Centro Reina Sofía Centro Sofía pa ra el Es Estu dio de la Violenci olenciaa
A buso sex exu ual ali infantil Eva val lu ació n d e la cr cre ed ib ilid ad d eltestim o n io
Estudio de 100 casos
Serie D O C U M EN TO TO S
Blanca Vázquez (co (coo o rd .)
6
Edita: D ISEÑ A RTE - G o ap rin t,s.l. Diseñ Di señ o e im p re resión sión: : D ISEÑ A RTE S erran o Revisión esti lística y d e dat da t os: A lejan d ra B lu n d ell y Á n g ela Serr
I.S.B.N.: 84-932539-6-0 Depósito Legal: V-1076-2004
Edita: D ISEÑ A RTE - G o ap rin t,s.l. Diseñ Di señ o e im p re resión sión: : D ISEÑ A RTE S erran o Revisión esti lística y d e dat da t os: A lejan d ra B lu n d ell y Á n g ela Serr
I.S.B.N.: 84-932539-6-0 Depósito Legal: V-1076-2004
Índice
A g ra rad d ecim ien to tos s ...........................................................................................
5
p o r Jo sé San m artín ................................................................ Introducción, po
7
C ap ítu lo 1 Concepto y repercusiones psicológicas del abuso sexual po r M aría Jo José sé C ata tal lán Frías ......................................... infantil, po
9
C ap apí ítu lo 2 Etiopatogenia del abuso sexual infantil: efectos en la
personalidad y la memoria, po r Blanca Vázqu ez M ezquita .....
35
C ap apí ítu lo 3 Evaluación de la credibilidad del testimonio en supuestos Paú ú lV elasco ........... de abuso sexual a menores, p o r Pilar de Pa
45
C ap ítu lo 4 Análisis estadístico de una muestra de 100 casos de abuso por r A lm a M ª C as asado ado del Pozo, Ro Ros sa M ª Ro Rom m er era a sexual infantil, po San z, B lan anca ca V ázq ázqu u ez M ezq ezqu u ita, M ar ari isa V ecin a Jim én énez ez y Pi P ilar de Paú lV elasc sco o ...............................................................................
73
C ap ítu lo 5 La dificultad de inventar la mentira: estudio comparativo arí ía Paz R u íz Tejed edo or 107 de un caso creíble y otro increíble, p o r M ar Ín d ice d e ta tab b las y g rá ráfi fico s ............................................................................. 1 4 5
“Pro roto toc co lo fo fore ren n se M ad rid 2 0 0 2 ” ................................................................ 1 4 7
B ib lio g ra rafía fía ................................................................................................... 1 4 9
D ire rec ccio n es d e In te tern rne et ................................................................................. 1 5 5
Agradecimientos Las autoras de este inform e quieren destacar la labor de tod o el equipo de p rofesionales del C entro Reina Sofía p ara el Estudio de la V iolen cia en la revisión y m aq uetación de este texto, bajo la siem pre atenta dirección de d oña H elen Blundell. A todos/as los qu e h an intervenido, con su esfuerzo, paciencia y sugerencias, gracias. A lprofesor San m artín, al que adm iram os,y quien desde el principio se interesó por nuestro trabajo, querem os trasm itirle nuestro afecto. El doctor Fran cisco Javier Pera Bajo, director de la C línica M éd ico-Foren se de M ad rid, puso a nuestra dispo sición, ad em ás de su autorización, un despach o, ficheros, m aterial y apoyo del personal de la Secretaría de la C línica M éd ico-Foren se. Sin la ayuda desinteresada y la com pren sión d e todas estas person as, au xiliares y agen tes, este trab ajo no se hubiera realizado. Finalm ente d ebem os reconocer la d isposición favorable de los Jueces D ecanos de los Juzgados de M adrid, do n Fernand o Fernánd ez M artín y don José Luis G on zález A rm engo lqu e tam bién aportaron su aprobación a la investigación y a la realización de ésta en la Sede d e los Juzgados de M adrid m ientras se recogió la m uestra, entre los año s 20 00-2002.
En M adrid, septiem bre de 2 00 3
Introducción H ace unos año s m e presentaron a Blanca Vázquez. Q uedé m uy im presion ado por la sensatez de sus opiniones y por la firm e decisión con que las susten tab a. M e hab ló de Javier Rosado (el asesino del rol), a quien había diagnosticado co m o p sicópata. C reo que su diagnóstico, defendido co n valentía frente a otros foren ses de larga trad ición, era correcto. H oy es para m í un honor y un placer prologar este Inform e sob re A buso sexual Infantil: Evaluación de la cred ibilidad del testim onio, coordinad o por Blan ca. C ontien e, entre otros trab ajos, un estudio pion ero en su género en España: un a investigación de cam po con un a m uestra am plia (10 0 casos) qu e tien de a contrastar un a h ipótesis de gran relevancia, a sab er es m uy difícilinven tar un a m en tira q ue p ase com o verdad y, sobre tod o, lo es cuando se trata del abuso sexual infantil. A este respecto conviene señalar qu e, en los relatos, suelen ap arecer ciertos rasgos qu e p erm iten iden tificar cuándo se trata de u na invención y cuándo, en cam bio, se están con tando hechos reales. Pues bien, en esta investigación se han utilizado, de form a n ovedosa, algunos de los instrum entos m ás contrastad os a escala internacional para evaluar la cred ibilidad de testim onios de abuso sexual infan til. Se han ap licad o a 100 casos, para cada uno de los cuales se ha realizad o, finalm en te, una evaluación interjueces. Y se h a p odido m ostrar que, aunque se tiende a pensar que los niños m ienten cuando d icen haber sufrido abuso sexual, casi ocho de cad a diez testim onios pueden considerarse creíbles. Estos resultados hacen que elC entro Reina Sofía se enorgullezca d e h aber colaborado con la C línica Forense d e M adrid y con sus tres psicólogas (Blanca V ázquez, M aría Paz R uiz Tejedor y C oncepción de la Peña) en la realización de este estudio sistem ático y riguroso, cuyas investigad oras de cam po (A lm a M aría C asado y Rosa M aría R om era) fueron becadas po r nuestra institución. A dem ás de esta investigación de cam po, el presente Inform e incluye unos m agníficos análisis del concepto de abuso sexual y de sus repercusiones psicológicas a corto y largo plazo. C reo que, por eso m ism o, está llam ado a convertirse en una herram ienta im prescindible para los profesionales de la psicología, eltrab ajo social o el derech o, que ten gan la responsabilidad de evaluar, tratar o decidir sobre el futuro de un m enor que puede haber sufrido este tipo de m altrato.
José Sanm artín
C A PÍTULO 1
Concepto y repercusiones psicológicas del abuso sexual infantil por M aría José C atalán Frías*
1. Introducción El abuso sexual infantil es un problem a que cad a día está m ás presente en nuestra sociedad. A sí, tanto en el ám bito general com o en el profesional, se dem anda una preparación m ás específica y se plan tea la necesidad de una co lab oración m ultidisciplinar que perm ita m ejorar la calidad de la intervención co n los m enores. En esta línea de especialización se enm arca este inform e. El presen te capítulo pretende ser una recopilación de las n ociones b ásicas relativas al ab uso sexu al infan til. En él se abordará la definición, algunos datos estad ísticos sobre su inciden cia y prevalen cia, las falsas creencias existen tes sobre eltem a, los indicadores qu e suelen acom pañar a este tipo de m altrato y qu e ayu dan a su d etección, las rep ercusiones psicopatológicas, los m odelos exp licativos, los trastornos a co rto y largo plazo, etc. En definitiva,el presente capítulo servirá para analizar este tipo de m altrato a través d e la recopilación de los datos pu blicados po r otros autores en España relacionados con el abuso sexual infantil (V ázquez, 19 95 ; López y D elC am po , 19 97 ; C antón y C ortés, 19 97 y 2000 ; Echeb urúa y G uerricaecheverría, 20 00 ; H orno, San tos y M olino, 2001; Lam eiras Fernández, 2002; C entro Reina So fía, 2002).
2. Concepto de abuso sexual infantil 2.1 Encuadre En ocasiones el abuso sexual infantil se produce en com binación con otros tipos de m altrato. El inform e M altrato Inf antil en la Familia , editado en 2002 por el C entro Reina Sofía p ara el Estudio de la V iolencia, m ostró que casitodos los tipos de m altrato aparecen com binados entre sí. El m altrato infan tilse define co m o toda acción, omisión o trat o negligent e, no accidental, qu e priva
al niñ o de sus derecho s y su bienestar, que am enaza y/o interf iere su ordenad o desarrollo físico, psí qu ico . o social, y cuyos autores pueden ser personas, instit uciones o la p ropia sociedad En cuan to a la tipología, se establece la siguien te:
Maltrato físico: C ualquier acción, no acciden tal, realizad a por parte d e los cuidad ores o pad res, que provoq ue daño físico o enferm edad en el niño o le coloque en grave riesgo de padecerlo.
Negligencia y abandono físico: Situación en la q ue las necesidad es físicas básicas del m en or (alim en tación, vestido, higien e, protección y vigilan cia, ed ucación y/o cuidad os de salud) no son atendidas, tem po ral o p erm anentem ente, po r ning ún m iem bro d el grup o q ue convive con el niño (A rrau barren a y D e Paú l, 1999). Esta definición pone el én fasis en las necesidad es del niño no cub iertas y no tanto en el com portam iento de los pad res. *
Psicóloga de la A udiencia provincial de M urcia. m jcatalan@ cop .es
C oncep to y rep ercusiones psicológicas del ab uso sexu al infan til9
Maltrato emocional: H ostilidad verbalcrónica en form a d e insulto, desprecio, crítica o am en aza de ab an dono, y constan te b loqueo de las iniciativas de interacción infan tiles por parte de cu alquier m iem bro adulto d e la fam ilia.
Abandono emocional: Falta persistente de respuesta a las señales (llanto, sonrisa, etc.),expresiones em ocionales y con ductas procurad oras de proxim idad e interacción iniciad as por el niño; y falta de iniciativa de interacción y co ntacto por parte de una figura ad ulta estab le.
Síndrome de Munchausen por poderes: C uadro p atológico en el que el padre o la m adre (m ayoritariam ente las m adres) generan voluntariam ente lesiones al niño, para hacerle pasar con stantem ente p or enferm o. Pueden llegar hasta elextrem o de o casionarles la m uerte.
Maltrato institucional: C ualquier legislación, program a o procedim iento, ya sea p or acción o por om isión, proced en te de los poderes públicos o p rivad os, y de la actuación d e los profesionales al am paro de la institución, que vulnere los derechos básicos delm enor, con o sin contacto directo con él. Se incluye la falta de agilidad en la adopción de m ed idas de protección o recu rsos. U na cu estión trascen den te en la definición de abuso sexu al infan til es que sus distintas concep tualizaciones d ificultan el estudio y la estim ación de la inciden cia del problem a. Entre todas estas aproxim aciones teóricas, sin em bargo, se p roduce consenso a la h ora d e co nsiderar que elabuso sexual supone una grave interferencia en el desarrollo evolutivo del niño, aunque se producen divergencias respecto a la d elim itación de la edad de la víctim a y el ag resor, al tipo de co nductas que se incluyen en el com portam iento abusivo, etc. Según indican Echeburúa y G uerricaech evarría (2000), en lo que se refiere a la edad , algunos especialistas exigen para considerar la existencia de abuso sexual que el agresor sea m ayor que el m enor, con una diferencia de cinco añ os cuando éste tenga m enos de doce, y de diez años sisupera dicha edad. O tros, sin em bargo, no tienen en cuenta esta variable ya que ello puede servir para enm ascarar, en algunos casos, los abu sos sexuales entre m enores (el20% del abuso sexualen la infancia está provocado por otros m en ores). D esde esta perspectiva, se hace hincap ié en la existen cia de una relación d e
desigualdad entre una persona con m ayores hab ilidades para m anipular y otra que no las posee al m ism o nivel. Existen tam bién divergencias en cuanto a las estrategias em pleadas para llevar a cabo la relación de abuso. Para algunos la m era conducta sexual entre u n niño y un adulto es siem pre inapropiada. En cam bio,según otros autores,se req uiere elcriterio de co acción (m ed ian te fuerza física, presión o en gañ o) o de sorpresa –adem ás de la asim etría d e edad–para calificar una co nducta d e abuso sexual. En la m ayo ría d e los casos la form a d e p resión utilizad a es un sutilpacto d e secreto. H orno y otros (2001) señalan que las estrateg ias utilizadas por el ag resor para conseguir el silen cio del m en or, suelen ser de tres tipos:
Agresiva: Está asociad a a la violen cia física o verbal, y produce ansied ad y reacciones de tem or en el m enor.
Atención privilegiada: El ag resor hace sentir al m en or que es un ser especial para él, y le g en era profundos sentim ientos de culpa.
Hipercontrol: El agresor con trola cualquier m ovim iento y com entario del m enor, lo que dificulta el proceso de socialización del niño o ad olescen te.
10 C oncep to y rep ercusiones psicológicas del ab uso sexu al infan til
Por últim o, las conductas qu e deben considerarse com o abu sivas tam bién han sido ob jeto de controversia. A lgunos au tores incluyen desde el contacto an al, gen ital y o ral hasta el exh ibicionism o, el voyeu rism o o la u tilización del niño para la producción de pornografía. O tros, por el contrario, excluyen de la categoría d e abuso sexual aquellas con ductas que n o im pliquen un contacto físico directo.
2.2 Concepto A pesar de las divergencias m en cionad as, síque existe co nsenso en los do s criterios necesarios para que se dé abuso sexual infantil: una relación de d esigualdad – ya sea en cuanto a ed ad, m adurez o poder1 –en tre agresor y víctim a, y la u tilización del m en or com o objeto sexu al. Este ú ltim o punto incluye aq uellos con tactos e interacciones con un niño en los qu e se le u tiliza p ara la estim ulación sexual del agresor o d e otras personas (Echeburúa y G uerricaech evarría, 2000). Se p arte d elsup uesto de qu e u n niño depend iente e inm aduro desde un pu nto de vista evolutivo n o debe im plicarse en actividades sexuales que no com prende plenam ente o para las que n o está capacitado para dar su consentim ien to. Esta p erspectiva ética tien e la ventaja d e n o hacer necesaria la d em ostración del daño resultante del abuso (C antón y C ortés, 2000). Estos dos criterios ya aparecían específicam en te recogidos en la definición propuesta p or el National
Cent er on Child Abu se and Neglect (N C C A N ) en 19 78 . Según esta ag encia federalno rteam ericana se da ab uso sexu al: “En los con tactos e interacciones en tre u n niño y un ad ulto, cuan do el ad ulto (ag resor) usa al niño para estim ularse sexualm ente él m ism o, al niño o a otra persona. El abuso sexualtam bién puede ser com etido p or una persona m enor de 18 años cuando ésta es significativam ente m ayor que el niño (la víctim a) o cuando (el agresor) está en una p osición de p oder o controlsobre o tro m enor”. D en tro de esta concep ción del ab uso sexual, suelen distinguirse las siguien tes categ orías:
Abuso sexual: C ualquier form a d e co ntacto físico, con o sin acceso carnal, realizado sin violen cia o intim idación y sin consentim ien to, y que p ued e incluir la p en etración vaginal, oral y an al, digital, caricias o proposiciones verbales exp lícitas.
Agresión sexual: C ualquier form a d e co ntacto físico, con o sin acceso carnal, con violen cia o intim idación y sin consentim ien to.
Exhibicionismo: C ategoría d e abuso sexual en la q ue n o se p roduce contacto físico. Explotación sexual infantil: C ategoría d e abuso sexual infantil en la q ue el abusado r persigue u n ben eficio eco nóm ico y que engloba la p rostitución y la p ornografía infan til.
2.3 Falsas creencias A lrededor del abuso sexual infantil se han construido y m antenido una serie d e ideas erróneas relativas a la frecuen cia de los actos y las características de las p ersonas im plicadas en los hechos (víctim a, abusado r y fam ilia).D e este m odo,elabuso sexualinfantilsigue siendo un tem a tabú sobre elque existen falsas creencias que co ntribuyen a o cultar el problem a y tam bién a tranquilizar a quienes no desean
U na persona tiene poder sobre o tra cuando le obliga a realizar algo qu e ésta no desea, sea cu al sea el m edio qu e utilice para ello: la am enaza, la fuerza física, el chantaje, etc.La persona con po der está en un a situación de sup erioridad sobre la víctim a que im pide a ésta el uso y disfrute de su libertad. El pod er no siem pre viene dado p or la diferencia de ed ad, sino p or otro tipo de factores,por lo q ue no d ebem os obviar la existen cia de abuso sexu al en tre iguales. 1
C oncep to y rep ercusiones psicológicas del ab uso sexu al infan til11
afrontarlo.Todas estas creencias erróneas deben ser superadas sise pretende ab ordar de form a ad ecuada este tem a. Tabla 1. Errores y verdades sobre el abuso sexual(Lóp ez, 199 7; en Echeburúa y G uerricaech evarría, 20 00 , am pliada por apo rtacion es recog idas en A lon so y Val, 19 99 )
Falso
Verdadero
Los abu sos sexuales son po co frecuentes
En España, el23 % de las m ujeres y el15 % de los hom bres han sido víctim as de algún tipo d e ab uso sexu al en la infan cia
Só lo los sufren las niñas
El 40 % de las víctim as de ab uso sexualson n iño s
Q uienes los com eten están loco s;son person as co nflictivas y extrañ as; o han sufrido abuso en su infancia
Los ab usad ores son personas con apariencia n orm al, de estilo conven cional, de inteligen cia m ed ia y n o psicóticos,sien do im po sible d etectar un a tendencia desviada a sim ple vista
Sólo se dan en determ inadas clases sociales
El abuso sexualpuede darse en cualquier nivel socioeconó m ico o cultural, aunq ue se detecta con m ás frecuencia en am bientes socio-culturales bajos
Los niño s no dicen la verdad
Los niño s no suelen m entir cuan do realizan u na denu ncia de abuso sexu al. Seg ún señalan diferentes estud ios sólo el7% de las d eclaraciones resultan ser falsas. Este caso se produce en ocasion es com o u na form a de apartar un a figu ra no deseada del en torno del m en or, o co m o justificación d el fracaso escolar o delabsentism o académ ico
Los m enores son respo nsables de los abusos
La respon sabilidad ún ica d e los abu sos es delagresor
Los m enores pu eden evitarlo
Los niño s pu eden aprender a evitarlo, pero g eneralm ente cuand o les sucede les coge por sorpresa, les engañan o les am enazan y no saben reaccionar adecuadam ente
Si ocurriera a u n niño cercano, nos enteraríam os
Sólo u n 2 % de los casos de abuso sexual fam iliar se cono cen al tiem po en q ue o curren
Los ag resores frecuentem ente son personas ajenas alentorno delm enor
Los ag resores pueden ser tanto fam iliares o con ocidos de la víctim a (65 -85 % ) com o p erson as descono cidas (15 -35 % ), aun qu e predom ina el prim er grupo
Los abusos van acom pañad os de violencia física
Sólo en u n 1 0% de los casos los abu sos vienen asociados a violencia física
Los efectos son casisiem pre m uy graves
U n 70 % de las víctim as presentan un cuad ro clínico a corto plazo y u n 3 0% a largo plazo. N o o bstante, la gravedad de los efectos depende de m uch os factores y, en ocasion es,algu no s actúan com o am ortigu ado res delim pacto
En la actualidad se produ cen co n m ayor frecuen cia
A ho ra se con ocen m ejor, antes no se estud iaban ni se denu nciaban. H an existido en todas las ép ocas.H oy síexiste una m ayo r concien cia y sen sibilización al respecto
U n com po rtam iento hipersexuad o es siem pre indicio de la existen cia de abuso
En o casion es este com po rtam iento se da p orqu e el m eno r presencia escenas sexuales protagonizadas por sus adultos de referencia (padres y herm anos m ayores, principalm ente). Tam bién se presenta com o form a de d em anda d e atención o com o com pensación de carencias afectivas
2.4 Prevalencia Las tasas de p revalen cia señ alad as en relación con el ab uso sexu al en la infan cia, en los estudios retrospectivos de la p oblación adulta llevad os a cab o en España y Estados U nidos,oscilan entre el15% y el 30% de la m uestra estudiada. Estas cifras se refieren a un co ncepto m uy am plio d e abuso (cualquier conducta no co nsentida con u na finalidad explícitam ente sexual: desde un roce intencionado h asta una pen etración an al o vag inal). Sin em bargo , desde una p erspectiva clínica, lo que interesa especialm en te es el abuso sexual percibido, es decir, el tipo de conductas sexuales im puestas qu e generan un grado de
12 C oncep to y rep ercusiones psicológicas del ab uso sexu al infan til
m alestar significativo en el niño y que interfieren neg ativam en te en su desarrollo psicológico. C on este en foque m ás restrictivo, pero d e m ayor significación clínica, la tasa de prevalen cia se p ued e situar entre el 4% y el 8% de la población infantil(Sanm artín, 1999). Según u n inform e elaborado p or Finkelhor y otros (1990) – prim era en cuesta nacional de Estados U nidos,llevad a a cabo con adultos,sobre su h istoria d e abuso sexual– , el 27% de las m ujeres y el 16% de los ho m bres reconocían retrospectivam ente haber sido víctim as de agresiones sexuales en la infancia. En 1998 se celebró en Valencia el sem inario europeo Rom piendo silencios , dedicado a debatir sobre la p reven ción de los abusos sexuales a m enores.En sus conclusiones finales se recordó que el 23% de las niñas y el 15% de los niños de España sufren abusos sexuales antes de los 17 años (el 19% de la población). Félix Lóp ez (1994) ya había apuntado estos datos. D e los m enores víctim as de abuso sexual, el60 % no recibe ayud a (Save the Children , H orno y otros, 2001), y el 46% son víctim as qu e h an sufrido abu so sexual m ás de u na vez. Las víctim as de ab uso sexual suelen ser m ás frecuen tem ente m ujeres (59 ,9% ) qu e hom bres (40 ,1% ) y se sitúan en un franja de edad entre los 6 y 12 años. H ay, asim ism o, un m ayor núm ero d e niñas en el ab uso intrafam iliar (incesto), con una edad de inicio inferior a la m en cionad a (7-8 añ os) y un m ayo r núm ero de n iños en el extrafam iliar (ped ofilia), con una edad de inicio posterior (11-12 añ os)(Ech eb urúa y G uerricaechevarría, 2000). La m ayoría d e las investigaciones coinciden en señalar qu e el agresor suele ser un conocido de la víctim a. Se co nstata q ue un 20% de los casos denunciados de incesto son contactos padre-hija (este tipo de abuso es el m ás traum ático porque supone la d isolución de los vínculos fam iliares m ás básicos). El incesto entre padrastro e hija tiene lugar entre el 15% -20% de los casos. El 65% restante im plica a herm anos, tíos, herm anastros, abuelos y novios que viven en el m ism o hogar. La inm ensa m ayoría d e los agresores son varones, oscilando los porcentajes entre un 80 y un 92% . López y otros (1995) llegaron a la conclusión de que los agresores son varones en el 86,1% de los casos, situando la tasa de m ujeres autoras de abuso sexualinfantilen el13,9% (casos relacionados en generalcon situaciones de relaciones sexuales en tre adolescen tes y m ujeres ad ultas).
Tabla 2. Paren tesco en tre víctim a y ag resor (porcen tajes) (G arrido y otros, 1996)
Niñas víctimas Padre Tío Padrastro A buelo H erm anastro O tros. Sin parentesco
Niños víctimas 36% 9% 9% 4,5% 4,5% 37%
Tío Padre A m igo M adre H erm anastro O tros
13,6% 9% 4,5% 4,5% 4,5% 63,9%
D ebem os destacar igualm ente la p revalencia m ayor del abuso sexual infantil entre los niños con discapacidad física o psíquica. U n niño con este tipo de características tien e tres veces m ás p robab ilidad es de sufrir un ab uso sexual que cualquier otro niño. El estudio llevado a cabo por el C en tro Reina Sofía (2002) m ostró que las víctim as con m inusvalías psíquicas tien en porcen tajes sup eriores a los de la población global en todos los tipos de m altratos. Tam bién se pu so de m anifiesto una asociación significativa en el caso del ab uso sexu al.
C oncep to y rep ercusiones psicológicas del ab uso sexu al infan til13
Los abusos sexuales se com eten en todas las clases sociales, am bien tes culturales o razas. Los estudios epidem iológicos no han encontrado diferencias en las tasas de prevalencia en función de la clase social, del nivel cultural o de la etnia a la que perten ece la fam ilia de la víctim a. N o obstan te, sí se h a detectado u n m ayor nú m ero d e casos de ab uso sexual en fam ilias con un estatus socioeconóm ico bajo, pero esto pued e explicarse p or el m ayo r contacto q ue tien en estas fam ilias con los servicios sociales (C antón y C ortés,1997). A pesar de las cifras ofrecidas existe p oca u nificación en los criterios de investigación. M uchos de los estudios utilizan para su m uestra sólo casos den unciados, que sup onen un porcentaje m ínim o de los casos de abuso sexual. En otras no se especifica si los datos se refieren a casos detectados aunque no denunciados o a casos conocidos aunque no evaluados, etc. Esto h ace que m uchas veces se trabaje con estim aciones de las cifras de inciden cia. Los estudios desarrollad os sobre abuso sexual infan til han seguido fundam en talm ente tres m etod olog ías: – Estudios retrospectivos en los que se preg unta a los adultos sisufrieron ab uso sexu alen la infan cia. – Estudios sobre casos detectad os po r servicios sociales, y las den uncias presen tad as. – Estudios sobre casos detectados en program as de tratam iento. Estas m etod ologías conllevan una lim itación de acceso a los datos reales, pero constituyen , por ahora, el único m odo válido d e acceso a los m ism os. C ab e d estacar, en la línea de los estudios realizados entre los casos detectad os po r Servicios Sociales, el trab ajo realizad o por el C en tro Reina So fía para el Estudio de la V iolen cia. Este trab ajo se enm arca dentro de u n am bicioso Program a N acional de Epidem iología d el M altrato en el Á m bito Fam iliar. En la investigación se an alizaron 32.741 expedientes ab iertos en los servicios de protección de m enores de toda Españ a en los años 1997 y 1 998. D e los expedientes analizados se en con traron 10.777 con m altrato con firm ado, con un total de 11.148 víctim as, resultando una p revalencia de 7 ,16 por 10.000 m enores. Los datos sobre abuso sexual infan tilseñalan que la inciden cia es de 396 casos (el 3,6% de las víctim as, con una p revalencia d e 0 ,25 por 10.000 m enores). En la m uestra an alizada d el núm ero total de víctim as qu e ha padecido abuso sexualel 18 ,69 % son chicos y el 81 ,06 % chicas. D entro del análisis de los agresores se en cuentran 385 agresores que han causado abuso sexual (el 3,9% del totalde ag resores). D e ellos,el86% son hom bres y el13,8 % m ujeres.En cuanto alanálisis de parentesco, el núm ero m ás alto de agresores se encuentra entre los pad res biológicos,siendo dignos de m ención los casos encon trados de padre n o biológico, herm anastro y sobre todo tío. En el estudio de las características del ag resor ap arece u na asociación significativa co n el ab uso d e alcohol, sien do inferior el porcen taje de ag resores q ue sufren trastorno psiquiátricos den tro del ab uso sexual con respecto alresto de los abusos. En un estudio de sim ilares características (W an g y D aro, 1998), elab orad o por el National Comm itee
to Prevent Child Abu se detectó, en 1997 en Estados U nidos,un total de 3.195.000 denuncias relativas a m altrato infan til. D e ellas se con firm aron 1.054.000 casos,lo que rep resen ta una tasa de prevalen cia de 15 m enores po r cada 1 .000 (esta p revalencia resulta 2 0 veces m ayor a la o btenida en Españ a). En este estudio los casos de abuso sexual representaban el 8% del total de los m altratos confirm ados.
14 C oncep to y rep ercusiones psicológicas del ab uso sexu al infan til
2.5 Tipología H ay q ue insistir en que n itodos los abusos son iguales ni afectan de la m ism a m anera a la integridad psicológica d e la víctim a (V ázquez y C alle, 1997). En cuanto al agresor, en unos casos el abuso sexual infan tilpued e ser com etido por fam iliares (es el incesto propiam en te dicho) o por personas relacionad as con la víctim a (profesores, en tren ad ores, m onitores, etc.). En uno y otro caso, que abarcan del 65 al 85% del total y que son las situaciones m ás durad eras,no suelen darse conductas violen tas asociad as. En otros casos los ag resores son desconocidos.Este tipo de ab uso se lim ita a o casiones aislad as que, sin em bargo, pueden estar ligadas a co nductas violentas y am enazas. A lm argen de ciertas características psicopatológicas de los agresores, lo que suele g enerar violencia es la resistencia física de la víctim a y la posible iden tificación del ag resor. Se pone de m an ifiesto que los niños no ofrecen resisten cia hab itualm en te y tien en dificultad es p ara iden tificar a los ag resores (Ech eb urúa y G uerricaechevarría, 20 00 ). Po r lo que se refiere alacto ab usivo en sí,pued e ser sin contacto físico (exh ibicionism o,m asturbación delan te del niño, observación del niño desnudo, relato de historias sexu ales, proyección d e im ág en es o películas p ornográficas, etc.) o con contacto físico (tocam ien tos, m asturbación, contactos bucogen itales o penetración analo vaginal).Elcoito es m ucho m enos frecuente que elresto de actos abu sivos (Saldaña, Jim énez y O liva, 1995). La penetración, cuando tiene lugar en niños m uy pequeños, suele resultar trau m ática p or la desproporción an atóm ica d e los genitales, y producir lesiones.
Tabla 3. D iferentes tipo s de abuso sufrido s por las víctim as. Sólo se con tem pla la condu cta m ás grave (Lóp ez y otros,199 4).
Tip o s d e ab u so
Po rcen t ajes
C aricias por debajo de la cintura C aricias por encim a de la cintura Exhibicionism o M asturbación Sexo oral C oito vaginal C oito anal
39,75% 11,87% 15,73% 9,79% 6,23% 4,93% 1,78%
2.6 Situaciones de riesgo Factores de riesgo son aquellas circunstancias que favorecen que el m enor sea víctim a d e abuso sexual. N o pued e estab lecerse una relación directa cau sa-efecto, pero síuna asociación indicativa d e u n m ayor riesgo o probabilidad de sufrir abusos sexuales. Siguiendo a Echeburúa y G uerricaech evarría (2000), nos encontram os los siguientes elem entos: En cuanto al sexo , los diferen tes estudios coinciden en señalar la m ayo r inciden cia de agresiones sexuales en niñas (2-3 niñas por cad a n iño),especialm en te en los casos de abuso sexu alintrafam iliar. Esta asociación puede d eberse p rincipalm ente al hecho de q ue la m ayoría de los agresores son varones, predom inantem ente heterosexuales. Las edades de m ayor riesgo son las com prendidas entre los 6 y 7 añ os y los 10. Parece que m ás del doble de casos de ab usos sexuales a m enores se dan en la prepubertad. Esta es una etapa en la que com ienzan a ap arecer las m uestras del desarrollo sexual, pero los m enores siguen siendo aún niños y pu eden ser fácilm ente dom inado s.
C oncep to y rep ercusiones psicológicas del ab uso sexu al infan til15
En cuanto a las características del pro pio men or , los niños con m ayo r riesgo de victim ización son aquellos qu e cu entan con una capacidad reducida p ara resistirse o revelarlo, com o son los qu e todavía no hab lan y los que m uestran retrasos deldesarrollo y m inusvalías físicas y psíquicas.Según otros autores, son tam bién sujetos de alto riesgo los niños qu e se encuentran carentes de afecto en la fam ilia, que pueden inicialm ente sentirse halagados por la atención d e la que son objeto, al m argen de que este placer con el tiem po acabe p roduciendo en ellos un profundo sentim iento de culpa. Por lo que se refiere a determ inadas situ aciones familiares , los niños víctim as d e m alos tratos – en cualquiera de sus form as–son m ás fácilm ente susceptibles de co nvertirse tam bién en objeto d e ab usos sexuales. D esde la p erspectiva d e los adultos,cuan do éstos han roto sus inhibiciones para m altratar a u n niño y m uestran un incum plim iento de sus funciones parentales, se hace m ás fácil hacer extensivo este m altrato al ám bito sexual. D esde la p erspectiva d e los niños, el abandono y rechazo físico y em ocional por parte d e sus cuidadores les hacen vulnerables a la m anipulación de los m ayores, con ofrecim ientos interesado s de afecto, atención y recom pensas a cam bio de sexo y secreto. La ausencia d e los padres biológicos, la incapacidad o enferm edad de la m adre, el trabajo de ésta fuera del hogar y los problem as de la pareja, constituyen tam bién factores de riesgo que aum entan las posibilidad es de victim ización. A sim ism o, son fam ilias de alto riesgo las constituidas por pad res dom inantes y violentos,y las form adas po r m adres m altratadas. Tabla 4 . C aracterísticas delabusad or y de la fam ilia en que se produce el abuso sexual(Echeburúa y G uerricaech evarría, 20 00 )
Características del abusador
Características de la familia
Extrem adam ente protector o celoso delniño Víctim a de abuso sexualen la infancia Con dificultades en la relación de pareja A islado socialm ente Consum idor excesivo de drogas o alcohol Frecuentem ente ausente delhogar C on baja autoestim a o con prob lem as psicopatológ icos
Fam ilias m onoparentales o reconstituidas Fam ilias caóticas y desestructuradas M adre frecuentem ente enferm a o ausente M adre em ocionalm ente poco accesible M adre con un historialde abuso sexualinfantil Problem as de hacinam iento H ijas m ayores que asum en las respo nsabilidad es de la fam ilia
2.7 Detección e indicadores C om o veíam os en la tabla 1 , sólo un 2% de los casos de ab uso sexual fam iliar se con ocen alm ism o tiem po en que ocurren. Según nos explican Echeburúa y G uerricaech evarría (2000), existen diferentes factores que pued en explicar los m otivos de esta ocultación por parte de la víctim a, por ejem plo,elhech o de obten er ciertas ven tajas ad icionales; el tem or a no ser creída o a ser acu sada de sed ucción; el m ied o a q ue la fam ilia se d esintegre o a q ue el agresor cum pla sus am enazas; etc. Por parte d el abusado r las razo nes del ocultam ien to son obvias, y en tre ellas en contram os la p érdida d e actividad sexual, la p osible ruptura del m atrim onio y de la fam ilia, el rech azo social, y las consecuen cias leg ales del ab uso. A veces la m adre conoce lo sucedido y tam poco lo denuncia. En ocasiones calla p or tem or al m arido o el m ied o a p erderlo; porque se sien te incap az d e sacar ad elan te; o por la d esestructuración fam iliar a la q ue se en fren ta. El descub rim iento d el abuso suele tener lugar bastante tiem po d espu és (m eses o años) de los prim eros incidentes (V ázquez y C alle, 1997).H abitualm ente, elproceso d e revelación por parte delm enor suele seguir cuatro m om en tos progresivos: a) fase d e neg ación; b) fase d e revelación, al principio m ed ian te u n reco nocim ien to vag o o parcial; al final m ed ian te la adm isión exp lícita d e la actividad sexual
16 C oncep to y rep ercusiones psicológicas del ab uso sexu al infan til
ab usiva; c) fase de retractación en la que el niño pued e desdecirse por la presión fam iliar o por la percepción del alcan ce d e la revelación; y d) fase d e reafirm ación en la q ue, tras una d istan cia tem poral, el m enor vuelve a sostener la afirm ación anterior acerca del abuso exp erim entado. Este proceso, aunque relativam ente frecuente, es m eram ente o rientativo y no está p resente en todos los casos. En general se h a encon trado que los varones tienen m ás dificultades para reconocer que h an sido agredidos sexualm ente. A ello contribuye principalm ente las du das y m iedos que les surgen en torno a su identidad sexualen elcaso d e que elagresor sea tam bién varón y la creencia socialm ente aceptada d e que sólo las niñas son víctim as de abuso sexual. A sim ism o, son m uy pocos los casos qu e se denun cian form alm ente. Según datos recog ido s en el Teléfono del M enor (Fundación A N A R, 1999), sólo en el 11%
de los casos registrados se habían
presentado denuncias. Este p orcentaje es significativam ente m enor que el detectado en otros tipos de m altrato, donde se denuncia un 2 4% de los casos. El ocultam iento y secretism o q ue caracterizan las historias de ab uso sexual, junto con la dificultad de probar leg alm en te lo ocurrido y la falta de confian za en el sistem a judicial, constituyen las principales razones de este bajo índice d e den uncias. En relación con esta d ificultad de p robar lo ocurrido nos encontram os que, en general, no se dan m an ifestaciones físicas ineq uívocas de la existen cia de ab uso sexual. D e ah íque el interés en la detección de signos e indicios de la existencia de abuso sexual vaya en aum ento. Sin em bargo , tenem os qu e tener claro qu e no hay sí , nt om as vinculado s exclusivament e al ab uso aunque sí ciertos síntom as asociados a su existencia, y qu e por ello deberem os valorar de una m anera global y con junta cad a caso, ya que no se pu ede establecer un a relación directa en tre un solo síntom a y el ab uso. A la hora de interpretar estos indicad ores, deb em os descartar cualquier otra causa antes de pensar en el abuso sexual(Lóp ez y D el C am po, 1997).
Indicadores en los menores víctimas de abuso (Echeburúa y G uerricaech evarría, 2000): IN D IC A D O RES FÍSIC O S • D olor, golpes,quem aduras o h eridas en la zona genital o anal • C erviz o vu lva hinchadas o rojas • Sem en en la boca, en los gen itales o en la ropa • Ro pa interior rasgada, m anchad a y en sangrentada • Enferm edades de transm isión sexual en genitales,ano, boca u ojos • D ificultad para an dar y sentarse • Enuresis o en copresis • Prob lem as de sueño o alim entación • Em barazo en adolescentes IN D IC A D O RES C O M PO RTA M EN TA LES • Pérdida de apetito • Llan tos frecu en tes sobre todo en referen cia a situaciones afectivas o eróticas
C oncep to y rep ercusiones psicológicas del ab uso sexu al infan til17
• M iedo a estar sola, a los ho m bres o a un determ inado m iem bro de la fam ilia • Rechazo alpadre o a la m adre de form a repentina • C am bios bruscos de cond ucta • Resistencia a desnu darse y bañarse • A islam ien to y rech azo de las relaciones sociales • Problem as escolares o rechazo a la escuela • Fan tasías o co nductas reg resivas (chuparse elded o, orinarse en la cam a, etc.) • Tend encia alsecretism o • A gresividad , fugas o acciones d elictivas • A utolesiones o inten tos de suicidio IN D IC A D O RES EN LA ESFERA SEXU A L • Rechazo de las caricias, los besos y el contacto físico • C on du cta sedu ctora • C on du ctas precoces o cono cim ientos sexuales inadecuad os para su edad • Interés exagerado p or los com portam ientos sexuales de los adultos • A gresión sexual de u n m eno r a otros m eno res
3. Valoración psicopatológica del abuso 3.1 Encuadre La ag resión sexuales un acontecim iento traum ático p ara el m enor, ante el que puede reaccionar con una serie de efectos psicológicos neg ativos a co rto plazo (si su ap arición es anterior a los dos años siguien tes del ab uso) y a largo plazo (sise producen con posterioridad ). Los niños y ad olescen tes víctim as de abuso sexual tienen, asim ism o, un m ayor riesgo de d esarrollar problem as interpersonales y psicológicos. C om o apuntábam os anteriorm ente, se calcula que la tasa de prevalencia de ab usos sexuales con im plicaciones clínicas para los m enores afectados se encuentra entre el4% y el 8% de la población. Tam bién se ha señalado que no todos los m enores presentan alteraciones psicológicas com o consecuencia del abuso, ya que en la respu esta del m enor intervienen una serie de factores qu e am ortigu an o agravan elim pacto em ocion al. En tre los m odelos explicativos desarrollad os en torno a la sintom atología asociad a a los abusos sexuales en la infancia d estacan el m odelo traum atogénico y el m odelo del trastorno de estrés postraum ático.
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a) Modelo del trastorno de estrés postraumático A lgunos autores (W olfe, G entile y W olfe, 1989) consideran las consecuencias delabuso sexualcom o una form a d e estrés postraum ático. El abuso sexual en la infancia cu m ple los requisitos de traum a exigidos por el D SM -IV-TR para el diagnóstico d e este cuadro clínico y g enera, al m enos en una m ayoría de las víctim as, los síntom as característicos de d icho trastorno: pen sam ien tos intrusivos, evitación de estím ulos relacionad os con la ag resión,alteraciones d el sueñ o,irritab ilidad ,dificultad es d e concentración, etc. Puede ir acom pañado tam bién de un com po rtam iento desestructurado o agitado y presentarse con síntom as físicos (dolores d e estóm ag o, jaq uecas,etc.), o en form a de sueños terroríficos. En tre las ven tajas de ese m odelo hay q ue señ alar qu e facilita una descripción operativa d e los síntom as derivados delabuso, y perm ite por ello un diagnóstico conocido por todos los profesionales. Para otros estudiosos del tem a este m odelo presenta algunas lim itaciones en el ám bito del abuso sexual infan til (Finkelhor, 1997; V ázq uez y C alle, 1996), ya q ue sólo pued e ser ap licad o a algunas víctim as, no reco ge las diferentes etap as del desarrollo evo lutivo y no incluye algunos de los síntom as, com o por ejem plo el m ied o, la dep resión o la culpa, los problem as sexu ales derivad os,la d istorsión en las creen cias sobre uno m ism o y los dem ás,etc.
b) Modelo traumatogénico El m odelo traum atogénico es m ás específico, ya que su sintom atología está asociada a cuatro variab les: sexualización trau m ática, pérdida d e co nfian za, indefen sión y estigm atización. Estas variab les constituyen la cau sa principal del trau m a al distorsionar el au toconcep to, la visión sob re el m undo y las capacidad es afectivas de la víctim a. Estos factores se relacionan con el desarrollo de u n estilo de afrontam iento inadecuado y con la aparición de p roblem as de con ducta en el niño (Finkelhor, 1997; C antón y C ortés, 1997). Lam eiras (2002) y Echeburúa y G uerricaech evarría (2000) explican estas cuatro variables: • La sexu alización trau m ática h ace referen cia a la interferencia q ue la experien cia abusiva tien e en el adecuado p roceso m adurativo/sexual del m enor, que va a condicionar la presencia de sintom atología sexualtanto a corto com o a largo plazo.Elm enor aprende a utilizar determ inadas con ductas sexuales com o estrategia p ara o btener ben eficios o m anipular a los dem ás y adquiere aprendizajes deform ados de la im portancia y significado de d eterm inadas con ductas sexuales,así com o concepciones erróneas sobre la sexualidad y la m oral sexual. A sim ism o, la víctim a tiene dificultad es para estab lecer relaciones de intim idad y para integ rar las dim en siones afectivas y eróticas. • Los sentim ientos de traición hacia el agresor que desencadena el abuso, y la generalización que se hace a o tros adultos, pued en interferir en el ad ecu ad o desarrollo de las relaciones interperson ales. • Los sentim ientos de estigm atización derivan del sentim iento de culpa y vergüenza vinculados a la exp eriencia ab usiva y pu eden tener una gran influencia en la au toim agen del m enor y, por tanto, en su au toestim a. Estas variables son fundam entales para un adecuado desarrollo de la personalidad del m enor. El m antenim iento en secreto del abuso sexualpuede reforzar la idea de ser diferente y, con ello aum entar el sentim iento de estigm atización (C ortés y C antón, 1997).
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• Los sentim ientos de indefensión provocan en el m enor la pérdida de control e im posibilidad de frenar el abuso, y generan una actitud de retraim iento y pasividad, increm entando con ello su vulnerabilidad a las experien cias abusivas. A dem ás, estos sentim ien tos provocan que el niño n o sepa cóm o reaccionar ante las diversas situaciones que se p lantean en la vida y tenga escaso con trolsobre sím ism o y sobre lo que le suced e. Todo ello le crea una sensación de d esam paro y un tem or hacia elfuturo, provocan do actitudes pasivas, poco asertivas y de retraim ien to.
3.2 Consecuencias psicológicas Seg ún señala Blanca V ázquez: “U na de las cosas que han de quedar claras es que no todas las personas que sufren ab uso sexual en su infan cia q ued an ‘ m arcadas’o ‘ trau m atizad as’ . La elab oración de una vivencia com o ésta es individual, y com o tal, el curso puede variar enorm em ente de u na persona a otra. H ay factores qu e juegan un papelesencialen la asunción delabuso p or parte d e quien lo vive: tener o no una red de ap oyo psicosocial; la actitud de esta red psicosocial an te la revelación del ab uso; recibir o no un apoyo psicológico; la identidad del abusado r; el verse ob ligado o no a seguir conviviendo con el ab usador; la p rontitud y efectividad de las m ed idas sociales y judiciales tom ad as por el en torno del m en or; la revictim ización secundaria q ue p ued e vivir duran te elproced im ien to pen al, etc.”. A lgunos estudios indican que sólo el 8% de las víctim as y sus fam ilias reciben tratam ien to. Exp ertos com o Félix López se m uestran totalm ente co ntrarios a la idea de q ue tod as las víctim as reciban tratam ien to terapéu tico, ya que la postura intervencionista pued e sobred im en sionar los efectos de los abusos. Lo que sí precisan todas las víctim as es de ayuda, una ayud a q ue el 60% no recibe. En este sentido resulta fundam ental la actitud que ad opte la persona o personas a las qu e la víctim a com unique la experiencia (H orno, Santos y M olino, 2001). C entrándonos en las secuelas negativas de la víctim a, no existe un cuadro diferencialdelabuso sexual infantil. D e hecho, del abuso se derivan consecuencias que perm anecen e, incluso se agu dizan con el paso del tiem po, que p ued en lleg ar a configurar patologías definidas. Po r ello la aten ción que se le dispensa a un niño víctim a d e abuso sexualno debe cen trarse ú nicam ente en el cuidado de sus lesiones, sino que d eb e estar coo rdinad a p or los distintos profesionales im plicad os – prestan do atención psicológica, m anteniendo un seguim iento a corto y m edio plazo, y proporcionando atención y apoyo al m enor y a la fam ilia–(H orno, Santos y M olino, 2001).
a) A corto plazo Entre un 20 y un 30 % de las víctim as perm anecen em ocion alm ente estables despu és de la ag resión (Echeburúa y G uerricaech evarría, 2000). C antón y C ortés (2000), por su parte, indican que el 40% de los niños abusados no p arecen presentar problem as em ocionales. A sim ism o, entre el 17 y el 40% sufren cuad ros clínicos con cretos y el resto exp erim en ta síntom as variad os. Todos los autores coinciden en apuntar que las con secuencias m ás graves están vinculadas alnivelde contacto físico; la frecu en cia y duración del ab uso; a que este sea co m etido por algún fam iliar o persona próxim a afectivam ente alm enor; y al em pleo de la fuerza o violencia. El peor pronóstico de recuperación es aqu el en el que nos encontram os con un m enor apoyo y m ayor con flicto intrafam iliar. U n resum en de los principales síntom as a corto y largo plazo viene recogido en la tabla 5, donde se pueden com probar las no tables diferencias qu e se producen en las reacciones de los m enores,
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dependiendo de la etapa evolutiva en la q ue se en cuen tren y del sexo. Por ejem plo, los niños m uy peq ueñ os (Ed ucación Infan til), al contar con un rep ertorio lim itad o de recursos psicológicos, pued en m ostrar estrategias de negación y disociación.En los niños un poco m ayores (Educación Prim aria) son m ás frecuentes los sentim ientos de culpa y d e vergüenza ante elsuceso. Elabuso sexualadquiere u na especial graved ad en la adolescencia p orque se puede intentar el coito, existe u n riesgo real de em barazo y el adolescente tom a co nciencia d el alcance de la relación. Por ello podem os encontrar en este p eríodo con ductas graves com o huidas de casa, con sum o abusivo d e alcoh ol y drogas, e incluso intentos de suicidio.En gen eral, las niñas tien den a p resentar reacciones ansioso-dep resivas;los niños,fracaso esco lar y dificultad es no específicas de socialización (V ázq uez, 1995). Los niños tien en m ayo r probab ilidad de exteriorizar problem as de com portam iento, com o p or ejem plo, agresiones sexuales y conductas violentas en general. Entre las con secuencias a corto plazo, H orno, Santos y M olino (2001) destacan el Síndrom e de A com odación al abuso sexual infantil, que tiene m ucho s paralelism os con el Síndrom e d e Estocolm o, y que incluye cinco fases:
Impotencia. Los niños víctim as de ab uso sexual generan un fenóm eno d e indefensión aprendida, puesto que sus intentos po r evitar el abuso resultan vanos. Poco a poco dejarán de intentarlo siquiera.
Mantenimiento del secreto. La m anipulación y la am enaza a la q ue son som etidos les ob liga a m an ten er, especialm en te en los casos de abuso intrafam iliar, una d oble vida p ara preservar el secreto y evitar la revelación.
Entrampamiento y acomodación.Sielabuso se prolonga en eltiem po,elniño irá asum iendo poco a p oco el papel de p areja d el agresor.
Revelación espontánea o forzada. C uan do se lleg a a la revelación esta suele darse co n un igual, de m anera espontánea, o forzada p or un adulto al valorar los indicios.
Retracción. Si no hay una interven ción efectiva –y a veces incluso hab ién dola–, la retracción es frecuente, por culpa, vergüenza o m iedo.
b) A largo plazo Tod os los estudiosos del tem a indican que los efectos a largo plazo del ab uso sexu al en la infan cia tienden a dism inu ir con el paso del tiem po , aunq ue tam bién se ha com prob ado qu e en otros el m ero paso del tiem po no im plica la resolución del trau m a, sino el trán sito de u n tipo de sintom atología a o tra, en función del m om ento evolutivo en que se realice la evaluación. Lam eiras (2002) aporta resultados de estudios recien tes; a través del m eta-an álisis realizad o por Rind, Tom ovitch y Bau serm a (1998) se com prob ó qu e alrededor de 2 /3 de los ho m bres y 1/3 de las m ujeres que habían m antenido actividad sexual con otros ad olescen tes y/o ad ultos duran te la infan cia no m ostrab an sintom atología clínica en la edad adulta. La inform ación actualm ente disponible no perm ite señalar la existencia de un único síndrom e específico ligad o a la exp erien cia de ab usos sexu ales en la infan cia y adolescen cia. Sí se o bserva, no obstan te, qu e frecu en tem en te se d an diversas alteraciones en la esfera sexu al – inhibición erótica, disfunciones sexuales y m en or cap acidad de disfrute–; dep resión; el conjunto de síntom as característicos deltrastorno de estrés postrau m ático;y un controlinad ecu ad o de la ira (en elcaso de los varones volcad a
C oncep to y rep ercusiones psicológicas del ab uso sexu al infan til21
hacia el exterior en form a de violencia y en el de las m ujeres canalizada en form a d e co nductas autodestructivas). En algunas ocasiones se ha d etectado a m ás largo plazo (cuando las víctim as se convierten en pad res) una actitud obsesiva e hipervigilan te co n los hijos o, por el contrario, la adopción de condu ctas de abu so o de consentim iento. Sin em bargo , ning un o d e estos elem entos pu ede generalizarse, ya que no aparecen en todos los casos. D esde el punto de vista d el traum a en sí m ism o lo que predice una peor evolución a largo plazo es la d uración prolongad a d e la exposición a los estím ulos trau m áticos, la alta inten sidad de los síntom as experim entados inm ediatam ente y la presencia de síntom as disociativos en las horas y días posteriores al suceso. C iertas condiciones y características person ales ag ravan la sintom atología. Los problem as de una víctim a en la vida adulta (depresión, ansiedad, abuso de sustancias, etc.) surgen en un co ntexto d e vulnerabilidad generado p or el abuso sexual en la infancia, pero p rovocados directam en te p or circunstan cias próxim as en eltiem po (conflictos de pareja, aislam ien to social,problem as en el trab ajo, etc.). D e no darse estas circunstan cias ad versas pu ed en no darse problem as psicopatológicos en la edad ad ulta (Finkelhor, 1997), au n hab ien do sufrido ab uso sexu al en la infan cia.
Tabla 5. Sintom atología asociada a la exp eriencia de ab usos sexuales du rante la infancia, a corto y largo plazo (adaptado de Lam eiras, 200 2)
Tipos de efectos
A corto plazo
A largo plazo
Físico s
–Prob lem as de sueñ o (pesad illas) –C am bios en los hábitos de com ida –Pérdida d el controlde esfínteres
–D olores crón icos gen erales –H ipocondría y trastornos de som atización –A lteraciones d el sueñ o (pesadillas) –Problem as gastrointestinales –Trastorno s de la alim en tación, especialm en te b ulim ia
C on du ctuales
–C on sum o de drog as o alcoho l –H uidas delho gar –C onductas autolesivas o suicidas –H iperactividad –Bajo rend im iento académ ico
–Intentos de suicidio –C on sum o de drog as y/o alcoho l –Trastorno disociativo de iden tidad (person alidad m últiple)
Em ocion ales
–M iedo generalizado –H ostilidad y agresividad –C ulpa y vergüenza –D ep resión –A nsied ad –Baja au toestim a y sentim ien tos de estigm atización –Rechazo del propio cuerpo –D esconfian za y rencor hacia los adultos –A islam ien to –Trastorno de estrés p ostrau m ático
–D ep resión –A nsied ad –Baja au toestim a –Estrés postraum ático –Trastorno s de personalidad –D esconfianza y m iedo d e los ho m bres –D ificultad para expresar o recibir sen tim ien tos de ternura y de intim idad
Sexu ales
–C ono cim iento sexual precoz o inaprop iado p ara su edad –M asturbación com pulsiva –Excesiva cu riosidad sexu al –C onductas exhibicionistas –Problem as de identidad sexual
–Fobias o aversiones sexuales –Falta d e satisfacción sexu al –A lteraciones en la m otivación sexual –Trastorno s de la activación sexual y del orgasm o –C reencia d e ser valorado po r los d em ás ún icam ente por elsexo –M ayo r predispo sición a sufrir abu sos sexuales en la ed ad ad ulta y a en trar en la p rostitución
So ciales
–D éficit en hab ilidades sociales –Retraim ien to social –C onductas an tisociales
–Prob lem as en las relaciones interperson ales –A islam ien to –D ificultades en la educación de los hijos –D ificultades d e vinculación afectiva con los hijos –M ayo r prob ab ilidad de sufrir revictim ización por parte d e la p areja
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3.3 Variables mediadoras en el abuso: factores de protección y de vulnerabilidad Los efectos psicológicos del ab uso sexu al infan til (a co rto, m ed io y largo plazo ) dep en den de las variab les que co ndicionan el im pacto sufrido por la víctim a y explican las diferentes respuestas dad as por cad a individuo. Po r ello es interesante an alizar, por un a parte, los factores que resultan am ortiguad ores del im pacto del abuso sexual en el desarrollo em ocional posterior y contribuyen a m etabolizarlo, y por otra, aq uellos qu e p ropician una m ayo r vulnerabilidad psicológica y favorecen el desarrollo de consecuen cias psicopatológicas. Ech eb urúa y G uerricaechevarría (2000) distinguen tres grupos de variab les entre los factores que m odulan el im pacto d e la agresión: el perfil individual de la víctim a, las características del acto y las consecuencias asociadas aldescub rim iento d el abuso.
a) Perfil de la víctima La presencia o no de determ inado s síntom as parece depender de la edad o estadío evolut ivo . H ay algunos efectos que pueden presentarse du rante toda la infancia y otros que son específicos de una determ inada etapa, por ejem plo, los ado lescentes son especialm ente vulnerables a problem as psicológicos relacionad os con la reg ulación del afecto y la autoevaluación (C an tón y C ortes, 2000). Existen gran des divergencias en los resultad os de los estudios en cuan to a siresultan m ás afectados los niño s m ás pequeño s o los qu e tienen m ás edad: algu no s estud ios señalan qu e cuanto m ás joven es el niño m ás vulnerable resulta fren te a la experien cia d e abusos y m ayo r es la p robab ilidad de d esarrollar síntom as disociativos; en otros se apunta que precisam ente la ingenuidad y la falta de entendim iento protegen al niño pequ eño y m inim izan el im pacto. A dem ás, a m ayor edad, m ayor prob abilidad de qu e se lleve a cabo la pen etración y de que se em plee para ello la violen cia física, ya q ue existe una m ayo r cap acidad de resisten cia en la víctim a, sien do estos factores concom itan tes de peo r pronóstico. Respecto al sexo de la víctim a, los estudios realizad os no han perm itido lleg ar a u na conclusión definitiva sobre silos niños y niñas se diferen cian en la g ravedad de la sintom atología experim en tad a. En cuanto al funcionamiento de la familia , los estudios señalan que u n am biente fam iliar disfuncional, caracterizado por la co nflictividad y la falta d e co hesión, pued e aum en tar la vu lnerab ilidad del niño a la co ntinuidad del abuso y a las secuelas psicológicas derivadas del m ism o (C antón y C ortes, 2000). Las caract erísticas de personalid ad del niño, variab les com o su asertividad o sus hab ilidad es sociales y cognitivas m odulan a su vez los efectos de la vivencia del abuso sobre el niño. Seg ún recogen C antón y C ortés (2000) recientes form ulaciones teóricas han propuesto que los efectos delab uso sexual infan tilse encuen tran m ed iatizad os po r la form ación de valoraciones cognitivas. A l respecto, se pone el acento en la im portan cia de variab les cognitivas tales com o las evaluaciones, atribuciones o estrategias de afrontam iento,que se supone actúan com o m ediadoras entre la exp eriencia ab usiva y sus con secuen cias psicológicas o com portam en tales. En este sen tido, las estrategias de afrontam iento pueden ser un objetivo im portante a consegu ir en la intervención en terapias cognitivas de abuso sexual.
