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EL SURGIMIENTO DE IA ANTROPOLOGIA 'POSMODERNA
Editorial Gedisa ofrece los siguientes titulos sob're
ANTROPOLOGIA Y ETNOGRAFIA
por
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"Compilaci6n de Carlos Reynoso
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ESCUElA NACiONAlDE
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INDICE Se agradece a las editoriales Y revistas que han autorizado la pu . blicaci6n de los trabajos aquf compilados,'cuyos creditos figuran a1 pie de pagina de cada capitulo. . •..;,:,";>,:,':;'..'. ~'J;:,.. . "--:,'t
Traducci6n: Carlos Reynoso
COLABORAnORES....................................................................................... .
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PRESENTACI6N, por Carlos Reynoso .................. ~ ......................................
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I ANTROPOLOGIA SIMB6UCA
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Am'ROPOLOOIA FENOMENOWGICA
117 III ANTROPOLOGIA POSMODERNA
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4.Sobre la autc>~~,~gr8fica, por James Clifford ................................ . ... , .. '"'-
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'. ~.J~4e~~~~Las ficciones persuasivas de la antropolOgla. por ':MQ,;j)n·~hern.:"gt~~~···..··......··..·..·..·............·.......·.·.............................
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. Pinxten~ P.Rab~;E. Tonkin, S. A. Tyler y C. Marcus...................... Resp~tJ~jt;Juyn Strat1iem ..........................................................
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7:~~~~~entes ala antropologla dialogica, por Dennis
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CARLOS REYNOSO Universidad de Buerws Aires
El surgimiento de la antropologfa posmodema es, en sentido estricto, un proceso de transformacion experimentado pol' una de las tantas corrientes intemas de la disciplina, la llamada antropologfa interpretativa. Tras una fase tibia de "antropologfa simb61ica" en las decadas de 1960 y 1970, y luego de un falso arranque bajo las banderas de la fenomenologfa (demasiado escolasticas, trascendentales y solemnes para los tiempos que corren), los interpretativos hallaron en un posmodemismo que algunos reputaran predigerido y fragmentario su marco de referencia mas afln. A despecho de la naturalidad con la que los posmodernos asumen su propia transicion en el relevo de las modas, la polemica que se ha desarrollado en tomo del movimiento es una de las mas tensas y clelicadas de la histori3 disciplinar; no hay mas que asomarse alas revistas antropo16gicas recientes: sucede casi como si todo otro tema hubiera sido postergado en espera de su resolucion. Digamoslo enseguida con otros matices y adoptando otro angulo de mira. Despues de algunos anos en que no se pudo hablar a ciencia cieI1a de ningun paradigma dominante, la antropologfa mundial ha sido ganadapor 10 que pareceria ser una nueva moda intelectual que responde alas premisas del posmodemismo. Desplegaremos mas adelante la caracterizacion de los aspectos mas puramente antropologicos de este movimiento, es decir, la obligada semblanza de la antropologfa posmoderna. Primero corresponde caracterizar el posmodernismo en sent.ido amplio, como movimiento intelectual generico, en el cual se inspira -'--en teoriala antropologfa que lleva su nombre. Hay que hacer, eso sf, una salvedad, pues algunas facetas de la cuestion han sido fatigadas en exceso y las not.as que siguen no quisieran ser redundantes. La avent.ura del posmodernismo se puede contar siguiendo innumerables t.rayectorias, variadament.e validas; la forma que aqui elegimos apunt.a a resalt.ar cieI1as Hneas (las que conciemen alas ciencias sociales) en det.rimento de ot.ras (las que tienen que vel', pol' ejemplo, con la lit.erat.ura, la filosofla y el art.e), que acostumbran ser mucho mas cOIiocidas. Examinemos ahora el posmodemismo en general subrayando los aspectos que se refieren a nuestra disciplina especlfica, echando sobre el una mirada antropologica; y hacia el fondo del articulo int.ent.aremos mostrar de que manera los ideales del posmodemismo como filosofla de una epoca se han reformulado en t.erminos de una concepcion de la antropologfa, de su objet.o y de sus practicantes.
De 10 que no cabe ni sombra de duda es de que el termino "posmodernismo" (igual que "postestructuralista") se origina en los Estados Unidos; en sus inicios, parece haberse acuiiado a prop6sito de cierto giro paradigmatico ocurrido en el seno de las tendencias intemas de la arquitectura, en la que se comenzo a poner en tela de juicio el concepto de vanguardia. Pero la idea de una condicion "posmoderna" tiene una gestacion compleja: arbitrariamente comenzaremos pOl' los postulados de Bell, aunque dejando constar que (dado que 10 que se analiza es un movimiento de convergencia) el punto de partida podria haber sido cualquier otro. En 1973 Daniel Bell publico un extenso libro de prognosis social, a caballo entre la economfa, la ciencia polftica y la sociologfa, en el que anunciaba el advenimiento inminente de la sociedad postindustrial. Esta modalidad societaria involucraria primordialmente no tanto un cambio en la infraestructura, sino una metamorfosis de fondo en toda la estructura social. Los procesos que permiten diagnosticar esta transformacion, segiln Bell, se encuentran mas avanzados en los Estados Unidos que en cualquier otro pafs. EI libro de Bell no es el primero en llamar la atencion sobre el particular, pero sf 10 es en alcanzar amplia difusion. Como siempre, han surgido querellas poria precedencia: Bell asegura que el introdujo el concepto de sociedad postindustrial ya en 1962, 10 que a la escala de esta especie de neosociologfa es fecha temprana; posteriormente descubrio que un socialista ingles (Althur Penty) ya habfa utilizado la palabra en 1917 para referirse a una sociedad artesanal del futuro, descentralizada y que ennoblecfa el trabajo, contraria al "estado de ocio" que anunciaban otros futuristas. Bell admite que otros nombres Ie hubieran cabido igual: "s.ociedad del conocimiento", "sociedad de la informacion" 0 "sociedad profesional". Pero en aquel entonces, cuando acuiio el termino, se encontraba bajo la influencia de Ralf Dahrendorf, quien habfa hablado de la "sociedad poscapitalista". La sugerencia de que algo tan dominante como la industria 0 el capitalismo estuvieran en retirada era peculiarmente desafiante e invitaba al desciframiento de signos; yen esa fascinacion consistio el exito de un prefijo que no haria mas que extenderse desde entonces. EI argumento global estructurado pol' Bell es simple, aunque la argumentacion sea espaciosa: el maximo detalle en los segmentos, la maxima simplicidad en el conjunto. Dice Bell que la sociedad occidental esta en camino de un gran cambio historico en el que las relaciones sociales (que se asenta .. ban en la propiedad), las estructuras de poder existentes (centrada en elites reducidas) y la cultura burguesa (centrada en la represion y en la renuncia a la gratificacion) se desgastan rapidamente. Las Fuentes del cataclismO' son cientfficas y tecnologicas, pero tambien culturales. La cultura ha obtenido autonomra en la sociedad de Occidente. En parte es pol' ello que no esta para nada claro cuales habran de ser las formas de esta nueva sociedad. lCuales son, sin embargo, los signos de la transformacion? veamos ini-
cialmente uno. Una cosa es segura: la clase obrera industrial -contabiliza Bellesta disminuyendo en numero, y su importancia en la economfa de los pafses mas avanzados tiende a ser marginal. Ni hablar del campesinado. Es diffcil que el futuro presencie la "dictadura del proletariado" cuando el proletariado, como qui era que se 10 defina, se muestra en trance de desaparicion. En el discurso de Bellia construccion del objeto evoca las grandes configuraciones parsonsianas, similares a las que se encuentran en la base de ciertas vertientes de la antropologfa simb6lica. A su juicio, la sociedad se puede dividir en tres Rmbitos: la estructura social, la polftica y la cultura. La estructura social comprende la economfa, la tecnologfa y el sistema de trabajo. La polftica regula la distribucion del poder. La cultura es el reino del simbolismo expresivo y de los significados. Una de las transformaciones basic as que se estan produciendo concieme a la burocratizacion creciente de la ciencia y a la ::specializacion del trabajo intelectual en parcelas muy pequeiias. Ademas, como la sociedad postindustrial aumenta la importancia del componente tecnico del conocimiento, obliga a los cientfficos, ingenieros y tecnocratas a competir con los polfticos 0 a convertirse en sus aliados. A vista de pajaro, conviene distinguir cinco dimensiones a 10 largo de las cuales se esta manifestando el cambio:
1. Sector economico: el cambio de una economia productora de mercanC£asa otra productora de servicios. Colin Clark, hacia 1940, habfa dividido la economfa en los sectores primario (agricultura), secundario (manufactura, industria) y terciario (servicios). En el mundo no occidental, la importancia del sector primario es aun abrumadora (70% de la fuerza de trabajo); en los Estados Unidos la proporcion es la inversa. Pero nose trata de cualquier servicio, sino de servicios relacionados con Rmbitos especfficos: educacion, investigacion y gobiemo. Estos servicios involucran un nuevo tipo de tecnologfa y una nueva intelectualidad.
2. Dis.tribucion ocupacionaL: Lapreeminencia de La clases projesionaLes y tecnicas,/ A todas luces, estan desapareciendo los blue-collars (los trabajadores de mam~luco) en beneficio de los white-collars (Ios tI:abajadores de saco y corbata). Mientras la tasa de crecimiento de la clase profesional y tecnica en general ha sido el doble de la tasa de crecimiento de la fuerza de trabajo, la de los cientfficos e ingenieros ha sido el triple de la tasa de la poblacion trabajadora en su conjunto. --
3. Principio axial: la centralidad del aesarrollo teorico como fuente de innovacion y jormulaciOn pol£tica de la sociedad. Las relaciones entre la ciencia y la tecnologfa estan cambiando. Casi todas las grandes indus trias que hoy existen (siderurgia, energfa electric a, telefono, automovil, aviacion) ya habfan surgido a fines del siglo XIX, pol' obra de inveptores, chapuceros inspirados y hombres practicos que no posefan mayor conocimiento teorico. Pero la evolu-
c~on ulterior d~Ia electricidad en electronica y otros desarrollos semejantes solo fueron poslhles cuando la,evolucion tecnoI6mca se fund' I' . ., I I ,.,,: 00 en a mveshgaCIO~y e. ane~mIento t~onco.!La ideologfa de las corporaciones hacia Ill.inveshgaclOn ha Ido camblandocon el tiempo: el paradigma de I ., d h b .d US S . a corporaClOn pue e a er Sl 0 teel en el primer tercio del siglo, la' General Motors en el segImdo y Ill.IBM en el tercero.
y
~~~rientacionfutura: el control de la tecnolog£a y de Las contribuciones t~cnologzcas. Hasta h~~e p~o las nuevas tecnologfas simplemente se introdu~Ian, prestando atenclOn solo a los efectos primarios: el motor de combustion mte~~, .el aerosol, los detergentes. Es posihle que en el futuro se preste mas atenclOn al control de la tecnologfa, 0 que se desarrollen nuevas tecnolo 'as para reparar el efecto pemicioso de las precedentes. gI
5. Toma de decision: la creacion de una nueva "tecnolog£a intelectu al"
Las estructuras de todos los ordenes de Ill.nueva sociedad pertenecen I 'mb .' t d I" I "d d . " a a 1o e ~ c.o~p eJI a orgamzada, que funciona de una manera hasicamente con~ramtuztlVa: En el siglo XIX todo se movfa aun conforme a dos variables: capIt~1 ~ trahaJo, oferta y demanda. Desde 1940 ha florecido todo un campo espeClahzado que se ocupa de la complejidad: teorfa de Ill.informacion ciber netic a, teorfa de la decision. Para resolver los nuevos tipos de calcul 'h faIt ,. 'd os acen d a maqumas mas po erosas, en relacion directa con Ill.complejidad y cantid ad de proble~as a tr~tar. ~a inteligencia no puede apropiarse directamente e todas las vanables slmultanemente en juego.
. Las comp~ejas teorfas en t?mo de la toma de decisiones tecnicas en un sIstema complejo se pueden eshmar como Ill.contrapartida de las ideol ' . a 'II f d I 'I ul . oglas. que as. son. ~to e ca coy henen una funcion instrumental; estas son fruto de la mtmclOn y ~seen una funcion expresiva. De allf que se haya proclamado El fin de Las zdeolog£as en un libro del propio Daniel Bell (1960). EI problema fundamental de Ill. sociedad postindustrial tal vez sea -s ' Bell- el de conciliar Ill.direccion anti-institucional de Ill.cultura c legun t t 'al d' . 'da ' on . a esruc ura SOCI ,lflgI yor ~flentaciones tecnocraticas y economicistas. Esto ha sldo, en smteslS, Iii caracterizacion que hace Bell de un t' d . d d nuevo 1po e socle a que se encuentra en trance avanzado de formacion' Bell . be d d' , eSCfles e una postu~a amblgIIa, que ha ·sido descrita como neomarxista por algunos y como neohberal por otros. Llamativamente, aunque Bell promueve un nuevo concepto sobre Ill.articulacion de Ill.realidad social y aunque en obra h ay co~ponentes met 00 0I'OgIcos ' ' su que no siempre se encuentran en el discurso de los mtelectuales, su influencia directa y explfcita en la antropologfa ~a d~ ~er escasa: O~r~s autores sacaran de este panorama las conclusiones fllosoflCas y soclOlog~ca~ que han sentado las bases del posmodernismo; y e~ de. ~llos, tortuosa, mduectamente, de quienes la antropologfa tomara inspuaClOn.
La caracterizacion que Bell hace de Ill.sociedad postindustrial pronto repercute en otros ordenes, junto con otras formulaciones semejantes. Ideas parecidas muy pronto estan en el aire y Ill.intelectualidad se concentra alrededor de un puiiado de'motivos conductores. Gianni Vattimo, un filosofq italiano que esta entre los primeros que se han definido como posmodemos, realiza a fines de la decada de 1970 una apologfa del nihilismo y una celebracion de la muerte del pensamiento hmnanista, acordes con Ill. idea de que estamos en una nueva clase de sociedad, experimentando una condicion diferente. EI pro.,. ceso referido es el mismo, pero mientras Bell subraya las transformaciones de Ill. infraestructura, Vattimo se concentra en las rupturas que ocurren en el saber. Los referentes de Vattimo son, en Ultima instancia, Heidegger y Nietzsche. Uno y otro -dice Vattimopusieron radicalmente en tela de juicio la herencia del pensamiento europeo, aunque se negaron a proponer una "superacion" crftica, pues ella habrfa significado seguir prisioneros de Ill.logica del desarrollo, propia de ese pensamiento. La modernidad se puede caracterizar, en efecto, como una forma de pensamiento dominada por Ill.idea de una historia del pensamiento, entendida como progresiva "ilmninacion" que se desarrolla mediante una apropiacion cada vez mas plena de los "fundamentos". La modernidad se caracteriza a veces como Ill."epoca de la historia", en contraste con la mentalidad anti gull.0 primitiva, dominada por una idea naturalista y cfclica del curso de las cosas. Pero si Ill.posmodernidad implica una superacion de esta idea, lno se esta incurriendo en la misma falacia? Decir que estamos en un momento ulterior respecto de Ill.modernidad y asignar a este hecho un significado decisivo presupone aceptar 10 que mas especfficamente caracteriza el punto de vista de Ill. modernidad: Ill.idea de historia con todos sus corolarios, el concepto de progreso y el de superacion. Para Vattimo, esta sena una objecion vacfa e inconsistente, caractenstica de 108juicios puramente fornIales. En la posmodernidad las categorfas de 10 nuevo y de Ill.superacion ya no tienen vigencia. Lo posmo- , demo no 8010 se caracteriza como novedad con respecto a 10 modemo, sino' tamhien como disolucion de Ill. categorfa de 10 nuevo, como experiencia del "fin de lit historia", Ill.cual no se representa, por lo'tanto, como una etapa superior de Ill.historia misma. La historia ha terminado porque Ill. idea de una historia como proceso unitario ya no es convincente; en Ill.existencia concreta se instauran condiciones efectivas (Ill.amenaza nuclear pnmero que nada, yen segundo lugar los sistemas de informacion), que Ie confieren una especie de inmovilidad historica. Fuera de elaboraciones periodfsticas como las de Fukuyama, que han hecho estallar el escandalo, hallaremos ecos de Vattimo en el antrop6logo Crapanzano, cuando este considere fracasada una etnograffa interpretativa solo por el hecho de ya no ser convincente, y sobre todo en Stephen Tyler, quien considerara en proceso de extincion justa 108ohjetos y fenomenos mas proliferantes.
Decfamos que antes de Vattimo, los pensadores que echaron las bases de la no-historicidad han sido Nietzche y Heidegger, a quienesaquel recupera por espasmos, por jirones de textualidad. El desarrollo de sus ideas --dice-permitini superar las sospechas de que 10posmodemo es meramente una moda entre otras. La posmodemidad es un discurso legftimo, porque 10que mejor describe la experiencia que tenemos de la actual sociedad occidental parece ser la categorfa de posthistoria. Esta fue introducida en la terminologfa cultural por el antrop6logo filosofico Arnold Gehlen, quien figura tambien entre los precursores de Berger y Luckmann. Para Gehlen, el concepto de poshistoria implica la condicion en la cual el "progreso se convierte en rutina": la "novedad" ya no, tiene nada de revolucionario ni de renovador, es simplemente aquello que permite que Ias cosas marchen siempre de la misma manera. El desarrollo de la tecnica ha secularizado, vulgarizado, vaciado, la idea de progreso. El ideal de progreso es algo vacfo, pues consiste en las condiciones en que sera posible un nuevo progreso, y asf hasta el infinito. Frente a este estado de cosas, 10 6nico que cabe es el nihilismo, y Vattimo realiza una prolija y exaltada reivindicacion de esta filosoffa desmovilizadora por definicion. La historia (afirman los nihilistas) carece de sentido; 10que ellos piensan sobre la posibilidad y la necesidad de transformarla es desde ahora imaginable. La incidencia indirecta de Vattimo en la antropologfa (ecos de.ideas en expansion, reflejados tal vez a partir de otros intelectuales en el campo de una intertextualidad enredada) arroja menos interes que la lectura que ha hecho el filosofo de la antropologfacomo ciencia, lectura restringida a un libro de Remo Guidieri y .a un artfculo ignoto de America ind£gena. Vattimo descree de la eventual fusion de antropologfa y hermeneutica, y aparentemente desconoce que ese maridaje ya se materializo: a la antropologfa como descripci6n cientlfica de las constantes de la cultura, profundamente condicionada por la idea metaffsica de ciencia, no se Ie puede oponer -aseverael ideal de una antropologfa como lugar del encuentro autentico con el otro. Cualquiera haya si-. do el exito de sus otros vaticinios (los posmodemos son dados a augurar), el caracter unanimemente interpretativo de la antropologfa posmodema no hace mas que desmentir las prohibiciones del fil6sofo.
A esta altura debe caer de suyo que no pretendemos construir la historia del posmodernismo. Pero toda sfntesis serfa incompleta si no seiialara algunos de sus precedentes mas notorios. En los primeros tiempos, cuando s610unos pocos hablaban de posmodemismo, la vanguardia intelectual estaba rerresentada por un puiiado de pensadores franceses, mas 0 menos estrechamente relacion~dos con Tel Quel, que escribfan en 10que podrfamos caracterizar como un dialecto del frances de Pans con rotundas inflexiones lacanianas. La \ unidad de ese movimiento, sumamente laxo como tal, era en efecto mas bien estilfstica, 0 por 10menos mas estilfstica que ideologica 0 metodol6gica.
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Despues Frank Lentricchia llam6 a ese movimiento postestructuralismo, y unanimemente se reconocio en el a una especie de vanguardia del pensamiento posmodemo. Con.los postestructuralistas surge una nueva clase de in. telectual institucionalizada. La que comenz6 siendo, tal vez, una especie de , extensi6n de la crftica literaria hacia los dominios de la filosoffa, acab6 convirtiendose en una practica que habrfa de decretar (entre otras cosas) la crisis de la raz6n y de la ciencia. El inventario de los postestructuralistas varia segUn la 6ptica de los distintos autores, pero todo el mundo reconoce a Foucault como uno de los orientadores principales. Lo que pueda haber escrito concretamente Foucault no viene al caso en este preciso momento; baste decir que difundi6 un fuerte escepticismo hacia ciertas categorfas analfticas de las ciencias sociales y de la ciencia en general, resaltando la relatividad y el caracter construido de nociones aparentemente tan basicas como "enfermedad mental", "hombre", "poder" y "conocimiento". ~u relativismo, mas temporal que culturol6gico, habra de realimentar y otorgar nuevo rigor a viejas corrientes de la antropologfa. Una de las ideas centrales de Foucault es la de la arbitrariedad de las epistemes (un termino que compendia, por asf decirlo, las connotaciones de "concepci6n del mundo" y de "paradigma"). Cada una de ellas define no solo los objetos mas importantes para cada epoca, sino que los construye: el "hombre", por ejemplo, como problema filos6fico y como entidad sobre la que se pudiera hablar, no existla hace algunos siglos, y probablementevuelva a no existir \ dentro de poco. Cada episteme define 10que es pensable y 10que no, y cada episteme disfruta de coherencia intema y de una especie de autonomfa. De esta forma, el pensamiento evolucionista de Darwin tiene que ver mas con otras ideas y premisas de su epoca que con la "biologfa"de los siglosprecedentes. Foucault, fue, quiZ8s, el primer autor frances lefdo casi masivamente por Ios antrop610gosnorteamericanos, con la posible excepci6n de .Levi-Strauss. Sea como fuere, con el se inicia algo que no se habfa dado con mucha frecuencia: que los pensadores franceses, caracterfsticos por sus profundos conocimientos de filosoffa y por su erudici6n comparativamente enciclopedica, comenzaran a ejercer influencia directa sobre la comunidad antropo16gicade Ios Estados Unidos. Por primera vez, quiza, los antrop610gosnorteamericanos exploraron literaturas de ensayo extranjeras ajenas a la disciplina. Cabe reeonocer unas pocas excepciones a la escasa apertura de esos profesionales, y sobre todo una: Clifford Geertz, representado en esta compilaci6n por "Blurred Genres"; por 10 demas, antes del advenimiento del posmodemismo, ni siquiera los cientfficos sociales inclinados hacia la fenomenologfa acostumbraban leer ensayos que no pertenecieran al mismo cfrculo de ideas filos6ficas que el que ellos frecuentaban. Aunque Ia dominancia de su civilizaci6n tome artificioso hablar de provincianismo, se percibe que los antrop61ogos norteamericanos modemos no eran, antes de asimilar a Foucault, genuinos cosmopolitas. Tomemo,?nota de algunos signos tenues del influjo foucaultiano. En el artfculo de Richard Shweder "La rebeli6n r01pantica de la antropologza contra el iluminisT1W", que luego reproducimos, se encu.entra una referencia Ii la fa-
I
mosa clasificaci6n de John Wilkhis"
zoolOgica invent dB' " de Ot . . ~ .a por) orges (vease EI idioma analftico , ras tnquvnczones . esa clasifi ., caslo extrem~ de arbitrariedad, categoria ti;ica de la cIl~aclO~ sedexIpone co~o na . Ahora blen la cita de Bo ' enSlOn e 0 no-raclO_ . . ' rges no esta tomada de sus b I't . , slgmficativamente de Las palab !as d 0 ras I eranas, SInO por este mismo texto de B ras y cos~ e Foucault, lID ensayo inspirado smo despliegue de arbitrariedad. Con los alios la infl~:~~~: r~este cana reciente se hizo enorme L e o~ca t sobre la antropologla norteameri_
:t t:
el prolijo detalle de la carac;eri::~:~: asi~lado de. su obra no e~ tanto marse la arqueologla del sabe (. epistemes m 10 que podna lIatoria siempre se escribe retro:p:t::~~~~t~rd:uperar el ~echo de que la hissituando alas teorias a los libros I " 'fi sde un clerto punto de vista, contrario, 10 que. se ha tornado y a ~tSc~enh lcosdcomo protagonistas); por el , mayon anamente e Fou ult ' van ante un poco ' f d d I ca no es sino una d . d I mas re Ina a e relativismo que situa Ia "verd d" I pen enCla e a multiplicidad de epistemes d' I a en (ebre de verdades, todas ellas vaIidas. ..y a lsue ve en una muchedum-
i
Otro pensador frances que ' a teamericana, incluso con mayor ;~~e~~ d xenetrai en la intelectualidad norques Derrida, otrora cultor del m un ~ a que.e pr~~io Foucault, fue JacaOlsmo. 0 bre su IrrupclOn evoca Lentricchia:
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En algun momento de principios de Ia decada de 1970 por dogmiilicode nueslro sueno fenomeno16 ico d nos desperlamos del sonueva presencia se habfa asentado en nueS!i';' p
errores que puedan achacarse a los razonamientos de un determinado· autor. En una desconstrucci6n se atacan y se des-sedimentan ya no las afirrnaciones parciales, las hip6tesis espedficas 0 los errores de inferencia, sino las premisas, los supuestos ocultos, las epistemes desde las cuales se habla, Ocasionalmente, algunos autores demasiado exquisitos niegan que la desconstrucci6n sea meramente un metodo negativo 0 siquiera un metodo, desautorizando Ia interpretaci6n habitual de la desconstrucci6n como destrucci6n gratuita y esceptica; aquI no necesitamos complicarnos en discusiones tan finas, porque al fin y al cabo 10 que cuenta son mas las lecturas y los usos antropol6gicos del concepto que Ias intenciones del mismo Derrida. La mayor parte de los trabajos antropol6gicos desarrollados con el auspicio del posmodernismo (por 10 menos en Ios Estados Unidos) son trabajos de desconstrucci6n, como veremos· mas adelante: 10 que se desconstruye es, en general, el marco global, la ciencia social convencional, la antropologfa anterior al advenimiento del posmOdernismo. Toda una corriente de la antropoiogla contemporanea funda su aporte en una prolija desconstrucci6n de la obra de otros antrop610gos, a veces bajo el disfraz de un interes por los aspectos literarios de la escritura etnografica. Podemos decir que el creador del concepto proporcion6 el modelo de la desconstrucci6n antropol6gica al refutar ciertas afirmaciones de Levi-Strauss a prop6sito de Ia irrupci6n de Ia escritura entre los nambikwara. El texto que cuestiona Derrida es un capItulo de Tristes tropicos, y el libro en que 10 hace es De La gramatoLog£a, de 1967. En este se realiza una afirmaci6n muy curiosa, bastante trpica de la clase de razonamientos en que abundan los practicantes del juego desconstructor. EI juego consiste en afirmar, como si fuera un imperativo del metodo, algo que parece contrario a la raz6n, al senti do comun y a Ia evidencia, 10 que justifica que a veces (siguiendo a Geoffrey Hartman) se aplique a estas ideas el mote de "derridadalsmo": en este caso, 10 que declara Derrida es que la escritura es anterior al lengIIaje en todo sentido, tanto hist6rica como 16gicamente. AIgIIDos exegetas aseguran que esta es una lectura superficial de 10 que Derrida quiso decir en realidad; sea como fuere, es por 10 menos sospechoso que quienes 10 interpretamos de este modo seamos tantos y que en tantas paginas no se pueda clarificar 10 que en realidad se quiere decir al usar un terrnino que soporta el peso de un obvio significado preexistente. EI truco de Denida consiste en que el sentido que otorga a la "escritura" no es el sentido vulgar; parecerla ser que habla de ella en un sentido muy amplio, un sentido que comprende las marcaciones, el tatuaje sobre el cuerpo, la inscripei6n, el trazado de un surco sobre Ia tierra, los espaciarnientos, la insaturabilidad de los contextos. Algo nmy exquisito, como se ve, un concepto nuevo, que iniciara la moda de que Ia claridad conceptual pase de moda y que hara caer en saco roto las enselianzas de Peirce sobre la posibilidad infinita de invenci6n conceptual. Desde afuera los exegetas se justificaran diciendo, por ejemplo, qu~ las categorias de Derrida son catacreticas, y que si se expresa de semejante manera es porque los conceptos comunes no son suficientes, porque fallan palabras en ellenguaje como para que Derrida exprese las delicadas ar-
tieulaeiones de 10 que piensa. En todo easo, es imposible determinar que quiere signifiear Derricla con "escritura" y pol' que Ie resulta fundamental comprobar su prioridacl frente a una filosoffa clominante que concede clemasiada importaneia allenguaje y que considera a la escritura derivativa, secundaria y epifenomenica. Perry Anderson ha afirmado que estos movimientos estan afectados pOI' algo asf como una "desmesura dellenguaje". Pero la caracterizaci6n no es demasiado adecuada para referir las ideas de Derrida y sus peculiares planteos discursivos. AI contrario: Derrida, sin demostrarlo cabalmente, considera que el pensamiento occidental esta dominado pol' una postura logocentrica que, en los estudios dellenguaje, se inicia probablemente con Saussure. Su reivindicaci6n de la escritura tiene para nosotros un interes especial, no s610 porque a traves de ese eoncepto Derrida discuti6 tal 0 cual idea de Levi-Strauss, sino porque la postura de Derrida anticipa gestos de uno de los extremistas de la anttopologfa posmodema, quien tambien se plantea objetivos piramidales yextravagantes; si Derrida pretendla defenestrar allenguaje, Stephen Tyler protest6 contra la excesiva prevalencia que "occidente" otorgaba a la visi6n pol' encima de los otros sentidos. Curiosa reivindicaci6n, Hpica de las preocupaciones de pens adores insertos en una intelectualidad decadente, obesa, huerfana de temas y prop6sitos mas apremiantes. Se ha dpinado, con fundamento, que la discusi6n de Derrida sobre la interpretaci6n de Levi-Strauss de cielta escena de escritura entre los nambikwara no constituye un modelo argumentativo clemasiado afortunado. Derrida Ie endilga a Levi-Strauss su fonologismo, su denigraci6n 0 rebajamiento de la escritura, su apoteosis del lenguaje hablado. Luego Ie espeta dos objeciones: el anecdotario de la famosa "escena de escritura" en el capHulo 28 de Tristes tropicos, y su teorfa segiin la cual el advenimiento de la escritura y el ejercicio del poder estarfan ligados pOI' algiin nexo estructural, hist6rico, 16gico 0 funcional. Siempre que surgi6 la escritura -recapitula Levi-Strauss10 hizo en estados fuertemente jenirquicos, en teocracias urbanas, en donde era imperioso llevar un cuidadoso registro; ante sus propios ojos; un cacique nambikwara, apenas intuida la utili dad burocratica de la escritura, fingi6 ante la mirada de los suyos comunicarse con los blancos trazando rayas en un papel. La consonancia estructural entre ambos sucesos Ie parece ostensible. EI anecdotario levistraussiano, pol' cierto, es cuestionable: a Levi-Strauss Ie llama la atenci6n que, al no tener un vocablo previsto para referirse a la escritura, los nambikwara expresen "escribir" mediante una pariifrasis que significa "trazar llneas". Derrida sostiene que no hay nada llamativo en hacerlo, ya que "escribir" significa exactamente eso en numerosas lenguas civilizadas, frances incluido. La segunda discusi6n esta muy maillevada, y podemos afirmar taxativamente que para conducirla a su fin Derrida tiene incluso que mentir: Hoy la etnologfa -dicenos ofrece informaciones masivas sobre escrituras que han precedido al alfabeto, ot1'os sistemas de ese1'itu1'afonetica 0 sistemas muy
pr6ximos a fonetizarse. EI caraeter masivo de esa informaci6n nos dispensa de insistiI' (pag. 168).
Todo esto es inexacto: las culturas reportadas poria etnologfa como dotadas de algiin rudimento de escritura son sumamente escasas, y todos los casos conocidos son posteriores a la difusi6n de las practicas gramatograficas occidentales. Un par de excepciones (Ia isla de Pascua, los indios cuna) no alcanzan a revertir la tendencia; ninguno de estos casos, ademas, deja de ser dudoso, a menos que concedamos a la escritura una definici6n tan indefinida, catacretica y oblicua como la que Ie otorga Derrida. La mas importante que Derrida Ie legam a la antropologfa posmodema, sin embargo, no son estas discusiones f4tiles sino el propio concepto de .desconstrucci6n, su oposici6n militante a los grandes sistemas de pensamwnto consagrados en Occidente, a la metaffsica, a la ciencia, y sobre todo a la razon. La desconstrucci6n fue, en su origen, un metodo para recursar y destruir argumentativamente pero sin razonar, es decir, sin incurrir en los dictllmenes de la argumentaci6n racional. Pero lc6mo es eso posible? La justificaci6n de Derrida es bastante inveroslmil, y es obvio que su valor (de tener alguno) es puramente formal: el desconstructor, segiin Derrida, no razona, sino finge que finge bacerlo. La artimaiia es doble necesariamente, porque debe ser efectiva. Si finjo matar no mato de verdad; pero si finjo fingir, entonces sf. La estrategia de la desconstrucci6n --dice Derridaes algo que perrnite hablar cuando todo el discurso se ha consumado, cuando no hay nada que decir. Permite razonar sin reconocer la primada de la raz6n, y ballar argumentaciones "razonables" para abolirla. EI Ultimo de los postestructuralistas que mencionaremos es Jean BaudrilIard. Este escrito comenz6 a hacerse conocer a fines de la decada de 1960, al elaborar 10 que el bautiz6 con el nombre un tanto pomposo de "economfa polltica del signo": el analisis crHico de ciertas orientaciones y rasgos semanticos y simb6licos propios de la cultura burguesa, como ser el usa de Ios objetos 0 el consumo. Mientras Derrida discuti6 fundamentalmente con Levi-Strauss, Baudrillard Ia emprendi6 mas bien contra la antropologla marxista francesa, y sobre todo contra Maurice Gadelier, uno de los representantes maximos del marxismo estructural en antropologfa. No seguiremos aquf cada uno de los caminos explorados pOI' Baudrillard, desde su Sistema de los objetos 0 su Critica de la econom£a poUtica del signo a sus Estrategias fatales 0 sus artfculos mas recientes, deslumbrados poria teenologla norteamericana. Lo iinico que nos afecta es su influencia en la antropologla posmodema, 0 en la antropologla interpretativa inmediatamente anterior. Notemos, de paso, que la influencia de Baudrillard en la antropologla simb6lica ha sido mas notoria que la que ejerci6 sobre la antropologla posmodema' , para esta Ultima el no constituye, de hecho, un referente de Ia misma estatura que un Foucault 0 un Derrida. • La discusi6n de Bauclrillard con Gadelier, su refutaci6n aparente de los
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analisis marxistas de Ias sociedades primitivas, fueron el modelo en el que se inspir6 el simholista norteamericano Marshall Sahlins para escrihir Cultura y raz6n practica, de 1976, que no haee mucho se tradujo al espano!. Este es -recor~mosuno de Ios textos esenciales de Ia antropologi'a simh6Iica, y es tamh1(~nel que marca el punto mas extremo del reduccionismo cultural: el intento de explicar todo en funci6n de Ia cultura, Ia cual se identifica con el sistema simh6lico de imposici6n de significados. Resumamos Ia postura de Baudrillard frente a Ia antropologfa econ6mica en general, ya Ia antropologfa marxista en particular. Tanto para Baudrillal'd como para Marshall Sahlins, el discurso marxista participa de los rasgos fundamentales del pensamiento hurgues. Para Baudrillard, concretamente, el analisis econ6mico marxista comparte el mismo marco ideol6gico de la economfa polltica occidental y s610sirve, en consecuencia, para afrontar el'analisis de determinado tipo de sociedad en determinado momento de Ia historia, En este sentido, el marxismo en tanto filosofla hist6ricamente determinada estarfa afectado p?r Ias mismas limitaciones que -POI' ejemplo- el psicoan'alisis, el cual ostenslhlemente ha fracasado como analItica del pensamiento salvaje: No hay modo de producci6n, ni pl'oducci6n, en las sociedades, primitivas. No hay dialectica en las sociedades primitivas, no hay inconsciente en las sociedades primitivas. Estas categorfas s610 analizan a nuestras sociedades, regidas pOl' In economfa paUtica (El espejo de la producci6n, 1983 [1973J: 47-48).
