CUADERNOS DE DIFUSION DEL MARXISMO LENINISMO MAOISMO SUPLEMENTO
SERVIR AL PUEBLO
SEMANARIO DEL PARTIDO COMUNISTA REVOLUCIONARIO DE LA ARGENTINA
diciembre 2010
191
lenin Sobre el antiparlamentarismo (1)
Presentación “Los trabajadores deben prepararse ideológica, política y técnicamente para la lucha de los Soviets contra el parlamento, para la disolución del parlamento por los Soviets. Pero de esto no se deduce en modo alguno que semejante disolución sea obstaculizada, o no sea facilitada por la presencia de una oposición sovietista en el interior de un parlamento contrarrevolucionario. (…) Los autores de la tesis se han embrollado completamente y han olvidado la experiencia de una serie de revoluciones, si no de todas, experiencia que acredita los servicios especiales prestados, en tiempo de revolución, por la combinación de la acción de masas fuera del parlamento reaccionario y de una oposición simpatizante de la revolución (o mejor aún, que la defienda francamente) dentro del parlamento.” Esto fue escrito por Lenin en 1920 en su libro La enfermedad inf an til del “izquierdismo” en e l comunismo (Lenin: Obra s Completas , tomo 31), cuando ya llevaba más de tres años el gobierno obrero y campesino en Rusia, basándose en la experiencia de otras revoluciones y de la propia experiencia que había llevado al triunfo de la revolución en noviembre de 1917, produciendo el reemplazo del parlamento burgués por los soviets (consejos de diputados obreros, soldados, campesinos y cosacos). Publicamos aquí el capítulo completo dedicad o a este tema en esa obra, cuyo manuscrito tenía el subtítulo “Ensayo de charla popular acerca de la estrategia y la táctica marxistas” . Un capítulo de este trabajo fue publicado en el número 178 de esta colección (Lenin: Los revolucionarios y los compromisos ). I 2 / V. I. Lenin / Sobre el antiparlamentarismo (1)
v. i. lenin
La enfermedad infantil del “izquierdismo” en el comunismo Abril-mayo de 1920 (Extractos)
Esto está dicho en un tono ridículo, de puro presuntuoso, y es una falsedad evidente. ¡“Retorno” al par lamentarismo! ¿Existe ya acaso en Alemania una República Soviética? Los comunistas “de izquierda” Parece ser que no. ¿Cómo puede haalemanes, con el mayor desprecio –y blarse entonces de “retorno”? ¿No es la mayor ligereza–, responden a esta esto una frase vacía? pregunta negativamente. ¿Sus arguEl parlamentarismo “ha caducado mentos? En la cita que hemos re- históricamente”. Esto es cierto desde producido más arriba leemos: el punto de vista de la propaganda. “... rechazar del modo más categó- Pero nadie ignora que de ahí a su surico todo retorno a los métodos de lucha peración prác tica hay una distancia parlamentarios, los cuales han cadu- inmensa. Hace ya algunas décadas cado ya histórica y políticamente...” que podía decirse, con entera justi-
VII ¿Debe participarse en los parlamentos burgueses?