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En las revisiones de los estudios realizad os po r estos autores se ha encontrad o que: • Se p roduce un increm ento de los síntom as en elcaso de las víctim as que: –tien den a au toinculparse –perciben el abuso sexualcom o u na m ayor am enaza para su seguridad física o im agen corporal –enfatizan la evitación cognitiva co m o una form a d e afrontar los abusos • Los adolescen tes víctim as de incesto que realizab an atribuciones internas sobre el ab uso se encon traban significativam ente m ás deprim idos y tenían una m enor autoestim a q ue las otras víctim as q ue realizaban atribuciones externas. • La sensación de tener escaso poder sobre el am biente que rodea a la víctim a se relaciona con la form ación de síntom as después de producirse la revelación. • En cuanto al efecto del tratam iento, se ha encontrado que los niños que tienen m ás dificultades para recuperarse son los que presentan unos patrones de n egación y evitación.
b) Características del acto abusivo Po r lo que respecta a las características del acto ab usivo, los resultad os de las investigaciones son concluyen tes: la severidad de las secuelas está en función de la frecu en cia y duración de la experien cia, asícom o d el em pleo de la fuerza y am enazas,y de la gravedad de los actos. D e este m odo, cuanto más
crónico e int enso es el ab uso, m ayo r es el desarrollo de un sentim ien to de indefensión y vulnerabilidad y m ás probable resulta la aparición de síntom as (Echeburúa y G uerricaech evarría, 2000; C antón y C ortés, 20 00 ). Respecto a la relación de la víctim a co n elagresor, lo que im porta n o es tanto elgrado de p arentesco en tre am bos,sino el nivel de intim idad em ocional existen te. A sí, a mayor grado de intim idad, mayor será , que se p uede agravar sila víctim a n o recibe apoyo de la fam ilia o se ve o bligada el impacto psicológico a ab andonar el hogar. Po r otro lad o, por lo que se refiere a la edad del ag resor, los abusos sexuales com etidos po r adolescentes resultan, en general, m enos traum áticos para las víctim as que los efectuados po r adu ltos. En principio, la d iferen cia d e edad es un ag ravante, porque acrecien ta el ab uso d e p oder y dificultan la revelación.
c) Consecuencias asociadas al descubrimiento o a la revelación En cuan to a las consecuen cias derivad as de la revelación delab uso, elap oyo parental– creer alm en or y protegerlo– , especialm ente por parte de la m adre, es un elem ento clave para q ue las víctim as m antengan o recuperen su nivelde ad aptación general.Probablem ente la sensación de ser creídos es uno de los m ejores m ecan ism os para predecir la evolución hacia la n orm alidad de los niños víctim as de abuso sexu al. Por el contrario, una inadecuada respu esta del entorno d el m enor entorpece el proceso de recu peración. La evolución psicológica n eg ativa d e la víctim a, que afecta especialm en te a la autoestim a,
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va a dep en der de las dudas suscitad as por el testim onio, la significación afectiva d e las personas incréd ulas y la falta de apoyo em ocional y social (Ech eb urúa y G uerricaechevarría, 2000). En ocasiones,los sentim ientos de vergüenza y culpa, de cólera y p ena, de m iedo y ansiedad pueden afectar a los pad res de tal m anera que se m uestran incapaces de p roteger al niño adecuadam ente. La adaptación psicológica d e las propias m adres de las víctim as es im portante. Son reacciones com unes la au toinculpación y los sen tim ien tos am bivalen tes en relación a la víctim a y el ag resor (C an tón y C ortés, 2000). A lrespecto, diversas investigaciones revelan que los padres se sentían solos y desbordad os po r los problem as qu e, en su día, debieron afrontar. La m ayoría de los pad res m anifestó que habría necesitado ayu da d uran te la fase inm ed iata a la revelación, sob re tod o en los aspectos relativos alcuidad o del niño. Eviden tem en te, la ad ap tación em ocional de los pad res y sus con siguien tes actitudes y reacciones influyen en la recuperación de las víctim as. Por otro lado, se ha en contrado qu e el apoyo de la m adre depende del tipo de abuso q ue sufra el niño, su edad y, especialm en te, de los sen tim ien tos de la m ad re h acia el ag resor. En este sen tido, las m adres de fam ilias incestuosas se sienten atrapadas en una situación conflictiva en la que su deseo de proteger al niño choca con otras necesidades, lealtades y sentim ientos. Y cuanto m ás intenso es el conflicto de lealtad es m ás difícilles resulta tom ar m ed idas para p roteg er a los hijos. Tam bién interfieren las situaciones de estrés adicionales y,en concreto,la posible ruptura de la p areja, la salida del ag resor o de la víctim a d el hogar (única vía q ue existe a veces para garantizar su seguridad , pero q ue sup one un coste em ocionaly de adaptación im portante) y la im plicación en un p roceso judicial. Respecto alproceso judicial, los juicios largos, las testificaciones reiteradas y los testim onios puestos en entredicho suponen una victim ización secun daria y o frecen un peor pronóstico para la víctim a. En este punto Lam eiras (2002) recalca q ue la experien cia m ás nociva d e la judicialización es la sobreexposición del m en or a u n rosario de evaluaciones-en trevistas. Los efectos neg ativos de este p eregrinaje evaluativo vienen dados po r dos razones principalm ente: en prim er lugar, por el efecto negativo derivado de la rep etición del relato, que fuerza al m en or a tener qu e revivir y reexperim en tar las em ociones neg ativas asociad as, y que d ificulta la resolución no trau m ática d e d icha experien cia; y, en segundo, el cuestionam iento de su credibilidad al com probar qu e ha de repetir su declaración ante distintos profesionales, en su m ayoría d esconocidos, lo que sup one d e p or sí una fuente d e estrés qu e h ace dism inuir la autoestim a delm enor.En los estudios revisado s por C antón y C ortés (2000)se ha encontrado una relación significativa y positiva en tre el núm ero de en trevistas y elnivelde trau m a. Exigirle a un niño que repita una y otra vez los incidentes abusivos supone que tenga que recordar hechos dolorosos,lo que pued e reforzar sus sen tim ien tos de culpa y vergüen za, y consolidar la estigm atización y disociación de los recu erdo s y los afectos. Po r otro lad o están los efectos neg ativos del juicio en sí, especialm en te cu an do se prolonga y el m en or ha de testificar en varias ocasiones, y sus declaraciones son reb atidas por el ab ogad o de la defensa. En general, elm enor sufre u n absoluto desconocim iento delm edio en elque d eclara y la form a en la que tiene que hacerlo. A l respecto, si se le prepara adecuadam ente para la com parecen cia experim enta m enos estrés psicológico. En sus revisiones, C antón y C ortés (2000) han encon trado que, aunque el am biente del juzgado puede despertar tem ores en el niño, sus efectos se pueden reducir en gran parte a través de una relación de confianza con un profesional y un a adecuada p reparación de su com parecen cia. D e ahíla im portan cia de que los profesionales delsistem a estab lezcan una relación cálida con la víctim a.
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En el po lo op uesto no s encontram os qu e una bu ena ad aptación escolar (en el ám bito académ ico, social o dep ortivo) y unas relaciones ad ecu ad as con el pad re en la infan cia o con los chicos en la adolescencia, asícom o elapoyo d e unas am igas íntim as y de una pareja ap ropiada (incluso de un trabajo gratifican te) tien en un efecto positivo sob re la autoestim a y co ntribuyen a am ortiguar el im pacto d e la victim ización al constituirse en factores d e protección (Ech eb urúa y G uerricaechevarría, 20 00).
d) Modelo ecológico del abuso sexual infantil En esta m ism a línea se encuentra elm odelo ecológico delabuso sexualinfantil(H orno y otros,2001). El m arco eco lógico integ ra los contextos de desarrollo del niño (m icrosistem a, m acrosistem a y exosistem as), y estructura los factores que intervien en en la etiología d el m altrato:
Desarrollo del individuo.Eldesarrollo de la person a es evolutivo,grad ual y basado en la interacción con los dem ás. D esde ahí, la experiencia p revia q ue los padres traen de su propia vida a la h ora d e ab ordar la paternidad va a condicionar el desarrollo del niño, al igual que cu alquier lesión o discapacidad que tenga.
Microsistema. Es el entorno m ás cercano al niño, en el que desenvuelve su vida diaria y con el que está en contacto p erm an en te, y del que d ep en de. El núcleo socializad or prioritario en este n ivel es la fam ilia e influyen factores co m o la com posición de ésta, elajuste m arital o las características del niño.
Exosistema. Está co m puesto por los sistem as sociales que rodean al sistem a fam iliar (escuela, trab ajo, vecindario, am istad es, etc.) cuyos valores y creencias configuran los del niño, puesto que lim itan o enriquecen sus propias vivencias y con form an su m undo relacional.
Macrosistema. So n los valores de la cultura en la q ue se desarrolla el individuo. En la crian za de los niños influyen los con ceptos sobre la paternidad y los roles de género, la co ncepción de los derechos de la infan cia, etc. Tod os estos valores configuran a su vez el en foque de la vida individual, por ejem plo, a través de los m edios de com unicación. Estos sistem as relacionales interactúan constan tem en te, creando una serie d e circunstan cias o factores que producen un riesgo o una p rotección real fren te al m altrato infan til en cualquiera de sus form as. Es im portante conservar esta p erspectiva para evaluar cada caso individualm ente y entender que las circunstan cias vitales de cad a persona definen tan to sus posibilidad es com o sus lim itaciones.
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Tabla 6. Factores de protección y d e vulnerabilidad
Niveles ecológicos D esarrollo d el individuo
Factores de riesgo Predisponentes –Introversión –D iscapacidad física/psíquica –H istoria p revia d e abuso –Baja au toestim a –Po bres h ab ilidad es d e com un icación y de resolución de problem as –Falta de asertividad y sum isión –Ser m ujer –D escon ocim iento sobre la sexualidad –Ser hijo no deseado –Trastornos co ngén itos –N acim iento prem aturo –Falta de h ab ilidad es d e autodefensa
M IC RO SISTEM A – Trastornos físicos/psíquicos
Precipitantes –Trastorno de la conducta –Enferm edades o lesiones del niño –C om plicacion es en el periodo perinatal
Factores de protección Predisponentes –H ab ilidad es interperson ales d e com un icación y resolución d e problem as –A lta au toestim a –A sertividad –D esarrollo norm alizado –Ed ucación afectivosexualadecuada –A pego m aterno/ paterno
Precipitantes –Recono cim iento de la exp erien cia de m altrato en la infancia –A dquisición d e hab ilidad es de autodefensa
–Enferm edades/ lesiones de algún m iem bro de la fam ilia –C onflictos conyug ales –V iolencia fam iliar –Falta de controlde im pu lsos –Excesiva proxim idad en el nacim iento de los hijos
–A m bien te fam iliar no violen to –Exp erien cia en los cuidados del niño –Planificación fam iliar –Satisfacción person al de los m iem bros de la fam ilia –Ed ucación afectivo sexualadecuada en la fam ilia –A pego m aterno/ paterno al hijo –A rm on ía m arital
–Satisfacción en el desarrollo del niño –Resolución de co nflictos fam iliares –C onstitución o fortalecim ien to de vínculos afectivos –Salida d el hogar del ag resor intrafam iliar –Escaso s sucesos vitales estresan tes –Interven ciones terap éu ticas fam iliares
EXO SISTEM A –D ificultades en el acceso a a) So ciolab oral recursos sociales y econó m icos –Insatisfacción lab oral
–D esem pleo –C onflicto lab oral –Fracaso en el acceso a recursos sociales
–Satisfacción lab oral –A cceso a recu rsos sociales y econó m icos
–En contrar trab ajo –Reso lución del conflicto lab oral –Éxito en el acceso a recursos sociales
b) Vecindario
–Frecuente cam bio d e –Red d e apoyo dom icilio psicosocial am plia
–Integ ración en g rupos de iguales –Participación en asociaciones y actividad es vecinales –A poyo social ante u na prob lem ática
–A lta m ovilidad –Políticas igualitarias. geo gráfica –A plicación adecuada –Fácilacceso a las de las penas a los víctim as agresores –A plicación de las –Procedim iento p enal pen as m ínim as a los protector de la víctim a agresores –A usen cia d e co ntrol pren atal y perinatal –C onflictos bélicos
–Puesta en m archa d e: program as de preven ción, de tratam iento de víctim as y agresores, de m ejora de redes de ap oyo e integración social de fam ilias con m ayor riesgo , prog ram as sanitarios y d e investigación –Reg istro unificado de casos –C onstitución de redes de trab ajo interdisciplinar
–Fracaso de los –A ctitud positiva hacia program as de la infancia, la m ujer y sen sibilización social la paternidad –Sensacionalism o en –C on cepción del niño los m edios de com o persona com un icación ind ependiente y con derechos –La fam ilia co m o un ám bito social integ rad o –C onsideración del niño com o m iem bro de la fam ilia, no com o propiedad de los padres
–Éxito d e los program as de sensibilización social –A sun ción de la protección eficaz de la infan cia p or parte d e la sociedad –Im plem entación de la C on vención sobre los D erecho s delN iño de N acion es U nidas –C am bio d e m odelos de crian za y fam iliares –A ctitud respetuo sa y protectora hacia los niño s de los m edios de com un icación
(an sied ad y dep resión incluidas) de algú n m iem bro de la fam ilia –D rog od ependencias de algú n fam iliar –Fam ilia m ono parental –M adre joven –H istoria fam iliar de abuso –Falta de afectividad en la infan cia de los padres –D esarm onía fam iliar –A usencia de vínculos afectivos –A bando no fam iliar –Elevad o tam año fam iliar
–A islam ien to social
A lta crim inalidad M AC ROSISTEM A – a) So ciales
–Baja cobertura de los Servicios So ciales –D esem pleo –M arginalidad –Inhibición social a la hora de la den un cia –Fácilacceso a la porno grafía infan til –Políticas discrim inatorias –Falta de relación afectiva en tre los ho m bres y los niños du rante la crianza –Procedim iento p enal exclusivam ente protector de los derechos del agresor
b) C ulturales
–A cep tación del castigo corporal –Valoración del niño com o propiedad de los padres –La fam ilia com o un ám bito de privacidad aislad o –C on cepción delniño com o proyecto d e person a, no com o persona –Tolerancia co n todas las form as de m altrato infan til –N eg ación de la sexu alidad infan til –M ito de la fam ilia feliz –Sexism o: fom ento d e la idea d e poder y discrim inación –Su bcultura patriarcal
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4. Agresores sexuales de menores 4.1 Características generales de los abusadores La pedofilia es una p erversión en la que un adulto siente interés sexual por un m enor prepúber. A unque en principio estas personas pu eden excitarse co n am bos sexos, suele ser m ás frecuente su atracción por las niñas. En ocasiones los pedófilos son personas con una o rien tación sexual hacia los ad ultos qu e, m ovidos po r unas circunstan cias especiales, realizan actividad es sexuales con niños en un m om ento dado. A un qu e no existe un prototipo de abusado r, sí qu e se han encontrado algu no s elem entos com un es a todos ellos:
Son m ayoritariam ente varones (los porcentajes oscilan en torno a un 80 y un 92% , según diversas investigaciones.
La edad m ás com ún m ente encontrada es entre los 30 y los 50 años, aunq ue la m ayoría de los agresores com etió su prim er abuso antes de los 16 años, y cada vez son m ás frecuentes las agresiones por parte d e adolescentes.
H ab itualm en te eligen víctim as delotro sexo .
Suelen ser reincidentes y actúan m ás en las ciudades que en las zonas rurales.
A parentem en te son personas no rm ales (no p sicóticos), pero presentan p roblem as de neu roticism o, introversión, inm ad urez, socialización y serias caren cias de valores sociales.
La m ayoría no b usca tratam iento ya q ue no p resentan ningún sentim iento d e culpa.
Tienen una escasa capacidad para ponerse en el lugar de otros y com partir sus sentim ientos (em patizar).
Los agresores suelen estar casados y ser, o m iem bros de la fam ilia n uclear o extensa de la víctim a o personas de su entorno (educadores o vecinos), lo que les perm ite u n fácilacceso al niño, con quien suelen ten er una relación de confian za anterior al inciden te sexual.
Sólo en un 10% de los casos em plean la violencia. H abitualm ente recurren al engaño; tratan de gan arse la co nfian za de las víctim as; se ap rovech an de la co nfian za de la fam ilia; o les am en azan o dan prem ios y privileg ios de diferentes tipos. Los agresores de m en ores tien den a recu rrir al engaño y la seducción y se valen de su p osición de sup erioridad sobre una víctim a conocida.
Las distorsiones co gnitivas en relación con el sexo suelen ser inten sas y específicas, y tien den a justificar lo ocurrido y a n egar la com isión del delito.
Las distorsiones cog nitivas se h an detectado com o elem entos desinhibidores im portantes en las agresiones sexuales a n iños.Las m ás frecuentes son: • Las caricias sexuales no son realm ente sexo y, por ello, no se hace ningún m al a nadie. • Los niños no lo dicen debido a q ue les gu sta elsexo. • El sexo m ejora la relación con un niño. • C uando los niños preguntan sobre elsexo significa q ue d esean experim entarlo.
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• La p ráctica sexual es una b uena m anera d e instruir a los niños sobre elsexo. • La falta de resisten cia física significa que el niño desea el contacto sexu al. • El m en or disfruta co n la relación sexual. • Los contactos sexuales son una m uestra de cariño. • Si no hay violen cia, el m en or no va a desarrollar trastornos.
4.2 Tipos de abusadores Existen dos tipos de agresores sexuales (Echeburúa y G uerricaech evarría 2000):
Primarios Se trata de sujetos con una o rien tación sexual dirigida p rincipalm en te a los niños, sin ap en as interés por los ad ultos, y con conductas com pulsivas no m ed iatizad as po r situaciones de estrés. G eneralm ente p oseen un cam po lim itado de intereses y actividades,lo que les lleva a m enudo a una existencia solitaria. C onsideran sus conductas sexuales ap ropiadas y las planifican con antelación. C on frecuencia poseen distorsiones cognitivas y no presentan sentim ientos reales de culpa o vergüenza p or estas actividad es sexuales.
Secundarios o situacionales Son personas qu e tienen contactos sexuales aislados con niños com o reflejo de u na situación de soledad o estrés.Elconsum o excesivo d e alcoholu otras drogas pu ede actuar de d esinhibidor de estas conductas. N orm alm ente se relacionan con adultos heterosexuales (relaciones en las que suelen darse alteraciones tales com o im poten cia ocasional,falta de deseo y algún tipo de ten sión o conflicto). A nivel cog nitivo, suelen percibir este tipo de conductas com o anóm alas y las ejecutan de form a episódica e im pulsiva m ás qu e de un m odo prem editado y persistente. Por ello, pueden aparecer posteriorm ente intensos sentim ientos de culpa y vergüenza.
4.3 Explicación de la conducta Tabla 7 . Tipos d e abu sado res y características (Echeburúa y G uerricaech evarría, 2000)
Primario o preferencial
Secundario o situacional
Etiología
O rien tación sexual dirigida preferen tem en te hacia niños
Soledad Estrés (conyugal,fam iliar, laboral, etc.)
Ejecución de la conducta
Persistente C om pu lsiva Prem editada
Ep isódica Im pulsiva
Percepción de la conducta
A prop iada sexualm ente
A nó m ala (con vergü enza y rem ordim iento posterior)
Distorsiones cognitivas
A tribución de la conducta a la “seducción”del niño M era m uestra de cariño C arácter inofen sivo d e los contactos sexuales
Ante el tratamiento
Falta de recon ocim iento delproblem a Recaídas frecuentes
Bu ena respuesta
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A unque n o se d ispone d e u na inform ación exhaustiva sobre las causas que p ueden llevar a este tipo de co m portam ien to, síque se distinguen en tre aquellas características que podrían estar en el origen de la con du cta y aqu ellas que actuarían com o d esencad enantes de la m ism a. Eche bu rúa y G uerricaechevarría (2000) an alizan estas cau sas:
Factores causales El origen de esta anom alía puede estar relacionado con el aprendizaje de actitudes negativas extrem as sob re la sexu alidad , con el ab uso sexu al sufrido en la infan cia, con sentim ien tos de inferioridad o con la incapacidad para establecer relaciones sociales de tipo heterosexual. Tam bién suelen encontrarse en estos individuos trastornos de personalidad, sobre todo referidos al controlde los im pulsos y aldesarrollo de una autoim ag en deficien te. A su vez, la repetición de m asturbaciones acom pañadas de fantasías pedofílicas ayud a a m antener eltrastorno. Los agresores sexuales presen tan un cierto grad o de vu lnerabilidad psicológica, que arran ca frecu en tem ente de la ruptura de lazo s en tre pad res e hijos.Los vínculos paternofiliales inseguros gen eran en el niño una visión neg ativa sobre sím ism o y sob re los dem ás, y facilitan la aparición de una serie de efectos neg ativos:a) falta de au toestim a; b) hab ilidad es sociales inad ecu ad as; c) dificultad es en la resolución de problem as; d) estrategias de afrontam ien to inap ropiad as; e) escaso control de la ira, y f) eg oísm o y ausencia de em patía. En últim o térm ino, el fracaso en estab lecer relaciones íntim as –m ás acu sado siel ag resor ha sido víctim a d e abuso sexu al–gen era soledad crónica, egocentrism o y ag resividad, asícom o una tend encia a abusar del alcohol.
Factores precipitantes El abuso sexual se produce cu ando coinciden una serie d e factores (Finkelhor, 1984): • G ratificación sexual. • Su peración de las inhibiciones internas para com eter el ab uso sexual. Los desinhibidores externos (alcohol) o internos (distorsiones co gnitivas) contribuyen a conseguir este objetivo. • Elim inación de las inhibiciones externas, lo cual se consigue d eb ido al alejam ien to del niño de la m adre o de o tras figuras protectoras. • Su peración de la resisten cia d el niño, lo cual se logra a través de la sed ucción o de o tras form as m ás o m enos sutiles de presión.
5. El incesto Elincesto se produce cuan do se dan relaciones sexuales entre m iem bros de la fam ilia. Estas relaciones están prohibidas de form a expresa p or las costum bres sociales, el tabú y las leyes. A continuación vam os a exponer las características de los m iem bros de las fam ilias incestuosas en las que las relaciones sexu ales se producen entre el padre y la hija (V ázquez M ezquita, 1995):
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5.1 La familia incestuosa El térm ino “fam ilia cohesionad a patológicam ente” es el que m ejor expresa el com plicado funcionam ien to de la fam ilia incestuosa. Este tipo de fam ilia, unida en torno a las necesidad es no satisfechas de sus m iem bros,y en especial de los padres, es incapaz d e em ancipar a los hijos.A sim ism o, en este tipo de fam ilias no se suelen estab lecer relaciones fuera de su seno. Se cree que esta co hesión es una n ecesidad para la pervivencia del incesto sobre elque, a su vez, se fundam enta la fam ilia. En el m om ento en el que los hijos salgan al exterior, el m antenim iento del “secreto”se hace m enos seguro. En esta fam ilia la n egación del incesto es m uy fuerte y afecta a tod os sus m iem bros. El hecho de q ue la h ija d enuncie el incesto no garantiza q ue vaya a ser asum ido. En m uchos casos se aparta a la hija del sistem a fam iliar y la fam ilia sigue neg án dolo y se m an tien e coh esionada. Se habla de que a m enudo los herm anos/as de la víctim a pueden presentar reacciones em ocion ales aún m ás graves qu e la herm ana afectada. D iversos estudios realizad os al respecto m uestran una serie d e co nclusiones en torno a la fam ilia incestuosa:
Existen cia de roles difusos e invasivos entre unos m iem bros y otros,posibilitan do la im posición de lo que los otros deben decir o pensar.
Las hab ilidades para la n egociación aparecen m uy dism inuidas.Los m iem bros son poco claros en la com unicación y se encuentran poco dispuestos a acep tar la respo nsabilidad por sus acciones, pensam ientos y sentim ientos.
Son poco p erm eables a las dem andas e influencias delexterior.
Enm ascaran y con striñen sus sentim ientos,evitando su expresión cuando de esto se derive algún grado de sufrim iento.
El tono vital de sus m iem bros tien de a ser “cínico y desesperado”, evitan do y oscurecien do el conflicto.
A parece u na coalición destructiva en tre los pad res qu e revierte en un doble m en saje: rechazo/sobreim plicación en los hijos.
A ten ción sexual inap ropiad a en la relación pad res-hijos.
5.2 El padre El retrato robot delpadre incestuoso es un hom bre d e entre 3 0 y 40 años cuan do se inicia la relación abusiva, con una inteligencia n orm al, sin anteced entes penales y que no presenta una p sicopatología grave. El inicio del ab uso suele co incidir con la etap a p rep uberalde la n iña (8 a 1 2 añ os). N o se h a establecido un rango de n ivelsocioeconóm ico definido. Lo que síaparece en estos pad res es una h istoria de dep rivación em ocional/eco nóm ica, con pobres relaciones paren tales en la infan cia y,en algunos casos, con una h istoria p revia d e incesto, bien com o víctim a d irecta, bien com o testigo (m ás com ún ). En m uchas fam ilias incestuosas es precisam en te la figura d elpad re q uien realiza a la vez las funciones de apoyo y m aternaje eludidas por la m adre, por lo que sielim inam os alpadre d el sistem a fam iliar, éste se hun de autom áticam ente.
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En su inm ensa m ayoría los pad res incestuosos niegan o m inim izan los hechos para p roteger su autoestim a y com o m ecanism o d e defensa an te sentim ientos de vergüenza, culpa y hum illación. Esta negación es aún m ayor cuando interviene el sistem a legal.
5.3 La madre La p asividad y la d ep en den cia se consideran los do s rasgos principales de la m ad re de la fam ilia incestuosa. Esta es una p ieza clave en todo el entram ado del incesto. A lgunos autores la han descrito com o un a m adre au sente físicam ente o em ocion alm ente, y po co accesible tanto a los hijos com o al padre. En tre las hipótesis cau sales q ue se b arajan para explicar esta situación se encuen tra la de que ella m ism a h a podido sufrir ab uso en su infan cia, lo que explicaría su ap arente tolerancia ante el incesto. Tam bién se argum enta u na situación de d epresión crónica, que p rovoca la p érdida d e facultades para proteg er a sus hijos. En todo caso, se señala que la m adre tiene una fuerte dependencia em ocional del padre, con quien por otra p arte, m antiene u na relación m arital m uy defectuosa, con unas relaciones personales y sexuales nulas o m uy insatisfactorias. Por otra parte, es habitual que la m adre conozca el incesto aunque p refiera ignorarlo para m antener a la fam ilia unida y con tinuar creyen do que sus necesidades básicas de d ependencia respecto a su m arido siguen estando cubiertas. C on la hija víctim a m antiene una conducta am bivalente, pues al m ism o tiem po que está aliada con ella en la u nión de la fam ilia, tam bién la co nsidera co m petidora. M adre e hija n o hablan jam ás delincesto. C uando se descub re, la m adre se suele m ostrar incrédula y/o punitiva con la m enor. Esta reacción de la m adre tendrá una repercusión n egativa m uy im portante en la hija de cara a su recuperación em ocional tal y com o hem os ind icado anteriorm ente.
5.4 La hija C uando com ienza a p roducirse el incesto, la niña (que suele tener una ed ad de en tre 8 y 12 años) reacciona co n confusión. Esta reacción prim itiva va transform ándose a lo largo del tiem po en un sentim iento de m iedo, angustia y culpa, a m edida que crece y em pieza a entender la verdadera naturaleza d el incesto. Las consecuencias em ocionales suelen ser devastadoras ya qu e no se produce un franco rechazo del padre, sino que este sentim iento se entrem ezcla co n el afecto. O tro aspecto interesante es que la hija adquiere un poder especial den tro de la fam ilia, pues del m an ten im ien to del secreto de su incesto dep en de a su vez la subsisten cia del sistem a fam iliar. La fuerza del secreto es tan gran de, que incluso cu an do el incesto afecta a varias hijas, se m an tien e el secreto incluso entre las propias hijas. A consecuencia de esta situación, la hija tiene unas relaciones problem áticas con la m adre, que ha fallado en su p rotección frente al padre y que adem ás la rechaza pasivam ente. Estas relaciones suelen estar m arcadas por los celos,el resen tim ien to y la am bivalen cia.
32 C oncep to y rep ercusiones psicológicas del ab uso sexu al infan til
El incesto y el secretism o que le rod ea tam bién afectan a las relaciones exteriores de la m en or, dañando seriam ente sus po sibilidades de d esarrollo en el grupo d e iguales y afectando g ravem ente sus relaciones con el otro sexo. La víctim a es forzad a a ad optar elsistem a d e creencias distorsionad o de la fam ilia y este h ech o dará origen al em pleo de u n tipo de d efensas individuales no adaptativas com o, por ejem plo, la d isociación, la n eg ación, la d isonan cia cognoscitiva o la d istorsión de la realidad y del yo.
C oncep to y rep ercusiones psicológicas del ab uso sexu al infan til33
C A PÍTULO 2
Etiopatogenia del abuso sexual infantil: efectos en la personalidad y la memoria p or Blan anca ca Vázqu V ázquez ez M ezqu ezqui ita*
1. Introducción Las cien enci cias sociales han h an exp exper eri im en ent tad ado o u n cam b io trascen ascend d en ent tal en lo q u e se ref efi ier ere e al a l estu d io d e lo s tr trastorn astorno o s de de la co con n d u ct cta a h u m an a. Si el sig lo X IX se d efin ió p o r el triu n fo d e la ci cien cia p o sitivista, y en est este e sent sen tid o , to d as las en fer erm m ed edad ades es y alter eraci acio n es psi p sico col ló g icas se se co n sid er erab aban an p ro d u ct cto o d e cau ca u sas end en d ó g en enas, as, el sig lo X X d io p aso a u n en enf fo q u e am a m b ien ent talista, en el q u e con co n d u ct cti ism o y psi p sico coan anál álisis eran eran, , só lo ap apar aren ent tem en ent te, cor corr rien ent tes ant an tag agó ó n icas qu e b u scab caban an fuera d el o rg an ani ism o el o rig en d e lo q u e socialm en ent te se con sid er erab aba a desviado . D e est e ste m o d o , sih ace u n sig lo se hu b ier era a llevad o a cab o u n a in vestig ació n sob sobr re las con secue secuen n cias d el ab u so sexual sexu al in fan til, co con n to d a p ro b ab ilid ad n o se hab h ab rían ten id o en cu cuen en ta las varia variables bles amb ientales cri ian za za, , la rea eacci cció n fam iliar al al d escu b rim ien to d el ab u so sexu al, la que inf luyen en el el organismo (la cr in flu en cia d el g ru p o so soci cial o fac act to res tales co m o la n u trició n ) y sí, en ca cam m b io , la h eren erenci cia g en ética ca, , la vul vu ln erab ilid ad in d ivid u al y la est e stru ct ctu u ra co rp o ral. Es m ás, n isiq u iera se h ab ría teni ten id o en cu cuen en ta el e lab u so sexual sexu al p ara expl exp licar d eter eterm m in ad as psico cop p atolo g ías qu e desarr d esarro llan alg u n as per pe rson as adu ad u ltas. Pru Pr u eb eba a d e ello es qu e Freu Freud d es qu ien tien ene e en e n cue cuen n ta po p o r prim era vez sexual al in fan til, au n q u e vez el ab u so sexu m in im iza su im p o rtan anci cia real p ar ara a cen trar arse se en el p ro b lem a de d e las imaginaciones d e sus paci p acien tes. Y, en cier ert to m od o, Freu eud d ten tení ía razón razón . C om o verem verem os m ás ad adel elan ant te, po r lo q ue sab abem em os sob sob re cóm o las viven cias tr trau m áticas in flu yen en el o rg an ism o , no son lo s hecho s en sími mismos smos sino sino la form fo rmaa en la que , lo q ue conf co nfor orm m a lo q ue llam am os trauma . el organismo los integra A sí, h ast asta a h ace p o co el ab u so sexu al in fan tilse reso resol lvía n eg án d o lo . Y, aú n h o y en d ía, lo s per pe rito s no s en fren tam o s a la p reg u n ta d e lo s trib u n ales: “¿S ¿Se e trata de d e u n n iñ o fab u lad o r?; ¿d ice la ver ve rd ad ?”. A lg u n o s trib u n ales, al m en eno o s lo s españ o les, espe esper ran q u e el e l exp exper ert to certifique q u e la víct cti im a de d e un un d eter eterm m in ad o d elito – la sup su p u est esta a víct cti im a ya q u e no n o h ay víct cti im a sin d elito d eclarad arado o en u n a sent sen ten cia– a–n no for orm m a p ar art te del d el gr grup up o de fabuladores , cu cuya ya existen cia vien e aval a valad a p o r u n a leye eyen n d a soci so cial sin b ase cien ent tífica. Po Por r o sc scu u ro s m o tivo vos s se su su ele cree creer r q u e lo s n iñ o s m ien ent ten m ás qu e lo s m ayo ayor res,au aun n q u e no n o h ay u n solo est estu u d io q u e aval avale tal sup o sició n , y síla con co n traria: lo s adu ad u lto s sab saben en y pu p u ed en m en tir m ejo r q u e lo s niñ o s. O tra cosa co sa es qu e un u n n iñ o – d ep epen end d ien end d o d e su n ivel d e desar d esarr ro llo m o ral– en ent tien end da d ef efect ectu u o sam en ent te, o n o en e n tien end d a en ab absol solu to , las po sib les co co n secue secuen n cias de u n a m en ent tira, e in clu so qu que deter det erm m inad os m eno res en edad preescolar sean fácilm en ent te in d u cid o s a cree creer r q u e sucesos suce sos su su g er eri id o s p o r tercer erceras as p ers erso o n as les h an o cu cur rrid o . Pe Per ro lo b ien cierto es q u e, en lo q u e resp especta ecta al a lab u so sexu sexual al in fan til, a lo s adu ad u lto s les resu resul lta m u ch cho o m ás fáci fácilin ven tar su su ceso cesos s qu e a lo s niñ o s. A lresp especto, ecto, y an ticip án d o n o s a lo q u e se po p o n d rá de d e m an ani ifiest esto o a lo lar arg g o d e nu n u estro est estu u d io d e cien casos extr extraíd o s de u n a po p o b lació n fo ren ens se, lo s n iñ o s p eq equ u eñ eño o s (d e 10 1 0 añ a ñ o s o m en eno o s) p o seen u n a tasa tasa de in ven venci ció n n u la. D e hech h echo o , cua cuan n d o se pr p ro d u ce un u n a in ven venci ció n , ésta vien ene e in d u cid a o im p u esta po p o r lo s adu lto s del ent en to rn o , y ti tien ene e su p ro p ia d in ám ica, d o n d e hay h ay q u e ten tener er en cu en ent ta lo s ben be n ef efi icio s co co lat ater eral ales qu e se *
Psicólog a de d e la C línica M éd édi ico-F co-Forense orense de M ad adr rid. bvazq ue uezm zm ezqu ita@ yaho o. o.es. es.
Etio p atog en ia d el ab u so sexu al in fan til: efect efecto o s en la p ers erso o n alid ad y la m em o ria 35
o b tien enen en co con n esa fal falsa acusaci acu sació n .En la valo ració n fo ren ense se si siem p re ten tenem em o s en cu cuen ent ta qu q u e es po sib le qu q ue u n a den d enu u n cia sea fal falsa, y ser será á con co n sid er erad ada a un u n a simulación o sob cual alq u ier sobresimulación resimulación d e sín to m as. En cu caso, caso , co com m o se dem d em u est estr ra en en el ú ltim o cap ítu lo d e est este lib ro , u n a m en tira es es m u y di difícild e in ven tar.
2. Los efectos efectos psicopatol psicopatológicos ógicos del abuso abuso sexual infantil infantil en la form formac ació ión n de la personalidad En est este e in fo rm e co con n sid er eram am o s el ab abu u so sexual sexu al in fan ant til como un suceso suceso anómalo en la vida de un , d ad adas as sus con secue secuen n cias ad ver versas sas a cor co rto p lazo azo, ,y como un suces menor suceso para el que el menor no pose posee e . A sí, el ab abu u so sexual sexu al es un u n suceso an anó ó m alo y neg n egat ati ivo – no estrat es trat egias de afront amient o adecuadas siem p re ig u al d e n eg ativo y perj p erju d icial– , y un u n h ech o violento , in d ep en d ien tem en te d e sus su s caracter caracterí ísticas. Se d ef efi in e al a l ab abu u so sexual sexu al co com m o u n act acto o vio len ent to ya q u e co m p ar art te car ca ract acter erí ísticas con o tro s del de lito s vio len to s, y esta esta con co n cep tu alizació n n o s sirve para p ara ent en ten d er sus efectos efectos den d en tro d el m o d elo d e est estrés p o strau aum m át áti ico. Sin em b argo , la vio len cia en e n el ab u so sexu al in fan tilraram en te se exp resa ab a b iertam en te, ya sea física o verba verbal lm en te. Su n aturaleza vio len ta rad ica en q u e in terfier ere e en el d esarro llo p sico coevo evo lu tivo d el m en o r,
desarrollo sexual ya q u e al a lter era a su norm al desarrollo , y al alh ac acerl erlo , p u ed e in flu ir en el d esa esar rro llo d e su p erson alid ad . El d esar esarr ro llo p sico cosexua sexual lest está á relacio n ad ado o co con n co con n cep cept to s tan tan im p o rtan ant tes com co m o la co con n stru cció n d e la p ro p ia id en tid ad , la au a u to est esti im a, el au to co con n cep to , la con co n fian za en e n lo s d em ás, la cap ca p acid ad p ara la in tim id ad y, en g en ener eral al, co con n m u ch cho o s de lo s co co n stru ct cto o s psico col ló g ico cos s que qu e con co n fo rm an lo s ci cim ien ent to s so so b re lo s qu e se con co n stru ye la p er erson sonal alid ad fu tu ra d el m en eno o r. H ast asta a la fech fecha a se ha h a con co n sid er erad ado o el ab abu u so sexual sexua l in fan ant til co com m o u n suceso t rau m át ico , sin q u e se con co n o cier era a m u y bien có cóm m o in flu ía este este tr trau aum m a en la per p erson sonal alid ad ad. . La pal p alab abr ra trauma po see conn ot otaci acion es q u e van va n m ás allá de d e lo p sico col ló g ico e in vad en el cam p o d el ju icio social. A la h o ra d e exten extend d er un u n certificad o d e n o fab u lació n ,lo s tr trib u n ales d e ju sticia a vece veces s m alin terpret erpretan an – o , sim p lem en ent te, n o en ent tien end d en en–q –q u e se pu ed eda a pr p ro d u cir u n ab abu u so sexu exual al sin q u e se den de n secu ecuel elas p sico col ló g icas pal pa lp ab abl les (en elám b ito d elD er erech echo o Pe Pen n ales m u y di d ifícilad adm m itir h ech echo o s qu e no n o est estén én b asad asado os en pruebas tangibles ). D e est e ste m o d o , si se con sid er era a el e l ab abu u so sexual sexu al co com m o u n d elito q u e lesio n a lo s d erech erecho o s b ásico cos s d e la víct cti im a, a la fuerza se en ten end d er erá á qu q u e este este del d elito o cas casi io n a un u n d añ año o objetivo . Pero n o sot sotr ro s sabe sabem m o s q u e esto esto n o siem p re ocu o cur rre así. En est este e pr p ro b lem a es evid en ent te qu q u e la Psico col lo g ía y el D er erech echo o d eb eber erí ían d ialo g ar p ar ara a en ten end d er ers se, y ese diálo g o se vien ene e dan d and d o , con m ayo ayor r o m en eno o r éxito , en lo s tri trib u n ales de d e ju st sti icia. El p er eri ito p sicó cól lo g o exp exper ert to en tem as de ab abu u so sexual sexu al d eb ebe e tener tene r en cu cuen ent ta, p o r tan ant to , el co con n text exto o en el q u e se m u eve, y asum ir q u e en e n u n ju icio p en enal al siem p re se le van a p ed edi ir pruebas de aq aque uel llo qu e señal señ ala en e n su d ict ctam am en y en su rati ratificació n o ral. El co con n o cim ien to actua actual lsob re el e l ab u so sexual sexu al in fan til n o se deb d eb e, n o o b stan te, a lo s est estu u d io s qu e se h an llevad o a cab o sob sobr re él é l,sin o alavan ce en la com co m p ren ensi sió n d e la conducta violenta en g en eral,es dec d eci ir, a lo s acu acusado sado s.Si q u er erem em o s co com m p ren end d er a la víct cti im a, ten end d rem o s q u e en ten end d er la vio len enci cia no n o sól só lo en e n su sentid o clásico d e fuerza fuerza o co coacci acció n , sin o en u n sentid o m ás am p lio ,es deci d ecir, co com m o aquella cond cond ucta que , tal y com co m o in d ica C o rsi (2 0 0 0 ), no res respeta peta la in dividualidad y los derechos derechos de un a persona persona concreta cuan cu and d o exp expl lica la g én énesi esis y el m an ant ten eni im ien ent to d el m altrat ato o en la p ar arej eja ad a d u lta.
efecto o s en la p ers erso o n alid ad y la m em o ria 36 Etio p atog en ia d el ab u so sexu al in fan til: efect
El ab u so sexual sexu al in fan til o cu cur rre en en el co con n texto gl g lo b al d e un u n a soci socied ad vio len ta, d o n d e lo s d erech erecho os in d ivid u ales se sacr sacri ifica can n en fu n ció n d e u n a teó rica p az so soci cial y lo s con co n flict cto o s ent en tre las person p erson as sig u en resolvién énd d o se m ed edi ian ant te la im p o sició n d e u n o s so so b re ot o tro s, fu n d am en ent talm en ent te de d e lo s hom ho m b res so so b re las m u jeres, d e lo s adu ad u lto s so so b re lo s niñ o s, d e lo s paí países rico cos s so so b re lo s paí países po p o b res, d e lo s gr gru p o s de de p resió n so b re u n a m ayo ayor ría d esfavo avor recid a, et etc. c. En este am a m b ien ent te n o es extr extrañ año o o b ser ervar var q u e alg u n as p er ers so n as se se con co n sid er eren en leg egi itim ad adas as par pa ra ab a b u sar sexu exual alm en ent te d e u n m en eno o r, y así lo exp expr resen m ed edi ian ant te d ive ver rsas racio n aliza zaci cio n es. En cua cuan n to a la d ef efi in ició n d e m altrat ato o , h o y en d ía sig u e vig en ent te la ap a p o rtad ada a p o r K em p e (1 (1 9 7 8 ) q u e in d ica q u e ab a b u so sexu sexu al in fan til es toda conducta sexual entre personas cuyo desigual estatus . psicoevolut psic oevolut ivo pro voca que al m enos una de ellas no po sea la capacidad capacidad de con sentim iento neces necesaria aria Por Po r o tra p ar art te, elh ech echo o d e co con n cep cept tu alizar elab abu u so sexual sexu alco com m o u n a co n d u ct cta a vio len ent ta, sig n ifica q u e autom aut om át áti icam ent ente e el menor men or víctim a comp arte las secuelas, secuelas, actit actit ud udes es y prejuicios prejui cios con el pro pio abusador y
con ot ras ví ctim as de violen cia int erpersonal. Pese a lo exp expu u esto an ant ter eri io rm en ent te, en realid ad sab abem em o s m u y po co sob re el im p act acto o d el ab abu u so sexual sexua l in fan til en las víct cti im as, ya q u e la m ay ayo o ría d e est e stu d io s rea eal liza zad d o s hast ha sta la fecha fech a sól só lo ap o rtan especu espe cul lacio n es o d at ato o s est estad adí ístico cos s p ar arci ciales qu e po p o co ayu a yud d an a la com co m p ren ensi sió n d e un u n caso con co n cret eto o . El m o tivo p rin cip al d e est e ste d escon o cim ien ent to es qu q u e el ab abu u so sexual sexu al in fan ant tilco con n tien ene e en e n su p ro p ia d in ám ica, com o tod oda a cond uct ucta a abu siva va, , un com po ponent nente e de secretismo q u e, u n id o a ot o tro s fac act to res – in tim id ad ; d ificu cul ltad p ara la in vest vesti ig ació n retro spe spect cti iva; y escaso ín d ice d e d en u n cias, sólo u n o d e cad a cin co caso casos s d e ag a g resió n con tra la lib er ert tad sexu exual al es den de n u n ciad ado o (R ed edo o n d o , 1 9 9 4 /2 0 0 0 )– , con fo rm a u n p an ano o ram a d o n d e lo m en eno o s cono con o cid o son las secu secuel elas em o cio n ales (a cor co rto y lar arg g o p lazo azo) ) ver verb b alizad zadas as po p o r las víct cti im as e in terp erpr retad as desd d esde e d iferen erent tes con co n tex ext to s clín ico cos. s. Tam bién sab abem em os m uy p oco sob re las cau caus sas que ha hacen cen d elab abuso uso sexualun a experi experien enci cia cr crí ítica , q u e de algu na for form m a puede m ed edi iat ati izar el d esar esarr ro llo p sico coaf afect ecti ivo y com co m p ro m et eter er el g rad ado o d e vulnerabilidad d e u n a pers p erso o n a a d esarro llar sín to m as clín ico cos s en la ed ed ad ad u lta asoci asociad o s a lo s trastorno s de ansiedad ansiedad y
sus com plicacio plicaciones, nes, como el abu so de sustancias –prin cipalm ent e alcohol– alcoho l–, o los lo s tr tras asto to rno s de personalidad. A lresp especto ecto cab ca b e señal señ alar q u e no n o to d as las pers p erso o n as qu q u e han h an sufrid o ab u so sexual sexu al in fan tild esarro llan secuel secue las a lar arg g o p lazo azo. . Ech Echeb ebu u rú a y G u er err ricaech evarría (2 (2 0 0 0 ) ap apo o rta las cifras de u n 7 0 % d e ni n iñ o s co co n secu ecuel elas a cor co rto p lazo azo, , y un u n 3 0 % d e ad a d u lto s que qu e fu fu er ero o n víct cti im as de ab abu u so sexu exual al d u ran ant te su in fan anci cia.
secuelas cuelas emo emo cion cionales ales a corto cort o y largo plazo , Existen cu cuatr atro factor actores es asoci a sociad o s a la gravedad d e las se in d ep en d ien tes de de las vari variab les prop ias del de l m en o r (ed ad , sexo sexo, , p ers erso o n alid ad p revia, an tece eced d en tes p sico cop p ato atol ló g ico cos, s, etc.). Estos fac fact to res son so n : 1. G rav avedad edad delabus abuso o 2. D ur uraci ación y/o cron icida dad d de del lab abuso uso 3 . U tilizació n d e vio len cia física d u ran te el e lab u so 4. Re Rel lación de p ar aren ent tes esco co con el ag agr res esor or A u n q u e la im p licació n n eg egat ati iva de d e esto esto s cu cuat atr ro fact acto o res se se sabí sab ía desde d esde h ace ti tiem p o , h ast asta a ah o ra no no existían est estu u d io s en lo s qu q u e est esta a relació n cau sa– efecto efect o est estu u viese tan claram en te d efin id a (V ázq u ez y C alle, 19 97 ).
Etio p atog en ia d el ab u so sexu al in fan til: efect efecto o s en la p ers erso o n alid ad y la m em o ria 37
La investigación que nos ocup a ha tenido en cuenta dos con ceptos principalm ente desde el punto de vista d e las consecuen cias del ab uso. El prim ero hace referen cia a la vulnerabilidad emocion al ant e el
estré s en la edad adu lt a ; y el segu ndo, m enos estudiado, tiene que ver con las secuelas m ás graves e incluye la posibilidad de que la experien cia abusiva tenga co nsecu en cias patológicas definitivas en la conform ación d e la personalidad de la víctim a. Esta segunda consecuencia es innegable, al m enos en casos extrem os de ab uso sexual(V ázquez, 2000). Partiendo de lo anteriorm ente exp uesto, se hace necesario un m arco teórico d e referencia desde el que intentar entender elacto abusivo en su conjunto, y no sólo las secuelas y trastornos m entales, m ás o m enos cuantificables.En elcaso d elabuso sexualse ha superado la etapa en la que se debían demostrar sus repercusiones neg ativas, aunque curiosam ente éste sea uno de los argum entos que la m ayoría de ag resores em plean para racionalizar elab uso y neg ar, por tan to, el dañ o infligido al m en or. D esde este punto de vista, el presen te estudio se centra, no ya en las características externas del ab uso (au tor, cronicidad , severidad , grad o de violen cia, etc.), sino en cómo se h a p rod ucido éste,ya qu e el abuso sexual siem pre se da en el seno de una relación personal entre la víctim a y elagresor. D e este m od o, hay que afron tar la con du cta abusiva com o un a relación entre un adu lto y u n m enor fundam en tad a en creen cias culturales aceptad as po r am bos. En tre ellas, cab e destacar las siguien tes: el adulto sabe m ás que el niño incluso sobre el propio niño; el adulto qu iere el b ien del niñ o ; el ad ulto
siempre tien e razó n, etc. D e h echo, el ag resor suele jugar con todas estas creencias –en principio válidas para cualquier m enor–en su propio beneficio. A sí, cuando el adulto castiga, o se im pone a u n m enor, se da po r sentado q ue lo h ace por el bien del menor . D e lo anteriorm ente expuesto se desprende que el ser hum ano funciona a p artir de una serie de creencias que articulan su organ ización social. Estas creencias son, casi siem pre, funcionales . N uestro sistem a educativo, por ejem plo, se cim ien ta precisam en te en esa disim etría niño/ad ulto, y el proceso de socialización y culturización consiste, precisam en te, en ap licar esa d isim etría a la o bten ción de la m áxim a
uniformidad . A ese grado de adaptación a la n orm ativa social lo llam am os adaptación social . Sin em bargo, ese proceso de socialización im plica el uso de la violencia en m ayor o m enor m edida. Supongam os, por ejem plo, que todos los niños de siete añ os tienen que saber leer, aunque no todos los niños de esa edad estén em ocional o intelectualm ente p reparados para ello (algunos lo pueden hacer m ucho antes, otros después, y otros,dejados a su libre albedrío, quizá n o lo hagan nunca), pero a todos ellos,sin distinción, se les exigirá u n ren dim ien to y una co nducta iguales según su edad cronológica. El anterior ejem plo pretende ilustrar cóm o para q ue u n m enor se adapte a su entorno social debe asum ir los m ism os valores y creencias que los adultos de su entorno sociocultural. Pero adem ás de estas obligaciones arbitrarias que le im pone el en torno cultural, el niño necesita obten er la aceptación
incond icional afectiva por parte d e aquellos adu ltos qu e son im portantes en su vida y con los que se iden tifica activam en te. Y la cu estión de la acep tación incondicional es de vital im portan cia p ara en ten der la gén esis del trauma . El niño construye d urante la infancia su autoim agen, es decir, intenta continuam ente responder a la pregu nta d e ¿qu ié n soy yo? A unque la respuesta a este interrogante n unca se com pleta d el todo, sus rasgos centrales se term inan de definir en la adolescen cia en el seno del grupo de iguales. D uran te esta etapa la identidad del m enor es m uy frágil y depende en gran m edida del juicio externo . A sí, su autoim agen no puede construirse a p artir de la n ada, sino que se nutre d e la interacción del niño con la
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im ag en en el espejo que las figuras de referencia o iden tificación le d evuelven. El inicio de la identidad
personal depende de que este proceso se lleve a cabo satisfactoriam ente. C uando elm enor es som etido a una experiencia ab usiva en la que su individualidad y sus necesidades no son respetadas, aprend e en espejo a no respetarse , e incluso a iden tificarse con su ag resor. D e ah íla extrem a dificultad a la que nos enfrentam os cuando trabajam os con adultos que de niños fueron víctim as de abuso sexu al al tratar de construir un a au toestim a ad ecuad a q ue im pida la ap arición de condu ctas au todestructivas. Elprincipalproblem a psicoterapeútico es que algunas víctim as poseen una im agen tan devaluada de sím ism as que harán todo lo necesario p ara m antener esta identidad neg ativa –pero seg ura y conocida–, au nque se les ofrezcan posibilidad es vitales m ás positivas. A l respecto, algunos m en ores tien den a entablar relaciones abusivas destructivas con los dem ás. Lo m ás sorprendente es qu e, pese a que estas personas ya adultas se den cuenta de lo anóm alo de su con ducta, no pueden evitar repetirla u na y o tra vez.D e alguna m anera se han quedado ancladas en esa fase crítica del abuso. Elabuso sexualse com pone de dos efectos psicopatológicos principalm ente. Elprim ero tiene que ver con el trauma que supone sufrirlo y sus consecuencias em ocionales directas: vergüenza, culpa, aislam ien to social, estigm atización, au toestim a neg ativa y una sen sación vag a de ser “diferente” , directam ente d erivada d e la d inám ica abusiva y el secreto im puesto. El segu ndo efecto está relacionado con los mantenedores de la situación an terior, en tre los qu e cabe destacar la memoria y su coh orte de signos asim ilab les alestrés postrau m ático: reexperim en tación, evitación e hiperalerta, que m an tien en los síntom as clínicos qu e refuerzan la autoestim a negativa d e la víctim a. D e hecho, siel abuso n o actuara de alguna form a sobre la m em oria, no dejaría h uella n iinfluiría en la p ersonalidad . Según el diccionario, traum a es un choque o impresión emocional que deja una huella subconsciente duradera. Esto es lo que, de u na form a m ás intuitiva que clínica o experim ental, se ha observado en personas qu e han vivido experiencias traum áticas com o, por ejem plo, la reclusión en un cam po de concentración. Por definición, estas experiencias tienen en com ún el hecho de que la persona im plicada ha sentido en peligro su integ ridad física o m oral,y no ha ten ido n ingún controlsob re ese riesgo.A dem ás, los trau m as son experien cias anóm alas e infrecu en tes dentro d e la historia natural del ser hum an o.
