Resumen tulio alperin donghi De la revolución de independencia a la confederación rosista Segunda parte derrumbe del poder nacional y tentativas de reconstrucción 1820- 1829 Presentación: 1820 1820 es, para quienes lo viven, un año funesto , el de la disolución del estado que por 10 años ha llevado adelante la revolución y la guerra. Lo que queda es una fragmentación al parecer
insanable, un país que se ha deshecho antes de madurar; Bs As, humillada en 1820, es ahora una provincia hegemónica, dominante en una nueva alianza litoral; también es una escuela política para toda la nación.
Su influjo no impide sin embargo que el interior sea campo de rivalidades interprovinciales peligrosamente capaces de llevar a cabo nuevos conflictos. El retorno a la quietud luego de 1820 es un efecto frágil, y la tentativa de consolidar el nuevo orden nacional provoca un nuevo derrumbe más prolongado. Por otra parte, por debajo de las frustraciones que la política aporta, la década del 20 trae, para la economía y sociedad argentina, innovaciones esenciales y duraderas. Aquí también el proceso es poco fácil y placentero; pese a las mutilaciones brutales
que sigue imponiendo a una estructura económica y social que se parece cada vez menos a la colonial, la reinserción de Bs As en los circuitos de la economía mundial comienza a traducirse en prosperidad rural sin precedentes; en el interior una reconstrucción económica en tono
menor, vinculada con la reapertura de la comunicación con chile , y desde 1825 de la ruta peruana, permite retornos a una modesta prosperidad ; solo el litoral desecho por incursiones porteñas y guerras civiles tarda en salir del marasmo que la revolución ha inaugurado en él. I economía 1 un crecimiento desigual La expansión porteña Para Bs As 1820 no es solo el año que marca un nuevo comienzo para su existencia política; también es el de un vuelco decisivo de su orientación económica. En tiempos virreinales, ha
sido el centro administrativo y mercantil de la extremidad meridional del imperio español; la revolución disloco el orden al que la cuidad debía el avance tan rápido. Por 1 0 años no trajo sino ruinas, de las que emergían como efímero vencedores, especuladores locales y mercaderes británicos, ellos también muy pronto arruinados. A partir de 1820, la campaña encuentra un nuevo destino: reemplazar al litoral devastado devastado como proveedor de cueros para el mercado del ultramar. La riqueza urbana se vuelca a esa campaña que se expande.
La ruina del litoral de los ríos Esas nuevas tierras habían sido, en el último medio siglo colonial, la turbulenta frontera económica en expansión de un litoral en ascenso. La revolución y la guerra habían cambiado todo eso: clausuraron por 15 años el mercado de mulas santafesinas y entrerrianas que había
en el bajo y alto Perú, consumieron desenfrenadamente la riqueza ganadera local. Santa Fe,
llego a 1920 sin ganados en sus estancias; la política de prudente acercamiento a Bs As se explica por la urgente necesidad de paz para asegurar la salida del marasmo económico. Pero la rehabilitación será lenta. Santa fe seguirá siendo, en 1830 , la más aguerrida, pero la más pobre y despoblada de las provincias litorales. litorales . Entre ríos ha sido devastada por luchas civiles desde 1814 hasta 1820; las normas de gobierno fijadas por Ramírez en 1818 muestra que la reconstrucción de la riqueza ganadera se había hecho la tarea más urgente. Solo que esa política de rehabilitación es prematura. La guerra vuelve a encenderse, en 1821 Ramírez extrae de su agotada republica 70 mil vacunos que no han de volver. Corrientes volver. Corrientes ha sido igualmente castigada por las diversas matanzas de artigueños y entrerrianos; luego de 1820 sus gobernantes, se preocupan sobre todo por reconstruir la agricultura del tabaco y la artesanía naval, naval, que se defienden mal en el nuevo clima económico. En las costas del Uruguay, las hambrunas crónicas tienen vigencia hacia 1826 . También entre ríos llega al final del 20 con su fortuna ganadera desecha. La banda oriental, que ya no volverá a ser argentina, sufre un destino más rico en alternativas, pero igualmente ajeno a toda prosperidad estable. La ocupación portuguesa ha comenzado por ser expoliadora . En 1823, el traslado al norte de buena parte del stock vacuno es un hecho indudable. En una segunda etapa los ocupantes intentan rehacer el orden productivo en la campaña. Pero esta dura poco, la rebelión rural interrumpe brutalmente y l a guerra internacional deshace nuevamente la riqueza ganadera oriental. El litoral, es todavía en 1830 la que sufre más duramente las consecuencias de la crisis revolucionaria. Sin duda sus posibilidades de expansión siguen siendo vastísimas; pero tras la inseguridad política y la violencia recurrente que la ha venido frustrando, frustrando , surge el predominio de Bs As como nexo entre el litoral fluvial y el mercado ultramarino. El interior y el fin del aislamiento de guerra El interior sus consecuencias en medida mucho menor de lo que se esperaba. Primero, el orden interno aquí ha sido mejor preservado, el derrumbe del estado nacional ha dado lugar a situaciones locales a menudo confusas, pero resueltas sin acudir a conflictos armados demasiados costosos. Segundo comenzaron aquí a corregirse antes que en el litoral las consecuencias más inmediatas de la guerra revolucionaria. La guerra había significado el aislamiento de esta región que en la última etapa colonial había funcionado sobre todo como intermediaria mercantil y de transporte. Desde 1817 chile ha vuelto a ser liberado; ello significa que el acceso del mercado trasandino vuelve a abrirse. A lo largo de la década del 20 resurge un comercio de exportación hacia el oeste de los andes: mulas para las zonas mineras, ganado vacuno para el abasto y los saladeros que surgen en torno a Valparaíso, también jabón cuyano y frutas secas. Esa expansión del mercado chileno aparece muy oportunamente cuando comienza a cerrarse el mercado litoral para los productos de los viñedos cuyanos. Pero a mediados de la década del 20 vuelven a aparecer barcos españoles en la rada de bs as; estos mensajeros de mala ventura para la naciente viña cuyana son seguidos bien pronto por franceses y genoveses. Ha así una nueva y más prolongada crisis de la vid que se retira frente a la alfalfa y el trigo. Las provincias de la ruta chilena recuperan así una cierta prosperidad; en particular Mendoza es en la década del 20 la Barcelona comercial del interior.
Una recuperación más limitada en el norte. Salta vuelve a gozar de las ventajas de su contigüidad con el mercado del norte, desde norte, desde que el alto Perú se transforma en la nueva república de Bolivia. La reconstrucción de salta como centro comercial alcanza niveles modestos. En cambio la rehabilitación ganadera es rápida luego de 1821; 1821 ; la de la agricultura tampoco se hace esperar. La expansión de las exportaciones hace sentir mejor sus efectos en las provincias del interior mediterráneo. En córdoba, avanza la zona pampeana. pampeana . Durante las guerras civiles el botín estará en las barracas de los acopiadores de cuero. cuero . En Santiago, la zona de ganadería, retaguardia inmediata de la frontera chaqueña, cobre importancia c reciente. En Tucumán, la ganadería y la producción de cueros ya dejan de orientarse solo hacia el mercado local. local . En estas provincias se expande además la producción ganadera con destino a chile. Por medio de esa ganadería la zona mediterránea del interior establece una vinculación nueva con la franja de oasis al pie de los andes. andes . En estos se extienden los potreros de alfalfa, destinados al descanso y rehabilitación de los ganados que deber proseguir su marcha hasta más allá de la cordillera.. Menos bien sobrevive su economía mercantil: al perder bs as los mercados chileno y cordillera alto peruano, a los que deja de proveer productos ultramarinos, el interior pierde también su papel intermediario. intermediario. Menos rápida fue sin duda la decadencia de las actividades artesanales del interior. La textil, si en algunos rubros recibió un golpe definitivo con la apertura del comercio libre con Europa industrial, industrial, en los más importantes resistió bastante bien esa concurrencia. En particular la tela de lana importada era todavía demasiado cara para amenazar la del interior. De este modo el interior soporta con daños menores de los esperables los cambios económicos traídos por la emancipación. emancipación. Lo que le permite sobrevivir es la adhesión sucesiva a soluciones económicas de efímera vigencia. Es incapaz de incorporarse de modo estable a la nueva economía marcada por la relación más íntima con las metrópolis industriales y financieras de Europa. Problema de circulación económica Si la economía primaria del nuevo país comienza la década en examen bajo el signo de una rehabilitación, vertiginosa en Bs As y sensible en casi todo el interior, esa expansión aparece afectada por dificultades viejas y nuevas en torno de la circulación económica. El comercio sufre con los golpes episódicos pero frecuentes aportados por los conflictos interprovinciales y locales; la decadencia de las vías de comunicación se manifiesta. La política fiscal de las nuevas provincias también incide sobre el comercio interregional, al que contribuye a encarecer. Pero sobre todo es la nueva estructura comercial, constantemente desequilibrada, la que hace precaria la circulación económica. El déficit del intercambio con ultramar se hace constante , la ganadería tardara aun dos décadas más para cubrir el inmenso hueco dejado por la desaparición de las exportaciones de metal precioso peruano, las importaciones no cesan de crecer. El circulante metálico, que emigra del interior a Bs As y de Bs As a ultramar. La década del 20 se abre entonces con un conjunto de aventuras monetarias que, siguiendo el ejemplo dado por la salta de Güemes, buscan imponer como moneda de plata reemplazante, son las pesetas federales de Araoz. A mediados de la década la fiebre de acuñaciones parece calmarse; es que vuelve a fluir, aunque en escala menor que antes de 1810, el metálico alto peruano.
