El mito como sistema semiológico. Roland Barthes
En efecto, como estudio de un habla la mitología no e s más que un fragmento de esa vasta ciencia de los signos que S aussure postuló hace unos cuarenta años bao el nombre de semiología. !a semiología no está todavía cons"tuida. Sin embargo, desde el propio Saussure # a veces independientemente independientemente de $l, una buena parte de la inves"gación inves"gación contemporánea vuelve reiteradamente reiteradamente al problema de la signi%cación& el psicoanálisis, el estructuralismo, la psicología eid$"ca, algunas nuevas tenta"vas de crí"ca literaria de las que Bachelard es el eemplo, sólo se interesan en estudiar el hecho en la medida en que signi%ca. ' postular una signi%cación, es recurrir a la semiología. (o quiero decir con esto que la semiología podría resolver de la misma manera todas estas inves"gaciones, pues cada una de ellas "ene contenidos diferentes. )ero sí, todas "enen una caracterís"ca com*n, todas son ciencias de valores& no se limitan a encontrar el hecho sino que lo de%nen # lo e+ploran como un equivalente a.
!a semiología es una ciencia de las formas, puesto que estudia las signi%caciones independientemente independientemente de su contenido. uisiera uisiera decir algunas palabras sobre la necesidad # los límites de una ciencia formal de tal naturale-a. naturale-a. !a necesidad es id$n"ca a la de c ualquier lenguae e+acto. danov solía burlarse del %lósofo /le+androv, /le+androv, quien hablaba de 0la estructura esf$rica de nuestro planeta0. 01asta ahora parecía 2a%rma danov2 que sólo la forma podía ser esf$rica0. danov tenía ra-ón. (o se puede hablar de estructuras en t$rminos de formas # a la inversa. Es posible que la 0vida0 sólo sea una totalidad indiscernible de estructuras # formas. )ero la ciencia es incompa"ble con lo inefable3 necesita decir la 0vida0, si quiere t ransformarla. ransformarla. 4ontra un cierto quio"smo de la síntesis, lamentablemente, por otra parte, platónico, la crí"ca debe consen"r la ascesis, el ar"%cio del análisis, # en el análisis, apropiarse de m$todos # lenguaes. Si la crí"ca histórica no se hubiera sen"do tan aterrori-ada por el fantasma del 0formalismo0, tal ve- habría sido menos est$ril& habría comprendido que el estudio especí%co de las formas no contradice en absoluto los principios necesarios de la totalidad # de la historia. )or el contrario3 cuando un sistema es más especí%camente de%nido en sus formas, más dócil se muestra a la crí"ca c rí"ca histórica. )arodiando un dicho conocido, conocido, dir$ que un poco de formalismo alea de la historia& mucho, acerca. 5E+iste meor eemplo de una crí"ca total que la descripción 2a la ve- formal e histórica, semiológica e ideológica2 de la san"dad, que se encuentra en el Saint 6enet de Sartre7 El peligro reside en considerar las formas como obetos ambiguos, semiformas # semisustancias, en dotar a la forma de una sustancia de forma, como lo hi-o el realismo -danovista. -danovista. !a semiología, centrada en sus límites, no es una trampa meta8sica3 es una ciencia entre otras, necesaria aunque no su%ciente. !o importante es comprender que la unidad de una e+plicación no reside en la amputación de alguna de sus apro+imaciones, sino en la coordinación dial$c"ca de las ciencias especiales que se implican en ella, tal como postula Engels. Esto ocurre con la mitología3 forma parte de la semiología como ciencia formal # de la ideología como ciencia histórica& estudia las ideas como forma.
Sería *"l recordar que la semiología postula una relación entre dos t$rminos, un signi%cante # un signi%cado. Esta relación se apo#a en obetos de orden diferente& por eso decimos que no se trata de una igualdad sino de una equivalencia. 9ientras el lenguae com*n me dice simplemente que el signi%cante e+presa el signi%cado, en cualquier sistema semiológico no nos e ncontramos con dos, sino con tres t$rminos diferentes. !o que se capta no es un t$rmino por separado, uno # luego el otro, sino la correlación que los une3 tenemos e ntonces el signi%cante, el signi%cado # el signo, que cons"tu#e el total asocia"vo de los dos primeros t$rminos. :omemos como eemplo un ramo de rosas3 #o le hago signi%car mi pasión. 5Se trata de un signi%cante # un signi%cado, las rosas # mi pasión7 (o, ni siquiera eso& en realidad, lo *nico que tengo son rosas 0pasionali-adas0. )ero, en el plano del análisis e+isten efec"vamente tres t$rminos& esas rosas cargadas de pasión se dean descomponer perfectamente en rosas # en pasión& unas # otra e+is;an antes de unirse # formar ese tercer obeto que es el signo. /sí como es c ierto que en el plano de lo vivido no puedo disociar las rosas del mensae que conllevan, del mismo modo en el plano del análisis no puedo confundir las rosas como signi%cante # las rosas como signo3 el signi%cante es hueco, el signo es maci-o, es un sen"do.