La p alabra trauma expresa, asim ism o, la p osibilidad de q ue la p ersona afectada n o sea consciente d el todo, o no lo sea en absoluto, de la vivencia de ese traum a, lo que genera el interesante fen óm eno de la
disociación en la m emoria . Este m ecan ism o de d efensa, unido a la represión, pueden explicar el olvido involuntario de ciertos hech os. La disociación consiste en la separación o desintegración delafecto negativo y elrecuerdo,de m anera que la víctim a sólo recuerda elafecto negativo, separado de todos los recuerdos,o al m enos de parte d e ellos (y en especial, de los relacionados con el suceso traum ático). C om o finalm ente el suceso que ha dad o origen al afecto neg ativo desap arece totalo parcialm en te de la co ncien cia, en la práctica, el efecto sob re la m em oria sería sim ilar a la llam ad a represión. C uando observam os las con secuencias del abuso sexual y de o tros delitos violentos crónicos, los expertos coinciden en señalar qu e la disociación es uno de los efectos inm ediatos en la víctim a. Se produce u na d isociación – y no represión–cuando en la víctim a sí perm anece el afecto negativo que acom paña al recuerdo. M ás adelante se explicará en qué co nsiste esta d isociación, cuáles son sus bases neurobiológicas y sus efectos en la m em oria y,en consecuencia, qué influencia tiene en la co nform ación de los síntom as clínicos qu e se d an a largo plazo.
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En cuanto al efecto perverso d el abuso sexual en la p ersonalidad, cabe señalar qu e víctim a y victim ario com parten algunos elem entos que tienen que ver con elconcepto actualde disociación y otros síntom as relativos altrastorno de estrés postrau m ático (D utton, 1998). Los síntom as del traum a relacionados con la vergüenza – la sen sación de ser diferentes, m alos, o de m erecer lo ocurrido– , son en ocasiones com unes en los agresores y sus víctim as. La p resencia d e u na figura p aterna h ostil, am bivalente y con tendencia a avergo nzar al m enor en privado y en público parece ser la causa de esta fijación infan til. A dem ás, algunos estudios sostien en que u na p arte d e los niños víctim as de abuso sexual se convierten en agresores, en la llam ada recapit ulación de la experiencia . A lgunos estudios realizados en Inglaterra sitúan la tasa de este fenóm eno en un 13% , aunque abusiva son cifras de difícilconstatación. En cuanto a la culpa com o factor que afecta al norm al desarrollo de la p ersonalidad, cabe d estacar que la actitud conciliad ora –m elan cólica–d e m uchas niñas víctim as de abuso sexu al interfiere en el desarrollo de su personalidad. Es cierto que p oseer rasgo s dependientes, o m elancólicos, no supone en sím ism o un defecto estructural de la personalidad, sino una form a de ser que está m ás extendida en tre la p oblación fem enina por razones culturales.Sin em bargo, no debem os pasar por alto el riesgo que esta actitud im plica a la h ora d e sufrir procesos victim izadores o revictim izadores (H irigoyen, 1998). Finalm ente, en este cap ítulo abordarem os cóm o el abuso sexual afecta n egativam ente a la
autoestima de la víctim a, entendida ésta com o la can tidad de afecto que una persona siente hacia sí m ism a. Es evidente que no todas las personas po seen un m ism o substrato b iológico, nise desarrollan en un en torno social de sim ilares características. Este hech o hace que los niveles de estrés entre unos y otros varíen. Sea com o sea, a iguales circun stancias, una p ersona co n una m ayor autoestim a será cap az d e resistir m ás an te determ inadas situaciones de estrés psicosocial.D e este m odo,la autoestim a n o depende de cu estiones objetivas externas al sujeto, sino de factores internos ligad os a la co nstrucción de la p ropia im agen que se p roduce d urante la infancia. Si un sujeto no posee autoestim a, perderá su equilibrio vital fácilm ente, ya que los problem as im plican siem pre u n grado m ayor o m enor de estrés y frustración. En relación a esto últim o, lo perverso de la relación ab usiva es que norm alm en te el ag resor se las ingenia p ara co nvencer a la víctim a d e q ue ella h a b uscado, propiciado o desead o el abuso. Y la visión neg ativa q ue ésta asum e d e sím ism a –y el au todesprecio por su im plicación–es lo que a la larga influye tan po derosam ente en su autoestim a. D e h echo , m uchos agresores sexuales pagan a la víctim a co n regalos, atenciones, o co n u n supuesto afecto. A sí, los m altratadores m enos generosos y m ás ab iertam en te hostiles son , a la larga, m en os perjudiciales. En el m om ento en qu e la víctim a acepta los reg alos, el afecto o la aten ción del ag resor, qued a , que im posibilita su recu peración a través de la concien cia. C om o enredada en el m arasm o de la culpa no s encon tram os inm ersos en un a cultura don de la n oción de pecado y culpa es trascend ental, es m uy difícilpara la víctim a, au n com pren dien do racionalm en te q ue n o es la responsable d el suceso, librarse d e este sen tim ien to. El constructo de culpa ofrece ad em ás la ventaja de devo lver el control a las personas, haciendo com prensible u n m un do en el qu e, desde un pu nto de vista filosófico p rofun dam ente voluntarista, prem io y castigo son las consecuen cias de n uestras acciones. Si adem ás tenem os en cuen ta que el concepto de sexo siem pre ha estado ligado a lo proh ibido y pecam inoso, cualquier relación donde el m enor haya sentido la m ás m ínim a sensación de agrado físico se hará inexpugnable para cualquier abordaje terapéutico d el problem a.
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3. Definición y efectos de la disociación en la memoria El prim er investigador que señaló los efectos de la disociación en el m om ento del traum a es Janet. Para él, la d isociación actúa co m o una reacción patológica q ue co nlleva un increm ento en el riesgo de la aparición de una p sicopatología a largo plazo. En la actualidad no se considera la disociación com o un efecto p atológ ico en sí m ism o, sino com o u na estrategia de afron tam iento o com o u n m ecanism o d e defensa d e la víctim a. Solam ente en el caso de q ue esta form a d e afrontam iento se establezca de form a crónica e inflexible em pezam os a fijar la aparición de un riesgo claro d e p sicopatología a corto o largo plazo. A ntes de p roseguir con viene establecer de la form a m ás precisa posible a qué n os referim os cuan do hablam os de disociación. Para ello, adoptarem os el m odelo d e Brenm er (2000), quien tom ando p ara su estudio una serie de investigaciones, definió la disociación com o una disfunción de la memo ria normal,
consciencia o identid ad. O tros autores (K eane, K aufm an y K im ble, 20 00 ) señalan qu e el in teré s por la disociación como
sí nt om a se int ensifica d urante los añ os 80 , cuando la com unidad cient ífica reconoce y acepta la realid ad del abu so inf ant il y sus secuelas psicológicas .Las dos ideas clave sobre las que g ira la investigación parten de este concep to. En prim er lugar, se entiende la d isociación com o una estrategia de afrontamiento y no un sign o psicopatológico per se (aunq ue pu eda ser un síntom a en casos extrem os); y en segund o lug ar, com o u n m ecanism o d e defensa de la víctim a y, en consecuen cia, com o un a m edida adaptativa cuyos efectos inm ed iatos influyen en la memoria .En este p unto surge una d isyun tiva,ya que la m em oria es una función cognitiva, no un síntom a em ocional y, por tanto, tiende a ser neutra . Para que esta función se altere tend rem os qu e aceptar qu e, en m ayor o m eno r m edida, el contenido emocional del recuerdo puede afectar de algun a m anera a la m em oria, com o en efecto se h a d em ostrado qu e o curre a lo largo de esta investigación de cam po. D e h echo, las alteraciones de la m em oria están relacionadas con daños cerebrales,dem encias y otros procesos orgán ico-cereb rales, en los que se m an ifiesta algún tipo de d éficit fisiológico estructural y/o funcional. La d iferencia entre estas alteraciones de la m em oria co n síntom as orgán icos, y los trastornos de origen disociativo se deb e a la alteración selectiva del recuerdo disociativo. En conclusión, se pu ed e señalar que las alteraciones de la m em oria de origen orgánico, indep en dien tem en te de la existen cia de una d isfunción física, se m an ifiestan a través del olvido asistem ático y g eneralizado d e determ inados recuerdos y la consecuente incapacidad de ad quisición de hábitos nuevos.Sin em bargo,elolvido es un proceso norm al,e igualm ente ad aptativo. D e alguna m anera el cerebro necesita tener presente en cada m om ento lo esencial para la subsistencia d el organism o. Si esto es así, ¿cóm o distinguir un proceso de o lvido disociativo de u n proceso de o lvido norm al? Para poder hablar de am nesia u olvido disociativo, se debe tener en cuenta que existan en el individuo lagunas en la memoria n o debid as a olvidos normales (Brem ner, 2000). Por olvidos no rm ales se entiende eldecaim iento de la h uella m ném ica p roducto deltiem po transcurrido desde elsuceso;elolvido de los detalles periféricos y sensoriales; y todos aquellos procesos cognitivos relacionad os con este olvido. Existe alrespecto una co ntroversia sobre sise pued en recu perar los sucesos olvidad os y sob re elproblem a de la falsa m em oria. Es poco defendible que sucesos olvidados puedan recuperarse m ucho tiem po despu és de sucedido s ya que no existe ning un a prueba d e qu e qu eden huellas en la m em oria a escala
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cognitiva. Si esto es así, sería im posible recu perar lo que sim plem en te no está en ninguna parte (D iges, 19 97 ). La lim itación de los estudios de la m em oria en el ám bito experim ental es qu e no son aplicables al ab uso sexu al infan tilya que tratan casos relativos al olvido normal o manipulado de la m em oria, y no al
selectivo y espont áneo , que es el que nos ocu pa. Este proceso de o lvido selectivo o disociación aparece ligado no sólo a las víctim as de abuso sexual, sino a cualquier tipo de víctim a, siem pre que se cum plan una serie d e co ndiciones: 1. Elsuceso anó m alo se ha repetido de form a crón ica. 2. La víctim a no tiene control, o no puede anticipar cuándo va a o currir el suceso estresante. 3. El suceso supone una am enaza sub jetivam ente percibida para la integridad física o m oral de la víctim a. 4. La víctim a no pu ede escapar del suceso. El que se cum plan estas cuatro co ndiciones a la vez pu ed e significar que cualquier acto violen to, cuando tiene lugar en el seno de la fam ilia o entorno inm ediato, puede g enerar procesos disociativos. Este h ech o exp licaría p or qué las víctim as de abuso intrafam iliar suelen m an ifestar m ás secuelas psicológicas a largo plazo y por qué la severidad delabuso y su frecuencia son tam bién factores de riesgo . Es difícilque u na víctim a p ued a escapar del suceso siéste ocurre en la fam ilia. El grad o de am en aza reiterada p ercibida p or el m enor es lo que subyace al posible increm ento en el proceso de d isociación. En definitiva, un proceso disociativo es algo m ás que un trastorno selectivo en la m em oria. Para Brem ner (2000), las experiencias disociativas vienen acom pañadas asim ism o de: – Experien cias extracorporales y otras d istorsiones relativas al cuerpo (desperson alización). – D istorsiones en la p ercepción visual: ver los acontecim iento com o a través d e un túnel, o en blan co y neg ro (desrrealización). – Frag m en tación del sentido del yo (distorsión de la iden tidad ). Para entender cóm o la disociación en la m em oria acarrea la aparición de síntom as clínicos de estrés postraum ático, hay que explicar asim ism o el m odo en que el estrés traum ático afecta a la quím ica y la estructura cereb ral, dad o que elestrés tien e efectos a largo plazo en las áreas cereb rales que intervien en en la m em oria y en los sistem as neu rohorm onales y neu rotransm isores que m edian en sus respuestas. Existen dos áreas cerebrales directam ente im plicadas en lo que llam am os trastorno de estrés postraum ático: el hipocam po y la co rteza m edia p refrontal. El hipocam po juega u n im portante p apel en la función de la m em oria. El daño inducido al hipocam po debido al estrés po dría jugar un papel determ inante en los síntom as de disociación que tienen que ver con la m em oria. Po r su parte, la corteza m ed ia prefrontal intervien e en la m odulación del valor atribuido a determ inados recuerdos,a través de la inhibición de la am ígdala (que m edia las respu estas de m iedo). Se han observado disfunciones cerebrales en el cortex m edio prefrontal en pacientes afectados de trastorno de estrés postraum ático, lo que explicaría la im posibilidad de acabar con determ inadas conductas de m iedo ante ciertos estím ulos en estos m ism os pacientes. C om o exp lica Yeh uda (2002), los estudios m ás recien tes iden tifican la existen cia d e alteraciones neuroanatóm icas en la am ígdala y elhipocam po en pacientes con trastorno de estrés po straum ático. La
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reactividad de la am ígdala y de la reg ión an terior del sistem a lím bico au m en tan an te ciertos estím ulos relacionad os con el trau m a, m ien tras que la actividad del cíngulo an terior y la zona o rbitofrontal se red uce. El interés de lo an teriorm en te expuesto reside en que estas áreas cereb rales se encuen tran im plicadas en las respu estas de m iedo. Esta m ism a autora ha en con trado tam bién diferencias en el funcionam iento del hipocam po, lo que sug iere la existen cia de u n sub strato anatóm ico para los recu erdo s intrusivos y otros problem as cognitivos típicos del trastorno de estrés postraum ático. A lgunos estudios aportan datos qu e parecen apoyar la hipótesis de que el trastorno de estrés postrau m ático ocurre por un fallo en la red ucción del im pacto biológico cuan do ocurre el suceso. D e ese fracaso inicial se deriva u na cascada d e alteraciones que provocan una reviviscencia intrusiva d el trau m a y síntom as de h iperalerta. En estudios prospectivos (Yehuda, 2002), se ha com probado que pacientes con trastorno de estrés postraum ático desarrollan niveles m ás bajos de co rtisol en los m om entos inm ediatam ente p osteriores al traum a. Este efecto podría exp licarse p or la p osible exposición an terior al hech o trau m ático. Las víctim as tam bién poseen tasas cardíacas m ás altas en los m om entos inm ediatos al suceso y una sem ana despu és. A dem ás de la m ayor activación d el sistem a nervioso au tónom o, los niveles m ás bajos de cortisol pued en influir positivam en te en el efecto d e la norep inefrina, tan to a nivel cereb ral com o periférico, lo que, a su vez, consolidaría el recuerdo d el inciden te t raum ático .
La activación adrené rgica en p resencia d e niveles bajo s de cort isol f acilita el aprendizaje y, en . En person as traum atizadas podría ocurrir consecuencia, el reflejo cond icionado ante el h echo estresant e que el recuerdo del suceso no sólo fuera m ás fuertem ente codificado sino que estuviera m ás estrecham ente asociado a sentim ientos subjetivos de afecto negativo. En cualquier caso, es elhipocam po (o una disfunción en el hipocam po) el que tendría un efecto directo en la integración o desintegración de los diferentes aspectos de un recuerdo en el m om ento de su codificación inicial (Brenm er, 2000), es decir, cuando el suceso traum ático está ocurriendo. A sí, se considera q ue el hipocam po es el respo nsable d e la localización del recuerdo en un tiempo,
lugar, y cont exto determin ados . D el m ism o m odo, diversos estudios indican q ue algún tipo de daño en el hipocam po podría ser el respo nsable d e la d esintegración del recuerdo y, en consecuencia, de la ap arición de los síntom as disociativos.D esde este p unto de vista, la d isociación, que d e p roducirse en el m om ento deltraum a se considera u n factor asociado a la aparición de síntom as de estrés po straum ático a largo plazo, no se entiende como un factor de riesgo , sino com o el inicio del trastorno de estrés po straum ático en sím ism o. Brenm er (2000) lanza la hipótesis de que la disociación en el m om ento d el traum a representa la sensación subjetiva de las personas,provocad a p or eldeterioro delhipocam po en elm om ento deltraum a (dado el papel que juega elhipocam po en la co dificación y en la recuperación del recuerdo). En conclusión, se podría d ecir que la co rteza m ed ia p refrontal es incap az d e co ntrolar la irrupción de recuerdos traum áticos fragm entarios en la co nsciencia. Estos recuerdos vienen m ediados po r estím ulos de la am ígdala y del tálam o, de form a retroalim en taria. La am ígdala, a su vez, revive elestad o disociativo en conexión con el tálam o, el hipotálam o y la corteza, influyen do en estas estructuras. En el hipocam po se originarían entonces los recuerdos fragm entados traum áticos que influyen en la am ígdala y el tálam o, lugar donde se o riginarían las d istorsiones d e la percep ción (desrrealización y despersonalización) que, a su vez, afectan a la co rteza, la am ígdala y el hipocam po. La ú nica estructura que recibe directamente las señales sensoriales es el tálam o.
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Elcortisoly la norep inefrina son las dos sustan cias que se en cuen tran directam en te im plicad as en una posible disfunción o atrofia del hipocam po. C om o explica Sanm artín (2002), en una situación d e alarm a,
antes qu e un estím ulo sea an alizado de form a com pleta, la am ígdala y el hipo cam po darán órdenes contrarias alhipotálam o en lo que se refiere a la inducción de secreción de corticotropina, lo que influye en la can tidad de cortisol circulan te. C uan do la can tidad de cortisol circulan te es excesiva porque el eq uilibrio se ha roto se pued en dañ ar partes del en céfalo y, en particular, del hipocam po.
4. Víctimas de abuso sexual infantil: por qué son más vulnerables en la edad adulta La investigación sobre eltem a h a experim entado con m ujeres víctim as de abuso sexual infantily con otro tipo de personas sujetas a catástrofes naturales y qu e presen tan trastorno de estrés postrau m ático. C asi todos los estudios concluyen que la cantidad de co rtisol circulan te en orina es m ayo r en estos individuos qu e en los delgrupo control. Lo an teriorm ente expuesto, unido al hecho p aradójico d e que en el m om ento d el traum a el nivelde cortisolcirculante es menor precisam ente en aquellas personas que despu és van a desarrollar eltrastorno de estrés postrau m ático (Yehuda, 2002), plan tea la existen cia de una posible reg ulación biológica anóm ala de la cap acidad de hacer frente a los estím ulos estresantes en person as previamente expuestas a ellos. C om o la propia Yehuda (2002) sugiere, la habituación es el m otivo d e que aq uellos que van a desarrollar trastorno de estrés seg reg uen m en os cortisol en el m om en to del suceso estresan te, es decir, aquellos que m ás cantidad de estrés han sufrido tienen m enos capacidad para afrontarlo. Esto es un hecho clínicam ente constatado en pacientes psiquiátricos con anteced entes de abuso sexualinfantil. Es d ifícil saber, y no existen estud ios al respecto, el im pacto biológico que el ab uso sexu al infan til tiene en las víctim as en el m om ento del suceso: ¿existe algún tipo de daño cerebral com o se sugiere en estudios retrospectivos realizad os con ad ultos?; ¿h ay algún eq uivalen te biológico en tre estas víctim as y las qu e padecen el llam ado “síndrom e del zarandeo”?
5. Conclusiones La prim era conclusión q ue se pu ede extraer de lo anteriorm ente exp uesto es la necesidad de reducir las conductas violen tas que los adultos infligen a los niños. En tre estas conductas violen tas, el ab uso sexual es una d e las m ás negativas po r m uchas razones, entre ellas porque los agresores suelen ser individuos investidos de u n poder social im portante p ara elniño. El hecho de q ue p ersonas qu e d eberían apoyar incon dicionalm ente el desarrollo adecuado del m enor adopten una d oble p osición y lo estigm aticen, provoca u nos efectos de difícil superación en la autoestim a y la autoim agen del m enor, alterando elnorm aldesarrollo de su personalidad .En esta situación,la víctim a se ve obligad a a crecer con una rém ora im puesta desde el exterior de una form a injusta. A dem ás, el hecho d e que un n iño sea som etido a abuso sexual en la infancia aum enta su vulnerabilidad al estrés, es decir, de alguna m anera sus defensas biológicas m erm an , ya que el estrés po strau m ático im plica una alteración de las estructuras cerebrales y d el funcionam iento de los neurotransm isores.
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C A PÍTULO 3
Evaluación de la credibilidad del testimonio en supuestos de abuso sexual a menores por Pilar de PaúlVelasco*
1. El Sistema de análisis de la validez de las declaraciones (SVA) 1.1 Introducción Tradicionalm ente se ha d udado d e la veracidad del testim onio d e un n iño q ue declara haber sufrido abusos sexuales. Este cuestionam iento se debe, en gran m edida, a determ inados aspectos com o la incom petencia cognitiva d el m en or, la alta susceptibilidad de éste a la sug estión (C eci y Bruck, 1993) y la incap acidad que m an ifiesta a la h ora d e d iferenciar entre realidad y fan tasía. Sin em bargo , existen datos que p onen en duda la validez d e estos puntos de vista (Bull,1998).A lgunos autores (Poole y Lam b,1998) sub rayan que las declaraciones falsas o inexactas no son consecuen cia d e los posibles déficit cognitivos de los m enores,sino delm odo en que se realizan las en trevistas (cuyas respu estas pueden estar inducidas) o de determ inadas sug erencias realizadas por los adultos. C uando se denuncia un abuso, frecuentem ente ocurre que la única prueb a disponible es la declaración del propio m enor; en estos casos se h ace im prescindible contar con un m odo fidedigno de evaluar si dicha d eclaración se correspo nde o no con la realidad. Es m uy im portante llevar a cabo este an álisis de la form a m ás objetiva p osible, sin en juiciar de an tem an o la falsedad o au ten ticidad de la declaración. La m ayoría de los m enores prefiere revelar los abusos sufridos a algún adulto de su fam ilia antes que a un extraño. En ese m om ento, el adulto puede –intencionalm ente, o no–introducir inform ación sobre algún detalle que pued a d istorsionar los recu erdos delm en or. Siéste no recu erda elorigen de ese detalle, podría estar con vencido de haberlo experim entado realm ente (Poole y Lam b, 1998). Es evidente que los niños tienen la capacidad de m entir y de ocultar inform ación. Bussey, Lee y G rim beek (1993) ponen de m anifiesto la disposición de los m enores a m entir cuando se lo solicita un adulto, bien para que acuse falsam ente a o tro sobre un abuso sexual o bien para que oculte un abuso que ha tenido lugar.Junto a la cap acidad de los m enores para m entir,hay que señalar la escasa capacidad de los adultos para detectar esa m entira. D e hecho, se pu ede afirm ar que la cap acidad de detectar el engaño a p artir de indicadores no verbales es bastante im precisa en los adultos (M asip y G arrido, 2001). A unque en el caso d e los con tenidos verbales se supone que la precisión aum enta. Sin em bargo, un estudio de Jackson y G ranhag (1997) prueba lo contrario. En él se indica que la probabilidad de que ab ogad os y estudian tes sean cap aces de diferenciar entre las declaraciones verdaderas y las falsas realizadas por m enores no supera las m eras probabilidades delazar.En este estudio se puso d e m anifiesto que la precisión en la detección de declaraciones verdaderas y falsas no aum entó cuando las declaraciones se presentaban en vídeo en vez h acerlo por escrito. *
Profesora d e Psicolog ía de la U niversidad C om plutense d e M adrid. pp aulvel@ psi.ucm .es.
Evalua ción de la cred ibilidad del testim on io en supuestos de ab uso sexua l a m en ores45
La cuestión se com plica si tenem os en cuenta q ue la víctim a d e u n abuso sexual no m anifiesta conductas específicas que la d istingan de otro tipo de víctim as. Lam b (1994) señala que no existen síndrom es conductuales y que la presencia o ausencia de signos de estrés po straum ático n o es un factor de u tilidad para d iscrim inar a las víctim as de abuso de las que n o lo son. A sim ism o, aunque las con ductas sexualizadas suelen ser com unes entre las víctim as de abuso, tam bién pueden darse en tre m enores qu e no han sufrido tales ab usos, dep en dien do del contexto cu ltural y fam iliar. Si tenem os en cuenta lo anteriorm ente exp uesto, se hace p atente la necesidad de disponer de una técn ica que p erm ita evaluar la veracidad de la d eclaración del m en or. Este es el objetivo de la técnica conocida co n sus siglas en inglés com o C BC A : A nálisis de contenido basado en criterios,técnica central del Sistem a d e análisis de la validez d e las declaraciones (SV A ). El verdadero origen del C BC A hay que situarlo a m ediados del siglo pasado . Tras la Segunda G uerra M undial, se p rodujo en A lem ania u na reform a d el Sistem a d e A dm inistración de Justicia q ue incluyó, en tre otros aspectos,la creación de tribunales especiales para los casos en los qu e la víctim a y/o el ag resor fuese m enor de 2 1 años.En aquella ép oca se con sultó a u n psicólog o alem án, U do U nd eustch, sob re los recu rsos existen tes para evaluar la cred ibilidad de un testigo m en or de edad . U ndeu stch señaló la convenien cia de entrevistar altestigo fuera d elen torno judicial,grab ar esa en trevista y an alizarla después. Estas indicaciones abrieron las puertas de los tribunales a los psicólogos jurídicos alem an es. A partir de la experiencia acum ulada entrevistando testigos m enores de edad, se fueron elaborando una serie de
criterios de realidad que eran indicadores de la veracidad de la d eclaración en los casos de abuso sexual infan til. U ndeu stch fue el prim ero en resaltar qu e las declaraciones basad as en algo ocurrido realm en te diferían sustan cialm en te d e aquéllas fruto de la im ag inación (Hipótesis de Undeustch ). En 1957 se publicaron por prim era vez los criterios del prim ero d e los procedim ien tos: A nálisis de la realidad de las declaraciones (SRA ). Este procedim iento se basa en dos con juntos de datos:los ob tenidos a través de la en trevista en la que elm en or hace su d eclaración form aly los de las declaraciones realizad as previam en te. Sin em bargo, esta técnica no em pezó a gozar de prestigio hasta los años 80, cuando U ndeustch p ublicó sus trab ajos en inglés, y las líneas de investigación de K öhnken y Steller se u nificaron con el fin de integ rar en un único sistem a los diferentes criterios.A las aportaciones de estos investigad ores hay que añ ad ir las de psicólogos forenses alem anes com o A rntzen y Szew czyk, quienes recogieron inform ación sobre casos reales a lo largo de 30 años de investigación. D e este m odo, se creó el citado sistem a C BC A . Steller con tactó con Raskin en Estados U nidos,quien se encargó de introducir elC BC A en aquelpaís.Todas estas investigaciones confluyeron en el desarrollo del protocolo de análisis con ocido com o Sistem a d e análisis de la validez de las declaraciones (SV A ). El plan team ien to central de este protocolo es considerar que una declaración será veraz sim uestra criterios qu e indiquen que está basada en hechos experim entados directam ente p or el que d eclara, independientem ente de la m ayor o m enor precisión d e tal declaración. U na declaración no será válida si se basa en inven ciones (m en tiras); o si obed ece a la influen cia d e o tras personas, ya sea directa e inten cionalm en te (instruyen do para que realice u na declaración falsa) o indirecta y no inten cionalm en te (a través d e la sugestión). El SV A incluye: • U na entrevista que no sesgue las respu estas delniño • La ap licación de los 19 criterios delC BC A a la tran scripción de la en trevista. C uan tos m ás criterios se den, m ás veraz puede considerarse la declaración.
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• El llam ad o “Listad o de criterios de validez”que evalúa la adecuación de la entrevista, la corresponden cia entre el len guaje em pleado y el desarrollo cognitivo del niño, la ausencia d e contrad icciones, etc.
1.2 La entrevista El objetivo de la en trevista es obten er la m ayo r can tidad de inform ación posible sin sesgar las respu estas del m enor. En la m edida en que las circunstancias lo perm itan, es aconsejable q ue entre el m om ento d e la en trevista y los hechos relatados transcurra el m enor tiem po posible. A unque los elem entos centrales del incidente d e abuso se suelen recordar durante m ucho tiem po, los elem entos periféricos tien den a olvidarse. Po r otro lad o, cuan to m ayo r sea la dem ora, m ayo r será la probab ilidad de que el m en or haya sido entrevistad o co n anterioridad (por pad res, policías, ab ogad os, psicoterapeu tas, etc.) y, en consecuencia, será m ás posible q ue éstos, con sus preguntas, hayan sesgado el recuerdo infantil. A sí, el proced im ien to m ás efectivo es provocar la narración libre del m en or para po steriorm en te clarificar, a través de p reg untas lo m ás abiertas posibles, determ inad os aspectos que precisen ser aclarados. Este procedim iento es m uy efectivo p orque se puede obtener una m ayor cantidad de inform ación co n u na m en or interferencia del en trevistad or. El en trevistad or deb e abordar los tres aspectos clave d e la entrevista: • La hipótesis principal (la validez de las alegaciones) y las alternativas (por ejem plo; se ha fantasead o; la alegación se debe a la venganza; las alegaciones son válidas pero hay elem entos adicionales inventados, etc.). • C ontrastar lo que d ice el m enor con la inform ación adicional que se tiene d el caso (se con firm a; hay elem en tos contrad ictorios;om isiones, etc.). • Valorar sila inform ación obten ida es suficien tem en te d etallad a y sipresen ta co ntrad icciones. Raskin y Esplin (1991), por su parte, reco m ien dan el siguien te tipo de preg untas: 1. Preguntas qu e sup ongan una invitación a la narración libre. Se p retende que el m enor facilite toda la inform ación posible sobre el suceso. En los casos en los qu e el abuso h aya sido continuado es posible q ue la n arración sea p oco detallada. En estos casos con viene sugerirle q ue ap orte detalles de u n ep isod io concreto. El en trevistad or no deb e referirse exp lícitam en te al abuso sexual nial presun to perpetrador. 2. Preguntas focalizadas: Se centran en un episodio co ncreto. Sirven para com pletar descripciones de acon tecim ientos m encionados con anterioridad. 3. Preguntas directas. Se orientan hacia algún hecho específico de un episodio. Suelen utilizarse cuando la declaración es am bigua o inconsistente. 4. Preguntas para el contraste de hipótesis alternativas.N o deben realizarse este tipo de preguntas si la h ipótesis principal tiene su ficiente consistencia. Sí son útiles, sin em bargo, cuando la inform ación que facilita el m enor entra en con tradicción con otras inform aciones de las que ya se dispone; cuando se ha relatado algo im probable o si se sospecha que la declaración está
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influida por terceras person as. En cualquier caso, el proced im ien to para este tipo de preg untas consiste en que elen trevistad or sim ule co nfusión y pida aclaraciones al m en or. 5. Preguntas sug eren tes. Si se introducen deb e ser al final de la entrevista, ya q ue es fácil que contam inen las respu estas. Su objetivo es averiguar hasta q ué p unto el niño es sugestionable sobre algún aspecto o situación específica. Este tipo de preguntas hacen referencia a h echos no creíbles o que se sabe q ue no han suced ido . Sin em bargo , no se puede ser m uy con cluyen te al respecto. Puede ser que se haya d ado cu enta de que el hecho n o es creíble y negarlo o p uede que indique que no acepta una sugestión. Si acepta el hecho, hay que form ular una pregunta abierta. Pero con esa aceptación se tiene sim plem ente una inform ación orientativa. Puede que un m enor acepte esa sug estión y que sus alegaciones sean válidas. 6. C ierre de la entrevista. Es im portante, en esta etapa, liberar al m enor de la carga em ocional negativa que puede experim entar y agradecerle su colaboración. Lam b, Sternb erg, Esplin, H ershko w itz y O rbach (1997) valoraron positivam ente la efectividad de los procedim ientos explicados anteriorm ente en los casos en que estaban im plicados m enores de 1 5 años, ya fuera co m o testigos,víctim as o agresores. En su estudio analizaron las grabaciones en audio de d ichas en trevistas y observaron que la co nducta d el en trevistad or podía d escribirse según cinco categorías: 1. Invitaciones: Preguntas o afirm aciones que p retenden con segu ir una respu esta abierta, habitualm ente para ob tener m ás inform ación de algú n aspecto q ue el m enor ha m encion ado anteriorm ente. 2. Facilitadores:Intervenciones no sugerentes que anim an alm enor a co ntinuar con su declaración. 3. O bservacion es directas: C entran la atención en algú n aspecto ya m encion ado po r el m enor. 4. O bservacion es directivas: C entran la atención en algú n aspecto qu e elm enor no ha m encion ado. 5. Intervenciones sugerentes: A quellas en las que el entrevistador guía la respu esta del m enor o asum e detalles qu e no se han m encion ado . D el estudio de estas entrevistas los investigad ores co ncluyeron que las p reg untas abiertas y las invitaciones producían respuestas m ás largas y con m ás inform ación que las preg untas directas,directivas o sug eren tes. A dem ás, cuan do en la entrevista se u tilizan invitaciones por parte d el en trevistad or, es m ás probab le encontrar criterios delC BC A que cu an do se utilizan facilitad ores, preg untas directas, directivas o sugerentes (H ershko w itz, Sternb erg y Esplin, 1997). D icho de otro m odo, cuanto m ás abiertas sean las entrevistas, m ayor será la p osibilidad de aplicar los criterios al contenido a fin de d iscrim inar entre declaraciones verdad eras y falsas. A hora b ien, esto puede llevar a cuestionarse,tal y com o hacen Lam b y otros (1997), que si la estrateg ia del en trevistad or de utilizar invitaciones es la que provoca respuestas ricas en los criterios, utilizar ese p rocedim ien to en una entrevista realizada a u n m en or que d escribe hech os falsos, daría lugar a respuestas cuyo conten ido sería interpretado com o válido. Los datos de algunas investigaciones que han com parado declaraciones creíbles con declaraciones no creíbles parecen indicar que ese peligro no existe. Por ejem plo, O rbach y Lam b (1999) señalaron que se cum plen m ás criterios del C BC A en las d eclaraciones creíbles y que las interven ciones abiertas, directas y directivas generaban narraciones en las qu e se cum plían m ás criterios pero sólo en el caso de los m enores cuyas declaraciones eran plau sibles. La co nclusión fundam en talrespecto a cóm o realizar la entrevista es la n ecesidad de utilizar preg untas ab iertas, pero no sólo para las cu estiones centrales d el relato, sino tam bién desde la fase inicial de la
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en trevista, ya q ue cu an do se utilizan preg untas ab iertas en la fase introductoria se está facilitan do que el m enor aporte m ás detalles en las preguntas abiertas qu e se realicen posteriorm ente. C om o señ alan G arrido y M asip (2001)parece que elm enor asum e que lo q ue se espera de éles que sea lo m ás narrativo posible. Sin em bargo las pregu ntas abiertas tienen un problem a: a veces los m enores, especialm ente los m ás pequeños, dan respuestas breves o que aportan poca inform ación. A lgunas investigaciones indican que frecuentem ente existe una escasez de d etalles sobre el contexto en el que se ha producido elabuso (D e Voe y Faller, 1999; W ood, O rsak, M urphy y C ross, 1996). En estas circunstancias, el entrevistador debe utilizar preguntas específicas.Elproblem a es que, sihacen referencia a algún dato que elm enor no ha codificado o no recuerda, aum enta la posibilidad de que sus respu estas pu edan ser inducidas (Poole y Lam b, 1998). En cualquier caso, cuando se em plean preguntas específicas es im portante q ue éstas no sean sugerentes (por ejem plo: cuéntam e algo m ás sobre la p rim era vez que p asó; ¿quién estaba?, etc.). Raskin y Esplin (1991), por su parte, señalan que el rango de edad en que los niños pueden ser en trevistad os siguien do las pau tas del SV A se sitúa entre los 2 y los 17 añ os, au nque advierten de la dificultad que rep resenta las lim itad as h ab ilidad es cognitivas,sociales, verbales y aten cionales d e los niños m enores de 4 años, así com o el am plio co nocim iento sexual de los adolescentes. En cualquier caso, el listad o de criterios de validez tam bién tien e en cuen ta las características individuales d el en trevistad o. En cuanto a la u tilización de accesorios tales com o los m uñecos anatóm icos existe b astante controversia. En gen eral, se desaco nseja su uso (Yuille, 1988), au nque sí pued en utilizarse co m o últim o recurso en casos en los qu e la co rta edad y el nivel de d esarrollo del niño no perm itan la co m unicación verbal, o tam bién con el fin de superar los problem as de tim idez y vergüenza (K atz, Schonfeld, C arter, Leventhal y C icchetti, 1995). Los rep aros existen tes a la utilización de m uñeco s an atóm icos se deb en a que se co nsidera q ue estos accesorios son sexualm ente sugestivos e, incluso, provocativos, y que p ueden alterar la m em oria del m enor. A lgunos estudios consideran que los m uñecos favorecían las declaraciones inexactas en niños m en ores de tres añ os, y sug erirían la realización de jueg os sexu alizad os que podían interpretarse erróneam ente com o p rueba de que el abuso h abía tenido lugar (Bruck, C eciy H em brooke, 1998). Po r tan to, al carecer de la fiab ilidad y validez n ecesarias, no existe m odo alguno de lleg ar a una con clusión válida a partir de cóm o juega el m enor con los m uñecos. En la C línica M édico-Forense de M adrid se ha d iseñado u n procedim iento alternativo p ara ab ordar la situación de los m en ores con un desarrollo verbalbajo, o la d e los qu e carecen del vocab ulario necesario para exp licar un a supuesta situación de abuso. Este p roced im ien to consiste en la u tilización de d iversos m uñ ecos no an atóm icos, pero con form a hu m ana, qu e representan a p erson ajes de diversas características (adultos,niños, varones y m ujeres) asícom o de una casa de m uñecos. D e este m odo, en casos extrem os en q ue existan dudas sobre el relato del niño, se pu eden utilizar estos m uñecos para rep resen tar elep isod io de abuso sufrido, evitan do la introm isión de la sugerencia sexu al que im plican los m uñ ecos anatóm icos. A sim ism o, es im prescindible q ue la en trevista se grab e y, a ser posible, en vídeo . Esto perm ite exam inar po steriorm en te sise ha realizad o correctam en te, asícom o reg istrar literalm en te su co nten ido y redactar su transcripción. A dem ás, tam bién se evita q ue el m enor sea som etido a interrogatorios posteriores, red ucien do así una victim ización secu ndaria. C ab e, no obstan te, ten er en cuen ta que la presen cia d eleq uipo de g rab ación no deb e ser intrusiva. A sí,sise cree necesario que o tros expertos sigan el desarrollo de la en trevista, deb en hacerlo m ed ian te un espejo unidireccional o a través de un circuito cerrad o de televisión.
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A ntes de co ncluir con los aspectos relativos a la entrevista, es necesario m en cionar la técnica d e la entrevista cognitiva diseñada por G eiselm an y Fisher (1989/94), elaborada con el objetivo de m ejorar cuan titativa y cualitativam en te la inform ación obten ida sobre las víctim as y/o testigos. Este tipo de en trevista co nsta d e cu atro técnicas generales (para facilitar la recuperación de recuerdos) y de varias técnicas específicas. Las técnicas gen erales son: 1. So licitar la reconstrucción de las circunstan cias (que la víctim a pien se en el en torno, la ilum inación, los olores, los objetos, asícom o lo que sentía en el m om en to del suceso). 2. So licitar todos los detalles posibles (que no elim ine nad a en su relato, incluso cosas que crea q ue no son im portantes). 3. Solicitar que recuerde los hechos en u n orden diferente (que repase los hechos en o rden inverso, o que em piece por elelem ento que m ás le im presionó delsuceso y de ahíprosiga hacia ad elante o hacia atrás). 4. Solicitar cam bios de perspectiva (que adopte la p erspectiva d e o tras personas presentes y piense qué d eben haber visto esas personas). H ab itualm en te, el punto 1 y 2 se solicitan an tes de que el sujeto n arre lo ocurrido y los do s últim os una vez el testigo ha finalizad o su relato. A dem ás de esas técn icas gen erales, se pued e solicitar posteriorm en te inform ación m ás co ncreta sobre la ap arien cia física del ag resor o las características d e su habla y algún dato relevante com o nom bres (que intente recordar un nom bre repasand o el alfabeto), o núm eros (que inten te recordar cuántos dígitos,etc.). G eiselm an y Fisher (1989/1994) han sub rayado la efectividad de la entrevista co gnitiva en testigos infantiles, aunque parezca m enos efectiva q ue con adultos,quizá p or las m enores habilidades cognitivas de los prim eros,lo que dificulta la com pren sión de algunas de las técn icas o la capacidad de contestar a los requerim ientos de un m odo efectivo. En este sentido, Poole y Lam b (1998) señalan que el uso de la entrevista cognitiva con niños m enores de siete u ocho años puede plantear problem as en lo que se refiere a la técn ica de repetir recuerdo s,recordar en distinto orden y hacerlo desde d istintas perspectivas. A sí, cuando se pide alm enor que repita lo suced ido, éste p uede interpretar qu e su anterior respu esta n o era adecuada. Es difícil que un niño de esa edad haya d esarrollado totalm ente la cap acidad de recordar en distinto orden o de narrar desde distintas perspectivas. Steller y W ellershau s (1996), por su p arte, llam an la aten ción sob re el hech o de q ue la entrevista cognitiva p ued e increm en tar artificialm en te la presen cia de algunos de los criterios delC BC A .Elproblem a del estudio llevad o a cab o por estos investigadores es qu e, com o advierten G arrido y M asip (2001), no com paran los resultados de las declaraciones obtenidas m ediante entrevista estándar con los ob tenidos con en trevista co gnitiva (com paran los resultad os de la entrevista están dar con la sum a d e los resultad os de la en trevista están dar y la cognitiva). Po r tan to, es m ás lógico en contrar m ás criterios cuan do se an alizan d os declaraciones que cuando se analiza exclusivam en te una. K öhnken , Schim ossek, A scherm annn y H öfer (1995) com pararon las declaraciones obtenidas m ediante entrevista estructurada con las obten idas a través de una entrevista co gnitiva y co ncluyeron que la entrevista co gnitiva n o afecta neg ativam en te a la precisión de las clasificaciones del C BC A . Estos investigad ores adm iten , sin em bargo , la posibilidad de q ue exista u n sesgo en las evaluaciones, dado que algunos criterios estaban m ás presen tes en las declaraciones realizadas a través de u na entrevista cognitiva: “detalles m alinterpretad os”, “ad m isión de falta de m em oria”, “dudas sobre el propio testim onio”, “detalles inusuales”y “detalles superfluos”.
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Steller y W ellershau s (1996) concluyen que cuando se cuestiona la veracidad de la d eclaración no deb e utilizarse la en trevista cognitiva, puesto q ue el objetivo de ésta es increm en tar la exactitud y la cantidad de inform ación. Sin em bargo, el proceso d e reconstrucción d e los hechos que perm ite la en trevista co gnitiva p ued e increm en tar elnúm ero d e m atices que afectan al criterio “can tidad de d etalles superfluos”.A lrespecto,otros criterios tam bién se verían afectados,com o por ejem plo el relatar el hecho en orden diferente, lo que afectaría al criterio “producción no estructurad a”, el cam bio de p erspectiva, que h aría q ue elsujeto asum iera otro rol, etc.En definitiva, la entrevista co gnitiva p ued e tener efectos no deseables en el A nálisis de conten ido basad o en criterios. En todo caso se desaco nseja su utilización en niños peq ueños, por todos los incon venientes qu e ya hem os referido.
1.3 El Análisis de contenido basado en criterios (CBCA) 1.3.1 Descripción del Análisis de contenido basado en criterios El procedim ien to consiste en ap licar a la tran scripción verbal de la grab ación de la entrevista u n conjunto de criterios que, de estar presen tes, ap oyan la veracidad del testim onio, es decir, confirm an la creencia de que la declaración se basa en algo directam ente experim entado. Sin em bargo, el psicólogo forense debe saber que la entrevista n o es un a técnica de detección de m entiras y qu e la ausencia de los criterios de veracidad en la d eclaración no im plica n ecesariam ente q ue elabuso n o haya tenido lugar. Partiendo de la H ipótesis de U ndeutsch (las declaraciones basadas en algo ocurrido realm ente diferían sustancialm ente d e aquéllas fruto de la im aginación) se puede afirm ar qu e, en general, cuando un m en or víctim a d e abusos explica los hechos, se dan las siguien tes características: la n arración se aleja de u n esquem a estereotipado (lineal, ordenad a y d esprovista d e d etalles); presenta elem entos idiosincrásicos o particulares; y tien de a ser detallad a. A dem ás, norm alm en te se espera que los recu erdo s gen erados a partir de h ech os vividos difieran cualitativamente de otros surgidos de fan tasías o d erivad os de sugerencias externas. Steller y Khönken (1989) elaboraron un sistem a d e 1 9 criterios agrupados en 5 categorías. Esta clasificación retom ab a la anterior propuesta p or A rntzen , a la q ue se añad ieron las ap ortaciones parciales de o tros autores. C ateg oría 1: C aracterísticas gen erales 1. Estructura lógica 2. Elab oración n o estructurad a 3. C antidad de detalles C ategoría 2: C ontenidos específicos 4. Incardinación en contexto 5. D escripción de interacciones 6. Reproducción de conversaciones 7. C om plicaciones inesperadas durante el incidente C ategoría 3 : Peculiaridad es del conten ido 8. D etalles inusuales 9. D etalles superfluos
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10. Incom pren sión de detalles relatados con precisión 11. A sociaciones externas relacionad as 12. A lusiones alestado m ental subjetivo d el m enor 13. A tribuciones al estado m ental del agresor C ategoría 4: C ontenido relacionado co n la m otivación 14. C orrecciones espontáneas 15 . A dm isión de falta de m em oria 16. D udas sobre elpropio testim onio 17 . A utod esaprob ación 18. Perdón alagresor C ategoría 5: Elem en tos específicos de la agresión 19. D etalles característicos
Los criterios referidos a la C ategoría 1 C aracterísticas generales, se aplican al conjunto de la declaración, y evalúan la co heren cia y la cantidad de inform ación ap ortad a. La d eclaración será considerada d e baja calidad sino se dan criterios de este g rupo.A diferen cia de lo que o curre co n elresto de las categorías, cuyos criterios se pued e analizar ten ien do en cuen ta frag m en tos del testim onio tran scrito, para calificar los tres criterios de esta categ oría d eb erem os considerar el testim onio del m en or en su totalidad :
1. Estructura lógica. Este criterio se cum ple cu an do el testim onio tien e sen tido global, es decir, lógica y co herencia interna, y sus diferen tes partes no son contrad ictorias sino que se co m binan en un todo. H ay que tener en cuenta q ue n iel criterio 7 “com plicaciones inesperadas du rante el inciden te”ni el criterio 8 “detalles inusuales”tien en por qué interferir necesariam en te en la estructura lógica. H ay que señalar que una declaración basada en un esquem a y no en lo directam ente experim entado suele p resentar tam bién una estructura lógica. Las variables que influyen en la estructura lógica son : el tiem po que transcurre entre el m om ento en que el episodio ocurre y el m om ento de la d eclaración, elnúm ero de veces qu e el m enor lo ha relatado y la co m plejidad del suceso. Steller y K öhnken (1989/1994) añaden que en el caso de testim onios especialm ente am plios, se debe exam inar con detenim iento su co nsistencia lógica y h om ogeneidad contextual. El criterio de h om ogeneidad se cum ple cuando los diferentes detalles en una d eclaración describen el m ism o curso de sucesos.
2. Elaboración no estructurada. Este criterio se cum ple cu an do la inform ación específica sobre el ab uso se encuen tra dispersa a lo largo de la declaración, desde el principio hasta el final. Po r contraste, las historias inven tad as suelen ser m ás lineales y estructurad as, ya q ue se basan en un esquem a o script . D e este m odo, cabe esperar que los testim onios inventados y las fantasías se ajusten a u n tipo de presen tación continua y rígida; no se alteren desde la prim era declaración (nisiquiera p ara m ejorarla); presenten una narración cronológica (sin digresiones); y eltestigo se esfuerce en dem ostrar las conexiones cau sales. Po r el contrario, es probab le q ue la n arración
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basad a en la experien cia d irecta sea desestructurad a y poco lineal; presen te d igresiones cronológicas y posea elem entos que n o apoyen la d eclaración, aunqu e se presenten yuxtap uestos a ella (estos son los “detalles superfluos” y los contextuales). Este criterio, com binad o con el an terior, caracteriza a las declaraciones válidas, desde el punto de vista d e la investigación actual.Es decir,para que se cum pla este criterio es necesario que, a p esar de la falta de estructura lineal, se pu edan unir los fragm entos form ando un tod o coherente y estructurado lógicam ente. U n p sicólogo forense con experiencia sabe q ue a veces pu eden aparecer elem entos im portan tes o novedosos de la declaración justo al final de la entrevista. D e ahí el interés de respetar hasta elfinal de la entrevista elprincipio de relato libre sin sugerencias
3. Cantidad de detalles.La ab undancia d e d etalles en una d eclaración se d a cuando,por ejem plo, se d escribe el lugar exacto en que el inciden te tuvo lugar, los distintos aspectos de las p ersonas, o cu ando se relata la sucesión d e aco ntecim ientos paso a p aso (Steller y Köhnken, 1989/1994); todo ello ap unta a la veracidad de la historia, ya q ue para la m ayo ría d e las personas es d ifícil elab orar un relato falso con m uchos detalles. A l respecto, sólo deb e contab ilizarse cad a detalle una vez, independientem ente d e las veces que elentrevistado lo cite.
Los criterios englobad os en la C ategoría 2 C onten idos específicos no se refieren a la d eclaración com o u n todo, sino a elem entos con cretos que pueden aparecer en algunas partes del testim onio; atien den , principalm en te, a la p resencia o fuerza de ciertos tipos de descripciones. Este grupo de criterios se centra en la evaluación de la cap acidad cognitiva de los m enores.A este respecto se con sidera q ue en las declaraciones inven tad as estos conten idos no se presen tarán, dad as las lim itaciones cognitivas de los m enores.
4. Incardinación en contexto o adecuación contextual.Los sucesos reales se en m arcan en unas coorden ad as espaciales y tem porales , asíque este criterio evalúa sielconten ido de la declaración encaja en estas coordenadas,es decir, atiende a las alusiones qu e h ace elm enor a m om entos y lugares concretos (sucesos diarios,háb itos,fam iliares,conocidos o relaciones de vecinos). En una declaración falsa n o se espera que se m en cionen detalles p eriféricos de esta índole (Steller y K öhnken , 1989/1994). Sin em bargo, no se pu ede esperar que toda declaración creíble cum pla este criterio ya q ue u n relato de u n suceso corto que n o guarda relación directa co n el abuso pued e relatarse sin especificaciones ni de espacio ni de tiem po. D en tro de este criterio hay q ue tener en cuenta q ue a los niños pequeños les resultará m ás difícil aportar un testim onio que conten ga este tipo de detalles contextuales.
5. Descripción de interacciones. Este criterio se cum ple cu an do en la declaración se hace referen cia a las acciones y reacciones del testigo y del ag resor.Raskin y Esplin (1991)señalan que, com o m ínim o, deben describirse al respecto tres elem entos:una acción, la reacción a la m ism a y otra acción en respu esta a esta ú ltim a (Steller y Köhnken, 1989/1994).
6. Reproducción de conversaciones. Este criterio difiere del an terior en que, para que se cum pla, es necesario no sólo m encionar una interacción verbal, sino tam bién reproducir alguna p arte d e esa interacción verbal (en form a de diálogo en estilo directo). En ocasiones este criterio pued e resultar m uy revelador porque elm enor reproduce ellenguaje d elagresor,incluye razonam ientos utilizado s por éste así com o expresion es o palabras de u so po co com ún en un m enor. N o es
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necesario que exista rép lica en el diálogo, pero síque se d istingan los distintos interlocutores. En este sen tido, Steller y Köhnken (1989/1994) consideran que las insinuaciones del agresor qu e el niño relata, pero que no entendió en su m om ento,son ejem plos bastante sólidos de este criterio.
7. Complicaciones inesperadas durante el incidente.Este criterio se cu m ple sien la d eclaración ap arecen detalles relativos a situaciones im previstas que surgieron en el m om en to del suceso descrito: las interrupciones rep en tinas, o los problem as o dificultad es que d etuvieron el curso hab itual o la finalización natural del ep isod io de abuso (por ejem plo, que alguien llam ara a la puerta). La lim itación de este criterio es que las com plicaciones descritas pued en no ocurrir en un episodio de abuso real, y por tanto, su ausencia en la d eclaración no aporta inform ación sobre la veracidad o no de ésta.
Los criterios incluidos en la C ategoría 3 Peculiaridad es del conten ido hacen referen cia a aspectos cualitativos de la descripción que, a juicio de Steller y Köhnken (1989/1994), están m ás acentuad os en las declaraciones que estén basad as en exp erien cias vividas. So n aq uellas características que aum en tan la concreción, viveza y calidad del conten ido verbal, y qu e pued en ap arecer en distintos puntos de la declaración.
8. Detalles inusuales. En acusaciones inventadas es poco p robable que se m encionen este tipo de detalles: aspectos con cretos m en cionad os por el m en or en relación con el ag resor, referen cia a objetos, etc., que pued an resultar sorpren den tes o extrañ os, au nque no irreales. Este criterio pu ntúa cuan do elm enor es capaz de aportar un dato sob re el abuso q ue parece po co frecuen te y qu e se considera m uy p or encim a de la capacidad de inven ción del m enor, sob re tod o en el caso de los niño s pequ eños.
9. Detalles superfluos. Este criterio se refiere a la m ención de elem entos que n o form an parte d el curso d e los acontecim ien tos abusivos,sino que son periféricos y poco relevantes para ap oyar la acusación. N orm alm ente, al m entir no se inventan detalles irrelevan tes que n o contribuyan a afirm ar el suceso.
10. Detalles descritos con precisión e inadecuadamente interpretados. Este criterio se cu m ple cuando el m enor da detalles del episodio que están m ás allá de su com prensión debido, por ejem plo, a sus escasos con ocim ientos sexuales (en su declaración p uede confundir los gem idos del agresor con dolor o el sem en con orina).
