UNIVERSIDAD YACAMBÚ VICERRECTORADO DE INVESTIGACIÓN Y POSTGRADO INSTITUTO DE INVESTIGACIÓN Y POSTGRADO
ETICA AMBIENTAL Ensayo
Profesora: Msc. Rosa Rivas Participante: Florencio J. Malpica H.
Canoabo, 27 de noviembre de 2011
Cuando leemos el compendio de las lecciones de filosofía, escrita por el Dr. juan José arbolí, encontramos que la ética es una parte de la filosofía que establece los principios y las máximas que regulan las acciones humanas en la búsqueda infinita del bien, así como vivir en cumplimiento en ese orden moral. También descubrimos que la ética es ciencia cuando investiga y afianza los principios de ese orden moral. Concibiéndose este último como el conjunto de reglas y normas, el camino, por donde deben dirigirse las acciones del hombre y la mujer, a virtud de hacer este camino un hábito o buenas costumbres de practicar el bien. Entendiéndose en este ensayo al bien como una acción globalizada, es decir bien al prójimo y al ambiente que nos rodea, y donde a diario acontecen millones de interrelaciones entre los factores bióticos, y abióticos; entre los organismos que cohabitan los biomas y muy especialmente las que ocurren entre el ser humano y su medio ambiente natural, como lo es la tierra. Según Carmona, M (2002), “el concejo internacional de la lengua francesa definió el ambiente como el conjunto, en un momento dado, de los agentes físicos, químicos, biológicos, y de los factores sociales susceptibles de tener un efecto directo e indirecto, inmediato o aplazado, sobre los seres vivientes y las actividades humanas”. Estos agentes y factores, en armonía con el ser humano, reflejaran la homeostasis general del gran ecosistema llamado tierra, condición deseada para el futuro y además reflejaran la huella deleble de las actividades humanas sobre la superficie del planeta. Cuestión que en la actualidad está en tela de juicio, por los impactos ambientales y la agresividad con la cual el ser humano posa su huella sobre los diferentes biomas del mundo, revelando un futuro árido y desolado, con aguas putrefactas y aire contaminado, como herencia para nuestros muchachos. En Humanismo y naturaleza, escrito por Kwiatkowska, T (1999), está definida la ética ambiental “como una rama de la ética que trata con problemas relacionados con el medio ambiente y con las ciencias ambientales, abordando aspectos relativos al deterioro ambiental, a la conservación, y preservación de los recursos naturales en sus diversas manifestaciones y a los derechos de los animales”. Razonando sobre el concepto nos encontramos, entonces, que la ética ambiental no puede ser tema de discusión solamente de los intelectuales y de las personas de ciencia y tecnología. El género humano como un todo, como un pueblo, como una sociedad responsable, debe tomar conciencia del ambiente y de cómo sus actividades rompen a diario el equilibrio de la naturaleza, con la consecuente pérdida y extinción de muchas especies y poniendo en peligro su propia existencia sobre la faz de la tierra. Si queremos andar por los senderos de la ética ambiental, debemos avanzar hacia una ética ambiental de la virtud, el cual vendría a hacer un estado de conciencia ambiental donde las personas buscarían establecer sus ideales positivos a la par del florecimiento humano dentro de un mundo natural saludable y diverso, tal como lo propone Kwiatkowska, T (2003)
en el libro “los caminos de la ética ambiental”. El futuro inmediato es para reflexionarlo sobre la base de una ética ambiental sólida, se nos vislumbra un problema de cambio climático de orden mundial, las expectativas de desastres son enormes ¿Cuál será el juicio moral o postura ética para resolver los problemas que se nos avecinan? ¿Qué consecuencias recaerá sobre la especie humana al final de la tempestad climática?, será el utilitarismo quien impondrá sus razones a bien de la felicidad de la gran mayoría, o el egoísmo moral utilizara todos los medios a fin de que unos pocos (los poderosos) sobrevivan al desastre. O finalmente se impondrá el altruismo moral, aquellas almas virtuosas que se sacrificaran