TÉCNICAS CONDUCTUALES APLICADAS A NIÑOS 1- Introducció Introducción 2- La Retirada de Atenció Atenci ón 3- La Té Técnica del "Tiempo Fuera" 4- Economí Economí a de Fichas - Coste de la respuesta 5- La Intenció Intención Paradó Paradó jica
Modificación de la conducta en el aula (escuela). Modificació
1- Introducción -Las té técnicas que se describen a continuaci ón está están basadas en los principios de la Modificaci Modificació ón de la Conducta. Conducta. Este campo de la psicolog í a ha aportado a partir del estudio sistem ático del Aprendizaje animal, numerosas té t écnicas eficaces para instaurar, corregir o modificar conductas en niñ niños y jó jóvenes. Se han aplicado con éxito en diferentes campos, situaciones y personas, tanto en població población normal como en població poblaci ón con trastornos severos. Hoy en dí d í a, a, siguen siendo aplicadas en niñ niños con Trastornos Generalizados del Desarrollo, Desarrollo , Autismo Autismo,, etc, como forma de aliviar muchos de los sí sí ntomas. ntomas. Tambié También se aplican en centros escolares de forma individual o en grupo. -Algunas de estas té t écnicas puede parecer simplistas o insuficientes pero insistimos en el amplio soporte experimental con el que cuentan. Otra ventaja es que aportan soluciones pr ácticas aplicadas en el aquí aquí y y ahora, utilizando la observació observaci ón y medició medici ón de la conducta como variable fundamental y en detrimento de otras té t écnicas má más subjetivas. No se trata de eliminar la introspecci ón o el aná análisis de otros factores de riesgo existentes (entorno social, familiar, enfermedades org ánicas, factores emocionales...) sino de aportar soluciones inmediatas y eficaces para el control o modificació modificaci conducta , en especial cuando existen problemas conductuales espec í ficos ficos que ón de la conducta, provocan gran malestar o desadaptaci ón del niñ niño en su entorno pr óximo ya sea en la escuela o en el seno de la familia. A modo de ejemplo podemos citar su uso por parte de educadores o maestros dentro de la clase. Es evidente que delante un colectivo numeroso de ni ños, el maestro necesita pautas de actuaci ón concreta delante de episodios de desobediencia, agresividad, etc. En esos momentos no hay tiempo para un aná an álisis pormenorizado de las circunstancias de cada ni ño y se imponen medidas concretas. Es aquí aquí donde donde las té t écnicas conductuales cobran mayor importancia. -Las té técnicas que se exponen a continuació continuaci ón, aunque se describen de forma separada, pueden utilizarse individualmente o en combinació combinaci ón, segú según el caso, para aumentar los resultados. -Destacar tambié también que hay que conceptualizarlas como herramientas puntuales (para su uso por parte de maestros, educadores o padres en situaciones concretas) pero que a nivel de intervenci ón psicoló psicológica el uso de dichas té t écnicas debe ser complementada con un an álisis má más detallado del caso en la que se incluyan todos los factores de riesgo para su debido tratamiento psicol ógico.
Recordemos que, ante conductas m á s severas, persistentes y/o con presencia de agresividad, é stas té cnicas no deben ser aplicadas sin la evaluaci ó ó n previa de un profesional de la salud infantil.
2- Retirada de la Atención Sinceramente creo que se trata de una de las t écnicas má más eficaces para el control de la conducta infantil, en especial, para aquellas conductas que se manifiestan con rabietas, pataletas, lloros, pero sin manifestaciones agresivas. La té t écnica no puede ser má m ás sencilla en su concepció concepci ón: Se trata de que, ante las manifestaciones de gritos, rabietas u otros, dejemos automá autom áticamente de prestar atenció atenci ón al niñ niño. Este modo de actuar se justifica bajo la hipó hipótesis de que el niñ ni ño efectú efectúa tales manifestaciones para reivindicar ciertas demandas o llamar la atenció atenci ón del adulto. El niñ ni ño puede estar acostumbrado a conseguir lo que desea mediante este comportamiento (refuerzo positivo). As í , puede haber aprendido que si efect úa cualquier petició petición acompañ acompañada de lloros o pataletas, la atenció atenci ón de los padres es mucho mayor y es atendido antes en sus peticiones. Esto llega a convertirse en un h ábito, en un circulo vicioso que crea malestar en la familia. Antes de poner en marcha esta t écnica, hay que analizar la situació situaci ón con tranquilidad y verificar que se está está produciendo realmente la conducta del niñ ni ño por la supuesta demanda de atenci ón. Para ello podemos valorar como reaccionamos nosotros ante la demanda, en qu é momentos sucede y qué qu é es lo que ocurre. ¿Le presta la atenció atenci ón y el tiempo que necesita el ni ño? ¿Normalmente cede ante sus demandas? ¿Se dirige con frecuencia a él cuando se porta "bien" para dec í rselo rselo y premiarlo o só s ólo lo hace cuando lo castiga? Los episodios de rabietas, desobediencia, etc, son, en gran medida aprendidos (ver (ver causas de los problemas de conducta ), y, por tanto, podemos efectuar un desaprendizaje. Esta té técnica no es aplicable en conductas que cursen con fuerte agresividad verbal o f í f í sica, sica, con episodios de lanzamientos de objetos o, en general, para aquellos comportamientos que signifiquen peligro potencial para el niñ niño u otros. En estos casos consulte siempre a un especialista antes de actuar. Para utilizar la té técnica debemos tener claros los objetivos y el m étodo que debemos utilizar: 1- OBJETIVO: Enseñ Enseñar al niñ niño que efectuando las peticiones de forma inadecuada (rabietas, lloros, etc.) no va a conseguir nada. 2- MÉTODO: Si retiramos la atenció atención que prestamos al niñ ni ño (refuerzo positivo) inmediatamente despué después de la aparició aparici ón de las respuestas inadecuadas, éstas tenderá tender án a desaparecer. 3-FORMA: ¿Cómo hay que hacerlo?