11. Asociaciones externas relacionadas. Este criterio se cum ple cu an do en la d eclaración se realizan referen cias a o tros acontecim ien tos o co nversaciones de ton o sexual fuera del ep isod io específico. Po r ejem plo, conversaciones p revias, o posteriores, entre el agresor y el testigo, o en tre éste y una tercera persona. Es uno de los criterios qu e p resen ta m ayo r dificultad en lo que se refiere a su d escripción. Steller y K öhnken (1989/1994) exp lican que, en el relato d e una relación incestuosa, este criterio puede estar presen te si el testigo (la h ija) describe u na conversación con el acu sado (el pad re) en la q ue h ab laron de las exp erien cias sexuales de la h ija con otras parejas. La asociación es externa al suceso, pero está relacionad a co n su co nten ido. O tro ejem plo puede ser cuando elagresor habla a la víctim a d e futuras experiencias sexuales qu e aún no se han llevad o a cabo entre ellos, y lo hace fuera d el contexto de la agresión, ya q ue si se diera en el contexto d e la agresión estaríam os ante co nversación y/o interacción.
54 Evalua ción de la cred ibilidad de l testim on io en supuestos de ab uso sexua l a m en ores
Este e criterio se cum cu m p le cu an d o en la 12.. Alusione 12 Alusiones s al estad estado o menta mentall subjetivo subjetivo del menor menor. Est d eclar araci ació n se descr d escrib en p en ensam sam ien ent to s y sentim ien ent to s de la víct cti im a d u ran ant te el in cid en ent te (m ied edo o, asco, asco ,p en sar có cóm m o escap ar m ien tras el suce suceso so o cu cur rre, etc.).Pa Par ra la eval e valu ació n d e est e ste criterio h ay q u e ten tener er en cu cuen ent ta el d esar esarr ro llo d e las em o cio n es y su su s cam b io s d u ran ant te el cu cur rso de d e lo s acon aco n tecim ien ent to s ab abu u sivo vos. s. ste e criterio es sim ilar al an terio r, p ero referid o a 13.. Atribuc 13 Atribuciones iones al al estado estado menta mentall del agresor agresor. Est lo s p en ensam sam ien ent to s,sentim ien ent to s y m o tivo vos s q u e el m en eno o r at atr rib u ye al sup supu u est esto o au a u to r d el ab abu u so. El estad est ad o m en tal, así co com m o las rea reacci ccio n es af afectivas y fisio ló g icas del d el ag reso esor r sue suel len ap arecer en el testim o n io co con n las sig u ien tes exp e xpr resio n es: “estab estaba a n ervio so so” ”, “le tem b lab an las m an o s”, “resp spi irab a m u y fue fuerte”, etc.
Los Lo s criter eri io s adsc ad scr rito s a la C at ateg ego o ría 4 C o n ten eni id o s relacio n ad ado o s con la m o tivació n se basan b asan en las cau sas qu e lleva evan n al m en o r a hace h acer r la decl d eclaració n . D e est este m o d o , si el test esti im o n io es fal falso se om o m itirán d et eter erm m in ad ado o s elem en ent to s que qu e lo d eb ebi iliten en. . Sin em b ar arg g o , cabe ten ener er en cuen ta (B (B eke eker rian y D en enn n et et, , 1992) q u e u n m en eno o r q u e d ice la ver ve rd ad p u ed ede e tam b ién o b viar ci cier ert to s det de talles del d el relat ato o q u e, a su ju icio , in d iq u en falta de d e segu seg u rid ad en lo q u e nar n arr ra. Lo Los s cr cri iter eri io s d e este este gr g ru p o , co com m o se m en enci cio n ar ará á m ás ad elan te, tien en u n a b aja fiab ilid ad in terju ece eces, s,q u izá d eb id o a q u e se p asen p o r alto en el tran scurs scurso o de la en trev evi ista, m ás q u e a la falta d e clarid ad d e las d efin icio n es. Se d en o m in an “cr cri iterio s de de cr cred ed ib ilid ad ” p o rq u e se eval eva lú an exclu sivam en ent te co con n el co con n ten eni id o ver verb b al d e las decl d eclar araci acio n es del d el test esti ig o . rect tifica caci cio n es o ap o stillas qu q u e el e l m en o r rea eal liza d e form a 14.. Corr 14 Correc eccion ciones es esp espontá ontánea neas s. So n las rec espo n tán ánea ea d u ran ant te la la en e n trevista. D e p ro d u cirse se p o n e en e n d u d a q u e el e l relat ato o sea com p let etam am en ent te fict cti icio o q u e esté in flu id o p o r u n a tercer cera a p er ers so n a ya q u e, n o rm alm en ent te, u n a p er erson sona a q u e m ien ent te n o var varí ía su test testim o n io , n i siq u ier era a p ar ara a m ejo rar arl lo . Est ste e criterio n o se ap lica cuan cua n d o u n a cor co rrecció n o añ añad adi id o n o es esp esp o n tán áneo eo, , sin o q u e es e s co co n secu ecuen enci cia d e la in flu en enci cia o d e las sug su g eren erenci cias del d el en trev evi istad o r. ken n, 15.. Adm 15 Admisión isión de falta de mem emoria oria. Este criterio es m u y sim ilar al an terio r (Steller y K ö h n ke 1 9 8 9 /1 9 9 4 ). Las perso perso n as qu e ap a p o rtan d elib er erad adam am en ent te test testim o n io s falsos respo n d en ín teg ram en te a las pr p reg u n tas y n o ad m iten el o lvid o d e cierto s detal detalles. Po r tan to , siu n test esti ig o con co n fiesa n o reco ecor rd ar alg ú n d at ato o es un u n a p ru eb eba a d e la cred credi ib ilid ad d el test esti im o n io . Stel eller y Kö hn ken (19 (19 89 /94 ) tom an com o 16.. Plantear dudas sobr 16 sobre e el el propio testim testimonio onio. St ref efer eren enci cia la id ea d e U n d eu eut tsc sch h d e q u e p lan ant tear du d u d as sobr sob re la exact e xacti itu d d el p ro p io test esti im o n io es un u n in d icio d e su ver veraci acid ad ad. . Es ló g ico p en ensar sar q u e u n a p er erson sona a q u e est e stá in ten ent tan and d o ser cr creí eíb le cuan cu and d o m ien ent te no n o p lan ant tea ear rá du d u d as so so b re la cred credi ib ilid ad d e su d eclar araci ació n . echo o d e m en cio n ar det de talles au to in cr cri im in atorio s y d esf esfavo avo rab les en 17.. Autod 17 Autodes esap aprob robac ación ión. El h ech u n a d eclar araci ació n tam b ién in d ica la ver ve racid ad d e la m ism a. U n d eu eut tsc sch h af afi irm a q u e la au a u to cr crí ítica sob re la p ro p ia co n d u ct cta a favor favo rece la credi cred ib ilid ad d el test esti ig o . Est Esta a co n fesió n n o se espe e sper ra en el test esti im o n io q u e pr p ret eten end d e in cr cri im in ar falsam en ent te al acu acusado sado (St Stel eller y Kö K ö h n ke ken n , 1 9 8 9 /1 9 9 4 ). d eclaració n tien d e a favor favo rece ecer r al acu sad sado o (se añad añ ad en 18.. Per 18 erdona donarr al al autor autor del del delito delito. Si u n a decl exp licacio n es o exo e xon n eracio n es de d e su co n d u ct cta) a), , o siel test esti ig o n o h ace u so de d e su p o sib ilid ad d e in cr cri im in ar arl lo en o tras accio n es, d eb ebe e co con n sid er erar arse se com co m o u n a in d icació n d e la ver veraci acid ad d e la d eclaració n .
Evalua ció n d e la cred cred ib ilid ad d el test esti im on io en sup supu u est esto o s de ab u so sexua l a m en o res55
La C ateg o ría 5 en g lo b a un u n só sól lo cr cri iterio : Elem en to s especí esp ecífico cos s de la ag a g resió n . Este cri criterio ev eval alú a la apar ap ari ició n o n o d e lo s det de talles pr p ro p io s de u n ep epi isod sodi io d e ab a b u so sexual sexu al. A q u í n o s est estam o s ref efi irien end do a d et etal alles qu e son lo s h ab abi itu ales en la di d in ám ica ab u siva y qu e de d e alg u n a fo fo rm a con co n trar arí ían el co com m ún con co n o cim ien ent to q u e ti tien enen en sob sobr re el e lab abu u so sexual sexu al in fan ant tillas per pe rson sonas as qu e n o son exp exper ert tas en est esto o s tem as. Este e criterio h ace refer eferen en cia al a l co con n ten id o d e d etalles qu q u e son so n 19.. Det 19 Detalles alles ca carac racter terístic ísticos os. Est especi espe cialm en ent te rel relevan tes d esde u n p u n to d e vista cri crim in al. Po Por r ejem p lo , u n a descr d escrip ció n d e un u na relació n in cest cestu u o sa en la qu q u e la víct cti im a no n o o p o n e resi resisten cia, q u e se descr d escri ib e com co m o larga y con tin u ad ada a y qu q u e com co m en enzó zó co n con d u ctas sexu sexual ales in o cua cuas s (elem en ent to s hab itu ales en este ti tip o d e ab u so) so), , p u ed ede e par p arecer ecer poco po co ver ve raz a las per pe rson sonas as qu e no n o est están án fam iliar ari izad zadas as con lo s d at ato os em p írico cos s existen tes sob so b re est este e tip o d e d elito sexu sexual al, p ero p ara lo s expert exp erto s con co n stitu ye u n sig n o d e credi cred ib ilid ad . O tro s det de talles car ca rac act terístico cos s so so n , p o r ejem p lo , el secret secreti ism o im p u esto al a l n iñ o ; lo s in ten to s po po r im p licarlo en la acció n a cam b io d e reg alo s,aten atenci ció n y af a fecto; la sust susti itu ció n d e las fi fig u ras pat pa ternas po p o r p ar art te d el ab abu u sado r; las arg arg u m en ent tacio n es so so b re lo in o cu cuo o y no n o rm al d el ab u so sexual sexu al, etc.
1.3.2 Aplicación El an álisis de de la ve ver rac aci id ad d el su suce ceso so d eb e real rea liza zar rse sob so b re la tran scr scri ip ció n d e la en e n trev evi ista. Se d eb en ten er en cu cuen en ta sol so lam en te lo s con ten id o s refer eferi id o s alin cid en te sexu al. Las in fo rm acio n es qu q u e se rep rep iten sólo se con tab abi ilizan u na vez. Tam bién ha hay y qu e ten tener er en cuen ta q ue un a m ism a inf nfor orm m ación pu ed ede e ap lica car rse a m ás de d e u n cr cri iterio (p o r ejem p lo , es hab h ab itu al q u e la in fo rm ac aci ió n q u e sirve p ara el el cr cri iterio “d escrip ció n d e in teraccio n es”s es”se e aju ste tam b ién al cr cri iterio “rep ro d u cció n d e co con n ve ver rsacio n es”). Stel St eller y K ö h n ke ken n (1 9 8 9 /1 9 9 4 ) seña señal lar aro o n la existen enci cia d e d o s op o p cio n es par p ara a evalu ar lo s resultad ado o s de de la en e n trevista: la p rim era con co n siste en e n to m ar deci de cisio n es di d ico cot tó m icas sob re la p resen cia o au sen senci cia d e lo s cri cr iterio s; la seg u n d a en e n valo rar el g rad o en q u e se co n sid era qu q u e cad ca d a criterio est está á p resen te. H ab itu alm en te se d ifer eren en cia la au a u sen senci cia (0 (0 p u n to s), la p resen cia (1 (1 p u n to ) o la fuer fue rte p resen cia (2 (2 p u n to s) d el cr cri iterio . O b viam en te, est este e seg u n d o p ro ced im ien to h ace m ás di d ifícilla ap licació n y m erm a la fiab ilid ad in terju ece eces. s.A h o ra b ien ,facilita la in terpret erpretaci ació n ya q u e cu an to s m ás cri criterio s y con co n m ás fu fu erza ap arezcan , m ayo ayor r ver veraci acid ad ten end d rá la d eclar araci ació n . En cu cual alq u ier caso, la eval e valu ació n d e la en e n trevista d eb en lleva evar rla a cab o d o s psicó cól lo g o s expert exp erto s qu e anal an alizar zarán án rig u ro sa e in d ep epen end d ien ent tem en ent te cad ca d a u n o d e lo s cr criter eri io s par pa ra tom ar una un a d ecisió n g lo b al d e la valid ez del d el testim o n io . Po Pos ster eri io rm en ent te am b o s p sicólo g o s d eb eben en h acer u n a pu p u esta en com ú n d e las eval eva lu acio n es y co con n clu sio n es. El in fo rm e fin al es p ro d u ct cto o d el acu erdo in terju ece eces. s. A la h o ra d e lleva evar r a cab o el an álisis glo b al, Steller y K ö h n ke ken n (1 9 8 9 /9 4 ) ad vierten q u e la cal ca lid ad d el con co n ten eni id o d e la d eclar araci ació n d ep epen end d e d e las cap acid ad ades es cog co g n itivas del d el test esti ig o y de d e la n at atu u raleza d el su ces ceso o . C u an ant to m ayo ayor res sean sean las capaci capa cid ad ades es cogn cog n itivas y m en eno o r sea la com co m p lejid ad d el su ces ceso o , m ás d ifícilserá el e lan álisis de de la d eclaració n b asad o en criterio s. U n resu sul ltad o p o sitivo d eriva vad d o d e la p resen cia d e va var rio s cri criterio s pu pu ed e ser irrelev evan an te silas cap ca p ac aci id ad es co g n itiva vas s y ver verb ales d el testig o están altam en te d esar esarr ro llad adas. as.D el m ism o m o d o , u n resul resultad ado o n eg egat ati ivo d eb ebi id o a la au sencia de d e det d eter erm m in ad ado o s cr cri iter eri io s es p o co sig n ificativo siel suce suceso so es e s m u y br b reve y po p o co co com m p lejo . Po r o tra p arte, la can ca n tid ad d e criterio s qu e se cum p len d ep epen end d e de d e la exten extensi sió n d e la decl d eclar araci ació n , lo cu al in d ica de d e nu n u evo la im p o rtan anci cia de d e qu q u e la ent en trevista se rea real lice ad adecu ecuad adam am en ent te.
cred ib ilid ad de l test esti im on io en sup supu u est esto o s de ab u so sexua l a m en o res 56 Evalua ció n d e la cred
1.3.3 Investigaciones sobre el CBCA G ar arr rid o y M asip (2 0 0 1 ) h an an anal alizad zado o las di d ifer eren ent tes in vestig acio n es qu q u e desde d esde lo s año añ o s 80 se han h an ven id o rea eal lizan d o sob re lo s criterio s del de lC B C A . Est Esto o s aut au to res han h an clasificad o lo s estu d io s dep de p en d ien d o d e sier eran an exp exper eri im en ent to s d e lab abo o rat ato o rio o est estu u d io s d e cam p o co con n casos rea eal les.En elcaso de d e lo s exp exper eri im en ent to s d e lab o ratorio , se cuen cu en ta con co n la cer ce rteza d e la au au ten ticid ad o falsed sedad ad d e la decl d eclaració n , sin em b argo , p resen esent tan el in co con n ven veni ien ent te de d e qu q u e lo s casos casos carecen carecen d e rea real lism o . En el segu n d o tip o , el p ro b lem a p rin cip al es qu q u e se car ca rec ece e de d e la cer ce rtez eza a de d e si la dec d ecl laració n es ver verd ad era o falsa. Este hec h ech h o im p lica la n ecesid ad d e in clu ir casos en lo s que qu e hay h ay ot o tras prueb as qu e con co n firm an in eq equ u ívo vocam cam en ent te la decl d eclar araci ació n (p o r ejem p lo , in fo rm es m éd ico cos, s, co con n fesio n es, d ec ecl laració n in cr cri im in ato ator ria d e ot o tro testig o , etc.). Po r o tro lad o , en m u ch cho o s casos rea real les se car ca rece d e g rab ació n d e la en e n trevista o , si existe, n o es accesi acce sib le. Po r ú ltim o , tam b ién p u ed ede e dar d arse se la circu cun n stan anci cia de d e qu q u e la en trevista no n o se haya ha ya con co n d u cid o co cor rrect ectam am en ent te; en ese ca caso so n o se po p o d rían ap lica car r lo s cri criterio s. Los Lo s aut au to res tam tam b ién d iferen erenci cian lo s estu d io s qu e h an revisad sado o en fu n ció n d e sielo b jetivo era an alizar la fiab ilid ad , la val valid ez u o tro s aspec asp ect to s. Este cap ca p ítu lo se referi referirá ú n ica cam m en te a lo s estu estu d io s qu qu e h an ap o rtad o resu esul ltad o s releva evan n tes y, d ad as las car ca rac act terística cas s de de la in ve vest stig ac aci ió n , se cen ce n trará excl e xclu siva vam m en te en lo s estu estu d io s con co n caso casos s rea real les. 1 . El est estu u d io d e Litm an y Szew czyk (1 9 8 3 ), citad ado o en St Stel eller y K ö h n ke ken n (1 9 8 9 /1 9 9 4 ), an anal aliza m ed edi ian ant te el C BC A , 17 3 de decl clar araci acion es de abuso ab uso sexua sexual l de m en enor ores es de en ent tre 5 y 18 añ años, os, con concl cluyen do q u e el e l 4 2 % p o d ía con co n sid er erar ars se sin cer ceras, as, el 3 5 % en eng g añ año o sas y el 2 3 % restan ant te par p arci cialm en ent te sin cer ceras. as. Esto Est o s in vest vesti ig ad o res desest d esesti im aron est este e ú ltim o g ru p o y an an alizar zaro o n la d istin ta frecu en cia co n la q u e se p rese esen n tab an lo s cri criterio s en lo s do do s prim ero eros s tip o s de de d ec ecl laracio n es. En tre las con co n clu sio n es pr p rin cip ales se o b ser servó vó q u e al a lg u n o s criterio s ap arecían co con n la m ism a frecu en cia en en las decl d eclaracio n es sin ceras y en las en g añ o sas. O tro p ro b lem a qu q u e en en co con n trar aro o n es la baj b aja fr frecu en cia de d e al alg u n o s cr cri iterio s (“co cor rreccio n es espo esp o n tán ea eas” s”y y “ca can n tid ad d e d etalles”). 2 . Esplin , B o ychu k y R askin (1 9 8 8 ) tam b ién an anal alizar zaro o n la val va lid ez d el C B C A en casos rea real les, q u e d ifer eren enci ciar aro o n en co con n firm ad ado o s y no n o co con n firm ad ado o s.Pa Par ra el e llo u tilizar zaro o n u n m ét éto o d o q u e les per p erm m itió evitar el p ro ced im ien to circu cul lar del d el est estu u d io an terio r (Litm an y Szew S zew czyk d iferen erenci cian las d eclaracio n es sin ceras de de las en e n g añ o sas apl ap lican d o el C B C A y po p o sterio rm en te an a n alizan la p resen cia d e lo s criterio s). Esp Espl lin y ot o tro s (1 9 8 8 ), sin em b ar arg g o , co con n sid er eran an q u e el caso est e stá con co n firm ad ado o cu cuan and d o existe al a lg ú n cr cri iter eri io co com m o la con co n fesió n d el ag reso esor r, in fo rm es m éd ico cos s o la d eclaració n in cr cri im in atoria d e o tro s test esti ig o s. Lo Los s casos qu q ue se consi con sid er erar aro o n n o co n firm ad ado o s p resen esent tab aban an car caract acter erí ísticas co co m o : au ausenci sencia de d e in fo rm es m éd édi ico cos, s, d esest esesti im ació n ju d icial, in fo rm e psi p sico col ló g ico sob re la baj b aja pr p ro b ab ilid ad d e qu q u e se hu h u b iera dad d ad o el ab u so y resultad ado o s de p o líg raf afo o in d ican cand d o la in o cen cenci cia del d el ag agr resor esor. . D e est e ste m o d o , ap apl licar caro o n el C B C A a 20 2 0 casos con sid er erad ado o s co co n firm ad ado o s y a 20 2 0 con sid er erad ado o s no con firm ad ado o s, p u n tu an and d o lo s cr criter eri io s com o au aus sen ent tes (0 p u n to s), p resen esent tes (1 p u n to ) o fu er ert tem en ent te p resen esent tes (2 p u n to s). La m ed edi ia p ar ara a lo s casos casos con co n firm ad ado os fu e d el 2 4 ,8 y par p ara a lo s n o co con n firm ad ado o s de 3 ,6 . Lo Los s cr criter eri io s que qu e ten tení ían u n m ayo ayor r p o d er d e d isc scr rim in ació n fu ero n : “d etalles in u su sua ales” y “d etalles sup su p erflu o s”, “co cor rrec ecci cio n es esp espo o n tán eas”, “elab o ració n n o estru ct ctu u rad a”, en p rim er lu g ar ar, , y “d escrip ció n d e in teraccio n es”, “rep ro d u cció n d e co con n ve ver rsacio n es”y “co com m p licacio n es in esp esperad eradas as du d u ran te el e l in cid en te”, en seg segu u n d o . Lo Los s m en o s discrim in atorio s, p o r p resen tars arse e co n b aja frecu en cia in clu so en e n las decl d eclaracio n es con co n firm ad as, fu eron la “in co com m p ren sió n d e d etalles na narrad o s con co n p recisió n ”, “aso soci ciacio n es externa extern as relacio n ad as”, “leva van n tar d u d as so so b re el e l p ro p io test esti im o n io ” y “au to d esap ro b ació n ”. W ells y Loftu s (1 9 9 1 ) señ señal alaron q u e en e n tre sus su s lim itacio n es se en co con n trab an , p o r ejem p lo , la po p o sib le in flu en cia de d e las di d iferen erenci cias de d e ed e d ad en tre lo s casos con co n firm ad o s y
Evalua ció n d e la cred cred ib ilid ad d el test esti im on io en sup supu u est esto o s de ab u so sexua l a m en o res57
los no confirm ados (las edades iban de 3 años y m edio a 17 y hab ía m ás declaracion es de m enores de 5 años en el grupo de no con firm ados) y el em pleo de un solo psicólogo evaluador, lo que no perm ite calcular la fiabilidad interjueces. 3. Boychuk (1991), por su p arte, clasificó los casos en tres grupos: “claram en te co nfirm ad os” (confesión, evidencia m édica y condena), “fuertem ente co nfirm ados”(confesión y con dena) y “m uy dudosos”(au sencia de eviden cia m éd ica, resultad o de inocen cia en el test del polígrafo, au sencia de con fesión, evaluación de expertos indicando que el abuso probablem ente n o había o currido y desestim ación del caso en los tribunales). Posteriorm ente, agrupó a los do s prim eros y descub rió que 13 de los 19 criterios del C BC A estaban m ás presentes en éstos dos que en el grupo dudoso. Estos 13 criterios fueron: los tres de características generales, los cuatro de contenidos específicos, cinco de los criterios referidos a particu laridades del co nten ido (“detalles inusuales”, “detalles superfluos”, “asociaciones externas relacionad as”, “alusiones al estado m en tal subjetivo del m en or”y “atribuciones alestado m en taldelag resor”)y los criterios “correcciones espontán eas”y “perdón alag resor”,delgrupo de contenidos referentes a la m otivación. 4. A nson, G olding y G ully (1993) exam inaron la fiabilidad interjueces m ediante un estudio de cam po de las declaraciones realizadas en 23 casos reales de abuso sexual en los qu e se co nsideraba co nfirm ada la culpabilidad del acusado . D e 2 a 4 evaluadores fam iliarizados con la aplicación del C BC A an alizaban las grabaciones de las declaraciones. C ada evaluador analizaba ap roxim adam ente la m itad de las grab aciones. U tilizaron tres proced im ien tos para m ed ir la fiab ilidad : proporción de acuerdo , índice K ap pa de C ohen y coeficiente d e acuerdo delerror aleatorio de M axw ell(RE). Este ú ltim o estadístico asum e q ue los aciertos debidos al azar pued en darse por igual en las decisiones de p resen cia y en las de ausencia. En función de este coeficien te, los autores agruparon los criterios en tres g rupos. El prim ero estab a form ado por aquellos qu e presentaban una fiabilidad adecuada (RE> .50), “perdón al agresor” , “dudas sobre el propio testim onio”, “atribuciones al estado m en tal del ag resor”, “incom pren sión de detalles relatad os co n precisión”, “au todesaprobación”, “rep roducción de conversaciones”, “cantidad de detalles”, “estructura lógica”y “com plicaciones inesperadas du rante el incidente”; el seg undo, por los criterios que presentab an una fiab ilidad m arginal (.30>RE <.50), “detalles superfluos”, “incardinación en contexto”, “detalles inusuales”y “correcciones espontán eas”; y el tercero por los que presentab an una fiab ilidad inad ecuad a (RE< .30), “ad m isión de faltas de m em oria”, “asociaciones externas relacionad as”, “descripción de interacciones”, “alusiones al estado m en tal subjetivo del m en or”, “producción no estructurad a”y “detalles característicos”. Estos investigad ores tam bién en contraron que la edad en el m om ento de la entrevista correlaciona con seis de los criterios: “estructura lógica”, “adecuación contextual”, “descripción de interacciones”, “reproducción de conversaciones”, “perdonar alagresor “ y “detalles característicos” . U no de los problem as del estudio es que ap lican el C BC A a los vídeo s y no a las tran scripciones, com o suele hacerse en casos reales. 5. Lam ers-W inkelm an y Buffing (1996), por su parte, estudiaron el efecto de la edad del m enor en la p resen cia d e los criterios del C BC A . Para ello, trab ajaron con las declaraciones de n iños con ed ad es com prendidas entre los 2-3 años hasta los 9-11 y hallaron que, en los casos de niños m ás peq ueños, se presentab an con m en or frecu en cia los criterios: “incardinación en contexto”, “descripción de interacciones”, “reproducción de conversaciones”, “detalles superfluos”, “adm isión de falta de m em oria”y “detalles característicos”. Los datos en cajan con los estudios sob re el desarrollo cognitivo, aunque p odrían estar contam inados po r elhecho de n o diferenciar declaraciones verdaderas de las falsas.
58 Evalua ción de la cred ibilidad de l testim on io en supuestos de ab uso sexua l a m en ores
6. En el estudio de H orow itz, Lam b, Esplin, Boychuk, K rispin y Reiter-Lavery (1997) tres observad ores entrenados en el C BC A analizaron cien transcripciones de casos reales de ab uso en d os m om entos diferentes. La segu nda evaluación se p roducía aproxim adam ente siete m eses despu és de la p rim era. Se calculó la fiabilidad interjueces y la fiabilidad test-retest. Los criterios que p resen taron una m ayor fiabilidad interjueces fueron: “estructura lógica”, “incom pren sión de detalles relatados con precisión”, “dudas sobre el propio testim onio”, “au todesaprobación”y “perdó n al ag resor”. Los que presentaron m en or fiab ilidad fueron: “ad m isión de falta d e m em oria”, “detalles superfluos” y “correcciones espontán eas”. Para calcular la fiab ilidad test-retest em plearon el porcentaje m ed io para cada criterio (prom ed iad o para los tres evaluad ores). Esta fiab ilidad resultó alta (porcen tajes m ed ios de acu erdo en tre el 74%
y el 98% ), aunque los índices m ás bajos correspo ndieron a: “correcciones espo ntáneas” ,
“ad m isión de falta de m em oria”y “detalles característicos”. Los au tores p lan tearon que algunos criterios que presentaban una baja fiabilidad interjueces d eberían ser elim inados o descritos de form a m ás precisa: “detalles superfluos”, “adm isión de falta de m em oria”, “correcciones esp ontáneas”, “detalles inusuales”y “asociaciones externas relacionadas”. 7. Lam b, Sternberg, Esplin, H ershkow itz,O rbach y H ovav (1997) realizaron un estudio de cam po con 98 en trevistas a víctim as de ab uso sexu al proven ien tes de archivos leg ales de Israel. En función de la inform ación disponible, clasificaron los casos en un continuo: desde m uy probable hasta b astante probab le, cuestionab le, bastan te im probab le y m uy im probab le. Es su estudio sólo utilizaron 14 criterios del C BC A . Las m ayores pu ntuaciones se o btuvieron en el grupo de d eclaraciones “m uy probables” . Los criterios que diferenciab an las declaraciones plau sibles (m uy probab les y probab les) de las no plau sibles (bastan te im probab les y m uy im probab les)fueron “elab oración no estructurad a”,“can tidad de detalles”, “incardinación en el con texto”, “descripción de interacciones”y “rep roducción de conversaciones”. C om o principales con clusiones de estos estudios cab e señalar que los criterios que tienen m ás po der discrim inatorio son: “cantidad de detalles”, “incardinación en el contexto”, “reproducción de conversaciones”y “elab oración no estructurad a”, ya que estos criterios estab an m ás presen tes en las declaraciones verdaderas que en las falsas (Esplin y otros,1988; Boychu k, 1991; Lam b y otros,1997). Por el contrario, entre los criterios m enos discrim inatorios estab a la “autodesap robación”. O tros criterios poco útiles a la h ora de d ar po r verdadera una d eclaración son: “atribuciones al estado m ental del ag resor”y “ dudas sobre elpropio testim onio”. N o obstan te, en gen eral, el sistem a presen ta una fiab ilidad interjueces ad ecu ad a (H orow itz y otros, 1997). Tam bién los estudios con firm an que las declaraciones de los m enores de m ás edad son m ás ricas en criterios (Boychuk, 1991; H orow itz y otros,1997). D e esta línea de investigación tam bién hay q ue d estacar que se increm en ta la p recisión al utilizar el C BC A para evaluar la cred ibilidad cuan do se analizan las tran scripciones en lugar de la inform ación audiovisual. C om o señalan G arrido y M asip (2001), el C BC A fue creado para ap licarse a transcripciones y el uso del vídeo supone un riesgo de contam inación de los evaluadores, ya que pueden verse influidos por la inform ación no verbal.
1.4 Listado de criterios de validez A pesar de q ue en algunos estudios sólo se em plean los 19 criterios del C BC A , para com pletar la valoración del testim onio es necesario ten er en cu en ta otros criterios que constituyen el den om inad o “Listad o de criterios de validez”. Su ap licación supone valorar 11 aspectos diferenciad os en 4 categ orías:
Evalua ción de la cred ibilidad del testim on io en supuestos de ab uso sexua l a m en ores59
C aracterísticas psicológicas 01. Leng uaje y con ocim ientos adecuad os 02. A decuación del afecto 03. Su scep tibilidad a la sugestión C aracterísticas de la entrevista 04. Preguntas sugestivas, directas o coercitivas 05. A decu ación global de la entrevista M otivación para inform ar en falso 06. M otivos para declarar 07. C ontexto de la revelación o inform e original 08. Presiones para inform ar en falso C uestiones d e la investigación 09. C onsisten cia co n las leyes de la naturaleza 10. C onsisten cia con o tras declaraciones 11. C onsistencia con otras prueb as
Estas cuatro categorías pretenden valorar los resultad os ob ten idos al ap licar el C BC A con el fin de alcanzar una co nclusión definitiva respecto a la validez, o no, de la aleg ación (Raskin y Esplin, 1991). El prim er grupo de criterios hace referen cia a las características psicológicas delm en or:
1. Lenguaje y conocimientos adecuados. H ay q ue tener en cuen ta si las hab ilidad es cognitivas del entrevistado, sus expresiones y elconocim iento que m uestra, encajan con lo habitualpara su edad y experiencia. Para valorar adecuadam ente este aspecto, se debería llevar a cabo una evaluación de las capacidades cognitivas del m enor con el fin de averiguar siha tenido acceso a inform aciones de naturaleza sexual.
2. Adecuación del afecto. Este apartado tiene en cuenta silas exp resiones em ocionales durante la en trevista son las pred ecibles en esta situación. Este aspecto es problem ático. G arrido y M asip (2001) señalan que n o siem pre está claro cuál es la reacción em ocional que cab e esperar. En ocasiones se co nsidera que las víctim as deben presentar una alta expresividad em ocional,aunque tam bién es ad ecuado un estilo inhibido. Por otro lado, hay q ue tener en cuenta la d ificultad para detectar una expresión em ocional sim ulada.
3. Susceptibilidad a la sugestión. Se deb e valorar de form a orien tativa siduran te la en trevista el m enor ha aceptado sugestiones delentrevistador o ha realizado preguntas qu e le indicaran qué debía d ecir. C om o ya se com entó al hablar de la entrevista, el acep tar una sugestión no indica que la alegación no sea válida. El siguien te grupo de inform ación se refiere a las características de la en trevista:
4. Preguntas directivas, sugestivas o coercitivas. La razón p ara tener en cuenta este aspecto es que las preg untas de este tipo pued en influir sob re elconten ido de la declaración.
60 Evalua ción de la cred ibilidad de l testim on io en supuestos de ab uso sexua l a m en ores
5. Adecuación global de la entrevista. C onsiste en evaluar si la entrevista h a seguido las directrices del Sistem a de an álisis de la validez de las d eclaraciones. Respecto a la m otivación para inform ar en falso, hay q ue tener en cuen ta los siguien tes criterios:
6. Motivos para declarar. Valorar sicon la inform ación que se tiene d el caso p uede p ensarse que hay razo nes que justifiquen una acusación falsa.
7. Contexto de la revelación o informe original. Si es el m en or el que revela la inform ación a alguien de su entorno, la validez se ve reforzada, en com paración con situaciones en las que es un ad ulto el que revela elhech o, sob re todo siéste pued e ben eficiarse del testim onio.
8. Presiones para informar en falso.Valorar la posible influen cia ejercida sobre elm en or (a través de la sugestión, la inducción o la p resión psicológica) para q ue realice la d eclaración. El últim o grupo de criterios a tener en cuen ta son las cuestiones de la investigación:
9. Consistencia con las leyes de la naturaleza. Si los aco ntecim ientos descritos son realistas o si, al ser con trarios a las leyes de la n aturaleza, indican que son producto de la fan tasía.
10. Consistencia con otras declaraciones. Si algún elem en to cen tral contrad ice otras declaraciones del m enor o de o tros testigos. A l respecto, hay q ue advertir que si el m enor ha ap ren dido de m em oria una historia falsa, sus declaraciones pued en ser idén ticas. Po r otra parte, cuand o un m eno r relata en m ás de una ocasión hecho s que realm ente ha vivido , tam po co h ay que esperar que la consistencia sea total, pero al m enos, se d arán puntos en co m ún en el acontecim iento central, el papel que d esem peñó el m enor y el lugar de los hechos.
11. Consistencia con otras pruebas. Es necesario contrastar la inform ación obten ida en la entrevista con otros datos del caso (pruebas m édicas, pruebas de que el presun to agresor no podía estar dó nde elm enor dice, etc.).
1.5 Conclusiones A ntes de em itir una valoración final sobre el testim onio, hay q ue tener en cuenta, adem ás de la inform ación obten ida a través delC BC A y del listad o de criterios de validez, toda la inform ación ad icional del caso: docum entación, valoración del estado psicológico y em ocional, observaciones conductuales, gestos qu e acom pañan a la d escripción delacto, historia fam iliar, etc. U na vez se hayan tenido en cuenta los datos, se deb e determ inar la credibilidad global del testim onio. Las posibilidad es para expresar esa valoración final se ajustan a las siguien tes cinco categorías: m uy probab lem en te creíble, probab lem en te creíble, indeterm inado, probablem ente increíble, m uy p robablem ente increíble. C om o pued e o bservarse, para ap licar el Sistem a d e análisis de la validez d e las declaraciones es necesario dispo ner de la suficien te cantidad de inform ación al respecto aunque, en situaciones reales de abuso, esto no siem pre es po sible. A este respecto cabe señalar que existen algunos im pedim entos con los que pued e encontrarse el evaluad or, com o por ejem plo, las im posibilidad leg al para desarrollar adecuadam ente elprocedim iento de la entrevista o para acceder a m ás inform ación sobre elcaso. A pesar de tod o ello, las ven tajas del sistem a son claras. El C BC A integ ra aproxim aciones diferentes a la h ora d e valorar el testim onio: en una p rim era fase se co nsidera el testim onio en su totalidad y,
Evalua ción de la cred ibilidad del testim on io en supuestos de ab uso sexua l a m en ores61
posteriorm ente, se centra la atención en aspectos específicos del m ism o. El m étodo p erm ite, adem ás, dispo ner de una estructura clara para an alizar el testim onio asícom o las conclusiones. Por últim o,hay que recordar que este sistem a es un m edio para analizar eltestim onio,no un detector de m entiras.A sí, este m étodo perm ite evaluar siun determ inado caso se ajusta a los criterios qu e se h an dado en casos reales de ab uso sexual. A dem ás, hay qu e tener en cuen ta que el con cepto d e “verdad” en esta técn ica se concibe de diferentes form as al igual que en otras que se basan en el an álisis de contenidos. U na de estas form as, es diferenciar los relatos qu e provienen de hechos reales de los qu e provienen de h echos im aginarios.O tro m odo es considerar la intención de decir la verdad y la intención de m en tir delen trevistad o y un tercero se centra en distinguir en tre los relatos que co ntien en inform ación correcta y aquéllos que contienen errores.Estos planteam ientos no son m utuam ente excluyentes,pero si se pone el énfasis en la co herencia entre lo narrado y los hechos reales, es posible q ue determ inados errores, inten cionad os o no, se asocien a testim onios ficticios o falsos. Esto im plicaría que el testim onio de u n m enor que intencionalm ente d eclara en falso no se d iferenciaría d e aquel en el que, espontáneam ente, se aporta u na inform ación falsa (Bekerian y D ennet, 1992). D e todos m odos,com o advierten Raskin y Seller (1989), a m edida que las habilidades cog nitivas de un testigo se increm en tan deb ido a su ed ad , nivel ed ucativo, factores sociodem ográficos, etc., y la com plejidad de los hech os dism inuye, la aplicación del sistem a produce resultados m enos concluyentes. Por otra p arte, hay que tener en cuenta q ue la fase de la entrevista es fundam entalya que elnúm ero de criterios qu e se cum plen depende d e la can tidad de inform ación que aporte el m enor, y ésta, a su vez, de la técnica em pleada en la entrevista. Po r últim o,com o ya se h a señ alad o,existen criterios qu e p lan tean dificultad es p or su baja fiab ilidad interjueces. C om o señala Sp orer (1997), la validez de los criterios tam bién se ve am enazada p or elhecho de q ue elevaluador puede verse inclinado a apreciar la p resencia de u no de los criterios al hab er observado la p resencia d e o tro. Po r ejem plo, si ap arece el criterio “cantidad de detalles”es m ás fácil para el evaluador apreciar el criterio “detalles superfluos”, lo que sugiere q ue algunos criterios covarían entre sí m ás que o tros. Este m ism o autor señala q ue algunos criterios presen tan dificultades a la hora de contabilizarlos. Por ejem plo, el criterio “incardinación en contexto”hace referencia a siel m enor m enciona o n o elem entos espaciales y tem porales relacionados con la vida cotidiana. A lno diferenciar, en la clasificación, las referen cias espaciales de las tem porales,no qued a claro si el criterio deb e co dificarse si ap arecen los do s aspectos o si con m en cionar un o sólo es suficien te. Esto ap unta a la n ecesidad de u na d efinición m ás precisa de los criterios del C BC A . Bekerian y D en net (1992), por su parte, cuestionan la validez teó rica de algún criterio del C BC A . Po r ejem plo, esperar una elab oración desestructurad a en una d eclaración veraz, supone p en sar que las intencionalm ente falsas están basadas en esqu em as rígidos y son m ás lineales.Sin em bargo, siun suceso se exp erim en ta co n cierta reg ularidad , convirtién dose incluso en un ritual, pued e n arrarse d e form a estructurada y esqu em ática, ajustándose a lo q ue los expertos llam an m em oria re-episódica. A sim ism o, Lam b, Sternberg y Esplin (1994) señalan que el paso d el tiem po entre lo experim entado y el recuerdo aum enta la tendencia a basarse en guiones. En conclusión, estos aspectos deberían investigarse m ás, a fin de co nocer bajo qué circunstan cias el criterio de “elab oración no estructurad a”es un buen indicad or de la veracidad . A pesar de esas dificultad es, se considera que elSistem a análisis de la validez d e las declaraciones es útil au nque sea necesario continuar desarrollan do investigaciones. Raskin y Steller (1989) aco nsejan que se lleven a cabo estud ios que evalúen la fiab ilidad interjueces de los criterios de fiab ilidad , así com o la realización de an álisis de m últiples varian tes p ara d eterm inar la im portan cia relativa de los diferentes
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criterios para discrim inar entre las declaraciones veraces y las inventad as. En ese sentido, au nque no existen reg las específicas sob re el núm ero de criterios que tien en que estar presen tes, parece que dos criterios clave para la veracidad de la declaración son los de “estructura lógica”y “elab oración no estructurada”(Yuille, 1988).
2. Otros procedimientos basados en el análisis de las declaraciones 2.1 Modelo de control de la realidad de los recuerdos (Reality
Mon ito ring)
Johnson y Ray (1981) proponen tener en cuenta cuatro aspectos (contextuales, sensoriales, sem ánticos y cog nitivos) para d istinguir la inform ación alm acen ada en la m em oria d e o rigen interno (recuerdos autogenerados o im aginados)de la d e o rigen externo (percepciones). Los recuerdos de o rigen externo tien en m ás atributos con textuales (espacio-tem porales), sensoriales (colores, ruidos,ilum inación, etc.) y m ás detalles sem ánticos qu e los de origen interno . Estos últim os, sin em bargo, presentan m ás atributos cognitivos (referencias a p rocesos cognitivos,m enciones idiosincrásicas com o “pen sé”, “sen tí”, “estaba asustado”, etc.). A lonso-Q uecuty (1990), al aplicar este m odelo, com probó q ue los relatos verdaderos tienen m ás inform ación contextual y sen sorial. El au tor consiguió discrim inar en tre las d eclaraciones reales y las sugeridas a través de u n procedim iento sim ilar alem pleado en el estudio de Schooler y otros (1986), con inform ación post-evento. El estudio no confirm ó, sin em bargo , que los relatos falsos-sug eridos tuvieran m ás referen cias idiosincrásicas que los verdad eros, au nque sí sub rayó la influen cia d e la d em ora, que dificulta distinguir en tre am bos tipos de recuerdo s (con el paso del tiem po, las declaraciones verdaderas tien en m ás inform ación idiosincrásica, m ien tras que las falsas presentan m ás detalles contextuales y sensoriales). D e este m odo, el sujeto que en gaña y tiene tiem po para elaborar su relato, no puede ser detectado a través de la aplicación de la técnica d e Joh nson y Ray. Sin em bargo, A lonso-Q uecuty (1995) señala la dificultad que sup one la ap licación del m odelo de controlde la realidad de los recuerdos a las declaraciones de m enores de entre o cho y diez añ os,ya que los niños tienen m enos problem as qu e los adultos para generar fantasías qu e tengan un carácter vívido. En estos casos las declaraciones falsas son m ás ricas en inform ación sem án tica y contextual, lo que dificulta d iferenciar entre los relatos gen erados externam en te y los qu e lo son internam en te. Sp orer (1997), por su p arte, utiliza los plan team ien tos de la técn ica d el Reality M onitoring (RM ) y los criterios delC BC A con el fin de evaluar la validez d iscrim inatoria d e estos do s instrum en tos y com probar siel uso co njunto de am bas técnicas ayuda a d iferenciar con m ayor precisión entre las declaraciones que provien en de hechos exp erim en tad os y las que son fruto d e la fan tasía del sujeto. El estudio evalúa las tran scripciones de declaraciones llevad as a cabo por estudian tes universitarios y se ap arta, por tan to, de nuestra investigación sob re abuso sexu al infan til. Sin em bargo , los resultad os son interesantes ya que ponen de m anifiesto la utilidad de com plem entar el C BC A con otras técnicas que tam bién se basen en el an álisis delconten ido de las declaraciones. En el citad o estudio se em plean únicam en te 1 3 criterios del C BC A , dado que los criterios del 14 al 19 (contenidos relacionados con la m otivación y elem entos específicos de la agresión) no se consideran relevantes porque los sujetos del estudio no relatan ninguna ag resión. A dem ás, se pide a los evaluad ores que juzguen el carácter positivo o n eg ativo de la experien cia relatada, el grado de im plicación y la sen sación de p érdida d e co ntrol experim entada. Pese a q ue estos aspectos no constituyen criterios de credibilidad , Sp orer (1997) los incluye p ara valorar la adecuación del
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C BC A , ya que la ap licación del instrum ento es m ás apropiada en la m edida en que lo que se relata es psicológicam en te sim ilar a las exp erien cias de abuso sexualen m en ores.En elestudio se utilizan asim ism o las ocho subescalas de Sporer y Kuepper (1995) derivadas de las escalas del C uestionario para evaluar las características de la m em oria d e Joh nson y otros (1988)utilizad o en la técnica d el Reality M onitoring .Esas sub escalas son:claridad ,exp erien cias sen soriales,inform ación espacial,inform ación tem poral,em ociones y sentim ien tos, reconstrucción de la h istoria, realism o y operaciones cognitivas. A plican do un an álisis factoriala los criterios de am bos instrum en tos,a fin de co nocer las dim en siones del C BC A y del RM , obtiene cinco factores qu e se interpretan del siguiente m odo: 1) C onsisten cia lógica y realism o. A l m argen de estas dos variab les, la de “reco nstrucción de una línea histórica”satura altam en te en este factor, y neg ativam en te los “ detalles inusuales”y “com plicaciones inesperad as”. 2) C an tidad de detalles e incardinación en el contexto. En este factor se incluyen tam bién los “detalles superfluos”y elcriterio de inform ación espacial y tem poral. 3) Sentim ien tos y pen sam ien tos. En este factor saturan el criterio de “alusiones al estad o m en tal subjetivo”y los criterios “operaciones cognitivas”y “em ociones y sentim ientos”. 4) C laridad . A l m argen de la alta presencia del criterio “claridad ”del RM , en este factor satura altam en te el criterio de “reco nstrucción”, lo que hace difícil considerarlo com o un criterio del factor “consisten cia lógica”o co m o un criterio de este factor de claridad . 5) Interacciones verbales y no verbales. N inguno d e los criterios del Reality M onitoring satura en este factor y sí los tres d el C BC A (“descripción de interacciones”, “reproducción de conversaciones”y “atribuciones alestado m en tal del ag resor”). Este análisis factorial podría contribuir a la form ulación de una teo ría socio-cognitiva de la detección de m entiras qu e u nificara am bas aproxim aciones. Sin em bargo, existen algunas dim ensiones qu e sólo están presentes en el C BC A y no en el Reality M onitoring , por ejem plo, el criterio “descripción de interacciones”. Lógicam en te, cad a técnica tien e un origen distinto. La p rim era provien e del ám bito foren se, donde co bra relevancia la interacción en tre la víctim a y el ag resor. La seg unda, sin em bargo , provien e de la investigación cognitiva. Sporer (1997) señala en sus conclusiones qu e, dado que los evaluadores aplican am bas técnicas a las declaraciones (los criterios delRM despu és de los delC BC A ), no es de extrañar qu e las valoraciones que éstos realizan de las declaraciones no sean independientes,es decir, que cabe esperar que haya un efecto de co ntam inación. Por ejem plo, es lógico que si se identifican pocos criterios del C BC A en una declaración, al ap licar los criterios del RM a la m ism a declaración, las clasificaciones sean tam bién bajas. D e todos m odos,utilizando los criterios del C BC A tam bién pueden darse estos efectos de con tam inación. D e cualquier form a, si se em plean dos técnicas, es adecuado trabajar tam bién con dos grupos de evaluadores:uno de ellos entrenado en elC BC A y elotro en los criterios del RM . D e esta form a se podría evaluar indep en dien tem en te la presen cia de cad a conjunto de criterios y estab lecer la fiab ilidad interjueces para cada g rupo. El problem a es qu e p ara los ob jetivos delestudio (com parar la validez d e las dos técnicas) las diferencias en los resultados po drían atribuirse a las diferencias en sen sibilidad y a o tras características person ales d e los respectivos evaluad ores.
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Sporer (1997) encuentra en su estudio un dato q ue contradice lo expuesto en la investigación de A lonso-Q uecuty (1992): es m ás fácildiscrim inar entre los relatos qu e p rovienen de algo experim entado y los que provienen de algo inventado cuando los sujetos han tenido u n tiem po p ara preparar la narración. D e todos m odos, el procedim iento d e los estudios no es com parable.
2.2 Escala para evaluar la credibilidad de las partes (Sexual
A bu se Legit im acy)
El objetivo de esta escala desarrollad a p or G ardner (1987) es ayu dar a los entrevistad ores a objetivar su inform e para que la declaración presen te ciertas garantías. La escala es útil en los casos en lo que puede entrevistarse al presunto agresor. Las preguntas se form ulan de m odo que, cuantas m ás sean las respu estas afirm ativas, m ayor es la p robabilidad de q ue el abuso se haya com etido. Se evalúan las declaraciones del m en or, una serie d e criterios aplicab les al acu sador (especialm en te cu an do es la m ad re) y una serie de criterios aplicab les al acu sado (especialm en te cuan do es el pad re). Vem os, por tan to, que la escala Sexual Abuse Legit imacy (SA L) está pensada especialm ente para aq uellos casos en los que el agresor es el padre y la denuncia ha sido presentada por la m adre.
2.2.1 Evaluación de las declaraciones del menor C riterios con alto valor diferenciad or 1. Indecisión en la revelación del abuso, debido a q ue las víctim as reales pueden sentirse avergo nzadas o am enazadas, lo q ue p rovoca qu e no sean espon táneas cuan do expon en el abuso. 2. M iedo a la veng anza.C uando el m enor dice sentir tem or por haber recibido am enazas,con tra él o co ntra su m adre, o el agresor am enaza con suicidarse. 3. Sentim ientos de cu lpa, m anifestados explícitam ente, por las con secuencias de su testim onio sobre elacusado. 4. C ulpab ilidad por su p articipación en las actividad es sexu ales. Es decir, que a lo largo de la declaración elm enor m anifieste que ha participado en conductas qu e le hacen sentir culpable. 5. A portación de d etalles específicos sobre la actividad sexu al, el lugar y otras circunstan cias. 6. D escripción creíble delab uso. La d eclaración deb e ajustarse a lo que se considera “razo nab le” en u n ep isod io d e abuso. 7. C onsistencia de la descripción. C uando el m enor tiene un a im agen m ental de la experiencia, la pued e utilizar com o referencia para d escribir lo sucedido, lo que le llevaría a ser consisten te en sus exp licaciones en sucesivas entrevistas. H ay que tener en cuen ta que, al desvan ecerse los recuerdos con el paso d el tiem po y especialm ente en los niños m ás peq ueños, puede perderse la co nsisten cia. Po r tan to,es preferible tener en cuen ta este criterio cuan do el tiem po tran scurrido en tre el ab uso y la en trevista es m en or. 8. Episodios frecuentes de excitación sexual.O bservar un co m portam iento sexualizado en elniño o considerar creíble la descripción que de este tipo de conductas hacen los padres.
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9. La existencia de daños físicos en los genitales del m enor o q ue éste se sienta dañado debido a la p ercep ción social de las actividad es sexu ales. 10. Juego d e desensibilización en elhogar o d urante la en trevista. Los m enores traum atizados por el abuso se suelen enfrentar altraum a reviviendo la experiencia d e u na m anera m anifiesta o bien sim bólica. 11 . A m enazas o sob orno p ara que no revele el abuso form uladas po r el sup uesto agresor. 12. A usencia del síndrom e de alienación p arental. La no existencia de este síndrom e increm enta las posibilidad es de que la declaración se haya realizad o de buen a fe. 13. N o hay disputa por la custodia del m enor, lo que elim ina posibles m otivaciones a declarar en falso. C riterios con valor m oderado 14. La descripción n o es un a letanía ensayada. Sin em bargo, hay qu e tener en cuenta que es posible q ue u na d eclaración realparezca u n discurso en sayad o tras exp licarla varias veces. 15. La descripción n o está tom ada de otras personas o fuen tes.Para ello,hay que tener en cuenta la term inología u tilizada. Sin em bargo, a m edida q ue p asa el tiem po transcurrido desde la den uncia hasta la entrevista, m ayo r es la probab ilidad de que una víctim a real incorpore term inología em pleada por los adultos. 16. Presencia de síntom as dep resivos. H ay que considerar, no o bstante, que esos síntom as son consecuencia d el abuso y n o de o tros conflictos fam iliares com o, por ejem plo, de d ecisiones sob re la custodia. 17. Retraim iento, que puede darse durante la en trevista o en elhogar. H ay que evaluar cuáles son las cau sas de ese retraim ien to. 18. Person alidad sum isa. En ocasiones la víctim a pued e desarrollar ese tipo d e personalidad , m ientras qu e los m enores qu e han sido entrenados,suelen m ostrarse m ás asertivos y coléricos duran te la d eclaración. 19. D esórdenes psicosom áticos. La tensión y la an siedad con secuencia d el abuso pueden traducirse en com ponentes som áticos tales com o náuseas, vóm itos y dolores estom acales. 20. C onducta regresiva. C om o consecuencia del traum a, algunos niños pueden p resentar en uresis,en copresis y ansied ad por la sep aración. 21. Sentim ien tos de h ab er sido traicionad os por el ag resor, que los exp lotó y utilizó. En ocasiones estos sentim ientos tam bién pueden dirigirse hacia la m adre p or no haberle protegido del abuso. C riterios de bajo valor diferenciad or 22. Trastornos del sueñ o. 23. El abuso se prolongó durante un periodo de tiem po extenso. En el caso de historias inventadas, es m ás probable que se relaten pocos incidentes.
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24. Retractarse po r m iedo a represalias por parte d el acusado . En este caso no se retracta p or sentim ien to de cu lpa a las consecuen cias de la d eclaración, sino por la p resión que elag resor ejerce sobre el m en or para que guarde silen cio. El en trevistad or deb ería ser capaz d e diferenciar el m otivo por el cual el m enor se retracta, lo que h ace q ue en m uchas ocasiones este criterio sea difícilde aplicar. 25. Pseud om adurez en el caso de las niñas.H ace referencia a qu e, com o consecuencia delabuso por parte d el pad re, ésta se im plique en las tareas del hogar, el cuidad o de los herm an os,etc., actuando com o si fuera la esposa del padre. Parece q ue este tipo de reacciones son m ás prob ables cuand o el abuso se p rod uce con el consentim iento de la m adre. 26. C onducta seductora con el acusado en el caso d e las niñas. Se aplica el criterio cuando esa conducta es observad a por elpropio en trevistad or o cuan do se considere creíble la descripción qu e hace la m adre de esta condu cta. C om o vem os,algunos criterios se extraen d e la declaración d el m enor y otros de los conocim ientos que elentrevistador tiene sobre elcaso o sobre la co nducta d el m enor.
