1.- Un breve comentario a modo de introducción La hora de reposo, concedida al mediodía, había transcurrido ya con largueza y los minutos corrían presurosos al encuentro de! ocaso, mas Hiram Abif aún no se presentaba como era su costumbre, a dirigir ¡as Sabores de construcción del Templo que el rey Salomón ofrendaba a Jahveh, su dios y el de su pueblo. La inquietud crispaba los rostros de los oficiales y se extendía con la rapidez de las malas noticias a los obreros, al comprobarse que el ilustre Maestro no se encontraba en su lugar habitual de descanso ni en el de meditación, como tampoco en audiencia con el sabio rey, Más contribuyó a aumentar el temor a una desgracia, manchones de sangre hallados a la salida de la puerta norte del Templo, razón por la cual, reunidos en su Cámara, los Maestros designaron nueve de ellos para que, en grupos de a tres, se dirigieran ai sur, al oriente y al occidente, con la misión expresa de agotar las investigaciones hasta encontrar a Hiram Abif, ya fuere vivo o muerto. Extenuados y con !a derrota en los rostros volvían sin noticias a! sitio donde debían reunirse al cabo de nueve días; sólo el último que regresaba les hizo saber que, no lejos de ahí, había encontrado un sospechoso montículo de tierra al parecer recién movida y señalada por una rama de acacia superpuesta, el que posiblemente pudiera ocultar ¡o que tanto buscaban. Llevada a efecto con éxito la indagación retornaron con el cadáver a Jerusalén, sepultándole provisoriamente al norte del Templo, cercano al lugar donde habría expirado. Cabe hacer presente, para que no se piense que no hay concordancia entre las diferentes partes que conforman la leyenda hirámica a través de los Grados, que no se plantea una resurrección o vuelta a la vida física de Hiram Abif con la aplicación de los cinco puntos de la Maestría en la ceremonia de Exaltación del Tercer Grado. Debemos entender que morir en lo que es inferior, para renacer en una vida superior, es la lección fundamental de toda muerte iniciática. La Masonería no puede, ni lo hará nunca, proponer o enseñar absurdos, ni aun escudándose en lo mítico. Por lo tanto no cabe pensar en la resurrección de Hiram después que su carne estuvo sometida al imperio de la muerte; la enseñanza importante que deja entrever la leyenda es que, el valor intrínseco que se asigna al ilustre artífice, puede prender en el Iniciado pasando a ser este último como la prolongación hipostática de Hiram. Sin embargo no hay que olvidar que, de acuerdo a la Palabra Sagrada que se le ha entregado, el Maestro masón es el Hijo emanado emanado de la Putrefacción, de lo perecedero, pues la carne se desprende de los huesos; lo ilusorio vuelve a su antigua fuente de origen, sólo lo interior, lo real, permanece. Estos son los antecedentes como también la identificación del
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lugar, además del Templo mismo, donde actuará Jeroboam, el aspirante a formar parte de los Maestros Secretos sucesores de Hiram Abif, en un ritual que simboliza su conducta a seguir para entrar en vital contacto con fuerzas o esencias de tal excelencia como su Conciencia y su Yo Superior. La atmósfera que enmarca el ceremonial en desarrollo, revela el duelo que aflige a quienes fueron fieles colaboradores de Hiram en sus trabajos: las paredes del Templo se hayan cubiertas de negros cortinajes sembrados de lágrimas de plata; el trono de Salomón, quien preside el valioso rito , tanto como los de sus asistentes, Adonhíram y Azariah, están igualmente enlutados y sobre el de Salomón se divisa su cetro, su espada, la llave de marfil y una corona de laurel y olivo reservada al graduando, al centro del Templo está el Altar de los Juramentos, sobre cuyo terciopelo, de fúnebre tono, se ve solamente un triángulo de oro. En el atrio, hacia el norte, se encuentra el Mausoleo provisorio del Maestro. Maestro. En el Templo, Templo, un poco más al orie or ient ntee del Ara de los Juramtim y rodeado por una balaustrada balaustrada cuya puerta puede abrirla solamente aquel que posea la llave de marfil, está ubicado el Altar donde, en su oportunidad, se depositará la urna que atesora el Corazón de Hiram. Como una expresión de la divinidad dando mayor majestad al acto iniciático, se contempla en el Oriente un Círculo celeste orillado de oro con un triángulo inscrito, en cuyos lados, distribuidas, resaltan las letras l-O-D y, dentro de este último, la Estrella Flamígera luciendo un Ojo, pleno de significados, que brilla en su centro. Hacia el sur del Ara reservada a la urna sagrada, se destaca el Arca de la Alianza coronada por dos figuras simbólicas que se miran mutuamente e iluminada por el candelabro de siete luces. Este es el escenario donde es introducido Joroboam para su aceptación y a quién se ve avanzar desvalido, a medio cegar por su mandil de trabajo, apoyado en un Maestro y sosteniendo una mortecina luz. Es necesario, nuevamente, efectuar otro alcance en lo que pareciera una incongruencia sobre las finalidades, simbólicamente expresadas, de la Exaltación a este magisterio. Se dice que el aspirante es un Maestro que se encuentra perdido entre la Escuadra y el Compás y, al mismo tiempo, se asegura que desea formar parte del cuadro de los sucesores de Hiram Abif. ¿No es ingenuo conciliar la posibilidad de tal realización a quién se ve llegar, torpe, en busca de un guía que le ayude a encontrar la verdadera senda? En realidad que la finalidad básica de este Grado es iniciar en el Maestro Secreto la disciplina esotérica de la búsqueda de su verdadero Ser Interior pero, al mismo tiempo, quien desea contactarse con su Yo Superior en el centro de sí mismo, ha de poner a su Conciencia, que es el guía espiritual que busca, en condiciones
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de Conocerlo virtualmente. Es el Yo Superior una Verdad preconizada a través de los siglos por ilustres pensadores a quienes seguimos admirados en su filosofía que ha hecho grandes las civilizaciones de Oriente y Occidente: Pitágoras, Sócrates, Kant, Berkeley, por nombrar algunos de tantos cerebros ilustres, pero que se las desestimamos despectivamente en lo referente a un consejo eterno: ¡Conócete a ti mismo! Si queremos construir el Templo fraternal de la Humanidad, debemos empezar, antes que nada, a construir nuestro Templo interior,porque para conocer a nuestros semejantes y comprenderlos cabalmente debemos conocernos primero a nosotros mismos y así poderles sevir fiel y eficientemente. Este es otro de los objetos de la Exaltación al IV Grado: hacer realidad en nosotros el espíritu hirámico, nuestro Maestro Secreto, el impulsor de nuestra Conciencia. Debemos en consecuencia aconsejarnos por este guía, salir de la inconsciencia en que nos debatimos cegados por lo ilusorio y vueltos al centro de nuestra realidad en el centro equilibrante de la Escuadra y el Compás. Este es pues el graduando, un Maestro Masón que, arrastrado por los reflejos de la ilusión que riela en la periferia del conocimiento, se ha apartado del punto neto de la realidad. El proceso de reencontrar ese centro, de llegar al conocimiento de sí mismo, no se obtiene sin antes buscar con sinceridad e interés los caminos que hacia él le conduzcan. Es menester saber lo que se quiere para conseguir lo que se desea. El sólo hecho de la Exaltación que se le concede no lo hace Maestro Secreto. Es necesario que a la vez estudie e investigue todo lo concerniente al Grado en que ha sido recibido, único medio de adentrarse íntimamente en su significado. Cuanto más se medite sobre las profundas enseñanzas que el Grado de Maestro Secreto entrega, no solamente a aquéllos que a él pertenecen sino que igualmente a todos los miembros del Escocesismo, más plenamente aceptaremos la importancia que tiene para mejor concebir los Grados Filosóficos en general. Su ceremonia de ingreso, que presenta un símil más o menos aproximado a la de Iniciación en los Grados Azules, es la clave para estudiar y practicar lo que significa el conocimiento del Ser Interior como sendero más factible para avanzar hacia la perfectibilidad gradual a que incita la Orden a sus adeptos. Iguales puertas de sabiduría le pueden abrir la Kábala y el Tarot, libros atribuidos a Enoch y a Mermes respectivamente, que son claves que permiten ampliar las investigaciones y obtener respuestas a nuestros Interrogantes filosóficos. En semejante escala, aunque en distinta significación, se insinúa la resolución esotérica de la "cuadratura del círculo", cuya íntima relación con la simbólica centralización del Maestro, debe llamar a la meditación porque es la llave que ofrece campos de gran valor iniciático para los estudiosos. 4
Mas, antes que nada, es imprescindible desprenderse de toda índole Je prejuicios respecto a las enseñanzas por recibir; ellas están basadas en las que se han insinuado desde el Grado de Aprendiz, pues si bien es cierto que los tres Grados simbólicos constituyen y encierran a la Masonería en esencia, no lo es menos que el Escocesismo es un terreno maravilloso donde aquéllos pueden ser estudiados en profundidad. Si hojeamos los distintos Manuales que se nos ha entregado en los orados Simbólicos, veremos: 1} en el de Aprendiz, comentarios sobre Alquimia, los Misterios y el Esoterismo e insinuaciones al conocimiento del Tarot; 2) en el de Compañero, nociones sobre la Meditación o Concentración, el conocimiento de sí mismo , la distinción de ilusorio y real, el Tetragrama hebraico, etc.; 3) en el de Maestro, aparte de una mayor instrucción sobre las materias anteriores, ofrece conceptos sobre el Zodíaco y el Árbol Sephirothal. No se pretende, entonces, traer a los Templos masónicos enseñanzas ajenas a las ya estudiadas, sino en profundizar su investigación como un medio de coadyuvar a la perfectibilidad en realización y a hacer concreta una aspiración masónica expresada en: Vivir es estar en constante aprendizaje. Dicho lo anterior, entremos de lleno al estudio del Grado IV.
2.— El Maestro, entre la Escuadra y el compás
Caminante por la Vida, escudriñando todos los horizontes en afán de descubrir el velado significado de ella que intuye, sin acertar traducciones, el cual pareciera que ésta fuese entregando dadivosa a quienes sin prejuicios lo investigan; caminante, que en largo vagar ensayando senderos o cauces que permitan hacer llegar, desde lo íntimo a su exterior, las más recónditas aspiraciones que siente latir, a pesar del racionalismo que se ha introducido en el bagaje de Iniciado que porta, el Maestro masón se presiente perdido entre el Compás y la Escuadra sin poder amasar, en realidades, las ansias idealistas que en su interior se formulan con voces sin ecos. Es, quizá, la falacia de los sofismas que creó o que asimiló para explicarse la existencia, y el engaño, hijo de la ignorancia, con que ha rodeado sus sentidos envolviéndoles en espejismos e ilusiones, los que han anulado su verdadera visión de esta conjugación permanente de experiencias que llamamos vida, haciéndole equivocar un norte apropiado y empujándole a errar, alternativamente, dentro de las áreas de aquellos simbólicos instrumentos, entre la Sabiduría y la Razón o la Comprensión y el Juicio, que son algunas de las significaciones con que al Compás y a la Escuadra se les ha vestido en Masonería. En estas condiciones, a pesar de sus ojos y oídos, no puede apreciar la diástole y sístole de la realidad y anheloso, subconscientemente, por hallarse en el fiel del equilibrio de sus 5
facultades, en relación a los esquemas filosóficos más inmediatos a sus conocimientos, busca en la oscuridad de su ser el guía que espera le conduzca a la Luz, esa Luz de Verdad, relativa para nuestras limitaciones, que creyera hasta entonces poder encontrar esplendorosa en el mundo exterior. La base trascendental de la ceremonia de Iniciación del Grado radica en que ella se efectúa en el ambiente del esotérico siete (7), tomando como centro el simbólico comienzo de la Maestría, queriendo significar el reencuentro del graduando con su Ser Real, su Yo Superior, Recurramos a una construcción geométrica que nos ayude a asimilar la sabiduría oculta en esta Exaltación. Apoyándonos en el centro de una cruz (fig.1), describamos un círculo cuyo radio sea 4/5 de la longitud de cualquiera de sus brazos (la proporción más adecuada para la demostración); unamos los puntos extremos exteriores de éstos y así obtener un cuadrado semiinscrito en el círculo; luego, tomando como base los tres ángulos inferiores de dicho cuadrado tracemos en él una Escuadra y sirvámosnos del superior como a'ngulo de un Compás que, abierto en 60°, descanse sobre la Escuadra en la posición ritual que señala al Maestro. Ahora bien, el eje de esa cruz, por ser equidistante de los vértices de ambos instrumentos masónicos, es el Centro Vital o Centro Intimo de equilibrio que buscamos y del cual parten confundidos con el diámetro unitivo — o sea generados en su mismo seno — en opuestas direcciones ha-ia los referidos vértices, dos radios vibrantes de aquellos atributos en permanente desarrollo en el hombre — Sabiduría y Razón, Intuición y Comprensión, etc. — y que, como dichos atributos, no se anteponen ni se suman pero conforman un todo. Estos radios — conceptos masónicos y eso-tfe.icos — integran igualmente una verdad que es necesidad cósmica y principio matemático, que dice: "todo ciclo o círculo se mide exactamente uon un polígono de seis lados, igual cada uno al respectivo radio" (fig.2). Así este último pasa a constituir un séptimo elemento interior con relación al hexágono y, a la vez, patrón medicional para el Iniciado que le hará posible investigar o intuir gradualmente los tesoros que encierra Sabiduría y hacer uso mesurado de la Razón, camino hacia la Maestría integral, realización plena del septenario. No hay que perder de vista, además, otras concepciones iniciáticas sobre la Escuadra y el Compás que inciden en las ideas que vamos exponiendo y que, como las anteriores, debemos tener presente para una más expedita traducción de la simbología del Grado. El ángulo recto de la Escuadra, según ellas, significaría la fijeza, estabilidad y aparente inexorabilidad de las leyes físicas que rigen en el Occidente de la Logia o patria emblemática de la materia. Sus brazos, permanentemente abiertos en 90°, alcanzan solamente a la cuarta parte de la circunferencia, lo que equivaldría a señalar que a la Razón no le es posible abarcar el Todo. Ahora bien, estos 90° de 6
apertura de sus brazos nos permite, dando base al cuaternario del cuadrado, intuir uno de los símbolos de la crucifixión: entre la vertical de las aspiraciones de perfectibilidad que tratamos de realizar y la horizontal de los apetitos que la inhiben. Sin embargo, es posible liberarnos de esta limitación crucificadora rectificando y dirigiendo hacia el Centro Interno todos los esfuerzos. El ángulo recto, por otra parte, sería representativo de las luchas, contrastes y oposiciones que juegan en el mundo sensible y de todas las desarmonías exteriores que hay que enfrentar y resolver en la armonía que viene del reconocimiento de la Unidad Interior. A su vez, el Compás sería la imagen de este reconocimiento y de esa armonía que, al conjugarse con la Escuadra, se sobrepone al mundo objetivo por medio de la comprensión de una Ley y de una Realidad Superior: la medida de su ángulo, abierto simbólicamente en 60°, corresponde filosóficamente con las de los ángulos del triángulo equilátero, mostrando así al ternario superior dominando al cuaternario inferior, o sea la vida espiritual sobre la material, una de las metas de la Orden. Este símbolo de la perfectibilidad, encarnado en el ternario sobre el cuaternario, está representado más adelante en la posición del graduando al colocar la urna que contiene el corazón de Hiram en el Ara respectiva y en la Piedra Cúbica de Punta, que se estudia, esta última, desde el Grado de Compañero y que está ya esbozado en el mandil de Aprendiz. No hay que confundir ni se contradice este símbolo con el significado esotérico de la 47a. proposición de Euclides, más conocida como el teorema de Pitágoras. La flexibilidad del Compás en la apertura de sus brazos, nos enseñaría además que un medido uso de la Sabiduría es el medio ideal para enfocar todos los problemas del hombre. Consecuentemente, el Maestro perdido entre la Escuadra y el Compás es aquél que ha alterado este equilibrio magistral, que se ha descentrado de sí mismo absorbido por el encanto quimérico de un racionalismo huérfano de apropiado discernimiento y de una razón clara y necesariamente prudente, o atraído por las relumbrantes especulaciones de un empíreo recargado de espejismos espiritualistas; mas, así como su pérdida se produjo por haberse dejado llevar a los acentos polarizantes de la Escuadra y del Compás, igualmente puede volver a encontrarse en su centro si busca, escarbando con sus propios medios, para descubrir el cuerpo de Hiram en esa su tierra íntima y, alzando el místico Corazón del Maestro, darle vida y alimento manteniendo y progresando en sus aspiraciones espirituales. Tal pérdida o errabundez filosófica asume, de esta manera, un realce vital al presentársela en constante conjugación masónica, cual si su ocurrir fuese necesario para hacer posible o habilitar la evolución interior del Iniciado. A este respecto cabe llamar la atención que todas las ceremonias masónicas - en especial las que asumen el carácter de iniciáticas — están proyectadas para alcanzar el logro de diferentes finalidades de 7
superación relacionadas con la especie humana y el medio total en que el Iniciado se mueve, de las que mencionaremos, por ahora, tres de su claves: 1) la ceremonia en sí misma que presenciamos, cuyo objeto es hacernos pensar en el significado de los símbolos puestos en juego e ir ejemplarizando con ellos normas de conducta personales, que es conveniente encarnar en no-:otros para purificar y perfectibilizar nuestra forma de vivir; 2) la que impacta subjetivamente al Iniciado en el subconsciente, para que busque y realice, en su interior, su unidad espiritual con la Esencia de la cual procede, y 3) la que obtiene, de dichas ceremonias, pautas de convivencia social, orientando al hombre no ya como individuo sino en su suma total - grupo, pueblo, nación, y finalmente Humanidad - a comprenderse, a amarse y a liberarse de todos los obstáculos que achatan y difieren la evolución. Consecuentes con lo anterior, el efecto a lograr con dichas ceremonias se desenvuelve en dimensiones de espacio y tiempo diferentes y, en lo que respecta al impacto anímico, ajenas a las comunes conocidas, pues sincrónicamente se miran y observan en este presente y en determinado lugar, agitan el pasado y se proyectan de inmediato hacia un futuro de realizaciones. Solamente comprendiendo este juego de escenarios materiales y subjetivos simultáneos, entenderemos la fraseología iniciática de los rituales masónicos y cómo ellos se enfocan, coexistentemente, en distintos planos. No nos debe extrañar, en consecuencia, que se repitan actitudes y enseñanzas en espirales de evolución más avanzadas, en sucesión cíclica. así, como en similitud ahora, ese ya antiguo instante en que, por vez primera, traspasamos los umbrales de la Orden. En el ritual americano, el candidato a la Exaltación al Grado IV, lleva una venda negra transparente que le cubre también la frente y, sobre ella, va una Escuadra argentada; en el nuestro el aspirante, con su vista semivelada por el paramento de Maestro que le cubre frente y ojos y alumbrado apenas por la titilante vela que lleva en su mano izquierda, es como el desamparado recipiendario en la Iniciación del 1er. Grado, distinguiéndole solamente su mandil y la Escuadra que apoya a éste con su mano derecha ¡bella lección de humildad que nos entrega la Masonería y que nos debiera hacer meditar cuando orgullosamente pretendemos con nuestros febles conocimientos merecer todo! ¡Somos eternos Aprendices y esta ceremonia hace bien el traerlo al recuerdo y remecernos la mente de hombres débiles y pretéritos!
