PEDAGOGÍA DE LA
ETICA SOCIAL Para una formación de valores
Carlos Díaz Hernández +K!MOO ríi
FfcDAUUUlA D E LA
ÉTICA SOCIAL Para una formación de valores Carlos Díaz Hernández
EDITORIAL
TRILLAS México, Argentina, España Colombia, Puerto Rico, Venezuílela
I
(E
Catalogación en la fuente Díaz Hernández, Carlos Pedagogía de la ética social: para una formación de valores. — México : Trillas, 2004. 315 p. ; 23 cm. ISBN 968-24-7023-4 1. Etica social. 2. Valores (Filosofía). I. t. D- 170'D378p
LC- HM216'D5.6
La presentación y disposición en conjunto de PEDAGOGÍA DE LA ÉTICA SOCIAL. PARA UNA FORMACIÓN DE VALORES son propiedad del editor. Ninguna parte de esta obra puede ser reproducida o trasmitida, mediante ningún sistema o método, electrónico o mecánico (incluyendo el fotocopiado, la grabación o cualquier sistema de recuperación y almacenamiento de información), sin consentimiento por escrito del editor Derechos reservados © 2004, Editorial Trillas, S. A. de C. V, Av. Río Churubusco 385, Col. Pedro María Anaya, C.P. 03340, México, D. F. Tel. 56 88 42 33, FAX 56 04 13 64 División Comercial, Calz. de la Viga 1132, C.P. 09439 México, D. E, Tel. 56 33 09 95, FAX 56 33 08 70 www.trillas.com.mx Miembro de la Cámara Nacional de la Industria Editorial, Reg. núm. 158
Primera edición, abril 2004 ISBN 968-24-7023-4 Impreso en México Printed in México
Esta obra se terminó de imprimir el 2 de abril del 2004, en los talleres de Rodefi Impresores, S. A. de C. V. Se encuadernó en Impresos Terminados Gráficos. BM2 80 RW
Prólogo
En 1999 regresaba en México la Ética a la enseñanza secundaria con el título de Civismo y Etica. Los nuevos diseños curriculares proponen la inserción de la ética en la Educación Básica. También la primaria tendrá Civismo y Ética. Nuevos tiempos parecen propiciar nuevos retos educativos, y éstos demandan la creación de una rigurosa maestría en pedagogía de la ética social. Ciertamente los valores son "imponentes", pero no porque se impongan por sí mismos; desafortunadamente, los disvalores o valores negativos sí que se imponen "por sí mismos" cuando gobiernos, instituciones y sociedades no funcionan, pues por debajo de un mínimo de bienestar y de formación ni siquiera se alcanza a comprender la noción de bien y de mal morales y esto, a su vez, quiere decir que sin justicia social no habrá una adecuada formación axiológica. Pero la formación en valores puede ayudar a la implantación de la justicia: la formación en valores es, en todo caso, causalidad necesaria, pero no suficiente para la moción, promoción y emoción de la justicia. Mientras tanto, el magisterio no siempre había tenido ni formación valoral, ni antropología filosófica fundante como para impartir con rigor estas materias tan necesarias hoy día. Por eso abundaron los infructuosos e inadecuados intentos de fundamentar los valores a partir de los hábitos sociales (sociologismo moral), o desde las leyes, no siempre morales (juridicismo moral), o desde la política, con el subsiguiente riesgo de apoderamiento o secuestro de las conciencias, etc. Frente a semejantes reductivismos inductivistas, con el presente trabajo queremos proporcionar una formación bien fundada, la cual sólo cabe desde la antropología filosófica personalista y comunitaria; ya que a partir de ella y de forma congruente, hemos elaborado una es-
6
PRÓLOGO
cala de valores1 y de sus correspondientes virtudes, 2 para que finalmente sean llevadas a la escuela por el maestro y el profesional de la docencia.3 Ojalá que esta PEDAGOGÍA DE LA ÉTICA SOCIAL, para una formación con valores, cumpla con su deseo: proporcionar un mínimo común divisor, una ética de mínimos capaz de ayudarnos a todas las gentes de buena voluntad para ser mejores personas y mejores ciudadanos de un mundo mejor.
índice de contenido
Prólogo Cap. 1. Antropología
5 filosófica
9
Del instinto animal a la cultura humana, 9. La larga marcha de la hominización, 11. El individuo, la especie: tan jóvenes, 15. La singularidad humana inteligentemente emocional, 19. La conciencia moral, 26. La veracidad, 32. La cultura, 35. Cultura y aprendizaje: la educación, 43. Cultura y natura, 45. Cap. 2. La persona humana
49
La persona, 49. Ser acompañado: persona y relación, 59. Ser amado: persona y amor, 61. Madurez y realización personal, 71. Persona y conflicto racional, 79. La dignidad humana, 85. Cap. 3. Persona y valores
91
Posmodernidad y crisis de valores, 91. Una especie atrofiada en su desarrollo moral, 94. Dificultades para valorar bien, 96. Otras dificultades valorativas más directamente vinculadas al orden de los afectos, 106. Teorías sobre el valor, 109. Del valor (teoría) a la virtud (práctica), 134. Cap. 4. Formación ética y cívica 'Cfr. C. Díaz, Educar en valores. Guía para padres y maestros, Trillas, México, 2000. 2 Cfr. las 10 siguientes virtudes de C. Díaz, La virtud del amor; La virtud de la alegría; La virtud de la paciencia; La virtud de la prudencia; La virtud de la templanza; La virtud de la confianza; La virtud de la esperanza; La virtud de la fortaleza; La virtud de la justicia y La virtud de la humildad, todas publicadas por Editorial Trillas, México, 2002. *Cfr. C. Díaz, Educar en Valores. Primaria, vols. 1 a 6 con su correspondiente guía didáctica, 'Irillns, México, 2001.
La vieja y nueva plaga de la esclavitud en el mundo, 153. El Estado ¿supera la división entre libres y esclavos?, 154. Pero ¿han logrado todos los Estados hacernos buenos, o ellos mismos se han hecho malos al monopolizar las violencias ajenas para impedirlas?, 157. Defensa de la libertad de expresión popular para frenar
153
}{
ÍND1CK DV, CONTENIDO
los abusos estatales, 159. La A.I.T. para defender los derechos de los más pobres, 164. Mundo global, injusticia global, 167. Liberalización no es liberación, 184. La deuda eterna de la deuda externa, 186. El ciudadano particular defensor del egoísmo global: el burgués, 190. El papel manipulador de los medios en favor de la globalización neoliberal, 192. Riesgo de la nueva selva, ahora democrática: la perversión de la política, 195. Los medios de masa y la mala democracia. Los cuatro filtros que opacan la buena información en la sociedad de la información, 199. Tres formas falsas de democracia como resultado de todo lo anterior, 205. ¿Puede la democracia corregir las ya citadas injusticias estructurales haciendo posible una convivencia civilizada?, 209. Para pasar de la teoría a la práctica, 215. Grandeza y miseria del pluralismo conflictivo, 216. La política como democracia, esto es, como poder compartido, 219. La democracia directa y participativa: poder popular, 223. La democracia representativa, 224. Autovacunas democráticas contra la ley de la selva, 228. El escenario del pluralismo democrático actual, 230. La democracia numérica, necesaria pero insuficiente, 234. Democracia moral: el ciudadano virtuoso, 235. Democracia moral y tolerancia en el pluripartidismo, 236. Cap. 5. Acción ética y cívica
Antropología filosófica
239
Alternativas globales de solidaridad. Medidas de acción a escala mundial, 239. Alternativas particulares. Medidas de acción a escala local, 243. ¿Es verdaderamente interesante la acción de ayuda del voluntariado subsidiado?, 247. Hacer democracia verdadera puede también consistir en desobedecer ciertas formas de democracia falsa: democracia y desobediencia civil, 248. Cap. 6. Democracia activa y justicia
Naturaleza e innatismo animal
253
Excelencia de la justicia, 253. Justicia, término polisémico, 254. El derecho no puede derivar de una burocracia de abogados, sino de la justicia, es decir, de la moral, 257. De la justicia al justo, 259. El difícil arte de juzgar y de vivir con justicia y amor, 261. El anhelo infinito de la justicia, 263. Justicia y derechos humanos, 264. Cap. 7. Pedagogía. La persona del maestro educador en valores
275
La equi-vocación de la escuela usurpadora, 275. El buen maestro axiológico, 284. El maestro, 290. índice onomástico índice analítico Relación de imágenes que aparecen en la obra
DEL INSTINTO ANIMAL A LA CULTURA HUMANA
299 303 315
Desde que los sofistas griegos debatieron sobre la diferencia entre lo que es «por naturaleza» y lo que es «por convención» o cultura, durante generaciones han discutido los investigadores qué era innato o adquirido en un comportamiento: ¿es verdad que ser culturales forma parte de nuestra naturaleza? Lo que parece claro es que los animales están más sujetos a lo innato, a diferencia de los humanos. Un patito se zambulle y buscará el fondo cenagoso aunque lo críe una gallina, y jamás picoteará los granos, pese a estar rodeado de pollitos: La ardilla de Europa central esconde nueces o avellanas en el otoño para provisión invernal: con la nuez en la boca busca en el suelo hasta dar con la base de un tronco de árbol; entonces hace un agujero con las patas delanteras, echa la nuez, la pone bien firme con el hocico, y después vuelve a echar encima la tierra sacada. Repetidas veces he criado ardillas de modo que no tuviesen ningún ejemplo ni pudieran tratar por sí mismas tampoco de esconder nueces. Pues, a pesar de eso, dominan la técnica de ocultar nueces propia de su especie. La primera vez que les ofrecía nueces a las ardillas ya crecidas se las comían inmediatamente. Pero, ya hartas, comenzaban a esconderlas. Corrían de acá pata allá buscando hasta <|ur empezaban
10
11
CAP. 1. ANTROPOLOGÍA FILOSÓFICA
a arañar en un rincón de la habitación; a continuación, soltaban la nuez, la afirmaban con el hocico y volvían a hacer los movimientos de echar tierra y apisonarla con las patas delanteras, aunque no habían sacado tierra del piso. Esto demuestra claramente que se trata de una cadena comportamental cuya programación se trasmite por herencia y se desenvuelve automáticamente. ¿Tenemos también los humanos nuestro equipo de pautas motoras innatas? Con toda seguridad, el bebé no necesita aprender a mamar, y también sabe sonreír, llorar, aferrarse a muchas cosas. Pero muchas de las pautas de comportamiento humanas se van desarrollando poco a poco a medida que uno crece, y es difícil precisar qué es lo que sencillamente se perfeccionó, o sea, lo que estaba programado de antemano.1
D e l a n i m a l al h o m b r e v
Los humanos, además de su común dotación genética humana que les lleva a comportarse del mismo modo como especie, actúan a veces de forma muy diferenciada entre sí. Las pautas de conducta de dos ratas son similares, las de san Francisco de Asís y las de Hitler no lo son en el terreno moral; las mías y las de Einstein tampoco lo son en el terreno científico. Tampoco son iguales la cultura nazi y la budista. En todo caso, el ser humano crea culturas, mejores o peores, algo que el animal no puede hacer. La última especie en llegar a la Tierra, la humana, será la primera en salir de ella hacia otros planetas; ojalá que sepa respetarlos.
En efecto, la distinción entre lo innato y lo adquirido a veces es muy difícil. En efecto, porque un comportamiento sea esteriotipado o idéntico en diferentes individuos no vamos a calificarlo como innato, ya que es normal que unos individuos de la misma especie, emplazados en unas circunstancias idénticas, y en un medio idéntico, tengan tendencias a aprender las mismas cosas y a expresarlas del mismo modo. E inversamente, el hecho de que un comportamiento no sea ejecutado desde el principio de una forma perfecta y definitiva no autoriza a concluir que dicho comportamiento no sea innato. El comportamiento se asienta progresivamente. Algunas respuestas se traducen muy pronto en la vida, como la reacción de fuga ante los predadores y los movimientos de comodidad y de cuidado corporales. Otras no hacen su aparición hasta mucho más tarde, cuando el individuo se hace adulto: tales son, en particular, todos los comportamientos vinculados a la reproducción como, por ejemplo, el combate territorial en el acaso de un animal vertebrado. Este progresivo asentamiento se combina con la aparición de los procesos de aprendizaje, y hasta se da la circunstancia de que ciertas manifestaciones aprendidas aparecen antes de haber concluido la maduración completa del comportamiento innato. Además, no se da solamente un desarrollo paralelo de los procesos de aprendizaje y del comportamiento humano, sino que existe entre ambos una estrecha dependencia. Los genes expresan únicamente potencialidades, y éstas se manifiestan en función de las condiciones del medio. E, inversamente, lo que un animal puede aprender viene limitado por sus informaciones genéticas, por su equipamiento innato. Los animales, de hecho, heredan simplemente unas predisposiciones para aprender determinadas cosas en determinados momentos. Así pues, el comportamiento final de un animal está en función a la vez de las informaciones genéticas y de las del medio o entorno. Y el desarrollo de dicho comportamiento, tanto en lo que atañe a lo innato como en lo que se refiere a lo adquirido, está en función primordialmente de la evolución y asentamiento del material de equipo subyacente».2 *I. Eibl-Eibesfeldt, Amor y odio. Historia natural de las pautas elementales de comportamiento, Siglo XXI, México, 1991, pp. 50 y ss. 2 J. C. Ruwert, Etología, Herder, Barcelona, 1978, pp. 70 y ss.
LA LARGA MARCHA DE LA HOMINIZACIÓN Esa vida así surgida fue evolucionando hasta llegar a la humana. Veamos los hitos más importantes.
El desafío ecológico A finales del Pleistoceno, hace dos millones de años, ciertos cambios climáticos acaecidos en África meridional causaron la pérdida de árboles y bosques, ahora sustituidos por sabanas semiáridas. De este modo, diversos grupos de australopitecus se vieron forzados a adaptarse a un nuevo sistema ecológico, pasando de recolectores a cazadores de pequeños animales de movimientos lentos, como crías de aves, etc. Además, adoptaron una dieta omnívora, lo cual multiplicó sus posibilidades de supervivencia. Por lo demás, el comportamiento del cazador ha de ser más rápido que el del recolector, pues, obligado a perseguir su pieza, tiene que adaptarse a sus modalidades de huida y defensa.
El bipedismo Por otra parte, la aptitud para la posición bípeda debió de afirmarse por las indudables ventajas que el bipedismo ofrecía en un medio abierto y poco boscoso. El primate que podía enderezarse y desplazarse con las articulaciones posteriores tenía un mejor control del terreno, extendiendo el campo visual. Podía divisar desde lejos eventuales depredadores y buscar refugio a un tiempo. Tenía además mayores oportunidades en la recogida de frutos y bayas para comer; en fin, la mano, liberada de las funciones de apoyo y sostén, podía usarse para blandir palos o empuñar piedras, para defenderse o cazar.
12
LA LARGA MARCHA DK \A HOMIMZACIÓN
CAP. 1. ANTROPOLOGÍA FILOSÓFICA
Otra ventaja del bipedismo es el incremento de vínculos sociales y familiares; la posibilidad de procurarse alimento y de transportarlo al territorio familiar debió de favorecer una división de los quehaceres entre el macho y la hembra: el primero se encargó sobre todo de la búsqueda de alimentos, mientras que la segunda cuidaba de la prole. El bipedismo, al ser un comportamiento adquirido, exigió una relación parental más estrecha. Pasará todavía mucho tiempo hasta que las manos se utilicen según el deseo de la mente y puedan construir objetos manufacturados. Entonces sí habrá un salto cualitativo gracias a la cultura.3
La m a n o Junto a eso, las manos sirven fundamentalmente para recoger y sostener los alimentos, como lo hacen ya algunos mamíferos inferiores con sus patas delanteras. Ciertos monos se ayudan de las manos para construir nidos en los árboles; y algunos, como el chimpancé, llegan a construir tejadillos entre las ramas, para defenderse de las inclemencias del tiempo. La mano les sirve para empuñar garrotes, con los que se defienden de los enemigos, o para bombardear a éstos con frutos y piedras. Cuando se encuentran en cautiverio, realizan con las manos vacías operaciones sencillas que copian de los hombres. Pero aquí es precisamente donde se ve cuan grande es la distancia que separa la mano primitiva de los monos, incluso la de los antropoides superiores, de la mano del hombre, perfeccionada por el trabajo durante centenares de miles de años. Ni una sola mano simiesca ha construido jamás un cuchillo de piedra, por tosco que éste fuese.4 Los monos pueden aprender a valerse de un palo para alcanzar la fruta, pero estas operaciones no se fijan en herramientas encargadas en el futuro de tales operaciones. Por eso los animales no conservan sus "herramientas" ni las trasmiten de una generación a otra. No pueden, pues, efectuar esa "acumulación" de las funciones que caracteriza a la cultura. Por el contrario, el empleo de herramientas por el hombre tiene un carácter completamente distinto: la mano forma parte del sistema de operaciones encarnadas por la herramienta y está sometida a ella. Con la asimilación de la utilización de las herramientas, el hombre modifica sus movimientos naturales e instintivos, y adquiere en el curso de su vida nuevas facultades motrices más perfeccionadas. Para un individuo, asimilar el empleo de cierto conjunto de herramientas equivale a desarrollar cierto número de aptitudes. Por eso las funciones por las que nuestros antepasados fueron adaptando sus manos durante los muchos milenios que dura el periodo de transición del mono al hombre fueron sumamente sencillas. Antes de que el primer trozo de sílex hubiese sido convertido en cuchillo por la mano del hombre, debió haber pasado un periodo de tiempo tan largo que, en com3
paración con él, el periodo histórico conocido por nosotros resulta insignificante. Pero se había dado ya el paso decisivo: la mano era libre y podía adquirir ahora cada vez más destreza y habilidad; y esta mayor flexibilidad adquirida se trasmitía por herencia y se acrecentaba en cada generación. Vemos, pues, que la mano no es sólo el órgano del trabajo, es también producto de él. Únicamente por el trabajo, por la adaptación a nuevas funciones, por la trasmisión hereditaria del perfeccionamiento especial así adquirido por los músculos, los ligamentos y, en un periodo más largo, también por los huesos, y por la aplicación renovada de estas habilidades heredadas y elevadas a funciones nuevas y cada vez más complejas, ha alcanzado la mano humana su perfección.5 En resumen, las manos fueron la primera herramienta de precisión (herramienta de herramientas). Mano, boca (dieta omnívora) y cerebro forman el triángulo esencial en la constitución de lo humano, una vez que tuvo lugar la bipedestación.
El p e n s a m i e n t o c o n c e p t u a l Así las cosas, y sobre la base de sus disposiciones anatómicas (capacidad craneana, etc.), ¿qué cualidades funcionales existen en el hombre que propicien la aparición del pensamiento conceptual? Las siguientes: La representación central del espacio. Los organismos que viven en medios poco complejos, como el alta mar o una estepa, necesitan poseer reacciones de orientación mucho menos precisas y diferenciadas que los organismos que han de enfrentarse constantemente con situaciones complicadas y quieren salir airosos de ellas. El polifacetismo y la curiosidad exploradora. El hombre es un animal no especializado, un ser de carencias, pues ni sus pautas innatas de comportamiento ni su estructura anatómica están adaptadas específicamente a un medio concreto, por lo que pueden adaptarse más fácilmente a cualquier medio; sus opciones adaptativas contribuyen a la multifuncionalidad de las distintas partes de su organismo. Como el atleta del decatlón, puede ser superado por los especialistas en cada una de las actividades especializadas (correr, saltar, marchar, nadar, lanzar, etc.), pero supera a todos si tomamos las pruebas en conjunto. El animal no especializado es esencialmente curioso, explorador; sólo en el hombre dura toda la vida la curiosidad por las cosas, el deseo de conocer. La neotenia. El hombre se comporta como un animal joven: carece de vello y pelo en el cuerpo, tiene más cráneo que cara, etc. Por eso existe más parecido entre un hombre adulto y un chimpancé joven, que entre un nombre y un chimpancé adulto. Mientras que en los demás animales la curiosidad constituye una actividad juvenil pasajera hasta que
F. Facchini, El origen del hombre, Aguilar, Madrid, 1994, p. 17.
4
F. Engels, El papel del trabajo en la transformación del mono en hombre, Ayuso, Madrid, 1987, p. 72.
13
A. I.conlicv, /.'/ hombre y la cultura, Mailíncz Roca, Barcelona, 1976, |>. 74.
14
15
CAR 1. ANTROPOLOGÍA FILOSÓFICA
dominan su territorio, el ser humano busca progresar siempre, y eso implica un aprendizaje.
El simbolismo < Con el pensamiento conceptual aparece el simbolismo. Podemos dividir los signos en señales y símbolos. Dada su intrínseca relación objetiva, el trueno es señal del rayo, el humo lo es del fuego: siempre que hay lo uno hay lo otro. El hombre es un animal que usa símbolos: las palabras «The End» simbolizan el final de la película; la rosa, el amor, etc. Los símbolos relacionan cosas distintas de sí mismos, entre el signo y lo significado no hay relación natural, sino artificial: podríamos simbolizar el amor con algo que no fuera una rosa. Esto no lo captan los animales. De entre los símbolos, el lenguaje es la forma más importante y la característica humana exclusiva. Mientras los sistemas de signos de los animales son iguales en cada especie animal (todos los perros ladran del mismo modo), hay diferentes lenguas humanas. El loro puede repetir sonidos, pero no puede articular palabras. El lenguaje humano trasmite conceptos, y no meros sonidos.
La autoconciencia En definitiva, ¡qué diferente es la vida humana consciente, si la comparamos con la vida de una garrapata, regida por sus instintos primarios! «La garrapata espera en las ramas de cualquier arbusto para caer sobre algún animal de sangre caliente. La proximidad de la presa se la indica a ese animal ciego y mudo el sentido del olfato, que sólo está despierto al único olor que exhalan todos los mamíferos: el ácido butírico. Ante esa señal se deja caer, y cuando cae sobre algo caliente y ha alcanzado su presa, prosigue por su sentido del tacto y de la temperatura hasta encontrar el lugar más caliente, el que no tiene pelos, donde perfora el tejido de la piel y chupa la sangre. El mundo de la garrapata consta solamente de percepciones de luz y de calor y de una sola cualidad odorífera. Está probado que no tiene sentido del gusto. Una vez que ha concluido su primera y única comida, se deja caer en el suelo, pone sus huevos y muere. Naturalmente, sus posibilidades son escasas. Para asegurar la conservación de la especie, un gran número de esos animales espera sobre los arbustos, y además cada uno de ellos puede esperar largo tiempo sin alimento. Se han conservado con vida garrapatas que estuvieron dieciocho años sin comer.»6 6
A. Gehlen, El hombre, Sigúeme, Salamanca, 1991, p. 95.
EL INDIVIDUO, LA ESPECIE: TAN JÓVENES Esta especie humana que tan rápidamente ha ido adaptándose al medio y modificándolo a su vez, esta especie humana última llegada al planeta, aún en vías de desarrollo manifiestamente mejorable es, a la vez, una especie compleja, capaz de lo mejor y de lo no tan bueno. Humana (homo viene de humus), rodando con velocidad tan rápida como inasimilable incluso para ella misma, desde hace 13 000 millones de años o más el cosmos ha ido preparándole su nicho ecológico: los humanos terrícolas existen desde hace un millón y medio; el Homo sapiens, desde hace 200 000 (Paleolítico); desde hace apenas 10 000 años (gran cambio del Neolítico), un número creciente de agricultores y ganaderos sedentarios; desde hace unos 5000 años, grandes culturas y grandes religiones de la historia primitiva.
Tan recientes, y tan sabios tecnológicamente Pues bien, si tomásemos 62 años como esperanza media de vida para los últimos 50 000 años de la historia de la humanidad, ahora nos encontraríamos en la vida número 800, de las cuales 650 vividas en cavernas; desconocedoras de la palabra escrita hasta la generación 70 anterior a nosotros; sólo en las seis últimas se ha dado la palabra impresa al alcance de las masas; sólo en las cuatro últimas, exactos cómputos de tiempo; sólo en las dos últimas, el motor eléctrico (electrodomésticos); sólo una, la nuestra, la número 800, ha conocido la mayor parte de los bienes de consumo, y -dentro de ella- únicamente en los tres últimos decenios ha tenido acceso a la universalización de las redes informáticas y telemáticas: baste decir que un servidor no conoció la televisión cuando fue niño, y el ordenador personal sólo hace unos años. Pero a un sobresalto sigue otro, como el de la ingeniería genética: Con grandes titulares se nos informa que la clonación es ya un éxito. Y nosotros, todos los hombres del planeta que no queremos esta profanación última de la naturaleza, ¿qué podemos hacer frente a la inmoralidad de quienes nos someten? La humanidad ha recibido una naturaleza donde cada elemento es único y diferente. Únicas y diferentes son todas las nubes que hemos contemplado en la vida, las manos de los hombres y la forma y el tamaño de las hojas, los ríos, los vientos y los animales. Ningún animal fue idéntico a otro. Todo hombre fue misteriosa y sagradamente único. Ahora, el hombre está al borde de convertirse en un clon por encargo: ojos celestes, simpático, emprendedor, insensible al dolor o, trágicamente, preparado para esclavo. Engranajes de una máquina, factores de un sistema, ¡qué lejos, Hólderlin, de cuando los hombres se sentían hijos de los dioses!7 7
K. S;il>;it<>, Antes delfín, Seix Bnrral, Barcelona, 1999, pp. 129-130.
M*
CAÍ: I. ANTKOI*OI,O<;ÍA FILOSÓFICA
Da miedo pensar en la aplicación de la ingeniería genética a los seres humanos: ¿qué puede salir de esos laboratorios, si quienes los rigen no alcanzan unos niveles de decencia humana mínimos? Obvia decir que el desarrollo tecnológico sin el moral puede llevar al colapso de la especie y a la destrucción de la Tierra. De momento, recombinando genes correspondientes a especies no relacionadas en absoluto, las especies dejan de ser vistas, en términos orgánicos, como entidades indivisibles, para pasar a ser entendidas como estructuras básicas que contienen bloques genéticos programados que pueden ser reproducidos y recombinados mediante su manipulación en el laboratorio. En la Universidad de Pennsylvania, un equipo de investigadores ha insertado in vitro genes de hormonas humanas del crecimiento en el código biológico de embriones de ratones. Los embriones fueron implantados en un ratón hembra y ésta los gestó. Los ratones que nacieron contenían genes humanos plenamente funcionales en su estructura biológica y crecieron hasta cerca del doble de los que crecieron normalmente, trasmitiendo estos genes humanos a las sucesivas generaciones. ¿Ratántropo, antropomúrido? ¡Si Frankenstein levantara la cabeza! Los científicos de la Universidad Politécnica del estado de Virginia han creado cerdos transgénicos que pueden producir proteína C en la leche (tal proteína es un anticoagulante que parece tener muchas probabilidades de convertirse en el elemento fundamental para la prevención de apoplejías y ataques al corazón). Hoy día, miles de microorganismos y plantas han sido patentados, así como seis animales. Más de 200 animales producidos artificialmente empleando técnicas genéticas están pendientes de aprobación en la Patent and Trademark Office. Mediante la adjudicación de amplias protecciones de patentes sobre formas de vida consecuencia de la ingeniería genética, el gobierno estadounidense da su visto bueno a la idea de que las criaturas vivas pueden ser reducidas al estado de invenciones manufacturadas, sujetas a las mismas normativas de ingeniería y de explotación comercial que los objetos inanimados. Asimismo, no solamente existen ya cultivos hidropónicos, sino también sin tierra: ¿qué será de los pobres, que hasta ahora tenían al menos su pedacito de tierra, si no pueden competir productivamente con las semillas de las firmas multinacionales? Hoy nos echaríamos a reír si recordásemos que: • En 1825, los periódicos, ante los recién estrenados 40 km/h del ferrocarril, escriben: «Con esa velocidad subirá la tensión arterial de los viajeros, y las vacas que pastan tranquilamente se marearán». • En 1876, un periódico de Boston comenta a propósito de la invención del teléfono: «La gente bien informada sabe que es imposible trasmitir la voz a través de alambres y que, si fuera posible hacerlo, carecería de valor práctico». • En 1878, tras observar la luz eléctrica en una exposición científica universal, un profesor británico escribe: «Cuando finalice la exposición de París, la luz eléctrica se acabará, y no se oirá más de ella».
EL INDIVIDUO, LA KSPECIE: TAN JÓVENKS
17
• En 1895, el fisicomatemático lord Kelvin manifiesta: «Máquinas voladoras más pesadas que el aire son de todo punto imposibles». • En 1899, Charles Duell, nada menos que director del registro de patentes de Estados Unidos, comenta: «Se ha inventado ya todo cuanto se puede inventar», razón por la cual aconseja a la Casa Blanca la clausura de tal registro. • El 2 de agosto de 1968 se lee en el Business Week: «Con más de 50 marcas extranjeras de automóviles vendiéndose ya en Estados Unidos, no es en absoluto probable que la industria automovilística japonesa consiga ni siquiera un pequeño porcentaje del mercado americano». • En 1977, Ken Olson, a la sazón destacado presidente de Digital Equipment Corporations, proclama: «No existen razones para que un individuo tenga un ordenador en su propia casa». No sólo cambia la perspectiva ante el progreso científico, también la vida humana se ha dilatado tanto, que hoy sólo con humor podemos leer frases como ésta de Stendhal: «La señora de Renal tenía casi 30 años, pero todavía era una mujer encantadora». Hoy día, a los 30 años de edad, una mujer es todavía casi una adolescente a la búsqueda de su primer empleo. Prótesis sobre prótesis, quién sabe cómo pueden terminar las cosas mañana. .. Todas las mutaciones que han venido luego se han dado, además, con el trasfondo del celerísimo cambio del escenario geoestratégico, que ha barrido el mapa de Europa: ¿dónde está el comunismo de ayer, ese gran coco? Especialmente en el ámbito tecnológico, bien pocas cosas nos sorprenden hoy, razón por la cual la gente, necesitada de creer en algo, vuelve la vista hacia las profecías de Nostradamus, o de Rapel, si es menester. Es el retorno de los brujos, contra el que predicó el siglo xrx ilustrado y positivista. El asunto es de tal magnitud, que cada año de hoy equivale a un milenio de desarrollo científico-técnico de antes. Parece que dentro de 20 años habrá viajes de fin de semana a la Luna, donde se está sembrando atmósfera artificial como base para la marti-terricolonización. A ver quién se atreve a predecir del futuro otra cosa que su impredecibilidad, si cada mañana tomas el tren del futuro, si empiezas a empezar cada mañana. Nuestra especie se ha especializado en no especializarse; de ella, impredecible, cabe esperar cualquier cosa. Estrenamos permanentemente especie humana, revalidamos nuestra novedad con otra más nueva que envejece a la anterior; a pocos extrañará que nuestros abuelos ya apenas entiendan nada de todo esto, pues se les ha ido de las manos el planeta cuya tierra trabajaron y amasaron con sus agrietadas manos. Parece como si el tiempo rivalizase con dejarse atrás a sí mismo, como si el planeta Tierra hubiera enloquecido en su ultrarrápida voluntad de girar alrededor del Sol para ponerse a su altura, y terminado por autoatraparse cual pescadilla que se muerde la cola, dando la impresión de que el día ha alcanzado a la noche, con la subsiguiente noche perpetua en las zonas más
i»
18
CAP. 1. ANTROPOLOGÍA FILOSÓFICA
eclipsadas. Entre lo anterior y lo posterior no se ve la coherencia, quedando el ciudadano perplejo o arrumbado en su sillón por la movilidad que le abruma y derrota. No has terminado de abrir la caja de la sorpresa, y otra mayor ya te sorprende. Una palabra define el ritmo de nuestras horas: obsolescencia. Vivimos caducados antes de que se haya cumplido nuestro plazo; entramos en el desempleo antes de haber ocupado un empleo. El mundo nos aparca, nos sobrepasa, nos jubila. El dilatado pasado parece caber en un modesto huequecito de nuestro minúsculo presente; en el pasado mucha extensión y poca intensión, en el presente poca extensión y mucha intensión, al modo de la cabeza de un átomo. Antes de un amén, nos caen encima más novedades que a toda la humanidad pretérita, y nuestra tentación es abandonar la mirada rememoradora, el gesto amansado en la historia pretérita. En el actual imaginario social, lo único vivo es el futuro; ávida de futuración, la humanidad acaricia más que nunca la ilusión de conquistar por el progreso la piedra filosofal del futuro en el presente eternamente vencedor. El carro del progreso conducirá hacia la meta final a los laureados neoaurigas, más veloces que el viento y que el sonido y que la misma luz, cuyas barreras esperan poder pulverizar mañana, con la secreta convicción demiúrgica de que para la omnipotente ciencia nada hay imposible, término por desterrar de los vocabularios, museizable en el archivo de antiguallas. En la antítesis respecto de nuestros abuelos -muchos de los cuales se han ido al otro mundo sin haberse creído del todo eso de la llegada de los primeros astronautas a la Luna, evento que tomaron por un mero anuncio publicitario-, ¿para qué fatigarse estudiando el pasado cuando estamos a punto de fundirnos en la masa crítica del futuro, nuestro verdadero tiempo? Nuestra ley psicológica de gravedad rezaría así: el futuro caerá por su propio peso. La máquina histórica ha progresado tanto, que arrastra y sobrepasa a su propio constructor; hoy estás arriba, mañana abajo, pero tú no la dominas; a quien la máquina histórica se la dio, la máquina histórica se la bendiga. En la era de ese futuro absoluto que devolverá al presente todas las cosas del pasado a modo de palingenesia restauradora, es cuestión de saber ponerse al rebufo del futuro, dejarse llevar por su omnipotente superturbo, atendiendo a la ley del mínimo esfuerzo subjetivo echándole oportunismo. Calma. He ahí el baño de neobudismo y de neohinduismo en que parecen inmersas las últimas generaciones, nuevos bañistas en las turísticas aguas del Ganges del futuro, impregnadas por un fatalismo social con su correspondiente ley del karma derrotante -donde las castas, ay, sí que parecen inamovibles, y contra las que cualquier rebeldía topa-, ahora que Occidente ha descubierto la inocencia del nihilismo. La historia toca a su fin cuando pasado, presente y futuro se funden en una unidad de tiempo en el cual ya está todo andado. Dicho de otro modo: nihilismo y fin de la historia resultan ser dos vocablos diferentes para dar cuenta de una misma realidad, la realidad de la nada, el tiempo del vacío, la metaforización de una existencia social sin impulso propio.
LA SINGULARIDAD HUMANA INTELIGENTEMENTE EMOCIONAL Los chimpancés son primos nuestros, compartimos 95 % de los genes y, sin embargo, ¡qué fantástica lejanía! Se rascan ahora igual que se rascaron siempre. ¿Por qué si los genes de la mosca del vinagre coinciden en 60 % con los de la especie humana, existen tantas diferencias? En efecto, el animal produce solamente para su propia especie, mientras que el hombre puede producir para las demás. El animal posee inmediatamente para su cuerpo físico, mientras que el hombre se enfrenta con el producto y lo objetiva universalmente. El animal puede trabajar con datos presentes, como comida o instrumentos que ve, y sus respuestas son mucho más exactas si el problema que se le presenta está relacionado con sus necesidades biológicas, mientras que al hombre su capacidad de acumular experiencias le sirve para abrir necesidades nuevas. El animal es capaz de utilizar instrumentos, o incluso de elaborarlos con sus manos, pero no de fabricarlos con otros instrumentos (es decir, de «conducta instrumental de segundo orden»). El hombre modifica su dotación innata y avanza mediante la simbolización que le libera de lo sensible: produce objetos que otros consumirán, y a su vez depende del trabajo ajeno; aprende la tradición y luego puede prolongarla o modificarla; orienta su comportamiento hacia el bien común, creando para ello la ley; se eleva a la música, al arte, a la escritura, a la religión. En su libro El método, conocimiento del conocimiento, Edgar Morin cita estas capacidades de la inteligencia: aprender por sí misma; distinguir lo importante de lo secundario; reconstruir la realidad a partir de indicios fragmentarios; enfrentarse superadoramente a situaciones nuevas; modificar las estrategias en función de la información y la experiencia; prever el futuro elaborando planes sin ignorar las incertidumbres; reconocer lo nuevo sin reducirlo a lo conocido. Veamos ahora algunas dimensiones particulares de esta inteligencia humana, tan distinta y superior a la animal. Aunque somos una unidad emocionadamente inteligente (inteligencia emocional), cabe separar pedagógicamente esa unidad para explicarla mejor. Veamos.
La inteligencia La inteligencia humana es la única abierta a nuevas posibilidades, capaz de liberarse de los instintos, de las rutinas, de lo concreto. Es la aptitud para resolver problemas y extraer relaciones entre cosas diversas, para comprender algo abstracto y complejo, para adaptarse a situaciones imprevistas, etc. Ella no sólo capta el mundo ajeno, sino que es además autoconocimiento: si un perro se mira en el espejo no se ve a sí mismo; sólo el humano puede preguntarse «¿quién soy?» y responder «soy yo». «Conócete a ti mismo» es algo que no hubiera podido pedir Sócrates a su perro.
20
CAR 1. ANTROPOLOGÍA FILOSÓFICA
No resulta fácil definir la inteligencia; he aquí algunas definiciones aproximadas: • «Inteligencia es lo que mide mi test» (Binet). • «Inteligencia es la capacidad para pensar de manera abstracta» (Terman). • «Inteligencia es la capacidad para actuar con propósitos concretos, pensar racionalmente, y relacionarse eficazmente con el ambiente» (Wechsler). • «Inteligencia es lo que puede uno hacer con lo que sabe» (Duncan). • «Inteligencia es la capacidad de frenar el impulso por medio del concepto» (Thurstone). • «Inteligir es un modo de sentir, y sentir en el hombre es un modo de inteligir» (Zubiri). El lenguaje, la simbolización, la conciencia reflexiva y la conciencia moral (el ser capaz de distinguir el bien y el mal), todo esto sitúa al ser humano a una distancia cualitativa del animal. La memoria inteligente, en fin, sirve tanto para dar continuidad a la inteligencia como para potenciar la creatividad.
La abstracción Obtenemos conceptos gracias a que ejercitamos la abstracción. La abstracción es la operación mental por la cual separamos los rasgos comunes a una pluralidad de seres concretos. Dicha abstracción es resultado de un conjunto de operaciones mentales coordinadas, tales como comparar objetos y procesos, apreciar semejanzas, diferencias y relaciones entre ellos, seleccionar las semejanzas y relaciones relevantes, y estructurarlas finalmente en la unidad de un concepto. Abstraer un concepto es, por tanto, construirlo. Comenzando por la sensación y la percepción, con la ayuda de la memoria, y desde la voluntad motivadora, alcanzamos el concepto, la idea, nombre bajo el cual se encierra la totalidad de la vida inteligente humana, la razón cálida, que no es una mera razón fría: «La realidad sentida es aprehendida en inteligencia sentiente, y su aprehensión nos instala aprehensivamente en la realidad. Estamos instalados en la realidad por el sentir, y por eso sentir lo real es estar ya inteligiendo».8 Si en la percepción se captaban siempre realidades singulares, objetos individuales, este árbol, este hombre, sin embargo no percibíamos todavía el árbol, ni el hombre, los cuales son ya «conceptos», realidades pensadas por el «entendimiento» y, por tanto, universales, aplicables a todo árbol y a todo hombre sin excepción. Como dijo Immanuel Kant: «Los objetos nos 8
X. Zubiri, Inteligencia sentiente. Alianza, Madrid, 1997, p. 84.
LA SINGULARIDAD HUMANA
21
vienen dados mediante la sensibilidad; en cambio, por medio del entendimiento, los objetos son pensados, y de él proceden los conceptos».
Extensión y comprensión En el concepto de «persona» no están incluidos rasgos característicos de Luis, como por ejemplo tener ojos negros y piel morena; si lo estuviesen, el concepto de persona no valdría para Lupita, rubia de ojos claros. El concepto es una representación abstracta; representa una pluralidad (o incluso la totalidad) de individuos mediante rasgos comunes a todos ellos. Cuanto más universal sea un concepto, tanta más extensión o denotación tendrá («persona» vale para todos los humanos, se extiende a todos, los denota a todos), pero tanta menos connotación o comprensión (no dice en concreto nada de las peculiaridades de este hombre o mujer singulares de aquí y de ahora). Sea como fuere, no resulta tan sencillo, como pareciera a simple vista expresar los conceptos, ya sea por la dificultad del concepto mismo, ya por la del lenguaje. He aquí un ejemplo tragicómico: El Instituto Internacional de Estadística pregunta a todos los países: "Por favor, ¿qué opina su país de la escasez de alimentos en el resto del mundo?". Transcurrido un par de meses sin contestación, los encuestadores lamentan no haber podido derivar resultados fiables por un problema de incomprensión general de la pregunta, elaborando el siguiente informe: los estadounidenses no entendían eso de "en el resto del mundo"; los africanos desconocían la palabra "alimentos"; los europeos ignoraban el sentido de "escasez"; los cubanos quedaban estupefactos ante el "¿qué opina usted?"; los argentinos desdeñaban eso de "por favor"... En fin, el lenguaje no sólo dice lo que dice la frase, sino lo que expresa la intención significativa: "Cambio pastor alemán por uno que hable español", "Solicito novia con automóvil; interesadas mandar foto del automóvil", "Vendo máquina de escribir a la que le falta una tecla", "Viejo verde busca chica ecologista"...
La afectividad La psicología diferencial nos instruye sobre la forma en que el abuelo, el padre, el adulto y el niño se comportan a tenor de la edad. La psicología social llama la atención sobre la influencia del entorno sobre el individuo. La psicología evolutiva da cuenta del carácter perfectivo y dinámico de la creatividad humana. Mas ¿qué nos dice la filosofía? Que nos implicamos más, y más creativamente, en lo que más nos interesa, en lo que nos resulta más valioso. Resulta erróneo desacreditar el acto de compasión o de amor (de las emociones en general) para remplazarlo por actos de la vo-
22
LA SINGULARIDAD HUMANA
GAP. 1. ANTROPOLOGÍA FILOSÓFICA
luntad, sólo porque en algunos casos sean insinceros o insuficientes. En la esfera afectiva no se produce alegría o tristeza del mismo modo que en la esfera volitiva proferimos un acto de voluntad o una promesa. Tampoco pueden gobernarse los afectos como gobernamos los movimientos de nuestros brazos, porque el sentimiento tiene sus razones que la voluntad no conoce. Intelecto, voluntad y amor deben cooperar entre sí, pero respetando el papel de cada uno. El problema surge cuando el corazón va más allá de su dominio y usurpa papeles que no le competen: si alguien que quiera comprobar un hecho se limita a afirmar que su corazón le dice lo que ha ocurrido, abre la puerta a todo tipo de ilusiones; ha obligado a su corazón a realizar un servicio que nunca puede prestar y ha permitido que su uso inadecuado sofoque al intelecto. Un corazón alerta se alegra o se entristece según lo que se da frente a él; el juicio verdadero es una síntesis de subjetividad y objetividad, o mejor, la objetividad está mediada por la subjetividad, pero no creada por ella. Subjetividad no es subjetivismo; la pregunta de un corazón bien orientado no será «¿Me siento feliz?», sino «¿La situación objetiva es tal que resulta razonable ser feliz?». Es entonces cuando de la afirmación «eso es verdaderamente un bien» se sigue la afirmación «eso debe ser realizado». Para evitar el sentimentalismo, se necesita educar los sentimientos. Los grandes creadores (científicos, músicos, escritores, etc.) saben poner su entusiasmo al servicio de las grandes causas y fines elevados. Nuestras habilidades emocionales favorecen o dificultan nuestras capacidades intelectuales (concentrar nuestra atención, pensar, elaborar problemas, etc.). Si no nos encontramos emocionalmente bien, aprendemos mal. Si nos menosprecian, rechazamos lo que pretende enseñarnos el menospreciador.
La imaginación creativa La imaginación inventa, proyecta lo no presente, asocia ideas, construye otras completamente nuevas, imágenes insólitas: arte, narrativa, música, hipótesis científicas, soluciones de problemas cotidianos. Si la inteligencia convergente resuelve problemas que tienen respuestas bien determinadas, la divergente o imaginativa trata problemas que tienen posibles distintas respuestas. Situada la creatividad en el hemisferio derecho, que controla el lado izquierdo del cuerpo, el lema del pensamiento lateral o creativo sería: «Cualquier modo de valorar una situación es sólo uno de los muchos posibles». Por eso no usa la negación, no excluye lo no relacionado con el tema, no fija categorías ni etiquetas, explora los caminos menos evidentes y sigue procesos probabilísticos. Rasgos suyos son: genialidad, originalidad, audacia, ojos ingenuos, ingenio, perspicacia, flexibilidad, imprevisibilidad, apertura, aleatoriedad difusa, codificación decodificadora, impulsividad, problematización, azarosidad: «Apenas ha dado usted una pincelada, y todo ha cambiado.» «Es que el arte comienza donde comienza esa pincelada», respondió el maestro.
23
Pero no son antagónicos arte y artesanía; antes al contrario: la creatividad es la hermana del trabajo diario (1 % de inspiración, 99 % de transpiración). No ser un repetidor se consigue con una vida un poco larga, no se improvisa. Comprométete y la mente se caldeará, la creatividad se disparará. La creatividad, una vez hecha hábito, no desaparece; al contrario: se afirma y se potencia. Discrepamos, pues, de quienes contraponen: Hábito Hábito Hábito Hábito Hábito
= = = = =
repetición, creatividad = cambio lo conocido, creatividad = novedad lo seguro, creatividad = riesgo lo fácil, creatividad = dificultad inercial, creatividad = esfuerzo
La libertad Definir la libertad como la capacidad para recibir información, elaborarla y producir respuestas eficaces, puede servir para explicar la inteligencia de una computadora o de una ardilla, pero no para explicar la humana. La libertad nos lleva a aprovechar los propios defectos haciendo de la necesidad virtud. Hay que aprender a bailar sobre los propios hombros; el niño aprende su libertad obedeciendo. La autonomía personal se construye sobre la obediencia. Lo propio de la inteligencia humana es sacar más de lo menos; conseguimos ser libres cuando obedecemos las órdenes inteligentes que nos damos a nosotros mismos, las que han sido fruto de una deliberación que tiene en cuenta lo que deseamos, las consecuencias de nuestra acción, los conocimientos almacenados, los errores vividos, los valores que queremos proteger. Tan compleja habilidad no se improvisa: es obra de un largo proceso de construcción. La libertad es una propiedad de la voluntad, por medio de la cual se tiene la capacidad de elegir y de actuar. Su antítesis es la esclavitud, la servidumbre respecto de los demás o respecto de los propios vicios y debilidades. • La libertad es una forma de causalidad: libertad no es pura arbitrariedad, sino autodeterminación, acción causal inteligente. • La libertad es tendencial y desiderativa: no se da al margen de las tendencias y deseos humanos, pero los gobierna. • La libertad es limitada: está condicionada por las estructuras físicas, biológicas, económicas, sociales, históricas, etc., y por las posibilidades de elección, que también son limitadas. • La libertad es histórica y procesual: las elecciones que se van haciendo en el tiempo pueden aumentar, disminuir o destruir esa libertad. • La libertad es relacional o interpersonal: debe tener en cuenta el carácter social de las demás personas: seré más libre cuanto más rodeado de hombres y mujeres libres me encuentre.
CAR 1. ANTROPOLOGÍA HLOSÓKICA
La libertad es indivisible, aunque sea limitada: si te dan 99 % de libertades, pero se quedan con 1 %, que es la llave, no eres libre. Esto se refleja en la Declaración Universal de Derechos Humanos. Clases de libertad 1. Libertad negativa o libertad-de (indeterminación). No estar sometido a condicionamientos internos (coacciones morales, psicológicas, etc.) ni externos (fuerza física, tortura, etc.). 2. Libertad positiva o libertad-para (autodeterminación). Capacidad positiva de autodeterminación. Dentro de ella se distinguen: a) Libertad física {libertad de residencia y de circulación). Hasta del pájaro enjaulado decimos que no es libre. A veces se impide sin causa legítima: cuando se encarcela a la gente por tiempo indefinido sin que se sepa cuál es la causa; cuando no se permiten las visitas de familiares o abogados del detenido. A la protección legal con que cuentan las personas para defenderse en esos casos, se le da en algunos países el nombre de «habeos corpus» o «juicio de amparo», en el sentido de proteger o tutelar esos derechos. b) Libertad de elección o psicológica (autonomía), o «libre albedrío». Es no prohibir la capacidad de autodeterminación, de darse a sí mismo los motivos de la actuación. Dentro de ella se encuadran la libertad de ejercicio, o de poder actuar o no actuar; la libertad de especificación, o de poder obrar de una forma u otra; la libertad de contrariedad, o de poder elegir entre el bien y el mal. c) Libertad de expresión. No basta con tener libertad de conciencia, es necesario poder manifestarla sin censura. Dentro de ella se encuadran las libertades políticas: de asociación de individuos y grupos, etcétera. d) Libertad de conciencia (responsabilidad). También llamada «libertad moral», es la capacidad de poder decidir por sí mismo entre lo mejor o lo peor, sin imposiciones.
¿Es absoluta la libertad? Por ser humana, la libertad tiene condicionamientos personales y circunstanciales: fisiológicos, psicológicos, económicos, culturales, etc. La libertad humana no es absoluta, porque el ser humano no es omnipotente: vive sólo unos años, cuenta sólo con unas capacidades, nunca alcanza todas sus metas. Menesteroso, limitado, contingente, finito, no puede estar libre de todo condicionamiento. Aceptados esos condicionantes, el ser humano siente que es libre: podría estar en este momento leyendo otra cosa,
LA SINGULARIDAD HUMANA
25
o no leyendo ninguna, estudiando o vacando. Así como la paloma está condicionada por sus alas, son también las alas las que permiten su vuelo. No podemos tomarnos en serio a quien justifique su pereza por la conjunción de Venus y Marte (determinismo cósmico). Ni atribuir nuestro estado físico únicamente a la constitución somática (determinismo biológico), pues un cuerpo bien dotado puede arruinarse, y uno mal dotado, mejorarse. Ni a los genes (determinismo genético), pues no existe el cromosoma moral. No podemos culpar a la «raza» (determinismo sociológico) de la corrupción, pues hay mexicanos que son corruptos y otros que son ciudadanos ejemplares. No son nuestros sentimientos, motivos y deseos los que nos arrastran hacia una acción inevitable (determinismo psicológico), pues tenemos voluntad. Todo influye, todo condiciona, pero nada determina totalmente. Por el contrario, existen ejemplos de gente que por decisión libre, con fuerza de voluntad y con gran convicción en su causa, lograron vencer condicionamientos impensables: el tartamudo Demóstenes llegó a ser el mejor orador de Grecia. Pero además la libertad está limitada socialmente: no puede permitirse que ningún ciudadano haga lo que le venga en gana si con ello perjudica a los demás. Para limitar el salvajismo del libertinaje está el Estado, el cual debe sancionar las conductas inadecuadas o delictivas. La libertad propia tiene sus límites allí donde comienzan las libertades de los demás. Como derecho, pues, la libertad va íntimamente unida a la responsabilidad, al deber. Ejemplo: a pesar de que defendamos la libertad de expresión, ésta no tiene derecho a ser divulgada masivamente en ciertos casos, a saber: cuando quien informa sólo tiene sospechas, pero no total certeza de la verdad de lo que informa; cuando quien informa sobre un tema especializado carece de cualificación específica; cuando quien informa se basa en la versión de sólo una de las partes involucradas; cuando la información conlleva secuelas negativas para la vida privada de las personas; cuando la información puede poner en peligro vidas humanas, o el bienestar, o el orden público -por ejemplo, creando el pánico, o interfiriendo en algún operativo policial o en un plan de emergencia sanitaria-; cuando la difusión masiva hace que alguien sea linchado por la opinión pública antes de que la juzguen los tribunales, etcétera. Libertad no es libertinaje, ni entregarse a toda clase de impulsos e inclinaciones: eso es lo contrario de libertad, es esclavitud. ¿Qué pasaría si todos hiciéramos todo el tiempo lo que nos gustara, aunque no fuera bueno? ¿Qué pasaría si nunca calculásemos las consecuencias de nuestros actos? ¿Qué pasaría si nadie nos diese nunca pistas sobre lo lícito y lo ilícito, lo conveniente y lo inconveniente? Libertad es manejo responsable de nuestro yo, creando (mediante la reflexión, el diálogo, la formación del criterio adecuado y el autodominio) ámbitos que posibiliten la acción y la inter-acción conforme a valores que nos permitan acercarnos cada vez más a todo lo que consideramos necesario, conveniente o deseable. El ejercicio de la libertad requiere el desarrollo de capacidades que existen en el ser humano, poro que requieren
26
GAP. 1. ANTROPOLOGÍA FILOSÓFICA
cultivo a través de la educación, proceso en el cual la experiencia humana es examinada, valorada y trasmitida individual y colectivamente. Sí, también colectivamente: la libertad es el valor fundamental de la democracia, forma de convivencia en la cual, dentro de los límites impuestos por la observancia de las leyes que aseguran el orden y respeto de los derechos de todos, nadie impone su voluntad sobre la del otro ni en su perjuicio.
LA CONCIENCIA MORAL
27
ramos por "conocer ciertas cosas: características del suelo, espacio que necesita el vehículo para detenerse, velocidad a la que se puede circular, etc. Decir «Ay, yo no sabía» cuando pudo saberse, evitaría muchos males. Mas ¿qué ocurre si hago daño sin saber y, por tanto, sin querer? ¿Soy responsable? Sea cual fuere el grado de ignorancia o in-consciencia, existe la responsabilidad material, la responsabilidad concreta de quien atropella a alguien o le causa un daño. Entonces el responsable debe asumir los hechos y las consecuencias derivadas de éstos.
Sin libertad no habría moralidad Sin libertad no habría responsabilidad, y entonces ni el bien ni el mal nos serían imputables: viviríamos como animales sin conciencia moral, a-morales. Pero el ser humano es moral (moralmente bueno) o inmoral (moralmente malo); incluso el des-moralizado vive moralmente, aunque en baja forma. Nacemos con una determinada naturaleza, pero vamos modificándola con nuestro actuar, pudiendo encaminarla hacia la plenitud (y entonces nos encontramos altos de moral) o hacia la degeneración (y entonces andamos con la moral por los suelos, bajos de moral, des-moralizados). No existe acto humano a-moral: o es virtuoso o es vicioso. Quien se tumba en el campo porque es vago comete un acto inmoral; quien se tiende en el campo después de trabajar por su familia ejerce un acto moral. El hecho es el mismo, pero el primero se inserta en un contexto de irresponsabilidad, a diferencia del segundo: tiene una intencionalidad moral distinta según la opción ad-optada en cada caso.
LA CONCIENCIA MORAL A c t o del hombre y acto humano No siempre somos conscientes del sentido de nuestros actos; cuando actuamos sin conciencia del bien o del mal moral de nuestros actos, realizamos actos del hombre; cuando sí somos conscientes, realizamos actos humanos.
Ignorancia: invencible o vencible Entonces, ¿no sería mejor ignorar todo para no tener responsabilidad alguna? No, pues la ignorancia no exime de toda responsabilidad. Nadie puede alegar que por ignorancia entró en casa ajena para robar. Hay una ignorancia invencible cuando es superior a nuestras posibilidades: a veces nos faltan medios, capacidad, etc., para llegar a ser del todo conscientes. Pero hay una ignorancia vencible que todos estamos obligados a superar. Por ejemplo: algunos accidentes de tránsito se evitarían si nos preocupá-
¿Y la intención? ¿Y si hago algo con buena intención y a pesar de ello perjudico? Pongamos dos ejemplos. Ejemplo uno: regalo una flor tropical a un amigo y, como es alérgico, cosa que yo no sabía, se llena de granos. Como consecuencia, le deja la novia, se deprime, le echan del trabajo, y a un mal sigue otro. Sin embargo, pese a lo lamentable del caso, no soy moralmente responsable: ¿cómo imaginar todo eso? Con la mejor intención he producido un desaguisado, desde luego, pero sin responsabilidad moral. Ejemplo dos: saco a pasear a un perro doberman y, mientras él corretea, me siento a leer. De repente, oigo un grito. El doberman ha mordido a un niño, aunque afortunadamente no ha llegado a causarle lesiones de gravedad. Sin embargo, aunque la cosa no haya ido más lejos, sí soy responsable moralmente: debía saber que al doberman hay que llevarlo atado con una correa, dada su agresividad. En cualquier caso, la conciencia tiene una función autocrítica: actúa como un juez que alaba algunas de nuestras acciones y desaprueba otras, castigándolas en este caso con el remordimiento. Por eso se habla de examen de conciencia: es la necesidad de revisar la propia vida para dirigirla en un sentido humanizador. Hay al respecto conciencias escrupulosas: todo les parece pecado, de todo se sienten culpables: «Yo debería haber preguntado a mi amigo si era alérgico antes de enviarle las flores», etc.; es una deformación de la conciencia moral. En el otro extremo están las conciencias laxas: no se sienten culpables de nada, etc.; también es una deformación de la conciencia moral. Entre ambos extremos está la conciencia recta, que hace lo posible por estar bien informada; cuando lo está, se llama conciencia cierta; en caso contrario (o sea, cuando induce o se ve inducida a error) es conciencia errónea.
Conciencia y voluntad De todos modos, al actuar podemos seguir el juicio de la conciencia, o desatenderlo ya sea por debilidad o por perversidad moral. A menudo
28
LA CONCIENCIA MORAL
CAP. 1. ANTROPOLOGÍA FILOSÓFICA
sé qué es lo mejor, pero hago lo malo o incluso lo peor. Se dice que un intelectual es una persona que usa más palabras de las necesarias para decir más cosas de las que sabe o mejores de las que hace. Algo, en todo caso, muy común, pues del dicho al hecho va mucho trecho. Si la «ética» es la teoría y la «moral» es la práctica, hay casos de gentes sabias en el discurso, pero muy canallas en la práctica. Conciencia y universalidad A veces alguien te dice mientras te pisa el pie: «Yo no quiero ser bueno porque no va con mi carácter; respétame, soy como soy». Pero quien menosprecia la posibilidad de querer ser bueno pierde humanidad. Más aún: la persona verdaderamente humana no solamente se limita a querer ser mejor ella misma, sino que ayuda a que los demás también lo sean. La conciencia madura busca la universalidad del bien: si es bueno para mí comer, debo trabajar por extender ese bien a toda la humanidad, superando el egocentrismo (sólo para mí), el etnocentrismo (sólo para mi raza), el nacionalismo (sólo para mi patria), etcétera. La tribu de los kamarakoto, en la cuenca del Orinoco, considera que fumar es el mayor pecado. La tribu vecina de los kueng cree que el mayor delito es no saludar. ¿Cambian, pues, los valores de una tribu a otra, de un Estado a otro? No, en el fondo ambas tribus defienden el mismo valor: los kamarakoto creen que inhalar limpio el aire y devolverlo sucio ofende a los dioses que viven en la atmósfera; los kueng creen que quien no saluda viola la hospitalidad que se deben todos los humanos, hijos de un mismo Dios, al que no se debe ofender. En ambos casos, pues, más allá de los hechos diferentes, las intenciones y los valores son idénticos, universales. La norma de moralidad (Contra el «juridicismo» que pretende reducir lo moral a lo legal) Hemos tratado hasta aquí de la libertad y de la conciencia moral, ambas pertenecientes a la esfera del sujeto, a la esfera «subjetiva» (no confundir con «subjetivista»). Así pues, ¿cuál es la otra cara de la moneda, la cara «objetiva» con la cual se confronta el sujeto ético? La norma de moralidad. Para entender mejor la norma ética (norma de moralidad), vamos a contraponerla con la norma jurídica (norma legal), pues no puede reducirse lo moral a lo legal. Esa falsa reducción se llama «juridicismo», y olvida que hay normas legales que son inmorales (desafortunadamente, más de las debidas). ¿Qué actitud tomar ante las leyes democráticas legales pero inmorales? ¿Acatarlas, contraviniendo la propia conciencia? Ciertamente no. ¿Desobedecerlas? A pesar de todo, sí, aunque este ejercicio de la disidencia por motivos morales no sea cómodo. Las leyes humanas a veces son incompatibles con la conciencia moral de los individuos, los cuales optan por desobede-
29
cerlas. Desde que san Agustín (siglo v d. C.) acuñó el lema «La ley injusta no es ley», se usa la objeción de conciencia frente a las leyes injustas. Norma moral y norma legal Origen. El Estado promulga las normas jurídicas; las normas morales surgen por convencimiento de la conciencia de cada sujeto autónomo. Obligatoriedad. El Estado obliga mediante coacción a cumplir las normas legales; las normas morales las impone la propia conciencia. Sanción. El Estado castiga la transgresión de las normas legales; en las normas morales, la conciencia castiga con el remordimiento. Promulgación. El Estado promulga las leyes; la conciencia, la norma moral, etcétera. Abundando en estas diferencias, escribe Adela Cortina: Para que una sociedad sea justa no bastan las leyes jurídicas, al menos por las siguientes razones: • Las leyes jurídicas no siempre protegen suficientemente todos los derechos que son reconocidos por una moral cívica. • A veces exigen comportamientos que no parecen justos a quienes se saben obligados por ellas. • Las reformas legales son lentas, y una sociedad no siempre puede esperar a que una forma de actuación esté recogida en una ley para considerarla correcta. Por eso muchas veces la ética se anticipa al derecho. • Por otra parte, este tipo de leyes no contempla ciertos casos particulares, que sin embargo requieren consideración. • El hecho de juridificar es propio de sociedades con escasa libertad. En las sociedades más libres la necesidad de la regulación legal es menor, porque los ciudadanos actúan correctamente. • Aunque parezca que las normas jurídicas que protegen derechos fundamentales garantizan esa protección en mayor medida que las normas morales, es decir, aunque parezca que son más eficaces, lo cierto es que su capacidad protectora es muy limitada. Las leyes pueden eludirse, manipularse y tergiversarse; sobre todo, por parte de los poderosos. Por eso la única garantía de que los derechos se respeten consiste en que las personas estén convencidas de que vale la pena hacerlo.9 La norma de moralidad (Contra el «sociologismo» que pretende reducir lo moral a lo legal) También la sociedad tiende a confundir lo moral con lo vigente, con los usos y costumbres dados, con lo social. Esta falsa reducción de lo mo"A. Cortina, Gula para la educación moral, Anayn, Madrid, 199(>, \i. 27.
30
LA CONCIENCIA MORAL
GAP. 1. ANTROPOLOGÍA FILOSÓFICA
ral a lo social es el «sociologismo». Sin embargo, aunque todos menos uno se emborrachasen, la borrachera estaría mal; incluso, aunque no hubiese ningún sobrio, la borrachera seguiría estando mal. La sociedad puede obligar externamente con todo tipo de coacciones, pero no pasa de ahí. ¿Cómo podría ella explicar el remordimiento o la sensación de culpabilidad, cuando bastaría una simple mentira para cumplir con lo que la sociedad pide? La sociedad no es capaz de llegar al interior de la conciencia. Fundadores y reformadores religiosos, místicos, santos, con su «impulso de amor» han roto las convenciones sociales y elevado la humanidad a nuevos destinos.
La ética como tarea: el carácter ético Pese a los matices, suelen usarse «moral» y «ética» como sinónimos. El término «ética» viene del griego éthos, «lugar donde uno habita» (primera naturaleza, naturaleza exterior, ecología) y «modo de ser» (carácter, segunda naturaleza, ya auténticamente personal). Quien vive respetando y plenificando ese éthos, así como el de las demás gentes, lleva una vida ética, si no lo hace así pasa a ser anti-ético, in-moral. Cada persona asume la vida provisto de su correspondiente «ethos». Con sus actos éticos, logra hábitos (si buenos, virtudes; si malos, vicios), y esos hábitos constituyen su carácter ético. Así que la ética es sencillamente aquel quehacer que consiste en la forja del carácter moral: siembra una acción y recogerás un hábito; siembra un hábito y recogerás un carácter; siembra un carácter y recogerás un destino. La ética, así definida, tiene tres grandes tareas: aclarar en qué consiste lo moral, fundamentar por qué, y aplicarlo. Respecto a lo primero, la moral consiste en cumplir con el deber de. realizar nuestra vocación, aquello que estamos llamados a ser: sencillamente, ser personas. Nada del otro mundo, aunque no pocas personas en este mundo se empeñen en vivir como bestias. Por tanto, remitimos al lector al capítulo 3, en donde estudiamos la identidad personal. La moral, pues, pide que se ejerza en la vida esa identidad personal.
¿Deber? ¿Por qué sí, por qué no? Mas, así como a un niño pequeño se le dice qué debe hacer y según crece se le explica por qué, a un adulto no se le dice simplemente qué debe o no debe hacer, qué deberes tiene que realizar, sino también y sobre todo «por qué» o «por qué no». No es el contenido (la moral como contenido), sino la «estructura» misma del deber o no deber lo que primero debo clarificar. Pues bien, ¿por qué vivir como personas y no como cerdos? Porque la razón nos ha demostrado, y así lo hemos aceptado, que no
31
hay nada mejor que vivir como personas; por eso, como dice Zubiri: «Ni el individuo ni la sociedad pueden determinar un sistema de deberes, si no es en vista de una cierta idea del hombre». Debemos, pues, vivir conforme a la idea de hombre que hemos desarrollado, y ése es el sentido -un poco oscuro, quizá- de la siguiente frase de Zubiri: «en que la propiedad sea apropiable está el carácter de bien. Y en el que sea apropianda está el carácter de deber... El deber no es otra cosa, como determinación del bien, que la determinación de las posibilidades apropiandas en orden a su perfección, esto es, la realidad humana qua debida, su perfección.»10 Asumir el deber de vivir como persona ¿es pesado? Son grandes y pesados los fardos del «¡Tú debes!», donde el gusto del querer se convierte en la exigencia del requerir. Animal modesto y desacreditado, el camello que los porta es el mejor en la travesía del desierto; sin embargo, nadie (y, menos que nadie, el abúlico), debería reírse de la chepa del camello, pues es en esa chepa donde conserva la humedad necesaria para la dura travesía del desierto. El oficio del camello es duro, trabajoso, pero ése es el magnífico regalo que a cambio ofrece al mundo: «Señor -exclamó Leonardo da Vinci- tú nos das dones, pero nos pides a cambio la fatiga». A diferencia del camello, la persona asume el fardo de su libre querer autónomo, dispuesta a dar la vida si fuere menester, a darla sin quitarla, a darla sin mentir ni escudarse en nada que no sea el mero hecho de darla, sin esperar recompensa alguna, sin dejarse llevar por los deseos alocados ni por las gratificaciones interesadas, sólo por puro sentimiento del deber libre y liberador.
La «aristocracia» moral del deber No puede pretender derechos quien no quiere soportar deberes. «Aristócrata» moral es el sentimiento del deber; plebeyo, el sentimiento del solo derecho. Por eso: • El aristócrata moral siente que libertad y deber van juntos, pues sólo el libre puede asumir el deber de ser libre; el plebeyo ve en todo deber una forma de esclavitud, y en el derecho, la única libertad. • El aristócrata moral reconoce: «Yo debo, y de lo que yo debo hacer soy el único responsable»; el plebeyo masculla: «Yo sólo tengo derechos». • El aristócrata moral valora el esfuerzo; el plebeyo encierra su yo privilegiado por los derechos con mil y un cerrojos. • El aristócrata moral asume la responsabilidad que se deriva de su acción; el plebeyo endosa al otro la responsabilidad propia, pero procura arrebatarle el fruto de su esfuerzo. '"X. Zubiri, Sobre c/ hombre, Alianza, Madrid, 1999, p. 89.
32
CAP. 1. AN'I'KOI><>I,<)<;IA HIXISÓFICA
El aristócrata moral se regala, incluso, a sí mismo; el plebeyo únicamente arrima el ascua a su sardina, está siempre a las maduras pero nunca a las duras. El aristócrata moral sabe agradecer sus esfuerzos a aquéllos respecto de los cuales se siente en deuda; el plebeyo moral no entiende otra deuda que las deudas que a él le adeudan. El aristócrata moral se encuentra en deuda con los otros, por eso asume agradecido el deber ante ellos; el plebeyo reduce todos los rostros al suyo propio.
LA VERACIDAD Desde que experimenta sus primeras sensaciones, hasta que elabora los más abstractos y complejos conceptos, el ser humano, en su totalidad unitaria intelectiva y afectiva, busca la verdad. Dicho de otro modo: el ser humano anhela moverse en la verdad. Mas ¿qué es la verdad? La verdad es la presencia de la realidad ante el ser humano: «Decir de lo que no es que es, o de lo que es que no es, es falso; y decir de lo que es que es, y de lo que no es que no es, es verdadero; de suerte que el que dice que algo es o que no es, dirá verdad o mentira." La antítesis objetiva de la verdad es la apariencia. Quien se deja llevar por la apariencia está subjetivamente en el error. Vivir en la verdad es tan importante, que por algo dijo Aristóteles respecto de su maestro Platón: «Amigo Platón, pero más amiga la verdad».
LA CONCIENCIA MORAL
33
dad, ni subjetiva ni objetiva, ni siquiera el valor de verdad. Ambas formas de escepticismo se autocontradicen, pues si digo: «Afirmo absolutamente que no hay verdades absolutas», estoy afirmando una verdad absoluta: la de que no hay verdades absolutas.
Posiciones intencionalmente perversas Junto a esos extremos intelectuales hay posiciones en que no se busca la verdad: a) El cinismo. El cínico, decía Osear Wilde, conoce el precio de todas las cosas y el valor de ninguna. No menos contundentemente afirmaba Machado: El cínico es un necio, y todo necio confunde valor y precio, por eso des-precia o menos-precia lo valioso. El cínico cree que con dinero en el bolsillo se es inteligente, atractivo, y además se canta bien. b) El subjetivismo por principio. Al subjetivista le falta voluntad de verdad, no le importa «la» verdad, sino tan sólo «su» verdad. Por eso desoiría al poeta: «¿Tu verdad? No, la verdad. Y ven conmigo a buscarla. La tuya, guárdatela».
Posiciones intelectualmente extremas Respecto de la verdad caben dos extremos: a) El dogmatismo. Acepta e impone supuestas verdades absolutas que, sin embargo, no proceden de la razón, ni se someten a diálogo crítico y que, por no estar fundadas objetivamente (por ser infundadas), no pueden ser aceptadas como tales verdades. El dogmatismo es muy frecuente, pero suele verse en el ojo ajeno antes que en el propio, por eso resulta más difícil de superar. b) El escepticismo. Duda de todo sin aceptar verdad objetiva alguna, y es la antítesis del dogmatismo. Su forma más común es el relativismo, que no niega la existencia de verdades, pero afirma que éstas son relativas, que nada es verdad ni mentira, sino todo según el color del cristal con que se mira: según la edad, el sexo, la nacionalidad, la clase social, el temperamento, el clima, etc. La otra forma de escepticismo, más dura, es el nihilismo, que afirma que no existe ninguna verAristóteles, Metafísica, IV, 7.
Apariencia y realidad «La gente cree que existe lo dulce, y cree que existe lo amargo, y cree que existe el calor, y cree que existe el frío, y cree que existe el color. Pero en la realidad lo que hay son átomos y vacío» (Demócrito). Al hombre ingenuo le parece evidente que la silla sobre la que se sienta es una silla tal como se le aparece a él. Sin embargo, no es así: ni la silla tiene el color que tiene, ni el cielo es azul; si no hubiera ojo, no habría colores ni sabores. Es el ojo el que transforma los datos exteriores en color. Mi retina tiñe de azul al cielo, transformando las ondas electromagnéticas que llegan a ella. Mi oído no sólo convierte los ruidos exteriores en sinfonía para mí, ni siquiera basta con ese equipamiento personal para que se haga en mí la música: a Napoleón, sordo para la melodía, la música le parecía el menos desagradable de los ruidos. En la física clásica, se pensaba que sujeto y objeto de conocimiento eran independientes; se pensaba que si el hombre fuese capaz de construir una máquina correctora de las alteraciones producidas por el observador en lo observado, terminaría describiendo exactamente los fenómenos. Pero no es
34
CAP. 1. ANTROPOLOGÍA FILOSÓFICA
así: ni la máquina más perfecta podrá corregir las modificaciones que introduce el hombre en su contacto con ella. La verdad no siempre se deja aprehender, nuestro contacto con ella la oculta: «El rey mostró el elefante a los ciegos, y les dijo: '¡Ciegos, esto es un elefante!' A uno le presentó la cabeza del elefante; al segundo, las orejas; al tercero, un colmillo; a otros, la trompa, el lomo, un pie, las nalgas, el rabo, el extremo peludo del rabo. Y a todos les fue diciendo que se trataba de un elefante. «Díganme, ¿cómo es un elefante?». Los que habían examinado la cabeza del elefante dijeron: 'Es como un caldero'. Quienes habían palpado la oreja: 'Es como un gran abanico'. Los que habían examinado el colmillo: 'Es como una reja de arado'. Aquellos que habían examinado la trompa: 'Es como el timón de un arado'. Y, en medio de los gritos de '¡Así es un elefante, un elefante es así; así no es un elefante, un elefante no es así!', empezaron a liarse a puñetazos. Lo mismo les ocurre a muchos. Ciegos y sin ojos, desconocen la realidad: ignoran la verdad, no saben lo que ella es. En la ignorancia de lo que es la verdad, se golpean y se hieren unas a otras esas personas pendencieras con palabras aceradas: '¡así es la verdad, la verdad no es así!'» (Buda).
El criterio de verdad Entonces, ¿cómo podemos saber que conocemos la verdad? Deberíamos tener una regla que nos permitiera discernir entre la verdad y el error. Tal regla se llama «criterio». He aquí algunos criterios de verdad: La evidencia. La evidencia exige la presencia inmediata del objeto ante el sujeto, por eso es sinónima de «intuición»: algo que está ahí delante y que se ve con toda certeza, algo que no admite grados: o sí o no. Lo que es evidente es evidente, no se discute ni se demuestra (¿Cómo «demostrar» que te amo? Puedo llevarte flores, pero eso no demuestra nada: o aceptas que te amo, o no. Obviamente, si te llevo flores, pero salgo con otra, te estoy demostrando que no te amo, aunque te diga lo contrario.) El problema es que lo evidente para algunos no lo es para otros. No son pocos los precipitados que se convencen rápidamente, y tampoco faltan los sugestionables en exceso, o los duros de convencer... La coherencia. El criterio de coherencia o consistencia exige la no-contradicción, la corroboración, a ser posible, la deducibilidad: que todo encaje objetivamente. El consenso. Este criterio se basa en el acuerdo común; su grado máximo sería el consenso universal, aquellas convicciones que han valido en todo tiempo y lugar. Es, por tanto, de carácter intersubjetivo. Pese a todo, quienes establecen lo prohibido y lo permitido también pueden equivocarse. Ni siquiera el consenso universal es garantía irrefutable de su verdad: Galileo estaba en minoría en su época, pero en lo cierto. Para evitar errores hay que ser autocríticos y dialogar.
35
LA CULTURA No coincidimos con nosotros mismos, no resulta fácil valorar: decimos una cosa y hacemos la contraria. Los errores suelen ser el puente que media entre la inexperiencia y la sabiduría. Aprendemos con dolor, y tarde: cuando uno comienza a preguntarse si es hora de irse, es que ya se pasó la hora de irse. Y, sin embargo, todo eso pertenece a la salsa de la vida; una ilusión fracasada es una experiencia dolorosa, pero una vida sin ilusiones ni voluntad de aventura no lo es menos. Las generaciones pasamos haciendo y deshaciendo, no sin hacer: cuando debes hacer una elección y no la haces, esto ya es una elección. Así que, cuando no tengas otra cosa que hacer, puedes plantar un árbol: irá creciendo mientras tú duermes. La cultura es un conjunto de ideas Según Edward Burnett Taylor (1832-1917), las ideas serían los átomos de la cultura, a partir de los cuales se generaría cualquier producción material de objetos, pero la cultura es algo intangible, que no puede ser directamente aprehendido ni siquiera por los mismos individuos que participan en ella: uno puede ver ciertas producciones, pero no ver una cultura, que es directamente inobservable. Por eso la conducta la estudiarían los psicólogos, y la cultura, los antropólogos. La cultura es un conjunto de productos Hacer cultura es «reificar», hacer alguna cosa, tratar como si fuera cosa u objeto a algo que en su realidad no se da con los caracteres tangibles y materiales de los objetos físicos como, por ejemplo, la bondad, la belleza, etc. Según Leslie White, la cultura consiste en todos aquellos modos de vida que dependen de la simbolización y a los que consideramos en un contexto extrasomático. La cultura es a la vez ideas y productos Según Franz Boas (1858-1942), la cultura puede definirse como «la totalidad de las reacciones y actividades físicas y mentales que caracterizan la conducta de los individuos que componen el grupo». La cultura es herencia social Según Bronislaw Malinowski (1884-1942), I,a herencia social es el concepto clave de la antropología cultural. Normalmente se la denomina cultura en la moderna antropología y en las cien-
36
LA CULTURA
CAP. 1. ANTROPOLOGÍA FILOSÓFICA
cias sociales. La palabra "cultura" se utiliza a veces como sinónimo de civilización, pero es mejor reservar este último término para un aspecto parcial de las culturas más avanzadas. La cultura incluye los artefactos, bienes, técnicas, ideas, hábitos y valores adquiridos.
37
continuidad. El máximo de información es algo muy distinto a la acumulación de una masa de datos: no consiste en equipar a todo el mundo con microfilmes portátiles de todas las cosas que contiene el Museo Británico; el máximo de información consiste en reducir los datos a la esencia, de tal modo que el portador sea señor de esos datos, y no su esclavo.
Resumen: Caracteres de la cultura La cultura tiene un aspecto subjetivo y otro objetivo o social Las cosas y acontecimientos que comprende la cultura se manifiestan en el tiempo y en el espacio: a) en los organismos humanos, en forma de creencias, conceptos, emociones, aptitudes; b) en el proceso de interacción social entre los seres humanos, y c) en los objetos materiales (hachas, fábricas, ferrocarriles, cuencos de cerámica). El lugar de la cultura es, a la vez, intraorgánico, interorgánico y extraorgánico. Dicho de otro modo: todo elemento cultural tiene dos aspectos: subjetivo y objetivo. Podría parecer que las hachas de piedra, por ejemplo, son elementos objetivos, mientras que las ideas y las actitudes son subjetivos, pero esto sería inadecuado, pues el hacha tiene también su componente subjetivo: no se usaría como tal sin el concepto y la actitud del usuario. Sea cual fuere su definición, la cultura es lo específicamente humano: el hombre es culturógeno o creador de cultura; no hay objeto cultural sin sujeto. Por así decirlo, los seres humanos tendríamos como tres cuerpos: el «cuerpo inorgánico» (la naturaleza), nuestro propio cuerpo orgánico y el «cuerpo espiritual» (la cultura). Por lo demás, resultan precisos dos o más para hacer cultura; ningún elemento de un solo individuo puede ser considerado como parte de la cultura de una sociedad: una técnica de tejer cestas conocida por uno solo no podrá ser calificada como parte de una cultura. Tan pronto como el nuevo objeto o situación es trasmitido a alguien, compartido por otro individuo de la sociedad, aunque sólo sea uno, debe ser tenido como parte de la cultura; un elemento no asciende sin más al rango de rasgo cultural hasta haber sido sometido por el grupo a un proceso de estandarización. El hecho cultural comienza a producirse cuando el interés individual se transforma en sistema público, general y transferible de esfuerzo organizado. La cultura humana satisface las necesidades de adaptación al medio capacitando al hombre con una ampliación adicional de su aparato anatómico, con una coraza protectora de defensas y seguridades, con movilidad y velocidad más allá de los medios de su equipo corporal concreto. La cultura, creación acumulativa, amplía el campo de la eficacia individual y proporciona una amplitud de visión con la que no pudo soñar ninguna especie animal. La fuente de todo esto reside en el carácter acumulativo de los logros individuales y en el poder de participar en el trabajo común. Eso transforma a los individuos en grupos organizados y les proporciona
Naturalidad. El saber sobre la naturaleza debe ser vivido desde el respeto a la naturaleza, de forma que el vivir en el saber sea también un saber en el vivir y ambos, un saber vivir. Humanización. La cultura se reconoce por su capacidad de establecer vínculos. Cuando el hombre se hace más culto, evoluciona hacia la amistad convirtiéndose en hombre entre los hombres y no degenerando en bestia entre las bestias. Difusividad. La cultura permite al hombre sentirse hermano de sus semejantes, potencia en él el sentimiento de la solidaridad haciéndole sentir continuador de la obra de los antepasados, y espera que los sucesores harán lo propio. Ello hará que proteste y luche frente a la injusticia. Universalidad. Para un ser que vive en profundidad, todas las culturas forman parte de una cultura común, todo es cultura; para otro que vive en superficialidad todo es anécdota, relativismo. Radicalidad. Porque, en última instancia, la raíz de toda cultura es el sujeto, la cultura no es sólo un sector, sino una función global de la vida personal. Dinamicidad. Para un ser que vive, la cultura constituye un proceso interminable. Deportividad. No es posible ganar todas las carreras en la lucha contra la ignorancia; se sale a jugar sabiendo que la victoria está en la adecuada participación. Sabemos que no sabemos: ¿qué otra cosa que ignorantes podemos considerarnos? Felicidad. «Una cultura contra la cual pueda lanzarse el gran argumento de que no nos hace felices, es una cultura incompleta», escribe Ortega y Gasset. Si no felices -añadimos nostros- al menos, dignos de felicidad. Trascendencia. La cultura no puede encerrarnos; antes al contrario: nos invita a participar en la aventura de lo eterno. Dimensiones de la cultura Historiar. Filosofar exige situar el saber en su dimensión histórica, pues la historia es maestra de vida y por ella evita que repitamos errores pretéritos. Pensar. La filosofía potencia la inteligencia lógica pura en sus niveles más abstractos; acentúa el rigor del método, el hábito reflexivo. Como afirma Imre
38
CAP. 1. ANTROPOLOGÍA FILOSÓFICA
Lakatos, un «programa de investigación» es una estructura que sirve tanto de guía positiva (diciéndonos lo que hay que hacer y evitar), como negativa (no pudiéndose rechazar ni modificar los presupuestos básicos del «núcleo central» del programa, que hay que conservar mediante un «cinturón protector» de hipótesis auxiliares y supuestos adicionales). Según Thomas Kuhn, un pensamiento maduro se rige por un solo «paradigma» o principio, suficientemente abierto y flexible, eso sí, en cuyo interior los problemas que se resisten a ser solucionados son considerados anomalías más que crisis, ya que no se conoce paradigma alguno que carezca de anomalías, y culpar de las mismas al paradigma sería como culpar de la propia torpeza a los instrumentos que manejamos. Consecuentemente, no debe criticarse de entrada el paradigma aceptado, pues si todos criticaran por principio todas las partes del marco conceptual en el que trabajan, no se llevaría a cabo ninguna investigación. Sólo cuando existan fallos graves entrarán en crisis esos fundamentos, y entonces deberán ser remplazados: será el momento de la «revolución» científica, de la cual puede salir progreso en mayor medida que en la «acumulación de tradiciones», pues los pensadores enfrentados a la emergencia promoverán estrategias para resolverla. Orientar la vida moral. La filosofía invita a la actitud serena y prudente, al discernimiento desapasionado. Esta actitud humana es, en cada circunstancia concreta, la última regla del acto. La sabiduría vital acomoda su comportamiento a lo sensato y exento de arbitrariedad; enseña a vivir y no sólo a imaginar cómo se viviría lo que se piensa, pues cuanto mayor es el abismo que separa a la teoría de la práctica, tanto más insincero es el discurso. En su deseo de hacer el bien, proporciona contenidos formativos que nos ayudan a ser plenos, y no simplemente felices, a cualquier precio; por eso propone un corazón alegre, encantado con la realidad pese a las desventuras, porque un corazón triste sería un triste corazón; un corazón liberador que supera aquellas esclavitudes que destruían; un corazón esencial que se conforma con poco para ser feliz; un corazón modesto que se abre a lo grande y lo saluda; un corazón bueno que perdona y permite rehacer la experiencia de estrechar vínculos cuando todo parecía perdido; un corazón paciente que espera, disculpa, acompaña y se esfuerza por ponerse en positivo. Cultivarse. La filosofía potencia el manejo crítico de la información, dado el considerable desarrollo de los medios de comunicación y su creciente poder de control e influencia sobre los estados de opinión. La filosofía es cultura (cultivo, creatividad) a nivel profundo, reflexión sobre los datos del arte, de la música, etc.; forma personas íntegras y completas. Para ello, recomendaba San Agustín: «No vayas fuera, vuelve a ti mismo; en el hombre interior habita la verdad». Uno debe ser capaz de verse a sí mismo en lo profundo de su identidad con honestidad, sin inflamarse con teatral indignación, sin máscaras, con lúcida conciencia de las propias inconsecuencias. Favorecer la convivencia ciudadana. La buena ciudadanía política exige la convivencia amistosa, el convivium o banquete, el ser-viviendo-
LA CULTURA
39
con-los-demás, lo cual, según Cicerón, constituye el mayor placer de la vida: «Y esto no lo digo por el placer, sino por la vida, por la convivencia de las almas que se logra en la conversación familiar, que en los convites resulta agradabilísima, porque en las convivencias se vive en compañía de otros». Pero la amistad entre los particulares debe completarse con la amistad entre los ciudadanos, algo que los griegos denominaron «política». Construir un mundo mejor. El filósofo trabaja por los derechos humanos en solidaridad con las personas, las instituciones y los pueblos sometidos bajo el peso de la marginación y el autoritarismo. Rechaza las discriminaciones sociales y laborales, mostrando una efectiva preocupación y sensibilidad con las personas desfavorecidas. Se dirá que no solamente la filosofía puede trabajar en esta línea, y se dirá bien; pero la filosofía intentará también la fundamentación racional de esas actitudes, su universalización: al filósofo se le ha de pedir un esfuerzo de profundización y de sistematización. Esperanzar. La filosofía busca, y la búsqueda no termina en la inmanencia de este mundo, pues todo pensamiento que no se decapita desemboca en la trascendencia, en lo eterno. Ahora bien, no cabe búsqueda de lo eterno sin alguna esperanza en la bondad de la realidad de esta vida. A diferencia de quien contempla a los humanos como seres egoístas y orgullosos inmersos en el mal y destinados a la nausea o a la nada, el filósofo procurará ayudar a plenificarse en la esperanza y a renacer de nuevo a cuanto parecía destruido y roto, por ser su función sanadora y reparadora.
La cultura y tú El saber va entreverado de ignorancia; además, no siempre se sabe decir lo que se sabe, ni se sabe del todo lo que se quiere decir. Con frecuencia tengo algo que decir, pero no sé del todo qué, ni cómo. La sabiduría es como las luciérnagas: necesita las tinieblas para brillar. El entendimiento alumbra como las velas, derramando lágrimas, y no hay saber que no tenga 99% de transpiración y 1 % de inspiración: El maestro dijo a Tse-lu: El primer absurdo consiste en pretender alcanzar el bien prescindiendo del estudio, y su consecuencia es la decepción; el segundo consiste en intentar alcanzar la ciencia sin entregarse al estudio, lo que conduce a la incertidumbre; el tercero consiste en el deseo de ser sincero prescindiendo del estudio, lo que provoca el engaño; el cuarto consiste en pretender obrar rectamente sin haber recibido la instrucción adecuada, con lo que se cae en la temeridad; el quinto consiste en querer compaginar el valor con la incultura, lo que da lugar a la insubordinación; finalmente, si se desea alcanzar la perseverancia prescindiendo del estudio, se cae en la testarudez y obcecación. Mucho de lo que pasa por sabiduría no es sino pedantería. Es más fácil la erudición (archivo de conchas sin molusco), que la sabiduría que re-
40
CAR 1. ANTROPOLOGÍA FILOSÓFICA
duce lo sabido a lo esencial; por eso la sabiduría puede definirse como aquello que queda cuando toda erudición se ha olvidado, no antes de que haya sido olvidada. Frente a la erudición, el saber es como un edificio hermoso, que ha de tener su entorno libre para que podamos disfrutar de su verdadera forma. Libre, sobre todo, de la vanidad. No hay saber que pueda ser considerado razonable sino en diálogo, pues del diálogo viene y al diálogo va cuanto en verdad se ha aprendido. El fanático; para que no se le escape la verdad, la agarra tan fuerte que la mata. Quien no quiere dialogar es un fanático; quien no sabe dialogar es un tonto, y quien no se atreve a razonar es un esclavo. ... ¡Y, si verdaderamente quieres aprender a saber saboreando la vida, ten en cuenta estos pequeños «consejos publicitarios» para que tu saber pueda ser «saboreado» (no olvides que saber viene de sapere, de la misma raíz que sabor, sapore)! Practica el saludo sincero. Sabe vivir quien sabe reconocer a los demás, y ese reconocimiento comienza por el saludo. Sin el saludo conoces, con el saludo reconoces. No olvides que si dejas de saludar a los conocidos comenzarán, tarde o temprano, a desconfiar de ti y acabarán un día infortunado por volverte la espalda, hurtando su rostro. Saludar no es de ninguna manera fingir, sino practicar en vivo y en directo la convivencia que termina calmando la desconfianza. Cultiva la amistad siempre que puedas. Sólo se entra a la verdad del otro por el respeto. Te sugiero que leas las páginas de El Principito, donde se fragua, por la mano maestra de Antoine de Saint-Exupéry (19001944), la amistad ejemplar entre el Zorro y el Principito. Allí donde existe amistad todo cambia entre los antiguos enemigos: las melenas doradas del Principito no serán ya, tras la amistad de ambos, unas melenas doradas más entre millones de otras tantas, sino un cabello querido y evocado hasta por el color del trigo, y los pasos del Principito no llevarán al Zorro a esconderse en la madriguera porque serán los pasos conocidos de un amigo. Humoriza; sonríe, por favor. El humor es la verdad llena de simpatía. Ciertos pueblos dirimen sus rivalidades profundas contando chistes, ironizando, cantando, silbando, etc. Los hombres se diferencian de los demás animales, entre otras cosas, en su capacidad de reírse sanamente -sin hacer daño- de los demás y de uno mismo. Si eres capaz de reírte indulgentemente de ti mismo, no temas: en lugar de enervarte por tus limitaciones, podrás superarlas. Sonreír es facilitar la verdad. ¿Sabía que, según la leyenda, Cipselo (más tarde, señor de Corinto), se salvó de niño porque sonrió a quienes iban a ser sus verdugos? No esperes nunca a que la sonrisa parta del otro. Si quieres ventaja, tómatela: que tu ventaja consista en ser el primero a la hora de sonreír. Quien sonríe primero sonríe dos veces. Y no te acerques a una cabra por delante, a un caballo por detrás, ni a un carente de humor por ningún sitio. Practica deportes, vive una vida sana. Si los japoneses descargan la tensión de su hiperlaboriosidad en las artes marciales, es porque el depor-
LA CULTURA
41
te, ritualízado, reglamentado y convertido enjuego caballeroso, deleita, instruye y tonifica. Un puñetazo a un saco evita un puñetazo a un enemigo. ¡No es lo mismo vivir con problemas que morir entre balas! En la búsqueda de la verdad, lo importante no es sólo ganar, sino participar con elegancia. Descansa. Hay personas que no saben perder el tiempo ellas solas, y por ello son azote de las gentes ocupadas: «Nada alivia más las penas, que el sol y el aire libre; nada regulariza más el espíritu y doma la imaginación, que un cuerpo fuerte» (Unamuno). Razona, trata de conocerte. Si no razonas te arriesgas a convertirte en potencial agresor. Hay quienes esperan el redoble del tambor y el airear al viento de la bandera para lanzarse contra el enemigo. Como los primates, sienten entonces erizar sus cabellos, adelantar la barbilla, tensar el cuerpo, y buscan pelea. Por el contrario, piensa esto: Cuando se penetró en la razón de las cosas, la conciencia se desplegó al máximo. Cuando eso ocurrió, los pensamientos se hicieron sinceros. Cuando eso ocurrió, el corazón se hizo recto. Cuando eso ocurrió, cada uno se perfeccionó a sí mismo. Cuando eso ocurrió, el orden comenzó a reinar en la familia. Cuando eso ocurrió, el Estado fue bien gobernado. Cuando eso ocurrió, la paz se extendió por el universo. Los antiguos príncipes se esforzaban primero en gobernar con rectitud sus propios reinos. Para ello, se aplicaban ante todo en ordenar bien sus familias. Para ello, procuraban previamente corregirse a sí mismos. Para ello, ponían un especial cuidado en adornar su alma de todas las virtudes. Para ello, se esforzaban en conseguir la rectitud y sinceridad de todas sus intenciones. Para ello, se entregaban con ardor al perfeccionamiento de sus conocimientos morales, que consiste en descubrir los móviles de las acciones. Si lo alcanzamos, obtenemos la máxima perfección de nuestros conocimientos morales y todas las intenciones son rectas y sinceras. Entonces, el alma queda adornada con todas las virtudes. Las virtudes del alma mejorarán y corregirán nuestro ser. Si alcanzamos la perfección personal, se establecerá el orden en nuestra familia. Entonces, el reino será rectamente gobernado. Y cuando todos los reinos son bien gobernados, el mundo entero goza de paz y armonía. Desde el hombre más noble al más humilde, todos tienen el deber de mejorar y corregir su propio ser. El perfeccionamiento de uno mismo es la base de todo progreso y desarrollo moral. Desciende a las profundidades de tu yo; entonces podrás corregirte sin echar la culpa de tu cojera al empedrado. Conócete a tí mismo, si quieres conocer a los demás, porque en ti viven los demás. Si practicas la autognosis, también conocerás a los tuyos, a tu pueblo y a la humanidad: quien sabe de sí sabe de todos. Quien se autoconoce sabe criticar. Criticar no es destruir. Sin amor, la crítica es envidia. La filosofía enseña a denunciar al gato que quiere pasar por liebre, y a tal efecto no tiene pelos en la lengua. Esto entraña vivir en el riesgo, pues donde hay poca justicia es peligroso tener razón. Es justo en su heterocrítica quien sabe autocriticarse: sólo supero los propios errores que reconozco. Grande es el fallo de ciertos profesores que, pre-
42
43
(¡AI: I. ANTKOI'OUKÜ'A FILOSÓFICA
sumiendo de criticistas, se adelantan a los adolescentes en celo subversivo, enseñándoles la sola refutación por principio. Por lo demás, el verdaderamente crítico con su propio yo compañero, sabe aceptarse a sí mismo (¿para qué autodespedazarse?) y reconocer en los otros sus aspectos positivos. ¡Desmexicanízate para mexiconocerte! Contempla. Cierto discípulo entregó a Siddharta Gautama una flor y le pidió que le explicara el misterio de su doctrina. El maestro tomó la flor, la contempló en silencio durante un largo rato y, sin mediar palabra, con un gesto indicó al discípulo que se retirase. Al parecer, de esta anécdota se deriva el zen: el misterio no se alcanza con palabras ni con razonamientos, sino mediante la contemplación. Ella produce la imperturbabilidad. Se cuenta también que un ejército rebelde irrumpió en una ciudad y hasta los monjes del templo budista de la localidad huyeron; todos, excepto el abad. El general quedó atónito: «¿No sabes», rugió, «que estás viendo a un hombre que puede traspasarte con su espada sin un parpadeo?» «¡Y tú», replicó el abad, «estás viendo a un hombre que puede ser traspasado por una espada sin un parpadeo!». El general, desconcertado, pasado un momento, se inclinó reverencialmente y se marchó. Arrepiéntete, pide perdón. Tres palabras difíciles de decir y, por ende, raras: «Me he equivocado». Añade dos más («Lo siento»), y habrás pronunciado las cinco más importantes de tu sabiduría. No hay en la vida mejor pegamento que una disculpa, pues ella lo une todo. Tú sabes que el pedir perdón no te rebaja; al contrario: te ennoblece. Si el otro no entiende tu gesto, tanto peor para él. Hasta los animales se muestran menos fieros cuando uno de ellos solicita la indulgencia del otro. No seas tú más animal. Si eres orgulloso, conviene que ames la soledad: los orgullosos siempre se quedan solos. Quiere saber, para saber querer. Tanto Confucio como Sócrates, coetáneos, defendieron que la bondad se aprende y, una vez bien aprendida, no cabe portarse mal: El maestro dijo: Si nuestras palabras son sinceras y se hallan conformes con la recta razón, cuantos nos escuchen modificarán su conducta y entrarán por el camino de la virtud. Si nuestra conversación resulta agradable y persuasiva, induciremos a todos los hombres a buscar la verdad. Es imposible que tras una conversación persuasiva el hombre no se sienta incitado a la búsqueda de la verdad. No creo que pueda existir nadie que, tras haber escuchado unas palabras sinceras y conforme a la recta razón, deje de convertirse hacia la virtud. Quizá Sócrates y Confucio exageraban, pues una cosa es conocer lo que es mejor y otra, realizarlo. En lo que no exageraban es en que hay que saber. Saber/querer forman unidad. ¿Te has preguntado qué haría contigo quien supiese pero no (te) quisiera? Dime, pues, a qué sabe lo que sabes. Aunque la respuesta no te resulte fácil verás que, sin saber cómo, ya estás empezando a saber.
CULTURA Y APRENDIZAJE: LA EDUCACIÓN Aprendizaje por comprensión Consiste en encontrar soluciones nuevas basándose en experiencias anteriores y sin ningún ensayo previo; es el comportamiento inteligente, que en su forma superior pertenece al ser humano. El psicólogo alemán Wolfgang Kóhler (1887-1967) colocó a un chimpancé dentro de una amplia jaula, de cuyo techo colgaban algunas bananas, a una altura inalcanzable para el animal. En el mismo recinto, esparcidas por el suelo, también había varias cajas con las que el animal se había familiarizado antes. El chimpancé intentó alcanzar los plátanos saltando y, tras su fracaso, reinició el asalto después de unos minutos: colocó entonces unas cajas encima de otras, subió a ellas y consiguió las bananas.