En Bs As la falta de moneda pequeña, se hace sentir cada vez más desde que el estilo mercantil por revolucionario expende el uso de la moneda: las emisiones del cobre, buscan cubrir esta necesidad nueva. La segunda mitad de la década actualizan los problemas derivados de la escasez de metal, que se agrava, para resolverlos, se recurre a una solución de emergencia. Es la moneda de Bs As, ese papel de curso forzoso y sin respaldo alguno, cuyo valor en metálico decrece en relación con las emisiones. El papel es moneda interna de bs as; la tentativa de imponerlo al resto del país, fracasa; el interior prefiere el peor metálico al mejor papel. Para la circulación internacional ha dejado ya de utilizarse el metálico como instrumento predominante; junto con el aparece ahora la letra
sobre la plaza de Londres. El triunfo de la letra de Londres consolida el de los comerciantes británicos que han venido conquistando el mercado rioplatense desde antes de 1810. El comercio internacional Liverpool sucede Liverpool sucede a Londres como puerto de comunicación con el rio de la plata, y el textil barato avanza sobre los demás rubros de un abanico de productos industriales. Sobre el textil por una parte, y por otra los cueros, se constituyen lo esencial del vínculo comercial con gran Bretaña, que sigue siendo el dominante, y ahora se mantiene con espíritu más m ás rutinario. Reaparecen así rasgos conocidos desde la época virreinal, el gran mercader aumentara sus lucros ampliando sus márgenes de ganancia. Los comerciantes ingleses reemplazan así a los españoles en el culto por el mercado ordenado y sin sorpresas. La presencia norteamericana se apoya en una flota comercial técnicamente muy eficaz, que introduce, junto con productos estadounidenses, desde la seda de Cantón hasta la sal de las islas del cabo verde v erde.. Pero lo esencial son textiles vastos, más baratos pero más ordinarios que los ingleses, y harinas para una demanda urbana en expansión. Francia, complementando más bien que reemplazando las exportaciones británicas, conquista el mercado de textiles de lujo y semilujo, de lencería, ropería y ebanistería. Pero Francia no es una amenaza para la hegemonía británica, apoyada además en el mantenimiento de un casi monopolio de compra de las exportaciones argentinas y sobre todo en el dominio de los instrumentos financieros de relación con el resto del mundo. De este modo la nueva naciones instala en el orden económico mundial, se encuentra en la expansión ganadera. Apoyada sobre todo en la abundancia de tierras de vacías, en el medio para compensar algunas de las muchas ruinas portadas por la crisis revolucionaria. ¿No es posible alcanzar una expansión más rápida y diferenciada? La raíz del problema parece encontrarse en la nueva metrópoli económica y financiera, si gran Bretaña ha logrado reemplazar a España como dominadora de las estructuras comerciales, no ha tomado a su cargo una función que España también había cumplido muy mal: la de invertir capitales en una economía pavorosamente pobre en ellos, frenada en su ex pansión por esa escasez extrema. Argentina y la economía mundial; la crisis de 1825 y sus consecuencias A medida que avanza la década, parece abrirse la posibilidad de un cambio radical: el mercado británico de capitales comienza a interesarse por américa latina. El subcontinente se ha transformado en uno de los grandes mercados de la industria inglesa. Y esta conquista se había
logrado sin inversiones apreciables; la disponibilidad creciente de capitales parecía prometer avances aún más fructíferos. Por otra parte, la misma propaganda en favor de las nuevas naciones insistía más allá de toda mesura en sus infinitas posibilidades in explotadas. De ellas era la minera las más atractivas. El episodio, concluido con el derrumbe bursátil 1825, 1825 , dejaba a la provincia de buenos aires con una deuda más vasta delo que podía soportar, proveniente de un empréstito, empréstito , negociado por comerciantes porteños. Esos mismos comerciantes, por cuenta de una compañía riojana, que contaba con el beneplácito de facundo Quiroga, negociaban la creación de una compañía minera británica que debía explotar el cerro Famatina. Rivadavia, ex ministro porteño y destinado a más altos destinos, se cruzó con sus proyectos patrocinando el también un campaña minera riojana. Las pocos decorosas polémicas entre los rivales tuvieron por teatro la bolsa de Londres y las columnas del times y alcanzaron aun a resonar en la correspondencia diplomática inglesa ¿debemos ver aquí una de las causas secretas de la guerra civil que iba a comer pronto? Nada menos seguro; el interés de Quiroga en esa dudosa especulación minera, fue tardío y distante; cuando se produjo el conflicto la legislatura riojana ya había transado, en ceder los derechos de explotación y acumulación, por su parte Quiroga se había desprendido previamente de las acciones en la empresa rival de la fundada por Rivadavia. Las ruinas dejadas por la crisis financiera de 1825 no era entonces muy importante. Pero en algún aspecto sus consecuencias fueron graves: luego de la crisis lo que se desvanecía era la posibilidad de una renovación profunda de la economía con aporte de capitales ultramarinos. Luego de 1825 parece cada vez mas que es definitivo. No es arbitrario ver en este cambio de perspectiva una de las causas de la hostilidad contra el contacto extranjero que se hace sentir entre los gobernantes latinoamericanos de la década del 30: Rosas en argentina. Pero también estas renuevan sus perspectivas de futuro a partir de las l as enseñanzas que la crisis aporta: las posibilidades de una transformación profunda de las economías latinoamericanas se hacen remotas, paralelamente la imagen que las nuevas metrópolis económicas elaboran del fututo de américa latina se hace cada vez estática. De aquí se derivan preferencias políticas muy precisas: los gobernantes innovadores, cada vez menos apreciados, las innovaciones son de éxitos difícil, preferibles son entonces los jefes políticos que se fijan como objetivo el mantenimiento de un orden férreo. La pérdida de fe en un futuro que de manera menesterosa corregía las fallas del presente a menudo deplorable hace aún más insoportables los golpes que sufre la economía argentina durante la segunda mitad de la década del 20. Estos tienen una fuente principal: la guerra brasileña que desequilibra con sus costos las finanzas públicas. Sobre todo las provincia de Bs As fue afectada-en plena expansión ganadera- por las consecuencias del conflicto aquí la inflación y el bloqueo golpeaban con mayor violencia, la población rural sufría las consecuencias de una producción que se paralizaba, sufría además el peso del enrolamiento. En la cuidad es sobre todo la inflación la que causa estragos, combinada con el bloqueo. Los productos ultramarinos cuadriplican cuadriplican su precio, los sueldos de los funcionarios públicos quedan fijos, dueños de inmuebles, importadores, prestamistas prestamistas se hacen rápidamente.
