UN CURSO DE ESTUDIO DE EMMAÚS
LA
EPÍSTOLA A LOS
COLOSENSES
WILLIAM MACDONALD 1
El autor expresa su sincera gratitud por la ayuda recibida de los Sres. Cecil Greenhow, Walter Munro y George D. Lyon; ellos leyeron el manuscrito de las notas sobre Colosenses y ofrecieron muchas útiles sugerencias. Debo expresar un reconocimiento especial al Sr. Robert Little por su cuidadoso trabajo editorial de las notas sobre Colosenses. Él revisó el manuscrito preliminar; luego revisó la versión corregida, y presentó siete páginas mecanografiadas de sugerencias de adiciones y correcciones.
Editorial: ECS Ministries www.ecsministries.org www.emmaus.name ISBN 1-59387-068-X Edición Digital: 2006.10 © 2006 ECS Ministries Traducción: Santiago Escuain Título en inglés: Philippians, Colossians and Philemon (only Colossians used) Todos los derechos reservados. Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida o transmitida en cualquier formato: electrónico, digital, mecánico, fotocopia, cinta de audio, cinta de video, archivado en sistemas informáticos o por INTERNET, sin permiso por escrito de la Editorial. No hace falta obtener permiso para citar una parte breve en un artículo. Impreso en Estados Unidos de América rev.20060914-01
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Instrucciones Este curso por correspondencia es un estudio versículo a versículo de la carta de Pablo a los santos en Colosas. Trata de explicar el sentido general de esta carta de una manera simple y comprensible. Sin embargo, ningún comentario puede jamás tomar el lugar de la Palabra misma. Lo mejor que se puede esperar es dar el tenor general del pensamiento, y luego volver a enviar al estudiante a la Biblia para que investigue las preciosas verdades que se encuentran en ella. Si este curso se usa como un fin en sí mismo, llega a ser una trampa en lugar de una ayuda; si se emplea para estimular el estudio personal de las Sagradas Escrituras, entonces conseguirá su objetivo. La Biblia es inagotable, y ningún comentarista podría jamás llegar a dar el sentido pleno de ni siquiera un solo versículo. Y no sólo esto, sino que la Biblia tiene autoridad. Tenemos que ser guiados por lo que la Biblia dice, no por lo que digan los hombres. Así, el estudiante debería contrastar todas las enseñanzas con la Palabra de Dios, y aferrarse a lo que es bueno.
Lecciones Que Estudiarás 1. 2. 3. 4. 5. 6.
Orando por los Colosenses (Colosenses 1:1-14). Las Glorias de Cristo (Colosenses 1:15-23). El Ministerio y el Misterio (Colosenses 1:24 – 2:7). Peligros Espirituales (Colosenses 2:8-23). Nuevas Vidas en Lugar de Vidas Viejas (Colosenses 3:1-17). Consejo Final y Saludos (Colosenses 3:18 – 4:18). BIBLIOGRAFÍA
Cómo Estudiar Pide a Dios que te abra el corazón para recibir las verdades enseñadas en su Palabra. Busca y lee todas las citas bíblicas, y las porciones correspondientes a cada lección. Algunas de las preguntas dan por sentado el hecho que has leído cuidadosamente la porción indicada. Puedes utilizar este curso como meditación diaria de la Biblia. Cada lección va dividida en párrafos que puedes leer y meditar, día a día, mientras estudias este curso. Si lo haces así, dispondrás de material devocional.
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Exámenes En el centro de este cuaderno hay unas hojas de examen. Al terminar el estudio de una lección pasa a tomar el examen correspondiente. Contesta el examen de memoria, escribiendo las respuestas con lápiz. Luego puedes cotejar las respuestas con la lección y con la Biblia, haciendo los cambios que creas necesarios antes de poner la respuesta definitiva. Cuando hayas terminado todos los exámenes, despréndelos y remite para su corrección ÚNICAMENTE los exámenes a la dirección indicada. No contestes los exámenes de acuerdo con lo que siempre hayas creído sino de acuerdo con “lo que la Biblia enseña”. Lee todas las posibilidades que se presentan antes de anotar tu respuesta a las preguntas de los exámenes.
¿Qué Opinas? Cada examen termina con esta pregunta. Lo que anotes en el espacio que sigue no afectará en lo mínimo tu calificación. Puedes escribir lo que sientas con toda libertad. Tus respuestas servirán para que el corrector te conozca mejor y pueda ayudarte. También servirán para ayudarnos a calibrar la efectividad de este curso.
Devolución De Los Exámenes Éstos serán corregidos y devueltos inmediatamente, con el promedio de tus calificaciones. Podrás entonces seguir estudiando el siguiente curso. Envía las hojas de examen a:
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Lección 1
ORANDO POR LOS COLOSENSES (COLOSENSES 1:1-14) 1. Salutación (vv. 1, 2). 2. Acción de gracias de Pablo por lo que había oído de la fe, el amor y la esperanza de la iglesia en Colosas (vv. 3-8). 3. La oración del apóstol para que los santos pudieran: A. Ser llenos de todo el conocimiento de la voluntad de Dios (v. 9). B. Andar como es digno del Señor (v. 10). C. Ser fortalecidos con todo poder (v. 11). D. Estar agradecidos por lo que Dios había hecho por ellos (vv. 12-14).