suplemento
/ cuaderno 191 / 3
cia, que el capitalismo había “caducado históricamente”, lo cual no impide, ni mucho menos, que nos veamos precisados a sostener una lucha muy prolongada y muy tenaz sobre el terreno del capitalismo. El parlamentarismo “ha caducado his tóricamente” desde un punto de vista histórico universa l, es decir, la época del parlamentarismo burgués ha terminado, la época de la dictadura del proletariado ha empezado . Esto es indiscutible, pero en la historia uni versal se cuenta por décadas. Aquí diez o veinte años más o menos no tienen importancia, desde el punto de vista de la historia universal son una pequeñez, imposible de apreciar ni aproximadamente. Pero, precisamente por eso, remitirse en una cuestión de política práctica a la escala de la historia universal, es la aberración teórica más escandalosa. ¿Ha “caducado políticamente” el parlamentarismo? Esto es ya otra cuestión. Si fuese cierto, la posición de los “izquierdistas” sería sólida. Pero hay que probarlo por medio de un análisis serio, y los “izquierdistas” ni siquiera saben abordarlo. El análisis contenido en las “Tesis sobre el par lamentarismo”, publicadas en el número 1 del “Boletín de la Oficina Provisional de Amsterdam de la In ternacional Comunista” (“Bulletin of the Provisional Bureau in Amsterdam of the Communist Internatio-
nal” , February, 1920), y que expresan claramente las tendencias específicamente izquierdistas de los holandeses o las tendencias de izquierda específicamente holandesas, como veremos, no vale tampoco un comino. En primer lugar, los comunistas “de izquierda” alemanes, como se sabe, ya en enero de 1919 considera ba n el parlamentarismo como “polí ticamente caduco”, contra la opinión de dirigentes políticos tan eminentes como Rosa Luxemburgo y Carlos Liebknecht. Como es sabido, los “izquierdistas” se equivocaron. Este hecho basta para destruir de golpe y radicalmente la tesis según la cual el parlamentarismo “ha caducado polí ticamente”. Los “izquierdistas” tienen el deber de demostrar por qué ese error indiscutible de entonces ha dejado de serlo hoy. Pero no aportan la menor sombra de prueba, ni pueden aportarla. La actitud de un par tido político ante sus errores es una de las pruebas más importantes y más fieles de la seriedad de ese par tido y del cumplimiento efectivo de sus deberes hacia su cla se y hacia las ma sas trabajadoras. Reconocer a biertamente los errores, poner al descubierto sus causas, analizar la si tuación que los ha engendrado y examinar atentamente los medios de corregirlos: esto es lo que caracteriza a un partido serio, en esto es en lo que consiste el cumplimiento de sus deberes, esto es educar e instruir a la
4 / V. I. Lenin / Sobre el antiparlamentarismo (1)
Lenin interviniendo frente a cosacos, soldados, obreros y campesinos. “Mientras no tengáis fuerza para disolver el parlamento burgués y cualquiera otra institución reaccionaria, estáis obligados a trabajar en el interior de dichas instituciones...” (Lenin)
clase, primero, y, después, a la s ma sas . Como no cumplen esa obligación suya, como no ponen toda la atención, todo el celo y cuidados necesarios para estudiar su error manifiesto, los “izquierdistas” de Alemania (y de Holanda) muestran que no son el pa r tido de una cla se, sino un círculo, que no son el pa rtido de la s ma sa s, sino un grupo de intelec tuales y un reducido número de obreros que imitan los peores rasgos de los intelectualoides.
En segundo lugar, en el mismo fo lleto del grupo “de izquierda” de Francfort, del que hemos dado citas detalladas más arriba, leemos: “... los millones de obreros que siguen todavía la política del centro” (del Partido Católico del “Centro”) “son contrarrevolucionarios. Los proletarios del campo forman las legiones de los ejércitos contrarrevolucionarios” (Pág. 3 del folleto citado). Como se ve, todo esto está dicho con un énfasis y una exageración ex-
suplemento
/ cuaderno 191 / 5
cesivos. Pero el hecho fundamental aquí referido es indiscutible, y su reconocimiento por los “izquierdistas” atestigua con particular evidencia su error. En efecto, ¡¿cómo se puede decir que el “parlamentarismo ha caducado políticamente”, si “millones” y “legiones” de prole ta rios son todavía, no sólo partidarios del parlamentarismo en general, sino hasta francamente “contrarrevolucionarios”?! Es evidente que el parlamentarismo en Alemania no ha caducado aún políticamente. Es evidente que los “izquierdistas” de Alemania han tomado su deseo, su ideal político por una realidad objetiva. Este es el más peligroso de los errores para los revolucionarios. En Rusia, donde el yugo profundamente salvaje y cruel del zarismo engendró, durante un período sumamente prolongado y en formas particularmente variadas, revolucionarios de todos los matices, revolucionarios de una abnegación, de un entusiasmo, de un heroísmo, de una fuerza de voluntad asombrosos, en Rusia, hemos podido observar muy de cerca, estudiar con mucha atención, conocer a la perfección este error de los revolucionarios, y por esto lo apreciamos con especial claridad en los demás. Naturalmente, para los comunis tas de Alemania el parlamentarismo “ha caducado políticamente”, pero se trata precisamente de no creer que lo