Cuando la paz con el Brasil elimina el bloqueo que ha cortado los contactos comerciales ultramarinos,, bien pronto la revolución de diciembre de 1828, y sobre todo la reacción que ultramarinos despierta en la campaña de Buenos Aires y en la provincia del interior dejan al puerto aislado y desprovistos de frutos para exportar. Pese a que la expansión productiva no se detiene, el clima económico de cerrado pesimismo es uno de los legados de l a turbada década del 20 a la que ha de seguirle. II La política 1 del derrumbe a la reconstrucción del poder nacional Luego de 1820. Los poderes provinciales como herederos de la crisis. El gobierno nacional sucumbió en 1819/20 a un desgaste político provocado en parte por el descontento creciente que el costo de la guerra suscitaba. Pero antes de sucumbir preparo eficazmente la ruina de su rival; al aceptar la nueva intervención portuguesa en la banda or iental contribuyo a despojar a Artigas de base política más segura; segura ; con la banda oriental en manos portuguesas no le quedaba al litoral apenas se volviese hacia la paz y sus tareas, mas intermediario con el resto del mundo que Bs As. Pero antes de llegar nuevamente a una hegemonía de Bs As en el litoral, litoral, el resultado inmediato de la caída de Artigas iba a ser la desintegración de su sistema político, reemplazado por una pluralidad de centro de poder independientes entre sí. Efectos semejantes tuvo la disolución del poder nacional en Tucumán y cuyo. Aquí también se iba a dar una primera etapa de fragmentación de fragmentación del poder político, esa fragmentación iba crear algunos grandes herederos del poder nacional, aspirantes a hegemonías regionales o aun naciones, y otros herederos menores, inestablemente afirmados en el marco de una única provincia. Bernabé Araoz coronel, gobernador i ntendente de Tucumán se transforma ahora en presidente de la republica de Tucumán. Tucumán . Intenta conservar la estructura administrativa de la gobernación intendencia. No lo logra, tiene una tradición ya larga de oposición al centro administrativo del que depende; esa oposición, que había tenido su fortaleza tradicional en el cabildo de Santiago ahora, Santiago debería sufrir sin paliativos el peso de la hegemonía tucumana. El cabildo santiagueño encabeza las protestas contra la incorporación a la republica del Tucumán. Mientras los cabildantes debaten, el jefe de las tropas de la frontera india marcha sobre Santiago: Felipe Ibarra, ha sido menos hostil a la hegemonía tucumana que los comerciantes y dueños de tierras regadas inmediatas a la capital; agotadas las posibilidades de esta, se lanza decididamente a la lucha por la sucesión. Conquista la capital, mientras se amontonan las renuncias de despavoridos cabildantes y gobernara la provincia durante los siguientes 30 años. Tampoco Catamarca, se resigna a permanecer incorporada a la nueva república. Su separación rematara un proceso largo y complejo, en 1821 también Catamarca se separa de la republica tucumana; tres provincias comienzan ahora su existencia existencia separada.
La caída del gobierno central afecta al más importante de sus apoyos en el interior . El predominio de Güemes en salta ha sido socavado por la prolongación de la guerra en la frontera alto peruana. peruana. A medida que se alejaba la perspectiva de una restauración del poder español los adversarios salteños de Güemes tendían a buscar nuevos nuevos apoyos, no al norte sino al sur, surgía el partido de la patria nueva. Este partido se entendió de inmediato con Araoz; como tucumano, iba a facilitar la ruina de demasiado poderoso gobernante salteño, una incursión realista exitosa lanzada desde el antiplano causa la muerte de Güemes. Ha llegado la hora de la patria nueva, Ollañeta puede en 1822 avanzar triunfalmente por la quebrada de Humahuaca, recibiendo multitud de inesperadas adhesiones. Gracias a la reconciliación de aristocracia remota su predominio sobre una plebe desencantada de los resultados. De la experiencia política política dirigida por Güemes; se da una administración que gana el aplauso de exigentes observadores de bs as. En el centro del país la crisis del estado central deja a una provincia aspirante a la hegemonía regional y acaso regional. Córdoba está muy claramente a la cabeza de las provincias que parecen impacientes por sacudir la tutela porteña. Se basa además en las modalidades de la secesión, se ha dejado a córdoba el control de un fragmento importante del antiguo ejército nacional. La provincia de córdoba se separa, del gobierno central luego de que el ejército del norte sublevado en arequito, se ha rehusado a seguir obedeciéndolo y a intervenir en la lucha contra el litoral artiguista. artiguista. Pero esta solución debió enfrentar la oposición de bustos, que se alzó con el poder y fue recibido por algunas grandes familias vinculadas con el comercio de la capital y dueñas de tierras ganaderas. Ahora el grupo cordobés antes directoral iba a seguir una política más independiente y más ambiciosa: su propósito seria llegara una organización de un nuevo poder central, los nuevos dirigentes cordobeses esperaban poder aunar tras de sí a casi todas las restantes provincias. No le iba a ser fácil: córdoba sostenía a la vez ambiciones hegemónicas que despertaban los naturales antagonismos. Las vicisitudes de la toma del poder por bustos provocaron la secesión de la rioja. Un golpe militar encabezado por el corones Mendizábal desemboco en la formación de una provincia autónoma. autónoma. Así, la intendencia de cuyo a seis años de su creación, se separó entres fragmentos, de los cuales el más importante era el mendocino, gobernado por su elite de mercaderes y hacendados. Así 9 provincias reemplazaban a las dos que que existían en 1810, a las 4 ya organizadas antes de 1820; cada una de ellas recibe un gobierno que se acerca como puede al exigente ideal constitucional impuestos por “las luces del siglo”. Se crean así poderes legislativos. Estas tienen
organizaciones casi siempre sumarias, y la mayor parte de los gastos de las nuevas provincias los absorbe el presupuesto de defensa. La revolución ha dejado como innovación destinada a durar la presencia de cuerpos armados relativamente numerosos. Estos exigentes sostenes del orden, luego de las agitaciones de 1820, permanecen por varios años gravitando desde segundos planos.
La autoridad de artigas no se había ejercido directamente; en entre ríos y santa fe eran dirigentes locales los que habían orientado a ambas regiones, con universal apoyo, al bando federal. En corrientes el artiguismo está lejos de alcanzar las connotaciones sociales que tuvo en la banda oriental. La eliminación de artigas, impuestas por las victorias de Ramírez dejo a corrientes dominada por este e incluida en la efímera republica de entre ríos. La aventura final de Ramírez al este del Paraná facilito un levantamiento de elementos locales, que tuvo por jefe a Esquivel y por inspirador a ferre un carpintero de ribera, que durante 20 años dominaría la escena política de su provincia bajo la influencia de f erre, corrientes se identifica con lo s sectores de la ciudad y su breve zona agrícol a, para los cuales el comercio libre es ruinoso. La c onciencia aguda de esta situación dará a la política correntina una ori ginalidad muy acentuada. En los años posteriores a 1820 corrientes se determina políticamente a partir del recelo hacia su antigua dominadora y vecina del sur; el temor a entre ríos la acerca a santa fe y , por medio de ella establece una comunidad de interés inmediato con Bs As. Luego de la derrota y muerte de Ramírez entre ríos no justifica ya tantos recelos. Empobrecido por el prolongado esfuerzo de guerra, el continente de entre ríos se halla políticamente bajo el dominio de un porteño. Mansilla hará en el gobierno de entre ríos la política de Bs As, la de su gobierno go bierno pero también la de su clase dominante. Mansilla es escasamente popular entre sus gobernados. Santa fe debe su primicia a la suerte de las armas: su gobernador Estanislao López, un antiguo comandante de frontera, ha vencido a Ramírez, lo ha expulsado del territorio santafesino y la ha empujado a la incursión cordobesa en que el supremo entrerriano encontraría la muerte. L ópez sabrá evitar nuevas aventuras, en esto parece contar con la aprobación de sus gobernados, fatigados de tantas luchas. Santa fe se alinea entonces sobre bs as; López arroja su influjo a un decisivo, en 1820/21, contra las tentativas de bustos, dirigidas con igual discreción