SAMIR AMIN
ELCAPITALISMO EN LAERA DE LA GLOBALIZACIÓN
El capitalismo en la era de la globalización
PAIDÓS ESTADO Y SOCIEDAD Últimos títulos publicados: . A. Margalít. La sociedad decente
. D. Held, La clerrzocracia y el orden7 glolJal
. . . . .
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. . . . .
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. R. Castel, La irzetamorfim's ¿le la cuestión social
. P. Pettít, Repalrlicatziwzo
. J Gray, Falso amanecer
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. U. Beck, UtZ ¡ZZIC’L'O omadofir‘liz
. A. Calsamiglia, Cuestiones de lealtad
. H. Béjar, El corazón a’e la repzíoliea . J.-M. Guéhenno, El porvenir ¿le la libertad , J. Rifkin, La era del acceso
" . A. Gutmann, La educacion ¿{erizocra‘tica
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. G. A. Cohen, Si eres igualitarixta, ¿como es que eres tati rico?
. . . -' . . . .
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. F. Ovejero, La libertad iiilvoxpita
Samir Amin
El capitalismo en la era de la globalización
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Baaaaaaaa - BBBBBBB¡res - México
Título original: Capz'talz'sm ¿a the Age of Globatz'zatz'oa. Tbe Management of Contemporary Society
Publicado en inglés, en 1997, por Zed Books Ltd, Londres y New-.- ese; Traducción de Rafael Grasa Cubierta de Víctor Viano
Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización escrita de los titulares del «Copyright», bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier método o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, y la distribución de ejemplares de ella mediante alquiler o préstamo públicos.
© 1997 by Samir Amin
© 1999 de la traducción, Rafael Grasa © 1999 de todas las ediciones en castellano, Ediciones Paidós Ibérica, S.A., Mariano Cubí, 92 - 08021 Barcelona
y Editorial Paidós, SAICF
Defensa, 599 - Buenos Aires
http://www.paidos.com t ISBN: 84-493-0638-8
Depósito legal: B-44.175/2002
. Impreso en A ¿t M Grafic, S. L. 08130 Santa Perpetua de la Mogoda (Barcelona) Impreso en España - Printed in Spain
SUMARIO
Introducción ............................................
11
1. El futuro de la polarización global ........................ Desarrollo desigual y formas históricas del capitalismo ...... El actual sistema mundial y los cinco monopolios del capitalismo .................................... Un proyecto alternativo y humanista de globalización ....... Obstáculos a la realización del proyecto .................. Posibles escenarios futuros y su inadecuación ............. Cómo renovar una perspectiva de socialismo mundial ......
15 15
2. La gestión económica capitalista de la crisis de la sociedad
contemporánea ......................................
Las «leyes de la historia»: la expansión del capitalismo no equivale a desarrollo ............................. La estructura institucional: las instituciones de Bretton Woods El Fondo Monetario Internacional .................... El Banco Mundial ........ , .......................... El GATT y la Organización Mundial del Comercio ....... Globalización: la necesidad de una gestión económica internacional ...................................... La reforma de Bretton Woods .......................... 3. La reforma de la gestión monetaria internacional de la crisis . . . Los antecedentes .................................... Los tipos de cambio flexibles no son la solución ........... Propuestas de reforma procedentes de las corrientes dominantes ....................................... Una visión alternativa: la regionalización policéntrica ....... 4. El auge de la etnicidad: una respuesta política a la globalización económica ........................... El ciclo de posguerra (1945-1990) y la nueva globalización La desintegración del Estado y las nuevas ideologías étnicas en el Tercer Mundo ................................ La globalización y la crisis del concepto de nación .........
17 19 20 22 24
27
29 33 33 39 43 48 57
65 65 66 68 70 75 76
85
t,l capitalismo en la e ra de la globalización
La gestión actual de la crisis y sus alternativas . 92 Segundos pensamientos sobre universalismo versus particularismo y la respuesta socialista al nacionalismo . . . . 100
5.
¿Cuáles son las condiciones para relanzar el desarrollo
del Sur? El desarrollo desaparece de la agenda Hay crisis de la sociedad actual, pero aún no puede hablarse de crisis del capitalismo . . Soluciones: ¿liberalismo sin fronteras? . . .
ll5 ll5 118
120
Nacionalismo....
l2I
Los peligros de la regresión antidemocráttca: el asalto étnico, 12) el fundamentalismo religioso y el neofascismo . Reflexiones acerca de un contraproyecto: algunas tesis básicas 126 el caso europeo . . . . Lafalta de complementariedad política en el proyecto
ú)
6. Los retos de la globalización:
posbélico de Comunidad Económica Europea Los logros de la Comunidad Europea: un balance sumario . . El futuro de la integración europea en la era de la
globalización....
Un futuro diferente: unar,isión radical paraEuropa
13)
.
BB 114
........
151
7. Ideología
y pensamiento social: la intelectualidad y la crisis del desarrollo . . . La teoría social y la crisis del capitalismo: marxismo, posmodernismo y movímientos sociales Laintelectualidad frente alos operadores mentales . . . . . . . .
Desarrollo:críticascontrastadas.,..
16l
.
16l 167
170
Los análisis y estrategias propuestos por la intelectualidad del Tercer Mundo \15 Una nueva agenda: análisis de la diversidad del Tercer Mundo y reconsrucción del poder social de las clases populares 111
Índice analítico y de nombres
1Bl
SIGLAS Y ABRE,VIATURAS
BERD
Banco Europeo para la Reconstrucción y el Desarrollo de Europa del Este CEPALC Comisión Económica para AméricaLatina y el Caribe GATT-OMC Acuerdo General sobre Comercio y Aranceles-Organización Mundial del Comerci
INTRODUCCIÓN
La presente obra agrupa siete trabajos acerca de la gestión capitalista de la crisis en que la humanidad se encuentra sumida, de manera obvia y prístina, en la actualidad. El capítulo 1 analiza las nuevas formas de polarización provocadas por los gigantescos cambios derivados de las «décadas de crecimiento» rlos años cincuenta y sesenta), que conformaron un sistema mundial muy diferente del anterior. La globalización de los sistemas productivos supone que en la actualidad debemos clasificar los diferentes países según el peso relativo del «ejército activo» y del «ejército de reserva» de la fuerza de trabajo de dichas sociedades, conceptos que, en consonancia con la lógica de la globalización, deben definirse respecto de los segmentos del sistema productivo que resultan más o menos competitivos a nivel mun-
dial. De acuerdo con dicho criterio, el grueso de la fuerza de trabajo de los países del centro forma parte del ejército activo, habida cuenta de la forma en que se conformaron gradualmente las economías centrales, en unas condiciones favorables imposibles de repetir actualmente. En los países industrializados periféricos de América Latina, Asia oriental (comunista y capitalista) y el antiguo mundo soviético, segmentos del sistema productivo son ya competitivos (o pueden serlo), en el sentido anteriormente mencionado. El ejército laboral activo existe aquí y ahora, y puede ampliarse. No obstante, nunca será capaz, al menos tan lejos como podemos ver en el futuro, de absorber la reserva procedente de las economías rural e informal. Y ello por dos razones: en primer lugar, porque la competitividad mundial exige técnicas de producción que imposibilitan dicha absorción; y, en segundo, porque no se dispone de la válvula de seguridad que supone la emigración masiva. Por otro lado, para los países periféricos no competitivos o no industrializados de África y el mundo árabe la situación es todavía peor: apenas existe ejército activo, de forma que la práctica totalidad de la nación es, en términos mundiales, ejército laboral de reserva. Por consiguiente, la industrialización del Tercer Mundo no acabará con la polarización inherente al capitalismo mundial realmente existente, aunque moverá sus formas y mecanismos a otros planos, dirigidos a su vez por los monopolios financiero, tecnológico, cultural y militar mediante los cuales la nueva forma de ley mundializada del valor produce polarización. Incluso podríamos ir más lejos: esa industrialización no reproduci-
12
El capitalismo en la era de la globalización
rá una evolución social a imagen del Occidente desarrollado. El Estado del bienestar y el compromiso capital/tabajo que implica advienen tras un largo proceso en el que la sociedad se ha transformado fuertemente. En esa fase preparaforia,la industria mecanizada a gran escala fue auxiliada por una revolución agrícola permanente, la emigración a América sirvió de escape a la presión derivada de la explosión de la población europea .v, por su parte, la conquista colonial proporcionó el aprovisionamiento de materias primas baratas. Por tanto, al aparecer el Estado del
bienestar rcforzó un compromiso histórico entre el capital v el trabajo que había sido iavorecido por la reducción del ejército de reserva en los países del cenÚo. Sin embargo, el Tercer Mundo en proceso de industriaIizacíón no ha contado con ninguna de esas concliciones favorables que podrían haber evitado las formas más brutales de expansión capitalista. Y en lo que podríamos llamar Cuarto Mundo, excluido totalmente de la industrialización, el sistema social presenta extremos y condiciones que rozanla caricatura; el ejército de reserva comprende aquí la práctica totalidad de la población, es decir, los pobres marginados y las masas campesinas a las que se han negado los fiutos de cualquier revolución agraria. Los capítul os 2 y 3 se ocupan de la gestió n económica de la crisis del actual capitalismo mundial. La crisis se manifiesta en el hecho de que los beneficios derivados de la producción no encuentran salidas suficientes en forma de inversiones lucrativas capaces de desamollar posteriormente nuevas capacidades productivas. Por tanto, la gestión de la crisis implica hallar otras salidas para ese exceso de capital flotante y, por tanto, para evitar su repentina desvalorización. A nivel nacional, clicha gestión exige políticas neoliberales, per[ectamente racionales desde esa óptica. Naturalmente, esas políticas encauzan las economías en espirales deflacionarias de estancamiento, lo que jusramente convierte a dichas políticas en instrumentos que meramente gestionan o contienen la crisis, sin resolveda. Por añadidura, la globalización requiere que la gestión de la crisis opere también a nivel mundial. Las instituciones de Bretton \X/oods -especialmente el Fondo Monetario Internacional (FNIi) y el Banco Mundial (BM)- se han adecuado a dicho propósito, de manera que las economías de los países del Sur y del Este se subordinan a dichos imperativos. Los programas de ajuste y reestructuración que se imponen en ese contexto no persiguen en modo alguno lo que su nombre sugiere, un ajuste estructural. La idea que subyace en dichos programás no es cambiar las esmucturas para permitir un nuevo auge generalizado y una expansión de los mercados, sino limitarse a poner en marcha ajustes coyunturales que obedezcan a la lógica a corto plazo de asegurar la rentabilidad financiera del capital excedente.
Introducción
t)
Naturalmente, la gestión de la crisis mundial rcsulta en esos términos imposible: multiplica los conflictos que no puede regula¡ en gran medida porque. opera dentro de la esffuctura de un sistema monetario obsoleto.
El capítulo 4 toma en consideración diversas cuestiones relativas a la gestión política del caos producido por el utópico e irreal proyecto de .,hacer funcionar el mundo como un mercado>>. Hasta hace bien poco, el espacio de gestión económica de la acumulación de capital coincidió con sus dimensiones políticas y sociales. En ese sentido, el Estado nacional burgués proporcionó el modelo de modernidad que el Tercer Mundo intentó reproducir tras la Segunda Guerra Mundial, en particular medianre el modelo de desarrollo nacional autocentrado (aunque, eso sí, abierto ¿ la economía internacional) y de construcción/modernización del EstaJo. En dicho contexto, las clases dirigentes (a menudo multiétnicas) de -\sia, África y Europa oriental basaron su legitimación en el desarrollo :conómico que la fuerte expansión del capitalismo mundial favoreció hasta la década de los años ochenta.
La profundización del proceso de globalización ha acabado con esa coincidencia de espacios. Una nueva contradicción caracferiza el capitalismo mundial: por un lado, los centros de gravedad de las fuerzas económicas que gobiernan la acumulación han atravesado las fronteras de los EstaJos particulares; por offo, no existe a nivel mundial un marco o estructura lo1ítico, social, ideológico 1, cultural que pueda dotar de coherencia a la sestión global del sistema. Por tanto, en 1o que respecta a la dimensión po1ítica, la gestión de la crisis consiste en intentar suprimir el segundo término de la contradicción, el Estado, con el objeto de imponer 1a gestión de la sociedad por el..mercado» como única regla. Las ideologías y prácticas anriestatistas radicales de nuestros días forman parte de dicha lógica. La erosión de los viejos modelos de crecimiento, por consiguíente, ha sumido a los países periféricos del Sur y del Este en una crisis del Estadonación, reavivando movimientos centrífugos que a menudo revisten una expresión étnica. La crisis ha hecho añicos la unidad de las clases dírisentes de la periferia, de manera que en la actualidad fracciones rivales intentan basar su legitimidad en las aspiraciones étnicas de sus desorientados pueblos. La gestión de esta crisis, mediante la manipulación de las aspiraciones democráticas y de los derechos nacionales, alimenta el provecto de subordinar las sociedades a las demandas del mercado, un provecto que presupone la destrucción de los Estados capaces de modular eficazmente las condiciones de la globalización. Los capítulos 5,6 y 7 se ocupan de diversos aspectos relativos a la búsqueda de una alternativa a la sumisión total a la lógica del capital. En
14
El capitalismo en Ia cra de la globalización
un tiempo mínimo, la persecución de la utopía liberal ha producido resultados tan catastróficos que su discurso está perdiendo ya impulso. El viento empieza a cambiar de dirección, a soplar del lado de la razón. Contrariamente a todas las políticas hegemónicas de gestión de las crisis, resulta necesario repensar el desarrollo como modelo socieral. E1 crecimiento no es el producto natural de la gestión del mercado y de las políticas encaminadas a lograr la expansión; por el contrario, es el resultado posible de políticas transformadoras previamenre pensadas en rodas v cada una de sus dimensiones. La expansión de posguerra fue producto de un ajuste estrarégico del capital a las condiciones sociales que las fuerzas democráticas populares, poderosas merced a la victoria sobre eI fascismo en 1945, pudieron imponer, Es decir, justamente lo contrario a las llamadas políticas de ajuste de nuestros días. Pese a 1o que ciertos profesores universitarios imaginan, la historia no está infaliblemente dirigida por las leyes de la ,
>. La historia es un producto de las reacciones sociales a las tendencias que dichas leyes implican, reacciones que definen a su vez las relaciones sociales concretas en las que operan las mencionadas leyes. Las fuerzas «antisistémicas>> (en otras palabras, el rechazo organizado, consistente y efrcaz a plegarse completamente a las exigencias de esas supuestas leyes) contribuyen tanto como la lógica <> de la acumulación de capital a conformar la historia real. Determinan las posibilidades .,- tormas de expansión que se dan en el marco o estructura organizada que ellas mismas imponen. De ahí que nuesÚo propósito en el presente libro sea presentar una crítica sistemática del simplista discurso dominante acerca del carácter ineluctable de la globalización. Debe admirirse que la interdependencia ha cle ser negociada; que formas de desarrollo nacionalmente necesarias han de ser pautadas y apoyadas, y que las desigualdades iniciales se deben corregir antes de que crezcan y se hagan más profundas, Admitir esas necesidades supone, por tanto, comprender que el desarrollo no equivale a la expansión del mercado. Pero el discurso dominante se niega sistemáticamente a hacer esa distinción, presuponiendo que la expansión del mercado ,,lleva>> necesariamente al progreso social v a la democracia, así como que las «dificultades>> (las ,.bolsasr> de pobreza, desempleo y marginación social, como las denominan) son meramente <>. Naturalmente, ninguno de quienes así opinan dedica mucho tiempo a pensar ¡si la transición dorará unos pocos años o varios siglos! Así las cosas, y partiendo de los presupuestos que acabo de exponer, el capítulo 5 se ocupa de aspectos relativos a cualquier resurgir futuro del desarrollo del Tercer Mundo, el capítulo 6 úata de los retos a que se enfrenta la construcción europea y, finalmente, el capítulo 7 se dedica a las responsabilidades de los intelectuales del Tercer Mundo.
Capítulo
1
EL FUTURO DE LA POLARIZACIÓN GI-OBAL
Dps¿RnoI-t-o DESTGUAL y FoRMAS r¡Isrónrcas DEL cApITALrsMo Desde la Antigüedad, la historia se ha caracterizado por el desigual desarrollo de las regiones, si bien hay que esperar ala era moderna para que la polarización se convierta en el subproducto inmanente de la integración de la totalidad del planeta en el sistema capitalista. Por consiguiente, podemos decir que la polarización (capitalista) moderna ha aparecido en formas sucesivas durante la evolución del modo de producción capitalista. Concretan-lente, podemos singularizar cuatro grandes fases, a saber:
l.
forma raercantilist¿ (1500-1800), previa a la revolución indusrrial y moldeada por la hegemonía del capital mercantil en los centros atlánticos dominantes, así como por la creación de zonas periféricas rAmérica) cuya función presuponía su total aceptación de la lógica de La
acumulación del capital. 2. El denominado rnodelo clásico, surgido de la revolución industrial, que definió a partir de entonces las formas básicas del capitalismo. Por su parte, las periferias (a AméricaLaúna se agregaron progresivamente toda Asia, excepto Japón, y África) siguieron siendo rurales. no industrializadas, y su participación en la división internacional del trabajo se produjo a través de la agricultura y la producción mineral. Este importante rasgo de polarización estuvo acompañado de otro no menos importante: la cristalización y establecimiento de sistemas netamente industriales como sistemas nacionales autocentrados, acaecido en paralelo ala construcción de los estados nacionales burgueses. Ambas características explican las líneas dominantes de la ideología de la liberación nacional, la respuesta al reto planteado por la polaúzaci1n: a) el objetivo de considerar la industrialización como sinónimo de progreso liberador y un instrumento para ponerse al día; b) el objetivo de construir Estados-nación inspirados en los modelos de los países del centro. De esa forma se concibió la ideología de la modernización. Por consiguiente, esta forma clásica de polarización caracterizó el sistema mundial desde la revolución industrial (es decir, después de 1800) hasta la Segunda
Guerra Mundial.
t6
E1
capitalismo en la era de la gkrbalizaci(rn
). El período
de posguerr(t (1945- 1990) supone la progresiva erosión de las dos características que acabamos de mencionar. Durante el período se produjo la industrialización de las periferias, un proceso
obviamente desigual que resultó el factor dominante en Arnérica Latina v Asia, con el movimiento de liberación n¿rcional af¿rnándose en acelerar el proceso en aquellos Estados periféricos que acababan cle recobrar su ¿iutonomía política. En esos años se produjo también, simultáneamente, el progresivo desmantelamiento de los sistemas de producción nacional ¿rutocentrados y su recomposición como elementos constitutivos de un sistema integrado de producción mundial. Esta doble erosión supuso una nueva manifestación de la profundizacíón de la globaliz¿ción. 4. El período ruás recíente (a partir de 1990), en que la acumulación de esas transformaciones ha provocado el colapso de1 equilibrio característico del sistema mundial de posguerra. Esta evolución, empero, no apunta hacia un nuevo orden mundial caracterizado por nue\ras toruras de polarización, sino hacia el desorden global. El caos al que nos enfrentamos proviene de un triple fracaso del sistema, que ha sido incapaz de desarrollar: a) nuevas formas de organización social y política que vayan más allá del Estado-nación, un nuevo reqr-risito del sistema globalizado de producción; b) relaciones políticas y económicas capaces de reconciliar el ar-rge de la industlialización en las nuevas zonas periféricas competitivas de Asia y América Latina con el objetivo del crecimiento mundial; y c) una relación que no sea excluyente con la periferia afúcana, que no está implicada en modo alguno en una industrialización competitiva. Este caos resulta visible en todas 1as regiones de1 planeta y en todas las facetas de la crisis política, social e ideológica. Está en la base de las dificultades de la actual construcción europea, así como en la incapacidad del continente de alcanzar la integración económica y establecer a la vez estructuras políticas integracionistas. E,s también la causa de las convulsiones que se observan en todas las periferias de Europa oriental, del viejo Tercer Mundo semiindustrializado y del nuevo y marginado Cuarto Mundo. Así las cosas, el caos actual lejos de apuntalar el incremento de la globalización revela su extrema vulnerabilidad. No obstante, el predominio del caos no debe impedirnos pensar en escenarios alternativos para un nLlevo <.orden mundialr>, si bien es cierto que existen muchos y diferentes <<órdenes mundiales» posibles. Quiero llamar la atención sobre cuestiones que fueron ignoradas por el triunfalismo que suscitó la idea de la inexorabilidad de la globalización, pese a que, con.ro ya he señalado, se ha revelado su precariedad.
El futuro cle la polarización
global l1
El lector habrá descubierto ya que este análisis del capitalismo mundial no se centra en la cuestión de las hegemonías, puesto que no me adscribo a la escuel¿r de las hegemonías sucesivas de cierta historiografía. El concepto de hegemonía es a menudo estéril y acientífico merced alavasuedad de las definiciones al uso, de modo que no creo que deba constituir el centro del debate. He llegado a la conclusión, por el contrario, que ia hegemonía es la excepción a la norma, a saber, el conflicto entre las pártes que pone fin a la hegemonía. La hegemonía de Estaclos Unidos, rparentemente vigente en la actualidad, quízás por ausencia de rival, es :an frágil y precaria como la globa\ización de las estructuras a través de -as que opera.
. L ¡CtU,ql
SIS-rEMA MUNDIAL Y LOS CIINCO MONOPOLIOS DEL
- \PITALISIVIO
En mi opinión, el debate debería empezar con un debate a fondo de ,os rasgos norredosos del sistema mundial actual, provocados por la erosión del sistema anterior. Creo que existen dos elementos nuevos, a saber: 1.
La erosión del Estado-nación centrado en sí mismo y la consiguiente desaparición del vínculo entre la esfera de la reproducción y la de la acumulación, que acompaña al debilitamiento del control político y social que hasta el momento había sido deter-
minado precisamente por las fronteras de ese Estado-nación autocentrado; 2. La erosión de la gran fractura entre un centro industrializado y las regiones períféricas no industrialtzadas, es paralela a la emergencia de nuevas dimensiones de polarización. La posición de un país en la jerarquía global viene definida por su caracidad para competir en el mercado mundial. Aceptar esa evidencia no supone en modo alguno compartir la opinión del economista burgués que considera que dicha posición se debe al resultado de adoptar medidas rasea de paso- que se mide a partir de cionales, una racionalidad -dicho las denominadas ..leyes objetivas del mercado>>. Por el contrario, creo que dicha competitividad es un producto complejo en el que confluyen mú1riples factores económicos, políticos y sociales. En esta lucha desigual, los centros usan lo que me gusta denominar sus <>, monopolios que constituyen un desafío a la totalidad de la teoría social. Dichos
monopolios son:
20
El capittrlismo en la cra de la clobalización
I.La
organización del desarme mundial a los niveles adecuados, liberando a la humanidad de la amenaza del holocausto nuclear y de
otros semejantes.
2.La organización del
acceso a los recursos del planeta de manera igualitaria, de forma que hubiera cadavez menor desigualdad. Debería generarse un proceso global de toma de decisiones que incluyera una valoración (es decir, establecimiento de tarifas) de los recursos, lo que obligaría a reducir las pérdidas y los residuos, y una distribución más equitativa del valor y de los ingresos derivados de dich«¡s recursos. Tal cosa supondría también el inicio de un sistema fiscal globalizado. 3. La negociación de relaciones económicas abiertas y flexibles entre las principales regiones del rnundo, que en la actualidad se encuentran desigualmente desarrolladas. De esta forma se reducirían progresivamente los monopolios financieros y tecnológicos de los centros. Por supuesto, tal cosa supone liquidar las instituciones que actualmente dirigen el mercado mundial (BM, FMI, GATT, OMC. etc.) y crear otros sistemas para gestionar la economía global. .1. El inicio de negociaciones para la correcta gestión de la dialéctica mundial/nacional en las áreas de la comunicación, la cultura y la política. Ello implica crear instituciones políticas que representen intereses sociales a escala mundial, es decir, el inicio de un ., que iría más allá de los mecanismos interestatales del actual sistema de las Naciones Unidas.
OesrÁculos
A LA REALTzACTóN DEL pROyECT'c)
Resulta más que evidente que las tendencias actuales no siguen la dirección antes descrita y que en la actualidad no se lucha por lograr esos objetir,os humanistas. No me sorprende, El deterioro del antiguo sisrema de globalización no está en condiciones de preparar su propia sucesión y sólo puede conducir al caos. Las fuerzas dominantes despliegan sus actividades en el marco de esas constricciones, en un intento por maniobrar a fin de lograr ganancias a corto plazo, con 1o que agravan el caos. Su intento de legitimar sus opciones mediante la vieja ideología del mercado <>, o bien mediante puro y simple cinismo, no es una solución, sino parte del problema.Las 'respuestas espontáneas de los puebios a ia degradación no son necesariamente más sutiles o provechosas. En tiempos de extravío y desarraigo, las soluciones ilusorias, como el fundamentalismo o el chovinismo, pueden
22
E,l
capitalismo en la era de la globalización
vado a las fuerzas de la derecha impacientes por beneficiarse del colapso de1 imperio soviético y sustituirlo por un capitalismo salvaje y corrupto. Es obvio que el proceso actual de latinoam eúcanización de la antigua Europa oriental sólo puede debilitar las probabilidades de éxito de un provecto paneuropeo inspirado en ideas de izquierda, algo que, a su vez, sóio puede acentuar el desequilibrio entre los miembros de la Unión Europea para beneficiar al único de ellos capaz de aprovecharse de dicha evolución: la Alemania unificada. La crisis dei proyecto europeo constituye uno de los mayores desafíos a que se enfrenta Ia construcción de la nueva globalización. Pero estas manifestaciones involucionistas, de ensimismamiento, esas respuestas rágicas e inadecuadas al reto de la construcción de un sistema global renovado, no se encuentran sólo en Europa. Pueden apreciarse, por el contrario, en todo el antiguo Tercer Mundo, particularmente en las regiones marginadas por el colapso del antiguo orden mundial (eIÁfrica subsahariana y las zonas árabes del mundo islámico), así como en el nuevo Tercer Mundo surgido del Este (como la antigua Unión Soviética o la antigua Yugoslavia), donde observamos más involuciones autodestructivas que respuestas ala alfura del desafío.
POSISLpS ESCENARIoS FUTURoS Y SU INADE,CUACIÓN
Así las cosas, pocos escenarios realistas pueden proponerse. Examinaré algunos de ellos y mostraré que no responden adecuadamente a las demandas que plantea ia construcción de un orden mundial aceptable y estable, ni ofrecen una salida del caos. La cuestión europea se encuentra en el centro de la teorización acerca del futuro de la globalización. En efecto, a ruiz del colapso del proyecto europeo y la amenaza de que se desintegre, fuerzas fieles a la idea de Europa podrían considerar útil y posible reagruparse en torno a su <>, es decir, una Europa alemana. Hay fundadas razones para creer que en este escenario el navío británico navegaría muy cerca de ias costas estadounidenses, manteniéndose a distancia de la Europa <
El futuro de la polarización global
23
Para empeorar las cosas, la posición preferencial de Estados Unidos no resulta desafiada por el escenario de una Europa alemana. Tampoco está claro si hay algo en este proyecto que pueda desafiar a Estados Unidos en cualquiera de las áreas cubiertas por los cinco monopolios antes mencionados. Una Europa alemana permaneceria dentro de la órbita estadounidense.
Hay un segundo escenario, por falta de alternativa, algo así como una
segunda edición de la hegemonía estadounidense. Lo cierto es que el escenario se presenta con muchas variantes. La más probable sería la de «compartir la carga» asociada a una regionalización neoimperialista, en la que América Latina estaría unida al vagón de los Estados Unidos y África al de una Europa alemana (con algunas migajas para Francia), pero eso no comprendería ni la región petrolera del Golfo ni el «mercado común de Oriente Medio», que seguiría siendo coto vedado de Estados Unidos. La presencia estadounidense en la zona se siente ya merced a la ocupación :nilitar del Golfo e, indirectamente, por su alianza con Israel. Finalmente, podría haber una cierta simetría por el hecho de dejar el sur y el sudeste asiático abiertos a la expansión japonesa. No obstante, esta división entre ios tres centros no implica igualdad: Estados Unidos mantendría su posición privilegiada. Tampoco en este caso creo que opciones neoimperialis:as corno éstas puedan garantizar la estabilidad del sistema, puesto que deberían enfrentarse a revueltas periódicas en América Latina, Asia y África. Deberíamos centrar nuestra atención en Asia, que se ha mantenido bastante alejada del conflicto euro-estadounidense. Se ha señalado a menudo que Asia ———desde Japón a la China comunista, Corea y en menor grado algunos países del sudeste asiático (como Singapur, Tailandia y Malasia) e incluso India— no se ha Visto afectada por la presente crisis y que dichos países han experimentado éxitos en términos de crecimiento y eficiencia, medidos por su competitividad en el mercado mundial. No obstante, no se pueden hacer vaticinios a la ligera y soste— ner que Asia será el lugar de la próxima hegemonía. Asia, en un senti— do globalizador, reúne ciertamente más de la mitad de la población mundial, pero ésta se presenta dividida en distintos estados. En lugar de ese vago concepto de hegemonía global podríamos sustituirlo por la noción de que Asia se convertirá en la principal región de acumulación capitalista. Falta por describir detalladamente la forma en que tal cosa se está produciendo ya en la actualidad, así como la articulación entre las diferentes naciones asiáticas, así como entre éstas y el resto del
mundo. El modelo presenta variaciones. La más facil de imaginar, el dominio de la región por el imperialismo nipón, es, en mi opinión, la menos factible. Lo cierto es que los admiradores de los recientes éxitos
21
El capitalismo en la era de la globalizacicín
japoneses suelen subestimar la vr,rlne rabilidad de Japón, una vulnerabilidad que explica justamente que siga atado a Estados Unidos. Por otro
lado, parece poco probable que China, o incluso Corea, aceptaran estar subordinados alapón. En tales condiciones, el n-rantenimiento de un equilibrio interasiático dependería de {ueruas externas ala regióny, una vez más, ei único candidato a desempeñar ese papel es Estados Unidos, que prolongaría de ese m«rdo su primacía en la escena mundial. No obstante, es muv probable que la posición de estos países asiáticos en ei sistema mundial capitalista se vea rcforzada. ¿Cuál será entonces la reacción estadounidense2 En mi opinión, todas las estrategias de alianzas giran alrededor de esa pregunta. Resulta casi innecesario añat1ir que el
desarrollo futuro de China amenaza todos los equilibrios globales, por lo que Estados Unidos se sentirá amenazado por ese desarrollo. De ahí que, en mi opinión, pueda vislumbrarse que listados Unidos y China serán los principales ántagonistas de cualquier conflicto global futuro.
CÓTIO RENO\AR UI\'A PERSPECTIvA DIl SOCIALISN4O N,IUNDIAL
Los acontecimientos actuales sugieren diferentes escenarios posibles. ninguno de los cuales cuestiona las realidades de la polaríz.ación NorteSr-rr. La lógica que gobierna el sistema capitaiista perpetúa la polarización centro/periferia. Su forma de operar se renueva constantemente y el futuro se basará en los cinco monopolios sobre Ios que he establecido mi argumentación. Se podría decir que no hay nada nuevo en esta visión porque la polarización es casi parte del orden natural de las cosas. No obstante, no comparto dicho opinión porque esa polarización ha sido desafiada a lo largo de los í¡ltimos cinco siglos. Los pueblos que fueron reducidos a Ia periferia merced a la expansión capitalista mundial y que por largo tiempo parecieron aceptar su suerte, han dejado de aceptarla desde hace cincuenta años, y en el futuro cadavez la aceptarán menos. El aspecto político positivo de la uníversalización que inauguró el capitalismo que ya no puede ir más allá en su actuai versión truncada- es que ha-y provocado la aparición de gusanos en la fruta. Las revoluciones rusa y china inauguraron el intento de ir más allá del sistema a partir de las revueltas de los pueblos periféricos v tal cosa continuará en nuevas versiones. La explicación final de la inestabilidad del <
El futuro de la poiarización
globai
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ter determinante a los conflictos en que se vean implicados los pueblos asiáticos y el sistema dominante. Ello no significa que orros pueblcs no participen en la revuelta generalizada contrala polarización, ni tampoco que no puedan emanar transformaciones y aun progreso de los propios centros del sistema. En suma, una respuesta humanista al desafío que plantea la globalización inaugurada por la expansión capitalista puede ser idealista, pero no es utópica. Por el contrario, es el único proyecto realista posible. Só1o ienemos que empezar a desarrollarlo y poderosas fuerzas sociales 1o apotarán en todas las regiones del mundo. Esta es la forma de renovar la perspectiva del socialismo mundial. Como preparación, las fuerzas ideológícas y políticas deben reagruparse rara ser capaces de combatir los cinco monopolios que reproducen el ca¡italismo. Este combate creará las condiciones para un ajuste mutuo. En Jicha lucha deberemos reconsiderar cuestiones fundamentales del frente .-ultural ideológico: a) la dialéctica universal/particular; b) la relación en:re democracia política y progreso social; c) la dialéctica de la denominaja eficiencia económica (y la forma en que se expresa, el <
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[:l capitalismo en la era de la globalización
Nota bibliográfica
Este capítuio contiene en forma abreviada conclusiones de exposiciones desarrolladas en detalle en: Empire of Chaos, Nueva York, Monthly Review, 1993. Re-reading tbe Post-War Period, an Intellectual ltinerary, Nueva York, Monthly Revieu,, 1994, L'éthruicité i l'assaut des nations, París, L'Harmattan, 199). L'[ o n d i a li s a t i o n e t a c c u m u la t io n, P arís, lHarmattan, I99) .
Capítulo 2
LA GESTIÓN ECONÓMICA CAPITALISTA, DE LA CRISIS DE LA SOCIEDAD CONTEMPORANEA
La actuación de las principales instituciones económicas mundiales, en particular el FMI, el conjunto del BM y el GATT-OMC, han sido obíeto de numerosos estudios críticos. De hecho, muchos de ellos son tan
excelentes, tanto en la precisión de la información que manejan como en ia finura de su análisis, que pudiera parecer sorprendente que deba añadirse algo más. Hay que señalar que hasta principios de la década de los ochenta la mayoría de esos estudios fueron imparciales. Naturalmente, los críticos señalaron que las políticas de esas instituciones formaban parte de la lógica de la expansión capitalista, que servían a los intereses de las transnacionales, que no se preocupan del medio ambiente (afirmaciones que apenas empiezan a ser tenidas en cuenta), que aceptaban acrítica-
mente la idea de que el «desarrollo» comportaría la disminución de las «bolsas de pobreza» a través de un efecto de permeación «gota a gota». Sin embargo, y por otro lado, se tenía una opinión positiva de la apertura _\‘ progreso de la globalización y, en consecuencia, también del apoyo que los países recibían del FMI para ayudar a resolver sus dificultades con la balanza de pagos, devolver la convertibilidad a las principales monedas y disminuir gradualmente las tarifas arancelarias. Se señalaba tam— bién que estas instituciones respetaban las opciones nacionales de los Estados que optaban por conceder un papel económico básico al sector público, someter al capital extranjero a controles estrictos e incluso, en al— gunos casos, optar por el «socialismo» y desvincular sus precios y salarios internos de la lógica del capitalismo mundial, distribuyendo de forma sistemática los ingresos nacionales. Por tanto, en esa época una de las principales críticas que se hacían a dichas instituciones era la timidezde sus intervenciones. Así, se conside-
raba lamentable, por ejemplo, que el FMI no fuera de utilidad en sus re— laciones con las grandes potencias capitalistas, o que Estados Unidos hubiera prescindido del BM en la reconstrucción europea y hubiera usado la alternativa del Plan Marshall, o bien que el GATT-OMC se limitara a buscar la reducción de aranceles sin atreverse a ir más allá. La crisis de la deuda externa, que se abrió con la amenaza mexicana de suspender sus pagos en 1982, no cambió radicalmente la perspectiva
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El capitalismo en la era de [a globalización
que acabamos de exponer. Las críticas a las mencionadas instituciones -y en especial al FMI. uno de los protagonistás principales- insistían sobre todo en su inacción respecto de la nueva situación: se dijo que el Fondo se limitaba a establecer el nuevo <
doctrinas neoliberales extremas, dichas instituciones se convirtieron instantáneamente al neoliberalismo, como si tuvieran que adoptar cuaiquier cambio de moda en la Casa Blanca. La conversión cristalizó inmediatamente en un simple y universal programa de actuación. conocido como «programa de ajuste estructural>>, o PAS. El programa se aplicó inicialmente a los países del Tercer Mundo que se consideraban en crisis (;como si los países capitalistas no lo estuvieranl): se les obligó a .aiusrarse». unilateralmente, a las nuevas condiciones. A iinales de la década de los ochenta, los PAS se habían extendido a los países del bloque del Este. con el objeto de «ayudarles>> en una reconversión rápida hacia el capitalismo ..normal>>.
No enumeraré las numerosas críticas que se han hecho de las diverestructural. Lo cierto es que contamos con críticas excelentes y giobales. inclu,vendo estudios específicos de experiencias nacionales y grandes síntesis, de modo que resulta innecesario repetir 1o ya hecho y dicho. Tampoco vacilo en hacer mío el resumen de esas críticas que realizó el Tribunal Internacional de los Pueblos en su juicio al G7, recogidas en ia sentencia de Tokio de 19%. Según el Tribunal, las consecuencias generales de los PAS habían sido: un fuerte incremento del desempleo; un descenso de la remuneración salarial; un aumento de la dependencia alimentaria; un grave deterioro del meclio ambiente; un deterioro de los sistemas de atención saniraria: una disminución notoria de la capacidad productiva de muchas nacionesl el sabotaje de los sistemas democráticos, y el crecimiento continuado de la sas formas de ese program¿l de ajuste
deuda externa. La mencionada sentencía precisa y saludable- conriene -gráfica, dos conclusiones poderosas e importantes, Ia primera explícita r. la segunda implícita: a) las políticas establecidas por las instituciones inrernacionales en obediencia a estrategias adoptadas por el G7 constirulen la causa del brutal y masivo empobrecimiento de las mayorías populares, particularmente en el Sur y en el Este; y b) esas políticas no proporcionan solución alguna a la crisis general de ia sociedad conten-rporánea. Por el contrario, agtavan su desarrollo al alimentar una espirai def-lacionis¡a.
La gestión económica capitalista de la crisis de la sociedad
contemporánea 29
El segundo aspecto de la sentencia me parece aún más importante para mi argumentación. La mayoría cle las críticas han sido formuladas. por ONG de muy diversa nat::traleza.Lamayoria de ellas desconocen el término capitalismo, por 10 que sus críticas son estrictamente morales; de ahí que se acuse a sus políticas de promover la pobreza, como si la lógica del sistema no tuviera nada que ver con ello. De esa forma, la pobreza se concibe como el resultado de <>. Algunas críticas, empero, no ignoran las responsabilidades atribuibles alalógica del sistema globalmente considerado, aunque también hay que recordar que en años an¡eriores el BM ha intentado recobrar su reputación mediante una autocrítica limitada de las políticas neoliberales que favoreció durante la década de los ochenta. Una mente maliciosa estaría tentada de decir que el BM se limita a adaptarse a la nueva retórica de la Casa Blanca en la época de Clinton. No obs¡ante, sea cual seala razón,7o cierto es que ni el FMI, escondido tras su profesionalismo monetario, ni el GATT-OMC, siempre opacos y escudados tras los <
LAS
<
LA HISTORIA>>: LA EXPANSIÓN DE,L CAPITALISMO NO
EQUIVALE A DESARROLLC)
Creo que siempre es útil recapitular la lógica del capitalismo, aun a riesgo de repetir obviedades. El capitalismo no es un <>. De ahí que
considere ímprescindible distinguir entre la realidad que produce el ca-
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El capitalismo en la era de la globalización
pitalismo, la expansión del capital y el concepto de desarrollo, El primer fenómeno, estudiado como realidad social, debe considerarse a dos niveles: como tendencia abstracta, inmanente; y como realidad concreta, histórica. El concepto de desarrollo, por otra pane, es por naturaleza ideológico, o lo que es lo mismo, permite juzgar determinados resultados en virtud de criterios definidos a priori,los mismos criterios que contribuyen a definir un proyecto social. Esos proyectos varían, obviamente, son más o menos radicales, emplean diferentes conceptos de libertad o igualdad, de liberación humana, de eficiencia, etc. Combinar o confundir estos dos conceptos,la realidad (la expansión capitalista) v 1o que es deseable (el desarrollo en una dirección predefinida). provoca numerosas debilidades al criticar las políticas acruales. De hecho. las instituciones de que nos estamos ocupando amalgaman sistemáticamente ambas nociones en un único concepto. es decir, proponen tormas de contribuir a la expansión del capital e identifican el resultado, o el eventual resultado según sus crirerios, con desarrollo.
Lo cierto es, sin embargo, que la expansión capitalista no implica ningún resultado que pueda identificarse en términos de desarrollo. Por ejempio, en modo alguno implica pleno empleo, o un grado predeterminado de igualdad en la distribución de la renta. La expansión se guía por la búsqueda de beneficios para las empresas, o, por decirlo con más exactitud, para la burguesía que las controla, y cuenta para tal fin con el monopolio que supone la propiedad privada. Dicha lógica puede generar en ciertas condiciones empleo en pro de la expansión, o bien hacer que disminuya; al igual que puede reducir las desigualdades de ingresos o incrementarlas. De nuevo, la confusión entre los conceptos de..economía de mercado" y de <>, un término que por natutaleza presupone competición, no es sinónimo de «capitalismo)>, una noción cuyo significado se define precisamente por ios límites a la competencia que presupone el monopolio de la propiedad privada (es decir, algo que pertenece a algunas personas y de 1o que otras están excluidas). <> y <> son dos conceptos distintos. tü/alras, coherente en su defénsa de las <> del mercado, no incurría en la confusión que nuestros estudiantes de neoliberalisrno perpetran inconscientemente a diario. Walras incluso se percató de que el capitalismo ofrecía una versión no óptima del mercado y que el gobierno auténtico del mercado implicaba 1a abolición de la propiedad privada. Por tanto, imaginó un ideal de «capitalismo sin capitalisras>>, un concepto formulado por Engels para describir el provecto de la Segunda Internacional, y posteriormente retomado por los ..reformistas>> soviéti-
La gestión económica capitalista de la crisis de la sociedad contemporánea
3l
cos postestalinistas de la escuela de Novosibirsk. La naturaleza utópica de dicho proyecto, cuyas deficiencias fueron confirmadas por el fracaso de la , consiguiente reforma soviética conocidas como socialismo de mercado, nos recuerda las críticas que Marx formuló al economicismo. Lo cierto es que el capitalismo realmente existente no funciona como un sistema de competencia entre los beneficiarios del monopolio de la propiedad, ni entre sí mismos ni entre ellos y otros actores. Para funcionar, el capitalismo requiere la intervención de una autoridad colectiva que represente al capital globalmente considerado. De ahí que no pueda separarse al Estado del capitalismo. Las políticas del capital y, por consiguiente, del Estado que actúa como representante de dicho capital, tienen una lógica propia, concreta, que se expresa por estadios. Esa lógica es la que explica por qué la expansión del capital genera empleo en ciertos momentos y desocupación en otros. Esa lógica, sin embargo, no es la expresión de abstractas «leyes del mercado», sino la exigencia de beneficio del capital que se expresa en determinadas condiciones históricas. El incremento del desempleo durante los últimos veinticinco años no ha sido provocado por el mercado, sino por las estrategias del capital. El Estado capitalista considera el desempleo como un instrumento necesario para la destrucción de los logros del movimiento obrero, una proposición que puede aplicarse tanto al Occidente desarrollado capitalista como a los reconquistados países del Este. No hay razón alguna para creer en los lamentos sobre el desempleo presentes en los discursos de quienes están en el poder. En las periferias del sistema capitalista, la pobreza y la distribución desigual de los ingresos no son efectos negativos causados por circunstancias específicas o políticas erróneas, sino resultado de la propia lógica del sistema, la lógica de la polarización mundial inmanente al sistema. Se trata, por tanto, de efectos permanentes, aunque en ciertas fases disminuya su presencia y en otras se intensifique.
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Durante el período de que nos ocupamos, de 1945 a 1994, la lógica de la expansión capitalista, por un lado, erosionó gradualmente los siste— mas nacionales de producción creados en anteriores etapas históricas (desde el mercantilismo y, en particular, desde la revolución industrial) y, por otro, se adaptó a la industrialización progresiva de las periferias, hasta el momento en que fueron excluidas del campo de la producción industrial. La expansión capitalista originó ambos cambios en el sistema mundial y se ajustó a ellos. Por consiguiente, sugiero examinar las políticas implementadas por los Estados, en primer lugar, y por las instituciones internacionales, en segundo lugar, a la luz de esa doble exigencia, complementaria y contradictoria a la vez. De toda la argumentación eXtraigo una conclusión: los juicios morales, o aquellos que se expresan en términos parecidos como éxitos y fracasos, deberían revisarse desde el
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LI capitalismo
en la era de la globalización
punto de vista de la lógica del capitai, en lugar >, como pone de manifiesto mi argumentación acerca de la lógica de la expansión capitalisra, no es determinista. Así, la industrialización de la periferia durante el período de posguerra no puede considerars. r.rn p.odrcto natural de la expansión capitalista, sino el producto de las condiciones creadas por el triunfo de los mor¡imientos de liberación nacional y su credo industrializador, al que el capital mundial se ha adaptado. Veamos otro ejernplo: la erosión de la eficacia del Estado nacional provocada por la globalización capitalista no constituve un determinante decisivo e irreversible para el futuro. Por el contrario. las reacciones nacionales a esa globalización pueden hacer que 1a expansión mundial tome derroteros imprevisibles. Las ret-lexiones que acabo c1e exponer hasta el momento exigen un examen detallado del período de posguema, la identificación de sus diferentes v sucesivas i:ases r'1a valoración dentro de ese contexto de ias políticas llevadas a cabo por las instituciones que estamos considerando. Dicha valoración nos permitirá evaluar si dichas políticas apoyaron la expansión capitalista o bien coadvuvaron á que se adaptara a las condiciones impuestas por las relaciones sociales específicas del período, que puede subdividirse en Llna fase de prosperidad ,1945 -197 r) y otra fase de crisis, que se inicia en 1975. Según mi análisis, la prosperidad de la primera fase se basó en la complementariedad de tres proyecros sociales: a) el proyecto nacional socialdemócrata del Estado del bienestar, que fundamentó su actuación en la eficiencia de los sistemas nacionales interdependientes; b) lo que he denominado.>, aludiendo a la conferencia de 1955, de la que surgió el movimiento de países no alineados y el objetivo de modernizar e industrializar el Tercer Mundo, un proyecto que comportaba construir burguesías nacionales en 1a periferia del sistema como ideología de <.desarrollo»; y c) el proyecto socialista de capitalismo sin capitalistas, relativamenre independiente del sistema mur-rdial dominante. Durante la primera fase, las instituciones internacionales cumplieron funciones obvias relacionadas con el auge. También ayudaron al proceso
de globalización, evitando, sin embargo, por razones de principio, cllalquier desafío a la independencia de los integrantes del sistema. Sus intervenciones supusieron siempre, casi de forma natural, un giro a la derecha. La segunda fase implicó primero la erosión, luego la crisis y finalmente el colapso de los sistemas que habían constituido la base de la prosperidad previa. Esta fase, aún inconclusa, no es un etapa en la que se perciba que se está estableciendo un nuevo orden mundial, como se afirma demasiado a menudo y con excesiva ligereza. Por el contrario, se trata de una fase,
La gestión económica capitalista de la crisis de la sociedad contemporanea
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aún no concluida, presidida por el caos. Esta segunda fase constituye el contexto en que deben situarse las actuaciones de las instituciones inter- . nacionales a partir de 1970. En mi opinión, tales actuaciones no forman parte de una estrategia positiva para la expansión del capital, son tan sólo intentos de crear las condiciones para dicha expansión. No tendrán éxito porque el proyecto «espontáneo» de dominación capitalista (es decir, el proyecto de gestionar el mundo a través de lo que se conoce como mer— cado, o sea, los intereses inmediatos y a corto plazo de las fuerzas dominantes del capital) Sigue siendo utópico. Esta situación tan peculiar nos invita a reconsiderar las tendencias espontáneas de gestión por parte del capital. Llegados a este punto considero útil centrarse en los cinco monopolios mediante los que se desarrollará en el futuro la dominación de los diversos centros sobre las periferias (Véanse las págs. 18 y 19). LA ESTRUCTURA INSTITUCIONAL: LAS INSTITUCIONES DE BRETTON Woons
Como dijimos, se ha escrito mucho sobre las intervenciones de las
grandes instituciones económicas internacionales (FMI, BM, GATT-
OMC, otras instituciones de las Naciones Unidas), a las que deberían añadirse las principales instituciones regionales, incluyendo la Comunidad Europea y, en el caso de África, la convención de Lomé, que rige la
asociación de la Unión Europea con los países de África, del Caribe y del Pacífico, o países ACP. En las páginas siguientes resumiré la historia de esas instituciones con el objetivo de subrayar las críticas que más a menudo se les dirigen, así como las inferencias que de ellas pueden derivarse. EZ Fondo Monetario Iníemacz'onaí
El mandato original del Fondo Monetario Internacional era asegurar la estabilidad monetaria en una economía mundial abierta, sustituyendo al patrón oro, que había cumplido esa función de forma satisfactoria hasta la Primera Guerra Mundial. Tal cosa presuponía que las intervenciones del FMI debían imponer ajustes a todas sus partes cuando sus balanzas de pago experimentaran déficits o superávits. Durante la primera fase de su existencia, el FMI dio la impresión de cierta eficacia en la medida en que ayudó a restablecer la convertibilidad de las monedas europeas (19481957) y, posteriormente, a lograr el ajuste de las economías europeas (1958-1966). A partir de 1967, sin embargo, el FMI no logró mantener la estabilidad a pesar de la creación de derechos especiales de giro (DEG).
