C U EN T O S BLA N C O S
CONTRA SOBERBIA HUMILDAD
n un hermoso jardín que la primavera había enriquecido con todos sus dones, oreándole con su brisa, b risa, saciá saciándol ndolee con su rocío y animándole con el fuego de su beJUsimo sol, destacábase soberbia y lozana, entre oirás muchas flores, la hermosísima y perfumada roso de Ale jand ja ndría. ría. ¿Quién habrá, decía la rosa miránd o se en la belleza de. cad ca d a una una de sus su s
E
hojas, ho jas, que pueda pued a competi com petirr conmig conmigoo en donaire don aire y gentil gentileza? eza? ¿Quién ¿Quién habrá h abrá que sea capuz de imitar siquiera el número y el encanto enc anto de mis mis hojas? ¿Qué otro otr o arom arom a del jardín puede igualar el dulce aroma que mis pétalos exhalan? V la brisa br isa la agita ag itaba ba,, acariciándo acar iciándola la al tiempo que embalsamaba sus alas en el perf pe rfum umee misnur de d e la rosa ro sa.. El sol la miraba mir aba fijamente, fijam ente, y ella, la hermosa rosa de Alejandría, resistiendo orgullosa la mirada, alzaba su tallo y abría desmesuradamente su9 hojas paro recibir en su corola todo el fuego de aquellos rayos. tira, en efecto, hermosísima; la más hermosa acaso de todas Ia9 flores del jard ja rdín ín,, p ero er o ac aso as o también tamb ién la más so ber berbbia. ia . Los céfiros, desairados, no gustaban ya de sus juegos; la odiaban por su or
güil güilo, o, y en los los rato» de d e ocio de que qu e dis ponía po nían, n, an te s que b e s a r los pies ie s d e la altiva sultana y murmurar en su oído can* ciones ciones deleitosas, deleito sas, preferían jugue jug uetear tear con las modestas viólelas, que, medio ocullas po p o r la y e rb a , tapi ta pizzaba ab a n el suelo su elo del j a r dín con su precioso color y embalsama ban ba n g en e ros ro sas el ambi am biee nte con co n su delidel icado aroma. No N o res re sistí is tían an tas vi viol oleta etass como la ros ro sa la mirada del sol, ni alzaban sus tallos pa p ar a Verle, erle, ni ab ría rí a n sus su s p éta lo loss para pa ra recibir recib ir su fuego; antes an tes bi bien en esquivab esquivaban an sus ardientes caricias, y escondiendo entre la hierba sus gentiles cabezas, hacían gala de su honesta Virginidad luciendo en el silencio de la noche y en la quietud del amanecer su modesta apostura y su atractiva atrac tiva belleza. belleza. Fi Fing ngía íann no e s cuchar las petulantes frases de la rosa, y aunque apreciaban en su justo Valor
toda la hermosura de la sultana sultana del del jarja rdín» ni la envidiab env idiaban an por po r ella, e lla, ni parec par ecían ían lastimarse por las despreciativas miradas de desdén que la rosa les dirigía. Pero aconteció un día, en las inmediaciones del estío, que el sol ocultó repentinamente su Iu2 , el cielo cielo se cubrió cubri ó de negras nubes nubes y la atmósfera atm ósfera se caldeó y enrareció por unos instantes. Mientras tanto, en el bosque ccrcano al huracán hur acán empezó em pezó a rugir, rugi r, terrib te rrible le y es* pan p antto so, so , prom pr ometie etiend ndoo d e s tr u i r con su fiero empuje cuantos obstáculos se opusieran a su paso devastador, a la por, que algo mds mds lejos, rugía también también el trueno true no y clare cl areab abaa el íg ígneo neo rayo ra yo en el horizonte con fugaces resplandores. La robustez de los árboles del bosque pudo pud o aun r e s is ti r , sacri ac rifi fica canndo p a r t e de sus su s miembros, la furia del cicl ciclón ón;; pero pe ro cuando éste, extendiéndose a sus anchas
por po r la campifla, r eco ec obró br ó p o r com com pleto ple to su libertad liberta d d e acción, acció n, qued uedA el prad pr adoo por por completo sujeto a s u dominio, y fueron botín de 9u triun tri unfo fo,, tro tr o n c h a d a s ycrb ycrbcc cci i llas y mil o lo r o s a flores flores arrancadas de cuajo de sus tallos, y esparcidas y deshechas por el .suelo, o arrastradas en hojas sueltas sue ltas por po r las alas del del propio huracán. ¡Oh, ¡O h, y cuando cuan do el huracá hu racánn llegó n pe nctr nc trar ar por po r las verjas verja s del jardín! jardín! ¡Cóm ¡Cómoo par p arec eció ió so laz la z a rse conv co nvirt irtie iend ndoo a su ca» pricho pric ho en muerte ue rte y desola des olació ciónn lo que anlus e ra vi vida da y alegrí alegría! a! ¡Qué terrible terrib le espectáculo! No N o 1c Va Valilióó a la rod ro da d e Alejandría Alej andría su orgullo, ni le valieron tampoco su belleza, su aroma, ni sus colores para obtener el respeto del despótico visitante. Antes por el contrarío, por ser la más erguid ergu ida, a, la más herm her m osa y la más vi visib sible le
de todas las flores, fue la primera víctima del del rigor del huracá hu racán, n, que q ue no se compadecía d e lágrimas de hermosa, herm osa, ni tenía otro afán que destruir cuanto veía. Más le Valió a la violeta su modestia. Defendida, Defendida , a causa cau sa de .su e scas sc asaa altura, altur a, de la furia furia del del huracán por po r el zócalo zóc alo de pie pie dra dr a que serv se rvía ía de b a s e a la Verja que cerraba el jardín, y medio oculta además por po r la s y e r b a s y la l a s hoj h ojaa s e n tre tr e las cualc cualcss se criaba, pasó a su lado el indómito señor, ca9i rozándola, y sin parar apenas mientes en su existencia. Y desp de spué ués, s, cuando todo todo hubo hubo terminado; cuando el huracán soseg sos egóó su ira, ira, y el p rado ra do y la campiña, y el bosque bosq ue y el jardín recobraran la perdida calma, murmuraba la rosa de Alejandría, arras* tróndose tróndos e deshech desh echaa por po r el suelo, a larg largaa distancia del tallo que le dio vida: ¿Dónde está mi hermosura? ¿Adón*
de ha ida a parar la belleza <|ue me enorgullecía? Un soplo del huracán ha bastado pa p a r a dar en ti e rr a con mi sob so b erb er b ia y mis enca en cantos ntos en menos de dos do s minutos. minutos. 1.a modestia de (a violeta, en cambio, ha sabido de sobras resistir sus ímpetus. T ard ar d e lo he aprendido prendido yo, yo , pero sépa sépanlo nlo al menos mi9 hijos: |Ay de los soberbios! ¡Bienaventurados los modestos!
CONTRA AVARICIA LARGUEZA
V
a m o s a
hacer rabiar al tí tíoo Jeromo? Jerom o?
■Vamos; ¿pero qué haremos kace!e rabiar? —Una — Una coso coso m u sencilla. Nos ponemos delante de su casa ahora q t f e l está en la ventana tomando el sol, y empezamos a escarbar en la calle debajo de sus mismas narices, un hoyo grande, m u grande. —¿Y e s o le hac ha c e rab ra biar? ia r? Sí.
'¿Pero por qué? —N — N o lo s é ; p ero er o es asi. as i. |Le |L e hac ha ce ra* biarl bia rl El o tro tr o día lo hicie hic iero ronn Jua Ju an ititoo y el C hupacirios, hupa cirios, y le di dioo al lío Jerom Jer omoo tal tal coracina que por po r poco le coge cog e un ací dente. — P a s entonces Vamos allá.