Introducción Colosas era una ciudad de la provincia de Frigia, en la región que en la actualidad conocemos como Asia Menor. Si mira un mapa bíblico, el lector observará que estaba situada cerca de las ciudades de Hierápolis y Laodicea, ambas mencionadas en 4:13. De hecho estaba a 16 kilómetros al este de Laodicea y a 21 kilómetros al sudeste de Hierápolis. Estaba también situada a unos 160 kilómetros al este de Éfeso, en la embocadura de un paso en la cordillera Cadmiana (una estrecha cañada de 20 kilómetros de longitud, según Ramsay), en la ruta militar desde el Éufrates hacia occidente. Originalmente, Colosas era más grande que en la época en que se menciona en la Biblia. El nombre probablemente se relaciona con el término “coloso”, derivado de las caprichosas formas de formaciones de piedra caliza. Colosas estaba sobre el río Lycos (Lobo), que corre hacia el oeste, vertiendo sus aguas en el Meandro, poco después de su paso por Laodicea, donde el agua de las fuentes termales de Hierápolis se junta con las aguas frías de Colosas, produciendo una condición “tibia” en Laodicea. Hierápolis era un centro sanitario y religioso, mientras que Laodicea era la metrópolis del valle. Para la época en que se escribió esta epístola, Colosas era la menor de las tres. El obispo Lightfoot dice: “Sin duda alguna, Colosas era la iglesia menos importante a la que Pablo dirigió ninguna de sus epístolas”. Su gloria había desaparecido ya hacía tiempo, y en tanto que 5
Laodicea y Hierápolis tienen un lugar destacado en los antiguos registros de la Iglesia cristiana, Colosas desapareció al cabo de poco tiempo. (Ver Cambridge Bible y New Bible Commentary.) No poseemos una información precisa acerca de cómo llegó el evangelio a esta ciudad al principio. Para el tiempo en que Pablo escribió esta carta, nunca había visto a los creyentes en Colosas (2:1). Por lo general se cree que fue Epafras quien primero introdujo las buenas nuevas de la salvación en esta ciudad (1:7). Muchos creen que Epafras pudo convertirse por medio de Pablo cuando éste pasó tres años en Éfeso. Frigia formaba parte del Asia Proconsular, y Pablo estuvo en Frigia (Hechos 16:6; 18:23), pero no en Colosas. En cuanto a la ocasión y el lugar de redacción de esta epístola, hay un desacuerdo considerable. Quizá la mayoría de los maestros bíblicos creen que Pablo escribió esta carta desde Roma cuando estaba preso allá, durante los años 61-62 dC (Hechos 28:30, 31). Puede que conociese a Epafras en Roma mientras ambos estaban encarcelados por causa del evangelio. Pero se debe decir, con toda justicia, que muchos creen que la carta fue escrita desde Cesarea, durante el encarcelamiento de Pablo en dicha ciudad (Hechos 23:25; 24:27). Otros creen que fue escrita desde Éfeso. Afortunadamente para nosotros, la comprensión de esta epístola no depende de un conocimiento pleno de las circunstancias bajo las que fue escrita. Sí que sabemos, por la carta, que una falsa enseñanza conocida como gnosticismo estaba amenazando a la iglesia en Colosas. Los gnósticos se enorgullecían de su conocimiento. Pretendían tener una información superior a la de los apóstoles. Intentaban crear la impresión de que nadie podía ser verdaderamente feliz hasta que hubiera sido iniciado en los secretos más profundos de su secta. Algunos de los gnósticos negaban la verdadera humanidad de Cristo. Enseñaban que Cristo era la influencia divina que había salido de Dios y que había reposado sobre el hombre Jesús en su bautismo. Enseñaban además que el Cristo abandonó a Jesús en el Huerto de Getsemaní, justo antes de su crucifixión. Según ellos, el resultado es que Jesús murió, pero no Cristo. Ciertas ramas del gnosticismo enseñaban que entre Dios y la materia hay varios niveles o grados de seres espirituales. Adoptaron este punto de vista en un esfuerzo por explicar el origen del mal. “La especulación gnóstica se ocupaba principalmente del origen del universo y de la existencia del mal. Suponen que Dios es bueno y que sin embargo existe el mal. Su teoría es que el mal es inherente en la materia. Sin embargo, 6
el buen Dios no podía crear materia mala. De modo que postularon una serie de emanaciones, eones, espíritus, ángeles, que estaban entre Dios y la materia. La idea es que un eón provino de Dios, de este eón se originó otro eón, y el proceso continuó hasta que hubo uno lo suficientemente alejado de Dios como para que Dios no quedase contaminado por la creación de la materia mala, y sin embargo lo suficientemente cercano para tener el poder para llevar a cabo la obra” —A.T. Robertson. Creyendo que el cuerpo era inherentemente pecaminoso, los gnósticos practicaban el ascetismo, un sistema de autotormento o de propia negación, en un esfuerzo por alcanzar un estado espiritual superior. Parece que había en Colosas indicios de otros dos errores. Se trata del antinomianismo y del judaísmo. El antinomianismo es la doctrina de que una persona bajo la gracia no tiene que practicar el dominio propio sino que puede dar plena satisfacción a sus apetitos y pasiones corporales. El judaísmo se había convertido en un sistema de observancias ceremoniales mediante las que el hombre esperaba alcanzar la justicia delante de Dios. Todos los errores que existían en los tiempos de la iglesia en Colosas siguen con nosotros en la actualidad. El gnosticismo ha vuelto a aparecer en la Ciencia Cristiana, la Teosofía, los Testigos de Jehová, el Unitarismo y otros sistemas. El antinomianismo es característico de todos los que dicen que por cuanto estamos bajo la gracia, podemos vivir como nos plazca. El judaísmo fue originalmente una revelación de parte de Dios, con unas formas y ceremonias que tenían el objeto de enseñar verdades espirituales en forma de tipos, como lo exponen la epístola a los Hebreos y otras secciones del Nuevo Testamento. Esto degeneró a un sistema en el que se consideraba que las formas mismas eran meritorias, de modo que el significado espiritual quedaba a menudo mayormente ignorado. En la actualidad encuentra su análogo en los muchos sistemas religiosos que enseñan que el hombre puede alcanzar mérito y favor ante Dios mediante sus propias obras, ignorando o negando su estado pecaminoso y su necesidad de salvación de Dios solo. En esta epístola veremos cómo el apóstol Pablo confronta de manera magistral todos estos errores exponiendo las glorias de la Persona y de la obra del Señor Jesucristo. Se debería mencionar que esta epístola tiene una notable semejanza con la carta de Pablo a los Efesios. Sin embargo, es una semejanza sin repetición. Efesios contempla a los creyentes sentados con Cristo en lugares celestiales. Colosenses, en cambio, contempla a los creyentes en la tierra, con Cristo su Cabeza glorificada en el cielo. El énfasis en Efesios recae en que el creyente está en Cristo. Colosenses habla de Cristo en el 7
creyente, la esperanza de gloria. En la epístola a los Efesios, el énfasis recae en la Iglesia como el “Cuerpo” de Cristo, “la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo”. De ahí que se resalta la unidad del Cuerpo de Cristo. En Colosenses se expone de forma extensa, en el capítulo 1, la condición de Cristo como Cabeza, con la necesidad de asirse “de la Cabeza” (2:18, 19), de estar sometidos a Él. Cincuenta y cuatro de los 155 versículos en Efesios son similares a versículos que se encuentran en la carta de Pablo a los Colosenses.
