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Halpcnn, Dong;ri (r»rtltlatk»')
EL OCASO DEL ORDEN COLONIAL EN HISPANOAMERICA
Editorial Sudamerican
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Un texto ,undamental para abarcar y comprender las estrucluras soc¡oeco¡óm¡ca§ de Lalinoamér¡ca. Tras una br¡llante ¡ntroducción por Tulio Halperfn Donghi, se encontraráñ reun¡dos en este voluñeñ los siguientes 6slud¡os: H.ciondaa y Ayllu¡ er .l Alto Pqr¡ dur.nt el siglo Xvlll, por Herbort S. Klein. Levanlañ¡gnloa de ma3aa on Par¡l , EolLir durante ol .¡glo Xvlll, por Oscar Cornbl¡t. llll¡larizac¡ón rovoluclonar¡a an Bueroa Aire¡, 1806.1815, por Tulio Halperln Oonghi. Tributo.bol¡do, lr¡bulo .opu.!io. lnyar¡!ñl.r aocloeconóúlcát gñ' la Bollvla aapr¡bllcrnr, por Nicolás Sánchez Albornoz. Lat clater paligroaaa a comlontoa del .¡9lo XIX .n ftlérlco, por Torcuaio Di Tglla.
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TULIO HALPERÍN DONGHI (compilador) IIERBERT S. KI,ETN @LECCION HISTORIA Y SOCIEDAD
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OSCAR CORNBLIT
TULTO HALPERTN DONGHI / NICOLAS SANCHEZ ALBORNOZ
TORCUATO S. DT TELLA
El ocaso del orden colonial en Hispanoamérica
EDITORIAL SUDAMERTCANA BUENO§ AIRES
ft¡lio Halpe¡ír Donghi INTRODUCCION
EN LA ARGENTINA
[email protected] he.ho él d.pótito qr. pt.n¡.r. l¿ b, 11.723, @ 1978. Éditofidl IMPRESO
sr.lañen@ Soci.dad AhóniñA
E!ñb.ió I? 545, B"enot
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Ai¡¿s.
.l.ónv.¡io .ditori¿l rucnDto cnE t ,d¡to!¡.l Sudm.nq¡. y .l lútiruto Toúuaro Di T.Ua Obr¡ pubücad¡ ,.sú¡
Los trabajos aquí rcunídos tiencn, a mád del elemento común quc vien€ de la vincr¡lacióD mantcnida por nrr autorca coD cl Ir¡stituto Torcuato Di Tclla, cl quc lcr proporcionr ru alinidad tcmáticar todos cllos, en efccto, abord¡n aspcctos de la compleja crisis que pone fin al ordm colonial cn Hispanoarnérica. Cu¿Eo la crtudiaD cn cl espacio pcruaro y altopcruano. En cllo¡ Hcrb€t Klcin, Osc¡r Co¡Íblit y Nicotás Sánchcz Albor¡roz ofrecc¡r anticipor o mar§nalia dc cotudioa globalc!, dc o¡icntación rociodemográIica cn cl primcro, sociopolítica cn lor demár. "Ilacicndas y ayllur en cl Alto Pc¡i duÉntc cl siglo xvln", de Hcrbert S. Klein, ofrecc -a'tavés dc ur cjemplo partiq¡larmentc bicn elcgido- rma imagen preciea de qué rignilicó cn esa otoño impcrial la dicotomía dc hacienda y comunidad, 3ob¡e la cu¡l t¡nto¡ iociótogos y antropólogos han const¡¡ido un¿ cstructura bipolar pan lar sociedadcs üt.} . ilinac y mcsoarncricana§, Partiendo do una cosecha llg datoi admi¡ablcDente abundantcr, flein tcmina pc.¿ mostra¡ cs5 oponción como u¡a cntrc varias: iÍuC-a m€ntc nca cn consecucncias es la que corrc entre.árca! relativarDentc ricas y árcar pobrcr, y la parciahncntc coincident€ con la antc¡ior quc ac da entrc zonas már y rneno¡ afectada¡ por la cxpansión dc rma agricultura dc mercado. Se trata, como cl mismo Klein subraya en su prírrafo ñnal, dc una primcra aproximación a "un esquc-
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rur-lo saLPERrñ Doñc¡¡r
ma dcrnogúfico básico dc la sociedad indígena en la Hispanoamérica colonial". AuDque la ateñciótr a los asp€ctos dinámicos no está
awente dcl escrito de Klein, su interés se concentra sob¡e todo en la reconstrucción de una realidad compleja y su funcionarniento en un mom€nto del pasado. Ello relega a segundo plano el examen da cua.lquier hipótesis acerca de la dirección en que el equilibrio hacicndaayllu tiende a movcñc, y más aún sobre la gravitación de esos desplazarnientos eI! la clisis global de la sociedad colonial. Esa perspectiva hace comprensible y legítimo quc Klein subraye, entre las ventajas del censo que utiliza, la circunstancia de que fue levantado '¡en un momento en que, segrín todos los comenta¡istas contemporáneos, el ordcn social había final¡¡ente welto a la normalidad y el área gozaba una vez má de una existencia pacífica". L{a que adopta Oscar Cornblit cn su examen del trasfondo social del moviñiento de Túpac Amaru complemcnta la dc Klein: dentro dcl sector indÍgena, int€r€sa a Cornblit sobr€ todo la transformación en el equilibrio cntrc originarios y fo¡asteros; ese interés s€ continúa cD el que concede a la relación igualmente cambiante ent¡e es€ sector y el español, en el marco de la crisis particuIarmente aguda que el o¡den colonial debe af¡ontar en el Peni. Cualesquiera fuescn las iñternas fisuras dc ese ordcn, para Cornblit son las reformas borbónicas las que dcsencadqtan una rebelión nut da por otra pa¡f€ dc razones d€ protesta mucho más antiguas. Ello es así porque esas refo¡mas, al acentua¡ los cor¡flictos endémicos en el apa¡ato adminfutrativo imperial, eñpujan a a.lguños de sus inteSrantes a alentar tl movimiento que desembocará finalmente en abierta ¡ebeldía- Todavía más importante es el el€m€nto fiscalista de e"as reformas, que crea solida¡idades aparentemelte paradójicas, por ejemplo
¡NTAODUCCTON
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cntre indio§ forasteros, que querIían seguir libres dcl Pa_ xo del tributo, y €sparñotca que ocuPan ticrras sin título y no quisier¿¡ ni perderlas ni pagar a la Corona lo quc ahora élla cxigc para regularizar su §ituación... Ese egudo rctrato dc una entera socicdad m crisis cs "por un estudio que ofrcce testimorúb de Ia ca_ ".zuido pnciana de ¡obrevivir de ese orden sin emba¡go tan r'¡¡l_ ncrable a sus intemas quicbras. A¡ conccntrarse en la lcnta aqonía del tributo en la Bolivü independiente, Ni' c"l¡is STnchcz Albornoz examina desde luego una peri' Decia típica dc la ctapa que sigue a Ia indepcndencia, cn que tas supervivencias dcl orden colonial, puesto quc no pueden ser suprimidas, con decentcmcnte cubic¡ta§ Por ácnominacioncs más adecuadas a las Pautas idcologicas oue la ehancipación ha imPucato. Ycndo m¡b allá de e3_ r; constatación divertida pero atgo obvia, Srinchcz Al' bomoz se pregunta por qué el tributo sobrcüvió cerca it. un sieto e su Drimera abolición, y lnlla el s€crcto d€ .,, o.rdu-ración * I" d. t coincidcncia dc intercses m_ tre un ñsco que no podría fácilmente recmPlázarlo con otras fucntcs de r€clrrsos y üna masa indí8ena quc ve en ól la más segura gaBntÍa Para el mantenimiento del es' tatuto iurídico-irstitucional creado para ella durante la colo"ia ("" estatuto quc d€fiendc ten zmmte no Porour lc sea particulamente favorable' sino porque [as aI' ternativas que c¡ nuevo orden propone le scrlafl alrn más periudiciales). En ei cono plazo, esie último factor puedc ser decisi' voi cuafldo Melgarejo -arsioso de allegar recursos para cl ñsco y tierrai pa¡a sus amiSos- se lanza a una alegre liouidación de las comunitarias, que dcbe conducir a la aÚolición del lributo, Ia re§ütencia de los despojados contribuye dccisivamente a §u caída. Sus enemiSos que lo reemplazan en el poder no Sustan de admitirlo, pero to advielten muy bien, y anula¡r las iniciativas demasia'
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INTEoDUccroN
TULro HAL?ERrN DoNGr{r
ma demográIico básico de la sociedad indigena en la Hispanoamérica colonial", Aunque la atención a los aspectos diniímicos no está au§ente del $crito de Klein, su interés se concentra sobre todo en la ¡econstrucción de una realidad compleja y su funcionamiento en un momento del pasado. Ello relega a segundo plano el examen de cualquier hipótesis acerca de la dirección en que el equilibrio haciendaayllu tiende a move$e, y más aún sobre la gravitación de esos desplazamientos en la crisis global de la sociedad coloñal. Esa pespectiva hace compremible y legítimo que Klein subÉye, entre lar ventajas del cer¡so que utiliza, la circunstancia de que fue leva¡tado "en u¡r momento en que, según todos los comentadstas conternpo¡¡íneos, el orden social había finalmente !1r€lto a la nomalidad y el área gozaba r¡na vez más de una existencia pacífica". Ira que adopta Oscar Comblit en su examen del trasfondo social del movimiento de Túpac Amaru cornplementa la de Klein: deÍtro del sector indígeüa, interesa a Comblit sobre todo la tmnsfomación en €l equilibrio entre originarios y forasteros; ese interés se continúa en el qr¡e concede a la relación igualmente carnbiante entre ese sector y el español, en el marco de la cñsis particularmeote aguda que el orden colonial debe af¡onta¡ en e[ Peni. Cualesquiera fuesen las internas fisu¡as de ese orden, para Cornblit son las ¡eformas borbónicas las que desencadena¡r una ¡ebeüón nutrida por otra parte de razones d€ protesta mucho mas antiguas. Ello es así porque esas reformas, al acentuar los conflictos endémicos en el apa¡ato adminisüativo imperial, empujan a algunos de sus integrantes a alentar el movimiento que desemboca¡á finatmente en abierta rebeldía. Todavía más importante es el elemento fiscalista de esas reformas, que crea solida¡idades aparent€mente paradójicas, por ejemplo
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pa_ fl¡lrr ir¡dios foraiteros, que querrían seguir libres del espa¡¡oles q,,. o*p"n tierras sin título ",, ,f.i tti¡w". v
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'supervivenciai del o¡den colonial Pue§to que no suprimidas. son decentemente cubienar Por iiii*r", más adecuadas a las pautas ideológicas ha impuesto' Yendo mís allá de es,,,* l, iL' .,,,,i"'*¡¿j" dnertida pero algo obvia' Sánchez Ali,,r,u,, o..*nru por qué eI tributo sobreüvió cerca ."u p;-..u iuoti.ion, v halla el secreto de .,, ,*.¿,i*";¿. .,i to a. tu coincidencia de inteieses mque no podría fácilmente reemplazarlo con en ¡rtrus fuentes áe re",riso" y u,tu musa indígena que ve esdel qara¡l ía pam el mantenimiento ¡i i., .e" i"t,"., ¡r.;¿;'."-i.,!ritrcional creado para ella durante la
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.[trc indios foraitero§, que qucrrÍan segui übres del paI0 del tributo, y españoles que ocupan tierral sin tí¡¡lo
y no quisieran ni perderlas ni pagar a la Corona lo que nhora ella exige para regula¡izar su situación...
lise agudo retrato de una entera sociedad.m crisis es ¡cguido por un estudio que ofrece testimoni'o de la ca" pacidad de sobrevivir de ese orden sin embargo tan !utrrcrable a sus intemas quieb¡as. Al concentrarse en la lcnta agonía del tributo en la Bolivia independiente, Nir'¡,|¿b Sánchez Albomoz examina desde Iuego una peripccia típica de la etapa qlre sigue a la independencia, en que las supewivencias del orden colonial, puesto que no pueden ser suprimidas, son dec€ntemente cubie¡tas por denominaciones más adecuadas a las pautas ideológicas que Ia emancipación ha impuesto, Yendo más allá de esta constatación divetida p€ro algo obvia, Sánchcz Albomoz se pregunta por qué el t¡ibuto sobrevivió cerca de un siglo a su prime¡a abolición, y halla el seoeto de su perduración en la de la coincid€ncia de inteieses entre un fisco que no podría fácilmente reemplazarlo con otras fuentes de ¡ecursos y una masa indígena que ve en él la más segura garantía para el mant€nimiento del estatuto jurídico-institucional creado paxa ella durante la colonia (un €statuto que defiende tenazmente no por, que le sea particularmente favorable, sino porque las alternativas que eI nuevo o¡den ptopone le serían aun más perjudiciales). Dn el corto plazo, este último factor puede ser decisi, vo; cuando Melgarejo arsioso de allega¡ recüsos para el fisco y ti€rras para sus amigos- se lanza a una alegre liquidación de Ia"s comunitarias, que debe conducir a la aboüción del tributo, la resistencia de los despojados contribuye decisivamente a su carda. Sus enemigos que lo reemplazan en eI poder no gustan de admitirlo, pero lo adüerten muy bien, y anulan las iniciativas demasia-
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ru¿¡o HAr,pERrN DoNGrr¡ do atrevidas del der¡ocado dictador, Sin embargo lo que pone fin al tdbuto -y con ello elimina una de-las vallas protector¿s del fúgil control que la§ comunidades mantienen sobre sus tierras- es el surgimiento de fuentca a.ltemativas de r€cursos. que permiien finalmenre at fisco prescindir del üeio gravamán; cuando €llo ocur¡e la desesperada resistencia indígena no barta para ftenar la erosión rapidísima de las tieras comuniti¡ias. Es la Bolivia del esta.ño, como antes el peru det guano, la que pone fin a la larga agbnía de una institucfun básica en el orden cr€ado por Bspaña pata sus India§. Los dos trabajos que sigufn lueh,¡en su atención h¿cia la crisis que conduce a Ia Independencia y sus resutrados. El de.Tuü,o Halperin Donghi examiná tas raíces y consecuencias de la milita¡ización inducida en Buenos Aires por la invasión inglcsa de 1806; ella ofrece un modo de articulación nueva entre los sectores populaxes urbanos y los rnargina.les de la élite portena, que sabrán utilizarlos para desembarazarse de sui antes má poderosos rivales dentro de esa élire, y lot'rado esro se aDresurar¿i¡r a deshacer el mecanismo cuias peligrosas ioten. cialidades h¿¡r sido reveladas por su'proiia lonquilta ael poder local. El de Torcuaro Di Te'ua'atrontai a parrir del ejemplo mexicano. un aspecto de más vasro allance en la transición del orden colonial aJ posrindependienr€. Al examjnar el lugar de las ..ctasei petigrá,as" en México en la primera mitad det siglo irx; Di Telta busca sobre rodo aquilatar Ia comptfjidad y ¿mbigüedad de esa presencia de t¿s ctases p"putaie", , menudo simboiüada por observadores sin embargo sagaces a Lravés l, j^^Slr del léprro sin oficio ni beneÍicio. enrrega{. do a la ociosidad y siempre dispuesro at tumulro. p:or debajo de la extrema diversidad de ripos y siru¿ciones sociales. de los que levanra un rápido'inrinrario en Ia primera parle de su Lrabajo, Ie inreresa rasrrear una
¡ñrAoDrrcc¡oN
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lrontera intema a las clases populaies: la que.separa a quienes tienen ocupación permanente o por lo menos rcgular de los que tienen Iugar decididamente marginal t¿nto en la sociedad como en el mercado de trabajo. La preiencia de esa frontera es a juicio de Di Tella uno de los rasgos báicos de la sociedad mexicana d€ esa etapa, y -junto con la de grupos medios má.s nlmerosos de lo que la imagen convencional supone- confier€ a esa estructura una complejidad y una solidez mucho mayores dc 1o que, de nuevo, esa imagen convencional postula. Este examen cursivo de las clases populares mexicanas, aI margen de Ias perspectivas que explora con alguna detención, deja abiertas otras muy va¡iadas y sugestivas, desde la posible inst¡umentación política de algu. nos sectores de elas (sólo b¡evemente contemplada en la referencia al séquito popular que -sobr€ todo en la opinión de algunos de sus enemigos- supo ganarse lturbide) hasta las inesperadas solidaridades que frcnre al cmpresario extranjero unen a obreros mexicanos y autoridades judiciales y administmtivas habitualmente menos celosas en su defensa. Esa riqueza de sugestiones es por otIa paxte rasgo común a los trabajos aquí reunidos, todos ellos testimonios del esfuerzo en curso por alcanzar imágenes más coherentes de la disolución y lento rcemplazo del orden colonial, que será sin duda todavía por bastante tiempo una de las tareas ineludibles para la indagación histórica hispanoarnericana.
Herbert S. Kl€in* HACIENDAS Y AYLLUS EN EL ALTO PERU DURANTE EL SIGLO xvIII: ESTUDIO DEMOGRAFICO DE I-A POBLACION AYMARA EN LOS DISTRITOS DE CHULUMANI Y PACAJES DN l?86*'i (Traducido por Síbíla seibert)
* Univdsidád d. Cólumbi¿ i' quicro m4if.std mi a3¡ád.cimieútó
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Spaldins,
Caoagnei, Slanl¿y L. Eng.rm¿n, Donald T.eiman y Aa.b a sJ! \rlióÉtu cnu*s prescnr€
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Leons por herhc' dumnrc ts dnüata! rtapas de etrbó¡dciÁn del tur pubr,rdo m,^rrlldno cn l¿ RcrÉrá
Er. di,ulo ñ. 59, vol. 15, Bs, As.. octübre-dicicnbre
DesanoL!. Eeoróm¡co,
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N Ef, ALTO PERI'
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En la historia de 1a sociedad ¡u¡al latinoamericana, la inteüelación entre las grandes haciendas y la comunidad indígena conocida como aflu o ejido, es uno de los temas más comp§os de entende¡. La lucha por Ia tierra, mano de obra y mercados entre estas dos institl¡ciones terratenientes competitivas fue variando a Io laxgo d€l tiempo y del espacio y sólo en área3 limitadas esta intenelación se ha analizado profundamente. Los numerosos estüdios realizados hasta ahora se ocupan en su ma' yoría de las principales áreas de concentración camPesi-
na indígena en México.r Sin embar8o, existen menos investigaciones para eI Perú y éstas se han ocupado básica-
mente de la costa peruana y de Chile. En cua¡to a las mesetas andinas, sólo se han analizado los dominios jesuitas de Nueva G¡anada y Cuzco.'? Si bim estas ha.ien'
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rcsú.. d. la hibüoFárí¿ É p{.d. .n.onttr cn M¿gnur Añdi.ú Hti.¡¿¿: A Su(cy or R.c.nt Rcs¿d.h
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Hntuncat R¿ti.u , !ot. 63, Nr 2 (nayo d.
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l9rg), pigs. 183.216. ^ñeic"n : El .súdio clálico sob.¿ Ctl. coloniar .§ cl d.
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Aord. v Mdio
Eúotur¡ón de ld pnpi¿do¿ tutu| ef ¿t útLe d¿ L"óqle 12 tok., S¡n.iagó de Chile, 1956), Una s{ir d. hae.ndas cn lá .ó{, p.ruma fu,on ..tudiad¡s por Rob.rt G. K.ilh: "Or's.n dcl \n'rm¡ dc hccicndr"..n Ld htcni¿i, ]a coñúdoÁ t .l ca betiao en ¿l PerA (¡nrituto d€ E*u_ ¿ios P.tuanos, Lim, 1970), páss. r&60, y por JoÉ M¡to. Md: "Ld ha ci.ndas del valle de Ch cay', .r ¿¿ hd.¡en¿, en ¿t P6ú l\rsriúro dc Erudios Perudd, L¡m, 1964). pág§.283_395. Sobre la§ haci€rd¿s j.suíti .a v¿e c.ñá CoüEnñ¡. L¿! hacier.llt tL tos je it¿s ¿i ¿l nr¿úo r¿ino
cónío*:
.te dar¿.la (Bosotá, 1969), coloñiot kitLo
XW ), Liñ '
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1934.
P¡blo
M.Mt La
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trEa.BE¡r s. KLarñ
dai €ran importantes, la gran mayoria se encontraba €n y ninguno de estos dominios ha sido estudiado. Incluso en una ¡cüsión limitada dc la hirtoria rural d€l Altiplano se ha ignorado por cornpl€to ¡a rcgión dcl Alto Pe¡i (Boüüa). No sólo no se han estudiado varias de las regioncr principales dc carnpesnos indios en esta historia rural, rino quc s€ sabe más sob¡c las hacienda¡ que sobre los ayllus y se ha conccdido más importarcia a la tie¡ra y al capital que a la mano de obra. Apa¡tc de los censo¡ rca-lizados en Peni en el siglo XVIII por los intendentct más progreshta§r y algunos informes gencrales de los vi. ¡rcyef, no se sabe ¡rada sobre lar distribuciones dc poltag!ón d9 lo!-ca4prsi!r!g- indi.s, ¡ilu !§tructura de edad y sexo, las pautas df e6-c!¡Eictrte y ¡EigracióLo su réac-ñFfie-n1c a distintos sistema!¡qonómicos y egológTcos rggionales. No obstante, los datos para rcconsrruir caa informaiión existen y eslán bicn prcservados en voluminoos informes del a¡chivo ¡eal de la administración colonial española. Por medio de los libros de alcabala se
m¡uros sccularcs
pued€n dete¡minar con prccisión los flujos de intercambig y las economías rcgional€s. También dc las listas fu)'r. da.rnentales dc Lributos indígenas se puede reconstruir con3ranfdelidad laJstructua dc¡nogñífica de las ma. sas ru¡ales de Peru y Bolivia du¡ante Ia época colonial y el siglo xlx.
t Véú mb¡. todo .l bil¡a¡.. infom. dc lrúctlco dc Vi€dmá, .t üu.thdo int nddt. d. la prainci¡ .L Cochabanb¡ y Sdt! C¡u. "D.$ diFió¡ d. l¡ Prdi@i¡ d. Súta C@ d. ¡r Sim",.n E.dñ d. cd,t CoLcctón d. obñ t ¿o*ñ.nto, Ébt¡vot d b hktono dieso^!.¡¡., r ñe .t¿md .t¿ h' ptooinci4
a H r.Lv¿mi.rto ñtu cñpl€lo quc h¿!t. ¿hon r h¡ publ¡cado .!.1 J@qüí¡ & E a.@E rvdorí. ¿. sobí.6o ls¿],Il^, t 9.l?), y .lc M.¡rel
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d.soá¿ño f§GriU¡, 1947).
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EACIENDAS Y AYf,I,¡,IA EN
i¡EÉEEBT s. ICLEr¡r
Por el contra o, los 29.000 aymaxás de Chulumani se encontraban fundamentalmente en haciendas dispersas entre un número casi igual de españoles, la mayoría de los cuáIes vivía en importantes centros urba¡ros de múltiples castas y clases dentro de la extensión más amplia de los pueblos.6 A diferencia d€ Pácajes, Chulumani era DISTRITOS
LA PAZ |,ta
Ei
ALTO
PERU
21
comerciales Por exc€lencia. Ds un cYltivo de Chulumali poco qgg,glprincipal usual hccho planta precolombina consumida por ,ttu frrc¡i li-to-ca. y Bajo Peru La p."iná. del áel Alto indícenas iur .n pocos ejemplos dc los de f"" u"o v¿nta de hoias de ."ca como exclusiva y su utilüación comcrcializición exitosa ventas de l-as precolombino producto mcrcancía de un alcohólicas. las bebidas igual que coca también reflelaron, un¡ disminución rélativa en las pautas g€n€rale§ de coñsu' mo dc la población indígena. ExcePtuhndo ciertos tlsos ccrcmonial;s, la coca se uiilizaba Primordialmente como un leve rranquilizador y suPresor del hamhre' Chuluma_ ni cra una iona relativaménte nueva de producción de c(rca, €ncontrándose en $r auge durant€ la segunda part€ d.l sislo xvltl. Por elto todavia mant€nía una próspera nunou"e minorira¡ia concentración de avllus que rambién rc oiupaba de las planraciones de coca.a
unt zona de cosechas
llr. 6 !D üsita r la R.ál Cája rL Aduas d. Iá .l 26 .lc ju¡io dc 1798; Ar.hivo C.úEl d. lndis
P¿, fcch¿il¿ .n Poto,í (AOI), S.vill¿' Audi.¡_
cl¡ d. lu.nor Ai¡€r, ¡.gajo 511
&-iiI;tB.a cou,a.co!o'¡r §ú rtuá. ,/' '_'--'
bi.n ¡o .xistcn .studio! con Etos lobc p.utat dc contmo dc ' si¡ru.q ¿"t** *'t¡t".n qu. cl aumtnto d. la Prcdú.ción d. c@a coi dimi¡ucioú(.r ¿l .on5úo d¿ ¡lim.nlór. Por lo tMló @ m¡_ '.o.idrld vo p¡o¿ucam d. cc. .r ls Yunsar podl¡.f..tivmcnl. &b.rÉ a úa r.l.tiv¡ d.cad.n.ir y/o d.pr.¡ión d. lá5 áE¡5 prcdúrd.. de alimenro¡ Sin .nbdo. por .l h..ho d. qu. lá.o.¿ cr¡ úa.o*'ha cóhd'iál' cl ,"-.nro d-ct.;n¡úo debe h¿bd.rado ¿róñpi,iado por ú mayor pod.r ¡dquililivo d. t r maes irdig.ú., ¡o 6a1 obüdmt no @in i¿€ con úa d.;É.ión Fn.r¿lradt. E( flidcrt¿ qü.
¿ Una memodr b¡smr".x,.nra ¡obE la\ yu¡Sas.n I 749 iñforr¿ qu€ .l k¡nrorio,l. ChulM¡ni .xist.n ''Du.v. .ú¿tG lprnoqui¿sl qu. ü. E quincc pobl¿.io.s nabitadas por milcs dc a.¡mas, lá ñitad d. .l¡os €spa-
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dcl Oidor ÉGnotuio ¿e Chd.as, Don P.drc \¡c.Dre C¿-
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los .+añóLr ñi§nos
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di..á d€ lor indiór. @mo lo .,.i.--' v cono¿i«o¡o Dfomct .3qitd du¡rt .l príodo "'-".ti"ron,al. Un b"e¡ r;¡Mm sobF l¡ bibliosrafi¿ G .n.u.ntra.n JóÉDh A. C¡griúo: "Th. Co.a D.bai. \¡ Colo¡i,l teo" , Th¿ añene6, vol. XX, Nc I fiulio de 1963), pfu..45'6!. I En est itrfme..t oidor C¡ñ.1. Éñ.h quc..n.l ¡klo )«¡¡ c p¡oducí¿ póca cma €n l¿s Yu¡g¡! y toda la qn. habÍa prov.ni. d. lor ayllú. En 6tc período, l! proürci. d¿ Cu,co €rr d prircipal ab¡st ctdo.
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22
¡IACIENDAS Y AYI,LUS EN EI, ALTO
HEaBEBT s. Er,ErN
De este modo, las dos zonas comprenden dos de h^J tres regiones ecológicas fundamentales de Ia sociedad andina: las sierras y la montañá orienta.l, si bien no la costa del Pacífico. También incluyen gr¡¡ part€ dr los mercados de subsistencia y trueque, como asimismo les áreas de cosechas comerciales. Ambas contienen en abundancü las principales variedades de haciendas y ayllus come¡ciales y/o de subsistencia. Resumiendo, se puede decir que representan a la mayoría de los tipos de tenencia ¡u¡al y zonas ecológicas donde residÍa parte imp ortante de los indios aymarás durante el último piríodo colonial del Alto Pcrú.e La docum€ntación paIa este estudio ha sido tomada de los. famosos cersos de tributos, rccolectados po¡ funcionarios reales enrre rodos los indigenas de Hispanoamérica. Si bien esras listas no rienen medicion€s reri. toria.l€s que püedan confroütarse con los datos catastIales, son valiosas fuentes de información sobre Ia estrr¡ctura demográfica de estai comunidades. Dé estos a¡chivos tarnbién se pucde extraer información sobre posesión de la hacienda y la importancia económica reiativa de los ayllus segrin las disrintas tasaciones fiscales. Así, pues, las üsitas d€ tdbuto son una fuente esetcial y po_de co explorada para describir Ia existencia de mano obra en aylhrs y haciendas cn la riltima época del peni colonial, así como su distribución en el tiempo.y en eI e§Pacro.
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¡ERI'
23
motivo por el cual seleccioné el censo de f786 co-
tno año base para este análisis sincrónico pr€Lminar está ¡cl¡cionado taÍto con los axchivos mismos como con las condiciones económico-social€s geñerales en el Alto Perú. El cer¡so de 1786 es el p melo del distrito de ChuluÍ¡ani recientemente creado, y €n las sieras el p¡imer contajc completo de población total realizado por fun' clonarios reales en la histoda de este ceDso. Ello se debi6 a las refo¡mas admiñstrativas y contables que acomp¡flaron a la introducción del nuevo sistema de intendcncias. En tercer lu8ar, fue el primer censo completo r.¡lizado después de la ¡ebelión de Túpac Amaru en 1780, en un momento en que según todos los com€ntaibtas contempoÍineos, el orden social había finalmente wclto a Ia no¡malidad y el área gozaba una vez má de ulta existencia pacífica y próspe¡a. Pa¡a a¡alizax los datos del censo me he guiado por lar categorÍas que los mismos censistas ha.ri proporcionado. Si bien da¡l ta edad de todos los hombres, las mujercs solo figura.¡r hasta los 14 años de edad. Sin embargo, lo¡ cen¡istas clasificaron a la población indígena en nuevc categorias seg¡in sexo y edad, lo cual constituye la base de cste anáüsis preliminar. Pa¡a los hombres había cuatro categorías: niños (hasta l4 anos), próximos (14-18), tributa¡ios (19-50) y reservados (más de 50). Para las mujeres también había cuatro categorias: niñas (hasta 14 años), soltera§ (más de 14 años), casadas y viudas. Por ultiño estaba la categoría de ausentes para cualqüer tñbutaio no presente en la comunidad al momento del c€nso y que no se hallaba en Ios libros de deft¡ncrones de la parroquia, Los funcionarios reales también tenía.n tres tipos di' fe¡entes de unidides agrícolas con los cuales clasificaban a la población. Esta diüsión se basaba en el acceso a la tierra de los indios tributarios. El grupo gravado con im-
24
también vivía un segurdo grupo de familias que teníar un acceso muy limitado a las tiertas, que eran $igrantes más ta¡díos de la comunidad y se los conocíi como 4ffegados o forasterolro Esra genre, si bien podía usar algo de las tierras cofuunirarias, a menudo trabajaba pa. ra los originarios con ti€ña. En est€ mismo nivel de bajos impuestos se encontraban ad€más de los agregados los vanaconas o indios que no poseían tierras y que üvían en los dominlósTiivados de los terratenientei españoles o cholos (mestizos)\ Si bien-esros p€o_ne¡ no r§nía¡ derccho legal a la ti¿ra, la fo¡ma tradicionat de pago po¡ sus servicios en las haciend¿s era el sistema de colonato. Este permitía el usufructo dc la tieÍa como pago del trabajo realizado en la hacienda cenrral por el yanacona o colono. Así cada fa.¡nllia trabajaba sus propias tienas dmt¡o de la hacienda, a cambio de su trábajo gratuito (1 men"d" también herramientas y semillas) en la propiedad del tenateniente. Por elto, el yaÍacona a veces teriía tanto o más acceso a la tier¡a privada que el agregado en los ayllus.¡r La Corona reconocía eita 0 Aunqu. lor i¿ñinor fora*lro y ,gÉgido sc ' ¡os dae.ntos d€l siglo )OII¡, dc aqní cn pa¡a €vitar.o¡fusion€s. E$a ?s d. la!
I'
un¡
PE*¡J 25 circunstancia, como Io prueba el sistema tributario, que cúii siempre cobraba la misma suma a agregados y yara¡IAC¡ENDAS
pu€stos más altos lo constituían miembros originalcs del ayl u (9l!g!44{!os con tierra) que tenían acceso pref€rencial a las tierras del ayllu..En las misma¡ comunidades
us indi.ti¡rm€nr¿ cn ad.ldt usd¡ .c¡ rt ers¿do
úr .on.lu¡ime¡ qu€ €rtB. (,rr., .n ¡u c{ntio d. *'h d. h&rñd& y ayllu¡.n P¡aj.r ¡ m.di¿dor ¿. ¡. dacada d.
1950, de.pu¡. qué tuc¡6 toruda! por €l sobl'rno .aF¿1. A E.vcs d. .ftuertar prdias al cobierño R.fomisra d. 1952 y.ñ b¡r a ¡us prcpios €stud¡os, concluy. qu¿ la3 hadcnda. d. la Egióú dc P*rj.s (qu. cn .t
d los d€?¿rtam.ntós dc p.c,jes, tns¡ví y Darre de los Ande, t¿nía sl@€ . ú ¡0% d¿l loial d¿ ii¿rs úablcs y dc pasto.co destimda a ls coEchm de ¡d p¡opi.tdios y u 70% pú¡ ..usufEcto" d€ rós pcon€s (divididos .n e,,es qu€ erÁ u ¡o.¿ lúitiar, ayne ta, ur¡ á¡É m,i! .xt ns! d. cu¡.ivo, y le ti.rs comums d. pútoEo). pdíodó a€tual está dividi.l¡
,
Y AYI,LIÍS EN EL AI,TO
En €l siguiente anáisis comparativo de Chulumani y he adoptado las categorías agregadas de edad, ¡cxo y acceso a la tiorla a fin de determinax las caract€_ ,lsticas demográficas biísicar de estas dos zonas en Io que se refiere a la hacienda y al ayllu. Al companr estás dos zonas parecería qu€ su imPor_ tancia comercial r€lativa trene mayot peso en la deter_ Pacajes
¡ninación de sus estructu¡as demográficas que las divisio_ nca interlras ent¡e ayllu y hacienda. En primer lugar, los valles tropical€s (o yungas) que confonnan el dist to de
Chtrlumani co[tienen, en promedio, mucho ñenos p€r_ ¡onas por uñdad a$ícola que la zona dominada por ayllus y agricultura de subsistencia en Pacajes. Como se dcsprende de Ios cuadros I y 2 (págs. 26 y 27), este rasgo ca compartido inteñam€nte por ambo§ tipo§ de propiedadcs. Por ello, si bien la población total no en muy distinta, había muchas más propledades en los valles de Chulumani (403 unidades) a pesar de una €xtensión geográfica mucho menor, que en las llanuras d€l distrito de Pacajes que sólo poseía unas 182 unidades. Esto significaba que cl flúmero de personas por p¡opiedad en Pacajes era en promedio algo más del doble que cn (hulumani, Esta diferencia de ta¡naño promedio no significa que Pacaj€s tuüese un porcentaje mayor de población econónücanente activa por unidad que las propiedades de Chulumani. En rea.lidad, lo conttario parecerÍa ser lo cierto. Usando a Ios tributarios (hoñbres entre l8 y 50 años) como aproximación gruesa de mano de obra V¿aE
WiUiú E. Cirtd: lyna¡a Cóññuturi¿s
n.loñ (UniErity of
[¡o.id¿ Móno!¡¿ph5,
dn
úe Bolbi¿n Ae¡.rion
Sei.l Sci.¡c.s, [aU
1964],
AACTENDAS Y AYI,LI'S
26
Tusño p¡om.dio d. l¿ pobláci6,
EL ALTO
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27
CIJADRO 2
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r83,' (2!) 184,0 (58)
unid¡dca a8rí61a5 cn cst¿ cat.süía (b) Habia oüo lyltu, muy pobrc, el cu.l resirñrr¿ róló ¿sr.sador. G) Los auÉ¡t* (hombEs €¡rE 18 y 5o año§) €xctuydoú ródbs ¡os oadr6 si8uieñt , elvo €D €t caso .n quc E
Ga;)
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(á) El ¡yl¡u Cüú6¡¿ contÉnc sólo 44 asEs¿do¡ y ni¡súhmi€úbro ónsituio. En 6i. cu.drc y .¡ ¡os sisuiñt r tc purr6 indi.e o
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9)
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(a) Aqul t in.luy. .l ¿ylln Yotu q@ é.a ñuy pobÉ y quc é¡ ert. .a5o rólo r.gidBba orisiMios. (b) ¡sual qu. Ya¡r, .l ¡yl¡u tlacohaqui m t.nía divinon r i¡t úd. (c) S. ignoÉ po¡ qué rods .¡ pucblo d. Ac,ro6Ua !ólo pre€rt¿ .l¡to. slobal€s d. ayrb, 3ir cap6iñkioE5. Yo bs n. asigna¡to a¡üittui¿(d)
ú.ntt a ¡. @¡m¡a d. digindios. E¡ .!tas cifr¿! no dtá¡ inc¡uidor .m ti.ni detin¡.to6 ¿ la Islcsit
I.?69 indios ¡m!,
luctrt : AGN, l t-t ?-64, I.s¿jo 23,libró
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555
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1.
ést. y
he ú¿ indirui& .lpftífic.. Trmbi¿¡ ,. cxctuyaon los .dtnbuy.trr.r .yñ&.ó, qu. úm cn lo5 pu.bl6 y no .¡ lú p.opicd¡d.s turalct rume Aehivo G.Eñl dc l¡ Na.ión {A.rn.iM). Scdón Contaduía
Páüom¡ - La Pe (1786), ¡cg.jo 24. libro 2 (t3.t7-6-5), En ad.tuE ld citls F ¡6r.úúá¡ ncn.io¡ddo: ACN, númdo de r€giltrc, t 8¿jo y
masculina, y a las tributaxiai solteras y casadas como cifra aproximada de mano de obra tota.I, encontramos qu€ su participación en Chulumani es mayor tanto paxa homb¡es como para el total de obreros que en Pacajes.
2A
HEaBEa,T a. KI,E¡N
HACIEÑDAS
CUADRO 3 Porce¡t
ñü6.'
i. dc (b)
.¡
adutto. wotr s
(¡) y dé adürtos tÚo¡e y di'Eit d. Ghr,¡uMni,
¡r mso d. obr¡ ¡ybúá d.l .n l7E6
.,
Púüro ''T* Irr.t 1. Qhu¡lllmi 2. ropa¡. 9. Iáa 4. suri 5. o.¿!¿ys 6. Chfta 7. P.c.!o 8. Corci.o
Orküriú
(6t'5) 30'l (!9'6) 3t,2
(!8,I)
!9,0 (66,0) S4,2 19,r 16r,3) 37,6 263 (52,5) 94,2159,9) ¡0,7 3!,7 (57,8) 29,9 (60,4 3r,5 2?,7 (!4,3) 36,1 (65,2)
r0.2 (60,7) 4!'2 (68,0)
l¡) v
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(60,6)
r!,7 (40,2) 20J
(46,7)
2O,2/.44,81 2t,6l47,Ol
reó (4r,0) 208 (4!,r) 29,2
(54.ú)
29.0 (ó4,8)
ono t¡ibutrios. (b) Adulto' Eoncs y muj.rc¡ d.ñnido! cño dbutuio!, rú y e'.po¡..nat Es dd. La tas d. perticipeióD d. L ñúo d. oó¡a .. .l 'olt on.3 adúhG d.ñnido. aqüi
pectiYo lobre la pobl&ióú iotaL
ru.nr.: rd.ñ .uadro
l.
Esto indicaría que había una tasa mucho menor de obre' ros, no obreros o personas dependientes en esta última zona, contrastando con 1as Yungas. Además, las cifras de paxticipación de mano de obra, al igual que las de tamaño
29
CUADRO 4
Peti.ip¿ció¡ d. la maDo d. obr cn cu¡¡to a po¡ccn.ajc d. ¡dultor Eo¡c¡ y dc ¡dult6 wo¡6 y muj.6 (enE. p!¡é!tcsi!) .nÚ. los ¿yñüás d.l dishiro de p.cajcs, .r i786
--
(63,2) (56,7) (59,5) 37,5 (64,0)
20,{ (43,0) 2q8 (r4,3)
}ERU
promedio, tnscienden las diferencias de acceso a la tierra o €ntre ayllu y hacienda, y enfatizan en una zona dada una serie de rasgos demográficos comunes en vez de manifestar una diferenciación intenegional pronunciada.
(61,r)
t4.! (6!,2) 28,9 (60,1) 36,7 (66,1) tr,7 (6t,8) 27,8 (59,¡) ?!J (5!,5) 27,! (59'1) 26,8 (5!,5) !¡,0 (62,6) ,6,0 (61,8) 54J (62,1) ?8,! (56,4) !2'0 (!7,7) !0,I (58,9) 36,9 (64,4) 34,6 (62,6) 26,0 {5!,0) 29,4 (ór,8) 35,? (60,4) 32,6 (57,2) 28.9 (¡6.6) 30¡ (¡7,7) 16,9 (6!,7) 3!1,2 (61,3)
CofiP¿i¿ 10. chup. 11. Y@achi subrotdl 20,0 (44,1) 22,4(48,5) 12. P.l.r 1!. Cal¡ú. - (43.1) 27,8 (5!,!) 19,6 14! M..¡p ¡ I8,8 (4!,2) 24,1(5I,0) l5j cohori suütotd' ¡9,6 (4¡,6) 24,1 (50,2) Tot l 26,5 (53,2) 28,ó (56,4) 9.
d. l¡ AlES'do¡ aobl bobt.i6¡
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Y.c¡¡d 15,8 (36,7) 18,8 (4?,e) 21,7 (4e,5) chra 16.? (45,9) 18,3 (49,6J t8.2 (46.0) r0. cuaqui t7,5 (49,,r) 20,0 (50,0) ¡6.7 (44,2) Il. Ti¡hl¡eco l8!7{48,t) t6,6145,t) t8,8 (45,7) 12. Via.h¿ 19.6(47.?) 20,4{49.2) ¡3,5 (45,1) 13. Acho.ara 17,r (4r,4) 18,ó (45,6) rotrl 18,8 (47,4) rE,2 (48,4) 20,0 (47,5)
19,8 (48,5)
2,
!. 9¡r,p" 1. 5. 9.
16.2
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C¡quinsoÉ l.í0t47,6) ¡7.5147,2)
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17,2 22.0
50.4
(3e,1)
(5t,5)
17,9 16.5
20,3
(42,5) l8,t i46,si
(47,¡,
22,2
t8,2 (50,4) 23.4 (52,5i
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Fü.ntc ¡d€ñ oailro
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18,6 (4?,5)
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- Ta¡npoco existe correlación €ntre las grajldes propiey ie !articipación dr la mano de obra. En todos los oueblás,
dades en Io que se refiere ¿ tasas de poUtacian
todas las propiedades, et ,acror primordial es ia regiórir las unidades grandes o pequeñas nq tienen una co;ela-
ITEBBEBT s. Kr,tIN
30
CUADRO á
dc Eeulitri.tad d. L pobl¡ció¡ ay¡uá dcl dirt¡ito churumui ér 1786 (r¡to¡6 po¡ c¡d¡ l0onujd.¡)
participación de la mano de obla en Ia región productora de coca de Chulumani, es un indicativo importante en la esüuctura demo$áñca del contlas_ te entre uria zona relativañente rica y otra relativament€ -pobrc d€l Alto P€ni. Mientras que la participación relativa de mano de obra en ambas zonas nos aluda a exPlicar las diferencias de riqueza, el contraste de tasas de masculi_ nidad ent¡e la¡ dos áreas muest¡a claiamente la reacción d€ los obreros mismos, frente al atractivo relativo de cada una de ellas. El exceso de hombres en la población de Chulurrnni ofrece un parangón con su escasez en Pacajes, indicando asi la ctásica migración de la Población ob¡era
bido a una más
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I Si bi.n lo! eadros atib¿.xpu.ltos Ellrivot. ld prcú€dior d. dktibu.ión @r s.xo no he s:do.áldlado< paE la Pobl¡ción.nreB. 'r
impona¡t¿ tr:ccr nora q,¡ cd.dsdo .ro5 Droñ.dior 5ó¡o Púa I' pobla_ ción adull¡ (úiba d. ¡ot 14 año¡) !o§ Elultado! qu. r obtnr.n rcn ¡iñn lds. Así, po¡ +nplo, 4 C¡ul@i la cifh tot¿l pa¡¿ sólo L poblúióD adult¡ .' di lll,5 hombr.s por cad¡ 100 hujft! v €n P&aF! d. 76,4 homh¡a pó¡ 6da l0o nui,¡6 (!¿ú oa¡tro! 9 y 10).
o¡kinrio.
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Es sabido que Pacajes exportaba mano de obra a las minas, así como a otros valles andinos o¡ientales además de Las Yungas; part€ de su población masculina también era una fuente para el gan núm€ro de inmigrantes que venía¡r a las Yungas.t 2 Aparte d€ esta miSración Permanente, Pdncipalmente voluntaria, del altiplano a las Yungas, también existia una rnigración estacional delinida durant€ la éPoca de la cosecha de coca. D€pendimdo de lo§ obreros suplemen' ta.rios provenientes de afüen para recoger la cosecha, los hacendados pagaban a los Peones del altiplano en hojas de coca, que éstos a su vez llevaban de vu€lta cuando se iban. Allí eran convertidas en efectivo o én
3l
HACIENDA§ Y AYLLI'S EN EI, AI,TO PEBU
ción significativa coü mayor o menor Porcentaje de hombr$ adultos ent¡e 18 y 50 años de edad. El mayor potencial productivo de [a población, de'
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otrar me¡cancias. Cerca de 1780, los funciona¡ios locales sostenía¡r que una importa¡te pate de los fondos usados por los ayllus del Altiplano pam pagar sus tributos eran aportados por los tmbajadores estacionales que lcvaütaban la cosecha de coca.r3 Esta migración estacio-
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corerrdor dcl di¡l¡ito de la¡ Yú¡€6 (o
chulúúi),
dc Alhizúi i S.bastián d€ S.surlo, La Pe, 22 de iunio d. 1784, qu. . cmumtÉ €n AGN, Mlru3dit6 d. Bibüote¡ Nrcional, Librc 190, pi§ r¡ 1930, Es intd.6t€ Él¿lu quc dte .¡queñ¡ d€ l¿ ñisEción lab6¡l
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32
IIAC¡ENDAS Y AYLI,U§ EN
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R.fm. Alrú¡ ñ ¡95O , dh .r.
[email protected]¡ Id }ln&ors coúo por tq hú.¡d.do! Enñ6. Bur¡., c!&do d*nn Iú Yuñsá. cñ 1950, .Eumin q!. .l E0* dGI vdd rL lú.r9or iIio6 lo @úiit¡í¡ tod¡í. l¡ Fodcdón rL .d, . PGa d. la iocidm_ ¿ü d. .*.ü.! ¡udd <úo h. d. ..r¿ v bud& Aibm¡, l. Foducdón & coc¡ * r.a¡iab. .¡ h¡éiod.r d. m.¡ót .e.ño qú. .n rl.lliPl.Dpo_v É utilitaüú Écnies inloriht ¿. ohito. "Nu@ .i¡tió p¡.ióD d. bl¡.ión 6 l¡ rirñ & .s¡ ESióñ", .ñ.h .l atrtor, y Pd .llo "la mmo d. o¡,¡1 eh. d. L Efoñ¡ lxrú., timDc .ñ ¡¡8o .*ú¡ .o I. Yuñ8¡ v 9ot ¡o l-to podía ¡.r@i, u¡ s.¡do d .L.tivo'. M& .út\ coraúxlo con la! b¡á.nd$ dil ¡ltiDlúo, lo¡ colono¡ (o v. cdú) p¡¡¡i.bs @.' d¡ú @m.r.i.lc! adcñ¡! d. ¡!! .t ob¡Lt nci! d tu! proP¡ae PÚc.¡! v ¡l¡do qu. "h m.yor DEE rL $ nodio dc tmtajo .ttab¡ d.dicado ¡l i§ coótiouó bdrs l¡ ¿pe¡ d. ¡¡
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93
nal, semejante a las mig¡aciones de la mita, dcben habcr tc do un fuertc clemcnto no volufita¡io, ya qu€ sc cmprendían para cumpür con las deman¿las realcs quc cxi. gían el i¡npuesto y no se producían corno respuesta a las fuerzas impenonales del mcrcado. Otra ¡cflcxión acerca de la atra.ción ¡clativa d€ ¿srár dos zonas para los mitranrcs penDar¡entes sG exhibc cn la tasa de agregados o forasÉros coD resp€cto a origina. rios en los ayllus. Mientras quc Chulumani tcnía más a€reSados que origina¡ios, es decf 1,6 agrcgados por cada originario, el caso invcrso se glicaba a los dlur dc Pacajrs. Aquí habra solo 0,7 agregados por cada origina. rio. Por ello, los aytlus dc Ia región de Pacajes cran mcnos atractivos para las larnilias de migr¿ntes aymarás que los ayllus productores de coca en las Yungas. Al respecto, €s un hecho que todas las zonas dcl altiplano de la provincia de La Paz, a rxcepción del distriio dc Omasuyos, al norte det tago Titicaca, tenían mcnos agegados que originarios. Por último, si bien constituían un porccntaje rcduci do de la población tota.l, Ias difermcias zona.les entrc los auscntes también apuntan en Ia misma dirección. Mientras en la región de Pacajes los ttibuta¡ios aus€ntcs eran_ 1.209 frcnte a 7.421 residenres (o sea l6*), cn Chulumani los ausentes Lolalizaban 74, f-rentc a 8-150 iñdÍgeflas registrados, es decir, menos del uno por ci€nto.¡. ,¿ñ!.riDo( uritruo múo d. obn mkrdc ou. Enrr d.l ¡up.rpoblzdo ,ilplúo púa E b{e eñ sut ¡'.rs d. u"lutrucrd v .r f. d., h¡..nd¡do . M.tvin üúrL. ,An An¡¡yrh óf lh. Boltr¡¡n tjnd it toh by Mcer or. Compaircr B.t ..n P.ruviú tücicnd- hd Boüv¡¡ Er.
l¡.ci.Ddd', (T.¡¡r d. Dodosdo, D.p t¡,¡.nto d. E.6oní¡, Univ.r.¡d¡rt
&Pirt'6{¡$, I967). p¡s. t t?. r. Po¡ odtc cl caro d. 1786 dG ?¡calu d..l roi.r dc pdlon¡¡ qu. dcrinitihm.nt. l¡¡h .n la .múnid¡d, ¡dcmá! d. td hoh6r.r rú,.ri.r .r c.hd dc tnbuto. ¡q 1.245 Eib!1ú@ .qnt r ! ¡uun tlo jó8.
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L La úttima tasa que puedc calcularse a través dc las categorías tributa as agrcgadas es la de fecundidad, definida aqüí como la tasa de todos los niños de menos de l4 años con respecto a todas las mujcres mayores de esa edad, Mientras que la tasa de masculinidad, el porccntaje de participación de la mano dc obra y hastá las cif¡as de ausentes definen claramente las diferencias €nüe distritos, los datos sobre fecu¡rdidad iro muestratr dif€rcncias intc¡zonales distintiv¡s. Dc un modo similar a las cifu.úi.: ld.n
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La última tasa que puede calcularse a través de las la de fecundidad, de. finida aquí como la tata de todos Ios niños de menos de 14 años con re+ecto a todas las ñujeres mayor$ de €sa edad. Mientras que la tasa de masculinidad, el porcentaje de pafticipación de la mano de obra y hasta las cifras de ausentes definen cla¡amente las diferencias entr. categorías tributarias agregadas es
distritos, los datos sob¡e fecundidad no muestran diferen. cias interzonales distinti\,?s. De un modo simila¡ a las ci tampqo habian t'lL.ido, ya que .ód6 estas pdeüá3.rd cuidldoúñ.nl€ r.úsÉdas: ld pnm€ús cono si rcridi.@ y las úkin¡s @ lo! ühror d. difurG d€ la pároqui¿
36
¡¡IB¡E¡T s- x¡,lr¡
HAC¡ENDA§
fras d€ número p.romedio de personas por unidad asrícora, caras cthas pa¡ec€rian a primcra vista c§tar disEiSúdai al azar entrc Ios dos distritos.
-.Hasra aquí hemos tratado de determiriar las gra¡des ferencias. zonales en lo que se refiere a ampliai carac. terl¡ticas demográficas. Si bico esras difcren'cias aparcccn, todavía es difícil determinar si esros cont¡ajtes se deben a facto¡es de ¡elativo biencstar o bicn si son resdtado de pautas de migración diterentes. pa¡a distin. guir a los factorÉs causales s€rÍa úril discriminar entre zonas ricas y zonas pobres del dist¡ito de Chulumani. Alortunadahentc, disponemos de los archivos con el ffi. buto difercncial que se aplicaba a los micmbros origi¡rarios .de lm ayllus de Chulumani. En Ia mayorra dc" Ios distritos .del Altiplano estos impuestos ditcrían poco (veasc mrás adelante el cuadro t Z);in Chulumurri ,a¡ában lúerteriertc de un pu€blo a olro, indjcando así zonas más ricas y zonas más pobrcs dcntro dcl mislno distrito. Micntras cl tributo dc los once primeros pueblos íluctúa enrre 15 pesos 3 realfs y 20 pesos 2 realej _impuesro oer cáoi ta €xcesiv:unenrc elevado par.a los standaids de ia regiitn andina. cuarro úliimos pueblos (palca, Collana, Mica-¡os paca y.Cohoni)'5 pagaban, cn cambio, un impueslo de 9 pesos I t/z reales. menor quc cualquiera de lós ayllus de IacaJes. Esta difcrenciac¡ón intema dentro dcl á¡ea de Chulumani nos pcrmite comprobar con mayor precisión qué facrores reflejan las pautis miqratorias ;á§ ;€cientes y cuáles estuüeron relacionados án Ia comercialización cxitosa de algún product¡¡ aBricola de exporración. Si bien e3 cieto que no se advienen diterencias dend.i
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M.qFe ro Eñi¡ .y ú,,u ub¡cúión.n.¡ «ruo d. L u púlilrcnt. p6üt.üho ls ¡¡s8os dchosráIi@s a. lor p!.bld .vl¡u m¡. pobr¡. D. úducc¡ ¿"ón inc¡dt..; L ¿oD."& 8.. Aunqu.
z.ná mú pobc y
Y AYLLU§ EÑ BL AI,TO
PIiU
37
trc dc las do§ subregion€s dc Chulumani cn cuanto d tamaño promedio de la¡ haciendas o ayllus, sir¡ cñba¡etr los índiccr dc población econ6micamente activa, en las tasas dc distribución de acucrdo con el scxo y cn los índices dc fcrtiüd¡d. I:s tasac de población cconómicamcnte activ¡ obtcnid¡t para la5 zonas m& pobrcs dc Chülumani (441 pars l.t hacicndas y 45* para los ayllus) s€ asemcjan a las t¡t¡r obtenidas para todo €l distrito de Pacajes. Dcl mitmo modo, la dbtribución por scxo en esta zona pobrc dc Chulumani (99,7 hombrcs por cada 100 mujcrca cn l.¡ hacienda.s y 92,9 cn los ayllus) mucstra lndiccs quc rc accncan más a los obtenidos par¿ los ayllw y hacicnda! de Pacajes que pa¡a el resto de Chulumani. Se podrle lxxtencr sobrc esta bale que los índices de la poblaaión €conórnicamente activa están dlrectamerite relacionado! con factores de prdpcridad cco¡ómica y quc los íodiccs dc distribución por sexo son también afectadd, an grado modcrado, por erta mirma vadabli. Como succdc cn el caso dc las comparaciones intcrzonales, cl númcro promedio dc personas por unidad agdcola qo prdcnt¡ üna diferenciación clara cuando sc cstudia¡r las sub¡cdo' nes dc Chulumani. Uno de lo§ factores que emcrgc cla. rÍ¡mente €n cl análfuis subregional y que no !¡c revcle e nivel rcgional, es el relativo a las diferencias en las t¡!a! de fertilidad. Los índices de fertüdad obtenidos pa¡a la zona más pobre de Chulumani fucron ma¡ altos quc lot obt€nidos ta¡tto para la zona más rica como pa¡a cualqüer¡ de los distritos dc la provincia dc La Paz, cxcaptuando a Omasuyos. La razón de ert€ hccho rcrulta di. fícil dc detcrmina¡.ló
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38
HAC¡ENDÁS
rrERBaRr a- ITLEIN
Ilegando a este punto, qué podemos deci¡ de las diferencias que se advierten entre la población indígena cn razón a su distinto niv€l socioeconómico. ¿Es que, acaso el anlisis de estos índigeq dgmográficos puede ayudamos á det-ñinar 14§ condiciones de vida de estai poblaciones campesinas? Vemos por una ¡arte que lás tasas de polilaciól éionómicamente activa y los promedios de dist¡ibución por sexo no preseEta¡r diferencias pronunciadas €n las categorías de miembros del ayllu y yanacoflas. Sin embargo. existe entre los originarios una tasa mayor de niños por mujeres de má de 14 años efl Pacajes y Chulumani y también en los distritos m¿s pobres y en los más ricos de esta ultima área. Se podría pensa¡ a partir de esta tasa que el mayor acceso a la ti€rra permitió a los odgimios una mejor división de los muy limitados recu¡sos disponibles en el iárea mral y que gacias a ello pudieron alcanzar Lasas de supervivencia más altas. Insisto más bien sobre las tasas de supe|ivencia antes que en las de natalidad, dado que aún en épocas modemas se ha señalado que en el Altiplano los índices de nata.lidad ha¡r sido siempre elevados y que las tasas de aumento de población se mantienen bajas debido al elevado índice de mo¡talidad infantil." Cabe entonces la hipótesis en el sentido de que por su mayor acceso a la tierra los miembros origirarios de la comunidad dispusieron de mejores recu¡sos alimenticios y por 10 tanto podían evitar ta mortalidad infantil de sus hijos mejor que otros tipos de trabajadores rurales. Por último, vemos que entre los originarios había mucho Írnos viudas en proporción con la población total que entre yanaconas o agregados. Esto parecería indicar que eI acceso que €ste grupo de mujeres tenía a la tiena
L
V¿ac
And.d Comtn.t', ¡or¡&¡io,
I,
Mórta¡ity ir (tuü.mbr. dc 1968), rol. x)(I, N,
Laúd& whir.had: "Ahitu.L,
Ffur. 535-346.
