MARIO RIORDA / OMAR RINCÓN editores
COMUNICACIÓN GUBERNAMENTAL EN ACCIÓN NARRATIVAS PRESIDENCIALES Y MITOS DE GOBIERNO
Editorial Biblos
Riorda, Mario Comunicación gubernamental en acción: narrativas presidenciales y mitos de gobierno / Mario Riorda; Omar Rincón. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Biblos, 2016. 284 pp.; 23 x 16 cm. - (Cuadernos de comunicación) ISBN 978-987-691-446-8 1. Comunicación Política. I. Rincón, Omar II. Título CDD 302.23
Diseño de tapa: Marisol San Jorge Realización de tapa: Luciano Tirabassi U. © Los autores, 2016 © Editorial Biblos, 2016 Pasaje José M. Giuffra 318, C1064ADD Buenos Aires info@editorialbiblos.com / www.editorialbiblos.com Hecho el depósito que dispone la Ley 11.723 Impreso en la Argentina No se permite la reproducción parcial o total, el almacenamiento, el alquiler, la transmi sión o la transformación de este libro, en cualquier forma o por cualquier medio, sea elec trónico o mecánico, mediante fotocopias, digitalización u otros métodos, sin el permiso previo y escrito del editor. Su infracción está penada por las leyes 11.723 y 25.446.
Esta primera edición se terminó de imprimir en Elías Porter Talleres Gráficos, Plaza 1202, Buenos Aires, República Argentina, en marzo de 2016.
ÍNDICE
Introducción Las mitologías tropicales latinas de la política Omar Rincón y Mario Riorda................................................. 11 PRIMERA PARTE
Pre-textos
El mito político y su aplicación en la comunicación de gobierno Mario Riorda y Caroline Ávila............................................... 27 …y el mito se hizo carne: organización y preservación del mito de gobierno Mario Riorda y Marcos Roggero............................................. 53 El gobernante es el medio: mitologías presidenciales Omar Rincón....................................................................... 73 SEGUNDA PARTE
Mitologías nacionales Argentina (I) Matices de un relato con pocos matices: comunicación gubernamental en los gobiernos kirchneristas Damián Fernández Pedemonte.............................................. 93 Argentina (II) “El candidato es el proyecto”: la construcción de la narrativa kirchnerista Rocío Annunziata............................................................... 111
Bolivia Evo Morales y la narrativa indígena: la comunicación del “proceso de cambio” Karina M. Herrera Miller.................................................... 129 Brasil Lula y la reinvención de la nación Roberto Gondo Macedo....................................................... 145 Chile El espejismo de los eslóganes: mitos que se resquebrajan Alberto Pedro López-Hermida Russo..................................... 157 Colombia Del mito de la guerra al mito de la paz: la comunicación entre Álvaro Uribe y Juan Manuel Santos María Fernanda González................................................... 173 Ecuador La patria, Eloy Alfaro y la revolución ciudadana Caroline Ávila.................................................................... 187 México La Revolución, el pri y la imposibilidad de nuevos relatos: los mitos del gobierno (1920-2015) Rubén Aguilar Valenzuela.................................................... 207 Perú Entre las obsesiones míticas y el metarrelato del país que queremos Segundo Armas Castañeda.................................................. 215 República Dominicana La buena imagen de Danilo Medina y la poca construcción simbólica del mito de gobierno José Carlos Nazario............................................................ 229
Uruguay José Mujica, el presidente más pobre del mundo: narrativas presidenciales y mitos de gobierno Matías Ponce..................................................................... 245 Venezuela Patria, socialismo y… ¿muerte?: el mito revolucionario del chavismo Agrivalca Canelón S........................................................... 263 Los autores........................................................................ 283
ARGENTINA (II) “EL CANDIDATO ES EL PROYECTO”: LA CONSTRUCCIÓN DE LA NARRATIVA KIRCHNERISTA*
Rocío Annunziata La narrativa del “proyecto” en el discurso kirchnerista Los análisis sobre el discurso político kirchnerista1 suelen hacer hincapié en la construcción del adversario en el pasado (principalmente la dictadura militar y la década de 1990, presentificado a su vez en la disputa con los medios de comunicación hegemónicos), en la recuperación de la tradición “setentista” y en la renarración de la historia. Pero quizá se haya prestado menos atención a la elaboración de lo que aparecería como la condensación ideológica de este discurso: la narrativa en torno al “proyecto” (en sus distintas variantes: “proyecto nacional”, “proyecto de país” o “modelo de país”). A tal punto es central para la definición de la identidad kirchnerista la apelación a la construcción de ese “proyecto” durante sus mandatos presidenciales, que en el proceso electoral en curso en 2015, ante la competencia entre varios precandidatos a presidente que sucederán a Cristina Fernández de Kirchner y entre varios precandidatos para las elecciones de jefe de Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, se popularizó la expresión “el candidato es el proyecto”.2 Pero, ¿qué es
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Retomamos aquí parcialmente el trabajo publicado en Annunziata (2014).