Baudrillard ofrece pasar a un nivel de analisis diferente que el de Ia econOmIapolltica, sujeta a un materialismo estrecho. Ese terreno es el de Ia critica metafisica del significante y del c6digo, una critica de Ia economfa polltica del signo. Para 61,el marxismo es incapaz de proporcionar un analisis profundo de Ias sociedades primitivas, asf como es incapaz de trazar una perspectiva revolucionaria que este verdaderamente mas alIa de Ia economfa polftica. EI marxismo, segun esta 6ptica, "se encierra dialecticamente en 105atolladeros del capital, asf como en el desconocimiento de 10simh6Iico". La discusi6n de Baudrillard no aporta nada que Ios antrop6Iogos no supieran, con excepci6n de una ironfa pedante que muchas veces hace ruido a hueco, en un despliegue de un estilo de tomadura de pelo que Ie resta huena parte de su utilidad argumentativa. AI efecto de Ia discusi6n de Ios alcances y llmites de Ia categorizaci6n marxista ante el estudio de Ias sociedades primitivas, Ia disputa entre sustantivistas y formalistas en antropologfa econ6mica Iuce infinitamente mas interesante que estas diatrihas sin respiro. Lo que Baudrillard afirma se ha dicho antes, y con mucha mayor profundidad, seriedad, riesgo polemico y fundamentos, en Ios ensayos de Ia facci6n sustantivista. EI metodo de Baudrillard consiste en tomar fragmentos de afirmaciones de Godelier y afirmar taxativamente que "no sirven", "son inutiles", "inefica. der ta I 0 cua I aspecto de Ia sociedad primitices "".0 mservl'hI"es para compren va. Quien husque demostraciones se vera defraudado, Los razonamientos de
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Baudrillard son (igual que Ios de Sahlins) insanahlemente metonfmico.sy giran en torno de un supuesto que es en sf un verdadero e?s~Imo de magIa .contagiosa: Ios conceptos marxistas fallan por haherse, ongI~~do en el nnsmo contexto que el de los demas conceptos de Ia economla pohtIca, ~ saher, la so. ciedad burguesa. Sohre los conceptos que utiliza el.propio Baudril~ard~ so~re 105que deherfan ser usados nada se dice, y del nnsmo modo se slienClan as detenninaciones que pudieran sufrir Ias teorias que ofrecen Ios elementos de jllicio empfricol>contra el modelo marxista, 0 Ias razones por Ias cuales su proio discurso se encnentra Iihre de toda coacci6n cont~x!ual. p EI estilo de Baudrillard disemina metaforas chll'nantes ~n Ia condena de toda busqueda objetiva, en un exhihicionismo e~ el q~~ eIllrmte entre Ia~~onvicciones intimas y Is ironIa es J?Or10menos dlf~so: La verd~d --escn e,n Las estrategia.~fatalesno hace mas que comphcsr Ias cosas . La fra~eologla de Baudrillard es autoritaria: Ios contenidos de 105conceptos teol'l311coshdel .<' "t' lvas, y no porque se 10 I aya marxismo no sirven para cuhnr• Ias prnctIcas pnml ' demostl'lldoen funci6n del analisis de determinados datos 0 porque e~ a,gun otro ensayo se haya demostrado Ia correcci6n de Ios argumentos metomnnco~, sino pOlque Bauchmard asf 10proclama desde Ias .altur~~de. u~a ~Jedantena que declina analizar t6cnicamente el estado de Ia dlS?USlOndl~cIP!mar, como si 61volara por encima de la ciencia. En esta ~poteo~l,sde Ia ~~tnba, el marxismo esta automaticamente invalidado pol' estIpuiaclOndogmatIca,d~una ~ciologfa de conocimiento abismalmente ingenua a pesar de sus. mf ,as.. n punto importante: la crItica de Baudrillard es estrictame~te .ne~atIva; ~l e?(}~te otra altemativa de analisis frente alas culturas agrafas m slqrnera la ~nsmua, apade de parar a Marx sobre Ia caheza y mencionar profusamente Ios slmbolos.
EI posmodemismo no es un movimiento unit~rio.qu~ rec.on?zcaa unos pocos codificadores. Se trata de una corriente muitItudinana, sl.nnlar a Ia del estructuralismo y Ia semiologfa a fines de Ios anos 1960, que disfruta (pes~ a, Ia ilusi6n de Vattimo) de todas Ias caracteristicas que siempre f~eron propl~s de Ias modas intelectuales: Ia reiteraci6n de consignas, una cO~I?da sUJ?erfIcialidad analftica, la concentraci6n en tomo de unas poc~s !ematIcas relteradas hasta el hartazgo, la aeumulaci6n de supuestos y conVl,cc~ones escasamente discutidas, Ia transmisi6n y difusi6n pol' med!0s acade~l,cos (y antes que . . 1 des "humanfsticas") , la sublta conversIOn a .sus dogmas nnd a I·as umverslCa '1" pol' paIte de casi toda Ia intelectuaUdad influyente, Ia concordancla ~sh ISh~a de sus textos, las referencias cruzadas, Ia esquematizaci6n de Ia reahdad y a l'edefinici6n de 105valores prioritarios. . . Moda 0 no, 5i hay alguien en quien confluyan caSI todas Ias r~ferenclas, ese es sin duda Jean-Frangois Lyotard. Este es el autor que ha defim?~?e manera mas c~teg6rica y expresiva 10que se ha .d??o en Hamar Ia condiClonposmodema. Sus textos esenciales son La condwwn posmodema (de 1986) y La 23
posTTWdemidad (explicada a LosniiWs) (1987); en los iiltimos meses se ha publicado La diferencia (mejor dicho El difererukJ), un texto mas barroco y decadente que los ya nombrados, aunque en realidad es anterior (1983). Olvidado ya, podemos evocar un texto que sefiala el misrp.operiplo que esta compilaci6n dibuja, y que se refiere, reivindicandola, a Lafenomenolog£a (1959). La caracterizaci6n de Lyotard de la condici6n posmodema es con mucho la mas difundida, y la que esUilatente (por ejemplo) en las primeras elaboraciones antropol6gicas del asunto, durante el Seminario de Santa Fe, de 1984, al que despues trataremos con mas detalle. La condici6n posmoderna es la condici6n del saber en las sociedades mas desorrolladas. En la cultura de estas sociedades han ocurrido enormes transforrnaciones, y la que analiza Lyolard es en concreto la crisis de los relatos, el descredito que ha caldo sobre ellos. Lyotard no asume (como 10hara Tyler en los Estados Unidos) una actitud hostil hacia la ciencia, por 10menos no a priori. Lo que Ie preocupa de la ciencia no es que husque "algunas regularidades ntiles", sino que pretenda legitimarse a traves de un relato, de unaargumentaci6n relativa a sus fundamentos. Richard Rorty ha dado cuerpo, en epistemologfa filos6fica, a Ia misma desconfianza. Cuando el discurso mediante el que se legitima l,Ulapractica es un "gran relato'~ totalizador, como la dialectica del espIritu, la hermeneutica del sentido 0 la emancipaci6n del hombre racional 0 del trabajador, se llama "modema" a Ia ciencia que recurre a esos argumentos para Iegitimarse. Simplificando aI maximo, se llamaentonces posmodema a la incredulidad respecto de tales metarrelatos. Concomitante a la crisis de los metarrelatos (que enseguida veremos en que se origina y en que, a su vez, se fundamenta) es la crisis de la filosoffa metaffsica y de la instituci6n universalista que dependIa de ella. Los componentes de la "funci6n narrativa" de 10srelatos legitimantes se han dispersado. EI proyecto modemo e iluminista de la emancipaci6n progresiva de 1.araz6n y la libertad esta liquidado, destruido. Esto se puede expresar simh6licamente diciendo "Auschwitz": la barbarie nazi de los campos de exterminio es, para Lyotard, la prueba de la derrota del proyecto de la raz6n. Ninguna explicaci6n, ning6n pensamiento, son capaces de situar a Auschwitz en la Hnea que conduce a la "emancipaci6n" de la humanidad y al progreso acumulativo de la racionalidad. En 10poHtico,la posmodernidad es tambien el fin del "pueblo" como rey y heroe de las historias. Si no se puede creer ya en los relatos --dice Lyotard- menos se puede creer aun en sus protagonistas. EI pueblo (y ya no solamente el proletariado) ha desaparecido del imaginario posmodemo como protagonista de In historia, la cual tambien se ha esfumado como proceso mas 0 menos lineal, tendente hacia alg6n fin; no se sabeau.n quicn sera el protagonista que 10suceda y el contexto temporal en que se situaran los acontecimientos, si es que se siente alguns vez la necesidad de postular alguno. La incidencia de Lyotard en la antropologfa posmoderna es palpable, aunque escondida y flotante. Donde mas se percibe el influjo de su desconfianza hacia la legitimaci6n es en el cuestionamiento cliffordiano de la autori-
dad etnografica yen illl sentimiento de crisis disciplinar generalizado que torna hoy en dIa diffcil embanderarse atras de una formulaci6n teoretica cualquiera. Como nunca antes, el tiempo esta maduro para el escepticismo.
Es imposible realizar una visi6n de conjunto del movimiento posmoderno sin hacer alguna referencia a Mijail Bajtfn. BajtIn fue 10que podrfamos lIamar un crftico literario y un semi610goen el sentido que tiene en la Uni6n Sovietica esa especializaci6nprofesional. AI igualque Propp, habia conseguido elaborar una serie de marcos de an8lisis y de conceptos que brindaban una cierta cobertura semio16gica al pensamiento marxista, 0 quizas al reyes. La concepci6n de Bajtfn, sin embargo, no pareci6 del todo ortodoxa al estalinismo; se dice que sufri6 carcel, que fue perseguido, censurado y deportado a Siberia; de hecho en algu.n momento desapareci6 y nunca mas se supo de el basta que hace algunos alios sus obras se filtraron a Occidente y comenz6 a ser reivindicado en su pals. Corre el rumor de que algunas obras atribuidas a sus discfpulos (y mas en concreto a Volosinov) son en realidad de BajtIn, aunque este punto ha sido rebatido por soviet610gosbien informados. Antes que nada, Bajtfn enfatiz6 el caracter no subjetivo e interactivodel lenguaje y propuso pensar en el en terminos de situaciones discursivas especfficas; para el no existfan palabras y frases neutras, monol6gicas, privadas: todo esta cargado de intenciones y acentos. De alII se desprende todo un conjunto de conceptos destinado a caracterizar aspectos del contexto y de la interacci6n lingiiistica. Un cronotopo, por ejemplo, denota una configuraci6n de indicadores espaciales y temporales en un escenario deficci6n en donde (y cuando) tienen lugar ciertos acontecimientos. No se puede situar hist6ricamente un acontecer sin recurrir implfcita 0 explfcitamente a cronotopos, que vendrfan a ser equivalentes espaciotemporales de 10que en antropoiogla lIamamos mas bien contextos. Seg6n James Clifford, Levi-Strauss practic6 con virtuosismo la construcci6n de cronotopos en Tristes tr6picos, en donde los lugares especfficos (RIO,el Matto Grosso, los lugares sagrados de la India) aparecen como momentos de un orden huntano inteligible, rodeados pOrcorrientes de cambio. EI camaval (0 carnavalizaci6n, si 10abordamos como proceso) es otro de los elementos recurrentes en la escritura de Bajtfn. Naturalmente, el contem~ plaba al camaval como una manifestaci6n de valores y actitudes genuinamente populares que en el resto del tiempo perma!lecfan soterradas 0 reprimidas. Uno de los elementos que los antrop6logos posmodemos han recuperado de la noci6n bajtiniana de camaval es que en el desaparece la diferencia entre actores y espectadores, 0 como se dice en otros 6rdenes, entre sujeto y objeto. No hay posibilidad, dice Bajtfn, de permanecer afuera del camaval como observador no afectado por el. ; Bajtfn es sin duda el fundador de la dial6gica, que es algo bastante dife-
rente de la dialectica aunqu I I I' dB' ,. ' e guarca a guna re aCl6nsutil con ella La di· I' ' ca e a.Jtmse opone a la concepcion mono16 ica del I . ' a OgIalas expresiones del f'ontexto d' I' , g enguaJe, Ia cuaI separa ' ..• la OgIcoen que ocurren S ' I di I' . cual quIer expresion, por aut6noma 0 com Ieta . egIffi a II ogIca, un momento de un di 'I f P que parezca, no es otra cosa que caci6n verbal 0 intert::~~lunAunragmentotenel 'proc:so continuo de Ia comuni. . en un exlo IdenhficabI ' , Clerra un conjunto de postulados, es sible d e que e~ a~anencla ponden a otros textos y p d' po etectar que Ios contemdos resre eClr que a su vez sera res' did ' Un texto (0 un monologo)no es sino una 'da I d ' pon 0 por otros mas, En la antl'OPologfa norteamericanaeI c ~ c e una l?tert:xlualidad continua. nografla ha sido sobre todo D . T~lfi~ador de la dial6gIca aplicada a Ia etquien reco~oceel antecedente ~nn~s , Doc , represe~tado en nuestro antologfa, Otro conce to b '" e evm wyery sus DUllogos marroquf.es, tendencias centrrpetasaJyhh~~:g:ns ~l dde~eted'l'ogIlosia, ol~uestoa Ia. idea de las " elza Olas e a expreslon La h,t I' Ia d'l: llerenClaCloninterna y·la estr l'fi '6 d I . e erog OSlaes , , a I IcacI n e 0 que a 10 d" I rece mdiferenciaclo y planar Tod I ' " .s aca enucos es pamente: esta el lenguaJ'ede la's cl 0 engu~JelestaldilferencladosocioideoI6gica_ ases SOCIaes ce os gru 1:' I las generaciones sucesivas, Allado de las f ' , pos pro1C~lOna es, de trffugas de la heteroglosia traba'an inint uerz~~centnpetas, las fuerzas cenmas, segiin Alex Callinicos evit] , e~rumpI amente. Este concepto, ade~:~6:;:~:~:~leenunguaadi~~ ;om~ ;i~;;lli~::~~~~j:~~vt:a~~:f~:~~::~:X::~~~ , menslon SOCIa, tan da~: I~ analltica de Bajtf~, los contenidos connotativos de un signo no ess e una vez y para slempre Cada se t . I. acentos diferentemente orientad . . c or socIa lmpone a su lenguaje llega asi a dinamizarse y a cono;t~e se mtersectan con los signos. EI signo multiacentuaci6n social del signSI mrse en terreno de la Iucha de clases. La 'I' 0 se opone entonces a la idea I tod0 ogos e mteraccionistas simb6Iicos tendri dire os etnome?eI significado, donde este es resuelto en te a? ~ proceso e ~on~~ruccion 19uales.La multiplicidad ba'tiniana de I .~nos de una .negoclaclOnentre no de una inestabilidad inh~rente al len~;~[~:a~:sl~7:~e?: ddee sdit~ modo como campo de fuerzas de un choque d"e Intereses, cIon e l scurso En Ios Estados Unidos Ia 'nfl . dB" :: ~~::ec::~::ue
aI es~i~o,de:scri~::~no~af.~~~
;;:s~:~~~~:jt~~ee:~~
etnogrcafica por pa~:Id:~:::/C~:f~;~s~:::U::;d~;e:ad:u~~t ~oa~~odriddadd) Santa ruz, de la dia16gicade Tedl k d I " mvelSI a e madas por los etn' f, 'OCtal yea pohfoma y In heteroglosiaprocIa" " ogra os expenmen es, IIevada a su paro . I " Clon de StephenTyler De todos II ha I Xlsmopor II evoca, e os y mstros en os textosaqui reunidos. La especiflcidad del posmodernillmo anlropo16gico Ni todos los conceptos posmodemos h . dos sin reservas, ni la totalidad d I ~e emos entrevIsto fueron adoptae pensarmento posmodemo en antropoIogfa 26
se deriva redondamente de un presunto posmodernismo cerrado, enumerable y concluso. En ciertos ambitos de Ia antropologfa interpretativa es incuestionable, por ejemplo, la inf1uencia de la teoria critica de la Escuela de Francfort, de la filosofia nietzcheana y de la semi6tica de Peirce. En todo congreso antropoI6gicode Ios ultimos anos las referencias a Wittgenstein y a Habermas han sido recurrentes. Lo importante es que cuando al fin se produjo la irrupcion del posmodemismo, la antropologia norteamericana (que es, a todas luces, aquella en la cual se gesta el movimiento en 10 que a nuestra disciplina concieme) ya estaba preparada para cierto tipo muy especffico de texto, de lenguaje y de discusi6n, Es el momenta ahora de examinar el campo de las antropologias posmodemas, es decir, la version que la antropologia interpretativista norteamericana ha elaborado a prop6sito del posmodemismo 0 postestructuralismo europeo. La vision que hemos dado de 10 que poclrfamosllamar posmodernismo en general alcanza para darse una idea de su diversidad, En ese ambito generico ha habido lugar, ademas, para un posmodemismo situado a la derecha del espec'tro politico, para una especie de posmodemismo de izquierdas (cuyos representantes por excelencia serian Fredric Jameson y tal vez Hal Foster) y para el posmarxismo 0 postsocialismo de un Touraine, pol' dar un nombre, Existen ref1exionesreconocidamente posmodemas en literatura, en artes phlsticas, en arquitectura, en semiotica, en epistemologia. Naturalmente, el posmodernismo tenia que llegar a la antropologia alguna vez. Y llego, en efecto; llego como ref1ejo de una lectura norteamericana (muy norteamericana, por 10 deslumbrada y acritica) de ciertas instancias del posmodemismo frances, y en especial de dos pensadores que antes hemos caracterizado como postestructuralistas: Foucault y Derrida. De,ambos se aprovechan los rasgos mas llamativos y punzantes: todo se pasa por el tamiz de una lectura que reduce el aporte de Foucault a un convencional argumento relativista y que identifica Ia desconstrucci6n de Derrida con un metodo critico elemental, por ser tan previsible y mecanicamente esceptico, Con el correr del tiempo estos referentes quedaron relegados alas notas a pie de pagina, y el posmodernismo antropo16gico-ultima etapa de las antropologfas inierpretativas- adquiri6 cierta individualidad y homogeneidad esti- .' IIstica y tematica. Algunos autores recientes (Steven Sangren, Roger Keesing, Tim O'Meara, Paul Roth, Michael Carrithers) han insinuado que esa homogeneidad es excesiva; en efecto, los temas abarcados porlos posmodernos practicamente se reducen a uno solo, a saber, Ia practica antropol6gica vista desde eI angulo de la escritura de etnograffas, Es evidente que la mayor parte de las argumentaciones posmodernas a propOsitode las limitaciones de la "antropologia convencional" y de la epistemologia "positivista" estan comenzando a repetirse. Queda la impresion de que leido un texto de antropologia posmoderna, los restantes solo aportaran variaciones obsesivas a un nueleo tematico que no por reiterarse mucho se profundiza siempre. Examinaremos a modo de sintesis los aspectos principales de la antropologia posmodema para situar en su debido contexto el material compilado, es
decir, Ios artfculos de Stephen Tyler, James Clifford, Dennis Tedlock, Marilyn Strathern y Marcus y Cushman que hemos traducido especialmente para esta colecci6n. A nuestro juicio, en Ia antropologfa posmOOernapodrfan distinguirse tres grandes !fneas:
I) La corriente principal (que podrfamos Uamar "meta-etnografica" 0 "meta-antropol6gica", en Ia que participan James Clifford, George Marcus, Dick Cushman, Marilyn Strathern, Robert Thornton, Michael Fischer y muchos otros, a Ios que se ha sumado recientemente Clifford Geertz, ahora muy rezagado y marginado entre quienes presumen de vanguardia. Esta orientaci6n se preocupa sobre tOOode analizar crfticamente Ios recursos ret6ricos y "autoritarios" de Ia etnograffa convencional y de tipificar nuevas alternativas de escritura etnognlfica. Esta corriente ha sido caracterizada eventual mente como una "antropologfa de Ia antropologfa". Su objeto de estudio no es ya Ia cultura etnografica, s~noIa etnograffa como genero Iiterario por un Iado y el antrop6Iogo como escntor por el otro. Dentro de Ia orbita textualista habra que situar tambien formaciones reactivas como el cosmopolitanismo crftico de Paul Rabinow, quien ha intentado situar Ia discusion no ya alrededor de Ios textos sino de Ias instituciones que promueven su escritura. 2) La" ~egunda corriente vendrfa a ser la que proporciona a Ia primera el material que ha venido a caracterizarse como "etnograj£a experimental". Si Ia primera corriente encarna una modalidad de reflexion teorica, la segunda se caracteriza por una redefinicion de las practicas, 0 por 10menos de las formas en que la praxis del trabajo de campo quedan plasmadas en las monograffas etno~raficas. Los pionero~ de esta orientacion podrfan ser Vincent Crapanzano, Kevm Dwyer y Paul Rabmow. Dentro de Ias nuevas corrientes de escritura etnografica hay una que ultimamente ha alcanzado una definicion mas clara que Ias res~antes; nos referimos a la etnograffa (0 antropologfa) dialogica, elaborada caSI en soledad durante unos diez alios por el antrop6logo Dennis Tedlock de Ia Universidad de Buffalo en Nueva York. ' 3) La tercera corriente no se interesa ni por el analisis pormenorizado de la escritura antropoI6gica tradicional ni por Ia renovacion de Ia literatura etnografica; su espfritu es mas bien disolvente, por cuanto proclama no solo la caduciclad de determinada forma de escribir antropologfa, sino la crisis de la ciencia en general. Esta tercera tendencia encarna a la vanguardia posmOOerna, a la version mas extrema de la doctrina, y esta representada por Stephen Tyl~r y Michael Taussig. EI primero (acompaiiado por otro5 antrop6logos perte~eCl~ntes.al autOOenominadoCfrculo de Rice) ha propuesto una epistemologfa uraclOnahsta que reformula todo el proyecto cientffico desde Ia rafz, en terminos tOOavfaprogramaticos; el segundo ha hecho estaUar el genero y la "autoridad etnografica" mediante el uso simb6lico del montaje y el collage.
Las tres comentes podrfan situar5e a 10largo de una !fnea que involucra primero la situacion de La escritura etnografica como problema, luego Lapractica 0 el programa de nuevas modaLidades de escritura y por Ultimo el estallido de Losgeneros literarios academicos a traves de la p6rdida de la forma en Taussig 0 de la p6rdida de la escritura misma en Tyler. Por fuera de las tres corrientes se situa un marco que podrfamos caracterizar comoposmodemismo antropo16gico generico, el cual no se alimenta de los desarroUos espedficamente disciplinares cuya dinamica ya esta establecida, sino que abreva directamente en el pensamiento posmOOernono disciplinar, siguiendo algunas de las !fneas que ya habfamos marcado en la reunion anterior: la crisis de los metarrelatos, el colapso de Ia razon, la desconstruccion 0 el fin de la historia. Cabe sospechar que esta van ante no incurre en los temas ya generados en la antropologfa posmocleI'Ill,l porque redonclarnente desconoce la existencia de esta. Ejemplos de este posmOOernismogenerico dentro de la antropologfa pOOrfanser algunos ensayos recientes de Garda Canclini y artfculos como "La historia como signa de 10 moclerno" (1990) de Nicholas Dirks, de la Universidad de Michigan. La triparticion que aquf ofrecemos no sera defendida, pues solo se utiliza como recurso provisional para ordenar el campo. Es obvio que entre las tres comentes definiclas existe cierta superposicion, pero tambien es innegable que este ordenamiento facilita las cosas en el momento de trazar una vision panoramica del movimiento. En 10 que sigue, analizaremos esas corrientes en el mismo orden en que las hemo5 caracterizado, que es tambien el orden de su magnitud y representativiclad decrecientes.
Son numerosos los interrogantes que podIfan plantearse; algunos seran respondidos, otros dejados en suspenso. lComo comenzo el posmOOernismo antropologico? lPor que, en general, .toclo el posmoclernismo antropologico (con la posible excepcion de Taussig y Rabinow) es manifiestamente idealista y partidario· de una concepcion interpretativa de la disciplina? lQue consecuencias arroja que tOOoel proceso de formulaci6n de algo asf como una antropologfa posmOOernase haya desarroUado en los Estaaos Unidos? lPor que el grueso de la elaboracion posmOOemaen ese pals se reduce a una version antropo16gicade la crftica literaria? lQue relacion puede haber entre una antropologfa posmOOema que se ocupa de textos escntos sobre los nativos, y la desaparicion de las culturas nativas en la sociedad posmOOema? Respecto de los orfgenes de la antropologfa posmOOema,hay que notar dos cosas: la primem es que quien acufio el termino fue sin ducla Stephen Tyler, alrededor de 1983 0 1984. No puede asegurarse que Tyler fuera el primero en "hablar" de antropologfaposmOOema,pero sf 10fue en utilizar el termino "posmodemo" en el tftulo de un articulo. La segunclaes qu~ Tyler no es, a pesar de ese hecho, un antrop6logo que se puede considerar representativo del movimiento.
Mas hien encarna el espectro de su conce ., , del extremo hacia el cual' pCdlOnmas extremada, el indicio la larga. " segun parece, to 0 el posmodernismo tiende a Es notahle que, con la posihle exce . , d T I . parte de los antropologos mas 0 m pelO~. eyer y Taussig, Ia mayor ideario posmOOerno hayan pert .~noi ~Xp~ICItamente identificados con el pula nos estudiosos, en efecto, rer:o~~~ ~~o : de ~Iifford Geertz; ~Iguuna nota al pie de a' d I' . ., posm enusmo antropologICo a ras, de 1973 en laPqugelnGea e a lfintrOOucclOln de La interPretacion de Las cultu, e rtz a Irma que 0 • dial tropOlogo es escribirlu " que pnmor mente hace el anconciencia. sohre ~od:~odagrega que ~n antropoiogla ha estado faltando e representaCIon para no h hi d I mentos con ellos" Otra f d I' ' a ar e os experi'--rase e nusmo artICulo p hah' . . d mas, la costumhre posmOOern d 'd a~ece er IlliCla 0, ade, a e consl erar la escntur t I" genero de ficcion. Dice Geertz: a an ropo ogICa como
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[18$interpretaciones antropologiC8$]son fic . .' son algo "hecho" aloo "fi d " " ClOnes;fiCClOnesen el senlido de que . , c onna 0, compueslo" -que e 1 . 'fi ., d tzo- no necesariamente fal . fi . s a slgm IcaClon efic"como si". sas 0 me ec!lvas 0 meros experimenlos mentales de
PodrIamos decir que el posmOOernism ' . . esa reflexion; algunos ailos ma t d I 0 .antropologICo se maugura con s mostrarlan dispuestos a expandi . ar e, os e~tud~osos de la primera corriente se r esa conclenCla sohr I d fi .. representacion y los del segu d ' e os mo os IcticlOS de n 0 comenzanan a lIe I ,. I mentos. Pero elliderazgo de Ge rt t I . var a a prachca os experi.. e z en re os Interpretaf 'I paradoJlCamente desde que r ul . he' IVOSso 0 se mantuvo, . ' lOrm ara sin sa rlo el d I rnente hasta que esta se con ft '£ I programa e a nueva coSanta Fe, llevado a caho en I: ~o I o~ m~nte en el Hamado Seminario de c Nuevo Mexico en ahril de 1984 ;;: 0 hI' e~~an Research de esta ciudad de cias presentados en ese se' : pU. IcaClon de los documentos y ponenhlia del movimiento m~nano con~t~tuyeron ellihro por excelencia, la Bi-
S
James Clifford y Geor::~'::c:~o,
Wntmg Culture, editado en Berkeley por
Lamentahlemente ese lihro es un docume' nto I miento fundacional, pues no solo los arlIcul h I?comp eto de ese acontecis cara a su puhlicacion perdl'end t °I an sldo elahorados de nuevo de 0 su na ura eza de po. II di.scuslon, sino que las' misma di' .nenclas en un ta er de . s SCUSlOnesque los div .... cleron de los trahajos de sus colehan . 'd er~os partlclpantes hl. If" gas se onuti 0; el trahaJo de C eJahe~p 0, ~e di scuhdo por Tyler, y el de Tyler por James Clifford t:.panzpo an~, podr R Inow, Inc usa l adopt6 un nomb JU • nenCIa e .' re Wlerente en el con II'h su version original el termi" ad "fi greso que en e I roo En no posm erno, no 19uraha en el tItulo I EI S . I . emlnaLa ponencia otiginal de Rabinow se lIamaba "P r:ful . alaca~a mas cen~almente la postura de Clifford' el a ~ 1 Authors: Fantas.a of the Library", y sentatlOns are soc.al facts: Modernity and p~ •• .,,: J ':'ic~ 0 que ocupa su lugar se llama "Repreu.»-lY,uaernuy In Anthropology".
rio -insistimosfue en 1984; la edicion deIlihro, recien en 1986, yen una disciplina movil dos ailos son eternidad. Una de la conductas recurrentes en el seminario fue la crftica hacia los postulados y los logros de la etnograffa de Geertz por parte de autores que inicialmente 10 haMan seguido. Cuando hoy se habla de este autor es obligado aludir a dos de esas cnticas, la de Vincent Crapanzano (de Nueva York) y la de Paul Rabinow (de Berkeley); ambas, natural mente, estan incluidas en Writing Culture. Tanto Crapanzano como Rahinow haMan estado hajo la influencia de Geertz cuando trahajaron en Marruecos, juntando el material y recabando la experiencia que documentan dos etnograflas que comentaremos al ocuparnos de la segunda corriente posmoderna y que son, respeetivamente, Tuhc..ni (19BO) y R41exions on Fieldwork in Morocco (1977). Recuerdese que Marruecos fue una de las areas en'las que Clifford Geertz desarrollo su trahajo de campo; durante algunos aoos (entre 1977 y 1982) dio la impresion de ser, junto a Bali, el ambito por excelencia para la aplicacion de la antropologfa interpretati va. Con la realizacion del Seminario de Santa Fe y tras el efecto causado por la publicacion de Writing Culture la etnografla posmoderna alcanza a definir una identidad que ya dehe poco 0 nada al programa de la descripeion densa y que se ocupa mucho mas de los textos sobre la cultura que de ahordar la cultura como texto. Los alumnos han superado al maestro y se han apropiado del timon para fijar un rumbo que ahora tOOos siguen, maestro incIuido; si alglin proceso academico se transparenta en el despliegue de la antropologfa posmoderna, este es el de la absorcion de la propuesta simb6lica e inte1'p1'etativa hajo los auspicios del posmodernismo; dicho de ot1'a forma: para estar al ilia, eI propio Geertz ha debido asumi1' el estilo posmoderno de argumentacion, situandose en las filas de los convertidos. . En efecto, el anteaoo pasado Geertz se ha plegado docilmente al movimiento general, escribiendo con destellos fugaces de su estilo caracterlstico acerca de El antrop61ogo como autor y ahordando el analisis de la antropoiogla como un genero de ficcion entro otros; este texto de Geertz ha salido hace muy poco tiempo y pese a que tecnicamente es insustancial seguramente se convertira en best-seller, porque Geertz se ha escapado de las reglas de la interna antropologica y ha ganado un lugar en el horizonte de lecturas del intelectual culto. A nuestro juicio, la clave de El antropologo como autor es la segunda mitad del capItulo cuarto, donde Geertz responde alas crlticas de sus antiguos seguidores burlandose despiadadamente de la etnograffa experimental de Rabinow, Dwyer y Crapanzano, pero sin deja1' de marcar el peso al compas de la "ant1'opologfa de la escritura etnografica" definida por Clifford. Con este texto, Geertz por primera vez se complica en un dialogo bajtiniano con autores que 10 han critic ado, aunque el mismo procure disimular que su cuestionamiento constituye una respuesta. No es idea nuestra que Geertz esta desacreditado y que ya no es considerado conductor del movimiento interpretativo. La idea ha sido formulada por Rabinow en uno de los artIculos de Writing Culture. Citamos a Rabinow:
un
Existe un curioso retardo temporal en la forma en que los conceptos se mueven a traves de los lfmites disciplinarios. El momento en el que la profesi6n hist6rica esta descubriendo a la antropologfa cultural en la persona no representativa de Clifford Geertz, es justo el momento en que Geertz esta siendo cuestionado en antropologfa, uno de los temas recurrentes del Seminario de Santa Fe que dio lugar a este volumen.