Cuando aparezcan las conductas inapropiadas actuar de la siguiente manera: 1- Retirar la atención inmediatamente. Evite el contacto ocular o la emisió emisi ón de cualquier recriminació recriminaci ón, palabra o gesto. Haga como si la
conducta no estuviera ocurriendo (salvo en las conductas mencionadas anteriormente que pudieran suponer peligro para el niño u otros). Si sucede en casa puede volverse de espaldas o salir de la habitación o estancia donde se encuentre. En situaciones fuera de la casa, dependiendo del lugar, deberemos adaptarnos a las circunstancias. La regla general es mantenernos a cierta distancia sin prestar atención, pero esto dependerá si estamos en un lugar abierto con peligro potencial para el niño (circulación de coches, paso de muchas personas, etc.) o si nos encontramos en un lugar cerrado (tienda, supermercado, etc...). Si la rabieta tiene lugar en un sitio p úblico donde no puede separarse f ís icamente de su hijo, permanezca a su lado pero siga retir ándole la atención como se ha mencionado antes (retirada contacto ocular, sin gesticular, sin hablar). En niños pequeños, si hay peligro de que se escape y est á en ví as públicas puede ser necesario retenerlo f ís icamente. En estos casos, si opta por retenerlo, conc éntrese sólo en ejercer la fuerza necesaria para evitar su huida pero mantenga (aunque entiendo que es una situaci ón comprometida) toda la tranquilidad posible, es importante que el niño no vea al adulto alterado emocionalmente, debemos transmitirle una sensación de que tenemos el control de la situaci ón y que con su actitud no va a conseguir nada. Siga sin dirigirle palabra y espere a que la situaci ón se calme. Dirí jale toda la atención cuando el niño se tranquilice. Una vez calmado puede entonces intentar explicarle (si el ni ño tiene suficiente capacidad de comprensión verbal), y sin recriminaciones, lo que ha sucedido en tono calmado. La idea no es transmitirle: "Te has portado mal, te desprecio y paso de ti", sino: "Puedes conseguir algunas cosas si lo pides de otra forma". 2- Está totalmente contraindicado verbalizar cualquier manifestación de reproche, sermonearlo o advertirle de que no le vamos hacer caso por mucho que insista. De esta forma lo estamos retando a una discusión dialéctica y puede empeorar las cosas. Simplemente: No le diga nada. S í puede decirle con una frase escueta y con voz lo m ás calmada posible que se siente triste y decepcionada... 3- Una vez que la conducta empiece a bajar de tono puede progresivamente prestarle atenci ón de nuevo. 4- Se trata de una técnica que produce efectos de mejorí a de forma progresiva. Nos llevará cierto tiempo (dependiendo de las variables propias del ni ño y su entorno) el conseguir resultados claros.
RECUERDE QUÉ:
1- Estamos utilizando técnicas para conseguir que el ni ño desaprenda hábitos mal adquiridos y este proceso llevará un tiempo. Paralelamente debemos trabajar y potenciar las conductas alternativas que nos interesa que el niño utilice. Insistimos en que los padres intenten mantener la calma ya que el niño va interiorizando estos estados emocionales. Si la respuesta a sus malas conductas es sólo más ruido y reproches fuera de tono, es muy probable que esto nos venga devuelto al ir el niño interiorizando estos patrones. 2- Debemos ser constantes en la aplicaci ón de la técnica y coherentes en su aplicaci ón. Para ello es necesario que ambos padres y el resto de figuras relevantes para el ni ño (abuelos, tí os, etc) actúen de igual forma ante las mismas conductas. 3- Al inicio de aplicación, estas técnicas suelen producir un aumento en la frecuencia e intensidad
de las conductas que precisamente intentamos eliminar. Es un hecho normal e indicador de que vamos por el buen camino. No se desanime tras los primeros fracasos. Necesitaremos un poco de tiempo. POR QUÉ DEBEMOS ACTUAR:
Hay una creencia extendida de que ciertas conductas infantiles son propias de la edad y que con el tiempo tienden a desaparecer. Ciertamente, as í puede suceder en muchos casos. Sin embargo, es muy arriesgado pasar por alto ciertos comportamientos con la esperanza de que el tiempo lo mejorará. Una intervenci ó n en la etapa infantil, no hecha a tiempo, puede suponer la consolidaci ó n, perpetuaci ó n y agravamiento del problema en la adolescencia. Las normas, valores y referentes deben construirse desde la temprana infancia. Es una irresponsabilidad dejarlo en manos del futuro para evitarnos los costes del presente.
3- La técnica del Tiempo Fuera Esta técnica supone una variación de la anterior en tanto es una técnica que utiliza básicamente la retirada de atención, por lo que muchos de los principios all í expuestos son válidos aquí pero con algunas matizaciones. Delante episodios de lloros, rabietas o travesuras m ás subidas de tono (por ejemplo, cuando se produce el descontrol), puede utilizarse la t écnica de "tiempo fuera", en el que el niño se le retira f ís icamente del espacio actual para trasladarlo a su habitaci ón u otro lugar, por un breve espacio de tiempo. También pueden ser los padres los que se retiran del lugar donde est é el niño (cuando es posible, p.e. en el comedor de la casa). Veamos algunas orientaciones para proceder adecuadamente: 1- El sitio al que lo retiremos temporalmente debe ser un sitio en el que no tenga al alcance juegos u otras compañí as para entretenerse. No se trata de buscarle un sitio hostil sino un sitio que sea aburrido con escasas posibilidades de que pueda hacer algo para pasar el tiempo. 2- Debemos trasladarlo inmediatamente después de aparecer la conducta o en el momento que ha llegado a un punto insostenible (por ejemplo, discusión entre hermanos que llega a un punto de descontrol). 3- No discuta con él, no entre en recriminaciones ni calificativos despectivos como: "Eres muy malo y te voy a castigar" o "Me tienes harta, no tienes remedio... " S í puede explicarle, con un tono calmado pero seguro y imperativo, el motivo de su retirada. Para ello d í gaselo concretando su queja "Como has pegado a tu hermanito no vas a poder jugar con él". Haga caso omiso de sus protestas o promesas. Recuerde que debe mostrarse enfadada pero no fuera de control. La idea es lanzarle un mensaje muy claro de que ha hecho algo mal y que estamos disgustados con él. Al respecto y de forma muy breve puede tambi én decirle (ajustando el mensaje a la edad del ni ño) algo así como: "me has decepcionado tanto que, en estos momentos no quiero estar contigo. Me siento muy triste". 4- No permita que salga antes de tiempo del lugar de aislamiento. Si lo hace advertirle de
consecuencias más negativas como que deberá estar más rato en esta situación.
