El Derecho A La Educación: Una Construcción Histórica Polémica (Norma Paviglianiti) Enviado por delialeites
03/08/2012 03/08/20 12
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Historia Social de la Educación y Políticas Educativas – Resumen
Las instituciones que tienen un rol importante en la educación son: • La familia – promotor del Derecho Individual • El Estado – promotor del Derecho Social – EDUCACION PÚBLICA DE GESTIÓN ESTATAL • Las iglesias – EDUCACIÓN PÚBLICA DE GESTIÓN PRIVADA A través de la enseñanza, enseñanza, estamos estamos formando formando un tipo tipo de sujeto. sujeto. El contenido y el enfoque didáctico tienen un rol fundamental en el tipo de sujeto que queremos formar. Existe un mandato social (del Estado) que nos dice qué tipo de sujeto queremos formar. Nada es casual, todo está pensando para conseguir la formación de un determinado tipo de sujeto. El sistema educativo estuvo pensando en un principio para generar sujetos que obedezcan, que no piensen, fácilmente manipulables por las clases dirigentes. Como docente, siempre debo pensar el sentido de lo que estoy enseñando y la forma en que voy a dar la clase de acuerdo al tipo de sujeto que quiero formar para nuestro país/sociedad (democrático, participativo, etc.). El derecho a la educación: una construcción histórica polémica (Norma Paviglianiti) Los principales hitos y vigencia actual el la polémica 1. ¿Quién tiene el derecho a la educación? 2. ¿A quién le cabe el derecho de educar a las mayorías? ¿Quiénes son los agentes de la educación? Desde el siglo XVII se pasa el monopolio de las iglesias (Iglesia Católica) en materia de educación como instituciones de adoctrinamiento de fieles y súbditos, a la concepción de la burguesía ascendente que la considera como un derecho individual para la formación del ciudadano (Estado Liberal naciente), dando como resultado la organización de los sistemas educativos masivos actuales siempre mixtos: con educación pública y educación privada. Luego de la segunda guerra mundial, bajo la forma de Estado de Bienestar, se lleva a cabo una reformulación
del derecho a la educación: de un derecho individual a un derecho social. Esta concepción de la educación como derecho social predominará hasta mediados de la década del ’70 cuando las concepciones neoliberales y neoconservadoras cuestionan la legitimidad y eficiencia del Estado de Bienestar. Así produce la vuelta de la primacía de los derechos individuales, el mercado como elemento regulador de la sociedad, por lo tanto, se intenta formar un Estado mínimo pero fuerte. Estas tres posiciones (la de la educación de las iglesias, la educación como derecho individual y la educación como derecho social), que tienen como fundamento las distintas concepciones de la sociedad y el Estado, están hoy presentes en nuestra sociedad y forman parte de las pugnas y disputas centrales de la política educativa argentina. La Iglesia Católica: Las concepciones de la sociedad medieval subyacente y los cambios a que lleva la Contrarreforma La sociedad medieval distingue tres tipos de sociedades: la familia, la sociedad civil (o política) y la sociedad religiosa. La educación es solo para la formación de señores, quedando la gran masa afuera de la instrucción sistémica o solo se la incorpora como seres a evangelizar en los principios de la doctrina cristiana. A la Reforma Protestante y su reclamo al libre acceso a la lectura de los textos bíblicos, la iglesia responde con la Contrarreforma organizando nuevas órdenes religiosas enseñantes para la captación no solo de la nobleza sino para la burguesía ascendente. Además, se produce la reorganización de los espacios físicos de las iglesias a fin de poder difundir masivamente la doctrina, pasando de la iglesia de planta circular a la iglesia de planta longitudinal de grandes dimensiones. A raíz de estas transformaciones, la Iglesia Católica se atribuye ser el origen de los actuales sistemas educativos masivos. Las transformaciones que produce la burguesía ascendente (comerciantes, etc.) En su enfrentamiento con la organización social medieval, la burguesía logra ciertas “libertades” (derechos individuales), suprimiéndose algunas trabas para la acción provenientes de la autoridad, civil o eclesiástica. Entre ellas, la libertad de enseñanza (monopolio de las iglesias durante la edad media) configura el logro de la libertad de los individuos frente a las iglesias para el ejercicio de sus derechos de enseñar y aprender. Esta nueva concepción está basada en el liberalismo que implica la conquista de los derechos individuales: libertad económica y política (Estado del libre mercado) y libertad religiosa (Estado laico). La legitimidad del poder pasa del soberano (por derecho divino) a los individuos, en teoría iguales ante la ley, poseedores de derechos individuales que deben ser garantizados por el Estado. La consolidación del Estado Liberal y los términos del debate con la Iglesia Católica en el siglo XIX El Estado Liberal se consolida como organización política de la sociedad y dicta la legislación que crea y