2.2.2 Criterios aplicables al acusador C riterios con alto valor diferenciad or 1. El acusado r inicialm ente niega o m inim iza el abuso. 2. La aleg ación n o se realiza en un co ntexto de litigio p or la custodia del m en or. 3. Siente vergüenza por la revelación del abuso. El criterio se cum ple cuando se sabe que el abuso se ha m antenido en secreto. 4. N o existe una inten ción m an ifiesta de destruir, hum illar o vengarse del acu sado. 5. N o se ha b uscado a u n p rofesional de la salud m ental o a u n abogado. Recurrir a esos profesionales parece ser m ás hab itual en el caso de h istorias inven tad as. 6. N o interfiere en la narración d el m en or duran te la en trevista conjunta. C riterios de valor m oderado 7. Es consciente del traum a que puede sup oner para el m enor la repetición d e las entrevistas. 8. A precia la im portancia de la relación entre elm enor y el acusado . En los casos de las m adres que inducen a m en tir, no se m an ifiesta eldeseo de salvar la relación. 9. Poseen un historial de ab uso sexual en la infancia. En ocasiones, las m adres de los m enores abusado s fueron, a su vez, víctim as de abuso. 10. Pasividad y/o inad ecu ación. En los casos de aleg aciones falsas, las m ad res suelen m ostrarse asertivas y d om inantes. C riterios de bajo valor diferenciad or 11. A islam iento social. Es m ás probable q ue las m adres estén aisladas socialm ente en casos reales de abu so.
Evalua ción de la cred ibilidad del testim on io en supuestos de ab uso sexua l a m en ores67
2.2.3 Criterios aplicables al acusado C riterios con alto valor diferenciad or 1. Sobo rno y/o am enazas al m enor para que gu arde secreto. 2. N egación débily/o realizada con po co con vencim iento. 3. La alegación no se produce en el contexto de un a disputa po r la custodia. 4. Presencia de otras desviaciones sexuales. C riterios de valor m oderado 5. El ag resor posee un h istorial de ab uso sexual en su infan cia. 6. Se m uestra reacio a som eterse al detector de m entiras. 7. H istorial de consum o de drogas y/o alcohol. 8. Baja au toestim a. Este criterio se basa en el hecho d e que elegir un m enor para perpetrar el abuso es un síntom a de baja au toafirm ación y au toestim a. 9. Tend encia a exp erim entar regresiones en períodos de estrés.El padre que ab usa de sus hijos suele ten er dificultad es p ara m an ejar situaciones d e estrés en las relaciones igualitarias entre ad ultos. 10. Elección de una profesión que le perm ite estar en estrecho contacto con los m enores. C riterios de bajo valor diferenciad or 11. Ser m oralista. En ocasiones los agresores incestuosos im ponen norm as de con ductas m oralistas en su en torno fam iliar, com pensand o así el sentim iento que albergan de ser personas inm orales. 12. Ser con trolador. C onductas dom inantes en la fam ilia. El abuso es una m uestra m ás de ese patrón de cond ucta. 13. N o ser elpadre biológico d el m enor, aunque sítiene acceso directo alm enor. A m edida que se elim ina eltab ú del incesto, se increm en ta la probab ilidad de agred ir sexualm en te.
2.3 Modelo conceptual para la evaluación de la credibilidad D e Young (1992) propone una guía de pasos a seguir en la investigación de los abusos, señalando el tipo de inform ación que se debe tener en cada caso antes de em itir un juicio sobre la credibilidad de las declaraciones.
2.3.1 Alegación de abuso sexual 1. C laridad .Tenien do en cuen ta los con ocim ien tos sobre eldesarrollo infan til, los niños pequeñ os (de 2 a 5 años)se caracterizan por un pensam iento preoperatorio que puede influir sobre el relato, de m odo que éste carezca d e lógica y resulte p oco claro. Por otra p arte, un niño m ayor puede p resentar un relato con fuso debido a las am enazas recibidas o a q ue alguien lo esté m anipulando.
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2. Rapidez de la revelación. Q ue la d eclaración no se lleve a cabo inm ediatam ente d espués de que se produzcan los hech os no indica necesariam en te que ésta sea falsa. El retraso podría explicarse por el m iedo de la víctim a al agresor o a q ue no le crean. 3.Seguridad . Es un criterio difícilde evaluar.N o es extrañ o que elm en or víctim a de abuso se m uestre duran te la entrevista tím ido e inseguro. Po r el contrario, una aleg ación ap asionad a se interpreta com o un intento de com pensar la m entira. 4.La co nsistencia a través d eltiem po es un indicador de credibilidad.Sin em bargo,una víctim a puede retractarse alobservar la reacción de otros. Po r tan to, la consisten cia no es u n criterio suficien te.
2.3.2 Elaboración de detalles La segu nda fase del m odelo consiste en consegu ir que el m enor aporte detalles sobre el supuesto abuso sexual: 1. D etalles específicos. U na cuestión a tener en cuen ta sobre este criterio es que se deb e investigar po r qu é un m enor posee con ocim ientos sexuales inaprop iados para su ed ad. H ay qu e tener en cuen ta, adem ás,que es difícilque el m enor que está inventando el abuso p ueda describir adecuadam ente cóm o avan zan las distintas actividad es sexu ales (desde los tocam ien tos iniciales h asta la p en etración vag inal y/o anal). 2. D etalles contextuales. Inform ación sob re el au tor y el lugar en que tuvo lugar el sup uesto ab uso. Sino se ap ortan estos detalles,o son contradictorios,es m ás probable que se trate de una denuncia falsa. H ay que tener en cuenta tam bién que los niños m ás peq ueños se pueden sentir desorientados si los abusos se h an producido en distintos lugares y ocasiones. 3. D etalles sobre el secreto. Se deb e indag ar sobre las posibles estrategias de presión a las que ha sido som etido el m enor que explican p or qué no habla librem ente (am enazas, abandono, culparle del ab uso, etc.) 4. D etalles afectivos.Tener en cuen ta las reacciones em ocionales que exp erim en ta la víctim a. C uan to m ás se co rrespondan los sen tim ien tos con las características d el ab uso, m ás creíble resultará la declaración. D e todos m odos, hay qu e tener en cuenta que se pueden dar sentim ientos am bivalentes, especialm ente siel agresor pertenece alentorno fam iliar. Es m ás probable que un m enor que inventa el abuso exprese de form a directa em ociones neg ativas. 5. Pruebas que avalen los detalles aportados. O btener inform ación sobre si había o tras personas presentes o sicon oce a otros m enores qu e tam bién fueran víctim as delsupuesto agresor.
2.3.3 Indicadores de abuso sexual 1. Vulnerabilidad del m enor. Valorar hasta q ué p unto el m enor es vulnerable a la m anipulación, el chantaje o el soborno. Para esta valoración se pu eden m anejar criterios com o el escaso conocim iento sexual del m en or, un vínculo déb ilcon los padres, au sencia de la m ad re o aislam ien to fam iliar. 2. M otivación para m en tir. El contexto d e un divorcio o conflicto por la custodia o el protag onism o de u n adulto en la acusación (especialm ente cu ando ese ad ulto resulte b eneficiado con la d eclaración) increm enta la p robabilidad de q ue se trate d e u na acusación falsa.
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2.4 Modelo de procesamiento de la información O’ D o n o h u e y Fan Fa n et ett ti(1 9 9 6 )ap apo o rtan u n co con n ju n to d e h ip ó tesis relat ati ivas a lo s difer eren ent tes m o d o s en q u e el m en eno o r p ro cesa las in fo rm acio n es del d el ab abu u so y d e la en ent trevista, así com o lo s po sib les sesg sesg o s del de l en trev evi istad o r: 1 . H ip ó tesis respe espect cto o a cóm có m o el e lm en eno o r p ro cesó el ab abu u so: q u e no n o lo haya h aya sent sen tid o y,p o r lo tan tant to , n o ten enga ga un es esq q ue uem m a d e hab h aber er sido ab abusado usado (po r ejem plo, po rqu e haya h aya si sido dr drog og ad ado) o); ; qu e per p erci ciba o cod ifiq u e in ad adecu ecuad adam am en ent te el e l su ces ceso o , asim ilan and d o u n a expe e xper rien enci cia ab a b u siva a o tro esqu esquem em a (est estar ar ju g an and d o ); q u e per p erci cib a in correct ectam am en ent te un u n ep epi isod sodi io n o ab abu u sivo co com m o si lo fu er era a (p (p o r ejem p lo , u n en enem em a po p o r p rescrip ció n m éd édi ica) ca); ; q u e ten teng g a pr p ro b lem as par pa ra di d istin g u ir suceso sucesos s rea eal les d e sucesos im ag agi in ad ado o s; q u e su d eclar araci ació n p u ed eda a estar estar con tam in ad ada a po p o r alg u n a fu fu en ent te exter extern na (p o r la in terven ció n d e o tro p ro fesio n al o la in terf erferen erenci cia d e alg u n a en trev evi ista p rev evi ia) a); ; y qu q u e la can tid ad d e detal d etalles (au sen senci cia o p resen cia) sea aco a cor rd e a las cap acid ad es evo lu tivas del d el m en o r. 2 . H ip ó tesis relativas alp ro cesam ien to d e la in fo rm ació n p o r p arte del d el m en o r d u ran te la en trevista: n o co com m p ren end d e el o b jet eti ivo d e la m ism a; la fal falta de d e rapport le hace h ace sent sen tir in cóm o d o ; h ay un una m o tivació n exter extern n a (am (am en aza azas) s)q u e d isto rsio n a las resp respu u est estas; as;alg u n as pr p reg u n tas son co coer erci citivas; el m en eno o r p ar arece ece p reo eocu cup p ad ado o p o r ag agr rad adar ar al en ent trevistad ado o r (fig u ra d e au a u to rid ad ad) ); y alg u n o s aspect aspe cto o s de la co com m u n icació n n o ver verb b al (p o stu ra o exp expr resió n facial) n o en encaj cajan co con n la respu est esta a ver ve rb al. 3 . En cu cuan an to a las hi hip ó tesis relativa vas s al sesg sesgo o co co n firm ato ator rio d el en trevistad o r h ay qu q u e señ alar la im p o rtan anci cia d e no n o ref efo o rzar respu espuest estas qu e vayan en u n a d et eter erm m in ad ada a d irecció n , así com o n o ig n o rar lo s dato datos s con co n trad ict cto o rio s. C o m o vem o s, est este e sistem a pr p ro p o n e un u n a eval eva lu ació n d e la fase fase de d e la en trevista in cid ien end d o en e n la n ece ecesi sid ad d e tener ten er en cu cuen en ta cierto s factor actores, es, au n q u e ést é sto s no sean cr cri iterio s de cr cred ed ib ilid ad .
2.5 Guía para la evaluación de la credibilidad y la validez M ap apes es (1 9 9 5 ), p o r su p ar art te, p ro p o n e an a n alizar la decl d eclar araci ació n , ten ener er en cu cuen ent ta la co n d u ct cta a d e lo s en trevist sta ad o res y las té técn cni ica cas s de de en e n trevist sta a, in ve vest sti ig ar sio tras pe perso son n as sig n ifica cat tiva vas s ha han p o d id o in flu ir en el m en o r, lo s factor actores es am b ien tales y la pr p resen cia de d e sín to m as o p sico cop p atolo g ías. 1 . La d eclaració n d el m en o r. C o n trast astar ar las di d ivers versas as decl d eclaracio n es existen tes a fin d e co m p ro b ar si siel m en eno o r h a sid o exp expu u est esto o a in fo rm ació n p o st-suceso suceso. . Est Este e po p o d ría ser el caso d e la evo lu ció n d e d eclaracio n es in iciales –en las qu q u e se descr d escri ib e u n a co con n d u ct cta a relativam en te in o cu cua a h acia o tras d eclar araci acio n es po p o ster eri io res en las qu q u e se d escrib en co con n d u ct ctas as m u y ab u sivas o im p ro b ab abl les– . A sim ism o , h ay q u e p rest estar ar aten aten ció n a lo s det de talles ap o rtad o s en la decl d eclaració n . Pa Par ra eval e valu ar este cri cr iter eri io se hace h ace n ecesar ecesari io ten ener er en cu cuen ent ta el e ld esar esarr ro llo co cog g n itivo d el m en eno o r; a m en eno o s edad ed ad se in cr crem em en ent ta el n ú m ero d e d etalles peri p eriférico cos s en relació n a lo s cent cen trales y, y, a m ayo r ed ad , se in cr crem em en ta la can ca n tid ad d e d etalles con co n textua extual les y tem tem p o rales. En cu cual alq u ier caso, la val va lid ez d e la d eclaració n au m en ta siel m en o r m en enci cio n a com co m p licacio n es in esper esperad adas as y si si in fo rm a de d e qu q u e el ag agr resor le h a pr p resio n ad ado o p ar ara a qu q u e gu g u ar ard de silen cio . Por Po r o tra p ar art te, au aun n q u e la d eclar araci ació n en su con co n ju n to d eb ebe e g u ar ard d ar u n a est e stru ct ctu u ra ló g ica, cab cabe e esper espe rar declar araci acio n es con d ig resio n es y con co cor rreccio n es espo n tán ánea eas. s.Tam b ién h ay qu q u e p restar aten atenci ció n
cred ib ilid ad de l test esti im on io en sup supu u est esto o s de ab u so sexua l a m en o res 70 Evalua ció n d e la cred
al vo vocab cabu u lar ari io u tilizad zado o , p ar ara a ver ve r siest está á en e n co con n son sonan anci cia co n la et e tap apa a evo e vol lu tiva d el m en eno o r. C o m o vem o s, la pr p ro p u est esta a de d e M ap es resp respecto ecto al a l an álisis del de l co con n ten id o d e la decl d eclaració n n o d ifiere en exce exceso so d e lo s criterio s pr p ro p u est sto o s po p o r Steller. 2 . En trev evi istad o res y téc écn n ica cas s de d e en trev evi ista. Es nec n ecesa esar rio id en tifica car r a las d istin tas p erson as q u e h an h ab lad o co con n el m en o r sob re el ab u so (f (fam iliar ares, es, p o licías, p ro feso esor res, etc.) co con n el fin d e co m p ro b ar si si alg u n a d e el ellas ha h a po p o d id o in flu ir en su d eclaració n . A sim ism o , h ay qu q u e an an alizar si sien esas con co n vers versaci acio n es o en ent trevistas pr p revias se se act a ctu u ó d e form form a n eu eut tral. Tam b ién se deb d ebe e in d ag agar ar so so b re el e lp o sib le u so d e técnicas reco n stru ct cti ivas (p reg u n tas ten ten d en cio sas,rep etició n d e p reg u n tas, etc.) y po p o sib les in stru m en to s de de ayu a yud da (có cóm m o se le p resen taron y siel en trevistad o r sob rein terpr erpretó etó las rea reacci ccio n es del d el m en o r). 3 .A n álisis de o tras pers p erso o n as sig n ificativas.Tam b ién es nece n ecesar sari io eva eval lu ar hast hasta a q u é p u n to las pers p erso o n as d el en to rn o h ab itu al d el m en o r h an p o d id o in flu ir sob re sus sus recu erdo s y, p o r tan to , en la decl d eclaració n . Frecu Fr ecuen ent tem en ent te lo s pad res del d el m en eno o r se m u est estr ran rea eaci cio s a adm ad m itir el ab abu u so. En el caso d el in cesto com et eti id o p o r el p ad adr re, la m ad adr re p u ed ede e m o strar ars se am b ivalen ent te respect respecto o a la necesi n ecesid ad d e no n o p er erd d er com p let etam am en ent te el e l con tact acto o con el p ro g en eni ito r. Po Por r o tra p ar art te, h ay q u e saber sab er hasta q u é p u n to lo s pad res son suscep tib les de d e p ercib ir ab u sos en situ acio n es de d e la vid a co tid ian a q u e o tras pers p erso o n as con co n sid eran n o rm ales, ya q u e est estas as act a cti itu d es po p o d rían h ab érs érsel elas trasm itid o a sus h ijo s e in flu ir en las al a leg acio n es y en lo s recu ecuer erd d o s. En esa m ism a lín ea es in ter eresan esant te sab er si si alg u n o d e lo s pad pa d res ha h a suf su frid o ab abu u sos en la in fan cia y, en ca caso so af a firm ativo vo, , silo h a sup su p erad o . A sim ism o , h ay qu q u e eval e valu ar si la rea reacci cció n d e lo s pad res ha sid o la de d e bu b u sc scar ar la verdad d e fo fo rm a ag resiva. Si est este e fuer fue ra el e l caso caso, , el m en o r se hab h ab ría visto exp u est esto o a p reg u n tas ten ten d en cio sas y hab ha b ría o b ser servad vad o la sever seve rid ad d e lo s pad pa d res con co n tra el e l sup u est esto o ag reso esor r. Tod o est esto o in flu iría en e n la co n d u ct cta a del d el m enor. 4 . Fact Facto o res am b ien ent tales. Es necesar n ecesari io in d ag agar ar so so b re lo s cono con o cim ien ent to s sexu sexual ales qu q u e p o seía el e lm en eno or ant an tes de d e revel revelar el ab abu u so, asíco com m o sob sobr re el e l co con n text exto o en q u e se p ro d u ce la d eclar araci ació n (p o r ejem p lo , si es en el m ar arco co d e u n p ro ces ceso o d e separ sep araci ació n o d ivor vorci cio ). 5 . Sin to m at ato o lo g ía y p sico cop p at ato o lo g ía. U n o d e lo s sí sín to m as m ás hab h abi itu ales es la con co n d u ct cta a sexual sexu alizad zada. a. Sin em ba bar rgo , tan ant to es est te sínt ntom om a com o ot otr ros qu e pue p uede de pr pres esen ent tar el m en enor or pued pu eden en ser ef efect ecto o de ot otr ros fact acto o res, d e m o d o q u e se hace h ace n ecesar ecesari io in d ag agar ar su su s causas cau sas de ap apar ari ició n (am b ien ent te fam iliar con flict cti ivo vo, , p ro b lem as escol esco lares,etc.).Tam b ién es fr frecu en te q u e el e lm en o r m an ifiest este e repr rep resió n o rea eacci cció n d isociativa. N o o b stan ant te, la au a u sencia d e est e sto s sí sín to m as no in d ica qu q u e el e l ab abu u so no n o h aya teni ten id o lu g ar. Si el n iñ o es d em asiad ado o p eq equ u eñ eño o p u ed ede e con sid er erar ar q u e el act acto o n o revi reviste gr g raved avedad ad o n o saber sab er q u e es in ap apr ro p iad ado o y, en co con n secue secuen n cia, p u ed ede e qu q u e no n o se pro pro d u zca di d isociació n . Po Por r o tra par p art te, h ay qu q u e in d ag agar ar sob re las razo azon n es qu e h acen q u e el m en eno o r se m u estre reaci reacio a con co n tar el ep epi iso d io (am en enazas, azas,d eseo d e ter term m in ar la en trevist sta a, ca car ren cia d e h ab ilid ad es, etc. c.) ).
Evalua ció n d e la cred cred ib ilid ad d el test esti im on io en sup supu u est esto o s de ab u so sexua l a m en o res71
C A PÍTULO 4
Análisis estadístico de una muestra de 100 casos de abuso sexual infantil por A lm a M ª C asado d elPozo* , Rosa M ª Rom era Sanz** , Blanca Vázqu ez M ezqu ita** *, M arisa V ecina Jim énez**** y Pilar de PaúlVelasco*****
1. Introducción El objetivo de este cap ítulo es exponer la investigación desarrollad a en la C línica M éd ico-Foren se d e M ad rid sob re cien casos de ab uso sexu al infan til. Este estudio se ha llevado a cabo gracias al esfuerzo conjunto de la C línica M édico-Forense de M adrid – que ha prestado su apoyo m aterial y disponibilidad– , de las tres psicólogas de la C línica M édico-Forense: Blanca V ázquez M ezquita, M ª Paz Ruiz Tejedor y C oncepción de la Peña O livas y de dos investigadoras de cam po, patrocinadas du rante seis m eses por el C en tro Reina Sofía para el Estudio de la V iolen cia, duran te el periodo en que ha tenido lugar la investigación (20 00 -20 02 ): A lm a C asado d el Pozo y Ro sa M ª Ro m era San z. Las dos investigadoras se han encargado d e la recogida de datos de una m uestra previam ente seleccionada p or las tres psicólogas. Po steriorm ente, estas investigad oras llevaron a cabo la protocolización de los datos y el an álisis estad ístico, tarea que realizaron en colab oración con M arisa Vecina Jim énez, profesora de la U niversidad C om plutense de M adrid. En este capítulo se describirán las variab les o bservadas, los resultad os obten idos y, finalm en te, se an alizarán y d iscutirán los resultad os. En la revisión de todo el capítulo colab oró Pilar de Paú l Velasco . La idea original y coordinación de este estudio es de Blanca V ázquez M ezquita, sobre estudios anteriores de m uestras m ás lim itadas (V ázquez y otros, 1998).
2. Objetivos • A nalizar las variab les sociodem ográficas y las propias del ab uso para, m ás ad elan te, estudiar las relaciones existentes entre ellas. • Estud iar las relaciones existen tes entre las variab les p ropias d el ab uso y la valoración de la cred ibilidad del testim onio realizad a den tro del ám bito foren se. • Investigar las frecuen cias de aparición y la diferencia de m ed ias de los criterios del C BC A 1 y los criterios incluidos dentro del listado de criterios de validez1 (M étodo de Steller de valoración de la credibilidad deltestim onio). • Iden tificar los criterios pred ictores d e la cred ibilidad del m étodo de Steller, a través d el m étodo de regresión logística d entro de u na m uestra forense. *
M áster en Psicolog ía clínica legal y forense en la U niversidad C om plutense d e M adrid. alm acdelpo zo@ yaho o.es.
**
M áster en Psicolog ía clínica legal y forense en la U niversidad C om plutense de M adrid. rosam rom @ yaho o.es.
***
Psicólog a de la C línica M édico-Forense de M adrid. bvazquezm ezqu ita@ yaho o.es.
****
Profesora d e la Facultad de Psicolog ía d e la U niversidad C om plutense de M adrid. m vecina@ psi.ucm .es.
*****
Profesora de la Facultad d e Psicología de la U niversidad C om plutense de M adrid. pp aulvel@ psi.ucm .es.
1
Para m ás inform ación , revisar capítulo 3 d el presente inform e.
A ná lisis estad ístico de una m uestra de 100 casos de ab uso sexual infantil73
3. Metodología 3.1 Muestra La m uestra está com pu esta por 100 sujetos (28 varon es y 72 m ujeres) de edades com prendidas entre 4 y 18 año s, con un a m edia de 11,49 años (excluyen do 3 sujetos de 2 9 y 30 año s).
3.2 Instrumento Se ha diseñado elProt ocolo for ense M adrid 2002 2 con elfin de reco ger inform ación sob re las variab les sociodem ográficas y psicológicas asociad as al ab uso sexual infan til. Para escoger las variab les relevan tes hem os recurrido a estudios anteriores realizados en la C línica M édico-Forense de M ad rid y a datos reco gidos de la p ráctica clínica co n niños qu e h an sufrido ab uso sexu al. A sí, por ejem plo, hem os incluido variab les com o “ dem ora en la interposición de la d en uncia” o “inform es an teriores”, propios de la práctica foren se y que n o se incluían en otros estudios con m uestras sim ilares. A unque estas variab les son ajen as a la práctica en psicología clínica, son útiles para verificar la cred ibilidad deltestim onio delm enor.
El segu nd o instrum ento qu e hem os em pleado es el SVA 1 . En la presen te investigación se h an recogido datos relativos a los 19 criterios delC BC A 1 y a los 11 de validez1 . Estos datos aparecerán en sus correspondien tes tab las en form a de variab les discretas (presen te/au sente) junto con la valoración de la cred ibilidad total del testim onio en tres categ orías: creíble, increíble e indeterm inad o. A continuación se definen las variab les conten idas en este instrum en to.
3.2.1 Protocolo Forense Madrid 2002 • Variables sociodemográficas relativas al menor 1. Sexo 2. Edad 3. N ivel de d esarrollo cognitivo. Esta variab le se exam inó a p artir de las en trevistas m an ten idas con el paciente, asícom o por el estudio de la d ocum entación sobre anteriores valoraciones del coeficien te d e inteligen cia (C . I). Se trata d e u na variab le dicotóm ica que incluye los valores de “norm al”(capacidad cognitiva adecuad a) y “deficitaria”(capacidad cognitiva n o adecuad a). 4. A nteced entes personales. Esta variable se define com o aquellas dificultades o déficits del ind ividu o q ue, de form a aislada o en conjun to, pu edan sup on er algu na m erm a en el desarrollo del m en or y que existían antes de la detección d el ab uso sexual. En este sentido, es n ecesario discrim inar cronológicam en te en tre aq uellos déficits que son previos alinicio del abuso y aquellos que pueden ser consecuencia de éste. Esta variable guarda una estrecha relación con los llam ad os fact ores de riesgo . A sí, si las dificultades existían previam ente al abu so se den om inarán antecedentes personales y si, por el co ntrario, aparecían posteriorm ente al inicio del abuso se denom inarán secuelas .
2
Ellector pu ede encon trar el Protocolo f orense M adrid 2002 (V ázqu ez M ezqu ita, Ru iz Tejedor,C asado d elPozo y Rom era San z)en elanexo de este libro.
74 A nálisis estad ístico d e una m uestra de 100 casos de abuso sexual infan til
D entro de esta variable se en cuentran: – Trastornos deldesarrollo evo lutivo:D ificultad es d e m em oria, len guaje y aten ción (retraso en elaprendizaje),retraso deldesarrollo,dificultades perinatales (anoxia en elparto),etc. – A nteceden tes d e trastornos psicológicos o psiquiátricos: hiperqu inesia, trastornos afectivos (hipertim ia, inseg uridad afectiva, etc.), rechazo al contacto social, escasa socialización, eneuresis, dislexia, trastorno s en conducta, agresividad, inten to autolítico, autom edicación (aunque no con stituye un trastorno, se supone consecuencia del m ism o), etc. – M altrato:C onsiderado co m o cu alquier acción u om isión,voluntariam ente realizada, que dañe o p ueda dañar física o psíquicam ente al m enor, referida por elm ism o m enor o p or los adultos respo nsables qu e han aportado inform ación al respecto. – Retraso escolar: Pérdida de algún cu rso en la norm al progresión académ ica.
• Variables sociodemográficas relativas al contexto familiar 1. A nteceden tes fam iliares de interés: Esta variab le reco ge los datos referidos a la disfuncionalidad del entorno fam iliar apo rtados po r el m enor o por sus respo nsables directos. H ay que tener en cuenta que es m uy probable que la inform ación q ue los im plicados con sideran negativa se o culte o m inim ice, dado elcontexto judicialen el que h an sido recab ados los datos. – A nteceden tes psicológicos o p siquiátricos: en este apartad o se incluyen todos los trastornos o síntom as (observados o d ocum entados) que p recisen, o no, de tratam iento (intentos au tolíticos, alteraciones em ocionales, agresividad, etc.). – Prob lem as de adicciones a cualquier sustan cia tóxica (m ed icam en tos,alcohol, etc.). – N iveles bajos de C . I. en progen itores. – A nteced entes de agresión sexualen la fam ilia. – Problem as con yugales tales com o dificultades de com unicación, de relación, frecuentes dispu tas, verbalización de d eseo s de separación, etc. – A usencia de una de las figuras parentales. – D esestructuración fam iliar con roles no establecidos, lím ites de relación difusos, no asun ción o declinación de respo nsabilidades po r parte d e alguno de los pad res, relaciones de d ep en den cia patológica, etc. – C on dicion es de h acinam iento en el ho gar. – M altrato intrafam iliar (dirigido a m iem bros qu e n o estén directam ente im plicados en el caso de abuso); incluye m altrato físico confirm ad o. – A nteceden tes penales, do cum entados o inform ados, de algú n m iem bro de la fam ilia nuclear.
A ná lisis estad ístico de una m uestra de 100 casos de ab uso sexual infantil75
2. Procedencia cultural. Se distribuyó la m uestra atendiendo al nivel de estudios de los progenitores, a tenor de lo cual se contem plan los siguientes rangos: – A lto: Estudios universitarios. – M ed io: Estudios de 2º C iclo (Bach iller o Form ación Profesional). – Bajo: Estudios prim arios o sin estudios. 3. Situación d e los progen itores. Variab le que reco ge la relación d e conviven cia estab lecida entre los progenitores en el m om ento de la evaluación. Se establecen las siguientes categorías:pareja estab le d e hecho o de derech o;separados (divorcio,separación o ruptura); y un sólo progen itor (m ad re o pad re soltero, viuded ad , etc.).
• Definición de variables relativas al abuso 1. Tipo d e abuso: A tendiendo a la frecuencia y du ración d el m ism o, se ha dividido la m uestra en los siguien tes casos: – A islados: U n ú nico ep isodio d e ab uso. – Varios ep isod ios:Ep isod ios ocurridos en un periodo inferior o igual a dos m eses. – C rónico: Episodios ocurridos en un periodo superior a d os m eses. 2. Severidad delabuso: A tendiendo a la naturaleza d e la ag resión diferenciam os tres categorías, establecidas de m enor a m ayor graved ad en relación a lo invasivo d el contacto: – A busos sin contacto físico: Presenciar el acto sexual en tre ad ultos, exh ibicionism o, proposiciones sexuales, exp osición a m aterial pornográfico (m ostrar, por parte d el agresor, películas, fotografías o d ibujos de carácter sexual). – A busos con contacto físico (tocam ientos): C aricias con carga sexual llevad as a cabo por parte d el ag resor hacia elm en or y/o exigidas a éste p or parte d el ag resor. – Penetración: Esta categ oría incluye el coito vaginal y anal, la felación, así com o la pen etración digital y co n objetos. 3. U so de violencia concom itante. D entro de esta variable d istinguim os: – Física: La agresión física puede ser un instrum ento para la co nsecución del abuso o una pauta habitual de conducta en la dinám ica de la relación. – Psicológica: El ag resor utiliza la violen cia psíquica, norm alm en te en form a de am en azas, para llevar a cab o elabuso o para m antenerlo en secreto. Tam bién se contem pla en esta categ oría la agresión psicológica a través de la cu al se persigue d en igrar a la víctim a. 4. Tipo de agresor.A ten dien do altipo de relación existen te entre víctim a y agresor,esta variab le incluye: – D escon ocido: El agresor no g uarda ningún tipo d e relación co n la víctim a previam ente al abuso. – C onocido: El ag resor form a parte del contexto social del m en or. Existen , al respecto, diferentes grados de confianza; personas del entorno que n o ejercen autoridad directa
76 A nálisis estad ístico d e una m uestra de 100 casos de abuso sexual infan til
sob re el m en or (vecinos, am igos, etc.), ad ultos con u na posición de autoridad sob re la víctim a (profesionales de la educación, vigilantes, etc.), etc. – Fam iliar: El ag resor form a parte d el en torno fam iliar del m en or, ya sea de la fam ilia nuclear o de la extensa. A este respecto, distinguim os en tre: relación incestuosa endogám ica (cuando existen lazos de sangre entre los im plicados) y exogám ica (no hay relación genética entre ellos). 5. Eclosión d el conflicto. Esta variable se define en función d el contexto, m om ento y personas im plicadas en el descubrim iento de los hech os ob jeto de la co nsecuente d enuncia. A tendiendo a la m uestra recogida, la eclosión p uede darse po r: – N arración espo ntánea: Elm enor víctim a d elabuso cuen ta los hecho s espo ntáneam ente. – N arración por parte de testigos:La situación de abuso se descubre a través de indicios o terceras person as, a raíz de lo cual se interroga alm en or sob re los supuestos hechos. – Eviden cia física: Prueb as o indicios físicos com patibles con ag resión sexu al, en tre los qu e se incluyen casos de em barazo, enferm edades venéreas, etc. 6. D em ora d esde qu e o curren los hecho s hasta q ue se form ula la d enun cia. Esta variable contem pla el tiem po transcurrido desde el com ienzo del abuso h asta la interposición de la den uncia. Se divide en las siguien tes categ orías: – Inm ediata – D ías (m enos de un a sem ana) – Sem anas (m enos de un m es) – D e un m es a seis m eses – D e seis m eses a un año – M ás de un año 7. D em ora d esde la eclosión hasta la d enuncia: Esta variable tiene en cuenta el tiem po tran scurrido desde que eclosiona elconflicto hasta que se interpo ne la den uncia: – Inm ediata – D ías (hasta una sem ana) – Sem anas (hasta un m es) – M eses (hasta un m áxim o d e seis m eses) 8. Inform es previos: Variab le referida a la existen cia, o n o, de inform es elab orad os por otros profesionales, previos al inform e sob re la cred ibilidad del testim onio del niño que se em ite en la C línica M édico-Forense,siem pre que tengan com o objeto elabuso en sí, en cualquiera de sus m an ifestaciones (inform es m éd icos,de trab ajad ores sociales, psicológicos,etc.). Estos inform es versan sob re eltestim onio del m en or, de form a d irecta o indirecta (verbalizaciones que h a realizado el niño fren te a otros adultos, síntom as referidos al ab uso sexual, etc.), sobre los hech os acaecidos, independientem ente d e q ue se h aya realizado una valoración de la cred ibilidad.
A ná lisis estad ístico de una m uestra de 100 casos de ab uso sexual infantil77
9. Secuelas: Esta variable incluye los cam bios disfuncionales de co nducta observados en el m enor y atribuibles a los hechos ob jeto de la d enuncia. Se agrupan en diferentes categorías segú n la m anifestación de síntom as en la víctim a. Incluyen tanto los cam bios presentes en el m om ento de la en trevista, com o los inform ados por los pad res u o tros adu ltos, aunque en el m om ento de la exploración hayan desaparecido . La d iferente sintom atología se agrupa en las siguientes categorías o problem as (dependiendo de las áreas delindividuo que se vean afectad as): – Físicos:problem as de sueñ o (pesad illas), pérdida d e p eso, som atizaciones, etc. – C onductuales: con ductas d e evitación, conductas n eg ativas y d esafian tes, hiperactividad , llam ad as de aten ción, m erm a en el ren dim ien to escolar, etc. – Em ocionales: síntom as de ansied ad (hipervigilan cia, an gustia, etc.) y dep resión (infravaloración, m erm a d e autoestim a, sentim ien tos de culpa, etc.), m ied os gen eralizad os,desconfian za y ren cor hacia los ad ultos,etc. – Sexuales:rechazo a m antener relaciones sexuales con elotro sexo o desinhibición sexual. – So ciales: retraim ien to/inhibición social, conductas d esadap tativas, etc.
3.2.2 El Sistema de análisis de la validez de las declaraciones (SVA) A dem ás de las variab les sociodem ográficas que se han detallad o an teriorm en te, el an álisis de la m uestra incluye otras variab les: las relativas al Sistem a de an álisis de la validez de las d eclaraciones de Steller (SV A ), form ad o por los 19 criterios del C BC A y los 11 del listad o de criterios de validez d escritos am pliam ente en el capítulo 3 de este inform e.
3.3 Procedimiento Los casos incluidos en la m uestra han sido obten idos a partir de la totalidad de las den uncias por ab uso sexual infan til rem itidas a la C línica M éd ico-Foren se para que ésta llevara a cab o la evaluación psicológica de la cred ibilidad del testim onio infan til. En este sen tido, se solicitó que se evaluaran aspectos tales com o la capacidad de fabulación del m en or, la capacidad para distinguir en tre fantasía y realidad , la evaluación psicológica, etc. El objetivo final del tribunal era o bten er una valoración sobre la veracidad del testim onio. Para llevar a cabo esta valoración existen diversos m odelos. En la C línica M éd ico-Foren se se em plearon los do s com ponen tes del SV A : el C BC A y el listad o de criterios de validez. A sí, de la totalidad de los casos se seleccionó una m uestra de cien, en función de silos testim onios eran suficientem ente extensos para que se p udiera ap licar el sistem a. Para interpretar m ejor los resultados,se incluyó la m uestra en un contexto m ás am plio, ya q ue n o se pued e pasar por alto que ésta es tan sólo la punta del iceb erg, es decir, un extracto de la población. A l respecto, se considera que sólo en el 50% de los casos el m enor revela los abu sos; que únicam ente el 15% se denuncia an te las autoridades; y qu e un escaso 5% acaba en proceso judicial. N uestra m uestra pertenece a ese 5% .
78 A nálisis estad ístico d e una m uestra de 100 casos de abuso sexual infan til
Los testim onios de los m enores víctim as de abuso sexual em pleados para la elaboración d e este inform e h an sido evaluados po r las tres entrevistadoras m encionadas en la introducción – con una m edia de m ás de d iez añ os de exp eriencia en el área–de la C línica M édico-Forense de M adrid. Los casos, que se evaluaron p or separado y en d os ocasiones, fueron adjudicados aleatoriam ente a cad a una de ellas. Tras esta doble evaluación, llevaron a cabo una puesta en com ún para llegar a una conclusión definitiva sobre la cred ibilidad de los testim onios que asegurara la fiab ilidad interjueces. El m étodo de trabajo em plead o por el equipo de psicólogas com prende los siguientes pasos: – Estudio del exp ed ien te judicial del caso. – Entrevista co n los progenitores u otros adultos qu e p uedan aportar inform ación pertinente. – Entrevistas y observación d e la conducta del m enor. – A plicación de p rueb as de personalidad , ajuste, valoración de secu elas psicológicas, cap acidad cognitiva, etc., dependiendo de cad a caso. – G rabación en vídeo de la narración libre del m enor. – A plicación del SV A al testim onio, llevad a a cabo por dos evaluadores independientes a los que se les asignó el caso. – Puesta en com ún d e los resultados para la valoración final del m ism o.
4. Resultados 4.1 Análisis descriptivo y frecuencias de las variables sociodemográficas y del abuso • Variables sociodemográficas relativas al menor 1. Sexo: La m uestra se divide en 28% varones y 72% m ujeres. G ráfico 1. Sexo de las víctim as de abuso sexual (porcentajes)
Varon es 28%
M u jeres 72 %
2. Edad: Se tom ó com o referencia la edad d el m enor en el m om ento d e la entrevista. En consecuencia, esta variable n o ofrece inform ación sobre las frecuencias de edad en que los abusos tuvieron lugar, sino sobre el m om ento en que estos abu sos fueron denunciados ante la instan cia judicial.El ran go de ed ad se encuen tra en tre los 4 y 18 añ os.Estos lím ites se estab lecen atendiendo a las condiciones de aplicación del m étodo, esto es, que sean m enores de edad (o asim ilab les, es d ecir, ad ultos con una lim itación intelectual que les sitúa en un nivelde desarrollo
A ná lisis estad ístico de una m uestra de 100 casos de ab uso sexual infantil79
cognitivo adecuado para la m uestra) y que tengan suficientes habilidades cognitivas para aportar un testim onio que pued a ser an alizad o. A sí, se estab lece el límit e inferio r atendiendo no sólo a la ed ad cronológica del m enor, sino tam bién al m om ento evolutivo en el que se en cuentra, es decir, algrado de desarrollo de sus estrategias cognitivas, lingüísticas y psicológicas. El límit e sup erior , por su parte, es la m ayoría d e ed ad, aunque en este p unto con viene ser precavidos ya que, con la edad, se increm entan los recursos cog nitivos. Los casos qu e superan este lím ite (tres en total) se han añ ad ido a la m uestra co m o asim ilab les.
G ráfico 2. Edad de las víctim as de abu so sexual (po rcentajes)
15 %
10 %
4 años
1%
9 años
11%
14 años
8%
5 años
3%
10 años
6%
15 años
8%
6 años
2%
11 años 11%
16 años
5%
7 años
4%
12 años
5%
17 años
5%
8 años
15%
13 años
7%
18 años
6%
5%
0% 4
6
8
10
12
14
16
18
C om o se observa en elgráfico 2 , la m ayor frecuencia de casos se concentra en prim er lugar a los 8 añ os de edad (15 % de los casos) y, en segun do , a los 9 y 11 añ os (11 % de casos en am bas ed ad es). Para no invalidar los resultad os, se consideró oportuno sup rim ir a los tres adultos (dos de 29 y uno de 30 años) al sacar la m edia de ed ad (11 ,49 años, con un N =97 ). Esta m edia coincide co n la d e o tros estudios. 3. N ivel de desarrollo cognitivo: El 86% de los sujetos posee un desarrollo cognitivo n orm al y el 14%
por debajo de lo previsible para su edad (aunque suficiente p ara p roporcionar un
testim onio analizable). U n dato interesante es que ninguno de estos 14 casos aportaron un testim onio de los considerados increíbles. Se confirm a elhech o de la m ayo r vulnerabilidad de los m en ores deficien tes a sufrir cualquier tipo de m altrato (véase cap ítulo 1).
G ráfico 3. N ivel de desarrollo cognitivo de las víctim as (porcen tajes)
C . I. deficitario 14 %
C . I. norm a l 86 %
80 A nálisis estad ístico d e una m uestra de 100 casos de abuso sexual infan til
4. A ntecedentes personales. En el 66%
de los casos no se ha constatado n ingún tipo d e
anteced ente personal de los descritos anteriorm ente. El 18% de los casos presentan uno d e los anteced entes expu estos; el 15% , dos anteced entes y el 1% , tres. Entre los anteced entes personales elque aparece m ás habitualm ente es elfracaso escolar (18% ), seguido de problem as en el desarrollo y problem as psicológicos (14% en am bos casos). G ráfico 4. Víctim as con anteced entes personales (po rcentajes) 18%
Fracaso esco lar 14%
A nteced en tes psicológ icos
14%
A nteceden tes en e lde sarroll o 5%
A ntecede ntes de m altrato 0%
2%
4%
6%
8%
10%
12%
14%
16%
18%
20%
• Variables relativas al contexto familiar 1. A nteceden tes fam iliares de interés: En un 62 % anteceden te fam iliar de interés; en un 16 ,5%
de los casos no se inform a de ning ún
de un anteceden te; y en u n 6,2%
de do s. El
an teceden te fam iliar que se detecta con m ás frecu en cia es la desestructuración fam iliar (27 de los 38 casos inform ados), segu ido de p roblem as psicológicos (15 casos), abuso d e sustancias y m altrato en el hogar (10 casos en cada antecedente). G ráfico 5. V íctim as co n anteced entes fam iliares (porcentajes) 27%
D esestructuración 15%
A ntecede ntes psicológ icos 10%
A bu so sustancias
10%
M altrato 9%
Sin u n p rog enitor
9%
Prob lem as conyug ales 6%
H acinam iento
6%
A ntecedentes de ag resión sexual 5%
A ntecedentes pen sales
5%
C . Ibajo
0%
5%
10%
15%
20%
25%
30%
2. Procedencia cultural: El57% de la m uestra posee u n nivelculturalbajo, el33% m edio, y el10% alto. En la m uestra no se han detectados casos provenientes de estratos sociales m arginales. G ráfico 6. Proceden cia culturalde las víctim as (porcen tajes) A lto 10 %
Bajo 57 %
M edio 33 %
A ná lisis estad ístico de una m uestra de 100 casos de ab uso sexual infantil81
3. Situación d e los progenitores: El 60% de los casos incluidos en la m uestra pertenecen a la categoría d e p areja estable, el 32% son separados, y el 8% poseen un sólo progenitor. G ráfico 7. Situación de los prog en itores (porcen tajes)
U n prog enitor 8% Separados 32 %
Pareja estable 60 %
• Variables propias del abuso 1. Tipo de abuso: U n 49 % de los casos de la m uestra an alizada se incluyen en la categoría de ab usos crónicos,el 45% son ep isod ios aislad os,y sólo el 6% incluye varios ep isod ios. G ráfico 8. Tipo de abuso sufrido (po rcentajes)
A islad o
C rón ico
45 %
49%
Varios episod ios 6%
2. Severidad del abuso: La m uestra se d istribuye de form a sim ilar en cu anto a la severidad del abuso; el 49% inform an de tocam ientos, el 47% de penetración, y el 4% (casi inexistente) de ab usos sin contacto físico. G ráfico 9. Severidad delabuso sufrido (porcentajes)
Sin contacto físico 4% C on contacto físico 49%
Penetración 47 %
82 A nálisis estad ístico d e una m uestra de 100 casos de abuso sexual infan til
3. U so de violencia concom itante: El 30% fueron víctim as de violencia psíquica, y tan sólo el 11% de física. G ráfico 1 0. Uso de violencia conco m itante (porcentajes)
30%
V iolen cia psíquica
11%
V iolen cia física
0%
10%
20%
30%
40%
4. Tipo de agresor: En el62 % de los casos el agresor era con ocido de la víctim a; en el31 % era u n fam iliar; y en el 7% restante, un descon ocido. G ráfico 11. Tipo de agresor (porcentajes)
D escono cido 7% C on ocido 62 %
Fam iliar 31%
5. Eclosión del conflicto: En un 58% de los casos el conflicto eclosiona a partir de la narración espontánea d e la víctim a; en un 39% por la de otros testigos; y en un 3% por las evidencias físicas de q ue elsuceso h a o currido.
G ráfico 12. Eclosión del conflicto (porcen tajes)
Evidencias físicas 3% N arración espontánea de la víctim a 58 % N arración de los testigos 39 %
A ná lisis estad ístico de una m uestra de 100 casos de ab uso sexual infantil83
6. D em ora desde los hechos hasta la den un cia: La frecuencia m ás com ún es la dem ora de añ os entre el com ienzo d el abuso y la denuncia (48% ), seguido de la denuncia inm ediata (22% ) y la dem ora entre 6 y 12 m eses (11% ). G ráfico 13. D em ora desde q ue se produ cen los hech os hasta qu e se denun cian (po rcentajes)
D ías 8%
Sem anas 2% Años 48 %
1 a 6 m eses 9% 6 a 12 m eses 11 %
Inm ediatam ente 22 %
7. D em ora desde la eclosión hasta la denu ncia: En un 77 % de casos la denu ncia se prod uce inm ediatam ente despu és de tener conocim iento d el abuso, y en un 11%
transcurren u no s
m eses. G ráfico 14 . D em ora desde q ue se produ ce la eclosión hasta q ue se interpo ne la d enun cia (po rcentajes)
Sem anas 3%
D ías 9%
Inm ediatam ente
M eses 11%
77%
8. Inform es previos:En 89% de los casos estudiados no existían inform es previos. D el11% restante en el que sí hab ía inform es previos, 4 casos eran creíbles (un 5% del total de creíbles), y 6 increíbles (un 35% del total de increíbles).
G ráfico 1 5. Inform es previos (porcen tajes)
Presenta inform es previos 11 %
N o presenta inform es previos 89 %
84 A nálisis estad ístico d e una m uestra de 100 casos de abuso sexual infan til
9. Secuelas:El37% de las víctim as no padece secuelas,el22% presenta secuelas de tres tipos, y el 20% de dos. El 21% restante padece uno o cuatro tipos de secuelas. D esglosadas las secuelas, se ha constatado en este estudio que el 57% de la m uestra presenta secuelas em ocionales, el 35% con ductuales,el 25% físicas, el 17% sociales y el 8% sexuales. G ráfico 16. Tipos secuelas sufridas por las víctim as (porcen tajes)
57%
Em ocion ales
35%
C ond uctuales
25%
Físicas 17%
So ciales
8%
Sexu ales
0%
10%
20%
30%
40%
50%
60%
70%
4. Relación entre variables sociodemográficas y propias del abuso Para estab lecer la relación en tre las diversas variab les del estud io, se han em pleado las correlaciones de Pearson 3 . En prim er lugar, se ha hallad o una co rrelación positiva (0.294) en tre la edad del m eno r en el m om ento de la evaluación y el tiem po transcurrido desde que se descubrieron los hechos hasta q ue fueron denu nciados (dem ora desde la eclosión ). Es decir, cuanto m ás m ayor era la víctim a d e abuso sexual,m ás tiem po transcurría hasta que se form ulaba la d enuncia. Esta relación puede explicarse porque el descubrim iento de este tipo de hechos en n iño s de m enor edad conlleva una m ayor alarm a en su entorno, lo que a su vez hace q ue d ism inuya el tiem po de interposición de la d enuncia. A sim ism o,se ha encontrado una co rrelación positiva (0.294)entre el nivel cult ural de los progen itores y la existencia d e inf orm es previos relativos al hecho denunciado. Este dato podría deberse a que un m ayor nivel cultural supone tam bién un m ayor con ocim iento y acceso a los recursos de ap oyo en estas situaciones. Tam bién se ha encontrado una co rrelación positiva (0.288) entre la situ ación de lo s prog enito res y el
tip o de agresor . Esta co rrelación quizá se d eb a a que, cuan do se den uncia a fam iliares de la víctim a, estos suelen ser los progen itores, quien es están separados o en proceso de separación. A sí, este dato se relaciona con el hech o de que la categoría “fam iliar” de la variab le tipo de agresor se refiere principalm en te a la figura d el pad re. Igualm ente, se ha encontrado que existe una relación entre el tip o de abuso y el tip o de agresor ; la
severidad del abuso y la demora de la d enuncia desde los hechos (0.328, 0.302 y 0.683, respectivam en te). La h ipótesis explicativa d e estos resultad os po dría ser que el ab uso p or parte d e u n fam iliar tien de a ser m ás crónico deb ido a la facilidad del ag resor para acceder a la víctim a. A dem ás, cuan to m ás tiem po se m antenga el abuso (y teniendo en cuen ta que las con du ctas abu sivas se
3
Las correlaciones de Pearson perm iten establecer asociacion es sign ificativas, tanto po sitivas com o negativas, entre d os variables.
A ná lisis estad ístico de una m uestra de 100 casos de ab uso sexual infantil85
caracterizan por increm entarse con el paso del tiem po), será m ás severo. A sim ism o, cuanto m ás tiem po transcurre, m ás se en quista la situación. Este h echo y la relación de p arentesco entre am bos hace q ue se increm en te la dificultad para form ular la den uncia. En el m ism o sentido se puede explicar la co rrelación encontrada entre el tipo de agresor y eltiempo tran scurrido desde los hecho s hasta su denuncia (0.344). Tam bién se ha encontrado una correlación significativa (0.369) entre el m ayor núm ero de
antecedentes familiares con el tip o d e agresor. Esto se explicaría por las características disfuncionales de la fam ilia incestuosa, donde las relaciones entre sus m iem bros se encuen tran sustan cialm en te alteradas. La m áxim a expresión de esta alteración es precisam ente el abuso sexual. A sí, en fam ilias con m ayor núm ero de anteceden tes, el ag resor suele ser un fam iliar de la víctim a. Es natural encontrar que en los casos en los qu e se está d ando violencia psíquica concom itante co n el abuso sexual (am enazas, secretism o im puesto, etc.) es m enos frecuente la narración espo ntánea p or parte d e la víctim a. En la m uestra d e este estudio se estab lece una co rrelación en tre tip o d e eclosión y
qu ica (0.334). Existe asim ism o una relación en tre los casos qu e presen tan violencia uso d e vio len cia psí psíquica y los que presentan vio len cia física con com itante co n elabuso (0.258); relación lógica sitenem os en cuenta que la violencia física im plica violencia psíquica. En tre las co rrelaciones h allad as d estaca la establecida en tre secuelas sociales y edad . El nú m ero de casos que presentan secuelas sociales aum enta cuanto m ás m ayores son los niños (0.264). A m edida que el niño am plía su círculo social con la edad , exterioriza m ás las secuelas que elab uso le h a p roducido. D el m ism o m odo, se relaciona po sitivam ente secuelas sociales con severidad d el abuso (0.289) y uso de
vio len cia física (0.266). Se ha encontrado tam bién una co rrelación positiva entre secuelas sexuales y uso de violencia psíqu ica (0.290).Sin em bargo ,las secuelas emo cionales correlacionan de form a negativa con la existen cia d e informes previos (– 0.276). En su conjunto, la p resencia d e secuelas correlaciona positivam ente co n el tip o de abuso (0.278) y eluso de violencia p sí qu ica (0.273). Estos resultad os indican qu e cuanto m ás crón ico es el abuso y adem ás va acom pañado de violencia p síqu ica se suele d ar un a m ayor variedad de secuelas.
5. Relaciones entre variables propias del abuso y credibilidad Existe una correlación neg ativa en tre tip o de agresor y cred ibilidad (-0.299). Estos resultad os pued en obedecer a q ue, en la m ayoría de testim onios con siderados increíbles, se denuncia a un fam iliar (64,7% de los casos) y en los casos considerados creíbles, el porcen taje m ayor se encuen tra en la den uncia a conocidos (69,6% de los casos). En cuanto algrupo d e descon ocidos,no se en cuentran casos increíbles. A sim ism o, tam bién se d a u na co rrelación negativa en tre inf orm es previos y cred ibilidad (-0.372). Este resultado indica que u n gran núm ero de casos increíbles vienen acom pañados de inform es previos (el 35% de los casos increíbles tien e inform es previos,fren te al 5% de los casos creíbles). A nte estos datos se pueden establecer dos hipótesis explicativas.Por un lado, estos resultados pu eden deberse a que, una vez rep etido an te distintas instan cias el m ism o testim onio, resulte estructurad o y sin la esperad a reson ancia em ocional. Por otro lado, podría tratarse de casos en los qu e, por algún tipo de g anancia secundaria, se haya recu rrido a o tros profesionales con el fin de d ar m ayo r cred ibilidad a u na falsa denu ncia.
86 A nálisis estad ístico d e una m uestra de 100 casos de abuso sexual infan til
La valoración d e cred ibilidad correlaciona positivam en te co n las secuelas conductuales (0.285),
emocionales (0.441)y con elsum atorio de los diferentes tipos de secu elas (0.401).Si bien es cierto –com o señalan otros estudios–que el ab uso sexu al no presen ta síntom as característicos, el presen te estudio ha constatado q ue en los testim onios considerados creíbles las víctim as padecen m ás secu elas. A l respecto cabría indicar que, teniendo en cuenta q ue el porcentaje d e casos creíbles que n o presentan secuelas es de un 2 6,6% , el hecho d e no encon trar una sintom atología específica no im plica qu e el abuso n o h aya ten ido lugar.
Diferencia de medias entre el grupo de testimonios creíbles (1) y el grupo de testimonios increíbles (0)4 Efectuad os los correspondien tes contrastes de m ed ias, se observan diferencias significativas en todas las variables (criterios de credibilidad y criterios de validez) entre el grupo de testim onios considerados creíbles y elgrupo de testim onios considerad os increíbles, excepto en el criterio perdón al agresor , do nd e no se aprecian diferencias significativas entre am bos grupos.
4
Se incluyen en elgrup o 1 los testim on ios considerado s creíbles e indeterm inados, a efectos estadísticos.