S¡!¿¿,:a
F€rtiüty
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Y ¡.YLLUS EÑ EI' ALTO
PERU
39
oue se ha-Ilaba a su nombre la,s hacía candidalas muy Jreciadas pa¡a el marrimonio, Para los miembros no ori_ !"urio. ait ayllu, como para los yanaconas, tales consi deraciones eran menos importantes. aunque es necesano
señalar oue esla canflerístj.a (meno" viudas) tuvo ma_ ,or relevancia en Pacaies que en Chulumani iQuiere á..ir esto o..e los asreqados y yanaconas en este último distúto lu\ieron sutici;nte acceso a la tierra de modo oue este Iioo de arreelos fueron menos apetecible'? ó,.n r., uquí .t ni,el a-gregado del anáisis e¡ demasiado elemental ;mo pa¡a aventurar resPuestas básicas a este ripo de preguntas. relacionadas con l¿* condiciones so.¡;-""ó-iá de los arma¡ás. Sería necesa¡io un análisis más detallado a nivel individual y qu€ controle las . variantes regionales para pod€r aproximarse mejor a este tipo de problem¿s. 'Finalmente los p¿drones nos proporcionan informa_ ción sobre las haciendas y slt organiza'iár Coño va se ha seña.la¿lo anteriorrnente, las haciendas tt aisli"§t¡g¡ en Chulur¡4ri como en cüñente á; los avllus a:^:a:;-::---^ ,{" -^ht,.ián po¡l aci -, total.,q'i, ,óiát promeolo poolac¡on rot4 Asi. poi áIó-de menor ^:=;,{; oe Pacaies. [rcaie.. Dor su -enor ---;. -¡*i."¿* maf Jontienen Pacaies en -* de personas por unidad que las de Chulumani' la mero en ambds zonas es menor nobl¡ción de Ias haciendas sus respectivos ¿yllus de Lue la oobl¿ción combin¡da ' áOui podemos decir del conLrol ejercido sobre Ios re' .r.sJs? Aforrunudamen(e el c€nso de Chulum¿ni nos Iacilita los nombres de los proPietarios de haciendas en l¿ ¡eeión de las Yuneas, Io cual permite el análisis de la distri-bución de dichai haciendas v de Ia narura.leza de Ia .:lase hacendada misma.ls Al tratar la cuestión de la disEn ñi inve¡riBdó¡ d" L( lirur hbutúas d. vanó p¡Óünci¡(
'! lin€3 d.l sirlo x\4ll: éu.' ú¡ d" lac poc¿¡ qlr€ h€'ñ'onE¿¿o dond' d¡¡ los ronbr€§ d. lc propi¿tariot de h.ci€nda.
a
r
40
ÉERBEnr s, raL¡rN
TIACIENDAS
Y AYLf,ÜI EN EL ALTO CUADRO IO
CUADRO 9
Pobhciór indíg.r. .n Chúlúnani cl..ifk.d. por ¡.9ú¡ él tipo d. propi.dad, l?86
c.rtuü.Híú _ .:
Ylr.u o'Ho b¡cn¡d¡. ;.
á ^s.Édo. .y¡l¡!
t¡ibución, el primer problema quc debe resolverse es Ia concentración de Ia propiedad. Sabcmos que las 341 ha' ciendas de Chulumani estaban en manos de 253 hacendados, lo que significa en promedio que había llhaciendas por propietario.re Sin embargo, es más signilicativo que la mayoría de los hacendados (81*) sólo poseía una plantación. Otro ¡specto de esta aparente dispersión de la propiedad radica cn el hecho de que de & l. acEt. d. 1796,.tr Váe 21, már ab.jo.
Elto pu.d. coñpá6É con l¡ d¡e.oón quc da 1,5
haci.ndd por propicrúio
., Púaj6 cLlili.ad¡ pot $ro y
c.l¡d,
3.tútr .l tipo dc propi.d¡d, 1786
qnqE¡.lun
lor¡b
(.) E.ro m. FE.. ua lub.riih..ión .rrrd¡ dcl númao E¡¡ d. Eotur ¿nt¡¿ 14 y 18.rDr Sin .ñh¡rso, coincidc co¡ las cifrd c¡lculada! po ¡yl¡u y co¡ cl r4un.! !.ñ.r¡l d. ¡or cuadro! al lin l d.l e¡!o. F!6tG: Id.ú cu.drc r.
,'
PobL.ión iñdís!ú
r.ro y .iLd
(!¡) (cr) (!¡) (%) ro23r (r@) ¿0?2(r0o) IfrT (r0o) r6.t{o (r0o) V¡m. Niñ6 ,.7711 31l 852( 4r) r.116( 3t) ó.7E2{ 56) 545 ( 5) r(-I¡) l7!( 5) 721( 5) Prónr6 Tnbútdio' ó.06r ( 49) ¡.14r ( 55) r.9491 55) 8.r51 ( 51) R.s.ruado' 851 ( 8) 7Al 4\ 2571 7) 1.186( 7) M{.8¡ &86? (r¡,o) L9391r00) !.rr5 (r0o) l!.g?q(r0o) Niñs !.082 ( 15) 753{ !9) l.o7!( 3a) 4.908 ( 55) r,l ( 7) 26' ( 8) t.072 ( E) sotr.E 678 ( 8) 4.418 ( 50) 945 ( 49) ¡.42s ( 45) 6.786 ( 49) cdad.s viur¡E 684 ( 8) r00l !) 176l12) r.160{ 8) ¡9.093 d00l 6672 29.766 55 19 7'
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7.142
L2o9 '9.231
2, übro 1.
tas 137 haciendas y 10.223 yanaconas registrados en Ia propicdad múrltiplc, sólo 4l haci€r¡dás con 3.144 yanaconas s€ €ncontraban en dominios comunales (6to explica sólo el 30* de las haci.ndas de propiedad múltiple y rcspcctivam€nte el 31% de yanaconas en dichas propiedades). No obstante, si obs€rvamos estas dist¡ibuciones cn lo que se refiere a población rclat¡va por poscsión dc unidad, cs evid€nte qu€ las haciendas de propiedad múltiplc tcnían en promcdio 55$ rnás de yanaconas quc las dc propiedad individual. Ademris, a medida que aumentaron las propiedades comun¿les también aumentó dra¡náticam€nte cl tamaño proñedio de población por unidad. Por último debe señalarse que cl 54q6
42
I{ERBERT s. nrrErN
ffrt:$"il':.'ffiff#s
HACIENDAS
Y AYLLUA EÑ EL ALTO
üvían en hacienda¡ cuva propie-
43
PEEU
CUADRO 12
El l0 por.i.nto sup.rior dc h¡cÉtrd.do! .n Chuluña¡ri c¡ Distribuciótr
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yúacor¡! y t ibut&ios, I7E6
a
CUADRO r I hacicndas .a e¡ d¡std.o dc Chulum¡ni, 1786
Mqúza .ó .l ú¡ico.holo
7 4 2 3 6 6 3 3 2 5 2 2 4 ! L t 2 4 L 1 2 3 , 3 77
100 695
67t 538
495 424
4¡1 397
914 358
330 518 297
276
272 21A 227
226 223 218
206 195 190
190
E.7@
194 t49 168 119 ll0 82 141 lt3 ll1 868 82 91 76 6t 689 82 51 70 628 629 75 60 59 65 55
7,8,12,15
I,t
5
7,9
5,12 1,8,12,15
t2,14,t5 6 8,9 6,8 11,1¡l 8,9
6,8,12 1,14 6,14 7
2,5
I l0 5,12,1,1
4S 8,t4
2.211
dc lo! 25 h&.¡dad6.
Considerados como clase, los hacendados fue¡on en su gran mayorla españoles, vaiones sin educación universitaria y dc condición laica. Solamente el 17% d€ los hacendados corresponden a.l sexo femenino, un 16y. eran
44
HERBERT S.I'I,E¡N
HACIEÑDAS Y AYLLÚA EN Ef, AI,TO
cholos -y _apenas el lsct tenia formación universita¡ia. _Dada la naturaleza relativamente Íueva de los asenta¡nientos en fsta ¿ona y su rico potenci¿l agricola, no es de_€xrrañar. que la ¡g¡esia Lontrolara tar¡ poca propiedad. En roda región de las yungas sólo liubo i i;sri-ta rucrones eclesrástlcasqu€ poseían propiedades. Una de ellas f¡e la Orden de San Agustin. y las tles restanres conventos ubicados tuera de la zona pero que poseían haciendas en Chulumani.
t7E6
C.t gqí.
lrpañol.s cnó¡os ü..¡ci¿dos y
rot.¡.!
(¡)
ró.ül
ddióres
xom¡É. t4t 36 92 209
dG
Muj.E, 3? 4 41
Cl¡¡luñs¡,
cho interesante, eI 98% d€ los hacendadG ausent€s vivía en la ciudad principal de la provincia, puerta de entrada clave para todo el comercio con las Yungas. Por lo tanto,. aun los propietarios ausentes eran miembros de la fociedad residente en el Alto P€ru, como 10 fue también en los tiempos posterio¡es a la Colo¡ia y por 10 tanto muy difer€nte a la cliísica pauta de ptopietarios ausentes en Ijas Antillas Britínicas durante el mismo período. Un último punto que los datos sobre haciendas pueden dilucidar es el tamaño relativo de la pobla.ión de las unidades mayores y su control sobre la clase yanacona. Si ñedimos el tamaño en términos de trabajadores, el 10% supedor d€ las haciendas efl Ch¡.¡luma.ni pr€sentaba un 34 del total d€ la población yanacona. Sir embargo, es interesante desta.a¡ que no había diferencias entre la pá¡ticipación de mano de obra en las grandes haciendas y en las más pequeñas de la misma región. Hasta aquí nos hemos ocupado de los españotes, cholos e indios ayrnarás que dominaban la sociedad ¡ural de la provincia de La Paz en el siglo xvIII. Pero también
robl r?8 40
2a¡
{a} Tmbi¿, h.bí¡ currc corp@(¡on.s qu€ etu propi.rrü., .tñr .onwnto¡ v r¿erel. .n I¡ ord.r dc tos ASUrliñuL
45
Si los hacendados globalrnente eran una claie de propietarios residentes o ausenres, puede dererm¡narse a través de una encuesta real rea.lizada en I796 en l¿ zona coquera de las Yungas. Siendo un censo parcial de propietarios en el dist¡ito de Chulum¿rni, la €ncuesta de 1796 aba¡caba l0 puebios y 308 haciendas, da¡ldo como resultado que había 240 hacendados, de los c1ra¡es 105 vivían en la ciudad de La Paz, 2 en Oruo y 133 eran residentes en sus dominios de las Yungas.2t Los propietarios ausentes sumaban un 459t del total, rnicntas que los residentes eran mayoría. SiD embargo, he-
CUADRO 13
C¡tac.dístics de la .ta& }a..ndad¿ e¡ cl diltrito
PERI,
.re
El hecho de que Ios hacendados fuesen en su mavor parte. hornbres y españoles corrobora un pat.ór, yu '.o, nocido. Sin embargo €s imporrante rec,tci que lás mujeres constiruían una minoiia imporranre y que inctuso aparecen enrre los terratenifnres cholos. por Ltra parte. la representación de hacendados con educación universii raria no debe sorprender: si bien Ia sociedad det AIro Peru en el siglo xv¡ era predom inan I cment e án¿lf¡beta. la burocracia loca_l sc llenaba z menudu de gentes con.lÍtulo uni!crsitario. y el hecho de quc ¿par€.c¿n en.re los rerratenienres de este disrrito ná traie sino con{irmar esta tendencia.
.l
: I ACI, Audi.¡ciá d. Brcnor Air.s, l.s¿jo á13, "Estado qu. ndifi€slá núm.ró d. rla.iends... e¡ cl Pafido d€ Yuñgas--" Lchado €n La P¿ €l
l7 d. noüenbr. d.
'+
I l
i
1796.
CUADRO 14
46
había otros grupos dc población mencion¡dos en las ül¡ pena disringuir: se rraLa de sira' de triburo, quc 'ol. los hano lamosoi 1 no po.o misrenosos inÜos urus del AIriplJno. Ubic¿dos exclusivamente en Pacajes v en los .lisriiLos vccin,,s de las prorincias de Lz Paz v Oruro.los urus eran lingüísticamente distintos de los aymarás y cc,nstituian, sin duda, el grupo indígena más pobre del Alto P€rú. Disemin¿dos r:n siet€ Pueblos del distrito de P¿¡¿res. rivi¿n ¿islados de los almarás. sc hallab.rn sujerofu rasas de impL¡cstos dilerente§, se los agrupaba Por sm¿r¿do en el censo v a meñudo !ní¿n en t.Íenos quc no eran detinidos ni romo ¿r ltus ni cumo hacicnd¿s. Los urus se extendían en Pequeños grupos en las riberas del l¿eo Tiri.¿, a y ,lel lágo Poopo ) Principalmenre a lo l.rgo áel río Desagu.dero. S. ha especr-rJado en el 'enri do de que lucron los habir¿nlrs pre¿ymarás de mayor imp,¡¿n, ia en l¿ r.Eión. Se d.di.¿ron primordialmenLe , i.,, p".,o y a lo" reiidos de mimbre y se hallabo 'n condici¿n de 5úbdiros de lo. almarás. aunque lr rel¿ción entre estos dos grupos parece ser extrcñadamente compleja y en la que se funde una variada gama de aspe(tos reLqio§os Y econúmi(os.':? ' Cu,Jqüera que hub¡c\e .ido su pod.r r riqucu" 'n tiempos pasados, to cierto es quc en el siglo xvIII los urus se muestran como un gruPo ¿islado de indios extre madamente pobres, que viven en te¡¡cnos diseminados, ubicados en su mayor parte en La Paz y especi¿lmente rn e1 distrito de Pacajes. Su pobreza era tal que no era extraño qüe se Ies eximiese de todo tipo de impuestos. l:',¿ pobrezr 'e retle¡a L¡nbién cn §us , ¿rrclerisri¡ a5 de ,"oe,ál¡.,'. \4ienrras que el prom"dio de la disrribu' rón '1
Un¿ amplia rc$ña so¿,rc lá histüi¡ dc los uns Pued.
KLír: "Los ús: .¡ ¿xtrdio
.1 úrbajo dc Úúri.t Alrir)L.o", ¡irx¿t,r ,4,á'tuJ, Nc? (1975), páss. l2q_la0' E. M¿mü3
Pueblo
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rr*i
Torale.
130
6'899
chulumari
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rribul
'n io§' 1786
Irüo' idiot 151 Donjúm P¿rlro lrdaburu 32 Don Andr¿s Sangincs Jtn Don lóaquí¡ deTtucios 62 DonIsna.ioPircdo 63 Don¡ Mi.a.l¡ ?cñ¡rrda ;7 Dr. Do¡losé dc P eds 50 Dr. Do¡ Rmó d' Rolns 62 DonDionisio'lvtoüt's 47 Do¡ luar Manú€l fclleria 40 Dr. Don Rdón d¿ Rojas 62 Don Cnsiób¿l dc los l¡ar¡os 75 lvfanu¿l d¿ MuEuro¡ 76 DoiraJo* ta d. Loarzá 29 Don fadca ¡e M¿dina áO Dó¡ Anlonio dt BilbaÓ irt tron ladeo de Medin' +s o""¡"on tuut;"t' Z"'t"
41
42 27
9
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Dó¡MúLin L¿'zr
6l Don Fran.is.o Uibin¡ Y ,rS Do¡ lum Anror' ¿' 32
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HEaBEnr s. KLEIN
HACI{ÑDAS Y AYII'US EN EL AL'TO PEN'U
por sexos era de 97,6 hombres por cada 100 mujeres -mayor q¡.re la de los a].marás , la tasa de población
." de orooiedad. Resulra eüdenre de esta información l¿s haciendas' ;;.;i ;*". de la coca era Producido Porproducidos en coca de cesto§ d. .rtiila q". de 199.424 hariena I¿s corresPondía ái", o".U'f"., el 88,4c5 L.- ei I'no*ir"t. destacar, sin émbargo' qtre no toda de la ha.ienda era controlada por el.hai" '-a*.i¿" .."1"a. -m.. Del total de t60'246 ccs¡us Producidos
económicar¡¡ente activa era sólo del l3,6cr, o sea,la cifra
'más baja registrada ya sea en Pacajes como en Ch¡numani.
También el índice de fecundidad d€ 116,2 niños por 100 mujeres era el más a.Ito d€l distrito. Junto a los unrs, los datos censales también hablan d€ una clase de indios que no se encuentran en ninguna de las tierras rurales de Pacajes, donde hasta los indios que vivían en los pueblos pertenecían a alguna unidad agrícola, Este gnrpo está constituido por aquellos indios que eran exclusivamente residentes urbanos, sin a(ceso a la tiena a través de una hacienda o ayllu. Estos indios urbanos en Chulumani ascendían a 1.539 penonas y se en(ontrJban en ll de los l5 pueblos del distrito. Su número variaba entre 20 y 323 personas porpueblo, y el mayor a$upamiento se encontraba en Mecapaca. con, trastando con los urus de Pacajes, los indios urbanos de Chulumani poseían las mismas características que la po, blación aymará de la región. La tasa de mascutinidad era de 109,5%, cercana a la normal de los ayllus de Chulumani y más'alta que cualquier tipo de propiedad rural en el ¡esto d€ la proüncia de La Paz (véase el cuadro 16). Tambi¿n tenían uD¿ tasa de fecundidad d€ 116,2% y un factor de parti€ipación de mar¡o de obÉ masculina del 25,4%. Dn estas dos riltimas instancias, algo menor que Ia norrna en Chulumani. Una última esfera que puede explorarse en pa.rte so, bre la base del ce¡so de 1786 es la relación entre producción de coca y tipo de propiedad. Otra encu€sta de 1796 en Chuluñani, si bicn no totalÍente equivalente a los datos del censo de 1786, nos proporciona alguna in, formación sobre la producción dq coca m l0 de los l5 pueblos de la región. Este dato nos da, al menos, una tasa aproximada de p¡oducción por unidad agrícola y ti-
eran producto del trabajo de i". ",",.or*t oue usufructu¿ban §us propias riera§ Parde a)llus' ..Lá.'. i"**iu, )anaconas v los miembros era de es,",Jir"UL un 45$ de la prodr'rcción Como su par: oerar, las ticnas utilizada§ Por los hacendados el númeI..rü o'"d"..i¿n era obüamente la mejoY Si i" á. tii¡ut"ri"" \ ülaconas de 1786 puede acept¿rse cocitra ¿proximada de la población de 1796' entonces ' - r mo resulta eviáente que la producción de 28'l cestos por ' ,*¡ri"¿ot t por'a¡ro de los hacend¿dos §uPetaba am_ ' : ;i;;.. vanaconas con sus l2'8 cestos Por traba; i,i.;; ela'lo's usuínrcto cle "us tierras y los l8'5 cestos de 'i.s ovlus. Asreeando la produ(ción de los yanaconas ¡ ierras ' ",,, i,. orop'Íus" v la de los hacendados' la pro' de i"..iá^ J"t'i*¡ri"a"r Én las haciendas doblaba a launa - ;;;'il. Par..eríu, pu.s, que la hacienda tenía ' o'.¿,ia;"iil"¿ mucho mavor que e) avllu en lo que.se Sin embargo' est¿ conclu' ' icfiere a producción de coca cierta precaución' y¿ que esta con tomarse d.b¿ : .ió" I diterencia de producüvidad podría deberse a ^n*.n,. u", serie de facrores. Debemos conjelurar que lar ha' '. .ienilas controlaban mejorrs tierras que lo\ ayllus Ade' más- dado su acceso aI capital. podían usar me¡ores tec' a los cuales no tenían acce_ ' ";.r, ,la contratar obreros, ." iát""rurt ..*. por ejemplo los prátamos usuales f- o". dabá la lelesia. Pór ütimo, es posible que los ayuus y .. .on..t,r"tá má5 en la Producción de alimentos cosechas de potencial tuviera¡ un mavor
.tt'iu. tt^.t"au", 50'183
I
;;i;-;i;
CUADRO Ió
Prod{.ción
,
dG
coca
d lor p!.blos
¡IACIENDAA Y AYI,I,¡JA EN EL AI,TO
dG
C[ütuDani, 1796
t.tr(.¡.od
!,.¡di. Produc porr
[É
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¡.1¡dvo
D".*,i*t n-ar
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rdt i*l" rs'Tfff
.iil, ,:f,* "fi, ,,.J,1; '' 6:;i; #l ll: ^,!,. 3s'e 7,a gffi:" liii: 2;".Í i!:i íi:§ lli i:t ;¿i c¡,,,i-*¡ ii.f ii "¡ t9.? 22.e -d: ocab.)d.5 i;.;i; i ;;tó ,;'y ::': 34 *,Lillr,r
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dos a las haciendas locales más especia.lizadas.
La encuesta de coca de 1796 tañbién confirma nues' tra impresión global acerca de la Prosperidad relativa de los nueblos en el distrito de Chulumani. Con el 30e. de la o'roducción total, Coroico encabeza Ia lista Para ca§i roaas hs dem.is exportaciones de ta región rambién.¡i Como hemos visto, era el centro principal de haciendas' uno de Ios pu€blos mas importantes de grandes hacienda§, v todos loa demá¡ ínrlices lo sena.lan como Ia principal irea de haciendas. No ,,bstante, cabe destacar que su productiüdad por trabajador en las haciendas locales solo era mayor que el promedio para toda la provincia.'za Coroico era la zona por excelencra de producción de coca en haciendas en tanto Chulumani se nos r€vela co_ mo €l centro mas próspero de producción de coca pro_ veniente de los ayllus, Producían el 45,5% del total d€ coca enviada por los ayllus de las Yungas y Presentaba el porcentaje más alto de cos€chas de los pueblos que se próducían en los ayllus locales. También aquí, si bien la productividad de Chu.lumani era considerablemente már a.lta que la del promedio, no €ra la región de mayor por ayllu del disuito. productiüdad _ Votviendo. ahora a las clrestiones básicas sobre l¿s ca_ Écterísticas demográficas que definen a la§ regiones de i
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51
mixtas que Io que indicarían [a exPortación de coca o de otros productos. En esta hipótesis. se suPone que to_ dos Ios imenros producidos por los ayllus eral destina-
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ü¡dor. ACI. Audic,cia d. Eucnos Airet, l.g.jó 513, "Esrádo",loc. d¿ 1. §. hryrolue*o la hipót.sü dc qu¿ la zon. d. coroico €s n.no! ad.@ad. pua .l cultirc d. ta .@a qu€ l¡s ti
p¡ta y Chulu@i .n l¿ époc¡ .@teúpdáúa. Comunicrción p.rsóntl d. Bebü! L.ód, f.ch.d¿ 10 dc dcieñtrE d€ 1974. Esto pudo haba tu.e dido tdbi¿n .n .l sido Xt¡m.
52
HXRBERT S. XLEIN
EÑ EL ALTO
sus respectivas haciendas y aydererminar et espectro compleio áe 1,:-._,^::-.1_110"-..,3. caracrerrs cas posibtes en toda la proünc¡a de La paz. ror esre motlvo. debemos analirar un rápido relevamienro oe ros rres drslrjios principales (o p rido;) que constiruían qe"? Paz una uez ieizado. como puede verse la-e1ov¡T1a en elcua.tro ltj,tosrasgosgener3lesy particularisdeambas zonas se nos presen(an con conrrasks neros Dado el hecho de que Chulumani era un á¡ea de fuer. le rrurugracron recienre, integrada hacía poco tiempo a ta rconomía de mercado, su tasa de masculinidad p;ec€ más bien reflejar esta circunstancia de asentamiénto y migración. es decir su índole pionera, que el nivel ecónórruco obviamenle más avanzado de li zona. En varias d. sus estadriticas ü_tales-. Sicasica, Omasuyos y Larecaja se s¡lüan enrre Ios dos distriros contrasrantes de Chulir. maru y aacaJes..Como plede rerse en el cuaclro.16, sus tas¿s d€ masculinidad, de participación de la mano de obra y et porcenraje de pobla< ión en h¿ciendas eran nrucho mas cercanos a la norma de una población campesina que .cualquiera de tas dos regione; de nuestro estudio. Por lo r¿nro, parecería que Éacajes era eüdentemle e ra regron,mas arrasada de la proüncia de La paz. y uhulurnanr ¡a de economía más próspera en lo que se re¡rere a produc.ion de Ias haciendas y valor dc tas iierr de ¿ylus. Mjs aún, dado que Sicasica, Omasuyos y t-areca1a eran todas ¿reas de js€ntamienro rr¿dicionjmente precolombino.la pérdida de población mascüna en pacaJes..retleJa en esre caso nu tanro su índole de región de anlrguo ¿s€nramienro. sino que se arocia di¡ecümente con. su pobre..a y posiblemenre con su acrividad más especra,lzada de pdroreo.2s
S.l_,1A,' ),
PERU
53
pacaj:s:on
¡r m.se5úr. 4 .,u.ht.¡Unh¡rt..no tu.¡lc! dc i,¡s¡.rc
quc
d.
.¡ p¿róro
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ta\ pottaciotr., rl.t
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ar,ipt*o. en t"
CUADRO T6
Cú¿ct.rírtica d.mo8rÉfica¡ de pobl¡.iond aym¡r¡ái fr h¿cicnü¡ y ayllú d. los pri¡cipal.s distitos d. l¡ p¡oviñiá d. L¡ P¡., I 786 P.ni.ip.ción porc.Diú¿l d.
rdnlts vron.r
w
rdtrlts
Tud. t"tur- (."r. pi¿nt.i.l f.tudnhd .tr L múo d. obÉ Di.trtto g¡ci.rd¡¡ Aylur ¡l¡.i.hdd Ayfur rL.ird¡¡
89,9 87,4 102,0 106,6 18,3 (47,4) 18.9 148,0) 100,9 100,4 100,1 99,3 17,9 (49,2) 18,2 (48,7) 93,? t00,2 152,5 147,3 18,8 (49,4) 19,9 (45,3) 101,3 97,8 128,5 126,3 20,9 (48,0) t9,2 (46,7) ¡I5,3 110,8 rt8,6' 118,4 26,5 (53,2) 29,0 (548) Porant¡jc
l¡ Pordnq¡. d. ágr.r. pobL.ió¡ d. poblr dor.n l¡ pobleió¡ ció¡ 6 Dntnto tücicrd¡r Ay[us h¡cn¡d¡r d. !y[!s Tm¡6o prm.dio d.
341,6 194,1 211,, 275,5 184,0 '
Pobl¡.¡ón
.ymd¿
tot¡l
20
,t¡
39.23t
54 53
33
25.108
83 (a) 26 62
42.149 30.936 29.766
t7 65
Lor datos pah Omauyos son incomp¡cto!. Era .iÍ¡a k basa .n uE .*ina.iór aproximdade la .lasi ricacióñ . n orisindior y as(s¿dos. ,ólo ¿núc rúbuidiór. §i tomáúamd toda lá pobla.ión, coño se bizo €n et cálo¡o d.los d€más dis,
§ito., la.itr¡ se (duciria also. Fu.¡i.: Pan P¿caj.s y Chulunani, la ñkmá r¿cájavéase AGN,
que
.n lN cu.dro
Iy
2, Páh
h-
r3.r7-6-2 (¡cs¿jo 26,lib.os I 3)ipan omdútos!éas. AGN,
¡3.I7.5'4 (l.gajó 29, libro 3)ipañ si.d¡.a ACN, l3-17.6.5 (lq¡jo ?4, ¡ibrc 3). El ú¡ico d¡trno dc l¿ p¡oviDci¡ dc La Pu qu. no cú incluido aq,i ¿ñ l?86 * um zom ¿islad¡ al crc, c¡caupoli.á¡, que con¡€ñía{nos 4.000 india.orv.rtidos pffo qü. no p.rcn..ian á los sdpos aymaiis y que ft.i¿n cñ 1786 habia lidó ¿rahl.cido cdñó padido.
54
HACIENDAS Y AYLLUS EN EL AI,TO PERU
Sin embargo, en varias zonas. ni pacajes, ni Chu¡uma. nr presenlan las dicoromias usu¿les. Ei ei c*o de los dos índices con menor correlación en el esrudio comDarativo i¡icia-l enrre las dos r"r*, .l .ú*.;;;;;;;"dio- de personas por unidad y I; ;";."f;;;didad.. En ambas .Leas, Ioi "grí.ot" d¡srriíos inrermedios a menudo tlen€n tasas m¿vores o menores. Hay un factor en esre cuad¡o que es difi.it de exptic¿r; ,*," á"i "'. p:*.il.t. S.! agregados con respecro a orisinarios en tos .ayllus.- Mienrras que el porcenraie de po,-blación en las haciendas retleja claramente la aiá"to.,,a rico-pob.e, no sucede así con el porcentaje de agregados. Si bien vJ sostengo que un porcentaje mayor o menor de ¿gre;dos con respecto a Ia población roral del ayllu está"reiacrona.lo con la prosperidad del disrriro. p¿receria que esto no se expüca si estudiamos eI relevamiento de tJda la proüncia. A partir de orros rndices. esroy contencido de que src¿srca, por ejemplo. se mcuenrm demográIicatrrnte en un punro.medio enrre pa(¿jes y Chuluíani y en este caso es. de lejos. la zona con menor porcentaji
de agregados. Un. último indice de
Ia riqueza relar¡\a .le los disrin-
tos ctrstntos de la provincü son las evaluaciones imposi. tivas que hacían los fu¡cionarjos reales a pa,rtir del ;alor dc las propiedades del avllu en manos a. ?rñgi"-i", tierra.
Al jgual que con los y producción
demás distritos o partidos de la provincia. Si bien Pacajes está algo por €ncima de Ios ayllus de Sicasica y algo por debajo de aquellos de Omasuyos en 10 que se r€fiere a valuación fisca.l de los originarios con tierra, estas tres zonar erar llámativamente mas pobres que los ayllus increr'blemente ricos de Chulumani, encontríndose éstos con seguridad entre las comunidades más prósperas de todo el AIto Peru. CIIADRO
ero¡edid,d d. h rq:ón qu. rc eüd.,.i,b" .;;;"; l]1 notúm l¿.g'm omm.nk'on de ras iglcsias \ qu. r:h6c barada.n -r_ ,"r,, *;¿;; dc Eeado , múndio", Cirado .n John \. VúE: -A" Ay_;;ñ,,8;;; tpnm¿Én. I96a,, vot. tr, N: 2. páS. I¿O-Ctu. qutor. rgu,l qu. l¡ prosnci¡ dc pa,aIca, *.n.onr». d."Eo d. ld dtisxos rintr.r d. lo¡ dños p,e,nuico! deupü"i.nau-,. L,p.q." y i;.;
]7
se cob¡aba ¡ los ori8tEios.or ti€rÉ.¡ lod pdncipalts distritos de l¿ proüú.ia d. Ii P¡¿ (a)
Tas d. inpulstos que
lñpu.rto
d. Táp ¿. iúp, iñpu.sto. nod.¡ pas¡{ros bucltlo3 I»rt ito con ayüür o r¡ibur,rio p..orÉal.. p¡É¡t.ris) 9,6? 913 l0/1 9/5 ( 6) kajd 12 (3.602) 8/2 -r0/3 1o/o (r2) 9,84 oheuyo¡ 16 ( 643) 9,50 e/1 ¡¿ -10/0 9/1v, ( 8) sicdica 121s.162) (1.210) 13,67 ,t, _rotrl\i!Á Chulúml 13 C¿ntid¡d
d.
m€dio.tr p¡.blo5 (y d. onsi¡üio! P.¡ó¡, p.g.dó y t.lDutáúos) Por ori&
Rdso
Ít]
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{a) En ¿od$ los dütntos (o pútido¡) ,anacón* y age3ados paerhú ú irpu.sto únifom¿ d€ 5 p€sos. En.uútoa lG distnto!, no hcpodido en o¡ttu {m list¿ de co"tnbuy.rtca dc LaEcaja ri paa ¡?86 ni pe
¡802/180j. Ios do, añ6 ..N¿lca cn l4 cud*.r1'o ion datói @Epl¿rór. Toda! ¡¿s dñái B¿. fu.rón romad¿\ d( cs dos d6. Dádó quc l$ tas nanluü¿.o¡ M nivc¡ bútanté cslabl¿ a ló l,.rgo dc pcríodos consid.¡ábl.s, lar qu€ s¿ t@don pda 1802/1803
"; datos de tasas d"emográficas
il.ha.res -comparari\,? .n f,rct.ra.i.f ror de tas tterras de ayllus ""marea un conrraste nelo m.n. i, a. C,t'uq,i'-, .t no . d. paraF¡, tos runcDnsos ralc, dct li.t.
F¡ Erp.crivm.rrc.
tre Chulumani y Ios
conrd.BÉ.,;lirl¡! @bián paa 178b. .!a!a 8 r.¿lcs por 1 pcso. En 6to, cLulosh¿diossc ¡edondearcn los úlB al p.so n& cqceo y por lo tuio el iñPu€sto m.dio s.
pucden
(b)
S¿
.rpr.sa €n déciúd y ccnrésiñ¡s dc p€so.
Fü.nt
: I¡
lista de contnbuy€¡t.s dc ?ac¡jes pa.a 1802
s
AGN, 13-17-9-4 (l.sájó 36, Iiblo l); pám Omauyos ¿n l?86 !Éas. I'1?-5-4 (hs¡jo 19, lihro ,, lolio 520); púa .n 18Og véde AGN, 13_lr-9_4 0¿g¿jo 36, übro 3, Sicasi€a ^GN,
lolió 510) y püa Chulunúi en 1803 vé6€ ibid.0€s.jo
libro 4, folio 375).
36,
54
TIEBBER" S. XI]EIN
I¡ACIEÑDAA Y AYLLÜS EN EI, ALTO PE&U
Sin embargo, en vaiias zon¿s, ni Pacajes, ni Chulumapresentan las dicotomias usua.les. Es eI caso de los dos índices con menor correlación en el estudio comparativo inicial e[tre las dos zonas: el número de promedio de personas por unidad agrícola y la rasa de fecundidad. En ambas áreas, los disrriros intermedios a menudo tienen tasas mayotes o menores. llay un factor en €st€ cuadro que es difícil de explicar; se trata del porcentaje de agregados con respeclo ¿ o ginarios en los ayllus. Mienrras que el porcentaje de pobtación en las hacie¡das refleja cla¡amente la dicotomía ñco-pobre, no sucede así con el porcentaje de agegados. Si bien yo so§tengo que un porcentaje mayo¡ o menor dc agregados con respecto a la población total del ay[u est, relacionado con la prosperidad del distrito, parecería que esto no se explica si estudiamos el relevamiento d€ toda la provincia. A paitir de otros índic€s, estoy convencido de que Sicasica, por ejemplo. s€ encuentra demográficanEnte en un punto medio entre Pacaj€s y Chulumani y en este caro es, de lEos, la zona con menor porcentaje
tre Chulumani v los demás distritos o partidos de la ¡¡ovincia. Si biin Pacaies está algo por €ncima de los lvlus de Sicasica v ig" p"r debajo de aquellos de O.*..yo. .n lo quá se ieñire a valuación fiscal de los oripüa¡ios con tiirra, estas tres zona§ eran llamaliva_
ñ
de agregados.
Un último índice de la riqueza relativa de tos distintos dist ros de la provincia son las evaluaciones impositivas que hacían los funcionarios reales a pa,rtir del ;alor dt las propiedades del avllu en m¡nos de originarios con tiena, AI igual que con los datos de iasas démográficas slohares y producción compa.rariva en haciendas, el ralor de las tierras de ayllus marca un contrasre nero errd. Chuquiró;, at no¡t. d. p¿@jc§, los ñú.ioú;o! re¿r.. dct ,igto XVI notrd la g¡m pro.p.rid¿d d. I¿ Égión qu. 3. did.nciab¿ .r h n.¿ oñm€ntació¡ d. ¡as iSLsias y qu. staba bsad¿ e¡ ..um va§ia @tidd dc gútdo cmmitaio". Citado.nJóhtr V. Mü@ ..Ad Aym¡h rirgdon ¡n ¡167 , ¿¡i¿¡nrory (pnmv.ra, 1968r, \ot. tt.\:2, p;g. l20. Chu.
vinci¿
quiLo,. ¡9u,1 qu€ l¿ proürcia dc P¡c¿Fa. e.n@nEab¿
d.nco dc
tos
dtieuos
linit ¡ d.
tos
apüx-inaaomr
rinos p¡
[email protected] d.
Lupaqua
y
p¿ca-
que los avtlus i¡crer'blemenre ricos de -,ás Dobres C.hulumani.'encontiándose éstos con seguridad enlre las comunidades má5 prósPeras de rodo el Ako Peni'
-.i.t.
CUADRO 17
T.e d. impu.tlos qu. s. (obÉbs a lo§ ori8itrÚios con tida bs p;ircipak; dtst¡lo! de l¡ Proünci¡ de Ij Paz (á)
en
fmpucsto Rugo ¿. l* d€ imF d. mod¡l m.dio.r impu.rór ll rliirrir6 al ";rinui"r p.-r' prsaa" pasados (pu'blos v rribuEnorl Dof oris, o tnbuúio P.¡d/r'al'r P'Éntdid e/3 -104 e/5 ( 6) 9,67 12 (3 602) Prai.' 8/2 -r0/3 r0/0 02) 9'84 omaluyo5 16 ( É8) Cúti.¡ld Dr€bio¡
f3.l6r) (1.210) 13 Chulú@i 12
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En tod6 lo§ djstrito§ (o
+ 10/0 9/14( 8) ,tt\, ,o?t\ltÁ s/l
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'-' r-"""'t. .¡r.o. ¿" ¡ ieo,. E; cuuroa los di{nro', no h' podido pda ."i"** *" ur. a. -,r¡büvcnt's d€ tF ¿i' ni pÚ' 1786 ron d¿rÓs ln ..ro4¡6.n añ@ r., do: iaoijlaos,T 'u¿le! 'ú'nto d"Ñ¡ do' do8' U a*;, r*d tu.rór lomád ""-"1.t"*"¿ut .(r¿ble ¿ lo l"¡3§ búlante nivel r". r.,* ."",,¡.ron ú o,já ",. i"-*i"¿", .."¡d.-ur.'. Ia! qu' r rmaron pu¡ 1802/1803
ñ".;.n .ón,id.Eñ v¡tidá ¡ @bién pdr I 7 86 lhl !e d¿bú 8 r.¿1.¡ por I p.to En errot 'áculo'ñ'dio'r redond'cron '-'L, *'1., ¡ p*..¿".ir@ó v pór lo rero inptr'sto m'dio '5e 'l .xpr.É
Fú.nt, -___'
6
décim6 y c.ntésiba§ dc peso'
1302 * €n€u€ntr¿ €' omdurot ¿n I786 lripaE ,q.é¡¡. 13-l¡c'.{ lt;ió ',brc ,¿"se ¿C¡. lS_tZ_i+ tlrÉjo lg bb'o 3 lolio ó20): pm
Iá liil,
d€
co¡dbuv€nt.s d' ?rc¿jes para 36,
s;3i.¿ ¿¡-1803 véde AGÑ, 1$17'9_4 (lcgajÓ 36, librÓ 3, iO. ¡lol v p"- chulúúi en ¡80! v¿d€ ibid (l€sajo 36' li6ro 4, Iolio 373).
La falta de datos para Pacajes impide comparar las dos áreas en cua[to a clase hacendadi. pero el_marerial de Chulum¿ni proporciona, por lo menos, una base para poder ana.lizar en el futu¡o la clase hacendada del Alto Peni. Si conside¡a¡nos a las Yungar como norma, entonces podría espera¡se que los hacendados tuvieran en promedio tan sólo una hacienda y que no más de la cuarta parte fueran propietarios multiples. Más aún: aunque esto implicaba la existencia de una clase hacendada bastant€ numerosa, había gmldes desigualdades en la dist¡ibución de yanaconas; el 10qt más a.lto controlaba ca-si la mitad de este ¡ecurso labora.l en u¡ distrito dado. Fina¡mente, si bien las posesiones múltiples tienen una eÍorme importancia, parece¡ía que su te¡rencia en va¡ias haciendas se enconúaba con frecuencia en u¡idades dif'erentes, üspersas en varios pueblos, y no eran vastos dominios contiguos. Para finalizar, podría dechse que otro indicador de yl4 rjle @ícolu comercia.lmente dinámic?lo coñirituye su creciente ioncentración de poder mtre los hacmdados rnás fuefes y un sistema de haciendas en expan. sión que_vq 1lgsalojaado un sector ayllu en decadeniia. Presento estas cónclu¡iones de un modo muy hipotético, y espero que las tasas aquí calculada¡ y los resultados preliminares que h€ obtenido induzcan a otros hktoriadores a utlizax las categorías resurnidas de edad' y sexo que pueden encontrarse en los miles de listas censales indígcna§. Solarnente por medio de un detallado aniílisis comparativo de esta inforrnación censal en el tiempo y en el espacio, se podlrí desarrgtlar un esquema de-mográfico básico.de la..¿rcdad dl fl!¿lígena-en l¿ Hispanoamérica colonia.l.
oscar comblit
I,EVANTAMIENTOS DD MASAS EN PDRU Y BOLIVIA DI'RANTE EL SIGLO DIECIOCHO * (Traducid,o Por Di¡lo¡ah Gabenini)
l¿ .rt¡da dcr aúd .n .¡lidad d. ColLs., Unir.bidtd & Oxaó.d, §lbE la ^nto¡y'sa¡ S.nin-io Lati@údi@o €n t¡ilsv bd .i. un c5tudió prcent¡do r€m .r 1968. El ¿utor d.&a crpr.E tu tdonocimi.nto por la hospit¡li_ d¡d .ú qu. tur Écibido .n .l C-UcsÉ, ar igual qu. por l¿! nucha! oPor_ túid¡d.s qu€ É L b¡ind{on pa.a úaliza¡ lur pu.td d. vida .on qui.ftr ú¡tío al Éminúio. Su ddd¡ aLe¿ crpt.ialñ.nt ¿l prof.sor Rayno¡d Ce, a los eno&s A1ú Atrs.ll, Malcolñ D.at y EÉquie¡ Galto, cuva§ §u_ ssrencis, jDicios díticos y aFda fúdm ná, aIá d. lo qu. la¡ pel¿b¡as pu.d.n .xpreE. Dcb. aged.cd támliétr la c6.& @laborión pÉ3tada .D todú l¡s .t¡pd d.l rnbajo por I¡adtó Guti¿rcz, ca su cilidad d. ú¡rtcnt dc ins*is¡ción. El &lor, d. má¡.!É dccirlo, .3.1 úi@ rctpoF sbL dc lú pdsind qu. ns!.n. Erlc díolo fu. Pubü.¡do .n ¡¡ /a.¿n¡¿ l¡tsoMedc@ d. soeiobgía v.l. \¡1, Nt I, Bu.rct Áirc., maEo d. + Estc Ealajo
'i&iting
1970.
F.llN .n
lE
€s.nto
cl Sr-
duáE
I En 1780 estaüó una seric imprcsionante de lcvant¿mientos de masas en una región que abarca el sur de la actual rcpúbüca del Peni y las áeas del norte y oeste dc Boliüa. Esta seri€ dr brotes revoluciona¡ios ha sido dcnominada posterioment€: "rebelión de Túpac Amaru". I»sde un punto de vista geogriíLfico, se extmdió dcsde Cuzco, en el Perú, hasta Juiuy, en Ia Argentina; pcro los cent¡os principalet y más violentos se ubica¡on dcnto dcl ií¡ea timitada por las ciudadcs de Cuzco y Potosí. Las sublevaciones continuaron por dos años y alcanza¡on su punto cu¡f¡inante eñ I ?81. Resulta difícil estima¡ el número dc bajas. Pucde añ¡rnase, annque no con gr¿n certeza,, ya qu€ loa datoa proüencn de fuentcs antir¡cbeldes, qu€ los mucrtoc sumaron vária3 dcce4as de miles e¡ la facción real (sólo en el asedio de La Paz sc calculó un total de 6.000 muertos).r L¡s pérdidü sufrida¡ por los rebeldes son ¿un rnás difíciles de cvaluar. Sin duda lucron más altas que la! sufridas por los leales a la co¡ona, como confi¡, man los relatos de tcstigos prcsmcial€s- El númcro total
I En u d¡dio .rnto d¡@r. .l .*dio. Scs@b (1872, túo l, .. Aaniriú y Ror., ¡6mr qú .l .it¡o @tó t úrh ¡ ú EEio d. É pobl¡ció¡ & l. ciudad d. La ?.2 {pás. 69). L. pob¡.cióú dc r¡ P¿ ú.ndl¡. ur,
20.000 pr,ronD .n .r. épócl Conollr ¿¿ Pd a r tV C.¡ttuAo, ,5ta-r948, wl- ¡, Edición d.l C@it¿ pre M.¡t úio d. l¡ Fu,ü¡.ión & IÁ Pu, BNnor Aircs, ¡948, pár. 9¡.
LEVANTAMIENTOS DE MASAS EN PERU Y EOI,¡V¡A
60
de muertos fue extremadamente elevado para una po, blación tan p€queña y quizás alcanzó a 100.000 sobre 2.000.000 de habitantes.2 Las repercusiones económicas dc los levantamientos tambi¿n tueron funestas. A [a deslrucción de rodo tipo de bienes de capiral sr agregaron Ios tondos desembolsados para hac€r trenre a los gastos de la defensa, que se elevaron a unos 2.650.000 pesos. Esta suma equiva.Iía a Ia recaudación anual del Vir¡eina-
La cif¡a antedicha Do ¡epresenta tampoco el total d€ los gastos. EI levantamiento obligó a que los oponentcs moviliza¡a¡ todos los recüsos locales; l¿ población ente, ra de la región fue afectada e intenino en las luchas. Por consiguiente, la contdbución det secror privado fue muy importante tanto en lo referido a dine¡o como a recursos humanos. Estos datos ¡evelan la naturaleza excepcional que asumieron las sublevaciones en 1780 y deben, por Io tanto, evalua¡se cuidadosa¡nente. Motines, disturbios y muertes de funcionarios de gobierno tales como cone§d,ores, no dejaban de ser ftecuentes en la vida colonial peruana durante el siglo dieciocho. Los motines se sucedieron a lo largo de todo el siglo. Por ejemplo, antes del gra¡ le-
vartamiento de l?80 se produjo Ia rebelión de Cochabamba, en 1730; existen tambi¿n referencias de sublevaciones en Oruro dura¡rte 1730 (Velar de Córdoba), de
I Hd¡árd.r 339) .stina qu.
Sárch¿-B,,b¡ (1961, tono fV, .n J. Vi€ens Vive,, p.
l¡ pobl¡ción d.
l¿r actuar€s
repúbüd d.l Pdú y dc
Boü.
üa ..a dc alr€d.dor d. 2.200.000 cn lú pó¡Íiñdis dcl rislo X!t[, S,hü ¡ua (1944, p,áS. la), ú .scntor coni€mporáÉó, calol¿ u iotal dc ¡00,000 indios mucrtos, pá¡¿ todos los rctord. For6.¡ (1870, pós. 6) da u 1ot¡l dc ,l¡.000 mu.¡rcs ¿ntr Id ¿rpañótes. tr C¿¡p.d* d.I Cstü¡lo (1946, tmo III, pás!. 743, 744 y 818) .sina qu¿ Ia ¡c.audacióñ pra .l p.riodo dc los dibo añós qu€ m€dis €ntr 1773
y
1776
fu. d€
¡lso ñcnor qu.
¡a
10.186.713 (d¿ 8 r.!¡€s), vsdádera.
púo.ra
cina
d
v€z.s
6l
luchas en Tama y Jauja en 1742 (Juan Santos Atahualpa). que se prolong¿ron hasta 1750. v del Iru¿nr¿mienro de 1750 en Huarochiri llerado a c¿bo por un grupo que ultimó al conegidor Villa de Moros, "puso fuego a su habitación, le dio muerte, 10 mismo que a las pe$onas que le acompañaban y ultrajaron sus cadáveres con el mayo¡ encono: Ie comieron Ia lengua y bebicron en su cráneo. En seguida precipitaron desde una altura a.l co' Íegidor cesante y a un criado con quien fugaba: se con_ trajeron a formar tropas, quebrar caminos, destruir puentes y propagar la insur¡ección en los pueblos cir' iunvecinos" (Mendiburu, 1933, Vol VII, pá8.201). Las auto¡idades no siempre recuúieron a una represión vigo_ rosa. Cüardo e¡r 1776 el corregidor Jerónimo Sagasti, de la provincia de Chumbivilcas, sufrió iguat su€rte que Vi[a áe Moros, el virrey Guirior respondió disminuyendo las tasas de impuestos y archivando los juicios con el mayor disimulo (Mendiburu, 1932, VoI. Il, pá8. 46). Puede afirmarse entonces que :rntes de 1780 l¿s autoridades se hallaban muy acost¡¡rnbmdas a los di§turbios y a los motines localizados. Al examina¡ la voluminosa info¡ma ción sobre amenazas, violencia física, rumores de revuel_ tas que lleg¿ba a los cenrros dc decisión más altos de aquella"s reg;ones. ya sea ¿ las Audicncias (Cortes Supremas de Justicia), a Ios Virreinatos de Lima y Buenos Aires y at Conscjo de tndias en España, se recibe la im oresión de oue las duroridades sc halloban ¿brum¿da§ io. ."tos diitr.bi"' y que ral v€z los .r(ept¿ban como un¿ ca¡acterísrica const¿nle de la socied¿d coloniai cn aquellas áreas,a a Vé&, por .j.nplo, lr¿ioo cdeñl .le hdhs Audiencia tt' Char cd, Iig.59I,592,593,594, cdó Ni pequ€ñ2 ñúe§th d€l rlpó dc in_ aoñ¡€ióú qu. ú.s¡b. c@¡r$mcnte a los run io¡arios d. lá Corou dts ¿k todo, lo¡ puDtos d.¡ vast. nnp€no.
62
éQué distingue, pues, a los levantamientos de 1780 y hace que asuman una amplitud e intensidad sin paülelos? ¿Pueden la extensión geográfica y los línútes de estas rebeüones constituir una guía para determina¡ a[gunas de las fu€¿ás dinámicas subyacentes que inteIvinieron en ellas? Una de las sublevaciones que mencionamos antes fue la d€ Juan Santos Atahua.lpa. Este movimiento se prolongó dur¿¡te un período de más de t¡ec€ años, es decir, tuvo una duración mayor que l¿ de las re!,r¡eltas de 1780 y además su conductor paxece haber reunido cualidades semejantes a las de Túpac Anaru. Juan Santos Atahua.lpa fue un gran líder en lo que se reñere a inteligencia, visión y capacidad para ir¡adia¡ ca¡isma.5 Empero su rebelión Ío logró transformarse en una insufiección general, y quedó confinada a las regiones fronterizas d€ Tarma y Jauja. Por ello, antgs de ocuparnos de los logros de la rebei Iión de 1780, describüemos en forma sumaria sus ca¡acterísticas en eI cont€xto de la sociedad que Ie si¡vió de
ü Uno de los levaltamientos de 1780, bajo la conducción directa de José Gabriel Túpac Amaru (cuyo apelli do era en realidad Condorcanqü)ó comenzó el 4 de 3 Jue S¿ntos Atahúarpa e d€scibi¿ a sí mismo como incá de Cüz.o y d.fó§or d. la fe «isriam. Hablab¡ lariñ, cspañol y +echuar y habí. sido €ducado por sc.rdót€s j$uit¿5. Vé¡s€ lá .ú drl p&irc ¡¡¿y Jóf Gil Muñoz a Fray Manuel d€l Sató, Fny Jósé C¿per y lray Domingó Gdca i{háda en 1742. Tr4crita €o¡ cm€¡la.io3 d¿ ¡nncüco A. Lo^y6.n lúaa S¿ñtos el laoñcible (mduscritor dcl ano 1742 al rno i?55). Lima, 1952, póss. ¡-8.
6
LEVANTAI,TIENÍO§ DE MÁAAS EN PERÜ Y
oscaR coRñBr,rr
kr signiñcatilo Éñda qu. JóE Gabii.l Condorcmqni no .ñ sú8r i¡di¿. Sosrnia dcsc.nd.. d¿ r.lip. Túpac Amúu, j.L .t lá
Pod¡ía
d. p¡ra
BOLTVIA
63
noviembre de ese año en la provincia de Tinta. En 1780 hubo asimismo muchos distuñios €n oüas áreas: €l 1s de febrero habÍa estallado la rebelión de Arequipa, ''ura ciudad situada a 220 teguar? de Lima y a goleguas de Cuzco; el 13 de abril fue descubierta y rápidamente sofocada una conspfuación en la que intervenían Lorenzo Farfán de los Godos y otros, siendo condenados a muerte va¡ios de sus jefes. Otros sitios también fi¡eron testigos de intenlos de sublelaciónipor ejemplo Moque. gua (cerca de Arequipa), Huancavélica. Huara'. Pasco y La P1áta. Existen discrepancias en la interpr€tación de la naturaleza de estos últimos levantami€ntos.3 Algunos autores creen que involucran una red d€ iotereses diferentes de los de Túpac Amaru. Sin embargo, cuando los historiadores analüan el levantamiento denominado de Chayanta o de Catari, señalan Ia similitud qu€ ti€ne con la irsurrección del 4 de noüembre. La rebelión de Tomiís Cataxi, que se desarrolló en la provincia de Chaya[ta, perteneciente a la Audiencia de Charcas (Bolivia), en un área ubicada entre Ias actuales ciudades de Oruro y Sucr€, estaba ya en pleno desa¡rollo en juüo y agosto de 1780. Después comenzó a perder impulso, Pero la muer-
Bu.lu cont. el vifty rrmcieo dc Tól¿do.n .l á5ó 1572. lelipc Túp& Amd ca consid€ndo d.s.ndicnt€ dc uno d. los sobc@6,.1 itua Éuiyú
C.p¡c. Rob.rto L.ülli.r (19!5, pi$.3o2 y si8s.), prcenia una d€enp.i¿D y u¡ anáüdá díii.ó d€ l¿ d€Eot¡, captúa y ñu.rt dc Fcüpe Túp¡c Aúae Si .ra sÉncalosi¿ d€ José Gabn.l Cóndormqui cs I¿ rerdad.n, exLiió ün m.dmotrio eltE ur ni.tó d. ¡€lipc Túpm AnN y üna muj.r..p.ñola lluada Frúcik¿ d. Torc.. R¿sp.cto d. lá s€n arogi¿ d. Jos¿ C.bnd Tú_ p. A,ñú\ \é^se CewaLogí. de Tú?ú Añaru, .dici6n . cúso d€ Frú.iro A. Lo.!,¡ (1946, Lina, páss. 4 i 58), nmusc¡ilo romado dct ^r¿hno C.iúol d¿ lndar. Aúi¿nci^ de Lim¡, lcsáio ¡ 619. Un¡ lcgu €quiv.h ¿pró*iñtdm.nt€ a 4,5 l(ilóm€rros. v¿a€ Jun
'
Alvüa (1929, eás. 165). . Bótelú L.ei¡ (1957. p&s. 184 y si$.)
hac€
bBes r.r.r.nci{
¡
64
!e dr su jcfc,
Tomrás Catari, desató r¡na nueva ola de üolencia cuya cllminación se dro en cl asedio a la ciudad de La Plata (Chuquisaca), cn febrero de 1781. Por el mes de mar¿o de l78l el catado de ¡ebeüón se había extcndrdo a lo largo de la zona comp¡endida entre Cuzco y Potosí. Y se extendería todavía m¡ís aI su¡ -aunquc sin el caúctcr de movimicnto masivo quc había alcanzado en la zona de origen*, hasta la provincia de Tucumán, en el Virreinato del Río de la Plata. Los focos principales de insurrección a comienzos de l7E1 €raJr los siguientes: la región de Cuzco, que abarca la zona comprendide entre la ciudad dc Cuzco y las mágenes del lago Titicaca. El liderazgo aquí estuvo en manos de José Gabriel Túpac Amanr desde el 4 de noviembre dá 1780 hata su derrota acaecida cl 5 de ab¡il de 1781. Fue capturado al día siguieñte; y luego dc ser procesado sufrió una atroz muerte el 18 de mayo del mismo año. La región de Puno, qüc abarcaba partc de los co¡regimientos de Lampa y de Chucuito en los lími_ tes o€ste, sudoestc y sur del lago Titicaca, era asolada cada vcz con mayor intensidad por facciones rebeldes, las cuales a.l promediar el mes de enero de 1781 controlaban prácticamerte todas las zonas rura.les. El li¿ferazSo Ioca! srrgió en cste caso de caudillos de Ia zona. I-¿s fuerzas ¡ebeldes recibie¡on posteüomcnte cieña ayuda de Diego Túpac Amaru, hermano de José Cabdel. Las luchas continuaron desdc febrero a mayo; y las fuerzas rebeldes sitiaron todo este tiempo la ciuda¿ de Puno. La presión se hizo tan intensa que los dos €oñandantes realistas, Orellana y Del Valle, se vicron obligados a abandonarla el 26 de mayo y a retroceder hacia Cuzco.9
, 'rR.lac¡ón d.l caciqu. d. Puno, dc s cxp(diciorcr, .nió, d.l.ua y Eio! úonr.cihi.ntor, ha,ra qu. ddpobló l¿ üll. d. .r&n d.l S¡. Intp.c 1o. y Crn.odur. C.Er¡¡ D.Jof Antoúo &l V.lL. Coñ dcd. 16 d.