Y allá 6C fueron con su diabólica idea los dos rapaces, que dos rapaces de nue* ve a diez años eran los que mantenían h anterior conversación. til tí tíoo Jerom Jer omoo era e ra un hombre conoc conocido ido po p o r su avar av ariicia en todo el pueb pu eblo lo.. Un pe* queño tenducho de trapos y hierro Viejo al que iban a vender todos los rateritlos el producto de 6us raterías, le había producido ducido en la ciudad ciudad hacia unos unos veinte veinte años añ os un capital basta ba stann te regula reg ularr que na* die había podido contar» pero que no debía ser escaso, pues desde entonces el tío Jerom Jero m o se había retirad ret iradoo al pueb pueblo lo,,
pa p a r a d edi ed icars ca rsee en él, y aun au n e n la misma misma ciudad— ciudad—aa la la que hacía hacía frecue frec uentes ntes viajes viajes —al —al nego ne goci cioo del p rés ré stam ta m o al s esen es enta ta por po r ciento, ciento, o al doscientos doscien tos por po r de d e n lo si la ocasión se terciaba, aunque siempre— ¡claro ¡claro e s t á l—con garantía sólid sólidaa y s a neada. Como la mayor parte de los hombres de su ralea ra lea,, no no había había sido el tío Jeromo Jerom o capaz de constituir una familia—la familiaa e s una cosa li co sa muy muy c a ra— ra — ni tenía tam ta m poc p ocoo servid rv iduu m b re.— re .—(Ta (Tambi mbién én los cria cr iaddos s e cotncn cotncn a lo loss amos am os por por los pies pi es!—Vi !—Vivía vía,, pu p u e s , comple com pleta tam mente en te solo. so lo. El remend remendaba aba s u ropa ro pa y él condim con dimentaba entaba la mísera olla con con que ordinari ordinariamente amente nutría su escu es cuáálido y desmedrado cuerpo. Sus facciones eran era n angulosas, ang ulosas, su cedo adus ad usto, to, su mi ruda recelosa, su carácter huraño, y apenas cambiaba con con nadie más que las p a labras indispensables para la realización
de sus negocios. V aunque la mayor pa p a r t e de ellos los hacía hac ía en la ciudad, ciuda d, anles que pa p ag a r un piso en la misma, que era costoso y expuesto a robos, prefería pag p agaa r c a d a Vez que qu e un negocio negoc io s e p r e sentaba, la correspondiente peseta del viaje de ida y vuelta en tren; peseta que, como es de suponer, cargaba en la c o rrespondiente cuenta de gastos que el respectivo prestatario debía satisfacer. No nec ne cesi es itab ta b a p o r o tr a p a r l e p a r a liliacer acer sus operaciones agentes ni corredores de ninguna clase. Era ya bastante cono* cido entre loa que solían necesitar de 9us servicios, servicio s, y a aquel aquel que s e halla hallaba ba decidec idido $ caer en su suss garras, bastábale presentarse en el propio pueblo en que vivía el prestamista prestam ista o exponer por correo cor reo su pre p rette n sió iónn , si e r a y a con co nocid oc idoo, cuidando cuidando de especificar especi ficar claramente claramente las garantías que podía podía ofre of rece cer, r, pues sin este es te in inddis
pen pensn snbl blee req re q ui uisi sito to ninguna ninguna c a r t a e r a oten ten* dida. S e había habíann hecho hecho indag indagacio aciones nes para averiguar qué es lo que hacía Jeromo con el dinero <|ue a capazos debía ganar—a cualquier cosa se llama ganar—y nadie había podido salirse con la suya. Ninguna casa de banca ni de comercio comercio de la caca pital pital única poblaci pob lación ón que qu e el títíoo Jerom er omoo visitaba—tenía depósitos a nombre del huraño usurero. No era por otra parte de c ree re e r que lo tuviera todo a la mano mano eu aquella miserable casa de aldea que habitab ta b a , porque esto es to se hubiera hubiera compag ompagiinado muy poco con los rccclos y desconfianza» de su característico temperamento de avaro recalcitrante. recalcitrante. E ra, ra , pues, un un misterio que parec pa recía ía indescifr indescifrable able el dar con el escon esc ondi dite te del capi ca pital tal del del solitario pr p re stam ta m ista is ta.. Tal era el sujeto al q
hacer hac er rabi ra biar ar los dos do s mal inte intenciona ncionados dos rapaces, cuyas frases hemos transcrito al princip prin cipio io d e e s t o s p ár ra fo s . Y lo lograron en efecto; efecto ; pues apenas apen as llega ll egados dos a la casa ca sa del usurero usu rero,, y empe em pe-zada zad a en medio medio d e la calle s u anuncia anunciada da tare ta rea, a, s e descom descompuso puso el Ko Jerom Jer omoo de (al (al modo modo,, que lí lívi vido do y desco des conc ncer ertad tadaa por po r la ira gritó a los rapazuelos rapazu elos desd de sdee la la ventana: — ¡ O i m o n t r i de chicos chicos!! ¿Qué ¿Q ué hacéis hacéis ahf? (Marchaos a vuestras casas ca sas sin s inoo queréis que yo os bautice vestidos y todo! ¡Pues no faltaba más! ¿No Véis que estáis echando a perder la calleé No deb de bía, ía , sin emb em barg ar go, s e r e s ia ultima ultima la única causa de la la desazó des azónn del tí tíoo Je Je romo, pues el públ públic icoo interés inter és no aco ac o s tumbra a irritar tan extraordinariamente a los hombres avaros. O tra debía debía tra tr a erse er se en su su interi interior or el el
¡No es para pa ra descr de scrita ita la terrible tretre molina que en el barrio se nrinó conln) el huraño usurero, cuando eJ chico descalabrado, mostrando au sangre, empezó a chillar y a pedir auxiliol Las mujeres grifaron y propalaron la noticia, los maridos ma ridos rugieron, rugiero n, lo lo»» mozos mozos amenazaron con sus su s puños, y al cabo de poco po coss in insstant ta ntee s habie hab ienndo aban ab ando dona nado do todos el trabajo, ae hallaba ya congregado delante de la casa del prestamista casi todo el pueblo, que dando suelta en aquel momento » Jos sentimientos dn odio >' antipatía que contra el huraño usurero tenía ya de largo tiempo almacenado*, apedre ape dreóó la guarida del vil asesino—así le Voceaban loa mis exaltados—y se dis ponía a en t r a r en ella po p o r la viva fuer fuerza za.. ¡Y poco que lo desea de seaba bann algunos de loss que lo qu e en el grupo gru po se encontraban, y a quien quien el p restam res tamista ista s e comí comíaa todos to dos lo loss
años, con sus préstam pré stam os, os , gran parte pa rte de (a cosecho! Inútil es decir, que aunque el mucha chuelo chuelo causan cau sante te del del alboroto apen a penas as leníu leníu en la cabe ca beza za un rasguño rasgu ño que no ofrecía gravedad alguna, muchos había e n tre tr e los nRalian nRaliantes tes d e lo casa cas a del del tío J erom ero m o que que le daban y a por muerto, y asi as i lo habían habían oí oído do refe re feri rirr a los que del del hecho hecho le habían dado nolicía. nolicía. Que tal ta l acostumbra a abultar abu ltar los suceso su cesoss la ían ían tasí.i popular a compás de sus pasiones. 01 alcalde del lugar, que no estaba acostumbrado a e sta clase clas e de motin motines, es, pu p u es el pueblo pueb lo e r a d e po r sí pacíf pac ífic ico, o, no disponía d e fuerz fu erzaa alguna con que impe impe-dir el asalto, y aunque telegrafió inmediatamente tam ente el suceso suc eso al próxi próximo mo puesto de la G u ard ar d ia civ civil il,, no era proba pro bable ble que las las pa p a r e j a s disponi dis ponibl bles es lllleg egar aran an a tiempo de evitar el desaguisado.