que ha caducado pa ra nosotros haya caducado pa ra la c lase, pa ra la ma sa . Una vez más, vemos aquí que los “izquierdistas” no saben razonar, no saben conducirse como partido de c la se, como partido de ma sa s . Vues tro deber consiste en no descender hasta el nivel de las masas, hasta el nivel de los sectores atrasados de la clase. Esto es indiscutible. Tenéis el deber de decirles la amarga verdad, de decirles que sus prejuicios democrático-burgueses y parlamentarios son eso, prejuicios, pero al mismo tiempo, debéis observar serena mente el estado rea l de conciencia y de preparación de la clase entera (y no sólo de su vanguardia comunista), de toda la ma sa trabajadora entera (y no sólo de sus individuos avanzados). Aunque no fuesen “millones” y “legiones”, sino una simple minoría bastante importante de obreros industriales, la que siguiese a los curas católicos, y de obreros agrícolas, la que siguiera a los terratenientes y campesinos ricos (Grossbauern), podría asegurarse ya sin dudar que el parlamentarismo en Alemania no había caducado todav ía políticamente, que la participación en las elecciones parlamentarias y la lucha en la tribuna parlamentaria es obligatoria para el partido del proletariado revolucionario, precisa mente para educar a los elementos atrasados de su cla se, precisamente para despertar e ilustrar a la ma sa aldeana
6 / V. I. Lenin / Sobre el antiparlamentarismo (1)
Dibujo de época de un debate en un soviet obrero. “¿Queréis crear una sociedad nueva? ¡Y teméis la dificultad de crear una buena fracción parlamentaria de comunistas convencidos, abnegados, heroicos, en un parlamento reaccionario!” (Lenin)
analfabeta, ignorante y embrutecida. En tercer lugar, los comunistas “de Mientras no tengáis fuerza para di- izquierda” nos colman de elogios a solver el parlamento burgués y cual- nosotros, los bolcheviques. A veces quiera otra institución reaccionaria, dan ganas de decirles: ¡alabadnos estáis obligados a trabajar en el inte- menos, pero compenetraos más con rior de dichas instituciones, precisa- nuestra táctica, familiarizaos más mente porque hay todavía en ellas con ella! Participamos, de septiemobreros idiotizados por el clero y por bre a noviembre de 1917, en las elec la vida en los rincones más perdidos ciones al parlamento burgués de del campo. De lo contrario, corréis el Rusia, a la Asamblea Constituyente. riesgo de convertiros en simples ¿Era acertada nuestra táctica o no? charlatanes. Si no lo era, hay que decirlo clara-
suplemento
/ cuaderno 191 / 7
mente y demostrarlo: es indispensa ble para elaborar la táctica justa del comunismo internacional. Si lo era, deben sacarse de ello las conclusiones que se imponen. Naturalmente, no se trata, ni mucho menos, de equiparar las condiciones de Rusia a las de la Europa occidental. Pero especialmente con respecto al significado de la idea de que el “parlamen tarismo ha caducado políticamente”, hay que tener cuidadosamente en cuenta nuestra experiencia, pues si no se toma en consideración una experiencia concreta, estas ideas se convierten con excesiva facilidad en frases vacías. ¿Acaso no teníamos nosotros, los bolcheviques rusos, en aquel período, de septiembre a no viembre de 1917, má s derecho que cualesquiera otros comunistas de Occidente a considerar que el parlamentarismo había caducado políticamente en Rusia? Lo teníamos, naturalmente, pues no se trata de si los parlamentos burgueses llevan mucho tiempo de existencia o exis ten desde hace poco, sino del grado de prepa ra ción (ideológica, política, práctica) de las grandes masas tra bajadoras para aceptar el régimen soviético y disolver o admitir la diso lución del parlamento democrático burgués. Que en Rusia, de septiem bre a noviembre de 1917, la clase obrera de las ciudades, los soldados y los campesinos estaban, en virtud de una serie de condiciones específi-
