ACTIVIDAD DE APRENDIZAJE Nº 3 ENSAYO DE REFLEXIÓN PERSONAL SOBRE LA IDENTIDAD IGNACIANA Y LOS RETOS E IMPLICACIONES IMPLICACIONES QUE SE DERIVAN DE ELLA PARA PARA LA GERENCIA SOCIAL, EN LA OBRA EN LA QUE TRABAJA Un acercamiento a la Persona y Obra de Ignacio de Loyola y su Aporte a Nuestro Ser y Hacer Como Gerentes Sociales Ignacianos
Ondina Montero
6 de noviembre de 2013
En el presente ensayo se pretende hacer un acercamiento reflexivo a la Identidad Ignaciana con el fin de definir tanto sus fundamentos, como los retos e implicaciones que supone a aquellos que prestamos nuestro servicio como gerentes ignacianos. De tal manera, partiremos definiendo identidad como “el conjunto de los rasgos propios de un individuo o de una comunidad. Estos rasgos caracterizan al sujeto o a la colectividad frente a los demás. La identidad también es la conciencia que la persona tiene respecto de sí misma y que la convierte en alguien distinto a los demás.”1 Por lo tanto, al hablar de identidad nos estamos refiriendo a aquello que nos define o distingue de los demás y que por ello nos hace particulares y nos permite actuar desde lo que somos. Por otra parte, cuando empleamos el adjetivo ignaciano o ignaciana estaremos haciendo referencia a “lo de Ignacio”, es decir tiene que ver con Ignacio de Loyola, sus características personales, su espiritualidad y en especial su manera de concretizar el lema de su vida “en todo amar y servir” Es así, como este ensayo, sobre la Identidad Ignaciana y los retos e implicaciones que se derivan de ella para la gerencia social, en la obra en la que trabajamos, pretende ser el ejercicio o más bien el compromiso de adentrarnos reflexivamente en la Vida y Obra de Ignacio de Loyola para desde allí responder a la misión que se nos ha encomendado, en mi caso como Subdirectora de la U.E.C. Fe y Alegría – Luisa Cáceres de Arismendi, ubicado al sur de la ciudad de Valencia en Venezuela. El Andar del Peregrino
Si alguna imagen define a Ignacio de Loyola es la de Peregrino, como el mismo se autodenomina en su Autobiografía. Desde el momento de su conversión en Loyola, tras ser herido gravemente en Pamplona, se convertirá en el “andarín caballero”, como lo define Miguel Matos SJ en una de sus canciones (Canción: En todo amar y servir) La Peregrinación de Ignacio inicia pues con su proceso de conversión y poco a poco se convertirá en su manera de proceder en la vida, ya que cuando apenas se siente reestablecido, se irá por el mundo “solo y a pie” buscando siempre la Voluntad de Dios, “para mejor amarle y servirle”. De este peregrinar de Ignacio me gustaría destacar aquellos elementos que son para mí invitaciones especiales y a la vez retos: 1.