a enfrentar la amenaza de una renaciente hegemonía porteña. La amistad con bs as es el fundamento de toda la política santafesina; López no considera contradictoria con ella la consolidación de relaciones particularmente cordiales con otras provincias; la amistad de Santiago del estero, dominada por Ibarra, garantiza a santa fe contra cualquier veleidad ofensiva de córdoba, del mismo modo que la de corrientes mantiene mejor controlada a entre ríos. Buenos aires: retorno a la hegemonía Surge de la crisis del año 20 como una provincia más, sus posibilidades hegemónicas parecen por el momento comprometidas. La división de los vencedores mejora sus perspectivas; el acercamiento con santa fe y córdoba provocado por la amenaza de Ramírez y la más prolongada de carreras constituye un desenlace inesperadamente feliz. Bs as se adapta bien pronto a las nuevas tácticas políticas que la disolución del estado impone, busca en el frente andino un factor de equilibrio contra Córdoba, en la que ve su más seria rival. Dominante ya sobre el litoral que la ha vencido, bs as se previene mediante esta política cautelosa del peligro que para su situación implicaría un interior unificado bajo la egida de la provincia más populosa de la región. De este modo un cambiante equilibrio inter provincial reemplaza a la perdida unidad, y no siempre con desventajas. La desaparición del estado central ofrece a bs as beneficios adicionales: implica el fin del esfuerzo de guerra y la eliminación de la parte del fisco central, la
renta aduanera queda en manos de la nueva provincia. provincia . Seguir desentendiéndose de los problemas que la presencia portuguesa en la orilla oriental del plata planteaba. De La crisis de 1820 la provincia porteña ha surgido con un aparato aparato institucional renovado. La crisis del 20 ha enfrentado a bs as, los restos de la la clase política que ha dirigido. Pero la vieja oposición se entiende mal con los caudillos litoraleños vencedores antes los cuales deben mantener, para no perder prestigio frente a su clientela política plebeya, exigencias inadecuadas a quienes hablan en el nombre de los vencidos. Por lo contrario la antigua clase política sigue usando un arte maniobrero más admirable por su eficacia que por su elegancia: frente a los vencedores se mostrara indefectiblemente servicial; dividiría a sus rivales locales, la figura del coronel Dorrego, también el antidirectorial bienquisto de la plebe porteña, pero irreductible enemigo de los caudillos litoraleños. Los secretos dominantes en la economía local vuelcan su periodo en el conflicto y salvan el orden: las tropas de frontera comandadas por Martin Rodríguez y las milicias rurales de las zonas ganaderas del sur eliminan la amenaza de una rebelión de las turbas en octubre de 1820. De la política del partido del orden apreciaban sobre todo la vuelta decisiva hacia la provincia y sus problemas específicos, el reemplazo de la ambiciosa y necesariamente belicosa tradición revolucionaria por el reconocimiento de la primicia de los problemas administrativos; apreciaban también la valiente reforma militar, orientado sobre todo hacia la defensa de la frontera indígena. Apreciaban también el cuidado con que se evitaba el déficit fiscal. Superando ese sombrío pasado el partido del orden habría creado el crédito del estado mediante la emisión de títulos que alcanzaron valor estable en el mercado financiero. Las reformas así introducidas, tendían a la instauración de un estado moderno dentro de los límites de la provincia: eliminación de magistraturas, reforma de la justicia, con destrucción del fuero especial cooperativo para los comerciantes; c reación de un sistema de enseñanza pública dirigido por la universidad, fomento de las artes, las ciencias y la cultura; reforma eclesiástica. Ese estado nuevo debía apoyarse sobre bases financieras también nuevas, creo sin embargo un aparato impositivo más complejo que grababa el capital mueble e inmueble mediante la contribución directa. La acción renovadora se extendió aún más decididamente al conjunto del sector económicofinanciero: al lado de la ampliación de la superficie explotable de la provincia; en el campo financiero está la ya mencionada creació n del crédito del estado, que convierte sus viejas deudas en papeles que alcanzan bien pronto reputación de solides y por lo tanto cotización estable; est a la creación del banco de descuento. Toda esa masa imponente de transformaciones político-económicas va acompañada con una creciente prosperidad rural, pero también urbana y que se traduce en progresos en la edificación privada y pública. Esas transformaciones no son a juicio de los gobernantes sino un comienzo: el fomento de la inmigración europea debía asegurar avances aún más acelerados. Pero esa brillante experiencia esconde numerosas flaquezas: en primer término, los avances de la democratización política debilitan la hegemonía del grupo dominante; es un inútil recordatorio de la presencia de un sector, cuya distancia se mantiene. Por otra parte, el grupo gobernante conserva las características de un sector formado en un clima político de predominio
oligárquico, las oligárquico, las rivalidades de personas conservan un papel muy importante; la conclusión del gobierno de Rodríguez y la elecc ión de su sucesor dan lugar a tensiones de las que el partido del orden ya no ha de recuperarse. El general las Heras es el elegido gobernador en 1824. En efecto es un grupo político quebrado en su unidad el que ve resurgir frente a él problemas que la disolución del estado habían permitido hasta entonces esquivar, y cuyo solo planteamiento revela otra de las causad de debilidad del orden surgido de la crisis de 182 0; este se ha mantenido gracias a que las circunstancias han quitado gravitación inmediata a ciertas causas de tensión, cuyo resurgimiento era por otra parte inevitable. La coyuntura internacional, que en la década del 20 se hace más favorable a los nuevos estados hispanoamericanos, en la medida en que aleja a gran Bretaña de las potencias continentales facilita el reconocimiento de su independencia; con motivo de esta el problema de la falta de una organización estatal recuperara toda su urgencia. Por último, la agitada coyuntura económica de los años centrales de la década contribuye a agravar conflictos y tensiones acentuando el contraste entre los progresos políticos de la primera parte del decenio y las luchas desencadenadas en la segunda. La tentativa de reorganización nacional y sus problemas En 1824 la sucesión de Rodríguez cuenta ya con un testigo excepcional, excepcional , el cónsul y su majestad británica woodbine británica woodbine Parish. Ha venido al rio de la plata a firmar un tratado de reconocimiento de la independencia de las tan escasamente unidas provincias unidas. Su interlocutor es el doctor García, uno deseos amigo fieles de Inglaterra que no escasean en nuestro escenario histórico y suelen caracterizarse por la preferencia de los segundos planos y una singular capacidad para la supervivencia política. Pero el problema es otro: ¿en nombre de quien negocia García? Parish no deja de advertirlo. No se satisface con las explicaciones excesivamente complicadas que alegan delegaciones; quisiera ver al gobernador argentino respaldado por el pronunciamiento de un cuerpo nacional. El doctor García puede informarle informar le que, ese cuerpo está a punto de construirse; a partir de ahora su formación será acelerada por las nuevas necesidades de la política internacional. La convocatoria de un nuevo congreso nacional es un hecho decidido; la razón de urgencia invocada es la crisis permanente y cada vez más aguda de la banda o riental. Buenos Aires se ha opuesto tenazmente a la reunión del congreso de bustos. En 1823 su predominio se ha consolidado mejor; al parecer la provincia porteña cree que ya es posible utilizar el proceso de reorganización para institucionalizar su reconquistada hegemonía; muy significativamente ahora ya no encontrara oposición seria su propuesta de que el futuro congreso se reúna en Bs As. Sin duda el congreso ha de ser constituyente; pero antes de dar una constitución, antes sobre todo de que el aparato del nuevo estado entre a funcionar, este mismo congreso deberá contribuir a suplir su ausencia. Ahora bien, la delegación porteña no solo no contiene representantes de la antigua oposición local; se halla además firmemente en manos de los sectores del partido del orden que se sienten desplazados por el ascendiente creciente de García.