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I-l capitalismo en la era de la globalización
La adopción del sistema general de monedas flotantes en 1973 puede considerarse como el fin del mandato de Bretton \X/oods. A partir de ese momento la continuidad de la existencia del FMI se puso en cuestión, aunque la institución sobrevivió adoptando nuevas funciones: gesrión de ajustes estructurales unilaterales en países en vías de desarrollo y, desde finales de la década de los ochenta, intervenciones en los países del bloque del Este para asegurar su reincorporación al sistema monetario internacional. Las críticas a la institución, ampliamente compartidas por la mayoría de los analistas de la economía mundial, coinciden en los siguientes puntos:
El FMI, como el BM, fue concebido para proporcionar a Estados Unidos un control completo de sus intervenciones. Al rechazat la opción de un banco mundial central defendida por Keynes, EEUU prefirió una institución más débil, en situación de dependencia, a una que habría resultado más eficaz pero en la que Estados Unidos habría tenido que compartir la responsabilidad con otros países. De ahí que, pese a sus préstamos, los recursos del FMI siempre hayan sido escasos. El FMI quizás ha sido capaz de actuar como catalizador (por ejemplo, definiendo las reglas de condicionalidad), pero no ha podido ir mucho más allá. 2. A pesar de la lógica contenida claramente en su mandato inicial, el FMI no ha sido capaz de obligar a las grandes potencias capitalistas (en especial a Estados Unidos), aunque evidenciaran superávits o déficits, a realízar ajustes estructurales tan duros como los que impone a los países del Tercer }Iundo. La explicación se encuentra, obviamente, en 1o dicho en el párrafo anterior. J. En sus relaciones con los países del Tercer N{undo, el FMI no ha perseguido el objetivo de prevenir niveles demasiado altos de en1.
deudamiento, como los de los años setenta, o, en consecuencia, reducir la deuda. Su tarea consiste en gestionar la deuda imponiendo ajustes estructurales diseñados con ese único propósito, pagar el servicio de la deuda, aun cuando sean perjudiciales para el crecimiento económico. 4. En sus nuevas relaciones con los países del bloque del E,ste, el FMI intenta acelerar la recuperación de monedas convertibles en un contexto de apertura máxima. La brutalidad extrema de las soluciones recomendadas por el Fondo ha sido obvia: 1a convertibilidad debió restablecerse en un año, mientras que en el caso de Europa occidental llegar a ese punto después de 19-15 supuso un período de quince años.
La gestión económica capitalista de la crisis de la sociedad contemporánea
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5. Al cumplir todas estas funciones, el FMI no ha contado con autoridad real para definir sus objetivos. El Fondo se limita a ejecutar i las estrategias definidas por el G7, estrategias basadas en el mínim0 común denominador entre las posiciones de Estados Unidos, Japón y la Comunidad Europea. No obstante, si queremos discutir de forma seria el valor de las propuestas alternativas hay que ir más allá de estas críticas. Concretamente, hay que preguntarse si es posible corregir las debilidades mencionadas y, por tanto, optar por transformar el FMI en un auténtico banco central mundial, un banco que naturalmente propondría ajustes, pero para todos, y lo haría como parte de una estrategia en pro del crecimiento y del desarrollo que lograría efectos significativos (crecimiento de la ocupación, descenso de la pobreza, etc.). Naturalmente, esa estrategia tendría también efectos positivos en el medio ambiente y lograría, finalmente, mayor apertura y una reducción de las desigualdades globales. Mi respuesta, sin embargo, es que dudo que eso sea posible, por las siguientes razones:
1. Las sucesivas fases de crecimiento y estancamiento que caracteri-
zan la historia del capitalismo no se han producido en virtud de un sistema monetario que ha resultado ser «bueno» en algunos casos y «malo» en otros. He sostenido, con Baran y Sweezy, que el capitalismo tiende, por naturaleza, a generar sobreproducción relativa y que la tendencia al estancamiento asociada a esa sobreproducción se supera, en las fases de crecimiento, por razones específicas en cada período. Para el período de posguerra esas condiciones son las que he analizado como un sistema triple, basado en: a) el «fordismo» nacional; b) la reconstrucción europea y el 'desarrollismo; y c) la liberación nacional, la sovietización y la «desconexión», todas ellas reforzadas por la gigantesca inversión militar del período. El fuerte crecimiento global que provocaron esas condiciones hizo que el sistema monetario funcionara de forma suave, a pesar de sus irregularidades. 2. Bajo esas condiciones, la estabilidad de los tipos de cambio no se debió a la adecuación del sistema de Bretton Woods, sino, al prin-
cipio, al poder económico de Estados Unidos. Ese poder, que se manifestó como «sed de dólares», fue reforzado por la convertibilidad del oro al dólar y por los controles administrativos sobre los movimientos de capitales en Europa, que se mantuvieron hasta que finalizó la reconstrucción y Europa estuvo en condiciones de abrir-
se al exterior. Este movimiento continuó, en detrimento de Estados
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El capitalismo en la era de la globalización
Unidos y hasta su declive relativo, y el sistema mundial pasó de la escasez a una excesiva disponibilidad de dólares. Al mismo tiempo, empezó una crisis con la erosión de las bases de la prosperidad de posguerra a finales de los años sesenta, antes de la primera crisis del petróleo de I973, que colapsó las oportunidades parala inversión productiva. La concomitancia del déficit estadounidense, que comportaba que el mercado dispusíera de un exceso de dóIares, y de la crisis de la inversión productiva, produjo una masa de capital flotante sin lugar donde ir. Por tanro, optar en 1973 por tipos de cambio flotante fue perfectamente racional: permitió que esta gigantesca masa de capital flotante encontrara como salida la especulación financiera. En la actualidacl, aunque el comercio mundial se estima en 2,000 millones de dólares estadounidenses, ¡los movimientos internacionales de capital se considera que alcanzan los 50.000 millones de dólaresl Sin apertura financiera,v sin tipos de cambio flotantes, el peso letal que suponía esa masa de dinero hal¡úa agravado la crisis. La lógica del sistema requiere, por tanto, centrarse en la <>, sus conjuros en favor de «estimular la oferta>>, no son más que retórica, por lo que no hay razón alguna pata considerarlas sinceras o creíbles. 4. Los altos tipos de interés
no constituyen un error. Son la forma más eficaz de garuntizar un retorno aceptable para el capital flotante, habida cuenta de que ese capital erige garantías respecto de los riesgos de cambio que implica el sistema t-lerible que se ha es-
La gestión econó¡nica capitalista de la crisis de la sociedad
contemporáneu )l
tablecido. Por tanto, nos encontramos ante un coniunto coherente de políticas para gestionar la crisis. 5. Por consiguiente, no considero que la culpa le corresponda al FMI. Las instituciones de Bretton \X/oods se adaptaron y sirvieron de apoyo al auge de posguerra basado en el riple y complementario sistema que antes he descrito. Cuando el sistema entró en crisis, el sistema de Bretton \X/oods se colapsó. La opción que se escogió para afrontar la nueva situación (monedas flotantes, altos tipos de interés y liberalización de los flujos de capital) ha permitido, hasta el momento, una gestión eftcaz de la crisis, desde el punto de vista del capital. Al mismo tiempo, permite a Estados Unidos prolongar su hegemonía, manteniendo el papel internacional del dólar a falta de una alternativa, y cubriendo su déficit mediante préstamos forzados concedidos por sus socios. Dicha opción esta lejos de ser irracional, concuerda perfectamente con los intereses estadounidenses al contribuir al costoso mantenimiento de la posición militar hegemónica del país. Existe una notable analogía entre la situación actual y 1o que sucedió cuando el Reino Unido perdió su posición económica dominante. Inglaterra dejó de ser la potencia industrial más eficiente hacia 1880, pero el patrón libra esterlina sobrevivió durante el largo proceso de decadencia del país, es decir, hasta 191 1. Ello nos permite comprender la notable y precisa analogía que estableció \X/alter Russell Mead entre la actuación del actual sistema, en el que el pago del servicio de la deuda está por encima de cualquier otra consideración, y la actitud de los vencedores en Versalles al concluir la Primera Guerra Mundial. En mi opinión, la analogía puede ir aún más lejos en el tiempo y aplicarse a otras actitudes además de la deuda internacional. 6.Las intervenciones en los países del Este están dictadas por la lógica política. La brutalidad de las medidas adoptadas está orientada por objetivos políticos claros: desmantelar las estructuras productivas de los países de Europa oriental y de la antigua Unión Soviética para reincorporarlos en el capitalismo mundial como periferias subordinadas, no como socios iguales; desmoralizar a las clases trabajadorus y reforzar la nueva burguesía <>. Se persigue también desmantelar esos países -la viética, Yugoslavia, Checoslovaquia- y quebrar los vínculos de solidaridad económica entre ellos. De ahí que, mientras el plan Marshall apoyó los primeros pasos haciala construcción de lo que sería 1a Comunidad Económica Europea y alentó la cooperación entre los países en Europa oriental, la política occidental ha intentado acelerar la desintegración del antiguo CAME (más cono-
)B
El capitalismo en
1a
era dc
1a
globalización
cido como COMECON, el nombre que populartzóla CIA), aunque tal cosa supusiera dificultades adicionales para la reconversión de las economías regionales.
En función de todas estas consideraciones, me parece que la propuesta central de los reformistas, transformar el FMI en un banco central mundial, no es realista, si bien la idea es plenamente lógica. La globalización ha erosionado el poiler de los Estados nacionales y, por tanto, exige una gestión mundializada de los sistemas económicos, financiero y monetario. Ahora bien, la inferencia derivada del hecho de la globalización resulta, así formulada, inadecuada, puesto que ninguna economía puede existir sin política y sin Estado. Por consiguiente, la globalización economica requiere lógicamente la construcción de un sistema político mundíal capaz de responder al desafío, un sistema de poder capaz de gestionar compromisos sociales a nivel planetario, de la misma forma que los Estados los gestionan a nivel nacional. No existe, sin embargo, suficiente madurez en el sector, ni siquiera entre el grupo de países capitalistas dominantes (la OCDE o, dentro de Europa, la UE) y a fortiori tampoco en una escala mayor. En ese contexto, no resulta objetivamente posible contar con una moneda universal y, por consiguiente, con un banco central mundial. Disponer de la moneda y del banco implican haber resuelto el problema político, algo que no ha sucedido. La propuesta de un banco central mundial reitera los argumentos expuestos por Keynes en 1945 y las mismas razones que hicieron que el proyecto resultara utópico en aquel momento siguen siendo válidas en la actualidad, pese a los progresos realízados por la globalización económica. El Nuevo Orden Económico Internacional (NOEI) y el supuesto <> entre la cuestión de una moneda internacional (derechos especiales de giro o DEG) y el desarrollo se basaban en la misma lógica. Sin embargo, el proyecto no funcionó, .v por buenas razones. En mi opinión, el capitalismo es incapaz de superar la reciente contradicción entre su gestión económica en un espacio cadavez más mundializado y su gestión política y social, que sigue estando fragmentada en espacios nacionales diferentes. Las alternativas son, a nivel mundial, socialismo o barbarie. No obstante, hay que responder al desafío y proponer soluciones. Lo haré avanzando a continuación algunas que creo que no son utópicas, puesto que permiten aceptar la contradicción a que acabo de referirme. Partiendo de la perspectiva de construir un mundo policéntrico, las propuestas se centran en la organización política y económica de interde. pendencias controladas, así como en la autonomía de regiones amplias y desigualmente desarrolladas. Implican, por ranro, sistemas monetarios regionales, convenientemente articulados. No ponen el carro delante de los
La gestión económica capitalista de la crisis de la sociedad contemporánea
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bueyes, como sucede, en mi opinión, con el proyecto de un banco central
mundial, o incluso de un banco central europeo. Forman parte de la lógi— i ca de una transición muy larga del capitalismo actual, en crisis, a un so— cialismo mundial que no puede conseguirse de una vez por todas y me— diante una varita mágica, ni siquiera si esa varita fuera la creación de una moneda mundial. Las instituciones financieras del desarrollo forman una constelación en la que encontramos las instituciones de Bretton Woods, las establecidas por las Naciones Unidas, las comisiones regionales y las vinculadas a la construcción europea. En su conjunto, estas instituciones tuvieron su
apogeo en la era de Bandung, de 1955 a 1975, cuando la estrategia consistía en alcanzar el nivel de los países desarrollados mediante procesos de
construcción nacional autónomos, modernizados, realizados de forma in-
terdependiente. Entraron en crisis cuando el proyecto nacional burgués definido en Bandung se desmoronó, para colapsarse definitivamente al tiempo que el sistema de acumulación de capital entraba en crisis a nivel mundial. EZ Banco Mundial
En términos de volumen total de los fondos manejados, el Banco Mundial supera de largo el resto de las instituciones, con 290.000 millones de dólares estadounidenses transferidos bajo su autoridad desde su crea-
ción hasta 1992, con un volumen de compromisos anuales que supera en
la actualidad los 20.000 millones de dólares. Hay que añadir a las cifras an— teriores unos 11.000 millones que desembolsan en la actualidad los bancos
regionales. Por tanto, la totalidad del sistema de Naciones Unidas es, comparativamente, algo marginal. Así, aunque intentó convertirse en el rival
del BM creando su propio fondo para la asistencia al desarrollo agrícola, creado por la FAO en 1978, finalmente se vio obligado a capitular. Lo cierto es que de 1955 a 1975 las instituciones de las Naciones Unidas desempeñaron funciones políticas e ideológicas esenciales para el proyecto de Bandung de los países del Tercer Mundo. El papel de la Comisión Económica para América Latina (CELA) y de Raúl Prebisch, un pionero de lo que acabaría convirtiéndose en la ideología del desarrollo, así como la tarea de la Conferencia de las Naciones Unidas para el Comercio y el Desarrollo (UNCTAD), un importante contribuyente a la cristalización del proyecto de NOEI propuesto por el Tercer Mundo en 1975, no son en modo alguno menospreciables. Las iniciativas de estas instituciones probablemente han tenido escasa influencia en las políticas del BM, pero han tenido un efecto obvio en el Programa de las Naciones
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El ca¡ritalismo en la era de la globalización
unidas para el Desarrollo (PNUD) y en las insrituciones especializadas en su momento culminante. Sea como sea, esos días son yaagua pasada, para siempre ypara todos. La ideología del desarrollo murió con el fin del proyecro de Bandung. Ahora es el momento de <
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sector agrícola, el Banco se ha centrado en destruir la autonomía de1 mundo campesino, acabando con la economía de subsistencia mediante su apoyo a formas de crédito orientadas a tal fin, y promoviendo la diferenciación del mundo rural a través de la revolución verde. En otros sectores, el BM ha reaTizado igualmente otras funciones significativas con e1 objeto de reforzar la integración dependiente de las economías del Tercer Mundo. Ha promovido sistemáticamente el uso de carreteras (en oposición a los trenes), ha abierto los mercados a las exportaciones de crudo y ha alentado la dependencia del petróleo, algo que agrava el déficit comercial de muchos países. Ha promovído también la explotación de las selvas con fines exportadores, sin tomar en consideración los grandes daños producidos a la ecología o la devastación del país y de su futuro que ello comportaba. Por otro lado, el Banco ha sido coherente y ha contribuido bien poco a la industrialización, incluso ala de países como Corea del Sur, que ahora elogia y cuyos éxitos son el resultado del repudio por parte de dicho país de los preceptos del Banco, es decir, abrir la industria al capital extranjero, evitar los subsidios, etc. Naturalmente, la estrategia global del BM nunca ha mostrado preocupación, antes o después de 1980, por la situación de los pobres, como se llaman en la actualidad. Ni tampoco se ha preocupado nunca por el medio ambiente, con independencia de su retórica al respecto. La destrucción sistemática de las tierras comunales, que siempre ha apoyado, iunto a la deforestación, se han realizado a expensas del equilibrio ecológico y del bienestar dela mayoría de las clases populares. Por si fuera poco, el Banco siempre ha mostrado, pese a su pretensión de ser apolítico, una clara preferencia por los regímenes más alineados con \X/ashington y sus aliados (Mobutu, Marcos, Pinochet, Suharto o los Tontons Macoutes), sin que le haya incomodado el tema de la democracia o asuntos como la corrupción y la ineficiencia de muchas de sus íntervenciones bajo tales regímenes.
Durante un cierto período de su historia, el Banco tuvo la función ideológica de conmarrestar la «ideología de la planificación>> ofreciendo una contraideología basada en el <>, aunque la teoría no era muy sólida. El uso de <> tuvo bien poco sentido: sólo podían tener influencia en las decisiones si íban acompañados de controles de los precios y de subsidios, algo que contradecía el dogma que debían apoyar. Y, en efecto, el precio en la sombra <> asignado altrabajo no cualificado sirvió de pretexto para justificar políticas de bajos salarios, para generar pobreza en lugar de combatirla. Al mismo tiempo, el Banco también ha rcalizado ejercicios estilísticos académicos, que, globalmente considerados, resultan poco dignos, habida cuenta de que siempre han tenido como finalidad legitimar las estrate-
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gias del capital dominante. Bastará con un ejemplo. En un libro sobre Costa de Marfil, escrito en 1.965, predije el <> del sistema, y el endeudamiento externo, para el año 1985. El Banco, que obviamente apoyabala estrategia neocolonial para el país, consideró necesario replicarme con un estudio al menos cincuenta veces más caro que el mío, cuya lectura detenida debería provocar en la actualidad las carcaladas de cualquiera que lo examine. Todas las instituciones ,.financiadoras del desarrollo>> aquí consideradas, junto a los fondos de ayuda bilaterales (que, en realidad, han sido mucho más importantes), han representado únicamente una fracción, no menospreciable pero ciertamente menor, del mercado de capital, incluso si nos limitamos al capital canalizado a través de categorías distintas: el capital que busca inversiones en actividades productivas (minería, petró1eo i,energía, industria, transporte y comunicaciones, construcción, hote1es, turismo y otros servicios); v el capital flotante que busca inversiones financieras a corto plazo. El primero de estos mercados no ha sido menospreciable para el capital estadounidense, japonés y, en menor medida, europeo, sobre todo durante los años setenta cuando la «relocalización>> estaba en pleno auge. Europa, sin embargo, prefirió invertir su riqueza en regiones rezagadas situadas en sus propias fronteras (Italia, España) y no en regiones de dependencia directa. Ello explica el papel concreto que ha tenido la convención de Lomé (la asociación Comunidad Europea-ACP) en la conformación del desarrollo del África subsahariana. A dicha convención le corresponde un significativo porcentaje de la responsabilidad del desastre africano, con su secuela de marginación y progresiva transformación en <, merced a su apoyo a las exportaciones primarias tradicionales (agricultura y minería) y su prejuicio respecto de la indust rialización. El mercado de capital flotante, que ha impedido el crecimiento del primer mercado desde principios de los años setenta, sólo tiene un interés marginal por el Tercer Mundo, aunque hay que señalar que una parte importante del capital acumulado en América Latina, Áfri., y Oriente Medio es absorbido por dicho mercado, gracias a la liberalización y globalización de los sistemas bancario y financiero, un proceso al que intentan resistirse el este y el sudeste ¡siático e India. Por otro lado, la mayor parte de ese capital busca lugar de inversión deambulando de una memópolí financi era a otra, por lo que sólo ocasionalmente visita los centros financieros del Tercer Mundo. Las cosas quizá puedan cambiar en el sector para algunos pocos paí.ses del Tercer Mundo que podrían resultar aúactí'vos para el capital. Esto es precisamente 1o que subrayan el BM y otras instituciones, aunque olvidan mencionar que el grueso de la afluencia de dicho capital toma la forma de inversiones financieras y no pretende por
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tanto invertir en el sector productivo, el caso justamente de algunos países latinoamericanos. La fragilidad del equilibrio externo logrado bajo es— . tas condiciones nos impide considerar dichos movimientos de capital como el punto de partida para un desarrollo sostenible. BZ GATT y [a Organización M¿(”dial del Comercio El GATT y la Organización Mundial del Comercio, instrumentos re— guladores del comercio, constituyen la tercera dimensión del sistema de regulación que estamos analizando. Los principios que fundamentan su actuación son los de apertura y libre comercio: evitar la discriminación en favor de los productores nacionales y también la conducta agresiva por parte de los exportadores (dumpmg); reducir los aranceles y prohibir otras formas de restricción cuantitativa (formas abiertas como las cuotas y también prácticas desleales enmascaradas bajo regulaciones administra— tivas o sanitarias injustificadas). Quienes apoyan al GATT y la OMC basan sus argumentos en una idea simple pero errónea, a saber: que el libre comercio favorece la expansión comercial y que dicha expansión alienta, a su vez, el crecimiento. La expansión del comercio, particularmente durante el período de posguerra, ha sido una consecuencia y no una causa del fuerte crecimiento del periodo, en gran medida originado por los subsistemas del sistema tri— ple que antes he analizado. La expansión fue muy rápida durante los primeros años, a pesar de las altas tarifas arancelarias y otras formas de protección. La posterior crisis del sistema comportó una regresión del comercio mundial: la tasa de crecimiento comercial cayó en un 7% du— rante los años setenta, a pesar de las medidas de liberalización y del descenso de los aranceles. De forma general, podemos decir que la historia real no demuestra que exista en modo alguno una correlación entre el libre comercio y la expansión comercial (Siendo este último consecuencia del primero y no a la inversa), ni entre períodos de crecimiento y proteccionismo o bien libre comercio por parte de los regímenes. Dicho esto, hay que añadir que ciertamente el crecimiento alienta politicas de libre comercio, mientras que el proteccionismo a menudo constituye una reac-
ción a la crisis. Los partidarios del libre comercio refuerzan su argumentación apelando al famoso teorema de la economia neoliberal según el cual las pérdidas que se ocasionan a los consumidores a causa de los aranceles son mayores que la suma de los beneficios que obtienen los productores protegidos y el Estado merced al cobro de derechos. Las cuotas son, supuestamente, peor negocio, ya que privan al Estado de los derechos de im-
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portación. La demostración del teorema, que naturalmente implica un mundo irreal de competencia pertecta, se basa, por otro lado, en un análisis estadístico. La historia muestra que los beneficios obtenidos por los incrementos en la productividad son netamente superiores a los que pueden obtenerse, en el mejor de los casos, por la ventaja competitiva. La historia muestra también que los precios relativos no están determinados por el mercado, sino por las condiciones sociales , más allá de la oferta y la demanda, en las que opera la producción. De ello se deduce que la polarización global lleva necesariamente al se expresa a través de- dete-y rioro de ios dobles términos factoriales del comercio, al detrimento de las periferias, en el sentido de que existe mayor desigualdad en la distribución de la remuneración del trabajo que en la distribución de la productividad. Me atrevería incluso a afírmar que este fenómeno, intrínseco a la expansión capitalista global v polarízada, caracteriza no sólo el comercio anterior (intercambio de productos manufacturados del centro por productos primarios de la periferia), sino también el comercio futuro entre periferias industrializadas que exportan bienes manufacturados y centros que ejercen sus cinco monopolios. Los gobiernos del Tercer Mundo tienden a defender los principios básicos del libre comercio por razones fácilmente comprensibles: para los países que han entrado ya en la era industrial, el acceso a los mercados del Norte resulta posible (son competitivos) y vital (paru pagar artículos como los derivados
.
1. Apertura de los mercados del
Norte a las exportaciones industriales del Sur (el Norte replicó excluyendo los productos textiles de las reglas del GATT-OMC). 2.Meiora de los términos del comercio para los productos agrícolas
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tropicales y los productos mineros (hubiera sido una buena forma de proteger el medio ambiente, pero el GATT OMC no dijo nada. sobre el asunto). 3. Mejor acceso al financiamiento internacional (el GATT-OMC replicó con reglas bancarias l1berulizadas que facilitaron la transferencia de capitales del Sur al Norte). 4. Creación de condiciones más normales para las transferencias de tecnología, a lo que el GATT-OMC replicó reforzando los monopolios en nombre de la denominada <>.
Por consiguiente, el proyecto del NOEI fue rechazado de forma más GATT OMC. Las primeras sesiones negociadoras (la ronda Kennedy, y luego la ronda de Tokio, que finalizó en 1919) se dedicaron casi exclusivamente a la reducción progresiva de los aranceles, Al principio del período (1945 1941) todo el mundo admitía que éstos eran casi prohibitivos: 40"/" como arancel promedio europeo (distribuido de forma prácticamente igualitaria) y casi lo mismo para el estadounidense (distribuido en este caso de forma muy desigual, dado que la diferenciación buscaba la protección casi absoluta de los sectores amenazados). Como ya he dicho, estos aranceles prohibitivos no limitaron de forma notoria la expansión del sector, que se produjo a oA enffe 19fi y 196) ftente a un crecimien una tasa anual media del 6, 1 , to del PNB del 4)"/o. Durante el transcurso de la ronda de Uruguay, que finalizó en dicíembre de 1993, las potencias occidentales persiguieron objetivos comunes, mientras intentaban alavez conciliar algunas de sus diferencias. Hay que decirlo de forma clara y contundente: el común denominador de todas las potencias occidentales en el asunto fue una matcada hostilidad hacia el Tercer Mundo, puesto que el auténtico objetivo de la ronda de Uruguay fue bloquear la competitividad del Tercer Mundo industrializaclo, aun a expensas de los sagrados principios del liberalismo, para reforuar de tal forma los cinco monopolios de los centros dominantes. En este sector, como en cualquier otro sector y momento, predomina el doble patrón. Presentaré a modo de prueba las siguientes observaciones: o menos unánime por el Norte. Tenemos, eso sí, el
1.
El comercio regulado por el GATT OMC representa únicamente e|7 "/" del comercio mundial. Entre las exclusiones significativas se encuentran las fibras textiles (esta exclusión <
por el Acuerdo Multifibras, ¡lleva veinticinco años funcionandol), los productos agrícolas (incluyendo los aceites tropicales, que compiten con los aceites de países templados), los productos mi-
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neros, etc. Como compensación, a los países en vías de desamollo se les permite de forma recíproca concederse entre sí ciertas preferencias, una concesión, en realidad, insignificante. 2. Se atacan los medios que usan los países del Tercer Mundo que pretenden obligar a las transnacionales que operan en sus territorios a atenerse a las reglas de competencia y a apo\/ar el desarrollo nacional: cláusulas que exigen un mínimo contenido nacional en la producción, exportaciones mínimas, etc. Lo cierto es que las ffansnacionales no fomentan la competencia (a través de las exportaciones), sino que fratan de fortalecer su posición de monopolio en el mercado local, y ahí está justamente el GATT-OMC para ayudarlas en su cometido. Lalógica de las famosas «medidas de protección relacionadas con el comercio>> presentes en la ronda de Uruguay es precisamente ésa.
l. Los ,
comerciaies relativos a la propiedad intelectual>> constituyen una ofensiva no a favor de la competencia, sino, por el contrario, para reforzar el poder de los monopolios tecnológicos a expensas, naturalmente, de los países en vías de desarrollo, para quienes la posibilidad de adquirir la tecnología que precisan para progresar deviene aún más insegura. ¿Los <> que el GATT-OMC quiere incluir en esta categoría nos retrotraerán a las prácticas de monopolio mercantilista de hace 100 años? Lo cierto es que ni siquiera el lenguaje que se usa para discutir el tema es neutral, puesto que ya no se habla del conocimiento como propiedad común de la humanidad, sino, por el contrario, de ipiratería si alguien intenta apropiárselo ! Esta política Íoza a veces la obscenidad: por ejemplo, el GATT-OMC quiere prohibir al Tercer Mundo manufacturar productos farmacéuticos baratos, que son de vital import ancia, para proteger los enormes beneficios de los monopolios en dicho sector. 4. Mienras los medios de comunicación dominantes están ocupados denunciando la corrupción, el GATT OMC pretende prohibir a los países del Tercer Mundo que empleen inspectores para con, trolar los precios impuestos por los exportadores occidentales, precios que proporcionan una oportunidad ideal paru la corrupción y la evasión de impuestos mediante transferencias ilegales de capitales.
5. La ofensiva en favor de la apertura de los mercados a las actividades de los bancos y compañías de seguros occidentales pretende acelerar la transferencia de capital del Sur al Norte. Asia se opone a ello, pero ¿cuánto tiempo podrá resistir?
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La afirmación del GATT-OMC de que defiende la v justa com"libre iustifica, ya que, en realidad, es una organización totalmente subordinada al^s transnacionales. Como es sabido. se rrata de la institución más opaca imaginable, al encont¡arse, en secreto. a la sombra de la cámara de comercio internacional, el club de las grandes transnacionales. No resulta sorprendente que'el GATT-OA,IC ignore totalmente las cuestiones de desarrollo sostenible, que se circunscriben a debates que se celebran en otros foros. También ignora la cuestión medioambiental. protestando, a expensas del futuro, de cualquier regulación de la industria minera. La desregulación que recomienda el GATT-OA,IC sólo pretende beneficiar a los monopolios transnacionales reduciendo a cero el espacio en que los Estados, y particulamente los Estados delTercer llundo, pueden ejercer su gestión. petencia>> no se
Las divergencias entre las principales potencias occidentales en el GATT-OMC, comparadas con el frente común al que hemos aludido, no tienen la importancia que les atribuyen los medios de comunicación dominantes, que han callado respecto de otros asuntos. Muchos de esos conflictos se resuelven mediante .> entre competidores monopolistas que practican el reparto de mercados o las <.restriccíones voluntarias>> de las exportaciones, en patente contradicción con el dogma del liberalismo. Sin embargo, otros conflictos han proporcionado a Estados Unidos oportunidades para expresar de forma abierta su arrogancia;
El conflicto entre Estados Unidos,la CE yJapón acerca de sus subsidios agrícolas, cubiertos por el llamado acuerdo de Blair House, es el más conocido. Como es sabido, los países de la CE son actualmente autosuficientes en materia de alimentos y se han convertido en exportadores de éstos, desvinculando sus precios de los del mercado mundial, una práctica que la CE prohíbe a los países del Tercer Mundo. También es cierto que Japón (y Corea) querrían mantener su autosuficiencia alimentaria protegiendo a sus productores de arroz. Sin embargo, los subsidios estadounidenses a la agricultura son mucho más antiguos que la política agrícola común de la CE. Los conflictos sobre los sectores que se denominan <>, pero exige 1.
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siempre que los restantes países estén abiertos a su espionaie tecnológico. La resistencia en este sector se considera inaceptable y alimenta las amenazas estadounidenses de represalias en función de las célebres cláusulas especiales )01 y 301 Super.
No obstante, puesto que el GATT OMC representa directamente
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ias transnacionales y no a los Estados, ios conflictos en estos sectores no oponen a los E,stados tanto como parece a primera vista. En la mavoría de los casos la opinión se encuentra dividida dentro de cada país, alineada en función de intereses particulares que se oponen o apoyan las posiciones en conflicto presentes en el GATT-OMC.
GLOSALIZ,\CIÓN: LA NECESIDAD DE UNA GT,STIÓN E,CoNOIvIICA INTERNACIONAL
La globalización del sistema capitalista no es ciertamente algo nuepero resuita incuestionable que recientemente ha sufrido un avance vo, cualitativo. Por otro lado, la acentuación de la interdependencia económica entre países se produce en un momento en que asistimos a una crisis de acumulación, cuando el auge de posguerra ha dado paso al estancamiento. Esta nueva situación ha merecido una respuesta configurada por 1os intereses dominantes clel capital, aunque está por ver si esa respuesta podrá sostenerse. También existen interrogantes sobre si dicha respuesta permitirá gestionar correctamente la crisis o, lo que es lo mismo, hacerlo sin agravar los peligros de caos y colapso o, por último, tampoco está claro si estará en condiciones de ir más allá v preparar el terreno para una recuperación del crecimiento. La critica de las poiíticas apiicadas por las instituciones de Bretton \X/oods no puede separarse de las respuestas que se den a los anteriores interrogantes. De idéntica forma, las propuestas de soluciones alternativas que sustituyan dichas políticas tampoco pueden separarse de la perspecfiva social y política global en que se sitúa la visión del capitalismo <>.
El avance de la globahzación no se ha limitado al comercio: una parte considerable, aproximadamente un tercio, de la producción agrícola e industrial de los países capitalistas avanzados se intercambía actualffrente en el mercado mundial. Afecta también a los sistemas productir,os (los sistemas nacionales autocentrados están siendo desmantelados prog.resivamente para reconstituirse como parte de un sistema productivo global integrado), a la tecnología (las tecnologías específicanrente nacionales dan paso a tecnologías universales), a los mercados financieros y a
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muchos otros aspectos de la vida social. Un fenómeno sim¡.rlráneo es la integración de los países del Tercer Mundo que se han embarcado en la in-. dustrialización (atribuyo esta transformación al triunfo de los movimientos de liberación nacional tras la Segunda Guerra Mundial r,al apovo que los países del bloque del Este proporcionaron al proyecto de Bandung, y no a que la lógica de la expansión capitalista hubiera modificado los términos de la división internacional del trabajo y erosionado las formas clásicas de polarización centro/periferia para empezar a reemplazar dichas formas, pronto obsoletas, por los cinco monopolios ya mencionados). Naturalmente, la nueva globalización erosiona por definición la eficiencia de 1a gestión económica por parte de los Ilstados nacionales, aunque no abole su existencia. Por consiguiente, se produce así una nueva contradicción que, en mi opinión, resulta insuperable para el capitalismo. La razón de ello es que el capitalismo es más que un sistema económico; su economía es inconcebible sin una dimensión social y política, lo que implica un Estado. I{asta hace muy poco,la expansión del capitalismo se basó en la coincidencia entre el espacio en que se determitlabala reproducción de la acumuiación y el espacio de su gestión social y política: el espacio del Estado-nación cenmal conformó la estructura del sistema internacional. Ahora, sin embargo, hemos entrado en una eta caracterizada por una separación entre el espacio mundializado de gestión económica del capitalismo y los espacios nacionales de su gestión social y política. En esas condiciones, la lógica de intereses del capital clominante exigiría que se diera prioridad a la gestión económica globalizada, a expensas de las funciones del Estado nacional. Dicha lógica se muestra en el discurso plenamente antiestatista de los medios de comunicación dominantes, que piden la supresión de las intervenciones sociales del Estado, la privatización masiva, etc. Estos argumentos falaces son fáciles de refutar. Así, la privatización de los servicios sociales es cara e ineficiente; la atención sanitaria en Estados Unidos, por eiemplo, cuesta el doble que en Europa y es de inferior calidad. Sin embargo, resulta muy rentable a las compañías aseguradoras estadounidenses. La priv atización reemplaza a las burocracias públicas, que pueden someterse a algú,n tipo de controi democrático, por burocracias privadas opacas e irresponsables. En la mavoría de los países del Tercer Mundo, el sector público no sólo ha realtz¡do tareas pioneras que están más allá de la capacidad del sector privado local o extraniero, sino que, en algunos casos, la sustitución de monopolios públicos por otros privados ha ayudado a financiar la acumulación r' ia correcta distribución de los ingresos. Naturalmente, el contenido social de la nacionalización presente en el proyecto de Bandung (nacional v burgués) determinó los propios límites de dicha nacionalización. Los ingresos producidos se canalizaron en primer lugar hacia la expansión de
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las nuevas clases medias y no hacia las clases populares; la gestión fue a veces deficiente, bien por razones objetivas (carencia de los recursos necesarios para poner en práctica una modernización en el momento preciso), bien por razones políticas y sociales (el déficit del sector público financió la expansión de un sector privado parasitario), o bien por razones de gestión política (enre las que se cuenta la corrupción). Pero el capitalismo privado no es en modo alguno mejor, socialmente hablando, y ni siquiera es seguro que sea más eficiente. De hecho, algunos estudios han mostrado que la rentabilidad del sector público en los países más industrializados de Asia y América Latina era mayor, en promedio, que la de sectores privados comparables occidentales. Por consiguiente, volviendo a nuestra argumentación, lo cierto es que el ataque contra el Estado contradice la retórica que se pronuncia al unísono en favor de la democracia, la transparencia y la eficiencia. Desgraciadamente, una gran mayoría de ONGs han adoptado esta posición, contribuyendo al discurso antiestatista, sin comprender que los resultados de la ofensiva del capital en este sector son siempre catastróficos para las clases populares. Muy pocas veces se observa que la púvatización desempeña un impor¡ante papel en la gestión de la crisis, al proporcionar salidas a los excesos de capital característicos de la crisis. En mi opinión, ésa es justamente una de las razones de la operación, aunque tal cosa conlleva un alto
precio. En efecto, el capital así invertido no contribuye al desarrollo del sistema productivo y, por tanto, es incapaz de reducir el desempleo. Las ganancias obtenidas por el capital en dichas condiciones agÍavan la desigualdad, habida cuenta de la escasa capacidad del Estado para intervenir y paliar los efectos negativos de la globalización. El proyecto de reducir la gestión del sistema a la regulación mediante el mercado mundial es, por consiguiente, plenamente utópíco. Como ha señalado Kostas Vergopoulos, la coherencia nacional está ciertamente de baja, pero no está siendo sustituida por una coherencia a nivel mundial, que sigue siendo esquiva. Tal cosa no resulta sorprendente, puesto que dicha coherencia exigiría un Estado mundial o, al menos, un sistema político tan efectivo a nivel mundial como ha sido el Estado nacional al suyo. Las instituciones económicas internacionales no resuelven el vacío puesto que, como hemos visto, son simples instrumentos de gestión del mercado en manos del capital. Las Naciones Unidas, ahora devaluadas, no están avanzandohaciala construcción de un sistema político mundial, sino que, por el contrario, están retrocediendo en ese terreno, Admitiendo dicho fracaso, Vergopoulos expresa algunas reservas justifícadas acerca de la realidad de la «globalización>>. Observa que a pesar de la globalización de los mercados, las estructuras macroeconómicas nacionales siguen siendo determinantes de enorme importancia. La <>
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entre empresas es, en realidad, competencia entre unidades nacionales. Ha escrito concretamente que <>. En estas circunstanciás, la globalización incrementa las disparidades y las incoherencias, por 1o que es algo frágil. En estas condiciones, el sistema puede llegar a un punto en que haga explosión, o puede evolucionar hacia una rcgionalización competitiva, como veremos más adelante. Quedan muchas otras preguntas; ¿la globalización procede contra un fondo de estancamiento? ¿Es la causa de ese estancamiento? Voy a responder en términos dialécticos y díscriminantes: el estancamiento no es un resultado directo de la globalización, pero la globalización capitalista es responsable de la erosión de los tres subsistemas que formaron la base del crecimiento de posguerra, a saber: el Estado del bienestar nacional en Occidente, ei provecto nacional-burgués de Bandung en el Tercer Mundo y la sovietización en el bloque del Este. Además, el estancamiento se ve perpetua do y agravado por las políticas a que recurre el capital dominante para gestionar la crisís. El estancamiento, que hasta el momento ha caracterizado el sistema durante veinticinco años, obviamente genera un enorme excedente de capital que no encuentra salida en la inversión productiva. En estas condiciones, la respuesta del capital dominante a la situación es perfectamente lógica: se da prioridad ala gestión de la masa de capital 1'lotante. Dicha gestión requiere la máxima apertura financiera a nivel mundial y altos tipos de interés. Al mismo tiempo, el sistema permite a Estados Unidos mantener su posición negativa, puesto que financia su déficít drenando esa masa de capital flotante. Ésa es la única forma de mantener su hegemonía, imponiendo el dólar como moneda internacional por defecto y manteniendo un nivel extremadamente alto de gasto militar. Por otro lado, el sistema tiene las siguientes imperfecciones: a) es incapaz de proporcionar tipos de cambio estables, incluso entre las principales monedas (el dólar, el yen, el marco, y, como opción secundaria, el franco y la libra esterlina), distorsionando de ese modo ias reglas de la competencia internacional; b) conlleva una espiral de estancamiento a nivel planetario, convirtiendo el desempleo en un rasgo permanente de las sociedades occidentales; y c) bloquea la posibilidad de perseguir el desarrollo de muchas regiones periféricas. En lo concerniente a la primera de las imperfecciones, los principales centros de decisión, particularmente el G7, están buscando formas de corregir o ajustar la situación. Sin embargo, el estancamiento y la devastación causadas por las políticas de gestión de las crisis, presentes en las otras dos imperfecciones, no preocupan seriamente al capital dominante. El desempleo es un problema para las personas paradas, no para los capitalistas. Y si, además, el desempleo es ne-
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cesario para mantener la rentabilidad del capital, entonces ilarga vida al desempleol Tampoco es el desarrollo de la periferia un objetivo de las estrategias del capital. Por el conÚario, esas estrategias presuponen adaptarse, o aprovechar en el sentido más literal de la palabra, al crecimiento o estancamiento de las periferias, y, habida cuenta de que no existen en tal situación inversiones affactivas, al capital dominante le resulta provechoso gestionar la deuda del Tercer Mundo. Encontrar una solución al endeudamiento no está en 7a agenda porque, lisa y llanamente, no resulta de interés para el capital. Volvamos ahora a la valoración de las estrategias implementadas antes de la crisis. El Estado del bienestar, que se inició en 1945, aunque antes había existido de forma embrionaria, fue apoyado sistemáticamente, no de forma particular por las instituciones de Bretton Woods (su papel en este caso fue más que modesto), sino por los Estados, es decir, por los sistemas políticos de las potencias occidentales. ¿Las cosas transcurrieron así porque la 1uz del kevnesianismo iluminó finalmente la oscuridad en que estaban sumidas dichas potencias? ¿Se debió a que el capital dominante se convirtió a la utilidad de la esfera social? En modo alguno. La ra-
zón hav que buscarla en la <> del comunismo que existía en aquel entonces, que hizo que los bloques políticos hegemónicos en Occiden¡e tur-ieran que hacer frente al desafío, cosa que hicieron. De la misma forma. rampoco el desarrollo en el Tercer Mundo fue producido por la conversión de las elites occidentales al anticolonialismo; fue impuesto por e1 éxito de los movimientos de liberación nacional, movimienros que se beneficiaron del apoyo de los países del bloque del Este. La desintegración de la Unión Soviética (el último elemento del sistema tripartito) modificó las relaciones sociales, en Occidente y en el Tercer Mundo, en beneficio del capital dominante. El capital volvió repentinamente a su naturaleza original, aprovechando la oportunidad de quebrar los movimientos de trabajadores en Occidente (mediante el desempleo) y el movimiento de liberación nacional en el Tercer Mundo, desmantelando el desarrollo e instituyendo la <>, es decir, la recompra. El discurso de los poderosos lamentándose del desempleo y de la pobreza, como si tales fenómenos no fueran el resultado de sus políticas, es pura hipocresía. Las instituciones económicas internacionales no son directa o principalmente responsables de este estado de cosas, son meros instrumentos. En el pasado se usaron en pro del auge de posguerra en EuropayJapón (garuntizando la estabilidad de los tipos de cambio mienrras se empren'dían acciones de largo alcance como parte del plan Marshall y de la construcción europea) y el desarrollo en el Tercer Mundo (virando bruscamente a la derecha, lo que hizo que estos países se agotaran antes). En la
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actualidad están prestas a servir al sistema que se ha adoptado para gesrionar la crisis. La internacionalización de los bancos juega un papel importante en el análisis de la gestión de la crisis a que he aludido. Pero los tipos de cambio flotantes y el continuo crecimiento de la masa de capital libre proporcionó a los bancos la oportunidad de participar venrajosamenre en la especulación financiera para gestionarla crisis. Al mismo tiempo, la internacionalización de los bancos, y de las compañías aseguradoras, permitió que los ahorros del Sur fueran drenados por el mercado financiero especulativo del Norte. Naturalmente, todo ello puede considerarse escandaloso, y hay tantas razones como se quiera para afirmar y reafirmar que el capital privado no puede reemplazar a los bancos centrales en sus cometidos, aniquilando de hecho ese cometido, y que, por tanto, dichas tunciones deben ser públicas. No obstante, por escandalosas que puedan ser esas prácticas, no son absurdas. Hasta el momento hemos vivido más de veinte años con tipos de cambio flotantes. La experiencia refuta completamente el discurso teórico neoclásico que se desarrolló para legitimar su establecimiento. La experiencia muestra que no existe un equilibrio natural de los tipos de cambio, sino que los tipos determinan ajustes estructurales que siempre, o casi siempre, son asimétricos, y que pueden funcionar bien o no. Los flujos de capital supuestamente automáticos que contrarrestan los desequilibrios delabalanza de pagos, y que básicamente están formados por importantes flujos de inversión productiva, sólo existen en la imaginación de los profesores universitarios. Por el contrario, los flujos especulativos, que constituyen el grueso de los flujos, confieren a los tipos de cambio una volubilidad que les despoja de toda racionalidad. Esa volatilidad no sólo comporta serios desequilibrios macroeconómicos (destrucción de la base productiva en el caso de sobrevaloración, desarrollo parasitario de las actividades exportadoras que resultan insostenibles a largo plazo en el caso de subvaloración), sino que perpetúa también ineficiencias microeconómicas. Cuando el valor del dólar en relación con otras monedas se ha doblado o bien se ha reducido a la mitad, una y otra cosa en el espacio de pocos meses, ¿qué cálculos económicos pueden hacerse sobre dicha base que no sean de tipo especulativo? ¿Cómo pueden resultar eficaces los aranceles cuando se enfrentan a variaciones de precios relativos determinadas por las fluctuaciones en los tipos de cambio? No obstante, los tipos de cambio flotantes permiten el crecimiento masivo de la <>, proporcionando así una salida al capital ocioso generado por la crisis. De acuerdo con la teoría,los tipos de cambio flotante debían aliviar a los bancos centrales del problema de tener que manejar reservas en el patrón internacional.La teoría olvidó,
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El capitalsmo en la cra de la globalización
sin embargo, que la inseguridad provocada por la volatilidad de los tipos de cambio forzaría a todos los agentes que operan en los mercados externos a constituir significativas reservas privadas capaces de afrontar fluctuaciones impredecibles. A resultas de ello, hay que alimentar la liquidez existente en forma de reservas, de ahí la necesidad de tipos de interés altos,
De este modo, los tipos de cambio flotantes comparten parte de la responsabilidad en el estancamiento persistente. La preocupación por el equilibrio delabalanza de pagos, que está permanentemente amenazado por los movimientos del capital especulativo, comporta la ascendencia de una lógica que prioriza sistemáticamente las políticas antiinflacionarias y las exportaciones, aun cuando tal cosa requiere una contracción de la demanda interna. El resultado de eilo son la competencia perversa y una espiral deflacionista generalizada. El G7 ha intentado repetidamente poner orden en los tipos de cambio del dólar, el yen y el marco, pero, a tenor de la realidad presente, sólo podemos decir que no ha tenido mucho éxito. Y, sín embargo, en la Comunidad Europea se ha logrado una estabilidad relativa de los tipos de cambio. La razón hay que buscarla en el hecho de que las complementariedades estructurales internas de la CE permiten una cierta armonización de la remuneración de los factores de producción, que se ve reforzada por los flujos de inversiones productivas, de los centros europeos a sus periferias. La CE representa también una zona de seguridad y solidaridad política, puesto que puede ofrecer a sus miembros cierta estabilidad monetaria en sus relaciones lnutuas. No obstante, dicha estabilidad es frágil, iustamente porque ese sistema no puede ampliarse a la totalidad del continente europeo, EEUU yJapón. Un cont"licto de intereses mercantiles, que a este nivel no atemperan las solidaridades grupales, amenaza a los socios europeos, pero los amenaza de forma v en grado diferente a todos y cada uno de ellos. Europa sólo puede responder a este desafío si se encierra en sí misma. No obstante, Ias actitudes respecto de esta opción clivergen, dado que los países ,.fuertes>> (Alemania) difieren necesariamente de los otros al preferir la apertura. El sistema adoptado para gestionar la crisis permite a Estados Unidos seguir despreocupándose de su déficit, que es lo bastante grande como para absorber los excedentes de las restantes regiones desarrolladas (en la década de los ochenta, el déficit estadounidense fue de 911.000 millones de dólares. mientras que los excedentes ascendieron a 5T .000 millones de dólares para Japón , )96.000 millones para Alemania y 103.000 millones para los tigres de Asia oriental), drenando de esta forma el mercado internacional de capitales del que de otra forma habrían dispuesto otras re§iones del mundo. En estas circunstancias, la hegemonía de Estados Unidos puede describirse como <>. Gran Bretaña, la potencia hegemónica en el siglo xtx, tuvo un excedente estructur al: el5O"A de su for-
La gestión económica capitalista de la crisis de la sociedad contemporáne
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mación de capital bruto se invirtió en el exranjero entre 1870 y 1914, asegurando el ajuste estructural de los otros países. No es el caso actual de. Estados Unidos que, por el contrario, se encuentra con que su déficit imposibilita el ajuste estructural. Por consiguiente, el sistema se satisface con el ajuste estructural unilateral de los socios más débiles, el Tercer Mundo, en detrimento de su desarrollo. Al mismo tiempo, como parte de la serie de medidas implementadas a tal [in, se han impuesto a los países del Tercer Mundo tipos
de cambio sistemáticamente subvalorados. Tras descubrir finalmente este hecho obvio, que asegura que la «verdad de los precios>> supuestamente revelada por el mercado carece totalmente de sentido, el FMI se ha decidido a revisar a\ alza el PNB de esos países, calculándolo a partir de tipos de cambio ficticios basados en la igualdad del poder adquisitivo. Esta medida es puramente simbólica e incluso demagógica, puesto que las decisiones no se toman a partir de estos tipos ficticios, sino en función de tipos reales, que el FMI no pretende, obviamente, revisar. En casos extremos, que menudean cadavez más, el aspecto monetario del ajuste impuesto conlleva la>. Entonces, la moneda nacional da paso al dólar no sólo como instrumento de reserva, sino incluso como unidad de medida y medio de cambio, un proceso que requiere importar esa divisa financiando la operación mediante el endeudamiento externo. De esta forma se completa el ciclo, el sistema de gestión de la crisis ha tenido éxito y ha proporcionado una nueva salida al capital flotante en busca de inversiones. El G7 se constituy ó para coordinar la gestión de la crisis en el nivel de las principales potencias capitalistas. Ya he mencíonado el escaso éxito que ha obtenido en lo relativo a la estabilización del cambio. Como gestor de la crisis, el G7 es <>. Se ha contentado con establecer los principios de ajuste unilateral de la periferia en 19J6, con organizar el reciclaje de los petrodólares en 1980 a favor del sector financiero especulativo y luego alentar la caída de los precios de las materias primas (la principal razón de la guerra del Golfo), con organizar la renegociación cle la deuda en 1982 (sin crear las condiciones para resolver el problema), y en 1992 con incluir a Rusia y a los países de Europa oriental en las estrategias de ajuste unilateral. Por tanto, la estrategia pretende gestionar la crisis y no buscar formas de resolverla. En este contexto, incluso la existencia de la deuda es perfectamente funcional, puesto que resolver el problema resultaría contraproducente desde la perspectiva del sistema. De ahí que todas las mediclas que se han tomado, presentadas demagógicamente como soluciones, han empeorado pura y simplemente la situación. La deuda aumentó de
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El capitalismo cn la era de la globalización
900.000 millones Cc dólares en l9B2 a 1,5 billones de dólares,la mitad de los cuales se gastaron en el pago de intereses. La pregunta importante es, empero, ¿si este tipo de gestión es sufi-
cientemente fuerte para perdurar? El argumento de que no puede perdurar porque no proporciona una salida del túnel del estancamiento no es válido, porque ei objetivo no es resoir,er 1a crisis, sino gestionarla. Si nos limitamos al análisis de los mecanismos económicos y financieros, n-re atrevería a sostener que esta gestión puede mantenerse de forma exitosa, aunque manteniendo el mundo en un estado de estancamiento. Para los países de la periferia, el estancamiento compotta una seria involución regresiva de la que el proceso de cuartomundización de África es sólo el ejemplo más extremo. La gestión de la crisis alienta las exportaciones de los países del centro (exacerbando de paso los conflictos comerciales entre ellos) y priva a los países del Tercer Mundo de esa misma oportunidad, frenando la relocalización industri al a fin de contener el crecimiento del desempleo en el centro. De nuevo viene a la memoria el orden establecido en Versalles en 1919: ¡que Alemania pague, pero que no exporte mercancíasl En otra sorprendente analogía documentada en un trabajo de \X/alter Russell Mead, las fuerzas policiales se afánan en perseguir a los nuevos emigrantes generados por la regresión en el Tercer Mundo. Al iinal, la gestión de la crisis resulta una estrategia que exacerbará los conflictos entre los países desarrollados (no sólo entre Estados Unidos, Japón y la CE, sino incluso dentro de la CE,, cuya existencia está amenazada) y que lleva a los países desarrollados a no contemplar en sus relaciones con los países del Tercer Mundo ningún otro medio que la fuerza (y la guerra). Por eso la hegemonía (militar) estadounidense sigue siendo indispensable, obligando a los socios europeos v japoneses a hacer las concesiones exigidas por Estados Unidos, una iorma de devolver el conflicto al interior de la CE. ¿Serán las..regionalizaciones>> provocadas por la dinámica de estos conflictos, casi espontáneamente (pero en la medida en que están apoyadas por las opciones adecuadas), la forma en que el sistema encontrará.