En realidad de verdad, verdad , el tí tíoo Jerom Jero m o hubiera podido esca es capa parr en el primer momomento, saltando por detrás las tapias del peque peq ueño ño h u e r to q u e en su cu sa había; hab ía; pe p e ro íu e su ava av a rici ri ciaa mala mala co n se jera je ra;; y po p o r no s e p a r a r s e , según seg ún s e vio d e sp u é s, de su tesoro teso ro,, perma permane neció ció en la la casa, ca sa, comprometiendo precisamente con su pre pressenci en ciaa la existe is tenncia ci a del tes te so ro que tanto amaba. Tal ciegan a los hombres sus su s pecados pecad os y sus sus pasione pasiones, s, que no aciertan acierta n much muchas as veces en cos c osas as en las que acaso acertara un niño de dos años. E s el caso ca so,, pues, pue s, que qu e la multi multitud, tud, ronca de gritar y después d e haber rolo rolo todos los cristales de la casa del tío tío J e r o mo, dio en romper la puerta de la propia casa, ca sa, quizás quizás para pa ra no tener ten er ociosas sus manos, y como ciertamente aquella airada multitud multitud disponía dispo nía en real re alid idad ad de mfls fls es* fuerzo del que era necesario para lograr
tan sencilla sencilla empr em presa esa,, consig consiguió uió a los los p o cos co s momentos momentos de empeñarse en ello, su maligno propósito. Cuando el tio Jerom Jero m o cayó en la cuent c uentaa d e lo que la multi multitu tudd acabab aca babaa de hacer, hac er, creyó cre yó morir morir del susto, sust o, no no por po r mied miedoo de pe p e r d e r su Vida» sin s inoo p o r miedo d e p erd er d er su capital que amubu más que su vida. L a multi multitu tudd ansiosa, ansio sa, apen ap enas as logró de* rríb rr íbaa r la robus rob usta ta p uerta uer ta que defendía la casa del usurero, desparramóse rebosante de ira por las las tres tre s o cuatro cua tro habit habitaci acioones d e su interio int erior, r, husmeando y regís regís** trdndolo todo. todo . Y d e tal mudo mudo parec pa recía ía inintere te resa sars rsee , guiada guiada de la codicia, codicia, por lo que qu e en la casa ca sa pudiera pudiera encon en contrar, trar, que que hasta ha sta s e ol olvi vidó dó p o r un momento momento de la per p ersso n a del de l tío je r o m o cau ca u san sa n te de su irritación. Pero nada aparecía que saciara la curios curiosidad idad de los asalta asa ltant ntes, es, y el tí tíoo Jeromo fue entonces el que atrajo nueva-
mente men te la atención de to to d o s. Inmó Inmóvi vil,l, consternado» como herido por el rayo, perm per m anec an ecía ía e n una habita hab itaci ción ón,, e s p e c ie d e sótano, que debió construirse para bodega, sin intentar siquiera defenderse de la furia furia de los asal a saltan tantes, tes, lista lis ta misma isma in in Amovilidad c indefensión detuvo sin duda el furor furo r de los los más má s exaltados— exaltados — que nada nada hay que tanto calme Ia ira d e los los hombres como como la conformidad conform idad d e las víctimas— víctimas—yy apa ap a rte de tres tre s o cuatro golpes golpes de poca poca importancia que algiuio más desalmado le prop propin inó, ó, nadie nad ie osú h a c c r daño da ño al mismo, mismo, que minutos minutos ante an tes, s, cuando la puerta puer ta le escudaba, querían todos arrastrar. M as no dejó dejó de sorp so rpren rende derr a algunos algunos la pasiva actitu ac titudd del del tío Jerom Jer omo, o, y los más avispados, supieron traducirla en seguida como elocuente indicio de que en aquella habitación, que el usurero no quería abandonar, debía estar encerrado su
tesoro. Buscaron, pues, en ella con más empeño que en ninguna ninguna o tra tr a , y cuando quisieron, siguiendo sus pesquisas, separar ra r d e la p ared ar ed un Viejo iejo to tonel nel que a ella ella estaba arrimado, de tal modo y con tales lágri lágrimas mas s e abraz ab razóó el lí líoo Jerom Jer omoo a su tonel, tone l, que bi bien en a las claras cla ras dio a enten en ten-der a los astillan as tillantes tes que s e hallaba hallabann muy muy cerca ce rca d e lo que buscaban. buscaban . Sujetaron Su jetaron alalgunos al huraño prestamista y rompieron el tonel, tonel, pero éste és te apareció apa reció compl om pletaetamente mente v a d o . En la p ared, ared , sin embargo, en que qu e e s tab ta b a apoya apo yado do,, se Ve Veía uiu iuii pie* d ra o lo losa sa de gran tamañ tamaño, o, que por las las hendiduras que la rodeaban, parecía perfectamente separable; apartáronla de su silio silio y la misma isma dejó cu efec efe c lo al al descu de scu- bie bi e rto rt o una una b o ca cuad cu adri ricu cula larr como d e un metro de altura, que parecía ser la entrad tra d a d e una una galería algo algo más alta al ta y del del ancho anc ho del hombre. homb re. F.ntró F.ntró en ella ella provis pro visto to
de una luz uno de los asaltantes y lo primero que encon en contró tró a su enlrad enl radaa fue una una pal p ala, a, una e s p u e r t a y un azad az adón ón,, que qu e d e biero bie ronn ser se rv ir sin duda du da al ruin habita ab itant ntee de aquella aquella mansión mansión,, para pa ra constr co nstruir uir di dich chaa mina en las largas horas de unas cuantas Veladas y transp tra nspor ortar tar después la tierra, que de la misma isma s a c a ra, ra , ni huert hu ertoo de la c a sa. sa . Al final final de la galería, gal ería, o s e a a lo loss tre tr e s o cuatro cua tro paso pa sos, s, había había una una gran caja de hojalata, cerrado, que contenía en bille bil lete tess y moned on edas as d e o ro lo lodo do él caudal cauda l del avaro. El extremo de esta galería correspondía debajo deba jo de tierra tierr a al centro cen tro de la calle en que la casa se hallaba emplazada. De aquí las alarmas del tío Jeromo cuando veía a lo loaa ni niños ños h acer ac er hoyos hoyo s en la calle. Temía Temía que su escond esco ndrijo rijo se huhu bie b iera ra des de scu b ierto rt o o que qu e lllleg egar araa a d escu es cu- brir br irsse con e s tas ta s t r a z a s .
Su propia avaricia, exagerándole el pel pelig igro ro,, le habí ha bíaa vendido. vendido . Excusado es decir que aquel tesoro, de aquell aquellaa manera hall hallado ado,, fue f ue repart rep artido ido como pan bendito entre todos los invasores aún a despecho desp echo de su propietario, pu p u e s muchos toman tom an sin d uda como com o ur tículo de fe aquel conocido refrán de que «qui «quien en roba ro ba a un ladrón ha cien cien años año s d e perd pe rdón ón»». Cuando la G uardia civ ivil il,, horas hor as desde s pu p u és, és , llegó a l lugar lug ar d e la o curren rr enccia, ia , no enco en contró ntró en la ca c a sa asalt as altad adaa ni uno uno solo de los asaltantes, ni una sola tampoco de las pesetas dtJ aVaru, E s te se halla allaba ba únicamente en un rincón d e la cocina, coc ina, anonadado anonadado por la desgracia, desgra cia, y en tal esta es ta-do de alelamiento, que no sabia explicar expl icar ni d arse ar se cuenta cue nta de n ada ad a d e lo que habí habíaa pres pr esen enci ciad ado. o. No perd pe rdió ió,, sin em e m barg ba rgo, o, to todd o su dinero din ero
el tí tíoo Jerom Je romo. o. La multi multitu tudd asalta asa ltann te, te , con con ese es e espíritu espír itu de justicia que en medio medio de sus mayores desatinos suele a veces brillaren la conciencia de las masas, separó desd de sdee lu luego ego diez mil duro du ross d e los que componía componíann el caudal cau dal del del avaro av aro,, y obseob sequió con ellos al desgraciado labrador de la comarca Juan el Royo, a quien )a pú blica opinión seña se ñala labba como una una de las la s prin pr incip cipal ales es víctimas víctimas d e lo loss usu us urario ra rioss negocios del tío Jeromo. Juan, en efecto, po p o r d e s g ra c i a s d e la vida, vida , habí ha bíaa tenido tenid o que acudir acu dir varías veces a lo loss préstam présta m os de su paisano, y las artim artim añas de é ste habían bastado para trasladar en pocos años a sus manos la fortuna del primero, que qu e ascen as cendí díaa a algo más de los diez mil duro du ross que qu e la la multi multitu tudd le le habla habla retorn ret ornad ado. o. La conciencia honrada de Juan no quiso, sin embargo, aceptar el producto de un robo, y al día siguiente estuvo en casa
de su antiguo prestamista el tío Jeromo, pa p ar a devo ev olv lver erle le ín ínte teggram ra m ente en te lo loss diez die z mil duros que los revoltosos le habían entregado la Víspera. lista largueza y honradez de el Royo conmovieron profundamente el corazón det tío Jerom Jer omo, o, quien, algo repu re pues esto to ya del pasado susto, quiso partir, por lo menos, menos, con su paisano pai sano el dinero que él mism ismo le devolvía; devolv ía; p ero er o Juan Ju an no lo consintió de ninguna manera. Estos diez mil duros sirvieron al tío Jerom Jero m o, ya curado de su avarici avaricia, a, para pa p a s a r d esaho sa hoggada ad a m ent en te el r e s to de su existencia. En cuanto a las operaciones que tenía pendientes, rebajó espontáneamente al 3 por 100 los intereses que con los p resta re statar tario ioss ten tenía convenidos, onvenidos, dedide dicando ando a obras obr as de caridad el importe de dichas ren re n tas, ta s, a fin fin de oltlcner de Dios Dios el perdón de su pasada avaricia.
