EL LENGUAJE SIMBOLICO EN LA BIBLIA
Armando J. Levoratti La producción de símbolos responde a la necesidad humana de conferir un sentido a la vida individual y colectiva. Esta necesidad puede puede parecer parecer menos menos urgente urgente que la de procurars procurarsee alimento alimento o resguardo físico, pero no por eso es menos perentoria. Tan esencial resulta la búsqueda de sentido, que casi siempre se prefiere el sentido a la vida y, como lo atestiguan los mártires, se aprecia más una muerte con significado que una supervivencia desprovista de él. Incluso los filósofos del absurdo se ven obligados a recuperar un sentido para la vida, aunque más no sea el sugerido por el mito de Sísifo. Sísifo sufre un castigo eterno por haber pretendido emular a los dioses. Su ascensión hacia la altura con la roca a cuestas no está sostenida por la esperanza. La roca volverá a caer apenas llegue a la cima de la montaña, y él lo sabe. Pero acepta con intrepidez su destino desesperanzado, porque estar privado de esperanza no es desesperar; basta el esfuerzo que impone la subida para llenar un corazón humano. Por tanto, dice Albert Camus, hay en su tormento una secreta alegría. «También él considera que todo está bien. Este univ univer erso so sin sin dueñ dueñoo no le pare parece ce esté estéri rill ni vano vano...... Ha Hayy que que considerar considerar a Sísifo feliz» Esta opinión la comparte el Gran Inquisidor de Los hermanos Karamazov. Karamazov. Él ataca la interpretación cristiana de la frase fr ase «No sólo de pan vive el hombre» porque exagera la buena voluntad para el sacrificio de la gente común. Pero el gran cínico admite, al mismo tiempo, que el ser humano prefiere no vivir a vivir una vida sin sent sentid ido, o, es deci decir, r, sin sin el obje objeto to de una una abso absolu luta ta o apas apasio iona nada da devoción. El poder del simbolismo radica en su capacidad para hacer presente una ausencia. El símbolo capta un significado y lo transfiere a un significante sensible (visual, auditivo, táctil), que se percibe más fácilmente porque está adherido a una realidad r ealidad material. Presente en el mund mundoo de las las cosa cosas, s, el símb símbol oloo arro arroja ja un sign signif ific icad adoo que que trasciende los fenómenos físicos; re-presenta objetos o realidades que no están física y sensorialmente presentes, y es, en cuanto represent representació aciónn de una ausencia ausencia,, meta-físico en el sentido más riguroso del término. Cualqu Cualquier ier prácti práctica ca human humanaa incluy incluyee una dimens dimensión ión simbó simbólic lica. a. Inc Incluso luso la acti activi vida dadd econ económ ómic icaa conti ontien enee un alto alto grad gradoo de simbol simbolism ismo, o, como como lo muestr muestran an,, por ejempl ejemplo, o, la produc producció ciónn de bienes bienes de prestigio prestigio y el mismo mismo sistema sistema monetario monetario,, que es esenc esencial ialme mente nte repres represen entat tativo ivo y simból simbólico ico (la moned moneda, a, y más más todavía el papel moneda, hacen las veces representativamente de bienes bienes mater materiales iales no prese presentes ntes). ). La comunicación humana en general trabaja con símbolos y con gest gestos os que que enci encier erra rann un cier cierto to simb simbol olis ismo mo.. El medi medioo más más importante de comunicación es el lenguaje articulado. Pero los
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mens mensaj ajes es no verb verbal ales es dese desemp mpeñ eñan an tamb tambié iénn un pape papell nada nada desdeñable. Una mirada o una sonrisa pueden revelar un deseo de interactuar y así abren la comunicación sin necesidad de recurrir al lenguaje hablado. Y viceversa: un simple gesto de cansancio o de aburrimiento (como el hecho de mirar el reloj) r eloj) puede servir de señal para cerrar cerrar la comunica comunicación ción.. El rostro rostro es un emisor emisor con constan stante te de señales, unas voluntarias y otras inconscientes. Los juicios que formulamos acerca de la personalidad se fundan ante todo en las características faciales, que son la fuente primaria de información acerca de las personas. A partir de la configuración del rostro adjudicamos a cada individuo una edad, un sexo, una raza, y luego asoci asociamo amoss con con esas esas perce percepc pcion iones es carac caracter teríst ística icass tales tales como como la simpatía, el cinismo, la hipocresía o el carácter débil o fuerte. Los símbolos y las realidades simbolizadas no se corresponden punto punto por punto. punto. Las correspo corresponden ndencias cias pertene pertenecen cen al orden orden de la analogía, no de la perfecta identidad. Por eso, siempre que los significados se transfieren de un sistema a otro queda en ambos sistemas un residuo que no se expresa en forma adecuada. Cuando se intenta traducir a términos conceptuales el significado de un dete determ rmin inad adoo símb símbol oloo o conj conjun unto to de símb símbol olos os (pié (piéns nses ese, e, por por ejemplo, en el simbolismo de la luz tal como se despliega en la liturgia de la vigilia pascual), la traducción, por indispensable que sea, resulta en parte deficiente. El símbolo es sugestivo; dice más de lo que puede expresarse con palabras; posee un hondo contenido emocion cionaal y una «rese reserv rvaa de sent sentid idoo» de mane manera ra que el tras trasva vasa sami mien ento to de sig signifi nifica cado doss impl implic icaa siem siempr pree un cier cierto to reduccionismo: reduccionismo: el sistema simbólico siempre expresa y sugiere algo más de lo que el intérprete del símbolo puede traducir al sistema conceptual. La omnipresencia de los símbolos en el comportamiento humano ha traído como consecuencia el intento de definir al ser humano por su capa capaci cida dadd simb simbóólica lica.. El homb hombre re es el anim animal al capa capazz de simbolizar, y gracias a esta simbolización encuentra un sentido en la realidad y en su propia vida. De