Crear valor para los consumidores emergentes por Guillermo D’Andrea, D’Andrea, E. Alejandro Stengel y Anne Goebel-Krstelj
Noviembre 2003
Reimpresión r0311k-e k-e
Sorpresa: los pequeños minoristas tienen mucho que enseñar a los grandes sobre cómo venderle al segmento medio-bajo en América Latina, una clientela que gasta US$ 120.000 millones al año en productos de consumo.
Crear valor para los consumidores emergentes Por Guillermo D’Andrea, E. Alejandro Stengel y Anne Goebel-Krstelj
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urante los años 90, el paisaje del comercio minorista en América Latina cambió de manera dramática. Cientos de modernos supermercados comenzaron a brotar en las principales ciudades de la región y, en sintonía con su explosivo crecimiento, surgió un festival de prefijos para celebrar sus tamaños cada vez ma yores: gran supermercado, megamercado, hipermercado. Hoy entre el 40% y el 55% de las ventas en productos de consumo, tales como alimentos, bebidas, cuidado personal y limpieza, se concentra en estos grandes minoristas. Pero a diferencia de la experiencia de Europa y Estados Unidos, donde los pequeños minoristas cuentan con una participación de 10% a 20% del mercado de productos de consumo masivo, en América Latina los pequeños comerciantes siguen mostrando una notable resistencia. Y en algunos casos, como los de Argentina y Brasil, incluso han contenido el avance de las grandes cadenas. En este artículo mostraremos que esto se debe a que los pequeños minoristas han sabido desarrollar una propuesta de valor para una clientela que nunca estuvo en el foco de los grandes: los llamados “consumidores emergentes”. Se trata de los consumidores que pertenecen a los niveles socioeconómicos medios-bajos, con un ingreso
por hogar que oscila entre US$ 80 y US$ 300 al mes, dependiendo del país. En la región hay unos 250 millones de consumidores emergentes y disponen de un nada despreciable poder de compra de US$ 120.000 millones. Suelen gastar entre un 50% y un 75% de sus ingresos en productos de consumo, como comida, gaseosas, cuidado personal y productos de limpieza. Orientarse hacia este segmento es una oportunidad tentadora, o incluso una necesidad, para los minoristas que buscan seguir creciendo. El desarrollo del sector en América Latina abre varias interrogantes, como el perfil de esos consumidores, su visión de las grandes cadenas, y si el sostenido éxito de los pequeños comerciantes se debe a un sólido modelo de negocios, a ineficiencias de mercado o a prácticas de informalidad. Para contestar estas y otras preguntas, el Coca-Cola Retailing Research Council Latin America le encargó a la firma consultora Booz Allen Hamilton una investigación exploratoria que se centró en los mercados de los productos de consumo diario. El estudio se realizó de enero a abril de este año y abarcó principalmente las grandes áreas urbanas de seis países: Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica y México. Usamos como método de investigación primario
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los focus group, entrevistando principalmente a mujeres del segmento emergente, que son las que típicamente realizan las compras del hogar. También realizamos visitas en terreno y entrevistas en profundidad con comerciantes, además de echar mano de una amplia gama de fuentes secundarias, desde estudios locales de marketing a información financiera pública de los grandes minoristas. Queremos aclarar que muchos de los datos recogidos entregan una clara idea acerca de las tendencias en el sector, pero que no tienen una significación estadística. Los resultados son sorprendentes, puesto que contradicen varias de las creencias que comúnmente se tienen sobre el sector de los pequeños minoristas y sobre los consumidores emergentes. Por ejemplo, si bien existe la informalidad en el sector, no es lo que explica su supervivencia. Ni es cierto que los clientes de los segmentos más bajos siempre se orienten a lo más barato, sino que exhiben una considerable lealtad hacia productos de marca. En este artículo mostraremos cómo los mitos tejidos en torno al consumidor emergente simplemente no se sostienen, y cómo los pequeños minoristas han desarrollado un modelo de negocios sustentable con una propuesta de valor que se ajusta a las necesidades de estos consumidores. De allí se extraen valiosas guías para desarrollar estrategias que atraigan a los consumidores emergentes.