3.— En el Sepulcro de Hiram Todo acto iniciático es, atendiendo a una de sus llaves más importante de interpretación, el símbolo de nuestra propia existencia, 8
en la cual la imagen o presencia de la Muerte — esa gran purificadora - o las reflexiones que ella nos sugiera , pueden dar comienzo a una vida nueva, que ojalá fuera una prístina forma de ser, brotando como promisorio amanecer de positivas realizaciones. La tradicional alegoría del sacrificio de Hiram en la que fuimos, cada uno de nosotros, actor preeminente, lleva ahora al graduando— y todos lo somos — a seguir su iniciático desarrollo en la simbólica tumba de este grande y significativo personaje mítico. Es en el recogimiento que prende en este fúnebre Santuario; es en ese silencio que envuelve y acuna como madre solícita, que surge el ambiente propicio para encarar las incógnitas que yacen en las más íntimas preocupaciones, esperando esa invocación nuestra que tarde o temprano habría de vibrar. Ese es el papel que juega, precisamente, el ingreso del graduando tu simbólico Mausoleo, espejo de nuestro mundo interior: ponerlo frente a sí mismo, a su propia Conciencia para que, en ese silencio augusto que es la túnica con que se viste la -Muerte, oiga la voz de su Maestro Secreto y pueda establecer ese diálogo, único coloquio que le abrirá el conocimiento hacia su verdadero Ser. Es tal vez la presencia de la Muerte un fuerte incentivo que impacta al hombre retornándolo a la realidad y es posible, que en esa meditación que nace ante el misterio que la mente coge, caigan sus falacias e ilusiones y se contemple intensamente. No importa que el graduando se haya habituado en la vida, por el ambiente en que sus actividades se conjugan, a ver morir al hombre, o que su temperamento le haga mirar impertérrito a la pálida mensajera del destino, porque a la Muerte no se le teme, se le comprende; pero, si es sincero en ;>u actitud, la meditación a que debe entregarse, si no se engaña a sí mismo o engaña a los demás sobre la naturalidad de sus propósitos, le entregará dadivosa las parcelas de verdad que su intelecto es capaz de captar. Y es entonces que asoman, igual que los vegetales brotan espontáneos en la tierra porque las semillas estaban ya latentes en ella, los eternos gérmenes de lo que actualmente para nosotros significan ocultos interrogantes o los vislumbres de todos aquellos hitos pareados como opuestos, cuyas traducciones literales se encuentran a la altura de nuestras particularísimas comprensiones: ¿Qué es la Muerte y la Vida; moral e inmoral; Bien y Mal o amor y desamor? ¿Seremos, quizá, cada uno depositarios de una delegación natural o acumulación sedimentaria de conocimientos? ¿Ellos han dormido al lado o dentro de lo que vamos des- redescubriendo? ¿La Sabiduría y lo que les porta en Conocimiento, es una revelación o una develación, tomados estos términos en sus verdaderos alcances, de lo que siempre fue en nosotros? No debemos olvidar que somos la consecuencia en este presente que a cada segundo es pasado porque mira constantemente hacia el futu ro - de millones de años de evolución de la Humanidad, de 9
padres a hijos, que ha ido dejando grabada en herencia, en esas unidades de información que denominamos genes, la experiencia imborrable de los siglos). ¿Es tal vez el propio Intimo quien entrega a nuestro libre albedrío esas enseñanzas eternas, de las cuales hacemos muchas veces uso indiscriminado o que dirigimos, otras, conscientemente hacia una perfectibilidad constreñida, en ocasiones por el fuego de las pasiones? Son todas las cosas que ya hemos observado y las interiores que ahora asoman las que nos empiezan a impresionar; las que hacen asomar, como floraciones de estrellas, las preguntas que siempre estuvieron vibrando en nosotros, haciendo nacer las respuestas recónditas que iluminan las ocultas profundidades de nuestro inconsciente Es una especie de desdoblamiento de la personalidad en el cual a un "yo" inquiriente pareciera contestarle otro "yo" informante: ¿ es la vida sólo una excepción e irregularidad a las leyes de la naturaleza o es en cambio la armonía ordenadora de una Esencia Inteligente? ¿qué significación tiene la presencia del hombre en ella? ¿La energía, que anima a éste, es parte de esa Esencia y su Espíritu es inmortal o esa energía es finible en él y desaparecen ambos con la muerte? Y los inquisitivos interrogantes se suceden adentrándose, poco a poco, en la temática del Secreto Ser. No es dable.'desde el primer instante, alzar exitosamente los velos que cubren las motivaciones y respuestas verdaderas a nuestras inquietudes filosóficas y poder leer correctamente tras de ellos; es necesario, antes que nada, liberarnos de las dudas que aún nos restan y así poder llegar a contactarnos, en nuestro Centro Intimo, con ese Maestro Superior que nos hará entrever retazos del significado de la Verdad ahuyentando las tinieblas de nuestra ignorancia y comenzando a hacer conscientemente audible la voz de la Conciencia, nuestra guiadora y representante del verdadero Maestro Secreto interno o Hiram encarnado en nosotros. Es solamente en este Centro esencial de cada uno, tumba aparente pero en verdad morada de nuestra Vida Superior, donde se puede encontrar la mas auténtica traducción del real significado de este Grado - y de los que le siguen, cual ciclos superpuestos trazados en distintos espacios evolutivos que parecieran repetirse, pero siempre más profundos y elevados dos estadios — pues la Verdad se halla en nosotros mismos, siendo necesario buscar su esencia sin prejuicios de ninguna clase o especie que puedan deformarla aparentemente u ocultarla. 4. - Importancia de la búsqueda interior. Cabe un corto paréntesis para efectuar algunas reflexiones que, pareciendo salirse del tema, son atinentes al carácter o modalidad que revistan nuestras indagaciones en lo esotérico. Una cosa es la seriedad con que toda investigación debe realizarse 10
para llegar a una conclusión final verdadera y, otra, el misticismo lúgubre -que muchos piensan que es conveniente adoptar como un ropaje adecuado de acuerdo con las circunstancias — o la frialdad escéptica, que sirve de disfraz a un negativismo hijo de la ignorancia. Ya hemos dicho que el Maestro masón se encuentra perdido cuando se aparta de su centro, polarizando sus pensamientos. Nada hay en estos estudios que nos prive de la sana alegría de la existencia si nos dedicamos al mismo tiempo a estudiar e investigar, ni se advierte en estas búsquedas aquello que nos pueda poner adusto el ceño y helada la expresión del rostro. El pensamiento filosófico religioso, que mal apellidáramos paganismo por contraposición al cristianismo, parece que no desdeñó alternar — sobre todo el órfico y los egregios sabios de su órbita — las eruditas especulaciones con el gozo de sentirse vivir. Los estudiosos esenios, de esotéricas investigaciones, no han dejado memoria que gustaran vestir talares cubiertos de cenizas ni de abolir las alegres fiestas rituales, alegría que, según los Evangelios, Jesús prolongara en las bodas cananeas. Todos los pares de opuestos, diseminados por doquier en la vida,'son contrarios solamente como antípodas, pero las ricas gamas que ¡rizan los ciclos o círculos de sus manifestaciones los unen y confunden en la realidad de sus vibrantes expresiones. Nada huele a sacristía en las leyendas y enseñanzas de la Masonería ni en su método investigativo, y si a veces su lenguaje se torna tétrico y asoma la Muerte sus negros crespones, más allá de los linderos exteriores de sus símbolos encontramos la riqueza vital de sus significaciones. Cerrado este peregrino alcance, por la senda que él nos deja abierta sigamos caminando por este Grado IV. Hemos estado ya en contacto, en dos ocasiones anteriores, con la imagen de la Muerte como simbólica enseñanza impactante ¡y en realidad que ella lo es, no por el instintivo temor que nos conmueve sino por los pensamientos que generan su presencia! Al venir desde el mundo profano y contemplar en la Cámara de Reflexiones esos despojos que emblemáticamente nos representan cual si-éstos hubiesen pertenecido a alguien que como nosotros fue; que tal vez vistió los mismos oropeles con los que nos engalanamos para cubrir nuestra exigua realidad humana e iguales disfraces disimuladores del intelectualismo que verdaderamente calzamos; al palpar lo que solamente queda de la glorificación de nuestros egoísmos y ambiciones, canta el amanecer de una humildad que va prendiendo lentamente y avanzando con los días y de la que recogeremos, después, excelsos frutos. Más tarde, en el 3er. Grado, al sentir reptar en nuestro cuerpo el escalofriante arrastrar del ataúd en que el ritual nos deja, simbólicamente muertos y renacidos a la vez a la vida hirámica, intuimos que nada perece, que todo es vida que se transforma o que es devuelta como energía a las fuentes originales que por un lapso 11
llenan nuestra ánfora, maravilloso continente de la Esencia actuante, y concluimos que si la forma se disgrega en sus elementos componentes es posible que permanezca, en cambio, ese Espíritu que la animó y, como corolario de sus sueños, los Principios idealistas que la sustentaron, acción y reacción de sus esfuerzos de perfectibilidad. Ahora, de nuevo frente a su arcano, iluminados por la Luz de la Conciencia que guía nuestros pasos, intuimos que la Muerte es sólo una transición dentro de la Vida; que la existencia pareciera ser un eterno suceder de ciclos Muerte-Vida, realidades nacidas la una de la otra — el Ser y el No- Ser - alimentadas ambas por la Esencia Suprema en un ir y venir ondas augustas de un mar infinito. ¡Cómo se agolpan de nuevo las tres preguntas que inicialmente hiciéramos: de dónde venimos, qué somos, dónde vamos! Es el momento cumbre en que el pensamiento debe ser encauzado por la concentración mental para que no se disgregue escapándose en todas direcciones, arrebatado por la loca imaginación y, conservando su fuerza unitiva, pueda ser dirigido hacia el Centro de Sabiduría. Pensar, es enfocar el pensamiento identificándose con la cosa p da; mas, el pensamiento no es la inteligencia, pero es el cauce que la manifiesta; así como el cerebro, no siendo la idea, sí es la materia en la cual ésta toma forma. La fuente del pensamiento es la mente; mas, ésta es solamente la fuerza que impulsa al cerebro a vibrar con los datos de que ha sido depositario por siglos y que son las raíces que alimenta al pensamiento, pero ella no es el Pensador sino el vehículo a través del cual él crea. Sin embargo el Pensador no es el Inspirador, es sólo la fase concreta de su Ser Intimo a quien ignora o no conoce. Con el poder de la mente podemos concentrar el pensamiento en ese Yo Superior e identificarnos, por tanto, con la Fuente Inspiradora, retornando esta dualidad Hombre-Maestro Secreto a su primera Unidad. Esa identificación o unificación es la Unidad con el Todo: "En To Pan" Ella nos abre las puertas a la fraternidad verdadera o del espíritu pues, al recibir sus luces, comprenderemos que todos somos parte de la Unidad Abstracta, sintiéndonos hermanos de cada ser y participando en cada átomo creado. Muchos de nuestros pensamientos pueden ser caminos que nos conduzcan al descubrimiento y vivencia de esa Vida Superior, en la misma forma que el pensar en belleza crea Belleza interior y meditar con Amor abre las puertas del Amor. Tal vez algunos rechazan escépticos la posibilidad de la Vida espiritual — que no precisa, como ya dijéramos, la efigie enfermiza de un santo de estampa o la relación irreal de un curriculum angelical — pero no cabe negación de lo que no se ha experimentado y estimo que estas disciplinas admiten su comprobación sin desconectarnos de las realidades concretas. El mundo está enfermo de materialismo y violencia, de dudas y de fanatismo, de negativismo y de adoración 12
del Yo-individuo; la Orden nos está preparando constantemente para vencer estas contingencias. Si el ingreso a ella fue aguijoneado por la ostentación, acicateado por el aspecto negativo y castrado de la curiosidad o luego nos enfermó el solapado egoísmo, estamos inficionando sus templos; en cambio, si deseamos cooperar en su lucha de redenciones, debemos evaluar las condiciones en que nos encontramos y poder marchar a su lado, ciertos del valer alcanzado. La voz íntima de la Conciencia nos lo dirá y guiará, pues ella es la expresión de ese Maestro Interior que posee toda la sabiduría y experiencia de siglos. 5.- El Divino Corazón o Centro Intimo
Cuéntannos los griegos que Dionisio, hijo de Zeus y por lo tanto expresión de la divinidad en el mito, asesinado y despedazado por los Titanes, representantes en la mitología de la apariencia destructora de la naturaleza, sirvió a éstos de festín devorándole — pero, genialidad de la alegoría — olvidan su corazón, que es rescatado por Minerva, o sea, la Sabiduría constructiva redime el emblema de la esencia central y permanente del principio divino de la Conciencia permitiendo, así, que Dionisio renaciera en Yacho o Baco, como lo fuera Osiris en Oro y cual debe serlo Hiram en todo Maestro Secreto. Esta es la imagen simbólica que muestra esta bella ceremonia: Corazón que, expresión de la permanente vida, es alzado desde la materia transitoria y desintegrabie por el graduando y depositado por éste en la urna de metal noble - nuestro ser espiritual incorruptible que porta al separarse del monumento funerario de Hiram o cripta que representa la ilusión de la naturaleza, para ingresar al Sanctum Santorum o realidad de la Vida que hemos llegado a comprender por el conocimiento del significado de la Muerte. Ese graduando, que pareciera avanzar desde las tinieblas de un apa rente aniquilamiento de la Conciencia, ingresando con firmes pasos un «I territorio tangible o consciente de aquello que fue, es y será — la existen cia toda — simboliza al hombre evolucionado, el que necesita la Hum.mi dad para hacer posible su redención y espera la Masonería su renacimiento tras de cada masón a fin de que vivifique, en realidades, la autenticidad de los Principios en que nos educa. Es, también, el que ya ha comprendido el verdadero sentido de la vida porque su Conciencia, ¡ncursionando en el triple mensaje de lo ignoto, lo ha ido verificando: en el 1er. Grado, con su Cámara de Reflexiones; en la Maestría, por la Cámara del Medio y, ahora, en el Sepulcro de Hiram, grutas iniciáticas todas en el camino de las realidades perfectibles. La vida no puede ser traducible, únicamente, como reflejo o reacción a los estímulos exteriores o impulsada exclusivamente por la energía de las combinaciones físico-químicas, que ambos aspectos son meramente efectos secundarios pero importantes de su 13