1. Con “kirchnerismo” nos referimos aquí a los movimientos de apoyo a los dos últimos presidentes argentinos, Néstor Kirchner (2003-2007) y Cristina Fernández de Kirchner (2007-2011 y 2011-2015). 2. “Hay varios precandidatos, pero el candidato del Frente para la Victoria es el proyecto nacional que conduce la presidenta Cristina Fernández de Kirchner”, afirmaba, por ejemplo, en marzo de 2015 uno de los precandidatos a jefe de Go111
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este “proyecto”? ¿Cuáles son sus contornos? O, también, ¿en qué medida el “proyecto” (referencia del discurso) se presenta como proyecto (proyección hacia el futuro)? En las páginas que siguen abordamos brevemente el discurso kirchnerista con la hipótesis según la cual la del “proyecto” es una narrativa que se construye retrospectivamente y que, por lo tanto, para los actores involucrados el proyecto sólo se va haciendo inteligible como una sucesión de decisiones que se reinscriben en él a medida que se toman. Concentrarnos en la narrativa del “proyecto”3 nos permite también vincular el discurso kirchnerista con las transformaciones de los vínculos representativos contemporáneos que exceden el caso argentino y son transversales a los colores políticos de los gobiernos en ejercicio. Es indudable que los últimos doce años en la Argentina han estado marcados por la intensidad en la acción y en el discurso. Muchas decisiones significativas e inesperadas se tomaron en esos años, y al mismo tiempo se elaboró socialmente una narración en torno al “proyecto” nacional que se estaba construyendo. En efecto, el kirchnerismo es un movimiento político que actuó desde el comienzo de un modo instituyente: desde el poder produjo decisiones que eran inesperadas o que parecían incluso imposibles, que sólo más tarde se fueron tejiendo en la trama del proyecto; para sus partidarios, la defensa del “proyecto” es siempre una defensa de decisiones ya tomadas pero no la de un rumbo definido de antemano. Si nos preguntamos por el discurso político kirchnerista, los trabajos especializados coinciden en subrayar que la resignificación del pasado ha sido central en la construcción de la identidad
bierno de la ciudad de Buenos Aires y titular de Aerolíneas Argentinas Mariano Recalde (Página 12, 8 de marzo de 2015). 3. Otra narrativa o “mito” emergente en la Argentina de la última década que valdría la pena estudiar es la de “la vuelta de la política”, de estrecha relación con la narrativa del “proyecto”, pero circulante sobre todo en los ámbitos universitarios y culturales kirchneristas. 112
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de esta fuerza política.4 Ana Soledad Montero (2009: 318; 2012) señala que se trata del primer discurso presidencial argentino que reivindica y se identifica explícitamente con la militancia juvenil peronista de los años 70. En paralelo, se destaca también la identificación del adversario con el neoliberalismo, “abarcando un conjunto de actores y políticas que tuvieron su punto álgido en los años 90” (Varesi, 2014: 63), y se enfatiza la importancia de una “identidad narrativa” a partir de la relectura de la historia argentina y de sus símbolos como las fechas patrias (Patrouilleau, 2010), así como la aspiración refundacional del discurso (Dagatti, 2012). Por otro lado, los estudios sostienen el carácter fuertemente adversativo del discurso kirchnerista (Montero, 2009),5 que iría asociado a los fenómenos de tipo populista (Montero, 2009; Laclau, 2005), y que se correspondería con el ethos militante (Montero, 2009) en el caso de Néstor Kirchner, al que se sumaría el ethos pedagógico-experto (Vitale, 2013), en el caso de Cristina Fernández de Kirchner. La identificación del adversario estaría signada también por la disputa con los medios de comunicación en la búsqueda de la construcción de una comunicación sin mediación (Vincent, 2011). Estos elementos (los rasgos refundacionales y fuertemente adversativos del discurso kirchnerista) no llegan a decirnos mucho sobre la narrativa del “proyecto”. Sin embargo, si prestamos atención a los análisis de los destinatarios positivos del discurso, vemos que la persuasión de los indecisos aparece como secundaria frente al refuerzo de los ya convencidos a quienes se dirigen generalmente los presupuestos y las evidencias. Como afirma Ana Montero (2009: 322): “En cuanto al paradestinatario, aquella figura discursiva cuya creencia está suspendida y a la que es necesario persuadir, en el dk [discurso kirchnerista] está prácticamente ausente: en efecto, en el dk no se destaca la pretensión de
4. La identidad kirchnerista habría comenzado a emerger en 2005, en tanto que “kirchnerismo puro” (Montero y Vincent, 2013). 5. El rol central de la adversariedad en el discurso kirchnerista se plasma por ejemplo en la importancia del contradestinatario directo (Montero, 2009). 113