cios de su comercio mediante intercambios internos, un tipo
de
intercambio que está creciendo, mientras que las exportaciones comunitarias al exterior han descendido desde 1985 (aunque, quién sabe si la cosa contintará); el hecho de que, incluso sin una institución formal co-
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L,l capitaiismo en ia era de la globalización
los tres niveles de actuación necesarios: local, nacional y mundial. Sin duda alguna, la transformación de las actitudes y la organizaciín ^poyar de las responsabilidades en la base, capacitar a las personas a ese nivel para que devengan agentes genuinos de iniciativa económica y crear de tal forma un r,ínculo entre la esfera económica y la vida política, social y cultural, liberarlas del estatus a que las reduce el capitalismo (de uabajadores a simple fuerza de trabajo, de ciudadanos a meros consumidores), constituyen condiciones esenciales para un mejor desarrollo. Sin embargo. las luchas encaminadas a lograr esos objetivos deben contar con el apoyo de políticas adecuadas en cada uno de los tres niveles mencionados. A nivel nacional, que, en mi opinión, sigue siendo el vínculo crucial pura y simplemente porque sigue existiendo una organización política cuvos efectos seguiremos experimentando todavía durante largo tiempo, resulta inevitable aplicar lo que vo llamo desconexión o desvinculación, que no debe confundirse con la autarquía, puesto que la desconexión supone subordinar las relaciones externas alalógica del desarrollo interno ¡, no al revés. Hav que definir sus contornos exactos, algo que sólo puede hacerse a partir de la base concreta de situaciones específicas, que vaúan enormemente de un país a otro, Se trata, en cualquier caso, de forzat al sistema mundial a adaptarse: no sólo de imponer una visión de ajuste dentro del estancamiento, de los más débiles a los más fuertes, mediante el concepto de ajuste mutuo. Estas políticas nacionales requerirán a su vez, para ser suficientemente efectivas, no sólo la reconstrucción de la solidaridad y el apovo mutuo entre los países de la periferia (sobe todo mediante la construcción de uniones regionales), sino también, muy probablemente, transformaciones en las otganizaciones económicas y políticas del sistema mundial. Respecto a este último punto, no carecemos de ideas y propuestas. Las más raclicales piden el retorno al keynesianismo, esta vez a escala mundial: una redistribución de los ingresos que benefície a los pueblos y trabajadores del Tercer Mundo en todas las regiones del mundo, una <>, para decirlo con las palabras de \X/alter Russell Mead. De acuerdo con sus partidarios, esas propuestas presuponen reformas sustantivas que afectan a las instituciones económicas internacionales: 1. La transformación del
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FMI en un auténtico banco central mundial
con poder para emitir una moneda real (seme jante a los derechos especiales de giro) que reempl azarían el patrón dólar, asegu rar ufla cierta estabilidad de los tipos de cambio, y proporcionar a los países en vías de desarrollo la liquidez necesaria para un <> (estas propuestas se parecen a las que hizo hace vein-
L,l capitalismo en la era de la globalización
cial sería algo más que un esperanzado deseo. La ayuda para el desarrollo, multilateralizada dentro de esa estructura, no establecería sólo una condicionalidad relativa al respeto a los derechos individuales y a la democracia política, sino que apoyaría también políticas sociales progresivas; por ejemplo, asegurando que los incrementos salariales corrieran paralelos a los incrementos en la productividad, proporcionando una disribución más igualitaria de las rentas, etc. De la misma forma, la dimensión política nacional del desarrollo mundializado, así coordinado, permitiría que se respetaran los intereses legítimos. Por ejemplo, se aceptaría la autosuficiencia alimentaria (Walter Russell Mead ha estudiado el caso japonés de la protección de sus productores de anoz), pero se compensaría pagando un impuesto a la comunidad mundial por parte del país que se beneficiara de las medidas proteccionistas, El impuesto sería recaudado por un fbndo de desarrollo mundial que sería la principal institución de préstamo a que podrían recurrir los países del Tercer Mundo.
En mi opinión, se trata de un buen proyecto de reforma del sistema económico y político mundial que se deriva de una idea central incontrovertible: que el desarrollo sólo puede reavivarse mediante una redistribución de los ingresos a nivel mundial (en fa",or de las periferias) y a nivel sociai (en los centros y en las perif-erias, en favor de los trabajadores y de las clases populares), así como que el comercio mundial y los movimientos de capitales han de subordinarse a la lógica de lo que \X/alter Russell Mead denomina la <>.
A cor-rtinuación hay que admitir que las reformas de este estilo son incompatibles con los intereses del capital dominante, puesto que la redistribución disminuye los rnárgenes de beneficio a corto plazo, aunque a largo plazo genera más que recuperación, un período de nuevo y genuino crecimiento que podría abrir perspectivas de inversiones productivas rentables. Conviene no olvidar que el capitalismo es un sistema que se basa en dar prioridad a las considÁra.ionei a corto plazo frente a los requerimientos a largo plazo que, en caso de necesidad, deben imponerse mediante intervención estatal, Ya he comentado que fue el miedo al comunismo y la radicalización de los movimientos de liberación nacional de las períferias los que dieron preeminencia a las políticas keynesianas y aseguraron el apoyo al desarrollo durante el período de posguerra. Por consiguiente, el proyecto es una especie de redescubrimiento del hecho que un orden social diferente socialismo, para llamarlo por su -ela escala mundial. Me parece evinombre- es objetivamenre necesario, dente que la ejecución de dicho proyecto demanda cambios políticos pro-
La gestión económica capitalista de la crisis de la sociedad contemporánea
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fundos en todas las zonas del mundo, la sustitución de las actuales alian-
zas sociales hegemónicas (basadas en la dominación del capitalismo i «comprador» en las periferias del Sur y actualmente también en el Este) por nuevas y diferentes alianzas sociales basadas en la hegemonía del trabajo y de las fuerzas populares. Sólo así será posible establecer el dominio del valor de uso sobre el valor de cambio, así como la integración de las exigencias y requerimientos a largo plazo, como el medio ambiente. Al mismo tiempo, el proyecto requiere un orden político mundial diferente del que predomina en la actualidad, un orden basado en la democratiza— ción de todas las sociedades y la articulación de su interdependencia con el respeto mutuo por su diversidad. Avances en tal dirección resultan necesarios y posibles, aunque uso la expresión «avances» deliberadamente, puesto que la realización total del proyecto es un asunto a largo plazo, la transición «secular» del mundo globalizado al socialismo mundial. Junto al combate ideológico que debe librarse en pro de la Visión del objetivo último (tal y como se concibe, por ejemplo, en el proyecto que acabo de describir), deben definirse estrate— gias para cada una de las fases del camino. Por consiguiente, y volviendo al proyecto en cuestión, le haría una crítica constructiva que podría resumirse en los siguientes puntos: 1. Muchos de los análisis que subyacen en los argumentos reformistas son demasiado proclives a mezclar juicios de valor (del tipo el sistema actual es «malo») con explicaciones de las razones que mo— tivan las decisiones de las potencias dominantes. Como ya he seña— lado, el sistema de gestión de la crisis que se ha implementado no es en modo alguno absurdo: obedece a la lógica de los intereses dominantes. Creo, junto a Sweezy y Magdoff, que la globalización tal y como se practica en la actualidad no es una fuerza que se impone a la humanidad desde fuera, sino que satisface objetivos que coinciden con los del capital. 2. No creo que transformar el FMI en un banco central mundial, y el BM en un fondo para el desarrollo, debieran ser objetivos para el futuro inmediato en esta larga transición al socialismo mundial. Antes de llegar a este punto es necesario construir un mundo policéntrico en la esfera política y en la económica, un mundo de cu-
yos principios rectores me he ocupado ya en otros textos. Pensar
que es posible ir más lejos supone imaginar que se resuelve el problema político básico, que se ha superado la contradicción entre la globalización económica y la fragmentación de los espacios polí— ticos. Pero tal cosa sólo puede ocurrir al final de una larga transi— ción; no puede ser una condición para emprender reformas. Me da
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El capitalismo en la era de la globalización
miedo que al poner el listón muy alto nos estemos condenando al fracaso y., al hacerlo, corremos el riesgo de alimentar la desesperación i la difusión del síndrome <.no hay alternativas>>, es decir, otra alternativa que someterse a la lógica del capital dominante. 3 . Habida cuenta que el estatus de la globalización no siempre se ha definido con claridad (¿es una fuerua objetiva dererminanre o una tendencia entre muchas oÚas?), ciertos elementos del proyecto de reforma me resultan dudosos. Por ejemplo, no creo en las virtudes del libre comercio, o en las concesiones exigidas a la periferia a cuenta de tales cosas. Prefiero la visión de los autores de The Neu Protectionism que la de los partidarios de un genuino sistema de libre comercio. Las prioridades para la acción que estoy sugiriendo difieren, por tanto. de las establecidas en el proyecto antes considerado. En mi opinión, debe ponerse el énfasis en las acciones que vayan en las siguientes direcciones: 1, Construir regiones del Tercer
Mundo otg,anizadas para hacer fren-
te a los cinco monopolios del capitalismo dominante, y, por ende, capaces de limitar sus efectos negativos desde la óptica de la polarización global en curso. 2. Reanimar la izquierda europea y la construcción de Europa, enriquecida por un contenido social progresivo que represente un avance, en esa región, hacia la hegemonía del trabajo, integrando a la antigua Unión Soviética y a los países de la Europa oriental en el proyecto. J. Revisar las relaciones comerciales y financieras entre Europa, Japón y Estados Unidos en la dirección que permita una estabilización relativa de los tipos de cambio y fuerua a Estados Unidos a superar su déficit estructural. Ello conllevareorganizar las relaciones comerciales en esa dirección. 4. Reconstruir el sistema de las Naciones Unidas para convertirlo en el cenffo de las negociaciones económicas y políticas tendentes a organizar la articulación de la interdependencia comercial y financiera entre las principales regiones del mundo. Abrir negociaciones de desarme. Dar los primeros pasos hacia un sistema de impuestos mundial organizados en torno a la protección del medio ambiente y de los recursos naturales. 5. Reformar el FMI como expresión de estas interdependencias regionales/mundiales, sin que ello implique su inmediata rransformación en un banco mundial.
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1a
sociedad
contemporáneu 6)
En conclusión, sostendré nuevamente que el realismo de este provecto se basa en una comprensión de la historia que no acepta la idea de. que las leyes históricas precedan a1^ propia historia. Lo que parecen fuerzas objetivas (como la globalización) son sólo producto de una lógica específica de un sistema concreto (en este caso, el capitalismo), formas que han de hacer frente a la contradicción derivada de las intereses sociales de las fuerzas que luchan en contra de su realización. El resultado real de este conflicto determina una configuración de subsistemas que se expresa de una forma específica, dependiendo de las relaciones sociales de poder y del resultado de las luchas; por tanto, una configuración que está evolucionando permanentemente. La estrategia de crear el socialismo mundial, imprescindible para evitar la barbarie, se centra en definir los caminos que con mayor probabilidad comportarán una evolución en la dirección de dicho objetivo.
Referencias
P. Baran y P. Sweezy, Monopoly Capital, Nueva York, 1966 (trad. cast.: Capital monopolista,México, Siglo XXI, '11982). T. Lang y C. Hines, Tbe Neu Protectionism. Protecting the Future Against Free Trade, Londres, Earthscan Pub.,1993 \X/. R. Mead, <, ponencia presentada a la conferencia preparatoria sobre «50 años bastWashington, marzo de 1995. tan>>, P. Sweezy, Tbe Tbeory of Capitalist Deuelopment,Londres, Dennis Dobson, 1946 (tad. casf .'. Teoría del desarrollo capítalista,México, F.C.E.,
t917). y H. Magdoff, «Globalization
\X/hat End? Montbly Reuiew,
-Toy no 10, marzo, de 1992, págs. 1- no 9, febrero de 1992, págs. 1-18, vol 4), 19.
K. Vergopoulos, Le Nouueau Systeme Monde, Actuel-Marx, París, PUF, t994
Capítulo 3 LA REFORMA DE LA GESTION MONETARIA INTERNACIONAL DE LA CRISIS
Los ANTECEDENTES
El actual sistema monetario y financiero internacional, establecido después de la Segunda Guerra Mundial y gestionado por el FMI, ya no resulta funcional. No debiera sorprendernos que el largo período de posguerra que se inició en 194,5 llegara a su fin en 1990, o que el sistema :nundial que acabará imponiéndose sea cualitativamente diferente del que hemos conocido durante casi medio siglo. En otros lugares he definido el ciclo de posguerra como un largo ca:nino ascendente construido sobre una base formada por tres pilares, en parte complementarios y en parte en conflicto: a) en Occidente, la acumulación fordista y la socialdemocracia, regulada por las políticas nacio_ nales keynesianas, abiertas obviamente a la economía mundial pero preservando una coherencia entre la acumulación y el compromiso histórico capital/trabajo; b) modernización e industrialización en las periferias recién llegadas a la independencia, un proceso gestionado por lo que he denominado el proyecto de Bandung, un proyecto nacional-burgués que intentaba atrapar a las otras naciones en un contexto de independencia circunscrita; y c) el proyecto soviético, que intentaba alcanzar a Occidente mediante una estrategia de acumulación muy parecida a la del capitalismo histórico, aunque libre de las constricciones del sistema capitalista mundial y gestionada en el nivel del Estado nacional o plurinacional mediante la propiedad estatal y la centralización del poder económico y político en manos de una nueva burguesía en formación, la nomenclatura de los partidos comunistas. Este sistema tripolar constituyó la base de una (generalmente) fuerte expansión económica en cada una de las tres regiones. En dicho contex— to, estos proyectos e incluso su éxito fueron desde el principio ilusiones ideológicas que operaron con la fuerza de las creencias fijas. En Occidenw te, se creía que el crecimiento continuado era ya un hecho incuestionable. En el Tercer Mundo, se creyó que la construcción nacional resolvería a la larga los problemas del subdesarrollo. En los países del Este, creían en el socialismo.
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capitalismo en la era de la globalización
La crisis de los negocios que marca el final de esta fase de expansión producto conjunto de los tres modelos que estuvieron en la base del sistema durante los años de posguerra.Tal cosa ha colocado a todas y cada una de las regiones del mundo en una crisis profunda y, estructuralmente duradera, sin que paÍezcan detectarse señales de que estamos llegando a la salida del túnel, ni en Occidente, ni en el Sur ni en el E,ste. El sistema monetario mundial siempre ha correspondido esrricramente a las estructuras organizativas del orden mundial: cada fase de la historia del capitalismo ha tenido una contrap artida moneraria específica. La del período de posguerra correspondió perfectamente a la hegemonía de Estados Unidos y fue un instrumento para consolidarlahegemonía estadounidense sobre sus aliados y sobre los países del Tercer Mundo, mientras que los llamados países socialistas se excluyeron a sí mismos desr,inculándose del sistema. En los debates que tuvieron lugar en Bretton Woods en 1945 se presentaron dos posiciones. Keynes, al proponer la creación de un banco central mundial capaz de emitir moneda internacional, defendió la posición de las naciones imperiales en decadencia, particularmente de Gran Bretaña. El valor de la moneda internacional, vinculada a la gama mundial de «divisas claves>>, presuponía un compromiso estable entre la nuer-a hegemonía de Estados Unidos y sus aliados subalternos. La Unión Soviética r-sus aliados fueron excluidos de dicho compromiso. Finalmente, Estados Unidos impuso su solución, convirtiendo al dólar en la única moneda mundial. equivalente al oro merced a un tipo de cambio fijo oro-dólar. El sistema de tipos de cambio fijos permitió devaluar las monedas relacionadas con e1 dó1ar estadounidense en proporción al declive relativo Je esas naciones respecto de 1a hegemonía irresistible de Estados Unidos. Cuando Estados Unidos empezó a perder poder, empezando con la suspensión de la convertibilidad del dólar en l9l1, rodo el sistema quedó en entredicho. No obstante, la progresiva decadencia de Estados [Jnidos no permitió por sí misma iniciar una reforma del sistema monetario, al igual que la decadencia de Gran Bretaña, pese a iniciarse en 1880, no destronó a la libra esterlina hasta 1931. Si se intentara en la actualidad mantener el patrón dólar, el sistema monetario entraría fatalmente en una bancarrota como la del período 1939-1945. es el
Los trros DE cAMBro FLExIBLES No soN LA soLUCróN EI sistema de tipos de cambio flexibles adoptado en I971 no supuso una solución real, sino que se limitó a reconocer la existencia de desorden. Por otro lado, este sistema ha acentuado las fluctuaciones de los ti-
La reforma de la gestión monetaria internacional de la crisis
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nos de cambio sin base alguna en los cambios en el nivel de producción: el dólar débil de los años setenta, que descendió haSta el nivel de cuatro ‘ francos franceses; el dólar fuerte de la etapa de Reagan, en los años ochenta, que alcanzó el nivel de diez francos para caer de nuevo. Doy por supuesto que la hegemonía siempre presenta múltiples face:as y opera a niveles diversos y complementarios, por lo que no puede reducirse a «eficiencia económica», a «competitividad» en el mercado mundial, aun cuando tales cosas sean su base última, ni el dominio monetario
es tampoco el único instrumento que debe tomarse en consideración. El papel militar de Estados Unidos, gendarme del sistema mundial, es igualmente importante, un papel que a partir de los años noventa se ha visto reforzado por el colapso de la Unión Soviética, que antaño había limitado la intervención de Estados Unidos en el Tercer Mundo. A menudo se afirma que la hegemonía militar no es demasiado duradera, porque resulta muy costosa y la sociedad estadounidense no está dispuesta a asumir ese costo, como demostró la elección de Clinton. La tesis merece mis reservas por, al menos, dos razones. En primer lugar, quiero recordar que una reducción importante del gasto militar estadounidense sumiría al país en una crisis económica de importancia al menos paralela a la de los años treinta. Considero, junto con Sweezy y Magdoff, que el capitalismo es una formación social con una tendencia permanente a sobreproducir, en la que la «crisis» es el estado normal de las cosas y donde la prosperidad debe explicarse recurriendo a factores especiales. Estados Unidos sólo pudo recobrarse de la crisis de los años treinta me— diante el rearme intensivo que se produjo durante la Segunda Guerra Mundial y en los años de posguerra. En la actualidad, la economía estadounidense está enormemente deformada: casi un tercio de la actividad económica depende directa o indirectamente del complejo militar, una proporción que en la Unión Soviética sólo se alcanzó durante la etapa Brézhnev. En segundo lugar, la hegemonía militar supone un pago, justamente el privilegio de que el dólar sea la moneda mundial. Por consi— guiente, que Washington aceptara una reducción de su papel en el esce— nario mundial, como compartir la responsabilidad con Europa y Japón, supondría precipitar la reforma del sistema monetario internacional, perder el privilegio que tiene el dólar, y, por tanto, secar los flujos favorables de capital procedentes de otras economías. La compleja situación de nuestra crisis se presenta como duradera, lo que explica los pronunciamientos de las potencias centrales, que no piensan en salir de la crisis. Así, no se trata de reducir el desempleo en Occidente, sino de «vivir con él», o bien se habla de una «economía de dos ve-
locidades». En consonancia con esta lógica, los socios más poderosos intentan transferir la máxima carga posible de la crisis a los socios más dé-
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El capitalismo cn la era de la globalizacicin
biles, las periferias del Sur y actualmente del Este, para aminorar las consecuencias de ésta en casa y evitar que se conviertan en serias, aunque, obviamente, tal táctica no ayuda a encontrar una solución a la crisis. En este contexto, Ia gestión de la crisis preserva el actual sistema monetario internacional, que durará tod¿rvía cierto tiempo, aunque sus días están contados. No obstante, preservar un sistema ya caduco a toda costa supone arriesgarse a su colapso, como sucedió en los años treinta, cuando el patrón libra esterlina dio paso a rivalidades descoordinadas que eran presagios de guerra.
PROPuT,ST¿S DE REFORMA PRoCEDENTES DE LAS CoRRIENTES DONIINANTES
Analizaremos en primer lugar las propuestas alternativas oirecidas por especialistas, que en ocasiones son objeto de consideración diplomática. Todas estas propuestas \ran precedidas cie l¿r observación, correcta e importante, de que la globalización se ha profundizado en los años de posguerra hasta el punto de haber entrado en un estadio cualitativamente nuevo. Los sistemas de producción nacional, creación histórica de los Estaclos burgueses nacionales que se convirtieron en los centros del capitalismo mundial, se han desmantelado progresivamente en favor de un sistema de producción global. La industri alizacítin de las periferias las ha integrado en este sistema cualitativamente nuevo. La conclusión lógica que puede derivarse de esta observación es que el capítalismo mundial exige una organización mundíal a todos los niveles, ciertamente en el monetario, pero también en el político. Necesita un banco central mundial (y, por tanto, una nueva moneda internacional emitida por dicho banco) y si no necesita un Estado mundial, ha de contar al menos con una organización política mundial eficaz. Puede sostenerse que esta lógica se toma en serio el argumento liberal: el mercado mundial debería er,oiucionar hacia la integración a todos los niveles, es decir, debería abolir todas las fronteras a ia circulación de mercancías y servicios, de capitales y de fuerza de mabajo, abrirse a la migración de las personas alavez que a los intercambios de productos y de capital. Éste sería el sentido de construir un <>. Pero en seguida vemos que el proyecto, y por ende las proposiciones qlre están implícitas en su lógica, es utópico, sobre todo la gestión de una moneda mundial. Nuestro mundo real está fundado v seguirá estándolo durante mucho tiempo en una importante contradicción entre la .globalización de la economía, basada en un sistema de mercado truncado que incluye el comercio de mercancías y capitales pero excluye la migración de 7a fuerza de trabajo, y la persistencia del Estado-nación como es-
La reforma de
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gestión monetaria internacional de la crisis
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::uctura reguladora de la política y de la vida social. Esra contradicción, Jue provoc6la polarización del mundo y que la reproduce, será funesta rara el capitalismo. Volvamos ahora a las propuestas que se han ofrecido respecto del sis:3ma monetario mundial. Son concretamente tres, a saber: 1. La primera supone el retorno al oro, la única solución capaz de rc-
sistir las tendencias de la actual vorágine. Excluyo tal posibilidad, pero no porque el capitalismohaya logrado finalmente liberarse de su antiguo fetiche; por el contrario, el capitalismo es y seguirá siendo básicamente fetichista.La excluyo porque regular el sistema monetario mediante una moneda mercancía cuya producción es en gran medida independiente de otras consideraciones económicas corresponde al modo de regulación propio del capitalismo <>, premonopolista. La regulación del crédito es la única alternativa a este modo de regulación hoy extinto. 2. La segunda consiste en crear un banco central mundial, sin el cual no podría establecerse al mismo tiempo una institución política mundial con poder análogo. Se trata de un tema que fue el favorito durante largo tiempo del ya fallecido Robert Triffen y también, en cierto sentido, de la opción europea: la creación de una moneda común (emitida y gestionada por un banco central común) antes de establecer un poder poiítico común. Recuerda las propuestas de Keynes en 1945:la estabílización de un compromiso entre los socios, Estados IJnidos, la Europa de la CE yJapón. Pero ¿es posible dicha establlización? ¿No resulta la propuesta algo ingenua? ¿Cómo hacer que funcione esa regulación en común sin la presencia de posibles sanciones a las naciones que forman parte del sistema? Los economistas, a fuerza de negarse a ver que las decisiones económicas sólo son practicables si los compromisos políticos y sociales que comportan resultan aceptables, alientan un economicismo utópico. Como tendremos ocasión de comproba¡ un banco europeo, pero no mundial, no sólo es posible, sino esencial si Europa ha de evolucionar hacia una genuina confederación política. He de añadft que dicho banco sólo puede estar basado en los principios de un compromiso histórico social, análogo a este nivel al compromiso social histórico que establecieron los estados nación del continente. En cualquier caso, esta opción/restricción de los socios del mundo desamollado implica tácitamente la .> colectiva o la «partición» de las naciones del Tercer Mundo del Sur y del Este. Más allá del hecho de que los socios del mundo desarrollado
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globalización
coincidan en ese punto ejemplo, Alemania puede perseguir -por que se remonta a los días de Bisnuevamente su viejo objetivo, marck, de latinoam eúcanizar Europa oriental-, resulta bastante obvio que esta recompra o <> presupone intervenciones permanentes y enérgicas para sofocar las revueltas que provocará. La tercera propuesta consiste en ampliar el compromiso monetario para incluir en él a los Terceros Mundos del Sur y del Este. Ésta
fue la propuesta del Nuevo Orden Económico Internacional (NOEI)formulada por el GT en l975.Estátambién la cuestión de crear una moneda internacional, inicialmente en paralelo alas ya en uso (el dólar, el oro y los restantes instrumentos básicos), gestionada por la comunidad internacional. El objetivo explícito era vincular la cuestión de la moneda y el desamollo económico. Como sabemos, la propuesta fue abortada al favorecer una moneda internacional menor emitida por el FMI, los derechos especiales de giro (DEG). La razón del fracaso me parece evidente; la propuesta asumió que el problema fundamental estaba resuelto, es decir, que los centros aceptarían un desarrollo autónomo y relativamente acelerado de las periferias. El instrumento monetario estaba al servicio de dicho objetivo, algo utópico puesto que estaba en contradicción con el capitalismo realmente existente.
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ALTERNATIVA: LA REGIONALIZACIÓN PoLICÉNTRICA
Los principios en que se fundamentan las propuestas que expongo a continuación son coherentes con una visión alternativa de la organización política mundial, concretamente, apuestan por una regionalización policéntrica. La opción deriva de la tesis según la cual los problemas reales a los que se enfrentan las naciones y las regiones no son idénticos ni pueden concebirse sin tomar en consideración su desarrollo desigual. Su objetivo básico es reducir la desigualdad en que se manifiest ala polarízación pro ducida por la expansión del capitalismo mundial. Acepta y concede un lugar a la globalización, a condición de que se conciba de manera adecuada para servir al objetivo principal ya enunciado. También acepra que \a realización de un desarrollo mundíal superior requiere el establecimiento de solidaridades y autonomías regionales, articuladas en el sistema mundial por instituciones y mecanismos que deben su existencia a la herencia del desarrollo desigual. Finalmente, asocia a cada fase las reglas que rigen la regulación de la economía y de la moneda con proposiciones paralelas acerca de las instituciones propias de la política.
La reforma de la gestión monetaria inrernacional de la
crisis
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Se trata, pues, de un proyecto voluntarista. o dicho de forma más exacfa, de un proyecto que puede considerarse <>, pero no en el
mismo sentido en que lo es la regulación del mundo mediante el mercado. Esto último es una utopía auténtica: si se intenta perseguir el proyecto en cuestión lo único que puede lograrse es una catástrofe. Por el contrario, el proyecto que proponemos, si se inicia. mejorará gradualmente las condiciones que aspira a cambiar. Por tanto. si se califica de utópico, 1o será simplemente en el sentido de que las fuerzas políticas dominantes activas en la actualidad no actúan en su dirección. La implementación del proyecto presupone transformaciones significativas en la naturaleza de las potencias e intereses a que ha de servir, así como en los futuros que se anhelan conseguir. Las regiones en cuestión casi siempre se autodefinen. Si Estados Unidos (eventualmente ampliado mediante la incorporación de Canadá pero no de México), China e India (en virtud de su peso demográfico). yJapón (en función de su historia) constituyen por sí mismas regiones. el resto de países del mundo deben aspirar a consolidarse en un conjunto de grandes regiones: Europa (oriental y occidental), la antigua Unión Soviética, el mundo árabe , el mundo africano, el sudeste asiático v América Latina. Los problemas a que se enfrentan estas regiones y países son demasiados variados para imaginar que todos ellos deberían desarrollarse de acuerdo con las mismas pautas. Por ejemplo, no tiene sentido alguno que el tipo de interés sea el mismo en todas partes o que el capital fluya libremente allá donde el retorno pecuniario sea más alto. Las instituciones monetarias y financieras deben desarrollarse con pautas regionales, como sustitutos del FMI y del mercado mundial para el capital monetario. La Europa de la CE avanza en esa dirección, aunque en cierto sentiparece do el <> entre regiones, al haber desarrollado un concepto puramente economicista de su proyecto (un <.mercado integrado>>, nada más), por lo que ha de enfrentarse a un gran problema: dotarse del correspondiente poder político. Pero mientras esté pendiente de definición el componente social del proyecto, el mercado común, que sólo es un armazónvacío, se producirán conflictos sociales !', por tanto, políticos insuperables. La posterior consolidación de las economías europeas requerirá la regulación de un Estado, quizás confederal, capaz de imponer un compromiso capital/trabajo a la escala del mercado integrado. La derecha tradicional nunca comprenderá. a causa de su propia naturaleza, esa necesidad, preocupada por explotar las diferencias a corto plazo. Como sucedió en los diversos Estados europeos nacionales hasta que los movimientos obreros no impusieron un compromiso social, a nivel continental sólo una izquierda audaz y con ambiciones a largo plazo puede en la actualidad marcar el camino. A la larga deberá crearse un sistema que
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El capitalismo en la era de la globalización
emita una moneda intraeuropea que sustituya a las monedas nacionales, en la medida en que se progrese hacia una construcción política común que legitime las instituciones financieras y monetarias comunes. ¿Puede la antigua Europa oriental integrarse en el sistema europeo? Quizás, pero sólo será posible si ios europeos occidentales no consideran a los pueblos de Europa oriental sus <>. Superar el desarrollo desigual de Europa exighá articular instituciones paneuropeas que toleren las diferentes reglas de juego en ambas áreas del continente. Por tanto, antes de que la integración económica y política de Europa pueda alcanzar su última fase será necesaria una larga transición. Rusia y,los restantes Estados de la antigua Unión Soviética tienen una situación aná1oga, aunque Rusia sigue siendo potencialmente, en virtud de su tamaño, una gran potencia. La reconstrucción de la cooperación y de la íntegración entre estos países constituye un estadio necesario, suponiendo que se desee evitar el explosivo peligro de un desarrollo desigual. La construcción europea, aunque reducida a los miembros de la CE, corre el riesgo de empantanarse nuevamente v cuestionar su razón de ser. Lafalta de acuerdo entre los europeos occidentales acerca de la conversión en periferia de Europa oriental y la antigua Unión Soviética, que está siendo fomentada por los propios países de Europa oriental (los checos se separan de los eslovacos porque creen que tal cosa les acerca más a la integración en la CE; los croatas deciden precipitar el colapso de Yugoslavia por lo mismo; y tanto los países bálticos como los croatas se separan de los rusos por idénticos motivos) revela la existencia de conflictos en el propio corazón de la CE. Parece casi evidente que esta opción comportará que Alemania impulse su propio proyecto, forzando a sus socios a seguirla, hasta el punto en que la situación se vuelva inaceptable y se desintegre e1 provecto europeo. En este escenario, el ,.banco central europeo>>, que será de facto un anexo del Bundesbank, corre el riesgo de convertirse en un simple instrumento temporal al servicio de un proyecto alemán más que europeo. Los problemas de las regiones del Tercer Mundo son diferentes en la medida en que su subdesarrollo es mucho más pronunciado. A su respecto señalaremos lo siguiente. En primer lugar, estos países y regiones están integrados de forma menos profunda en el sistema de producción global que está contruyéndose. Salvo Corea, Singapur y Taiwan, las únicas excepciones de importancia (al estar Hong Kong ya parcialmente integrado en China, a la que se reintegró plenamente a mediados de 7991 ), en todos los países semíindustrializados del Tercer Mundo sólo están integrados en la nueva economía global segmentos limitados del sector productivo. En segundo lugar, muchos de ellos están todavía menos integrados entre sí, prácticamente nada en absoluto, sobre todo en el caso de los
La reforma de la gestión monetaria internacional de la crisis
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países del Cuarto Mundo. En tercer lugar, están desigualrnente desarrollados, algo que el período de posguerra ha acentuado, tanto que en la actualidad todavía existe una separación nítida entre los países semiindustrializados y los del Cuarto Mundo. En cuarto y último lugar, por todas estas razones se sienten atraídos por las asociaciones Norte/Sur que operan en detrimento de su autonomia colectiva. En estas condiciones, la creación de instituciones monetarias regio—
nales no es una prioridad. Antes de que tal cosa figure en el orden del dia, habrá que pasar por ciertos estadios preliminares que pongan el acento en la construcción de complementariedades productivas, negociadas y bien pensadas. En este estadio, las instituciones regionales monetarias comunes más apropiadas son las orientadas a lograr acuerdos sobre cámaras de compensación (clearz’ngs multilaterales), uniones de pagos, etc., que permitan eludir parcialmente constricciones como la necesidad de mantener reservas de las divisas claves. No obstante, hay que recordar que cualquier progreso en la integración económica regional exige el mpprostatement de las políticas nacionales. No debería posponerse la puesta en marcha de embriones de organizaciones confederales, sino que, por el contrario, debería estimularse. Paralelamente a la democratización de los
sistemas nacionales, es previsible que ligas de pueblos árabes, de pueblos africanos, de pueblos latinoamericanos y de pueblos del sudeste asiático sustituyan gradualmente a las actuales organizaciones estatales. Ni que decir tiene que tales conjuntos de instituciones regionales, económicas, monetarias y políticas exigen negociaciones internacionales colectivas. A nivel monetario, un FMI reconstituido encontrará como
nueva función la regulación de las relaciones entre el dólar, el yen, las mo— nedas europeas, el rublo y los acuerdos acerca de los pagos entre las regiones del Tercer Mundo. Pero tal reforma no asumirá su significación real hasta que las Naciones Unidas se transformen a su vez, convirtiéndose en un actor real en los asuntos internacionales y dejando de ser el vale-dor de las políticas de Estados Unidos y de sus socios del Norte. En este espíritu, el BM, que hasta el presente ha actuado como el banco del Nor:e en sus políticas hacia el Sur, deberá reformarse igualmente y convertirse en el embrión de un mercado mundial de capitales que apoye políticas de desarrollo coordinadas regionalmente y negociadas colectivamente. ¿Un proyecto utópico? En mi opinión, es lo único que puede ayudarnos a encontrar una vía de salida del trágico callejón sin salida de la crisis actual, poniéndonos en el largo camino hacia el socialismo, la única respuesta humana posible.
Capítulo
-1
EL AUGE DE LA E,TNICIDAD: UNA RESPUE,STA POLÍTICA A LA GLOBALIZACIÓN E,coxÓH,TTca
La época actual se caracteri za por un despertar, o nuevo despertar, de identidades e identificaciones sociales colectivas totalmente diferentes de las definidas por la pertenencia a un Estado-nación o a una clase social. El regionalismo, la afirmación lingüística v cultural, las lealtades tribales o étnicas, la devoción a un grupo religioso, la unión a una comunidad local, son algunas de las múltiples formas en que se manifiesta este despertar. Ofrecer una enumeración exhaustiva de estos nuevos movimientos, o de los antiguos movimientos reavivados, sería una tarea larya y prolija, para el Este y el Oeste, e incluso para los países del Tercer Mundo. Constituyen un importante aspecto de la crisis del Estado, y más concretamente
del Estado-nación, con independencia del concepto de nación que se considere. En mi opinión, esta crisis del Estado está provocada por la creciente contradicción entre la transnacionalización del capital (y, en general, de la globalización de la vida económica de los países capitalistas del mur-rdo), por un lado, y la persistencia de 1a idea de que el Estado es el único sistema político que existe en nuestro mundo, por otro. La cuestión que se plantea es 1a siguiente: ¿por qué los pueblos del mundo, en unos momentos en que el capital está cada vez más internacionalizado. no responden a la situación con su propia internacionalización, es decir, afirmando su lealtad de clase por encima de las fronteras nacionales2 ¿Por qué, en lugar de autoafirmarse como tal, la conciencia de clase está dando paso a la autoidentificación en virtud dela rrrazarr, el .,grupo étnico, o religión? Los medios de comunicación, con su habitual carga ideológica, suelen responder afirmando que ello se debe a que ..las personas son así>>. En las profundidades del alma existiría una conciencia latente racial, étnica o religiosa que brota en determinadas circunstancias, algo que la burguesía, las ideologías democrática o laica, sean socialistas o marxistas, han subestimado. La respuesta me parece claramente insatisfactoria. De ahí que proponga analizar el lenómeno a partir del movimiento de acumulación del capital, que rige todos los sistemas contemporáneos, locales v mundiales, relacionándolo con las sucesivas y opuestas fases de este movimiento. con 1a
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El capitalismo en la era de la globalización
sus períodos de éxito y sus momentos de crisis.
Al hacerlo me limitaré estrictamente a las estrategias de los actores sociales. O lo que es lo mismo, a las estrategias del capital y las clases dominantes, por un lado, y de las diversas personas, pueblos y clases populares, por otro; a las características de estos movimientos sucesivos respecto de los desafíos que implican; y a las percepciones de ellos que tienen los diversos actores. En este marco av^nzaré un análisis de las diversas realidades sociales, y también de las clases sociales definidas por sus modos de producción, que constituyen el tejido de la sociedad (por ejemplo, la nación y la ideología a ella asociada, la etnicidad y la ideologia étnica) y junto a las que la clase se sitúa en el movimiento de la historia. A partir de ahí, propondré calibrar las direcciones en que la historia parece guiarla evolución de los sistemas locales y mundiales.
El ctcro
DE poSGUERM
(194, 1990) r'L,q
NUEVA GLoBALTzACTóN
El capitalismo que surgió de la Segunda Guerra Mundial, que se convertiría en el sistema económico mundial, ha retenido dos características heredadas de su evolución histórica:
Los Estados-nación burgueses, históricamente construidos, que juntos constituyen los centros del sistema mundial. Dichos Estados supusieron la pauta social y política que permitió la gestión de las economías capitalistas nacionales (sistemas de producción nacional controlados y, en gran medida, regidos por el capital nacional), cada uno de ellos en agresiva competencia con los restantes. 2. Un contraste casi absoluto entre la industrialización de los centros y la ausencia de industria en las periferias, a causa de la industrialización progresiva de dichos centros en el transcurso del siglo xtx. 1.