Seis mitos sobre los consumidores emergentes Nuestra investigación nos permitió desafiar seis mitos o prejuicios muy extendidos acerca de los patrones y los motores de conducta de los consumidores emergentes, aquellos que comúnmente se asocian a las categorías socioeconómicas “C” y “D”. Nuestro interés no sólo se centró en entender el qué y dónde compran estos consumidores, sino también en por qué realizan esas decisiones. Mito 1:
Tienen poco dinero para gastar
A pesar de ser percibidos como “pobres”, como grupo, estos consumidores generan un monto de compras que tiene un fuerte impacto en los mercados minoristas regioGuillermo D’Andrea es profesor de dirección de empresas en el IAE, la Escuela de Dirección y Negocios de la Universidad Austral, en Buenos Aires, Argentina. Es director de investigación del Coca-Cola Retailing Research Council Latin America. E. Alejandro Stengel es vicepresidente en Booz Allen Hamilton, con base en Buenos Aires, y lidera la práctica de consumo masivo y retailing que cubre clientes multinacionales y locales. Anne Goebel-Krstelj es asociada senior especializada en consumo masivo y retailing en la oficina de São Paulo de Booz Allen Hamilton. Los autores pueden ser contactados en
[email protected];
[email protected];
[email protected]. 4
nales, en especial en los productos de consumo que es la categoría más importante de consumo, a lo largo de América Latina. Muchos de estos hogares poseen agua, electricidad y electrodomésticos básicos, lo que impacta en sus conductas de compras. Sus ingresos son menores y menos estables, pero destinan una proporción mucho mayor a los productos de consumo: entre un 50% a 75% de sus ingresos, frente al 30 y 35% del “consumidor promedio”. Además, la compra de bienes de consumo tiene un significado social importante. Para las mujeres que controlan la mayoría de estas compras, éstas son un mecanismo clave para cumplir con sus diferentes roles de “esposa”, “madre”, “economista” y “persona”. Mito 2:
Sus necesidades son simples y predomina el criterio de menor costo
La canasta de compras de estos consumidores se inclina hacia los bienes de primera necesidad, y las categorías con mayor valor agregado, como los alimentos congelados o el yogur, tienen una presencia menor. De ahí surge, en parte, el mito de que necesitan productos con formatos de bajo costo, que sean simples y baratos. Pero esto no es así. Ellos están dispuestos a pagar por marcas intermedias y líderes en las categorías básicas. Es más, una parte importante de este segmento evita los formatos minoristas de bajo costo, como las tiendas de descuento. Por ello, ofrecer productos de marca propia o marcas sustitutas con fuertes descuentos puede ser un arma de doble filo. Los precios bajos son atractivos, pero también pueden generar desconfianza y escepticismo sobre la calidad del producto. Los consumidores tienen claro que las marcas líderes llevan una prima sobre el precio, pero esas marcas personifican para ellos el apoyo, la confianza y la calidad. “Lo barato sale caro” es una frase repetida con frecuencia. Vale la pena destacar que la lealtad a la marca (definida como la compra de la marca en vez de la preferencia o intención de compra) difiere por categoría. Los mayores niveles de lealtad se dan en bienes básicos, como arroz y aceite de cocina, y en categorías aspiracionales, como bebidas de fantasía, aunque con frecuencia la realidad económica impide la compra. Y su aversión a probar nue vas marcas tiene sentido, dado que hay menor espacio para experimentar o “fallar” cuando el ingreso es bajo. Por lo tanto, sus actitudes hacia las marcas y sus patrones de compra representan una conducta racional e inteligente. De igual modo, ofrecer productos de gran tamaño a cambio de fuertes descuentos tampoco parece dar en el blanco. Mayores tamaños implican una porción mayor del ingreso disponible. Por lo tanto, prefieren gastar relativamente más en un producto de tamaño pequeño para mantener el gasto en línea, aunque esto signifique compras más frecuentes. Ésta es la conducta generalizada entre quienes tienen salarios limitados y muchas veces inciertos, como los jornaleros. harvard business review
Crear valor para los consumidores emergentes Mito 3:
Los precios bajos son la clave para atraerlos