5- El tiempo de aislamiento normalmente se calcula en base a un minuto por a ño del niño con un máximo de 20 minutos . Sin embargo, esto debe ser valorado por los padres. No se aconsejan tiempos más largos ya que pueden producir la conducta contraria a la que queremos eliminar. 6- Si cuando lo vamos a buscar nos vuelve a regalar con conductas inadecuadas, hay que advertirle que si quiere salir deberá estar al menos 15 segundos sin efectuarlas. Mant éngase firme en la decisión. Si pasa la prueba es muy posible que los episodios remitan, si cede aumentar án con toda probabilidad. 7- En el caso de que haya provocado desperfectos en el interior del habitáculo (ha desordenado o roto alguna cosa) deber á reponerlo o corregirlo con alguna acción antes de salir. 8- Debemos tener cuidado que esta retirada f ís ica no comporte algún tipo de beneficio indirecto al niño. Por ejemplo si el niño consigue dejar de estudiar o evitarse comer algo que no le gusta, lo que harí amos es reforzar la conducta inadecuada. Ésta técnica suele ser muy efectiva si se utiliza adecuadamente y con decisi ón. La efectividad de la técnica, independientemente de que le estamos retirando la atenci ón, es que estamos despertando, contingentemente con la aparición de las conductas no deseadas, uno de los "fantasmas infantiles" más presentes en la etapa infantil: la ansiedad de separaci ón. Aunque el niño tenga suficiente edad para saber que no será abandonado realmente, el hecho de hacerle revivir esta ansiedad puede dispararle interiormente ciertas alarmas. Lo que ahora puede temer no es la separaci ón f ís ica sino la emotiva. De tal forma que el niño corregirá su conducta actual y futura no por las razones de los padres sino por las suyas (temor a perder el respaldo emocional de los padres). - Como en todas las técnicas basadas en la retirada de atención, recuerde que deben introducirse momentos de atención hacia el niño contingentemente a la aparición de conductas deseadas. El refuerzo verbal y f ís ico (halagos, abrazos, manifestación de alegrí a, entrega de algún premio, etc.).
4- Economía de fichas. Coste de la respuesta No nos ayuda nada que el ni ño obtenga regalos o juguetes de forma f ácil pese a que presenta comportamientos disruptivos o desobedientes. Formando parte de un tratamiento más global, la técnica de denominada de "economí a de fichas" suele funcionar muy bien para regular los refuerzos que recibe el niño. Para obtener un premio (juguete, salida a parque tem ático, excursión, etc...) deberá efectuar una serie de conductas deseadas (o dejar de hacer otras) que deben concretarse (portarse bien, obedecer, estudiar, ordenar sus cosas, etc...). Tras efectuar esta conducta se le dará inmediatamente un reforzador (puntos, fichas...) que el niño ira recogiendo hasta llegar a una determinada cantidad, momento en el que se le entregará el premio final. También se pueden pactar pequeños premios inmediatos para ciertas conductas deseadas al tiempo que se acumulan puntos para el premio mayor (refuerzo demorado). Lo importante es conseguir que el niño se dé cuenta que obtiene mayores
beneficios y privilegios actuando de forma correcta.
Veamos algunos puntos claves para el buen funcionamiento: 1- Dichos premios deben estar pactados de antemano, ser claros y atractivos para el niño. Busque realmente cosas que le gusten (no sirve pretender que se gane algo que necesita, por ejemplo, unos nuevos lápices para el colegio). 2- Asegúrese de que al principio puede ganarlos más f ácilmente para motivarle. La entrega de estos premios debe ir acompañada de un halago sincero "estoy muy contento", "lo haces muy bien...." y, evidentemente, nunca deben ir acompa ñados de verbalizaciones negativas del tipo "a ver cuanto dura..." Cuanto más pequeño sea el niño o más inquieto, más cortos deben ser los perí odos en los que se eval úa la conducta (no funcionará prometerle algo si aprueba el curso dentro de tres meses). 3- En el caso de ni ños hiperactivos tenga en cuenta que hay especial dificultad para posponer las cosas. En todos estos casos, si se entrega una ficha como reforzador, ésta podrá ser intercambiada (al menos al principio) inmediatamente por algún objeto de su deseo (peque ño juguete, golosinas, etc...). Deberá procederse de igual modo con ni ños que presenten discapacidad intelectual. 4- Es importante que se cree una lista o cartel donde se puedan visualizar el estado de los puntos obtenidos y los que le faltan para llegar al premio, cuando éste se demora según el plan establecido. En caso de la aparici ón de mala conducta puede tambi én utilizarse la retirada de alguno de los puntos (coste de la respuesta). 5- Sea constante en la aplicaci ón de ésta técnica y no se deje llevar por la frustración en el primer contratiempo. Se necesita tiempo para cambiar hábitos mal adquiridos y no hay soluciones mágicas al respecto. 6- Recuerde que cuando dé instrucciones a su hijo, debe hacerlo de forma clara y concreta, sin contradicciones y de forma que sean comprensibles para su eda d. Procure no hacerlo acompañado de contacto f ís ico instigador (la utilización de la instigación ha demostrado ser un gran potenciador del incumplimiento). - Estas técnicas suelen ser muy efectivas para el control de las conductas tanto en el ámbito familiar como en el escolar. No se trata de que el niño aprenda a funcionar siempre a base de premios sino de darle, al principio, motivos para iniciar un cambio en sus conductas. Lo que se espera en el futuro es que las conductas adecuadas se mantengan no por los premios sino por lo que llamamos "reforzadores naturales". Por ejemplo, un ni ño puede empezar a no efectuar determinadas conductas disruptivas por ganarse el premio, pero este cambio de comportamiento puede hacer que funcione mejor con sus amigos y esto convertirse a medio plazo en un reforzador más potente que el premio inicial. Las conductas pasan a ser controladas por las consecuencias positivas que se generan en su entorno.
5- La intención paradójica -Es una técnica que bien utilizada puede tener un efecto fulminante sobre la conducta que queremos cortar. Explicado en pocas palabras se tratarí a de pedirle al niño o al alumno que haga aquello que precisamente queremos evitar. Imaginemos una situación en un aula donde un ni ño se niega sistemáticamente a efectuar cualquier actividad escolar. El niño cada dí a entra en una dinámica de provocación hacia al maestro, sometiéndolo a una dura prueba de paciencia. ¿Qué ocurrirí a si un dí a el maestro le dice: "Hoy quiero que no hagas nada, te voy a dar permiso para que esté s todo el tiempo sin hacer ninguna actividad. No quiero ni que me escuches. S ólo debes permanecer callado y sin hacer ruido en tu sitio". -Unas instrucciones de este tipo pueden crear en el niño una situación de perplejidad, aunque al principio pueda vivirlo de forma gratificante. El hecho de que se inviertan los roles, es decir, siempre la desobediencia se producí a para dejar de hacer la actividad concreta. Ahora para no hacer la actividad debo de obedecer las instrucciones, con lo cual el ni ño pasa a perder su papel de desobediente. Para este dí a podemos planificar unas actividades gratificantes para el resto de los ni ños y en las que no podr á participar el niño que tenemos bajo las instrucciones de "no hacer nada" . Debemos procurar que se aburra lo máximo posible e incluso si interviene en alguna actividad recordarle que él no puede hacer nada ese d í a. Con esta actuación es de esperar que el niño haga un cambio de planteamientos y que sus conductas negativistas en el aula disminuyan. Evidentemente la técnica tiene sus limitaciones y debe valorarse antes su idoneidad seg ún el perfil del niño. Suele funcionar bien en niños de entornos problemáticos pero con un perfil cognitivo normal.
