entido común com ún para padres padres Sentido co mún Javier Urra, doctor en Psicología Este autor prolífico, empeñado en salvar la infancia a través de la educación, presenta 'Educar con sentido común' (Editorial Aguilar), donde enseña paso a paso las claves de cada edad y resalta la importancia de los primeros años del niño. Considera que muchos padres estaban esperando este libro, pero que 'por desgracia, quizás quienes más lo necesitan no lo adquieran porque se han resignado a que su hijo les ha salido así'. Hace años que entrevisto a Javier Urra, un comunicador ejemplar con muchas ganas de hacerse entender. Su obsesión siempre ha sido la misma: los niños. Para eso ha escrito más de una veintena de volúmenes dedicados tanto a padres como profesores, a hijos y profesionales de la justicia. Está empeñado en hacer comprender a toda la sociedad que educar no es enseñar conocimientos y que todos tenemos una responsabilidad en esta tarea. Educación se asocia con conocimientos. ¿Qué es para usted educar? ¿Cuáles son los apartados de la educación básica? Educar significa ayudar a formar un carácter y una personalidad para conseguir la autonomía, y hacerlo de manera adecuada, adaptada, sociable. Educar exige vocación, ponerle constancia, echarle muchas sonrisas, relativizar los problemas, disfrutar con la labor de la propia educación, aprender de nuestros propios hijos, dar cabida a los abuelos, estar en contacto con el tutor de nuestros hijos; ver cómo hacen otros amigos nuestros -hay que tener muy buena relación con nuestros amigos y con los amigos de nuestros hijos-; practicar el deporte desde corta edad con los niños; irnos en cuanto podamos a disfrutar en contacto con la naturaleza. Educar es dar un sentido de trascendencia a la vida, la vida es algo más. Mirar juntos a las estrellas y que los chicos se planteen si creen que somos los únicos inquilinos.
Es tener muy claro quiénes son los padres y quiénes son los hijos y que podemos tener una relación estupenda, pero sabiendo que son figuras y edades distintas. Con esas pautas se inicia una educación correcta
“Los adultos somos en gran medida el niño que fuimos, que no llegamos a ser, o que no nos dejaron ser”
¿Por qué existe en nuestro país tanta desproporción entre nivel de bienestar social y educación? -Creo que tenemos un país con un nivel económico muy alto, y un nivel cultural francamente bajo. La gente no lee nada de interés, hay un porcentaje elevadísimo de personas que no se hacen una pregunta inteligente en su vida. Se lee el Hola y el Marca, cosas para banalizar porque se dice que la vida es muy dura y quiero distraerme. Pues uno se puede distraer desde el diálogo, el debate, leyendo a los griegos o una poesía. Tenemos un nivel cultural bajo, fíjese que hay ambulatorios en los que hay carteles que ponen “Prohibido pegar al médico”. Esto lo dice todo. Quizás ha influido el que somos un país que no ha requerido un gran esfuerzo para alcanzar un alto nivel económico. No sabría dar una respuesta de en qué se está fallando. Pero sí hay que desarrollar la palabra esfuerzo, voluntad; no se puede permitir que los niños pasen de curso con cuatro asignaturas suspensas. El aprendizaje exige ganas de aprender, aparte de un buen profesor, y sobre todo transmitir a los niños de corta edad que no hay nada más atractivo que el aprender. Eso nos acompañará el resto de nuestras vidas.