Juan Jua n y Jeromo Jerom o fueron fueron en lo sucesivo sucesivo muy amigos y Dios no dejó nunca de pro tejerles. En auatito a los asalt asa ltan ante tess no permitid permitid la Providencia que lea luciera eJ dinero robado. Pues nadie debe lomarse la justicia po p o r su mano man o ni a p o d e r a r se de lo que qu e no es suyo.
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CONTRA IRA PACIENCIA
ra aquel un hermoso país; como la imagin imaginac ació iónn del del hombre homb re no a cier ci erta ta siquiera siquiera a soñarlo. soñarlo. To Todas das las construccon strucciones cion es que en apreta apr etadd a hilera hilera constit constituían uían las calles de la ciudad, no eran sino hermosísi mosísimos mos y suntuos su ntuosos os palacios, palacios , en lo loss que apenas se liabían empleado otros materiales para la edificación que el mér* mol y el oro. De mármol eran los sucios, d e márm mármol ol las p ared ar edes es y de mármo mármoll lo loss
E
techos; y en cuanto al oro se hallaba tambi también én empleado con tan regio regio profuprofu sión, que las mismas ismas Visagr Visagras, as, pomos pomos y cerraduras de los puertas, eran todos ellos d e tan purísimo y reluciente metal. Daban en las calles deliciosa y espesa sombra árboles maravillosos, de vegetación tan extraordinaria, que no sólo eran de elevada elevada altura altur a y de d e copa cop a extensí extensísima, sima, sino que estaban además tapizados de hermosísimas flores que entre sus hojas crecían en grandísimo número y perfuma ban b an el ambie am bient ntee con su delic de licad adoo arom ar oma. a. No N o faltab fal taban an tam ta m poco en d iv ivee rsos so s p a r a je je s d e la pobla po blació ción, n, y aun en las mismas mismas c asas as as,, suav su aves es y deleitosos jardines, que q su belleza nalurnl sumaban lu particularísima circunstancia de mostrar en un mismo parterre, perfectamente hermanados yen completa lozanía, plantas corres po po n d icn ic n tcs tc s a cl climas im as com co m pleta le tam m ente en te op opucs uc s
ios. ios . De D e esa es a manera se juntaban en lo loss mismos mismos jard ja rdin ines es,, como en ni ningú ngúnn otro otr o jardín jar dín del globo glo bo pued pu eden en ju junn t a r s e , las la s más delicadas florccillas de los climas Fríos, al lado de la la hermosa hermosa y esplénd espléndida ida v ege eg e tata ción de los países tropicales. Era aquel país pa ís el país d e las Hada9. Hada9. P or eso las las leyes naturales no tenían tenían en él vigencia ni aplicación. Sus extraordinarios extraordinarios habitantes, habitantes, dotado tados do s por po r Dios Dios del poder de la la magia, magia, popo dían dí an n su antojo transfo tran sform rmar ar los bienes de la naturaleza y suspender y aun modificar el curso de sus leyes cuando lo crey eren ere n conveniente. conve niente. Una Una sola condici condición ón hab había puesto pu esto Dios a su poder: que éste és te habla de emplears em plearsee siempre siem pre en hacer hac er el bien y e n impla im planta ntarr e n t r e lo loss hombr om bres es el reinado de la justicia y de la misericordia . De aquí los beneficios hada otorgara a la her
t e en el bosque encantad enc antado, o, y lo loss que que otras Varías con igual benéfico corazón otorgaran también a Pellejo de Asno en su peregrinación por la tierra, a Meíii quín o C agach aga chitas itas en sus sorprenden sorpre ndentes tes aventuras, y a lo humilde Ceniciento por su paciencia y resignación. resignación. C eloso elo so el demon demonio io del del p o d er de las hadas, creó para contrarrestarle un ejér cito de brujas, caballeras sobre escobas, que repa re partiero rtieronn p o r el inund inundoo a mano manos llenas sus abundantes maleficios; pero el poder de del demonio emonio se estrellaba estre llaba siemsiem pr p r e a n te el p o d e r más f u er te y mejor mejor dirigi di rigido do de las herm he rmosas osas hada ha das. s. E sto le Irníu fuera de quicio. Actua Ac tuaba ba de reina en el país de Ins H adas ad as,, en el momento momento a que qu e mi cuento se re f i e r e y no creáis creáis que que porq porque ue le llam lamo cuento deje de ser se r rigurosa v e r dad—la hermosísima Flor de Cielo.