ahí la incongruencia de aquellos que pretenden desvalorizar lo simbólico por temor a la alienación reli religi gios osa, a, o porq porque ue no quie quiere renn perd perder erse se en cons constr truc ucci cion ones es puramen puramente te ideales. ideales. Se contrapone contrapone lo «real» «real» a lo «simbólic «simbólico» o» como si este este últi último mo fuer fueraa pura pura ilus ilusió ión. n. Pero Pero ese ese rech rechaz azoo (bas (basta tant ntee frecuente en algunos sectores del mundo religioso contemporáneo) ignora por completo lo que enseña cualquier antropología: que el ser humano accede a su humanidad y existe en cuanto tal por su facu facult ltad ad de dist distan anci ciar arse se de lo inme inmedi diat atoo y de repr repres esen enta tarl rloo simbólicamente. Léase, por ejemplo, la autobiografía de Helen Keller y se verá de inmediato la potencia humanizadora del símbolo. La niña ciega y
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signos surgió para ella una realidad distinta, la del orden simbólico, que es el lugar donde habita y se realiza lo específicamente humano del hombre. El lenguaje simbólico en la Biblia Un lugar privilegiado del simbolismo es el lenguaje poético, y como una parte considerable de la Biblia está constituida por textos poético poéticos, s, resulta claro que el simbolis simbolismo mo ocupa en ella un sitio de primordia primordiall importan importancia. cia. La Biblia, Biblia, dice dice Maurice Maurice Cocagnac Cocagnac,, es capaz de utilizar todas las formas de simbolismo para expresar las belleza bellezass de la creación creación y las miserias miserias de una humanidad humanidad inquieta inquieta y 1 muchas muchas veces veces pervertid pervertida. a. 1] Los relatos antiguos, los mensajes profético proféticoss y los escritos escritos sapien sapiencial ciales es han sabid sabidoo utilizar, utilizar, ademá además, s, lo que a veces se ha definido como la parte débil del símbolo: su ambivalencia. Las cosas hablan, pero pueden sugerir realidades divergentes, positivas o negativas. El agua, por ejemplo, entraña un poder poder multiforme multiforme de simboliz simbolizació ación: n: por una parte, parte, quita la sed y brota de de la fuente fuente que siembra siembra la vida vida a su paso; paso; por la otra, es una una fuerza que irrumpe, inunda y destruye. Como elemento de vida o de muerte, es también indeterminada en su simbolismo, hasta que una u otra de sus virtualidades se actualiza en la fuente de agua viva o en las lluvias torrenciales del diluvio. Lo mismo sucede con los otros otros grande grandess símbo símbolos los cósmic cósmicos: os: la luz ilumin iluminaa pero pero tambié tambiénn encandila y enceguece; el fuego calienta en el hogar pero arde y consume con furia en el incendio; el vino alegra el corazón pero bebido bebido con con exceso exceso embriaga embriaga y lleva lleva a la locu locura; ra; el amor amor es fecundo fecundo pero la pasió pasiónn desbor desbordada dada pued puedee ser ser mortal. mortal. El viento es otro fenómeno rico en significados simbólico. Ante todo, es el soplo que hace posible la respiración, de manera que el último suspiro abre las puertas de la muerte. Transferido a Dios, es el aliento vital y la potencia de vida por excelencia, que renueva todas las cosas (Sal 104.30) y hasta reanima los huesos calcinados (Ez 37.1-14). Ese soplo del Señor da la vida, y su efecto no es solamente la corriente de vida orgánica, sino también la actividad consciente, la inteligencia y el amor. De ahí la potencia del ruaj, esa energía divina que interviene en la Biblia de distintas maneras y que en el Nuevo Testamento se manifiesta con rasgos personales y se llama Espíritu Santo. También es interesante señalar la presencia del elemento simbólico en la celebración de la Eucaristía. Este sacramento ha sido objeto de una larga reflexión cristiana y de numerosos debates. Católicos y protestan protestantes tes no siempre siempre están están de acuerdo acuerdo,, porque porque los primeros primeros insisten en afirmar la presencia «real» de Cristo en el pan y el vino ofre ofreci cido doss y cons consag agra rado dos, s, y los los otro otross se incl inclin inan an más más bien bien a considerar la Cena como un acto «simbólico». Una vez más se
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antinomia, cuando en realidad son tan esenciales uno como el otro. Porque el hecho es que Jesús instituyó ese sacramento al término de una larga tradición judía, que atribuía a la comida en común un profundo profundo simbolismo. simbolismo. La comida comida no aporta aporta solamente solamente las calorías calorías necesarias para mantener el buen funcionamiento del organismo, sino que la simbólica del alimento está llena de sentido, y la palabra «pan» puede significar mucho más que la porción de harina molida, amasada y cocida. De ahí que Jesús haya podido decir de sí mismo: «Yo soy el pan de vida» (Jn 6.35). La metáfora Paene Paene omne quod dicimus dicimus metaphora metaphora est ,
dice el viejo adagio latino. A veces el carácter metafórico de una expresión se pone en evid eviden enci ciaa de inme inmedi diat ato. o. Cu Cuan ando do el salm salmis ista ta invo invoca ca a Ya Yahv hvéé llamándolo «mi Roca» o «mi Luz» o cuando el profeta declara que «el «el Seño Señorr ha pues puesto to su mano mano»» sobr sobree él, él, es obvi obvioo que que está estánn 2 empleando un lenguaje metafórico. 