organiza el sistema de educación pública y regula el funcionamiento del sector privado. Declara el interés por la universalización de la instrucción básica para la formación del ciudadano, hasta que se convierte en Estado Docente que organiza el actual sistema masivo de educación pública obligatorio, gratuito y laico. Este estado no deja de reconocer que la primera educación es impartida por la familia pero la disputa está en quién los padres delegan la instrucción sistemática de sus hijos: la Iglesia sostiene que ella es la mediadora por derecho divino, y el Estado sostiene que la organización de la instrucción pública le corresponde a él pues la educación es un derecho individual pero también una necesidad social para la garantía del funcionamiento del sistema político. Dado que el liberalismo reconoce el derecho de los habitantes de expresar libremente ideas, no propondrá que la educación deba estar exclusivamente a cargo del Estado. Lo que sí hará el Estado Liberal es regular la intervención de las iglesias y otros particulares en la educación. Si bien el Estado establece la currícula, las iglesias pueden decidir no dar ciertos temas si éstos van contra su dogma. Esto es así pues, como está legislado que la educación primaria la dan las familias y éstas tienen el derecho de elegir a la iglesia como educación segunda, se entiende que los padres siguen el mismo dogma y entonces no quieren que se transmitan a sus hijos conocimientos fuera de esto (Ej.: educación sexual, teorías científicas sobre la creación de la Tierra y del hombre, etc.). Las recomposiciones regresivas de las décadas del ’20 y ’30 El liberalismo tiende a limitar su acción como Estado Docente a la educación primaria porque considera que sólo ésta es la que tiene mayores efectos sobre la sociedad. Deja que el sector privado avance en la formación del nivel medio y/o de las elites. En 1929 la Iglesia Católica expone su pensamiento a través de una Encíclica, afirmando que la educación corresponde a tres sociedades: la familia y la sociedad civil (de orden natural) y la Iglesia (de orden sobrenatural). Reitera que la educación es ante todo responsabilidad de la familia pero, como ésta es una sociedad imperfecta porque no dispone de todos los medios, cierto papel le incumbe a la sociedad civil y especialmente a la Iglesia. Sigue afirmando que la educación ante todo pertenece a la Iglesia que tiene el derecho independiente de educar y también de juzgar toda otra educación que se imparta en cuanto pueda ser provechosa o perjudicial a la educación cristiana. Dentro de esta concepción a la sociedad civil, es decir al Estado, le corresponde un papel subsidiario. Es deber del Estado proteger en sus leyes el derecho anterior de la familia a la educación cristiana de la prole y, en consiguiente, respectar el derecho sobrenatural de la Iglesia sobre la educación cristiana. Las recomposiciones progresivas desde la crisis del ’30 hasta mediados del ‘70 Desde la finalización de la segunda guerra mundial, la salida de la crisis se hizo a través de la recomposición del estado capitalista bajo la forma de Estado de Bienestar, cuyos rasgos básicos estaban dados por la intervención del Estado en la regulación de la economía para asegurar la demanda y el pleno empleo. Esta regulación de la demanda llevó al Estado a brindar asistencia a todos los ciudadanos mediante prestaciones de servicios o dinero para compensar los riesgos de la marginación a la que conduce una economía regida únicamente por el libre mercado, y a asegurar consumos mínimos a grandes sectores de la población. Se