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persuadir o convencer a los indecisos […] puede decirse que en el dk la función persuasiva tiene un rol secundario”. Mientras tanto, “los enunciados orientados al prodestinatario proporcionan el terreno en el cual el discurso político conforma y elabora sus propios saberes y creencias, presentándolos, de algún modo, como ya sabidos” (328). El predominio de la figura de los partidarios frente a los indecisos y el recurso a la evidencia y los presupuestos en el discurso dirigido hacia los primeros abren la puerta, en cambio, para interrogarnos sobre la significación del “proyecto” en la narrativa kirchnerista. La referencia a un proyecto o modelo de país está presente desde el discurso de asunción de Néstor Kirchner (Varesi, 2014), pero su significación se va llenando de contenido a medida que las decisiones y las políticas públicas van siendo puestas en práctica y reciben aprobación, para ser luego reivindicadas como símbolos del “proyecto”. El proyecto es una narrativa que se construye retrospectivamente y que se apoya especialmente en la enumeración. Los discursos kirchneristas enumeran una serie de decisiones-símbolo que constituirían el proyecto o modelo reivindicado; a medida que se avanza en el tiempo desde 2003 hasta 2015 puede observarse que los discursos van incluyendo nuevos ítems en la enumeración.6 La construcción retrospectiva del proyecto implica al menos dos rasgos adicionales. En primer lugar, el proyecto es un desarrollo, un despliegue de medidas, decisiones y posicionamientos, pero no es inteligible en tanto que proyecto, es decir, no es posible definirlo hacia adelante; no es posible saber cuál será el próximo paso en su desarrollo.7 Para los afines y partidarios (prodestina-
6. Véanse los discursos presidenciales, disponibles en www.casarosada.gob.ar/ informacion/discursos. 7. Dado que referirnos a todas las decisiones o medidas del período excedería los límites de este trabajo, tomemos el caso de uno de los símbolos de la narrativa kirchnerista del proyecto: la llamada Ley de Medios. A este respecto es interesante lo que afirma María Liliana Córdoba (2014: 198): “Las políticas de comunicación constituyen uno de esos ámbitos donde las referencias a las marchas y contramarchas del kirchnerismo resultan recurrentes y taxativas. Sólo por 114
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rio) como para la ciudadanía en general (paradestinatario) no es discernible este despliegue hacia adelante, y el discurso kirchnerista no asocia medidas proyectadas sino medidas tomadas. Esto se comprende con relación al rol secundario de la función persuasiva que acabamos de mencionar: lo proyectado y la promesa se orientan generalmente a persuadir a los no convencidos. En segundo lugar, adquiere centralidad la idea de “defender”, “proteger”, “bancar” la serie enumerada que constituye el proyecto y, así, la identidad kirchnerista. El proyecto se apoya y se defiende (de los adversarios), se “banca”.8 Y cuando se piensa hacia adelante, se “profundiza”. No podría negarse que las referencias a “cuidar lo logrado” y a “profundizar el modelo” son inteligibles y distintivas de posiciones político-ideológicas ex post, y que luego de tres mandatos presidenciales kirchneristas para todos resulta más o menos evidente qué medidas habría que defender o profundizar cuando hablamos del “proyecto” y qué símbolos forman parte de la identidad kirchnerista. Pero gran parte del discurso se orienta efectivamente a los grupos de apoyo (prodestinario) cuyo rol central es “bancar” y al que, como recién mencionamos, se le dirigen enunciados de evidencia y presuposición. Si bien, analizando los discursos presidenciales del período, podemos observar estas tres características propias de la narrativa del proyecto (el apoyo en la enumeración, el proyecto no pro-
citar dos ejemplos por todos conocidos: el decreto de necesidad y urgencia 527, firmado por el presidente Néstor Kirchner en mayo de 2005, que prorrogó por diez años las licencias de radiodifusión de los grupos mediáticos concentrados y, en el otro extremo, el impulso a la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, decididamente contraria a los intereses de esos grupos, impulsada por Cristina Fernández de Kirchner”. Creemos que podría analizarse la mayoría de las decisiones o medidas constitutivas del proyecto de un modo semejante, y en particular extender a muchas de ellas el razonamiento de la misma autora: “La etapa inaugurada por Cristina Fernández de Kirchner en la presidencia ubicó en el centro la idea de profundizar «el modelo» pero era totalmente incierto qué significaría eso en materia de radiodifusión” (205). 8. Durante los últimos años se ha transformado en un ícono de la identidad kirchnerista la canción de la agrupación juvenil La Cámpora en apoyo del oficialismo: “Vengo bancando este proyecto, / proyecto nacional y popular…”. 115
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yectado y la apelación defensiva), es en las campañas electorales donde más se muestran, y esto es así ya que las campañas electorales son el supuesto terreno privilegiado de la expresión de los proyectos (y de los discursos orientados a los paradestinarios).