actividad. Es procedente y esencialmente iniciático considerarla, también, como causada por la manifestación, desde dentro hacia afuera, del Ser Interior, lo cual encamina a poner en evidencia la esencia espiritual de ella. Intuida así, es posible que la naturaleza permanente de su Principio nazca a nuestra comprensión y, con ello, otro punto identificatorio con la Unidad: la misma vida que anima el Universo todo, es también expresada en nuestro ser y, por consiguiente, sería él, igualmente, un templo viviente de la Vida Única. La Conciencia, como verbo de exteriorización de ese Centro íntimo o Maestro Secreto, nos impulsa a asimilar todos los mensajes y sugerencias que nos envía ese simbólico Corazón, siempre recibiendo la inspiración que la plena y la hace fecunda, transformándola en conducto del Verbo en Esencia, como igualmente en ánfora de nuestras aspiraciones. La importancia de la Conciencia, para muchos de nosotros, es que ella es más asequible a nuestros limitados medios y escépticos razonamientos que otros conceptos menos concretos. La tiene en gran medida pero, en cierto modo, aparece solamente como la expresión de ese Maestro Secreto de que tanto hemos hablado; sería la silenciosa voz que aprueba las acciones dignas que hemos efectuado y reprueba los hechos contrarios a las normas éticas y estéticas, aconsejándonos también en las dudas. 6.- Símbolos y numerología del Grado de Maestro Secreto Muchas veces, quizá, nos habremos formulado la pregunta íntima sobre qué o quiénes somos en realidad en relación a tanto símbolo que se dice nos representa subjetivamente, como en igual forma respecto a esa individualidad, que se piensa espiritual, que vendría a ser este "yo" que examina y actúa, si algo más que materia existe tras este organismo que es cada uno de nosotros. Los que tales inquietudes han acosado, es indudable que hemos dirigido el enfoque de la mente hacia lo intrínseco del ser en busca de respuestas, al mismo tiempo que agotábamos las posibles significaciones simbólicas. De acuerdo con el lenguaje exotérico, Hiram es el constructor de un templo ofrendado por Salomón a Jahveh, afirmación que, de acuerdo a una de sus claves esotéricas, significaría que el Hombre, guiado por Hiram — su Maestro Secreto — erige en su ser, perfectibilizándose, un Santuario para la Esencia Universal de donde procede. A la vez, con el material humano mejor logrado, construye un Templo de Comprensión y de Amor para toda la Humanidad, a la Gloria de la representación más sublime de la Esencia Suprema: el Grande Arquitecto del Universo. Por lo que respecta a ese Yo que piensa y actúa, y que distingue a un hombre de sus semejantes, o sea que le es característico o 14
personal durante su vida, es la Chispa Divina o Individualidad Espiritual que fuera emanada desde la Suprema Energía, partícula que es su reflejo o diversificación -lejano, pero no menos verdadero — y a la Cual tiende a conjugarse en Unidad identificándose con el Todo, hijo de Su Pensamiento. El templo material donde esa conjugación se insinúa, o sea la Logia en la que el Ritual que presenciamos y captamos se desarrolla, está potencialmente pleno de la Presencia de esa Suprema Energía, en símbolos y sugerencias que debemos develar para manifestarlos en nosotros y por ende en el mundo que nos rodea, traduciéndolos del idioma emblemático en que se encuentran expresados. Es necesario dejar establecido, para una mayor claridad en ia comprensión de estas facetas esotéricas, que Hiram no tiene equivalencia ni identidad alguna con esta Chispa Espiritual individual, constituyendo él, para cada uno de nosotros, solamente la expresión de nuestros más altos ideales, significado a la vez, de lo que entendemos por nuestro Guía o Maestro Secreto. Al recibir de nuevo la Luz, física y simbólica del templo, lo primero que nos impacta es el Círculo Celeste, representación del Universo en sus aspectos material y espiritual y, que en tales apariencia, necesita la continente concreción de la circunferencia, límite simbólico de lo que el pensamiento humano puede ser capaz de concebir de la Obra de esa Grandiosa Energía. El mismo color celeste del Círculo nos estaría indicando que ya la expresión hacia lo concreto de las fuerzas emanadas de la Esencia Integral se ha efectuado, o sea nos señalaría, lo que puede decirse de este noúmeno que no admite espacio ni tiempo en su traducción, que simboliza el momento presente pues, de otra manera, el acento de lo que ES yacería en un mundo sin orillas donde el Ser y el No-Ser, conceptos que analizaremos más adelante, estarían latentes y la obscuridad absoluta de la tinieblas invadiría el caos. Observamos, igualmente, circunscrito en el área circular un Triángulo equilátero o Delta, símbolo de la vida que salta a la existencia involucionante - o si puede comprenderse, emanación espiritual densificando los aspectos exteriores de sí misma para poder evolucionar, posteriormente, en ese ambiente que llamamos materia - y símbolo, a la vez, del Iniciado que dirige su evolución consciente desde lo material hacia lo espiritual. A cada lado de dicho Triángulo vemos las letras, que, unidas, conforman la sílaba con que se inicia el Nombre impronunciable: l-O-D, envolviendo en el silencio del misterio las sílabas restantes, dando así a entender que nada más se entregará por ahora de la suma de conocimientos, y que deberemos conquistar por nuestro esfuerzo — como hasta aquí lo hemos efectuado — los que en el futuro nos aguardan: modalidad gradual de la enseñanza masónica. Esta disposición regular de cada letra alrededor de esa igualdad geométrica, pareciera sugerir la enunciación de una relación matemática entre lo que ES y el Hombre, su sombra agnóstica para 15
los no Iniciados. Al analizar ese Triángulo vemos, dentro de él, una Estrella Flamígera y, en el centro de ella, un OJO que pareciera fijar su mirada sobre el graduando, sin apartarla un instante. Ya hemos dicho que el Triángulo representa al Iniciado en este caso. La Estrella Flamígera, por consiguiente, a la Luz ideal proveniente de su Ser Espiritual, iluminándole con claridad y guiándole más libremente por la senda de perfectibilidad ya que el graduando ha alcanzado la verdadera Maestría; por lo que respecta al esotérico OJO — tratándose de un Iniciado el observador — simboliza la propia visión creadora que manifiesta y expresa dicha Luz interior — que correspondería al cósmico Fiat Lux— iluminando el caos de los pensamientos, errores e ilus¡ones, orientando a! Iniciado hacia lo real y elevado. Llama poderosamente nuestra atención, al mismo tiempo, el altar hacia el cual caminamos portando la urna de oro bajo la bóveda de espadas con que nuestros Hermanos honran el simbólico triunfo obtenido sobre las apariencias, acción espiritual que nos dispusimos a afrontar coronados de laurel y olivo y decorados con los paramentos del Grado. En realidad si hemos logrado trascender los misterios de la Vida y de la Muerte y de su conocimiento Minerva ha registrado lo que Sabiduría nos develara en las profundas meditaciones surgidas junto a los mortales despojos de Hiram, sin que el miedo físico al significado material del reverso de la medalla de la Vida nos conturbara, merecidos son los laureles de la victoria y el olivo entrelazado por la paz que una inteligencia equilibrada nos depara, tal cual lo proclama la corona que las sienes nos carga. Seguimos nuestro camino avanzando bajo las espadas, que son igualmente símbolos de Sabiduría-pero de aquélla que penetra por lo patente e incontrovertible de la verdad que enseña o ya demostrada por los hechos hacia el lugar, símil de nuestro altar interior, donde mora la Concien cia. Nadie puede penetrar en él sino el propio graduando, porque es el lugar íntimo en el cual ni el asomo de una presión externa puede interferir el coloquio del Espíritu con el Maestro Secreto.quién será el único que dictaminará sobre la ponderación de las acciones realizadas o de los juicios que se deben emitir. La prueba de su capacidad para sustraerse de dogmas, errores y fanatismos que su calidad de Iniciado le da, la tiene en la llave que muestra, como el único probadamente apto, al Guardián que espada en mano, o sea en nombre de la Sabiduría libremente expresada, le franquea el paso para su ingreso al Ara sagrada. La Sabiduría está significada en muchas formas o ideas simbólicas; en cuanto a dicha Llave, que nos indica la iluminada comprensión obtenida entre la Escuadra y el Compás, es de marfil, materia que en todas las tradiciones orientales representa a la Sabiduría. Es absolutamente necesario, para ampliar la visión y entrelace de los diferentes símbolos, enfocar ahora el de la Piedra Cúbica de Punta, que representa la perfectibilidad progresiva del masón. 16
No debe causarnos extrañeza este símil "piedra" con que la Masonería e Instituciones esotéricas similares se refieren a la naturaleza humana, si recordamos que en el trazado rectangular que efectuaban los antiguos Iniciados para señalar, bajo el solo techado de la bóveda estrellada, la delimitación de las primitivas Logias utilizando piedras que adquirían, por tal motivo, la calidad de sagradas, y si recordamos que, paralelamente, la Logia o Centro de Logos representa en lenguaje simbólico al propio Hombre. Existen numerosos pasajes, dentro de las Leyendas de las distintas filosofías religiosas, que destacan este símil. Hemos conocido como Aprendices el valor o grado axiológico concedido a la Piedra Bruta; cual Compañeros, a apreciar el signado a la Piedra Cúbica y, con la Maestría, a intuir el significado de la Piedra Cúbica de Punta o Piramidal, todas ellas símbolos de nuestra evolución iniciática. El profano es una unidad potencial ignorante de sus posibilidades las cuales, como Iniciado, comienza a poner en evidencia al lograr penetrar en el Círculo Intimo de su ser — como fuera señalado al comienzo de la presente exposición — transformándose así en unidad positiva - activa y consciente cuyo centro es su propia Conciencia. De esta manera el masón, por su gradual captación de la verdad relativa que le es asequible, trasciende la Piedra Bruta de su naturaleza en la Piedra Cúbica de sus realizaciones y ésta, a su vez, levantando su centro hasta convertirlo en su propio vértice, en la Piedra Cúbica Piramidal, abriendo, en consecuencia, los canales por donde ascienden sus más altas aspiraciones o llegan hasta él las bellas y sabias inspiraciones. Por otra parte, al liberar el graduando el Corazón de Hiram de la putrefacción de las pasiones y de las consideraciones materiales para trasladarlo al Ara de sus más puras aspiraciones portándolo en la Urna de Oro, vuelve a reproducir, en dicho Altar, la Piedra Cúbica de Punta o Piramidal, pero ahora alzando este simbólico Corazón desde la parte inferior de la Piedra de su naturaleza a la posición superior de sus elevados pensamientos. Como seguimos observando, en todo momento ia Masonería, por el empleo de Leyendas o de simbólicas enseñanzas, impulsa a sus adeptos? una perfectibilidad creciente como un medio de realizar, en cada uno de nosotros, el ambiente idea! para encauzarnos en su cruzada de liberación de la Humanidad, de los vicios, errores y fanatismo, no con fines egoístas o místicos sino del más puro y bien entendido humanismo. Si ella recurre al lenguaje de! símbolo, con preferencia a la exhortación directa, es porque sabe que es conveniente y necesario despertar las reacciones subjetivas que el símbolo impacta, por ser, éstas, duraderas y porque ellas conforman un más auténtico ser individual que e! simple barniz ético que constituye, en muchos, esa personalidad hija sólo de las presiones morales. Por esta razón continuaremos en e¡ análisis de símbolos que, una vez develados los significados internos, por la sola fuerza de su 17
energía iniciática impelen a la actuación positiva. En este sentido adquiere capital importancia el que se refiere al Arca de la Alianza, esa misma que durante el éxodo descansaba en ía parte más extrema hacia el Oeste del Tabernáculo y que fue finalmente colocada, en el Templo de Salomón, en el Sancta Sanctorum. Esta Arca, como su nombre lo indica, es representativa de esa alianza o unión desde la Fuerzas Constructoras hacia las criaturas hijas de Su Acento, así como la mítica arca navegante prohijaba los gérmenes que darían continuación a la Vida, mientras le sonreía, como eterna promesa, el irisado septenario, o como alumbra a los Querubines, por sobre el sitial de la Misericordia, el Candelabro de las Siete Luces, desde lejos y con Luz brillante, dando a entender al Iniciado que la luz del conocimiento y de la razón le guía con seguridad en su sendero evolutivo. Esta sagrada Arca del Sancta Sanctorum, simbolizaba, además, en la Iniciación hebrea, al Hombre en su máximo desarrollo, el cual es argha o arca, igualmente, del Alma o Psique prisionera. El Candelabro, a su vez, tiene el mismo valor simbólico del Triángulo de Oro, única joya que se encuentra sobre el Ara donde depositamos la Urna de Oro con el Corazón de Hiram. Nos referiremos, ahora, a un Círculo especial, dentro de una serie de símbolos que existen tácitos en otros. Círculo en el cual reina "el caos por hallarse vacío de toda forma ordenada y definida; que es al mismo tiempo negación y potencia! latente pero inmanifiesto y que, como atribución de cualidades, debe considerarse la ausencia y valor infinito de toda cualidad. Así considerado, lo representan por igual, aritméticamente, el 0 y el 1; algebraicamente lo identifican el + 1 y el —1; geométricamente, o sea en sentido de espacio, es punto sin dimensión y espacio que todo lo engendra y, enfocado desde la mecánica, es en una sola cosa: la quietud absoluta y el movimiento en infinita rapidez. Todos sabemos el valor que a la Numerología o Ciencia de los Números le daba la filosofía pitagórica. Según ella, los números tienen un poder que emana de su estirpe sagrada o mágica y servían de base para explicar la constitución del Universo y el proceso de su creación o formación. La Ciencia moderna, aunque con diferentes métodos, ha llegado a muy parecidas conclusiones, lo cual nos impide negar que la base matemática del Universo sea un hecho indiscutible, reconocido y probado, como tampoco la importancia que ello constituye para los estudiosos del esoterismo. En las antiguas cosmogonías, este símbolo del Cero o del Círculo ya dicho, se expresa más concretamente como el Huevo Primordial, vale decir el potencial latente inmanifiesto de la Vida Universal y de toda producción creadora, en igual nivel que la Serpiente que se muerde la cola, o sea el ciclo del Tiempo perpetuamente emanado y devorado por la Eternidad, o Saturno engulliendo a sus hijos que 18