Nada Nad a he d e d ec iro ir o s del esp es p len le n d o r de su Coite, ni de Id belleza de la Reina; pero pued pu edoo ase g u r ar o s que qu e cua cu a n to v u estra tr a imaginación soñara para haceros cargo d e ello ello,, resu re sulta ltaría ría indudablemente un pulido reflejo de lo que era aquella realidad. Y fue el reinado de Flor de Ciel Cielo uno d e los móB agita ag itadd o s que qu e en el país paí s se habían conocido. til demoni emonioo arrecio durante duran te aquella aquella temtem po p orada ra da en insidias, y la Reina Reina que ocupaba ocup aba el trono, tron o, no tenía gran (ama (ama de pac p acie ient ntee . jtSs, sin emb em barg ar go, tan ta n n e c e sa ria la paciencia y la serenidad para administrar la justicia que a las Hadas les estaba encomendada! Veréis lo que pasó un día. Había entonces en la tierra un sucesor de |ob, |ob , temeros tem erosaa de Dios, al que que Satanás Sa tanás atormentaba di diariamente ariamente con vejaciones y persecuciones de todas r us
clas cl ases es.. Una vez ve z su Familia le insultaba insulta ba y abandonaba sin motivo; olra vez era acusado ante lo» tribunales de un feo delito <|ue |ue no habí ha bíaa cometid com etido, o, y los tritri bunal bunales es,, in inju just stam amen ente te,, le con co n d en ab an; an ; y mofa mofado do a sí y menosprec men ospreciado iado de todo tod o el mundo, había llegado un momento en que a pesar de ser laborioso e inteligente, no tenía pan que llevarse a la boca, mientra tr a s sus su s conciudadanos, conciudadanos, en lu lugar gar de com pa p ad e c er le, le , excl exclam amab aban an diabóli dia bólicam camente ente:: —Bien empl em pleeado ad o le ©9tá. tá. Flor de Cielo contemplaba desde su trono tron o las angust ang ustias ias de C9te hombre infeliz, y se esforzaba por calmarlas. Varias veces vec es habla enviado enviado cerca ce rca de él algun algunos os de sus más hábiles servidores para ayudarle y sostenerle; poro oscurecida la mente de F lor de Cíelo Cíelo por la ira que las in insidi sidias as de Satán Sa tán le producían produ cían,, no atinab atin abaa nunca con el medio medio de dominar
\a fuerza del demonio. Todos los recursos so s de que echaba echab a mano mano Flor de Cielo resultaban estériles y baldíos. Siempre
llegaba llegaba tard ta rdee con con sus auxilios auxilios;; el demodemo nio, más sereno en aquella ocasión, le llevaba llevab a en t o d o s los momentos momen tos la delo lonn* tera. Y Flor de Cielo, en luyar de tener paciencia y reflexionar, como su mismo iraba a y desesperaba. desesperaba. pr p ro tegi te gidd o h a d a , s e airab Era aquello un duelo a muerte entre Flo r de Cielo Cielo y el demonio. Pero desgraciadamente, Flor de Cielo había había llegado llegado a in inte tere resa sars rsee en aquel aquel duelo duelo,, máy por espíritu de ira y de amor propio, que por espíritu de justicia. Cielo o ponían Los servidores de F lor d e Ciel un bolsillo lleno de oro en el camino de su protegido, pero a los dos minutos unos ladrones, enviados del demonio, le roba ban y despellejaban, dejándole más pobre
que antes del hallazgo. Entonces un hom br b re pod po d ero er o so to tom m aba ab a b ajo su prote protecc cció iónn al sucesor suceso r de J o b , pero pe ro al dí díaa sigui siguien ente te la muerte arrebataba la existencia del generoso protector. La mágica varilla de Flo r de C ielo el o hactá surgir para su amigo pala palaccio ioss» su n tu tuoosos so s y p rad ra d o s amenísimos; amenís imos; per p eroo el maligno poder de r d e S a tá n susc su scititaa b a inmediat inmediatamen amente te en la tierr tie rraa tempesta tem pestades des y terremotos que destruían y malbarata* han en pocos instantes las hermosas pro pie pie dades ad es que qu e la magia había habí a hecho ec ho sur* gir momentos antes. Y siempre del mismo modo. Dios, que amaba al sucesor de Job por su devoción devoción y paciencia, al al ver la to torp rpee za con que Flor de Cielo trataba de ayudarle ayuda rle y protegerle, pro tegerle, alentaba alentaba a su devoto vo to en el mantenimiento manten imiento de la resig resignu* nu* ción como medio el más eficaz de triunfar de las persecucion perse cuciones es de d e que que le hacía ob ob
CONTRA TRA IBA IB A PACIEK PAC IEKClA ClA
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jeto je to el maligno S a ta n á s . Y en efe ef e c to to,, más que los recursos de Flor de Cielo , exasperaban al demonio las virtudes del descendiente de Job, porque si quería Atormentarle con la miseria, en la miseria encontraba precisamente el hijo de Job su mayor placer pla cer;; y lo mism mismoo ocurría ocurr ía con con el desa de safe fect ctoo de los suyos suy os y con las las in inju ju-ria» ria» y calum calumnias nias con que qu e intentaba intentab a rep re p etidos veces afligirle. Flor Flo r de Cielo, desesperada por su im pote po tenncia, cia , b u scab ca b a una ocasi oca sión ón en que desahogar su ira. Y el demonio se encargó de proporcionársela. ¡Ya lo creo! Unos malos hombres y unas mujeres pe p eo res re s que qu e ello el los, s, in insp spir irad ados os p o r el infie inf ierrno, cercaban al hijo de Job con la propo* sición d e cierto cier toss negocios negoc ios no no mu muy limpios limpios,, que cubriendo cubriendo no obstan ob stante te las apariencias, podían proporcionarle a los ojos del mundo, crédito, lastre y felicidad, que le
hiciera olvidar las pasadas miserias y pro pr oporci or cion onar arle le un porven rv enir ir risueñ ris ueñoo y agradable. Con paciencia y con constancia iba venciendo el descendiente de Job, las tentacion tentaci ones es de sus enemig enemigo* o*,, y hasta alguno de .sus tentadoras, admirado del ejemplo y de la virtud de! hombre paciento, parecía ya indinarse al arrepentimiento. Flor de Cielo, arrebatada por la ira, quiso terminar más pronto, aunque no tan bien, y aprovechando un momento en que los tentad ten tador ores es se hallaba hallabann reunidos en una casa de Ins arrabales de la ciudad urdiendo sus su s in inicuos icuos planos, to tocó có con su varil varilla la el teja te jadd o de de dicha dicha casa y la cons co ns-trucción trucción se vi vino no al suelo, sue lo, con tanta tan ta rapirapi dez y tan formida formidable ble estré es trépp ito, ito , que no quedó de ella ella,, como del templo templo de Jeru Je ru salén, pi piedr edraa sobre so bre piedra. D e entre en tre sus escombros fueron sacados al día sijjuien
los cadá ca dáve veres res de lo los tentad ten tador ores, es, quiequie1c los nes, nes , sor s orpr pren endid didos os por po r 1a muerte mue rte en en estado esta do de p e c a d o , fueron fueron instant nstantáneo áneo men mente arra ar rast stra radd o s el infie infiern rnoo por po r el diabl iabloo ins pir p iraador. —¿Qu —¿Q ue h as hech he choo, Flor de Cielo?, —gri —g rittó e nto tonnces ce s Dios d esd es de ( a s a d u r a s ; — ¿por qué t e has dejado arreb arr ebata atarr por po r la ira? ¿No sabes que yo no quiero la muerte del peca pe cado dorr sino su conversión mientras e s posibl posible? e? La paciencia paciencia de del hi hijo jo de Job Jo b hubiera convertido a sus tentadores; lu ira Ies ha condenado. Vete de mi presencia. ñ o r í/e Citfo, que te has hecho indigna di gna de del pod po d er que t e di. di. Inútil Inútilmen mente te he esperado durante mucho tiempo a que cambiaras de conducta y a que dieras abrigo en tu corazón o la paciencia y a la serenidad. serenida d. Desde e s te momen momento to,, por no habe ha berr queri qu erido do cumpl cumplir ir la condici condición ón que a tu pode p oderr impuse, impuse, tu trono y tu reino reino serán destruidos.
Por eso se acabo el país de las Hadas. La soberbia y la ambición destruyeron el paraíso terrenal. La ira ha destruido el paí paíss d e la magia. mag ia. Y colorín, colorao...
CONTRA GULA TEMPLANZA
D. Juan un tragón, de lo más tragón trag ón que s e ha conocido conocido bajo la capa del cielo. Comía, y más bien que comía, devoraba. Recreábase en muchas ncnsÍonc6 con el sabor de los manjares, pero era en otra9 tan destemplada su gazuza, que apenas se daba cuenta de lo los aljmentos que atravesando su paladar engullía su estómago. Oe él se cuenta que una una vez pi pidió dió o stra st rass en un restorán r a
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pa p a r a emp em pezar ez ar a com com er, er , y cuan cu ando do desp de spuués de terminadas acudió el mozo para cam bia bia rle el p ialo ia lo,, pudo pud o o b se rv a r D. J u an que el buen camarero empezaba a buscar inquieto alguna cosa por debajo de la mesa, por po r debajo deb ajo de las las sillas, sillas, p or lu$ rincones de la estancia, por todas partes, sin d ar por po r lo visto con el objeto d e sus sus investigaciones a juzgar por las muestras de contrariedad y asombro que en su rostro ros tro se reflejaban.— reflejaban.—¿Q ¿Qué ué buscas, homom bre br e? — hubo hub o d e pregu re gunntarle ta rle po r fin don Juan Ju an,, extrañado extraña do de can detenida requisirequisitoria.^Sertor,—balbuceó el mozo—buscaba las cáscaras. —¡Ah! —¡A h!— — grit gr itóó I). I). Juan s o rp ren re n d id idoo ;— ¿pero las ostras que he comido tenían cáscaras? ¡Pues no la había advertido! Ya veis si sería serí a gl glot otón ón.. O tro dí día, a, y esto es to será se rá especial especial objelo de nuestra re* lación, lación, el el bueno de D. Juan Ju an,, que en todo
lo demás que no hiciera h iciera refere refe renc ncia ia a la gula, era una excelente persona, Fue convidado a tomar parte en un banquete, que lodos los correligio corre ligionar narios ios del grupo gru po poli* tico a que pertenecía, dedicaban a su común jefe, eon motivo de la Visita que el mismo llevaba a cabo durante aquellos días por la localidad en que estos hechos tienen tienen desarrollo. desa rrollo. Tomar p arle ar le hemo hemoss dich di choo y casi nos creemos creem os en el debe de berr de rectificar, pues si los demús comensales se descuidan un poco» no es una parte In que D. Juan se loma, sino todo el ban banqu quet etee. Y la yuln yuln,, como como to todo do»» los p ecad ec ados os c a pit p ital alee s, tiene el gravísi grav ísimo mo inconv inc onveni enient entee de que no sólo es por sí un feísimo Vicio, sino sino que e s además además origen origen y cabeza cab eza— — por po r eso es o s e llama llama p ecad ec adoo cap ca p itital al— — de o tra tr a infin in finid idaad de vicios vicios y peca pe cado doss tan feos y horror rr oros osos os como como el mis mismo pecad pec adoo de origen. origen.