Las campañas electorales del Frente para la Victoria Cuando recordamos las principales campañas del período y las acciones políticas que luego se llevaron adelante, veremos que durante las campañas nunca se realizaron promesas con relación a lo que ocurriría más tarde, o a lo que el propio kirchnerismo postularía como lo más significativo de su proyecto o modelo de país. Para reparar en esta relación entre las campañas electorales del Frente para la Victoria (fpv) de los últimos doce años y el conjunto de medidas o decisiones reivindicadas como parte del “proyecto”, comencemos por las legislativas de 2013.9 En esa campaña, con la consigna “en la vida hay que elegir” se apeló a recordar una serie de “elecciones” realizadas desde el gobierno y que conformarían de algún modo la identidad de la fuerza política gobernante o de los gobiernos kirchneristas. Con este eslogan se difundieron una serie de spots: uno general, en el que se mencionaban todas estas “elecciones” reivindicadas, y luego un conjunto desagregado en el que se focalizaba en cada una separadamente.
9. No consideramos el proceso electoral de 2015 por encontrarse en curso en el momento de escribir estas líneas. Sin embargo, podemos llamar la atención sobre uno de los spots del candidato presidencial del fpv, Daniel Scioli, en el que se lo muestra afirmando: “Ya dije en algún momento que un cambio también era marcha atrás. Y ahora te digo que Néstor puso primera; Cristina, segunda y tercera; y yo vengo a poner la cuarta. Porque el cambio que sirve es acelerando, y siempre en la misma dirección. Ésa es la victoria”. Inscripto en la tensión entre cambio y continuidad que caracteriza este proceso electoral, el mensaje apunta precisamente a la idea de “profundizar”, de acelerar en la “misma dirección”, pero no se indica nada sobre cómo se avanza en dicha dirección. Otro de los spots del mismo candidato recupera la canción de la agrupación La Cámpora antes mencionada con su idea de “bancar” el proyecto. 116
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En el spot general, con la voz de la presidenta de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner, y sobre el fondo de una sucesión de imágenes a las que se iba haciendo referencia –en muchas de las cuales la presidenta estaba presente–, se afirmaba: En la vida hay que elegir. Este gobierno eligió. Eligió igualar las posibilidades. Eligió a los que más necesitan. Eligió la memoria al olvido. Eligió el trabajo y la producción. Eligió que nos respeten. Eligió desendeudarnos. Eligió no someterse. Eligió cuidar lo nuestro. Eligió la unión. Eligió recuperar. Eligió que puedas elegir. Eligió no mirar para otro lado. Eligió la libertad de expresión. Eligió la vida. Eligió escuchar a los jóvenes. Eligió el porvenir. Eligió la patria. En la vida hay que elegir. 11 de agosto de 2013. Frente para la Victoria.
Las distintas “elecciones” aludidas sucesivamente eran, entre otras, el programa denominado Conectar Igualdad, por el cual se habían distribuido netbooks en las escuelas; los distintos programas de vivienda, la política de derechos humanos en defensa de las víctimas de la última dictadura militar, la política internacional y de pago de la deuda externa, el fortalecimiento de lazos regionales, la reestatización de Yacimientos Petrolíferos Fiscales (ypf) y de la aerolínea de bandera, Aerolíneas Argentinas; la llamada Ley de Matrimonio Igualitario, que permitió el matrimonio entre personas del mismo sexo; la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual o Ley de Medios, con un objetivo antimonopólico; la Ley de Fertilización Asistida, la significativa movilización política de la juventud. Luego se difundieron varios spots televisivos que se concentraban en algunas de estas elecciones, por ejemplo, en el terreno de la comunicación.10 Otra serie de spots de la misma campaña 10. Nuevamente la voz de Cristina Fernández de Kirchner acompañaba las imágenes diciendo: “Una de las mayores expresiones de la libertad es la libertad de expresión. Que todos y todas puedan decir lo que piensan y mirar lo que quieran. Ahí están la Televisión Digital Abierta [tda] y gratuita, y la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual. Ahí está la publicidad gratuita e igualitaria para 117
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se inscribió en la idea de las “elecciones” del gobierno, pero la consigna cambiaba a “elegir, sentirte elegido”. La locución era también de Cristina Fernández de Kirchner, aunque en las imágenes se mostraban ciudadanos comunes siendo beneficiados por alguna de las políticas del gobierno. En uno de los spots se hacía referencia al descenso del desempleo, los beneficios para las pymes y la inclusión jubilatoria; en otro, al programa Asignación Universal por Hijo, a la Asignación por Embarazo, al desarrollo de la política científica y la creación de universidades nacionales. Pero todas las campañas del período fueron similares en esta estructura. Podría pensarse que la de 2013 era particular, puesto que se cumplía entonces una década de gobiernos