nacen. Se ha efectuado esta digresión con el objeto de ir empalmando otros símbolos o significados que tienen importancia en la comprensión del esoterismo del Hombre Interior. El símbolo del Círculo con el caos en su seno y que equivale, como ya dijéramos, al cero, pasa a transformarse, con un punto en su centro, en el emblema hermético del Sol y del Principio de la Vida, de la Luz y de la Conciencia; es el Huevo con el germen, o sea el centro o Principio Vital y Consciente de todo universo y de manifestación individual. Tiene también significación fálica pues representa, horizontalmente la unión de los Principios Masculino y Femenino, o sea el principio activo de la irradiación y penetración — el centro del círculo y el poder activo de la fuerza serpentina - y el principio de absorción, pasivo en su recepción— el espacio del círculo que recibe. Como materialmente el punto en el Círculo es una sección gráfica del lingan yoni —la representación del órgano masculino dentro del femenino— esta semblanza generó equivocadamente, por la incomprensión del alto mensaje contenido, cultos religiosos de los órganos sexuales cuyos ritos degeneraron en orgías. El punto en medio del Círculo nos hace pasar desde el 0, que simboliza el aspecto negativo del Ser, a la Unidad de su expresión activa y creadora, manifestando con ello la multiplicidad y diversidad aparente de las cosas o formas contingentes. Principio y fin de la Iniciación es reconocer la Unidad Interior en la diversidad y multiplicidad exterior. El punto en el centro del círculo simboliza también el OJO divino; este reconocimiento se efectúa, de consiguiente, abriendo ese Ojo interior a la realidad que nos brinda el Maestro Secreto. El número 1 es la línea o fuerza vertical descendente, por lo cual es emblema del Poder de la Unidad o Luz Cósmica que, al caer a su manifestación, se expresa como actividad creadora emanando de sí todas las demás cifras o sephirot y números, combinaciones de cifras o I u.-i/.r, Primordiales. Además de ser, esotéricamente, el verdadero Logos o Demiurgo creador, es el Principio del Orden y de la Armonía, expresándose él en todo caos manifestando la unidad latente en capacidad unificadora. Partiendo de la línea o rayo primordial, encontramos en los números 2, 3, 4, y 5 las manifestaciones dual, ternaria y cuaternaria de la naturaleza llegando con el 5 hasta el Hombre, en el que se expresa la inteligencia y la razón. Con el número 6, entra en acción un principio superior a la razón humana: el Genio individual, simbolizado por la letra "G" que muestra el centro de la Estrella y que contribuye a desarrollar el sexto sentido interior de la Conciencia. La letra "G", el Ojo y el Yod, son distintos aspectos de una misma cosa: el Divino Centro Creador que es punto omnipresente, omnisciente y omnipotente. 19
Continuando con los números 7, 8 y 9, ellos caracterizan las sucesivas etapas iniciáticas simbólicamente indicadas por la exaltación al Magisterio masónico, llegando así al 10 o sea nuevamente a la línea vertical o 1, que corresponde con el punto de partida. La Década tiene su expresión mágica en la Tetraktis pitagórica. Este hermoso símbolo de la Esencia Creadora, que formula la suma de los números 1+2+3+4= 10 significa, iniciáticamente, que para llegar a la comprensión del Universo hay que sumar e integrar el estudio y penetración de los cuatro primeros números: la Mónada, la Diada, la Tríada y la Tetrada. La Tetraktis se figura como un triángulo equilátero en cuyo ángulo superior se intuye la Unidad, indicada por un punto; le siguen dos puntos; más abajo tres y, en la base, cuatro. El significado oculto de esta distribución es: vemos como el Todo deriva de la Unidad; se expresa a través de la Dualidad; se manifiesta en la Trinidad y se realiza en el Cuaternario. De esta manera la Tetraktis viene a ser idéntica al Tetragrama, letras o signos que constituyen el Nombre Sagrado. Al número once se le ha concedido un carácter muy misterioso, aun de potencia mágica, que se le atribuiría dado que está compuesto del 5 y del 6 que son cifras del Microcosmos y del Macrocosmos, respectivamente, amén de sus otras combinaciones, característica que nos revela el "Libro del Maestro" de Oswald Wirth. En lo que se refiere al doce, se dice de él que corresponde a la división más antigua y natural del círculo: dos diámetros que se cortan en ángulos rectos y cuatro arcos que, con una longitud igual a la del radio de la respectiva circunferencia, se trazan, estos últimos, haciendo centro en los extremos libres de los diámetros. Aplicando esta división al círculo celeste astronómico, se determinan, como es lógico, doce espacios iguales, que son los que el sol recorre anualmente en su aparente movimiento geocéntrico, dando así origen al duodenario zodiacal, de muy importante simbolismo relacionado con el año, prototipo de todos los ciclos, de las fases de la vida humana y de la propia Iniciación. 7.— Acentos zodiacales En los misterios de Ceres, el Iniciado era sometido a pruebas que semejaban el destino que debe afrontar la semilla confiada a la caricia transmutadora de la tierra y a la influencia solar, teniendo que soportar el encadenamiento de metamorfosis cuyo resultado es la revolución circular de la vida. Basados en la Table de Esmeralda, de Hermes el Trimegisto, que establece una igualdad para todos los acaeceres del Macrocosmos y del Microcosmos — o de sus similares a escala cosmogónica — los antiguos instructores establecieron analogías, como lo indica el referido Wirth en el mencionado libro, entre los signos del Zodíaco y 20
las partes del cuerpo del hombre. Estudiosos investigadores esotéricos conceden gran antigüedad al Zodíaco, otorgándole no menos de 3.700 años A. de C. Sin embargo, el famoso Zodíaco, del templo de Déndera, en Egipto, acusaría, de acuerdo a sus inscripciones, una construcción que se remontaría por sobre 90.000 años de existencia. En efecto, si consideramos el signo zodiacal esculpido como ingreso del sol y conociendo que el movimiento retrógrado llamado precesión do los equinoccios equivale aproximadamente a 50,2" de grado anuales, se totaliza una vuelta completa a la eclíptica en 25.765 años terráqueos o sea un año solar. Ahora bien, de acuerdo al signo zodiacal en que el sol actualmente se encuentra, se estima que se han producido poco más de 3,5 revoluciones a la eclíptica desde la lejanísima época señalada en el Zodíaco de Déndera. Los datos anteriores, expuestos solamente a título informativo, nos permiten meditar sobre la pequeñez humana a pesar de Protágoras. De todas maneras, aunque ignoremos el origen del Zodíaco y su significado, haciendo totalmente a un lado cualquier intención especulativa, nos atrevemos a pensar que, el cuidado con que se ha conservado esta ciencia a través de los siglos y su incidencia en otras disciplinas esotéricas, le revisten de jna misteriosa importancia que es conveniente investigar, especialmente en lo que se refiere a! hombre y su avanzar en el sendero de la perfectibilidad, que es la preocupación central de este Grado IV. 8.-- Alquimia y Magia Alquimia.— Nada o casi nada ha llegado hasta nuestros días de lo que fuera este antiguo aspecto de esa Ciencia de la Edad Medía; sus teorías, son escasamente entendidas y comprendidas y menos, aún, sus prácticas laborales. Para la gran mayoría de los hombres de su época, sus actividades encubrían a tontos o embusteros si es que en realidad se preocupaban en descubrir la síntesis del oro. Sin embargo, para algunos de sus ilustres contemporáneos , como Paracelso, Dionisio Zacarías y Rogelio Bacon, aunque no concordantes en su definición de la Alquimia coincidían en respetarlos por su dedicación a la investigación, y Pernety, uno de los escasos modernos a quien le ha preocupado el tema, ha reconocido dos clases de Alquimia. la verdadera y la falsa. Esta última clasificación calza para todas las ciencias antiguas; paro es que la charlatanería ha metido siempre sus manos en todas partes, incluso actualmente. Los alquimistas sentaron, como principio fundamental, la unidad de la materia. Ellos llamaron a la evolución de ésta, provocada experimentalmente: proyección; al agente cooperante: polvo de proyección o piedra filosofal, y, al resultado de esta evolución: transmutación, o sea que un cuerpo simple se convierte en otro 21
cuerpo simple, con propiedades físicas y químicas radicalmente diferentes. Esta operación es la que los alquimistas llamaron Magnum Opus, Gran Obra, y ella fue el objeto de sus estudios y el fin que persiguieron todos los filósofos. Masónicamente considerada, esta Gran Obra es la Opera Magna que realiza la Orden en cada uno de nosotros, haciéndonos pasar por todas las fases alquímicas, simbólicamente, hasta lograr transmutar el ordinario o vulgar material profano en el esplendente oro del adepto que ha vencido en su trayectoria hacia la perfectibilidad. No obstante, debemos tener perfectamente claro que, en este proceso transmutativo, no tiene mayor influencia nuestra permanencia pasiva en la Institución si no ponemos a disposición de ella nuestra voluntad e interés en colaborar activamente en su trascendental misión. Magia.— Cada vez que oíamos hablar de magia se nos venía a la mente la relación de aquellos fenómenos que llamábamos sobrenaturales y que escuchábamos dibujándosenos una leve sonrisa burlona de incredulidad, o bien con un ligero estremecimiento nervioso que nos encarrujaba a milésimas la epidermis, o con los ojos abiertos maravillados y soñadores cuando se trataba, en este último caso, de aquellos inolvidables cuentos de la infancia. Sin embargo nada hay de sobrenatural en ella, pues esa palabra no tiene cabida sino en la ignorancia, en la superstición, o en las mentes inmaduras. Su método es el aprovechamiento de todo lo que ha existido y permanecerá en la naturaleza, porque es su esencia: fuerzas, radiaciones, energía en fin en tantos aspectos, que conocemos algunos, sospechamos otros y desconocernos los más, pero que están en nuestro ambiente, alrededor, o fuera de él. Son del mismo tipo de aquellos que nos han permitido realizar las brujerías modernas, como el teléfono, televisión, rayos láser, rayos X. y que en tiempos no muy lejanos nos habría costado la inquisición y la hoguera. La misma energía, pero de tipo quizá más sutil, es la que anima los fenómenos psíquicos, parapsicológicos, de mediumnidad, etc., u otros aún sin apellido científico. Hay que desconfiar, sí, de los embaucadores que, como ya hemos dicho, arman sus tramoyas para dejar abismados a los incautos. En nuestro medio, la Masonería, hacemos también magia y la efectuamos en la Iniciación masónica de profanos o en las de aumentos de Grados: realizamos la invocación: "A la Gloria del Gran Arquitecto del Universo"; la declaración del poder que nos asiste para llevar a efecto el acto: "y en virtud de los poderes de que estoy investido" y, finalmente, ponemos en práctica todo un magno ceremonial mágico: espadas que forman un condensador de energías y otra que da los respectivos "golpes misteriosos". Nuestras tenidas habituales, son igualmente actos mágicos que se inician con el golpe de mallete y el llamado a la concentración para 22
acumular ías fuerzas positivas que estructurarán lo magistral del trabajo a realizar: "Silencio en Logia", atmósfera de energías o radiación ambiental que hay que dispersar palmeando, después del ofrecimiento de la cadena de unión formada. S¡ conociéramos todos los masones el significado y fuerza de nuestras ceremonias y nos obligáramos voluntariamente a efectuarlas en las debidas condiciones, que de efectos maravillosos — porque la traducción de magia es maravilla - obtendríamos y cómo cambiaría más positivamente nuestro comportamiento. Investiguemos, analicemos, el significado de los rituales de alta magia que se desarrollan dentro de círculos mágicos o acomodamiento condicionado en el limitado terreno de los horizontes naturales del operador; los aromas precisos a emplear; las invocaciones correspondientes y en las oportunidades debidas; la espada, pentáculos o talismanes empleados. Si así procediéramos, a lo mejor nos encontramos ante la resolución de fenómenos que se desarrollan dentro de lo natural y que no sospechábamos o no conocíamos. 9.— El Árbol de los Sephiroth y la realidad Cosmos-Hombre Al hablar de cero y de cifra no habíamos dicho todavía que ambas palabras tienen la misma etimología, derivando del semítico sefer; queríamos llegar a otros valores, también cifrados, designados Sephiroth y a cuya distribución axiológica se le conoce como Árbol Sephirothal que los Iniciados identifican con el Árbol de la Vida. El Tetragrama o Gran Palabra envuelve, en lo que representa integralmente, todo el Árbol de los Sephiroth, desde Kether a Malkuth. No puede designar, ni intrínsecamente, a Aquello que, por Ser la Raíz de lo que fue, es y será, lo es también de la esencia del Tetragrama, siendo dicha Gran Palabra, y el Árbol Sephirothal que ella contiene, emanados desde la esencia Innominada. Otz Chaim o Árbol de la Vida es un jeroglífico, un símbolo compuesto que tiene por objeto representar al Cosmos en su integridad y, a la vez, al alma humana en relación con Aquél. Debemos decir, que el singular de Sephiroth es Sephira. Las potencias de este símbolo podrían considerárselas, empleando un símil que acerque su comprensión a nuestra mente, como la eclosión de la necesidad de manifestarse de esta Energía Suprema Innominada o cual la esencia o noúmeno de Su Conciencia, esencia que hace que estos Sephiroth sean Centros de Fuerzas que actúan en distintos planos: espiritual, mental, etérico y físico - por nombrar a los más asequibles a nuestro actual estado evolutivo - tanto del Microcosmos que es nuestro ser como del Macrocosmos en su grandiosa totalidad. El Universo vendría a ser - dicho muy antropomórficamente en relación a la Suprema Esencia, lo que no cabe ni lejanamente en ¡o que Ella significa - como el Pensamiento de la Mente Divina que los 23
Sephirots proyectarían en formas, en sus distintos planos. De esta manera, el Árbol de la Vida sería representación
que recurrir a ciertas modalidades condicionadas que nos permiten un enfoque, de esas ideas, más abordable, como aquélla de! cristal ahumado de que echábamos mano para observar un eclipse de sol, proporcinándonos un velo aceptable que nos permitiera mirar el fenómeno. Muchos filósofos han planteado sus sistemas teniendo un margen con el Absoluto, pero la mente humana no puede definir ni captar lo Absoluto. Otros declaran que el Absoluto es y debe ser incognoscible. Nosotros pensaremos que el Absoluto solamente puede ser desconocido para el estado norma! de conciencia humana, más, si colocamos un velo en el punto preciso en que nuestro desenvolvimiento evolutivo nos permita comprender, superado ese trazo avanzaremos en el terreno filosófico que habíamos dejado conscientemente vedado o transitoriamente inexistente, volviendo a situar el velo detrás del trazo recién conquistado. S¡ aceptamos los velos de la Existencia Negativa como convenciones necesarias, podremos intuir la naturaleza del Cosmos que se nos escabulle por las limitaciones humanas y no por lo cósmico en sí mismo. Igualmente se nos empezará a hacer factible que el origen de las cosas es inexplicable en términos filosóficos pues, por mucho que avancemos en ¡a búsqueda de los orígenes de lo ya manifestado, siempre surgirá ante nuestro pensamiento una existencia precedente. Son estos velos condicionados para el intelecto los que nos permiten, interceptando el espacio radiante que nos separa de los primitivos principios, obtener un fondo de intuición sobre el cual divisemos la Causa Prlmera. Más allá de Ella, se dilatan tres Velos — como planos de Inmanifestación o Existencia Negativa — cuyas denominaciones corresponden a: "Ein", Negatividad; "Ein Soph", lo Ilimitado, y "Ein Soph Aur", la Luz Ilimitada. Los Sephiroth son Esferas de Luz que emanan, por estadios sucesivos, de la Causa Primera que, ahora ya ¡remos comprendiendo, no es Orí-gen sin raíces sino la Primera Apariencia en el Plano de la Manifestación. Es conveniente dar desde ya sus Nombres, Aceptaciones y Nombres Divinos en vez de hacerlo a medida de que los vayamos enfocando, pues los Sephiroth no Son seres sino estados de existencia y Su actuación energética es en conjunto y en dimensiones de espacio y tiempo diferentes a las nuestras. El ppimero es Kether. La Corona.- Nombre divino Eheieh: "Yo Soy El que Soy".- Le sigue Chomah. Sabiduría. Nombre divino Yejovah (Jehovah).- El tercero es Binah. Entendimiento. Nombre divino: Yejovah Elohim.— Cuarto Sephirah: Chesed. Misericordia. Nombre divino: El.— Quinto, Geburah. Fuerza, Severidad. Nombre divino: Elohim Gebor.— Sexto, Tiphareth. La Belleza. Nombre divino: El Tetragrama. Aloath Va Daath.— Sétimo, Netzach. Victoria. Nombre divino: Yejovah Tzabaoth.— Octavo, Hod. La Gloria. Nombre divino: Elohim Tzaboath. Noveno Yesod. El Fundamento. Nombre divino: Shaddai el 25