cas, excepcionalmente dispuestos a aceptar el régimen soviético y a disolver el parlamento burgués más democrático, es un hecho histórico absolutamente indiscutible y plenamente demostrado. Y no obstante, los bolcheviques no boicotearon la Asamblea Constituyente, sino que participaron en las elecciones tanto antes como después de la conquista del Poder político por el proletariado. Que dichas elecciones han dado resultados políticos extraordinariamente valiosos (y excepcionalmente útiles para el proletariado), es un hecho que creo haber demostrado en el artículo citado más arriba, donde analizo detalladamente los resultados de las elecciones a la Asamblea Constituyente de Rusia. La conclusión que de ello se deriva es absoluta mente indiscutible: está probado que, aun unas semanas antes del triunfo de la República So viética, aun después de este triunfo, la participación en un parlamento democráticoburgués, no sólo no per judica al proletariado revolucionario, sino que le facilita la posibilidad de hacer ver a las masas atrasadas por qué semejantes parlamentos merecen ser disueltos, faci lita el éxito de su disolución, f ac i lita la “eliminación política” del parlamentarismo burgués. No tener en cuenta esta experiencia y pretender al mismo tiempo pertenecer a la Internaciona l Comunista, que debe elaborar interna cio-
8 / V. I. Lenin / Sobre el antiparlamentarismo (1)
Una antigua foto mostrando al PTP (Partido del Trabajo y del Pueblo) junto al PCR en un corte de calle. “La acción de las masas, por ejemplo, una gran huelga, es siempre más importante que la acción parlamentaria, y no sólo durante la revolución o en una situación revolucionaria...” (Lenin)
nalmente su táctica (no una táctica estrecha o exclusivamente nacional, sino precisamente una táctica internacional), significa incurrir en el más profundo de los errores y precisamente apartarse de hecho del internacionalismo, aunque éste sea proclamado de palabra. Consideremos ahora los argumen tos “izquierdistas específicamente holandeses” en favor de la no participación en los parlamentos. He aquí la tesis 4, una de las más importantes tesis “holandesas” citadas más arriba,
traducida del inglés: “Cuando el sistema capitalista de producción es destrozado y la sociedad atraviesa un período revolucionario, la acción parlamentaria pierde poco a poco su valor, en comparación con la acción de las propias masas. Cuando en estas condiciones el parlamento se convierte en el centro y el órgano de la contrarrevolución, y, por otra parte, la clase obrera crea los instrumentos de su Poder en forma de Soviets, puede resultar incluso necesario renunciar a toda participación en la acción parlamentaria”.
suplemento
/ cuaderno 191 / 9
La primera frase es evidentemente falsa, pues la acción de las masas, por ejemplo, una gran huelga, es siempre más importante que la acción parlamentaria, y no sólo durante la revolución o en una situación revolucio- naria. Este argumento, de indudable inconsistencia histórica y políticamente falso, muestra sólo, con particular evidencia, que los autores no tienen para nada en cuenta ni la experiencia de toda Europa (de Francia en vísperas de las revoluciones de 1848 y 1870, de Alemania entre 1878 y 1890, etc.) ni de Rusia (véase más arriba) sobre la importancia de la combina ción de la lucha legal con la ilegal. Esta cuestión tiene una importancia inmensa, tanto de un modo general como de un modo especial, porque en todos los países civilizados y adelantados se acerca a grandes pasos la época en que dicha combinación será –y lo es ya en parte– cada vez más obligatoria para el partido del proletariado revolucionario, a consecuencia de la maduración y de la proximidad de la guerra civil del proletariado con la burguesía, a consecuencia de las feroces persecuciones de los comunistas por los go biernos republicanos y, en general, por los gobiernos burgueses, que vio lan constantemente la legalidad (como ejemplo de ello basta citar a los Estados Unidos), etc. Esta cues tión esencial es absolutamente in-
comprendida por los holandeses y los izquierdistas en general. La segunda frase es, en primer término, falsa históricamente. Los bolcheviques hemos actuado en los parlamentos más contrarrevolucionarios, y la experiencia ha demos trado que semejante participación ha sido, no sólo útil, sino necesaria para el partido del proletariado revolucionario, precisamente después de la primera revolución burguesa en Rusia (1905) para preparar la segunda revolución burguesa (febrero de 1917) y luego la revolución socia lista (octubre de 1917). En segundo lugar, dicha frase es de una falta de lógica sorprendente. De que el par lamento se convierta en el órgano y “centro” (aunque dicho sea de paso, no ha sido nunca ni ha podido ser en realidad el “centro”) de la contrarre volución y de que los obreros creen los instrumentos de su Poder en forma de Soviets, se sigue que los tra bajadores deben prepararse ideológica, política y técnicamente para la lucha de los Soviets contra el parlamento, para la disolución del parlamento por los Soviets. Pero de esto no se deduce en modo alguno que semejante disolución sea obstaculizada, o no sea facilitada por la presencia de una oposición sovietista en el interior de un parlamento contrarrevolucionario. Jamás hemos notado durante nuestra lucha victoriosa contra De-