kirchneristas, que incluían el mandato de Néstor Kirchner como presidente y el de Cristina Fernández de Kirchner y los dos primeros años luego de su reelección. Después de un decenio, y en el contexto de un debate público sobre la significación política de ese período, probablemente cabía la estrategia de apelar a los logros conseguidos desde la gestión. Sin embargo, esa campaña no fue particular; en las campañas electorales anteriores también se verifica una apelación a las decisiones ya tomadas o a los resultados ya obtenidos. En 201111 la campaña presidencial se estructuró en torno al eslogan “La fuerza de la Argentina” y de “Fuerza Cristina”, una consigna que hacía referencia a las manifestaciones espontáneas por la muerte de Néstor Kirchner, ocasión en la que habían aparecido carteles con la leyenda “Gracias, Néstor. Fuerza, Cristina”. Se hicieron varios spots, entonces, relativos a distintas políticas o medidas del gobierno, o a resultados de la gestión, asociados a la idea de “fuerza”. Estaba, por ejemplo: “La fuerza de la igualdad” (sobre la Ley de Matrimonio Igualitario), “La fuerza de la todos los partidos políticos argentinos. Ahí está el Fútbol para Todos. Ahí está una sociedad más plural y más democrática. Y ¿viste? Nadie dejó de hablar ni de estar”. Es interesante notar en este spot el recurso a la presuposición que señalamos arriba, con el giro “ahí está”. 11. Pueden verse los distintos spots en http://www.youtube.com/watch?v=bn6dSnBhdtI. 118
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verdad” (sobre la política de derechos humanos), “La fuerza del crecimiento” (sobre los resultados económicos), “La fuerza de la ciencia” (sobre la política científica), “La fuerza del trabajo” (sobre la recuperación del empleo), “La fuerza de la producción” (sobre la recuperación de la producción nacional). En cada uno de ellos se hacía referencia a decisiones o resultados de la gestión. Por ejemplo: En 2003 la Argentina destinaba el 5% de su pbi a pagar la deuda, y solamente el 2% a la educación. Hoy destina el 2% de su pbi a pagar la deuda y el 6,47% a la educación. A veces los números no te dicen nada pero otras veces te marcan de dónde viene y hacia dónde va un país. La fuerza de la educación.
Vemos que en la campaña para las legislativas de 2013 el fvp aludía a hitos de los gobiernos kirchneristas a los que ya se había apelado en campañas anteriores, particularmente en 2011. Es decir, en 2013 durante la campaña se construía una nueva versión retrospectiva del “proyecto”, inscribiendo en gran medida los mismos acontecimientos. Pero en las elecciones presidenciales de 2007 encontramos también esta estrategia de campaña en la que se apela a decisiones ya tomadas. Tenemos como ejemplo el spot en el que se mostraba a un grupo de niños que decían distintos disparates ante la pregunta sobre qué era el fmi (Fondo Monetario Internacional). Luego de una ronda de intervenciones de los niños, se afirmaba que se había logrado que los chicos no supieran qué era el fmi: “A mí me parece que el fmi es una banda de caballos”, “El fmi es un satélite que chocó contra la Luna”, “El fmi es un país que es todo al revés”, “Es el fmi paseando a su perro”, “El fmi es un lugar donde hay muchos animales”. Logramos que tus hijos y los hijos de tus hijos no tengan idea de lo que significa lo que es el fmi. Ahora falta que del exterior, en vez de prestarnos, vengan a invertir. Sabemos lo que falta, sabemos cómo hacerlo.
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Esta campaña era en torno al eslogan “Sabemos lo que falta, sabemos cómo hacerlo”, que funcionaba como un nexo entre la gestión pasada –la presidencia de Néstor Kirchner– y la posible gestión futura de la candidata Cristina Fernández de Kirchner. Pero en ese “lo que falta” no se establecía ninguna dirección específica que funcionara como promesa de un rumbo en particular; en todo caso, la significación de “lo que falta” estaba asociada a lo ya emprendido. El spot que quizá se recuerde más de la campaña de 2007 es el de la historia metafórica de “Dolores Argentina”, que narra, con la sucesión de imágenes de una niña desde que nace, la salida de la crisis y la posibilidad de crecimiento que implicó el gobierno de Kirchner para el país. A medida que se sucedían las imágenes, distintas personalidades iban afirmando: Dolores Argentina. La nena que nació el día que todos nos queríamos morir. Un día de diciembre de 2001 a las seis y cuarto en punto nació una nena […] Al principio, como a todos, a Dolores Argentina le costaba comer, le costaba caminar, le costaba dormir de noche. Poco a poco los vecinos comenzaron a adoptarla como si fuera su propia hija; en algunas cacerolas abolladas, la gente empezó a cocinarle, desde el campo llegó la leche para los cientos de biberones que la nena tomaba […] Hoy, Dolores Argentina es una chica normal. Los que la conocen cada vez más la llaman Argentina y menos Dolores […] ¿Sabés lo que es tener una Argentina que crece todos los días un poquito? Sí, sabés, porque la hacemos juntos. Cristina, Cobos y vos.