Aprendizaje significativo Aprender significativamente (por acumulación) nuevos conocimientos es integrar esos conocimientos en estructuras cognoscitivas previas. Ello presupone que la mente está bien organizada y que el que aprende sabe a qué se refiere lo que está aprendiendo; entonces lo integrará en lo que ya sabe. Aunque también pudiera suceder que la nueva información obligue a reestructurar totalmente los conocimientos anteriores. Cuando se escucha una explicación, lo importante es comprenderla. Si tomamos apuntes pero no comprendemos lo que apuntamos no llegamos a un aprendizaje significativo. Tendremos, pues, que atender a la explicación, pensar lo que se nos está diciendo, intentar comprenderlo, tomar las notas esenciales necesarias para que no se nos olvide, y luego elaborar en casa esos apuntes con ayuda de libros.
La educación humana El aprendizaje humano se da en un proceso en que, al mismo tiempo que vamos construyendo el mundo como algo significativo, nos construimos también a nosotros mismos con ayuda de los demás. «Educación» procede de educare (llevar de la mano, conducir) y de educere (sacar algo de alguien). Todo el arte de la educación está en conducir a otro de tal modo que se logre hacer salir de él lo mejor que hay potencialmente en él. En él, y no en el educador, pues éste no hará del educando un imitador, sino un ser capaz de despertar hacia todo lo que en él dormitaba en el fondo de sí mismo. Es autoridad verdadera el profesor que logra elevar, hacer crecer al alumno. La educación es la forja de la personalidad y del
44
CAR 1. ANTROPOLOGÍA FILOSÓFICA
carácter, la formación como seres humanos, a fin de que, cuando se abra una escuela, se cierre un presidio. He aquí algunos criterios de progreso educativo: Toda potenciación de un valor constituye un progreso. Toda institución destinada a realizar un valor es progreso, por imperfectamente que desempeñe su cometido. Toda transformación social de una cosa en un bien significa progreso. Toda mejoría de un valor ya realizado es progreso. Todo aumento de bienes en cantidad significa universalización del progreso. Toda disminución de males forma progreso. Todo aumento de males significa retroceso. La conversión de un bien-medio en un bien-fin no entraña progreso, y puede entenderse como detención o como retroceso. Todo aumento en la capacidad popular para estimar valores conlleva progreso. Contribuir a la rectificación de aberraciones estimativas en las masas y en los individuos es progreso, tanto en la denuncia de estimaciones falsas en sí mismas, como en el restablecimiento de la auténtica jerarquía de valores. El fomento y desarrollo de un valor inferior con detrimento de otro superior es retroceso, pero el descubrimiento de dicho acontecer y su rectificación constituyen progreso. Fomentar y desarrollar un valor inferior con detrimento de un valor superior, puede significar retroceso, planteando siempre la compleja cuestión técnica de cómo lograr el paralelo desarrollo en ambos valores conflictivos.
Educación, cultura e historia No hay que confundir «historicidad» con «historicismo». La historicidad es una peculiaridad del ser humano, pero el historicismo es una teoría acerca de la historia, teoría que -menospreciando los condicionamientos biológicos del hombre- afirma que éste no tiene naturaleza, sino historia. En realidad, la cultura se da a lo largo del tiempo, porque el ser humano es temporal. Sólo el ser humano vive el tiempo como historia al hacer cultura. La memoria histórica, ese «echar un paso atrás», retoma el ayer, y quien lo ignora vive un hoy sin mañana. El pasado continúa actuando sobre el presente en forma de tradición, de herencia cultural, y proyectándose hacia el futuro, abriendo unas posibilidades y excluyendo otras. Lo que pasa no es sólo lo que pasa, sino lo que nos pasa, de ahí que su interpretación (hermenéutica) se amplíe constantemente: el pasado crece, no está quieto a modo de depósito; cada generación lo entiende a través de su propio presente, de ahí la variación en las interpretaciones, a veces en conflicto. Hay un «círculo hermenéutico»: lo individual sólo resulta comprensible por la mediación de todos, y en esa mediación hay que contar inevitablemente con el pasado. La historia no se repite: interactúa, se renueva, pasa y queda, pero lo posterior recibe el peso de lo anterior. No es que «tengamos» historia (como el agua pasada que ya no mueve molino), sino que «somos» historia, y ella nos enseña la dificultad de las grandes tareas y la lentitud de
CULTURA Y NATURA
45
sus cumplimientos, pero justifica la esperanza. En resumen: si la hominización es el proceso evolutivo a través del cual se adquieren y se consolidan las características genéticas del hombre como especie biológica, la humanización es el proceso por el cual surge y se desarrolla la cultura. Ni la una ni la otra pueden darse de espaldas a la ecología.
CULTURA Y NATURA Ecología y desarrollo sostenible Por nuestra insaciable voracidad consumista somos incapaces de poner freno a la desaparición de la capa de ozono, a la degradación de los microclimas, a la ruptura de los ecosistemas, a la desertización de las tierras, al efecto invernadero (recalentamiento de la Tierra), a la polución de la naturaleza, etc. No cesamos de emitir vapores contaminantes para mantener nuestro lucro, pues producir sin ensuciar costaría más caro. Eso sí, los países ricos contaminantes inventan la ecología como discurso teórico mientras envían sus basuras radiactivas al Tercer Mundo, a cambio de unos dólares, o a cambio de nada. «Ecología» viene de oikós, palabra de significado doble: «casa» y «bondad». El ecologista tiene que respetar su casa y a la vez ser bueno; no se puede proteger la naturaleza y destruir las personas. Ecología es conocimiento de la naturaleza; ecodulía es respeto de la naturaleza. No da igual lo uno y lo otro, pues con frecuencia quienes mejor la conocen más la maltratan y la explotan intensivamente: las multinacionales. Pero no olvidemos que Dios perdona siempre; el hombre, a veces, y la naturaleza, nunca. En estas circunstancias está emergiendo una responsabilidad ecodúlica, al menos un primer paso de toma de conciencia, pues los valores no se implantan de la noche a la mañana; a veces son necesarias muchas generaciones. La naturaleza es nuestro «segundo cuerpo», y así comienza a ser comprendida, cobrando más que nunca vigencia el lema «Vive de acuerdo con la naturaleza»: «¿Cómo se puede comprar o vender el firmamento ni aun el calor de la tierra? Dicha idea nos es desconocida. Si no somos dueños de la frescura del aire ni del fulgor de las aguas, ¿cómo podrán ustedes comprarlos? Cada parcela de esta tierra es sagrada para mi pueblo. Cada brillante mata de pino, cada grano de arena en las playas, cada gota de rocío en los oscuros bosques, cada montaña y hasta el sonido de cada insecto es sagrado a la memoria y al pasado de mi pueblo. [...]Somos parte de la tierra y ella es parte de nosotros. Lasfloresperfumadas son nuestras hermanas; el venado, el caballo, la gran águila; éstos son nuestros hermanos. Las escarpadas peñas y los húmedos prados, el calor del cuerpo del caballo y el hombre, todos pertenecemos a la misma familia. Por ello, cuando el gran jefe de Washington nos envía el mensaje de que quiere comprar
46
47
CAP. 1. ANTROPOLOGÍA FILOSÓFICA
nuestras tierras, nos está pidiendo demasiado. [...]El aire tiene un valor inestimable para el piel roja, ya que todos los seres comparten un mismo aliento; la bestia, el árbol, el hombre, todos respiramos el mismo aire. [...]He visto miles y miles de búfalos pudriéndose en las praderas, muertos a tiros por el hombre blanco desde un tren en marcha. [...JPero ¿qué sería del hombre sin los animales? Deben enseñarles a sus hijos que el suelo que pisan son las cenizas de nuestros abuelos. Inculquen a sus hijos que la tierra está enriquecida con las vidas de nuestros semejantes a fin de que sepan respetarla. Enseñen a sus hijos[...] que la tierra es nuestra madre. Todo lo que le ocurra a la tierra le ocurrirá a los hijos de la tierra. Si los hombres escupen en el suelo, se escupen a sí mismos.12 Hagamos caso al jefe indio; al menos, acompasemos el desarrollo a las posibilidades de la Tierra. La expresión «desarrollo sostenible» se refiere al equilibrio que debe haber entre el consumo para cubrir las necesidades humanas y la explotación de los recursos naturales. Con el fin de conseguir ese equilibrio se redactaron los siguientes 10 principios: 1. El contacto con el ecosistema natural es necesario para el bienestar físico y psicológico de la humanidad. 2. Tratar de vivir dentro de los límites puede ser más alentador que esforzarse por transgredirlos. 3. Los países ricos han de vencer el círculo vicioso del consumismo: redistribuir y sustituir, en vez de producir más objetos. 4. Las áreas ricas, ya que tienen más medios, se han de responsabilizar de la estabilidad, primero dentro de sus fronteras, después más allá. 5. Es preciso descentralizar el poder económico y político. El desarrollo tecnológico debería dirigirse a las necesidades de las comunidades pequeñas, más que a los mercados internacionales. 6. Las sociedades sostenibles han de invertir y sacrificarse a corto plazo con objetivos a largo plazo. 7. Los avances técnicos se han de programar a partir de los valores sociales, y no al revés. 8. Los sistemas de mercado han de tener en cuenta los recursos no renovables y procurar más igualdad entre las naciones. 9. La sociedad sostenible será difícil de conseguir y se alcanzará en un futuro lejano; sin embargo, hay que poner desde ahora todos los medios para ello. 10. Un crecimiento sostenible se consigue mediante iniciativas individuales y colectivas que parecen insignificantes, pero que pueden iniciar un proceso de cambio que fomente una existencia humana más vivible. l2
Cartn del jefe Seatle ni presidente de Estados Unidos, 1854.
El principio antropocéntrico Dicho lo cual, hay que evitar hacer de la naturaleza el centro. Se equivocan gravemente quienes creen que no es la naturaleza para el hombre, sino el hombre para la naturaleza, con lo cual la persona humana pierde de este modo su sagrada centralidad en la creación. Por eso valoran más a un animal en vías de extinción que a un ser humano pobre: ¿acaso no se dedican más medios y se manifiesta más amor a un panda o a un buitre leonado? Bajo las leyes de la oferta y la demanda (a más escasez, mayor valor), más suerte tiene hoy un animal protegido que un "espalda mojada" intentando cruzar el río Bravo. Y eso es inaceptable. Por otro lado, desafortunadamente hoy se dan casos de ecologistas que defienden la vida de un árbol, pero matan la vida del niño o niña que está en el seno de la madre. Valoran la vida cósmica, pero asesinan al humano o humana que va a nacer, lo cual constituye una abominación máxima. Pero quien se compromete en favor de la biosfera debe comprometerse en favor de la antroposfera; quien defiende la vida de la planta y del animal debe, coherentemente, defender la vida humana, del nacido o nacida y de quien ha de nacer. La vida de la persona es sagrada. Existe vida humana desde el primer instante de la fecundación; esto resulta innegable, pese a todos los chantajes efectivos encaminados a hacer creer a la opinión pública la idea falsísima de que lo que se mata todavía no es un niño o niña. Pero la realidad es que en cualquier aborto se mata a un niño o niña, a un ser humano muy joven, y en este crimen abominable no existe ninguna ambigüedad: cuando se destruye un embrión se destruyen todas las estructuras psicosomáticas, rompiendo la evolución de esa vida que ha comenzado. Así las cosas, los defensores de la vida habrán de rechazar el juridicismo (confusión de lo legal con lo moral), y recordar que si la ley no sólo no prohibe el crimen sino que lo legaliza, entonces la obligación es defender siempre y por todos los medios a su alcance el «¡no matarás!», oponiéndose pacíficamente a esa ley criminal mediante la objeción de conciencia fiscal, la objeción de conciencia profesional, la presión para que se agilice la normativa con el fin de facilitar la adopción de niños y niñas, la acogida de los hijos ajenos y la lucha por un mundo más justo.
La persona humana
LA PERSONA «¿Qué es el hombre? Muchas opiniones ha dado y da el hombre sobre sí mismo, diferentes y contradictorias, en las que a menudo se exalta a sí mismo como regla absoluta o se hunde hasta la desesperación; de ahí sus dudas y ansiedades: ¿Qué es el hombre para que te acuerdes de él? ¿O el hijo de Adán para que te cuides de él? Lo hiciste poco inferior a los ángeles, lo coronaste de gloria y dignidad, le diste el mando sobre las obras de tus manos, todo lo sometiste bajo sus pies» (Salmo 8). Del ser humano se pueden predicar muchos atributos: es misterio, fin en sí, moral, histórico, comunitario, social, abierto a la trascendencia; se mueve, habla, pregunta y responde, simboliza, elige, vive en la realidad, se ensimisma, crea, es panecológico, ríe, imagina, se autopercibe, tiene vocación, se pone en la piel del otro... pero, por mucho que se diga, siempre faltará algo que añadir: el hombre es un animal inclasificable. Veamos algunas de las posibles clasificaciones o definiciones, sin ánimo exhaustivo.
La persona según Boecio El primero en acuñar una definición precisa de la persona fue Boecio (480-525), para quien la persona es «sustancia individual de naturaleza racional». Tratemos de explicar esa definición.
51
3U
ha persona es «sustancia»
ha persona es sustancia
Sustancia significa «sustrato». Que la persona sea sustancia no significa que tenga algo «por debajo» de sus propiedades. Lo que subyace no es una realidad física que la sostenga: es la realidad personal misma. El ser humano permanece, sigue siendo él mismo cuando duerme o cuando se despierta, cuando recuerda y cuando olvida, cuando es niño o cuando es anciano; cambiando, es el mismo, de lo contrario ¿cómo podría decir «soy yo, la misma persona, durante toda mi vida»? Me vivo a mí mismo, a mi propia persona, como causa del bien o del mal, como vínculo entre mis actos y mi persona. Realidad profunda y permanente, la persona aparece a la vez como sujeto de la acción y como objeto de la misma, pues registra en sí el efecto del acto que ella misma realiza. «Yo recuerdo, yo entiendo, yo amo por estas tres facultades, aunque no soy ni memoria, ni inteligencia, ni amor, sino que las poseo. Esto puede decirlo cualquier persona que posea esas tres facultades, pues la persona no es estas tres facultades.» Lo que afirma San Agustín es que sumando las tres facultades no obtenemos un yo; es al revés: sólo porque tenemos un yo, podemos ejercer armoniosamente esas tres facultades. La persona no es un sumatorio de actos aislados, sino que, si hacemos actos diversos aislados y podemos sumarles, es porque existe una realidad personal que los funda y los unifica. Sustancia significa «en sí». La persona es sustancia, no un accidente de otra, existe en sí y, por tanto, «para-sí». En cuanto subsistencia individual completa, el hombre no puede formar parte de un todo al que estaría subordinado. Es una realidad completa y unitaria, cuyo centro sustentador es ella misma. El yo que se autoposee desde dentro de sí esboza libremente el proyecto de su inserción en el mundo. Este modo de ser, que despunta ya en las cosas materiales, alcanza su grado supremo en la persona. Dado su carácter temporal, esa sustancia personal («en-sí» e invariable) cambia, y por eso distinguimos en ella entre personeidad y personalidad. La personeidad es la persona en su estabilidad: «El oligofrénico es persona; el concebido, antes de nacer, es persona. Son tan personas como cualesquiera de nosotros. Sería imposible que tuviera personalidad quien no fuera ya estructuralmente persona. A este carácter estructural de la persona lo denomino personeidad, a diferencia de la personalidad» (Xavier Zubiri). La personalidad, por su parte, son los cambios que experimenta en el tiempo esa personeidad, las formas concretas que en cada circunstancia de la vida va adoptando: la personalidad se va haciendo o deshaciendo, e incluso rehaciendo. El hombre que, como subsistente, siempre es el mismo, nunca es lo mismo; puede haber causas en virtud de las cuales el hombre puede tener simultánea o sucesivamente distintas personalidades.
Esa autoposesión que el hombre tiene de sí mismo le hace «individuo» irrepetible, no un "¿qué es?", sino un "¿quién es?", un nombre propio. Por ello es fin en sí mismo. «Individual» no significa «individualista», encerrado en sí mismo, ensimismado:
«individual»
-Maestro, ¿cuál es el secreto de la auténtica interioridad? -Entra primero en el silencio para conocerte. Después de cierto tiempo, el joven regresó contento: -Maestro, he conseguido interiorizarme y así conocerme en profundidad. ¿Estoy ya maduro? Ahora -respondió el maestro- te falta lo más importante: salir de ti mismo y ponerte en el lugar del otro. Sólo entonces conocerás el valor de la interioridad. Y, como el discípulo no hizo caso, entró tanto en la interioridad que un día terminó saliéndose de ella. Hay una soledad devastadora («de palabras vendedor, quien no escucha su interior») y una soledad comunicadora. El silencio es imprescindible para dar frutos. Algunos hablan porque el ruido les parece menos amenazador que el silencio, pero son raras las palabras que valen más que el silencio. Una hermosa tarde de primavera, un amigo de El Greco encontró a éste sentado en una habitación con las cortinas echadas: "¿Por qué no sales a tomar el sol?", le preguntó. "Ahora no -respondió-, no quiero perturbar la luz que brilla en mi interior". Ciertos enfermos de psiquismo empobrecido se lamentan de no saberse crear la intimidad que anhelan, no aportan a sus experiencias la dimensión profunda que les otorgaría esa soledad.
ha persona es sustancia «racional»
individual
La persona se pertenece a sí misma, es «suidad», se autoposee. Dicho de otro modo: no hay ninguna realidad física que cumpla con la condición de «indivisa» en sí (idéntica consigo misma) y «dividida» de todo lo demás (no confundida con lo demás, autónoma): «La realidad dotada de inteligencia es la única realidad perfectamente subsistente, porque es la única que cumple la triple condición de ser clausurada, de ser total, y de ser una esencia que se posee a sí misma en forma de esencia abierta» (Zubiri).
52
GAP. 2. LA PERSONA HUMANA
Totalidad abierta a la realidad, tanto ajena como propia («para sí»), la inteligencia puede convertir el «medio» en «mundo»; puede lograr esa autorreferencia que expresan los términos me ("me gusta", "me interesa"), mi ("en mí", "mi cuerpo") y, de modo supremo, el pronombre yo ("soy yo", "yo sé quién soy"). Al inteligir una cosa, cointelige su propia realidad, revierte sobre sí, se posee a sí misma como realidad: se posee a sí misma. En tanto que persona, el individuo humano es 'suyo', suidad. La persona según Mounier Según Emmanuel Mounier (1905-1950), «una persona es un ser espiritual constituido como tal por una forma de subsistencia y de independencia en su ser; mantiene esa subsistencia e independencia mediante su adhesión a una jerarquía de valores libremente adoptados, asimilados y vividos en un compromiso responsable y en una constante conversión; unifica así toda su actividad en la libertad y desarrolla por añadidura, a impulsos de actos creadores, la singularidad de su vocación». Esta larga definición no la entenderán gentes ciegas para las personas, como las hay ciegas para la pintura, con la diferencia de que muchos ciegos para las personas son responsables, en cierta forma, de su ceguera, y llegan a serlo porque quieren una libertad mal ejercida. La vida personal es algo que los animales no pueden captar y, a veces, las personas tampoco, si no viven por encima de cierto nivel de animalidad. La persona es un ser espiritual, es decir, dotado de una vocación de eternidad, pues todos aueremó1Tpel:seygrja¿Qii£-¿iQ-^^ *lIaolvidada al borde del camino una flor marchite. ' Esta espiritualidad es subsistente e indeperidlente, rasgos delJiumano autodominio ejercido libremente Silio pudiésemos~adherirnos en libertad. *~rio~s^na^rño^"Iociue somoi^ealija^eT^s^fítüaTes): somos quienes somos *"~pófqüe_vivimos desarrollando tina escala de valores libremente adoptada. Esa adhesión a la jerarquía de valores la vivimos responsablemente con los demás en un compromiso. Es un «compromiso»: una vivencia comunitaria (con), en favor de un mundo nuevo (pro), hacia el que nos sentimos enviados (miso). Y es un compromiso «responsable» cuando la palabra se convierte en respuesta (diálogo) y ésta, a su vez, en responsabilidad por el otro. Ella se vive en constante conversión ante el prójimo, ante un Dios que es personal. La persona según Piaget Según Jean Piaget (1896-1980), la persona es una estructura a la vez estructurante y estructurada. Sus elementos estructurados han llegado a ser lo que son gracias a sus leyes estructurantes. Toda relación entre un ser viviente y su medio presenta ese carácter específico de que el primero, en lugar de someterse pasivamente al segundo, lo modifica imponiéndole
LA PERSONA
53
cierta estructura propia. Recíprocamente, el medio obra sobre el organismo, pudiendo designarse "acomodación" a esta acción inversa. La adaptación es un equilibrio entre asimilación y acomodación. El ser humano, estructura superior y más compleja, no sólo no queda absorbido por las estructuras circundantes, sino que impone sus propias leyes, aunque evidentemente no pueda ni deba transgredir las de la naturaleza. La estructura humana no sólo es la de una máquina, sino también la de un maquinista. Frente al conductismo, que consideraba a la mente como una caja vacía limitada meramente a registrar los estímulos externos, el ser humano corrige su ambiente externo y también el interno, tanto hacia el pasado como hacia el futuro. Su sistema autorregulador hace que sus transformaciones interiores permanezcan, aunque entren a formar parte de una estructura mayor; por eso tiene una posibilidad de ensanchamiento que amplía sus límites, conservando las propias leyes de su interior ("homeostasis"). Queda así sujeta a cambios, pero también a progresos. Lejos de reducirse la estructura personal al universo, no cabe prescindir de su poder creativo y simbolizador.
Otras definiciones Animal de realidades La persona sobrepasa la mera animalidad sin dejar de ser animal. El animal alcanza un importante grado de inteligencia y de sentimiento, pero no llega a tener conciencia de sí mismo. El animal es capaz de contemplar objetos; la persona, realidades: El hombre es el animal que trasciende su propia animalidad, de sus estructuras orgánicas. El hombre es la vida trascendiendo en el organismo a lo meramente orgánico... es trascender no de la animalidad, sino en la animalidad: la psique, en efecto, no es algo añadido al organismo, sino una realidad estructural con él. Por tanto, trascender no es salirse del organismo, sino un quedarse en el organismo de la animalidad. Y, segundo, es trascender en la animalidad a su propia realidad. La unidad de estos dos momentos es justo lo que significa la definición del hombre: animal de realidades.1 A diferencia de los demás animales, «el animal humano está instalado no sólo "entre" realidades, sino "en" la realidad, en lo trascendental». Por eso es capaz no solamente de tener comportamientos, sino de convertir el comportamiento en afrontamiento, de enfrentar o asumir la realidad: la persona puede adaptarse al tiempo, medirlo, conocerlo, proyectar de nuevo, trabajar, producir, inventar, ya que puede enfrentarse al tiempo activamente y no sólo sufrirlo. 'X. /.uliiri, Sobiv <7 hombre. Alianza, Madrid, p. 93.
54
LA PERSONA
Animal autobiográfico Este «animal de realidades» es capaz de dominar su propia biografía: «la vida humana es autoposesión. Y esta autoposesión es la esencia de la biografía: un proceso de autoposesión de su propia realidad... El animal tiene un esbozo de autos ("sí mismo"). No "se" siente satisfecho, pero siente satisfacción». A diferencia de él, el hombre se posee a sí mismo, «de tal modo que el momento de ser "perteneciente a" forma uno de los caracteres esenciales de mi realidad».2 Animal corpóreo de inteligencia
sentiente
El cuerpo humano es corporeidad espiritual; otra corporeidad quizá conllevara otra forma de temporalidad, pues seguir siendo con otra temporalidad y el mismo cuerpo no es comprensible. El ser humano es espíritu encarnado -del espíritu a la materia- y carne espiritualizada -de la materia al espíritu-. Como tal, Su inteligencia no es comprensiva, sino impresiva: no hay dos facultades, una inteligencia y una sensibilidad, sino una sola facultad: inteligencia sentiente. Claro está, hay sensibilidad sin inteligencia: la mayor parte de los actos de sentir son ajenos a la inteligencia. Pero la inversa no es cierta: la totalidad de los actos intelectivos son sentientes... El hombre, pues, no "tiene" organismo "y" psique, sino que el hombre "es" psico-orgánico. Este organismo es "organismo-de" esta psique; y esta psique es "psique" de este organismo. La psique es desde sí misma orgánica, y el organismo es desde sí mismo psíquico. En resumen, no hay un puro sentir y "además" un inteligir, sino que lo que hay es estructuralmente intelección sentiente.3 Animal
comunitario
Somos relaciónales y por eso aprendemos a socializarnos. La socialización primaria crea en la conciencia del niño una abstracción progresiva. Existe una progresión que va desde "Mamá está enojada conmigo ahora", hasta "mamá se enoja conmigo cada vez que derramo la sopa". A medida que padre, abuela, hermana mayor, etc., apoyan la actitud negativa de la madre con respecto a derramar la sopa, la norma se afianza. El paso decisivo viene cuando el niño reconoce que "todos" se oponen a que derrame la sopa, y la norma se generaliza como "Uno no debe derramar la sopa", en la que "uno" es él mismo como parte de la generalidad que incluye todo aquello de la sociedad que resulta significante para el niño.
Un primer nivel de socialización se produce con la trasmisión del vocabulario; el segundo nivel contiene proposiciones teóricas rudimentarias (proverbios, máximas, etc.); el tercero llega con la elaboración de teorías explícitas mediante proposiciones formalizadas; el cuarto nivel lo constituyen los universos simbólicos; sólo después surge la posibilidad de reflexión sistemática sobre la naturaleza de ese universo y la apertura a la problematicidad de ese sistema.4 Ahora bien, aunque la relación persona-grupo es necesaria, hay que vigilar para evitar el "borreguismo", pues está muy por debajo de la dignidad humana -como dijera Gandhi- el perder la propia identidad personal y perderse en un tornillo más de la maquinaria. «Con excepción del instinto de conservación, la propensión a la emulación probablemente constituya la motivación más fuerte. Esta propensión es tan poderosa que nos induce una y otra vez a caer en comportamientos disparatados y dolosos.5 Ejemplos: Grupo espejo. Cada uno proyecta en él algo de su yo real o de su yo ideal, produciéndose así cierta fusión de horizontes. Pero el quedarse en la contemplación del sí mismo grupal puede convertirse en una deformación, la de Narciso, que sólo tenía ojos para sí mismo. Grupo prisma. El grupo registra las aportaciones de las personas. La función prismática nos cambia sin darnos cuenta, como el aire a quienes le respiran. Pero, mientras que el aire acoge y mezcla todos los efluvios, el grupo no deja pasar más que ciertas aportaciones, las que tienen el prestigio de las personas y de las ideas dominantes. Grupo recipiente. Se produce una combinación de las aportaciones personales, una síntesis de todos. Pero el recipiente no ha sido más que un lugar de encuentro para elementos que se armonizan o se combaten, olvidando que la virtud creadora de las ideas o iniciativas no se encuentra en el recipiente, sino en los ingredientes procedentes de las personas.
Animal libre y moral En Grecia y en Roma no se reconocía la libertad ni la dignidad de todas las personas, pues se excluía a los esclavos, etc. El célebre jurista romano Justiniano (527-565) no consideraba personas más que a los libres capaces de heredar propiedades. Sin embargo, «la libertad es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos: con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra, ni el mar cubre» (Cervantes, El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha). Una propiedad tan im4
2
Ibidem, p. 94. 'Ibidem, p. 94.
55
Berger-Luckman, La construcción social de la realidad, Amorrortu, Buenos Aires, 1986, página 101. 'M. Harris, Jefes, cabecillas, abusones, Alianza, Madrid, 1994, p. 43.
56
LA PERSONA
GAP. 2. LA PKRSONA HUMANA
portante como la libertad aún dista de haberse realizado sanamente en la historia. Respecto a sus actos, la persona tiene una doble función: tiene unas dotes, gracias a las cuales es el agente de sus actos (anda, ve, piensa, siente, quiere) y es autor de sus actos. El animal no es autor de sus actos; el hombre, sí. No de todos, por lo menos en el sentido de libres, pero sí cuando opta no sólo por unos actos o por otros, sino sobre todo por una u otra manera de ser. Ningún animal es libre, sino el hombre: el ser humano es ciudadano de dos mundos; si el primero lo comparte con los demás animales, y en él reinan los instintos obligatorios, el segundo, el de la libertad, situada en el reino de la conciencia moral, es atributo exclusivo del ser humano, «un rango que le hace acreedor al respeto» (Kant); el hombre es «libertad e independencia frente al mecanismo de la naturaleza entera». La libertad conlleva la «dignidad del ser racional, que no obedece otra ley moral que la que él se da a sí mismo». Según una leyenda, Yahvé creó al hombre, amasó barro, le insufló esencia de humanidad, y lo metió en el horno para su adecuada cocción. Pero Yahvé, tan encantado con su creación, se descuidó abriendo el horno después de lo debido, saliendo la raza negra. Insatisfecho, repitió la operación, pero tan atento al reloj del horno estaba para no despistarse, que extrajo la masa antes de tiempo: era la raza blanca, a medio terminar. Por último, Yahvé se concentró y horneó en su punto a la raza perfecta, terminada, automática, amarilla (recordemos que se trata de una leyenda chino-japonesa) . Pues no. Dios creó a todas las razas lo suficientemente terminadas como para que pudieran acabar de «hacerse» en libertad y bajo su propia responsabilidad fuera del horno, aunque el hombre pueda torcerse en el ejercicio abusivo de su libertad, riesgo que, sin embargo, no aminora la confianza del Creador en sus criaturas: tanta es su convicción de que la libertad puede dirigirse hacia el bien. Por lo demás, sin libertad no habría responsabilidad ni dignidad alguna.
57
dar aquellos pasos. ¿Qué sabemos nosotros? Nuestra interpretación de los hechos es, a menudo, equivocada. Nos haría falta conocer absolutamente todo para poder juzgar. Y, aún así, no tendríamos bastante.6 Veamos algunos ejemplos de misterio, extrañeza o perplejidad en la captación del yo. El misterio del yo perplejo «¡Válgame el cielo, qué veo! ¡Válgame el cielo, qué miro! Con poco espanto lo admiro, con mucha duda lo creo. ¿Yo en palacios suntuosos? ¿Yo entre telas y brocados? ¿Yo cercado de criados tan lucidos y briosos? ¿Yo despertar de dormir en lecho tan excelente? ¿Yo en medio de tanta gente que me sirva de vestir? Decir que es sueño es engaño bien sé que despierto estoy. ¿Yo Segismundo no soy?» CALDERÓN DE LA BARCA
El misterio del yo «inexistente» Ser misterioso Pero, por muchas que sean las definiciones de la persona, en el fondo, ¿quién la conoce del todo?: Una noche desperté oyendo un ruido que no cesaba. Era el vecino de arriba que andaba de un lado para otro, y sus pasos resonaban en el techo. ¡Aquello era insoportable! Aquellos pasos me obsesionaban. Las dos de la madrugada. Tenía que madrugar para ir al trabajo y necesitaba dormir. Y el vecino paseándose arriba y abajo sin parar y sin la más mínima consideración. Pensé: mañana subiré arriba y le partiré la cara. Al día siguiente subí al piso de arriba y me enteré de que el hijo de mi vecino había muerto aquella madrugada y que, durante toda la noche, aquel padre afligido había paseado en brazos a aquel pobre niño, consumido por la fiebre. Hoy he vuelto a recor-
-«¡Yo soy -la voz llegaba metálica desde dentro del yelmo cerrado, como si fuera no una garganta, sino la misma chapa de la armadura la que vibrara con un leve retumbe de eco-, Agilulfo Emo Bertrandino de los Guildivernos y de los Otros de Corbentraz y Sura, caballero de Selimpia Citerior y de Fez! -Aaah -dijo Carlomagno como pensando-. ¡Si tuviera que acordarme del nombre de todos estaría fresco! Pero en seguida frunció el ceño: -¿Y por qué no alzáis la celada y mostráis vuestro rostro? El caballero no hizo ningún ademán; su diestra enguantada con una férrea y bien articulada manopla se agarró más fuerte al arzón, mientras "Cfr. C. Díaz, La virtud de lo paciencia, TIMIÍIS, México, 2002, p. 109.
58
SER ACOMPAÑADO: PERSONA Y RELACIÓN
GAP. 2. LA PERSONA HUMANA
que el otro brazo, que sostenía el escudo, pareció sacudido como por un escalofrío. -Os hablo a vos, paladín -insistió Carlomagno-. ¿Cómo es que no mostráis la cara a vuestro rey? La voz salió clara de la babera. -Porque yo no existo, Majestad. -¿Qué es eso? -exclamó el emperador-. ¡Ahora resulta que tenemos entre nosotros incluso un caballero que no existe! Dejadme ver. Agilulfo pareció vacilar todavía un momento. Luego, con mano firme pero lenta, levantó la celada. El yelmo estaba vacío. Dentro de la armadura blanca de iridiscente cimera no había nadie. -¡Pero lo que hay que ver! -dijo Carlomagno-. ¿Y cómo lo hacéis para prestar servicio, si no existís? -¡Con fuerza de voluntad -dijo Agilulfo-, y fe en nuestra santa causa!» (ítalo Calvino: El caballero inexistente). El misterio del yo «mutante» Aquel cantero cortaba piedras de la montaña: «Si fuera rico no tendría que cortar piedras toda la jornada», exclamó. Para su asombro, oyó repentinamente la voz de un buen genio: «Tu deseo se cumplirá, serás rico». Ante la sequía de aquel año, el picapedrero ya rico exclamó: «El sol es más poderoso que yo: quisiera ser sol». Convertido ya en sol enviaba sus rayos a la tierra, hasta que una espesa nube le eclipsó: «La nube es más poderosa que el sol: ahora quiero ser nube». El picapedrero-nube todo lo dominaba, menos una altiva roca que permanecía indiferente: «Quiero ser roca». Un día un hombrecillo comenzó a demoler su base: «¿Cómo un picapedrero es más fuerte que una roca? ¡Quiero volver a ser picapedrero!».
El misterio del yo dividido El escritor ítalo Calvino narra la historia del vizconde que, en un duelo, tras ser cercenado por el tajo de un adversario en dos mitades exactas, cada una de las cuales vive su vida independiente, una buena y otra mala, logra por fin recobrar su anhelada unidad: al fin y al cabo no hay ninguna parte humana que no añore a las restantes (Sigmund Freud señaló no dos mitades, sino tres estratos en cada ser humano: ello/yo/superyo; Nietzsche eleva ese número hasta el infinito). El misterio del yo legionario «Y llegaron al otro lado del mar, a la región de los gerasenos. Apenas saltó de la barca, vino a su encuentro de entre los sepulcros un hombre con
59
espíritu inmundo que moraba en los sepulcros y a quien nadie podía tenerle ya atado ni siquiera con cadenas, pues muchas veces le habían atado con grillos y cadenas, pero él había roto las cadenas y destrozado los grillos, y nadie podía dominarle. Y siempre, noche y día, andaba entre los sepulcros y por los montes, dando gritos e hiriéndose con piedras. Al ver de lejos a Jesús, corrió y se postró ante él, y gritó con gran voz: '¿Qué tengo yo contigo, Jesús, hijo de Dios Altísimo? Te conjuro por Dios que no me atormentes'. Es que él le había dicho: 'espíritu inmundo, sal de este hombre'. Y le preguntó: '¿cuál es tu nombre?'. Le contesta: 'mi nombre es Legión, porque somos muchos'. Y le suplicaba con insistencia que no los echara fuera de la región» (Me, 5).
SER ACOMPAÑADO: PERSONA Y RELACIÓN La persona ha nacido con los demás, vive entre ellos, y en su entorno muere. Sería ocioso preguntarse si fue antes el individuo aislado o la pareja. «Yo llego a ser yo en el tú; al llegar a ser yo, digo tú» (Martin Buber, Yo y tú). «Sólo hombres capaces de hablarse realmente de tú pueden decir verdaderamente 'nosotros'. El hecho fundamental de la existencia humana es el hombre con el hombre. A esta esfera la denomino esfera del entre y es una categoría básica de la realidad humana, que se realiza en grados muy diferentes» (Martin Buber: Qué es el hombre). «El ojo que ves no es ojo porque tú le veas, es ojo porque te ve» «Poned atención: Un corazón solitario no es corazón» MACHADO
Somos yo-y-tú, tú-y-nosotros. Al subrayar esa relación se queda corta la afirmación de Ortega y Gasset «yo soy yo y mis circunstancias», más bien «yo-soy-yo-y-mis-circunstantes», pues aunque las cosas y los animales son circunstancias, sólo las personas son circunstantes: sólo ellas forman parte de mi propia vida. El amante llama a la puerta de su amada: «Soy yo». Ella le responde: «Pues entonces márchate. En esta casa no cabemos tú y yo». El rechazado amante se va al desierto, donde medita durante meses las palabras de su amada. Por fin regresa y vuelve a llamar: «¿Quién es?». «¡Soy tú!» Y la puerta se abre al instante.
(>()
61
CAP. 2. LA PERSONA HUMANA
Yo-tú
SER AMADO: PERSONA Y AMOR
Yo soy más, tú eres más (actitud positiva) Yo soy más, tú eres menos (arrogancia) Yo soy menos, tú eres más (depresión) Yo soy menos, tú eres menos (derrotismo)
La persona pide
Yo-tú-él Yo soy más, tú eres más, ellos son más (filantropía) Yo soy más, tú eres más, ellos son menos (xenofobia) Yo soy más, tú eres menos, ellos son más (menosprecio del prójimo) Yo soy más, tú eres menos, ellos son menos (egocentrismo) Yo soy menos, tú eres más, ellos son más (depresión) Yo soy menos, tú eres más, ellos son menos (idolatría del líder) Yo soy menos, tú eres menos, ellos son más (malinchismo) Yo soy menos, tú eres menos, ellos son menos (pesimismo) Yo-todos «Somos todos de consuno y en la pina que formamos yo soy nos-otro y nos-uno» UNAM UNO
El enfermo yo sin tú «En el meeting de la Humanidad millones de hombres gritan lo mismo: ¡Yo, yo, yo, yo, yo, yo! ¡Yo, yo, yo, yo, yo, yo! ¡Cu, cu, cantaba la rana, cu, cu, debajo del agua! ¡Qué monótona es la rana humana! ¡Qué monótono es el hombre mono! ¡Yo, yo, yo, yo, yo, yo! Y luego: a mí, para mí, en mí opinión, a mi entender. ¡Mi, mí, mi, mi!. Y en francés hay un ¡Moi! ¡Oh, el Moi francés, ese sí que es grande! ¡Monsieur le Moi!. La rana es mejor: ¡Cu, cu, cu, cu! Sólo los que aman saben decir ¡tú!». JACINTO BENAVENTE
Tanto en la comunicación satisfactoria con los otros como en la dificultad, somos relaciónales. Por tanto, lo primero que descubro no es mi propio «yo pienso, yo existo», como quería Renato Descartes (1596-1650), un yo sin tú, un «yo pienso» sin cuerpo. El «yo» no comienza con el solitario y arrogante «yo», sino con el vocativo relacional, con el «por favor». Si el vocativo es la relación en su forma de petición, el genitivo es la relación en la forma de respuesta satisfactoria. El vocativo es el niño, el genitivo es la madre (padre, hermano mayor, comunidad de cuidadores) a cuya amorosa entrega anticipada el niño aprende a responder. En efecto, desde que nacemos tenemos necesidad de las demás personas; no hay nadie más carente y precisado de auxilio que un niño. El llanto es su manera de decir «por favor». El «yo» del llanto es, desde su origen, un «ven hacia mí». Quien luego va a devenir el animal más brillante es desde que nace el más mendicante. ¿Qué sería de un bebé sin nadie que le cuidase? Somos petición, súplica, invocación. Existimos porque somos capaces de pedir. Los niños aprenden deprisa porque piden y preguntan mucho. El cariño fortalece y revitaliza. La fuerza del cariño es nutritiva: energetiza, dinamiza, restaura el ala rota del pajarillo que, aterido ya sobre el alféizar de mi ventana, carecía de temple vital para entonar el canto y, convirtiendo el hueco de la mano en nido, recupera en su garganta aterida la capacidad y la esperanza canora, la libertad para la aventura, la alegría de aletear. No puede considerarse libre quien no vive dispuesto a conceder la libertad a los demás. Quien me quiere me confiere confianza para que yo confíe en mí mismo y en los demás. Paul Gauguin se dio cuenta del valor de la confianza cuando afirmó: «Prefiero pecar de confiado, aunque me lleve mil decepciones, a vivir desconfiado de todo y de todos; en el primer caso se sufre sólo en el momento del desengaño, y en el segundo se sufre constantemente». ¿Hemos reparado en que la vida es un intercambio de vocativos y genitivos? La madre que cuida al bebé, ¿no pasa a ser cuidada por el hijo, que ahora ejerce como su genitivo? Y ¿no ocurre a veces otro tanto con la relación maestro-alumno, en que éste pasa a enseñar a su maestro sin dejar de invocarle como tal maestro, por gracia? Milagro de la relación interpersonal. ¡Qué suerte tiene quien ve satisfecha su petición, si ésta es buena! ¡Cómo necesitamos ser acogidos! Da más fuerza saberse amado que creerse fuerte, aseguraba Goethe. La certeza de sabernos amados nos hace invulnerables, invulnerables incluso en nuestra vulnerabilidad. ¡Qué raro, qué maravilloso ese fugaz instante en que comprendemos que hemos descubierto un ser que nos ama! Aquel que nos quiere nos enseña mejor que nadie a querer. Si nos falta el genitivo, el abrazo, el cuidado, tendremos más dificultades en superar la inmadurez. Recuérdense las experiencias de Kóhler y Koff-
62
SER AMADO: PERSONA V AMOR
CAP. 2. LA PERSONA HUMANA
ka también con chimpancés, gorilas y orangutanes: carentes de tacto paterno-materno, desarrollaron comportamientos neuróticos desde la excitación eufórica a la inmediata depresión, por tanto sin equilibrio emocional. Como sabemos, después de las experiencias de Feuerstein, las ratas criadas con estímulos aversivos son los últimos en encontrar la salida del laberinto, y son más agresivas. Los niños educados con buenas expectativas rinden más que los malos: se rinde según el trato que se nos da y lo que se espera de nosotros (efecto Pigmalión). Pero, a diferencia de los niños, la edad nos va haciendo más refractarios a la petición a los adultos, por eso no todos los adultos sabemos pedir. Sin embargo, quien no sabe pedir no sabrá dar. ¿Por qué no pedimos más los adultos? Por miedo al rechazo, por malas experiencias anteriores, por cobardía... Mas, si no nos fiamos de nadie, si no queremos pedir, no podremos crecer. Pese a todo, niños, adultos y ancianos necesitamos pedir. De hecho, a veces sin darnos cuenta, reajustamos nuestra actuación para que los otros nos acepten. Con frecuencia, se sale de un encuentro modificando la imagen previa forjada sobre el interlocutor: "Mira, creía que era... y resulta que es". La mayoría de las veces, y si la interacción no se prolonga, pueden conservarse las imágenes preexistentes. Pensemos en la interacción que tiene lugar entre dos personas de muy distinto rango social, pongamos el rey y un niño que va a ofrecerle un obsequio: si el rey mantuviese determinada tiesura, exigible en otros contextos, la relación se bloquearía. En cualquier caso, la imagen que el otro me devuelve de mí mismo me interesa mucho: "¿Qué le habré parecido a... ?", o "Le he debido parecer que..." Puedo parecer al otro como pretendía ser, o quizá mejor, o tal vez peor. Si se nos define en más de lo que imaginábamos inicialmente ser, aparte la gratificación en forma de autoestima que de ello se deriva, aceptamos por lo general, sin reticencia, esta imagen realzada. (A veces no ocurre así, y nos vemos obligados a pensar, por la responsabilidad que se contrae, que el otro nos tiene en más de lo que somos.) Por el contrario, si la definición nos rebaja, la relación suele ser de rechazo. De todos modos, esto no debería hacernos depender del juicio ajeno, claro está. En fin, «toda definición efectuada por los otros sobre uno se compara con la definición que uno esperaba obtener a partir de su actuación. Pero la comparación también se establece entre la que hacen de uno y la que hacen de los demás: ¿somos preferidos o somos preteridos? Nuestra autoestima sufre si se nos sitúa allí donde pensamos que no debemos estar, y 7más aún si se sitúa a otro en la posición que juzgamos que nos corresponde». Si lo que nos hace ser personas es el amor, cuando lo recibimos pero no lo damos cortamos la cadena del amor y, al cortarla, matamos. Si el amor recibido nos lo quedamos para nosotros, si no lo trasfundimos, pecamos gravemente. Si quien nos ama nos hace ser, quien no nos ama difi7
C. Castilla del Pino, Teoría de los sentimientos, Tbsquets, Barcelona, 2000, p. 176.
culta nuestro ser. Si amar es dar la vida, no amar es no-darla, quitarla. El pecado constituye precisamente la negación del dativo, la ruptura de la cadena de dones, el obstáculo que no regala el amor que le han regalado, la ruptura del sistema personal de relaciones que siempre se encuentra orientado hacia el tú: un cerrarse en sí mismo, un querer ser solamente uno mismo. La persona acoge Cuanto más débiles somos, más necesitamos ser cuidados. Cuanto más crecemos en todos los sentidos, más podemos ayudar. El vocativo (la petición) es el niño, el genitivo (la acogida) es la madre, el padre, el hermano mayor, el cuidador o cuidadora, la comunidad, a cuya amorosa acogida el niño aprende a responder. El cariño que nos proporcionan nos fortalece y nos revitaliza. Un notable discípulo de Freud, Karl Gustav Jung (1875-1961), afirmó que las personas terminaron recluidas en los manicomios porque antes nunca tuvieron a nadie dispuesto a escuchar lo que tenían que contar. El sufrimiento es principio de curación y requiere un correcto acompañamiento en el que se necesita compasión. Ninguna experiencia de sufrimiento se suple tan sólo con los tratamientos biológicos. La atención a esas personas requiere una asistencia que despierte esperanza. La esencia de la ayuda consiste, ante todo, en despertar la esperanza básica de la persona que sufre. Si, por el contrario, nos falta el apapacho, nos encontraremos con más dificultades en superar la inmadurez. ¿Cómo sería la existencia de alguien nunca amado?, ¿Qué tipo de «yo» desarrollaría? ¡Cuántas personas no han conocido un abrazo necesario y andan por ahí como zombis, muertos en vida! ¿No hemos pensado en nuestra responsabilidad respecto de muchos que nunca han sido amados? Si lo que nos ayuda a crecer como personas es el amor, cuando lo recibimos pero no lo damos, cortamos la cadena del amor: hacemos un daño grave.
La persona dona y se da Quien ha ido aprendiendo a vivir desde la experiencia del amor, goza ayudando a los demás. Aunque parezca paradójico, sólo se posee lo que se regala. La madurez crece en relación de proporcionalidad directa con la generosidad. Donación (o dativo) de alcance corto Hay quien da lo que puede a los suyos, tan sólo a los suyos, y la verdad es que semejante comportamiento no es como para tirar cohetes, pero
64
CAP. 2. LA PKRSONA HUMANA
no es malo mientras no pretenda para los suyos propios lo que roba a los ajenos por el mero hecho de que no son los suyos. Por lo general, el que es sólo bueno con los suyos suele escudarse en argumentos tan pobres como que los amigos son como los melones, y que hay que probar 50 para hallar uno solo bueno. El dativo de radio corto (dativo para los propios) suele ser de radio ancho para los de casa, pero estrecho para los de fuera. Otra variante del dativo de radio corto es el «te doy para que me des» (amistad útil) que se expresa en la ley del Talión. Pero hay quien un día (y tiene más valor si ello ocurre antes de morirse, pues después de muerto tiene menos gracia) decide regalar lo suyo a todos, haciendo que su beso abarque a toda la humanidad, y ése es genial. La com-pasión resulta directamente proporcional a la práctica de la caridad: «Bien sabemos nosotras que hacer lo que hacemos no pasa de ser una gota de agua en el océano. Pero si esta gota no estuviese allí, al océano le faltaría algo. Por ejemplo, si nosotras no tuviésemos escuelas en los barrios pobres - n o pasan de ser pobres escuelas primarias en las que nosotras enseñamos a los niños a amar la escuela, a estar limpios, etc.-, si nosotras no tuviésemos estas escuelas, miles de niños estarían en la calle. Tenemos, pues, que escoger entre algo, aunque sea poco, o dejarles sin nada. Ocurre lo mismo con nuestros hogares de los moribundos. Si no los tuviésemos, los que en ellos se amontonan morirían en la calle. Pienso que merece la pena tener todo esto, aunque no sea más que para que tales infelices mueran en paz, en la paz de Dios». ¿Debemos dar limosna a los mendigos? Cierto ex alcalde, mediante una operación de maquillaje, desempolvó unas ordenanzas municipales de 1930 en las que se señalaba que «para tranquilidad, respeto y buena armonía entre los habitantes de la ciudad, queda prohibido en absoluto ejercer la mendicidad. Serán retirados de la vida pública todos los vagos y maleantes que, aunque no se les sorprenda ejerciendo la mendicidad, por su suciedad y aspecto deplorable, así aconsejen su retirada para bien de la ciudad y personas que nos visitan». Los partidarios de la limosna la defienden porque es una forma de mitigar la ajena necesidad y, a la par, de tranquilizar la propia conciencia. En todo caso, la mendicidad ni puede ni debe prohibirse. Además, si su conciencia se lo dicta, dé usted limosna, pero sepa que su ayuda será mejor administrada por una institución como Caritas, pues amén de procurar una ayuda puntual al necesitado, dispone de programas de rehabilitación y reinserción a más largo alcance. Y pídale cuentas a dicha institución, que está usted en su pleno derecho. Pero si de verdad le preocupa la mendicidad, vaya más lejos. Piense que los mendigos son personas como usted, sienten como usted, necesitan cobijo, comida, ropa, asistencia médica, cariño, un puesto de trabajo exactamente igual que usted lo necesita. Cuidando al otro se hace lo justo y necesario. Si todo eso le importa de verdad, comience por cumplir con sus obligaciones fiscales. Luego presione al gobierno o a las comunidades autónomas, a las diputaciones y a los ayuntamientos para que administren bien el dinero público, para que empleen los recursos en programas sociales, en
SHK AMADO: PKRSONA Y AMOR
t»5
lugar de derrocharlo en armamento, etc. Si dispone de tiempo, compártalo, pues su trabajo es importante. Y sobre todo luche por transformar esta sociedad que justifica la riqueza de unos y la pobreza de otros.
Dar nuestro
espacio,
dar nuestro
tiempo
Hay dos tipos de dativo, el de espacio (uno da cosas) y el de tiempo. El dativo de espacio a veces lo damos a nuestros hijos (les compramos juguetes, caballos, casas, etc., que caben en el espacio) para no darles nuestro tiempo, que es el dativo más valioso: cuando uno da lo que uno mismo es, su tiempo, se da a sí mismo.
Dativo
absoluto:
darse
Pero ¿y si ensayáramos una filosofía nueva, que sería no serse para darse? ¡Darse gratis! ¿No habría llegado a nuestros pueblecillos el momento feliz de inaugurar una nueva existencia, una nueva tierra y unos nuevos cíelos? Y el no serse, ¿qué es?: la nada, la nada. Pero, ¿es que vale algo la nada? Pablo dice: ¡claro que vale!, porque el Hijo se vació, se perdió, se entregó. Por eso este nuevo camino no es una "nueva" filosofía, sino un camino que ya está abierto, camino nuevo y vivo, mano abierta, herida, encendida. La Carta de Pablo a los Corintios afirma que el Padre, en su proyecto, ha elegido a la nada de este mundo para dejar paso a eso que se llama la "gracia", o sea, la gente que no vale, que no tiene dinero, que no tiene poder, que no tiene cultura, que está marginada, que está enferma. En la nada, en el no ser, en el basurero, es donde florecen las flores, no en los depósitos bancarios de Vitigudino. Es algo que está sembrado en el basurero y que crece solo. ¡Ah, no serse, desvivirse, no para recuperarse sino para pasarse a otros y éstos a otros y a otros, eso sería extraordinario, realmente estaríamos inaugurando una página nueva!... Esto sería como la siembra del grano de trigo, algo precioso, porque la tierra tiene una capacidad enorme de vida, la tierra y la humanidad están llenas de vida, pero como no haya un grano de trigo que se rompa y se pudra y se muera -¡tiene que morirse!- no habrá pan. Al sembrarse, al romperse, toda la fuerza de la tierra pasa al grano de trigo y el grano de trigo la acoge, la transforma y se hace un puñado de granos de trigo. Esto es sobrecogedor, ¿verdad? A mí me parece la primavera al amanecer. Es una caricia, un amor... Hay varias maneras de sembrarse. Si, por ejemplo, tengo un grano de trigo y le dejo en la panera, este grano no se convertirá en pan blanco porque no se ha sembrado. Por tanto no será una respuesta, ni una brecha viva a la sangre derramada en Ruanda o en América Latina, será un asunto personal o familiar, pero nada más. ¿Y si uno se queda sobre la tierra, sobrevolándola, caminando por encima, que es lo que nos pasa normalmente a nosotros? Tampoco es manera de sembrarse. ¿Y si yo me siembro en un envoltorio de plástico, que pueden ser perfectamente mis libros? Pues ¡cómo voy a sentir el latido vivo de la tierra y transformarlo en pan blanco! Es imposible, porque germino en mi propio ambiente, pero no puedo esperar que ese grano de trigo acoja las lágrimas de los negros
OO
L.AP. Z . LA PERSONA HUMANA
africanos o de los pueblos asiáticos para transfigurar las lágrimas y los cantos en un cántico nuevo, porque estoy en mi envoltorio. ¿Y si me siembro en la tierra desnuda? ¡Ay, si me siembro en la tierra desnuda ya sería mucho, porque entonces me pudro, me tengo que morir! Los escrituristas dicen que entre el grano de trigo que se pudre y la espiga no hay una continuidad, que el grano de trigo se muere verdaderamente, y lo que sale después es algo nuevo, completamente inesperado, una cosa milagrosa como lo es la vida misma... A mí me encanta la primavera, el amanecer, esa luz difusa de las seis de la mañana, de cinco y media a seis; cuando empieza a amanecer no cantan todos los pájaros, canta uno; después, al rato largo, canta otro y luego viene un momento en que cantan todos ya cuando se levanta la mañana al tiempo que se enciende la lumbre, pero no con palos gordos que no arden, sino con palos pequeños, medio rotos, para que puedan arder. Es una cosa preciosa, la semilla que crece sola, como en el texto de Marcos... Y hay otra parábola que se conserva en la tradición sinóptica, y que a mí me encanta: la parábola del grano de mostaza. El grano de mostaza es la más pequeña de las semillas, pero cuando crece se hace un arbusto y las aves se acogen a él. Esto podría ser lo nuestro ¿no? Un grano de mostaza donde las aves en vuelo vienen, se cobijan en la noche y se van. Una cosa pequeña para que cualquier ave en vuelo hacia los nuevos cielos y la nueva tierra tuviera eso, un trozo de pan, un cancionero, un libro de filosofía, para que podamos cantar a la mañana como la cantan todas las criaturas».8 «Un gorrión voló despacio sobre el huerto buscando dónde poder encontrar trigo. El espantapájaros, al verle, quiso ahuyentarle dando gritos, pero el pájaro se posó en un árbol, diciendo: -Déjame coger trigo para mis hijos. -No puedo -contestó el espantapájaros. Pero tanto le dolía ver al pobre gorrión pidiendo alimento, que le contestó al fin: "Puedes coger mis dientes, que son granos de trigo". El gorrión, agradecido, besó su frente de calabaza. Una mañana, un conejo hambriento entró en el huerto buscando una zanahoria. Tanto le dolía al espantapájaros el hambre del conejo, que le ofreció su propia nariz de zanahoria. Una vez el conejo se hubo marchado, quiso cantar de alegría, pero no tenía boca ni nariz; sin embargo quedó contento. Otro día el galló buscó comida: "Toma mis ojos, que son granos de maíz", le invitó el espantapájaros. Poco después, un vagabundo se acercó a él, aunque no pudo verle porque carecía ya de ojos: -Espantapájaros, tengo frío. -Usa mi vestido, es lo único que puedo ofrecerte. Más tarde notó que alguien lloraba junto a él. Era un niño que buscaba comida para su madre. "Pobre niño", musitó el espantapájaros, "te doy mi cabeza, que es una hermosa calabaza"... 8 M. Legido, en Acontecimiento, núm. 33, Instituto Emmanuel Mounier, Madrid, 1994, pp. 155-168.
SER AMADO: PERSONA Y AMOR
67
Al regresar el labrador a su huerto se enfadó mucho por el autoexpolio de su espantapájaros, y le prendió fuego. Los amigos del espantapájaros, al ver cómo ardía, se acercaron y amenazaron al labrador, pero en aquel momento cayó al suelo algo que pertenecía a aquel monigote: su corazón de pera. Entonces el hombre, riéndose, se lo comió: -¿Creíais que el espantapájaros os había dado todo? Pues esto me lo como yo. Mas con sólo morderla notó un cambio interior: -Desde ahora os acogeré siempre. Mientras, el espantapájaros se había convertido en cenizas y el humo llegaba hasta el sol transformándose en el más brillante de sus rayos».9
Dejarse
cuidar
Pero no se trata sólo de dar. Se puede acusar de falta de generosidad a quien no está dispuesto a recibir, a quien no deja a los demás ser generosos con uno. Ciertas madres no permiten a los hijos esforzarse en bien de la familia, ciertos padres amigos no toleran que se les regale nada, ciertos maestros prefieren en muchas ocasiones realizar una serie de tareas antes que orientar a los alumnos para que las hagan ellos, etcétera. Y hay un acto generoso que suele costar, incluso, más esfuerzo que regalar: perdonar, mostrar al otro que no lo rechazamos por lo que hizo, que pese a todo le aceptamos y confiamos en sus posibilidades de mejora.
L a p e r s o n a peivctona Perdonar es mostrar al otro que no lo rechazamos por lo que hizo, que pese a todo confiamos en sus posibilidades de mejora. Perdonar es renunciar a tener la última palabra. Es renunciar al derecho por amor, en favor de un amor sin derechos. Es renunciar a la obsesión de la memoria ofendida («me debes, me hiciste») y del rencor pretérito en favor de un futuro liberador: comienza una vida nueva, vamos adelante. La prueba clave de la calidad de la persona es la petición y la concesión de perdón. Quien no pide perdón se pierde lo hermoso de la vida, la experiencia de la reconciliación, nunca será capaz de encuentro, ni de amistad, jamás encontrará un tú amado, porque sólo sabrá detectar a un ego ofendido por un tú odiado. A veces no sabemos cómo pedir perdón por no ser dativos. No es tan fácil para quienes no somos verdaderos niños, pues la sociedad no perdona; ahí fuera, en la calle, hay una selva donde no se disculpa. Hay también convicciones incorrectas, aunque de uso común: la idea de que quien pide 9
C. Díaz, Diez virtudes para vivir con humanidad. Fundación Mounier, Madrid, 2000, página 43.
(>H
CAP. 2. LA PERSONA HUMANA
perdón se autohumilla; pero es al contrario: el peticionario ennoblece a quien se lo puede conceder, dándole la oportunidad a quien lo concede de ejercer un don. Además, quien recibe el golpe y no lo descarga es presentado como el patito feo, el perdedor, que no puede transferir sobre otro el último agravio. Asimismo, la capacidad de aprender resulta directamente proporcional a la capacidad de pedir perdón. Existe una relación entre el perdón y el mérito. El incapaz de pedir perdón está encerrado en sí mismo, por eso no reconoce ningún don ajeno y debe decir: «Todo me lo merezco, me he hecho a mí mismo, soy el hombre que se ha hecho a sí mismo». Todas las faltas son por culpa de los demás, todo el m u n d o tiene que admirarme y apoyarme. Pero con eso se está implícitamente cerca del «me estoy deshaciendo a mí mismo». Sufrirá mucho, porque ha hecho con mucho esfuerzo y luchando mucho eso que dice que ha conquistado por mérito propio. No sólo es que, cuando pierde, pierde todo, sino que además lo pierde todo cuando no gana. Por el contrario, quien sabe pedir perdón dice: «No me merezco nada», pero no en el sentido destructivo, sino porque sabe que todo lo que hay en nosotros es fruto del amor que se me ha regalado, de la gracia. Esta persona se plantea en su vida devolverlo todo con gratitud, ser el primero en arrimar el hombro. Y, cuando hace mal, se alegra por pedir perdón al ofendido. Me equivoco frecuentemente, lastimo a los demás, tengo cosas bellísimas pero también otras sumamente negativas. Todo se me ha regalado con gracia y todo lo devuelvo con gratitud. Quien se conoce a sí mismo reconoce a los demás, pues el propio rostro es al fin regalo de los rostros ajenos. Cuando pierde, pierde menos. Cuando se equivoca, acierta, porque a través del perdón redescubre el buen camino. Si humano es hacer el mal, más humano es perdonar y ser perdonado.
En todo tiempo y lugar El dativo que no conoce excepciones se convierte en ablativo, es decir, en dativo de por vida, en todo tiempo y lugar, a pesar de los fallos y las fragilidades humanas con ellas incluidas, porque nadie es perfecto. Cuando se ha vivido en ablativo, se sabe que sólo el amor puede soportar ciertos espectáculos sin desfallecer, aguantar lo que haga falta. Quien gozó de una vida dativa termina haciendo del dativo un ablativo: para ti, contigo, hacia ti, desde ti, en ti: todas las preposiciones y circunstancias se viven en favor de los demás cuando se ha hecho de la propia vida un don en cualquier tiempo y lugar. Al fin y al cabo, el ablativo es un dativo hecho hábito vital. Y por eso el ablativo no pasa inadvertido: «Ven, quiero que conozcas a una persona buena». Ese ablativo pasa también a ser «hablativo», porque de él todo el mundo habla y la gente despide emocionada su cadáver, en el último «adiós» que es el resumen y el compendio de muchos «a
SER AMADO: PERSONA Y AMOR
69
Dios»: «recuerdo a este propósito la frase que dijo un día alguien en la calle Tetuán, al ver pasar a J u a n Belmonte: 'Este tío sí que va a tener u n buen entierro'». Una sola incapacidad tiene el ablativo: es incapaz de acusativo.
El amor es el nombre de la persona Como escribiera Tomás de Aquino, amor est nomen personae (el amor es el nombre de la persona). El nombre o nominativo, el «yo» de quien ama, aparece en su totalidad al final de la vida. A la caída de la tarde se nos examinará en el amor, que es el nombre de la persona. Si el nombre definitivo del hombre que vive con criterio de humanidad es amor, el antinombre de quien vive en inhumanidad es odio. Quien ama sabe que, pese a todo, hay en el ser humano más cosas dignas de admiración que de desprecio. Si no encuentra esto en la superficie, si escarba y tiene paciencia, perseverancia y esperanza, si es vocativo-genitivo-dativo-ablativo, hallará en el otro y en sí misma al final de la jornada, a la caída de la tarde, ese tiempo de eternidad. El amor es paciente. El amor es servicial. El amor es discreto. El amor se alegra con la verdad. El amor excusa todo defecto. El amor todo lo cree. El amor todo lo espera. El amor todo lo soporta. El amor desconoce el egoísmo. El amor desconoce la irritación. El amor desconoce la venganza. El amor desconoce la injusticia. El amor desconoce la envidia. El amor desconoce la jactancia. El amor desconoce el engreimiento. El verdadero amor desconoce los celos. Y, porque somos esperanza hasta el final, el nombre de la persona -amor- debe encontrarse al final. El yo sabe que quizá constituiría una presunción proferir el propio nombre demasiado enfáticamente antes del último día. De una persona no puede decirse que haya sido amor hasta el final de esa vida misma. Es al final, y sólo al final, cuando el yo madurado en el amor co-noce y co-nace, nace y renace a los demás. Desde la perspectiva del amor, envejecer es renacer.
Las últimas palabras y la primera Palabra: quien puso nombre a los seres juzgará también su último nombre Si lo dicho hasta ahora es verdadero, en el principio no fue el «ego» narcisista ni el «cogito», sino el amor ergo sum: soy amado, luego existo. Descartes no llevaba razón al comenzar con el yo, pues el nominativo, el nombre del hombre, lo que le denomina o designa como yo, es el amor, y éste ha recorrido otro camino: vocativo-genitivo, dativo, ablativo, y al final el nombre del hombre: el amor. El amor es el nombre de la persona.
70
71
CAP. 2. LA PERSONA HUMANA
Juan, Antonio o Luisa, como personas, comparten un mismo nombre: amor (en caso contrario, el antinombre: odio). La muerte concede a los otros la última palabra (respondente) sobre mí, que tuve la primera palabra (vocativa) hacia ellos. Por eso para los cristianos el responso -de responsum, a su vez de respondeo- es la última «respuesta» de la comunidad ante Dios: ella testifica que ha caminado con el difunto bajo el signo del amor divino. Por lo demás, es de la misma raíz que spondere, casarse: así como los esposos responden uno del otro cuando se casan, así también responde (en cuanto ello es posible) la comunidad por el difunto ante Dios. Por encima de mi palabra, y de la palabra de la comunidad sobre mí, Dios tiene la última e infalible palabra sobre los que tienen la última palabra sobre mí. Aquel que fundó la palabra, aquel que al crear puso nombre a las realidades, es el mismo Aquel que cerrará la palabra.
Soy amado, luego existo Si yo dijera «Amo, luego existo», en lugar de «Pienso, luego existo», tampoco habría avanzado gran cosa, pues sólo puedo decir «Amo, luego existo» porque previamente he sido amado para existir. Amado Ñervo: «Es para mí una cosa inexplicable el por qué se siente uno capaz de ser bueno al sentirse amado». Soy amado (voz pasiva, no mérito) por gracia. Soy porque, por gracia, he sido amado. Mi yo se descubre al final y por gracia, no al principio y por autoafirmación, como pensaba Descartes. ¿No decía Descartes que al yo se llega a través de la duda, hasta tal punto que el más desconfiado es el que mejor domina el yo? Pues nosotros decimos que no es la duda («el magisterio de la sospecha»), sino la confianza en la gratuidad del amor de quien al amarnos nos da vida, lo que sostiene nuestro yo. La vida es un buscarnos abriéndonos para poder decirnos: te amo, no morirás. Amar a otro, amarle de verdad, amarle allí donde la pequeña manía nada tiene ya que ver con la grande y verdadera pasión, amarle más allá del juramento de fidelidad a la belleza y más allá del dictado de su obsesión y de su despotismo, escribía Gabriel Marcel, significa decirle: mientras yo viva tú no has de morir, pues mientras yo viva te llevaré siempre conmigo hasta el final. Si alargamos la bella afirmación de Gabriel Marcel, diremos: aunque también yo, tu enamorado (a) muriese, aunque me llegara el final a mí que soy mortal y entonces también tú desaparecieses con mi muerte, sin embargo, si existiera ese Ser que -inmortal Él- desde siempre nos amara y nos amara para siempre, entonces nosotros dos seríamos rescatados para la eternidad amorosa y la muerte no prevalecería jamás sobre nuestra vida. Pues, así como en la tierra es ya el amor lo que nos constituye y salva, y el desamor lo que nos destituye y condena, así también en el cielo si existiera el Dios Amor garantizaría la eternidad amándonos más allá del tiempo de la caducidad.
MADUREZ Y REALIZACIÓN PERSONAL La persona madura sabe distinguir entre necesidades primarias y secundarias. Según Abraham Maslow, hay una pirámide de necesidades. En su base están las necesidades primarias o biológicas (hambre, sed, etc.). A continuación está la necesidad de seguridad. Luego, las necesidades de afecto y pertenencia (querer y ser queridos, ser aceptados en nuestros grupos) . Después, la necesidad de estima (autoestima y estima ajena). Por fin, la de autorrealización y trascendencia.
Escala de valores, escala de necesidades La persona es un ser intencional, un dentro que necesita un fuera, un fuera que necesita un dentro. Va desarrollando su escala de valores y de necesidades a la vez, no es primero lo uno o lo otro. Por eso los valores no serán reconocidos por mí, si a la vez no me reconozco a mí mismo como persona valiosa, por la sencilla razón de que nadie da lo que no tiene, ni entiende aquello para lo que no está preparado: nadie experimentará fuera de sí el valor que no lleve dentro de sí. En consecuencia, difícilmente podrá estimar verdaderamente a los demás quien carezca del menor sentimiento de autoestima. Si los valores no repercuten en mí, si me dejan frío e indiferente, nada valdrá para mí. Esta es la razón por la que se necesita que la correcta escala de valores objetivos se corresponda con el correcto establecimiento de la jerarquía de necesidades subjetivas. Así como hay ciegos axiológicos hay también ciegos (o, más bien, cegados poco a poco) en cuanto al diseño de sus propias necesidades. Si necesito un castillo, una cuadra de caballos, una avioneta, un harén y una legión de mayordomos, no estoy bien. Las personas con una jerarquía de necesidades muy desenfocada reconocen una escala de valores muy desenfocada. Familia, sociedad, cultura también influyen en la configuración de la escala de necesidades. A nadie se le escapa que necesitamos educar nuestras necesidades, lo mismo que nuestros valores: ambas exigencias apuntan a una misma realidad intencional, la humana.
Algunas dificultades en la captación de las necesidades humanas Muchas personas se vuelven inhumanas cuando, por los motivos que fueren, terminan dominadas por necesidades aberrantes, estúpidas o falsas. Algunos ejemplos de antiejemplaridad:
72
CAÍ: 2. LA PKRSONA HUMANA
a) Hay personas que no salen de las necesidades fisiológicas, las menos personalizadoras, las más cercanas al mundo animal, aunque muy perentorias e ineludibles. b) Hay personas educadas en valores, pero de forma humillante, y terminan encerrándose en sí mismos y odiando los valores mal aprendidos. c) Hay personas que en esta sociedad competitiva no logran desplegar las habilidades que poseen, porque las circunstancias sociales lo impiden. Si sólo una exigua minoría puede desarrollar las habilidades que ha cultivado, quien se desarrolla es el imperio del capital, pero a costa de los agentes sociales, que en sus correspondientes tiempos de ocio sólo podrá consumir diversiones embrutecedoras. d) Hay personas que achacan a su configuración psicosomática las alteraciones en el juicio sobre sus propias necesidades. Desde luego, las personas tenemos predisposiciones naturales, así como ideales y valores. Si no fuéramos más que animales biológicos y no axiológicos, la predisposición natural con que venimos al mundo determinaría nuestro comportamiento. Pero, siendo los humanos tanto seres biológicos como axiológicos, tratamos de que interactúen las dos dimensiones: con la estructura biológica intentamos vivir nuestros valores. e) Hay personas que ignoran las necesidades espirituales, si bien admiran a los abnegados sin fronteras, misioneros, etc. Esa necesidad de ser misionero, o visionario, existe en cada cual, pero sepultada. La vocación es lo que al final de la vida ha descubierto uno, ya por acción, ya por inacción. Y muchas vocaciones posibles se frustran, desviadas por el peso de una pirámide de necesidades aberrante con la que hemos terminado pactando. La vida que al final llevamos es resultado de la vida que no hemos sabido llevar. Pactamos nuestras necesidades con el no-yo, y luego elaboramos complicadas teorías para justificar ese no-yo.
Personalidades maduras axiológicamente He aquí algunos rasgos tendenciales básicos de madurez axiológica: Señorío de sí. Autodisciplina, fortaleza, constancia, paciencia, autocontrol, autodominio, todo eso genera un tipo de sensualidad integrada. Armonía. Encauzamiento de las inclinaciones naturales hacia el desarrollo total de la personalidad. Una persona bien dotada físicamente puede orientar esto de una forma unilateral dedicándose a desarrollar sus músculos y quedándose únicamente en el exterior de la personalidad, sin integrar el valor de la corporalidad y convirtiendo la ética en dietética. Muchas de las buenas artes se convierten en malas por su desarrollo unilateral y desintegrador.
MADUREZ Y REALIZACIÓN PERSONAL
73
Autorrealización laboral. A través del trabajo realizado conseguimos acercarnos a los ideales. Resulta muy difícil encontrar una persona realizada si su actividad cotidiana no le aporta un desarrollo; de ahí la importancia de ejercer los valores durante el quehacer diario. Hay muchos hombres cada vez más estresados en sus trabajos, estando además deteriorada su relación personal con la familia y con la sociedad en general. Si la sociedad funciona mal, resultará más difícil encontrar personas que individualmente funcionen bien,10 pues los valores personales no pueden ser asocíales. A la larga, una sociedad que no hace felices produce familias e individuos infelices. Actitud positiva. Aceptación gozosa de sí mismo y de los demás, a quienes nos abrimos empáticamente procurando ver lo positivo de ellos, y de uno mismo. No es persona madura la que todo lo ve mal, ni la que todo lo ve bien. Lo importante es saber verlo todo y disfrutar de lo bueno, tanto de los demás como de uno mismo. La actitud inmadura sería la de una persona amargada, hipercrítica, negativista para lo ajeno y lo propio. Quien se lleva mal consigo mismo tampoco puede ser muy bueno con los demás, porque nadie da lo que no tiene: aunque quieras querer, no puedes querer si no te sientes querido y acogido por ti mismo. Y para sentirte querido por ti mismo no necesitas ignorar lo que no te gusta de ti mismo. Realmente raro en una profesión como la docente (¡aunque no sólo en ella!) es reconocer al compañero de trabajo. Eso viene de la envidia y la competitividad, lo cual habla de un rasgo de inmadurez personal. Sin embargo, sucede que, cuando un centro de trabajo funciona a través del estímulo y el reconocimiento de los demás, cada quien funciona bien. Y funciona mejor cuando los defectos no son publicados aunque sean verdaderos: en el confucionismo y en el budismo es pecado grave decir la verdad respecto del otro, si le perjudica. Esperanza. Capacidad para encontrar sentido a la vida y a los acontecimientos, aunque no sean agradables. Ayuda mucho tomarse a sí mismo con humor y piedad, con ternura y alegría, pues el humor es la quintaesencia del amor. Espíritu deportivo, saber ganar, saber perder y volver a empezar. Calma. Reflexividad, prudencia y no precipitación. La persona madura adopta posiciones ponderadas y ecuánimes en juicios y apreciaciones. Lo contrario es la persona histérica que sólo maneja -y destempladamente- un ramal del carro. I0 «Uno de los experimentos consistía simplemente en aumentar la iluminación en el interior de la planta: se registró de inmediato un aumento de la productividad. Continuando con el estudio sobre condiciones ambientales de los trabajadores, en la etapa siguiente los investigadores disminuyeron la iluminación, para no mezclar variables. ¿Y sabes qué pasó con la productividad de los trabajadores? -Volvió a bajar, por supuesto -dijo el sargento con voz de aburrimiento-. -No, Greg, ¡la productividad aumentó de nuevo! Lo que provocaba el aumento de la productividad no tenía que ver con la intensidad de la iluminación, sino con que hubiera alguien que estuviera pendiente de los trabajadores» (Hunter, J. G., La paradoja. Un relato sobre la verdadera esencia del liderazgo, Urano, Barcelona, 1999, piígina 104).
74
CAÍ». 2. LA PERSONA HUMANA
Ecuanimidad. Equilibrio entre tolerancia y defensa de la objetividad. Saber distinguir entre lo accesorio y tolerable, y lo innegociable. Objetividad. Hay una dificultad grande en el autoanálisis, ya que en éste somos al mismo tiempo analistas sujetos y personas analizadas: el yo que mira, mira a uno que soy yo. Puede ocurrir que, buscando el punto mejor posible para resultarnos gratos a nosotros mismos cuando nos vemos, deformemos la imagen porque no aguantamos al monstruo que está ahí enfrente, el monstruo insatisfecho que llevamos dentro. Si al mirarnos al espejo no nos gustamos, podemos tomar alguna de estas tres opciones: primera, romper el espejo o no mirarlo; segunda, maquillarnos; tercera, aceptarnos como somos. Esta es la única forma de poder mejorar lo que somos, porque odiándolo imposibilitaremos su corrección. La persona madura se hace responsable de los problemas y busca soluciones, los afronta y no los rehuye. La huida siempre es peor y agrava el problema. Realismo. Sin plantearse metas inaccesibles, tampoco renunciamos al ideal, caminando hacia él con metas próximas. Realista no es el que renuncia al ideal, sino el que no confunde el ideal con las posibilidades de progreso, ni con las metas del día a día. La persona realista es flexible, se adapta a las circunstancias sin renunciar a lo esencial. Cada uno modela su rostro a través de la vida y termina siendo su propia obra. Ser persona es una obra de arte. Coherencia. Congruencia en la forma de vida, que no vaya por un sitio lo que se predica y por otro lo que se vive. Más valor tiene a la hora de enseñar estilo de vida que forma de hablar, no hay lección más desleal que hablar bien y vivir mal, la mucha palabrería enturbia la pedagogía, enseñar el bien sin ser bueno es locura y desafuero. Mejor no hablar, que contradecirse con nuestra conducta. Libertad responsable. Precisamente porque no estamos solos sabemos que nuestras pautas conducíales repercuten en los demás. La persona inmadura hace de su ego el centro, y por eso sólo reivindica para sí. Por el contrario: la persona madura asume deberes, incluso carga con los deberes de los demás. Gandhi se castigaba a sí mismo cuando otro hacía algo mal; de esta manera ayudaba a mucha gente a corregirse, porque resulta muy duro ver que se está castigando a otro por tus culpas. Sufrir con paciencia las flaquezas de nuestro prójimo es signo de madurez; sin embargo, lo más común es lo contrario: descargar sobre otros el propio defecto, el mal. Espíritu previsor. Hasta para ser puntual hay que prever la relación entre uno mismo y su circunstancia diaria. La impuntualidad es propia de personas inmaduras, puesto que se da en quienes no planean sus acciones y no son muy atentos: Cuando alguien se retrasa, me llegan distintos mensajes. Uno es que su tiempo es más importante que el mío, un mensaje bastante arrogante para mandármelo. También implica este mensaje que yo no debo ser una persona muy importante para los que me hacen esperar, porque seguro que llegarían
MADUREZ Y REALIZACIÓN PERSONAL
75
a la hora con una persona importante. También me comunica que no son demasiado rectos, porque las personas serias se atienen a la palabra dada y cumplen con sus compromisos. Llegar tarde es un comportamiento muy poco respetuoso y además crea hábito.11 Modestia. Sencillez es antítesis de vanidad, jactancia o presunción, vicios hipertróficos de quienes no se valoran a sí mismos esperando que los otros les den aquello de lo que ellos carecen; vana empresa, pues si yo soy un balón ponchado, por mucho que me estén soplando desde afuera, el aire se me seguirá escapando. Detrás de un vanidoso y un jactancioso hay una persona que no sabe aceptarse a sí misma, sin autoestima. La persona vanidosa es probablemente la que más sufre, porque es la que menos se aprecia y más necesitada está de ser el centro de atención. Si además es inteligente y se da cuenta pero no puede evitarlo, tendrá gran sufrimiento. Sinceridad. Mostrarse como uno es, sin tapujos, mentiras, encubrimientos ni surrealismo existencial. Mentir es una de las cosas que más fatiga, el no presentarse como uno es por miedo a que lo rechacen, por querer parecer más de lo que se es, por no saber aceptarse. Detrás de cada acto de insinceridad o mentira hay inmadurez. Existen muchos grados de mentiras; es una cuestión complicada la de automentirse o la de decir la verdad a medias. El embustero es un verdadero artista para que no le sorprendan al final, pero su oficio resulta tan trabajoso como inútil, pues, si bien se puede mentir un rato, mentir siempre y para toda la vida termina siendo un circo donde el payaso lloriquea. Las sociedades de hoy desafortunadamente van creando mecanismos de mentira que al final terminan acostumbrando a los individuos a esta forma de vida, razón por la cual abunda la falsedad, aunque finalmente son mecanismos que no funcionan. Debemos acostumbrarnos a ser como somos, vulnerables, sin aparentar lo que no somos. Tampoco se trata de ir mostrando por todos lados nuestras debilidades (ya que pregonar que somos una gacela herida atraería a 20 leones), sino de ser más realistas. Sentido del tú. Imagínate que le digo a mi esposa Julita: «Querida, cuando nos casamos te dije que te amaba. Si alguna vez se produce algún cambio, ya te lo comunicaré. Mientras tanto, déjame trabajar». ¿Qué pasaría? El amor no es sólo lo que uno siente por el tú, sino el modo de comportarse con el tú. Hasta para administrar los bienes materiales propios es preciso pensar en los demás, albergar de algún modo el sentido de la justicia. Una persona que tiene mucho dinero y no se preocupa por el bienestar de los demás es inmadura, vive en el estadio egocéntrico, el menos evolucionado del desarrollo humano. Con frecuencia estas personas andan súper agobiadas con lo que tienen o no tienen, porque siempre lo que tienen es menos de lo que les falta; aunque puedan ser inteligentes, resultan incapaces de ver la realidad. Cuando nos hablan de nuestros defectos o de nuestra parte vulnerable, tenemos reacciones de autodefensa que nos "Ibidem, p. 114.
76
MADUREZ Y REALIZACIÓN PERSONAL
CAR 2. LA PERSONA HUMANA
impiden crecer. Lo importante es ser conscientes de esto y, poco a poco, aprender a superar nuestras resistencias. Gratitud. Cortesía, agradecimiento: el que no sabe agradecer es desgraciado, desagradecido y desagraciado. Hay quienes no agradecen porque no descubren lo que se les está regalando, no saben leer en los múltiples signos de la vida, rastros de pan que va dejando Pulgarcito por el bosque, delicados gestos que nos ayudan a descubrir los regalos que se nos dan. Es imposible que quien no sabe leer lo pequeño sepa leer lo grande. Imposible leer de corrido un texto en arameo si no se sabe deletrear en español. Profundidad de la satisfacción: felicidad. Cuando integramos todos los valores y los vivimos en armonía, nos encontramos en condiciones de ser felices, aunque esa búsqueda no carezca en ocasiones de sufrimientos, sin embargo, superiores a la no-infelicidad de un cerdo. La felicidad es la respuesta a la existencia humana: la realización productiva de sus potencialidades. No es hacer lo que nos gusta, sino que nos guste lo que hacemos. Lo opuesto a la felicidad no es el pesar o el dolor, sino la depresión que resulta de la esterilidad interior. La felicidad no es una estación teórica de llegada, sino un modo de viajar en la vida; no es un descanso, sino más bien una tregua; no es sólo una realización, sino también un proyecto; no es algo que se acumula, sino algo que se gana y se pierde. La felicidad es el criterio de excelencia en el arte de vivir. Cada día es una obra de arte, y no existe poema más bello que vivir su plenitud en cada minuto, de ahí su parecido con la neblina ligera: cuando estamos dentro de ella no la vemos; de ahí también su similitud con el agua clara: el agua de la felicidad no se nos da a beber en vasos, sino en la palma de la mano. ¿Tan fácil? La persona feliz se caracteriza porque conoce y asume los límites e insuficiencias de la existencia, pero eso no significa que dé por bueno lo ruin e inauténtico, por rico lo mísero, por auténtico lo aparencial, por pleno lo vacío; pero sabe arreglarse con ello: continúa cumpliendo con las obligaciones que ha asumido, con las exigencias que le plantean la familia, la profesión, la comunidad, la historia. Y lo hace con fidelidad y exactitud, a pesar de todos los fracasos, aportando su esfuerzo para poner orden y ayudar una y otra vez. En esta actitud hay una gran disciplina de coraje, de fidelidad y de paciencia con la vida: carácter. Tampoco podemos ser felices sin ser justos: no seríamos dignos de la felicidad. Cuando uno contempla lo que ha llegado a ser la afirmación aristotélica de que «el bien es aquello a lo que todas las cosas tienden», y la compara con la afirmación contenida en la Declaración de Independencia de Estados Unidos (1776) de que «todos los americanos tienen el derecho a la felicidad», siente que si ellos tuvieran menos derechos a su «felicidad» el mundo podría ir mejor: ¿cómo querer la felicidad sin la búsqueda de su universalización? Algo imposible, aunque en ello ande metido medio mundo tras las huellas del poema de Byron (donde Caín pregunta a Lucifer: «¿Sois felices?», y Lucifer responde: «Somos poderosos»), y el otro medio, tras las del pragmatismo de William James, para quien «la felici-
77
dad es la prueba de la verdad». Si tal fuera, el egoísta tendría la prueba de su felicidad en su egoísmo: tan absurdo como eso. Además, ¿en qué consistiría finalmente la verdad? El relativismo sería insuperable desde esos supuestos.
La lucha La vida es una lucha entre las personalidades múltiples y complejas que cada cual lleva dentro. Como cristalizaciones inestables y estructuras frágiles que somos, las personas cambiamos: hoy estamos arriba, mañana abajo. A cada día le basta su afán, y a la vez hay que preparar bien el mañana que llama ya a nuestras puertas. Quien se duerme es arrastrado por la corriente. Se trata de estar siempre sobrios y vigilantes para llevar el timón cada día a buen puerto. Hasta el final nadie es dichoso. El tránsito hacia la verdadera madurez de la senectud no es tarea fácil; se empieza a lograr cuando se comienza a morir. Y no siempre, porque hay ancianos que son el prototipo del egoísmo y otros que son la primera palabra de la maduración definitiva. El tiempo es escuela de maduración (o inmaduración) axiológica. Decía Baltasar Gracián que el hombre es pavo a los 20 años, león a los 30, camello a los 40, serpiente a los 50, perro a los 60, mono a los 70, y nada a los 80. De todos modos, esto es exagerado y no se corresponde con la realidad, mucho menos aún con la evolución de cada persona. Según un viejo proverbio chino, la vida humana se divide en tres fases: 20 años para aprender, 20 años para combatir y 20 años para ser sabio. También se ha afirmado que a los 20 años el joven piensa que es pronto para conocerse y que a los 30 lo habrá conseguido; a los 30 se da cuenta de que la cosa no era tan fácil y espera conseguirlo a los 40; a los 40 el demonio le hace creer que hay que esperar a los 50, y a los 50 la mayoría pierde toda esperanza. Son todas ellas formas de decirnos que, para que el individuo no madure, tan sólo se necesita vivir mal la vida, lo cual es muy fácil, basta con dar rienda suelta al egoísmo. No pocas personas no han recibido ayuda para ser de otro modo, siendo la presión de su lucha por la vida tan grande, que ni se imaginan que exista todo esto que aquí estamos tratando. Cuando se van haciendo viejos, a lo único que aspiran es a la autoconservación inmediata, y entonces aparece el feo fenómeno del egoísmo senil, que se agarra a lo que todavía queda con el afán de imponerse, con tiranía y exigencia, sobre quienes se están desviviendo por ellos: son personas que odian a la juventud por envidia y resentimiento, que la critican por no compartir sus valores, etc.: de ese viejo no cabe esperar el consejo. Pero están también los viejos sabios, aquellos que saben que están en la recta final y lo aceptan, no solamente con resignación estoica o con falsas esperanzas de salirse de ella, sino con la conciencia de que están en esa recta final y agradecen cualquier momento para el encuentro, para el agrá-
78
PERSONA Y CONFLICTO RACIONAL
CAIÍ 2. LA PERSONA HUMANA
decimiento, para decir verdades, para regalar su experiencia vital. Estas personas viven la vejez como un regalo, como una intensificación y clarificación de lo que ha sido su existencia anterior. Ya no atacan, sino que irradian; no dominan ni se someten, sino que iluminan, aceptan y agradecen todo lo que han vivido, como el vino del mejor roble. ¡Qué suerte tener un viejo, un mayor, un anciano de éstos al lado de uno! Diez modelos de madurez Podemos enseñar todo esto a los más pequeños con los siguientes 10 modelos de madurez, que pueden dibujarse, colorearse, etcétera: • Águila: amplio de miras, acertado. • Alpinista: mantiene la idealidad, no pierde de vista la meta, buen humor. • Hormiga: laborioso, paciente. • Árbol: acogedor, matriarcal. • Agua: calmando la aridez, hace habitable lo infértil. • Guía: líder, maestro. • Mapa: al leerse uno en su rostro, se orienta. • Puente: concordista, acerca. • Fuego: hace maleable lo que es rígido, y cálido lo frígido; con su emoción energética devuelve vida a la muerte, nos hace sentir que estamos vivos. • Montaña: fuerte, majestuosa, de difícil acceso, pero que se brinda para contemplar desde lo alto, nos enaltece. ¡Estas personalidades son para los que no se enredan en los valores inferiores! Personalidades inmaduras Si las personalidades maduras son virtuosas, las inmaduras andan des-virtuadas. Para no deprimir al lector hipocondriaco, he aquí algunos tipos de personalidades axiológicamente inmaduras: • Nopal: agresivo, pendenciero, con espinas, querellador, nunca satisfecho: él contra todos. Quiere ser Al Capone, el jefe de la banda. Pretenderá herir a los demás, o tener razones legítimas para quejarse (dile que tratarías con mucho gusto sus problemas en privado). • Capataz: se cree jefe de rancho, piensa que todas sus ideas son buenas e infalibles, por lo que será susceptible e irritable. Se da aires de Supermán. Carente de escrúpulos, todo le sirve para intentar dominar (sé firme, mantenlo a distancia).
79
• Pavo real: vanidoso, hipersensible, apantallador, fanfarrón, sabelotodo (di: «Es un punto de vista interesante, veamos qué piensa el grupo»). • Cuello duro: tratará al grupo de manera altiva (no hieras su susceptibilidad, utiliza con él el «sí, pero»). • Mosquito: pica y molesta, es chismoso, insensible como tijera al dolor que producen sus cortes (no compartas con él ningún secreto). • Charlatán: interrumpe a cada momento, habla compulsivamente. Como en la novela de Daudet, «Tartarín de Tarascón», el cazador de leones en la fantasía llega a convencerse de su fantasía por lo que se ve obligado a cazar leones verdaderos para escapar a la burla del pueblo (dile: «¿No nos estamos alejando del tema?»). • Embrollador: obstinado, discutirá por discutir ignorando sistemáticamente el punto de vista de los demás (habíale en particular, dile que estarías encantado de discutir eso en privado con él). • Señor de los apartes: distraerá a los demás, y hablará con o sin motivo (llévale al asunto, pide su opinión sobre la última idea expuesta por el grupo). • Preguntón: querrá entorpecer, sería feliz conociendo tu opinión para que apoyes su punto de vista (ten paciencia). • Ruidoso: pretende ser el payaso del grupo, llama la atención, con su alegría inoportuna distrae (tranquilízale con algo que le interese). • Oportunista: tacaño, no te deja nunca sus cosas. Aparenta cooperar mientras saca provecho. Es tramposo (cuidado con él). • Colchón: tendido en la cama, perezoso, flojo, dice «mañana» para repetir lo mismo mañana. La falta de fe en sí mismo y la desesperanza de lograr la meta lo dejan inactivo. Sin embargo, reclama el fruto del trabajo ajeno (trata de que trabaje en grupo). • Tímido: no .desea hablar, es inseguro, hay que sacarle las ideas un tanto a fuerza (trátale con cariño). • Buey mudo: apático, nada le interesa, se sitúa al margen de los asuntos tratados (pídele su opinión, indícale sin exagerar el respeto que tenemos por su experiencia). • Caja fuerte: duro, insensible, frío, atrapador (que sepa que lo sabes). • Máscara: mentiroso, hipócrita (sé asertivo con él). • Borrego: su ideal es la masa (dale algún protagonismo).
PERSONA Y CONFLICTO RACIONAL El acusativo destruye el pro-nombre personal Sólo un caso queda al margen de esta dialéctica del «soy amado luego existo» que venimos exponiendo; es el caso inhumano, el caso acusativo, un caso antipersonalista. El acusativo surge cuando el yo-y-tú se vuelve
«O
Oí". 2. LA PURSONA HUMANA
PERSONA Y CONFLICTO RACIONAL
yo-sin-ti (el alma bella se vuelve corazón duro cuando se encierra en su coraza), y a partir de ahí yo contra ti, o yo contra mí. El acusativo va desplazando a los pronombres personales hasta tornarlos impersonales: en lugar de tratarte como un «tú» te trato como a un «él», y una vez que te he tratado como a un «él», termino manipulándote como a un «ello». De este modo, pierdo «la alegría de los pronombres» (Salinas), pues el nombre personal se ha visto sustituido por lo an-ónimo. El acusativo activo cainita Es el acusativo el caso donde la enemistad y la envidia se ceban: «Yahvé dijo a Caín: "¿Por qué andas irritado, y por qué se ha abatido tu rostro? ¿No es cierto que si obras bien podrás alzarlo? Mas, si no obras bien, a la puerta está el pecado acechando como fiera que te codicia, y a quien tienes que dominar". Caín dijo a su hermano Abel: "Vamos afuera". Y cuando estaban en el campo se lanzó Caín contra su hermano Abel y lo mató. Yahvé dijo a Caín: "¿Dónde está tu hermano Abel?". Contestó: "No sé. ¿Soy yo acaso el guarda de mi hermano?". Replicó Yahvé: "¿Qué has hecho? Se oye la sangre de tu hermano clamar a mí desde el suelo" (Gn, 4).
81
polimorfa cuando el tú ante mí no me interesa como fin en sí mismo, sino por el dinero que tiene, por la posición social, por el sexo, etc., cosificaciones de la persona. Amargos son los efectos del odio, pues la justicia sin amor te hace duro. La inteligencia sin amor, cruel. La amabilidad sin amor, hipócrita. La fe sin amor, fanático. El deber sin amor te hace malhumorado. La cultura sin amor, distante. El orden sin amor, complicado. La agudeza sin amor, agresivo. El honor sin amor, arrogante. La amistad sin amor, interesado. El poseer sin amor, extraño. La responsabilidad sin amor, implacable. El trabajo sin amor, esclavo. La ambición sin amor, injusto. Los enemigos del amor no muestran auténtico cariño. Conocen la diferencia entre lo correcto y lo incorrecto, pero no les importa. Hieren a los demás sin razón. Aunque sean superficialmente encantadores, sólo atienden a sus propias necesidades. Actúan cruelmente con los más débiles. No sienten culpa ni remordimiento. Piensan que es mejor ser malo. Creen que lo único incorrecto es ser atrapados. Fomentan la discordia. Si acusamos, que sea salvando a la persona Si acusamos, que sea para construir, sin herir al acusado, estimulándole al cambio hacia una conducta mejor, sin hacer leña del árbol caído; si acusamos, que sea sin rencor; si acusamos, que sea salvando absolutamente la condición personal. Si acusamos, acusémonos también a nosotros mismos, que no podemos arrojar la primera piedra sobre los demás, pues quien acusa a los demás y no mira hacia su interior termina destruyendo tanto la materia como la forma de su acusación. Verdaderamente, nuestras propias discapacitaciones procuramos ocultarlas celosamente, pero nunca ayudará nadie a capacitar a otros si antes no pide ayuda para su propia discapacitación. Los seres humanos no somos islas encerradas en nosotros mismos; formamos parte de un continente. Cuando el mar se lleva un promontorio, es como si se llevase la casa de uno de tus amigos, o la tuya propia. Si nos acusamos, en fin, que sea para dejar atrás el muermo y nunca para hundirnos. La parte destructiva carece de valor sin su correspondiente propuesta superadora.
Y Caín no comprendió que la pregunta por su hermano era la pregunta por sí mismo, por Caín: ¿cómo puede ser uno mismo el que es, tras haber matado al hermano?, ¿quién llega a ser aquel que destruye la relación?, ¿puede seguir siendo Caín el mismo Caín que fue, tras haber roto lo que le hace ser?, ¿cómo restablecer la unidad perdida? El odio es el sentimiento perturbador derivado del deseo de dañar o destruir lo odiado. Hay quien parece no saber vivir sino odiando, pero desgraciado de quien se deja arrastrar por el odio: entonces ha vencido sobre él la muerte. Cada odiador da lo que tiene y erupta de lo que bebe. El odio envilece y destroza, acaba con todo, es padecimiento pasional que destruye también autodestructivamente. En aquella célebre película, los hermanos Marx conducen un tren con caldera de carbón, y cuando éste se acaba no se les ocurre otra cosa para alimentar la caldera que echar al fuego las maderas de cada uno de los vagones que componen el convoy. Cuando los vagones son materialmente consumidos por las llamas, la máquina de vapor se detiene, quedándose entonces sin tren y sin camino, desentrenados, descaminados.
El conflicto relacional Acusativo por omisión
La relación humana puede ser conflictiva. En toda relación, las contrariedades son algo habitual. Pero lo que para los débiles es una barrera insuperable, para las personas asertivas representa un desafío: la vida sólo adquiere forma y figura con los martillazos que el destino le da cuando el sufrimiento la pone al rojo. Hay quien parece no saber vivir si no odiando, destruyendo. Desgraciado aquel que se deja arrastrar por el odio.