en beneficio de todos. El mundo está en zozobra, esperemos, pues, que los utilitaristas y los altruistas estén ojo avizor. En el umbral del año 2012, pronosticado por los científicos, como el inicio de los cambios climáticos, y holísticamente reconocido como el renacimiento del planeta tierra, nos corresponde hacernos esta pregunta obligada: ¿Cuáles son nuestras responsabilidades para las generaciones futuras con respecto al ambiente? Sin buscar muy lejos, debemos pensar que la Educación de las nuevas generaciones, que buscan luz y conocimientos en los recintos escolares y universitarios, debe ser nuestro horizonte, y esta debe hacerse sobre la base de la Educación Ambiental. Las Organizaciones de orden mundial, como la ONU, deben proponer un cambio en la concepción de la educación ya no un tanto positivista y más cerca del humanismo como la razón de ser de los seres humanos. El mundo actual pareciera reflejar que avanza frenéticamente hacia la cumbre del materialismo, lo podemos ver en el derroche de dinero en propaganda y marketing, para posicionarse en los diferentes estratos de la sociedad, que vuelan pragmáticamente a los centros comerciales a comprar la tecnología de última generación, que dentro de cuatro o cinco meses ya estará en el basurero por estar pasada de moda o desactualizada, así notamos un derroche de energía sin precedentes en la búsqueda de llenar el ánfora rota o hueca a donde van a llegar todas las vanidades del mundo. Ese es el mensaje que a diario les llega a los niños, niñas y adolescentes cuyas mentes atrapadas por el mundo que le rodea no pueden percibir, ni sopesar el deterioro que sus padres y abuelos del mundo acarrean sobre el medio ambiente. ¿Qué valores, creencias y perspectivas tendrán estos jóvenes cuando sean adultos?, no es de preocuparnos a esas alturas, nuestra responsabilidad es preocuparnos hoy, y proponernos enseñarles una educación ambiental aplicando métodos pedagógicos insertados en la nueva realidad que circunda a las nuevas generaciones, sobre la base de valores humanos, morales y sociales tales como: la honestidad, la responsabilidad, libertad, conciencia, solidaridad, misericordia, humildad, generosidad, la armonía, el bien, la belleza, la verdad, la felicidad, la virtud. Valores que deben encarnar bajo la fe y creencias de las múltiples culturas que existen en los pueblos del mundo, y todas ellas enmarcadas en aquel mensaje universal de Jesucristo: “…a tu prójimo como a ti
mismo”. La perspectiva para las nuevas generaciones, debe ser verse jugando, riendo, creciendo y desarrollándose en todas sus manifestaciones físicas, emocionales y espirituales en armonía con un ambiente sano, traslucido y cristalino como el agua que baja de los manantiales. En contraposición la realidad la encontramos en las letras de una canción de mediados de los años noventa “¿A dónde jugaran los niños?”, panorama triste y desolado que recibirán como herencia nuestros pequeñuelos. Igualmente lo podemos visualizar en las imágenes que proyecta el capítulo “el mundo real que nos circunda” escrito por Rachel Carson, copilado en “los caminos de la ética ambiental”, allí envuelta en un sentimiento de amor por la naturaleza y el bien al prójimo, reflexiona con una interrogante que se las dejo a bien de despertar la conciencia ambiental que nos proponemos buscar. Cito a continuación: “¿Tiene derecho esta generación, la nuestra, en su materialismo egoísta, a destruir estas cosas porque el signo de dólares nos ha cegado?”