)ero si la cargo de un signi%cado de%ni"vo =por eemplo, condena a muerte en un voto anónimo>, se conver"rá en un signo. Entre el signi%cante, el signi%cado # el signo e+isten, naturalmente, implicaciones funcionales =como de la parte al todo> tan e strechas que el análisis puede parecer in*"l& sin embargo en seguida veremos que e sta dis"nción "ene una importancia capital para el estudio del mito como esquema semiológico. (aturalmente, estos tres t$rminos son puramente formales # se les puede adudicar contenidos diferentes. /lgunos eemplos3 para Saussure, que trabaó un sistema semiológico par"cular aunque metodológicamente eemplar, la lengua, el signi%cado es el concepto, el signi%cante la imagen ac*s"ca =de orden psíquico> # la relación de concepto e imagen, el signo =la palabra, por eemplo> o en"dad concreta. )ara ?reud, como se sabe, el psiquismo es un espesor de equivalencias, un equivale a. @n t$rmino =me abstengo de otorgarle preeminencia> está cons"tuido por el sen"do mani%esto de la conducta, otro por su sen"do latente o sen"do propio =por eemplo el sustrato del sueño>& el tercer t$rmino es tambi$n una correlación de los dos primeros3 es el sueño en sí mismo, en su totalidad, el acto fallido o la neurosis, concebidos como compromisos, como economías operadas gracias a la unión de una forma =primer t$rmino> # de una función intencional =segundo t$rmino>. Se puede observar en qu$ medida es necesario dis"nguir el signo del signi%cante3 el sueño, para ?reud, ni es su dato mani%esto, ni su contenido latente& es el vínculo funcional de los dos t$rminos. ?inalmente, en la crí"ca sartreana =me limitar$ a estos tres eemplos conocidos> el signi%cado está cons"tuido por la crisis original del sueto =la separación leos de la madre en Baudelaire, la denominación del robo en 6enet>& la literatura como discurso forma el signi%cante # la relación de la crisis # del discurso de%ne la obra, que cons"tu#e una signi%cación. )or cierto que e ste esquema tridimensional, por constante que sea en su forma, no se reali-a de la misma manera3 siempre es oportuno repe"r que
la semiología sólo puede tener unidades a nivel de las formas # no de los contenidos& su campo es limitado, se asienta sobre un lenguae, reali-a una sola operación3 la lectura o el desciframiento.
En el mito reencontramos el esquema tridimensional al que acabo de referirme3 el signi%cante, el signi%cado # el signo. )ero el mito es un sistema par"cular por cuanto se edi%ca a par"r de una cadena semiológica que e+iste previamente3 es un sistema semiológico segundo. !o que cons"tu#e el signo =es decir el total asocia"vo de un concepto # de una imagen> en el primer sistema, se vuelve simple signi%cante en el segundo. Recordemos aquí que las materias del habla mí"ca =lengua propiamente dicha, fotogra8a, pintura, cartel, rito, obeto, etc.>, por diferentes que sean en un principio # desde el momento en que son captadas por el mito, se reducen a una pura función signi%cante3 el mito encuentra la misma materia prima& su unidad consiste en que son reducidas al simple estatuto de lenguae. Se trate de gra8a de letras o de gra8a pictórica, el mito sólo reconoce en ellas una suma de signos, un signo global, el t$rmino %nal de una primera cadena semiológica. ' es precisamente este t$rmino %nal el que va a conver"rle en primer t$rmino o t$rmino parcial del sistema ampli%cado que edi%ca. Es como si el mito despla-ara de nivel al sistema formal de las primeras uni%caciones. 4omo esta traslación es capital para eA análisis del mito, la representar$ de la manera siguiente, haciendo la salvedad de que la espaciali-ación del esquema sólo cons"tu#e una simple metáfora3
4omo se ve, e+isten en el mito dos sistemas semiológicos de los cuales uno está desencaado respecto al otro3 un sistema lingís"co, la lengua =o los modos de representación que le son asimilados>, que llamar$ lenguae obeto, porque es el lenguae del que el mito se toma para construir su propio sistema& # el mito mismo, que llamar$ metalenguae porque es una segunda lengua en la cual se habla de la primera. /l reCe+ionar sobre un metalenguae, el semiólogo #a no "ene que preguntarse sobre la composición del lenguae obeto, #a no necesita tener en cuenta el detalle del esquema lingís"co3 tendrá que conocer sólo el t$rmino total o signo global # *nicamente en la medida en que este t$rmino se preste al mito. )or esta ra-ón el semiólogo está autori-ado a tratar de la misma manera la escritura # la imagen3 lo que re"ene de ellas es que ambas son signos, llegan al umbral del mito dotadas de la misma función signi%cante, una # otra cons"tu#en un lenguae obeto.
4onsideremos uno o dos eemplos de habla mí"ca. El primero lo tomar$ de una observación de
. )or lo demás, el esquema formal se desarrolla correctamente3 ha# un signi%cado =so# un eemplo de gramá"ca> # una signi%cación global que es precisamente la correlación del signi%cante # el signi%cado& porque ni la denominación del león, ni el eemplo de gramá"ca me son dados separadamente.
& ha# un signi%cado =en este caso una me-cla intencional de francesidad # militaridad> # %nalmente una presencia del signi%cado a trav$s del signi%cante. /ntes de pasar al análisis de cada t$rmino del sistema mí"co, es conveniente ponerse de acuerdo sobre una terminología. Sabemos ahora que el signi%cante en el mito puede ser considerado desde dos puntos de vista3 como t$rmino %nal del sistema lingís"co o como t$rmino inicial del sistema mí"co. (ecesitamos, por lo tanto, dos nombres3 en el plano de la lengua, es decir, como t$rmino %nal del primer sistema, al signi%cante lo designar$ sen"do =me llamo león, un negro hace la venia francesa>& en el plano del mito lo designar$ forma. Respecto al signi%cado, no ha# ambigedad posible3 le dearemos el nombre de concepto. El tercer t$rmino es la correlación de los dos primeros3 en el sistema de la lengua es el signo. )ero no podemos retomar esta palabra sin que se produ-ca ambigedad, #a que, en e l mito =# $sta es su principal par"cularidad>, el signi%cante se encuentra formado por los signos de la lengua. /l tercer t$rmino del mito lo llamar$ signi%cación3 la palabra se us"%ca tanto más por cuanto el mito "ene efec"vamente una doble función3 designa # no"%ca, hace comprender e impone.