2] Pero otra veces el trasfondo metafórico de una expresión pasa desapercibido: se ha producido el fenómeno que los lingüistas llaman «lexicalización» y la metáfora ha quedado de tal modo incorporada al sistema de la lengua que ya nadie (o casi nadie) advierte su presencia. De ahí la necesidad de distinguir la metáfora literaria, que es una creación personal y pertene pertenece ce al discurso discurso,, de la metáfora lexicalizada, que bien podría llam llamar arse se «fos «fosil iliz izad ada» a» porq porque ue en su orig origen en fue fue una una auté autént ntic icaa metáfora pero dejó de serlo al convertirse en un signo más dentro de la lengua. El lenguaje ordinario está lleno de esas metáforas enfriadas. Las locuciones más usuales son metáforas que han perdido todo poder pluma estilográfica, hoja de papel, lomo del libro, de sugestión ( pluma raíz cuadrada, abordar un tema, abrigar una esperanza). Con el paso paso del tiempo, tiempo, nuev nuevos os matices matices y conn connotac otacione ioness se han superpuesto sobre la acepción primera de las palabras, y hay que realizar un esfuerzo para recuperar la metáfora escondida en la expresión proverbial o en la frase común. 33] La natu natura rale leza za de la metá metáfo fora ra ha dado dado luga lugarr a innu innume mera rabl bles es controversias, pero una cosa es clara: su estructura incluye siempre dos términos. De ahí la terminología que a veces se emplea: el tenor es la cosa de la que se habla; el vehículo es el término con que fundamento to es el rasgo o los rasgos que ambos se la compara; el fundamen elementos tienen en común. La presencia de estos dos términos (« el Señor es mi luz » «el Señor es mi Roca») ha llevado a definir la metáfora como una sustitución: «La metáfora ( meta-fora), dice Aristóteles, consiste en dar a una 2 [2]
La novela El extranjero, de Albert Camus, introduce en la trama de la
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cosa un nombre que pertenece a otra cosa, produciéndose así la transferencia ( epi-forá) del género a la especie, o de la especie al género, o de la especie a la especie, o con base en la analogía» Poética 1457 ( Poética 1457). ). La metá metáfo fora ra cons consis isti tirí ríaa ento entonc nces es en una una transferencia, es decir, en dar a una cosa que ya tiene nombre propio propio un nombre nombre que que pertene pertenece ce a otra cosa, cosa, sobre sobre la la base de de cierta cierta semejanza o analogía. Por tratarse de un tropo o figura que presenta como idénticos dos términos distintos, su fórmula más sencilla corresponde al esquema «A es B» ( toda carne es hierba , dice el Deuteroisaías [Is 40.6]), mientras que la más compleja consiste en una mera sustitución: «B en lugar de A»: hierba (en lugar de carne). En ambos casos, A es el término metaforizado y B el término metafórico. Ahora bien, como toda metáfora supone una cierta semejanza entre los elementos que la constituyen, se ha pensado que toda expresión metafórica puede reducirse a un fenómeno de sustitución. Así, por ejemp ejemplo, lo, cuando cuando el evang evangel elio io llama llama a los discíp discípulo uloss de Jesú Jesúss «pesca «pe scador dores es de hombr hombres es»» no haría haría otra otra cosa cosa que que susti sustitui tuirr una expr expres esió iónn por por otra otra.. En tal tal sent sentid ido, o, se ha podi podido do comp compar arar ar la metáfora con el tabú. El tabú elude la cosa sagrada (peligrosa o temida); el tabú onomástico sustituye por otro el nombre vedado (en el judaísmo, se dice Adonai, «Señor» siempre que en el texto aparece el tetragramma ineffabile YHWH). De manera similar, la metáfora evita llamar a la cosa por su nombre y se refiere a ella con una circunlocución circunlocución o rodeo de palabras que embellece el discurso o confi confiere ere espec especial ial relie relieve ve a una cualida cualidadd o nota nota pecul peculiar iar de la realidad metaforizada. metaforizada. Las palabras se desprenden de su significado literal y pasan a designar algo distinto. Esta descripción no es del todo falsa, pero resulta insuficiente, ante todo todo,, porq porque ue no toma toma en cuen cuenta ta la auté autént ntic icaa nove noveda dadd que que la metá metáfo fora ra intr introd oduc ucee en el disc discur urso so (poé (poéti tico co o no). no). De ahí ahí la necesidad de prestar atención a una característica de la expresión metafóric metafóricaa que permite permite definir definir más precisam precisamente ente su verdader verdaderaa naturaleza. Para empezar, es obvio que la semejanza positiva es la primera articulación del aparato metafórico. Toda metáfora presupone de algún modo la percepción intuitiva de una similitud entre cosas desemejantes. desemejantes. Necesitamos el parecido real como fundamento fundamento de la transposición que constituye la metáfora. Pero no es ese su único elemento ni tampoco el más importante. Lo realmente esencial es el nuevo objeto que resulta de la transposición. Esto significa que la metáfora implica algo más que la mera sustitución de una palabra por otra (o de una cosa por otra) otra) y que el factor fundamen fundamental tal es la modificación del sentido semántico de los términos. En el ejemplo antes citado («el Señor es mi Roca»), la palabra «roca» no ha
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accidente de la geografía, sino que pasa a representar una firmeza trascendente, infinitamente superior a la estabilidad y resistencia de las cosas materiales. Este efecto de la transposición metafórica se realiza siempre, de una manera o de otra. Cuando se dice, por ejemplo, que los discípulos de Jesús son «la luz del mundo» se ha efectuado un desplazamiento semá semánt ntic ico. o. Si el lect lector or o el oyen oyente te inte interp rpre reta tann la meta metafó fóra ra correctamente, saben que aquí no se trata de la luz material, sino de una realidad que posee ciertas cualidades propias de la luz sin llegar a identificarse totalmente con ella. La irradiación que brota de la realidad significada se asemeja de algún modo al fulgor de la luz, semejanza corr pero la semejanza corree pare pareja ja con con la distinción, porq porque ue el referente, en este caso, no es la luz natural que procede del sol, de la luna o de una lámpara encendida, sino que son los discípulos de Jesús. Así emerge el nuevo fenómeno de los «discípulos-luz» que implica al mismo tiempo un indicativo y un imperativo (es decir, una una cual cualid idad ad inhe inhere rent ntee a los los disc discíp ípul ulos os y la misi misión ón que que les