reconocieron los sindicatos de trabajadores y su intervención en determinadas decisiones, se establecieron los seguros de desempleo, los salarios mínimos, la legislación social para los trabajadores, el incremento sustancias de los presupuestos públicos para la atención de la salud y de la educación públicas y de los sistemas de vivienda subvencionados por el Estado. Consecuentemente, este período constituye el paso del Estado Liberal al Estado Social, predominando la protección a todos los individuos en su conjunto y dando origen al desarrollo de los derechos sociales, entre ellos la educación. La concepción del derecho a la educación como un derecho social: alcance y límites A lo largo del siglo XX, se va diferenciando el derecho a la educación (“derecho fin”) del derecho a enseñar (“derecho medio”, medio para alcanzar el derecho fin). Así el derecho a enseñar constituye solo una forma específica del derecho a trabajar y en consiguiente lleva implícito el derecho de los docentes a la libre expresión de sus ideas. El derecho a la educación es el derecho esencial, porque es el derecho del hombre al desarrollo de la personalidad por medio de la educación, a la adquisición de los conocimientos científicos y técnicos y al desenvolvimiento de sus aptitudes vocacionales para lograr sus máximas potencialidades en beneficio de la sociedad. El derecho a aprender se identifica con la libertad. El derecho a la educación se expresa en términos de escolaridad que debería recibir toda la población de la siguiente manera (alcance): - Garantizar un mínimo de instrucción. Esto es un deber de las personas y una obligación del Estado asegurarlo a través de la creación y mantenimiento de un servicio público gratuito al alcance de todos para que puedan cumplir la obligatoriedad. - Generalizar la formación técnica y profesional. - Ampliar el acceso a los estudios superiores. A pesar de los significativos avances registrados, aun se está lejos de que el derecho a la educación pueda considerarse efectivamente cumplido (límites): - No se garantiza, en la práctica, un mínimo de educación obligatoria y una efectiva formación para el mundo del trabajo a todos los habitantes. - La competencia económica se basan cada vez más en el desarrollo científico y tecnológico, haciendo que hoy en día sean requisitos indispensables la elevación del número de años de escolaridad obligatoria y la relevancia científica, técnica, social e individual de los contenidos de la educación sistemática. - La libertad de expresión y opinión en muchos casos actuó más como meta o utopía que como práctica concreta; la represión y el autoritarismo dentro de la escuela fueron la nota dominante en la sociedad argentina por muchos años. Actualmente, en el marco de una sociedad democrática, se entiende por un efectivo cumplimiento de la educación a los siguientes aspectos: • Garantizar un mínimo de instrucción básica, por lo menos, de diez años de escolaridad. • Garantizar una efectiva formación general y profesional para el mundo del trabajo.
• Ampliar progresivamente el acceso a los estudios superiores. • Asegurar la igualdad de oportunidades y posibilidades, garantizando tanto el acceso como la permanencia y la distribución de educación de calidad equivalente a toda la población, • Asegurar la significación social, científica y personal de los contenidos. • Hacer efectiva la libertad de expresión y de opinión, suprimiendo toda discriminación ideológica. • Hacer efectivas formas y prácticas pedagógicas que estimulen el juicio crítico y estilos de convivencia solidarios y responsables. Las críticas al Estado de Bienestar desde la perspectiva socialdemócrata y la neoconservadora La crisis de mediados de los ’70 dio lugar a críticas de distinta naturaleza: 1. Socialdemócratas: critican al Estado de Bienestar por su funcionamiento, por lo que prometió – ser un elemento equilibrador y redistributivo de la sociedad – y no logró alcanzarlo satisfactoriamente. Adicionalmente, agregan que no logró una activa participación de las organizaciones de la sociedad civil, que produjo una creciente y centralizada burocratización que impidió una activa participación de los ciudadanos y que provocó homogeneización insatisfactoria y sobrecargada centralmente de los servicios. 2. Neoconservadores: hacen una crítica radical al Estado de Bienestar, considerando que, por las múltiples intervenciones del Estado en la esfera económica, impide que las fuerzas del progreso del mercado funcionen de manera correcta. El Estado impone normas e impuestos sobre el capital que llevan a una desactivación de la inversión. El Estado concede a los trabajadores derechos y posiciones de poder en las negociaciones sobre la distribución del ingreso, desactivando así la competencia individual en el trabajo. Estas cuestiones producen una decreciente tasa de acumulación de capital, una sobrecarga en las demandas de consumo (inflación) y también un aumento en las demandas de participación política (gobernabilidad). Se pasó a una posición donde todo lo “negativo” es atribuido al Estado y todo lo “positivo” corresponde al sector privado. Los liberales partidarios del retorno al “libre” funcionamiento del mercado afirman que la asistencia estatal tienen los siguientes