65 PER¡J Y BOI'IVTA 'N §€ inotro toco de sublcvación fue Oruro' La l€nsión diciembre de mes el g'o¿u¡ durante .';;;,t;; io"n" i" iiió- .t t0 de-febrero estalló en la ciudad un sanIEVANTAM:ENTO§ DE MASA3
dc los acaudalados i;;;-;;,i; " iujo la cond'r'ció" habían nacido hermanos dos Los i:;;;; ;;'''*,i.,. esPañolar. :; il;; ; .;""' de asccndencia de Onro'v uno de ,* .¡n" de plata ccrca "'ii ""..iá "ii"" que Iogró ganar i-ii"1..-r"l¿ a eie movimiento, sur$ca ."it-l
lue.ran ...moüeran sus cxrgencias La acoón PoPutar encabezadas Por Jaclnto 'nil.igrtl á..¡¿.r." inclusivc adoptar las vcstim€nlas nrooias dc los indios.rt I¿ P^z y Ia que se extierde hacia "'iÍLJ¿t.-."* -Ñ-r? " c"t. a.t ug" Titicaca Puedc describirse como a .Jr*o de rebelidn. Allí el jele más imPortante,era tomo er "". Iutián ADaza, un indio de oriS'n ayñará' tjstc il asedio a [a ciuilad **".i'¡'l'á. 'Á."G pu. i't"* ¿;,." v diiisió más imPorla¡te en militar cl ;contecirrüento i" nT..""'d. Ias rcbeliones El sitio comenzó al prome-
"'. ...lcroia oue las autoridades,
a. tz¿o h¡t¿ 17 .1. jurio d' l?8r" iii'il"iii",i- v, pil; .dicióñ," Duñ' Air¡'
IlIii P&.
100.
En P'dE
d' Aryli§
rEF nE dd Etu.io'
ú v;it. (R.lacióñ .tc lor hcc¡o§ má! not¿blc¡ '6"idot 'n l¡ tubL,"d':". R'vi't' 't' an^ato', Dibtiot"ú Ne'6at¿t' *tó.;;;' uñ¡, t óoo, eño ltl. vol. v.. Firr, 166 v riÍt' -,,',¿,; d¿ tos oc's6 d' lt rcb'lión d' JoÉ c& "R"¡,"ió" hi"ón.. p'oúrcid d' l?80" P'rlro d' d't PGrú"l *r ripliei'"i-." ¡" '1o Atr.¡a
oP. d1.,
ds. 2!.
66
LEVA¡ITAMIf,NTO§ DEMASA§ENPEBI' Y
oscABcoaNBL¡T
asediada; debió abardonada a comienzos d€ agosto. Más hacia el norte, donde ss hallaba el corregimiento
de l-arecaja. actuaba Andrés Mendigure, también conocido ¿omo Andrés_Túpac Amaru, sobrino de José Gabriel. EI fue, quizrü, el jefe militar más b¡illante de los rebeldes. Bajo su conducción los rebeldes tomaron la cir.ldad de SoÉta, ufl acontecimi€nto de importancia en Ia histoda de los levantamientos. Las rel'ueltai estallaron también en dos áxear más: [a r€gión de Chayanta, ya mencionada, y la región que circunda Cochabamba. Pese a qu€ Túpac Catari (Julián Apaza) había sido captuado y ejecutado a m€diados de noüembre de I78l y ¿ que Diego y Andrés se reunían con las autoridades para Uegar a un acuerdo. Ios levanta_ mientos y las sublevaciones continuaron hasta junio de 1782, €specialmente en las zonas aledanas a La Paz.t'? B-9be destaca¡se nueva¡neüt€ que los movimientqltu_
vieron un calácter 9n extremo §a¡griento. Las descrip_
,'
Pu€dén
.n.óniññ
r€fqencir6 modcmas del curso de lás rebelid.s
Relr. rón de 'o. h..hos más nG ú ló, ..inos del P€rú, nasuada €n ¡a subúvación lables aca€cidos sEne.al por cl indio José G¿bricl Tüpr Amm' gób.ñ¿doi del pueblo d. TünAa_ ;uca .n ta proü¡cia d. Titrt& gue ásdildo d. o§ó¡ de sus lecua€es, causó homroror €f.,gos detde el ¿ño 1?30, ha.b.l d. 1782 e¡ qu. $ r.pri' ñió .l orsullo d. l¡ coniur¡,rón', pubL.adt en RPúro d. Ar.hiuot t Ai III, vol. V, 1900, Pási 143_298. bliot..ot N¿.ioadl?t, Liñ ,
htrhtr-q rn.rc nenhr¿menuonada
^no
6?
ciones siguientes, tomadas del diario de Segurola, nos proporcionan una idea de lo que sucedrla.r3 ,.Lqt. eSqa¡nios y. crueldades, que ejecutaron los enemigos con los nuéstrós, así con los que cogían üvos como-coÍ los cadáveres que quedaban en el carnpo, no se puede referir sin el mayor dolor. horror y compasión, siendo Io más común, y-pp¿ lq. qg-q }FaqifgrJüa[. su i¡¿ coutra lo¡ españoles. el de cortarles la cabeza. brazos, piemas y sacarles tiras del cuerpo. bailando al¡ededo¡ de los cadáveres siernpr€ que lograbal alguno." Otra descripción proveniente de una fuente distinta se refiere a la lucha en el área puneña en los siguienres
dia¡ el mes de marzo dé 1?81 y se ma¡tuvo hasta octubr€ del mismo año; fu€ roto solamente durante el mes de juüo a la llegada de fuerzas de auxiüo bajo el mando de Reseguin y Flores. La diüsión de refuerzo no consi guió proporcionar ningún apoyo efectivo a la ciudad
€ñ ta obrd ciud¡ dr Bolel¡o L.win (1957r, .D la d. D i.I V¿l(ú(.I ( ¡9a7) o cn la d€ Lilia Ert l]. Fi.hq ( 1966). Si s. tien inL¡is .n ua d"srip(ion (onr.nporán.¿ " ¡o' ¿conkcimi.nroi, lonqulú el dtano d. dr la É' S.Fb¡a (18721. AtimÉmo, la 'R.l¿ción hi¡róri.d d. ló§ su..so: b.i,óñ de ló(¡ G,bn.l Tup- Aasu cn Is p,ó''tu is d.l P.,¿ ', .n P.dro d. An!.I¡r (¡910, \ol n, p&s. 27t 198,. Oko rld'ó ,ónrempo,ánro r ló\
BOI,IVIA
I
"Luego que salieron de él (Chucuito) las compañías citadas de caballería, entraron los indios, y como no en. contaion la menor resistencia, ef€ctuaron atrocidades que no tienen ejemplar en los hombres. Mataron más de 400 esparroles y mestizos. de uno y otro sexo, sin reserva¡ aun las criaturas de pecho." "Al mismo tiempo, con corta diferencia, los indios de esta otra parte del AzáLngaro y Lampa, redoblando sus esfuerzos, volvieron a atacar el pueblo de Capachica de esta proünria, cuyos indios freles con algunos mestüos los habían rechazado a los principros; pero al ñn p¡evaleció Ia muttitud de enemigos, qu¡enes pasaron a cuchillo a rodos los españoles y gente blanca que pudi€ron haber a las manos. De manea que, ya no hay en estos contornos otras personas esparñolas que las que con tiempo se procruaron salvar en la Villa que torma hoy como una pequeña isla de felicidad en medio de un mar de rebelión que la rodea por todas partes."ra '! '¡Diaio de los suc.sos d.l cdco d. l¡ ciudad d€ La Pd.n 1)81, et..") 3.6¡.rlír d. Sc8uro¡¡ (1872, vót. I, pás. 66). La últiñ¿ motació¡ & (rk diúio 116a la l..ha l. d. JuIo dG I 7al, (iud/d dr L¿ Pd. ,4 "R.leióñ hiró,ica d. Ios su.eros dc Ia Ebcüón d. Jo¡é cabn.l
68
osca¡ coRNBLtr
LEVAI{TAMIENTOS DE MASA§ EN PEBV Y BOL¡V¡-{
Esta "pequeña ista de felicidad" también fue abatida anteriormente fue re' desiués. El relato transcripto -criticaba "oco con dureza al á".tnlo'p". un cronista que eobiemo ispaiol y atibuia toda Ia culPa de los le!an!aái.r,tot u [o. devn4nes perPetrados Por ]os comegido_ res. EI docrrmento istá fechado en Puno el 28 de abril de 1781. La ciudad Iue abandonada pol sus def€nsores el 26 de mayo. Las caracierísticas de violencia que asumieron la§ re_ vuelt:rs son muy significativas. Constituyen un lollbl§ contaste frente a aquellos relatos r€Petidos a ñenudo oue describen a los" indios como individuos sumisos. Jo.ientes v dócites. Esta imasen de los indios estaba ya iesarrouuáa en las crónicas d;I siglo xvr y se Perpeluó como una característica distintiva en las del siglo xvlll.rs Este comporrarniento de los indios implica aDarentemente una luene conlradicción: una incaPaci .l'ad oa¡a aseeurar sus derechos más minimos 5e convier' ,. ,,ibirn-.ni. en una ola de rapiña. salvajismo. latroci¡io y otras formas de violencia durante eI Período de Túp& Amúu
o la! provin is d.t Ps¡",
¿n
l.
dc A¡f,F¡ü (1910, pá8s'
395-396).
,!
El t¡noso "Infom. s€Eto"
.rnto
por Jo¡E!
Jú
v Antonio d.
Urb¡ (,953. 2a petc, c¡pitulós I, ¡I, ,U v fV) .n la di.¡da dc 1740 Puc_ ¿. -."4""-* - .te .""r.xto. Er l, r«imcs Éráidú a ltrs.ordi(ic cttÓt últimos 9¡u fácilst'Út n€i d. vid. d. los indid' d€saib¿n 'ómo E8¡oi Smrl¡¡ rclnud c' mrn ads y rrp¡óBdor,.ri[ pór lo5.xl¿vo, **'-ipr" pi, r.y Rodrto d. Lo.tz. (1889, Pás. 587) 'n un do' um'nro .sdt; dó" sislor ú¡.* Etr ¿l !. !¿ñ¡la (óñó lo§ indid fu.rd iroultadd \
.xDloodor p¿r $r proflos j€I.r, v .ómo 'llG ¡..pla¡8 hmlldmm" -rc ¿"qo: "Oc lós;imor irúios slm .ror d.monióá, qü. lo" rtudú á
hh .on mn ñc¡d¡d a sus proPior indios que rinÚlm ";panot, v no rcló s aprcv.,hm dc ¡u3 had.ndar ) u¡btjos 'orpo_ r¡ci, oopen¿ac¡ en su grúj.ría! y sm.rr.¡á§, p.ro Lr ron.n sE múj'_ ¡cr e hii¡i. v ¡on 6 miFnbLt lor in4io¡ qu. no olm qu.júr ni ha¡lú d.dtuir v coúuñir v
D.l¿bra'conta l@ 6.iqucs, m!.., con qu. ld 4iqud lot [¡ñú v L' ;.r d. b.b.¡, r satistac.n, y no * a(uddu dc rab¿jo, .s¡üo' ni 'nju¡ia qu. Ls bayú h.cho".
las sublevaciones locales genera.les
y
69
de los levanta¡nientos más
de 1780.
m Resulta necesa¡io examinar ahora la naturaleza de la sociedad peruana a fin de ubicar los sucesos de la rebeüón en un ma¡co más amplio. Se ha esc¡ito mucho acer-
ca del despotismo ilustrado €spañol. Nuestra intención no es analizar las ca¡acterísticas que pres€nta €l siglo xvul en la España misma; cualquiera fuera Ia estimación del gado de trarsformación cumplido dentro de la península, es importante recordar que el I€vantamiento en el Peni se produjo en un momenio en que las medidas de modemización del monarca esraban en su apogeo, durante eI rei¡rado de Carlos lfl (l?59-1788). tas reformas administrativas ya habían sido inrroducidas por el pdmer rey Borbón, Felipe V (1700-1746), y su sucesor Femando VI (1746-1759). Pero no fue sino con Cados III y su constelación de bdllantes ministros, fun"
cionarios civiles y hombres de letras como Aranda, Floridablanca, Campomanes, Jovelanos, Cabarrús, Olavide, José de Grfvez, cuando esta tendencia alcanzó su punto culminante.t6 Los virreyes del Perú durante la administración c¿rolina fueron Superunda (l 745- I 76 I ). Amat ( l76l.l?76), cuirior (1776.t780), Jáuregui (1780-1784) y Croix (1784-1790). Los proyectos ca¡olinos de qr.gcimiento industrial, fo, mento de la eficiencia burocrátic¿ J cgnsolidación del 6 R.sp.ctó d€ 16 aconi¿ciñi.¡tor so.i¿1.s, .@nónicos y potr'ticos .n ' la prepia Espáña dutute I¡ úuin¡ püt. d.l süló XVIII, v¿ak R. Ce (¡966, páss. 60 78); Richa¡d Hc (1958) y Juú B.eyio (1958, pi8,. 459-604).
70
oscaR coRNEL¡r
militar son bien conocidos.rT En el caso del Peni comprendieron cambios prolundos, tanto en la eslrurtura interna de la sociedad peruana como en las rela.ron€s extemas del Peni con Ias orras r€giones det lmpe. rio. Aún en una época tan tardía como los comienzos de la década. de Ii7O. el Bajo peni y su cenLro urbano, Lma.- ocupaban una posición estralégica y privitegiada en el Imperio español. en parte .o*o Iu.nt. i. ...i.ro. para ta.corona y en pafte como centro comercial que abastecía los emplazamienros mineros del Alto p;ru (Boüvia). Pero est¡ situación sufrió un dererioro pauJa. tino a Io iargo del sigloxvtrr. Lo que pretendíá¡ Ios rnrcreses comercrat€s peruanos, en especial aquellos de Lima, era el conlrol del abasrecimienio así cámo de la comercialización del metal proreniente de la zona de Charcas.'d Lás minas de plata de Cha¡cas proporcionaban Ia milad del mineral que se exrraía dei,ineinaro v fomenraban una $an va¡iedad de acriüdades comerciJ!es, fuente de riqueza para los mercaderes de Lima. La contrnudad de estos beneficios se üo seriamente amenazada por el hecho abrumador de que Buenos Aires era el puerro más barato de importación de productos furopeos p¿ra Ios mercados de Cha¡cas o de Cihile. o de exportación d€l meral provenienre de las minas dei Alto fenr. En los siglos anteriores Lima habia podido manrener su predominio porquc pudo valerse áe las inversiones soci¿les básicas realizadas previamenre duranre rl lmpeno jnca. Sin embargo. esra ventaia se alenuaba ca.
LEVANTAM¡ENTOS DE MASA§ ÉN PER,U Y
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sf.as má, crr¡s d.r aobifmo .\p¿ñor pü¿ ¡.,,::1.".:.* k ú'nEth.jón ¡t.rúdi¡ y t¿ innu.ncja lBnc.s. ron a.roipro. po,
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BOLIV¡A
7I
da vez más. La introducción de los productos a través dcl puerto de Buenos Ates resultaba de menot costo por dos razon€s: Ia mayor seguidad de la vía ma¡ítima y la existencia de rutas tenestres má.s baratas (Céspedes dcl Castillo, 1946, págs. 689 y 870). M€dia.nte el beneficio de ciertos privilegios instiiuciona.les Lima fue capaz de afrontar muy bien la situación. aunque la anenaza a sus intereses por parte de Buenos Aires [uese coDstante. Los comercia¡¡tes de Buenos Aires estaba¡ dispuestos a emplea¡ todo medio legítimo o ilegítimo para explotar
III decidió crear el nuevo Vi¡reina¡.o &l Rio de la Plata el te de aSosto de 1776, los intereses de Lima fue¡on afectados en forma muy adversa. El Alto Péni quedaba bajo la jurisdicción de Buenos Aires, con todas lar consecuencias económicas que implicaba este hecho.le Los grupos relacionados con la importación de pro" ductos europeos y con Ia exportación de minera.les fueron los más pedudicados. Aquellos vinculados corl la producción local, especialmente de teiidos burdos destin¡dos al consumo de las claies populares, continüaron comerciando en el área de Charcas sin sufrir mayormen, te con la c¡eación del nuevo ü¡reinato,2o En ese mosus ventajas naturales, Cuar¡do Carlos
I'
E¡ proc¿so cónp¡eto es dcacnb muy ¡d.cúrt¿m€nt€ cn
d. cd?.d., dcl Ca.iilo (1946) ya n€ncionado.
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Erto puede vos. d .l cuad¡o €labor.do por cañ.t (1952) qu€ Ii Értjdad y los tipos d¿ p.óductos que * .onsmiá ér ?óio!í alrc.l.dor dc l?90. EI pnncipal y .asi úni.o absteccdor dc t€ld rú$icaj que Buenos AiEr próÉia d€ proorydd d€ ob.ai) .n cuko, .r rdto,.Dócum¿nrs du.tdr .uróp.os. CrL M¿n. H.lm¡, pour I'hGroirc éconódc l'Am¿.iqur .tu Sud. Comñ.rc. .r ¡¡dusd. au Pérou iL l¡ fin d. '¡iqu. X\4Ic. ri¿c!., Á¿,úr¿ dé Indias, tóñó x. páEs. ó22-24, dond€ É rh$ .¡ibc un do€umc,lo dc¡ volúm.n 38 d. la col€dón Mata LinaEs d¿ ta '?o
d.lcnbc
R.¡¡ Acadcñia d. la Eirto.ia (M¿d¡id). Dalos dr naturaréza siúil rueron Dropor.iónados por Vi€dña (1836, cn Pedró d. A¡seüs, pás.. 102 y 105), ¡ll ¡l,asl...dor más impo.ta¡t dc t ld rusric¡s cn co.h¿bamba .r¿ Cuzco.
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I,EVAÑTAMIENIO§ DE MASAS EN PERU Y
'12
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corona con6idemento Dreocupaban PrinciPalrDente a la corona ::;l:;J ;.- ;'d;l; .;,raté;ca. Lor sobre todo' la dc ra Río dcl poii.ian-'n ra zona portugueses.y Éi-- .li-i"u"¿o asi Ía a¡nenaza dc los perigro de ros insleses' de :::;;;;;;; t-,í"i-.r""iiá- I-*.,,t'.nt,, 't españoles r-eunicron lodos sus recur' contra ros :::';:.;;;ili; ,,* ii**i- ra cxPedición crand€ i{ío v coro' o""p*a" de Ia Rro del margen sobre ra itra sumánconsisuiente'. Por Ai¡es del Alto Pcni' Lima dcmcrcado áa i" iftJ'" de "!r¿,4"senas presiones financieras derivadas el mantener para que hibia contraído
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::'";;ffi":';;.';i"u"n Hl';:i;;;;;'; ii*".s ;;;:;.;i;; il;';p;ü i* L, "¡üe*io".t esfuer¿o t"'ii,á". bélico
¿. L"ri.t"¡a tocal sobre los portugueses deb¡e' i""."nit aún en otros desembolsos d€ unportaricla' '^" Espáña sosttrvo' ll-"" .-""..r...i" de la guerra que años' en de laPso ;;; JÁ ¡. t779 v Por un i'ranaa cuatro las colo' con v §il";;l"sl";;,'dld"
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en América' 'niasi.inglesas el io.onu otorqó poderes especia'les a su enviado' el obje' con Arechc' de Ántonio ó.".iJli"i¿ ", estructurar el vireinato det Perú v "l-T.i"' ,'^-:;:;-j;;; ln er mes de j'.rnio der año siguienteuna :: ;;.;;i;;; Rio.de la Plata Era h ;;;.; á;i virreinato del y decidido' severo consciente dc sus debercs' ii de ca".i"r";" li,itiJ."-riri.* de la nueva clase de hombres fortuna la con ;;;;,; ;;[j; erüazado sus destinos
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3
IV
Al examinar la estructura de Ia sociedad de la región, debemos describir los siguientes sectores: La clase alta.de Ia coloña, que incluía los furciona-
rios de gobiemo dc mayor jerarquía, cl yü,rey, los oi{ores (jueces d€ la Corte Suprema), dignatarios de la tesorería, corregidores y gobernadores. Pertenecían también a ta clase alta los {isnataios i¡¡fluycntes dc la ¡glcsia, así como los jefei müta¡cs. Los comercia¡tes ocupa6an asimismo un lugar importante en este secror de la sociedad; de iguat modo quc en otras partes del Irnperio €spañol, sus recursos financic¡os les conferían fuefle poder. La Administ¡ación debió ¡ecurrir con frecuencia a ellos en busca de ayuda cada vez que sus problemas financieros se agudizaban.
Los documentos relacionados con sus actividades demuestran que solamente unos pocos poseían tíiulos de nobleza.,t Por otra parie, los títulos de noblera en ¡¡ Por.i.mplo,.nh
8io d' t¡ Pt't¡ v r¡ G'P'di
7
de la Administración, Ll€garia a convertirse en uno dc los acto¡es má importantes en los drarnáticos acontccimientos que tuvieron lugar entre los años 1780 y f783. Areche, al igual que Glvez en México, y Escobedo, que lo sucedió en Peni, formaba parte del plan de las autoridades para renovar por entero Ia administración colonial. Su llegada estaba asimismo estrecharnente relacionada con la adopción det sistema de Inrendcncia§, pucs' to en práctica muy poco después.
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MAs^s EN PEBU y
Borlvra
7
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ürreinato. Mediante sus conexiones en la zona üataron de obtener cargos en las burocracias loca.les, y con mucha frecuencia se vinculaban con la clase e¡uiquecida de com.grs¡entes a.t¡avés del casaniento (Lohman; V lcna, 1942, pá9. LVI[). Formaron un delinido gmpo de presión. lo cual fue adve¡tido con agudeza por Ar€che taí pronto IIegó a Lima, De este secror provino Ia principal iu€rza que operaba derÉs del conflicto desafiollado en. tre el virre)' Guiior y el Visitador General Areche.{ En las ciudades del interior la composición de las clases locales e¡a similar, aunque los comercia-rites, Ios nobles y los bur6cratas fuerü meno¡ importantes que en Lima. Debemos agregar a estos grupos los empresarios d€ minas y los dueños de fábricas textiles. Los propietarios o los ar¡endaiarios de minas residían cerca de los yacimienros: Pasco, Oruro, Carangas, Potosi. Huancavélica pueden menclonarse como ejemplos. pero es necesario recordar que existían muchos emplazarnientos peql¡eños diseminados al¡ededor de los grandes centros. Durante el siglo xvIU la explotación minera nunca se emprendía con grandes sumas de capital ni con una tecnología ava¡¡zada. Las irurovaciones p ncipales en esta esfera de la producción se introdujeron en los siglos xvl y xvrr. Por el ario 1750 la produrción minera en el Peru y en el Alto Pen¡ atrav€saba épocas muy difícfes, aunque las condiciones variaban segrln los lugares (Céspedis del Castillo. 1946, pág.748; Modesto Bargaüó. ¡955, págs.241 y 299). La importa¡cia relativa de Pasco habÍase acrecentado en comparación con los otros lugares de explotación mi-
:' Esro csli ñuy bic¡ drscrito por Viccnt Patrcjo Ated .h ..AÉch. y Guio¡ - OhFrukion.s sobr el prdeso d. utr¿ visn. , 8.tij,t. Anrú¡o d. Ettu¡tiotAñeicanot,róñólII, p,ks, 291 y sis§.
76
oacaB co&¡¡Er,rr
nera, en tanto que Huancavélica
y Oruro
LEVANT^MIENTOS DE MASAS EN PE&U Y
experimenta-
ban grandes privaciones.'zs
La situación de Potosí también había desmejorado.,6 El-9l4lus social de los propicta¡io§ 4e minas e¡a ambiE¡o" Su Drestisio dcca¡'a v muchos los con¡idcraban in;r-i.3s_i","ñ9sr,á9"!¿! y L ;;p*id.d necesaria para introducir las innovaciones que podían incrementa¡ la producción. §e cuestionaba gravemente su capacidadJ[rJg.cuI¡pür con las obligaciones finarrcieras. Una caná' enviada al periódico "Mercurio Peruano" por un propietario de minas refleja el resentimiento que animaba a este grupo.,7 "Los enemigos del gremio procuran justificarse di ciendo que el minero es ln embustero, ún mal pagador y t$ pród;go. Responderé por pa¡tes. No niego que entre nosotros, así como en todos los demás cuerpos d€ la sociedad, hay algunos charlatanes y trapacistas; y que a pesar de la vigilancia de la superioridad se nos han he¡manado unos sujetos despreciables; pero es mucha injusticia qu€ por pocos pecadores padezcan tartos inocentes"... "La última objeción, de gue soños unos pródigos, nos la hacen sólo los que se llevan de la aser-
;í
1r Pda €l año 1774 €l vircy Mútr 1 d. Añ.t y Ju¡úai (194?, pis, m rotat d. 100.000 @r@3 d. plih tundido§ .n Paso, .n tdito qk tas cifras pú ?otdi y Otuo son r€spcctiEmdt¿ dc 325.000 y I¡4,000. Estó .oloca a Oruro y a Parco 6si .ú .l nisno niv.l, ed¿ úó co¡ úa producción de .lredcdor d. ú trcio d€ lo qu. ¿rt¡.ia PotGí. 25?), ila
Los ingrsos dc la Coro¡a luero¡ €n .l mLmo año alEd.dor dc 145.445 p¿3or pu ,¡ @ja d¿ Pasco (An.t, 1947, pás, 395) y dc 131.500 p.sos pa¡a Oruro (Am¿l, 194?, pás. 465). E. 1720la r.cáudación d. Iá caia d. ¡asco álcmzó .olmcnte u Io por €i.nto dc lá d. Oruo (Mi.nd. Coli¡, 1966, pás. 2r0). Sob¡. Humar¡i.á cfr. Arúur Pr.stor Whit*.r (t94I,
UI a¡ \.II). 16 Añ¡t (1947, pág. 258) s.ñara qu¿ duut. l¿ adminütmción d€l üqcy Esqüilache (1615¡621) cl conrumo d. D.rd;o pua la p.oducción de pl.ta tu. dos v.... sup.rio. a lo nomal dc ¡u ¿Póca.
Caps.
.1
Mercurio
Petuúo,Nir,9
dc crcro dc 1?91, 16l. 21.
BOI,]VIA
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ciírn del vulgo, de mercaderes y recaudadores. Unos hombrcs a mula de sol a sol, cargados etemamente de un nriserable poncho, nut dos por lo común con papas y rarner,,, alojados en unos Én.hos. que mejor parecen huroneras que habitaciones de racionales, expu€stos «)ntinuamente a las nevadas, al frío y a los rayos: unos hombres digo de esta especie, ése llama¡án pródigos si ¡'r[br¿n el día de su santo con a.rpa y guiraffa o si se ponen algún vestido rico cua¡do vienen a la capital? Ya sc acabaron aquello§ tiempos en que el dinero rumboso cxponía a una sencilla * un barrelón de cien marcosr y cl simple presumido entraba en Ia Mina con flautas y violines. Las mismas pasiones que en la ciudad absorbe (sic) un caudal como la glotonería y la disipación cortesanar en un mineral se costean con un saco de papa y un corte de bayeta iü8lesa." Todas estas circunitancias, agregadas a los riEsgos pro: pios de las inversiones mineras hacian que el dine¡o fue. se cada vez más costoso para los propietarios de minas; se acrecentaban sus deudas cofl los comerciantes y otros financistas. En la misma ca¡ta que citamos se daba una tasa de interés anua.l del 72 por ciento como una cifra normal para los préstamos de dinero destinados a la explotación minera; ademÁ se exigían garantias lega-Ies para otorgar los €mpréstitos.'?8 ''El Reino de Méxiro ha llorecido s;€mpr( po. sus minas; eI Pe¡ú qu€ las posee más ricas y en mayor número, apenas se sosti€n€ con ellas... Allí un comerciantc, un acauda.lado, sobre Ia simple palabra de Minero destina al laboreo los 50 y los r00 mil pesos y recibe sin mudar de propósitos la noticia de haberse errado 1a
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Oruro era €gecialmentc dese§Perada: d'Ptrr¡dÓ d'l ¡zorw in r a¡i * |l.m l. pl¡tt dd9uá d' h¡bal¿ ...r.r viñ\ Guhor.n bcB. ¡od¡vit tundido"
AOLIVIA
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"Hacían 10 años que se expedmenta¡ia un total atraso en las labores de las minas; de ñodo que en lá actualidad no habia una sola que üevasc formal trabajo, ni pudiese rendir a su dueño lo necesario para su conservación y giro, siendo lo único que sostenía aI vecindario: cuya total decaderrcia puso a sqs mineros en tan lamentable constitución que los que se conrüan por principa. ¡es, y €n otros tiempos poseían agigantados cauda.les... se hallaban en un cstado de inopia, descubiertos en muchos miles, así al Rey como con otros particulaxes, sin poderlos pagar ni seguü el trabajo de sus labores... Los... habilitadores ya no querian suplirles cantidad alguna." Los prestamistas no se avenía¡ a extenderlcs má c¡é-
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DE MA§A§ EN PENU Y
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i#iiilr-d'Éffi fJ*5rJi$trtf
Los dueños de los talle¡es texti¡c¡ también consti tuían ún secto¡ [nportante de la. población. La actividad que desempeñaban llegó a su r¡áxima intensidad en las últimai décadas del siglo XVII. Una furnte estima que m el área quc ocupa actualment€ el Pcru exitían alrededo¡ de trescientos talleres. Estos establecimie[tos textiles eran üamados "obrajes". Durant€ el siglo siguient€ su importancia decreció y se especializaron solarnente en ta producción de ropas del tipo más barato (denominadas "ropa de la tiena"), ya que no podían competir con aqucllas d€ mejor ca.lidad producidas en Europa- En el episcopado de Cuzco había una gran concentraciór¡ de obrajes de dimensiones diferentes (algunos de ellos, conocidos como ,'ch¿r¡riIlos", eran pequeños y estaban organizados sob¡e la base de tr¿bajo familiar. Algunas fábricas textiles daban ocupación a numerosos obreros, que en algunos pocos casos t. "Rclació¡ hifóri.a d. los Túpac Amaur', cn P.
succsos
d. h Eb.lión d. Jor cábri.l
d. A,s.ltu, l9lO, op..it., pás. 232.
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LrvaNTA¡d¡ENTos DE MAsÁs EN pERU y
ella se registraba una población de 1.106.672 habitantes en el áea que abarca el actual Perú. Los cálculos de población bajo el anterio, gobiemo inca fluctúan entre dos y diez millones. Aún si se acepta la cifra de dos millones, la tasa de reducción es eltremadamente alta y supera a la postedor, conesporrdiente al establecimiento del régimen colonial y a la imposición del sistema de la mita. La cifra más baja de población se alcanzó en el ano 1754, con un total de 350.000; cor posterioddad a esa fecha se incrementa a u¡ ritmo bastante acelerado. Llega casi a duplicarse la cifra en los siguientes cuarenta años (D. Noble Cook, 1965, pág.93). Uno de los factores que provocó la disminución de la población india fue quizás el surgimiento de enfermedades y de plagas. Las condiciones de tÉbajo en lai minas eran tarnbién nocivas aunque las criticas al regimen tal vez exageren este aspecto. No dejaba de ser ftecu€nte Ia presencia de trabajadores lib¡es en las minas; 1os mitayos también se ofrecían como trabajádores libres dura¡tt€ sus períodos de descanso o en los fines de semana. Dqsde un punto de vista económico, .l sistema de la mita en el siglo xvlll ftle un procedimiento para abarata.r el costo de la mano de obra. El costo de un trabajador libr€ era de siete pesos por semana y ese salario bastaba para aEaer una oferta ade_ cuada de mano de obra. Por eI otro lado, el salario que se abonaba al mitayo era de sola¡nente tres pesos por semana. Los propieta.rios de minas destacaron repetidas veces que no podrían manten$ las minas en actividad con costos tan altos como los que demandaban los trabajadores libres.* 3r
Véas¿, por ejeñplo, "Exlra.to dcl meDónar ¡iustado tomado cn cl Conscjo de Indias sobtu nnas y si 3¿ d.bc qrirár", Á¿dL Ac¿¿tui4 de l, H¡r¿ri¿, Mrdrid, Colccción M¡ta t.in¿res, vol. 38, fol. 18.
Bor,rvra
83
Dado el nivel tecnológico con que se operaba en el A.lto Peni, el costo de los trabajadores libies parecc haber sido muy alto. Y tal como se señaló anteriormente todos los intentos de aumentat la productividad mediante innovaciones tecnológicas fracasarón. EIlo puede habene debido a Ia falta de €spíritu empresario por parte de Ios propietarios de minas, lo cual contra$a con la capacidad inventiva de sus predecesores en el siglo xvll o con Ia de sus contempoÍíneos mexicanos. Pero quizris simptemente dependía del hecho desnudo de que las minas de plata penranas no alcanzaban a solventa.r sus costos de explotación dado el precio de ta mano de obra y el nivel de productividad.36 La consecuencia más inportante del sistema de la m; ta fue Ia migración que produjo ent¡e Ia población india. El aspecto más significativo de ésta residía en que gran parte de los indios no ¡etomaba a sus lugares de origen. Quedaban cerca de los lugares de trabajo, empleándose como mineros, en seúicios, o enando de aquí para allá y dedicándose a los tipos más diversos de actividades. Ibana, en 1680, estimó que un total de 24.000 peñonas desplazadas vivían en Potosí (G. Lohmann Villena, El Conde d.e Lenos\. La migración fue una consecuencia no sólo del movimiento de úabajadores hacia las min¿s sino ta¡¡rbién del deseo experimenta. do por los indios de evadir sus obligaciones. Muchos de ellos se trasladaron a otros sitios para Ío trabaja¡ en las minas.
." M¿t"arh6 (1967, pá& ¡8) h¿ Fñalado qu€ dctpués d€ la rcvc luciór d.la ind.pe¡d¿¡€ia, ¿nt.€ los oos 1820 y 1830, hubos¡aconflucn-
.ia d.
nin¿rcs ingL*s qu. ll.s¿bo ar P.rú ¡tEídos po. la crecncia
ditundida cn la faltá de €fici€nci¿ dc los propi€hn$ p€ruúos d€ mims y la suposición de qu. cll.s podriaD t¿¡€i éxito dond. oÚos h¡bíú fracasa. dq Pcro bs ncchor s€ di..on d€ otn maneÉ y la mayoria s€ habiá ido al
.om.nzr
la d.cada d¿ 1a40.
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oscA& co&NBr,rr
LEVAÑTAM¡EÑTOS DE MASAS ÉNPER,U Y
F,l status de los indios en esta situación era muy am biguo. Eran denominados comúnm€nte "indios forasteros". Se ésiablecían en pueblos. en ciudades o iban hacia zona.s qu€ no se encontraban todavía bajo eI control d€ la admiñstración española, mas allá de la frontera de ta cultura colonial. En los padrones aparecían como indios forasteros, aunque a veces eran clasificados como "yana-
La nume¡ación de los indios forarteros adolecía de gran iEegularidad. Trataban de evadir en lo posible eI impuesto personal, y por lo tanto, a m€ rdo no figuraban en los ¡egistros. Resulta eüd€nte entonces qu€ la población de indios forasteros €ra mayo¡ que Ia computada en ellos. Por otra pa¡te, se presentaban enflentamientos constantes debido a la preslón ejercida sobre tos indios forasteros para que cumplieran las obligaciones de la mita. Muchos no €stabar registrados, y así logabar¡ no caer bajo Ia mita.37 Otros tr¿bajaban para los terratenientes españoles o para pobladores u¡banosi recibían el nombre de yanaconas. Tal como los define Matienzo, los yanaconas era¡ aquellos indios que habían dejado su lugar de nacrmiento para viür en calidad de s§ientes entre los . espa.ñoles 0. d€ Matienzo, 1967, pá9.25). De tal Írodo, estaban exc€ptuados d€ la mita y de la caxga de los impuestos, Este t&miño ya no tenía un significado preciso en €l siglo xvu y frecuentcñente los indios forasteros que no poseían tierr¿s eran llamados yanaconas. Prescindiendo del término que se emplee paxa denominarlos, Ios. indi-o.s desarraigados que
:, V¿a* P.d.o lr¡nci.ó Árim.idi, 'Infom€ d.l
§ubd¿l.garto de
Po¡co sobr€ la mita d¿ Ursainqui, Abril29, 1910", Red Aü¿ñiz ¡t¿ t! lr¡i¡oñ¿, M¡d¡d, Colección Mára Lin¡Es, vói37, fol. t12-t33.
BOLIr/IA
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4graban confante_mente lle8aron a consh!ür un¿ parte cada vez mayor de la pqblación.33 Así hubiesen caido o no bajo el registro de los tun cionarios cspañoles, los indios forasteros eütaban a menudo la mita. Por otra pate los propietarios de las minas siempre presionaban a las autoridades para que se incluyese una mayo¡ cantidad de indios en las levas. Intentaron también extender esta obligación a aquellas proüncias no comprendidas entre las dieciséis pñmeras. Como ya se expresó, no tuvieron mucho éxito en su propósito. Por ejemplo, el virrey Conde de Superunda, cuando fue consultado en la década de 1750 acerca de la aplicación de una ley de 1732 que dcterminaba que los indios Ibrasteros debían trabajar también como mitayos, comeritó: "El decreto que impone a los indios forasteros el cumplimiento de los reglamentos de la mita era un cambio cuya introducción requería mucha cautela. Al ü en contra de la tradición, podría traer apareados algunos disturbios, y sin dudá esre morito era de más peso que los demás para impeür su implantación, porque cuando me hice cargo del poder no se habia adoptado ningr:na medida para obligar a los indios forasteros a que prestamn ese servicio. Pero los gobemantes de Potosí, que sólo mi¡aban por su bienestar y no temían las consecuencias de sus actos, convencieron a don Ventura Santelices (alto funcionario de Poto' sí) para que aplique estc decreto; y aunque se dijo que ¡' "I¡s iúdiós ya no * €ncuenLa nás bajo d conkol de sús ca.iy cu¡aca y corc€ntladG .ú'ayl¡u, y.parcia¡idad€s'como cuado Tó¡.to ¡oi cont¿ba, si¡o qu. s hallán dk.ñin¿dG y disp€¡rol , s ¡meDtá el vir¿y Duqüe de la Pa¡ara .n 1689 en ma cá¡ta dirigidá ál Éy. D. lot 64:581 i¡dios resistados e¡ l¡s die€néis proüncias hajo la mita, segúú el .tn5 órd.n¿do po. €ste vh¡er, 31.378 úan forárerós y 16.000 üvian diquc§
s.minados.n lG.stados €spañoles. véase, Alb€ro Cr6Do Rod¡r, I955/56, vol. xl¡, páss. 158 162.
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I,EVANfAMIENTOS DE MA§AS ÉN PERU Y
oscan, co&NBr,ra
los indios establecidos que poseían tieras podian traba"
jar como mrtayos al iglat que los primeroi, ésros se re. belaron con razón en conrra de ello y ruvieron éxito... y....yo_resolvi por un dfcreto fechado eI 26 de agosro de 1752 que en las provincias que conrribuian a ta;ira de PoLosí... rodos los indios forasreros, inclüdos los que no poseía.n tierras mas se hallaban establecidos. deierían ser consignados en los censós como lo solicit¿ban los propietarios de minas, excluyendo a los indios fo¡as-
teros eÍ¿rntes..."39 Tal como se i¡fiere de la cira. algunos indios desptazados fueron capaces de obtener tierras después de eirablecerse en una comunidad. Orros permaneiÍan atados a las comunidades pero no poseran tierra alguna. L¿s auto dades los clasificaban en los censos como ,,indios for,§teros con tierras" e ..indios foraileror.si4 tierras',. Estaban, además, aquellos que pr.s,r-iUleme"ii "pi."taban algrin servicio a los espaioles y fueron registrados como yanacon¿s. Y, por orra pafre. los que no aparecian re8isrrados en absoluto y no se anaigaba¡ en_nin. guna parte, miembros de una población perpetuañente
Muchos cronist¿s conremporáneos describen la conducra de tos indios desplazados. Aunque los designaban en torma vaga como "indios forasteros,,. probablemen¡e se referÍan a Ios estra(os menos inregrados. Desracan su comportarnrento desorganizado y erranr€. CitaJemos, por ejerplo. a Canere. qué describe tas consetuencias de los desplazamientos provocados por las obligaciones de la mita: "Con todo esto (la mita), no togran los infelices i¡dios el ¿lirjo que el Rey les desea.L porque duranre el 9G¡,
váÉ "R.¡aciú
quÉ.scribe €l Cond. dc S¡p.runrta,,,
,¿ .i¿,
pás!
BOT,I\¡¡A
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ticmpo de la mita consumen en el sustento de sus perronas y familias... mucho más de lo que ganan. Por ion$gurente contra€n €mpeños y a sr.r despedida es preciso ¡ragarlos, quedando ranlo o más insulvenles qu€ anres: rlc suerte que se ven precis¿dos de hacer su peregrinar:ión mendigando y robando en los caminos, o de queda¡se ocultos en la Villa, para exponerce al conchavó o minga... y colr,o la inclinación dominante del jn{ig,p¡ Ia libc.ttad,, janás uueluc a buscar su domicilio, n úene con qué hacerlo, porque todo lo que granjea lo disipa en sus vicios y borracheras" (P, Cañete y Domínguez, 1952, pág. 107). Feyjoo de Sosa, conrador principal de ¡a Tesorería cn Lima, dfscribe la conducta de los indios lorasteros casi de la misma forma en 1778: "Yo tengo expresado que los indios de esta capital todos son Iora§teros, puesto quc esto mismo se observa cn las ciudades de Cuzco, Arequipa y Villa de Potosí. [,stas transmigraciones los hacen vagos y errantes y por consiguiente se ven las provincias desiertas y despobladas... En comprobación de lo que se lleva dicho se hacen las siguientes reflexiones. Se dJcen originarios. no porque todos vivan en los pueblos am.rinados, sino en las haciendas de pan llevar, ob¡ajes y estancias inrnediatas con sus mujeres e hijos, y se dicen forasteros porque vienen de remotas y extrañas proüncias, buscando auxilio y refugio a sus nec€sidades; de suerte que se pqede comprobar que toda esta nación üve vaga y errante siendo la más peregrina en sus tienas y posesiones...'{o La decisión del virrey Supemnda de-incluir a los indios forasteros bajo la mita trajo como conseoencia la realización de un recuento €n 1754 bajo la dirección de .o V¿e '?d.c¿r que dió Dón Misn.l I.yjóo d€ Sos,..", Nacional (Maddd) Msc. 13.368, fol. 30 y 30u
Bibliot.a
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oscAR c(.nNBLrr
José de Orellana. L,)s datos son muy signiñcativos, De un total de 140.000 indios adultos vaxones,55.000 eran forasteros, lo cual repiesenta alrededor de un 40 por ciento de los indios adultos varones registrados..I Durante el vireinato de Amat, unos veinte años miis tarde, otro cómputo afrojó un total de 172.000 indios adultos v¿rones con una proporción similar de indios forasteros (M. de Amat, 1947, pág.236). Ademá, la dist¡ibución en las regiones variaba ampliamente. En tanto que en el departamento de La Paz y de Chuquisaca Ia proporción de indios foüsteros alcanzaba el 60 por ciento (los dos departamentos abarcabaa aproximadam€nte el actuáI territorio de Bolivia), en el departamento de Cuzco la proporción eú del 40 por ciento y en Trujillo, al norte del Perú. no superaba el 20 por ciento (M. de Amat, 1947 . pág.236).
VI
lry]'.-lal jt r..rrquí'§ lqc¿les, los caciques o (r,r¿s¿-s drsempeñaban u¡ rol social eslrarégico. Eran jefes de oiigen mestizo o indio y cumplian una tunción similar a la que tenían en e1 Imperio inca. Al dem-rmba¡se el Imperio y desaparecer el gobiemo central, su poder se incrementó en grafl m€dida y se convirtieron virtualmente en pequeños señores dentro de sus áreas de influencia. En esa época muchos funcionarios del régimen inca se ocultaron bajo Ia apadencia de curacas. Tan pronto como la administr¿ción cspanola logró consotida¡se en el poder limiró rigxrosámenre l¿ intluencia de los curacas. a'
M
na rio\ d? Lo \ Viúe\et
qLe h¿n gobeñodo el penj, op. cit., aot.
IV, .n trados o Do(un.nros ¡ qu¿ sc ..tj€re luBares
.od.spondi¿n16, pás, 15.
LEVANTAMIENTOS DE MA§AS EN PI'RI' Y
BOLIVI^
89
lln esta esfera, el virrey Toledo elabo¡ó a través de los - reglamentos para los corregidores los instrumentos l€gales necesa¡ios para ello (G. Lohma¡n Villena, f957, páss.50-60). Las tareas fundamentales de los cu¡acas cpmpletdían la recaudación de Ios impuestos personales de los indios y L, onsignación y el registro de los mismos para cumpür con Ia mita (en aquellas provincias ell que r€gía est€ sistenia). Disponían también de cierto poder judicial. Ademái, los curacas estaban exceptuados de las obligaciones del t¡ibuto y de Ia mita y recibían un sueldo. El puesto de cumca implicaba priüIegios tanto con respecto al usuf¡ucto de tierras como al uso del agua.42 Los indios de origen noble tenían derecho preferencial al puesto de cumca. En un decreto real de 1697 esto se establecía clar¿mente; "... (a) los caciques... por distinción de los indios inferiores se Ies dejó el señorio con el nombrc de cacicazgo, transmisible de mayor en mayor a sus posteridades, inhibiendo de sus causas a las iusticias ordinarias con privativo conocimiento de Ias Audiencias"J3 Al¡ededor de 1770 exisrían unos 2.300 cu" racas en el vireinato del Pe¡u, cif¡a que representa el 1,5 por ciento de los indios tributarios. " Como Uustm.ión d. tar oportunidad.r d. mónopolizú la tiérá qu. proporcionaba la j€Equí¡ d. dmc¡, véasc "R€l.cioEs d. l. Vüita d.l
Inr.r¿.nt d. Ar.qúipa Doú Añrónio A1vú.2 y Jim¿n.z ¡¡793-1796)", .n ví.lor ¡r. Baris¡ (1948, tono tr, pás. l2). .3 Docum.nto d.l Archivo C.mral d. lndias. R.producido por Richá¡d Kondzk (1962, vol, lI¡, tmo I, pás. 67). 'R. C. qu. s @NidcE a lor dcscmdkúes d. ctuiqú3 cóño tróblr3
90
sas EN PERU y
oscaR ooRNBL¡T
¿ I* , jum?do ,n¡...'oSut,_rrs formates de que gozabal, los caciques establecían relaciones pater4alisias fnforma. res en reglon que quedaba bajo su influenci¿. l,a re.la rmpuesros- y rambién Ia evasión dependía :audXcron.de euos. IVo era inusual que los caciques e-prendier!9 tipos de negocios. Este es ei caso di 9:tpLos José Gat!flel Iúpac Amaru. Se hallaban, e\idenremenre. muv .omprometidos con el sistema colonial español, y lo's lrecuenres p¡eiros legales referidos a los deiechos de cacrc¿zgo demuesrr¿n que esa función rraía apareados be. nehcros. presrigio y poder.
cn esra condición.
Debido
tlnte, el registro
a la
Bor,¡vla
91
migración cons-
de los indios llevado a cabo a tmvés de las parroquias o d€ las autoridades locales €ra doficiente; los errores y las omisiones provenían muchas veces del deseo de los caciques de r€caudar los üibutos en su pro-
pio beneficiols
No se conoce exactamente la natuta.leza de los avllus. Roviá"iiiliere qúe eran gmpos de parentesco endógámos vinculados a un territodo que poseían en común. Supone asimismo que la línea de descendencia era mascúiExiste otra ca¡acterística de la civilización incáca que por los espaioles. Cada provincia de los jncas estaba diüdida en dos secciones o mitade¡. la "suDenor" v la "inferior" lHanansava v Hurinsava)J? Cada un jele.-tl j¿fe'de'la'mirad'superior se tLre adoptada
vII Nos ¡eferi¡emos aho¡a brevemente a la estructura de parentesco y a la estrucru¡a polÍtica de lu .omurridaá rndla. Los etementos sobrcüvienles del Imperio inca se rntegraron a ta culrura coloniál hispana, aunque no oueqxé punro rsos \.esrisios de ta 'üeja , uitu. :]9. ^1rl ra vllran. todavj¿ en el siglo XV¡tL por orra parLe. Ios uvestg¿dores dirergen en sus opiniones a.erca de los l: ,i:',j"_1::-' y de ta csrrur rura so.iat del rmperio
::
docuTcnlos de l¿s posrrimerias der sisroxv¡rr - .!:: que los indios reveran se consid€raban perteneciente" a 1fl11..n,:. .denominados ay1lu-r. No resutr¿ posibte anrrnar que tudo indiu enuviera \ in, ulado a uno je estos grupos, pero sí que gran núme¡o de elos se hallaba
'...¡¿t¡¡""ela
. s Rcñn¿¡dosc ¡ nu¿vo €mpádrúñi€¡to qu. a nnño órd.¡ó y al áun.dtó d¿ úó, 150.000 indios sobft lor 612.000 quc EsisEala el ccnso e¡ l?54, €l viry Amat (1947, p4q.236) .onsid.hba qü. há d. lai ausa6 d. .st€ auó.nto tsidia ñ el ñ.jd control de ¡c r.aud¿s y las ñmio-
bk
d€ los corÉ8idoÉs y .ufud. a.V¿& Jonn t¡os,i¿nd Row. (cn J i¡n E. sttudt,.d., r946i páss. 253'255). C.¡ho lom (o¿ .i¿, páS$ 483.499)propordóna @ d.finiciór
sinil¡r,
Estas
züid.ú
oÉclerístios
han sido cu.stionadas por
pi.
otos i¡v¿stigadór¿§.
d€ pís. Ne 10) die, por ej.mplo: "El ¿yllu en un arupo .o tiiúid. por iodos aqu€Ilós qu€ tuvieseD u et€pasado d€teminado. Estc concepto impüca quc cn nalidad todó grupo, al @al los individuos * ü¡cú¡abe pd el p¡dE o ¡¡ n¡drc, podí! ser consid€rado (1964, pás.26,
un .yll!. Co¡ ln cr..p.ión d. cidtas nóm* «tn i.sp..to al ince*o, cs posibl. coruid.rd a cada srupo .óño .rógaño o cono endósúo de
eu.rdo @n la litusión cspeciño @mpEndidá". Es sisniri.ativo scñálf qu. Túpa. Amaru Ecl¿mb¿ 3ú d.É.iro paá gób.md a túv¿s d€ l¡
su
,, '¡
d.,c.ndcncia matem¡, por s€r
m_o(
4? EntE ,os útopóloaos * las d€nmina sen€ra¡in.¡t. "mitad€J', auqu€ quizás ,o É sohcrtrabm po. ¡as Eslas d€ la dcfini.ión d. ñita.l, y si por L tun.ioús dé inter.ambio, t.l coñó lás que proporciona Robin
Anal?ddo Id ob,a d. Brund¡8, LñOit? oj th. Iaca. Zúdrñ^ \ó,. 67. pág. t76) Ues¡ r dc.ni,ilr *", .o* poo,i,. ac¡ r, d. tc hi{orir d. e"k pu.btó ttr ciq¡iz,cion i;c;,,1 q,.,.1. rl.i,
teccsoE directa una hija d.l inca F.üpe
11965.
-,r. do rudon rcnquistado¡ por td c\pdñoh.. to ¿_* * -p".. ra,on. Loñ\úlr{ rdbi;n.t ¿,átomdó deb¿k ródo _"* Atpd,¿ A4thropot ¡?tr, t966. vot, 6B. t;s\. 229 j.. ¿..¡. r.,.n oc
tu
Fox 11967, pás. 182).
92
oscaR coRNBr,rr
denominab¿ ..prim(ra p€rsona', y el de la mitad inferior '\egunda-pcrsona". EI jefe de la segunda estaba sr¡boidinaoo at dc ta primera Uohn H. Rowe, 1946, pág.263; G. Kubler..t946, pág.564; J. ae l¿adenzo, l'so"Zt.-ü ao.mtnrstrac¡on española organizó a los indios baio el mrsmo sistema_jer&-quico, sistema que, a.l meno" foLalmenre, regra aúo a l¡n€s dd §ieto XVtr¡ En cadi puebto ¡r4", . J"-*jj',"¡dad rerritoriat, exrstía una ¿utoridad máxima que era cl ,.cacioue oril a quien__seguía et ..cacique ..g"nin j.ri:-,,p::.rr,', sona'.-Ademas, cada ayllu rení¿ su ..Orincipji.rr La forma precisa mediante la cual'los individuos eran ayltu, segrin su linaje y parentesco, si ]T:t:r"d* al esa fbrma precisa existió alguna vez, no ::1.1:l-:*. nos a¡anc. Iero importa analiz¡¡ la relación de esas es. et surgimi€nro de rebetiones. espec¡almcn:lili"" re en tos -, ca¡os en que Ios indios per¡enecían_a avüus v a sstemas Jerárqücos diferenres, De ,c".rdo .on Ío" d",resulla posible afirmar que esro! élemenros dc- la esrruciura anterior, baio lá forua orr. torüron aI tundirse con la cuhura ispañola, proplraJgunos casos, Ia base pa¡i et rurgim;ánto de Irderer Iocales que se opusieron a iuienes se iallaban
en el poder. El caso dr Chayantá puede -, conthcto enrre el corregidorilusrrar esta cirarnstancia. I,r AIos, el acaudalado orop¡etano dc mina Manuel Alvarez Viltarroel y el prÉsbítero.de Macha. cregorio Jose de Mertos, haúía timado erado púb¡ico..e
rJEvaNT MrENros
DE
M^sÁs
EN pERU
y
BoLrvra
93
'Iodos ellos habían trabado buenas rclaciones, si bien t(mpora¡ias €n alguna mcdida, con sendos jefes indios l,)cales. Alvarez Villarrocl, por ejemplo, apoyó a Pascua) (:hura, un jefc indio que intervino en la lucha contra €l .r)rregidor Alos. Acusaba al mismo ti€mpo a Pedro Caipa! cacique dc Pocoata, qu€ en 1780 era considerado l(rl por Alos. Al mismo tiempo, Alva¡ez Villarroel se hdllaba en buenas relaciones con la "segunda persona" rlc Pedro Caipa. Y Merlos, el presbítero de Macha que luchaba a la vez contra Alvarez Villanoel y contra Alos, secundaba las dcmandas de Tomtu Catari en contr¡ d€ Se poseen más clatos que ilustran Ios conflictos exisientes entre los caciques que represeÍtaban a la mitad supcrior y a la mitad inf€rior.s¡ Sin embargo, hubo casos en quc estos colaboraron cntre sí.52 Habría existido aparentemente cierta tensión y antagonismo entre los miembros de difcrentes ayllus. Esta tirantez debilitaba las lealtadcs de las €omunidades hacia sus caciques. El caso de la muerte de Florencio Lr.rpa, cacique de Ia ciudad de Moscari, que fue atribuido a un miembro de otro ayllu, refleja esta situación.53
r' V¿a .l '¡rfomc d. M¡nu.l A¡lez V¡U.mcl, Plara, ¡1 d. etub¡. 4. ,7At', Ar.hioo Cea.tul de lndios, Audi.ncia dc Chúcs, Leájo ,'
Por ci¿nplo,
.¡ @nflicto .rr. ¿l eciquc dc Taoa. Toribio Ah y
¡u "*3!¡da pd$ña", Cipria.o Jü¡iá¡ qu.bpú4 §ob.. lo,
3: Er
-tiü*,.":g¿::üT.',:f if :;*"1ffi1?i.fli;#,(il,:.ii.,.,: ,,
;;. :,?;,
:"ff.*,, ffi ,:xlli.l"^,T.li;'.l,i.ll¡.".,iáp- *
Quiliquil¿ d. di.i¿mbr. de 1780, pó¡.jop¡o, aunó ,ücrd .on Tonás Romdo, ,u .t.sún. ^gustín & p.¡!on.", ¿¡ .@r¡ d€ los indios roBt ror L@tados. Cft. ,rr.¡r¿ ^muchuy Cdaal ¿. Ii¿úú,l¡dit fr¡Lc C.ú¡al, l.sajo ,lI l, "Cuadcmo Nc 2 d.l Au. to d. ¡G Disturbio. .L Qülaquil.".
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c¡ciqu.
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las
rau.lts d.
Akunos r.figos i¡foúaion
qú
tuc ñu.rto por ñimbror d.¡
94
oacaR coRNBLrr
AI
considerar estos casos uno debe recorda¡ que ser miembro de un ayllu implicaba poseer de¡echos; pó¡ ej(mplo, pñrilegios sobre la rierra y eI agua que. como antes señaláramos, aumentaban considerablemenre si se alcanzaba la jerarquÍa de cacique.
1¡III Entre los miembros de las instituciones coloniales españolas hemos mencionado al corregidor, E¡a una de las figuras más imponanres del sistema, y bajo ese nombre o el de alcald? m¿)or lo enconrramos en'todo el tmpe-
rid é3pañóI. Los corregidores debían desempeñar funciones dive¡, sas, aunque algunas de ellas no estaban especificadas completamente. Tenían intervención en los asuntos judiciales y se suponía que debían proporcionar ayuda militar cuando esto se hiciera necesáxio. Eran conside¡ados los represenranres del r"e¡ en Ias prorin_éias y por lo tanto su poder era considerable (O. Lohmann Villena, 195?, pág.222; J. Ots Capdequí, 1969, págs.469-71).