10 / V. I. Lenin / Sobre el antiparlamentarismo (1)
nikin y Kolchak que la existencia de una oposición proletaria, sovietista, en sus dominios, haya sido indiferente para nuestros triunfos. Sabemos perfectamente que la disolución de la Constituyente, lle vada a cabo por nosotros el 5 de enero de 1918, lejos de ser dificul tada, fue facilitada por la presencia dentro de la Constituyente contrarrevolucionaria que disolvíamos, tanto de una oposición sovietista consecuente, la bolchevique, como también de una oposición sovietista inconsecuente, la de los socialrevo lucionarios de izquierda. Los autores de la tesis se han em brollado completamente y han olvidado la experiencia de una serie de revoluciones, si no de todas, experiencia que acredita los servicios especiales prestados, en tiempo de revolución, por la combina ción de la acción de masas fuera del parlamento reaccionario y de una oposición simpatizante de la revolución (o mejor aun, que la defienda francamente) dentro del parlamento. Los holandeses y los “izquierdistas” en general razonan aquí como unos doctrinarios de la revolución que nunca han tomado parte en una re volución verdadera, o que jamás han reflexionado sobre la historia de las revoluciones o que toman ingenuamente la “negación” subjetiva de una cierta institución reaccionaria, por su destrucción efectiva mediante el con-
junto de fuerzas de una serie de fac tores objetivos. El medio más seguro de desacreditar una nueva idea política (y no solamente política) y perjudicarla, consiste en llevarla hasta el absurdo, so pretexto de defenderla. Pues toda verdad, si se la obliga a “sobrepasar los límites” (como decía Dietzgen padre), si se exagera, si se extiende más allá de los limites dentro de los cuales es realmente aplicable, puede ser llevada al absurdo, y, en las condiciones señaladas, se convierte infa liblemente en absurdo. Tal es el mal servicio que prestan los izquierdistas de Holanda y Alemania a la nueva verdad de la superioridad del Poder soviético sobre los parlamentos democráticoburgueses. Indudablemente, quien de un modo general siguiera sosteniendo la vieja afirmación de que abstenerse de participar en los parlamentos burgueses es inadmisible en todas las circunstancias, estaría en un error. No puedo intentar formular aquí las condiciones en que es útil el boicot, porque el objeto de este artículo es más modesto: se reduce sólo a analizar la experiencia rusa en relación con algunas cuestiones actuales de táctica comunista internacional. La experiencia rusa nos da una aplicación feliz y acertada (1905) y otra equivocada (1906) del boicot por los bolcheviques. Analizando el primer caso, vemos:
suplemento
/ cuaderno 191 / 11
los bolcheviques consiguieron impedir la convocatoria del parlamento reaccionario por el Poder reaccionario, en un momento en que la acción revolucionaria extraparlamentaria de las masas (particularmente las huelgas) crecía con excepcional rapidez, en que no había ni un solo sector del proletariado y de la clase campesina que pudiera sostener de ningún modo el Poder reaccionario, en que la influencia del proletariado revolucionario sobre la masa atrasada es taba asegurada por la lucha huelguística y el movimiento agrario. Es por completo evidente que esta experiencia es inaplicable a las condiciones actuales europeas. Y es tam bién evidente –en virtud de los argumentos expuestos más arriba– que la defensa, aunque condicional, de la renuncia a participar en los parlamentos, hecha por los holandeses y los “izquierdistas”, es radicalmente falsa y nociva para la causa del pro letariado revolucionario. En Europa occidental y América, el parlamento se ha hecho extraordinariamente odioso a la vanguardia revolucionaria de la clase obrera. Es indiscutible. Y se comprende perfectamente, pues es difícil imaginarse algo más vil, más abyecto, más traidor que la conducta de la inmensa mayoría de los diputados socialistas y socialdemócratas en el parlamento durante la guerra y después de la misma.
