UNIVERSIDAD NACIONAL DE TRUJILLO
Después de los los difíciles difíciles días días descritos, descritos, apareció entre los colonos colonos un acusado sentimiento de ira contra los campesinos. Los muchachos no podían perdonarles que ellos fueran el origen de nuestros sufrimientos, las charlas de los educadores acerca del campesinado, acerca de su trabajo, acerca de la necesidad de respetarlo, jamás eran consideradas por los muchachos como procedentes de personas más cultas y más razonables que ellos.
Una de las causas importantes que obstaculizaban nuestras relaciones con los campesinos era que nuestra colonia estaba rodeada exclusivamente de caseríos de kulaks. Gonchárovka, donde dominaban los verdaderos campesinos trabajadores, estaba todavía lejos de nuestra vida. Los colonos conocían perfectamente la hacienda de cada uno de nuestros vecinos, conocían incluso en qué estado se encontraba cada sembradora o segadora, porque reparaban frecuentemente esas herramientas en la fragua.
Luká Semiónovich, que nos había cedido cedido la tierra de los Trepke, Trepke, no renunciaba a la esperanza de expulsarnos de la segunda colonia y gestionaba incansablemente incansablemente la cesión del molino y de toda la hacienda de los Trepke al Soviet rural para instalar allí, según él decía, una escuela. El y sus secuaces escribían interminables quejas contra la colonia y las enviaban a la ciudad; nos denigraban constantemente constantemente en las diversas instituciones urbanas, y a su insistencia se debió la incursión de la milicia.
Un mediodía mediodía caluroso caluroso de junio apareció apareció en el horizonte, horizonte, más allá del lago, una verdadera procesión. Cuando estuvo cerca de la colonia, distinguimos sus detalles espeluznantes: dos mujiks traían amarrados a Oprishko y a Soroka.
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CAPITULO XIX:
“ Sobre Sobre lo vivo y lo muerto ” ”
Todos los días, desde desde por por la mañana, Kalina Kalina Ivánovich Ivánovich pronunciaba en la cuadra discursos contrarrevolucionarios, acusando al Poder soviético de desorden y de implacabilidad en el trato de los animales.
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En la segunda colonia, la cuadra cuadra estaba estaba ya terminada, y era preciso preciso llevar allí, apenas entrara la primavera, dos caballos para la labranza y la siembra. Sin embargo, nos faltaban estos dos caballos.
Antón Semiónovich le expuso al presidente de la Inspección Obrera y Campesina, las dificultades de la colonia y trato de solucionar el problema de los caballos, dándole por prestado tres , los cuales serian devueltos en mes y medio. Los caballos eran negros, altos y lustrosos, se llamaban Zver, Korshun y Mary.
La segunda segunda colonia colonia comenzó a cobrar cobrar vida. Acabó la reparación de una una casa y pasaron a habitarla seis colonos. Se llevaban unos cuantos víveres de nuestra despensa y ellos mismos se hacían la comida como podían en un hornillo instalado en el jardín, sus obligaciones entraba: cuidar del jardín y de los edificios, asegurar la travesía en el Kolomak y trabajar en la cuadra, donde había dos caballos y donde Oprishko actuaba como emisario de Brátchenko. En los campos de la segunda colonia se efectuó un gran trabajo
Los domingos, domingos, casi casi toda toda la colonia se se bañaba bañaba en el Kolomak. Kolomak. Al principio se bañaban únicamente los colonos y los educadores y luego poco a poco empezaron también a congregarse a orillas del alegre y acogedor riachuelo las mozas y los mozos de la vecindad,
En la propia colonia colonia había había siempre alegría y bullicio a consecuencia consecuencia del trabajo constante e intenso, de las continuas preocupaciones derivadas
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de él, de las visitas de campesinos que llegaban a encargar algún trabajo, del refunfuñar de Antón y de las sentencias de Kalina Ivánovich, de la risa y las travesuras eternas de Karabánov, de Zadórov y de Belujin, de los infortunios de Soroka y de Galatenko, de la vibración armoniosa de los pinos, del sol y de la juventud.
Un día, día, a mediados de junio, Chernenko Chernenko quiso proporcionar una distracción a los muchachos: unas unas bailarinas irían a la colonia para para que las vean los muchachos, estas con miedo bailaron de muy mala gana y no gustaron en absoluto a los muchachos.
CAPITULO XXI:
“Unos viejos dañinos”
Era deliciosa deliciosa la colonia en las noches de verano. verano. Entre los arbustos arbustos del viejo jardín se escucha la risa en explosiones de Olia Vóronova, le contesta como un eco la voz abaritonada y burlona de Burún, y luego nuevas risas, pero ahora ya no sólo de Olia, sino de todo un coro femenil, y después Burún echa a correr hacia el prado sujetando la gorra
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toda arrugada, y tras él un abigarrado y alegre tropel de muchachas. En el prado, Shelaputin, atraído por las risas, se detiene sin saber qué hacer: reírse o escapar, porque también él tiene viejas cuentas pendientes con las muchachas.