La cafda de popularidad de Geertz y de su infiuyente Centro de Estudios de la Universidad de Princeton redibujo el mapa de las instituciones academicas de moda en los Estados Unidos. Con la realizacion del Seminario de Santa Fe el centro neun'ilgico de la antropologfa interpretativa se traslada en parte a la Universidad de Rice (en Houston, Texas) y en parte a los centros universitarios que rodean a San Francisco en California (Berkeley, Santa Cmz y Stanford). En la primera regi6n trabajan Michael Fischer, George Marcus, Dick Cushman y Stephen Tyler; en la segunda se congregan Renato Rosaldo, Paul Rabinow, Mary Louise Pratt y James Clifford. Puede interpretarse este movimiento como una traslaci6n del centro de gravedad de la antropologfa norteamericana desde la zona fna a la zona de parque, en un impulso en el que quedo atras el infiujo nordico del Chicago de David Schneider, donde se habfa iniciado todo el movimiento simbolista. Este juicio en apariencia superficial esconde, en realidad, una apreciacion respecto del reordenamiento de las jerarqufas en las universidades norteamericanas, en el que ha salido favorecido el circuito en el que se situan instituciones que pocos aiios atras eran juzgadas secundarias en materia de antropologfa. En la gestaci6n del movimiento, la obra de James Clifford ha resultado esencial. Los lectores podran apreciar las el~gantes formulas de "Sobre la autoridad etnografica", un texto en el que Clifford juega con las relaciones eti, . ., mologlCas que en mgles se esta bl ecen entre """," autor, autona y " au t on'dad" . EI aporte de Clifford no solo radica en su acto fundacional de una espeeie de antropologfa de la antropologfa (que Ie sirve, por ejemplo, para hacer aceptable su negativa a desarrollar trabajo de campo), sino en la instauraci6n de una especie de moda especffica dentro de la moda generica de la antropologfaposmOderna. Nos referimos al redescubrimiento de figuras ejemplares de Ia historia antropologica. Clifford ha impulsado en los Estados Unidos la rehabilitSlcion de Maurice Leenhardt y esta haciendo un trabajo semejante con Marcel GriauIe. De hecho, escribio una biograffa intelectual de Leenhw'dt que se ha convertido en un modelo de una nueva clase -posmodernade biograffas, y utiliza toda ocasion que se Ie parece para presentar los textos de Griaule (yen particular Dios de Agua: Conversaciones con Ogotemmeli) como precursores de la dialogica, la polifonfa y la autona dispersa. EI argwnento es que autores c~mo estos anticipan varias de las caractensticas propias de la etnograffa expenmental, se oponen al esquema racional que ha presidido al realismo de Ia etnograffa convencional y constituyen de esta forma una especie de panteon de
precursores de la etnogra£fa posmoderna. Recientemente, la antropologa inglesa Marilyn Strathern se ha sumado a la costumbre de reivindicar precursores, celebrando a Frazer en un mtfculo sumamente denso, publicado en el Current Anthropology, incluido tambien en esta compilacion. La busqueda de antecedentes es entonces una de las constantes de la elaboracion posmoderna; es sintomatico que para ejemplificar cieltas facetas· de la dialogica y la polifonfa, Clifford recurra a autores tan inesperados como Evans-Pritchard, Malinowski y hasta Lafitau. Algunos crfticos han cuestionado, precisamente, el hecho de que el posmodernismo incurra con demasiada frecuencia en una busqueda frenetica de precursores, 10 cual opera en primer terrnino como signo de su naturaleza fundamental mente conservadora ("retrogada", en puridad) yen segundo lugar como un acto irreflexivo que contradice los supuestos no continuistas de la epistemologfa posmoderna en general. Junto con la busqueda de precursores, el rasgo mas interesante de esta corriente de la antropologfa posmoderna esta dado por el ejercicio de la tipificacion. No solo se trata de contrastar la etnogra£fa convencional con la etnogra£fa contemporanea; ademas hay que establecer la anatomfa interna de esta Ultima, caracterizar sus hilos conductores, enumerar sus atributos, definir sus clases internas y los precursores y practicantes que les corresponden. lQue otra cosa podrfa hacer, por cierto, el antrop610go de la antropologfa fuera de tipificar su objeto? Tanto el altfculo de Clifford como el de Marcus y Cushman constituyen ejemplares perfectos de este ejercicio de tipificacion, 10 suficientemente claros y explfcitos como para que pasemos por alto su comentario. EI lector podra contrastar por su cuenta territorializaciones alternativas, coincidencias y quiasmas, constantes e idiosincrasias, lujos de estilo y redundancias, ejecutando por su cuenta las mismas proezas de cotejo intertextual que apasionan a todos los posmodernos y en que finca la gracia del juego. POl' efecto de los retardos editoriales y de la reedicion del artfculo de Clifford, se da ademas la rara circunstancia de que cada uno de los aItfculos (pergeiiados aproximadamente en la misma epoca) menciona al otro. Pero ninguna referencia contextual a la aparicion de una presunta antropologfa posmoderna estarfa completa sin la documentacion de sus querellas internas y de sus conflictos latentes. La antropologfa posmoderna no es una excepcion en la conflictiva historia de la disciplina, y se encuentra tan afectada por estos disensos como cualquier otra tendencia teorica.
Dos crfticas de otros tantos autores "posmodernos" se refieren a ideas y premisas de otros antropologos a los que no se dudana en calificar con la misma palabra: Vincent Crapanzano h3 impugnado sistematicamente a Clifford Geertz y Paul Rabinow ha puesto en tela de juicio a toda la "metaantropologfa textualista", por mas dialogic os 0 polifonicos que sean sus enfasis.Veamos su-
cintamente esta segunda crftica, por cuanto se refiere al articulo de Clifford que aqui se reproduce. . Como los textos teoricos posmodemos son en general articulos muy breves 0 compilaciones, se da muy frecuentemente que se los reedite en distintas publicaciones peri6dicas. En Estados Unidos, ademas, es muy comun que los borradores circulen y se conozcan antes de ser publicados. Esto ocasiona paradojas y aparentes cruzamientos temporales, como comprobamos anteriormente a prop6sito de Marcus/Cushman y Clifford. La traducci6a que realizamos del articulo de Clifford incluye un epigrafe de Paul Rabinow que pertenece, curiosamente, a un articulo en el que Rabinow critica al mismo articulo de CliffOl'd. Asi como el posmodemismo se construy6 sobre las ruinas de la descripci6n densa, asi tambien algunos posmodemos ya estan tratando de sacarse de encima a quienes tienen buenas perspectivas para asumir elliderazgo'. Alega Rabinow que Clifford ha asumido ex officio el rol de escriba de l1uestras escrituras. Aparentemente, el trabajo de Clifford pareceria seguir el mismo rumba fijado por el inlerpretativismo de Geertz. Pero hay -advierte Rabinowuna diferencia fundamental: para Geertz, la actividad basica sigue siendo la descripci6n del otro: y el otro para Clifford no es el nativo 0 el extraiio, sino la representaci6n antropol6gica del otro. Esto hace que pOl' un lado Clifford tenga un mayor control de su proyecto y que por el otro su trabajo sea mas bien parasitario. EI puede inventar sus problemas con escasas coacciones; puede constantemente alimentarse de textos que hacen los demas. Esta observaci6n no involucra todavia una crftica; la metaantropologfa, de hecho, sigue pareciendo necesaria, si es que no apremiante. Lo que es cuestionable, sin embargo, es la faIta de autorreflexividad de los escritos del propio Clifford. Clifford parece abogar por una inslancia dial6gica, pero sus propios textos no son dial6gicos. Parece cuestionar el recurso tipo "yo estuve aIll" que utiliza Geertz en el articulo sobre la rina de gallos, pero su propia forma de legitimar su autoridad queda sin examinar. Clifford lee, clasifica y establece un canon, incurriendo por elIo en una estrategia clasica de legitimaci6n, como 10 han sido siempre las actividades clasificatorias. Siempre segun Rabinow, algunas de las afirmaciones deslizadas por Clifford resultan poco convincentes; cuando dice, pOI'ejemplo, que los modos experiencial, interpretativo, dial6gico y polif6nico estan por igual disponibles, que ninguno es obsoleto y ninguno es puro, que dentro de cualquiera de ellos hay aun espacio para la invenci6n, etcetera, parecerfa ir en contra de sus propias afilmaciones; el no ha expuesto las cuatro alternativas can el mismo enlusiasmo, sino que la dial6gica y la heteroglosia Ie han merecido mas simpatia y menos agudeza crftica que las anteriores. Con ese comentario, Clifford ha transformado 10 que presenta como una progresi6n en una operaci6n de elecci6n entre altemativas equivalentes. Asimismo, cuando afirma que esos dos modos estan ganando terreno, la afirmaci6n es por 10 menos dudosa: el posmodernismo esta poniendose de moda, pero no se ve que los posmodernos conformen mayorfa, ni que las etnograflas dial6gicas y heterogl6ticas se hayan multiplicado exponencialmenle.
Rabinow --cuyo referente mas invocado es significativamente Foucaultpropone(en reemplazo de la antropologia pos~OOe~a, ce~t~ada en la textualidad) una actitud vital que denomina .c?SmOpo~lt~msmo cntlco, y que vendria a ser .una versi6n puesta al dia del VIeJOrelahvismo ;~ltural, .con un espfritu muy semejante al de la clesacreditada .antropo!o~ia cnhca de, fl~es de la decada de 1960, pero con un fundamento epistemologlCo mucho m~s.Iefinado. Rahinow (anteriormente partidario de los enfoques fenomenologI;os en ciencias sociales) ha sido, incidental mente, uno de los posmodemos mas desconfiados acerca de la posibilidad y/o utilidad de un abordaje pura~ent~, textual de las cuestiones antropol6gicas. Aunque admite peltenecer a la rmsma fecler~ci6n interpretativa" que los restantes alumnos de Geertz, Ie d~sagrada el cordon sanitario hist6rico y politico que losinterpr~fivis~ han co~truido ~ ~u alrecleclor. El cosmopolitanismo crftico de Rabmow mtenta sduar la ehca c~mo valor primordial; la figura ejemplar del cosmopol~ta crftico ~s para ~abmO\~.la del sofista: eminentemente griego, aunque exclmdo de la cmdadama en vallas polis; observador de su propia circunstancia co~o si !a mira~~ desde .afuera; excluido de cualquier regimen universal, sea baJo la mvocaClOn de DlOS, del imperio 0 de las leyes de la raz6n; devoto de la ret,6rica y ~e~-f~ctamente a.l tanto de sus abusos; interesado por los sucesos del dla, pero Iromcamente ch~taneiado de ellos. Esta es, para Rabinow, la semblanza del antropologo cosmopolita, situado mas alIa del posmodemismo. . , EI comentario sobre Rabinow no estaria completo Sl no evocaramos su exito editorial mas resonante, Reflexiones sobre el trabajo de car;"poen Marr~lecos (1977), la mas breve de las tres etnograflas marroquies y tal ve~ la meJor. Esta, por supuesto, es anterior a la existencia mis~a del ~osr~'lOderms~o, y sucecle a una obra suya mas conveneional, Symbobc Dommatw~, (197;»). ~ejlexiones es un clocumento autobiografico que describe la relaclOn de Rabmow . r • , "fi' con diversos informantes, tanto dispensadores de 1l110rmaClOn OlCla I" como marginales OOiados por sus propios compatriotas. El detalle de los personajes y situaciones no viene al caso, aunque la pintura que se filtra de la sociedad marroqui se~ en si muy intere~a~te ..Lo que .. Rabinow enfatiza es la forma en que se va conshtuyendo el conOCImlento etno-" grftfico como resultaclo de un proceso complejo en el que el antrop610go y sus inform:ntes tratan de establecer bases de comprensi6n comunes, viendose obligados a poner de manifiesto tOOos sus preconceptos. Cada vez que un antrop6iogo penetra en una cultura, entrena a la gente para objetivar para el su mundo de la vida.,En tooas las cultur~" por supuest~, ya hay alguna objetivaci6n y autorreflexi6n. Pertl esta traducclOn au!OCOnsClenteen, un medio externo es mas rara. EI antrop610gocrea un desdoblamlento de la co~clencia. Por 10 tanto, el amllisis antropol6gico debe incorporar dos hechos: prlmero, que nosotr08 mismos estamos hist6ricamente situados a traves de las ,preguntas que hacemos y de las maneras en. ~ue buscamos co~prender y exper,lment~r el mundo; y segundo, que 10que reclblmos de nueslros mform~ntes son mlerpletaciones, igualmente mediadas por la historia y la cultura (Rabmow 1977: 119).
Que 10 que un infonnante produce son interpretaciones ya 10 habla dicho Geertz unos pocos anos antes. El resto quiza ya 10 sabfamos, si bien pocas veces 10 habfamos sometido a reflexi6n puntual. Lo mas original es 10 que resulta de esa interacci6n, "una especie de tierra intermedia entre las culturas", "los comienzos de un objeto 0 producto hfbrido y transcultural", "un mundo liminal". Docenas de etn6grafos experimentales han transitado desde entonces estas ideas, consolidando la reflexi6n no necesariamente tecnica sobre el trabajo de campo como una de las formas fijas de la posmodernidad.
La practica de la etnograffa posmoderna no es independiente de la teOrla y de la reflexi6n a posteriori, pol' 10 que es natural que esta corriente interna y la anterior experimenten cierta superposici6n. Sea como fuere, esta segunda cOlTiente es la que ha desarrollado las innovaciones que antrop610gos como James Clifford, George Marcus, Dick Cushman y Michael Fischer se encargan luego de tipificar. Proponemos distinguir dos aspectos en ei interior de esta veitiente: -el de las etnograffas efectivamente escritas, y el de los prograrnas para escribir elnograffasen el fuluro. Abordemos ahora el primero. Sin animo de ser exhaustivos, podemos senalar, muy sinteticamente, algunas de las etnograffas que configuran este movimiento experimental; orniliendo el trabajo de precursores mas 0 menos causales y distantes, los 2 analistas coinciden en reconocer como "experimentales" trabajos como estos Donald Bahr, Juan Gregorio, David L6pez y AlbeIt Alvarez -Piman Shamanism (1974). Primer caso expllcito y deliberado de escritura polif6nica. Primer texto etnografico pensado para un lectorado inclfgena y para perpetual' operativamente los hechos culturales analizados. Amplia referencia a textos y e1ocuciones en idioma inclfgena. Jeanne Favret-Saada -Les mots, Lamort, les sorts (1977). El texto esta estructurado en terminos de la ret6rica de la magia, con eI objetivo de socavar las ideas del lector acerca de la hechicerfa. Ejemplo de etnograffa en modo discursivo, literario. Ian Majnep y Ralph Bulmer -Birds of my Kalam country (1977): Caso expllcito y deliberado de autorfa conjunta. Diferentes tipos de imprenta identifican las partes del autor y su informante. Paul Rabinow -R4lexions on fieldwork in Morocco (1977). El autor nalTa su propio despeitar respecto del colonialismo durante el desarrollo del traba2 Sefialamos, sucesivameute, el autor, el texto y el tipo de iuuovaciou preseutado por este, ordellados crollologicaInenle.
jo de campo. Algo de esto ya 10 hemos comentado mas arriba. Rabinow situa su propia experiencia (sale al campo "dos dfas despues del asesinato de Robelt Kennedy", deja detnls grandes trans formaciones de su propio orden social) y plantea diversos problemas de la situaci6n del antrop610go en eI campo, ante todo el de la creaci6n de un "sistema de sfmbolos compartido" entre eI antrop610go y su infonnante. Cabe comparar esta idea con la "realidad negociada" descubierta pol' Crapanzano. Jean-Paul Dumont -The Headman and 1(1978). Resena de trabajo de campo de caracter confesional, que senala y aborda agudos problemas metodol6gicos. Uno de los "descubrirnientos" del autor fue el de su propio status en eI interior de la cultura estudiada. Profusa reproducci6n de situaciones dial6gicas. June Nash -We eat the mines, the mines eat us (1979). Infrecuente caudal de citas de informantes individualizados; la autoridad monol6gica del autor --dicen los crfticoscomienza a resquebrajarse en textos como este. Densa correlaci6n de interpretaciones y datos etnograficos. Vincent Crapanzano -Tuhami. Portrait of a Moroccan (1980). Presenta una historia de vida y una entrevista planteada como enigma, en la que ellector debe "ayudar" en el proceso de interpretaci6n. Crapanzano situa allector como "mediador" en el encuentro del antrop610go con su informante. Este autor cuestiona la naturaleza de las descripciones etnograficas clasicas; hacer etnograffa no es para el describir la realidad de otra cultura, sino hablar de la "realidad negociada" que se establece entre eI antrop610go y sus informantes en la practica misma del trabajo de campo. Renat? Rosaldo -Ilongot headhunting, 1883-1974. A study in society and hLStory(1980). Se muestra la forma en que los IIongot forzaron al autor a escribir una etnograffa muy distinta a la que el tenia prevista. De su proyecto original sincr6nico, Rosaldo pas6 a ocuparse de una inespemda concepci6n diacr6nica que representa la perspectiva IIongot de la historicidad y eI cambio. Ambos Rosaldo (Renato y la fallecida Michelle Zimbalist Rosaldo) tuvieron parte activa en una subcorriente de las antropologfas interpretativas que podriamos llamar la "antropologia de la emoci6n" (0 del sentimiento). En esta moclalidad (integrada de facto al posmodernismo) se analiza 10 que Rosaldo llama "Ia fuerza cultural de las emociones". Taussig -The Devil and Commodity Fetishism in South America (1980). Vease el comentario en la secc~6n siguiente.
Michael
Majorie Shostak -Nissa: The Life and words of a !Kung woman (1981). La autora se muestra emocionalmente involucrada con su informante, y haec girar todo el proceso etnogriifico en tomo de ese hecho.
-Medusa's hair: An eS6ayon personal symbols and religious experience (1981). EI autor utiliza conceptos analfticos freudianos
Gananath Oheyesekere
~:::x~~f:t~:gr~J::::t~thr:gut n~as qude ?dOviole~ Ia integridad cultural del . IS onas e VI a que mcluye est' ( , M cus y Fischer) entre las mas vlvidas de la antropologla. an segun arKevin dioDwyer d t -Moro . .ccan D'Lalcgues: A nth ropolcgy in question (1982). Compenbaio ~e ranscnPCSlOneuhs muy poco retocadas de entrevistas obtenidas en eI tra, campo. e s raya el escaso c t I I' material respeeto del uall on ro que e etnografo tiene sobre el mtir de est c, , ueg~,se expresa con suma autoridad. Se propane, a p a constataelOn, una hermeneutica de la vulnerabilidad" .
(1986), que constituye una nueva exaltaci6n de las etnograffas experimentales. En el mismo circuito de ideas se mueve Orientalism, del posmodemo generico Edward Said (1979); este no es un texto antropologico (el unico antropologo al que se menciona es Clifford GeeI1z), ni manifiesta conocimientos profundos en materia de textos orientalistas, pero de todas maneras ha ejercido una enorme infiuencia en el movimiento. La tenclencia programatica mas interesante es quiza la clialogica, que asume ahora el protagonismo en este prologo,
Michael Taussig -5h . C l . . . rr . amamsm, 0 omalzsm and the Wild Man: A Stud, in Te or and Heahng (1986). (Vease comentario mas adelante.) :) -
No hemos pretencliclo enumerar t d I f' esta tenclencia ni resumir sus c t 'cl° aSufias.etnogra las representativas cle , on em os; s lClente not' ' cl II h I al1lCulos que aqui se incluyen V Icl' ·1 ICla e e 0 ay en os . a na a pena eso Sl cl I' , aspectos, tanto argumentativ "poneI' ere leve clertos trata en forma muy m ' IOScomo cobntextuales, que la literatura cle consulta ' . argma 0 que no a orda en absoluto. N otese, en pnmer lugar que I ul" cl les se da -d' '19 a acum aClOn e etnograflas experimentaIgamosentre 77 y 1982 con antes y clespues. La eclicion cl t I' ' u~os pocos casos esporadicos da curva, cuyo perfil no se m:;;~::~o oglas exp~mm~ntales describe una nitide Kracke, Robert Levy 0 Schieffeli:: de haber mcl~Ido oh.:as obras, c?mo las es quiza mas d cl Ed' ,uya pertenenCla al genera expenmental u osa. sto po na .'leI'un efecto a t d I f; h pias visiones retrospectivas en que se defin paren e be, a ec a de las prores". 1'010 ' en esos tra aJos como "ejemplacieI1~r:ado dmas segu~o es que el experimentalismo etnografico ha llegado a g e agotamlCnto. Las etnograflas siguientes mult' r 1 . bero no la renRuevan. Los trabajos recientes que toman como ~o~~:I: a ~specle, umont 0 a osaldo suman centenares' ' ,a wyer, a ponerse en tela cl ' , . h' pero su caracter expenmental puede e JWCIO,pues no acen mas qu d' I" dos. como canonicos pOI'las nuevas autoriclacles e::'~;~~~c::ll'T~~::sl:sonsatgrareCIentes -posmoclemos 0 no-elm't I '. au ores o d cl a 1 en que e posmodemIsmo cone el ri g e egenerar en una nueva escoIastica autoritaria La id . d esnografla experimental es contraclictoria l' . '. e~ nu.sma e una etsos y vanguardias tipicos de Ia modemid~.que Imphca contmmdades, progreenum~!a~:~ol::ol:s
a~:og:a~~;
consumadas en este movimiento (y todas las guna de eUa1ssea ?~a etnografla c~nvencional han cU8.J'ad' ,0 programas para a acclon {utura. Estas agendas no o aun en mnguna etnograffa concreta sino ' h' constituirse en marcos de gufa para el fut t h'. que. mas len pretenden U d I uro 1'8 aJo expenmental no e os programas se refiere al usa d 1 f' !a crlrica de la c?Itura (de Ia cuItura occident:I, :: ::t~;~:1:)~ para
completa), se han eiahor:i
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:~talldea. es ~a a~tropologta como crttica cultural Un momen;o n;:~ as c~enc~as umanas, de George Marcus y Michael Fischer
La antropologia dial6gica de Dennis Tedlock se origina en observaciones realizadas pOI'este autor a proposito de la ·naturaleza peculiar de la investigaci6n en ciencias sociales. EI articulo donde desarrolla pOl'primm'a vez estas ideas se llama algo asi como "La tradicion analogica y el surgimiento cle una anlTopologia clialogica", y fue publicado en 1979. Tedlock clice que si la antropologia sociocultural estuviera basada solamenle en la observacion silenciosa, no habl·ia nacla que la clistinguiera cle las ciencias naturales. Pero de hecho no es asi: el estudio cultural se basa necesariamente en un ambito de inlersubjetiviclad humana, EI dialogo antropologico (clel inv'estigaclor con sus infor-mantes) crea un munclo, 0 mas bien crea una comprensi6n de las diferencias que existen entre las personas que participan en ese dialogo cuando comienzan su conversacion. Tediock afirma que cuanclo se prepara el texto sobre la experiencia etnografica para su publicacion esta climension clialogica se pierde, en beneficio de una palicla imitacion de la objetividad cle las ciencias exactas, a Ia que el caracteriza como tradici6n anal6gica, La antropologia convencionil.l es analogica porque afirma que el cliscurso que se presenta en una publicacion es "equivalente a", "proporcional a" la experiencia clialogica en que se origina. Pero eil realiclacl no es asi: el clialogo es un proceso continuo, clinamico; el analogo es un pl'Oclucto,un resultaclo estatico. Las "palabras nativas" que salpican Ias etnograflas convencionaies -prosigue Tecllock- no constituyen un Ienguaje articulaclo; la funcion cle Ios termi- " nos incligenas, general mente, es la de proporcionar eviclencia cle que el antropologo que ahora ocupa el sillon estuvo antes en el campo. Ni siquiera Ias etnograflas que conceclen mayor atencion a estos aspectos se salvan del monologismo generalizado: Reflex.iones sobre el Trabajo de Campo en Marruecos, de Paul Rabinow, presentacla como uno cle Ios monumentos de la tenclencia experimental, nos presenta apenas una E) dos frases nativas, y amhas en arabe; Gecrtz, pOI' su pal1e, nana la rina de gaUos halinesa en primera persona, 10 cual insinua que los nativos tienen muy poco que clecir; y en una ocasi6n en la que los halineses hahlan de su propia lengua, 10 hacen colectivamonte: "pulisi, pulisif", . El modo c10minante de la etnograffa analogica es el monologo. El diiilogo que Tecllock propone no es tanto un metoclo sino un modo del c1iscurso, en 01
que los metodos revelen la forma en que verdaderamente trabajan, en el que se muestre -por ejemplo- que determinados nativos se rehusan a jugar el juego de la etnoeiencia, 0 que nuestro informante mas confiable no recuerda por el momento mito alguno. En su artfculo de 1979 Tedlock rastrea algunos casos aislados de antropologfa dial6gica y deja luego las cosas ahf, sin mayor desarrollo metodol6gico. ' En "Preguntas concemientes a la antropologfa dial6gica", un artfculo de 1987 aquf reproducido, Tedloek vuelve a la carga; y esta vez, para ser coherente, el propio mtfculo tiene forma de dialogo, igual que los famosos metalogos de Gregory Bateson. Si alguien duda que la postura que estamos analizando sea expresamente posmoderna, aquf mostramos una de las afirmaciones que prueban ese punto: Unade las sefialesdel posmodemismoes una incredulidadhacialas melanarralivas en que se realizanintentosde totalizaci6n.En la medidaen que un dialogo siempreesla en proceso,ningunametanarralivaes posible.Si los que participan de un dialogoalcanzaranun puntode completoacuerdo,ya no tendrlanque dialogar mUluamente.En este sentido,el dialogo(comoprocesodinamico)es posmodemo.
Lo que hace Tedloek, en definitiva, no pasa de ser un programa que (al igual que el proyecto de antropologfa esbozado por Tyler) no puede senalar ni siquiera un solo texto que constituya un ejemplar aceptable de la clase que se propone imponer, ni puede tampoco --desde ya- construir el mismo un texto nuevo que este a la altura de las idealidades que se han estipulado como objetivo. Mas aun, en los Ultimos parrafos, de su Ultimo artfculo, Tedloek aprovecha para poner en tela de juicio la utopIa de Ia autona dispersa 0 de la autona plural que han anunciado algunos posmodemos; convoear a un movimiento en pro de la autona dispersa -junto con la confecci6n de listas de libros aprobados que parecen estar moviendose hacia esa utopIa- .es contradictoria con la idea misma de dispersar la autoridad. La discusion de Tedloek con el nino terrible de la antropologfaposmodema, Stephen Tyler, es representativa del tipo de argumentos que se han llegado a plantear en estas nuevas tendencias. Si bien Tyler no puede menos que estar de acuerdo en principio con Ia idea de la dialogica, la polifonfa y Ia heteroglosia, no 10eshl en cambio con su implementacion. Ya en 1982 decfa que "el dialogo vertido como texto no es un dialogo, sino un texto di~frazado de dialogo, un mero monologo sobre un dialogo, en la medida en que las apariciones del informante en el dialogo estan por 10menos mediadas por el rol autoral dominante del etnografo". Los dialogos que reproduce la etnograffa "no son dialogos, sino textos soffsticos, como aquellos dialogos fingidos perpetrados por Platon". Tyler niega, por ejemplo, la posibilidad misma de una antropologfa dialogica que no "oprima" de alguna manera al nativo dialogante seccionando sus
redundancias, seleccionando los topicos de interes, poniendo ellibro entre un comienzo y un final. Las palabras del nativo siguen siendo solo un instrumento . de la voluntad del etnografo. La antropologfa dialogica, en consecuencia, es incapaz de trascender las limitaciones de la "representaci6n" en general. Como veremos luego, Tyler propone ya no la "representaci6n" convencional, sino una nueva y ut6pica forma de "evoeacion", con respecto a la cual ni siquiera el es capaz de identificar Ios textos que la ejemplifican. Tedloek Ie responde preguntandole si, dado que "cada acto de representaci6n es un acto de represi6n poHtica", debemos silenciar 10 que los demas nos dicen para no incurrir en aiglin tipo de represi6n. Si los nativos son brutal mente reprimidos -por ejemplo- por los marines norteamericanos ldebemos acaso silenciar esta representaci6n? Que este tipo de cuestiones tengan que ser planteadas, y en esos terminos, es para nosotros un signo de banalidad que no conviene minimizar. Por 10menos una cosa es evidente: que no s610la antropologfa convencional y el positivismo (los fantasmas de paja de los posmodemos) estiin en crisis.
Si alguien cree que la antropologfa posmodema revisada hasta aquf es revulsiva y contestataria, alin no conoee a su facci6n mas alborotadora. Despues de Tyler, la individualidad mas deslumbrante de la antropologfa posmodema tal vez sea Michael Taussig. Taussig estudi6 en la London School of Economics; en su juventud estuvo polfticamente inclinado hacia la izquierda, a tal punto que se traslad6 al sudeste colombiano con la idea de prestar servicios medicos a la guerrilla. En la selva cay6 bajo la influencia de un chaman, Santiago Muturnbajoy, que 10inici6 en 10s misterios del yage. Muturnbajoy fue mucho mas para Taussig de 10 que Muchona pudo haber sido para Turner; fue algo aSI como 10 que pudo ser Don Juan para Castaneda, pero, en este caso, de verdad. Taussig es un "iniciado", igual que Bennetta Jules-Rosette 0 que Fredrik Balth; pero la elaboraci6n que el hace de esta circunstancia es harto mas creativa. Mientras Jules-Rosette solo alcanza a proponer un pufiado de fases metodol6gicas difusas, avaladas por una ejemplificaci6n circunstancial, y mientras Barth finge inventar modelos que ya existfan a los que pone nombres que no estaban vacantes, Taussig, el posmodemo mas claramente sesgado hacia la izquierda en el espeetro poHticode Ii. antropologfa, ha introducido en la practica y sobre todo en la escritura de la etnograffa,modificaciones que la afectan profundamente. Las obras mas conoeidas de Taussig son The Devil and Commodity Fetishism in South America (1980) y Shamanism, Colonialism and the Wild Man: A Study in Terror and Healing (1986). Su primer trabajo, cuyo tftulo podrIa traducirse como El diablo y el fetichismo de la mercanC£a en Sudamerica proeura ser una obra experimental que concilia el enfoque de la economfa poHtica con la antropologfa interpretativa.