PROBLEMAS CONDUCTA INFANTIL
1- Introducción. 2- Algunas de sus formas: a) El niño desobediente b) El niño de las Rabietas c) El niño negativista 3- Su origen: ¿Por qué un niño se porta mal? a) El control de las consecuencias. b) Características de los padres: Estilos educativos. c) Características de los niños: Temperamento. d)Factores externos: Vínculos afectivos, modelos, nivel socio-cultural. 4- Resumen y pautas de actuación 5- Orientaciones para el control de la conducta infantil
1-INTRODUCCI ÓN
-La desobediencia, las rabietas, el negativismo, etc..., constituyen parte de los trastornos de conducta más habituales durante la infancia. Estos problemas pueden resultar muy perturbadores para los padres dado que suelen suponer un desaf í o a su autoridad y control, lleg ándose a establecer un ví nculo relacional coercitivo con los hijos. Estos problemas, lamentablemente, parecen ir al alza, incrementándose su magnitud, frecuencia y lo que es más significativo: la edad de inicio cada vez es más temprana. El conocido Sí ndrome del Emperador describe aquellos niños que se constituyen como verdaderos tiranos en su relación con los padres. Son exigentes, intolerantes y pueden llegar hasta la agresión si se les contrarí a en sus demandas. Son ni ños que no admiten el no. Algunas explicaciones alegan al hecho de que son incapaces de sentir las emociones, otros a factores genéticos, por último hay quien alega la educaci ón recibida. La explicación más sensata es que cada uno de estos factores es sólo parte del problema y que todos ellos en interacción con más o menos peso especí fico, según el caso, están determinando la conducta actual. -Según Javier Urra (Psicólogo de la Fiscalí a de Menores de Madrid y autor del libro "El peque ño dictador"), "si tienes un niño pequeño que hace lo que quiere, que piensa que todos a su alrededor son unos sat él ites, que a los dos años no ayuda a recoger los juguetes, que jam ás se pone en el
lugar del otro, aprende que la vida es as í y la madre es una bayeta que sirve para ir detr ás de é l. Si eso no se frena, cuando tiene 16 o 17 a ños se desborda: exige mucho dinero y cuando la madre un d ía le dice no, no lo tolera. Lleva 17 a ños oyendo que s í a todo. ¿C ómo que no?, dice. Entonces la empuja contra la pared, le tira la comida a la cara, la amenaza".
-Hoy en dí a y gracias a los avances de la gen ética sabemos que, en casos concretos, los episodios de conductas disruptivas son consecuencia de un trastorno gen ético subyacente (p.e. Sí ndrome X Frágil) y no siempre todo puede explicarse en t érminos de educación. Es habitual también encontrar niños especialmente agresivos entre el colectivo que a sufrido carencias afectivas en la infancia y han crecido sin la presencia de sus padres o unos modelos de referencia adecuados. Pese a ello, una adecuada educaci ón temprana, puede influir en gran medida en la expresi ón final de esta conducta. Niños que presentan un escasa empat í a o reciprocidad emocional hacia otras personas pueden ser adiestrados en técnicas de autocontrol y mejorar su repertorio violento. -En esta página vamos a analizar algunos problemas de conducta que pueden iniciarse en la Infancia durante el ciclo evolutivo "normal". Para trastornos de la conducta espec í ficos (Hiperactividad, etc...) pueden visitar nuestra Área Clí nica (Trastornos de Conducta). Las conductas infantiles inadecuadas pueden presentar cierta "normalidad" en determinadas etapas del ciclo vital. Sin embargo, cuando la magnitud, frecuencia o perseverancia en el tiempo de las mismas son excesivas, pueden necesitar la intervenci ó n de un profesional de la salud para corregirlas a tiempo.
2- DESOBEDIENCIA, NEGATIVISMO, RABIETAS a) El niño desobediente
- La mayorí a de padres no tendrá dificultad para definir o expresar lo que entienden como "desobediencia". De hecho es un problema al que con cierta frecuencia deben enfrentarse tanto ellos como educadores. A pesar de que todos conocen el t érmino, no es sencillo delimitar lo que constituye un acto de desobediencia. Seg ún algunos autores, se podrí a definir la conducta de desobediencia como : La negativa a iniciar o completar una orden realizada por otra persona en un plazo determinado de tiempo (5 a 20 segundos). Esta orden puede hacerse en el sentido de "hacer" o en el sentido de "no hacer", de detener una determinada actividad. Sin embargo, esta definición no comprende otras situaciones que son tambi én consideradas como desobedientes por los padres. Por ejemplo si establecen como norma el hacer la cama al levantarse o llegar a casa a una determinada hora, los padres suelen entender que se produce una conducta desobediente si no se cumple dicha norma aun cuando no se lo indiquen cada vez que se levante por la mañana o salga de casa. -Los episodios de desobediencia pueden forman parte de un desarrollo "normal" del ni ño en ciertas edades. Por ejemplo hay autores (Achenback y Edelbrock 1.981) que encuentran que a la edad de 5 a 6 años un porcentaje elevado de padres (50%) se quejaban de conductas de desobedecer ordenes o destruir objetos, bajando el porcentaje a los 16 a ños (20%). Para establecer el punto de corte entre la normalidad y la patologí a deben tenerse en cuenta la frecuencia de estas conductas y su gravedad. -El cómo tratar a un niño desobediente es motivo de consulta frecuente. La desobediencia puede ir
acompañada o no de otros elementos disruptivos como las rabietas o el negativismo. Hay que valorar cada situación para tomar las medidas correctoras oportunas. La edad de aparici ón de dichas conductas, las circunstancias actuales que la provocan y las mantienen, la situaci ón y relación familiar, son algunos de los puntos a tener en cuenta. M ás adelante se explican algunas de sus posibles causas y varias técnicas para intentar combatirlas. b) El niño de las Rabietas