Quizá más llamativo sea que incluso en la campaña electoral de 200312 con Néstor Kirchner como candidato a presidente, el fpv difundió spots que señalaban sus logros de gestión como gobernador de la provincia de Santa Cruz. Por ejemplo: 12. En las legislativas de 2005 y 2009 se constata la misma lógica. En 2009 el eslogan era “Nosotros hacemos” y hay dos ejemplos de spots interesantes disponibles en http://www.youtube.com/watch?v=wdlvqo_6vzs; http://www.youtube. com/watch?v=TdawQELfN20. 120
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Usted no lo conoce demasiado, porque es nuevo, no pertenece a la generación política del fracaso. Tomó su provincia muy endeudada, pagó, ahorró y hoy Santa Cruz tiene el menor índice de desocupación y los más altos salarios de la Argentina. Tiene equipos, tiene planes, sabe gobernar. Anda tranquilo por la calle, quiere a su familia, no miente, hace lo que dice, es tal como lo ves. Un día vamos a decir que con Kirchner pudimos mejorar el futuro de nuestros hijos. Los que seguimos amando a la Argentina, construyamos con Kirchner esa Argentina que queremos.
Una vez en el gobierno, Néstor Kirchner tomó medidas inesperadas, no prometidas, que recibieron muchísimo respaldo: juicio político a los miembros de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, reapertura de juicios vinculados a la dictadura, política de derechos humanos que le valió el acercamiento de los organismos más importantes, desplazamiento de altos mandos en las fuerzas armadas, reestructuración de la deuda externa, entre otras. Desde el comienzo, el kirchnerismo actuó de una manera instituyente, es decir, creando la voluntad política y el diagnóstico sobre la realidad, tomando decisiones con un perfil político claro; no actuó en función de preferencias ciudadanas dadas, sino que las configuró. Como lo señalaba ya en 2004 Isidoro Cheresky (2004: 39-40): Probablemente si Kirchner hubiera sido más explícito durante la campaña electoral sobre estas dimensiones de su acción, hubiese recibido críticas que lo habrían desacreditado ante la mayoría pues por ese entonces existía la convicción de que los límites de la acción política eran estrechos […] Es decir que la acción emprendida tuvo una dimensión instituyente: probó que políticas deseadas pero riesgosas eran posibles, que otras políticas relegadas podían ser revalorizadas e incluso que otras impensadas podrían recibir adhesión […] La relación con la ciudadanía era de tipo plebiscitaria en el sentido de que convocaba la adhesión ante la evidencia de lo que se decidía sin mayor despliegue argumentativo o de consulta.
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Ninguna de estas acciones o decisiones tomadas desde la presidencia aparecía en la campaña electoral de 2003, como tampoco aparecieron siquiera esbozadas las políticas que se impulsarían durante los dos gobiernos de Cristina Fernández de Kirchner, en las campañas ulteriores. Con algunas medidas más inesperadas que otras, la presidencia de Cristina Fernández también actuó de manera instituyente, y marcó rumbos políticos que difícilmente hubieran podido ser promesas de campaña, aunque luego recibieran una fuerte adhesión ciudadana. La Ley de Matrimonio Igualitario, impulsada por el fpv, por ejemplo, no fue tanto producto de una presión ciudadana como de una decisión instituyente. Políticas reivindicadas por el kirchnerismo y que fueron construyendo la identidad de esta fuerza política, como la inclusión jubilatoria, la Asignación Universal por Hijo, la Ley de Medios, sólo se vuelven referencias en las campañas electorales una vez que han ocurrido. En términos globales, observamos en los discursos de campaña del período los rasgos que mencionamos al comienzo: el recurso a la enumeración sobresale en los spots, así como el carácter no proyectado del proyecto (las elecciones pasadas) y la apelación defensiva a los presupuestos (lo que ya sabemos). La identidad del “proyecto” kirchnerista, y el vínculo representativo mismo, parecen construirse, incluso en momentos electorales, de manera retrospectiva y no como promesa.