Salutación (1:1, 2) 1:1 En la época en que se escribió el Nuevo Testamento, era costumbre comenzar una carta con el nombre del escritor. Así, Pablo se presenta como “apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios”. Un apóstol era alguien especialmente enviado por el Señor Jesús como mensajero. A fin de confirmar el mensaje que predicaban, los apóstoles habían recibido poder para hacer milagros (2 Corintios 12:12). Además, leemos que en ciertos casos, cuando los apóstoles ponían sus manos sobre los creyentes, se concedía el Espíritu Santo (Hechos 8:15-20; 19:6). En la actualidad, en el mundo no hay apóstoles en el sentido estricto del término, y es una insensatez de parte de los hombres pretender ser sucesores de los doce originales. Efesios 2:20 lo entienden algunos como indicando que la obra de estos hombres que tenían el don distintivo de apóstoles y profetas tuvo que ver principalmente con la fundación de la Iglesia, en contraste con la obra de los evangelistas, pastores y maestros (Efesios 4:11), que prosigue a través de esta dispensación. Pablo remonta su apostolado a la voluntad de Dios (ver también Hechos 9:15; Gálatas 1:11). No era una actividad que él hubiera escogido por sí mismo ni para la que hubiera sido instruido por hombres. Tampoco era un cargo que hubiera recibido por ordenación humana. No era “de hombres” (respecto a la fuente), ni “por hombre” (en cuanto a instrumento). Más bien, se trataba de que todo su ministerio era llevado a cabo en la solemne conciencia de que Dios mismo lo había escogido como apóstol. Junto con Pablo en la ocasión en que se escribió esta carta estaba “el hermano Timoteo”. Es grato observar aquí la plena ausencia de oficialismo en la actitud de Pablo respecto a Timoteo. Ambos eran miembros de una común hermandad, y no había ninguna idea de una jerarquía de dignatarios eclesiásticos con pomposos títulos y vestimentas distintivas. 1:2 La carta se dirige a “los santos y fieles hermanos en Cristo que están en Colosas”. Aquí tenemos dos de los hermosos nombres que se dan en el Nuevo Testamento a todos los cristianos. “Santos” significa que están separados del mundo para Dios y que como resultado deberían vivir vidas 8
santas. “Fieles hermanos” indica que son hijos de un mismo Padre por la fe en el Señor Jesús; son hermanos creyentes. Los cristianos son también designados como discípulos y como creyentes en otros pasajes del Nuevo Testamento. “En Cristo” se refiere a su posición espiritual. Cuando fueron salvos, Dios los puso en Cristo, “aceptos en el Amado”. De ahí en adelante, poseían su vida y naturaleza. De ahí en adelante ya no serían contemplados por Dios como hijos de Adán u hombres irregenerados, sino que ahora los contemplaría en toda la aceptabilidad de su propio Hijo. La expresión “en Cristo” comunica más de intimidad, aceptación y seguridad que lo que pueda comprender ninguna mente humana. El emplazamiento geográfico de estos creyentes se indica con la expresión “que están en Colosas”. Es dudoso que ninguno de nosotros hubiéramos sabido jamás nada acerca de esta ciudad si no hubiera sido porque el evangelio fue predicado en ella y porque hubo almas salvadas. Pablo saluda ahora a los santos con este hermoso saludo: “Gracia y paz sean a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo”. No hay dos palabras que puedan mejor abarcar la bendición del cristianismo que “gracia y paz”. “Gracia” era el saludo común entre los griegos, mientras que “paz” era el saludo común judío; eran saludos que se empleaban al encontrarse y al despedirse. Pablo los unió, y elevó su significado y empleo. La gracia describe a Dios descendiendo a la humanidad pecadora y perdida en una amante y tierna compasión. La paz resume todo lo que llega a la vida de una persona cuando acepta la gracia de Dios como un libre don. “Gracia puede significar muchas cosas, y es como un cheque en blanco. La paz forma positivamente parte de la herencia cristiana, y no deberíamos permitir que Satanás nos prive de ella” —R.J. Little. El orden de las palabras es significativo: Primero la gracia, luego la paz. Si Dios no hubiera actuado primero en amor y misericordia para con nosotros, seguiríamos en nuestros pecados. Pero por cuanto Él tomó la iniciativa y envió a su Hijo a morir por nosotros, podemos ahora tener paz con Dios, paz con los hombres, y la paz de Dios en nuestros corazones. Habiendo dicho todo esto, deberíamos sólo añadir que uno no encuentra posible definir de manera adecuada unas palabras tan imponentes como éstas.