“La justicia lo que hace al final es castigar. Podemos intentar conseguir que no haya reincidencia, pero lo que no hacemos es evitar el primer daño, por lo tanto hay que educar” Muchos creen que por tener un hijo ya están capacitados para ser padres. ¿Es preciso ser conscientes de que hay que aprender a serlo? Claro que hay que aprender. Es más difícil ser padre que conducir un vehículo, y para ello te obligan a estudiar teoría y a hacer prácticas. Cuando se va a adquirir un coche o un piso, todo el mundo mira muchos sitios, valora. Educar requiere anticipar, preguntarse cómo hemos sido educados nosotros, requiere hablar con tu pareja y preguntarle qué puesto le vamos a dar a los abuelos. Si le gustan más los colegios públicos, privados o concertados; cuáles van a ser nuestros criterios primordiales; qué te planteas tú con el cachete pedagógico... Todo eso es educar y hay que ponerle mucha gana, mucha ilusión, mucho tono. Educar es un arte. ¿Puede un niño aprender un valor que no le muestran sus padres en sus acciones y actitudes? Sí, si ese valor lo encuentra en otro ámbito como es un campamento, el colegio, en un grupo de referencia. De todas maneras es difícil, porque un padre que está todo el día con la botella de whisky o con la cocaína, no tiene autoridad para decir a un hijo que no haga botellón o que no se fume un porro. Un trabajador que machaca a lo que entiende como súbditos, no está autorizado para decir a su hijo que no haga bulling en el cole. Un hombre que está todo el día de putas, tiene poca fuerza para decirle que tiene que ser moral.
¿Cuáles son las edades que más marcan la futura personalidad del niño? Antes de nacer, sin duda. Esos nueve meses de embarazo son significativos en el niño. Y los primeros siete años son esenciales en la vida, entre otras cosas porque se desarrolla el lóbulo frontal, que es donde nace la emocionalidad, la sociabilidad. Hay una edad esencial que es de los 6 a los 7 años, donde se da un cambio muy significativo porque el niño comienza a entender el tú y el nosotros. Y luego otra etapa de interés es la preadolescencia (12 a 14) que es donde el chico empieza a volar, a ver que hay otros grupos, que no toda la verdad la tienen los padres. Es una etapa importante en la que los padres debemos saber ir dejando cada vez más grado de libertad y responsabilizar a los propios chicos, pero con supervisión. Y a la
educación hay que sumar la personalidad de cada chico, su carácter, su forma de ubicarse en el mundo.
Claves de la educación ¿Cómo promover en los niños la autoestima sin hacerles creer que son los amos de la casa? Con la autoestima hay que tener mucho cuidado, porque se ha hipertrofiado el tema de la autoestima. Yo creo que la gente tiene que ser válida, útil, tiene que saber que cada uno somos único, tiene que ir por la vida mirando a la cara a los demás, sin miedo... Pero lo importante no es el yo, es el tú, el vosotros, el respeto a los mayores, la obra que dejas, el ir a un hospital a ver niños enfermos -algunos de los cuales nunca saldrán de allí-, el ir a ver a una abuela que tiene Alzeimer... Y no me vale el que me digan que no me apetece, es que nadie te ha preguntado si te apetece. La pregunta es si debemos ir, y la respuesta es sí, debemos hacerlo. Por tanto, vamos a ir. Yo no sé si me apetece mucho ponerte el desayuno por la mañana, pero te lo voy a poner porque tengo que hacerlo. Igual que de niño te vacuné y ya sé que no te apetecía, pero tenía que hacerlo. O cuando empecé a darte verdura y sé que no
te gustaba, pero había que hacerlo.Esa es la educación. ¿Por qué en algunos hogares se han perdido valores como autoridad, disciplina, límites o normas de conducta? En el mío no. Tenemos una hija de 24 años y otro de 30, nunca les he puesto una mano encima y tengo una autoridad total. Yo les miro y se quedan quietos donde estén, porque esos valores los han mamado desde corta edad, tienen mucho criterio y saben que quien va a presidir la mesa es la abuela, porque le va quedando menos y lo ha hecho todo por ellos. Igual que en la Fiscalía le digo a un chaval que baje los pies de ahí y los baja, y sino se los bajo yo. ¿Y qué puede pasar, que me dé un cachete? Podría, pero nunca me lo ha dado porque se queda impactado de que yo me levante y le baje los pies, porque quizá no se lo han hecho nunca. Y en la calle tendríamos que decir: “Oye, deja de dar pataditas a las farolas, que son de todos”. Ahí podremos empezar a ser ciudadanos de pleno.