Los consumidores emergentes son sensibles al precio. Pero las decisiones de compra son inducidas por el deseo de minimizar “el costo total de compra”, lo cual es distinto del precio de venta de los productos. Nuestro estudio indica que estos consumidores ponderan mentalmente el gasto de transporte para llegar al precio final de la canasta o el “costo total de compra”. Por eso uno de los criterios clave que usan al seleccionar un formato minorista es la interrelación entre cercanía y precio. Además, son plenamente conscientes de otros factores de “molestia” (como el cuidado de los niños y tener que enfrentar sus demandas cuando llegan al supermercado), el tiempo de traslado y otros. Las necesidades de formato difieren para las compras “diarias” de las “grandes”, pero la proximidad geográfica es el factor crucial. Los consumidores son reacios a viajar lejos y consideran significativos los costos de transporte. Cuando se les pide que cuantifiquen si una tienda queda “cerca” o “lejos”, la mayoría define ambos extremos con una distancia relativamente pequeña: “una cuadra” frente a “siete o diez cuadras”, o “cinco minutos a pie” frente a “tres o cuatro paradas de bus”. Para ellos la cercanía se traduce en un “menor costo total de la compra”. Y lo que suelen tener más cerca son minoristas de pequeña escala, tales como los tradicionales almacenes de mostrador, supermercados pequeños e independientes, o formatos al aire libre. Una estimación del “punto de equilibrio” requerido para recuperar el costo del viaje hacia y desde el gran supermercado arroja más luz sobre esto. Dado el bajo monto del valor total asociado a las “compras diarias”, el descuento de precio debería alcanzar entre un 25% y un 55% sólo para justificar los gastos de transporte. Mito 4:
Los consumidores emergentes deberían preferir los supermercados
Muchas veces los consumidores emergentes son vistos como una versión menor de los clientes más acomodados y que se orientarán de manera natural a las estructuras y experiencias de compra modernas. Sin embargo, varios de los rasgos que definen a los grandes minoristas no parecen atraer a estos consumidores. El amplio surtido de productos en un supermercado, por ejemplo, puede ser un arma de doble filo. Muchas veces la gran variedad de mercancías es valorada por ellos como que entretenimiento, aunque no necesariamente compren. Esto sucede cuando se visita el supermercado para “las compras del mes”, lo que ocurre con menor frecuencia en estos segmentos. Pero también tiene efectos negativos, porque resulta tentador, requiere más tiempo para la compra, o refuerza los sentimientos de restricción en el consumo. Así, los consumidores emergentes valoran noviembre 2003
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Fuente: AC Nielsen 3 2002, Análisis Booz Allen.
el “correcto” surtido de productos, una mezcla que es cuidadosamente ajustada a las necesidades de rendimiento, marca, economía y sentimientos de autovalidación. Y eso es claramente un asunto más sutil que simplemente llenar la tienda con miles de ítems. Y, contrario a lo que podría pensarse, muchos de estos consumidores tienen reservas en cuanto a la calidad de ciertos productos en los supermercados, en especial en categorías como frutas frescas, carne, pan y leche. Para esos productos suelen preferir los formatos al aire libre, como las ferias. La calidad es percibida como superior, pueden probar los productos y los precios son bastante más bajos (también se puede regatear). Existe evidencia de que los consumidores de altos ingresos poseen actitudes similares: su gasto en categorías frescas en supermercados es relativamente bajo comparado con otras categorías. La infraestructura “moderna” de las cadenas tampoco es suficiente para atraer al segmento emergente. Muchas veces, las instalaciones y la higiene son usadas sólo como un testeo en vez de ser el verdadero motor de elección. Otros servicios de los supermercados (tales como entrega a domicilio con una compra mínima, tarjetas de fidelidad y extenso horario de atención) tampoco son importantes para este segmento. Por último, otro rasgo que parece encontrar poco eco en estos consumidores es el crédito. Por lo general son reacios a gastar más allá de sus posibilidades y prefieren pagar en efectivo para controlar sus gastos. El crédito es considerado más apropiado para las compras mayores, como electrodomésticos, por ejemplo. Es común que los consumidores emergentes “se queden cortos” en las pequeñas compras y confíen en el “monedero virtual” que los pequeños minoristas les ofrecen. Se trata de un tipo de 5
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crédito informal que les permite a los clientes regulares reponer esas pequeñas diferencias en sus próximas compras, normalmente al día siguiente o poco después. Éste es un punto de servicio crítico para este grupo. El beneficio de este “monedero virtual” es la flexibilidad financiera, más que la necesidad de crédito en sí. Estar “corto” evita tentaciones, y esto también permite enviar a los niños a hacer la compra sin el peligro de que gasten de más en productos superfluos. De este modo los consumidores manejan la gratificación de un modo racional, sin eliminarla, pero administrándola.