El acusativo también surge por omisión del encuentro debido; más que por voluntad de mal-tratar al tú, por no-tratar al tú cuando éste nos necesita. Todo lo que falta para que el mal triunfe es que las personas buenas no hagan nada en contra del mal. La perversidad de este no-trato es Mki^
82
PERSONA Y CONFLICTO RACIONA!,
GAP. 2. LA PERSONA HUMANA
No pocas personas se comportan inhumanamente cuando: no salen de las necesidades fisiológicas, las más cercanas al mundo animal; educadas en valores, pero de forma humillante, terminan encerrándose en sí mismos y odiando los valores mal aprendidos; no logran desplegar las habilidades que poseen, porque las circunstancias sociales lo impiden; achacan a su configuración psicosomática las alteraciones en el juicio sobre sus propias necesidades (sólo si no fuéramos más que animales biológicos y no axiológicos, la predisposición natural con que venimos al mundo determinaría nuestra conducta); ignoran las necesidades espirituales, si bien admiran a los abnegados sin fronteras, misioneros, etc. Esa necesidad de ser misionero, o visionario, existe en cada cual, pero sepultada. Muchas vocaciones se frustran, desviadas por el peso de una aberrante pirámide de necesidades con la que hemos terminado pactando: pactamos nuestras necesidades con el no-yo, y luego elaboramos complicadas teorías para justificar ese no-yo. El conflicto consigo mismo y con los demás forma parte de nosotros. Pero la persona, lejos de quedarse en la relación conflictiva, puede aprender a superar esa dificultad. Veámoslo.
83
sa antes de hablar y es cuidadoso con el uso de las palabras, actúa sin dejarse arrastrar reactivamente por las impresiones del momento.
Confía Confiada es la persona que se alegra de la capacidad ajena para resolver problemas y de su buena disposición, pues así le gustaría que ellas, por su parte, le reconociesen a ella misma. Al contrario que el suspicaz, el confiado tiene seguridad y mira con fe los aspectos valiosos de las otras personas y, por tanto, espera de ellas una conducta favorable. La confianza fundamentada constituye un rasgo positivo del carácter; la no fundamentada está ligada con la ingenuidad y la ilusión. Confiar en lo iluso es estar constantemente expuesto al engaño. Sólo la capacidad de crítica y objetividad pueden dar a la confianza las bases de madurez que requiere. Actúa con inteligencia
emocional
Si te tomas el diálogo en serio, no supongas que tu interlocutor nada tiene que aportar; no creas tener toda la verdad, ni que tu interlocutor es un sujeto al que únicamente tienes que convencer. Un diálogo es bilateral, no unilateral. Quien dialoga en serio está dispuesto a mantener su posición si no le convencen los argumentos del interlocutor, o a modificarla si le convencen. Reconocer y respetar la persona del otro no significa estar de acuerdo con sus opiniones, debiendo manifestar nuestra discrepancia cuando sea el caso, precisamente por respeto al otro. Lo contrario sería un falso respeto, un menosprecio. Cuando preguntaban a Cantinflas si estaba de acuerdo con determinada actitud, decía: «Puede ser que sí, puede ser que no, pero lo más probable es que quién sabe». Eso manifiesta una personalidad sin carácter.
Las personas tenemos prejuicios, bloqueos afectivos, etc., por eso hemos de escuchar no sólo las palabras de nuestro interlocutor (incluyendo su tono y ritmo), sino también sus claves no verbales (posturas, gestos y movimientos); buena parte de la expresión no es explícita. Mira su entrecejo sin dejarte atrapar por sus sentimientos. Haz una pausa antes de contestar; pregunta para verificar que has entendido el mensaje («¿Lo que me quieres decir es que...?», «¿lo que deseas que yo haga es que...?»). La verdad invade el corazón y en él se caldea; la idea puede convencer, pero no arrastra; esclarece, pero no propulsa si no se une a la profundidad afectiva del corazón. Si no manifiestas lo que te está pasando, ¿cómo entenderte? Elabora expresiones de rabia, miedo, frustración, rebeldía, indignación, admiración, obstinación, alegría, esperanza, compasión, fascinación, ternura, etc., pues si careces de la palabra adecuada para expresar lo que afecta tu corazón (que a veces siente pasiones y emociones complejas), no podrás compartirlo ni siquiera contigo mismo, pues nadie conoce del todo lo que lleva dentro si no le pone nombre. Por lo demás, los sentimientos son transitorios, pasan y desaparecen.
Conócete a ti mismo
Evita los
Ya sabemos que quien no se autoconoce no podrá corregirse ni corregir. La esclavitud más denigrante, como dijera Séneca, es la de ser esclavo de uno mismo porque se ignora a sí mismo, e igualmente la esclavitud derivada de esa ignorancia. Quien se conoce bien actúa con más inteligencia racional: establece claramente sus objetivos, procura hacer conscientes sus móviles dialógicos más ocultos, define claramente el problema, pien-
En la grosería y en los malos modos se oculta un débil y un cobarde. Lo malo de decir lo que uno siente es que muchas veces siente uno haberlo dicho. Son «mensajes-tú» aquellos en los que manifiesto a la otra persona lo que ella tiene que hacer, produciendo de ese modo nuevos conflictos sobre los ya existentes: «deja de molestarme», «eso no se hace», «así no vas a llegar a ninguna parte», «no tienes ni idea», «contigo no se puede
Reglas para resolver los conflictos Reconoce la dignidad de la otra persona
«mensajeS'tú»
84
GAP. 2. LA PERSONA HUMANA
hablar», «no chilles más». El resultado es que, dada mi agresividad, no logro mostrarte mis verdaderos sentimientos, y además te causaré un escozor innecesario. Utiliza los
«mensajes'yo»
Son mensajes-yo los que usan formas positivas para poner de manifiesto situaciones negativas; los que, sin agresividad, dejan al descubierto el motivo del problema, dando de forma no autoritaria la oportunidad para que el otro me ayude, al comunicarle las razones por las cuales me está causando el problema. De este modo, en lugar de utilizar el «hubieras» u otros reclamos inútiles, el mensaje-yo debería decir: «me siento aturdido y frustrado por este griterío», «hay mucho ruido y no puedo hablar si tengo que estar siempre empezando», «me siento mal a causa de las peleas entre ustedes», «sentí que a nadie le importaba el estado de nuestra casa cuando vi el desorden que dejaron en la cocina; tal vez esperaba demasiado», «no te he entendido bien», «no me he explicado bien». De este modo evito descargar mis nervios sobre ti. Describo tu comportamiento poniendo de relieve la causa de mi problema. Señalo el efecto que tiene en mí tu actuación. Manifiesto los sentimientos que ella me produce, para que te enteres claramente. Indico cuál es la actitud que deseo que adoptes. Asumo la responsabilidad sin echarla fuera. No hiero nuestras sensibilidades. Facilito las discusiones relajadamente, evitando respuestas de irritación u hostilidad. Estimulo la comunicación, ayudando a tener confianza en nosotros. Escucha Mientras el otro habla, escúchale; no estés pensando en lo que le vas a replicar. No te digas a ti: «es un imbécil, nunca está de acuerdo con lo que digo»; «para demostrar que no le entiendo, le desprecio». No grites. Los altavoces refuerzan la voz, pero no los argumentos. En lugar de gritar más, trata de mejorar la calidad de los argumentos. No te enfurezcas, no amenaces. Evita replicar antes de que el otro termine de hablar. No moralices, no sermonees, no estés siempre con el «deberías» o el «debes». No avergüences ni ridiculices. No juzgues intenciones, sino conductas. No interrogues inquisitorialmente. No chantajees sentimentalmente («me matas con tu proceder»). No compares. Actúa con asertividad La personalidad medrosa, susceptible, hipersensible, pusilánime, siempre teme algo pavoroso que en cualquier momento puede caerle encima:
LA DIGNIDAD HUMANA
llfi
una enfermedad, una repercusión negativa de su conducta, la muerte, algo impreciso, nebuloso. La escala de Mohs, indicadora del grado de dureza de los minerales, va del talco al diamante; el primero es rayado por todos, el último raya a todos sin ser rayado por ninguno. Hay personas similares a una masa informe de talco laminar: todo los afecta, todo los sensibiliza, todo los hiere; acaban por volverse hipocondriacos, y prestan excesiva atención a sus males antes que a sus interlocutores. No es asertivo abandonarse a miedos, volver contra sí los conflictos no afrontados, no querer superar los obstáculos que interfieren el crecimiento, sufrir por sufrir, rumiar el fracaso, refugiarse en la derrota, estancarse. Ser asertivo es reclamar razonablemente lo que supones que es una falta o un comportamiento negativo de otra persona. Dile sin acritud lo que crees que no hizo bien. Di «no» sin herir, sin que se sienta rechazada. Defiende tus derechos sin agredir.
LA DIGNIDAD HUMANA La persona, fin en sí «El hombre existe como fin en sí mismo y no sólo como medio para cualesquiera usos de esta o aquella voluntad. Los seres racionales se llaman personas, porque su naturaleza los distingue como fines en sí mismos, o sea, como algo que no puede ser usado meramente como medio» (Kant, Fundamentación de la metafísica de las costumbres). Por eso la norma de conducta humana que Immanuel Kant propone es: Trata a la humanidad, tanto en tu persona como en la de cualquier otro, siempre al mismo tiempo como un fin, y nunca solamente como un medio. El deber de amar al prójimo puede también expresarse del modo siguiente: es el deber de convertir en míos los fines de otros (solamente en la medida en que no sean inmorales); el deber de respetar a mi prójimo está contenido en la máxima de no degradar a ningún otro ser humano convirtiéndole únicamente en medio para mis fines (no exigir que el otro deba rebajarse a sí mismo para entregarse a mi fin). Referido el imperativo moral a la persona dice así: «No te conviertas en un simple medio para los demás, sino sé para ellos a la vez un fin». Somos fines en sí mismos, no medios o instrumentos para ningún otro fin, por eso para el hombre no vale el lema «elfinjustifica los medios». Kant distinguía entre dos tipos de seres: aquellos que tienen valor en sí mismos y aquellos que, por el contrario, sólo valen para otra cosa distinta de ellos mismos. Por ejemplo: un martillo, que es útil para clavar un clavo, pierde su utilidad cuando se rompe, y entonces su precio baja o cae totalmente. Sin embargo, una persona humana es valiosa en sí misma, tiene valor siempre aunque ya esté rota o vieja, o aunque todavía no haya nacido, vale desde el primer instante y para siempre, es valiosa en sí misma y por eso no tiene precio sino dignidad, no es objeto, sino sujeto, y por tanto tiene
86
LA DIGNIDAD HUMANA
CAR 2. LA PERSONA HUMANA
valor y no precio. Como tal, sujeto nunca objeto, nadie está legitimado para causarle ningún daño ni físico ni moral. Así pues, «aquello que tiene precio puede ser sustituido por algo equivalente; en cambio, lo que se halla por encima de todo precio y no admite nada equivalente, eso tiene dignidad» (Kant). El valor de la persona es absoluto, no relativo. La persona tiene valor y no precio; las cosas tienen precio. Mientras las cosas tienen precio, las personas ponen precio porque valen, de ahí que ellas sean la medida, no lo medido. Tratamos a la persona como cosa o como medio cuando la utilizamos para someterla, humillarla, instrumentalizarla, etcétera. «Uno es el hombre de todos y otro el hombre de secreto, y hay que librarse de modos de hacer de un sujeto, objeto» UNAMUNO
La persona, fin valioso en sí mismo Esto es la vida moral: algo tan serio, tan poético, y tan verdadero como esa herida de eternidad que llevamos dentro. Lo cual nos remite necesariamente a la persona humana. Todos los valores son valores personales y, si la persona que tiene esos valores no procura vivirlos valiosamente como tal persona en su totalidad, difícilmente podrá vivir ningún valor por separado y con independencia de ella; dicho de otro modo: la persona es sujeto absoluto de valores, y debe tratársela absolutamente conforme al valor máximo y radical que es. Según Emmanuel Mounier, una persona es un ser espiritual constituido como tal por una forma de subsistencia y de independencia en su ser; mantiene esa subsistencia e independencia mediante su adhesión a una jerarquía de valores libremente adoptados, asimilados y vividos en un compromiso responsable y en una constante conversión; unifica así toda su actividad en la libertad y desarrolla por añadidura, a impulsos de actos creadores, la singularidad de su vocación. No se trata de una definición en sentido estricto, pues definir implica poner límites objetivos a quien es sujeto. Tampoco puede ser captada por todos, ya que existe gente ciega para las personas como las hay ciegas para la pintura, con la diferencia de que muchos ciegos para las personas son responsables, en cierta forma, de su ceguera y llegan a serlo porque quieren una libertad mal ejercida. La vida personal es una conquista ofrecida a todos, algo que los animales no pueden captar y que a veces las personas tampoco, si no viven por encima de cierto nivel de animalidad.
87
Mounier se refiere a la persona como un ser espiritual, pues tenemos una vocación de eternidad, queremos perseverar, que no nos olviden como queda olvidada al borde del camino una flor marchita. Esta espiritualidad tiene dos caracteres: subsistencia e independencia. Subsistimos, somos quienes somos porque vivimos adheridos a una escala de valores libremente adoptada. Si no nos adhiriésemos en libertad, no seríamos lo que somos (realidades espirituales). Esa adhesión a la jerarquía de valores la vivimos en un compromiso responsable con los demás: terminamos siendo lo que hacemos o dejamos de hacer. El compromiso es una vivencia comunitaria (con), en favor de un mundo nuevo (pro), hacia el que nos sentimos enviados (missio), y sólo es responsable cuando la palabra se convierte en respuesta (diálogo) y ésta, a su vez, únicamente cuando se traduce en responsabilidad por el otro. No es palabra si no responde a las exigencias reales, y no meramente verbales, de otra persona, de un tú, pues la palabra no es monológica, sino dialógica. Yo soy responsable de todo y de todos, y yo más que nadie en lo que yo tengo que hacer. Si opto por delegar en otro lo que me toca, sin ejercer lo que yo tengo que ejercer, elijo una vida impersonal. Las palabras que no son respuesta y la respuesta que no es responsabilidad no es palabra humana, sino mera palabrería. Esta responsabilidad no es libre para elegir entre la peste y el cólera, sino vivida de forma responsable y en constante conversión. Recordemos que hay dos tipos de personas: los «divertidos» (que hacen mil cosas distintas y que vierten a distintas laderas, hablando por acá pero haciendo por allá) y los convertidos (aquellos que se miden por su capacidad de concentrarse en la respuesta en una vida personal donde palabra y acción van unidas por el respeto a uno mismo, pues yo no podría dar respuesta a otro si no me cuidase a mí mismo, porque nadie da lo que no tiene). Al hacerme respuesta para otro, me convierto en un mismo movimiento intencional en respuesta intencional para mí, unificando así toda mi actividad en libertad y desarrollando a impulsos de actos creadores la singularidad de mi vocación. Esta es nuestra jerarquía de valores: primacía, sobre todos los demás, de esos valores accesibles en la alegría, en el sufrimiento, en el amor de cada día, valores de amor, de bondad, de caridad. Esta escala dependerá intrínsecamente, para algunos de entre nosotros, de la existencia de un Dios trascendente y de unos valores cristianos, sin que otros compañeros la consideren como cerrada por arriba. La libre elección es condición previa a una adhesión sincera a estos valores, destinada a vivir en una comunidad total. La persona, pese a que a veces no lo merezca, siempre es más digna de admiración que de desprecio ¿Cómo respetar la dignidad del indigno? También del indigno cabe decir que -pese a no merecerlo- puede llegar a haber en él más cosas dignas
}{}{
H«>
CAP. 2. LA PKRSONA HUMANA
de admiración que de desprecio, porque a pesar de su conducta indigna de hoy puede mañana cambiar. Y no sólo por eso, sino porque -aunque se empeñe en lo contrario- el indigno vale más que las indignidades que él mismo lleva a cabo. Más aún, porque quien le ama le rescata de su indignidad, aunque él no lo merezca. En fin, en lo eterno humano -en su naturaleza, en su ley natural- está escrito que: • El ser vale más que el tener. • Quien más regala es quien más posee, y hay más alegría en regalar que en retener. • El dinero es necesario, pero insuficiente. • Somos capaces de amistad, de preocuparnos por el otro, así irrepetible para nosotros. • El amor es más fuerte que el odio. • A todos nos gusta que nos quieran y nos traten como a personas. • Da más fuerza sentirse amado que creerse fuerte. • No somos medio o instrumento para el egoísmo ajeno, sino fines en sí.
¿Cómo fundamentar la dignidad humana? ¿Puede la naturaleza servir de fundamento de la dignidad absoluta del ser humano? • Si el hombre fuera mero animal natural, sin valor diferencial o cualitativo respecto de los demás animales, mero animal aunque un poco más listo, ¿de dónde le vendría una dignidad absoluta respecto de los animales menos listos de la escala? Por ser más listo, el hombre tendría más dignidad que el mono, pero no por ello dignidad absoluta, del mismo modo que el mono tendría más dignidad que el perro a su vez, pero no dignidad absoluta. • Si el hombre fuera mero elemento de la naturaleza, ¿cómo evitar que se tratase a ciertos hombres como a perros y a ciertos perros mejor que a ciertos hombres?
¿Puede sólo el hombre servir de fundamento de su propia dignidad absoluta? • ¿Qué decir de las personas carentes de razón, de los enfermos, etc.?, ¿se les excluiría por culpa de sus deficiencias involuntarias? • ¿Qué decir de quienes usan su libertad para cometer indignidades?, ¿se las excluiría por sus deficiencias voluntarias?
¿Pueden las instituciones internacionales servir de fundamento de la dignidad absoluta del ser humano? • ¿No cabría afirmar la dignidad del hombre porque así lo ha reconocido por consenso el alto tribunal de las Naciones Unidas en la Declaración Universal de los Derechos Humanos? Cuando no se sabe cómo fundamentar las normas, suele recurrirse a las costumbres sociales; entonces es la hora del «porque sí», porque lo dice la UNESCO, etc., y así se convierte en ley a la mera costumbre. • ¿Cómo frenar la tendencia de las instituciones, aun las revolucionarias, a degenerar con el curso del tiempo, llegando incluso a masacrar a los que supuestamente había de liberar? Si Dios es Padre, todos sus hijos tienen dignidad infinita por su condición de hijos ¿Acaso no tienen los padres la experiencia de volcarse especialmente con los hijos más enfermos, más necesitados, más pródigos? La dignidad del hombre le viene no de su condición de animal natural, ni de héroe moral, ni de los foros internacionales, sino de su condición filial: por gracia. Si amarte es, como asegura Gabriel Marcel, decirte «mientras yo viva tú no morirás», sería óptimo que existiera un Ser tal cuya naturaleza consistiese en amarnos desde siempre y para siempre incondicionalmente, pues mientras Él viviera nosotros no moriríamos. Si Dios existiera, y fuese Padre bueno (¿cómo aceptar otra idea de Dios?), estaría sumamente interesado en la felicidad de sus hijos, incluidos los (y especialmente los) más débiles, los más tontos, los más desfavorecidos, los más injustamente tratados. Lo que tenga el hijo de valioso vendrá dado por lo que tenga de hijo abierto al Padre bueno. Es decir, a través de esa relación filial. Desde el Amor absoluto queda absolutamente fundada la dignidad personal. Sólo Dios, decía Kant, es el «conector» de virtud y felicidad. Quien ha sido bueno (virtuoso) debe ser feliz. Si Dios existiera, haría felices en el más allá a todos los virtuosos, muchos de los cuales en este mundo, lejos de ser premiados, padecen persecución. Por eso los interesados en leyes de virtud deberían desear la existencia de Dios. Pese a todo Se acepte o no la fundamentación que proponemos, todo ser humano es digno. Creyentes y no creyentes, personas e instituciones, sean cuales fueren sus convicciones, estamos obligados en conciencia a respetar la dignidad de todo ser humano, y a colaborar para ello desde nuestra circunstancia particular de edad, profesión, país, con todas las personas de buena voluntad.
Persona y valores
POSMODERNIDAD Y CRISIS DE VALORES Tras el estadio teocéntrico, el estadio antropocéntrico de la humanidad creyó basar sus valores en el hombre mismo sin la ayuda de Dios, y por eso buscó una gran revolución bajo el signo del comunismo. Pero la revolución comunista fracasó en su formato histórico (recuérdese que el Muro de Berlín comunista cae impotente en 1989), y ya en el siglo xxi sólo queda Su Majestad el Yo, sin Dios a la vista, ni revolución social, ni valores objetivos. Es la posmodernidad, la era de Narciso, cuyos rasgos básicos serían:
Adiós a las cosmovisiones «Simplificando al máximo, se tiene por posmoderna la incredulidad con respecto a los macrorrelatos. Ésta es, sin duda, un efecto del progreso de las ciencias; pero este progreso, a su vez, la presupone. La función narrativa pierde el gran héroe, los grandes peligros y el gran propósito. Hay muchos juegos diferentes del lenguaje, es la heterogeneidad de los elementos. El criterio de legitimidad es tecnológico, no resulta pertinente para juzgar lo verdadero y lo justo».1 '.I. K l.yotnrcl, 1.a condición posmoderna, Cátedra, Madrid, 1984, p. 10.
POSMODERNIDAD Y CRISIS DE VALORES
92 Relativismo «A la moral de la convicción he contrapuesto la moral en constante tensión para refutar sus propios postulados y por verificar los del vecino. Paralelamente, a la moral cuyos criterios de valoración son la coherencia, la autenticidad, la autonomía y la realización ha de contraponerse la moral de la heteronomía, la incoheren cia, la prodigalidad y la disolución personal: de la instrumentalización, de la dilapidación y del despilfarro de sí mismo. Según este criterio, bueno no es el acto que se dirige a mi realización, sino el que propicia mi disolución».2 Cada maestrillo se pasea con su «narcilibrillo» cuando todo se ha vuelto relativo, todo menos el yo, cada día más orondo. Es la era del collage. Sin modelos objetivos de magisterio, el alumno busca la sabiduría en sí mismo, convencido de su autogenialidad. En lugar de valores objetivos, meras metodologías formales potencian la subjetividad con bailes, cantos, juegos y distracciones; poco más, fuera de la capacitación derivada de las habilidades profesionales. En el ámbito familiar ocurre otro tanto, y los padres coexisten con los hijos en «plan de amigos». Si no se producen choques intrafamiliares es por la ausencia de convicciones. Mientras, padres e hijos se dejan permear e indoctrinar parigualmente por la omnipresente televisión, esa gran sembradora de normas a todas horas. Por lo mismo decrece el monoteísmo de las religiones proféticas (de ahí la dificultad de la «nueva evangelización»), se ignora la historia comunitaria de la salvación, etc., en cuyo lugar se instauran sectas pararreligiosas naturalistas, orientalistas y mánticas a la medida del consumidor individual.
Pensamiento débil «Hay que pensar modelos desde el escepticismo y la desorientación que constituyen el aire que respiramos. Si es inútil buscar un sentido unificador de la vida (no porque no se encuentre, sino porque será siempre la extrapolación de un sentido parcial), es porque hoy somos conscientes de la irremediable ambivalencia de nuestro mundo. Tal es el precio del pluralismo ideológico».3 «No solamente un conocimiento débil, sino además un convencimiento débil»4 en el imperio de lo efímero, del crepúsculo del deber y del sacrificio, de éticas indoloras sin sentimiento de culpa y sin propuestas fuertes. En realidad se trata de éticas de náufragos5 para supervivientes en tiempos de crisis aguda, que rechazan mirar a lo lejos y que prefieren asirse a la primera tabla de salvación que encuentran, la del 2
X. Rubert de Ventos, Moral y nueva cultura, Alianza Editorial, Madrid, 1971, p. 52. 'V. Camp.s', I.a imaginación ética, Seix Barral, Barcelona, 1983, p. 120. ''X. Kubert de Ventos, Filosofía y/o política, Península, Barcelona, 1984, p. 54. % Cfr..). A. Marina, f'.tica para náufragos, Anagrama, Barcelona, 1994.
93
propio yo. Mas, si todo en nosotros es naufragio, entonces no podremos hacer otra cosa que desarrollar una cultura de supervivientes, no de herederos, pues nuestra continuidad genealógica y nuestros álbumes de fotos familiares han desaparecido cubiertos por el último golpe de las aguas que se llevaron el barco común al fondo de los abismos océanos. Ahora bien, la vida del superviviente resulta dura y poco envidiable, toda vez que ha de arreglarse con los restos del naufragio y se ve obligado a practicar una especie de canibalismo cultural; tiene a su disposición los restos de todas las culturas humanas a partir de las cuales elabora una identidad precaria, se fabrica un sentido consciente de su caducidad y fragmentación. Individualismo Paisaje con figuras individuales (ladrillos sueltos, náufragos) al fondo. Los individuos se retiran a sus espacios domésticos tras haber dado por perdida la batalla social, y se dedican mansamente al bricolaje sincrético como técnica de autoafirmación.6 A partir de este momento, quien demuestre que ha sido capaz de hacerse a sí mismo (self made man) se creerá facultado para deshacer a los demás. Ahora bien, ¿se puede vivir en el aislamiento total? Más que vivir, sobrevivir cotidianamente (vivir sobre los otros) con asociaciones egoístas, funcionales y pragmáticas. Los economistas posmodernos nos proponen una racionalidad moral basada en el egoísmo asociativo, una moral por conveniencia, una ética de los negocios, y a eso reducen el negocio de la ética: buena ética es hacer buenos negocios. Pocos recuerdan hoy aquella afirmación de John Stuart Mili: la fuerza social de una persona que tiene convicciones equivale a las de 99 que sólo tienen intereses. Gilíes Lipovetsky, autor de libros muy vendidos en Europa tales como La era del vacío, El imperio de lo efímero y El crepúsculo del deber, afirma: «Una persona 'buena' en el sentido de la moral del deber no siempre produce beneficios, por eso todos preferimos un gestor que robe un poco, pero que incremente la cuenta de resultados, a una bellísima persona que con su bondad nos lleve a la ruina. Los santos pueden ser perjudiciales para el bienestar general, mientras que los astutos pueden resultar beneficiosos. Al individuo responsable le interesarían más los segundos que los primeros».
Fin de la historia Y, colorín colorado: «La única filosofía de la historia que aún podemos profesar tras el fin de la filosofía de la historia (o sea, tras el fin del mito ''«Pese a la decadencia de los grandes relatos eso no significa que no haya relatos que no puedan ser creíbles. Su decadencia no impide que existan millares de historias pequeñas o no tan pequeñas que continúen tramando el tejido de la vida cotidiana» (l.yotard, .). K, la posmodernidad explicada a los niños, Gedisa, Barcelona, 1986, p. 31).
94
GAP. 3. PERSONA Y VALORES
del progreso, de la revolución, etc.) es la que acepta como algo propio el final de la filosofía de la historia».7 Con ayuda del Estado de bienestar, el Imperio y sus satélites han alcanzado sus últimos objetivos. Ahora, a gozar hasta que el mundo se acabe. A los que queden fuera de esta historia ya concluida se les cierran las puertas: nuestro bien flanqueado y militarizado Occidente no desea emigrantes con ganas de rehacer la historia. Según el posmoderno, ya hemos superado el viejo mundo de la injusticia, y las religiones nada significan; ahora, a vivir, que son dos días enfocando la cámara hacia el propio ombligo. Lo que era un muro se ha convertido en tantos muros como ciudadanos; decapitado el gran murodragón, de cada una de sus cabezas renovadas han surgido otras tantas murallas. La Hidra policéfala reproduce en cada una de ellas el pensamiento global, es decir, el hambre de tres cuartas partes de la humanidad. La revolución fracasada no ha alcanzado el cielo, pero ha dejado tras de sí un archipiélago de infiernos. Estamos en el escalón más bajo del desarrollo moral (el egocentrismo) pero, en el terreno de la propaganda, en el más avanzado.
UNA ESPECIE ATROFIADA EN SU DESARROLLO MORAL Los homínidos con 780 000 años de antigüedad descubiertos en los yacimientos de Atapuerca (Burgos) corresponden a una nueva especie del género Homo, que podría representar el último ancestro común de los neandertales y del Homo sapiens sapiens, del cual descendemos los humanos actuales. Ha aparecido el Homo antecessor cuyos dientes, mandíbulas y cráneos revelan una combinación inédita de rasgos primitivos y modernos. Del Homo ergaster, surgido hace dos millones de años en el sur de África y que emigró a Europa hace uno, emergió en la larga marcha de la hominización este nuevo antecesor, antecedido él mismo por otros más tempraneros. Aseguran los paleontólogos que las especies evolucionan, aunque sea lentamente. Contemplado el comportamiento de la más metamorfoseada de todas ellas, la humana, por mucho que haya mutado su capacidad cerebral y por muy avanzados que sean los frutos de su alta tecnología, sus pautas de conducta axiológica a gran escala se asemejan todavía mucho a las de aquellos dinosauria (plural de dinosaurio), término griego cuya traducción es la de lagartos terribles, aquellos animales ya vencidos por la misma evolución de las especies, cuyos esqueletos reconstruidos según los restos fosilizados evidencian una naturaleza netamente reptiliana. El género humano tiene una asignatura pendiente todavía: la de demostrar que ha dejado atrás el comportamiento de: 7 G. Vattimo, "El final del sentido emancipador de la historia", en El País, 6 de diciembre de 1986.
UNA ESPECIE ATROFIADA EN su DESARROLLO MORAL
95
• Los rinocéfalos («cabezas hocicudas»), caracterizados por tener mucho morro. • Los arcosaurios («reptiles dominantes») y, dentro de ellos, el de los dinosaurios («reptiles terribles»), pues ¡muchas veces en la historia hubiera podido aplicársele al animal humano el lema homo homini dinosaurios, el hombre, reptil terrible para el hombre! • Los oportunistas coelusaurios («lagartos huecos»), terópodos muy primitivos, ligeros y pequeños, bípedos ya, adaptados a la carrera rápida tanto para la huida como para la predación. • Los voluminosos tiranosaurios («lagartos amos»), carnosaurios (o lagartos carnívoros), expertos en comerse a cuanto bicho viviente veían más pequeño que ellos. • Los brontosaurios («lagartos del trueno»), de hasta 35 toneladas, especializados en berrear y en echar broncas, al modo de ciertos jefes de negociado a quienes a su vez encanta hacer el reptil ante sus propios superiores (pues en esto de hacer el reptil siempre hay uno más arriba ante el cual mostrar las habilidades). • Los estegosaurios («lagartos con tejado»), a los que hemos dejado para el final precisamente por ser los que más rabia nos dan, ya que iban por el mundo con su ego por delante, pues su mismo presuntuoso nombre de estegosaurios («este ego, este saurio, el ego de este saurio») les delata y no deja ninguna duda acerca de su egoísmo, egoísmo que cubrían con un tejadillo en la cabeza, a modo de quienes se ponen el mundo por montera y al prójimo por montura. ¡Ay, estegosaurio reptilizante, que presumes luego careces, no olvides que tu diminuta cabeza contenía sesos no mayores que los de un pollo actual, aunque tuvieses 30 pies de largo y pesases más que un elefante! ¡Ay tú, hermano estegosaurio, colmo de la escasez de sesos dinosáurica! Pues bien, el orgulloso sapiens-sapiens del año 2000 d. C. dista mucho de haber llegado aún a donde iba, y en él tanto se observan tantas huellas del hombre viejo como promesas del nuevo. Arrieros somos y en el camino nos vamos encontrando. Cada ocho años cambian las células del cuerpo humano, pero nadie puede apercibirse de ello, dada la lentitud con que acontece, y cada año renovamos la piel de la historia sin que podamos ser conscientes de esa muda. Tengamos la suficiente paciencia, bondad y lucidez para evolucionar sensatamente y sin ponernos muy nerviosos, pues, aunque anunciásemos por doquier que deseamos cambiar nuestra piel individual o/y colectiva por otra mejor nunca resultaría tan ajustada a nuestro cuerpo como la que nos cubre y muta con nosotros en el diario crepitar de nuestras irrepetibles y singularísimas vidas. La cuestión no es cambiar de piel por abandono, sino mejorarla por empatia axiológica. Sin embargo, el nivel de desarrollo moral de la humanidad no va parejo con el tecnológico. Por lo que vamos viendo, lo fácil es hacer ciencia y tecnología, más difícil es ser bueno, y no a la inversa, como
ÍM»
97
(¡AI: ;i. I'KKSONA Y VALORES
los ingenieros nos dicen. La ciencia avanza; mientras tanto, la ética a veces da la impresión de estar en retroceso. Si es tan difícil ser tecnita, ¿por qué se avanza tanto en ese ámbito? Y si tan fácil ser bueno, ¿por qué la ética es nuestra asignatura pendiente curso tras curso, con gran sufrimiento y enorme costo civilizatorio? Mientras la razón matemática es capaz de universalizar axiomas, en el terreno de la racionalidad ética lo que a unos les parece bueno, a otros doble más bueno, y a otros imbueno, como nos recordaba Orwell. Carentes de identidades morales, más de la mitad de los europeos opinan que en materia de valores todo es relativo, nada verdad ni mentira, sólo según el color del cristal con que se mira. El humano de hoy es un animal enfermo, etimológicamente hablando (in-firmus, no firme): camina con un pie más corto que otro, ha hipertrofiado su brazo de acero de tecnita, a costa del alma bella de santo. Ojalá que, como especie joven que somos, podamos rectificar y acompasar ambos avances. No es tan fácil, pues según parece tantas escuelas y universidades del primer mundo no solucionan esta cuestión. Ahora bien, ¿para qué sirve la escuela, si no es para hacernos más buenos, sin dejar por ello de ser más tecnitas?
DIFICULTADES PARA VALORAR BIEN Como galgo tras caza y con la lengua afuera, la humanidad acelera lo científico-técnico, hasta el punto de no poder asimilar su propia mutación. Sin embargo, en otras no sólo va lenta, sino que a veces da la impresión de que ni siquiera va, ni quiere ir, especialmente en el respeto al débil y a los valores más humanitarios. Y eso se explica porque el hombre es un animal inseguro, que conserva la neotenia, esa huella de inmadurez conductal más o menos errática y variable según circunstancias. Sin duda, no todos los individuos de la misma especie humana se comportan del mismo modo, pero estas excepciones tienden a confirmar la regla: utilizar dos varas completamente distintas para medir sus valores. Ahora bien, para encontrar la misma vara de medir, la misma norma axiológica para ti que para mí, conviene tomar una distancia adecuada, pues si pongo los valores muy cerca me inundan como árboles que impiden la visión del bosque; pero, si los sitúo muy lejos, ya nada me dicen. Hay que encontrar, pues, la distancia adecuada: la misma distancia respecto del prójimo que de mí mismo; mira, pues, al otro como te gustaría que te mirasen a ti, trata al otro como te gustaría que te tratasen a ti, ama al prójimo como a ti mismo. Una rápida mirada a las dificultades objetivas bastará para cerciorarse de lo antedicho.
Cerca-lejos En el plano espacial, una manifestación de las tensiones humanas aún no fijadas es la concerniente a la distancia, al parámetro cerca-lejos. Como siempre, el humano aún manifiesta para sus próximos afectivos cercanía, confianza y amor; para sus lejanos, sin embargo, indiferencia, difiducia u hostilidad. «Un día -dice un escrito tibetano- vi algo que se movía a lo lejos. Creí que era un animal. Me acerqué y me di cuenta de que era un hombre. Se acercó él entonces y vi que era mi hermano.» Cuando no nos situamos a buena distancia, la gente nos parece árboles que caminan. Feliz aquel alumno cuyo maestro se sitúa a la misma distancia de él que de sí mismo, y así le trata: al alumno, como a sí mismo; ni muy cerca que no respetemos su identidad, ni muy lejos que no la conozcamos. Demasiado cerca o demasiado lejos, el icono deviene ídolo. Y pésimo maestro el que al alumno, en lugar de situarle en la distancia adecuada, le aleja de sí, le expulsa, hasta convertirle en objeto. ¿Ejercemos el magisterio para esa vergüenza? Ni siquiera San Agustín dejó de sucumbir a la perspectiva inadecuada. En efecto, terminando apenas su obra La ciudad de Dios, ve a los bárbaros de Alarico a la puerta de Roma (ciudad «eterna»), y anota: «El mundo se acaba.» El mundo, es decir, su Roma... Los apocalípticos contra los ajenos se muestran integrados con los propios. Si hay que vacunar a los propios hijos o nietos en prevención de una epidemia, se soporta estoicamente cuanto haga falta la inhóspita espera; empero, si se trata de los hijos ajenos, entonces acaso no movamos un dedo en su favor. Todo sacrificio es justo y necesario en pro de los míos, y ningún gesto de cercanía parece obligarme hacia los tuyos. En este comportamiento parece negado el deseo de hallar una medida común para los tuyos y los míos, y en su lugar rige la ley del embudo: lo ancho para mí, lo estrecho para los demás. Cuando estamos en una habitación cerrada durante largo tiempo, nos acostumbramos a su olor; sólo distanciándonos de ella un tiempo y volviendo a su cercanía captamos de nuevo su olor.
Arriba-abajo Otro tanto en el plano arriba-abajo, donde individuos y naciones de arriba se comportan entre sí como almas bellas, pero a los individuos y naciones de abajo les tratan con duro corazón. Nada nos habla hoy de la universalización de esa lógica cuyo exponente más perfecto pide amar al prójimo del mismo modo que a uno mismo. Como máximo, desde arriba se es capaz de estrategias de condescendencia con los de abajo, reservadas a quienes se encuentran lo bastante seguros de su posición en las jerarquías objetivas como para poder actuar sin correr riesgos. Quienes lanzaron las bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki se arrepintieron durante toda su vida. Pero, desde tan arriba, no podían ver
:m
(¡AI: ;Í. I'KKSONA Y VALORES
lo que estaba sucediendo por efecto de dichas bombas. Desde arriba los administradores no conocen a los administrados, los gobernantes ignoran a los gobernados, etc. La relación humana ha de ser en el mismo plano, guardando respetuosamente las distancias y conservando la altura de la mirada. Ese profesor que cree saberlo todo, muy arriba, jamás sabrá que no sabe, ni aprenderá de aquellos a los que enseña, por eso tampoco podrá enseñar lo que no sabe. De rodillas sólo ante Dios. Ante el rey, de pie, cubierto y erguido: como los profetas. Ante el necesitado, agachándose para recogerle. Grande-pequeño En el mismo plano espacial, los más robustos de la especie padecen insaciable voracidad predadora, no concediendo siquiera tiempo a la «parada biológica» necesaria para que engorden los más pequeños de la especie con el fin de remplazar como víctimas a los ya fagocitados, asegurando así la despensa futura. Desde lo más alto de la voracidad social, las empresas multinacionales o trasnacionales resultan ilocalizables cuando se trata de socializar las pérdidas, pero están ahí concretísimas y egorrelativas cuando se trata de individualizar las ganancias y repartir los dividendos; bien se ve que existen entre los humanos dos lógicas todavía: una humana y otra inhumana, no una misma fijada para todos, razón por la cual se nos podría definir como hum-inhumanos. Si descendemos un peldaño hasta los mesorrelatos, uno de los cuales es el nacionalismo, tampoco aquí se ha logrado aún el equilibrio necesario entre lo macro y lo micro pues, cayendo en la dinámica fagocitadora antementada, nacionalismo grande devora a su vez a nacionalismo pequeño, y nacionalismo pequeño devora a individuos concretos más pequeños. Y, si bajamos a nuestro propio yo, el buen educador acepta sin despreciar su propio yo menor, el enano de sus temores, lo oscuro que habita en él, acogiéndolo para transformarlo, porque sólo puede redimirse lo que se ama. Esa es la única posibilidad de reconciliarse consigo mismo y de ayudar a sanar la propia alma. Otro tanto haremos con el alumno. El verdadero encuentro nace con el no-yo reconciliado. Pronto-tarde Si del plano espacial pasamos al temporal, la humanidad no fijada todavía acude a sofocar los incendios de su propia polis con más celeridad en unos barrios (los propios) que en otros (los ajenos). En efecto, todos estimamos urgente la satisfacción no sólo de lo razonable, sino incluso de los propios caprichos, pero ponemos en lista de espera las urgencias más perentorias de los pobres, muchos de los cuales mueren antes de que les llegue el auxilio requerido, razón por la cual jamás dejará de haber pobres
DIFICULTADES PARA VALORAR BIEN
99
mientras haya ricos, pues éstos anteponen indefectiblemente sus particulares e interminables necesidades a las urgencias de los desgraciados. ¿No es acaso la primera medida que adoptan sus señorías cuando inauguran una legislatura la de subirse el sueldo? Para ellos, las urgencias de los sin techo siempre pueden esperar. Qué suerte tiene el maestro que se levanta temprano con el gallo de la aurora para saludar las primeras luces y rendirles homenaje comenzando a trabajar primero.
Mío-tuyo Economía/econosuya, barrera y obstáculo insuperable para la buena relación de los pronombres personales yo-tú al tratar al yo como a un no-tú, al tú como un no-yo, a ambos como a un él, y a todos como a un ello. En ese desequilibrio de los pronombres personales está la asignatura pendiente. Cuanto más lejos del yo se encuentra el mí, tanto más cerca está del su, y tantísimo más proclive al contra mí. Pero el dinero y el éxito no cambian a las personas, simplemente aumentan lo que hay en ellas. El amigo de la dialéctica mío-tuyo siempre toma a los demás como un medio para sus propios y únicos fines. «Nosotros valoramos los fines más que los medios, y preferimos lo bueno a lo útil; pero, ¡cuidado!, la hora de todo esto aún no ha llegado. Al menos durante otros cien años debemos simular ante nosotros mismos y ante cada uno que lo bello es lo sucio, y lo sucio es lo bello, porque lo sucio es útil y lo bello no lo es. La avaricia, la usura, la precaución, deben ser nuestros por un poco más de tiempo todavía. Porque sólo ellos pueden guiarnos fuera del túnel de la necesidad económica a la claridad del día» (Keynes, 1930). He ahí el beneficio convertido en fin en sí mismo, tan funcional al sistema de mercado. No importa el caos en la sociedad, si hay orden en el mercadeo sistemático; es decir, si conviene a las fuerzas hegemónicas. Resultado: para el trabajador, maximalización de la explotación (ley de bronce del salario, minusvalía); para los enriquecidos y expertos a costa suya, maximalización del beneficio (ley de Midas de la economía, plusvalía). En resumen: los máximamente máximos, a costa de los mínimamente mínimos.
Cerrado-abierto No resulta tan fácil salirse de la presión social o de la propia época, ya que en su contexto esclavista ni siquiera hombres tan preclaros y reflexivos como Platón o Aristóteles fueron capaces de romper el cerco de la esclavitud y defender la libertad de todos los seres humanos. Poco sitio deja a la sabiduría quien se llena de opiniones, hasta el punto de que pensadores
100
CAR 3. PIÍKSONA Y VALORES
como Augusto Comte reducen los valores a costumbres sociales.8 Más tarde, el marxismo-leninismo desvalorizará a las personas para exaltar a su costa al Estado impersonal que, una vez «personalizado», perseguirá con saña a los disidentes. Al final todo se resuelve en aquella frase de Robespierre contra el pueblo levantisco: «Yo les haré buenos con las leyes o/y con la espada». El juridicismo moral, según el cual es moral lo que es legal (convicción que el Estado procura reforzar gracias a sus monopolios ideológico-represivos), es la culminación del sociologismo moral, donde se toma como morales los hechos sociales, por aberrantes que de suyo fueren. Es así como el Estado configura en breve tiempo la opinión pública. (Recuérdese el espectacular cambio de opinión del pueblo en favor del ingreso de España en la OTAN tras unas semanas de manipulación estatal.) Tal democracia no constituye verdadero sujeto social, sino una excrecencia con formato de libre mercado de intereses regulado por las leyes de oferta y demanda, en que compradores y vendedores modifican los términos de su relación contractual a la búsqueda no de la verdad, sino del beneficio, no sabiéndose al final dónde estará el corruptor, el corrompido, el corruptor corrupto, o a la inversa. Un jurado popular emitió su dictamen (no puedo llamarle veré dicto, o dicho verdadero a eso) absolutorio para el asesino proetarra que por la espalda quitó la vida a dos policías («ertxainas») en el País Vasco. Tal aberración no se hubiera producido sin el fondo de ojo relativista que juzga a los vivos y a los muertos de modo distinto. Y, puesto que la capacidad de análisis de una gran mayoría de espectadores que acuden a los estadios de fútbol es baja, no cabe fiarse de ningún jurado o tribunal popular, pues no pasará de ser la variante institucional del linchamiento, es decir, un juicio pasional, arbitrario. Ojalá no tengamos que vernos sentados en ningún banquillo de acusados, pues cuando un jurado dicta veredicto, quien lo está dictando es aquello de lo cual su cerebro es poco más que prótesis: el televisor que rige sus convicciones. Que, por el mismo acontecimiento y con exactamente las mismas evidencias y pruebas, un mismo sujeto (O. J. Simpson) fuera sucesivamente declarado inocente y culpable por un jurado popular blanco, no es anécdota. "«Estoy persuadido de que antes de 1860 predicaré en Notre Dame el positivismo como única religión real y completa» (Systéme de politique positive, París, 1824). Después, en la misma línea, Durkheim, E., La détermination dufait moral, 1906, Levy-Brühl, L., La morale et la science des moeurs, París, 1927. De todos modos, no deja de ser pintoresco que tras reducir los valores a valoraciones sociales se erija a sí mismo en profeta del valor absoluto de la verdad (Cfr. Aron, R., Les étapes de la pensée sociologique, París, 1967). Los intentos de reducir lo moral a lo social nunca han cesado. En los últimos tiempos, el reduccionismo biologista afirma que existen climas emocionales de los que derivan las temperaturas del biosistema moral; que la temperatura ideal para el florecimiento de las democracias es de 20 a 30 "C, a partir de los cuales las instituciones jurídicas resultan más difíciles; que por debajo de los 15" decrece la afectividad; que existen emociones ecosistémicas de primavera (rabia), de verano (alegría), de otoño (tristeza), y de invierno (miedo), resultando muy deseable en esta especie de pi/za moral cuatro estaciones una quinta emoción o quinta estación, la cual sería la emoción-estación del contento, suma del equilibrio y de la armonía.
DIFICULTADES PARA VALORAR BIEN
101
Se debe a Henri Bergson 9 la contraposición entre moral cerrada o social, y moral abierta o personal. La sociedad puede obligar externamente con todo tipo de coacciones, pero no pasa de ahí. ¿Cómo podría ella explicar el remordimiento o la sensación de culpabilidad cuando bastaría una simple mentira para cumplir con lo que la sociedad pide? La sociedad no es capaz de llegar al interior de la conciencia. Fundadores y reformadores religiosos, místicos, santos, con su élan d'amour, o impulso de amor, han roto las convenciones sociales y elevado la humanidad a nuevos destinos. Quien es capaz de predicar que ya no hay judío, ni griego, ni gentil, ni libre, ni esclavo, ni hombre, ni mujer, ni adulto, ni niño, sino hermanos, eleva a la humanidad al nivel de todos y para siempre, aunque para enseñarlo se vea obligado a enfrentarse a las normas cerradas de las castas y de los egocentrismos, incluso a riesgo de la propia vida. Luego, la misma sociedad que había condenado a estos creadores los reconoce en lo que valen. El afán de silenciar a un hombre es el mayor honor que puede tributársele: se está reconociendo su superioridad.
Masificado-egocéntrico Con excepción del instinto de conservación, la propensión a la emulación -siempre manipulada desde arriba- constituye la motivación más fuerte, alerta y persistente. Por aquello de que Vicente va a donde va la gente, todo nos recuerda a las procesionarias, así llamadas por su caminar en ordenada fila, unas tras otras, de tal modo que, si la procesionaria que abre la marcha perece, la que la sigue asume el mando y la dirección en el sentido que ella, a su vez, determine según sus propios mecanismos, pero marcando también la impronta de seguimiento de las que van detrás. El juicio moral de las personas-procesionarias toma por bueno lo que todos aplauden, pudiendo llegar a darse el caso -tan real como esperpéntico- de esa señora que a modo de última voluntad mandó esparcir sus cenizas en el gran almacén «El Corte Inglés»: ciertos consumidores manipulados no imaginan paraíso más digno de ser amado ni donde morir mejor. A su vez, este sociologismo moral origina el juridicismo moral que lo complementa. Las personas se irritan contra el banquero fracasado Mario Conde, que supuestamente ha metido la mano en la caja conculcando las normas del juego establecido, es decir, robando ilegalmente; pero esas mismas personas son las que admiraron en su día como arquetipo y modelo al Mario Conde que entonces triunfaba robando legalmente. Banqueros buenos, los que roban legalmente; malos, los que roban ilegalmente. Los banqueros buenos son ladrones honorables porque lo son según las leyes que ellos mismos han creado para sí a través de personas interpuestas. ¿Cómo explicar que los Bancos de los banqueros son bancos de la sangre de los pobres? "II. Bergson, Les deux sources de la morale et de la religión, PUI\ París, 1932.
102
103
CAÍ: 3. PKKSONA Y VALORES
En el extremo opuesto, el individualismo a ultranza es insoportable porque contradice a la naturaleza humana, que es sociable.
Rencorosos'tramposos Tramposos
Regresivo-progresivo El tradicionalista extremado, el integrista, confunde los conceptos de verdad y tradición; las formulaciones tradicionales, incluso las no dogmáticas, son tratadas por él como indiscutibles, irrefutables, no susceptibles de interpretación. Todo es al pie de la letra, con un fetichismo mágico que se impone automáticamente tras la sola invocación del conjuro, por encima de la mediación humana, cuya centralidad se pierde aplastada por el peso de lo inmutable. El integrista mira hacia el pasado obsesivamente, reclamado por la llamada atávica de un ayer al que mitifica más que analiza, al que simplifica cuando ejemplifica, y de esta forma se convierte en malhumorada estatua de sal contra aquellos que osen musitar algo sobre cualquier innovación, tomada inmediatamente por sospechosa. Pero esa costumbre no es una auténtica tradición (traditio, entrega), porque no hay trasmisión del relevo, sino dominio del «depósito», y además elige de entre las tradiciones la que a él le gusta, la ortodoxa. Sin embargo, una tradición petrificada es un tabú; pero asumida y reinterpretada es una forma viva de tradición. Ahora bien, los extremos se tocan al final, y ese exceso constituye exactamente el punto cero de tangencia con el progresismo: el integrista al punto cero del ayer, el progresista al punto cero del mañana. El integrista es un progresista con el punto de mira virado hacia atrás, y el progresista un tradicionalista cuya tradición es mirar adelante. Relativo-absoluto Tampoco faltan personas con gustos morales que merecen palos. Existe mucha más variedad de opiniones axiológicas que de opiniones matemáticas: pocos discutirán que dos y dos son cuatro. Ello se debe a que el conocimiento axiológico, por ser práctico, es comprometido, y nuestras pasiones interfieren en nuestros procesos lógicos. Muchos definen la justicia de acuerdo con sus propios intereses, de ahí que no coincidan con otros que tienen intereses contrapuestos, pero de eso no se infiere que no podamos saber qué es la justicia. Las civilizaciones siempre encuentran valores a la medida de sus costumbres, y maestros que se las enseñen. Para bien o/y para mal, así es. El totalitario es la antítesis del relativista, pero también su más próximo pariente, y a la inversa: puesto que lo mismo da cualquier ideal, es esa absolutización del «lo mismo da» lo que le emparenta con su aparente enemigo: el totalitario. En realidad, sin embargo, a la hora de la verdad no todo da igual a nadie, pues termina imponiéndose lo que tiene éxito, utilidad, placer: es valioso el discurso utilitario de los ganadores porque son ganadores.
Con frecuencia los valores son un dulce muy apetitoso para los tramposos, esas gentes endurecidas en cuyo costado se agolpa tanto dolor que por dolerles les duele (quizá con nuestro nada meritorio concurso) hasta el aliento, y por eso no devuelven los préstamos, manipulan y engañan, muerden la mano que les alimenta. Si todos nos comportásemos de modo semejante, la vida en esta tierra se parecería a un infierno, al menos a ese infierno del que Sartre dijo que «el infierno son los otros». Por otra parte, aunque eso el tramposo no lo crea tan fácilmente, siempre llega al saloon del Far West alguno que otro forastero más tramposo que él, y el final resulta fatal. Por lo demás, por «crisis cíclicas» (como Marx dijo), irían cayendo de menos tramposos a más tramposos para quedar solamente los supertramposos, que entre sí se someterían de nuevo a una lucha a muerte. Robert Greene ha elaborado las 48 leyes del poder, que son las 48 leyes del tramposo: 1. No eclipsar a nuestros superiores. 2. No confiar mucho en los amigos y saber utilizar a los enemigos. 3. Ocultar las intenciones. 4. Decir menos de lo necesario. 5. Defender la reputación a toda costa. 6. Llamar la atención siempre. 7. Conseguir que otros hagan el trabajo y llevarse uno el mérito. 8. Hacer que los demás vengan a uno, poniendo un cebo si es necesario. 9. Ganar a través de la acción, nunca del diálogo. 10. Evitar el contacto con los infelices y desafortunados. 11. Aprender a hacer que la gente dependa de nosotros. 12. Utilizar la honestidad y la generosidad de forma selectiva para desarmar a nuestras víctimas. 13. Al pedir ayuda, apelar al provecho que el otro puede obtener prestándola, no a la misericordia o agradecimiento. 14. Actuar como un amigo, trabajar como un espía. 15. Machacar contundentemente al enemigo. 16. Permanecer distante para aumentar el respeto y el honor. 17. Mantener a los demás en estado de terror y suspense, alimentar la imagen de impredecible. 18. Encontrar aliados, no aislarse. 19. Saber con quién se está tratando. 20. No comprometerse con nadie. Hacerse el ingenuo, parecer más tonto que la víctima. 21. Utilizar la táctica de la rendición: convertir la debilidad en poder. 22. Halagar y denigrar alternativamente. 23. Concentrar la fuerza. 24. Saberse el manual del perfecto cortesano. 25. Crearse imagen. 26. Mantener las manos limpias, aunque sólo sean las manos. 27. Aprovechar la necesidad de creer ajena para conseguir adeptos. 28. Entrar en acción con audacia. 29. Planear todo el camino hasta el final. 30. Hacer que los logros propios parezcan realizados sin esfuerzo. 31. Controlar las opciones, conseguir que los demás jueguen con nuestras cartas. 32. Jugar con las fantasías de la gente. 33. Descubrir el talón de Aquiles de cada persona. 34. Ser regio en el comportamiento: actuar como un rey para ser tratado como tal. 35. Dominar el arte de calcular el tiempo. 36. Desdeñar las cosas que no se puedan tener: ignorarlas es la mejor victoria. 37. Crear
104
CAR 3. PERSONA Y VALORES
espectáculos atractivos. 38. Pensar como se quiera, pero comportarse como los demás. 39. Remover las aguas para pescar peces. 40. Desdeñar la comida gratuita. 41. Evitar seguir los pasos de un gran hombre. 42. Golpear al pastor para que se dispersen las ovejas. 43. Manipular los corazones y las mentes de los demás. 44. Desarmar y enfurecer a los demás reflejando sus actitudes. 45. Predicar la necesidad de cambio, pero nunca reformar demasiado de una sola vez. 46. Nunca parecer demasiado perfecto. 47. No sobrepasar la meta que uno se ha marcado. 48. Adoptar una apariencia acomodaticia. Los cínicos son oportunistas que dejan arrastrarse por los valores cercanos e inmediatos, zigzagueando a tenor de las circunstancias y sin otro rumbo que la ley del mínimo esfuerzo: el mayor logro con el menor esfuerzo. A veces el oportunista paga su precio y termina trabajando mucho por no haber querido, antes, apostar fuerte en favor de ninguna convicción grande. El cínico, decía Osear Wilde, conoce el precio de todas las cosas y el valor de ninguna. No menos contundentemente afirmaba Machado: el cínico es un necio, y todo necio confunde valor y precio, por eso des-precia o menos-precia aquello que es valioso. El cínico cree que con dinero en el bolsillo se es inteligente, atractivo, y además se canta bien. Ignora, sin embargo, que quien sólo vive para sí mismo ha muerto para los demás. Cuando en la sociedad se ha instalado el cinismo moral y se evalúa a la gente según el precio dinerario, mas no según el valor, el maestro devuelve a las cosas su valor, las restaura de su olvido cual corresponde. Qué suerte tiene el alumno cuyo maestro le rescata de la vulgaridad, la cual sólo da acceso a lo mismo por el mismo dinero, es decir, a la mediocridad. Qué suerte si le lleva de lo que come a lo que hace, de lo que hace a lo que piensa, y de lo que piensa a lo que es: el sabio habla de las ideas, el inteligente de los hechos, el vulgar de lo que come. Qué gran maestro sería el que lograse contrarrestar esa tendencia inducida, cuyo uniformismo por otro lado genera tanta frustración y aburrimiento allí donde esta operación se pone en marcha. El varón que encuentra a una mujer hermosa por dentro y por fuera se aburre pronto, si sólo sabe ver en ella objeto de consumo, precio y no valor. El hombre exterior no tiene garantizado ningún matrimonio, ninguna identidad, ninguna permanencia, porque es precisamente exterior, dependiente de los estímulos y las circunstancias. Ahí te quiero ver, buen maestro. Tú escribirás tus versos uno a uno, nadie te dará un aparato de rimar para hacer pareados estándar; antes, al contrario: sacarás de la anónima estandarización a cada alumno para que lleguen a ser quienes pueden ser siendo lo que son en su irrepetible identidad. Tú harás ver al cínico que no importa tanto qué hay sobre la mesa, como quién hay sobre las sillas. En el extremo opuesto, decir «verdades» a tiempo y a destiempo puede ser una forma de cínico menosprecio de los demás. A la verdad hay que prepararle el camino, pues sólo con quien amas puedes mostrarte fuerte sin producir en él una reacción de fuerza o de violencia. Las puertas sólo
DIFICULTADES PARA VALORAR BIEN
105
se abren a quienes giran el picaporte, no a quienes dan una patada. Trata a una persona como es y seguirá siendo como es. Trátala como podría ser, y se convertirá en lo que debe ser. Rencorosos Los rencorosos o hiperjuristas tienen mucho cuidado en no robar nada a nadie, pero asimismo en no regalar, limitándose fríamente a devolver lo recibido en préstamo según lo que marca la ley, «dura lex sed lex», respecto de la cual no se preguntan si existen leyes legales aunque inmorales, siendo la ley del Talión su exponente más conocido, un ojo por un ojo, un diente por un diente: nadie te ayudará sin que tú le ayudes en una sociedad democrática, legal, pero no siempre legítima. Pese a todo, con nuestros amigos y familiares no nos comportamos cual tramposos ni rencorosos, ni como manzanas podridas que terminan por pudrir a las sanas. Pero ocurre, que a veces, queremos ser almas bellas, mas no pudiendo cambiar al mundo hacia mejor, antes al contrario empeorando y maleándonos poco a poco nosotros mismos en el intento, terminamos por recluirnos en nuestra propia coraza, metamorfoseándonos al fin como corazones duros. Todos sabemos que las calles están llenas de gente que tras haber comprobado la dureza del mundo llevan puesta la coraza, aunque tampoco faltan aquí quienes se vendan antes de que les llegue la herida porque en el fondo ellos deseaban momificarse. En cualquier caso, también de la respuesta que se dé se traslucirá el humor de la persona: ¿creemos que es mayor la fuerza del mal que la del bien o, por el contrario, que es más fuerte el bien que el mal? Si respondemos con nuestro testimonio que el bien es más fuerte que el mal, nuestra lucha contra el mal estará justificada; si, por el contrario, pensamos que el mal es más fuerte que el bien, ¿para qué obstinarse entonces en frenar el mal? El bien puede vencer sobre el mal a pesar de la astucia y la potencia de lo maligno, pero hay que promoverle porque no cae de un cocotero, y es preciso madrugar para acompañar al ángel que pasa. Siempre viene ha : da nosotros y se nos ofrece para bene-ficiarnos, para hacernos bien, pero es menester emprender la decisión de ir con él acompasadamente, de tomar el relevo, de aferrar la antorcha, de participar de la única forma posible cuando del bien se trata: compartiendo. Quien se sienta a la puerta de la historia sólo verá pasar su propio entierro, llevado su féretro por quienes madrugaron más. Únicamente desde el grupo con el que compartimos podremos aguantar el mal del mundo, elaborar su duelo, dando a continuación el paso siguiente: volver a la arena para que donde hubo mal se pueda hacer el bien. Nosotros solos no podemos. A partir de ahí trataremos de ir ensanchando el horizonte sabiendo defendernos sin estar a la defensiva. La tarea: salir de dos en dos para reforestar lo que habíamos encontrado deforestado tras elaborar el duelo. Los hermanos mayores marcharán delante si son verdaderamente nuestros hermanos mayores.
!()(>
OTRAS DIFICULTADES VALORATIVAS MÁS DIRECTAMENTE VINCULADAS AL ORDEN DE LOS AFECTOS Con frecuencia, cualquier nimiedad concerniente al propio yo, cualquier broma o juicio ajeno, por verdadero o justo que fuere, nos desquicia; interpretamos cualquier evento de manera desfavorable, como si todo fuera contra nosotros, o de manera adorable, como si todos hubiesen de caer rendidos de admiración ante mi yo. Llevados por el anhelo de ser el muerto en el entierro, el novio en la boda y el niño en el bautizo, para impresionar y atraer la atención mentimos e incluso terminamos creyendo las propias falsedades. No es tan malo padecer estas dificultades, ya que cada día tenemos que convivir con ellas, cuanto el no reconocerlas y proyectarlas sobre los demás; de ahí la dificultad para evaluar conductas. No por ello, sin embargo, hemos de paralizarnos por miedo a las dificultades, sino encararlas con humor, algo que no tienen ni los animales ni los alemanes. Veamos algunas de sus variedades.
Dificultades hipertróficas Sentimentalismo En lugar de centrarse en el objeto intencional que origina nuestra respuesta afectiva, la persona se centra en su propio sentimiento; el contenido de la experiencia se desplaza de su objeto al sentimiento ocasionado por el objeto, y así la conmoción hasta las lágrimas sirve más que nada de instrumento para procurarse un gozo, una sensación placentera, degradando el sentimiento a un puro estado emocional, el sentimentalismo. Resultado: carente de refrendo objetivo y de criterio verificable de contrastación, este egotista queda embrollado en la dinámica de su propio corazón sin saber distinguir entre lo grande y lo pequeño, y de este modo termina enredado en disputas pequeñas y triviales, como es usual entre personas de pocas luces y de mente estrecha: un exceso de ego empequeñece la afectividad del yo, por paradoja. Autocomplacencia Se da esta situación cuando el sujeto toma su propio entusiasmo como señal de hallarse en posesión de la virtud, lo cual no debe tomarse por intensidad afectiva, sino por estado narcisista y desordenado del alma. Variante de lo mismo: quien, no sabiendo frenar su sentimiento de compasión ante el borracho que le suplica una copa más, se la sirve aun-
OTRAS DIFICULTADES VALORATIVAS
107
que ello resulte desastroso para el borracho mismo. Esta persona ignora que el verdadero amor obliga a pensar en el bien objetivo de nuestro prójimo (alguna vez en la vida «quien bien te quiere te hará llorar»), y que en ocasiones un «no» puede ser una manifestación mucho más verdadera de afecto que un «sí». Ciertos corazones «demasiado buenos», más que benevolentes o delicados, son débiles y desordenados. Histeria Esta perversión puede darse incluso cuando uno se acerca a Dios simplemente para saborearse a sí mismo, degustar los propios sentimientos, instrumentalizando la oración como medio para satisfacerlos. Aquí se desconoce el pesar contrito, el caer en brazos de Dios, así como la voluntad de no volver a pecar, toda vez que se hace de la contrición un mero estado emocional. Verdad es que el amor, como el fuego, no puede existir sin una constante agitación, pero bajo el signo de una orgía de contriciones, según se vive en determinadas sectas o grupos similares, el agente puede llegar a entregarse a un frenesí de remordimiento público revolcándose por el suelo y lanzando gritos salvajes, aunque volviendo después a la «normalidad» sin que se haya operado ningún cambio fundamental en su vida, pero sintiéndose mejor tras la liberación emocional de la mala conciencia. En realidad, se trata de una autoindulgencia emocional, de una «confesión barata». Exhibicionismo Ante una gran audiencia, el sujeto se recrea hinchando retóricamente su indignación o/y su entusiasmo. Y, luego, nada de nada. Los espejos harían bien reflexionando un poco antes de devolver las imágenes. Dificultades atróficas No mostramos nuestro lado afectivo a quienes nos rodean: si son alumnos, los tratamos como a máquinas de archivar, decimos que valen para ciencias o para letras, sin preguntarnos si son buenos, etc. La estadística, el resultado sin la intención, todo eso nos hace vivir vidas burocráticas, que no dan do sí todo lo que llevan dentro, y que secan la riqueza de humanidad que podrían gozar. ¡Qué suerte tiene ese maestro de primaria que tras 30 años de ejercicio profesional continúa viviendo la aventura de cada alumno como si lucra propia! ¡Y qué desgracia experimentar el lento deterioro de quien lucra Sancho el Bravo, pasó a Sancho el Fuerte y terminó en Sancho Panza pedagógico, con todos los respetos para mi amigo Sancho Panza!
108 Esteticismo El esteticista, en lugar de interesarse por el herido grave en un accidente, se preocupa sobre todo de observar sus reacciones, su expresión, etc., pues sólo le interesa la clasificación estadística, la ocasión para aumentar el conocimiento, la curiosidad, etc. Difícilmente podría decirse de este afectivamente mutilado que su conocimiento llegará a profundo, pues le falta la empatia necesaria para entrar en lo vivo, en lo irrepetible, que forma parte inextirpable de lo real. Una variante de lo mismo puede darse en el esteta refinado, con un corazón, si no endurecido, sí helado (¡y alelado!). Nerón se deja conmover por la llama que incendia la ciudad, permaneciendo indiferente al achicharramiento de los ciudadanos. Mucho esteticismo desmayado se esconde en general en todas las manifestaciones del arte por el arte, o del arte-espectáculo. Sin embargo, esta falta de corazón dista de ser desapasionada como presume, pudiendo llegar a generar fanáticos del esteticismo, para quienes no importa el sufrimiento ajeno, ya que la compasión les parece una abominable debilidad.
TEORÍAS SOBRE EL VALOR
109
en quien lucha por conseguir la apatía y coloca la meta del sabio en la indiferencia.
Endurecimiento Hay afectivamente impotentes; ni saben lo que es una emoción, ni se interesan en aprenderlo, de tal modo que su corazón parece tan bruñido como el acero. Puede consumirles todo tipo de sentimientos negativos (odio, rabia, ira, envidia, avaricia, orgullo, codicia, pánico, etc.), comportándose entonces como animales salvajes, pero son incapaces de dejar afectar su corazón, porque los afectos y dolores que verdaderamente llegan al alma han debido despejarse previamente de todos los sentimientos destructivos. Tales personas no podrán dejar hablar a su corazón: sabido es que el toro manso, cuando se ve acorralado, se vuelve violento, mas no por ello bravo. No debe tomarse, sin embargo, por tales a quienes padecen una afectividad débil, oscura, salvaje. Un borracho víctima de su propio vicio puede poseer un corazón sensible; un irascible, a pesar de que su irascibilidad le lleve a violentas explosiones de iracundia, puede asimismo tener buen corazón.
Pragmatismo Para el utilitarista, para el pragmático, toda experiencia afectiva resulta superflua y constituye una pérdida de tiempo, por eso -carente hasta de la menor educación sentimental, incapaz de entender los dolores fecundos- se mofa de cualquier gesto de compasión por el sufriente, de ahí que diga: «La compasión no ayuda, haz algo y no pierdas el tiempo con sentimentalismos». También para el burócrata metafísico, funcionario fosilizado, sólo cuentan las cosas que tienen realidad jurídica, de ahí que su afectividad se reduzca a la satisfacción que siente al cumplir al pie de la letra las prescripciones legales. Amargura El corazón del amargado ha sido cerrado y endurecido por algi'jn trauma o por alguna herida infligida por alguien a quien amaba ardientemente, o por el mal trato de la vida. Ese empequeñecimiento o supresión completa de la afectividad, que cierra su corazón -que lo sella- por temor, malentiende los ideales religiosos, considera equivocadamente toda afectividad como una pasión, teme el riesgo que implica todo sentimiento o todo "querer cautivado", y luchando por silenciar su corazón recela de cualquier respuesta afectiva como si perjudicara a la integridad de la moral o, por lo menos, como algo innecesario: la voluntad reduce a propósito toda la afectividad y silencia el corazón. Lo encontramos también
Un mismo resentimiento
como fondo
En el fondo de las anteexaminadas posiciones, late el resentimiento que no acepta que otro lo haya hecho mejor y merezca por su excelencia un homenaje. El resentido destruye los valores por no poder sustanciarlos él mismo; se cierra al reconocimiento del superior cuya superioridad siente como una aminoración de la propia valía. Si el alma noble se alegra incluso por aquellos valores que ella misma no es capaz de realizar, felicitando cordialmente al vencedor por haber sido capaz de lo sublime, por el contrario, el resentido envidia o incluso llega a odiar aquello que es mejor que él; de ahí su crítica a los mejores, negándoles, discutiéndoles o rebajando sus cualidades; en los casos más agudos se llega incluso a falsificar la tabla de valores mismos, es decir, al resentimiento contra el valor en cuanto tal.
TEORÍAS SOBRE EL VALOR Valor es lo que mueve mi corazón, imanta mi vida, me hace existir, ser, moverme. Cuanto menos valioso es algo para mí, tanto más se aleja de mi horizonte. Valioso es lo que me hace ser mejor persona. Mas ¿cómo sé que algo es valioso? Existen diversas teorías sobre la identidad del valor, vcámoslas.
TEORÍAS SOBRE EL VALOR
110 Éticas ideológicas (a
posteriori)
Según las éticas teleológicas, algo es valioso si, tras haberlo experimentado (a posteriori), nos produce placer o utilidad, como aseguran el hedonismo (valor igual a placer) y el utilitarismo (valor igual a utilidad). Éste no es nuestro punto de vista por dos motivos: primero, porque resulta absurdo pensar que sólo sabemos que el asesinato es malo después de haberlo cometido. Segundo, porque si no hubiera posibilidad de unlversalizar los juicios, éstos serían relativos. Pero afirmar que algo es relativo es destruir su objetividad.
Eticas deontológicas (a
priori)
Según las éticas deontológicas (valor igual a deber, a norma), se conoce lo bueno aún antes de experimentarlo (a priori). En ello coinciden a su vez sistemas muy diferentes entre sí: El
aristotélico'tomismo
Santo Tomás (1225-1274) afirma que el valor es el bien que todos desean, buscado en orden a la perfección debida, que en última instancia sólo se plenifica en Dios, fuente de todo valor. Algo es valioso en cuanto que refleja la ley divina y eterna. La ley divina y eterna, a su vez, se refleja en la naturaleza (ley natural), por eso es malo el comportamiento humano que se desvía de ella. El comportamiento humano natural pide hacer el bien a uno mismo, a la prole y a la especie. Por su parte, las leyes positivas que los gobernantes promulgan para la buena marcha de los pueblos y de su convivencia han de reflejar la ley natural y la eterna. En la comunidad humana las leyes promulgadas, para ser buenas, deben coincidir con la ley natural y con la ley eterna. El kantismo Según Kant (1724-1804), no es que algo sea bueno porque lo quiera Dios (lo cual resultaría inaceptable para los ateos), sino por nacer de mi conciencia: esta autonomía de la conciencia igualaría a creyentes y no creyentes. • Si yo no fuese el centro absoluto de mi decisión, perdería mi propia autonomía. • Resultaría imposible evitar el relativismo si cada cual siguiese los estímulos exteriores: si fulanito se lanza al agua para salvar a otro por la recompensa económica, menganito por obtener fama, zutanito por compasión, etcétera.
111
Mi actuación será valiosa si obedece al sentimiento del deber que la razón me dicta. Mi conciencia, realidad formal, se consulta a sí misma y responde lo que debe hacer a priori: no necesito ayudar a un huérfano para saber que eso es un acto moralmente bueno, tampoco necesito matar a nadie para saber que eso es un acto malo. Siempre la misma respuesta imperativa y categórica: obra de tal modo que tu comportamiento pueda ser tomado como ejemplo para todos, como norma universal. La voluntad moral sólo es digna si -más allá de la facultad del mero desear- actúa por sentir que debe obrar aunque se venga abajo el mundo, ya que el deber responde a su propia autonomía: se da a sí mismo la obligación de actuar, diga la gente lo que diga. Quien no actúe por respeto a esa ley interior de la conciencia no actúa moralmente. ¿En qué se concreta esto? En hacer el bien y evitar el mal, en querer para los demás lo que quiero para mí, y en no querer para los demás lo que no quiera para mí mismo. Si cumplo con mi deber, obraré categóricamente, universalmente: si pretendo que me salven cuando corro peligro, también yo deberé salvar a todos los demás; si no quiero que me mientan, tampoco yo deberé mentir nunca. Al loco furioso que, cuchillo en mano, quiere entrar en mi casa para matar a un viandante que allí se ha refugiado, no debo decirle que no está allí, pero añadiendo que si no se va llamaré a la policía, y si es necesario defenderé al perseguido con mi vida, pues decir la verdad es una exigencia categórica de la razón moral: si miento una sola vez, ya no valgo de referencia para la humanidad.10 En resumen, la conducta moral será a priori y no a posteriori; formal y no material (no seguirá los estímulos exteriores); subjetiva (trascendental) pero no subjetivista. Kant cree que basta consultar a la conciencia, sin necesidad de diálogo, para encontrar esa respuesta. Ahora bien: ¿podrá salir la universalidad de la conciencia solitaria de la voluntad misma, sustraída del diálogo con los demás? ¿Sabré yo lo que debo hacer o evitar si los demás no me ayudan a descubrirlo, en un mundo donde el sentimiento del deber escasea? Así pues, mi actuación será valiosa si obedece al sentimiento del deber que mi conciencia moral me dicta. Mi conciencia, realidad formal, se consulta a sí misma y responde a priori lo que «debe» hacer o evitar. Al cumplir con mi deber, me comporto de forma «categórica»: obro de tal modo que mi comportamiento puede ser tomado como ejemplo para todos, como norma universal. La voluntad moral sólo es digna si actúa, no porque desee esto o lo otro concreto, sino porque siente que debe obrar como lo hace, aunque se venga abajo el mundo. ¿En qué se concreta esto? En hacer siempre el bien y evitar el mal, en querer para los demás lo que quiero para mí, y en no querer para los demás lo que no quiera para mí mismo. '"Cfr. hrmiiimid K.mt, Sobre el pretendido derecho a mentir por altruismo, 'léenos, Mailiícl, 1 9 9 1 .
112
TEORÍAS SOBRE KI, VALOR
La fenomenología Según Max Scheler (1874-1928), no hay valores porque haya bienes y fines (Santo Tomás), ni porque haya conciencia autónoma (Kant). Max Scheler está más cerca de Kant que de Santo Tomás, en cuanto que su posición es más antropocéntrica que teocéntrica. Coincide con Kant en la crítica de éste a la identificación entre ser y bien y, por tanto, en que una cosa es el bien y otra el ser. Sin embargo, a Kant le reprocha Scheler: • Identificar conocimiento a priori con conocimiento formal, dando por supuesto que un contenido material generaría relativismo y, por ende, no podría ser a priori. • Identificar conocimiento formal a priori con conocimiento racional. Kant habría llegado al colmo de la barbarie al afirmar que la persona que auxilia a quien se está ahogando sólo debe hacerlo por cumplir con su deber, y no por compasión; la conducta exigida por Kant sería inhumana, de un rigorismo orgulloso, egocéntrico, pues sólo le importaría la tranquilidad de la propia conciencia que al obrar como debe se siente superior. Frente a esos errores propone Scheler dos correcciones: • Los valores no tienen un contenido formal, sino material, distinto también de los bienes de las cosas. • Se captan por amor y a priori, de golpe, por intuición emocional, la cual presenta distintos planos, no sólo el empírico (ejemplo: amor no es sólo sexo). El que ama no se busca a sí mismo, sino realizar el amor. El mayor premio es amar, y el mayor mal, experimentarse como origen del mal. Resulta, pues, erróneo desacreditar el acto de compasión o de amor, de las emociones en general, para remplazarlo por actos de la voluntad, sólo porque en algunos casos la compasión o el amor sean insinceros o insuficientes. El mundo de los bienes es más distante que el de los valores, pues ante éstos se da el amar y no sólo el conocer. El valor me implica, me afecta. Ante lo valioso no «tengo», sino que «soy» persona valiosa. En la esfera afectiva no se produce libremente alegría o tristeza del mismo modo que en la esfera volitiva proferimos un acto de voluntad o una promesa. Tampoco pueden gobernarse los afectos como gobernamos los movimientos de nuestros brazos, porque el sentimiento tiene sus razones que la voluntad no conoce. Intelecto, voluntad y amor deben cooperar entre sí, pero respetando el papel de cada uno. El problema surge cuando el corazón va más allá de su dominio y usurpa papeles que no le competen: si alguien que quiera comprobar un hecho se limita a afirmar que su corazón le dice lo que ha ocurrido, abre la puerta a todo tipo de ilusiones; ha obligado a su corazón a realizar un servicio que nunca puede prestar y ha permitido que su uso inadecuado sofoque al intelecto. Si son
113
valores, se intuyen no sólo afectivamente, sino también raciocordialmente. Esto no impide la existencia de situaciones en las que podemos decir: "Siento que esto no es correcto", aunque seamos incapaces de demostrarlo lógicamente. La persona con un corazón alerta se alegra o se entristece según los motivos objetivos que se dan frente a ella para sentirse feliz o desgraciada; el juicio verdadero es una síntesis de subjetividad y objetividad, o mejor, la objetividad está mediada por la subjetividad, pero no creada por ella. En este sentido, su subjetividad no se borra, pero sí debe desaparecer su subjetivismo, por cuanto que éste desvirtúa la genuinidad de la vivencia. ¿Cómo, pues, orientarse en estos terrenos? Quizá la pregunta fundamental de un corazón bien orientado no sea ¿me siento feliz?, sino ¿la situación objetiva es tal que resulta razonable ser feliz? Es entonces cuando de la afirmación «eso es verdaderamente un bien» se sigue la afirmación «eso debe ser realizado». Empero, para evitar el sentimentalismo, que es una hipertrofia que mata al sentimiento raciocordial, se necesita educar los sentimientos.
El emotivismo Según. George Edward Moore,11 máximo exponente del emotivismo o emocionalismo moral, bueno es una noción simple igual que amarillo, y las nociones simples se intuyen, no se explican: no puedo explicar a ningún ciego qué es el amarillo. También lo bueno es una noción simple y, por tanto, indemostrable: o se ve, o no se ve. Bueno y amarillo son predicados adjuntos, con-sonantes, pero no decibles de suyo sustantiva o aisladamente. Cuando digo de algo que es bueno, contra la opinión aristotélico-tomista, no afirmo nada sobre el objeto (que no es simple), ni sobre mí mismo (que tampoco soy simple): tan sólo estoy exteriorizando mis emociones {e-motio: algo se me remueve) y mis sentimientos. Asegurar «A es bueno» equivaldría a decir: «Apruebo A; apruébalo tú también», o «¡Viva A!». El criterio de verdad es la pasión, pero de ésta no pueden darse razones, como antes ya lo había proclamado David Hume: cuando mi mano golpea la cabeza de un inocente niño huérfano, por muy repugnante que ello me parezca, lo único demostrable es que un cuerpo en movimiento se desplaza e incide sobre un cuerpo en reposo. La razón no dice nada; la emoción, todo. ¿Qué podemos decir de estas tesis moorianas? Que, en efecto, «bueno» no es una cualidad simple, y por tanto exige una captación intuitiva: en eso concordamos con Moore más que con los aristotélico-tomistas. Sin embargo, Moore no lleva razón en su total desconexión entre la razón y los sentimientos, y ello por varios motivos: "Principia F.thica, Philipp Reclam, Stuttgart, 1970; El concepto de valor intrínseco, F.xeeipla l'lulosophica, Facultad de Filosofía, Universidad Compiuten.se, Madrid, 1993.
I 14
GAP. 3. PERSONA Y VALORES
• Primero, porque no toda afirmación axiológica es emocional. Cuando el médico dice que es bueno operar tal cáncer, está expresando un juicio meramente técnico, descriptivo, sin emotividad. • Además, los humanos compartimos básicamente los mismos sentimientos: la empatia, y el sentimiento de solidaridad y de apoyo mutuo intraespecífico son universales. ¿Por qué los sentimientos universales no pueden servir como criterios de verdad, y sí la racionalidad universal? • Tampoco la frialdad o el desapasionamiento son criterios de verdad. Puedo aceptar con emoción, y errar con desapasionamiento; a veces, incluso, cierto exceso de frialdad (no sólo de calor) impide la percepción de lo real. La temperatura no es criterio de verdad. • Además, el uso de un lenguaje descriptivo, indicativo, aséptico, no evita su «contaminación» axiológica. Cuando a un daltónico le digo que el semáforo está en rojo, no sólo le estoy informando acerca de la existencia de un color, sino también de que no «debe» pasarlo porque no es «bueno» para él. La frontera entre lo descriptivo y lo emotivo o evaluativo nunca es tan rígida como asegura el emotivismo. Más aún, afirmaciones morales sobre las que existe un consenso casi universal, por ejemplo: «todos los seres humanos tienen derecho al trabajo», ¿no podrían autorizarnos a decir que «es moralmente bueno que lo tengan»? • Por último, el emotivismo maneja dos criterios de verdad: para los hechos físicos, la observación intuitiva rigurosa y objetiva: es verdad lo que veo; para los hechos morales, por el contrario, la falaz voz de la emoción. Semejante diplopia ignora la unidad raciocordial del ser humano. Mostradas esquemáticamente las posiciones básicas en torno a la captación del valor, vayamos a su naturaleza, con la misma esquematicidad y espíritu pedagógico. Los valores, sí valen, de alguna manera son; si son, valen Todo lo que vale es; pero no todo lo que es vale. «Ser» materialmente y «valer» axiológicamente no se identifican. Hay cosas que valoramos negativamente, como un dolor de muelas, pero son, están ahí; mientras que otras no son, no están ahí, y sin embargo las valoramos favorablemente (por ejemplo, la justicia perfecta). Aunque tendamos a sustantivar los valores, es decir, a condensarlos en sustantivos («la» libertad), e incluso a representarlos de forma simbólica (justicia, balanza, pureza, paloma), no son cosas. Según Ortega y Gasset, los valores son «irrealidades», cualidades de las cosas; para evitar malentendidos, creemos que sería mejor afirmar que son realidades, aunque no de carácter físico.
TEORÍAS SOBRE EL VALOR
115
Los bienes participan de los valores, pero no se identifican con ellos, frente a la ética material aristotélico-tomista, para la cual los valores son las cosas buenas. Siendo el bien, el ser y el valor lo mismo desde distintos ángulos de enfoque, el mal es la ausencia de bien y de ser. Sin embargo, Aristóteles y Santo Tomás definen al mal como la ausencia del bien debido, es decir, del bien ideal que a cada ser pertenece y que debería poseer, o sea, de su ideal de perfección. Con esto, el aristotélico-tomismo traiciona sus propios postulados (ontológicos) yendo más allá de lo dado y apelando a lo «debido»: ¿será porque nacemos aristotélicos limitándonos a lo que meramente somos, pero morimos platónicos reivindicando el deber ser y la perfección que añoramos? Si creemos que los valores son una conquista interminable, vamos por buen camino Los valores existen, pero no siempre los descubrimos; en ciertas coyunturas históricas aparecen disvalores que son tomados por valiosos, o a la inversa. Precisamente por ello debemos esforzarnos en potenciar los que van en el buen sentido, es decir, los que nos ayudan a progresar en humanidad. A tal efecto, García Morente señala los siguientes criterios: • En la polis, toda potenciación de un valor constituye un progreso. • Toda institución destinada a realizar un valor es progreso, por imperfectamente que desempeñe su cometido. • Toda transformación social de una cosa en un bien significa progreso. • Toda mejoría de un valor ya realizado se alza como progreso. • Todo aumento de bienes en cantidad significa una universalización del progreso. • Toda disminución de males forma progreso. • Todo aumento de males significa retroceso. • La conversión de un bien-medio en un bien-fin no entraña progreso, y puede entenderse como detención o como retroceso. • Todo aumento en la capacidad popular para estimar valores conlleva progreso. • Contribuir a la rectificación de aberraciones estimativas en las masas y en los individuos es progreso, tanto en la denuncia de estimaciones falsas en sí mismas, como en el restablecimiento de la auténtica jerarquía de valores. • El fomento y desarrollo de un valor, inferior con detrimento de otro superior, es retroceso, pero el descubrimiento de dicho acontecer y su rectificación constituyen progreso. • Fomentar y desarrollar un valor inferior, con detrimento de un valor superior, puede significar retroceso, planteando siempre la compleja
116
CAR [i. PERSONA Y VALORES
cuestión técnica de cómo lograr el paralelo desarrollo en ambos valores conflictivos. Los valores son expresión de la vida. No me imagino que dentro de 15 siglos no haya ningún conflicto de valores. La mayor parte de apostasías y defecciones axiológicas de los antiguos militantes socialcomunistas o anarquistas se debe, por ejemplo, no solamente a que ahora ya vivan como liberalburgueses acomodados, sino también a que esas personas imaginaron, mientras eran jóvenes, que terminarían haciendo un paraíso perfecto, inmutable y definitivo en la Tierra y, ya que no lo han logrado, han tirado la toalla diciendo: «Como no todo, entonces nada». Y eso no es. No es así. La razón de que muchos de nuestros problemas se queden sin resolver es que les tenemos miedo a las soluciones. Y hay más. Si uno no vive como piensa, terminará no pensando como vive, y viviendo como no había pensado, tratando así de conformar los valores según su vida, y no su vida según los valores. Esto es también una forma de resentimiento. Ustedes van a seguir, igual que yo, teniendo conflictos axiológicos consigo mismos y con los demás, pero dense cuenta de ello, trabájenlo, intenten mejorar las cosas procurando ayudarse a sí mismos y a los demás con identidad y coherencia: esa es la tarea humana. Quien piense que los valores no traen conflicto se equivoca. Lo malo es que generen conflicto y además no sean valores. El universo de los valores no es un jardincito epicúreo para descansar en él. Hay una tendencia a depositar los valores en una estantería mientras que el sujeto se queda fuera. Pues no, el ser humano es un animal axiológeno, creador y destructor. En la naturaleza humana está el generar crisis, el construir y destruir, diferencia radical con respecto a los animales que, una vez explorado su propio territorio, se quedan dentro de él. En todo «planeta axiológico» podemos llegar a adoptar pautas de comportamiento que hoy ni siquiera imaginamos. Pero entonces las crisis resultan inevitables, conllevan destrucción de valores anteriores y producción de valores venideros. A veces, en el saldo, lo negativo es más contable que lo positivo, o viceversa; pero en ocasiones este saldo sólo puede cuantificarse algún tiempo después. Por otra parte, hace falta perspectiva para poder valorar. La excesiva cercanía de los acontecimientos no ayuda a justipreciarlos; se necesita una distancia y hoy -por ejemplo- comprendemos mucho mejor que sus coetáneos los valores que Cristo enseñó. Como ya hemos dicho, en el momento en que acaba de escribir La ciudad de Dios, San Agustín ve las puertas de Roma, la ciudad eterna, a los bárbaros y escribe: «El mundo se acaba». Para él, demasiado cerca, aquellos pueblos bárbaros (bárbaros porque no hablaban latín, idioma eterno) traían el fin del mundo. Casi todos los grandes pensadores experimentan una conciencia más aguda de las crisis que las personas normales, las cuales se lamentan sin reflexionar sobre lo que está pasando. Al respecto cabría formular tres preguntas:
TEORÍAS SOBRE EL VALOR
117
• ¿La serie de crisis que ha habido en la historia muestra que no pasa nada a pesar de las crisis? ¿Al final de todas las crisis no hay crisis? Entraron los bárbaros y no pasó nada. Cayó el Muro de Berlín y no se acabó el mundo. ¿Esto significa que crisis + crisis + crisis = no crisis? • ¿Esta crisis nuestra es más crítica que las demás? ¿Será verdad que ahora sí viene el lobo? ¿Quizá la novedad sea que ahora aparece el aspecto ecológico: si destruimos la naturaleza todo lo demás será imposible? • ¿Cómo hablar de crisis, si los valores son eternos? Si algo es realmente valioso, debe ser amado Los valores no son inertes ideas platónicas indiferentes a mí, sino que cuando los veo conculcados siento irritación; cuando ejercidos, cómplice alegría, y cuando aún no realizados, interpelación, incitación a trabajar por ellos. Ante una violación de una niña no hace falta ser don Quijote de la Mancha para decir «eso no debe ser», y reaccionamos. ¿Se ama a los valores porque son valiosos, o son valiosos porque se les ama? Si lo segundo, subjetivizo los valores; si lo primero, reconozco su existencia. No resulta fácil separar ambos extremos, de todos modos, pues son buenos porque los amo y los amo porque son buenos. Demostrarlo puede costar trabajo, si los demás difieren de nuestra opinión, pero nadie puede presumir de que algo sea valioso para él si no lo ama. Para quien valora sólo los automóviles como medio de transporte resultan útiles (grado inferior del valor); sin embargo, para quien los ame más que a su novio o novia, la cosa cambia. Los valores, pues, van vinculados a la posición del valorante, aunque no se reduzcan a ella. También el tiempo altera la posición: uno puede llegar a valorar después lo que antes no tanto, o a la inversa. Para captar el valor hay que moverse. Un niño con vocación pacifista puede terminar queriendo ser becario de la OTAN. Los valores exigen un aprendizaje, no se aprehenden de un golpe, hay un antes y un después.
Si no dialogo, no podré hablar con los demás de valores: mi valor no será valioso No todo el mundo entenderá del mismo modo la amistad, la bondad, la belleza, etc., produciéndose la inevitable colisión entre valores. Ni siquiera faltará quien niegue la existencia de la amistad, de la bondad o de la belleza. El cínico presume de tolerancia, pero tolerante es
118
TKORÍAS SOBRE EL VALOR
CAP. 3. PERSONA Y VALORKS
aquel a quien pisas un pie y, pudiendo aplastarte como réplica, sin embargo, no lo hace. Son más frecuentes los dogmáticos autoritarios que los cínicos. A veces en nuestras vidas asoman el rostro de Cantinflas y el de Hitler inadvertida y alternativamente. Mientras tanto, hay cosas óptimas, hay cosas buenas, otras tolerables, otras discutibles, y otras intolerables. Cuando la democracia no sirve para articular esta escala, ya no es democracia axiológica. En la sociedad pluralista no siempre existe acuerdo definitivo sobre la escala básica de valores que cada cual desea, por eso es necesario el diálogo, y además poner semáforos con el rojo prohibiendo tales conductas, y con el verde propiciando tales otras. Pese a todo, quienes establecen lo prohibido y lo permitido también pueden equivocarse. Ni siquiera el consenso universal es garantía irrefutable de su verdad: Galileo estaba en minoría en su época, pero en lo cierto. En todo caso, hay que dialogar, pero no cantinflear; Cantinflas decía aquello de «puede ser que sí, puede ser que no, pero lo más probable es que quién sabe». Dialogar exige reflexionar y estudiar. Una experiencia cultivada por el estudio es más profunda. Muchas personas intuyen que ciertas políticas van mal, pero votan a los partidos que las propician, porque no saben. La otra persona es igual que yo, aunque discrepe de ella e incluso deba de oponerme a ella con el debido respeto, si veo que está fastidiando a los demás y fastidiándose a sí misma. Aunque a veces resultara más cómodo callarse, hay que oponerse en favor del valor, defender el valor antes que la comodidad o la cobardía, a pesar de que esa defensa nos acarree problemas. Por lo demás, quién sabe si esa defensa dará sus frutos mañana, cuando nosotros no podamos estar delante para comprobarlo. Mientras tanto, yo dialogaré siempre sin imponer por la violencia o la coacción mi escala de valores, precisamente por respeto a la otra persona, porque si yo me abstengo por comodidad, miedo, indiferencia, etc. (desprecios a la condición humana, aunque la gente los aplauda o considere «sensatos»), estoy de antemano minusvalorando su capacidad de aprendizaje y de posible cambio. Por lo demás, si yo hoy tengo esta conducta es porque alguien alguna vez a mí trató de enseñarme, aunque le hubiera resultado más rentable pasar de largo. En resumen, la asunción de una escala de valores genera un comportamiento militante axiológicamente. El militante asume la exigencia de universalización de los valores, pues si no se universalizan no benefician a tanta gente como podrían beneficiar. Si afirmo que mi libertad es absoluta pero menosprecio la tuya, no universalizo. Si considero al dinero como valor superior a la honestidad, no universalizo. Si tomo a la publicidad como un fin en sí mismo a costa de la veracidad del producto, no universalizo. Si lucro con los productos de mi fábrica, aunque deteriore la naturaleza, no universalizo. Si una empresa da trabajo pero contamina, no unlversaliza. En todos estos casos, un valor destruye al otro y atenta contra otras personas, por lo que en tales condiciones no puedo aceptarlos como tales valores. Buscando un principio de univer-
119
salización militante de los valores (no su mero consenso), estableceríamos el siguiente axioma: sólo cuando los valores no lesionan los de las personas pueden aceptarse de entrada. Principio de universalidad: si no valen para todos, no valen para ninguno. Si valen para el 99 % pero no para el 100 %, no es un principio de universalidad, es un principio de generalidad. El militante intenta extender a todos sus valores, sabedor de que uno mismo «es» (y no sólo «tiene») su propia escala de valores. Aunque en el intento, incómodo, me vaya mal a mí, al menos que no le vaya mal a los valores, siquiera sea hasta un cierto límite, sin menospreciar la prudencia, ni exponer a riesgos destructivos a la propia persona. Prudencia y valor son hermanos gemelos.
Si no nos afectan vitalmente no son valores, sino ideas El valor insiste,
más que ex-siste
Nuestros conflictos nos pican tanto porque no quedan fuera de nosotros, sino que su drama se vive en nuestro interior. Y es buena señal que duelan: señal de que estamos vivos. Dol et ergo sum, me duele luego existo (Kierkegaard). La simpatía respecto al maestro
empático
Hace falta un escolarca, un maestro axiológico que viva cálidamente lo que enseña y lo trasmita por empatia. Él será quien impacte intuitiva y emocionalmente a los discípulos (discípulo es más que alumno). Discípulo será quien comparta la misma pasión (sin-patía) ante el ethos axiológico del maestro. La fuerza del ejemplo deviene fundamental para el aprendizaje axiológico. Se enseña real y no sólo formalmente lo que se es por la fuerza del ejemplo. El maestro no es el que me dice cómo debo ser, ni el que me remite a su propia vida, sino a los valores que, con el testimonio de su vivir propio, ha descubierto en el universo axiológico objetivo. La empatia abre los ojos del ciego y los oídos del sordo. Desproveer del sentimiento cálido a la razón es castrarla, es hablar en nombre de la objetividad para quererla sin afectividad, sin calor, es decir, sin lo esencial de ella misma. Hay que dar a la voluntad y al sentimiento lo que es propio de la voluntad y del sentimiento, a la razón lo que es de la razón, y a ambos conjuntamente. En la educación en valores enseñaremos a racionalizar los afectos, no a castrarlos. Sin el orden de los afectos no hay orden en los valores, ni en las virtudes.
IZO
Si sólo hablamos sobre valores buenos, valemos menos que si además los realizamos La gente suele quejarse de la mucha corrupción. Pero, si tan malos son los demás, los supuestamente mejores habremos de intentar hacer algo bueno en su favor, pues no es de recibo presentarse como buenos precisamente por no hacer nada mientras musitamos: «Cuanto más me quejo, más bueno soy». Desde esa perspectiva, el peor político es mejor que el mejor abstencionista. ¿Qué no le gusta a usted el panorama que hay? Pues trabaje en cualesquiera de los niveles sociales mejorables: el barrio, las casas de cultura, un sindicato, agrupaciones políticas...
Si hablamos bien y hacemos mal, no vale Hay academias que se dedican a dar cursos sobre valores y son corruptas. Eso está mal. Además, como decía Heráclito, la naturaleza nos ha dado dos oídos y una boca para que al menos escuchemos el doble de lo que hablamos. La naturaleza nos ha dado la prudencia de hablar menos y hacer mejor. Si hiciésemos 10% de los valores que proclamamos, esto sería mucho mejor. Cuando todo el mundo hace lo que debe, ya no hay que hablar de ello, es normal: es normal que una mamá cuide a su hijo, a nadie le extraña, por fortuna. Es noticia que un niño muerda a un perro, pero no es noticia que un perro muerda a un niño. Pese a todo, ¿más vale hablar de valores aunque se conculquen y se escandalice, que callar absolutamente sobre ellos no dando la oportunidad de que alguien pueda realizarlos correctamente? Quizá quien escucha la plática sobre valores pueda decidirse a ponerlos en práctica... Por lo demás, reconocer la distancia que separa nuestros discursos y la virtud activa correspondiente es bueno; no es malo estar a disgusto e insatisfecho con uno mismo, si es para intentar cambiar.