Chai.— Décimo Sephira: Malkuth. El Reino. Nombre divino: Adonai Malekj o Adonai ja Aretz. El ideograma en que se les ubica consta de tres pilares o columnas: una central y dos laterales. La de la derecha se denomina Misericordia y representa la energía positiva-masculina; la situada a la izquierda lleva como nombre Rigor o Severidad y es de carácter negativo-femenino. Ambas fuerzas están neutralizadas o controladas por la columna central cuya designación es Equilibrio, (fig. 3). En los pilares laterales se expresa la polaridad. En este jeroglífico la polaridad significa, especialmente, el tipo de energía positivo-masculino y negativo-femenino que particulariza a ¡as columnas y que les da la calidad de tal a los respectivos Sephiroth. Los aspectos activo y pasivo que adquieren Ellos, dependen de la conducta que observan en relación al Sephira anterior o posterior que envía o recibe la energía que recibe el nombre de descenso del Poder. El afluir incesante de la fuerza emanada de la fuente de toda energía,'que es el Gran Innominado, sigue su camino cambiando su acento de nivel a otro hasta llegar a Malkuth — pues la Suprema Esencia procede por presión — como en un descenso de una esfera de alta presión a otra de presión más baja, entendiéndose los términos alta y baja en sentido relativo. Recordemos que toda esfera de energía, cualquiera que ella sea, siempre tiene que estar estimulada por el influjo de una energía más elevada que aumenta su Dresión inferior. Para asimilar más fácilmente este descenso del Poder y conocer, al mismo tiempo, la ubicación de los Sephiroth en el Árbol, designaremos a la columna central con el No.1, a la de la derecha con el No.2 y, con el No.3, al pilar de la izquierda. Kether se encuentra en la cúspide del pilar central, bajo los tres velos de la Existencia Negativa. De El baja en flamante rayo la Energía a Chomah, situado en el No.2 y de Este pasa a Binah, a Su mismo nivel en el No.3. La línea de Poder baja de Binah a Chesed, ubicado en el pilar No.2 y de El pasa a Geburah, situado enfrente Suyo en el No.3, descendiendo de ahí a Tiphareth, situado en el centro de la columna No.1. De Tiphareth desciende a Netzach en la No.2, Sephira del cual pasa a Hod, enfrente Suyo en la No.3. De Hod desciende a Yesod, situado en el pilar No.1 y de Este baja, en el mismo pilar, a Malkuth, Esfera que, en ciertos aspectos, se encuentra ya en el ambiente del mundo físico, (ver fig. 3). La energía que pasa a Chomah, desde Kether, se torna en pasiva respecto a Kether, pero en activa en relación a Binah, la cual desde Binah es pasiva respecto a Chomah pero activa en relación a Chesed. En Chesed es activa respecto a Geburah, y así sucesivamente. Un Sephira aislado no puede ser considerado funcional. La función necesita siempre de un par de opuestos, de donde resulta un tercer término por medio del cual se establece el equilibrio; este tercer término es funcional y se puede expresar, entre otros, con el símbolo 26
padre-madre hijo Kether, Binah y Chomah son llamados los Tres Supremos y COnstl tuyen un Triángulo que recibe, precisamente ese nombre, el cual eleva su vértice, presidido por Kether, hacia la Sublime Perfección Desconocida, Fuente de toda Luz, Núcleo de toda Existencia. Separando este Triángulo, de los que le siguen, se encuentra lo que se ha dado en llamar el Gran Abismo, Velo de significación ignota, (fig.4). Tal es la razón por la cual a veces se habla, solamente, de siete Sephiroth, contándolos a partir desde Chesed a Malkuth. El segundo, llamado Triángulo Etico, tiene su base direccionada hacia el Abismo, igual que el anterior, pero su vértice invertido con relación a Kether. Lo componen Chesed, Geburah y Tiphareth. Detrás de Tiphareth, separándolo de su compañeros se extiende, atravesando el Árbol, i'aroketh o el Velo de! Templo, análogo; en plano inferior, al ya indicado Abismo. Hay que hacer notar que Tiphareth es la Esfera más elevada a que puede llegar en sus meditaciones la conciencia humana normal. El tercer Triángulo, llamado Mágico, tiene igual orientación, que el anterior. Está constituido por Netzach, Hod y Yesod. Si recordamos los atributos de estos Sephiroth, encontramos una bella insinuación. Malkuth no está solitario, pero no forma parte del Triángulo Mágico. Sin embargo dicho Triángulo y Malkuth reciben el nombre de Sephiroth Inferiores, porque son los Sephiroth de la forma, o sea de la energía que sólo puede liberarse con la destrucción que la muerte genera. El Árbol Sephiróthico está expresado en cada uno de los aspectos de la vida, en cada acción, en cada significación esotérica de los números, desde la Unidad al Todo. Veamos ahora las características de los distintos Sephiroth y el juego de sus influencias entre Sí y respecto al esquema universal. Kether es, pues, la Causa Primera o la Primera Apariencia de la manifestación que empieza a insinuarse. Emanación de la Esencia Suprema velada por la Existencia Negativa, Kether es la cristalización del más próximo de los Velos y, por lo tanto, la iniciación y el límite de lo conocido do que nos viene desde lo Incognoscible; sin embargo, es el Malkuth de la Esencia Desconocida. En Kether están latentes los opuestos porque aún no ¡>d produce la diversidad. Es la Unidad en Sí misma, la cifra Uno, el Yod que empieza a fecundar el Círculo. Kether es un punto formulándose en el espacio. De acuerdo con Euclídes: un punto tiene posición pero no dimensión. Si el punto se mueve en el espacio genera la línea: la inercia dinámica mantenida por el flujo de energía que llega presionando desde más allá de los Velos del No-Ser, hace posible que en esa línea de energía se diversifique Kether en Chomah y Binah, siendo Chomah la primera emanación de Kether. Cada fase de la evolución comienza a insinuarse al romperse la 27
estabilidad existente, hasta que obedeciendo la presión de las fuerzas organizadoras, se recupera el equilibrio. Este juego de acción y reacción tiene períodos inconmensurables. Chomah se identifica como un Sephira dinámico de modo que lejos de ser un acumulador de la energía fluyente, es su conductor. Por lo tanto, Chomah no es un Sephira organizador sino el Gran Estimulador del Universo. Binah recibe de El su emanación pasando a ser, por díversifiración, el primero de los Sephiroth organizadores y estabilizadores. Chomah y Binah son los arquetipos positivo y negativo; la primera pareja de opuestos; ia Masculinidad y Femineidad primordiales; por tal razón a Chomah se le llama el Padre de la Manifestación y, a Binah, la Madre Suprema. Ambos Sephiroth constituyen la Fuerza y la Forma, siendo la forma la disciplina de la fuerza. De este Par de Opuestos Primarios surgen los Pilares del Universo, entre estos aspectos bipolares se empieza a tejer el velo de la Vida. Además podemos recalcar que Chomah es, genuinamente, un símbolo primario o positivo; la virilidad es una forma de la fuerza dinámica, así como la feminidad es una forma de energía estática, latente, potencial, hasta que se le imparte el estímulo necesario. Esta simbolización sexual, sin embargo, representa solamente una parte y no el todo de este par de opuestos y, aun esa parte, no es sexo como lo entendemos. Incluso la forma sexual que se ve en la Naturaleza es mucho más pura y verdadera que el formulismo ético impregnado de tabúes e hipocresía que conocemos o de exageraciones sexualoides que han degenerado su sagrado concepto. De esta manera, la materia tiene su raíz primordial en Binah, pero el pleno desenvolvimiento efe ella se produce sólo en Malkuth. En cuanto a Chomah, que ha sido llamado por el Sepher Yetzirah la Inteligencia Iluminadora, además de indicarnos que es el Verbo Creador o Jehovah ordenando "Hágase la Luz", estas ideas le dan el concepto de vida animadora, de espíritu que ilumina, puesto que la fuerza dinámica de la vida es espíritu. Este primer Triángulo es una representación de las fuerzas creadoras de la sustancia del Universo; el segundo, la representación de las fuerzas que gobiernan la vida evolucionante; en cuanto al tercero, corresponde a la creación de las formas. Todos los Sephiroth con un Sephira a su nivel, en el Árbol de la Vida, constituyen, con Ese, una pareja de opuestos. Así lo son Chesed y Geburah, Netzach y Hod. Chesed es el Creador Mental, representa la formulación de la idea arquetípica. Simboliza la inteligencia receptiva y es la concreción de lo abstracto. Cuando el principio ideal que forma la raíz de una actividad 18 inicia en nuestra mente, operamos en la esfera de Chesed. Esta Sephira es anabólico, constructivo. Organiza y preserva cuanto genera Chomah. Por su carácter concretizante de lo abstracto, es 28
el Padre de lo genial en lo humano. Emanado de Binah, que es Sephira pasivo, origina a su vez a Geburah, Sephirah catabólico en el sentido de liberador de fuerza activa. Si bien es cierto que, por este carácter catabólico, se podría concebir a Geburah destructivo y aparecer como el Mal oponiéndose al Bien, es conveniente saber que sus atributos adicionales son: "Din" (la Justicia) y "Pachad" (el Temor); por lo cual se entiende que no es el Enemigo, el Adversario de que habla la Escritura, sino la condición que busca establecí equilibrio. Es la Ley de Acción y Reacción en juego Tiphareth, el sexto Sephirah, es el punto de transmutación entre los planos de energía; por el lugar que ocupa en el Árbol Sephirothal, lo hace el Centro del Equilibrio. Es conveniente recalcar que los Sephiroth son estados de manifestación, o sea, empleando una expresión más asible a nosotros, estados de existencia, no debiendo nunca entenderse como seres. Asi considerados, es posible entenderlos actuando en diferentes planos. De esta manera, los cuatro Sephiroth, cuya ubicación diagramática los sitúa por debajo de Tiphareth, representan la personalidad o el "yo" inferior; los cuatro, que inmediatamente le preceden, encarnan a la individualidad o "Yo Superior", siendo Kether la Chispa Oivina, el punto central mismo de la manifestación. Por esta razón, Tiphareth no debe ser jamás considerado como factor aislado, sino como lazo de unión, como centro de transmisión. En el Árbol subjetivo, o sea en el de cada uno de nosotros, los Sephiroth actúan como factores da conciencia. Nos debe hacer meditar que Tiphareth recibe de los cabalistas el nombre de Shemesh o Esfera del Sol. Si consideramos que éste es el centro de nuesta existencia y bienestar; que su luz desempeña un papel vital en el metabolismo y nutrición de ¡as plantas, sentiremos lo relacionado que todo se encuentra con él. Si buscáramos como simbolizar al sol, entre los minerales, escogeríamos el oro: metal puro e incorruptible. Para los alquimistas, este mismo símbolo oro-sol indica la transmutación del hombre común en el Iniciado que asciende a la perfectibilidad, quemando, en el atanor de sus experiencias, las impurezas de su condición. Tiphareth es, por esta razón, el reflejo de Kether. No olvidemos que Tiphareth tiene su acento en el plexo solar. A Netzach y a Hod es más fácil comprenderlos comparándolos, pues como opuestos complementan su acción. Netzach es de la esfera de Venus; Hod de la de Mercurio. El primero aparece ejerciendo tuición sobre los instintos y emociones; Hod, sobre lo mental concreto. El material de energía de Netzach se aprecia, en dichos aspectos, como relativamente libre, limitado sólo por contornos extremadamente fluidos. Hod indica, por su parte, las primeras formas netamente definidas y durables, aunque de estructura muy tenue. Netzach, en lo que se refiere a los instintos es básico, surgiendo de éstos, en su esencia no intelectualizada, los 29
reflejos apropiados: los labios de un niño succionan cuanto se les ofrece. En nuestro árbol subjetivo, los emblemas que empleamos para extrovertir nuestras íntimas vivencias nacen de la atmósfera de Netzach. Sin embargo, el lenguaje no está suficientemente evolucionado para expresarlos y, a pesar de que se estima al Castellano como uno de los idiomas mal ricos, no lo es tanto, dado que en muchas ocasiones debemos usar símiles, no muy afortunados para exponer lo que late en el pensamiento, sin que se beneficie mayormente la claridad conceptual. Por esta razón, cuando se trata de develar símbolos que la intuición h„ desentrañado, su traducción aparece velada por la ausencia de palabra! precisas para la entrega de estos frutos de ¡a intuición: la elevada representación de la Vida Única., que yace en Tiphareth en Luz Blanca, es apreciada como irisada gama en Netzach. Es interesante .anotar que, en las esferas Sephirothicas, la radiación de la conciencia humana ejerce cierta influencia, proporcional a la mayor o menor individualidad de la gente, al punto que, partiendo de Netzach y Hod, su ambiente se va alterando. La conciencia, cuyo dominio es Malkuth, es conciencia de formas, nacidas en las experiencias de las sensaciones físicas o de otro tipo. La esfera de Malkuth, afectada por dichas influencias, refleja sus condiciones en Hod y Netzach y, aun, en Tiphareth, aunque en mucho menor grado, verbigracia: los líderes positivos o negativos de la especie humana, por el sentido de fuerza que representa su voluntad que conquista y dirige a grupos o masas de hombres, contribuye en mayor proporción que las mentes de otros hombres. Es posible observar, a través de la historia en lo que respecta al pasado, o recapitulando, en este presente de nuestras vidas, la veracidad de estas afirmaciones, que el propósito intrínseco de los actos humanos tiene repercusiones de trascendencia, que ahora sabemos de alcances cósmicos qenerando y modificando el hoy y el mañana. Esto nos debe hacer pensar y pesar como es de conveniente que, el camino de nuestra perfectibilidad, término por ausencia de espiritualidad: todo lo existente, aun a riesgo de parecer panteísta, está pleno de la Esencia Divina. Siempre está presente la segunda proposición de la Tabla de Esmeralda de Hermes: "Como es arriba es abajo". Ella es de aplicación en el Árbol de la Vida, tanto en lo que se refiere a su aspecto Cósmico como al Subjetivo, ya que los Sephiroth tienen su contraparte en el hombre, desde Kether a Malkuth, lo que será explicado en el Compendio que se prepara exclusivamente sobre Cabala. Por ahora diremos que, así como el Universo está regido por Su Conciencia — el Triángulo de los Tres Supremos - la compleja alma humana debe estarlo por su dios." el Espíritu del hombre. El Yo Superior debe dirigir y dominar su universo a objeto de impedir que se produzcan desequilibrios energéticos, o los reyes de Edom del 30