“La justicia lo que hace al final es castigar. Podemos intentar conseguir que no haya reincidencia, pero lo que no hacemos es evitar el primer daño, por lo tanto hay que educar” Por qué ese empeño en que desaparezca la jerarquía, con lo que ello conlleva de respeto a adultos y profesores? Eso se da en gente que confunde mucho los temas. Creo que se ha confundido a la población con que los niños se pueden traumar. A los niños hay que darles mucho cariño, mucha calidez, vínculo, ternura, leerles cuentos, dejarles jugar, darles muchos tiempos para que estén con otros niños, porque el juego es esencial... Ahora, vivir en so-
”Cada niño debería poseer algún concepto de voz interior, tener algo de formación religiosa y pasar algunos días de su vida en el bosque”. Usted fomenta la trascendencia, algo que ahora casi no existe... Aunque en el libro no he puesto la palabra religión, soy muy favorable a que los chicos tengan una vivencia de religión y que luego ellos el día de mañana manifiesten su creencia o no en esa fe. Como he dicho antes,
ciedad supone límites porque tus derechos se acaban donde empiezan los de los demás y eso es así. Hay quien ha querido confundir con el vale todo, mayo del 68 y prohibido prohibir, y eso es un error. Los chicos de mi fiscalía me dicen “creo que a mis padres no les importo nada” ¿Por qué? “Porque haga lo que haga no me dicen nada”. Eso es verdad y eso neurotiza. De hecho, a menudo te dicen “esto no te lo admito”. Te puede parecer mal en un primer momento, pero es que lleva razón.
miremos a las estrellas y preguntémonos: ¿crees que esto es puro azar? ¿Tu desaparición y la mía es la nada? ¿Esto tiene una explicación? ¿Hemos vivido antes? ¿Viviremos después? ¿Este es un microcosmos que no alcanzamos a pensar? ¿Realmente el tiempo cronológico existe o es otro tiempo? Un chico de trece años tiene que empezar a preguntarse, más a allá de que seas obviamente solidario con la gente que lo necesita en tu pueblo, en tu ciudad o en el mundo.
“Tenemos un país con un nivel económico muy alto, y un nivel cultural francamente bajo. La gente no lee nada de interés, hay un porcentaje elevadísimo de personas que no se hacen una pregunta inteligente en su vida”
“Los primeros siete años son esenciales en la vida de un niño, entre otras cosas porque se desarrolla el lóbulo frontal, que es donde nace la emocionalidad, la sociabilidad”
Los padres ahora quieren ser amigos, colegas de sus hijos. Si no se convierten en un referente, ¿qué carencias tendrán los pequeños? Yo creo que los padres colegas no existen. Primero, la palabra colega no me gusta. Creo que lo que tenemos que tener son amigos, porque colega suena a que nos juntamos para cierto acto, cierta conducta, pero que no nos obliga. Yo no creo en las relaciones zapping ni en el sexo, ni en la amistad. Implicarse supone darse, tener un amigo supone mantenerlo, de vez en cuando llamarle, buscarte unas horas para quedar con él. Eso es la amistad. En cuanto a los padres tenemos que ser como una pared, unas veces para que nuestro hijo se apoye en ella, otras para que trepe por ella o para que golpee en ella. Las tres cosas son necesarias, pero yo estoy en que no hay que olvidar que somos sus padres. ¿Somos amigos? Depende de la interpretación que se dé. Si amigo es una persona de total confianza, que si un día me llamas a la hora que sea yo estaré, yo desde luego soy amigo de mis hijos. Mis
“Lo importante no es el yo, es el tú, el vosotros, el respeto a los mayores, el ir a ver a una abuela que tiene Alzeimer... Y no me vale que me digan que no me apetece; es que nadie te ha preguntado si te apetece, la pregunta es si debemos ir, y la respuesta es sí”