Aunque la crftica academica Ie ha sido hostil este primer tr b ' I tar pOl' 10 menos un buen intento T . '. a ajO ogra presennos colombianos y d aussIgboa~a.hzala reacci6n de los campesie os rmneros hVIanos . ., proletariado en una economfa .. a su mtegraclOn como xiano de "i' t' h' I I moneta~Ia. Discute con largura el concepto marIe IC Ismo c e a mercancfa ' y I I' representaciones incH enas en las u~go rea Iza un .co~trapunto con las tan invariablemente c~mo algo "m~~~' 10yShpaIOtCe'~do~ cbl:ll.ca~,Itahsmose interpreE . . ' sa Ia 0 ICO . n el caso bohvlano, el Tf6 encama u . d·' , . debe ser propiciada y . na especIe e entIdad maleflCa que que proporclOna una m d' .., 'b T
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;~:e;~.~::~~:~;:;~~~;:~t~ee:;e;~~:r:;I~n~:le:lf:;~:~~~~ :~;t~iI~: ~:t;::c~:'~ mqmsldor real; luego se 10 represent6 co ' .10 se representaba como un de cowboy. Para quien I' I ~o un. gnngo grotesco con sombrero es 0 siguen, e pnmer hbro d T' . desaffo a cieltas convenciones a t I" e aussig constItuye un n ropo oglCas' fen6me I b' . do relegados a la marginalidad d I "£ I I ,,' I,nos que antes la Ian SIciales anacr6nicos rev I e 0 core 0 tratac os como mecanismos somodos de producci6n. e an ser un gesto de resistencia frente a los nuevos La segunda obra es mas barroca dT'1 T . h los antrop610gos posmodemos la tecni~a ~:~I. au~sIg. a ~?pularizaclo entre que presumen de inacabad montaje hterauo: en sus tcxtos, 'miles que establec losl?se superponen fragmentos estilfsticamente disfen para e Ismos y contI· t (. chamanica, las visiones inducidas O' I apun os e~tre P?r,ejemplo) la cura ra. Todo ello se entremezcl ~ 1 e consumo e e alucmogenos y la toIiu(Walt~r Benjamin, Foucaul~ f~sn~~:;::~~~sd~el~s ~utores favoritos cle Taussig reflexlOnes y recuerdos personales. a scuela de Francfort) y con Ellibro mas conocido de Taussi (el se u d ) I cl' . una caracterizaci6n del terror m d' gt glln 0 e e I.ca su pnmera parte a . " ' elan e un co age mle Int d I f -I' •e.gra es: e uentes Illstoncas a fragmentos clel diario cle Jacobo T' celda sin nll-mero La segunda t Imennan, Pnswnero sm nombre, . pal e presentan la cu I ,. trarrepresentaci6n, la contracara del terror. EI objeti~: ~la~amfa fO~o la ,conencontrar un recurso contra el terror' y est . ec arac 0 e e aussig es i' d ' e recurso eXIge seg' '1 lOnna e representaci6n que e'l encuen t'ra CrIsta I'Izada en ' I run e , una I' nueva, cbo,endla poesfa epica, en el teatro de Beitolt Brecht en e~ e Is.culr~oc lamanllo ra e Walter Benjamin. ' sunea Ismo y en a N6tese, en todo caso, que los referentes en T . trop610gos convencionales sino ab .' ~U~sIgen general no son anel otro. Entre los antrop61~gos con ~~;~n:: ~:~~nnt~fi:: ;omb.rcs( cle lelras pOl' pocos) podemos mencionar al osmode C . . aussig que son muy heterodoxo Stanley Diamond EP t·. I mo h~lford, al simbolista Sahlins y al . n Ie os antropo ogos a 10 mos mencionar especial mente V' t T s qtle se opone padea IC or umer Este es T . I . do burgues demasiaclo "orde d" .. para aussig e emaSH!, . na 0 y convenclOnal. . La cura chamamca que obsesiona T . Lural "purn" de la socieda I' df .a allssig no es una manifeslaci6n (mIla colonizaci6n, n la CUltlll~II~eg!~~a,.sm~ u~a, respl~estn simb6licn impllciln a tetiza un proceso de rcfiguraci6n I In~ca.. ma. rnus~Ig, la cum chnmnnica sine e Imagmm'Io sOCIal, unn fuel'zl1contl'llhcge-
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m6nica que s~ opone a la historia burguesa, basada esta ultima en la razon iluminista y en el progreso. En la cura chamanica se mticulan imagenes contradictorias que disuelven 0 imposibilitan la narratizaci6n; en eUa se instaura una relaci6n dialogica entre el paciente y el chaman en la que se funda a su vez un simbolismo polifonico; en este simbolismo intervienen imagenes ysensaciones de todos los sentidos, y tambien de una especie de "impresi6n sensorial de las relaciones sociales". La cura chamanica Ie proporciona a Taussig un modelo de contrarrepresentaci6n del tenor y de desconstruccion del ritual acacIemico de explicaci6n del ritual salvaje. Si para Turner, pOI'ejemplo, la estructma del ritual I'efleja un orden, para Taussig el ritual mismo corporiza el desorden, la fragmentaci6n, el salvajismo, el clesequilihrio, y (como deefa Bajtin) In carnavalizaci6n. Los crfticos todavfa no han respbndido al desaffo de Taussig con una formulaci6n a la altura de las circunstancias. Lo mas que ha habido son observaciones circunstanciales, como las del antrop610go hrasilero Carlos Fausto. A Fausto Ie da pOl'cuestionar el caracter retol'cido, rebuscaclo y contorsionista de los procesos demostrativos desencadenados pOI'Taussig, a 105 que llama "benjaminadas"; deplora tambien la faha de una elaboraci6n etnografica cuidaclosa, qtle el uso de la tecnica del montaje no alcanza a disimular. Recientemente ha circulado el rumor de que Taussig se ha retirado cle la practica formal cle la antropologfa y que se esta dedicando a fonnas experimentales cle teatro, 10 cual no serfa cle extranar a la luz de su aclmiraci6n pOI'Brecht y pOl' Arlaucl. Antes de ello, segun ha trascendido, Taussig habla siclo rechazaclo en su solicitucl de ingreso a 11.1 Universidad de Princeton, argumentandose la escasa relevancia cientffica de su antropologfa. El antrop610go posmoclerno de icleas mas extremas es sin duda Stephen Tyler; Tyler fue, a fines de los 60, uno de los antrop610gos cognitiVos formalistas mas identificaclos con la lfnea de Goodenough y uno de los mas fuerternente inclinados a aceptar el cliscutido analisis componencial. Impuls6 la eclici6n del reader mas impoIiante cle antropologfa cognitiva convencional, en 1969, defendi6 al ano siguiente al paradigma cle Gooclenough de los fundaclos ataques de Marvin Harris, y no reneg6 siquiera cle ese modelo en el texto en que poclrfa haberlo hecho, que es The Said and the Unsaid, ya de 1978. A continuaci6n analizaremos la trayectoria de Tyler (total mente ignorada en el mundo de habla hispana, ya que ninguno de sus lextos ha sido traclucido con anterioridad) tomando como eje sus altfculos funclamentales. No pretenclemos esclarecer del toclo sus complicaclos argumentos ni proceder a una crftica formal; los artfculos de Tyler son casi imposibles de resumir, porque sus razonamientos son halto el1l'evesados, epis6dicos, y se remiten sin pausa los unos a losotros. . Tyler esta considerado en el ambiente antropol6gico como una especie de francotiradol' tal vez genial que se ha adelantaclo alas exigencias de los demas posmodemos, llevandolas hasta sus ultimas conswuencias, Ias clInles muchas veces son notoriamente absurdas y recalcitrantes. Pese a que muchas veces afirraa formal' pnrte de un autoclenominado "Cfrculo de Rice", se trata
de un autor eminentemente solitario, que se ha apresurado a marcar sus diferencias con los que Ie acompanan, mas tibiamente, en la campana anticientifica del movimiento posmoderno. Tyler presupone, ademas, que 10 que "demuestra" en un articulo conforma una base de hechos taxativos que no vale la pena volver a discutir en el articulo siguiente. Las argumentaciones de Tyler tienden a ser amorfas, e incluyen amplias enumeraciones con las que pretende, en apariencia, trasuntar su poderosa erudicion. Es dificil referirse a 61 sin asimilar y reproducir parte de su estilo. Procuraremos, empero, preservar su esenCla. En "The Poetic Turn in Postmodern Anthropology: The poetry of Paul Friedrichs'~, de 1984, un breve apunte de siete paginas (en el cual, incidenlalmente, Tyler retribuye sin decirlo la generosa critica de Friedrichs a su The Said and the Unsaid), Tyler utiliza por primera vez -que sepamos-la calificacion de "posmoderna" para referirse a una modalidad de practica antropologica. Es de hacer notar que este apelativo (yel articulo en sf) es algunos meses posterior a la primera publicacion de "Sobre la autoridad etnogriifica" de Clifford (1983) y al trabajo de Marcus y Cushman sobre "Las etnografias como textos". Pero las definiciones de Tyler y sus afirmaciones de militancia posmoderna son" sin duda mas expHcitas. Es interesante reproducir 10 que Tyler entiende por "moderno", "modernista" y "posmoderno": Utilizo "moderno" en este contexto en el sentido de "siglo XX", mientras que "modernista" implica un ataque contra el sentido comun, una actitud positivista hacia ellenguaje, una actitud negativa hacia la propia tradici6n cultural y una fascinaci6n por 10 ex6tico, ya sea mediante una distorsi6n de 10 mundano, a traves del misticismo 0 de la cultura primitiva y oriental. [...] "Posmodernismo" implica un rechazo del programa lingiHsticodel positivismo, una apertura hacia la propia cultura y tradici6n, una apreciaci6n del sentido comun, y un rechazo a reducir todas las culturas a un solo horizonte manfstico. Tyler cree que la antropologia en el mundo posmoderno esta tomando un giro poetico, que se manifiesta tanto en la escritura de poesia por parte de antropologos como Friedrichs y Diamond, como en un inter6s creciente hacia la poetica, las formas del discurso y la retorica. Esta antropologia posmoderna seria relativista, pero en un nuevo sentido: niega que el discw'so de I;lna tradicion cultural pueda abarcar el discurso de otra tradici6n cultural. El antrop610go no puede hablar todo el tiempo en lugar de otros. La antropologfa posmoderna rechaza tanto la fusion de horizontes hegeliana como la cientifica, por cuanto elIas reducen todas las tradiciones alas formas e intereses del discurso occidental. Resultarfa de sumo interes contrastar esta idea con Ia expresada por Agar dos anos antes, a prop6sito de la fusi6n de horizontes. Este contraste senalarfa el distanciamiento que el posmodernismo contemporaneo ha protagonizado respecto del marco fenomenol6gico. La antropologfa posmoclerna de Tyler se opone tambien a la nocion semi6ti-
ca de que los lenguajes y las culturas son sistemas de signos convencionales separados del uso y la intencionalidad humana, porque esta idea de los signos es una consecuencia de la tecnologfa de la escritura, "el deslizamiento de la mana que sustituye las apariencias y que crea la ilusi6n del sistema". Tyler descree, en otras palabras, que las cosas formen un sistema, que exista realmente un orden que articule las cosas. La idea de que "no existe un sistema", ni siquiera en el orden de 10 linguistico, haMa sido desarrolIada por Tyler en las quinientas paginas de The Said and the Unsaid, escrito con la intenci6n de demostrar que 10 que no se dice, 10 impHcito, 10 presupuesto, tiene la misma entidad y el mismo peso que 10 que es susceptible de enunciaci6n. La antropologia posmoderna segUn Tyler la concibe reduce la idea de sistema, tanto sea en su concepci6n organicista como mecanistica, a una figura del discurso. El discurso es el objeto de esta antropologfa, pero no como sistema, pues no es ni totalmente coherente consigo mismo, ni merced a una consistencia en su capacidad referencial: el discurso anuncia breves coherencias y "como sis" momentaneos, suposiciones, conjeturas, juegos libres de la imaginaci6n. Con semejante afirmaci6n, Tyler encubre el hecho de que el habla estado estudiando el discurso como sistema referencial hasta por 10 menos dos alios antes, segUn puecle inferirse de la trayectoria de sus propias publicaciones. Para Tyler, el discurso de la antropologfa posmoderna no s610 demuestra mediante la prueba 16gica: tambien reuela por medio de la paradoja, el mito, el enigma, y persuade a sus lectores mostrando, evocando, conjeturando. El discurso de la antropologfa posmoderna rechaza la economfa aristotelica del discurso, monof6nica, malamente imitativa de la 16gica. Y admite en su lugar todos los medios posibles de discurso: sorites, polifoma, parataxis, parabolas, paradojas, enigmas, elipsis y tropos de todas clases. Por 10 tanto, la antropologfa convencional ha caducado junto con las ciencias naturales a las que procuraba imitar. La idea de esa antropologfa no era comprender a los extranos en los terrnlnos de sus propias creencias sino sanitizarlos, lavarlos en las aguas de los universales del metodo cienHfico y asi anestesiar nuestra conciencia de sus diferencias, hacerlos caber en el contexto de nuestros credos .. De acuerdo con Tyler, el discurso cientlfico, particulannente en las ciencias sociales, es profundamente mendaz. Tres circunstancias iluminan este descontento: 1) La desilusi6n que los antrop610gos sienten con respecto al genero etnogriifico mismo (yaqui Tyler se refiere a Marcus/Cushman y a Clifford); 2) la posibilidad de una nueva relaci6n con el informante: lquien puede permanecer ciego alas relaciones de poder e ideologfa? (aquf el referente es el antrop61ogo crftico Bob Scholte); 3) el temor que tenemos los antrop610gos de los extranjeros que puedan cuestionar el valor sIe la antropologfa. Tyler afirma que el discurso cientffico se focaliza en las relaciones entre partes, observadas descle la perspectiva aut6noma de un observador que estii fuera del campo de observaci6n. Su lenguaje es estrictamente referencial: una palabra, una cosa. Los significados figurativos estiin prohibidos: tooo su discurso esta ideo16gica y exclusivamente motivado por la ideologfa de la ciencia. De acuerdo con esta perspectiva, ninguna ciencia falla mils espectacularmente que la antropologfa
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(convencional), a .excepcion de la econom' , Tyler, excluyendo implicitamente I la·dLos antropologos -proclama especie.de enfermedad mental qua os pOdsmlo er~os- son victimas de una pol' fmglr . h acer 10que saben qu e surged eh senhm'len t0 ce I cu Ipa genefflclo e pue formas del discurso -diceded .n°cl : alcerse. Debemos buscar nuevas S ' . lCa as mas a a h t'd cl ena mteresante, pOI'ejemplo t I on~s I a que a la verclacl. on zacloIas influencias literarias y poetic: ra;oner a dimension que han alcan~re el particular en "Generos co ,I: s ~n yler con 10que expresa Geel1zsoI t I " a su Iibro sobre I d nJUSos y con 10 que afuma l' umer en la n rocUCClOn . negar que tanto estas expresio~:s :~:~s asoc~i:es.{Seria . muy dificil, ademas, programa de confluencia entre la t I~e as orman parte de un mismo manisticas, un mismo proyecto d ~n rrpo.?gl~ y las llamadas disciplinas hulos efectos literarios. e so UClOn e los metodos antropologicosen , Asomemonosahora a otro texto de TIer s~rvende fundamento clandestino a s ~ en el q~~ desaITollaideas que SlOnQue~tin the West, or What the M~n~~~u; ~Ie Tf.ntmg Culture. "The Viv~mentemspirado, segun se dice en n t ~d ees , de 1984 (un texto nue~Ismo ano que el anterior, pero se °t~s'len 1_ eas de Paul Friedrichs) es del ges ClOnaen absolulo el ideario posmod 0 c,os ano~ antes; en el Tyler no meno Tyler se funda aqui en cuatro verda;[e: men~lOnani~guna otra obra suya. 1 veremos luego, termina pOl'recursar al e, senhd~ comun pese a que, como occidental. Esas cuatro verdades son: senhdo comun propio de la mentalidad
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1) Las cosas son hegemonicas en ellen u . ropean) y en el pensamiento que d g a.JeSAE (Standard Average Ellide d' correpon e a esos len . l' I a. ~ que eXlstealgo asf como un SAE d. I guaJes, y er toma la relahVlslalingiifstico Beniaml' L WI ; os ensayos de la fase teos6fica del 2) L h ' n ee lon, a egemonfa de las cosas entrana la h ' modo de conocer/])ensar EI ve I d egemoma de 10 visual como I ' l' es e mo 0 sen . I "I ' . cave en los SAE. Aquf Tyler se l 't ' ~ona privi eglado y la metafora 3) La hegemonfa de 10vi::i e a clel1as ldeas de Walter Ong, l el proceso son fundamentalmente dprt?mtueve a nocion de que la estructura y ' 'I ' ISm os y que el])ro ceso slempre ' d re ucu en u hma instancia a I t se ]mede 4) La a es ructura hegemonfa de 10visual no es ~ , , como concepto de sentido comun 'fl .n~versal,pues a) hene una historia Cla tanciada en la estructura concept~~~duer t 0 ~r la Iiteratura; b) no esta susun pr~fundo malentendido respecto de fS 0 rols ~~guajes y~) esta basada en sensonal. e a evo UClOny funclOnamiento de 10 La primera tesis dice algo que -se un T sabe de antemano: que la" " g yler-- todo hablante de SAE ya , , s cosas son el con t d ' semanhca de "10que existe" L . cep 0 ommante en la jerarqufa d . . as cosas vlenen en d onunante, platonico que envuelv I os paquetes: 1) el paquete bordinado, oculto 0 heraclfteo q e.alas suistancias 0 a los objetos; 2) el su, ue mc uye os atr'b t I'd o SUcesos,Las cosas ocultas Son 10 diu os, ?ua 1 ades, acciones 46 que pue e ser predlCado respecto de 10
real; para decirlo de otra forma, en la conciencia occidental los sustantivos son mas reales que los verbos. Y pol'10tanto en logica, las funciones son mas emiticas que Ios argumentos, porque son nombres de devenires y posibilidades, y no de seres y realidades discretas. A su vez, Ias cosas "reales" son de dos clases: "elementales" y "com]mestas". En Ia 16gicade Port Royal 10 primero equivale a ir de parte a parte (metonimia) y 10segundo de parte a todo {sin6cdoque};en el esquema de Peirce, a la inferencia pOI'abducci6n y pOI'inducci6n, respectivamente. La abducci6n es la intuici6n primordial; la inducci6n, una especie de intuici6n derivativa, de grado mas eIevado. Las cosas simples son 10"realmente real"; las compuestas, "10 derivativamente real". En Ia epistemologia encubierta de Occidente, segUnTyler, Ias cosas ocultas (el devenir) son siempre complejas. En gramatica esta idea equivale al c~>nceptode sintaxis, y comprende "10 dicho", "10que puede decirse de 10que se ve", "Ia verdad". En inferencia, esto corresponde a Ia "deducci6n" peirceana. 10realmente real { 10derivativamente real [ 10oculto (el devenir) Para Occidente, 10realmente real y 10oculto conforman juntamente "10 real", "10 que puede ser pensado con claridad", De esta forma, 10 real esta constituido pOI'un modo visual de denominaci6n 0 sustantivaci6n referencial (nombres para las cosas reales) y un modo verbal subordinado (nombres para las cosas ocultas), Los aspectos verbales se identifican con la ljustituci6n de las apariencias, Todo el cuadro representa los presupuestoscientfficos acerca de la "naturaleza de Ias cosas". N6tese, incidentalmente, que para clarificar sus ideas Tyler no tiene otro recurso que el de ordenarlas en un cuadro visual, que en el original es mucho mas profuso y detallado que eI que aqul reproducimos para documental' la paradoja. Tyler asegura que el sentido comun proporciona la estructura de base que pernrite la especulaci6n cientlfica, define sus lfmites, proporciona losproblemas y relativiza sus hallazgos. La ciencia -advi~rte-es s610una palte del sentido comUn.Nuestra ciencia no es sino una version sofisticada de nuestro fisicalismo ingenuo, y ambos se derivan de la hegemoma metaflsica de 10 visual. Notemos que, a diferencia de otros antrop610gosinterpretativos, Tyler no s610cuestiona a la ciencia sino que se atreve contra el sentido comun, reivindicado expresamente por los fenomenologosy en ocasiones pol'61mismo. "Cosa" es en las SAE modernas una entidad casi inevitable; intente usted --desafla Tyler- atr6vase a pasar todo un dia sin mencionar la palabra, en sus variados contextos (something, everything, nothing) y 10comprobara.3 Las 3 EI argumento de Tyler, indudablemenle,
funciona mejor en ingles que en espano\.
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cosas son (en el SAE) un instrumento inevitable de la comunicaci6n, 10 cual nos conduce a la conclusi6n COl'l'ectade que las "cosas" son tan s610 una forma de hahIar. Estas afirmaciones de Tyler constituyen, deliberadamente, una radicalizaci6n sin anestesia de la hip6tesis de Whorf. Tyler concluye que en la filosoffa concomitante alas lenguas indoeuwpeas, el pensamiento es siempre pensamiento sobre "algo" (something). En esos alambicados razonamientos del'l'idadafstas, Tyler parece contraponerse incluso a la idea husserliana de l~ conciencia intencional, la cual siempre es, como hemos visto, conciencia de "algo", Asevera que cuando hablamos de 10 . r' . . " que esta en nuestras mentes, slempre nos relenmos a ".... lmagenes ""0 VISlOnes o "perspectivas" 0 "puntos de vista". Pew esto no es primario, sino que es 1m efecto impuesto pOI'nuestws supuestos de sentido comiln. Existe un marcado sesgo visual en la noci6n de "ideas" y "conceptos": 10 primero deriva de "vel''', y 10 segundo de kap, "agarrar con la mano" (derivaci6n que sobrevive, pol' ejemplo, en "capturar"). Para Tyler, todas las nociones tecnicas de este tipo se derivan de palabras cuyos sentidos originales estan conectados con 10 visible. La ejemplificaci6n es mucho mas generosa de 10 que es conveniente exponer aquf: cuanc10 comprendemos, decimos "ya veo", "ya veo ad6nde quieres llegar", etc. 5egun Tyler el olfato, el gusto, el taeto corporal y los sonidos estan subestimados; no tienen la mism~' relevancia ni la misma })articipaci6n en la especulaci6n filosOfica 0 en ellenguaje. Pew si el discurso del sentido comiln incurre en ello, el cientHico 10 hace aun en forma mas flagrante. La ciencia sin visi6n -dice Tyleres impensable. Una de las consecuencias de este hecho es que en el estudio sobre la primacfa de la percepci6n, pOI'ejemplo, los casos escogidos son casi siempre visuales, figurando 10 auditorio y 10 tacti! en muy segundo plano. La forma en que se ha manifestado la prevalencia de la visi6n en Occidente es injusta. Una cosa es afirmar la primacfa de uno de los sentidos. Otra es denigrar a los sentidos restantes. Los Occidentales llevan la primacfa de l,a vista al extremo de la exclusi6n de los sentidos restantes. Nosotros decI,. que ml'I pa Ia bras,""V er para creer, "" em'd enmos: " Una imagen es meJor cia", "POI' 10 visto". Incluso la sinestesia esta mejor considerada que 10 verbal: Todo el mundo considera (en Occidente) que "la acci6n es mejor que las palabras". Valoramos en tan poco la relaci6n entre 10 que se piensa y 10 que se dice que tenemos mas terminos para el pensamiento basados en tropos gustativos que . 'd" "digenmos . . t os " yenconen imagenes verbales: " rumlamos leas, pensamlen tramos que cieltas ideas son "diffciles de tragar". En ellatfn antiguo la palabra para el conocimiento era "sapere", tener sabol', gustar. La voz ~sta valorada tan bajo que es mas Indice de patologla mental escuchar voces mtemas que experimental' visiones y espejismos. Las interpretaciones maniqueas referidas a la dicotomla cerebral que asignan holismo a un hemisferio y analiticid?d al otro tambien reproducen, de acuerclo con Tyler, las clistinciones entre 10 VIsual y 10 verbal.
temporal secuencial auditivo ideaci6n verbal analftico
espacial simultaneo visual ideaci6n no verbal hoHstico
Hayalgunas aparentes excepciones: los psic610gos cognitivos estan clivididos en "verbalistas" que, con la infiuencia de la lingiifstica, sostienen que el pensamiento es proposicional, y "visualistas" que han revivido la imagen mental como vehfculo del pensamiento. Dados 105 antecedentes, sin embargo, es muy posible -profetiza Tyler- que la herejla heracHtea en psicologla y filosoffa pol' mecliacion de la lingiifstica tenga 105 clfas contados. Tyler se:iiala que en neurolingiifstica existen dos lfneas contraclictorias, que oponen las interpretaciones visualistas alas verbalistas; una lfnea enfatiza la comunicacion, la otra la representacion. La comunicaci6n y la verbalizacion se asocian a la, vocalizaci6n de 105 animales inferiores; se actila como si ellenguaje no fuera mas que un modo sofisticado de combinar representaciones visuales. Aquellos que creen refutal' a Whorf -prosigue Tyleraduciendo la oposicion entre materialismo e idealismo, han pasado pol' alto que estas dos formas de concebir las cosas, como todas las otras filosoffas occidentales, son meras relaciones predecibles dentro de laestructura de posibilidades penniticlas pol' "pensar", "sensorial", "representaciOn" y "racionalidad". No existen en Occidente desaffos genuinos a estos delimitadores claves, pues tal desaffo solo podna clasificarse como no-pensamiento, il'l'acional, mas alla de los lfmites dellenguaje. Esta afil'l'llaci6n de Tyler se refiere al argumento "mas bien tonto" de Feuer respecto de que, pese a que las filosoffas occidentales son tan fundamental mente distintas, todas ellas estan expresadas en el rnismo lenguaje, 10 cual prueba que el lenguaje no detennina la filosoffa, Feuer -dice Tylerniega el hecho palpable de que todas las filosoflas europeas son permutaciones predecibles de posibilidades, definidas pol' los entrecruzamientos definidos al principio del artfculo. Todas las presuntas refutaciones de la hip6tesis de Whorf estan basadas en la "percepci6n" visual, 10 cual s610 demuestra el podel' de la metafora visualista. Nuestras formas de pensar sobre el pensamiento presuponen la significatividad de sentido comtin de esas metaforas y rechazan todo 10 que se salga de sus Hrnites. Esta es la raz6n -concluye Tyler, razonando sin darse cuentaporia que la "raz6n" no es universal. Ella es relativa no a una forma a priori del pensamiento, sino a un discurso que forma el a priori cultural, seclimentado a partir del sentido comiln. Invitamos a contemplar el arco descrito pol' las antropologfas interpretativas, desde Ias ideas de Geertz acerea de leer las .culturas como si fueran un
texto, hasta la denuncia de la textualidad T tende poner la cultura "ante la vista" a tr p~r yler, como un ejerc:icio que premos que Tyler habi'a denunciado I d,a~;s. de ~na representaclon. Recorde_ dialogo vivo al texto muert "La a la, glCa e Tedlock por "someter el ' 0, trayectorla es perf, t ' 'd d e con e I cammo evolutivo de It" ec a~ente mh a, y coincitra.compil.acion: Tyler no solo a ant~opololgl~dmterpretahva reconido por nues, cues IOna a I ea de I un texto, sino que deplora la id d que una cu tura sea como A nuestro juicio la demoeastae,
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, Por otra parte, la unica forma que tien d caclon de 10 visual endeml'c d 0 'd e e expresarse la presunta vindi, ' a e CCI ente(yque t b" I Ilza e'I mlsmo para realiza d "es am Ien a forma que utir su esconstrucclOn) t' d I d . . ecu, a traves de un vehfculo ' es a raves e lenguaJ'e· vale ' enunentemente verb I I ' P d ara eculo de otra manera I " . d' , a y natura mente auditivo, , d b'd ' os unlCOSm lCIOSd . I In e 1 0 preelominio de 10 visual I' , , e que eXlste a go asf como un , d en e Imagmano d I 'li" comun y e occidente son indicio d' , e pOSI vIsmo,del sentido I . s e caracter no VIsual ' I' .." enguaJe, entonces y no la I' ., I ' smo mgmshco, Es el , v slOn, 0 que en 'It'· . menios agrietados y poco reflexivos d I ~ ~~a mstancla (y segun los arguesa perspectiva, e ProPIO y er) resulta determinante para Es significativo que Tyler n I '. comtin cuando en un fragmentoPO ga e~ te a de Jmcio los elictados del seniielo que cItamos mas 'b d' que e I posmoelernismo consiste en rt I arn a ICe expresamente , pa e, en a recuperacion y en el respeto
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hacia un sentielo comtin denigrado por la ciencia, Por otra parte, nos parece no elemostrado el hecho de que el "pensamiento de sentido comun" de los hablantes de SAE, de los hombres de la calle de Occidente, esta determinadopor la literatura, tal como Tyler afinna. Los occidentales no leen tanto, despues de todo, Ese argumento pennite a Tyler meter en una misma holsa al sentielo comoo y al pensamiento cientffico, pero es obvio que semejante afinnaeion requerirfa una elemostracion mas prolija. EI argumento de que la vista ha sido privilegiada inmerecidamente, aelemas, es reminiscente de lucubraciones parecidas del oculista Marius Schneider; tambien Schneider (un musicologo de principios de siglo sin parentesco alguno con David Schneider, el antropOiogosimholista) afinnaba que en Occielente se ponderaba Ia vision en detrimento del oldo y procuraba difundir una cosmovision liberadora, basada en Ia musica como slmholo de 10 trascendental. La coincidencia de ciertas afirmaciones de Tyler con ciertos postulados del ocultismo corre pareja con su eleccion de Ia Biblia --en otro contexto-como el unico caso conocido de etnografla ideal. Finalmente, Ia credulidad de Tyler respecto de que en Ia etimologfa historiea se eneuentra Ia clave oeulta de 10 que se qui ere deeir se asemeja a parecidas ideas del teosofo frances Rene Guenon, un orientalista farsante que basaba su erudicion hinduista (y sus citas sanscritas) en Ias deplorables traduceiones de la epoca. La idea de Guenon es que en Ia etimologfa se encuentra el sentido oculto de 10 que se qui ere deeir; reflejos de esta ereencia (desacreditada hasta el riellculo por la Iingmstica y Ia sociolingiifstica eontemponineas) se eneuentran tambien, por ejemplo, en Laean, Las argumentaciones de Lacan, Guenon y Tyler presuponen, entre otras cosas, que existe algo asf como un sentido primario, una significacion original, cristalizada y subyacenie, que cletermina 10 que Ia gente quiere deciren realidad cuando utiliza una cleterminada palabia, y que constituye un nivel de sentido que, de alguna manera (no analizada), se ha venido trasmitiendo de generacion en generacion. EI mas impresionante de Ios paralelismos entre Tyler y el ocultismo radica en su conviccion de que "occidente" ha "perdido", "traicionado" 0 "dejado atras" (en beneficio de Ia representacion) una dimension del conocimiento mas primordial y mas autentica que aflora en todo su esplendor en las culturas .' primitivas y que a su antropologfa evocativa Ie esta dado recuperar. Este simholismo es de tono profundamente moral: la evocacion es "buena", porque es autentica en ese senti do casi trascendentaI; Ia representacion, en cambia, encama t<><;lo 10 malo de que es capaz el hombre que, imitando aDios, quiere alcanzar el conocimiento objeiivo de Ias cosas. A despecho de sus dificultacles literarias y de la densidad de su pros/}, los argumentos fundameniales de Tyler son, en realidad, terriblemente banales, basta el punto de tornar previsibles sus argumentos puntuales y de hacer que sus asertos reproduzcan con sorprendente fidelidadlas premisas de esa apoteosis del sentido com-un que son las filosoflas de 10 oculto, Los artfc~os mas combativos de Tyler ban sido reunidos en un volumen de unas 250 paginas que se llama The Unspeakable (1987), 0 sea "de 10 que 51
no puede hablarse". Todos los ensayos allf reunidos constituyen ejercicios y justificaciones de desconstrucci6n que pretenden ir mas alla de Derrida, cuestionando la practica misma de la escritura. Ningun otro autor ha escrito tanto en contra de ella. Para Tyler esta contradicci6n no serfa importante; a 10sumo constituirfa una paradoja mas, y a 151 Ie fascinan las paradojas. No pOl'nacla dice, en su comentario a un artfculo de Roth, que "Ios libros estan muriendo, 10 cual puede comprobarse (como gusta decir la gente que estuclia la poblaci6n) pOl'su proliferaci6n excesiva". EI artfculo mas representativo clel ultimo Tyler es el que aquf se ha traducido a pat1ir de su ponencia en el Seminario de Santa Fe. En ese at1fculo Tyler presupone no s610la crisis de determinada concepci6n de la etnograffa, sino lisa y lIanamente el fracaso de la ciencia. Del ostensible progreso cle la tecnologfa no clice una sola palabra, ni problematiza el hecho de' que -POl' ejemplo-- los nativos que 151 mismo estudia esten, pOl'obra misma de la ciencia que 6l abomina, relativamente libres cle las epiclemias que los asolaban hasta hace poco. No discutiremos aquf esas cuestiones, ni formularemos una crftica que corresponcle a otros elaborar. No se trata de que la ciencia sea "buena" (como se supone que piensan canclorosamente tocloslos antrop610gos ala antigua) ni que sea "mala", como sostiene Tyler en todo momento; se trata clelhecho cleoque progrese 0 no. A la luz de los mismos acontecimientos que han lIevacloa la conclici6n posmoderna, la negaci6n clel progreso tecnol6gico, pOl'10menos, requiere una funclamentaci6n mas seria de la que Tyler nos ofrece, a riesgo de trivializar toda la polemica. Si no son los hechos los que impol1an, no esta claro que es 10 que Tyler pueda aportar para su esclarecimiento. Remitimos a los textos mencionaclospara que ellector complete su visi6n de esta tenclencia extrema del posmodernismo antropol6gico,y para que formule su propia actitud frente a ella.
Con las anteriores referencias hemos presentaclo algunos aspectos cle la polemica antropo16gicamas virulenta y de los replanteamientos clisciplinares mas radicales que se han conocido, y que se estan desarrollando el mismo dfa de hoy. El grueso de la sustancia para construir una imagen verosfmil de la antropologia posmoderna debe provenir de la lectura de articulos como los aquf reunidos, que segun entendemos constituyen algunos de los mas representativos de esta corriente, aquellos a los que los ensayos venideros necesariamente habran de referirse. No podemos hacer justicia aqm alas crfticas que el posmodernismo ha suscitado, porque la contracornente frente a los excesos y limitaciones del posmodernismo aun no ha definido su aUloconciencia. POl'todas partes, sin embargo, se levantan voces que afirman que el posmoclernismo ha ido demasiado lejos, y que esla poniendo en peligro la credibiliclad de la antropologfa como ciencia, al ser ella c6mplice de tamana floraci6n de irracionalismo.
Quien ha desarrollaclo una cle las mas elaboraclas crfticas al posmodernismo es el profesor de la Universidad de Cornell (Nueva York) Steven Sangren, educado en los bastiones geertzianos de Princeton y en la Universiclad de Berkeley, masivamente inclinada hoy en dfa hacia el posmodernismo. La crftica de Sangren no es del todo satisfactoria, esta afectada de momentos letargicos y podrfa ser aun mucho mas aguda de 10que es, pero pol' el momento es la ilnica que ha planteado el caracter no-reflexivode las argumentaciones de un movimiento que deberfa ser reflexivo (es clccir,autocrftico)pol'excelencia. Lo que Sangren quiere decir es que la crftica que los posmodernos dirigen contra la antropologfa no es de ningun modo una autocrftica: siempre es una clesconstrucci6n cle la antropologfa que proponen Los demas. Pese a que los posmodernos se jactan de su escepticismo respecto de las fundamentaciones cle la autoridad antropol6gica, no han prestado ninguna atenci6n a la forma en que inslitucionalmente se definen -pOl' ejemplo-- las modas antropol6gicas, en quienes definen esas modas y con que objeto. Toclo10concernienle a la reproclucci6n social del conocimiento ha siclodejaclo a un lado, para adoptar las pautas de ciel1a crftica literaria europea, y antes que nada francesa. Con clIo se logra fingir que la aUloridacl antropol6gica esta constituicla textualmente, cuanclo la verclad es que 10esta socialmente, a traves cle relaciones muy concretas cle auloriclacly poder. Para Sangren, el analisis antropol6gico de la autoriclad etnografica clebe especificar las condiciones de la proclucci6n y la reproducci6n de etnograffa en la sociedad y en especial en las instituciones academicas, y no s610en los textos. Y cste es el problema que la antropologfa posmoclerna en general no aborda. En otro orden de cosas, Sangren destaca el tono milenarisla que invade la ret6rica de la metaantropologfa recienle. Este milenarismo asurne la forma de un vocabulario tremendista: la ciencia convencional "esla en crisis", "su colapso es inminente", la ciencia social positivista "esta en bancarrota". Dentro de este conjunto bombastico, Rabinow ha sido capaz de atemperar el entusiasmo milenarista de sus colega8, senalando que el darse cuenta de que 108 antl'Op610gos escriben empleando convenciones literarias, aunque iriteresante, no es en sf misma una intuici6n capaz de desencadenar una crisis revolucionaria. Otro aspecto que Sangren cuestiona de las construcciones irnaginalivas de la antropologfa posmoderna es el simplismo de sus modelos causales. Cuando se trata de explicar el mismo fen6meno del colapso de la antropologfa convencional, Ia historia es, para Ios posmodernos, una correlaci6n de hechos demasiado simple, en Ia cual Ias causas de un acontecimiento son (micas y opel'l1nlinealmente: "La actual preocupaci6n [porIa escritura antropoI6gica], dice Clifford, esta ligada a Ia quiebra y redistril>uci6n del poder colonial en Ias d6cadas posteriores a 1950". Afirmaciones de este jaez son extremadamenle abundantes. Para Sangren, Ia noci6n de que Ias tendencias intelectuales reflejan de una manera tan mecanica las determinaciones de Ia economfa polftica (mas alIa de ser cielta 0 no), traiciona una totalizaci6n teorctica a un nivel mllcrosocioI6gico mllcrohist6rico que es inconsisteItte con Ia llntipalfa que Marcus y otros posmodernos manifiestan contra Ias toorlas totalizantes.