A ná lisis estad ístico de una m uestra de 100 casos de ab uso sexual infantil87
Tabla 1 . Estadísticos de grupo
Estructura lógica Elaboración no estructurada C antidad de detalles Incardinación en contexto D escripción d e interacciones Rep rod ucción de con versaciones C om plicacion es inesperadas D etalles inusuales D etalles sup erfluos Incom prensión d e detalles relatados con precisión A sociacion es externas relacionad as D escripción estado m ental niño Estado m ental agresor C orreccion es espo ntáneas A dm isión de falta de m em oria D ud as sob re el prop io testim onio A utod esaprob ación Perdón al agresor D etalles característicos Leng uaje y cono cim ientos adecuados A decuación delafecto A usencia de susceptibilidad a la su gestión A usencia de m otivación para m entir Presión p ara denu nciar en falso Preguntas directivas A decuación de la entrevista C on sistente con leyes naturaleza C on sistente con otros testim onios
más menos 8 criterios
N
Media
Desviación típica
Error típ. de la media
Increíble 0 C reíble 1 0 1 0 1 0 1 0 1 0 1 0 1 0 1 0 1 0 1 0 1 0 1 0 1 0 1 0 1 0 1 0 1 0 1 0 1 0 1 0 1 0 1 0 1 0 1 0 1 0 1 0 1 0 1
17 83 17 83 17 83 17 83 17 83 17 83 17 83 17 83 17 83 17 83 17 83 17 83 17 83 17 83 17 83 17 83 17 83 17 83 17 83 17 83 17 83 17 83 17 83 17 83 17 83 17 83 17 83 17 83
0,29 0,98 0,35 0,89 0,53 0,96 0,59 1 0,76 1 0,29 0,80 0,06 0,30 0,24 0,48 0,06 0,69 0 0,25 0,24 0,59 0,29 0,81 0,06 0,39 0,06 0,24 0,35 0,66 0 0,17 0,06 0,39 0,06 0,14 0,53 0,98 0,41 0,98 0,12 0,92 0,18 0,94 0,24 0,92 0,41 0,95 1 1 1 1 0,41 0,95 0,24 0,72
0,470 0,154 0,493 0,313 0,514 0,188 0,507 0 0,437 0 0,470 0,406 0,243 0,462 0,437 0,503 0,243 0,467 0 0,437 0,437 0,495 0,470 0,397 0,243 0,490 0,243 0,430 0,493 0,476 0 0,377 0,243 0,490 0,243 0,354 0,514 0,154 0,507 0,154 0,332 0,280 0,393 0,239 0,437 0,280 0,507 0,215 0 0 0 0 0,507 0,215 0,437 0,450
0,114 0,017 0,119 0,034 0,125 0,021 0,123 0 0,106 0 0,114 0,045 0,059 0,051 0,106 0,055 0,059 0,051 0 0,048 0,106 0,054 0,114 0,044 0,059 0,054 0,059 0,047 0,119 0,052 0 0,041 0,059 0,054 0,059 0,039 0,125 0,017 0,123 0,017 0,081 0,031 0,095 0,026 0,106 0,031 0,123 0,024 0 0 0 0 0,123 0,024 0,106 0,049
88 A nálisis estad ístico d e una m uestra de 100 casos de abuso sexual infan til
Tabla 2. Prueba de m uestras ind ependientes
Prueba de Levene para la igualdad de varianzas
Estructura lógica
V = V
F
Sig.
79,209
0
≠
Produ cción no estructurada C antidad de detalles
18,249 101,470
0 0
Prueba T para la igualdad de medias t
gl
Sig. (bilateral)
Diferencia de medias
Error típ. de la diferencia
95% Intervalo de confianza para la diferencia Inferior Superior
-10,829
98
0
-,68
,063
-,807
-,557
-5,920
16,713
0
-,68
,115
-,925
-,438
-5,805
98
0
-,54
,093
-,723
-,354
-4,333
18,727
0
-,54
,124
-,799
-,278
-6,051
98
0
-,43
,072
-,577
-,292
-3,435
16,883
,003
-,43
,126
-,701
-,167
-,41
,055
-,520
-,303
Incardinación en co ntexto
2530,578
0
-7,546
98
0
-3,347
16,000
,004
-,41
,123
-,673
-,151
D escripción de
208,873
0
-5,003
98
0
-,24
,047
-,329
-,142
-2,219
16,000
,041
-,24
,106
-,460
-,010
2,085
,152
-4,513
98
0
-,50
,111
-,721
-,281
-4,096
21,176
,001
-,50
,122
-,755
-,247
38,086
0
-2,101
98
,038
-,24
,115
-,471
-,013
-3,122
43,836
,003
-,24
,078
-,399
-,086
D etalles inusuales
30,420
0
-1,881
98
,063
-,25
,131
-,507
,014
-2,063
25,473
,049
-,25
,120
-,493
-,001
D etalles superfluo s
43,795
0
-5,386
98
0
-,63
,117
-,859
-,397
-8,051
44,471
0
-,63
,078
-,785
-,471
-2,375
98
,019
-,25
,107
-,464
-,042
-5,270
82,000
0
-,25
,048
-,349
-,158
-2,745
98
,007
-,36
,129
-,612
-,098
-2,980
25,155
,006
-,36
,119
-,600
-,110
-4,705
98
0
-,51
,109
-,730
-,297
-4,207
20,935
0
-,51
,122
-,767
-,259
-2,677
98
,009
-,33
,122
-,569
-,084
-4,100
47,421
0
-,33
,080
-,487
-,166
,095
-,18
,108
-,396
,032
interaccinesones Rep rod ucción de con versacion es C om plicacion es inesperadas
D etalles m al entendidos A sociacion es e xternas D escripción estado m ental
51,615 14,010 2,732
0 0 ,102
niño Estado m en talagresor C orrección espon tánea
103,385
0
18,715
0
-1,687
98
-2,414
40,030
,020
-,18
,075
-,335
-,030
,056
,813
-2,431
98
,017
-,31
,127
-,562
-,057
-2,375
22,535
,026
-,31
,130
-,580
-,040
21,281
0
-1,839
98
,069
-,17
,092
-,351
,013
-4,079
82,000
0
-,17
,041
-,251
-,086
A utodesaprobación
103,385
0
-2,677
98
,009
-,33
,122
-,569
-,084
-4,100
47,421
0
-,33
,080
-,487
-,166
Perdón al agresor
4,360
,039
-,953
98
,343
-,09
,090
-,264
,093
-1,217
31,809
,233
-,09
,070
-,229
,058
157,923
0
-6,675
98
0
-,45
,067
-,579
-,314
-3,546
16,594
,003
-,45
,126
-,713
-,180
-8,515
98
0
-,56
,066
-,696
-,433
-4,542
16,611
0
-,56
,124
-,827
-,302
-10,379
98
0
-,80
,077
-,951
-,645
-9,258
20,896
0
-,80
,086
-,977
-,619
-10,600
98
0
-,76
,072
-,906
-,620
-7,721
18,504
0
-,76
,099
-,971
-,556
-8,222
98
0
-,68
,083
-,845
-,516
-6,163
18,766
0
-,68
,110
-,912
-,449
0
-,54
,076
-,690
-,390
A dm isión de falta de m em o ria D ud as sobre elpropio testim onio
D etalles característicos Lengu aje apropiado A fecto aprop iado A usencia de suscep tibilidad
139,497 ,716 9,324
0 ,400 ,003
a la sug estión A usencia d e m otivación
11,036
,001
para m entir Presión para denun ciar en
65,875
0
-7,134
98
-4,310
17,200
0
-,54
,125
-,804
-,276
65,875
0
-7,134
98
0
-,54
,076
-,690
-,390
-4,310
17,200
0
-,54
,125
-,804
-,276
,553
,459
-4,087
98
0
-,49
,119
-,724
-,251
-4,168
23,490
0
-,49
,117
-,729
-,246
falso C on sistente co n leyes naturaleza C on sistente con o tros testim o nios
A ná lisis estad ístico de una m uestra de 100 casos de ab uso sexual infantil89
6. Análisis descriptivo y frecuencia de aparición de los criterios de credibilidad y validez Se han an alizad o los testim onios de la m uestra tenien do en cuen ta los criterios de cred ibilidad y validez. Se ha evaluad o la presen cia de cada criterio de acuerdo con dos valores: presen te o au sente. La presen cia de criterios indica q ue existe una probab ilidad alta de co rresponderse co n un hech o real, m ientras qu e su ausencia no es un indicador de la falsedad del testim onio. A sí, cad a caso se ha puntuad o a partir de tres variab les diferentes: – Puntuación d irecta delC BC A , según la cualtodo testim onio se pu ntúa en una escala de 0 a 1 9 d e acuerdo con el núm ero de criterios presentes. – Puntuación directa d ellistado de validez, segú n elcualtodo testim onio es puntuado en una escala de 0 a 1 0 de acuerdo con elnúm ero de criterios presentes (ha sido suprim ido de esta p untuación el criterio cont exto orig inal de la eclosión dado que al ser una variable cu alitativa n o se puede codificar para elanálisis estadístico). – Valoración gen eral de la cred ibilidad . Su resultad o dep en de d el acu erdo interjueces realizad o a partir de la evaluación individual de los criterios de cred ibilidad y d e validez (en este caso se h an ten ido en cuen ta los 11 criterios de validez) y su posterior consenso. A ten or de esta valoración, los testim onios se han codificado en tres grupos: creíbles, indeterm inad os e increíbles.
• Criterios de credibilidad Los criterios que m ás frecuentem ente aparecen en la m uestra total son, por este orden: descripción . de int eracciones, incardin ación en cont exto, det alles característicos de la agresión y cantid ad de det alles A sim ism o, los criterios que ap arecen con m enor frecuencia son : perdón al agresor, levant ar dud as sobre
el prop io testim onio, corrección espont ánea e incom prensión de d etalles relatado s con p recisión (los dos últim os en la m ism a proporción).
Tabla 3 . Po rcentaje d e criterios de cred ibilidad
Criterios de credibilidad Estructura lógica Producción no estructurada C antidad de detalles Incardinación en contexto D escripción de interacciones Reproducción de conversaciones C om plicaciones inesperadas D etalles inusuales D etalles superfluos Incom prensión de detalles relatado s con precisión A sociaciones externas D escripción delestado m entaldelniño Estado m entalagresor C orrección espontánea A dm isión de falta de m em oria D udas sobre elpropio testim onio A utodesaprobación Perdón alagresor D etalles característicos
90 A nálisis estad ístico d e una m uestra de 100 casos de abuso sexual infan til
Porcentaje 86% 80% 89% 93% 96% 70% 26% 44% 58% 2 1% 53% 72% 33% 21% 61% 14% 33% 13% 90%
O bsérvese que los criterios que aparecen m en os son los relativos a la categoría de contenidos , criterios que n o suelen recogerse en estudios referentes al C BC A . relacionado s con la mo tivación El siguien te gráfico refleja la distribución de la m uestra en porcentajes según el núm ero d e criterios de credibilidad que presenta cad a caso. A sí, se ob serva que el m ayor núm ero de casos se sitúa en torno a los 11 criterios (18% ), segu ido de 13 criterios (17% ), y de 9 criterios (15% ). N o aparece ningún testim onio que p untúe u no, dos ni siete criterios. G ráfico 17. D istribu ción de la m uestra segú n el núm ero d e criterios de credibilidad presentes (porcentajes) 20% 18% 17%
18% 15%
16%
13%
14% 11%
12% 10%
8% 7%
8% 6% 4% 3%
4% 2%
3%
3%
3%
3%
1%
1% 0%
0%
1
2
0%
0% 0
3
4
5
6
7
8
9
10
11
12
13
14
15
16
17
• Criterios de validez C om o se observa en la tabla 3 , los po rcen tajes de aparición de los criterios de validez son bastan te altos a excepción de la consistencia con ot ras evidencias , que aparece sólo en el 13% de los casos. Este dato resulta p revisible ya que para com probar la co nsisten cia co n otras eviden cias es necesario que éstas existan y es po co frecu en te que asísuceda dad as las características que definen este tipo de abuso (no suele em plearse la violencia; el abuso p uede n o dejar lesiones; la d em ora en la d enuncia p uede elim inar las pruebas, etc.). G en eralm en te, si existe eviden cia física, no se suelen an alizar las declaraciones. Este grupo de víctim as está, por tan to, au sente d e esta investigación. D el m ism o m odo sucede con el criterio ; sipuntúa negativam ente puede deberse a que existe inconsistencia consistencia con ot ros testim onio s con testim onios previos o a q ue tales testim onios no existen . Tabla 4. Porcentaje de criterios de validez
Criterios de validez
Porcentaje
Lenguaje apropiado A fecto apropiado A usencia de sugestionabilidad A usencia de m otivación para m entir A usencia de presiones para denunciar en falso A usencia de preguntas directivas A decuación de la entrevista C onsistencia con las leyes de la naturaleza C onsistencia con otros testim onios C onsistencia con otras evidencias 5
88% 78% 81% 80% 86% 100% 100% 86% 64% 13%
5 5
A m bos criterios aparecen en todo s los casos puesto que d ependen d e la profesion alidad del entrevistador y de que éste se ciña a las exigencias del m étodo. A sí, tod os los testim on ios d e la m uestra cu m plen estos criterios y, por tanto, la p un tuación en validez es 2 en toda la m uestra.
A ná lisis estad ístico de una m uestra de 100 casos de ab uso sexual infantil91
El siguien te g ráfico rep resenta la m uestra d istribuida en relación al núm ero d e criterios de validez puntuados. A sí, el 49% de los casos cum ple 9 criterios (la frecuencia m ás alta), m ientras que sólo en el 2% de los casos ap arecen 6 o 7 criterios (la m ás baja). G ráfico 18 . D istribu ción de la m uestra seg ún el nú m ero de criterios d e validez presentes (po rcentajes) 60% 49%
50%
40%
30% 21% 20%
10% 4% 0%
0%
0
1
6%
8% 5%
3%
2%
2%
5
6
7
0% 2
3
4
8
9
10
• Valoración de la credibilidad En cuan to a la variab le d e valoración de la credibilidad , la m uestra se distribuye en tres categ orías cuyos porcentajes en escala son 79%
de casos considerados creíbles, 17%
de casos considerados
increíbles, y 4% de casos con siderados indeterm inados. G ráfico 19. Valoración de la credibilidad de los testim onios (porcen tajes)
Increíble 17 % C reíble 79%
Indeterm inad o 4%
7. Análisis de diferencia de medias de los criterios de credibilidad y de validez La ap licación de los criterios de cred ibilidad perm ite valorar el conten ido verbal de las declaraciones de los m enores; m ientras que los de validez los elem entos adyacentes al m ism o (fundam entalm ente aspectos cualitativos del testim onio). El proceso consiste en an alizar, en prim er lugar, siap arecen, o no, los 19 criterios de cred ibilidad ; y en segundo, siese testim onio cum ple, o no, los criterios de validez. Po r ejem plo, es po sible que u n m enor presente m ucho s criterios de co ntenido (C BC A ) y que, a la vez, el testim onio viole las leyes de la naturaleza o su len guaje sea incongruen te co n el esperado para su m om ento evolutivo.
92 A nálisis estad ístico d e una m uestra de 100 casos de abuso sexual infan til
Por lo tanto, am bos análisis son independientes y evalúan elem entos diferentes de un m ism o caso. N o obstante, lo esperable es que cuando se crucen los datos de am bos análisis, se p roduzca una correlación significativa. Para probar esta hipótesis se halló la correlación de Pearson en tre la puntuación directa en los criterios de credibilidad y la p untuación directa en los de validez, y se obtuvo un valor elevado de 0 ,729 (con una significación bilateral de 0 ). La puntuación general de credibilidad establecida en consenso por los evaluadores tiene com o base la p untuación directa en cred ibilidad y en validez. D e este m odo, cab ría esperar qu e la co rrelación en tre Esta credibilidad global valorada por expertos y el sum atorio de los ítem s de am bos instrum entos fuera tam bién elevad a. Los resultad os arrojad os po r la co rrelación de Pearson confirm an esta h ipótesis, ya q ue estab lecen una co rrelación positiva d e 0 ,776 en tre la credibilidad global valorad a p or exp ertos ob ten ida a través de la sum a d e ítem s (puntuación directa) y los criterios de cred ibilidad del C BC A , y de 0 ,911 en tre la credibilidad totalglobaly la validez en puntuación directa (significación bilateralde 0). Para p oder realizar una co m paración ínter grupos (creíbles/increíbles), se procedió a elim inar los testim onios con siderados indeterm inados (N =4) para así establecer do s grupos diferenciados. Los do s grupos resultan tes constan de 1 7 casos (el grupo de increíbles) y de 7 9 casos (el grupo de creíbles). Tabla 5 . C om paración de testim on ios co nsiderados creíbles/increíbles en fun ción de las puntuaciones directas
Puntuación directa credibilidad
Puntuación directa validez
M edia D esviación típica P. m áxim a P. m ínim a M edia D esviación típica P. m áxim a P. m ínim a
Testimonios creíbles
Testimonios increíbles
11,8228 2,1108 17 8 8,7595 0,7200 10 6
4,9412 2,3041 9 0 3,4118 1,1757 6 2
En la tab la 5 ap arece la com paración en tre elnúm ero de criterios presen tes en testim onios creíbles y en testim onios increíbles. La p untuación m ed ia resultan te p ara testim onios creíbles es de 1 1,82 (Sd 6 . 2,11), y para testim onios increíbles de 4 ,94 (Sd . 2,30). El prim er estudio de cam po realizad o a p artir del C BC A lo llevaron a cab o Esplin, Boychu k y Raskin en 1988. En él se analizaron 4 0 d eclaraciones (20 con firm adas po r pruebas externas y 20 m uy du dosas y sin posibilidad de confirm ación). A cada uno de los criterios se le asignó una puntuación de 2, 1 y/o 0 segú n la fuerza d e la presencia o ausencia del criterio. Se o btuvo u na puntuación m edia de 23,7 para el grupo con firm ado y una puntuación d e 3,6 para el grupo altam en te d udoso. La d iferen cia d e m ed ias, por tan to, era significativa entre el grupo creíble y el increíble, y lo que era m ás im portan te, las categ orías no presen tab an una ten den cia estad ística a superponerse. El m étod o p ues, se m ostrab a válido en su conjunto (servía para diferenciar en tre testim onios veraces e inciertos), au nque en él no se diferenciab a eldiferen te peso específico de cad a u no de los 19 criterios. A dem ás, en otros estudios no se ten ían en cuen ta los criterios de validez.
6
D esviación típica.
A ná lisis estad ístico de una m uestra de 100 casos de ab uso sexual infantil93
La p resente investigación ha obtenido unos resultados m uy sim ilares a la de Esplin,Boychu k y Raskin, salvando la d iferencia en la form a d e p untuación; sólo se ha p untuado la presencia o ausencia d e criterios 0-1 y no la fuerza d e la p resen cia d e ellos 0-1-2. En cualquier caso, la d iferencia encontrad a en la m ed ia de puntuación en tre creíbles e increíbles confirm a la validez del m étod o utilizad o. La m edia de las pu ntuaciones ob tenidas en validez para el grupo de casos creíbles es de 8 ,75 (Sd. 0,72) y para los increíbles de 3 ,41 (Sd . 1,17). Estos resultad os (tab la 5 ), al igual que los obten idos en los criterios de cred ibilidad , proporcionan dos grupos claram en te diferenciad os. Tenien do en cuen ta q ue los criterios de cred ibilidad y validez evalúan elem en tos diferentes y que, por ello, son m étodos com plem entarios, el hecho de que am bos diferencien igual de eficazm ente en tre testim onios creíbles e increíbles,ap oya la validez d e cada m étod o y tam bién la validez de su u so co njunto. Tabla 6 . Po rcen taje d e criterios de cred ibilidad en los grupos de creíbles e increíbles
Criterios de credibilidad
Creíbles
Increíbles
1 00 93,7 98,7 100 100 81 30,4 49,4 67,1 2 6,6 60,8 79,7 36,7 22,8 65,8 17,7 40,5 12,7 98,7
2 3,5 23,5 41,2 58,8 76,5 29,4 5,9 23,5 11,8 0 17,6 41,2 17,6 11,8 41,2 0 0 17,6 52,9
Estru ctu ra ló gica Producción no estructurada C antidad de detalles Incardinación en contexto D escripción de interacciones Reproducción de conversaciones C om plicaciones inesperadas D etalles inusuales D etalles superfluos In co m p ren sió n de detalles relatad os co n precisió n A sociaciones externas D escripción delestado m entaldelniño Estado m entalagresor C orrecciones espontáneas A dm isión de falta de m em oria D udas sobre elpropio testim onio A utodesaprobación Perdón alagresor D etalles característicos
En la tabla 6 y sus correspondien tes gráficos se m uestra la frecu en cia d e aparición de cada criterio. Para la p resentación en gráficos se h an dividido los criterios en categ orías: • C aracterísticas gen erales: estructura lógica, producción no estructurad a y cantidad de detalles. • C ontenidos específicos:incardinación en contexto,descripción de interacciones,reproducción de conversaciones y com plicaciones inesperadas. • Peculiaridad es del conten ido: detalles inusuales, detalles superfluos, incom pren sión de detalles relatados con precisión, asociaciones externas, descripción del estad o m en tal del niño y del estado m ental del agresor. • C ontenidos relacionados con la m otivación: corrección espontánea, adm isión de falta d e m em oria, dudas sobre el propio testim onio, autodesaprobación, perdón al agresor y detalles característicos de la ag resión a m en ores. En tre los casos creíbles, los criterios con m ayor porcentaje d e aparición (100% ) son “estructura lógica”, “incardinación en contexto” y “descripción de interacciones”, seguidos de “cantidad de detalles”y “detalles característicos de la agresión”(98,7% ).
94 A nálisis estad ístico d e una m uestra de 100 casos de abuso sexual infan til
En cuanto a los casos increíbles, lo m ás destacab le son los criterios qu e n o aparecen en ninguno de los casos, constituyéndose así en criterios diferenciad ores: “incom pren sión de detalles relatad os con precisión”, “dudas sobre el propio testim onio”y “au todesaprobación”. H ay que tener en cuenta que la inform ación que arrojan estos porcentajes debe ser interpretada den tro del contexto gen eral del m étodo de análisis po r criterios.A sí, la aparición o no de los criterios po r separado, no es suficien te p ara evaluar un testim onio; es necesario valorarlos en su co njunto. D e esta form a, y con la interpretación de los resultad os,el evaluad or pued e inclinarse h acia u na evaluación u otra del testim onio, en relación con la aparición, o no, de estos criterios, pero n unca d eb e d eterm inar su consideración final. G ráfico 20. C riterios de credibilidad : características generales (porcentajes) 150% 100%
99%
94%
100%
41%
50%
24%
24%
0% Estructura lógica
Inestructura
C antidad de detalles
Increíbles
24%
24%
41%
C reíbles
100%
94%
99%
G ráfico 21. C riterios de credibilidad : contenidos específicos (porcen tajes) 120% 100%
100%
100% 81%
77%
80% 59% 60%
30%
29%
40% 20%
6%
0% Incardinación
Increíbles C reíbles
D escripción de
Rep rod ucción de
C om plicacion es
interaccion es
con versacion es
ine speradas
59%
77%
29%
6%
100%
100%
81%
30%
G ráfico 22. C riterios de cred ibilidad : pecu liaridad es d el contenido (porcen tajes) 90% 80%
80% 67%
70%
61% 60% 49%
50%
41% 37%
40% 30%
27%
24%
18%
20%
18%
12% 10% 0% 0% D etalles inusu ales
D etall es
Inco m p ren sión de
A sociacion es
sup erfluo s
detalles
externa s
A lusion es al
A tribu cion es al
estad o m en talde l
estad o m en talde l
m enor
agresor
Increíbles
24%
12%
0%
18%
41%
18%
C reíbles
49%
67%
27%
61%
80%
37%
A ná lisis estad ístico de una m uestra de 100 casos de ab uso sexual infantil95
G ráfico 23. C riterios de cred ibilidad : contenidos referentes a la m otivación y elem en tos específicos a la ofensa (po rcen tajes) 120% 99% 100% 80%
66% 53%
60%
41%
40% 20%
41%
23%
18%
12%
18%
0%
13%
0%
0% C orreccion es espontáneas
A dm isión d e falta d e m em oria
D udas sobre el prop io testim on io
Perdón al agresor
A utodesaprobación
D etalles característico s
Increíbles
12%
41%
0%
0%
18%
53%
C reíbles
23%
66%
18%
41%
13%
99%
Tabla 7. Porcentaje de criterios de validez en los grupos creíbles e increíbles.
Criterios de validez
Creíbles
Increíbles
Lenguaje apropiado A fecto apropiado A usencia de sugestionabilidad A usencia de m otivación para m entir A usencia de presiones para denunciar en falso A usencia de preguntas directivas A decuación de la entrevista C onsistencia con las leyes de la naturaleza C onsistencia con otros testim onios C onsistencia con otras evidencias
98,7 96,2 97,5 96,2 98,7 100 100 98,7 75,9 13,9
41,2 0 11,8 11,8 29,4 100 100 29,4 11,8 5,9
A l igual que con los criterios de cred ibilidad , en esta investigación se ha h allad o el porcentaje d e aparición de los criterios de validez para los casos creíbles e increíbles (tabla 7 ). En los creíbles,los criterios que m ás se h an dado (98,7% )son: “lenguaje ap ropiado”, “ausencia d e presión para denunciar en falso” y “consisten cia con las leyes d e la naturaleza”. C ab e destacar que el criterio de “afecto ap ropiad o”no aparece en ninguno de los testim onios con siderados increíbles. G ráfico 24. C riterios de validez p or catego rías (porcen tajes) 120% 100%
99 %
98 %
96 %
96%
99%
99%
76 %
80 % 60 % 41 % 40 %
29 % 12 %
20 %
29 %
12%
12 %
14% 6%
0% 0%
Leng uaje y con ocim ien tos adecuados
A decuación del
Su scep tibilidad
afecto
a la su ge stión
A usencia d e
A usencia d e
C on sisten cia
C on sisten cia
C on sisten cia
m o tivos p ara
presion es para
con las leyes d e
con otras
con otras
de clarar
de clarar
la n aturaleza
de claracion es
evide ncias
C reíbles
99%
96%
98%
96%
99%
99%
76%
14%
Increíbles
41%
0%
12%
12%
29%
29%
12%
6%
En nuestro estudio – siguien do la trad ición de an teriores investigaciones realizadas co n m uestras n o foren ses–se p lan teó com o objetivo prim ordial determ inar cuáles eran los criterios discrim inan tes. En el ap artad o siguien te se analiza m ed ian te reg resión logística la probab ilidad de o bten ción de testim onios creíbles en función de la p resencia o ausencia de cada u no de los criterios del C BC A , de validez y de la com binación de am bos m odelos.
96 A nálisis estad ístico d e una m uestra de 100 casos de abuso sexual infan til
8. Análisis de regresión logística7 Para llevar a cab o un an álisis de reg resión logística es preceptiva la organ ización de dos grupos diferenciados. En este estudio los grupos se h an creado de form a artificial en función del núm ero de criterios presen tes del C BC A .
• Objetivo general Iden tificar pred ictores de credibilidad , definida ésta co m o una variab le d icotóm ica d onde (1) significa presen cia d e m ás de 8 criterios de cred ibilidad y (0) presen cia d e 8 criterios o m en os.
• Objetivos específicos 1. Estim ar la probabilidad de obtención d e un testim onio creíble en función de la presencia o ausencia de cad a uno de los criterios de validez del C BC A . 2. Estim ar la probabilidad de obtención d e un testim onio creíble en función de la presencia o ausencia d e cada u no de los criterios de credibilidad del C BC A . 3. Estim ar la probabilidad de obtención d e un testim onio creíble en función de la presencia o ausencia d e cada u no de los criterios de credibilidad y de validez d el C BC A . • Metodología Para conseguir los objetivos plan teados se llevaron a cabo tres análisis de reg resión logística. El uso de esta técnica está indicado en investigaciones en las qu e la variable d ependiente tom a ú nicam ente d os valores (variables dicotóm icas). A dem ás,no requiere de los supuestos de norm alidad, hom oscedasticidad y linealidad exigidos por los m odelos de regresión m últiple y por el an álisis discrim inan te. Los m odelos de reg resión logística p erm iten estim ar a partir de variab les pred ictoras la probab ilidad de q ue u n suceso caiga en un grupo previam ente d efinido. En este trabajo se estim ará concretam ente la probabilidad de que un testim onio sea incluido en elgrupo d e los casos definidos operativam ente com o creíbles. El program a estad ístico utilizad o fue el SPSS (versión 11.0) y el procedim ien to utilizado en la construcción del m odelo fue secuencial hacia d elante (forward ) con el estad ístico de co ntraste d e W ald 8 .
• Resultados
Criterios de validez como variables predictoras En el prim er análisis de reg resión logística se co nsideran com o variab les pred ictoras cad a u no de los criterios de validez del C BC A . La variab le dep en dien te a pred ecir es la cred ibilidad , definida operativam ente co m o la p resencia d e m ás de 8 criterios de credibilidad. 7
Este tipo de análisis busca crear un m odelo q ue perm ita predecir el valor de la variable dependiente, realizando estim acion es entre dos variab les, tenien do en cu en ta otros factores.
8
Es posible que las sup uestas variab les exp licativas no sean exp licativas, es decir, que no ten gan ningún efecto sobre la variab le respu esta, para discrim inarlas.
A ná lisis estad ístico de una m uestra de 100 casos de ab uso sexual infantil97
En la siguien te tabla se pued en observar las variab les incluidas en el m odelo, “len guaje apropiad o” y “ausen cia d e susceptibilidad a la sugestión”, así com o el valor de sus coeficientes y su significación estadística. El peso específico de am bos pred ictores es significativo (p<.05). Tabla 8. Variab les incluidas en el m odelo (len guaje ap ropiad o y au sencia de susceptibilidad a la sug estión)
Variable Lenguaje apropiado A usencia d e susceptibilidad a la sugestión C onstante
B
Error típico
Wald
Df
Sig
Exp (B)
3.415
1.163
8.626
1
.003
30.414
3.843
0.913
17.697
1
.000
46.653
-3.519
1.216
8.367
1
.004
0.030
Este m odelo de dos variab les pred ictoras parece conseguir un buen ajuste global. Las variab les seleccionad as co m o pred ictoras son “len guaje ap ropiad o”y “au sencia de suscep tibilidad a la sug estión”. La m edida finalde ajuste delm odelo es elvalor de H osm er y Lam eshow ,que m ide la correspondencia de los valores reales y pred ichos de la variab le d ep en dien te. En este caso, elm ejor ajuste d elm odelo vien e indicad o por una m en or diferencia entre la clasificación observad a y la p red icha. El valor de ch i-cuad rad o no significativo (sig=0,815) indica que no hay diferen cia en la distribución de los valores d ep en dien tes reales y predichos,de los que se infiere nuevam ente un b uen ajuste del m odelo. En cuan to a la R cuad rado de C ox y Sn elly a la R cuad rado de N agelkerke, com parables a la m edida R cuadrado de la regresión m últiple, se o bservan valores de 0,4219 y de 0 ,700. C onsiderando que la R cuadrado de N agelkerke o scila en tre 0 y 1 se puede considerar que la predicción es bastante elevad a. V istos los anteriores datos, se pued e co ncluir que la p resen cia d e len guaje apropiad o y la ausencia de suscep tibilidad a la sugestión, am bos criterios de validez, resultan ser los m ejores p red ictores d e la cred ibilidad de los testim onios.
Criterios de credibilidad como variables predictoras En el segundo an álisis de reg resión logística se consideran com o variab les pred ictoras cada uno de los criterios de cred ibilidad del C BC A . La variab le d ep en dien te sigue sien do cred ibilidad , definida operativam ente com o presencia de m ás de 8 criterios de credibilidad. En la tabla 9 se m uestra elvalor y significación estadística d e los coeficien tes del m odelo. El peso del único criterio predictor es significativo (p< .05). Tabla 9. Valor y significación estadística de los coeficien tes del m odelo
Variable Estructura lógica C onstante
B
Error típico
Wald
Df
Sig
Exp (B)
4.539 -1.792
0.892 0.764
25.878 5.504
1 1
.000 .019
93.60 0.167
La única variab le que resulta ser un buen pred ictor de cred ibilidad es “estructura lógica”, de lo que se ded uce que la p resen cia d e estructura lógica en un testim onio discrim inaría significativam en te entre testim onios considerad os creíbles y testim onios considerad os increíbles. Las m edidas de ajuste del m odelo se pueden considerar aceptables.A sí, el valor – 2lldel m odelo que incluye una variable es de 3 0.87 y la b ondad de la m edida de ajuste p resenta u n valor de 4 0.771. Las pseudo-Rcuadrado de C ox y Snelly de N agelkerke p resentan valores de 0 .457 y 0 .755, respectivam ente.
98 A nálisis estad ístico d e una m uestra de 100 casos de abuso sexual infan til
Po r tan to, se pued e co ncluir que la p resen cia d e estructura lógica en los testim onios es el m ejor pred ictor de cred ibilidad .
Criterios de credibilidad y de validez como variables predictoras En el tercer an álisis de reg resión logística llevad o a cabo se consideran com o variab les pred ictoras todos los criterios de cred ibilidad y tod os los criterios de validez, conjuntam en te. Los criterios que resultan ser m ejores p red ictores d e cred ibilidad son dos: “estructura lógica”y “len guaje ap ropiad o”. El prim er criterio es d e cred ibilidad y elsegundo de validez. El ajuste del m odelo, obtenido en el segu ndo paso, es bueno. El valor – 2ll del m odelo que incluye dos variables es de 33.95.Los valores de las pseudo-R cuadrado de C ox y Snelly de N agelkerke son 0.436 y 0.728, respectivam ente. En la siguien te tab la se pued en observar las variab les incluidas en el m odelo, el valor de sus coeficien tes y su significación estadística. Los pesos de am bos pred ictores son significativos (p<.05). Tabla 10. Variab les incluidas en el m odelo (estructura lógica y len guaje ap ropiad o).
Variable Estructura lógica Lenguaje apropiado C onstante
B 4.644 4.139 -5.086
Error típico
Wald
Df
Sig
Exp (B)
1.083 1.136 1.380
18.391 13.283 13.588
1 1 1
.000 .000 .000
104.007 62.759 .006
D e los anteriores datos se p ued e co ncluir que la p resen cia d e “len guaje apropiad o”y de “estructura lógica”en los testim onios de los m en ores son los m ejores pred ictores de credibilidad , definida ésta co m o presen cia de m ás de 8 criterios de cred ibilidad .
9. Análisis y discusión de datos Los resultad os obten idos en esta investigación son sim ilares a los de otros estudios sobre las variables . La m uestra escogida es representativa de lo que significa el sociodem og ráficas y las relativas al abuso abuso sexual infantil en el ám bito de M adrid y, por extensión, de Españ a. En este sen tido, conviene señalar que n o estam os hab lando de ad ultos que d icen haber sido víctim as de abuso sexual (en estudios retrospectivos), sino d e niños que están denunciando en ese m om ento, y po r esta razón, presentan las reacciones, secuelas y problem as en elpresente actual o en u n p asado cercano.N uestros casos son sólo una p arte d el total de los reg istrad os en el estudio ep idem iológico sob re m altrato infan til elab orad o por elC entro Reina Sofía para elEstudio de la V iolencia y publicado en el2002.En este docum ento se estim a que la tasa de abuso sexualinfantilen la C om unidad de M adrid es de un 3 ,53 p or cada 10.000 n iños. N orm alm ente en los estudios forenses de abuso sexual infantil se produce una d istribución varónm ujer. En todos los estudios epidem iológicos con población general la prevalencia d e la m ujer supera significativam ente la d el varón; esto se con firm a en nuestra población forense, en la que un 28% son varones y un 72% son m ujeres.Este dato ya estaba presente en un estudio anterior de V ázquez y C alle (1996), con población forense. A sí, la proporción que habitualm ente se baraja de 1 niño por cada 2 o 3 niñas se confirm a en nuestro estudio: 1 niño por cada 2,5 niñas.
A ná lisis estad ístico de una m uestra de 100 casos de ab uso sexual infantil99
La dinám ica del delito p one en evidencia que el agresor pederasta de varones actúa habitualm ente en serie, m ien tras que elag resor de n iñas suele ser de tipo incestuoso. Po r esta razón, cuan do el ag resor (hab itualm en te varón) ag red e a niños varones, la investigación policial suele d etectar m ás de u na víctim a. Este hech o provoca q ue se am plíe la cifra de víctim as varones que, en otras circunstan cias, no hab rían interpu esto den uncia. En el an álisis cualitativo de nuestra m uestra hem os hallad o que las víctim as de un m ism o agresor en serie suelen tener un a proporción sim ilar entre sexos, sin em bargo, en un análisis de la m uestra totalde niñas (significativam en te m ayo r), la proporción d e víctim as de ag resor en serie es m ucho m eno r en com paración a la de niño s. D iversas investigaciones han hech o hincap ié en los factores de riesgo – tan to individuales com o del entorno–qu e propiciarán que un niño sea víctim a de ab uso sexual. Estos factores de riesgo no han aparecido com o variables en nuestro estudio, aunque sí hem os prestado atención a los antecedentes
personales y famil iares que p ueden ser asim ilables y se incluyen a co ntinuación. Tabla 1 1. Anteceden tes personales
Tipos de antecedentes personales
% de casos
N inguno Fracaso escolar/antecedentes en eldesarrollo A ntecedentes psicológicos Fracaso escolar A ntecedentes de m altrato Fracaso escolar/antecedentes psicológicos A ntecedentes en eldesarrollo A ntecedentes en eldesarrollo/antecedentes psicológicos A ntecedentes de m altrato/antecedentes en eldesarrollo/antecedentes psicológicos Fracaso escolar/antecedentes de m altrato
66 10 9 4 3 3 2 1 1 1
Total
100 Tabla 12. A nteced entes fam iliares.
Tipos de antecedentes familiares
% de casos
N inguno D esestructuración A ntecedentes psicológicos Sin un prog en itor/desestructuración C .I bajo A ntecedentes de agresión sexual Problem as conyugales/desestructuración/antecedentes psicológicos A buso sustan cias/m altrato/hacina m ien to/problem as con yuga les/an teced en tes pen ales/de sestructuración /an teced en tes psicológicos A ntecede ntes pen ales/de sestructuración A ntecede ntes de ag resión sexual/desestructuración Sin un progenitor/antecedentes psicológicos Sin un progenitor/desestructuración/antecedentes psicológicos Sin un progenitor/antecedentes penales/desestructuración/antecedentes psicológicos Sin un progenitor/antecedentes de agresión sexual/problem as conyugales/desestructuración H acinam iento/antecedentes psicológicos H acinam iento C .I. bajo/m altrato/antecedentes agresión sexual/problem as conyu gales/desestructuración /antecedentes psicológ icos A lcoholism o Abuso sustancias/problem as conyugales/desestructuración/antecedentes psicológicos A b u so su stan cias/sin u n p ro gen ito r/an teced en tes p en ales/d esestru ctu ració n A buso sustancias/m altrato/desestructuración A buso sustan cias/m altrato/sin un proge nitor/problem as conyu ga les/de sestructuración A bu so sustancias/m altrato/hacinam iento/problem as conyugales/desestructuración/antecedentes psicológicos Abuso sustancias/m altrato/hacinam iento/antecedentes agresión sexual/desestructuración A b u so su sta ncias/C I b ajo /m a ltrato /d ese stru ctu ra ció n /a ntece den te s p sico ló g ico s
Total
100 A nálisis estad ístico d e una m uestra de 100 casos de abuso sexual infan til
62 6 3 3 3 2 2 2 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1
100
En la m uestra encon tram os un g rup o d e niño s qu e en u na etapa previa al abuso p resentaban ciertas deficiencias estructurales en form a de bajo desarrollo cognitivo (14% ), así com o otros problem as de índole fun cional personal com o el fracaso escolar (18% ), problem as psicológicos, etc. La tasa total de estos prob lem as en la m uestra es de un 34 % , un a prop orción m uy superior a la q ue cabría esperar en un estudio de una m uestra de población infan tilescogida alazar. La tasa d e incidencia d e abuso sexual entre n iños con discapacidad es 1,75 veces superior a la d e los niños no discapacitados (National Center on Child Abu se and Neglect , 1993). En gen eral, los diferentes au tores consideran que elretraso m en tal es un factor de riesgo para sufrir ab uso sexual. Po r otro lad o, y sien do los niños especialm en te dep en dien tes de su entorno social, los estudios em píricos han encon trado que las fam ilias de las víctim as de abusos presentan una m enor coh esión, m ayor desorganización y son,en general,m ás disfuncionales qu e las de los niños que no han sufrido tales abusos (Elliot, 1994; Flem ing, M ullen y Bam m er, 1997). En este sentido, y tam bién en la lógica de lo previsible, encontram os antecedentes de problem as fam iliares en un 38% de los casos. La situación de desestructuración fam iliar es la que m ás influye en la aparición del abuso. En la m ism a línea, sólo un 60% de estos niños viven con los dos progenitores. Es decir,sise tuviera que trazar elperfildelniño vulnerable alab uso co n los datos de que d ispo nem os se tendría que decir que se trata de un niño desfavorecido en su desarrollo personal en com paración con su g rupo de edad y que carece de la suficiente co bertura fam iliar para amortiguar estas deficiencias. Sin em bargo, hay que tener en cuenta q ue h ablam os de la tendencia estadística y que, en la realidad,
cualquier meno r es susceptible de sufrir un abuso en un m om ento determ inado . En lo relativo a las variab les sociodem ográficas se confirm a algo que se ha repetido hasta la sacied ad en las p ublicaciones sobre el ab uso sexu al infan til: la impo rtancia de los factores de riesgo com o
predicto res y man ten edores de cualq uier conduct a abusiva asícomo del abu so sexual en niñ os. En nuestra m uestra de cien casos podem os afirm ar que todos los m enores, sin excepción, se en con traban en riesgo . A lgunos estudios epidem iológicos no han encontrado diferencias en las tasas de prevalencia en función de la clase social o del nivel educativo de las fam ilias de la víctim a. Sin em bargo, sí se ha encontrado una relación entre padecer abuso sexualy el bajo estatus socioeconóm ico (C antón y C ortés, 2000). Según Finkelhor (1993), la explicación pued e ser que a los profesionales les resulta m ás fácil detectar estos casos y les plantea m enos problem as el diagnóstico de abuso sexual con estas fam ilias en desventaja social. A unque los niños y jóvenes en riesgo pueden pertenecer a cu alquier clase social, com o se observa en nuestra investigación,hay u na especialinciden cia en los niveles culturales m ás bajos,donde se tiende a d enunciar m ás com o form a de solucionar el conflicto. En cuanto a las variables propias del abuso cab e com entar, en consonancia con otros estudios, que el tip o de abuso m ás frecuente (49% de los casos) es el crónico. Sin em bargo, en el estudio de López y otros,(1994),el55% de las víctim as padecieron en una sola ocasión abuso sexual,m ientras qu e el44,2% lo sufrieron en tre 1 y 25 veces. En esta m ism a línea la severidad d el abuso suele co nllevar, en casila m itad de la m uestra, algún tipo de penetración. Es de sobra conocido el carácter progresivo de las conductas ab usivas, que suelen aum entar el grado de invasión a m edida q ue se cronifica la situación de abuso. Seg ún un estudio de D evoe y Faller (1999), la g ravedad de los supuestos abu sos aum enta progresivam ente: un prim er grado sería la exposición a actividad es sexu ales, el segundo sufrir tocam ien tos y el tercero la p en etración. En
A nálisis estad ístico d e una m uestra de 100 casos de a buso sexual infan til101
este estudio se en con tró que el 23% de los casos consistían en tocam ientos, y el53%
en algún tipo de
penetración (en la presente investigación este dato era del 47% ). En cuan to a la variab le referida a la violen cia co ncom itan te los datos son previsibles. En los casos de ab uso sexual infan tilno suele m ed iar violen cia física, ya q ue la p osición de p oder de la figura adulta suele ser suficien te p ara ejercer el control. Sí es m ás com ún, sin em bargo , la violen cia p síquica en form a d e am enazas, ofrecim iento de afecto, o la m era im plicación del niño en el abuso a través de regalos y otros refuerzos qu e son suficientes para p erpetuar un a situación abusiva u na vez iniciada y m antener en secreto los hechos. Seg ún el estudio llevado a cab o por Lóp ez y otros (1994) en el8,93% de los casos m ediaron am enazas y en el 9,79% m edió violencia física. En nuestra m uestra estos porcentajes son ligeram ente superiores, en especialelreferido a la violencia psíquica. El tip o d e eclosión es una variable que depende en gran m edida d e la violencia física y psíquica. La au sencia d el prim er tipo de violen cia evita q ue existan m arcas qu e p ued an delatar la situación, y la segu nda asegu ra q ue el m enor no explique su situación a n ingún adulto. A sí, resulta lógico que la existencia d e p ruebas físicas sea la form a d e eclosión m enos com ún, dado que en este tipo de agresiones no suele m ediar violen cia q ue p erm ita o bservar lesiones u otro tipo de p rueb as,com o fluidos corporales, etc. D e este m od o, es norm al qu e la narración espo ntánea sea la form a de descubrim iento m ás com ún . En cuan to al tipo de agresor, el 62% eran conocidos de la víctim a. Este resultad o es previsible, en prim er lugar, porque los agresores suelen encontrarse en el círculo de personas que tienen acceso al m enor; y en segu ndo, porque es m ás difícil denunciar a u n fam iliar po r las m últiples im plicaciones fam iliares y afectivas qu e unen a víctim a y ag resor. Sin em bargo, esto im plica que debem os suponer que la cifra o culta de incestos será m ayor que la cifra oculta d e agresores conocidos.M ian, M arton y Leb aron (1996) realizaron un estudio en el H ospital Sick y o btuvieron los siguien tes resultad os: en el 55% de los casos el agresor era el padre o la figura que asum ía elrolde padre (74% padre biológico, 7% padrastro y 19 % com pañero sentim entalde la m adre); en elgrupo extrafam iliar, alrededor del36% de los casos el agresor era el cuidador del niño, el 11% el novio de la m adre, el 23% un conocido, el 4% un pariente lejano, el 7% un extraño y el 18% pertenecían a categorías distintas de las m encionadas. En cuan to a la co rrelación hallad a entre tipo de agresor y cred ibilidad es interesan te p restar aten ción a la alta tasa de testim onios valorad os com o increíbles en hijos de pad res separados,en vías de sep aración y que tienen un divorcio con tencioso (con un enfrentam iento por la g uarda y custodia del m enor, o por la supresión del rég im en de visitas). U n dato interesante q ue ap arece en nuestro estudio y que confirm a la tendencia ya expresada en otras investigaciones es el hecho de que todos los agresores son varones. Por esta razón no hem os contem plad o en nuestra investigación la variab le “sexo del ag resor”. N uestro estudio evalúa un aspecto im portante, que no se con tem pla en estudios anteriores: la existen cia d e inf orm es previos . Esta variab le atien de a la cantidad de p rofesionales que intervien en con anterioridad a q ue se form ule la d enuncia. Estos inform es aparecen sólo en once casos de los cien an alizad os;cuatro de ellos han sido considerados creíbles y seis increíbles. Este red ucido núm ero de casos en los que se dispone de inform es previos a la denuncia indica que en el abuso sexuales infrecuente qu e los m enores sean llevad os po r sus padres o cuidadores a profesionales especializados. Esto form a parte de u na tendencia g eneral de la p oblación españ ola q ue se m uestra renuente a solicitar ayuda cu ando se tien en problem as em ocionales o psicosociales. En este sentido, es previsible la correlación que se ha en contrad o en tre la ap arición de estos inform es y el nivel cultural de los progen itores, ya que la
102 A nálisis estad ístico d e una m uestra de 100 casos de abuso sexual infan til
probabilidad de qu e las denuncias vengan acom pañadas de otros inform es aum enta a la par que el nivel culturalde las fam ilias.Sin em bargo, tam bién hem os constatado que el porcentaje de casos con inform es previos qu e h an sido evaluados com o increíbles es superior al que se d a en el resto de la m uestra. Esto es probablem ente con secuencia de la con tam inación d eltestim onio.C uanto m ás se repite un h echo,m ás se estructura la elaboración del m ism o, por lo que resulta m enos espontánea y pierde reson ancia em ocional; estos son dos factores qu e puntúan negativam ente en la credibilidad de lo narrado. H ay q ue tener en cuen ta este fenóm eno no sólo en estos casos, tam bién cuan do el m enor haya sido som etido a terapia. Los profesionales deben considerar este h echo a la h ora d e enfrentarse a u na situación de p osible abuso, ya q ue, de la asepsia co n la q ue traten eltem a (no viciando con continuas peticiones de n arración de los hechos)dependerá la posibilidad de que eltestim onio del m enor llegue lo m ás intacto y com pleto posible a los profesionales que lo valorarán posteriorm ente. D el m ism o m odo, la u tilización del m étodo de Steller debe realizarse co n la m áxim a reserva y sólo tras una form ación específica en dicho protocolo. Por otro lado, es un problem a a an alizar con una m uestra m ayor la sospecha de que las den uncias
preparadas se apoyen en o casiones en escritos de profesionales de la salud co m o form a de fundam entar las m ism as. O tra de las cuestiones qu e se pone de m anifiesto es qu e la ap arición de secuelas pu ede ap oyar la sospecha de que se ha producido el abuso, m ientras que su au sencia no tiene por qué indicar que éste no haya existido. A sim ism o, la p resencia d e síntom as pu ede o bedecer a q ue elm enor esté sufriendo otro tipo de conflictos, y por esta razón, conven dría estudiar el contexto g en eral del m en or, con el fin de adscribir, o no, estos síntom as a u n caso d e abuso. En la presente investigación se pu so d e m anifiesto que en el26,6% de los casos considerados creíbles no se m anifestaban secuelas, m ientras qu e los increíbles no presentaban secuelas en un 82,4% . Este hecho apoya la h ipótesis de q ue en los casos considerados creíbles se evidenciaban un m ayor núm ero de secuelas. En cuanto altipo de secuelas qu e p resentan los m enores,los datos de este estudio arrojan una m ayor frecu en cia de las secu elas em ocionales (57 % del total). Po r su parte, las secu elas sociales y sexuales son las qu e tienen m enor presencia dentro de la m uestra en el análisis global (17% y 8% , respectivam ente). A lrealizar un an álisis cualitativo de la m uestra, se encontró que eltipo de secuelas varía en función de la edad, siendo nula o escasa la presencia de estos dos tipos de secuelas en las víctim as con m enos de 1 2 años, y aum entando considerablem ente a partir de los 13 años, tanto en n iños com o en n iñas. Estos resultados pueden deberse a la im portancia del m om ento evolutivo del m enor cuando se produce el abuso sexual. A dem ás de que la víctim a m ediatiza la interpretación de los sucesos,cuando el hecho ocurre elm enor m anifestará u nos déficits u otros dependiendo de sus experiencias vitales. En tre los resultad os m ás interesan tes de la p resen te investigación se en cuen tran , en prim er lugar, que los criterios del C BC A se dan con diferente frecuen cia en los testim onios creíbles e increíbles. A sí, en el con traste d e m ed ias realizado, se obtiene que todos los criterios – tan to de validez com o del C BC A – excepto “perdó n al ag resor”, resultan significativos si com param os los testim onios considerados com o creíbles e increíbles. El criterio en el que se aprecia una m ayo r diferencia de ap arición es “estructura lógica”. Se trata d e u n criterio que h a aparecido com o esencial en diferentes investigaciones sobre el m étodo. Tam bién cabe d estacar los criterios qu e n o aparecen puntuad os en
A nálisis estad ístico d e una m uestra de 100 casos de a buso sexual infan til103
ninguno de los testim onios increíbles: ”detalles m alen ten didos”, “levan tar dudas so bre el propio testim onio”y “au todesaprobación”. En cuanto a los criterios de validez , hay qu e subrayar que para com plem entar el apartado d e validez delm étodo es necesario realizar un a evaluación globalde la situación en la que se interpone la denuncia, y de d eterm inados aspectos qu e n o se refieren exclusivam ente al contenido de la d eclaración. A este respecto este grupo de criterios es m uy ilustrativo, puesto q ue los porcentajes en los diferentes criterios se diferen cian am pliam en te las declaraciones creíbles de las increíbles. El dato m ás destacado que aporta el análisis de los porcentajes de aparición, es la ausen cia en todos los testim onios increíbles del criterio “afecto apropiado”. Es m uy difícilevaluar sise cu m ple o no el criterio “afecto ap ropiad o”ya que la m an ifestación de los sentim ientos es heterogénea en el ser hum ano. Sin em bargo, lo verdaderam ente d ifícil es el control de las em ociones (ya sea en su m an ifestación o en su o cultam ien to). A sí, sufrir ab uso sexu al, reco rdarlo y tener que verbalizarlo es un a situación altam ente traum ática; si sum am os a esto el hecho de que los m enores tienen m enos barreras que am ortigü en la expresión de sus sentim ientos y que m od ulen su condu cta nos encontram os con qu e es m uy p rob able que du rante la declaración de un caso real,elm enor no controle sus em ociones y que, por tanto, las m anifieste abiertam ente. A la inversa, cabe esperar qu e la afectación em ocional no se dem uestre (indiferencia afectiva) o se dem uestre de form a incongruente en testim onios que no se corresponden con una situación experim entada por el m enor. H asta el80% de los casos de nuestra m uestra se consideraron creíbles,sin em bargo, esta es una tasa m uy baja sila com param os con los resultados de otros estudios.Por ejem plo,en elestudio llevad o a cab o por Echeburúa y G uerricaech everría (2000)se considera que la tasa de “falsa alegación”es m ucho m enor al 20% (resultad o obten ido en esta investigación). A sí, la lógica nos indica que ninguna o casi ninguna ganancia secundaria se deriva de una falsa alegación, excep to en el ám bito forense, donde síse pu eden obten er beneficios. Steller (1989), desde u na o rien tación foren se, nos dice q ue la tasa de aleg aciones veraces se sitúa (al m enos) en torno al 70% . El análisis de regresión logística nos indica que el criterio de “estructura lógica”(dentro de los criterios del C BC A ) es discrim inante, en el sentido de que siestá presente en una declaración es m uy probable que ap arezcan al m enos 8 o m ás criterios (contando con éste) de credibilidad en su testim onio (lo que indica u na alta posibilidad de ser con siderad o creíble en su co njunto). D en tro de los criterios de validez se ha hallad o que los criterios “len guaje ap ropiad o”y “au sencia de suscep tibilidad a la sugestión” son discrim inan tes, es d ecir, si estos dos criterios están presen tes es m uy probab le que el testim onio contenga 8 o m ás criterios delC BC A . Por últim o, al tener en cuenta el instrum ento en su totalidad (SV A : C BC A m ás el listado de validez) se puede p redecir que sise da u na “estructura lógica”y un “lenguaje apropiado”es m uy probable q ue la declaración cum pla, al m en os, otros 7 criterios del C BC A y, por tan to, que el testim onio sea considerado creíble en su conjunto. Los estudios que se han realizado h asta la fecha no se basaban en elSVA , únicam ente en el C BC A , om itien do los criterios relativos a la m otivación (los m ás infrecuen tes), así com o el listad o de validez. Se intentaba d elim itar qué criterios delC BC A serían discrim inantes entre “credibilidad”y “ no credibilidad”, sien do que la cred ibilidad global jam ás se basa en los criterios C BC A aislad am en te d e la realidad foren se, com o síse h ace en estudios experim entales.
104 A nálisis estad ístico d e una m uestra de 100 casos de abuso sexual infan til
O tro m otivo por el que hasta ah ora no se ha llegado a ninguna definición válida sob re la cap acidad discrim inan te d el m étod o se deb e a las m uestras utilizad as en los estudios, retrospectivas sob re testim onios qu e n unca o casinunca h an sido recogidos de form a apropiada (entrevistas con relato libre por personas expertas en el m étodo) (Lam b,1997). Los resultados de estos estudios son im portantes,pero en n ingún m odo d eterm inantes.C om o ya se señaló en el ap artad o correspondien te, no dictam inan la valoración de u n testim onio, ni es suficien te la presen cia o au sencia d e cu alquier criterio por separado.Se hace,por tan to,necesaria la evaluación global de las declaraciones y del resto d el contexto para estab lecer su cred ibilidad . El m étodo no es,nipretende ser, un test psicológico con una b arem ación bien determ inada. Se trata de una escala de validación aplicada a m enores de diferentes edades y bajo diferentes tipos de abuso.