Las rabietas podrí amos calificarlas como de expresiones agresivas con las que algunos ni ños muestran su desacuerdo u enfado con alguna situaci ón concreta y normalmente durante la interacción con algún adulto significante (padres, abuelos, etc...). Las rabietas son un fen ómeno normal en un determinado estadio evolutivo del ni ño (alrededor de los dos o tres a ños) y deberí an ir remitiendo a medida que el niño se hace mayor para desaparecer completamente hacia los cinco o seis años de edad. Sin embargo, algunos ni ños, ya con cierta edad, saben que tener rabietas supone una forma rápida y eficaz para alcanzar sus deseos o caprichos. Por su parte, los padres saben que satisfaciendo al niño, éste se calma rápidamente y se evita el bochorno de la pataleta, especialmente si se produce en algún lugar público. Evidentemente, a la larga, este tipo de actuaci ón por parte de los padres sólo consigue perpetuar el problema. -Es importante también diferenciar si estas rabietas se presentan como elementos aislados de reivindicación de determinados privilegios, o forman parte de un cuadro comportamental m ás extenso con otros repertorios de conductas problemáticas. En éste último caso se deberí a proceder a un análisis más detallado de las conductas antes de intervenir. Pautas a seguir en caso de rabietas puntuales : El consejo general es hacer caso omiso cuando se produce la rabieta y retirarle la atención inmediatamente. Es importante que los padres, en ese momento, no pierdan la calma y que act úen con firmeza, negando el capricho o la demanda, pero a la vez sin alterarse, sin gritar ni re ñir. En caso de que los padres se enzarzaran en una recriminaci ón mutua o con el niño a gritos, éste percibirá que en cierto modo sigue teniendo el control sobre la conducta de sus padres. Si la rabieta ha sido de cierta magnitud puede utilizarse la t écnica del "coste de respuesta" o "tiempo fuera" en la que el ni ño recibe una consecuencia negativa por su acto (retirada de algún reforzador o se le aparta por un breve tiempo, por ejemplo, a su habitaci ón). Posteriormente, una vez calmado, se puede hablar con el ni ño y explicarle que por ese camino no va a conseguir nada, al tiempo que se establecen las situaciones en las que s í podrá recibir sus demandas (cuando efectúe ciertas tareas o comportamientos adecuados).
Para tener un mayor control sobre el comportamiento, es muy importante que los padres y otros familiares cercanos (abuelos, hermanos mayores, etc...) act úen de igual forma ante las demandas excesivas del niño. La complicidad y perseverancia de los padres en su interacci ón con el niño es esencial para su control. M ás información en "Guí a orientativa para el control conducta infantil" y "técnicas modificación conducta aplicadas a niños" c) El niño negativista
-Entendemos como tal aquel tipo de niño que muestra una oposición activa pero no agresiva. Serí a el niño que "siempre dice no". Probablemente el negativismo sea una forma segura de llamar y mantener la atención de los otros sobre uno mismo. Una de las posibles causas de tal
comportamiento, reside en el hecho de que el ni ño ha aprendido a que neg ándose a colaborar o a obedecer ordenes puede evitar la realizaci ón de tareas que no son de su agrado. El ni ño se da cuenta de que sólo se trata de ser más perseverante en su conducta (negativismo) que los mayores. Al igual que sucedí a con el "niño de las rabietas" el resultado de su conducta (el librarse de hacer aquello que no le gusta) no hace más que reforzar dicho comportamiento, aumentando su probabilidad de ocurrencia y por tanto la cronificación del problema.
3- SU ORIGEN: ¿Por qu é se porta mal? -Muchos padres dan por sentado que su hijo ha nacido as í : "que le vamos a hacer..." e incluso son capaces de establecer paralelismo con otros miembros de su familia : "ha salido como su abuelo...". Todo ello parece denotar la sensaci ón de impotencia para controlar la conducta por parte de los padres, situando el origen del problema en factores externos a ellos mismos . Lo que ignoran es que, habitualmente, conductas como la desobediencia est án fuertemente controladas por varias variables de las que no son ajenas los propios padres. -A continuación se relacionan las variables más importantes y que pueden constituirse en el origen y mantenimiento del problema:
a) El control de las consecuencias -Una de las variables más importantes son las consecuencias que tiene para el ni ñ o la ejecuci ó n de una determinada conducta. Patterson (1.982,1.986) desarrolló lo que denominó "hipótesis de coerción" y que ilustra perfectamente este punto. El autor explica que algunas conductas como el llorar, gritar, patalear, etc.., son conductas instintivas en el recién nacido. En esta primera etapa dichas conductas tendrí an un valor de supervivencia, ya que el beb é puede controlar la conducta de su madre en vistas a poder satisfacer sus necesidades m ás vitales (comida, calor..). De esta forma, si
llora, la madre acudirá. Cuando va creciendo, el niño va sustituyendo estas conductas rudimentarias por nuevas habilidades de comunicación (p.e.: expresar verbalmente la petición). Sin embargo en determinadas circunstancias, los padres pueden favorecer que el ni ño siga utilizando las estrategias rudimentarias de la primera infancia (rabietas, gritos, lloros...) como forma para controlar el comportamiento de la madre, en lugar de utilizar conductas m ás adecuadas. Es el caso de cuando los padres en vez de prestar la debida atenci ón a las conductas adecuadas a la edad del ni ño (mediante alabanzas o premios) sólo parecen reaccionar y atenderle cuando éste expresa su demanda en forma de rabieta o pataleta, momento en el que la madre acude presta y normalmente cede ante sus exigencias. El hecho de atender r ápidamente sólo a este tipo de comportamiento hace que estas conductas coercitivas de control, por parte del ni ño, se mantengan y perpetúen. -Ciertamente, con frecuencia, se dedica m á s atenci ó n a las conductas inadecuadas de un hijo que a sus conductas adecuadas. En la base de todo ello está el hecho de que suele esperarse que el niño debe portarse bien siempre y que, por tanto, no debe ser halagado o premiado por ello. El ni ño puede realizar a lo largo del dí a muchas conductas correctas pero no recibe a cambio ninguna atención especial por parte de los padres. Por el contrario, dado que un padre no debe consentir que su hijo sea desobediente o se porte de forma incorrecta, es r ápidamente advertido o castigado. El niño se da cuenta que con este tipo de comportamiento suele atraer la atenci ón de su padre (a pesar de que es para regañarle) y quizás sea la única forma que conozca de conseguir que le preste algo de atención.