Entendíase que debraD grspsfcio+ar .prptÉcció.¡l a lqs esraba a cargo de otró' iuncionario del estado, el Protector de los irulios. Pero este cargo fue abolido en los pueblos y subsistió solamente en las ciudades (G. Lohmann Villena, 1957, pág. 231). Su_-tarea más imporr¿r¡te era recaudar los rributos y orSan¿ar el envío de los mirayos a )os lugares de trabajo. Todo esto se Ilevaba a cabo cor la ayuda de los caciques.sa
LEVaNTAMTENToS DE M^sas EN pERU
y
Bol¡vra 95 Los pobladores de cada provincia, fu€ran indios, mestizos o españoles, se hallaban bajo la iurisdicción del corrcgidor. quien podra etegir "omo tugar de residencia r ualquiera de las ciudades o pueblos de la prgvücia. l:s(os lug¿res se converl¡'an aur;rn:árica-rnente ;n capiralcs de los corregimi€ntos, L¿ instilución del cargo de corregidor en el peni, llevada a cabo en el siglo xvl, cumplió diversas funciones. Ya hemos mencionado las que se reterían a los curacas. Otro de los propósiros de la corona r¡a oponersf en Amérjca a la creación de Llna nobleza rerrareniente, con derecho de señorío sob¡e sus vasallos. Mediante los conegidores se logró disminuir el poder cada vez mavor de los encomenderos (R. Konelzk;, tgb2, p;8.224). E^x¡sL.ia orra parricutaridad det corregidlique ienía prolunda! consecuenci¿s sociates. por ser un funciona¡io de la corona. recibia u¡ sueldo que se rinculaba con la capacidad impositiva de la provincia. Los s¿rla¡ios anuales de tos corregidores oscitabai Jproxim¿damenre €nLre tos 1.200 v los 4.800 pesos.rr Al corregidor no le es¡aba permitido pracricar arrivida. des comerci¿les ni parricipar en ninÁún üpo de acli
i¡dios. A¡te¡iormenLe est¿ función
ayllu Su¡icIito, al oal no pc.lenccía Lupa. vóas¿,4'cl¡da C.Etut de !* ¿ür, Audi.ncia rl€ Chúcd, Lsdo 596, ..Cuadcmó Nc lO de la SubLvación
r.
Es pÉcisó eñald que
exktio dos cla*s d. comsidorcs.
rós d¿
pu.blos de indiós y los d. pób¡ados y .iürl¿d¿s d€ .,pañotes. Nosót.o, h._ mor desúito el corr.Eidor de indios. P..o ¿ ncnudo habia indios qu. qu.daba bajo l¿ jurisdi.ción d.l cqr.aidü d. ciuddes.h españoles, y en cr , do muchas d. tas cda.rcriíica mencionrd¿( pd¿ .t priDero h ;on ,pti.
55 Constnmos los salarios ¿n p€sos d€ ftho reáleí
t¡s suerdG e que E d.nmind .p.!o úc uI "ñ..y¿do., d¿d que t¿li¿ dpronmadcmrnre 65 po' !ien.ó mb qu€ rtI¡\o 'magrndn¿ de cho r.ales o pcsó coniente. Lohmd¡ Vüñ¡ (1942, páqs.596_600) dr-ls elariós d¿ rodG lós corcgidorca dcl penj a m¿diados dcl siAlo Xvll. lfos sa¡arios se m¿ntuvi.rón at mimo niv.l a havés dc todo et-si¿lo -(V'rl. hanc l¿ ¿hoü, i6n del tá¡go de colreSidot,V?d.. Aahna B"np al t. ,ndu,, J'udnn,ia rl. Lmr. hs¿jo. ffq; bs?. c.n,*p-.ro ¿ i¿ _P,.ro\ rrpr4m sm4a¡mrn! rn lo
rlaci¿n rnrp dc r o.ho ' ) -peso(.nrdy¿do! , loniú¡rc;. Mich.t. Colir (1966. "conuecions Mon¿r2itui, t.
96
lo cual se ha.ltaba incluido especialmen. id¡!S.,e¡*a^, rr en ct Jur¿rnento que debÍa presrar a¡res dJ ocup¿r el
cargo.
Estas,restriccion€s se establectan para evrtar conflic. .(os con los comercrantes locales s: hizo evidente, sin embargo. que los suetdos quc. ^. lr:::. se aoon¿Dan no permirían dispon., d. ,n p.r*n"l ta ta¡ea.só por etro..ros corregido.res g-i rr.re:::,._L,.. ¡on.auronza.tos a practicar Io qu. ." a*o;lirrubu it...reparLimienr oi comprendía el mono. l1l^^1:1,." Et.
'[].'J,::,:ii:l:.m::l*t1""..Í:,*,.:.;
!ül;ff producros dumnte los.inco años d. y los rndros
.j.r.i.i;
esLaban obligados a comDrajlos.
ael
:-"r;;
Este, procedimienro llegó a ser muy criric¿do por casi de ra soc¡fdad. Júan y A. d; L,uoa, .:::-":.1":.
.
"::ii.. tareo de América :llT:: * ¡r,en conocido viaje es'¿ arop';,i¡." o. J. v'Á-. Íl' ü[]:'iiÍilil'"1. 1',i;:eqri'Ie
a. I"". arguinenros qJe se esgrimró contra el re. - !¡.. p¿¡rrmrrento tue que implicaba .n ,".t¡ar¿ ,"" f";;;: oesembarazarse de Ios producros sobra¡tes. Los i¡rticues¡ab¿n.obtisados a comprar no res :::^q::,1:'y indios su precio resutraba .*rr" *as que .i :::""li,f" que nubreran p¿gado en et mer(ado. "rr" El rep¡rlimiento _no involucraba sólo a los indios v a) corrrg¡dor. Habitualmente esre ú¡rimo durtos a través del crédito de los come¡cia¡tes "br..í;l;;dJ;r;hs crudades. Por lo tanro, conrraía tuertes aeuaas, eaemes,
::*{1,:.3"s]fu ,. ffi TJ:i,t
¡¡¡V r ¡O¡,¡V¡,r 97 ,,rnr¡ el dinero no se pt'dír recaudar con facilidad, la ¡r,'sibilidad de un conllicro era constante; no existr'an r,EvaNTlro&NTOS Dr .¡,rS¡S
osc^ñ CoBNBL¡T
T.1T1,:,
j:.ffilt}*;
$.'i,.ffi .;;i;,,.*;idfi iir;+.:..i:,":,rii:i,:",H
¿r.¡
rlr¡chos comelciantes que estuvienn en co¡diciones de .rt¡r,ntar los riesgos necesarios, y aquellos quc lo harían .runentaban exageradamente l¿s tasas de inrerés.5? Apart€ de estos p¡oblemas de distribución, el reparlimiento constituyó evidentemente un modo de aument:u el consurno. Forzó la demanda de una comunidad r'uyas pautas dc vida y cuyas costurDbres tenían escasa ¡clación con la estructüa del mercado espa-ñol. por ello, cl sistcma de re!,atirniento era apoyadó no solamente l,or los corregidores sino también por alguros Srupos de rnercaderes. El t.mor de que disminuyese el nivel de la ¡ctividad económica fue un factor frecuentemente dcbatido cuando se trató el tema de la abolición del repar-
timiento... La co¡ona adverría con claridad las complicaciones que cr€aba el lepartimi€nto. Como su aboliiión representaba incrementar los gastos de administración,' ya que en ese caso debeían aumenliüs€ Ios sucldos de los conegidores, adoptó dive¡sas medidas par.a impedir los abuso§,
A cada con€gimiento Ie correspondía una cantid¿d de dincro máxim¿. No se lc permiiÍa aI corregidor vender productos a los indio¡ por una cantidad q-ue sobrer'eór.Fmp¡o 'L.DE.htacióD d. ta ci'¡da¿ rr. cu,co,.¡.t .LYqA 1768 soür. .rc.sos .i. Corr.gidÓÉs y Cútu-, €D i.tac¡ov, .t ro¡ uidF .¡ , Llr¿i.nci¿¡ qu. naa sob.rudo et p.rú. pubticada .t O.S,, roho lIJ, pÁgt.212-214. En .t ró loto r.;tica a nputmn.to. mo qr ri p¡opon. un mdodo p.n obrhrr tor tondor Ec.¡úios a fih d. pod.r pasa ú i.üio ¡d..o.do ¡l oGsidc ¡o uti¡Lú ni. diE.o d; r;ro p,¡ p.g, , lq prcónror lsínodo, v u.itiz.r.rb !m¡ p.h em.n!.¡ lo qu. p.robiú Ió! cod.sjdoRr, .¡ v¿.s. Alonro Cúió d. h vord.E (1966). doñdr é . !c queja d. .ld,onFcu.n,rr! ms:'ñd p,óducidó por I¿ ab;ricion d.t ¡cp,r;i;"¡o, ano
98
p1t1a
fijada.se
en el a¡zobispado de ,i tuc l" permitido.poral cjemplo, uma le corrcgidor du¡ante un bcriodo oc crnco artos realúar un r€parto dc I.t53.000 oisos oara,una población hasculina adulta de 45.000. E'sto eolivar,c,aproxmradahcnte a 6 pcsos al año pcr cápita. U{a de Ias críticas más wuales que se formularon fue
g-r¡c.
Ios corregidoras
¡o
ob¡c¡raba¡r.l¿
§.
Los indios
¡ruc¡¿uon muchos proccsos legalcs cn cont¡a de los excequc efecruaban los corregidores.Go Aun ::.--.1 "1.:p*':.
tal6 abBos Do hubi€¡an cxistidol r¡no dcbc rener cn cucnta quc cl sistcraa cntcro est¿ba conccbido pa¡¿ for¿ar ciertas pautas de demanda en una comuni. aao que po&-ia cortr¡Db¡c! y hábitoc dc consurno abso. ruramentc d¡ter€ntcs.y se ¡csistía al csfuerzo que Ic deun, modo de vida mrís cxigente y más rutinal*9*, no. ¡-a opos¡oón a estc sisterna tcnía quc sr¡¡gir cu¡ütdo
natur¿l-
mente.6¡
. El co¡¡egidor comtituía tañbién lm obstáculo pa¡a el dcleo de la corona dc centraliza¡ y organiza¡ ta bu¡ocracla oc un modo tal que aurnmtara su ef¡ciencia. Dcbido a quc cus rngresos provenían de dos fucntes dirtintas, pT,. dcl prcsupuesto de la corona y por otra !:.-.:a oc ru, propra capacidad eñrpresa¡ia, los corrcgiddrcs contrastaban. cad¿ rez con mayor fuerza con_los nuevos tuncronafios de la administración_ó,
).Hffi:: Hq&iü:'*y" i;r*i"-lÍ:ll *de l¡.ii, p¡oünci.r p.t.
fi ,I"THH ::',.H::f
^l;.f
& t6 Nro.
H".Ji",*
¡.guirto, por
tq C!.i.
f;::.-,i;rtr*5}#t:i;i*¡
| EÉi.¡ ú@.t ¡r.r y c6@dor tnb¡io. qk r d.ditu . dto. cu,tuELr, qu. ¡- .¡a. ,i.á¡Ad. *, -. .i moiúimo. Vá* Yo r fchor (t966, Vf¡,2. plg. -u"t., (...d.¡t .l JE¿ ¡. h.r¡t¡t p.,. .t @úqdo l6,i). 6 b Di&o qú. P[..¡
r,lvaNtaxlt¡¡?o¡t D! x 3 sENPlru Y BOa¡r¡tA 99 La preocupación de la coro¡ra Por elevar el g¡ado de cficiencia dc los co¡¡egrdorcs se manifestó ya en la.s últi_ ñas dccadar del iiglo xvlr. E¡ derccho de nombra¡los fue quihdo a los viEcyes y tr¿nife¡idó cxclusivamentc al Conscjo de lndias. co¡¡ se' de cñ tsafia. Los vi¡revcl p¡otcsta¡o¡ cn contra dc es_ ta mcdif,al¡ Pcro, como'puide óbscna¡sc cn los títulos de nomb¡amicnto, rólo a partir dc la segunda mitad del siglo xvul sc considdó al corregidor mrás bieD co¡¡¡o un funcionario que como una fulntc dc rccursos a t¡avé§ dc la venta de oficios. Despué,s dc que subiera al tIono Carlos III, no se crpccificaba 1en el nombrarniento nin_ g'ín tipo dc ¡emuncración *peci¿l Par¡ la corona, fuera áel im;udto normal denominado "media annata".( PesJ a los esfucr¿os realizados iiin intcgrarlos al sis_ tcrna burocrático, el hccho dc quc no dcpmdrem cntc_ rañc¡lte dcl sucldo de la corona ¡csulta un obstáculo infranqueablc, Por ello, cl cargo dcbía rcgine por regla_ mcntaáonc¡ mucho más cüidadmas quc las de 106 ot¡o! funcion¡¡ios de la co¡ona, No sc dcsignaba habitualmen_ tc para cubiu e§toc Puestoa a micmb¡os dc la buroc¡a' cia.- El nombraaienio du¡aba solo cinco años y las oodbilidadc¡ dc ouc oerm¿ncciera si¡viendo a la corona ior un lapso ,naylr d-'ependla de muchos factores difíci' lcs dc precirar. Sr¡ no¡rbfaoicnto cta csenciaünc¡tc rma qratificació¡ a corto Dlazo, " Por lo t¡nto, el papel del corragldor cra uno de los ¡.ntuL úa cúió¡ póriE pM qu. !6 &litnatc.-", d.cí. F.vjóo & sor (M.¡.¡or ¿ r¿, 19t2, o¡ d¿). ., v¿c h "&.Ldón &t Et¡do ¿ to¡ RciG &l P.¡ú qú. h&. .l Ecño. §.ño! don Jo¡¿ Añ.ndüi¡t, M..qufi d. c¡'tcl'1u.rt.".., .ñ ¡Lño_
iú ¿. to' V;n !¿t p. lún sob.ña¿o .. Cfr. Al¡¡¡D¡ .l. .ct.!iiim. 6 tcr.¡o
63
.¡ 6!r.
.t P.á... (oA ¿i¿, pá8. 58). ¡L l,diú, cl Achioo cñl
ÁM,
100
IJÉVANTAMIENTOS DE MA§AS EN PERU Y
más débiles es¡abones de la administr¿ción colonial v estaba destinado a d€saparecer. En re¿lid¿d, el _9or.1$1$9¡-fge reemplazado a corto , elazo por e¡ rnteridente, c.rrgo insLituido en el peni en el año 1784. La implanración del sistema de inrendenres en todo lmperio esp¡nol llevó largo tiempo, pero a tines.de -el la.década de t77O ya nadie áudaba'de que sería adoptado.6s El nombra¡niento de Areche en eI peni como visitador general se vinculaba con €sta medida. En su info¡me a la corona éste atacó acremente la existencia del caryo de corregüor y recomendó con cierta insistencia qie tuese abolido el repanimiento.66 Vemos asÍ quc si bien el repa-rtimiento se suorimió con premur¿ luego del surgimiento de las rebelio'nes, Ia corona ya tenia tn m?nte esta. decisión desde mucho antes.
4q-l?19. rS carqcrqrizó-sobre rodo por una de medidas tendicntes a;üm;irta¡ Ia efi. flnpl¡.a .sfn9. c¡enqrEil::Il burocracia, Se esperaba que, como cóñi6cucncra dc eUo, se incrementasen los ingresos de la corona. Mas éste no era el único objctivoj también se pretendía controla¡ Ios abusos de.los poderosos grupos local€s de intereses y promover la proáucción de iie'nes
E-(gdg-
mediante m€dida¡ adecuadasConstituia un prerrequisito natural pa¡a el logro de estc propósito que se efectuara una selección mrís"cuidadosa de las personas que ocupasen caxgos en la burocra-
.: gl.. J"n" Lyn(h {te62, ..p. nl); eñ csr¡ . d.rnpoon s.mÉl de !u i^trcdu(ción.n Am¿ri.¡.
obh, .n.o¡r¡{á ua
6. d.,Arc.h. a Ct!.z, No t95. Linc, t6 de ¡780, , n oCüra ar c,n dr d? tndi^, tndif.Fnt€ C.n.¡¿t, I.sdjo 17d.13.nayó Comnru¿ 6n ..No ( ti.it po(ibtr o mcJó,¿r.t gohiemo imcdidro de rú t1olinci& d.l P(^i n¡ !u.rrrio ñÉnr¡a !u\ rt;s o \orreador.s ean cm.rirr¡6 '
BOLIVIA
101
cia, Ya hemos señalado que después del ascenso de Carlrrs III se había hecho üsible un cambio €n los nombramientos de los corre$dores, Pero este cambio fue sólo un preludio de los que sobrevendría¡ luego. Pese a los rccaudos tomados para seleccionarlossT , el gobierno no cstaba satisfecho con el reclutamiento loFado. El hecho dc que solamente 9 de los 59 subdelegados nombrados cn 1784 en Él viÍeinato del Perú cuando se inirodujo cl sistema de intendencias hayan sido coregidores ante' riormente, prueba que en este sentido el corregidor sob¡evivía como un resto del antiguo régimen. Ninguno de los intendentes o de los teni€nt€s aseso¡es había sido corregidor (M. de Mendiburu, op. cit,, vol. IV; pág.458). En el caso del virreinato del Río de la Plata, sólo 4 de los 39 mencionados en la lista de Lynch ha" bían sido anteriormente conegidores (J. Lynch, f962, págs.273-281). Muchos de los intendentes, tenientes asesores o subdelegados que habían sido coregidores lueron nombrados po¡qu€ poseían una capacidad militar o administmtiva probada.
Ix En nu€sta descripción social y política del Perú y del Alto Perú en la década de 1780 hemos llegado a un punto que nos permite tfatar de integrar los diferentes elementos mencionados en una explicación de las ca¡ac' La corcÉ no tcnia ü pró..diúiento sistcmático púa .l.gn a b. nnmb¡os dc su d.rpo búócr¿ti.o, ndos aún ¡ los .onesidores. I¡ ün cúlación .on los áltos ñsdonános d.l Conkjo d. hdias .n uo dc lo§ caminG más sgúós p ¡ obte¡€r el crso. En muchar oportüidad.. * L ofiecia ú \oftgimicnro ¿ u m'üra' lomó por yFicio¡ pFr 6
'rc@p€Ga
102
r,iEv^¡¡T^¡¡¡E¡tros
terística¡ los levantamientos. Recapitulernos sus as_de. pectos más significativos. Los cargos del .aparato de Esrado iba¡r cubriéndose con una. burocracia poco a poco m¡í¡ eficicnte. Esta Durocracra no §olarnente estaba mejor capacitada poner en pr¿ct¡ca_ Ias lcyes dictadas por laCorona, Dara iino que tarnb¡en estaba obligada a hacerlo pues su fururo dgpendía.de la capacidad del Esrado para aumfntar el ruvel de ingresos. Todos los datos de_que disponemos seña.lan.ei logro de un grado mayor de eñciencia. Se intensri¡có la diüsión y especificidad de Ias funciones v. ro que es mirs unportar¡te. Ias leyes fueron observadas :o:r :enovado vigor.63 Esto ocasionó r.¡¡ nuevo examen oer desemp€no perBonal y significó la arnenaza de perdcr sus puestos pa¡a muchos de ellosde modemüa¡ la buroc¡acia también im" -.El_ nropósito para los gn4ros locales poderosos oe cada regtón. Los propieta¡ios de mina.s y üs comer-
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cia¡rtes debían ahora pagar impuestos, ya que a.l nuevo fu¡cionario se lc había cncargado ¡esueltamente que así rc hiciera. Igual añenaza existía para el corregidor. Su
papel contradecía completamente el nuevo rumbo de los acontecimi€ntos. El corregidor también se h¿bía grenjcado l¿ en€mistad de otros sectores de la sociedad, Muchos tcrlían quejas en su contra; especial¡nmte los indios debido al repá¡timieÍto. Pero, como ya hemos dicho, estas protestas no derivaban tan sólo dc que la institución proporciona¡'¿ oportunidadcs de abuso en perjuicio de los indios. La hostüdad hacia el repartimiento cra gener¿l, independientemente del grado de cornrpción con que el corregidor lo üevara a cabo, aunquc €ste sentimiento se exacérbase natural¡nente por los casos de abwo evidente. EI ürrey Guirior, por ejemplo, señala en sw Memorias d€ Gobierno: "Y aunque yo y^ haya hecho manifiesto a Su Excelencia la comupción que provoca en las provincias el actual desorden en el come¡cio... Veo aI mismo tiempo quc a.llí han existido si€mpre los repartimientos pero no han producido tales penosas y laúentables manifestacione§... Por el contrado, encuento que los repa¡timientps,.. fuercn lle' vados a cabo con moderación evidcnte,.. en los lirgares donde el resentimiento del pueblo ha alca¡zado semejantes ext¡emos" (V. Guirior, 1892, pá8,41), Es decir quc no c¡a clara la co¡relación e¡rt¡e los abusos en el rcparto y los di¡tuibios que &to6 p¡ovocaba¡r. Era de csperar que en elte caso y en crralquier otro similar ocurriese así; la introducción de pautas de consumo y de disciplina en el tiabajo extnña a una comunidad, que poscra su propia forma de üü dirigida frecuentemente a la mera subsistencü. originaba un $tado constante de irritació¡Jc
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104
Por consigüenre el corregidor fue, por Ias caracterÍslicas mismas de su posición. el blanco inevitab¡e del antagonismo d€ la comunidad indrgena. Por olra-parre, para el burócáta común el corregidor no era un funcionario de la co¡ona sino simplemenie un comerciante bajo otra apariencia.r EI reseniimienro hacia el conegidor, debido a )as riquezaj que éste adquiría con rapjdez,.era general. La opinión corriente tas ;onsideraba excesrvas y muy po¡ encima de to que un oficial real de alto rango podía ganar con su áta¡io. Otros miemblos de la sociedad colonial tenían distintos moti vos para oponé$ele. El alto clero se encontraba en constanre conflicto con los corregidores debido a cuestrones.de parronaro o jurisdiccionales. Un caso tipico de esta clase de enftentamientos es el que se desarrólló entre el obispo Moscoso. de Cuzco, y-el coEegidor Arriaga.,.de Tinra. Moscoso qüso aprehender- a algunos habitantes del pueblo de Yauri. piro el corregidor-y su tenirnt€ se opusieron a .* medidu aleg¿ndá quJ no era de incumbencia eclesiá¡ti,a (F. A, Loayza,'t943, pág. 30J. El clero inlerior. por otra parte, se hallaba vinculado muy eslrecha e ínrimamenteion Ia población indígena. Sus miembros fu€rcn sin duda los actores sociales de origen tlanco (aunque muchos poseían una mezcla considemble de sangre indígena) que tuvieron un m¿yor grado de intluencia sobre los indios. Se Ios,acusaba consrantemenre de emplear el parronazgo exclusrv¿unente en su propio beneficio y de impedir en forma sistemática la posibilidad de que otros bl-ancos se comunicaran con los indios. Se Ios culpaba rambién de que mu) pocos indios supieran el idioma espanoJ. Ellos
iürsular.r de lr,¡¿jo en Ia revo¡uciód iDdusrriar drop.a.¡ E. ltañpsn e^t n¿ P"ac, 1967. Ns38. p¡r. 569?). " V¿¿v l¿.úú dc Ae 5- . Cát!.¿, me1(ionadr ñ ¡a n r¿ 64.
p.
LEVANTAMIENTOS DE M^§A§ EN PEEU Y
¡OLIV¡A
IO5/
habían pr€ferido aprcnder quechua o aymará, convinién_ dose así en Ios únicos españoles caPaces de comunrcarse di¡ectatnqrte con los micmbros de la iomr¡nidad indíSenalr P;r lo tanto el aumento de eflciencia de la bu¡ocracia producía un grado de tensión nunca observado ¿nterior' mente en el cuerpo social. Esta len¡ión llegó a su Pun-to máximo con la liigada de Areche. Las medrdas para incrementru la cficie-ncia y para acelcrar la rcaudación de impuestos se rnultiplica;o; (h alcábala fue elev¡da del 4 al t por ciento en un brev; laPso)' Una de la3 princiPales pieocrrpaciones de esas auioridades, que ya hemos me;ionad;, era org¿nüa¡ sotrre bases sólid¿s las Adua_ nas inteiores. Su iñtroducción provocó uDa reacción de lcvantar¡i€ntos en cadena' Citar;mos lo§ acont€cimientos que se produjeron en ArequiPa en 1780 Por esta causa: "Tan pronlo como aquí s€ suPo (se reti€re a Arequrpa) que estaban las comisiones tnídas por el doctor áon juan Bautista Pando para establecer la Adüana y ser su administrador... las oPiniones que se levantaron 'vinrlencia ial que se Ilegó a en su contra fue¡on de u na temer que ocuriese slgrin acont€cimiento rrágico' Ellos Uegaron finalmente a eita ciudad, y de§de €1 Ie de enero, eI día en que se abrió la Aduüa, comenzaron a maneJa¡ las cosas de una manem dia-tnetralmenre opuesta a como Io habia¡ hecho antenonnente los oficiales reales' impo_ niendo impuestos a diestra y siniesrra sin exreptuar.ni siquiera loi víveres o los artíáutos producidos por los indios mediante su propio rrabajo. Pando llegó a expresar públicarnente que los deberia aumentar e§te a¡o oe ochenta a más áe ciento cincuenta mil pesos..."7'
d. los R€inos de¡ P'rú qu' h¡c''_ '' d. canclru€rt¿", op. cit,, págt 42_43. " Rclrción de lo aca.cidó cn la ciud¿d d¿ Ar.quipa con €l ld-d' tui¿nto dc los lndios . individuós ml conlenloCi. en M.lchor de Íaz l\9b2, op. rn., $L1, pás. ab). Cn. "Re,¿ción ¡t.l E.t¡do
Marqués
106,.,
LEVANTAMIENTOS DE MA§AS ENPERU Y
Todos lo¡ levantamientos .luga¡es
sucedido¡ m l TgO en %¡ios drl Pení y del AIto pcni que ya hcmoc mmcio, nado tueron causados por estos intentos de fortalecer cl br¿zo de la administración cmtral. Esto ¡lo significa que en su totalidad la sociedad local estuviera aliá" .r, tr¿. de los tuncionafios que cumpl'an .t "árrl" "u*" p"p.t. red de conflictos enredaba ta; profundameite' todos los actores sociales qu€ este nuevo elernento simplemente.se agregaba a los ya existentes. Al t¡a¡scu'rrir tos últirms años de Ia década del Z0 y comenzar Ia del 80, sc hizo cada vez más eüdentc para todos que la política carolina no s. det"od¡ía tan fáiilr¡;,;. Aü; nos de los levantañientos eiemn-lo -como Io ilu¡tra oor j¿;[;. el caso de A-requipa- tueron acompañados i", La Alluana fuc desmantelada y el- registro'de pcruonas con trnes trrbutarios -tanto de mestizos comó de irrdios- se inte-rrumpió. pero a,¡n en estos casos las ücronas eran rvrdentemente efímeras. Las autoridades declaraba¡r insistenteme¡te su intención de continua¡ con la políticaseñaladla.?3' La masa de indios -desplazados, eEa¡rdo pcma¡tentemente y cotl mcdios de subsistencia inciertoi, constituía un. sector fiícil dc moviüzar si se le proporcionaban obJetivos y una adecuada conducción. Hernos descripto ya su conducta desorganizaÁa. Debeia destacase también que dada su {orma migratoria de üda, se encontraban en menor r¡¡edida bajo el control de los curacas o presbíteros locales. En la relación de pando acerca de lo's acontecimientos en Arequipa luego de habeBe esrabtecido la Aduana. es realzada Ia parricipación d€ los indios foraste-
,,11,
Ii:;.n'ff ".,1,i,;i1i,Í#.*;i,1;1*:ff
L:?"1
J
BOLIVI^
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cercanías de esta ciudad (Ar€quiPa), o con' tigua a ella, existe una clase de indios que son denomi' nidos lorasteros... La inclinación de esta casta haoa Ia
"...er las
bebida es innegable, sobre todo siempre que honran a su santo paEó;... los traidores (se re[iere a los que con_ ducen Ia re!1relta en contra de ta Aduana) saben que nadie los secundaria con más mtusiasmo que estos mi_ serables borrachos, y así, habiéndose ganado el apoyo dc algunos de ellos para el saqu€o y el robo de la Adua_ na, n-o necesitaron i partir de entonces otro incentivo cn ocasiones semeja[tcs Para hallar secu¿ces de sl¡s dePra' vados propósitos'; (J, B. Pando, 1952, vol. I, pág' 137).
x Dc tal modo cl curso de loc acontecimientos puede
ser int€rDretado düámicamente como sigue: existía un r.".rrtimilcnto constant€ en la comunidad india en con' tra de varios asDectos del sistema colonia.l Los factorcS már importantc; de irritación eran la mita y el rcParto. ' Fucntc pcmancntc dc ¡ca€ntimicnto er¿ también el in" a lo3 indio§ mi8¡ant$ quc ae habíar¡ tcnto d; rcgi¡tra¡ -cn form¿ már o menot temPoraria en la§ dtablccido cc¡canl¡s dc Lo3 Puabl$ o ciudadct' Mucho§ de los dis_ tu¡bios y lcvantamiento6 localizados de los indros, a que va hemós hecho referencia, quc ocur¡ieron antcs y des' iués de las grandes rebeliones de 1780' Pueden atribuir' i. ..to" iactorcs causales. En general, estc tipo de " estuvo limitado geográficamente y tem_ levanta¡nientos pora.lment€, en ! nxryoría abarcat¡an escasas comuni' áades. Estaban al mando de jefcs rnis o menos improvisados. Las autoridadcs locales no hallaron grandcs dificultades para dominarlos y su €xtensión fue siemPrc muy limitadi. En esas tevücltas no ParticiParon 3ola'
-
108
m€nre Ios indios. y la inrervención.t n Í-a de ma ni ries to .";ri;,;; unlco c¿so anre¡io¡ ¿ los levantamientos de lTgO que *'dominado [ue Ia rebeüón encabezada l:!r3: oor Juan santos Arahualpa. pero .rr. a.U;. l;".i[jllnl.. u qu. Juan Santos Ata}ualpa".acruo en una rel
;'Hi*jH:l:X i}:i:.Ti
i:,' j:' H:it.*"ll,,i:ill, J,$;111,i;¿;j;; uua pure con
un apoyo considerable de tas Lribus áue uv¡an más aIá de Ia fronrera ¿. l" *¡tr."áf."i¿-. ii" em^bargo no, pudo ampliar el movimiento mediante un +,uyo popu¡a¡ que proviniese del seno de la sociedad
colonlal esparño¡a. a^un Iargo período de estancamienro cn ^, T-l\qó,*í \¡ Lud ¡! Juan santos lúe capa¿ de logra¡ al$in ava¡ce ru las autoridades pudieron veicol. producise el advenimiento y la consolidaL¡:1¡ uc m admtnrstración ca¡olina. ^,Á:1p-e1:,4 la situación se altCró radrcalmente. proyccto decisivo dc modcmizacián .El dc sus caactcrÍsticas p.in"ipa., t.qi;-,-1._."* mo,consccuenci¿ la generalización áe lq.conflicto"s. l,as "";med¡das quc introducta rcprescntaban una ammaza cr€crcntc para casi todos los'sccto¡e¡ de la estructura d; mtereses establecida. El sistema dc clases entero se üo los podcrosos comerciantes y arisróc¡a1:.jy::-d.ld. hasta los menores .onUUuy.nrÉ" y.o_.r:T_:. ":.. de,p9c.a imponancia. Los impuestos deiían ser :lantel había abonaclos. que prescindir de foi ,.*ia.. ai t,r.tros luncionarios corrompidos o ineficaces, lur¡se las tierras arrebaüdas ilega.lmente.xdebían rásti Resuha de
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il;,:r::f.:r.i...::.ü1,1,.,:i,r:i: :ij.vi:iry!.:'ffi Eb.üó*, ,u. .¡ X§: ;'fifl.""';: #:"t.*.?iX,::'HlY.*
r¿,
I,EVANTAMTENAOS DE MASAS EN PERU Y
BOLIVIA
I09
interés señalar que a menudo la población reatcionó en
forma contradictoia ante la mayor eficiencia de la bu' rodacia. Por ejemplo, muchos indios que practicaba¡ el comercio estaban protegidos por las leyes según las cua' les la alcabala (impuesto a las v€nt¿s) no regta para ellos, con tal de que produjeran directamente Ios bienes con que comerciaban. Cua¡do la Aduana se in§tiluyó como una rarYra separada de la adminisrración. gran nú_ mero de indios comerciantes se vieron obligados a pagar alcabala por vez Primera, ya fu€r¿ porque resuitaba evi dente qui comeriiaban con bienes que otros Producían o porque los funcionarios de Ia aduana lrataban de ele_ u"i l"i i-o.restos a las actividades comerciales de cualquier mod'o. l,a respuesta natura.l fuc el rcchazo aüado áe los aumentos di tributos. Por otra Parte' los indios podían esperar una m¿ryor Protección ante sus reclamos por usurpición de ti€rras, Por parte de una burocracia que se ater¡ía má! a la [eY. La llecada del üsitador general Areche al Peni (ocurrida el i4 dejunio de 1777) proporcionó a Ia cor¡iente modemizante un imPulso decisivo. La conducción ñ¡me dc A¡eche se hizo senti¡ inmediatam€ntc y Provocó re' sisicncias. No se dcbe ohidar, por supuesto, quc la Co_ rona le exiSía que aumeDtitsc los fondos del e¡a¡io tan n€cesarios piua hacer frente a la Suera con Inglatera. Pero la posibilidad de aumentar esos ingresos se veía [a_ cilitada por el hecho de que ya existía una burocracia oara cumolir sus órdenes. ' Mucho's gnrpos a¡nenazados aunaron fuerzas p¡ua tra_ tar dc rcsistlr csta§ irmovaciones. Aft€sanos. comercian_ tes, rücmbrcs amenazados dc la antigua burocracra, coregrdores, usurpadores de ticrIas soPortaban simultá_ neam¿nte €l ataque, y reacciona¡on en forma conse" cuente co]Itra los recién Ucgados y sus cxigencias. Dsta r€accióD originó los disturbios mencionados que tuüe'
110
d".Tf los primcros meses dc lZ8O en Are_ i::_ lrql qupa, Huancavélica, Cuzco y otros ,i,i... i;.j-.'.;;, en ta de Lorcnzo Éarfán de tos Godos oue se
.re\,,uclta
produJo. en.Cuzco intcrvinieron
rri._br"r_;;;;;;;
::";?:,,ffi *"$.ry1iff"r,!j.,#r,:t,lff mentasen los ithDuestos_
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:dÉ_-{4'S.1,,#,..:L:T:}#,Lo:j"':*T."*.* qu€, r.rariü dc movilizar a los sectores
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,r*, U"j.r_á. Ii
,il;.:.¿j,
ff !:"-trjr,üT} crcndosc más rcla¡o quc la acción de
H,i[. fl:
los nucvos burócra-
tas_ no podna dctenerse fiícilmenre y por lo hnto nuevos sectorcs de las clases ..¿i, ,itt" v ap.-oya¡ las de¡nar¡das dc tos indios, "r*il"'I inque ".tsrs cxigen_
!Tii::,fi 'ü:i.t,"-..U',3mi,..';:":.f.li3
proporción dt indios pracücaba ,ifgr* f""; d-. :1blc colÍcrlclo, a menudo la p¡otcsta cstaba áirigia" .o¡t"" ror runcrcna¡ios dc Ia Aduana. pero ya que rarsc que el. surgimiento de cualquicí,ii; lodla csoe-
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resolució¡ con quj h Uuiocl*i. .ra ."_ la, ó¡dc¡f .".,tid.", y qüzás dcte-
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¿::li:*.1 *:"":*:.:,lm:i: Esto! t€ctorca mcauzaban ti"'
;:Txl'iHüi.
así sur propiar protcstas cori_ poderoroi. E'n conrearencia, al promcd¡ar e¡ año 1.Sgcs l?g0 los .rrmorcs a.erca dc morimici-
*:"T" Y- j5,.:
F¡:,,:i:i ::ffi,",I1i:Hxt,:g*H1,.'"'H, i^'i,ff01|:.t,.,::,;',ff ,.";H::T: guc consideraban lar. que los 8,,P." .P";i;;;.;;;;-.j:HlllTrJ; unrr a rus propias cxigcncir. Los corregidore"
.;;";i;
I Eol¡¡v¡a III ,r¡¡c los movimienlos se ori8inaban en la explotación ,it,. rc¿.lizaba¡r los sace¡dotes de §us comunidade§; los liurócratas acusaban a la vcz a los sacerdotc! y a los co_ r,¡vaNT
¡lNfos
DE
MAs^§ t¡¡ PIBÜ
rrcridorcs de similares dcüto§. Por ejcmplo' cn Chayan' rr."Tomá¡ Catari mantuvo un prolongado conflicto con rl corrcridor Alos por sus derechos al cacicazgo, apoya' ,l¡¡ por l-l preóltc¡o Merlol, y también buscó apoyo po' uula¡ oara sustcnta¡ sur exigenciar. En cle a¡nbicntc irnv'.,liion"do inició su ¡ebclión José Gabdel TúPac Amaru cn la provincia de Tinta cl 4 de noviembrc de 1780. E¡ import¡ntc rccor
LI2
LEVANTAMIENÍO§ DE MASAS EN PERU Y
l0 dr noviembre.
Ama¡u aducía que el propio
-Túpac rcy_de Esparña, Carlos III, le habla dado esi ordeni
¿r
ccd¡miento adoptado para la ejecución dc ^ ./\rrraga srrllo ehcazmente para afranzar el ca¡isma ouecomo señalára¡nos anteriormente, constituía un ele;en: to rmportant€. La ejecución se realizó cumDlicndo con las cr¡cunsra¡cias y pompa rcqueridas. Tú_ p¡rcimaru hizo colgar- aI corregidor .ñJosé'Gabricl h phza central dc I ungasuca (provincia de Tinta); la horá esraba rodeada por un cr.rerpo de indios y bla¡rcos amados. Se observaron todas las formaüdades debidas al caxpo oue sustentaba, Túpac Amaru, aI afi¡mar su descendeiciaTirecta det rnca y actulu s-upuest¿rmente bajo las órdcnes del rey de España, generó una imagen imoonentc de noder.y autoridad.,_para las clascs infua¡ -L br¡"r, *'..p."rI,,q* aque¡los secrores no inteFados quá a.Uia" sus tratrtos migratorios no dependÍan cst¡eciamente " de tos Jeles locales. tenü todos los derechos para ser el so. p ro
berano.
.
Existe otro componente de importancia vinculado
a
Ia rmagen de autoridad que daba Túpac Amaru. para la
poolacrofl mrgratorü dr indios apoyarlo signi ficaba convertrse_en miembros de un movimiento dóudo de gran poder. La consritución de esre tipo de coalición soiial, que parece. bastanre fue¡te como para poner fin a mui chas ¡njusricias y sufrimientos, aumenia considerablemenle la inclinación a la üolencia de los individuos oue en eü¿ par.ricipan.Ts Pero al mismo riempo el movimüncatrraúx., dc td co¿ü.ion.. porrri"as h¡ \ido ¡óm¡¡m.nk .'3 Enapor ciaboEda or@ Coñbti( 11967. pá8. 36t. co¡ .rr¿ pued.n ¡etacionrs
,yi,:" r"., carqorie seiorósi.r; pd
cjcñpto. r¿ ,."cen.i, ,erariva,,
pobrrión qu. !i.nt. júbitmr¡te
..ta ¿¡Di¡á.jón
nu. ap¿r.r¡, .omo inatcd¿¡5ré én ct pa$do va no to auc es már-, r; !rrúa(.o,¿ Eobabl.r los wdcos hpidos d. ,¡ aD¿ríc, t¿ ¿.r.ón ,.vo ,1T' a. c.rr kn Jur., H. y¡s.mann. rd. re63, pag. i,,.J.l-^ purd.
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BOLTV¡A 113
para aquellos miembros se toma demasiado podero§o 'de miís altas, quc harta claics las .f"r." meüas o a ser sus aliados di:puestos hablatr estado ""._ioa."to sectores que los mismos ootcfrciale§. Por consiguiente, y los levanta' r€vueltas las y i*t¡e.¿o apoyado
to
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rni"nio, i"¿iot y lud ná huuía",".itado en moviliza¡ a ia población india-en favor de sus propios intereses' se directamente por Ia intensidad y üo'
".1I" ü;; "-i"-r¿o" ;"t cobraban, escap,índmele
en poco tiempo de
lrs manos. Ello explica el motivo por el que Tlipac Amaru. no rccibió cl'apoyo que esPeraba de a'lgunos sectores tm-
iuz.ó. rl
mero hecho de haber sido capaz apoYo adrnirable de la ma§a' le anebataba r" ."!i¡iri¿.¿ ie'formur uto coalición §atisfactoria con ,orl"Uo" mrpo" urbanos que h¿bían§e manit$tado dis_ de los ;l;;; J;;;r^' """ retuilta colectiva en contra De cenLral' por la administración I.rirJ.. o'..á*ia* de principal apovo el recibió 5#-iáá'tt"* AmLu líder un cónstitula para cua'l la l,--"t""i"-.ori""i¿"d, de ta masá de indios dc los errante§' o "átLrá. " establecido recicntcment€, o residían ;;;' h"br* de influencia Resulta bastant€ si8r."" ;;;ir".;;J como el fueiiil;;; ;"; las rebeüones se extendieranmayor ProPor_ oo a travéi de aquellas regiones -.. decirconIasuna La Paz' de zonas f&""t.to., il¿. á. i"a* de Cuzco óh;o;;".^ y de las provincias del obispado iue domlnaoa oue ;odean al lago Titicaca En cambro' Cuzco de norte resión ¡ en parte la i,;.;:r".",. ." "Pem, 'aindios donde la proporción de del ¿é
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la d.li¡á 'uidadoqmnre pÓrque,h' lido 'mpl'áda @n mu' :h".'.i-,¡,.,4o' ¿¡*i"r".. L¡ (ondr(ión psnolósica dai!¿d¡ d' lá f¿llr d' rreb6. p*r' rro Y "i¡! ) d'no,ir¡ "soúia i'ili"jl".l
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En algu¡or casoc la alia¡¿a cDtrc las clases altas loca. lcs qu€ t€mía¡r por sus prerrogaüvas y los indios dcsposeídos y dcsplazados se prolongó más quc cn Cuzco. Desde estc pr¡nto de vista, On¡io cs uno de lo¡ focos dc rcbclión má¡ intar€santc. Como sc h¿ vbto a¡rt.riormcnte, allí rma proporción ion¡idcrable dc las clárct má¡ altas c¡rcabe¿aba la rcvuelta cn coltr¡ dc láa autoridades. El hccho de que los propictarios de ñinas como Rodríguez y otros junto a ellos cstuvi€ran dilpucstos a llcvar tan lcjos esa pcligrosa alia¡rza se vincula ¡o solamcntc con la aoeruza dc impuqtos provenicntc de log burócrata!, sino también con los apremios finanoeros que tos agobiaban y la necesidail dcl apoyo dc las dases más bqíar para libr¡flc dc lós pr$taÍristas, cosa que sc dio cfcctivamcntc durantc li¡ primcr¿ epoca dG la rcbclión, La única posibüdad qüe §€ lc p¡esentaba rra unir sus fue¡za! ¿ la de la¡ clases mís bajas y no rct¡oced.¡ aun ante la! caÉctcrl¡ticas de ext¡ema üolencia con que rc manifcstó clta coalición. La cxt¡ema dcbüdatl dc s¡ po¡icli¡ económica no lc. oftccí¡ otr¡ alt6Í¡tiv¿. El riesgo quc co¡ricron luc muy grandc, como lo prucba cl hecho dc quc cvita¡an con mucha dificultad la c!ccicntc p¡caión d€ las oaigcnciar populares; hubo momcn. toa cn quc cl lcva¡rt mi.oto prácticam€ntc los h¿bís rcb¡l¡ado, Sólo tomando distancia ropccto dc l¡¡ dasc¡ bajas y conccrtando una nr¡eva alianza con los cruaca¡ loca¡es fucro¡ capacer de oponcnc a la ma¡a movilizada. Por conriguimtc, climinando primcro a sr¡ cncmiSos dc la¡ cla¡c¡ .ltas y Ecupe¡aDdo lucgo d contml dc le iitüacióñ alcanzaron critolañcntc los objctivor dc su
Podrí¡ dcci¡se como conclu¡ión quc la ¡cbdión dc Oruro fuc l¡ qua por !u! caractc¡í¡ticas irtcnta¡otr lor otror grupos locald inpofantcr cn las difatcntca ¡a8ioncs quc mcncionáramo3, pero la parrnosa rapidcz y üo-
116
lencia con que los-esrraros más bajos de Ia sociedad se mov tza¡on en el ¡€va¡rt¿¡¡imao impidió en la mavona fi
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Tutio Halp€rín Donghi MIUTARIZACION REVOLUCTONARf A EN BUENOS AIRES' 1806 - 18T5'
F Iülio tülp.r'n Dorrii: Reoluriona M'l'¡rdz'rion ' r e6a dr orro¡d, Nüó 4o N' P';*r. , RnEi;;;l;, -d
Bu'nos Anc¡'
En los diez añoB subsiguientes a 1806, Buenos Aires, capital del Vineinato desde 1776, ¡echazó dos invasiones inglesas y se convütió en la capital de un país indep€ndiente, pero profundamente dividido. Esto es rcsultado de un esfucflo complejo cuyos aspecros militares no son los m€nos importantes. I-os cuárenta mil habi tantcs de la ciudad quc habían expulsado a los ingl€ses por primera vez en 1806 organüaron u¡ra milicia uiba¡a que contó con siete mil hombrer y de los cuales estaban cn servicio activo tres mil, poco a¡¡tes de la revolución de 1810. -En ese momento el peligro exte¡ior había sido climinado casi completarDenic debidd a ta reversión dc alianzas que siguió al derrocamiento de la dinastía bor. bónica en España por la_Francia imperial. Aún antes d€ que se iniciara¡r la3 Guenas de la lndependencia, este gran contingente miütar, reo¡ganiado despu¿s de 180? en fo¡ma rnuy simila¡ a la del ejército e§pañol regular, ya se habfa constituido en parte estable del sistcma militar en el Río de la Plata y planteaba problemas ñnancieros y políticos de cierta u¡gencia a las autoridades del Vireinato. Si bien las guerras revolucionarias impusieron cambios profundos en las funcioncs, organüación y composición social del ejército, éste tuvo un papel destacado en el Estado revoluciona¡io. Arl, pucs-, cl proceso comcnzado en 1806 gana impulso dcrpués de 18.10. Durante los primeros cinco años de la Rcvolución los militares druüeron en ca¡nino de co¡va¡il}se cn el primer estam€nto de la nueva nación. Auh dcrpués de 1816, cuando la oipula ¡evoluciona¡ia usó el
124
d:conrenro
rUL¡O HALPERIN DONCHI
por ta dilatada sue.generalizado provocado .de.
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I\,ul,rraRlzacloN REvoLUcIoN^Bta
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después _quecon r¿menLe Srandes secrores
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mitirares es ranro más sorDren. ,",3 :T:p:l g. ¡os et rechazo se¡¡€¡ar ¿. ,* ;:,:¡ -:.-::.:"*lo.l,ra joven generáción ..Ii... a. l, ¿ri,. ;,j ::..1_.,:,,.,ruo6,.y ,oii.l :=::: ^1:, ".:f que consta ." ."r¡ ,.áó" 1., .i",ij)-
I'jli,.il"p".ll]lf; "Los hijos de ¡,.no" ei,.. nun.i'i-* il.,1i".:T:i.:^-p,.:,tac¿rreramilita¡;r,anp..i"rü , _,. -,v6""er _ qrce Manouita Sánchez en sus j:-pos de ra coronia. y .*,; roao" o, :::T.j::-::-,:"' ],dE(En esriu de acuerdo con esra ad-r-^;;:.:--,";. presunrarsr .o,tempo,á#:",:-:1T"ja::*. por los Drófr,-¡ ¡¡!wJi xupresronactos "i esto"cambios or¡e .o-.n,*Ln p*.;,-.,.""i. ,;' ,Xl:'::*
a"...Á.i.,i.iiill:i':#.#:..;:"".Y,1_i:.;?ffi
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(la.con' cierlo que los aconrccimienlos de 1806 soldados mil dos ],,,1..,"¿. g".ntt Aires por menos de
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ra'ciudod duranre Lrn mes) señara' espanola ,,,1' r,. á.n.i."iiu" de la organización mititar er se cuando ::i"";"'R; ;;; ¡1,;. sin e"mbargo. se iuvo encreó cu€n1776' en Vi".r.- a.l Río de l¡ Pt¿ta contra el.poder portugués i,'rr"fl.*.i¿" como baluarte tas , ,1,i.on..*.n.iu s€ aumentaron considerablemente ense regrmientos v nuevos í"";;;iii."r." se crearon número de oticiaiil.'j"-i.iá.-i" .."¿polis apreciableamenazada si bien rrdnteriza ;i:'il .-;;;;, ";',, áiea en aba¡donaron ponugleses i." ?.i*.-iri.i¡* (los base su sido hüía que iiri ó"r..i. del Sacraminto, it,tu¡ p'i*itloon un ráPido de' -1í1,."J, Li ¿. d.fe"s¿, to" oticiales del ejército lj'i',lil er reconocimiento de su Posición ;;;;;' i;;;"; ::;;';;;;.;;fl" establecido en Ia sociedad u¡bana ha' 1806. cia "_n*_ grandes.cam' i-ft" [ue un aspecto menor en los prestitio en del social poder del v "'.ii'i"'"""lul¡Por lás relormas aoiu.no" ¡ii.t' cambios producidos expansión del comerli"i**.Jriá. 1"" BoÁones v ta creci ráPido en Airis, Bueáos :i::'i;"* fu;¡ ;mo proremiütares Ios *u"t, ,igto á.t que ; sector"de la burocracia imPe¡ial il;ñ"'f';;; un nuevo grupo de :'"#;tó;i poder político concon [a expansión del á.*.'"i a' lucrar ::#;;,; ocuPaoan ror comercio dentro del Imperio' El Iugar que y un arsta_ en est¿ élire soci¿l era secundario de otici¿les";i;tr;,;;-o dr rre' través juzgarse a puede ;i;, ."i'. tu'iirii" de militares'? v er
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127
Después de 1806 se acentuó la posición ambigua de l,'s oticiales en la socied¿d porteñ¿ ya que su asc€rüo romo oficiales dentro de la milicia urbana se consideró rrrmo prueba del nuevo esprritu igualitario que dominaba la ciudad. No se los consideraba socialmente igua.les
¡
los ricos comerciantes con qüenes compartían el tiderazgo de los nuevos regimicntos- El súbito crecimiento dc la miticia, quc daba ta mayor parte del control sobre los grupos armad,rs locales a,dirigentes sin formación rnilitar fue sólo ullo de los aspectos provocados por los cambios debidos a la re¿onqüsta de la ciudad en agosto de 1806. Si bien las tropas regulares puestas a disposi ción por eI Gobemador de Montevid€o jugaron un rol importante en la lucha, la contribución de la población local resultó también muy signiticativa. Más importante .rún fue que la iniciativa partió espontáneamcnte de un ámr'fi francés, Jacques de Liniers, cuya valiente acción cont¡astó con la apresurada retirada deMrrey Sobremonte a Córdoba y la aceptación masiva del dominio ingtés por parte de los funciona¡ios del gobiemo, Ias corporaciones seculares y las religiosas. Todo el complejo administrativo y militar del régimen colonial había fallado; sólo la iniciativa local espontánea podía salvar a Buenos Aües para €l rey contra un nuevo ataque d€ los ingleses. Esta e¡a la sensación que tenía el puebto, compartida totalnente por el Cabildo. El cuerpo municipal, renovado todos los años por cooptación y controlado severamente por un p€queño grupo de com€rciantes de origen hispano, renía sus propias ambiciones polilicas, limitadas hasta 1806 por el Virrey y la Audienciaj El cabildo daba una asistencia financiera limitada y un
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Joütr Ly,ch, "lnr.ndrnt!
Vi¿¡oy¡¡ty of rh. Rio d. r¡ Pt f¡9551.
pl¡r,3!762.
tt', Llitpdn /ñ.t
úd Cabildd in ü. Hitr, Ra., XX]xV
128
TULIO TTALPER¡¡ DOIIGI¡I
apoyo iNtitucional muy nccesario a esta tcnder¡cia a la militarización. Pero la tend€ncia misma constituía parta de una percepción pública latentc en la ciudad quc de pronto eclosio¡raba. Los comcrcia¡rt;r ricos, los funcionarios del gobiemo, los tcndcros y los arteranos se precipitaron a la milicia creuda bajo las órdcnes de Linie¡s. El héroe de la Rcconquista o¡ga¡izó ta.s unidadca m¡ís grandes (las dc infantaría urbana) con elemantoa rcgto" natee: dos de ellas compücstas por patricios (nativos de la i¡tmdencia de Bucnos Aircs), una dc aíibeños (los nacidos en el interior de las provincias del Vüreinato), una de ncgros libr€s, mulatos e inüos y urra cada una de catalancs, vascos, gallcgos, cantáb¡icos y andaluces. Se esperaba de esta manera crear una "competencia cn. tusiasta" entrc los defensores del honor militar dc sus respcctivas provincias, Io cual'a su vcz a¡¡ñcntaba el espíritu de combate de la ciudad amenazada. La emul¿ción tuvo sus consccucncias i¡espcradas; las unidades de la milicia regiona.l cornelzaron a supar¿rn€ u¡ra:¡ a otra3 con la magnilicencia dc sus nuevos uniformes. No sólo los oñcia¡cs sino hasta "cien soldados de lujo s€ vistieron por su propia cuenta" con "uniformes" de los cuales cualquier oficial francés se hubiese scntido orgu[oso, micntrü que los rcclutas más pobres se v€stían mcnos ostentosamcnte p€ro con deco¡o gracias a "La übcralidad de las pe¡sonas pudientes".s Así €s como la qucza, eldnento informal pcro no carente de importancia cn la difercnciación social dc Büenos Ai¡es, se constituye en factor decisivo de la creación dc un nuevo cuerpo de oficiales €n 1806. Su influcncia sF hizo senti¡ tanto más por la informalidad de todo cl proccdi-
' c¡ .l
Fru.i¡co §.Eui, "Los úllinor.ü¿t¡o añor d. la doñü¡.ión .spañola .nli¡uo vinrin.ro d.l Rio dc E n¡¡¡", Sdedo d" l¿lv¿d?¡, op. cii.,
MIL¡TAR¡Z^C¡ON REVOLUCTOT¡AiIA EÑ BS.
AS.
I29
miento. Los nuevos soldados se rcunía¡ en asamblea pa¡a elegir a sus futuros comandantes. Só1o después que la elección er¿ aprobada por Liniers se proccdía a.l reclutami€nto formal, organización militar de los tercios o batallones y la elección de los oficiales meÍotcs. En cons€cüencia, los vota¡tes de la primera elección no necesa¡iarnente se en¡olaban bajo las órdenes del oficiál que habían elegido: en el tercio de gallegos, un te¡cio de los votanles no aparcció más después de la asamblea preüminar.6 ¿n orros casos (pareccría que en el de pat cios), Ia asamblea en la cu¿l se votó aI comandante sólo incluyó una fracciói de los hombres que luego se incorporaron al regimi€nio. La milicia estaba cornpuesta €n primera instancia por unidades volunta¡:ias y hasta varios meses después de organizada no se utilizó cl méiodo compulsivo contr¿ los rccalcitrantes. La influencia personal de los organizadores cra fundaÍiental, y la ctección de oliciales c¡ muchos casos una mera foÍnalidad. Sin embargo, la generosid.rd en la provisión de armas y uniform€s no daba acceso automáticamente a.l cuerpo de oficiales, Sc buscaba una experiencia militar previa y la dección de sus oficia.les por la tropa dio una oportunidad de progreso a aquellos qr¡€, no teniendo fo¡tuna, ni formación militar, tenían prestigro entre los demrís milicianos. Las elecciones de la trcpa eran revisadas prolijamente por los organizadorrs de Ia gestión hacia la milita¡üación, y la cmergencia de lideres sobre la base de su popularidad más quc de cualquie¡ otra virtud objetiva, no era vista con mucho beneplácito. Manuel Belgrano, por entonces sccretario del
. 'T.rio d. vó,Arhrio, d. c.rici¡. E't.do qu¿ msi6.!h I¡ tu.na ri.¡. noy dír .h L f..h¡ .l .tpÉ¡do t.rio" fiE..¡o P.úo Atrtonio d. C.riño y Ruón M¡nú.| .lG P¿or, 2l dc noü.ñbrc d. \406t Docuñaro! o.tu h Eitr¿rü ¡.¡,.r¡'a. X¡l (¡..!¡r.d
MILITARIZ^CIOÑ REVOLUC¡ON^AIA EN !¡¡.
r30
TULIO HAI,PARfN DONGHI
consulado de comercio, nos dice que durante las elecciones entre pat¡icios com€nzó "a ver las tramas de los hombres de nada para elevarse sobre los dc verdadero
mérito" y "... a no hab6 toMdo por mí ñi¡mo ¡¡ ¡4.P.ión d. votos (asr.r¿ sin r.ti..n.ia B.lSrano) ácelo 3alc¡ do! hoúbr.t oe curoe, máa por 5w vicios qu. po¡ olra cosá a Pone¡a ¿ Ia c¡b@ dcl cuerpo... rc@yó al fin h clccciór cn dG hombres qu. 6¡n dc ar8ún vtuo y ¿ün érra tuvo 3 contñslca quc fu. ptcciro vúcerlo3, r.uni.¡dó d. nuevo t$ ge¡tcs a la prcscrcia del G.n ¡al Lini.¡s qu¡.n ¡.corie¡do )a! Iila.i cormigo oyó por ac¡mcióo 16 ¡oDbtca d.rlo§ .xpr€t¿d6, y .n conkcu.ncia qu.dáron con lo, cü8oJ'.