Acción de Gracias (1:3-8) 1:3 Tras haber saludado a estos santos con unos términos que han llegado a ser la consigna del cristianismo, el apóstol hace otra cosa muy característica de él —se arrodilla en acción de gracias y oración. Parece que el apóstol siempre comenzaba su oración con alabanza al Señor, y éste es un buen ejemplo a seguir también de nuestra parte. Su oración se dirige 9
a “Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo”. La oración es el indescriptible privilegio de tener audiencia con el Soberano del universo. Pero se podría preguntar: “¿Cómo puede un mero hombre estar en la sobrecogedora presencia de un Dios infinitamente alto?” La respuesta la encontramos en nuestro texto. El glorioso y majestuoso Dios del universo es el Padre de nuestro Señor Jesucristo. Aquel que es infinitamente alto se ha hecho íntimamente cercano. Debido a que como creyentes en Cristo compartimos su vida, Dios es también nuestro Padre (Juan 20:17). Podemos acercarnos por medio de Cristo. “Siempre orando por vosotros.” Tomada por sí misma, esta expresión no parece destacable, pero adopta un nuevo sentido cuando recordamos que describe el interés de Pablo en personas a las que nunca había conocido. A menudo encontramos difícil recordar a nuestros propios parientes y amigos delante del trono de la gracia, pero, ¡pensemos en la lista de oración que debió guardar el apóstol Pablo! Él oraba no solamente por aquellos que conocía, sino también por los cristianos en lugares remotos cuyos nombres le habían sido mencionados por otros. Desde luego, la incansable vida de oración de Pablo nos ayuda a comprenderlo mejor. 1:4 ¿Qué había oído él acerca de estos colosenses? Había oído de su fe en Cristo Jesús y de su amor a todos los santos. Observemos que en primer lugar menciona la fe de ellos en Cristo Jesús. Ahí es donde debemos comenzar siempre. Actualmente, hay muchas personas religiosas en el mundo que están hablando constantemente del amor a los demás. Pero si se les pregunta, se descubre que no tienen ninguna fe en el Señor Jesús. Este amor es por tanto vacío y sin sentido. En cambio, los hay que profesan tener fe en Cristo, pero es en vano buscar alguna evidencia de amor en sus vidas. Pablo pondría también en duda la sinceridad de su fe. Ha de haber una verdadera fe en el Salvador, y esta fe debe evidenciarse en una vida de amor a Dios y a los semejantes. Pablo habla de la fe como puesta en Cristo Jesús. Es muy importante observar esto. El Señor Jesucristo es siempre presentado en la Escritura como el Objeto de la fe. Una persona podría tener una fe ilimitada en un banco, pero esta fe sólo es válida en tanto que el banco sea fiable. La fe misma no asegurará la integridad de los propios depósitos si el banco se gestiona mal. Lo mismo sucede en la vida espiritual. La fe no es suficiente por sí misma. Esta fe debe estar centrada en el Señor Jesucristo. Por cuanto Él nunca puede fallar, nadie que confíe en él se verá decepcionado. El hecho de que Pablo había oído de su fe y amor es evidencia de que desde luego no eran creyentes secretos. Desde luego, el Nuevo Testamento da poco aliento a todo el que quiera ser un discípulo secreto. La enseñanza de la Palabra de Dios es que si una persona ha recibido verdaderamente al Salvador, entonces es inevitable que haga confesión pública de Cristo. 10
Observemos que el amor de los colosenses era para todos los santos. No había nada local ni sectario en su amor. No amaban solamente a los de su propio círculo, sino que allí donde encontraban a verdaderos creyentes, su amor fluía libre y cálidamente. Esta debería ser una lección para nosotros en que nuestro amor no debería ser estrecho, no debería limitarse a nuestra comunión local, ni a los misioneros de nuestro propio país. Deberíamos reconocer a las ovejas de Cristo allí donde se encuentran, y manifestarles nuestro afecto siempre que sea posible. 