LA DAMA TAPADA Adaptación por: Lcda. Andrea Segovia B. Fecha: julio de 2017
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NARRADOR: Escribo estas líneas para dejar de tener pesadillas y cumplir el pacto que salvó mi vida.
Era el año 1700 después de Cristo en la ciudad porteña del Nuevo Mundo. Un hombre salía de un bar ubicado en lo que hoy es el centro de Guayaquil. HOMBRE: (BORRACHO). Bueno señores, nos vemos el lunes en la cacaotera me despiden de (BESO VOLADO) la amiguita; me voy a mi casa a ver a mi mujer, y ojalá con los 45 minutos de camino (FX CON BOCA:CHASQUIDO) ya se me baje este chuchaqui. NARRADOR: El campanario del parque central daba la media noche, mientras aquel hombre iba solitario por los callejones y la oscuridad de la ciudad al pasar por un u n lote baldío enmontado, unos metros delante de él caminaba una mujer alta con un cuerpo esbelto y de garbo refinado. Acelerando el paso, presumiendo ser un guayaquileño galante-tunante se acerca más a esa misteriosa mujer en medio de la penumbra, el olor de su perfume (RESPIRACIÓN) lo termina de embriagar, y perdiendo el control se acerca más y más viéndole un velo negro que cubría su rostro. El movimiento de sus enaguas y sus polleras jóvenes lo hipnotizaron, causando que le repitiera piropos de enamoramiento una y otra vez, pero aquella dama misteriosa caminaba y caminaba sin mirar atrás. El hombre la empezó a perseguir y perseguir… al llegar al panteón, de pronto aquella seductora mujer se detiene y da vuelta enfrentándose cara a cara con su perseguidor, y levantándose el velo le dice: DAMA TAPADA: Míreme como soy… ¿le gusto?, si ahora quiere seguirme, sígame… NARRADOR: El hombre paralizado ve una joven aristocrática de rostro fresco y hermoso, esta alucinación le duró no más de un segundo, pues de inmediato empieza a ver que el rostro de aquella mujer empieza a desfigurarse, pudriéndose pudriéndo se su piel quedando solamente en huesos, y el el olor a panteón empieza empi eza a reemplazar aquel perfume de rosas, rosa s, el misterioso ser con silueta de mujer vuelve a dar media vuelta y se pierde en la oscuridad del camino, dejando a aquel hombre asustado, sudando frío y loco… ese hombre con mucha suerte pudo llegar a la iglesia. HOMBRE: (LLORANDO, AGONIZANDO, BOTANDO ESPUMA POR LA BOCA). Padre, padre, confiéseme porque he pecado. NARRADOR: Al amanecer de aquel día en la misa dominical, la esposa de aquel hombre bohemio tunante pregunta al sacerdote: MUJER: (DESESPERADA). Padre, padre por favor deme su bendición, mi esposo no aparece desde ayer que salió de la casa a trabajar, ¿lo ha visto usted? SACERDOTE: Hija mía, hoy un hombre hablaba en la puerta de mi iglesia al cantar el gallo, ¿vestía pantalón negro y una camisa blanca? ¿ dónde está? MUJER: Sí padre; ese , ese es mi marido… qué le ha pasado, ¿dónde SACERDOTE: Tranquila hija mía, su alma ya está con Dios pero antes confesó de una misteriosa y hermosa dama con velo negro que tapaba su rostro. NARRADOR: Todo lo que aquí sucedió yo también lo viví, solo que yo pude escapar en la primera embarcación que zarpó a España, para poder contarles a ustedes que hice un pacto con aquella misteriosa mujer que me permitió vivir, a cambio de contar su leyenda y encontrar al hombre que después de venderle su cuerpo la asesinó, y por eso deambula todas las noches con sed de venganza; (LLOROSO DE TEMOR) esta, esta es la leyenda de la Dama Tapada. DAMA TAPADA: Mírenme como soy… ¿les gusto?, si ahora quieren seguirme, síganme… - FIN -