No es difÍcil co¡nprcnde¡ por qué los resultados de elecciones tan severamente cont¡oladas desde arriba est¡.¡vi€sen menos enfrentados con l¿s jerarquias sociales existentes de lo que jnformes posteriores han debido admitir. Pero. si bien el número bastante limitado de "advenedizos sociales" entre los nr¡evos oficia.les no justifica eI tono ala¡mado de algunos informes3, la creación de las ¡nilicias cambió irreve¡siblemente el equilibrio de pode¡ en Buenos Aires de variar maneras. Antes que alentar Ia igualdad entr€ la élite urbana y las clases populares, la militarización impuso una nueva iguafdad dentro de la esp€cial, los criollos ganaron status como resultado de su superioridad numérica en Ias filas. Ejemplo de ello es la ca¡rera de Comclio de Saavedra, comerciante que surgió como líder milita¡ de los
¿lite misma, En
, Múü.r
E ¡stuo, Antobioc
fía .n E.nbt ¿.anátü¿r
po¡ O. W.irb.rr (Budot AiB, 1954), Fí9 53. ¡ M.ñorándúm ¿.1 Cabildo d. Du.¡os Air.r, 15
pub¡ic.do
d. dtubr. d. 1808 .n Mayo Docrñeúnl, vI (Faculh.l d¿ llolofia y L¿tñ!, Bu.no! AiÉt, 1962), pás. !3,1j nmonrr d. ,or Gx c¡pitule3 d.3ú.nos Airc!,24 d. Lb.Gre d. 809, ibi
As.
I3I
putricios. Saavcdn €staba muy lejos de ser un advcncdi. zo social, si bicn después de 1810 los enemigos de su política modcrada lo pres€ntaron como tal.t Siguiendo l¡s hucllas de su padre, había sido miembro del Cabildo «listinción poco usual para un criollo) pero el reconorirnicnto fo¡mal de Ia pcqueña clique de peninsulares ri((,s que controlaba la municipalidad lc habí¡ concedido nruy poco poder real. Sin embargo, en los inestables ¡rños después de 1806, Saavcdra llegó a comandar Ia t¡nid¿d armada más grande de Buenos Aires por lo cual su apoyo resultaba esencial para cualquiera que qüisicse gobemar el Virreinato. lns ventajas d€ Ia militzrización para la élite criolla sc .k recentrron'por la posición social de numerosos crir¡ llos que estabm fue¡a de la élite urbana. Las grandcs tiendas eran cont¡olad¿s por peni¡sulares que buscaban cmplcados entre gente de su propia rcgión, con frecuencia en ¡amas de la Iamilia que habían quedado en Espa¡'r¿. l¡mb¡én el comercio firenor estaba m manos (:e peninslrlares menos prósperos; los artesanos sufrían la competencia del tÉbajo de los esclavos (un tercio de la población de Buenos Ai¡es €¡a negra y wr 90% de los ncgros cran esclavos).ro No resulla sorprendente pues que, cuando los cuerpos de milicia fueron organizados más prolesionalmente a principios de 1807, sólo las unidades criollas sufrieran esta transformación tan neccsa,
- I Jca M,ü.1 a.ruri. ¡$,r.non¡¡ dnoa', Díbtiot¿.o.1. Mtyo,lv, ¡& i8r5. pñ to dikio' úübr¡ri(o¡ d. D;Nri (hoEnitb), ü;d¡j .ñ ún "r¡.rc E.ino pobE". ,¡ Ij n.jor pErñi¿.ión d. I¿ r¡t cruh ¡ociar d€ Bu.no, AiÉ! d. b! Atihor Do. d. L Coloni. .r la d. MxlEd tG¡e¡§ ,túir.ytu¡o tl.t Río tk l, Pla¡o. St.sttu furc.cdóñi.es@nn (Au.no. Aú6. 1959,. Uñ eálilir ñá .radíltico !añ6ién é fa.rir., .oño lo pmb¡ Jd¿ tu¡. MoHo .n "La .¡truduñ lociar y d.ñogrfi.. tt ta ciud¡d d. Bu.ño¡ An.! .n .l año 1774 , Anúio .i.l la nLb d. Iau.ttisd.iovs Hstóvú, VTü (Uniwddad N..ion l ¡L¡ Lib¡.1. Ruió, 1965).
r32 ria, mientras
TULTO HALPERI¡.¡ DOÑCHT
üeja feriados. En tanto sólo en días disciplina, entrenándose que Ia mayoría de Ios soldados en las unidades criollas €staban dispuestos a renunciar a sus aclividades no muy rentables en tiempos de paz para recibir la paga mensual de soldado que ascendía a 12 p€sos, los €mpleados de tie[da, los funcionarios menores del gobierno y los comerciantes, que predominaban en la¡ filas de las unida_ des peninsulares, no quisieron ni considerar dicho cambio. Las consecuencias de la distinta organización militar ent¡e criollos y españoles no se hizo evidente de inmediato. En junio de 1807, la Defensa exitosa contra una fuer¿a expedicionaria británica más imPonente que ya habia conquistado Monteüdeo, era todavía una activi_ dad conjunta entre Liniers y el Cabildo. Si bien el héroe de la Reconqüsta no ganó nuevos lau¡eles en la Defensa y fue más bien Martín de Alzaga, arnbicioso peninsular (como alcalde de primer voto presidía el Cabildo) quien emergió de la jomada como nueva figura dominante, la posición dc Liniers pronto qucdó consolidada porque la Corona lo nombró interinamente Virrey. Esto rna¡ca el fin de la cooperación durante la cual Liniers y los capi' tulares no sólo derrotaron a dos invasiones sino que pasaron por alto y socavaron la autoridad del Virrey So' bremonte a Ia vez que reducran a Ia oryullosa Audiencia al triste papel de tener que encontrar tórmulas jurídicas para reconciliar las decisiones revolucionarias de los nuevos líderes locales con el marco de referencia instituciona.l ya existente. Después de conhrmarse el nombra¡nimto de Liniers por la Corona, la burocracia más alta comenzó a acer" ca¡s€ al nuevo rcpresentante de la autoridad monárquica, quien a su vez estaba mlry dispuesto a olvidar su anterior hostüdad. Estos hechos inesperados fueron ürtos
!
q¡.rc Ios peninsdar€s se atuvieron a la
Mrr,rratrzacroN REvor¡ucroNA¿ra
EN Bs.
A§.
133
lorr malos ojos por el Cabildo y marcan el comienzo dc un;r complicada lucha por el poder locd en la cual la ,rrganización militar ulbana, fu€nte de tanto orgullo pa. ra Linien y los capitulares, comenzó a ser considerada rr¡n cada vez mayor desconfianza por estos últirnos. (i¡r¡tando con el apoyo pasivo de la buroc¡acia, la Audicncia y el obispo, Liniers pudo capeax rur dificil pcrí,xlo de transición debido a la crisis diniisti
r34
AUL¡O H-AIPEBIT.¡ DO¡GIiI
fcsionalización de regimientos entc¡os c¡eó la necesidad de nucvos ingresos del orden ¡lc un millón de pesos al año. Scgúo co¡n€nt¿ en seti€rnbrc de 1808 el Brigadier Nranuel José de Goyen€ch¿, en cse momento en Bucnos Aires envüdo por IaJunta de Sevilla:
"Lo! aluñtos militare! n.c.sitan
uD impccto¡ con p¡ofundo§
Mlutr . ¡o! ecjdcr y ñá, dLtinguilo. SnpG d. r¿¡ ¡cu¡ald unidad.r rin fom¡, p¡r¿ rcduci! los altos satdior d€ Iá tropa y pa¡a d.jd organiz¡d. uDa tucza robü. pri¡cipid mütdÚ proLlioDal.., dc modo qu. cl Vift€ieto ofieca b.n.li.io¡ . la n.blópol¡ y conociDi.ntos cr¡ c't¿ rá¡Da para
no absorb¡ todot lus r.¡ luror par. !u propia dcfcnua."
.'
Si bicn cl Cabildo estaba dc acuerdo con este diagnóstico, hasta después que le f¡acasó el intento de tor¡ar eI poder, los capitularGs no ditron rienda suelta a su antagonismo conEa las milicias urbanar. Tenían sus buenas ¡azonesi la ominosa jornada del lldc enero de 1809, g¡acias a la decidida acción a¡mada de las u¡idades criollas con las de andaluccs y cantábricos quienes ocupa¡on la plaza, impidió la caída de Linic$, ya que se estaba Scstando rür golpe cntre capitularc§ con el apoyo de las milicias vascas, cata.lanas y gallegas mcnos numerosas- Esto mu€st¡a con gran cla¡idad dónde sa cncontraba el poder real en Bumos Airer: Saaved¡a crr omnipotentc y las influencias miütares cliolla.r y plebeyas iban en aüne¡to pa¡a g¡atr dcsespcración dc la base dc apoyo local que el ürrcy siempre había buscado cn la cúpula dc la burocücia, la Audiencia y el palacio episcopal. Las autoridades metropolitanas se apresrEa¡on a ter-
,r ¡Dfon. connd.ncl.l d. J, M, Goy.rc.h. s l. SuDÉm. Junr¡ d. §.viL, Bu.¿d AiÉ., t¡t d. s.ricñb( d. 1808, ¡d¿yo D*¡ñ6r¿¡, ¡¡L
A3. 135 minar con estas pcligrosas novedades. En lugar dc LiMILTTAEIZACION BEVOLUC¡ONAR¡A EN BA.
niers, demasiado popular, se nombró a un nuevo virrcy: Beltasa¡ Hidalgo dc Cisneros, expcrto y capaz oficial naval. Sin embargo Cisncros, apoyado por un gobicmo mctropolitano debilitado, no pudo hacc! gr¿n cosa pa¡a c¡mbiar la situación milita¡ en el Río de la Plata. Ni siquicr'¡ osó cr¡tr¿r cn Bucnos Aires hast¿ no recibir el homcnaje de los lídcres militarcs localcr, quc sólo le fue acordado a cambio de acciones muy prccisd por sü partc. Así, pucs, si bien Cisncros rcstablccía Ia milicia pcninsular (disuelta cn encro) bajo el nucvo apodo dc batalloncs del comcrcio, no disolüó tqs rcgimicntos ¡rmuncrados d€ cliollos, Es cie¡to que comenzó a debilitar el aparato militar €nviando las mcjores tropas crioll¡s contra una iNurrección criolla en cl Alto Peni y más dccididament€ por €l incumplimi€nto de enrolar a nuevos rrch¡tas. No podla i¡ ñuy Iejos ¿n cata dirccción sin dcspcrtar una alarma peligosa crtr€ los tíderca militáres criollos. Su p¡imera preocupación frente al ejército urbano no fuc la dc conseguir .ntr¡das sulicicntes pa¡a paga¡ a oñcialcr y sotdaclos, Esta administración colonial, asfixiada bajo cl peso de un cue¡po milita¡ deñasiado g¡a¡¡dc, fuc la quc dio m noviemb¡e de lE09 y a regañadicntcr, la dautorización provisoria" paxa abrir €l comcrcio con Inglatcrra. Cuando sc produjo est€ hecho, ta función milita¡ del cjército urbano ya había sido cuestionada durartc algin t¡cmpo. Los pcligros exc€pcionalca que Buenos Aircs dcbió cnfrentar dur¿lrtc la gucrr¿ co$tra los inglcscs sc hablari de¡va¡ccido gracias al carnbio de alianzas cn 1808. Si bicn la disposición pacíhca de los portuguclca no cra del todo confiable, la zl;ner.aza que constitulan no era nueva y no justificaba prcparativos milita¡cs tan costosos. La furrción del ejército dcbía már bicn busca¡sc ahora en el contexto político de la crisis de podcr cn
136
España que había comenzado localmente en 1806
y
se
habia expandido hasta envolvel a todo el imperio en 1808. La fo¡mación de una milicia urbana no sólo habia dado a los c¡iollos la fuerza milita¡ que obligaba a todos los contendientes por el poder .., Bueno" Áires u tomaÍlos en cuenra: les h¿bla dado por primera rez una organización que si bien no era necesa amente hos. til, sin embargo era peligrosamente independiente del üejo sistema administrativo y militar que tan bien habia proregido a Ia metrópotis del peligro de caer bajo control grxpos locales. Se formaba asr' un liderazgo _de altemativo cn la ciudad mientras que los gmpos gobánantes tmdicionales se veían debilitados por li crisis metropolitana. En mayo de 1810 la Revotución mostró la fuerza de este nuevo liderazgo y la pérdida de la frurción gubernamental de los representantes del poder esparñol. Si bien los cambios insr;tucionales locales que siguieron a otra crisis en gobiemo merropotir¿no lueion irnpuesros ^el por una luerza m¡tlrar, se los inrrodujo con tan poca oposición, por parte de los niveles más'atos ae la 'vie.;a adminisrración. qu-e pudo emerger un régimen reroluciánano srn romper tofmalrnenre con la legalidad del ant;guo régimen. No es de exrroñar que el Cáronel Comelio de Sa¿vedra se hallara ¿l frenre del nuero gobiemo. Con su ascenso ¿l poder supremo la ücroria dil ejército urbano parer ía complera-. Sin embarqo, pese al'hecho de que revolucionario estaba Ínve;lido de a.l$in ti -el.grupo po de legirimidad formal y sotía pr.".nt- a aá,.r"u"r"contra eI rios como un conjunro de indiüduos rebeldes Rey y contra el País, la revolución de mavo de l8l0 fue en realidad sólo la primera erapa de una guerra complicada. Dado que la España meiropolitana Istaba afronta¡do al mismo tiempo -con poc; exiro al priacrpro- su propia guena de independencia. la guerra rn
MILITARIZÁCION REVOLUCIONARIA EN B§,
rl
AS.
I37
Ri,, de la plara fue en esencia una euerra crvil. Muv ¡'r.rrt,, qucdó sobreentendjdo qr. t, U".ror;, -ititar-rJr.r I.r prunera mela de¡ mo\imienro revotucionario. Así In¡cs se reconoció al ejérciro como portador de un Ái ll,'tnrnante denlro^del estádo. a la vez que se lo forzó a r¡.iur¿¿r una.lr¿nslorm¿ción completa. porque Ia milicia llr'r¡.urr .reada en 1806 ]a no era adecuada para Ias nueu's. imponia una guerra revotucionaria. Cu! itc'oan9f p-Trls,. cad¿ \cz mayor det ejérciro rue muy mar. ...1:l puede.rerse por el hecho de que ta ievolu¡ x,¡r ¿ceplara Ia mili¡arización de roda la sócied¿d rrl idcal (no ¡ealizado a menudo en la práctica, como naiupor la pérdid¿. proresiva de poder y presri l.,ll,:1,:l {r,, oe tos_, cuerpos adminisrrariros y ecie.iásriáo's desIn¡.s cle .tds .rebeliones revotucion¿rias. La milir¿¡ización rn rr vrda dr¿ra de ta ciudad diu morivos (r,'n,. r.tlcJ¿dos en el decrero de .rea.ión dr orcocuoa. de'la SiUti".
r.cl
Pública de Buenos Aires:
"]os pueblos .omp,¿n a pre¡o huy subido storia de la§ um¡s. e cr.m¿gtsrrádo ¡o ehpeña ,u podertay-su (eto en rémjno ¿ quc progre\namente , ondu(. pa¡g]os.stado. a la dutzua de tdq cos¡umbr€s
'¿[rertrrdad de un pueb¡o §qcedc ¡a b:írbúo f...1 auenol Aües se h¿lla ¿mn¿aclá
dr rd reribtr sur¡re:1 .uatro aoc ae gtJi nm run¿do sordn.nre ta ilusrr¿, ion y ,orudro q,. tdprorxtercr La^necsjd¿d hizo drsrind prc\isorier;re c¡ C;1. úrer d. Eop¡sr ros jórenes emp.¿a ron ¿.surd Jna libtrkd rúro m.is p.tqrosa .uúro más o:r er brilo de i6 úmas que habí¿n 1fl11111" 1 1""rtu,. glorids. quideron se tlitarel, anr* ¿i Prcpda.se a se. hohbres.,r2 Pero esa prosa apasionada no podía hacer nada paxa
'1
Co.et¿ d¿ Ru¿nos
Aiq,\.8
de s.ptiembr.
d.
1810, pá& 238.
r38
TULIO HAI,PENIÑ DONGHI
frenar la tend€ncia impuesta por una guerra en creciente exPaf¡slon.
Después de la primera serie de deuotas $aves del movimiento revolucionario en setiembre de l8ll €l gobiemo proclamó que "las ürtud;s guerreras serrin el iamino de las distinciones, de los honores, de las dignidades... Todos los ciudadanos nacerán soldados y recibirán desde su infancia una educación adecuada a su destino... En fin, todo ciudadano mirará la guerra como un estado natural",r3 Este ambicioso plan dejaba muy poco lugar para el cultivo de tndiciones gentiles, legado de épocas más pacíficas. En este ambiente bélico,losjefes militares gozaban de una popularidad no comparable con otros políticos revolucionarios. En su vejez, Manuel Antonio Pueyr¡edón no podía olüdar que la severidad de su padre le había prohibido pasear por las calles vestido, como otros niños porteños, con los colores de la patria y recordaba con cariño el día en que, escapando a la vigilancia patema, había ido "a canta¡ a lo de Chiclana, a quien cantaro[ el siguiente verso: 'La espada cortante de nuestro Chiclana, cuanrio se la pone, ti€mbla toda España' ".ta Cada victoria de las a¡mas se celeb¡aba con elogios hiperbóücos en ceremonias públicas y privadas cuyos re. cüerdos dumron muchas décadas después de terminadas Ias gueras revolucionarias, mientras un público irónico contemplaba el destino de fünciona os del gobiemo alguna vez poderosos y ¡espetados, luego caídos a menu, do en desgracia. El ascenso de los miütares tomó nuevas dimensiones cuando comenzó a justificarse en términos de doctrina 13 R.solucióñ
.@fdl,I (Bü.nó!
,. Múo.l
2t-6.
d.
la Juná, 6 de É9dcñb.€
d. lAl1,
R.eist¡o No
Aires, ¡879), pá& 117, Antonio Pu.yr.dó4 M¿ñ¿ñns (Bucnn Aias, 1942), páes.
MILITAN,IZACION &EVOLUC¡ONARIA EN BS,
-AS,
I39
revolucionaria.. D( mantra simila¡ la pérdida de prestigio
dc l¿ _burocracu, qu. fue en s..una un reflejo de la ines(abilidad posterior a la revolución, se aceleió y acentuó por €l desarrollo de los objetivos revolucionariós más general€s, Sin embargo Ia incompatibilidad entre los id¿alcs de la revolución y la posición priülegiada de ta buro.racia más alta no fue ¡econocida inmeüatarnenr€. AI principio la hostilidad abierta era dirigida sólo contm un pc-queño grupo de funcionarios realistas cuya oposición a la revolución se reconocía abiertamente v coniide¡aba como un justificativo más para la revolucién misma. Es(oc tuncionarios orgrllosos y egoístas no defcndí¡n lbs de¡echos del rey, sino sus propios privilegios injustosls Uestrturrlos lue un acto de necesid.rd polírica y rambién de Just¡cra.. ya queSbrió nucvas y meiores pcrspectivas para los criollos maa patrióticos y me¡it"rioi. Ají lo de. clara el nuevo Cabildo de Buenos Aires. nombrado en octubre de 1810 después de separar a sus flemenlos hostiles: "La Pairia ha expulsado a una serie de individuos de su seno, pero ramLién descubre que ru Iugar no quedará desocupado".r6 También lo dice la caceá, después de la paciñcación de Córdoba: ,.No se advierte ya más dif€rencia que habrr pasado a manos de hijos d'el mismo Córdoba aquellos empleos que los anterioris funciona¡ios habÍan profa;rado".', ¿Se rrataba pues de los
,, t4 inv.ctiB contÉ lG ,tDm.ton.i' tucrcn luge, comurc. d. L Érclucioúir Eicmpto rípico .r ra prccta;a d.l Corcn.l Or uz d. u.upo a la pobl¡cióñ dc Córdob.: ....Jo d.rcn,oE, d. t¿ übd.d &.lq pu¿6ld qu. oe.taemr. i¡@ce.1 noñb¡. d. úe,§o August; Sobffio el S.ñn Don F.nddo \4t pu .ncubri u hid¡óft¡ kd d. doniü hm ¡omdido ¿ N ,)u8o i.roz.¡¿ uM.iurrid qu. nó ñcrc.. '!.nd a s- c¡bea a ú6s q,;! bto co"'uttm s, ro.t,*,,:Co,"ro,., ¿c pmp¡súda
ró
t'
C¿.dr¿,23 d. @rubÉ de l8to, pág: Z.
Iói4,, l7 d. spti€Bbr d¿ 1810, pá&
5.
140
TUI]IO TIALPERIN DONGHI
m¡smos puestos? ¿Seguían
y
er mrsmo poder que en épocas mas calmas? §oo ¡ir. cn¿Is.las causas que hac€n pensar que no era tal el caso. El^régimen rerolucionario no podí'a compartir el poder y e*iemas
necesarto .para atronrar las luchas in¡er¡ras co:r org¿nismos burocrárjcos ,,rgullosos a.
i*gu ,._;ii
c¡on de.competencia con orqJnismos rivales. "u Es"rc oromuo era maceprable para l¿ nueva generación de funcLna¡tos revolucronarios que debian ajusLarse a nuevos crirenos eücos,y potiricos, no olüdando jamás qr.re su pod€r em¿naba del le había invesdáo el pueblo. .que uuando et nuelo ré8imen reemplazó a Ios soberLios oioores por ¿bogados criollos del fuero porteno, los nuevos lueces recrbteron un sala¡io mucho más modesto. T"ibii le_s quiró ta insignia que et antisuo orden ": (onrena ¿ la run.rón. y la simplicidad de Ia ieremonia oe_ isuncron era subrayada deliber¿damenre.¡3 Has¡a las mas altas.det €srado t¡araron de adaptar sus 1rj::iiÍ":. m_ooalrdades at nuevo idea.l y erponriineamente ,é despo. y der ceremonial ..que por desgralcia l:li-l9ip1rnvcnlaron los tiranos para sofoá los l: la numdntdad senumrentos de la natura¡eza"-re adminisrración civit era despojada de su .._yll*..h presrrgro ¡n.',o,' e invirada a ganar el ipáyo dc los a tra¡ és de mé¡itos más sólidos. et'gobierno :ll"i3'* revoruc¡o[ano se ocupaba de la reforma de Ioi uniformes Ínlrtares. sin hacer concesiones al espíritu de sim. pücidad republicana que imponia a los tun'cionarios civi(s. !a,posrcron pn\rlegiada de los mililares en el esrado rue la unrci excepción confesada a Ia nueva igualdad tre gobemantes y gobemados. Era, por supu€sto, enuna
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r¿id, 23
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junio .t¿ 1810, pfu b5.
supm. ¡os ,¡onc¡ prsidenci¡re,, ]:_*:E. uo.ñno D.6anáti.o tBucnór ArE!, r9t5). p¿& ". quc
23
t,
A§- I4I aon¡acuct¡cia dc la guerra, pero también tenía algo que v¡¡ con la¡ modificaciones en el equilibrio del poder Polltlco quc sc protjo en Buenos Aües con la creación dcl régimcn rcvolucionano. Lo mismo se aplica a las reforma¡ cn la organización intern¿ del ejército, consecuancia de la amplia resistencra al movimiento ¡evoluclonario: el ejército reformado no sólo podía hacer M¡L¡TAR¡zACION REVOI,UC¡ONAR¡A EN BA,
ler endo el mismo Dresdsio
lt¿rrano MoE.o,
frantc a los desafíos de una guerra regüax, estaba también mejor preparado para desempeñai un nuevo papel polltico en la revolución. Dcspués de toúar el pode¡, la Junta dedicó más y m¡L atención a los probl€mas de organización dentro dcl arma. Las unidades urbanas, cuya organización se' gula siendo la de cuerpos voluntaiios (si bien se acercaba a uÍ ejército regular en muchas cuestiones de finanzrr y disciplina) se transformaron ahora en regrmientos vctcranos, y numerosos destacamentos fue¡on enviados d int€rior como fuerzas expedicionarias. Paxalelamente, rc crcó una nueva milicia urbana, ejercitada y reclutada rcgún pautas de organización anteriores, a 1806 pa¡a Ile' nar .el vaclo dejado por el fraslado continuo de los *egi mientos veteranos, Los cuerpos cívicos debían "defendcr la capital en caso de invasión por enemigos a la felicidad del país"; pero no estaban solos en esta mision.'zo Una reducida fuerza de \eteranos fue asignada para proteger a la ciudad contra peliSros inlernos y extemos. Al mismo tiempo se trataba de dar alguna formación profesional a los futuros oficiales. En octubre de 1810 la Junta impuso a todos los cadetes Ia obligación de asisti¡ a la Escuela de Matemáticas, donde se enseñaba.n los principios de la artillería.'r Esta decisión se ,o Dca€to ¿.i
18 d¿ spti.mbÉ
rt
1812, R¿e,stta Nüion
179.
,,
D.cÉro rt
l l9 d.
odubr€ dc 1310, ürd., pfu!. ,9-80,
t,t,¡í¡t
t42
TULIO IIAÍ,PER¡N DONGHI
present¿ como un apafiamiento roral de la üadición coron¡ar .que daba categorra dc oficialcs a quicn€§ no lo m-erecian.y.a vecet hasta a lo§ hijos menor;s de cdad de oflctares dct eJercito. También prometía abrir cl cu(rpo a sotd¿(los,.cabos y sargentos sobresalientes, aunque ;o. co se ca¡l¡Dlo rn estc senlido. La promoción dr pirso'nal oe .lropa lue bastante poco usual en este perÍoáo rcvo_ tuctonimo, y Ia distencia entre oficiales y'soldados fue .l ejército, posterior-a 1810, qu€ en las unioaoes urbanas creadas en 1906-r? nucva discipliria miütar crcó resantimientos mtre .losEsta verfranos de 1806 y 1807 qu€ estaban acosturnbra-
l?-:l:I
dos_¿.una conducción menos severa. En noviembre de -181I la derota de la rebelión d€ patricios. poi la relegación.del regimiento desde'et p.i-.,o"eguida i quiiiá lugar en.el €Jércrto, puso un rris!€ fin a Ia milita¡ización urDana. abtert¿ cinco arlos antes. AúLn antes de csa crisis rrnar el eJercrto urbano ya Estaba declinando. La§ guerras revotl¡cronarias requeían un tipo dc reclutamiáto menos eslrrct:xnenre locaj y la junra ordenó a Ia cxoedicron mitjtar al None que.,en todo pueblo donde sl enuna revisra forma.l de toda la rropa... sc haI,. 1"r, ". ra¡ frSurosas, cuidando dc que recaigan m ,reclutas. de buena ra¡ta que sc remirirán a Ia capitat,,.s l:1n!res Asr se recurTia a una nuera luente de humanos y se inverría Ia política seguida hasrarecu¡sos 1g06. El uso de meduas computsivas en la búsqueda de r(clutas rurales alec(o honda¡nent€ la relación entr. Ios oficiales y sus hombres..como así también la acrirud de Ia pobláción rural hacia los ejércitos revolucionarios. Debido a los
d. c¡d. uDó d. t6 lotd¡dc y o6.i.r., s..n.uñrE _l-1 P "¡:l* t.Etttzdz.n toñq de t@ó^ lcihdo.r I.¡ota 2). cEú,4 Arhi.o C.4.at r¿ ta R.pnbti.¿ lry.ntia& r.nodo ^ :,.Áq.q..P. d. 1.. ln t.p¿i¿d.ú, ¿,i¿ ,¿¡4 1G Fri., ¡ (BJ.*, ñ*.:;C ;.
MILIT^RIZACTON REVOLUCTOII¡^RIA
E.N E§-
A3.
143
rilodos de reclutamiento y a tos rigores de Ia vida mili las deserciones se convirtieron en un problema import¡nte después de 1810. En su campaña aI none, Bel¡r.urr' elegía deübemdarnente lugares para acarnpar en l¡» cuales la dese¡ción resultara azarosa. Señalaba meldn. (:ólic¿mcnte que el ejército patriota encontraba a su p¿rr¡ 'f¡iatdad, tota.l indifer€ncia y, diré má, odio mortal ,rr toda la población".r Sin embargo, el empl€o de rectutamienros en el cam, po rro a.livió la presión sobre los habitantes de Buenos Apenff la mitad de los soldados conceDt¡ados en la cir¡dad en mar¿o de l8l0 s€ €ncontraban allí a tin€s ^ires dc añ(¡. Con poco más de mil soldados no se podía enIrentar la amenaz a de Montevideo, en poder de los realistas, y la necesidad de nuevas tropas par¡ lds fuerzas cxpedicionarias que se enviaban al Inte.ior. fll recluta. mieno urbano debía continuar, y con la perspcctiva de una larga guerra que tendría como escenado campos de b¿ldlla lejanos, consideraciones de tipo cconómico y po. lítico favorecieron la adopción de nuevos criterios. No sólo los lunciona¡ios públicos, sino ta¡nbién los hombres ocupados en l¿s "art€s útiles" fueron eximidos del servicio militar y las presiones se dirigieron hacia una población marginal bástante numcrosa de vagos y malentretenidos ya asignados al ejército por los üejos reglamentos coloni^lcs, cuyo cumplimiento no se había pucsto dgu.
trr,
rosamcntc en vigof.25 Mu..o Mitr., Do.nñ.nh\ ¿ct At.hiúo ¿¿ Betxr¿^a,ly lBt¿\ot '. l9l4), a'É,. pás!, 109, ll3. ,r PródM¡ &l 29 dc mayo d. t8to, R.gittñ Ntciowl,T, Cíe,2A.
t¡ pro(...iór d.
l¿ porrla.ión
eonóúil .n¡. .dÉ .! .ü&nt.
por
cj€ñplo. cn la Éñlú.ión d.l 2l d. aslrro dG 1810, irr¿, qe.xpti. .ñ¿nt. prohibe l¿ corBipción d. p¿ónd qu. §.b¡j€n .r activid¡d.. d. trúsporlc y .n rn.El d. torlá p.aona qu. .n cua.lqui.r ca!¡cid¡d í¡.
t41
TULTO EAIJPER,íN DONGEI
MII,ITAB¡Z-A.CION REVOLUCIONARIA EN BS,
Otra fuente de reclutamiento urbano la dieron los
es-
No sin .desconfianza por pa¡te de los grupos .bernantej. hasra los negros no
go, em¿ncipados ¡a¡iin reirsu valor y lea_liad hacia sus amos
bido a¡mas en 1807 y habia sido objero de grandes elogios. Las dona.iones de esrlaros destiflados al ejértiro se hizo más lrecuenre a p¿flir de I810. y euando comenzó a flaquear la gencrosidad de los duerios de esclaros. el gobierno revoiucio-
nüio comenzó ¿ comprarlos para el ejérciro.
Las venras
a menudo eran forz¿das. v dado que el gobierno no esta b¿ dem¿siado dispuesro a pagar di inmediaro la, deudas que contr¿ia, podia de esre modo adquirir recluras, siempre y cuando esruüese dispuesro a afron¡a¡ la ira de los propierarios de escla\ os. Sin embarqo, en I8 I 7 esre resentimienro fue .uliciente para derenei el reclutamjenro universal de los esclavos. De modo característico. eI Director Supremo Pueyrredón se vohió entonres hacia et campo
como fuente a.Iternativa de reclutas.26 Con estos pocos espontáneos reclutas rumles, con va_ gos y esclavos que llenaron los cla¡os de la movilización urbana de 1806. los oliciales va no er¿n ¡os inrérpreles nalura¡es de Ia nueva conciencia potírna de los iotdados. como lo h¿bi¿I sido en par¡e anles de t810. Las caracleris¡rcas democráricas en Ia estrurrura def a¡ma. que permitían a simples .oldados opinár sobre rodos los asuntos, lue objeLo de grandes crüicas- Et precjo de una mayor eficiencia militar era el retorno a una disciplina más autorirar¡a y rcadicional que podía a veces liacer con(esiones ¿l ,omporramienlo rurbulcnto de oticiales ¡6 Pu.yftdón a San Marín, das d.l 9 dc óctubE d. 1816, €n Cülo¡.A, Iudr.dó^ La t dapano de l¿r ,{rdA {Bu.nd Air,, ró4i; l¡(simill: 52e d..Ero d.t lq dr rpu.mbr d. tat6.n c,,¿¡¿ d.t 25 d.
srpliembl.:
3u
rbcalión.tq
de u¿,ubre ¿n
¡á¿, t2 d. o,.ubre dc
18t6.
AS.
I15
t,r'r díscolos como valientes, pero que no iba a demosrr,r¡ similar flexibilidad ftente a la tropa. Un cambio paraleto se hizo sentir en el cuerpo de ofit irlcs. La importancia dada a la capacitación militar ¡rrofcsional, jurto con el traslado de gmndes sectores rlrl cjército desde Buenos Aires hacia distantes lugares ill. combate, fomentó una nueva indife¡encia hacia la rirrrlad y en especial a la Áda pot;t;ca u¡bana '?7, a la v(z que tomaba más sólida la red de solidaridad y rivali ¡lrrrlcs en los cuateles. Se introducen así nuevos elemenl,,s cn la ya complicada tlama de lealtades personalcs y ¡l¡ lacciones dentro del grupo gobemante revoluciollruio. Estos hechos fo¡man parte de un cambio más ge¡rcr¡Iizado: la adopción asombrosamente rápida de paurr$ militares profesionales por parte de 1os jóvenes ofir irles del ijército revolucionario. Sin duda quienes entre cll¡s confía¡ más en su heroísmo que en su enuena' nricnto pala lograr la victoria, tratan a Ia población civil ¡r» dureza y hablan de ella tan desdeñosarnente como si luesen ya veteranos de muchas batallas, es p¡obable ituc estén encaminándose hacia un desastre militar. Pero rlrnbién están adoptando un modo de comportamiento (tut les parece adecuado para hombres cuya profesión es .l heroísmo. Encontramos la misma actitud, mÁ sutilr cnte expresada, en un oficial revolucionario que no terría paciencia para la ostentación de inoportuno heroísrno y la indisciplina constante de sus colegas. Cuando el (;.n.ral José \4¿ria Paz recuerda sus primer,s experi.n (ias en €l ejército bajo las órdenes de Belg¡ano y juzga .l dcsrmpeño de su ex comandante con la benevoleñcia .rlg,r condescendiente, propia de un profesional que es lcstigo dc los esfueüos de un aficionado lleno de bue1) Esla t.Ddéncia es d.nunciad2 cn 12 C¿¿rro, 17dcoctub¡cdel81I por "un pat¡iota qu. m.rc.. .l ¡ómb.¿ d¿ *116 '.
146
TVLIO H LPERIN DONC¡'¡ na¡ intcnciones. se corre ricsgo de perder de efuta el he_ qu. se trara dc las remini:cincias de ,n hombre :1: 9. quc.¡_a entrado só¡o rccim¡emenre al cjérci¿o par;;;, r€nunclancto así a un brillanre futuro como e¡iudiantá .* paz podía olvi. D puntilroso 9:-.99e".. **ba.,.como sus dar con lanta facilidad t€m€rarios qlmpañeros
de armas quf . en honor a Ia verdad. en l g I 2 no tc'nra aún nrngun.ntrcnaniento como militarprofesionalr\o es oe.extranar. pues, que los oficiales con mÁ ex. pencncra mrl¡lar siempre consideraran a ésta una ventai¿ rmpot:rnte._Los nombrcs de familias de milita¡es doríinantes cn el ejé¡cito ¡egular anterior a 1g06, vuelven a apruecef con rhayof ffeqrmc¡a en los registros posteriores a_l8lo- que du¡an¡e los años en que-d.miná va oficialidad urbana. si bien inclueá en esa la nue. éooca los protesionales estuvieron ta¡nbién presetites. tos :jrcláies. vrarnonre. el complejo clan de hermanos y primos Bal. carcc,
Alva-rez Thomas. Soler, pinrdo, Ot;rIía, Rodríguez, Vedia, representan así eui;fua, una continuidad entrc er cuerpo. ¡egular^de oficides de Ia Cotonia y el eJercrto revolucjonario.z, Lejos de const¡luir una cárca
en- epocas revolucionarias, esa conrinuid¿d reflejada slj.lPetrt{o1 e1 rn-uy apreciada como garanría de e"n capacroao proteslonal. En ciertos casos. Ia ca¡re¡a revolucjo-
nana de una ¡ueva generación de ofici¿les se desarrollaoa a la par de obsrinadas act;rudes conlrarcvoluciona. nas en mtembros más riejos de Ia misma familia.ro ,,
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f)ado entonces que
1¿
EN
üctoria militar
x¡.
se
as.
147
constituíe er¡
cl primer óbjetivo del régimen rcvoluciona¡io, aquellor
olicialcs regularcs que no prcferían otorgar su látad a [,¡ r.alistas cncontraban posibilidadcs de tácil progreso cn cl ejército patriora aunque _su tuüescn algun trispiÉ pollt¡co o de otra tndole cn pasado: aun el modcito cntrenamiento militar adquirido en el ejército colonial rrr cra de desprcciar. Cuando s€ lo qrcstionaba no era en nombre de pautas políricas más exig.otcs sino para pro. ¡)u8n¿r un €stilo bélico má¡ modemo. En 1812 José de li¡tn Ma¡tín comcnzó a organiza¡ el rcgimiento dc graDadcros a caballo sob¡e el modelo fraricés, mientras d;uevo lcxto de tricticas de infantería dc C¡rlos María dc Atvear c¡taba también influido por la cacuela fIanccsa. Ambos hom[¡qs ¡¿;r, sido ganados recicntcmente pa¡a Ia causa rcvoluciona¡ia y los dos vcnían directamcnta de España, (l¡,nde habran int.numpido para ello sus promisorias caffcras milirarcs. Ellos torzaron una profesion¿lización aún nrás rripida en cl ejérciio, dado que podían ofreccr el rDnocimicnto y la experiencia quc el ejercito patriota neccs¡taba desesperadamente, aún después dc dos años de lucha revolucionaria.
A fines dc lEl3 el ejército ¡evoluciona¡io sc habÍa rcorganizado con pautas menos loca.les y más profesionalcs y totalüaba unos 8 mil hombres. Otros seis ñil más_ fueron organizados en milicias locales y distribuidos en todo e¡ rerrirorio. E¡ cj€rcito u¡bano de 1806-1810 ya no exisría, Su reemplazo por una org-¿. nización más tradicional se iustificóa obv-iamentc daáo que se había !,uelto a una guerra también ella dc estilo más tradiciona.l. iQué ocurrió con esas fünciones políti(as que cn la milicia urbana había descmpcñadó mís c,cclrvamcnte que sus tareas miliLares posrevolucionarias? EI _recmplazo dc tropas urbanas scmivoluntarias por un ejército organizado sobr€ bases más amplias y más
144
TUÍ,¡O ¡IAI,PERIN DONGIII
profesionalizado tuvo sin duda consecuencias políticas imprortanrísimas. D€bido jusramenre a que estas conse_ se oponian a la tendencia politica general en ArSendn¿ revolucionaria,Ia reforma militar p"udo comq pleta¡se con tanra rapidez y facilidad. . En Tlyo de l8t0 et ejército urbano había sido et alma del movimiento rerolucionario, no sólo porque controlaba el poder milirar necesario paru tog.* Ét lrmrento de ¡as autoridades cotoniales al cambio de ^en¡éeimen, sino má.s porque proporcionó .l -"r.. "r;i. -aún zat¡lo denrro del cua¡ se gestó el panido revolucionirio. srn embargo. la agiración revoluciona¡i¿ h'abia exten. "e dido desde el principio más allá de los confines del ejerctto urbano_ Durd¡re Ias jornadas revotucionarias. agitadores populares fueron rjsros por las calles de Buinos Arres. Sus seguidores se hicieron oir en rnomenros crucia. les como voceros de ¡as aspirac¡ones revolucionarias, lo que permitía a Ios jefes del ejercito urbano asignarse papel de. árbitros rnrre el viejo orden y sus enemigos -un drclarados. I¿ úlrima esrocada de los lídeies del ejérc'íto contra el gobiemo colonial tomó la forma de una"declaración en.que alegaban su incapacidad pa¡a controlar I¿ muanquúdad popular. Si bien Ia declaráción Dasaba oor a.lto con h¿bitjdad la coincidencia de !,r-gran tre agiradores "pi"tá... populares y jetes del e¡ir.ito,'tu ap-ician de nuevos acrores en la contienda poliricá (por;jemplo en la agitación popular durante las iornadas ieuotr,"¡oiarra, era harro real. Denrro del ejército urbano mismo, surgran lentamenre nuevas agrupaciones y liderazgos pa_ ra.lelos a ta organización forma[ exisrenré d.ntr""a. ios batallones. Si bien hasra el 22 de mavo de 18t0, o sea hasta la renuncia del rirrel. el ejerciro urbano funciuna. ba (omo docil herramienra en I¿s m¿nos de sus jefes, en los confusos días que siguieron a Ia < rear;an ae uira.¡unta encabezada por el e:. rirrey es mas dificil jescr_r-
AS. 149 brir dónde se hallaba la iniciativa política. Cuando l:ñe¡ge el 25 de mayo una nueva Junta presidida por CIONARIA EN BS.
Saavedra pero con algunos de sus antiguos enemigos entrc sus integrantes, es evidente que las peticiones populares que obügaron al Cabildo a nombraxlos se o grna-
b¿n en los cuartel€s del ejército urbano.3r Sin embargo, la composición de la nuera Junta muestra que la iniciativa no podía haber surgido exclusiva¡nente de los jefes m:is importantes del ejército. De esta manera, la revolución de mayo de 1810 fue a.l mismo tiempo la üctoria final del ejército urbano y cl comienzo de un¿ cnsis de su influencia política. Seguiría siendo el núcleo básico del apoyo popular al nuevo régimen revolucionario, pero a Ia par iba emergiendo ya otro apoyo popular más nuevo y todavía no organizado. La agitación que se extendía entre s€ctores cada vez más amplios de la población debilitaría la solidez del apoyo que las unidades habían prestado a sus lídercs a¡mados antes de mayo de 1810. El gobiemo revolucionario afrontó este nuevo problema ampliando el ejército, cuando French, el más exitoso d€ Ios agitadorcs de la jomada de mayo, fue nombrado coronel de un nuevo regimiento. Pero esta solución crcaba otros peligros: tas diferencias latentes entre los miütares y los seSuidores civil€s del régimen revolucionario se introdujeron dentro det ejército mismo cuya cohesión política declinó en consecuencia. Más importante aún es que los revolucionarios ya no e¡an una facción ambiciosa de hombres nuevos que luchaban por el poder: ahora estaban en el poder. Para cnfrentax sus nuevas tareas no podían perder el control
tr 1968).
a cno.nrB rnE ors¡,6.1 ptu Mkñidto d¿ Mora (¡u.no! AiE!,
Pru.E convift.¡l. d. lo ot.dicho
.rudió d. Rob.no M¡rfoy , El
150
y
MTI,ITARIZAC¡ON REVOI,UO]ONAB¡^ EN B§.
TULIO HALPIJX,IN DONCSI
politico a úr númera mucho mayor de gente del quc poiia abarcar un ejérci to urbano. El régimen revolucionario no renÍa empacho en.usaf pala este fin los iBtrumentos dejados por el régimen anterior. Trató de moülizar a li Iglesiá para c¡e 1o apoyara, obligando a los sacerdotes a da¡ se¡mones sobre las ventajas del nuevo orden poÍtico.3r Usó ranbién en medida crecienre a la oolicíá v a los burócraras menores de Ja admin¡srnciói iudirial controlada además debían ofrecer üderazgo
por ei Cabildo. Después de la reorganización Cel Cabildo en octubre de 1810 y del rbmbr¿miento de nuevos hombres en el puesto de a.lca.ldes y tenientes alcaldes tanto en la ciudad como en el campo, se les dio mayor autoridad sobre la libcrta l )-' propielad de los habitantes de su distrito. Dado que las tensiones políticas iban rápiCamentc en aumento como ¡esultado de arnenazas con.rarrevolucion¿¡ias. Ia Junra debió confiar cad¿ vez más en sus representantes locales, si bien éstos eran a menudo atusado* de actos despórico1. Asr se los pu.o ¿ car8o de la búsqueda de armas no declaradas v se tes permitió imponer castigos muy severos a quienes la" *..i ¿i"".", Su aurori¿ación pas¡ba a ser necesaria para mudarse de un banio ¿ orro, incluso denrro de los iimites de Ia ciudad, y en sus funciones podían exigir la colaboración de cualquier vecino y carti8arlo si la aluda no era recibida de inmediato. A medida que crecian las ¡ensiones políri ca§, estod arnplios poderes fueron interyretado§ con m¡yor flexibiüdad y las quejas de las víctimas (sospechosos políticos por deñnición) cayerDn €n oídos so¡dós. Esta red de autoridad€s Iocales con poderes cada vez mayores pasó a constituir un filt¡o ent¡e el ejército y
y Nol. d. I.
¡l ob»po dr Bu.nos 2r d. ño;.nbr. p¡s 89. ^irr, r. D.«.to d.r 3t d. jdio d. t9to,ibd.,pá& 47, Juñta
1810, ,e¿Éno ¡v¿.ioñ{¿ ¡,
dc
AS.
151
§us potenciales reclutas. El servicio voluntario era su' I'l¿ntado por Ia conscripción de vagos, y los alcald(s y irnientes iran los encargados de determinar quiénes lo cran y de este modo incorporarlos a fila§. D€ esta y de otras manerasr las organizaciones policiales adquirieron un srado de eiecutividad mucho ma)or del que alcanza-
,.'i ¿r.u",á l¿ morili¿ación polirico-miljtar
de
1806-1807 y de aquella otra que caracierizó a la movilización política anterior al derrocamiento del r¿8imen colonial en ,810. Los alcaldes y tenientes no eran r¡n rnero cuerpo de funcionarios ajenos a la sociedad urba_ na v subuibana impuesros a ella por el gobierno central L,ran elegido" entr; los notables locales. 1a que los me ior.s candidato" eran en teori¿ aquellos que podian rguardar el orden 1 cumplir sus lunciones con un minidesde Io áto, pr¡es contaban con sólida§ rio d. "poy" bases en los distritos que controlaban. EI hecho de que el sistema policial tuviera elementos de representación local lo hacía potencialmente peligroso al gobiemo cenrral. oero lo mismo hubiera ocu-rrido .on una eslrur lura -á. i','""ir^ri^ v centralizada e in"lu.o si el senlimieñro oolirico popul¡r'hubiese sido mcntts inrenrn: lo§ agenrer i".,1.' tiná,un ¿ sucumbrr J l¿ lenrJción de usar sus poderes relarivamenre independienres no para servir sino para Dresionar al sobierno central. Lsro. petiq'á" se descubr;eron de prisa y se eliminaron más de prha aún. el ráPido aumen(o de) poder de los alca.ldes iue facilitado Por conflictos dento del gobiemo ¡evolucionario, que ya eran evidentes en el últi mo mes de 1810. El §ecretario de la -Junta, Mariano Moreno, adherente reciente del g¡uPo revolucionario y anti_ guo partidario de Alzaga, sé cónvirtió en cabeza de la iu"ció" q"e favorecía una politica radical contra los enemigos del movimiento, mientrai que Comelig 9e Saaveára, sintiendo que perdía tereno, se identificaba
t52 gradualmente con tácticas más moderadas. El conflicto eri nolembre-diciembre de r810. Mo*,;;p;;::l1ló un rncrdenre menor para verno ¡elevar a Saaredr¿ del supremo comando mitirar, que .eürrió robre roda ta Junr¿..Sda\edra ditjgió un conlraataque exiroso ortc lorzar a ta .r incorpoiar tos ¿iputajos ncrros en (ruo¿drs y Junr¿ pueblos del Virreinato. ouien¿. er¿n. en su mayorra hosriles al grupo de ¡,t",..J. e.i. acaro,.t¿ de,rsron de I¿ Juntr y se aparró de ella o¡r: mrsion diplomáLica en eran Bretaa,¡.,¿ una muene premarura ¿¡r¡ mar), p€ro :..o-'*.0: ,9:I:,T""j,yeron influcnciaen d"nr,o d.i :.fl xo y ra adhesron_de los revolucionario< más miliianres. ¿n marzo dc l8l l. ya se esraban reorganizando marco de la So.iedad pa¡rió¡ica que se reuniá en ei en uno de I¿ ciudad. El desarro o p".".",;i";;;1.^,:: :"t* no oe l¿ gucrra y Ja adopción por tos moa.rados de ias mrsm¿s potrlr(as que an¡es habi¿n denunciado ,omo Jacoorn¿s. dreron nuevo imoe¡u a Ia tacción reciente. mente derorada. Al mismo riempo los amigos de S;;;ora.omenza.ron ¿ dudar de su dominio soire et ejérciro. En un clima de crisis inm¡nenre, ¡os morenistas forarary¿ con et Cabildo y organizaron una iTl.,,. conlr¿ (ampand et provecro.le deportar a los peninsulares sott€ros l, onriderados tos m;s probabte. oposiro¡es ¡ que no reni-n tamitia ni ¿rinrimienro ei fI?¿rs,., L¿.Junr¿ se rindió anre ta presión de l.r Socied;¡ y-oer LaD clo \ \e der IarÁ comptdcida aJ descubrir que sus prop¡os sentrmrcnros humanitarios cran ran ampliamenre compartjdos por tus parrjotas porteños.n junro con ta de ros dipura, .:i 11,,.,.".1 de sa¿vedr¿, h¿bri ¡ umenz¿do a de, trnar: .et ¿scenso rl podcr tle r¡ fan ión rir¿rl. mjs .o¡.renr. v a..;-
::'
3.
;.ii;;-
C¿.cf¿, 28 d.
meo d. rslt,
pígs. 62¡-36.
153 ,[¡1,r, cra sólo cuestión de tiempo. Sin embargo, et nue-
\,' ,rrt()r entra en el escena o político de Buenos Aires t,,,r,r restablecer eI equilibrio trastornado por la audacia l,s
morenistas. En la noche del 5 a.l 6 de abril de una multitud se reunió una vez más en la Plaza Nl,,y(,r y sitió pacificamente al Cabildo y a la fortaleza. (l,'lllo en jomadas ¡evolucionarias ¿rlte ores estaban I'r(,tcgidos por algunos milita.res, entre ellos los {ieles ,,li(iales saavedristas del regimi€nto de pat¡icios. No ,'l)stante, el equilibrio entre soldados y civiles había , rnbiado decididamente. También se produjo un cam l,¡, llamativo en la composición de los gmpos de civilesr rli» llegaban a la plaza desde los subuñios de la ciurl¡d, conducidos por sus alcaldes y tenient€s, que diri ,aían abiertamente a los manifesta¡rtes y hacían peticioncs en su nomb¡e. La Junt¿ otra vez se doblegó a razorrcs de fuerza mayor y adoptó casi todas las medidas irr¡luid¿s en el pet;torio popular. ta misma mayori¿ sáavcdrista en la Jurta recordaría m;s tarde con vergüenza crimo habÍa sido en €sa ocasión salvada por la plebe. La jomada habra producido rn efecto demasiadas novedades inaceptables para los jefes políticos y los grupos es" tablecidos. La p€tición exigía medidas más severas contra Ios peni¡s¡.¡la:res: la población c¡iolla de los subu¡bios no los consideraba -como la élite revolucio¡raúa de la sociedad patriótica amigos ni compadres; más bien los conocía como codiciosos come¡ciantes al menudeo y poco generosos acreedores. Tampoco la generosidad recíproca ya usual entre politicos porteños gozaba de la aprobación de la plebe ensoberbecida, que pedía la su, presion de las pensiones e indernnizaciones pecuniarias que temían fuesen otorgadas a quienes se proponian apa$ar del gobiemo. La clara perspectiva sociopolítica de los nuevos gmpos que se habian hecho oír el 5 de abril, fue causa de
'1. lSll
154
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TULIO I{ALPER,IN DONGHI
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cscncial para proseguir con ¡a guerra rcvolucioru¡ia ",1,, .tr¡,, rlc suma utilidad para resolver de modo favorable a ,¡¡ élite Ios conflictos internos y políticos de la revolr¡x''D misma. No es.de extrañar pues que, a la vez cmerge un ejército profesional a paxtir de los res't¡', r,¡ ¡lc Ias unidades urbanas, el poder revolucionario rtpicre rasgos cada vez más oligiquicos. A pesar d€ §u l¡l.r)logia ndicalizada, la Sociedad Patriótica es pre, rrrmra de esta tendencia: su objetivo no e¡a el de morrli¿ar nuevos gnrpos en apoyo de la revolución sino di ru¡gar nuevas ideas dentro de sector€s ya movilizados. l'.n) aun la Sociedad Pat¡iótica fue paulatinamente perrlicndo importancia. El papel político decisivo pasó a rrirnos de la Logia, sociedad secreta que había tomado ¡rl,icrta¡n€nte el poder después del golpe militar de octul¡rc de 1812. Así, el nuevo ejército consolidaba el movi ¡r¡cnto político que había comenzado poco después de l¡» hechos de abril. La Logia agmpaba y disciplinaba ¡,'r l¿ m¿yor efica«ia posible al pegueño grupo que ,rlrora ejercra el poder pohtico y militar en la Argentina rcvoluciona¡ia. Su creació¡ había consecuencia y "ido .ausa a la vez de un estrechamiento de) orbe político porteño y de una creciente coherencia interna del grupo gobemante. El nuevo ejército redefinía su papel político en ese nuevo marco, e iba a co solidar un proceso político de signo opuesto al que en su momento había sido hecho posible por la formación de la primera milicia urbana. El ejército no tuvo sin embaryo éxito total en el desempeño de sus nuevas funciones. Enrre octubre de 1812 y mediados de 1815, fue sin duda el pilar fundament¡l del régimen revolucionario en su lucha a la vez cont¡a los realistas, los disidentes federales del Litoral y la opo' sición en la ciudad misma. Pero su apoyo al régimen re-
156
TULIO IIALPERTN DONCHI
157
sultaba exuemadamen!€ costoso, y nos.de dinero, Al utilizar al .¡.r.iri no sólo en térmiinsrrumenro p., exca¡encia, €t g"t,i,",o ..""t..io,r,;o-ir.á.i "o_o F^.::1.rormaoa en. costumbre el uso de l" fr.r- p; ;i;;;. intemos. perperuando d.'."; ;;;;
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uo, ucsmoron,urxfnto de la estru(tura potttlca revol8_15. ta reconsrrucción ,. ti,l,
., l:l-p1 m_ul, rtrstntas. Se condenó abi.rtamente
revo¡uctonanor. y el nuevo sürcma su rpoyo polirico enrre los gmpos
¿
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.xrrrm¡smo
br.có .i, ,acilr.;;;; adiÁados de la rocie-
ü¡l ,rl nrirmo
tiempo, el gobierno düigió su'lreocuparlá¡r p¡¡crna"36 (la expresión misma tenía un sabor de tmu,n ntgnru no del todo inoportuno) al bienesta.r de los ¡rhrrr y rrct'csiradus, esperando así ganar apoyo PoDular. h,. rrv,, ¿xito en etlo: los moderados no eran favorecirhr ¡r,,r l.rs clases plebeyas, y ciertos líderes militares r¡r re habían identificado con el odiado régimen de llll lltlS cmpezaron a gai¡ar nueva popularidad como Flr¡ t',,1íticos de esa oposición latente. li,'lx preguntarse por qué las clases plebeyas en Ia , nr¡l,nl lucron tan sordas a quienes apelaban a su propio t trr.§ cn contar con un gobierno ordenado y menores ¡.¡r,¡r ¡nilitares. fodría ser que la militarización más uD¡ carga les resultara una bendición. Como medio 'lr. rtr l(,grar una redistribución del poder político el nuet¡ v, r¡rrcito hatría primero fom€ntado y ¡uego desalenta. ,1,, rrrra ampliación de la base social de éste. Pero en lo r¡rrr. sc refiere a l¿ redistribución de ingresos, durante ¡rrl,¡s etapas había trabajado en una sola dirccción, rr,'lrliriendo riqucza de los Smpos sociales más elevados .r l,rs más bajos, Como puede verse en las cifras de la (:.¡l¡ dc Buenos Aires, que rapidamenre se estaba conürfu.n(lo en la Tesorerí¿ de Ia Argentina revolucionaria, el ,,^r,, de la guerra se rolcaba predomin¿ntemente en pa¡,,s tlc sueldos al ejército." Au¡ si se dcscontarar¡ otros .1.r1(» latemles (aunque no insignificantes) de h militatales como las ventajas otorgadas a los a¡tesa'rrllci¿)n ¡r¡¡s librcs al absorb€r u1 creciente número de esclavos dr cl ejército, que disminuía la amena¿a €conómica que .ll()s representaban, o bi€n el suryimiento de un nuevo
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N.ción,
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lULIO HAI¡PER¡N DONGgt
mercado de producios anesanales consrituido por el ejer. crto mismo. Ia milita¡üación había creado ocho "mil puestos rentados contando sólo a los Eold¿dos. La suma total que se les pagaba va¡iaba de u¡¡ año al otro gencnalrnenre excedía el millón de pesos. La carga Fer; fiscal se enJutaba con nuevos derechos de imporració-n y expofación o bien con contribucion.s exriaordinanaj. Só. lo la prrmera de ésras afectaba a la masa df la pob¡a" don..pero estab¿ más que contrabalanceada por Los benehcios que el consumidor gozaba gracias j comercio lbre.otorSado por primera vez en t809 y expandido por los sucesivos gobiemos rrvolucionariás. Éor orru parte, los derechos de exporación y rts contribuciones extraordrnari¿s só¡o se imponían ¿ los ricos. por ello es mas lacrl comprender las caus¿s de Ia lealt¡d ¿ la aurént¡c¿ lrad¡c¡on revolucionaria y republicana, y de la popularidad de las guenas de liberación, noras dominanres de ¡a oprnrón polirica plebeya, en Buenos Aircs cn ld etapa posrevolucion¿ria, que (oin.id€ con ta nosralgia de la epoca de hegemonía milirar ¡ guerras ofensiías que domina a los jetes mititares aerpiazlados en los años de,l8l6 a .1820. Si la organJzación inrerna y el papel políLico del ejercito sutrieron cambios tu¡d'ameiries después de 1810, pese a eUo seguía siendo cier¡o, como Io.habían señalado los oposirorás a Liniers en lEOg que qurenes conlbmaban ese ejército üren..de l¿s erücrones que.han aniqülad. el erario... cuando podrrL gTpa¡.s:-rs brazos en las arres. y hacer que prog¡esara la industna'. Es comprensible que las opiniones de aqrrellos- que se beneficiaron con esre aspeiro de Ia miliiarizacrón ha)an diterido substancialmenre de Ia de ao¡r¿_ llos que debieron alronLar su desmesurado cosro.