Si hablamos mal y hacemos mal, peor aún En un país corrupto son muy pocos los que reconocen que sus padres también lo son. La fórmula «país corrupto, papá honesto» desafortunadamente es más frecuente, y se traduce en un «enlodémonos gustosamente, porque no hay otra posibilidad». Todo el mundo se queja de la corrupción, pero en no pocos casos para justificar la propia: lo que es del común no es de ninguno. Se tiene la coartada muy a flor de piel: como los demás roban mucho, yo -simple taxista- robo poco, con lo cual me siento justificado frente al que roba mucho. Aunque moleste, también se está dispuesto a participar de la corrupción, e incluso a agudizar la capacidad de sacar partido de ella a costa de los menos hábiles. De este modo, quien
TEORÍAS SOBRE EL VALOR
121
habla del disvalor lo revalúa, en tanto que devalúa el verdadero valor. Quien no hace lo que cree que tiene que hacer se acostumbra a hacer lo que no quiere hacer: lo trivial se normaliza. Y, puesto que todo el mundo lo hace, mal de muchos consuelo y epidemia de tontos: la costumbre como des-virtuación. Al des-valorar le sigue el desvirtuar. La vida se desvirtúa después de que se de-valúa. Si hablamos bien, y sentimos bien, y hacemos bien, tenemos experiencia axiológica Valor: donde está tu tesoro, allá está tu corazón. Por eso el blablablá sobre los valores no es verdadero si no nos afecta, si carecemos de experiencia. La experiencia del valor es la virtud. La virtud es un hábito operativo bueno, un hábito activo bueno. Al enunciado de un valor ha de seguirle la vivencia del mismo como virtud. De lo contrario, estamos en el vicio del ver lo bueno y del hacer lo malo, o del mero parloteo. Pero si la persona impactada emocionalmente por el valor se deja arrastrar hacia él sin poder controlar ese afecto emocional, ante la fuerza imantadora del valor parece desaparecer. Sin embargo, nadie puede realizar el valor si no realiza al propio tiempo el valor de su propia persona: si no realizamos el valor de la persona como tal, no captaremos personalizadamente los valores. Si no comprendemos el carácter interactivo de nuestras vivencias, aún no estamos maduros axiológicamente Este enunciado lo rechaza una posmodernidad atenta sólo a la privacidad y despreocupada de la vida pública, con el argumento de que esta última no es mi vida: no se puede luchar -dicen los pesimistas-, no se debe luchar -dicen los acomodados-. Los «universos éticos» que nos ofrece la burguesía no son universalizables, sino arcas de Noé para mientras los demás se ahogan en el diluvio de fuera. Pero las personas con profundas convicciones se hacen notar, están presentes en su propia vida y en las de los demás. Mientras que en el mundo físico una manzana podrida termina por pudrir las manzanas sanas, en el del espíritu un ingenuo puede terminar llevando hacia el bien a un tramposo y a un rencoroso. Sin embargo, no somos manzanas. Basta un alma bella para que por ella, superior a todos los corazones duros, entre la salvación en el mundo: no estamos destinados al absurdo entrópico, ni a la destrucción, sino a la vida y a la felicidad.
122
Si existen valores, están articulados entre sí Entre los valores observamos una escala jerárquica (no torre de Babel, sino círculo de círculos implicativo). He aquí a continuación la escala, de abajo hacia arriba, y con todos los respetos para los valores más bajos, sin los cuales no se dan los más altos. Criterios de establecimiento de una escala axiológica No sólo se plantean conflictos frente a lo no valioso (disvalioso), sino también -aunque de otra naturaleza- entre dos valores positivos (amor y justicia, por ejemplo), y entonces hay que elegir a unos y renunciar a otros. He aquí algunos criterios en orden a la actuación moral: Duración del valor. A veces, eternizar un valor puede dar seguridad, pero depaupera la innovación. De todos modos, es preferible el valor eterno al contingente. Resultaría ridículo y artificioso decir: "Te amaré por dos días". Todo amor pide profundidad, profunda eternidad, demanda voluntad de eternidad. No hay amor verdadero que no busque eternizarse. Surge aquí la cuestión del perennismo: saber qué es lo eterno y qué es lo contingente, porque a veces se da lo eterno por contingente, o a la inversa: gato por liebre. Indivisibilidad del valor. Preferible es lo que se toma entero, a lo que se da partido. La libertad es indivisible, no puede darse un pedazo de dignidad, ni una verdad a medias. Ahora bien, los valores materiales sí son divisibles: magnífico gesto el de quien comparte un trozo de pan con un hambriento. No compartir los valores inferiores los prostituye. Fundamentación del valor. Un valor es tanto más alto o fundante, cuanto menos necesita de otros y más les sirve de base. El valor más sólido será el que mejor fundamente a los demás. Aquel valor que no necesite de ningún otro será el valor absoluto. Quien simplifica la vida la hace descansar en aquellos valores que, por valer más, necesiten de menos mediaciones: ése sabe vivir. Profundidad de la satisfacción. El valor más alto produce una satisfacción más profunda, según el nivel en el que se le sitúe. No debe tomársele reductivamente: siendo preferible la simpatía, puede prescindirse de ella si es a costa de ser canalla. El superficial no puede gozar en profundidad. La satisfacción no excluye aumento de dolor, aunque no necesariamente lo incluye. Hay dolor creativo, solidario, que hace crecer. Urgencia temporal. Cabe postergar ciertos valores, aunque no indefinidamcntc. Cuanto menos urgentes, menos importantes. Cantidad de valor. En caso de igualdad, será preferible lo que realice más canüdad de valor.
TEORÍAS SOBRE EL VALOR
123
Cercanía o proximidad al yo. Familia es más que el pueblo; pueblo, más que humanidad. Probabilidad de éxito. No aferrarse a lo mejor muy dudosamente realizable a costa de lo bueno más seguro. Plenitud. Humanidad es más que pueblo, pueblo más que familia, familia más que individuo. Prioridad. Prioridad con el débil, el anciano, el enfermo, etcétera. Resonancia. El que más puede, más debe cooperar. La persona. Es el criterio definitivo y máximo del valor. Cualquier proyecto que conculque el valor de la persona deberá ser rechazado como no valioso. Dados esos criterios podríamos establecer la siguiente escala axiológica. Escala de valores ¿Cuál es la jerarquía existente entre los valores? Suele distinguirse ascendentemente entre valores: a) sensibles (agradables); b) económicoutilitarios; c) físicos; d) sociopolíticos; e) espirituales (teóricos, estéticos, jurídicos);/) morales y religosos. Pues bien, si a e le falta a, tenemos al pedante; si le falta b, al bohemio incapaz y poco práctico; si le falta c, al pálido intelectual; si le falta d, al egoísta. Si a / l e falta a, tenemos al asceta patológico; si le falta b, al religioso ensimismado; si le falta c, al enfermizo; si le falta d, al anarquista utópico; si le falta e, al místico frenético e iconoclasta. Y así sucesivamente: si falta/, entonces brilla por su ausencia la grandeza moral, la humildad religiosa y el sentido del misterio; si faltan/y e, entonces queda sólo la voluntad de cínico poderío; si faltan/ e, d y c, entonces estamos ante el egoísta crudo, y si faltan/, e, d, c y b, entonces nos quedamos en el hedonismo. Esta es una opinión entre muchas, claro, pero otra cosa son las urgencias vitales, ya que al hambriento no se le puede decir que sienta la misma estimación por una sonata de Brahms que por un plato de arroz. De todos modos, la fuerza no debería anular la altura de los valores, y la auténtica moralidad ha de construirse de abajo hacia arriba. Valores ecológicos o, mejor, ecodúlicos Ecología viene de oikós, palabra de significado doble, «casa» y «bondad»: el ecologista tiene que respetar su casa y a la vez ser bueno, es decir, no se puede proteger la naturaleza y destruir las personas. Ecología es conocimiento de la naturaleza; ecodulía es respeto de la naturaleza. No da igual lo uno y lo otro, pues con frecuencia quienes mejor la conocen más la maltratan y explotan intensivamente: las multinacionales. La naturaleza es nuestro «segundo cuerpo», y la gente así comienza a comprenderlo. Está emergiendo una responsabilidad ccodúlica, al menos
124
CAR 3. PERSONA Y VALORES
un primer paso de toma de conciencia teórica, pues los valores no se implementan de la noche a la mañana: a veces son necesarias muchas generaciones. Ahora bien, los valores son cuestión de paciencia social, pero de impaciencia individual: los pioneros abren brecha, y a veces eso les cuesta caro, aunque la posteridad los beatifique. Desafortunadamente, hoy se dan casos de ecologistas que defienden la vida de un árbol, pero matan la vida del niño que está en el seno de la madre. Se descubre la vida cósmica, pero se asesina al nascituro humano, abominación máxima. La vida es el primer valor. Ella existe desde el primer instante de la fecundación, y desde ese mismo instante ha de ser defendida absolutamente a lo largo de toda la existencia. Valores
físico'vitales
Cuando me autopercibo viejo, mermado, arruinado valetudinariamente, insalubre, me entristezco. Se arruina mi cuerpo, se arruina mi tono vital. Más vale burro vivo que sabio muerto. A pesar de todo, la gente sabe que el cáncer de pulmón es la primera causa de mortalidad en Occidente, pero muchos fuman. No pocas mamas suministran chucherías que, sin embargo, saben lesivas para la salud de sus hijos. El capitalismo no ignora que los modelos de estética joven que exhibe y publicita producen en ocasiones anorexias de difícil curación. Todas las sociedades aceptan en la teoría valores que, sin embargo, en la práctica conculcan considerándose pese a ello sociedades razonables y sanas. ¿No será que el Imperio nos quiere enfermos para «curarnos», es decir, para tenernos en sus manos suministrándonos eternamente medicinas iatrogénicas que, al promover supuestamente nuestra salud, introducen realmente nuestra enfermedad? Sea como fuere, está visto que algo más que el mero convencimiento teórico debe uno tener para aceptar los valores en cualesquiera de sus niveles. Defendamos, pues, la vida; no propiciemos ninguna cultura de muerte. Valores económicos Son los valores del bienestar material. Siendo necesarios, la cuestión, es determinar el límite en que el bienestar material se torna superfluo, así como la medida en que pueda o no unlversalizarse su consumo. El dinero es necesario; es preciso tener para poder decir: «ser, más que tener». El dinero no da la felicidad, pero creeremos a quien dice esto si devuelve lo robado, y si regala lo poseído. La riqueza está en lo que eres, no en lo que tienes. Muchos gastan el dinero que no tienen para comprar cosas que no necesitan tratando de impresionar a personas que no les agradan. El que mucho posee poco duerme, si tiene que vigilarlo. Las cosas que más se desean menos pueden comprarse.
TEORÍAS SOBRE EI, VALOR
125
Se es rico en proporción a las cosas de que se puede prescindir. Un paisaje, un libro, una melodía, un rostro; con poco basta a quien es mucho; con nada se satisface a quien sólo tiene deseo de tener. Sencillez, naturalidad, espontaneidad, humildad, ayudan a ser feliz. Modelos de personas felices: un artesano silbando por el trabajo bien hecho, un niño construyendo castillos de arena, una madre bañando a su bebé, un médico salvando la vida de un enfermo. Son necesarias las cosas para vivir; lo que ocurre es que las cosas se imponen sobre las personas, y no a la inversa, las personas sobre las cosas. El sujeto empírico se ha cosificado él mismo, mientras que se concede a las cosas valor personal: he ahí una simonía o compraventa de lo sagrado personal mismo, pues lo sagrado es la persona. No hay que ir muy lejos para ver cómo la gente te deja su cuerpo antes que las llaves de su coche. Cuanto más al Norte, tanto más. Y, como estamos reduciendo lo personal a lo cósico, no podemos tolerar que nos digan que somos personas, eso ofende. De ahí que se prefiera decir que somos azar, grasa, casualidad, objeto movido por las circunstancias, consumidores del mercado, nada, muerte irresurrexa. Esto sí que es ser reaccionario, porque así no se hace cambio alguno: ya está todo hecho para un ser carente de libertad y de dignidad. ¿Cómo postular desde ahí un desarrollo a escala humana? «No es fácil comprender este fenómeno. Creo advertir algo que parece sumamente extraño, pero que surge una vez y otra: una voluntad de degradación de la idea del hombre, como si irritara su posible excelencia.»12 Se lleva mucho tiempo intentando en filosofía que las personas pierdan de vista su condición de tales; es decir, que sean reductibles a la materia, a la biología, a las estructuras, a los determinismos, al azar: los dos últimos siglos han constituido un esfuerzo titánico por acabar con el personalismo comunitario. Una especie de resentimiento, de hostilidad y repugnancia por todo lo admirable, algo como una voluntad de extirpar en los demás la esperanza se advierte por doquier. La burguesía ha tratado de plantear la vida como un quid pro quo, y no como un quodpro qui. «Quid pro quo» es tomar algo como si se tratase de alguien, las cosas como si fuesen personas, comportamiento característico del Occidente neorrico, donde se piensa que las cosas hacen a las personas: tanto tienes tanto vales. A partir de ahí se explica lo que pasa con otra palabra emblemática de nuestro sistema: el interés. El interés, cuando no había mentalidad burguesa, era inter esse, relación interpersonal, por lo que la persona inter-esante se desinteresaba de sí misma, toda vez que allí primaba la relación dinámica yo-y-tú. Sólo cuando este desinterés ético se convierte en dinero, deviene interés óntico y, por tanto, deuda dineraria puramente material, olvidando que «deuda» deriva de (h'bitum, participio del verbo deberé, mi deber de ocuparme del otro desde mi desinterés ético de persona des-inter-esada; mi riqueza, en fin, no es la del enriquecimiento crematístico, pues lo que me convierte en rico es el "J. Murías, l,a perspectiva cristiana, Alianza Kditorial, Madrid, 1991.
I 2(>
TEORÍAS SOBRR RL VALOR
CAÍ". 3 . I'KKSONA V VALORES
ocuparme con él, y mi deuda hacia él viene del deber moral de quererle, sin más. Descubramos el camino de vuelta, el camino que va de las personas hacia las cosas con un nuevo acercamiento de los pronombres, pero en este orden: del ello al él; del él al tú; del tú al yo; del yo al yo-y-tú; del yo-y-tú al nosotros. Valores sensibles Son los que producen alegría, placer, etc., con distinta profundidad según cada persona. ¿Qué no se habrá escrito sobre el placer? Personas hay, por ejemplo, que quieren vivir su sexualidad como la vive cualquier perro, pero otras amorosamente, con cariño, con ternura en el acto sexual, humanizadamente. Ahora bien, si alguien se empeña en decir que él es un perro y no logro convencerle de lo contrario, ¿qué puedo yo hacer por él y por mí, a no ser no tratarle como a un perro, y procurar que no me muerda? En última instancia, los valores no se demuestran, se muestran; aceptar la realidad es creer en ella, creérsela. Desde luego, no todos los placeres son iguales: al sádico le produce placer dañar a otras personas; al masoquista, dañarse a sí mismo, sufrir por sufrir, encontrar aberrantemente el placer en el sufrimiento; al sadomasoquista, expandir el dolor a toda la humanidad y a sí mismo. No podemos decir que un mismo placer sea la medida del ser humano. Hay coleccionistas que se levantan pensando en acumular placeres durante el día; tal es su proyecto felicitario. El utilitarista Jeremy Bentham aseguraba que sólo cabe medir la felicidad por los placeres: la cantidad de placer es la medida de la felicidad. Pero el obseso de los placeres deviene tanto más vulnerable cuanto más obseso: el día en que no ha logrado sumar la cantidad de placer que esperaba, se deprime y entra en crisis de autoafirmación; si en su caza hedonista logra cobrar pocas piezas de placer, se vendrá abajo. La felicidad pende para él de un hilo cuando, al variar las circunstancias, varía también su identidad. Don Juan Tenorio, con escasa autoidentidad, se ve forzado a forzar cada noche un lecho para afirmar el gozo de su virilidad. Sin embargo, ese hedonista ignora que el placer no puede ser objeto de búsqueda, sino que resulta o se deriva de un modo de ser y de vivir,_ que es el que hay que lograr. El placer elevado a principio cierra el camino al desarrollo personal. La felicidad es el premio no buscado para quien realiza el valor que cree que tiene que realizar, para quien vive conforme a un agathon, a un ideal felicitante. El placer no es la medida de la felicidad, sino su consecuencia; la felicidad es un regalo para la persona que cultiva su vida de una forma felicitaría; por eso, aunque el regalo no llegue, la persona es feliz, e incluso puede serlo aunque advenga el displacer o el sufrimiento. Como dijeran Sócrates, Platón, y Aristóteles, la felicidad está en el interior del sabio. El militante soporta la adversidad doliente, pero feliz,
127
porque es más fuerte que ella su propia identidad vital. Mejor sería no sufrir, obviamente, pero se puede ser sufriente por la causa que uno asume y a la vez feliz, del mismo modo que se puede ser acumulador de placeres y esclavo infeliz respecto de ellos. Los placeres no son el valor superior. Hay que ser torpe para depositar la felicidad en los placeres. En el fondo del hedonismo hay dos cosas: miedo al dolor, que clausura, y mala educación. Decía el psiquiatra Vallejo Nájera que todo enfermo terminal pasa por tres estadios con mermas sucesivas. En el primero se interesa por lo que ocurre fuera de la clínica; en el segundo, por lo que pasa en su habitación, y en el tercero, únicamente por sus propias constantes corporales. Luego, la muerte. Como humano, es mala señal preocuparse sólo por el propio placer y la privacidad. El placer elevado a principio y mantenido como tal se cierra el camino a sí mismo. El argumento favorito del hedonista se reduce a esto: hagas lo que hagas, egoísta o altruista, al final lo haces porque te gusta, es decir, porque te resulta placentero; en última instancia, todo comportamiento humano es hedonista. Desde luego, todo lo que hace el ser humano es resultado de su dinámica personal; en última instancia, toda acción es egorrelativa, relativa al yo que la ejerce; sin embargo, su condición de egorrelativa no la convierte en hedonista: hay quien no buscando placer lo encuentra como resultado de su acción altruista y filantrópica, sin más. No todos los placeres son iguales, lo mismo saltarle el ojo a una persona que ayudar a un ciego a cruzar la calle, por aquello de que en ambos casos todo concluye en un problema de oftalmología. Aunque quizá sí, teniendo en cuenta que el defensor de esa barbaridad es un ciego axiológico... Uno de los instrumentos de que dispone el poder para conducirnos a la común ceguera es el de manipular nuestra mirada para reducir finalmente los placeres superiores a los inferiores; una vez cegado nuestro juicio, la oscuridad se torna aliada de los tuertos especializados en fabricar entuertos. El esclavo de ojos terrosos se cree feliz en su ardiente oscuridad, pagando por ella. Una democracia de invidentes axiológicos será en todo caso igualitaria, pero triste. Valores
utilitarios
Son los valores del bienestar material. Siendo necesarios, la cuestión es determinar el límite en que el bienestar material se torna superfluo, así como la medida en que pueda o no universalizarse su consumo. Verdad es que no siempre se plantea el autodenominado ecologista comprar el coche menos contaminante, si puede acceder a otro más caro y potente. Casi todos en el primer mundo tenemos más de lo que necesitamos, pero queremos vivir cada vez mejor, aunque sea a costa del Tercer Mundo, y no paramos de afirmar nuestro ecologismo. Sin embargo, los valores económico-utilitarios tienen un techo: la naturaleza no permite un
128
GAP. 3. PERSONA Y VALORES
ecodesarrollo insostenible. No pueden talarse todos los árboles ni acabar con el agua. Por el contrario, el deseo no tiene límite. Nos pasamos la vida trabajando para tener, pero al final vivimos casi exclusivamente para trabajar; el trabajo nos tiene. Resulta fácil la incoherencia en lo relativo a estos valores, quizá por excesivamente cercanos a la parte animal de un humano todavía muy ligado a la insaciabilidad. Al avaro le causa dolor gastar; la austeridad del avaro es la roña de un poseedor poseído por lo que posee. Del mismo modo, el consumidor es consumido por el consumo que (le) consume. El tener ahoga al ser. Valores sociopolíticos Los seres humanos somos sociales, nos asociamos y, aunque no terminemos de creerlo, vivimos como asociados. Todos dependemos de todos; es un valor social la prudencia a la hora de conducir. Desde luego, aunque la inteligencia de Einstein o el arte de Goya no puedan socializarse, pues van ineludiblemente vinculados a sus genialidades respectivas, la aristocracia del cielo no excluye la democracia de la tierra, sino que la exige: la igualdad de oportunidades de las sociedades civilizadas, aunque no haga surgir cada minuto Einsteins o Goyas, hará posible el surgimiento de otros genios. Asimismo, sería estúpido pretender una sociedad tipo «café para todos», es decir, Einstein para todos, Goya para todos, o todos como Einstein y Goya, o ninguno. Los animales son sociales y sociables; los seres humanos vivimos nuestra socialidad de forma política, en cuanto que habitamos una misma polis, en una misma physis (valor ecológico), con un mismo lógos (valor espiritual, la razón). Ni siquiera en el Tercer Mundo logran finalmente las mansiones señoriales de los opulentos -aisladas y protegidas por sus sistemas de seguridad avanzados y sus interminables legiones de policías privados- evitar convivir en la misma polis que los miserables con sus casas de cartón. Aunque lo intentan, las fortificaciones particulares de los ricos no pueden convertirse en ciudades-Estado, porque sus vicios privados y su ecoexpolio, lejos de producir virtudes públicas, incrementan el gran malestar social que se vuelve, a su vez, contra los ricos mismos, quienes terminan por no poder salir de sus casas para evitar el posible secuestro. Desafortunadamente, no la buena convivencia, sino el secuestro, recuerda a los ricos que habitan una misma polis que los pobres: democracia boomerang. Quien vive para sí contra los demás muere a los valores; y, lo que es peor, al vivir para eso mata a otros. La vida y la muerte son también interactivas, y no nos damos cuenta. Propietaristas, no comprendemos que la vida particular se organiza desde un común vital. Cerrados en el propio yo, lo demás se olvida, y con frecuencia también se lesiona. La omisión respecto de ese nosotros comunitario o antecedente, coetáneo y subsiguiente a nosotros mismos es, sin embargo, algo que está ahí a pesar de
TEORÍAS SOBRE EL VALOR
129
que se ignore. Para no disolverse sin eso, hay que reconocer el pecado contra eso, y resolverse activamente contra él para absolverse de él. Se comienza por poco: el que ha llevado una cascara de plátano 50 veces a una papelera se convierte en un buen ciudadano. Valores
espirituales
Si en los valores económicos las diferencias excesivas son hirientes, ofensivas, injustas, en los espirituales no ocurre lo mismo: a nadie decente le debe ofender que haya un gran artista; eso suele ofenderle tan sólo al triste y resentido compañero de gremio, pero a las sociedades les encanta contar con una pléyade de artistas, poetas, músicos, filósofos, escritores. También en esta esfera rige la ley que es común a todas, a saber: en los valores inferiores, igualdad; en los superiores, diversidad. Otra cosa es que, a veces, en ciertas épocas históricas, ocurra precisa y formalmente lo contrario: en los valores inferiores, desigualdad, y en los superiores, uniformidad. Los valores espirituales resultan más necesarios para las personas más desarrolladas: el pienso del cerdo no es el pienso que piensa Descartes. Los mediocres y medio mediocres, los axiológicamente infradesarrollados tienden a burlase de los mejores. Sin embargo, cualquier valor espiritual, si realmente lo es, se encuentra presente en los demás valores: una persona llena de luz interior vive más años y con más salud, irradiando más y sin contaminar. Ninguna persona espiritualmente potente ha menospreciado la economía, pero la ha vivido de forma más comunitaria. Consciente de esto, Baudelaire, que tiene fama de inmoralista, escribe sin embargo al respecto: «El vicio ataca a lo justo y a lo verdadero. En cuanto ultraje a la armonía, en cuanto disonancia, hiere más a los espíritus más poéticos. No creo que sea escandaloso decir que toda agresión a la virtud significa en última instancia una falta contra el ritmo y la belleza del universo.» Estéticos. No habiendo nada más diferenciador que la estética, sin embargo todo el mundo consume las mismas marcas en nombre del gusto estético. Si la estética es el arte de la diferencia, entonces a tantas personas corresponderían tantos juicios del gusto: ¿por qué, sin embargo, todas las moscas van a la misma basura, digámoslo? La moda deviene así crimen de lesa estética, desde que se es niño o jovencito. Pero la estética debería ayudar a «hacerse una cabeza» a cada cual, sin dejarla absolutamente en manos del peluquero, el cual, por oficio, te tomará el pelo o te esquilmará. El arte de la vida consiste en hacer de la vida una obra de arte. Ser natural es la más difícil de las poses. Cuando todo lo que está está donde debía estar, es bello; cuando todo lo que es es conforme a lo que debía ser, es hermoso. La belleza es un trascendental del ser. En el fondo, antes que maldad, la maldad es fealdad.
1 30
CAP. 3. PERSONA Y VALORES
La belleza está sujeta a pocas reglas, es el ámbito de la creatividad y de la libertad. Como escritor no me siento culpable cuando omito una regla de juego o un canon, aunque sí me siento culpable cuando -en el terreno ético- conculco gravemente una norma ética: por ejemplo, cuando robo me siento mal. Éticos. Se dice que un intelectual es una persona que usa más palabras de las necesarias para decir más cosas de las que sabe o mejores de las que hace. Algo, en todo caso, muy común, pues del dicho al hecho va mucho trecho. Por eso suele convenirse en que la ética es la teoría, y la moral, la práctica, pudiéndose por tanto encontrar casos de personas sabias en el discurso sobre el bien, pero muy canallas en la práctica. En nuestra opinión, esa distinción es más académica que real, pues lo verdaderamente importante es la ética. Ética (de ethos) es modo de vida, adquisición de un hábito bueno, y a la vez respeto del lugar donde se vive, a saber: la naturaleza y la vida. Moral (de mos) significa costumbre. Y hay costumbres sin valor ético, por muy comunes que sean. ¿Puede quererse la perfección propia como objeto del querer, constituir su finalidad? Según Max Scheler, pretenderlo sería fariseísmo: algo así como salir del gimnasio ético presumiendo de musculitos éticos tras haber hecho muchos ejercicios éticos para tener un «cuerpo ético». El fariseo cree convertirse él mismo en bueno; por el contrario, sólo el resultado del ejercicio de acciones buenas me convierte en bueno, sin pretenderlo. Sin embargo, Ortega y Gasset -en esto siguiendo a Kant, maestro del «deber por el deber»- asegura que nadie que no pueda querer ser virtuoso puede llegar a realizar actos de virtud. A veces alguien dice: «Yo no quiero ser bueno porque no va con mi carácter; respéteme, soy como soy». Y esto te lo dice mientras te pisa el pie. Pero quien menosprecia la posibilidad de querer ser bueno pierde humanidad. Más aún, la persona verdaderamente humana no solamente se limita a querer ser mejor ella misma, sino que busca ayudar a que los demás también lo sean, y en ese empeño no cesa, si bien hay siempre un límite al respeto que marca la razón práctica, la prudencia, aunque se degrade con frecuencia en forma de miedo. Así como se puede ser genio estético sin compartir la genialidad, no se puede ser persona moral sin intentar unlversalizar el bien. Un individualista ético aún no ha descubierto que la ética no es la estética, si le falta el impulso de universalización: «Sólo soy libre, decía Bakunin, cuando todos los hombres y mujeres que me rodean son también libres. La libertad de los demás me hace ser libre, la ajena esclavitud me esclaviza a mí mismo».13 Religiosos. ¿Cómo conciliar el diálogo del ser humano limitado con ese misterio densísimo al que llamamos Dios? A pesar de todo, dirigirse al misterio, decirle «Tú», invocarle aunque sea misteriosamente, aunque no nos anuncie a veces nada sobre ese misterio, nos pone ante él haciendo posible el encuentro. '(,;/>•. M. Il.ilumin, La libertad, .Jurar, Gijón, 1977.
TEORÍAS SOBRE EL VALOR
131
Hablar con Dios es la oración. Orar: hablar con Dios reconociéndole como tal desde el amor. O se habla con Dios, o nada: con un no-Dios no se puede hablar. No es posible ser ateo y a la vez antiteo: a un Dios inexistente no se le puede zaherir. Todo lo que podamos decirle a cualquier prójimo podemos manifestárselo a Dios, nuestro prójimo más próximo, porque El quiere serlo. Es bueno decirle a Dios lo que pensamos de Él y sentimos con Él, sea lo que fuere; por ende, también manifestarle nuestro enojo si es el caso, al modo como lo hace el niño pequeño con su madre: sabiendo que es su mamá al fin y al cabo, y que la mirada de una madre soporta cualquier espectáculo del hijo. Por lo demás, manifestarse ante Dios sin veracidad no sólo constituiría una grave forma de hipocresía (al modo de los amigos de Job), sino que tampoco vale para nada, ya que Dios sondea nuestros corazones y nos conoce. Al abrirle nuestro yo, el yo se abre ante nosotros. Verdad es que Él conoce lo que nos pasa antes de que se lo pidamos y mejor que nosotros, pero no menos verdad es que a todo Padre le gusta que, aun así, le pidamos los hijos lo que necesitamos, sobre todo por bien de los propios hijos. Si tú tuvieses un teléfono rojo con el que pudieras hablar directamente con tu Padre, ¿qué le dirías? ¡Pues díselo, tienes ese teléfono! Mas ¿cómo romper ese círculo vicioso según el cual hay que orar para ver el rostro de Dios, pero sólo se puede orar después de haber vislumbrado ese rostro? Rompiendo a orar, echándose a orar aunque nos parezca que no sabemos, aprender a aprender, orar para poder orar. El despierto, también en el budismo, aprenderá a convertirse en paciente y silente vigilante. El silencio de Dios es la realidad más difícil de sobrellevar al comienzo de la vida de oración. Es preciso aprender a sentarse, a no hacer nada delante de Dios, sino a esperar y gozarse de estar presente ante el Presente eterno. Esto no es brillante, pero, si se persevera, irán surgiendo otras cosas en el fondo de este silencio e inmovilidad. El camino para llegar hasta sí mismo, y de sí mismo hacia Dios, es a menudo muy largo. ¿Tendremos que terminar envejeciendo, tanta paciencia necesitaremos para alcanzar por la oración la gracia de la oración? Tal vez, pero envejecer junto a Dios es permanecer siempre niño. En Oriente, en efecto, a cualquier monje se le llama anciano, aunque tenga 25 años, pues el ideal es llegar a viejo con luengos y albos cabellos sin perder la mirada del niño. Al lado de Dios podemos ser a la vez padres, adultos y niños en la tríada del tiempo. Decía Picasso que, para llegar a pintar como el niño, el adulto necesita mucho tiempo. Es verdad. Para que un adulto llegue a poseer los ojos del niño necesita el amor de caridad, que hasta cierto punto es más fácil de practicar que la esperanza, pues aquélla, la caridad, se apoya en lo que se ve y se ama, mientras que ésta, la esperanza, vive únicamente de signos e indicios respecto de lo invisible; pero sobre ambas lo más difícil es la fe, pues ella consiste en llegar a creer y a amar lo que no se ve en absoluto. Y esto puede llevar mucho tiempo y mucho silencio, toda una vida. Sin embargo, aunque pueda parecer mucho
132
TEORÍAS SOBRE EL VALOR
CAP. 3. PERSONA Y VALORES
para el hombre, para la paciencia del Dios que nos mira bien predispuesto como a hijos suyos, no cuenta el tiempo humano, esa es nuestra gran ventaja. Desde ese silencio, el creyente continuará rezando, no hasta que Dios escuche lo que le pide, como suele pensarse, sino hasta ser él mismo quien escuche lo que Dios le pide a él. Orar es escuchar cada vez más a Dios, y menos a nosotros mismos. Tampoco se trata de decirle a Dios que le amamos, sino de recordar que Él nos ama como sólo Él puede amar. Entonces el orante experimenta cierta plenitud, pues la oración se filtra por todos los poros de su alma para plenificarla: es la pleroforía. Si esta oración cesara, el mundo perecería al perder su sentido. Orar es agradecer a Dios que Dios sea Dios, porque sólo así puede el humano ser verdaderamente humano. Para que el corazón pueda ir cambiando su dureza, tiene que pasar muchas horas a remojo en las aguas que corren por el río de la alabanza y la adoración. Tampoco puede el creyente pedir fuerzas para enredarse en el yo clausurados Tras el necesario «Señor, ven en mi ayuda (Kyrie eleison)», aprenderá a dar las gracias largamente porque Dios sea Dios, no con una sola postal -¡o, peor aun, sin postal alguna!- en «compensación» por los millones de peticiones solicitadas o/y por los favores concedidos. En griego, todavía hoy, para dar las «gracias» se dice eucharistó. Gracias, Señor, por la fragancia de tu amistad sobre mí derramada. Al principio parecía que únicamente yo te miraba, pero con el curso del tiempo comienzo a comprender que Tú me miras desde antes, y entonces comienzo a ser feliz mirando a los demás como Tú les miras desde tu eterno presente amoroso. Yo comienzo a ver (antes sólo miraba) porque Tú me ves, es decir, me amas; ahora sé que los ojos con que yo miro no son ojos porque veo, son ojos porque Tú me ves. Tú y yo juntos mirando en la misma dirección seremos insustituibles amigos y cómplices solidarios e inabatibles. Nepsis, alerta; katanixis, ternura. Como en el icono de Vladimir «la Virgen de la ternura», la madre sostiene al niño en brazos, los dos rostros se acurrucan uno al otro, y ambos nos miran. Ahora Dios no es para mí una experiencia meramente intelectual, que siempre arroja un nombre común, un abstracto, por necesaria que sea la intelección, sino sobre todo un nombre propio: Tú, mi Señor. Tú y yo nos hemos «domesticado», en el sentido de El Principito: habitamos el mismo espacio (domus), la tienda de Dios. Y al descubrirte en lo que Tú eres para mí, Dios mío, conozco mejor mi propio nombre, aquél con el que Tú, al crearme, me llamaste desde tu eterna gracia y no por mi mérito. Esa amistosa con-fianza así surgida sólo puede apoyarse en el amor y en la misericordia tuya, mi Dios, mi roca, pues únicamente el amor es relacional, y donde hay amor no caben temor ni egoísmo. El secreto supremo del amor relacional es el nacimiento de Dios en el hombre, y el secreto supremo de la divinidad es el nacimiento del hombre en Dios. Pese a la amistad con Dios, dentro del posible éxtasis que produce a los místicos más cercanos a Él (a su enstasis), no deja de producirse en
133
todo creyente, como lo acuñara san Gregorio Niceno, una epéctasis, una fusión sin confusión, una añoranza no colmada: cuanto más nos llena Dios, más lejano nos parece; cuanto más le conocemos, más desconocido lo encontramos, siendo el nuestro respecto de Él un conocimiento por desconocimiento: Dios es el siempre mayor. Pero ¿y si, pese a implorar la amistad de Dios, no lo logramos? Entonces hay que ser humildes; es decir, confiar en Dios, en que lo que nosotros no podemos sí lo puede Dios, y en que Dios confía en nosotros. La humildad no consiste en valorarse poco o mucho a sí mismo, sino en mirar a Dios antes que a uno mismo, y en medir el abismo que separa lo finito de lo infinito. Así lo ve Job en el estercolero de su vida. Cabe tener miedo de los acontecimientos, e incluso de nosotros mismos, pero no de Aquel que dirige los acontecimientos, ni pensar que lo que nosotros no podemos no lo pueda tampoco Dios. «Y, cuando te hayas vuelto así hacia Dios, no vuelvas más sobre ti mismo. No te preguntes dónde estás con respecto a Dios. La tristeza de no ser perfecto y de encontrarse pecador es todavía un sentimiento humano, muy humano. Es preciso que levantes tu mirada más arriba, mucho más arriba, a Dios, a la inmensidad de Dios y su inalterable esplendor. El corazón puro es el que no cesa de adorar al Dios vivo y verdadero. Se interesa profundamente por la vida de Dios y es capaz, en medio de todas sus miserias, de vibrar con la eterna alegría de Dios. Un corazón así está a la vez despojado y colmado. Le basta que Dios sea Dios. En eso mismo encuentra su paz. La santidad es ante todo un vacío que se descubre y se acepta, y que Dios viene a llenar en la medida en que nos abrimos a su plenitud.»14 ¿Cuándo es más de noche? Cuando la rana, deseando hacerse como el buey, se hincha y explota. Cuando para perseguir el ideal de santidad realizo esfuerzos éticos agotadores que hacen penosa mi vida y que además no tienen gran valor a los ojos de Dios; antes, al contrario: pueden constituir un pecado de lesa autolatría: Dios no nos ha llamado a ser buenos, sino a ser santos, lo importante no es hacer cosas para Dios, sino hacerlas según Dios. No nos pase como a aquel caballero de la armadura oxidada que, de tanto hacer obras buenas, se volvió malo: «Nuestro caballero era famoso por su armadura. Reflejaba unos rayos de luz tan brillantes que la gente del pueblo juraba haber visto el sol salir en el Norte o ponerse en el Este cuando el caballero partía a la batalla. Y partía a la batalla con bastante frecuencia. Ante la mera mención de una cruzada, el caballero se ponía la armadura entusiasmado, montaba su caballo y cabalgaba en cualquier dirección. Su entusiasmo era tal, que a veces partía en varias direcciones a la vez, lo cual no es nada fácil. Durante años el caballero se esforzó en ser el número uno del reino. Siempre había otra batalla que ganar, otro dragón que matar u otra damisela que rescatar. Con el tiempo, el caballero se enamoró hasta tal punto de su armadura, que se la empezó a poner para cenar y, a meH
lí. U'clerc, Sabiduría de un pobiv, Marova, Madrid, 1975.
i >n
ij\\:
DEL VALOR A LA VIRTUD
;Í. I'KKSONA V VALORES
nudo, para dormir. Después de un tiempo ya no se tomaba la molestia de quitársela para nada. Poco a poco, su familia fue olvidando qué aspecto tenía sin ella.»15 Al final, cuando quiso quitársela, ya era tarde: la armadura se había apoderado de él. ¿Cuándo es más de noche? Cuando creo que debo amar primero a los hombres y luego a Dios; pero eso no sirve para nada, pues nadie es tan perfecto como para merecer amor incondicional, ni tan fuerte como para entregarlo si no recurre más que a la propia buena voluntad. Si, por el contrario, empiezo por amar a Dios sintiéndome amado incondicionalmente por Él, en este amor encuentro a mi prójimo, y en ese amor los antiguos enemigos son mirados y amados como criaturas divinas. Entonces, cuando miro al otro desde ahí, para él también es de día. ¿Cuándo es más de noche? Cuando tenemos un encuentro con los sacramentos sin encontrarnos con el Señor de los sacramentos. ¿Cuándo es más de noche? Cuando la luz de la razón pretende sustituir a la fe. El hecho de no entender muchas cosas en nuestra relación con Dios no es un problema tan serio como el hecho de no aceptar que no podemos entenderlo todo.
DEL VALOR (TEORÍA) A LA VIRTUD (PRÁCTICA) El triángulo valor-deber-virtud Tiene el ser humano tres vértices: el valor, que es la dimensión objetiva de la moralidad; el deber, que es la respuesta subjetiva a ese valor y, finalmente, si logro responder bien, obtengo la virtud. La virtud es un valor que se ha hecho vida en nosotros. La virtud es un hábito de excelencia o perfección. El valor captado despierta en mí el sentimiento del deber; si ejerzo bien el deber, realizo una acción virtuosa.
La virtud, hábito racional sin exceso ni defecto Aristóteles la define como «hábito electivo que consiste en un término medio relativo a nosotros, determinado por la razón y del modo que lo determinaría el prudente padre de familia que se sitúa entre dos extremos (justo medio); por ejemplo, la puntualidad no consiste en llegar ni temprano ni tarde, sino en punto, a la hora acordada; amar no consiste en r 'R. Fisher, El caballero de la armadura oxidada, Ediciones Obelisco, Barcelona, 1998. I .¡i antítesis de este caballero sería el de ítalo Calvino, El caballero inexistente, Bruguera, Barcelona, 1975.
135
querer tanto a alguien que lo asfixie, ni en estar muy alejado de él, sino en encontrar la distancia justa y adecuada, ni muy cerca ni muy lejos. Aristóteles pone como ejemplo al prudente padre de familia para mostrarnos que la ética debe vivirse todos los días y esto lo olvidan ciertos profesores de ética. El término medio lo es entre dos vicios, uno por exceso y otro por defecto» (Ética a Nicómaco). La virtud, pues, habrá de ser: a) Un hábito de excelencia o perfección. b) Consistente en situarse según la razón (no según la sinrazón), c) En el término medio al modo como se situaría una persona prudente: la puntualidad no consiste en llegar ni temprano ni tarde, sino en punto. Por tanto, no es virtuoso el comportamiento de quienes: lo que desean es exhibirse; exigen premio o recompensa exterior; actúan sólo para que no les castigue, o únicamente porque lo manda la ley. N i egocentrismo, ni extrinsecismo Egocentrismo La virtud dista de dos defectos: el egocentrismo y el extrinsecismo. También las virtudes se corrompen, es decir, uno no gana una virtud para siempre; quien se declara poseedor de una virtud está encubriendo su egocentrismo, pues la virtud lo posee a uno y no a la inversa. Quien diga que posee el bien es un fatuo presuntuoso: «A un servidor a humilde no le gana nadie.» Hay quienes dicen ejercitar sus virtudes, y en realidad lo que desean es exhibirse; lo que menos les importa es la virtud. Sin embargo, esto es una forma pueril de egocentrismo, pues los que presumen de virtuosos son egocéntricos («Dime de qué presumes y te diré de qué careces»). Si encaminamos nuestras acciones hacia un fin bueno y terminamos presumiendo de éstas, llegamos a un narcisismo egocéntrico o autotélico, donde uno hace de sí mismo el fin de la acción. Yo no puedo ir presumiendo de virtuoso porque automáticamente me convierto en autotélico, que es lo contrario a aristotélico, hablando ahora en el sentido etimológico de aristas, «noble»: lo noble es desarrollar la virtud. Extrinsecismo En el otro extremo de la virtud está el extrinsecismo. Quien para ser virtuoso exige premio o recompensa exterior («Haré este acto bueno si me recompensas con otra cosa; de lo contrario, no actuaré») es moralmente reprobable; asimismo, la acción virtuosa no está sometida al miedo al castigo («Haré tal cosa o no la haré sólo para que no me castiguen»). Tampoco se es moral por actuar según lo mande la ley, sino únicamente legal; pero lo legal puede ser malo, ya que puede haber leyes malas cuyo acata
I *>0
IJM'. Ó. PERSONA Y VALORES
miento no tenga nada que ver con el ámbito de la moralidad, sino todo lo contrario, por muy legales que sean. En conclusión, las virtudes no pueden ser egocéntricas ni extrinsecistas. La persona tal y como es se plenifica en la persona tal y como podría llegar a ser. Es decir, la virtud es la plenificación de las bondades potenciales que hay en todo ser humano. Debemos buscar el desarrollo de la virtud y no del yo; el desarrollo del yo es fundamental, pero se da por añadidura a quien ama y practica la virtud. La tradición cristiana nos dice que la persona se plenifica si realiza el seguimiento de Cristo, fuente del deber ser.
El liderazgo de la persona virtuosa Liderear moralmente es ir a la cabeza sirviendo. El líder moral hace que los demás se sientan importantes y da importancia al trabajo ajeno, no trata de dominar. Da toda la libertad posible; respeta la personalidad ajena, no la explota. Ayuda a conquistar cotas elevadas de responsabilidad. Destaca lo mejor de los comportamientos. Critica constructivamente el trabajo ajeno y el propio. No sólo acepta las ideas y sugerencias de las personas a las que dirige, sino que hace todo lo posible por incentivarlas, capacitarlas e inspirarlas. Demuestra comprensión con los fallos razonables, en lugar de castigar. No se da por vencido, ni anda lamentándose. Inspira a todos sus colaboradores una voluntad de vencer. Cuando es posible, consigue conciliar los puntos de vista en conflicto.
Si siembras un acto tendrás un hábito, si siembras un hábito tendrás un carácter, si siembras un carácter tendrás un temperamento
DEL VALOR A LA VIRTUD
1J7
zón se enmarcan en la naturaleza, nuestro cuerpo común. La convivencia social no consiste simplemente en ser vecino del otro a costa de los otros, no en que unos vivan y otros malvivan: la injusticia está contra la ética, es lo in-moral. Al equilibrio de estas tres dimensiones básicas le llamaban los griegos dyké (justicia), y al justo, dykaios.
Un ajustamiento no intemperante
temperado,
Así pues, la ética es forja de un carácter o modo ser bueno. Los latinos tradujeron «carácter» como temperamentum, cuya raíz es temperare, templar: lugar donde se ejerce el temple. La persona de buen carácter tiene buen temple; la de mal carácter es destemplada, disarmónica, carente de humanidad virtuosa. La fragua de este buen carácter moral o temperatura ética es un proceso que se da a lo largo del tiempo, no algo que cae de momento o que pueda prescindir del tiempo. No por casualidad «temperare» tiene la misma raíz que tempus, pues es en el tiempo, poco a poco, día a día, donde se va haciendo la identidad ética. Repitamos lo antedicho: si siembras un acto tendrás un hábito, si siembras un hábito tendrás un carácter, si siembras un carácter tendrás un temperamento, que es una forma de ser a través del tiempo. El temperamento es una siembra en el tiempo que forja un carácter, una forma de ser que se va enseñando o desenseñando, aprendiendo a aprender y a desaprender. Si aprendemos a desaprender lo bueno aprendemos lo malo; al aprender a desaprender lo malo aprendemos lo bueno. Mientras tanto, no podremos presumir de haber ganado para siempre tal o cual hábito, porque vivimos éticamente como Penélope, que tejía por el día y destejía por las noches el mismo manto hasta que llegara Ulises, su esposo. Nuestro Ulises, nuestra Itaca, nuestra patria de identidad axiológica, no nos será dada desde luego antes de que nos llegue el último día.
ha vida virtuosa (ética) como proceso de ajustamiento
Un ajustamiento coeúnte
Ética viene del término griego ethos, que quiere decir lugar donde uno vive, residencia, morada. Ésa es nuestra primera naturaleza. Quien desde allí vive respetando y plenificando su vida, su cuerpo y el de los demás, así como su entorno, conforme a lo que debe ser, convierte este «ethos» en un «ethos» ético. Si no lo hace así, pasa a ser anti-ético, inmoral. Insistamos: el ser humano no puede ser a-moral, pero sí in-moral. A-moral es una piedra; inmoral lo es la persona que no se comporta conforme a lo que debe ser. El ethos humano abarca una triple dimensión: naturaleza (physis), cuerpo-razón (lógos), convivencia (polis). El propio cuerpo y la propia ra-
En fin, que mientras vivamos seremos coeúntes, gente que camina junta. La ética la hacemos dentro de, en el interior de, y no separadamente de la «physis» (naturaleza), en el interior de la «polis» y no separadamente de la «polis» (ciudad), y todo ello desde nuestra propia identidad. Pero además de co-eúntes somos trans-eúntes, gente que busca el más allá yendo con los demás. La coeúndia ética busca la transeúndia de la felicidad, cada individuo va buscando el eterno sentido de su acción en la búsqueda de su otro yo y del nosotros, cuyo reencuentro le encaminará Iwicia el tú eterno.
(comunitario)
liK
DEL VALOR A LA VIRTUD
No se puede vivir desvirtuado (des'tnoralizado o a-moralizado) No existe ningún acto humano que sea amoral, sino virtuoso o vicioso. Una persona que abandona las responsabilidades familiares y se tiende en el campo porque no quiere trabajar, comete un acto malo. Otra que se tiende en el campo después de trabajar por su prole comete un acto bueno. El primer descanso y el segundo son físicamente iguales, pero no lo son moralmente, porque el primero se halla inserto en una corriente de irresponsabilidad ética, a diferencia del segundo. Por tanto, la vida humana, desde el punto de vista de la moral, o es moral o es inmoral, pero no existe en ella lo indiferente. El valor moral del acto puede tener una intencionalidad distinta según la opción ad-optada. La persona a la que faltara la dimensión moral estaría des-moralizada o a-moralizada, es decir, desquiciada de su quicio vital, sin tono axiológico. En resumen, la ética busca la plenificación del ser humano; su tarea es la de forjar y fraguar un carácter o ethos. Acción-hábito-carácterdestino (destinación): uno termina recogiendo en su vida en buena medida lo que ha sembrado. Contando siempre con las posibilidades biológicas con las que llegamos al mundo, hay quien puede sembrar más y quién puede sembrar menos.
La autonomía del deber Nada mejor para encauzar el esfuerzo que la virtud, que hacerlo brotar del deber, palabra vigorosa que asusta a tantos escolares, muchas veces abrumados por el exceso de unos deberes que rompen las costuras de sus pesados carterones y castigan sus frágiles espaldas, sin que sepa nadie explicarles de verdad por qué ni para qué el deber de hacer los deberes... El deber no se impone desde fuera. El deber se asume, se ama, se agradece, cuando a su vez se nos encarga por amor para amar más. En estas condiciones, querer es querer deber, querer el deber; el deber aparece como una forma de querer, como un componente del cariño. Ese querer es virtuoso, de lo contrario sólo causa aflicción, fastidio, por ser de naturaleza burocrática. Por eso: «Haz todo el bien que puedas por todos los medios que puedas de todas las maneras que puedas en todos los sitios que puedas a todas las horas que puedas a toda la gente que puedas durante todo el tiempo que puedas» JOHN WESLEY
I¡ W
El cumplimiento del deber por amor es sapiencial, sabroso. Sin ese sabor de la sabiduría, el esfuerzo es ciego; sin el esfuerzo, esa sabiduría es impotente; si falta conocimiento no hay voluntad, sino instinto, pero si falta la voluntad, el conocimiento es inútil. Como dijera Kant: «Nada hay tan bueno en el mundo como una buena voluntad»: ¿de qué serviría saber mucho y ser muy querido, si no quisiéramos intentar hacer nada bueno?
El deber y el querer Una voluntad que quiere ejerce su asertividad. La persona pusilánime, inhibida, hipersensible, no puede afirmarse en el mundo; algo pavoroso está a su acecho que puede caer encima de ella en cualquier momento. Es hipocondriaca por vivir más atenta a sus propias dolencias reales o supuestas que a sus interlocutores. De nuestras angustias 99 % son imaginarias, pero nadie lo cree así. La escala de Moss, que indica la dureza de los minerales, va desde el talco hasta el diamante. El talco es rayado por todos y el diamante raya a todos sin ser rayado por ninguno. Hay personas talco. Tienes que elegir entre ser asertivo o no serlo. Si no eres asertivo te vienes abajo, vuelves contra ti los conflictos, sufres por sufrir, te refugias en la derrota, te dan ganas de largarte y caes en el conformismo. Es necesario reconocer que solos no podemos y que tenemos que pedir ayuda en diversos grados. Siempre se puede, al menos intentarlo: un problema es una oportunidad. Por miedo a la acción, mucha gente se neurotiza y no hace nada. Por otra parte, quien nos quiera nos ayudará a saber, a querer y a poder. Un querer a la altura del deber Obviamente, la presencia de la voluntad de ser más no anula el reconocimiento de una cierta jerarquía del desear, pues no deben confundirse el sano deseo y los insanos deseos. Desear muchas cosas no es lo mejor, pues no ha de ser el hombre a la medida de los deseos, sino los deseos a la medida del hombre. El mero antojo no es formativo; una cosa es desear apasionadamente teniendo a la voluntad dominadora como centro, y otra muy diferente desear muchas cosas, según la pulsión consumista, donde la autarquía y la autonomía moral del sujeto se desvanecen, terminando por hacer a la volunlad misma esclava de los deseos, como los niños malcriados. Las anorexias motivacionales estallan en el campo minado del relativismo moral, y últimamente vivimos tiempos de deseo casi prepersonal, sin voluntad, sin autocontrol, sin Deseo (escrito esta vez con letra mayúscula), que tienen al mero me apetece/no me apetece como único criterio. La universalización de tal arbitrarismo conduciría a admitir que aquel que más puede satisfacer su caprichosa apetencia sería el más valioso; de ahí que el desear sin el deber no valga, sino sólo un querer a la altura del deber.
14U
DEL VALOR A I,A VIRTUD
La relación
querer'desear
Una cosa es querer y otra desear. No frenar ningún deseo (el mero antojo) no es formativo; termina por hacer a la voluntad esclava de los deseos, como niños malcriados. Atiende al ¿Quiero? ¿Puedo? ¿Debo?: - ¿Puedo ir al cine? Sí, tengo dinero. - ¿Quiero ir al cine? Sí, la película me interesa. - ¿Debo? No, porque no he estudiado el examen y si voy al cine reprobaré. En caso de que desee pero no deba, mi deber será frenar el desear y aceptar el amargo deber; sólo cuando mi deseo y mi deber coinciden puedo permitirme el gozo en toda su magnitud, sin sombra alguna de enfermizos y graves remordimientos (el remordimiento sano es el deber contra lo in-debido). Sólo puedo hacer realmente lo que quiero cuando dejo de querer hacer lo que no debo. La verdadera libertad no consiste en hacer lo que nos da la gana, sino en hacer lo que tenemos que hacer porque nos da la gana. Que no puedas hacer todo lo que quieres no es razón para que no quieras hacer todo lo que puedes. Si aún puedes ser mejor de lo que eres, es evidente que aún no eres tan bueno como debes. Haz lo que puedas, pide lo que no puedas, pide para que puedas. Y que no piense el malo que no hay nadie bueno. Y que el bueno no crea que sólo él lo es. El valor moral del coraje Puedes cuando tienes voluntad y reconoces tus errores, cuando no pierdes la alegría y anticipas la victoria, cuando te dejas querer por quien te quiere más. Es necesario aprender a afirmar(se), sin olvidar el sentido del prójimo. Y es la voluntad del sujeto (que, dejándose querer bien, quiere bien a los demás) la única que convierte a la fuerza meramente física en poder humano. El dinamismo de la voluntad no se entendería bien sin la categoría'de pasión: pasión como singularidad apasionada, y pasión como padecimiento cuando choca con la resistencia del no-yo, con lo difícil. Para la hormiga, el rocío es una inundación, ciertamente, pero «la dificultad da valor a las cosas».16 Si héroe no es sólo aquel a quien podemos elogiar en lo grande, sino también admirar en lo pequeño, entonces normalidad y heroísmo distan de ser incompatibles, según lo narra Julio Cortázar en la portentosa odisea del "'Mont¡iif(iH', lissais, II, p. 15.
141
valiente que abandona una tarde su butaca, desciende la escalera, desafía el tráfico callejero, viaja hasta la esquina, adquiere el periódico y, de nuevo, navegando contra viento y marea, vuelve triunfalmente a su gran sillón. Lo que no puede faltar es el coraje. Coraje para vivir; generosidad para convivir; prudencia para sobrevivir; amor para desvivir: el coraje lo es siempre para las concreciones. Quienes hablan sin referirse a la realidad tienen un cadáver pudriéndoseles en la boca. El mundo es una montaña de mierda y hay que cogerla con las manos; lo importante es no ensuciarse el corazón. La voluntad es capaz de construir no sólo «ideaciones» (ideas), sino también «idealidades» (utopías), sin ceder por principio al poder de lo ya dado; «es al buscar lo imposible cuando el nombre ha realizado siempre y reconocido lo posible, y quienes viven prudentemente limitados a lo que creen jamás avanzaron un paso».17 «¡Qué afortunado soy!, exclamó el maestro. ¡Cualquier falta que cometo es conocida inmediatamente por los hombres!».18
Voluntad y forja del carácter Como la voluntad no es enemiga de la razón (antes, al contrario: no puede sino aceptar la función rectora del conocimiento), nada puede ser objeto de la voluntad si no es algo conocido: razón y voluntad cooperan estrechamente entre sí: la voluntad quiere que la razón conozca y la razón comprende que la voluntad quiere y comprende lo que ella quiere. El resultado de esta estricta cooperación es que la verdad y el bien se compenetran: cuando la razón comprende que la voluntad quiere un bien, y tanto más cuando constata que alguna cosa es un bien, entonces el bien, como objeto de la razón, deviene una cierta verdad. Por eso el pensamiento escolástico (aristotélico-tomista) afirmó que las fases de la voluntad son: planteamiento racional, deliberación, decisión, consumación. La excelencia es resultado del hábito; nos volvemos justos realizando actos de justicia; templados, realizando actos de templanza; valientes, realizando actos de valentía, decía Aristóteles. Poco a poco hila la vieja el copo, y del mismo modo se teje nuestro carácter, la forma de estar en el mundo como personas. Existen dos formulaciones clásicas para expresar la forja de ese carácter: • El imperativo pindárico de la voluntad, así llamado por haber sido formulado por el poeta griego Píndaro (538-438 a. C), dice: «Llega a ser lo que eres». Se trata de una invitación al desarrollo humano, pero también los animales llegan a ser lo que son. • Más humanizador es el imperativo fichteano de la voluntad, debido al filósofo alemán Johann Gottlieb Fichte (1762-1814), y reza así: "Hiikunin, Obras, III, p. 283. "l.un-Yu. nipírulo Vil, p. 30.
142
GAP. 3. PERSONA Y VALORES
«Llega a ser quien eres», el yo que debes ser, el tú diferenciado personal e irrepetible que llevas dentro, y que merece ser pleníficado y perfeccionado. Uno se hace más humano si llega a ser el que podría ser, mejor de lo que ya es, con ayuda de los grandes ejemplos. Es al buscar lo imposible cuando el hombre ha realizado siempre y reconocido lo posible, y quienes viven prudentemente limitados a lo que creen jamás avanzaron un paso. Aun reconociendo la fuerza del pasado, éste debe ser un trampolín, no una hamaca. La humanidad cambia muy despacio, pero con tiempo y con paciencia la hoja de la morera se convierte en vestido de seda. He aquí la prueba para verificar si tu misión ha concluido: si estás vivo, no ha concluido aún. Las generaciones pasamos haciendo y deshaciendo, no sin hacer: cuando debes hacer una elección y no la haces, esto ya es una elección. Así que, cuando no tengas otra cosa que hacer, puedes plantar un árbol: irá creciendo mientras duermes. Al menos, intentarlo. Poco a poco hila la vieja el copo. Sin que nos demos cuenta, también con estos hilos va tejiéndose y destejiéndose el manto inconsútil de nuestra existencia, nuestro carácter axiológico, que no es el carácter psicológico que le sirve de soporte (más o menos avinagrado, risueño, etc.), sino la forma de estar en el mundo viviendo los valores y desarrollándonos como personas. Sólo quien trabaja bien puede crecer y hacer crecer. Al final, el mundo es un espejo, y a cada cual le devuelve la imagen de su propio rostro: frunce el ceño ante él, y te lanzará una mirada agria; trabaja por él, y él te ayudará a ti mismo. Nada más elástico y necesitado de habitud y de ejercitación que el músculo que mueve el poder. Hay que hacer un poder. Carácter,
veteranía
Pero los enquistados poderes de este mundo se especializan en derrotar nuestra esperanza antes de que hayamos comenzado a ejercerla. Al preguntársele al ya fallecido senador Hubert Humphrey por la compasión en política, tomó un largo lapicero, de esos que tienen una pequeña goma de borrar en un extremo, y dijo: «Caballeros, fíjense en este lapicero. Del mismo modo que la goma de borrar no es más que una pequeña parte de todo el conjunto, y únicamente se emplea cuando se ha cometido una equivocación, así también sólo se recurre a la compasión cuando las cosas se le han ido a uno de la mano. La mayor parte de la vida es competición; sólo la goma de borrar es compasión. Resulta triste decirlo, caballeros, pero lo cierto es que, en la política, la compasión no es más que una parte de la competición». ¡Y vas tú y dejas al senador oradar tus huesos para que deposite en ellos sus larvas; vas y crees al senador, porque, proporcionalmente hablando, la longitud de tu lapicero contrasta con la brevedad de- tu goma! ¡Que así no sea! Además, ¿para qué esperas que tu goma
DEL VALOR A LA VIRTUD
143
borre parte de lo mucho que tu mina raya?, ¿No sería mejor si disminuyeses tu borrar, aminorando el rayar? Ánimo; aunque los demás no, tú si puedes: así que persevera contra las razones del senador. Parecería, sin embargo, que los amigos del senador se han especializado en extender su sábana fantasmal para ahuyentaros a cuantos de entre vosotros habéis asumido que ni sabéis, ni queréis, ni podéis, lo cual a ellos les sirve de coartada fenomenal para consolidar su victoria. De todos modos, Bertold Brecht viene siempre al encuentro de los valientes que resisten el asedio, aunque a su alrededor los demás abandonen el barco a la deriva; amigo de los veteranos que permanecen, les recuerda: hay unos que duran un mes, buenos son, no los desprecies; otros duran un año, ésos son mejores, felicítales; pero los imprescindibles son los que duran toda la vida. La veteranía es un grado para quien la trabaja; el veterano, aunque siempre en derrota, nunca en doma; la derrota suele ser pasajera, es la claudicación la que la vuelve permanente; él cuenta sus días por el número de sus fracasos, pero aunque sepa que va a fracasar, se levanta al día siguiente más temprano: quien tiene esperanza se torna invencible. Esperar significa estar ahí a las duras y a las maduras, lanzar las campanas al vuelo sólo a su debido tiempo, no llorar en mera previsión de derrota, perseverar: la perseverancia es ese trabajo duro que uno realiza cuando se cansa de hacer el trabajo duro que ya ha realizado, la permanencia en el tiempo después de que ha pasado el tiempo; por eso el tiempo del perseverante es tiempo estable, pase lo que pase, y por eso en él se establece y se estabiliza. Cuando el que con per-se-verancia espera es inundado por una enorme alegría, no promete nada a nadie; cuando es dominado por un gran enfado, no contesta ninguna carta. Veterano es quien -a falta de compañeros de relevo- se ve obligado a llevar la misma antorcha durante todo el trayecto, porque le han dejado solo. Desde la dura soledad del corredor de fondo, aunque veas a los demás en su particular maratón portando tan felices y contentos la luminaria de la basura a la que toman por rayo olímpico, aunque les veas progresar en el consumo de basura, tú, sin embargo, no afirmes nunca de ellos que son basura en progreso, pues tu carrera paralela no es para demostarles, sino para proyectar la luz de tu antorcha sobre ellos, con el fin de que vean más claro y cambien el sentido de su marcha. Para eso estáis ahí, veteranas y veteranos del mundo. A la estirpe de quienes se saben quedar solos, incluso en un mundo de mutaciones y olvidos permanentes, inasimilables por su celeridad, pertenecen los esperanzados. Y si la realidad se obstina en borrar las firmes huellas de la esperanza bien visibles para el rastreador de largo alcance, pues peor para la realidad: debajo del asfalto se encuentra la playa. En definitiva, el veterano no se apea del milagro continuo. ¿Por qué había de apearse, si la vida misma ya es un milagro a los ojos del militante esperanzado? ¿Para qué apearse, además, si cierta realidad resulta menos interesante que el principio esperanza? La esperanza es la más pequeña de las
144
DEL VALOR A LA VIRTUD
(¡AI: 3. PERSONA V VALORES
virtudes, la hermana menor y, sin embargo, tan grande, que sólo por ella la dura espera se traduce en inabatible esperanza. Te cansas, luego estás viejo: renuévate, pero no le eches la culpa de tu cansancio al resto de los mortales. Pocas cosas se obtienen por azar, pocos deseos se realizan por sí solos. Hay que buscarlas con afán y alimentarlas con diligencia. La persona valiosa es la que se levanta después de una experiencia dolorosa, y no se consume en la inacción de la frustración. La prueba de la verdad es la acción. Siempre se puede hacer algo. La primera cosecha está ya en el hecho mismo de la siembra. Sembrar es ya cosechar. Al ir, irán llorando sembrando la semilla; al volver, volverán cantando recogiendo la cosecha. Nuestra vida es un trampolín, no una hamaca. Obra de tal modo que no tengas que arrepentirte en aquella hora de haber hecho muy poco. Tu religión es lo que haces cuando termina el sermón.
Carácter: espera y esperanza El primer golpe de viento derriba mi casa, dejándome tan indefenso como al cerdito perezoso ante el lobo, si la des-esperanza y la des-esperación se meten en mi casa. Dante lee a la entrada del infierno el terrible cartel anunciador: «Abandonad toda esperanza los que aquí entréis», pues la vida se infernaliza para el des-esperado; por el contrario, mientras hay vida, hay esperanza. Sin embargo, la muerte tiene tan segura su victoria, que nos deja toda la vida de ventaja; ella sólo teme la derrota procedente de otra vida más alta y capaz de borrar la muerte. Paciencia y calma no se oponen a expectación ni a expectativa. El que espera está preparado para todo; no ve las cosas de color de rosa, ni se las promete demasiado felices, ni hace castillos en el aire, pero tampoco carece de ilusión, de optimismo, de algún grado de confianza: alberga, acaricia, alimenta esperanzas, por pequeñas que fueren. Es cierto, como lo cuenta el refrán que «quien espera desespera», pero no lo es que quien desespera espere, pues no cabe esperar contra toda esperanza, a no ser como mera frase poética. La esperanza no es un cebo que nos pone el futuro para burlarse una vez más, ni una buena comida pero una mala cena, ni una lástima para quien vive de «utopideces». Quien sabe estar podrá ser, pues el modesto estar abre el camino al permanente ser, en el que se convierte con el curso del tiempo. El ser es un estar bañado en la permanencia cómplice del tiempo. Quien está ahí mucho tiempo, termina siendo. Ocurre, sin embargo, que por no dedicar tiempo a la causa, uno puede terminar perdiendo hasta la esperanza. En todo caso, el esperar se malograría sin la paciencia del mientras tanto. Ese tiempo, que es el nutriente del ser, gana en profundidad si sabemos hacerle imaginativo, cuanta mayor imaginación logramos echarle a la causa: frente a la de suyo derrotante realidad que nos disgusta, he ahí la imaginan-
145
te construcción mental de una realidad que vamos a hacer mucho mejor. El capaz de asumir para su causa ese imaginario anticipador tiene muchísimo ganado en el orden de la permanencia. Adelante, hermano; deja que ciencia, arte y filosofía crezcan en ti tan íntimamente entrelazadas, que puedas parir algún día centauros. El querer y el poder Si asumo un deber y quiero ponerlo en práctica, he de intentar al menos saber hasta qué punto me considero capaz de ejercerlo, es decir, cuáles creo que son los límites de mi poder, cuestión tanto más importante cuanto más realista sea mi planteamiento al respecto, pues ¿qué sacaría yo en claro si sé, quiero y debo, pero me resulta imposible realizar ciertos deberes? Puede ocurrir que mi voluntad quiera y pueda; quiera y no pueda; no quiera aunque pudiera; ni quiera ni pueda, ¡y hasta que una parte de mí mismo se oponga a otra parte de mí mismo en su complejo querer-poder! El poder que no puede es la impotencia. Mas, ¿qué hacemos con nuestras dolorosas impotencias? La impotencia es el querer que no puede. En el camino del «no puedo», algunas de nuestras frustraciones más comunes son: no sé lo que puedo hacer, o lo que quiero hacer, o lo que debo hacer, estoy confundido y por tanto no puedo hacerlo; sé lo que quiero hacer pero no me atrevo; sé lo que quiero hacer y me atrevería, pero no me merece la pena intentarlo; soy sinceramente incapaz de dominarme para hacer lo que quiero; quiero y puedo, pero no tengo quién me acompañe. Incluso veo lo que es mejor y lo apruebo, pero hago lo peor; sabemos lo que podríamos, pero actuamos en sentido contrario. El impotente se siente incapaz, inútil, irrealizado. A tan penosa realidad Aristóteles la denominó akrasía,19 y advierte que puede deberse a que el hombre incontinente abandona la elección,20 o a que abandona la conclusión a la que ha llegado; en el akratés falla el nexo lógico que liga el conocimiento de lo bueno y su realización voluntaria.21 Con frecuencia no sólo no hacemos lo que podríamos, sino que realizamos lo que no nos gusta; sabemos lo que podríamos, pero actuamos en sentido contrario. Mas, aunque podemos más de lo que creemos (pese al «ya no puedo más»), nuestro poder tiene límites: yo puedo hacer algo, pero no puedo hacerlo todo. A lo imposible nadie está obligado. Los humanos no lo podemos todo, y por eso nuestro poder se tiñe -al menos parcialmente- de impotencia. Es la propia tarea que acometes, y la importancia que le concedes, lo que puede cubrir de gloria tus minutos, de lo contrario expuestos al fraca19
Etica a Nicómaco, 1146 b. Aristóteles intenta resolver el problema apelando a los hábitos: quien se deja llevar por la pasión aún no ha llegado al conocimiento actual y suficiente de las premisas de su actuación. No todos, sin embargo, están de acuerdo en que la cosa sea tan simple. '"Ibid., 1151 a. "Miel., 145 b.
14B
CAÍ: 3. PERSONA V VALORES
so. Pero hasta la misma impotencia de hoy puede convertirse en el poder de mañana, consistiendo toda la vida en la forja del carácter. Disciplina, perseverancia, orden, paciencia, humildad, todas son virtudes que ayudan a acrecentar el poder. Da más fuerza sentirse que creerse fuerte
amado
El poder sigue al ser; él es fuerza, pujanza, eficacia, vigor. Pretender evitar el poder a toda costa resulta algo de todo punto imposible. Mientras hay vida hay también poder, en distinto grado; puede haberlo, incluso, hasta después de morir, como en la leyenda del Cid Campeador: poderosa es la memoria y la memoración que proviene de la evocación de los muertos. Aunque ciertas versiones peliculescas de la ética al uso presenten al héroe poderoso como a un Rambo de musculatura correosa y aceitada, renuevo de aquéllas del viejo Hércules, lo cierto es que hasta un enfermo total e impotente en su lecho goza de gran poder ante aquel que, por amarle, se lo confiere: ¿quién podría negar la importancia que en la vida de un padre amoroso ocupa un hijo necesitado en cualquier sentido? Es que el poder brota no sólo de las capacidades propias, sino de las fuerzas que nos confieren quienes nos aman. Y esto, sin olvidar que el poder compartido es el único poder que puede. El poder podría poco si optase por incomunicarse. Puede más ese poder que va «de poder a poder», a modo de sinergia de poderes, de interacción, de esa unión que hace la fuerza. No se trata de eludir el poder, sino de ejercerlo en justicia, y de impregnar ésta de moralidad, en solidaria comunión con los demás, sistémicamente, participadamente, reticularmente. Son los actos de aquellos que sólo pueden pequeños gestos lo que contribuye a la creación de las grandes gestas. Son las microacciones las que posibilitan los grandes hábitos y las sinarquías finales en los individuos y en los pueblos. Y, si lo anterior es verdadero, entonces no lo es menos que el auténtico poder nunca brota de la coerción, ni del mero imperio dictatorial al modo de los poderosos de este mundo (de nuevo el plural fatal), pues -como afirmara Blas Pascal- «la justicia sin la fuerza es impotente, la fuerza sin la justicia es tiránica».
La relación querer-hacer No se trata del hacer por el hacer pero, en la medida en que se pueda, sin despreciar a quien no pueda, la acción será el fruto final de la madurez vital. Mucho hablar y poco hacer no es de recibo. «Yan-kieu dijo a Confiado: tu doctrina me complace, maestro, pero no me siento con fuerzas para practicarla. El maestro le contestó: Los débiles emprenden el camino, pero se detienen a la mitad; tú, ni siquiera tienes voluntad para iniciar el
DEL VALOR A LA VIRTUD
147
camino; no es que no puedas, sino que no quieres».22 En la Parábola de Buda sobre la casa en llamas, Bertold Brecht trazó con gran maestría la imagen de lo que ha terminado siendo el final del siglo xx en Occidente: «No hace mucho vi una casa que ardía. Su techo era ya pasto de las llamas. Al acercarme advertí que aún había gente en su interior. Fui a la puerta y les grité que el techo estaba ardiendo, incitándoles a que salieran rápidamente. Pero aquella gente no parecía tener prisa. Uno me preguntó, mientras el fuego le chamuscaba las cejas, qué tiempo hacía fuera, si llovía, si no hacía viento, si existía otra casa y cosas parecidas. Sin responder volví a salir. Esta gente -pensé- tiene que arder antes de que acabe con sus preguntas». Hay cuatro clases de comportamientos: • El de quienes hacen que las cosas buenas sucedan, porque trabajan para ello. Como la hormiga, día a día acarrean su alimento para el invierno. • El de quienes observan lo sucedido, pero no trabajan. Como el buho, abre mucho los ojos, pero no hace nada más. • El de quienes preguntan por qué sucedió. Como los papagayos, hablan y hablan, pero tampoco hacen nada. • El de quienes ni siquiera se interesan por lo ocurrido. Como la cigarra, todo el día canta y luego mendiga. La flojera, o la frustración de la voluntad La flojera acaba con nosotros, pues produce: Exceso de confianza, terquedad. El menos cualificado es el que más opina; el cliente que menos paga es el que más nos exige y complica. Carencia de previsión. El perezoso no distingue entre lo prioritario y lo derivado, entre lo urgente y lo importante. Desorganización. El perezoso cree ganar en prestigio ante los demás y ante sí mismo suponiendo que la importancia del trabajo justifica su desorganización. En realidad, es tarea fácil hacer que las cosas simples parezcan complejas, pero es tarea difícil hacer que lo complejo parezca simple. Ausencia de ritmo y de constancia. El perezoso carece de interés y de voluntad: para él, la búsqueda de la verdad se acaba cuando concluye la clase. ¡Es sorprendente el tiempo que se necesita para concluir algo en lo que no se está trabajando! Resulta difícil remontar como águila cuando se trabaja como ganso. El perezoso se estorba a sí mismo. Cuando comienza a preguntarse si es la hora de irse, ya pasó la hora de irse. Al perezoso se le hielan las migas entre la boca y la mano. 'l.un-Yu, capítulo VI, p. 10.
148
CAP. 3. PKRSONA Y VALORES
La sociedad llora el bien que el perezoso demora. La ociosidad camina con tal lentitud, que todos los vicios la alcanzan. No haciendo nada se aprende a hacer: a hacer el mal. A quienes nada hacen el diablo les encuentra trabajo. Mecanismos
de defensa
Cuando no se lucha contra la flojera pueden producirse los siguientes mecanismos: Negación. «No rompí el florero», cuando sé que miento. Pero esto nos causa vergüenza, culpabilidad, angustia. Racionalización. «Me fue mal en el examen porque la maestra no preguntó lo acordado», cuando en realidad no estudié. Uso excusas aceptadas en mi ambiente para hacer algo que nuestra conciencia censura. Proyección. «Mi profesor no me estima», cuando en realidad yo no le estimo a él, y transfiero mis propios sentimientos hacia su persona para justificar así la mala relación, culpabilizándole. Atribuyo a otro un defecto mío. Así, la angustia neurótica se transforma en aparente angustia objetiva. Reactividad. «Soy el más valiente de mi clase», cuando en realidad temo ser el más cobarde. Pretendo liberarme de la angustia mediante el desarrollo de un sentimiento opuesto al que deseo reprimir. Deformo la realidad y me vuelve inflexible. Identificación. «Quiero que mi hijo sea médico». El papá que no estudió medicina pretende superar su propia frustración y angustia obligando a que otro logre lo que él no pudo. Este «romanticismo adolescente» construye la vida sobre la fantasía. Desplazamiento. «Estos profesores son todos tontos». Busco unas víctimas sobre las que trasladar mi frustración. Este mecanismo es el de la injusticia. Represión. «Son todos ustedes maravillosos», digo así porque si dijera la verdad me harían el vacío. Gasto todas las energías para ocultar mi desagrado, terminando agotado. Cuanto más a la defensiva, menos capacidad para resolver los conflictos. Regresión. «Tengo siete años», dice el niño de nueve, porque quiere volver hacia el pasado más seguro. Ante la incapacidad de enfrentar un conflicto, doy marcha atrás: me como las uñas, etc. Con tal comportamiento me daño a mí mismo. Huida. Huyo cuando hago lo que el otro quiere y yo no; cuando no reclamo lo que es mío ni pido lo que necesito; cuando me autocompadezco atribuyéndome la maldad de todo, etc. Mis propias emociones me llenan de pánico, y el temor de no saber controlarlas me lleva a reprimirlas aparentando indiferencia, aunque en realidad estoy atrapado en mí mismo.
149 Voluntad y motivación La voluntad está ahí, pero no podemos eludir preguntarnos por los motivos que mueven la voluntad de las personas impulsándolas a actuar, el por qué y el para qué. Entendemos por «motivación» el motor psicológico que activa el comportamiento. Este dinamismo constituye un proceso complejo en el que se incluyen diferentes elementos, como necesidades, impulsos, incentivos, metas, etc., que proporcionan la capacidad y la energía necesarias para iniciar, dirigir, regular, mantener y detener la conducta. Cabe decir que: • La acción motivada es realista, en la medida en que cuenta con medios apropiados. No nos motiva correr con campeones olímpicos la distancia de los 100 metros. • Debemos contar con alguna esperanza de éxito, ya que las metas imposibles o dificilísimas no motivan. • Debe existir un incentivo o premio, el cual será tanto más operante cuanto más desde dentro lo busquemos. Motivación y emotividad Para enseñar esa forja del carácter, necesitamos maestros que vivan lo que enseñan y lo trasmitan emotivamente (e-motivare: moviéndonos a partir de algún interés), o sea, por empatia. Ellos impactarán emocionalmente a los discípulos (discípulo es más que alumno) y les llevarán a compartir la misma pasión (com-pasión, sim-patía). Se enseña por la fuerza del ejemplo. El maestro no es el que me dice cómo debo ser, ni el que me remite a su propia vida, sino a los valores que con el testimonio de su vivir propio ha descubierto en el universo axiológico objetivo. Riesgo serio existe cuando la demasiado pregnante personalidad ética del maestro lleva al discípulo a perder su autonomía, su lucidez, su libertad, y a convertirse (pervertirse) en un satélite del maestro. Por eso éste debe tratar de evitarse la seducción manipuladora. De todos modos, parece inevitable que la persona golpeada o sacudida por el valor que ve en el maestro se comporte como una caja de resonancia empática, resuene, con-sone con sus valores. La empatia es una vivencia emocional muy valiosa. Un corazón empático entiende mejor. Aprendemos matemáticas mejor si nuestro profesor o profesora nos cae bien. Conoce mejor quien ama más. No se entra a la verdad ni a la profundidad sino por el amor. Educar es enseñar a racionalizar los afectos, no castrarlos. Razón y corazón no se contraponen (somos cor-razón), pero «el corazón tiene razones que la razón no conoce» (Pascal), «los grandes pensamientos nacen en el corazón» (Vauvenargues), y «se conoce al corazón de la persona por lo que hace, y su sabiduría por lo que dice» (Thaleb).
150
DEL VALOR A LA VIRTUD
Voluntad y memoria Existe una estrecha relación entre la voluntad y la memoria. Muchas cosas que no se quieren, no se recuerdan. Otras veces, queremos recordar tanto, que producimos fatiga en la memoria. La
memoria'hábito
Existen reglas nemotécnicas para recordar mejor. Pero junto a eso están los métodos que se logran a base de reiteración, hasta que se incorporan como hábitos y entonces «se recuerdan solos»: es la memoria-hábito. Vamos a ello. Planifica la tarea diariamente. Planifica tu tarea con dos planes: el semanal y el diario. Comprueba que ambos coincidan. No acumules retrasos, porque entonces nunca alcanzarás la meta. Divide y vencerás. Casi siempre es posible sobrepasar las dificultades fraccionándolas, paso a paso, cada tarea a su tiempo y no todas a la vez. Comienza ahora mismo. Reflexiona todas las veces que te haga falta, pero decide una. Mientras cavilas sobre cuándo hay que empezar, ya es muy tarde para empezar. ¡Ya! Las puertas se abren para quien gira el picaporte. Si has empezado tienes hecha la mitad de tu tarea. No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy: si hoy no estás dispuesto, menos lo estarás mañana. No podemos estar toda la vida aplazando las cosas: ¿Fijé una hora para levantarme? No la cambiaré. Los compromisos conmigo mismo y con los otros son sagrados. Sin prisa ni pausa. Mucho tardará quien mucho se apresure: una gota horada una piedra, un anillo se desgasta con el uso. Se hace lo bastante deprisa lo que se hace bien. El trabajo es como un árbol: si lo miras sin pausa para ver cómo crece, no verás nada; pero, si lo atiendes en todo momento, lo podas y lo proteges de los insectos, a su debido tiempo alcanzará su desarrollo. Para concluir un proyecto planificado con descuido necesitas tres veces más tiempo del que habías planeado; uno cuidadosamente planificado necesita sólo el doble; únicamente los proyectos súper cuidadosamente planificados pueden salir a tiempo, en lo que dependen de uno mismo al menos. Lo difícil primero. Comienza lo fácil como si fuera difícil, y lo difícil como si fuera fácil. Los comienzos son lo más duro. No es que no intentemos muchas cosas porque son difíciles, sino que son difíciles porque a veces no las intentamos. Siempre hay un resorte que pulsar: pon en lugar visible notas recordatorias de la tarea que te falta para que resulte imposible olvidarla. Déjate ayudar. Si observas el problema de cerca, reconocerás que tú formas parte de él: déjate ayudar.
151
Si hace falta, felicítate cada vez que cumplas una tarea difícil. No hay nada tan fácil que no sea difícil si lo haces de mala gana. Más vale algo que nada cuando no puedes con todo. Hay impedimentos salvables que pueden ser sobrepasados con tenacidad, como lo hacen los alpinistas yendo por veredas cuando no es posible otra cosa: hacen el recorrido más largo, pero terminan por llegar a la cumbre. Si tu proyecto no funciona, investiga la parte a la que aparentemente no le diste importancia. Los éxitos de ayer no son los de hoy, y tampoco los fracasos de ayer son los de hoy. En esta vida hay días mejores y días peores. Más vale salvar a un moribundo que enterrar a 100 muertos, más sembrar una cosecha nueva que llorar por la que se perdió, más ser cojo que estar siempre sentado. Haz tras haber hecho, para no oxidarte. También después de una buena cosecha hay que sembrar; más aún después de una mala. Quizá no sea tan difícil corregirse. A veces, cuando un relojero desarma por completo un reloj antiguo para ver qué es lo que no funciona, advierte que nada hay malo, a no ser un pequeño resorte ligeramente torcido. Cuando lo endereza, el reloj vuelve a ser tan bueno como cuando salió de las manos de su fabricante. A veces se queja de falta de tiempo o de que su propio reloj vital va mal, quien no lo revisa. Si con igual tiempo y esfuerzo haciendo B obtengo el doble o el triple que haciendo A, lo inteligente sería tomar parte del tiempo de A y emplearlo en B. Como el juego de damas. El estudio y el trabajo son como las reglas del juego de damas: la primera, que no se pueden hacer dos jugadas a la vez; la segunda, que sólo se puede mover hacia adelante, y no hacia atrás; la tercera que, cuando se ha llegado a la última fila, se puede mover hacia donde uno quiera.
Tu acción
cotidiana
• Existen actividades que cuestan tiempo y que debemos prever: antes de ver la televisión, hay que prever un tiempo de estudio, pues no puede dejarse a medio hacer la tarea para ver la televisión porque haya llegado la hora de verla. • Actividades que pueden durar mucho tiempo, no seguido: aprender a tocar la guitarra, coleccionar sellos, etc., donde la perseverancia a largo plazo se hace más necesaria. • Actividades de duración variable y factibles en cualquier momento: limpiar los zapatos. Sin un momento preestablecido, terminarán por no hacerse, o por hacerse coactivamente y a destiempo, si son displacenteras. Cuando son placenteras, por el contrario, tienden a proliferar si no se controlan, comiéndose entonces el tiempo de las demás obligaciones, y por eso conviene acotar de antemano el tiempo.
152
CAP. 3. PERSONA Y VALORES
• Actividades periódicas pero infrecuentes, o realizables ocasionalmente en una fecha dada: felicitar el cumpleaños, etc. Para ello usar la agenda: pocas son las personas con una memoria tan buena que no necesiten ayuda alguna. • Actividades esporádicas; por ejemplo: recortar con tijeras. Entonces hay que enseñar a dejar en su sitio las tijeras nada más se termine de recortar.
Formación ética y cívica
LA VIEJA Y NUEVA PLAGA DE LA ESCLAVITUD EN EL MUNDO En Esparta y en Atenas, la actividad productiva descansaba sobre los menos o nada libres, aquí los metecos y los esclavos. No todos los residentes en Atenas eran ciudadanos; los extranjeros residentes en Atenas eran los metecos («los que viven al lado»), palabra que -como la sinónima «bárbaro»- designa a los no griegos, e incluso a los no atenienses. Ellos podían adquirir bienes muebles y poseer esclavos, pero no casas o tierras. El asesinato de un meteco podía castigarse con el exilio, pero no con la muerte, como el asesinato de un ciudadano. Junto a ellos estaban los esclavos. En el siglo v, la Atenas de Pericles tenía unos 80 000 metecos, incluidos mujeres y niños, entre un total de 500 000 habitantes. De éstos, los ciudadanos varones con plenos derechos eran cerca de 40 000, o sea, la mitad de los metecos. Los esclavos eran mayoría: más de 300 000. Únicamente gozaban de su plena condición ciudadana los varones hijos de padre y madre atenienses. La mujer sólo podía aspirar a ser la esposa, la hija o la madre del ciudadano. Grecia y Roma se asientan sobre una inmensa masa de esclavos, que se hallan destinados a servir de modo permanente a los ingentes gastos del Imperio, que les esquilma y degrada tanto más cuanto más legisla para ellos y sin ellos, es decir, contra ellos: el imperio que inventa las leyes las inventa esclavizando a ingentes masas humanas, víctimas de dichas leyes: sumo derecho, suma injuria.
154
EL ESTADO
CAR 4. FORMACIÓN ÉTICA Y CÍVICA
Todos los caminos que llevan a Roma llevan asimismo a la esclavitud. Se es esclavo por nacimiento: nace esclavo el hijo de madre esclava, aunque sea concebido por obra de hombre libre; se es esclavo por cautividad de guerra, al pasar los extranjeros prisioneros de Roma a ser propiedad del Estado que los destina a servicios públicos, los vende a particulares o los cede a los soldados; se es esclavo por faltar al pago cada vez más exigente de los impuestos; se deviene esclavo por eludir el servicio a las armas; se sufre la esclavitud por sustraerse al censo; cae en el esclavismo quien deserta del ejército; alcanza el estatuto de esclavo quien no paga a los acreedores, etc.: resulta más fácil ser esclavo que libre, o que alcanzar la manumisión liberadora. Tan normal es la esclavitud, que ni Platón ni Aristóteles pudieron pensar en un universo de hombres libres. La lexAquilia de damno dato llega a contemplar las heridas infligidas a los esclavos cual daño en las cosas, si bien esto no significa que en Roma se igualase siempre a esclavos y a animales. Y, junto a eso, las situaciones afines a la esclavitud también son numerosísimas: es casi esclavo el hijo in mancipio cuyo padre lo vende a otro padre o se lo entrega en reparación de un delito cometido; es cuasiesclavo el colonus o siervo de la gleba adscrito permanentemente con sus familiares a la tierra, de la que no pueden alejarse. A partir del siglo ra, las cargas fiscales serán causa de que los propietarios cultivadores, incapaces de soportarlas, cedan sus tierras a familias ricas, quedando en ellas como arrendatarios y con la obligación de no abandonarlas. Es casi esclavo el auctoratus, hombre libre que arrienda sus servicios como gladiador a un empresario, obligándose bajo juramento a dejarse quemar, sujetar y morir con el hierro, de modo que quien lo sustrae al empresario comete hurto de la misma clase que quien se apodera de cosa ajena. Es prácticamente esclavo el redemptus ab hostibus, ciudadano rescatado de la cautividad por un tercero, mediante una suma de dinero. Es como esclavo el homo líber bonafide serviens, es decir, quien, no obstante ser libre, sirve de buena fe como esclavo.
EL ESTADO ¿SUPERA LA DIVISIÓN ENTRE LIBRES Y ESCLAVOS? La esclavitud que vemos en Grecia y en Roma no desaparece de hecho hasta nuestros días, donde aún existen sectores de la población en régimen de esclavitud, aunque esto se niegue. Sin embargo, es en el período de la Ilustración, es decir, a partir del siglo xvii, cuando se encomienda la lucha contra la esclavitud al Estado. ¿Por qué precisamente al Estado? Porque se tiene la convicción de que el Estado -entidad neutral y, por tanto, al servicio de todos por igual- nos hará mejores a todos con sus leyes y con la aplicación de las mismas mediante la fuerza pública puesta a su servicio. ¿Por qué mediante la fuerza pública puesta a su servicio? Porque cll,i evitará el uso de las fuerzas que hasta entonces estaban en poder de
155
los individuos particulares, los cuales no lo ejercían en favor del bien común, sino contra los demás individuos particulares menos fuertes. Veamos cómo lo explica uno de los primeros ilustrados, Thomas Hobbes. La apuesta del ilustrado Hobbes en favor del Estado Según Thomas Hobbes (1588-1679), la naturaleza ha hecho a los hombres tan iguales en sus facultades corporales y mentales que, aunque pueda encontrarse a veces un hombre manifiestamente más fuerte de cuerpo o más rápido de mente que otro, aun así, cuando todo se toma en cuenta en conjunto, la diferencia entre hombre y hombre no es lo bastante considerable como para que uno de ellos pueda reclamar para sí beneficio alguno que no pueda el otro pretender tanto como él. Porque, en lo que toca a la fuerza corporal, aun el más débil tiene fuerza suficiente para matar al más fuerte, ya sea por maquinación secreta o por unión con otros que se encuentran en el mismo peligro que él. Y, en lo que toca a las facultades mentales, encuentro mayor igualdad aún entre los hombres, que en el caso de la fuerza.1 Dada nuestra igualdad, nos esforzamos por sub-yugarnos (ponernos bajo el yugo), o por destruirnos: «de esta igualdad de capacidades surge la esperanza de alcanzar nuestros fines. Y, por tanto, si dos hombres cualesquiera desean la misma cosa, que, sin embargo, no pueden ambos gozar, devienen enemigos y se esfuerzan mutuamente en destruirse o subyugarse.»2 De la igualdad, la inseguridad La igualdad genera miedo a ser atacado por el igual, y antes que ser atacado se ataca: antes de huir hacia atrás, se huye hacia adelante. En tres acciones, dice Hobbes, sabemos cuál es la idea que tenemos de nuestros semejantes: cada vez que salimos de casa nos armamos y procuramos ir bien acompañados; cuando vamos a dormir, atrancamos la puerta; incluso en casa, echamos el cerrojo a nuestros arcones, y todo eso sabiendo que hay leyes y empleados públicos armados para vengar todo daño que se nos pueda causar. / )c la inseguridad, la guerra «Encontramos tres causas principales de riña en la naturaleza del hombre: competición, inseguridad y gloria. Lo primero hace que los hom'T. Hobbes, Leviatán, cap. XIII, Editora Nacional, Madrid, 1979, p. 222. ''//mí., p. 223.
¿HAN LOGRADO LOS ESTADOS HACERNOS BUENOS? 156
157
CAP. 4. FORMACIÓN ÉTICA Y CÍVICA
bres invadan por ganancia; lo segundo, por seguridad, y lo tercero, por reputación. No hay para el hombre forma más razonable de guardarse de esta inseguridad mutua que la anticipación; esto es, dominar por fuerza o por astucia. Durante el tiempo en que los hombres viven sin un poder común que les obligue a todos al respeto, están en aquella condición que se llama guerra, una guerra de todo hombre contra todo hombre. Pues la guerra no consiste sólo en hacer batallas, o en el acto de luchar, sino en un espacio de tiempo donde la voluntad de disputar en batalla es suficientemente conocida.»3
La paradoja del Estado: para acabar con la violencia monopoliza la violencia. El Estado que monopoliza la violencia quiere además monopolizar la virtud Aunque por naturaleza somos violentos, por ley el Estado puede hacernos pacíficos y cooperadores. Si elijo mi libertad para actuar como salvaje violento y en guerra permanente, me destruyo; para evitarlo, y como es mejor la paz que la guerra, los ciudadanos necesitamos hacer un pacto o contrato social bajo el control del Estado, al que hemos transferido nuestras armas. Yo niego la violencia personal de mis armas, transfiero esa negación al Estado, y éste me niega a mí mismo como violento. Según los enciclopedistas, se precisa un Estado que, por la fuerza o por virtud (vir en latín significa etimológicamente «fuerza») de sus leyes, nos haga buenos; el espíritu de las leyes estatales ayudará a humanizar los espíritus humanos: «La virtud es en las democracias el amor a las leyes y a la patria, que exige la renuncia a uno mismo. Las leyes ocupan todas las virtudes, de las que, cuando aquéllas exiten, ya no hay necesidad alguna.»4 En esta línea, Robespierre busca, aunque para ello tenga incluso que recurrir al Terror estatal: «Si la virtud es competencia del gobierno popular, éste será a la vez Terror y Virtud. Sin Virtud, el terror es funesto; sin Terror, la virtud es impotente. El terror no es otra cosa que la justicia rápida, severa, inflexible; es, pues, una emanación de la virtud; es menos un principio particular que una consecuencia del principio general de la democracia aplicada a las más acuciantes necesidades de la patria» (palabras a la Convención el 10 de mayo de 1793). El Estado promoverá «la utilidad pública, principio de todas las virtudes humanas y fundamento de todas las legislaciones. Debe forzar a los pueblos a someterse a sus leyes; a este principio es al que hay que sacrificar todos los sentimientos», escribe Helvétius. Por eso «todo el arte del ''//>/
legislador consiste en forzar a los hombres, por el sentimiento del amor propio, a ser siempre justos entre sí. No es de la maldad de los humanos de lo que hay que quejarse, sino de la ignorancia de los legisladores que han contrapuesto siempre el interés particular al general»;5 «todo el estudio de los moralistas consiste en averiguar y fijar el uso que debe hacerse de las recompensas y de los castigos, y la ayuda que se puede obtener de ellos para ligar el interés personal con el general».6 Dados estos antecedentes, «se podría confeccionar un catecismo de bondad. Una vez establecidos esos principios ¡con qué facilidad extinguiría la superstición el legislador, suprimiría los abusos, reformaría las costumbres bárbaras!».7 En resumen, que «por la reforma de las leyes es por donde hay que comenzar la reforma de las costumbres». Según esta mentalidad procedente de la Ilustración, ser bueno coincide con ser buen miembro del Estado. Hegel tomará buena nota de esta intuición ilustrada al soñar su sueño del Estado ético.
PERO ¿ H A N L O G R A D O T O D O S LOS ESTADOS H A C E R N O S B U E N O S , O ELLOS M I S M O S SE H A N H E C H O MALOS AL MONOPOLIZAR LAS V I O L E N C I A S A J E N A S P A R A IMPEDIRLAS? El riesgo del Estado: vivir exclusivamente para alimentar a su propia burocracia No faltan quienes afirman que el Estado no ha sido capaz de ser él mismo mejor que los individuos a los que quería hacer buenos. El Estado es «esa parte de la organización total de una sociedad que se preocupa del mantenimiento o del establecimiento del orden social dentro de un marco territorial mediante el ejercicio organizado de la autoridad coactiva a través del uso, o de la posibilidad de uso, de la fuerza física».8 En efecto, el Estado ha sido definido por Max Weber como monopolio de la violencia organizada y legalizada: «Por Estado debe entenderse una institución política de actividad continuada, cuando y en la medida en que su cuadro administrativo mantenga con éxito la pretensión del monopolio legítimo de la coacción física para el orden vigente». Representa el monopolio de una oligarquía militar (aparato represivo), político-burocrática (Adminis5
Helvétius, De l'Esprit, II, p. 13. Ibid., II, p. 22. 7 Ibid., I, p. 17. "L. Mair, Introducción a la antropología social, Alianza Editorial, Madrid, 1970, páginas 136-137. h
I5tt
DEFENSA DE LA LIBERTAD
CAÍ; 4. FORMACIÓN ÉTICA Y CÍVICA
tración) y económica (resultado de las anteriores), siempre alimentada por aparatos ideológicos que la publicitan y reproducen (los medios de masa, especialmente la televisión, la escuela, etc.). El Estado es más bien un producto de la sociedad cuando llega a un grado de desarrollo determinado; es la confesión de que esa sociedad se ha enredado en una irremediable contradicción consigo misma y está dividida por antagonismos irreconciliables. La sociedad, reorganizando de un modo nuevo la producción sobre la base de una asociación libre de productores iguales, enviará toda la maquinaria del Estado al lugar que le corresponde: al museo de antigüedades, junto a la rueca y al hacha de bronce.9 A partir de la Ilustración, parece claro que el Estado tiene una tendencia natural a absorber todas las funciones, a restringir la autonomía de todos los grupos, a extender indefinidamente su campo de acción, tendencia que se exaspera y se acentúa frente al movimiento obrero en la medida en que ve en la clase obrera autónoma a su adversario más decidido. El Estado, con su engranaje cada vez más pesado, parece a veces un pulpo omnívoro cuyo perímetro engorda parasitariamente a costa de la sociedad civil, y cuyo final es vivir exclusivamente para alimentar a su propia burocracia, por lo cual ni los capitalistas ni los trabajadores lo quieren en última instancia. Incluso en el régimen capitalista, donde el Estado es el aliado natural y la garantía armada de los privilegios económicos, no son los trabajadores conscientes los únicos que ven en el Estado su enemigo; también una parte de la burguesía siente aversión por el Estado, porque le teme como a un competidor que roba sus ahorros y/o que los despilfarra con la fiscalización de una parte de sus beneficios impidiéndola desarrollar y ejercer su función explotadora más allá de ciertos límites. Ahora bien, como el Estado «lleva en sí el impulso de crecer, el engrandecimiento, y este impulso es tan fuerte que sacrifica su propia conservación, en el pensamiento político de Montesquieu su principal preocupación recaerá sobre esta cuestión: ¿qué es y cómo evitar el desarrollo del "instinto" de grandeza del Estado para evitar a su vez la propia destrucción del Estado y la de los ciudadanos?».10 Montesquieu, consecuente con ello, trata de escapar a esa dificultad proponiendo la división de poderes en el Estado: el legislativo, el judicial y el ejecutivo o coactivo.