efectos perversos: pone en peligro el libre funcionamiento del mercado en el cual los individuos pueden competir libremente y representan una intromisión en la libertad individual. Consideran que las políticas sociales no deben entrar en conflicto con las relaciones monetarias que deben regir todo el sistema económico y social, y para esto lo ideal es pasar de las prestaciones estatales a subsidios dirigidos a los individuos par que cada uno pueda comprar sus servicios en el mercado. En materia de educación, el neoconservadurismo vuelve a reforzar el papel subsidiario del Estado, que es lo mismo que le otorga la Iglesia. Existen distintas posiciones dentro del neoconservadurismo pero todas ellas tienen en común que: siempre van a marcar que el desarrollo del sistema público de educación es perjudicial por la burocratización implícita que conlleva, van a reducir el gasto público destinado al sistema de educación pública y van a promover y financiar las a instituciones del sector público con recursos públicos. A su vez, las tres variantes más importantes del neoconservadurismo tienen las siguientes diferencias: a. Para los partidarios más extremos, lo ideal es que los subsidios monetarios vayan dirigidos a las familias o a los individuos y no a las instituciones. Esta posición lleva a largo plazo a la abolición del sistema de ecuación pública y a su sustitución por un sistema de bonos que puedan ser empleados en el mercado para comprar educación en combinación con los recursos que disponen las familias o los individuos. b. Para otros partidarios, la red de educación pública está destinada a aquellos que no pueden acceder a la
enseñanza privada, por lo cual se considera aceptable su existencia. c. Para otros partidarios, es posible mantener un sistema público de educación porque éste potencia la competencia con el sector privado, pero siempre que en su interior se rija por criterios meritocráticos y de competencia individual. La Iglesia Católica: la reiteración y la actualización de su concepción del papel subsidiario del Estado La Iglesia reitera en 1965 su concepción acerca del papel subsidiario del Estado en materia de educación. El Concilio Vaticano dice que el deber de la educación compete en primer lugar a la familia que requiere la colaboración de toda la sociedad. Expresa que la sociedad civil tiene la obligación de proveer de varias formas a la educación de la juventud: - Tutelar los derechos y obligaciones de los padres y de quieres intervienen en la educación y colaborar con ellos. - Completar la obra educativa, según el principio de acción subsidiaria, cuando no basta el esfuerzo de los padres y de otras sociedades, atendiendo a los deseos paternos. - Crear escuelas e institutos propios según lo que exija el bien común. Finalmente, el deber de la educación le corresponde a la Iglesia porque tiene el deber de anunciar a todos los hombres el camino de la salvación. Los principios generales dados por el Concilio son actualizados en las conferencias episcopales regionales, en nuestro caso, las latinoamericanas, y ellas son luego expresadas en términos de cada situación nacional. En el caso de nuestro país el equipo episcopal de educación católica expresó su opinión en 1985 reconociendo consecuencias positivas a la intervención estatal, sobre todo en lo que se refiere a la creación de escuelas y a la asignación de recursos a fines educativos, y consecuencias negativas, sobre todo la tendencia al estatismo cuya expresión extrema es el monopolio escolar y la burocratización y mayor rigidez del sistema educativo frente a los cambios permanentes de la realidad. Adicionalmente reclaman la inclusión de la formación religiosa en la escuela pública, la igualdad de oportunidades y el libre ejercicio de las opciones educativas. Esto último se refiere a la elección de escuelas y, por ende, de maestros, independientemente del carácter público o privado de los establecimientos. Por lo tanto, reitera que los aportes estatales a los establecimientos privados para determinados gastos son un deber de justicia distributiva y al otorgarlos se respetan la igualdad de todos los habitantes y las libertades individuales (pues cada familia puede así enviar a sus hijos a las escuelas privadas si lo desean). En cuanto al derecho a enseñar, la Iglesia señala que es el derecho de asociarse libremente y ejercerlo individual o colectivamente para fundar establecimientos, y además incluye el derecho a funcionar conforme a sus respectivos estatutos, conservar su identidad espiritual, designar libremente a su personal docente y no docente y a cultivar su propia originalidad pedagógica en materia de planes y métodos de enseñanza. Síntesis de la situación actual en el país Se destacan tres líneas y concepciones de política educativa que intentan darle determinada direccionalidad al sistema educativo: 1. En el Gobierno Nacional actualmente prima la concepción subsidiaria del papel del Estado en materia de