como la devolución de productos, quedar corto de dinero, o confiar en que los productos estén justamente pesados. En las grandes cadenas minoristas, en cambio, estos consumidores muchas veces sienten incómodos. A veces esto es el resultado de un escrutinio adicional del personal de seguridad, o empleados que muestran una frustración visible cuando los consumidores solicitan pesar compras pequeñas o preguntan por las promociones. Muchos consumidores emergentes también describen ser tratados con “frialdad” por parte de otros clientes en esas cadenas. Mito 6:
Pueden ser atendidos como un solo grupo: “la clase popular”
Mito 5:
Es cuestión de tiempo y dinero para que acudan a los grandes supermercados
Hoy, los consumidores emergentes compran muy poco o nada en grandes supermercados o hipermercados. La penetración es extremadamente baja en Colombia, México y Argentina. En Brasil, un moderado número de consumidores emergentes compra en supermercados. La penetración es más alta en Chile y Costa Rica, donde muchos de los grandes minoristas están ubicados cerca de ellos. En general, los grandes formatos carecen de un elemento clave para el segmento emergente que no es fácilmente sustituible: la proximidad emocional y el sentimiento de comunidad que resultan de la relación personal con el dueño o el personal de la pequeña tienda. Las relaciones personales son usualmente el factor diferenciador para escoger entre tiendas con precios y distancia comparables. Las relaciones personales –en lugar del proceso formal o “profesional” de los grandes supermercados– son el mecanismo por el cual este grupo resuelve cuestiones
Los consumidores de bajos ingresos en América Latina suelen ser catalogados como “la clase popular”, como si se tratara de un grupo compacto y uniforme. Nuestro estudio muestra, sin embargo, que existen diferencias significativas entre los consumidores emergentes. El monto y la estabilidad del ingreso tienen una importancia muy clara: algunos subsegmentos poseen ingresos que les permiten acceder a mayores compras de abastecimiento, mientras que otros se centran en las necesidades diarias. Consumidores recientemente empobrecidos actúan diferente a los que estructuralmente poseen ingresos bajos. Además, los consumidores emergentes pueden diferenciarse según variables psicográficas. Así, parece existir un rango de estilos de vida y actitudes de compra a lo largo de un continuo de practicidad/control/tradicionalismo y emoción/ impulso/innovación. Estas diferencias en estilos de vida y en actitudes impactan en las conductas de compra, manifestándose en características tales como la lealtad a la marca, lealtad a la tienda, sensibilidad al precio y recepti vidad a las promociones.
Modelo ajustado al cliente 12,6
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Colombia
Fuente: Entrevistas de campo, Indec, Antad México y AC Nielsen.