Pues bien, con ocasión del referido banquete, que como tal era una fiesta precisamente. d e la gula, P . Juan Ju an que esta es taba ba ordinariamente cegado por tan asqueroso vicio, puso de relieve to todos dos los demás dem ás vicio vicioss y pec p ecad ados os que del mis mismo $011 hijuela, hijuela , y que que coloca colocann a los que por po r ellos ellos s e dejan dodo minar, aun siendo seres dotados de juicio y de razón» al mismo nivel que los brutos irracional irra cionales. es. La gros gr osería ería,, el egoísmo, la imprudencia, la falta de delicadeza, la desatención, desaten ción, la irrespcluosidad irrespcluo sidad para par a con las personas dignas de respeto y otra infinidad de faltas y pecadílios por el mismo estilo, acreditaron a D. Juan ante sus amigos en aquel banquete memorable, como el más gro gr o sero se ro,, inc incivil y desco de sconsinsiderado de los hombres. Apenas Ap enas los convidado convidadoss pene pe netraro traronn en el salón d e la fiesta, fiesta , D. Jua Ju a n atisbó un pu p u e s to ce rca rc a n o a la p res re sid idee n cia, ci a, que qu e con
CONTRA &I7LA &I7LA rEMTT rEM TT-IN -INZA ZA
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sideró que por la proximidad proximidad en que se hallaba, sería más pronto y mejor servido que los demás, y sin consideración de ninguna clase, se encaminó desequida a él, él, mrts rápido rápid o que el rayo, ray o, pasan pas ando do por encima de todos los comensales y aun pisan pis ando do los call callos os y a rr an c a n d o lastim lastimeeros ayes a siete u ocho de ellos que tuvieron (a desgracia de interponerse en su comino. Esio, como es natural, motivo algunas prot pr otee stas sta s y h asta as ta hubo rec reclama lama»» dones cerca de la comisión organizadora por po r la intromisi intr omisión ón d e aquel aqu el glotón glo tón e n un pu p u esto es to q u e no e r a en real re alid idad ad el que qu e le pe p e r ten e c ía , p u es o tr a s p e r s o n a s d e mucho más lustre que él había en el banquete y a quien con más derecho pudiera correspo rres pond nder er lugar tan preemi preem inente; pero pe ro aunque s e hi hicie ciero ronn corte co rtese sess indicac indicacion iones es a O. Juan para que cambiase de puesto, éste és te contestó desconcertadamente que
no le daba dab a la gana, gana , y ante an te tamaño tamaño d e safuero y para evitar un triste espectáculo en una comida de convite, no hubo más remedio remedio que transigir tran sigir con con la g rose ro se-ría del usurpador. Y fue después desp ués de ver ve r duran du rante te toda la comida su comportamiento igualmente grosero y poco delicado. Alargaba el plato al camarero cam arero antes ante s de que éste tuviera intención de servirle, pa p a ra cons co nseg egui uirr d e e s t e modo s e r serv serv id idoo más pronto que sus Vecinos de mesa. Vertió Vertió sobre sob re un uno de ellos, por po r su precipre ci pitac pit ació iónn en com co m er, er , una t a z a d e s alsa; als a; acaparó todos los platos de entremeses que al alcance de su mano mano se encon enc ontratraron, así como las botellas de vino y hasta las raciones de pan, y tal prisa y tal afán mostró durante duran te toda tod a la comid omida en devor a r lo que le e r a servido ser vido y lo que que por por.. su pro propio pio esf es f u e rz o lo logr graba aba a t r a p a r , que qu e sin
pe p e n sa r en o tra cosa cosa qu*í en engullir, dejó dej ó de contesta con testarr las palab pa labras ras que s e le diridirigieron, y liivo de Id modo a todo3 asom bra b radd o s y e s can d a lilizz ad o s, q ue los q ue se hallaban hallaban más próximos a su sitio, volv volviéiéronse de medio lado para no ver siquiera la cara del mal educado glotón. Aquel banqu ban quete ete fue una una página págin a decisidecisiva en en la vi vid» d» d e D. Juan Ju an,, que alteró alter ó por completo para lo sucesivo el cariz de su existencia. I.os que antes le admiraban y le respetaban, se apartaban recelosos de el des pu p u és del c é leb le b re ban ba nq ue te, te , y huían huía n d e su pe p e r so n a como com o d e uii a p e st a d o . L a reía* ció iónn de todas toda s sus grosería gro seríass en aquel nefasto día, corrió de boca boca en boca bo ca por todos los ámbitos de la ciudad—pues D, Juan era muy conocido en Loda ella— y sonó en los oídos de todos sus conciudadanos.
La clicntcJa de su bufete de entendido juri ju risc scoonsulto su lto emp em p ezó a disminuir rápida* mente; men te; su crédito cré dito de d e hombre homb re público público su* frió el mismo quebranto, y el que parecía llamado a regir dentro de su localidad la comun comunida idadd política política a que qu e perten pe rtenecía ecía,, per perddió las la s simpa im patítíaas de t o d o s s u s correligionarios, y aprovechándose sus ene* migos—que todo el mundo los tiene de e s te princi principi pioo d e descrédito, logra ograro ronn fácilmente hundirle y deshancarle para siempre. Tales Fueron los extremos a que su gula y su consiguiente grosería condujeron a D. Juan. Y cuando cuando s e empieza mpieza a b ajar aja r se s e hace tan di diííc íícil il d eten et ener erse se en la pendi pe ndiente, ente, que todo el talento y la laboriosidad laboriosidad de don don J uan ua n no lograro log raronn conseg co nseguirlo, uirlo, y llegó llegó un momento en que, sus intereses y su crédito habí habían an ya bajado tanto, tanto , que el insaciable glotón glotón s e vi vióó obligado obligado a ayunar ayu nar
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por po r fue fu erza rz a p orqu rq ue ca rec re c ía d e dine din e ro con que atender a sus más apremiantes necesidades. Su forzada sobriedad y su templanza modificaron entonces insensiblemente su temperamento, y haciéndose mós amable con con todo el mundo, mundo, logró recu re cupp e rar ra r de este es te mod modoo algunas lgunas de las las amist am istades ades per p er-didas did as.. Uno de sus amigos, amigos, le in insin sinuó uó c a riñosamente a la sazón, cuál había srdo el origen de sus desventuras, y D. Juan, reflexionando sobre ello, aprovechó tan eficazment cazm entee la lección, que dominando dominando con su templanza loa desórdenes pasados, no ha Vuelto jamás a incidir en sus pretéritas grose gro sería ríass y ha logrado logrado remediar, rem ediar, en lo posi po sibb le, le , los estr es traa g o s q u e en s u fortu fo rtuna na causó la gula. Sólo le ha quedado desde entonces una maní maníaa que todos sus su s amigos amigos conocen ya. En cuanto cua nto alguien alguien le le habla d e un banqu ban quee-
te, vuelv uelvee apresuradame apresurada mente nte la espalda esp alda a su interlocutor, interlocutor, sea quien quien sea, se a, y echa a correr desesperadamente como alma que lleva el diablo. Ha llega legado do a cobrar cob rar verdadero verda dero horror ho rror a todas las fiestas gastronómicas. Por ese horror ha tenido que retirarse de la política.
