EL OBRAJE TEXTIL EN LA NUEVA ESPAÑA Carlos Alberto Martínez Flores
El obraje textil se define como una unidad de producción básica para par a la elaboración de la lana. En la Nueva España, Es paña, Hernán Cortés, fue el primero en fundar un obraje, lo hizo en su hacienda de Tlaltenango (Cuernavaca) [1]. A principios del siglo XVII, la capital de la Nueva España tenía 25 obrajes que fabricaban telas y diez que fabricaban sombreros. Texcoco tenía ocho obrajes, Xochimilco, cuatro, Azcapotzalco, dos. Hacían un promedio de 45 empleados; el más pequeño requería un equipo de cerca de treinta trabajadores, mientras que el mayor, registrado a principios I lu stración 1 . Hilado de la lana dentro de un obraje textil.
del siglo XVII, tenía 120 trabajadores [2]. En los obrajes se realizaban diferentes actividades para la elaboración de
paños de lana: cardado, abatanado, lavado, teñido y tejido de la lana. Cada uno de estos procesos se realizaba en un área específica del obraje, por operarios entrenados para cada uno de los oficios [3]. En sus componentes básicos, el desarrollo tecnológico de los obrajes, fue similar al que en el siglo XVI tenía la industria textil europea, particularmente la española, aunque fue distinta en cuanto a la organización del trabajo, pues la dispersión rural de ésta fue solucionada con la concentración en estructuras físicas determinadas y que en muchos casos llegaron a albergar centenares de trabajadores [4]. Los obrajes podían diferir en su estructura estructur a particular, de un lugar a otro, y del medio rural al urbano, con la similitud de que todos tenían rasgos comunes. Tendían a una radical pero incompleta especialización de funciones [5]. El proceso técnico de producción manufacturero tuvo como base un nivel de desarrollo similar al que se dio en Europa en el siglo XVI y que fue sustancialmente distinto al que se dio en el mundo indígena; la complejidad de cada operación demandaba la utilización de elementos más caros que los utilizados por el tejedor doméstico; materias primas a veces costosas y de difícil acceso, además de una estructura de trabajo poco renovada y ágil [6].
En los obrajes textiles, la utilización de máquinas (movidas por tracción animal o por energía hidráulica) es accionada por los trabajadores reunidos en un mismo espacio en número más alto que el que comúnmente labora el taller artesanal. La unidad está por lo general bajo el mando de un inversionista dueño de la empresa que se dedica a tareas de control y organización y no al trabajo manual. Estos rasgos característicos del obraje son fundamentales para asumirle o calificarle como “embrión de la fábrica”, “industria primaria”, “industria colonial” o in dustria manufacturera; es decir, se
trata de una institución económica asociada al surgimiento histórico de la industria textil en México [7].
. Exvoto del obraje I lu stración 2 textil a San miguel Arcángel y al Espíritu Santo. Clemente López. Museo Franz Mayer, 2010.
Para la construcción o ubicación de un obraje, en primer lugar debía tomarse en cuenta la ubicación del terreno, cercano a ríos para aprovechar el agua como fuerza motriz; en segundo lugar, la extensión del terreno. Desde sus orígenes el obraje pretendió manejar todo el proceso productivo en un mismo espacio. La construcción de la fábrica se basó en salas amplias divididas; a veces el edificio principal eral sólo un galerón. En otras, cuando el obraje se asentaba en una casa residencial, sus cuartos y galerías eran aprovechados para las diversas tareas del proceso productivo. Creadas o acondicionadas, las construcciones poseían generalmente un patio al frente de los edificios, a donde llegaban las pacas de lana y servía al mismo tiempo de espacio distribuidor que daba acceso a las distintas áreas productivas: las salas de hilado y tejido, las de entintado y las bodegas. Se distinguen en los obrajes textiles tres áreas que responden a las necesidades del trabajo obrajero. El primero se considera el de diagnóstico donde se localizaban las actividades de: lavado, cardado, hilado, tejido y algunas veces las de teñido. La lana burda, merina o revuelta era limpiada en el área denominada mentecadero; luego se pasaba a otro espacio para el cardado de la lana y de ésta a la sala de hilado o emborrizo. El área principal, la más grande, era la de tejido, denominada galería o galera, podía medir aproximadamente 80 varas de largo ―unos 78 metros― , su extensión era variable de acuerdo al número de trabajadores y telares
con que se contara. En la segunda sección, la de los accesorios, los espacios estaban
destinados a las bodegas donde se guardaban las materias primas, cocina, casa del obrajero (o de su capataz), letrinas. Ocasionalmente se contaba con tienda al frente del obraje; de la misma manera, no todos los obrajes poseyeron capilla. La tercera sección de las instalaciones alojaba propiamente al batán. Esta máquina se accionaba mediante fuerza la hidráulica para realizar el abatanado de las telas [8].