I f»?>
munismo de Estado, siempre es pesimista porque desconfía de las posibilidades particulares de cada ser humano en orden al ejercicio de la justicia. No hay ley en el mundo, por rigurosa que sea, que pueda hacer activo al perezoso; al disipador, previsor, y al ebrio, sobrio. Aunque en un país libre tienen más poder las leyes que los hombres, y en un país esclavo a la inversa, resulta difícil distinguir ambos países, el libre y el esclavo, pues no pocas veces las leyes estatales (supuestamente libres) sólo sirven a los intereses de unos pocos, los cuales se llenan la boca con las grandes palabras en favor de sus pequeños intereses privados. Lo importante es saber si las leyes (aunque emanen de un Estado democrático) son justas o si no lo son; lo decisivo para la justicia no es que las leyes vengan de una democracia, aunque el mejor régimen sea el democrático, sino que esas leyes sean justas, es decir, que contribuyan a hacer a los ciudadanos más libres, más iguales y más fraternos. ¡Ay de la generación cuyos jueces merezcan ser juzgados! Muchas veces, aunque se predique que somos iguales ante la ley, no lo somos ante los encargados de aplicarla. Todos los hombres nacen iguales, pero a veces es la última vez que lo son. ¡Cuántas veces las mismas leyes significan abuso, sinrazón, iniquidad, ilicitud, inmoralidad! Pero ¿cómo olvidar que la injusticia hecha a uno solo es una amenaza contra todos, que la obra maestra del injusto es parecer justo sin serlo, que donde hay poca justicia es peligroso tener razón, que las leyes inútiles debilitan las necesarias? Lo deseable sería que ley y justicia caminasen parejas pero, si la ley de los estados democráticos fuera injusta y perversa, sería nuestro deber ético oponernos pacíficamente contra ella: los justos contra los juristas. Los estados verdaderamente democráticos deberán tolerar la oposición que se articule por medios pacíficos y democráticos. Para un gobierno injusto, el mártir es más nocivo que el rebelde.
DEFENSA DE LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN POPULAR PARA FRENAR LOS ABUSOS ESTATALES
U n a perversión radical: cuando lo estatal abusa de lo personal
La defensa de la libertad de expresión en Benito Spinoza
Pero el estatalismo absolutista, antes o después, comete siempre injusticia contra el individuo; el estatalismo, cuya forma más extrema es el co-
Buscando evitar esos abusos, comenzó a defenderse la libertad de expresión popular, tal y como lo hace Benito Spinoza (1632-1677):
''F. Engels, El origen de la familia, de la propiedad privada y del Estado, Zero, Bilbao, WO, p. 72. '"lí. Fiemo, Introducción al Espíritu de las leyes, Tecnos, Madrid, 1985, p. XXXII.
¿Cuántas cosas malas nacen del lujo, de la envidia, de la avaricia, de la embriaguez y de otros vicios semejantes? Sin embargo se los consiente, por que no pueden prohibirse con el auxilio de las leyes, aun siendo vicios. Mu
DEFENSA DE LA LIBERTAD 1 60
161
CAP. 4. FORMACIÓN ÉTICA Y CÍVICA
cho más debe concederse, por tanto, la libertad de pensar, que es realmente una virtud y que no podría suprimirse. Además no procede de ella inconveniente alguno que no pueda evitarse con la autoridad de los magistrados, y para terminar, esta libertad es necesaria, ante todo para promover las ciencias y las artes, pues éstas sólo se cultivan con resultado por quienes son tan felices que tienen el juicio libre y sin preocupación. Pero supóngase que fuera posible suprimir esta libertad y sujetar de tal manera a los hombres que no se atrevieran éstos ni a murmurar una palabra, sino por mandato del soberano; aun hecho esto, no podrá conseguirse nunca que piensen sino aquello que quieran. De esto se deduce necesariamente que los hombres pensarán de una manera y hablarán de otra y, por consiguiente, que la fe, tan necesaria en el Estado, se irá corrompiendo y alcanzando favor la adulación abominable y la perfidia, de donde se seguirían los engaños y la corrupción de todas las buenas costumbres. Cuanto más se trata de limitar la libertad de la palabra a los hombres, tanto más éstos se obstinan y resisten; no los avaros, aduladores y demás impotentes de ánimo, cuya suprema felicidad consiste en contemplar las monedas en sus arcas y tener llenos sus estómagos, sino aquellos otros a quienes hace superiores una buena educación y la virtud y la integridad en las costumbres. De tal modo se hallan constituidos los hombres, que nada soportan con mayor impaciencia que el ver tenidas como delitos aquellas opiniones que creen verdaderas, y mucho más que se juzgue perverso aquello que los mueve a piedad con Dios y con los hombres. Las leyes que limitan las opiniones no corrigen a los malos, sino más bien irritan a los buenos, y no pueden ser defendidas sin grave peligro para el Estado. Añádase que tales leyes son inútiles en absoluto. En efecto, aquellos que creen ser buenas y verdaderas las opiniones condenadas por las leyes, no podrán obedecer estas mismas leyes. ¿Qué mal mayor puede escogerse para un Estado que ver hombres honrados condenados como criminales al destierro porque piensan de diversa manera e ignoran el fingimiento? ¿Qué, repito, más pernicioso que conducir a la muerte y considerar como enemigos a hombres que no han cometido crimen ni delito alguno, sino que tienen el pensamiento libre, con oprobio manifiesto del soberano? Aquellos que se tienen por honrados no temen como los criminales la muerte, ni escapan al suplicio; su ánimo no gime en penitencia por ningún hecho torpe, sino que juzgan, al contrario, no suplicio, sino gloria, morir por la buena causa y por la libertad de los pueblos. De este modo, para obtener no una obediencia forzada, sino una fe sincera, debe el poder soberano conservar la autoridad de buen modo y, para no verse obligado a ceder ante los sediciosos, conceder necesariamente la libertad del pensamiento; así se gobernarán los hombres de tal manera que, aun pensando cosas diversas y enteramente contrarias, vivan, sin embargo, en armonía. No podemos dudar que este modo de gobierno es excelente y sólo tiene pequeños inconvenientes, puesto que conviene perfectamente con la naturaleza humana. Así pues, hemos demostrado: lo. Que es imposible arrebatar a los hombres la libertad de decir aquello que piensan. 2o. Que esta libertad puede ser concedida a cada uno dejando a salvo el derecho y la autoridad de los poderes soberanos y que puede, salvo este mis
mo derecho, conservarla cada uno si de ella no toma licencia para introducir como derecho alguna novedad en la república o para ejecutar algo contra las leyes recibidas. 3o. Que cada uno puede gozar de esta libertad sin daño para la paz del Estado, y que no surgen de ella inconvenientes que no puedan ser fácilmente resueltos. 4o. Que puede también disfrutarse sin perjuicio alguno para la piedad. 5o. Que las leyes que se refieren a cosas especulativas son absolutamente inútiles. 6o. Hemos demostrado finalmente que esta libertad puede poseerse, no sólo manteniendo la paz del Estado, la piedad y el derecho de los sumos poderes, sino que debe mantenerse para conservar estas mismas cosas."
La defensa del diálogo en John Stuart Mili Pero no sólo debe defenderse la libertad de expresión, sino favorecerse el diálogo para así poder utilizar la parte de verdad que a veces se encuentra en la opinión contraria. Esto lo defiende muy insistentemente John Stuart Mili (1806-1873). Se puede conseguir, dice, «que impidamos que hombres malvados perviertan a la sociedad con la propaganda de opiniones que consideramos falsas o perniciosas», pero solamente si se concede libertad a los seres humanos para poder negar que lo que se llama malo, pernicioso, perverso o falso, lo sea en realidad; de otro modo, la convicción se fundaría en un puro dogma, no sería racional y no podría ser analizada o alterada a la luz de nuevos hechos e ideas. No existiendo la infalibilidad humana, ¿cómo podría surgir la verdad si no fuese por la discusión? A menos que sea sometida a discusión, la verdad está expuesta a degenerar en dogma o en prejuicio y los hombres no la considerarían ya como una verdad viva, razón por la cual es siempre necesaria la oposición para mantenerla vigente. «Tanto el maestro como los discípulos se duermen en sus laureles tan pronto como el enemigo deja libre el campo.» Mili creía tan firmemente en esto, que incluso llegó a afirmar que, si no existieran verdaderos disidentes, tendríamos que inventarlos o convertirnos en los primeros disidentes de nosotros mismos, un poco como lo afirmaba el último Karl Popper. En el momento en que surgiera una sociedad sin fricciones, los poetas tenderían a desaparecer: «Si toda la humanidad menos una persona fuera de una misma opinión, y esta misma persona fuera de opinión contraria, la humanidad sería tan injusta impidiendo que hablase como ella misma lo sería si, teniendo poder bastante, impidiera que hablara la humanidad». En consecuencia, dice Mili, «el individuo no debe cuentas a la sociedad por sus actos, en cuanto éstos no se refieren a los intereses de ninguna otra persona, sino a él mismo, y la única razón por la que el poder puede con pleno derecho ejercerse sobre un miembro de una comunidad civilizada contra su voluntad es evitar que perjudique a los demás». "'Ihiclaius theologico-poüticus, capítulo último, Aliíin/.n liditorial, Madrid, 19lJl.
HiZ
163
CAÍ: 4. FORMACIÓN ÉTICA Y CÍVICA
El conocimiento humano nunca es completo y falible, dice Mili; los hombres cambian y las verdades en que creen también; por tanto, hace falta la libertad de discusión: Hasta ahora hemos considerado sólo dos posibilidades, a saber, que la opinión aceptada pueda ser falsa y, por consiguiente, alguna otra pueda ser verdadera, o que siendo verdadera le resulte esencial un conflicto con el error opuesto para la clara comprensión y profundo sentimiento de su verdad. Pero hay un caso más común que cualquiera de éstos: cuando las doctrinas en conflicto, en vez de ser una verdadera y otra falsa, comparten entre ambas la verdad, y la opinión disidente necesita suplir el resto de la verdad, de la que sólo una parte está contenida en la doctrina aceptada. Las opiniones populares sobre asuntos no perceptibles por los sentidos son frecuentemente verdaderas, pero rara vez o nunca lo son del todo. Contienen una parte mayor o menor, pero exagerada, desfigurada, desprendida de las otras verdades que deben acompañarla y limitarla. Toda opinión que contenga alguna porción de verdad no contenida en la opinión común debe ser considerada preciosa, sea cual sea la suma de error y confusión en la que la verdad aparezca envuelta. Ningún juez de asuntos humanos se sentirá indignado porque aquellos que nos hacen reparar en verdades que de otro modo nosotros hubiéramos despreciado, desprecien algunas de las que nosotros percibimos. Mas bien pensará que, siendo la verdad popular unilateral, es deseable que la impopular tenga también unilaterales defensores; porque son, usualmente, los más enérgicos y los que más probabilidades tienen de atraer la atención pública distraída hacia el fragmento de sabiduría que proclamaban como si fuera la sabiduría entera.12 Mili añade: Para el bienestar de la humanidad es necesaria la libertad de opinión por los siguientes motivos: Primero: una opinión, aunque reducida al silencio, puede ser verdadera. Negar esto es aceptar nuestra propia infalibilidad. Segundo: aunque la opinión reducida a silencio sea un error, puede contener, y con frecuencia contiene, una porción de verdad; y, como la opinión general o prevaleciente sobre cualquier asunto rara vez o nunca es toda la verdad, sólo por la colisión de opiniones adversas tiene alguna probabilidad de ser reconocida la verdad entera. Tercero: aunque la opinión admitida fuera no sólo verdadera, sino toda la verdad, a menos que pueda ser y sea vigorosa y lealmente discutida, será sostenida por los más de los que la admitan como un prejuicio, con poca comprensión o sentido de sus fundamentos sociales. Cuarto: el sentido de la misma doctrina correrá el riesgo de perderse o debilitarse, perdiendo su vital efecto sobre el carácter y la conducta; el dogma se convertirá en una profesión meramente formal, ineficaz para el bien, pero llenando de obstáculos el terreno e impidiendo el desarrollo de toda convicción real y sentida de corazón, fundada sobre la razón o la experiencia personal.13
La defensa de la opinión femenina Estos mismos motivos llevan a Mili a defender el sufragio femenino (derecho al voto por las mujeres) que hasta entonces estaba excluido. He aquí algunas de sus razones: Todos los seres humanos tienen un mismo interés en poseer un buen Gobierno, a todos afecta igualmente. Si hay alguna diferencia está a favor de las mujeres, puesto que siendo físicamente más débiles dependen más de la ley de la sociedad para su protección. La mujer, como el hombre, debe reivindicar sus derechos políticos no sólo para gobernar, sino para impedir que se la gobierne mal. La mayor parte del sexo masculino, y no será otra cosa durante toda su vida, está compuesta por campesinos y obreros, pero esto no implica que el sufragio sea menos conveniente para esa mayoría, ni su derecho a él menos irresistible, si no se teme fundadamente que haga mal uso de él. Nadie sostiene que las mujeres harían mal uso del sufragio. Se dice, todo lo más, que votarían como simples máquinas, según los deseos de sus parientes del sexo masculino. Si ha de ser así, que sea. Si piensan por sí mismas será un gran bien; si no, no resultará ningún mal. Constituye un gran beneficio para los seres humanos que se les libere de sus cadenas, aunque no deseen andar y sería ya un gran progreso en la situación moral de la mujer no incapacitarla por ley para tener su opinión y expresar su deseo sobre los intereses más elevados del género humano. Por otra parte, se mejoraría la calidad del voto mismo, pues el hombre se vería obligado frecuentemente a encontrar en apoyo de su deseo razones bastante honradas para decidir a un carácter más recto e imparcial a que militase bajo la misma bandera. Dad voto a la mujer, y sentirá la influencia del amor propio. Mirará la política como cosa sobre la cual se le permite tener opinión y respecto de la cual debe obrar según su opinión: adquirirá el sentimiento de responsabilidad personal y no pensará en adelante, como hace hoy (cualquiera que sea la dosis de mala influencia que pueda ejercer), que siempre que persuada al hombre todo irá bien, pues la responsabilidad de éste lo cubre todo. He supuesto que el derecho de sufragio descansa en condiciones de valor personal, y así debe ser como dejamos dicho. Pero, allí donde se funda como en nuestro país y en muchos otros en condiciones de riqueza, la contradicción es aún más evidente. Hay algo de extraordinariamente poco razonable en el hecho de que, cuando una mujer puede proporcionar todas las garantías que se exigen a un elector masculino, cuando posee una fortuna independiente, es propietaria y jefe de familia, paga los impuestos, cumple, en fin, todas las condiciones exigidas, se da de lado el principio mismo y el sistema de representación fundado en la riqueza, para establecer una incapacidad con el único objeto de excluir a la mujer. Esperemos, en fin, que antes de la próxima generación el sexo, lo mismo que el color de la piel, no serán motivo suficiente para despojar a un ser humano de la seguridad común y de los justos privilegios del ciudadano.14
1
S. Mili, Sobre la libertad, Alianza Editorial, Madrid, 1970, pp. 111-112. "//lie/., pp. 119-120.
''S. Mili, Del gobierno representativo, Tecnos, Madrid, 1985, pp. 112-115.
164
LA A.I.T. PARA DEFENDER LOS DERECHOS DE LOS MÁS POBRES La e n a j e n a c i ó n del o b r e r o e n el trabajo Un paso importantísimo en la lucha por la dignificación de los ciudadanos más pobres, los campesinos y obreros, lo supone la Asociación Internacional de Trabajadores (A.I.T.), compuesta por marxistas y anarquistas. A finales del siglo xvm, el capitalismo comienza a pasar de mercantil o de compraventa a capitalismo de fábrica o fabril. En esa época de éxodo masivo del campo a la ciudad, donde los adultos varones trabajan de sol a sol a cambio de un pedazo de pan, donde disponer de un simple trozo de jabón para lavar constituye un lujo para las madres obreras que han de salir a la calle a vender su cuerpo para dar de comer a sus hijos que desde los nueve años penan en fábricas infectas; en aquella época en que las familias se hacinan sin intimidad en naves donde al anochecer se extienden jergones de paja, y donde todo tipo de enfermedades y desnutriciones campean, precisamente en esa época la Cámara de los Lores inglesa publica su Libro Azul (1863), con la triste ley de bronce del salario que intenta calcular el mínimo energético en carbono, nitrógeno, agua y sustancias inorgánicas «suficientes nada más que para prevenir la muerte por inanición de las clases trabajadoras», aunque en el informe se reconoce que, por contrapartida, «en los ocho años que van del 1853 al 1861 ha aumentado el rédito imponible del país en un veinte por ciento», aumento que desde luego no había ido a parar a la clase trabajadora precisamente. Los campesinos y los trabajadores de los talleres gremiales trabajaban desde la salida del sol hasta el ocaso, por eso a las primeras generaciones de trabajadores fabriles, cuando comenzó a generalizarse durante el siglo xix el uso del reloj de bolsillo, conocido desde fines del siglo XVII, les costó mucho asumir periodos regulares de trabajo, pues ahora las tensiones se centraban sobre el valor del tiempo que establecía el patrón. Desde entonces las cosas han ido a más: el valor del tiempo y su control se agudizó con el sistema laboral del taylorismo, cuyo lema era el del gorila amaestrado: «Trabaja, obrero, no pienses porque te distraes», después con el fordismo, cuyo lema fue: «Confía sólo en tu empresa», y finalmente con el toyotismo, que incluso habría de alterar los horarios y los tiempos de descanso. En fin, poco a poco el reloj de bolsillo será sustituido por el cronómetro. En estas condiciones, el obrero es más pobre cuanta más riqueza produce, cuanto más crece su producción en potencia y en volumen. El trabajador se convierte en una mercancía tanto más barata cuantas más mercancías produce. La desvalorización del mundo humano crece en razón directa de la valorización del mundo de las cosas. El trabajo no sólo produce mercancías; se traduce también a sí mismo
LA A.I.T. PARA DEFENDER
165
y al obrero como mercancía, y justamente en la proporción en que produce mercancías en general. Este hecho, por lo demás, no expresa sino esto: el objeto que el trabajo produce, su producto, se enfrenta a él como un ser extraño, como un poder independiente del productor. El trabajador pone su vida en el objeto, pero a partir de entonces ya no le pertenece a él, sino al objeto. Cuanto mayor es la actividad, tanto más carece de objetos el trabajador. Lo que es el producto de su trabajo, no lo es él. Cuanto mayor es, pues, este producto, tanto más insignificante es el trabajador. La enajenación o alienación del trabajador en su producto significa no sólo que su trabajo se convierte en un objeto, en una existencia exterior, sino que existe fuera de él, independiente, extraño, hostil. La enajenación del trabajador en su trabajo se expresa, según las leyes económicas, de la siguiente forma: cuanto más produce el trabajador, tanto menos ha de consumir; cuanto más valores crea, tanto más sin valor, tanto más indigno es él; cuanto más elaborado su producto, tanto más deforme el trabajador; cuanto más civilizado su objeto, tanto más bárbaro el trabajador; cuanto más rico espiritualmente se hace el trabajo, tanto más desespiritualizado y ligado a la naturaleza queda el trabajador.15 Así pues, el obrero se encuentra alienado, enajenado: ¿En qué consiste entonces la enajenación del trabajo? Primeramente en que el trabajo es externo al trabajador, es decir, no pertenece a su ser; en que en su trabajo el trabajador no se afirma, sino que se niega; no se siente feliz, sino desgraciado; no desarrolla una libre energía física y espiritual, sino que mortifica su cuerpo y arruina su espíritu. Por eso el trabajador sólo se siente en sí fuera del trabajo, y en el trabajo fuera de sí. Está en lo suyo cuando no trabaja y cuando trabaja no está en lo suyo. Así, su trabajo no es voluntario, sino forzado, trabajo forzoso. Por eso no es la satisfacción de una necesidad, sino solamente un medio para satisfacer las necesidades fuera del trabajo.16 Así no se puede seguir, y por eso los obreros y campesinos crean la Asociación Internacional de Trabajadores, unidos bajo el lema; «¡Proletarios de todos los países, unios!». Fundada en Londres en 1864, en su alocución inaugural, se lee lo siguiente: Considerando: Que la emancipación de los trabajadores debe ser obra de los trabajadores mismos; Que los esfuerzos de los trabajadores por conquistar su emancipación no han de tender a constituir nuevos privilegios, sino a establecer para todos los mismos derechos y los mismos deberes; Que la sujeción del trabajador al capital es fuente de toda esclavitud política, material y moral; Que por lo mismo la emancipación económica de los trabajadores es el gran objetivo al que debe subordinarse todo movimiento político; ''K. Marx, Manuscritos de economía y filosofía, Alianza Editorial, Madrid, 1970, páginas 107 108. '"//)/(/., pp. 108-109.
166
GAP. 4. FORMACIÓN ÉTICA Y CÍVICA
Que los esfuerzos hechos hasta ahora han fracasado por falta de solidaridad entre los obreros de las diferentes profesiones en cada país, y de unión fraternal entre los trabajadores de diversas regiones; Que la emancipación de los trabajadores no es un problema únicamente local o nacional, sino que, al contrario, este problema interesa a todas las naciones civilizadas, estando necesariamente subordinada su solución al concurso teórico y práctico de las mismas; Que el movimiento que se está efectuando entre los obreros de los países más industriales del mundo entero, al engendrar nuevas esperanzas, da un solemne aviso para no incurrir de nuevo en antiguos errores, aconsejando combinar todos los esfuerzos hasta ahora aislados. Por estas razones los abajos firmantes, miembros del Consejo elegido por la asamblea realizada el 28 de septiembre de 1864 en el Saint Matin's Hall de Londres, han adoptado las medidas necesarias para fundar la Asociación Internacional de Trabajadores. Declaran que esta Asociación internacional, así como todas las sociedades e individuos que a la misma se adhieran, reconocerán como base de su conducta para todos los hombres la Verdad, la Justicia y la Moral, sin distinción de color, de creencia o de nacionalidad. Consideran como un deber reclamar no solamente para ellos los derechos del hombre y del ciudadano, sino para todos los que cumplan sus deberes. No más deberes sin derechos, no más derechos sin deberes.17 A los Congresos de la A.I.T., jugándose la vida, perseguidos, asisten los primeros militantes. Fueron los siguientes: Primer Congreso: Ginebra, 1866; Segundo Congreso: Lausana, 1867; Tercer Congreso: Bruselas, 1868; Cuarto Congreso: Basilea, 1869; Quinto Congreso: La Haya, 1872.
MUNDO GLOBAL, INJUSTICIA GLOBAL
167
intento fracasa, pero en París estalla la revuelta de la Comuna de París el 18 de marzo de 1870. Así las cosas, la Asociación Internacional de Trabajadores sufre una crisis final. Las facciones la dividen y el terror de los gobiernos europeos ante la revuelta parisiense envuelve a los internacionales en una atmósfera de represión. En España, la Internacional es declarada fuera de la ley, y en el Norte de Europa se persigue y se encarcela a los internacionales. En condiciones muy precarias, con muy pocos delegados, tiene lugar entonces la Conferencia de Londres en 1871, en la que Marx hace triunfar su criterio, a pesar de la oposición de varios delegados, en especial del anarquista español Anselmo Lorenzo, cuyas Memorias reflejan muy bien el ambiente revolucionario de la época. Marx proponía la constitución de un partido político del proletariado, única solución para conseguir la supresión definitiva de las clases sociales. El proletariado debía politizarse; de lo contrario, estaría fuera de combate antes de entrar en la lucha. Naturalmente, estas posiciones eran inaceptables para los anarquistas, máximos campeones del apoliticismo proletario. La escisión final, y con ello la disolución de la Primera Internacional Obrera, se consuma en el Congreso d e La Haya d e 1872. Por paradoja, mientras el movimiento obrero defensor de los derechos humanos se autodestruye y no alcanza el pretendido internacionalismo, su enemigo, el capitalismo, sí logra internacionalizarse o globalizarse, dividiendo al mundo en ricos y pobres, con la gran carga de injusticias que ello conlleva.
MUNDO GLOBAL, INJUSTICIA GLOBAL
La ruptura e n el i n t e r i o r de la A . I . T . M u n d o global, m u n d o p o s m o d e r n o La gran crisis económica de 1867 provoca grandes movimientos huelguísticos, en los años siguientes, que la fortalecen. Mas, precisamente a causa de sus recién adquiridas vastas proporciones, la Internacional abriga entonces tendencias dispares, y las crisis ideológicas no se hacen esperar. En 1869, la Internacional acepta en su seno la Alianza Internacional recién fundada por el anarquista Miguel Bakunin, y el anarquismo bakuninista progresa rápidamente en ella. Entonces Carlos Marx sale al paso de esta tendencia, pero no consigue eliminarla durante el Congreso de Basilea de 1869. Durante el mismo, Bakunin acusa a Marx de propugnar el autoritarismo dentro del movimiento obrero; y Marx a Bakunin, de atolondramiento en la acción revolucionaria y de falta de bases científicas. Sin que la Internacional se incline por ninguno de los dos campos, estalla la guerra francoprusiana. Proclamada la república en Francia, Bakunin se precipita a "abolir el Estado" en Lyon, con otros correligionarios suyos. El "Cfr., V. (¡;nrl;i, l,a primera internacional ilc trabajadores, Incar, Guijón, 1972, p. 26.
Bajo el término «globalización» se denomina también al «pensamiento único», que es en realidad el pensamiento con que esos pocos ponen nombre al subconsciente de todos los demás, que así son pensados y a la posmodernidad, que dice lo siguiente: La civilización del bienestar consumista ha sido la gran enterradora histórica de la ideología gloriosa del deber. En el curso de la segunda mitad del siglo la lógica del consumo de masas ha disuelto el universo de las homilías moralizadoras, ha erradicado los imperativos rigoristas y engendrado una cultura en que la felicidad predomina sobre el mandato moral, los placeres sobre la prohibición, la seducción sobre la obligación. A través de la publicidad, el crédito, la inflación de los objetos y los ocios, el capitalismo de las necesidades ha renunciado a la santificación de los ideales en beneficio de los placeres renovados y de los sueños de la felicidad privada. Se ha edificado una nueva civilización, que ya no se dedica a vencer el deseo, sino a exacerbarlo y desculpabilizarlo; los goces del presento, el templo del yo, del cuerpo
168
CAP. 4. FORMACIÓN ÉTICA Y CÍVICA
y de la comodidad, se han convertido en la nueva Jerusalén de los tiempos posmoralistas. Estimulando permanentemente los valores del bienestar individual, la era del consumo ha descalificado masivamente las formas rigoristas y disciplinarias de la obligación moral, la liturgia del deber se ha vuelto inadecuada para una cultura materialista y hedonista basada en la exaltación del yo y la excitación de las voluptuosidades-al-instante. Nos hemos vuelto alérgicos a las prescripciones sacrificiales, al espíritu directivo de las morales doctrinarias; en la época posmoralista el deber ya sólo puede expresarse en tono menor; los supermercados, el marketing, el paraíso de los ocios han sido la tumba de la religión del deber. ¿Qué representa de verdad en nuestras sociedades la celebración de la virtud comparada con el reclamo de la comodidad y de las vacaciones? ¿Qué parte corresponde a las conminaciones del deber en una sociedad obsesionada por la salud y la juventud, que difunde en dosis masivas consejos dietéticos y turísticos, eróticos y psicológicos? El imperativo moral ya no ocupa el centro de las representaciones sociales, en el lugar de los mandamientos severos de la moral tenemos ahora el psicologismo y la euforia del bienestar. Los valores caritativos y humanitarios pueden despertar una fuerte simpatía pero quedan muy atrás en relación con la superficie que ocupan el himno al ego y los estímulos al consumo. La cultura moralista predicaba la entrega personal y el deber no retribuido. ¿Qué queda de él en la era de las normas consumistas, recreativas y sensacionalistas? Himno a las vacaciones, entertainment televisivo, telemasacre, política espectáculo y espectáculo publicitario: allí donde se sacralizaba la abnegación tenemos ahora la evasión y la violencia en zoom; donde se santificaba la pureza de intenciones tenemos los escalofríos de la violencia mediática y la frivolidad de las cosas; allí donde se beatificaba la grandeza de superarse tenemos el erotismo en autoservicio, las comodidades del confort, el poder disuasivo de la publicidad. En nuestra sociedad los objetos y marcas se exhiben más que las exhortaciones morales, los requerimientos materiales predominan sobre la obligación humanitaria, las necesidades sobre la virtud, el bienestar sobre el Bien. La era moralista tenía como ambición la disciplina del deseo, nosotros incitamos a la comodidad. La obligación ha sido reemplazada por la seducción, el bienestar se ha convertido en dios y la publicidad en su profeta. La primacía de la relación hombre/cosa sobre la relación hombre/hombre, característica de la ideología económica moderna, se ha adueñado de los signos de la vida cotidiana. De este modo se va más allá del deber exhibiendo en tecnicolor el derecho individualista a la indiferencia hacia los demás. "Da vergüenza ser feliz a la vista de ciertas miserias", escribía La Bruyére; la publicidad proclama: "olvidaos de todo".18
Mundo global, mundo neoliberal Según los teóricos de la economía liberal de mercado (Adam Smith, David Ricardo), dejado el mercado a su libre arbitrio e impulso, en unas condi"'(!. I.ipovetski, "Kl bienestar como mundo y como representación", Correo semanal, Asunción, Paraguay, 12 ele agosto ele 2001.
MUNDO GLOBAL, INJUSTICIA OLOHAL
169
ciones de competencia perfecta y libre movimiento de mercancías, sin trabas estatales de ninguna clase, terminaría produciéndose una situación de juego-suma-positiva en la que todos ganarían, y no un juego-suma-cero, en que un país gana a costa de otros países que pierden. Capitalismo de competencia, «concurrencial», economía de mercado, son sinónimos de economía en libertad, una libertad de movimientos en la pecera común donde el pez gordo se come al pez chico, zorra libre en gallinero libre: -Yo el gordo te devoro a ti el flaco, porque si no te devoro no tendré fuerzas suficientes para buscarte la comida que tú, por ser débil, no puedes procurarte. -¿Y por qué no me busco yo mismo, el flaco, la comida que me hará gordo, sin tener que sacrificarme para ti? -Inténtalo, querido, eres libre aunque no tienes medios para ejercer la libertad, allá tú. Pero aquí no vuelvas pidiendo árnica cuando las cosas te hayan ido mal. Ahora bien, ese m u n d o ayer liberal se ha hecho hoy mundo global y neoliberal. El «neoliberalismo» es la nueva libertad que la mano poderosa, tecnológica y multinacional de unos pocos, muy pocos, dispone para encerrar a los demás en un globo (aldea global) y en una misma red. La globalización facilitada por la tecnología reduce el mundo a aldea (McLuhan), gracias a que los medios de comunicación hacen posible el conocimiento absoluto de sus últimos rincones. Por la red de internet podríamos todos los ciudadanos del mundo manifestar nuestra opinión cada día sobre cada cuestión en tiempo real; el gobierno del mundo a base de referendums permanentes es ya técnicamente posible. Importa, sin embargo, saber si la famosa red comunitativa se empleará para uso de los pueblos, o para que los poderosos construyan sus telas de araña englobantes. De momento, está sirviendo para que la antigua URSS y China se hayan abierto a la red del capitalismo bajo el signo de una omnipresente dictadura del dinero -único pensamiento único- a la que se denomina economía de mercado. Cada día que pasa, vemos por arriba más empresas multinacionales fundirse uniformemente, y por abajo, más pobres más uniformemente pobres. Cuando el Norte estornuda, muere de pulmonía triple el Sur, y las bombas caen sobre los lugares estratégicamente diseñados por los poderosos, no faltando un servilismo universal respecto de ellos, especialmente el de quienes disponen de los aparatos ideológicos (universidades, fundaciones, medios de masa). Dicho de otro modo: los aparatos ideológicos, políticos y económicos funcionan al unísono con una sincronía como nunca antes en la historia de la humanidad, a pesar de que se pregone a bombo y platillo la pluralidad y el libre pensamiento.
170
MUNDO GLOBAL, INJUSTICIA GLOBAL
El capital especulativo trasnacional, casino financiero internacional
Los gerentes de estos fondos concentran en sus manos un poder financiero que no posee ningún ministro de economía ni ningún gobernador del banco central del mundo. En un mercado que ha pasado a ser instantáneo y universal, cualquier desplazamiento brutal de estos auténticos mamuts de las finanzas puede suponer la desestabilización económica de cualquier país. Los dirigentes políticos de las principales potencias del planeta, reunidos con las 850 cincuenta autoridades económicas más importantes del mundo en el marco del Fórum Internacional de Davos (Suiza), anunciaron claramente hasta qué punto desconfiaban de la nueva consigna de moda "¡Todo el poder al mercado!", y cuánto temían a la potencia sobrehumana de esos gerentes de fondos. Su fabulosa riqueza, a menudo al abrigo de los paraísos fiscales, se ha liberado totalmente de los gobiernos, y ellos actúan a sus anchas en el ciberespacio de las geofinanzas. Este constituye una especie de nueva frontera, un nuevo territorio del cual depende la suerte de buena parte del mundo. Sin contrato social. Sin sanciones. Sin ley. Excepto las que establecen a su libre arbitrio los protagonistas. Para su mayor provecho. En tales circunstancias ¿es de extrañar que, especialmente en Estados Unidos, el desigual reparto de la riqueza continúe agravándose? ¿Y que 1 % de la población más acaudalada controle aproximadamente el 40 % de la riqueza nacional, es decir, dos veces más que el Reino Unido, el país menos igualitario de Europa Occidental? "Los mercados votan todos los días -opina George Soros, financiero multimillonario-, obligan a los gobiernos a adoptar medidas impopulares, desde luego, pero indispensables. Son los mercados los que poseen el sentido del Estado." A lo que Raymond Barre, antiguo primer ministro francés, gran defensor del liberalismo económico, responde: "Decididamente, ya no podemos dejar el mundo en manos de un atajo de irresponsables treintañeros que no piensan más que en ganar dinero". El señor Barre considera que el sistema financiero internacional no posee los medios institucionales necesarios para hacer frente a los desafíos de la mundialización y apertura general de los mercados. Hecho que también constata Boutros-Gahli, secretario general de la ONU: "El poder mundial escapa en gran medida a los Estados. La mundialización implica el surgimiento de nuevos poderes que trascienden las estructuras estatales." Entre estos nuevos poderes, el de los medios de comunicación de masas se nos muestra como uno de los más poderosos y temidos. La conquista de audiencias masivas a escala planetaria desencadena batallas homéricas. Algunos grupos industriales se han enzarzado en una guerra a muerte por el control de los recursos de las sociedades multimedia y de las autopistas de información...
Los superdiplomados Ignacio Ramonet, director de Le Monde Diplomatique, explica cómo funciona el globo: La trasmisión de datos a la velocidad de la luz (300 000 km por segundo); la digitalización de los textos, las imágenes y los sonidos; el recurso, ya banal, a los satélites de telecomunicaciones; la revolución de la telefonía; la implantación de la informática en casi todos los sectores de producción y servicios; la miniaturización de los ordenadores y su introducción en redes a escala universal, han conseguido revolucionar el orden mundial. Especialmente el mundo de las finanzas. En lo sucesivo, las finanzas reúnen las cuatro cualidades que las convierten en un modelo perfectamente adaptado al nuevo reparto tecnológico. Atributos que se presentan como divinos y que como es lógico generan un nuevo culto, una nueva religión: la del mercado. Durante las 24 horas del día se intercambian instantáneamente datos de un extremo a otro de la Tierra. Las principales Bolsas están unidas entre sí y funcionan en bucle. Sin parar. Mientras, en todo el mundo, ante sus pantallas electrónicas, millones de jóvenes superdiplomados se pasan el día colgados del teléfono. Son los oficinistas del mercado. Interpretan la nueva racionalidad económica, que siempre tiene razón, y ante la que cualquier argumento -sobre todo social o humanitario- debe inclinarse. Sin embargo, lo más normal es que los mercados funcionen, por así decirlo, a ciegas, incluyendo parámetros tomados prestados casi de la brujería, como la economía de los rumores, el análisis de los comportamientos gregarios, o incluso el estudio de los contagios miméticos. El mercado financiero ha puesto a punto nuevos productos extremadamente complejos y volátiles, que muy pocos expertos conocen bien y que les proporcionan -eso sí, corriendo algún riesgo- una considerable ventaja en las transacciones. Quienes saben actuar sabiamente -es decir, en su propio beneficio- sobre el curso de los valores y las monedas, apenas llegan a ser una decena en todo el mundo. Se los considera los "dueños de los mercados". Si sale una palabra de su boca, todo puede tambalearse: el dólar baja, la Bolsa de Tokio se hunde. Ante la potencia de estos mastodontes de las finanzas, los estados no pueden hacer gran cosa. Este hecho ha quedado patente durante la crisis financiera de México que estalló a finales de diciembre de 1994. ¿Qué peso tienen las reservas acumuladas en divisas de Estados Unidos, Japón, Alemania, Francia, Italia, el Reino Unido y Canadá -los siete países más ricos del mundo- ante la disuasoria fuerza financiera de los fondos de inversión privados, en su mayor parte anglosajones o japoneses? No mucho. Pensemos, por ejemplo, que en el más importante esfuerzo financiero de la historia económica moderna en favor de un país -en este caso México- los grandes estados del planeta (entre ellos Estados Unidos), el BM y el FMI consiguieron reunir, entre todos, cincuenta mil millones de dólares. Pues bien, por sí solos, los tres primeros fondos de pensiones norteamericanos (Fidelity Investments, Vanguard Group y Capital Research Management) controlan 500 mil millones de dólares...
171
Los
supertramposos
El centro de este globo aldeano lo ocupa un casino financiero internacional. Son palabras de un connotado político español, Felipe González: Dentro del fenómeno de la globalización, lo que más llama la atención no es el crecimiento del comercio mundial. En términos globales el comercio mundial crece una media de 4 % anual. Esto no es nuevo, ya se producía antes de la Primera Guerra Mundial. Lo nuevo es el crecimiento de los movimientos de capital, es decir, de dinero que busca dinero. De dinero que busca
172
173
CAÍ: 4. FORMACIÓN ÉTICA Y CÍVICA
dinero, y sobre todo dinero caliente, circulan entre 1.3 y 1.4 billones (millones de millones) de dólares cada día por los mercados de cambio. Un país como España tiene 60 000 millones de dólares de reserva de divisas para defender su moneda frente a algún movimiento especulativo. Si la cola de ese potente huracán que circula cada día, 24 horas al día, pasara por mi país, sólo rozarlo significaría la liquidación de nuestras reservas de divisas en media hora de entretenimiento. ¡Tanta reserva de divisas para defender la estabilidad cambiaría y la potencia de nuestra moneda, símbolo de nuestra soberanía! No hay fórmulas para contener, ni hay fronteras para limitar la libertad de movimientos de capitales. La libertad de movimientos de capital es una auténtica revolución de la nueva situación internacional, lo que verdaderamente está mundializando la economía a nivel planetario. Tenemos que acostumbrarnos los políticos a gobernar "capital humano", porque el "capital" lo gobiernan otros. Ahora bien, el 90 % de los capitales que circulan -el 90 % de esos 1.3 o 1.4 billones de dólares diarios- son transacciones que se realizan en menos de una semana y que no se corresponden con transacciones de mercancías, ni de servicios, ni mucho menos de inversiones productivas. Es dinero que busca dinero o beneficio en los mercados de cambio, situación completamente nueva. Se puede intentar frenar ese dinero, yo lo hice durante 20 días en 1992, y a los 20 días, después de algunos ataques a la peseta, renunciamos al intento. El gobernador del Banco de España me dijo: "Mejor quitamos estas medidas de control porque no sirven para nada. Nos están quitando credibilidad y nos va 19a producir efectos muy negativos en losflujosde inversión que necesitamos". Quienes hoy poseen esa masa de dinero especulativo lo invierten en Asia, por ejemplo, y, tras husmear en otros lugares del Globo en los que puedan sacar más dinero, se lo llevan de Asia, la cual queda automáticamente devastada, ya que la ruina de cualquier zona llega cuando las inversiones realizadas no se mantienen. ¿Acaso no significa esto que, cada vez que le va bien a la bolsa (la cual es precisamente dinero especulativo que busca dinero, que entra y sale sin detenerse y sin invertirse), le va necesariamente mal al pobre? ¿Por qué entonces los medios de masa, cada vez más bursatilizados, no presentan la subida de la bolsa -capital especulativo- como lo que es, como una catástrofe para los pobres? Invirtiendo-desinvirtiendo-reinvirtiendo-y-siempre-pervirtiendo, los mercados financieros son inherentemente inestables, y los flujos internacionales de capital se caracterizan por su patrón de auge y caída; durante el periodo de auge, los capitales fluyen del centro a la periferia, pero cuando la confianza se tambalea, tienden a regresar a sus lugares de origen, porque la meta de los competidores es prevalecer, no preservar la competencia en el mercado. A pesar de la maraña de leyes de los estados de derecho, ¿por qué no hay una sola ley que pueda evitar los movimientos del capital especulativo multinacional o trasnacional? Porque en realidad quien únicamente legisla es ese capital multinacional o trasnacional.
Incoherencias e injusticias del neoliberalismo globalizador ¿Son libres los espaldas mojadas para pasar la frontera? Lo menos que se le puede pedir a un sistema es que sea coherente consigo mismo. Ahora bien, si existe libertad de mercado, ¿por qué no se permite a los trabajadores, parte esencial del mercado, cruzar cuando lo deseen las fronteras de los países ricos? Para el Primer Mundo supone una amenaza la emigración, los boat-people que escaparon de Vietnam rumbo a donde fuera, los que intentaron salir de estampida de Albania rumbo a Italia, los que trataron de abandonar el Magreb rumbo a España en sus frágiles pateras aunque para eso hubieran de dejar la vida en el estrecho de Gibraltar, los que buscaron el exilio desde México como espaldas mojadas vadeando con máximo riesgo el río Bravo, los que a ciegas salieron de Haití rumbo a Miami para acabar siendo en ocasiones pasto de los tiburones.
¿Son libres los precios de los países enriquecidos? Si hay libertad, ¿por qué protegen los países ricos los precios de sus mercancías, con el fin de que resulten más competitivas frente a aquellos otros países pobres donde los trabajadores carecen de subvenciones? Ahora, después de doscientos años de capitalismo, sabemos que no existe una solidaridad preestablecida y objetiva; que los mecanismos económicos desregulados llevan a una distribución perversa, antisocial, de la riqueza creada. Por eso la solidaridad hay que cultivarla subjetivamente, para contrapesar el motivo del lucro en los comportamientos humanos, y plasmarla constantemente20en las estructuras objetivas, además de los comportamientos económicos. Pero los economistas del Norte saben que no existe competencia leal, sino desleal. Saben que la Política Agrícola Común de la Unión Europea, pensada para la protección de los prósperos agricultores franceses, alemanes y belgas, está compitiendo frontal y deslealmente con los exportadores tradicionales del Tercer Mundo, al vender a terceros países los cereales, productos lácteos, carne y demás productos a precios de dumping (es decir, por debajo del costo de su producción), gracias a las subvenciones recibidas: ¿a eso podemos llamarlo competencia leal? Y ¿no protestarían los agricultores franceses que siembran remolacha si se les retirasen las 2
''"'Siete asedios al mundo actual", Nexos, México, marzo de 1998, p. 41.
"I,. Sebastián, de, Mundo rico, mundo pobre. Pobreza y solidaridad en el mundo de hoy, Snl Terrae, Santander, 1992, p. 57.
174
MUNDO GLOBAL, INJUSTICIA GLOBAL
CAR 4. FORMACIÓN ÉTICA Y CÍVICA
subvenciones con que hacen competencia desleal a costa del Sur? ¿No tendríamos que decir otro tanto respecto del protegido régimen de producción de los plátanos canarios en relación con la política bananera de Centroamérica?, etcétera. Otro ejemplo: si hay libertad de mercado, ¿por qué entonces gasta Europa cuantiosas sumas en la destrucción de excedentes alimenticios para que no bajen los precios que ella fija, en lugar de regalarlos a los países empobrecidos para paliar sus hambrunas endémicas? ¿Son libres los que no pueden pagar sus servicios? Si hay libertad, ¿por qué esas libres empresas privadas que entienden el comercio como la continuación de la guerra por otros medios, no asumen en libertad aquellos servicios públicos no rentables pero de todo punto necesarios al colectivo, y que los propios pobres no pueden pagar? ¿Acaso no buscan los grandes socializar las pérdidas -que el Estado las enjugue- pero individualizar sus ganancias? ¿Es libre la liberalización? En fin, ¿qué libertad de movilización tiene el que carece de caminos, de medios de transporte y aun de fuerzas para caminar?; ¿qué libertad de elegir trabajo o estudios se da cuando sólo hay puestos de trabajo o estudio para 50% de la población?; ¿qué libertad de expresión se da cuando el acceso activo a los medios sólo alcanza 1 % y el acceso pasivo -por falta de alfabetización, por falta de aparatos, por falta de recursos, etc.- 60 %?; ¿qué libertad económica se tiene cuando el acceso al crédito es cosa de poquísimos?; ¿qué libertad política se tiene cuando no se cuenta con los recursos para hacer un partido político y cuando los aparatos estatales o gremiales mantienen un clima de terror, o al menos de temor generalizado?; ¿qué libertad tiene esa secretaria cuyo jefe le colocaba una campanilla en el cuello para que no se levantase de su lugar? Una noche, mientras dormía el señor Erasmo, repentinamente llamaron a su puerta. Cuando abrió, unos hombres se le echaron encima y le ataron las manos, sólo las manos. Después le dijeron que así era mejor, que con sus manos atadas no podría en el futuro hacer nada malo (se olvidaron de decirle que tampoco podría hacer nada bueno). Después se fueron dejando un guardián a la puerta para que nadie pudiera desatarle las manos. Al principio, aquel hombre se desesperó y trató de romper sus ligaduras cuando el guardián no le miraba. Pero, ante la inutilidad de sus esfuerzos, intentó poco a poco acomodarse a la situación. En cierta ocasión hasla consiguió atarse sus zapatos. Otro día logró encender su cigarrillo, y así
175
comenzó a olvidarse de que antes había tenido las manos libres. Mientras esto sucedía, el guardián le comunicaba día a día las cosas negativas que hacían en el exterior las gentes con las manos libres (se olvidaba de contarle las cosas buenas). Pasaron años, muchos años. Aquel hombre llegó finalmente a acostumbrarse a vivir con sus manos atadas, e incluso llegó a autoconvencerse de que era mejor vivir así. Un día, sus amigos de antes sorprendieron por la espalda al guardián y le quitaron las llaves para desatar las manos de su amigo: «Ya eres libre», le dijeron. Llegaron demasiado tarde, porque las manos de aquel hombre habían quedado ya atrofiadas para todo el resto de sus días.
Intercambio desigual y mito del crecimiento indiferenciado Intercambio
injusto
En realidad ha sido el proceso de expansión del capitalismo, en su búsqueda de materias primas y de mercados para colocar sus productos, el que ha acarreado la incorporación del Tercer Mundo al gran mercado mundial, pero relegándolo a una situación de periferia y dependencia. Los países industrializados (el centro) no sólo imponen sus criterios a la hora de decidir, sino que se apropian del excedente económico a través de los intercambios comerciales (deterioro de la relación real de intercambio) y de la repatriación de los beneficios del capital invertido en esos territorios más atrasados (la periferia). El control de la tecnología es un mecanismo más para mantener la dependencia. Además, los mecanismos de dependencia se apoyan en ciertas élites interiores que sintonizan perfectamente con esos intereses exteriores.21 En efecto, al comprar bienes industriales, el Sur (los países empobrecidos) paga al Norte (los países enriquecidos) todo el trabajo incorporado y los beneficios de capital. Piénsese en los sueldos de ingenieros, gerentes, técnicos, obreros, administrativos de las grandes empresas multinacionales, etc., que venden automóviles en el Tercer Mundo. Sin embargo, el Norte, al comprar materias primas agrarias o minerales, sólo se hace cargo de sueldos muy bajos incorporados al precio del producto material. La agricultura en Estados Unidos y en otros países industrializados es muy productiva, pero se basa en un derroche de medios energéticos que no puede constituir un modelo para los países pobres ya que, si toda la agricultura se llevara a cabo bajo esos medios, se utilizaría anualmente 2% de 1 1. Camarho, "Rconomía y moral", en Conceptos fundamentales de ética teológica, Irotta, Ma.liul, 1992, p. 732.
176
177
CAP. 4. FORMACIÓN ÉTICA Y CÍVICA
las reservas petrolíferas conocidas, por lo cual sólo con la agricultura agotaríamos esas reservas mundiales citadas en 50 años. Otro ejemplo de intercambio desigual: si tomamos como patrón un detalle del modelo americano de vida (american way oflife), cada familia humana poseería dos automóviles. Pues bien, no existe petróleo en todo el mundo para llenar tanto depósito, ni metal para tanta carrocería, ni asfalto para tanta autopista, ni atmósfera para absorber tanto veneno gaseoso salido de tanto tubo de escape, el suelo fértil decrecería bajo las carreteras, etcétera. Mito del crecimiento
indiferenciado
¡Y sin embargo todo el mundo mira hacia el crecimiento indiferenciado (el que postula que todos los países crezcan al máximo en todo) de Estados Unidos como modelo de desarrollo! Pero el conflicto final no podrá evitarse: 80% de los habitantes del mundo están condenados a vivir en las zonas más empobrecidas de la Tierra. Es como si dos trenes avanzaran a toda velocidad, frente a frente, por la misma vía. El choque está asegurado. Ahora bien, ¿qué pasaría si les dijésemos a los estadounidenses que su «orden económico internacional» les beneficia a ellos a costa de la humanidad? ¿No sería mejor para la humanidad, que emular a los primeros en eso de intentar crecer al máximo en todo, pensar en frenar a los que más lejos han ido en esa loca carrera hasta hoy?
Comercio injusto Tal como está estructurada la relación Norte-Sur, cuanto más comercien los empobrecidos con los enriquecidos, más perderán. El comercio global ha pasado a ser una especie de transacción en que A roba a B los bienes de C, y en compensación, B sustrae del bolsillo de D dinero perteneciente a E . . . pero, finalmente, siempre pierden los mismos. El gran comercio desvalija al negociante; el negociante desvalija al mercader; el mercader desvalija al artesano; el artesano, al obrero, y el obrero se muere de hambre. No son los trabajadores con sus manos quienes triunfan, sino los explotadores de hombres. Hay ministros que venden su país, diputados que venden su conciencia, electores que venden sus votos, generales que venden sus ejércitos al enemigo, jueces venales que venden las absoluciones y las condenas. Hombres influyentes venden los empleos, las categorías y los privilegios de que pueden disponer. Abogados, procuradores y oficiales judiciales venden a sus clientes. Porteros y criados venden a sus señores. Hay maridos que venden a sus mujeres. Madres que venden a sus hijas. En esta moderna Babilonia, la mitad del mundo vende a la otra mitad. Una masa envilecida no es una garantía social.
¿Quién expolia a quién? Bajo la imagen de un joven robando una botella de aceite, en el Departamento Administrativo de un prestigioso supermercado, y colgado en la pared, se leía: «Evite que los empleados lo roben». Y el cartel enumeraba 10 medidas. ¿Cuántos empresarios no habrá que tengan empleados con muchos años de antigüedad, pagándoles un salario mínimo, con las mínimas prestaciones y desempeñando el mismo puesto? Reflexionemos: ¿quién roba a quién? Un periodista pregunta a una niña: «¿Dónde está tu familia?». «En Río de Janeiro.» «¿Qué hacen?» «Roban». Robar está muy mal, pero ¿los ricos no roban? Quizá roben con altruismo... En todo caso, los pequeños ladrones, desde la cárcel, ven triunfar a los grandes ladrones: «El señor Don Juan de Robres, con candad sin igual, mandó hacer este hospital, pero antes hizo a los pobres.»
Estamos hechos los unos para los otros -dicen los otros enriquecidos-, para los cuales el bien común es el bien que los demás nos deben a nosotros. Cuando ellos proclaman que la caridad bien entendida comienza por nosotros mismos, la mayor parte de las veces entienden que debe terminar donde comenzó. Algunos, pese a todo, se preocupan mucho por lo mucho que ellos mismos han complicado las cosas, pero deberían saber que resultaría mucho más sencillo complicarlas menos. De todos modos, esto tampoco justifica el robo de los robados. El robo de los robadores a los robados no justifica el robo de los robados a los demás. En resumen: la injusta economía neoliberal de mercado ¿Qué medio de comunicación se atreve hoy a recordar que la libertad de mercado en estas circunstancias es la dudosa libertad del pez gordo para comer al chico, o la del chico para dejarse matar?; ¿por qué no se informa de que es hoy probada y notoriamente falsa la hipótesis económica de Adam Smith, según la cual, dejadas las cosas a su libre arbitrio, sin frenos ni trabas estatales, terminaría todo en un juego de suma positiva donde cada uno de los jugadores ganaría, cuando en realidad la cosa acaba en un juego de suma cero, en que unos ganan y otros pierden?; ¿por qué silenciar que en ninguna parte del mundo se da el mercado perfecto y sin trabas?; ¿por qué ocultar que no existen las condiciones de competencia perfecta Y de libre movimiento de mercancías, por las cuales el comercio internacional produciría en términos absolutos y relativos, la igualación de la remurtf-'"
17J{
CAP. 4. KOKMACIÓN ÉTICA Y CÍVICA
ración de los factores de producción, entre ellos el trabajo?; ¿es que nadie quiere informar adecuadamente sobre algo que todos saben, sin embargo, aquello de que la economía neoliberal es la continuación de la guerra por otros medios? Ahora, «después de doscientos años de capitalismo sabemos que no existe una solidaridad preestablecida y objetiva; que los mecanismos económicos desregulados llevan a una distribución perversa, antisocial, de la riqueza económica creada. Por eso la solidaridad hay que cultivarla subjetivamente, para contrapesar el motivo del lucro en los comportamientos humanos, y plasmarla constantemente en las estructuras objetivas, además de los comportamientos económicos».22
El resultado: la cuarta parte de la humanidad vive peor que hace 20 años Hoy, el Norte rico no puede justificar sus políticas económicas ni bélicas por relación al «peligro comunista». Rusia no meterá miedo en Estados Unidos; más bien, da pena porque está para recibir limosna. Tras 1989, no existe el enfrentamiento Este-Oeste, sino un abismo cada vez mayor entre los pocos ricos del Norte y los innumerables empobrecidos del Sur. En el Sur, como dijera Santa Teresa de Jesús, «la vida es una mala noche en una mala posada», afirmación que parece especialmente pensada para los desheredados del Tercer Mundo: • El hemisferio Norte, con 30 % de la población mundial, tiene 80 % de sus riquezas y rentas. • Diariamente, 40 mil niños mueren de hambre en el mundo. • Por cada dólar que los países empobrecidos reciben de ayuda, tienen que devolver cuatro como pago de intereses. • Un niño estadounidense consume 500 veces más que un niño del Tercer Mundo. • La renta per cápita de los kuwaitíes es de 19 000 dólares. La renta per cápita del Chad apenas alcanza los 150 dólares. • En Inglaterra, 27 millones de obesos gastan anualmente 100 millones de dólares para adelgazar. • En América Latina, cinco de cada seis niños que mueren serían muertes técnicamente evitables. • De las investigaciones a escala mundial 50 % está dedicado a ejércitos y milicias. • Tres millones de personas carecen de agua potable en el mundo. • En España hay un médico por cada 360 habitantes. En Etiopía, uno por cada 78 770. • El deterioro ambiental es responsabilidad, en 75 %, de los países enriquecidos, que además se autoproclaman ecologistas. J2
],. Sebastián, de, op. cit., p. 57.
MUNDO GLOBAL, INJUSTICIA GLOBAL
179
• El 96 % de América Latina vive en situación de pobreza. El 4 % goza de todos los privilegios. • En Sudáfrica, los blancos tienen un profesor por cada 18 alumnos; los negros, uno por cada 60. • Los empobrecidos de la Tierra consumen diariamente la mitad que un perro en los países enriquecidos. • En Estados Unidos hay 744 teléfonos por cada 1000 habitantes; en Zaire hay solamente dos, cuando funcionan. • Los países enriquecidos poseen aproximadamente una cuarta parte de la población mundial (25 %), pero consumen 60 % de los alimentos, 70 % de la energía mundial, 85 % de la madera y 75 % de los metales. • Los bienes de las 358 personas más ricas del mundo equivalen a 45 % del ingreso de toda la población del planeta, lo cual no impide que los países ricos continúen armando hasta los dientes a los países pobres. • El 20 % más pobre de la población mundial tan sólo participa de 0.2 % de los préstamos internacionales y de 1 % del comercio internacional. • Una persona de cada cinco carece de hogar. El 50 % de la población mundial vive en infraviviendas. • Entre 70 y 80 % del trabajo rural en África lo realizan las mujeres, que además cargan con los cuidados domésticos. • Cada año, en el Tercer Mundo, 16 millones de niños perecen de hambre o de enfermedades perfectamente controlables, lo cual representa 25 % de todos los muertos de la Segunda Guerra Mundial, incluidos Auschwitz e Hiroshima. Es decir, que cada cuatro años se vive una guerra mundial contra los niños del Sur. Cierto periodista pregunta a una muchacha indígena paupérrima: «¿Usted tiene hambre?». «No, ¿para qué voy a tener hambre, si aquí no hay qué comer?» Si representásemos la población mundial a escala de un pueblo de 1000 habitantes, nos encontraríamos con las siguientes sorpresas: 619 serían asiáticos; 120, africanos; 109, europeos; 89 americanos del sur; 57, americanos del norte, y 6, australianos. Si los dividiésemos por el color de la piel, 800 serían de color y 200 blancos; 750 pasarían hambre; 700 morirían antes de cumplir 50 años; 600 vivirían en infraviviendas; 700 no sabrían leer ni escribir; 80 niños y niñas morirían antes de cumplir cinco años; 60 serían los dueños de tierras, bienes y empresas, y los más pobres habrían de pagar a estos últimos para que vivieran como viven. Todavía es costumbre, en cierto grupo de indígenas de Chiapas, ponerle el mismo nombre a dos hijos, por si alguno de ellos muere de hambre. En resumen, la cuarta parte de la humanidad vive hoy día peor que hace 20 años; es decir, que en 20 años todo ha empeorado para la cuarta parte de la humanidad. En efecto, 1700 millones de personas han retrogradado, según el Informe sobre el Desarrollo Humano del Programa de
180
CAR 4. FORMACIÓN KTICA Y CÍVICA
la ONU para el Desarrollo (PNUD), lo que no significa que el resto de la humanidad viva bien ya que, en su conjunto, las tres cuartas partes de la humanidad pasan hambre; como tampoco quiere decir que no haya países que mejoren, pues, mientras 89 países van a menos, 15 han progresado (obviamente, a costa de aquellos otros que han empeorado): Si la situación actual del mundo se mantuviese, los países con un desarrollo humano de nivel medio tardarían 17 años en equipararse con los ahora punteros; en cuanto a aquellos que hoy permanecen estancados en un desarrollo humano bajo, necesitarían 200 años para compararse con los actualmente más afortunados. Esto quiere decir que la brecha entre ricos y pobres crece de día en día y la disparidad económica entre países industrializados y en desarrollo está pasando de lo injusto a lo inhumano. Esto no impide que en el África subsahariana los gastos militares alcancen la cifra de 1.4 billones de pesetas, cuando con 1.17 billones se podría atender a todas las necesidades básicas de educación y de salud de todos esos países.23
E l clamoroso
caso de
África
El siguiente texto de José María Mendiluce, ex vicepresidente de la Comisión de Asuntos Exteriores del Parlamento Europeo, relata la situación de esa África cuyos países son los máximos actores del gran fracaso de los últimos 15 años, pese a lo cual los gastos militares se multiplicaron por cuatro entre 1990 y 1994: África se nos está muriendo ante los ojos perplejos de los que la aman y los ojos ciegos de los que la condenan. África camina a la deriva entre la indiferencia de muchos y la activa contribución de los mercaderes de la muerte. África "sobra" en el reparto de funciones de esa economía globalizada, que rmmdializa los beneficios y que no conoce fronteras ni límites para especuladores y teóricos del triunfo del mercado y de la competencia, pero que sí los establece cuando de derechos humanos, de valores y de principios se trata. África, expoliada y dejada en manos de dirigentes corrompidos por el sistema corruptor que les vendimos, se hunde mientras se debate en busca de un futuro que le niegan los adoradores del mercado. Quieren éstos un África de Mobutu, de dictadores y de tiranos, o de democracias huecas y vulnerables, incapaces de cuestionar su lugar en el reparto. De depredadores de sus riquezas y destructores de su equilibrio ecológico. Y somos muchos los que queremos y creemos en un África de Mándelas, de dignidad e independencia. De derechos humanos y de libertad. Está bien. Europa de mercado. Hagamos que coticen como valores los seres humanos, avancemos en una convergencia solidaria que nos haga gritar ¡basta ya! de Sevilla a Estocolmo. Corrijamos el déficit democrático, el déficit de espacio para nuestras inquietudes, el déficit de solidaridad y de presupuestos para la cooperación, el déficit de capacidad de respuesta ciudadana, articulada y enérgica para decirles que no. Que no somos despre"Cfr., C. Díaz, Grandes reíos globales. Fundación Mounier, Madrid, 2003, p. 46.
MUNDO GLOBAL, INUSTICIA <;I,OKAI,
IKI
ciables seres egoístas o insensibles, objetos emisores de votos inevitables, como pretenden algunos. Sí. Luchemos contra la inflación. Inflación de funcionarios de la política, insensibles y burócratas, desmotivadores y alejados de la realidad, inflación de reuniones y palabras, frente al déficit de acciones coherentes. Inflación de corruptos y sinvergüenzas, producto de la deificación del mercado y del dinero fácil. Inflación de falsos incentivos hacia una felicidad imposible si se nos aparta de los valores que nos hacen ser humanos, sensibles, solidarios. África no tiene tiempo que perder ni para recuperar todo lo que no se hizo. Debe incorporarse, a través de la libertad y de la educación, al siglo xxi sin pasar por el que ya perdieron. Y hacia ese siglo vamos caminando también nosotros, confundidos y a veces desmoralizados por la fuerza de este castillo de naipes, aunque de aparente solidez, construido por los aduladores del Dios de los Mercados. Especulemos contra ellos. Dejemos de comprar sus bonos y valores y compremos, todos a una, el valor no cotizable de la dignidad humana. Harán crac, un estruendoso crac mayor y más profundo que los de la Bolsa de Nueva York. Es un problema de oferta y de demanda. Y los que demandan son millones de seres humanos que quieren vivir. Adecuemos la oferta.24
M á s p o b r e s cada v e z m á s p o b r e s Mientras tanto, ¿cómo vive la ciudadanía del Tercer Mundo, que se ve obligada primero a la huida del propio país y a la miseria después, ya en el país de llegada? Vive en la carencia y en la des-moralización. Abusos del poder político, económico y policial; desviación especulativa del dinero; confusión entre lo público y lo privado, administrado aquéllo en función de intereses particulares; discrecionalidad de los medios de comunicación, utilización y abuso de la mentira como forma de comunicación; injusticias que claman al cielo porque el derecho penal cae sobre los pobres; mientras el constitucional engorda a los ricos que alardean de su impunidad; suplantación de lo legítimo por lo legal; bosque de leyes que, lejos de resolver los problemas esenciales, los enmascara; violencia, desprecio a la vida, corrupción, desempleo, evasión fiscal, tráfico de drogas, torturas, secuestros, etc. Entre el miedo y la impotencia, entre la desconfianza y la maledicencia, entre la frustración y la desesperación, en verdad, ¿qué son -se preguntaba San Agustín- los reinos sino grandes latrocinios cuando no existe justicia? No, no es éste un mundo fácil para los emigrantes, cada vez más numerosos y cada vez más pobres (más pobres, más pobres), mientras los ricos cada día más ricos. La expulsión masiva de millones de personas de la relación laboral en el mundo entero tiene sus primeras expresiones en la disminución de ingresos económicos o, en determinados casos, en la ausencia total de los mismos. A su vez, de ahí se deriva tanto su creciente marginalización objetiva; es decir, su ruptura con toda la trama relacional de la vida '''"África: olería y demanda", en i'l l'als, 18 ele noviembre de 1096.
182
MUNDO GLOBAL, INJUSTICIA CLOHAI,
GAP. 4. FORMACIÓN ÉTICA Y CÍVICA
privada, como su desesperanza subjetiva, al percibirse a sí mismos como sujetos no rentables e inútiles que sólo representan una carga para los demás y para las instituciones; en definitiva: una incertidumbre y un vacío de sentido como resultado de una crisis de identidad. Pero existe un escalón aún mucho peor. En efecto, entre estos desempleados que emigran se encuentran los ilegales, los indocumentados, los sin techo, las minorías étnicas, las personas con problemas personales (minusválidos, ex psiquiatrizados, marginados crónicos, ex carcelados), o con problemas judiciales (libertad condicional, tercer grado, condenas alternativas) etc., muchos de ellos con serias dificultades adicionales, tales como falta de actitud y de aptitud adecuadas para llevar adelante una vida laboral normalizada. En definitiva, estas personas desestructuradas existencialmente han agotado todas las prestaciones o subsidios, si los tuvieron alguna vez (de ahí su absoluta carencia de renta); además, estas gentes se encuentran con dificultad para acceder a los recursos disponibles, tales como planes de empleo, cursos de formación ocupacional, formación reglada, escuela de adultos, subsidios ocasionales. Peor todavía: cada vez deviene mayor el número de los que se saben excluidos no sólo del mercado de trabajo convencional, sino incluso de los hoy ya complicados círculos de trabajo alternativos tradicionalmente ocupados por colectivos desheredados (venta ambulante, quincallería, chatarra, etc.), de los cuales, a su vez, van siendo progresivamente expulsados por los grupos «afortunados» provinientes del desempleo. Esta es la paradoja: que la clase social más abundante es, precisamente, la que menos significa; hay una relación inversamente proporcional entre abundancia y significación: los menos abundantes, resultan ser los más significantes, y los más abundantes, los más insignificantes. Si tales personas podrían sentirse en su propio país como un perro al que nadie saca a orinar, en país ajeno son tratados como perro flaco y pulgoso al que todos tratan de apalear. Helos, pues, ya aquí, llamando a nuestra puerta deshechos y desechados social, profesional, familiar y personalmente muchos de ellos, cada vez más y más. La puerta del segundo mundo se abre a la del tercero y ésta a la del cuarto, como en una sucesión de improntas kafkaianas sin término ni tregua. Y siempre viene detrás otro más mísero comiendo las cascaras que el mísero arrojó.
183
búsqueda de un trabajo que no encuentran. Y he aquí la necesidad de pedir también a los niños el concurso laboral para llevar a casa unas cuantas monedas para sobrevivir. Sin saber qué hacer, se lanzan instintivamente a las calles de la ciudad con la esperanza de encontrar algo, ya sea pidiendo, haciendo cualquier trabajito, o robando. Estos niños son denominados genéricamente «niños de la calle», aunque en cada país tienen un nombre característico. En todo el mundo los niños que pasan sus días en la calle son cerca de 80 millones. De ellos, 20 se encuentran en Asia, 10 en África y Medio Oriente y 50 en América Latina. La mayoría de ellos tienen una familia y todas las tardes vuelve a casa; sin embargo, 19 millones raramente entran en su casa, pues consideran la calle como su casa. De éstos, a su vez, cuatro millones carece de familia y están completamente solos. Vergüenza para aquellos empresarios que matan a los niños con su egoísmo. Vergüenza para aquellos políticos que mantienen a los niños en esclavitud a causa de su desinterés. Vergüenza para aquellos consumidores que se hacen cómplices de la explotación de los niños porque compran los productos obtenidos con su sudor. Vergüenza también para nosotros si no hacemos nada en contra. Todas las mañanas, nuestros hijos, tras levantarse, lavarse y nutrirse bien, se ponen la cartera a la espalda, dan un beso a su mamá y se van a la escuela. Pero en África, en Asia, en Latinoamérica, 100, quizá 200 millones de niños se levantan de sus camastros, comen un poco de sopa aviada desde la tarde anterior y parten de casa para afrontar una jornada de trabajo que puede durar 18 horas. Con frecuencia trabajan y - n o raramente- mueren por nosotros. El lujo coexiste con la miseria bajo el signo de una asombrosa desigualdad. El desarrollo económico podría mitigar las desigualdades, pero no es así. Las distancias económicas y sociales son un escándalo contrario a la justicia y a la dignidad del hombre. Se diga lo que se diga, afirma Eduardo Galiano, «el subdesarrollo no es la infancia del desarrollo, no es una etapa del desarrollo. El subdesarrollo de muchos países es la consecuencia histórica del desarrollo de pocos. Es la pobreza de muchos la que ha hecho y hace posible la riqueza de pocos, dentro de cada país y a escala universal. El hambre de muchos es hermana siamesa del despilfarro de pocos, y uno se pregunta: ¿en qué supermercado han comprado esos pocos el mundo?».
Los niños de la calle La mayor parte de los pobres que el sistema entiende sólo como un lastre se a m o n t o n a n en la ciudad. Viven en infraviviendas adosadas unas a otras hasta formar desiertos de miseria. Aquí, en estos habitáculos sin servicios higiénicos, sin alcantarillado, sin agua potable, sin escuelas, sin dispensarios, se consuman los más tristes dramas humanos. De estas periferias dominadas por el alcoholismo, por la violencia, por la prostitución, todas las mañanas millones de adultos salen de casa a la
Un mundo globálmente
injusto
Un mundo donde existen tantas riquezas produce cada vez más pobres, cosa que condenaron enérgicamente los padres de la Iglesia hace siglos: Es la riqueza, dice San Juan Crisóstomo, asesino implacable, fiera indomesticable, déspota más feroz que un bárbaro, enemigo irreconciliable que no sabe
1H4
LlBERALl'/AClÓN NO KS LIBERACIÓN
(¡AI*. 4. FORMACIÓN ÉTICA Y CÍVICA
de treguas ni depone jamás el odio contra los que la poseen. ¿Por qué huyendo de la pobreza, perseguís la riqueza, enemiga que es, asesina y más feroz que las fieras? ¿Por qué azuzas a una fiera que debieras domesticar? ¿Cómo, pues, dejará la fiera de ser fiera? Mas, si la sacas de la sombra y la distribuyes entre las manos de los pobres, la fiera se torna oveja; el insidioso, protector; el escollo, puerto; el naufragio, calma. Aun cuando seas opulento, si gastas más de lo necesario tendrás que dar cuenta de la riqueza que te ha sido confiada. No vayas a pensar que por el hecho de que los ricos no paguen aquí sus iniquidades carecen de pecado. Si fuera posible castigar en justicia a los ricos, de ellos estarían llenas las cárceles. La verdad es que, entre los otros males de la riqueza, hay que contar el de que el rico, al cometer la maldad impunemente, no habrá manera de que se detenga en ese camino, sino que recibirá heridas sin remedio y no habrá quien ponga freno a su iniquidad... El cuerpo del ricachón entregado ha sido a la tierra; mas la vista de las grandes construcciones no permite que con él quede enterrada la memoria de su avaricia. Todo el que pasa, al contemplar la grandeza y cultura de la espléndida casa, no dejará de decirse a sí mismo o a su vecino: "¡Con cuántas lágrimas no se habrá edificado esta casa! ¡Cuántos huérfanos se habrán quedado desnudos! ¡Cuántas viudas no habrán sufrido una iniquidad y cuántos obreros no habrán sido defraudados de su jornal!". De modo que te salen las cuentas del revés: querías gozar de gloria mientras vivías, y ahora ni después de morir te ves libre de acusadores. La casa lleva tu nombre como esculpido en una estela y obliga a que te ultrajen quienes no te vieron en vida.25 «¿Por qué mientras los pobres perecen todos los días de opresión, hambre, frío, injurias, tú eres amigo del oro, guardas la plata, tienes por sacrosantos, como si fueran ídolos, los vestidos preciosos y los ornamentos lujosos superfluos? ¡Cuántas almas asesinadas cuelgan de los collares de las matronas enjoyadas! Si vendieras una sola de tus joyas, distribuido su precio entre los pobres, conocerías por las necesidades remediadas cuántos sufrimientos vale tu ornato» (San Zenón de Verona).
LIBERALIZACIÓN NO ES LIBERACIÓN Como dijera el sacerdote jesuíta Ignacio Ellacuría, asesinado en El Salvador por denunciar todo esto: Una cosa es la liberalización y otra cosa muy distinta es la liberación. Los procesos de liberalización sólo son posibles si han antecedido procesos de liberación. La liberalización es problema de élites y para élites, mientras que la liberación es proceso de mayorías populares, que empieza por la liberación de las necesidades básicas y construye después condiciones positivas para el ejercicio cada vez más adulto de la libertad y para el disfrute razonable de las A1 respecto, Cfr. J. Biosca, e I. Mora, Posees lo ajeno cuando posees lo superfino, l ; uncliirión I',. Mounicr, Mndricl, 2000.
1115
libertades. Que determinados procesos de liberación tiendan a convertirse en nuevos procesos de dominación es algo muy a tener en cuenta, pero no invalida la prioridad axiológica de la liberación sobre la liberalización a la hora de alcanzar la libertad. Querer plantear el problema de la libertad al margen de la liberación es querer evadir el problema real de la libertad para todos. Ya en lo personal, la libertad no se actualiza plenamente sino por laboriosos procesos de liberación frente a toda suerte de necesidades más o menos determinantes. Hay una base interna para la libertad y un ideal de libertad, que hasta cierto punto y de forma genérica le son dados naturalmente al hombre. Pero se trata fundamentalmente de capacidades y libertades que necesitan ser actualizadas para convertirse en realidades plenas mediante condiciones bien precisas. Algo similar debe decirse de la libertad social y política. Supone una liberación de estructuras opresoras, y contra ellas lucharon los liberales clásicos en el supuesto de que sólo el Estado limitaba u oprimía al individuo, sin percatarse de que hay grupos sociales opresores y explotadores de otros grupos sociales. Supone, además, la creación de condiciones para que la capacidad y el ideal de la libertad política y social puedan ser compartidos equitativamente. La liberación se entiende por tanto como "liberación de" toda forma de opresión y como "liberación para" una libertad compartida, que no posibilite o permita formas de dominación. Tiene poco sentido hablar de libertad cuando el espacio de su actualización está reducido por las necesidades básicas insatisfechas, por drásticas limitaciones de posibilidades reales entre la que elegir y por imposiciones de toda índole, especialmente las apoyadas en la fuerza y en el terror. Pero no basta con una mera 'liberación de'; se requiere una 'liberación para' o una 'liberación hacia' la libertad, que sólo podrá ser plena cuando sea libertad de todos. No es aceptable la libertad de unos pocos sustentada en la esclavitud de los demás, ni la libertad de esos pocos sustentada en la no-libertad de la mayoría. Por ello aquí también la libertad debe verse desde su historización en las mayorías populares dentro de cada país y de los pueblos oprimidos en el conjunto del mundo. Es la humanidad la que debe ser libre, y no unos cuantos privilegiados de la humanidad, sean individuos, clases sociales o naciones. Desde esta perspectiva el problema de la prioridad de la justicia sobre la libertad o de la libertad sobre la justicia se resuelve por la unidad de ambas en la liberación. No puede darse justicia sin libertad ni libertad sin justicia, aunque en el orden social y político haya una prioridad de la justicia sobre la libertad, pues no se puede ser libre injustamente, mientras que la justicia, al dar a cada uno lo que le es debido, no sólo posibilita la libertad, sino que la moraliza y justifica. La liberación de toda forma de opresión, cualquiera que ésta sea, es, como proceso real de justificación, el medio real de potenciar la libertad y las condiciones que la hacen posible. En este sentido la liberación es un proceso de "ajuste" consigo mismo, en cuanto busca romper las cadenas interiores y exteriores; es un proceso "justo", en cuanto trata de superar una injusticia manifiesta; y es un proceso "justificador" en cuanto busca crear condiciones adecuadas para el desarrollo pleno de todos y para un equitativo uso de las mismas.26
¿>
"I. Kllacuría, In Misurium
l.iberations,
Ihnta, Madrid, 1994, pp. 720 y ss.
186
CAP. 4. FORMACIÓN ÉTICA Y CÍVICA
Así las cosas, la liberación no puede consistir en un paso de la pobreza a la riqueza haciéndose ricos con la pobreza de los otros, sino en una superación de la pobreza por la vía de la solidaridad. Se trata, eso sí, de los pobres con espíritu, de los pobres que asumen su situación como fundamento en la construcción del hombre nuevo. Desde la materialidad de la pobreza, ésta se levanta activamente desde los pobres con espíritu hacia un proceso de liberación solidaria, que no deja fuera a ningún hombre. Dicho de otro modo, se trata de unos pobres activos, a quienes la propia necesidad aguijonea para salir de una situación injusta. De ahí que este hombre nuevo se defina en parte por la protesta activa y la lucha permanente, que buscan superar la injusticia estructural dominante, considerada como un mal y pecado, pues mantiene a la mayor parte de la población en condiciones de vida inhumana. Lo negativo es esta situación que, en su negatividad, lanza como un resorte a salir de ella; pero lo positivo es la dinámica de superación.27
LA DEUDA ETERNA DE LA DEUDA EXTERNA U n a injusticia estructural que clama al cielo El proceso de empobrecimiento de la gente del Sur del mundo se inició hace 500 años con el colonialismo y desde siempre ha seguido dos caminos: el de la explotación comercial y. el de la explotación del trabajo. Pero desde hace 20 años ha surgido un tercer camino: el camino de la deuda. La deuda es uno de los capítulos más acelerados de las relaciones Norte-Sur y constituye el peor insulto proferido a la gente del Sur porque ha sido orquestado por los bancos del Norte y por las élites locales casi exclusivamente para servir a sus intereses privados. La historia de la deuda se remonta a 1973, cuando los bancos del Norte se encontraron con mucho dinero depositado por los emires árabes tras la vertiginosa subida de los precios del petróleo. Pero aquellos eran años de crisis y no resultaba fácil colocar dinero en el Norte del mundo. Por eso los bancos corrieron a ofrecer a los gobernantes del Sur la concesión de aquellos préstamos que no estaban destinados a crear bienestar para el pueblo, sino a financiar huecos en los balances públicos derivados de la corrupción, a construir obras públicas de prestigio, únicamente para dar comisiones a las industrias del Norte a cambio de espléndidas mordidas, a financiar la fuga de capitales, a comprar armas. Al principio, las condiciones ofrecidas por los bancos parecían ventajosas, pues los intereses eran bajos; pero con el tiempo aumentaron 2
'/<'(n, p. 4 2 2 .
LA DEUDA ETERNA DE LA DEUDA EXTERNA
187
por la crisis del petróleo y por la avaricia de los prestamistas, y llegó el momento en que los gobernantes del Sur tuvieron que admitir que no eran capaces de pagar la deuda acumulada. Por eso se presentaron ante los bancos del Norte pidiendo nuevos préstamos y una serie de dilaciones de pago. A partir de ese momento se inició el calvario de los pueblos del Sur, porque los bancos declararon que habrían atendido las peticiones de los gobiernos del Sur, con tal que estos últimos hubiesen aceptado las reglas impuestas por el Fondo Monetario Internacional. Este organismo, nacido en 1946 para vigilar las relaciones monetarias entre las naciones, interviene ante los estados deudores para poner orden en sus pagos. De hecho, el FMI sólo cumple esta misión respecto de los países del Sur. Al Norte enriquecido conviene recordarle que, a pesar de su cacareo sobre los Derechos Humanos, está hoy mucho peor que antes. La renta per cápita media mundial ha crecido desde los 651 dólares en el año 1820, hasta los 5145 dólares en 1992, pero los países más ricos la han multiplicado por más de 400, mientras los más pobres sólo por dos, y algunos ni eso. Por contrapartida, en 1970 la deuda era de 68 000 millones de dólares; a finales de esa década había crecido a 577000 millones de dólares; a finales de los ochenta llega a 1 billón 300 000 millones de dólares; a finales del noventa, a 1 billón 420 000 millones, y hoy día, a 2 billones 200 000 millones de dólares. Hay países altamente endeudados con una deuda externa hasta seis veces superior al producto interno bruto. Por tanto, 4.4 veces del dinero que reciben esos estados debería destinarse a pagar la deuda. Por otro lado, el país más endeudado del mundo es Estados Unidos, con una deuda de 1.2 billones de dólares, pero a Estados Unidos no le imponen intereses usurarios sus acreedores; aun siendo el país más endeudado del mundo, ni siquiera son mínimamente importunados al respecto por el FMI, antes al contrario: Estados Unidos impone su usura al resto del mundo, especialmente a los más pobres, para poder gastar 4 % más de lo que ingresan. A Estados Unidos se le está prestando mucho dinero a un interés bajo. En el mundo económico desarrollado es muy normal que haya un endeudamiento como cauce común para una mayor expansión, pero con interés dinerario bajo; sin embargo, los países empobrecidos reciben créditos a un interés muy alto, y si se condonase la deuda de los empobrecidos, el mercado subiría los tipos de interés para resarcirse. Por su parte, los países empobrecidos han creado sus propias oligarquías, a veces vinculadas a multinacionales. La presión fiscal en esos países apenas llega a 7 % sobre el producto interno bruto; es por tanto muy baja. Ahora bien, si no se presiona fiscalmente la atención a la población, se tendrá que hacer a costa del endeudamiento exterior, y el interés del dinero será muy alto para la gente, además de que se favorecerá la corrupción del sector público, que compensa con mordidas lo que no gana.
189
188 El Sur financia al Norte
El calvario de la deuda
Una de las más crueles paradojas de esta situación es que el Sur exporta dinero al Norte. En 1982, América Latina transfirió casi 200 000 millones de dólares, a pesar de lo cual la deuda se incrementó en 100 000 millones. En conjunto, el Tercer Mundo en 1984, transfirió, 142 400 millones de dólares y sólo recibió 92 300 millones. La espiral perniciosa de la deuda se pone más de manifiesto al analizar lo que ocurre con los 17 países más endeudados. Para ellos el flujo negativo ha sido de 32 800 millones últimamente. A pesar de estos pagos, la deuda no disminuye. Según el Banco Mundial, la deuda externa de los países en desarrollo volvió a aumentar en 1989; alcanzó 1290 millones de dólares. Cuanta más deuda se paga, más deuda se debe. A la vista de la situación, seguir prestando dinero al Tercer Mundo ya no merece la atención de los banqueros del Norte. Así como el origen de la deuda se debió en gran parte al dinamismo de los bancos por colocar sus fondos en manos de los gobiernos de los países en vías de desarrollo, ahora abandonan a sus clientes y buscan nuevos mercados más interesantes. Si en 1982 la banca privada financiaba los dos tercios de los préstamos al Tercer Mundo, ahora los empréstitos casi se reducen a un tercio. Si, además, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial no cubren ese vacío, la pregunta es quién va a ayudar a las naciones deudoras a salir del pantano de la deuda. Pero los bancos han comenzado a despojarse de la deuda. Prefieren vender sus derechos como acreedores a los precios que alcanza la deuda en el mercado, a cambio de su participación en empresas de esos países. En 1987 se hizo un total de 8000 millones de dólares de conversiones de deuda por activos; al año siguiente fueron 22 000 millones. Los países en desarrollo exportan dinero y ven de este modo cómo sus infraestructuras productivas pasan a manos imperialistas. Las políticas del Fondo Monetario Internacional están dando sus frutos para los enriquecidos, porque desde 1982 hasta 1991 los países del Sur han pagado -sólo por intereses- 750 000 millones de dólares. Si a éstos se añaden otros 750 000 millones de dólares como reembolso de capital, resulta que en nueve años el Sur del mundo ha pagado al Norte 1500 000 millones de dólares. En efecto, los países del Sur depositan cada mes en las cajas del Norte 12.5 millones de dólares, y hasta la paupérrima África subsahariana devuelve cada mes al Norte un óbolo de 1000 millones de dólares. Pese a ello, ¡la deuda del Sur es aún de 1 700 000 millones de dólares! De este modo llegamos al absurdo de que el Sur pobre financia al Norte rico. De hecho, desde hace varios años (mediante reembolso de la deuda y de las ganancias), los capitales enviados desde el Sur hacia el Norte superan los enviados por el Norte al Sur (en inversiones, préstamos, donaciones).
Pero el Fondo Monetario Internacional sólo se plantea cómo devolver el dinero a los bancos, e impone a los países del Sur reorganizar sus economías para estar en condiciones de pagarlas. Es verdad que sería necesario controlar a las autoridades económicas de los países empobrecidos para evitar la corrupción de sus gobernantes, los cuales gastan en beneficio propio el dinero que reciben en forma de créditos para la reconstrucción de sus países. También es verdad que en algunos países empobrecidos se ha conmutado o condonado parcialmente la deuda y han vuelto a endedudarse; por ejemplo, Venezuela ha recibido más dinero que el entregado en el Plan Marshall a Francia, y sigue igual. Sin embargo, ¿quién controla a los gobernantes corruptos de los países enriquecidos a costa del robo a los países empobrecidos? En todo caso, hay que favorecer la aplicación de una serie de reformas estructurales que supongan un control sobre los gobiernos de los países deudores, pues resulta vergonzoso que a estas alturas de la historia haya ONG (Organizaciones No Gubernamentales) dedicadas a rescatar esclavos, como si fueran la Orden de los Mercedarios del Medievo, y otras que se dedican a comprar deuda externa incobrable para los ricos, para que se destine a atención social. Ese parcheo es indigno. Ahora bien, ¿qué reformas? Las medidas impuestas por el Fondo Monetario Internacional se llaman «políticas de ajuste estructural» y parten de una consideración muy simple: quien tiene que pagar una deuda ha de trabajar día y noche, vender mucho, y consumir poco. Para ello se ve obligado a lo siguiente: Agotar todos los recursos. Exportar lo más posible, explotando al respecto todos los recursos naturales vendibles sin preocuparse de los daños ambientales y sociales que se pudieran derivar de ello. A lo cual habría que añadir que las materias primas tradicionales no tienen relevancia en la economía de hoy, donde cada vez es más importante la informática: tradicionales materias primas básicas como el petróleo serán sustituidas a mediano plazo por la energía de fusión, cuya materia prima es el agua. Es importante caer en la cuenta de que las materias primas, abundantes en los países empobrecidos, siempre estarán por debajo del precio de los productos industriales abundantes en los países enriquecidos. Ganar menos. Congelar los salarios y devaluar la propia moneda para abaratar los propios productos y hacer disminuir los consumos, incluso los necesarios, pues lo que era necesario ayer pasa así a ser lujoso, exprimiendo cada día un poco más a las personas. Encarecer el dinero. Aumentar las tasas de interés para desalentar tanto las compras a plazos por la gente, como la solicitud de préstamos por las empresas, aun cuando ello significa menos inversiones, menos puestos de trabajo, más desempleo y, al final, de nuevo mas
190
EL CIUDADANO PARTICULAR
GAP. 4. FORMACIÓN ÉTICA Y CÍVICA
deuda. La desocupación aumenta por todas partes, porque cuando se tiene menos dinero no sólo se consume menos, sino que también se invierte menos. Apretarse el cinturón. Sanear la balanza de pagos gastando menos de cuanto entra en las cajas del Estado conlleva el incremento de las tasas y el recorte drástico del gasto público. Difícilmente puede imaginarse algo más escandaloso que la deuda: acumulada para enriquecer bancos, empresas y gobiernos corrompidos, finalmente son los pueblos los que deben restituirla al precio de un durísimo sacrificio, pues la primera palabra de orden del Fondo Monetario Internacional es: «¡Apretarse el cinturón!», y para pueblos ya inmersos en la miseria esto significa descender al límite de la existencia: entre 1986 y 1990, los salarios han descendido en Guatemala 30%, y hoy el salario medio de un obrero sólo alcanza para cubrir 40 % de las necesidades mínimas de una familia. La política de «apretarse el cinturón», naturalmente, se extiende a todos los ámbitos, incluidos los balances públicos y, puesto que para los gobiernos cuentan más los carros armados que la gente, lo que se corta son propiamente los gastos de instrucción, la sanidad, la seguridad social. Los efectos de estos recortes son desastrosos. Reaparecen enfermedades como la malaria, el tifus, el cólera. La disminución de los servicios escolares de base está haciendo resurgir el analfabetismo. La suspensión de las intervenciones gubernativas para mantener bajo el precio de los géneros alimenticios hace aumentar el hambre y genera revueltas populares, que regularmente son reprimidas en sangre. En muchos casos, el recorte del gasto público no sólo quiere decir empobrecimiento, sino también muerte. La UNICEF afirma que la deuda, con sus políticas de ajuste estructural, provoca cada año la muerte de 500 000 niños. Cuando algún delincuente mata por alguna deuda impagada, la ejecución se llama ajuste de cuentas; pero cuando el FMI decide liquidar a pueblos enteros se llama plan de ajuste: ¿acaso no es la economía internacional la más eficiente expresión del crimen organizado?
EL CIUDADANO PARTICULAR DEFENSOR DEL EGOÍSMO GLOBAL: EL BURGUÉS Pero ¿qué importa la injusticia al ciudadano neoliberal burgués? El burgués se ha ido inclinando cada vez más hacia el egoísmo, y con el tiempo, hacia la envidia: él envidia y, una vez que ha logrado alcanzar el objeto de su deseo, entonces desea ser envidiado a su vez por los demás. Ni sabe ni quiere ni puede salir de ese círculo. Ciertos privilegios suntuosos reportan satisfacción a sus poseedores única y exclusivamente porque éstos suponen que los demás no pueden alcanzarlos pero, una vez genera-
191
lizados, ponen de manifiesto su intrínseca trivialidad y dejan de interesar a quienes antes se mataban siquiera por rozarlos. El burgués, ser sin los otros ¿Qué otra cosa podría ser el burgués, sino egocéntrico? Se trata de una personalidad pasiva, dominada por la necesidad de "ser vista", donde la reivindicación egocéntrica es siempre receptiva: el egocéntrico aparece entonces como un niño que quiere verlo todo, oírlo todo, formar parte de todo lo que ocurre o se dice a su lado, ser siempre escuchado, servido, admirado el primero; en una conversación se encuentra impaciente por anteponer sus propios recuerdos, las experiencias en las que ha participado, las pruebas que le han convencido; corta la palabra, se adelanta indiscretamente allí donde no ha sido solicitado. En cualquier asunto se muestra impaciente ante toda situación nacida fuera de él e independiente de él. Es que la conciencia reflexiva se desarrolla hasta el extremo bajo el influjo de una cultura de invernadero, y el tema del Narciso se introduce en estas vidas replegadas sobre la contemplación voluptuosa del yo. Es un yo enroscado como un erizo sobre su propia conservación el que forma los segundos, y este negativismo se produce casi siempre por los desaciertos de la formación.28 El burgués, o la reducción del interés humano a los intereses dinerarios La palabra interés (inter esse), que significa etimológicamente «estar entre», no la vive el burgués desde el "entre" que nos une. Emmanuel Mounier ha descrito agudamente las cicatrices del dinero en el alma del burgués, aquel que ya no vive para ser sino para tener, aquel que para tener deja de ser, esto es, de relacionarse, o que cuando se relaciona reduce a objetos a los otros sujetos, intentando comprarlos y venderlos, alquilarlos, traspasarlos, etc. Antiguamente había que morir por alcanzar ciertas cosas; ahora basta con pagar dinero por ellas, porque el dinero, llave omnipotente, poderoso caballero, todo lo compra; tanto tienes, tanto vales. El rico no es rico y nada más: es nada más y nada menos que rico, como consecuencia de lo cual el adinerado tiende a presentarse como el respetable, por aquello de que una buena capa todo lo tapa; es la gran reverencia ante el Gran Rey de este mundo: don dinero, Su Majestad. El burgués se ciega en sus propiedades, se deslumhra con el brillo del oro. Las personas son para él oro en potencia, filón cuyas pepitas hay que extraer, objeto de avaricia. La forma en que el dinero (aunque no sólo el dinero) mina lentamente a personas e instituciones parece fácil de ver en el ojo ajeno, aunque no tanto en el propio: «Y lo que es más grave de todo 2
"E. Mounicr, Obras. Datado del carácter, t. II, Sigúeme, Síilnm.inin, 1993, |).íy,¡iwis 567-569.
ir*¿
CAP. 4. FORMACIÓN ÉTICA Y CÍVICA
-escribe San Juan Crisóstomo-, robas, te adueñas de las riquezas, no obligado por la pobreza ni forzado por el hambre, sino para recubrir de oro el freno de tus caballos, el techo de tu casa y los capiteles de tus columnas. ¿De qué infierno no serás digno por estas acciones cuando al hermano, a éste que es contigo partícipe de los bienes eternos y que ha sido honrado como tú por el Señor, le inflinges miles de daños para adornar no ya a los brutos animales, sino los pavimentos y las piedras que no sienten?».
EL PAPEL MANIPULADOR DE LOS MEDIOS EN FAVOR DE LA GLOBALIZACIÓN NEOLIBERAL Un simple noticiero televisivo de 30 minutos nos hará contemplar todo tipo de catástrofes naturales y artificiales, todo tipo de escándalos financieros, políticos, eróticos, etc., y tras este baño de mierda uno se pregunta si todo esto no tendrá como objeto lograr despertar en cada televidente la sensación de que su propia vida es menos desastrosa, y que al fin y al cabo todo va bien porque a mí, personalmente, no me va tan mal como en la televisión. La gente feliz y a la vez sencilla sale menos en pantalla, no fuera a ocurrir que por comparación el televidente se sintiera desgraciado y llegase a pensar cómo mejorar la situación. Sólo se nos muestra en la pantalla pequeña -y como si fueran de otra galaxia, dada la distancia que les separan de nosotros- a felices extraordinarios, gentes de la jet society lejos de nuestras posibilidades, para que no se nos ocurra ni por lo más remoto identificarnos con ellas por la mera vía del ensueño, de la irrealidad o realidad virtual. Todo, en fin, pensado para que a nadie se le ocurra proponer un mundo mejor, pues si así fuera, tal vez los primeros en desaparecer serían los propios medios de masa en su actual configuración. En la geografía del mundo inútil o mapa de nuestros (des) informadores de todo género (mapa elaborado por hombres de ciencia, para más detalle), aprendemos desde la escuela que América Latina ocupa menos espacio que Europa, y mucho menos que Estados Unidos y que Canadá, y lo peor de cuanto decimos es que América Latina no solamente está achatada en el mapa geográfico, sino sobre todo en el mapa de la realidad histórica presente. Por eso los niños juegan a los cow-boys sin que ninguno de ellos quiera hacer el papel de indio...
La cuestión poblacional Según la prensa habitual, para que el Tercer Mundo salga de la situación de subdesarrollo en que se encuentra, debería limitar su tasa de na-
El. PAPEL MANIPULADOR
193
talidad. Este falsísimo argumento constituye sin embargo uno de los tópicos favoritos del Norte. Pero es un argumento falsísimo, porque: a) La población de la Tierra dista aún mucho de haber llegado a su saturación; cualquier economista especializado en geografía de poblaciones sabe que podría multiplicarse todavía por cuatro la población mundial sin que faltasen en absoluto alimentos para mantenerla, y ello sin contar con las eventuales potencialidades futuras derivadas del progreso. b) En el supuesto falso de que la Tierra hubiera llegado a su saturación, ¿por qué no se dice que los países con mayor densidad de población no son los países pobres, sino Japón, Países Bajos, Inglaterra, tan interesados en controlar la población fuera de sus fronteras? c) ¿Por qué están esterilizando a poblaciones autóctonas del Sur con baja natalidad (por ejemplo, poblaciones andinas, poblaciones indígenas muy reducidas que viven tranquilamente de la caza y de la pesca en las selvas amazónicas del Brasil), a cambio de prestaciones económicas? d) ¿Por qué se oculta que África es un continente cada vez más despoblado? e) ¿Por qué no se distribuyen mejor los recursos existentes, en lugar de postular el exterminio de los pobres del planeta, en medio de un ecodesarrollo insostenible? / ) Si el Norte se queja del avejentamiento de su pirámide poblacional, ¿por qué no dejan entrar en sus países a jóvenes procedentes del Tercer Mundo? No, no sobra población, sino que falta redistribución de la renta, y los ricos del Norte antes serían capaces de matar a sus muertos, que de autorrestringir su derroche insultante. Tratando de acallar todo esto, el rico sigue la táctica del cuco: da los gritos en un nido, pero pone los huevos en otro. Lo que preocupa en el Norte es que en el Sur sean muchos y pobres, mas como no se quiere que dejen de ser pobres, se intenta que dejen de ser muchos. Lo que asusta al Norte y a las oligarquías del Sur (también Norte) no es que las personas sean pobres y mueran de hambre, sino que devengan un factor desestabilizador; que al crecer el número de pobres permaneciendo la desigualdad se altere la frágil paz de los poderosos mediante migraciones masivas, guerras civiles e interétnicas que bloqueen los trabajos de expoliación de materias primas, fenómenos de contestación en algunos gobiernos que busquen romper con la "normalidad" de los precios en el mercado, integrismo de carácter religioso, etcétera. Así las cosas, identificar «control de natalidad» con «disminución de la tasa de natalidad» resulta enteramente falso, ya que hay países superpoblados ricos y otros infrapoblados pobres; de igual modo existen
• i/-F
\.JI\I: t . r«iKM/\(,ii)i\ UTICA V CÍVICA
regiones superpobladas y otras vacías pero con posibilidades de desarrollo. Así las cosas, además de ser falsa la relación entre población y desarrollo enunciada por la Conferencia de El Cairo, además de eso no se ha concretado la asignación para el desarrollo, pero sí, en cambio, se ha concretado la lucha contra la población (17000 millones de dólares hasta el año 2000, de ellos, por cierto, dos tercios aportados por los países subdesarrollados, repartidos como sigue: 10200 para planificación familiar; 5000 para servicios de "salud reproductiva"; 1300 para educación y prevención de sida y otras infecciones de trasmisión sexual, y 500 para investigación y análisis de datos sobre población). En definitiva, como ya había enfatizado canallescamente mucho antes Lyndon B. Johnson: «Cinco dólares invertidos contra el crecimiento de la población resultan más eficaces que 100 dólares invertidos en el crecimiento económico». De ahí las medidas antinatalistas: esterilizaciones en todo el Tercer Mundo no declaradas a los interesados, especialmente a minorías étnicas (desde aborígenes australianos hasta indios mexicanos), esterilizaciones y matanzas de nonatos a cambio de unos dólares o de un transistor (como en la India), negación de trabajo asalariado a mujeres embarazadas (también en Occidente), matanza obligatoria de nonatos bajo sanciones incluso penales (como es el caso de China), cierre de ojos universal ante la permanencia e incluso renacimiento de la práctica del infanticidio femenino, etcétera. Entonces, ¿por qué los países pobres aceptan esas asesinas imposiciones provinientes de los ricos? Porque son países endeudados con el Norte, eternos dependientes de los precios mercantiles marcados por el Norte, de los créditos, de los chantajes, ... y no se quieren enfrentar a sus amos. La estrategia geopolítica Estados Unidos desató la Guerra del Golfo alegando la ineludible necesidad de un Nuevo Orden Económico Mundial, que iba a ser supuestamente impuesto por ellos mismos. En realidad, lo que buscaban sobre todo era asegurar la llave que abre el barril de petróleo de esa zona. Pocos dieron la noticia de este modo, pues pocos son libres respecto del poderoso caballero Dólar. Menos aún se han atrevido tras la masacre a recordar que el Nuevo Orden Económico no ha llegado en absoluto y que, antes al contrario, ha tenido lugar una nueva recesión económica mundial gravísima: ¿quién dará la noticia del absoluto engaño representado por el tan cacareado new beginning? Y, sin embargo, todo esto ocurre en democracia. Democracia: no es poco, pero puede no ser mucho cuando se quiere justicia... Mientras tanto, estas cosas están siendo impulsadas por regímenes democráticos neoliberales y globales. En esta situación, lo menos que cabe preguntar es: ¿qué pasa con la democracia que tales cosas fomenta?