les corresponde cumplir): ellos son la luz del mundo y deben actuar como tales. Por tanto, para que haya metáfora tiene que darse un proceso de sustitución sustitución y de fusión fusión al mism mismoo tiem tiempo po:: apoy apoyad ados os en una una semejanza más o menos real, más o menos vaga, afirmamos la identidad de dos realidades diferentes, sabiendo muy bien que la identificación o compenetración de los dos objetos es imposible en el mundo real. Así nos sale al encuentro un objeto que es y no es luz, que es y no es roca. La metáfora enriquece con un nuevo atributo a la realidad metaforizada, y la referencia a una realidad dist distin inta ta de la sign signif ific icad adaa habi habitu tual alme ment ntee prod produc ucee un dobl doblee desplazamiento de sentido: algunos elementos del sentido literal se suprimen, otros permanecen, y a ellos se suman los provenientes del elemento tácito. En esta nueva estructura verbal, la «roca» metafórica aparece investida de una serie de connotaciones que no tiene la palabra «roca» en sentido propio, y estas connotaciones le vienen de la realidad significada (en este caso, el Señor). Fuera de la metáfora, las cosas son lo que son y las palabras que las designan pueden tener fronteras tan bien definidas como los objetos designados. designados. Pero cuando la metáfora identifica lo que en la realidad no es lo mismo (el Señor-roca, los discípulos-luz), los significados traspasan sus fronteras y la fusión de lo que es diferente produce el efecto-metáfora: un Dios que es llamado «roca» o un discípulo que es declarado «luz» sin incurrir en el absurdo. Hay que notar, por otra parte, que las metáforas representadas con la fórmula «A es B« suelen ser las menos frecuentes, tanto en el habla cotidiana como en el lenguaje l enguaje literario. Mucho más corrientes son las expresiones metafóricas que asocian el sentido literal con la
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indefinidamente, ya que estas metáforas se filtran en casi todos los intersticios del lenguaje, y de ellas, sobre todo, vale el aforismo Casi todo todo lo que que deci decimo moss es una una mencion mencionado ado al comienz comienzo: o: Casi metáfora. El enunciado metafórico Otra forma que pueden asumir las metáforas podría caracterizarse como como «enun «enuncia ciado do metaf metafóri órico co». ». Si se examin examina, a, por ejempl ejemplo, o, el mensaje escatológico de Juan el Bautista tal como lo refieren los evangelios sinópticos (especialmente Mateo y Lucas), se ve de inmediato que casi en su totalidad está expresado por una serie de metáforas: raza de víboras; produzcan produzcan el fruto fruto de de una sincera sincera conversi conversión; ón; el hacha ya está puesta a la raíz r aíz de los árboles; el árbol que no produce fruto será cortado y arrojado arrojado al fuego; fuego; el juez tiene en su mano la horquilla y se apresta apresta a limpiar limpiar su era; recogerá el trigo en el granero y quemará quemará la paja paja en el fuego inextingu inextinguible. ible.
La autenticidad de la conversión se manifiesta en los «frutos» que produce produce;; las imág imágenes enes del «hach «hacha» a» y de de la «horquilla «horquilla»» se refie refieren ren al juicio juicio de Dios; la separa separación ción de bueno buenoss y malos malos se asimila asimila al al trabajo trabajo del agricultor en la era, cuando separa la paja del grano. En todos esto estoss caso casos, s, hay hay seme semeja janz nzas as y dife difere renc ncia ias, s, sust sustit ituc ucio ione ness y desplazamientos desplazamientos de sentido. Pero sería inútil tratar de reducirlo todo al esquema «A es B» o «A en lugar de B» porque los términos que permiten permiten dar su su verdad verdadero ero senti sentido do a las metáf metáforas oras (convers (conversión, ión, juez, juez, juicio juicio de Dios) Dios) se entremez entremezclan clan de forma tan inextrica inextricable ble con las expresiones metafóricas que es imposible reducir el proceso a un esquema tan claro y distinto. La metáfora está en el enunciado completo y no en una de sus partes. En tales tales enunc enunciad iados, os, la metáfo metáfora ra supri suprime me las las fronte fronteras ras de los la ci plia pliand nd í el de de
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comprensión, un procedimiento intelectual que nos hace aprehender
aspectos poco explorados de la realidad o imprevistas relaciones entre las cosas. Una metáfora eficaz ofrece una nueva perspectiva, es como una pantalla pantalla a través través de la cual cual contem contemplamo plamoss la realidad realidad de una una mane manera ra un poco distinta. Esa metáfora, en efecto, o bien filtra los hechos, suprimiendo algunos y poniendo de relieve otros, o lleva a un primer primer plano aspec aspectos tos que que no llegaría llegaríann a ser vistos vistos a trave travess de otros otros medios. Unaa buen Un buenaa metá metáfo fora ra pued puedee asim asimis ismo mo llev llevar ar a un camb cambio io de actitudes. Cuando el salmista dice: Yahvé es mi pastor –un pastor que asegura buenos pastos, agua abundante y seguridad en medio de los mayores peligros– está expresando una actitud de absoluta confianza en Dios e invitando al mismo tiempo a compartir con él esa ilimitada confianza. Es la actitud confiada que cada uno debe asumir personalmente en la recitación del salmo, y que el salmista expresa más adelante en un lenguaje más directo: Tu bondad y tu amor me acompañan a lo largo de mis días (Sal 23.6). Los tropos: metáfora, metonimia y sinécdoque La teoría literaria ha prestado siempre especial atención a los tropos o cambios de significados. Su número y clasificación varían de un tratadista a otro. Quintiliano enumera trece: metáfora, sinécdoque, metonimia metonimia,, antonoma antonomasia, sia, onomatop onomatopeya eya,, catacres catacresis, is, metaleps metalepsis, is, epíteto, epíteto, alegoría, alegoría, ironía, ironía, perífrasi perífrasis, s, hipérbato hipérbatonn e hipérbole hipérbole.. Más estrictamente, los teóricos modernos consideran que los tropos son en realidad tres: la metáfora, la sinécdoque y la metonimia. Las otras figuras no son más que variaciones, ampliaciones o casos concretos de estas tres, que configuran el fenómeno fundamental. Tamb Tambié iénn se hac hace nota notarr que que los los trop tropos os no sólo sólo repr repres esen enta tann estrategias retóricas y literarias, sino que son componentes básicos del proceso que dirige la evolución semántica de la lengua. Un ejemplo típico es la palabra francesa tête («cabeza»), («cabeza»), que deriva del latín testa («tiesto» o «maceta»). Dámaso Alonso propone una definición de metáfora que adolece de cier cierto to herm hermet etis ismo mo:: metá metáfo fora ra es «la «la pala palabr braa que que desi design gnaa los los