En verano verano había había llegado llegado a la colonia Kuzmá Leshi, enviado enviado por la comisión. No pasaba día sin que le sorprendiéran hurtando algo.Tenía cierta instrucción, era ingenioso, muy ágil y audaz de movimientos, sabía bailar admirablemente el hopak, por todo esto los colonos le perdonaban muchas cosas, pero sus eternos robos empezaron a hartarles.
Mitiaguin había sido siempre ladrón. En En la colonia no no robaba, robaba, porque sentía aprecio a los que vivían en ella y se daba cuenta perfectamente de que robar en la colonia era agraviar a los muchachos. Pero en los mercados urbanos y en las casas de los campesinos no había nada sagrado para él. Los pequeños adoraban a Mitiaguin, pero él sabía ocultar ante ellos su sincera filosofía de ladrón.
En Ucrania, Ucrania, no se ha ha considerado considerado jamás jamás un un delito el robo de sandías. sandías. Por eso, hasta los muchachos campesinos se permitían alguna que otra incursión por los sandiares próximos. Los dueños reaccionaban a ello con más o menos benevolencia: en una desiatina se podía recoger alrededor de veinte mil sandías, y la desaparición de un centenar de ellas en todo el verano no se estimaba un perjuicio muy grande. Un día Antón Semiónovich entró en el dormitorio y vio que todo el suelo estaba estaba lleno de cortezas de sandía. El se lanzó sobre el muchacho de guardia, castiguó a unos cuantos y exigió que la cosa no volviera a repetirse. En
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efecto, durante los días siguientes los dormitorios estuvieron tan limpios como de costumbre.
CAPITULO XXII:
“ Amputación Amputación ” ”
Los muchachos no cumplieron su palabra. Ni Karabánov, ni Mitiaguin, ni los demás componentes del grupo cesaron sus incursiones por los sandiares ni sus atentados a las cuevas y las despensas de los campesinos. Una noche
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irrumpieron en el colmenar de Luká Semiónovich y se llevaron de él dos colmenas con la miel y las abejas, Mitiaguin era el artífice de tal acto de hurto.
Antón Semiónovich debía expulsar expulsar a Mitiaguin, a si que le entregó entregó un certificado de salida de la colonia y cinco rublos para el camino. Mitiaguin se marchó antes del anochecer, despedido por casi toda la colonia, todos estaban tristes.
Un día karavnov intento esconder a Mitiaguin y preparar un plan para marcharse, pero Antón Antón los sorprendió y le escribió un certificado certificado para Karabánov. Tanto Mitiaguin como Karabánov se irían de la colonia
Delante, en la carretera solitaria, se vislumbraban dos siluetas. Únicamente la vista aguda de Antón había podido precisar con tanta exactitud que eran Mitiaguin y su camarada. Después de intercambiar palabras con Antón Semiónovich, se despidieron amablemente. amablemente.
CAPITULO XXIII:
“Semillas de calidad”
Empezó en la colonia un período período sombrío: sombrío: el más sombrío sombrío de toda nuestra historia. La expulsión de Karabánov y Mitiaguin resultó una operación en extremo dolorosa.
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Después de su marcha todo todo se hizo, de pronto, aburrido aburrido y gris. Vérshnev Vérshnev se sumergió todavía más en los libros. Las bromas de Belujin adquirieron un cariz excesivamente serio y sarcástico. Muchachos como Vólojov, como Prijodko, como Osadchi, se hicieron demasiado serios y corteses. Los pequeños se aburrían y secreteaban y, en general, toda l a muchedumbre de colonos adquirió repentinamente el aspecto de una sociedad de adultos. Tan sólo Zadórov, siempre sonriente y sincero, no había perdido su alegría, pero nadie experimentaba el deseo de compartir su animación, y el muchacho m uchacho tenía que sonreír a solas, sentado, ante un libro o ante el modelo de una máquina de vapor que había comenzado a construir ya en la primavera.
En el trigo de invierno había más malas hierbas que trigo; el de primavera tenía un aspecto lastimoso, y, en cuanto a la remolacha y a las patatas, la cosa era peor aún. Y en las casas de los educadores reinaba la misma depresión.
La colonia colonia marchaba adelante sin alegrías y sin sonrisas, sonrisas, pero marchaba con un ritmo neto y seguro, como una máquina bien montada. Yo veía también las consecuencias positivas de mi condena de los dos colonos: habían cesado por completo las incursiones a la aldea, habían l legado a ser inverosímiles las operaciones contra los sandiares y las despensas.