Árbol de la Vida. Muchos se preguntarán la razón de que se haya incluido, en este Compendio de difusión esotérica del Grado IV, las presentes nociones sobre la Cabala, pero es necesario disponer de todos los elementos indispensables para realizar en nuestro interior el total despertar del Yo Superior, ya iniciado en el Grado de Aprendiz y, una vez lograda esta misión personal, conjugar esa Fuerza interna con las Fuerzas Superiores que lo llevarán a buscar su identificación con la Esencia Suprema. Los Sephiroth son esos puntos de enlace para alcanzar esa Gran Comprensión; de su conocimiento, tanto como de la profundización en Su estudio, depende el avance en la perfectibilidad que cada uno puede alcanzar. Antes de terminar este capítulo, recordemos las tres letras inscritas en el Círculo celeste del Grado: l-O-D. Generándose en Kether, enciende en cada Sephira características propias y, descendiendo hasta Malkuth, encarna al progenitor de poetas, de músicos, de escultores y de los genios de todas las Artes, incluso de la Política y de la Guerra; es el l-O-D que ilumina el rostro de los Mesías, de los soñadores, de los enamorados; es la Fuerza que alienta el espíritu del Progreso, de la Libertad, de la búsqueda del pan cotidiano para el hogar y que plena los senos de las madres con leche nutricia; es Llama que arde en los investigadores y en los sabios; es, en fin, lo que alimenta la vida de un extremo al otro del dilatado Universo; pero puede, a la vez, engendrar todo lo que induce al odio, al error, al fanatismo, a la ambición bastarda, a la lucha fratricida, a todos los desequilibrios energéticos que conducen al caos de la Desgracia. 10.— El libro de Hermes La leyenda recuerda al Taro o Rota como una de las claves más completas de las enseñanzas esotéricas dejadas por Hermes el Trismegisto, a la posteridad de investigadores, en el documento más original que se conozca: un mazo de naipes entregados a un pueblo nómade, (los bohemios o gitanos) para su entretenimiento y la consecución del sustento, por la práctica adivinatoria que éste les haci'a posible. Nunca se estableció el tesoro oculto que portaba ese simplísimo juego oracular, entregado a las manos de un pueblo sencillo y exageradamente respetuoso de sus tradiciones y costumbres, y como tal se conservó a través de los siglos sin variaciones, llevando escrito solamente para los Iniciados el intrínseco mensaje que se le había confiado. Escrito en 78 páginas o tarjetas, las 22 primeras están íntimamente relacionadas con las 22 letras del alfabeto hebreo y con las combinaciones de la Cabala, en forma tal que es necesario ser un investigador muy acucioso para ir interpretando cada una de sus ocultas enseñanzas, de las cuales estimo no han sido en su totalidad develadas. No es posible ni puede abocarse este Compendio a efectuar un 31
examen cabal del Tarot y, los escasos conocimientos que poseemos, serán entregados a medida de las necesidades y de acuerdo con las exigen-cías de los Grados que alcancemos a comentar. Daremos, sí, la bibliografía que haga asequible al estudioso esta cautivante disciplina. Debemos expresar, con absoluta sinceridad y basados en la experiencia, que quien dedique algo de su tiempo a abrirse camino en este agreste terreno, irá palpando, a medida de su avance, como se resuelven los problemas planteados en las tres viejas interrogantes: "qué somos"; "de dónde venimos", "hacia dónde vamos". Os servirán de mucho para ello: "El Tarot de los Bohemios", de Papus; "Dogma y Ritual de Alta Magia", "El Libro de los Esplendores", ambos de Elipphas Levy; "La Esfinge Develada" del Dr. Adolfo Weiss; "Los misterios de la Kábala", de Elias Gewurz; "La Clave del Zohar", de Albert Jounet; "La Kábala Mística", de Dion Fortune, y "Estudios de Orientalismo", del Dr. José A. Alvarez de Peralta. Otros libros llegarán en la ocasión precisa a vuestras manos; otros guías aparecerán en vuestro camino, siempre que no desmayéis en la empresa; pero estad siempre ciertos He que si ponéis en práctica la recomendaciones que se nos dieron en la Noche de Iniciación, el sendero será más fácil: "Pedid y os darán"; "Golpead y os abrirán","Buscad y encontrareis". 11.— Semántica de las palabras del Grado. Así como se ha realizado en las páginas anteriores un cierto análisis semántico de los símbolos, se entrega, a continuación, una síntesis semántica de las palabras del Grado. El nombre Inefable cuya pronunciación era desconocida, salvo para el Sumo Sacerdote, da en el nombre de su primera letra la Palabra Sagrada del Grado de Maestro Secreto. IOD es una fonema que, en hebreo, significa mano y cuyas letras, que separadamente se encuentra dispuestas alrededor del Triángulo inscrito en el Círculo Celeste del Cuarto Grado, tienen distintas valoraciones semánticas. La I, por su valor numérico 10, corresponde con la décima lámina del Tarot,"La Rueda de la Fortuna", ¡a cual gira sobre un eje y encima de la cual se encuentra la Esfinge que aprisiona entre sus garras de león, una espada, mientras que a la derecha está Hermanubis, genio dei bien en posición ascendente, y a la izquierda, Typhon, genio del mal, en actitud descendente. Dos ideas principales manifiesta este arcano: la primera, de mando, de supremacía; la segunda, de duración, del eterno conjugar del Tiempo. La primera queda expresada por el temario: Hermanubis o positivo, Typhon o negativo, la Esfinge o equilibrio dominante; la segunda por la rueda, cuya circunferencia carece de comienzo y de fin: símbolo de !a eternidad. La O, el nombre de esta letra — H:ayin o ayin - se traducía por 32
Ojo, además de las significaciones rueda o sol. Expresa efectivamente el mismo jeroglífico que la letra Vau, el Ojo, pero en vez de manifestarlo espiritualmente, permitiéndonos recibir la luz inspiradora, es ahora el signo del sentido material. Corresponde al décimo sexto arcano del Tarot, "La Casa de Dios", lámina que representa una torre cuyas almenas han sido destruidas por el rayo y desde donde caen dos hombre, uno coronado y el otro sin corona. Es el mundo invisible o espiritual encarnándose en el visible o material. Figura la caída de Adán en la materia. La D, la Deleth es la cuarta letra de los abecedarios fenicio y hebreo, recibiendo en ambos el mismo nombre e igual significado de puerta, refiriéndose a las puertas triangulares que cerraban las tiendas de los antiguos pueblos nómades. Corresponde a la cuarta lámina del Tarot, "El Emperador, que representa a un hombre sentado, de perfil, sus piernas en cruz, y sosteniendo en la mano derecha el cetro simbólico de la generación o de Venus. La posible interpretación que cabría es la del ingreso del hombre, por el cauce de la puerta triangular de las realizaciones: querer, saber, poder, a dirigir el mundo de la concreción material donde ahora puede generar lo que ya tiene creación. En resumen, este fonema IOD que con sus letras rodea el Triángulo, que en este caso representa al Iniciado, nos habla de los mundos divinos, de la emanación y de la generación que corresponde al Hombre como Espíritu-Alma-Cuerpo. Jehovah.- No es posible que a la Palabra Sagrada de este Grado se le de el carácter de sustitutiva de Jehovah, pues IOD se compenetra, desde Kether, con la Causa Primera y se encuentra, además, resaltante u oculto en todos los nombres de las Esferas del Árbol Sephirothal, en cambio Jehovah, en el aspecto de Dios de los hebreos con que lo enfoca la Biblia, es solamente la radiación positiva o si se quiere masculina de una de dichas Fuerzas Creadoras. Si a la palabra IOD se pretende presentarla como su.s titutivo de Jehovah, conduciría a darle un carácter fálico que no ti como Palabra Sagrada, en circunstancias que la realidad del espíritu esotí rico de su penetración es como fecundador en el plano divino de la manifestación Universal. Adonay.— Algo similar ocurre con el nombre de Adonay, que los hebreos aplicaron a su Jehovah y ángeles. Adonay, dentro de sus variadas acepciones, junto con Adonim equivalen a la forma antigua del plural Adonde igualmente, con el dios Adonis, representan "El Primer Señor". Adán por su parte es el Adi-Nat sánscrito que significa lo mismo, como cualquier Ad - el primero — cual prefijo de un adjetivo o sustantivo. Por lo tanto, Adonay era el sustitutivo que los hebreos empleaban en lugar del tetragrama solamente porque éste les era desconocido o les estaba prohibido pronunciarlo en sus invocaciones. Adonhiram.— En cuanto a Adonhiram se refiere, pareciera ser el 33
concepto materializado de una ¡dea que representaría a seres de conciencia o de vida elevada semejantes a dioses, tomando en consideración la terminación ram que por su letra m final pluraliza el substantivo dios. De esta manera la sionificación de Adonhiram sería: "El o los primeros señores de vida elevada como dioses". (No hay que olvidar que el diccionario de la Biblia, de Hagg, que se ha tomado como base para estudios semánticos en nuestra Orden, es de inspiración católica, por lo cual sus traducciones o referencias pueden estar teñidas de cierto interés negativo para conceder importancia a conceptos estimados paganos). Hiram.— Este nombre, en cambio, por carecer de sus sílabas adon, se refiere a la Vida elevada que mora inmortal dentro de nosotros y al cual hay que levantar de su sepulcro o ilusión de la personalidad mortal para que encarne la libre expresión de nuestra individualidad o comunión indivisible con la dual Vida Universal positiva y pasiva. Salomón.- El nombre Salomón procedería del hebreo selemo. Estaría relacionado, según unos, con el nombre divino Salem y, según otros, con el vocablo hebreo saiorn, que significa bienestar. Natán, el profeta, lo denomina Yedidya o sea preferido de Javeh, nombre que no vuelve a mencionar la Biblia, por !o que algunos especialistas creen que este sería su nombre primitivo, y que Salomón es su nombre de entronización. Jereboam.- Este nombre proviene del hebreo Ye ROB'AM; en la Vulgata, Yeroboam. Según el Diccionario Bíblico protestante, el significado semántico de Jeroboam sería: cuyas gentes son muchas. Para el Diccionario Bíblico Católico, que acepta la derivación del hebreo Yerob y am, su significado sería: que aumente el pueblo. Azarías.— Transcripción de la Vulgata, que significa ayuda de Dios: de! hebreo Azarya (Azariah) Jahvé ha ayudado. Santuario.— Del latín "sanctuarium". Tiene las acepciones de Templo y de Sancta. A nosotros nos interesa la segunda que se refiere a la parte anterior (oriental) del Tabernáculo que los hebreos construyeron en el desierto y también la misma parte en el Templo de Jerusalen. El Sancta quedaba separado por un velo de la parte interior (occidental) llamada Sanctasantorum, Santo de los Santos o Santísimo. Este-último es el recinto más sagrado del Tabernáculo y del Templo de Salomón, y en él sólo podía entrar el Sumo Sacerdote una vez al año. En nuestro Santuario del Grado IV, estas dos partes están separadas por una balaustrada y no por un velo. Las palabras Sancta y Sanctasantorum corresponden a los vocablos hebreos: qados (santo) y qados haqqedasim, el Jugar más interior occidental en el Tabernáculo y en el Templo de Salomón; era el debir (espacio interior), palabra derivada del sumerio. Sancta se relaciona además con qadad, que significa apartar lo impuro y profano, para dedicar lo santo al servicio de Dios. Balaustrada— Es la que separa en nuestro Rito el Sancta del 34
Santísimo. Su explicación semántica, de carácter profano, es: serie de balustres o columnitas colocadas entre los barandales que forman los antepechos o barandillas en balcones, azoteas, escaleras, etc., para evitar caídas. También es el nombre que se da a las actas en Grado Cuarto. Ivah.— En hebreo significa Dios y es una corrupción, por contracción de la Palabra Inefable, el verdadero nombre de la divinidad, cuya pronunciación estaba prohibida. Significa también, aparte del sentido religioso, aldea o cielo. Ziza.- La palabra de pase "Zizón", dice el cuadernillo de Semántica Masónica, es "una mala transcripción de Ziza, que es la palabra hebrea. Deriva del arameo y su significado es: resplandeciente". En realidad, el significado de esplendor o resplandeciente, caracteriza la iluminación interior que resulta de ingresar en el Santuario de la Verdad. Z o Zayirn.— Finalmente, para terminar esta ligera incursión por la semántica, examinaremos esta letra, la cual se encuentra estampada en la guarda de la Llave de Marfil y también en el mandil. Es la séptima letra del alfabeto hebreo y significa olivo; corresponde al arcano 7 del Tarot. La zayim expresa jeroglíficamente una flecha, simbolizando con ello la. ¡deas de armas o instrumentos utilizados por el hombre para dominar, vencer y realizar sus fines. Este concepto de victoria, encarnado además en la significación del olivo que ella tiene, está indicado en la lámina del Tarot, donde se ve que, sobre un carro de forma cúbica, cubierto por un dosel de color azulado tachonado de estrellas y sostenido por cuatro columnas, avanza un triunfador coronado por un círculo, sobre el cual relumbran tres pentagramas de oro. El triunfador, que ocupa el centro de los cuatro elementos, es el hombre que se ha sobrepuesto y dirige las fuerzas elementales. En el frente del carro se halla el lingham indio sobre el cual se divisa la esfera volante de los egipcios. Dos esfinges, una blanca, la otra negra, se encuentran enganchadas al carro. Esta es la representación del septenario sagrado en todas sus manifestaciones. El Tetragrama está simbolizado en la parte delantera del carro por el globo alado, para indicar que el septenario da la clave total del Tarot. Las dos esfinges corresponden a los dos principios: activo y pasivo. Se muestra la influencia de la creación en la conservación de lo Divino en lo Humano. Esta lámina del Tarot representa, también, la lod o el Dios del segundo septenario, o sea el Hombre como función del Creador. IOD, siempre IOD en los misterios del Universo creación y en los del Hombre, criatura y genitore. 12.- Saber-Querer-Osar-Callar