A nálisis estad ístico d e una m uestra de 100 casos de a buso sexual infan til105
C A PÍTULO 5
La dificultad de inventar la mentira: Estudio comparativo entre un caso creíble y uno increíble por M aría Paz Ruiz Tejedor*
En el presente capítulo expondrem os do s casos de agresión sexual extraídos de nuestra p ráctica pericial; en am bos la dem an da judicial versa sobre elestud io de la credibilidad del testim onio. D e la extensa m uestra con la que contam os en la C línica M édico-Forense de M adrid, hem os seleccionado estos dos expedientes po r el m arcado p aralelism o q ue existe en tre am bos: • Las víctim as son de sexo fem enino . • A m bas tienen edades parecidas, 17 y l8 años. • El abuso alegado es un incesto, presuntam ente com etido por el padre biológico. • El incesto es de curso crónico. • Existe co inciden cia en cuan to al inicio de los presuntos hechos, que se sitúa en la etap a preadolescente.
C aso núm ero 1 1. Información preliminar El prim er caso es elde C ristina, de 1 7 años de edad. La dem anda judicial concreta fue la em isión de un inform e p sicológico sob re la m en or “en relación con la veracidad de las declaraciones vertidas contra su p ad re e im putad o”. A estos efectos, ap licam os la técnica d el SV A (exp licada en el cap ítulo 3 de este inform e). La exploración se practicó en una ú nica sesión. En prim er lugar, entrevistam os a la m adre, con el objetivo de recabar datos relativos a los anteceden tes fam iliares y personales del caso. A este respecto, hay que señalar que la m adre rehusó acu dir a una segunda citación. Posteriorm ente en trevistam os a la m enor y recogim os en vídeo elrelato de los presuntos hechos.Sin em bargo,antes de realizar la entrevista llevam os a cabo u n estud io p orm enorizado de la do cum entación de q ue d ispo níam os.
*
Psicólog a d e la C línica M édico-Forense de M adrid. M A RIPA Z.RU IZ@ terra.es
La dificultad de inventar la m en tira:Estudio com parativo en tre un caso creíble y uno increíble 107
1.1 Antecedentes familiares La fam ilia se co m pone de los progen itores y de cinco hijos. C ristina es la p rim ogén ita de los herm anos, tres de los cuales son d e sexo fem enino. El m enor presenta un p roblem a de autism o. Seg ún la inform ación ap ortad a por la m ad re, el m atrim onio resultó disfuncional desde el principio, au nque los problem as de la p areja se agravaban generalm ente cuando surgían dificultades econ óm icas. A este respecto se m en cionó la existen cia d e m alos tratos físicos po r parte d el pad re h acia la espo sa e h ijos,con interposición de una denuncia que se retiró posteriorm ente. Se d escribe al supuesto agresor com o un individuo con problem as psíquicos (de tipo dep resivo) y de alcoholism o.
1.2 Antecedentes personales El desarrollo psicoevolutivo, la escolarización y el proceso d e socialización de la explorada resulta norm al: a los 16 años abandonó los estudios, despu és de realizar un curso de g arantía social que le perm itió obtener eltítulo de g raduado escolar. En el m om ento de la exploración C ristina trabajaba co m o dependienta en una panadería, ocupación que le satisfacía.
1.3 Exploración psicopatológica – Se m uestra d ispuesta y colaboradora con la perito; entre am bas se establece u n clim a d e em patía. – N o m anifiesta ninguna objeción a ser grabada en vídeo. – Se m uestra psicológicam ente lúcida, orientada y coh erente. – M an ifiesta un desarrollo cognitivo-intelectivo den tro de la m ed ia. – Se en cuen tra com pensada aním icam ente cuan do abordam os tóp icos de con tenido neutral,sibien se pone de m anifiesto u n cam bio conductual al adentrarnos en el tem a que m otiva nu estra interven ción, afloran do inicialm en te el llan to. – En cuanto a los rasgos que m arcan su perfil personal, C ristina se m uestra com o una adolescente sociab le, com unicativa, sensible y afectiva con los que la rodean y, en gen eral, ad ap tab le.
1.4 Eclosión y desarrollo del conflicto Los presuntos abusos se iniciaron en la p repubertad, cuando C ristina tenía u nos diez años. La inform ación aportada por la m adre indica qu e el agresor pudo aprovechar el m om ento en q ue ella fue hospitalizada –en el sexto m es de g estación de su últim o em barazo–para d ar inicio a los abusos que, a partir de este m om ento, se repitieron hasta q ue la víctim a alcanzó los 14 años de edad. C ristina proporcionó un relato extenso y rico en detalles, describiendo cóm o el agresor se vio obligado a pactar la finalización del ab uso. D urante estos cuatro años C ristina o m itió hablar deltem a, es decir,m antuvo en secreto los presun tos ab usos hasta que la situación celotípica del ag resor provocó altercad os y enfren tam ien tos que im plicaron agresiones físicas y am enazas de m uerte. C on ocasión de uno de estos altercados,la m enor alertó a sus do s herm anas de los hechos y do s días m ás tarde se lo com un icó a la m adre, aunq ue, según afirm a, no le aportó detalles. El relato porm enorizado de los abusos se lo proporcionó a una tía m aterna, quien
108 La dificultad de inventar la m en tira:Estudio co m parativo entre un caso creíble y uno increíble
posteriorm ente inform ó a la m adre. En ese m om ento se interpuso la denuncia q ue m otiva la intervención pericial. Según afirm a C ristina, cuan do concluyó la situación incestuosa, se exacerbó la reacción celotípica d el ag resor hacia la m en or;a través de co nstan tes rep roches respecto a los con tactos y las relaciones que ésta m antenía con el otro sexo y de una situación de espionaje y acoso continuo. En este contexto se produjeron episodios de descargas incontroladas de pulsiones ag resivas por parte del supuesto agresor.
2. Transcripción literal del relato Pregunta: ¿Cuántos años tienes, Cristina? Respuesta: 17.
P: ¿Estás estudiando, trabajando, qué estás haciendo? R: Estoy trabajando en un a panadería com o depend ienta.
P: ¿Y qué tal? R: Bien, trabajo m uy po co, sólo 6 horas al día y libro un día a la sem ana, sábados por la m añana y dom ingos por la tarde.
P: ¿Cuándo dejaste de estudiar? R: A los 16 años m e salí del instituto y luego m e m etí en un curso de G arantía Social, m e saqué el grad uad o y el título de peluquería.
P: ¿Tienes muchos amigos? R: Sí.
P: ¿Tienes novio? R: Sí. (...)
P: ¿Sabes por qué te hemos hecho venir aquí? R: N o.
P: ¿No lo sabes?; ¿Has tenido algún problema? R: Sí, lo de m ipadre, ¿no?
P: Quiero que nos cuentes todo lo relacionado con el tema. Dices que has tenido algún problema con tu padre, ¿no? R: Sí.
P: Cuéntanos cuándo empezó el problema. R: Es que elproblem a em pezó con m im adre m ás que conm igo.M e acuerdo que cuand o yo era pequ eña, discutían m ucho y se gritaban. Y yo recuerdo qu e m ás de u na vez la pegó a m i m adre. N o lo recuerdo bien po rque delante m ía n o, pero yo cuando estaba d urm iendo , bu eno, no do rm ía claro, yo les escuchaba gritarse y a m ipadre pegar a m im adre.
La dificultad de inventar la m en tira:Estudio com parativo en tre un caso creíble y uno increíble 109
Y luego ya, yo era m ás m ayor, tenía 10 años y m i m adre dio a luz a m i herm ano p equ eño y yo hacía gim nasia rítm ica, y siem pre en sayaba en la cocina, que era m uy grande y siem pre bailaba yo sola ah í y m ipadre se m etió en la cocina. Y … m e d ijo que m e q uitara la ropa, y yo m e la q uité. Yo no sabía lo que iba a h acer ninada, y qu e m e ab riera de piernas com o hacía en gim nasia rítm ica. Yo lo hice y m e em pezó a tocar y él m e p reguntaba q ue sim e g ustaba (llora), y yo le d ecía q ue n o, que m e d ejara d e h acer eso ya.Y luego se enfadó po rqu e m e decía que élno qu ería hacerm e daño, pero yo sabía perfectam ente que él estaba loco, yo lo sabía ya.
P: ¿Desde el primer día? R: N o, desde eso no , de antes de eso…
P: ¿Recuerdas el primer día que sucedió? R: Sí.
P: ¿Ese día concreto lo recuerdas? R: Sí.
P: ¿Nos lo podrías describir con todos los detalles? R: Es que m e acuerdo de eso nada m ás.
P: Recuerdas que te decía que abrieras las piernas, ¿dónde estabas, cómo? R: Pues en la co cina.
P: ¿Y cómo estabas, de pie, sentada, tumbada? R: Yo estaba bailando y m e dijo qu e m e sentara y m e ab riera de piernas, com o…
P: O sea, que tú te sentabas. R: Sí, claro.
P: Ah, sentada, ¿no? R: Sí, pero en el suelo.
P: Entonces, empezó a tocarte y te dijo si te gustaba, y tú le dijiste… R: Q ue no . Y desde ahíem pezó a entrar…
P: ¿Cómo terminó la situación?; ¿Ese día concreto, cómo terminó?; ¿Te acuerdas? R: N o.
P: Y a partir de ahí, ¿qué? R: A partir de ahíven ía casitodas las noches, en trab a en m ihab itación.
P: ¿Casi todas las noches? R: Sí, casitodas.Yo dorm ía con m is dos herm anas en tres cam as qu e estaban juntas.
P: ¿En qué cama estabas? R: Yo estaba en la cam a d e la d erecha, estaba en la esquina, al lado de la p ared, y siem pre entraba. A m is herm anas yo creo qu e no las hacía nada, pero en m icam a se sentaba y m e m etía la m ano po r deb ajo del pijam a. Yo creo que m im adre, no sé, m im adre alguna vez sospecharía, porque en traba o algo, y no
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sé, intentaba estar el m ás tiem po posible p ara q ue m i padre n o m e h iciera n ada. Pero no sé, no sé si saberlo yo creo que no lo sabría. A veces por el día, cuando m i m adre se iba a com prar o algo y m e quedaba yo en casa, pues igual. Y asíestuvo h asta que cum plíyo los 14 años.
P: “Pues igual”, ¿qué?; o sea ¿entrando en la habitación? R: Sí, o yo por ejem plo estaba b ailando o algo, porque siem pre estaba b ailando y entraba, y un a vez m e dijo q ue fuese a su cuarto y m e tum bara en la cam a de m atrim on io, y m e lo h izo con un aparato d e m asajes.
P: ¿Qué te hizo, Cristina? R: Pues m e lo pu so ahí.
P: ¿En la vagina? R: Sí.
P: Pero, ¿cómo?, te lo puso encima, ¿o cómo? R: Sí, era una co sa que se m ovía. Era eléctrico.
P: ¿Te lo puso encima, no te lo metió ni nada? R: N o.
P: ¿Te acuerdas de ese día? R: Es qu e m e acuerdo nad a m ás de esas partes.
P: ¿Y qué pasaba cuando te hacía eso? R: Pues yo lloraba. Él m e decía que no quería que yo llorara, que él m e quería ver sonreír y com o sim e gustara. O sea hacer com o si... y m e decía a m í, que yo disim ulara.
P: ¿Con esas palabras? R: N o, m e decía: “tú haz com o site gustara”, pero yo n o lo hacía.
P: Tú no lo hacías y ¿qué pasaba? R: Pues, es qu e ahí no m e peg aba, no … ¡ho m bre! Sí m e forzaba, po rqu e… m e am enazaba y m e decía que m e iba a pegar y eso, y m e pegaba p ero no en ese m om ento.
P: Te decía que te iba a pegar, pero ¿por qué? R: Porqu e yo n o m e dejaba, po rqu e yo le quitaba.
P: ¿Y le quitabas qué, que te hiciera qué? R: Pues que m e m etiera la m ano , qu e m e tocara.
P: ¿Dónde te tocaba? R: La vag ina.
P: ¿Sólo? R: Sí.
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P: Cuando te tocaba, ¿cómo estabas tú, cómo estaba él, cuál era la situación? R: Yo no le veía la cara porque estaba la luz apagada. N o hablaba ni nada. A veces, bueno eso fue una vez pero ya era yo m ayor, yo ya tenía 1 4 años y estaba yo en su piso ese de xxxxx,y yo dorm ía en un sofá cam a con m is do s herm anas, y se m etía él en la cam a. D ecía q ue qu ería d orm ir con no sotras, y m e pon ía yo en la esqu ina y se ponía al lado m ío. Y m e em pezaba a tocar, y ahí era yo cuando m ás le decía cosas, ¿sabes? Le decía: “Para, que m e p ongo a ch illar, ¿eh? Y se enteran ”. Y ya es que cog ía él y se en fadaba y le d ecía: “D éjam e en paz p orque m e vo y a d orm ir a o tro sitio”, y m e salía y m e iba a dorm ir al sofá d e al lado. Y ya se cabreaba y se iba a su cam a. Y a veces,un día em pezó a decir: “Venga sólo un m inuto, ya no te lo vuelvo a hacer nunca m ás,pero te tienes que d ejar y tienes que h acer com o site g ustara, hacer o sea gritar com o placer” . ¿Sabes? Y yo no quería, vam os no, no le dejaba y em pezaba a con tar el 1, 2, 3, y si em pezaba a llorar, em pezaba desde elprincipio o tra vez. Y m iherm ana se dio cu enta porque lo escuchó. Y luego aldía siguiente m iherm ana m e dijo: “¿Por qué llorab as y p ap á estab a contan do?”, y le dije: “Po rque m e duele la tripa”. Y m i herm ana no es ton ta y no se lo creyó.
P: Eso fue cuando estabas en xxxxx porque tus padres estaban separados en esa época… R: Sí.
P: No se lo creyó, dices, ¿por qué? R: Po rque m e lo dijo ella.
P: ¿Qué te dijo? R: M e d ijo: “Yo no m e creo eso”.
P: ¿Y qué creía ella? R: N o, no m e lo dijo. Pero luego m ás adelante yo se lo con té.
P: ¿Sí?, ¿se lo contaste?, ¿cuándo se lo contaste? R: Pues un po qu ito antes de contárselo yo a m im adre.
P: ¿Y a tu madre cuándo se lo contaste? R: Pues se lo con té el 13 de ab rilde 2001 y se lo con té a m iherm ana un día an tes o d os días antes.
P: ¿Y sabes qué le contaste exactamente? R: Yo prim ero la d ije, porque tuve una b ronca con m i padre fuerte, y yo prim ero las dije a las dos,a m is dos herm anas, que tuvieran cuidado con él, a ver si iba a abusar de ellas, si no lo había h echo ya. Entonces m is herm anas m e dijeron: “¿Tú estás loca, C ris? Papá no n os va a hacer eso. Pegarnos sínos ha p egado, pero tocarnos,nunca nos ha tocado”. Y yo les dije: “Pues a m ísíque m e lo ha h echo”. Y las em pecé a d ecir: “¿Te acuerdas la noche esa de xxxxx cuan do contaba? Pues era eso”. Y m i herm ana sí se lo creyó, claro, pero no querían decirle n ada p orque sabían que se iba a enfadar. Pero luego hubo otra bronca y m e tuve que ir a casa de m i tía y se lo conté a m i tía. Pero a m i tía co n detalles y todo. Luego fue m i tía quien se lo con tó a m i m adre ya m ejor. Luego unos días despu és ya le denunciam os. Ya le hab íam os denu nciado po r peg arno s.
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P: ¿Y a tu madre qué le contaste? R: Pu es a m im ad re elprim er día n o le co nté co n detalle n inad a. Yo solam en te le d ije: “Yo no quiero vivir con élporque ha ab usado de m íy por las palizas qu e m e ha dado”.Eso, las palizas,sím e las daba delante de m i m adre. Y m im adre m e pregun tó: “¿C óm o que h a abusado de ti?”. Y le dije qu e fue en xxx y m i m adre se pensó q ue sólo fue esa vez.
P: ¿Estaban separados tus padres? R: Sí.
P: ¿Por qué no se lo creyó tu hermana? R: Porque yo p or un d olor de tripa no m e pongo a llorar. Pero luego yo se lo co nté a m i herm ana, un po co antes de decírselo a m im adre.
P: ¿Te acuerdas de la última vez? Para que nos cuentes un episodio entero. R: La últim a vez m e quedé yo a d orm ir en su casa, en xxxx. Era ya despu és de Reyes, m e decía que m e iba a llevar a las rebajas, pero ya era po r la noche. N os m etim os en una habitación con dos cam as, pero era un m ueble que se sacaban las cam as. Yo do rm í en un a cam a, y le dije que yo no qu ería dorm ir con él, que se fuera a otro cuarto. Pensaba que él se iba a quedar en el sofá-cam a y yo m e iba a ir a la habitación. A lrato entró en la h abitación y se m etió en la cam a d e al lado. Y yo cu ando él dorm ía cerca, no po día dorm ir. N o do rm ía. M e hacía la dorm ida, pero no do rm ía. Enton ces él se m etió en m i cam a y em pezó otra vez a tocarm e. Eso ya fue la últim a vez. Y ya le dije, no, no. Y encim a había bebido él. Yo le dije que no , qu e ya no m e tocaba m ás.
P: ¿Qué le dijiste exactamente? R: Q ue com o m e lo volviera a h acer, qu e ya no m e iba a cortar en denu nciarle ni nada. Pero m e daba m ucho m iedo decirle eso porque se en fadaba. Luego se qu itó los pan talones y los calzoncillos y se em pezó a arrim ar a m í. Y le d ije q ue se los pu siera. Él se puso encim a y salí corriendo a casa de m i tía. D ije que m e quería pegar, que estaba borracho, y qu e m e llevaran a m icasa. Luego hay o tra co sa que n o conté. Porque n o sé, no lo vi... creo que es suficiente lo que d ije.
P: Cuéntanos qué pasó. R: Pero es que era todos los días lo que p asaba. C uando estaban separados, yo al principio, nosotros le dejam os de hab lar, no le q ueríam os ni ver y él ven ía a buscarnos al coleg io, se quería llevar a m is herm ano s. A m í no , po rqu e yo m e iba corriend o con m is am igas. H ub o un a tem po rada qu e salía corriendo detrás m ía y d e m is am igas con una cám ara d e fotos, tirándonos fotos. H a en trado a la discoteca a b uscarm e. Q ue ya a p arte de las cosas que m e ha hecho. A parte de palizas y abusos, ya tam bién es eso, de no d ejarm e en paz. O sea, ya era com o siestuviera casada con élo algo, com o sim e tuviera com o su m ujer, ¿sabes? Y yo, claro… él m e dijo q ue estaba enam orado d e m í.
P: ¿Cuándo te dijo eso? R: U na vez fuim os alparqu e xxx, esto no lo he contado, yo con m ipadre y m iherm ana. Y había p uestos de las brujas esas con la bola y las cartas, y a m ipadre le g usta todo eso y entró, en tram os.Eligió la bola, y la bruja esa le d ijo que le iba m uy m al con la fam ilia, y con su m ujer sobre tod o, y que él se iba o ya estaba, o se iba a en am orar de una rubia.
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A los pocos días, una noche q ue nos quedam os con él a dorm ir allí en xxxx, m e dijo que estaba enam orado de m í, y qu e le g ustaría tener un hijo conm igo . Porqu e m e p arecía m ucho a él. Yo soy la q ue m ás m e parezco a él. Y saldría com o u n clon suyo, com o su herm ano gem elo, qu e siem pre había qu erido tener un h erm ano g em elo.
P: ¿Eso cuándo te lo dijo? En xxxx, una noche, en el salón, estaban m is herm anas,pero se fueron con m iabuela.
P: ¿Estabas sola con él? R: Sí, pero ahíno m e hizo n ada.
P: ¿Cómo te tocaba?, ¿lo recuerdas? R: N o sé, m ovía el dedo .
P: ¿Con el dedo era? R: Sí.
P: ¿Y eso sucedió desde que tenías esa edad hasta los…? R: Los 14 .
P: ¿Era por las noches normalmente? ¿Y a veces también cuando estabas haciendo gimnasia? R: H aciendo g im nasia fueron 2 o 3 veces. U na vez fue cuando la prim era vez. O tra vez cuan do m e dijo que fuese a la habitación con el aparato de m asajes.C on el aparato de m asaje fueron dos veces.
P: Pero, ¿era un aparato de masaje? R: Era com o u n p alo así, con un redon delcon form a com o d e deditos que se m ovían.
P: ¿Cuántas veces con el aparato? R: D os veces con eso. U na vez en m icuarto y otra vez en su cuarto.
P: Cuando pasaba a la habitación, ¿qué hacías? R: Yo los prim eros días m e hacía la dorm ida. Yo pensaba que asím e iba a dejar en paz. Pero co m o n o m e dejaba m e pon ía a llorar y m e pegaba bofeton es,pero n o m e quería dar m uy fuerte, se notaba. Lueg o ya p or el día, por ejem plo una n oche, salí a b ajar a los perros con m i herm ano, ¡ah!, y con dos am igos de m i herm ano. Pero eran niño s, eran m ás pequeño s que yo, y salió m i padre a bu scarno s, llevábam os cinco m inutos en la calle. Bajó m ipadre a buscarnos y no s vio. M e d ijo: “¿Q ué h aces con chicos?” , no se qu é. M e subió para casa. Eso fue cuan do em pezó, los prim eros días qu e em pezó. M e subió p ara casa, nos peg ó a m i herm ano y a m í con el cinturón pero fuerte, fuerte, fuerte. N os dejó m arcas. C ogió m i m ad re y d ijo: “Vam os a la com isaría”. Y él dijo: “¿Q ué le vas a ir a enseñar el culo a los policías? ” . N o fuim os alfinal. Y m ás veces que m e h aya pegado, en la calle ya cuando estaban separados, en m ibarrio. Volvípor la noche a m icasa y le en con tré, estaba ab ajo con m is herm anos y em pezó a discutir con m igo porque si iba a la d iscoteca, que si dejab a d e ir, que si iba co n chicos… y yo le d ecía q ue sí m e iba co n chicos, que eran m is am igos, ¿o solam ente m e tengo que juntar con chicas? Yo le d ecía: “M ira yo ahora vivo con m i m adre y m i m adre es la que m e tiene que decir las cosas, po rqu e tú no m e tienes por qué m andar”.
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P: Y ¿qué pasó? R: Q ue se enfadó tanto q ue m e dejó m arcadita, y luego m e llevó al m édico, despu és de pegarm e. N o, prim ero fuim os al xxxxx a cen ar, a q ue m e tranquilizara. Luego m e llevó al m édico y se inventa q ue m e he caído por las escaleras. El m édico m e preguntó siera verdad y yo n o dije nada, nique sínique no.
P: ¿Y eso cuándo fue? R: Eso fue elverano ese que se separaron m is pad res, que él vivía en xxxx pero seguía viniendo a darnos la p lasta. Lueg o al final nos íbam os con él.
P: Durante más o menos cuatro años iba por las noches, ¿cuántas veces? R: Venía un a vez cada n oche.
P: ¿Todas las noches? R: H abía alguna que no, pero casitodas.N o sé por qué no venía todas.
P: ¿Tus hermanas estaban a tu lado? R: Sí, estab an dorm idas. Yo no sé siellas se enterarían . Yo no estoy segura d e q ue a ellas las haya hech o algo . Yo pienso qu e no. Pero hay gen te, po r ejem plo m i tía y m i m adre, pu es tam po co se qu edan tranquilas. Igual que yo no dije n ada, m is herm anas tam bién se lo han podido callar.
P: ¿Por qué no dijiste nada? R: Tenía m iedo, m e daba vergü enza, yo q ue sé, m e sentía com o si, no sé, com o si no m e fuese a creer m im adre y encim a m e iba a regañar. Y luego encim a otra cosa... ¡ya m ipadre!
P: Además del día que has relatado ¿de qué día te acuerdas mejor? R: D elprim er día (llora).
P: Ese día eras pequeña ¿cómo te acuerdas? R: Yo ya tenía cuerpo de m ayor. M e vino la regla an tes de los 10 años.
P: ¿Y él lo sabía? R: Sí.
P: Ese primer día para ti, ¿cómo fue? R: M uy m alo. A un qu e tuviera cuerpo de m ayor era una niña, con m entalidad de niña, de ganas de jug ar.
P:¿ Cómo viviste tú eso, qué pasó en ti? R: N o sé.
P: ¿Tenías conciencia de algo? R: Yo sabía que eso estaba m al, y yo claro, yo q ué sé…
P: ¿Te acuerdas menos del último día? R: Tam bién m e dijo un a cosa, qu e sidejaba de fum ar no m e volvería a hacer nada. Luego teníam os un kiosco, y fue cuando m is pad res volvieron. N os echaron delpiso y tuvim os que volver con él.En elkiosco m e d ijo que íbam os a olvidar eltem a, todo lo que h abía pasado , pero que yo no tenía que fum ar m ás delante suya, porque sifum aba parecía m ás m ujer y qu e no se le iban a quitar las gan as.
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Q ue d elante suya no fum ara m ás. Ya no m e volvió a h acer nad a, pero p egarm e sí m e ha p egad o p or llegar tres m inutos tarde. D elante de m is am igas m e insultaba con “puta”o cosas así.
P: ¿Ahora cómo te sientes? R: Pues m ejor, lo que n o m e gusta es recordarlo. H e estado con una p sicólogo desde septiem bre y le he visto cuatro veces.
P: ¿Y qué tal? R: M uy bien. La viel m es pasado y m e dijo que no hacía falta que volviera m ás.
P: ¿Estás mejor? R: Sí.
P: ¿No le has vuelto a ver? R: N o. Bu eno, un a vez que quedó con m is herm anos.Yo estaba en un a papelería con m ino vio y él entró. Se q uedó m irando, pero nos fuim os tranquilam ente. Estuve trabajando en una tienda de veinte duros y cuando fui a trabajar estaba él en la p uerta en el coche. Yo no m e d i cuenta. Tam poco sé si m e siguió. N o le denun cié porqu e no se acercó, ni nada.
P: ¿Has estado con una psicóloga, de dónde? R: La p sicóloga es de los Servicios Sociales de d onde vivo.
P: ¿Tienes algún informe? R: N o.
P: ¿El novio que tenías es el mismo? R: Si, llevam os un año y tres m eses.
P: ¿Está la relación consolidada? R:Sí,pero ahora un poco m alporque no estam os tanto tiem po juntos.Élquiere salir m ás con sus am igos. Y yo tam bién salgo m ás con m is am igas.Y discutim os m ucho .
P: ¿Tienes relaciones sexuales con él? R: Sí.
P: ¿Qué tal? R: A lprincipio m uy m al, no m e atrevía, m e daba com o m iedo. Pero al final, no sé.
P: ¿Ahora más o menos bien? R: Sí.
P: Eres una chica fuerte, lo has encajado bien, ¿no? R: Sí.
P: ¿Qué crees que va a pasar con él? R: Yo con tal de no verle, a m í m e d a igual. Yo quiero olvidarle, bueno olvidarle no voy a poder, pero lo podré apartar.
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P: ¿Qué explicación le encuentras tú? R: Yo creo qu e él está en ferm o. Yo creo qu e necesita ayuda y m ucha. Yo tam bién creo qu e ha sido en parte p or su fam ilia. Eran testigos de Jeh ová, él se salió a los 18 añ os y le d io todo el m undo la espalda. Y yo creo q ue em pezó ahí la cosa. Y con m i m adre se casó a los dos m eses de n ovios, do s m eses de conocerse. M i m adre no conocía a m i padre y él tam po co. Tam bién m i m adre tuvo parte de culpa. M i pad re tenía 20 añ os y m i m adre 28. Yo veo m ucha diferencia de edad . U n ho m bre a los 20 año s no es un ho m bre, es un niño tod avía.
P: ¿Crees que ha pasado porque tu padre no es maduro y ha vivido experiencias negativas en su vida? R: Yo creo que sí.
P: ¿Quieres decir alguna cosa más que no te hayamos preguntado? R: N o. (...)
3. Aplicación de los criterios de contenido del CBCA 3.1 Características generales 1. Estructura lógica Podem os decir que el relato posee estructura lógica, hom ogeneidad y consistencia interna. En palab ras de Tran kell (1972): “Los detalles indep en dien tes de la d eclaración describen el m ism o curso d e acontecim ien tos”. 2. Elaboración no estructurada El relato resulta n o estructurad o, en el sentido en que no se ap recia rigidez en la exp osición de los hech os.A ntes bien , se hace uso de un estilo exp resivo libre, no en corsetad o, que parece reflejar el m odo en que la m enor va recordando diferentes ep isodios y detalles, a través de la reexperim entación de las situaciones vividas; sin som eter el relato a u na secuen cia cron ológica. Esta falta d e estructuración del testim onio se refleja en expresiones com o: “Luego hay u na cosa que no lo conté”, relatando las reacciones y con ductas de acoso y celotipia d el agresor. En otro m om ento expresa: “Yo , por ejem plo, estaba bailando y entraba, y un a vez m e dijo qu e fuese a su cuarto y m e tum bara en la cam a de m atrim onio”, recuperando espo ntáneam ente un episodio concreto. En la m ism a línea,el siguien te extracto del relato refleja la p roducción no estructurad a: “Yo no le veía la cara… no hablaba n inada. A veces, bueno eso fue u na vez, pero ya era yo m ayor”. 3. C an tidad de detalles El relato d e C ristina es m uy rico en detalles, ap orta n um erosos datos sobre ellugar, la situación o las personas: “Siem pre ensayab a en la co cina, que era m uy gran de y siem pre bailab a yo sola allí (...) y m e dijo que m e ab riera de piernas com o hacía en gim nasia rítm ica (...) m e decía que él no q uería hacerm e dañ o (...) ven ía casitodas las noches (...) se sentab a y m e m etía la m an o por deb ajo del pijam a (...) yo no
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le veía la cara porque estab a la luz ap ag ad a (...) no hab lab a ninad a (...) yo ya tenía cuerpo de m ayo r (...) yo estaba b ailando y m e d ijo que m e sentara en elsuelo y m e abriera d e p iernas (...)yo creo que m im adre alguna vez sospecharía, porque entrab a o algo, y no sé, inten tab a estar el m ás tiem po posible (...) nos m etim os en una habitación q ue había dos cam as,pero era un m ueble que se sacaban las cam as (...)luego se quitó los pantalones y los calzoncillos y se em pezó a arrim ar a m í (...) dije q ue m e q uería p eg ar, que estaba borracho, y qu e m e llevaran a m i casa (...) decía que quería dorm ir con nosotras, y m e ponía yo en la esqu ina y se ponía allad o m ío”.
3.2 Contenidos específicos 4. Incardinación en contexto La m enor sitúa los hechos en un contexto espacio-tem poral concreto, insertándolos dentro de su rutina vital: “Yo ya era m ayor (…) tenía l0 años (…) m i m adre d io a luz a m i herm ano pequeño (…) yo hacía g im nasia rítm ica, y siem pre ensayab a en la co cina (…) m i pad re se m etió en la co cina (...) a veces por el día, cuando m im adre se iba a co m prar o algo, m e quedaba yo en casa, pues igual (...) y un a vez m e dijo q ue fuese a su cuarto y m e tum bara en la cam a de m atrim on io y m e lo hizo (…) ya era yo m ayor, yo tenía 14 años y estaba en su piso, ese de xxxxx, y yo dorm ía en el sofá cam a con m is do s herm anas (...) la ú ltim a vez m e q uedé yo en su casa en xxxx,era ya después de Reyes,m e d ecía q ue m e iba a llevar a las reb ajas, pero ya era p or la n oche”. 5. D escripción de interacciones La m enor describe cad enas de acciones y reacciones entre víctim a y ag resor: “Entró m i padre y m e dijo que m e q uitara la ropa y yo m e la q uité (...) él m e p reguntaba q ue sim e g ustaba y yo le d ije q ue n o (...)m e d ecía tú h az co m o site g ustara,pero yo no lo hacía (...)pues yo llorab a, élm e d ecía que no quería que yo llorara (...) él se p uso en cim a y salícorrien do a casa de m itía (...) lueg o se q uitó los pan talones y los calzoncillos y se em pezó a arrim ar a m í, y le d ije q ue se los pusiera”. O bserve el lector que en este últim o ejem plo la exp lorad a describe tres elem en tos: una acción, la reacción a la m ism a y otra acción, satisfacien do las exigen cias d e Raskin y Esplin (1991). 6. Reproducción de conversaciones C on respecto a este criterio, hem os de reflejar qu e n o hay d escripción de d iálogos o co nversaciones. Sin em bargo , síhay réplica verbal de m en sajes unidireccionales com o los siguien tes: “Le d ecía: para, que m e p ongo a ch illar, ¡eh! Y se en teran (...) y decía, déjam e en paz p orque m e vo y a dorm ir a o tro sitio (...) un día em pezó a d ecir venga sólo un m inuto (...) y dice ya n o te lo vuelvo a h acer nunca m ás, pero te tien es que dejar y tien es que hacer com o site gustara”. 7. C om plicaciones inesperadas durante el incidente En el relato no aparecen . El problem a con este tipo de criterios es qu e no siem pre aparecen en declaraciones veraces, com o ocurre en este caso.
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3.3 Peculiaridades del contenido 8. D etalles inusuales La riqueza o la calidad del testim onio an alizad o se pone de relieve en este tipo de detalles. C om o defien den D etten born y otros (1984), los detalles inusuales ocurren con baja frecu en cia incluso en los testim onios creíbles. D e este m odo, cab e concluir que difícilm en te ap arecerán tales detalles en acusaciones falsas.En este testim onio hem os encontrado los siguientes ejem plos:“Y una vez m e d ijo que fuese a su cuarto y m e tum bara en la cam a de m atrim on io, y m e lo hizo con un aparato de m asajes (...) yo n o quería, vam os no, no le dejaba y em pezaba a contar 1, 2, 3, y si em pezaba a llorar, em pezaba desde elprincipio otra vez”. 9. D etalles superfluos La valoración de este criterio resulta en ocasiones difícily genera d iscrepancias en tre los peritos. Tras un an álisis con junto, lleg am os a consenso aliden tificar un único ejem plo: “M e decía que m e iba a llevar de rebajas”. 10. Incom pren sión de detalles relatados con precisión N o aparecen , pero resulta lógico d ada la ed ad de la exp lorada. 11. A sociaciones externas relacionad as Tam bién se cum ple este criterio que, segú n nuestra p ráctica forense,aparece en contadas ocasiones. A rntzen (1983) afirm a n o haberlo encontrado nunca en declaraciones falsas. En el relato se describe u na con versación m antenida con sus herm anas,que no form a parte del abuso, pero está relacionada con él: “Yo prim ero las dije a las dos,a m is herm an as, que tuvieran cuidad o con él, a ver siiba a ab usar de ellas, sino lo había hecho ya. Entonces,m is herm anas m e dijeron:‘ ¿Tú estás loca, C ris? Pap á no nos va a hacer eso. Pegarnos sínos ha pegado, pero tocarnos,nunca nos ha tocado’ . Y yo les dije: pues a m ísíque m e lo ha hecho. Y las em pecé a decir: ‘ ¿Te acu erdas esa noche de xxxxx, cuando contaba? Pues era eso’ .Y lueg o, al día siguien te, m iherm an a m e d ijo: ‘ ¿Por qué llorab as y p ap á estab a contan do?’ ; le d ije: ‘ porque m e duele la tripa”. En otro m om ento relata u na co nversación m antenida con el propio agresor sobre las relaciones con el sexo contrario, que se refleja en el siguien te extracto: “Volví por la noche a m i casa y le encontré, estaba abajo con m is herm anos y em pezó a d iscutir con m igo porque siiba a la d iscoteca, que sidejaba de ir, que siiba co n chicos... y yo le d ecía q ue sim e iba co n chicos,que eran m is am igos,¿o solam ente m e tengo que juntar con chicas?”. Por últim o, encontram os una tercera asociación externa: “A los pocos días, una n oche que nos quedam os con él a dorm ir allíen xxxx, m e dijo que estaba en am orado de m í, y qu e le gustaría tener un hijo conm igo . Porqu e m e parecía m ucho a él. Yo soy la q ue m ás m e p arezco a él, y saldría com o un clon suyo, com o su herm ano gem elo, qu e siem pre había querido tener un herm ano gem elo”. 12. A lusiones alestado m ental subjetivo d el m enor La p eritada d escribe d e form a espo ntánea sentim ientos y cog niciones: “Yo no sabía lo que iba a hacer (...) yo llorab a (...) cuan do él dorm ía cerca yo no podía dorm ir (...) m e dab a m ied o (...) ten ía m ied o,
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m e daba vergü enza (...) m e sentía com o si, no sé, com o sino m e fuese a creer m i m adre y encim a m e iba a regañar (...) yo p ensaba que él se iba a quedar en el sofá cam a (...) pero m e daba m ucho m iedo decirle eso, porque se enfadaba (...) yo pensaba que asím e iba a dejar en paz”. 13. A tribuciones al estado m ental del agresor Tam bién se cu m ple este criterio: “Yo sab ía q ue élestaba loco (...) else enfadó (...) se cabreaba (...) y encim a había bebido (...) y m e pegaba bofetones,pero no m e quería dar m uy fuerte, se notaba”.
3.4 Contenidos relacionados con la motivación 14. C orrecciones espontáneas A unque en sentido estricto no aparecen ejem plos de este criterio, no hem os renunciado a reflejar el estilo expresivo de algunos párrafos, com o el que a continuación transcribim os y en el que sin duda se pu ede ap reciar cóm o la m enor corrige y m atiza espo ntáneam ente la inform ación : “N o m e pegaba, am enazaba con p egar po rqu e no m e dejaba. Yo cuand o él do rm ía cerca,yo no p od ía dorm ir. N o d orm ía. M e hacía la dorm ida, pero n o d orm ía”. 15 . A dm isión de falta de m em oria Tan sólo hem os encontrado un ejem plo de este criterio: “Sólo m e acu erdo de esas partes”. H ay que explicar al respecto que en num erosas ocasiones hem os con statado la aparición de este criterio en testim onios increíbles, ya q ue algunos m en ores tien den a u tilizar la falta d e m em oria p ara llen ar lag unas, o im provisar respuestas a las preg untas del perito. 16. D udas sobre elpropio testim onio N o aparece. 17. A utodepreciación o desaprobación Tam poco se ve cum plido este criterio. Sin em bargo, el hecho de q ue la m enor haya recibido terapia o ap oyo psicológico pued e h ab er influido en este aspecto, ya q ue el objetivo prioritario de la terap ia es la reelab oración de las ideas irracionales de cu lpa q ue frecu en tem en te afloran en las víctim as. 18. Perdonar al agresor Puede interpretarse que la m enor exonera en parte d e cu lpa al agresor a través de la siguiente afirm ación: “C reo que él está enferm o y necesita ayuda, y m ucho (...) yo tam bién creo que ha sido en parte por su fam ilia”.
3.5 Elementos específicos de la ofensa 19. D etalles característicos de la agresión El abuso alegado resulta prototípico, ya que no es inusual que un adulto que goza de una relación de fam iliaridad – en este caso elpropio pad re–se valga de su p osición para im poner la co nducta abusiva
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sin necesidad de h acer uso de la intim idación o la violen cia física. En este caso, el ag resor vive tan intensam ente la relación perversa que llega a provocarle u na reacción celotípica cuando la m enor com ienza a relacionarse con el otro sexo. Existen detalles característicos del incesto que aparecen reflejad os en la declaración:“Élm e decía que no quería q ue yo llorara, que él m e quería ver sonreír y com o sim e gustara”. En térm inos generales, se puede afirm ar que en este tipo de abuso elagresor persigue anular a la víctim a. H irigoyen, autora d e El
acoso m oral (2000), indica que el agresor es un “perverso narcisista”, para quien “el otro”–es decir, aquel ajeno a él–no existe. En el caso que estudiam os,al agresor no le im porta lo que piense o sienta su víctim a. En este sen tido, no le im porta que ella sim ule y por eso le pide que lo hag a. D el m ism o m odo, en el siguiente extracto del relato se pone d e m anifiesto la actitud posesiva y celotípica del padre incestuoso: “H ubo una tem porada que salía corriendo detrás m ía y de m is am igas con una cám ara d e fotos,tirándonos fotos (…) ha entrado a la discoteca a b uscarm e (...)aparte de p alizas y abusos ya tam bién eso, de no dejarm e en paz. O sea, es com o si yo estuviera casada con él, o algo. C om o sim e tuviera com o su m ujer”. A sim ism o,la descripción delabusado r com o un individuo perverso narcisista resulta extrem adam ente clara en el relato de la inform adora: “M e dijo que estaba enam orado de m í y que le gustaría tener un hijo conm igo , po rqu e m e parezco a él y saldría com o u n clon suyo, com o su h erm ano g em elo”.
4. Aplicación del listado de criterios de validez 4.1 Características psicológicas 1. El lenguaje y los con ocim ientos aportados por la m enor en relación con los hechos resultan coinciden tes co n los utilizad os al ab ordar tópicos de conten ido neu tral. 2. A fecto apropiado: Se aprecia resonancia em ocional al abordar los supuestos hechos. 3. Susceptibilidad a la sug estión: La m enor no se m uestra sug estionable, es decir, no cede a preguntas contestando en elsentido en q ue se form ulan. Por ejem plo, cuando le preguntam os: “¿Y cóm o estabas, de p ie, sentada, tum bada?”, respo nde: “Yo estaba b ailando, y m e dijo que m e sentara y q ue m e abriera d e p iernas” .
4.2 Características de la entrevista A l ab ordar la exploración se h an respetad o los principios del relato libre y no la d irectividad en las preg untas. Se han descartad o, asim ism o, aq uellas verbalizaciones qu e la m en or no ap orta espo ntáneam ente o qu e respo nd en a pregun tas directas.
4.3 Motivación D e la entrevista n o se desprend e q ue exista algún tipo de m otivación, beneficio o ganancia secun daria. C ontrariam ente, la m enor se resiste a desvelar los presun tos abusos, hasta el m om ento en que la situación se hace absolutam ente insostenible.
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4.4 Cuestiones de investigación 9. C onsistencia con la leyes de la naturaleza : El testim onio an alizado resulta co nsisten te co n las leyes de la naturaleza.A sim ism o, se aprecia consisten cia con eltestim onio aportad o p reviam en te ante la instancia judicial.
5. Valoración final Tenien do en cuen ta la riqueza y calidad delrelato analizado, asícom o la inform ación derivad a del estudio de la d ocum en tación y la aplicación del listad o de criterios de validez, valoram os eltestim onio de C ristina com o A LTA M EN TE C REÍBLE; es decir, le otorgam os elm áxim o g rado d e credibilidad.
C aso núm ero 2 1. Información preliminar En este seg undo caso la instan cia judicial solicita explorar a u na presunta víctim a d e incesto, Beg oña, que acaba d e cum plir 18 años (edad lím ite p ara p oder utilizar la técnica del SVA ). Según la d enuncia q ue form uló, su padre abusó de ella y la violó durante años.Los presun tos hech os se rem iten a siete u ocho años atrás.C om o dato im portante cab e d estacar que elacusado, es decir, el padre b iológico de B egoña, tiene anteced entes de abusos sexuales a su hijastra, herm ana p or parte d e m adre d e la testigo. • La acusación particular solicita q ue evaluem os: – La capacidad de discernim iento entre el bien y elm al – La capacidad de fabulación – Si se estim a q ue su declaración es verídica – Las con secuencias qu e, a su juicio, tiene el haber sufrido un m ínim o de 10 agresiones sexuales perpetradas por su p rop io p adre y en u na ed ad m uy tem prana (de 9 a 11 año s) – El tipo de trau m a, caso de que exista, que sufrió la chica – Q ué efectos tendrá sob re su futuro, en cuanto al com portam iento afectivo y sexual – El presum ible estado p síquico cuando o currieron los hechos • La d efensa del acusado solicita nuestra opinión sobre: – La m adurez d e B egoña, en el sentido de sies propensa a ser influida co nsiderablem ente p or las person as de su entorno – Su nivel de d ependencia respecto a su entorno fam iliar y, en especial, de su m adre. A este respecto, se no s pedía que estableciéram os el grado de tem or que la figura m aterna suscitaba en Begoña, y el m iedo que ésta p odía albergar a d esobedecerla o defraudarla. La exp loración solicitada se abordó en dos sesiones.En un prim er m om ento se entrevistó a la m adre, de quien se ob tuvieron datos relativos a los an teceden tes fam iliares,cen trán donos específicam en te en el presunto abuso sufrido por la h erm anastra de B egoña. A dem ás, en esta entrevista se sondearon los an teced en tes person ales de la víctim a y se inten tó delim itar cóm o se inició y desarrolló el conflicto psicolegal.
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Este ú ltim o punto resulta de interés especial en el presente caso puesto que, com o posteriorm ente señalarem os, no se pu ede descartar una posible m otivación o beneficio secun dario derivado de la interpo sición de la den uncia. M ás tarde se en trevistó a la testigo y se reco gió y grab ó en vídeo el testim onio. C om o en cualquier planteam iento pericial cuyo objetivo de intervención se cen tra en la valoración del testim onio, en éste tam bién tuvim os qu e realizar un estudio exh austivo de la docum entación sobre elcaso antes de la entrevista.
1.1 Antecedentes familiares Se da una situación de pugna y enfren tam ien to en tre los progen itores, que se refleja en el historial de den uncias y procesos con ten ciosos cruzad os.En esta batalla, las hijas se sitúan de parte de la m ad re. Begoña, en particular, m antiene u n claro posicionam iento afectivo respecto a su m adre, a q uien define com o una p ersona “m aravillosa,luchadora y con carácter”, aunque n o se ap recia q ue exista u na relación de dependencia respecto a ella.
1.2 Anamnesis o antecedentes personales La evolución psicom ad urativa d e la supuesta víctim a se ajusta al grupo norm ativo; su trayectoria académ ica es tam bién norm al; no se d estacan problem as de rendim iento, ni de relación con sus iguales o con las figuras de autoridad. A sim ism o, no parecen existir dificultades o problem as de conducta a lo largo de su trayectoria vital.
1.3 Exploración psicopatológica La exp lorada se en contraba lúcida y orientada; se m ostraba coherente; no m anifestaba alteraciones en el len guaje; el conten ido y curso d e su pen sam ien to era norm al; no ten ía delirios, alucinaciones o sintom atología de carácter psicótico; presen tab a un desarrollo cognitivo-intelectivo den tro de la m ed ia; su capacidad de juicio e idealidad eran adecuadas; conservaba la m em oria d e fijación y evo cación; en la prim era exp loración m anifestó un estado de án im o distím ico, con incontinencia em ocional y explosiones de llanto; se m ostró reticente y m olesta por tener que som eterse a una segunda entrevista, pero no m anifestó un desbordam iento em ocionalniresonancia alabordar los supuestos hechos:Begoña se define a sí m ism a com o una person a cariñosa, sim pática, divertida, “ de ideas fijas”, distraída, sociab le, con ten den cia a la introversión. La explorad a no refiere an teceden tes psicopatológicos personales, ni problem as de adap tación a lo largo de su trayectoria vital.
1.4 Inicio y desarrollo del conflicto A parecen num erosas contradicciones en la inform ación aportada respecto a la form a en que se inicia y se desarrolla elconflicto psicoleg al. La eclosión se produce en dos fases:la p rim era se refiere a cuan do su herm anastra revela q ue ha sufrido abusos sexuales por parte del acusado y la segunda cu ando ella m ism a afirm a haber sido víctim a del presun to incesto. Según ind ica Beg oñ a, el día de la bod a de su herm ana, ésta le com entó qu e cuan do era m ás joven su padre la violaba y le preguntó directam ente si a ella tam bién le había sucedido lo m ism o. Begoña contestó que no: “Le dije q ue no. N o sé... por vergü en za”. Esta situación resulta bastan te incongruen te, puesto que la confesión d e su herm anastra podría con siderarse com o un m om ento propicio para realizar una catarsis de vivencias traum áticas qu e, segú n se alega, se han ocultado durante tanto tiem po.
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Begoña afirm a q ue su h erm ana Elena se negó a q ue elacusado (es decir, su padrastro) acudiera a su boda p or este m otivo (los presuntos ab usos). A sí, Elen a se confiesa víctim a d el incesto por prim era vez el día d e su boda. Seg ún afirm a B egoña, fue p recisam ente tras esta revelación cuando el presunto agresor se autodenunció. Esta inform ación contrasta con la aportada por la m adre. Según explica esta últim a, Elena se negó a que su p adrastro acudiera a la boda p or m otivos totalm ente ajenos al problem a: el acusado se había g astado un dinero (enviado por la fam ilia d el novio) destinado a la reserva d e alojam iento. Por esta razón Elena prohíbe a su padrastro acudir a su b oda. Tam bién aparecen incoherencias respecto al m om ento en qu e el padre se autod enun ció po r el presunto incesto. Si nos atenem os a la versión de B egoña, esta actuación se produce de form a contingente al m om ento de la revelación p or parte de la víctim a, coincidiendo con la fecha de su boda. Sin em bargo, de la d eclaración de la m adre se infiere que su esposo se au todenuncia para evitar la situación de chantaje al que ella m ism a le ven ía som etiendo, probablem ente d esde que tuvo conocim iento de la relación incestuosa m antenida con la m ayor de sus hijas. C on respecto a la d ocum entación aportada se ap recian tam bién incon sistencias, puesto que el acusado ya había declarado sobre los hechos con anterioridad a la interposición d e una denuncia por parte de la herm ana. A sim ism o, aparecen con tradicciones respecto al m om ento en que el padre ab andona el dom icilio fam iliar. A lprincipio, Begoña afirm a que se fue al día siguiente de la boda.Sin em bargo, posteriorm ente duda: “Es qu e n o m e acuerdo sifue an tes,porque él ya se iba yen do a M adrid y no sé sifue an tes de la boda o después, o... no, cuatro m eses después...”. En cuanto alm om ento y la situación en que B egoña d esveló los supuestos abu sos,la p resunta víctim a m encion a una con versación qu e m antuvo con su m adre sobre la rup tura d e la relación qu e venía m anteniendo con un chico. Su m adre observó que estaba triste y le interrogó al respecto, a lo que ella (Begoña) respo ndió: “Pregúntale a tu m arido”. Según explicó la m adre, en ese m om ento “im aginó q ue la historia se hab ía repetido”, au nque d e h ech o su hija n o le h ab ía d ad o detalles sobre lo sucedido: “N o m e ha con tado nada de n ada”. C uando se preguntó a la m adre sob re su reacción tras enterarse,ésta contestó:“N o m e lo podía creer (…) nunca noté nad a raro (…) nunca sospeché nad a”. A sim ism o, afirm a que se sintió “sorpren dida”. Lo cual, lógicam ente, resulta altam ente incongruente dados los antecedentes de abuso en el caso d e la herm ana m ayor.
2. Transcripción literal del relato Pregunta: Dices que tu hermana ha tenido el mismo problema que tú… Respuesta: Sí.
P: ¿Cómo lo sabes eso?, ¿te lo ha contado ella? R: M e enteré el día de la bod a de m iherm ana de lo qu e pasó y m e lo contó.
P: ¿Cuándo se casó tu hermana? R: En xxx del 98, m e parece.
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P: ¿Entonces, te lo contó ese día? R: N o sé, dijo que n o quería q ue fuera m ipadre a la b oda, entonces se ve q ue élse fue a autodenunciar.
P: ¿Cuándo se autodenunció? R: D espu és de la bo da, m e parece.
P: ¿Sabes por qué se autodenunció? R: Pues no sé por qué se fue a au tod enun ciar despu és de tanto tiem po .
P: No fue a la boda y ¿se denunció a sí mismo? R: Sí...
P: ¿Cuándo se separaron tus padres? R: D espu és de la bo da.
P: ¿Ah! ¿se separan después de la boda? R: Sí.
P: Cuando eclosiona el tema, ¿es cuando se casa tu hermana? R: Sí.
P: Porque tu hermana dice que no vaya a la boda. Mientras tanto, ¿la convivencia era normal? R: H om bre, no rm al, no rm al no , po rqu e con m i padre... había un desprecio po r parte de m i herm ana, y de p arte m ía tam bién.
P: ¿Ella no dice por qué no quiere que no vaya a la boda? R: N o.
P: ¿Cuándo se fue a denunciar; ese mismo día, al día siguiente...? R: Es que no sé sifue antes o d espués. Tam poco m e acuerdo m ucho p orque yo m e enteré un poco m ás tarde, asíque no m e en teré m ucho , nide cuándo fue, ni...
P: ¿Tú lo supiste después de que él se autodenunciara? R: Sí.
P: ¿Quién te lo contó? R: M iherm ana.
P: ¿Cuándo te lo contó? R: D espués de la boda, hablando con ella.
P: ¿Ese día o después? R: N o, dos o tres días después.
P: ¿Te lo cuenta? R: Sí, m e lo cuenta y m e pregun tó sihabía pasado lo m ism o conm igo.
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P: ¿Te contó lo que le había pasado? R: Sí.
P: ¿Recuerdas un poco lo que te dijo? R: N o, porque fue todo m uy po r encim a, porque tam poco hablam os m ucho del tem a, porque tam poco no s atrevem os a hablar m ucho del tem a.
P: ¿Y te preguntó si tu papá te había tocado o qué te había hecho? R: Sí, cuando éram os m ás jóvenes, despu és de la relación que había tenido ella, pues qu e sim e había pasado lo m ism o.
P: Entonces, te preguntó ¿y tú le dijiste que sí? R: Q ue n o, al principio no.
P: Ese día ¿tú le dijiste que no? (N o contesta)
P: ¿Por qué le dijiste que no al principio? R: N o sé, por vergüenza m ás que nada, le dije que no, tam bién está m im adre...
P: ¿Estaba tu madre presente? (N o contesta, afirm a con la cab eza)
P: ¿Quizás ella no lo sabía? R: Pu ed e...
P: Es decir, que estaba tu madre presente y no se lo contaste, ¿no? R: Sí.
P: Después ¿qué pasó? R: Pues qu e élse fue d e casa.
P: ¿A los pocos días, al día siguiente? R: A ldía siguien te.
P: ¿Al día siguiente de la boda? R: Sí.
P: Pero, fue próximo a esta fecha cuando él se fue ¿o no? R: Es que no m e acuerdo sifue an tes porque él ya se iba yendo a M adrid y no sé sifue an tes de la boda o d espués o... ¡no!, cuatro m eses después de la boda. La bo da fue en noviem bre; sí, cuatro m eses después.
P: ¿Y qué pasó? R: Pu es nad a... pues después estab a yo salien do con un chiquito... total que, por cau sas,lo dejé co n él.
P: Lo dejaste con él. ¿Cuánto tiempo llevabas? R: ¿Eh? U n añ o.
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P: Un año saliendo, una relación estable, seria, ¿no? R: Sí.
P: ¿Y lo dejaste? R: Sí.
P: ¿Habías tenido relaciones anteriores con otros chicos? R: N o.