políticas sociales y en educación. 2. La tradición de la Iglesia Católica 3. El neoliberalismo Política Educativa y Sociedad (Juan Manuel Fernández) La política es acción compartida en busca de la mejor sociedad, del mejor bien común deseable, lo que implica diálogo entre iguales. El individualismo autodescendiente desemboca en la pasividad, actitud enemiga de la política. Adicionalmente, deslegitimación de la política, de lo político, del político causa desapego hacia la política. Pero por otro lado, se observa cómo lo político vuelve a cobrar protagonismo en la explicación de los fenómenos sociales, lo cual comporta no solo una revalorización de la políticas en las sociedades modernas, sino también la modificación del protagonista político, que ya no es el gran estadista, sino el anónimo ciudadano. De aquí surgen dos modos de entender la política: uno que ve más conveniente la actuación política de baja intensidad en la ciudadanía, y otro que apuesta por una implicación máxima en los asuntos ciudadanos. La política - Acción en función del bien común La política está en constante mutación y en permanente desarrollo, con lo cual no puede ser entendida sólo como lo que es o ha sido, sino como lo que debe ser, porque de este modo posibilita el protagonismo del ser político y permite traducir en acciones políticas las aspiraciones de la sociedad. La política es primero deseo y luego acción susceptible de transformar el mundo. Hacer política es revelar una voluntad del pueblo, es esclarecer lo que desea la gente. Hacer política es transformar la realidad en función del bien común. El “analfabeto político” es quien tiene una visión de la realidad social como si ésta ya estuviera determinada de antemano, y no como algo en desarrollo, como un proceso en el que se puede actuar y tener protagonismo como ser político. Esto equivale a no valorar el futuro como susceptible de ser producido por el hombre. La política implica el ejercicio de la palabra, el diálogo y la acción, que se producen de manera conjunta y compartida con otros. El “hombre es a-político” y la política se hace fuera del hombre pero necesariamente entre hombres. La acción conjunta crea espacios públicos, propiamente políticos, compuestos por la presencia de los demás y, por consiguiente, opuestos a la privacidad. La política es una tarea eminentemente común y pública, hecha por todos y preferiblemente en espacios públicos. El espacio público solo llega a ser político cuando se instala en la polis, en la ciudad, lugar en el que se encuentran los iguales y pueden hablar en libertad (si no hay acción pública no estamos hablando de política, sino de una simple discusión casera). La libertad, ausencia de dominación, es una condición necesaria para hacer política. Lo político. El político, La sociedad política Lo político hace referencia a la distribución del poder y a los intereses de grupo
o individuales que se crean en torno a esa relación. Quien hace política aspira al poder como medio para la consecución de otros fines (idealistas o egoístas) o al poder “por el poder”, para gozar el sentimiento de prestigio que él confiere. Los actores de la política son: • El Estado • El dirigente que tiene poder político • El hombre político no gobernante (medios de comunicación, periodistas. Ej.: Bernardo Neustard fue un tipo muy influyente, grupo Clarín). • El pueblo Políticos son todos los ciudadanos. El pueblo muchas veces no tiene conciencia del poder que tiene su acción y nos quedamos en lo privado. El pueblo tiene la capacidad de activar la política cuando los agentes políticos formales están inmóviles. Es decir que ejerce la política mediante la “subpolítica”, es decir la capacidad potencial que tiene la sociedad de autoorganizarse en todos los campos. En principio, la sociedad civil es el ámbito donde las relaciones entre individuos, entre grupos y entre clases sociales se desarrollan por fuera de las relaciones de poder que caracterizan a las instituciones estatales. Es decir que el Estado es donde se desarrollarían las relaciones de poder legítimo, y la sociedad civil sería el ámbito de las relaciones de poder de hecho. La sociedad civil podría definirse como una comunidad de valores compartidos basada en las múltiples asociaciones de ciudadanos para los cuales la libertad y el bien público, la