Durante el ciclo de posguerra, sin embargo, esas dos características desaparecieron totalmente. Por un lado, los países de la periferia en Asia y Africa recobraron su independencia y entraron en la era de la industrialízación, hasta el punto que la aparente homogeneidad de dichos países de su previa y común carencia de industria- dio paso a una-producto creciente diferenciación entre un Tercer Mundo semiindustrializado y un Cuarto Mundo sin industrializar. La interpenetración del capital fue tan amplia que se desmantelaron los sistemas productivos nacionales y se restablecieron como segmentos de un sistema productivo mundial. Por tanto, podemos considerar el ciclo de posguerra como un período de transición del viejo al nuevo sistema, lo cual plantea a su vez el pro-
El auge de la etnicidad: una respuesta política a la globalización económica
77
blema de identificar el nuevo sistema y sus rasgos distintivos esenciales, así como sus contradicciones y la forma en que éstas se controlan, identi-. ficando, en suma, las fuerzas que subyacen a su desarrollo. Para hacerlo hay que combinar un análisis de las leyes que gobiernan la acumulación del capital con muchas de las diversas respuestas ideológicas y políticas a los desafíos planteados por la lógica de la expansión del capitalismo. A resultas de ello, el futuro se presenta siempre incierto, puesto que la evolución de un capitalismo realmente existente se ve limitada a su vez por la necesidad de un compromiso politico entre los diversos intereses sociales. La interpenetración del capital fue tan amplia que los sistemas productivos nacionales se desintegraron y se restable— cieron como segmentos de un sistema productivo globalizado. Recordaré al respecto, de forma breve, las respuestas que he propuesto en el transcurso de los últimos años, contenidas sobre todo en Empire of Chaos (1993): 1. La industrialización del Tercer Mundo no pondrá fin a la polarización inherente al actual capitalismo mundial, sino que desplazará sus mecanismos y formas hacia otros planos, regidos por los monopolios financieros, tecnológicos, culturales y militares de los que podría beneficiarse el centro. No reproducirá la misma evolución social que se dio en el Occidente desarrollado, donde el fordismo apareció cuando la sociedad se había transformado ya durante un largo período merced a una industria mecánica pesada, sostenida
por una revolución agrícola continuada; donde, por otro lado, la
emigración a América supuso una Válvula de escape a las presiones creadas por la explosión demográfica de Europa; y donde, por último, la conquista colonial, posibilitó la obtención de materias pri-
mas baratas. El fordismo supuso un alivio para elcompromiso histórico capital/trabajo, favorecido por la reducción de la reserva de fuerza de trabajo en los centros. El Tercer Mundo en proceso de industrialización no ha contado, por el contrario, con ninguna de estas condiciones favorables por las que el capitalismo evitó mantener formas primitivas. Lo que sostengo es que la relación entre la mano de obra activa y la fuerza de trabajo de reserva explotada por el capital, que se desarrolló en la historia de los centros no puede reproducirse en la periferia. El criterio que uso aquí para definir las fronteras entre la activa y la fuerza de trabajo de reserva debe ser, en conformidad con la lógica de la globalización capitalista, el empleo en partes de los sistemas productivos mundiales más o menos competitivos. Usando este criterio, se podría decir que en los centros la mayor
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El capitalismo en la era de la globalización
parte de lafuerza de trabajo forma parte efectiva de la mano de obra activa, habicla cuenta de que 1a evolución histórica del capitalismo central ha desarrollado, lenta v progresivamente, condiciones favorables que no se pueden reproducir fuera de ese contexto. En las periferias industrializadas de América Latina, Asia oriental (la comr-rnista v 1a capitalista) y en los países de la antigua Unión Soviética. los diversos sectores del sistema productivo son ya competitivos, o podrían serlo, en el sentido al uso que se da al término. En esos países existe )'a una mano de obra activa, que es capaz de seguir su curso. No obstante, en modo alguno puede, ni podrá nunca. absorber la luerza de trabajo de reserva procedente de las economías rurales v de las economías informales. La raz6n estriba en que actualmente la competitiviclad requiere técnicas de producción que imposibilitan dicha absorción v porque, además, ya no se cuenta con la r,álr,ula de escape que suponía la emigración. En 1as periferias no industrializadas v no competitivas de África y de1 mundo árabe. 1a situación es aún más extrema, puesto que la mano de obra activa es prácticamente inexistente, de manera que 1a casi totalidad de la nación constituye una fuerua de trabajo de reserva a nivel mundial. En el Tercer lvlundo industrializado, la coexistencia de una creciente mano de obra activa y de una enorme fuerza de trabajo de reserva ocasiona conflictos sociales intensos y potencialmente revolucionarios. Dicha situación, que se ha convertido en característica del moderno capitalismo periférico, genera condiciones políticas e ideológicas favorables para la formación de alianzas populares y nacionales en torno a la clase obrera; de campesinos sobreexplotados por la carga financiera que les ha supuesto la expansión y de la masa de pobres marginados que constituyen la {rterua de reserva. En el Cuarto Mundo, excluido en este estadio de la industrialización, el sistema social asume una apariencia extrema: la gran mayoría de la población constituye 7a fuerza de reserva, agrupando a los pobres marginados y a las masas campesinas excluidas de cualquier revolución agrícola. Confrontados a estas clases popr-rlares, las clases en el poder no pueden invocar ninguna legitimación histórica. 2.En el Occidente desarrollado, el conflicto entre la lógica de la interpenetración del capital que erosiona la eficacia del Estado-nación y la permanencia de los sisremas políticos e ideológicos basados en las realidades nacionales impedirá durante mucho tiempo una salida satisfactoria a la crisis. Ni la hegemonía de Estados Unidos, que sólo puede funcionar en el plano militar, ni la cons-
E,l auge de la
etnictdad: una respuesta política a la globalización económica
lc)
trucción de una Europa unificada con su actual diseño (un.> que carece de cualquier política social progresiva, que exigiría una auténtica política federal) pueden hacer frente a' los retos. Sea como sea, el provecto euroDeo opera en un contexto definido por la agravación de las desigualdades intereuropeas (dominio alemán), en lugar de impulsar las regiones del sur y del este del continente hacia los tres centros que constituyen el norte desarrollado. 3. El colapso del sistema soviético ha servido para ampliar el campo de expansión del capitalismo periférico. No existen condiciones para que cristalicen respuestas socialdemócratas al estrlo occidental. Cada una de las dos fases sucesivas de acumulación globalizadaha originado una forma particular de regular las luchas sociales v políticas. Ya he definido antes el ciclo de posguerra como un largo período de progreso basado en tres pilares, parcialmente conflictivos entre sí pero también complementarios (véase, en concreto, el capítulo i l. Este sistema de tres pilares sirvió de base para un crecimiento económico. por 1o general fuerte en sus tres componentes regionales, un crecimienlo que. a su vez, reforzó el poder de las fuerzas centrípetas, garantizando cohesión entre los diferentes actores sociales, aun cuando esluvieran en cont-licto. por el hecho de definir las fronteras de dichos cont-lictos. En el Occidente desarrollado, esta época coincidió con el período de
establecimiento de la Comunidad Económica Europea ICEE. posteriormente denominada simplemente Comunidad Europea o CE). que amplió el horizonte de expansión nacional de sus miembros; atrapar a E,stados Unidos. Las luchas sociales se mantuvieron en un terreno estrictamente económico (es decir, a la búsqueda de un,r porción de los frutos del crecimiento) y se dieron dentro del ámbito del compromiso sociai nacional. En el Tercer Mundo, los movimientos de liberación nacional. que atrajeron a las personas en su lucha por la independer-rcia a partir de una base nacional o pseudonacional (multiétnica), estabiecieron los nuevos Estados menudo autocráticos, basados en el modelo de partido único- r' -a aseguraron el impulso parala modernización. Este proceso adoptó formas diferentes, de acuerdo con la nafutaleza de las iuerzirs sociales que constituían el movimiento nacional: del capitalísmo neocolonial subordinado al denominado proyecto socialista (en realidad. nacionalismo reiormista radical), pasando por vigorosos pro)¡ectos capitalistas nacionales, como el de Corea del Sur. Pero las fuerzas centrípetas dominaron la escena y se expresaron por doquier durante ei provecto de construcción nacional, es decir, dominaron tanto a nivel de base de poder como de clases
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Ll capitalismo en la era de la globalización
dirigentes. La naciente y nueva burguesía se mostró unida. Lo mismo sucedió en ios denominados países socialistas del Este, en los que el crecimiento consolidó a la clase dominante y, en algunos casos, incluso aseguró, al menos parcialmente, la adhesión de las clases popr-rlares al provecto de construcción nacional. El desarrollo de los diversos proyectos, e incluso su éxito, se debió a ilusiones ideológicas. que nunca actuaron fuertemente sobre la opinión popular. En Occidenfe se creyó que el crecimiento continuo cluraría eternamente; en el Tercer Mundo que la construcción de la nación resoLvería finalmente los problemas del subdesarrollo; y el en Este que el pueblo creía en el .,socialismorr. Ei cambio de circunstancias que acabó con esta fáse de expansión fue
originado por la demolición del sistema tripolar de posguerra. Todas y cada una de las regiones del planeta entraron en una crisis estructural profunda y duradera, sin que se vislumbraralttz alguna al final dei túnel, ni en Occidente, ni en el Sur ni en el Este. El discurso dominante, incluso entre ias potencias más fuertes, acabó siendo el de la gestión de la crisis y no el de la búsqueda de soluciones. En Occidente, por ejemplo, nadie habla va de acabar con el desempleo, sino de <
El auge de la etnicidad: una respuesta política a la globalización económica
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como por ejemplo el de la CE, que anteriormente parecían estar avanzando de forma rápida e intensa.
L,t otstNrpGRACróN
DEL EsrADo
y LAS NUEVAS rDEoLocÍAS ÉTNrcAS
EN
EL TE,RCER MUs.oo
En las regiones periféricas del Tercer Mundo, particlrlarmente en las que conforman el qr-re hemos llamado Cuarto l\Iundo, la crisis no sólo ha erosionado los excedentes. sino que, en algunos casos, los ha destruido de tal forma que ni siquiera asegura la simple reproducción del sistema. Al quebrarse la base de poder v las clases dirigentes, la desintegración del país adquiere formas realmente extremas, como muestra el caso de Somalia. En África, concretamente, la disolución de la unidad nacional parece a veces haber dado paso a la etnicidad como base para la renovación legitimada de las fuerzas en competencia. Pero África no es el único lugar en que se ha desplegado este tipo de fuerzas centrífugas: en India, en Afganistán, en Europa oriental, en la antigua Unión Soviética y en la antigLra España, por ejemplo, y Yugoslavia, incluso en Europa occidental -en posiblemente también en Italia- se ha puesto en cuestión la unidad nacional. Lo cierto es que el aparente éxito de estos movimientos étnicos en proceso de expansión plantea siempre un problema, a saber: ¿quiénes aspiran al poder encuentran sus <
.
Un grupo étnico no es diferente de Ltna <> o cualquier otra <> es un término general que no implica una calificación a príori. Dichos pueblos fueron organizados en espacios que no necesariamente coincidían con los intercambios matrimoniales, sino que, por el contrario, se definier<)n por in¡ercambios a mayores distancias, por la eventual centralización del excedente, por la organízación política y por el Estado centralizado, por las mitologías de los ancestros y el origen común, así como
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El capitaiismo en la era de la globalización
por creencias religiosas y lenguajes comunes. Esta cartografía de espacios definidos podría continuar casi infinitamente. ¿Dónde se ubican en esta realidad multiforme los grupos étnicos? En todas partes y en ninguna. En diversos estadios y momentos de estos sistema existe un sentido de comunidad que no nece-
sariamente se convierte en un sentimiento de pertenencia étnica. Así, encontramos la comunidad de aldea y la de las aldeas rodeadas por la misma unidad dependiente elemental y/o por intrincadas re-
laciones matrimoniales; Ias comunidades derivadas de espacios más amplios, a menudo vagamente religiosos, como, por ejemplo, la cristiandad en la Europa medieval. Ni siquiera el lenguaje confiere por sí mismo de forma necesaria un sentimiento de comunidad. En nuestra época, cuando el sistema escolar/estatal está ampliamente unificado y ha impuesto un único lenguaje, tendemos a olvidar que los pueblos antiguos son a menudo políglotas (recuérdese el caso de Africa),puesto que usan una lengua u otra, una variante dialectal o un idioma, en función de las circunstancias, sin que ello ocasione un problema de identidad múltiple, por emplear el lenguaje de los chovinistas lingüísticos. 2. La sociedad precapitalista no es necesariamente homogénea. Existen siempre zonas de una cristalización más densa de la población, de mayor desarrollo de las fuerzas productivas, así como de las fuerzas políticas y religioso-culturales. Y también zonas intermeclias, más o menos dependientes de las primeras, que han escapado a la homogeneizaciín impuesta por el desarrollo de grandes Estados. Pero no existen minorías en el sentido moderno del término. La pluralidad es la norma. Son únicamente las prácticas estandarizadoras del mercado capitalista, generalmente la educación en un lenguaje denominado nacional v la ideología de nación que le acompaña, las que han convertido en la época moderna a ciertos grupos en nuevas minorías (véase mi Tbe Strategic Stakes in the Mediterranean, págs. 97 -98, para un desarrollo del tema en relación con el mundo árabe). En l. el caso del mundo árabe, he hablado de una cuasinación sobrepuesta a una comunidad regional, basada en la centralización y en la circulación de un excedente garanfizado por la clase dominantc de guerreros-comerciantes. Esta clase estuvo profundamente unificada en la época dorada (iba de Tánger a Bagdad sin problema alguno) mediante, entre otros medios, un lenguaje escrito y la religión. Se trataba de una cuasinación porque las fuerzas producrivas no integraron al conjunto las masas campesinas, sobre todo aquellas que estaban geográficamente aisladas, particularmente duran-
El auge de la etnicidad: una respuesta política a la globalización
económica B]
te los períodos de decadencia del comercio alarga distancia. Sin embargo, no existe ningún <; ni siquiera los. enclaves que perduran tienen conciencia étnica (los bereberes, por ejemplo, no se autoconsideran «un pueblo»). 4. El caso de África occidental presenta grandes similitudes con el del norte de Áfricu. En mi opinión, lo que sucedió puede resumirse asi: a) los grandes Estados de África occidental (Ghana, Mali, Songhai) se fundaron a partif del control de las rutas meridionales del comercio sahariano, así como los del norte se basaron en el control de las rutas septentrionales; b) la clase dirigente de estos Estados, lejos de ser asimilable en una etnicidad dominante, estaba formada en torno a ciertos clanes guerreros, muy abiertos a la asimilación (pueblos que, por consiguiente, por malinke o songhai de profesión, como 1o eran quienes se consideraban turcos durante el imperio otomano);y c) el espacio de estos dominios, con fronteras fluctuantes, se mantuvo fuertemente heterogéneo, incluso irregular, notablemente desde la perspectiva de 1o que en la acfoalidad se denomina «etnicidad>>. 5. Las prácticas de dominación colonial han desempeñado un papel determinante en la creación de las realidades étnicas. Así, con el objeto de obtener el control de vastas áreas, a menudo en plena confusión merced a la decadencia del comercio de esclavos, los colonizadores tuvieron que reorganizatlas,y para hacerio precisaron de intermediarios locales. A falta de Estados, o de una clase feudal o dependiente, los colonizadores inventaron el <>. 6. Resulta imposible rehacer la historia. Por consiguiente, sea o no un producto evolutivo de la historia, si la tribu existe, ha de reorganizarse. Ahora bien, la pregunta es otra: ¿existe realmente la etnicidad? Si existe, ¿dónde? En ciertos casos, parece obvio que la existencia de una realidad étnica es una falsedad, o mejor, un atributo de la actual situación política. Con un examen más detallado, puede comprobarse que esta realidad se ve manipulada por clanes que, dentro de la clase
dirigente, compiten por el poder. Pero ¿han interiorizado realmente las masas la etnicidad? Una respuesta afirmativa a la cuestión dista mucho de estar probada. En Katanga (la actual Shaba),
por ejemplo, difícilmente podría hablarse de etnicidad, sino
de
provincialismo, multiétnico. Este provincialismo era sólo un refle-
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E1
capitalismo en
1a
era de la globalización
jo del atraso de la peqr-reña burgr-resía local de esta región dominada por el gran capital minero, enfrentada a la pequeña burguesía de Kinshasa, que a principios de la década de los sesenta era nacionalista radical. Aquí nuevamente, el imperialismo usó a su favor la contradicción para prolongar su control sobre Katanga, amenazada por el creciente apoyo a Lumumba. Pero una vez que el poder colonial se mantuvo en Kinshasa, el imperialismo cambió de enemigo. (Este provincialismo, que bien pronto se conoció en los medios de comunicación occidentales como <>, no preocupa en absoluto ala gran mayoría de la población: las primeras organizaciones obreras provinciales no expresaron en ningún lugar demandas formuladas en clave étnica.) Aunque en cierto número de países africanos, el espectro de la etnicidad v el etnicismo está siempre presto a aparecer cada vez que la clase local dirigente empieza a desintegrarse, tal cosá no puede considerarse la regla general. Una potencia neocolonial estable se basa en una clase dirigente que está más o menos unifica da a nivel de E,stado, que es mayoritariamente multiétnico. En general, se trata de una clase compradora, cuyo destino está vinculado al del estado a través del cual está en condiciones de ejercer su poder. Indudablemente, sus miembros pueden buscar clientela en sus regiones de origen cuando no se les permite recurrir a los medios políticos al uso para mantener el poder. Por consiguiente, son propensos a recurrir a solidaridades <<étnicas>>. Este tipo de manipulación tiene, no obstante, un efecto limitado, que sólo se agrava en el caso de inestabilidad mundial cuando el propio imperialismo parece predispuesto a cambiar de rumbo. La etnicidad no es el único movimiento centrífugo producido por la crisis de ac,¡mulación, ni el único recurso de ciertas segmentos de una clase dirigente escindida que intenta recuperar alguna base legitimada para su poder. La manipulación de la democracia es otro recurso para intentar escapar de la encrucijada. En lugar de la adhesión unánime a un único partido en nombre del desarrollo, estamos ante una proliferación de grupos, todos ellos surgidos de la misma clase, y todos ellos intentando parecer diferentes bajo el manto del pluralismo. En esas circunstancias, muchos de esos grupos, pidiendo la libertad pero atentos a no cuestionar las fuerzas reales tras la crisis, por tanto todos ellos de acuerdo con la liberalización y privatización económica, acaban recurriendo a la etnicidad. En otras coyunturas históricas, es el fundamentalismo religioso el que cumple idéntico papel (para ampliar este punro, véase. por ejemplo , Eurocerutrism).
E1 auge de la
etnicidad: una respuesrá
L.r cLosartzACIóN y LA cRrsIS DEL
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giobalización
económica 85
DE NACIóN
Lo anterior me lleva a ampliar el análisis. algo que haré ya he señalado antes- recurriendo a las conclusiones a que llegué-como en Maldeue.opment (págs. 127
-l4l),
a saber:
El Estado-nación es un producto histórico, es decir,localizado en el tiempo y en el espacio. La Europa del siglo xIx sigue siendo central para nuestra historia moderna, porque durante esas décadas se establecieron, mediante todo tipo de luchas cruciales, los fundamentos del Estado nacional burgués, la columna vertebral de nuestro mundo contempo1.
ráneo.
Dos tipos contradictorios de teorías se han producido en esa columpor un lado; el nacionalismo y la teoría de la integración de clases en el Estado-nación democrático burgués, por otro. Ambos tipos de teorías dieron cuenta de muchos aspectos de la realidad inmediata, que estuvo marcada por las 1uchas sociales, que llegaron incluso a ser revolucionarias, y por las luchas entre Estados-nación, que llegaron a convertirse en guerras. Ambos tipos de teorías establecieron insÚumentos capaces de inspirar las acciones de los protagonistas, los sujetos de la historia, y de pensarse como tales. La efectividad de las esmategias políticas proviene, sin embargo, de una coyuntura específica definida por una coincidencia,limitada en el tiempo v el espacio, entre: a) el Estado ylaotra realidad social, la nación; b) la posición dominante de los Estados-nación burgueses, situados en el sistema capitalista mundial, su característica central; y c) cierto nivel de g1obalización de las unidades económicas centrales, autocentadas, interdependientes, pero con un alto grado de autonomía. Todo ello hos permite empezar a comprender por qué esta covuntura es capaz de proporcionar efectividad a las políticas inspiradas por estas teorías. Sin embargo, por conflictivas que puedan ser las relaciones entre las clases, están reguladas por y en el Estado-nación. En este senrido, existe un precio medio parala mano de obra nacional, determinado por la historia y por la interrelación de clases, un sistema nacional que refleja las relaciones sociales decisivas. Las naciones y las clases -trabajadores, burguesía, campesinado- son sujetos efectivos de la historia. ¿Cuál es el papel en la coyuntura de esta realidad «nacional>> que aún no hemos determinado? La ideología le conferirá posteriormenre una dimensión autónoma, atribuyendo preexistencia al Estado, una posición que me parece discutible. No obstante, en este caso la nación es probablemente un producto del capitalismo, como han aceptado el marxismo y la sociología convencional. na vertebral: el marxismo y la teoría de la lucha de clases,
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2.Lafuerza de la forma inicial de Ia nación ha inspirado las que han venido después. Habida cuenta de que ya existían una nación inglesa y una nación francesa, las naciones alemana e ítaliana las tomaron como modelos en el momento de crear sus propios Estados. La inteligencia política de sus creadores estriba en saber cómo establecer alianzas y compromisos sociales susceptibles de moviiizar en su apovo las diversas fuerzas enltza. L En los Estados-nación europeos, la dimensión lingüística cobró una fuerza excepcional, hasta el punto de constituir probablemente la esencia de la nación como nuevo logro social. La educación y la democracia moderna han hecho de la lengua nacional un instrumento que acaba definiendo la nación, sus fronteras y su cultura de masas. 4. No obstante, tras un examen más atento, resulta claro que esta poderosa coincidencia del siglo xtx fue en realidad muy limitada en el espacio. Las semiperiferias europeas imperios austrohúngaro y ruso-los no sin dificultades. El inicio de un experimentaron una evolución central, mercado capitalista unificado supuso un desafío al viejo Estado dinástico, que provocatía una resuelta modernización/renovación que recurrió a grandes medios: la educación y la reforma social y consrirucional. No obstante, en este punto la ideología nacionalista importada fue más un inconveniente que una fuerua motriz, que acabó por destrozar el imperio austrohúngaro. Y si el imperio ruso sobrevivió hasta 1990, gracias a la revolución bolchevique, se debió en gran medida al hecho de que predominó la nación rusa. Actualmente, la crisis en Europa oriental pone una vez más en entredicho el futuro de los países que perrenecen a dicho imperio: ¿serán absorbidos por el movimiento del capitalismo europeo desarrollado, o serán relegados a la periferia, en otras palabras, serán «latinoamericanizados>>?
Ahi radica uno de los desplazamientos que constituye la hipótesis de las presentes reflexiones. No se puede decir que las burguesías checa, eslovaca, polaca, hírngaru, eslovena, croata y alemana no necesiten disponer de ., Estados y <> mercados, ni tampoco que constituyan segmentos de una única burguesía basada en un único mercado integrado. En modo alguno resulta obvio que las masas campesinas prefirieran ser explotadas por su burguesía nacional. El conflicto se presenta característicamente poTarizado en torno al lenguaje, en gran medida como proyección del nuevo papel que el lenguaje está teniendo en la Europa occidental desarrollada. El complicado juego de conflicto social real y potencial l\eva a las fuerzas políticas socíaldemócratas de la Segunda Interna-partidos cional, partidos campesinos, partidos de la nueva burguesía- a teorizar, justificar y proponer estrategias inacabables que, finalmente, caerán en el mito del Estado-nación idealizado unificado por el lenguaje.
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En todos los casos, el resultado ha sido mediocre. Después de 1920, Ios Estados herederos confirmaron que las hegemonías burguesas locales e ran incompetentes, y pronto cayeron en la órbita bien de París bien de Berlín. Se dilapidó el potencial para el desarrollo capitalista, y el estanca-
rriento económico se volvió algo característico. Tras la Segunda Guerra \lundial, el sistema inspirado e impuesto por el modelo soviético supuso el inicio de una nueva historia. No todo en esta nueva historia ha sido negativo, ni tampoco cabría decir que el futuro de los pueblos de la región hubiera sido mejor de otra forma o que hubieran podido evitar su conversrón en periferia. Pero lo cierto es que tampoco parece claro que hoy en día dispongan de la herencia y las condiciones para evitarlo.
5. La ideología del Estado-nación es tan fuerte que cuando todos los la independencia, tras la Segunda Guerra mundial, todos ellos constituyeron un sistema de Estados-nación, precisamente en el mismo momento en que el Estado-nación entró en una crisis que parece hoy por hoy interminable, incluso en sus centros de origen. 6.La globalización del sistema capitalista durante el período 1945lgJO alcanzó un estadio que, dadas sus características, se puede considerar cualitativamente nuevo. Hasta mediados de nuestro siglo, la globahzación operó en un mercado que era más internacional que planetario, y al que la ley del valor dio un contenido nacional, dentro de las constricciones impuestas en la compaíses del mundo lograron
petencia internacional por el embrión de una ley del valor capitalista mundial. En este estadio, las clases sociales eran esencialmente clases nacionales, definidas por las relaciones sociales establecidas dentro de los 1ímites del Estado. Existía, por tanto, una conjunción entre la lucha de clases y el juego político, que era regulado precisamente en el marco de los Estados. Tras la Segunda Guerra Mundial comenzó la ruptura de los sistemas de producción nacionales y su recomposición como elementos de un sisrema mundializado.En Empire of Cbaos (véanse los capítulos 1 i' 3 ). pro-
puse un análisis crítico de las nuevas contradicciones creadas por esta
evolución, subrayando el utopismo que suponía administrar el sistema mediante la sumisión unilateral a la denominada regulación del mercado. Habida cuenta de que no existe un Estado mundial y que Estados Uni dos, que ha adoptado parcialmente esta función, está en crisis, al no exis ¡ir más que de forma embrionaria instituciones mundiales y tenerse quc clirimir los juegos políticos (como las elecciones) a partir del sistema estatal, ha desaparecido cualquier coincidencia entre los conflictos -y compromisos de clase, por un lado, y la política, por el otro. La propia Europa se encuentra amenazada por su utopía economicista. El establecimiento del Mercado Común, que casi se ha convertidcr
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en el mercado único, no ha tenido un desarrollo paralelo de instituciones políticas para su administración (véase el capítulo 6 de este mismo libro
para un tratamiento detallado del tema). El proyecto ha progresado mucho merced al éxito de la fase anterior, por lo que siempre se ha rcchazado el establecimiento de instrumentos políticos para su anclaje definirivo. Y sin embargo, la unificación alemana ha supuesto de repente que se trastocara totalmente el equilibrio de fuerzas en Europa, 1o que plantea diversos interrogantes. ¿No puede Alemania proseguir en el futuro sus propios objetivos, la latinoameicanización de Europa oriental en beneficio propio, sin pensar demasiado en sus socios? (o bien ¿tenerlos en cuenta sólo en el caso de que éstos convengan en jugar un papel secundario en esta nueva Europa alemana?). Existen indicios de que las cosas podrían seguir ese camino. No obstante, está por ver si a largo plazo el despertar de las viejas naciones europeas no pondrá en cuestión las actuales opciones para el continente, tanto en la zona occídental como en la oriental. La utopía del mercado se encuentra también en el corazón mismo de 1a degradación de las políticas democráticas de Occidente. La sumisión unilateral a esta constricción, que opera por medio del sesgo de la competencia internacional, ha ocasionado ineficiencia política y ha creado un estado de malestar. La historia de Estados Unidos, unavez más por delante de la europea, muestra cómo ese vacío se puede llenar con una mezcla de elementos permanentes (¿podrían quizás el racismo, o desviaciones religiosas o sociales, cumplir r-rna función útil en esta inestabilidad?) y de conglomerados de intereses divergentes (por ejemplo, grupos de interés locales y profesionales). ¿Se observan indicios de la aparición de fenómenos similares en Europa? 7. En general, la expansión capitalista tiene efectos inversos en los centros y en las periferias del sistema; en los primeros, integra la sociedad en que se basa la nación, mientras que en las segundas destruye la sociedad y, eventualmente, destruve la propia nación o aniquila sus potencialidades. Esta asimetría respecto de ia base económica del sistema es esen-
cial y refleja la posicíón cualitativamente diferente de las burguesías locales a nivel local y mundial. En las sociedades que ha expulsado a la periferia, la expansión del capital ha tenido que hacer frente a diversas y desigualmente desarrolladas
formas de organización. ¿Estaba China a punto de inventar el capitalismo? ¿Habría el capitalismo, a partir del sustrato ya presente, reforzado la nación china? ¿Esa madurez es 1o que permitió a China evitar lo peor: su desintegración? ¿O es la semilla del confucianismo o simplemente la extensión del continente 1o que hizo dudar sobre la posibilidad de conquistarla? En ei caso de la India no hubo duda o miedo alguno, ni en el caso de Duplessis ni en el de la East India Company. Pero ahí el Estado-na-
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ción, a pesar de su decadencia, visto retrospectivamente se presenra todavía como sujeto patala historia. Constituyó el marco es el único rérmino utilizable- en el que los sujetos históricos -nacional que constiruyen 1as diversas clases se enfrentaron entre sí bajo la hegemonía sucesiva de la aristocracia y de la burocracia (entonces burguesa). Su transformación fue finalmente dirigida por una revolución paisana liderada por el Partido Comunista. Ramkrishna Mukerjee (1916) ha mostrado la realidad del desarrollo capitalista inicial de la India. La unidad india no es, como muchos afirman apresuradamente, el producto de la.colonización británica. El hin duismo constituyó un denominador común real, que, sin embargo, operó en una familia de una docena de naciones. La unificación del mercado capitalista no se produjo ni siquiera por el deseo de las burguesías de estos diferentes países de desmembrar el nuevo Estado en beneficio propio, como sucedió en Europa central y oriental. ¿Se debe al hecho de que la ideología del Estado-nación no penetró aquí, en esta parte del mundo menos expuesta al modelo europeo-occidental que el imperio austrohúngaro o los Balcanes? El Estado otomano y el Estado egipcio alientan también la reflexión. maduración de las relaciones capitalistas es evidente en los Balcanes, La en Egipto y en Siria. El Estado que se autoimpuso a los varios pueblos que están presentes en las zonas árabes y turcos, cristianos -musulmanes griegos, eslavos y armenios- no supuso un obstáculo natural a esa maduración. Su incapacidad de resistir el posicionamiento regulado por el capital extranjero acabó finalmente desposeyéndoles de su legitimidad. Pero también aquí, como en Europa central, encontraremos en la historia de los Estados herederos la prueba que difícilmente se ofreció mayor resistencia. No obstante, el eco de la ideología del Estado-nación en el modelo europeo tuvo ull gran efecto en los <> que, tornando la iniciativa y creando la idea artificial de una perspectiva turca, culrninaron 1o que la revolución kemalista había iniciado. Como en Europa central, dicha opción acabaría convirtiendo a Turquía en una ,,lumpen-nación» de una Europa que la rcchazaba. En un eco predecible, Ia burguesía liberal egipcia se adhirió a esta tesis durante el período de entreguerras. Esta opción, luego abandonada por la recuperación de la idea de un Egipto árabe, encuentra una base objetiva en el <> de la nación árabe. También en América, con un sustrato histórico muy diferente, el Estado opera como un sujeto activo, forjando la nación, o con la intención de hacerlo, con menor o mayor éxito. En Estados Unidos, la fundación vino de la mano de la construcción de una base autocentrada a partir de Nueva Inglaterra, que se amplió a la totalidad del país unavez que se resolvió la cuestión del Sur. Pero, sin embargo, la nación no logró cons-
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truirse a sí misma en el caso de América Latina, a pesar de la temprana independencia de sus países. El carácter periférico de la estructura económica persistió pese al establecimiento de Estados formales, que, en cualquier caso, estaban integrados por criollos, que mantuvieron marginadas a las comunidades indígenas. Sólo podemos hablar realmente de un Estado-nación en el caso de México, donde, con la revolución del siglo xx, la hispanización de las comunidades indígenas experimentó un fuerte progreso. En todos los casos, el modelo europeo siguió siendo en América Latina, en este ámbito y en los restantes, el único punto de referencia y, con é1, 1o fue también la incontovertible ideología del Estado-nación. ¿Pondrá en cuestión la crisis de acumulación mundial de nuestra época la unidad nacional de los Estados del Tercer Mundo? En India, por ejemplo, la <.compradorización, de la burguesía ha sido capaz de recorrer díversos estadios de desarrollo nacional,-que aunque no popular- ha puesto en peligro la unidad del Estado. Ha rcforzado los imedentismos regionales, ha sido manipulado por camarillas que aspiran a controlar la política local, y ha cuestiona
La asociación de México con Estados Unidos y Canadá en un mercado común también comporta el riesgo de dividir el país en un México (>, reproduciendo de esta forma la ruptura que permitió a Estados Unidos anexionarse en el siglo XIx la mitad de México. Por su parte, en el mundo árabe e islámico, ¿el fundamentalismo religioso, cuvo ascenso supone una respuesta a la <>, no aÍnenaza con liquidar todo un siglo de esfuerzos hacia la modernización y
construcción <>? Frente a estos desarrollos negativos, también pueden observarse que los tipos de desarrollo propios de Asia oriental están asumiendo características distintivas particulares y definidas. Así como en general en el Tercer Mundo la expansión del mercado interno se ha basado en el incremento relativo de los ingresos de ias clases medias en detrimento de las masas populares, en Asia oriental, excepcionalmente, toclos los salarios (incluyendo los de los estratos medios) han crecido de forma mínima, lo cual ha permitido el ahorro generalizado, generalmente público, mienrras que las rentas campesinas se han incrementado notoriamente. En los Estacios chinos de Tai»,an, Hong Kong y Singapur, se ha producido una estrecha colaboración entre la burguesía china en el exterior, diseminada a 1o largo y ancho del Pacífico occidental y del sudeste asiático. A nivel demográfico, el Asia confuciana ha logrado un modesto nivel cle crecimiento que se traduce en un mayor control social i,,en una mayor penetración 1a
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del ideal de enriquecimiento personal y familiar. Finalmente, los esfuerzos en el sector de la educación técnica han sido muy sistemáticos y eficientes. Trabajando a partir de una fuerte realidad nacional, estos desarrollos están forjando la emergencia de una burguesía nacional hegemónica, legítimada por un consenso social muy amplio, mucho más estrecho que en el pasado. No obstante, la crisis revela la vulnerabilidad de las estrategias basadas en una inserción deliberada en la división internacional del trabajo. El Asia confuciana, con mayor capacidad que Améric a Latina o el mundo árabe de gestionar los eventuales reajustes impuestos por la crisis externa, también puede, en caso de ser necesario, ser autosuficiente. Una intensificación de las relaciones de estos países con China yJapón beneficiaría a todos los implicados y modificaría significativamente el equilibrio mundial de fuerzas. B. En los países de la Europa oriental .> se ha pasado una página de la historia. En un período de entre cuarenta y setenta años, según cada situación párticular, los países de 1a región intentaron superar el legado de su anterior condición periférica. La burguesía local fue incapaz de crear una economía moderna y autosuficiente, incardinada tanto en el sistema mundial como en el nacional. ¿Podía haberlo hecho el nuevo poder, llamado socialista? No voy a adentrarme de nuevo en la evaluación crífica de esas experiencias ni en las razones que me llevaron a concluir que, esos nuevos poderes, lejos de estar consüuyendo el socialismo, estaban construyendo una burguesía y, por tanto, el capitalismo, aunque en un marco que había elegido la opción estatista y se había desconectado de las presiones del sistema mundial. He llegado a la conclusión que el colapso de estos sistemas no fue el producto de una revolución democrática, sino únicamente la fase final de su desarrollo natural. Es cierto que las crisis económica, política e ideológica de este colapso han significado el derrumbe de la clase dirigente en todos esos países. Y también en este caso nos encontramos una vez más con e1 factor étnico o nacional en acción. En los países plurínacionales (la Unión Soviética, Yugoslavia y, en menor medida, Checoslovaquia) los diferentes grupos de las clases dirigentes intentaron lograr apoyos en base a la etnicidad, En los otros, intentaron movilizar el chorrinismo nacional, exacerbando los conflictos potenciales con las diversas minorías nacionales, como, por ejemplo, los húngaros en Rumania. Si se comparan la antigua Yugoslavia (una auténtica federación cuyo funcionamiento estaba marcado por las desigualdades de desarrollo en favor de los Estados con menor prir,'ación relativa) y \a antigua Unión Soviética (un Estado centralizado al máximo, pero que estableció una redistribución en favor de las zonas más retrasadas), se observa que las diferencias no sólo afectan a materias concer-
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nientes al presente inmediato, sino, quizás, también al futuro. Por doquier, la <> esta vinculada ala <>, no menos manipulada por las clases dirigentes y que reviste formas diferentes en uno u otro país. Sea como sea, esta combinación de estrategias y tácticas mediocres no mejora las posibilidades del país de <>, en términos de desarrollo económico, que los regímenes estatistas y autocráticos de la denominada era socialista. Por el contrario, el debilitamiento de la región, Rusia incluida, abre la vía de un resurgir del expansionismo alemán. ¿Podrá China, también en la vía hacia el desarrollo capitalista, gestionar este tránsito de forma menos nociva, salvaguardando su unidad nacional? 9. La historia nos conduce, a través de esta visión de conjunto, hacia la cuestión de la ideología de la nación, bien en su r.,ersión burguesa (la nación como realidad preexistente; la nación ideal, el Estado-nación, se construye a partir de ese fundamento v revela su potencial) o bien en su versión marxista común (el capitalismo ha creado las naciones y ha generalizado la forma del Estado-nación en todo el mundo). La historia real sugiere que el Estado es el sujeto activo que a veces crea la nación, a veces la regenera. pero que a menudo es incapaz dehacer una u otra cosa. La historia reai sugiere también la importancia de la ideología del Estadonación, que no siempre es un agente activo progresivo del desarrollo capitalista, sino una desviación que cambia la dirección en un sentido negativo o que incluso llega a aminorar la marcha del desarrollo. En los casos exitosos, la nación se convierte en un sujeto histórico activo, un marco para el conflicto y el compromiso entre sus ciudadanos, que constituyen las clases sociales del capitalismo o que han emergido a pafik de ellas. Por doquier, si la base económica sigue siendo periférica, o si se convierte en periférica, el Estado se debilita o desaparece; y si las potenciales cristalizaciones nacionales se desintegran, los grupos y las clases sociales, los diferentes tipos de comunidades y el Estado se enzaÍzan en un juego de conflictos que no permite controlar el futuro del pueblo en cuestión.
L¡
CEsTIÓN ACTUAL DE LA CRISIS Y SUS ALTERNAI,IVAS
La gestión de los sistemas políticos y sociales locales, es decir -sean nacionales, o mundiales- mediante la simple virtud del mercado es una utopía. Resulta casi divertido observar que en el mismo momento en que se proclama «el fin de las ideologías>>, el sistema dominante está intentando imponer una ideología pura, ¡expresada en su forma más extremadamente primitival
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De ahí que, en un momento de crisis estructural duradera, las fuerzas dominantes no nos p^rezcan estar buscando una salida, sino simples for-. mas de gestionar la crisis. El discurso proponiendo soluciones a largo plazo en interés de todos por ejemplo, el Informe Brandt-, que -como, suele partir del principio según el cual <>, es ingenuo en Ia medida en que no corresponde a la forma en que el capitalismo funciona en la actualidad. En realidad, las fuerzas dominantes suelen dar prioridad alatáctica de gestión de la crisis. Al hacerlo, intentan hacer recaer el mayor peso posible de la crisis en los hombros de los socios más débiles, las periferias del Sur y del Este, con el propósito de aliviar las consecuencias de la crisis en los centros desarrollados y asegurar que no se volverán insoportables. Esto ha impedido que se trabajara en la búsqueda de soluciones. El nuevo lenguaje de los aparatos ideoIógicos dominantes confirma estas preocupaciones a corto plazo. Hoy dÍa se habla de .>, una forma de referirse a la .,gobernabilidad» de una situación que resulta difícil de gestionar porque es explosiva en sí misma.
Una función de esta forma de pensar es la desintegración de los Estados periféricos, Estados residuales del sistema mundial, extremadamente vulnerables, abiertos alas fuerzas del mercado mundial y carentes de medios para controlarlas, que soportan la mayor parte de la carga derivada de la crisís mundial. Esta política desastrosa está entrelazada con contradicciones difíciles de resolver. El desorden permanente se manifiesta en forma de regresión y violencia, por lo que 7a teoúa de la gestión de los <
Los métodos empleados constituyen manifestaciones agresivas: manipulaciones de la etnicidad (o del iundamentalismo religioso) y de la democracia, merced a intervenciones selectivas en función de las circunstancias. El sistema parece basarse en la idea de que <>: en tal lugar se interviene en nombre del pueblo, en otro se permanece en silencio; aquí se imponen elecciones <, allá se defiende a una dictadura brutal. Las potencias esperan salirse con la suya controlando a los medios de comunicación, bien para que legitimen una intervención, bien para que guarden total silencio cuando se enfrentan a situaciones más embarazosas. La ingenuidad política también se moviliz a para este fin: las <>, por ejemplo, son utilizadas por las potencias, al igual que en el pasado los misioneros menudo armados con las mejores intenciones subjetivas-a la conquista colonial. Una vez más la realidad ha demosacompañaron trado que las intervenciones del Occidente desarrollado en los asuntos
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del Tercer Mundo. sean cuales sean los motivos que se invoquen. siempre son negativas. La preocupación táctica dominante no deja de lado el hecho de que las potencias mejor situadas en el tablero mundial persiguen, también y al mismo tiempo, sus propios objetivos estratégicos. Dos de estos objetivos son claramente patentes en los casos de Europa oriental y de Etiopía. El primer caso demuestra el plan esmatégico del expansionísmo alemán, el segundo el de la hegemonía estadounidense, dos planes que convergen, al menos parcialmente. Ambos planes pretenden marginar a las restantes potencias, Francia y el resto de Europa, que se ven obligadas a alinearse
entre
sí.
El objetivo alemán la latino americanización de Europa oriental, una forma de afirmar la preeminencia alemana sobre el resto del continente- coincide con el de Estados Unidos, es decir, debilitar al máximo posible a Rusia para regresar a la situación de 1945, cuando Estados Unidos contaba con el monopolio de las armas de destrucción masiva y estaba en condiciones de imponer su hegemonía mundial. Bonn ha logrado ya algunos éxitos importantes: la destrucción de Yugoslavia y la .> de Eslovenia/Croacia, que Bohemia-Moravia volviera ala categoría de protectorado, y que los Estados bálticos y Ucrania se separaran
de los rusos. A tal efecto se han movilizado completamente los denominados medios de información, hasta el punto que se han hecho acreedores a ser llamados ..medios de desinformación>>. Encontramos de nuevo dos leyes, ..la de los ricos y la de los pobres>>: a los rusos, establecidos en los Estados bálticos al menos tanto tiempo como los ingleses en Irlanda, y en mayor número, se les puede privar del derecho a votar, un hecho que no descalifica a las <
tos internos inacabables puede servir para aplazar la necesidad
de
intervención. La geoesfrategia, la búsqueda constante de bases que per-
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mitan una intervención rápida, y la estrategia de control (militar) de los más importantes recursos naturales del mundo, como puso de manifiesto. la guerra del Golfo (usada para presionar a los aliados, sus competidores japoneses y europeos), constituyen medios indispensables a lo que no es probable que Estados Unidos renuncie, al menos por el momento. \(/ashington sabe bien que si pierde la hegemonia política, a Estados Unidos le resultará imposíble mantener su privilegiada posición económica, en particular el uso del dólar como moneda internacional, una forma de obligar al resto del mundo afinanciar su déficit. Quienes argumentan que Estados Unidos no dispondría de los medios financieros necesarios para imponer su hegemonía porque las presiones sociales internas han obligado a reducir su gasto en intervenciones externas, olvidan que justamente la hegemonía es también la mejor forma de preservar el flujo de recursos en su favor.
Las potencias medias no tienen estrategias propias. Las antiguas potencias coloniales (Francia Áfri.r, por ejemplo) están intentando pre"n servar a sus corruptos clientes, pero no tienen medios para mantenerlos. La alternativa sería aceptar auténticos cambios populares, que son las únicas fuerzas capaces de poner fin al enorme agujero financiero en que se han convertido los sistemas neocoloniales. No obstante, la persistencia de valores coloniales en Occidente y la visión a corto plazo de la izquierda, incapaz de imaginar unas relaciones Norte/Sur fuera del marco de la tradición imperialista, hace que se descarte casi inmediatamente esta opción. En tales condiciones, en Europa las potencias medias están agrupándose tras la hegemonía alemana, mientras que en el Tercer Mundo contribuyen a la estrategia estadounidense, como vimos en la guerra del Golfo o en Etiopía, Somalia o Angola. No obstante, no existen situaciones insuperables o, lo que es lo mismo, siempre existen opciones alternativas. La globalización capitalista tal y como se conforma en este tiempo de crisis, como una forma de gestionarla, no constituye una solución a la crisis. A la inversa, tampoco el ..rechazo>, de la globalización supone una respuesta adecuada. Los ,,recharetorno zos>>, aparentes sólo en virtud de la forma en que se expresan ala etnicidad y al fundamentalismo religioso-, se integran en-el esta globalización brutal y se saca partido de ellos. La desvinculación o desconexión, tal y como la he definido, no debe confundirse con estos rechazos ilusorios y negativos, sino que supone, por el contrario, una inserción acfiva capaz de modificar las condiciones de la globalización. La globalización no es, en mi opinión, un hecho de la historia moderna que deba difuminarse con una respuesta culturalista y autárquica, sino un hecho positivo, un progreso en la historia. Acepto al hacerlo cierto pensamiento común a las ideologías socialista y burguesa. Pero la
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historia no tiene un final y la globalización está lejos de haber concluido. Aquí es donde divergen los caminos socialista y burgués. El burgués pretende fljarla evolución, más o menos sometida a la perspectiva de la acción unilateral del capital. El socialismo. por su ladci, permire comprender por qué esta globalización capitalista permanece truncada, generando, reproduciendo y profirndizando, paso a paso, \a polarización mundial. Aquí precisamente se encuentra el límite histórico del capitalismo: el mundo polarizado que crea es y será más y más inhumano y explosivo. Enfrentado al reto que sLrpone este desafío, el socialismo tiene el deber de proponer una visión alternativa de la globalización,los medios para realízarla en el auténtico sentido de la palabra y de conferirle un carácter humano v genuinamente universalista. En eso estriba, en mi opinión. e1 reto. ¿Cómo ayanzar? ¿Ivlediante una estrategia orientacla a transformar directamente e1 sistema mundial? ¿N{ediante estrategias encaminadas a transformar los subsistemas regionales v nacionales? ¿Se podrían, y en ese caso cómo, combinar ambas estrategias? El discurso neoliberal no puede responder a este desafío real de la globalización, a menos que, de acuerdo con sus principios, anticipe la apertura simultánea de todas las fronteras, al comercio, al capital y alamigración de los trabajadores. Pero ese discurso que
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Asia oriental dominado porJapón). Por el contrario, estas agrupaciones deberían esquivar las constricciones del Estado-nación en el corazón de E,uropa, por un lado, y reforzar ei poder de negociación colectiva y de consolidación de las regiones del Tercer Mundo, de acuerdo con su orsanización geográfica, por otro lado (África, el mundo árabe, América Latina Sudeste asiático). Si no sucede tal cosa, el mundo regresará al pasado, alimentando conflictos incontrolables entre naciones y entre coinunida<-les rcales o imaginarias. La intcrnacionaTización así concebida significaría una moderación de ios excesos del mercado global, regulando el ritmo de su desarrollo y adaptándolo a la apertura a las migraciones y a la construcción de espa-
cios políticos democráticos y policéntricos, un fundamento necesario para las políticas sociales comunes de talante progresista.
Ciertamente, la perspectiva de competitividad mundial no ha de o1r'ídarse nunca, ya que define toscamente la eficiencia a largo plazo. Sin embargo, plantearlo como objetivo inmediato supondría poner el carro Jelante de los bueyes y, de hecho, eliminar cualquier posibilidad de éxito. Durante un tiempo relativamente largo, un desarrollo protegido y aurocentrado resulta inevitable. La globalización no debería oponerse a ello, sino contribuir a su triunfo mediante una organización sutil -incluso .planificadarr- de intercambios entre las regiones del planeta que se encuentran desígualmente desarrolladas. Justamente eso es lo que entiendo por un sistema mundial desconectado y policéntrico, un marco en que justamente la cooperación Norte/Sur, y también la Este/Oeste, apovarían el progreso general. Ninguna receta milagrosa, como el mercado, puede sustituir tal opción. Pero ¿qué fuerzas sociales impulsarían un programa de tal tipo? Lo que en estas páginas me corresponde hacer no es establecer anteproyecros a respuestas que sólo la historia podrá contestar, sino establecer los rérminos de un debate lúcido. De acuerdo con ello, plantearé un par de preguntas: ¿podrán Las alianzas nacionales y populares, operando en un marco democrático, ir más allá de las fórmulas de populismo radical de los años sesenta? ¿Serán capaces de gestionar la contradicción interiorizada enúe las formas de gestión capitalista y las fueizas sociales que desean
ir
más allá de éstas?
En las periferias industrializadas, la articulación de estas alianzas aIrededor de la nueva clase obrera (los campesinos superexplotados por la carga de financiar la modernización y las masas marginadas) es ya algo posible. En la actualidad se entablan ya luchas en el terreno real de la democracia y la adminisffación económica, como podemos ver en Corea o en Brasil. En el Cuarto Mundo, la marginación de los sistemas productivos conlleva la transferencia del conflicto entre,.e1 pueblo, (en su mayor
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parte formado por miembros del ejército de reserva a escala mundial) y el <> (cuyas raíces en el poder económico local real son débiles y en realidad marginales) del ámbito (ausente) de la auténtica economía al (imaginario) de la <>, la etnicidad o la religión. E,n este caso, por tanto, la construcción de una alternativa real se enfrenta a otros obstáculos importantes. La cuestión de la etnicidad debería reempl^z^rse en el marco estratégico por una acción que puede sintetizarse así: respeto a la diversidad, unidad pese a ella. Respetar la diversidad significa renunciar al discurso vacío del poder que pretende actuar en pro del «interés nacional>> (que mucho más a menudo de lo que deja de ver es mero poder) al intentar interiorizar la ideología del Estado-nación. Ello supone aceptar realidades sociaies. particularmente las de clase, cuya existencia suele rechazarse negándoles los medios de expresión autónoma, un rechazo que se extiende a los grupos étnicos y religiosos y a las mujeres. Una realidad social existe cuando los individuos son conscientes de ellas y buscan medios para que se exprese. El reconocímiento de la diversidad, sin embargo, no significa el desmoronamiento del Estado a través de secesiones ilimitadas; por el contrario, la diversidad debería servir como trampolín para una petición de unidad. Értu .r la única perspectiva que sería definitivamente favorable al desarrollo de las fuerzas productivas, pero la petición de unidad es algo vacío si no se acompaña de una denun-ia de los sistemas mundiales y locales que, aunque quizás no engendren todas las «díferencias>>, sin duda alguna las usan para desmembrar las fuerzas populares. La problemática a que se enfrenta la alianza popular democrática y
nacional, como alternativa a la sumisión a la globalización capitalista, es diferente a la que hasta el momento ha analizado el socialismo. El pensamiento socialista, en todas sus expresiones, ha subestimado la importancia de la polarización en el capitalismo mundial, definiendo las opciones abiertas a las regiones en desarrollo como si se trararan bien de una revolución burguesa (que se supone que se encargará de que tales regiones sigan un camino exactamente idéntico al que antes siguieron las sociedades capitalistas avanzadas\ o bien de una revolución socialista. La tesis de la polarización muestra que la revolución burguesa no es una solución viable, porque no permite que esras sociedades superen los límites del capitalismo periférico; mientras que, a su vez, la revolución socialista no está a la orden del día, porque las iuerzas sociales no tienen suficiente madurez. La experiencia hisróricá muestra también que los paliativos teóricamente atractivos que se pensaba que iban a compensar esta falta de madurez (la revolución permanente o las versiones color de rosa y oportunistas del camino <> en
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el marco del capitalismo y la construcción «históricamente rápida» del socialismo constituyen dos utopías complementarias del pensamiento dominante , ajenas al problema del desafío que plantea la polarización. El' nuevo estadio del pensamiento socialista debe ir más allá. El desafío concierne no sólo a los países de la periferia, ya que la globalización ha erosionado la eficiencia del Estado-nación por doquier. Esto es particularmente evidente en Europa. El creciente caos en el corazón de la CE y fuera de ella atestigua este desarrollo. La situación sólo puede superarse si entre los pueblos emerge un nuevo internacionalismo, c^paz de transferir los mecanismos de administración social progresiva al esquema de un nuevo agrupamiento europeo. Los ingredientes apropiados para responder a este desafío deben encontrarse en la tradición ideoIógica del capitalismo, no en ei cosmopolitismo del capital, preocupado por obtener beneficios a corto plazo a partir de las diferencias. ¿Se puede ir más lejos? ¿Puede sostenerse que construir un estado mundial se ha convertido en una necesidad histórica objetiva? Sin duda alguna, el redescubrimiento de la destrucción de los recursos del planeta causada por la acumulación capitalista parece abonar una respuesta positíva. Pero ¡cuán pequeño se ve el sistema político y cultural dominante frente a este desafío! Laarcogancia de Estados Unidos es una clara demostración de ello. Indudablemente, la ideología mundialista debería, coherente con sus premisas, apoyar no sólo la integración tridimensional de los mercados (bienes y servicios, y trabajo), sino también aspirar a la construcción complementaria de un estado mundial que gestíonara, con espíritu social progresista, la democracia mundial y los recursos del planeta. Naturalmente, no es esto 1o que hace la ideología liberal dominante que, por el contrario, se autoaplica el debilitamiento de los Estados sin proponer a cambio una alternativa viable y sin atacar el pavorosos desequilibrio
militar. En tales condiciones, careciendo de formaciones sociales progresistas en las tres partes del mundo y de una regionalización del sistema mundial comprehensiva y flexible, ¿puede Estados Unidos imponer las reglas del juego capitalista? En caso afirmativo, ¿qué reglas v con qué medios? Existe una fuerte tentación de fomentar 1as fuerzas conservadoras para imponer la utopía del mercado, que agravarálapolarización y, al resultar tal cosa ínsoportable, comportará erupciones violentas. Existe, pues, la urgencia de responder con bombardeos masivos, que, tristemente, ya se probaron en la guerra del Golfo. El socialismo debe inscribir sus estrategias en la perspectiva de construir un mundo socialista y, si no un Estado mundial, al menos un sistema político coherente. Pero debe definir también los estadios que llevarán en csa dirección. Así las cosas, me parece imposible esquivar el estadio de
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capitalismo en la era dc la globalizacíón
construcción nacional popular, de regionalización, de desconexión o desvinculación, así como la construcción de un mundo polícéntrico.