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ensay~~:;poass~~este de~erminismo~ecanicista y autocontradictorio, muchos '. mos Invocan una Imagen de " "1' . tona de las ideas y se 't"II' progreso en a reClente hlsSl uan e os mlsmos en . d . recida, que se ha apropiado de una verdad u~a espe?~e. e vanguardla esclacapaces de comprender. Marcus Cushmaque os ~OSItIVlstas no han sido aUn nografos"sofistl'cados" I " I~ " n, por eJemplo, contraponen los eta os rea Istas qu toda' . . ten estandares ahsolutos. e via mSIsten en creer que exisde "p~::n~:~s~~~=::ces se da el caso de que los posmodemos califiquen mente cliffciles Cuesta mu~e, como las de Derrida y Lacan, son reconocidatualidad que j~ega a la e~ 0 .~~:;r en esto un pavoneo tlpi~o de una intelecfilosoficosmas densos y osc~s y Pdaredsumel ~e donunar los planteos que se n 0 a a Imprenta Ot d I ro e os antropOogo h' . e ingenuidaI des del od' J s ~e an reacclOnadoa los excesos posm ermsmo es . Tim O'Meara' £ de Carolina del Norte O'M cli ' un Jo~enpro esor de la universidad . eara scute en especIal I .d od es imposi.hlecons~ruiruna ciencia empfrica de los a::Ot:: rsm ema de ~e I~ es poslhle reah7.arcierto tipo de interpretacio O'M umanos, y que.s~clalmente a la vision de Ste hen T . n. eara pone en foco Imextremada. Para Tyler no sol: e . yle~bl~en . rep~esenta la postura mas "ciencia en general" porqu "s Ihmpos~e a ClenClaantropo16gicasino la . ' e no ay mnguna per ., .. I . pnoridad de la vision ninglin d t h "cer<;lOn ongma , nmguna O'Meara demuestra a~ahadamen~eo~e ~ servar '. PartIendo de esos juicios, sostiene de la ciencia contem ' qu ,e~tereotIpo que el posmodernismo .. poranea se restnnge alas fi . d' emplnstas 16gicosde hace vari' d' d a mnaClOnes e Clertos as eca as, que eran sumamente restricti t:~:i;: ;:~~e:~:oelsutsoo'lr.edPres~nttativas del estado actual de la cienci:~~~ 1 a e m eresante pero n I dr ' cuanto la mayor parte de eHa se ocu a d C' . 0 a ~xpon e~os aquI por P necesariamente se aplican al posmod .e a IrmaClOn~s.Interpretahvas que no D' ermsmo antropologlCO. han sur~7Y::gns:o ~e ~:s:notnrtoepontlogfa interpretativlade tendencia posmodema o con respecto a 0 qu . en una nueva ortodoxi ' e amenaza conveI1Irse testahies y su panteonad:~~e:us ponhfi~~s,:u In~~x de lihros y practicas deen general ha sido Paul R' h' ursoreis. mas activo de estos cuestionadores, , a mow a gunas de cu as .. (I" nueva propuesta el cosmopolitis~ 't') Yh oplmones relendas a una ' 0 cn ICOya se an comentado EI antropOlogoJonathan Spencer de I U' .d . Iado recientemente en Anthropology ~ a K~ dmifv;,s~.ad de Sussex, ha formurniento de Ia tendencia od . m.o ntmg un agudo cuestionaimnenso que tendrfa erna-ll1;terpretahva,aun reconociendo el interes ses personales de los a t prachca de reflexividad acerca de los interese concentra en los supnu:ospOtosOygOSfiy de ~a etnograffa como esc~itura. Spencer . a IrmaClOnesque eman d I g f' expenmental. Tras comentar los linearnientos del Tuham~~ ;,. a estelClO raIa zano ensayo en el h ~ e mcent rapan-
k
U:~mue:m
entr~ las diversas se:~o~:s ~:f~e~e 51 lector real;ce sus propias conexiones X do esto es insatisfactorio en cI'erto ~~ pendcerconc uye que el resultado de to. nwnero e respeetos Las mstantaneas dialogaies de Tuhami Ie choc:n por demasiado obli-
cuas; como la informacion contextual es escasa, resulta ser que ellector se encuentra imposibilitado de sacar sus propias conclusiones y sigue reposando, contradictoriamente, en los comentarios del autor. Estos comentarios, a su vez, signen siendo sesgados;10 que revelanno se refierea Marruecos,ni a la existencia de Tuhami, ni al propio Crapanzano, sino mas bien a Ia hihlioteca y a los influjos literarios sufridos por el etnografo.Otros textos de Dwyer,Marcus y Clifford Ie merecen un juicio similar. Lo que puede captarse en todo el movimiento posmodemo es, por un lado, el abandono de toda consideracion a proposito de los prohlemas de validacion. La validacion ha quedado subsumida en los margenes de 10que ha dado en Hamarse la "autoridad"etnografica, la cual a su vez se presenta como una cuestion mas litel'aria que l~ractica.Por el otro lado, hay en el movimiento una considerable faIta de reflexividad'y autocontextualizacion. Cuando Crapanzano compara la descripcion del carnaval romano por Goethe con la descripcion de la rifia de gallos por Geedz el contexto, sin duda, se pierde. En lugar de contexto los posmodernos hablan de intertextualidad. Es diffcil resistirse a la conclusion --dice SpenceI~ de que la crItica intertextual se utiliza como una excusa muy chic que justifica el abandono de la investigacion primaria. Le viene a la mente una definicion atribuida al poeta Robed Frost: "Un crftico es alguien que mea en un rfo y dice: 'Miren la gran corriente que he hecho' ". Cuando alguien afirma que 10 que hacen los antropologos es escribir, se olvida todo 10demas que los antropologoshacen antes y despues de la escritura. Se deja de lado ademas el sitio en el que los antropologosrealizan su escritura que, en general (y excluyendo el Instituto de Princeton), corresponde a la franja soleada de los Estados Unidos. Se excluye tambien 10 que significa la antropologfa posmoderna como producto nuevo, aparecido en el parafso del consumidor. Un producto que evoca el espfritu radical sin dejar de ser lujoso y exclusivo. Estamos, en fin, en el mundo de 10que Michael Silverstein ha Hamado "antropologfa yuppie". La antrop610gaVicky Kirby, del depadamento de Historia de la Conciencia de la Universidad californiana de Santa Cruz (el mismo lugar de trabajo de James Clifford) ha objetado recientemente el usa que Stephen Tyler ha hecho del concepto derridadiano de desconstrucci6n. Decfamos antes que Tyler, nQ, obstante haberse apropiado deltermino, piensa ir mas lejos que Derrida en su obra disolvente. En su opini6n, la retorica de Derrida es conservadora, visualizada, espacializada; el hecho es, naturalmente, que Derrida no abomina de la escritura, sino mas bien dellogocentrismo de los lingiiistas. De acuerdo con Tyler, el discurso hablado, a diferencia de la escritura,' es eticamente puro, ya que, al ser impermanente, no tiene las mismas pretensiones de verdad ni esta sujeto alas rfgidas reglas de analisis que acompafian a los modos escritos de expresion. Kirhy cuestiona este dualismo moral de Tyler, su division del mundo entre una escritura mala y un hablar hueno. Otros autores (Gasche, Johnson, Spivak, S. Weber) ya han documentado todo 10que se ha perdido, a juicio de Kirby,en la adaptacion y sanitizacionde lj mas ofensivodel ideario de Derrida a manosde la intelectualidad nortearnericana.
Kirby entiende que para Tyler el discurso tiene lugar en un espacio neutral y dialogico en el que los significados de lo~ habla?tes eSHin.a la ~ano y son negociables. Ellugar por excelencia de e~e.~po de l~tercamblO se.na, d~sde ya la cultura etnografica, agrafa por defimClOn. Demda es algo mas subl y meno~ rusoniano: para el no hay percepeion inocente; los problemas que Tyl~r atribuye a la etnografla deberian ser.~xtendidos a.los ori~enes de lo~ que denva toda representacion: la conversaclOn, la entrevIs~a, el Juego, l~ ~necdota. Este pendular de Tyler entre la pureza del obJeto y la eXquIsltez vanguardista del metodo posmodemo es captado sutilmente por Kirb~. Para ell~, la postura de Tyler ilustra el impulso conservador dentro de la mtelectuahdad norteamericana que se expresa a traves de una fetichizacion de 10nuevo. ~tros autores como J. Raichman, han sabido describir Ia confianza norteamencana , ~ , .~ " y Ia rapida domesticacion de Iateona francesa contemporanea como una .es\rategia smorgasbord" que i~ta el pas~iche de estilo~ del arte de vanguardla y practica el uso descontextuahzado de Cltas y referenClas. Tambien B Street de la Universidad de Sussex en lnglaterra, ha hallado motivos para o~nerse ~ Tyler y nos confirma que Ios antrop61~g.osbritanicos han tornado Ias propuestas de aquel concediendole una respe.tablhdad muy,pobre. Street encuentra en Ios escritos de Tyler, aparte de I~ dlficultades eShlf~ticas y proposiciones referidas al trabajo de campo mas hlen banales, una s~ne de contradicciones basicas. Una de ell as tiene que ver con el modo comphcado y academico mediante el cual se asegura la prevalencia del sentido comiin por encima de la teona. . La "camavalizaci6n" de Ia vida cotidiana que el estilo aluslvo de Tyler intenta evocar, no puede ser a juicio de Street simplemente pinchado entre Ias paginas de un Iibro. Por otra parte, las teorfas actuales .sobre el ?amaval 10 contemplan como una forma de reforzar el orden establecldo a partir de la naturaleza meramente simb6lica de su oposici6n a e1. Finalmente, Stre~t dem~cia la faIta de sensihilidad de Tyler a cuestiones de con~exto (poder, l~eologla, diferencia), relegadas a segundo plano por su centranuento en c,u.esb~nes ~e escritura que las tendencias verdaderamente avanzadas de Ia cnbca hter811.a ya no conffan a Ios desoordes de Ia "Gran Teorfa" (Ong, Derrida) en que el propio Tyler se inspira. Uno de los antrop6Iogos que han reaccionado con mayor firmeza frente al posmodemismo es Michael Carrithers, de la Univers~dad de Durham e? lnglaterra. Carrithers piensa que escribir acerca de la escntura sobre Ia e~cntura etnografica involucra un lamentable desvfo que nos aparta de~ trabaJo dw'o ~e hacer y usar Ia etnograffa. Una de las observaciones nulS pertinentes de Camthers establece que no se pueden aplicar criterios que son utiles para pensar sobre la ficcion a generos que no son en principio ficticios 0 que s6Io 10son en cierta forma. Hacerlo es como querer aplicar principios sobre la rima a Ia obm de un escritor de prosa como Henry James: no un ejercicio totalmente inutil, pero sf, en cambio, algo relativamente tangencia1.
La critica del .posmodernismo antropologico esta todavfa por hacerse, tanto e~ ~oque conCleme a sus aspectos epistemo16gicos como a Ia ideologfa des~oVlhzadora que. Ie esta asocia?a. La conclusion mas reiterada del posmodermsmo antropo16glco es que la Idea del conocimiento objetivo es un motor puramente literario, un motor que impuls6 una fomm de escritura "realista" que ya esta obsoleta, y en Ia que el etnografo se situaba a Ia manera de Flaubert, como un observador omnisciente. Pero sin duda las cosas no son tan simple~: en primer lugar hay que detenerse a meditar el hecho de que, si bien es poslble que. d~ alguna manera la "antropologfa convencional" construyese sus mundos obJebvos en lugar de descubrirlos, Ios posmodemos han construido tamb" "t I' . al" len una an ropo ogIa convenclOn que no es mucho mas objetiva que esos mundos. La antropologfa convencional, en otras palabras, es en buena medida una construcci6n posmoderna sobre Ia que no se reflexiona, y que posibilita, en un orden atestado de. retorica, Ia de~ostracion de las villanfas que quieran demostrarse. Es OhVlOque una enbdad capaz de reunir en un mismo rotuIo a Boa~, a ~arvin. J:Iarris y a Ma.!inowski,a la fenomenologfa, al funcionalismo, a la ClenClacogmbva y al marxlsmo, puede servir de chivo expiatorio para simular la i~erenci~ de Ia conclusion que se desee. De esta forma, empero, el posmodermsmo solo posterga 0 escamotea el problema sin solucionarlo. EI problema, en rigor, es el de la objetividad, y quiza no tanto el de su posesi6n como el de su husqueda. . A nuestro juicio, la negacion de un conocimiento objetivo de Ios hechos soclales es un postulado que se debe analizar tomando en cuenta no solo 10 que afirma, que es sensato, sino Ias consecuencias y corolarios que de el se despr~nden, que ya no 10 son tanto. EI posmodernismo, y en especial sus ela~~~clOnes mas ~xtremas, afirman, en sfntesis, que "todo vale", que cualquier v~sl~nde Ia reahda~ es por igual digna de credito, que no existe ningiin procedi~ento que garantlce la verdad de 10que se afimm. Se han llevado hasta las Ulbmas.consecuencias Ia~ insinuaciones de Geertz respecto de que Ia antropologf~es un ge~ero de ficcl6n, y se ha hecho a la ciencia, que se manifiesta por escnto, pa~fclpe de los Ifmites que esa ficcionaIizaci6n presupone. Del caracter c?nstrw~o de una te?rfa, que nadie disc ute, ha deducido que es posihle y qUIzalegftImo constrwr 10que se quiera. Da 10mismo demostrar una afirmacion ~e t~jer ~ ~antasfa, sefialar un hecho incontestable que insinuar una evocacl6n lmagInana. Tyler nos aconseja que no busquemos la verdad sino . . que nos I· lnutemos a ser "h" onestos; la pregunta que cabrfa plantear es , si se puede lograr esto sin pretender aquello.
se
A menudo los posmodemos hablan de la'realidad como si esta no fuese mas que una fantasfa realista, como si no existiera una realidad aparte de la teoda ..~o convenclrfa ser simplistas a este respectq, pero en general todas las afimmclOnes de esa naturaleza tienen por consecuencia que se dejen de intentar busquedas para averiguar que es 10que verdaderamentesucede en una so-
ciedad, y sobre todo que se desprecie la idea de trabajar sobre la realidad social para mOOificarla. Nada de esto serra important~ si vivieramos -co~o en efecto cree vivir mas de un posmOOerno-- en el meJor de los mundos poslbles. Baudrillard diagnostica que "estamos sumidos en .el extasis de la inform~cion" en una sociedad sobreabundante hasta la obesldad; los males que perClbimos son los del exceso, y hasta este parecerfa ser necesario para mantenerlo tOOo en dinamica. Estas premisas pueden'sostenerse mas facihnente en Parfs que en Calcuta 0 en Etiopfa, pol' nombrar sitios en dO:l1dequienes sobreviven estan sumidos, sin duda, en otros extasis. Mirmar (pOI'impHcitamente que se 10 haga) que la perspectiva del torturador y la del torturado constituyen visiones "igualmente verdaderas", que despues de un holocausto 0 un etnocidio no h~y ningun~ ve~~ad obj~tiva a d~terminal', que la busqueda de la verdad conshtuye una lluSlOn propla de OC~Identales sujetos a la idea de la representacion, constituyen coartadas qmza peores que las leyes de olvido, la tergiversacion del pasado 0 el silenci? hist6rico tematizados pOI'Orwell 0 los semiologos de Tartu: en el posmOOermsmo.la busqueda de la verdad se proscribe a priori, porque se decreta que no hay folmgun hecho que pueda establecerse, ninguna certidumbre en lo.que se pe.rclb~, ningtin concepto que resista su desconstruccion. Desconstruu una ClenCla blanda ha demostrado ser obscenamente facil, mucho mas que abismarse en la construccion de metOOos falibles. El giro posmodemo encubre una estrategia que va m.as all~ de la configuracion de etnograffas estilfsticamente novedosas. Se comIenza mocentemente por desconstruir (digamos) la ilusion de Evans-Pritchard de haber descubierto algo importante sobre Ia "realidad" de determinado orden de cosa~ e? esta 0 aquella cultura exotica; se sigue cuestionando la busqueda de 10 obJehyo, denostando esa pesquisa como propia de un ~ealismo ~ngenuo ~asado de mOOa' y se termina cerrando el cfrculo, por abohr cualqmer espeCle de verdad. contrapelo d~ 10 que afirma su propaganda, el posmodemismo dista de sel' un movimiento profundamente etico "que no necesita fundamentacion ~n la ontologfa en la epistemologfa"; mas bien parece una especie de parodla epistemologica en la que se denuncian ano~aHas en una ciencia non:nal. fantasmatica, sin que importen (0 buscando dehberadamente) las contradlCClOnes y la faIta de refiexividad de su propia estructl1ra; un s~mu~a~ro al que no pa~ece importarle en absoluto responder alas consecuenClas ehcas de sus proplas premisas. Algunos posmodemos (igual que, en su momento, algunos fen?menologos) se sienten poHticamente radicalizados, y cla~an cont~a la autondad academica, el colonialismo y otras plagas de OCCldente; Juzgamos que esta modalidad combativa es la mas insidiosa, porque antes de invitamos a la refriega ha tornado la precaucion de desconstruir tOOas las armas y de postular metas alucinantes: derrocar eI predominio de la vision (0 de la palabra), defenestrar la escritura, abolir al sujeto que investiga, fingir que la historia ha te~minado. Exceptuando a Taussig, la eIaboracion de una propuesta de camblO pOI' parte de los posmodemos es, de hecho, nula: sus bravatas poHticas encu-
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bren un vacfo de programas concretos y una marcada propension hacia 10 inmaterial, simbolizada en el programa interpretativo al que adscriben y en la busqueda obsesiva de universos de significacion. Y esta propension nunca estuvo historicamente asociacla a una genuina actitud revolucionaria. Pese a 10 que eI posmOOernismo afirme de sf mismo, esta demasiado claro el hecho de que sus premisas se pliegan d6cilmente -como 10 denuncio Fredric Jamesonal programa polftico del neoliberalismo. Si es verosfmil, como los mismos posmodemos afirman, que toda ciencia responde a las condiciones en que se gesta, debemos prestar atencion a Ias condiciones de sobreabundancia en las que se ha gestado el propio posmodernismo y evaluar, a partir de ese anali~ sis, la utilidad 0 la pertinencia de 10 que ellos nos ofrecen de cara alas problematicas locales. Que una propuesta en la que "tOOo vale" nos resulte uta es por 10 menos dudoso, si es que no es algo peor que eso; decia John Krige que "todo vale significa, en la practica, que todo siga igual". Nada mas oportuno que contrastar el exquisito subjetivismo de los posmodemos con una cita de su aborrecido Marvin Harris, a qui en aquellos denigran pol' positivista, cientificista, ingenuo, brutal. Escribe Harris: La doctrina de que todo hecho es ficci6n y toda ficci6n un hecho, es moralmente depravada. Confunde al atacado con el atacante; al torturado con el torturador' al asesinado con el asesino. Que duda cabe que la historia de Dachau nos la pod:fan contar el miembro de las SS y el prisionero; la de Mylai, el teniente Calley y la madre arrodillada; la de la Universidad de Kent State, los miembros de la Guardia Nacional y los estudiantes muertos por la espalda. Pero s610 un cretino moral sostendrfa que todas estas historias son igual de verdaderas (El materialismo cultural, pag. 352).
No se trata de aconsejar aquf la adopci6n lisa y llana del materialismo cultural fre~te ala marejada posmodema. La cosa no pasa pol' aM; 10 que resulta esenClal es que los acontecimientos referidos pol' Marvin Harris deberfan formal' parte de la preocupacion antropologica con la misma entidad que las practicas adivinatorias de los Azande analizadas pol' Evans-Pritchard, que una puesta del sol en Samoa descrita pol' Margaret Mead 0 que el despiece ironico de Iibros ajenos. Y la cosa pasa tambien pOI' el hecho de que el compromiso con una u otra teorfa antropoI6gica dista de ser una elecci6n polftica y moralmente neutra.
Este pr610go es mas una compensaci6n que un ditiramho. Presentar una antologfa escrupulosamente representativa con cuyos contenidos no se esta de ac~erdo no es una practica habitual en el trabajo academico, pero el dano ya esta consumado. Sin desconocer que numerosos planteos posmodemos son dignos de interes, admitimos que nos satisfarfa mas que los rumbos actuales de la antropologfa fueran otros, de mayor sustancia metOOo16gica y superior
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instrurnentalidacl. La alternativa hubiera sielo silenciarlos, pero -a eliferencia de Tyler- conjeLuramos que no se puede ser honesto faltanelo ala verelael. No agregarernos al inteltexto posrnoderno mas comentarios, pues 10s ensayos que siguen hacen poco mas que referirse redprocamente. Valga 10 anterior como adveltencia y contexto, para que de aqul en adelante la antropologla posmoclerna rnisma haga escuchar su voz en la polifonla del clebate.
Antropologfa
simb6lica
Generos confusos. La refiguracion del pensamiento social *
Ciertas verdades sobre las ciencias sociales parecen hoy en dfa autoevidentes. Una de ellas es que en anos recientes ha habido una enorme mezcla de generos en la ciencia social, asf como en la vida intelectual en general, y que tal confusion de clases continua todavfa. Otra es que muchos cientfficos sociales se han apart ado de un ideal de explicacion de leyes-y-ejemplos hacia otro ideal de casos-e-interpretaciones, buscando menos la clase de cosas que vincula planetas y pendulos y mas la clase de cosas que conecta crisantemos y espadas. Otra verdad es que las analogfas que se trazan desde las humanidades estan comenzando a jugal' el mismo tipo de papel en la comprension sociologica que las analogfas trazadas desde las industrias y la tecnologfa han jugado, desde hace tiempo, en la comprension de los fenomenos ffsicos. No solo pienso que estas cosas son ciertas, sino que pienso que son verdad en su conjunto, simultaneamente; y el giro cultural que hace que esto sea asf es el tema de este ensayo: la refiguracion del pensamiento social. Esta confusion de generos es mas que el hecho de que Harry Houdini 0 Richard Nixon se vuelvan de pronto personajes de novela, 0 que las juergas mortfferas del medio oeste se describan como si las hubiera imaginado un novelista gotico. Se trata de que las investigaciones filosoficas parecen crfticas literarias (piensese en Stanley Cavell escribiendo sobre Becket 0 Thoreau, en Sartre escribiendo sobre Flaubert), las discusiones cientfficas se asemejan a fragmentos de bellas letras (Lewis Thomas, Loren Eiseley), fantasfas barrocas se presentan como observaciones empfricas inexpresivas (Borges, Barthelme), aparecen historias que consisten en ecuaciones y tablas 0 en testimonios jurfdicos (Fogel y Engerman, LeRoi Ladurie), <:locumentosque parecen confesiones verdaderas (Mailer), parabolas que pasan pOl'ser etnograffas (Castaneda), tratados teoricos expuestos como recuerdos de viaje (Levi-Strauss), argumentos ideologicos presentados como investigaciones historiograficas (Edward Said),
MfIlllldiofll MpiflliMflIOl6Minolll OOllfllll'lIldOIll noUlo Il'IllnllofllpoUlleol (pIlIII I".,yrmlbrmd), JloMrnioll1!l U1nl.orloI6gi
tinlivn, IIlln IMI'('I'\I'n ollllUl'n "1111'1'1 InflldOI!ltlllhllr/ll!lolln6ni
y hnoin 101 l'nlSOI plu·l.ioulnl·el que 101 1I1I8ulnriMui 11t'1" •••JUI )lMJl6litOI Ion de LilliIllI'gonlollnoo oomo 101 dC'lIn rnootlnioll (l In flr.Jolol(tJlI di.Uugu{r 101 U11ttoriEll",.de lEIoxpericmoia humnnn. Junto con tales objetivos y tales mam~ras do IIImmzlII'lolll, vicm.enilsimil'lmo algunas novedades de ret6rica analftica, en los lrop0l!ly en In imagincrfll de Ia explicaci6n. Como la teorfa --cientffica 010 que fuere-- se mueve principalmente por analogi'a, por una comprehensi6n "como si" de 10menos inteligible por 10 mas inteligible (Ia tierra vista "como si" fuera un magneto, el coraz6n como una bomba, la luz como una onda, el cerebro como una computadora, el espacio como un globo), cuando el curso de la teona cambia, las convenciones con las que ella se expresa vanan tambien. En las etapas iniciales de las ciencias naturales, antes de que las analoglas lIegaran a ser tan pesadamente intrllmurales -yen aquellas ciencias (Ia cibemetica, la neurologfa) en que todavfa no 10 son- ha sido el mundo de las artes y oficios, y posteriormente el de la industria I'llque proporcion6 el mayor numero de las realidades bien comprendidas (bien comprendidas Porque, certum quod factum --como decfa Vico-- el hombre las haMa hecho) con las que las mal comprendidas (mal comprendidas porque no Ias habfa hecho el hombre) podfan ser llevadas al cfrculo de 10conocido. La ciencia dere mas a la maqWna de vapor de 10que la maquina de vapor debe a la denaia; sin.eI arte del tintorero no habda habido qulnUca; In metalurgia hn Iilidoteonznda porIa minerfa. En Ia ciencins sociales, 0 pol' 10 menos en nquellas que han nbandonado una concepci6n reduccionililtn de su objeto, Ins analogfas provienen ahora mas de los artefactos de In performance cultural que de Ios de la manipulaoi6n flsica: provienen del teatro, In pintura, In gramatiea, Ia liternturn, Ia ley, el juego. Lo que In palnnea hizo pol' In frsica, Ins movidas de ajedrez prometen hacer porIa sociologfa. Las promesas no siempre se mantienen, pOl'supuesto, y ouando 10 hacen a menuclo sucede que se tornan amenazas. Pero el moldeado de las oienoias sociales en lerminos mas familiares a los jugadores y a los estetas que a los fontaneros y a los ingenieros; esta claramente encaminado. Este recurso alas humanidades en husca de analogfas explicatorias 'es al mismo tiempo evidencia de la desestabilizaci6n de los generos y del surgimiento del "giro interpretativo"; y su resultaclo mas visible es un estilo modificado de discurso en 10s estudios sociales. Los instrumentos de razonamiento estan cambianclo, y cada vez se representa menos a 11'1 sociedad como una maquina elaborada 0 como un cuasi organismo, que como un juego serio, un drama callejero 0 un texto conductista.
Toda esta confusion acerca de las propiedades de 11'1 composicion, 11'1 indagacion y 11'1 explicaci6n representa, por supuesto, una alteracion radical de 11'1 'imaginacion sociologica que la impulsa hacia direcciones que son a 11'1 vez dificiles y poco familiares, Y I'lligual que tantos otros cambios de moda, es tan
prohnhln fJuo In oorlcluzoan fI In olcuridad y ala ilu"i6n como que 10hagan a la procilli6n y ala vordad. Para que el resultado no ~ea ~hach~ra elaborada 0 delirio de Elilovuelo se debers desarrollar una conClenCla cr11lOa.Y dado que tenemos que pedir ~reslado alas humanidades mucho mas de .Ia imaginena, del metodo, de la teorfa y del estilo de 10que fuera el caso.antel'lormente, t~do ~s.o debera provenir mas de los humanistas y de sus apologlstas que de los Clenh.flcos naturales y 10 suyos. Y para decir 10menos, es un heeho que los humamstas, despues de alIOSde considerar a los cientlficos sociales como tecn610gos 0 como entrometidos, estan mal equipados para esta finalidad. Los cientlficos sociales, que acahan de liberarse -y solo parcialmente-- de los suenos de 11'1 flsica social, las leyes envolventes, 11'1 ciencia unificada, el operacionalismo y todo eso, diflcilmente 10 esten mejor. Para elIos, la confusi6n general de las identidades vocacionales no podIa haber llegado ~n un momento mas oportuno. Si los cientlficos sociales eshln pOI'desar~olIar SIStemas de amllisis en los cuales eoneepciones tales como la de segmr una regIa, construir representaciones, expresar una actitud 0 formar una i,ntenci6n van a jugar un 1'01central. (mas que ~oncepciones tale~ ~omo 11'1 de .~lslar una causa, determinar una vanable, medll' una fuerza 0 defmll' una funclOn), neeesitaran toda la ayuda que puednn obtener de esa gente que se encuentra mas c6moda entre tales nociones de 10 que se encuentran ellos. No es hermanclad interdisciplinaria 10 que se neoesita, ni es tampoco un eclecticismo memos petulante: es el reconocimiento, pol' ambas partes, de que las Uneas que agrupan a los estudiosos en areas intelectuales 0, 10que es 10mismo, que los clasifican en comunidades diferentes, en los dfas que corren poseen angulos enormemente excentricos. EI punto en el cual las reflexiones de los humanistas sobre ~as practicas de los cienlfficos sociEtIes parecen mas urgentes, es el que conClerne al despliegue, en el analisis social, de model os trazados a partir de dominios humanistas: ese "oauteloso razonamiento segUn anaIogi'as", como 10 llamaha Locke, que "a menuclo nos conduce al descubrimiento de vel'dades y producciones utiles que de otro modo hubieran permaneoido ocultas". (Lock~ esta~a. hablando de frotar dos varas entre Sl para provocar fuego y de la teona calonca de 11'1 fricci6n at6miea aunque la sociedad comercial y el contrato societario tambien Ie habrlan ~ervido como imagenes.) Mantener el razonamiento cauteloso, y por ende util, y por ende verdadero, es, por asi decido, el nombre del)uego: La analogia del juego es tanto cada vez mas popular en 11'1 teona SOCIal contemporanea como cada vez mas necesitada de examen crltico. EI imp~lso para observar una u otra clase de conducta social como una y otra clase de Juego proviene de cierto numero de fuentes (no excluyendose, quiza, la prominencia de los espectiiculos deportivos en la sociedad de masas). Pero la mas importante de estas fuentes es la concepci6n de Wittgenstein de las formas de vida como juegos dellenguaje, allado de la concepci6n ludica de 11'1 cultura de Huizinga y de las nuevas estrategias de La teona de Losjuegos y La conducta economica de 'von Neumann y Morgenstern. De Wittgenstein proviene la nocion de la accion intencional como algo "que sigue una regIa"; de Huizinga la
CJoncopd6n dol juogo como III fortrlll pnmdigm61,iCfldo In vidll colclel.ivlI;11M von Neumann y Morgenslel'llla conccpci6n de In conducla social como unn mllniow hrn reefproca en pos de beneficios distrihutivos. Tomadas en su conjunto, estas concepciones conducen a un excitado y excitante estilo de interpretacion en ciencias sociales que comhina un fuerte sentido de ordenamiento formal de las cosas con un senti do igualmente fuerte de la radical arhitrariedad de ese orden: inevitahilidad de las movidas de ajeclrez, que poclrfan asimismo haberse desarrolIado de otra manera. Los escritos de Erving Coffman --quizas el mas celehrado sociologo norteamericano del momento, y pol' cierto el mas ingenioso-- pOI'ejemplo, descansan casi enteramente sohre la analogfa del juego. (Co£fman tamhien emplea extensivamente ellenguaje de la escena, pero como su vision del teatro es la de un juego extranamente amanerado -ping pong en masdlrassu trahajo, hasicamente, no es verdaderamente clramaturgico.) Gofffman aplica la imaginerfa del juego a casi tooo 10 que cae en sus manos, 10 cual -puesto que el no es demasiado respetuoso de los derechos de propiedades hastante. EI ir y venir de las mentiras, las metamentiras, las verdades increfhles, las amenazas, las torturas, los sohornos y el correo clandestino que comprende el mundo del espionaje aparece construido como un juego de expresion; un carnaval de decepciones casi como la vida en general, porque --como 10 expresa en una frase que poclrfa haber sido de Conrad 0 de Le Carre- "Ios agentes son un poco como nosotros, y todos nosotros somos un poco como agentes". La etiqueta, la diplomacia, el crimen, las finanzas, la puhlicidad, la ley, la seduccion y la solemnidad hurJona de 10 cotidiano, son entrevistos como juegos de informacion, estructuras laberfnticas de jugadores, juegos, movidas, posiciones, senales, estados de informacion, apuestas y ganancias, en las cuales solo los mejores jugadores, aquelIos ansiosos y capaces de fingirlo tooo, prosperan. En la ohra de Goffman, 10 que sucede en un hospital psiquiatrico 0 en cualquier hospital 0 prision, 0 incluso en una escuela de internados, es un "juego ritual de tener un self", en el que el staff posee la mayor parte de las figuras de la haraja y tooos los triunfos. Un tete-a-tete, la deliheracion de un jurado, "una tarea realizada en conjunto pol' personas ffsicamente proximas", una danza de pareja, hacer el amor 0 boxear, en una palahra todos los encuentros cara a cara, son juegos en los cuales "como todos los psicoticos y los comicos deherfan sahel', cualquier movimiento adecuadamente impropio puede atravesar la tenue pelfcula de la realidad inmediata". EI conflicto social, la desviacion, la actividad empresarial, los roles sexuales, los ritos religiosos, el ranking del status y la simple necesiclad de aceptacion humana reciben el mismo tratamiento, La vida no es mas que un tazon de estrategias. Mejor aUn, como Damon Runyon dijo alguna vez, es un tres a dos en contra, Pues la imagen de la socieclad que surge de la ohra de Coffman y de la del enjamhre de estudiosos que de una manera u otra 10 siguen 0 dependen de el, es una corriente continua de gamhitos, tramas, artificios, enganos, disfraces, conspiraciones y franc as imposturas en la que los individuos y las coaliciones de individuos se esfuerzan -a veces inteligentemente, otras con cierta comi-
oldnd-
pur ,llIlI:l\r.IUflfo\OIil tmifo\Ulf11lc!01 cuytl OIlI.I'IIl1II11'tl 0. Illtlrn pnm cmyo nh,IMII. vo nll 10 Cla.Lit do Goffnulfl una vi.i6n do III, OOIUlIiI l'II(!ic1flhnl'lflICl nOI'orm1f11)· ca, un cOI\ocimicmlo nmnrgo y golido, uno quo 111100 muy millII plll'Clj'l(lOll Inl trnclicionales piedadcs humanislas, Pero no pOl' 01'10 01'1 rtIcmCJI'I podt'l1'O"'t1, nl tampoco, con su etica nada quejumhrosa de t6malo-como-vieno. Clf"l 1.1I11 i111111mana como puede parecer. Como qui era que sea, no toelas las concepciones de la vida I'loeilll 1!01l10 un juego son tan horrendas, y algunas son positivamente trnvicsus, L(~qlle, 1'0' necta a toelas elIas es la idea de que los seres humanos estan menol'l \II1PIIII!IIl~ dos pOl' fuerzas que sometidos a reglas, que las reglas son tales que flllj.\it1I'MII estrategias, que las estrategias son tales que inspiran aceiones, y que 111M ''''~ ciones son tales como para ser gratificantes, pour le sport. Como lOBjIlOj.\OM Nl el senti do literal de la palahra (el heisbol, 0 el pOker, 0 el parchle) cmllll poquenos universos de significado en los cuales algunas cosas pueden huc(ll'l'It1y otras no (no se puede hacer enroque en el domino), 10 mismo que sucodrJ t111 los juegos analogicos del culto, del gohiel'llo 0 del cortejo sexual (uno no pll(1(1('\ amotinarse en un hanco). Contemplar la sociedad como un conjunto de jll(l~1l1iI significa verla como una enorme pluralidad de convenciones acepladas y tin conocimientos apropiaclos. "Me pregunto -se supone que dijo el prfncipe Mollt'l!'w nich cuando un ayuclante Ie susurro al ofdo en un haile real que el zarde locklPlItUI Rusias habfa muerto--, me pregunto cuaI puede haber sido su motivo." La analogfa del juego no es una visicn de las cosas que pueda llegar a E1~I'tIclar a los humanistas, quienes piensan que la gente no oheclece reglas y no inhigu en husca de ventajas, sino que act-ua lihremente y realiza sus mas helIas capaciclades. Pero que esa analogfa parece explicar muchas cosas sohre muchos aspoctos de Ia vicla moderna, y de diversas maneras parece tamhien atrapar su tono, 01 diffcil de negar. ("Si'tu no puedes soportar el maquiavelismo", decfa una recienlt'l historieta del New Yorker, "vete fuera de esta intriga".) De este modo, si la analogia ha de ser recusacla, no debena ser pol' puro desprecio, pol' rehusarse a mirnr u traves del telescopio 0 pol' reafirmaciones apasionadas de verdacles sacrosanltlll, citando las escrituras para refutal' el sol. Es necesario descender a los detalles del asunto, exami:nar los estudios y critical' las interpretaciones, ya sean la de Goffman sohre el crimen como un juego de apuestas, las de Harold Garfinkel sobro 01 camhio sexual como juego de identidacl, las de Gregory Bateson sohre la esquizofrenia como confusion de reglas, 0 las mfas propias sohre los complicaclos suce801 en un hazar de Medio Oriente como una contienda de informacion. A medicla quo la teorfasocial se vuelve de las metmoras propulsivas (ellenguaje de los pistonoa) hacia las metaforas ludicas (ellenguaje de los pasatiempos), las humaniclades 80 eonectan a sus argumentos no a la manera de escepticos mirones sino, al igual que la Fuente de su imaginerfa, como complices imputahles.