En la colonia aparecieron muchos asuntos nuevos e importantes. importantes. Empezamos a construir un invernadero en la segunda colonia, comenzamos a trazar los senderos y a arreglar los patios después de la liquidación de las ruinas de la finca de los Trepke, construimos arcos y empalizadas, empezamos a tender un puente sobre el Kolomak, en el sitio donde el río era más estrecho; en la ffragua ragua hacíamos camas de hierro para los colonos, reparábamos nuestro material agrícola y nos apresurábamos febrilmente a terminar la reparación de los edificios de la
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segunda colonia. Yo acumulaba rigurosamente trabajos nuevos y exigía de toda la colonia el mismo esmero y la misma precisión en el trabajo.
Se dispuso que en los muchachos se efectué algunos ejercicios de educación física y de Instrucción militar, los colonos accedieron a ello de buen grado . Después del trabajo, dedicábamos todos los días una o dos horas a esos ejercicios, en los que participaba toda la colonia. Los ejercicios efectuábanse en nuestro patio, que constituía un espacioso cuadrado. A los muchachos les gustaba mucho todo esto, y pronto tuvimos fusiles de verdad, porque se nos aceptó con alegría en las filas de la instrucción militar general, ignorando artificialmente nuestro tenebroso pasado de infractores de la ley. Cuando en la delegación de Instrucción Pública se enteraron de nuestras aficiones militares, la palabra cuartel fue durante largo tiempo nuestro mote.
La agricultura agricultura obtuvo un poderoso poderoso refuerzo. Llamamos a un agrónomo, y en los campos de la colonia apareció Eduard Nikoláievich Shere, un ser incomprensible en absoluto para la inexperta mirada de los colonos. Shere tuvo un choque con Antón en la cochera Antón no podía comprender ni concebir que se pudiera tratar trata r a un animal tan simpático como el caballo con la matemática precisión que recomendaba r ecomendaba insistentemente Eduard Nikoláievich.
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CAPITULO XXIV:
“ El El calvario de Semión ” ”
Shere Llevó Llevó a cabo la la siembra de primavera primavera según según el sistema de rotación de cultivos, y supo convertir la ejecución de su plan en un acontecimiento para toda la colonia . Los muchachos no acataban siempre sin discusión sus disposiciones, y Shere jamás se negaba a escuchar una observación práctica.
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La actitud actitud de los colonos colonos con relación a Shere era, una actitud de entusiasmo contenido. Naturalmente, estaban seguros de que nuestro Shere era tan bueno sólo por ser nuestro y que en otro sitio valdría mucho menos. Este entusiasmo se expresaba en el reconocimiento tácito de su autoridad y en los interminables diálogos acerca de sus palabras, sus conocimientos, sus modales y su impermeabilidad a toda clase de sentimientos.
Una vez vez tuvimos tuvimos que que instalar una estufa en el dormitorio de las muchachas, el estufista había llegado casualmente a la colonia, Salpicaba su conversación de interminables refranes y proverbios, y de sus palabras se deducía que en el mundo no había un constructor de estufas como él.
Al cabo de tres días, Artemio me llamó para mostrarme la estufa. En En el dormitorio se había congregado toda la colonia. Artemio daba vueltas alrededor de su obra y erguía er guía la cabeza. La destartalada estufa estaba en el centro de la l a habitación, toda torcida, y de pronto, se desmoronó estruendosamente, llenó la habitación de ladrillos y nos ocultó a todos en una espesa nube de polvo que no pudo ocultar las carcajadas, los gritos y los gemidos que estallaron en aquel mismo instante. Muchos fueron alcanzados por los ladrillos, pero ninguno estaba en condiciones de reparar en su dolor. Despedimos a Artemio, pero su nombre fue durante mucho tiempo sinónimo de ignorante, fanfarrón y chapucero.
En la colonia nació una verdadera pasión por la agricultura. agricultura. Únicamente Únicamente los muchachos que habían aprendido algo en los talleres no se dejaban arrastrar por el campo. En pleno fragor del entusiasmo agrícola, a principios de febrero, llegó Karabánov a la colonia. Los muchachos le recibieron con abrazos y besos entusiastas.
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Hasta el anochecer erró Semión Semión por la colonia, colonia, pasó pasó a ser el brazo derecho de Shere. Con francas dotes de agricultor, sabía muchas cosas y otras muchas las llevaba en la sangre, desde el abuelo y el bisabuelo: una experiencia agrícola heredada. Al mismo tiempo, absorbía con avidez la nueva teoría agrícola, la belleza y la armonía de la técnica agronómica. Antón entreguó a Semión Semión la misma pistola pistola que se había había extraído en otoño del cinturón de Mitiaguin, con los mismos tres cartuchos. Karabánov la tomó maquinalmente. Echó una mirada feroz al arma, se la guardó con un rápido movimiento en el bolsillo y, sin decir una sola palabra más, salió de la habitación.
CAPITULO XXV:
“ Pedagogía Pedagogía de mandos ” ”
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http://www.slideshare.net/henry_uce2/poema-pedagogico-de-anton-makarenko