b) Caracterí sticas padres e interacci ón con hijos -Dentro de este capitulo se incluirí an las diferentes habilidades de los padres tales como su nivel de comunicación, de control o forma de solucionar problemas. Hoy en d í a, uno de los peores enemigos a la hora de establecer un buen v í nculo afectivo (ví nculo de apego) con los hijos es la poca disponibilidad de tiempo por parte de los padres. Las jornadas de trabajo, normalmente ocupan a ambos padres todo el dí a, ello puede repercutir negativamente tanto en la cantidad como en la calidad de la interacción padres-hijos tan necesaria a lo largo de todo el desarrollo del ni ño. Un escaso tiempo de dedicación determina en algunos niños la aparición de conductas no adecuadas, de desobediencia o incluso somáticas (dolores, enfermedades sin causa org ánica aparente). Cada niño es diferente y sus necesidades de atenci ón por parte de los padres pueden variar de unos a otros, es por ello que no pueden establecerse pautas generales para todos. Sin embargo, la aparici ón de conductas problemáticas es un sí ntoma inequí voco que debe ponernos en guardia y hacernos m ás sensibles hacia las posibles demandas afectivas que reclama el ni ño y no satisfacemos. -Otro factor importante a tener en cuenta son los estilos educativos de los padres. Hoy sabemos que los padres que combinan el afecto emocional alto hacia los hijos, pero tambi é n su control, son los que obtienen los mejores resultados en cuanto al funcionamiento afectivo e intelectual de sus hijos con un mí nimo de problemas de conducta. Este estilo educativo denominado "democrático" y considerado como el óptimo, según algunos estudios, se caracteriza por que el ni ño se siente amado y aceptado, pero también comprende la necesidad de las reglas de conducta y las opiniones o creencias que sus padres consideran que han de seguirse. Como padres debemos saber ser generosos pero, a la vez, es imprescindible establecer limites claros a las conductas y demandas de nuestros hijos. Si así no se hace, las demandas aumentar án y la percepción del niño será de que tiene el control sobre nosotros y que sus solicitudes son derechos reales a los que no tiene por qu é renunciar. -Los modelos basados en una autoridad inflexible o los excesivamente permisivos, han demostrado
ser menos adecuados y eficientes en el establecimiento de v í nculos afecticvos adecuados, as í como en la aparición de conductas disruptivas.
c) Las caracter í sticas de los hijos -Factores como el temperamento parecen ser también muy relevantes. A pesar de que la personalidad del bebé no presenta todaví a muchos de los componentes que son evidentes m ás tarde (como creencias, actitudes, etc..) sí está presente en forma de expresividad emotiva y de sus reacciones ante la estimulación del entorno. Ante una misma actividad o juego (p.e : subirse a un columpio) un bebé puede reaccionar gritando de alegrí a mientras otro reacciona de forma m ás tranquila o incluso llorando. En la base se estas diferencias individuales estar í a el temperamento particular que conforma la personalidad temprana del beb é. Algunos estudios (NYLS-Thomas et al.1.968) catalogaron a algunos niños de su estudio, relativa a la primera infancia, como "dif í ciles", presentando este grupo mayor número de problemas-conducta que otros beb és clasificados en otras categorí as. La genética tiene mucho a decir ya en estas primeras etapas. La observaci ón de conductas disruptivas o anormales en la primera infancia podr í a ser sí ntoma de la presencia de algún trastorno de base genética y, por tanto, susceptible de evaluaci ón por parte de un profesional de la salud. -En definitiva, es preciso tener en cuenta, que los problemas de conducta que presentan los ni ños son el resultado de una multiplicidad de factores que es necesario evaluar y tratar para corregir.
d) Factores externos al ni ño -En último lugar, destacar que ejercen una particular influencia en las conductas de nuestros hijos factores externos al propio niño como pueden ser : a) Los ví nculos emocionales con los miembros de la familia. Al respecto debemos preguntarnos si el niño se siente querido dentro de su n úcleo familiar. Los lazos afectivos bien establecidos a edades tempranas como el llamado Apego, son fundamentales para la estabilidad del niño y para prevenir posibles conductas disruptivas. Es muy frecuente la aparición de conductas agresivas y de falta de empat í a hacia los otros, en el caso de adolescentes que se han visto privados de una adecuada vinculación afectiva con sus progenitores. Ello puede deberse tanto a factores de fuerza mayor como la p érdida, muerte o separación f ís ica de los mismos, como a negligencia o falta de atención adecuada de los padres hacia sus hijos, malos tratos, etc, a ún conviviendo en un mismo techo.
Sabemos que muchas de estas conductas son consecuencia de la llamada de atenci ón por parte del niño a los padres que quizás de otra forma no le prestan. Es importante compartir con el ni ño tiempo suficiente para establecer dichos ví nculos. b) El ajuste emocional y social de los padres. Para una buena progresión emocional-conductual del niño, es muy positivo que los padres, no tanto no tengan trastornos emocionales, sino que el ni ño no los perciba de forma angustiosa. Esto puede resultar dif íc il en caso de situaciones de maltrato o separaciones traum áticas. Sabemos que existe una alta correlación entre madres deprimidas y trastornos de conducta en los hijos.
c) El nivel cultural y económico. Los problemas de conducta no son patrimonio de ninguna clase social. Se dan en todas ellas. Es evidente que un nivel cultural muy bajo unido a una situaci ón de precariedad laboral y económica es un sustrato muy fuerte para generar conductas no deseadas y que pueden desembocar en la delincuencia. Sin embargo, estamos asistiendo a la aparici ón de conductas delictivas e incluso criminales en sectores de población joven de clase acomodada. d) Los Modelos. Hasta que no está cercana la adolescencia, los principales modelos a seguir, en todas sus facetas, suelen ser los propios padres o hermanos mayores. De nada servir á que le digamos que se comporte de una determinada manera, si los modelos que tiene a su alrededor no son coherentes con lo que le pedimos. Sabemos de la impotencia de muchos centros escolares, que hacen una labor educativa impecable pero que su labor no se ve complementada por los modelos familiares. Otro modelo a valorar es el que ofrecen los medios como la Tv., Internet, Videojuegos, etc.... Hay todaví a un gran debate acerca de la influencia de ciertos programas violentos sobre la conducta de los niños. Las conclusiones apuntan en el sentido de que no puede establecerse relaci ón directa causa-efecto. El factor realmente importante es el entorno donde el ni ño ve estos contenidos. Si éste es ya conflictivo (familias desestructuradas, presencia de malos tratos, entorno marginal, amigos violentos, etc...) sí que puede tener una repercusión en la magnitud o frecuencia de las conductas inadecuadas. No sucederí a en el caso de que un contenido violento se produjera en un entorno estable, controlado por los padres, y en el que los ni ños pueden perfectamente discriminar entre ficción o realidad.
