Vladimir Antonio Molina Cruz
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1. RESUMEN DE “REGLAS PARA LA DIRECCIÓN DEL ESPÍRITU” (I-VIII) Primera regla: El hombre se equivoca al pensar que, tomando cada ciencia en particular y tratándola desde ella misma, puede llegar a un conocimiento acabado, pues el buen sentido y la sabiduría, que son propias del hombre, iluminan cada conocimiento y son aquello primero de lo que hay que ocuparse. Cuando se ha tratado este mismo conocimiento general, es cuando mayor provecho se puede sacar a cada ciencia particular.
Segunda regla: Hay que ocuparse de aquello que es posible abordar, y desechar todo aquello que es meramente probable, ya que tal ocupación es dificultosa y contraria al espíritu científico, el cual no admite dudas ni opiniones. De este modo, la aritmética y geometría serían ciencias auténticas, cuyo conocimiento es posible mediante la experiencia o la deducción, al abordar aquellos objetos puros objetos puros y simples; el tipo de demostración que conduce estas ciencias es el que marca el camino a seguir, el tipo de objeto a abordar.
Tercera regla: Aún cuando se valore los estudios de los antiguos, no podemos dejarnos contagiar por ellos, ni asumir irreflexivamente cuanto ellos han dicho, pues el autentico conocimiento se alcanza cuando uno mismo se ha ejercitado en lo que busca, y no en el adoctrinamiento de una doctrina en particular. Para no caer en errores, es necesario seguir dos acciones acciones del entendimie entendimiento: nto: la intuición y la deducción (inductio). La intuición es la concepción de una mente clara y distinta, que no admite dudas o errores y da a conocer los primeros principios; mientras que la deducción, en el sentido aquí referido, es aquello donde se sigue todo aquello que ha sido conocido con certeza, pero como “conclusiones remotas” de lo que ha sido intuido. Estos son los dos principios del conocimiento, caminos a seguir tanto por las ciencias como por el espíritu.
Cuarta regla: Para encontrar la verdad de las cosas, es necesario un método, pues nos asegura un camino o vía concreta, y no sigue el ciego impulso de nuestra voluntad. Todo método consiste en reglas ciertas y fáciles, que impiden tener lo falso por verdadero y aumentan gradualmente la ciencia, llegando así al conocimiento de las cosas. Para que el método sea completo, basta la intuición y deducción, pues se limita a enseñar cómo se hacen estas operaciones. Pero aún cuando la geometría y la aritmética sean ejemplares en este asunto, lo que se busca es un conocimiento mayor, el que busca la sabiduría misma. La
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constatación de un elemento común en toda disciplina, que subyace en ellas y garantiza su efectividad, es lo que Descartes llama Mathesis Universalis, y lleva a la sabiduría.
Quinta regla: Mediante la reducción de lo complicado y oscuro a lo simple y claro se puede alcanzar un conocimiento concreto, que luego, ascendentemente, puede conocer las cosas en mayor generalidad. Así se evita intentar tratar cada asunto sin haber aclarado sus mismos fundamentos, que son garante de solidez y efectividad en el pensar.
Sexta regla: Aclarar lo más simple es fundamental para dar inicio a toda investigación, pues de ella se distancias las otras cosas, como sostenidas por ella, dando lugar a una cadena de relaciones. Esto arroja: 1) la distinción entre absoluto y relativo: lo absoluto es lo más simple y fácil, mientras que lo relativo se deduce de lo relativo según una cierta serie, como desprendido pero dependiente de lo absoluto; desde lo relativo y las relaciones que lo componen, y mediante el orden natural que lo sustentan, se puede llegar a lo más absoluto. 2) Hay pocas naturalezas puras y simples que podamos intuir desde un principio y por sí mismas, ya que todas las otras se obtienen por deducción; pero como son muchas las cosas que implica esta búsqueda, es necesario educarse en el ejercicio de reflexionar desde lo pequeño, de lo cual no tengamos dudas. 3) Hay que recoger las verdades que se presente como evidentes y desde ellas buscar algunas nuevas, como sucede en la aritmética, donde aún cuando tengamos varios caminos en búsqueda de una solución, es siempre partiendo de lo más simple donde lograremos mayores progresos en lo buscado.
Séptima Regla: La enumeración suficiente y enumerada de todo cuanto comprende nuestra búsqueda permite completar la ciencia, ya que el ejercicio repetido e ininterrumpido en el repaso mental de los elementos que componen el asunto afina y da rapidez al espíritu, al ayudar a comprender las cosas como un todo ordenado y dependiente de sus mismos principios, donde nada queda omitido por descuido. Esto es importantísimo, ya que, habiendo muchos caminos para abordar lo buscado, resulta conveniente ser metódico y disciplinado para no errar ni perder tiempo por caminos que nos pudieran dificultar.
Octava Regla: Esta regla viene a complementar las reglas anteriores, ya que señala cuando el método es necesario y cuando solamente útil. Así, podemos dar continuidad a la búsqueda, sin desanimar ante las dificultades, ya que es posible avanzar aún cuando no se
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consiga conocer todas las cosas referentes a un tema. Del mismo modo, es necesario desde el principio no solo distinguir y abordar las cosas más fáciles, sino que entre ellas, las más útiles; con ello es posible usar de las cosas menos claras no de un concluyente, pero al menos restrictivo, al ayudar a delimitar lo que entra en algún asunto particular. El ejemplo lo realiza en referencia al conocimiento humano, donde se hace la separación entre nosotros que somos capaces de conocer, y aquellas cosas que son conocidas; tal búsqueda y aclaración, nada puede envidiar a la de otras ciencias, sino que es primordial para todo hombre que ame un poco la verdad.
2. EXAMEN DE LA PRIMERA REGLA La primera regla sostiene que la ciencia en general, aquella que busca la sabiduría, tendría un carácter universal, y por tanto comprende no solo todas las ciencias particulares, sino un elemento común en ellas, que las unifica y brinda superioridad a la sabiduría misma. Para esto, es necesario sostener que hay un elemento común, que es el “buen sentido”, aquello que caracteriza a cada hombre y lo eleva, y da lugar a cada ciencia. El ejercicio en este sentido común es la sabiduría, ya que ella misma comprende todas las ciencias, al examinarlas desde aquella raíz común. Pues bien, para que cada ciencia tenga validez, es necesario que estas se sostengan en verdades; y con ello lo que busca Descartes es aquello que brinda verdad alguna, en sentido general, y no las verdades mismas, ya que estás serán fruto acabado de esta búsqueda. Cuando Descartes hace referencia a las ciencias particulares, quiere graficar aquella búsqueda que caracteriza al espíritu humano, de buscar verdades desde principios que sostengan uno al otro; pero al mismo tiempo constata que es mejor buscar la fuente y método que valida toda verdad, antes que ocuparnos en tanta ciencia particular, pues son tantos los elementos que comprenden que difícilmente baste una vida para, desde ellos, alcanzar una verdad total.