Transformaciones de la representación política: la representación pospromisoria Las transformaciones de los vínculos representativos contemporáneos que van más allá del caso argentino y de las etiquetas partidarias13 acompañan esta modalidad retrospectiva de las identidades políticas que hemos tratado anteriormente. 13. Por supuesto, nuestro argumento no implica ninguna valoración y ninguna atribución de signo ideológico. El declive de las promesas electorales y de los proyectos prospectivos forma parte de una tendencia general de la que participan especialmente los oficialismos, y en los distintos niveles de representación. 122
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Los estudios políticos de las últimas décadas han advertido que la representación política no se adecua ya a los modelos con los que la concebimos durante la mayor parte del siglo xx. El debilitamiento del rol de los partidos políticos (Mair, 2005) en los vínculos representativos y el paralelo ascenso de los líderes y de la personalización de la política conforman hoy en día un diagnóstico ampliamente compartido. Así, Bernard Manin (1998) demostró, por ejemplo, que habíamos pasado de una “democracia de partidos” a una “democracia de audiencia”, aunque los principios constitutivos de la representación permanecían. Ahora bien, si existe un elemento de la representación política que parece estar en declive es la idea de “promesa electoral”,14 que cumplía en el pasado un rol muy significativo al estructurar cierta relación entre representantes y representados –entendida por la ciencia política como accountability– y cierta temporalidad durable en los lazos representativos. Jane Mansbridge (2013) ha aportado herramientas interesantes para pensar estos cambios. El modelo tradicional de representación, que denomina “representación promisoria”, “se centraba en la idea de que durante las campañas los representantes hacían promesas, que luego podían cumplir o no” (126). Los representantes representaban la voluntad de los votantes en el momento de la elección, y la relación entre unos y otros se desarrollaba de manera lineal: se suponía que el votante había expresado su voluntad en las elecciones y que luego, durante el período de gobierno, intentaría mantener el control sobre los representantes en función de esta promesa, exigiendo que fueran accountable, que rindieran cuentas.
14. Vale aclarar que no entendemos aquí la promesa como obligatoria. El gobierno representativo, como indica Manin, se estructuró otorgando autonomía a los representantes electos con respecto a la voluntad de los representados, y eliminando tanto el mandato imperativo como las promesas obligatorias. Incluso cuando los electores tomaran en cuenta las promesas electorales de los candidatos para decidir su voto, siempre sabían que la credibilidad de esas promesas era una cuestión abierta. Entendemos la promesa como una forma del vínculo político representativo cuya función es ligar la legitimidad electoral a la legitimidad de las decisiones durante el período de gobierno o mandato. 123
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Pero la autora sostiene que durante los últimos años han aparecido nuevos modelos de representación que ya no colocan en el centro a la promesa electoral. Uno de ellos es el modelo de la “representación anticipatoria”, que deriva de la idea del “voto retrospectivo”: el representante no representa la voluntad de los ciudadanos en las elecciones pasadas sino la voluntad que suponen que tendrán o que tratan de formar en las elecciones futuras; representa al votante en el momento de la próxima elección, es decir: “Los representantes se centran en lo que ellos piensan que sus electores avalarán en las próximas elecciones y no en lo que ellos prometieron hacer” (Mansbridge, 2013: 126). El elemento de accountability es reemplazado, entonces, por una comunicación más intensa con el electorado durante el período de gobierno; los representantes necesitan conocer más cómo van cambiando las opiniones, e incluso modificarlas, educarlas, y así se vuelven más centrales los elementos deliberativo y argumentativo. El otro modelo significativo es el que la autora llama “representación giroscópica”, en el cual los electores eligen, no ya una orientación política determinada, sino a personas que consideran capaces de orientarse en las situaciones, cada vez más inciertas, impredecibles y contingentes, a las que es preciso enfrentar durante el gobierno. Esta figura de los representantes “brújula” acentúa la importancia de sus cualidades personales o rasgos de carácter. Manin había destacado también el carácter impredecible de la política contemporánea como uno de los factores que llevan a los electores a optar por las imágenes vagas de los líderes en lugar de optar por las plataformas de los partidos políticos. Como señala, los políticos saben bien que, cuando se proponen como gobernantes, deberán enfrentarse a lo imprevisible. Por eso tienen una suerte de “poder de prerrogativa” lockeano, no con respecto a las leyes, sino con respecto a los programas políticos. Si es preciso acordar cierta discrecionalidad a los representantes en el mundo contemporáneo, es razonable elegirlos en función de lo que se cree que es su aptitud para tomar decisiones apropiadas más que sobre la base de la promesa de decisiones determinadas. Actualmente nos encontramos, entonces, ante formas de re124