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Estos cuatro puntos son los que caracterizan al Maestro Secreto, cuadrinomio iniciático que únicamente es posible realizar en ese ambiente espiritual que produce en cada uno de nosotros la Iniciación. Saber.— Es el primero de ellos y, al mismo tiempo, la finalidad del total. Hemos ya analizado que en el Centro Intimo de cada ser se encontraría el Rectificador y Valorizador de las actividades espirituales, intelectuales, volitativas y dinámicas del hombre evolucionado, o sea de aquél que se identifica consciente o inconscientemente con su Yo Superior, con su Sabiduía trascendente. La verdadera Sabiduría debe producirse, por consiguiente, en el examen o concentración íntima de lo que hemos llegado a conocer, pues lo real de las cosas se percibe únicamente con lo real de nuestro ser; en cambio su conocimiento superficial, o sea su reflejo, no afecta a nuestra intimidad dado que sólo interesa a la superficie de la mente. Sin embargo, para llegar a obtener el conocimiento profundo de la realidad, es indispensable ejercitar otra facultad de gran categoría e importancia: el Discernimiento; debemos emplear, pues, la capacidad de penetrar, ver y comprobar lo real en toda cosa, distinguiéndolo de su apariencia ilusoria. Este actuar filosófico es el que debe aplicar el Iniciado en todo aquello que se relacione con los conocimientos o reflexiones objeto de su observación e investigación y así, liberándose del dominio de lo ilusorio, poder llegar a esa Verdad que nos aparta de todas las esclavitudes o servidumbres que tienen sus dominios en el error o lo ficticio, en aquel mal que nace del desacierto o de la falsía, y de las limitaciones impuestas que prenden en los gérmenes de lo aparente. La voz de nuestro Intimo, cuando hemos conseguido identificarnos plenamente con El, nos advierte de las direcciones equivocadas que emprendemos o nos guía por las sendas limpias de falacias; de ahí la importancia concedida, en todas las épocas, al conocimientos de si mismo. Sin embargo, este conocimiento de sí mismo consiste, también, en separar claramente nuestra personalidad, constituida por la apariencia física y mental exterior, de lo que somos realmente en nuestro Altar Interno, que es nuestra individualidad y sobre la cual debemos concentrar nuestra atención. Es ese reconocimiento del Centro Individual del ser y do su realidad superior a la de toda manifestación o expresión personal la que nos interesa, y se hace siempre más efectiva adquiriendo la conciencia de todo lo que en nuestro "yo" se encuentra en estado de posibilidad latente que espera su expresión. A medida que nos acostumbramos a observar, bajo estas normas, la realidad de la existencia, más claramente se nos presentará dicha realidad a nuestra investigación o estudio y, en la misma forma expedita determinaremos lo que es ilusorio, no lo irreal, porque la irrealidad no puede tener existencia. 36
Esta forma de enfocar la realidad nos permitirá apreciar, dentro de esta, lo que es fútil y lo que es necesario, pues no existe el mismo sentido evolutivo de la importancia de las cosas en todos los seres humanos; por esta misma razón, este clasificar lo objetivo y subjetivo según un código axiológico personal no tiene cabida entre los Iniciados, pues cada uno tiene la responsabilidad y el deber que le compete y no podemos exigir que los demás las realicen y los cumplan de acuerdo a nuestra subjetiva urgencia e importancia. Nuestros, conocimientos y sabiduría adquiridos deben servirnos, en consecuencia, para realizar lo más útil y necesario, discernir entre la Verdad y el Error, discriminar entre lo justo y lo injusto, conceptuar debidamente acerca de nuestros deberes y derechos y la libertad de los demás. Iniciado es entonces aquél que es verídico en su pensamiento, palabras y acciones, RECTIFICANDOLOS, antes de expresarlos, con la Escuadra interior del juicio que nace del discernimiento, sin cerrar o abrir el Compás sin objeto sino mantenerlo en sus 60° armónicos. No permitamos que el altruismo de nuestras intenciones se convierta en egoísmo al querer IMPONER, por cualquier medio o razón, nuestras conclusiones, por muy bellas que las consideremos. Si lo son tales, dejemos que ellas iluminen como un faro guía, o realizándolas o entregándolas con desinterés, como una verdadera hostia de Amor en el Ara del beneficio común y de la redención humana. Querer.- Mirada iniciáticamente esta actitud, es la Voluntad de realizar, purificada y despojada de todo interés personal, purificación y desapego altruistas a que se llega en virtud del discernimiento que nos hace conocer la realidad. El grado de altitud que vayan asumiendo nuestros deseos y pensamientos está estrechamente relacionado con la voluntad de elevar, a éstos, sobre las consideraciones pequeñas de la vida diaria. Mientras más se concentre nuestra atención en hechos progresivamente sublimes y reales, más lejanas van quedando las posibles conjugaciones de aquéllos, que, por nimios, aparecen ya despojados de valoraciones de importancia. De esta manera, la voluntad individual se va haciendo efectivamente más fuerte y poderosa a medida que, mirando más allá del interés exclusivamente personal, se van superando y trascendiendo las limitaciones que el círculo del ego imponía en desmedro de una libre y perfecta expresión. Este deseo superativo posee en sí características muy semejantes a la alquímica sublimación de los metales. Como impulso de naturaleza espiritual es, en sí mismo, puro y perfecto pero, dependiendo de nuestra comprensión circunscrita, participa de dichas limitaciones y se encuentra encadenado a sus impurezas e imperfecciones. En consecuencia, la esencia interior que buscamos, es la semilla metálica de las cosas, el centro que se expresara en el círculo de la manifestación, y el Discernimiento, es 37
aquella Piedra filosofal que tiene el poder de despertar su actividad latente y producir su germinación en aquel oro puro interior o esencia espiritual incorruptible. Por lo tanto, no hay que destruir o suprimir los deseos con ¡a ignorancia fanática polarizante; hay que sublimarlos y elevarlos con el Discernimiento, para utilizar su fuerza que proviene del potencial interno latente en nosotros; hay que identificar la voluntad individual con el IOD o Fiat creador. Osar o atreverse.— No está involucrado, en el significado semántico que corresponde al Iniciado, el entenderlo como osadía o atrevimiento - de acometer o burlar - sino que traducir en él todo lo que señale poder voluntarioso de buscar la perfecta identificación con nuestro Centro Intimo, aunque todas las sugerencias de la vida nos ofrezcan las más gratas satisfacciones provenientes de Maya o ilusión. Osar es desafiar las pasiones y deseos que alimentan el fuego de nuestro Yo inferior; es atreverse a hundirse en el conocimiento de sí mismo para llegar al infero de nuestro ser y rescatar dichas pasiones y deseos y, sublimándolos, ascender con ellos, junto a ese Yo, al cielo o céntrica morada Superior donde se produzca la íntima fusión redentora, en afán de transmutación. Sin embargo, es preciso que nuestra actividad se convierta en la más desinteresada expresión de aspiraciones a fin de que colaboremos en el plan del Gran Arquitecto del Universo. Pero también deberemos tener presente que, aun cuando sea de suma importancia o urgencia el seguir las elevadas aspiraciones interiores, no podemos abandonar o descuidar los deberes que nos impone la existencia, el cumplimiento de los compromisos o de aquello que legítima y honradamente se espere de nosotros; en la otra cara de la medalla tenemos la obligación de impedir que deberes imaginarios nos alejan de la consecución de esta realización íntima. Es en esos momentos de indeterminación cuando debemos aplicar nuestro discernimiento para lograr que unos armonicen con los otros o para determinar cual o cuales de ellos merecen la primacía de nuestra dedicación, dejando que la comprensión nos indique, con juiciosidad, el daño que puede producir el postergar unos por otros. Debemos centrarnos perfectamente para no extraviarnos entre la Escuadra que mide lo material y el Compás que lo hace con lo espiritual. Ahora bien, para una más conjugada unidad con lo que realmente somos como humanos, todavía muy imperfectos, debemos mirar a nuestros semejantes — que se esfuerzan en sus particulares caminos — con una actitud de tolerancia y comprensión que agradeceríamos se guardara con nosotros que a veces tomamos senderos equivocados, aunque dirigidos hacia la misma finalidad. Cuando hayamos trascendido el error y la superstición ignorante, camino de la Verdad, sentiremos el grato placer de la comprensión hacia nuestros defectos y los de nuestros hermanos de especie y ella 38
nos iluminará mayormente con la luz intrínseca de la tolerancia, que lleva como leche en el seno. Los accidentes periféricos de la vida no nos deben alterar el carácter ni enturbiar el sol del espíritu. Si la vida nos arrebata lo que nos dio bienes, personas, afectos, o lo que nos correspondía por nuestros esfuerzos y dedicación, recibamos los cambios sentimentales o económicos con la sabia tranquilidad que emana desde el Centro Intimo de nuestro Ser Espiritual. Ese punto central del universo personal, IOD impulsor, nos prestará la fuerza para acometer otra vez el recomienzo del sendero o para inclinar la cabeza resignados, pero no derrotados. Callar.— Es el cuarto punto del cuadrinomio y unidad tan vital en importancia como sus otros hermanos del cuaternario que debe llevar impreso la Llave clave del Santuario. Hay tres acentos en el callar: por imposición, diplomacia o meditativo. El callar meditativo es el callar masónico, que busca en el Silencio su poder de concentración y germinación, en el Secreto su tabernáculo y en la Discreción la sobriedad respecto de la posible entrega enseñadora. El Secreto es la lámpara maravillosa, fanal eterno, que brilla en el santuario de la Verdad; llave que la Conciencia puede usar para adentrarse en el jardín edénico del conocimiento o muro que, a la mente sin horizonte, señala lo inaccesible. Es sello sublime que guarda los símbolos y los misterios de las miradas sin alma animadora de la ignorancia. Es velo que alza con mano temblorosa el sacerdote del espíritu para contemplar la Luz esplendorosa que irradia el Candelabro de Siete Llamas. No es signo negativo,, porque impulsa a buscar en los linderos de lo desconocido el camino adecuado, el sendero recto para llegar a la Verdad. No es losa sepulcral que oculta horrores, miseria y podredumbre. Lo es para el ignorante que no acierta a comprender el milagro siempre activo de la vida buscando nuevos cauces de expresión por entre todos los caminos de la materia. El filósofo sabe que lo que realmente muere es lo aparente, lo ilusorio. El Secreto es el guardador del misterio. El misterio es lo desconocido, lo que se revela sólo al estudioso o al sabio investigador, al que entra en la senda de la iniciación filosófica o de la científica y ve en el misterio no el ropaje exterior que lo cubre, sino su cuerpo verdadero. Lo que se comprende deja de ser desconocido y misterioso para transformarse en una acción o una Ley más, cuyo desarrollo o curso conocemos porque hemos empapado en su esencia. Pero la develación o la entrega iniciática de los misterios no puede ser manjar servido a la mesa de cualquier individuo que, por el hecho de ser bípedo y llamarse hombre, lo apetezca. Las enseñanzas recibidas o extraídas de los símbolos deben guardarse celosamente y de ahí la necesidad del Secreto. Por lo demás, nada se revela sino al que está en condiciones de 39
recibir. Así el misterio poco a poco nos va descubriendo sus velos y nuestro Yo Superior, apoyado en la Conciencia, adentrándose en el Sancta Sanctorum capta del misterio gota a gota su esencia y comprende el por qué del Secreto. En el templo de Delfos se leía la siguiente inscripción: "Conócete a ti mismo y conocerás al Universo y a los Dioses". ¿Qué planteamiento de más fuerte exigencia podría imaginarse? ¿Acaso no lleva involucrada la conquista de la ínfera condición? Si meditamos sobre estas valoraciones y el sentido que ellas tienen para efectuar una selección humana que permita mantener tales enseñanzas, sin degenerarlas o llevarlas a un término inferior, comprenderemos el por qué de esas exigencias y de tan constringente método de admisión a los conocimientos superiores. Concebiremos el por qué del Juramento masónico, sus exigencias, lo sagrado de las promesas a cumplir. Secreto y Silencio son dos hechos tan hermanados, tan coexistentes, que son inseparables para lograr el común efecto. El Silencio es el Oriente de la Sabiduría. Pensar en silencio es identificarse con la Idea. La palabra es dilúyeme del pensamiento; el silencio, su concentración. El silencio es la disciplina del Espíritu y la mordaza de las pasiones. El silencio es hermano de la Síntesis y padre de la Sabiduría. El Silencio, en Masonería, es la siembra de! Espíritu que da, es la cosecha de! Espíritu que comprende. En ella no es exigencia, es comprensión de sus leyes para una perfecta realización. El Silencio es fuerza, es potencia: la naturaleza efectúa su trabajo, en silencio; la savia asciende y prende la vida vegetal, en silencio; las flores nacen en silencio y se doran los frutos en silencio; el sol cuida de la vida, en silencio; el poder de la luna, levantando masas de agua, se ejerce en silencio. Fuerza y Potencia del IOD que expresa su Verbo en silencio. El silencio está más allá de la Vida y de la Muerte; la vida que nace de la muerte y la muerte que despierta con la vida, tienen su génesis en las fronteras del silencio. El Silencio no es silencioso, hay que saber oír el Silencio. El que escucha la voz de! Silencio abre las puertas del conocimiento personal. La expresión exterior del Secreto y del Silencio es la Discreción. Ella es el loto que emerge de las aguas de! Secreto para florecer acariciado por el sol vivificante del Silencio. Es acción justa y palabra juiciosa. Como acción, es reservada frente al Secreto: como palabra, es Verbo de Luz tras el Silencio. Es válvula que deja fluir, controladas, las maravillosas enseñanzas guardadas en el Secreto y, al hacerlo, arranca vibraciones armoniosas al Silencio. Discreción es instrucción regulada mirando la tierra donde se siembra; es dejar caer las perlas de la experiencia en el surco del alma hermana para que en ella prenda la flor de la Sabiduría. La Discreción es joya que adorna la frente del sabio y es aroma que trasciende del corazón del Iniciado. 40
La Discreción es el escudo del Secreto, pero no para tornarlo intocable sino para defenderlo de las manos codiciosas de la ignorancia; es la puerta del Silencio, no para mantenerlo inviolable sino para dejar entrar a sus jardines sólo a las almas que en su ambiente pueden sentirse plenas. Discreto no es el que siempre calla sino el que sabe hablar cuando corresponde; no es el que se hunde en la pasividad inactiva sino que actúa cuando la acción es justificada. La Discreción es al Secreto y al Silencio lo que el Amor es al corazón y al cerebro: puente de unión. 13.— Cuadratura del Círculo o Ciclo de la Vida.