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Chile
Nuestra investigación revela que, a diferencia de los supermercados, las pequeñas tiendas minoristas responden a muchas de las necesidades y características de los consumidores emergentes descritas anteriormente. Dadas la variedad y diversidad de formatos, centramos nuestra in vestigación en un subconjunto de pequeños minoristas que operan de manera similar a lo largo de los seis países: tiendas tradicionales, pequeños autoservicios y ferias al aire libre. Al analizar cinco dimensiones cruciales del comercio minorista (tienda, surtido, precio, personal y servicio), descubrimos que los jugadores pequeños disponen de una sólida propuesta que atrae al segmento emergente (en algunas categorías, como los productos frescos, incluso atraen a clientes de segmentos más altos). Al mismo tiempo, el análisis deja en evidencia que los grandes supermercados tienen varias barreras que dificultan que el consumidor emergente realice sus compras en esos establecimientos. harvard business review
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La tienda. La ubicación de los pequeños minoristas es un factor de peso para los consumidores emergentes, ya que suelen realizar sus compras diariamente. Las tiendas abundan en los vecindarios donde ellos viven y trabajan, y esa proximidad física se traduce en un “costo total de compra” significativamente menor. Mucha gente tiene una imagen algo folclórica o directamente negativa sobre esas tiendas. Saltan a la mente pasillos estrechos y abarrotados, recintos poco iluminados y mercadería colocada al azar. Obviamente, la apariencia física varía, pero en general los consumidores emergentes encuentran que la infraestructura es aceptable. La higiene es lo que cuenta y casi todos los dueños de tiendas son cuidadosos en proveerla. Como cuenta el propietario de
una pulpería en Costa Rica: “Sé que mis clientes aprecian un local limpio y evalúan la limpieza como lo hacen en sus hogares, mirando el piso. Decidí invertir un poco más y coloqué baldosas, porque las puedo mantener limpias a lo largo del día; no es necesario aplicar cera y lustrar todo el tiempo. Ya recuperé la inversión, porque yo mismo puedo limpiarlo fácilmente..., no tengo que pagar a un ayudante o gastar dinero en cera”. De hecho, muchos consumidores emergentes asocian estructuras modernas con “costos”, y señalan que al final es el cliente quien tiene que pagar por esos lujos. Surtido de productos. La oferta de los pequeños minoristas tiene dos rasgos que resultan sumamente atractivos para el micromercado en que operan: el surtido correcto
Un modelo eficaz Es difícil hablar de un “modelo de negocios de los p equeños minoristas” sin admitir que este segmento opera bajo una perspectiva y escala diferentes. Para ellos lo más importante es el flujo de caja. Su preocupación es saber si cubren o no los costos de cada mes y si les queda dinero para reponer mercancías. Dicho esto, algunas métricas de la industria resultan útiles para destacar sus ventajas distintivas.
rio (GMROI) duplica o incluso triplica el de las grandes cadenas minoristas. Costos operativos. Otro aspecto en que los pequeños minoristas obtienen eficiencias mayores es el de los costos operativos (una conocida cadena en Argentina, por ejemplo, reportó gastos operativos de 32% de sus ventas netas, más del doble del 14% observado en los pequeños minoristas de Rendimiento de la superficie de ese país). La mano de obra suele ser ventas. Las ventas netas mensuales son más barata y variable, ya que la malimitadas: las tiendas pequeñas facturan yoría de los empleados son familiares 2,5 2,5 entre US$ 2.000 a US$ 4.000 y los autoquienes reciben salarios menores al 2,1 servicios pequeños entre US$ 6.000 a ser compensados de otras formas. Al US$ 14.000 al mes. Ajustados por escala, trabajar con cercanos o familiares, los pequeños comerciantes tienen venel dueño de la tienda puede diferir tas sustancialmente menores por metro pagos, flexibilizar horarios, y evadir 0,9 0,8 0,8 cuadrado que sus pares grandes, en impuestos asociados a la contrataparte porque el monto total de las comción. pras suele ser bajo. Normalmente una También ahorran fuertemente en tienda en Brasil de unos 50 metros cuagastos generales, tales como limpieza, Brasil Argentina drados deja un margen bruto de US$ seguridad, marketing, que en una ca2 16 por m , lo que está muy por detrás dena grande pueden ascender a un 2 de los US$ 64 por m que obtienen los rango de 3,5% a 10% de sus