0.
La analogfa dramatic a para la vida social ha estado en uso de una manow ra circunstancial durante mucho tiempo (todo el mundo es un escenario y no-
1011'01 no 1l0mOlmil. que ejoculnnl,oB(~ueIe oontononn, olc). Y lOll l6rrnillo, del osconario, y mas que nada 01de "1'01', han sido malerias primas del clil'lClJrlIO sociol6gico desde pOl'10 menos la decada del 1930. Lo que es relativamcnto nuevo (nuevo, aunque no sin precedentes) es un par de cosas. Primero, todo el peso de la analogla se eslli aplicando intensiva y sistematicamente, en lugar de desplegarse gradualmente, unas pocas alusiones alIi, unos pocos tropos alIa. Y en segundo lugar, cada vez se 10aplica menos de modo peyorativo ("mero espectaculo", mascaras y mojiganga) y mas de una manera constructiva, genuinamente dramaturgica: hacer, y no fingir (making, not faking), como 10 ha dicho el antropOlogoVictor Turner. Los dos desarrollos estan ligados, por supuesto. Un punto de vista construccionista de 10que es el teatro (esto es, poiesis) implica que una perspectiva dramatica en las ciencias sociales necesita haeer algo mas que sefialar que todos tenemos nuestras entradas y salidas, que todos ejecutamos partes, perdemos el pie y amamos la ostentaci6n. Puede que el mundo sea un Barnum and Bailey 0 puede que no, nosotros podemos ser 0 no sombras ambulantes; pero tomar la analogia del drama seriamente involucra sondear, por detras de tales irollias familiares, los mecanismos expresivos que hacen que la vida colectiva parezca 10 que parece. EI problema con las analoglas -y .esta es tambien su gloria- es que ellas coneetan 10 que eomparan en ambas direcciones. Habiendo jugueteado con el lenguaje del teatro, algunos eientifieos soeiales se encuentran ellos mismos enredados en Ios espirales de su estetica. Tal aproveehamiento exhaustivo de la analogia del drama en Ia teoria social --como una analogfa, no como una metafora incidentaI- se ha originado en fuentes de las humanidades no eonmensurables en su totalidad. Por un lado esta la asf Hamada teona ritual del drama, asociada con figuras diversas tales como Jane Harrison, Francis Ferguson, T. S. Eliot y Antonin Artaud. Por el otro esta la aeci6n simb6lica (el "dramatismo", como el 10 llama) del te6rico literario y fil6sofo nortcamcricano Kenneth Burke, cuya inOueneia en los Estado~ Unidos es ala vez enorme y (dado que casi nadie utiliza aetualmente su harroco vocahulario, con sus redueeiones, proporciones, etc.) elusiva. EI problema es que estas estrategias empujan en direcciones mas hien opuestas: la teona ritual hacia Ias afinidades del teatro y la religi6n (el drama como comuni6n, el tiempo como escenario), la teOrIade la acci6n simb6lica hacia las analoglas del tcatro y la ret6rica (el drama como persuaci6n la tarima como e~c~nario). Y esto deja la base de la analogfa -precisame~te, 10que hay de SImIlar entre el theatron y el agora- en un punto diflcil de focalizar. Que la liturgia y la ideologla son histri6nicas es suficientemente obvio como 10 es que la etiqueta y la publicidad 10son. Pero que significa esto no I~ es tanto. Probablemente el abogado mas eminenle de la estrategia de la teorIa ritual en las ciencias sociales en este momento es Victor Turner. Un antrop6logo formado en Cran Bretafia, re-formado en America, Turner, en una notable serie de trabajos que apuntan a la vida ceremonial de una tribu de Africa Central, ha ?esarrollado una concepci6n del drama social como un proceso regenerahvo que (de una manera parecida a los juegos sociales de Coffman
oonoobidu. Clomo internoci6n ('Jllrnl~gio,,)hn oongrognc1oun nOmoroInn grAndn de invol!Jligndorelcomo para produeir una Cllouelninterprohllivll dilt,inln y puderosa. " . Para Turner los dramas sociales ocurren en todos 108mvele. do III 01'ganizaci6n del es~adoa la familia". Esos dramas se originan en siLllllciollfllll d" conOicto (~na aldea se divide en facciones, Ul'lmarido golpea a llU 01'1))0"111, 111111 regi6n se levanta en contra del estado) y proceden ~asta su desenhl,eo " Il'IIvAI'I de conductas publicamente ejecutadas y convenclOnales. A medI~IHqUI' "I conflicto se agrava hasta la crisis y la excitada Ouidez de ~na emoC16nox"lI" da, en la que la gente se siente al mismo tiempo co~partIendo un e~l/l(1(" ,In animo com6.ny liberada de sus amarras sociales, se mvocan formas I'1LII"II1."~ das de autoridad, litigios, contiendas, sacrificios, plegarias, para conlcnorlo y ejecutarlo ordenadamente. Si tienen exito, la fractura es curada y se ,res1,11,11 m 111 statu quo, 0 algo que se Ie parece. Si no 10tienen, se acepta que I~ sItuacl6r~n,ll tiene remedio y las cosas se precipitan en cliversas suertes de. fmales no foil. ces: migraciones, divorcios 0 asesinatos en la catedra!. Con diferentes gmd,:" de rigor 0 de detane, Turner y sus seguidores han aplicado ~st~ ~squema.II1'1tos tribales de pasaje, ceremonias de curaci6n y procesos jUdIClales, a mlllurrecciones mexicanas, a sagas islandesas y alas dificultades de Thornnl Becket con Henry II; ala narrativa picaresca, a los movimientos milenarishll, a los camavales del Caribe y al cataclismo polItico de la d6cada de 1960. Una forma para todas las estaeiones. . , , Esta hospitalidad de cara a todos Ios casos, es sImu~t~neame,ntela ~nyol fuerza de versi6n ritual de Ia analogla del drama y su debIhdad mas prommente. Ella puede presentar algunos de Ios rasgos mas profund~s de los procelOI sociales, pero al costo de hacer que aSUl'ltosvlvidamente dispersos parezoan aburridamente homogcneos. Enraizacla como 10esta en las dimensiones de ejecuci6n repetitiva de In acci6n social (la representaci6n, y por 10ta?to la ~e-experiencia de formas.oonocidas) la teorla ritual no s610revela las dImenSlO?eStempora~esy colecllvlIl de tal acci6n y su naturaleza inherentemente pubhca can partIcular agudezn. Revela tambicn su poder para trasmutar no solamente opiniones, sino (c~mo01 critico britanico Charles Morgan ha dicho con respecto al drama en sentldo 01tricto) la gente que 10lleva a cabo. HEIgran impacto del teatro, escrihe. Morgan, no es ni una persuasi6n del intelecto ni una seducci6n de los sentIdolll... Es el movimiento envolvente de todo el drama en el alma del hombre. Nos ro~dimos y somos cambiados." 0 por 10 menos estamos alII en donde la magla funciona: Lo que Morgan en otra bella frase llama "el suspenso de Ia forma... Ia incompletitud de una completitud conocida" es la fuente de poder de elite movimiento envolvente, un poder que, como 10!ia mostrado la teoria del ritual, cliflcilmentesea menos coercitivo (y diflcilmente se 10 yea menos como de 011'0 mundo) cuando el movimientoaparece en un rito de inici~i6n femenina, en unll revoluci6ncampesina, en una epiCRnacional 0 en el camenno.de Ul'l?estrella. Estos proCesos,formalmente similares, poseen contemdos dIferentes. Podrlamos decir que dicen cosas mas bien diferentes, y que de esta manera po-
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1,\1,,1 dUdol,nmonlo dnlllolHlolllonn olin hooho, olllMn mnl oquipndol!l -prooilamonle dohldo It quo 011011 1'llIh'in pl'Cooupndollpor oJ rnovirnionto grmeral de la8 008a8- para enfronlarso con 61. Los grandos rilmos dramtiticos, las imponentea fortnns del teatro, so perciben en prooesos sooiales de todas clases formas y significaciones, aunque los te6ricos del ritual, de hecho, se encuent~an muC?Omtis c6modos con las periodicidades clclicas y restaurativas de las comedias que son las progresiones lineales de la tragedia, cuyos finales tienden a ver mas como colapsos que como consumaciones. Pero los detalles individuaI~s, la clase de cosas que diferencia Un cuento de inviemo de Medida por medzd?, a ~acbeth de Ha~let, s~ abandonan aI arbitrio del empirismo enclClope:nco: dooumentaclOn maSlva de una sola proposici6n (plus ~a change, plus c est le meme changement). Si los dramas son, para adaptarima frase de S~sanne Langer, :poemas a modo de acciones, algo se pierde: 10que el poe_ ma dICe exacta Y soolalmente. Son las e~trategias de.la accion .si~lica las que estan disefiadas para lIevar a cabo est~ desv~lamIento ~el slgmfICado ejecutado, Aquf no hay un solo nombre para cltar, smo un creclente catalogo de estudios particulares, algunos de los cuales. dependen de Kenneth Burke, y algunos de Ernst Cassirer, Northrop Frye, ~lChel, Foucault 0 Emile Durkheim, y que se ooupan de decir que es 10que dICe algun fragmento del decir actuado: una coronacion, un serm6n, ,un ~otf?, una ejecucion. Si los teoricos del ritual, con sus ojos sobre la e~penencla, henden a ser erizos, Ios te6ricos de la accion simb6lica con su~ OJossohre la expresion, tienden a ser zorros. ' Dada la naturaleza dialectica de Ias cosas, tod08 necesitamos oponente y ostas clases de estrategias son esenciales. Lo que mayormente buscamos ah~ra es alguna fo~a ~e s!ntetiz~r~as. En mi p~opio amilisis (a punto de publicarse) sobre ~a polItICa mdia ;radiclOnal en BalI --citado aquf no porque sea ejemp!ar, smo porque es mlO-- he tratado de abordar este problema. En ese ana:IiIllSm~ OC?.F por un lado (el lado burkeano) de demostrar como todO, desde la orgamzaclOn del grupo ?e pa~entesco, e,1comercio, Ia ley consuetudinaria y el control ~el agua a la rmtologla, Ia arqwtectura, la iconograffa y Ia cremacion se.combma en una.~rmac.i6n dramatizada de una forma distinta de teona po~ Htlea, una co.ncepelOn pa'"!lcular de 10 que son 0 debieran ser el status, el po_ d~r, la ~utondad. Es declr, una replica del mundo de los dioses que es al nus~o bempo un molde para el mundo de los hombres. EI estado corporiza una Imagen del homhre que al ser un modelo para sus espectadores en y por st ,mismo, ordena la sociedad. Por el otro lado (ellado de Turner), co~o el pnbhco ~o solo ohserva las expresiones del fausto como espectadores boquiahiertos, sm~ que es atrapad~ cOl'pol'almente en ellas (especialmente en las ceremomas grandes y maSlvas, operas pollticas de dimensiones borgofionas que forman su nucleo), este poder del drama para moldear la experiencia -"no; rend~mos y somos. camhiados" - es Ia fuerza poderosa que mantiene unido 10 pol!,bco. Forma relterada, representada por su propia audiencia, que hace (hasta clerto punto, porque ningun teatro funciona totalmente) Ia teona-hecho.
1.0qUl'ldOlleo relftltnr ell que quienes pretendan juzgar sobre este tipo de trnbajol deherfnn IeI' humanistas que reconocidamente sepan algo sobre 10qu~ el el teRh'o la mimesis y la ret6rica; y no solamente en 10 que respecta a rm trabajo 8in~ al de la cornente cada vez mas amplia de analisis de los procesos sociale: en los cuales la analogIa del drama gobierna de una manera u otr~. En un ~omento en ef que los cientlficos sociales .estan charlando ~obre act?res escenas tramas, representaciones y personaJes, y los humamstas estan ha:boteando 'sohre motivos, autoridad, persuasion, intercambio jerarqufa, l~ linea entre ambos (por mas tranquilizadora que sea para, el ?un!a~o que esta de un lado y para el caballero que esta del otro) parece mas hJen mCJerta.
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La analogia del texto adoptada aho.ra por lo~ cient.lficos sociales :s, en Cl'erta medida la mas amplia de las reCIentes reflguraclOnes de la teona so, , que e 1 ".Jueg? " 0. e 1 cial, In mas atrevida y la menos desarrollada. Aun mas "drama" el "texto" es un termino peligrosamente desenfocado, y su aplIcaclon ala acci6n social a la conducta de Ia gente hacia otra gente, involucra una continua torcedur~ conceptual, un momento particularmente extravagante del "vel' como". Descrihir la conducta humana segUn la analogIa del jugador y el oponente, 0 del actor y la audiencia, parece, a pesar de s~s tramJ;>as,mas natural que descrihirla en terminos del escritor y ellector. Pnma fa~le, la su~erencia de que las actividades de los espfas, amantes, doctores hruJos,o pacle~tes mentales son movidas 0 performances es seguramente mucho mas plauslhle que la idea de que son frases. .' Pero la prima facie es una gilla dudosa cuando se trata de reallzar analogIas; si no 10 fuera, todavfa estanamos pensando del corazon como un ~omo y de los pulmones como fuelles. La analogIa del !exto posee. a~~as ventaJas ~co evidentes todavfa insuficientemente conocldas, y la dislrmlItud superficIal entre el "es~mos aquf, estamos alla" de la interaccion social y la solida compostura de,las Hneas de una pagina es 10 que I~ da -0 Ie podrfa dar cuando este desacuerdo se alinee- su fuerza interpretahva. . La clave para la transicion del texto al analog? del texto, de la. escntura como discurso a la accion como discurso es, como 10 senalo Paul RICoeur, el concepto de "inscripeion": la fijacion del significado. Cuan?o hahlamos, nuestras frases se volatilizan como sucesos al igual que cualqwer otra conducta; a menos que 10que digamos sea inscrito en escritura (0 mediante algun otro pro: ceso establecido de registro), es tan evanescente como 10 que hacemos. Sl aSI se 10inscribe, por supuesto que --como la juventud de ~orian Gray-: pasa de toclas maneras; pero por 10menos su significado -10 dzcho, no el.deczr-:- permanece hasta cierto punto y durante un tiempo. Esto ,no es demaslado ~lf~rente en 10que respecta ala accion en general: su sigmficado puede perslshr de una manera en que su realidad no puede. La gran virtud de la extension de la nocion de texto mas alIa de las cosas 73
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.nrnonlo olio fon6noUlolo6mo 10 lI1'1Vlllt onbo l' ., ,~cllll(JIn '0 )1'(\ fll'flol. lOBson BUllvohfculOI!lY c6mo trob . n 1Il.01'lpClI tI (' Cl 1\ tlooi6n,(Judsignificado a pm1ir delllujo de su E1j110' qu~ os 10 ,qUelIn fijnci6n dol el pensamiento a partir de 10 ~es~s aIllstona a ~)Hl'hrde 10que sllc(~di6, ca para la interpretaci6n socI·peI6n~a °C'a cu turlaaIParlIr de la conducla) implio gICa. ontemp ar as' t'l' . costumbres sociales Ios cambl'o . I "I I~S I UClOnessoclales, las , I' , s SOCIaes como eglbles" I u ' .l Imp Ica modificar todo nuestro sent'd b I en a g n senlIuo, I 0 so re 0 que es Ia ' t ' , I ' modos de pensamiento mas Ii '1' I . In erpretaclOn mCla que al administrador de tests, :~~~~~:t: f~~~:::~r~f~~x:~ta 0 al icon6grafo Todo esto se percibe con nitidez e'em Iar e I b P ronador. Iingiiista comparativo, sobre el teatro d;sombP
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presi6~, Pharainterpreta~I~,para com;r~~d~~a~os:~oII~~:r~;~i~;~:I~~nuna, exes que 0 ace, se neceSlta --dice-- una nueva filol ' 0 como La f'I 'I e estudlOdellen' ' I 0IogIa, d ogIa. la lingufstica, que se centra en Ia I:::8Je)centr~ 0 en el texto (?~contraste con hacer que Ios document t' gua ,se. a ocupado tradlclOnalmente de n bles a aquellos para Ios cOusaale Iguos'dOextranJeros, 0 esotericos fueran accesi, s esos ocumentos eran t' , esotencos, Se glosan Ios terminos an Iguos, 0 extranJeros, 0 cuando es necesario se hacen t ,se ,ag~egannotas, se escriben comentarios y a Ia finalidad de pl'Oducir un:an;~~llClones y se traduce. Todo esto conduce pueda hacerla. EI significado se ~j~: u: :o:ad~ tf,~ Iegiblhecomo el ,fil610go te un fil6Iogo-una especie de ate a~lVe, 0que ace esenclalmen_ un texto mediante un texto. u or secundal'le- es re-inscribir: inter-prehn de 10~~:?I~~Io :1~~as u:oJ:~ son relativamente ,sencillae, independientemente ver e~~a ~l'aCtIca.Pero cuanelo Ia preocupaci6n filoI6gica ;a mas ~lla de tentificaci6n, Ia reconstruccI'6n Plroce lmle?!os artesanaIes de rutin.a (Ia aut , a ana aClorl) y se e1' . . conceptuales, 1 de 1os text ll'lge a1 cuestIones ., ,.. concernientes a la natUl'aeza
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~~~:. c~is:~~~~~~~~r~o:~ ):i~~~:o:~::o;st~cetn~~l~os:l:li~~~~: ~:: fdoIogi'a--que ahora es en si' un te ' ec, er, a sIelOla qUlebI'a de Ia disjuntas y en rivaIielad reei' roca l'ml~Ocas~ obsolete- en especialidades una divisi6n entre quienes e~tudia~' t:~s p~~.c~1arient(~, el s,urgimiento de res, cri'ticos, que se lIaman a si' mi ~s In 1~1 ua es lstol'ladores, editola actividad de la creaci6n de text:::s umamst~s) r..aquello~ que estudian grafos, que se lIaman a SIml'smos ' t~f~eneral (hngUlstas, pS1C61ogosetn6, Clen I ICOS)EI estud' d I . " se separa del estudio de Ia actividad d' 1 10 e as InSCl'lpClOnes 8e separa del estudio de Ios proces e I~SICl'l11', e estudio del significado fijo ·dob·Ie estrechez. No s610qued bl os SOCIa d Ies que . l0. f"IJan. El resu 1tad. 0 es una lI;18terialesno escritos, sino t:mb~~a a ext~~sld6nl del ... a?~lisis ~el texto a escritos. a ap ICaClOn e anahsls soclOl6gicoa La "nu fl 1 ,,, eva I 0 ogla --0 como eventualmente se la vaya a Hamar- se
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apologistns pUOdrlllhaoer Oil 10 quo han ollndo hnoiendo hn.lll ahorm Ofl'OClOrnos algunos ejemplos de aplicaci6n, algunos sfnlomas do problemas y alguno. pedidos de auxilio.
Ya eshl bien de ejemplos, de todas formas. No solo'estas tres analogfas en particular obviamente se esparcen unas sabre las otras a medida que los escritores individualmente van y vienen entre los lenguajes ludico, dramatico y textualista, sino que existen otras analogfas humanistas en la escena de la ciencia social porIa menos tan prominentes como aquelIas: los aniilisis de los actos de habla que siguen a Austin y a Searle; model os del discurso tan diferentes como el de la "competencia comunicativa" de Hahermas yel de la "arqueologfa del conocimiento" de Foucault; estrategias representacionistas que se inspiran en la estetica cognitiva de Cassirer, Langer, Gombrich 0 Goodman; y pOl'supuesto la criptologfa de alto vuelo de Levi-Strauss. Tampoco estan estas estrategias internamente asentadas ni son homogeneas: las divisiones entre los que piensan en terminos de juegos y los que piensan en terminos de estrategias a las que aludi en relacion con el enfoque del juego, 0 entre 10sritualistas y los retoricos en relacion con el enfoque del drama, poseen algo mas que un paralelo en el enfoque del texto en 10que hace a los choques entre los mandarinesopuestos a la interpretacion del desconstruccionismo y 10s tribunos de la dominacion simbolica del neomarxismo. Las cuestiones no son ni estables ni consensuales, y no parece que vayan a serlo pronto. El problema mas.interesante no es como arreglar todo este emedo, sino que significa todo este fermento. Una de las cosas que significa es que, todo 10 andrajosamente que se qui era, se ha suscitado un desaflo a algunos de 10s supuestos centrales de la corriente principal de la ciencia social. La estricta separacion entre la teona y el dato, la idea del "hecho en bruto"; el esfuerzo pOl'crear un vocabulario formal purificado de toda referencia subjetiva, la idea del "Ienguaje ideal"; y la afirmacion de la neutralidad moral y la vision ollmpica, la idea de la "verdad de Dios": ninguna de ell as puede prosperaI' cuando se comienza a considerar la explicacion como un problema de conectar la accion con su sentido, mas que la conducta con sus determinantes. La refiguracion de la teoria social representa --0 10 hara, si continua en curso-- un cambio monumental no tanto en nuestra nocion de 10 que es el conocimiento, sino en nuestra nocion de 10 que deseamos sahel'. Los sucesos sociales poseen causas y las instituciones sociales efeetos; pero bien pudiera ser que el camino hacia el descubrimiento de que es 10que afirmamos al afirmar esto repose menos en postular fuerzas y medirlas que en tomar nota de expresiones e inspeccionarlas. EI camino que ha tomado un importante segmento de cientlficos sociales --de las analogias con procesos flsicos alas analogfas con formas simbolicas- ha introducido un debate fundamental en la comunidad de la ciencia
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Sobre la autoridad etnografica
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Clifford loma a loa anlrop61ogos como naliv06 y lJullhit'\n COIllO informanles suyos ... Eslam08 siendo observados e inBcrilo ••.
El frontispicio de la edici6n de 1724 de las Moeurs des sau':Jages am(lri~ quaines del padre Lafitau muestra al etn6grafo como a una joven sentada junlo "un escritorio y en medio de artefactos del Nuevo Mundo y de la Grecia c1aaiOR y Egipto. La autora aparece acompafiada pol' dos queruhines que la asislon en el trabajo de comparaci6n y porIa figura barbada del Tiempo, quien senaln bacia un cuadro vivo que representa la fuente definitiva de las verdades que brotan de la pluma de la escritora. La joven gira su rostro hacia un banco do nubes donde aparecen Adan, Eva y la serpiente. Encima de ellos se yerguen el hombre y la mujer redimidos del Apocalipsis, a ambos lados de un trhingulo radiante con la inscripei6n hebrea de Yahweh. El frontispicio de Los argonautas del Pacifico occidental de Malinowski es una fotografla con el subtftulo "Un acto ceremonial del Kula". Se ofrece un oollar de conchas a un jefe trobriandes, parado en la puerta de su vivienda. Detras del hombre que ofrece el collar hay una hilera de seis j6venes inclinados, uno de 10s cuales esbi soplando una caracola. Todas las figuras estan de perfil, con la atenci6n aparentemente concentrada en el rito de intercambio, todo un evento en la vida melanesia. Pero prestando mas atend6n puede advertirse que uno de 10s j6venes inclinados esta mirando hacia la camara. La alegoria de Lafitau es menos familiar. Mas que original' algo, su autor transcribe. A diferencia de la foto de Malinowski, el grabado no hace referencia a la experiencia etnografica, a despecho de los cinco afios que Lafitau pas6 investigando a 10s mohawk, investigaci6n que Ie ha ganado un sitial de respeto entre 10s trabajadores de campo de cualquier generaci6n. Su relato se presenla no como el producto de una observaci6n de primera mano sino como escritura en un taller atestado. El frontispicio de los argonautas, como todas las fotograflas, afirma la presencia de la escena del ante de las lentes; y tambien sugiere otra presencia, la del etn6grafo, componiendo activamente este fragmento de In realidad trobriandesa. El intercambio del Kula, el tema del libro de Malinowski,
I!lCl hn h(~cho P0l'fl1CI.IIullmlo viMihlo, ocmlrndo C1J\ d ('lIttell'lI \Ifll'f'l'lt"unl, mltllllJ't\I!l que una mil'llc1apm'l,icipnnle rcdirige nucsll'f1nl.0llCii6nhl\(·ltt 01 \Iunlo dM Villl.lI observacionnl que, como lectores, comlIDI1imoscon eI dllt'll!:l'lIli) Y 10111 (·fltlUU'II. SCl sefiala el modo predominante de la modernn autoridad del I.mhlljo tin ('mnpo: "Estill;alIf... porque yo estuve alii". Este capItulo rastrea la formaci6n y la quiebra de la aUl.oridadelnografica en la antropologia social del siglo xx. No es un relato completo, ni se bas a en una teori'a totalmente aeabada de la interpretaci6n yla textualidad etnognlfica.l Los contoroos de una teori'a tal son problematic os, dado que la actividad de la representaci6n transcultural se encuentra ahora mas en cuesli6n de 10 que 10ha estado nunea. La actual dificultad esta Iigada a la quiebra y redistribuci6n del poder colonial en las deeadas posteriores a 1950 y a 105ecos de ese proceso en las teorfas radicales de la cultura de 105 auos 1960 y 1970. Despues de la revocaei6n de la mirada e:'1I'0peapol' el movimiento de la negritud y despues de la crise de conscience de la antropologia con respecto a su status liberal en el interior de un orden imperial, y ahora que el Occidente no puede presentarse mas a sf mismo como el unico proveedor de conocimiento antropo16gicosobre los otros, ha llegado a ser necesario imaginal' un mundo de etnograffa generalizada. Con las comunicaciones expandidas y las influencias interculturales, la gente interpreta a los otros, y se interpreta a sf misma, en una pasmosa diversidad de idiomas: una condici6n global de 10 que Mijail Bajtfn (1953) llamara "heteroglosia".2 Este mundo ambiguo y multfvoco hace que cada vez resulte mas diffcil concebir la diversidad humana como algo inscrito en culturas cerradas e independientes. La diferencia es un efecto del sincretismo inventivo. En auos recientes, obras tales como OrientaLism, de Edward Said (1978) y Sur La 'phiLosophie' africaine de Paulin Hountondji (1977) han arrojado dudas radicales sobre los procedimientos pol' los cuales se pueden representar los grupos humanos extrauos sin proponer metodos 0 epis1 Solo se discuten ejemplos ingleses, nOlteamericanos y franceses. Si bien es posible que los modos de autoridad que aquf se analizan se puedan generalizar ampliamente, no se ha hecho ningUn intento de extenderlos a otras tradiciones nacionales. Se presupone asimismo, en la tradicion antipositivista de Wilhelm Dilthey, que la etnograffa es un proceso de interpretacion, no de explicacion. No se discuten modos de autOlidad basados en epistemologfas cientffico-naturales. AI focalizarse en la observacion participante como un proceso intersubjetivo que se encuentra en el corazon de la etnograffa del siglo XX, esta discusion soslaya cierto numero de fuentes adicionales de autoridad: pol' ejemplo, el peso de conocimiento de "archivo" acumulado sobre grupos particulares, de una perspectiva comparativa transcultural y de un trabajo de investigacion estadrstico. 2 La "heteroglosia" asume que "Ios lenguajes no excluyen a los otros, sino que mas bien se intersectan con ellos de muchas maneras diferentes (el lenguaje ucraniano, el lenguaje del poema epico, eI del simbolismo temprano, eI del estudiante, el de una generacion pa11icular de nifios, el del intelectual al dfa, el delnietzscheano, etcetera). Parecerfa incluso que la misma palabra 'Ienguaje' perdiera todo su sentido en este proc~so, puesto que aparentemente no hay ningun plano singular en que todos estos 'Ienguajes' puedan yuxtaponerse todos juntos" (291). Lo que se dice de los lenguajes se aplica pOl' igual alas "culturas" y "subculturas". Vease tambien Volosinov (lBaj-
tfn?) 1953:291, esp. capftulos 1-3 y Todol'OV1981:88-93.