1:5 No está claro del todo cómo este versículo se relaciona con lo que se ha dicho antes. ¿Acaso se relaciona con el versículo 3: “Damos gracias… a causa de la esperanza que os está guardada en los cielos”? ¿O está quizá relacionado con la última parte del versículo 4, “el amor que tenéis a todos los santos, a causa de la esperanza que os está guardada en los cielos”? Las dos interpretaciones son posibles. El apóstol podría estar dando gracias no solamente por la fe y el amor de ellos, sino también por la herencia futura que un día sería de ellos. Por otra parte, también es cierto que la fe en Cristo Jesús y el amor a todos los santos se ejercitan en vistas a aquello que se extiende delante de nosotros. “‘La esperanza’ no es aquí ‘tanto el acto de esperar, como el objeto que se espera’” —C.H. Dodd. En todo caso, todos podemos ver que Pablo está dando aquí una lista de las tres virtudes cardinales de la vida cristiana: Fe, amor y esperanza. Dichas virtudes aparecen también mencionadas en 1 Corintios 13:13 y en 1 Tesalonicenses 1:3; 5:8. “La fe reposa en el pasado; el amor obra en el presente; la esperanza mira al futuro” —Lightfoot. En este versículo, la palabra “esperanza” no se refiere a la actitud de esperar algo, sino más bien se refiere a aquello que la persona espera. Aquí significa el cumplimiento de nuestra salvación cuando seremos llevados al cielo y entraremos en nuestra herencia eterna. Los colosenses habían oído antes de esta esperanza, quizá cuando Epafras les predicó el evangelio. Lo que ellos habían oído se describe como la “palabra de la verdad del evangelio”. El evangelio se describe aquí como un mensaje de verdaderas buenas noticias. Quizá Pablo estaba pensando acerca de las falsas enseñanzas de los gnósticos cuando escribió esto. Alguien ha definido la “verdad” como aquello que Dios dice acerca de algo (Juan 17:17). El evangelio es verdadero porque es Palabra de Dios. 1:6 La verdad del evangelio había llegado a los colosenses así como a todo el mundo entonces conocido. Esto no debe tomarse en un sentido absoluto. No significa que cada hombre y mujer del mundo hubieran oído el evangelio. Puede significar en parte que algunos de cada nación habían oído las buenas nuevas de salvación (Hechos 2). Puede también significar que el evangelio era para todos los hombres, y que se estaba extendiendo sin 11
limitaciones en su designio. Pablo está también describiendo los resultados ineludibles que producía: “Que ha llegado hasta vosotros, así como a todo el mundo, y lleva fruto y crece también”. En otras palabras, en Colosas y en todos los demás lugares del mundo donde se predicaba el evangelio, llevaba fruto y crecía. Por naturaleza, una planta no suele dar fruto y crecer a la vez. Muchas veces se tiene que podar para que dé fruto, porque si se la deja crecer sin dirección, el resultado es que toda la vida de la planta pasa a las hojas y ramas en lugar de al fruto. Pero el evangelio hace ambas cosas a la vez. Da fruto para salvación de las almas y en la edificación de los santos, y también se extiende de ciudad en ciudad y de nación en nación. Éste es precisamente el efecto que el evangelio tenía en las vidas de los colosenses desde el día en que oyeron y conocieron la gracia de Dios en verdad. Hubo crecimiento numérico en la iglesia en Colosas y, además, hubo crecimiento espiritual en las vidas de los creyentes en el lugar. Aunque el versículo 6 no se refiere a la extensión del evangelio hasta aquel tiempo, parece que durante el primer siglo se dieron grandes pasos, y que el evangelio penetró en Europa, Asia y África, y que fue mucho más allá de lo que muchas personas han supuesto. Sin embargo, no hay razones para creer que cubriese toda la tierra. “La gracia de Dios” se emplea aquí como una hermosa descripción del mensaje del evangelio. ¡Qué mejor resumen podríamos encontrar de las alegres noticias de la maravillosa verdad de la gracia de Dios otorgada a hombres culpables! 1:7 El apóstol expone con claridad que había sido de parte de Epafras que los creyentes habían oído el mensaje del evangelio y que lo habían llegado a conocer de manera experimental en sus vidas. Pablo elogia a Epafras como amado consiervo y como fiel ministro de Cristo. No había nada de amargura o celos en el apóstol Pablo. No le molestaba ver a otro predicador recibiendo elogios. De hecho, él era el primero en expresar su aprecio hacia otros siervos del Señor. En la versión de Reina-Valera, la última cláusula de este versículo dice: “Que es un fiel ministro de Cristo para vosotros”. Sin embargo, hay ahora un consenso general de que la traducción correcta es: “Que es un fiel ministro de Cristo a vuestro (o, a mi) favor”. 1:8 Era de parte de Epafras que Pablo mismo había sabido acerca del amor de los colosenses en el Espíritu. No se trataba de un afecto meramente humano, sino que se trataba de aquel amor genuino por el Señor y por su pueblo que se origina por el habitar del Espíritu Santo de Dios en el creyente. Se puede mencionar de pasada que ésta es la única referencia en esta epístola al Espíritu Santo.