Pero esos triunfos en el plano local no apaciguan las ambiciones de los jefes de la bancada porteña; al revés de las Heras, ajeno hasta su elección a la experiencia política comenzada en 1820, y de García, que no es un políti co con caudal propio, estos hombres diestros en el maneja de los recursos políticos se preparan a acelerar su triunfo utilizando para ello su posición dominante en el congreso nacional. En esa masa incoherente y poco numerosa de 9 diputados de Bs As logran sin trabajo imponerse durante toda una primera etapa lo harán en concordia con el gobierno de su provincia y las del interior. interior. Fruto de esa etapa es la ley fundamental , que crea un esbozo de poder nacional, nacional , delegado en el gobierno de la provincia de Bs As, encargado en la guerra, y las relaciones exteriores y dotado en otros campos de atribuciones concurrentes con las de las provincias . Igual cautela conserva la ley fundamental frente a las diferentes situaciones políticas provinciales: proclama el escrupuloso respeto a las existentes y la renuncia a toda intervención frente a ellas. Es preciso, todo progreso institucional para implantarse sólidamente, debe partir de los pueblos mismos; por otra parte el congreso debe cuidarse de caer en los errores de sus predecesores, volviendo a adoptar una política que exija medios de los que no disponen. Bien pronto el congreso tomara el camino opuesto, ¿Por qué? Hay razones vinculadas con el congreso mismo en el esa política de prudencia encuentra resistencias inesperadas: es característicos que sea el diputado Mena presentante de Santiago del estero por voluntad de Ibarra, quien proponga hacer del congreso un medio de eliminación de lo que llama las tiranías provinciales. Tras de ellos, la gente decente del interior es la que espera liberarse de la mediatización que en más de una provincia le han impuestos caudillos de origen militar, y en otras quiere utilizar al naciente poder nacional como carta de triunfo en sus rencillas internas. De todos modos las causas potenciales del conflicto se arremolinan sobre el congreso. El estado nacional se está construyendo ya; aun a mediados de 1825 Gómez sostiene que ese proceso no debe ser amenazada por una demasiado rápida promulgación de la constitución; sigue teniendo las controversias que ella despertara. Pero no es la constitución el único estímulo para las disidencias; la misma reconstrucción del estado, por discretamente que se lleve adelante, las provoca necesariamente. Sobre todo porque ya a mediados de 1825 esa reconstrucción ha comenzado a revelar que amenazas encierra tanto para buenos aires c omo para las restantes provincias. Aun así la reconstrucción debe seguir a delante; es sobre todo la coyuntura internacional la que la acelera. Ya en sus primeras sesiones el congreso ha comenzado a dibujar la personalidad internacional del estado, al adoptar el tratado de comercio y amistad con gran Bretaña, sin oposiciones importantes. Meses después, el fin de la guerra de independencia y la expansión de
la hegemonía de Bolívar hasta las fronteras septentrionales de las provincias unidas, volvían a actualizar el problema del lugar de esas provincias en el mundo. Estos problemas poco cuenta sin embargo ante el más importante de todos: la presencia brasileña en la banda oriental. En torno de él, los gobernados del partido del orden han mantenido una actitud en extremo prudente. En ese momento el cabildo de Montevideo había
buscado auxilios en la otra banda del plata; había encontrado recepción reciente en bs as y eco más cálido pero no más efectivo en santa fe. El gobierno de bs as concluyo enviando al canónigo Gómez en misión a rio de janeiro; el gabinete imperial no se mostró dispuesto a rendirse a sus buenas razones, y el enviado retorno pro fetizando que solo la fuerza de las armas podría obligar a Brasil a devolver esa tierra antes española que había transformado en provincia cisplatina. Pero el poder brasileño arraigaba dificultosamente en la banda oriental en Montevideo la oligarquía urbana en que se habían apoyado los portugueses había revelado en 1822 los límites de su adhesión al orden extranjero. sin duda Brasil seguía contando con la adhesión de figuras significativas; pero esa adhesión misma era claramente oportunista. El orden imperial estaba entonces muy mal defendido contra una crisis. Esta era temida por los gobiernos porteños, nada deseosos de enzarzase en un nuevo e interminable conflicto más allá del plata. El coronel Dorrego en particular, había sugerido, antes de las elecciones legislativas de ese año, la posibilidad de llevar al gobierno provincial al general san Martin con un programa de guerra. Ni iba a ser así, sin embargo: bajo el influjo de García el nuevo gobernador no innovó en este aspecto sobre la política de su predecesor. La política de bs as frente a la presencia brasileña, si en los hechos era de total pasividad, en las declaraciones de principios seguía siendo de hostilidad. El problema oriental comenzó por estar solo latente; la expedición de los 33 orientales emprendida en abril de 1825 le devolvió entera actualidad. Dirigida por Lavalleja. En septiembre un congreso reunido en la florida proclamaba la reincorporación de la banda oriental en las provincias; en octubre la victoria de sarandí encerraba a los brasileños en Montevideo, colonia y Maldonado. Son esos avances los que dan cada vez mayor fuerza al partido de la guerra. Mientras tanto la vieja oposición y la nueva disidencia que desde 1824 divide al partido del orden empujan a la guerra. El gobernador las Heras intenta forzar un voto de confianza presentando su renuncia; sabe muy bien que el congreso no tiene a un reemplazante disponible. Pero la maniobra fracasa: el congreso rechaza por el momento la l a renuncia, sin aprobar la gestión del gobernador de bs as y anunciando su intención de crear oportunamente nuevas autoridades nacionales. Luego de sarandí, el gobierno de las Heras no se atreve ya a resistir la presión que empuja a la guerra; la incorporación de la banda oriental a las provincias unidas, resuelta por el congreso el 24 de octubre de 1825 y la hace inevitable. Así, el gobierno las Heras- gracia es obligado por sus enemigos abiertos o solapados a dirigir una guerra que no ha querido, de la l a que no espera, nada bueno. La guerra brasileña La guerra significa en efecto, una crisis de alcances imprevisibles: los avances económicos, políticos y administrativos de los 5 años anteriores son amenazados por ella. La nueva coyuntura acelera la reconstrucción del ejército nacional. Desde los rincones en que maduraban su descontento. Sin duda el peligro político que esta resurrección implica no es inmediato, pese a las críticas a menudo malignas de algunos algunos de sus subordinados, subordinados, Alvear se desempeña desempeña con gran eficacia:
sobre la base de tropas orientales formadas en la guerra de sorpresas y emboscadas que venía practicando Lavalleja. Alvear iba a formar un cuerpo numeroso y disciplinado, capaz de vencer en batalla abierta al ejército imperial. Las dificultades para ello estaban lejos de ser solo técnicas. Incorporada la provincia oriental su ejército fue también incorporado al nacional. Lavalleja, disconforme con su postergación se retiró a una pacífica disidencia. El gobierno nacional no ha de aceptar esta solución: aprecia en poco la capacidad militar de Rodríguez, desconfía de la lealtad siempre versátil de rivera. Alvear reemplaza a Rodríguez en el mando reincorpora a Lavalleja a las fuerzas nacionales. Esta solución-políticamente feliz- dejaba en pie grandes dificultades para el concreto manejo del ejército: las relaciones entre los oficiales de carrera y los jefes hacendados de las tropas orientales iban a ser siempre tirantes. La lealtad de los postergados orientales no causa inquietudes serias: el ejército nacional de tan heterogéneos orígenes, no conocerá fragmentaciones. En ese ejercito el que el 20 de febrero de 1827 vence en ituzaingo a las fuerzas brasileñas. Alvear es impopular entre oficiales y tropas; la falta de persecución eficaz del enemigo luego de la batalla le será acremente reprochada, mientras la s deserciones comienza a corroer la estructura del ejército. 6 meses después de ituzaingo las tropas nacionales han perdido terreno frente a las imperiales. En él se ha alcanzado la victoria pero no la decisión del conflicto. Para las provincias argentinas, la guerra impone una costosa organización militar, que es proceso sostener más allá del plata, se traduce en el bloqueo del rio. Las provincias unidas carecen de flota de guerra: las imperiales buscaran entonces en su superioridad naval el medio para una decisión, el gobierno de bs as se decide a organizar también una fuerza naval: Brown es puesto al frente de algunos barcos mercantes. La flotilla debe luchar contra adversarios mucho más poderosos, obtiene contra ellos éxitos inesperados. En marzo de 1827 la flotilla de Brown es desecha en un nuevo intento de quebrar la línea bloqueadora. Estas han adoptado ya otro instrumento de lucha naval. Con el proyecto de creación del canco nacional, una dimensión de la crisis comienza a hacerse sentir agravando las tensiones políticas. El banco nacional proyectado cumpliría a la vez f unciones de banco de descuentos y de emisión. La guerra aporto una crisis a la que el banco de descuento no podría sobrevivir: a comienzos de 1826 fue precisos decretar el curso forzoso, como prohibición de emisión de nuevos billetes. La resistencia del grupo que domina el banco de descuentos a la creación del banco nacional debería por lo tanto disminuir. No ocurre eso, sin embargo: este grupo lo acentúa, para sacar el máximo provecho de la liquidación de una empresa a la que ha llevado a la ruina.