Nicolás Sánchez Albomoz
TRIBUTO ABOUDO, TRIBUTO REPUESTO. INVARIANTES SOCIOECONOMICAS EN LA BOLI\'IA REPUBLICANA
I El 26 de mayo de 1810, al día siguiente que el cabildo de Buenos Aires hubiera derribado al ürrey y designado una Ju¡ta d€ Gobierno, al otro lado del Atlántico, h Regencia del reino promulgó un Rea.l Decreto extinguiendo el t buto en Nueva España.r Ambos acont€cimientos no están relaciolados entre sí, obviünente, pero su simultaneidad es notable y motivo de pa¡adojas. La decisión de Ia metrópoli con resp€cto a su principal dominio americano coronaba la t€naz campaña C,esatada allí en favo¡ de la abolición por reformadores ilustrados como Abad y Queipo.'? En el sur, Ios porteños no otorgaron piioridad en su programa revolucionario a la supresión del tributo. En el litoral rioplatense, la cuestión no revestía en efecto la misma acuidad que en otras partes de Améric¿. Los revolucionarios no percibieron la urgencia del planteo y sí fueron señsibles a los inconv€nientes. Así fue como mientras el ürrey Venegas de México acataba la ¡esolución y la daba a publicidad en octubre de 1810 y, siet€ meses más tarde, las Cortes españolas €xtendían la exención a todos los dominios americanos, las Juntas provinciales instauradas por la fuerza expedicionaria despachada desde Buenos Air€s al Atto Peru se aprestaban, en vez, a levantar nuevas revistas con el propósito de actualizar las listas de r Arhivó C.¡€ñl d. l. N&iíñ,M¿nco, . liú.r, Dúhgtuunnt 10-?4.
Ld Cm¡itrció^t 79-A2.
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NICOLAS SANC}IEZ ALBOR¡¡OZ
#":,"1,.":f_,:
p^ercepción det impuesro. Fisuras revolu-
;i,".ljiiiiul'Tj"Liil,.T"l':;-:T*'' .
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;;,,' lL5:.T.'":::i**sumascua¡¡iosas. sittración "De. jar de obedecÉr J;;;;e.m;'|".|I;:13.r¿ q,. g","u." r;. ii,?ii;üfiü':XÍ.::li,.T#lál d:
TR¡BUTo
TRTBUTo
^BoL¡Do.
lrr leytsl hubiera sido el mayor
nEpoEaro
163
escándalo para los in-
¡rrlcntcs y causa de un d*contento general entre los ¡rrllos", esc¡ibió e¡ *t Memoria de Cobierno. "No q.uerl¡l,¡l otro recu$o -añadia- que el de cumplimentar rr¡rella disposición, estimulando su fidelidad, para que , r¡rcurriesen voluntada¡nente a sostener los gastos del lhtado." Así fue como el vüey estableció una cont¡i [l¡(ión voluntaria de los indios. La medida Íevestía carA(:tcr tempoBl. Las Cortes habían previsto la sustitur¡¿rn del tributo por otro impuesto que deberían abonar toda! lar clases del Estado y no sola¡nente los aborígerrc¡. La implantación de esta única y di¡ecta cont¡iburión personal resultaba empero "más onerosa pam aquéllos [os indios] y de laborioso y difícil establecimiento cn el reino".' Agréguese que podía suscitar la enemiga d€ Ias clases antes,exentas. El nüevo impuesto quedó pues relegado y se volvió al antiguo sistema, so capa de tasa volunta¡ia.
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Una vcz lib¡e de su prisión m Francia y restablecido cn el trono absoluto, Fernando VII rectificó en este campo tarnbién la política de lar Cortes. El l! de mayo de 1815 emitió una Real Cédula por la que restablecía "la obügación de los natuales con €l nombre de cont¡i' bución".5 Cambio sem¡ántico para la misma caiga. La a
M¿ñorü,
L
28&292. Supiim¡dó
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nibuto .n la Audimci¿
& Gú.t ^ÉÉ\ hrt¡, .l pE id.nt. But!¡út. ap.ló igú¡lm.¡t. ¿ ld indi6 D& qu. .ontüua¡a d¡nrto tru.b¡! d. ¡...lt d y p¿tnotimo ha.i.¡do .onÚibucio.¡ (r3r2r: wonM "cov.mm.nt ú.¡uc": 27?. Coño .. d¿ iupc ftr, I¡tlliñada co¡dbu.ióú voluntúi. fu. m.l Eibirt¡ po¡ 16 r¡ru¡al.s. tñbay.qu., cuyo .ab¡do nabía.BEdccirlo l. a¡,olición d.l ribulo.l 1t d. atubrc d€ 1811, prot lió lu¿go por Ia i¡kodu.ciÉn dc la nuaa cúga ñk.¡:
Atul,,¡. La.a$d,1146, m.tódio... pe cl.obro ' At..dL itño/üt !28. E¡ l. "I¡'tro..ió¡ indior co¡ .l ti'tulo d. útrid , crt.¡o... d. lo qú lb d. p.!u ¡s grüfrío co¡t¡ibución .n ¡¡ prcpi ceiüd qú .on Gl trituto", u etor, Emdo Rtria &nucabi, d t4 d. i¡lio
164
NICOLAS §ANC¡¡EZ ALBOR¡{OZ
retauración hacía un¿ cu¡iosa concesión al vocabulario liberal. EI témino supone aqü$c.ncia y no imposición.
dieron'targas j asunto. nunca volüó a percibirse a-üí en-su forma antigua.o La disposición fue obedecida e.n cambio etr Nu€_ va Cranada y Peni, dando lu8ar a r6istencias esDorá_ dicas por pafia de los convocados a cont¡ibuir.7 L! cédula sc promulgó cn Pe¡ú cl 5 dc octubre dc t8t5, poco antes, por, cierto, de Ia¡ tropas a¡gantina§, que ¡nvadi¿rn penódicamente el.que_ altiplano, fueran cxpukaáas por tercera y última vez. por mrá¡ de nucve años, ta contribución. fernandina fue recolectada cn el A.lio pcni, basüón dGI realsmo. A pesar dc las agiracioncs y dilicultadcr con que tlopezaba, Ia Haciendi colonial'siflrió operando con eñcicncia en el ramo de lecaudación_f EI ¡catabl€cimicnto dcl regimen constitucio¡ral en España autoridades novohispaDd _-Its EI tributo
P,,::^":,i[:f"f, Mr* . h
ffi m;;,ffi"L5,#i.if
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2t2-2¡t,
"*jri;
& Ed¡Dú ,u Dñn.o Ebbt.cini.nlo. cit¡ .t i^foñ. d.t ñ¡c.t d.t !.ni.t 19 .r.
ob¡<¡óD dd-qib!¡o o
d. h ¡boüción, qu. ju¡áb¡ p¡.Dduh. Amc
PhhoiD d. dE iDpkro. Et Coeio rt tndiú ssib¡ó .t 22 dc di cÉbbr d. lSta u¡ di.reo .¡ r¡vd ¡. ch hcdiü, cdt.h-F¡¡,r¡ó.¡ E¡trbt..imi6ro .r.¡ M&icó ,-.: [¡:T, ae.trtu t tt 2¡r). CoD obvio p,!pó,nb dit¡rorioEiburo.¡ rldñ,, .t ¡l,.at &lcrdo ror..rró d..to irr.nd.úd hfoñ p¡¡ricute¡, i Is ü¡r¿ d. to, oj;;; Eror!.rri. r¡ &cirtón nuDcr tt.8ó: flnroñn.41299. &i.lo.hd+ t_J'p'¡E.. d.l.^te¡4 & euiro, * sbttun.r " ,l d. lBtT ue.t su¡.io ^udi.Ei. d.l mbl.cimi.nto d.t riburo aodúó üt ¡ pq 13, CdE.. Lo¡ orEo c¿hccixú .t. t, **¿o .* i* @.mos qu..o l6t,l h.b''u .n.!¡.¡.do ur ñorin .n conü¡ d( ¡¡ s.E,o c 868ñ0 oNt¡tlcioñd: E úlr, dúrdü: rO4. ¡, No rA!,r Eoudó h Fc¡ud.cióni @bién tr prá(tic! .tc.t.ctuú Eq ú D.hódr(4 D. (¡b ¡po6. .t Anhivo N.cún l d. ao[vi¡. 6 v¡EY2hs! & 1816, d' cñiÁú.
iT,;:ffii#.tTfif,i?lTb
AEIUE¡¡]IO 165 cn 1820 no rcivindicó en cstc punto el legado de las Cortes dc Cídiz. Esta vez los libcrales sc most¡aron h¿uto más pn¡dentes cn mate¡ia ñscal. La Junt¡ Plovisional decidió no in¡ovar ñientras no sc hallaran mcdios Pa¡a sr¡stituh cl tributoi En 1E25, cl dor¡inio cspañol concluyó al fin en el T¡IBUTO A'OIJDO. ABIAUT{)
A.lto Pcni. En medio de los regocüos por la Indcp€ndcncia, el 22 de diciembre de cse año, Bolívar repitió cn Chuquisaca el Sesto solemne de suprimir una vcz más "la contribució¡ unpucsta a loc indígcnas pot cl gobicr-
no esperñol con el [ombrc de tributo". El vocabula¡io fuc en esta ocariór más lobrio y leSallstico que cn cl decreto precr¡¡sor de Cúcuta, en que quedó exúnguido para la Gran Colombia.ro En ta nación a punto dé toma¡ el nombre de Bolíva¡,
t Ltu lt , L¿ c@s: ü. r. En úryo
fia@ .n bótitiz, Col¿¿ciór ofícn¡r, I: 100-101. Se M¡nín ¡bolió .l tíbu" :o .n P.rl¡ por d.cEto L.n.do .r Lin..l 27 d. .ge¡to d. 182¡: PG!ú, CoLc.i6¡ ü Lra. ¡: 2r. rn ky @?¡d. Ed .r Co¡grcp d. Cú@i., preñ'nt¡d¡ .l l¡ d. oc-tubr. dc tEzl, M. ¡n': "Lo¡ irdí8.¡u rL coloúbil, [ú.do! indio! pd Gl Códigp c¡p.ñol, no p.gü¡¡ ¿n ló Énid.rc .l iñDúno c@eido con c¡ d.ahd.trt. mñhi. d. Eiburo'i UDiwrn&d C.nri¡¡ d. V@úcl¡, C¡.,po ¿. Lr..¡ A2J3t, . M¿taútLt, I tog"tlo. Rcd&dclc qu. y¡ .nton..r l¿ d¿liEú¡ción ófici¡l .ñ @rtrlbu.ión. I¿ .f.ciilidad d. ¡Á.tcy d. Cúot¿ tu ¡lhit¿.h. Al @nqúilto Ed.dór, SuG .¡En¿ió s .l@ . ér. i.ritorio, p.e Do¡íw,.n @ iL o! f..dL&t .xt¡rcrdiúis, rurp.ndió tu apüdcló^. Uñ d.ftto d. §útad.r! .¡. julio d. 1824, Étuvo .l tnbub por.l ti.ñpo quc duñ.1.lu.h.. U¡ t rcio d.
lú Ent &l T..@ & Qúito prccda d. 6r. ¡bEüdtc Sul{&r !o DDrimi6 lin lm6t a ci.s d. 1826: Búüfti, 7¡. Sdt ¡¡rd A.d,n¿l 176.176.
166
N¡cor¡as sa¡rcHEz ALBoRNoz
los indios fue¡on exceptuados del impüesto particutar por clase, mas por el atículo 4r del mismo decreto quedaban sujetos en vez a una cont¡ibucién pe¡sonal gene!al. Todo hombre de entre 18 y 60 años dc edad deberia abona¡la, salvo loa militares, inválido3 y otros. La raza no constituía eximente. A razón de tres pe§os anualcs, el indio ga¡aba una rebaja sustancial. La suma equivala a menos de la ñitad d€ cuanto pagaba la generalidad antes. Blancos y mestizos recibirron cn carnbio el rru€vo grava.nen como indeseable.rr La implementación de la medida r€queda po¡ lo demás el levantamiento d€ un ccnso Senerr. El reglamento correspondiente fue aprobado por Sucre el 29 de enero de 1826; pero el emp adronamiento nunca tuvo lugar.l2 Disipados los humos de las celebraciones, el gobiemo cmpezó a pe¡cibü los inconvenient€s suscitados por la refolma fiscal. La recaudación se había reducido por segundo año consecutivo, en comparación con épocas mejores. Mientras tanto, el eürio tenía que hacer frente a gastos crecidos mediante exaccioñcs extraordinarias o pr¿stamos (cuadro rtiLm. 1). En julio de 1826, el ministro de Hacienda, Madero, manif€stó a la Asamblea Constituyente que Suc¡e, el héroe venezolano dejado por Bolívar a cargo del poder ejecutivo, había sido sometido a presión po¡ los prefectos de los departam€ntos a fin de que se los autorüara a cobrax el t¿rcio de San Juan. Ante las rcclamaciones, el presidente había cedido. Made¡o p¡opuso además a la Asamblea que se ¡estableciem el tributo en las á¡ea¡ rurales y que en las ciudades se mantuüera la cont¡ibución directa. Et 31 de
TEIAUfO ABOf,¡DO, 1R¡BUTO
\2 Boliti\
Col¿..i6n ofuial,lt 726.
167
julio sc reimplantó la antigua exacción, con opción pa¡¿ abroSa¡la en 1E27. Sucr€ firmó la ley el 2 áe agásto. Cumplido el plazo, ét mismo dio por cáncluido el tterinato y legisló con carácter definitivo: "Los indígcnas quedan sujetos a la contribución que hán satisfecho hasta ahora", reza el artículo I de la declaración del 27 de diciemb¡e de 1827.'3 CUADRO
I
B.éntú icc¡ud¡das cn cl Alto Pdú
lE20.la27
(cnp.sd
i
rrlbqto
lE20 1821 ta22 ¡823 L824 182' 1826 ),427
l2 566.469 601.5t0 667.557 t79.X72 3,t4.351 490.2?3 624.655 621.113
2.00&890 1.781.697 1.623.981
7.619.t24 1.096.129 1,602.196
t-513.É16 1.57!.501
5¡t 28 34 4r 35 31 3t 40_ 39-
Co¡t uár
.
tb.6pe
prbtúd
497.661 39,r.598
!15.904 399.,149
259.635 242.027
d.r6 d€ Potorí; 1820 . 1824: ñ los rotál€s f¡lt¡n t . ñtú d€ §et¡ CM d¿ l¡ Si€E!, dond. no 5c .obñba trihurd; 1825: .l tor.¡ in oñpt.io -infolmóón d. Poto!í ióto .t attl i dici.úbÉ; I¡ P¿, dc f.brcrc ¿ diciobrc. A p.¡rii d. 1826,
Nora: ¡824: falra
nueva €ontabilida¿
[u.nt
\t Lo.tu@, rn¿ ptun¡t.t 4O4 .n rd.¡.nrc, r.o¡. dlriú E6on l.t rL blú.os y ñ6tüor, el .omo ¡s Eeci6¡ iL L prú¡, .drtB . t¡
ñEPUEATO
: Lohtrom.
Th. PrcDiF:
606-611 .
tt L¡f,,nú,Ihe pññk4 426427. r4y dt 2 it ago.tó d. ¡826.n Bóliil, Colec.í6n of.aal, lt 251-258i l. d. 27 dc dici€ñüE d. lE27:
393-395,
168
N¡COÍJAS SA!{CHEZ AT,BORNOZ
TBIBI'TO ABO¿IDO. TiIBUTO
l-as ilusiones prüneras se iban esfumando. _ idea¡ish+b" en rerbada. Anre las premuras El de la Ha::_:: (¡E¡rua, qurenes conceblan Ia emancipación un r.¡elo,de poderes. antes que como el inicio "o*o
revorucronano, justificaban toda ta.l¿rnle
de
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u.,it.d pr"g*;ri;;.
ü;
lTiÍ,.]l,jil"'r*,u"
de Boh.var de nuevo era ravorecer a Ios encutntro de los ¿busos a que se los ,som:tia :r.' el sur d€ la repúb¡ica. Aunque po, t.y ,. ] ¡11c,ia"q= imperantes en Eruador. ta ",,siiruau "pí¿ g,."nada. venezuela. en :::":,:l^I:.*1, L¿ Lunrpumenro el dtctado del Liherrrd6¡. cambio, nun. ¡u¡ ..¡..*. de borrar lo que habia suscrito de su puño, BolÍvar estapa dispuesro a admitir que to, propa.i,o. g"n.Á*, rorundamenre en iúcuta no se :.1*'I" habían T: marenalrzado en la forma apetecida v que la abolición der rnburo. hab¡a dejado peor p*,aá, I r". i,a;g.,á.. der'decráto dic¡aronar l5 de ::...1_-l.iq.^.::d.2r o: t828 reconocú qu. r"" i,aig.",, de is,"ruai, :::rir.. por rey a los demás cotombianos ..t.¡. á. h"tli _4áa.l
:::i$.i,ii:,ixÍ,.::.:::,"i:.r" i,*l::iT,,i.,L:l.,,..:;Í,il.",*
m;fl¿itnlt,uttl"1'.ffi
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*-+#^'***'¡fl{f#f,*rym
169
rado su condición, se ha empeorado", y, en el 3e, "que los mismos indígenas desean generalmente... pagar sólo una contribución personal, quedando excntos de las cargas y pensiones anejas a los demás ciudadanos del Estado". Bolívar había pedido parecer antes a una Comisió¡r de Letrados del Ecuador. El dictamen fue categórico.rs Cabe sospechar sin embargo que los Ietrados tradujeron a una fraseología humanitari¿ urgencias mÁ elementales, sabiendo explotar la ñbra generosa de Bolívar para hac€¡Ie adoptar una ¡e¡olución qu€ en otras p¡utes -Peru o Boliüa- tomaban el aire de una mera necesidad fsca.l. La Hacienda dc Ecuador mal podía prescindir de los doscienLos mil pesos que rendá los'rributos. La5 rentas rora.les ascendrán a unos 590.000. EI triburo incidía en ellas por eI estilo que en Bolivia (cuadro nríun. l) o
prevalecía por aoqui.r.. fotiu;a .conseNador no sr ha[aba sola. peru siguió .t .L." a.i.r..", . in.lurá cl propio Libertador, por decrelo a;cruto.ial, reimfilrl personar de indígenas en ra iiran
,-*":"':]:i.t?, rnoros,sahend.o
BEPUESTO
en Peni.16
t I
r¡ EI .kcro dc 15 d. dtrbr. d. 1828 d.rjsnó r.c¡ud¡dor.r pah to, dntrib¡ ¿@iqiúor d. Lója, CEno. Alen, Riobmba cu@dr, Amb¿to. l¡raMsa, Quito. OEElo, I¡dm. Cuyaquit, MMaü, Máas, ¡r(hl
dlu Esrd&¡. Cón ultsiorid¡d $ d.jis¡em r¿t., tunciorio, püa \u.E Grd¡¡iá ' .n l¡ f.chi qú e indiÉ: CundifEmúca, Boyácí y C.ydn¡ ll8 djdñbF 1828). U6¿E ) Chócontá (24 dicieñbE), C&raR (7 .rro 1829), Antioquí¡ (9.n€ro), Pñpt@a ¡¡5 cn.ro), Bosorá y Fúe f3 f.brrc). Soci.d¡d Bolwid¿, !¡ ttOta: 256, SO7, go8a 3lO. 402 y 407. l¿ Comnid rL t trados, r€uid. po¡ o¡&n dcl Lib.ir¡dq p ; .studiar l¡ situción d. lú indístEr a .t Depart ñénto dcl Su, ;idó un infomc.n qu. dcci!: "Él indio .s l. pEsa infaüb¡. d.l nás tuc¡t , y radi. d.j. d€ Erlo É.p.cto d. u¡ &¡ ts ab¿tido y mi¡dablc". ..L. t á d.l t¡ibuto -¡s.8.¡¿- Ls d.f.¡dii dc sén€jdr.s' .r.*iorc,, pug cr¡ @ co"tribuci@ tuia. Aboüdo d tnbuto, h. Bído ro6e lo, in¿io. ú¿ ¡nb. d. aLmida
cn
Nu.E crú¡d¿, 47.000, Sobr. un totd d. ¿ntu
Nf corra3 S^ncrf rz
r70
Al¡¡ottt{oz
Eolivia abolió el tributo varias vcces, aunquc tan sólo en el papel: tan pronto como sc lo exti¡¡guía, renacía bajo rótulo dbtinto. La nueva dcsignaciór¡ revelaba un cambio en la ideología imie¡antc. Ahora bicn, la modificación no iba más allá del plano vcrbal. No afcctaba al sfutcma socioeconómico cn el quc cl gravamcn se nutría. Al perdurar, el t¡ibuto contribula a su vcz a que la sociedad perrn¿ncciera dcnÍo de los moldes establccidos. El gorro flgio dc la repúlrlica sa posaba sobre ¡m cucrpo todavía coloíial. Larga intcmrpción no hubo en la pelcepción. Ni si" quicE dura¡tc e[ corto tiempo que medió cntrb cl !cingreso de las Eopas rcalista.s y la imposición por Abascal dc la contúbución "voluntaria", llcgaron a vcncer muchos tercior sin que los indios tuvieran qu€ presentarBe a pagar. Si lograron eludir por cntonces su obligación, más fue en razón del desquicio administrativo ocasionado por las inusiones porteñas o por la actividad Suerfillera en I¿¡ zonas bajo dominio de las Republiquetas. .q¡í &
p.er. .l Eibu.ó EpÉ.nrab¡ u 2 pq. .irto ¡L ¡. dul Orpñ. Vi,qú.2, ,d¡Jrr¡r 37. En Quilo, e r.ndiñi.¡lo &.ld.b. ¡¡ 36 pó. ci.nto d. lor ins¡.ror d. la Pr..id.ncia: S&r¿
'I¡IBUT O AAOf¡¡a¡Or TBrlr¡,'\o
itPt'itlo
l7 t
Más rarde, Ia independencia tamPoco Provocó disconti f,i .u"¿.o'nri-. l, que_ abarca las cucntas dcl ""i4.¿. ..iti"" de araDsición, ca indicativo. Los ingrcsot ".ii"¿" agút' año, pcto el crario no qucdó huérfano 'Áiá"i.. dc tal renta. --U tln f"ri¿"a de la¡ revistas se perdió por un ticm.". it i",*"f que en una época agitada corno aquélla y no tanto i, admini¡tración se esforzara por r€cauda¡ fuccmbargo' Sin imposición de la basc ."*Air* "". sc Las maL¡icula¡ 1828 pronto cómo ion r.unrrdada, lan funciona¡ios dc ar¡da con i-anta¡on -sospeciamosI" r" Á".- ."f"'ri¡. auchos en la matcria. Al menos, cl Santa Cruz -¿toao' scsuido fue el mismo. EI presid(nte Salvo mo' ¡k maÜícuh ¡pio¡ó en"l83l nn Reghmento me .'ore", icprod.¡cc la l¡tst¡ucción metódica ;írú;. por el visitadoiEscobcdo en 1784' Los recücn_ foríBda io. .. m.i..o" .o" p..iodicidad, aunqtre no regularn€nlc' i-o. o"¿to"." de lá época se cncuenrran depositadtx en f¿lbres ¡ i.iJo oto."4.",.'del Tribunal General dé'Ot¡os 3€ en Sucre' Nacional A¡chivo el oue custoiia t' La Li-¿*-.i i.o".i,-ios departament¿les o locales i..r.nciu dem,.estt" constancia en el proceder'
2.,1O0.0O0
Rc.ud¡.ión
Sobt cl ia¿io .cu¡ondo: 136.137. En 1799, P.¡á pd€ibir, po¡ N pú&, und 900.000 D.!os cn conccpto dc tribuio, conE¿ u tor¡l dc 4.800.000, o E..l l8 por .i¡tó rr. la Ents: EÉh¡i¡d., 220. Aú o&do h Dnm. rdra a&adi. cn M¿i@ . l.m0.U)0,Fror ^1|.¿itc¡tust .ño .¡ daio contab¡, €n 1808, co, uos 20 millon.s pór ano, h in.id.tr.i..r¡ tú ¡610 dcl 6 por ciaro: AhháI! ¡1¡tloria l:39. Ari É crplie cóño ¡.Elró 6ár licil prcrci tir dcl inpucro.n M¿xico, Colñbir y V¿Ez¡.-
l¡, qu..n E.u.¡or, P.rú y Do¡ivia D.nr.o dc¡ tcEitdio d. ¡a ¡.públio ¿¡ uibuto fu. i¡Eodúcido ¡.d. .n $ porcióo ndc.idor.t^,8.¡tiú, En l?90 propordomba ú 29 por cn¡lo d. lo! ¡.dr!d .1. la Inr.nd.r.ia d. S.lr¡: Xlc¡a L¿t f¡n ¡zat ?^r^.1 .ai\¡to d. la úción, la. p¿rdidar indrridú por ru rüpr.i!ór ro tioc punlo d. .or¡pú¡crón con.¡ d.r; 4t. fi¡al c¡ur.do por ota [email protected] ¡.i.s. Todo int¿nto d. r.rrE..d
L D. úr rei¡ióñ Épid. dGI fondo &l Trüs¡l N¡cior¡l d' Cu'rlÚ' *.r'1"."."',i'r-iá-.,,i. ¡¡*i.""r. sud, @rcluños q!' la Kción coñu'n' ant'nÚ v ¿. ,orú n.i tr. Fürita¡ o Pcdrm*-año Por li.',i-' ';;'ild;á;;;;;;;;;i¡Enrr L¡ ürE ño coñP¡cta r.82E: Púi'' 'r ii',".- ii:-áir, i¡zg, cñlret Po¡dl {cdádo)r l85l: Ydp'*'r
' r83!: sin¡ii r8!'r: Púi" Lec¡¡ ü;: i;;"#, ó**r.¡,'rmiai M!ir.' i.-'.-; e'.u¿, tsse' ¡acein LÑejá, ohaluvo! lüi¡' TomiE YúPrñ6' L' P' lcd' ::li;ii, ;:;;,'i¡-;i,'s-;.r.; vutu'c;'i s{3'Muqu.' TaP{úr, ch'ri ri¿¿ ¡-,r'.r.'-t. rccrc¿do). Arqu., -,^i. io+di cri-; t¡rzi c-''s'l r¿ Pu (cdodo)r ñü', ;;;;,;-iá i;;;; ;;jál-,'i.p"-i t85o: coch¡bmb' (c'n'do) criat rE5r:.r& i..,,i, Idíri v.i*, r*.¡, c"-sr!. Lr.dja, L' P' c'rc¡do)r rE¡': t
v-p"*' o*o (c'rc!do); I""lili.;j""11*ll ia?i; i';;;i, ñiei .r,+', r.,qu., t, r"' (c'r¡do) Y'húr&! chlvúr¡' i;;;:";":i;'i";;; iiJp"¡*,'lóoc-p.i",r rcd'¿d"r' r;rdPa§ chtrhs {un '¡ñ)' lscr'
t72
TRIBUÍO ABOL¡DO' T&¡BUTO
N¡COI]AS SANCI{EZ ALBOR¡¡OZ
Los ministros de hacienda solieron publicar la memo. ria que elevaban anualmente al Congreso de la Nación. Cada una contiene información sobre el presupuesto vencido. Disc¡imina los ingresos por rentas, Posiblemente, sus sifras no son intachables. Una inspección minuciosa de los Iibros de cuenta quizá suscitara correcciones.
Por lo demás, la s€rie, incomplrta por omisión o por pérdida ulte¡ior, cubr€ apenas má de medio siglo. Empieza en 1831 y concluye en 1882. Los datos anual€s son Ia mitad: veinticinco. Faltan noticias para veintiséis años intermedios. No obstante, al efecto que perseguimos aquí, la serie manifiesta la evolución de los recu¡sos de
la República.l¡
TmiDa, Ydpaa6; ¡862: LÉ2, Por.o; 1863: yunsls, Ayopaya, Ch¡. yant¡, A¡qu€; 1864: Cdúe¡., Oúo; 1866: Por@i 1867: Lipe, Tap¡Éri, Inqui¡iü, Ayopaya, C&ú8as, Ai$., Totoia, Ympah.r, Tmie, Orúo (caÉAo)r 1868: coch¿b¿nh. (c.¡6dó);1869: !uBtá; l87l: chayer¡, Clia, Puj.¡, Ing¡vi, §icúi6, A.qu., Sinti, Cúmgar, Tonira; ¡872: To, ñ¡M, Mizqu., Po¡co; 1874: Póto.í (Caado), YMpda.s; 187?: Sicsio, CIBrat¡, Pdi¡, Tar¿t¿, Yúpáh.., Porco, Llp@; 1879: lomi@; 1881:
(Ectiliftid)j t89l: Yúpm$. E¡ cl A¡chivo d. la Casa d. la Moncd¿
Porco
dc ¡otdí r en.únrú padre n.r tárdioi, akunoÉ dupli@dos d. ld d. §nd. ót.os iExisic¡r.s alli. I¡cr¡o¡ podido v.¡ ld d. P.rco, ¡855 y 1877; Chayúra, 1857j Chichás.
I¡ &
y
y Líp.z, ¡862 y 1867. m.mo.is fu. fomad. por Gab¡i.¡ R.¡¿ Mor¿no. ljlia d. Id consult¡d.s, con infdtució¡ nmoica, es: Ejc¡ci.io fiscát
1860
1871; N@Chichas y Sud-Chich¡.! I87?;
,. L.
.or..ción
1831 (de
&
h sum r..aúdada, 650.119
fudon devcngados.ú año; 66.424 rd añoi eb.ioerr ¡s¡¿d, generdL de Ia Re?iúno Boli!¡Mo, l8!2t tA32: Ne^oria ¿.1 ñ¡nirtro d. Háci.nda Lan, t333ilA$. tumb,
rn
La¡¿" 1834i 1835
y
1336: Méñot¡.
p€sos
Leñói¡., l9nTi
H.Gdia, 1839; ¡839: ¡l¿-o.r¡ Agüift, 1840; I84l:
IASA. Memotk
Mmo,i ¡cmá¡d.z,
M,ro¡ia BuitBso, 181+; 1A44, ¡l¿ñotia Ae¡i¡É, 1846; 1846 y 18411 Mñorú Tórico, 1848; 1848 y 1849: Mmorir Btrrillo, 1850; 1852, 1853 y 1Aó4: eñorh R¿y.!, 1855; 1862: Mñó¡ío \Júna¡ros, 1843: 1843:
1863; 1863: ¡r¿ñ¿n¡ AsuiEe, 1a64; 1861: Meñana Lrsúa, 1868r 1868 y \469. M.noi¿ L^sú, lATOt rA71: Meñoda CóEal, 1872; l8a0r rtf ¿
tü vir¡eón,
1384; lAa2: M.ñati¿ A¡eibar, la$, Archiú N&iona], 355, M 372, M 585, M 753, M ?6?, M 768,M 781,M 8¡1, M 813, M 883,Ilaci¿nda 1377, 1880, t882, 1887 y 1888.
Suo.: M 34¡, M
REPUESÍO
I73
todos los F,n el cüadro número 2 ext¡aemos, d€ ent¡e
(columna *.t" d€ la contribución indígena -¡r"...f núñeros contrlbutlva no denoran la capacidad rl. Los ,i,J á. r* i"a¡"t. En un ¡Ñsmo ijercicio se cobraban tn.el
i'i1J' t"*r' i."".¡d¿s v p¿Jte de ias devengadas 'Ñ""'l* debido' ll..¿ a .obr¿rie la rotalidad de lo risura la 2 columna la Ji- arrastra$e. En i;:;;; "rá,...,.¡ pretributos los de entre el monro l"]..¿" ra -*;;;;i;';';i ;;'.ibido; a su manera. indica éste de Ia recaudación' "';."i;;;, "t;.tividad 3 del mismo cuadro recoge el Producto más las Par,.",r i"iJl-ót"p""i."do de tales magnitudes cste proporción qué en hallar i'-i-."'á.r1¡ürt"' cabrá €Jem_ por lE55' En toral' ¿l -^vanrn ¿.limenraba l,s arcas naclona_ it"- a. t.zss.ogs pesos entr¿dos enpor el rribt'¡ro La sido ñ'6??.¿r+ h¿bíai Senerados otra del r".14.".i, .t á.i ss.s p",- titnto, mayor qle equrv¿lla solo
colonial, cuando. en 1790' éste En un principio' Ia Repúbri'a Perdió :i';;;'-.;;;,;i' üo m"neuar rentas susranciale" como las que Produ ",;"" arsentiter¿s de Potosí l-as disponibilif"t""i.* debajo de las del i,l.t á.1 i...- 'pe,-an";e'on4dporCorto de dinero¡' el anos los ."f.¡a hiast¿ ""r.i..".*ptlfi.t"" mal iba a prescindir de un ingre§o seir;"
"críodo
cufo. u-f"u
tributo or..l¿n en t¿vor del montenimiento d€lN:rural' en que regiones unas ,1.b- :;;;;v.;." "rras ' .,,,rs a.r"nguban más en virtud d€ su mayor
'*,,r".
1867 1ó a Diú o. L Trm¡¡d.onrspondnrr' al ¡ñÓ li!'rl d' de p"":' t'n d rus'' ¡a,,-* 'n ^"1r"i"1,,r*,-,.i"i"-¿^ ,,-4," ,¡^.) h.mo! r€du 'do la ' ihÁ d uná un'd2d t mrmk 'r¿on (s!ü,¿l: ¿p¿ndi"' ll há Fn'¿o c¡iúab.r ,l"ili-".". -. ñ ""r¡-"i ¿demá' Ia'V€nmÚ dr Hcci'ndá 'dFrpon' ,onculor - "-L,"-ra.'¿ a. t842. r845, t8s1, 1816. l8?l v l3a6' 11,."i.. r."
'e
Í\kta.
"*" "L¿s fMüas"'
t74
NrcoL^s S^NC¡¡EZ al,BoRNOZ
ÍR,BU?O ABOL¡DO. TiIBI'TO
CUADRO 2
R..t ! EeEd.d.,.¡ Botivb, ¡83t-la8l
l2!l
Gtr p.¡o.)
Por..nr!
co¡rrürdótr j. d. to for¡, mdi.t¡.¡@ 66ndo d. L¡ ü..d. q d..iór Etrol tP.rr) cor to cobad¡r ¡d.u¡h¡io (pGE¡) r8!l
t8!?
r8!! 18!!
l8!6 1838
r8!9 t84¡ 184!
iii.iíi §iíi l:ifftr e3,6s 91!.92! 95,57
r.?58.osr
759.69!
t.412.tm
745.2E7 670.llt 756.710
18/f1
766.9t9
l816
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1847
lt1,9o4
t848 1849 1852
IE5! 185,f 1862
t86! lE67 lE68 1869
l87l ¡880 1882
42,75
!!,89 39,03 3E,55
49,04 t2,6A 36,20
91,46
?.05E.909
89,08
2.15t.?!5
31.14
93.61
1.909.{?{ 2.39&{06
t9,63
'!t,9a
2.39r,866
,6,10
655.6s5 68.0ó 6t7.+t1 62.?l 66t.t56 67.2' 572.?22 57.87 498.4!6 59.,tE 699.656 8S.!7 790.0!? gt,tl 5tt.946 6S,!E 459.99,i 1t.16 381.805 +0.¡a 421.72t 469S 761.rt2 u:,1 7!2.906 81,84
fu.nr.¡ M.hon.! .L r¡.ct hd¡l
r.59!.ra0
I
2.49t.863 2.441.759
2?,12
2311-5i6 2.ra1.y1
2E,0o
2.531.t29
t9,69
2.780.186 &229.E91
r.090.t99 3.697.016 4.645.435
,.oa7.f79 5.366.ta2
2t,97
zr,t7
tt¡t t7,21 12,79
4,22
¡!,?5
ún
I75
población y riqueza. En 1827, La Paz proporcionaba cl 42 por ciento dc Ia surna rccauüda por conccpto dc ¡ ontribució¡ indigcnal; scgula Potosí con un 29, lucgo oruro con 12. Chuquisaca y Cochabarnba, ma¡ginalcs, rcmitían un 9 y 7 por ciento, respectivamente. Iás proporciones no eran fijas, pero oscilaban en tomo de cstos rrúmeros, salvo casos dc accidcnte, como ocurnó durantc el año c¡ítico dc 1824 (cua&o núm. 3). I¿s Mcmorias de Hacienda posterior$ ¡ara vez b¡indan info¡mación desagregada por región. No e¡ el caso dc la de 1838. La Paz, Potosí y Oruro seguían entonces q)ortando, entre Ias t¡es, €l 85,6 por ciento del producto dcl rarrp, contra sólo ufl 16 €ntle Cochabamba y Sucre. Co. bia, la actual provincia chilena de Atacama, contribuía una insignificancia. El Ben¡, Santa Cruz y Tarija pcrmanccían exentrs de tal contribüción.,o CUADRO 3
fibút6 !.oúd¡dor.¡ lt2cr827 pd i.!ior6 (d p6od
35,23 ?6,85
2.i00.0!9
Bú'UESTO
cLj$f r"tu H[ 1820 r82r 1822 ¡82! 142,i ta25 1826
3¿166 !7.023
ll9.910
o,o L¡iz
16.,199 7!t.03? 26¡.850
\57.261 71,414 74.,{02 !9.¡87 ?50.403 52.763 6r,E7,l !7-tO2 t19.76 37.552 68.t!7 19.576 41.905 61.163 29.3?0 146.8ll t0.?08 {3.359 41.896 I81.58r 46.781 84.499 l3.r-6sq 57-75a 14.972
f¡.¡..: Lóritod, Ti.
DóuiE:
ror¡¡ 166.163
261.464 601.530 259.330 667.557 256.2t5 579.rr2 222-rO? g,l1.tal 2a0.525 ,190.273 269.899 624.656 260.911 62t.ttA
606-609-
dc 759,695 F!os, La P¡, proporcionó !57,929. 'o D. ú ¡ ircr€so .qui,.l6t.¡ ún 47,¡ Dor ci.nioi Potó3i, 197.031, o ú 2ó,9i Orúro, 95.249, ó e 12,5i Coch.bañb.. 65.425, o u 8,6i y Chuqui¡r., 99.061,
t76
fNIBUTO ABO¡IDO, TRIBUTO
NICOL^S SANCHEZ ALSOI.ÑOZ
Ta]es desigualdades se acentúan cuando calculamos Ia
recaudación per cápita en cada distrito. En 1846, los aborÍgenes del altiplano - departamentos de La Paz, Potosí y Oruro pagaron hasta tres veces más tributo Por cabeza que los habiiantes de la misma eslirpr en los va_ lles de-Cochabamba y Chuquisa.¿, sin contar los del
Oriente boliviano, donde no existía el impuesto Personal." A Ia larga esa transferencia relaliv¿ de riqueza de de estimulo p¿ra los Ierritorios Oeste a Este dabió "€nir orientales y de detri¡ ento para el núcleo central de Ia nación bolivia¡¡a. Nadie ¡nejot que un ministro de Hacienda para atesti guar la importanci¿ que las esferas oticiales de la República concédie¡on a.l tributo hasta muy entrado eI siglo. Lar pal¿bras que exrractafios ¿ continuación las Pro_ nunció el ministro Manuel de Lasrra en el mensaje que dirigió a la Lesislatura de 1870. Muy duro al comienzo en su retórici conlra el tributo, s¿lió, sin la menor
t' En 1846, Iá Pd E.audó.n conc¿p.o de Eibutos 398.257 p.re El d.pt¡tm.n.o contaba.on ua pobt&ión (nó sóló aborisln) d. 412.867. Poidí ¡indió 220.977 p¿¡d paa 243.263 habirdtét; orurc 10¡.806 para 95.324. El Endinidto ps cápita fu€, por consiSúi.¡lc, de ¡,0? p.sos ¿¡ Oturo, 0,96 .n Lá ¡e y 0,91 €n Potdí. En .ebio' Coch._ bdb¡ p¡oduió IOt,598 o.ro", qri rdto\.mo Oruo. p.ro leni¿ un¿ poblacjon dr'279.048. -", r'.. r..., up.nori sucE, l" dlrsua chuqui_ sea' t4 sólo 3?.079 p.ros co¡ uú póbl&ión d. 156.041 p.ñón6. La p.oporció. fu. d. o,3t y 0,23 p..ós por cab.za, r€sp€.ii%m.nte, En cohija, zona 6mbi¿n [email protected].¡te irdiscna, É r€ciu.lron ¿s¿ ¿ño 452I p.§os .nt¡. 4520 habitántca, la nzón es iquí te alta casi cmó la dc Oruro. Lá info.Mción sob¡€ §ibutos p¡oc.d€ d. iáMm¿ú d¿l ninis_ ró 1oEi.o, Sud., ¡848j l. d; pobLeió¡, óc Dztm.n Botquejo: 2Oa-
Dal.nc..t.ihu!.1* ciftr túbi¿n d ano 1846La dt¡iguidad Ésioral .n .l r.peto d.l tributo no .s pnvativa
d€
Boüü.. En P¿rú, *sun .l .stádo tomado por ¿r minisüq d¿ Ha.i¿nda.n 1848, lo¡ orisina¡i;s d¿ tos rLpart e¡tos d.l sú (cuz.o, Arequipá, Mocu.su r Puno) o¿aban dor krcioi más d. rcnúibu.ión cn proncdio cú b; iDa;. d. L;im¿ &EsorrJ .n er Nork {Piur. aneotur' v¡as To¡8, S¡¡d¿ú'}dq Attuntes a4. L^ $adáció¡ cmía aqul d. nort. a s¡,
rc
d¿
elte
a erre como en
Boliüt
BE?UESTO 177
que cabe en transición. -"rral reconocimiento más cumplido f*.i""u¡o público: "Esta herencia del coiJ".-á-" Por la especie de i"".¡. ,r" i"i"tr" v "¿i"'" como es' J qo. Ju.tu a la raza más numerosa de Ia ;;il;;. mante.."i.¿"J ¡.uri*", h; dado vida, señores' y ha sido.el ha Siempre ;;; h*r;;;;i,.; días a la Nación a.las orimero v más pronto recurso que ha resPondldo y s'do ha i-o.riot* v ur;entes necesidades del Estado' arcas las .iig..t" áe" ?t.oivo y meno§ evenlual de nacional€s"
III tiempo Después de Ia declaración de Lastra' icuánto las cuentas de el lributo en desaparecer n.trn"."ao en otros paises al tiempo^que,en KePuon_ Bolivia. duró aquí más que en otras Partes La éI' con l" JGf,i"l.u f,.re Ia últimu en acabar
*J¿-i.¿*i" i¡á.ra
'- 1" 'c'Járnui", t, contribución "impuesta por el dicta' lue exd.; ii"ti;r;:', .ámo re'u lu lev correspondientemarisc¿r 6 ;;.",," ;;;,;;;;i -C¿stiIIa.
de rs32. En Peru, er ávido de apoyo popular' hizo otro tanto en ,te s áe 1"ui, áe i86a En Ecuador' el presi' el 30 i7"" n.tr.. co,'"íuvó 'o" él tres ar'ros desPuós-'d€spues años treinta de .te octubre de 1857. Alededor ;. ;;;;;"d, ia inaep.nd'nciu. se puso término al tri ;" prolongaiión republicana' la contribució¡ il,:';; mas indieenal, en términos igualrnente solemnes. pero Aun la ema¡cipacron-" .feciiro" que los de Ia epoca de . bolsruo de el pára equivalentes exacción de modo; así,
I'i*i'l'.i
:: sobr. la ¿boücióñ d.rinioE m '{or Fr p¡üB sudmqioo¡' Bs.n¡( ¡'s¡¿ñn 3' to78 r07ei v Rubto ;;;t"-¿;;r;;;;,l3i "l-* oñ¿ Leitl4ción, 61.
l7E
l{¡col^s g^Ncllrz at¡Bonnoz
'M¡BUAO
Io!_ indígena¡ rcaparecieron
por un lapso más o menos duradero en varias pancs. rá"** -air;. ,igd d. qY. tales formas rusritutivas cayeran a su vcz 1".t cn_oesuso- La situación pecuniaria dcl in¿lo ¡¿lo meioJ p-u€s parcral¡¡cnte con esa última ."pr.rión ;;;;.;; res que dr. aboücjón, cabría habla¡ á. p""f.,ir," .a.[e:.1 bien, dcsdc ,,, punto á. üsta fi;;a 1ru:1,".. hs altemarivas implestas ,*t,tieron .iiaci fllrtlaona, kr¡§trcas nororiameñte disti¡¡ta; dc bL que tenla el 8ra' vamen tra(ücronal-23 de¡ lributo esruvo condicionado ..-a:T':.,óI desdc prlr:¡g. at reparto de las tier¡as T rona habia vinculado esEechamentc comunalcs. ta cl. tributo y co-Junl-
rj;iT
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TB¡BUIÚ
BtPI,EsTo I79
^aoLiDo. rhd, El monto dc la tasa €ra persona.l, pcro ant€ el fisco
cl responsable no cran los individuos, sino Ia comunidad r la quc se hallaban adscriptoe. En caso de muerte o ¡usencia del indio, la comunidad sólo veía rcbajada la cuota adeudada ü extrefit;s, Eas una revisita, rara y costosa. En contBpaltida, la corona cuidó sicmpre dc mantener la capacidad contributiva del gnrpo ascgurándole cl disfn¡tc de ticrras. Las flormas anteriores se fireron modificando gradual" m€nte a Io largo dcl siglo xvlu. Tal como se ha explicado antcs, que hubiera indros exentos de hecho de toda carga, rcsultaba entonccs más chocante qu€ la anti' gua regla de quc sin coparticipación en la propicdad no había impuestos. Los forasteros, ar¡endatarios de solares, pero ajenos a la conrunidad, fueron llmados a Eibutar. Por ¡azonamiento parecido, pucsto que la drsminución de los o¡iSinarios habla dejado sin uso abundant€ cantidad de ücÍas, parccía contra todo interé3 y justicia que pcrmanccicran estériles. Se concibió pues la redistribución dcl suelo. las superlicies vacías s€rí¿n enajenadas, sin perjuicio de €ntr€gar már tierms a aquellas comunidades que, por haber aumentado. requiricran mayores crtensiotre§. Algunos funcionarios llevaron a la práctica tales recomendaciones y ascntaon indios en tierras dc comunidad. Por su partc, cspañoles y mestizos echaron eI ojo también a esos espacios vacíos. Las concepcioncs económicas en boga acudían por creÍo cn socorro dc sus aspiraciones. Las nociones Iiberales de propiedad ptivada c igualdad de Ias pelsonas cont¡adecían los fundam€ntos en que se había sustctrtado cl disfrute colectivo de l¿ tierra. Imbuiilas de tales ideas, las Cortca dc Cádiz condicionaron la abolición del trñuto al rcpa¡to dc los biencs comun¿les. La parcela lamiliar constituiría la base de sustentación de la contribución personal. Los übertado-
180
NICOLAS SANCT1EZ
TRIBUTO ABO'JDO. TEIBUTO REPUE§TO
^LBORNOZ
res no hicieron miís que confirmar tal principio. Bolívar ordenó en Cúcuta, €1 20 de mayo de 1820, la devolució¡ de las tierras de resguardo a los naturales, entre cuyas familias serían distribuidas; en Trujitlo dispuso el reparto de tieras entre indios y la venta de las sobrant¿s, el 8 de abril de 1824, y en Cuzco insistió sobre el t€ma, el 4 de julio de 1825.r Los decretos de Trujillo y Cuzco fueron incorporados al cuerpo de leyes boliviano (29 de agosto de 1825). Ahor¿ bien, abrogada la supresión del t¡ibuto, el repa¡ri miento de tieras no prócedía, Por ley de 20 de setiembre de 1826, dada en Chuquisaca, el Con$eso ceneral Constituyente suspendió los decretos bolivarianos y por orden de 12 de ab¡il del año siguiente se declaró sin efecto la ley de repartición de tierras.2s Tal medida se adela¡rtaba incluso en unos meses al restablecimiento defiñitivo d€l t buto, ya comentado, en diciembre de 1827. La reforma Édical, en contraposición con la ¿cción erosiva de los funciona¡ios colonial€s, chocaba una vez tnás cotl realidades socioeconómicas resistentes que terminaban por prevalecer. La actitud conse(adon favorecía en esta ocasión a los indígenas. Los campos que venían cultivando desde tiempos hrnemoriales permanecieron en su poder en la forma que más les convenía. Tributo y tierras comunales aparecían irremisiblemente entrelazados de nuevo.'?6
:¡
.d Co,r.(,
e¿¿!. tum¿tt¡d¿ / ¿ , ¿!(¿ L. t.rirtr 'ón Sociedad ¡orivariána, DeeÉ td, 19+197, 296, 4 ]0 4\2 y 3uhsidiúim€nre: 22?-229 y 406-408.
Sobr.
borivuiau en
lt 'rdü.e
's Bo1itia, cot¿¿Lióh ófidol, f (t): 1t (2): 42. Ayah M.rc¿
181
conse_ La administración, al rectiticar, no tení¿ cómo se.aplacara tieÍa la .".'11--Jt.i" áespenuda por ^"Las apetencras r€ves_ l.t "'lus t..errs cla§es dominantesPocas lrrente§ de enlr' acuidad en Boüüa. ii,n oarúcular-o;. det suelo' se dominio el no fuera ;;;fi;;, las oPon.rnivecinos los ;;rr^;;;t1ü,. local. Entrr de la Plata' donde la el Río iliT.'ti]r "-**"'".. En Ia nurinsjgniticanre' por cieflo era despobladas ".""[árJ..*rá casi extensione' c;n I;":i;;;;; ;;;,"b" apropiiirselas de una vez ocu' ;;";;d.t;r. no podia 'de 'esta¡r cias promisorias En 'cubría se ;ff';;;;il", trál'ico ex' IJ""li" ..i" esto, había asimismo un activo Portal.s' la pecuarios. En el chile de i.;;;;.;i.;. producros agrill'ii",*'¿, -ir.[, ta exponaciónladecaPa de Propietade .uud¿e" tás )ií^ p.*, prospegran rePente de """-lá"'"n guano denamó el ;"". f,n altiplanicies de ñ;. ;"ú., .,,*ca'nbi", aislada endela5 ninerales que tos sazón Ia drsponía a i;;;il. de cosechas "" ni tampoco a¡les. ;;i;;;;:h" ; iortuna lue muy exterror comercio comercializables afuem. El tietarde más üno i¡liiJ- u-"""r" auge mirero tranjas de accesoLaditíen ;; anrigr.r"o. sal'o ;;.;il; cil'e'n el Oriente, sólo podía ser apropiadd tras exPul
tua o*punt.". Estos ocupanles estaban' adem¿r5' orsanizados en comunidades'
.ió, d.
-"il.bir-;;,
enrre las f¿rnilias indígenas parcelas al meJor oropiedad par¡icut¿r y vender los sobrantes comunid¿"n Ias con ;;.[;:;;;üÁá" en úrtima in'tancia dc unr renta i"t. ti" o., eso aLrotiar el rendimiento Bolívar de ) Sucre prl-p..t.injitt.: El breve inten(o rr1r. r:'lod¿ inno!..ión'n elrá marnc ha clmadÓ a lÓ1 indis'n¡¡ oú¿ ;:":.-::. j--;-;rh,,"" r.! ni¿o Dr.t i', er ,dbu¡o c (uarqui'ra que¡ia inpon¿r*lo E*o oblis¿ ¡ f,r mur 1.,;s,.., **-t""; i.'ra¿; ac L( qu' r;s px'bro( h¿n ádopL'ro ' .1il'ilrllil,.l-"
182
NICOL^§ §ANCHEZ ArrBo!,ltoz
TBrBUro aBor,¡rro. TB¡Bvro
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más erevaáas T"_.;i:;,1:.il.""banaerusas presidenre
_,¡,, LAr ¿noorna actaró que los ii Balliüán, una ci¡--.< ._i-l-.,.,:",,'pos pertenecían ,r Cr,ua" y q,Ji"r'ii;ierrenos .comunales ,11.:
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2er.2e5; y Ay.¡¡ M.r¿¡dq
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RgloEaro
163
,¡uc el gobiemo decidie¡a un día en¿j€nar la propiedad 23 ¡rúbüca? El contenido de Ia cicular anterior fue elevado a ley cl l0 de mayo siguiente, en forma poco explícita, sin i¡rc se derogara la ley de setiembre d€ 1831 que había ,rbieno el acceso a la propiedad privada de los comune¡'s. Medidas oscu¡as se acu¡nulaban. creando una confu' sión legal." Esta iba además del brazo de una enajena-
1t 'rson de l¿ propi.dad dc¡ Estado ld ti.rás quc poÉ.r los oriSiMior, no d.biéndoE considé.ú ésió3 ¡ino .omo u¡ .¡p.ci. d. cnli' r.tts qu. p¿su cidt¡ cdtidad al *ñor dc¡ dominio público por.l usu_ Iructo, y, oddo Ln.id¿ la fámili¿ dc.los póe.doEs, quedú v¿cútcs dich ¡.úd, .ea al Sobdn¿dor qu. tp¡*¡ti al E!.ado y ¿ @vo cargo corÉ lá maud¡ción, adjud¡€ar¡as a ono i¡dig.m": Dolivia, Colz«ióa of' .El, VlIl 37-38 (14 d. di.i¿mba). E¡ vddad, ¡a nodón d. L propi.d¿d
flin nt.
dcl Eshdó El üfty Abaról mdif€stab¿ lo .i. Bli.nte cn su Mmoú: 285: "Cónfom. á1 sist.m¿ dt gobi.rno d. los utisuos sobt.ao¡ del P.rú, l¡s tÉr¿s p€rt€nccían .n toda propi.rLd ar f,r.do. Coro¿ñárdos .l miso dd.cho m la Lsítima adqúitición d. nú.3oos R.ycs, apli.aro. ct doninio úiil dc ctlas a lós úiúBl.§ pai l. Dí¡ cóñod¿ stisfa.ció¡ d.l tibuto y pm ss úccairl¡d.s.. ¿x..pto aqu.lla
pdt.
cón qÍ¿
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.omp.nsó
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ménto dc s"s d.3.ubndd.3, pei6_
6doEs y pobladóE3". El a¡gum€nto dtl qü. §. habi. v¡lido la.oro¡a pa6 júli6.d su dominacid sobE el Nu.vó Mundo e¡ía d.úo[¿do por
la administ¡¡.ión EDüblicúa hasta ú ¿*tEmo nu€¿ iñaginado mté.r l¿ d. l¿ propi¿dad .omúál a b.m6cio d. Io§ púticula.. E¡ mismo üfty, autór drr .m.nteio tenor, p.e.is¡ mát ¿&¡útc, at ¡.fc_ ¡ns a t¡ mtá d. ti€ras d€l coúún (páe.. 287-288): "Pe catas c¡'i¿n._ .iond ha sido .xpr* @ndioón y cncaryo dc nó pod.re pr@€d.r §nmpF qu., po¡ un juicio vábá1, no c@si. qu. cllas no F.iudi.aián ¡ lot i¡dio!, .n lo quc po*y.r6 o pa.tidlú, pü! sus ta¡ord, l¿brúza v úi za ¿. ft¡¿dc, ¡i a los qu¿.r @ñún d.bcn h.r lo§ pucblós pda
¿brosrión
1g Ia Me orio &l ninisno rl¿ fi;cÉnda Tóri.o, 1848' subr.va l¡ rr.¡d¿: tr I.v,1.23 d. tpriñbre d. l'sl I'! d¿'taró co'rlusim l@l -y la od.ñ d. 14 d. dici.mbr. de 1842, tProb¿dd racirÚ'n' DroDrtdio§ ic... por l.y ac 10 d€ m¡yo d¿ 1843, d.volvi.ndo lá propi..hd al Estado, sób ;o¡c.¿ a los ods¡Mrios .t uufructc La ¡ey d.l ano r83¡ no ha lido d.¡omd¿; si¡ embars;, e[¿ ni ha §do r.8ist¡ada en la nu€v! c.l¿cción oficial. U¡a ord.n del Cobi.úó há abrogado uü l¿v v p.n.¡rido u' p¡incipió d. ord¿n social, €l der¿cho dc propi.dád rcconó.ido". Vcinl'
164
ción
NICOI,A§ AANCHEZ AI]AOk,¡IOZ
TarBUTo AE{)rrDo, Tf,rBt rlo
de. los ba¡d os perteneci€ntes al Esrado. _sistemática.