Pero sería no sólo irrazonable, sino francamente criminal dejarse llevar por estos sentimientos al decidir la cuestión de cómo se debe luchar con tra el mal universalmente reconocido. En muchos países de la Europa occidental el sentimiento revolucionario puede decirse que es todavía una “novedad”, una “rareza” esperada demasiado tiempo, en vano, con impaciencia, y por esto se deja con tanta facilidad que este sentimiento predomine. Naturalmente, sin un es tado de espíritu revolucionario de las masas, sin condiciones favorables para el desarrollo de dicho estado de espíritu, la táctica revolucionaria no se trocará en acción; pero a nosotros, en Rusia, una larga, dura y sangrienta experiencia nos ha convencido de que con el sentimiento revolucionario solo, es imposible crear una táctica revolucionaria. La táctica debe ser elaborada teniendo en cuenta, serenamente, y de un modo estrictamente obje tivo, todas las fuerzas de clase del Estado de que se trate (y de los Es tados que le rodean y de todos los Estados en escala mundial), así como la experiencia de los movimientos revolucionarios. Manifestar el “espíritu revolucionario” sólo con injurias al oportunismo parlamentario, únicamente condenando la participación en los parlamentos, resulta facilísimo; pero precisamente porque es facilísimo no
12 / V. I. Lenin / Sobre el antiparlamentarismo (1)
Dibujo de época mostrando a Lenin exponiendo. “... quien de un modo general siguiera sosteniendo la vieja afirmación de que abstenerse de participar en los parlamentos burgueses es inadmisible en todas las circunstancias, estaría en un error.” (Lenin)
es la solución de un problema difícil, Ya a comienzos de 1918 hube de de un problema dificilísimo. Es indicar esta circunstancia, y la expemucho más difícil en los parlamen- riencia de los dos años transcurridos tos occidentales que en Rusia crear desde entonces ha venido a confiruna fracción parlamentaria verdade- mar la exactitud de aquella indicaramente revolucionaria. ción. Condiciones específicas como Desde luego. Pero esto no es sino fueron: 1) la posibilidad de hacer un reflejo parcial de la verdad gene- coincidir la revolución soviética con ral de que a Rusia, en la situación la terminación, gracias a ella, de la histórica concreta, extraordinaria- guerra imperialista, que había extemente original del año 1917, le fue nuado hasta lo indecible a los obrefácil comenzar la revolución socia- ros y campesinos; 2) la posibilidad lista; en cambio, continuarla y lle- de aprovechar durante cierto tiempo varla a término, le será a Rusia más la lucha a muerte en que estaban endifícil que a los países europeos. zarzados los dos grupos mundiales
suplemento
/ cuaderno 191 / 13
más poderosos de tiburones impe- reaccionario! ¿Acaso no es esto inrialistas, grupos que no podían fantilismo? Si C. Liebknecht en Aleunirse contra el enemigo soviético; 3) mania y Z. Höglund en Suecia han la posibilidad de soportar una guerra sabido hasta sin el apoyo de la masa civil relativamente larga, en parte por desde abajo, dar un ejemplo de la uti la gigantesca extensión del país y sus lización realmente revolucionaria de exiguos medios de comunicación; 4) los parlamentos reaccionarios, la existencia de un movimiento revo- ¡¿cómo un partido revolucionario de lucionario democrá- ticoburgués de masas, que crece rápidamente con los campesinos, tan profundo, que el las desilusiones y la irritación de partido del proletariado hizo suyas estas últimas, características de la las reivindicaciones revolucionarias postguerra, no puede for ja r una fracdel partido de los campesinos (del ción comunista en los peores parlapartido socialrevolucionario, profun- mentos?! Precisamente porque las damente hostil, en su mayoría, al masas atrasadas de obreros, y más bolchevismo), realizándolas inme- aún las de pequeños agricultores, diatamente, gracias a la conquista del están más imbuidas en Europa occiPoder político por el proletariado; dental que en Rusia de prejuicios decondiciones específicas como éstas