.i.ltmu1IimtM y lt~lldlUnt'lllll:l 1I11tlV1lM. 1';fiIlo!l ClfillUdios Ilugi.cron que minuh'ulilIII (1llwt'ihll'lI clluow'fificntlOpucde csenpar enl.eramenle nl usa reduc(,ioui,"" do rlicolornfufoly csotlcias, puede pOI'10 menos esforzarse autocons(,j(1t1It~melllo P"J'H no rcLrnLar"oLros" abslractos y ahist6ricos. Ahora es mas (It'lwilll qlle nunca que los diferentes pueblos formen imagenes complejas y 1l00WI'das de los demas, y de las relaciones de conocimiento y poder que los (·oJlcel.an.Pero ningun metodo cientffico 0 instancia etica soberanos pueden jl;ut'HtllizarIn verdad de tales imagenes. ElIas estan constituidas -la crftica de 108 modos coloniales de representaci6n 10 ha mostrado suficientementeen ICl'rninosde relaciones hist6ricas especfficas de dominaci6n y de dialogo. Los experimentos en escritura etnografica examinados en este capItulo no caen en una direcci6n reformista 0 en un senti do reformista claros. Son invenciones ad hoc, y no se los puede vel' en terminos de un analisis sistematico de la representaci6n poscolonial. Se los puede comprender mejor como componenles de esa "caja de herramientas" de teorfa comprometida recientemente recomendada pol' Gilles Deleuze y Michel Foucault. "La noci6n de la teori'a como caja de herramientas significa (i) La teori'a a construirse no es un sistema sino un instrumento, una L6gica de la especificidad de las relaciones de poder y de las luchas alrededor de ellas; (ii) y esta investigaci6n s610puede ser so15rellevada paso a paso sobre la base de una reflexi6n (que necesariamente ha de ser hist6rica en algunos de sus aspectos) acerc.a de situ,aciones determinndas" (Foucault, 1980: 145; vease tambien 1977: 208). Podemos contribuir a una reflexi6n practica sobre la representaci6n transcultural realizando un inventario de las mejores, aunque imperfectas, estrategias actual mente a la mano. En estas, el trabajo de campo etnografico sigue siendo un metodo inusualmente sensitivo. La observaci6nparticipante obliga a sus practicantes a experimental', a un nivel tanto intelectual como corporal, las vicisitudes de la traducci6n. Requiere un arduo aprendizaje del lenguaje, y a menudo un desarreglo de las expectativas personales y culturales. Hay, pol' supuesto, todo un mito del trabajo de campo. La experiencia concreta, cercada de. contingencias, rara vez alcanza la altura de 10 ideal; pero como medio para producir conocimiento a partir de un compromiso intenso e intersubjetivo, la practica de la etnograffa conserva. un status ejemplar. Mas aun, si el trabajo de campo se identific6 durante un tiempo con una disciplina especfficamente occidental y con una ciencia totalizante de "antropologfa", esa asociaci6n no es necesariamente permanente. Los estilos actuales de descripci6n cultural estan hist6ricamente limitados y se encuentran sufriendo importantes metamorfosis. El desarrollo de la ciencia etnografica no puede entenderse en ultimo analisis prescindiendo de los debates polfticos y epistemol6gicos mas generales sobre la escritura y la representaci6n de la alteridad. En esta discusi6n, sin embargo, he mantenido el foco sobre la antropologfa profesional, y especffica3 mente en la etnograffa a partir de 1950. La actual crisis --0 mejor, dispertt'lllloloMfttlil
3 No pretendo
revisal' nuevos estilos de escritura
etnografica
que se han oliginado fuera de
8i6n- do Ia aUloridnd olnogrMicll Imoo pOllihlo l!'IlZItI' 1111 Jltlrtorlo "llI'oxlnltldo, delimitado pol' Ios arios 1900 y 1960, duranle 131cUlll 111(\ MIIII"III"ld6 ml" t1l1tWEl concepci6n del trabajo de campo como la norma de In nllll'opol0/olftl(JII\'Optmy norteamericana. El trabajo de campo intensivo, llevado n cabo pOl' tlspeeinlistas entrenados en la universidad, emergio como una Fuente de datos sobre los pueblos ex6ticos privilegiada y sancionada. La cuestion aquf no es que haya prevalecido un unico metodo de investigacion. La etnograffa "intensiva" ha sido variadamente definida (comparese Griaule, 1957, con Malinowski, 1922: cap. 1). Mas aun, la hegemonfa del trabajo de campo se estableci6 antes y mas extensivamente en los Estados Unidos y en Inglaterra de 10 que fue el caso en Francia. Los ejemplos mas tempranos de Franz Boas y la expedici6n al Estrecho de Torres solo fueron equiparados con retraso por la fundaci6n del Institut d'Ethnologie en 1925 y con la publicitada Mision Dakar-Djibuti de 1932 (Karady, 1982; Jamin, 1982a, Stocking, 1983). Sin embargo, a mediados de la decada de 1930 se podfa hablar ya de un consenso internacional en pleno desarrollo: las abstracciones antropologicas validas deMan estar basadas, de ser posible, en descripciones culturales intensivas hechas por estudiosos calificados. A esta altura de las cosas el nuevo estHo se habfa hecho popular, y estaba institucionalizado y corporizado en practicas textuales especfficas. Recientemente se ha hecho posible identificar y tomar una cierta distan4 cia de estas convenciones. Si la etnograffa produce interpretaciones culturales a partir de intensas experiencias de investigacion, lcomo es que la experiencia, no sujeta a reglas, se transforma en informe escrito autol'izado? lC6mo es, precisamente, que un encuentro transcultural, locuaz y sobredeterminado, atravesado por relaciones de poder y desencuentros personales, puede ser oircunscrito como una versi6n adecuada de "otro mundo" mas 0 menos discreto, compuesto pol' un autor individual? Al analizar estas complejas transformaciones se debe tener en mente el hecho de que la etnograffa esta, desde el principio hasta el fin, atrapada en la red de la escritura. Esta escritura incluye, mfnimamente, una traducci6n de la experiencia a una forma textual. Este proceso esta complicado poria accion de multiples subjetividades y de constricciones po11ticas que se encuentran mas alia del control del escritor. En respuesta a estas fuerzas, la escritura etnografiOccidente. Como 10 han delllostrado Edward Said, Paulin Hountondji y otros, queda pol' hacer un considerable trabajo de "clearing" ideologico y de crftica oposicional; y esto es a 10 que esos intelectuales no occidentales han estado dedicando gran pa11e de sus energfas. Mi discusi6n pel1nanece en el interior, pero en los Iflllites experimentales de una eiencia cultural realista elaborada en Occidente. Mas aun, Illi discusion tam poco considera como areas de innovacion los generos "paraetnograficos" de la historia oral, la novela no ficticia, el "nuevo periodismo", la literatura de viajes y el filme documental. 4 En la presente clisis de autoIidad, la etnografla ha surgido como un tema de cscmtinio historico. Sobre nuevas estrategias crfticas, vease Hartog, 1971; Asad, 1973; BUl1'idge, 1973, cap. 1; Duchet, 1971; Boon, 1982; De Ce11eau, 1980; Said, 1978; Stocking, 1983 y Rupp-Eisenreich, 1984.
(loriMcm jUM~O mill ollll'uloMlndo tlIIloridud ospocfficEl. Eslll oslrlliogia ha involuol'ltdo, oh1~lOElrnOnlo, la prctensi6n -no cuestionadade aparecer como 01 quo, proporclOna.la ;e.rdad en ellext~. U~a experiencia cultural compleja es onuncwda pOI'un mdlvlduo: We the T~kop~apOI'Raymond Filth; Nous avons mange lafor& por Georges Condominas; Coming of Age in Samoa por Margarot Mead; The Nuer por E. E. Evans-Pritchard. La discusi6n que sigue localiza primero historicamente esta autoridad en o~ desenvolvimiento de una ciencia de III observacion palticipante de nuestro lI~glo,y proce?e luego a una cri'tica de los supuestos subyacentes y a una revi8I6n. d~ praChcas. textuales emergentes. Estas estrategias alternativas pueden p~rClbIrse en reCIentes experimentos por parte de etnografos que, autoconsclentemente, rechazan las escenas de representaci6n cultural en el estilo del frontispicio de Malinowski. Estan surgiendo diversas versiones seculares del fltestado. taller de escritura de Lafitau. En los nuevos paradigmas, la autoridad del escntor no aparece ya fascinada por figuras trascendentales sea una deidad hebreo-cristiana 0 sus reemplazos del siglo xx, el Hombre' y la Cultura. Nada ~erdura del tabla~o celes.tial, :on excepci6n de la esfumada imagen del antropolo~o ~n un espeJo. El sI1enclO del taller etnografico ha sido quebrado por voces mSlstentes, heterog16ticas, pOl'el raspar de otra8 plumas.5 (lit
Sobre el !in .de~ siglo XIX nada garantizaba, a priori, el status del etn6grafo como el.meJor mt.e~prete de la vida nativa, en oposici6n '" lat-:lSdel viajero y en espeClal del mlSlOnero y del administrador, algunos de los cuales habfan est~~o en e1.campo mucho mas tiempo y posefan mejores contactos de investiga?lOn y meJores habilidades lingiifsticas. El desarrollo de la imagen del trabapdor de campo en Ameri.ca, desde Frank Hamilton Cushing (unexcentrico) hasta Mar~aret Mead (una ~lgura nacional)es significativo. Durante este perfod~ s~ :reo una forma particular de autoridad, una autoridad tanto validada Cl;nhflCamente com~ basad~ .en una experiencia personal singular. Durante la decada de 1920 MalmowskI Jug6 un 1'01central en el establecimiento del credito del trabajador de campo, y eS a esta luz que debemos rememorar sus ataque~ a la com~tencia de los adversarios en el campo. POI' ejemplo, el maglstrado colomal Alex Rentoul, quien tuvo la temeridad de contradecir los hallazgos cientfficos concernientes a la concepcion trobriandesa de la paternidad,. fue excomulgado en las paginas de ~lan pOI'su nada profesional "perspechva de tribunal policfac~" (veanse Rentoul, 1931a, b; Malinowski, 1932). El ataqu~ contra el amateunsmo en el campo fue llevado mas lejos aun por A. R.. Radchfffe-~rown, qui en, como 10 ha mostrado Ian Langham, vino a epitomlzar el profeslOnal cientffico, descubridor de leyes sociales rigurosas (Langham, 1981: cap. 7). Lo que surgio durante la primera mitad del siglo xx junto ,5,~obn~ la. supresi~n ~e.1dialo~o en el frontispicio de Lafitau y la constitucion de una "antropologla textualIzada, ahlstonca y vlsualmente orientada, vease Michel de Certeau, 1980.
al exito del trabajo de campo profcsioTial file 111111 fll"il'ill 1II,II'Y,/l. d,· Il'lII'il~ ~('IIl'" ral e investigacion empirica, de analisis cultural, COild(·"('.II! It 'Ic'l~ I :'I.I~oj!,l'llll('a. El trabajador de campo-teorico reemplazo a uTia VI/'.I11 (.I~VI"IOII "lIln~ d "hombre en el terreno" (en palabras de James FI:azer) 7 el SOI'I"~(:Il;O 0 d allln:'logo en la metropolis. Esta division del trabaJo vanaba en ddcrentcs trad~:ones nacionales. En los Estados Unidos, por ejemplo, Morgan poseia conOCImiento personal de por 10 menos algunas de la culturas qu~ constitufan la materia prima para sus sfntesis sociologicas; y Boas, m~s bIen tempra~a~ente, hizo del trabajo de campo intensivo el sine qua non ~el clisc~so antr?l)()logIcoserio. En general, sin embargo, antes de que Mal~nowskI? Ra~ch.ffe-Brown y Mead establecieran con exito la norma del estudlOso umversItano que comprueba y deriva teorfa a partir de una investigacion de prir;te~a man,o, p.revaleda una economfa del conocimiento etnogriifico un tanto chstInta. Por eJemplo, The Melanesians (1891) de R. H. Codringt,on es u~a comyila:,ion det~llada de folclore y costumbres, extrafda de un penodo de InvestIgaclOn re~ahvamente extenso y basado en una intensiva colaboracion con tr,~ducto~'es~ l,~lformant~s indfgenas. Ellibro no esta organizado e~ tomo de .una ~x?enenCHl de trab~Jo de campo, ni promueve una hipotesis lllterpretahva ';lmf~cada, ya se.a f~nclOnal historica 0 de otro tipo. Se conforma con generahzaclOnes de baJo myel y co~ el amasado de un rango eclectico de informacion. Codrington es agudamente consciente del caracter incompleto de su conocimiento, y cree que una comprension real de la vida nativa solo se puede alcanzar despues de una decada de experiencia y estudio (pags. vi-vii). Esta comprension d~ las dificultades que existen para comprender el mundo de los pueblos extranos -los muchos anos que se necesitan para aprender y desaprender, los problemas de la adquisicion de una amplia competencia lingufsticatendio a ~ominar e: trabajo de la generacion de Codrington. Tales sup~estos p.r0nto senan desafwdos por el relativismo mas confiado del modelo mallllowskwTlo. Los nuevos trabajadores de campo se distinguieron ~aj.antemente de I?s."hombres en el terr.eno" que los habfan precedido -.el mlSlOnero, el adm~ms,trador, el comercwnte y el viajero-- cuyo conocimlento de los pueblos llldigenas, argume~t~ban, no estaba informado por buenas hipotesis cientfficas 0 por la suflclente neutralidad. Antes del advenimiento de la etnografla profesional, escritores como J. F. McLennan John Lubbock y E. B. Tylor habfan procurado controlar la calidad de los rep~rtes en que se basaban sus sfntesis antropologicas. Lo hadan p~r medio de los lineamientos del Notes and Queries y, en el caso de Tylor, cultIvando relaciones de trabajo duraderas con sofisticados investigadores de campo tales como el misionero Lorimer Fison. Desp~es de ~~83,.com~ .nuevo catedratico de antropologfa en Oxford, Tylor alento la reumon sIstematIca de datos etnogriificos por profesionales calificados. EI United States Bureau of Ethnology, ya comprometido en la empresa, proporciono ~l modelo. Tylor se ocupo de fundar un comite para estudiar las tribusnoroccIdentales ~el Canada, y el primer agente de ese comite que en el campo fue E .. ~. WIlson, con c1iecinueve anos de experiencia como misionero entre los oJIbwa. En poco
Ilt'IIIJ10A,,\I' flit. """llIplm:ado pOl'11/11110,1111 f(",i('o"II 1'1'0"""0dl\ ,'ollv,·,lil'''''' II III t.lll0fl,l'Ilf( II pl'Of",.i011111. C,'OI'fI,!'Sill" k i11/1, II1'f,!,1 IIIII'Ill(i 1""''''lIa",i Yallll'lIll' q III' ,.\ 1'/'.'1111'111:00;0 d" Wil,.llil P0I' BOliN"111111'1'11 ,·1 illi,·io d•• 111111 illlplll'llIlIlI'I'll"'""II ••I c1.''''"lTollod,,1 111010clo dllogl'iifil'o hl'iliillil'o: III n'('oll'('I'i(,1Idl' dalo" 1'01'(·i"1I1l Ikw\ IIIIIIII'IIII-H dl' fOl'lIl1ll'iollII('/ult:mil'a qlJ(, S(' dd'illfall a HfIlIii'HIION ('01110all Il'op610goN,Y 1I111' adertll'lN,'stahall illvollll'l'IIdoN"II la I'011IIl1lal'i"III Y I'vallllwit'll drll"ol'la IIIII1'01'01 0ll;iI' a" (Il1111 consenso minimo acerca del metodo de evaluacion" (1983: 66). La COrnpI'NIsi6n de los zuni por parte de Cushing, intuitiva y excesivamente personal, 110 podfa conferir autoridad cientlfica. Para decirlo esquematicamente, antes de fines del siglo XIX,el etnogmfo y el antrop6logo, el descriptor-traductor de costumbres y el constructor de It~o· rias generales sobre la humanidad, eran distintas personas. (Un sentido e1I11'O de I~ ~ensi6n entre la etnograffa y la antmpologfa es importante si se qlliC'I'I' percIbu Gorrectamente la confluencia reciente -y quiza temporariaCIIII'I' ~m.bos pro7ectos.) Malinowski nos ha dado la imagen del nuevo "antrop6Iogo" mfIltrado Junto al fuego de la aldea, observando, escuchanclo y haciendo »1'11guntas, registrando e interpretando la vida trobriandesa. La carta de fundacioll literaria de esta nueva autoriclad es el primer capitulo de Los argonautas, ('Oil sus fotograflas prominentemente destacadas de la tienda del etnografo cn J111'clio de las viviendas cle Kiriwina. La justificacion metodologica mas agucln (In esta nueva modaliclad se encuentra en Andaman Islanders (1922) de Racleliffe-Brown. Los dos libros se publicaron a menos de un ano de diferencin. Y (IX
aunque BUS aulorcs dcsnrrollnron Clllllilolll do ll'l'Il)/\jo«If'! (liIIllJlO'I vl.!onCIIIdM III ciencia cultural bien diferenles, ambos l.exl08 lClmpl'llllO"JlI'OJlomionnnfI1'gumentos explfcitos a favor de la especial autoridad del 'JI.utif(l'I\ro-nnll'op610go. Malinowski, como 10muestran sus notas a la crucial inll'Oducci6n do Los argonautas, estaba preocupado principal mente pol' el problema ret6rico de convencer a sus lectores de que 10s hechos que ponfa ante e\los habfan sido objetivamente adquiridos, y no eran creaciones subjetivas (Stocking, 1983: 105). Mas aun, 61era perfectamente consciente de que "en etnograffa, a menudo hay una distancia enorme entre el material bruto de la informacion -tal cOmo se presenta al estudioso a trav6s de sus propias observaciones, 0 de afirmaciones de los nativos, 0 del calidoscopio de la vida tribal- y la presentacion definitiva y autorizada de los resultados" (Malinowski, 1922: 3-4). Stocking ha hecho un analisis preeiso de los diversos artifieios literarios de Los'argonautas (sus laboriosas eonstrueeiones narrativas, el usa de la voz aetiva para denotar el "presente etnografieo", las dramatizaeiones ilusorias de la partieipacion del autor en escenas de la vida de Trobriand), teenieas que Malinowski utilizo con el fin de que "su propia experiencia con los nativos [pueda] \legal' a ser tambien la experiencia del lector" (Stocking, 1983: 106; vease tambien Payne 1981 y capftulo 3). Los problemas de narracion y exposicion que habfan relegado a Cushing a la marginalidad profesional estaban bien presentes en el pensamiento de Malinowski. Esta ansiedad aparece reflejada en la masa de datos contenida en Los argonautas, en sus sesenta y seis laminas fotograficas, en la hoy un tanto curiosa "Lista cronologica de los sucesos del Kula presenciados pol' el autor", en la alternancia constante entre descripciones impersonales de conductas tfpicas y afirmaciones del tipo "Yo presencie ..." 0 "Nuestro grupo, navegando desde el norte ...". Los argonautas es simultaneamente una narrativa compleja de la vida en Trobriand 'I del trabajo de campo etnografico. Es arquetfpica de la generacion de etnograffas que establecieron con exito la validez cientHica de la observacion participante. La aventura de la investigacion construida en Los argonautas, en el popular trabajo de Mead sobre Samoa 'I en We the Tikopia [de R, Firth] devino una narrativa implfcita subyacente a todos los reportes profesionales sobre mundos exoticos. Si algunas etnograffas posteriores no necesitaron incluir relatos pormenorizados del trabajo de campo, fue porque tales relatos eran asumidos como supuestos, una vez que se afinnaban cosas tales como, pOI'ejemplo, la simple frase de Godfrey Lienhardt al comienzo de Divinity and Experience (1961: vii): "Este libro se basa en dos anos de trabajo entre los dinka, distribuidos en el perfodo entre 1947'11950". En la decada de 1920, el nuevo trabajador de campo-teorico llevo a su consumacion un nuevo 'I poderoso genero cientffico 'I literario, una descripcion cultural sintetica basada en la observacion participante (Thomton, 1983). EI nuevo estilo de representacion dependio de innovaciones institucionales 'I metodologicas que soslayaron los obstaculos para un rapido conocimie:t;ltode otras culturas que habfan preocupado a los mejores representantes de la generacion de Codrington. Estos pueden ser brevemente resurnidos:
• 1<11 I'l'illu'~'1~lglIl""" vlllori:t.6III fif.\lll'lI<1,,1I mlllljlll!Ol'ilopopulal', figlll'/ISvisi1>lestnlus como MlllillowHki.MI,a
una normn d(~In invol'llignei6n. POl'IlUllU~l!llo, t1lll'tlhlljo CIn mlltlJlo CIon 6xilo lfItlvilizaba un ampHsimo rango de inleracciones posiblClIll,pl"I'Ulilt'! n(lol'd6 11 10 visual una primaci'a distintiva: la interpretacion estabn ligndn n III doscl'ipci6n. Despues de Malinowski, una sospecha general hacia los "infol'mantes privilegiados" reflej6 esta preferencia sistematica pOI'las observaciones (met6dica~) del etn6grafo en detrimento de las inlerpretaciones (interesadas) de las autondades indfgenas. En cu8110 orden, ciertas abstracciones teoreticas poderosas prometfan ayudar a los etn6grafos academic os a "alcanzar el coraz6n" de una cultura mas rapidamente, pOI'ejemplo, que la realizaci6n de un extenso inventario de costumbres y creencias. Sin pasar anos enteros tratando de conocer a los nativos y a los detalles fntimos de sus complicadas lenguas y de su hahitos, el investigadol' podrfa buscar mas bien datos seleccionados que Ie permitieran d~ircuenta de la armadura central 0 de la estructura de una totalidad cultural. EI "metodo genealogico" de Rivers, y luego el modelo de la "estructura social" de Radcliffe-Brown, proporcionaban este tipo de atajo. Se podfa, aparentemente, elicitar terminos de parentesco sin un conocimiento profundo de la Icnglla vernacula local, y el rango de conocimiento contextual necesario era, de este modo, convenientemente limitado. En quinto lugar, dado que la cultura considerada como una totalidad compleja, era siempre demasiado amplia como para dominarla en una investigaci6n breve, el nuevo etnografo procuraba focalizarse temalicamente sobre instituciones particulares. EI prop6sito no era contribuir a un inventario completo 0 a una exhaustiva descripci6n de costumbres, sino alcanzar la totalidad a traves de una 0 mas de sus partes. Ya he senalado el privilcgio que durante un tiempo se concedi6 a la estructura social. Un cicio de vida individual, un ritual complejo como el anillo de Kula 0 la ceremonia de Naven, podfan tambien servir al mismo efeeto, al igual que categorfas de conclucta como la economfa, la polftica y demas. En la instancia retorica prevalentemente sinecdoquicade Ia nueva etnograffa, se asumfa que las partes eran microcosmos 0 analogfas de la totalidad. Esta disposicion de primeros pIanos institudonales sobre un trasfondo cultural en el dibujo de un mundo coherente, lIevo pOl'Sl roisrno a convenciones literarias de tipo realista. Sexto, la$ iotalidades asf representadas tendfan aser sincronicas, como que eran producto de una actividad de investigacion de cOl10plaza. EI trabajadol' de campo intensivo podia esbozar plausiblemente los contornos de un "presente etnografico": el cicio de un ano, una serie ritual, patrones de conducta tfpica. Introducir indagacion hist6rica de largo alcance habria complicado hasta 10 imposible la tarea del nuevo estilo de trabajo de campo. De este modo, cuando Malinowski y Radcliffe-Brown establecicron su crftica a la "historia conjetural" de los difusionistas, les rcsult6 tambien facil excluir los procesos diacronicos como objetos del trnbajo de campo, con las consecuencias que ya se han denunciado suficientcmente.
14:111111.illlltlVltllllltlC"'1II lIli,'vle"I'OIl JlItI'1tvnlldlll' unll t'llnogl'l\ffnof'icionlc blll'lllcln IIIuhlllrn'vncdc111 Idc'nlfl'iI'1IJlIH'linipnnlo.SII cfoelo combinnclo se pucdo obeerVitI'fill 10qll(" hie'lllpo(Mn ~r'r ("II tOllr de force de In nueva elnograffa, cl estudio 1.0,' N,wr do Evnnl!l-Prilclll\I'Cl,pllblicnclo en 1940. Basandose en once meses dMinvrJlIl.ignd6n, conclucicla -como nos nan'a la notable intl'Oducci6n delli1)('0- en condiciones casi imposibles, Evans-Pritchard fue capaz no obstante dMcomponer un dasico. EI habla Ilegado a Nuerland en los talones de una expC"ldici6nmilitar punitiva, ante el requerimiento urgente del gobiel'llo del Sudl1n nnglo-egipcio. Fue objeto de constante e intensa sospeeha. 5610 en los (1llimos meses pudo conversar efectivamente can informantes, quienes -nos dice-- eran muy habiles para evadir sus preguntas. En estas eireunstancias, IIU monografia es una especie de milagro. Mientras plantea exigencias muy limitadas y no hace ningun seereto de Ins constricciones que pesaron sobre su investigaci6n, Evans-Pritchard se las ingcnia para presentar su estudio como una demostracion de la efeetividad de III Icoria. EI focaliza su atencion sobre la polftica y la "estructura social" de los nlJer, analizada como un conjunto abstracto de relaciones entre segmentos tel'l'iloriales, linajes, grupos de edad y otras agrupaciones rmls fluidas. Este conjunto analfticamente derivado se retrata contra un tel on de fondo compuesto de patrones migratorios, relaciones con el ganado, nociones de tiempo y espacio. Evans-Pritchard distingue tajantemente entre su metodo y 10 que el llama documentacion (malinowskiana) "f0l1uita". Los Nller no es un extenso compenelio de observaciones y. textos vermlculos en el estilo de Los argonalltas y Jardines de Coral de Malinowski. Evans-Pritchard argumenta rigurosamente que "Ios hechos solo pueden ser seleccionados y ordenados a la luz de la teoria". La abstraci6n admitida de una estructura polftico-social ofrece el marco de referencia necesario. Si luego se me acusa de describir los hechos como ejemplificaciones de mi teoria -continua en una nota- qui ere decir que se me ha comprendido (1969: 261). En Los Nuer Evans-Pritchard efectua energicas vindicaciones del poder de las ahstraccioT\es cientfficas para focalizar la investigacion y ordenar los datos complejos. EI lihro a menlldo se presenta a si mismo como una demostraeion mas que como una descripcion, pero no 10 hace consistentemente: su argumentacion 1eoretica se encuenlTa circundada pOI'evocaciones e interpretaciones de la vida nuer observadas y narradas con habilidad. Ret6ricamente, estos pasajes funcionan mas que como una simple "ejemplificacion", puesto que efectivamenlc implican a los lectores en la compleja subjetividad de la observaci6n participante. Esto se pucde vel: en un parrafo caracterfstico, que progresa a traves de una serie de posiciones discursivas discontinuas: tin
Es diffcil encontrar una palabra inglesa que describa adecuadamente la posicion social de los diel en una tribu. Los hemos Hamadoaristocratas, pero no desearfamos implicar que los nuer los consideran de rango superior, pues, eomo hemos declarado enfaticamente,la sola idea de un hombre ensefioreandosesobre los demas les resulta repugnante. En general -Iuego cualificaremos esta afirmacion-
10Kdid POK('('II III1)K hiI'll pn'"lil',i"till<'1'11111'.0 YIllilllhii'll Ildlll"IIl'11I tlW'p"eI"",Si lIslcd(~s1111 ilit dl' la Irihll('IItI'iI' viv,',lIHl"eI ,." 1111"" till<'1111 "i'"I,I,·1111<',"1.1''' d,· III tribu. Es uno de los duefiosdel (lars,d" los silio" d.· I" "Idell,d,' I"" 11IIHIIII'''H, I"" estanques de pesca y los manantiales.La demftsgelll,·viv,'"lit "'I vil'llI<\ <\""" ('''samientoen vuestroclan, de adopci6n en vucslro lillHj"0 <\"alg(1l1011'01Hz"""'cial. Usted es un lfder de la tribu y el nombre del emblcma de VllCstroc1all"" invocacuando la tribu va a Ia guerra. Dondequieraque haya un dil en Ia aldea, la aldea se arracima en torno de el como un rebano alrededor del macho (1969: 215).
Las primeras tres frases se presentan como un argumento acerca de la , . em bargo a I"" . traducci6n que, de pasada, atnbuye SIn OS nuer un conJunto estable de actitudes (mas adelante tengo mas que decir sobre este estilo de atribuci6n). Seguidamente, en las cuatro frases que comienzan con "Si usted es un dil...", la construcci6n en segunda persona reune al lector y al nativo en una participaci6n textual. La frasefinal, ofrecida como la descripci?n directa de un evento tfpico (que el lector asimila ahora desde el punto de vista de un observador participante), evoca la escena por medio de metMoras Huer relativas al ganado. En las ocho frases del panafo un argumento acerca de la traducci6n pasa, a traves de una participaci6n ficticia, a una fusi6n metaf6rica de descripciones culturales tanto externas como indfgenas. La conjunci6n subjetiva de analisis abstracto y experiencia concreta se ha consumado. Evans-Pritchard se alejanl mas tarde de la posici6n tcoretica de Los Nller, rechazando su rcivindicaci6n de Ia "estructura social" como Ull marco de refe. pnvllegwdo. ... Cada uno de Ios " ataJos . ""0 recetas "Ice tra I,' renCla ~IJOde campo que he enumerado ha sido y continua siendo cuestionado. Desplegacla en combinacioncs m(lltiples dc esas directivas, Ia autoridael del te6rico-trabajaclor de campo academico se estableci6 no obstante en los afios entre 1920 y 1950. Esta peculiar amalgama de experiencia personal intensa y aniilisis cientffico (entenclida en este periodo simultaneamente como rito de pa'3aje y como Iaboratorio) emergi6 como un metodo: la observaci6n participante. Aunque entenclido de cliversas maneras y hoy discutido en muchos ambitos, este metodo sigue siendo el principal rasgo di~tintivo de la antropologfa profesional. Su compleja subjetiviclad se reproduce rullnariamente en la escritura y en Ia lectura de las etnograffas.
"Observaci6n participante" sirve como taquigraffa para un oscilar continuo entre el "adentro" y el "afuera" de Ios sucesos: por un lado, atrapar empatieamente el sentido de eventos y gestos especfficos; por el otro, dar un paso atnls para situar esos significados en contextos mas amplios. De esta manera Ios sucesos particulares adquieren una signifieaci6n mas profunda 0 mas general, reglas estructurales, etcetera. Literalmente entendida, Ia observaci6n palticipante es una f6rmula parad6jica y equfvoca; pero se Ia puede tomar en serio si se Ia reformula en terminos hermeneutic os como una dialectic a entre Ia experiencia y la interpretaci6n. Asf es como 10 han reafirmado Ios mas per-
"IIIII"IVO" ('IIIl<'10,<""oi"I1I,'" .1,,1"11,,0,,'".1,,11111"10.10, "illllill.l",w ,'II la Im.li"i"11 11"va.1..,,,1,·Will ••.11I1Ihlll ••.y, via Max W"Ill'r, a 10'"allln.p,'I"go,., .1"10'" "«jllll,,,I,,,, y ,.,igllifi,'a,I",,", ""11'0 <:liI1"nl (;""rlz, Sill clllhargo, cllalldo de re(·111111"" .I,. alll"l'idad ,,,' Imla, s,' 1•••11w'"rdad" difereilies .Snfasis a la experien"ia y II IIIilll<,,,,"dw'i"II, 1':11 los (1llimos arios lia habido un marcado cambio de "lIfll:"i""II ddrillll'1I10 de a'1IHSllaY cn beneficio de esta. Esta secci6n y Ia que l1igw' ('xl'lorariill las rcivindicacioncs mas bien diferentes de la experiencia y d.· IIIilllcrl'rdaci6n, asf como su interrelaci6n cambiante, 1':1I'wsligio creciente del te6rico-trabajador de campo disminuy6 el inter':s (sin c1irninarlo del todo) hacia cierto numero de procesos y mediadores que IIIILianfigurado prominentemente en metodos anteriores, Hemos visto c6mo el dorni nio del Ienguaje se defini6 a un nivel de uso adecuado para amasar un dis"rclo volumen de datos en un perfoclo limitado de tiempo. Se relegaron los IrHLajosde transcripci6n y traducci6n textual y el rol dial6gico crucial de inI(~rprctesy de "informantes privilegiados" a un status secundario, y a veces in"lu80 menospreciado. EI trabajo de campo se ccntr6 en la experiencia del (~studioso observador participante. Apareci6 una imagen bien delineada, una nlllTativa: la del extranjero que penetra en una cultura, arrostrando una especic de iniciaci6n que conduce al rappOlt (en su expresi6n mfnima, aceptaci6n y empatfa, aunque habitual mente implica algo que se parece a Ia amistad). De esta experiencia emerge, de maneras no especificadas, un texto representacional escrito pOl'el observador participante. Como veremos, esta versi6n de la producci6n textual oscurece tanto como revela, Pero su principal supuesto es digno de ser tornado en serio: que la experiencia del investigador puede servir como Ia fuente de la autoridad en el trabajo de campo, La autoridad experiencial se basa en un "sentimiento" hacia el contexto extrafio, una especie de sentido comun acumulado y una sensibilidad hacia el estilo de un pueblo 0 de un Iugar. Tal concepci6n es frecuentemente explicita en los textos de los observadores paI1icipantes mas tempranos. La pretensi6n de Margaret Mead de captar el principio subyacente 0 ethos de una cultura mediante una exaltada sensibilidad hacia la forma, el tono, el gesto y los estilos de conducta, y el enfasis de Malinowski en su vida en la aldea y en la comprensi6n derivada de los "impondel'abilia" de la existencia cotidiana, son, en este sentido, casos prominentes. Muchas etnograflas -Forest people (1962) de Colin Turnbull, por ejemplo-- estan veltidas en modo experiencial, priorizando por encima de cualquier hip6tesis de investigaci6n especffica y de cualquier metodo, e! "yo estuve alII" del etn6grafo como poseedor de conocimientos de primera mana y como pmticipante. Por supuesto, es diffcil decir mucho acerca de Ia experiencia. Como Ia "intuici6n", es algo que uno posee 0 no, y su invocaci6n a menudo huele a mistificaci6n. No obstante, esta claro que uno deberfa resistir Ia tentaci6n de traducir toda experiencia significativa en interpretaci6n. Si bien ambas estan recfprocamente relacionadas, no son identicas. Tiene senti do mantenerlas aparte, aunque mas no sea porque muchas veces se recurre a la experiencia para otorgar validez a la autoridad etnografica. 'III<'
dofemm mlil'l !lOl'ill dd 1'01 do III eXpI1I'il'lH'ill I'll 1"11 "1"/l,,ltllII lIillll(II'il'IIM y cult males esta contenicla en la noci6n genoml de Va.II"It"",n 1<11 III i IIf'1uyl,n!t1 concepcion de Dilthey (1914), la posibilidad de cornpn'IIt1I'1' II 1,,1'4 011'01'4 I'IlIl'gn inicialmente del simple hecho de la coexistencia en un mun,lo cornplll'tido; pero este mundo experiencial, sustrato intersuhjetivo para las formas objetivas del conocimiento, es precisamente 10 que falta 0 10 que es problematico para un antropologo que ingresa en una cultura extrarla. POl'ello, durante los primeros meses en el campo (y tam bien, pOI'cierto, a 10 largo de toda la investigacion), 10 que tiene lugar es un aprendizaje del lenguaje, en el senti do mas amplio de esta expresi6n. Se dehe establecer y re-establecer 10 que Dilthey I1a' " , constltuyen . d 0 un mun d 0 experlenCla .. I comparhdo . en relama "reSlera comun cion con cl cual habran de construirse todos los "hechos", "textos", "sucesos" y sus interpret.aciones. Este pl'Oceso de internarse en un universo expresivo extrailO es siempre de naturaleza subjetiva, pel'O pronto se establece una clepen. dencia entre el y 10 que Dilthey llama "expresiones permanentemente fijas", formas estables a las que la comprension puede retornar. La exegesis de estas formas fijas pl'Oporciona los contenidos de todo conocimiento historico-cultural sistematico. Yes de esta manera que la experiencia queda estrechamente ligacia a la interpretacion. Dilthey es, entre parentesis, uno de los primeros te6ricos modernos que compararon la comprensi6n de las formas culturales a Ia lectura de "textos". Pew esta especie de lectura 0 exegesis no puede sobrevenil' sin una pmticipaci6n personal intensa, un activo "sentirse en casa" en un universo comlm. Siguiendo a Dilthey, la "experiencia" etnografica se pucde vel' como la constituci6n de un mundo significativo comun, basado en estilos intuitivos de sentimiento, percepci6n y conjetura. Estaactividad se sirve de indicios trazos gesl.os y fragmentos de senlido previos al desarrollo de inlerpretacion~s esta~ bles. Tal forma fragmentaria de experiencia se puede clasificar como estetica y/o adivinatoria. Aquf solo podemos dedi car unas pocas palabras a tales estilos de comprension en su relaci6n con la etnograffa. La revisi6n de A. L. Kroeber (1931) sobre Growing up in New Guinea de Margaret Mead proporciona una oportuna evocaci6n de ese modo estetico: 1,11
Antes que nada, esla claro que ella posee en un grado superlalivo las facultades de percibir prestamente las corrientes principales de una cullura que chocan contra los individuos, y de delinearlas en cuadros compactos dc sorprcndente agudeza. ~I result~do es una representaci6n de una vivencia eXlraordinaria,semejante a la Vida. Obvlamente, un don de sensacionalismo inteleetualizado pero poderoso subyaee a esla capacidad; obviarnenle, tambien, un alto orden de intuitividad, en el sentido de habilidad para completar una pintura convincente a partir de indi6 EI conceplo se asocla . a veces d'emasIado pronto con la intuicion 0 la empatfa, pero como una descripcion del conocimiento etnogrMi,'o la Verstehen involucra propiamente una crftica de la experiencia empatica. EI significado ex.cio del termino es materia de discllsion entre los estudiosos de Dilthey (Makreel, 1975: 6-7).
