EL TORITO DE PUCARA Pupuja se había convertido en un pueblo muy hermoso de los andes del Perú, era época de la colonia y muchos españoles tenían grandes haciendas en las que trabajaban y los agricultores tenían casitas alegadas de la casa principal, la casa de los patrones y estaban repartidas por toda la hacienda Chuya, una niña de diez años, despertó un día toda su familia famili a gritando contesta: -! Ha nacido un torito, ha nacido un lindo torito ¡Todos fueron a ver al becerrito y se llenaron de ternura al verlo alimentarse de su madre. - Yo lo cuidare – dijo entusiasmada Chuya -. Sera mío y se llamara Yana porque es todo negrito. Pero su padre le respondió: - Hija, tu sabes que todos los animales son del patrón, el decidida. El dueño dejo al cuidado al ternerito al cuidado de la niña, ni ña, pero le advirtió que cuando creciera se lo llevaría y lo vendería en la ciudad. Durante dos años, Yana y Chuya pasaron todo el tiempo juntos, ella lo llevaba a pastear, lo hacía correr, lo montaba, lo adornaba con coronas de flores, lo hacía jalar grandes piedras y, sobre todo, lo quería mucho. Pero supo que había llegado el momento de separarse de su grande amigo cuando escucho que el patrón decía a su padre: -Ya se acercan las fiestas y he ofrecido al toro de Chuya para la SUELTA, así que prepárelo para que parezca el más bravo de todos.
Chuya sabía que era la SUELTA: escogían halos todos más grandes y les frotaban ají en la nariz para que les picase y se pusieran más bravos. Luego los soltaban a correr por las calles mientras la gente les pegaba, les hincaba y se corría de ellos. -Pobre Yana , pobre mi torito lloraba -. ¿Cómo hare para librarlo de ese maltrato? Entonces tuvo una idea
! Ya sé que hare ¡ -dijo . Tomo mucha arcilla negra y con ella hizo un gran toro, lo pinto de colores brillantes y lo puso en el lugar donde dormía el torito. Luego, camino toda la noche llevando a Yana al otro lado de la montaña, lo dejo en una cueva y regreso a esconderse en el coral. -¿Dónde está mi toro? ¿Qué significa esto? – grito el patrón, al día siguiente, al encontrar la figura de arcilla. La niña entonces, encendió una vela que alumbra al toro y con la voz más ronca que pudo dijo: -Los dioses Incas me han convertido en arcilla porque no les gusta la violencia, los todos somos guardianes y protectores de los hombres. -Pequeña Chuya , sal de tu escondite , ya que quieres tanto a ese toro , te lo regala – dijo el patrón comprendiendo la travesura y el amor solido corriendo creyendo que el todo los artesanos hacen lindos toritos de arcilla negra que nosotros conocemos como los “TORITOS DE PUCARA”