mocráticoburgueses y parlamentano existen ahora en la Europa occi- rios, precisamente por esto únicadental, y la repetición de estas condi- mente en el seno de instituciones ciones o de condiciones análogas no como los parlamentos burgueses es muy fácil. pueden (y deben) los comunistas sosHe aquí por qué, entre otras cosas tener una lucha prolongada, tenaz, –pasando por alto una serie de otros sin retroceder ante ninguna dificulmotivos–, le es más difícil a la Eu- tad para denunciar, desvanecer y suropa occidental que a nosotros co- perar dichos prejuicios. menza r la revolución socialista. Los comunistas “de izquierda” de Tratar de “esquivar” esta dificultad, Alemania se quejan de los malos “saltando” por encima del arduo pro- “jefes” de su partido y caen en la des blema de utilizar los parlamentos re- esperación, llegando hasta incurrir en accionarios para fines revolucio- la ridiculez de “negar” a los “jefes”. narios, es puro infantilismo. Pero en circunstancias que obligan a ¿Queréis crear una sociedad menudo a mantener a estos últimos nueva? ¡Y teméis la dificultad de en la clandestinidad, la formación de crear una buena fracción parlamen- “jefes” buenos, seguros, probados, con taria de comunistas convencidos, ab- autoridad, es particularmente difícil negados, heroicos, en un parlamento y triunfar de semejantes dificultades 14 / V. I. Lenin / Sobre el antiparlamentarismo (1)
es imposible sin la combi- nación del trabajo legal con el ilegal, sin hacer pa sa r a los “ jefes “, entre otra s prue ba s, ta mbién por la del parlamento. La crítica –la más violenta, más implacable, más intransigente– debe dirigirse no contra el parlamentarismo o la acción parlamen taria, sino contra los jefes que no saben –y aún más contra los que no quieren– utilizar las elecciones par lamentarias y la tribuna parlamen taria a la manera revolucionaria, a la manera comunista.
Sólo esta crítica –unida, naturalmente, a la expulsión de los jefes incapaces y a su sustitución por otros más capaces– constituirá un trabajo revolucionario útil y fecundo que educará a la vez a los “jefes” para que sean dignos de la clase obrera y de las masas trabajadoras, y a las masas para que aprendan a orientarse como es debido en la situación política y a comprender los problemas, a menudo sumamente complejos y em brollados, que resultan de semejante situación*. I
* He tenido demasiado pocas posibilidades de conocer el comunismo “de izquierda” de Italia. Indudablemente el camarada Bordiga y su fracción de “comunistas abstencionistas” cometen un error al defender la no par ticipación en el parlamento. Pero hay un punto en que me parece que tienen razón, por lo que yo puedo juzgar ateniéndome a dos números de su periódico Il Soviet (núms. 3 y 4 del 18. I. y del 1. II. 1920), a cua tro números de la excelente revista del camarada Serrati Comunismo (núms. 1-4. 1. X. 30. XI. 1919) y a distintos números de periódicos burgueses italianos que he podido ver. Precisamente el camarada Bordiga y su fracción tienen razón cuando atacan a Turati y sus partidarios, que están en un partido que reconoce el Poder de los Soviets y la dictadura del proletariado, que siguen siendo miembros del parlamento y prosiguen su vieja y perjudicial política oportunista. En efecto, al consentir esto, el camarada Serrati y todo el Partido Socialista Italiano incurren en un error tan preñado de amenazas y peligros como en Hungría, donde los señores Turati húngaros sabotearon desde el interior el Partido y el Poder de los Soviets. Esa actitud errónea, inconsecuente, que se distingue por su falta de carácter, con respecto a los parlamentarios oportunistas, de una parte, engendra el comunismo “de izquierda”, y de otra, justifica hasta cier to punto su existencia. El camarada Serrati es evidente que no tiene razón al acusar de “inconsecuencia” al diputado Turati (Comunismo, núm. 3), porque el único inconsecuente es el Partido Socialista Italiano, que tolera en su seno a oportunistas parlamentarios como Turati y compañía.