Se hace necesario, ahora, abordar la exposición de un asunto que, si en el mundo profano huele a cosa de orates, en el plano esotérico adquiere especial importancia, más que nada en el Grado de Maestro Secreto: la cuadratura del círculo. Ya habíamos enfocado al Maestro perdido entre la Escuadra y el Compás que encuentra su equilibrio en la intersección de los brazos de una cruz, centro que genera un círculo y cruz que da vida a un cuadrado semi inscrito en ese círculo, que es a la vez el universo fenomenal del Hombre. Este simbólico círculo ha sido descrito tomando como base un radio igual a las 4/5 partes de la longitud de cualquiera de los brazos de la referida cruz, de manera que ellos sobresalen 1/5 sobre el círculo. Así tenemos los elementos necesarios para que esta cuadratura se realice interior y exteriormente. Es interesante anotar, que el simbolismo de la Gran Pirámide es sumamente decidor, dado que la altura de ella es el radio de un círculo exactamente equivalente al cuadrilátero de ángulos rectos de su base. Ese Círculo o Ciclo de la Vida que se manifiesta en el espacio y en el tiempo y que viéramos en el Oriente como expresión de un principio divino en sus tres aspectos -que es también Principio Animador de nuestro ser como Ojo de la Conciencia y Genio individual que se encuentra en el centro de la Estrella- debe ser rectificado por cada Maestro Secreto, rectificación que se realiza por e! uso armónico y perfecto de la Escuadra y el Compás, sin lo cual el Maestro se encuentra efectivamente perdido. Si el círculo es emblema de cualquiera expresión que proviene de un centro, según un radio o compás determinado, que constituye su principio o elemento creador, la línea y el ángulo representan esta expresión como directa irradiación, o sea la difusión de luz en todas direcciones. Moral y masónicamente hay que combinar equilibradamente estos dos elementos de la vida individual en única y perfecta expresión. Si recordamos que el punto en el círculo es IOD, o sea el Fiat Lux, veremos que la expansión de Este como Luz da lugar al primer 41
diámetro, o sea el valor de la razón pi = 3,1416 cuya cifra es muy aproximada al de la palabra kabalística ALHIM (Dios) =3,1415: Uno. Por otra parte, la Luz es 20612 a 6561, o sea 3,1415 como la enunciación propia de la relación integral y numérica del diámetro a la circunferencia de un círculo. Hay otros nombres cabalísticos que tienen igual valor a pi, pero que no es del caso tocar por ahora. Ahora bien, la cruz dentro del círculo es el símbolo de la humanidad de donde se deduce que, para aplicar la cuadratura del círculo al hombre, se tome como centro el de una cruz y como longitud, para trazar el círculo, que es de 4/5 del brazo de cruz. El que irradía desde dentro del círculo hacia la periferia de éste es IOD, la Realidad Interna; la que desciende hacia el Conocedor Intimo, es la Realidad Externa, Maya o Ilusión; entre la rectitud de la Razón, Escuadra, y la flexibilidad de la Sabiduría, Compás, se encuentra el equilibrio del Maestro realizado, el que encontró el guía buscado para no continuar perdido. Es este juego armónico de la Sabiduría y la Razón —Compás y Escuadra- el que nos hace llegar al Conocimiento, meta que sólo es posible si conjugamos a la par el Discernimiento, facultad, esta última, que sabe distinguir entre la Realidad Central y la Ilusión periférica. Practicando una correcta concentración, podemos descender al interior de nosotros-donde encontraremos, con seguridad, un sólido apoyo o Poder de Gravitación individual en la Realidad, aumentando consecuencialmente la potencia expresiva o irradiación activa de dicho Centro, produciendo una fuerza centrífuga de voluntad realizadora igual, en intensidad, a la fuerza centrípeta de concentración practicada. Por esta razón se ha dado siempre tanta importancia al conocimiento de sí mismo, senda estrecha pero recta y la única que nos puede conducir individualmente a la percepción de lo real. La Realidad es siempre central y se consigue en un centro, que simbólicamente puede ser !a Cámara del Medio, el Sepulcro de Hiram o Santuario del Ser, o el centro de la Piedra Cúbica, del Círculo o de la Cruz. La aproximación a la Realidad sólo se puede efectuar dejando atrás la periferia — patria de la apariencia — e ingresando a este centro irradiar todas las innúmeras potencialidades latentes que hay en él. Toda la experiencia de la vida está dirigida a estimular la autoconsciencia de dicho centro a fin de obtener su poder de expansión. Cuando hemos alcanzado esta Realidad Central hay que manifestarla exteriormente en el poder de comprensión, que se halla simbolizado por el Compás que mide nuestras posibilidades y potencialidad activa y, sobre cada punto de la circunferencia, descrito con la ayuda de este instrumento masónico, deberemos aplicar la Escuadra, que expresa la rectitud interior del juicio; sólo así es posible obtener esta cuadratura o perfectibilidad en la observación de 42
la vida.
14.— Alfabeto hebreo, valores de sus letras y equivalencias con las latinas A modo de guía para los que deseen profundizar en el tema sobre los valores y métodos de las combinaciones esotéricas, relacionadas con la hermenéutica de los escritos hebreos, entregamos a continuación el nombre de las letras de dicho alfabeto, su equivalencia con las latinas y los valores que corresponden a las primeras: Aleph-A-I; Beth-B-2; Ghimel-G y Gh-3; Daleth-D-4; He-E5; Vau-V; 0 y U-6; Zain-Z-7; Heth-H-8; Teth-T-9; lod-l, J e Y-10; Kaph-Kh, K y Ch-20; Lamed-L-30; Mem-M-40; Nun-N-50; Sameth-S60; Haín-A y 0-70; Phe-Ph y P-80; Tzade-Tz-90; Qoph-Q-100; ReshR-200; Shin-Sh-300; Thau-Th-400. Es imprescindible hacer resaltar la importancia que tiene el conocer do memoria sus nombres, valores y figuras, y la necesidad absoluta de que las dibujen, cuidadosamente, para memorizarlas visualmente. El "Dogma y Ritual de Alta Magia" de Eliphas Lévy, nos proporciona, muy claramente copiado, el referido-alfabeto. Hay estudios especializados sobre la materia. Uno de los mejores en Castellano, "Estudios de Orientalismo" del Dr. José A. Alvarez de Peralta, abrirá nuevos y más amplios horizontes a quienes se interesen por profundizar. Resta solamente advertir que, en la develación de nombres y referencias hebreas, es necesario ordenar los valores resultantes, pues muchos de ellos se encuentran en forma de anagramas. Por ej. la palabra Alhim, antes estudiada, se colocan los valores de sus letras, de acuerdo a la dirección de derecha a izquierda de la escritura oriental, en la siguiente forma: M-40; 1-10; H-5; L-30; A-1. En consecuencia, eliminando los ceros, que en este tipo no se consideran, tenemos 41531 o sea 3,1415. 15.— Concentración
Concentrarse en sí mismo, es aislarse de todas las exterioridades físicas y mentales que están permanentemente en contacto nuestro como parte del ambiente en que desenvolvemos la vida. Así mirada, la concentración es un acto de voluntad consciente para controlar pensamientos y emociones que nos podrían distraer, realizando íntimamente que la mente no es el hombre sino un instrumento que él debe regir y utilizar. El dominio sobre ella es, como disciplina, mucho más fácil que el dominio sobre las emociones. Tal vez hemos tenido alguna práctica en el dominio emocional y no en el mental, por lo que encontramos 43
en extremo difícil este último. Es de vital importancia la posición en que debemos colocar el cuerpo para obtener una relajación total, básica para este tipo de experimentación: sentarse con los muslos ligeramente separados y las piernas cayendo sobre los pies sin presionarlos; la columna vertebral y la cabeza deben quedar tranquilamente erectas, esta última más bien suavemente echada hacia atrás, pero sin comprimir músculos, arteria alimentadora o vértebra; el pecho ligeramente abombado para permitir el ritmo acompasado de la respiración; brazos y antebrazos descansando laxos, como dejados caer sobre los muslos y, las palmas de las manos, abiertas apoyándolas sobre las rodillas. No se debe tratar de reemplazar la voluntad identificatoria con tensiones musculares que cansen al cuerpo e impidan la concentración; ni siquiera tensar el entrecejo. Sin violencia alguna en la posición física y estado mental, debemos dejar la mente en blanco, de modo que nada de lo exterior ondule su superficie y, luego, llevar la facultad de enfoque -aquélla que en la vida diaria nos sirve para conocer lo que pensamos y queremos— con una suave y decidida voluntad dirigida al interior, primero hacia el cerebelo dejándola ahí momentáneamente, mientras sólo el pensamiento de identificación, que empieza a alborear, se va ubicando en el Centro espiritual. El pensamiento de identificación escogido debe tener una conformación de acuerdo al objeto perseguido con la concentración, pues debemos saber claramente que' nos mueve a efectuarla. El pensamiento de identificación escogido debe tener una conformación de acuerdo al objeto perseguido con la concentración, pues debemos saber claramente que nos mueve a efectuarla. La respiración ha de ser lenta y profunda, de manera que el ritmo de la misma pueda combinarse -consciente o automáticamente— con la meditación. Se llenará primero la parte más baja de los pulmones, curvando ligeramente el vientre hacia afuera con la distensión del diafragma, y expandiendo luego la parte mediana y superior del pecho. Pero todo el movimiento debe hacerse lo más naturalmente posible y sin tensión. Los ejercicios de concentración y meditación no deben prolongarse más allá de 5 a 10 minutos en las primeras prácticas, aumentándolos gradualmente a 15, 20 ó 30, para no recargar el cerebro y tornar un sano ejercicio en bomba de tiempo. 16.— Masonería, madurez y realidades Siempre se nos recomendó en la Orden -y nosotros lo seguimos repitiendo— que hay que mantenerse con los pies firmemente puestos sobre la tierra, lo que equivale a decir que debemos vivir de realidades y no en afán de conjugar la vida en espejismos y palabras ilusorias. 44
Esto no significa, por motivo alguno, que debemos pensar en tono gris. Ya hemos planteado que la Masonería no es una Institución de costumbres lúgubres; al contrario, ella es amiga de la alegría sana, porque genera tolerancia y fraternidad. La Orden nos advierte, si', que debemos echar mano de una determinada dosis de cautela que tempere los impulsos de aventurar a aceptar de inmediato, como cosa cierta o conveniente, toda nueva idea, modo de vivir o doctrina, en muchos casos atendiendo sólo a su envase o presentación, pero desde luego que tal actitud, que debe ser nada más que preventiva, no suene a desconfianza indiscriminada o a egoísmo egocentrista. Muy por el contrario, nuestra forma de ser y la imagen que se nos tiene de hombres abiertos al estudio y a la investigación no puede ser rota, ni tan siquiera empañada, pues por ello se nos respeta. Es menester que hagamos de cada momento un instante de utilidad en que estemos extrayendo, de sí, lo mejor que tenemos para ofrendarlo a nuestros semejantes en gesto fraternal. Sabemos que la Conciencia es la voz de nuestro Maestro Intimo; dejemos entonces que ella nos aconseje en todos los actos, pues es nuestra única confidente interesada en que procedamos con lealtad y honorablemente. No es recomendable hacer tan sólo una vida interior, pendiente nada más que de nuestra perfectibilidad; la vida debe ser compartida con el prójimo en un constante y recíproco intercambio de experiencias, de ayudas materiales y espirituales. La perfectibilidad que vayamos alcanzando no debe ser orientada en el enfoque exclusivista de que sólo nos sirva para acrecentar nuestro patrimonio espiritual pues, en tal caso, nos hemos engañado a sí mismos lastimosamente en el sentido de que, s¡ algún avance positivo en nuestra evolución hemos obtenido, ha sido meramente una ilusión de orgulloso personalismo, pues no puede ser perfectibilidad lo que está impregnado de egoísmo y teñido de soberbia. La Orden nos enseña lo necesario que es la madurez de nuestros pensamientos y actitudes para convertirnos en verdaderos masones. La madurez masónica se obtiene cincelando a golpes de mazo la piedra tosca del ser. Somos Maestros canteros pero en la cantera de nuestra individualidad, trabajando con dedicación y celo el grosero material a fin de despojarlo de sus bastas imperfecciones. Carece de madurez quien se siente poseedor de las más prístinas virtudes y de la más preclara inteligencia y mira por tanto, a los demás, como inferiores en rango moral e intelectual. Somos células de una entidad viva y evolucionante que llamamos Humanidad, en la cual unos más u otros menos tratamos de superarnos, algunos con fines inconfesadamente egoístas, pero también los hay, y entre ellos preferentemente Iniciados, en los cuales se ha encendido la llama de la filantropía y de la Comprensión. La acabada disciplina de la introspección tiene, como virtudes y 45
realidades, el llevar al sujeto experimentador al conocimiento de su verdadera individualidad, junto con una justa apreciación de las bondades y defectos que habían impedido observar su luz, velada y deformada por el cristal sucio de nuestra ignorancia y apatía en interiorizarnos respecto al QUIEN SOY YO. Nada es fácil en la vida, ni cosa alguna se recibe hecha a medida. Es imprescindible aportar mucho de nosotros para lograr conjugarnos con nuestro verdadero Ser, siendo aun necesario que arañemos la tierra irreductible de nuestras flaquezas para rescatar la luminosa esencia que es el heredado patrimonio. En nosotros duerme desde siglos la Sabiduría y hemos de saber despertarla. Aspirar a la Sabiduría es realizarla en lapsos que nuestra voluntad puede acelerar su consecución; pero hay que atreverse a ello sin dejarse dominar por la laxitud o por el embrujo de las cosas agradablemente adormecedoras de la voluntad de vencer. Una vez alcanzado el saber, debemos acunar su virtud en el Secreto Santuario, para madurarlo en silencio y entregarlo con discreción a quienes lo merezcan. Saber-Querer-Osar-Callar, es el cuadrinomio que identifica al Maestro Secreto. Vivamos afirmando sólidamente los pies sobre la tierra, pero sin dejar de beber la miel y el acíbar de las ideas, sin olvidar lo fácil que es confundir, si nos atenemos sólo al exterior de las cosas, apariencias y realidades. Busquemos en el Centro Intimo de nuestro ser, entre la Escuadra y el Compás, con el maduro discernimiento de la libertad de pensar, la verdad de una realidad que no nos puede ser mentida porque la hemos pesado masónicamente. Que la Gran Luz ilumine nuestro camino hacia la realización de ideales, de esta siembra de enseñanzas prendiendo en el ser, y así podamos brindar a nuestros hermanos de la Orden y del mundo profano lo mejor que ella germine en nosotros. Francisco Javier Peña Dabner 32°
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