hijos saben que mientras viva, su padre estará cualquier día, a cualquier hora, en lo que me quede de vida. Si eso es amigo, sí lo soy. Si amigo es vamos a hacer cosas conjuntas, pues no. Yo tengo mis propios amigos, tengo otros que los comparto con mi mujer, igual que mi hijo tendrá los tuyos. Es cuestión de no confundir. Las personas no nacen violentas, se hacen. ¿Cómo llega un joven a ser violento, qué tipo de educación ha recibido? Esa pregunta porque no tiene una respuesta unitaria. Soy uno de los grandes expertos de este país en ese tema, llevo treinta años en la fiscalía, he trabajado con grandes psicópatas y no tiene una respuesta simple y unívoca. Pero sin duda está relacionado con la educación. Por eso me desvivo en dar charlas en pueblos y en ciudades, en colaborar con los medios de comunicación, en escribir libros... porque la justicia lo que hace al final es castigar. Podemos intentar conseguir que no haya reincidencia, pero lo que no hacemos es evitar el primer daño, por lo tanto hay que educar.
La invisible labor de los maestros Por qué recurrió a los maestros para completar su libro? Primero, porque me parece de lógica, ya que son quienes forman a las personas durante veinte o treinta años. Segundo porque me parece que están muy desvalorizados y ellos se sienten así. Hace poco di una charla en Madrid a maestros de toda España y están casi semiderrotados, no se sienten apoyados por los medios de comunicación, en ocasiones por los padres y sobre todo por el legislador. Eso es grave. Entonces me parece importante saber qué creen que tienen que enseñar los padres, cómo socializar a los hijos, para ellos hacer la otra función. Tenemos que tender un puente entre profesores, maestros, orientadores y padres. El resultado ha sido interesante, atractivo y lo más llamativo es que les ha resultado sorprendente porque nadie les ha preguntado antes por la realidad de la educación, y están muy agradecidos. Opina que es urgente educar con el mismo criterio y objetivos tanto a padres como a maestros, ¿su libro pretende unificar, ayudar a trazar juntos objetivos comunes? Sin duda ese es el objetivo, revisable siempre porque la sociedad va cambiando. Y sobre todo para educar desde la felicidad y con la felicidad. No admito esto de que ser padre es una tragedia, un disgusto, un prob-
lema. Para mí fue y sigue siendo un lujazo. Tengo mi hijo en Washington, y mi hija es oncóloga y está trabajando con gente que va a morir en paliativos. Tenemos muy claro lo que es importante en la vida y no estar disgustado o enfadado porque se ha pinchado la rueda del coche, lo cual es una estupidez. Por último, ¿qué quiso decir en su libro con que “El niño no es el proyecto de un hombre; el hombre es lo que queda de un niño”? La gente dice que los niños son el proyecto de un hombre, que los niños son el futuro. No, los niños son el presente. A ver si se le va a olvidar el hoy y el mañana de este niño. Y luego el niño no es un proyecto, el niño es en sí mismo como es. Cuando el niño es un proyecto es cuando lo convertimos en un niño agenda que tiene que aprender tres idiomas, y cuando le restas la ingenuidad, el juego. Lo más grave que se puede hacer es perjudicar a un niño en su niñez. Los adultos somos en gran medida el niño que fuimos, que no llegamos a ser, o que no nos dejaron ser. Esto es esencial, porque somos lo que ha ido quedando. Y luego usted verá que hay ancianos que son estupendos, porque lo han sido toda la vida y eso se remarca en la última fase de la vida. Y hay otros que son imposibles, pesadísimos, egoístas, pero es porque lo han sido siempre. Por eso son esenciales los primeros años de la vida.
Escrito por Marta Iglesias. Revista Fusión. www.revistafusion.com