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representaciones representaciones compartidas culturalmente. 66] R. Jakobson define la metáfora como el cambio de una palabra por otra en virtud de una semejanza, y concluye que por tanto se trata selección. También la de un fenómeno perteneciente al eje de la selección metonimia consiste en la sustitución de una palabra por otra; pero esa sustitución se produce en virtud de la contigüidad de sus referentes, y es un fenómeno propio del eje de la combinación. Para comprender la naturaleza de los dos ejes mencionados por Jakobson –el eje de la selección y el de la combinación–, conviene paradigmáticos ticos y recordar que toda lengua consta de elementos paradigmá sintagmáti sintagmáticos cos, es de decir, de signos que el hablante combina de mil maneras distintas en cada acto de lenguaje, siempre de acuerdo seleccionar r con las reglas de una sintaxis. Hablar, por lo tanto, es selecciona unidades que el léxico de la lengua pone a disposición del hablante (las palabras) y combinarlas para para form formaar oraciones gramaticalmente gramaticalmente correctas, ya que la oración es la unidad elemental de toda comunicación lingüística y la lengua puesta en acción. 77] Con estos estos presup presupue uesto stoss se puede puede estab establec lecer er la difere diferenc ncia ia que distingue a los tres tropos antes mencionados. mencionados. La metáfora presenta como idé idéntic ticos dos dos térm términ inoos dist distin into tos, s, en virt virtuud de una comparación percibida y puesta de relieve por la persona que se expresa metafóricamente. Es obvio que la identidad no es perfecta, porque porque entonces entonces desaparec desaparecerían erían el cruzamiento cruzamiento y la fusión fusión propias propias del como si, que es constitutiva de la metáfora. Esta, en efecto, nos da siempre dos ideas como si fueran una (v.gr. «el maestro es una luz »). »). La metonimia, tropo que responde a la fórmula pars pro parte, consiste en designar una cosa con el nombre de otra que está en relación de causa a efecto («vive de su trabajo»), de continente a contenido («tomaron juntos una copa»), de materia a objeto («una porcelana»), de signo bella bella porcelana signo a cosas cosas signif significa icada da («trai («traicio cionó nó su bandera»), de abstracto a concreto o de genérico a específico («burló la vigilancia»).88] sinécdoquee responde al esquema lógico pars pro toto o totum La sinécdoqu pro parte y se produce siempre que se toma la parte por el todo o 6 [6]
Colin Murray Turbay
obser
tadamente tadamente
las
cterísticas cterísticas
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viceversa; v. gr., «la ciudad se ha amotinado», en referencia a los habitantes que forman parte del todo que es la ciudad; o bien: «se vendieron diez cabezas», es decir, diez reses. El análisis de estas definiciones (con sus respectivos ejemplos) permite permite ver las coincide coincidencia nciass y las diferenc diferencias. ias. Las tres figuras figuras retó retóri rica cass tien tienen en como como ingr ingred edie ient ntes es bási básico coss la sust sustit ituc ució iónn de nomb nombre ress y la dual dualid idad ad de sign signif ific icad ados os:: «asn «asno» o» en luga lugarr de «hombre» en la metáfora; «bandera» en lugar de patria, en la metonimia; «cetro» en lugar de realeza, en la sinécdoque. En tal sentido son tropos, porque implican un cambio de significado. Pero sólo una de ellas –la metáfora– cumple con la norma del como si, es decir, con el cruce de especies. Así, por ejemplo, si llamamos a la sangre «rocío de la espada» y al mar «camino de la ballena» las palabras palabras «rocío» «rocío» y «camino» «camino» han qued quedado ado afectada afectadass en su significado: de todos los semas que contienen esas palabras se han retenido solamente algunos, y esta retención, según hemos visto, es la que hace posible la metáfora. Con la metonimia, en cambio, no sucede lo mismo, como puede verse en estos famosos versos de García Lorca: Antonio Torres Heredia, hijo y nieto de Camborios, viene sin vara de mimbre entre los cinco tricornios. El poet poetaa ha sust sustit itui uido do la desi design gnac ació iónn de las las pers person onas as por por su sombr sombrero ero carac caracter teríst ístico ico,, y llama llama «trico «tricorni rnios» os» a los «guar «guardia diass civi civile les» s».. Se ha dado dado una una sust sustit ituc ució ión, n, pero pero esta esta no afec afecta ta los los significados significados de las palabras, que permanecen permanecen idénticos. En lo que respecta a la sinécdoque, también se da una sustitución. En el ejemplo ya clásico («del puerto zarparon diez velas»), la parte («velas») sustituye al todo («barcos»), pero no se presentan los hech hechos os de una una espe especi ciee como como si pert perten enec ecie iera rann a otra otra.. Los Los significados de las palabras permanecen intactos. Aquí tampoco se da el como si propio de la metáfora, que es el punto semántico en el que que se entr entrec ecru ruza zan n los los sign signif ific icad ados os: Yah Yahvé vé-Ro -Roca ca,, Cristo Cristo-lu -luz, z, discípulos-sal discípulos-sal de la tierra.