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Oración (1:9-14) 1:9 Tras concluir esta acción de gracias, el apóstol Pablo comienza ahora a hacer intercesión específica por los santos. Ya hemos mencionado cuán amplios eran los intereses de Pablo en oración. Deberíamos observar también aquí que sus peticiones eran siempre específicamente apropiadas a las necesidades del pueblo de Dios en cada lugar determinado. No oraba con generalidades. Aquí parece hacer cuatro peticiones distintas para los colosenses: (1) Percepción espiritual; (2) Un andar digno; (3) Abundancia de poder; (4) Un espíritu agradecido. Y se debe observar que no había nada mezquino ni ruin en sus peticiones. Esto se hace especialmente evidente en los versículos 9, 10 y 11 con su uso constante de la palabra todo. (1) Toda sabiduría e inteligencia espiritual (v. 9). (2) Agradando al Señor en todo (v. 10). (3) Toda buena obra (v. 10). (4) Todo poder (v. 11). (5) Toda paciencia y longanimidad (v. 11). Ahora vayamos de vuelta al versículo 9. “Por esta causa” se relaciona con los versículos anteriores. Significa debido al informe recibido de Epafras (vv. 4, 5, 8). Desde la primera vez que había oído acerca de estos amados santos en Colosas y de la fe, el amor y la esperanza de ellos, el apóstol había hecho costumbre de orar por ellos. Primero, oraba que pudieran ser llenos del conocimiento de la voluntad de Dios en toda sabiduría e inteligencia espiritual. No pedía que quedasen satisfechos con el pretendido conocimiento de los gnósticos. Él quería que entrasen en el pleno conocimiento de la voluntad de Dios para sus vidas como se revela en su Palabra. Este conocimiento no es de una naturaleza mundana o carnal; está caracterizado por la sabiduría y la inteligencia espirituales —sabiduría para aplicar el conocimiento de la mejor manera posible, e inteligencia para ver qué concuerda y qué entra en conflicto con la voluntad de Dios. 1:10 Hay una relación muy importante entre este versículo y el precedente. ¿Por qué quería el apóstol Pablo que los colosenses fuesen llenos del conocimiento de la voluntad de Dios? ¿Para que llegasen a ser poderosos predicadores? ¿O maestros sensacionales? ¿Era que pudiesen atraer un gran séquito de discípulos como los gnósticos intentaban hacer? No, el verdadero propósito de la sabiduría e inteligencia espirituales es capacitar a los cristianos para andar como es digno del Señor, agradándole en todo. Aquí tenemos una lección muy importante acerca de la cuestión de la guía. Dios no nos revela su voluntad para dar satisfacción a nuestra curiosidad. Tampoco tiene la intención de dar satisfacción a nuestra ambición o 13
soberbia. Más bien, el Señor nos muestra su voluntad para nuestras vidas a fin de que podamos agradarle en todo lo que hagamos. “Llevando fruto en toda buena obra.” Aquí tenemos un útil recordatorio de que aunque nadie es salvo por buenas obras, desde luego es salvo para buenas obras. A veces, al resaltar la total invalidez de las buenas obras en la salvación de las almas, podemos crear la impresión de que los cristianos no creen en las buenas obras. Nada podría estar más alejado de la verdad. En Efesios 2:10 aprendemos que “somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas”. Abundando en lo mismo, Pablo escribió a Tito: “Palabra fiel es esta, y en estas cosas quiero que insistas con firmeza, para que los que creen en Dios procuren ocuparse en buenas obras” (Tito 3:8). Y no solamente quería el apóstol que llevasen fruto en toda buena obra, sino que también crecieran en el conocimiento de Dios. ¿Cómo se hace esto? En primer lugar, mediante el diligente estudio de la Palabra de Dios. Luego también se encuentra en obedecer sus enseñanzas y servirle con fidelidad. (Esto último parece ser el pensamiento que se destaca aquí.) Al hacer estas cosas, entraremos en un conocimiento más profundo del Señor. “Y conoceremos, y proseguiremos en conocer al Señor” (Oseas 6:3). Es interesante observar la repetición de palabras que tienen que ver con el conocimiento en el capítulo 1 y darse cuenta de que hay un avance positivo en concepto con cada uso de la palabra. En el versículo 6, se dice de ellos: “Conocisteis la gracia de Dios”. En el versículo 9, ellos tenían “el conocimiento de su voluntad”. En el versículo 10 estaban creciendo en “el conocimiento de Dios”; quizá podríamos decir que lo primero se refiere a la salvación, lo segundo al estudio de las Escrituras, y lo tercero al servicio y a la vida cristiana. La sana doctrina debería llevar a la recta conducta, que se expresa en servicio obediente. 1:11 La tercera petición del apóstol es que los santos sean fortalecidos con todo poder, conforme a la potencia de su gloria. (Observa la progresión: Llenos, v. 9; llevando fruto, v. 10; fortalecidos, v. 11.) La vida cristiana no puede vivirse con una energía meramente humana. Precisa de una fortaleza sobrenatural. Por ello, Pablo desea que los creyentes puedan conocer el poder del resucitado Hijo de Dios, y además desea que conozcan esto “conforme a la potencia de su gloria”. Como se ha observado con frecuencia, la petición no es que este poder pueda proceder de la potencia de su gloria, sino que sea conforme a dicha potencia de su gloria. La potencia de su gloria es infinita, y éste es el alcance de la oración. “La dotación de poder está proporcionada no simplemente a la necesidad del receptor, sino a la suministración de Dios” —Peake. 14
Pero de nuevo preguntamos: “¿Por qué quería Pablo que los cristianos tuviesen este poder?” ¿Para que emprendiesen hacer milagros espectaculares? ¿Para que levantasen a los muertos, sanasen a los enfermos y echasen fuera demonios? De nuevo la respuesta es “No”. Este poder es necesario para que el hijo de Dios tenga “toda paciencia y longanimidad, con gozo”. Esto merece la más estrecha atención del estudiante. En ciertos sectores de la cristiandad en la actualidad se pone un gran énfasis en pretendidos milagros, como el de hablar en lenguas, sanar a los enfermos y otros actos similarmente sensacionales. Pero hay un milagro mayor que todos estos en la edad en que vivimos, y es que un hijo de Dios padezca con paciencia y dé gracias a Dios en medio de las pruebas. En 1 Corintios 13:4 la longanimidad va relacionada con la benignidad; aquí, con el gozo. Sufrimos porque no podemos escapar a participar en el gemido de la creación. Mantener el gozo interno y la benignidad hacia los demás demanda el poder de Dios, y es la victoria cristiana. La diferencia entre paciencia y longanimidad se ha definido como la diferencia entre soportar sin quejas y soportar sin represalias. La gracia de Dios ha alcanzado uno de sus grandes objetos en la vida de un creyente cuando éste puede padecer con paciencia y alabar a Dios en medio de una dura prueba. 