:,:"Tt'i::..'&[:.T'-?*,t ;ll"m'U";¡f ]1i: :ff 1:'ii;,J.'l'"'.if,::'|oeutu.;'r*"-n t" *p,.' --_y
:::T
éfoc1.de. Lipre¡ reivindicó ta suene de los indí. boliva¡iano...El aliüo fue sin i.:.^lr,"_ (¿u¡en€s militaban en f¿
.^ú;sil;
,y*a¡.i{¡,*ipl;üix...ril['{"J::.i.iil{; ;::f,lt¿ Jf Tf" j: : §H'.,:X..ü e¡.drcrelo declaraba ,.propierarios":"HIÍ¿l," "pi"*o .", a"-ioi" ;;.; I
ros lndrgcnas poseen rerrenos dcl Estado,,, aLraza¡-gue oo con csta fórrnula la distorsjón I.g"l irr."a".iá"1^
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¡EPúErsro
lE5
1838. Acto seSuido, el segundo artículo cancelaba la supuesta munificencia cstipulardo que "cada indígena debcrá obtener del Gobiemo Supremo el título de su propiedad particular, previo abono de una cantidad". El a¡' tículo quinto volvía a la carga: "El indígena que dentro del término de sesenta días después de notificado no recaba.re €l expresado título, será privado del beneficio y enajcnado en pública subasta. previa tasacl,terr€no "€rá
Requisitos escanda.losos, el corto plazo para reiündicar títulos y el canon a pagar, tenían por mira deliberada evitar que los aborígenes, mantenidos al ma¡gen de la información y cortos de dinero, ejercieran la op€ión. Iin estas condicioncs, pocos indígenas pudieron hacer valer su derecho o estuvieron drspuestos a pagar por aquello de 1o que siempre habían sido propi€ta os. Así fue como se vendieron nr¡in€rosas est¡ncias a los favoritos del rcgimcn, entre los que se cuenta la a¡nante de Melgarejo. Scgrin inlo¡mó ,:l ministro Lastra e las cámaras legislativas, entre el 20 de marzo de 1866 y el 3l de diciembre dc 1869 se subastaron 216 comunidades o fracciones en el depa¡tamento de Mejillones (provincias dc Omasuyos, Pacajes e Ingavi, Sicasica y Muñecas); 109 en l¿ Paz (Yungas, La Unión, Larecaje, Caupolicán y Cerca' do); l5 en Tapacarí, Cochabamba; 12 en Yamaparaes, Chuquisaca; 4 en Tarata; 3 en Oruro y I en Potosí.32
tr Bolili.,t¡uri¿, !la6: l0y lr. :2 '1cu.dro d.moetñtih d. la. t¡.rú sohrel.s y & cmu¡idad v.ndid.¡ .n sühalta rúbüc.", ,'róo¡n d.l bini.Eo Last¡, 1810. Ad.nár ¡t eld .t h! @úúid¡d.,, e cDj.ndú al miso tiopo li.rrar s. br&r.. c imlúo p.r€lú F!¿íd.! por b!úcd §obr .í. últiño Fr¡to,
!¿ú§. lo! iLd.ror d€ 16 d. ab¡il y 16 d¿ júnio d. 1866r Bóliüa,,4¿u' nb, 18661 30-31 y 60. Lr r.sis E.icnt. d. Cd.¡¡¡1,.r, J¡d,¡1, .¡miñ. .ú m.yor d.t niEinro to: .f.do¡ d. t! r¡ta d. ta.@! @u¡¡l.r cn ri.mpor d. M.k r.jo (c¿p. 5). Véa. siúúño: A.ta.n& Et |d.t¿t'lño d.
Ante tamaño expolio,los indígenas retacea¡on lfoicamente el pago de las cont¡ibuciones. La recaudación de 1867 se contrajo a 531.946 pesos contra los 790.057 cobrados en 1863 (cuad¡o núLrñ. 2). El gobierno no quería perde¡ baza algma. Las majenaciories hab¡ían dc producir provecho personal y ¡ecusos extlao¡dina¡ios al fisco, sin pcrjuicio dc quc la tributación debiera devenga¡ casi lo habitual. La pretersión resultaba un tanto exagerada.¡l
Para enfria¡ los á¡imos caldeados, las autoridades concedieron algunos paliativos. Et Dcceto Supremo de 8 de julio dc 1868 rebajó la contribución del año preccdente a Ios tributa¡ios de La Paz, Mejillones. La mayor parte de esa ¡enta sc recaudaba -recuérdesc- en ambos departamentos, los cuales a la vez fueron los más afectados por las expropiaciones. Asimisño fueron exirnidos del tributo los compradores de sayañas. El 8 de octubrc dcl mismo año fue suprimida en fin sin gran pompa la contribución indigenal. [,a srBtitüían en ve¡dad dos: una p€rsona.l de cuatro bolivianos y otra predial. El dcsdoblamiento consagr¿ba la distinción iniciada en 1838. A Ios efectos p¡ácticos, el antiguo tributo venía simplcmer¡tc a ca¡nbiar dc nombre. [,os cuatro boüvianos equivalían a cinco pesos que los indios sin tierras sicmpre habían pagado; quienes disfrutaban de ellas redondeaban la tasa de antcs por obra de la contribuoón prcdial.r Reforma pues para seguir cn la.i misma¡, El abuso cra palmario- E i$ostenible.
¡r El 2t ¡L
lev¡micrro
T¡,I¡(,fo
NTCOLAS sAI{CrtEZ ALEORNOZ
186
Go6o d. 186? Mittarjo d.cÉtó u. Eüdh y ¿I a. d. lo¡ tributd, El 6 d. f.bero tuvo que E.cdü ¿ ló. 6nu-
rdG crpol¡.io. s3 &ü.c, bikñ: 26 y t{. t. Dca.to d. 6 d. iúüo, 1116 úo¡..yo, L.gitlúió* 209-21\. L. .¡@ióú o f.E ¿ lor ompr.doÉr dG ny¡iÉ¡ Bti fentda .n 8 d. .t''jl d. 1461. bAkñ: 205, L. lcy & 8 d. o.iúbE dc l86E & hdlei.n Doüú¡,,,1r!¡ro, la68: 227-2t0. t¡ E..lú
r*rauto EEPr'¿gro t87
aBo͡DO.
malcstar cn au' l-a recaudación siSuió mcrguando.y -el
::*,,^qll'"ir"ii."¿T'i.J#i,i:.Í??',11:;l:::: crento' el 47
Por ;:'::i:*;'"i,ñó sisu¡ente 3E1.805' ciento 8'22 el lE69 cn i".I','ii*á. i+'.d-taron público'. coritra elPortercio o iI"r..1..*t.J del t$oro el primer cuarto de siSlo :.^': ;,;. fln.r,,,ton durante núm 2)' El monto rc' i:-,i¿ H;.|;ai'"te (c'adro cieno abuludo por la venta :;áil;; isoe ui'n' po' §ocra' incremento que ' vistos los rrastornos )r;i.á", para ",."" '1",.;""',¿*alguno no conitituyc galardón desarrc' los l'i,áT""áñii.i-'¡¿' o' ..'áquL' modo'
:ü*fu fi ia'Ji:fi ils':'m*l:;':.::11ü{i '#riü',.1'",Iff ',::'ff 'r;::1ii;:1 i:illi.':l:'x3."il slT, . :*.#',.'I.'.T ilxEi:
ln'*::ii{f Ii""i""iá.
I.
eiero" Tras e'co-iar el tnunfo "so¿¿ [unesto ¿lesvasrador de los pueblos"' el espíritr¡ sotiviantado de los indios v' Er v a"n'*" sus ruerzas rela dc destaca: "que los Propo6itos
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li"Jili'iii*i"J :::r:'",';;;:-
d'
l,fii,á.3#;,.:';"á;;üi "-lti,.-*-*¿" *,i'.li',i:fl :[".:;i:li'"]1t""'.á"1'r"''.'o'rnt'' de.la
Proclamación-' itl'.l' :"¿** a rono Patc¡nalistapropiedad' sin que por de ;i['sn,,i,;; i"a¡"i¿'ir'" v
*l*;:;li$*E1pJ$tr;#:##ii1}ffi *'::";,';;;;;;:-;''-"*j; ".;.Jj
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L¿¡E ¡'Pihb' ¡ qü' r¡ ' r' ortnbu'ión 'Ind'3o'r' "*do &
M-úr d' ¡'
ñ,'i'n¿,'
de
[*is;*:$i+¿+¡t:x:'::';'"'TitI'"''#H
lE8
¡a¡coL./rs §^¡CEEZ ALaORnoz
parte d€ éstos sutsütan otr¿s obligaciones que las que trcn€n. rcspeclo de la Iglesia y d;l Estado; debiendo cllos, desde luego cstar 3uj(tos a la! que dcsempcñaban por leyes preexistentes". He aqul, en_una simpl'c coletiUa, restablecido cl ¿¡ibuto. D artículo tercero invita a "que _s€ prevenga a todos los comandantes y caDitanes de mdro8 para quc en el día se disr¡elvan ¡us cenurrir" . comparñlal, cüda.ndo de que sc re"tiruyan tranoriljment€ a sus hogares". En caso dc incumpiimiento sie recomienda aIIí rl recurso a Ia fuerza.36 Ánte Ia subleva-
clÓn aborigen, la alarma habra cundido. . l,as autoridadcs surgidas de ta rwolución de
lgTl tardaron poco en cumplir lo promerido. EI Bl de julio del mrsmo año se anularon con las forma.lidades á.1 caso 'todas las ventas y- adjudicaciones de cua.lqüer clase, b"jg ta dominación de don Mariano'Melgarejo, l:.ly¡os predios dÉ n$ticos y urbanos del Estado. de lós o"er. teneclenres,a la.Iglesia, a las municipalidades, hospiáes e rnstrucción pública. así como de los tcrrenos b¡díos y rle Ios p€rrcnecienres a Iar postas.'.!7 El nuevo résimcn repudrab¿ la desamonización de Melgare¡o. Dem"asiado rxtr€mada y brusca, hab,a sido por otro lado res_ tncnva fn cuanto al núclco de benelicia¡ios. Habí¿ sembrado demasiados desconrentos. EI r,uelco no fue emoero diamerral. El rexto aprobado seguia calificando a L trerras de comunidad como predios nisticos del Estado, El repudio d.4-. por razón de orden público. pero no de":.ñ doctrina. EI pens¿mienro que inspiraba al ,ó. . ,OElEzn Fi@a!: s&Sg. tl E,otuc¡ón tuc rtEnd¿d. po, t Coltituyot .t ? d. {orro,Er,i(nt., ^'ÚbL, ,' O,op
Co.r¿¡, 1872.
rR¡BUro Rf,puE!¡lo 189 ^Bol¡rx). grupo en el pode¡ no era tan diferente; sí las metas y cl cstilo. El nuevo régimen no aspiraba a preservar la propie-
ú¡BUro
dad comunal,
ni
tampoco a transfomar al indio
en
peón privándole de sus tierra¡. Melgarejo había fracasado por la resistencia de las masas aborígenes. El programa de las Corter de Cádiz, retomado por Bolívar, de reparti tieras entre los naturales te[ía Ia vi¡tud del punto medio. El régimcn adoptó asimismo rma posición eqüdfutante en otra cu$tión delicada. En o¡anto at tributo, no aspi¡aba a agobiar con ¿l al sector más numeroso de la población, pero tampoco consideraba prudente prescindir repentinamenle de su prelevarniento. La fórmula elegida fue sup¡imtlo del presupuesto, cediendo tal re[ta a los departamentos, al estilo de lo que México había hecho antcs o de lo que Pcru implantarí4 sin éxito, cato¡ce años mas tarde. La ley orgánica del presupucsto dc 21 de noviembre de 1872 no incluyó a ¡a cont¡ibución indigenal entle las rentas de la nación. En €l a¡tículo scgundo, quedó instituida impl¡citameíte como ramo departamental.sa La medida encuadraba denEo de una polític¿ más amplia de descentralización rentística.
tv La ley desamortizadora -o de exvinculación, como se decía eritonces en Bolivia aprobada por la asa.rnblea
,3 Bonn , A^@io, 1472. Er ú d. ñonobÉ .lc ¡872 ..riúió &l ¡mplÉ.ro ¡ lot indlñDs quc ori6e 16r,6@bir y ¡¡ dd¡¡¡na .ñtir.: ¡ád¿¿r 211. ln d.¡tión fúc Etmad. por cl Minir.rc d. H.ci.¡d¡ FrÍ.r cn ci.olú de lá d. f€br.ro & 1876: Ftrcr Mmoye ¿¿&irad¿¡: 2,1&250.
I
190
nacional
NICOLA§ SANCI'EZ ALBORNOZ
TÉIBUTo aBoLfDo. TnrBrrTo
5 de ocrubre df Ig74, dio nuevos oasos ¡¿"ranre. en ravor de.la desaparición aa UUrtoi *Ningrl-n rnorvlduo o reunión de indios podrá tomar el nom"bre de comunidad.o ayllu, ni apersoiane por éstos anre ninEu¡a a-utor¡dad', expresa ei artrculo .E,lrn". üi..rn'i,'nroaoes quectaban por Io ranto A.u.tiu". Sur *tig;* rruembros recibÍan la propiedad absoluta de los tenEnos que explotaba¡I, cualquiera fuera su condición _6,idiñ"nos. torasteros, agregados o de olra clase_,."tu;i;";';. que. entroncaba con la tradición ::.f1"T,"3 r¡4. Ar elecro se rnvoc:úon el decreto dictatorialboliva¡iade TruJülo de 8 d_e abril de t824 y las leves de ZS a. y 3r de jutio de :azr, -r_o" p.,iIJ.., ".,i._:[-..^:^]l:', aDrevaderos. bosques, erc.. poseídos en comú;neceran a todos sus poseedores .r, """,". ¡...¿.... .iá"i_ tu- lu.U.ian.'. actara"el rexro. l",f§",,§1 .on tormuta tranquitizadora Ley de repafaa una midjda que- rDa a tras¡ocar la üda ¡radicional de los indrgenas e-l
..La,asamblea del ano t874 hizo suya además Ia divisron.oel rmpuesto. Los indios que recibieron rerrenos en propiedad quedaron sujetos a la conrribución territoriJ boliviano por cada peso qr.. hutierrn pa:-:-",r. * un et momenro-. It cambio dr signo monerario ,Ca":lo, un rmponaba recargo del 25 por ciento in la !:¿..qu¡enes no d'spo¡ían de rierra habrian tasa. En abona¡ retuamente dos. boliüanos de conrribucióndepersonal nz¡sra.ranro se rescindiera la obligación. I¿ cuotá rebai,oa a,t¿ mrr¿d. to ¿deudado. Uros y n.gro" fr.ron .*i;ioos oe cualqruer contrjbución.3e Medio s;glo más rarde. oarecia Ielado et momenro
en et hagor de las luchas emancipüoras. tr Bótiii1Atuaió,
1874. 18719r.
Cegada
ia
REpUE¡tTo
¡91
Iuente de donde manaba el impuesro. al extinguirse las romunidades. y borrado su sustiruto de las o¡enras nacionales, relegado que fue a las depaxtamentales, ¿no cs esta Ia ocasión en que feneció €1 t buto en Bolivia? las apariencias justificaban la suposición. Las ci¡cunstancias resultaban más propicias que nunca. El problema habia sido atacado en profundidad. El Tesoro no depend¡a aparenremenr€ ranto de este ingreso, y los embares sucesivos habran desba¡arado ya a muchas comunidades. Dura de roer, la rea.lidad socioeconómica del país se negaba sin embargo a plegarse a las leyes. El mjnistro de Hacienda Salvarierra, e¡ * Mcmoria del año 1877, admitió que la ley de exünculación no había sido cumplimentada tres años después de votada y permanecia en susperiso. El erari_o, en absolura penuria, no podra atender a los gastos de ejecución de_los reparLoi correspon. dientes._ Ia distribución y asignación de te¡renos tropezaba, por lo demás, con eno¡mes dificultadespor la extremada susceptibilidad de los indígenas..o
Miseria del Tesoro. La guerra Pacífico que opuso -Peni a Chile y en la que Boliviadel se vio enuu.lta en defensa de su litoml marítimo, la acrecentaría. Acuciado, el gobiemo cifró esperanzas en que la aplicación de la ley de 1874 incrementa¡ía ta ricaudación fiscal y se propuso ponerla en ejecución inmediata, designando al efecto revisitadores. Los inconvenientes eran sin emba¡go gIandes. "Es menester persuadirse -escribió el ministro de Hacienda Villazó¡ en s! Memorh del año 1880de que_muchos contribuyentes son notoriamente pobres, sobre todo en las provincias del Norte, donde la guerra ha causado rnales graves a la raza indígena, y todos quedarían eximidos en su tora.lidad en julta aplicación de la ley." Antes que un sentido úguioso di jusao Ménorí\, lA77 |
\tl,
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T¡,IBÜÍO ABO!¡¡DO' ÍRIBT'TO
MCOLAS SANCHIZ AÚBORNOZ
REPT'E§ÍO
I98
ticia, lo que impidió quc se efcctüara Ia reü3ita y sc apremiara al pago dc tributos fue, una vez már, la resie-
i:l'-'*l:L:.5i"tT:"11'il";t*':tr'l"T"r'iff "'I'3I
tencia de los indlgcnas. "E¡ este estado sobrcvino a.larma en las provincia§ -siguió d propio Vilazón- y dc todas partes manifestaba¡ al gobiemo temores de u¡a próxima sublevación de la raza indígena, y como esto pasaba en los meses de encro y febrcro en que Ia situación política era por demrás delicada, se aplazó por breve tiempo la reüsita. Por iguales motivos se ha¡ dcclar¿' do para este año a los indígenas con tie¡ras exentos de la obügación de pagar el impuesto pcruona.l."'r La guera del Pacífico, por el aumento de las erogáciones y la pérdida funesta de lai r.ntas de la aduana d€ Arica, elevó de nuevo el tributo a la palestra nacional. Por mrís que la administración central quisicra, no podía relegarlo al olvido (véas€ cuadro 2). Resütencia a desaparecer también cn el vocabulario. La ley del 11 d€ octubre de 1880, suscita por el presidente Campero, decía textualmente: "Los indígenas sin tierras qr¡edan cximidos del tributo", designación sorprendente cuando allá por eI año l81l el gravamen con ese nombre había sido abolido." El lenguaje común cs más di¡ecto que el adñinistrativo y, a veces, se impone en los documentos oficüles. A pesar del tiempo tmnscurrido desde su ins-
+*t"{':*:i.:lx*H:iJ#:J$;"1'"ii'iil"i: bautizada en las Pilas Par'
.t Mdoria, tAaO. 16. ¡',blied. a 18a{ .o lfi¡,..r¡ ú.¡ñdi!, f..tad¡ .¡ 20 d. Eyo d. ¡860, pr¡do incluir u .p¿ndic. rbr. tú inga !o, ñ!.¿h! d.l ntuho .no {pág. 4rl). Et inpu.lro p.rs@at ru. 6r.bt..ido .n r8?9 p.rá tódo! lo! botiviúo!, inilíglnG in luidos. Su ihpl.ñ€nleión rcqu*ía qu. * ldúr¡n un p¡¡l¡ón a.n r.l d. lor habirsir¡ d.l p¡ír, ¡o qu. ñÉ ÉgLm¡Edo .t 4 d. ¿hril d. 1a79. El pEiLúr..(i!¡F¡o ir'i.rió d 13 d. .g6to d¿ ¡8a0. Esra l.y .¡eó l¡ 13. . ¡ld bolíi.¡6 Eor .ño y habitet., .m ¿r.¿pció¡ d. Ios i¡dig.¡td, milira¡ca y ñuFÉ!: Doüvi., AN."io, l88o: 123. El h¡..so d. l. nuda impo3i.ión lYñorü &l mi ¡istro Qüjtu, 1881, Archivo Na.ioñ¡l, su4, sr.ind¡, ¡882) .apli6 ¡¡ bp.¡i.iáñ ult.nq dc l¡ cdtribúción indis.n L .1 Boü!i., lruGio, l88O: ¡6+165.
i:ti ; il;'d.P-;;nkl lame lrtarias con otro ap€latlvo''-'il'i.' á. iáz+ proiveyó el matco jurídico dentro dcl
i"{iii+'*fsq**¡J.***'ill":*#. La n.r-"t iJ"it" i.-i.. Liil'j-----"¿-rá
coyuntura Poestablecidas a'llí' los obligó, §in cmbarSo' a retroc'dct
llr:**:*r.*ntru*u*.-'E :fi"dT;-;ü;;t;;e f[o*I -- r. -.
impue"t" ocrmnar' carhóliüano Dor semestre que [odo'habitantc dct
't*"t*#iii,h',"Hx"o*ffi *lH'i:::'x;
:1"::'"li:**,,*-:.iT.'fl ^Jñ:";":1,:oJl:;"::'xi ¿'p"-' eI 30 .dr di' *"i'T;:ffi;i;lii.',ñJiJi*", coniribució1indígcna ;i;;; i. 1a8i, que laclantigua de lÓo¿' entrante año durantc tLrer¿ ¡ecaudada '".i;';;:-il;; l"" vientos cambiaron' El 10 de -ói*0.'r882 ¿erogó la lev PLr la que":c había sr".it-i',i il irilp"'"to pe'sonal' y el 22 de lebrero ..i"iü¡¿. a ros in' ;iiil,1,:;'ñhibi;";; .r
s. lob'u¡a ra 'onr'ibución
Bibtiorrc. N*to¡al' Sú@, M !85. t' ¡r¡'¡b' r88o: 16+-16á .: ;i:; i;;. Gtubr m: aori{ia Mon"vo' Flor'¡ diciñbr': *' d'ñro d' lr 't' n' 2a2'ZB5' L;.,tb.í'n, "i'"a-i.,i* '. Boüüa,tnúno, laal: !l!'!t5'
f94
nrcoLas a^NcHEz ^LBoRNoz
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**lw,*-roffi
Ti¡BUTo
¡Ep\rEaro
195
^ao¡¡Do. tmdo nuestro siglo. El cuadro número 4 recapitula las cntradas que los depa¡tamcntos tuvicron por estc concepto durante el trienio 1925-1927. ta Paz y Potosí ex" trajeron dc esta taia las cantidades mayores, como era habitual €n ellas. Esta lenta era de las m& suculentas de que disponían. En Oruro y Chuquisaca, la contribución territorial d€ indígenas rcndía menos y cubría una porción menor de l¡s elogaciones departamentales.
v AI f€nccer cl período colonial, p¡oliferaron los 6critos que flag€labar al tibuto. Los a¡g¡mentos aducidos €n contra de esta insütuciól dc raigambre preluspana eran en su mayoría válidos, sobre todo por los abusos a que su percepción daba lugar, aunque en los riütimos decenios éstos fueran menos graves que ant€s. Desda el pünto de usta de la ideología en boga, cl iñpuesto e¡a asimismo repudiable pues dircriminaba segin la clase del contribuyente. Esta capitación de los in-ctnia dios ponía en evidcncia la naturalcza egta¡nental de la sociedad colonial, cuando precisamente ilustrados y liberaler procuraban acabar con las barrcras juídicas quc situaban a los hombres en ca¡ille¡os. El público en general sabía ¡nenos ¿lel papel quc el gravamen desempeñaba para la hacier.Ja pública. Sólo los funcionarios eran corucientes de quc zu pérdida pondría en grave aprieto al Estado, no ya a la cúpula imperial, sino a la administraci6n de las entidades cuasi¡ucionales que componían el Impeúo, Por esta razón rccomendaban la reforma del sistema, pero no la interrupción de los prelevamientos. La evolución del tributo en varios países andir¡os -Bolivia en especial- al comicnzo de la vicla independiente demuesta que, desde su pcrs-
196
NICOI,A§ SANCiIEZ ALBORNOZ
p"ecliva naturalmenle conserv¿dor¿. los funciona_rios no enadgs. La buena lotunrad d. 1"" potni.;,, :s"y:an ;; ,r"qr..i_i.Iprogram¿s mds ava¡zados chocaron
, o, f"" ros der l.rsco, asi como con I¿s convicciones de los conrnDuyentes ¡ndigenás. por ma5 que no les gustara, cl Lrit uto otrecra venrajas lrenre a lás sustiruros propuestos.
CUADRO 4 IDg¡Glos dep¡naEetrfatej deiv¡dos d€
co¡tnbución
rfiiro¡i¡t d. indít.ne. l9t5-
faPú 1925 1926
t921
por6t
167,887
á t
OruD
104.848 ¡50.t54 126.350 t4e.at2 r44.e8e ;¡:;ii
¡u.nr.r Boliú¿,Ct.uró:
22,
927
7.26A
-8.559 8.9St
a4,65, 2.
Las dtema¡ivas
debierán haberse buscado en la eyp¡o, riquezas. no siempre a mano, o, ::l:"^:^".-:i:1": un repá_rro de fas carqas proporcional en su :.,-'".:, a los .,..11"":.d. los individuos.
EI ma"yor.peio de ta fisc¿tireraído cn pura jusriijá ;bre ¡,, Íí^1 i,o"* Dr¿ncos. y mcsljzos que con Ia emancipación se;p*;; iabian adueñ¿do det.Erado. Tat desprendimi;nro ,.?,e,""1 .^ eIos. Lo qur ¡i se experimenróes ditriil de tue la solu
[ il,!'; {:
;;: fl?:i:::
¡ü},.fl
.i:ti i;... J. [i1, dhuyen¡¿ría el so¡o cspecrro del rrib¿¡io. .. ,rJr;:;.
¡r Sobk Lómó tó! ,ngr¿sos prcc.dcnres de ú'li L rxptrtu.ión \upre,dón a r¿ ,..,,ib,.ió, i;ii;.; drr tudo " :; to¡illa Fl gL¿ao, "n
'IRTBUTo aBoLrDo, TRlBúTo
REpuEsro
197
glo. cuando las renras producidas por nueras riquezas dejaron por detrás ]as sumas rec¿udadas ani¿no cn concepto de contribución indigenal. El rendimienro arual de esrc impuesto. enrrc l83l y 1880, fue. en promedio, de 660 mil pesos. t¿ citra es .uperior al producto medio del último quinquenio del periodo cotonial (cuadro núm. l) y, más aún, a la de I790. antes ¿ludida. En Iérmjnos porcentudles. el er¿rio, al principio de Ia república. dependió liger¿ñcnre rnr\ de esa renta que duranre Ia parre conocida del período colonial. La incidencia maloi sobre los ingresos det Tesoro e\presa de modo palrnario el grave estáncamient,, económico que padeció Boliüa duranre el primer medio siglo de Ia República. Ese estancamiento fue responsable de que las diversas cancelaciones promulgadas fueran abrogadas al cabo de poco tiempo. al no poder ser implemenradas. y de que la percepción prosiguiera luego de manera parecida a Ia habitual. Para hacer más llevadero el peso y denota-r repulsa por el principio de la tributación, las autoridades sucesivas procuraron altera¡ la denominación. Baraja de nombres. Nadie se engañaba sin embargo conel cambio, ni la administración, que de tanto entanto cometíaun lapsus en su prosa,nilos indígenas quienes acumulaba.n frustracionesalreconocerbajonuevorótulolamismacarga. La suerte del tibuto estuvo atada a la de las comunidades. En las m€ntes más sinceras, el detrimento fiscal, ilevitable, debería ser temporario y compensado por el crecimiento de la renta agrícola que sobrevendría aJ acab¿rse con Ia. comunidades. rcnidas. nu siempre a jusro título, por un modo de producción ineficienie. Esie in(remenro r€v€rtifía al cabo de un riempo .n benefi(io del erario. Tal tejido de sLrposicioner jusriticaba anre sus ojos que se condicionara la abrosación a la disolución de las comunidades.
r9E
It l¡ ll I' I
NICOLA§ S]iI,¡CHEZ ALBOR¡¡OZ
El apcgo qu€ los indígcoas mostraron por sl¡s poscsio. ncs y modos de producción se debió tanto a la ca¡encü de iniciativa o falta de garas de exp€rimentar teorías poco convincentes, como a contta¡les ya las ventajas que el sLtcma les of¡ecra dadas las circunsta¡cias en quc se ¡novían. Preferfan en suma el tributo tradicional a cualquicr carga, ao más benigna ¡reccsariamente, que traía por añadidura requisitos inaceptables. A pesa¡ de las dificultades con que tropezaba su expresión polític¿, los indios demost¡a¡on ser conte¡tulios difíciles en esta tonda dc diálogos tu¡nultuosos. No cuantos planteaban Ia convenimcia dc la¡ rtforru§ eran tan since¡o§ como acabamos d€ supo¡el. El col¡¡o de las tergivcrsaciones sc dio cn tiempos de Melga¡€jo, cuando a la confiscación de las tierras ni siquiera sucedió un alivio pecunia o. Los penodos críticos en quc afloró la cuestión del t¡ibuto fue¡on: cl momento inaugual de la nueva n¿ción, época de Bolíva¡ y Sucre; cuarenta ¿ños ñás tarde, el gobiemo de Melgarejo y su contrapartida, la Rcvolución de 1871; final¡nente la presidencia de Campcro. Dejamos a un lado, po¡ su mcnor estddencia, la ofer»iva ¡inuosa iniciada en 1838. De una etapa a la siguiente, el planteo se ceñía y profundizaba. Muy genérico con Bolívar, se escindió en dos con Melga.¡ejo. Uno de los términos fue resuelto con Campe¡o: los indígcnas sin tierras fue¡on boÍados de las mat¡ículas de contribuyentes. La decisión de Bolívar, mrás comentada y mrís invocada en la r€tóñca posterior, resultó a la postre, por paradójico que parezca, menos conducente en la eliminación del impucsto que las torpezas d.e $elgarejo. Aun cuando Bus sucrsores dieron marcha atriás, lueron obligados a abordar €l problema con urgencia y a hallar una compo. nenda viable para lovdistintos intereses en juego, tanto
TRIBI,TO ABO¡¿IDO. TRIAUTO
REPI,,E§TO I99
los dc la clasc dominante como los de los indígcnas' C"" Áio u .*ptotn ión de los indio§ no cesói tampoco
;;#ii;;;'il.;m,nidades
que cn ra Borivia actual
siguen flqrcciendo.
RETERENCIAS BIBIIOGRAf ICAS
¡D'¡ño' 2 bL" S'üü' M4'4 5 to¡¡ ' t¿ltt@' L ta R'lotd¿.Attui' ^l¡úl[ Et ,gro. \aútttño d' M'ha'io.' i.*".. t' ?'' tt' Botb'o)' t' Potitiz v o))ili1"-."¡*¿ ". 'k "'¡tdid t" l,l2 Ar.lúE GlÑ.¡ & f¡ Nñi6ñ, M¿¡i@' lgl2 L" Conrntucil^ .r' I¿ lvse Érr.ra 2 E¡!.' M&¡co' _ d h' cü4' tnd'ed' ts¡g. I'o 'L "o*o 'ñ¿ti'6¿ ^*i"¿,'" t' l9!7"- ¡4@'i6' B'laÚ AiÉ Aúb¡á¡ 'i- *J*Conrttuvot iso¡. ¡" "El
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D.l.nG.
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M. l1ar. Botqúio
SUG'
'to¿ini'oa¡'kth''¿¡'i! ¡@t'tid lo¡ N¿'i'6 rrrr. Th' bactsñ¿ i"*..'i Y'rL Nu't 1934), ". tad,b¿nd¿¡c. lt^..d' ?i,., ti*."r". :, t9" L"stth'ión botiri6' üt iq"id R"oit¿'i6n
N¡COLÁS AANCBEZ ALAORNOZ
kr.* .L.d¡ü stp,ñt t ot a.At?d tici6.t l¿tal¿t, l^ lú. cúcí\ A, 1952. L.aithción indigdkto.l. Coloñbic, lú¿ti.d ConzáLz Nav@, M. r9?0. ¡@a y tida La Eun¿ .l¿ .ütú J .l
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D¿tuno o .conón¡eo, tO: a69:1O0. t¡&úo Aguift, L t962. Lot O6i¿6 .onÍl¡.t6 toc¡aLt d. wtt ! h¡trúio, 4 wl'., BqotL
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t e.úóñico,
Torcuato S' Di Tclla
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i,*i:É;Ij,fldffiff"lfl'üffifi{*,}H',#
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I La lucha por ta independencia en Méúco tuvo carac' terísticas que contrastan con lar que adoPtó en otros parses de América. En vez de un movimiento capitalino que se impone con relativa facilidad, en t8l0 se Produ' io un levant¿miento €n una ciudad provincial, f¡olores, perteneciente a la intendencia predominantem€nte mine' ra de crrunajuato. Bajo Ia dirección del cura Hidalgo y del militar Allende se nucleaton enseguida grandes ma_ sas' campesinas e indígenas que atacaron Ia ciudad de Guanajuáto, venciendo la resistencia de los esparñoles y rea.lizando una gran masacre entre los elementos domi_ nantes de la socied¿d. Incapaz de orgaruzarse adecuada' mente, la rebeüón fue vencida y su jefc Hidalgo fuslado al ¿ño siguiente. Pero inm€diatañrente resügió en otra zon¡ neriférica del virreinato. donde la ¡.ierra fría se t ur,sfirmu .r, caliente, hacia el sur de la ciudad de México, y dirigida también por un sacerdote, Morelo§, que en su juventud había trabajado como aniero. Este diigente perdió Ia vida en 1815 y los restos de la insurgen' cia teñinaxon por ser pricticammte barridos hacia 1816, quedando sóto pequeños focos aislados. I¿ independencia del pars recién debería llegar el año 1821, esta vez bajo Ia dirección de fuerzas muy'distintas. Fu€' ron los sectorL,:; cons€¡vadores -españoles y criollos- de Ia sociedad mexicana los que, bajo la dirección de Agus' tín de Itu$ide, declara¡on la independencia, con el objetivo de j¡spedü -Ie-apüsación de las medidas libe¡4les
204
que estaban viniendo de España desde el triunfo del pronunciamiento de Riego de comi€nzos de 1820. Ex.trañarn€nte, rstos sectores conse¡vadores se alia¡on con lo quC quedaba de los viejos insugentes, para doblegar el poderío español, y fácilmente lo consiguieron. Con esto se inicia una serie de iúólitas a.lianzas de opuestos que caracteriza¡ la política mexicana de las primeras décadas de su vida independiente. No es nuesüo objeto en este trabajo rever €sa historia, sino simplemente explora¡ alguños aspectos de la estructura social del país, que deben ser tenidos en cuenta como telón de fondo para interpr€tar €l comportamiento de sus políticos. El r€cuerdo de Ia fue¡za destructivá de las masas acaudilladas por Hidalgo y sus continuadores está constantemente presente en la mente de toda una generación que se formó bajo la impresión de sus hor¡ores. Por un lado se deseaba eüta¡ la repetición de las escenas de 1810. ?e¡o lo que para muchos em wr facto! pamlizante, para otros em una tenta.ión. ¿Cómo evita¡ guie tn aspirante político pensa¡a en trsarlsai mfumas ma§i¡§ p¿u¿r doinina¡ a sus enemigos, manteniéndolas ¡o obstante como instrumento ma.leable en sus rnanos? La dificultad residía en poder detenerlas antes de que comenzaran a descontrolarse. Lógicarnente, e§te peligro ño existi¡ía si los líderes políticos hubieran podido desarrollar métodos seguros de control social, como sucedió en muchos caros suda¡nericanos de caudillismo. En últiña instancia, quien Io logró fue Juárez, probablemente a),udado por la persistente milita zación producida por las guerras civiles e intemacionales, y continuado por Díaz. Pero la naturaleza monolítica del régimen de Díaz no nos debe llañar a engaño soLre la situación imperante en Ia primera mitad del siglo. Durante ese periodo el pod€r politico había esrado distribuido de mancra muy ampüa entre divenos secto¡es sociales, y muchos ¿rpr'-
205 ME)(ICO ¡a¡¡¿s oolíticos, comen¿ando por lturbide, trataron dc d; Ia multirudr El peligro -"':Urá, l" iuerza persuasiva o,.,e .rto i-pücu¡a no llegaba a disuadir a los suficiente' i."t. r.¡il;"t"t o deseiperado"l y las abruptas oscila' ,,AS CI,¡§ES PEI,IGROSAS ÉN
dr lortunas económicas proPorcion¿ban Sran can' tiá"i a. *" último factor. Sa¡rti Anna también siguió ciones
no siempre con éxito. A pesar de su leyen' ".-i"", icios de ier el dueño de México la mayor ¿.- estuvo y oarte del ri.n'p", el país era realnente ingobernable' conlr, ,r-.ro.ot pero ¿ortos periodos Presidenci¿les üastan marcad¿jnente con lo que sucedía en ese enton_ ces en Venezue¡¿,la Argentina o Ctul€. EI Dasaie de la econlomía mercantilista colonial a una lih;i .o; oredominio de la inversión extranjera tenía oue sienifica; una se e de mfrentamientos entre secto_ i., de'lus .luses ultas. El ,égimen espanol, por medio de sus multiples prohibjciones i reglamentaciones, daba' en l, nrácLica- cr; p¡otección a muchas actividades que no to¡.iuiu¡J ¡"i" et nuevo régimen Los viejos inte"o[iu', nuivas derivacionls de los mismos- no i.r.t -t, ¡qunas -t,icil-ent. ser aniquilados. y luego de la inudmiti"iott deDendencia resislieron, muchas veces con éxito' Ia aPIl..ii¿. a. f* orücipios de Adam Smiü que muchos faDuát. lá úItima parte del sislo xlx' sin em'o...íal,. bargo, el nuevo sistema terminó por imponerse, con las .t.i. atta. sobrevivientes una vez más uni licadas y por lo innto en condiciones de proporcionar estabilidad Po'
.ri"
r R.ft.! Diül¡. Dofletiru lib.¡áI. d.ciá qu€ dülinguí¡ "al Pu'blo dot cla¡: t ¡, q," q"iti.', vei r"¿,v¡¡ en .l rcñ ¿l EñÓr ItÚbid"n {a ¿la§e d' hombE¡ ño ..'r" ,i." *" ,. * ií con .b'; ..*. ro! i'*iomrcs sóro por imtinro: habrov'rd¡d"' ;;i;;.,;; cd la convmcd" labcn I¿ @ó, luqaru av ^ar,j' oiirti*J "i,.+l ¡."a". d. calitdni¡, su.un¿l suúo. P¡prl ocúion¡l'¡' Ne 17, 7,¡. ¿¿r¡, PoñPht.t' ol Rofad D¿uita 1820'22 i;;i;.,.,, rRihlior.., ¿.1 Erado d. C¡Itdni¡, mim.68r¡fo, Sd Frú'i(o' l9+r'¡' isca .l lturbid. ! d€s.ubiertó" (18231 !ás 5I'
206
TOI¡CUATO §, DI TET-I-^
lítica. Pero mientras habían estado desgarradas por rup, turar i¡temas, les habÍa resultado imposible páner oi, .len en su propia casa, y con más razón por lo lanto.en el país. La lglesia, el Ejército y hombres ambiciosos individualmente acruaban todos sin un centro unificante de lealtades. A este panor¿ma, bastante común en América Latina, se agregaban las condiciones ñexicanas de una r¡rasa altamente movilizable y amenazadora, la quc una vez estimulüa. tendía a sobrepasar los limites fijados por sus mentores. Como ¡esultado de todo esto, la burguesía liberal y las clascs rüedias acomodadas eian genemlrnente reticentes a iniciar agitaciones populares. Pero, por contraste, los asp;runtes ú,¿¡ui¿ua.i a'. Au..-
so origen social, así como ta¡nbién sectores en ba¡caüota dentro. de las clases altas, contabá con un arma que estaban dispuestos a arriesgarse a utilizar, ¿Pero quiénes integraban esas masi§, tan f¡ecuente si bien brevemente empujadas a la acción üolenta por la at¡acción del saqueo, conro durante la re\,uelta-de la Acordüa en t8282. o por la distribución de armas bajo el prer€xro de llamar a las milicias, como intenró cómez Farías en 18333 y duranre la breve rebelión que encabezara en 1840?' La mayor parte de los observa-
: La pa¡ticipación d€ s po. popu¡lts.n ta ¡.b.tiótr de ta Aordada c5.lru€ntc d.rcrjpta po¡ Jo4 Mr¡¡ lotrt y M.ndlvil ¡8,, ¡.,.;
húr¿n.¿.¿" to, úontecididtos ñdt notoht s d. t¿ Noción M.xi.dad d.ldp de fi21 huta Nesttur ¿l¿s, Ménco, 1852, páss. !8!-994 3 Rich¡¡d P&t¿¡¡r¡D, .l Ep¡€s.nhic b.itá¡ico cn M¿nco, intdmó a Pairnd ón.el ll dc runio d. 1833 qu. el ..cobiemo, Gnirndo polas bop.s r&ler co l¡! qu. ldtu. h¡ tlm¡do \ ¿ñado a ú Grü himero d¿ Mü.ia Cívica6.t l Dist¡ib, fúrzá cmpu.sr, po. la;scona dct pueblo, 3in dtuciplin¡ ¡i 3ubddiecióq y siempE AispuÉst¿ a aprovehar .udlquin oportúidad püd saqurü ) rcm.rcr cxtrlos.i, Vc, pubti- Reco¡d Ofric.lcn ¿d.ldr. P.R.O.), r.O, t0. vót, 7q. ft.24r.246. ¿l ¿ño
. Vcr Cú¡or Müía d. atrr.llÚtq Ft sobinpk nptn@o dutmk et :.sun¿o p?nodo .le ta adniai ronón d".,. Anatúió Dbt¿qoat.. wL , Mé*icó) 1842, páss, 62-81.
LAS CI,ASES PELIGROSAS EN
MEXICO
207
dores.ontemporáneos comentaban que en México sólo existían grandes riquezas o gran pobreza, con poca o nt]lguna clase media, y Humboldt agregó que los contmstes sociales parecían ser ñayores que €n otras pa¡tes de tlispanoaméúca. Es ésta la precondición clásica gene, ralmente aceptada pam la inestabilidad socia.l, y es probablemente coñecta como primera aproximación. Pero vaJdría Ia pena análizar en m¿yor detalle la naturaleza de esa mayoría popular, a fin de detectar algunas de sus dife¡enciaciones intemas. Muchos de los escritores de esa época se guiaban por standa¡ds más bien altos en su definición de un "nivel de vida decentc", y no era fácil ser incluido por ellos en las clases medias, particularmente cuando describían todo un país o sus más importantcs problen¡as políticos. Distinta es la actitud, sin embargo, como vererros más adelante, de quienes se dedicaban a! estudio monográfico de un área má¡ reducida.5 A fin de iomprender su compottami€nto político es necesario lealizar un análisis de la estratifica.ión interna dentro de Ia mayoría popular. Vista desde abajo, la distancia existentc entre los distintG niveles parecía consi derable, particularmente debido a que siempre existía
i Manmo Ot ro, en u úáljri. d. l. .r§áliteción Éociál m M¿ú@, d..lm qu. uE .lú. ¡ l. qJ. pudje F.¡¡$.nk d.nóñieE( ¿tr¡ no €xi{i! o @
208
roBcuaro
LAS CLASEA PEÍ,IG&OSAS EN
¡r- Dr rELLA
la posibilidad de caer al inferior, y esto era
suficientemente siniestro para la mayoría, excepto los niveles más ínfimo¡. üna observación mái cuidadosa de la situación puede casi reve¡tt la primera impresión, haciéndonos pensar que más que un¿ dicotomía existía u¡¡a continuidad. O ta.l vez ambos enfoques fueran coüectos denüo de sus respectivas ésferas. Existía, €n primera instañcia, una claÉ dicotomía que agrupaba por un lado a los pudientes, con acceso total a la educación y a las ventajas dc la civilüación modema, y por el otro a las clates trabajadoras. Pero entre estas ütimas existían numerosas gradaciones, y un abismo separaba a aquellas que podían "mante¡er una familia" de aquellas otras a las que, en la p¡áctica, les resultaba imposible hacerlo. Para entender entonces la p-enpectiva de los ¿rPrtanÍ.§ políticos es necesario distügüir entre las distintas maras a movili. zar, según las tensiones que estuvieran experimentaf¡do.
Algunos sectores propor.ionaban un "colchón" conservador o moderador, mientras que otros, por contraste, madlestabar uru cierta capacidad para actuar por propia iniciativa, con líderes establecidos, que actuaban de intermediarios, tomando el acceso directo imposible.
II La más obvia concentración de fuerzas trabajadoras, con una Iarga úadición de violencia, la constituían las minas. Cubríar¡ una gran part€ d€l territorio de México, en numerosos y pequeños feales, peto aproximadamente una docena de ellos proporcionaban las conglomera, ciones realmente importantes.6 Algunos de los más des.
Sdtiaco
Rmird
len Rianua ñ¡q?fl d¿ Mi,,'.o, México,
hacc un recu€nlo hiltórico de
l.s
pnncipaler diltntós
ñi¡..ós
de
1884)
Méi.o.
209
MEXICO
y tacados. como Guanajuato, Veta$andr_Zacatecas los alrcdedores ir.J-JJ r'1"r,.-r..¡uc;, quedaban enreales más Peque_ Los o grandes ciudad€s a. *.¿i-""-"t""tl¿. con minas de ProPietarios indivi"""'i."'r* drralee- tan fácilmente "denunciadas" como aL¡andona_ ;;i"'E;-;t,t;t mas importantes rxistían normalmente
de las gran;;;;. ;il oeq,,e¡us üdiuid.¡ales, adcmás real Estas al taña dado á..1.r. l'-i t.i que le habían unos de propiedad Pocos l,i¡il" ..- eeneralmente el con aumentaba il.,#;. ;;;; ?..,-r" a. op'ü"iá"'s sociedades de Ii introducción ;;.;;.i;.;"; v con a PrinciPios del #.-,;";;: ;;áieras o nacionales' en ¡as GuanaJuato' de miner¿l ll"l^ xrx." En Ia zona i'rÍil"i á'. r" l"¿.a, la mina Valenciana -una de las i. h :#'*,"'#:T,?,t .i l#.*#: n'":u:,:';ll¿r::';:;1ffi 'i;i.;id: d'knp'ioñr iñdiüdú'rd d' ÉintÉ'st* i;d.; .";.,*;
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TORCUATO 6, DI TE¡,LA
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MEX|@ A COa/|ENZOS DEt SE.o
IX
211
2t2
TONCUA1O S, DI TEI]f¡A
unos [.600 obreros, además de unos 600 o 700 carboaño-s dcBpués esta compañí¿ fracasó l:1.-1q"g"
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por capataces, negoc¡ahtes, prestamisras, in¡ermcdiarios que compraban el
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pu¡ su,oueno durante cierto ticmpo. v esto ¿bi et ae. r€cho de rrabajarla taruJ se ínantuviera un ni.¡nie"tr* vel m¡nüno de acdvidad (con cuatro oper¿rios).¡s
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P.R,o., F.O. 50, vol.
LA§ CLASES P'LIGROSAS EN MIXICO
213
lar minas vicjas o inlrndadas, los árscoz¿r,
trabajando siempre por partido, scguían cxtrayendo parte dc Ia üe' ja ri(ueza. viviendo muy pobremente la mayor parte del tiempo, pero con la posibilidad de hace¡se de una buena süoa con un Poco da suerte. Los centrós mi¡eros fucron sicmprc focos de vio' Iencia, debido a Ios problemas de rcclutamicnto dc obrcros. Los mine¡a¡es ubicados en mcdio de tierras de a¡ttiguo poblamiento indígena podían confiar, cn éPocas colonial.", cn el sistema de repartimi.ntotó , Pc¡o a fi_ nes del siglo xvIII éste comenzó a caer en desuso, pro_ vocando cada vez mayores conflictos con las comunid¡_ des indias. En los dist¡itos del no¡te fr¡e necesa¡io desdc un principio confia¡ en mano de obra Iibre atraída a los reales, o en esclavos, Cua¡ajuato, justatnente cn la fron_ tera de la3 viejas tierras indias, estüa cn una Posición muy particular. En viejas épocas coloniales había utilizado un cie¡to gmdo de repartimie[to, si bier¡ para €sto era neccsa¡io engtobar a pucblos bastante lejanos, miis del doble dcl lmite legal de l0 leguas.'t Pc¡o con el pasar del tiempo fue necesa¡io obligat a los wgos y malerbeten;dor del ¡eal mismo á t¡abajar, cosa quc ellos no querían haccr cuando no existía la posibilidad de una bonanra. A medida que se ampliaba la demanda de rna. no de obra du¡ante la segunda mitad del siglo xvlu, la definición dc "vago" sc tornaba más cliísticá, provocanMhcla d. Guú.jüato, dumt. .l año 1860, c hicic.on 122 ddoci.¡ .L 6iMs, D¡útim.nt. tod.! Do¡ dif.Enrer p.¡bw. \'¡cr Awles d. h d¿
2d r.
r47.
-::{.ü;Xt'S"-.";"T#";"lif ;:t;,:1. ji:f Í.,,.1., pr^i,,o¡ qn. ( da rr. "'
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M.'¡.dq tol. I,Mén(o, 1861, pás¡. I lll2?. ¡. Este da .l .quiv¡lor. trnÉro d. l. ñil¡ psuú¡, i Did .n P.iú e ap[.¿b¡ ña! inLrrivú.nr.! y !o! indio¡ i.úiu qú. rccorcrm.ro.
Mi@í¿
§¡Mo Zdr¡ y Mri. C..r.tq Fu.nt.t pM L üttdi. ¿.1 'r V.r a t. Nntu &rda (8 vo¡úñ.És), M¿n.o, t9!9-1t, s¡. vll, deum¿nto Ne CXCI! (parr 1639) y vol. VUI, doM.nto N¡ Ll (púr
t
obaio
1687),
214
TORCUAfO S. DI TELL^
i'".Hli*Í.ff$J"'
¡r¡te§anos v'pequeños nesociantes
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r¡Ás crrasEa
ptLrcnosas
EN
MEx¡co
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neficio, responsable por el tratamiento del mineral proveniente del pútido. L6 b¿meteros ptotestaron co;tra €sa decisión y suspendieron eI trabajo, profiriendo a¡neoa, zas y adoptando una actitud tumultuosa. El alcald€ local -auto¡idad municipa.l electa, con funciones judicialespropuso una solución y trató de ofr€ccr al grupo bútánico mayores garantías de seguridad. Pcro esa misma tarde, los mineros se agolparon hasta llegar a l.5OO y atacafon la casa de la administración, donde se les rcspondió con algunos disparos. Fueron dispersados, p€ro en vcnganza prendieron fuego a las iri¡ra.laciones dc la mina, a¡nenazando nuevüncnte la casa, cuyos habitantes sc dispusieron a "vender ca¡as sus üdas". En e.e instantc los salvó et arribo dc tropas que habían soücitado urEcntem€ntc al gobemador de Zacatecas. Durante el ataque el-alcaldc no pudó -o no qüso. segrin el rcpresentanta bñtánico- intewcnir. Los pcriódicos naáonales gubcrni¡tas El Agaila y El Coneo de la Fed¿ración Mex¿t¿r¡¿ informa¡on sob¡e cl incidente en forma favo¡able a- los mineros, y to mismo hizo eI gobiemo aI principio, al presentar el inlormc oficial a la misión b¡itánicaJd En- Bolaños (situado cn el Éstado de Jalisco, bastante alcjado de su capital) sc legistró otro iñcide¡ti con los barretcros que tr¿bajaban a dertajo, en octubre dc 1E26. AI infomáEcles un sábado sob¡c las medidas que se adopta¡ían cn el futulo pa¡a cütar hurtos, rcrpouáie!on, entre amcnaza:t, quc no se pre§entarían a Eabajar cl luner. Esa noche rcalizaron doi fardangor -pr.texto para reunitse y plancar todo tipo de fcchórlar, scgrin la adminirtración-, a los quc asistió el alcalde. El Iunes, tal cual promcticnrL suspendieron toda actividad en lá mina, hiriendo a rm homb¡e que osó prcscntarse a trabajar. El alcalde justificó a loj ,,breroi a.lcgando que la
.¡ l¡.O.,
FO. !0, w¡. 49, fl, 14É196, y fr. 239"24!.
2t6
r\Oi.CI'AAO S- D¡ TELLA
co¡npañia eBtaba int¡oduciendo innovaciones a l¿.§ ücjat ordenanzas. Ese lufles transcurió en mcdio de reunionc¡ tumultuosas, habiendo los ob¡c¡os obtcnido algunas a¡¡nas dcl cuartel local, con las que patrullaban el pucblo. Algunos bancteros se diligieron a luga¡cs cercano, para busca¡ el ¿poyo de los "licenciados" (prasumiblcmcnt. los jueces dc l€tras). AI dla siguicntc la administración dccidió ceÉa¡ lai rninas, exigiendo la protccción del jcfc político residente en Colotlán, autoridad designada, quc €ra el superior inmediato del alcalde. Luego d€ dos días más de paro, vino finalmente el jefe político, quien reprcndió aI elcalde por su comportarnicnto, restituyendo el orden 2r En Real del Monte, efl junio de 1827, Ios barrcteros tarnbién pa¡aron, exigiendo distintas condiciones de tr¿, bajo. La administración inglesa ¡cusó a los dirigcntes de esta "combinación", dando sus nombres al alcalde, quicn envió los expedientes al juez d€ l.tms residcnte en Pachuca, muy ccrca d€ allí. El juez dc lctras dictami. nó que no cran culpables, impurando los cosros a la compañía, y haciéndole saber que "en nuestro país io se reputa deüto el que los op€E¡ios aconsejen a sus compañeros no trabajar las minas para log¡ar, dc €sa rnanera, les abran un panido". Al p€rsisti¡ los problemas i¡rtervino la misión británica, logra[do el traslado dc un fraile considcrado promotor de tales disturbios, y la instalación de una fuer¿a milita¡ permanente en el real. En setiembrE de 1827 todo había ruelto a Ia nor' malidad, pero al año tüvo lugar otra huelga, aprovechando el hecho de que por problemas políticos nacionales tal fi¡erza pemanentc había sido reti¡ada de Real del Monte. La compañía solicitó su reinstalación, o su ¡eemplazo por una milicia, pero pidiendo que en este
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A§ EN ME)(¡CO LAS CLASES ?EI'TG&OS
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218
EN LAS CLASES PELIG&OSAS
TOBCVATO S. DI TEI,LA
I IS.mayoría de la población rural en el centro y sur ¡4éxico efaba integrada por indios. La política colo_tradicionalcs nial había tratado de sustraerlos de sus pueblos, poseEdores en común dc ciertas tierras, empuj:índolos al mundo asalariado de la economía española, Pero l$ püeblos conservaban una proporción sárprcndentr de tierra y autonomía, y ."ii todo" teníj una república, con alca.ldes, regidores y un gobenrador y, a veccs, un caciqr¡e, y en muchos casos se mantenía la üeja distinciór entre los principales y el resto.a tá rcpública era un mundo m sí, con su propia escala social y sus erca.ladores de pinimide. Los estudiosos hasta la fecha se quejan por la tendencia de los indios a gastar sus pequeñoe üo¡ros en ficstae y celebraciones relacionadas con su posición en la. rcpú:btica o en la¡ cofradías reügiosas. P€ro el hecho de que lo hicieran atestigua Ia impofancia que atribulan a gozar de una posición prcminente en su entorno inmediato. Además'cn esta iorma podían obtener algunas vcntqiat muy concrctas. La pnncrpat em que un qünto de 1o3 tributarios estaban exentos del rqrartimicnto, y esta qu¡nta parte incluía a Los pnnc¡pales por herencia y a los que ocuDaban carcos erL la r"pública, así como a quieries trabajaban pári ellos.2s Era necesario proporcionar una fueitc moiiva.,. E¡.i¡ 6ú.r rn,l pdíorto .olo¡i.t .i!tlú m L, A¿r¿á&..d ¡O.O6t qgFmadold y r.525 .&iqu€& cd.üE sicn, Et tuci^i;ab d¿ Mérü:o,
.
de
Méúco, 1960, Dá& 65.
V-cr L.!t} A. Sir'psn, ..Thc R.púrimi.nro ryr.h of nativ. klor . -:r N.w Spain úd cuú.ñala'., paft III d€ s&di* ü,he A.tnian¡,adoa 'n ,!" ty'!!' in ¡v,ú sp¿ü. B.rk ky, les+ter8; Joú Mrl. ot; ¿ :! c^ñd{tt, El .lra¿o ¿'panol ¿n la túia,3B,
cdició\
hio ZrvaL y M.rh
ssún la ütdprtación
v
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Zav¡li d.
este mundo e ción monetana Para extraer al.indio,de r€lar'iva abununa economia ,salarial una ;l:;;;;i;-" co".tii.it" ;;';;" de obra en el sector de subsistencia
"J"r" ;; ;;"
¡\e¡a de é1 Fl Sran escaiez
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xvl' fue el sist€ma ideado a Partu-oel srSlo
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lueSo de
r,'ru';li#:iii .l$-',::',ff }.xil:drt
;","i;';;r"-;'tÑ; * I-c:: 9::i: iff lffi:X'o*"ff; :i:tqtr:*:,:1'li'"'s't';Y*i#",'"'fl",'1,'i1 -i"á'rg'iriL* oi'-1*: '¿ ?:,::'.:"idi''ffi :f o simana' c¿da c'raüo meses mas t''l?i.iilá it ,*
,na bajo vigilancia' v recibía un sueldo de un obre' ¡ue alcanzaba ¿ la mitad, y au¡ menosr del
#;;';;ñ;"'
i: ltu::T; #'ü.üü iilnil'ru:mr,:; alrorrar el tiempo mes'.Para un o ;J';;-"'"' ;:';;;i; -;.".;il;
I"l'"'jii"i.'
eFbargo eI ca¡ninatas' conservándose sin del repartt' indios ¿.i i- p"' ciento' A los tiena€n bajo Ies estába permitido trabajar o suPerlrcre de tareas poái-'t'""'to en
i"r'.t-'". il:';i;";;;j; *11 lfl\'j:i$:,i1"','jii"o,¿
gran aumento en ra pasó dt ti a-rnás sisro' d¿l ".ii.'i'¿"'l"Jri..'iruli,i".i¿o pri"clnigs ' ';;;ik.."' 3c mancra De esta fines del mismo) 'z6 ;. ra¡ cn sólo no obra' " áá-aa de máno. áe i"L.,,"liil?ü "Jrr". .j"o ,u.Ui¿n en ac tivi¿lades. ásr ícolas $timulada! ;;;;"ando en mr¡cho" er potencia'r dc rc'
"n ¿'-pr"tu v oro
Hfi;;;;;;;;"*'rates
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M¿x¡co, t957r y
C{..ia ob. dt. Si bi.n Simplon v O t¡ d. Caod.ouj q.r. .y Ly de la R.copilfti6n ¡L¡üro \4, TirDto xll, ¿.y'2) 1.9?" .rm,á a los igrkutrorcr er..Mó! Sl
2\9
MEXICO
del rcpafimi.Dro, caro h! tu.nr.5 q¡r. F]blio.