195
RIESGO DE LA NUEVA SELVA, AHORA DEMOCRÁTICA: LA PERVERSIÓN DE LA POLÍTICA Puede haber sociedades muy distintas: • países donde la sociedad civil sea muy fuerte porque posea una gran capacidad de organización, de motivación y de activación colectiva, con un Estado fuerte y bien articulado, capaz de recoger los recursos y de estar presente en la sociedad civil, como es el caso de Suecia; • un Estado fuerte y una sociedad débil, lo que es más frecuente; • países donde ni el Estado ni la sociedad civil sean fuertes, como en el caso de las repúblicas bananeras. Esto no impide que muchas veces las democracias no sean más que formas desgraciadas de política; es decir, conflictos de intereses disfrazados de lucha de principios. Las malas políticas que hacen los malos políticos les llevan a pensar únicamente en la próxima elección; pero si fueran estadistas deberían trabajar para la próxima generación. Ellos parecen tener la cabeza en el corazón, mientras que los estadistas han de tener el corazón en la cabeza. En medio de esto, quien se mueva para persuadir a la multitud de que no está tan bien gobernada como necesita, tendrá auditores atentos y favorables, pues ¿cómo acertará a gobernar a los demás aquel político que no sabe gobernarse a sí mismo? ¿No sería el mejor gobierno el que nos enseñara a gobernarnos a nosotros mismos, es decir, aquel que se hace superfluo? Si un pueblo tiene el gobierno que merece, ¿cuándo merecerá no tener ninguno? La mala política falta a la razón de ser de la democracia, que es la ejemplaridad. Desde ese punto de vista, resultarían denunciables: La partitocracia o prepotencia de los grupos parlamentarios Las luchas entre los partidos son siempre perjudiciales. Según los partidos se van consolidando y adquiriendo preponderancia social y representativa, la necesidad de mostrar una imagen de unidad interna, la de racionalizar los recursos o las estrategias, la de codearse con las élites de las organizaciones públicas y privadas, son factores que inciden más de la debida cuenta en la tendencia a la centralización y burocratización de los grupos parlamentarios. De todos modos, cuanto más poder gana el partido tanto menos la mayoría de sus propios miembros, los cuales, como simples diputaditos de a pie, se limitan a obedecer la orden de su spokesman o portavoz, de suerte
• ¡su
l^AK 4 . FORMACIÓN ETICA Y CÍVICA
que al final, después de tanto ruido electoral, los ilustres «representantes de la Nación» se pasan la vida apretando el botón según órdenes superiores e indiscutibles: son los diputados-llave, así denominados porque manejan la llave del tablero electrónico donde aparece reflejado su voto, y eso es casi todo lo que hacen a lo largo de su carrera parlamentaria. Sea como fuere, cuando en el poder entran a saco partidos que actúan a modo de mafias gubernativas, la democracia formal dista mucho de haber alcanzado su condición de democracia real, y con frecuencia se oyen voces afirmando que la política es el arte de: • obtener dinero de los ricos y votos de los pobres para proteger a unos de otros; • servirse de los hombres haciéndoles creer que se les sirve a ellos; • hacer marchar del brazo la verdad y la mentira, de modo que quienes la vean no sepan cuál es la mentira y cuál es la verdad; • oprimir al pueblo por el pueblo en interés del pueblo; • hacer a los otros lo que no quisiéramos que nos hicieran a nosotros; • no de hacer felices a los hombres, sino de depravarlos para oprimirlos; Si el arte de la guerra es el arte de destruir a los hombres, el de la política es el de engañarlos. Los privilegios y las deshonestidades Los legisladores se autoconfieren prebendas superiores, privilegios, regalos, etc. Resulta execrable la pretensión de impunidad política de los gobernantes, que se blindan y se privilegian cual extraterrestres. Esto da lugar a una situación estructuralmente injusta, porque procede de privilegios que llevan directamente al humor negro (Ministro de Hacienda: Mikedo Kontodo), a la rapiña (la democracia como cleptocracia), al tráfico de influencias, etcétera. Las campañas y propagandas electorales instrumentalizadoras, los insultos, la consideración de la política como un mercado, suelen dar lugar a un tipo de actuación partidista atrapalotodo (catch-all-party) que deja mucho que desear y pone en tela de juicio la fecundidad de esos medios (los partidos) para la construcción de una ciudad armoniosa. Cierto mexicano fue enviado por su partido en el poder a presentarse como candidato a diputado a su Estado natal. Era joven e inexperto y se lanzó a hacer su campaña con todo entusiasmo. La noche de las elecciones esperaba en su hotel los resultados, cuando se presentó un funcionario electoral a preguntarle: «Licenciado, ¿con qué porcentaje de votos quiere ganar?». También se cuenta que, cuando un político terminó su gestión, se encontró con un viejo amigo que le preguntó: «¿Fuiste honesto en el ejercicio del poder?» «Bueno... honesto no, pero honesto sí.» Y también esto otro: en cierto mitin electoral era tal el nú-
RlESGO DE LA NUEVA SELVA
197
mero de acarreados llevados en autobús para hacer masa, que los funcionarios del partido, temiendo que se pudieran volver a sus casas, les regalaban un par de zapatos a cada campesino que llegaba al recinto; lo asombroso fue que un zapato se lo daban al inicio del mitin, y el otro al terminar.
Contaminación de lo público con lo privado La internacionalización del capital y la eliminación de las fronteras permite a las oligarquías plutocráticas (el gobierno de unos pocos enriquecidos) la posibilidad de imponer condiciones para el establecimiento de sus capitales en tal o cual país por ellos elegido, de suerte que, si no obtienen privilegios desorbitados, amenazan con irse a otros países, lo que con frecuencia fuerza a los estados más pobres a claudicar. Por eso se mezclan en confusa amalgama los gestores de la cosa pública y los empresarios privados, los cuales pactan directamente con el Estado las condiciones económicas que les resultan más beneficiosas, dándose trato de favor y todo tipo de exenciones a los inversores con gran poder económico (y así, por ejemplo cuando dos bancos desean fusionarse exponen primero sus intenciones al Ministerio de Economía y Hacienda, y pactan con él las condiciones de la fusión proyectada, obteniendo asombrosas ventajas fiscales, por otra parte nunca del todo conocidas por el común), mientras a los ciudadanos corrientes se les fríe a impuestos.
Infidelidad al votante La tendencia a la conquista de un espacio electoral lo más amplio posible ha flexibilizado la posibilidad de llegar a acuerdos poselectorales entre distintos partidos, al tiempo que ha disminuido buena parte de los aspectos más supuestamente radicales o innegociables de los programas respectivos, produciéndose después de las elecciones coaliciones que en sí mismas constituirían un delito contra la lógica, transfuguismos (¿cómo se permite la fuga de un diputado a otro partido si no recibió los votos para ello?, ¿a quién pertenece entonces el acta de diputado: al votante o al votado?, ¿qué grado de autonomía se le supone al votado para hacer lo que quiera con los votos emanados de las urnas?, ¿quién controla al votado?), etc., todo lo cual desacredita mucho a «sus señorías» y al juego de los partidos.
Descontrol de los supuestos controladores Brilla por su ausencia el control de los medios de financiación de los partidos políticos, después de haber procurado el poder ejecutivo (el go-
11»0
L.AR 4 . FORMACIÓN ÉTICA Y CÍVICA
bierno) invadir el poder judicial (saltándose a la torera la separación de poderes recomendada por Montesquieu como la base de todo Estado de derecho). Ahora bien, ¿quién controlará a los descontroladores, nuevos controladores que vuelvan a descontrolar, y así sucesivamente? Desmoralización pública por agravio comparativo
LOS MEDIOS lili MASA
lí)f)
dos para premiar corruptelas) y que deberían ser los primeros en volverse transparentes pues, de lo contrario, las zonas de opacidad del Estado son cada vez mayores mientras crecen la impotencia y el sentimiento de encontrarse mal tratadas entre las masas populares, cuyas cuentas, por contrapartida, se quieren absolutamente limpias, claras y transparentes. De ahí la permanente situación de desconfianza y de sospecha.
Se agiganta la irresponsabilidad financiera y la prepotencia y corrupción de los funcionarios, con su correspondiente impacto en la desmoralización pública. Se escamotean y se burlan con espesas redes y tramas los controles fiscales defraudando comparativamente a los contribuyentes pequeños.
LOS MEDIOS DE MASA Y LA MALA DEMOCRACIA. LOS CUATRO FILTROS QUE OPACAN LA BUENA INFORMACIÓN EN LA SOCIEDAD DE LA INFORMACIÓN
Judicialización de la vida parlamentaria
El filtro del capital
En última instancia, la vida social se judicializa hasta el extremo de estar un día sí y otro no sentada en el banquillo de los acusados, al final nunca castigados: mala forma de convivir. Entonces se da el siguiente ritmo:
El dinero es el que manda en la mala democracia; en ella, la publicidad, que es un medio, y la superestructura del poder estatal (los partidos) se encuentran en connivencia íntima con el capital; son el capital mismo, sirviendo los periodistas de agentes suyos. Si en algún lugar se da por antonomasia la globalización del monopolio del capital neoliberal global, es en el ámbito de los medios: el mismo mensaje que se emite en España desde El País se emite también en la cadena de radio Ser, se emite también en Canal Plus de televisión, se enseña a los niños en la Editorial Santillana, y se vende en librerías Crisol. La sinergia de los holdings de los grupos de comunicación, la infoindustria, convierte a los media en multimedia, y a la mentira, en una mentira en cascada que refuerza el efecto-mentira de la no-verdad. Para esto se necesita controlar muchas ondas, muchos periódicos, muchos canales, y de ahí la lucha por ese control. Cables, ondas hertzianas, fibras ópticas, satélites, obras públicas, configuran una red donde al final quien manda es el propietario de esa tela de araña. Ningún conductor de programa, director de periódico, etc., tiene la menor autonomía ante el propietario del emporio. La pérdida de identidad ideológica de los grupos de información, en apariencia contrapuestos, se traduce en identidad argentaría o crematística; por eso la lucha ideológica no es sino contraposición de los intereses económicos de estos holdings. Ellos quieren aparentar que tienen grandes diferencias, pero buscan lo mismo. Cabe preguntar si los medios pueden ser democráticos en tal monopolio. Un dueño de un holding puede hacer caer a un magistrado o a un ministro, pero un ciudadano no puede hacer caer al dueño de un holding. Todos pueden expresarse (democracia formal), pero no todos pueden expresarse con la misma fuerza, como sería lo propio de la democracia real. Los medios se sirven de la democracia formal para impedir u obturar la de mocracia real o social.
• Surge el escándalo. • A él sigue una reacción autodefensiva: todo -asegura el poder- es una campaña de infundios urdida por presuntos complots universales. • Viene luego el turno de las comisiones investigadoras, de las que no se saca nada en claro, con olvido del escándalo. • Y vuelta a empezar. A su vez, todo esto corresponde a lo siguiente: • Lo ocurrido tiene carácter excepcional e infrecuente cuando el nuevo gobierno llega al poder. • Más tarde comienza a convertirse en zona franca, autopermisiva, aliviadero de tensiones. • En adelante pasa a ser razón de ser del gobierno, que necesita defenderse a sí mismo. • A partir de ahora, y para defenderse a sí mismo, no hay mejor defensa que un buen ataque, por lo cual pasa a la acción deviniendo elemento multiplicador de violencia (bandas parapoliciales, fondos para pagar cómplices, etc.). Se distribuyen al antojo de unos pocos los fondos reservados (fondos con doble fondo, fondos para pagar pistoleros y terroristas de Estado, fon-
LOS MEDIOS DE MASA
¿uu
El filtro del Estado Poder y capital son dos caras de una misma realidad. El poder, a través de sus partidos, ya implicados en las empresas, dicta leyes para ese capital y esas empresas. La prensa depende del capital, en la medida en que el Estado depende del capital. El 80 o 90 % de las fuentes de información están ligadas al Estado (a Estados Unidos, en última instancia), es decir, al capital. Y por eso 80 o 90 % de las informaciones serán siempre, en última instancia, proestatales. Por otra parte, es el Norte el que informa del Sur, y no a la inversa. Todas las noticias que nos llegan del Sur nacen en el Norte, en el Imperio. La información viene orientada de arriba abajo, y no a la inversa, de modo que la gente termina identificándose con el quinto de caballería bueno contra el piel roja malo. El Norte es fuente de noticias; el Sur, silencioso. ¿Qué sabemos del Sur? El Norte es invasor de noticias, y el Sur, invadido o silenciado. Se convierte en noticia todo lo que le pasa sexualmente al señor Clinton. Mientras, el pueblo paga con sus impuestos pérdidas hipermultimillonarias de los medios públicos que sirven a los intereses privados, o en autopublicitarse. El filtro de los periodistas Para informar hay que sortear campos de minas invisibles. Los periodistas han de plegarse a sus jefes si no quieren padecer una úlcera cada mañana como consecuencia del sufrimiento, o si no se quieren tragar muchos sapos con cada desayuno. Por otra parte, se produce una selección de los pools. De los 1400 periodistas enviados a la Guerra del Golfo, 80 % eran americanos y, de ellos, sólo 125 fueron admitidos para informar directamente con cámaras sobre la línea de fuego, todos ellos muy detenidamente seleccionados a su vez. Para morir como soldaditos de a pie en primera línea se eligen hispanos y negros; para informar-inventar la noticia, blancos famosos y sumisos. Por otro lado, el periodista de hoy puede, a la vez, informar y ser socio accionista de la información que suministra, juez y parte: ¿dónde están los códigos éticos? El mensaje que me lanza a los ojos el presentador mientras me mira fijamente a los ojos es el siguiente: mire usted, nada cambia, tranquilícese; además el mundo es complicado y usted no lo comprendería, déjenos hacer a nosotros; en realidad, ni usted ni nosotros podemos cambiarlo, dejémoslo como está; lo importante es estar «al corriente» de lo que está pasando gracias a nuestra información; ustedes los ciudadanos tienen que ser pasivos consumidores de noticias. Y ¿cuáles son las técnicas de información o desinformación? Más que de información, se trata de escenificación dentro de lo que permitan las leyes. Las técnicas más genéricas son:
201
• Representación de hechos aislados y espectaculares, zoom de cámara que suelta imágenes de forma impresionista, sin que pueda verse la realidad en su conjunto, y menos las raíces de los problemas, pues lo importante es que quede bonito, como algo exótico que ocurre en países etnográfico-turísticos, aprovechando para mostrar rincones recónditos. Además, lo presentan como algo de carácter «natural», producto de ciclones y similares, pero nunca dicen que ese ciclón mata a mucha gente de México porque viven en infraviviendas, y a nadie en Florida porque viven en viviendas dignas. No dicen que las montañas de lodo arrasan infraviviendas del Sur causando el horror porque esa gente no tiene tierras en ninguna parte para asentarse. Por fin, se presenta al hambre como a un fenómeno estadístico normal, propio del mundo real, sin que nunca se pregunte cómo acabar con esa hambre. • Recurso a la información alienante, el omnipresente deporte y sus industrias. • Doble lenguaje: se dice que «hubo daños colaterales» para no decir que hubo matanzas de personas; los aviones «hicieron siete salidas», pero no se dice que lanzaron cientos de bombas masacradoras. • Mezcla de información y de opinión, siempre al servicio de los intereses de la casa. • Información a distintas velocidades, acelerando o frenando según conveniencias: mentir por repetición o machacamiento hasta que se termina aceptando la mentira. • Hiperinformación sobre lo inesencial pero en abundancia, o hipoinformación sobre lo necesario. • Fabricación o negación del sujeto, convencer al imaginario social de que algo ha existido o su contrario: aquí ha pasado algo porque informamos, o aquí no ha pasado nada porque no informamos. • Maquillaje de la verdad. La cuestión es: si no se cree que hay valores de verdad, ¿para qué informar de verdad respecto de la verdad? El filtro de la publicidad «Émile Zola publicó una novela, Au bonheur des dames, donde se hace una salvaje crítica de los grandes almacenes y de sus dueños, a los que llama "traficantes de deseos". Lo que le indignaba era que en esos establecimientos se exponían las mercancías fuera de las cajas, y esto le parecía una indecente llamada al consumo. Para colmo de males, en esos años se inventó la lámina de cristal y aparecieron los escaparates, con lo que el tráfico del deseo se llevó a la mismísima calle.»2'' Cuentan los testimonios de M
J. A. Marina, El vuelo de la inlvlif(i'iicia, l'lu/.a y JamV, Barcelona, 2000, |>. I IN.
202
GAP. 4. FORMACIÓN ÉTICA Y CÍVICA
militantes obreros de mediados del siglo xix, que sus lugares de recreo eran tan sólo la taberna y las agrupaciones sociales, sindicales y políticas; pero la taberna en el sentido inglés, la taberna como lugar de encuentro y de elaboración de cultura, como semillero de inquietudes; una taberna donde en muchas ocasiones no se expedía una sola gota de alcohol pero se hablaba de todo lo divino y lo humano. Fuera de la jornada de trabajo, de la relación familiar y de la militancia sindical y sociopolítica, nadie pensaba en nada más. ¿Y la diversión centrada en el objeto de deseo, el consumo? Semejante planteamiento no entraba en la mentalidad de la época, que tenía bastante «diversión» con la lucha por la supervivencia. En una palabra, la publicidad no existía y brillaban por su ausencia los escaparates o expositores de tiendas y comercios, a no ser de forma muy minoritaria en los barrios más elegantes de las escasas ciudades más cosmopolitas, a las que no accedían los campesinos. ¡Los tiempos han cambiado tanto desde que Thomas Jefferson dijera aquello de «prefiero periódicos sin gobiernos, a gobiernos sin periódicos»! Hoy vamos hacia un mundo de trabajadores consumistas compulsivos. Se sufre por no tener el último modelo de algo hábilmente publicitado, muchas veces banal y superfluo. La psicosociología ha descubierto y entregado a los focos publicitarios las necesidades y su insaciabilidad; las necesidades se han tornado insaciables, sobre todo gracias a la publicidad y a otros mecanismos de promoción, que han unlversalizado el consumo de lujo: ahora los lujos para los acomodados deben ser convertidos en necesidades para las clases más pobres. Los publicistas, al lanzar sus productos, no informan sobre los productos mismos; tan sólo resaltan el rol social con reclamos emotivos sobre la diferenciación social que su posesión comporta y sobre el estatus que su posición confiere. La fuente del estatus ya no es la capacidad para crear cosas, sino la posibilidad de adquirirlas. Hasta la clase trabajadora ha sido reeducada en el consumo dinámico de bienes de lujo. Obviamente, los hijos de los pobres se sienten frustrados por no poder acceder al consumo de determinadas marcas de zapatos o de jeans. Si de la clase trabajadora pasamos al público en general, éste se encuentra representado por las asociaciones de consumidores, expertas en la relación calidad-precio, pero no en la evitación del consumo desaforado. La insatisfacción continuada puede despeñarnos por la decepción, el desánimo y la depresión. Por su parte, la frustración continua empuja a la agresividad. No es, pues, de extrañar que la depresión y la violencia hayan alcanzado proporciones epidémicas. Los medios están enfocados a satisfacer unas veces la masificación del individuo; otras, el individualismo de masas: ¿Conocen ustedes la anécdota del Marlboro? Era una marca de tabaco fracasada que la empresa quiso reflotar. Los expertos en marketing descubrieron que todos los segmentos del mercado estaban ya cubiertos y que sólo quedaba como posible diana de sus campañas un grupo de consumidores que se declaraba "independiente" y "reacio a dejarse influir por la publicidad". Para seducir a esos rebeldes, centraron toda la propaganda en la figura del
LOS MEDIOS DE MASA
203
cowboy solitario, enérgico y autosuficiente. Marlboro ha llegado a ser la marca más vendida en el mundo.30 Los medios de masa son medios para masificar, están pensados para Opacman. Todo vale con tal de que produzca abultadas cifras de venta: Vende; luego, es bueno. Vende más; luego, es mejor. Es líder absoluto; luego, es óptimamente bueno. Pues el valor moral queda suplantado por el valor económico, la publicidad contra la moralidad. Para no pocos el fin de la publicidad justifica los medios, por eso desaparece la contraposición entre publicidad lícita y publicidad ilícita. Con el fin de vender se recurre sobre todo a los estereotipos animalizadores y sexistas, donde la mujer aparece como objeto de mercadería, al consumismo superfluo de bienes mostrencos (joyas, colonias), atentatorios contra la salud (tabacos) o directamente devastadores de la naturaleza (automóviles, etc.). La publicidad no nos enseña a consumir menos (pues tal cosa iría contra la esencia del mercado neoliberal), ni siquiera a consumir más racionalmente, dado que se ha convencido al consumidor de que cuanto más consuma más persona será: tanto consumes tanto vales, consumes lo último, luego, eres más admirable. Y, como no hay publicidad neutra, sino al servicio de unos fines a los que publicita, en el mundo de la mercadotecnia tan importante llega a ser el vender, que el suplemento de fin de semana de todos los grandes periódicos cada vez es más publicitario, publicidad disfrazada en forma de artículos, publirredacción. La publicidad es noticia, y la noticia, publicidad, por eso el publirreportaje sustituye a la noticia. Tendremos prensa gratis, pero prensa publicitaria. El futuro es prensa gratis financiada por los anunciantes, producto publicitario con formato de periódico, periodismo «gratuito» muy ideológico, pues potencia la cosmovisión hedonista. Con sonrisa dentrífico y olor desodorante, rostros famosos enseñan telegénicamente a comer, a divertirse, a viajar, a comprar, a broncearse, a perfumarse, a descansar, a satisfacer deseos inducidos en el ámbito de la privacidad, que es lo que hoy importa. En el futuro inmediato, en lugar de publicidad directa, seremos invadidos por la publicidad indirecta respecto de lo que come o lo que viaja tal o cual personaje famoso. La guerra es la culminación de la publicidad por otros medios; por eso la publicidad cada vez cuenta más en la distribución de la noticia bélica, y las fronteras entre lo bélico y lo publicitario se han estrechado. La noticia se maneja como si se tratara de misiles; quien posee los medios posee las armas y viceversa: ahora la moda está en filmar el ataque desde la línea de fuego, una metralleta, una cámara. En este contexto, ¿tendrán libertad tal o cual medio para criticar a las firmas publicitarias de las que extraen sus ingresos? No parece probable, pues dependen de ellas. Allí no sirven de nada los códigos de conducta publicitaria, pues nunca hubo más distancia que en el universo publicitario entre el ser y el deber ser. Para ello, en lugar de pasar desde el enten"'.I. A Marina, (rúnicas <• / I S2.
204
205
GAP. 4. FORMACIÓN ÉTICA V CÍVICA|1
dimiento y la razón del sujeto a su acción volitiva, manipula la voluntad y oculta las razones que podrían ayudar a discernir al consumidor. Por todo ello, la publidad y los derechos humanos suelen estar reñidos.
TRES FORMAS FALSAS DE DEMOCRACIA COMO RESULTADO DE TODO LO ANTERIOR
Los medios de comunicación... y los fines Paternalismo Los pobres carecen de voz, aunque tengan voto; por el contrario, los ricos disponen de todas las voces, gozan del monopolio (des) informativo, pues quien domina los medios obtiene más parcelas de poder. Pues bien; los medios de masa, con sus agencias multimediáticas situadas en el Norte, representan el rostro de los poderosos que les pagan, aunque griten desaforadamente que ellos representan la quintaesencia de la prensa independiente y soberana. Bajo el peso de tales circunstancias, los pobres no constituyen de suyo noticia, a no ser cuando interesa a los ricos que se tornen carne de papel, es decir, objeto de sensacionalismo amarillo o de expolio de cualquier clase; en pocas palabras, en beneficio propio. En el mapa de la noticia o carta informativa de nuestros comunicadores, que es el que aprendemos desde la escuela primaria, América Latina ocupa (contra natura) menos espacio que Europa, y mucho menos que Estados Unidos y Canadá. Y lo peor de todo es que América Latina no solamente se encuentra achatada en la cartografía comunicativa, sino sobre todo en el mapa geopolítico (allí, por cierto, el mapa del hambre adquiere proporciones descomunales). Consecuencias desde la más tierna infancia: • Que los niños juegan a los cowboys sin que ninguno quiera hacer el papel de indio. • Que se pueden admirar las ruinas portentosas de la civilización occidental, mientras se asiste impávidamente y de brazos cruzados al envenenamiento de los ríos y al arrasamiento de los bosques del Sur por las multinacionales del Norte (por otra parte, promotoras de la curiosidad ecologista de tipo boyscout y de las modas dietéticas). • Que estamos muy enterados de los líos de faldas de los habitantes de la Casa Blanca, o en los de la monárquica inglesa, pero no sabemos apenas nada de las hambrunas pandémicas ni de las enfermedades de los pobres del Sur. En resumen, que la información suele ser disimétrica en la relación Norte-Sur, suele ser también fragmentaria las pocas veces que da noticia del Sur, y su juicio le es frecuentemente suministrado en clave muy negativa a dicho Sur. En los medios de comunicación no predomina la neutralidad; allí el fin (el mantenimiento del desorden establecido) parece querer «justificar» los medios.
En esta situación, el individuo vive encantado con dejar las responsabilidades comunes en manos del Estado, que gestionará hipertróficamente aquello que el pueblo ha puesto en sus manos por omisión. Todo lo más, cuando las cosas van mal, ante papá Estado el individuo se vuelve protestón, pero nunca crítico; despotricará contra papá, pero cada vez que surja algún problema correrá hacia su ubre para mamar las subvenciones correspondientes. ¿Que el propio Estado se endeuda y a la vez necesita ser subvencionado? Todo se andará; tengamos confianza en papá Estado. En el fondo, el individuo ha dejado en manos del Estado la propia condición de adulto. Hondas son las repercusiones de esta actitud, pero sólo queremos mencionar ahora una, que afecta a todos, aquella que toca a la condición escolar. Son precisamente los padres quienes -autoeclipsados por no haber asumido ante sus propios hijos la necesaria y resignada condición de adultospiden que el Estado eduque a los hijos que ellos mismos han maleducado o deseducado. Como ellos, los padres, no han sabido administrar la frustración que toda existencia comporta, especialmente en tiempos relativistas donde no existen modelos pedagógicos comunes, piden que el Estado subvencione la euforia. Lo que los padres no quieren saber es lo que viene después, aunque redunde en detrimento de sus propios hijos: que los propios maestros de escuela y de enseñanza secundaria entran en crisis, porque a su vez el Estado descarga en ellos el peso de la delegación subrogada por los padres mismos, quedando abrumados por la triple carga que grava sus pobres lomos: la carga docente, la carga social y la carga estatal. Ahora bien, como por su parte los docentes tampoco pueden con tanta carga, pues a su vez también ellos son hijos de su tiempo y ni siquiera saben cómo hacer para educar a sus propios retoños (recuérdese el marco del sociojuridicismo moral en que todos viven), ellos mismos remiten al lugar de origen, el Estado, todas esas cargas que les desmoralizan y hacen entrar en crisis, o al menos procuran llorar compensatoriamente ante papá Estado para que éste les consolide en la situación de funcionarios si aún no lo son, o en la de catedráticos si ayer no lo eran, remedios que de todos modos, tras unos años de disfrute de la novedad, van perdiendo su efecto balsámico, por aquello del envilecimiento cotidiano de los logros obtenidos. Unos por otros, la casa sin barrer. Papá Estado no empuña la escoba para barrer, aunque sí para recaudar impuestos con los que golpea, siempre listado padrastro-madrastra.
206
Juridicismo Según el juridicismo moral de los gobernantes, es moral lo que es legal. Algo manifiestamente falso, pues sabemos que hay muchas leyes injustas e inmorales. Sociologismo Consiste en tomar como moral la opinión pública, previamente manipulada desde arriba. La democracia así manipulada no constituye verdadero sujeto social, sino algo con formato de libre mercado de intereses regulado por las leyes de oferta y demanda, en que compradores y vendedores modifican los términos de su relación contractual a la búsqueda no de la verdad, sino del beneficio. Por eso los valores morales se reducen a valores de mercado, con su correspondiente cotización en función de intereses ajenos a la lógica del bien moral: prevaricaciones, mordidas, concesiones de licencias, contratos amañados, adjudicaciones preferenciales ilegales de los propios partidos, cuya regulación -que no erradicación- se solicita ya abiertamente, con el fin de que su legalización conlleve su legitimidad ante la voluble opinión pública, vínculos de parentesco, clientelismo, neocorporativismo, nepotismo, trasvase de recursos públicos a negocios privados, amiguismo, corrupción perversa y polimorfa, y demás parentela. Comprendemos que esto pueda resultar injusto e irritante para los políticos honrados, pocos o muchos, de cuyas consecuencias ellos mismos son víctimas. El círculo vicioso: a gobierno corrupto, pueblo corrompido-corruptor ¿Son malos los gobiernos porque han sido elegidos por malos electores, o son malos los electores porque han elegido malos gobiernos? Quizá lo uno y lo otro. Actitudes corruptas de todos Un gobierno perverso produce hábitos de dependencia del gobierno; por ejemplo: presidencialismo; paternalismo; mesianismo sexenal; centralismo exagerado; servilismo ante los poderosos; resignación y conformismo; ritualismo en los aniversarios oficiales y en los informes de gobernadores y presidentes; pactos entreguistas de alto nivel con poderes trasnacionales a espaldas del pueblo; conductas complacientes y alcahuetas de los sindicatos que, una vez impuestos (porque la afiliación no es libre), protegen tanto al obrero que fomentan su indisciplina e irresponsabilidad; influyentismo (demasiadas credenciales, muchas placas especiales y recomendaciones); an-
TRES FORMAS FALSAS DE DEMOCRACIA
207
tésalas a que los funcionarios someten a los demás para darse importancia; transgresiones de los reglamentos («Más vale pedir perdón que pedir permiso»); continuas violaciones a la Constitución («la gran prostituta de la República»); el fenómeno de «el tapado» (el nuevo gobernante sale misteriosamente de un cónclave de amigos autosacralizados); la extorsión del juez que vende la justicia; la prepotencia policiaca y su exigencia de "propinas" antes de aclarar un delito; las "comisiones" de los contratistas a los funcionarios; los embustes a los medios de comunicación; el peculado o sustracción ilícita de fondos públicos por parte de quienes los manejan; la burocracia que se come el presupuesto, etcétera. «La corrupción somos todos», se ha escrito hasta en las bardas de las casas con no poco cinismo. Pero de hecho ahí están las mordidas, los fraudes fiscales, los «aviadores» que cobran sueldo sin trabajar, el soborno, el nepotismo, la extorsión, la grilla sucia (patadas debajo de la mesa), la colusión del funcionario con el patrón en agravio de los obreros, el coyotaje, la explotación del trabajador de niveles inferiores, la demagogia, los líderes charros, la fayuca o contrabando, los mordelones de tránsito, la infidelidad conyugal, la fanfarronería (ser echador, presumir de lo que no se tiene, querer apantanar), la impuntualidad, el miedo a decir no, la envidia (enanismo de quien busca todos los recursos para atacar a quien sobresale de la común mediocridad), el despilfarro («yo pago la cena a todos»), el chambismo (búsqueda de «un puestito» sin pena ni gloria), el incumplimiento laboral de todos los días, etcétera. Resultado: «La corrupción generalizada es un problema cultural, tanto que para muchos no llega a ser problema moral. Muchos mexicanos al dar sobornos se sienten víctimas de la corrupción en lugar de contribuyentes a ella, y ni les pasa por la cabeza que obran mal y que son corruptos. Echan la culpa al sistema y se lavan las manos. Dejamos fuera de estas consideraciones los asaltos, los secuestros, los asesinatos políticos, el narcotráfico... Nos quedamos en la zona de los peccata minuta. Cada sexenio se monta un teatro de cruzada contra la corrupción, y el pueblo agraviado cree una y otra vez: "Eso ya se acabó; la corrupción es cosa del pasado". El mesianismo sexenal -o cuatrienal- ha sido un tema recurrente en nuestra historia.31 La baja autoestima, el fatalismo, el disimulo... Baja autoestima Cuenta Octavio Paz que, en cierta ocasión, trabajando en su estudio, oyó de pronto un ruido y preguntó: «¿Quién es?». La criada respondió: "M. KocIrÍKUcz y P Ramírez, Psicología del mexicano en el trabajo, McGraw-Hill, México, 1996, p|> 407 y ss.
208
GAP. 4. FORMACIÓN RUCA Y CÍVICA
«No es nadie, señor; soy yo». Ni los individuos ni los pueblos pueden tener aprecio por sí mismos cuando se saben corruptos. ¿Hace falta demostrar que la corrupción tiene que ver con la autodevaluación? No sólo tiene que ver, sino que es su expresión más sutil. Supone la conciencia de ser gente vulgar, incumplida y delincuente; y supone también la convicción de ser incapaz de ganarse la vida, y resolver los problemas con las armas limpias de las capacidades profesionales y de las habilidades negociadoras. De ahí la baja autoestima, la inseguridad, el malinchismo (cualquier cosa extranjera parece mejor que la propia), el colonialismo cultural, el refugio en roles prescritos y formas convencionales sin atreverse a innovar, el no involucrarse a fondo, la carencia de ideas propias, las rutinas ciegas que nadie se atreve a cuestionar, las quejas interminables del gobierno mientras no se acude a votar para echarle, ni siquiera a participar en la junta de vecinos, la sumisa manipulación de los trabajadores por los cabecillas y líderes sindicales, etcétera. El abuso de diminutivos es un claro signo de baja autoestima: «Los diminutivos forman parte muy importante del lenguaje del mexicano. Los hay de cariño, pero también los hay que rebajan las cosas y las personas ("estoy juntando unos centavitos"). Y abundan también los despectivos ("tengo un changarrito de refacciones", "voy a recoger mi carcacha en el estacionamiento", "me conseguí una chamba")».32
¿PUEDE LA DEMOCRACIA CORREGIR LAS INJUSTICIAS?
209
• En el discurso político, interés prioritario por el campo y por los campesinos; en la vida real son ellos los olvidados. • La prensa, la radio y la televisión inundan diariamente al país con miles de millones de palabras de cuidadosa desinformación. • Y, si pasamos al ámbito individual, allí también campea la doblez. Oímos a cada paso: "me hice la disimulada", "me hice la desentendida". La mayoría de los ciudadanos muestran más preocupación por tener un buen coche que una buena casa. • Otro síntoma del disimulo: el camaleonismo político; la mayoría, no sólo de funcionarios y burócratas, sino también de empresarios, van tomando el color del grupo en el poder. André Bretón, el poeta eximió, definió a México como "un país surrealista".33
¿PUEDE LA DEMOCRACIA CORREGIR LAS YA CITADAS INJUSTICIAS ESTRUCTURALES HACIENDO POSIBLE UNA CONVIVENCIA CIVILIZADA? Peor la dictadura
Fatalismo De todo esto surgen varias actitudes fatalistas, que se traducen en refranes como: • • • • • •
Al que nace para tamal del cielo le caen las hojas. Cuando el pobre tiene medio para carne, es vigilia. El que ha de morir a oscuras, aunque muera en velería. Unos nacen con estrella y otros nacen estrellados. El que nace para maceta no pasa del corredor. Que te mantenga el gobierno; etcétera.
Disimulo Es la mexicana una sociedad de dos caras: • En la retórica oficial, la democracia; en la realidad, la dedocracia, así llamada humorísticamente por el pueblo (aludiendo al "dedazo" en la designación de puestos). • En los emblemas de gobierno, la Revolución, con mayúsculas; pero una revolución congelada. 7bíd., p. 65.
No hay dictadura buena. La democracia es ese sistema político en el que -como dijera Churchill-, cuando alguien llama a la puerta de la calle a las seis de la mañana, se sabe que es el lechero. Y siempre es mejor encontrarse con el lechero que con un encapuchado armado. ¿Sólo eso? La democracia perfecta sería una sociedad de ángeles donde, todos para uno y uno para todos, formasen una grande y bien avenida familia; sin embargo, la democracia formal, aquella en donde el Estado sirve a los intereses de los más poderosos, es el peor régimen... excluidos los demás. ¿Nada más? Como recuerda Octavio Paz, debe aceptarse que la democracia no es un absoluto ni un proyecto sobre el futuro: es un método de convivencia civilizada. La democracia, siendo el menos malo de los regímenes, dista de ser el óptimo. Gobierno tiránico es aquél donde el superior es vil, y los inferiores envilecidos; gobierno bueno, aquel que hace felices a los gobernados, y atrae a los que viven lejos; el mejor gobierno aquel que nos enseña a autogobernarnos; el gobierno óptimo, aquel que se hace superfluo. Se puede estar más o menos críticamente en favor de la democracia, bajo cuyas capas diferentes se esconden muchas espadas, pero nunca fuera de la democracia. Desafortunadamente, si no cabe esperar siempre buenas leyes ni justicia de los estados donde reina la democracia formal, menos aún de aquéllos donde existen dictaduras. Verdad es que la justicia sin la fuerza, y la "Ibi.l
pp. 68-69.
210
CAR 4. FORMACIÓN ÉTICA Y CÍVICA
fuerza sin la justicia, constituyen dos grandes desgracias; sin embargo, los dictadores siempre olvidan que gobernar es pactar, y que pactar no es ceder, sino saber rectificar. Ellos se creen hombres incorruptibles -no es difícil autoconvencerse de lo que se quiere-, y hasta piensan que son como los billetes de banco de un millón, que es difícil cambiarlos. Por eso no quieren enterarse de que los gobiernos son velas; los pueblos, el viento; el Estado, la nave; el tiempo, el mar, y ellos, el lastre. Ellos, los dictadores, fusilarían a quienes se atreviesen a decirles a la cara esta frase: una papeleta de voto es más fuerte que una bala de fusil. No obstante, nunca se entra en un corazón por la fuerza, nadie puede ser llamado señor de otro por fuerza, tirano sí; por la fuerza, un rey puede hacer un noble, pero no un caballero. La fuerza tiránica sólo es capaz de hacer esclavos en torno a sí, el tirano hace a los esclavos, y los esclavos que aceptan su esclavitud hacen a los tiranos. Ese es el círculo letal de la dictadura, aquel régimen en que la gente, en lugar de pensar, recita, y en lugar de caminar, repta. Sin embargo, el dictador está siempre amenazado, pues a muchos ha de temer quien es temido por muchos.
La democracia se ejerce en libertad y constituye u n hermoso desafío para todos Aunque los desafíos, también el de la democracia, nos incumben a todos, no todos le afrontarán. En primer lugar, serán muchos los que, marginados y desarraigados socialmente, ni siquiera podrán llegar a plantearse cómo colaborar con el orden democrático, pues bastante tendrán con sobrevivir cada día. Además, habrá otros que, si bien no tan pobres económicamente, se encontrarán tan desestructurados personalmente, que difícilmente lograrán emerger del fondo oscuro de su caverna: alcoholizados, deprimidos... Un tercer grupo de inhábiles democráticos lo compondrán los egoístas acérrimos, aquéllos para los cuales prójimo es aquel cuyo parpadeo me molesta.. Finalmente, tampoco aportarán nada a la causa democrática los pesimistas, aquéllos para los cuales el hombre es un animal depravado e irrecuperable. Entonces, ¿para quién es el reto de la construcción de una convivencia social democrática? Lisa y llanamente, para la gente capaz de buena voluntad. Cada valor conculcado o lesionado se constituye en un reto o desafío para aquellas personas que quieran vivir como personas y ser tratadas como tales, mientras ellas, por su parte, tratan del mismo modo a las demás personas.
El laicismo contra la democracia Una forma de mala voluntad democrática es el laicismo. No hay que confundir lo laico con lo laicista. Es laico lo que, para orientar el queha-
¿PUEDH; LA DEMOCRACIA CORREGIR IAS INJUSTICIAS?
211
cer personal y comunitario, no remite expresamente a Dios, pero tampoco lo niega expresamente, reconociendo la existencia de unos valores mínimos comunes a todos los humanos y compartiéndolos con ellos en un pluralismo no impositivo, sino dialogado y argumentado, aunque los unos defiendan el origen meramente humano de dichos valores asegurando que -si Dios existe- los querrá porque son valores y otros, por el contrario, que son valores porque Dios los quiere. El laicismo, por el contrario, niega a todo creyente el derecho a tener cualquier opinión racional incluso en aquellos asuntos en los que el creyente es miembro de la sociedad civil, pretendiendo recluirle siempre en la sacristía, actitud que no deja de ser paradójica cuando se ejerce tras haber urgido con insistencia al creyente para que saliese continuamente a la calle a protestar contra esa dictadura y a dar la cara por las libertades. Por una democracia dialógica Así que hay que ir más allá del laicismo y del confesionalismo, pues «no cabe rivalidad alguna entre las religiones y la ética cívica, como se empeñan en mantener laicistas y fideístas, llevados por su afán de entender las relaciones humanas como juegos de suma cero, es decir, como juegos donde lo que gana el uno lo pierde el otro. Es éste, por el contrario, un "juego" en el que todos pueden cooperar en el camino de la justicia y la liberación.34 Ciertamente, a las alturas de este siglo nada de lo moralmente exigible en los mensajes de las grandes religiones puede indigestar a cualquier no creyente que se encuentre en la etapa postconvencional de su conciencia moral, es decir, en esa etapa en que sabe distinguir entre las normas convencionales de la sociedad en la que vive y los principios morales universalistas, como puedan ser el kantiano («obra de tal modo que trates a la humanidad, tanto en tu persona como en la de cualquier otro, siempre como un fin al mismo tiempo y nunca como un simple medio»), los principios supremos utilizados por actuales pragmatistas («todos los hombres merecen igual consideración y respeto»), o el principio de la ética dialógica («una norma sólo será correcta si todos los afectados por ella están dispuestos a darle su consentimiento tras un diálogo celebrado en condiciones de simetría»). En nada puede contradecir un creyente a quien afirma que los hombres son fines en sí mismos, que merecen un trato igual, y que nadie puede decidir sobre ellos sin consultarlos, que pueda resultarle un vino "intragable" por fuerte. Todos han aceptado ya como una gozosa conquista, el reconocimiento de la dignidad de los hombres.35 «Un creyente se encuentra "en casa" en una ética cívica que defiende la libertad, la igualdad, la solidaridad, los derechos humanos de las tres generaciones y una actitud dialógica como la descrita; sólo que, desde su experien"A. Cortina, Ética civil y religión, l'PC, Madrid, 1995, p. 119. ''">('p. 83-84.
212
CAR 4. FORMACIÓN ÉTICA Y CÍVICA
cia religiosa, son éstos los mínimos que él quiere asegurar desde los máximos: desde su vivencia de la paternidad de Dios y de la fraternidad de los hombres.»36 Concluyendo: fe y razón son dos niveles distintos de exigencia, el de las premisas últimas, religiosas en el caso del creyente, y el de las conclusiones, compartidas por unos y otros por ser tenidos como valiosos, que componen la ética cívica. A estos dos niveles he llamado ética de máximos, referidas a las premisas diferenciadoras, y éticas de mínimos a las conclusiones compartidas.37 Ética de mínimos y ética de máximos en una democracia dialógica Eticas de mínimos Si las morales religiosas son de máximos (agathológicas, es decir, referidas al bien y a la autorrealización personal), las morales racionales son de mínimos, es decir, deontológicas, referidas a normas universalizables, las cuales se han ido concretando al hilo del tiempo en los derechos humanos de la primera, segunda y tercera generación, derechos que la humanidad ha aprendido a través de la historia, a los cuales sería ya inmoral renunciar, y que, por ende, son trasmitidos generacionalmente. Las éticas de mínimos son deontológicas, pues se ocupan del deón, del deber, de la vertiente normativa, las cuales indagan qué requisitos mínimos deben ser umversalmente cumplidos, ya que cuando tengo algo por justo no estoy expresando un sentimiento meramente subjetivo o grupal, relativo a mi cultura o circunstancia, sino que pretendo que lo tenga por justo cualquier ser racional que quiera pensar moralmente, esto es, que se sitúe en condiciones de imparcialidad y de universabilidad, válidas en todas las circunstancias. Estas éticas no buscan hacer dichoso o bienaventurado al conciudadano, sino darle el mínimo exigible -el mínimo decente- «para que se labre su felicidad como bien pueda y quiera, porque ni la sociedad puede arrebatarle sus decisiones acerca de cómo quiere ser feliz, ni está obligado tampoco a costearle la satisfacción de todos sus deseos, sean cuales fueren. Una sociedad que se empeña en hacer felices a sus ciudadanos, según un modelo de lo que es la vida feliz, es una sociedad totalitaria, aunque el modelo sea el de la mayoría, porque los ideales de felicidad son bien diversos y nadie tiene derecho -tampoco la sociedad, por supuesto- a imponer el suyo a los demás».38 7bíd.,p. 117. Ibid., p. 4. ¡bul., pp. 58-59.
213
Eticas de máximos Por su parte, las éticas de máximos son éticas de felicidad, pues intentan ofrecer ideales de vida buena. Ahora bien, cuando tengo algo por bueno, por felicitante, no puedo exigir ni imponer que cualquier ser racional también lo tenga por bueno, porque ésta sí que es una opción subjetiva, aunque puedo aconsejar seguir su modelo, invitar a tomarlo como una orientación conductal. En consecuencia, se trata de éticas religiosas: Mientras en una sociedad pluralista los ideales de felicidad pueden ser distintos y resultaría irracional la conducta de quienes se empeñaran en exigir a todos sus conciudadanos que se atengan al que ellos tienen por adecuado, no sucede lo mismo con las convicciones de justicia. Cuando tenemos algo por justo, nos sentimos impelidos a intersubjetivarlo, a exigir que los demás también lo tengan por justo, porque ciertamente existe una gran diferencia entre los juicios "esto es justo" y "esto me conviene", pero también entre los juicios "esto es justo" y "esto da la felicidad". Si digo "esto me conviene", estoy expresando simplemente mi preferencia individual por algo, y si digo "esto nos conviene" amplío la preferencia a un grupo, mientras cuando afirmo "esto es justo" estoy confiriéndole un peso de objetividad que queda más allá de las preferencias personales y grupales: estoy apelando a modelos intersubjetivos que sobrepasan con mucho el subjetivismo individual o grupal. Decir que "esto hace feliz" es, por contra, bastante más arriesgado, porque ¿quién se atreverá a decir que esto es lo que hace felices a todos los seres humanos, aunque parte de ellos se niegue a aceptarlo?39 ¿Significa todo esto que en la ciudad democrática estén de más las éticas de máximos basadas en las religiones? No, pues «desde cualquier religión o incluso desde la increencia es posible asumir racionalmente una mínima ética cívica pública. El cristianismo, por ejemplo, no es una ética de mínimos de justicia, sino una religión de máximos de felicidad. Los mínimos de justicia le parecen irrenunciables, y se alegra por ello profundamente de que formen parte de la conciencia moral social de nuestro tiempo; pero tales mínimos no agotan el contenido de la religión cristiana, su viva y rica oferta».40 Y, puesto que «fe y razón son bueyes de una misma yunta»,41 se hace posible ser creyente y a la vez ciudadano; fe y razón son bueyes de una misma yunta, aunque con dos niveles distintos de exigencia, niveles autónomos, ninguno de los cuales puede pretender absorber al otro, por eso ni la religión puede suplantar a la moral civil, «ni la moral civil puede pretender sustituir a las religiones, jamás una ética de mínimos puede pretender ser un equivalente funcional de la religión. Lo laico no entra en competencia con lo religioso, porque no intenta ofrecer una idea del hombre y de la his'"A. Cortina, La ética cíe la sociedad civil, Anaya, Madrid, 1994, pp. 55 56. '"Cortina, Ética civil y religión, I'I'C, Madrid, 1995, p. 118. "I/mi., p. 14.
214
CAP. 4. FORMACIÓN ÉTICA Y CÍVICA
PARA PASAR DE LA TEORÍA A LA PRÁCTICA
toria desde la que iluminar la totalidad de la vida. Es más bien, si la expresión vale, una "instancia media", en la que muchas instancias últimas pueden coincidir y de hecho coinciden».42 A su vez, en cada grupo puede muy bien existir algún tipo de magisterio reconocido, que tenga una especial autoridad dentro de él. Éste es el caso de gran parte de grupos religiosos. Dado que en una sociedad hay diversas esferas y dentro de cada una de ellas existe un tipo peculiar de organización, siempre que acepten el marco de conjunto, la existencia de magisterios internos a cada una de las esferas es perfectamente democrática. Y en este punto conviene recordar que atentan contra las posibilidades de convivencia que ofrece una moral cívica tanto los que se empeñan en negar a las iglesias su derecho a expresar su opinión en materia moral, como los que creen desde una iglesia que sólo ella está facultada para dar orientaciones morales y que el resto de las iglesias o de los grupos sociales debería someterse a tales directrices. En una sociedad pluralista, por el contrario, no existe un magisterio único ni religioso ni laicista.43 En resumen, he aquí un cuadro comparativo:
Lo racional
Éticas de mínimos
Éticas de máximos
Ética de la justicia Lo justo Razón práctica Normas Exigencia
Ética de la felicidad Lo bueno Prudencia Consejos Invitación
(mínimo)
(máximo)
y lo razonable
Así las cosas, «identificamos los mínimos de justicia con lo racional y los máximos de bienaventuranza con las ofertas religiosas»,44 sin que esto signifique que las propuestas religiosas no sean racionales, ni que la razón nada tenga que ver con la felicidad, pues es imposible, en buena ley, cortar con el bisturí el complejo fenómeno de la moralidad, distribuyendo papeles y responsabilidades entre dos bandos más o menos extraños; como si a la ética de mínimos sólo competieran las cuestiones de justicia y pudiera defenderlas racionalmente sin contar con los sentimientos, quedando para la religión proyectos de felicidad, salvación y sentido ofrecidos desde la irracionalidad. Sin duda no es éste el caso, porque la razón humana es sentiente y el sentimiento racional.45 *2Ibid., pp. 81-82. 43 Cortina, La ética de la sociedad civil, Anaya, Madrid, 1994, pp. 63-65. 44 Cortina, Ética civil y religión, PPC, Madrid, 1995, p. 66. "''/fri'(/., p. 67.
215
Por eso «tienen razón quienes dicen que no puede separarse de una forma tajante entre lo justo y lo bueno ni, por tanto, pensar en qué cosas pueden ser exigibles a toda persona sin tener cierta idea de qué es lo que hace felices a las personas». 46 En consecuencia, hay dos tipos de racionalidad: la racionalidad de aquello que es umversalmente exigible, y la razonabilidad de lo que puede proponerse con pleno sentido, sin ser por ello exigible. Con la racionalidad de lo universalmente exigible me refiero a aquellos contenidos que pueden defenderse y apoyarse en argumentos de tipo lógico y, por eso, quien los mantiene está legitimado para pretender que cualquier hombre dotado de racionalidad debe entenderlos y compartirlos. Ciertamente lo "racional", que se refiere a los mínimos de una ética universalizable, no nos remite a un frío instrumento cognitivo de gentes sin sentimientos ni afectos, sino a aquello que es ya intersubjetivable, es decir, que puede ser aceptado con argumentos por cualquier hombre porque forma ya parte de nuestros esquemas cognitivos morales. Lo razonable, sin embargo, es aquello que puede proponerse con pleno sentido, pero no puede exigirse universalmente porque los argumentos que lo avalan son más narrativos que silogísticos. Por eso no pretenden convencer argumentativamente, de modo que el interlocutor quede "derrotado" sin argumentos, sino buscar una sintonía con el interlocutor a través del argumento, siempre biográfico, de un relato.47 En definitiva, «la ley vino por Moisés, pero la gracia y la verdad vinieron por Jesucristo», por regalo y no por prescripción.
PARA PASAR DE LA TEORÍA A LA PRÁCTICA La razón h u m a n a e s dialogica Quien cree en el valor de la persona humana cree en la libertad de pensar y de expresar ese pensamiento, sabiendo escuchar atentamente a los demás en orden a la construcción de una empresa común. Y porque la razón humana no es monológica, sino dialogica, haría suyo el aserto de Voltaire: «No comparto su opinión, pero defenderé hasta la muerte su derecho de usarla». Muchas veces no se alcanzarán acuerdos pese a todo, pero al menos cabría decir: «Desenchufado el televisor, nos miramos los contertulios en silencio, avergonzados en el fondo por la proverbial impotencia de la reflexión. Pero alguien nos sacó del apuro con una observación, no por cínica menos reconfortante: "bueno, nosotros, por lo menos, hemos organizado un simposio"». 48 •"'Cortina, La ética de lu sociedad civil, Anaya, Madrid, 1994, p. 53. "Cortina, Ética civil y religión, PPC, Madrid, 1995, pp. 68-69. 4 "A. Omina, La moral del camaleón, líspasa Calpe, Madrid, 1991, p. 131.
¿ID
GRANDEZA Y MISERIA
Pero no hay que dialogar por dialogar, sino para hacer cosas buenas Sin embargo, desafortunadamente no es infrecuente leer cosas como ésta al respecto: «Debido a la lentitud con que se desarrollaron las intervenciones del centenar largo de mandatarios, a los últimos oradores les tocó hablar de madrugada y en un salón que desde las primeras horas de la noche se encontraba ya casi vacío y con oyentes aburridos que aplaudían sin entusiasmo. La mayoría de los periodistas habían abandonado el salón de sesiones, lo mismo que los líderes que ya habían intervenido. Por los suelos había multitud de hojas con informaciones y estudios de todo tipo que intentaban demostrar con cifras y gráficos la gravedad de la injusticia social en el mundo».49 Para evitar esto, no hay que hablar mucho sino actuar mejor.
GRANDEZA Y MISERIA DEL PLURALISMO CONFLICTIVO
217
¿por qué no introducir alguna cláusula de penalización por retraso en la entrega de soluciones concretas y niveladoras, ¿sería acaso tan absurda la fijación de fechas límite para dialogantes morosos autocomplacidos en sus interminables bizantinismos discursivos? ¿Y qué pasa cuando la democracia lleva al poder a quienes no son demócratas? La paradoja de la democracia es que los únicos que la permiten no son capaces de garantizarla por siempre. ¿Se ¡legaliza a los antidemócratas? Si no se hace así se corre el riesgo de que éstos acaben con la democracia misma, pero si se les ilegaliza ¿no se vive ya de alguna manera fuera de la democracia pura?, ¿debe considerarse democrática la elección de quienes perseguirán a las minorías, impedirán los derechos de numerosos ciudadanos o impondrán una forma inapelable de creencias y conducta, siempre que hayan llegado al poder legalmente? Las decisiones democráticas son mayoritarias, pero no toda decisión mayoritaria es democrática. Ninguna mayoría tiene derecho democrático a votar a favor de la sumisión sin derechos de las minorías o para imponer la desigualdad política por razón de creencias, sexo, clase social, etc. En realidad, ningún demócrata verdadero debería aceptar la pena de muerte. La autonomía del individuo, base del proyecto democrático, exige que nadie sea identificado irreversiblemente con sus acciones malas o buenas.50
Inevitable pluralismo Así pues, también la gente de buena voluntad vive entre conflictos recíprocos. Don Pluralismo y doña Tolerancia son padres de don Conflicto. Pero así es la rosa: la democracia es canto y llanto de todos, a diferencia de las dictaduras, que son canto de unos pocos y llanto de los demás. Y, dado que entre las gentes de buena voluntad existen diversos puntos de vista, la democracia es el arte de posibilitar la concordia y de articular la pluralidad, pero siempre en tensa insatisfacción creadora. La democracia es como un hospital: ni de día ni de noche descansa. La articulación del hecho democrático será siempre inmadura, problemática, precaria, limitada. ¿Qué hacer, pues, cuando las posturas son irreconciliables, tras haber agotado todos los cauces dialógicos? Desafortunadamente, la democracia, no da respuesta a esta cuestión, aunque ella sea el lugar de la razón dialógica, es decir, el punto de encuentro de los mínimos racionales en que todas las personas pueden llegar a concordar. Lo cierto es que no se puede estar dialogando y dialogando toda la vida en torno a lo mismo, cuando se trata de discrepancias radicales. Hasta un hombre tan paciente y dialogante como Buda nos recomienda la acción cuando el diálogo ya no da más de sí. Además, ¿cómo dialogar cuando la disimetría es enorme entre los dialogantes?, ¿no tendrá don León que cortar sus uñas y prescindir de sus garras y dientes para hablar con don Conejo?, y ¿no habrá que poner límites de calendario a las interminables rondas de negociaciones de las que tanto gustan los poderosos, mientras los pobres mueren de hambre?, En ABC, 13 de marzo de 1995.
Sea como fuere, la democracia permite al hombre libre surgir, pero es el hombre libre quien permite a la democracia durar. La democracia no se propone cambiarnos ni llevarnos a ninguna parte; pide que cada uno sea capaz de convivir con su vecino, que la minoría acepte la voluntad de la mayoría, que la mayoría respete a la minoría y que todos preserven y defiendan los derechos de los individuos. ¿Y si la mayoría se equivoca, y si es injusta, y si es racista? No sería la primera vez que pasara en la historia. En todo caso, debería ser el arte de aplicar en cada época de la historia aquella parte del ideal que las circunstancias hacen posible, el ejercicio de la justicia y el pudor; en su interior, el político debería morir más rico de buena fama y de benevolencia que de bienes.
Evitable discordia: declaración en pro de una ética mundial Pues bien, en una sociedad pluralista y multicultural como la de hoy, se trata de buscar, al menos, un acuerdo máximo en los mínimos y al menos un acuerdo mínimo en los máximos, toda vez que la moral racional de mínimos resulta común a todos los humanos, sin por ello rechazar los máximos que viven las religiones más minoritariamente en sus respectivas ''"li Siivnlcí, DUriiiniint)
///mn/nn
l'l.iiu'tii, ISarcHmi.i
I'>'>'>
LA POLÍTICA COMO DEMOCRACIA 218
219
CAR 4. FORMACIÓN ÉTICA v CÍVICA
iglesias, en la medida -eso sí- en que no se opongan a dichos mínimos éticos dialógicos. Se intenta, pues, sumar y no restar, detectar cuáles son nuestros valores comunes, compartidos por unos y por otros, creyentes y no creyentes, con el fin de construir una ética cívica donde se supere aquella intolerancia recíproca que a veces manifestamos, a pesar de que nuestra experiencia cotidiana nos vaya enseñando que la honradez, la bondad, la responsabilidad, el amor a los demás y otras muchas virtudes y valores humanos, no son patrimonio exclusivo de nadie; más aún: la misma experiencia nos enseña que a veces quienes tienen, otras creencias religiosas o ni siquiera las tienen, nos dan lecciones de rectitud, compromiso ético, defensa de los valores humanos, etc. El pluralismo ha devenido, en consecuencia, tan inevitable, y probablemente tan positivo, que ni siquiera en el interior de las iglesias existe monismo; es tanto así, que a veces el entendimiento parece más fácil en ciertos aspectos con los situados fuera de la propia Iglesia, que con quienes están dentro: el reto del pluralismo es una realidad insoslayable. Ahora bien, sociedad pluralista no quiere decir que no haya entre los ciudadanos nada en común, como si todo se resolviese en meras preferencias individuales, sino todo lo contrario: precisamente el pluralismo es posible en una sociedad cuando sus miembros, a pesar de sus ideales distintos, demuestran tener en común unos mínimos morales que les parecen innegociables y a los que han ido llegando libremente y no por imposición, «mínimos morales desde los que es posible construir juntos una sociedad más justa».51 Pues bien, en la ciudad pluralista los valores compartidos son los de la autonomía individual y de la democracia: el valor intocable de cada persona humana, su dignidad, los derechos humanos, la libertad, la igualdad, la solidaridad, que se han ido descubriendo desde el entreveramiento de razón y fe en una sociedad que, como la europea, tiene innegables raíces cristianas. Y aunque en la práctica ocurra que todo eso sea continuamente violado y conculcado, ello no nos exime de la obligación de seguir trabajando en su favor, siquiera sea a través de la crítica de lo que hay. Desde esta perspectiva, las grandes religiones de la humanidad han manifestado también su reconocimiento -por razones intersubjetivas- de un mínimo moral común a toda la humanidad, compuesta por creyentes y por no creyentes, en su reciente "Declaración en pro de una ética mundial" (Chicago, 1993), con la idea de ir logrando paulatinamente intereses más concretos. De momento, la declaración se articula en principios todavía muy generales, el central de los cuales consistiría en una exigencia ética universalmente aceptada («Todo ser humano ha de ser tratado humanamente porque posee una dignidad inviolable»), y el siguiente, en una regla ética común a las distintas tradiciones religiosas, la llamada regla de oro («No hagas a nadie lo que no quieras que te hagan a ti»). El r|
seguimiento de estas dos reglas conllevaría a su vez una transformación cultural marcada por cuatro directrices presentes también en todas las religiones: a) La no-violencia y el respeto a la vida («¡no matarás!»). V) La solidaridad y la búsqueda de un orden económico justo («¡no hurtarás!»). c) La tolerancia y el compromiso por una vida vivida con veracidad («¡no mentirás!»). d) La igualdad de derechos y la hermandad entre varón y mujer («¡no prostituirás ni te prostituirás!»).
LA POLÍTICA COMO DEMOCRACIA, ESTO ES, COMO PODER COMPARTIDO La persona: animal racional y, por tanto, animal político Contra el maquiavelismo
político
La política no solamente es algo bueno, sino incluso la expresión sistematizada de lo humanitario. Obviamente nos apartamos de Maquiavelo, o de Cósimo de Médicis («no se gobierna a los estados con el Pater Noster»), y de los amigos del denominado «realismo político» de personas como Mao, para quien «la revolución no es una comida de gala, no es una fiesta literaria, no es un dibujo, ni un reclamo; no puede ejercerse con tanta elegancia, con tanta serenidad y delicadeza, con tanta gracia y cortesía. La revolución es un acto de violencia, es la acción implacable que destruye el poder de otra clase; puede decirse que la política es una tremenda guerra sin derramamiento de sangre, y que la guerra es una política con derramamiento de sangre».52 Tenemos, pues, que apartarnos de un Mao que entiende la guerra como la continuación de la política por otros medios. Por lo mismo, también nos apartamos de otros que, como Charles de Gaulle, afirmaban que «la política no es en modo alguno cuestión de virtud y de caridad, la perfección evangélica no conduce al poder. Resulta imposible concebir un hombre de acción sin una buena dosis de egoísmo, de orgullo, de dureza y de astucia. Pero todo esto se le perdona, es más, su figura alcanza mayor esplendor si los transforma en medios para realizar grandes empresas». Frente a ellos recordemos que, según la mitología griega, cuando Hermes, deseoso de hacer las cosas bien, pregunta a Zeus cómo repartir la política entre los hombres, si del mismo modo que las demás artes, donde con
C o r i i n ; i , /.n>
roja.
220
LA POLÍTICA COMO DEMOCRACIA
CAII 4. FORMACIÓN ÉTICA Y CÍVICA
uno solo que posea el arte de la medicina basta para sanar a muchos, Zeus responde: «Entre todos, y que todos participen de ellas, porque si sólo unos pocos participan de ellas como ocurre con las demás artes, jamás habrá ciudades. Además, establecerás en mi nombre esta ley: que todo aquel que sea incapaz de participar del pudor y de la justicia sea eliminado de la ciudad como una peste».53
Más allá del amoralismo y del
hipermoralismo
Dos actitudes resultan inadecuadas en política: el hipermoralismo enfermizo, o miedo a mancharse, y el amoralismo carente de escrúpulos, o carencia de miedo a mancharse, más aún, el burlarse, el menospreciar la mancha. Ambas actitudes suelen resultar comunes a los políticos y a quienes les critican. Pero el hipermoralismo no es mejor que el amoralismo político, y en último término responde al propósito mismo del cinismo político. La política no es el arte de servir a los demás haciéndoles creer que se les sirve. No es el conflicto de intereses disfrazado de lucha de principios. No es el manejo de los intereses públicos en provecho privado. No es el arte de hacer con los otros lo que no queremos que hagan con nosotros mismos. No es la continuación de la guerra por otros medios. No hace marchar del brazo la verdad y la mentira de modo que quienes la vean no sepan cuál es la mentira y cuál la verdad. No es la única profesión para la que no se cree necesaria la menor preparación. No obliga a la gente a decidirse por lo que no entiende. No es la ciencia capaz de traicionar los intereses reales y legítimos creando otros imaginarios e injustos. No es la maña para hacer creer al pueblo que es él mismo quien se autogobierna. No es el arte bárbaro de producir víctimas ilustres, ni para triunfar en política es necesario tener aspecto de honrado y estúpido, pero no ser lo uno ni lo otro. Ni el político el rebelde de ayer, déspota de hoy. No. Ella es, y sólo puede ser, poder popular. Pero hay que tener mucho cuidado cuando se dice que la democracia es tarea de todos, pues ya se sabe que lo que es del común no es de ningún, por eso sería mejor afirmar que es tarea de todos y cada uno de nosotros.
La política, arte del bien común Si las fuerzas se comparten, todo va mejor Cuando los ciervos tienen que cruzar un río se organizan de tal forma, que cada uno de ellos lleva sobre su espalda la cabeza del que le sigue, mientras él reposa su cabeza sobre la espalda del que le precede. Y, como "Ptvtágoms, 320 d-322 d.
221
el primero no tiene a nadie delante sobre el que reposar su cabeza, su puesto es ocupado por turnos, de tal manera que, después de un rato, el segundo pasa a primero y el primero a último. Así, sobrellevándose y ayudándose mutuamente, son capaces de cruzar sin peligro anchos ríos y hasta brazos de mar, hasta llegar a la estabilidad de la tierra firme. Es, pues, falso aquello de que el poder corrompe y el poder absoluto absolutamente, y aquello otro de que el poder enloquece. Falso, porque allí donde hay poder hay ser; a más poder, más ser, la impotencia vendría a coincidir con el no-ser, y la muerte, con la pérdida total de potencia. Por el hecho de ser, todo tiene un poder: incluso el viejo, o el niño, o el enfermo, pues sus rostros tienen poder sobre las personas morales que no les abandonan. Así pues, cuanto más poder compartido tanto mejor, más energía, más vitalidad. El poder compartido es el único que no corrompe. A más poder compartido, mejor bien común. Si cuanto no es poder es impotencia, llenemos de igualdad la libertad, la igualdad de libertad y ambas de fraternidad, pues, como dijera Pascal: «Sin la fuerza, la justicia es impotente; sin la justicia, la fuerza es tiránica. Es preciso unir la justicia y la fuerza, y para conseguirlo hagamos que lo que es justo sea fuerte, y lo fuerte, justo».
No cabe política al servicio de una minoría aislada Si politizarse significa plenificarse en la totalidad, entonces carece de sentido el egoísmo político a costa de la explotación del prójimo. Ni gentes buenas caben en estructuras perversas, ni estructuras perversas con personas buenas. Un régimen político justo exige personas justas, y a la inversa; de ahí que «meterse en política» no signifique otra cosa que irse ajustando en comunidad con los demás no a costa de ellos ni ellos a costa de nosotros. Hacer política es hacer humanismo, no hacerla o hacerla mala es deshacer humanismo, esto es, hacer inhumanismo. El hombre tiene que ser político por ser hombre; no es que pueda, es que tiene que serlo. Política es aquella actividad que te permite salir a la calle e intentar transformarla para mejorarla. Allí se pone definitivamente a prueba todo lo que uno dice creer y todos los valores que uno dice defender, y no llorando en casa. La política exige participación en la vida social, y no abandono de ninguna de las responsabilidades, todas ellas comunitarias y afectando a todas y cada una de las esferas sociales. Justicia, moral y política, tienden todas juntas, no separadamente ni desde distintas esferas, al bien común, de lo contrario quedan deformadas. La comunión de ley es, a la vez, comunión de la ciudad y comunión del hombre, y tal comunión de comuniones sólo le resulta participable a quien la aprehende con más profundidad, a quien más responsable del todo logo/cosmo/polita se siente: en última instancia, el cosmopolítico es el cosmopolita. Todos los individuos y '.'nipos intermedios tienen el deber
222
CAP. 4. FORMACIÓN ÉTICA Y CÍVICA
de prestar su colaboración personal al bien común, de donde se sigue que todos ellos han de acomodar sus intereses a las necesidades generales. Razones de justicia y de equidad exigen especial cuidado hacia los ciudadanos más débiles, que puedan hallarse en condiciones de inferioridad para defender sus propios derechos y asegurar sus legítimos intereses. Por eso, los gobernantes que no reconozcan los derechos del hombre o los violen faltan a su propio deber y carecen además de toda obligatoriedad los deberes que dicten. Constituye, pues, un error (y no pequeño) separar la ética de la política, pues al fin y al cabo la política es indisociable de la ética social. Por eso resultan inaceptables posturas individualistas y liberalburguesas como la siguiente: Una vez autonomizada, es decir, superada la fase infantil que espera premios o teme castigos por hacer lo que en conciencia cree que más le conviene, lo que distingue a la opción ética es que prescinde de la parafernalia de "obligaciones" y "sanciones". También, por supuesto, del afán de "mérito" [... ] La política, en cambio, es el reino de la sanción, de la amenaza persuasiva, de la disuasión terrorífica y de la imposición por la fuerza. Aquí estriba la primera diferencia esencial con la ética, que es renuncia a la sanción y a la violencia. En política el otro puede estar de más y por eso hay que quitarle de circulación como sea; en ética, el otro siempre es insustituible como aquel en cuyo reconocimiento debo reconocerme. Además, la ética se preocupa por conseguir buenas personas y la política se ocupa de lograr buenas instituciones; y las buenas instituciones se distinguen porque logran funcionar bien aunque las personas que las encarnan no sean moralmente buenas. Así que la ética no puede ser el remedio de la política.54 No: porque, a la larga, o todos nos salvamos, o todos perecemos; a la corta, casi todos, es decir, los más pobres. Zoon politikón «El hombre es por naturaleza un animal social y, por tanto, aun sin tener ninguna necesidad de auxilio mutuo, los hombres tienden a la convivencia».55 Según San Basilio: «El hombre es animal civil y sociable. Ahora bien, en la vida social y en la mutua convivencia es necesaria cierta facilidad en la comunión de bienes para el auxilio del necesitado.» Hemos de reprochar a ciertos traductores haber vertido la expresión aristotélica zoon politikón como «animal social», pues animales sociales lo son también el borrego o la abeja, pero animal político sólo el hombre. El hombre es un animal social, sí, pero un animal social que hace política, es decir, que participa racionalmente en la gestión de lo que le es común; en M
F. Savater, Diccionario de filosofía, op. cit., 1995. "Aristóteles, Política, 3, 6; 1278 b, 19-21.
LA DEMOCRACIA DIRECTA
223
ese sentido, política y democracia serían expresiones similares. La persona es sociopolítica; el animal, meramente social. Por eso, cuando alguien afirma no estar dispuesto a entrar en política, olvida que desde el momento en que nace entra en política. El hombre, en tanto político, puede con su razón (logos) modelar la ciudad (polis) compartiéndola con los demás en la naturaleza (fisis). Por la razón re-parte y parti-cipa (tomar parte). A esto llamaban los griegos justicia (diké). Cuando la justicia funciona, se hace ley (nomos). La auténtica ley emanará de la justicia, y ésta sólo de la participación de todos los hombres en torno al ajuste colectivo. De pararse y burocratizarse en extremo terminaría autodestruyéndose. Por eso el ajustamiento conforme a derecho («a cada cual según su trabajo») ha de irse perfeccionando en orden a la confraternización o filia («a cada cual según sus necesidades»). La justicia política queda así elevada al orden del amor (járis).
LA DEMOCRACIA DIRECTA Y PARTICIPATIVA: PODER POPULAR Poder democrático «Democracia» es un término griego introducido por Herodoto, que significa etimológicamente poder popular. Por su parte, la célebre Oración Fúnebre de Pericles, considerada como la primera herencia teórica de la democracia ateniense, denomina al régimen de Atenas democrático «por no depender del gobierno de pocos, sino de un mayor número». Allí todos los ciudadanos son iguales en cuanto a su derecho a hablar en la asamblea (isogoría). Su correspondiente latino es república, término que significa «cosa pública». El protagonista de la democracia es el pueblo, de ahí que subrayando ese protagonismo se haya definido a la democracia como «gobierno del pueblo, para el pueblo y por el pueblo», antítesis tanto del despotismo ilustrado (que pedía «todo para el pueblo pero sin el pueblo») como de la democracia censitaria o selectiva de la tradición liberal francesa tanto de Benjamín Constant como de Guizot (el cual tuvo -por cierto- una importante metedura de pata predictiva cuando, pocas semanas antes de la Revolución de 1848, lanzó su célebre aserto «¡El sufragio universal no llegará nunca!»).
Poder popular Mas ¿qué quiere decir pueblo? De su comportamiento puede esperarse lo mejor y lo peor. En todo caso, por pueblo no siempre se ha venido
224
225
CAP. 4. FORMACIÓN ÉTICA Y CÍVICA
entendiendo lo mismo, y así los clásicos griegos estiman que el pueblo lo forman grupos sociales muy reducidos. Aristóteles consideraba que 100 mil ciudadanos sería ya una multitud incontrolable que acabaría con cualquier polis. Todavía durante el siglo xvni el propio Rousseau pensó la democracia perfecta para los pequeños cantones suizos donde casi todos los ciudadanos se conocen y donde basta con agitar la campana o casi con dar un grito para convocar a todos en asamblea: la mejor democracia directa sería aquella que, sin mediadores ni representantes, eligiesen todos y cada uno de los ciudadanos contemplando sin mediaciones el rostro concreto del convecino. (Quizá las nuevas tecnologías de las autopistas informáticas favorezcan en el futuro la vuelta a aquellos orígenes.) En virtud de tal presencialismo que rechaza la representación y opta por una democracia como soberanía popular única e indivisible, Rousseau rechaza incluso la teoría de Montesquieu relativa a la separación de poderes, comparando los argumentos que dan los prestidigitadores japoneses que, ante la vista de los espectadores, cortan a un niño en pedazos y lanzan éstos hacia arriba, después de lo cual el niño cae abajo vivo y entero. Por otra parte, las antiguas democracias directas fueron originariamente agrarias y artesanas donde los márgenes de enriquecimiento desigual eran limitados y controlables a ojos vista, tangibles, mientras que las actuales democracias se han ido tornando tecnológicas, dando lugar a fabulosas acumulaciones dinerarias invisibles, con la subsiguiente dificultad de su control, y a inconmensurables disparidades de fortuna. Eso hace que hoy nos encontremos ya en la democracia de masas, en la cual no cabe la democracia directa, sino sólo la representativa.
LA DEMOCRACIA REPRESENTATIVA En la democracia de masas todos pueden, al menos, votar para elegir y controlar a sus representantes gracias al sufragio universal, cuya fórmula es «un hombre, un voto». A diferencia de lo que ocurre en la democracia directa, en el sufragio universal, de la democracia de masas los electores no gobiernan directamente ellos mismos, sino que eligen a unos delegados, diputados, representantes o compromisarios organizados en partidos políticos, los más votados de entre los cuales, a su vez, eligirán el gabinete de gobierno. Esta desviación en la elección puede repetirse cuantas veces se quiera, dando lugar a sufragio indirecto de segundo, tercero o séptimo grado, procedimiento de elección de compromisarios. Sus características serían:
Responsabilidad La individualización de los deberes en un sistema democrático requiere un notable esfuerzo de responsabilidad personal, que no puede subrogarse: nadie puede suplirme ni obrar por mí: ni el partido, ni la masa, ni iluminado, ni representante alguno. Cuanto menos mimesis (imitación inercial), tanta mayor méthesis (participación personal). Muchas veces los criminales sociales surgen de la omisión y de la pasividad, de la ausencia irresponsable de cada uno de los supuestamente no criminales, pues los criminales creen que no caerán en manos de la justicia; si caen, piensan que no los declararán culpables; si esto ocurre, se imaginan que la sentencia no será muy severa. Y lo peor es que a quienes no son criminales sociales se les debe en gran parte que aquellos piensen como piensan. Autonomía y autoorganización Autonomía La autonomía responsable prueba que el ser humano es capaz de darse a sí mismo sus propias leyes, y de dárselas con libertad y solidaridad, trascendiendo el interés puramente egoísta y orientándose hacia la búsqueda de justicia. De la autonomía brota la isonomía o igualdad ante la ley tanto en su promulgación como en su revocación. La democracia participativa invita a cada cual y a todos, de acuerdo con la común condición que comparten y que discuten de igual a igual. El reconocimiento de la igualdad del otro no conlleva la confusión, sino que cada uno es cada uno, juntos pero no revueltos: cada uno es idénticamente igual en ser idénticamente distinto. En una sociedad democrática, los individuos llegan a ser iguales política y jurídicamente, pero no intercambiables, y por eso la autonomía deviene mutuo apoyo: todos para uno y uno para todos. Por lo demás, la autonomía solidaria, al desarrollar en el individuo el altruismo, se convierte en fuente de felicidad debido a la autoestima que tal actuación conlleva, a la par que la estima ajena: la democracia participativa deviene así una forma de vida en sí misma valiosa. Autoorganización Se trata, pues, de construir métodos democrático-comunitarios, ya que l;i democracia es, ante todo, la dinamización de actividades socializadoras. Así pues: ¿cómo nos organizamos para posibilitar conductas participativas, cómo llevaremos adelante la cogestión en órganos autónomos municipales (empresas, patronatos, equipamientos...), cómo potenciaremos la forma-
226
CAP. 4. FORMACIÓN ÉTICA Y CÍVICA
ción, el asesoramiento y el apoyo a las asociaciones (participación de representantes ciudadanos en las comisiones informativas municipales, referendos de iniciativa popular...), cómo realizaremos todo ello con la inevitable participación ciudadana en la organización, desarrollo, seguimiento, elaboración de reglamentos, etcétera? Control antes, durante y después Para que la democracia de masas no se reduzca al mero ejercicio del voto en un mercado electoral que provoca cada vez mayor distanciamiento entre los profesionales de la democracia y la mayoría de la población, en cuyo caldo de cultivo a nadie puede extrañar que surjan fenómenos de corrupción y de desencanto, el ciudadano ha de ejercer el control de su voto siempre. El ciudadano responsable lo es siempre: en el ejercicio democrático de sus deberes y en el ejercicio democrático de sus derechos, en el voto en las urnas (o en su abstención responsable), en la elección de sus representantes allí donde fuere posible y necesario, en el control riguroso de los gobernantes. Se es responsable antes de las elecciones, durante las elecciones y después de las elecciones. O -en el caso del anarquista consciente que, aunque no vote, trabaja día a día por la participación política- antes de la abstención, durante la abstención o después de la abstención, abstención siempre activa y no de mero desentendimiento. La democracia participativa constituye un plebiscito de todos los días; por ende, no puede ser demasiado perezosa, no se excusa ni se escuda en el trabajo del común que evita el mío, pues entonces lo que es del común no es de ningún. La denuncia testimonial, la resistencia frente a los abusos de poder, puede transformarse en un proyecto «positivo» y con posibilidades de éxito. Este esperar sin dormitar marcaría la actitud propia del «resistente activo». La democracia propugna un tipo de sociedad civil fuerte, viva, articulada, culta, ética, y progresivamente creciente. Para ello habría que tomarse en serio que la liberación de la sociedad civil es cosa de la sociedad civil misma y nunca una concesión gratuita del poder.
Conocimiento y transparencia Pero todo esto exige conocimiento de los hechos y de las situaciones: transparencia. Sin ella no hay democracia crítica. El demoparticipante ha de estar bien informado de lo que se cuece en las distintas esferas del poder, para estar en condiciones de alertar sobre posibles fraudes, etc., así como para corregir esas desviaciones, pues no basta con denunciar el mal, sino que hay que anunciar el bien en la democracia como en la vida
LA DEMOCRACIA REPRESENTATIVA
227
misma, con el fin de que donde abunda lo torcido sobreabunden lo recto y lo correcto, lo derecho y el derecho. ¿Para qué tanta información? Para la mayor y mejor participación. Cuanto mayor sea la complejidad del Estado, contra lo que viene aconteciendo en la democracia de masas, tanto más imprescindible se hace un mayor conocimiento de él por parte de los individuos, que no sólo han de ser defensores de la democracia que ellos mismos se han dado, sino también fiscales y jueces de aquellos que -fueren quienes fuerenla conculcan. La democracia se define por el control. El pueblo no elige competencias o poderes para sí mismo, sino controladores para vigilar las competencias de las élites. El pueblo sabe que con eso las molesta, pero se dice a sí mismo que evitando poner cada día una piedra nueva en la Bastilla no tendrá que demolerla luego. Por eso desconfía también del ciudadano que por su propia debilidad se entrega voluntariamente a un amo. Por eso, allí donde sea necesario un Defensor del Pueblo, allí el pueblo no sabrá defenderse a sí mismo y, por ende, quedará indefenso. Llenar de libertad la igualdad democrática, llenar de igualdad la libertad democrática La clásica frase electoral «un hombre un voto» poco vale en Brasil, cuando sólo pagan impuestos 7.5 millones de personas frente a 75 millones de votantes, con lo que se muestra que existen millones de ciudadanos con capacidad electoral que no son más que ciudadanos de segunda clase. Hay, pues, que caminar hacia una sociedad tal donde todos sus miembros tengan igual posibilidad de realizar sus capacidades instrumentando medidas que corrijan las desigualdades fácticas, con el fin de que cada cual pueda ver desarrollado y cumplido lo mejor de sí mismo. Si la igualdad constituyó la antigua aspiración del gran movimiento obrero del siglo xix, y la libertad (el liberalismo), la exigencia de los modernos, ¿qué sería antes: lograr la libertad o la igualdad? Desde luego, lo primero es comer y lo segundo es trabajar; así pues, bien venido sea quien antes y con menores costos humanos satisfaga esa necesidad primaria e ineludible. Pero lo urgente no ha de hacernos perder de vista lo fundante. Libertad e igualdad tanto montan montan tanto: libertad sin igualdad, vacía; igualdad sin libertad, ciega. Ni libertad sin igualdad, ni igualdad sin libertad. Hay que llenar de igualdad la libertad, y la libertad, de igualdad, la democracia es esa tarea. Como dijera Alexis de Tocqueville: «La democracia no da al pueblo el gobierno más hábil, pero hace lo que el gobierno más hábil, es frecuentemente incapaz de hacer: expande en todo el cuerpo social una inquietante actividad, una fuerza sobreabundante, una energía que no existe jamás sin ella y que, por poco que las circunstancias sean favorables, puede haci'i maravillas.»
229
228
AUTO VACUNAS DEMOCRÁTICAS CONTRA LA LEY DE LA SELVA Si la justicia es sumamente difícil dada la pluralidad de intereses en juego, dado el gran número de sus agentes, dada la diversidad de ópticas e ideologías existentes, y dada la diferente calidad moral de los individuos por los que debe atravesar para afirmarse, sin embargo es posible intentar su mejora; más aún: ¿por qué no definir al ser humano como un ser en evolución, susceptible de mejorar su convivencia en orden al logro de la justicia? Mientras tanto, he aquí algunas medidas tendientes a potenciar la democracia dentro de los partidos que la llevan a efecto.
Democratizar internamente Algunas medidas: reconocer la existencia de corrientes internas, de tradiciones culturales diferentes, con el fin de que haya diálogo, interpelación, estímulo y evolución en el partido. Flexibilizar las estructuras de los partidos; reducir sus órganos; establecer una rotación de los altos cargos. Utilizar consultas internas en temas de trascendencia política. Definir los derechos del militante. Luchar contra la disciplina ciega del político respecto al partido para que pierda su carácter de funcionario de partido. Tener en cuenta a las bases (militantes) a la hora de elaborar las candidaturas a las elecciones.
Controlar la financiación Algunas medidas: velar por la transparencia y el control del sistema de financiación de los partidos con el ñn de evitar las corruptelas. Someter la financiación privada al principio de publicidad y exigir la identificación de quienes hacen donaciones de cierta cuantía. Limitar drásticamente los gastos electorales, especialmente en momentos de crisis económica. Regular estrictamente los procesos de privatización de empresas públicas con el fin de impedir que su paso a manos privadas produzca beneficios económicos ocultos. Lo mismo podemos decir con respecto a las adjudicaciones y limitaciones de obras, proyectos y anteproyectos en materia de construcción; no vaya a ser que nos pase lo que pasaba en materia de construcción durante la época de Catalina la Grande (1729-1796), cuando su favorito, el príncipe Potemkin, tuvo la brillante idea de construir fachadas palaciegas portátiles con el fin de colocarlas al paso de la emperatriz en sus giras por las miserables aldeas de Rusia, fachadas que, una vez cumplido el trayecto imperial, eran nuevamente trasladadas a la siguiente aldea prevista para una visita de la reina.
Luchar contra la corrupción Algunas medidas: castigar con ejemplaridad a los políticos corruptos; suprimir la inmunidad parlamentaria, es decir, el privilegio procesal en virtud del cual se necesita la previa autorización de la cámara legislativa para procesar y detener a uno de sus miembros. Si la razón de ser de la inmunidad fue ayer la de tratar de evitar la instrumentación política y partidista de una acusación penal, hoy este privilegio se halla en franca decadencia en muchos países, al haberse utilizado muy a menudo para no castigar hechos delictivos, y a su vez para desautorizar la opinión de los tribunales. Aquello que históricamente nació como una garantía institucional se ha transformado así en privilegio antidemocrático; por ello, el parlamentario implicado en un presunto delito ha de ser considerado como un ciudadano civil cualquiera, pues en un Estado democrático la mejor garantía para impedir la utilización política del procesamiento o detención de un parlamentario es la independencia de jueces y tribunales. En cambio, se ha de fortalecer la inviolabilidad parlamentaria, es decir, la no responsabilidad por opiniones y actos pertenecientes al ejercicio de la función parlamentaria, con la finalidad de garantizar la independencia y autonomía de la institución.
Desincentivar la «política profesional» Algunas medidas: poner un límite a la renovación de los mandatos, empezando por el presidente del gobierno. Impulsar un sistema sólido de incompatibilidades que incluya también a los cargos de confianza. Arbitrar medidas que impidan que, una vez terminado su mandato, los parlamentarios, ministros y otros altos cargos puedan ocupar inmediatamente lugares de importancia en la vida pública, ya sea en el sector público o en el privado (banca, televisión, grandes empresas, etc.). Revisar el sistema de atribución de sueldo a los parlamentarios, pues constituye un pésimo ejemplo para los ciudadanos que, en una sociedad donde el trabajo es retribuido según las leyes del mercado, los parlamentarios sean el único estamento que se asigna a sí mismo el sueldo. Los políticos son vistos así como una clase en la que el interés corporativo puede más que la representación del pueblo: «Mi abuelo fue peón de hacienda mi padre fue revolucionario, mis hijos pusieron tiendas, mi nieto ya es funcionario.»
Ejemplarizar Algunas medidas: para poder realizar todo lo anterior con un espíritu metapartidista desde los distintos partidos, es decir, para hacer resplan-
230
2.'ll
GAP. 4. FORMACIÓN ÉTICA Y CÍVICA
decer la verdad con independencia, porque la verdad es la verdad, la diga Agamenón o su porquero, hace falta ser... ¡sencillamente una buena persona!, es decir, un hombre bueno, en el buen sentido de la palabra bueno, algo que ningún profesor de ética podrá describir sin recurrir al primero de sus atributos, la imparcialidad, la cual consiste en tomar parte por lo absoluto, y no por las perspectivas relativas. Desafortunadamente, las críticas débiles o hipócritas contra los políticos abundan; con frecuencia tenemos mucha vista para perseguir la mala política de quienes dirigen la cosa pública, pero hacemos vista gorda cuando nosotros mismos adoptamos pautas de conducta que a la larga van a redundar negativamente en la sociedad. En efecto, cuando tal ciudadano enfatiza que pagará sus impuestos después de que todo el mundo los pague, y sólo entonces: ¿acaso no está buscando una coartada para no pagar uno mismo, aferrándose al mal ejemplo que sin duda algunos darán? Y, sin embargo, ¿por qué cuando se trata de reivindicar nuestros derechos corremos a protestar sin esperar a que lo hagan todos y cada uno de los otros: por qué ese otro señor se queja indignado ante cualquier fallo de los parlamentarios pero practica la filosofía del «me engañarán en el sueldo, pero en el trabajo les engaño yo a ellos»? Y ¿qué pasa cuando este otro grita contra el despilfarro y la malversación de fondos públicos, pero despilfarra en su casa agua, luz, etc., aunque la sequía resulte alarmante? ¡Qué «tolerantes» con nosotros mismos, y qué intolerantes con los demás! Cuando se alega que ellos, los políticos, «están obligados a dar ejemplo», ¿cómo podríamos nosotros recriminar su mala conducta, si en lo que tenemos a nuestro modesto alcance somos tan poco ejemplares como ellos? ¡La política no se rige por la ley del embudo, lo ancho para mí y lo estrecho para ellos!
EL ESCENARIO DEL PLURALISMO DEMOCRÁTICO ACTUAL Ciertamente la democracia es pluralismo, pero un pluralismo asentado paradójicamente sobre un monismo, el de un mundo globalizado, del que ya hemos hablado suficientemente en este libro, y al que se denomina con distintas palabras: posmoderno, neoliberal, de pensamiento único, etc. Son unos pocos los que globalizan -meten en un mismo globo- a todos los demás, cuya libertad y pluralismo es mucho menor del que se pregona. Esos pocos multinacionalizados o transnacionalizados dominan el globo y producen uniformidades que imposibilitan el plural diálogo en igualdad. Ése es el escenario real. Una democracia sana y verdadera, una democracia moral, debería tenerlo en cuenta para no dejarse seducir por cantos de sirena y denunciar esa manipulación ejercida por los pocos, a la vez que para descubrir las voces sofocadas de los muchos, cuyo grito resulta inaudible. Veamos cuatro retos que debería afrontar la democracia hoy.
El desafío ecológico La naturaleza no puede ser transgredida. Quien destruye la naturaleza cava su propia fosa. Un ecologismo democrático y bien fundado pondrá en el centro de su discurso a la persona. No es el hombre para la naturaleza, sino la naturaleza para el hombre. Obviamente, no somos enemigos de los árboles, pero más que todo vale el ser humano. Un espalda mojada es siempre, incondicional y cualitativamente superior a cualquiera otra especie animal -en vías de extinción o no- y como tal hay que cuidarle. Y, porque la ecología comienza por la persona, también la persona ha de comenzar actuando ecológicamente. Ejercicio de congruencia democrática: ¿qué tal si para comenzar a ejemplarizar dejamos de fumar, dado que la democracia que no comienza con el ejemplo de cada individuo no llega a sustanciarse comunitariamente?, ¿qué tal si no arrojamos basura a la calle?, etc. Si no estamos dispuestos a asumir los pequeños gestos, ¿para quién dejaremos las grandes gestas? La democracia dice: no dejarás para los demás lo que puedas hacer por ti mismo, madruga tú más.
El desafío de la vida Todo ser humano, en la medida en que sea racional, defenderá el derecho a la vida. Una especie que conculque este derecho se automutilará biológica y éticamente. La cuestión de la vida no es algo que deba dejarse al arbitrio de cada ciudadano en particular, sino que ha de ser defendido también por las instituciones, es de orden público: no se puede matar a nadie. Nunca debe atentarse contra la vida del niño o niña que va a nacer, aunque la madre sea violada. Es triste y lamentable que una mujer sea violada, y hay que castigar duramente al violador. Pero, por encima de todo, hay que defender la vida de todos y de cada uno, especialmente la vida de los seres más indefensos, las personas que van a nacer. La vida que hay en el vientre de la madre es el test de toda democracia, la última palabra en torno a la cual ningún diálogo es posible: no se puede negociar con esa realidad sagrada, no cabe plantear otra cosa que su vida. La vida de quien va a nacer es la prueba de fuego de la democracia, su razón de ser, algo no sometible a pactos. Los demócratas han de ser los más grandes y entusiastas defensores de quienes no pueden defenderse a sí mismos, de las personas más débiles. La sociedad juzgará mañana con infinita dureza a los y a las abortistas; a su lado, los defensores de la esclavitud parecerán grandes demócratas. El verdadero demócrata defenderá la vida siempre y en todo lugar, vida que comienza desde el instante mismo de la fecundación. Y la defenderá en medio de la adversidad, a pesar del secuestro emocional con que cierta prensa poderosa -enemiga de los débiles- manipula a la opinión pública presentando a los defensores de la vida como reaccionarios integristas, derechistas fundamentalistas, papistas vaticanistas, etc., adjetivaciones
^OíS
I J A K 4 . FORMACIÓN ETICA Y CÍVICA
tanto más frecuentes cuanto menores son los argumentos que las fundan. Tampoco faltarán las descalificaciones profesionales, y hasta las personales. Si la democracia se relaja en esta cuestión, vivirá bajo el signo de una democracia victimatoria, construida sobre los féretros invisibles, pero reales, de los abortados. El derecho a la vida, el primero y central de los derechos humanos sobre los que se funda la convivencia democrática, habría quedado conculcado, sustituido por falsos eufemismos. Ahora bien, quien se compromete con la defensa de la persona que va a nacer debe también comprometerse con la defensa de la vida en todas y cada una de sus manifestaciones: estará en contra de la pena de muerte, en contra de la tortura, en contra del machismo, en contra del trabajo de niños menores, en contra de los salarios de hambre, etcétera. En este sentido tenemos que decir con gran dolor -insistimos: con gran dolor- que son malos compañeros de viaje en la defensa de la vida aquellas personas que se han enriquecido con los despojos de los pobres, a los que a duras penas permiten sobrevivir, o simplemente aquellos que retribuyen con salarios ínfimos a sus trabajadores y empleados domésticos, aunque ello sea conforme a lo estipulado social y legalmente. Estas personas explotadoras cometen crímenes abominables, y tras su coartada (falsa de todos modos) se agazapan quienes cometen los crímenes aún más abominables contra la vida.
El desafío de la justicia social A menos que den a la riqueza acumulada un uso social, los ricos serán antidemócratas; es decir, formarán parte de una democracia verbal o formal, pero no de una democracia real, y harán transparente eso que dijeron algunos Padres de la Iglesia: que el rico es ladrón, hijo de ladrón, o nieto de ladrón, pues no es justicia tener lo común por público y lo privado como propio, pues «la naturaleza engendró el derecho común y la usurpación hizo el derecho privado».56 ¿Quién moralmente sano podría gozar de lo superfluo cuando otros, mueren por falta de lo necesario? Según Lactancio, «la perfecta justicia que sostiene la sociedad humana, de la cual hablan los filósofos, el fruto verdadero y máximo de las riquezas consiste en emplearlas no para el placer propio, sino para el bienestar de muchos; no para la utilidad presente de uno mismo, sino para la justicia, la cual permanece siempre así». ¿Hasta dónde pretendéis llevar, ricos, vuestra codicia insensata?, ¿acaso sois los únicos habitantes de la tierra?, ¿por qué expulsáis de sus posesiones a los que tienen vuestra misma naturaleza y vindicáis para vosotros solos la posesión de toda la tierra? En común ha sido creada la tierra para r6
' San Ambrosio, Sabré los deberes de los ministros, libro I.