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presentación que podemos llamar pospromisorias15 (Annunziata, 2014), en las que el lugar que antes ocupaba la promesa electoral para la construcción de vínculos políticos aparece cada vez más ocupado por la “escucha”. Los candidatos intentan cada vez más transmitir la imagen de personas capaces de “escuchar” las inquietudes de los ciudadanos comunes, de recorrer sus barrios y compartir sus vivencias, de mostrar empatía y compasión por lo que experimentan y sufren cotidianamente. La ausencia de promesas electorales supone una disociación entre la legitimidad de establecimiento o autorización (el modo en que los representantes son designados) y la legitimidad de sus acciones y decisiones (el modo en que gobiernan o ejercen en su cargo hasta la próxima elección). La democracia electoral está consolidada, pero las elecciones han dejado de implicar la opción por un rumbo político concreto, y pasan a significar la mera selección de gobernantes. En palabras de Pierre Rosanvallon (2010), las elecciones se han “desacralizado”. Hoy resulta cada vez menos operante una de las ficciones fundadoras de nuestras democracias representativas: la que hace equivaler el momento electoral con la duración del mandato. La promesa electoral cumplía precisamente la función de articular la legitimidad electoral y la legitimidad de ejercicio; sin promesa, la legitimidad de ejercicio no está ya garantizada por las urnas. La impresión que produce la observación de las campañas electorales del kirchnerismo es que se apeló sobre todo al voto retrospectivo, buscando ser premiado por los logros de la gestión y ajustándose a un modelo de representación anticipatoria. Al mismo tiempo, la construcción retrospectiva de un proyecto y de una identidad política en crecimiento y el rol clave de los líderes en este proceso favorecieron la conjunción con un modo
15. En las campañas recientes, en lugar de las promesas, nos encontramos con las “propuestas” y con las “promesas por la negativa” (Annunziata, 2014, 2015). A diferencia de las promesas, las propuestas serían vínculos objetivos, y no subjetivos, entre problemas y soluciones. Las “promesas por la negativa”, respondiendo a la ventaja estructural de la negatividad en la política contemporánea (Rosanvallon, 2007), son promesas de impedir, quitar, evitar, suspender. 125
MITOLOGÍAS NACIONALES
de representación giroscópico: en los momentos electorales los ciudadanos optaron por candidatos “brújula” que, en función de su carácter y sus acciones pasadas, se orientarían del modo deseado en las situaciones contingentes e imprevistas que les fuera tocando enfrentar. Pero la forma específica que adquirió el lazo representativo pospromisorio del kirchnerismo fue paradójica, porque la ausencia de promesas electorales no se combinó con el elemento argumentativo-deliberativo correspondiente en teoría a estos tipos de representación, sino que se apeló a la reivindicación de la legitimidad electoral como sostén de decisiones muy significativas y controversiales, lo que quizá haya ido de la mano con el rol secundario del paradestinario en el discurso. La elaboración de una narrativa del “proyecto” vivido y presupuesto en lugar de proyectado fue en todo caso en sintonía con transformaciones más generales de la representación política. Como recuerda Manin, por su juicio retrospectivo el pueblo dispone de un poder soberano en el gobierno representativo. Ésta es la dimensión puramente democrática de la elección; en su dimensión prospectiva, la elección no es democrática, puesto que los gobernados no pueden obligar a los gobernantes a poner en práctica la política por la cual han sido electos. Si es cierto que, cada vez que votan, observa Manin, los ciudadanos miran a la vez al pasado y al futuro, es en realidad por su mirada sobre lo que se hizo que pueden orientar el curso de lo que se hará.
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LOS AUTORES
Rubén Aguilar Valenzuela. Universidad Iberoamericana-Campus Santa Fe (México). Consultor en comunicación gubernamental. @RubenAguilar Rocío Annunziata. Universidad de Buenos Aires, Conicet (Argentina).
[email protected] Segundo Armas Castañeda. Magíster en Comunicaciones. Profesor de la Facultad de Ciencias y Artes de la Comunicación de la Pontificia Universidad Católica del Perú. sarmasc@hotmail. com Caroline Ávila. Universidad del Azuay (Ecuador). Pontificia Universidad Católica, Chile. @avilanieto Agrivalca Canelón S. Facultad de Comunicación, Universidad de La Sabana (Colombia).
[email protected] Damián Fernández Pedemonte. Universidad Austral, Conicet (Argentina). @damianfp Roberto Gondo Macedo. Centro de Comunicación y Letras, Universidad Presbiteriana Mackenzie (Brasil). roberto.macedo@ mackenzie.br María Fernanda González. Institut des Amériques (Francia).
[email protected] 283
COMUNICACIÓN GUBERNAMENTAL EN ACCIÓN
Karina M. Herrera Miller. Directora nacional del Servicio de Fortalecimiento Democrático del Tribunal Supremo Electoral en Bolivia. Doctoranda en el programa de Ciencias y Humanidades para el Desarrollo Interdisciplinario, Universidad Autónoma de Coahuila y Universidad Autónoma Nacional de México.
[email protected] Alberto Pedro López-Hermida Russo. Profesor investigador, Facultad de Comunicación, Universidad de los Andes (Chile). @ albertopedro José Carlos Nazario. Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (República Dominicana). Consultora en estrategia y comunicación NCE. @jcnazario Matías Ponce. Profesor investigador, Departamento de Comunicación, Universidad Católica del Uruguay.
[email protected] Mario Riorda. Universidad Austral (Argentina). The George Washington University (Estados Unidos). Consultor en estrategia y comunicación política. @marioriorda Omar Rincón. Profesor asociado, Universidad de los Andes (Colombia).
[email protected] Marcos Roggero. Universidad Católica de Córdoba (Argentina). Consultor para organizaciones públicas. roggeromarcos@ gmail.com
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