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^.aúd.¡!ftto ¡'i;d 1854 vol r'
I
Mi.i'traio rt'.Foñcntd
g'nñ v toñÚdol t $tddtttteo Págr 5_I0'
¡/nr!-;r,ffi:;rr,!f*"
220
TORCUATO S, D¡
LAS CLA§EA PEI,¡GBOSAS AN MBX¡CO
TEI.L
clutamiento del sistema d€ ¡epartimie¡to. Los emplcadores habían tratado siempre dc retcne¡ a los indios como residentcs libres perÍnanent.s, dentro de la cat€goría indistintamente descripta como naboríos, labo¡íos o gañanes. Estos e¡an normalñentc considerados exentos del repartimiento, puesto quc ya proporcionaban su trabajo a un cmpleador español, Pcro esto no satisfacía a aqucllos otros empresa¡ios que no sc beneficiaban con su trabajo, y hubo polémicas sobre si d€blan cstar sujctos a repartimieñto en las minas. Como ¡esuttado de estas distintas fuerzas económicas, m¿ís la resistencia dc los pueblos, el rcpa¡timiento cayó en desuso hacia lines del período colonial. En Guanajuato el predominio de los laáoa'os era muy marcado, dado que la existencia de u¡r foco de atracción minero coincidía con la falta dc una población in' dia originaúa en sus ah€dedores. También había müchos laboríos en .las haciendas rurales de esa región, a menudo endeudados, y aunque podían formai famiüas, cn general puede dccirsc quc estaban mucho x¡erros sujetos a los numerosos controlcs sociales y fuerzas moderadoras d€ la estructura tradicional d€l p¡¿eálo. Esto crcaba un pronunciado contraste entre Guanajuato y los otros grandes centros mineros2,, que sc enconir¿ban o bien en rnedio dc pueblos d.e antigua data (como PachucaReal del Monte) o cn territorio ñuy alejado dc los antiguos asentamientos indígcnas (como el caso típico dc Zacatecas y los otros centros mineros del norte). La reu.r€Ita d€ Hida.lgo comenzó erl la pcligrosa intendencia mine¡a de Guanajuato2!, pero no cn el real mi,7
Hacia E¡.! dél lislo XVIII dos t.rcior d€l tot, d. la66rior .riaba inró.lo.i. d. Gl¡@jutc v.r D.¡6ú L6De & §ú.!¡.q., 'L¡ póblación indir¡¡ d. l. Núu Elpaña a .l iblo Y\'lll",Hittoi4 M¿,i
o
lá
.¿e, x¡r, 4 (¡bfn-jmio d. 1963). r¡ Husn Hui[ r!. \6 Th¿ Ei¿aka ¡.u¿rt, Gain
rü1.,
1966) h.
22r
nero oroDiamente dicho, que quedaba en las alueras de i,-",i-r.i- g¿. eruDción ;n Dolores. v había sido pla-el Migurl *JI- r¡r.¡r¡-."L €n Querétaro y S¿ncercano San p-,i,. al Dolores se exrendió'de ó."r¿.] evi' intendcncia' l¡ de ilrr".i ¿l allí a otr¿s Parres dudas, par¿ a'lca.zar " Iueqo de algunas i,-,ñ. bí*¿,-. ese ii"Jrn.i,. t" ciudadv el real de Guanajuato P¿ra de ingran canridad incorPorado ;;i;;..; ," se habian llama los como hiciendas"' las ¡l^"'-;i,í-rf..ot de üáL," -', .on cuya asistenc¡a se asaltó la ciudad y sr los mineros se ..-.r;¿ ,"" .usác.e. Fu. aqui dondepresencia en las Su Hidilgo , f"t tuerzas de en la ".ilt", debilitante fa' tor fue un Ii".i* ¿. Cru"^¡ru,o evidentes que existían Pruebas ;.i.; ¡. ta ciuáad, ra a rebelars€ en cuanto §e a(erca_ esraba¡ de que Prontos los Prcpara' .- -t* ¡".tr* áe Hidalgo3o. tornando así €llo3 quienes fueron no Pcro iiuo" .""f." más difícilei. la chisPa" encendieron socia'les de Dolores' ót*.-¿. las caracteristicas entcndcr mcior su pose pued' s; il;";i ; Queréta.ro' i4iguel San v Queréraro eran im' i.i.i"il.' "ír.i-."*i.. los principales del vi' enire texriles' ;;;;,;;;.;;i"" sa¡ M,'
r.il:i:':,'i;;;;:;;;; ;;;;i;''i-..s.,'
d' l'boio! 'n Cu&iut l¿ ñu'ltd d' tldtlBo' .rt.ñd'o urr "^" ^'" h¿r¡ó i,"" Sl'iiliñ-l'f, *u.rl¡n ic r¡pa< ¡ruo d€ r78o lub¡én ¡ :::::.1;;:; ;" i;dt"' torÁr'rc' r'prorm'ddoú 'quivd'rc' P'ru
*0.¡"- r. *oo.-4, ¿
tt arú cmd'acón
M!$ rürr'Ior! in x\^¡r'¡L ''murv l"i'iH.:,'.Í';á;;;;;;;;ui, i.d.)' smt.an¡onvt P¿p'É M 22 Lat'a ;;';iñ1. H ñ-¿ cú Añ¿i¿q 'ñ 'th vor"m'n' ' ',, Alltid, pigt'9 44' reprÓduc'do iJi-. r* r"o ltt¿xún v ú 'ootÁ'iñ' lv¡A' r' trl v N)' Púí!, i836, vol, rv, Pas 27. 'o Ibi&m, vor. ¡V, Pás¡. 28-3't. , t- ,".¿ r¡. on¡,¿t' ,ur. ñoti¿ d¿ Edotuto: td¿d
d' ld áqt"o que útu"t" b Ptu¿tLcid': ,"b;" ;'¿ );; ;,ál^;; i ¿ N"¿@ E'Fi- d k' P$¿nns conno'to' ::i;,-^;;; d, banqútu1¿6 t " dbatiñ¡¿nto
I,AS CLASE§ PEI'IGROSAS EN
TORCÜÁTO S. DI TELI,A
222
guel fue fundada por españoles y tlaxcalt€canos en ier¡itorio Chichimeca ftárbao), y a mediados del siSlo xvlll se convinió en cabeza de una próspera alcaldía mayor (unidad equivalente a un conegimiento), quc también incluia al PLreblo Nuevo de Dolores. Alrededor del año 1740 había en este distrito, según Villaseño¡¡r, unas 3.700 familias españolas, mestizas y mulatas y un "gran número" de indios, algunos de los cua.les üvían en las afue¡as de San Miguel, pero la gra.n mayoría en las haciendas, como "operativos y gañan$" o como "ar¡endatarios de las tierra§". Villaseñor, siempre meti culoso en dar el número de familias indias, no lo men' ciona en esta alcaldía mayor, y Proporcrona info¡mes evidentemente incompletos para todo el ¡esto de la in' tendencia de Guanajuato. Esto seguramente se debe a su condición de gañanes €n las haciendas, lejos de la nu:ne' ración más ficilmente realizable en ün P¿er¿o. A fin€s del siglo, debido al incremeñto de las actividades económicas estimuladas por el auge minero, Ia población ha' bía aumentado muy marcadamente en toda la inteirden' cia. Delfina López Sarrelange ha calculado la población india, a fines de siglo, utilizando directa.mente las ñatrí_ culas de tributa¡ios, sr¡ponie[do que Por cada tributa¡io había cuatro personas.33 Comparando estas cifras con las regist¡adas por Villaseñor (y atdbuyendo cinco miembros a cada familia) obtiene una estiúación de la ¿xpansión de la pobtación india en cada alcaldía mayor o corregimiento du¡ante las segunda mitad del siglo
Jü ttripe C¡nelad., Rtind ¿e la Nueúó EsP¿aa ti ¡¿ ¿ecbn el cñedo l&/¿ ¿on los extroniüós, Cridiz, lSll; y Archivo n¿r,
V.r&tuz,
181?:
tlldó.ico d. H¿de¡da, C¿¡¿¿.iós.., vol. lII, pá$. 83_84. Jo*!b Artoro d. ViU¡Éño¡ y Stñna,1:h.attu Añ*i.a^a \2 volsl. Ma¡Lid, l?46,1748, vol. II, póÉ$ 35-38. :t DéroE r,ópa d. smlans., ób. cir.
I)',""I
MEXÍCO
223
jl,.f.',.ix1lli:ii.'.1i"1.i!ffi:il""H,i':
totalidad de Nueva España' La íá"¡iI'"'ii ü ,;;la €stá :ii;';.í ;;",; correspondiente a Guanajuato d: Vlh':Y
i"'ii"*i'-"¿, -.;,-".
á.¡r¿.
a la subenumeración srende señalar' pero probablemente s¡ga misracio' las a d'bid" r" er resto del ürreiq"' "ol'"ÍJil1i,. ""üi"r¿i"""íl' *i",ápido ::"T';;H;ái" que alcaldi'a mavor de Querétaro' ;;r.1i';;;;;" regrsminera' ifiil¿" * ,i" afectada porporla prosperidad sin subestimación ;:;':;',;;-;",. del 12? iienro' sit,ación extrema ü;. ;;; farte de vilÍaserior'. La
:;."
3*""'.*::'ffix:J:,3';1;:: ;l*:n.í:;fi,"l li]"'"-'"""""¡" escala fue mantenida por la producción cr me' :: *li:1H:f"ffáii.Jí;'-Jir"' "sist¡ó cimto' 22 ""il*i,. "ü1"".iPorIa principal actiüdad re§idía cn 'oáumento,
los
fuer¿a labora'l bastantc conside' -., "¡ia "b;;l'"i;.;;:"i;" p"". Iibre, en Parte.endeudada' y cn-.partc alli por '"Jf,i, ;;;;da direct¿menre por presidiarios enviados y otros Pe' Había-t¿mbién curtiembres t-" ""i.¡ana.t. mienLras la" mujeres se ocuPaban €n ;;;i"ft;;;. lanera' en IL".,-"-t..."¿"¡" de la producción textil Ies permi' que :::,,:ffi,;;;;;; ; unidades ramliares, dc obra' oPerarios. ."v "*ig"u Los Ii;;;;tí';,4 obs€rvadolos de iil .l-. i* ".i".idiáo la-mavoríatrabajo bajos.salav i""i: i;;;; ;tbÉ condiciones'de prosPerroao a trajo textil el comercio embargo. rioi. Sin la - ciudad. cambio, carecía de una industria textiL' ili;'.
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".";.,"1':".'il"Jf.", ioct.¿ic 1962)
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224
?ORCUA?O S. DI tELf-Á
cenrro de uná resión dqricola muy rica. s,, l:1: *",.¡ verrna at norre. S¿n Lui, di la pi. poseü una florc crenre producción de vino, que go oer,vrneinato. a pesar de_que,. u.ná;, u ,J" f" li. de lanto en tanro las ,,li.1i1il^.:-h"1., er inrento áe ..,dic", Vuereraro. que al terminar el sislo
r.s.i;;;";
jJi¡:H
personas. c on"ii r uia r; ; J,,..'.;,ii,.i. 3ío,:: pof su tamaño. era orro imporranre centro Lextil l¿ne¡o. c-l concenLrac¡ón de unu *inL"-,,a- al :::. i.* emp¡eabá ooraJes "b..,"". en 1793 a I.500 . \ habi¿ I¿mbién. unoc :oo ,*pr.r,., ij,ljáooperartos, la m¡tad proPr€o¿o de espr'noles, .t ,e,ro d. i.rd;".'..d: c¿rrá§) v que em pleaban a ouar r ¡oo
j; r';lr",l" ^-""^-j'l-'Il ;; li,ii?l?i: ;:j:#:,[?H; núadores. Todos eflos senores ;r.;;;,
oora_ poseran
llib:
l, óo¡tu.;or-irilj* ;:,"i..j1;liilff,,ii. Tf; ¿.
un nivel de vida muv b¡ii
e.* .¡ d.
r;,;,;;"'
,on 3.000 :l.i:'Ti"^.."T i,T.laba de tabaco lca§i todó"b..,.,
bric¿), incluyendo l.zo'o
^, ",,
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* n i,i ü r;";1;;;, ^ y.otros ci
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en una srar rá'
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TL."H:
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obretos menos calilic¿dos, como aloa¡r¡es §umando un roral de aproximad)óy-¿rr¡eros), menre d.bOU, dentro de una oobla.;Ár más de r r.4óo r.::;
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LAs cr,asEs pEr-JGRosAaEN
MExrco
225
potencialmente altai, debido a Ia concer¡tración de obrajes y obreros del tabaco, y a la vulnerabiüdad de Ia pro ducción textil respecto a eventuales importaciones más baratas. La gran incidencia de mujeres dentro de la fuerza laboral probablemente debilitaba la estructuÉ fami liar, y con ella, algunos de los controles conse¡aadores coÍtra la indiscipüna y la üolencia. Los acontecimientos intemacionales a partir de fines de 1804 pusieron en conmoción a todo el virein¿to, debido a la guera entre España e Inglaterra, declarada en ese entonces. La Corona Española, a fin de obtene¡ recu¡sos financieros, emitió la Cédula de Consolidación de Vales Reales, por la cual los grandes fondos p¡estados por la Iglesia de México a particulares debían ser cobrados y depositados en la Corona, produciéndose con ello un desastre en muchas actividades económicas. La medida, aplicada en México desde el 6 de setiembrc de 1805. y anulada por la Regencia eI 14 de enero de 1809i'?, ha sido considerada como una de las causas inmediatas de resentimiento que llevaron a la independencia, afectando a todo el país. Pero las zonas textiles fueron particula¡mente afectadas por otra medida conexa, la apertura del puerto de Veracruz a buques neut¡a.les, €n vi8encia desde 1805 hasta f808, y por la constante introdücción de manufacturas británicas luego de esa fecl¡a.33 Las consecuencias serianparticularmente peligrotaneras, debido a la alta concentración de
3, Romó rre.! C.tla¡@ Lo contruñotu.ión ¿r ta hd¿len¿¿n.i: etpanol¿s .n k úh políkd, turi¿l , ecúóñi.¿ d¿ Méxno,
Lot
$041838, Mi:nco,
1969, Ég§. 46
y 63.
':3 Vd Ardiw Hirt'óri.ó d. g^.i.Á. Co¿¿ccióL.., vol. L La Ub¿¡rd ¿e coñdcío d lo Ntdo EQ¿no et la ssvrdt .lécada .kt siglo x¡X (M¿xió, 1943), *pc.i¿[ndr. l¡ Intrcducdó¡ por Luir Chiv¿ Oóro, pá{r, 3-8; Bñ Nácio.al d.l Coñdcio ErLrtd, co¡¿¿.ión d¿ .to.tñ¿n to¡ ?aro h ni'brio d¿t coñ¿iio ,tbtid, de MAnq b. ..n . \ol. tll Cóntntdth que lltcitó el .. .t io de h N!¿ao EtPotu .¿n b' Poí'.\
226
I,A§ CI,AAES PELIGRO§A§ EN MEX¡CO
TORCUATO S. DI ÍA¡]T,A
obreros en unidades de producción consider¿bles. La situación era distinta en zonas manufacture¡as de algodón (concentradas en Puebla, Guadalajara y México', e inctuyendo algunos puntos de Guanajuato), debido a la peculiax estructura social de esa ¡ama de la industria. Esta se caacterizaba por un Sran ntr¡nero de maestlo§ indePen' dientes, muchos de elos españoIes o criollos, que t¡abajab¿n con muy pocas personas a su'cargo, y que según la ley sólo podían poseer de cuatro a ocho t€la¡es, según el tipo.3' Un censo realizado en el Estado de Guanajuato en 1825 puede contribuir a determina¡ algunas de las dif€rencias €xistent€s entre sus regiones, y puede iluminar retrospectivament€ alguna de Ias ca&ctedsticas propia§ de San Miguel, foco de la ¡ebelión.'o El censo da, paxa cada uno de los 29 ayunta¡nientos (englob¡ndo sus cabeceras y las zonas ru¡a.les circundantes), el total de la población, dividida en 1as siguientes categorías ocupacionúe labrad.ores, jotnaleros, c omerc;antes, artesanos, fabr¡cantes, y varios grupos profesionales como médicos, maestros, etcétera. El té¡mino fabicantes, dentro del contexto de este censo, significa en su mayor parte las pe$onas que trabaiaban en las curti€mbres y en los qtrdnjdü, 1A1L$2L .ditado por Lüi! Chíe Orozco, México, 1959; y Jonn Lynclq "Bntish poli.y in §púish Amáica, l7A3-l8OA", Jouúa! of Lati¡ Ameri.M Stu¿hs, wl.1, part. 1, mayo d. 1969, páss. 2S30. i, v.r rá o¡demz¡ d. algodon s (dáda.n t751) e¡ orde@,u d¿ Erñiót d¿ la Nt¿¿a Estuñe CoñOed¡o ¿. lo .oñrildció^ tud¿ de úde1oüo de kL.. ciula¿.1¿ Máid Hlzoln ¿t ticdci¿do D. F¡@cíteo d¿l B@io Lot¿wot, .t.. |¡t¿ti,.ó, 192 l, pás. 1 ?7. Tmbi¿ñ D.p¡¡rwtrto mDo d.¡ TE¡,rjo, Legist¡ci¿ñ r1él trabúo rle lot ndos XvI, XVII ^utá' r XV I, MéÁ.o, ¡938, p,í¡s. 6G74, pr6 ¡a [email protected]ón d. obr+s, y páei I ll.l19 pe la aplic.ció¡ d. ld dd.nmas t xtiLr a !úcblt .o M orid q!¿ ?ft!ñtt el Cobeña¿o¡ .le A@¿iutto dl Cñgr¿to Coúñurdt¿... r!¿sd¿ ¿l 10 rt¿ ñoyo ¡l¿ 1824 húta el 31 de dicí.^bt¿ lté l82t Arcxo N.5, Ménco, 1826.
obraies Ianeros
y trapicheft ,
todos los cuales no cntra_
de la cateeoría de actividades art€sanales' a condi' ;-.;; ;;; rueran realízadas por españoles v bajorncluran ¿¡l?r¿nos Los ciones de gran control gremial' y i""i" *"L"-t como sus dePendientes (oficiales. acle_ más nos referiremo§ que aprendices), distinción a Ia eran en su mavoria un gmPo rural lí"r.. :*,i'i^rt","t "sl bien muchos pueden haber tenido un pe,t¡*inao. oueño terreno .en su§ pueblos. insuficiente pafa su ma_ i¡rtención. lncluían también elementos ubanos' que eran mayoría en los grandes ayunramien_ "r"¡"¡i.-.rt. pero no así en el resto' Los hbtodores' z ior "¿n""., ¿ii.r...i" ¿.'f.t iomaleros, podian sostenerse con la ,i.-. or. .U"" mi"smos exptoriban' tuera ésta alquilada rr. ü.i.n¿r" o proveniente de sus Propios Pueblos En "re¿lidad no existíá una clara línea dirisoria, pero poderno. tuoon.t que el cnterio ¿Plicado €n cada uno de los ,rr.,rrrü.n,o.' [ue aproximadamente el mismo' tanto o*u ésrus co-o para ias otra§ caleSorias' ' t, ¿o. e*po, de posición relaiiva más baja era¡ los tabicank\ ¡ lás iomateros. Podemos calcular su porcentotal de la población irabajadora para i,i" .orr '.'áecto"al Mi' uili"" uu""iu-i.nt"" típicos. Compararemos ya San y trón' Cetava óe algodoneros *J."í t". centros y Salvatierra' Salamanca ."m.t.;¡.,, i.. dos c.tttros Estas car¿cterísticas económicas sóIo deben tomaxse co_ mo indicativas, puesro que las cifras ocupacionales para .ada avuntamie o incluven tambi¿n a la PoblacrÓn ru' ."r. rá¡i¿t se proporciona información sobre Dolores , to¡t. .f .to¿J."'tu toralidad (salvo la capital' sobre Ia iue no existe información).
¡ar'á.n*o
.r E3to to cón6ru cl h.cho .i¿ qu€ aprdiúaiLñ'nt' dot quintd dcl ;r.u¡*t*" d€l .;ad; catán ubi'adoi §o Misu'l' .,L*Ji",Ji. 'n cúcldizrda
por
sú obr+s lrEr4 v ctrriobÉ3'
'224
I,A§ CLABEA PEL¡GROIIA!¡ EÑ
I'ONCUATO §, DI ?ELLA
CUADRO
Pde¡t{. d. c.rclD¡íü d. b{o
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3r¡rur
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pobl¡ción ocup¡.t¡
d. v.¡io¡ ¡yrDt¡ni.nro¡, Elrado dc cuin¡iu.to, r825
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.lgodón y tú. (Hid¡ko) Asrid¡ltqd¡6iric.d.. !.OSO 44 tiDd 6.u1 5a (rin r¡.¡pidl ?6.2a7 59 AElt.: Mdo,i¡ qu prchr. .l gob.mdq rt crl¿Ejqto.¡ C-¡stÚ co.n¡tüyot,_ d.d. ct lO iL myo ¡r. 1824 h¡r..r !-t dc
Do¡oE
dicidbF d.
IE25 (Ménco, t826). Añ.xo Nr 5,
I¡EXICO
229
cial, puesto que tendía a atracr a la población sueka dc capital, que aún no se había recuperado totalrncntc dc la dcs. trucción c inundación de las minas. El contra3tc es pa¡ücula¡me¡te pronunciado cntre sitioo como San Migucl y los poblados medianos, algodoneros o com€rcia.les, dc Celaya, Salvatiera y Salamanca. Parecería que las condiciones en ¡a zona dc San Migucl (potencialmente extensibles a Querétaro) cran las más volátiles, dado que las fucrzas moderadoras sc hallaban a bajo nivel. La guerra con Inglatcrra creó ansiedad en diversos sectorcs de las clases dominantes, y cxistía una Sran ma§a loca.l de obreros que en muchos ca¡¡os habían sido ar¡ancados de s.rs comunidades dc origen y quc poseían un alto grado de conccnt¡ación en unidadca productiras dc gran escala. Esta masa era, por lo tanto, movilizable, pero no tan a¡nenaz adora como én la.s minas mismas. En las minas los conflictos asumían máe fácilmante la for¡na de en¡pcioncs üolentas entre obreros y administradores, pero pocos o ninguno de los grupos domina¡tes se hubieran atreüdo a agita¡ esas aguas. Probablemenic lo hubier¿n hecho si sus condicioncs económicas hubieran sido lo suficientemente malals, p,ero é¡te estaba lcjos de ser el caso de los min€rós de esa
otras partcs del Estado, sobre todo de su
"p"".. Sar¡ Miguél contrasta üvamente con el resto.42 León,
por ser una ciudad comparativamcntf grande, m realidad. mayor que Guanaj¡¡ato €n el homenro en quc sc
¡calizó este cer¡so, se encuentra en una categoría cspcA.iñb!re. @ inpdr.¡t. a¡rro hnc¡6 .ftsq qu. ,hr¡D¡r .:, idT. -' y m E kupoó mch6 Fñ 1E25, (&o to d.budfu -(!(ddo (e irhjdB a .¡ o¡dó), qw r.gnba p@i .,tsG. [email protected]úrd o f¡bricar.r, No obtr&r.. .t (m;r.eirE; qu. rñ¡¡ rior oü¡ajc' Su por.ñr.j. d. er.gdt¡, d. b4,o o ¿. OC "*_
poi ddto, aproxinándoÉ sí ¿ Lú .i6$ dc §ú Migu.l, ¡i bi.n bd.du c¡ !u mayor palk .n l¡ litúción rur{. No .s ¡ñprcb.bl. qu. €xirti.r¡ @ El¡ción Gtrt¡,. lú .!ln.tú6 úr¡¡ y u¡t¡.ú, .n .l lcntido dc qu. .lsdo uE .iu&d ani. ü. Fopor.-¡ón @Eiddabl. d. habirúr.! ¡G alro tt,tú .r lot anpor .rtord o .ñd.iot r, l. Bulr¡b. mí! fi.il ! o. f.D¡id.r , pú!¡t s U.s¡¡ a kr l¡5¡.dor.¡, qi¡c 8.nd.lmot. .iAúñcab. .lquilú ti.m i ¡! h&ic¡dae Acínb!rc ilultr.ía .l .a,o opucfo: lo¡ Erba¡do¡cr d. obBj.¡, n¡bimdo Fiódó ruJ F¿!¡jG, c¡.dn¡ba¡ diaLi¡ obtad oi¡o qu. no 6¡m mo jornd@. .t un 6¡0 rípi@, .n ú cont¿xto dif€¡6r. ¡úqu. nmib,.r.l d. lor prcpkidiot d.
úiu d.
oturo (Alto P€rú), dy¿¡ di6cult&r.'.@nG
230
TORCUATO S. DI
?'f,LA
IV Durante la Colonia muchos dc los desarraigados de la z india teminaban en la ciudad de México, que creció en lamaño totalmenle fuera de proporción con su rol económico. Pala empeza¡, fue €rigida sobre una ciudad destn¡ida (¿ diferencia dc lo sucedido cn Pcni), y el remanente de los habitantes locales vivía en dos p@ciali&d.es en las afueras de la ciudad, formando pequeños áaños y pueblos pero mezclándose lib¡emcnte con el r€sto d€ ¡a población..a El gran número de i¿pe' ¡or semidesocupados, que muchos equiparaban a Ios "lazzaroni" napolitanos, era notado por todos y atribuido a varia.s causa3. Un empleado público anónimo de la última parte del siglo xv¡ll obscrvaba quc su prescncia. se debía a la extrema facilidad de inmigración desde eI int€rior del país, y si¡B.ría e gi una muralla alrcdedor dc la ciudad como medida protectora. Criticaba a las autoridades por permitir que gran parte de los ?.000 obreros de ambos sexos que trabajaban en la elaboración de tabaco (parte en una gran fábrica y parte en sus hogares) fueran /orln¿o§, en lugar de obligar a la poblaciór local desocupada a que trabajara al1í. Algo similar sucedía con el se.vicio doméstico traído de los pueblos, y seguido por sus familias, "ve¡daderas o simuladad'. A Iin de acomodar a toda_esta gente "los dueños de fincas han ¡educido las casas del centrc de ia ciudad a habita-
mat
pdi.iFr.n ¡a Éb.üóo & TúD& Amúr¡, 6 t?8¡, de r.t€na .l ü.1.Éz8o d.l ñoüni.nto cñ rú ác¿ Va
mi6 16 ¡ltt.ron co¡ la ép.ánza
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Orcr Cúnbüt. ob. .it. .. J. A. d. Vi¡r&ñq y Sátrn ¿, ob. l5ario't
dt- wl. I, páSs.58-59. ED.r .nto¡cé la p¿labr¡ E €hpleába p6rá d€scribir úa consEg¡ción & FÁdE qE úví. .nrt! di3tuci¡ d. ¡¡ ciua.d y.r¡ ¡t p.nd¡ne d. ' .oño l¡ apli.¡ M¡¡¡Gñór. v..G! rdbi¿tr E .lI¡, y ., cn .rrc entido .hplt.b! €n.lr.¡tido ¿. un.subdiüsió¡ dc laciüdad. un^ suhurbio.
f.as cLAsú§ PELTGRoS^5
rx
Mlx¡co
251
ciones p€queñas,.. donde es innum€rable el gentío de esta clase que sc enciera en ellas para vivir a sus anchas, sin ñesgo de ser visitados por justicia alguna, a no pedirlo las circunstancias de algún homicidio, robo, u otro accident€ de esta naturaleza".a5 Los obrcros del tabaco podían ocasionaln€nte tomarse ba¡tante molestos. En 1780 unos 300 se dirigieron al palacio par¡ presentar sus quejas al ürrey por el aumento en sus tareas laborales, y amenazaron matar al administrador, ocasionando "su medio levantamicnto". En otra oporturudad, en 1794, aproximadamente 1.000 hombres y 400 mujercs pres€nt¿üon una pctición al viI¡cy pof rzzon€s similares, y esta vez lograron lo que dcseaban- Pcro el incide[te ¡lruso en gran cuidado al señor Virrcy, así coño a.la guardia de Palacio y vivac de la Calle de San Francisco".a6 Cualquier congregación de pcrsonas era particularmente temida en una ciudad como México, que recordaba los turnultos dc 1624 y 1692, poniéndose especial cuidado en las pulquerías y táb€mas d€ vi¡o, y limitando las primeras a un determi nado núñerc, debiendo esta¡ ubicadas lejos d€l centro de la ciudad. Cuando €n 1816 se autorizaron nucvos puestos de pulque en algunas plazas centrales, los üejos concesionarios presentaron sus quejas, alegando que "todos los pueblos ilustrados miran [estas plazas centrales] con especial atcnción pa¡a alejar de ellas los desórdenes"J7 Pero el pueblo mexicano tenía 'tus jerarquías, 1. Mé,no pot ¿.ntq fue boio .L sobi.ño .t¿ lot bafty¿t, ó s¿o Enfdñe.ta.Lt Polírkot q!. Pa.L.. L .aPirzl d. b Nn ú E\patu, .ditzda por Carlo. Müí¡ iL Bu¡tú¡trt, M¿x¡co, 183¡, pásr 107-I I l. ¡. Jor¿ G6m¿, (Diüio cundo d. Méxi@, dc 14 d. agoro d. 1776.a 26 d. jünio d. t794",.¡ Doc¡tuntot Patu h h¡ttúia ¿. M¿ieo. lm. ene (? @l¡J, M¿nco, 185$54, vo¡. \41, pás'.93 y 401.
.' Asri@l¡ (p.6¿), P16 oro¿¡tbtul d¿ ¿t¡.Eto de vivtdíat y ptlqa.t¡6 d. etta Cort.,ltléÁco, 1A23.
TORCUÁ]¡O S. DI TELL^
y su aristocracia... Un oficial de ba¡bero mi_ ra con ianto desdén a un peón de albañil como et más rico agiorisr¿ lo h¿ria con u¡ merito¡io de oficina. De la clase de los léperos saten los albañjtes. los rocineros- Ios (a.rgadorer. Ios conducrores de c¿nos públicos, los veleros. los curtidores, los empedradores de calles-Js po¡ encima de esra masa hererogénea se hallaban los artesános, poseedorcs de una determinada habilidad y d€ urra su nobleza
pertenecían u gr.ii"", .r.capacidad organizativa. tablecidos a través de ordenanzas municipaies, que les conlerían el derecho de elegir anualmenLe un cuerpo goDemante, compuesto por el alcalde o mayora.l y doi o tres veedores. principalmenre a cargo de los eiámenes de maesrría y de la concesión de tiiencias p¿ra insralaJ un negocio. Las ordenan¿as disringuen muy cuidadosamente entre ei secror,,organiz¿do'. de la profesión. ejer.,do por españoles. criotlos y a ,eces mi"rizo, y mutaveces sc les permire incorporarsi a los 1o: (.p".* y el secror indio no organizado. ni cubierro por 'ndros). sus regl¿mrnros. También se presraba mucha aLención a evr(¿r. el desarro¡lo de i¡Lermedi¿¡ios (regarones) y monopolistas de medios de produceión | .ur.;u. pr;cierta
La linalidad de las reglamenLaciones era mantener el sratu. privilegiado de los anesanos como producrores independientes que vendían directamente á p,f,ffi".. f"i" existían importarrtes diferencias ent¡e eltoi. En las primerar.ordfnanzas {la m¿yoría de¡ siglo xvt). tos mi;mbror de un gremio se denominaban simptemenre o/ü¿ l¿r, o indistintamente maestros t of;c;aie:, rsados ¿omo .¡ Artiolo sin ñma, .'El poputehó de MéIicó,,. .n ,t Mú"o vol. IJl, 18++ páE_ 4É0. ttuatuot d. gr.nno, d? la \útu¿ ¡ spam, c¡. ciL Vs ¡e .'1
. M.,icdo,
o'denúd.pm capinkrc {t568). pás: 80. pD 127 v pra húsor (t163), páe. 147.
espad.ros r1556,. pás,
LAS CLASLS PELIGROSAS EN
MEXICO
233
sinónimos. Son contrastados solamente con los aprendi' c€s y con los practicantes indios no organizados de la profesióÍ. En ordenanzar posteriores, y en aquellas relacionadas con actividades donde se requeria una mayor proporción de capital, surgían situaciones m¡ís complejas. Se hace una clara distinción er,tre maestrcs y oficia' les, y sólo loi primeros tienen derecho a vota¡. Los oficiales, fr€cuentemente llamados tambiéI¡ lab oran tes' eran penonas que habían completado su aprendizaje pero que no tenían €l dinero para pagar sus exámenes o pam ponü un negocio. En algunos casos las ord€nanzas impoflían trabaja¡ como laborante por un par de años, antes de alca¡za¡ el status de maestro. En ciertos gre_ mios hasta encontramos ma€strcs trabajando para otros como personal contratado, 1o que es una clara excePción, y sigrlificativamente este es el caso de la produc" ción de car¡uaies en el siglo xvlu. Generalmente exis' tía una prohibición estricta para que individuos ajenos aI $emio pusieran un negocio, ya que Ia idea era evitar que los maestros se convirtieran en asalariados.so Cierta_ mente existían abusos e infracciones, y casos de endeud&miento sistemático a prestamisaas, como entre los textiles de Puebla. Pero elrégimen colonial trataba continuamente de apli ca¡ las ordena¡rzas.
Luego de la independencia tas fuerzas del mercado pudieron operar con mayo¡ libertad, si bien precisaron cierto tiempo para alcanzar sus efectos completos. Los arresanos exigían la prohibicion de las importaciones, cn ,o lbrdm, lompatu la órd.nú¿¿ pd >ombfr.rcs lll7l), Pri{. eli, .omo ej¿np¡o sir di¡guna difd€nciación .ntÉ n¿€sÍós y oñcia¡.!, .o¡ I! de ¡os ddadorcs (1510), pk. 17, tundidó.cs (1685), pá8.5e, cúocro¡ (l?06), pá{. 89, zapateros (I?49}, pás. 114, y la.rG (1677), p4. l7s. coñó cúoa con difqmcias .xplritú.¡tc @rcadd. I¡ ord.!d. d. lor doñdorcs prohib.la l(mación dc co¡mdi¡s d€ oñcid.!.
EN LAS CI,ABES P'I'¡CBOSA3
234 su mayof parte textil€s, mi€ntras que una gran partc dcl público coñsumidor deseaba bienes extrarjeros Ly'rxl¡'s. Por otra parte. mucho" tinancistas buscaban nuev¿s inv€rsion€s para sus fondos, y una irdustria protegida parecía constitui¡ un nuevo carnpo muy promisorio. En 1829 el gobierno de Guerrero, de gran apoyo popular, había promulgado la prohibición total de la importación de textiles de los tipos producidos localmente, pero dado que esto "igniticaba perder ingresos muy necesarios para resistir la invasión española de ese ario. se autorizó una posteryación temporaria d€ la medida. Cuando al año siguiente B¡.rstamante depNo a Guerrero, optó por una solución intermedi¿. Mantuvo las importaciones, con una moderada tarifa protectora, y asignó parte de estos ingresos para integrar el capital de un Banco de Avío que financiaría nuevas industrias modemas. Se promerió a los atesa¡os poÍer a su disposición parte de estos fondos, y que se impondría una prohibición total luego de completado el c¿pital del Banco {un millón de
T¡EITCO
25b
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I
pesos).5r
Tomó siete años completarlo, pero lu€go se estableció
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la prohibición. Iista vez, naturalmente, benefició a los industriales de gran escala igual que a los artesanos sobrevivientes, y se mantuvo vigente hasta 1846.5, tos industriales y los artesanos independientes, si bien conjuntamente irrte¡esados e¡ la protección tarif¿ria, y por lo tanto capaces de desarrollar ocasionalmente una ac.iún polirica cn comün. tenían mu¡hos olros inrereses opuestos. Po¡ lo ianto, su ¿lianza fue siemprc inestable,
5' Rob.r 7+75y 79.
Porash El Bdúo
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Aüio l¿ Ml,tu¿, M¿xico, 1959, págs
51 tbid.m, c¡p. Xl, L¡ Dir.c.ión G.rcr¡ d. ¿ lñdusrá. d¡ ls fábriái cn sÉn .s@la exnt.nt¿s^Aritultur. cD ua lccl'. dgo posrnor, c¡ Mñotia sob¡¿ el etrd¿o ¿. t¿ ¿gri.uktm e indu¡nc.. d el año d¿ 1844, }¡,¿ai.ó, 1a46. una ¡ist¿ de
tti ,*'É' i*:'* *'**:i¡*-*t,,l'.'* * ":;xff $: ilÉ
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236
TORCUATO §. DI TEI,LA LA§ CLAAE!¡ PEI,IGROSAS ¡N MEXICO
un.lcr,,:i,,
propn,. r_n ¿ ¿ayofía l:n pr¡,porc'¡rr de marsrror sobre
de ros gremios la el ti,¡¿l oscila e-ntre el 20 y el 30 p(,r ciento. Cons(ituyen una cxcepción tos albañi, tcs, de tos .uates sóto un 2 por cienro-esrá clasificado como.maestro§, indicando un status m€nor para esta pr.fcsron, mucho más accesible que Ia mayoiú de las otrás-r
l. ," .ll,li:
de.Qurrér¡ross para 1844, sc propor. , c¡ona un¿ d'srribución ocupacional pan todo el .Estldo. d: manera implícita esrimaciones del ingreso I-,*.91 Per caprta-dcntro de cada carcgoría- El secror manufac. :urelo.se q¡vrg: eñlte;ndustia labit e industna urbana. ynlus:ña fabnt inctvy.. operarios de ta gran hilanderra drgodoner¿.que para entonces sc habíi esrabtecido, asi como ra.rnbién los de los obrajes y rrapictres Iareros, cur(rembres y elaboración ¿e tal¡aco. ta;ndu¡t* u,ii'n¿ a los anesanos y alos m"nestrutcs trab¿'ncluyf ellos (equivalenres EK J¿ban a los viejos oficiales y ,paJa +rendrces) m:is otros menestrale" qu. ná t.utr¡ofr, .í
gry; *"*:f,ii,f* 3?:¡#Tii,llif j,l: páss. 971, Er b¿jo ¡r¡rN d. t6 a¡6¿ñih ; qi;hiilT ::rsrru.,*1,:¿*r,-l
y,*i ii§*=: cpoe. vol. rv.
MRi(q t854,
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237
ta.llcres: albañiles, arrierossó, aguadores, hortelanos y vendunieros (vendedorcs ambulantes de productos mrales). Los ing¡esos de todos los menestrales se calarlan en 78 pesos m€nsualca, mientas que los d€ los mtesa' nos con tatler propio llegan a 150 pesos, aproximada' mente eI doble de la suma anterior. Los dos grupos de menestrales, si bien sc les asignan los mismos ingrcsos, son en realidad bastante distintos: aquellos asociados con los maestros €n los ralleres cuentan con una pos¡ción más estable, y con mayores probabilidades de progreso que los otros (a.Ibañiles, arieros, etcétera). En cuanto a Ia indust¡ia fab¡il, €l ingreso de los operaios en las fábricas textiles y de curtiembres se estima en 9I pesos (excluyendo mujeres), y el de los obreros tabaca' lclos d€ scxo masculino cn 121 pcsos (si bicn csto inch.rye a algunos cmpleados). Están en una pos¡ción apro. xünadamente equivalente a la de los menestrales quc Eabajan en tallcres. ' El estudio de Querétdo nos da una idea de la pirámide de estratificación social, tal cual era percibida por un cstadistico en esa época. El cuadro 2 (véase la página siguier¡te) se basa en las cifras que él cita, si bicn reagrupadas de distinta mancraHcmos s€pa¡ado las categorías ocupacionales cn "urbanas" (en realidad, no agrícolas) y rurales. En €l sector urb¡¡¡o existe un primcr nivel formado por censualistas (rentistas), profesionales, comerciantes y el clero, con ingrcaos calculados en más de 900 pesos. Algunas de estas cat€gorías son birstante heterogéneas, po¡ ejcmplo el clcro, gran parte de cuyos miemb¡os reatnente p€rtenecía ¿ algunos de los gnrpos citados más abajo. Los co.
t.
C-tr
b. sidon .nit ú¡ r¡ru.iin tinilr
¿ t¡
dr l@ ¡lbail.t,
puóto qu. h¡y ma pronú.ird¡ difcúcü.ntÉ .l 6pat¿ d. úna §op. v ru hómb6, y a úbos É lo! cord. pór .l úimo n@6r. d. úicro.
TORCUATO §. D¡ TELLA
238
I¡AS CLASES PEIJIGNOSAS EN MEXICO
cu¡dp 2 (continu4iótr)
CUADRO 2 Estr¿tific¿ción so.iál d. la pobt4ió¡ ocupád¡ mas.ul¡n¿
.n cl
d. Qu.r¿tao, tE44
E§tado
Cat.S6.í¡mp¡.io¡¡r I13És
P.r.¡Pna
¡Ú,
(D.co')
C¡¿.roriaóoD-io¡.¡ ..timdo p6 cfuit¡ b.ú4 A
13,001 13. M€úBtraLs que no t.ab¿ian ¿¡ la[.rs ricsanare; ircluy¿r ¿lbañild y cat.soríú scnimE¡cs
sEcTox. "UR¡^NO" (m ¡síco¡¡) 2.447
1.
¡.540
1.03?
1,000 1.620
51
159
900
1.200
(dneros, ¿sudores, ho¡t€lanos y v€ndiñi¿r6)
10
y. Etrd.doFs éU.jer6
937 5. Eñplc¿dos
gubffi.nta¡€3
y d¿ oncim
rc3
&
y jomal€-
mpl.¡dó. int.ñit¿ni¿ñ.lte)
73
10.531
§BCTOR ¡RUtr-..L" (as,ícoL)
l.Propi€teios 365
(,ao
.l
688
D.p¿ndicnt€s de com*.io
200
600
150
¡.I50
8.
s€
d. hÁci.rü'
du insr6o¡ pm
toi¿l d. p.opi€rrios d. hácieDüs y ratuhd, ¡
1,7!0
1A
3.044
s1
2.945
a
argünos enp{€ados 1,22
483
2tt
u0
$ ¡.200) 2.
Arddat¡rios d.
ú sñ¡
haci€ñrl¿t
.scal¿ {ahunan
tc
1.500
7.088
9. M.restr¿Ls qu. rn¡'¿jm cn r.llcEs dc are@os 10. Op.dió¡ cn industnd d€ Sade y P.qu€iÉ .!.alá 11. Obr.rós i.baca¡crc (ircluy€
2.410
435
6. Bopic¿dios d. industrid ctr gm¿c y pequcñ¿ c¡cala
7.
i8
t4. íDomésticol' (ndculinG; ircl¡
2. 3.
I¡ar.uu¿¡ .dim¡do Cuiid.d
23
536
S.Itopiétuios de
ntulú
(únid¡dé rurá16 mcdiD) 4, Adninistndores de hei€F rI4 G. calcul¿ un i¡srem
392
de $ 255 nás ca$ y.oni da qu. puedé @lculm. ¿¡ un tercio d€ l¿ rum. nd-
\44
5l
240
TOR,CUATO S.
DI TELLA
LA§ CI]ASEA PEÍ]IGiOSAS EN MEX¡CO
Cu.¿o 2 (Cortinud6¡)
c¡..so¡í.
cü¡ds
odreioBl
Ar.r.latdios en
(co¡thú.¡ón)
Cr&gorí. o.r¡D¡.¡oúl
11.110 5-
2
241
23
p.qucñá
lo.Mücha¡o¡ coúo los .nt . ¡ioB, p.ro con nmorc!
cscal¿ (hmbi¿n nmado'
@ioe!, o "ú.ndar¿¡io5
6.ExthcróF! d. n..trB,
lu.¡t :
2.600
ce
Bt¡di¡d.ú d.t D.pafm.nio d.
fomdú por la Asmr .¿ Conrtitú.io.a¡ d.l mnaor.tin ¡t ¡. Soci.d¡d Mai.¿D .t C.o¡nfi¡ y Ert¡¡(tti.
Qu.¡Étm,
mo", e, Sdi€ l! vol.tll (Mdi€o, 1852),pásr.204,205y 214.
bóa rum ("úvúderor')
quc Paso un ahun.. a ¡8
Jo.é Antóúo dcl Ruo: "Not¡s
t42
2.t70 8.t97
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?.Vaqu€ros, dplc¿dos p¿¡
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8.Pcon6 d. ñy., rcsid.nt s €n t4 haci.ndat, qu. I'
@ S 3r m& la comidá m tédi¡o d€ nu.w m.¡es al año. súpo¡icn.io u inSrso iglal d@ntc cl reslo d.l .no, Y la comn d¿ c@o un ir.io d¿ ss
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2.1s1
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7.t14 g.lcóncs que vjÉ¡ ¿n los pucblos
y tr¡b.jm .¡
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ci¿trd .háñi¿ trd m.r. d.l po
año, y cl É,tó d.l ti€ñ§u. p.ópi4 .i¿M o
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pmpied¡d .L a¡sún otro .cideot. d.¡ pu.bro. No ¡.sulla posibl¿ c¡lo¡ü 3ú insE,o cn bas. a
.!te .rtudio,
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p.oba¡l€m.n& .quivd.n¿. al
d. lG pcon6 d..aya
3,174
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m€rciantes, por su número de ingresos, no incluyen a la masa de vendedores semiambu¡¿nres. que ocasio;almente abnan un tendajón o vendían bajo un lianguis. Un segundo- nivel, con ingresos enrre 3OO y 900 pesos. incluye a funcionarios públicos. escribienres y fabri canles. Este úlrimo es también un grlrpo heterogéneo, que ab¿rca desde eI fundador de la famos¿ fábricá Hércules (que empleaba a 876 penonas. más 400 albañ¡les en obras de consrrucción). hasta propieLarios de pequenos traprches y cu-rrjembres. Pero excluye explícitamente a los asalarjados. tanlo en unidades de gránde como de pequeña escala, que son llamados operanbr, y que se desc¡iben más adelante. Un terce¡ nivel incluye ¿ dependientes de comercio y anesanos (descriptos como propietarios de ralleres). con ingresos estimados entre 150 y 300 pesos anuales. A pa.rJir de este punto comienza el proletariado, y no resulta f.icil ditrrenciarlo en b¿se á in$esos. puesto que aqui es probablemente mucho más imporrante la estabi-
242
Iidad del trabajo. H€mos foÍnado, a título dc ensayo, un primer grupo integrado por quienes tienen un traba,
jo
I,AA CI,ASEA ?EI,¡6ROSAS
TOBCUATO S. DI TELLA
más permanente (excepto servicio domésrico): mcner-
qu. rrabajaban en lall€r€s. oper¿nos dc industrias de grandc y p€qucña €s.ala o de manufacrura dc rabaco, y miñeros. Un segundo grupo de la clasc trabajadora, €n situación más inestable y con empleos menos seguros, estaría formado por Ios nreres¿r¿l¿r que no trab{aban en talleres (albañiles, aIrieros, aguadores, ho¡telanos, vendimieros), los vendedores ambula¡tes o semiambüantes5,, y el servicio doméstico. Debe destacarse que el número de "domésticos" (hombres) es demasiado elevado como para jusrificar pensar en ellos simplemente como servicio doméstico. Muchos deben haber sido v€ndedores callejeros conectados con eI abastecimiento de algún clemento de uso domésiico, y de ahí su nombrc. La categoría de jomaleros, tan frecuenrementf empleada en otros censosr no aparece en esle rstudio. Esto s. debe al hecho de que sus component€s han sido asiSnados a otros grupos. en particular a los menesrralis que no trabajan en t¿lleres y al personal ..doméstico', úr¿l"s
masculino. El estudio de Qgeréraro tambiér da una idea de Ia eslructura social rural. Luego del primer nivel de grandcs hacendados, y un segurdo nivel de nncheros y admídstradores, existe un tcrcer Íivel, equivalente al de los a¡te§a¡ros en al contexto u¡bano. Este nivel esüá compuesto por dos categorias: los colonos o a¡¡éndata os EI c'tudio d¿ onz.ü. (hencionado
c¡
ta @ra 54) .&¡uyc.¡ la .nuñmdón dc lrabldñi.nrd rd.rci¿les a to¡ ..pcqu.ñor rnd¿jo, d. lor büid, coñúmm.nt. @rccidor @ño .h¡ng.rcs, qu. @roilii& dc un
@od. r.Fó., @h rmac, y umr po.q d.dd d. t.ñ...ulo opi¡.I no .tcúa6. . 6túc¿ E.ld, y qu. podíár cn ürrús. .n c!d. dqrnD, puáto (p. E p¡mro ap!F.íú óno desapaecíe, B qE lur du.ñ;! rc t.nfú E'idend¿ 6iL.." (p¡s. 9t).
243
MEXICO
de úerras de las hacieÍdas (llamados labtadores
et
casi
y los L¡i'afi&ros'
todas las cstadísticas de csa época)t3 que explotaban los bosque§ en bu§ca d€ ca*)ón, tuna y áuo" oiodu.t"s. siendo sesuramente todos ellos resident.s dJ lo3 prcá¿or, que dc-esta manera complementaban sus inere§;s.st Se lis calculaba un ingreso anual Pareci do atáe los maestros art€sanos. Un cuarto nivel incluye a lor uaquercs y los peofts de ruya quc vivÍan.(n las haciendas, y un quinto a los Peones temPorarios (y mu' chachos) que vivían en los pueblos. Dentro de e§ta cs' t-.t*J -t¿ §c puede di§tinguir Io§ sectores p¿¿blo y hacieída-rrncho- Las hacicndas y ra¡rchos tenían bajo ru control diecto y Pennanente a los vaqueros y a los peones de raya. En los pueblos existía un SruPo suPe' 'rior tormado po¡ los colónos (tabradores) y üvaridcros, y uno infcrio; aI que Pertenecían los trabajadores temoo¡arios de las hiciendas. Ambos sectorcs necesitaban ias rienas de las haciendas (o los ra¡chos, más pequeños) para complcmentar su economía' Pero los Primcros arrenáando uri pequeña exPlotación y Ios segundos como trabaiadores asalariados. Resurr'iendo entonc€s la situación del Estado de Querétaro Ducde verse quc en su scctor '1¡-rbano" (no a8rí cola) lás srupos de clase alta o media alcanzan aproxi *"d;."É e'l 20 por cien(o del total. Est¿ cantidad es !á probablemente minimizada, dada la lorma en que se
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5 i v.r pd .j.mpto Jo.é Agr ni. E .ú.1o\ E },dúr¡c¿ d.l .tttdo ¿' rk{¡@, Mádco, ¡834, $¡i.n dit nrd.nr. d¡ pd -nt.
l.D..dñ .tu ñ&¡rior d. l, ii.É d. ¡ú üt i.n.L¡ (pá8.. 19_20 v l1!r20). !t En lÉa! con m.Do¡ d@¡ü¡d d. pobl¡dó¡ Gt .quivd.¡t ! .ran los .dvddi@ ü cuF¡t r sr¡rúi16. Pú inlmÍón tobic ló! Plúladots üldtd & r¡be ¿n ct !i lo Xv,¡l É R.laci6.t d¿t ¡i|lo XVII. n.bi M a O.,^cd: Oclaph t on6 P.blot, .¿itúo Pd F úde .Ll Pu v Tior@@, M¿xi.o, 1910, És.. 9 y !i3!.
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IORCUATO
S D¡ tEI,I,A
I,AS CL]{SES PEI,IGBOS S EN
¡ealizaron las estimaciones. Además, dcbc tenersc en cuenta quc la naturaleza populosa e industrial de la ciudad capital y alrcdcdores atraía una conccntración considerable dc clase obrera en el sector de "fábricas". Las cifras para otros sitios en épocas similares tienden a confi¡mar la prescncia de un sector mcdio considcrable. En la villa de Guadalupc, c€ntro rcligioco c€rcano a la ciudad de México, en 1856, un censo ocupaciond permite estimar el tamaño d€ la clase alta y media en un 3l por ciento del total.6o lnfo¡mación simila¡ corres' pondiente a Mazatlán (Sinaloa)6r cn 1854, regist¡a tarnbién ün 3l por ciento de clasc alta y ñedia (eracluyendo Ia guamición militar; si se la incluye, el porcentaje dcsciende a 29). El cuadro 3 resume la situación en la zona urbana del Estado de Querétaro y cn las ciudadcs de Cuadalupe y Maa'atláa. Los dos gnrpos estadísticos inferiores pertenecen a la clase obrcr¿, pero existe sntre ellos una diferencia, como hemos üdicado, El primero, que trabajaba en grandes y p€qucñas industrias y ccmercios y en las minas, sc hallaba más ü8ado a su trabajo qu. eI s€gundo, que tcndía a emplearse en forma más ocasional, tipo jorna.lcro, .o v{ Jo¿ M. GrL, "Dr¿6 ioriciu 66
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y joha¡.rot d.l cÚpo) d.hdo a lo qu. apññrüí¡ s.¡ su rcsid.ncia úrü¿¡a y dcb¡do ¡ s nún.rc p.qu.ño, ql. @ alt a 16 porót¡id .L nd.ñ §8niñotiE. SóIo e hú .dridd.do Iás cuF.iom3 m$@ü¡a., Lon M. S.rc, 'Apunt s cst.dilt¡@s ¿el pü.rto d. Maz.dán", ASMCE, ¡a ép@& vol. VII, MÉú@, 1859, páer. 321-9!7.
ME)(ICO
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CUADRO 3
P.rfit4 d. gtE.i{idóú úrtt¡!. Porc.útliG sbr' 'l 'ot'l d. l¡ Pobl¡.ión ocuP.d. ñeu¡iM Ctudrd y
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vendedor ambulante o "doméstico". Si bien rstas estadísticas sólo deben tomarse a título indicativo, impresiona la sran dimensión del proletariado mas bajo e i'estable.-oue en los lres casos incluía a más de la mi' tad del toál urbano. Esta partc tan üsible de la Población es la que tl¿maba la atención de los viajeros' v constiruia el material más combustible Pa¡a la Propaga-
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TOBCUATO S. DI TELIA
ción de la violencia. Pe¡o no debe hacernos olvidar el número considerahle de posiciones existentes encima del nivel obrero, que constituían a.lgo má que una pequcña minoría privilegiada. Sin duda existía una pequeña clase privilegiada en la cúspide, que era sumamente "visible. Por contraste, los artesanos, pequeños comercia.nres. emi pleados bajr,s (y los labradores, vivanderos y rancheros dentro del contexto rural) podrían a pri¡nera üsta confundi¡se con la masa proleta.ria, pero ellos no se percibían a sí mismos en esa fomLa. Su vida se hallaba marcada por la inseguridad, no por una permanenre miseria, como era eI caso de la mayoría de los grupos inferiores. El resultado e¡a r¡na escala social caótica, plagada de trañpas y cardas peligrosar, pero tarnbiéí con súbitas Iecr¡peüciones y aperturas. Esto impedía espera¡ de ellos el rol tradicional a¡nortiguador tan frecuentemente asignado al nivel medio. Mientras perdura¡a su situación de inseguridad, constituirían un campo ideal para la generaciór de agitadores y actiüstas políticos. Viviendo entre las masas. a las que sabían cómo incirar. y poseyendo la habilidad necesária para desempeñarse eo posiciones de liderazgo, ocupaban una posición estratégica dentro del sistema político mexicano. Este sistema estaba sujeto a presiones que surgían de diversos niveles de la sociedad. En el nivel superior existían divisiones entra los diversos intereses económicos, particulamente intensas en épocas de tmnsición. En eI extremo opuesto, una masa fácilmente movilizable estaba pronta a irrumpir en momentos de máxima tensión, constituyendo una am€naza potencial p€man€nte. En los niveles medios la üoIenta inseguridad generaba actiludes cor respond ien tes y una detrrmin¿ción de usar el juego polit;co para deltnders€ o contraataca.r. Todo esto ocasionaba una multi, tud de estBtegias y de alianzas aparentemente debidas al más craso oportunismo, pero en realidad basadas en
f,AA CLAAES PELIG&OSA§ EN
MEX¡CO
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la contraposició[ normal de intereses económico§ o con' vicciones ideológicas. Sería ñecesario espera¡ a que estuüera bien entrada la segunda mitad del siSlo xrx Pa¡a que el nuevo tipo de economía del porfiriato simplificara el esquema clalista, barriendo, a los efectos pdcticos, con los restos del sistema anterior.
INDICE lntroducción por Tülio H¡¡p<í¡ Doryhi
y ayllus en el AIto Peru el siglo xvü: Estudio demográfico du¡ante población aymará cn los distritos de dc la y Pacajes en 1786 Chulumani Haciendas
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H.rbqt Irvantamicritos dc masas cn Pcr,ú y Bolivia dulante el siglo dieciocho por
3. K¡citr
poi O¡cú Cortrbtit
Milirarización revolucionaria en Buenos Aires, 1806J815 por lulio H¡lpdiú DonSN Tributo aboüdo, t¡ibuto repuesto. lnvariantcs socioeconómicas en la Boüvia rcpublicana pd Nico!í. S¡ncha Albú¡or Las clascs peligrosas a comienzos del siglo xü cn México
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Ért¡ .dición dG 3.000 .jmple§ tu. conpu..ta y 3d.d. .n ALEPH Compodción cn
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