SpcuNoos pENSAMIENToS soBRE
TJNIVERSALISMo \¡ERSUS pARTrcuLARrsMo
Y LA RESPUESTA SOCIALISTA AL NACIONAL]SMO 1. No menudean los argumentos sobre la realidad de lo que se ha denominado la <>. El simple hecho de que la mayoría de los individuos digan pertenecer a una nación determinada (es decir, que consideren que los rasgos, reales o imaginarios, que colnparten con sus corrpatriotas son más decisivos que cualesquiera otras distinciones en el grupo nacional) establece la existencia de una incontestable realidad social que dicho término designa. Reconocer esta realidad (banal) no supone en modo alguno que clebamos afanarnos en estudiar su naturaleza, límites v contradicciones, y menos todavía que debamos aceptar los mitos por los que las naciones en cuestión viven su existencia. Lo cierto es que si bien la nación alberga persistentes mitologías, incluyendo las que la presentan como un hecho naturai (revelando una percepción biológica que lleva naturalmente al racismo), en realidad se trata de una realidad social e histórica. Naturalmente, el movimiento de la sociedad y de la historia que comportó la formación de las mencionadas naciones no es el mismo en todos y cada uno de los casos, de modo que resulta irnprescindible subrayar las diférencias presentes en el proceso, habida cuenta de que esas diferencias explican las concepciones profundamente divergentes de la nación. 2. El concepto de <>, como todos los conceptos que definen comunidades humanas de algún tipo, se basa en una contradicción fundamental entre universalismo (de la especie humana, de su destino, y de los proyectos para construir sociedades) y particularismo (de las comunidades que conforman la especie humana). ¿Cómo se vinculan estos particularismos con las exigencias de universalidad? ¿Los rechazan o, por el contrario, los asumen o toman en cuenta, o bien sostienen estar dispuestos a hacerlo? La tarea de análisis científico consisten precisamente en leer los mitos, las percepciones y conceptualizaciones de la nación, con el objeto de mostrar claramente esta contradictoria relación. l. La concepción humanista del universalismo tiene su propia histopuesto que la humanídad no alcanzó rápiclamente el nivel de absria, tracción que la noción exige. Los grupo étnicos, las tribus o clanes -lo .que menos importa es la etiqueta que se use- han r,ivido durante un tiempo tan largo separados de los otros que su común dimensión humana no tiene una base social tangible y efectiva. Incluso las divinidades se
El auge de la etnicidad: una respuesta política ala glol.,aliz.ación económíca 101
concibieron en este marco como algo particular a cada uno de estos grupos particulares. La primera gran ola de lo que llamo <> supuso el inicio del concepto universalista de humanidad. Durante el milenio o algo más que va desde el siglo v a.C. al VII d.C,, se fundaron las grandes religiones como el zoroastrismo, el budismo, el cristianismo y el islam, así como se formularon las grandes filosofías confu ciana y helenística. De esa forma se afirmó la dimensión y el destino común de los seres humanos, al menos en lo que respecta al más allá. Naturalmente, esta declaración de vocación universalista no estableció una unificación real de la humanidad. Las condiciones de la sociedad tributaria no 1o permitieron y la humanidad se reformó en grandes áreas tributarias cohesionadas por sus propias filosofías-religiones universalistas: la cristiandad, Dar el Islam, el mundo hindú, el mundo confuciano. Sin embargo, la revolución tributaria, como todos los grandes momentos revolucionarios en la historia, se proyectó en el futuro y desarrolló conceptos que fueron más allá de su propio tiempo. En la época moderna, la revolución burguesa inició una segunda ola evolutiva que profundizó y enriqueció el concepto de <.universalidad». De hecho, la filosofía de la Ilustración supuso el inicio de un movimiento que culminó en la revolución francesa. En lo relativo al concepto de nación, ésta definió un nuevo contenido, radicalmente diferente de aquél que habían experimentado sus vidas, su pertenencia a una comunidad o su percepción del universalismo y sus límites los miembros de las comunidades tributarias (la cristiandad, el islam, el mundo hindú o el mundo confuciano). La nueva organización de la sociedad que empezó a cristalizar en parte de Europa con el Renacimiento, la conquista de América y el mercandecir, el tilismo de las monarquías absolutistas de la Europ a atlántica -es capitalismo, por llamado por su nombre- crearon un marco apropiado en los primeros Estados-nación burgueses (Inglaterra y Francia, en particular). Pero la filosofía de la Ilustración no encauzó la realidad <> en la dirección de la construcción de algún mito biológico, sino que, por el contrario, esa realídad se formuló en una visión social (es decir, no naturalista) de la sociedad. Ciertamente, el mito se elaboró para tal fin, pero difirió mucho del mito de los ancestros comunes. Además, se sostuvo que un <> había fundado el Estado-nación, por tanto como Estado y nación, que de otro modo no habrían existido. El concepto de contrato social presupuso el concepto de individualidad burguesa dotada de libertad. La grandeza de la Revolución francesa se expresó en el hecho de que fundó una nueva nación, sin aludir para ello a una sangre o a unos an-
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cestros comulres, ni a ia cristiandad, sino a <
(el concepto de igualdad social no estaba demasiado avanzado ala sazón) que habían hecho juntos Ia revolución y que querían vivir bajo sus leves. Por tanto, incluía a todos los pueblos que tomaron parte en ella, incluso si (como en el caso de los alsacianos) no se expresaban en francés. No obstante, ello no presupone que tuvieran igual derecho las personas o pueblos que no habían participado en ella, allnque fueran francoparlantes. Podríamos decir que se trataba de una ideología de nación articulada en torno a los ciudadanos. Lógicamente, no dudaron en incorporar a los judíos, ni en abolir la esclavitud en las colonias y ascender a los negros de Santo Domingo al rango de ciudadanos. Al acuñar el concepto de «laicidad>r, fueron más allá de la tolerancia religiosa; de esa forma liberaron a la nueva nación de referencias al pasado y concibieron el cristianismo corno una sin-rple opinión fllosófica personal, semejante a tantas otras, no como un elemento presente en la estructura ideológica de la sociedad. (Por otro lado, la institución religiosa se concibió como parte de la tiranía del ancien régirte.) La declaración de 1789, que incluía el derecho al asi1o y que permitía teóricamente a cualquier hombre iibre declararse ciudadano de la nueva nación con independencia de su origen, puso de manifiesto este concepto ideológico de nación. En esta concepción, obviamente, la nación no constituye una afirmación de 1o particular frente a 1o universal, sino que es la expresión de lo universal. Como todas las grandes revoluciones ejemplo, la rusa algo más tarde- contenía el pro,vecto de sr"r propia-por extensión mediante la imitación por parte de todos los pueblos. ,1. Dicho esto, hay que recordar que el pensamiento ilusrado y su prodncto par excellence , la Revolución francesa, no lograron su objetivo universalista. El sistema capitalista que fr.re conformándose y expandiéndose paralelamente no lo precisaba. Por el contrario, la propia lógica del sistema definió los límites dei universalismo propuesto, que debería denominarse <> como muestra de los intereses reales que servía.
El proyecto universalista de la Ilustración y de la Revolución francesa tuvo que afrontar los estrechos límites históricos en las dos dimensiones de la difusión del capitalismo, a saber: primera dimensión tiene que ver con la expansión del capitalismo en los centros europeos, que se produjo no a través de revoluciones burguesas, como en Inglaterra y Francia, sino mediante el establecimiento de los E,stados-nación de la Europa moderna. En el caso de Alemania, la constitución del Estado fue el resultado
1. La
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1a
globalizact
En Francia, además,la construcción de la unidad se inició no merced a sucesos que la precipitaron y en un período relativamente reciente, sino en un provecto cle la monarquía francesa que se remonta al siglo Xl. La asimilación de los pueblos, el abanclono progresivo de las lenguas locales en beneficio c{el francés, tiene raíces en el pasaclo distante. Posteriormente, el nrovimiento se aceleró notablemente y se completó merced al sistema escolar republicano, el instrumento mcdiante el que se construyó la nación francesa en torno a esa nueva unidad lingüístico-cultural. La historia de Gran Bretaña tiene algunas obvias similitudes con la de Francia. El destino de los escoceses, que perdieron el uso de su lengua, nos recuerda que las políticas de asimilación distan mucho de ser una peculiaridad francesa, jacobina, como se suele afirmar con ligereza. Pero la revolución burguesa inglesa del siglo XVII, basada también en las icleas ilustradas, en los valores democráticos y en el concepto de contrato social, se produjo antes que la francesa y por ello no fue tan radical. La ruptura con el pasado tuvo un carácter menos afirmativo, y el compromiso que mantuvo ia monarqu ia y 1'a. aristocracia permitió que sobreviviera con rnayor fuerza un mito de continuidad, estimulando el valor retrospectivo de la Carta Magna (con sus libertades feudales, no burguesas) v de la Reforma protestante. Los países con una tradición democrático-burguesa siempre han estado inclinaclos a concebir la nación como una realidad social abierta, entre otras coszls, a la asimiiación de los recién llegados. Esta propensión se ha reforzado siempre que un país ha esta abierto a la inmigración a gran escala. E,sto es 1o que sucedió, paradigmáticamente, en Estados Unidos, pero también en otros países del continente americano v en otros, conlo por ejemplo Australia. Lo dicho se aplica también a Francia desde finales del siglo xrx, mucho antes de que la inmigración se extendiera por la Europa capitalista en los años sesenta. Los países con una tradición democrática reaccionaron a este reto de una forma que en cierto modo suponía una bienvenida, con todos los matices que deberían acompañar al término. De ahí qLle, o bien consideraron la r> de, al menos, los inmigrantes de segunda generación como un asunto normal (como sucedió en Francia y Gran Bretaña) o bien consideraron la <> en la nación adoptada (un térnino estadounidense que expresa bien la dif'erencia con la idea de <> original.
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una forma de dísfrazar un racismo inconfesado. La clemanda, por tanto, no supone un avance indiscutible del espíritu democrático; refleja también la filtración de ideas conservadoras dominantes en la historia de las sociedades del norte de Europa. Los socialistas, enfrentados a la realidad de las identidades nacionales y, sin embargo, preocupados por insistir en los intereses de clase, han defendido posiciones que, aunque no siempre fueron poiíticamente eficaces a corto plazo, han sido nobles, dignas y precursoras de los riempos futuros. Estoy pensando en las actítudes del movimiento socialista en los imperios europeos plurinacionales: Ios austromarxistas del imperio austrohúngaro y los bolcheviques del imperio ruso. Los austromarxistas querían salvar el gran Estado, pero reconstruyéndolo en función del recono-
cimiento de las diferencias nacionales, étnicas y religiosas como algo democráticamente legítimo. Los bolcheviques, y posteriormente la Tercera Internacional, prosiguieron en esa dirección, haciendo las máximas concesiones posibles al hecho nacional, fuera lo que fuera en cada caso, y diseñando la idea de un E,stado socialista plurinacional. Ciertamente, su práctica real es un tema sujeto a críÍica y análisis. La constitución de la Unión Soviética, como posteriormente la de Yugoslavia, no son sólo documentos históricos, reflejarr experiencias que se vivieron en toda su contradictoria reaiidad. En este sentido, el socialismo de la Tercera Internacional fue el heredero excepcional del pensamiento democrático radical, llevando su lógica incluso a extremos peligrosos. El bolchevismo, casi extravagantemente respetuoso del derecho a la diferencia, no se limitó a proclamar el derecho de las naciones a su autodeterminación; bloqueó cualquier evolución posible escribienc-lo la federación política de las naciones en las constituciones de la Unión Soviética y de Yugoslavia.
La realidad de estos dos países es compleja: en la Unión Soviética hubo sin duda alguna un predominio cultural ruso, pero también una redistribución de la riqueza ala periferia ex colonial que el capitalismo nunca practicó; y en Yugoslavia se produjo una distribución igualitaria entre serbios, croatas y demás. Pero, con independencia de cómo haya sido la situación real en cada caso y momento, las percepciones ideológi cas comunes a la Tercera Internacional ilevaron la legitimación de la diferencia más allá de lo que era preciso. El capitalismo, mediante los efectos uniformadores del mercado, ha sido a este respecto infinitamente menos prudente que los regímenes comunistas, preocupados por salvar culturas de 1a planificación del mercado y del eventual olvido. En la actualidad, el socialismo está pagando algo caro el exceso de respeto democrático por la diferencia, que ayudó a mantener viva. En Yugoslavia, por ejemplo, un sector de las nuevas gene-
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capitalismo en la era de ia glc.ba,rz.r;:.:
raclones no se reconocieron en las <>- en las dif'erentes realidades de Asia y África. En contraste, he subrayado los siguientes factores presentes en los mundos de la periferia capitalista: 1. Los muy diversos modelos de sistema triburario que dominaron la humanidad en las épocas precapitalistas;la existencia de un mode-
tributario pleno caracterizado por una fuerte centralización del poder político (China y Egipto, por ejemplo); la combinación de 1o
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este modelo, en otros casos, con relaciones comerciales desarrolla-
das (el mundo árabe islámico, por ejemplo). 2. La existencia, en estas condiciones, de naciones que precedieron al capitalismo, las cuáles, en el caso de fuerte centralización política,
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auge de la etnicidad: una respuesra política a la globalización
económica 109
aseguraron la centralización y redistribución del excedente tribu¡ en algunos períodos, el mundo árabe), como algo opuesto a la fragmentación étnica en otros casos (el Africa subsahariana, por ejemplo). La importancia de la dimensión cultural al definir cada una de las grandes áreas que conformaron el mundo tributario precapitalista
tario (China, Egipto ).
(la cristiandad europea, Dar el Islam, la constelación hindú, el mundo confuciano); y la más pronunciada supervivencia de manifestaciones de dominación ideológica tributaria en las periferias del sistema capitalista mundial, que no han experimentado una radical ruptura ideológica y cultural semejantes al Renacimiento o la Ilustración europeos. En estas circuustancias, la compleja realidad social eludió inevitablemente los análisis etnocentristas dominantes en el moderno pensamiento burgués y también, en gran medida, en el pensamiento socialista. La Segunda Internacional, al heredar casí sin modificaciones en este punto el pensamiento burgués ilustrado, compartió con los defensores del capitalismo (democrático o no) la ilusión cle que la expansión capitalista difuminaría finalmente todas las especificidades, entendidas como vestigios en proceso de desaparición. De esa forma legitimaba su adhesión al colonialisnro y al imperialismo, es decir, como <
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El capitalismo en la era de la globalización
Respecto de la cuestión de la nación, los movimienlos de liberación nacional optaron directa e instintivamente por la perspectiva que subra, ya la unidad de los pueblos en lucha contra el imperialismo. Más allá de los horizontes de la etnicidad, de la religión o de otras comunidades, abogaron por la construcción, o reconstrucción, de grandes Estados, viejos o nuevos, Su opción no era errónea, y sus acusaciones de que el imperialismo siempre fomentó la división no carecían de fundamento. En la acfualidad se tiende a olvidar la realidad de ese hecho: los ingleses recurrieron a todos sus recursos para quebrar la unidad india (y finalmente se las arreglaron para separar la India musulmana, aunque fracasaron en sus intentos de romper la unidad de las diversas naciones de la India hindú); los franceses y los ingleses;'ugaron las cartas de la balcanización africana, como lo hicieron en Oriente N1edio. Una rrez dicho esto, los conceptos invocados por los movimientos de liberación nacional para legitimar su opción por la unidad variaron considerablemente de una corriente a otra. En la derecha, en las mentes nacionalistas conservadoras, 1a <> en cuyo nombre se llamaba a la lucha era mítica o nebulosa; a veces se abandonaba ala diversidad étnica, religiosa o lingüística de sus partes constituyentes. Estas afiliaciones culturales dominantes eran igualmente nebulosas en las definiciones de los anteriores sistemas tributarios, el hinduismo o el islam, por ejemplo. Y también la definición de una <> transétnica en el África subsahariana era en gran medid a mítica, como si la nacionalidad senegalesa, nigeriana o zaireñ,a cancelara la etnicidad wolof o diola, ibo, yoruba o hausa, bakongo o baluba. Por tanto, de una u otra forma, las ideologías derechistas presentes en el movimiento de liberación nacional, que expresan las aspiraciones de las burguesías nacionales, estaban predispuestas a unirse a las vagas filosofías del nacionalismo producidas en 1a E,uropa atrase.da,la Europa que no participó de la Ilustración. La ideología de los <> árabes (qatomiyin) constituye un ejemplo idóneo. La nación <<áraber> se concibe no como un producto complejo, evolutivo, de la historia, sino como una esencia intrínseca, cuasibiológica la <.arabidad>> (al uruba) se basa en el modelo de 1o .>. Una concepción mitológica de este tipo abre las plrertas a la confusión, por ejemplo, entre la arabidad y el islam. Pueden encontrarse pruebas de dicha confusión en el discurso contemporáneo qaatniyin («el Islam es un componente inseparable de la arabidad>>, etc.); tal cosa facilitó el giro posterior hacia el fundamentalismo religioso, ocupando el terreno que quedó libre tras el fracaso de las estrategias del nacionalismo árabe, que no tuvo éxito en sus intentos de forjar la unidad árabe. En el Tercer Mundo actual, este tipo nebuloso de discurso (aunque no mucho más que el de los nacionalismos europeos) no es privativo de
El auge de la etnicidad: una respuesta politica a la globalización económica
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los arabes. El discurso de la negritud, por ejemplo, no es diferente en
esencia. No obstante, sería erróneo reducir los discursos de la nación en el.
movimiento de liberación nacional al nebuloso concepto al que acabo de aludir. El sector de izquierdas del movimiento, incluyendo su componente comunista, siempre ha buscado su inspiración en la filosofía de la Ilus— tración. En un espíritu genuinamente democrático, esta izquierda siem-
pre ha expresado respeto por las identidades locales, por las minorías lingüísticas o religiosas, etc. Ha intentado que prevaleciera la unidad pero sin negar la identidad de sus componentes. Legitimado bien mitológicamente, bien democráticamente, el principio de unidad no ha sido una consigna vacía y tramposa; en la mayoría de las ocasiones, se ha tratado de una realidad positiva y progresista. Ello nos permite afirmar que, globalmente, las clases dirigentes de los Estados surgidos de la descolonización han sido transétnicas o panétnicas, como puede verse justamente en el caso de India o en el del África sub— sahariana. La erosión del proyecto nacional-burgués de posguerra, lo que he denominado el proyecto de Bandung, está en la base del colapso del nacionalismo multiétnico y, por ende, en el origen de la emergencia de un nue— vo etnicismo que, como he escrito en otro lugar, ha tomado al asalto a las naciones (la frase reproduce el título de mi libro, L'ez‘Áam’cz'te’a‘ l’assaziz‘ des Nations). El mecanismo de esta crisis del Estado es casi por doquier el mismo: implica una reducción profunda de la plusvalía de que disponen las clases dominantes, una plusvalía que solía permitir la expansión de dichas clases mediante la absorción de aquellos que se beneficiaban del crecimiento económico y de las nuevas posibilidades de ascenso social. En la actualidad, el drástico y súbito recorte de los márgenes de beneficio y plusvalor priva a la clase dirigente de su capacidad de asegurar el desarrollo y, por tanto, de la legitimidad que usaba para fundamentar su poder. De ahí que la unidad de dicha clase presente fisuras y que sus diferentes componentes, en crisis, busquen basar su legitimidad en lo que encuentren a mano, como, por ejemplo, aspectos tales como la etnicidad. África no es la única región del planeta en que podemos contemplar ese tipo de fenómenos: India, la antigua Yugoslavia y la antigua Unión Soviética son otros ejemplos posibles. La reaparición de la etnicidad no se debe, por tanto, a algo así corno un molesto atavismo que se manifiesta en explosiones periódicas espaciadas en el tiempo, sino a las estrategias desplegadas por una clase dirigente que se siente en crisis, acorralada, sea la nomenclatura de los países de Europa central y oriental, o las clases privilegiadas de regiones del Tercer Mundo como la India o‘Africa.
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lrl capitalismo
en la era dc la globalizaciór
7. Intentaré a continuación sintetizar, brer-e pero git b-r-::ente. las líneas de iuerza que emanan de estas largas reflexiones.
La profundización de la globalización ha significado el finai del or,1945-1990), pero tal cosa no srgnifica cien internacional de la posgu erra que 1a contradicción fundamental del capitalismo - entendido como un sistema mundial esencialmente polarizador- haya desaparecido. El desafío real de la humanidad en el presente consiste en construir una nueva sociedad mundial a partir de principios que permitan la eliminación gradual de los efectos desastrosos de esa polarización. Tal ob)etivo, que presupone perieccionar el universalisnro iniciado por el capitalismo, presenta a su vez un reto turbador para el concepto de nación, habida cuenta que dicho concepto debe transfornrarse en una dirección humanista y clemocrática, capaz de responder a la contradicción entre especificidad y universalidad. Iniciada por 1as grandes ideologías universales cuasirreligiosas de las épocas tributarias. profundizada por 1a filosofía cle la Iiustración, y reinterpretada por ei movimiento socialista, 1a respuesta a dicho desafío debe pasar actLlalmente a un nivel cualirativamente superior, que corresponde a los avances de la globaiización. Desgraciadamente, la crisis proir-rnda en que se expresa el colapso del viejo orden conlleva un desarraigo que ha desencadenado desastrosos procesos involutivos. Estas reaccir>nes bárbaras y en última instancia racistas se definen mediante un resurgir de nebulosas interpretaciones de la nación, lormas varias de etnicidad y etnicismo, la rehabilitación acrítica de la especifidad v todo tipo de introversiones comunalistas. El <> y ios derechos democráticos, entendidos en un sentido empobrecido v formal, no deben convertirse en el pretexto que legitime dicha involución, una involución que debe combatirse de pleno, de manera que se vayan presentando gradr,raimente respuestas más humanas y más eficaces.
Los programas de acción política susceptible cle lograr tal empeño exigirán un enriquecimiento del c
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f.olítica a la globalización
económica l1)
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Capítulo 5
¿CUALES SON LAS CONDICIONES PARA RELANZAR EL DESARROLLO DEL SUR?
EL DESARROLLO DESAPARECE DE LA AGENDA
El desarrollo ha desaparecido de la agenda: los gobiernos occidentales están preocupados con la «gestión de la crisis»; los países de Europa oriental están abrazando el capitalismo de mercado; y América Latina, Africa y el mundo árabe están preocupados fundamentalmente por pagar el servicio de la deuda externa. Sólo los países en Vías de desarrollo de Asia (China, Asia oriental —-eS decir, Taiwan y Corea———, el sudeste asiático y en menor medida India) continúan estando preocupados por mante— ner una tasa acelerada de crecimiento económico.
Durante las tres primeras décadas de la posguerra, el «desarrollo» constituyó la principal preocupación de todos los regímenes. Tres grandes proyectos se pusieron en marcha con considerable éxito: 1) el Estado del bienestar en el Occidente desarrollado; 2) la sovietización en los
países del Este; y 3) la modernización acelerada en los países no alineados, asiáticos y africanos, del grupo de Bandung, así como en América
Latina, que Vino en llamarse «desarrollismo». Los tres proyectos se desarrollaron dentro del marco de economías nacionales autocentradas O,
en el caso de los países del Este y del Sur, con un diseño que aspiraba a establecer en el futuro tales economías autocentradas. Los proyectos diferían en su relación («interdependencia») con la economía mundial: el
atlantismo, la construcción de Europa, en el caso de las economías de-
sarrolladas occidentales; una apertura «negociada» a la economía mun— dial en el caso de los países del Sur; una Situación de cuasiautarquía en el caso de los países del Este. Asimismo diferían en cuanto a la naturaleza de las fuerzas sociales que impulsaban los respectivos proyectos (compromiso histórico socialdemócrata de capital y trabajo en los Estados- nación occidentales; populismo con pretensiones marxistas O socialistas en el Sur) y respecto de los sistemas políticos implicados (por ejemplo, pluralismo electoral o Estados con un único partido). La diversidad de las diferencias mencionadas, debida a la incontestable va-
riedad de legados históricos y al hecho de que algunos países partían de Situaciones más O 72531.35 igualitarias en términos de distribución de las
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El capitalismo en la era de la globalización
rentas e ingresos, no debiera ensombrecer Ia profund semeianza de ob^ jetivos que compafiian, a saber: incrementar el bienestar material merced al desarrollo económico y rcforzr la posición de la nación en el mundo. En el curso de los treinta <> de crecimiento de la posguerra, la internacionalizacíón de la economía mundial (fuera resistida o alentada) erosionó progresivamente la capacidad del Estado de gestionar la modernizaci6n, al tiempo qrr" ,pur"iieron nuevas dimensi,ones del problemas a tomar en consideración, como la degradación medioambiental a escala planetaria. Entre 1968 y 1971, el sistema mundial entró en una fase de crisis estructural, que continúa hasta el presente. La crisis se manifestó en el retorno de tasas altas y persístentes de desempleo, al que acompañó la desaceleración del crecimiento en Occidente, el colapso de la sovietización y una seria regresión en algunas regiones del Tercer Mundo, a la que asimismo hay que unir los niveles insostenibles de endeudamiento. Por el contrario .la zona oriental de Asia aceleró su crecimiento económico. La era de posguerra ,1915-1990) se ha caracterizado por serios conflictos entre las diferentes regiones del mundo: la guerra fría enfre el Este y el Oeste; y los conflictos entre el bloque occidental y los poderes de Bandung. No obstante, se produjo un crecimiento económico generalizado, en muchos casos más rápido en el Este y en el Sur, que dio alas a la idea de que era posible afrapr a los países desarrollados, equipararse a ellos.
En realidad, el fuerte crecimiento de la economía mundial se debió a desarrollos políticos que favorecieron a las naciones pobres y a las clases populares de forma generulizada, en detrimento de la lógica unilateral del capital. Quiero insistir en este punto, que suele omitirse o menoscabarse en las explicaciones (parciales) del ,,auger, (o, mejor, de los auges). La derrota del fascismo contuvo y limitó las relaciones de poder en todas las sociedades del mundo, así como las interacciones entre ellas. En Occidente se crearon relaciones de poder significativamente favorables a las clases trabajadorus, sin precedentes en la historia del capitalismo. Estas nuevas relaciones de poder resultan un factor crucial para entender el <
insistido en la crucial importancia del factor político, subestimado en 'los análisis dominantes, porque sugiere que el capital buscó (naturalmente, es una forma de hablar) un compromiso con el trabajo. La victoria de la Unión Soviética y de la revolución china crearon las condi-
¿Cuáles son las condiciones para relanzar el desarrollo del
sur? Il7
ciones internas e internacionales que favorecieron el desarrollo de los países del Este, pero también el de los occidentales, en la medida en qué sirvieron de presión para que el capital aceptara el compromiso histórico socialdemócrata. Los debates acerca de la naturaleza social de dichos desarrollos (¿eran o no socialistas?) y el papel de las contradicciones internas que provocaron el agotamiento y eventual colapso del compromiso histórico, no deberían distraer nuestra atención de los efectos positivos de la competencia política enre el Este y el Oeste, reforuada por los gastos militares estadounidenses. EI ascenso simultáneo de los movimientos de liberación nacional en el Tercer Mundo y de la capacidad y habilidad de los regímenes poscoloniales de aprovechar los beneficios de la competencia Este/Oeste favoreció de diversos modos el crecimiento económico en el Sur. Los tres pilares que surgieron merced a la victoria contra el fascismo, y que alentaron el desarrollo sostenido en los treinta años dorados, se vieron progresivamente socavados por las limitaciones inherentes a las relaciones de clase en que se habían fundamentado: las limitaciones del compromiso socialdemócrata;y las ambiciones de las burguesías soviéticas y del Tercer Mundo. Estas contradicciones internas, manifestadas en políticas que erosionaron la lógica del desarrollo económico nacional, alimentadas a su vez por las tendencias crecientemente presentes en pro de la globalización, constituyen la base de la brutal inversión de la coyuntura política que observamos en los años ochenta. Dicho de forma sumaria, el colapso de los tres proyectos de posguerra ha supuesto el final de lo que he denominado <>, una época en la que el capital se vio constreñido a operar dentro de esÚucturas relativamente favorables a los pueblos del mundo. Durante las tres pasadas décadas se recrearon las condiciones favorables a la reconstrucción de la lógica del capital unilateral, pero esa 1ógica no puede, por sí sola, generar crecimiento y mucho menos desarrollo (es decir, crecimiento fuerte, acompañado de pleno empleo y de una distribución de los ingresos que resulte favorable a las clases populares). Lalógica del capital unilateral, basada en la búsqueda exclusiva de los mayores retornos financieros, tiende a producir, por el contrario, una distribución desigual de los ingresos entre las clases sociales, a nivel nacional e internacional, que contribuye al estancamiento económico relativo. Marx y Keynes fueron los únicos que comprendieron la lógica deflacionista del capital unilateral, una lección olvidada por la progresiva erradicación del espíritu antifascista en los años de posguerra.
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HAY
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era de la globalización
LA SoCIEDAD ACTUAL, PERO AÚN NO PUEDE HABLARSE DE
CRISIS DEL CAPITALISMO
La sociedad contemporánea está manifiestamente en crisis, si definimos crisis como una situación en que las expectativas de la mayoría no pueden satisfacerse en virtud de la lógica del sistema. Las personas quieren cosas como el pleno empleo, la mejora de los servicios sociales y oportunidades para la movilidad social. La lógica unilateral del capital provoca desempleo, empobrecimiento y rlarginación. Las naciones quieren independencia y dignidad;la lógica del capital global provoca, sin embargo,lo contrario. En este proceso, los Estados y los gobiernos han perdido la legitimación que les permitió inten enir en la regulación de las relaciones sociales a favor de las clases populares. ','defender sus intereses nacionales en la escena internacional. La democracia occidental. 1a sovietización (al que sus oponentes suelen denominar «comunismon) y el populismo nacional de Bandung están en crisis. No obstante, hablar de la crisis del capitalismo es algo mu¡, distinto. La expresión carece de sentido hasta que llegue el momento en qlle las fuerzas sociales populares opuestas alalígica del capital dispongan de proyectos alternativos coherentes y factibles, como sucedió en los años de posguerra caracterizados por el antifascismo. Las fuerzas políticas que han surgido merced al colapso del orden de posguerra se han colocado prácticamente al servicio de la lógica del despliegue del capital. He analizado con algún detalle las políticas de lo que denomino <
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El capitaiismo en la era de la globalización
lúmenes de exced".'tes de capital financiero debemos comparar el valor anual del comercio mundial, que es de unos 3 billones de dólares estadounidenses, con los flujos de capitales internacionales, entre 80 y 100 billones de dólares estadounidenses; o lo que es 1o mismo, treinta veces el volumen del comercio mundial. El lector puede acudir al análisis previo de la racionalidad de este tipo de políticas de gestión de la crisis, en el que he llamado la atención sobre el hecho de que son perfectamente racionales y eficientes desde esa óptica, frente a cierta bibliografía que se ocupa críticamente de las políticas de liberalización que suele tratar cada medida de forma aislada,lo que le permite considerarlas aparentemente absurdas. Desde la óptica de la gestión de la crisis, las instituciones internacionales son instrumentos al servicio de la regulación de las relaciones Occidente-Sur y Oeste-Este. En ese contexto, la función del FMI y del BM, así como del GATT, encubíerta por el discurso del libre comercio, resulta ser la protección del control del mercado por parte de los oligopolios transnacionales dominantes. El GT intenta coordinar estas políticas de gestión
de 1a crisis, sin intentar en modo alguno habérselas con el meollo del asunto ni de enfrentar el conflicto de intereses entre los principales actores implicados.
SoluctoNlrs:
¿LIBERALISMO StN ITRONTERq.S?
La prioridad concedida a las demandas de gestionar la crisis derivatriunfo rotundo de la regla del beneficio privado en modo alguno nos acercan a las soluciones. Por el contrario , dia a día nos alejamos de cualquier solución. La crisis, que tiene ya veinte años a sus espaldas, comenzó a finales de los años sesenta y a principios de los años setenta (antes de la crisis del petróleo del97)) con un declive progresivo de la inversión productiva y el crecimiento de una masa de capital financiero excedente que, desde entonces, no ha dejado de incrementarse. Ignorando la persistencia y tenacidad del estancamiento económico, los sucesivos gobiernos continúan hablando de <> y <> coyunturales, cuando en realidad estamos frente a un desequilibrio estructural básico derivado del riunfo del liberalismo económico. La catástrofe social resultante se ha manifestado en todas las regíones del planeta. En los países del centro ha adoptado la forma de desempleo permanente; en las periferias se manifiesta impidiendo el crecimiento económico y acentuando el empobrecimiento y la regresión de la sociedad. A nivel mundial, se ha manifestado provocando el sacrificio de las medidas que deberían haberse tomado para salvar el futuro del planeta. das del
¿Cuáles son las condiciones para rclanzar el desarrollo del
sur? l2l
La ideología del discurso dominante, empero, presenta todos estos desastres como medidas temporales exigidas para relanzr el desarrollo. En realidad, la subordinación unilaferal a las leyes del beneficro atrapan fatalmente
los diversos países en espirales deflacionarias que no dejan posibilidad de salir de ellas de manera independiente. El cambio de dirección, cuando se produce. se debe siempre a un choque externo a la lógica unilateral del capital. La modificación de las relaciones sociales a favor de una redistribución de los ingresos, los preparativos para la guerra, o la apertura geográfica a la expansión colonial crean las condiciones favorables a una expansión económica renovada susceptible de mantener una ola de renovación tecnológica. Fue así como el fortalecimiento de la posición de las clases trabajadoras que acomp añó ala victoria antifascista creó las condiciones para la expansión de 1as industrias de producción en serie después de la guerra. Las populares interpretaciones que explican el régimen fordista de posguerra en términos de una oleada de innovaciones invierten el orden causal. Coincido con Su,eezy v otros autores (minoritarios) en la opinión de que fue así como el capitalismo superó históricamente su tendencia natural al estancamiento. No podemos, por tanto, salir de la actual crisis mediante políticas de <>. Se trata de una utopía, tenazmente defendida a lo largo de la historia del capitalismo, porque expresa en forma extrema la visión ideológica básica del capitalisrno puro reducido a las leyes de la acumulación y guiado exclusivamente por la lógica estricta del capital. El liberalismo total nunca ha existido y los momentos históricos en que se dieron las condiciones políticas que acercaron su eventual institución siempre fueron breves. La razón de ello es que el liberalismo extremo produce una reacción política que impone examinar, limitar o modificar las relaciones sociales y políticas, de forma que se crean las condiciones para una nueva fase expansiva, o para la guerra. Los ideólogos del liberalismo son incapaces de entender tal cosa. La expansión de posguerra duró cuatro décadas antes de agotar 1as posibilidades que presentaban los sistemas sociales establecidos sobre la base de la victoria antifascista. El proyecto de la utopía liberal nos ha llevado a la catástrofe en un tiempo mucho más corto. a
NacroN¡usuo Los intentos de instituir proyectos liberales utópicos siempre han provocado reaccciones políticas de rechazo, aunque raramente han adoptado la forma de contraproyectos sistemáticos, coherentes y potencialmente efectivos para solucionar las crisis. En un primer momento suelen
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El capitalismo en la era de la globalización
ser casi siempre espontáneos, parciales, contradictorios e incluso conflic-
tivos. Actualmente, en un sistema global carucferizado por una profunda internacion alización,la forma que toman puede descríbirse como proteccionista: el cierre parcial de fronteras: el control de movimientos de capitaies; medidas para defender las industrias propias y la propiedad de las nacionales; y la restauración de 1a intervención estatal. Tales reacciones se leeltiman con la renovación del discurso del nacionalismo, que fácilmenie ier-iene chovinismo, agresivo si es relativamente fuerte, defensii.o cuando es débil. Las políticas nacionalistas no son necesariamente ineficaces, como suele afirmar el discurso teórico liberal. Por ejemplo. Asia ha evitado hasta el momento en que se escribieron estas 1íneas de 1a crisis general. se han mantenido altas tasas de crecimienro en.Tapón. Corea v Taiu'an, así como un crecimiento acelerado en China v en el sudeste asiático 1, la India, aunque a un ritmo más modesto, ;cómo explicar entonces esta excepción? Las razones son obviamente numerosas r- complejas. r'r'arían de país a país en una región que alberga a más de la mitad de la humanidad. puesto que ios sistetnas sociales y los niveles de desarrollo histórico difieren en los diferentes países. Se han ofrecido todo tipo de explicaciones, incluvendo algunas que conceden un pa-
pel cruciai a factores culturales, reales o imaginarios, como
los
ejemplificaclos en el debate acerca del coniucianismo. Me limitaré, pues, a llamar la atención sobre el hecho de que todos estos países han contado, en un grado u otro, con políticas marcadas por un fuerte nacionalismo económico, en el sentido proteccionista v estatista anteriormente mencionado. No han seguido, a diferencia de los países de la CE, Estados Unidos, América Latina o Áf.i.u las prescripciones políticas del liberalismo. De hecho, han optado por la contraria, tanto si nos fijamos en Japón, un país capitalista avanzado, en Corea, en proceso de rápida construcción, en la China del socialismo de mercado de Deng Xiaoping, o en los países más integrados y capitalistas del Tercer Mundo como India o las naciones del sudeste asiático. Partiendo de niveles iniciales de desarrollo más o menos idénticos, han logrado resultados impresionantes, en función del grado de coherencia y sisten-raticidad de las respectivas políticas nacionalistas de proteccionismo y estatísmo. ¿Por qué esos países fueron capaces de optar por dichas políticas y de implementarlas? Las complejas razones están vinculadas a las preocupaciones geoestratégicas de Estados Unidos en 1a región (su apoyo excepcional aJapón, Corea, Taiwan y el sudeste asiático a cambio de su participación en la cruzada anticomunista conllevó una toleranbia al nacionalismo que no permitió en otras zonas),la extensión de países continentales como China o India que siempre les permite optar por la expansión de los mercados nacionales en el caso de tener problemas de
¿Cuáles son las condiciones p¿rra rela¡zar el desarrollo del
sur? 12)
exportación (aunque otros grandes países como Brasil y la nueva Rusia parecen no querer o ser incapaces de movilizar sus grandes mercados nacionales en su propio beneficio), a las particularidades de sus estructuras sociales (si China 1o ha hecho mejor que India ello se debe seguramente a que el maoísmo puso en marcha una gigantesca ftansformación social que sirvió de base para el posterior crecimiento económico) , y, quízás, a otras razorres, entre ellas algunas de tipo cultural. Ninguno de los países de la región, con la cualificada excepción de India, es particularmente respetuoso de la democracia. Japón se parece más a un modelo de partido político único que al modelo pluralista occidental, y todos los regímenes de Asia oriental y del sudeste asiático sor-r autoritarios. ¿Podrán esas prácticas nacionalistas proteger la región asiática de forma indefinida? Es difícil decir algo tajante.Japón, y quizás los países de tamaño medio de Asia oriental y del sudeste pueden verse amenazados. India está en una situación de crisis política que amenaza su estabilidad económica. China sigue siendo una excepción potencial, si puede evitar que sus provincias meridionales. atraídas por el modelo de CoreaTaiwan-Hong Kong, pongan en peligro la unidad nacional. (Una política alternativa consistiría en orientar e1 crecimiento de esas provincias hacia el desarrollo del interior del país.) Pero 1a creciente interpenetración económica en la región ofrece a Asia una n-ledida relativa de autonomía con respecto al resto del mundo, algo que supone un factor que alienta la continuidad del «miiagro asiático>>. Pero si el nacionalismo ha producido resultados positivos en términos de crecimíento económico, aunque no en términos de democratización o de justicia social, no ha sucedido 1o mismo en otras regiones del planeta golpeadas por la crisis. Los ppLicnos
DE LA RITGRESIóN ANTtDIIN,tocRA.TICA: Et. ASALTO Ér'Ntco.
L,L F'UND,,\MENTALISMO RELIGIOSO Y EL NEOFASCISN{O
En América Latina, el Áfric, subsahariana y el mundo áral¡e, el nacionalismo desamollista de los años de Bandung es ya, como hemos visto, historia pasada, aunque tal cosa no ha permitido ir más allá de tales políticas. Por el contrario, su desaparición ha provocado una seria regresión. He sugerido que deberíamos interpretar el asalto étnico (en Europa oriental y en la antigua Unión Soviética), así como el funda mentalismo religioso (principalmente islámico, pero también hindú), como manifestaciones de dicha regresión. Esas involuciones, lejos de abrir el camino a la democratización de los Estados y las sociedades, así como a una renovación del nacionalismo positivo y de 1a cooperación
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El capitalismo en la era de la globalización
regional, posibilitan el surgimiento de un tipo de neofascismo de los países débiles.
En América Latina, las reacciones son posiblemente menos negativas, en la medida en que las fuerzas democráticas parecen ser más sólidas. Ahora bien, ¿podrán articular un proyecto coherente de progreso social, que deberá englobar necesariamente, ahí y en cualquier otro lugar, una saludable dosis de nacionalismo (es decir, de rechazo de la globalización capitalista polaúzadora propia de la utopía liberal) y un compromiso en pro de la cooperación regional? En Europa, no podemos excltrir la posibilidad de un resurgir del nacionalismo, en reacción al proyecto liberal europeo. Reducido al concepto de un mercado común. el provecto está aquejado de una contradicción que amenaza con resultar fatal. La integración económica europea no puede ser irreversible hasta que vaya acompañada de una integración política basada en Lln nuevo contrato social entre el capital v el trabaio, algo que sólo podrá venir de una izquierda coherente v a escala continental. Implementado por la derecha, el proyecto europeo está en la actualidad en riesgo de naufragar, eso si no explota finalmente por su culata nacionalista. La segunda mejor opción es, naturalmente. una Europa alemana, algo que tampoco ofrece solución alguna al problema. Pero estos nacionalismos cle derechas que zrlientan la rehabilitación del fascismo generarán con el tiempo una renovación de la reacción social progresista. Al operar en un sistema que sigue estando en gran medida basado en los principios del liberalismo, tal cosa sugiere que se producirá un ciclo continuo de acción/reacción. que arrLlstrará al continente en una espiral económica, política e ideológica regresiva. Tampoco eso puede considerarse una respLresta eficaz a la crisis, dado el grado de globalización que han alcanzado los países de la región. En Europa oriental y en la antigua Unión Soviética, los callejones sin salida derivados del auge de los nacionalismos y subnacionalismos en que están atrapadas las respectivas sociedades son todavía más dramáticos. Los poderes establecidos están preocupados sobre todo y en primer lugar, acluí y allá, en Estados Unidos, en E,uropa, en el Este y la antigua Unión Soviética, en América Larina,.n Áfri., y en Oriente Medio, por la gestión de la crisis política, si bien ésta ha sido provocada por la crisis económica. Pero la gestión de la crisis política no está demostrando ser más eficaz a la hora de proporcionar soluciones a largo plazo que la evidenciada por la gestión de la crisis económica. He definido la crisis política como <> por 1o siguiente: el callejón sin salida de la UE y su posible involución; el terrible caos y desarticulación que vemos en Europa oriental y en la antigua Unión Soviética; y por el colapso de un buen número de sociedades en el Tercer Mundo. La gestión política de este caos
¿Cuáles son las condiciones para relanzar el desarrollo del
sur?
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prácticas cínicas de realpolitik a corto plazo, en la manipulación de los nacíonalismos, culturalismos, racismos y etnicidades que, al final, llevan al fascismo. En Europa oriental, América Latina, Áf.i., y' Oriente Medio, estas políticas consisten en afizar el fuego con la esperanza de lograr ventajas en lo inmediato, debilitando los poderes regionales y reduciendo las posibilidades de un resurgir en clave progresista cle las sociedades en cuestión. De acuerdo con ello, he propuesto una relectura crítica de las políticas de gestión de la crisis en función de sus dimensiones políticas y militares (de baja intensidad), tal y como han afectado particularmente a Yugoslavia, Etiopia, Europa oriental, Áfricu y Oriente Medio. Lejos de servir a los objetivos del discurso dominante, el que afirma que la democratización está al caer, la gestión económica y política de la crisis ha reforzado por doquier el peligro de una regresión antidemocrática. El liberalismo engendra el riesgo de fascismo, como mostró Karl Polanyi en su análisis, The Great Transformation (1944), un texto en que invitó a sus contemporáneos a comprender que la victoria del antifascismo y el rechazo de las políticas utópicas liberales que caracterizaron la era que siguió al fin de la Primera Guerra Mundial crearía las condiciones para una nueva expansión económica. La lección, actualmente olvidada, debe recordarse y difundirse vigorosamente. No podemos escapar a la crisis y a los riesgos de regresión al fascismo sin romper categóricamente con la globalización neoliberal. La historia, es sabido, no se repite, al menos nunca de la misma forma. El término <
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Iil capitalismo
en [a era de
1a
globalízación
dos, las dictaduras terroristas en nombre de unidades regionales , ya manifiestas, son formas que adoptan los poderes locales incapaces de resistir a la sumisión de sus sociedades a la economía globalizada. Estas prácticas pueden perpetuar la apariencia de orden favorable a la explotación de dichos pueblos por el capital mundial dominante y, por tanto, recibir el apoyo de potencias externas.