La creación del banco nacional es aprobada por la mayoría abrumadora de los diputados. A los largo de la discusión se ha revelado la existencia de otro conflicto que había logrado interesar menos a la opinión publica contemporánea: el que nace del monopolio de emisión de metálico concedido al banco nacional. Este choca con las aspiraciones de una provincia-la ri oja-. Para explotar su riqueza argentífera la provincia organiza dos instituciones: una sociedad de minas y un banco de rescate y emisión. Estos avisados hombres de negociones no parecen creer en las posibilidades inmediatas de las minas riojanas, le interesa sobre todo controlar la casa de moneda. Producida la crisis la compañía riojana de emisión no aspira a nada mejor que a vender sus derechos al más alto precio posible. A la transacción se llegara en 1826, en junio la legislatura riojana aprueba el acuerdo por el cual la compañía del banco de rescate y casa de moneda cede todos sus privilegios al banco nacional. El banco nacional es entonces creado en la concordia. El congreso se aproxima al momento de las decisiones. Desde fines de octubre de 1825 está en bs as Rivadavia, de retorno de un viaje a Europa que le ha dejado no pocas amarguras. Rivadavia es la figura que el grupo porteño del congreso necesitaba para oponer al más opaco García. La adhesión de este grupo a la figura de Rivadavia tiene bastante de oportunista. Rivadavia será el jefe del poder ejecutivo; el 3 de febrero de 1826 el congreso crea la presidencia de la nación, no ya como autoridad provisional, sino como magistratura destinada a formar parte del futuro ordenamiento definitivo. Rivadavia es designado para el cargo que acaba de crearse. En efecto, el presidente proponía también nacionalizar la cuidad de bs as. El 8 de marzo la ley era aprobada con el voto unánime de los representantes de la provincia destruida. Aunque esta no se iba a producir la ley de capital tenia consecuencias gravísimas: rompía todo un equilibrio político que era el que había sostenido la experiencia porteña comenzada en 1820. La destrucción de las instituciones de la provincia, unida a la de la provincia misma asegura a la presidencia una sólida impopularidad. De todos modos con la ley de capital el congreso ha recorrido hasta sus últimos tramos uno de los caminos que se le abrían: han creado un pode nacional con ejército, tesoro y territorio bajo su administración directa. El año 1826 lo ocupara en redactar una constitución pero no impide que ya en el momento de presentarse la constitución al país –diciembre de 1826- sea evidente que abra de correr el mismo destino que su modelo había enfrentado 7 años antes. En ese momento el interior se encontraba en guerra civil. No es extraño entonces que el mismo sector que había arrojado su peso en favor de una guerra hasta la victoria o la muerte fuese finalmente ganado por los partidarios de una paz rápida y sin victoria. A ella invitaba, la diplomacia británica; finalmente el gobierno de Rivadavia juzgo bueno inclinarse a sus consejos. Gran bretaña y la guerra con el Brasil: la negociación ponsonby El gobierno de bs as esperaba en efecto, de Inglaterra que favoreciese el retorno de la banda oriental a las provincias unidas, esperaba también que impidiese el empleo del bloqueo. ¿Tenía
razones el gobierno porteño para contar con una intervención británica?. En cuento al primero parece que sus esperanzas habían sido alimentadas, por el cónsul parish; en cuanto al segundo, se apoyaban en un sentimiento muy compartido en los círculos mercantiles ingleses de bs as. Pero esas previsiones no tomaban en cuenta un elemento determinante de la política de Londres, el imperio brasileño, que era el principal mercado para la exportación, y a la vez la zona más estable de latino América. En ese clima de creciente apremio va a actuar en agente especial cuya presencia revelara el interés de gran Bretaña en el fin de la crisis: lord Ponsonby, como mediador amistoso ante los países en guerra. En la capital imperial su existo es limitado: ni el retorno del territorio oriental contra indemnización ni su constitución de estado independiente. La conclusión del agente británico es que, para que haya paz, es preciso que sea el gobierno de bs as el que ceda. Encuentra en el nuevo presidente Rivadavia a un interlocutor demasiado comprensivo, la búsqueda de una paz honorable y rápida. En todo caso esa política, que oculta bajo un despliegue de recursos y argucias no siempre excesivamente bien elegidos contribuye a hacer laborioso el camino hacia un desenlace inevitable. A fines de 1826 también ellos parecen admitir una salida negociada. Pocos meses después de ituzaingo parte de bs as, el negociador. Bs as ya necesita de la paz con más urgencia que en rio de janeiro. El doctor García, que siempre ha visto en la guerra una costosa llocura. Encuentra en rio una recepción fría: el emperador, precisamente porque la marcha de la guerra ha afectado el prestigio de la corona solo podría aceptar una paz cuyos términos negociaran las máximas pretensiones brasileñas. Firmará preliminares que incluye la devolución al imperio, el pago de una indemnización de guerra, y el desarme de Martin García. Por su parte, el interior esta lazado a una guerra civil en la que afloran las tensiones contenidas y alimentadas a la vez durante años por el arte político de bs as, y que ahora llevan a un conflicto generalizado, imposible ya de detener. La renuncia del presidente, que sigue al rechazo de los preliminares de paz, parece ser la admisión de un fracaso ya y a irremediable, designa presidente provisional a Vicente López y planes. El ministerio del nuevo presidente está formado por porteños que no viene de la vieja oposición. Del mismo sector proviene el nuevo comandante general de campaña, juan Manuel de rosas. El presidente López convoca a elecciones para la nueva legislatura porteña, la nueva oposición unitaria, es aplastada por la lista ministerial. La legislatura elije gobernador a Manuel Dorrego; el jefe de la oposición popular. L a restauración de la provincia porteña marca el comienzo de la disolución espontanea del organismo nacional. El congreso se disuelve; encomienda provisoriamente la gestión de los asuntos generales al gobierno de la provincia de bs as. 1827 es de nuevo el momento de un derrumbe político que asus protagonistas parece catastrófico.
La guerra civil del interior La guerra civil, si nace más bien de un conflicto de conjuntos regionales algunos de los cuales vienen desde muy lejos, su rápida expansión no solo hace comprensible en el clima de extrema tensión que la tentativa constituyente ha introducido en las provincias. El problema de Catamarca y el de san juan crearía las primeras grietas, facilitando la reorientación de una provincia –la rioja- que con su comandante de armas Facundo Quiroga era pieza esencial en la alineación. A comienzos de 1825 juan facundo Q uiroga, tras una carrera que no ha salteado ninguna etapa en las milicias de los llanos riojanos, domina desde hace tres años la política provincial. Desde 1822 el comandante de armas, hace y deshace gobernadores; tanto el partido sanjuanino de las luces como el gobierno nacional que resurge en bs as prefieren entenderse directamente con el. Pero ya para entonces el realineamiento de Quiroga ha comenzado. En primer lugar, habría que contar con ese recrudecimiento en las tensiones interprovinciales. Pero esta evolución no empujaba necesariamente a una acercamiento de la rioja con la más importante de las provincias interiores. Hay otros aspectos del proceso que explican mejor el cambio de frente. Primero, la ineficacia de bs as como tutora del orden interprovincial. Detrás de los antiguos aliados, ahora rivales Quiroga tiene motivos para adivinar al nuevo poder nacional, cuya política ha venido hac iendo del que se cree con derecho a esperar alguna gratitud. Hay todavía otra razón para ellos, la vertiginosa atracción de las minas riojanas, a la que el caudillo llanista, con admirable lucidez permaneció mucho tiempo ajeno, pero que, en la medida que afectaba la política de toda la región incluyo por arrastrarlo. Así a los largo de 1826 comienza a esbozarse ese nuevo alineamiento que – desde la andina la rioja hasta santa fe- formaron una franja capaz de aislar el resto del país al extremo norte, adicto a la causa del congreso. Las razones de bustos son muy clar as tiene que enfrentar una oposición que no desarma, y a la que el congreso ha envalentonado. López e Ibarra, como de costumbre son más circunspectos; Quiroga por su parte, solo lenta y discretamente está llevando adelante su cambio de frente. Finalmente será la evolución de la situación catamarqueña la que lo decida. La alianza entre su enemigo catamarqueño y Lamadrid decide a Quiroga interesarse a fondo a los asuntos del norte; allí vuelve a encontrar las huellas de l as innovaciones que el congreso y su política han aportado al país y no halla motivo para satisfacerse en ellas. Lamadrid no resiste a la tentación de cambiar la situación política de su provincia; encabeza una revolución exitosa y se resigna a ser elegido gobernador, según dice, en prevención de mayores m ales. Solo con la guerra civil de 1826 el interior asistirá a espectáculos que 10 años antes, el litoral ha comenzado a conocer: ejércitos provinciales atraviesan vastas distancias para conquistar a otras provincias, en unos meses las victorias de Quiroga cambian el equilibrio del interior y le dan un conductor militar como nunca lo han tenido. Sin duda las victorias de Quiroga colocaran en segundo plano a los doctores cordobeses y aun a su gobernador, con el que han reconciliado
