey o el propio Godwin), con delgadas patas de secci ón cuadrada y sencillas estructuras con predominio de elementos verticales y horizontales, jugando con los vanos y los elementos macizos, y, preferentemente, lacados en negro. Los elementos de refuerzo, como los tirantes o los travesaños, se explicitan pasando a ser elemento decorativo, en muchos casos el único ornamento a excepci ón de pomos, tiradores o bisagras, que se destacan sobre el fondo oscuro. •
Muebles de inspiraci ón medieval (goticista), con patas torneadas y líneas elegantes y verticales, con los elementos estructurales explicitados (juntas con espigas, maderas sin barnizar, etc.), a veces con cubiertas abovedadas o con paneles pintados, y casi nunca con tallas. Destacan las rinconeras, librerías y aparadores. •
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