El Rincón Rincón de Bruixa Bruixa
Capítulo 1- Introducción.
Breve Breve historia de la magia. mag ia. Desde la antigüedad, el hombre ha practicado la magia con el fin de dom dominar inar la natur aleza. aleza. Todo T odo cuanto el intelecto desconocía y no controlaba era suplantad entonces por una asimilación mágica de la existencia. Así es como aquellas fuerzas fuerzas distantes y superior es es eran asimiladas asimiladas por otr otr o tipo de f unciones unciones psíquicas más inmediatas, tales como la percepción y la intuición. Ésta f ue f ue una de las causas por las que nuestros ancestr os os desarr ollaron ollaron desde tiempos remotos ciertos comportamientos mágicos que respondían a la f luidez luidez de la vida, de los ciclos de las estaciones, las cosechas, cosechas, la fecundidad, etc… etc… si bien son muchos muchos los ejemplos a los que nos podr íamos íamos remitir he aquí algunas breves descripciones de cómo la magia se ha practicado desde siempr e en todo el mundo, más allá de creencias, razas, religiones o condiciones sociales. 1. En Victoria, Austr alia, alia, se creía (y todavía se cree) que un hechizo hechizo sobre la ropa de una persona afecta directamente, directamente, con independencia de la distancia a la que se encuentre. Al mismo tiempo, el modo de deshacer el hechizo consistía en quemar la ropa de inmediato. 2. En Tumleo en la isla de Nueva Guinea, sus sus habitantes habitantes no arrojan vendajes ensangrentados a otro lugar que no sea el mar, ya que de caer en manos manos de sus enemigos, éstos les podrían causar algún tipo de daño por pr ocedimientos ocedimientos mágicos a través de su sangre. 3. En Tanna, una de las islas de Nuevas Hébridas, si alguien deseaba deseaba influir influir sobr e otro, no tenía más que apoderarse de sus ropas. r opas. Si lo conseguía, sólo tenía que f rotarlas rotarlas con unas ramas de laurel, enrollarlas y quem quemarlas arlas al fuego. Al consumir se, se, la persona en cuestión ya estaba bajo su poder. 4. Las brujas europeas medievales, mientras f undían undían una imagen de cera par a que su inf iel iel amante se derritiera de amor, no olvidaban arrojar un trozo trozo de sus ropas, que les hur taban taban cuando éstos no se daban cuenta. 5. En Prusia, se cr eía eía que el ladrón caía enfermo enfermo si, después de haber