mal. Pero el mismo Quiroga admirable general, es como político, muy insuficiente; no lograra reemplazar las orientaciones que de ellos recibe con decisiones autónomas. Las características mismas de la movilización de sentimientos populares que debían acompañar la reacción del interior contra el congreso lo confirman, la que ahora intenta agitar el interior se hace en defensa de un orden mucho más tradicional. Y, por otra parte la facilidad con que se sucederán en el interior los golpes de escena, es también a su modo un testimonio de lo mismo. Por efímeras que fuesen las victorias de Quiroga consolidaban un bloque de las provincias centrales, en el cual bustos parecía a los observadores remotos la figura aun dominante, pero era Quiroga el dueño del poder efectivo, apoyado en sus milicias llaneras. Era ese ejercito la fuente del poder de Quiroga, y lo seguiría siendo hasta fines de su carrera política. Pero ese ejército no dejaba de causar nuevos problemas, de originar nuevos motivos de tensión y por lo tanto, de inestabilidad. La solución impuesta por Quiroga, que sus adversarios explicaban sobre una clave psicológica, estaba dictada por las cosas mismas: el ejército viviría consumiendo la riqueza existente. Sin duda el mismo Quiroga advirtió las consecuencias negativas de ese sistema, y luego de sus victorias de 1826 intento retornar a un orden pacifico en las zonas que ellas habían colocado bajo su hegemonía. Mientras bs as retoma su difícil ascenso, la inestabilidad del interior, el surgimiento allí mismo de un sistema en que la hegemonía visible no coincide con la real, facilitan el encumbramiento de otro sistema de coincidencias interprovinciales que ha sabido mantenerse casi totalmente al margen de los conflictos armados: el que tiene su cabeza en santa fe. Sin duda el gobernante cordobés no renuncia a la que ha sido, ya en el anterior derrumbe del estado nacional, su aspiración apenas secreta: una reconstrucción rápida del estado nacional, los ponga a él y su provincia a la cabeza del país. Santa fe, pese a ello, es tan solo la cabeza de un sistema aún más frágil que el que reconoce por jefes a bustos y Quiroga. López puede capitalizar la resistencia que la solución unitaria ha encontrado no solo en corrientes sino aun en entre ríos; puede contar con el apoyo disc reto de Ibarra. Pero este haz de posibilidades políticas, que aseguran por el momento a López un ascendiente que no ha tenido en el pasado es de muy difícil transformación en un sistema consolidado en torno a la provincia santafesina. Santa fe es demasiado despoblada y pobre para servir establemente de cabeza de un vasto sistema de alianzas interprovinciales. Por detrás de las alternativas que santa fe ofrece a la hegemonía del interior reorganizado entorno de la alianza riojano-cordobesa queda entonces en el sistema interprovincial un lugar vacío: bs as podrá volver a ocuparlo. II luego del derrumbe del gobierno nacional La herencia del gobierno nacional: guerra y paz con el Brasil La caída del poder nacional debía tener sus consecuencias inmediatas: no solo el reemplazo del general Alvear por el oriental Lavalleja, sino también la transformación de la guerra misma en una empresa regional.
Esa lucha parece fatigar a la campaña oriental: las relaciones entre el ejército y la mas de la población rural parecen hacerse tirantes. Aún más agudas llegan a ser las tensiones entre oficiales y hacendados orientales. Heredero de la vieja oposición popular porteña, acostumbrada a reprochar a sus enemigos políticos el abandono de la tradición guerrera de la revolución, Dorrego es el jefe más inadecuado para una empresa que exige más bien de las ambiguas virtudes de prudencias de sus viejos rivales. Para limitar aún más su libertad de acción, es sometido a un verdadero asedio financiero: la legislatura limita los gastos de guerra. Un año después de la desdichada negociac ión de García, hay de nuevo negociadores argentinos en viaje a rio de janeiro: el emperador finalmente parece resignado a renunciar a su provincia cisplatina. La provincia oriental será un estado independiente, garantizado en su estabilidad interna por solo 5 años por los beligerantes; una nueva ruptura entre las provincias unidas y el imperio solo podrán desembocar en conflicto armado luego de un periodo de preaviso. En la difícil Hispanoamérica que surge de la independencia, ha aprendido ya a no esperar demasiado de los planes ambiciosos, a preferir a ellos los beneficios de la tranquilidad del status quo puede asegurar. Esa sabiduría modesta es sobre todo la de los comerciantes que no esperan una expansión importante de los mercados que ya dominan. También ellos han empujado a la paz. Pero no solo ellos quieren con urgencia la paz. Los que ven en ella un triunfo que merece celebrarse… desde el fondo de la campaña, quien todavía no es el visible representante político
de ella suma su voz: rosas. La paz abre para el gobernador una perspectiva temible; por una parte el sector más influyente de su partido no aprecia a Dorrego más que cuando era su adversario político. Por otra parte, el fin de la guerra deja en libertad de acción a un ejército muy identificado con la tentativa de organización nacional que ha quedado atrás. Entre ambas amenazas el espacio de maniobra que queda al gobernador es cada vez más escaso: su gobierno es una larga agonía a lo largo de la cual se dibuja el conflicto entre las fuerzas que realmente cuentan: el nuevo partido del orden y el ejército. Los herederos del poder nacional y el interior. La revolución de diciembre La victoria del partido popular porteño, aunque casi póstuma, le daba una oportunidad aparentemente muy favorable para gravitar en la reorganización nacional. Por otra parte, la oposición popular es ahora en la misma provincia de bs as, expresión política de un alineamiento mucho más vasto. Entre estos sectores y el gobernador Dorrego la desconfianza reina desde el c omienzo. Dorrego un veterano de la lucha contra el realista, también de la lucha contra la disidecia litoral, un político cuyo capital es una popularidad que atraviesa intacta tormentas, en 1829 ha podido ser usado y luego eliminado de la escena por sus antiguos adversarios. Tiene además un servidor decido en el ministerio de su gobierno: Manuel moreno, el más elocuente vocero parlamentario de la vieja oposición popular. No solo propia informes cargados de veneno sobre la resistencia del díscolo gobernador a negociar una paz más rápida que
brillante. Ya afines de 1827 la eliminación de Dorrego parece decidida: el grupo neo federal dará batalla en la elección para la renovación de la legislatura y en 1828 arrebatar al gobernador el control del cuerpo; contara para ellos con el apoyo del ministro político y comandante general de la campaña , juan Manuel de rosas. Moreno será eliminado del ministerio; en el panorama interprovincial la amistad de López y su santa fe equilibrara para Dorrego la aversión de bustos. Su política ahora es de paz. Con lo cual su destino se una cada vez más sólidamente a de los inseguro aliados que acaban de tramar su ruina. La victoria electoral anuncia nuevas tormentas. Los neo federales de bs as desearían que el gobernador extrajera las conclusiones del episodio; que viera el peligro implicado por la supervivencia del brillante estado mayor político, heredero mal arrepentido de la experiencia unitaria. El 1 de diciembre de 1828 esta la revolución militar alentada y sostenida abiertamente por algunos dirigentes del unitarismo. Durante todo el día el gobierno es sitiado en el fuerte. Si el entusiasmo por el alzamiento parece haber sido escaso, la resistencia f ue también limitada. En particular la plebe urbana, única base política que el gobernador podía contar como propia, aunque ha de suponerse que vio con indignación su derrocamiento se abstuvo de toda resistencia activa al nuevo orden. El propio Dorrego parece haber advertido las consecuencias de esa pasividad, la promesa de retiro total de la actividad política, que llenan sus últimos días, corresponden sin dudas a la convicción de que en ella no le quedaba ya lugar alguno. Vencido en navarro y capturado por Lavalle Dorrego será ejecutado por orden de este. Esta decisión aísla a los responsables del golpe de diciembre cuyo contacto se hace temible: los políticos capaces de conservar la serenidad en la tormenta y dispuestos ya a subir a la barca del triunfador se mostraran ahora mucho más reticentes en incorporarse al grupo que ha quebrado la tradición amable de la política revolucionaria porteña. La ejecución de Dorrego acelera dentro del federalismo porteño el paso de la hegemonía al sector neo federal. Rosas, el jefe de la campaña parece aun vacilar sobre su acción futura; sus primos Anchorena le aconsejan comenzar una nueva vida en el estado oriental, en plana reco nstrucción ganadera. Es el alzamiento campesino de 1829, que cambia el destino de la provincia y el país; no el primero ni el ultimo, pero si el más intenso. El ejército por su parte, está mal contenido por un cuerpo de oficiales que parece hallar un el desprecio al campesino. Esas acusaciones apaisanadas corresponden a un cambio real en el modo de expresión política que encuentra la campaña: sus fuerzas ya no surgirán con en 1820, encabezadas por generales del ejército regular y grandes propietarios, ahora sus jefes son mucho más humildes. Rosas, en cuyo nombre se ejerce la resistencia, está por el momento más allá de la frontera santafesina; entre los terratenientes, aun perseguido por el régimen militar Nicolás Anchorena ve avanzar la rebelión.
