César Hildebrandt: Hildebrandt: dinamita en un envase compacto Por: Jorge Malpartida Tabuchi Tabuchi
César Hildebrandt se ha mantenido independiente como periodista tal como una virgen cuida su condición: diciendo no, no, no y no muchas veces al día y por lo menos 30 veces al mes. Diciéndole no a los dueños del medio de comunicación que creen que porque le pagan el sueldo a uno pueden tratarle como a su vasallo y manipular la opinión del periodista según sus intereses. Como esa vez que puso en su sitio a Genaro Delgado Parker, viejo zar de las telecomunicaciones, telecomunicaciones, y renunció en vivo al programa que tenía en su canal a finales de la década pasada. “Yo me retiro, si tu quieres quedarte, te quedas pero después de lo que ha dicho tu padre yo ya no te escucho, lo siento pero yo me retiro”, dijo en esa ocasión antes de abondonar el set y dejar a Gustavo Delgado, gerente de Red Global e hijo de Genaro, con la palabra en la boca. Diciéndole no también al político acostumbrado a una prensa amanzada, habituada a solo poner la grabadorita y servir de caja de resonancia de los discursos ya preparados y armados, listos para contentar al auditorio. Y es quizás quizás esa ferrea actitud – confundida confundida con intolerancia - a no aceptarle pulgas a nadie, nadie, de mantenerse firme a sus principios lo que ha mantenido a Hildebrandt, Hildebrandt, entrando y saliendo de un medio de comunicación a otro a lo largo de más de 40 años dedicados al periodismo. 18 veces expulsado de medios de comunicación, 14 veces de una canal de televisión y 4 veces de medios escritos, escritos, Hildebrandt nos ha enseñado enseñado que en el periodismo, el desempleo desempleo más que una opción, es una condición. Usted dijo alguna vez que la misión primordial de la prensa es joder. Y no ha dudado a la largo de toda su trayectoria en ser esa piedra en el zapato, esa sal en la herida de políticos y personajes públicos que se quieren hacer los vivos y pasar piola. Pero usted se ha comprado el pleito, ha pisado callos y nadie se ha salvado de sus incisivas escaramuzas: desde Víctor Raúl Haya de La Torre Torre hasta hasta el títereter títeretero o que maneja a Nicolasa, Nicolasa, pasando por el adiposo adiposo Alan Alan García o nuestro actual presidente Ollanta Humala. El periodista Pedro Salinas, con sobonería o no, dijo alguna vez que Hildebrandt es el mejor de todos nosotros (los periodistas). Cierto o no, y para que esta presentación no sea solo una pasada de franela, quiero agradecerle por haber sido ese ese maestro sin aula de muchos jóvenes de mi generación que eligieron este oficio como un compromiso con la verdad, inspirados en su respetable forma de siempre incomodar. Debo confesar que la viejas revistas Caretas de mi padre, amontonadas en el déposito de mi casa, dejaron de significar el espacio en donde sacié mis primeros impulsos adolescentes gracias a la infaltable calata de las páginas posteriores, luego que descubrí que ahí también se
publicaban sus memorables entrevistas que después serían rescatadas en el libro “Cambio de pal palab abra ras” s”.. Más Más que que simp simple less tran transc scri ripc pcio ione ness de preg pregun unta tass y resp respue uest stas as de la cint cintaa magnetofónica, son un duelo de ingenio en el que dos mentes se vaten hasta el final. Ahí quedan sus diálogos con Jorge Luis Borges, quién le prometió no tomarle el pelo o su encuentro con Manuel Scorza en el que el escritor terminó paseándose como una fiera a su alrededor debido a sus insistentes e incómodos cuestionamientos. cuestionamientos. Gracias Gracias por enseñarnos que la buena entrevista, esa que perdura en el tiempo, requiere, antes que de agresividad, de sagacidad basada en la preparación. Gracias por enseñarnos que el periodismo, destino o maldición, oficio decadente o no, aún tiene esperanzas de salir de su letargo, porque todavía hay gente que no se resigna a agacharse y asentir ante lo que los patrones, los condicionamientos de publicidad y los políticos dicen. Deliciosamente venenoso, fiscalizador de la realidad que un país como el nuestro requiere, malévolo malévolo a veces, complejo complejo y punzante siempre siempre.. Dinamita Dinamita en un envase compacto, compacto, ese es César Hildebrandt. Gracias. Arequipa, 30 de setiembre del 2011 Universidad Nacional de San Agustín.