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segundo el terror. Nuestra imaginación acepta los dos.» 99] Otras metáforas o comparaciones, en cambio, tienen en distintas culturas connotaciones opuestas. Un caso bien conocido es el de Cnt 1.9: Yo te comparo a la yegua de la carroza del faraón . La imagen de la yegua, transferida a la esfera humana, se encuentra en los poemas amatorios de la antigua Grecia y de Arabia. En aquellas culturas sugería la idea de prestancia, agilidad y ardor apasionado. Pero, Pero, obvia obviame mente nte,, esas esas evoca evocacio cione ness no coinc coincide idenn con las que suscita la imagen de la yegua en otros medios culturales. La razó razónn de esta esta dife difere renc ncia ia radi radica ca en las las cual cualid idad ades es que que se atribu atribuye yenn a determ determina inados dos objeto objetoss en las distin distintas tas cultu culturas ras.. La persona persona que emplea emplea una metáfora metáfora pued puedee aclarar aclarar qué propieda propiedades des han de ser transferidas de una especie a otra. Pero con mucha más frecu frecuenc encia ia suced sucedee lo con contra trario rio:: no se dan esas esas aclar aclarac acion iones, es, y entonces es preciso interpretar la expresión metafórica apoyándose en lo que Black llama las «trivialidades corrientes» corrientes» o el «sistema de lugares comunes asociados» asociados» a cietos términos. Llamar a un hombre «lobo» o «zorro» sin especificar especificar qué cualidades cualidades de esos animales se transfieren a él, implica que tanto el emisor como el intérprete comparten el conjunto de creencias corrientes acerca de los lobos y los zorros en su propio medio cultural. Por ejemplo, que el zorro es astuto y taimado, y que el lobo es un «rudo y torvo animal» «bestia temero temerosa sa,, de sangre sangre y de robo» robo» que dev devora ora corder corderos, os, devor devoraa 10 pastores pastores y son son incont incontable abless sus muertes muertes y dañ daños. os. 10] Si se dice, en cambio, «ese hombre es un león» la metáfora puede tener tener con conno notac tacion iones es posit positiva ivass o neg negati ativa vass de acue acuerdo rdo con el contexto: la fuerza indomable y la fiereza del león lo hacen temible; pero su con condici dición ón de «rey de la selva» selva» su color color dorado dorado y la distribución radial de la melena que rodea su cabeza invitan a ponerlo ponerlo como majestuo majestuoso so gua guardián rdián de los templos. templos. También También la heráldica confiere a la figura del león un significado positivo, cuand cuandoo lo prese presenta nta mante mantenie niendo ndo el escudo escudo de armas armas;; y en la icon iconog ogra rafí fíaa cris cristi tian anaa el león león alad aladoo simb simbol oliz izaa al evan evange geli list staa 11 Marcos. 11] La Biblia menciona con frecuencia al león, tanto en sentido positivo como negativo. Dios es comparado a un león por su poder y justicia; justicia; la tribu de Judá Judá es como un cachorro de león (Gn 49.9), y
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contrario, también se identifica al demonio con un «león rugiente» que «anda buscando a quien devorar» (1 P 5.8). 1212] El símbolo
Según hemos visto, es posible evocar objetos ausentes por medio de dive divers rsos os sust sustit itut utos os:: retr retrat atos os,, esqu esquem emas as,, sign signos os,, pala palabr bras as,, representaciones imaginarias y conceptos. El retrato representa a la persona persona,, el embajador embajador al jefe de Estado, Estado, el abogado abogado a su cliente, cliente, el mapa al país, la palabra al concepto y el concepto al objeto. objeto .1313] signos que reproducen los rasgos físicos de una determinada Los signos signos icónicos icónicos o simplemente realidad material suelen llamarse signos íconos . Una fotografía es un ícono. Cuando miramos la foto de alguien, no vemos a la persona misma, sino un signo que la representa. representa. Por eso la mirada no se detiene en la imagen, sino que la atraviesa hasta llegar a la persona. Representada por la foto, la persona persona se se hace hace presente presente a la la concienc conciencia, ia, y por por medio medio del signo signo nos nos ponemos ponemos de de algún algún modo modo en comunic comunicació aciónn con ella. ella. Si Si rompemos rompemos el el nexo de presencia que une a la persona con su foto, esta se reduce a una materialidad insignificante. Es apenas un trozo de papel con unas figuras. Pero si acertamos a reconocer su valor de signo, la foto foto nos nos pone pone en pres presen enci ciaa de esa esa pers person onaa (una (una pres presen enci cia, a, obviamente, no inmediata sino mediatizada por el signo). Y si es la foto de un ser querido o de un amigo ausente, el retrato que tenemos delante puede hacer más llevadera su ausencia. Ya no se trata de un papel cualquiera; en él se hace de algún modo presente la persona amada, y por eso lo miramos o guardamos con cariño o veneración. símbolo es en cierta medida semejante. Nuestra Nuestra cond conducta ucta ante el símbolo
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amor). La realidad simbolizada no es, como en el caso del signo, una forma o figura accesible accesible a la percepción sensorial (no es visible ni audible ni tangible). Por tanto, tiene que encarnarse en un objeto material que posee con esa realidad una cierta analogía , pero la analogía es más o menos vaga y, en muchos casos, más bien convencional. Por ejemplo, justicia, la balanza como símbolo de la justicia guadaña como símbolo del tiempo y de la muerte, la guadaña el fuego como símbolo del amor , paloma con con la rama de olivo olivo como símbolo de la paz , la paloma la media luna como símbolo del Islam.