EL ESCENARIO DEL PLURALISMO
2ÍIII
todos, ricos y pobres; ¿por qué os arrogáis, ricos, el derecho exclusivo del suelo? Nadie es rico por naturaleza, pues ésta engendra igualmente pobres a todos. Nacemos desnudos y sin oro y plata. Desnudos vemos la luz del sol por primera vez, necesitados de alimento, vestido y bebidas; desnudos recibe la tierra a los que salieron de ella, y nadie puede encerrar con él en su sepulcro los límites de sus posesiones. Un pedazo estrecho de tierra es bastante a la hora de la muerte, lo mismo para el pobre que para el rico, y la tierra que no fue suficiente para calmar la ambición del rico lo cubre entonces totalmente. La naturaleza no distingue a los hombres en su nacimiento ni en su muerte. Les engendra igualmente a todos y del mismo modo les recibe en el seno del sepulcro. ¿Quién puede establecer clases entre los muertos? Excava de nuevo los sepulcros y, si puedes, distingue al rico. Desenterrado poco después una tumba y hablad si reconocéis al necesitado. Acaso solamente se puedan distinguir en que con el rico se pudren muchas más cosas.57 «Dios nos puso en común las cosas fundamentales para la vida, ¿por qué separarnos por culpa de la propiedad que unos tienen y de la que otros carecen? Lo que es común y ha sido dado para uso de todos lo usas tú sólo. El amor hace común lo que tiene cada uno: te hace ver en el prójimo otro tú mismo y te enseña a alegrarte de sus bienes como de los tuyos propios, y a soportar sus defectos como los tuyos propios» (San Juan Crisóstomo). Justicia no es decir pero no hacer, o hacer lo contrario de cuanto decimos. Justicia no es enfatizar que hay Constituciones y que todos somos libres e iguales ante la ley, si luego a la cárcel van los más pobres y no los más ricos, que además salen de ella antes habiendo cometido delitos mayores. «Justicia es -como dijo Aristóteles- abstenerse de la pleonexía, esto es, de obtener para uno mismo ciertas ventajas apoderándose de lo que pertenece a otro, sus propiedades, sus remuneraciones, su empleo o cosas parecidas; o negándole a una persona lo que le es debido, el cumplimiento de una promesa, el pago de una deuda, el mostrarle el debido respeto.»58 La democracia ha de plantearse los límites del derecho de apropiación de lo ajeno, cuando lo necesario de muchos sirve al derroche superfluo de unos pocos. Mala señal de salud democrática es que los ricos se enriquecen más, mientras los pobres son empobrecidos más. Mala señal de salud democrática es ver a los más enriquecidos de los países empobrecidos entre los más enriquecidos del mundo... Una sociedad democrática basada sobre la injusticia es una oligarquía necesitada de demagogia. No hay justicia, ni siquiera sociedad, sin un cierto grado de igualdad y sin libertad. Es justa toda acción que permite que la libre voluntad de cada uno coexista con la libertad de los otros conforme a una ley universal. "Libro de Nabuthe Jezrealita. Cfr. R. Sierra, El mensaje social de los padres de la Iglesia, Ciudad Nueva, Madrid, 1984. ''",). Hawls, Teoría de la justicia, l;Ci:, México, \')7». |. 27.
DEMOCRACIA MOKAI,
234
El desafío de la paz y la concordia La injusticia produce violencia. No habrá paz sin justicia. Violencias, terrorismos, robos, etc., se incrementan en los países más injustos. Y tampoco queremos olvidar que las guerras son negocio para los enriquecidos a costa de las vidas de los más empobrecidos, los cuales dejan sobre el suelo lo único que tienen: su vida. Frente a eso, la justicia y la paz democráticas se besan. Sólo los justos y pacíficos construirán democracia en paz y en concordia, en orden y en armonía.
LA DEMOCRACIA NUMÉRICA, NECESARIA PERO INSUFICIENTE En la democracia cuantitativa o numérica, rige la ley del número, no necesariamente la ley de los mejores. Gobierna el más votado, aunque sólo sea por un solo voto. Sin embargo, en las democracias no consolidadas, los demagogos y filotiranos recurren al voto del miedo («habrá caos poselectoral si mi partido no triunfa por amplio margen»), el cual no sólo es una incitación al fraude, sino una grave vulneración de los derechos humanos y una conculcación de los mínimos éticos. En este terreno, las democracias han de ejercer el arte adulto (niños y locos no votan) de la «desconfianza activa», no sólo poniendo en marcha mecanismos institucionales que lo impidan, sino aumentando el control popular con el fin de reducir en lo posible las «mediaciones» manipuladoras. Una cultura democrática adulta es aquélla donde los ciudadanos propician un voto limpio y después un permanente control institucional activo; recordemos que «democracia» significa «poder popular», de ahí la necesidad de organizaciones intermedias. El voto no es una fulguración inmediata en medio de una tormenta, sino la condensación de toda una vida personal-comunitaria. Sólo la custodia del voto por cada ciudadano evita el «prometeísmo» electoralista, donde cada político se convierte en un hábil prometedor de todo y, como Prometeo, promete robar el fuego a Zeus para entregárselo a los mortales... Sea como fuere, a pesar de su humildad, hay que practicar la democracia numérica. El abstencionismo es enemigo de la democracia. La democracia no es un sistema de fugas o de renuncias, sino de laboriosidad cívica. Un hombre un voto, primero; un hombre un control, después. Practicar la democracia es propio de alguien responsable, de alguien que da respuesta y que responde lo mejor posible. No con el voto avestruz (cuando votas escondiendo la cabeza antes que ver los problemas), ni con el videovoto (si votas por el candidato más fotogénico, por el partido que gasta más en publicidad), ni con el voto borrego, ni con el voto corazonada («me late que este gallo es el bueno»), ni con el no-voto («la política y los políticos son una basura», «este país no va a cambiar»), porque las cosas tenemos que transformarlas entre todos, no caen como lluvia de ángeles.
235
De la democracia, ciertamente, no hay que esperar más de lo que puede dar, pero tampoco menos. Por tanto, rechazamos frases manidas que sólo atraviesan palos entre las ruedas del carro cuando defí n e n a la democracia como «soberanía del innoble», «arte de hacer oprimir al pueblo por el pueblo en interés del pueblo», «vicios de unos cuantos puestos al alcance de la mayoría», «derecho de cada uno a ser su propio opresor», «yo soy igual que tú, pero tú no eres igual que yo», etcétera.
DEMOCRACIA MORAL: EL CIUDADANO VIRTUOSO La democracia numérica debe ser a la vez democracia moral, la que está compuesta no solamente por quienes quieren ser muchos, sino que quieren además ser buenos, virtuosos, valiosos. Entre los líderes de I a democracia numérica a veces se oye decir, como recordábamos atrás: «Si n o obtengo tantos miles de votos de diferencia con respecto del principal opositor, puede haber problemas». Esto no está bien, aunque suele ocurrir, pues cuando por un voto no se concede la victoria quedan desacreditados todos los votos. En la democracia moral un solo voto permite gobernar al ganador, porque cada voto es fin en sí mismo, y quien viola un voto lesiona a toda la humanidad, del mismo modo que quien apalea a un niño apalea a todo lo humano que hay en cada miembro de la humanidad. Por eso el demócrata moral derrotado continuará oponiéndose hasta la victoria final, pero no se acogerá a sU condición de perdedor por escaso margen para dar un golpe de Estado. N#da de abandonar, maldecir o no reconocer el triunfo ajeno. En la democracia moral se sabe perder, y no sólo ganar; hay que aprender a perder numéricamente si se quiere ganar moralmente algún día, el día de la verdad. Para el demócrata moral, si triunfa el adversario hay que seguir trabajando hasta libefar I a polis del asedio de sus secuestradores, cada cual con los medios a su alance, por eso hay que prepararse mucho. Mas ¿cómo pasar a una democracia moral? Con lucidez de inteligencia (para lo cual hacen falta maestros en el verdadero sentido del término, en lugar de maestros maltratados: entre todos los candidatos a presidentes de la República no sumarán ni medio mientras los maestros anden apaleados) y conversión del corazón. La democracia n o es la revolución por decreto; la impaciencia es la enfermedad de los totalitarios. Desde la paciencia laboriosa aparecerán ciudadanos libres d o n d e hubo esclavos, gentes que recuperarán su memoria de humanidad, rriernoria con la que todos venimos al mundo, lo que todos sabemos por el hecho de ser hombres. Contra amnesia u olvido, memoria y anamnesis. Si I a a mnesia del pueblo es la ruina de la democracia, porque conlleva la hipermnesia de los tiranos, el sano recuerdo es su floración primera. Si la democracia numérica se vive como un derecho, c °n su otra cara que es la obligación, la democracia moral se vive como u n deber, un deIKT que yo me impongo con alegría, como la op<>i iimid.'K' de construir un
236
CAR 4. FORMACIÓN ÉTICA Y CÍVICA
mundo nuevo, más digno. Es un deber sagrado y, por tanto, sacrificado, en la medida en que se asume la vida común como realidad sagrada en la que uno se da a sí mismo el deber sagrado de cuidar de los demás, por ejemplo, procurando que se tapen las alcantarillas a las que le falta la tapa (¡y las hay con verdadero peligro de muerte!), con el fin de que no puedan caer en ellas niños, ciegos o cualquier viandante. Eso lleva molestias, tiempo y hasta dinero, claro está. Porque significa abnegación, generosidad, humildad, valores necesarios para el desarrollo de la virtud pública, indisociables de ella contra lo que suele decirse. Los grandes maestros de humanidad han procedido así. Sólo soy libre cuando todos los hombres y mujeres que me rodean son libres. La democracia -decimos con Charles Péguy- ha de ser la organización sistemática de la caridad, de la filantropía, de la buena educación, de la ayuda mutua, así como de la esperanza, ya que se basa en la convicción de que existen extraordinarias posibilidades en la gente ordinaria.
DEMOCRACIA MORAL Y TOLERANCIA EN EL PLURIPARTIDISMO Ningún gobierno puede considerarse bien seguro a largo plazo sin una sólida oposición. La democracia implica división, pluralidad de desacuerdos; no es un lugar de gente similar, sino de gente diferente. Su principio no es la igualdad, sino la igualdad para preservar la diferencia razonable, de modo que a pesar de todo resulte posible vivir juntos y sin violencia. Si hay tolerancia es porque hay conflicto, pero la tolerancia enfoca el conflicto como ocasión para la reconciliación, y no para su enquistamiento, ni desde la indiferencia, sino a través del diálogo. En lugar de argumentar a remolque de los sondeos de opinión, servir la verdad: ¡qué gratificante aquel debate donde un candidato felicita al otro por su superioridad en todo o en parte, porque su opinión más valiosa beneficia en mayor medida al bien común! En la democracia moral no hay victorias ni derrotas, si quien gana es la comunidad; es decir, la verdadera paz, que es la victoria política en la vida de los pueblos. Sólo una amplia opinión pública en favor de la paz puede hacer que, en caso de conflicto, el pueblo diga no a la violencia, y la razón se imponga sobre la barbarie. Hay algo que se llama democracia moral, esto es, algo que se llama lucidez. Merece la pena, aunque desde ella se sienta más el fondo del abismo en que uno se encuentra, el dolor y el horror. Pero qué triste sería pasar por la vida sin sentir que tú formas parte de esa vida, aunque a veces la lucidez conlleve padecimiento. En todo caso, a la gente y a los pueblos a los que amo les deseo siempre la bendita enfermedad de la lucidez. No es tolerancia el relativismo del «todo vale», porque quien afirma eso hace imposible el bien; no es tolerancia la indiferencia absoluta que permite lo impermisible y, por ende, se traduce en tolerancia represiva del
DEMOCRACIA MORAL Y TOLERANCIA
237
bien. La tolerancia sólo cabe cuando se respetan las diferencias, siempre que éstas no sean tales que anulen la otra diferencia alegando el derecho al ejercicio de la propia diferencia. En la antítesis de la tolerancia está la barbarie: bárbaro es el que no tolera al extranjero (le barbariza), apropiándose además de su diferencia y luego tratándole con indiferencia. La tolerancia consiste, pues, en ayudar a que el otro (los otros) sea(n) lo que debe(n) ser y no sea(n) lo que no debe(n) ser. Ayudar, pues, a que el otro sea humano, y no se comporte como bárbaro o inhumano, a que descubra lo eterno que vive en él. Para eso no sólo hay que corregir, sino también enseñar, por eso es una virtud activa. La tolerancia es una forma de magnanimidad, por la cual yo, que soy más fuerte que tú, no sólo no te golpeo cuando me pisas, sino que además soporto pacientemente la agresión, y la aprovecho para educarte y comprometerme contigo en tu educación mirándote con benevolencia (de ahí que equivalga al respeto, que viene de respicere, respectum: mirar benevolentemente). La cuestión, en última instancia, es la mirada: dime cómo me miras, y te diré qué clase de demócrata eres. Puede comprenderse que, así entendida, la tolerancia es una virtud fundamental para el ejercicio de la democracia moral. Si alguien no quiere esta conversión del corazón numérico en corazón moral, constituye un peligro para la democracia, porque lo que se hace sin cambiar la mentalidad y sin cambiar el sentido de una experiencia (es decir, lo que se hace sin mirar generosamente a los demás), termina siendo políticamente peligroso, aunque a primera vista parezca técnicamente correcto. Por eso la democracia es tanto mejor cuanto más cerca de los últimos están los primeros que gobiernan.
Acción ética y cívica
¿Por qué los estados son tan malos si los individuos son tan buenos; quién vota, por ejemplo, a gobernantes tan malvados y estúpidos; por qué incluso los estados democráticos son tan reaccionarios y aviesos cuando la sociedad civil es tan sana, inteligente y abierta; por qué los buenos son tan torpes y débiles para dejarse gobernar así por los más fuertes o los más listos? Todo el mundo se autoexime de cualquier responsabilidad: el único total culpable parece ser el Estado, es decir, los demás, los otros; en definitiva, nadie. Pero ¿acaso usted no? ¿Por qué no? Esforcémonos por acercarnos racionalmente hacia esa democracia que no es meramente formal, sino solidaria, aquella que desde el «a cada cual según su trabajo» apunta hacia el «a cada cual según sus necesidades, de cada cual según sus posibilidades».
ALTERNATIVAS GLOBALES DE SOLIDARIDAD. MEDIDAS DE ACCIÓN A ESCALA MUNDIAL Reforma de los organismos internacionales Pero ¿cómo podría llevarse hoy a cabo tal cosa? Poco se podrá hacer mientras en la ONU tengan todavía a estas alturas de la historia derecho de veto unos cuantos países sobre los demás, y mientras el FMI csu'- m manos
240
ALTERNATIVAS GLOBALES
CAR 5. ACCIÓN ÉTICA Y CÍVICA
de ellos, los más ricos. ¿Cómo puede recomendar la ONU democracia a los países donde no la hay, si ella misma tampoco la practica? El mundo tiene que reorganizar drásticamente la correlación de fuerzas en el interior de organizaciones como la Banca Mundial, el GATT desde 1995, Organización Mundial de Comercio (OMC), los Programas de Desarrollo de las Naciones Unidas, etcétera. Respecto a las instituciones financieras, incrementar en favor del Tercer Mundo los recursos de los organismos financieros internacionales (Banco Mundial, Fondo Monetario Internacional, bancos regionales); proceder a una reforma de dicho Fondo Monetario Internacional para garantizar la estabilidad de las reservas monetarias y dar mayor participación a los países en desarrollo en los procesos de toma de decisiones.
Condonación de la deuda Los ricos tratan como ovejas a los pobres; pero ¿por qué no se limitan como máximo a esquilmarlas, en vez de despellejarlas? Para acabar con esta situación hay que condonar incondicionalmente la deuda a nivel internacional, aunque eso se traduzca en disfunciones entre los empobrecidos. Hablamos de condonar la deuda, no de perdonarla; quien debería pedir perdón es el ladrón, no el expoliado. Perdonemos, pues, recordando que entre las leyes que dictó Moisés a su pueblo de Israel hay una novedosa: el año de gracia o año sabático, o año jubilar (se anunciaba al pueblo con el cuerno -en hebreo, yobel-). Consistía en la concesión, cada siete años, de un año de respiro a la tierra y a los siervos que la trabajaban. Los terrenos debían dejarse descansar todos los años séptimos, no debiendo sembrarse; los esclavos, quedar liberados de su servidumbre. En el código deuteronómico se completó esta ley con la obligación de eliminar todas las deudas contraídas durante los seis años anteriores al año de gracia, el cual se propuso como ley de Dios al pueblo de Israel para restaurar cada cierto tiempo el orden querido por Dios: sin acumulación de tierras, sin siervos ni años, sin deudas eternas, sin que a nadie le faltara lo que a otro le sobrara.
A u m e n t o de las ayudas al desarrollo Desde luego, lo ideal no es pedir ayuda, pues ¿cuándo llegará a los pobres la ayuda real que les ayude a liberarse de las ayudas? «En ocasiones, en lugar de que nos tiendan la mano preferiríamos que nos quitaran el pie de encima», ha dicho alguien del Tercer Mundo. Pero, mientras tanto, se trata de presionar a los gobiernos del Norte que firmaron la concesión de 0.7% de su Producto Interno Bruto anual en favor de los pueblos del Tercer Mundo a que simplemente comiencen a desembolsar lo cstipu-
241
lado. Incrementar la ayuda al desarrollo (0.7% de la misma, que no es -dicho sea de paso- ni la décima parte de lo que roba el Norte al Sur, ni siquiera se concede hoy en la Unión Europea, porque 99.3 % le parece poco al Norte voraz como el nuestro, que quiere ganar 101 %). El Norte alega encontrarse en época de recesión; lo que ha pasado es que durante la tormenta económica mundial se han abierto unas cuantas goteras en el techo del Norte y tiene que repararlas antes que nada, aunque el Sur a la intemperie carezca de toda techumbre, porque allí la tormenta no sólo ha resultado cíclica (sujeta, pues, a las leyes cíclicas del capitalismo), sino huracanada. El Norte, incluso cuando dedica 0.7 de su Producto Interno Bruto a la ayuda para el desarrollo, incluye allí los créditos en términos concesionales para compra de armamentos, y así más de 36 % del total de los créditos FAD (Fondo de Ayuda al Desarrollo), entre 1982 y 1990, han sido otorgados para la compra de equipo militar. Además, los créditos pueden obstaculizar la puesta en práctica de modelos de desarrollo autocentrados locales, e incrementar el endeudamiento y la dependencia de los países receptores. Sea como fuere, por cada dólar que el Sur recibe del Norte tiene que devolver 4 dólares de modo que, aun recibiendo la transferencia de 0.7%, todavía se le adeuda más que mucho: es el robo estructural estipulado por las normas de juego del mercado capitalista. ¿La ventaja de los pobres es que la crisis no les puede empobrecer ya más? A pesar de todo, al Sur se le mira con aprensión, como generador de problemas.
Transferencias tecnológicas Transferir progresivamente recursos, tecnología e información científica de los países industriales a los países menos desarrollados. Crear mecanismos para la progresiva transferencia tecnológica, facilitando a los países tercermundistas mayor acceso a las tecnologías más adaptadas a sus posibilidades; regular las actividades de las empresas multinacionales; eliminar las prácticas comerciales restrictivas. A finales de los sesentas, se creó la UNCTAD (United Nations Conference for Trade and Development, Conferencia de las Naciones Unidas para el Comercio y Desarrollo, el equivalente a la OMC hoy para el Tercer Mundo) para estudiar la influencia de los intercambios en los procesos de desarrollo, partiendo de la existencia de países en muy diferentes estadios de industrialización, así como para proponer fórmulas de regulación del comercio internacional que permitieran resolver los problemas del sector exterior de los países periféricos. Y aunque sólo se reúne cada cuatro años y sus resoluciones no obligan a quienes votan en contra (los países pobres suelen tener poca libertad real para decidir en favor de sus propios intereses y destinos), al menos ha contribuido a crear una cierta corriente de opinión.
¿<*¿
Comercio internacional de productos del Tercer Mundo Asegurar precios estables, suficientes y equitativos a los productos exportados por el Tercer Mundo; abrir los mercados de los países industrializados a las manufacturas del Tercer Mundo mediante la eliminación de barreras arancelarias y el establecimiento de un sistema de preferencias generalizadas.
Rechazo del armamentismo militarista Llevemos al mínimo (y, de ser posible, anular a medio plazo) los gastos bélicos y los presupuestos «de defensa», pues son la causa principal de las disfunciones Norte-Sur. Educar para una paz que sea esplendor de la justicia.
ALTERNATIVAS PARTICULARES
243
siempre y en todo lugar, desde el instante mismo de la fecundación; y en segundo lugar, por un progresivo acercamiento al «lo tenían todo en común», de signo comunitarista? Desde esos parámetros podríamos proponer un programa de presencia sociopolítica en favor de la dignificación de la vida pública y de su acercamiento a la privada.
ALTERNATIVAS PARTICULARES. MEDIDAS DE ACCIÓN A ESCALA LOCAL Hay que actuar localmente y pensar globalmente, y a la inversa: actuar globalmente, pensar localmente. ¿Cómo? Con los necesitados. Desde abajo. Frente a lo injusto. Con resistencia pacífica.
La microalternativa vecinal Mundialización Potenciar el crecimiento orgánico de las diversas zonas del mundo: grandes áreas planetarias diferenciadas cultural y productivamente, pero complementarias en un sistema mundial, con arreglo a un plan solidario de distribución de tareas. Tales regiones habrían de ser abiertas en lo económico, en lo social y en lo cultural, y estar orgánicamente unidas al cuerpo económico-político del mundo con cultura de circulación planetaria, tendiendo en el límite a constituirse en barrios de Cosmópolis (por ejemplo, y sin pretender que sea un mapa a lo Julio Verne: 1. América Latina, 2. Europa; 3. Japón y zonas aledañas; 4. Australia, Nueva Zelanda; 5. antigua URSS; 6. América Latina; 7. Norte de África-Oriente Medio islámico; 8. África subsahariana; 9. Asia Meridional; 10. China).
Ecoplanetarismo Administrar, mediante un pacto internacional serio (sin la actual prepotencia de unos pocos países), los ámbitos oceánicos, aéreos y polares, controlando asimismo otros recursos estratégicos de la humanidad: agua dulce, masas boscosas, energías no renovables, etcétera. U n a nueva cultura política ¿Por qué no ir formando alguna agrupación o plataforma sociopolítica presidida por dos ejes, a saber: en primer lugar, por la defensa de la vida
Las solidaridades más primarias no son en absoluto despreciables. Se manifiestan desde abajo, compartiendo el dolor, en la vida concreta con los empobrecidos de la Tierra, atendiendo a quienquiera que se presente necesitado, diciendo la verdad aunque ello conlleve preterición, o marginación, o calumnia, o persecución, o todo eso junto hasta el martirio. Desde luego, la liberación de los excluidos es cosa de los excluidos mismos, conforme al mensaje de la Primera Internacional de Trabajadores. Desde ahí, las alternativas individuales comienzan con la mención del vecino ocasional solidario, aquel que se constituye en mi auxilio desde el momento en que me presta una barra de pan, o en que cuida a mi bebé cuando tengo necesidad de ello, o en que me apoya en situaciones de emergencia, aunque también en las situaciones existenciales más cotidianas. Sin necesidad de grandes elucubraciones, simplemente movida por un instinto primario de solidaridad y por un movimiento de simpatía, la puerta del vecino se abre para atender mi requerimiento. Servicios profesionales prestados en régimen amistoso y gratuito entre particulares, cuyo valor no se computa al calcular el PIB, son renglones inestimables de la contabilidad del bienestar personal y de la solidaridad social, y ello sin entrar en los cálculos de los rendimientos económicos que tal ayuda me suponen, pues resulta ininventariable además su valor en las transferencias amistosas de afecto y de aceptación. Cuando se dispone de tales apoyos, no se aprecia lo que valen; cuando faltan, no existe dinero para pagarles con servicios profesionales. Realmente tienen más valor que precio, porque esas ayudas aumentan la alegría de vivir y elevan nuestra opinión sobre el género humano. En fin, ya puestos, no sería descabellada la idea de erigir un monumento a la veci-
244
245
CAP. 5. ACCIÓN ÉTICA Y CÍVICA
na; téngase en cuenta que antes se alzaron monumentos al maestro, o incluso al perro de San Bernardo. La microalternativa familiar También en nuestros días la familia es el gran bálsamo que alivia los padecimientos en el fragor de la gran crisis del desempleo. Si no fuera por el apoyo de las familias, Europa misma habría estallado ya en mil pedazos, pese a su tan cacareado bienestar; si no fuera por ella, quizá nuestra sociedad se habría desintegrado, sobre todo en aquellos países en los cuales las demás instituciones se han desmoronado. Bueno es el cariño familiar. Malo es que se escatime tanto para los que quedan fuera. Medidas de acción a escala personal Hoy como ayer se impone acompañar al necesitado desde el tiempo de afecto que acoge (nutritio llamaba a esto Santo Tomás). Y ¿quién no podría ofrecer al menos algunas horas semanales en obras de acción directa, tales como sacar a pasear a un tetrapléjico (convertidos nosotros en sus manos y en sus pies), regalar a un ciego la narración del vuelo de un ave (avistado desde nuestros propios ojos así prestados), visitar a niños abandonados, acompañar a disminuidos sensoriales, etc.? Todos podemos regalar algo. ¿Que qué tiene esto que ver con la acción social? Si algo tan simple como esto haces, abrirás tu mente poco a poco, y con ello (¡no lo dudes!) tu operación se irá tornando insensiblemente en co-operación. Verás las cosas de otro modo, las verás desde un cor-razón humanizado. Al ayudar a las personas a hacerse tales, te haces a ti mismo persona; al ayudar a las personas a ser mejores que tú mismo, te haces mejor tú también; al ayudar a los otros a madurar, madurarás también tú mismo. ¿Cómo? Viviendo con sobriedad Desde la «grandiosa carencia de necesidades» que llevara a exclamar rotundamente a Sócrates en medio de las abarrotadas y ya consumistas también entonces calles de Atenas: «¡Cuánto es lo que no necesito, y lo que necesito cuan poco lo necesito!». Asumir una vida estoica, no consumista (menor consumo de agua, cuidado con los bosques, con la naturaleza en general, etc.). A tal efecto, reducir desde ahora de forma drástica el consumo en 3 % (mínimo) y trasvasarlo al Sur; nada lograremos sin una cultura de la austeridad, sin cambiar nuestra mentalidad respecto al uso de los bienes y de los recursos, respecto de la avaricia de la propiedad.
Trasvasando los bienes
excedentarios
Cuantos más bienes trasvasados, tanto mejor. Con los pobres, contra la pobreza. La justicia es una virtud que al menos tiene de peculiar respecto de las demás esto: que puede medirse en calorías, pues las hipercalorías de los ricos se dan a costa de las hipocalorías de los pobres. Lo que en el mundo opulento se llama «renta per cápita» no es precisamente «virtud per cápita», sino «ingesta per cápita» de las calorías de los pobres. Llamémoslo pauperofagia. Los pobres lo saben, porque una cosa es ser pobre y otra muy distinta ser tonto o ciego, y por eso son los que más agradecen su labor a quienes luchan por la justicia, aunque a veces -demasiadas- los engañemos; en todo caso, son los que te dan infinitamente más de lo que tú puedas pensar en darles. Cierto preso, a cuyo mejor amigo un día trasladaron del penal en el que estaban, no teniendo nada que darle, se arrancó un diente y se lo entregó. Los pobres siempre dan sus dientes cuando no tienen nada más: se dan a sí mismos. Quien ignora a los pobres no descubre la propia riqueza. Quien no se hace pobre con los pobres no se enriquece. Y quien no se enriquece con la lucha superadora de los más pobres no se enriquece con la propia. Uno descubre a través de lo que hacen los pobres, y desde la propia pobreza, sus propias posibilidades de crecer como persona. Hay papas que creen que, por «tocar pobre», sus hijos van a echarse a perder; entonces los sobreprotegen, los rodean de guaruras y de miedos. Sin embargo, el mejor regalo que pueden darles a sus hijos es ayudarles a descubrir el rostro de la viuda, del huérfano y del extranjero. No que les impermeabilicen con una capa de protección. Colaborando en las acciones organizativas ordenadas a salvaguardar la Naturaleza Boicoteando todos los productos que atenten en su proceso de producción, y en su publicidad contra la dignidad del ser humano y de la naturaleza. Además, deja limpio lo que encuentres sucio, y no a la inversa. Como docente, siempre me encuentro sucia la pizarra de clase, pero me gusta dejarla limpia. Como ciudadano veo cascaras de plátano en el suelo que procuro recoger y echar en la próxima papelera, no siempre tan cercana. Se comienza por poco: el que ha llevado una cascara de plátano 50 veces a una papelera, termina convirtiéndose en un buen ciudadano. No se trata de convertirse uno mismo en un recogedor de basuras, porque sería imposible. Pero la vida no es una excursión en la que tus residuos molesten al siguiente: no dejes otra huella que no sea la de tu limpieza vital. Ojalá que el corazón te lleve a cargar con quien sólo sabe ensuciar.
Z4b
¿ E S INTERESANTE LA AYUDA DEL VOLUNTARIADO?
Luchando contra el hambre y contra todo lo que mata Esto conlleva asumir en la vida cotidiana batallas que a la mayoría de los ciudadanos les resultan invisibles porque no las sienten como propias. Como ya hemos dicho, a veces hay cables de luz peligrosos, cloacas sin tapadera, señalizaciones equívocas, etc., y esos peligros siguen ahí por tiempo, incluso causando víctimas. Ante ellos, los corazones duros procuran sortearlos ellos mismos y, en todo caso, alertar a sus amigos. Pero ¿por qué no avisar también a la policía, al ayuntamiento, a los bomberos, a quien corresponda, para que nadie padezca? Así pues, invitación al civismo: evita el peligro a los demás como si del tuyo propio se tratase. Resulta duro asumir ese comportamiento, pero más duro para la persona digna sería no hacerlo. Además, mala señal ética es no llevar ninguno de esos teléfonos en la agenda para usarlos cuando corresponda. Estoy persuadido de que quien evita el peligro a los demás como si del suyo propio se tratase, tiene andado un buen trecho por el camino de la revolución cotidiana. Quien es capaz de lo pequeño es capaz de lo grande; quien no es capaz de lo pequeño tampoco será capaz de lo grande.
Ayudando a reconstruir la identidad
reflexiva
No basta con hacer la buena obra del día o de la semana y, luego, a casita a descansar: hay que ir bastante más lejos todavía. Resulta imprescindible comprender cuáles son los mecanismos estructurales que hacen sufrir y que excluyen a las tres cuartas partes de la humanidad, para cuya restauración y sanación en la raíz no bastan soluciones parciales, superficiales o meramente locales e individuales. A grandes males, grandes remedios, y quien desee grandes remedios habrá de realizar también grandes estudios. El análisis reflexivo tiene que desembocar en una opción solidaria, pues para reconocer fáctica y no sólo verbalmente la dignidad de la persona, hace falta una práctica mínima de comunidad, experiencia de comunionalidad, de compromiso sociopolítico a cualesquiera de los niveles, desde las asociaciones vecinales y los movimientos de barrio hasta las organizaciones sociales intermedias, desde el trabajo cultural hasta el sindical (e incluso al parlamentario), buscando nuevas agrupaciones cuando las actuales no resultaran ya verdaderamente alternativas frente a la exclusión. Todo lo que sabemos debemos asumirlo para transformar la realidad. Esa transformación exige una presencia pública en el nivel en que uno se encuentre más cómodo: en asociaciones civiles, culturales, recreativas, sindicales, políticas, etcétera. Aunque sea perdiendo siempre tiempo y dinero, pues a estos niveles se va para regalar(se), y en eso está la ganancia. Por eso el peor de los políticos nos parece mejor que el mejor de los abstencionistas: quien no hace nada y se queja es un hipócrita. Hablar mal de los políticos es deporte na-
247
cional que a nosotros no nos interesa. A todos estos niveles les invitamos muy cordialmente a ustedes. A mal tiempo buena cara; nada resulta insuperable con humor. Estaba Bernard Shaw en una de esas horrendas fiestas, y alguien le preguntó si se divertía, a lo que él respondió: «Es lo único que puedo hacer aquí».
¿ES VERDADERAMENTE INTERESANTE LA ACCIÓN DE AYUDA DEL VOLUNTARIADO SUBSIDIADO? Suele definirse al voluntario como aquella persona que «además de sus propios deberes profesionales, de modo continuo, desinteresado y responsable dedica parte de su tiempo a actividades no en favor de sí mismo ni de los asociados, sino en favor de los demás o de intereses sociales colectivos, según un proyecto que no se agota en la intervención misma, sino que tiende a erradicar o modificar las causas de la necesidad o marginación». Desde luego, el caudal de buena voluntad y de corazón limpio en este terreno es tan fantástico como esperanzador, pues se trata de la nueva cultura pensada como una alternativa a la exclusión social emanada cotidianamente en nuestros entornos más próximos, alternativa que además se realiza en medio del anonimato y al margen de toda grandilocuencia. Lo que resulta más problemático es saber cómo actuará gente tan buena como ésa con planteamientos tan poco críticos frente a la exclusión, como los que suelen postularse habitualmente. Los voluntarios de hoy, afectados ellos mismos por el ambiente, plantean las cosas con unos criterios hedonistas, conforme a los tiempos que corren, y por eso a la pregunta: «¿Por qué eres voluntario?»; suelen responder: «Porque me apetece», o similares, pero nunca o casi nunca «Porque es mi deber» o «Porque lo exigen razones objetivas». Por eso, cuando se cansan suelen irse a casa contando con una carga de experiencia más o menos exótica o excitante, que entre copa y copa podrán evocar mañana en sus largas noches de ocio. Esta es la razón por la cual no existen veteranos en estos círculos, ya que el voluntariado queda reducido a una especie de escultismo para boy scouts en prácticas. Obviamente, los voluntarios son mucho mejores que sus plataformas de voluntariado respectivas, organizadas en forma de ONG (Organizaciones No Gubernamentales, aunque, a decir verdad, ellas son en cierto modo paragubernamentales, en tanto obtienen su financiación de los fondos estatales, con las servidumbres que eso conlleva, ya que quien paga manda y asimismo prohibe), frecuentes nichos de trepadores y burócratas financiados por las, a su vez superestructuras burocráticas estatales que les pagan como «expertos en humanidad» -por cierto, muy bien-. Así las cosas, sin embargo, no podemos evitar preguntarnos cómo podría auxiliar y devolver a la gente al terreno de
¿¿tu
HACER DEMOCRACIA VERDADERA
CAP. 5. ACCIÓN ÉTICA V CÍVICA
juego un Estado que precisamente se ha especializado en dejar a la gente fuera de juego: difícil malabarismo que con la mano de hierro aprieta y con el guante de seda afloja. Como no podía ser de otro modo, esas organizaciones de voluntariado manipuladas por el Estado y por ellas financiadas reproducen los efectos mismos del Estado, al menos por otras dos razones: a) Porque ellas, que no controlan al Estado, tampoco son controladas por nadie, de modo que su gestión se presta a todo tipo de chanchullos, irregularidades y nepotismos, por no hablar de cosas peores (robos, enriquecimientos ilícitos, etc., que están llevando a decir que no hay mejor negocio que éste). b) Porque ellas, que no critican al Estado, causante de la miseria que ellas mismas dicen querer corregir, tampoco hacen sino colaborar con él, porque le descargan de competencias que de hecho le corresponden en la medida en que para ello recauda impuestos, con lo cual refortalecen la perspectiva neoliberal de un Estado mínimo que no ayuda a los pobres al máximo.
HACER DEMOCRACIA VERDADERA PUEDE TAMBIÉN CONSISTIR EN DESOBEDECER CIERTAS FORMAS DE DEMOCRACIA FALSA: DEMOCRACIA Y DESOBEDIENCIA CIVIL ¿Qué actitud tomar ante las leyes democráticas legales pero inmorales? ¿Acatarlas, contraviniendo la propia conciencia? Ciertamente, no. ¿Desobedecerlas asumiendo entonces el riesgo de vivir de algún modo en la ilegalidad, con lo que ello comporta? A pesar de todo, sí. Este ejercicio de la democracia como disidencia por motivos morales no es cómodo. Así pues, hacer democracia verdadera puede también consistir en desobedecer ciertas formas de democracia falsa. Desde que San Agustín, en el siglo v, la acuñó con el lema «La ley injusta no es ley», la desobediencia usa la objeción de conciencia frente a las leyes injustas. Las leyes humanas a veces son incompatibles con la conciencia moral de los individuos, los cuales optan por desobedecerlas. Algunos jalones en la historia de la desobediencia civil El término «desobediencia civil» se acuña a mediados del siglo xix, aunque entronca con una larguísima tradición de oposición y disidencia
249
que se remonta nada menos que al mundo griego de Sófocles, donde Antígona entierra a su hermano Polinice contra la expresa prohibición de Creonte, el tirano de Tebas, inaugurando así un modelo de desobediencia a las leyes de la ciudad, para cumplir las «leyes no escritas» que le mandaban enterrar a su hermano. Esta acción no cuestiona la obediencia a la autoridad, pero antepone el dictamen de la propia conciencia respecto a los mandatos legales. Se trata de dar al cesar lo que es del cesar, pero no más de lo que sea del (a veces) voraz cesar atrapalotodo. Ya a las puertas del mundo moderno, John Locke (1632-1707) termina su segundo Tratado sobre el Gobierno Civil considerando la posibilidad de que el pueblo entero (aunque Locke no dice nada sobre si la persona privada puede también hacerlo) retire su consentimiento al monarca cuando éste no cumpla los pactos asumidos en su contrato social con el pueblo. La revolución americana comienza con un acto de desobediencia a las leyes del té (1775), y formula en la Declaración de Independencia (1776) el derecho del pueblo a darse a sí mismo la forma de gobierno que estime conveniente, e igualmente a derrocar al gobierno despótico. La Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de la Revolución Francesa (1789) recoge asimismo, de forma explícita, el derecho de resistencia al opresor. John Rawls define a la desobediencia civil como «un acto público, no violento, consciente y político contrario a la ley, cometido con el propósito de ocasionar un cambio en la ley o en los programas del gobierno».1 La desobediencia civil sería lo mismo que la objeción de conciencia; objeción que puede ser objeción total frente a las leyes de un gobierno radicalmente injusto, o parcial, a saber: objeción militar (que puede llegar a la insumisión), fiscal (negarse a contribuir por desacuerdo con el empleo del dinero recaudado por parte del poder), laboral, etcétera. Algunos teóricos: Thoreau, Gandhi, Luther King Thoreau Henry David Thoreau (1817-1862) reacciona contra el esclavismo de la democracia formal norteamericana con estas palabras: «Cuando una sexta parte de la población de una nación que ha emprendido la tarea de ser el refugio de la libertad es esclava y todo un país es injustamente invadido y conquistado por un ejército extranjero y sometido a la ley marcial, creo que no es demasiado pronto para que los hombres honestos se rebelen y revolucionen. Lo que hace que este deber sea más urgente es el hecho de que el país así invadido no es el nuestro, sino que lo que es nuestro es el ejército invasor».2 '.I. K:\wls, 'li-orío de ín JUSUYKI, México, 1979, p. 4<>S. \l, I). Thoiemí, /)c\()/ic(/i'i'/ii7ri civil v ofem- orn'/m, / n o . M.kliiil. I'W>, |> r> I.
J
HACER DEMOCRACIA VERDADERA 250
251
GAP. 5. ACCIÓN ÉTICA Y CÍVICA
Thoreau actuó y se atuvo a las consecuencias: por negarse a pagar un impuesto para la guerra (objetor de conciencia fiscal temprano) fue detenido y encarcelado en 1846.
Qandhi También actuó y pagó por ello. A finales del siglo xix, el anarcopacifista León Tolstoi rescata del olvido a Thoreau y su escrito llega a manos de M. Gandhi, a la sazón estudiante de derecho en Oxford. En 1907, ya en África del Sur, Gandhi publica el texto de Thoreau a modo de panfleto, y da a su propio movimiento de lucha contra la segregación racial el nombre de desobediencia civil. Más tarde profundizará este método de lucha política a través de la práctica de la no-violencia activa (ahymsa, satyagraha), dando lugar al movimiento más eficaz hasta hoy de acción desobediencial.
Luther
King
Thoreau y Gandhi inspiran a su vez al pastor bautista Martin L. King, quien, como Gandhi, también murió cobardemente asesinado por la violencia que él combatía: «A medida que me adentraba en la filosofía de Gandhi, mi escepticismo respecto al poder del amor decrecía gradualmente, y por primera vez me di cuenta de que la doctrina cristiana del amor, actuando a través del método gandhiano de la no-violencia, es una de las armas más poderosas de que dispone un pueblo oprimido en la lucha por su libertad. Cristo proporcionaba el espíritu y la motivación, y Gandhi el método». 3 Su espíritu queda reflejado en estas frases: Diremos a los enemigos más rencorosos: A vuestra capacidad para infligir el sufrimiento, opondremos la nuestra para soportar el sufrimiento. A vuestra fuerza física responderemos con la fuerza de nuestras almas. Haced lo que queráis y continuaremos amándoos. En conciencia no podemos obedecer vuestras leyes injustas, porque la no-cooperación con el mal es, igual que la cooperación coa el bien, una obligación moral. Pero tened la seguridad de que os llevaremos hasta el límite de nuestra capacidad de sufrir. Un día ganaremos la libertad, pero no será solamente para nosotros. Lanzaremos a vuestros cuerpos y a vuestras conciencias un grito que os superará y nuestra victoria será una doble victoria. Sabemos, por una dolorosa experiencia, que la libertad nunca la concede voluntariamente el opresor. Tiene que ser exigida por el oprimido. A decir verdad, todavía estoy por empezar una campaña de acción directa que sea "oportuna" ante los ojos de los que no han padecido considerablemente la enfermedad de la segregación. Hace años que estoy oyendo esa palabra '¡Espera!'. Suena en el oído de cada negro con penetrante familiaridad. Más que la oposición virulenta del Ku Klux Klan o de los segregacionistas voraces, le afectó la tibieza «del blanco moderado que antepone el "orden" a 'M. I,. Kinj!, I,a fuerza de amar, Merder, Barcelona, 1965, pp. 155 y ss.
la justicia; que prefiere una paz negativa, que supone ausencia de tensión, a una paz positiva que entraña presencia de justicia; quien dice continuamente: "Estoy de acuerdo con el objetivo que usted se propone, pero no puedo aprobar sus métodos de acción directa"; quien vive de un concepto mítico del tiempo y aconseja al negro que aguarde a que llegue "un momento más oportuno". La comprensión superficial de los hombres de buena voluntad es más demoledora que la absoluta incomprensión de los hombres de mala voluntad. Resulta mucho más desconcertante la aceptación tibia que el rechazo sin matices... Yo os digo hoy que, aun cuando nos enfrentamos a las dificultades de hoy y mañana, albergo todavía un sueño. Es un sueño que se halla profundamente enraizado en el sueño americano. Yo albergo el sueño de que, un día, toda la nación se pondrá en pie y vivirá el verdadero significado de su credo: Sostenemos que estas verdades son evidentes por sí mismas, que todos los hombres son creados iguales. Yo albergo el sueño de que un día, en las rojas montañas de Georgia, los hijos de los antiguos esclavos y los hijos de los antiguos dueños de esclavos podrán sentarse juntos a la mesa de la hermandad. Yo albergo el sueño de que, un día, incluso en el Estado de Mississippi, un Estado abrasado de injusticias, abrasado por el calor de la opresión, se transformará en un oasis de libertad y de justicia. Yo albergo el sueño de que mis cuatro hijos vivirán un día en una nación en la que no serán juzgados por el color de su piel, sino por el contenido de su personalidad. Yo albergo el sueño de que, un día, todo valle será elevado, todo cerro y montaña será aplanado. Los lugares ásperos serán alisados, los torcidos serán enderezados. Ésta es la fe con que retorno al Sur. Con esta fe, podremos extraer de las montañas de la desesperación la piedra de la esperanza, luchar juntos, ir a la cárcel juntos, defender juntos la libertad, sabiendo que, un día, seremos libres. Éste será el día en que todos los hijos de Dios podremos cantar dándole un nuevo significado: "Resuene la libertad". Resuene la libertad desde las prodigiosas cumbres de New Hampshire; resuene la libertad desde las majestuosas montañas de Nueva York. Pero no sólo eso. Resuene la libertad desde la montaña de piedra de Georgia. Resuene la libertad desde cada colina y cada cerro de Mississippi, desde cada ladera. Cuando dejemos que la libertad resuene en cada poblado y en cada aldea, en cada Estado y en cada ciudad, podremos acelerar la llegada del día en que todos los hijos de Dios, blancos y negros, judíos y gentiles, protestantes y católicos, podamos estrecharnos las manos y cantar con las palabras del viejo espiritual negro: "¡Libres al fin! ¡Libres al fin! ¡Gran Dios Todopoderoso, al fin somos libres!".4 L í m i t e s de la i n s u m i s i ó n Hay una forma de sumisión libremente asumida a lo que merece la pena, que es buena. Sin acatamiento o sumisión a las normas de convivencia o a las autoridades legítimas, no existiría posibilidad alguna de convivir en paz. '(.'//: I1,, Bnrli, Muí luí l.iillin
/wnv. I'uiulnnóii Moiinici, Mniltul, 2 0 0 0 , |>. 86.
252
GAP. 5. ACCIÓN ÉTICA Y CÍVICA
Y hay muchas formas de sumisión que únicamente son manifestaciones de esclavitud. Existe asimismo una forma de insumisión que es mero prurito, pose, inmadurez, complejo de Edipo rebelde: la de aquel ciudadano a quien todo urtica y escuece porque su piel de bebé no está habituada a ningún roce. Cuando la objeción parcial o la insumisión total vienen dictadas por motivos de conciencia y de solidaridad, estamos ante insumisiones adultas. Para que el recurso a la desobediencia civil sea legítimo, no basta que haya una causa justa, sino que no sea posible solucionarla por las vías institucionales previstas, desde las campañas de opinión a las campañas políticas por ayudar a crear nuevas mayorías que hagan suyas las reivindicaciones que dan lugar a pensar en recurrir a la desobediencia civil, el recurso a los tribunales, etc. Con otras palabras, la desobediencia civil sólo está legitimada cuando además de existir una injusticia seria y duradera, los recursos institucionales no son operantes o hay fundamento de sobra para pensar que no van a serlo. Antes que desobedecer a las leyes y a las decisiones políticas hay que intentar cambiar las leyes y dichas decisiones bien por la vía judicial o por la vía política. De lo contrario lo que se fomentará es la falta de respeto a la legalidad y el que cada cual haga la guerra por su cuenta; lo que dará lugar a un cierto estado de anomía política. Una administración que trata a los ciudadanos como subditos y unos poderes públicos que tienden a ver el poder como medio de obligar a los ciudadanos a someterse proporcionan justificación ética para rebelarse. Sin embargo, el hábito de la picaresca (esa forma de desobediencia tan poco civil y tan arraigada entre nosotros) debe hacer pensar si el recurso a la desobediencia civil va a producir más males que bienes o más bienes que males. La desobediencia civil no puede ser un nuevo manto ideológico para tapar y glorificar la falta de sentido cívico y de solidaridad con el bien público.5
Democracia activa y justicia
EXCELENCIA DE LA JUSTICIA Aristóteles considera a la justicia «la más perfecta de las virtudes, y ni la estrella vespertina ni el lucero matinal son tan admirables. 1 Para provenir de un filósofo, lenguaje tan poético no está nada mal. También Santo Tomás afirma que el hombre que mejor merece ser llamado bueno es el justo, y lo razona así: el bien es difusivo, y cuanto más excelente es u n bien tanto más y más lejos irradia su bondad; por el contrario, la peor manera de ser malo consiste en dejar que la propia maldad extienda sus efectos no sólo sobre uno mismo, sino también sobre los demás. Por otra parte, el autodominio, la sobriedad, etc., preparan la acción moral, pero sólo su exteriorización e irradiación bondadosa constituye la auténtica realización del bien. En la justicia, lo que primeramente importa es la acción exterior del hombre, mientras que, en la fortaleza o en la templanza, lo que ante todo importa es la disposición interna del sujeto y sólo en segundo lugar su comportamiento externo. No por tener conocimiento de la acción que efectivamente haya realizado un hombre puedo asegurar si el sujeto en cuestión ha sido valiente o cobarde, moderado o inmoderado; necesitaría para ello conocer también de antemano a ese sujeto y saber cuál fue su estado de ánimo cuando ejecutó la acción. En cambio, la justicia de un acto puede ser conocida inclusive desde fuera y por un tercero imparcial. Difícilmente podría precisar un extraño la
5
A. Mortal, "Desobediencia civil", en Conceptos fundamentales de ética teológica, Trotta, Madrid, 1W2, pp. 722-723.
' M i r . M i Niawi.icK,
V, M. I I'."J|>, |>|> '-'7-29.
JUSTICIA, TÉRMINO POLISÉMICO 254
255
CAP. 6. DEMOCRACIA ACTIVA Y JUSTICIA
cantidad de vino que sea yo capaz de ingerir sin faltar a la templanza. Pero establecer objetivamente cuánto debo al fondista es cosa que, sin necesidad de gran esfuerzo, está al alcance de cualquiera.2
En todo caso, la justicia tiene que ver con el derecho. Sin embargo, ¿cuál es la relación entre justicia y derecho?, ¿surge el derecho de la justicia? Por paradójico que parezca, en nuestros días no faltan quienes desvinculan la justicia del derecho. Nosotros no estamos de acuerdo con esas posiciones que, sin embargo, pasamos a dar a conocer.
JUSTICIA, TÉRMINO POLISÉMICO En la justicia descubrimos al menos las siguientes cuatro dimensiones:
Dimensión ética «Justicia» no es sólo un término jurídico, sino a la vez un término ético, como se ve en la expresión «no hay derecho a esto», que en última instancia significa «esto no debe ser», no es conforme a lo exigido por lo bueno. Dimensión psicológica «Justicia» comporta asimismo una dimensión psicológica, según se refleja en el verbo «justificarse», acción consistente en explicar a alguien el motivo o razón de algo que uno ha hecho o no ha hecho para que no se tenga como acción culpable o como falta; e incluso, más aun que explicar algo externo, «explicarse» a sí mismo ante el otro.
Hans Kelsen: lo legal (el derecho) al margen de lo moral (la justicia) Al principio de este libro ya vimos cómo la Ilustración pretendía reducir lo moral a lo legal. En nuestros días, Hans Kelsen (1881-1973), jurista austríaco fundador de la «Escuela de Viena», volvió a afirmar que, no siendo los enunciados morales susceptibles de justificación racional ni científica, sino, por el contrario, irremediablemente irracionales y puramente subjetivos, «la validez de un orden jurídico resulta independiente de su correspondencia o falta de correspondencia con cualquier orden moral».3 En consecuencia, una norma jurídica sólo será válida si ha sido creada de conformidad con un procedimiento previsto para otra u otras normas jurídicas válidas, las cuales, a su vez, serían válidas por la misma razón: porque una norma superior les habría conferido su validez. De este modo, ascendiendo por la estructura jurídica piramidal, llegaríamos a una primera norma o Constitución, que constituiría el depósito de validez jurídica de toda la pirámide normativa. A su vez, la validez última de esta Constitución vendría de su acatamiento generalizado y de la paz social introducida. Cuando un orden jurídico es efectivamente obedecido y aplicado, resulta eficaz y válido.
Dimensión teológica El término «justificación» ante Dios es rigurosamente teológico, y reformadores y contrarreformadores polemizaron sobre la «justificación por la gracia» frente a la «justificación por las obras». Además, «justicia» va ligada a la añoranza de lo completamente otro: «la añoranza de una justicia plena no puede alcanzarse jamás en la historia secular, pues aun cuando una sociedad mejor rompiera con el orden social de hoy, la miseria pasada ya no puede evitarse, ni tampoco las deficiencias de la naturaleza circundante» (Max Horkheimer).
Dimensión jurídica Por un lado, la palabra «justicia» remite al derecho, con todo lo que conlleva de obligaciones, sanciones, etc., en su dimensión penal conlleva, incluso, el terrible sentido de «ajusticiar» o ejecutar a un condenado. 2
J. Piepcr, Las virtudes fundamentales, Rialp, Madrid, 1998, p. 107.
El «realismo jurídico» norteamericano: derecho es lo que hacen los juristas No muy distantes de esta opinión, que separa totalmente lo moral y lo legal, se encuentran los partidarios del realismo jurídico norteamericano de nuestros días, el cual asegura que el derecho es simplemente la suma de las decisiones que adoptan los jueces y tribunales, de suerte que la ciencia del derecho -por así llamarla- sería aquel conjunto de conocimientos que nos permitiera predecir cómo se iban a comportar los jueces y los tribunales a la vista de cómo se habían comportado sus predecesores. Matizadamente, pero en las cercanías de esos planteamientos, se sitúa Herbert L. A. Hart (1907), el más célebre de los filósofos ingleses contemporáneos, el cual no negaba que históricamente entre derecho y moral hubieran existido intensas influencias recíprocas, ni negaba tampoco que a veces ciertas leyes pudieran incorporar convicciones y cri'Uvrlu pura del derecho, Nacional, Madrid, 19W), p. 81.
256
GAP. 6. DEMOCRACIA ACTIVA Y JUSTICIA
terios morales; lo que él negaba era que conceptualmente existiera una conexión necesaria entre derecho y moral; es decir, negaba que para definir el derecho hubiera que acudir a criterios morales. En un determinado Estado podía haber leyes moralmente admirables y leyes moralmente controvertibles, pero su condición de leyes, de derecho, no dependía en absoluto de tal eventualidad. Alf Ross: emotivísimo jurídico Por su parte, Alf Ross (1889-1979), catedrático de derecho internacional en Copenhague, heredó de Kelsen una posición firmemente emotivista, según la cual la justicia era una idea irracionalizable. Hablar de justicia sería como dar un puñetazo encima de la mesa: cuando alguien dice que una situación no le gusta «porque es injusta», lo que realmente quiere manifestar es que la situación en cuestión es injusta «porque no le gusta». La palabrería sobre la justicia podría asociarse incluso a una excesiva secreción de las cápsulas suprarrenales. En última instancia, pues, las normas jurídicas no serían sino mandatos acompañados de sanciones, es decir, reglas de conducta reforzadas por la coacción. Jürgen Habermas: derecho y moral procedimental Frente a Max Weber, -que también cuestiona la conexión interna entre moral y derecho-, Habermas defiende que la legitimidad del derecho no brota de sus cualidades formales, sino de las implicaciones morales que pueden extraerse de ellas. Ahora bien, frente al derecho natural clásico (que, por defender bienes y valores, estipularía contenidos particulares muy fuertes para fundamentar decisiones universalmente obligatorias en una sociedad pluralista), Habermas entiende que el derecho ha de inscribirse dentro de una «moral procedimental»: si los procedimientos para elaborar normas jurídicas se atienen a una racionalidad procedimental práctico-moral (iusnaturalismo procedimental), entonces el derecho puede considerarse en el ámbito de la moral. Así las cosas, el derecho parece superior a la moral en la medida en que se trata de un procedimiento que goza de criterios institucionales (externos), con lo cual es posible comprobar si una decisión se ha tomado siguiendo la regla aun sin participar en el procedimiento, mientras que la moral carece de criterios externos. Por otra parte, la moral -frente al derecho- adolece de insuficiencias cognitivas y motivacionales. Insuficiencias cognitivas, porque no garantiza infalibilidad ni asegura que el resultado se consiga en un plazo determinado; insuficiencias motivacionales, porque el diálogo moral nos lleva a cues-
EL DERECHO NO DERIVARÁ DE UNA BUROCRACIA
257
tionar lo que en la vida cotidiana se toma como evidente y a dudar de los caminos acostumbrados. Esta superioridad del derecho frente a la moral, en cuanto procedimientos, nos obliga, en consecuencia, a reglamentar jurídicamente determinadas materias y no dejarlas en manos de la argumentación moral, que es sumamente imperfecta y difusa. La moral no puede garantizar un acatamiento universal y por eso es necesario recurrir a ese procedimiento superior, que es el derecho: si no puede esperarse de las convicciones morales una obligatoriedad sin excepción, sólo puede exigirse el cumplimiento de las normas correspondientes desde una ética de la responsabilidad cuando han logrado obligatoriedad jurídica. Por último, el derecho descarga a los individuos de la tarea de fundamentar normas, porque ya están institucionalizadas, cosa que no puede hacer la moral; y, por último, el discurso jurídico tiene que limitarse metódicamente porque ha de conectar con normas ya válidas, prácticamente, porque ha de restringirse a determinados temas y pruebas, socialmente, según la participación y el reparto de roles, y temporalmente, porque la decisión ha de producirse en un plazo determinado.4
EL DERECHO NO PUEDE DERIVAR DE UNA BUROCRACIA DE ABOGADOS, SINO DE LA JUSTICIA, ES DECIR, DE LA MORAL Si no es justo, no es derecho, sino torcido Pero la ética no debería descuidar la dimensión subjetiva de la moralidad en aras de una exterioridad jurídica o sociológica, porque en el mundo moral al cabo los sujetos siguen siendo los individuos y sus opciones. La conciencia moral individual, desde luego, es tan rica como compleja e irreductible a normas uniformizadas; por eso se equivocan las posiciones jurídicas que tienden a fagocitar a la moral, o al menos a maniatarla en el corsé procedimental del derecho. En suma, construir un derecho conforme a la moral nos parece más adecuado que tratar de hacer una moral conforme al mero procedimiento jurídico, aunque éste siga unos procedimientos formales adecuados. Cuidado, pues, con una moral burocratizada con apariencia de derecho moralizado.
La justicia que debe haber en el derecho Si el término justicia es de suyo muy complejo, no menos difícil resulta la concreción de su contenido. 'A. Cortina, "l.n ótica discursiva", en Historia de l
¿.LIO
Justicia es dar a cada uno lo suyo Más vale justicia que injusticia, claro, pues «la justicia da a cada uno lo suyo, no se apropia de lo ajeno y descuida su propia utilidad para conservar la igualdad común.5 Justicia es dar a cada uno lo suyo, pero parece cosa altamente difícil lograr un acuerdo «en justicia» en torno a qué hayamos de entender precisamente por «lo suyo»: ¿acaso será «lo suyo» de un obrero recibir un salario ridiculamente mínimo logrado después de trabajos basura y mediante contrataciones trimestrales? ¿Acaso «lo suyo» de un profesional de élite será ganar en cinco o 10 minutos 10 o 100 veces más que un peón de albañil al mes o al año? Pero, aunque no hayan faltado autores como Schopenhauer a la hora de pensar que «si es suyo no hace falta dárselo», al menos nadie niega que en una sociedad de humanos y no de ángeles hace falta que la ley obligue a dar lo suyo a quien le corresponde, contra la voluntad de quien no está dispuesto a ello.
DE LA JUSTICIA AL JUSTO
259
que existe régimen de igualdades porque lo dicen las leyes, aunque luego éstas no se cumplan, pues ¿de qué sirve que las Constituciones afirmen que todos somos libres e iguales ante la ley, si luego a la cárcel van más los más pobres y menos los más ricos, que además salen antes y encima han cometido delitos mayores muchas veces? Más vale caridad con justicia que justicia sin caridad Hay una justicia que no es igualdad, pero no porque sea menos, sino por ser mucho más al estar dictada por el amor: el amor sobrepasa a la justicia, que pone en plano de simetría lo que estaba inclinado.
DE LA JUSTICIA AL JUSTO Justicia no es tener lo común por propio No es justicia tener lo común por público y lo privado como propio, pues «la naturaleza engendró el derecho común y la usurpación hizo el derecho privado».6 Como dijera Lactancio: «El fruto verdadero y máximo de las riquezas consiste en emplearlas no para el placer propio, sino para el bienestar de muchos; no para la utilidad presente de uno mismo, sino para la justicia, la cual permanece siempre así».7 Justicia no es hacer de lo que es del común algo que no es de ningún De entre los muchos proyectos de justicia, no se ha demostrado el menos bastardo de todos: el comunismo a palos, que ha intentado meter a todos en la misma camisa de fuerza, pero quedándose fuera de ella los apaleadores. Tampoco puede presumir mucho en favor de la justicia el liberalismo que se le opone, no queriendo reconocer que si bien somos distintos, no por ello somos desiguales. Justicia no es decir pero no hacer, o hacer lo contrario de cuanto decimos Justicia no es tampoco enfatizar que hay una Constitución que garantiza la justicia, y por ello creer que ya se ha logrado lo pactado. Ni es creer 5 Lactancio, Sobre los deberes de los ministros, In Quasten, Patrología, I, BAC, 1970, p. 86. "San Ambrosio, Sobre los deberes de los ministros, Libro I, BAC, Madrid, 1968. 7 Lactancio, Instituciones divinas, In Quasten, Patrología, I, BAC, 1970.
¿Quién es justo? Justo «es alguien que pone su fuerza al servicio del derecho y los derechos y que, decretando en sí mismo la igualdad de todo hombre, a pesar de las desigualdades de hecho o de talentos, que son innumerables, instaura un orden que no existe pero sin el cual ningún orden podría satisfacernos. Para ello hay que resistir primero la injusticia que cada uno lleva en sí mismo. Por eso el combate por la justicia no tendrá fin. En cualquier caso, ese reino sólo lo alcanzaremos si nos esforzamos: bienaventurados los sedientos de justicia, que nunca serán colmados».8 He aquí los rasgos que le definen. En primer lugar, «ser justo significa reconocer al otro en cuanto otro, es decir, estar dispuesto a respetar cuando no se puede amar. La justicia enseña que hay un otro que no se confunde conmigo, pero que tiene derecho a lo suyo. El individuo justo es tal en la medida en que procura darle lo que le corresponde».9 Encuéntrese o no el otro en situación de necesidad o de indigencia, siempre que de su derecho se trate, estoy obligado a darle satisfacción. Del mismo modo, pero en sentido contrario, sería moralmente reprobable torturar a prisioneros para arrancar de ellos confesiones que evitarían a su vez males y bajo otro punto de vista resultarían provechosas. El fin no justifica los medios. En segundo lugar, «ser justo no significa sino esto: tener una deuda y pagarla»,10 algo común a toda obligación moral, a saber, la vinculación a otra persona de la que por algún concepto soy deudor. "A. Comte-Sponville, Pequeño tratado de las grandes virtudes, Andrés Bello, Santiago de Chile, 2000, p. 90. "J. Pieper, Las virtudes fundamentales, Rialp, Madrid, 1998, p. 100. "7/>i„ p. 103.
übU
GAP. 6. DEMOCRACIA ACTIVA Y JUSTICIA
En tercer lugar, no es justo el que se limita a respetar la legalidad, ya que dicha legalidad puede ser ilegítima si contraviene el orden de lo humano. Ahora bien: para poder decir no a la justicia cuando ésta sea ilegítima, tenemos que estar por encima de ella, y este es el motivo por el que se dice que la justicia no nos torna justos, y que son los justos los únicos que pueden construir una verdadera justicia. Por fin, la justicia pide no solamente hacer «lo justo», sino también hacerlo tal y como lo hace el justo, a saber, con prontitud y agrado, y por eso Aristóteles escribe: «Quien tiene tendencia a elegir y a realizar acciones equitativas y no se ciñe rigurosamente a sus derechos en el sentido de lo peor, pero acepta menos de lo que le corresponde pese a tener la ley de su lado, es un hombre equitativo, y esa disposición de ánimo es la equidad».11 Ciertamente, sólo el bueno está dispuesto a hacer más de lo justo debido.
La regla de oro del justo La regla de oro de la justicia reza así: «En todo contrato y en toda transacción, ponte en el lugar del otro con todo lo que sabes y, suponiéndote tan libre de necesidades como un ser humano pueda estarlo, decide si en su lugar aprobarías el intercambio o el contrato».12 Ponte, pues, desde el primer momento en los zapatos del otro; ponte en el lugar de cualquiera, como si tú fueras cualquiera, como si cubierto por un velo de ignorancia no supieras si estás abajo o arriba y buscas lo justo para todos; descentra tu subjetivismo si deseas ser justo. Ponerse en el lugar del otro, descentrar el egocentrismo de la propia subjetividad, cuesta más de lo que parece. En realidad hay dos clases de hombres: los justos que se creen pecadores, y los pecadores que se creen justos. Con frecuencia creemos estar en una de las dos categorías y estamos en la otra; desde luego, la equidad, el equilibrio en los dos platillos de la balanza no es tan fácil. En nosotros todo lo excusamos, y en los demás, apenas nada; queremos vender caro y comprar barato. ¡Qué diferente es el corazón del justo! El corazón del justo ya no es suyo, pues él se coloca en el lugar de toda la humanidad. Ecuanimidad, honradez, justicia: hermosas palabras que el justo no sólo pronuncia con sus labios, sino que las alberga en su corazón y gestiona con su vida diaria.
Cuanto más justo, más responsable Ni el justo, ni el genio, ni el santo confieren a nadie ningún derecho especial, pues la recompensa está en la virtud misma. Por lo demás, el genial Mozart tiene que pagar su pan igual que todo el mundo, y ni siquiera "Étt'ca a Nicómaco, V, 14, 1137 b, 34-1138 a 3. "«. Alain, 81 chapitres sur l'esprit el les passions. La Pléiade, París, 1961, p. 1230.
EL DIFÍCIL ARTE DE JUZGAR
261
San Francisco de Asís ante un tribunal verdaderamente justo tendría más derechos que cualquier otro. Si el yo egoísta, cuando se hace centro de todo a costa de todos, resulta incómodo para los demás, ya que éstos se sienten expulsados de su propio terreno, el yo del justo sería el reverso de esa tiranía, porque asume su carga, aunque se trate de una pesada y no le beneficie: Vendes una casa después de haber vivido en ella durante años; es indudable que la conoces mejor que cualquier comprador potencial. ¿Hay que decirle que el vecino se embriaga y provoca desórdenes después de la media noche? ¿Que las paredes de la casa son húmedas en invierno? ¿Que las termitas han corroído la madera? La ley puede prescribirlo o ignorarlo, pero la justicia lo exige siempre. Se dirá que con esas exigencias sería difícil, o poco ventajoso, vender casas. Tal vez. ¿Dónde se ha visto que la justicia sea fácil o ventajosa? ¿Debemos entonces renunciar a nuestros intereses? No. Pero hay que someterse a la justicia, y no a la inversa. ¿Y si no 13 lo hacemos? Entonces, conténtate con ser rico y no intentes además ser justo. Esto puede ser considerado por muchos como una virtud heroica. En el caso de los impuestos, votar por un partido cuya firme intención es aumentarlos, puede constituir un acto generoso cuando uno forma parte de la clase media o desahogada, acto que más que generoso será reputado como extravagante por muchos de los componentes de la clase media, o de sus medio componentes. Desafortunadamente, la ruindad no es patrimonio de la clase media, y no tardará en transigir con el fin quien esté dispuesto a transigir con los medios, y por eso no es cosa rara que uno venda su honor por lograr una distinción honorífica; sin embargo, la persona justa prefiere honra sin barcos, que barcos sin honra. La persona justa nada contra corriente, y con frecuencia resulta incomprendida o marginada. A pesar de todo, la ruindad no se defiende por la razón, sino por la sinrazón e injusticia de los ruines, pues es bien sabido que la mala causa empeora con su defensa. Dicho de otro modo: ¿seguiría siendo moralmente malo el robo, aunque se viviese en una sociedad de la abundancia y de la sobranza? Sí, también. Hay cleptómanos que evidencian un desorden de su carácter robando, incluso, lo que no necesitan, llevados por un impulso autoafirmativo enferm(iz)o.
EL DIFÍCIL ARTE DE JUZGAR Y DE VIVIR CON JUSTICIA Y AMOR Juzgar con justicia Lo más negativo de la justicia es que exige juzgar; cuando pienso que un hombre juzga a otro siento un gran estremecimiento: sólo puede pro'A., Comte-Sponville, <>/>. di., p. 75.
262
EL ANHELO INFINITO DE LA JUSTICIA
GAH 6. DEMOCRACIA ACTIVA Y JUSTICIA
nunciarse el juicio sobre un hombre cuando se ha clavado la tapa de su ataúd. Aunque la justicia no deba caer en la tentación de juzgar a las personas, pues nadie conoce a nadie lo suficiente como para juzgar su fuero interior («de las cosas interiores ni siquiera juzga la Iglesia», se decía), el mero hecho de juzgar sus actos ya es muy delicado, aun cuando sólo sea porque sus actos exteriores vienen irremisiblemente impregnados por ese fuero interior que, según decíamos, nadie conoce. Por eso no debe decidirse hasta oír a las dos partes; pronto se arrepiente quien juzga apresuradamente. Pobre del que juzgando comete injusticia, pues -como ya dijera Sócrates- es peor cometer injusticia que padecerla. A la vista de ello, es preciso que las leyes sean severas con todos, y todos los hombres que las aplican indulgentes: mejor arriesgarse a salvar un culpable que a condenar un inocente.
Vivir con justicia Si juzgar con justicia es difícil, vivir en la justicia, practicarla, amarla, resulta verdaderamente arduo, pues quien ve lo justo y no lo practica carece de valor. Ahora bien, con frecuencia nos avergonzamos de nosotros mismos al comprobar que vemos lo mejor; nos parece admirable, pero terminamos haciendo lo peor. Por si fuera poco, quien, pudiendo, no impide una falta, es igual que si ordenase cometerla. Y quien no es justo en su momento puede llegar a no poder serlo después: nada se parece tanto a la injusticia como la justicia tardía.
Vivir con justicia y amor Si el amor es verdadero, se derrama en obras de justicia. Sin embargo, ¿podría decirse, a la inversa, que la justicia ha de ir impregnada de amor, que la persona justa ha de ser una persona amorosa? No. Si la justicia está en el espacio, y los juicios son públicos, el amor anida en la conciencia, y el tribunal de sus jueces no pueden actuar desde el exterior. Si la justicia está en el tiempo, pues no se puede aplicar la ley hasta que los actos no se han cometido, de forma que la justicia es posterior a la vida, pero el amor se sale del tiempo porque se anticipa a la vida, la mantiene a través de la esperanza, y la restaura a través del perdón. El amor es algo que pertenece a lo que hoy podríamos denominar «ética de máximos», mientras la justicia se quedaría en la «ética de mínimos», y su terreno sería el de la Declaración Universal de los Derechos Humanos: a nadie se le puede obligar a amar, aunque a todos se les deba obligar a no contravenir esos derechos humanos.
263
La virtud de la justicia, pues, permanece más abajo de la virtud del amor, y a pesar de eso merece todos los elogios. Por debajo, pues, del amor, y por encima, claro está, de la injusticia: he aquí la virtud de la justicia. Cuando alguien lleva adelante una acción de justicia desde la perspectiva del amor, resulta ser mucho más exigente que cuando se limita a ejercerla desde el lado de la legalidad. Se dice que es más fácil ser bueno que ser justo, pero ¿acaso el justo no es bueno, al menos en cuanto que es justo? La generosidad no sustituye a la justicia, pero la mejora considerablemente Debemos ser justos antes que generosos. La justicia corresponde a una ética de mínimos, es decir, debe aplicarse según la razón y la objetividad, sin diferencias; la generosidad es más subjetiva, más singular, más afectiva, más espontánea, viene de un corazón más cálido. Los derechos del hombre pueden ser objeto de una declaración, no así la generosidad, que brota del amor, de la compasión, de la alegría de poder hacer algo personal por alguien. La generosidad es una gracia radiante, sobreabundancia de existencia o de dicha. Tal vez ni siquiera consista en dar, pues no perdemos nada; sólo necesitamos generosidad cuando nos falta amor, y por eso casi siempre la necesitamos. Generosidad es también tolerancia -hasta el límite de lo posible- cuando es factible dentro de la confrontación de intereses, gustos, convicciones, etcétera. Asimismo, generosidad tiene que ver con solidaridad, si recordamos que ser solidario es pertenecer a un conjunto in solido, es decir, para el todo. Así, los deudores son solidarios en sentido jurídico cuando cada uno responde por la totalidad de la suma adeudada en común. Hay tres formas de solidarizarse o implicarse: con el kikirikí, pero sin poner nada, como tantos y tantos gallos de corral; como la modesta gallina, poniendo el huevo, pero sin perder nada de ella misma; como el denostado cerdo, que a la hora de la verdad termina poniendo su propio tocino.
EL ANHELO INFINITO DE LA JUSTICIA Justicia y transformación radical El interesado en leyes de virtud comienza a trabajar por la justicia ya aquí, en este mundo; no puede esperar en el otro lo que en éste no ha que-
¿.wi
JUSTICIA Y DERECHOS HUMANOS
l/AK O. DEMOCRACIA ACTIVA Y JUSTICIA
rido, pues nadie puede esperar resucitar como ángel si ha elegido vivir como cerdo, como tampoco puede nadie imaginar el cielo si ha vivido arrastrándose. Para él, para el reptador, el Cielo es un conjunto de tediosos líricos; es decir, de personas que tocan la lira sobre sus nubes respectivas ataviados lánguidamente con batas blancas... Pero la justicia que ama lo justo comienza justamente por una vida intensa en esta tierra, comienza dando testimonio de lo buscado, es decir, viviendo congruentemente conforme a ello.
La justicia que se pierde en la Tierra ¿acaso no merece al menos verse recompensada en el Cielo? Ahora bien, ¿no sería justo que aquellas personas que la han buscado con generosidad y cuya búsqueda les ha costado cara, no sería justo que al menos quedase abierta para ellas la posibilidad de una justicia más que compensatoria en la eternidad? En este mundo hay asesinos a los que la sociedad trata como santos, y santos a quienes la sociedad trata como asesinos; hay justos que son tratados como perros y perros tratados con honores. Por tanto, si no hubiese una vida eterna, buenos y malos terminarían en el mismo pudridero. De este modo, no sólo la vida de los malos sería una burla de los buenos y un estímulo para los malos, sino que, además, la historia de la humanidad carecería de sentido y quedaría deslegitimada. Debería haber, pues -añade Kant- una justicia, la eterna, la del Dios Justo, que dé a cada uno lo que se merece, si queremos que la historia humana se dignifique. Por tanto, al «interesado en leyes de virtud»,14 es decir, al justo, le conviene que Dios exista: será su gran aliado.
JUSTICIA Y DERECHOS HUMANOS El derecho a ser tratado como humano Dime abiertamente, te invito a hacerlo, responde: imagínate que tú mismo debes erigir el edificio de los destinos humanos con el objetivo final de hacer felices a los hombres, de darles, por fin, la paz y la tranquilidad, mas para ello es necesario e inevitable atormentar aunque sólo sea a la más humilde criatura, a esa misma niña que se pegaba con su puñito en el pecho, y, sobre los cimientos de esas lágrimas no vengadas, levantar ese edificio; dime ¿aceptarías ser el arquitecto en esas condiciones? ¡Dilo y no mientas!
-No, no lo aceptaría -articuló en voz baja Aliosha. -¿Y puedes admitir la idea de que los hombres para los cuales habrías de construir consintiesen en aceptar su felicidad a cambio de la sangre injustificada de una criatura torturada y que, habiéndola aceptado, serían felices para siempre? -No, no puedo admitirlo.15 Y, sin embargo, pocas cosas habrán mantenido su esencia tan inalterada a través del tiempo como las violaciones y los atentados contra la dignidad humana. Ciertamente, instrumentos e ingenios de tortura y de muerte no han faltado: desde el potro o el aplastacabezas, hasta las descargas eléctricas o la administración de psicofármacos que alteran el dominio del cuerpo, va una serie de novedades históricas -aquí cuesta decir avances o progresos- y un mismo siniestro hilo de ignominia que aún no se ha roto ni mucho menos. Pero tampoco hacen falta muchos instrumentos materiales para tan macabro fin, basta con utilizar como instrumentos a las personas mismas: torturar a los familiares más próximos en presencia del detenido o, incluso, forzar a las víctimas a que tomen parte en la tortura de sus propios familiares. Mas todo lo que ofende la dignidad del hombre perjudica a la civilización. La dignidad de las personas requiere una condición de vida más humana y justa. Ahora bien, aunque todos los seres humanos aspiran a ser tratados humanamente («¡Trátame como a un ser humano!»), en este mundo hay perros a los que se trata mejor que a personas, y personas a las que se trata peor que a perros. Para que esto último no suceda, no trates a los demás como no te gustaría que te tratasen a ti; trata a los demás como te gustaría que te tratasen a ti mismo. Ten en cuenta que todo ser humano es digno, con independencia de raza, color, profesión, sexo, edad, etc. Todos los seres humanos tienen derecho a ser tratados como tales, incluso los que optan por comportarse inhumanamente. A estos últimos la sociedad debe reeducarles y ofrecerles condiciones para su rehabilitación. Si lo valioso de un buen cuchillo consiste en cortar bien, lo valioso del humano consiste en lograr la excelencia, aquello que nos hace ser humanos y no inhumanos, y ello de una forma durable, lo que hemos llegado a ser gracias a nuestro esfuerzo en contacto con las demás personas, es decir, la humanización de la hominización biológica. Es una tarea de todos y de cada uno, de cada uno para todos y de todos para cada uno. Hay, por lo demás, en toda persona, más cosas dignas de admiración que de desprecio, aunque a veces no lo parezca. Las hay, al menos porque puede llegar a haberlas, siendo nuestra misión la de madrugar para descubrir lo bueno aún invisible que se oculta; así pues, cuando te cueste trabajo despertar, recuerda: me despierto para realizar mi tarea de hombre. Ser persona es sentir que, colocando la primera piedra, se contribuye a construir el mundo. Las personas existimos unas por otras, así que instrú-
M
Cfr. I. Kant, l a religión dentro de los límites de la mera razón, Alianza, Madrid, 1991,
páginas 141 y ss.
265
r ;
'l . M Dosioyevsky, l.os hrrnuuuts Karamuzov, libro V, c. IV
266
JUSTICIA Y DERECHOS HUMANOS
CAP. 6. DEMOCRACIA ACTIVA Y JUSTICIA
yelas, o sopórtalas: la sabiduría deja de ser sabiduría cuando es muy orgullosa para llorar, muy grave para reír y muy llena de sí misma para buscar a los demás.
La primera exigencia de los valores humanos es su universalización Existen tres niveles de comportamiento al respecto, que explicamos a continuación.
267
clausurada a ningún humano; patria hecha, patria deshecha. Un buen hombre debe poder vivir en cualquier país. La patria humana más bella es ser útil al prójimo; no existe mejor prueba de una civilización que la del progreso de la cooperación: la grandeza de un pueblo se mide por las virtudes de sus ciudadanos. ¿Cómo se explica un país donde hay 100 millones de habitantes pero 60 millones que son pobres de solemnidad? ¿Puede ser eso una patria común? Y, sobre todo, ¿cómo hablar de valores patrios, si les hemos desvalorizado? Nivel posconvencional
Nivel preconvencional Quien vive en este nivel juzga siempre según su propio egoísmo; no tiene otra forma de mirar la realidad, ni conoce otra medida. Es bueno sólo lo que va bien con su egoísmo. En este nivel, los opulentos -aislados en sus mansiones y protegidos por complejos sistemas de seguridad e interminables legiones de policías privados- no logran evitar la presencia de los miserables en sus casas de cartón; aunque lo intentan, las fortificaciones particulares de los ricos no pueden convertirse en ciudades-Estado. El gran malestar social se vuelve contra los ricos mismos, quienes terminan clausurados en sus casas para evitar el secuestro: es la democracia boomerang.
Nivel convencional Quien vive en este nivel tiene por justas las normas de su propia comunidad, y sólo ellas; o no mira a las demás comunidades con la misma objetidad que a la suya. Con frecuencia, el patriotismo se sitúa en este nivel, pues no sabe decir: «Patria, sí, pero todas las patrias, sin excluir ninguna». Por eso, para defender su patria, ataca y menosprecia la ajena. Ahora bien, si los valores valen del río Bravo para arriba, pero no del río Bravo para abajo, no son valores bravos, no valen: patria sólo si grande. El patriotismo de los unos contra el de los otros suele ser el último recurso del pillo (o el primero), el combustible dispuesto a arder para iluminar el ego de cualquier ambicioso: uno cree que muere por la patria, y muere por ciertos industriales. Amemos las patrias de humanidad, no las valladas ni las kilometradas, pues la patria del ser humano es lo que en cada ser haya de humano. Patria es cualquier tierra; el que se sienta en la litera es un hombre, pero quien la lleva es otro; de lo contrario, patria mucha, hombres pocos. Patria donde no se permite el libre tránsito sin mirarle a nadie el origen ni impedirle la libre residencia no es patria, que es cárcel. Una patria nunca está
Posconvencionalidad y universalidad. La primera exigencia de los valores humanos es su universalización, más allá de toda patria. Quien no se sitúa en este nivel no ha aprendido a distinguir entre las normas de nuestra comunidad concreta y principios universalistas que tienen en cuenta a toda la humanidad, desde los cuales podemos poner en cuestión todo lo demás. Estos últimos son los que legitiman las instituciones democráticas. Una conducta es sostenible cuando cumple dos condiciones: que pueda ser ejercida por todos y cada uno en cualquier lugar, y durante todo el tiempo sin peligro para la pervivencia. Posconvencionalidad y testimonialidad. Si afirmo que mi libertad es absoluta, pero menosprecio la tuya, no universalizo. Si considero al dinero como superior a la honestidad, no universalizo. Si tomo a la publicidad como un fin en sí mismo a costa de la veracidad del producto, no universalizo. Si lucro con los productos de mi fábrica, aunque deteriore la naturaleza, no universalizo. Si una empresa da trabajo pero contamina, no universaliza. En todos estos casos, un valor destruye al otro y atenta contra otras personas, por lo que en tales condiciones no puedo aceptarlos como valores. Sólo cuando mis valores no lesionan los de las demás personas, pueden aceptarse de entrada. Principio de universalización axiológica: si no valen para todos, no valen para ninguno. Si valen para 99 % pero no para 100 %, no es todavía un principio de universalidad, es un principio de generalidad. Si existe algún imperativo categórico es éste: no dejes que los demás hagan por ti lo que pudiste tú hacer por ellos. A medida que la virtud se debilita en su universalización y crece el patriotismo particularista, crece el río de la sangre. Hay que intentar extender a todos los propios valores; aunque al intentarlo me vaya mal a mí, sin exponer a riesgos destructivos a la propia persona, al menos que no le vaya mal a los valores. Quien piense que la universalización de lo valioso no trae conflicto, se equivoca; lo malo sería que generasen conflicto y además no fuesen valores. El universo de los valores no es un jardincito epicúreo para descansar en él. Hay una tendencia a depositar los valores en una estantería mientras que el sujeto se queda fuera. Pues no. En la naturaleza humana está el generar crisis, el construir y destruir.
268
CAP. 6. DEMOCRACIA ACTIVA Y JUSTICIA
diferencia radical con respecto a los animales, que, una vez explorado su propio territorio, se quedan dentro de él. En todo «planeta axiológico» podemos llegar a adoptar pautas de comportamiento que hoy ni siquiera imaginamos. Ante los valores, lo correcto es respetarlos allí donde ya estén incorporados, defenderlos en aquellas situaciones en que se vean en dificultades, tratar de encarnarlos en aquellos lugares en que no se encuentran incardinados, o donde dominen los valores negativos, luchar contra nuestros antivalores, dejarse corregir dando las gracias a quienes nos enseñan a ser mejores, pues la mayor torpeza es no ver el propio disvalor y enfadarnos con quien nos corrige por nuestro bien. La posconvencionalidad exige testimonialidad, o sea, ir de las palabras a las obras en favor de toda la humanidad y no sólo de la gente de mi entorno o de mi propio egoísmo. No es moral hablar bien y hacer mal, es decir, no hacer lo que se cree que hay que hacer, ni hacer lo que no se quiere hacer. Hay academias corruptas que se dedican a dar cursos sobre valores, pero ser bueno es una cosa y otra presumir de serlo. Si hiciésemos 10 % de los valores que proclamamos, esto sería mucho mejor, pues se usan más palabras de las necesarias para decir más cosas de las que se saben o mejores de las que se hacen: algo, en todo caso, muy común, pues del dicho al hecho va mucho trecho. Estaba el filósofo Diógenes cenando lentejas cuando le vio el filósofo Aristipo, que vivía confortablemente a base de adular al rey. Y le dijo Aristipo: «Si aprendieras a ser sumiso al rey, no tendrías que comer esa basura de lentejas». A lo que replicó Diógenes: «Si hubieras tú aprendido a comer lentejas, no tendrías que adular al rey».
N o más deberes sin derechos, n o más derechos sin deberes La verdadera fuente de los derechos es el deber. Si todos cumplimos con nuestros deberes será fácil que se respeten nuestros derechos. Todo derecho que no lleva consigo un deber no merece ser defendido, dijo Gandhi. , Cuando se reclaman los derechos humanos como realidad ya conquistada para siempre, hay que tener mucho cuidado: si son conquistas es porque hay conquistadores generosos que las regalan, pero ¡ojo con dormirse! La humanidad no gana nada que no continúe defendiendo y perfeccionando; aunque los excelentes concedan la excelencia a los parásitos, éstos no merecen esa ganancia: cuanto más reclaman derechos humanos, tanto más los inhumanizan. Pero los excelentes son excelentes precisamente porque son más fuertes y valiosos que los parásitos. Los excelentes no se contentan con guardar para sí su excelencia. Generosos, su camino es más rico: primero, regalan los derechos a quienes no los merecen; después, les enseñan a amar esos derechos, a apreciarlos; finalmente, a ganarlos y a defenderlos para otros. Es la tarea y el gozo de los mejores educadores, padres y maestros: ¿hay quien dé más?
JUSTICIA Y DERECHOS HUMANOS
269
No más derechos, pues, sin deberes; no más deberes sin derechos. Los derechos humanos son también un deber de los humanos. Como humano, tengo el deber de trabajar por los derechos humanos para luego disfrutarlos; como inhumano, sólo me quedaría el placer de disfrutarlos sin haberlos defendido. Debemos elegir, pues, entre vivir como humanos humanizando, o disfrutar como inhumanos parasitando. No siendo suficiente con el discurso de los derechos, es preciso impulsar el discurso complementario de los deberes, porque los unos no son posibles sin los otros. No hay derechos humanos sin deberes humanos. Ciertos apologetas de los derechos humanos suelen tender a fosilizarlos, tratándolos a modo de herencia ya ganada para siempre, olvidando que los verdaderos derechos humanos surgen de los creadores de humanidad y que sólo por ellos se mantienen, como muy bien recuerda José Antonio Marinas: Si en el mundo civilizado el criminal está protegido por el mismo derecho que ha conculcado, no es porque nadie se lo deba, sino tan sólo por la generosidad de los que permanecen en la órbita ética manteniéndola en vuelo, dispuestos a afirmar la dignidad de todos los miembros de la especie humana, aunque resulten perjudicados al hacerlo. Éste es el gran salto ético, el triunfo de la magnanimidad creadora, el enigma que admiró y complicó a Kant: el ser humano, dotado de una inteligencia que le permite comprobar lo cerca y lo lejos que está de sus parientes animales, se seduce desde lejos con un modelo inestable y magnífico: pertenecer a una especie llena de dignidad. Los que realizan ese proyecto son verdaderos creadores: permiten que exista algo que antes de ellos no existía. Gracias al hombre ha aparecido en el universo una flor rara y vulnerable: el derecho. Como todos los proyectos creadores, éste también tiene que atenerse a determinadas constricciones. Es imposible construir sin comprobar la consistencia del terreno, escribir sin reglas sintácticas, lanzar aviones sin combustible, construir puentes sin conocer la resistencia de materiales. Ahí aparecen los deberes. Son el envés de los derechos. Son las torres y los cables de los que cuelga el puente y que permiten al puente su vuelo suspendido. Los juristas romanos distinguieron entre derechos de propiedad y derechos de crédito. En vez de conservar la terminología latina, propongo llamar a estos derechos intersubjetivos, recíprocos, mancomunados. Todos los proyectos compartidos instauran este tipo de derechos. No importa que se trate de un negocio, una relación amorosa, una empresa científica, o del amplio propósito de constituir una humanidad digna. En su raíz, los derechos son siempre derechos de crédito, intersubjetivos. Todos los derechos se mantienen gracias a la cooperación ajena. Y conviene recordar esto al hablar de derechos fundamentales. Si los cosificamos, si los consideramos realidades preexistentes, consistentes y persistentes, y no proyectos a realizar, nos tiranizarán lógicas degradadas. Por ejemplo, tendremos la impresión de que podemos mantenernos al margen de los derechos y seguir protegidos por ellos. Esto es confundir la legalidad física con la legalidad moral. Las leyes físicas no necesitan nuestro concurso para funcionar. Mi asentimiento les importa un bledo. Los derechos no tienen una existencia independiente' en no sé qué brillantísimo mundo platónico: son una insegura tienda de campana que
270
271
GAP. 6. DEMOCRACIA ACTIVA Y JUSTICIA
protege a los hombres sólo mientras alguien sostiene las lonas levantadas. Los derechos, como los aviones, sólo se mantienen en vuelo mientras el motor del propio avión continúa funcionando.16
Las tres generaciones en la Declaración Universal de los Derechos Humanos
No sólo queremos enseñar a ser felices y egoístas porque tengamos muchos derechos, sino a ser dignos asumiendo muchos deberes por generosa donación libre para otros, arriesgando incluso por quien no lo merece, dignificando al indigno: en eso consiste la verdadera democracia moral. ¡Enrólate en sus filas, hermano; la democracia moral te llama!
La otra gran declaración, ya más cercana a nosotros, fue la de 1948, tras la terminación de la Segunda Guerra Mundial: la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que con el curso del tiempo ha ido desarrollándose hasta el punto de que hoy día hablamos de tres generaciones al respecto.
Los derechos humanos
Primera
Ante la imposibilidad de encontrar una filosofía común a todos aquellos que se manifiestan en favor de la existencia de unos derechos humanos, pero ante la urgencia también de promulgarlos en beneficio de la humanidad, la sociedad ha ido elaborando manifiestos, el primero de los cuales fue la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, respecto del cual, sin embargo, Karl Marx había afirmado que «ninguno de los supuestos derechos del hombre va más allá del hombre egoísta, del individuo que se aparta de la comunidad, al que sólo le interesan y preocupan sus propiedades privadas». Además, por no poder materializarse en la realidad, no pasaban de la condición de mero derecho abstracto, es decir, de papel mojado que no sirve para nada. Así las cosas,
Los derechos humanos de la primera generación son las libertades civiles o «libertades de» (libertad de conciencia, de expresión, de prensa, de asociación, de iniciativa económica, de trasladarse libremente dentro y fuera de un país, etc.) y la «libertad política» de participar en el poder político de la comunidad en que se vive, sea directamente, sea a través de representantes. Estos derechos son valores de libertad.
por derechos humanos se entiende la existencia de una serie de prerrogativas que afectan a toda persona humana por el mero hecho de serlo, independientemente de circunstancias de tiempo, lugar, cultura, raza, sexo, religión, etc. Tales derechos no parten tanto de la realidad de lo que hoy se da, sino de lo que debería darse teniendo en cuenta el ideal de la persona humana. Tienen, por tanto, una irrenunciable base ética, de donde nace la realidad jurídica actual. Es decir, esos derechos se imponen como principio regulador de los diversos elementos que conforman el orden social y estatal. Son derechos subjetivos, en cuanto que se refieren al sujeto humano. Pero al mismo tiempo son universales, imprescriptibles, inalienables, irrenunciables. Son, por tanto, exigencias ideales que orientan hacia la realización más plena de la persona humana. En cuanto tales son previos a la sociedad, pero su toma de conciencia y el proceso de determinación de sus significados concretos es histórico y social. Sus concreciones van mudando con el cambio de las necesidades humanas que se van dando a lo 17largo de la historia. Son, por tanto, en algún sentido, una realidad histórica. 16 J. A. Marina, Proyecto para una ética constituyente. En el mismo sentido, Cfr. A. Marina, "Educación en valores", en WAA, Educar en valores, Bruño, Madrid, 1997, pp. 19-23. 17 F. Torres, "Derechos humanos", en Conceptos fundamentales de ética teológica, Trotta, Madrid, 1992, pp. 667-668.
Segunda
generación
generación
Los derechos humanos de la segunda generación se agrupan bajo la expresión «libertades respecto de» o «liberación» (liberación del hambre, de la necesidad, de la ignorancia, de la enfermedad, que sólo pueden lograrse satisfaciendo el derecho a la asistencia sanitaria, a la educación, a un medio de vida digna, a una cierta seguridad en casos de enfermedad, desempleo o vejez). Estos derechos son valores de igualdad. El Estado de bienestar nació con el empeño decidido de proteger estos derechos humanos de la segunda generación, también denominados derechos económicos, sociales o culturales. El Estado a veces asume una función de subsidiariedad ayudando a capear el temporal a los individuos o grupos maltrechos, con el fin de que puedan levantarse. Allí, pues, donde la iniciativa individual no alcanza, el Estado ayuda, ya sea de forma permanente o coyuntural mediante subvenciones, exenciones tributarias e impositivas, desgravaciones fiscales, ayudas de régimen arancelario, etc. liste Estado benefactor se ve obligado a intervenir en las cuestiones económicas, incluida la propiedad, y deviene Estado interventor o Estado providencia, o Estado paternalista, pues acostumbra a los ciudadanos cada vez más pasivos a que él lo haga todo: recaude impuestos, distribuya gastos, remedie males y provea futuro bueno. Pero esto hace que los ciudadanos, lejos de convertirse en interlocutores válidos, se tornen de día en día en incompetentes básicos incapaces de asumir su propia realidad; es decir, en ciudadanos pasivos, criticones quizá, pero no seriamente críticos, ni responsables, ni creadores, ni protagonistas.
272
El problema es que muchos trabajadores autónomos, muchas pequeñas cooperativas, muchas asociaciones de profesionales, de vecinos, de autoayuda, de alcohólicos anónimos, de mujeres maltratadas, de menores marginados, etc., se acogen a estos auxilios para sobrevivir, quedando de ese modo en última instancia rehenes del Estado que les apoya, lo que les lleva a padecer el famoso síndrome de Estocolmo, según el cual el cautivo eleva a la categoría de salvador a su secuestrador mismo. Es por eso por lo que un cierto servilismo le es consustancial a estas comunidades de agradecidos al Estado del que son rehenes. De esta forma, no se contribuye a generar un tejido social sano y libre, realmente autónomo, sino una enorme masa de ciudadanos esclavos que han hecho suya una de las formas de actual servidumbre voluntaria. Por lo demás, no pocas veces los colectivos subsidiados, lejos de unlversalizar su propia salvación, por una parte entran en el dudoso juego de la ultracompetitividad frente a los que están mejor que ellos o incluso peor que ellos, pues las leyes de mercado no tienen muchos miramientos con nadie y, por otra parte, reproducen en su interior los mismos mecanismos de opresión y de explotación que a ellos les han llevado a la más negra marginalidad necesitada, finalmente, de subsidio estatal.
Tercera
generación
Los derechos humanos de tercera generación exigen aún más que los restantes, la solidaridad internacional. Exigen la colaboración internacional (derecho a la paz, a un ambiente sano, etc.) y llevan al cosmopolitismo. Estos derechos son valores de solidaridad. Cuando ejercidos, convertirían a las personas en ciudadanos del propio país y del mundo, y permitirían encarnar en sociedad los valores de libertad, igualdad y solidaridad, valores que han de ser defendidos desde una actitud dialogica y no autoritaria para ser tomados verdaderamente en serio. ¿Cómo podrían garantizarse los derechos humanos, con una ONU al servicio de los poderosos, cuyo gendarme es Estados Unidos? «Pobre .México: tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos», afirmó el mexicano Porfirio Díaz. Mas ¿quién no está cerca de Estados Unidos? Sea como fuere, suelen dividirse como sigue:
Mandatos absolutamente absolutos y mandatos prudenciales Deberes
JUSTICIA Y DKRECHOS HUMANOS
CAP. 6. DEMOCRACIA ACTIVA Y JUSTICIA
absolutos
Tales derechos son mandatos absolutos, o mandatos negativos (prohibiciones) cuando han de ser obedecidos sin excepción, porque prohiben
273
atentar contra un valor absoluto y, en consecuencia, no admiten excepciones; de ahí que se les denomine deberes perfectos. «Absoluto», pues, significa desligado de cualquier situación, consecuencia o circunstancia del caso concreto. Los derechos humanos de primera generación se inscriben aquí. Deberes prima facie A diferencia de ellos, los mandatos positivos reciben el nombre de deberes imperfectos, o prima facie, porque admiten gradaciones y excepciones, siendo entonces cada sujeto quien debe decidir con prudencia cuánto está dispuesto a hacer contando con sus posibilidades, con su generosidad, con las circunstancias y con su mismo derecho a gozar del bien del que se trate, permitiendo gradaciones y excepciones. Aquí se incluyen las acciones supererogatorias, aquellas que no pueden exigirse moralmente a todas las personas por ser acciones heroicas. Los derechos humanos de segunda generación (los económicos, sociales y culturales) sólo pueden ofrecerse gradualmente.
Pedagogía. La persona del maestro educador en valores
LA EQUIVOCACIÓN DE LA ESCUELA USURPADORA Todo lo anterior hay que enseñarlo, y enseñarlo bien. En lo referente al magisterio, su poder sigue existiendo, pero ahora sólo en una élite de docentes universitarios cosmopolitas, grandes popes, animales prestigiosos, los cuales reúnen tres características: primero, publican en inglés, la lengua del imperio; después, trabajan intercampus, es decir, exportándose informáticamente a todos los centros neurálgicos de las mejores universidades (videoconferencias interactivas en tiempo real, etc.), haciendo así omnipresente su publicitado mensaje, contra el que no cabe competir por los medios clásicos del libro y de la enseñanza cara a cara; finalmente, aplican sus saberes -directa o indirectamente, técnica o ideológicamentea las necesidades del Imperio mismo, que así les entroniza y tecnotroniza, pues los expertos oficiales han de estar concertados con los programas institucionales a los que sirven de legitimación teórica. He ahí los nuevos popes, los nuevos taumaturgos de la profesión docente e investigadora: si no se publica en inglés, si no se ocupa el intercampus, si no se orienta la investigación hacia el poder multinacional, de hecho no se pertenece hoy a la enseñanza como campo significativo, como institución de sentido. Normalmente, estos hiperintelectuales o megaprofesores abandonan a los alumnos de los primeros cursos, y solamente ejercen un magisterio selectivo y mínimo. Los expertos de los refinados cuerpos de conocimiento reclaman un estatus no sólo de especialistas en tal o en cual sector, sino con frecuencia una jurisdicción absoluta sobre la totalidad del sector en
<£7(J
GAP. 7. PEDAGOGÍA
cuestión: pontifican sobre lo divino y lo humano; salen en la red, luego existen. Tienden por ello a considerarse expertos universales sobre un plano de gran abstracción, pues cuanto más abstractas resultan las legitimaciones, menos posibilidad existe de que se modifiquen según las cambiantes exigencias pragmáticas.