4- RESUMEN Y PAUTAS DE ACTUACI ÓN: •
•
•
Está claro que no hay dos ni ños iguales y, por tanto, las mejores t écnicas para paliar los problemas de conducta serán aquellas que nos funcionen bien en cada caso o ni ño. Las conductas inadecuadas pueden ser consecuencia de multitud de factores (internos, externos). Es habitual que se presente algunas de ellas dentro del ciclo evolutivo "normal", pero hay que consultar al profesional cuando estas son de mayor frecuencia o magnitud de lo esperado por su edad o son perseverantes en el tiempo. Un buen predictor de la poca incidencia de conductas inadecuadas en un ni ño es el haber
•
•
•
•
establecido un buen ví nculo afectivo con sus padres. Ello pasa por dedicar m ás tiempo juntos desde edades muy tempranas. El juego es un elemento esencial. Recomendamos la lectura de nuestra página: Trabajando el ví nculo afectivo con nuestros hijos. No tan sólo es cuestión de estar más con el niño. Préstele mayor atención cuando efectúe las conductas adecuadas y expr ésele su satisfacción verbalmente. Igualmente, trate de no dársela cuando presente episodios de rabietas o exigencias de caprichos. Es importante el estilo educativo de los padres. En concreto, aquel estilo que combina la existencia de un alto grado de vinculo afectivo pero con un nivel de control sobre h ábitos y conductas adecuados. Se desaconsejan modelos totalmente autoritarios o que, contrariamente, no desempeñen ningún control sobre sus hijos. Hay niños con temperamentos "más dif íc iles" que otros y que probablemente necesitar án estrategias de intervención a medida. El crecer en entornos marginales o en colectivos de riesgo aumenta considerablemente el riesgo de presentar conductas disruptivas en la adolescencia. De todas formas, los modelos parentales, serán el factor determinante.
ECONOMÍA DE FICHAS 1- Resumen de la técnica 2- Fundamentos de la técnica 3- ¿Cómo puede ayudarnos la técnica? 4-PASOS A SEGUIR: a) Conocer al grupo b) Definir el ámbito de actuación c) Concretar la metodologí a 5- Aplicación y seguimiento
1- Resumen de la t écnica: Ámbito de aplicación:
Su principal objetivo es motivar al niño en la ejecución de determinados aprendizajes y también fomentar la aparición de conductas positivas, controlando o eliminando las disruptivas.
Edad:
Cambiando los reforzadores y adecuándolos a la edad evolutiva correspondiente, podemos utilizarlo en prácticamente todos los niveles de edad. Muy útil en Educación Especial y también en la escuela ordinaria para conseguir objetivos especí ficos.
Puntos fuertes:
Técnica simple, de f ácil comprensión por los niños y altamente motivante (si se construye y utiliza adecuadamente).
Limitaciones:
Hay que saber escoger los reforzadores en funci ón del niño o del grupo. Los niños que no alcancen el premio pueden frustrarse o desistir del método. Hay que asegurar, al menos al principio, unos primeros éxitos.
2- Fundamentos teóricos La Economí a de Fichas es una técnica ámpliamente conocida y aplicada tanto en ambientes educativos como institucionales, familiares o incluso clí nicos. Puede ser utilizada en grupo pero también a nivel individual. En cierto modo puede considerarse una aplicaci ón derivada del Condicionamiento Operante descrito por Skinner ya que utiliza como base el refuerzo, en especial los denominados reforzadores secundarios (Hull). Es decir, objetos por sí solos carentes de valor o neutros (fichas,
puntos...) pero que luego pueden cambiarse para obtener el premio o refuerzo primario (juguetes, caramelos, cualquier actividad gratificante, tiempo de juego, etc...). Mediante la introducci ón de este tipo de condicionamiento, el niño aprende a manejar de forma más eficiente una nueva situación de contingencias que le permitirá obtener ciertos beneficios de los que antes no dispon í a. No obstante, los creadores de esta técnica como tal fueron Ayllon y Azrin en 1.968. Fue la necesidad de encontrar una nueva ví a para motivar a los pacientes mentales institucionalizados cr ónicamente y conseguir que actuaran de modo m ás competente, lo que les llevo a su creaci ón y sistematización. Uno de los problemas fundamentales a la hora de intentar aplicar un plan de reforzadores primarios en un ambiente institucionalizado y con funcionamiento de 24 horas, era que no pod í a efectuarse un seguimiento directo por parte de los psicólogos durante todo el tiempo. Hacia falta un sistema que pudiera aplicar cualquier profesional del centro (cuidadores, personal sanitario, etc...) pero que, a su vez, no revistiera especial dificultad técnica en su aplicación. Tener siempre a disposición helados, dulces, cigarrillos u otros como reforzadores inmediatos era complejo. La soluci ón que encontraron fue la introducción de reforzadores secundarios (fichas) intercambiables por el reforzador primario según las condiciones que se marcaron. Éstas podí an ser repartidas ámpliamente por todo el equipo para ser utilizadas en el momento oportuno. De esta forma se consigui ó erradicar muchas de las conductas indeseables y que se marcaron como objetivos prioritarios.
3- ¿Cómo puede ayudarnos la t écnica? La Econimí a de Fichas en clase supone establecer un sistema reglado, con unas normas y consecuencias positivas para motivar a los niños en la ejecución de conductas deseadas. Se denomina "de fichas" ya que para conseguir el premio final los ni ños deberán recoger un determinado número de fichas o puntos. Hemos comentado que su utilización prioritariamente es colectiva, por tanto, podemos aplicarla a todo el grupo de una clase o aula. Su objetivo ser á conseguir las metas que nos planteemos al inicio. Cada clase, cada grupo es un mundo y depender á de sus propias circunstancias y peculiaridades el marcar unos u otros objetivos. En general podemos se ñalar dos grandes ámbitos en los que la Economí a de Fichas pueden ayudarnos: A) Elevar la motivaci ó n del grupo hacia determinados aprendizajes. B) Aumentar las conductas positivas y tratar de controlar y/o eliminar las disruptivas.