P: ¿Habías tenido relaciones sexuales anteriores a este chico? R: ¿C on este chico?
P: ¿Anteriores a él? R: N o.
P: ¿No?, ¿con él fue la primera relación sexual? R: Sí.
P: ¿Cuándo más o menos, qué edad tenías tú? R: ¡U m m m !.. O sea es que tam poco h e tenido relaciones sexuales con este chico, justam ente fue por eso que él dijo ¿qué pasa con esto?
P: El dijo ¿qué pasa con esto? ¿no? R:¿Q ué p asa co n esto? Y...le d ije: “Pu es sino estás de acuerdo ,pues m ira...”,pero suced e q ue m im ad re pues pregunta, y pregunta, y pregunta...
P: ¿Te preguntó por qué has roto? R: ¿Po r qué has roto? Lo típico d e una m adre
P: ¿Porque a ella le gustaba ese chico? R: H om bre pu es sí, adem ás m e veía enam orada ¿eh?...
P: ¿Que estabas a gusto con él...? R: Q ue estab a a gusto con él y tal... y por qué, por qué, y por qué, y al final se lo solté.
P: ¿Se lo soltaste? R: Se lo con té todo, bueno no todo, no he hablado todavía ni de detalles con m im adre ni nada, ni con m im adre nicon m iabog ado tod avía, nu nca h e hablado de detalles.
P: Pues ahora sí que vas a tener que hablar de detalles conmigo. R: ¿Por qu é?
P: Pues porque necesitamos tener cuanta más información mejor... Entonces, se lo contaste a tu madre. ¿Qué le contaste en términos generales? R: Pues le dije que m e había hecho lo m ism o qu e le había hecho a m iherm ana.
P: ¿Eso le dijiste? R: A sí.
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P: ¿Porque tu hermana tampoco había contado...? R: N o.
P: Tampoco había detallado, ¿ella qué dijo exactamente?, ¿qué la habían...? R: Q ue la había violado y... delante de m í, o sea n o, nos entendem os por la m irada, nos entendem os, pero n o h em os sacado nunca eltem a.
P: ¿No habláis, no? (N o contesta)
P: ¿Y qué pasó? ¿Cuando se lo contaste a tu madre dónde estabas? R: En casa.
P: ¿Tú le contaste a tu madre eso, y qué pasó después? R: Pues nada, m e dijo que siquería denunciar...
P: ¿Te lo preguntó? R: M e lo pregun tó y contesté q ue bu eno... qu e siteníam os qu e h acerlo para n o... qu e m ás que n ada q ue no h iciera m ás daño a m ás gente porque tam bién ha sido m iprim a L., tam bién, es m ás gente...
P: ¿Tu prima L. también? ¿Por qué lo sabes? R: Porque cuando m i herm ana fue a d enunciar entonces... sí que leí el papel con form e estaba y m i herm ana estaba jug ando y m iprim a L.tam bién.
P: ¿Entonces, también tú prima L. dijo que había abusado de ella? R: N o, porque ella n o se enteró.
P: ¿Entonces por qué sabes que a ella también..? R: Porqu e estaba m i herm ana delante m ientras que m i padre lo hacía y se ve qu e la había drog ado con pastillas... ella n o se enteró, la q ue lo vio fue m iherm an a, en tonces yo leí el pap el.
P: ¡Ah! O sea que tu hermana relataba que había abusado de la prima, pero que la prima no tenía conciencia. R: Sí, no ten ía concien cia.
P: Bien, entonces tú pones la denuncia... R: Fuim os a poner la denuncia, fuim os aljuzgado de xxx,m e parece que es o d e xxx,pusim os la denuncia y luego ya bu scam os un abog ado y hasta aq uí...
P: Bien, ahora lo que tienes que hacer es rememorar tus experiencias. Debes hacer un esfuerzo, e intentar relatarnos desde que tú recuerdas la primera vez que tu padre hizo algo inadecuado contigo hasta la última vez, ¿entiendes? R: Sí. (Se aprecia un ligero desbo rdam iento em ocional y aflora levem ente el llanto)
P: Pero intenta darnos todo lujo de detalles ¿vale, Begoña? R: Pu es es que no... puff...
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P: A ver, ¿tú que recuerdas?; ¿cuándo empezó esto con tu padre?; ¿en qué contexto estabas? Cuéntanos. R: C uand o estábam os en xxx tenía 8 añ os, 9 m ás o m enos, y allíem pezó tod o.
P: ¿Cómo empezó? R: Pues el toq ueteo, y m i m adre estaba m uy m ala, y se quedaba un a sem ana o do s sem anas sin salir de la h abitación, y nada, y m iherm ana y m iherm ano se h abían ido tam bién a Inglaterra, elm ayor tenía una novia, a veces bajab a.
P: ¿O sea que tu hermano estaba poco tiempo en casa, con lo cual estabais mucho tiempo solos tu padre y tú? R: Bastante.
P: ¿Entonces empezó con el toqueteo? ¿Toqueteo, dónde? R: Toqueteo en pecho, piernas.
P: Al principio pecho, piernas. ¿Y cómo era la interacción? Cuéntanos: ¿cómo empieza a tocarte?, ¿te hace algo?, ¿tú haces algo? Explícanos, es que nos lo tienes que explicar todo, todo. R: Pues yo alprincipio no lo veía norm al, pero era joven. Tam bién entonces no sabes m ucho lo que... lo ves cuando ya eres m ás m ayor, ¿no?, que dices pues no era norm allo que hacía, pero cuan do eres joven pues no te d as cuen ta. Te d as cuen ta d espués, cuando vas viendo a chicos, y vas viendo lo que las personas no rm ales hacen, los chicos y las chicas, y te das cuenta de que tu padre lo ha hecho contigo y no es no rm al.
P: El te tocaba, ¿en qué contexto? R: En brom as... ¡ay, qué tetas tien e ya la niña!... Lueg o ya em pezó por la noche vinien do a la hab itación cuando tenía 9 años,entraba y prim ero em pezab a a hablar, m e preguntaba cosas delcolegio y tal... pero es qu e no m e acuerdo tam po co m uy bien po rqu e es com o si..., es com o siestuviese un po co fuera de m í. N o estaba m uy con sciente d e los hechos, igualque..., siem pre h em os pen sado que n os dab a p astillas para dorm ir o algo o para estar...
P: ¿Por qué? R: Porqu e nos acordáb am os pero es com o si estuviésem os un po co aton tadas, ¿no ?, qu e no po díam os, no teníam os fuerzas nipara defendernos. A m í, por ejem plo... yo sé qu e m iherm ana en una declaración dice que es com o si estuviese atontada, y yo es qu e m e... C uando él nos agarraba, o sea a m í m e agarraba, m e sentía un p oco frágil, ¿no?, qu e no m e pod ía m over... y no m e acuerdo m ucho.
P: Entonces, dices que iba por la noche y te hablaba... R: Em pezaba a tocarm e tod o el cuerpo y enton ces ya m e quitaba la rop a y a continu ación ... no pu edo. (C om ienza a llorar)
P: ¿A continuación? R: Él m e cogía y m e am enazaba de que silo d ecíam os, cualquier cosa, nos iba a separar a todos. O ye, esto es un m al trago, ¿eh ?
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P: Claro que es un mal trago, es algo muy desagradable, pero debes hacerlo. En cualquier caso tendrá un efecto positivo... Muy bien, entonces dices que él te quitaba la ropa cuando iba a la habitación, ¿llegaba a algo más? R: C uando em pezó a venir a la habitación ya es cuando llegó a todo.
P: ¿Recuerdas la primera vez? R: Sí.
P: ¿Podrías relatarnos un día concreto que recuerdes? El día que mejor recuerdes. R: Pues un día que vino a la habitación y m e despertó ¿no?, m e dijo q ue siyo... que m e acostaba con m i cuñado, con el no vio de m iherm ana. Yo tenía 10 años.
P: ¿Te lo preguntó o te lo afirmó? R:M e lo afirm ó...Yo tenía 1 0 años y,claro,m e hice la d orm ida, ¿no?, y com enzó a decir:“Venga, dím elo, que lo sé...”, increíble, vaya y total nad a. Lueg o dijo: “Buen o, da igual”, y com en zó a cogerm e m e com enzó a tocar, m e quitó tod o.
P: ¿Te quitaba la ropa?, ¿toda la ropa? R: N o, sólo los pan talones delpijam a y las bragas, y ya em pezab a a tocarm e y luego... no, no encuentro las palab ras.
P: No te preocupes. R: Em pezaba a chup ar. (Señala la parte genital)
P: ¿La zona genital? R: La zona genital y m e cogía de las m anos,¿no?, y ya hasta que llegaba la penetración.
P: ¿O sea primero empezaba a chuparte? R: Sí.
P: ¿Cuál fue la primera vez?, ¿cuándo fue? R: La prim era vez, pues,no sé, fue en tre los 8 años y m edio o 9 hasta que tuve m iprim er período a los 11 añ os.
P: Explícanos como fue la primera penetración. R: Igual que todas, com enzaba a tocar, m e chupaba y luego pues ya está, luego se iba, cog ía la p uerta. N os am enazaba tanto a m i herm ana com o a m í. N os decía qu e si lo d ecíam os nos iba a separar, qu e a m i m adre la encerraría en un loquero, que estaríam os todos separados,que se despediría del trabajo, y que nos m oriríam os de h am bre. Y soltaba elrollo y luego cogía la puerta y se iba.
P: Aclara el tema de la penetración. R: ¿Q ué h ay que contar?
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P: Cuéntanos todos los detalles. La primera vez pasaría algo diferente, especial, cuéntanos. R: Fue algo bastante d oloroso, le costó m uchísim o po rqu e yo tam bién m e d efendía u n po co, ¿no? Pero yo estaba atontada, y yo sé que no tenía fuerzas para nada, y un poco tam bién lo sorprendida. Y m e acuerdo q ue tam bién cerraba las piernas y, nada, m uy do loroso, m e dolía m uchísim o.Era com o si te hubiesen arrancado algo de dentro... y nada... Tam poco d uró m ucho , porque al doler tanto, ¿no?, supongo que a él tam bién le dolería ah ora que soy m ás m ayor y lo entiendo... no duró, no... acabó. Fueron tres m inutos y se fue porque yo tam bién chillé.
P: ¿Chillaste? R: Sí.
P: ¿Recuerdas eso? R: Sí, y en tonces cogió y se fue.
P: ¿Cómo chillaste? R: C hillé, dije m am á, pero claro, tam poco al estar, es que la hab itación está b astan te sep arada de la suya, o sea, estaba al lado pero la cab ecera m ía estaba en la otra puerta de la habitación, y com o m i m adre tam bién está tonta y tom a pastillas para dorm ir, pero él al tener m iedo, porque m i herm ano estaba durm iendo en la habitación de allado, entonces se fue.
P: ¿Tú crees que se fue porque pensaba que tu hermano le iba a escuchar? R: Sup on go .
P: ¿Cómo recuerdas esa primera vez? R: La recuerdo, recuerdo todo el dolor, la angustia, estaba m uy angustiada, y m uy... y m uchas ganas de vom itar, de todo, ¿no?, de los nervios, de todo lo que te pasa po r la cabeza en esos m om entos que tam po co lo entiendes, ¿no?
P: ¿Qué pensaste? R: N o lo entendía, llega un m om ento que no... dices bueno toqueteo vale, pero es qu e luego ya si que no lo entendía. Lo en tendí m ás siendo m ás m ayor.
P: ¿Le preguntaste algo? R: Le pregunté p or qué h acía eso.
P: ¿Cuándo se lo preguntaste? R: Pues cuan do com enzó ya a entrar.
P: Cuéntanos la conversación. R: N o hubo conversación, le dije que por qué lo hacía y no m e contestó, no dijo nada, m e dijo cállate y m e am enazó.
P: ¿Cuándo te amenazó? R:Elprim er día, cuando...cuando,que...qué h acía y p or qué lo hacía, m e d ijo que lo hacía p orque q uería y que n o dijese nada. Luego yo al notar tanto dolor pues...
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P: Eso, ¿cuándo te lo dijo, antes de penetrarte? R: M ien tras, lueg o ya las otras veces ya lo decía después, y que silo decía pues que nos iba a separar a todos. Y entonces luego ya fue cuando m e hizo m ucho , m ucho daño y grité, entonces él ya salió y se fue.
P: ¿Cómo gritaste? R: G rité com o p uede gritar una niña, grité ¡m am á!
P: ¿Te acuerdas? R: Sí.
P: ¿Estás segura de que hubo una penetración completa? R: H om bre, creo que síporque m e dolió m uchísim o, hom bre era niña asíque no llego a entender, o sea, en esos m om entos no sabes sies...
P: El primer día, ¿pasó algo más? R: El prim er día él salió y se fue, o sea del dolor, de yo cerrar y algritar pues elcogió y se fue.
P: Luego, ¿cómo evolucionó la situación?, ¿qué pasó al día siguiente? R: ¿A ldía siguiente? A ldía siguiente co m o sinada, hola b uenos días y desayunar.
P: ¿Cuándo sucedió nuevamente? R: Pues cuando le ap etecía, una vez a la sem ana, dos,cuando se iba de viaje, luego cuando volvía.
P: ¿Algún día ocurrió algo especial? R:N o.Era siem pre igual,siem pre lo m ism o.Lueg o ya no dolía tan to,dolía alhacer elesfuerzo, pero lueg o ya era com o siestuviésem os,o sea, estaba m uy aton tada, hay veces que hasta se m e m ezclan cachos con otros. N o m e acuerdo tam po co de..., o m im ente tam po co se quiere acordar de m uchas cosas.
P: ¿Cuándo tuviste conciencia de una penetración completa? R: Tuve conciencia de que... es qu e era penetración co m pleta sup ongo, es qu e si lo q ue m e estáis pidien do es que si él... lueg o si...... ¿có m o se dice, sieyaculó?, no lo sé, porque co m o era peq ueñ a n o sabía lo qu e era, así qu e no os pu edo decir si acabab a o no acabab a porqu e com o al ser pequ eña no sabes lo que es,no te d as cuen ta. Lo único que q uieres es qu e se vaya y g irar, darte la vu elta y... cuan do ya se iba te dab as la vuelta y a lo tuyo.
P: ¿Por qué sabes que había penetración completa con el pene? R: H om bre lo sé po rqu e lo n otaba, un a m ujer no rm alm ente cuan do la penetran lo n ota ¿no? Yo estaba atenta, notaba m olestia, m uchísim a m olestia.
P: Pero, ¿pudo haber sido con la mano? R: Las m anos m e las tenía cog idas, o sea con las m anos no p odía ser porque m e las tenía a m í cog idas, con las m anos no podía ser.
P: ¿Y cómo estaba él? R: D esnu do .
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P: ¿Y tú? R: Yo con la p arte d e abajo, o sea m e q uitaba la p arte d e abajo, la p arte d e arriba n o, con el pijam a o la cam iseta. Tam po co m e acuerdo si se m e m ovía o no se m e m ovía cuando m e tocaba p or arriba, pero quiero decir que m e lo dejaba p uesto.
P: Dices que te hizo daño la primera vez, ¿y luego? R: Lueg o ya m e hacía daño p orqu e yo sí qu e cerraba siem pre. Pero luego llega un m om ento q ue ya tam poco tienes fuerzas para..., que haga lo q ue tenga que hacer y qu e se largue. (C om ienza a llorar de nuevo ). Lueg o te lavas y al día siguien te p ues igual.
P: ¿Cómo quedaba tu zona genital? R: Pues con picores, tenía infecciones de o rina, m uchísim as, al orinar m e picaba, y tom aba m anzanilla siem pre, desde qu e era m uy peq ueñ a.
P: ¿Alguna vez te hizo mucho daño, pasó algo, sangraste? R: La prim era vez, luego ya pu es no sé tam po co m e acuerdo . El prim er día delm ism o do lor yo m e fui al lavab o despu és a orinar, y síque... no sang rar de sangre.. era un poco rojizo. Pero com o tam poco fue m ucho tiem po ...no creo qu e m e hiciera daño, es que tam poco sé cuán do un a person a deja de ser virgen, no sé sisangras m ucho, poco... era rojizo cuan do m e fuia lim piar. Y al orinar, el picor y salía rojizo.
P: ¿Eso la primera vez y luego? R: Lueg o igual, rojizo, siem pre era rojizo. Pero para m íque era p or el dolor, o al desgarrarlo...
P: ¿Tenías heridas? R: Sí, com o granitos,o por dentro com o situviese cosas que pinchan.
P: ¿No fuiste al médico? R: N o.
P: ¿Por qué no? R: Porque no, tam poco en tendía lo q ue pasaba y no sabía siyendo al m édico se iban a en terar o n o, entonces, no. N o lo veía n orm al, y vergüenza, ¿no? N o sabía tam poco lo que iba a pasar y si lo decía, luego se enteraba y nos iba a separar a todos.
P: ¿Y lo de la manzanilla cómo era? R: A lorinar, cuando tenía p icores,se ve que iba b ien la m anzanilla, no sé,m im adre m e d aba m anzanilla.
P: ¿Tu madre sabía que tenías picores? R: A lorinar m e co stab a o rinar, al principio se lo dije, lueg o ya n o y m e la h acía yo sola.
P: O sea, ¿tenías problemas para orinar? R: Tenía problem as cuando o rinab a, ten ía picores, en tonces con la m an zan illa...
P: ¿Algún día ocurrió algo distinto, especial, diferente? ¿La conversación fue distinta? R: N o, aparte de aq uel día que m e dijo sim e aco staba con m icuñ ado, pero no, luego siguió igual.
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P: ¿Siempre fue la misma posición? R: Sí.
P: ¿Cuál era la rutina? R: La rutina era: m e tum baba, m e chu paba, m e tocab a y luego ya m e am enazaba... y luego con las m ism as se largaba.
P: ¿Cómo era la posición? R: Yo tum bada y élencim a, m e cog ía las m anos.
P: ¿Te besaba? R: N o, nunca.
P: ¿Nunca te ha besado? R: N unca, iba al lavabo, m e lim piaba porque m e picaba, m e dolía, y con el agua m e hacía, m e relajaba.
P: ¿Cuántas veces ocurrió esto, aproximadamente? R: ¿C uántas?, no p uedo, cuando le ap etecía, sidigo 5 0, 100, 150, sería una barbaridad.
P: ¿Con tu hermana también ocurrió muchas veces? R: N o lo sé, nunca le he preguntado.
P: ¿ Nunca lo habéis hablado? R: N o. Lo q ue hem os leído en los pap eles.
P: ¿Y con tu madre has hablado más del tema? R: N o.
P: ¿Tu recuerdas cuándo terminó esto? R: C uand o tuve m iprim era regla ya n o vino m ás, po rqu e bueno , pu es norm al, cuan do una chica tiene la regla, se lo d ice a su h erm ana m ayor, su h erm ana m ayor se lo d ice a su m adre y luego p ues ya lo sabe todo elm undo ¿no? Entonces él ya no volvió.
P: ¿ El se enteró por tu madre? R: Else enteró por la fam ilia.
P: ¿Nunca volvió? R: N un ca.
P: ¿Recuerdas la última vez? R: N o, es qu e eran siem pre iguales.La ú ltim a vez, no puedo, eran siem pre las m ism as.
P: Dices que él estaba desnudo, pero ¿cómo era?, ¿él llegaba...? R: M e tocaba, no decía n ad a, m e sujetab a, y ya era la rutina, cogía se volvía a ir... Ven ía en calzoncillos a la habitación, se los quitaba, luego se los ponía y se volvía a ir, talcual.
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P: Cuando estaba pasando todo esto, ¿cómo era el comportamiento que tú tenías con él, y él contigo? R: Él com o sinad a, tan tran quilo por la vida. Se levantab a, se iba a trab ajar, volvía, un com portam ien to no rm al.
P: ¿Se comportaba como un padre normal? R: U n p adre no rm al.
P: ¿Qué interacciones tenía contigo? R: N o, no he tenido , desde m uy pequeña n o tenía, nu nca le he pregun tado n ada nile he contado n ada de lo que h e h ech o en el cole, ni...
P: ¿Y eso que has dicho de que al principio te hablaba del cole? R: Sí, que cuando venía, y m e preguntaba cóm o había ido el cole.
P: ¿Pero eso cuándo? R: C uando entraba en la h abitación.
P: ¿Siempre? R: N o m e pregun taba siem pre, no . H abía días qu e no m e decía nad a, com o había días qu e para despertarm e o... depende siestaba despierta o estaba dorm ida, y es que no sé son m uchas veces, son m uchas cosas.
P: ¿O sea que a veces sí te preguntaba cosas y a veces no? ¿Y siempre te amenazaba? R: Sí, cuando se iba siem pre am enazaba, siem pre.
P: ¿Qué notabas extraño en ti? R: ¿Extraño?, sucia, bastante, no entendía porqué, pensaba que yo h abía hecho algo m alo. C uando eres pequ eño no entiendes, crees qu e has hecho algo m alo. Pensaba q ue era u na form a de castigar. H asta que n o eres m ás m ayor ya y em piezas a ver las relaciones que tienen los chicos con las chicas,y, entonces ya te en teras m ás de lo que ha hecho y te sientes aún peor.
P: ¿Él siempre iba a tu habitación? R: Sí.
P: ¿No pasaba nada en otros sitios? R: N o, no, el toqueteo de las tetas cuando había gente, siem pre ha sido m uy brom ista en ese aspecto, pero con am igas.
P: ¿Nunca ocurrió nada que lo interrumpiese? R: N o, nu nca.
Le agrad ecem os el esfuerzo realizad o y finalizam os la entrevista.
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3. Aplicación de los criterios de contenido del CBCA 3.1 Características generales Esta categ oría está integ rad a por tres criterios.Para la valoración de los m ism os se precisa realizar un exam en de la globalidad del relato, com o p ostulan Steller y Kohneken (1994). 1. Estructura lógica Fren te a la co herencia y consisten cia interna del relato aportad o por C ristina, observam os qu e el testim onio d e Begoña presenta num erosas incongruencias. Por ejem plo, se m uestra contradictoria respecto al m om ento en qu e tiene con ocim iento del abuso p resun tam ente sufrido po r su herm ana. En un prim er m om ento afirm a: “M e enteré eldía de la bod a de m iherm ana de lo q ue pasó y m e lo contó”. Posteriorm ente, dice haberse en terado tres o cuatro días despu és de la boda. En otro m om ento, adm ite qu e nun ca ha h ablado deltem a con su herm ana: “N os entend em os por la m irada, pero no hem os sacado nunca el tem a”. Sin em bargo , al exp licar los detalles del ab uso, hace continuas alusiones a lo que ella y su h erm an a pensaban o sentían: “Porque nos acordam os, pero es com o si estuviésem os un p oco atontadas, ¿no?, que n o podíam os, no teníam os fuerzas ni para d efendernos (...) cuando él nos agarraba (...) siem pre hem os pensado “que n os daba p astillas para d orm ir o algo para estar”. A sí, resulta incongruente y con tradictorio q ue exprese em ociones y con ocim ientos com partidos con la herm ana cuando –según explica–nunca se han atrevido a ab ordar el tem a. En otro m om ento, al relatar la p rim era vez q ue p resuntam ente fue p enetrada p or el padre, señala: “Le costó m uchísim o porque yo tam bién m e d efendía u n poco”. D e esta aseveración se d ebe inferir que la víctim a opuso tal resistencia física q ue incluso logró dificultar la penetración. Sin em bargo, resulta incongruente, contradictorio y atenta contra el sentido co m ún, que en otro m om ento exprese: “Pero yo estaba atontada, y yo sé qu e no tenía fuerzas para nada”. A sim ism o, tam bién resulta incongruente que, a pesar de estar “aton tad a”m ien tras sufre la prim era pen etración, le p reg unte alpad re: “Le dije q ue qué hacía y por qué lo hacía, y m e dijo que lo hacía porque quería y que no dijese nada”. O tras afirm aciones relativas a la p rim era p en etración tam bién resultan contrad ictorias, y entre ellas, cuando alude reiteradam ente a lo doloroso d el suceso: “Fue algo bastante d oloroso (...) nada m uy doloroso, m e dolía m uchísim o, era com o sim e hubiesen arrancado algo d e dentro”. Sin em bargo, en un m om ento determ inad o ind ica:“Pero com o tam po co fue m ucho tiem po , no creo qu e m e hiciera daño ”. En la m ism a línea, cuando explica cóm o desveló el supuesto incesto aparecen num erosas contradicciones: prim ero d ice que estaba saliendo co n u n ch ico co n elque m antuvo su p rim era relación sexual (contesta afirm ativam en te a la preg unta) y, m ás tarde, se contrad ice cuan do explica: “¡U m m m !..., o sea, es qu e tam poco he tenido relaciones sexuales con ese chico“. A dem ás,alsituar elinicio de los presun tos abusos,señala q ue ella y elpadre estaban solos en m uchas ocasiones porque sus herm an os se encontrab an fuera del dom icilio (“se hab ían ido a Inglaterra”), pero m ás adelante añade sob re el prim er episodio abusivo: “Él, al tener m iedo porque m i herm ano estaba durm iendo en la h abitación de allado, entonces se fue”. A l respecto, el lector deb e o bservar que el ab uso aleg ad o no es progresivo. Según la testigo los ab usos se inician con actos de violación en el interior de su habitación, y explica claram en te que “el
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toqueteo”se producía en presencia de terceros:“El toqueteo de las tetas, cuando había gente. Siem pre ha sido m uy brom ista en este aspecto, pero co n am igas”. Tam bién entra en contradicción respecto a si m antenía conversaciones con el acusado . A lprincipio del testim onio afirm a que cuando éste en traba en su h abitación: “Prim ero em pezab a a hablar, m e preguntaba cosas del colegio y tal”, y despu és afirm a: “N unca le he preguntado nada, nile he contado nada de lo que he hecho en el cole”. 2. Producción no estructurada La espontan eidad y el estilo narrativo libre d el prim er relato contrasta con la rigidez d el segundo. A sí, a p reguntas sobre la p rim era penetración, Begoña responde en la m ism a tónica que en todo el relato: “Igu alqu e tod as, m e com enzaba a tocar, m e chu paba, y luego pu es ya está”. En otro m om ento, cuan do indica que tras la p rim era vez salió algo rojizo de su zona g en ital, y se le vu elve a p reg untar sobre esa prim era vez, reitera: “Lueg o igual, rojizo, siem pre era rojizo”. En la m ism a línea responde a la p reg unta: “¿A lgún día ocurrió algo distinto?”y con testa: “N o aparte de aquel día que m e dijo sim e acostaba con m icuñad o, pero lueg o siguió igual”. O tro ejem plo de la elevad a estructuración del relato se refleja en el siguien te extracto:
P: Entonces, ¿él siempre iba a tu habitación? R: Sí.
P: ¿No pasaba nada en otros sitios? R: N o.
P: ¿Siempre fue la misma posición? R: Sí. Esta rigidez es propia de relatos inventados, aunque tam bién puede encontrarse en testim onios de episodios únicos. Sin em bargo, resulta m arcadam ente desajustada en el presente caso, puesto q ue se alega un abuso crónico q ue tiene lugar durante tres o cuatro años (desde los 8 o 9 hasta los 11 años). 3. C an tidad de detalles La riqueza y calidad deltestim onio de C ristina contrasta nuevam ente con la parquedad y ausencia de detalles del de B egoña, cuya d eclaración viene m arcada p or la tendencia a unificar todos los supuestos ep isod ios ab usivos.N isiquiera en las p reg untas p ericiales enfocad as a exp lorar los efectos de prim acía y recen cia de la m em oria aporta detalles: “¿R ecuerdas la últim a vez?”; “N o, es que eran siem pre iguales”. A lpreguntarle p or la ú ltim a vez respo nde: “N o puedo, eran siem pre las m ism as”. Según el an álisis realizado, ninguno de los tres criterios qu e integ ran esta prim era categ oría se cum ple. Por esta razón, con venim os con H onts (1994) que esta d eclaración puede co nsiderarse, en principio, de baja calidad. Por otra parte, segú n dem uestra nuestra propia experiencia y basándonos tam bién en el planteam iento de R askin y Yuille (1989), se puede afirm ar qu e si el testim onio carece de estructura lógica y la producción está estructurad a, difícilm en te podrem os considerar válida una declaración.
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3.2 Contenidos específicos 4. Incardinación en contexto En el testim onio de Begoña no se ve cum plido este criterio, ya que tan sólo afirm a: “C uando estábam os en Fran cia, ten ía 8 o 9 añ os”. Po r contraste, C ristina sitúa los distintos episodios ab usivos en el tiem po y en el espacio, y los inserta en el curso de su rutina, háb itos, sucesos diarios y relaciones co n el entorno. A sí, se puede afirm ar que p ara que u na d eclaración sea veraz la d escripción de los hechos deb e qued ar en tretejida con las circunstan cias externas (A rntzen , 1983). 5. D escripción de interacciones En el relato de Begoña no se encuentran descripciones claras de cadenas de acciones y reacciones. Tan sólo hem os hallado un ejem plo de esto últim o cuando describe la p rim era p enetración e indica que: “Fue algo bastante d oloroso, le co stó m uchísim o, porque yo tam bién m e d efendía u n poco... y se fue porque yo tam bién chillé (...) síy entonces cogió y se fue”. 6. Reproducción de conversaciones En eltestim onio de Begoña no aparece este criterio,en contraste nuevam ente con la riqueza d elcaso an terior, valorad o com o creíble. 7. C om plicaciones inesperadas durante el incidente En ninguno de los testim onios analizados enco ntram os cum plido este criterio.
3.3 Peculiaridades del contenido 8. D etalles inusuales N o se cum ple. 9. D etalles superfluos N o se cum ple. 10. Inform e exacto d e detalles m alentendidos N o ap arece, pero resulta co ngruen te dad a la ed ad y elnivel de d esarrollo cognitivo-intelectivo de las dos peritad as. 11. A sociaciones externas relacionad as La riqueza de este criterio en el relato de C ristina contrasta nuevam en te con su ausencia en el de Begoña. 12. D escripción del estado m ental del niño Las verbalizaciones sob re su “estad o m en tal sub jetivo”, en el periodo en que supuestam en te sufría las violaciones, resultan incongruen tes: “Pu es yo al principio, no lo veía norm al, pero era joven tam bién ,
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entonces no sabes m ucho ... lo ves cuando ya eres m ás m ayor, que dices... pues no era norm al lo que hacía, pero cuando eres joven pues no te das cuenta,... despu és cuando vas viendo a chicos,y vas viendo lo que las personas no rm ales hacen , los chicos y las chicas, y te d as cuenta d e q ue tu p adre lo ha h echo contigo y no es norm al”. Tam poco hay p roporcionalidad , ni congruen cia, en tre la reacción psicofisiológica d e inten so d olor provocad o por un ab uso crónico con violaciones vaginales que le producían graves infecciones (“ten ía heridas, com o gran itos,com o situviese co sas po r den tro que p inchan ”),y la expresión verbalque refiere: “N o lo veía norm al”. En la m ism a línea, al preg untarle si la p en etración era com pleta, resulta incongruen te q ue diga: “Yo estaba atenta, notaba m olestia, m uchísim a m olestia”. 13. A tribuciones al estado m ental del agresor En el relato de Begoña sólo hem os encon trado un ejem plo que ilustra de form a indirecta cóm o ella atribuye la sen sación de m ied o en el ag resor: “C hillé, dije m am á,... pero él al ten er m ied o, porque m i herm ano estaba durm iendo en la habitación de allado, entonces se fue”. A ún así, resulta incongruente que sólo se valga de esta poderosa arm a en el prim er episodio, puesto que cuando la em pleó le sirvió para liberarse del ag resor. En el relato de C ristina, sí ap arecen, por el contrario, varios ejem plos de este criterio.
3.4 Contenidos relacionados con la motivación 14. C orrecciones espontáneas En el testim onio valorado co m o creíble no aparecen en sentido estricto ejem plos que nos perm itan valorar la presen cia de este criterio. A ún así, com o hem os indicad o en el ap artad o correspondien te, las m atizaciones y el estilo exp resivo resultan tan to o m ás significativas que u na co rrección espontán ea expresa. En el caso d e Begoña, encon tram os correcciones espontáneas qu e m ás que confirm ar la veracidad del relato p arecen desacred itarlo, com o en el ejem plo siguien te: “C uan do él nos agarrab a...o sea a m ím e agarrab a, m e sen tía un poco frág il...”. 15 . A dm isión de falta de m em oria A un qu e en algú n m om ento ap arece este criterio, en el caso de Bego ña n o lo con sideram os com o u n indicad or de la cred ibilidad del relato, sino com o un instrum en to para evitar concretar la descripción de unos hechos que, probablem ente no haya experim entado. Por ejem plo, a la pregunta: “¿Recuerdas la prim era vez?”, ella contesta: “N o, es que eran siem pre iguales”; y a la de: “¿Y la ú ltim a vez?”, indica: “N o puedo, eran siem pre las m ism as”. 16. Levan tar du das sobre elpropio testim onio N o se cum ple. 17 . A utod esaprob ación N o se cum ple.
La dificultad de inventar la m en tira:Estudio com parativo en tre un caso creíble y uno increíble 139
18. Perdonar al agresor En el relato d e C ristina se encuen tra m uy presen te este criterio, fren te al de Beg oña en el que está ausente. 19. Elem en tos específicos de la agresión En el últim o de los criterios delC BC A se pone d e m an ifiesto las enorm es diferencias existen tes en tre los do s casos delestud io.M ien tras elrelato d e C ristina ilustra d e form a clara có m o se estab lece la relación perversa entre la víctim a y elag resor,pudien do inferirse el narcisism o y eg ocentrism o de éste y la reacción celotípica asociad a, nad a de esto ap arece en el relato de Beg oña. Po r el contrario, el ab uso aleg ad o se aleja de las características diferenciales del incesto respecto de otros tipos de ab usos: – En este tipo de agresiones la severidad del abuso suele ser progresiva; en el caso q ue n os ocupa el presunto ag resor en trab a desde elprim er día en su h ab itación y la violab a. – Es tam bién com ún que elabuso se perpetre sin oposición o resistencia p or parte de la víctim a; en este caso existe una resisten cia activa (“m e cogía las m an os”). – El incesto suele cronificarse con el paso del tiem po,hasta que la víctim a instrum en taliza algún tipo de arm a y logra rom per con la situación abusiva (en el caso de C ristina m ediante la am enaza d e una denuncia);m ientras qu e en elrelato de Begoña es precisam ente en elprim er episodio abusivo cuando grita y logra d esasirse d e su agresor (“Entonces fue cuan do m e h izo m ucho daño, yo grité y en tonces salió y se fue”), pero curiosam en te nunca m ás utiliza este arm a. – A sim ism o, la d escripción de la finalización del ab uso resulta tan “asép tica”com o poco ajustad a a la realidad: “C uando tuve m i prim era regla ya no vino m ás, porque bueno norm al, cuando una chica tiene la regla, se lo dice a su herm ana m ayor, su herm ana m ayor se lo dice a su m adre y luego ya lo sabe todo el m undo, ¿no?, entonces élya no volvió”. – Suele producirse sin am enazas directas com o las qu e se relatan (sobre todo teniendo en cuenta la edad de la presun ta víctim a): “N os am enazab a, nos decía que si lo decíam os nos iba a separar, que a m im adre la en cerraría en un loquero,que estaríam os todos separados y que nos m oriríam os de h am bre”. Los padres incestuosos suelen utilizar am enazas veladas o chantaje em ocional, pero no am enazas directas.
4. Valoración de los criterios de validez 4.1 Características psicológicas 1. Lenguaje y conocim ientos apropiados En el relato de Begoña se puede apreciar un claro paralelism o con lo declarado por su herm ana, según se extrae de la d ocum entación aportada. Este h echo resulta cu anto m enos contradictorio con la afirm ación d e Begoña de que nunca habían m antenido co nversaciones ni entrado en d etalles sobre el contenido y la form a de los abusos qu e am bas habían sufrido. A dem ás, a lo largo de la en trevista se aprecia u n uso reiterado del plural, así com o expresiones y térm inos qu e están recogidos en las declaraciones de la h erm ana, com o por ejem plo: “Siem pre h e pensado que n os dab a p astillas, porque
140 La dificultad de inventar la m en tira:Estudio co m parativo entre un caso creíble y uno increíble
nos acordam os pero es com o siestuviéram os atontadas,que no teníam os fuerzas nipara defendernos”; “Yo sé que m i herm ana d ice que es com o si estuviéram os atontadas” . Sin em bargo, m anifiesta con claridad q ue nu nca h an hablado d el tem a. 2. A fecto apropiado D urante la prim era en trevista B egoña se m uestra desbordada em ocionalm ente y sufre explosiones de llan to. En este sen tido, podría decirse que se aprecia, de hech o, afectación em ocional, au nque este tipo de respu esta tam bién puede darse cuando se produce una reacción distím ica y defensiva, al relatar un testim onio inven tad o. N o o bstante, el dato im portante de este relato se produce en la segunda sesión, cuando la presun ta víctim a, pese a m ostrarse ansiosa, no exh ibe resonan cia em ocional al relatar los supuestos abusos, y síun tono em ocional neutro. C on respecto a la valoración de este criterio, estam os de acu erdo con G arrido y M asip (1998) en que el estilo expresivo de los sujetos varía desde un elevado nivel de ag itación o reactividad em ocional hasta una disposición de b loqueo o inhibición. Entendem os,por tanto, que la valoración de este criterio debe realizarse ten ien do en cuen ta la individualidad del sujeto y la dispo sición em ocional en el m om en to de la exp loración. 3. Su scep tibilidad a la sugestión La exp lorada cede en num erosas ocasiones a la sug estión, im provisando respuestas ante p reguntas aclaratorias. Po r ejem plo, an te la cu estión: “¿Le preg untaste algo?”, la inform ad a cede co ntestan do: “Le preg unté p or qué h acia eso”, situan do este extracto d el diálogo precisam en te m ien tras está sufrien do la prim era penetración d el padre. En otro m om ento, ante la p regunta: “¿Po r qué sabes qu e era u na p enetración com pleta?”, contesta deján dose arrastrar po r el sentido de la p reg unta: “Yo estab a aten ta”. Tam bién ced e a la p reg unta relacionada co n el tipo de abuso sufrido por su h erm ana: “¿Ella q ué d ijo exactam ente?, ¿que la h abían violad o?”, a lo que respo nde q ue sí.
4.2 Características de la entrevista En el caso d e B eg oña se u tilizó un estilo directivo,dad a la ausencia de relato libre y las incongruen cias del testim onio aportado. N o obstante, se intentó recab ar un recuerdo libre.
4.3 Motivación A l respecto, es im portante tener en cuenta la situación de p ugna o enfrentam iento existente entre los prog en itores – con procesos con ten ciosos cruzados y,por tan to, con intereses contrap uestos–, por lo que n o se puede d escartar la m otivación o ganancia secundaria. Esta idea se ve avalada p or la im precisión y las inconsisten cia d e la inform ación ap ortad a al describir la form a en que eclosiona el conflicto psicolegal.
La dificultad de inventar la m en tira:Estudio com parativo en tre un caso creíble y uno increíble 141
Po r otra p arte, de la inform ación facilitad a p or la m ad re respecto al ab uso sufrido por su h ija m ayo r, se p ued e inferir una situación de chan taje (rom per el silen cio) al ag resor, que le ab oca finalm en te a la autodenuncia.
4.4 Cuestiones de investigación 9. C onsisten cia con las leyes de la naturaleza A lrelatar el prim er episodio abusivo, fechado entre los ocho años y m edio y los nueve años de ed ad, afirm a q ue la p enetración resultó difícil por la o posición o resistencia q ue ella o freció. Esto resulta inconsisten te si lo an alizam os desde un punto de vista fisiológico, ya que contrad ice las leyes de la naturaleza. La pen etración a esa ed ad , au nque viab le, resultaría m uy dificultosa –y no porque la víctim a se resista físicam en te–, ad em ás d e dolorosa, por lo que difícilm en te ella podría en contrarse aton tad a, au nque se en contrara bajo los efectos de tran quilizan tes. Po r otra p arte, es inconsisten te q ue se describa la prim era pen etración igual que las dem ás, y esto es lo que ella afirm a; a preg untas sobre la prim era pen etración responde: “ Igual que todas”. 10. C onsisten cia con o tros testim onios Elrelato analizado resultó inconsistente en las diferentes fases de la investigación. En la fase p revia a nuestra exploración,la p resunta víctim a prestó declaración ante la instancia p olicialy judicial. En esta fase afirm ó q ue el último episodio de abuso fue un interrogatorio m antenido con el padre respecto a si m an ten ía relaciones con su cuñad o. En la entrevista que le realizam os, sin em bargo , se refiere a este com o el único episodio abusivo que resultó diferente a los dem ás. C uriosam en te, excepto ese episod io – según refiere la explorad a–, siem pre se p roducía elab uso d e la m ism a form a, con la m ism a secuen cia y con las m ism as am enazas,por parte del padre. Por otro lado, el testim onio de B egoña resulta inconsistente en relación con el aportado por su h erm ana. Según se refleja en la docum entación de que disponíam os, ésta se decide a d enunciar los hechos:”Porque su herm ana, de qu ince añ os de ed ad,le ha com entado q ue su p adre le sigu e m ucho, y tiene m iedo d e que lo sucedido con ella, vuelva a ocurrir con su h erm ana”. Esto contrasta con lo relatado por Begoña, que en ningún m om ento adm ite haber alertado a su herm ana de este com po rtam iento p or parte de su p rog enitor. Por el contrario, dice que fue su h erm ana q uien le p reguntó sobre el supuesto abuso, a lo que ella respo ndió negativam ente.
5. Valoración final – La p eritada n o presentaba ninguna p sicopatología o trastorno m ental que pudiera alterar la libre cap acidad de obrar y enten der; que le im pidiera discernir en tre el bien y el m al; o que le p udiera gen erar fan tasías o fab ulaciones patológicas. Es decir, se pudo concluir que si la exp lorad a m en tía sabía q ue lo estaba h aciendo. – N o se apreció relación de d ependencia p atológica con la m adre, aunque síun claro posicionam iento afectivo a su favor. – C on respecto a la valoración de la credibilidad de su testim onio, cab e señ alar qu e el relato espo ntáneo, es decir, el aportado de form a libre, resultó m arcadam ente pobre, excesivam ante
142 La dificultad de inventar la m en tira:Estudio co m parativo entre un caso creíble y uno increíble
escueto y parco en detalles qu e aportaran con cretism o y viveza. A dem ás, fue m arcadam ente rígido y estructurado, carente de estructura lógica o sentido com ún. – Los con ten idos del ab uso aleg ad o no se ajustab an a los detalles característicos de las ag resiones sexuales infan tiles incestuosas,tal y com o se ha p uesto de relieve en este inform e. – Po r otra parte, el listad o de criterios de validez no ap oya la cred ibilidad del testim onio. C om o ya se ha señalado, no se apreció una reacción afectiva ap ropiada, y el lenguaje em plead o tam poco era el adecuado. A dem ás, la testigo se m ostró m uy sugestionable. C on respecto a la m otivación, dada la situación de en fren tam ien to, los anteceden tes co nten ciosos entre los progen itores, y el claro posicionam iento de la inform ada a favor de la m adre, no se pudo d escartar la existencia de una m otivación o ganancia secun daria. – A dem ás, el contenido del abuso alegado contradijo las leyes de la n aturaleza. Se apreciaron inconsisten cias en el relato ap ortad o por la inform ad a an te distintas instan cias. Resultab a asim ism o inconsisten te en relación con o tros testim onios. – Por todo ello, valoram os el testim onio de Begoña, en térm inos de credibilidad, com o A LTA M EN TE IN C REÍBLE. Entre am bos casos estudiados se aprecia que existen diferencias diam etrales tanto en la inform ación que aporta la d ocum entación externa, com o en la extraída d e la aplicación de los criterios delC BC A a las declaraciones de las testigos (de los 19 criterios delC BC A ninguno se cum ple en el caso d e B egoña). Los criterios de validez tam bién confirm an este contraste. El contraste entre am bos casos ilustra la h ipótesis de U ndeu tsch: “Las descripciones de even tos qu e realm ente h ayan suced ido difieren en contenido, calidad y expresión de los qu e son fruto de la im ag inación, ficción o coerción”. D e este m odo, se ratifica la h ipótesis de U ndeu tsch q ue p one d e relieve la d ificultad de inventar la m entira.
La dificultad de inventar la m en tira:Estudio com parativo en tre un caso creíble y uno increíble 143
Índice de tablas y gráficos Capítulo 1 Tabla
1. Errores y verdades sobre el abuso sexual (porcentajes) .......................................................... 12
Tabla
2. Parentesco entre víctim a y agreso r ........................................................................................ 13
Tabla
3. D iferentes tipos de abuso s sufridos por las víctim as .............................................................. 15
Tab la
4. C aracterísticas del abusad or y de la fam ilia en q ue se produce el abuso sexual .................... 16
Tab la
5 . Sintom atología asociad a a la experien cia d e abusos sexuales duran te la infan cia, a co rto y largo plazo..............................................................................................................................
22
Tabla
6. Factores de protección y de vu lnerabilidad ........................................................................... 27
Tabla
7. Tipos de abusadores y características .................................................................................... 29
Capítulo 4 Tabla
1. Estadísticos de grupo ............................................................................................................ 88
Tabla
2. Prueba de m uestras independientes ..................................................................................... 89
Tabla
3. Porcentaje d e criterios de credibilidad ................................................................................... 90
Tabla
4. Porcentaje de criterios de validez .......................................................................................... 91
Tabla
5. C om paración de testim onios considerado s creíbles e increíbles en función de las puntuaciones directas ........................................................................................................... 93
Tabla
6. Porcentaje de criterios de credibilidad en los grupos de creíbles e increíbles ......................... 94
Tabla
7. Porcentaje de criterios de validez en los grupos de creíbles e increíbles ................................ 96
Tabla
8. Variab les incluidas en el m odelo (len guajes apropiad o y ausencia de susceptibilidad a la sugestión) ............................................................................................................................. 98
Tabla
9. Valor y significación estadística d e los co eficien tes del m odelo ............................................. 98
Tab la 10. Variables incluidas en el m odelo (estructura lógica y lenguaje apropiado) ............................. 99 Tabla 11. A ntecedentes perso nales ...................................................................................................... 10 0 Tabla 12. A ntecedentes fam iliares ....................................................................................................... 10 0
… …… G ráfico
1. Sexo de las víctim as de abuso sexual (porcentajes) ........................................................... 79
G ráfico
2. Edad de las víctim as de abuso sexual (porcentajes) ........................................................... 80
G ráfico
3. N ivel de d esarrollo cognitivo de las víctim as (porcentajes) ................................................. 80
G ráfico
4. V íctim as con antecedentes personales (porcentajes) .......................................................... 81
G ráfico
5. V íctim as con antecedentes fam iliares (porcentajes) ........................................................... 81
G ráfico
6. Procedencia cultural de las víctim as (porcentajes) .............................................................. 81
G ráfico
7. Situación de los progenitores (porcentajes) ........................................................................ 82
G ráfico
8. T ipo de abuso sufrido (porcentajes) .................................................................................. 82
G ráfico
9. Severidad del abuso su frido (porcentajes) .......................................................................... 82
G ráfico 10. U so de violencia concom itante .......................................................................................... 83 G ráfico 11. Tipo de agreso r (porcentajes) ............................................................................................ 83 G ráfico 12. Eclosión del conflicto (porcentajes) .................................................................................... 83 G ráfico 13. D em ora desde q ue se producen los hechos hasta que se den uncian (porcentajes) ............ 84
Índice de tab las y g ráficos 145
G ráfico 14 . D em ora desde q ue se prod uce la eclosión hasta q ue se interpo ne la denun cia (po rcentajes) 84 G ráfico 15. Inform es previos (porcentajes) ........................................................................................... 84 G ráfico 16. Tipos de secuelas sufridas por las víctim as (porcentajes) .................................................... 85 G ráfico 17. D istribución d e la m uestra según elnúm ero de criterios de credibilidad presentes (porcentajes)
91
G ráfico 18. D istribución de la m uestra según el núm ero d e criterios de validez presentes (porcentajes) 92 G ráfico 19. Valoración de la credibilidad de los testim onios (porcentajes) ............................................ 92 G ráfico 20. C riterios d e credibilidad: características g enerales (porcentajes) ......................................... 95 G ráfico 21. C riterios de credibilidad: co nten idos específico s (porcentajes) ........................................... 95 G ráfico 22. C riterios de cred ibilidad: pecu liaridades del co nten ido (porcentajes) .................................. 95 G ráfico 23. C riterios de cred ibilidad : conten idos referen tes a la m otivación y elem en tos específicos a la ofensa (porcentajes) ...................................................................................................... 96 G ráfico 24. C riterios de validez por categorías (porcentajes) ................................................................ 96
146 Índice de tab las y g ráficos
PROTOCOLO FORENSE M AD RID 20 02
V ázquez, B.; Ruíz, M . P.; C asado, A . M . y Ro m era, R. M . N om bre: Fecha de nacim iento: Fecha de en trevista:
DESCRIPCIÓN
ESTUDIO
N IV EL C I
N orm al D eficien te
A N TEC EDEN TES PERSO N A LES
Trastorno s del desarrollo Retraso escolar A nteceden tes de trastornos psicológicos A ntecedentes de m altrato
A N TEC EDEN TES FA M ILIA RES
D esestructuración fam iliar Prob lem as con yugales Falta de figura parental H acinam iento M altrato N iveles bajos de C I Prob lem as / drog as A gresión sexual A nteced entes psicológicos A nteceden tes p siquiátricos A ntecedentes penales
PRO C EDENC IA SO C IO C U LTURA L Ed ad , estudios,profesión d el pad re/m ad re,
A lta M edia Baja
SITUA C IÓ N D E LO S PRO G ENITO RES
Pareja estab le Separados U n prog enitor
TIPO D E ABU SO (C ronicidad y frecu en cia d el ab uso)
C rón ico Varios episod ios A islad o
TIPO D E A G RESO R (Fam iliaridad con el ag resor)
Fam iliar C on ocido D escono cido
SEVERID A D D EL A BU SO (A ctos en los que el m enor se vio envuelto)
Exh ibicionism o Exp osición m aterial pornográfico Tocam ientos Penetración
U SO D E VIO LENC IA (C on com itante al abuso)
Física Psíquica
ECLO SIÓ N
N arración espon tánea N arración por testigos Evidencia física
D EM O R A C uan do sucedieron los hecho s C uand o eclosion ó C uando denunció
D em ora/hecho s-den un cia D em ora/eclosión -denu ncia
IN FO RM ES PREVIO S SECUELAS
Físicas C on du ctuales Em ocion ales Sexu ales So ciales
Protocolo 147
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Save the Children Españ a Save the Child ren es una O rgan ización N o G ub ernam ental(O N G )para la d efensa y prom oción de los derechos de la infancia en el m arco d e la C onvención sobre los D erechos del N iño de N aciones U nidas.En Españ a inició su actividad en 1 99 0 y en m ayo de 199 8 se un ió a laAlian za Intern acional Save th e Child ren . En esta pág ina en contram os inform ación d etallad a sob re el ab uso sexual infan til, e inform es elab orad os por este o rganism o. http://w w w .unicef.org/span ish/even ts/yokoham a/regional-dhaka.htm l U nicef O rganism o de N aciones U nidas que o pera en 16 2 países, region es y territorios inspirándose en las no rm as y principios de la C onvención sobre los D erechos del N iño . En esta pág ina se encuen tra inform ación de todo tipo referen te a la infan cia y,en concreto, sob re cuestiones relativas a cóm o se p ued e com batir la exp lotación sexual infan til. http://w w w .ub.es/psicolog/observatori/ep / Preven ción del abuso Program a d e p revención de abuso sexu al y otros m altratos infan tiles, de A lonso V area, J. M .; Font, P.; Val, A .; Rodríguez, J. Página incluida den tro d e la W eb de la U niversidad de Barcelona. http://w w w .um .es/~facpsi/m altrato/ A M A IM D entro de la w eb de la Facultad de p sicología d e la U niversidad de M urcia se en cuentra esta p ágina d e M altrato Infan tilcoordinad a por A M A IM (A sociación M urcian a para la A poyo a la Infan cia M altratada). En ella se ab orda el tem a d el m altrato infan til en gen eral. http://derecho.org/com unidad/adim a/new /new .htm A D IM A - A sociación A ndaluza para la D efensa de la Infan cia y la Prevención d el M altrato Infan til. http://w w w .acim .es/ A sociación C atalana p ara la Infancia M altratada (A C IM ) O rgan ización española que vela por los derech os y las necesidad es de la infan cia, contra el m altrato infan til. H a creado una R ed de Intercam bios Profesionales sobre M altrato Infan til (X IPM I). http://ag resionyfam ilia/com Instituto Españ ol de A gresión y Fam ilia Entre sus objetivos se en cuentran la form ación y el asesoram iento a p rofesionales en tem as com o el abuso sexual infan til, así com o la elab oración de inform es p ericiales relativos a esta m ateria y el trab ajo terapéu tico con las víctim as.
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http://w w w .asociacion-acp i.org/info.htm A sociación españ ola contra la pornografía infan til A dem ás de otras inform acion es relacionadas con el tem a, nos aportan d atos sobre cóm o d etectar el abuso sexual infantil. C uenta tam bién con u n p ortal de o cio e inform ación para niño s m enores de 1 5 añ os. http://w w w .ecp at.net/es/ EC PAT España Red internacional de organ izaciones contra la exp lotación sexual com ercial de la infan cia Lucha co ntra la p rostitución infantil, la p orno grafía infantil y el tráfico de n iños/as co n propósitos sexuales. http://w w w .violacion.org/ab uso/default.htm l C entro d e A sistencia a V íctim as de A gresiones Sexuales (C A VA S) En esta pág ina se esbo zan las principales n ociones sobre ab uso sexual infan til, y se señalan estrategias d e actuación. http://w w w .aepap .org/previnfad /M altrato.htm A sociación Española de Pediatría de A ten ción Prim aria Po dem os encontrar artículos sobre la prevención y detección del m altrato infan til. http://w w w .no do 50 .org/m ujeresred/abusos.htm l M ujeres en R ed Portalde género cread o com o alternativa a la com un icación tradicionaly qu e sirve de m arco d e com unicación a m ás de 3 .00 0 m ujeres. D ed ica u n espacio al ab uso sexual infan til con varios enlaces que am plían la inform ación. http://w w w .servidorcentral1.com /ab csexologia/ab usos_deteccion.htm Portal de sexo logía (Instituto Esp ill de Valencia) Se ap ortan artículos sobre la detección del ab uso y el pap el de los profesionales.
En Latinoamérica http://w w w .arasi.cl/ A rasi: A lerta y respu esta contra el ab uso sexual infan til C orporación C hilen a p ara el estud io, la p revención, el tratam ien to, la sensibilización, etc., del ab uso sexual infantil. http://w w w .fm m educacion.com .ar/Recursos/abusosexual.htm FM M Educación Pág ina A rgentina dedicada a la ed ucación en la q ue se pu eden encon trar textos sencillos que exp lican en qué consiste el ab uso sexual, cuáles son sus indicad ores, cóm o deb em os actuar, y los recu rsos de ese país. http://w w w .m ipediatra.com .m x/abuso.htm M i Pediatra Inform ación relacionad a co n la salud del niño.
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