1:12 ¿Quién está dando gracias en este versículo? ¿Es el apóstol, o los colosenses? Creemos que probablemente se trata de estos últimos. Pablo está orando que puedan no sólo ser fortalecidos con todo poder sino también que tengan un espíritu de gratitud, para que nunca dejen de expresar su gratitud al Padre, que los hizo “aptos para participar de la herencia de los santos en luz”. Como hijos de Adán, no éramos aptos para gozar de las glorias del cielo. De hecho, si un inconverso pudiera de alguna manera ser llevado al cielo, no lo disfrutaría, sino que se sentiría profundamente desgraciado. La apreciación del cielo exige ser apto para él. Incluso como creyentes en el Señor Jesucristo, no somos aptos por nosotros mismos para el estar en el cielo. El único derecho que tenemos a la gloria está en la Persona del Señor Jesucristo. “Sobre su mérito estoy, Ningún otro fundamento hay, Ni aun do habita la gloria, En la tierra de Emanuel.” Cuando Dios salva a alguien, en el acto otorga a aquella persona la condición de apto para el cielo. Como ya hemos dicho, esta aptitud es Cristo. Nada puede mejorar esto. Ni siquiera una larga vida de obediencia y servicio aquí en la tierra hace a nadie más apto para el cielo que lo estaba el día en que fue salvo. Nuestro derecho a la gloria se encuentra en su sangre. 15
En tanto que la herencia es “en luz” y que está “guardada en el cielo”, los creyentes en la tierra tenemos el Espíritu Santo como “las arras de nuestra herencia”. Así, podemos regocijarnos en lo que tenemos delante de nosotros, a la vez que gozamos ya ahora de “las primicias del Espíritu”. 1:13 Al hacernos “aptos para participar de la herencia de los santos en luz”, Dios “nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo”. Esto significa que hemos sido sacados del dominio de Satanás y puestos en el reino del Hijo del amor de Dios (comparar 1 Juan 2:11). Esto se puede ilustrar con la experiencia de los hijos de Israel, como se registra en el libro del Éxodo. Ellos habían estado viviendo en Egipto, gimiendo allí bajo el látigo de los capataces. Por un maravilloso acto de intervención divina, Dios los liberó de aquella terrible esclavitud y los condujo a través del desierto a la tierra prometida. De manera semejante, como pecadores éramos esclavos de Satanás, pero por medio de Cristo hemos sido liberados de sus garras y somos ahora súbditos del reino de Cristo. El reino de Satanás es un reino de “tinieblas” —carente de luz, de calor y gozo; mientras que el reino de Cristo es un reino de “amor”, lo que implica la presencia de estas tres cosas. El reino de Cristo es contemplado en las Escrituras en diversos y diferentes aspectos. Cuando Él vino a la tierra por primera vez, ofreció un reino literal a la nación de Israel. Los judíos querían ser libres del opresor romano, pero no querían arrepentirse de sus pecados. Cristo sólo podía reinar sobre un pueblo que estuviera en una relación espiritual apropiada con Él. Cuando esto les fue expuesto claramente, rechazaron a su Rey y le crucificaron. Desde entonces, el Señor Jesús ha regresado al cielo y ahora tenemos el reino en forma de misterio (Mateo 13). Esto significa que el reino no aparece en forma visible. El Rey está ausente. Pero todos los que aceptan al Señor Jesucristo durante esta edad presente lo reconocen como su Gobernante legítimo, y así son súbditos de su reino. En un día venidero, el Señor Jesús volverá a la tierra, establecerá su reino con Jerusalén como su capital, y reinará durante mil años. Al final de este tiempo, Cristo pondrá a todos sus enemigos como escabel de sus pies y luego entregará el reino a Dios Padre. Esto dará inicio al reino eterno, que proseguirá durante toda la eternidad. 1:14 Tras haber mencionado el reino del amado Hijo de Dios, Pablo emprende uno de los más magnos pasajes de toda la Palabra de Dios acerca de la Persona y obra del Señor Jesús. A nosotros nos es difícil saber si ha acabado su oración, o si prosigue con ella a través de estos versículos que estamos a punto de estudiar. Pero no es muy importante, porque incluso si los versículos que siguen no son pura oración, son desde luego pura adoración. 16
Sturz ha observado que “en este asombroso pasaje que exalta a Jesucristo más que ningún otro, su nombre no aparece ni siquiera una vez en ninguna forma”. En tanto que esto es digno de mención en un sentido, no debemos extrañarnos de ello. ¿Quién sino nuestro bendito Salvador podría ajustarse a la descripción que se nos da aquí? Este pasaje nos recuerda la pregunta de María al hortelano: “Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto, y yo lo llevaré” (Juan 20:15). Ella no le nombró. Sólo había una Persona para ella. Cristo es presentado primero como Aquel “en quien tenemos redención… el perdón de pecados”. La redención describe el acto por el que fuimos rescatados del mercado de esclavos del pecado. El Señor Jesús, por así decirlo, puso un precio sobre nosotros. ¿Y qué valor nos asignó? Vino a decir: “Los valoro tanto que estoy dispuesto a derramar mi sangre para adquirirlos”. Por cuanto hemos sido comprados a un costo tan enorme, debería quedar claro que ya no nos pertenecemos a nosotros mismos; hemos sido comprados por precio. Por ello, no deberíamos vivir nuestras vidas como mejor nos parezca. ¡Borden de Yale observó que si tomamos nuestras vidas y hacemos con ellas como mejor nos parezca, estamos tomando algo que no nos pertenece, y que por ello somos ladrones! No solamente nos ha redimido; nos ha dado también “el perdón de pecados”. Esto significa que Dios ha cancelado la deuda en que habíamos incurrido por nuestros pecados. El Señor Jesucristo pagó la pena en la cruz del Calvario; no tendrá que volver a ser pagada. La cuenta está saldada y cerrada, y Dios no solamente ha perdonado, sino que también ha alejado de nosotros nuestros pecados hasta tan lejos como el oriente está del occidente (Salmo 103:12). A muchos cristianos les sorprende saber que la expresión “por su sangre” no debería incluirse en este versículo. Incluso un traductor de tanta garantía como J.N. Darby la omite, al no encontrarse en los mejores manuscritos. Esto no afecta a la verdad de que nuestra redención es por la sangre del Señor Jesucristo. Esta verdad queda claramente expuesta en Efesios 1:7 y en otras Escrituras. William Kelly observa: “El objeto, evidentemente, no es tanto tratar la obra de Cristo como exponer su gloria personal”.