La rebelión comienza por un conjunto de episodios en el que el gobierno prefiere ver solo incidentes policiales. Pero ya afines de diciembre en borde del salado esta alzado. Los sectores que han hecho la revolución de diciembre resisten mal esos golpes inesperados. Lavalle se retira lentamente desde las fronteras santafesinas; con López, al que en marzo contaba vencer sin dificultades, es rosas el que vuelve al territorio porteño; el 24 de abril la derrota del ejército nacional, no es sin duda definitiva; de todos modos confirma la pérdida del control de la campaña por los decembristas. Lo que se rebela es la contradicción esencial del movimiento de diciembre, hecho a la vez por un ejército nacional poco dispuesto a abandonar la preeminencia que le devolvió la guerra brasileña y por un sector político que cuenta entre sus hazañas haber reducido ya una vez a ese ejercito a posiciones secundarias y subordinadas. Esa contradicción iba a ser acentuadas por las desgracias. El movimiento logra extenderse demasiado tardíamente para salvar su suerte en el ámbito porteño, pese a todas las lentitudes de la comisión representativa reunida en santa fe, del gobernador santafesino por ella investido de la dirección militar de la lucha contra los decembrista, en abril parece ser aun el país entero el que forma un bloque compacto contra ellos; la campaña parece perdida sin esperanzas de rápida reconquista. La amenaza rural, la amenaza indígena parecen rehacer un apoyo urbano para el acorralado movimiento militar, los extranjeros son convocados a prestar servicio obligatorio en un cuerpo auxiliar. Esto provoca un penoso incidente con el jefe de la división naval francesa en el rio de la plata. Rosas no mostraba entonces, frente a la utilización del apoyo extranjero en guerras civiles, los escrúpulos cuya ausencia condenaría l uego durante en sus adversarios. El cónsul parish se negó a tratar con la banda de ladrones y asesinos cuyo triunfo definitivo consideraba además peligroso para los intereses británicos, Ponsonby, no se expresaba con menos vigor ante la posibilidad de que un delegado de los criminales que se han hecho del poder en bs as osase presentarse en rio de janeiro janeiro invocando la representación de la nación argentina. Esa hostilidad es acentuada por las consecuencias negativas de la crisis. La r uptura con santa fe significa la de las c omunicaciones con el interior; el alzamiento de la c ampaña priva al puerto de bs as. El marasmo mercantil retorna como en los tiempos del bloqueo. La solución conciliadora esta , por otra parte, en la tradición política de la provincia y es facilitada por la anterior propaganda decembristas que ha logrado dotar de alguna tardía popularidad al movimiento identificándola con la causa de la provincia misma, amenazada por los indios y a las vez por el viejo y renovado adversario litoral. El 14 de junio Lavalle da el primer paso: retirados los santafesinos, nada impide que entre comprovincianos se busque una conciliación. Del 21 al 24 conferencia con rosas en el campamento de este en cañuelas. El resultado es un pacto por el cual Lavalle, que sigue en el gobierno se compromete a llamar a elecciones.
Esta inesperada prueba de vitalidad no salva al decembrismo de su destino; el gobierno no aprecia en exceso la hazaña de sus aliados políticos; del carril debe renunciar y Lavalle inicia nuevas negociaciones con un rosas ahora más exigente. Y el pacto de barracas asegura a los principiantes en el golpe de diciembre contra toda posible persecución. En diciembre viamonte se inclina ante esa exigencia, y el 5, la legislatura que ha designado a Dorrego elije gobernador, con facultades extraordinarias a juan Manuel de rosas. La crisis de las instituciones porteñas comienzan a cerrarse; rosas es el restaurador de leyes. Sin duda esta restauración innova mucho más de lo que restaura; cuando el federalismo celebra su triunfo porteño sus posiciones se derrumban ya en el interior. Surgimiento de la liga militar del interior El interior pese a las victorias de Quiroga está lejos de gorma r en 1829 un bloque coherente. La rioja, Catamarca y cuyo se hallan bajo la hegemonía militar llanera; Córdoba bajo el gobierno de bustos se mantiene más fiel a la alianza riojana pero la situación interior de esta provincia está lejos de ser estable la debilidad del bloque adversario explica entonces el vertiginoso existo obtenido por paz con fuerzas al comienzo muy reducidas. Mientras el frente andino dirige sus fuerzas contra paz, el extremo norte le ofrece su apoyo. Salta, no ganada aun por el federalismo, Quiroga en la tablada a partir de esta jornada el predominio de paz en córdoba quedaba consolidado, y mientras san Luis reorienta su política en sentido cordobés, Ibarra comienza ahora una ardua política de neutralidad. Desde esa jornada la fe en la invencibilidad de Quiroga ha sido duramente sacudida, el jefe llanero domina el aun intacto frente andino. Y paz tiene por su parte para hacer de Córdoba la base de un poderío militar sólido. Lo que es más importante: los recursos que Córdoba ofrecen sol limitados y los que paz ha traídos de bs as reducidísimos. Esas dificultades se continúan en la de fijar un objetivo viable a toda la expedición al interior. Al surgir en Córdoba y disputar con éxito el dominio local paz a comenzado por proclamar ambiciones limitadas al ámbito de su provincia. Es indudable que paz, no identificaba su causa con la del decembrismo. Pero el problema principal que plantea la política adoptada no reside en saber si era sincera o no, sino en examinar si ella era aún posible en un interior. En ese interior existe ya un bloque hegemónico, sin dudas inestable: es el que domina Quiroga, que no podrá aceptar pacíficamente la pérdida de Córdoba, la instalación en ella de un centro de atracción para todos los potenciales disidentes de la región. La guerra entre paz y Quiroga es inevitable, y de esa guerra debe surgir nuevamente un bloque capaz de o rdenar bajo su signo a todo el interior. Desde que rosas domina bs as, la situación cambia fundamentalmente: en el nombre de la vieja oposición porteña a cualquier solido bloque hegemónico capaz de hacer de interior un rival serio, rosas adoptada una política que pese a algunas tergiversaciones, rechaza la posibilidad misma de un sistema político que incluya a la vez la hegemonía federal en el litoral y la militar unitaria en el interior. A paz no le queda entonces otra salida que la fuga hacia a delante, que la
rápida conquista de la hegemonía total en el interior, en busca de un poderío c apaz de rivalizar con el del litoral reordenado con signo federal. Una lucha nueva por el predominio se prepara entonces en la fatigada argentina de 1829. Bs as no tiene ahora frente a si un conjunto de poderes dispersos, sino un amenazante bloque militar. El choque es por lo tanto inevitable, y desde bs as hasta salta toda la nación se prepara para nuevas luchas y nuevos desastres. Balance de un decenio: la nación dividida Hemos visto como el equilibrio surgido del derrumbe de 1820 estaba marcado por una extrema fragilidad, como podía asegurar una paz interna, solo a condición de no enfrentar pruebas demasiado duras. Por lo contrario, la crisis que queda abierta a la tentativa constituyente y la guerra brasilera vuelve a integrar, asi sea mediante la lucha a los del cuerpo nacional. En 1829 será todo el interior el que debe resolver su destina en la lucha entre Quiroga y paz. Y ya entonces esa lucha queda transformada por la presencia de rosas, que ha comenzado a rehacer la unidad de bs as. Rosas se consagra entones a una empresa solo aparentemente paradójica. La hegemonía del partido federal, impuesta a cualquier precio, es así propuesta como solución para un país que no ha aprendido a vivir unido pero que no puede ya vivir divido. Esta solución está lejos de ser absurda: su éxito es muy considerable en bs as, que durante dos décadas proporcionara a rosas una base sólida para su política nacional. Esta casi cuarto de siglo será testigo de su intento obstinado de dar solución a los problemas cuya presencia y cuya gravedad había denunciado la violencia misma de la crisis abierta en 1826.