suplemento
/ cuaderno 191 / 15
cuadernos de difusión del marxismo leninismo maoísmo –
CARLOS MARX
FEDERICO ENGELS
Otros trabajos de Vladimir Lenin en esta colección
1 3 6 14 26 46 50 81 92 94
VLADIMIR LENIN
–
JOSÉ STALIN
MAO TSETUNG
Tres fuentes y tres partes integrantes del marxismo El Estado El imperialismo Las elecciones y la dictadura del proletariado Dos tácticas Las mujeres y la revolución La insurrección El "izquierdismo" El Estado comuna Ante la catástrofe
Ultimos Cuadernos publicados 100 Engels: La filosofía dialéctica / 101 Engels: La plusvalía / 102 Stalin: El leninismo / 103 Lenin: La transición al comunismo / 104 Lenin: El problema nacional / 105 Lenin: Situación revolucionaria / 106 Lenin: ¿Qué hacer? / 107 Lenin: La organización / 108 Lenin: Partido y clase / 109 Wells: Entrevista a Stalin / 110 Marx–Engels: La autoridad / 111 Lenin–Zetkin : La mujer / 112 Mao: La superstición / 113 Mao: Prevenir errores / 114 Mao: Fortalecer la unidad / 115–116 Krúpskaia: Octubre (1) y (2) / 117 Stalin: La nación / 118 Stalin: La cuestión campesina / 119 Mao: Los dos aspectos / 120 Mao: La dinámica ideológica / 121 Mao: Los desórdenes / 122 Marx–Engels: Tesis sobre Feuerbach / 123 Lenin: La flexibilidad / 124 Engels: La filosofía alemana / 125 Stalin: La Segunda Guerra Mundial / 126 Marx: La Economía Política / 127 Marx: Valor y trabajo / 128 PCR: El clasismo revolucionario / 129 PCR: Sobre el terrorismo / 130 Guevara: Discurso de Argel / 131 Marx: Trabajo y ganancia / 132 Mao: Los intelectuales / 133 Mao: La URSS y la guerra interimperialista / 134–135 Stalin: Lenin (I) y Lenin (II) / 136 Guevara: El hombre nuevo / 137 Dimitrov : Contra el sectarismo / 138 Gramsci: Los comunistas y los sindicatos / 139 Díaz: El Frente Popular / 140 Pasionaria : No pasarán / 141–142 Mao: La Revolución Cultural (1 y 2) / 143 Ponce–Mella: La educación / 144 Mariátegui: Lenin / 145–146 Mavrakis: El trotskismo (1 y 2) / 147 Lenin: Problemas del socialismo / 148 Mao: Carta a Chiang Ching / 149 Mao: La economía del socialismo / 150 Gramsci: Espontaneidad y conciencia / 151 Mao: Temas filosóficos / 152–153: Guevara: Marx y Engels (I y II) / 154–155: O. Vargas: Los ignorados (I y II). / 156–157 Lenin: Sobre la cooperación (1 y 2) / 158 Marx–Engels: Manifiesto del Partido Comunista / 159 Marx: Crítica al programa de Gotha (1) / 160–161 O. Vargas: Somos el partido del comunismo (1 y 2) / 162 Marx: Crítica al programa de Gotha (2) / 163 Mao: Las clases en el campo / 164 Guevara: La transición socialista / 165 Mao: Contra el culto a los libros / 166 Mao: La transición socialista / 167–168 Mao: El frente único (1 y 2) / 169 Engels: Economía Política / 170 Gramsci: La caída de la tasa de beneficio / 171 Mao: La unidad del Partido / 172 Myrdal: China: La revolución continuada / 173 Mao: Como tratar los errores / 174 O. Vargas: La lucha de ideas / 175 P.C. de China: Dos caminos en el socialismo / 176–177 N. Podvoiski: Lenin y la insurrección / 178 Lenin: Los revolucionarios y los compromisos / 179 PCR: El clasismo revolucionario / 180–181 Lenin: Sobre el sindicalismo (1 y 2) / 182 Mao: Corrijamos las ideas y métodos erróneos / 183-184-185-186 Lenin: El Estado y la revolución (1, 2, 3 y 4) / 187-188 PCR: El caracter de la revolución (1 y 2) / 189-190 Serge: Sobre la represión (1 y 2).
Pídalos a su distribuidor. Los miércoles en su kiosco
SERVIR AL PUEBLO
SEMANARIO DEL PARTIDO COMUNISTA REVOLUCIONARIO DE LA ARGENTINA