Ejemplo de fichas para utilizar:
4- PASOS A SEGUIR: a) Conocer al grupo El paso previo para la instauración de una economí a de fichas en el aula pasa por conocer las peculiaridades de nuestro grupo. La edad, las caracter í sticas personales de cada ni ño, sus áreas de interés, su ámbito social, etc, pero también la propia personalidad del grupo, es decir, si se trata de un grupo homogéneo o, por contra, es muy heterogéneo y nos encontramos con niños de diferentes orí genes y culturas. En este último caso puede que sea un poco m ás complejo encontrar reforzadores adecuados en especial con los m ás mayores. Es muy probable que cuando decidamos introducir una econom í a de fichas en el aula (en especial cuando se trata de controlar la conducta) lo hagamos por la necesidad de actuar sobre los ni ños “problemáticos”. Normalmente en cada clase hay niños que siempre se portan o trabajan bien y, por tanto, no necesitan de premios especiales para hacerlo. No obstante, ahora todos quedan sujetos a los posibles premios en caso de darse las condiciones marcadas y deberemos estar atentos en asegurar, al menos en inicio, de que el colectivo que lo tiene m ás dif íc il, pueda asegurarse algún pequeño éxito de entrada. No se trata de regalar premios sino bajar el list ón de la demanda al comenzar el programa para situarlo al alcance de la mayor í a de los alumnos e ir subi éndolo progresivamente.
b) Definir el ámbito de actuaci ón ¿Qué es lo que necesitamos corregir o mejorar en el aula? Podemos tener necesidad de actuar para fomentar la motivaci ón hacia ciertas asignaturas y/o actividades o también sobre determinadas interacciones conductuales desadaptadas entre iguales (peleas, riñas, desobediencia, negativismo...).
Una vez definidos los objetivos prioritarios, debemos transmitirlos de forma concreta y entendible para todo el grupo. Por ejemplo, no podemos marcar como objetivo el conseguir que los alumnos se porten bien ya que esto supone una valoraci ón subjetiva que puede variar según el observador. Hay que especificar (si queremos modificar conductas) con frases como: “ no pelearse”; “no contestar al maestro”; “hacer el dictado”... Si son varias las conductas que hay que modificar, se aconseja crear un listado de las mismas y un orden de prioridad teniendo en cuenta las necesidades de la propia escuela o aula. Empezar por la conducta u objetivo elegido y aplicar el procedimiento hasta que se consiga la mejora adecuada. Progresivamente pueden irse introduciendo otras. La idea es no intentar un cambio sobre muchos aspectos a la vez ya que puede tener un efecto contrario al deseado.
c) Concretar la metodolog í a ¿C ó mo lo vamos a hacer? Este es un aspecto clave. Ahora debemos delimitar las medidas necesarias para aplicar el procedimiento en la práctica. Esto requiere varios pasos: 1) Especificar la conducta que va a premiarse y el premio: Se explica al grupo que se van dar unos premios determinados (según edad y posibilidades) y que para obtener el premio hay que efectuar algún tipo de actividad (por ejemplo, aprender la tabla del 7) o dejar de hacer otras (p.e. no pelearse). 2) Explicar c ó mo se obtienen o pierden puntos: Los puntos o fichas pueden darse, seg ún los objetivos, en el mismo momento que se produce la conducta positiva (se entrega una ficha) o al final del dí a haciendo balance individual. En el caso de aulas muy numerosas pueden suministrarse puntos colectivos exceptuando los casos de ni ños que no hayan tenido las conductas esperadas. En caso de mala conducta sí se le puede retirar uno de los que haya conseguido pero nunca llegar a puntuaciones negativas. Por ejemplo, todos los niños que no se han peleado reciben al final de la jornada un punto.
En niños pequeños o de educación especial es aconsejable utilizar el refuerzo inmediato, es decir, la entrega inmediata del premio o reforzador tras la conducta deseada. No funcionar á si demoramos demasiado la entrega del premio final. 3) Crear un registro donde los ni ñ os vean el estado de sus puntos: Estos puntos se van colocando en el registro y al llegar a un determinado n úmero son canjeables, por ejemplo, por dulces o golosinas. Puede hacerse coincidir la entrega de premios con el final de la semana, es decir, el viernes, para todos los niños que hayan tenido puntos positivos toda la semana (5 puntos = premio). Los niños que no hayan alcanzado su premio en una semana determinada pueden ir acumulando puntos para canjearlos el siguiente viernes si han conseguido sumar 5. Lo que nos interesa es que los niños no pierdan la motivación. Recordar que en niños de Educación Especial necesitaremos tiempos de entrega m ás cortos si no inmediatos.
Ejemplo registro economí a fichas:
4) Dar los premios o reforzadores en los plazos acordados a quienes consiguen las metas marcadas: El premio puede darse, como se ha comentado, en un d í a concreto de la semana (para facilitar las cosas) y en el que se canjearan los puntos o fichas por el premio establecido. A partir de ese momento, los niños pueden volver a ganarlos. Los que todav í a no han alcanzado el número suficiente guardan sus puntos a la espera de conseguir m ás y alcanzar el premio los dí as siguientes.
Pueden establecerse tiempos más cortos (diarios) según las necesidades y el perfil de los ni ños.
5- Aplicación y seguimiento Finalmente debemos poner en marcha el procedimiento en base a los objetivos y reglas que hemos establecido. Es importante que su aplicación sea lo más simple posible y que todos los niños tengan claras las normas de funcionamiento sin contradicciones. Es muy probable que las cosas no funcionen del todo bien los primeros d í as y/o semanas de la implantación del sistema. Debemos de ser constantes en su aplicaci ón para empezar a obtener resultados positivos y que los niños se convenzan de que es un sistema con el que pueden obtener beneficios extra. A partir de su puesta en marcha, debemos estar abiertos a la posibilidad de introducir variaciones o modificaciones según alcancemos o no los objetivos. Suele suceder que los reforzadores pueden perder interés si siempre son los mismos y, en gran medida, el éxito va a depender de la creatividad y recursos de que disponga el profesional que la aplique. Otro problema con el que nos podemos encontrar es que algunos ni ños se frustren de entrada al no conseguir el premio como otros y se desmotiven. Por todo ello, la Economí a de Fichas ,debe plantearse como un sistema abierto y susceptible de introducir variaciones o modificaciones sobre la marcha si se consideran necesarias. Finalmente apuntar que estas técnicas no pretenden enseñar al grupo a funcionar siempre a base de premios sino de darle, en un momento dado, motivos para iniciar un cambio en sus conductas o
motivaciones. Lo que se espera en el futuro es que las conductas adecuadas se mantengan no por los premios sino por lo que llamamos "reforzadores naturales". Por ejemplo, un ni ño puede empezar a no efectuar determinadas conductas disruptivas por ganarse el premio, pero este cambio de comportamiento puede hacer que funcione mejor con sus amigos y esto convertirse a medio plazo en un reforzador más potente que el premio inicial. Las conductas pasan a ser controladas por las consecuencias positivas que se generan en su entorno.