CONTRA ENVIDIA CARIDAD
o sabcis sab cis lo que hi hizo zo un dí díaa Pepito? Pep ito? Pues voy ti contároslo: Pepito era un niño bastante goloso, y ai») más qnc goloso dominado dominado por po r la envidia. Nunca lo que sus padres le daban, en concepto de p ostre os tres, s, le parecía parec ía bas Lante, y s obre ob re todo, siempre siemp re le parecía parec ía menos menos de lo que s u s mism mismos os p adre ad ress coco mían y de lo que daban a sus hermanilos. P ero una una vez, Pepito Pep ito había había sido muy
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buen bu eno; o; habla hab la e s tu tudd iado mucho d u ran ra n te el curso, y obtenido, por consiguiente, en los exámenes unas brillantes brillantes notas. S u madre estaba satisfecha de él y quiso recompensar com pensar su apli aplica caci ción ón;; p o r lo que, que, sa sa biend bie ndoo lo mucho que el dulce dul ce le g u s tab ta b a , pe p en s ó en obse ob seqquiarl ia rlee con una fue fu e n te llena de crema y nata. ¡Nada menos que una fuentel—Así fuen tel—Así s e harta ha rtará rá de dulce dulce de una Vez p a ra siempre; ahor ah oraa sí que un dirá que qu e le damos menos menos que a sus hermanos—pensó para sus adentros la buena de la mujer. Y on efcc.to efcc.to,, cuando regr re gres esóó Pepito Pep ito de la escuela y fue a senta se ntarse rse a la mes mesa pa p a r a com co m er, er , ya que por po r te n e r que qu e volver pr p r o n to a la cl c lase as e, solía com co m er solo so lo y antes te s que lodos los demás de la familia, pudo obse ob serv rvar ar con satisfacción satisfacción que al lado de su plat platoo y de su su cubierto ubierto destaca de stacaba ba hermosa, rutilante, verdaderamente tentado
COSTRA COST RA ENVID EN VIDIA IA CAA CAA1DA 1DAD
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ra, una fuente llena de crema con artísticos adorno ador noss formados de nata en el ce»* Iro y en los bordes. Los ojos se le fueron en .seguida tras la seducción del apetitoso po p o s tre tr e . P e ro su m adre ad re quis qu isoo com co m pleta le tarr s u satisfacción dictándole:—Toda la fuente es para ti; come hasta que te hartes. Y... entonces vino lo extraordinario del del caso. Pepito en vez de alegrarse, aleg rarse, arrugó arru gó el entrecejo ent recejo,, contrajo co ntrajo lo loss labios abios en forma forma de puchero, puche ro, y por po r sus su s mejil ejilla lass empezaron a rodar unos gruesos lagrimones, del del tamaño tamaño de avellanas, vellanas, que d e s ú s ojos brotaban. —P — P e r o , hijo hij o m ío ío,—exclam ,—exclamóó alar alarma mada da su madre;—¿qué te pasa? ¿no tienes bastante dulce? ¿te parece todavía poco? —E — E s q u e . . . — murmuró murm uró la envid env idios iosaa criatura con Voz interrumpida por los so lluzos cuando a mí me d ejáis ejá is to todd a esa es a fuente, sabe Dios lo que os comeréis vos* otros.
No menti me ntiré ré s i os d ig igoo, que qu e al o(r e s a salida de pie de banco, le vinieron h la madre tentaciones de pegar un cachete a su hijo; pero lo cierto es que se contuvo, no podemos podem os d udar ud ar p or ello de la excel excelen en** y no te paciendo de la buena señora. Más como dice uu antiguo refrán castellano, c|ue |ue «quien «quien h ace ac e un cest ce stoo hace hac e ciento», no es extraño que a aquel Pepito a quien le aconteció el hectio que aca bam bamos os d e r e f e r i r , le aco ac o n teci te cieeran ra n también tambié n en lo sucesivo suc esivo o tro tr o s much muchos os por po r el mismismo estilo, pues pue s es la envidia envidia mala mala cons co nsee jer je r a , y se basta y se sobra por sí sola pa p a r a q u ititaar la tranqu tra nquili ilida dadd y amargar la Vida a quien torp tor p emen em ente te se s e d eja ej a dominar po p o r ella. ella. M enos en os mol que qu e Dios cuida cuid a d e vez en cuando de mostramos algún ejem plo en q u e res re s a l te la herm er m osura su ra d e la virtud de la caridad en subli sublime me parangón parangón con el feo vicio de la envidia.
Al mismo mismo colegio a que qu e iba Pepit Pe pito, o, iban también o tro tr o s dos niños, niños, con lo los cuales cuales nos interesa interesa traba tra barr amistad. amistad. T omás se llamaba el uno, Kelipe el otro. Era el primero un chico listo, de gran disposición, buenos sentimientos y bastante estudioso. Es preciso reconocer, sin embargo, que era más lo que conseguía guía con las las claras cla ras dotes do tes de in intel telige igenci nciaa que qu e d e Dios Dios había recibid recibido» o» que con su pr p r o pio trab ra b ajo jo.. F elilippe e r a , p o r el contra» rio, el rever re verso so d e la medall medalla: a: d e buena Voluntad larabién, en medio de todo, pero tan torpe y cena ce nado do,, que era indispens ndispensaa ble expl ex plic icar arle le v ein ei nte v eces ec es uno uno cosa, sa , para ar a que llegara a medio medio enten ent ende der, r, lo que de prim pr imeera intenció intenciónn ente en tend ndía íann clar cl araam e nte lodos los demás. Excusado xcu sado es decir, dec ir, que como como Pepito era er a tam tambié biénn un chico chico estudioso estud ioso,, lo loss p rere mios del del colegio se lo lo s disputa disp utaban ban gene*
raímente entre él y Tomás, y Felipe no alcanzaba nunca ninguno, u óblenla como máxim áximuum algun alg unos os,, únicamente únicam ente de c onson stancia y puntualidad. P e ro Tomás Tom ás ganaba los premios sin sin esfuerzo esfu erzo y sin sin alarde. Era mucha muchass vcccs vcc cs el primero en en el colegio p o r la riqueza riqu eza y claridad de su inteligencia, aunque no mostraba en realidad deseo de sobreponerse nunca a sus compañeros. Sentía, po p o r el con co n trari ra rioo , g ran ra n compa com pasió siónn p o r s u amigo amigo Felipe, y parecía par ecía como como si le le dolier a , conseguir con con tan poco esfue es fuerzo rzo,, lo que el otro a p esar es ar de sus trabajo trab ajoss no .llegaba a alcanzar jamás. Pepilo, con su aplicación, sobrepuja ba ba en algu alguna nass o casi ca sioones a Tomás om ás en la obtención de premios, y ponía, por lo común, mún, infls empeño empe ño en s e r el primero prim ero de todos, que en saber lo que estudiaba. Llevaba cuenta exacta de los p u n t o s que qu e
Tomás conseguía, y se afanaba desespe* radamente por superarle en número, para obte ob tenn er a fi fin de curso cu rso el el primer primer premi premio. o. No siem ie m p re, re , sin sin emba em barg rgo, o, lo loggrab ra ba su pro p ropp ó s ititoo . [Si p arec re c ía imposible! imposib le! Con un 90I0 cuarto de hora de estudio alcanzaba Tomá To máss much muchoo más que qu e él con una hora. — ¡Eso ¡E so e s una injusticia! injusticia! e x c l a m a b a f e pit p itoo con envid en vidia;— ia;—ee s o no de d eb iera ie ra consen* consen* tirr s e . — Y el envidioso ti envidioso s e olvidaba olvidaba del del in in-feli felizz Felipe, que traba tra bajan jando do más que él, él, llegaba todavía menos. Hubo un curso sobre todo en que Pe pito s e d e s e s p e r ó . S e a c e r c a b a y a el momento mento d e la repartici rep artición ón de premios y no había lograd log radoo un solo día día en todo tod o el año, año, tener más p a n t o s que Tomás. Ya llevaba 01 bien la cuenta cue nta:: 5 7 plinto pli ntoss tenía ten ía su rival val por po r encima d e él. E s ta Vez no sería se ría P epito ep ito el primero primero de la clase. ¡Qué d e s esperación! Hubier Hubieraa deseado que la t i e -