ventas. En Fuente: Reportes Anuales 2002, entrevistas de campo y análisis Booz Allen Hamilton. grandes minoristas en ese país. cuanto a los alquileres, entre un 20% y Rendimiento por empleado. Pese a que el comercio un 60% de los minoristas pequeños son propietarios del local pequeño suele emplear a po ca gente por tienda y ésta en que operan. desempeña múltiples roles, sus ventas mensuales por Impuestos. Otra ventaja es que muchos califican para re“empleado a tiempo completo” (ETC) son de apenas gímenes tributarios especiales. Los impuestos sobre ventas, US$ 1.000 a US$ 2.000 frente a los US$ 4.000 a US$ 9.000 sociedades, ingresos brutos y valor agregado suelen agrude las grandes cadenas. parse en un solo impuesto que se calcula sobre la base de los Rendimiento del i nventario. La importancia del flujo ingresos. Así, disfrutan de una ventaja estructural de costos, de caja lleva a una rigurosa disciplina en el manejo del siempre y cuando no crezcan. inventario. Las consecuencias de comprar erróneamente son Tomando todo en cuenta, el ingreso promedio después de grandes para el dueño y saltan a la vista: un lugar vacío impuestos para los pequeños minoristas encuestados varía en la estantería o un cliente preguntando por su marca entre un 4% y un 11% de las ventas. En la práctica, este porfavorita. Por eso no sorprende que se abastezcan con mucha centaje se traduce en ingresos de dos a tres veces el salario frecuencia; más de tres veces por semana para productos mensual mínimo. Pero con el desempleo como alternativa, frescos y bebidas, y al menos una vez para alimentos básicos. para muchos de esos comerciantes la actividad minorista es Su retorno del margen bruto sobre la inversión en inventaun modelo de negocio rentable y sostenible. noviembre 2003
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y los tamaños correctos. Ofrecen sólo las principales categorías, marcas y tamaños que demandan sus clientes. El surtido se centra en productos frescos, bebidas y productos secos básicos, junto con una limitada oferta de artículos de limpieza, cuidado personal y comidas lujosas, como pescado enlatado, condimentos y galletas. En la mayoría de los países domina el surtido de marcas líderes, especialmente en las tiendas tradicionales, donde el 80% al 90% de los ítems en inventario son primeras marcas. En contraste, en las grandes cadenas minoristas las marcas líderes representan un 60% al 70% de la oferta. Además, los minoristas pequeños ofrecen más productos de tamaños pequeños o “fraccionados” (pastas secas, cereales, cigarrillos) que los grandes supermercados, con lo que se ajustan mejor a la realidad de los ingresos menores y menos estables del segmento bajo. Por ejemplo, el detergente para ropa más pequeño en las grandes cadenas suele ser de 500 g, mientras que en las tiendas pequeñas se encuentran envases de 150g o 250 g. Y los mercados al aire libre proveen a los c lientes exactamente con la cantidad deseada, sin importar cuán pequeña sea. En las grandes cadenas de supermercados, en cambio, muchos consumidores se sienten avergonzados al preguntar por pequeñas cantidades. En la categoría de productos frescos la percepción es
que la calidad es mejor en las ferias y mercados que en las grandes cadenas, donde muchas veces la oferta es percibida como artificial, aparte de ofrecer una calidad uniforme. En los mercados, en cambio, se puede optar entre diferentes niveles de calidad, y los precios varían a lo largo del día. Precio. Nuestro estudio muestra que los precios son entre un 5% a un 20% más caros en el pequeño comercio. Esto no es sorprendente, dado que, por definición, carece de escala para obtener los descuentos a los que acceden las grandes cadenas. Pero a ojos de los clientes, el mayor precio se compensa al poder acceder a los tamaños adecuados y al no tener que incurrir en costos de transporte. Las ferias y puestos callejeros tienen una clara ventaja en los precios finales de los productos frescos, ya que la mercadería proviene directamente de las granjas, sus agentes o grandes mayoristas. Su modelo de oferta se ajusta mejor a la demanda, porque ofrece diferentes calidades. Los feriantes tienen la capacidad de cambiar el precio de los productos frescos a lo largo del día, mientras que las cadenas de supermercados usualmente sólo ofrecen productos de mayor calidad y con precios fijos. Atención personal. Los pequeños minoristas se benefician de la presencia de sus dueños en la tienda, quienes pueden adaptarse para responder a las necesidades loca-