RTTIIxIoNES
A(,ERCA DE UN CONTRAPRoYECTo: ALGUNAS TESIS BÁSICAS
Ni la persistencia del modelo liberal ni la lógica de rechazo neofascista ofrecen una forma de escapar al círculo infernal de crisis y caos. Una respuesta eficaz a tales desafíos no verá \a luz hasta que no se aprendan las lecciones de Polanyi en <>. La historia no se conformaapartir de leyes infalibles de la pura economía, como
creen algunos profesores universitarios. Es, por el contrario, el producto de reacciones sociales a los efectos de dichas leyes, que definen a su vez las relaciones sociales del marco dentro del que operan las leyes económicas. Lo que en realidad conforma la historia es la fuerza antisistémica de una negativa eficaz, coherente v organizaáa a subordinar la sociedad a las necesidades absolutas y unilaterales de ias leyes económicas (en este contexto, las le,ves del beneficio capitalista), más que cualquier lógica inherente a la acumulación de capital. Estas fuerzas determinan las posibilidades y las formas de expansión desarrolladas en el marco institucional que imponen ala organización social y económica. El enfoque por el que abogamos no nos permite formular métodos ya totalmente articulados para eludir la crisis. Las soluciones sólo pueden llegar como resultado de translormaciones de las relaciones de las fuerzas políticas y sociales que, a su vez, serán el producto de luchas cuyos resultados son impredecibles. No obstante, estamos en condiciones de ofrecer algunas reflexiones acerca de contraproyectos coherentes y factibles, una manera de evitar que los movimientos sociales acaben en el callejón sin salida de las falsas soiuciones (neofascistas). De ahí que me limite a enumerar algunas proposiciones básicas respecto de tales reflexiones. Aunque el mundo no puede gestionarse como un simple mercado, y pese a que no puede eliminarse la intervención política e ideológica en favor de la sumisión unilateral a las supuestas leyes del mercado (como creyeron los ideólogos antiestatistas), la globalización fáctica no puede ignorarse o negarse; dicho de otra manera, el reloj del curso de la historia no puede hacerse retroceder. Un regreso al modelo de expansión económica de posguerra, basado en la posición central del Estado-nación en los
asuntos económicos, políticos y culturales, presupondría regresiones,
¿Cuáles son las condicioncs para rela¡zar el desarrollo del
sur?
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económicas y de otro tipo, insostenibles. Ér, la razón por la que las "r ideologías que miran al pasado, que niegan la naturaleza irreversible de la' trayectoria evolutiva, están llamadas a funcionar inevitablemente como iascismos, es decir, a servir a las necesidades de las nuevas condiciones de la globalización, aunque pretendan ofrecer una vía de escape y liberación. Basadas en el engaño y la falacia, no pueden funcionar sin la negación autoritaria de la democracia. Están constreñidas a movilizar las socíedades a partir de falsos problemas ejemplo, \a pureza étnica, la sumi-por y a usar esas falsas causas como instrusión a supuestas leyes religiosasmentos para imponer mediante el terror sus dictaduras. El desafío consiste en reconciliar la interdependencia que presupone
la globalización y las desigualdades de poder de los actores
sociales
(ffabajadores en los diferentes sectores de la economía, algunos más competitivos que otros) y de los actores nacionales (centros dominantes, potencias medias, periferias industrializadas, el Cuarto Mundo marginado) respecto del capital global, Empecemos con algunas banalidades que hablan por sí solas: el mundo es a la vez unificado y diverso, pero la diversidad no es, ni exclusiva ni siquiera básicamente, cultural. El énfasis en la diversidad cultural relega las grandes diferencias de la jerarquía económica del capitalismo mundial a una posición secundaria. No obstante, es justamente en este nivel económico en el que debemos empezar a atacaÍ el problema, puesto que las diferencias se manifiestan no sólo en desigualdades entre pueblos (culturalmente diferentes o no, según la circunstancia específica), sino también en desigualdades internas entre clases y grupos sociales. No hay solución a la crisis que no pase por reforzar la posición de los pobres y de los desposeídos del mundo: los pueblos de las periferias y las clases sociales dominadas de todos los países de los centros y de las periferias. En otras palabras, escapar del colonialismo global 1, de los mitos liberales implica rechazar los espejismos neofascistas. Estos principios forman el punto de partida para üna reflexión significativa sobre la construcción de un contraproyecto que sea humanista, universalista, democrático y respetuoso con las diversidades, pero no con las desigualdades. Yo he propuesto la construcción de un mundo policéntrico, entendido como un marco en que pueda organizarse la interdependencia negociada de manera que ofrezca a los pueblos y clases dominadas la mejora de las condiciones de su participación en la producción, así como el acceso a mejores condiciones de vida. Este proyecto implica que pasamos de la acción a nivel del Estado-nación, particularmente en el caso de los Estados de tamaño pequeño y medio, ala organización regional política y económica, con negociación colectiva entre regiones. El lector encontrará más detalles en los textos en que he desarrollado con mayor minucíosidad esta propuesta. Sea como sea, debe quedar cla-
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EI capiralismo en la era de la globalización
ro que estamos hablando de una nueva concepción de la regionalización, diferente de la que está inserta en la actual estructura de relaciones de poder. Estas últimas han sido construidas como correas de ransmisión de la modernización polarizadora, a través de las cuales las zonas periféricas se vinculan a los centros dominantes que comparten las responsabilidades de un <
Mundial del Comercio uo como sucesora del CIATT', sino como una institución encargada de planificar (¿me arriesgo a utilizar ei término?) el acceso al uso de los grandes recursos naturales del planeta y los precios de las materias primas, sin que el discurso medioambiental devenga retórica demagógica, manipulada en contra de los intereses de la humanidad globalmente considerada y, más en particualr, contra los pueblos de la periferia.La Organización Mundial de1 Comercio debería encargarse de planificar metas y obietivos para el comercio interregional en productos industriales, reconciliando la competitividad general con criterios distributivos que favorezcan a las regiones en situación de desventaja, así como la creación de condi-
1. Será preciso concebir la nueva Organización
'
ciones orientadas a permitir la mejora de los ingresos de los trabajadores en situación clesfavorecida. 2.Habrá que poner en marcha mecanismos de mercados de capital organizados que canalicen los excedentes financieros hacia la inversión productiva en las periferias, tomando en cuenta el hecho de que el mercado global favorece las transferencias financieras de los países más pobres a los más ricos, y dirige los excedentes de
¿Cuáles son las condiciones para rela¡zar el desarrollo del
sur?
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ahorro hacia Estados Unidos, permitiéndole perpetuar sus déficirs de pagos externos. 3. Es preciso repensar el sistema monetario, que ha dejado de ser funcional, y reemplazar las tipos de cambio floranres v el patrón dólar por un sistema que articule sistemas monetarios regionales (incluyendo la unidad monetaria europea v las monedas regionales de cada de las grandes regiones del Tercer Mundo, así como la de la antigua Unión Soviética) de forma que garantice la estabilidad relativa de los tipos de cambio v refuerce ei funcionamiento de los
mercados de capitales de la manera t'a sugerida. Lo propongo como una alternativa a la transformación del FMi en un banco central mundial, habida cuenta de que tal cosa es utópica y peli grosa, dadas las tendencias polarizadoras de los mercados de capitales globales.
Las funciones y propósito de las regiones que sugiero no se limitan a ser espacios de it-rtegración económica preferente, sino que deberían servir también como espacios políticos que favorezcan el refuerzo colectivo de la posición social de las clases y subregiones desfavorecidas. Esta regionalización, por tanto, no se limitaría a los límites del Tercer Mundo, sino que serviría también para los espacios europeos. La perpectiva de un compromiso de este tipo entre globalización ,v autonomía regional y local (1o que he denominado <.desconexión coherente>> en respuesta a los nuevos desafíos) exigiría una seria revisión del concepto de <>, así como la democratización del sistema de las Naciones Unidas, que podría entonces dedicarse a implementar los objetivos del desarme (favorecidos por las medidas de seguridad regional y nacional emprendidas en el estructura de reconstrucción regional). Las Naciones Unidas estarían en condiciones de poner en rnarcha un sistema de impuestos o tasas de alcance mundial (estrechamente vinculado a la gestión de los recursos naturales del planeta), así como de complementar su propia orsanización como sistema de relaciones interestatales con un parlamento mundial capaz de reconciliar las exigencias de universalidad (derechos individuales, derechos colectivos de los pueblos, derechos sociales v políticos) con la diversidad de nuestra he" rencia histórica v cultural. Debe quedar claro que todo este provecto no tiene posibilidad alguna de realizarse a menos que las fuerzas sociales estén en condiciones de realizar las necesarias reformas que cristalicen, primero, a nivel de Estado-nación, puesto que no hay posibilidad alguna de reforma dentro de las esrructuras impuestas por la liberalización y polariz,ación global. La retorma cle los diversos sectores (reorganización de la administración, del sistema
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El capitalismo en la era dc la giobalización
impositivo, de la educación, el apoyo al desarrollo participativo) y una visión más general de la democrarización de las sociedades y de su gestión política v económica son pasos y estadios preliminares que no pueden ni esquivarse ni saltarse. Sin ellos, la visión de una orden planetario reorganizado v susceptible de salvar al mundo del caos y de la crisis, así como de relanzar el desarrollo, seguirá siendo fataly totalmente utópica.
-\o/¿s Para evitar repeticiones innecesarias, el texto anterior ha resumido las conclusiones de reflexiones desarrolladas más extensamente en: 7. La naturaleza del ciclo de <> o S. Amin (comp.), Mondialisation et Accumulation, París, L'Harmat-
tan,1991, especialmente págs. 10-19 (los tres pilares que consrituven la base de la expansión de posgueffay las razones de su erosión); S. Amin, Re-Reading the Post-\X/ar Period: An Intellectual History, Nueva York, Monthly. Revierv Press, 1994, cap.8 (el colapso de los mecanismos de regulación capitalista). 2. Nueuas formas de explotación t, formas de polarización global (con énfasis en 1o que he denominado los <> que reproducen ).a polarrzación en las nuevas condiciones r, las correspondientes formas de 1e1'del valor globalizada) . S. Amin, <
3. Gestión política de la crisis . S, Amin, Empire of Cbaos, Nueva York, Monthly Review Press, 1993, cap. 1 («El imperio del caos>>), cap. 2 (<>), cap. 5 («Conflictos regionales»); y «Les strarégies militaires de 1'hégémonie américaine>>, en S. Amin (comp.), Les enj e u x s t rat é giq ue s e n M é di t err a n é e, P arís, lHarmattan, 199 l, p ágs. 11 105. También, por último, S. Amin, <
¿Cuá1es son las
condiciones para relanzar el desarrollo dcl
sur? l) I
Referencias P. Gonzá\ez Casanova (comp.), Érut u Politique dans le Tiers Moncle, París, L F{armattan, 1994. K. Polanyi, Tbe Great TransJórmation,Londres, 1944.
Capítulo 6 LOS RETOS DE LA GLOBALIZACIÓN: EL CASO EUROPEO
Después de la Segunda Guerra Mundial se inició un buen período para Europa occidental. En pocas décadas, los países de la región recuperaron el retraso que habían acumulado desde 19ú y alcanzaron a Estados Unidos, hasta entonces único beneficiario de las dos guerras mun-
diales. Parecía incluso que los ancestrales odios nacionales estaban condenados a desaparecer para dejar paso a una nueva generación con un nuevo sentimiento de europeidad. Desde esta perspectiva puede decirse que la consmucción progresiva de la Comunidad Económica Europea (CEE) tuvo funciones útiles y que presenta un balance indiscutiblemente positivo. Años después, sin embargo, reapareció la <> y con ella un panorama que puede describirse así: disminuyeron notoriamente las elevadas tasas de crecimiento, sin precedentes hasta el momento; la perspectiva de una continua progresión del nivel de vida perdió credibilidad v el paro, que había desaparecido de la escena durante treinta años, resurgió de forma brutal, masiva l,duradera. En la actualidad,la Unión Europea, fascinada por sus éxitos, tiene ante sí el reto de la ampliación hacia el Este, algo que plantea algunos interrogantes: ¿sabrá hacer frente a los nuevos desafíos que se le avecinan? Si lo hace, ¿en qué condiciones?.
I-¡ n¡rra
DE COMpLEMENTARIEDAD poLÍTICA EN EL pRoyECTO posBÉLrco DE COMUNIDAD ECoNÓMICA EURoPEA
1, Tras la Segunda Guerra Mundial, todos los pueblos de Europa debieron enfrentarse a importantes desafíos que alimentaron todo tipo de temores, algunos bien fundados y otros claramente ilusorios. Europa se vio dividida en dos, y si bien, de acuerdo con la imaginación compartida. cada una de las áreas parecía amenazar ala otra,lo cierto es que no existió riesgo alguno de agresión militar. La posguerra debía ser una época depaz, algo que, pese a 1o que a menudo se ha sugerido, no era solamente el resultado del paraguas nuclear norteamericano y del equilibrio del terror entre las dos superpotencias. En realidad, el equilibrio militar fue un fenómeno tardío, datable hacia 1970, casi veinte años después de la puesta en marcha de la
L)4
El capiralismo en la era de la globrlizacíón
reconstrucción y cuando el milagro europeo empez^ba a perder fuerza, sin que nadie pareciera querer percatarse del asunto. De hecho, en aquel momento algunos ya consideraban que la protección militar estadounidense era incorrecta. Si el régimen soviético hubiera tenido intención de invadir Europa habría dado muestras de ello con anterioridad. l{unca pensó hacerlo, lirnitándose a mantener la tradicional actitud defensiva de «país cercado>> que adoptó en lgll . Lo que quería Stalin, que si bien no fue un gran demócrata socialista tampoco estaba loco como Hitler, era disponer de una ,>, un deseo concebido con una idea anticuada de la estrategia militar. Estados Unidos, por su parte, pensó su estrategia de < como algo progresivo, sin una clara agresión militar, cuyos riesgos conocía. Por otro lado, la visión qr-re Estados Unidos tiene de su hegemonía mundial la que se siente impregnado- no procedía de los métodos -de v conductas dementes v criminales de Hitler'. De ahí que no sorprendiera a nadie que la Unión Soviética no apoyara a los comunistas griegos entre 1945 y 1947 o que Washington no interviniera en los sucesos de Flungría en1956. Los únicos países que se liberaron de la tutela de Moscú goslavia desde 1948 y Albania a partir de 1960- lo hicieron solos, -Yu sin el apoyo de Occidente, del que ni siquiera recibieron excesivas muestras de simpatía. Pero, aunque no existiera peligro real de guerra, ¿no lo había, quizás, de <.revoluciones>>? Eso fue 1o que pensaron algunas personas en los dos sectores en que se dividió la opinión, al menos en Francia e Italia, aunque se trataba, como la historia se encargaría de demostrar, de un doble espejismo. No obstante, queda la duda, imposible de responder con exactitud, de saber cómo habrían reaccionado los pueblos si la reconstrucción no se hubiese estancado. Es posible que, influidos por el espíritu antifascista dominante en la época y por el recuerdo amargo de los regímenes de entreguerras, se hubieran dejado convencer por lo que hubiera aparecido como un comienzo triunfal de la construcción del socialismo en el Este. Personalmente, dudo que tal cosa hubiera pasado, pero incluso en ese caso, si las fuerzas conservadoras locales y el ejército estadounidense hubieran aceptado tal orden de cosas en virtud de una situación de hecho (es sabido que no la aceptabañ v, en secreto, tenían previsto un plan para dar un golpe de Estado en caso de victoria comunista, aunque ésta tuviese lugar mediante unas elecciones), Moscú se habría sentido molesto con un regalo como ése, que hubiera amenazado con poner en cuestión su propia concepción del «socialismo>>. Creo, por otra parte, que todas esras hipótesis un poco extravagantes no merecen nuestra atención. No había razones para que la reconstrucción no se hiciera rápidamente y bien.
Los retos de la globalización: el caso
europeo I35
Consciente del reto, Estados Unidos acudió en ayuda del continenre con el plan Marshall. Otra de las grandes preocupaciones de la opinión pública de la época, que hoy tenemos tendencia a olvidar pese a que impregnó toda Europa en los primeros tiempos de la posguerra, era la relacionada con el re-
nacimiento del poder industrial y militar de Alemania. Stalin renía su <> o <> para hacerle frente. Inglaterra, por su parte, optó por una alianza permanente e incondicional con Estados Unidos. Francia, cuyo estatus de gran potencia empezaba a ser algo del pasado, era particularmente sensible a esa eventual amenaza. ¿Cómo evitarla? Inicialmente se pensó pura y simplemente en desmanrelar Alemania, una solución qLre pronto se descartó. De Gaulle, que había tenido que pasar por las horcas caudinas de ser aliado de segunda fila, abrigaba sentimientos encontrados hacia el protector estadounidense. Por otra parte, una alianza con Moscú significaba arriesgarse a reforzar \a posición de los comunistas. En esa situación se abrió paso una nueva idea: neutralizar a Alemania absorbiéndola en el objetivo de construir Europa. Esta idea permitía pensar en arraigar la democracia al es¡e del Rin y también en lograr la apertura de mercados que se requería para consolidar la hegemonía estadounidense. Para acabar con las tendencias si no autárquicas sí al menos fuertemente proteccionistas que caracterizaron la Europa de entre€luerras, el plan Marshall se propuso apoyar la intensificación de los intercambios comerciales inraeuropeos como preludio a la apertura sin límites. Dicha elección fue justamente la inversa que la que medio siglo después se ha tomado respecto de la antigua Europa del Este. En este caso, las potencias occidentales y las organizaciones inspiradas por ellas intervinieron inmediatamente para desmantelar las interdependencias existentes en el seno de1 COMECON (cuyo nombre oficial era, como es sabido, Consejo de Ayuda Mutua Económica), una decisión que afectó negativamente a la <
2. Desde el punto de vista del detalle histórico, sabemos que el provecto europeo tuvo su primera expresión en la creación de la CECA (Comunidad Europea del Carbón y del Acero) en 195i. Ta1 cosa puede entenderse como la respuesta deJean Monnet a los temores franceses a que se produjera un renacimiento del complejo militar-industrial alemán: clara v simplemente, con ello se lograba insertar la industria pesada alemana dentro del proceso de construcción europea. Por el contrario, el proyecto paralelo encaminado a neutralízar al ejército alemán integrándolo en
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capitalismo en la era de la globalización
una fuerza europea (mediante la creación de un marco común denominado Comunidad Europea de Defensa) fracasó en 1954. El resultado fue fi-
nalmente que el nuevo ejército alemán estaría limitado tras su reconstrucción en tres sentidos y dimensiones: a) mediante la participación de Alemania en la OTAN; b) mediante la prohibición de disponer de armamento nuclear; y c) mediante las disposiciones constitucionales -muy fuecriticadas hoy en día- que restringen cualquier posible intervención ra de las fronte¡as alemanas. La cuestión militar alemana siguió generando preocupación,lo que sin duda llevó a De Gaulle a sabotear el Euratom (creado en 1957) prefiríendo, en este ámbito, dar su apoyo a la Comisión (francesa) parala Energía Atómica y alentar la entrada de Francia en el club nuclear. Como suele decirse, los pequeños detalles, la historia con minúscula, son los que hacen la Historia. El éxito de la CECA fue sólo provisional, puesto que el acero y el carbón ya no eran como antañolafuerza motriz de los sistemas económicos, pero el impacto conjunto de dicho éxito y el fracaso de la dimensión política del proyecto (la CED), unidos alallegada de De Gaulle al poder en Francia, modificaron la dirección de la construcción europea, desde el Tratado de Roma ¡951) hasta la actualidad, centrándolo en el objetivo de la integración económica, mientras que la integración de los poderes políticos, sin quedar totalmente olvidada, fue avanzando con considerable retraso respecto de la económica. En la actualidad, este desequilibrio está en el centro mismo del desafío europeo. ¿Se puede corregir ese desequilibrio acelerando la construcción de la Europa política? ¿Es eso lo que quiere la población? ¿Es deseable? ¿Es posible consolidar defínitivamente lo conseguido en el terreno económico sin avanzar en la integración política? Volveremos sobre todas estas cuestiones.
La construcción de la «Europa económicar> exigió tomar decisiones vitales con consecuencias a largo plazo. ¿El objetivo era únicamente crear una zona de libre cambio más fuerte i, abierta hacia un sistema mundial, que a su vez se úafaría de hacer io más permeable y abierto posible? o, por el contrario, ¿el objetívo debía ser establecer una estructura capaz de oponer resistencia por sí misma a las presiones exteriores consideradas negativas?, una concepción que no coincide necesariamente con la visión extremista de la «Europafortaleza». Dicho de otra forma, se trata de decidir si Europa ha de complementarse con Estados Unidos y Japón, o bien competir con ellos. En mi opinión, la opción por una u otra posibilidad, latente en cada etapa y en cada gran decisión, no se ha hecho de forma clara. Algo lógico, por 1o demás, a tenor de las opiniones divergentes que enfrentan a determinados Estados miembros y al hecho de que también está dividida al respecto la opinión pública de cada país.
Los retos de la globalización: el caso
europeo I37
Sea como sea, la dimensión política de la construcción europea, pese a estar todavía en un estado embrionario, no puede influir de forma deci-
siva en ia toma de decisiones en lo relativo a la integración económica. Por el contrario, cada elección en el terreno económico presupone, al menos implícitAmente, opciones políticas coherentes con ellas. Por tanto, lo que se plantea claramente es el conflicto entre la perspectiva de una Europa políticamente integrada (con un gobierno supranacional, se llame como se llame) o una <>, pero después tuvieron que unirse a él sin ni siquiera estar en condiciones de negociar su apoyo. La derecha en su conjunto siempre ha reunido intereses económicos divergentes. Por un lado, segmentos del gran capital moderno y competitivo (en la industria, la agroindustria o las finanzas) prefieren casi siempre la apertura de mercados. Otro tipo de industrias, sobre todo aquellas que están en declive, necesitan servirse del protec-
cionismo nacional. Por ello la derecha siempre ha mostrado marices, cuando no divisiones nítidas, en función de los asuntos concretos que se tra¡an en Bruselas. Lo mismo ocurre con la izquierda. Aun partiendo de la hipótesis de que la izquierda es menos sensible a los intereses de las distintas patronales, lo que no siempre es cierto. sí es sensible a los intereses
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El capitalismo en la era de la globalización
igualmente divergentes de los trabajadores. ¿Las modalidades concretas de expansión del mercado que se pretenden implementar favorecerán una homogeneización por arriba, mediante una especie de efecto dominó, y permitirán el aumento de los salarios y la n-rejora de las prestaciones sociales para los sectores más desfavorecídos, o, por el contrario , alentarán una homogeneización por abajo, aumentando la competencia entre los trabajadores, sobre todo en época de crisis? En este terreno existen opiniones divididas, que varían en función de los campos de actuación y de las modalidades de las decisiones en cuestión. Además, siempre están presentes las percepciones ideol
Los locnos
DE LA
ColtuNlo¡o
EuRopE.t:
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BALANCE suMARro
1. Lo cierto es que, en la actualidad. el balance de la CEE en el plano del desarrollo económico (e incluso social) es indiscuriblemente positivo. La verdadera cuestión estriba en saber por qué ha sido así. Un economista neoliberal dogmático diría simplemente que tal resultado se debe a la apertura de los mercados, que siempre esrimula el crecimiento, 1o que a su vez, merced al efecto dominó, beneficia a toda la población, es decir, tanto a trabajadores como a empresarios. En mi opinión, tal tesis es errónea, tanto en 1o relativo a la relacíón de causalidad entre mercado v expansión (creo que es la expansión la que abre los mercados y no al revés), como en io que atañe a ia distribución de los ingresos (creo que los efectos dominó sólo existen en la imaginación de los neoliberales y que, cuando se producen, son el resultado de las conquistas sociales arrancadas en contra de la lógíca unilateral del mercado). No me extenderé aquí en esta teoría que ya he expuesto con anterioridad.
Los retos de
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globalización:
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Por consiguiente, la causa del balance positivo ha de ser otra, El verdadero motor del fuerte crecimiento alcanzado por los países europeos durante la posguerra fue el compromiso social capital/trabajo, producto de la victoria contra el fascismo y, por ende, de un equilibrio de fuerzas más favorable para los trabajadores que en cualquier otro momento de la historia del capitalismo. La generulización en Europa del Estado del bienestar, construido sobre las sólidas bases de lo que otros han denominado «fordismo», fue la base del crecimiento excepcional de posguerra. En ese contexto, la apertura de los mercados no sólo resultaba posible e incluso fácil, sino que además era un medio de reforzar la potencial expansión del modelo. Si la apertura, de acuerdo con lo que sostienen los manuales, se hubiera dado sin el dinamismo interno del Estado del bienestar, se habría logrado un resultado casi fatalmente inverso: la degradación de la producción, justamente 1o que ocurre actualmente, como consecuencia de la apertura impuesta al Tercer Mundo africano, fuabe y latinoamericano. No obstante, el Estado del bienestar tenía carácter nacional, es decir, funcionaba por medio de políticas de Estado estrictamente nacionales que mantenían el <
2. Aparte del crecimiento excepcional registrado en Europa durante tres décadas (1910-1980), la CEE cuenta con otros logros destacables.
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El capitalismo en la era de la globalización
El principal, a mi modo de ver, es la Política Agrícola Común, que desconectó los precios agrícolas y fijó precios de íntervención superiores a los del mercado mundial. De esa forma se aseguraban a los agricultores unos ingresos comparables a los de los habitantes de las ciudades, a lo que hay que añadir también la protección a través de gravámenes sobre las importaciones agrícolas para ponerlas al nível de los precios comunitarios, Con todo ello, la CEE se procuró un instrumento eficaz que ha permitido un espectacular progreso de su agricultura, hasta el punto de que ahora Europa no sólo es autosuficiente, sino que se ha convertido en un importante exportador. Llegados a este punto, el éxito se convierte en un problema, pues los excedentes de producción que no se pueden vender se acumulan, en detrimento del apoyo prestado a los exportadores a través de la compensación que se les da por el equivalente de los gravámenes. Merced al éxito, la CEE está eñ condiciones de reducir gradualmente los precios de intervención si es necesario. Resulta deplorable que una Europa que pone en práctica el principio fundamental de la desconexión, niegue a los países de1 Tercer lv{undo el derecho a actuat del mismo modo.
El sistema monetario europeo, concebido para proteger ala CEE de las fluctuaciones brutales del dólar desde 1972, empezó a producir resultados favorables a partir de finales de la década de los setenta. No obs-
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tante, los absurdos dogmas monetaristas han oscurecido la verdadera razón del éxito, que exige una discusión auténtica. ¿Se debe a un principio subyacente en el sistema o a una coyuntura que hizo que los principales Estados miembros pusieran en marcha políticas económicas generales (no sólo monetarias) paralelas? Personalmente, me inclino por la segunda explicación,1o que permite concluir que el sistema sigue siendo frágil, como debería haberse notado por las sucesivas crisis a partir de 1992. En este terreno, Europa no ha optado por la desconexión como ocurrió en el caso de la agricultura. La llberalizaciín a escala mundial de los movimientos de capitales, principio que Europa adoptó siguiendo a Estados Unidos y en conjunción con la recesión de los años ochenta, redujo la eficacia de la protección colectiva de las monedas europeas y, de rebote, disminuyó también la eficacia de su solidaridad colectiva. Esta fragilidad obligará antes o después a los Estados miembros a adoptar políticas económicas y monetarias divergentes. Y, .n mi opinión, el único medio de protegerse contra esta evolución medio que reduciría considerablemente el al-un y las perspectivas de integración económicacance del <> es también la desconexión, es decir, dotarse, bien a nivel comunitario bien en su defecto a nivel nacional, de los medios necesarios para regular las transferencias de capitales con vistas a reducir los efectos devastadores de la especulación financiera.
Los retos de la globalización: el caso
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Por decirlo en forma de pregunta, ¿la apreciable reducción de las diferencias en cuanto a desarrollo y niveles de vida entre la Europa meditenánea (Itaiia y España)y la Europa del norte (considerando que Francia ocupa una posición intermedia y que el Reino Unido se enfrenta a un declive histórico), diferencias que antes de la Segunda Guerra Mundial y en la inmediata posguerra eran gigantescas, hay que apuntarla en el haber de la construcción europea? Ya he dícho anteriormente que estos logros deberían atribuirse tanto a la eficacia de las políticas nacionales de Francia, Italia y España en concreto, como a lu, Áportrnidades ofrecidas por la ampliación del mercado. Por lo que respecta a la política específica de la CEE en la materia (subvenciones a ios países y regiones desfavorecidas), ésta simplemente ha desempeñado un papel complementario. Tales subvenciones, que desde luego no son despreciables, van destinadas en gran medida, como es sabido, a Irlanda, Portugal, Grecia, el sur de Italia y ala antigua Alemania del Este. Pero, al menos en lo referente al sur de Italia y a la Alemania del Este, el éxito o el fracaso de la reconstrucción económica dependerá sobre todo de las estrategias políticas y de las actuaciones de los Estados italiano y alemán. Tampoco se ha demostrado que, en el caso de Grecia, estas subvenciones hayan sido necesariamente positivas. E,s posible que hayan contribuido a que el país se estanque, cluizás porque ingresó demasiado pronto en la Comunidad sin tener una capacidad competitiva suficiente y ahora se encuentra relegado a funciones marginales, como el turismo. El fenómeno, que se engloba dentro de una problemática más general sobre los efectos devastadores de la integración de las regiones del capitalismo periférico en los mercados mundiales, podría volver a producirse el día de mañana con los países del Este, que también se ven presionados para ingresar en la CEE. La historia desmiente cruelmente el espejismo, puesto de manifiesto cada vez que se afirma que siempre se puede sacar provecho de una relación de dependencia respecto a un centro desarrollado, que alimenta la ideología dominante, a saber: que más vale integrarse en los organismos constituidos en torno a los polos desarrollados que quedarse fuera de ellos. ¿Acaso no depende Haití de Estados Unidos? Es cierto que existe el efecto de arrastre, pero también lo es que pueden producirse efectos de devastación que los adversarios dogmáticos de la desconexión ignoran por principio. Por otra parte, si se estudia de cerca 1o ocurrido en Europa durante el gran resurgimiento del período 1950-1980, se aprecia que si bien en coniunto se han reducido las desigualdades entre países, con frecuencia las desigualdades regionales dentro de cada Estado se han visto acentuadas. La CEE no es obviamente responsable de tales rasgos, producidos de forma natural por la expansión capitalista, que sólo habrían podido combatirse con políticas nacionales más atrevidas.
1,42
El capítalismo en la era de la globalización
A pesar de los logros que hay que apuntar en el haber de la CEE, el mercado único no es aún una realidad completa. La energía y los transportes están todavía lejos de adaptarse a la lógica comunitariay atienden a lógicas nacionales específicas que, por esta misma razón, a veces originan conflictos. No obstante, la Comunidad se ha propuesto conseguir su integración en el mercado único a través de desreguiaciones y privatizaciones ya en curso. En mi opinión, estas opciones son negativas en la medida en que, al tratarse de sectores oligopolísticos (o incluso monopolísticos) por naütraleza, a menudo habían sido objeto de nacionalizaciones. Con las nuevas medidas, los monopolios públicos son sustituidos por oligopolios privados cuya propia lógica de actuación no garantiza la obtención de resultados en coherencia con las exigencias del desarrollo óptimo del espacio europeo en su conjunto. Por el contrario, es de temer que la lógica del beneficio a corto plazo acentúe las desigualdades en el desarrollo. La alternativa habúa sido una coordinación planificada por la comunidad de Estados. Los prejuicios ideológicos imperantes y la sumisión de los gobiernos a las exigencias del capital financiero en busca de inversiones rentables son los responsables de esta desafortunada elección. Aún más grave es, en mi opinión, el hecho de que Europa no haya desarrollado sus propias políticas industriales. Algunos Estados 1o han hecho a veces, pero, por 1o general, suelen seguir la pauta, es decir, el liberalismo antiestatista en boga. En el terreno de la investigación y el desamollo (I+D), una esfera de la política que suele considerarse crucial, Europa sigue en desr,entaja respecto a Estados Unidos yJapón. Los proyectos de la Comunidad para paliar las insuficiencias nacionales siguen estando muy limitados por su importancia y alcance. Así pues, a pesar del balance positivo de la CEE, Europa no está verdaderamente decidida a seguir la vía que le permita, más aiiá de la construcción de una zona de libre cambio (un pseudomercado único), lograr una verdadera integración económica.Paru caminar en esa dirección debería sustituir de forma progresiva los sistemas productivos nacionales heredados del pasado por un sistema productivo europeo. El salto cualitativo que esta transformación representa implica como prerrequisito la resolución de problemas políticos que apenas han sido planteados. En estas condiciones, nos guardaremos de otorgar al crecimiento de los intercambios intracomunitarios la importancia que le conceden los discursos triunfalistas. Es cierto que los intercambios intracomunitarios entre los distintos Estados miembros, que eran del25'A al 40"A en 1960 (cifras apenas diferentes de las anteriores a la Primera o la Segunda Guerra Mundial), han pasado a ser en la actualidad del orden del50% o el 60oA.Pero este avance en sí mismo, si bien refleja una preferencia co-
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europeo 143
munitaria ya establecida, no es sinónimo de un sistema productivo integrado.
J. Concluiremos esta presentación c;íiica .1c los logros económicos de la Comunidad hablando de su presupuesto, que resume perfectamente su naturaleza, su alcance y sus límites. Aunque el montante del presupuesto comunitario no es despreciable, limitado: es el equivalente al 2,4"/" del total de los presupuestos de los países miembros. Sus fondos se obtienen de los aranceles (I8%) sucede en cualquier unión aduanera-, de los gravámenes -como importaciones agrícolas (3%) sobre las a ruiz del éxito de la PAC -que (5I%) y de las cotizaciones de los Estaestán disminuyendo-, del IVA dos miembros en proporción a su PNB (21%). La preocupación por asegurar condiciones de competencias normales está en el origen del esfuerzo de armonización fiscal rcalizado por la CEE. De acuerdo con la doctrina financiera convencional dominante, que afirma que únicamente los impuestos indirectos intervienen en la elaboración de los precios, se lejos, la más imporha acordado una armonización relativa del IVA -de precios, adoptando un tante de las tasas impositivas a la hora de fijar los mínimo del t;"A (algunos países han llegado hasta el 25%). Por el contrario, y siguiendo la misma doctrina, no se ha considerado necesario armonizar los impuestos sobre la renta. En mi opinión, esta doctrina no es demasiado sólida y debería relativizarse, ya que la estructura del reparto por el impuesto sobre la renta- es uno de los asde la renta -afectada pectos determinantes del vector de los precios relativos y, por tanto, influye en las condiciones de competencia. Una integración económica fuerte exigirá 7a armonización de este impuesto, algo que la opinión pública europ ea está lejos de aceptar. En el apartado de gastos, el presupuesto comunítario se destina al mantenimiento de la PAC (50% del total), ayudas regionales (30"A), ayudas al Tercer Mundo (5%) e investigación y desarrollo (I+D) (4%). Se puede observar cómo el éxito de la PAC y las dificultades que tiene Europa paru exportar sus excedentes de producción han hecho que la partida destinada a apoyñ las exportaciones agrícolas tienda a disminuir, concretamente del80% de hace unos años aL50"/. actual. En cambio,las ayudas destinadas a las regiones desfavorecidas han aumentado espectacularmente a raíz de la reunificación alemana. En numerosos países a la opinión pública le cuesta admitir que el coste de esta decisión eminentemente política no sea asumido exclusivamente por Alemania, teniendo en cuenta además que ha servido para que su posición como primera potencia de la Comunidad se vea rcf.orzada. Por el contrario, la asistencia a los países del Tercer Mundo se resume en cifras más que pobres: ¡las ayudas
es bastante
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E[ capitalismo en
l¿r
era de la globalización
concedidas a la periferia europea son seis veces más cuantiosas para una población de diez a veinte veces ñlenorl Este modesto volumen parece más una cuestión de caridad que de solidaridad internacional. En cualquier caso, no alcanza el umbral mínimo para permitir la construcción cle un espacio regional euroafricano. Esto demuestra una realidad que no siempre se admite: a pesar de los acuerdos de asociación CEE-ACP (África, Caribe y el Pacífico), no existe una visión política de las relaciones entre Europa, por un lado, v ei mundo árabe, Áf.i.a subsahariana y el Tercer Mundo en generai. por otro. Es probabie incluso que los Estados por 1o menos alguno de ellos- tengan una concepción de miembros -o estas relaciones r-de la regionalización en general que excluya la escala mundial que éstas implican.
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El balance de los resultados obtenidos por la CEE pone de maniprincipal característica dela constrllcción europea, a saber: que hasta la iecha se ha limitado prácticamente a crear un espacio comercial abierto, ni siqr:ie ra un espacio económico con visos de ir-rtegración. Todas las tentativas de ir más aliá han chocado con lafalta de una concepción política c'le Europa. Todos los europeos son perfectamente conscientes de este hecho )', en general, 1o lamentan. Es cierto que, como veremos, se han creado instrumentos para lograr la construcción política, pero aún falta por saber qué se quiere hacer con ellos. Y lafalta de visión política y del necesario complemento en ei plano de la perspectiva social influye, a su vez, en la infraestructura económica común ya construida. Queda por saber cómo quieren Europa y los Estados que la componen ubicar su proyecto proyectos- en el sistema mundial, económico y político. -o El iuturo de la construcción europea permanece completamente abierto. Podría profundizarse en la integración hasta lograr r-rn ente político y social completamente nuevo, o bien quedarse estancada, marginada, e incluso perder la ftterua y ia importancia que ha adquirido. Europa no es una realidad poiítica irreversible. Siempre que el proyecto europeo se ha enfrentado al riesgo de cuestionar aspectos cruciales de la soberanía nacional, dio la impresión de que se llegaba al límite de lo posible, algo que impedía ir más allá. He aquí al1.
fiesro
1a
gunos ejemplos de los muchos posibles: 1.
La investigación y desarrollo (I+D) es una responsabilidad eminentemente nacional y su traspaso a instancias comunitarias es
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muy limitada, sin alcance decisivo. ¿No será porque el I+D está fuerterlente unido al desarrollo del potencial militar, como nos recuerda el caso de Euratom? 2. Los mercados pírblicos no están hasta ahora sometidos a una verdadera competencia a escala comunitaria. Por diversos medios, a veces indirectos, los Estados evitan que se cuestione la preferencia nacional en este campo, que consideran un ejercicio de soberanía. especialmente el societario- sigue sienl. El derecho mercantil -yEstados. Los proyectos de unificación do competencia de los una exigencia casi evidente debido a la aparición de multinacionales ,,europeas>> en lugar de las alemanas, británicas o f¡¿¡sss¿5no van más allá del discurso puramente retórico o de los estudios académicos.
4.Las producciones cinematográficas y televisivas no forman parte de las esferas su;'etas a la competencia comercial en nomlrre de la <>. Francia, más sensibllizad,a que los demás países ante los peligros de la invasión cultural norteamericana, se ha colocado ala cabeza de esta reivindicación invocando, a mi iuicio justamente, la estrecha relación existente entre la independencia cultural y la independencia política a secas. Como la Comunidad no es un Estado, ni siquiera por ahora el embrión de un Estado, cuando se plantea un problema de soberanía retrocede y deja que los Estados europeos diriman,,untos o en orden disperso, la batalla. Los problemas relacionados con el porvenir de la Comunidad -es decir, si va a evolucionar o no hacia un estatuto de Estado, por supuesto pluri- y supranacional- son difíciles de identificar en la medida en que la relación Estado/integración económica se ha visto modificada por la reciente evolución mundial (y no sólo europea). Hasta ahora la única integración económica verdadera que conocernos se ha producido dentro ciel espacio definido por la soberanía nacional.La historia de la formación de los modernos Estados-nación (burgueses) es la historia de la construcción simultánea de un espacio económico central e integrado, es decir, de un sistema productivo nacional y de un sistema político nacional (aunque en algunos casos fuera plurinacional). Esta concordancia de espacios se convirtió en el <> que los países que se han incorporado más :arde a la modernidad intentaron emular. Las aparentes excepcíones confirman la regla. Los imperios coloniales eran espacios jerarquizados pero organizados alrededor de la metrópoli; y si hoy en día Estados Unidos y Canadá constittryen un espacio casi perfect¿rmente integrado, se debe al desequilibrio entre estas dos potencias, dado que
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Canadá ha aceptado de hecho ser la provincia exterior de Estados Unidos. Las <>, ya sean regionales (como la de Estados Unidos en América Latinao la de Europa en África) o mundiales (como la de Gran Bretaña en el siglo xtx o la de Estados Unidos después de 1945), no operan en un espacio económico integrado. Lejos de ello, organizanla jerarquía de las regiones que conforman el sistema. Algunos sostienen que, puesto que la concordancia entre Estado y espacio económico integrado está en vías de desaparición, en el futuro veremos espacios económicos integrados que no constituyan un único Estado, ni se organicen en torno a una constelación de Estados alrededor de una potencia a la que se reconoce el liderazgo, por no decir la hegemonía.
tipo de evolución; se integraría como entidad económica (tal cosa es, al menos, deseable y factible) sin constituir un Estado-comunidad ni aceptar el liderazgo de ninguno de sus Estados miembros, que, dicho sea de paso, sólo podría ejercer Alemania. Para otros, sin embargo, la concordancia entre Estado y espacio económico integrado continuará imponiéndose, por lo que o Europa construye un Estado comunitario, o acepta la fórmula de una < implicaría aceptar que continúe la globalización de manera difusa y bajo hegemonía norteamericana. La imagen de este mundo futuro sería entonces la de un sistema de poderes fragmentados e impotentes (casi no me atrevo a seguir llamándoles Estados) sometidos a las exigencias de un mercado omnipresente, es decir, a las lógicas particulares propias de los segmentos duros de un sistema productivo mundializado,las ..multinacionales>>. Iil gendarme de este <> mundial sería Estados Unidos, el único poder militar y el úni-evidentementeco Estado en toda la extensión de la palabra, aurl cuando dicho Estado y poder militar aceptara operar bajola bandera de una vaga organización política mundial (la ONU). Para algunos esta perspectiva es perfectamente aceptable, incluso supone un progreso deseable enla globalización económica y una contribución a la democrafización de la sociedad. E,uropa serviría de ejemplo para este
Los retos de la globalización: el caso
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Para otros no es así. Parami se trata de una utopía irrealizable de todas formas. Nos encontramos otravez ante la insoslayable cuestión del fururo de Europa. ¿De dónde partimos? Yo diría que debemos partir de la Europa ..realmente existente>>, que se caraci.eúza por1, No ser un espacio económico integrado, sino más o menos un gran
mercado preferencial, un espacio que carece de un sistema de pro-
ducción europeo y de entidades productoras o multinacionales En estas condiciones, la incontestable erosión de los sistemas de producción nacionales no fomenta una recomposición de los sistemas productivos europeos, sino arrancando jirones y vinculándolos a segmentos de los sistemas de producción globalizados. En este sentido, la opción británica resulta muy esclarecedora. La City británica, el vestigio más brillante de la herencia del pasado (no hay que olvidar que es esta posición de Londres en el sistema financiero globalizado lo que permite a Gran Bretaña mantenerse a pesar de su declive), manifiesta su preferencia por los imperativos de la globalización más que por los de una eventual construcción de una Europa financiera. La industria inglesa, por su parte, sigue ese mismo camino, como demuestra la instalación de la industria japonesa del automóvil en las islas británicas. Pero sería un error pensar que Gran Ilretaña constituye una excepción. Los comportamientos colectivos en las industrias alemana, francesa o italiana no son diferentes de los que acabamos de exponer. 2. No estar basada en un proyecto encaminado a conformar una sociedad común. Para convencerse de lo acertado de este severo juicio, en mi opinión, basta con constatar la posición de segunda fila <>.
que la <> ocupa en los reglamentos comunitaríos.
No subestimo aquí la importancia de determinados principios compartidos por la opinión pública dominante en todas, o casi todas, las sociedades europeas y, por ello, reafirmados por la Comunidad. La igualdad entre hombres y mujeres está enre las conquistas recientes del progreso, así como la preocupación ecologista en general. Pero, aparte de esto, el denominador común que la Comunidad ha tenido en cuenta se reduce a muy poca cosa; las condiciones de trabajo, los derechos sindicales, etc., son conquistas que en los principales Estados miembros fueron obtenidas hace tiempo. Pero ni la cuestión esencial de la propiedad social (una cuestión que va más allá del debate restringido entre propiedad privada/propiedad pública), ni la del futuro del trabajo y su lugar en la sociedad (más allá de las vaguedades referidas a la ..consulta»
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a los trabajadores) están en la agenda de la Comunidad. Bien es verdad que lo mismo ocurre en cada uno de los Estados miembros. gran proyecto de Desde que ei Estado del bienestar nacional -el sociedad que dominó Ia escena durante medio siglo- agotó su potencial, las sociedades europeas carecen de un proyecto de sociedad que les permita avanzar. Esta carencia no es producto única-
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mente de la gestión de los asuntos cotidianos por parte de la derecha europea tradicional, puesto que antaño la derecha se vio obligada a gestionar el Estado del bienestar en alternancia con la izquierda. La carencia afecta también hoy en día ala izquierda europea. El común denominador de la práctica democrática en la gestión de la vida política no corrpensa por sí misma dicha carencia y corre peligro de verse afectada si nos limitamos a ella. Por ser una entidad que carece de una visión común (o, si se quiere ser más duro en el juicio, que pura y simplemente carece de visión) de su relación con las demás regiones del planeta . Esta falta de visión no se limita únicamente al aspecto económíco, ya que, como he dicho anteriormente, los europeos (Irstados, partidos, opinión pública) no han elegido entre integrarse en un proceso de globalización o apostar por una integración comunitaría verdaderamente preferencial (que implicaría una dosis de ,.desconexión>>, por usar un término nada popular).La falta de visión afecta igualn-rente al aspecto político de la cuestión. ¿Los europeos quieren que Europa oriental y la antigua Unión Soviética se integren o quieren <>) es inaceptable? ¡Mientras que desequilibrios en sentido inverso respecto a otras regiones son perl'ectamente aceptablcs! La ausencia de visiones europeas de aquellas, mediocres, -aparte que van ligadas a la gestión corriente de pequeños intereses que aparecen aquíy allá- trae como consecuencia algo más importante: deja a Estados Unidos el monopolio de una «concepción del mundo>> y de los medios (militares) para intentar gestionarla.
2. Todo 1o que acabo de decir es algo que los europeos, que son perfectamente conscientes de sus debilidades. conocen a ciencia cierta. Por
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ello se han procurado algunos instrumentos para desbrozar el terreno y preparar el futuro. Pero, como veremos, las respuestas que quieren ofre.cer ante el reto al que se enfrentan son, en mi opinión, inadecuadas. El ciudadano europeo medio sabe n-ruy bien lo que representa el Ayuntamiento, el Parlamento, el Gobierno, pero se ve absolutamente perdido en el laberinto de las instituciones comunitarias. Sin embargo, es necesario comenzar por analizat qué son y qué hacen para avanzar en el debate sobre la naturaleza de los desafíos a que se enfrentan y los medios de solventarlos. La Comisión no es, pese a lo que algunos sostienen, un conjunto heteróclito de servicios gestionados por tecnócratas. Tampoco es un gobierno (supranacional), ya que los comisarios no son responsables de un área definida ala maneta en que se reparten las tareas entre los ministerios de un Ejecutivo nacional (Agricultura, Industria, Hacienda, etc.); se encargan de tareas específicas que se han delegado en la Comunidad. Ni siquiera es el embrión de un gobierno, ya que no tiene competencias en ninguno de los ámbitos relacionados con el ejercicio de la soberanía (policía, ejército, asuntos exteriores, justicia, etc.). Esta carencia puede convertirse en un grave peligro, pues se corré el riesgo, por ejemplo, de que la «Europol» acabe escapando a cualquier tipo de control y se limite a una simple colaboración entre las distintas policías, lejos de las miradas del escrutinio público. Por todo esto, el presidente de la Comisión no es un presidente de gobierno con responsabilidad para diseñar una política y coordinar la actuación de unos ministros que son sus subordinados. Las tareas de definir la política, o de delegar u organizar los poderes ejecutivos para llevarla alapráctica, no competen a la Comísión, sino al Consejo. Aunque en realidad habría que habiar de los Consejos, es decir, de las reuniones de los ministros respectivos de los Estados miembros. Con frecuencia se han puesto de relieve las incoherencias que acarrea este tipo de organización, por ejemplo, cuando los ministros de Hacienda toman una decisión y ésta entra en conflicto con una decisión tomada por los de Agricultura. A nivel nacional estas incoherencias se evitan gracias a la existencia de un consejo de ministros y un presidente de gobierno, justamente aquí inexistentes. ¿Es el Padamento Europeo un verdadero parlamento, o, al menos, eI embrión de un futuro Legislativo Europeo? En este apartado falta mr-rcho por hacer. La aprobación del presupuesto en la práctica ya viene delimitado por las decisiones del Consejo--que y la ratificación de los cornisarios son meras formalidades exentas de responsabilidad. Además, la idea de que los diputados europeos han de ser elegidos por el conjunto de los ciudadanos europeos (en listas necesariamente plurinacionales) no está todavía madura en la conciencia política y cultural del continente.