solidaridad y la pertenencia a la comunidad son un valor compartido. La sociedad política es el espacio de lo público, espacio donde el ciudadano se siente identificado con otros en la construcción de un proyecto común y en la transformación de la realidad social. Es el lugar de los movimientos locales y sociales, de los espacios-comunidad donde se manifiesta el poder del pueblo frente al poder económico y el Estado tradicional. No es posible separar absolutamente la sociedad civil, la sociedad política y el Estado, sino que están o deberían estar en estrecha integración. La sociedad política integra a la sociedad civil y al Estado, pues todos los ciudadanos somos políticos y en consiguiente todos formamos parte de la sociedad política. Naturaleza y fines de la política educativa El ámbito de la política educativa debe estar conformado por tres planos normativos: el jurídico, el crítico y el pedagógico. A pesar de la norma jurídica, una acción de política educativa debe ser “juzgada” por lo que aporta a las aspiraciones de mejora de la sociedad y por su adecuación a los criterios éticos y morales que la informan. Es decir que la satisfacción o insatisfacción de una medida política puede no residir en el cumplimiento de la norma legal, sino en su adecuación o no a un ideal social. Por lo mismo, puede no haber coincidencia entre normatividad jurídica y normatividad pedagógica. El orden de las prioridades lo fijan los deseos educativos de la sociedad. El desarrollo de toda política, y en particular la política educativa, va a estar influenciado por la cosmovisión que se tenga de la sociedad:
ideologías, tipo de concepción de Estado, factores sociales, demográficos, culturales, etc. La política educativa, como la política general, debe pretender dar respuesta a las exigencias y necesidades de la sociedad. Pero ¿Quién o qué dictamina esas expectativas y aspiraciones? ¿Quién interpreta lo que el pueblo quiere? Siempre va a haber grupos que dicen interpretar lo que el pueblo quiere. El tema es cómo se ponen de acuerdo en esa interpretación. Por esto, política es ceder para ponerse de acuerdo con el fin de lograr el bien común para la sociedad. La política educativa quiere desde el presente hacer posibles nuevos y mejores modelos de convivencia social para el futuro. La política educativa ha de atender no sólo el cambio posible (presentismo del presente), sino también el futuro deseable (construcción de algo diferente), actuando tanto sobre los grandes planteamientos sociales, políticos e ideológicos como sobre la realidad escolar diaria. La política educativa ha de hacerse cargo de “preparar hoy a los ciudadanos de mañana”. Es fácil conocer el punto de partida y en consecuencia diagnosticar la situación socioeducativa. Lo difícil es dilucidar hacia qué futuro se quiere ir. La política educativa debe tener un papel activo, pues si del análisis de la situación social se deriva un malestar para con ese tipo de sociedad, la política educativa no deberá adaptarse a esa sociedad, sino contribuir a su transformación. La política debe ser el arte de hacer posible lo deseable, siendo lo deseable el bien común que viene determinado por la justicia social, que hace posible la convivencia, máximo bien social. Ciudadanía y solidaridad (restitución de una situación de déficit a otra de igualdad) serían los dos componentes básicos del bien común que es necesario para proteger en orden a la mejor convivencia deseable. Bien común y Ciudadanía Social va unidos. En resumen, los atributos del bien común son: • Justicia • Ciudadanía • Solidaridad Agentes, factores, postulados y contenidos de la política educativa La educación ha trascendido el ámbito de lo puramente escolar y, en consiguiente, el concepto “política escolar”, que atiende a la educación formal o reglada, ha quedado inmerso en la acepción más amplia de la “política educativa”, que acoge en su ámbito de estudio la educación formal, la no formal y la informal en su dimensión comunitaria. Todavía de manera esencial, las directrices de las políticas educativas (fines, objetivos, etc.) las marcan los gobiernos en el marco de su política general, partidista o nacional. A pesar de ello, es innegable la influencia de las organizaciones intergubernamentales en el diseño de las reformas y políticas educativas. La política educativa de todo país en progreso está en constante mutación, en proceso de transición permanente. Su duración es breve, casi momentánea, porque la política educativa está en relación con la evolución de la política general del país, estando sometida por lo tanto a factores políticos, ideológicos y partidistas.