La informalidad rinde, pero no es la base Muchos de los grandes jugadores minoristas sospechan que la rentabilidad y subsistencia del pequeño comercio se deben a la alta informalidad que impera en sus prácticas. Si bien la informalidad existe –América Latina se caracteriza por un alto grado de informalidad, a excepción de Chile– descubrimos que no es el único factor que impulsa a este sector. En el sector minorista, la informalidad toma principalmente dos formas: evasión parcial o total de impuestos y cargas laborales, o la venta de mercadería robada o falsificada. En el sector supermercadista, la primera es más relevante que la segunda. La falsificación y la piratería son más comunes en mercancías como música, indumentaria y accesorios. Respecto a la evasión, hay jugadores informales que subdeclaran sus ingresos para tomar ventajas de los regímenes tributarios para las pequeñas empresas. Compran y venden mercadería sin facturar, generan facturas gemelas o vuelven a utilizar facturas. En relación a las cargas laborales, algunos empleadores se niegan a registrar a sus empleados en un intento por eludir las contribuciones sociales y los beneficios laborales, como el “aguinaldo” o el “13º sueldo” complementario, que es una práctica estándar en la región. La informalidad está presente y su relevancia no puede ser negada. Según algunas estimaciones, la potencial evasión de impuestos puede alcanzar hasta un 20% de las ventas para las cadenas de valor completamente informa8
les. Sin embargo, aun en los países con fuerte presencia de “informalidad” la evasión total de impuestos es poco probable. Para empezar, las grandes empresas y fabricantes multinacionales venden formalmente y son quienes proveen la mayoría de los productos de consumo en América Latina. Cuando estas empresas venden por intermediarios, la formalidad impositiva suele “viajar” a lo largo de la cadena de valor. Además, muchas de estas empresas tratan de vender directamente a los pequeños minoristas, llevando la formalidad impositiva a un gran número de ellos. Examinamos las declaraciones de impuestos realizadas por los pequeños minoristas incluidos en este estudio e hicimos dos ajustes: simulamos costos laborales más altos para incluir mayores contribuciones y beneficios sociales, y aplicamos el estatuto tributario legal que correspondía a las pequeñas empresas. Si la diferencia entre los pagos impositivos declarados y los legales fuese por evasión y se pagasen todos los impuestos para llenar esa diferencia, los minoristas deberían aumentar sus precios entre un 2% y un 8% para recuperar esos costos. Para muchos comerciantes, como aquellos ubicados cerca de un gran supermercado, este aumento de precios podría significar la quiebra. Pero aun con estos “impuestos completos”, el ingreso neto simulado seguía estando cerca o levemente por encima del salario mínimo, lo que es incentivo suficiente para mantener la actividad. harvard business review
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les. Los dueños dicen reconocer por su nombre a más del 60% de sus clientes y, según observamos en terreno, recomiendan productos, comparten las noticias del barrio, preguntan sobre las familias o establecen otro tipo de contacto personal. El resultado es una proximidad emocional entre minoristas y clientes. Servicios. El pequeño comercio ofrece pocos servicios en comparación con las grandes cadenas. Pocos aceptan tarjetas de crédito, ofrecen entrega a domicilio o implementan promociones del tipo “lleve dos y pague uno”. Pero brindan formas de pago finamente ajustadas a la necesidad y realidad económica de sus clientes (no hay que olvidar que estos consumidores tienden a ser conservadores, es decir, tratan de no endeudars e, al menos para este tipo de compras). Básicamente, otorgan dos tip os de créditos informales: el “fiado” y el “monedero virtual”. Cuando un cliente compra “fiado” no se intercambia dinero al momento de la compra y el dueño de la tienda anota la cantidad en un cuaderno bajo el nombre del cliente. Éste vuelve en una fecha posterior (por ejemplo, en día de pago) para cancelar su deuda que, por cierto, no conlleva intereses. El “monedero virtual” es aún más popular, y se da cuando el cliente se quedó corto de dinero al momento de la compra y se le permite pagar la diferencia “la próxima vez”. El crédito informal actúa como una suer te de programa de fidelidad: una vez que un cliente utiliza este servic io, hay fuertes incentivos para que continúe comprando en esa tienda.