. ¡Ahí queda esa interrogante para la posteridad! Como podemos inferir, la preservación ambiental está atada a la búsqueda del humanismo como filosofía de un mundo mejor, en palabras sencillas no puede existir la preservación perpetua de nuestros ecosistemas sin el enfoque humanista. En un artículo publicado por Lértora Cecilia en la web, CECIES: pensamiento latinoamericano y alternativo, encontramos que los enfoques o direcciones más importante de la ética ambiental son: El extensionismo libertario, el extensionismo ecológico, y la ética de la conservación. Tanto el extensionismo libertario, como el ecológico provienen de una reflexión profunda del mundo natural, donde los factores bióticos y los factores abióticos son considerados como condición sine qua non para nuestra existencia, ambos enfoques proponen respetar sus derechos y libertad que les atañen. Nunca debemos olvidar que cuando los homos sapiens avistaron el horizonte del planeta, los ecosistemas tenían millones de años en sucesión y sus especies en evolución continua, pasando por diferentes eras y cambios climáticos trascendentales. Por su parte, la ética de la conservación enfoca el ambiente en términos de utilidad para los humanos, lo que en el fondo encierra el uso y derecho de los recursos ambientales sustentados en su valor económico o estratégico, lo que evidencia un trasfondo de quien le pondrá valor a estos recursos. Esto no es nuevo, ya en el año 1854 el presidente norteamericano Franklin Pierce propuso a Seattle, jefe de la tribu Duwamish(Suquamish), comprarle sus tierras, al año siguiente el gran jefe indio le respondió: “¿Cómo se puede comprar, o vender, el cielo o la tierra? La idea es completamente absurda. Los indios no tenemos la propiedad de la frescura del aire, ni de la pureza prístina de las aguas; todo ello pertenece a la naturaleza y nadie puede comprarla ni venderla. La tierra no pertenece al hombre: El hombre pertenece a la tierra”. Hoy en día esta carta ha generado una polémica donde instituciones de renombre se han dado a la tarea de desprestigiarla o desacreditarla. Estos son los que verán siempre la tierra como un medio al servicio
de un fin, los mismos que avalan la teoría o postulado maquiavélico de que el fin justifica los medios. Ante tal situación debemos pues, tomar postura y sin caer en el romanticismo y el sentimentalismo que por naturaleza nos envuelve en estos temas, proponernos avanzar en la dirección del extensionismo Libertario, un enfoque humanista hacia una ética ambiental de virtud. En conclusión los seres humanos deben afianzar la búsqueda de un orden moral que los lleve a una ética ambiental de virtud como lo reseña Teresa Kwiatkowska. Este camino debe ser abonado para las futuras generaciones, quienes florecerán mente, cuerpo y alma sobre las bases de valores morales, humanos, y sociales. La dirección de ese camino debe ser el extensionismo libertario, asumiéndolo sin la melancolía que tanto critican sus opositores, y del cual muchas veces se aprovechan para desacreditar este enfoque. Finalmente podemos decir que hoy más que nunca el cambio climático de orden mundial, traerá consigo un juicio moral o ético con consecuencia para la raza humana, un desastre natural donde la mano del humano tiene su porcentaje de culpabilidad. De ocurrir este evento, con las señales apocalípticas anunciadas, ha de generar consecuencias graves para siete mil millones de almas que están a la deriva del acontecimiento. Seguros estamos que la madre tierra con sus millones de años de existencia, guarda en su seno con sabiduría lo que ha de venir y estará allí con sus arcas (ecosistemas protegidos de los eventos catastróficos) para preservar las especies del planeta, y apostamos a que estarán dirigidos por altruistas y utilitaristas, a bien de todos o la gran mayoría.
BIBLIOGRAFIA Arbolí, J (1844) Compendio de las lecciones de filosofía que se enseñan en el colegio de humanidades. Sociedad de la revista médica. Cádiz, España. Tomo II, pág. 5 Carmona, María del C (2002) Derechos en relación con el medio ambiente. Universidad nacional autónoma de México. Segunda edición, pág. 19 Kwiatkowska, T (1999) Humanismo Valdezeditores.México,D.F.pag.223
y
naturaleza.
Plaza
y
Kwiatkowska, T & Isaa, J (2003) Los caminos de la ética ambiental. Plaza y Valdez editores. México, D.F. Pag.16 Lértora, C. Cecies: ética ambiental [en línea]http://www.cecies.org/articulo.asp? id=335 (Consultada el 26/11/2011)
florencio malpica
Firmado digitalmente por florencio malpica Nombre de reconocimiento (DN): cn=florencio malpica, o, ou, email=florenciomalpica@yaho o.com, c=VE Fecha: 2011.11.28 08:11:06 -04'30'