Aunque las cosas no son simbólicas en sí mismas, todas tienen la propieda propiedadd de ser elevadas elevadas a la dimensión dimensión de símbolos símbolos religioso religiososs o profanos. profanos. Su transfigur transfiguració aciónn depende depende de la exp experie eriencia ncia que logra percibir percibir un sentido sentido segund segundoo en un objeto objeto material material concreto concreto o en un sign signif ific icad adoo lite litera ral. l. Pero Pero no todo todo es apto apto para para simb simbol oliz izar ar indiferentemente una cosa o la otra. La azucena es sin duda más apta que la flor de cardo para representar la pureza. Cualquier elemento del mundo –una montaña, un árbol, una gruta– puede hacer presente lo divino ausente en virtud de un nexo que descubre la experiencia religiosa. Pero la analogía no está dada de antemano y se requiere un acto expreso de simbolización para relacionar una cosa con otra. La diaria salida del sol hizo de él un símbolo de la resurrección resurrección y, en general, de todo renacimiento renacimiento o nuevo comienzo. Como el sol ilumina todas las cosas con la misma luz y las hace visibles y reconocibles, es además símbolo de justicia. Pero mal
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símbolo. Pero esa caracterización debe ser profundizada todavía símbolo ya constituid constituido o y no al más, más, porqu porquee ella ella se refier refieree al símbolo ejercicio de la función simbólica en cuanto tal, es decir, al proceso de simbolización. De ahí que para penetrar más a fondo en la verdadera naturaleza de lo simbólico sea preciso prestar especial producción n del símbolo símbolo. atención a la producció Este proceso se percibe al rojo vivo en una acción de Jesús bien atestiguada por los evangelios: sus comidas con los pecadores (cf. Lc 15.1-2 15.1-2;; 19.5-7 19.5-7). ). Signif Significa icativ tivam ament ente, e, los tres tres sinópt sinóptico icoss se refieren a una de estas comidas después del llamamiento que Jesús dirige al publicano Leví hijo de Alfeo (llamado Mateo por el primer evang evangeli elista sta). ). Tales Tales comid comidas as tiene tienenn un carác carácter ter profun profunda damen mente te simbólico, pero es imposible captar ese simbolismo si no se tienen en cuenta los principales detalles del relato evangélico (Mc 2.13-17; cf. Mt 9.9-13; Lc 5.27-32). Ante todo, Mateo es presentado como un publicano o recaudador de impuestos, y este era un oficio muy mal visto por el pueblo judío. judío. La recaudac recaudación ión de impuesto impuestoss era para ellos ellos un trabajo sucio, sucio, no sólo por la corrupción en el manejo de dinero, sino, sobre todo, porque porque los tributos tributos se recaudab recaudaban an para satisfac satisfacer er un gravame gravamenn exigido por Roma. Los romanos habían ocupado militarmente la Palestina y obligaban a los nativos a pagar un tributo. Para los judíos, judíos, que considera consideraban ban su tierra como un don de Dios, Dios, verla verla invadida por extranjeros era una verdadera abominación, agravada todavía más porque algunos connacionales colaboraban en aquella profanac profanación ión tan humillante. humillante. Por tanto, el publican publicanoo era un traidor pecador , desde el punto de vista social y político, y también un pecador aba cho indebido indebido de ació
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con el pecado y con la transgresión de la ley (Cf. Gl 2.12). Esta actitud de la religión oficial ponía a los «pecadores» en una situación desesperada, desesperada, porque les cerraba el camino de la salvación. Jesús, en cambio, es el Mesías que sana y salva. Sus acciones terapéuticas confieren al ser humano no sólo la salud del cuerpo sino también la total y completa liberación humana y religiosa. Y esta liberación la realiza con gestos y palabras (cf. Mt 11.2-6). Aunque los fariseos se habían dirigido a los discípulos y no a Jesús, él interviene con una sentencia decisiva, que pone de manifiesto el sanos los que tienen tienen verdadero sentido de su acción: No son los sanos necesidad del médico, sino los enfermos. Yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores (Mc 2.17). La expresión griega kakôs éjontes designa en primer lugar a los enfermos físicamente
(cf. Mt 4.24; 8.16; 9.12; 14.35); pero en este contexto amplía su significación y se aplica a toda persona que se encuentra en una situación irregular desde el punto de vista religioso, espiritual y moral. Para Jesús, esta «enfermedad» no afecta la integridad física del cuerpo, sino la vida de comunión con Dios y el camino de la salvación. Mientras que los antiguos profetas de Israel insistían sobre todo en los pecados del pueblo, Jesús se acerca a los pecadores. Así se presenta presenta como el «médico» «médico» no sólo de los que pad padecen ecen alguna alguna enfermedad física, sino también de los que están alejados de Dios y tienen que volver a él. De este modo se reafirma la oposición entre dos maneras de concebir la salvación, que en el relato evangélico se irá agudizando cada vez más: por una parte, la de los «escribas y fariseos» fundada en la perfecta observancia de preceptos morales y rituales; por la otra, la de Jesús, que anuncia «un año de gracia del