Oportunidades y desafíos Los segmentos de consumidores emergentes en América Latina constituyen una importante oportunidad de negocio, pero los modelos minoristas actuales requieren de ajustes importantes para servirlos de manera adecuada y rentable. Hasta ahora, las necesidades de este grupo son satisfechas en gran medida por los pequeños minoristas. En contraste, las grandes cadenas de supermercados fallan en áreas clave en la mente de estos consumidores. Frecuentemente son percibidas como lugares para las “compras del mes” o demasiado “tentadoras”. El surtido de productos es cada vez más opuesto a la situación económica de estos consumidores: grandes tamaños, ítems costosos, promociones que llevan a comprar demasiado. Grandes distancias relativas son necesarias para llegar hasta ellos, lo cual requiere invertir tiempo y dinero, aumentando por tanto el costo total de compra, pese a los menores precios. Se percibe una menor calidad en las categorías perecederas y mayores precios finales, aun cuando dicha percepción no está siempre en línea con la realidad. Además, los consumidores emergentes declaran ser objeto de “un tratamiento frío” por parte de los empleados y clientes cuando compran en los grandes supermercados, siendo que ellos valoran las relaciones noviembre 2003
personales y la proximidad emocional. Los minoristas que no quieran esperar los supuestos efectos de largo plazo de un incremento de los ingresos generales por “derrame”, tienen varias opciones. Un punto de partida es mejorar la propuesta de valor existente. En este sentido se destaca la posibilidad de incrementar la calidad en productos frescos, particularmente frutas, verduras y carnes, aspecto que impactaría positivamente sobre la base de clientes actuales de las cadenas y potencialmente sobre los consumidores emergentes. Un camino paralelo es extender y adaptar la propuesta de valor actual, revisando el posicionamiento de precios, surtido, tamaño de presentaciones y servicios, para adecuarse mejor a las necesidades de los clientes emergentes en las ubicaciones dentro de la red donde éstos predominen. Asimismo, pueden evaluarse esquemas de fidelización específicamente orientados a los emergentes y enfatizar una mayor inserción de la cadena minorista dentro de la comunidad. Desarrollar una nueva propuesta de valor requerirá el diseño de nuevos formatos con potencial de mayor cobertura para aumentar la proximidad a los consumidores emergentes. Un vehículo posible para lograr este objetivo es la formación de una red de locales franquiciados que operen bajo una misma bandera y con una propuesta semejante. Esto implica la construcción de un nuevo modelo de negocios que exigirá capacidades que potencialmente no se encuentren dentro de la organización actual. Finalmente, no debe dejarse de lado el factor emocional. El propósito del comercio minorista es hacer accesi bles los productos. En este sentido, el ajuste de la oferta de productos –la accesibilidad– va acompañada por la proximidad emocional con los clientes. Un trato respetuoso y cercano ayuda a los pequeños minoristas a establecer vínculos más estrechos con su base de clientes, cumpliendo una función equivalente a la de sofisticados programas de fidelización. •••
La tenaz resistencia de los pequeños minoristas frente a la embestida de las grandes cadenas no se debe a la informalidad o disfuncionalidades de mercado. Los comerciantes pequeños han demostrado tener un eficaz modelo basado en una alta rotación de inventarios, bajos costos operati vos y efectiva atención a las necesidades de los consumidores emergentes y a sus características personales. Hoy muchas grandes cadenas están viendo disminuir los retornos sobre sus inversiones y buscan nuevos caminos. La revolución que se aproxima en el sector minorista de América Latina pasa por el segmento de los consumidores emergentes y los nuevos formatos de tienda. Comprender la mentalidad y las necesidades de estos 250 millones de consumidores será la clave para el crecimiento sostenido del sector.
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