. Distribución típica de espacios dentro de un obraje I lu stración 3 textil (Almidia, 2011)
De manera constante se reportaban quejas por el trato que se daba a los indios en los obrajes. La corona intentaba proteger a los trabajadores indios, pero no sabía cómo. Dictó leyes que no fueron respetadas; nombró jueces especiales para vigilar las acciones al interior de los obrajes, pero no siempre evitaron los abusos y la corrupción que se cometían en ellos por lo que aplicó fuertes sanciones económicas y dictó medidas judiciales que tampoco resolvieron nada, ya que los malos tratos continuaron, principalmente hacia los operarios indios [9]. Muchos indígenas se quejaron de ser golpeados, maltratados, encarcelados y vendidos a los obrajeros. Las condiciones al interior de los obrajes no eran las óptimas ni las más seguras para los trabajadores que ahí se encontraban. Del artículo de Sánchez Verín [10], se extrae el siguiente fragmento: Hay en esta ciudad [de Puebla de los Ángeles] obrajes que se labran gran cantidad de paños finos, jerguesas, cordellates en que tienen gentiles ganancias, por ser este trato grueso en la tierra y aun en los que tienen obrajes son gentiles en su cristianidad, los cuales por tener sus obrajes aviados con gente [...] tienen personas dedicadas y pagadas para engañar pobres inocentes, que en viendo un indio forastero, con engaños o algún achaque de que le lleve alguna cosa como un esportillero, pagándoselo, lo llevan al obraje y entrando dentro le hechan la trampa y nunca sale más el miserable de aquella cárcel, hasta que se muere para enterrarle y de esta suerte han cogido y engañado muchos indios casados, con hijos que se han olvidado 20 años más y toda la vida sin que la mujer ni hijos sepan de él, porque aunque quieran salir
no pueden por el gran cuidado que tienen con la clausura de los porteros; estos indios los ocupan en cardar, hilar, tejer y los demás menesteres para la labor de paños y codellates, en que los dueños tienen sus granjerías con tan injustos e ilícitos medios.
La última etapa de los obrajes abarca el siglo XVIII, pues se encuentra reducido y concentrado en unos cuantos establecimientos; el taller doméstico y el trabajo a domicilio fueron las formas manufactureras más comunes para la elaboración de telas, mayormente de algodón. A manera de conclusión, los obrajes textiles fueron una empresa económica experimental, de fines lucrativos, con una organización manufacturera dependiente de la esclavitud, en su etapa más dinámica y de mayor trascendencia económica que abarcó la mayor parte del siglo XVII. Investigadores coinciden en situar al obraje como una unidad productiva original, asociada a la manufactura, pero ineficiente para desarrollarse como una industria y limitada en sus contribuciones al desarrollo de una economía local.
Referencias: 1.- Reynosa Medina, Georgina. Esclavos negros en los obrajes de Coyoacán, siglo XVII . Tesis para obtener el título de Maestra en Historia de México. FFyL de la UNAM. México, Distrito Federal, 2005. Pag. 40. 2.- Gibson, Charles. Los aztecas bajo el dominio español: 1519-1810. Editorial: Siglo XXI. México, 1996. Pág. 248. 3.- Ruíz Flores, Almidia. Las fábricas textiles en el centro y sur de México de 1835 a 1910. Tesis para obtener el título de Doctora en la Universitat Politécnica de Catalunya. Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona. Volumen 1 de 2. Barcelona, 2011. Pág. 20. 4.- Miño Grijalva, Manuel. La manufactura colonial. La constitución técnica del obraje. Jornadas 123. El Colegio de México. 1993. Pág. 13. 5.- Ruíz Flores, Almidia. Op cit . Pág. 82 6.- Miño Grijalva, Manuel. Op cit . Pág. 17.
7.- Reynosa Medina, Georgina. Op cit . Pág 35. 8.- Reynosa Medina, Georgina. Op cit . Pág. 54. 9.- Sánchez Verín, Carlos. Tlaxcala y sus obrajes a principios del siglo XVII . En Tesis de Maestría en Historia: Obrajes y economía en Tlaxcala a principios del siglo XVII (16001630). Pág. 4. 10.- Sánchez Verín, Carlos. Op cit. Págs. 5-6.