rra se tragara a su rival o que \o \ o $ p a n t o s s e le volv volvier ieran an o rtiga rti gas. s. Tu Tull era er a la rubia rubia que le tenía. Llegó por fin, ¡lodo Ilegal ol terrible momento de canjear (os pu p u n t o s por los respectivos respec tivos premi premios. os. Pepito Pe pito s e moría oría de vergüenza y de coraje, y cuando le llegó su tumo, tum o, hi hizo zo entre ent rega ga al m aestrd ae strd,, aun* que de mala gana, 4c sus 38t¡ puntos, que eran lodos loa que había podido ganar durante ran te un año complet completoo de asiduos trab tra b a jos jo s . Fue d e spu sp u és llamado llama do p a ra el mi9mo i9mo objeto d in inffeli lizz Felipe, Felipe, y con con sorpr sor pres esaa de sus su s condiscíp condiscípulos ulos y aun del del mism mismoo maesma estro, exhibió exhibió salís salísfec fecho ho unle un le los ojos d e todos ¡nada menos que 215 puntos! Siguió a Felipe su compañero Tomás. |Oh |O h , y cuánto uánto hubiera hubiera dado Pepito porque la tierr tie rraa se le hubiera tragado tragad o en aquel aquelmo mo** mentó mentó y no hubiera tenido tenido que prese pr esenc nciar iar el triunfo triunfo de s u rival, riva l, d e aquel imbéc imbécil il
OOMT OOMTRA RA E T V ID IA CAJU CAJUDAS
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memorión que tenía la suerte de aprender las cosas sin e.siudiíirlnsl De Robras sabía Pepito los pu qu e Tomás Tom ás renía. renía. No p u n i o s que necesitaba necesi taba oírlo oírlo ahora ah ora.. Lo Loaa había había cont co ntaado uno uno a uno, a med medidn idn que su condiscl pulo pu lo loa h abía ido ganan gan ando do.. ¡443 ¡44311 ¡07 más má s que él! El m aestro aes tro cogió de man manos os de Tomás los corres co rrespo pond ndien ientes tes bille billetes tes y empezó empezó a contar. ¡Qué tormento para Pepito! Diez, veinte, treinta, cicn, doscientos, trescientos, trescientos treinta, trescientos treinta y tres, tre s, trescientos resc ientos treinta reinta y cuatro, trescientos treinta y cinco... ninguno más ¡trescientos treinta y cinco! ¿Pero era posible?—se preguntaba Pe pit p itoo —¿no había hab ía oído oíd o mal? mal? no, no, no , 355, 355 , nada más que qu e 355, 35 5, bi bien en claro clar o lo había había dicho el m aestro. aes tro. jBah jB ahl—p l—pensó ensó el e l entt enttiidi dioo so lo loss habr ha bráá perdida; perd ida; e s un un abandonado; imejor para mí!
P ero er o el m aestro ae stro conociendo conociendo el natuaal bo b o n d ad oso d e T o m ás, y com co m para pa rand ndoo los pu p u n to toss o bten te n id idoos p o r é s t e y p o r Feli Fe lipe pe,, creyó descifrar claramente el misterio de ambos cifras, y exclamó: —A — A cab ca b áis d e v er, er , queri ue rido doss discípu discí pulos, los, que vuestro compañero Pepito ha sido sido el que ha p rese re senn tad ta d o en e s te momento momento ma* y o r número número de puiitos puiitos de aplicación, aplicación, y a quien quien corre co rresp spon onde de,, por po r consiguiente, consiguiente, el premio prem io de apro ap rove veccham ha miento ie nto del de l p r e s e n te curso. Pero este año se ofrecerá la nove* dad de que. que. además del pre premio mio de apro ap ro-vechami vechamien ento to otorgado a Pepito, Pep ito, va a concederse otro premio extraordinario de distinc distinción ión para par a vuestr vu estroo compañe compañero ro Tomás, quien no sólo ha mostrado durante el curso tanta aplicación como su amigo Pepito, según todos sabéis, sino sino que ha dado tam bién el altísimo altísimo ejemplo ejemp lo d e c a rid ri d a d , de renunciar a la gloria que legítimamente le
CONTRA EKVUUA 0A&1DAD
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pe p e rten rt enec ecíía, p a r a co m p artir rti r r u s pu p u n t o s con el pobre po bre Felipe, a quien quien la cortedad corted ad de suk facultades no le ha permitido otros años, a pesar de sus esfuerzos, ponerse a) ni nivel vel de los demás dem ás com co m pañer pa ñeras as suyus suyu s menos estudiosos que él. Quiero con esto que os acostumbréis a estimar la caridad, y que desposeídos de toda tod a env envidra idra,, la consideréis conside réis siempre siem pre como como la primera entre todas las Virtudes.— Pepito escuchó escuchó sin sin pestañ pe stañear ear el breve pa p arlam rl amen ento to d e s u m a e s tro tr o , y conmovido po p o r la belle bel leza za del ac to de su amigo, amigo , mor* diósc avergonzado los labios, contuvo las lágrimas que asomaron a sus ojos, e hizo en su interior interior el propósito prop ósito de no dejarse nunca más dominar por la envidia.
CONTRA PEREZA DILIGENCIA
mal educado, rebosando sebo y grasa, se hallaba un día tumbado a la puerta de su casa. Perezoso y holgazán se revolcaba en el suelo, sin cuidarse el ganapán de que se nublaba el cielo, de que el r.iyn clareaba V | m cerdo
y en huracán se trucaba el aire a ire fresco y ame ameno. no. Llovió después fuertemente y se hizo arroyo el reguero, y el arroyo rio hiriente, y el rio mar verdadero. Y las aguas desbordadas invadieron la llanura, destrozan destrozando do alborotada alborotadass su riqueza y su hermosura. Y avanzaban, avanzaban con devastador afán, y ya la mansión tocaban de nuest nuestro cerdo hara haragán gán.. ^ Huyendo de su fiereza, pa p asó e nto nces e s c a p a d o un galgo, que la pereza del cerdo viendo extrañado, creyó prudente pruden te avisarl avisarlee con este sabio consejo:
CONTRA PEREZA DIUQEKCIi DIUQEKC IiV V
IPonga en salvo su pellejo! — Pero |ayl e! cerdo Indolente se limitó a responder: —C — C uando an do llegue lleg ue la co rri rr ie n te, te , tiempo tendré de correr.— Y la corri co rrien ente te llegó llegó con tal Furia y ligereza, que en vano el cerdo intentó sacar fuerzas de flaqueza. Su cadáver fue arrastrado, po p o r el a g u a emb em brav ra vecid ec ida, a, y su delito penado con la pena de la vida. Mas el galgo diligente, salvó, en cambio, su existencia, y enseñó patentemente, una vez más la experiencia, lo que es verdad y a sabida sabida y a nadie causa extrafkeza: Q ue la dili dil igencia e s vid vida, a,
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INDICE ran ran Contr ontraa soberbie soberbie hum humildad. ldad. .
S
Contra avaricia largueza........................
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Contra ira paciencia........................
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C o n tr i gula gula temp templanza lanza.. . Contra en íid ia caridad.
43 53
Contr Contraa pereza pereza diligencia.
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