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Por tanto, las institucíones comunitarias tienen un estatus de implementadoras de políticas o servicios, que realizan por encargo de un gobierno interestatal del que desconocemos el nombre. Este último no puede adoptar una estrategia clara respecto a los problemas fundamentales, entre otras razones, porque los gobiernos europeos cambian en función de las mayorías existentes en las naciones a las que representan, y estas mayorías derechas o de izquierdas- no coinciden a escala europea. Pero más -de importante aún es la falta de una visión global que pueda identificarse como tal en todos v cada uno de los Estados miembros. Si bien ios gobiernos de cada uno de los E,stados miembros adoptan posiciones concretas respecto a las cuestiones del día a día, no existe una <> o «británica» del futuro de la construcción europea. Tampoco existen visiones generales diferenciadas que permitan distinguir a las derechas de las izquierdas. A escala nacional, se aprecian, en este caso sí, puntos de i'ista bastante diferentes y a veces radicalmente opuestos entre las diversas corrientes políticas. Por tanto, las opiniones sobre el futuro de Europa son un verdadero rompecabezas paru analistas y políticos europeos, algo que no puede considerarse ni una ventaja ni un inconveniente para el provecto en la actualidad, habida cuenta de que las instituciones europeas só1o tienen responsabilidades ejecutivas claramente definidas. 3. Europa se enfrenta actualmente a dos retos, la crisis y la ampliación hacia el Este. En el contexto restringido de una Europa occidental formada por países con un grado de desarroilo relativamente equivalente, y durante una época caracterizada por un fácil crecimiento económico basado en el funcionamiento del Estado del bienestar. la apertura del mercado como eje casi único de la construcción com¡-rnita-concebida ria- no ocasionó graves dificultades. De hecho, ios probiemas que surgieron fueron siempre sectoriales v fácilmente superables; pero en las actuales condiciones el panorama es distinto. El desempleo masivo, pertinaz y seguramente duradero si no se produce una renovación de los conceptos fundamentales del trabajo social con fórmulas radicales. unido a los desiguales niveles de desarrollo de los países afectados por la ampliación de la comunidad ésta sea gradual- al resto del conti-aunque nente, constituyen retos ante los que la solución de abrir los mercados resulta una fórmula mágica ineficaz y más que dudosa. De ahí que podamos decir que Europa se enfrenta a rres tipos de problemas que le obligan a tomar decisiones ciertamente complicadas: 1. La elección de un objetivo final, de la visión última de la construc-
ción europea no puede ni retrasarse indefinidamente ni eludirse.
Los retos de la globalización: el caso
europeo 15l
Sin caer en la simplificación, podemos plantear esta elección en los siguientes términos: ¿el objetivo final es establecer un poder político supranacional (en la jerga <> esta opción se denomina <>) o simplemente una <
integración económica profunda sea posible sin la construcción paralela de un poder político común. Sin éste, la dimensión económica del proyecto encontrará muchas dificultades para ir más allá del mercado único y las conquistas alcanzadas en este campo serán reversibles v frágiles.
De todas formas, incluso en la hipótesis más <> posible, sería inútil, ilusorio e incluso peligroso ignorar los sólidos vínculos con unas realidades nacionales poderosas que se han forjad<> a 1o largo de la historia. Habrá que hacer gala de una gran imaginación a1 diseñar formas institucionales adecuadas capaces de conciliar tales r,ínculos con el desarrollo de un .> o confederal- de los que procomún. Ningún modelo -federal porciona la experiencia histórica de Europa o de otras regiones del mundo sirve para afrontar este desafío diferente y nuevo. Sea cual sea la opción elegida, no se podrá evitar una construcción <>. Esto resulta evidente en la hipótesis ..federalista>>, pero incluso en la opción ,.confederalrr, que no cuestiona la integridad de las soberanías políticas nacionales, no será posible imponer el mismo <, al conjunto de las sociedades europeas todo si la Comunidad se -sobre hacerlo rápidamente. salvo arnplía hacia el E,s¡s-, v aún menos que se diseñe un sistema económico único basado en el mínimo común denominador que supone un amplio mercado abierto. Así pues, el avance a varias velocidades se impondrá de todas formas. Dicho esto, repetiré lo ya expuesto antes: cualquier tentativa de ir más allá del mercado común en busca de una integración económica lirnitada al <, de la CEE, sin un poder político común, está condenada el fracaso. 2. El continente europeo, que probablemente tiene vocación (¿en virtud de su europeidad¡) de construir una entidad regional en el mundo del mañana, está lejos de ser homogéneo. No sólo está formado por naciones con realidades difíciles de suprimir (además,
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El capitalismo en la era de la globalización
para muchos, la r-rnivers alización que se lleva a cabo limando las diferencias no es deseable), sino que las estructuras r, los niveles de desarrollo de las partes que lo componen son distintos y desiguales.
l.
No resulta difícil establecer la frontera de las regiones que constituyen el núcleo, que aun perteneciendo a naciones distintas comparten características comunes fuertes v níveles de desarrollo similares. Pero más allá de esta frontera y moviéndonos en los cuatro puntos cardinales (hacia el sudoeste, el noroeste, el sudeste y el este), parece claro que los desafíos a los que se enfrentan las sociedades actuales, y a los que tendrán que enfrentarse durante bastante tiempo, son de naturaleza diversa. Un provecto eficaz, aunque sea estrictamente económico, que pretenda englobar el núcleo y las periferias no puede ignorar los problemas que plantea esta mezcla heterogénea. Ni siquiera un simple mercado cornún tiene por qué ser beneficioso para todos. Sirva como muestra el ejemplo de Grecia, sin contar que la eventual adhesión de otros países del Este agravará las distorsiones producidas naturalmente por el funcionamiento de las leves del mercado si no se establecen las protecciones apropiadas sistemáticamente. Lo más inquietante, en mi opinión, no es que los europeos ignoren los problemas aquí expuestos (los conocen bastante perfectamente), si no que el esbozo de las soluciones propuestas conduce al proyecto hacia un callejón sin salida. Como es sabido, el Tratado de Maastricht que instituyó la nueva <.Unión Europea>> dejó de lado el gran desafío político al que se enfrenta Europa. Al eludir la dificultad, no es que se haya aparcado la construcción europea, sino que la ha llevado a un callejón sin salida. El tratado dio prioridad a la creación de una moneda única, el Euro. Dicho de otro modo, se decidió seguir con el proyecto de integración económica dando un paso decisivo (la moneda única) sin definir las perspectivas políticas de la Unión. El razonamiento en el que se basó la decisión es conocido: para garantizar simultáneamente el mercado único, lallberalización de los movimientos de capitaies y la estabilidad de los cambios se precisa una política monetaria común (en rigor, una moneda única). Creo que este razonamiento es erróneo, ya que es insuficiente en dos planos; a. Los tres objetivos sólo pueden conciliarse si, aparte de una política monetaria común, los Estados miembros desarrollan políticas económicas y sociales paralelas. Es decir, para que el sistema fr-lncione es necesario que las políticas de los Estados miembros en materia de presión flscal, gasto público, etc., sean idénticas,
Los retos de
1a
globalización:
e1
caso
europco 15)
que las estrategias de los segmentos del sistema productivo (grupos de empresas por ramos y sectores, etc.) sean paralelas, que las estrategias de los agentes sociales (especialmente los sindicatos) también lo sean, v así sucesivamente. b. Resulta difícil, y en tiempos de crisis imposible, formular una política europe a coherente y efícaz que garantice simultáneamente la <> y la <>, es decir, la apertura de los mercados y de los flujos de capitales. Hrv qr. elegir. La garantía prioritaria de la apertura interior es la creación de barreras que la protejan del exterior. Unavez más se obvia el concepto de desconexión, se evita tomarlo en consideración. Esta desafortunada elección es fruto, en mi opinión, del predominio de la ideología monetarista en boga, sin más. Se admite que una entidad social cualquiera -Estado miembro o Comunidadpuede llevar a cabo una «gestión monetaria neutra>>, según sus propios términos. Yo creo que este concepto, puramente ideológi co, sin referente histórico real o duradero. Esta gestión neutra sólo se da en apariencia en momentos en que la sociedad, al carecer de un proyecto social, se somete a 1a ley unilateral del mercado. Pero la historia demuestra que estos son momentos de transiciones caóticas hacia un orden social nuer.o definido por un proyecto de sociedad globalmente considerado. En este punto, la moneda vuelve a ser lo que es por natural eza,no una lTrercancía como otra cualquiera como pretende ia ideología liberal de moda, sino un instrumento operativo de la voluntad colectiva.
Europa ha decidido recurrir a un <> que le libre de la difícil tarea de elegir entre las opciones políticas que se le presentan. Sin embargo, la búsqueda de una política monetaria neutra por parte del Bundesbank y otros bancos centrales europeos está llamada a no ser duradera. Esta política proseguirá mientras las fuerzas conservadoras con responsabilidades de gestión se empeñen en continuar gestionando la crisis como hasta ahora, es decir, a costa de una espiral descendente que 1a agudiza aún más. Creo que las tormentas sociales visibles- que es¡a -ya política produce harán que desaparezca antes de lo previsto. La aparrción del Euro, prevista para 1996, ya fue retrasada hasta 1999. 4. A causa de la desafortunada prioridad otorgada a la creación de una moneda única, la consffucción europea ha entrado en una zona tormentosa. Tal decisión consolida alas fuerzas más conse n'a<1oras, empeñadas en una forma de gestionar la crisis sin salida. Las protestas sociales
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El capitalismo en la era de la globalización
contra las fatales consecuencias de esta gestión son numerosas e irán en aumento. Un proyecto europeo unido a una política neoliberal extrema puede hacer que la opinión cambie más rápidamente de lo que se piensa y se manifieste en contra de la idea europea en sí misma. l,os frágiles beneficios derivados de la gradual puesta en práctica de esta idea desaparecerían, en ese caso, rápidamente. El escenario descrito en el párrafo anterior es claramente catasrofista. Los optimistas por naturaleza dirán que Iiuropa ya ha pasado por situaciones similares a lo largo de su historia y siempre ha superado los retos. Aunque es cierto que las sociedades de este continente no tienen en su historia de qué avergonzarse v siempre han acabado por dejar paso al progreso, tampoco hay que olvidar que el precio que han tenido que pagar por ello fue muchas veces doloroso, como 1o prueba la lucha de la denrocracia contra el [ascismo. Europa no se ve amenazada desde el exterior. No lo estuvo desde 1915 a 1990, aunque determinadas fuerzas políticas fomentaran un miedo a todas luces injustificado hacia la Unión Soviética v el ..comunismo>r; y decir que ahora podría sentirse an'tenazada por los pueblos y estados del Sur, especialmente por el fundamentalismo islámico, roza 1o grotesco. Si en el Sur triunfaran opciones equivocadas, las víctimas serían los propios pueblos v naciones del Sr-rr, que verían aumentar su retraso y su debilidad a escala mundial. Europa se encLrentra amenazada desde el interior. En su lado occidental, \a amenaza no parece que pueda alcanzar un umbral de intensidad realmente importante. Los conflictos más conocidos, incluidos tradicionalmente en el concepto de «conflictos nacionalesn o comunitarios (Irlanda, España y Bélgica son sus principales ejemplos) no parecen estar destinados a empeorar irremediablemente o a permanecer irresueltos. También resulta difícil imaginar que los grandes conflictos que enfrentaron en el pasado a las potencias de ia zona (Gran Bretaña, Alemania y Francia) puedan renacer y tomar forma de nuevas guerras intraeuropeas. En cambio, por el Este se ha rebasado ya el umbral del drama. El absurdo de las políticas neoliberales impuestas por la ,.reconversión>> ha generado una catástrofe social y económica que cuestiona la credibilidad misma de los logros democráticos, que se percibirían como un fenómeno meramente pasajero. Las fuerzas políticas locales son a todas luces las principales responsables de las violentas crisis que sacuden la zona como reacción ala espiral de involución en la que están inmersos sus países. Pero esa responsabilidad la comparten con los Estados de Europa occidental, que parecen dudar entre apagar el fuego o avivarlo. Voluntaria o involuntariamente, hasta el día de hoy todos han elegido más bien la segunda opción. Al sostener las tendencias centrífu-
Los retos de la globalización: el caso
europeo
1,55
producidas inevitablemente por el caos neoliberal. las diplomacias occidentales han avivado el fuego, han animado a los demagogos a bus-. car una nueva base sobre la que fundar la legitimidad de su poder: la base <<étnica>>.Era evidente que construcciones históricas como Yugoslavia o la Unión Soviétíca de estallar lo harían desencadenando ineludibiemente conflictos muy sangrientos. Era evidente que el resultado de las primeras ,.elecciones>> confusas en tales países no expresaban sino desarraigo y desorientación. Europa no eligió ayudar a las fuerzas que querían el triunfo de la paciencia, algo que en muchos casos habría sido capaz de atenuar la violencia de las primeras reacciones. Quiero apuntar aquí que Alemania parece haber tenido el papel de locomotora en la intervención destructora de Europa al reconocer unilateralmente <
ɡas,
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El capitalismo en la era de la globalización
cional con Estados Unidos. Hasta ahora ha podido conciliar esta elección con su compromiso europeo. Pero el quid de la cuestión para el futuro es el que expresan las siguientes preguntas: ¿qué ocurrirá si la competencia Europa-Estados Unidos se agudiza?, ¿qué ocurrirá si Europa vuela en pedazos?, ¿qué ocurrirá si Alemania domina Europa) Francia había previsto, en 1945-1946, renovar su imperio dentro de un marco asociacionista, la asociación de naciones independientes o llamadas a serlo en el sentido estricto del término. Las fuerzas colonialistas suprimieron la posible intención renovadora del proyecto, perpetuaron las relaciones coloniales hasta el momento en que la transformación de las relaciones dentro del capitalismo francés detrimento de los vie-ende los sectores dinamijos intereses coloniales en declive v en beneficio zados
por políticas eficaces de modernización- empujó aFranciahacia
la integración europea. Hot' en día, Francia no tiene otra elección posible, un factor de debilidad, habida cuenta de que la principal potencia europea se beneficia de un margen de maniobra mucho
-Alemania-
más amplio.
Desde 1871, Alemania había desarrollado su propio proyecto, el DrarugNach Osterz (el impulso hacia el Este). ¿-Habrá renunciado a ello? Ciertamente Alemania se ha convertido en una democracia semejante a la de Gran Bretaña y Francia. lo que no era durante el Segundo Reich (el
de Bisrnark) ni menos aún durante el odioso Tercer Reich hitleriano. Como son conscientes de que esta experiencia es funclamental, las fuerzas democráticas alemanas se han convencido de que la <> es preferible a Ia «E,uropa alemanan, por utilizar sus mismos términos. Ha llegado ya el Cuarto Reich, como ha demostrado su intervención en Yugoslavia,la inquietante resurrección de la <> y otros signos. ¿Es posible un Cuarto Reich democrático? Por qué no. Los imperialismos británico y francés se expandieron sin, por ello, cuestionar la democracia burguesa en sus metrópolis. Un Cuarto Reich democrático incluso podría retomar los objetivos delDrangl'lach Ostern sin que esta expansión apareciera como intolerable para los pueblos de Europa del Este: sería una hegemonía regional que funcionaría por medio de la economía, como [a de Estados Unidos a escala mundial (y E.tados Unidos es igualmente una democracia que no ha quedado arruinada por dicha hegemonía). El margen de maniobra del que dispone Alemania todavía es grande: continuaría su propia política hacia el Este sin cuestionar la construcción europea, porque sus compañeros (Francia en primer lugar) estarían obligados a rarificz:r sus iniciativas. Evidenternente es la <>, dentro de un <>, porque Alemania no cometería el error (fatal para Hitler) de comer más de lo que puede digerir.
Los retos de la globalización: el caso
europeo 151
Las posibles opciones de otros países de la Comunidad son, por ahora, menos decisivas, habida cuenta de su alcance. Es evidente que Italia, España, Bélgica, Holanda y ios países escandinavos aceptarían la ,.E,urol pa alemana» sin gran dificultad, sobre todo si Alemania conduce su estrategia sin renunciar ala democracia. ¿Se podría dejar de lado indefinidamente a Rusia y a los países de la antigua Unión Soviética que serán (y son) objeto de su codicia y de la de otros socios (Alemania en el caso de los Estados bálticos y Ucrania)? Incluso aquí, esta posibilidad entra a corto plazo ert el juego del Drang I'lach Ostern, púesfo que Alemania sólo prevé en principio una expansión limitadahacia Ausria (integrada de hecho ya en su espacio), la República Checa, Eslovenia, Croacia, Hungría, Polonia, los Estados bálticos y Ucrania.
Podemos acabar de ocuparnos de este escenario catastrofista sosteniendo qlle parece destinado a resucitar una Europa del siglo xtx y una alianza anglo-franco-rusa para contener las ambiciones alemanas o un nuevo reparto germano-ruso que terminaría por aislar a Francia.
UN
¡uluRo
DIFE,RENTE: UNA YISIÓN R{DICAL IáRA EUROPA
5. Por suerte, el escenario catastrófico no es el único imaginable. También
1o es
un guión progresista, aunque las condiciones para que ten-
ga éxito sean realmente importantes.
El proyecto europeo no puede contentarse únicamente con <r. Este mínimo común denominador es a todas luces insuficiente e incapaz de garantizar los logros obtenidos, tanto comunitarios (en el aspecto económico) como simplemente democráticos. La crisis no es una <.recesión>>, sino una crisis -que y de la sociedad, no solamente económica- puede erosionar estructural gravemente la legitimídad de la tradición democrática europea. El proyecto europeo sólo encontrara respuestas a los desafíos a los que se enfrenta (¿qué desarrollo se quiere para Europa?, ¿cómo conciliarlo con la globalización?, ¿cómo conciliar en Europa naciones y supranacionalidad?) desarrollando un provecto de sociedad ala altura de los problemas de nuestro tiempo. Para concluir enumeraré las diferentes dimensiones que implica un proyecto de sociedad digno de ese nombre. 1.
Un proyecto de sociedad es principalmente una visión social, una forma de concebir las relaciones sociales. Tal cosa no puede ser un mero resultado implícito de la reproducción del sistema productivo, sino algo explícito en el contexto de las relaciones sociales, las
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El capitalismo en la era de la globalización
cuales forman parte (en su núcleo duro) de las relaciones de clase que están en la base de los sistemas productivos; pero también son parte de las relaciones que se dan en otros campos de la realidad,
como las relaciones hombre/mujer. El procedimiento de explicitar el proyecto puede calificarse de <>. No veo ningún inconveniente en ello. Hemos conocido un antecedente histórico cuyo desarrollo está en el origen del milagro europeo (y norteame-
ricano). Aludo al compromiso histórico nacional capítal/trabajo, en el que el Estado desempeñó un papel indispensable como lugar de negociación e instrumento de implementación del compromiso en cuestión. No se trata de producir una versión remozada de este
modelo, definitivamente superado merced al proceso de globalización y a la construcción europea en sí misma. En cualquier caso, el contrato social viene antes, y no después de las estrategias económicas que se desarrollan en su marco y en su base. Los economistas convencionales tienen dificultades para aceptar este orden de priorídades. Siempre han pensado de economista -aiienación obliga- que la economía lo decidía todo. Tampoco es útil colgar a las relaciones sociales que definen el provecto e1 sambenito de <> o <>. No quiere decir que los dos conceptos no tengan sentido o que hayan perdido su signiiicación histórica. Lo guardan plenamente. Sencillamente la larga transición del capitalismo mundial al socialismo mundial implica la coexistencia conflictiva de elementos de lógica capitaiista (el mercado, el cálculo de beneficios, la jenrquía en el trabajo) v de lógicas anticapitalistas (la equidad o la democracia, no como productos naturales derivados de la expansión capitalista, sino como productos dei combate de los pueblos contra la lógica unilateral de acumulación del capital). 2. Más allá del <> que regula las condiciones de reproducción del sistema productivo, un provecto de sociedad a la altura de las exigencias de nuestro tiempo implica una visión de futuro de nuestra civilización tecnológica. Ello supone preguntarse por el futuro del trabajo. Tras el obrero-masa del período fordista, el trabajador-ciudadano-inteiectual tiende a convertirse en la nueva masa dentro del sistema productivo del mañana, basado en tecnologías informatizadas y autom attzadas y en la interdependencia que éstas implican entre todos los segmentos del sistema, apeiando a las formas de la ley del valor dominantes hasta ahora (lo que los economistas formulan con la ingenuidad que les caracteriza descubriendo que <
Los retos de la globalización: el caso
europeo 159
una <>? Es evidente que el hecho de tener en cuenta el desafío ecológico, que no puede incluirse en el cálculo convencional de los costes, basado en el corto plazo, plantea igualmente en términos nuevos los problemas de la toma de decisiones económicas. Está claro que la participación de los obreros o la <> ala manera alemana están lejos de resolver los
problemas planteados, que cuestionan la naturaleza global de nuestra civilización. El porvenir de la propiedad, y el de las nuevas formas hacia que ésta parece tender, supone un reto para todas las dimensiones y planos del pensamiento y la acción social. ¿Es necesario recordar que los conceptos históricos sobre los que se ha construido la solidaridad nacional son a su vez cuestionados por el desafío de la <>, que sólo convence a los que ya están convencidos. Y esto a pesar de que dicho adversario no representa ningún peligro militar. Decir, como se escucha con frecuencia, que la OTAN se ha convertido en el instrumento de democratización del mundo, en su punta delanza, recuerda tanto al discurso de la <> que debería provocar una risa espontánea. Por otro lado, eso mismo, reírse, es 1o que a uno se le ocurre al examinar sin ingenuidad infantil lo que representan las intervenciones militares de nuestros días (por ejemplo, ¡la guerra del Golfo para la democracia en Kuwaitl). En realidad, la OTAN forma parte de la panoplia indispensable a la gestión política del caos generado por el aspecto económico de la gestión capitalista. Y en ese sentido, mientras Europa no se plantee situarse más allá de esta crisis, no podrá evitar acabar pasando bajo las horcas caudinas de la hegemonía militar estadounidense. Además, ese camino, al perpetuar la hegemonía global estadounidense, anula en gran parte el significado que suele atribuirse a la nueva competencia económica EuropalEstados Unidos, habida cuenta de que destruye en gran parte el sueño europeo de ..independencia>>.
).
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El capitalismo en la era de la globalización
5. cabe recordar que el proyecto europeo está en conflicto directo con el de la latino americanización de la mitad oriental del continente. He intentado anteriormente explicar cómo v por qué el segundo hará estallar el primero. 6. Por último, ¿puede el proyecto europeo ignorar el Sur y seguir paso a paso el discurso vacío de los economistas obnubilados por
las apariencias de la .> del Tercer Mundo? ¿Se puede ignorar al sur cuando el acceso a los recursos naturales del planeta entero es más vital que nunca para la supervivencia de «Occidente»? El problema de este acceso podría, es verdad, solucionarse con un neoimperialismo global. Más allá de pensar que el colonialismo global sería necesariamente el mejor medio de pérp.tuar la hegemonía del denominado competidor norteamericano, ¿podemos pensar por un momento que sería viable? Un enfoque harto diferente es, por el contrario, el que pretende imaginar las urticulaciones necesarias entre las grandes regiones (Europa, AméricaLatina, Afrirn, el mundo árÁe) y las potencias continentales (Estados Unidos, China, India) en una interdependencia favorable a su desarrollo, susceprible de reducir los efecros de la polarización inherente a la globalización por el mercado. He desarrollado en otra parte (véase el capítulo 5) algunas propuestas relativas a estas cuestiones, por lo que no volrreré sobre ello.
En resumen y como conclusión, parece claro que los seis temas que hemos tratado conforman una agenda que se inscribe naturalmente en Ia tradición del pensamiento de izquierda acerca de 1os movimientos y del
progreso, por lo que podemos acabar diciendo que Europa será de izquierdas o no será.
Referencias P. Gonzá\ez casanova
París, LHa tmattan, 1994.
(comp.), État et Politique dans le Tiers Monde,
Capítulo
7
IDEOLOGÍA Y PENSAMIENTO SOCIAL: LA INTELECTUALIDAD Y LA CRISIS DEL DE,SARROLLO
L¡ r'uonÍa socrAl y LA cRrsrs DEL cArrrrAlrsMo:
MARxrsMo,
POSMODERNISMO Y MOVIMIENTOS SOCIALES
Uso el término <> (o .
Lo cierto es que e1 empeño de hacer de las disciplinas sociales algo tan rigurosamente científico como las ciencias naturales es una antigua ambición del pensamiento burgués, que, dícho sea de paso, los críticos posmodernos confunden con el pensamiento moderno. El sistema social que sirve de base sólida al pensamiento burgués (en términos sencillos, el sistema capitalista) es, visto en dicho contexto, producto de una visión del mundo que se expresa con máxima claridad en la esfera económica. §íeber, de nuevo en plena actualidad estos tiempos, presentó la siguiente imagen de la sociedad capitalista, formulada en términos de sorprendente ingenuidad: el capitalismo, sostuvo, implicó el triunfo de un ethos racional operando para liberar al mundo de la esclavitud de las caducas normas irracionales. Durante algún tiempo he estado sugiriendo una visión alternativa del contraste entre los sistemas de pensamiento del pasado y el pensamiento moderno (capitalista), N{i enfoque comparativo parte del contraste en én-
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El capitalismo en la era de la giobalización
fasis perceptible entre las sociedades precapitalistas (que yo denomino sociedades tributarias), que subrayan los aspectos metafísicos de la realidad, y las capitalistas, que ponen el acento en los aspectos económicos. Desde esta perspectiva novedosa, la diferencia entre la cosmovisión metafísica de las sociedades tributarias y el pensamiento de una sociedad más avanzada en virtud de la evolución derivada de la resolución de los sesgos y contradicciones económicos del sistema burgués, no ha de verse imprescindiblemente como algo en aguda contraposición. Podríamos, por el contrario, llamar a este tipo de sociedad, una sociedad socialista avanzada-
El pensamiento burgués, al encapsular su nueva racionalidad económica como valor absoluto, intentó legitimar la forma emergente de organización social y en el proceso asumió que la nueva forma organizativa era un constructo eterno que señalaba, por decirlo con la expresión que recientemente y de nuevo con extraordinaria ingenuidad han empleado algunos comentaristas, el fin de la historia. En suma, una cosmovisión en que el Progreso, con mayúscula, acabó siendo el sustituto de Dios, y con ello la base de un orden de cosas eterno. Desde nuestra perspectiva, en dos puntos el capitalismo y el pensamiento burgués suponen, pese a sus limitaciones, una medida de progreso (esta vez, empero, con minúscula). Por un Iado, originaron fuerzas que iniciaron un desarrollo material prodigioso, que logró un control sin precedentes sobre la natuÍa\eza. Un control, no obstante, que no sido totalmente positivo, habida cuenta de que en la actualidad plantea una amenaza a la supervivencia del planeta. Por otro lado 1, simultáneamente, al liberar a las ideas sociales de los viejos prejuicios metafísicos, el capitalismo y el pensamiento burgués prepararon el camino al concepto y a la práctica moderna de la democracia. También en este punto conviene puntualizar que dicha práctica democrática estuvo circunscrita por la misma naturaleza del sistema. La ecuación mercado (como sinécdoque de realidad capitalista) igual a democracia es, obviamente, exageradamente fácil y alejada de la realidad, aunque se basa en un caso real y tangible de progreso.
La cútica del capitalismo carece de sentido a menos que agudice nuestra conciencia de las limitaciones del pensamiento burgués. Para ello, es preciso examinar el capitalismo, por un lado, como un estadio cualitativamente nuevo del desarrollo histórico, y también, por otro, como un ejemplo del desarrollo de contradicciones entre las aspiraciones liberadoras que el nuevo sistema alienta y su incapacidad de satisfacer dichas 'aspiraciones en la escala de su propia creación, la sociedad mundial. La crítica del capitalismo aspira pues, lisa y llanamente, a rascenderlo y ello conlleva que hay que estar dispuesto a trascender la modernidad inter-
Ideología y pensamiento
social 16)
pretada como un símil del capitalismo. Para lograr tal cosa, la crítica del capitalismo debe a su vez establecer reglas alternativas parala organización social, así como valores alternativos. En suma, dicha crítica debe presentar un sistema de racionalídad alternativo. ¿Significa eso que la crítica del capitalismo se verá tentada inevitablemente, como sucedió antes con el capitalismo, a presentar ia nueva racionalidad derivada de su utopía cteativa como una construcción eterna e imperecedera? Creo que esta nueva crítica debe evitar tal cosa. Pero ¿realmente la crítica del capitalismo ha superado la estructura existente del pensamiento burgués? Ésa es la cuestión clave, una cuestión a la que en este momento no puede responderse de forma tajante. La nueva crítica del capitalismo es aún incompleta. Ha de profundizarce y enriquecerse con aportaciones derivadas de su interacción con los nuevos desafíos surgidos del propio desarrollo del capitalismo. Inicialmente focalizada en los valores morales, la crítica del capitalismo alcanzó el estadio que considero decisivo en la obra de Karl Marx. Al marxismo se añadieron luego una serie de desarrollos graduales bajo la Segunda y la Tercera Internacional, que asimilaron la tendencia economicista de la teoría burguesa y con ello el aliciente de su visión determinista, por lo que acabaron convirtiendo las <> en un conjunto de reglas implacables idénticas a las leyes inexorables de las ciencias naturales. De tal forma. el marxismo acabó abogando, en nombre del socialismo, por un sistema utópico de gestión racionalizada basado en el conocimiento de dichas ,.leyes>>, algo en cuyo proceso redujo a desechos la dialéctica de la libertad humana. El marxismo es, por tanto, en cualquier caso obviamente incompleto. No obstante, sería totalmente injusto reducido a una forma particular, la de la ideología soviética, que durante mucho tiempo he considerado más cercana al pensamiento burgués que al marxista. La crítica del capitalismo fue anterior a la caprichosa crítica que recientemente han realizado los teóricos posmodernistas. Sea como sea, lo importante es discernir si la teoría posmodernista aporta algo novedoso. En mi opinión, el posmodernismo como una tarea intelectual de la que nada puede derivarse a futuro, en la medida en que no ofrece instrumentos conceptuales capaces de trascender la esÚuctura capitalista. ni demuestra contar con capacidad alguna de inspirar un diseño innovador de cambio social. En resumen ,\a crítica posmoderna es menos radical que la crítica cuyas ideas seminales encontramos en la obra de Nlarx, Sin duda alguna, los ejercicios de deconstrucción del discurso con los que Lyotard, Derrida, Deleuze, Guattari, Foucault v Baudrillard sentaron las bases del posmodernismo (en la forma en que lo han postulado los autores estadounidenses y Touraine en Francia) tienen alguna utilidad
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El capitalismo en la era de la globalización
práctica. Concretamente, tienen el mérito de exponer la naturaleza metafísica del discurso burgués postilustrado, así como de su extensión en las escuelas al uso del pensamiento socialista. Dejaron al desnudo la tendencia esencialista de dicho discurso, es decir, evidenciaron su opción en pro de explicaciones metafísicas en el empeño de buscar lo absoluto. También han iluminado los prejuicios economicistas de dicho discurso, que han subordinado todos los aspectos de la vida social a los imperativos de la racionalidad económica. FIan explicitado su implícita deriva teleológica, en virtud de la cual las ley,es históricas trabajan con implacable rigidez en el avance constante del Progreso. Las aportaciones de estos posmodernos, dicho con claridad, quizás puedan parecer novedosas a los lectores previamente impresionados por las asunciones del esencialismo, 1a teleologíay el economicismo burgueses, pero para quienes nunca se tra€Jaron dichas asunciones, sin embargo, no significan novedad alguna, son un simple viaje más a lo largo de las fronteras del pensamiento burgués. Un viaje del que, como ya he dicho, fue pionero Marx. Los pensadores posmodernos han redescubierto, como ya sabemos, que la Ilustración no libera a la humanidad. Desde la óptica del tipo de pensamiento marxista que comparto, tal cosa es pura y simplemente axiomática. Nuestra escuela de pensamiento marxista subraya la comprensión de que la alienación economicista propia de la ideología burguesa (incluso las variantes que podemos denominar socialistas) es una extensíón por ende, un sustituto intelectual- de la alienación n-retafísica propia-y, de las cosmovisiones pasadas, así como la explotación capitalista es una extensión y un sustituto de la explotación tributaria. Por tanto, cuando Lyotard afirma que Stalin y Auschwitz suponen el fracaso del sueño modernista, 1o cierto es que su formulación adolece de la falta de un adjetivo: capitalista. El imperialismo y su vástago virulento, el fascismo, así como sus secuelas de guerras mundiales y masacres coloniales, son justamente un producto de la agudización de las contradicciones en el sistema capitalista, una medida del conflicto entre las promesas de libertad en que se basa y su incapacidad de aportar mejoras consustanciales. La ideología soviética, con su visión economicistafocalizada en la idea de ,ralcanzao, al otro (que, en mi opinión, significaba un sueño de capitalismo sin capitalistas), era una variación de la ideología burguesa. (lomo tal, como predijeron los pensadores maoístas hace 35 años, estaba programado en el curso de su desarrollo natural que llegara al capitalismo ..normalr>. Sucesos como los de los últimos años, en sí mismos difícilmente sorprenden.tes, surgen de esa predicción. La critica posmodernista, alejada de las perspectivas radicales que logró el pensamiento marxista, no proporciona los instrumentos necesarios
Ideología y pensamiento
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para trascender el capitalismo; por esta razón, sus propuestas resultan ambiguas, vagas. Su predilección por la adulación acrítica de la diferencia y la exaltación del empirismo la hacen bastante compatíble con las prácticas de gestión convencionales, economicistas, destinadas a perpetuar las prácticas capitalistas, consideradas todavía como expresión definitiva y eterna de racionalidad. Tal cosa deja la puerta {ranca a la aparición de ideologías comunalistas neoconservadoras de las que abundan en las ftadiciones anglosajonas de gestión social. En los casos extremos, puede llevar también a explosiones nihilistas. De una u otra forma, el resultado es una ideología compatible con los intereses de los privilegiados, aquellos a los que Galbraith, en su brillante análisis, denomina los .,poseedores>>. En otro orden de cosas, el énfasis en la necesidad de democracia no es algo en modo alguno infundado. De hecho, podría convertirse en un eficaz estímulo para nuevos avances en la crítica teórica y práctica del capitalismo, asumiendo el concepto de democracia en todo su alcance dinámico. Las luchas obreras dieron sentido y profundid ad ala democracia en tiempos pasados; de forma semejante, no habría que menospreciar la posibilidad de que la lucha por la democracia pueda suponer un impulso progresivo en el curso de los acontecimientos futuros. Tal cosa es compartida, como elemento fáctico, por un sector sustancial de la escuela posmoderna. No es mi intención acusarles de albergar ilusiones .> condenadas a la frustración desde el principio. En cualquier caso, mantengo que la dicotomía entre evolución, tergiversada como traición, y revolución, presentada como el único camino aceptable de transición socialista, fue un resultado concreto de circunstancias concretas vinculadas a las guerras mundiales y a la Revolución rusa, no una inferencia lógica de la crítica radical del capitalismo. En las condiciones concretas de la época, una interpretación de ese tipo podría haber reflejado con bastante precisión la realidad, pero lo que empezó como expediente interpretativo fue elevado por los marxistas vulgares a principio absoluto, un cambio injustificado. De forma semejante, el papel asígnado a la clase obrera puede haber sido un reflejo preciso de la función real de dicha clase bajo las condiciones objetivas creadas por el capitalismo en una fase temprana de su desarrollo, algo que en la actualidad debe revisarse a la luz de los cambios en el sistema capitalista resultado de la interacción de fuerzas sociales tanto en contextos nacionales como a escala mundial. Durante algún tiempo, las estrategias paru una ruptura revolucionaria con el capitalismo han estado enüe bastidores, pero ello no significa que no exista necesidad de trascender el sistema capitalista. En surna, lo dicho hasta el momento supone que en este momento existen las condiciones para diseñar nuevas y perfeccionadas estrategias para englobar los cambios actuales en el sistema capitalista.
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Sin duda alguna, el rechazo del marxismo sigue estando de moda en actualidad. Para facilitar dicho rechazo, primero se redujo el marxismo a su manifestación soviética, que a continuación se condenaba merced a su <>, es decir, por su tendencia a explicar la realidad en función de un esquema determinista que convertía todo suceso no sólo en algo explicable, sino en el resultado necesario de las leyes del desarrollo capitalista. Lo cierto es que muchos marxistas pueden ser acusados de tal cosa, pero, en lo relativo al propio Marx, dicha acusación es patentemente injusta. Mientras tanto, la cuestión de la reiación entre las esferas económica y no económica, es decir, lo relativo a los vínculos entre política y cultura, sigue siendo una asignatura pendiente en la estructura al uso del pensamiento marxista, e incluso dentro de otros marcos teóricos, incluyendo el esquema posmodernista. La idea economicista de que la cultura se ajusta a los imperativos económicos no procede de Marx. Refleja, por el contrario, las percepciones ideológicas burguesas, dominantes desde la Ilustración hasta la actualidad. Por el contrario, la concepción de las culturas como constantes nucleicas, vendidas por los elegantes v actualmente de moda pluralistas culturales, algunos simplemente eurocéntricos y otros eurocéntricos a la inversa, me parecen menos sostenibles, incluso much
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o implícitos, son partes o elementos de un todo mayor y que cada uno de ellos abarca dominios naturalmente diferentes entre sí; por tanto, ello supone que no existe forma de predecir si se complementarán o chocarán entre sí, si son víables o utópicos. Algo que, en suma, permitiría concluir que el resultado de su confrontación es imposible de prever. Así formulado, todo lo dicho antes resulta obvio. Pero me parece ilógico argumentat a partir de tales premisas que los <> (invariablemente citados en plural), en la medida en que son vectores de cambio social y en tanto en cuanto expresan las aspiraciones cle grupos humanos reales, merecen todos respeto y apoyo en virtud del espíritu de la equidad democrática. ¿Por qué deberíamos respetar y apoyar no importa a qué grupo si desconocemos dónde pueden llevarnos sus planes? ¿Por qué excluir la posibilidad de que los regímenes establecidos los puedan manipular? Creo que muchas de las reivindicaciones étnicas del presente están sujetas a manipulación por gobiernos más preocupados por gestionar la crisis que por resolver los problemas subyacentes. Tales gobiernos pueden manipular el derecho de un pueblo a la autodeterminación, no con el objeto de incrementar su libertad, sino para restringirla.
Por consiguiente, la opción de <>) un enfoque supuestamente basado en el análisis de los actores sociales, conlleva el riesgo de un cariz antiteórico no menos peligroso que su contrario, el prejuicio de la teoría dogmática.
L¿ INTEI-EcTUALIDAD
FRENTE A LoS OPERADoRES ME,NTALES
Las ciencias sociales comprenden una gama de métodos e instrumentos poco integrados aplicables todos ellos al análisis de la realidad social. El estatuto epistemológico de estas disciplinas varía ampliamente de una disciplina a oúa. En economía, la obsesión dominante por la gestión ha impuesto una agenda de temas específicos, un enfoque selectivo orientado a los datos significativos, y una visión en túnel de la realidadfocalizada de forma estrecha en los objetivos de gestión. Ciertamente, dichas opciones refuerzan a veces la eficiencia. Pero, en ese caso, la denominada ciencia económica presupone una opción ideológica latente que legitima el tipo de gestión que presupone, y por extensión el sistema social que perpetúa, es decir, el sistema capitalista. Por esta razón,la disciplina de la economía esquiva muchas cuestiones básicas relativas al cambio social y al desarrolio histórico, asignándolas al libre desempeño del pensamiento imaginativo, un proceso que considero acientífico. Marx intentó, en mi opinión con éxito, exponer la alienación provocada por la sociedad capitalista, mediante la cual las <>
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Iil capitalismo
en la era de la globalización
se supone que opefan <> como leyes naturales, una es-
tratagema que mejora la eficiencia púctica de gestión del sistema en un grado claramente perceptible^ Fue él quien desplazó las cuestiones derivadas de este estrecho dominio del mantenimiento del sistema al campo mucho más vasto del cambio social. Sin embargo, y a pesar de ese desplazamiento, se desamolló una tradición marxiana de análisis de la economía capitalista cuyo enfoque es próximo al de ia escuela economicista, notablemente en su definición de los problemas.
En cualquier caso, la crírica radical del capitalismo formulada por Marx no contiene soluciones definitivas a las problemas relacionados con la gestión de una sociedad liberada del dogma economicista. Ni ofrece tampoco panacea alguna paru7a transición a dicha sociedad. Estas cuestiones empiezan a aparecer con fuerza en el momento en que los movimientos sociales revolucionarios se hicieron con el poder político y empezaron a construir el socialismo. Dadas las condiciones objetivas del momento, sus planes estaban aquejados de ambigüedad. ¿Cuál era el objetivo: construir el socialismo o equipararse, tras atraparlo, con el capitalismo avanzado? Esta incertidumbre hundía sus raíces en ciertas opciones respecto de la gestión de la transición, como la adopción de una economía centralizada administrativa en lugar de una economía de mercado. Dichas opciones fueron racionalizadas invocando la racionalidad (la construcción de una sociedad gestionada por la razón científica) típica de la ideología burguesa. Fue,ustamente el tipo de racionalización que provocó la crítica de Engels a los socialdemócratas alemanes, una crítica en que calificó sus planes de sueño de <>. En mi opinión, estas cuestiones siguen irresueltas. La polarización mundial inherente al capitalismo exige estrategias de tansición de gran alcance, que tomen en consideración la totalidad de temas y factores presentes en una agenda contradictoria: por un lado, la necesidad de desarrollar las fuerzas productivas; por otro, la necesidad de diseñar relaciones sociales alternativas. El debate acerca de dichas estrategias, especialmente en lo relativo a sus aspectos económicos (la gestión social del mercado), sigue abierto. En suma, el pensamiento social no puede confinarse denrro de los límites en que la escuela economicista quisiera que estuviera. Por otro lado, no existe forma alguna de separar la necesidad de comprender la sociedad en su conjunto del deseo de dirigir su evolución en uno u oro sentido. La ideología (el sistema de valores que apuntala la defensa de un diseño social determinado) y la ciencia (el conocimientos de las realidades funcionales objetivas que afectan al cambio) resultan inseparables. Pienso, por ejemplo, que el concepto de desarrollo es un concepto ideológico definido por el diseño del tipo de sociedad que el proceso de de-
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sarrollo se presupone que debe lograr. Y, como he intentado dejar claro una y otra vez, el desarrollo no debe confunciirse con las realidades dei mundo moderno, unas realidades que han advenido no merced al desarrollo, sino a la expansión del capitalismo. El hecho de que los gestores, políticos y gurus que en el presente practican el juego del clesarrollo desdibujen sistemáticamente esta distinción crucial sólo es un claro exponente cle su compromiso con el modelo capitalista latente. De modo semejante, Ias feministas han expuesto claramente las bases ídeológicas de 1a <> social establecida, mostrando cómo a través de la defínición de los temas (¿qué es significativo?, ¿qué se considera marginal?) y mediante el uso selectivo de metodologías que sirven a las definiciones al uso de la realidad. esas disciplinas sociales logran dejar fuera del marco de la investigación las cuestiones feministas. Es decir, han tnostraclo, cómo los objetivos sociales que subvacen en las disciplinas al uso conllevan la perpetuación de1 sistema patriarcal. De ahí que las refleriones que siguen exigen que se diferencie nítidamente entre los diversos pensadores sociales en función de 1os objetivos sociales que guían sus obras. Por un lado están los que Galbraith deno¡¡i¡¿ «poseedoresr>. En su opinión, todo lo que nuestra socíedad necesita son gesrores (del sistema capitalista, naturalmente, entendido como un sistema capaz de cambiar en direcciones esperanzadatnente positivas, pendientes de definir). Cualquier cosa que va,va más allá de este marco representa, según los ..poseedores>>, un peligro público. Por otro lado, tenemos a las personas que sostienen que nuestra sociedad necesita imperiosamente un pensamiento crítico que proporcione la comprensión de los mecanismos de cambio, un pensamiento capaz a su vez de influir en ese cambio en una dirección que libere a la sociedad de la alienación capitalista y de sus trágicas consecuencias. En la medída en que tal cosa compete a la innrensa mayoria de la humanidad (los pueblos de Asia, Áf.ic, y América Latina), esta necesidad resulta vital, puesto que esos pueblos experimentan en el presente el capitalismo conro una forma pura v simple de depredación. Por consiguiente, propongo distinguir entre aquellos que denomino operadores mentales, que sirven al aparato ideológico establecido, y los que pueden considerarse genuinamente parte de la intelectualidad. Estos últimos no tendrán otro impacto que el derivado del alcance de su competencia y capacidad crítica. En otras palabras, ha de ser capaz de inspirar una acción liberadora dentro de un programa que vincule la teoría y Ia púctica. Desde esta perspectiva, cualquier valoración de la producción de los intelectuales del Tercer Mundo, incluyendo los africanos, clebe empezar analizando la relación entre los desafíos a que se enfrentan sus pueblos respecto del <>, y la orientacíón de
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las acciones inspiradas por su obra. Volveré a ocuparme de nuevo del tema, ofreciendo una interpretación más concreta del tipo de valoración que acabo de proponer.
DrsaRRor-lo: cRÍTrcAS coNTRASTADAS Ahora que la crítica del desarrollo se ha convertido en un asunto candente y vivo, creo llegado el momento de examinar los tipos de crítica dirigidos al concepto y la práctica de los esquemas de desarrollo de posglrerra. Ello supone también realizar una valoración crítica de las teorías, conceptos y prácticas que acompañan al proceso actual de crisis, así como revisar las nuevas técnicas analíticas empleadas por dichas críticas y, por último, evaluar las estrategias que proponen. Las críticas del desarrollo pertenecen a dos escuelas. Según la primera, en los florecientes días de la década de los cincuenta a la de los setenta la experiencia del desarrollo, si bien desigual, fue globalmente positiva. A partir de entonces, sin embargo, el fenómeno ha perdido impulso, por 1o que el problema se reduce a retomar nuevamente la salida y la velocidad del principio. Según este tipo de críticas, ia causa de la pérdida de impulso y el estancamiento es la crisis general que afecta a los centros desarrollados de la economía mundial. Algunos retrotraen la raíz de dicha crisis a las políticas de desarrollado seguidas, que consideran excesivamente nacionalistas y, por tanto, incompatibles con los imperativos de la globalización. Otros ven el problema como resultado del impacto conjunto de ambos procesos. Obviamente, estas críticas siguen considerando el desarrollo en paralelo a la expansión mundial del capitalismo. Desde su perspectiva, el proceso de desarrollo es algo así como un resultado natural del capitalismo, aunque algunos autores añaden que la expansión capitalista requiere que se canalice mediante directrices políticas adecuadas, al igual que un avión suaviza sus líneas para minimizarla resistencia del aire. En suma, este tipo de crítica sigue vinculada a los parámetros del enfoque de gestión. Una segunda escuela, opuesta a la primera, considera que el proceso de desarrollo en cuestión está en crisis porque ha faltado a sus promesas. Por un lado, ha promovido pautas de distribución de los ingresos crecientemente desiguales entre las sociedades del planeta y dentro de las sociedades situadas en la periferia del sistema, en un proceso que ha empe-
orado la pobreza y la marginación de los desfavorecidos en lugar de .integrar todos los estratos sociales en un sistema más estable y más inclusivo. Por otro lado, porque, además de hacer lo anterior, ha generado un peligroso despilfarro de los recursos no renovables y ha provocado una
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terrible devastación del medio ambiente. Mi propia preocupación coincide bastante con este tipo de críticas. De ahí que, en este punto, pueda resultar útil señalar que la crítica articulada del etbos del desarrollo precedió a \a crisis de los años ochenta, lo que los lleva necesariamente a recapitular las ideas de los críticos del proceso de desarroilo en su momento de apogeo, Soy consciente de que las críticas actuales del desarrollo varían en tipo y alcance de las realizadas en el pasado, así como de que cualquier intento de reducirlas a unas pocas proposiciones generales sólo lograrán comprometer la claridad de los debates en curso. De ahí que considere más adecuado evitar el riesgo de generalizar en exceso. No obstante, me parece que muy a menudo nllestros críticos presentan resúmenes tendenciosos de nuestras argumentaciones, las agrupan bajo 1a etiqueta de ,.neomarxismo en las últimas décadas» y, finalmente, las presentan como un cuerpo de pensamiento en situación de crisis. Suele suceder, además, que
muy frecuentemente nuestros críticos han pertenecido anteriormente a una u otra de las tendencias de la denominada escuela neomarxista, y las críticas y autocríticas que algunos de ellos han planteado están inspiradas por las mismas preocupaciones que tuvieron en el pasado. En esta presentación recurrente, las escuelas de pensamiento neomarxistas se clasifican a su vez en tres grandes apartados según su énfasis teórico en los modos de producción, en la dependencia o en el sistemamundo. Los análisis así presentados son obviamente muy variados, con acentos clave que varían de uno a otro autor. He de confesar, en cualquier caso, que comparto muchas de las críticas que habitualmente se plantean a estas escuelas neomarxistas. Pienso, por ejemplo, que la continua matización respecto de los conceptos relacionados con los modos de producción expresa una obsesión erudita por los detalles que probablemente contribuya más a oscurecer ios temas de fondo que a esclarecerlos. Además, creo que las teorías desarrolladas dentro del marco de la dependencia o del sistema-mundo adolecen a veces de mecanicismo, economicismo y determinismo. Y podría continuar exponiendo rni amplia lista de reservas respecto de dicha escuela. No obstante, y aunque taies críticas sean válidas, no creo que sin'a de nada tirar al niño junto al agua sucia por el sumidero de la bañera. Nle parece que sería útil focalizar claramente las contribuciones importantes del pensamiento neomarxista que estamos exponiendo. Concretamente, uno de sus logros es haber subrayado los vínculos entre las esferas nacional y mundial. Todas las modificaciones ulteriores de esta aportación teórica han mostrado que era de importancia crucial, v que sirr-ieron de antídoto a los enfoques ingenuos de los ideólogos ),teóricos de 1as escuelas dominantes burguesa y marxista.