El poder social de los equi-vocados Son «intelectuales bonitos», intelectuales áulicos, palatinos, grandes catedráticos, tolerantes ex cáthedra con todo aquello que a su vez les tolera el Imperio, al que ellos ponen altavoz y alfombra. Estos «cuerpos de especialistas» presiden la provisión de cargos, la distribución de becas, las fundaciones, los premios, el ranking de las profesiones, la publicación de lo culturalmente correcto, el poder de decir lo que rige e, incluso, de lo que ha de venir en el futuro, y todo ello indefectiblemente al servicio de lo económicamente correcto, que en última instancia paga para eso. Como Alifanfarón de la Trapobana, sus vanidades van siempre envueltas en una nube de polvo, y andan rodeados por una corte de aduladores que, a su vez, habrá de repetir con habilidad los mismísimos arcanos que sus maestros para alcanzar su estatus el día de mañana, con su renovado séquito. Así pues, aunque presuman constantemente de lo contrario, por aquello del «dime de qué presumes y te diré de qué careces», su pretendida ciencia pura no está casi nunca por encima del capitalismo que les nutre, ni fuera de las universidades en que se enclasan, ni más allá del poder que les tienta, aunque sí, desde luego, dentro del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional, de los que, próximos o remotos, son sus satélites. Tras la excusa de su ciencia pura, cabeza de Extremadura, y amparados por el poder, estos consejeros palatinos, redactores áulicos, y plumíferos del Imperio, elaboran todo tipo de directrices sobre la vida y costumbres de los demás. Partiendo del gran mito de la sociedad enferma, del que hablara Iván Ilich, las universidades legitiman la pretensión de arquitectos, urbanistas, psicólogos, sociólogos, equipos médicos, psiquiatras, empresarios, hombres de negocios, etc., para curar a esa sociedad enferma. ¿Enferma de qué? Enferma de yatrogenia, es decir, de las enfermedades producidas por los supuestos sanadores. Las medicinas que nos suministran las universidades poderosas (universidades de los poderosos) para curarnos de nuestras enfermedades son, sin embargo, las que calculadamente debilitan y extenúan al pueblo por sistema. Por eso son los sabios funcionales al sistema los encargados de definir qué se puede saber y qué no, qué es la salud y dónde la enfermedad, que es lo útil y lo inútil, a quién hay que aislar y a quién no; ni siquiera necesitan decirlo: lo dicen con sólo enseñar donde enseñan y publicar donde publican. Y, diciendo todo eso, siguen siendo la voz de su amo, jamás la voz de los sin voz, de cuya afonía viven.
LA EQUI-VOCACIÓN DE LA ESCUELA
277
Ahora bien: estos voceros de su amo a su vez son la voz de los periodistas, de las televisoras e, incluso, de los apartos ideológicos del Estado. Y así, de arriba abajo, su influencia llega hasta la más modesta escuela primaria y hasta el más humilde hogar, cuya televisión repite las primeras campanadas. Resulta casi imposible luchar contra esta pirámide de sacrificios. Y, como a quien sirven los grandes de verdad es al Imperio, fuera de sus labores de vasallaje imperial, los intelectuales y expertos llevan una vida privada vulgar, tan vulgar como privada de vida, roen el hueso que les echen. Los que mueven el aparato ideológico, en cualquier caso, fieles al Estado (vía multinacionales) que les paga, tienden a reflejarle reproduciendo su estructura piramidal, rasgo en que coinciden con la administración y con el ejército.
El principio de male-ficencia de los equi-vocados y su producción de bienes extrínsecos Nada más lejos de este monopolio «educativo» que la búsqueda del principio de beneficencia, que consiste en trabajar no sólo para cubrir un horario con el que ganarse la vida, sino para hacer el bien (bene faceré), a veces sin mucho beneficio crematístico. Para su propio infortunio, esas gentes jamás podrán imaginar la felicidad que gratuitamente se agrega a aquel cuya vida está regida por el principio de beneficencia. ¿Quién podría demostrarles a ellos el principio intangible, pero intuitivo, de que trabajar en lo propio para la entera humanidad, unlversalizando el propio constructo sapiencial, es algo sumamente hermoso? Al regalar algo propio ¿no se recibe mucho más? Feliz aquel que, cuando estudia algo, piensa a la vez en cómo transfundirlo a los demás, aquel que intenta servir a los valores eternos. Personalmente me consideraría un nombre muy poco afortunado si mi actividad laboral no tuviese nada que ver con todo esto. Sin embargo, en lugar del principio de beneficencia, se instaura en esta élite usurpadora el principio de maleficencia, por lo demás tan común: yo hago un club de ajedrez para enseñar este juego, pero termino utilizándolo para captar amigos de buenas posiciones sociales. No pocas instituciones docentes, médicas y sacerdotales, nacieron con la vocación de servicio a los pobres y han terminado siendo clubes de élites burguesas. Ojo con esto, porque si una generación no se da cuenta de lo que hace, la siguiente sabrá lo que no va a poder hacer ya. Del principio de maleficencia se deriva el de la presencia de bienes meramente extrínsecos. Muchas veces nuestras instituciones educativas están montadas sobre bienes extrínsecos: publicidad, eficacia, buen nombre, funcionalidad, que implacablemente van ahogando cada vez más el proyecto original, hasta que al fin lo pervierten. También aquí la tarea es la de regañar para la institución bienes intrínsecos conforme al ideario, un ideario que
278
279
CAP. 7. PEDAGOGÍA
sea de verdad realizado ya que, si el ideario no se realiza, no tiene ya otra salida que no sea la de metamorfosearse en bestiario y camuflarse con declaraciones hipócritas. A l g u n o s mitos existentes en la ética del profesional docente A través de sus funcionarios imperiales, la escuela introyecta una serie de mitemas contrarios a su identidad, que queremos denunciar y combatir por nuestra parte. A continuación vamos a proponer, con ayuda de la impagable mitología griega,1 algunos paradigmas que pueden ayudarnos para perfilar aspectos de la verdadera dimensión docente. La doble moral, mito de Jano Jano es el dios romano de las dos caras (Jamjajx^rjejx^-£S£lji3^sjaue, mifá por una cara hacia el año viejo, y por otra, hacia el nuevo). Jano_pide ' u n a tajante división entre la vida privada y la"vicla~p^u^Iica7so^al? e. mc lu"so laboral, del docente. Muchos docentes son amigos de^anojjrida privada y vidá"pública nada tieñlm~q"ue ver; se ..pueTTgjser ürTfiuen profesor de teoría v un negácfoTde la misma con la vida que se lleva, pues por esto último no le pagan. Sin embargo, este dogma laboral de la autonomía de la privacidades falso, porque en el mundo real lo privado y lo público se entrenj£zc!aiixya. que el agente de la vida es uno y el mismo,"iimultáneamé~nte fuera y dentro. Las intersecciones entre la vida pública y la privada tienen su raíz en la unidad de la persona numana, que es -recordemosl^I5rrdentro que necesita un fuera y un fuera que necesitaTun dentro. La naturaleza humañalis'TaTrnsIrlá^^ del ho^alTWlñaestro lleva 'a casa sus cualidladl?s~15£rsl3na^^ de sus hábitos., positivos o negativos. La persona que no lleva una vida priyada digna. 130 puede ser un docerTteirríbrinrctt^^ indignidad del indig~ no, donde y cuandomenos se esperapüTEj docente qjie_n.QL£s_buena persoJna rio"es buen^ó^li"t"^"üab~eTámbién dudar jsexiarnejite de que el mal do^cente pueda ser homFfe"^üe'n"oJ""pórque^enjantQj¡U£JÍQcente malo, hace 'daño a los demás. ETperezoso en la vida privada no puede ser un buen maestro, porque enseñará desde lo pasado sobrepasado. Como se comprenderá, en este mundo resulta jnuyduro.ser un docenteenjucha contra elJi^eralismo^ue_esdndelo.pjivado yjg público. El íi'beralismo que no quiere ver éstoTes interesadamente miope, tanto que. con1 Cfr. H. Zagal, Empresa, ética y posmodernidad, Universidad Panamericana, Facultad de Filosofía, México, 1997.
La superficialidad,
mito
antiCasandra
Casandra era una sibila o profetisa troyana que había recibido el don de la profecía junto con la maldición de que nadie iba a creer lo que profetizaba. Pocos amigos tiene Casandra en la escuela, que hoy está contra quien profetice «desgracias». Desgraciado el maestro que alerte contra aquello que el Imperio quiere enseñar, pues entonces toda una campaña de desprestigio caerá sobre él, o, como ocurre más frecuentemente, de silencio. La escuela condena a todo el que tiene una mirada crítica; para ser buen profesor hay que pasar sobre los problemas como si no existieran. En estas circunstancias, como es obvio, resulta muy duro vivir la escuela como Casandra, profetizando y alertando a quienes, más cómodos, le tachan de visionario. Tan duro como, sin embargo, alentador. Pero los adversarios de Casandra insisten: tampoco hay que buscar tres pies al gato, nada de fundamentos teóricos ni mayor profundidad con la que superar el desorden establecido, nada de contrarrestar lo mucho que sabe el Imperio y su influjo real contra la humanidad. Sin embargo, si no estamos bien preparados, no podremos dialogar con los demás, ni proponer modelos alternativos. La racionalidad perezosa no sirve al militante. Sin profundidad no cabe enseñanza, sino manerología y manierismo, cultivo de la mera apariencia para burgueses. Incluso los docentes más superficiales, los que se dedican a la cultura de la apariencia, deberían saber que no todo combina con todo. Además, no cualquier ética vale para cualquier escuela, ni cualquier teoría es compatible con la mínima dignidad. Por eso hay que prepararse muy bien para fundamentar lo más rigurosamente posible lo que se enseña, ya que no cualquier discurso vale para cualquier vida. El formalismo, mito antiHércules
y
antiMinotauro
Como condición para recuperar su libertad, Hércules fue sometido a 12 pruebas. El Minotauro era un terrible monstruo que asolaba Creta (Minos), contra el cual construyó el propio rey Minos un laberinto en el que le encerró hasta que encontrase la salida. No faltan docentes según los cuales en la escuela no estamos para ganar la libertad peleando contra el desorden establecido: cortesía con quien nos paga, tranquilidad, buenos alimentos, moqueta, sillón y trienio al fondo. Para ser buen profesor basta con ser un no mal profesor, con ocultar los talentos bajo un celemín sin intentar hacerlos fructificar: no el sí, sino el «yo no vi, no hice, no dije, no fui». Se impone por doquier la cultura del no, la blandenguería. Pocos tienen la habilidad y el sentido del humor que viene a continuación: el martes, día de recogida de basura, me dice mi padre: «Hijo, por favor, saca la basura». Y yo le digo: «Un momento, papá, que el señor Caimi nos ha dicho hoy que sólo hay dos cosas en la vida que tenemos que hacer: morir y pagar impuestos». Nunca olvidaré su respuesta; me miró y me dijo en
¿»U
(JAR 7 . PEDAGOGÍA
LA KQU1-V0CAC1ÓN DE LA ESCUELA
voz baja, pero muy claro: «Hijo mío, me alegro de que aprendáis cosas tan útiles en la escuela. ¡Y ahora, prepara el trasero, porque acabas de decidir que quieres morir!». ¡Como si no hubiera que hacer ingentes y operosos, acuciantes y acuciosos trabajos de Hércules en la escuela para servir humildemente a un solo niño, Dios mío! No estamos en la escuela para que no nos pase nada, sino para que nos pase todo, ¿comprenden? La escuela no es una sociedad aseguradora, sino creadora de riesgos en favor del ser humano. No vamos al alumno con un cursi ramillete de habilidades bajo el brazo para que aprenda a subir y bajar la escalera sin enseñar el tobillo, ni para manejarse en lo políticamente correcto, para nada de eso que sea asumible por el sistema. Todo eso, si no es más que eso, es una enseñanza sostenida con alfileres, casuística. Si hay que ir caso por caso, que sea después de la elaboración de una teoría profunda que ha requerido esfuerzo y sudor, cansancio y fatiga.
El eficacísimo, mito
antíMinerva
Minerva era la diosa de la sabiduría, y nació de la cabeza de Júpiter sabiéndolo todo y sin haberlo aprendido de nadie. Contra Minerva se proclama que lo importante en la escuela no es la sabiduría, sino los ejercicios. Curiosa paradoja con que los docentes enemigos del testimonio militante defienden a capa y espada todo tipo de «prácticas»: juegos, bailes, cuentos, serrucho, taller, etc. ¡Como si el conocimiento de la partitura impidiese su ejecución, como si el estudio técnico de la ética impidiese la lucha real y concreta por la justicia! Es verdad que con sólo estudiar do-re-mi-fa-sol no se sabe aún tocar ningún instrumento; también es verdad que nadie se convierte en pianista si le falta un piano donde practicar. Pero no es menos cierto que para ser un pianista profesional hay que estudiar mucho solfeo, muchas horas de teoría. Ahora bien, cuando se está vacío antropológicamente, vacío teológicamente, vacío místicamente, se hace una cultura vacía, una cultura del vacío, y se lleva una vida llena... de vacío. Tocaremos música sólo -¡ay, germano Juan Luis de la Peña, cómo te echo de menos!- di sentito diré, de oído; oiremos campanas sin saber de dónde viene el sonido; no seremos músicos, porque verdadero musikós es el que tiene buen trato con las musas. Y el alumno serio nota cuando tocamos de oído, a diferencia de cuando tocamos porque somos sujetos activos, prácticos. Sí. Maestro es el que escucha la voz de la experiencia, y por eso en él el vacío suena (re-suena) con la plenitud de la música celestial, encontrándose con lo eterno eufónico al oír los rumores del silencio ejercido: «Algunos de los discípulos habían salido a escalar una montaña cubierta de nieve. Un silencio cósmico lo inundaba todo, pero ellos querían averiguar si había algún tipo de sonidos durante la noche. De modo que pusieron en marcha una grabadora, la dejaron a la entrada de la tienda y se fueron a dormir.
281
Cuando regresaron al monasterio verificaron la grabación que habían hecho: ni un solo sonido, el más absoluto silencio. El maestro que estaba escuchando la cinta dijo de pronto: "¿No lo oís?" "¿Oír qué?" "La armonía de las galaxias en movimiento." Los discípulos se miraron unos a otros, completamente asombrados.» El impersonalismo, mito de Hermes Hermes (Mercurio, en Roma) era dios mensajero e intérprete de todos los idiomas, aunque, a la vez, ladrón y traficante de ganados. ¿Qué grado de confianza podríamos otorgar a las traducciones de un ladrón? Ninguna: traduttore, traditore (traductor, traidor). No pocos maestros se alian con Hermes para traducir mal. Tra-ducen, es decir, entregan reproducciones de lo que les han dicho que digan, y ahí se termina todo: dice Aristóteles que dice Platón que dice Sócrates. Jamás han ido a ver si era verdad ese decir de decires; y, sobre todo, jamás tienen agallas para decir nada por cuenta propia, pues no se atreven a sostener en la escuela nada en primera persona. Hoy resulta sencillamente aterradora la carencia de experiencia personal entre quienes deberían tenerla más. ¡Cuántas aulas llenas de enseñantes están a la vez vacías de maestros! Sin embargo, el maestro no debe fiarse por principio de cualquier cosa que llegue a sus oídos, sino que debe comprobarlo por sí mismo; no acumular sabiduría de tercera mano, «dicen que dicen que dicen», sino ir a las cosas mismas, verificar lo más cerca posible de las fuentes los saberes que imparte. ¿Qué creyente sería el que dijese: «Yo no creo, pero creo que creo lo que éste cree», y así sucesivamente? ¿Es creer uno mismo el creer que hay otros que creen?
La hiperespecialización, y de Prometeo
mito de Vulcano
Vulcano, dios del fuego y de la metalurgia, era capaz de producir cualquier cosa, inoluso hombres de metal que le obedecerían en la fábrica, antecedente de la robótica. Prometeo quiso robar el fuego a Zeus para entregárselo a los mortales, antecedente de Robin Hood. Según no pocos en la escuela de hoy, la división del trabajo se impone: si en toda ocupación técnica el objeto transformado es el mundo externo, en la enseñanza sólo transformamos el interior de las personas. Nosotros somos los robots a los que corresponde una tarea sectorial, la que se deriva de la especialización de nuestro sector, y sólo eso. Los defensores de este mito aplicado a la escuela aseguran que el currículo se ha de compartimentar en asignaturas independientes. Si desde fuera logramos que alguien establezca alguna interdependencia entre esas materias, habremos logrado salvar los muebles de nuestro proyecto educativo.
282
LA EQUI-VOCACIÓN DE LA ESCUELA
GAP. 7. PEDAGOGÍA
Pues no. En la fragua escolar nosotros vamos por todas, no renunciamos a nada. El cambio ha de ser a la vez personal y estructural; será personalista y comunitario o no será. No se puede dejar mitad del campo a Dios, y mitad al diablo. Cada docente ve su materia como un reflejo del microcosmos sapiencial. No se trata de que todos tengamos que saber de todo, sino de estar abiertos a todo desde cada segmento del saber. Las problemáticas sapienciales son comunes, porque son del ser humano, y hay que abrir vasos comunicantes, en lugar de cerrar compartimentos estancos. La formación interdisciplinar es condición necesaria para el establecimiento de una enseñanza completa, personalista y comunitaria. No estamos esperando a que Prometeo nos entregue el fuego robado, ni a que Vulcano nos fabrique robots sustitutorios de la persona. Cada docente comparte amorosa y activamente el mismo fuego.
El servilismo, mito
antiAntígona
Antígona, obedeciendo la ley eterna, muere martirialmente por desobedecer las leyes positivas de la ciudad, porque éstas son injustas. El Imperio lo sabe. ¿Cómo consigue el Imperio que todos sus borregos bailen siempre al unísono? Eliminando a los que no lo hacen. ¡Qué sólita te has quedado, Antígona! ¡Cuántos docentes corren en dirección contraria a la tuya, es decir, al Boletín Oficial del Estado o de las autonomías, a la correspondiente Gaceta (gazza, urraca, urraquilla)! Pero no. A pesar de tantos malos maestros, meros siervos de las leyes positivas legiferadas pestíferamente, tampoco nosotros venimos a la escuela a obedecer las leyes de la ciudad cuando éstas contradicen a la ley eterna. La escuela es para que lo eterno fructifique, lo diga Agamenón o su porquero. Eí curriculismo, mito del laurel olímpico Los atletas griegos competían exclusivamente para recibir como premio una corona de laureles. Del mismo modo, muchas veces los docentes nos dedicamos a buscar el reconocimiento exterior, cuando el premio está en enseñar bien, alcanzando así la virtud. Ahora bien: ¿de qué te sirven todos los laureles, si pierdes tu escuela? Los incentivos pueden facilitar la acción del acto virtuoso, pero no sustituir la virtud misma. Mal va una sociedad si, para que la gente trabaje honestamente en su profesión, ha de comprarse su honestidad, que debería ser el sustrato básico e indiscutible. Las recompensas externas son necesarias, pero no suficientes. La motivación hacia el bien ha de venir del interior de las personas. Esto no quiere decir que no reivindiquemos nuestros derechos laborales, pero dicha reivindicación estará cargada de sentido si se ejerce desde la responsabilidad ética antecedente a toda recompensa, sólo legitimado para reivindicar sus
283
derechos si asume incondícionalmente sus deberes. Y, de ninguna manera, puede aceptarse el solecismo «me engañarán en el salario, pero en el trabajo les engaño yo a ellos». La frustración, mito de Sísifo Sísifo está condenado a resbalar y a dejar caer su gruesa piedra cuando está llegando a la cumbre que le liberaría, para recomenzar eternamente frustrado. Muchos docentes son Sísifo mientras no sacan la oposición (o la deposición que hoy queda de ella, mero simulacro, dado el nepotismo y el tráfico de influencias al uso), y Zeus cuando la logran. Luego, una vez en el sillón, procuran desquitarse con el alumnado. Cuando eran penenes odiaban el examen; ahora lo multiplican con refinada saña. Cuando eran esclavos hacían lo que los otros querían; no han aprendido a ser servidores: servidores son los que hacen lo que los otros necesitan. Hay una diferencia abismal entre satisfacer deseos y satisfacer necesidades. Pero no. El buen profesional no es sistematizador de prohibiciones y frustraciones. Derivada esta actitud de la anterior, no son pocos los que enfatizan: «Si seré sabio yo, y tontos ellos, que este año he suspendido al noventa por ciento de mis alumnos.» Repruebo mucho, luego existo. Si seré profundo, que no ha habido nadie que me entendienda. Magister Perfectus Cretinus. Esta actitud tampoco hace buena su extrema opuesta, casi siempre, so capa de bonhomía, vinculada a desórdenes de carácter del docente mismo, a saber, la que dice así: «Apruebo a todos, luego soy un gran profesor.» La cuestión no es reprobar o aprobar, sino ser serios. La lealtad y el afecto que sembramos en el aula no proceden del miedo a la reprobación o del halago de la corona de laurel, ni de las amenazas, ni del control que tenemos de sus vidas a través de las calificaciones, sino de la identidad de maestros. Lo otro no vale. Si yo le vendo a un sinvergüenza la Torre Eiffel, muy probablemente me pagará con un cheque de hule. Expediremos igualmente cheques falsos, títulos sin valor, si con ellos, a la vez, no ayudamos a promover verdaderas personas en una comunidad de libres. Un sistema de títulos falsos certifica la falsedad de todo el sistema socioeducativo y, falsedad tras falsedad, terminamos cargando a los políticos con las culpas de todos, fórmula del chivo expiatorio. Seamos, pues, dignos de nuestra vocación. Fieles a ella, alcanzaremos niveles muy importantes para la sociedad y para todos; no por nuestra perfección siempre frágil, pero sí, al menos, por la eternización del impulso que hay en nosotros, y porque al fin y al cabo trabajamos con personas humanas, no con cosas. Si el docente no está dispuesto a pagar a las personas que le permiten el gesto maravilloso de enseñar, corre el riesgo de estar dispuesto sólo a cobrar: los verdaderos maestros están dispuestos no solamente a pagar con dinero, sino a regalar la vida misma.
284
EL BUEN MAESTRO AXIOLÓGICO Escuela: vocación y profesión a un tiempo Max Weber nos ha recordado que, en alemán, el término Beruf quiere decir a la vez profesión y llamada: invitación y respuesta activa (pro-femi: profesión), es decir, vocación. Existen al menos tres profesiones en las cuales coinciden la vocación y la profesión: sacerdocio, medicina y magisterio. Las tres buscan sanar: el cuerpo (medicina), el alma (sacerdocio), el espíritu (magisterio); las tres, pues, tienen algo de rabínicas, incluso de sagradas Qieilen: sanar y a la vez salvar). En las tres hay también una dimensión diacónica, servicial. Las tres, en definitiva, son por todo ello profesiones de autoridad (auctoritas), si recordamos las raíces etimológicas de este término: augeo (auge), awci (auxilio), auctum (elevación, conversión en autor), auctoritas (ejercicio de la autoridad). Autoridad es la semisuma de nutritio (acogida cálida) y de instructio, según Santo Tomás. Como decimos, la persona que nos enseña a ser virtuosos es el magister, el maestro, aquel que nos ayuda a crecer, que para ayudarnos a ser magis, se hace minus, ministro, servidor, porque es imposible una relación verdadera magisterial que no sea ministerial. Esto es así porque el maestro es autoridad: me da auge, me eleva, me auxilia y me ayuda a ser autor, agente responsable, libre. Ahora bien, ese título de maestro axiológico no puede reclamarse aunque se merezca, y sólo surge del reconocimiento del discípulo por gracia. Feliz aquella familia, escuela o sociedad donde quien más sirve es la autoridad. Y desgraciada aquella otra donde la autoridad se reivindica gritando y no sirviendo: autoritarismo sin autoridad. Al elevar al otro por encima de uno, como hacen los padres o maestros verdaderos, quienes elevan no pierden su propia estatura; al contrario: ganan la estatura del elevado sobre sus propios hombros. Lo hermoso de la relación de aprendizaje de los valores es que aquel que ha sido enseñado, pero que ahora es el aventajado respecto del maestro, por gracia le sigue llamando maestro y es capaz de enseñar, aunque ayer fuera el enseñado. También en el caso del maestro, a pesar de su menor prestigio social, y de su importancia decreciente, su vocación es la de vivir ayudando a los demás a realizar su proyecto existencial, pese a la dificultad de la tarea y la humana fragilidad. El maestro asume su profesión para hacer que el alumno llegue a ser más (magister) sirviéndole ministerialmente, es decir, autoaminorándose el maestro mismo (minus, ministerio). Tanta es la importancia de estas tres profesiones, que a sacerdocio, medicina y magisterio les han salido reactiva y continuamente impugnadores. Como reacción frente al poder que confieren estas profesiones, a veces ejercidas pésimamente, han alzado su voz el anticlericalismo, el antimedicinalismo y el antimagisterio, voces que, sin embargo, no son más que formas de homenaje y reconocimiento a la importancia de aquello que impugnan.
EL BUEN MAESTRO AXIOLÓGICO
285
Cuando llega el maestro, el alumno crece. Las palabras del docente se las lleva el viento; las obras del maestro quedan. Por eso se aprende más con él en una hora que conversando con los demás un año. El maestro es fuente, no desagüe. El docente quiere que desde arriba cambiemos el mundo; el maestro nos ayuda a que nos cambiemos a nosotros mismos y, con nosotros, al mundo. Son los ojos del maestro los que nos hacen ver; si no hubiera mirada del maestro que nos mira, no sabríamos nosotros mirar. El maestro nos enseña a descubrir, es decir, a ver lo que todos han visto para pensar lo que nadie ha pensado y hacer lo que todos deberíamos hacer. La madurez del maestro consiste en ayudarnos a encontrar la seriedad que teníamos cuando jugábamos de niños; sólo al que ya ha dejado de ser como niño la vergüenza de confesar el primer error le hace cometer muchos otros. El maestro es quien eternamente nos apacigua enseñándonos que, cuando no se puede tener todo lo que se quiere, es hora de querer lo que se tiene. El maestro es el testigo de nuestra identidad: no hay como volver junto a un maestro para darse cuenta de lo mucho que nos hemos desviado. Aunque mintamos al maestro y él parezca creerlo, no le engañamos; no le engañamos, porque él sabe que le engañamos. Y por eso se mata al verdadero maestro que nos recuerda nuestra infidelidad a lo que es eterno, porque el odio es la cólera de los débiles. Cuando en el mundo aparece un maestro, lo cual no ocurre todos los días, puede recordársele por este signo: los malvados se conjuran contra él, ya que no pueden soportar sin resentimiento tanta lección viva a su lado. Pero el maestro nos enseña otra cosa totalmente distinta a ésa: que vengándose uno se iguala a su enemigo, pero perdonando deviene superior a él, y que siempre es mejor amar que tener razón. El buen maestro axiológico primero abre su corazón al escolar, y luego (o al mismo tiempo) abre la puerta de la escuela. Sienta primero a los últimos, y los últimos a los primeros. Jamás expulsa de su corazón, y tampoco del salón, al alumno más desagradable. Nunca da por perdido al descarriado, antes al contrario, va a buscarle. No se contenta con agradar a uno y aburrir a 99. Conjuga respeto y cariño, pues sabe que para aprender bien hay que estar bien comido y ser bien querido: ni siquiera los animales logran un aprendizaje significativo cuando por alguna circunstancia son rechazados. Quien acostumbra a oírse llamar y verse tratar como torpe, incapaz o nulo, o como malo y de incorregible conducta, acaba por creerlo y, entonces, una vez que ha asumido que no es sino eso, ¿para qué va a esforzarse, para qué intentar enmendarse, si ha terminado asumiendo que lo suyo no tiene enmienda? Y, sin embargo, en el discípulo todo es futuro por venir, todo para él ha de ser esperanza. ¿Qué clase de maestro sería aquel que, en lugar de alentar y fomentar lo bueno, sólo recalca lo malo, presentándolo como el único futuro posible? Al discípulo hay que alentarle, ayudarle con toda clase de palabras, estímulos y premios, y jamás desalentarse con hechos, dichos, ni castigos deprimentes. ¿Cómo, pues? Con cariño y con paciencia, como lo hacen las madres: con solicitud y con desvelo, siendo su consuelo para las penas, su defensa contra las agresiones, su aliento en el ira
286
CAR 7. PEDAGOGÍA
bajo. Hay libros a medio escribir, recogiendo polvo, en todo el mundo; hay casas medio terminadas en las cuales vive la gente durante toda su vida; hay vidas medio concluidas que se están perdiendo porque alguien abandonó un sueño; y hay, desde luego, no poca gente medio escolarizada a la que le faltó la paciencia de un maestro. No se enseña la verdad sino por medio del amor, ni se descubre de otro modo que amando. Así lo hace el buen maestro axiológico. El maestro Mansueto, por ejemplo y como ejemplo El señor Mansueto era fundamentalmente un idealista. Formado en humanidades, con el rigor del seminario antiguo, en contabilidad, en derecho por correspondencia (en aquel tiempo había cosas semejantes) y en no sé cuántas cosas más, ese hombre delgado, escuálido, pero de una elegancia agreste, con su bella cabeza inteligente, abandonó todo para enseñar en la selva y liberar de la ignorancia y de la negligencia a los primeros colonos del interior catarinense. Para nosotros fue siempre un misterio: en un mundo sin cultura alguna, él poseía una biblioteca de cerca de dos mil libros que prestaba a todo el mundo, obligando a los colonos y a sus hijos a leer; estudiaba los clásicos latinos en la lengua original, se entretenía con algunos pensadores como Spinoza, Hegel y Darwin y citaba al "Correio do Povo" de Porto Alegre. Tenía clases por la mañana y por la tarde. Por la noche enseñaba a los más ancianos. Junto a esto, mantenía clases para los más inteligentes, dándoles un curso de contabilidad. Formó un círculo con el que discutía de cultura y de política. Los grandes problemas sociales y metafísicos preocupaban el alma inquieta de este pensador anónimo de una insignificante villa del interior. Este hombre era profesor de enseñanza primaria. Cuando se comercializó la radio adquiría aparatos y obligaba a todos los colonos a comprarlos. Los montaba él mismo con el fin de abrir sus mentes a los vastos horizontes del mundo. Con los que se mostraban reacios empleaba siempre un procedimiento eficaz: colocaba una radio en lo alto de un tronco enfrente de la casa. La ataba allí, y se iba. Cuando se democratizó la penicilina, él fue quien salvó la vida de docenas de personas. Murió pronto, de cansancio y agotamiento debido a los trabajos que hacía en función de todos y de su numerosa familia... Lector amigo: si algún día pasas por una ciudad, pequeña pero sonriente como el nombre que lleva, Concordia, y visitas el cementerio,fíjatebien: si reparas en un túmulo con un bello dístico, con flores siempre frescas y ya con algunos exvotos junto a la gran cruz, a la izquierda, es el del profesor Mansueto. Él vive todavía en la memoria de aquellas gentes.2 Ignacio Ellacuría, por ejemplo y como ejemplo Ignacio Ellacuría pertenece a una especie en vías de extinción, pues que un intelectual europeo de su talla, reconocido discípulo de Zubiri, orientara 2
L. Boff, Los sacramentos de la vida, Sal Terrae, Santander, 1998.
EL BUKN MAESTRO AXIOLÓGICO
287
su vida radicalmente al servicio de los pobres de un país pequeño, El Salvador, abandonando todo lo prestigioso del primer mundo, es algo que cada vez se ve menos. En su lugar, y en el mejor de los casos, otro tipo de intelectuales va tomando su relevo entre burgueses con sensibilidad social, personas que escriben manifiestos contestatarios de cuando en cuando, que hacen un viaje corto a un país difícil, viaje que les da ocasión para vender un jugoso librito, o para ofrecer un sugestivo ciclo de conferencias, pero que no ponen nunca en juego su vida. En definitiva, intelectuales mediáticos, o de tertulia radiofónica, implicados pero jamás comprometidos. Nada que ver con Ellacuría. Para Ellacuría «el objetivo de la universidad es el estudio de la realidad; y el objetivo de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas el estudio de la realidad salvadoreña»: así transformó la UCA para que ésta apoyara «universitariamente» los procesos de transformación del país, no para liderarle, sino para apoyar los movimientos de liberación sociopolítica allí ya existentes. Ellacuría solía decir que, mientras no se examinasen las causas profundas de los conflictos salvadoreños, éstos irían reapareciendo una y otra vez. Y, cuando estalló la guerra, la UCA se ocupó de dar a conocer lo que estaba ocurriendo, y de promover una paz negociada, justa. Pero, como ésta no ha llegado, a pesar de la democracia precaria y apariencial de hoy (oligopolio de siempre), la guerra volverá. Pero ya volverá sin Ellacuría, al que una banda de sicarios al servicio del oligopolio segó la vida junto a otros amigos, lo mismo que a Óscar Romero. ¿Las universidades del Primer Mundo se ríen de esto? Por supuesto, se ríen. Pero, entonces, ¿qué investigan, por qué investigan, qué pretenden? Parece que no hay tiempo para preguntas tan radicales. Eso sí, hay tiempo para preparar mil congresos, metodologías y conclusiones, cada vez mejor organizados y remunerados, al servicio de los propios curriculistas y con cargo a los fondos del Estado. La memoria de Ellacuría supone, en consecuencia, un cuestionamiento del mundo universitario, científico y cultural, tan alejado de los problemas de la gente y tan profundamente insolidario con las mayorías que siguen sufriendo injusticia en todo el planeta. Precisamente por eso la humanidad necesita intelectuales y maestros que quieran poner su inteligencia y su cultura al servicio de un acompañamiento de los procesos de transformación estructural, hoy agonizantes por doquier. La memoria de Ellacuría supone también un cuestionamiento de nuestra condición ciudadana. Hemos reducido el ser ciudadano a un sujeto con derechos y leyes, en lugar de descubrirle como un ser que no existe si no es en relación con los demás y en respeto a sí mismo. A fin de cuentas, el único poder al que debiera aspirar el ser humano es al que ejerce sobre sí mismo desde la amistad con los demás. La memoria de Ellacuría constituye asimismo un cuestionamiento de la reflexión filosófica, tantas veces superficializada y alejada de lo real. Ellacuría se formó para ser filósofo, y lo fue, porque puso en relación a la filosofía con la política y con la teología, dando rigor a la acción, y acción al rigor, «pensando con las manos». Su aportación ;i la funda mentación de
EL BUEN MAESTRO AXIOLÓGICO 288
289
GAP. 7. PEDAGOGÍA
la «teología histórica» se inscribe en una concepción liberadora del sujeto desde la inteligencia como única posible receptora de la realidad en cuanto tal. La filosofía, si no lleva a la liberación del sujeto pensante y de su entorno, y si no radicaliza las preguntas humanas, es pasatiempo para que burgueses curriculistas tiendan al vómito como la puerca lavada: hacen de cualquier hablar-sobre un curriculum-para. Pero la filosofía es para tener hijos con la realidad, y no con doña Bibliografía. Es referirse a lo que es, y no a la opinión sobre lo que se dice que es. Empero, parece que los pocos que son conscientes de esta realidad han decidido adaptarse a ella. En las universidades, por ejemplo, excepciones aparte, los pocos que comprenden lo que está pasando utilizan el viejo truco de elaborar teorías oscuras y complejas para complicarlo todo, alegando que en la presente coyuntura no caben tratamientos simplistas. Sin embargo, lo realmente simplista son esas sus teorías ininteligibles e inútiles, gracias a las cuales se celebran, sin embargo, interminables simposios del tipo te-invito-para-que-tuuniversidad-me-invite, turismo cursi a cargo de los pobres. Señores míos, si todo os parece tan irresoluble, ¿para qué organizáis tantos foros, saraos y convenciones con cargo a los presupuestos generales del Estado, reunión de pastores ovejas muertas? Ciertamente, los parámetros de un sistema sólo pueden ser controlados desde un sistema de mayor complejidad, pero no de mayor oscuridad. Y si esto ocurre en la universidad, en los demás centros neurálgicos (sindicatos, partidos, etc.) la dialéctica suele consistir también en no plantar cara, limitándose cual fragmentos particulares a buscar acomodo egoísta para solucionar los problemas de los propios afiliados, es decir, para quienes ya tienen empleo, para quienes ya están en Europa, etc., en definitiva, para quienes disponen de sus respectivos nichos ecológicos privados en los que superviven mediante una adaptación funcional a los mecanismos del poder, mecanismos cada vez en mayor medida mecanicismos engullidores. En definitiva, nos encontramos en el tiempo de la servidumbre voluntaria, esa que ha sustituido las fiestas universales y solemnes por festejos gremiales, yendo también en eso del internacionalismo al tribalismo. Y, mientras tanto, las multinacionales del Imperio cabalgan. La memoria de Ellacuría significa, igualmente, un cuestionamiento del modo de ser cristiano y de la reflexión teológica: ¿qué cristianismo estamos viviendo, como rezar el Padre Nuestro cuando maltratamos a los hermanos? ¿Cómo pedir que se perdonen nuestras deudas, si no perdonamos nosotros la deuda mientras proclamamos formales años jubilares? La memoria de Ellacuría es, en fin, una invitación a la identidad magisterial.
Corazón Tu compañero no se queja nunca de su maestro, estoy seguro de que nunca dice: "el maestro estaba de mal humor, estaba impaciente". Tú lo dices en tono
resentido. Piensa en cuántas veces demuestras impaciencia tú con tu padre y con tu madre, con los cuales tu impaciencia es un crimen. ¡Tiene mucha razón tu maestro al ser a veces impaciente! Piensa en los años que hace que lidia con chicos y que, sí tuvo muchos cariñosos y agradables, encontró también muchísimos ingratos, que abusaron de su bondad e ignoraron su fatiga; y piensa que, por desgracia, entre todos, ustedes le dan más amarguras que satisfacciones. Piensa que el más santo varón de la tierra, puesto en su lugar, se dejaría dominar a veces por la ira. Y además ¡si supieras cuántas veces el maestro va a dar clases enfermo, sólo porque no tiene una enfermedad bastante grande para dispensarle de la escuela, y está impaciente porque sufre, y siente un gran dolor al ver que ustedes no se dan cuenta o abusan, de ello! Respeta y ama a tu maestro, hijo. Ámalo, porque tu padre lo ama y lo respeta; porque él consagra su vida al bien de tantos muchachos que lo olvidarán; ámalo porque te abre e ilumina la inteligencia y te educa el corazón porque un día, cuando seas hombre, y no estemos ya en el mundo ni él ni yo, su imagen se presentará con frecuencia al lado de la mía y entonces, ya verás, has de recordar ciertas expresiones de dolor y de cansancio de su rostro de hombre de bien, en las que ahora no te fijas, y te causarán pena, incluso pasados treinta años, y te avergonzarás, sentirás tristeza de no haberlo querido mucho, de haberte portado mal con él. Ama a tu maestro, porque pertenece a esa gran familia de cincuenta mil maestros elementales, diseminados por todo el país, que son como los padres intelectuales de los millones de chicos que contigo crecen; los trabajadores mal comprendidos y mal recompensados que preparan para nuestro país un pueblo mejor que el actual. No estaré satisfecho del cariño que sientes por mí si no lo tienes también a todos los que te hacen el bien, y entre ellos tu maestro es el primero después de tus padres. Amalo como amarías a un hermano mío; ámalo cuando es justo y cuando te parece que es injusto; ámalo cuando está alegre y afable, y ámalo todavía más cuando le veas triste. Ámalo siempre. Y pronuncia siempre con reverencia este nombre "maestro" que, después del de padre, es el más noble, el más dulce nombre que pueda dar un hombre a otro hombre (Edmundo de Amicis: Corazón. Diario de un niño).
¿ C ó m o e n s e ñ a r si n o v i v e s bajo el s i g n o de l o q u e e n s e ñ a s ? Cualquier enseñanza respecto de todo esto sería inútil si no nos enseñasen a vivir bajo el signo de la virtud; para qué queremos saber si no vamos a vivir lo que sabemos, nos quedaríamos a medias, porque lo verdaderamente importante es la vida. De nada sirve saber si no vives bajo el signo de lo que sabes. En muchas universidades, lo que menos importa es que se viva lo que se aprende; es muy poca la gente que enseña para la vida. Pero no aprendemos para la escuela, sino para la vida. Por absurdo que parezca, así como la religión se pervierte a veces en rito sin alma, y como el matrimonio termina siendo en ocasiones rutina, también la enseñanza de la virtud puede acabar en expendiduría de diplomas y doctorados para personas absolutamente de espaldas a lo que teo-
¿»U
DAR '/. ttíDAGOGÍA
rizan. Es señal de que hasta lo sagrado se profana; de ahí que hayamos de estar permanentemente en revisión si queremos evitar semejantes deslizamientos. En esto de los valores no hay más remedio que practicar la revolución permanente. No será escasa la suerte de quienes tengan maestros activos en esa dirección, a los cuales tampoco les moleste que se les aplique a ellos mismos el cuento, y que además hasta lo agradezcan. Son, sin embargo, esas aves raras las que ennoblecen el vuelo. Ellas enseñan y viven como sigue.
EL MAESTRO El maestro, conductor de la palabra a) El maestro no debe ser ni locuaz ni taciturno, sino que hablará lo preciso cuando no deba callar, y callará cuando no deba hablar. El que habla mucho se cansa y gasta, y no es atendido como aquel que sólo dice lo que la necesidad y utilidad, la prudencia y oportunidad demandan. b) Suelen ser los maestros, en especial si son jóvenes o nerviosos, hablar o agitarse en demasía, y esto es en perjuicio de la serenidad del espíritu, y del orden de la clase. Sed parcos y mesurados en las palabras, y con ellas obtendréis salud, tranquilidad y atención. Si la mirada, la seña, el signo convenido, el plan y orden preestablecidos bastan, no gastéis saliva; guardadla para mejor ocasión. c) Cuando el maestro haya de hablar, hable bien, con orden, claridad, exactitud, lo preciso, y todo dicho con buen modo, para lo cual ha de saber muy bien lo que dice y tenerlo de antemano estudiado y ordenado. d) Y entienda el maestro que, salvo aquello en que él deba tomar la palabra para hacer advertencias, reflexiones, consejos, correcciones, explicaciones y ampliaciones, el mejor educador no es el que más habla, sino el que más obliga a hablar al discípulo, no el que perora, sino el que dialoga; no el que pronuncia discursos, sino el que formula sentencias y frases de esas que se clavan en la inteligencia y el corazón de tal modo que nunca se borran. e) La palabra es el instrumento ordinario y principal de la enseñanza, y también el más precioso y difícil de manejar bien. Hablar poco y bien, lo preciso y con oportunidad, lo que se haya pensado y no lo que salga, de modo que llame la atención o interese y aproveche, y cuidando mucho de si los discípulos atienden o no, para lo cual procurará, simpre que se pueda, hacer que éstos dialoguen y hagan, representen y sensibilicen aquello que estudian, con ejemplos, símiles, trabajos, etcétera.3
EL MAESTRO
291
b) Bueno es instruir, pero aun es mejor educar; bueno es alumbrar inteligencias, pero aun es más meritorio modelar corazones, y lo uno debe ir acompañado de lo otro en la formación de almas enteras. ¿De qué serviría la ciencia, si no lleva a la virtud? ¿Para qué trazar normas, si no se han de seguir? Así como las inteligencias tienen hambre de verdad, las voluntades ansian el bien, y la práctica del bien se llama virtud, y la perseverancia o constancia en la virtud forma el carácter, y la penetración del alma virtuosa por la gracia de Dios forma el carácter de los santos. c) Ante Dios y los hombres de bien, el hombre vale, no por lo que sabe, tampoco por lo que tiene, tampoco por lo que puede, sino por lo que es, y tanto más vale (el niño y el grande) cuanto mejor es. d) Está satisfecha la sociedad con su cultura, que cada día es mayor o pretende serlo; mas ¿por qué todo el mundo lamenta la falta de caracteres y hombres de bien a carta cabal? Nadie se fía de nadie, porque han desaparecido los hombres sinceros o verdaderos; escasean los hombres de alma bien templada, lo cual prueba que, con nuestro saber e instruir, ignoramos el arte de educar y perfeccionar. No somos maestros sino a medias. e) Lo más cómodo para el maestro es concretarse a enseñar; pues es más difícil domar pasiones, sostener voluntades y luchar con las preocupaciones y vicios sociales que enseñar letras y números.4
El maestro, perfeccionador a) Como nadie da lo que no tiene y solemos tener lo que nos han dado, es necesario que el maestro que ha de educar a otros esté bien educado, y por tal tenemos al que en lo físico, intelectual y moral, en todas sus potencias y sentidos, se halla bien desarrollado y formado, al hombre completo o cabal. Con tal hombre la escuela sería una hermosa esperanza. b) Para educar y ser educado completa y armónicamente es necesario que el hombre informe al hombre según Dios le ha hecho, esto es, conforme pide la naturaleza y vocación de cada uno; porque nadie puede contradecir a la naturaleza impunemente, y el maestro educador debe ser el auxiliar de ella, no el suplantados un cultivador de esperanzas, no un sembrador de cizaña. c) Y como nada grande se improvisa, y la naturaleza va despacio y continuamente marchando, ni el educando ni el educador se improvisan, y la educación no es obra de meses ni de temporadas, sino continua, pudiendo afirmarse que siempre estamos aprendiendo u olvidando, mejorando o empeorando; en el orden -de la perfección, alejarse del ideal es retroceder; aproximarse a él por grados es progresar y crecer en la esperanza de verlo realizado en todo o en parte.5
El maestro, formador
El maestro, cultivador y benefactor
a) El oficio de maestro es ser formador de hombres, y el hombre es el alma, y el alma es la voluntad, y el alma de la voluntad es la virtud: hacer hombres virtuosos es cumplir con el cargo de maestro educador.
a) El maestro puede definirse parodiando la definición de Quintiliano acerca del orador: "hombre bueno experto en enseñar". Necesita virtud y ciencia: la ciencia de enseñar a niños exige la virtud, y la virtud de enseñar supone ciencia.
3 A. Manjón, El maestro mirando hacia dentro, Obras Selectas, Patronato de las Escuelas del Ave María. Alcalá de Henares, 1945, pp. 29-30.
';/>((/., pp. 177-178. 'Ibid., p. 287.
292
CAP. 7. PEDAGOGÍA
b) Ciencia. Como nadie da lo que no tiene, nadie enseña lo que no sabe; es menester, pues, que el maestro sepa, pero ¿qué y cuánto, para quién y cómo ha de saberlo? ¿Qué y cuánto ha de saber el maestro? Aquello que el discípulo pueda y deba aprender; y, de ahí en adelante, cuanto él quiera, que el saber ni ocupa lugar ni estorba para enseñar, sino al contrario (con tal que sea pedagogo, y el mucho saber no le dé ocasión de olvidar a quién y cómo ha de enseñar). A quien has de enseñar necesitas conocer; porque tienes que empezar donde él esté, andar a su paso, guiarle, ayudarle, despertarle; por lo cual no basta el estudio y dominio de lo que has de enseñar, sino que, además, necesitas el conocimiento de las facultades y del estado intelectual del que lo ha de aprender. Sin esto no serás pedagogo, no sabrás proporcionar a cada alumno aquello que él pueda aprender. c) Y has de saber el cómo didáctico; esto es, cómo harás fácil y grata la enseñanza y cómo unirás lo que el discípulo sabe con lo que tú tratas de enseñarle, yendo de lo conocido a lo desconocido, no según rigor lógico, que muchas veces no alcanzará el niño, sino según el estado de sus conocimientos, facultades y aun gustos, tendencias y aficiones. d) Pero este doble conocimiento de lo que hay que enseñar y a quien hay que enseñar exige observación detenida, laboriosidad constante, paciencia, mucha paciencia, con una gran cantidad de amor al prójimo y de mansedumbre, para no irritarse, incomodarse, cansarse ni desistir de enseñar, y para excogitar los medios y fecundar las inteligencias y corazones de los alumnos más rudos y menos dispuestos.6
El maestro, educador docente á) Educar enseñando significa tanto como enseñar desarrollando facultades y construyendo, con ellas y los conocimientos con ellas adquiridos y ordenados, el edificio mental dentro del cual ha de vivir el educando toda la vida. b) Para ello se necesita que el maestro, instructor y educador a la vez, tenga un plan bien meditado de lo que haya de enseñar y un buen método pedagógico para desarrollar a un tiempo la mente del alumno y el contenido de la enseñanza. c) Forme, pues, un croquis de las asignaturas o porción de ellas que se propone enseñar, divídalas en partes, y éstas en lecciones y, procediendo siempre de lo menos a lo más, de lo poseído a lo que se desea, marche por caminos o procedimientos que le sean familiares hasta llegar a dominar toda la materia proyectada. d) En los procedimientos, prefiera el diálogo bien dirigido al discurso mejor hablado; el hecho bien conocido preceda a la regla o principio, salvo que la naturaleza de las asignaturas exija lo contrario, y no se canse de sensibilizar las cosas, haciéndolas pasar por la vista, viéndolas; por el oído, oyéndolas; por la mano, tocándolas, dibujándolas o escribiéndolas; y por la acción, haciéndolas o representándolas sencillamente, sin incurrir en la nota de lo ridículo, ni temer la del juego pedagógico. No hay niño que resista a la acción o representación de una lección cualquiera, y quien atiende aprende, si quien le enseña lo entiende. e) No se canse el maestro de escribir para sus usos lecciones y modos de enseñarlas, y no se satisfaga con los ejercicios impresos de mano ajena, sino que pro"Ibid., pp. 39-40.
Ki, MAESTRO
293
cure poner los productos al alcance del consumidor, pues sabido es que hay muchos modos de guisar, pero al niño el que más le gusta es el de su madre, y el maestro es la madre de aquella inteligencia incipiente. / ) Sepa bien el maestro lo que ha de enseñar y acótelo, divídalo según plan, explíquelo con método y jamás pierda de vista al alumno, para saber donde está, cómo va, y si atiende, ordena y entiende aquello que el maestro le propone, o él inventa o discurre.7
El maestro, instructor sencillo a) Y al instruir no mareéis: ni con muchas cosas, ni con mucho saber de cada cosa, sino lo principal, bien sabido y ordenado, en relación con la vida. Dejad a los bachilleres que hagan bachilleres; a los pedantes, que hagan pedantes; a los politécnicos, que hagan parlantes enciclopedistas, y a los sabios, que hagan necios o niños agotados y desequilibrados a los 12 o 14 años. b) Vosotros no olvidéis que el que mucho abarca poco aprieta, y que almacenar en la cabeza del niño elementos de todas las cosas es antipedagógico e inhumano.8
El maestro, propedeuta a) En pedagogía, para subir hay que bajar y ascender por grados; bajar hasta donde el niño esté y ascender hasta donde el maestro se halla, pero por gradas o grados. Cuanto más sepa el maestro y menos el discípulo, cuando más alto entendimiento haya en el que enseña y más humilde inteligencia en el que aprende, tanta mayor dificultad habrá en aproximarlos y lograr que se entiendan. Pues bien, esta dificultad debe estar prevista y debe ser resuelta en cada caso por el maestro que tiene algo de pedagogo. b) Y decimos en cada caso, porque, así como no se curan enfermos con libros, sino con recetas apropiadas al caso, tampoco se enseña a niños en general, sino a tales o cuales niños que se hallan en tal o cual estado de inteligencia, cultura o atraso; lo que exige conocimiento del niño y acomodación de la enseñanza a su estado. El maestro debe acomodarse y comedirse al niño, y esto exige trabajo, preparación y adaptación. c) En ninguna lucha conviene dejar enemigos a la espalda, y menos en la lucha contra la ignorancia. ¿Qué es lo que saben y lo que ignoran mis discípulos? Ésta es la pregunta que ha de hacerse y contestar todo maestro, pues es regla de pedagogía que en la enseñanza hay que ir de lo conocido a lo desconocido. Mas ¿por qué pasos y con qué orden? d) Como para ir de un lugar a otro hay que pasar por todos los intermedios, así para pasar de lo sabido a lo ignorado hay que proceder con orden, enlazando o encadenando unos conocimientos con otros para que resulte una serie de verdades unidas unas con otras, de tal modo que tomando la mente un anillo vea todos los que forman la cadena mental. A esto se llama educar instruyendo, lo cual 'Ibkl., pp. 21-22. "//mí., pp. 25-26.
294
295
GAP. 7. PEDAGOGÍA
exige ciencia, conocimiento del niño, orden y método; lo contrario es el llenar la inteligencia de conocimientos inconexos, haciendo de ella cajón de sastre, en vez de entendimiento cultivado. e) ¿Y cómo lograrás que los niños entiendan, siendo ellos tan distraídos y la verdad tan abstracta en sus principios? Ésta es otra dificultad que exige preparación e ingenio. Hay que cautivar la atención de los niños con la imagen, el símil, la acción y el ejemplo, yendo de lo que se ve a lo que no se ve, de lo sensible a lo suprasensible, de lo concreto a lo abstracto y de lo singular a lo general. Es indecible lo que el niño aprende cuando atiende, y todos sabemos que, aunque sin desarrollo, hay en él las mismas facultades que en el adulto.9
El maestro, pedagogo a) No deis al niño ciencia que no esté a sus alcances. ¿A qué desesperarle ni aburrirle con imposibles o grandes dificultades? tí) Aun de lo que el niño alcance no le recarguéis tanto que no pueda digerirlo. ¿Para qué sirve a la inteligencia lo que se le indigesta? ¿Y dónde hay cosa más lastimosa que una inteligencia agotada? c) No almacenéis muchas ideas en cabecitas de pocos años. Pocas y buenas y bien digeridas aprovechan más que muchas, demasiado amontonadas y confusas. d) No dejéis lo necesario por lo superfluo ni lo útil por lo de mero adorno. e) No distingáis entre ricos y pobres, entre futuros directores y futuros ganapanes: que todos son hombres y todos pueden tener talento. / ) No hinchéis enseñando, no hagáis vanidosos ponderando el talento, etc., sino cultivad la modestia a la par que el saber, y dad ejemplo.10
El maestro, necesitado de maestro a) La escuela la hace el maestro; y al maestro, ¿quién le hace? Dichoso el maestro que tuvo maestro, porque se ahorrará muchos trabajos y tropiezos y evitará las torpezas y daños del noviciado y la ausencia de ciencia. b) Pero hay en toda profesión, y singularmente en la del magisterio, mucho de personal que no se puede aprender de otro, tanto que aun el que tuvo maestro no se puede descuidar y debe, ante todo, atender a sí, a su formación, conservación y progreso; de otra forma será cada vez menos maestro. c) Y ¿qué será de aquel que no ha tenido quien le enseñe a enseñar ni quien le eduque y prepare para saber educar o, lo que es aún más triste, se lo hayan enseñado al revés o mal? d) Maestro, no olvides esto: atiende a ti. Tú eres el eje de la escuela y, como sin eje el carro no marcha, antes que a los demás atiende a ti: fórmate, conserva lo bien adquirido y perfecciónalo. e) Aunque tu preparación remota sea sólida, no olvides los detalles de la preparación inmediata, que son como la lubricación respecto del eje; si quieres que la marcha sea fácil y sin estrépitos ni desentonos, cuida del eje." "Ibid., pp. 37-38. '"Ibid., pp. 38-39. "Ibid., pp. 45-46.
El maestro, configurador de hábitos virtuosos a) Nada se hace sin orden que esté bien hecho, por lo cual el orden es la primera condición de toda obra. ¿Cómo no lo será de la instrucción y educación del hombre y del niño? b) El maestro, que está llamado a infundir el hábito del orden en sus discípulos, necesita: primero, vivir con orden; segundo, establecer el orden en la escuela; tercero, inspirarle a sus discípulos; cuarto, imponerle, cueste lo que cueste, si no quiere perder el tiempo. c) Lo primero para el orden de la escuela es que sea el maestro un reloj viviente, bien montado y equilibrado; siendo en todo exacto, puntual, metódico, inalterable, igual; dominando la ira como la desgana, el celo como la pereza, los tiempos nublados como los de bonanza. d) Esto supuesto, fácil será al maestro comunicar a su obra aquel orden que posee en grande y, aunque su persona sea el elemento principal, no estará de más el reglamento: que manden el reloj y el reglamento, en vez de ser la persona del maestro. Así se forman las personas de ley. e) Así se inspira el hábito de la disciplina o del orden en la práctica de la escuela y de la vida, que es uno de los fines sociales de la educación.12
El maestro, sembrador de esperanza paciente a) La infancia es la esperanza de un pueblo, y en la infancia todo es esperanza. Maestros, no olvidemos que el retrasado con el tiempo avanza, que el corto con el trabajo alarga, que el torpe con el cultivo se alista y que el malo ordinariamente no lo es por su culpa, sino por la nuestra, y para algo somos educadores, para alentar y fomentar todo lo bueno y corregir todo lo malo en esa edad en que ni las ideas ni las costumbres tienen consistencia y todo se halla en formación o esperando que llegue a madurar. b) Por lo mismo que la infancia es la esperanza de un pueblo, esto es, su vida, poder y cultura para el día de mañana, todo cuanto se haga a favor de la infancia se hace a favor de un pueblo, y lo que se deje de hacer o haga mal en la escuela por negligencia, abandono o perversión doctrinal o moral, es laborar en contra de la patria. c) Por lo mismo que en la infancia todo es esperanza, hay que alentarla, ayudarla con toda clase de palabras, estímulos y premios, y jamás desalentarla ni desanimarla con hechos, dichos ni castigos deprimentes. d) El niño que se acostumbra a oírse llamar y verse tratar como torpe, incapaz o nulo, o como malo y de incorregible conducta, acaba por creerlo, y ya que es torpe e incapaz de entender, ¿para qué va a estudiar ni atender? Y, ya que es malo y como tal tenido por maestros y condiscípulos, ¿para qué ha de intentar la enmienda, si ha perdido la esperanza ante la nota de incorregible? e) Examínate, maestro, sobre el concepto que tienes de la infancia, los medios que empleas para alentarla, los epítetos con que ensalzas o rebajas, los procedi"Ibid., pp. 53-54.
¿tro
LAR
Z»7
/. PEDAGOGÍA
mientos que empleas para ayudar a los torpes y anormales y los premios y castigos que usas en la escuela.13 / ) Si no sabemos sufrir y tener paciencia, no tendremos paz ni contento; en cada niño hallaremos un enemigo, y en cada compañero un rival, un émulo lleno de envidia y otros defectos que nos provocarán al odio o al menosprecio; con lo cual habrá desaparecido la unión y la caridad. Vosotros, maestros, que a todas horas estáis dando lecciones, aprended ésta: saber sufrir y sobrellevar a chicos y grandes es condición esencial del buen maestro; auxiliarlos y ayudarlos, haciéndoles el bien que se pueda es llenar la perfección moral de tan elevada misión. En estas dos cosas está la suma de la vida del maestro que aspira a ser humano y cristiano con alguna perfección. g) Muchos motivos hay para aprender a sufrir y no cansarse de enseñar y educar, aun en el caso de olvido, ingratitud o menosprecio de los que reciben tan altos servicios y bienes. Es lo propio del cargo que se aceptó, es lo que da de sí el pobre corazón humano; el ser paciente, benigno y generoso es lo propio de toda paternidad; si, pues, conocías el cargo y el corazón humano, ¿por qué te quejas de tener que sufrir? ¿Por qué te cansas de enseñar y educar, esto es, de dar tu alma y tu vida en aras del amor a tus discípulos? Y sobre todo: ¿no tienes culpas? Ahí tienes el merecimiento. ¿Hace mucho tiempo que trabajas? Cerca está el fin dichoso de la jornada. ¿Quieres ser bueno? La paciencia es una virtud que no engaña, y quien la tiene es perfecto.14
El maestro, corazón bueno a) Para educar hay que amar; la educación es obra del amor. Si fuera posible aquilatar el amor como se aquilata el saber, a ninguno de corazón egoísta, apático o indiferente debiera encomendarse una escuela, porque no vale para desempeñarla como es debido, aunque tenga mucha ciencia. b) Examen. Ve si tú tienes amor al cargo del magisterio o no; si de hecho lo has demostrado enseñando y educando con amor, suficiencia, celo, constancia y felices resultados; si amas el estudio y con los libros conversas; si amas el orden y a él te sometes y atiendes; si eres maestro entusiasta y educador, no por horas, sino a todas horas; si tienes puesto el corazón en la escuela. c) Si el corazón permanece duro y frío a la vista de la desgracia y no socorre, carece de compasión y no es bueno, aunque se muestre compasivo. Pero, si mira al desgraciado con ternura, y le socorre con lo que puede, y para nadie tiene sino palabras de bondad, a nadie desprecia, a todos sonríe, con todos se muestra feliz y alegre, imponiéndose, cuando así lo demanda la necesidad, verdaderos sacrificios por salvar al prójimo, ese corazón es bueno porque es recto, compasivo, benévolo y generoso. d) Maestros, no olvidéis que el corazón es el que manda, y el corazón se conquista amando. ¿Cómo? Como lo hacen las madres: con cariño, solicitud, desvelo, complacencia en los bienes ajenos, consuelo en sus penas, defensa contra los que los molestan, alientos en los trabajos, etcétera.15 "Ibid., pp. 269-270. u Ibid., pp. 333-334. "Ibid., pp. 313-316.
El maestro, expresión de benevolencia a) A todos debe el maestro benevolencia; pero de modo especial para sus compañeros en el magisterio, con quienes ha de vivir y cooperar para la obra de la educación. b) El maestro benévolo tiene por sistema: querer bien a todos, tratar bien a todos, no hablar mal de nadie, hacerles el bien que pueda y evitarles disgustos, gastos, molestias, deshonor y descontento, y, en suma, todo daño en sus bienes, fama y moral. c) Nada de murmurar, censurar, reír, burlar ni rebajar el mérito y trabajo de los compañeros, ni mucho menos envidiar el triunfo ni alegrarse del fracaso experimentado en su escuela, sino, al contrario, aplaudir al que trabaja y alegrarse de los elogios que le tributan y sentir los males ajenos como si fueran de la familia. d) En las enfermedades, prestarle asistencia; en las penas, consuelo; en las desgracias, buen ánimo; en los apuros, auxilio; en las dudas, consejo; en los faustos, congratularle; en las persecuciones, hostilidades y difamaciones, defenderle; en los peligros, advertirle; en todo evento, mostrarse como un buen hermano. e) La concordia ante todo, y que por nada falte. A ello contribuye el deseo de no romperla, la prudencia y discreción en el trato, el ceder de nuestro parecer y derecho a prestarnos a todo, por bien de la amistad, no siendo pecado. / ) La benevolencia es hija de la caridad, la cual disimula y disculpa faltas ajenas para que Dios nos perdone las propias; y, sabiendo que lo que se hace por el prójimo lo paga Dios, jamás se pierde naciendo el bien. Aunque el favorecido sea ingrato y enemigo, siempre queda bajo esa costra poco amable el hermano y el hijo de Dios, que en sí es amable. ¡Quién sabe si el que hoy tienes por enemigo mañana será tu amigo; si el que reputas adversario será un equivocado o distanciado de ti por alguna falta que en ti ha observado!16
U n magisterio cargado de futuro ¿Queréis niños y jóvenes bien educados? Pues secundad su naturaleza pura, enderezad sus inclinaciones torcidas, desdoblad sus actitudes plegadas, ayudad a su actividad, fomentad su vocación, formad su carácter, modelad su corazón, haced que vea y trate buenos modelos.17
lf
7bíd., pp. 341-342.
17
A. Manjón, Obras, t. II, Escuela de Ave María, Granada, 1954, p. 297.
índice onomástico
Main, A., 260 Antígona, 282 Aristóteles, 32, 99, 115, 126, 134, 145n, 154, 222n, 253 Aron, R., 100 Bakunin, M., 130, 166 Baila, G., 315 Barre, R., 171 Benavente, J., 60 Bentham, J., 126 Bergson, H., 101 Binet, A., 20 Biosca, J., 184 Boas, E, 35 Boecio, 49 Boff, L., 286 Brecht, B., 143 Buber, M., 59 Buch, E., 251n Buda, 34 Burnett, T. E., 35 Byron, G., 76 Calderón de la Barca, R, 57 Camacho, I., 175 Camps, V., 92n Castilla, C, 62n Cervantes, M., 55 Churchill, W, 209 Cicerón, 39 Comte, A., 100
,
Comte-Sponville, A., 259 Conde, M., 101 Confucio, 42 Constant, B., 223 Cortina, A., 29, 2l3n, 215n Courbet, A., 298 Cristo, 116 Da Vinci, L., 31 Darwin, C, 286 Delacroix, E., 315 Demócrito, 33 Denis, M., 315 Descartes, R., 61, 69-70 Díaz, C, 6n, 57n, 180n Duell, C, 17 Durkheim, E., lOOn Eibesfeldt, E., lOn Einstein, A., 11 Ellacuría, I., 184, 185n, 286 Engels, E, 158 Feuerstein, L., 62 Fiemo, E., 158 Francisco de Asís, 11, 261 Freud, S., 58, 63 Gahli, B., 171 Galiano, E., 183 Galileo, G., 118 Gandhi, M., 74, 249-250, 268
INDI»: ONOMÁSTICO i]\i-m,t\ v>l\v>IVl/\MKX>
García, M., 115 Gauguin, P., 61 Gaulle, C., 219 Gautama, S., 42 Gehlen, A., 14 Goethe, J., 61 González, R, 171 Gottlieb, F. J., 141 Gracián, B., 77 Greene, R., 103 Guízot, R, 223 Habermas, J., 256 Harris, M., 55n Hegel, R, 286 Herbert, L. A., 255 Hércules, 279 Hermes, 219, 281 Herodoto, 223 Hitler, A., 11, 118 Hobbes, T., 155 Horkheimer, M., 254 Hume, D„ 113 Humphrey, H., 142 Hunter, J., 73n Ilich, I., 276 James, W, 76 Jano, 278 Jefferson, T., 202 Job, 131, 133 Jung, K. G., 63 Justiniano, 55 Kant, I., 20-21, 56, 85-86, 111 Kelsen, H., 255-256 Kelvin, L., 17 Koffka, 61-62 Kóhler, W., 43, 61 Kuhn, X, 38 Lactancio, 232 Lakatos, I., 37-38 Leclerc, E., 133n Lipovetsky, G., 93, 168 Locke, J., 249 Lorenzo, A., 167 Luckman, B., 55n
Luther King, M., 249-250 Lyotard, J. R, 91n, 93n Machado, A., 33, 59, 104 Mair, L., 157 Malinowski, B., 35 Manjón, A., 290n, 297n Mansueto, L., 286 Maquiavelo, 219 Marcel, G., 70 Marina, J. A., 92n, 201n, 203n, 269 Marx, K., 103, 165n, 270 Maslow, A., 71 Médicis, C., 219 Mendiluce, J. M., 180 Montesquieu, C., 158, 198 Morin, E., 19 Mounier, E., 52 Mozart, A., 260 Munch, E., 315 Napoleón, 33 Ñervo, A., 70 Nietzsche, E, 58 Nostradamus, 17 Olson, K., 17 Ortega y Gasset, J., 37, 59 Orwell, G., 96 Pascal, B., 149 Paz, O., 207, 209 Penélope, 137 Peña, J. de la, 280 Piaget, J., 52 Picasso, R, 131, 315 Pieper, J., 253-254n, 259 Platón, 32, 99, 126, 154 Popper, K., 161 Prometeo, 281 Protágoras, 220 Quintiliano, 291 Ramírez, R, 207 Ramonet, I., 170 Rawls, J., 233n, 249 Renoir, A., 315 Robespierre, M. R, 100, 156 Robin Hood, 281
Rodríguez, M., 207 Rooss, A., 256 Rubert, X., 92n Ruwert, C., 10 Sabato, E., 15n Saint-Exupéry, A., 40 San Agustín, 38, 97, 116, 181 San Ambrosio, 232n San Basilio, 222 San Gregorio Niceno, 133 San Juan Crisóstomo, 183 San Zenón de Verona, 184 Santa Teresa de Jesús, 178 Santo Tomás, 69, 110, 112, 115, 253, 284 Savater, R, 217n, 222n Scheler, M., 112, 130 Sebastián, L., 173n Sierra, R., 233n Simpson, O. J., lOOn Smith, A., 168, 177 Sócrates, 19, 42, 126, 244, 262 Soros, G., 171 Spinoza, B., 159-161, 286 Stendhal, 17 Stuart Mili, J., 93, 161
Terman, 20 Thaleb, H., 149 Thoreau, H. D., 249 Thurstone, D., 20 Tolstoi, L., 250 Torres, R, 270 Tse-lu, 39 Ulises, 137 Unamuno, M., 41, 86 Vallejo, N., 127 Vattimo, G., 94 Vauvenargues, L., 149 •, Vulcano, 281 Weber, M., 157, 256 Wechsler, 20 Wesley, J., 138 White, L., 35 Wilde, O., 33, 104 Zeus, 219, 281 Zola, E., 201 Zubiri, X., 31, 53n, 286
índice analítico
Aborto como asesinato, 47 desafío de la vida y, 231 Abstracción, características de la, 20-21 Abuelos ante los cambios, 17 Acción del voluntariado subsidiado, 247 diaria, 151-152 Actitud positiva, características, 73 Acto del hombre y acto humano, 26 humano amoral, 138 Acusaciones adecuadas, 81 Acusativo activo cainita, 80 por omisión, 80-81 y pronombres personales, 80 Afectividad, 21-22 Afectos, orden en los, 119 Amado importancia de sentirse, 61-63, 70, 146 soy, luego existo, 69-70 dialéctica del, 79 Amargura, 108-109 Amistad en ley del Talión, 64 importancia de la, 40 útil, características, 64 Amor a las leyes, 156 al prójimo, 96 crítica sin, 41 dar la vida y el, 63 enemigos del, 81 ergo sum, 69 i
fuerza que da el, 61 importancia del, 62-63 incondicional y Dios, 134 invulnerabilidad y, 61 nombre de la persona y, 69 verdadero, características, 69 vivir con justicia y, 261 Amoralismo, 220 Animal autobiográfico, 54 comunitario, 54 corpóreo, 54 de realidades, 54 del, al hombre, 11 humano, características, 53 libre y moral, 55-56 político, 222 Animalidad de la persona, 53 vivir por encima de la, 86 Antiejemplaridad, ejemplo de, 71-72 Antropocéntrico, 47 Apariencia y realidad, 33-34 Aprendizaje aparición de los procesos de, 10 axiológico y fuerza del ejemplo, 119 e informaciones genéticas, 10 por comprensión, 43 proceso del, 43-44 significativo, características, 43 Aristocracia moral del deber, 31 Aristócrata moral, características, 31-32 Aristotélico-tomismo, 110, 113 Armonía, características de la, 72 Arriba-abajo, valorar desde, 97-98
>1U4
ÍNDICE ANALÍTICO
IlMDICK ANALÍTICO
Arte e imaginación creativa, 22 la vida como una obra de, 129 Asertividad actuar con, 84-85 voluntad y, 139 Asimilación y acomodación, 53 Asociación Internacional de Trabajadores, 164-167 Autocomplacencia, 106-107 Autoconciencia, 14 Autonomía responsable, 225 solidaria y altruismo, 225 y autoorganización, 225-226 Autoorganízación, 225-226 Autorrealización laboral, 73 y trascendencia, 71 Autovacunas democráticas, 228-230 Avances tecnológicos aceleramiento en los, 96 desarrollo de los, 15-18 Bienes de consumo, 15 meramente extrínsecos, 277 Bipedismo, características del, 11-12 Bombas atómicas en Japón, 97 Budismo oración en el, 131 verdad en el, 73 Buen humor, importancia del, 40, 106 Burgués, el, 190-192 Caballero de la armadura oxidada, 133 Calma, definición de, 73 Capataz, personalidad de, 78 Capital especulativo trasnacional, 170-171 Capitalismo a finales del siglo xvín, 164 ciencia pura y, 276 expansión del, 175 globalización del, 167 Carácter axiológico, 142 educación y, 43-44 espera y esperanza, 144-145 ético, 30 psicológico, 142 temporal de la persona, 50 veteranía y, 142 Caridad en lo que se ama, 131 Cerca-lejos, valores en plano espacial, 97 Cerebro, mano y boca, 13 Cerrado-abierto, valoración desde, 99-100
Chimpancés experimentos con, 62 similitudes genéticas humanas, 19 Cínico (s) maestro ante el, 104 oportunistas, 104 según Osear Wilde, 104 Cinismo, el características, 33 moral en la sociedad, 104 verdades y, 104 Ciudadano virtuoso y democracia moral, 235-236 Civilización cultura y, 36 del bienestar consumista, 167 valores y, 102 Clonación, existencia de la, 15 Coherencia características de la, 34, 74 Comercio injusto, 176 internacional del Tercer Mundo, 242 mundial, 171-172 Comisión de Asuntos Exteriores del Parlamento Europeo, 180 Comportamiento (s), 9-10 cuatro clases de, 147 de la ardilla de Europa central, 9 humano, desarrollo del, 10 procesos de aprendizaje y, 10 vinculados a la reproducción, 10 Concepto, características del, 21 Conciencia autonomía de la, 110 examen de, características, 27 función autocrítica de la, 27 laxa, características, 27 recta y conciencia cierta, 27 toma de, y ecología, 45 y universalidad, 28 y voluntad, 27-28 Conducta (s) dificultad para evaluar, 106 publicitaria, códigos de, 203 Conductismo, mente para el, 53 Confianza características de la, 83 en Dios, 133 exceso de, 147 fundamentada, 83 valor de la, 61 Conflicto (s) no afrontar los, 85 reglas para resolver, 82-85 relacional, 81-82
Conócete a ti mismo, 82-83 Consenso, características del, 34 Contemplación, importancia de la, 42 Convivencia ciudadana, 38-39 Corazón alerta, 113 bien orientado, 22 de los impotentes, 109 de un maestro, 288-289 dominio del, 22 duro, 105 empático, 149 libertador, 38 modesto, 38 paciente, 38 puro y la oración, 133 usurpa papeles, 112 y valor, 109 Corrupción actitudes de todos y, 206 actuar ante la, 120 ejemplos de, 207 luchar contra la, 229 Creatividad imaginación y, 22-23 y trabajo diario, 23 Crecimiento indiferenciado, 176 Criterios de progreso educativo, 44 Cultivos hidropónicos, 16 Cultura (s) a lo largo del tiempo, 44 acumulación de funciones de la, 12 aprendizaje y, 43-45 aspecto subjetivo de la, 36-37 caracteres de la, 37 características de la, 35-36 civilización y, 36 creadas por el ser humano, 11 de la austeridad, 244 del vacío, 280 dimensiones de la, 37-39 grandes, y grandes religiones, 15 humana adaptación al medio y, 36-37 del instinto animal a la, 9-11 la, y tú, 39-42 y natura, 45-47 Curriculismo, 282-283 Dativo de alcance corto, 63-65 sin excepciones, 68 tipos de, 65-66 Deber autonomía del, 138-139 características del, 31
>W5
por amor, 139 y querer, 139 Declaración de Independencia de Estados Unidos, 76 Democracia de masas, 226 dialógica, 211 directa y participativa, 223 formas falsas de, 205-209 laicismo contra la, 210-211 libertad y, 26, 210 moral, 235-237 numérica, 234-235 representativa, 224-227 responsabilidad y, 234 virtud en la, 156 y desobediencia civil, 248 Deportes, importancia de los, 40-41 Deportividad de la cultura, 37 Derecho (s) a ser tratado como humano, 264-265 justicia y moral, 257-259 no más deberes sin, 268 Derechos humanos el filósofo y los, 39 en beneficio de la humanidad, 270 generaciones en la Declaración de los, 271-272 Desafío de la justicia social, 232-233 de la paz y la concordia, 234 de la vida, 231 ecológico, 11, 231 Desarrollo ayudas al, 240-241 de capacidades a través de la educación, 25 libertad y, 25 económico, desigualdades en el, 183 sustentable principios del, 46 y ecología, 45-46 Deseo(s) de niños malcriados, 140 disciplina del, 168 sin autocontrol, 139 traficantes de, 201 Desobediencia civil, 248-249 Desorganización del perezoso, 147 Determinismo cósmico, 25 genético, 25 psicológico, 25 sociológico, 25 Deuda externa, 186-190 condonación de la, 240
1HLUI,C AIMAIJ'l'lWJ
ÍNDICE ANALÍTICO
de Estados Unidos, 187 el calvario de la, 189-190 en las relaciones Norte-Sur, 186 implicaciones del pago de la, 189 Diálogo reflexión y, 118 sobre los valores, 117 Stuart Mili, su defensa del, 161 y sabiduría, 40 Dificultades ante las, buen humor, 106 atróficas, características, 107 hipertróficas, 106-109 para valorar conductas, 106 Difusividad de la cultura, 37 Dignidad absoluta del ser humano, 88 de los hijos de Dios, 89 humana, 85-89 fundamentar la, 88 respetar la, 89 reconocer la, 82 Dimensiones de la justicia, 254 Dinamicidad de la cultura, 37 Dinamismo de la voluntad, 140 Dinero desinterés ético y, 125 dictadura del, 169 en mercados de cambio, 172 mala democracia y, 199 valor del, 124-125 Dios abrirle nuestro yo a, 131 dignidad de los hijos de, 89 hablar con, en oración, 131 nacimiento de, en el hombre, 132 peticiones a , 131-132 Discípulo, como tratar al, 285-286 Discurso de los ganadores, 102 Disimulo en sociedad mexicana, 208 Disvalores, 5, 115 Docente compañero de trabajo del, 73 Dogmatismo, características, 32 Ecodulía, 45 valores y, 123-124 Ecología raíces de la palabra, 45 y desarrollo sostenible, 45 Ecológicos, valores, 123-124 Ecoplanetarismo, 242 Ecuanimidad, definición, 74 Educación aprendizaje y cultura, 43-45 arte de la, características, 43
cultura e historia, 44 en valores y los afectos, 119 humana, características, 43-44 importancia del ejemplo en, 289-290 por medio del amor, 286 responsabilidad del Estado, 205 Efecto invernadero, 45 Pigmalión, 62 Eficacismo, 280 Egocentrismo, 135 Egoísmo e inmadurez, 77 Ejercicio de la libertad, 25-26 El Principito, 40 Emotivismo, 113-114 jurídico, 256 Emulación, propensión a la, 101 Endurecimiento, 109 Enfermo terminal, estadios del, 127 Entendimiento y sensibilidad, 21 Envidia, crítica sin amor, 41 Escala de Mohs, 85, 139 de valores, 5, 52, 71, 118, 123 axiológica, 122-123 Escepticismo, características, 32 Esclavitud al Estado, lucha contra, 154 en Grecia y Roma, 153-155 Esclavos, características, 153 Escucha, importancia de la, 84 Escuela usurpadora, 275-276 utilidad de la, 96 Esfera afectiva y volitiva, 22, 112 Espaldas mojadas, libertad de los, 173 Esparta, actividad productiva en, 153 Especie humana edad de la, 15 pautas de conducta de la, 94 Espejo, grupo, 55 Esperanza definición de, 73 filosofía y, 39 Espíritu previsor, 74-75 Espirituales, valores, 129 Estado a partir de la ilustración, 158 burocracia y el, 157-158 características de el, 154-155 comunismo de, 158-159 con dictaduras, 209 definición de Max Weber, 157 democráticos, 239 división de poderes en el, 158 educación a cargo del, 205
filtro del, 200 libres, esclavos y el, 154-155 norma jurídica y el, 29 según Engels, 158 según Mair, 157 según Thomas Hobbes, 155 utilidad pública y el, 156 violencia y, 156-157 Esteticismo, características, 108 Estéticos, valores, 129-130 Estudio reglas para el, 151 y perseverancia, 39 Ethos humano, dimensión del, 136 Ética (s) asignatura pendiente, 96 como tarea, 30 de máximos, 213-214 de mínimos, 212, 214 de náufragos, 92 deontológicas (a priori), 110 dimensión, de la justicia, 254 mundial, por una, 217-219 raíces de la palabra, 30, 136 Éticos, valores, 130 Evidencia, características de la, 34 Exhibicionismo, 107 Experiencia axiológica, 121 Extensión y comprensión, 21 Extrinsecismo, 135-136 Fatalismo, características del, 208 Felices, modelos de personas, 125 Felicidad características de la, 76 en el sabio, 126 valores y, 76 y cultura, 37 Fenomenología, 112-113 Filosofía cultura y, 38 de la historia, final de la, 93-94 esperanza y, 39 justicia y, 41 propósito de la, 21-22 Flojera características de la, 147 mecanismos de defensa y, 148 Fondo Monetario Internacional, 188 Formación en valores, 5 Formalismo, 279 Fuerza del cariño, 61 del mal y del bien, 105 Fundamentación del valor, 122
Garrapata, características, 14 Globalización, 167-183 del capitalismo, 167 injusticias en la, 183-184 Grande (s) creadores, 22 pequeño, valoración, 98 Gratitud, características, 76 Grupo (s) parlamentarios, 195 tipos de, 55 Guerra características de una, 156 del Golfo, 194 inseguridad y, 155 Hábitos, métodos para crear, 150-151 Hablativo y ablativo, 68 Hedonismo argumento del, 127 fondo del, 127 lo valioso para el, 110 Hemisferio derecho, 22 Herencia cultural y tradiciones, 44 social antropología cultural y, 35 cultura como, 35-36 Hiperespecialización, 281 Hiperintelectuales, 275 Histeria, características, 107 Historicidad e historicismo, 44 Hombre acto humano y acto del, 26 del animal al, 11 y su dignidad absoluta, 88 Homínidos y homo sapiens, 94 Hominización, hitos de la, 11-14 Homo sapiens, 15 Humanidad empeoramiento para la, 178-180 porcentaje de hambruna en la, 180 realidades de la, 178-179 valores y progreso de la, 115 Humanización de la cultura, 37, 45 Humano (s) género, pendientes del, 94-95 terrícolas, edad de los, 15 triángulo esencial en el, 13 Humor ante dificultades buen, 106 importancia del buen, 40 negro y deshonestidades, 196 Ideas y valores, 119 Identidad
307
ÍNDICE ANALÍTICO
de los maestros, 283 reflexiva, 246-247 Ignorancia invencible o vencible, 26-27 Igualdad e inseguridad, 155 Imaginación creativa, 22 Impedimentos, actitudes ante, 151 Impersonalismo, 281 Individualismo, 93 Información (es) genéticas y aprendizaje, 10 manejo crítico de la, 38 opacamiento de la, 199-204 Ingeniería genética, 15-16 en seres humanos, 16 Injusticia(s) actuar ante las, 216 en la globalización, 183-184 estructurales y democracia, 209 global, 167-169 Inmaduras, personalidades, 78-79 Inseguridad y la guerra, 155 Instinto de conservación, 101 Insumisión, límites de la, 251 Integrista, características del, 102 Inteligencia convergente, 22 definiciones de, 20 emocional, 19-26, 83 humana, 19-20, 23 Intención, características, de la, 27 Intercambio desigual, 175-176 Interioridad, valor de la, 51 Inventos humanos, opiniones sobre, 16-17 Judicialización de la vida parlamentaria, 198-199 Juridicismo características del, 206 moral, características, 100 y vida humana, 47 Justicia anhelo de la, 263-264 caridad con, 259 déla, al justo, 259-261 derechos humanos y, 264-273 dimensiones de la, 254-255 en el derecho, 257-259 excelencia de la, 253-254 generosidad y, 263 moral y política, 221-222 para Aristóteles, 233 para los griegos, 223 según Pieper, 253-254 término polisémico, 254 valoración relativo-absoluto y, 102
vivir con, y amor, 262-263 y la acción del hombre, 253 Justo características de ser, 259 de la justicia al, 259-261 regla de oro del, 260 responsabilidad del, 260 significado de ser, 259 Kant dignidad de la persona para, 85-86 Max Scheler y valores para, 112 norma de conducta humana para, 85 teoría del valor para, 110-111 tipos de seres para, 85 Kantismo, 110-111 La ciudad de Dios, 97 Laicismo características, 211 contra la democracia, 210-211 Lealtad y afecto en el aula, 283 Lenguaje del mexicano, 208 humano características, 14 juegos diferentes del, 91 Ley(es) aplicadas por el Estado, 154 de los tramposos, 103-104 del Karma derrotante, 18 del mínimo esfuerzo, 104 del Talión, 105 en un país libre, 159 estructurantes de Piaget, 52 imperio que inventa las, 153 jurídicas y sociedad, 29 justicia en las, 159 natural y ley divina, 110 psicológica de gravedad, 18 Liberación y liberalización, 184-185 Libertad, 23-26 características de la, 23-24 clases de, 24 de conciencia, 24 de elección, 24 de expresión, 24 en Benito Spinoza, 159-161 en Stuart Mili, 161-162 popular, 159-163 de los espaldas mojadas, 173 de opinión, 162 definición, 23 democrática, 227 en Grecia y Roma, 55 física, 24 importancia de la, 55-56
liberación y, 174-175 libertinaje y, 25 limitada socialmente, 25 moralidad y, 26 obediencia y, 23 responsable, 74 y democracia, 26 y responsabilidad, 25
309
inteligente, 20 sensación, percepción y, 20 Mendicidad, actitudes hacia la, 64-65 Mensajes tú, evita los, 83-84 yo, utiliza los, 84 Mentira, mecanismos de, 75 Mercado, economía neoliberal de, 177-178 Meteco, características, 153 Madurez Método para crear hábitos, 150 diez modelos de, 78 Microalternativa y realización personal, 71-79 familiar, 244 Maestro vecinal, 243-244 axiológico, el buen, 284-290 Mío-tuyo, valoración desde, 99 compañero de trabajo del, 73 Mito conductor de la palabra, 290 antiAntígona, características, 282 configurador de hábitos virtuosos, 295 antiCasandra y la superficialidad, 279 corazón del, características, 288-289, 296 antiHércules, características, 279-280 cualidades del, 285-297 antiMinotauro y el formalismo, 279-280 cultivador y benefactor, 291-292 de Jano, características, 278-279 distancia entre alumno y, 97 de la sociedad enferma, 276 educador docente, 292-293 de Sísifo y la frustración, 283 formador de hombres, 290-291 de Vulcano y Prometeo, 281-282 fuente de los saberes y el, 280 del laurel olímpico, 282-283 instructor sencillo, 293 en la ética del profesional docente, 278 necesitado de maestro, 294 Modestia, características, 75 paciencia del, 289 Moral pedagogo, 294 animal libre y, 55-56 perfecionador, 291 carácter, y la ética, 30 propedeuta, 293-194 como contenido, 30-31 sembrador de esperanza, 295-296 conciencia, 26-34 testimonio del vivir del, 149 emocionalismo, 113-114 voz de la experiencia y el, 280 identidad personal y la, 30 Magisterio la doble, 278 futuro del, 297 nivel de desarrollo, 95-96 poder del, 275 persona sin dimensión, 138 Mano reducir lo, a lo legal, 28-30 como herramienta, 13 sociologismo, 100 destreza y habilidad de la, 13 valor, del coraje, 140-141 evolución de la, 12-13 Moralidad, la norma de la, 28-29 Marti-terricolonización, 17 Mosca del vinagre Masificado-egocéntrico, 101-102 similitudes genéticas humanas, 19 Medios Motivación y emotividad, 149 de comunicación y los fines, 204 Mundialización, 242 de financiamiento de partidos políticos, Mundo global 197 injusticia global, 167-169 de información mundo liberador, 168 características de los, 192 y neoliberal, 169 dueños de los, 199 Música globalización neoliberal y, 192-194 e imaginación creativa, 22 masificación del individuo y los, 202 para Napoleón, 33 Megaprofesores, 275 Memoria Natalidad, control de la, 193-194 de Ellacuría, 287-288 Naturaleza hábito, características de la, 150 e innatismo animal, 9-10 histórica, características, 44 salvaguardar la, 245
i51U
ÍNDICE ANALÍTICO
Naturalidad de la cultura, 37 Necesidad (es) de estima, 71 de ser visionarios, 82 escala de, 71 espirituales, 82 humanas, captación de, 71-72 persona madura y, 71 pirámide de, 71 Neoliberalismo, características del, 169 Neotenia, características de la, 13-14, 96 Nihilismo y fin de la historia, 18 Niños de la calle, 182-183 Nopal, personalidad de, 78 Norma de conducta humana, 85 moral y norma legal, 29 Obediencia y libertad, 23 Objetividad, catacterísticas, 74 Odio como sentimiento, 80 efectos del, 81 Opinión femenina, defensa de la, 163 Oración, importancia de la, 131-132 Paciencia de Dios, 132 País corrupto, características, 120-121 Pasado, interpretaciones del, 44 Paternalismo, características del, 205 Pensamiento conceptual, 13-14 débil, características, 92-93 Perdón capacidad de pedir, 68 como acto generoso, 67 importancia del, 42, 67-68 y mérito, relación entre, 68 Perdonar, características de, 67 Periodistas el filtro de los, 200 en la Guerra del Golfo, 200 técnicas de información de, 201 voz de los, 277 Perseverancia y estudio, 39 Personáis) amor y ser, 62 atributos de la, 49 como cosa o como medio, 86 como ser espiritual, 52 como sustancia, 50 cosas sobre las, 125 dona y se da, 63 fin en sí, 85-86 fin valioso en sí mismo, 86 humana, 49-89, 130
ÍNDICE ANALÍTICO
inmadurez de la, 73 la, acoge, 63 madura, características, 71, 73 que tiene confianza, 83 relación de la, en grupos, 55 según Boecio, 49-50 según Mounier, 52 ser espiritual, 86 ser mejor, y lo valioso, 109 sin dimensión moral, 138 sustancia individual, 51 talco laminar, 85, 139 virtuosa, liderazgo de la, 136 y conflicto racional, 79-80 y relación, 59-60 Personalidad (es) axiológicamente inmaduras, 78-79 del hombre, 50 inmaduras, tipos de, 78-79 maduras axiológicamente, 72 múltiples, lucha entre las, 77 y educación, 43 y madurez, 78 Personalismo comunitario, 125 Personeidad, 50 Planos de valoración espacial, 97-98 temporal, 98-99 Pluralismo conflictivo, 216-217 democrático actual, 230-234 Pluripartidismo, 236-237 Pobres defensa de los, 164 en América Latina, 179 postura hacia los, 245 Poder democrático, 223 popular, 223-224 social de los equivocados, 276-277 Polifacetismo y curiosidad exploradora, 13 Política Agrícola en Unión Europea, 173 arte del bien común, 220 características de la, 196 como democracia, 219 compasión en la, 142 de apretarse el cinturón, 190 nueva cultura, 242-243 perversión de la, 195-199 Posmodernidad, rasgos básicos de la, 91-94 Pragmatismo, características, 108 Precio (s) de países enriquecidos, 173 valor y, 104 Principio de beneficencia
características, 277 monopolio educativo y el, 277 Prisma, características del grupo, 55 Privilegios y deshonestidades, 196-197 Problema como oportunidad, 139 Proceso (s) de empobrecimiento del Sur, 186 del aprendizaje humano, 43 lógicos y pasiones, 102 Profecías de Nostradamus, 17 Programa de investigación, 38 Programación por herencia, 10 Progreso de la humanidad y valores, 115 de las ciencias, efecto de, 91 educativo, criterios de, 44 Pronto-tarde, plano temporal, 98-99 Prudencia y valor, 119 Psicología diferencial, 21 dimensión, de la justicia, 254 evolutiva, 21 social, 21 Publicidad el filtro de la, 201 lanzamiento de productos y, 202 poder disuasivo de la, 168 Puntualidad, importancia de la, 74-75 Querer y el poder, 145-146 Racional dignidad del ser, 56 lo, y lo razonable, 214 Racionalidad, tipos de, 215 Radicalidad de la cultura, 37 Razón humana, 215 Realidades espirituales, 52 Realismo características, 74 jurídico norteamericano, 255-256 Recipiente, grupo, 55 Reduccionismo biologista, lOOn Regresivo-progresivo, 102 Relación humana en el mismo plano, 98 persona-grupo, 55 querer-desear, 140 querer-hacer, 146 Relativismo, características, 92 Relativo-absoluto, 102 Religiosos, valores, 130-131 Rencorosos, 105 hiperjuristas, 105 y tramposos, 103-105 Representación central del espacio, 13
311
Reproducción comportamientos vinculados a la, 10 Resentimiento, 109 Responsabilidad democracia y, 225 ecodúlica, 45, 123-124 material, 27 Revolución comunista, 91 del orden mundial, 170 Saber, transpiración, inspiración y, 39 Sabiduría como luciérnagas, 39 definición de, 40 diálogo y, 40 Saludo sincero, 40 Sentido del tú, 75-76 Sentimentalismo, 106 Sentimientos educar los, 113 razón y, 113-114 Ser humano acompañado, 59-60 amado, 61-70 animal enfermo, 96 como animal, 53-56 autobiográfico, 54 de realidades, 53 inclasificable, 49 libre y moral, 55-56 comparado con animales, 9, 14, 31 definiciones sobre el, 53-59 historia y cultura, 44 sentimientos del, 114 Ser misterioso, 56-57 Servilismo, características, 282 Signo del comunismo, 91 y lo significado, 14 Silencio, importancia del, 51 Simbolismo pensamiento conceptual y, 14 Simpatía respecto al maestro empático, 119-120 Sinceridad, características de la, 75 Socialización primaria, 54 primer nivel de, 55 Sociedad (es) enferma mito de la, 276 y televisión, 277 justa y las leyes jurídicas, 29 tipos de, 195 Sociologismo, características, 206
i ) l ¿
ÍNDICE ANALÍTICO
Sofistas griegos, 9 Soledad devastadora y comunicadora, 51 Solidaridad, alternativas globales de, 23 240 Sonrisa, importancia de la, 40 Subjetivismo, características, 33 Sufragio femenino, 163 Sujeto y objeto en física clásica, 33 Sustancia como sustrato, 50 individual, persona como, 49, 51-52 significado de, 50 Talco laminar, personas, 85 Televisión actividades antes de la, 151 desinformación de la, 209 que rige convicciones, 100 sembradora de normas, 92 Tercer Mundo ciudadanía del, 181-182 comercio internacional del, 242 tasa de natalidad en el, 192-193 Tolerancia y democracia moral, 236-237 Trabajo diario y creatividad, 23 enajenación del obrero en el, 164-165 Tradicionalista extremado, 102 Tramposos 48 leyes de los, 103-104 los super, 171-172 Transferencias tecnológicas, 241 Transpiración, inspiración y saber, 39 Trascendencia y cultura, 37 Universalidad de la cultura, 37 objetivo de la, 287 y conciencia, 28 Universalización de los valores, 118 Universidad del Estado de Virginia, 16 Utilitarismo, lo valioso para el, 110 Valioso amar lo realmente, 117 características de lo, 109 según el hedonismo, 110 según éticas teleológicas, 110 Valor, teorías sobre el, 109-134 Valor (es) articulados entre sí, 122 bienes y, 115 buenos, realizar los, 120 conquista interminable de los, 115 criterios en los, 96-105 deber y virtud, 134
ÍNDICE ANALÍTICO
defensa de los, 118 del, a la virtud, 134-152 del bienestar individual, 168 del maestro, 149 duración del, 122 económicos, 124-125 en el marxismo-leninismo, 100 enseñados por Cristo, 116 enseñanza de los, 290 escala de, 5, 52, 71, 118, 122 espirituales, 129 estéticos, 129-130 físico-vitales, 124 formación en, 5-6 hablar y actuar por los, 120 humanitarios, 96 implantación de, 45, 124 mal aprendidos, 72 moral y valor económico, 203 negativos, 5, 72, 82 para Santo Tomás, 110 pasados y nuevos, 116 personales y sociedad, 73 posmodernidad y crisis de, 91-94 progreso de la humanidad y, 115 reducidos a costumbres sociales, 100 sensibles, características, 126-127 sociopolíticos, 128-129 universalización de los, 266-273 utilitarios, 127-128 y ser de los valores, 114-115 y virtudes, 5 Valorar bien, dificultades para, 96 vinculadas a los afectos, 106-109 Vejez, aceptación de la, 78 Veracidad, características, 32 Verdad búsqueda de la, 41 camino para la, 104 características, 32 el criterio de, 34 en el budismo, 73 en el confucionismo, 73 en el emotivismo, 114 en la opinión contraria, 161 exigencia de la razón, 111 extremos de la, 32-33 no buscar la, 33 sonrisa y, 40 Veterano, características de un, 143 Vida defensa de la, 232 defensores de la, 47 desafío de la, 231-232 en cavernas, 15 humana
consciente, 14 defensa de la, 47 según proverbio chino, 77 moral, orientación de la, 38 sana y deportes, 40 virtuosa, proceso de ajustamiento, 136137 Viejos sabios, características, 77 Virgen de la ternura, 132 Virtud definición de Aristóteles, 134-135 dista de dos defectos, 135-136 Vocaciones frustradas, 82 Voluntad asertividad y, 139 conciencia y, 27-28 e idealidades, 141 frustración de la, 147 memoria y, 150
moral digna, 111 motivación y, 149 y forja del carácter, 141 y libertad, 23 Votante, infidelidad del, 197 captación del, misterio en la, 57 dividido, misterio del, 58 el, del llanto, 61 el enfermo, sin tú, 60 inexistente, misterio del, 57-58 legionario, misterio del, 58-59 manejo responsable del, 25 muíante, misterio del, 58 pensamiento débil en el propio, 93 Zoon politikón, 222-223
31ÍÍ