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UN CURSO DE ESTUDIO DE EMMAÚS
LA
EPÍSTOLA A LOS
COLOSENSES EXÁMENES Exámenes de: NOMBRE: DIRECCIÓN:
Promedio: CL 2006.10 © 2006 ECS Ministries E-1
INSTRUCCIONES Para obtener el mayor provecho posible del estudio de estas lecciones sugerimos el siguiente plan: 1. Pídele ayuda a Dios antes de estudiar. 2. Lee cuidadosamente las lecciones y las porciones de la Biblia que se señalan. 3. Contesta los exámenes haciendo uso de tu memoria, escribe las respuestas con lápiz. 4. Coteja tus respuestas con la lección y con los pasajes bíblicos, haciendo los cambios que creas convenientes antes de poner la respuesta definitiva. 5. Una vez terminados, desprende los exámenes y envíalos a la dirección indicada. Envía únicamente los exámenes. Corregiremos los exámenes y los devolveremos inmediatamente con el promedio de tus calificaciones. Envía tus hojas de examen a esta dirección:
E-2
La Epístola a los Colosenses
Examen 1
Orando por los Colosenses (Colosenses 1:1-14) Con un lápiz, haz un círculo alrededor de la letra que corresponde con la respuesta correcta para cada pregunta. Marca sólo una respuesta. 1. ¿Cuál de las siguientes declaraciones describe la situación de Colosas? Estaba: a. cerca de Éfeso en la vieja carretera romana de Filipos a España. b. a 16 kilómetros del río Lycos y a 16 kilómetros al sur de Hierápolis. c. a 160 kilómetros al este del Éufrates, muy adentro del valle del Lycos. d. a 16 kilómetros al este de Laodicea, en la embocadura de un paso en la cordillera Cadmiana. 2. Entre otras cosas, los gnósticos enseñaban que: a. la principal meta del hombre era gozar de la vida. b. el Cristo era una emanación de la deidad que reposó sobre el hombre Jesús desde el tiempo de su bautismo hasta la agonía en Getsemaní. c. bajo la gracia el hombre es libre de pecar todo lo que quiera. d. las observancias ceremoniales son vitales para alcanzar la justicia ante Dios. 3. Al comparar Efesios con Colosenses, lo más correcto sería decir que: a. Efesios contempla al creyente en la tierra; Colosenses lo contempla en el cielo. b. Efesios pone el énfasis sobre la Iglesia como Cuerpo de Cristo; Colosenses pone el énfasis en Cristo como Cabeza de la Iglesia. c. Efesios pone el énfasis en la verdad de que Cristo está en el creyente; Colosenses pone el énfasis en la verdad de que el creyente está en Cristo. d. Efesios anticipa la segunda venida del Señor en tanto que este acontecimiento se relaciona con el creyente; Colosenses anticipa la segunda venida del Señor en tanto que este acontecimiento se relaciona con el mundo.
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4. El título “santos”: a. se reserva en el Nuevo Testamento a los hermanos que destacan por su santidad. b. se emplea de una manera bíblicamente correcta solamente cuando se aplica a hombres y mujeres canonizados por la iglesia. c. se refiere a todos los creyentes que han sido igualmente separados por Dios para que vivan vidas santas. d. se encuentra sólo en la epístola de Pablo a los Colosenses. 5. Una característica de las oraciones de Pablo es que siempre: a. las comienza con alabanza a Dios. b. comienza con una confesión de pecado y fracaso. c. recita las virtudes cardinales de la fe como una especie de liturgia. d. concluye con las palabras, “en el Nombre de Jesucristo nuestro Señor, Amén”. 6. En tiempos de Pablo: a. todo el mundo había oído el evangelio. b. el evangelio se estaba extendiendo pero con unas “limitaciones premeditadas” en cuanto a algunas naciones. c. probablemente algunos de cada nación habían oído el evangelio. d. el evangelio estaba dando fruto en un tiempo, y creciendo en su extensión en otro, pero, como una planta natural, no estaba haciendo ambas cosas a la vez. 7. El mensaje del evangelio había sido llevado a Colosas por: a. Epafras. b. el mismo Pablo. c. un equipo evangelístico enviado desde Jerusalén. d. revelación directa de Dios a ciertos prosélitos gentiles del judaísmo. 8. El verdadero propósito del “conocimiento de la voluntad de Dios” es: a. hacer de nosotros maestros más eficaces. b. capacitarnos para predicar con mayor certidumbre. c. capacitarnos para andar como es digno del Señor. d. satisfacer nuestra curiosidad. 9. ¿Cuál es el más gran milagro?: a. Hablar en lenguas. b. Sanar a los enfermos. c. Sufrir con paciencia e incluso con acción de gracias. d. Profetizar en la iglesia. E-4
10. En el pasaje que estamos estudiando ahora, Dios dice que nos ha puesto en: a. la Iglesia de Cristo. b. el reino de su amado Hijo. c. la familia de Dios. d. el arca de seguridad. ¿QUÉ OPINAS? ¿Qué significa Colosenses 1:14 para ti personalmente?
E-5