Pero una políticas educativas puede cambiar, aunque no se produzca el cambio político porque existen otros factores “extraeducativos” que inciden sin duda y de manera decisiva en el diseño de las mismas: demográficos, económicos, sociales, culturales y científicos, factores “propiamente educativos”, etc. Éstos factores también podrían ser ignorados, es decir que son factores de incidencia “posible” que deben ser matizados o corregidos por otros factores “deseables” de los que es protagonista fundamente el docente y con él la comunidad educativa toda. Toda política educativa está también sustentada por postulados, que son aquellos principios filosóficos y sociales sobre los que se erigen los fines y objetivos que orientan la acción educativa, sea cual fuera su agente (organismos internacionales, Estados, comunidad municipal, personas físicas o jurídicas, etc.). Son postulados que emanan de un determinado tipo de sociedad y del deseo de conformar un determinado tipo de hombre. Entre estos se destacan: el derecho a la educación, la libertad de enseñanza, los principios democráticos, etc. En este contexto, la política educativa, en la que interactúan múltiples actores y factores, es la acción que se ejerce en el ámbito de la sociedad política activa (Estado + sociedad civil), junto con otros en la búsqueda de la mejor sociedad. Te llevo bajo mi piel: el poder en la escuela (Marcelo Caruso – Inés Dussel) La caída de los ídolos o el lugar imposible de la neutralidad El conocimiento, las instituciones educativas y el vínculo pedagógico son sedes de redes de poder. Así podemos decir que existe una pluralidad de poderes en la institución escolar. El poder está diseminado. Todos tenemos poder. Todos tenemos la posibilidad – “el poder” – de desempeñar su rol con mil matices. Debemos ver al poder como vínculos de relaciones sociales. El poder se construye. Las escuelas no son neutrales, porque ellas mismas no están fuera de las relaciones sociales de poder. La idea de neutralidad es una idea derivada de creer en la posibilidad de no-poder. Decir que las escuelas son neutrales es hablar de un lugar imposible. Para lograr una mirada distinta sobre la escuela, es necesario que los ídolos caigan, que se produzca la caída de la neutralidad escolar. Existen tres ídolos investidos por la imagen de neutralidad y que están atravesados por el poder: el conocimiento, la institución y el vínculo pedagógico. • Conocimiento Se tiende a considerar al conocimiento como algo neutral y objetivo. Se dice que la ciencia avanza hacia niveles progresivamente superiores de verdad y objetividad y que no hay tarea más despojada de subjetividad que la investigación científica. Pero, el conocimiento se produce por el poder que se deriva de una voluntad de conocer, de trasponer límites, es decir que hay intereses de por medio y en consiguiente existe la subjetividad. La objetividad puede existir en tanto haya una voluntad para alcanzarla; por ello la objetividad y la subjetividad
son poderes indisociables. Por otro lado, la fuente de la actividad de enseñanza no es precisamente la inocencia pedagógica. Enfrentarse al conocimiento es posicionarse ante algo que alguien dijo que debe ser conocido y que supone tener un valor que no posee para el que lo aprende. Desde ese punto de vista, el aprendizaje puede ser visto como una relación de poder entre las decisiones que hicieron posible la inclusión de tal contenido en el currículum y los saberes de la vida cotidiana que el alumno posee. En síntesis, hay que reconocer que la propia relación de conocimiento es una relación de poder. El poder está incorporado en la manera en que la gente se apropia del saber y en cómo lo usa para intervenir en los asuntos sociales, entre ellos el aprendizaje.
• Instituciones educativas Aparecen como organizaciones de saber y como tales tienen la obligación de la neutralidad y la prescindencia. Sin embargo, las propias instituciones están plagadas de poder, de alianzas, de imposiciones y resistencias cotidianas. Una visión crítica de las instituciones implica poder verlas como entramados de relaciones/poderes regladas/os que producen su propio proyecto, y no solamente lo heredan de los próceres, fundadores o pioneros. Una institución es el lugar donde habita lo “reificado”. Reificar significa olvidar las cuestiones históricas que dieron origen a determinadas formas y tomar a esas formas por naturales (Ej.: las funciones de los miembros, la distribución de los espacios, parecen eternizadas y limitan la posibilidad de la reforma).
• Vínculo pedagógico La educación, ya sea si se encuentra dentro de la didáctica tradicional o abierta, procura encaminar al sujeto hacia una determinada manera de pensar y de conducirse que, convertida en hábito, en instinto, en pasión, se apodere de él y le domine contra su conveniencia, pero en bien general. Es decir que todo vínculo pedagógico surge en el lugar de una renuncia: a aprender por cuenta propia, a producir el propio camino del conocimiento, a enseñar según las demandas de los que aprenden. Un aprendizaje significativo, exitoso y comprometido es posible si a los sujetos se les plantea la autonomía cognitiva, si se les dan márgenes de libertad. Es decir que lograr un buen aprendizaje está vinculado con la cuestión de poder: cuánto poder o cuánta autonomía cognitiva otorgamos. Todos experimentan las relaciones de poder. También los maestros conocen la micropolítica escolar: las alianzas de los directivos con otros docentes, los manejos, los repartos de tareas. La caída de los ídolos en educación implica poner en palabras lo que muchos viven, sienten, piensan y critican. El poder existe, está en la escuela y está desigualmente repartido. Poder, consenso y obediencia: visiones clásicas Hay un poder y un no-poder. El poder cambia de mano, pero permanece el mismo. Tener poder sobre alguien incluye la noción de influir o incidir en las conductas de ese alguien. Se presentan dos reglas del poder:
• 1° regla: el poder no puede funcionar constante ni principalmente a través de la fuerza. El recurso a la represión, al castigo, a la violencia debe ser guardado solo para cuando “valga la pena”. Esta clase de poder no es un poder fuerte, porque no genera ninguna obediencia. • 2° regla: para que el poder funcione, es necesario que alguien obedezca. Pero ¿cómo se logra que alguien quiera algo que, muchas veces, tiene efectos negativos sobre sí mismo o sobre su libertad individual? La legitimidad: considerar legítimo algo no significa necesariamente acordar con ese “algo” pero sí aceptar su existencia y no producir ningún hecho significativo en contra de él. ¿Cómo es que el poder se hace legítimo para que haya obediencia? Legitimación del poder: 1. Respuesta tradicional: el orden del mundo se justificaba porque Dios así lo quería. 2. Legalismo (perspectiva de los liberalismos): las leyes se basan en consideraciones sobre la naturaleza humana (los derechos del ciudadano, los derechos humanos, etc.) y en consiguiente tienen fuerza porque defienden estos principios de libertad e igualdad. La legitimidad legal consistía entonces en que los procesos sociales se ajusten a las leyes en vigencia. Así eran consideradas “elecciones limpias” aquellas que respetan la normativa vigente. 3. Dominación ideológica derivada del poder económico (perspectiva crítica de los marxistas): que el estado de las cosas se mantenga depende de que los sectores dominantes hagan creer al resto que el orden social actual es justo y el único posible, y así se produzca conformidad. El Estado capitalita está al servicio de los económicamente poderosos y hace un trabajo paciente y cotidiano a través de sus instituciones “aparatos ideológicos del Estado” (Iglesia, escuelas, medios de comunicación, etc.). Entonces, la dominación ideológica era posible porque la dominación económica existía. La economía era el origen principal y la causa motor del poder. Del poder a los poderes Las versiones clásicas sobre el poder creían que había una fuente u origen del poder, ya fuera la ley o el sistema económico, y también había en consecuencia lugares expropiados de poder, lugares de no-poder. El poder no está localizado, no tiene un solo origen, sino que es múltiple. El poder es una relación social. Hay poder en las relaciones familiares, en oficinas, en las fábricas, en los partidos políticos, en un colectivo, en las escuelas. Éstos pueden ser vistos como entramados de poder. En cuanto a la educación, el poder es la relación que permite al educador amonestar, tomar lección, enseñar unos contenidos y no otros; y al alumno pararse, gritar, resistirse, aprender, fumar en el baño, opinar. No existe inocencia respecto a los poderes, todos participamos de las relaciones de poder y no debemos negar esta capacidad que tenemos. Todos somos portadores de poderes y las relaciones de poder tiñen todos los vínculos, incluso los amorosos. No existe el no-poder. Esta concepción de poder trae una serie de consecuencias: 1. Tiene como concepto central el de lucha o disenso antes que el de unidad. Dada una posición de poder a una serie de sujetos, se constatan diferentes actitudes de poder por parte de cada uno (resistencia, negación,
seguimiento de reglas, silencio, etc.), pero nadie está afuera de estas redes. 2. Considera que las relaciones de poder son históricas y, por ende, no naturales. Es necesario poder “desnaturalizar” nuestro presente, es decir entender que las formas que tiene la escuela y otras instituciones actuales (hospitales, prisiones, etc.) son históricas y “se encarnan” materialmente en los cuerpos, edificios y objetos. Es decir, los dispositivos institucionales son diseños de poder. Por ejemplo, una tarima en un aula nos dice mucho sobre cómo se veía el vínculo docente-alumno; y además funciona por el principio de incertidumbre: en una prueba decido no copiarme, porque quizás el profesor me está mirando. 3. Se caracteriza por el pasaje de una visión negativa (represión, censura, exclusión) a una positiva (productividad del poder), es decir, considera al poder como algo que produce y no solo que limita. Foucault señala ciertas herramientas simples con muchos efectos productivos: a. Vigilancia jerárquica, basada en la mirada (Ej.: huellas arquitectónicas – tarima) b. Sanción normalizadora, como proceso homogeneizador hacia lo que se considera normal (conversión de zurdos a diestros). Una herramienta de mucho uso en la escuela es el examen, que combina las técnicas de la jerarquía de vigilancia y las de la sanción que normaliza.
La escuela lleva el poder bajo su piel. Negar el poder es no reconocerlo y, por ende, no poder criticarlo. Sacar el poder de la agenda de la escuela no sólo es imposible sino que es contraproducente.