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simbólica, y así el mensaje adquiere una fuerza y una eficacia que no tendría si se expresara sólo de palabra. En resumen, lo simbolizado ausente se hace presente en virtud del nexo que lo une a un significante material (el representante). El símbolo toma su materia del mundo fenoménico. En el caso de Jesú Jesús, s, se trat trataa de una una comi comida da comp compar arti tida da con con publ public ican anos os y pecador pecadores. es. Pero la intención intención simboliza simbolizante nte atravies atraviesaa ese material material empírico y, en el acto de significar, vincula el espíritu humano con una realidad que trasciende lo puramente perceptible o imaginario. Por ser parte del mundo natural, el significante queda abierto a una multitud de significaciones posibles, y es la razón interpretativa la que determina su significado. Por eso no existe símbolo sin logos. Finalmen Finalmente, te, conv conviene iene advertir que el ejemplo ejemplo de simboliz simbolizació aciónn antes propuesto, si bien aclara cómo puede llegar a constituirse un símbolo, no debe hacer pensar que todos los símbolos dependen de una acción simbolizante consciente consciente e intencional. intencional. La verdad es, por el cont contra rari rio, o, que que la mayo mayorí ríaa de los los símb símbol olos os en que que vivi vivimo moss inmersos no los producimos nosotros con un acto imperativo, con una decisión voluntaria y con un gesto de dominio. Así como el sujeto hablante no crea el lenguaje, sino que asimila y usa la capacidad expresiva de su propia lengua, así también asimila la función simbólica y aprende a utilizarla para determinados fines. Naturalm Naturalmente ente,, no qued quedaa excluida excluida toda posibilida posibilidadd de invenció invención. n. Pero la invención de nuevas formas es un momento segundo, que crea sobre la base de la eficacia original del símbolo. 1717] Metáfora y símbolo
De ahí la sutil distinción que se puede establecer establecer entre la metáfora
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La metáfora en el lenguaje de la Biblia
La inevitable presencia de la metáfora en el lenguaje teológico y religi religioso oso es motivo motivo sufici suficien ente te para para justif justifica icarr el estud estudio io de las expresiones metafóricas contenidas en los escritos de la Biblia. De ahí el interés que ofrece el amplio y bien documentado estudio de David J. Williams sobre las metáforas que utiliza en sus cartas el apóstol Pablo. 1919] El autor agrupa las metáforas paulinas por áreas específicas: vida en la ciudad, vida en el campo, vida familiar, esclavitud y libertad, tribunale tribunales, s, manufac manufacturas turas y mercado, mercado, viajes, viajes, guerra guerra y disciplin disciplinaa militar, prácticas cultuales, eventos deportivos y atención de ciertas necesidades físicas (la enfermedad, la ropa, la cocina y la limpieza, el manejo del hogar). La vida familiar adquiere mucho relieve en las metáforas utilizadas por el apóstol: apóstol: la madre que alimenta alimenta y cuida a sus hijos, el afecto que se extiende hasta la entrega de la propia vida, el padre que exhorta y anima a sus hijos (1 Ts 2.7-12). Pero entre las muchas pedagogo – que metáforas que utiliza san Pablo, hay una –la del pedagogo resulta particularmente significativa por estar asociada a la ley de
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vida al hijo, mientras que el pedagogo era sólo su custodio e Aunque ustedes ustedes tengan tengan muchos muchos instructor por un breve tiempo: Aunque pedagogo pedagogoss en Cristo, Cristo, no no tienen tienen muchos muchos padres padres.. Porque Porque yo solo solo los he engendrado en Cristo por medio del evangelio (1 Co 4.15).
En Gl 3.23-25, Pablo compara la ley de Moisés con un pedagogo. Su intención al usar esa imagen se aclara en los v. 15-25. Él quiere mostra mostrarr que la ley no puede anula anularr la promes promesa. a. Dios Dios hizo una promesa promesa de bendici bendición ón al patriarca patriarca Abrahán, Abrahán, y la introducc introducción ión de la ley 430 años después no cambió en nada la validez de aquella promesa promesa (v. 15-18). 15-18). ¿Por qué entonce entoncess se introdujo introdujo la ley? A causa de las transgresiones , dice Pablo no sin audacia (v. 19). Así pone de manifiest manifiestoo el doble doble caráct carácter er de la ley. ley. Primero, la ley impone una restricción. En la vida, la función preventi preventiva va y protecto protectora ra del pedagogo pedagogo no dejaba dejaba de ser una cosa buena. buena. El ped pedagog agogoo cuidaba cuidaba al niño, niño, y Pablo Pablo tiene tiene en cuenta cuenta esa restrictividad benéfica al hablar de la ley. La ley es buena, porque fue promulgada para frenar la propensión humana a la transgresión. Pero esta función restrictiva contiene también elementos negativos, ya que impide a los judíos mezclarse libremente con los gentiles.
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Pablo resuelve la aparente contradicción poniendo de manifiesto la verdadera índole de la ley y la condición de los seres humanos a quienes estaba dirigida. Él nunca puso en duda (y en este punto su pensami pensamiento ento coincidía coincidía plenamente plenamente con el de los judíos) judíos) que la ley expresa exp resa la voluntad voluntad de Dios (Ro 2.28). 2.28). Pero una ley, ley, incluida incluida la que Dios promulgó en el Sinaí, no es en sí misma más que un sistema de esclarecimiento moral y de retribución, es decir, una norma exterior que indica a la persona las obras que debe realizar y que sirve para condenarla en caso de transgresión. Por sí misma, aclara san Pablo, la ley da a conocer el pecado (Ro 3.20). El ideal de vida que propone una ley puede ser muy noble, pero ella, por sí misma, no puede transformar a un ser carnal en un ser espiritual. La ley da al individuo la plena responsabilidad de sus actos (Ro 7.7), pero es impotent impotentee para eleminar eleminar esa potencia potencia de muerte muerte –el Pecado– que habita en el hombre y opera en sus miembros (Ro 7.17,23). En esto radica la impotencia inherente a toda ley ( to adynaton tou nomou ) y su incapacidad para dar la vida (Ro 8.3; Gl 3.21). Por eso, dice Pablo, el régimen de la Ley no podía ser definitivo.