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El ca¡ritalismo en la er¿ de la globalización
Dicho esto, permitáseme señalar que, en rni opinión, mi obra no pertenece a ninguna de estas escuelas. Y estoy seguro que no soy el único que se encuentra en dicha situación, lo que constituye una prueba adicional de las limitaciones de este tipo de categoúzación artificial. Mi atención constante en el materialismo histórico, entendido en su totalidad, con especial referencia a la historia (y a la transición) del capitalismo, mis críticas a la visión economicista y eurocéntrica de las metateorías dominantes en estos campos, constituyen al menos un exponente de la decisión de veces de forma justifievitar el tipo de defectos que ahora se imputan
cada-
-a
a las escuelas neomarxistas, a saber; sus tendencias esencialista y economicista, sLls interpretaciones a menudo dogmáticas y vulgares del
marxismo, y sus tendencias teleológicas, particularmente obvias en la corriente soviética del marxismo vulgar. La esencia de mi crítica del cuerpo crítico cae, sin embargo, fuera del alcance de las denominadas obras teoréticas, puesio que el pensamiento social resulta inseparable del trabajo práctico que inspira. Por consiguiente, más que examinar y reexaminar las aiirmaciones y análisis rcalizados en el marco de la estructura de las críticas neomarxistas del desarrollo prefiero situarlas en el contexto en que fueron formuladas. Esto fue justamente lo que hice en mi recielrte reexamen del «Despliegue y erosión del proyecto de Bandlrng>>. en Re-reuding the Post-lMar Period, donde subrayé los desafíos a que se enfrentan los pensadores teoréticos para dar cuenta del impacto de los conflictos de la vida real. En este marco no existe forma alguna de omitir las pasadas formulaciones soviéticas, las formulaciones rivales del pensamiento maoísta y las posturas ambiguas del nacionalismo radical y populista del Tercer Mundo, todas ellas totalmente agotadas en el análisis actual de los pasadas criticas del proceso de desarrollo. Considero tal penuria intelectual deplorable y estoy convencido de que esta seria laguna se debe a la naturalezade pensamiento afincado en su torre de marfil de muchas de esas críticas. Pienso además que otro factor que contribuye a explicar las cosas es la alternancia pendular de muchos intelectuales occidentales de izquierda, que han pasado de un entusiasmo característicamente ingenuo por el Tercer NIundo a una posición proimperialista difícilmente diferenciable del vapuleo y crítica generalizada al Tercer Mundo. El principal argumento que se usa en esta autocrítica de la posición en pro del Tercer Mundo es que, dada la ar-nplia gama de caminos hacia el desarrollo, fue temerario insistir en valoraciones comprehensivas del capitalismo a escala mundial, centrarse en el contraste entre centros y periferias y destacar el imperialismo. Ese fue, dicen. el defecto fatal del marxismo, compartido por el neomarxismo. Dicho de otra forma, habida cuenta de la diversidad de la realidad en cuestión. se precisaba un análi-
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sis sutilmente diferenciado capaz de dar cuenta seriamente de las circunstancias internas que rigen el desarrollo de cada sociedad en todos sus. niveles (económico, político, cultural), y que determinan la evolución -progresíva o regresiva- de cada sociedad en el sistema mundial, Así formulado, el argumento me parece un tópico. En ningún momento de mis análisis (o en los de los autores cuyas perspectivas comparto) se ha afirmado que la expansión mundial del capitalismo eliminó todas las diferencias. Muy al contrario, todos nuestros esfuerzos se concentraron en analízar la naturaTeza y la dimensión de las diferenciaciones acaecidas durante el proceso de expansión, precisamente para dar cuenta de la interrelación de los aspectos generales (o mundiales) y los particulares (o nacionales) de la realidad. La aceptación de la diversidad, perfectamente normal en sí misma, no nos absuelve de la necesidad paralela y concomitante de reconocer la generalidad, habida cuenta que sin conocimiento de lo general la diversidad carece de sentido. La cuestión real que plantea laáiversidad es precisamente ésa, algo que a menudo no logran percibir con claridad los críticos a que nos referimos. Dicho de otro modo: ¿lleva la modernización dentro de la estructura capitalista a <
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El capitalismo en la era de la globalización
guen siendo vagas y carentes de credibilidad. Las repetidas reivindicaciones de democracia, con incidencia en el discurso contemporáneo que goza de un consenso prácticamente unánime, constituyen sin duda alguna un cambio positivo, que contribuyen a acabar con erróneos pero extendidos prejuicios como el que presupone que la democracia se deriva automáticamente del desarrollo. Para quienes conciben el desarrollo como una forma abreviada de hablar de modelo social progresivo, la democratización de la sociedad constiruye por definicíón una parte integral del proceso de desarrollo. Éste, siÁ eiobjetivo de lograr la libera-
ción y el ejercicio real del poder por las personas, queda reducido
a
mera teoría vacía. Sin embargo, estar de acuerdo con el punto de vista anterior no resuelve el problema. Necesitamos analizar las formas prácticas en que el capitalismo periférico actúa como un obstáculo objetivo que bloquea el camino a la democracia. Esto, dicho sea de paso, explica también por qué los prejuicios antidemocráticos han caracteúzado los enfoques no sólo de los tecnócratas autodenominados socialistas, sino también los identificados abíertamente con el poder capitalista, una clara muestra de que el desarrollo real choca con los imperativos de la expansión capitalista. Por último, hemos de ser capaces de diseñar programas de acción práctica que vinculen la democratización con el progreso social, con suficiente coraje como para poner en marcha políticas eficaces en ese marco y para afrontar aodazmente el riesgo de conflicto que emana del impulso de la expansión capitalista. Recuérdese, ésa es la opción que yo denomino <>.
Otras opciones estratégicas actualmente en boga, como los avances ,v la preocupación por el medio ambiente, son, indudablemente, importantes y tienen méritos propios. Sin embargo, no hay que olvidar que los discursos retóricos que suelen acompañar a esas cuestiones suelen ser ambiguos y superficiales. Los organismos de desarrollo se han vuelto enormemente sensibles a esos asuntos, de forma que han cambiado su rerórica sin desafiar los regímenes y políticas al uso. Encontramos un discurso constante respecto de las <
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madamente complejas propias de tales asuntos. Y la característica arrogancia evasiva de los gestores del desarrollo es una respuesta totalmente inadecuada. También en este caso la relación entre lo universal (particu-'
larmente el objetivo universalista de la imprescindible transformación mundial) y lo particular plantea una serie de dilemas teóricos y prácticos. Los gestores del desarrollo, en lugar de afrontarlos, se limitan a esquivarlos con su retórica superficial e impúdica. En esas condiciones, las propuestas estratégicas avanzadas de forma dispersa corren un alto riesgo de ser transformadas en simples esüategias de gestión de la crisis, en lugar de servir de puntos de referencia para rcsolverla. El riesgo es especialmente alto en la medida en que la elite dedicada a Ia gestión no está sólo manipulando propuestas potencialmente progresistas, sino, sobre todo, propuestas otganizadas de forma incoherente, lo que les permite convertirlas en consignas que acaban resultando útiles a los regímenes establecidos.
LOs ANÁITSIS Y ESTMTEGIAS PROPUESTOS POR LA INTELECTiJALIDAD DEL TencpR MuNno
De ahí, pues, que pretenda examinar los análisis y estrategias propuestos por la intelectualidad del Tercer Mundo, y particularmente por la africana, durante las pasadas décadas, interpretándolos, para clarificar los vínculos existentes enme ellos y los retos de la vida real implicados en las
luchas de liberación de la época. Pretendo también realizar una valoración similar del debate acerca de las transformaciones en curso a escala del sistema mundial y de los diferentes sistemas africanos, una manera de identificar puntos de referencra para esos retos y las estrategias apropiadas para enfrentarlos. Propongo analizar el medio siglo que ha transcurrido desde la Segunda Guerra Mundial (1945 1990) como una larga fase en la expansión del capitalismo ascendente. Este análisis hunde sus raíces en el sistema modular que he mencionado en el capítulo 1: el compromiso socialdemócrata nivel nacional en los países occidentales; el proyecto soviético para ^ alcanzar a Occidente en un marco general de falta de compromiso; y el esquema de desarrollo nacionalista de tipo burgués que he denominado proyecto de Bandung (véanse concretamente Empire of Chaos y Re-readíng tlte Post-War Period, an Intellectual ltircerary). La permanen¿e erosión de 10s sistemas construidos a partir de esas bases, que culminaron en su colapso. desembocaron en una fase de crisis estructural a largo plazo de alcance mundial. Mientras tanto,la profundización del proceso de globalización, que en primer lugar provocó la erosión de los sistemas ahora
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El capitalismo en la era de la globalizacíón
va caducos, generó una polarización capitalista mundial con una definición nueva. Ese proceso, por 10 demás, también ha definido los parámetros de los nuevos desafíos a que se enfrentan quienes se comprometen con las luchas de liberación. En esta perspectiva, resulta imprescindible reflexionar sobre los aná-
lisis y estrategias planteados por la intelectualidad africana y del Tercer Mundo en el período de posgueffa para interpretarlos como expresiones del proceso que he denominado «despliegue y erosión del proyecto de Bandung>>. El proyecto presuponía un esquema de modernización de corte nacionalista y burgués encaminado a lograr el establecimiento de economías nacionales relativamente endocéntricas e industriales en un marco interno de interdependencia controlada a escala mundial, justamente 1o opuesto al modeio soviético de desvinculación. No hace falta decir que menudearon las variaciones del proyecto, en función de factores internos y en particular del grado de rudicalización del frente de liberación antiimperialista en cada caso, algo paralelo al hecho, también bien docupor la inmentado. de que los iogros en la lucha de liberación -medidos dustrialización y la competitividad eficaz- acabaron siendo desiguales, dependiendo de factores internos y externos. En mi opinión, la principal fractura entre los principales antagonistas en ese debate Áf.i., y el Tercer Mundo en los úitimos cincuenta años ".r puede definirse a pafiir de la siguiente preguntai ¿era rcalizable el provecto de Bandung? Dicho de otra forma, ¿facllitaria el proyecto en cuestión el establecimiento efectivo de sociedades capitalistas nacionales y modernizadas capaces de afanarse en alcanzar a las sociedades avanzadas en un contexto de interdependencia a escala mundial? O, por el contrario. ¿se trataba de un proyecto utópico, en la medida en que el objetivo ambicionado exigía imprescindiblemente una radicali zación del proyecto que 1o hubiera desviado de la lógica capitalista que lo inspiraba? Algunos autores sostuvieron que la burguesía nacional tenía todavía una misión histórica que cumplir, mientras que otros afirmaron que tal cosa era un mero espejismo condenado a acabar en una rápida decepción. Yo me sitúo entre estos últimos y creo que la historia ha demostrado que estábamos en lo cierto. Así las cosas, ha llegado el momento de definir los reros y desafíos nuevamente, a partir de los logros adquiridos durante las denominadas «décadas de desarrollo>>, mientras tomamos nofa a la vez de la nueva configuración del sistema mundial.
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UNA Nupv¿ AGENDA: ANÁLISIS DE LA DIVERSIDAD DEL TERCER MuNoo y RECONSTRUCCIÓN DEL PODER SOCIAL DE, LAS CLASES POPULARES
Propongo, por consiguiente, analizar la diversidad de lo que se suele denominar Tercer Mundo, usando como criterio básico la capacidad competitiva de los diversos socios en el sistema. De acuerdo con dicho criterio, las sociedades periféricas se dividen en dos categorías: por un lado, aquellas en que los productos manufacturados se han convertido en un componente competitivo en el mercado mundial; y, por otro, aquellas que, bien porque no han entrado en la era industrial, bien porque sus industrias están muy lejos de haber logrado un potencial competitivo, siguen atrapadas en el papel de exportadoras de materias primas, prisioneras de una división del trabajo obsoleta. En el primer grupo hemos de situar los países de Asia oriental, AméricaLatina y, en menor grado, India y el sudeste asiático. En la jerga de los gestores del desarrollo, se trata de los países realmente <r, lo que significa que están claramente involucrados en procesos orientados a alcanzar al mundo desarrollado. La pauta seguida por su indusÚialización se asemeja a una gigantesca empresa subcontratada controlada por los países del centro del sistema y que opera de acuerdo con lo que denomino cinco nuevos monopolios (véase el capítulo 1), lo que permite al centro polatizar el mundo en su exclusivo beneficio El segundo grupo (que engloba todo el conrinenre africano, incluyendo el norte de África y Sudáfrica), al que a veces se alude con la expresión Cuarto Mundo, se enfrenta a la perspectiva de una mayor marginación en el nuevo orden mundial. Las diversas ideologías y estrategias que ofrecen los regímenes en el poder son los medios de que se sirven en su empeño de gestionar la crisis del sistema emergente. Su estilo de gestión depende en gran medida de un conglomerado confuso procedente de fuentes dispares, que refuerzan con argumentaciones con grados de validez bien diferente que usan una y otravez,la mayor parte de ellas revestidas de una pátina moral y todas ellas recicladas al servicio del régimen existente. Por ejemplo, en nombre de la construcción de un sistema mundial, y de la inadecuación de un concepto de nación ya caduco, se inrenta justificar el dictado que ahora emplea la bandera de las Naciones Unidas como ligera hoja de parra legitimadora mientras convierte a los Estados de la periferia del sistema en entidades derrotadas incapaces de resistir el virulento ataque del mercado a escala mundial. Y paru lograr tal cosa se usan causas como la defensa de los derechos de las minorías. En nombre de la privatización, se realizan incansables esfuerzos para fortalecer la eficiencia de los monopolios tecnológicos v financieros, así como para mantener a los Estados periféri-
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cos inermes e indefensos en tales asuntos. En nombre del medio ambien-
te, las sociedades del centro acusan a los Estados periféricos de despilfarro, mientras fortalecen su propio monopolio sobre el acceso a los recursos globales y reafirman su derecho a despilfarrarlos. En nombre de una democracia manipulada, se atribuyen el derecho a intervenir en otros paí-
límite alguno. . Compete a la intelectualidad, sobre todo a la del Tercer Mundo y Africa, el deber de deconstruir esta nueva retórica legitimadora, dejando al desnudo sus conexiones funcionales con los objetivos tácticos y estratégicos de la gestión de la crisis. No podemos, sin embargo, hacer tal cosa mientras sigamos aferrados a fórmulas yaagotadas que, además, el renovado impulso del sistema mundial ha vuelto obsoletas. Por tanto, necesises sin
tamos, aquí y ahora, aprehender las cuestiones democráticas progresistas y darles un perfil alto para contrarrestar la decadencia de los modelos de posguerra, con el objetivo último de conferirles a ellas y al pensamiento conexo un giro radical. Si no tenemos éxito, es decir, si la intelectualidad no logra pensar de nuevo y con éxito esos asuntos, el ciclo de reacciones espontáneas e inadecuadas de personas sojuzgadas por la nueva polarización a escala mundial continuará,ylas energías que generan serán seguramente aprovecha-
das por los regímenes dominantes en su afán de gestionar la crisis. Al decir eso estoy pensando en las diversas fuerzas comunales y étnicas, de carácter centrífugo, en los que postulan el resurgir culturalista nostálgico, y especialmente en los anticuarios religiosos muy activos en la actualidad, cuyo impacto devastador, en especial en el desilusionado Cuarto Mundo, ha adquirido dimensiones trágicas. Frente a estas estrategias e ideologías de gestión de la crisis, la intelectualidad debería responder con una contribución positiva a la cristalización de propuestas alternativas que ofrezcan soluciones reales a la crisis. No tengo intención de ofrecer panaceas listas para su uso inmediato. Sin embargo, me parece útil recapitular unos pocos conceptos básicos que podrían contribuir a reformular estrategias efectivas para resolver la crisis mientras se prepata, alavez, e\ terreno para crear una internacional de los pueblos, suficientemente sólida para hacer frente eficazmente al apetito de capital depredador del mundo. Estas sugerencias presuponen contribuciones de todos los lugares y niveles, de la base a los Estados, regiones y al sistema mundial en su conjunto. Su implementación requerirá la creación, qoizás en varias fases, de un frente anticomprador en las sociedades periféricas, puesro que las alíanzas sociales basadas en los compradores son precisamente las que armonizan con el proyecto capitalista para un nuevo orden mundial. También se precisaran programas orientados a reestructurar los Estados para
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social ll
L)
que puedan estar en condiciones de hacer frente a los desafíos; no en vano, como he señalado antes, no hay forma alguna de quebrar los cinco' monopolios ya identificados sin crear, en un gran entorno regional, un poder político, económico, cultural y militar 1o bastante fuerte como para responder a esos retos. Los objetivos de democratización vinculados al progreso social para las clases populares, de respeto por las diferencias étnicas, religiosas y de otro tipo emparejadas con la promoción de la libertadyla diversidad en todas las áreas, proporcionarían un punto de partida para esa reconstrucción imprescindible. En Afriru, ha llegado el momento de infundir nueva vida a los conceptos de panafricanismo y panarabismo, antaño eliminados de las posiciones centrales del debate a causa de los primeros éxitos del proceso de desarrollo, habida cuenta de que en la actualidad está meridianamente claro el carácter espurio de aquellos éxitos pasados. Por último, en lo relativo al nivel del sistema mundial,la lucha debeúa aspirat a reconstruir o crear, con una lógica basada en la negociación. grandes bloques regionales capaces de hacer frente a los desafíos. Esta reconstrucción debería operar, obviamente, en la esfera económica: conexiones relacionadas con los intercambios y la definición de modalidades operativas para nuevas instituciones financieras, científicas, monetarias, tecnológicas, comerciales y ambientales diseñadas para reemplazar al Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, el GATT, el Acuerdo sobre Patentes y Derechos de Autor, etc. No habría que olvidar lo relativo ala organización política, lo que supondría renegociar el papel de las Naciones Unidas, todo ello en un proceso que concibo como una nueva estrategia multipolar de desvinculación. Estas propuestas serán rcchazadas en un periquete aduciendo que son utópicas. Ciertamente lo son, en el sentido habitual del término, que alude a la búsqueda de cambios a los que no parecen llevar por sí mismos las tendencias actuales. En otras palabras, las fuerzas del presente realmente existentes, políticas, sociales e ideológicas, no apuntan en las direcciones que acabo de señalar. Sin embargo, en modo alguno son utópicas en otro sentido, el de imposibles; los primeros pasos en la dirección indicada desencadenarán un círculo virtuoso de cambios que, procediendo como una bola de nieve, provocaran un gran movimiento de cambio. En otras palabras, la utopía de que nos estamos ocupando es de tipo positivo, creativa, y me adhiero a ella con todo mi corazón ¡, compromiso.. En cualquier caso, en ausencia de utopías positivas, los pueblos del mundo reaccion arán invaúablemente a sus desesperadas circunstancias recobrando otros tipos de utopía; de ahí, por ejemplo, ei resurgir de los movimientos religiosos fundamentalistas. La diferencia es que esas otras utopías son peligrosas> en virtud de su orientación inequívocamente re-
180
El capitalismo en
1a
era de la globalización
accionaria. Y Io que es peor todavía, las utopías religiosas son ineficaces en el sentido de que su foco básico enraizado en la cultura las hace perfectamente compatibles con una capitulación total frente a los imperativos del orden mundial capitalista emergente, sobre todo en lo relativo a la gestión económica. Por otro lado, los mismos críticos que acusarán a mis propuestas de ser utópicas recurrirán también al conocido eslogan de que ,.no hay alternativas>>, tan predecible en la actualidad en muchos casos y autores que pueden definirse con una sigla, el síndrome de Deberíamos "NHA». luchar contra este síndrome por devastador y absurdo. En cualquier situación, siempre existen alternativas, algo que, por lo demás, emana del mismo signifícado de la libertad humana. Resulta divertido ver a cierto tipo de gestores que se afana en acusar al marxismo de determinismo injustificado, por ejemplo, para caer luego en manos de este otro tipo, absoluto y vulgar, de determinismo. Por añadidura, el proyecto que quieren defender con esa argumentación, la gestión basada en el mercado del sistema mundial, es utópico en el peor sentido del término, una utopía devastadora, reaccionaria, condenada en cualquier caso a sucumbir bajo la presión de su propia carga explosiva. En el estado actual del mundo, la intelectualidad se enfrenta a un nuevo coniunio de amedrantadoras responsabilidades. En fases previas de la historia africana, durante la lucha de liberación nacional, y posteriormente en las décadas de desarrollo,la intelectualidad cumplió con su
misión de forma bastante honorable. En aquella época, instituciones como IDEP, el Foro del Tercer Mundo y CODESRIA (Council for the Development of Social Reaseach in Africa) lucharon codo con codo con numerosos académicos comprometidos en encuentros intelectuales bien vivos, haciendo una contribución rica y fructífera afuerzas progresistas. Ciertamente, su tarea fue favorecida por el hecho de que podían contar con el apoyo de los partidos de liberación nacional o de las fuerzas progresistas que contribuyeron constructivamente ala tarea que se desarrol1ó tras la consecución de la independencia. En otras palabras, contaron con el apoyo de fuerzas sociales y políticas reales v organizadas. Desgraciadamente, luego llegaron los tiempos en que tales vínculos engendraron ilusiones peligrosas, que llevaron a ulteriores reincidencias. Nos encontramos en un momento y una situación diferente. Las clases domínantes, erróneamente denominada elite, racionalizan su colaboración con la estructura y esquemá que conlleva 1a expansión capitalista mundial, una expansión que sojuzga a sus pueblos. en rérminos de..afro'pesimismo>>, un conjunto de actitudes negatir-as que comparten con los funcionarios encargados de gestionar el sistema mundial. Es preciso romper con esas falsas elites, a las que las clases populares fratan de enfren-
Ideología y pensamiento
social
181
tarse de Ia mejor manera posible, a veces logrando gestas creativas en su lucha cotidiana por la supervivencia. Por el momento, sin embargo, la intelectualidad está alejada del combate. Hace tiempo que perdió su posición correcta. Lisa y llanamente, la crisis no se resolveráhasta que las fuerzas populares y democráticas no sean capaces de dominar la sociedad y unirla de nuevo. Pero cualquier hegemonia eficaz depende de la presencia de instrumentos ideológicos y estratégicos, en cuya creación tiene una gran responsabilidad la intelectualidad. Su misión es establecer vínculos entre su propio pensamiento productivo y las aspiraciones o acciones de las clases populares, convirtiéndolos en sus asociados sociales; de otra forma, ambas partes están condenadas a seguir socialmente aisladas. No hará falta insistir en que, en esta fase inicial de reconstrucción, la cuestión clave no es precisamente la toma del poder. Latarea inicial es, por el contrario, la reconstrucción del poder social de las clases populares, erosionado por la crisis actual.
Referencias
Amin, Empire of Chaos, Nueva York, Monthly Review, 1993 Re-reading tbe Post-\X/ar Perictd, an lrutellectual Itinerary, Nueva York,-,Monthly Revieu,, 1994. S.
ÍxorcE nNerÍrrco
Acuerdo sob¡e Patentes
¡
Derechos de Autor,
Aeronaútica, subsidios estadounidenses, 47 Afganistán,81 Africa: ACP (Africa, Caribe, Pacífíco), ,,42,128, laa
..afropesimismor. 180 balcanización, I 1t)
- ¡¡2¡¡¡¡¡¡¡6[ización. 5 6 - intelectualidad, l7 5, 17 6, 11 8, 180-181 - panafricanismo, 155, 179 - políglota, 82 - subsahariana, 12, 12, 109. 10, 11I, 12), 144 -Agricultura, 15, 110, 141 1
ideología del Banco Mundial.
- subsidios. -Albania, 114
.11, ,12
47
Alemania, 54,70,l2,86, 88, 102 103, 1)6, \46, 151, r55, 157
del Este,
IJanco central mundial, opci(rn de
un,)),35J9,
66,68-70,129
179
-
Y DE NoMBRES
141
- estatus de los inmigrantes, 103 - expansionismo, 9,1 - fuerzas armadas. 115 - industria, 1)5,147 - plusvalía,59 - unificación, 18, 88, L1l -Alienación, 164, 16l-168, 169 Angola, 95 Argelia, 105 Armas de destrucción masiva. Arruda, Marcos, 29
115
Auschu'itz. 16-1 Australia, l0-+,128 Autosuficiencia alimentaria.
Bagdad, 82 Balcanes. 89
Baudrillard,Jean,163 Bélgica, l)7 ,154,151 BERD (Banco europeo pirril la reconstrucción y' el desarrollo de Europa del Este), .10 Bercberes,8l Bienestar, estado del, )2,52,175-116, 119, 1i0 Bismarck, Otto von, 70, 156 Blair House, acuerdo de, .{7 BN'l (Banco N{unclial), 20, 2 t- . 29. r, ) 1, )9 -1),
58-62.1i, t20,119 Bolchevique, rcvolución. 86 Bolchevismo. 107 Brandt, Iniorme, 9), 12) Brasil, 97 Bretton lil/oods, j 1, ) 5, )1, )9, 48, 52, Brézhner,. Leónidas, 67 Bundesbank, 22, t-2, 90, 15)
r1'6),
66
Br.rrocracias, 49
Cámara de comercic¡ intern¿cional, 47 Campesinado mundial, destrucción de auionc mía del,.11
Canadá,12,128,14,116 19
Asia: Asia oriental, 51, 57.90, 1 1r, 116, 12) - Sudeste asiático, 1 I , 90. I22. 123 del Pacíiico. 57 128 -Zona Asimilacionismo. 1O.t- 105. 106
Atlantismo.
Bancos, internacionalización, 5l Bandung, proyecto de, )2, 39. 10, 49 -50, 5 1, 65, 111, 115, 116, 118, 72), r72, 175, 116 Ba¡an, Paul, J5
Caos, 16, 20, 22,
3), 18, 99, 121-125,
- flotante.42-4) - movimiento de, 18, 17, 119. 110 -Capitalismo: -«capitalismo 168
sin capiralistas,,. )0.
clasrco. 1)
-17. 60
155
Capital: acumulación, 77
- formas del, 15-19 - límite histórico, 96 - salvaje,22 - utopía d.el,3). 12\ -Carta Magna, 10.1 Casanova,
PG., 12,
)2,
161,
184
El capitalismo en la era de la globalización
CE (Comunidad Eulop""\, )9, 42, 17, 54,
,q.bq.71 i2,tq,il,99,i22,118-160
56.
Deng Xiaoping,
122
Derechomercantil,l,l5
instituciones de la. 149-150 {Comnnidad Europea del Carbón y el Acero), 1l) 116 CEE (Comunidad Económica Europea), j7,79,
-CECA
Derricla, Iacques, I 18-l 19 Desarrollo, 27,)Ct,173 1l1 desigual.7O-73
- ideología. l¿.8'169 ill, 118, 119-110, 14I,112,143,144,151 - organisrlos de. 174 -Desconexióni desvinculación, 18,27 )5 58, 95 CELA (Comisión Económica para América La, , 10t1. 1-18. 111.176 rina), l9 .,coherente», 129 Checoslovaquia, 21, 91 -Desempleo, )1,51-52,116,1)1,150 Chiapas, revuelta de, )6 Desigualdades: Chin¡,,23,21,25,57,71,72,88,91. 92. 108 a nivel global, 170 109, 112, 115,122 121, 118, 160 - regional, 141 desarrollo, 24 -Desregulación, 118-119 - revolución, 24, 1 16 Deuda, crisis dela,2l -28,29,)6,)l CIA. -18 costes de servicios, 14, 1 15 Cine ¡' producción televisir'¿. 1.15 - funcionalidad,sJ-56 Ciudadanos. 102 -Dialéctica, universal particular, 25, 102, 112, Clinton. 8i11.29, 57.67 (Council for Development 175 the of CODESRIA Dinero, «gestión neutral del",22 Social Research in Airica), 180 Diversidad. aceptación de la. 98, 107,112,173 Coloniaiismo. 81. 10r, 1+5-1-16 Dólar, 18, )5a6,tL,14,5r,58,66-6i,129,140 del. 16-+ -masacres CO\IECON tConsejo para la A.vuda Económi Dolarización,55 Duplessis,88 ca \lutua). -18, 116 ,
Comunismo.
15.1
como amenaza, 52,60,174
- nomenclarura. 65 - partidos europeos comunistas, 1.17 -Confederaliclad. Tl «Conflicto de
ba
ja intensidad», gestión de1, 9)
94 Confucianisno, 90, 91, 101,
109
-159 ,122,115
Contrato social, 101. 101,124. l)9,151
Corea,23,24,11,51 ,72,79,91
East Indian Company (Compañía de las Indias
-
Orientales), 88 Ecología, 1)9 Economicismo, )l , 87 , 161-165 , 168, 112 ECO§íAS (Comunidad Económica de ]os Estados de África Occidental), 128 Educación técnic¿, 91 EE.UU. (Estados Unidos), 24,27, )5,55,59,
62,66,67.69,1),87-90,91,104,105, 1i6, t22, 128. 129, t)1-1)5, 1)6, 140-111, 145-
-agricultura,.l7 Costa de MarfíI,42
Crisis, gestión dela, 16, 37,51,53,51,55-56, 146,148,156,160 de los,40 61, 80, 92-100, lr, 115,118-119, 120, 167, -administración 168, 169. 1i5,171 ,178, 180 arrogancia, 99 - Bretton Vbods, dominio estadounidense, J4 Croacia, 72,86,94,157 - costos del sistema sanitario, 49 reconocimiento alemán de, 155 -Cuarto Mundo, 16.41,73,76,78,81, 1t-7-178 - déficit. 18,)r]6,5I,54.19,128-l2c) - gasto milirar en los, 117 - narginación del, 12, 97 -98, 127 - hegemonía delos, 17 ,66,156 De Gaulle, Charles, ll5, 86 Deconstruccionismo, 161-164 Deflación, 28,fi-51,119,721
Deforestación,.ll Deleuze, Gilles, 161 Democracia: democratización, (¡ , l7 4 , 17 9 - erosión de, 19 - manipulación,86 - obstáculos a, 174 1
- hegemonía militar de los, 17,56,78-79,ú4- D5,146,159 histo¡ia de los, 88 - monopolio de las armas nucleares, 19, 94, - D3 presencia en Oriente Medio,
2l
- subsidios agrícolas. -17 -Efecto de permeación <>, 27 «Efecto dominó». 119
Egipto,89, 108, 109 Elite, 52, 180
Índice analítico y de
Emigración como válvula de escape, 77-78 Empresas transnacionales , 29, 16, 145 Engels, Fiedrich, l0-11, 168
Escandinavia, 1)1,157 Esiovaquia, 72 Esiovenia. 94 reconocimiento álemán de, 1rt -España.12. 81. 1-11. 1rr. l); Estado-nación. 15 - 19. 21.. l0-l 1, 18, 49, 68-69, 15,16, /8.8i-88, 91-92. 93,96-91,99, 101-
10), 126,
t2i
nombres 185
comisión de la energía atómica, 116
- rndustila. 1-+/ - revolución francesa, 101'101 - y colonialism o, c)5, 156 -Fundamentalism o, 20 -21 -
religioso, 80, 84, 90, 9), 123, 154, 179-180
G7 (Grupo de los 7), 28, )5, 40, 51, 54, 15,10,
t20 Galbraith, J.K., 16r, 169 Gasto militar, 18, 35, 51
112
-crisisdel.111 desintegración del,
80, 81, 92 ideología del, 80, 81, 82, 87, 89, 92, 98
- ineficacia del, )2, 155 - soberanía del, 111-141, 151 -Estancamiento, ),,48-56, r8, 80, 87, 119, 120121.
Etiopía, 91, 95 , 125 Etnicidad, l r -113, r25, 155 <r, 127 116
-Euratom,
Euro, el, 152, 15) Eurocentrismo, 109, 166 Europa:
.de las Nacionesrr, 116
- «fortaleza>>, l)6 - liderazgo alemán en, 22, 2), 88, 124, 146, 116 - opción de un banco central, 15, )8,69,12 - unificada, 79 -Europa oriental/países del Bloque del Este, 28, )1, )4, )7,40, 19,52, 65,12,81, 1.1i, lll, t21, t25,148, 150, 151, r51, 155
GATT-OMC( Acuerdo General sobre Comer-
cio y Aranceles-Organización Mundial del Comercio), 21, 2c), )1, 43, 48, 59, 120, 128, 179 Gemeinschaft, Ghana, 8l
l0)
Globalización, 27, 38, 19, 95 -96 financiera, 18 - fragilidad de la, 50-) 1 - ideología de la, 99 - triunfalismo acerca de 1a, 16 -Go1fo, guerra del, 55 ,95 ,99, 159 Gramsci, Antonio, 166 Gran Bretaña, 18. 37, 51, 66, 102-1ú,
l)5,
117,
146, t51,155-156
City, 147 Commonwealth. historia. 104
- industria, 147 -G¡ecia, 1,11, 152
155
y comunismo, 134
ideología neoliberai e¡,151-755 intervenciones del FMI. l4-16 latinoameric anizacíón de, 22,7 0,91, 106 poder alemán en, 156
-Europol, 149
-Grupo de 1os77,11
Guattari, Fé1ix, 161 Guerra fría, 116, 128
Haití.
1.41
HegemonÍa, conc(plo Je. 1; FAO,
l9
Farmacéuticos. 46 Fascismo, 125-126,
l)7, l)9,
154, 155, 161
Federalismo, 107 hipótesis del federalismo europeo, 149-151 -Feminismo, 169 , l7 4 Financiero: flujos especulativos, 53 - monopolio financiero, 18 -FMI (Fondo Monetario Internacional), 20, 2728, 29, )3 -38, 10, 55 , 18, 6t, 62, 65 ,7 ) , 7 I,
81,120,129,179 Fordismo, 3r, 65, 77, 116, l)9 Foucault, Michel, 161 Francia, 23, 87, 94, 102,
t)6, t4t,154,156
l$,
104, 105,
l)1, l)5,
Hirler, Adolf, ú4,116 Holanda, l$, 151 llong Kong, 72,90, 12) Hungría, 13,1
I+D (Investigación y Desarrollo), 142, l$ , 144145
ICVA (International Commi¡tee for Voluntary Agencies), 29
ideología del libre mercado, 92-9J
Ilustración, 101-105, 109, 110, 111, 16.1, 166 Imperio austrohúngaro,86, 1 07 fodia, 2), 25, 42, 1 2, 81, 88, 90, 111, 112, 115, t22, 123, 160,177
-
unidad de. 89.
1
10
186
El capitalismo en la era de la globalización
Inmigración, políticas de, 104
Intelectualidad, 169, 178 Irlanda, 94, 114, 154 Israel, 23 italia, 42, 86, 134, 141, 157 —w industria, 147
iVA {Impuesto sobre el Valor Añadido), 143 Izquierda europea, 21, 62, 95
Medios de comunicación, monopolio de los, 19, 93 Mercado: — confusión con ei capitalismo, 30
— ideologia de «autorregulación», 20
-— «leyes objetivas», 17 Mercantilismo, 15, 31, 101 Mercosur. 128 México. 56, 71, 90, 96, 128
—— amenaza de la deuda, 27-28
Japón, 15, 23-24, 35, 42, .52, 54, 56, 57. 62. 67. 69,9l,97,122,123,128,136.142,148
Misioneros, 93
— industria automovilística, 147 —— plusvalía, 18, 59
— del Tercer Mundo,
— agricultura, 47, 60
Katanga (Shaba), 83-84
Key-'ncs,,l.t\fi, 34, 38, 66. 69. 117, 119
— Kei-'nesianismo. 52. 58. 60. 65
Mobutu, Sesé Seko, 41 Modernización, 79, 90
— ideologia dela, 15, 173 Monedas flotantes, 18, 34, 36, 37
Monetarios, sistemas regionales, 38-39 Monetarismo, ideología del, 152-153 Monnet,]ean, 135 IN-‘Ionopolios, 17-19, 178, 179 — globales, 25, 45-46
— propiedad privada de los, 30 Latinoamérica, 15. 16. 2,3. 42, 50. 71, 78, 89-90. 91, 97, 112, 115. 122. 124. 125, 128, 129, 1.39, 143-144, 146. 176 Lenguaie, 82, 86
Lenin, Vladimir, 166 Libra esrerlina, patrón de la, 37, 68 Libre comercio, 43 — ideología del, 43-44, 62 Lomé, Convención de, 33, 42, 128 Lumumba, Patrice, 84 Lyotard, Jean Francois, 163-164
— tecnológico, 46
Mukerjee, Ramkrishna, 89
Multifíbras, Acuerdo, 45 Mundo árabe. 82-83, 90. 91. 109, 112, 115, 144, 148, 160
— panárabe. 179
— unidad del, 155
Mundo islámico, 105, 108, 159
Nación, concepto de, 100. 112 — autodeterminación. derecho a la, 107
Nacional, movimientos de liberación, 16, 35,
Maastricht, Tratado de, 152 MacNamara, Robert, 40 Magdoff, Harry, 61, 67 Malasia, 23 Mali, 83 Maoismo, 123, 164, 172
Marcos, Ferdinand, 41
Marginación global, 170, 177 Marshall, Plan, 27, 37, 40, 52, 134-135 Marx, Karl, 31, 117-119, 163-166, 167-168 Marxismo, 75, 85, 186, 173, 180 — Austro-, 107 — Marxismo-leninismo, 96 — neo-, 171,172
— vulgar, 165, 172 Materialismo histórico. 172
Mead, W/alter Russell, 37, 56, 58—60 Medio ambiente: -— cuestiones medioambientales, 41, 47, 59 —— daño a, 27, 28, 116 — politica de, 18—19, 174, 178
44, ‘49, 52, 60, 79. 109-110, lll, 176
Nacionalismo. 57. 100, 103, 105-108, 121-123,
138, 155, 170 — árabe (qawmiyin), 110 — del Tercer Mundo, 172 — ideología del, 86, 91-92
Nacionalización, 49 Naciones Unidas, 20, 33, 39, 50. 59, 73, 129, 177, 179
— PNUD (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo}, 39-40
— reconstrucción de las, 62—63 — UNCTAD (Conferencia de las Naciones
Unidas para el Comercio y el Desarrollo), 39, 59 Neoiascismo. 125-127 Neoliberalismo. ideologia del, 28, 96 New Deal, 116 No Alineados, Movimiento de los, 25, 44 NOEI {Nuevo Orden Económico Internacional}, 38, 39, 44-45, 70
Índice analítico y de
Novosibirsk, escuel¿ de, I
1
nombrer 187
instituciones, 70-71
- neoimperialísta, 21 -Regiones en situación de privación, 1$-144
OCDE (Organización para 1a Cooperación Religiones,75,89,98, 101,109-110, Económica y el Desarrollo).38 Oligtrptrlios. l{2
--
ONGs,29 discurso anticstát¿rl de las. )0 -Organizaciones humanitarias. 9l Oriente N,Iedio. 124 OTAN, 115, ú1 ,lrL) C)tornano, imperio. 83 PAC(PolíticaAgrícolaCornún), PAS (Programas de Ajuste
121
,129
cristianismo, 82
lunJamen¡alisnro.80.84. ()(). c)}. l2\,1)4, 179-180
llenacimiento, 101, 109 Revolución verde, 41 Ronda cle Tokio. 45 Ronda Kcnnedv, -15 Ronda Urugua1,, .1) Roosevelt, Fr¿nklin D., 116 Rumanía, minoría húngara, 91 1.+0,
141
Rusia,)5, t-2,94.102,123,157
Estructulal),28-29,
)1 P¿triarcal, sistema, 169 Patrón oro, regreso al, 69
Periferia/s, 24, 41, 49, 68,16,78, 86, 9),
111,17),111-118 en,55
ajuste unilateral
99,
-
r'evolución rusa.24, 108, 165
Secesión, 98 Sector minero, 15, 10-11
SegundaGuerraMundial,65,75.87.111,175 Segunda Internacional,
l0'11, 8(¡, 109.
161
- industrialización de las, 16, 19, ó5, ó8, 177 Sen,icios soci¿ies, privatización dc los, .i9 -Petróleo, 2l Sharia,ley de la, 105 dependencia del,41 Sindicatos, 118-119, 152-15) - primera crisis del. 16, 120 Singapur, 2),72.90 -Pinochet, Augusto,4l Siria, 89 Sistenra monetario europeo, 140 Pluralidad, precapitalista, 82 Sistcma político global, 19-20 Pobreza, 29,31,11,143-141,110 Sobreproduccitin, 35 Polanyi, Karl,125,126 Socialdemocrac ia, )2, 65 ,7 9 , ll5 -117 , 17 5 Polarización, mundial/global , I7 , 21 -25 , ) I , 44, 49.77, 96,98-99, 109, 112, 128-129, 168, Socialismo,24'2r.60 61,65,75,80,91,97'100, 10i-109,112,1t8,168 17),175-t76,177 tecnocrírticc¡, 174 Policentrismo. 127 -Somalia, 95 Porrugal, 1.11 Sombra, precios en la, 4 Posmodernismo , 161 161, 11) Songhai,83 Prebisch, RaúI, l9 Sovietismo,30'31,)5,51,65,86,115.118.161 PresadeAsuán,40 172,115 Privatización,49,84,142.17i-118 colapso .iel, ,2, 79, I 16 ,,Progreso>>, 162, \64 -Stalin, Proteccionismo, 122 Josef, 131, 1.64 <
R¿cismo, 88, 100, 106-107, 112,125
nazi.
-Reagan,
l0) Ronald, 28. 67
Recursos narur¿les nr()nopolist¿s: acceso a. 18-19
- despiliarro. 170-17 -Reducciones arancel¿rias, 1
Reforma protesrante,
1
45
0.1
Regionalismo. i5. 12 t- -129 agrupaciones. 96
-
entidades. i
12
Tailandia.2l Taiu'án, 7 2, 90, 115, 722. ).21 Tasas energéticas, 59 Tercer Mundo, 16, 22, 28, )2, )6, 39, 10, 11, 12. 14, 46, 47 . t 1. 51, 5,- . 59. 62. 65, 66, 69. 91, t22,121, t29. Ll9, 111-111. 176 ajuste unilateral en el, 58 creación del estado-nacíón en ei. 80
7),tr,l9
-
JeuJa Jel,24. l+, 52, I le hostiliclad occiclental hacia el, J5
188
El capitalismo en la era de
1a
globalización
industrialización t1el, 49,77 -i8 - inrelectuales del, 169-170, 175, 178 - nacionalismo en el. I t-2-17) -Tercera Internacional, 107, 109, l$ Térmrnos del comercio,44-45 «Tigres», economías de los, 148
Turquía, revolución kemaiista, 89
UE (Unión Europea), 21,22, 38, 124,
1,28
Universalismo, 24,101,102,I12 truncado, 105
Tiposdecambio,flotantes,)6,53-51,ll9,129 -URSS(UniónSoviética),22,2,,37,62,61 ,71,
-estabilizaciónde,62 Tipos deinterés, J6, )7.51.,119 TLC (Tratado de Libre Comercio en
72,78,81,97,c)4,107,111,112,116,I2), 124.129,1)1,148.1,t4,1r,
Norteamé-
ric¿),)6.59,91.128
-
coiapso de |a, 67
-constitucióndela,108 reformadores post-Stalin,
Tontons N1acoute, 4 Touraine, Alain, 161 Trabrjo. iuerza der exclusión de. 106 - migración.68. 96
-Utopismo capitalisra,)),125
10-11
Valor, ley del, 87 Vergopoulos, Kostas,50 Versalles, Tratado de,) t- -56
- resen'a de.77'78 -Tratado de Roma. 116 «Tribalismo». 75, 8.1 Tribunal Internacional de los Pueblos, juicio al
G7.28
V'alras, Leon,
Tributario. socied¿d/sistem¿. 108-11i,
162
l0
\Y¡eber, N{ax, 161, 166
T¡iffen, Robert, 69
TRI\1 (\ledidas
cle
protección relacionadas con
elcomercio).-16,59
TRIP (Derechos comerciales relativos a la propiedad intelectu
al)
, 46,
59
Yugoslavia,ex,22,)7,81,91,91,107,111,125,
l)4,155,156
-
constitución de,
107- 108
SamirAmin es uno de los pensadores actuales que de un modo más insistente está centrando sus análisis en la cambiante naturaleza del capitalismo, las relaciones
norte-sur y la cuestión de! desarrollo.
No es de extrañar, pues, que en este libro proporcione un poderoso análisis de esta nueva era del sistema, marcada por e! colapso del modelo soviético, el triunfo de! mercado y una globalización acelerada. Para empezar, el amplio alcance del texto abarca desde las regiones del sur de Europa hasta los países del antiguo bloque comunista, pasando por la totalidad de Europa occidental. Seguidamente,
mezcla sus argumentos económicos acerca de la naturaleza de la ci¡sis con argumentos po!íticos basados en su concepto de la historia humana no como algo determinado únicamente por realidades materiales, sino como el producto de las respuestas sociales a esas realidades.Y en fin, su innovador análisis del auge de !a etnicidad y e! fundamentalismo como consecuencia del fracaso de las clases dominantes a la hora de enfrentarse a la globalización, así como su interpretación de ciertas
instituciones -sobre todo el Fondo Monetario lnternacional y el Banco Mundial- como mecanismos protectores de la rentabilidad del capital, acaban de redondear un enfoque de Ia situación tan original como atrevido. A largo plazo, Amin no sólo rechaza Ia aceptación pasiva de Ia inevitabilidad de !a globalización en su forma polarizada actual, sino también la asimilación simplista del desarrollo con la expansión del mercado, afirmando que cada sociedad debe negociar los términos de su interdependencia con el resto de la economía global para que los distintos desarrollos nacionales puedan contextualizarse por fin en un mundo realmente pluralista.
SamirAmin
nació en Egipto en I93 I y estudió política, estadística y economía en París. Considerado desde hace ya mucho tiempo como uno de los más importantes pensadores de su generación, siempre desde un posicionamiento radica!, ha desempeñado varias labores institucionales, ha sido director del lnstitutoAfricano para Ia Planificación y actualmente preside el Foro del Tercer Mundo en Dakar (Senegal). Es también
autor de numerosos libros en francés y árabe.
«Como economista, Samir Amin es un serio aSpirante al Premio Nobel.» Economic Development and Cultural Change .«EI amplio alcance intelectual de Amin le permite abordar una gran variedad de asuntos con sencillez y simplicidad asombrosas.» International journal of Middle East Studies «...nuestro propósito en el presente libro [es] presentar una crítica sistemática del simplista discurso dominante acerca del carácter ineluctable de la globalización. Debe admitirse que Ia interdependencia ha de ser negociada, que formas de desarrollo nacionalmente necesarias han de ser pautadas y apoyadas, y que las desigualdades iniciales se deben corregir antes de que crezcan y se hagan más profundas. Admitir esas necesidades supone, por tanto, comprender que el desarrollo no equivale a Ia expansión del mercado. Pero el discurso dominante se niega sistemáticamente a hacer esa distinción, presuponiendo que Ia expansión del mercado "lleva” necesariamente al progreso social y a la democracia, así como que las ”dificultades” (las "bolsas" de pobreza, desempleo y marginación social, como las denominan) son meramente ”transitorias”. Naturalmente, ninguno de quienes así opinan dedica mucho tiempo a pensar si Ia transición durará unos pocos años o varios siglos.» SAMIRAMIN,
de Ia «Introducción»
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