La conv ersión con tinua, con stante: El camino del Peregrino está lleno de acontecimientos y experiencias que le irán configurando como un “hombre nuevo”, desplazándose a lugares, personas y aspiraciones totalmente contrarias a las que le habían constituido, pasando así de noble caballero a mendigo, de servir al rey terreno a servir a su Señor del Cielo, de buscar el agrado de nobles y cortesanos a sólo buscar la Voluntad de Dios. Hay autores que afirman que Ignacio es un peregrino en constante conversión,
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proceso que arranca en Loyola, cuando en su larga convalecencia decide enrumbar su vida dejándose fascinar por la Persona de Jesús, por el que se siente invitado a Jerusalén, hasta dejarse “arrastrar” completamente por su proyecto: La realización de Reino. He de señalar, que el llamado a la conversión en Ignacio es tan fuerte que llega a expresarlo hasta de manera simbólica pues, lo que inicia en Loyola toma cuerpo en Moserrate en una noche de vela ante la Virgen (marzo de 1522) cuando realiza su primer gran gesto de convertido, despojándose de todo lo que había sido el distintivo de su vida anterior de noble caballero: el vestido, la espada, el puñal y hasta la mula, para revestirse de ese nuevo ser con el que ahora quiere identificarse, el de peregrino: un vestido de saco, una cuerda por cinturón, unas sandalias rotas y un bordón. Todo este proceso de conversión de Ignacio me invita a salir de mi “zona de confort” para encontrar me con Jesús en la Vida, en la historia de cada día y en la vida de los hermanos y hermanas con los que comparto la vida y la misión. Me llama a no instalarme, a despojarme de todo lo necesario (preconcepciones, juicios, posturas) para, como siempre me repetía el Padre Félix Moracho S.J. “Dejar a Dios ser Dios en mi vida” y estar “liger a de equipaje” para la seguir a Jesús y llevar a cabo la misión que me ha sido encomendada. 2. La llamada a la oración con templación . Ignacio dedica largos ratos a estar en silencio para abrir espacio a la lectura y la meditación para desde allí escuchar la voz del Padre, Como gerentes ignacianos, debemos constantemente detener la marcha y estar en silencio para escuchar lo que nos pide Papá Dios en cada momento, a través de la reflexión y la meditación de la realidad a la luz de la Palabra, en especial del Evangelio. Con cierta frecuencia el detenernos nos permite centrarnos en la realidad y desandar algunos caminos para replantear y fortalecer nuestro ser y nuestro hacer.
Monserrate: En Monserrate Ignacio experimenta profundamente la conversión y reconciliación consigo mismo, con Dios y con los hermanos, así como el reencuentro con la Iglesia, a través de la mediación de María; como gerentes ignacianos es de vital importancia renovar continuamente nuestra relación con nosotros mismos, con los otros y con el Otro a través de experimentar la conversión continua (que en Ignacio es un camino y no un momento) y la reconciliación. Es pues esta etapa, de absoluta confianza en el Padre, una entrega total sin miedos y con radicalidad, lo que constituye para nosotros un reto, una llamada, un ejemplo de discernimiento que invita a la ruptura y el desapego para dar una respuesta asertiva a las necesidades de un mundo con tantas carencias. Así mismo, no debemos perder nunca de vista que las obras apostólicas en las que prestamos nuestro servicio, son obras de la Iglesia. Manresa: En esta etapa de su vida Ignacio aprendió poco a poco el arte de dejarse enseñar por Dios en la oración, la penitencia, la actitud de
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escucha continua. Es un tiempo de pobreza, de contemplación y acción, de producir, sistematizar, escribir, compartir. Constituye para Ignacio un espacio para el Discernimiento de sus mociones, así como de las manifestaciones del espíritu de Dios y las tretas del mal espíritu, constituye la base de lo que posteriormente serían los Ejercicios Espirituales Ignacianos. En nuestro diario devenir como GI la oración y el descernimiento son el pilar fundamental de nuestras acciones pues a través de ellas escuchamos la voz de Dios y la voz de los hermanos y hermanas a los que servimos El descernimiento continuo nos ayuda a tener claro el servicio que queremos prestar para poder hacerlo coincidir con la Voluntad de Dios. Esta etapa es una invitación a profundizar y a estar en diálogo permanente con nosotros mismos y con Dios para responder a la historia. Paris: constituye el lugar donde se realiza el compromiso en un género de vida tras un largo proceso de discernimiento. Esta etapa de la vida de Ignacio nos invita a descifrar los caminos del Señor, haciéndonos conscientes de que esto es un proceso de larga duración, en el cual nunca falta la luz para avanzar y siempre se vislumbran zonas por descubrir. De ella aprendemos que es necesario tener claro la vocación a la que somos llamados y a través de la cual somos invitados a seguir a Señor. Así mismo, Paris es el lugar donde se junta Ignacio con sus primeros “amigos en el Señor” para abrazar la misión, lo que nos enseña que es de vital importancia para toda organización reunir un equipo comprometido con la obra como lo hizo Ignacio con Fabro, Francisco Javier y otros, impulsado lazos de fraternidad en nuestro compromiso de servicio a nuestros hermanos y hermanas.
Una Pedago gía Espiritu al: Los Ejercicio s Esp iritu ales Ign aciano s
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