1'1""'. 1"11''''10 'lilt' IlIdl.-lo•• "~Ill I" 'Ill!' 111/111110" d., "111'1 dlllol'lpllt,dl111 Ill'gar a !leI',eon 1'4.'110 "",i", 111"'01'" pIli'llIIpl'''IIIII'!'111111 11'11111111 y pl'llOtrnrell h18 inlimidadea de loda IItl/l"1111111'11, ""P('"illlil,lilld""llIIdOlllli8en condueta infanti!. De lodas maneras, esIII pinllll'll,hllJoillll dOlld.,H,1p\l(·deIIprcciar, parece a eale crflico enteramente satisfill'lorill,IIHf eorno eAdigna de admiral' la cerleza de su intuici6n y la eficacia de AIIH pincdadas dcscriplivas (plig.248).
Una formulaci6n diferente aparece en Do Kamo: Person and Myth in the Melanesian World (1937) de Maurice Leenhardt, un libro que en su modo de exposici6n a veces crfptico requiere cle sus lectores la misma clase de percepci6n estelica y gestaltica en la que tanto Mead como Leenharclt sobresalieron. EI respaldo de Leenhardt a esta estrategia es muy importante, puesto que dada 8U experiencia de campo extremadamente prolongada y su cultivo profundo de un lenguaje melanesio, su "metodo" no puede verse como una racionalizacion de la etnograffa de corto plazo: "En realidad, nuestro contacto con otro no se logra a traves del analisis. Mas bien, aprehendemos al otro en su integridad. Desde el principio, podemos esbozar nuestra visi6n de el utilizando un bosquejo 0 un detalle simbolico que contiene una totalidad en I'll mismo y que evoca la verdadera forma de su ser. Esto ultimo es 10 que se nos escaparfa si nos acercaramos a nuestro pr6jimo usando solo las categorfas de nuestro intelecto" (pag. 2). Las investigaciones de Carlo Ginzburg (1980) sobrela compleja tradicion de la adivinaci6n proporcionan otra forma de tomar la experiencia en serio como una fuente de conocimiento etnografico. Su investigaci6n abarca desde las tempranas interpretaciones de los cazadores sobre las huellas de los animales hasta las formas de predicci6n de la Mesopotamia, eI desciframiento de sfntomas en la medicina hipocratica, la focalizacion en los detalles para detectar falsifieaciones artfsticas, Freud, Sherlock Holmes y Prous!.. Estos estilos de adivinacion no extaticos aprehenden relaciones de significaci6n circunstaneiales y espedficas y se basan en corazonadas, en la lectura de indicios aparentemente dispersos y en "coincidencias". Ginzburg propone su modelo .. . I" como un modo de comprension abductivo, discid"~ conOClmlento conJetura plmado y no generalizador, que es de impOltancia central, aunque no reconocida, en las ciencias culturales. Se 10 puede agregar a un almacen de recursos mas bien magro, para comprender rigurosamente como se siente uno en una situaci6n etnografica nada familiar. Precisamente pOl'que es diffcil de restringir, la "experiencia" ha servido como una garantfa efectiva de la autoriclad etnografica. Hay, pOI'supuesto, una ambigiiedad notable en este termino, La experiencia evoca una presencia participatoria, un contacto sensitivo con el mundo a comprender, un rapport con su gente, una tangibilidad de percepcion. Tamhien sugiere un conocimiento acumulativo, en profundizacion constante ("sus diez anos de experiencia en Nueva Guinea"). Los sentidos trabajan en conjunlo para aUlorizar una sensibilidad 0 una propensi6n real pew inefable del etn6grafo hacia "su" pueblo. Hay
que 8uhmyar, HillClnhlll'go,q\J(~('sle "1111111( 10", ('111111110 "H' 10 I'IIW>l!»(' "UIIIOUIIII creaci6n experiencial, cs 8ubjelivo, y 110 dial6gi('o 0 illlt"l'inbidivo. 1':1 e111r.gmfo acumula conocimiento personal sobre eI campo (Ia «mila pot-\I'si va mi PI/(~fJlo se ha utilizado familiarmente hasta haec poco en efrcllios al\ll'opolt',gicoH, PI~J'O la frase significa en efecto "mi experiencia").
Es comprensible, dada su vaguedad, que los criterios experienciales de autoridad -Ias creencias no examinadas sobre el "metodo" de Ia observacion participante, sobre el poder de Ia empatfa, el rapport, etc.- hayan sido objeto de cntica pol' parte de antrop6Iogos hermeneuticamente sofisticados. EI segundo momento de Ia dialectica de Ia experiencia y Ia interpretacion ha merecido una atencion y una elaboracion crecientes (veanse, pOI'ejemplo: Geertz, 1973, 1976; Rabinow y Sullivan, 1979; Winner, 1976; Sperber, 1981). La interpretacion, basada en un modelo filologico de Ia "Iectura" textual, ha surgido como una alternativa sofisticada a Ios reclamos, ahora evidentemente ingenuos, de Ia autoridad experiencial. La antropologfa interpretativa desmistifica gran parte de 10 que anteriormente permanecfa no cuestionado en Ia construccion de Ias narrativas, Ios tipos, Ias observaciones y las descripeiones etnogn'ificas. Contribuye a una visibilidad creciente de Ios procesos creativos (yen un amplio sentido, paeticos) pOI' medio de los cuales se inventan y se tratan como significali vos Ios objetos "culturales". . . lQue involucra mirar a la cultura como un conJunto de texto a mterprelar? Paul Ricoeur, en su ensayo "EI modelo del texto: La accion significativa considerada como texto" (1971), proporciona una exposicion clasica del asunto. Clifford Geertz, en un pufiado de discusiones estimulantes y sutiles, ha adaptado Ia teona de Ricoeur al trabajo de campo antropologico (1973: cap. 1). La "textualizacion" se entiende como el prerrequisito de la interpretacion, la constitucion de las "expresiones fijas" de Dilthey. Es el proceso a traves del cualla conducta no escrita, el habla, las creencias, Ia tradicion oral y el ritual son caracterizados como un corpus, como un conjunto potencialmente significativo separado de tooa situacion discursiva 0 performativa inmediata. En el momento de la textualizacion este corpus significativo asume una relacion mas o menos estable con un contexto; ya estamos familiarizados con los resultados de este proceso, a traves de 10 que se conoce como descripcion densa etnografica. POI'ejemplo, decimos que una determinada institucion 0 un segmento de conducta es tfpico de (0 es un e1emento comunicativo en el interior de) una cullura circundante, como cuando la famosa rifia de gallos de Geertz (1973: cap. 15) deviene un locus intensamente significante de la cultura balinesa. Se crean campos de sinecdoques en los que las partes estan relacionaclas con Ias totalidades, y en los que Ia totalidacl (10 que a menudo llamamos cultura) es constituida. Ricoeur no otorga en realidad ningun privilegio alas relaciones parle-todo y a Ios tipos especfficos de analogfas que constituyen las representaciones funcionalistas 0 realistas. Simplemente postula una relaci6n necesaria entre texto y "mundo". Un mundo no puede ser aprehendido directamente; siempre
In l"flMl'('l1I01ll'M III hm,C'lriM111111 purlMII,y l'lllllllJltlJ'ltll'l dClbCln1'101' flITnnoadllll y pC'lI'OOpl.ulllrllCmlo dol fllljo de III expcriencin. De csta mnnera, la l.flxlunliznd6n gCll\CrEl I!lonlidoa trnves de un movimiento circular que primero "r.11Iy luogo eontextualiza una cosa 0 un suceso en la realidad que 10 engloba. !'1M ~(lf1(H'1l un modo familiar de autoridad que afirma representar mundos dis(1I'(11.0A, significativos. La elnograffa es la interpretaci6n de las culturas. Un segundo paso fundamental en el amllisis de Ricoeur es su exposici6n rlC'1 los procesos mediante los cuales un "discurso" se vuelve texto. EI discurso, .og(m Ia dasica discusi6n de Emile Benveniste (1971: 217-230), es un modo riMcomunicaci6n en el cual Ia presencia del sujeto hablante y de Ia situaci6n imnediata de la comunicaci6n es intnnseca. EI discurso eshl marc ado pOI'pronombres (pronunciados 0 implfcitos), yo y tu, YpOI'indicadores defcticos --este, aquel, ahara, etceteraque sefialan la instancia presente del discurso mas que algo que se encuentra mas alia de el. El discurso no trasciende la ocasi6n oApecffica en la cual un sujeto se apropia de Ios recursos dellenguaje para comunicarse dial6gicamente. Ricoeur afirma que el discurso no puedeser interprelado de Ia manera abierta, potencialmente publica en que se "lee" un texto. Para comprender el discurso "usted tiene que haber estado aliI", en presencia del sujeto discursivo. Pues para que el discurso Hegue a ser texto, debe devenir "aut6nomo", en terminos de Ricoeur, separado de una e1ocuci6n y de una intenci6n autoral especfficas. La interpretaci6n no es interlocuci6n. No depende de estar 0 no en Ia presencia de un hablante. La relevancia de esta distinci6n para la etnograffa es quiza demasiado obvia. EI etn6grafo siempre termina yendose, llevandose textos para su interpretaci6n ulterior (y entre esos "textos" lIevados podemos incluir memorias: Bucesos pautados, simplificados, arrancados del contexto inmediato para ser interpretados en la reconstrucci6n y en la descripei6n posterior). EI texto, a diferencia del discurso, puede viajar. Si bien mucha escritura etnografica se produce en el campo, la composici6n concreta de una etnograffa se hace en cualquier parte. Los datos constituidos en condiciones discursivas y dialogicas, s6Io pueden ser objeto de apropiaci6n en una forma textualizada. Los sucesos de Ia investigaci6n y los encuentros se transforman en notas de campo. Las experiencias se transforman en narrativas, acontecimientos significativos 0 ejemplos. Esta traducci6n de Ia experiencia de investigaci6n en un corpus textual separado de sus ocasiones discursivas de producc'i6n posee consecuencias importantes para la autoridad etnografica. Los datos asf reformulados no necesitan comprenderse como la comunicaci6n de personas especfficas. La explicaci6n de un informante 0 la descripei6n de una costumbre no necesitan exponerse en una forma que induya el mensaje "el dijo tal y tal cosa". Un ritual textualizado 0 un suceso ya no se encuentra estrechamente encadenado a la producci6n de ese suceso pol' parte de actores especfficos. En vez de eso, los textos se transforman en evidencia de un contexto envolvente, de una realidad "cultural". Mas aun, como Ios autores y actores especfficos han sido separaclos de sus producciones, se tiene que inventar un "autor" generalizado para dar cuenta del mundo 0 del contexto dentro del cual se han reubicado ficcionallit'
tlo"(IC'lpIUIII
monte 10101 Inxlol-l, 1':I-It(1 /111101' ~C'III1I'/lli1.ltdo 1'11(dlll1 lIIllt vltl'il1dltddfl 1101 IIhl'(11ii I 111 punto de vista de los 1Illtivos, "101'0\ Il'ohl'iIltHlmll1l'1", "101'1III1N''', "Ioliido~on" II otras expresiones similares que aparcccn ell 1m, e1nogl'llff/ll'l."1.0101 IIl1lilll1l'1l1H" funcionan como autor de la rifia de gallos lextualizad/l de Coertz. El etn6grafo disflUta entonces de una relaci6n especial con Ullorigt1ncullural 0 un "sujeto absoluto" (Michel-Jones 1978: 14). Es tentador compal'll!'al e1n6grafo con el interprete literano (y esta comparaci6n se esta volviendo caela vez mil,. un lugar comlin) , y aun mas especfficamente con el cntico tradicional, quien concibe su trabajo como la ubicaci6n de los significados ingobemables de un texlo en el marco de una intenci6n coherente particular. AI representar a los nuer, los trobriandeses 0 los balineses como sujetos totales, fuentes de una intenei6n significativa, el etn6grafo transforma las ambigiiedades de la situaci6n de investigaci6n y las diversidades de significado en un retrato integrado. Es importante, sin embargo, tomar nota de 10que se ha perdido de vista. El proceso de investigaci6n ha quedado separado del texto que genera y del mundo ficticio que ese texto evoca. La realidad de las situaciones discursivas y de los interlocutores individuales ha sido filtraela. Pero los informantes -junto con las notas de campo-- son intermediarios clUciales, tfpicamente excluidos de las etnograffas autorizadas. Los aspectos dial6gicos y situacionales de la interpretaci6n etnografica tienden a desvanecerse del lexto representativo final. No se desvanecen del todo, desde ya; existen topoi aprobados para retratar el proceso de investigaci6n. Cada vez nos resuItan mas familiares las narraciones sobre el trabajo de campo (un subgenero todavfa clasificado como subjelivo, "soft" 0 no cientffi' . "I eyen d as d e rapport " que co ) ; pero aun en Ias etnogra flas c I"aSICas, eXIsten narran, de una manera mas 0 menos estereotipada, la obtenci6n del status pleno de observador participante. Estas leyendas pueden ser elaboradas 0 dichas al pasar, ingenuas 0 ir6nicas. Normalmente muestran la ignorancia inicial del etn6grafo, la faIta de comprensi6n y de contactos, con frecuencia una especie de status infantil dentro de la cuItura. En la Bildungsgeschichte de la etnograffa, estos status de inocencia 0 de confusi6n son sucedidos pOI'un conocimiento aduIto, seguro, desengafiado. Pademos citar nuevamente la rifia de gall os de Geertz, donde una alienaci6n inicial respeclo de los balineses, un confuso status de "no persona", se transforma gracias a la elocuente fabula de la batida policial con sus escenas de complicidad (1973: 412-417). La anecdota establece una presunci6n de conectividad, la cual permite al escritor en sus analisis posteriores funcionar como un exegeta omnipresente y dotado de conocimiento y como un portavoz. Este interprete situa el deporte ritual como un texto en un mundo contextual y "lee" brillantemente sus significados cuIturales. La abrupta desaparici6n de Geertz en su rapport, la cuasi-invisibilidad de la observaci6n participante, son paradigmaticas. Aquf Geertz se sirve de una convenci6n establecida para escenificar ellogro de la autoridad etnografica. Como consecuencia, rara vez nos damos cuenta del hecho de que una parte esencial de la construcci6n de la rifia de gallos como texto es dial6gica: el autor hablando cara a cara con balineses particulares, mas que leyendo la cuItura "POI' encima de sus hombros" (1973: 452).
1.11tlllll'Opoloj.\fll11I11'1'11l'I'tllllvlI, III mil'IlI'/1 Iml('lIhlll'1I8como clH'lEImblados dtl 1t1Klol!l IIl1idol'l,V/l~1IY II Vf'('l'" nlllIl.J'lIdidorilllnenle, y HI subraya!' la poiesis hlVt\lIlivlIqlle oJl('1'IIell lodllll Iml 1'f1pl'C8clll!lCiones coleclivas, ha contribuido lIit(nificalivarnentc II III dCHflllllililll'izaci6nde la autoridad etnografica. Sin emlllll'~(),pOl'10 que tienc ell com un con la corriente principal realista, no escapa II III ccnsura general por parle de aquellos crfticos de la representaci6n "colonilll" quc, desde 1950, han rechazado los discursos que retratan las realidades (JUhuralcs de otros pueblos sin poneI' su propia realidad en tela de juicio. En IllS crfticas tempranas de Michel Leiris, y luego de Jacques Maquet, en Tall'll Asad y en muchos otros, se ha puesto de manifiesto la naturaleza no recfproca de la interpretaci6n etnografica (Leiris, 1950; Maquet, 1964; Asad, 1973). De IIquf en mas, ni la experienciani la actividad interpretativa del investigador cientHico se pueden considerar inocentes. Se hace necesario concebir la etnograffa no como la experiencia y la interpretaci6n de "otra" realidad circunscrila, sino mas bien como una negociaci6n constructiva que involucra pol' 10 menos a dos, y habitual mente a mas sujetos conscientes y polfticamente significantes. Los paradigmas de la experiencia y de la interpretaci6n estan dejando el paso a los paradigmas discursivos del dialogo y la polifonfa. Las secciones ~'estantes de este capftulo revisaran estos modos emergentes de la autoridad. Un modelo discursivo de la practica etnografica sit6a en primer plano la in,tersubjetivielad de tada elocuci6n, junto con su conlexto perfolTnativo inmediato. lEI trabajo de Benveniste sobre el rol constitulivo de los pronombres personales y . de la deixis subraya precisamente esk'lSdimensiones. Cada usa de yo presupone un tu, y caela instancia de discurso esta inmediatamente ligada a una situaci6n compartida especffica: no lk'lysignificado discursivo, entonces, sin interlocuci6n y .contexto. La relevancia de este enfasis para la etnografla es evidente. El trahajo de campo se compone significativamente de sucesoslingwsticos; pero el lenguaje, en palahras de Bajtfn, "yace en ellfmite entre uno mismo y el otro. En ellenguaje, la mitad de la palabra es de alglin otro". El cntico lUSOurge a repensar ellenguaje en terminos de situaciones discursivas especfficas: "No existen --escribe-,:' ~lahras y formas 'neutrales', palabras y formas que puedan no peItenecer a 'ninI:guno'; ellenguaje ha sido posefdo pol' completo pOl'intenciones y acentos". Las irpalahras de la escritura etnografica, pol' 10tanto, no se pueden construir como si ,·,Jtieran monol6gicas, como afirmaciones autoritarias sobre, 0 como intelpretacio!i!nes de una realidad abstracta y textualizada. El lenguaje de la etnograffa esta . afectado por otras subjetivielades y pOl' resonancias contextuales especfficas, puesto que tado lenguaje, en la concepci6n de Bajtfn, es "una concreta visi6n heterogl6tica del mundo" (1953: 293). Las formas de escritura etnografica que se presentan a sf mismas en lill mo'i: do "discursivo" tienden a ocuparse de la representaci6n de los contextos de la in:,11 vestigaci6n y de las situaciones del dialogo. De esta manera, un libro como ': Re.flexions on Fieldwork in Morocco (1977) de Paul Rabinow, se ocupa de la re.'1 presentaci6n de una situaci6n de estudio especffica (una serie de tiempos y lugares restringentes) y (de una manera un tanto ficcionalizada) de una secuenciade interlocutores individuales. Por cierto, tado un nuevo suhgenero de "relalos de
r
trabajo do campo" (dol cual 01 do Rabinow 01 uno de 101rdl vlJOrolol) I" .l~ t6ft on el interior del paradigma dilcUl'Iivo do la "Iorltur" 8tn0I1',001l. 1M mota, la mort, leasorts (1977) de Jeanne Favret-S~ 01 un oxperlmento imiltente, autoconsciente, de etnograffa en modo discursivo. Ella al'irma que ell!luce.o de interlocuci6n siempre uigna al etn6grafo una posici6n ospocffica en un tojido de relaciones intersubjetivas. No hay puntos neutrales en el campo de fuerzu de 1818posiciones discursivu, en una matriz de relaciones cambiantes
deyos ytl1s. Numerosos trabajos recientes ban escogido presentar los procesos discursivos de la etnografia en forma de un dialogo entre dos individuos. Dialogue des femmes en ethnologie (1977) de Camille Lacosk-Dujardin, The Headman and I (1978) de Jean-Paul Dumont y Nisa: The life. and wonls of a !K.ung Woman (1981) de Marjorie Shostak son ejemplos notorio.) EI ,,",ododia16gico es defendido con considerable sofisticaci6n en otros dos textos. El primero, las reflexiones teoreticas de Kevin Dwyer sobre la "la dia16gica de la etnologia", surge de una serie de entrevist8l!l con un informante clave y justifica la decisi6n de Dwyer de estructurar su etnograflu en forma de un registro casi literal de esos intercambios (1977, 1979, 1982). El segundo trahajo, mas complejo, es Tuhami: Portrait of a Moroccan de Vincent Crapanzano, otro relato de una serie de intercambios que rechaza cualquier separaci6n tajante de un sujeto interpretante y un otro textualizado (1980; vease tambien 1977). Tanto Dwyer como Crapanzano sitllim la etnografla en un proceso de dialogo en el que los interlocutores negocian activamente una visi6n compartida de la realidad. Crapanzano argumenta que esta construcci6n mutua debe estar operando en todo encuentro etnografico, pero que los parlicipantes tienden a presuponer que ellos simplemente prestan aquiescencia a la realidad de sus contrapartes. De esta manera, por ejemplo, el etn6grafo de los isleiios trobriandeses no fragus abiertamente una versi6n de la realidad en colaboraci6n con sus informantes, sino que nulS bien interpreta el "punto de vista trobriandes". Crapanzano y' Dwyer ofrecen intentos sofisticados para romper con esta convenci6n literarla y hermeneutica. En el proceso, la autoridad del etn6grafo como narrador e interprete resulta alterada. Dwyer propone una hermeneutic a de la "vulnerabilidad", subrayando las rupturas del trabajo de campo, la posici6n dividida y el imperfecto control del etn6grafo. Tanto Crapanzano como Dwyer buscan representar la experiencia de investigaci6n de manera que dejan al descubierto la textura textualizada del otro y tambien la del sujeto que inter8 preta. (Aquflas. etimologfas son evocati vas: la palabra texto esta relacionada, 7 Ellibro de Favret-Saada ha sido traducido como Deadly Words (1981); vease especialmente capItulo 2. Su experiencia ha sido reescrita en otro nivel ficcional en Favret-Saada y Contreras, 1981.
Sena errOnoo pasar por encima de las diferencias entre las posiciones tooreticas de Dwyer y Crapanzano. Dwyer, siguiendo a Georg Lukacs, traduce la dialogica en rerminos de la dialectica hegeliano-marxista, sosteniendo asf la posibilidad de una restauracion del sujew humano, una es. pecie de acabamienw en ya traves del otro. Crapanzano se rehiisa a aferrarse a cualquier toona 8
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In I't'vdlll'ion dt1 IltlllllUloridlld oem'adll.) 1':1 rnoddo dlll dil'ilogo subraya precisamente esos elementos discursivos
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Decir que una etnografla esta compuesta de discursos y que sus distintos componentes se hall an dial6gicamente relacionados, no es 10 mismo que decir que su forma textq.al deberfa ser la de un dialogo literal. Tal como Crapanzano reconoce en Tuhami, un tercer participante, real 0 imaginado, debe funcionar como mediador en cualquier encuentro entre dos individuos (1980: 147-151). El dialogo ficcional es de hecho una condensaci6n, una representaci6n simplificada de complejos procesos multfvocos. Una manera altemativa de repreenglobante y su'unica autoridad es la del escritor del dialogo, una aUloridad socavada por una nalTativa inconclusiva de encuentro, ruptura y confusion. (Es importante sefialar que la dial6gica, tal como la utiliza Bajtfn, no es reductible a la dialectica.) Para una defensa lemprana de la antropologfa dial6gica vease Tedlock, 1979. 9 Sobre los "tipos" realislas vease Lukacs, 1964, passim. La tendencia a transformar a un individuo en un enunciador cultural se puede observar en Dieu d'eau de Marcel Griaule (1948a). Lo mismo ocurre con cierta ambivalencia en Nisa de Shoslak (1981). Para una discusi6n de esta ambivalencia y de la complejidad discursiva resultante en este libro, vease Clifford, 1986b: 103-109.
"onlm 06111 oomplojidnd tUII(lul'lIIivn I'll oompl'('llldfll'nl 1'111"0 .noernl d~ In hlvolli. gaci6n como una negociaci6n conlimlH. EI CHilOdtl MI1I'I'I,1 c;dnlllC'ly 101 deMOn tlJl bien conocido y patticulannenle claro. I~I relala dCICl'itlllitl 1l011l'('l 1111 inKInwei6n en la sabiduria cosmol6gica dogon, Dieu d'eau (l9IJHII), fuo IlII Il1ll1Jll'llllO ojomiejo en narraci6n etnognlfica dial6gica. Mas alIa de esta ocasion inlorlocucionnl cspcclfica, sin embargo, se estaba desarrollando un proceso mas complejo, pues es evidcnte que el contenido y la regulaci6n temporal de la investigaci6n a largo plazo del equipo de Griaule, era controlada de cerca y moldeada significativamente pol' las autoridades trihales dogon. Esto no es nuevo. Muchos etn6grafos ban comentado las formas, a la vez sutiles y vocingleras, en que su investigaci6n era dirigida 0 circunslorita pol' sus informantes. En su provocativa discusi6n sobre estas cuestiones, loan Lewis (1973) lIega a considerar la antropologfa como una forma de "plagio". El toma y daca de la etnograffa esta c1aramente retratado en un estudio de 1980, notable pOI'su presentaci6n en un tillico trahajo de una realidad extrafia interpretada y del proceso de investigaci6n en sf mismo: llongot Headhunting de Renato Rosaldo. Rosaldo lIega a las tierras a1tas de Filipinas pretendiendo escribir un estudio sincr6nico de la estructura social; pero una y otra vez, pese a sus objeciones, es forzado a escuchar interrninables relatos ilongot sobre su historia local. Con dudas, mecanicamente, como en una especie de trance de monotonfa, transcribe esas historia'S, lIenando libreta tras libreta con 10que el considera textos clisponibles. S610despues de ahandonar el campo, y tras un largo proceso de reinterprelaci6n (un proceso que se hace manifiesto en la etnograffa), Rosaldo se da cuenta de que esos oscuros cuentos Ie proporcionan su t6pico definitivo, el senti do ilongot, culturalmente distintivo, de la narrativa y la historia. La experiencia de Rosaldo en 10que pudiera llamarse "escritura directa" plantea agudamente una cuesti6n fundamental: lQuien es en realidad el autor de las notas de campo? Esta euesti6n es delicada y merece un esludio sistematico. Pero hemos dicho 10 suficiente como para establecer que el control indfgena sobre el conocimiento que se adquiereen el campo puede ser considerable, y aun determinante. La escritura etnogriifica actual esta buscando nuevas formas para representar adecuadamente la autoridad de los informantes. Existen pocos modelos disponibles; pero vale la pena reconsiderar las antiguas compilaciones textuales de Boas, Malinowski, Leenhardt y otros. En esas obras el genero etnogriifico no se habfa unificado en torno de la moderna monograffa interpretativa, estrechamente identificada con una experiencia personal de trabajo de campo. Podemos contemplar una modalidad etnogriifica que no es autoritaria de esas maneras especfficas que estan ahora polftica y epistemol6gicamente en entredicho. Esas viejas colecciones incluyen textos viltualmente 0 en gran parte escritos pOI'los propios informantes. Uno piensa en elrol de George Hunt en la etnograffa de Boas, 0 en los quince "transcriptores" enumerados en los Documents neo-caledoniens (1932) de Leenhardt. 10 10 Para un esludio de esle modo de produccion textual, vease Clifford 1980a, En esle conlexlo vease lambien Fontana, 1975; la inlroduccion a The Pima Indians de Frank Russell sobre el co-
, Mflllnuwlkl fl. IIn cmrnplt'l.lo0810 clolrtlfulioi6n. SUM olnogrnffns roflojan In ,oIlII"lIlC!t'ltwlll inclowplClltl dC'lIn monogmffa moclerna. Si bien 61 rue centralI'ncmlClI'C~"(J(JIIMllhl('l del III uni6n del descripci6n y teorfa en la autoridad del trabA.lnelOl· ell' (JIlmpo pl'Ofesional, Malinowski incluy6 de toeIas formas material qUtl no lI(Joynblldireclamenle su propio sesgo interpretativo. En los numerosos milrlll y oncllntarnientos dictados que Ilenan sus libros, public6 muchfsimos dllioll que fil reconocidamente no comprendi6. EI resultado de eIlo fue un texto Abimto, sujeto a multiples reinterpretaciones. Vale la pena comparar esos vie.101 cornpendios con la etnograffa de moeIelo reciente, la cual cita evidencia en · una InterpretacIOn ., rlOcal'Izada pero muy poco mas. ' 11 Elf' APOYod.e n a monogra la moclerna y autoritaria no existen, en efecto, mas voces sonoras que la del escritor; pero en Los argonautas (1922) yen Jardines de Coral (1935) leemos paginil tras pagina de hechizos magicos, ninguno de eIlos, en un sentido esencial, expresado en las palabras del etn6grafo. Estos textos dictados, en todo excepto en eu inscripci6n ffsica han sido escritos pol' trobriandeses especfficos y sin nombre. Ciertamente, cualqu.ier exposici6n etnografica de alguna extensi6n inoluye rutinariamente en sf misma una diversidad de descripciones, transcripo~ones e interpretaciones debidas a una variedad de "autores" indfgenas. lC6mo es que estas presencias aulorales se tornan manifiestas?
Un punto de vista uta -si bien extrema-- 10 proporciona el analisis de ']Bajtfn sobre la novela "polif6nica". Una condici6n fundamental del genera, '.asegura, es que el representa sujetos hablantes en un campo de discursos mul!!tiples. La novela esta inextricablemente comprometida con la hetel'Oglosia, ala 'Cl{Ue eIla misma pone en acci6n. Para Bajtin, preocupado porIa representaci6n -J:le totalidades no homogeneas, no hay mundos culturales 0 lenguajes integra;~os. ToeIo intento de postular tales unidades abstractas es un mtificio del poi,.'dermonoI6gico. Una cultura es, concretamente, un dialogo abieIto y creativo jl,cle subculturas, de prapios y extraiios, de facciones diversas. Un "Ienguaje" es ','el juego interactivo y la contienda de dialectos regionales, jergas profesionales, '.'lugares comunes genericos, el habla de diferentes grupos de edad, individuos, 'etcetera. Para Bajtfn la novela polif6nica no es un tour de force de totalizaci6n cultural 0 hist6rica (como han argumentado crfticos realistas como Georg LuJ, kacs 0 Erich Auerbach) sino mas bien una arena carnavalesca de diversidad. f Bajtfn descubre un espacio textual donde se pueden acomoeIar la complejidad , discursiva y la interacci6n dial6gica de voces. En las novel as de Dostoievski 0 autol' clandestino deilibl'O, el indio papago Jose Luis; Leiris, 1948, discute la colaboracion como Coautorfa, y 10 mismo hace Lewis, 1973. Para una anticipatoria defensa del enfasis de Boas sobre los textos vemaculos y su colaboracion con Hunt, vease Goldman, 1980, 11 EI elaborado Bwiti (1985) de James Femandez es una transgresion autoconsciente de la forma monografica es'trecha, que mtoma a la escala malinowskiana y revive las funciones de "archivo" de la etnograffa.
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12 Tal proyecto es anunciado pOl' Evans-Pritchard en su introduccion a Hombre y mujer entre [os azarule (1974), un trabajo tardIO que puede ser visto como una reaccion contra la naturaleza cerrada y analltica de sus etnograffas anleriores. Su inspiracion reconocida es Malinowski. (La nocion de un libro Integramente compuesto de citas es un sueno modemista asociado con Walter Benjamin.)
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1978, Pal'a UUIlelnogl'ofill explfcitalllellle 1976,
de gt'upoe" ell elnogl'llfia vellllse Y 1l1lIIOpouios y MIlI'till, bUllda ell "sellliuarios" IIlllivos, vellllse JOlles y Konllel',
Turner SOli inlllilllllrnt'lIlll pOlif611il'lI!'l, 1:lIl1lilrllidll'"IIhll'llflllIf'1l1f\11101IIc· ('illl" L" "I ("0e acuer d0 con un aeI" cplo... ,0 "IJn .III/'onnllllin 1'111 pOIII'..,") ,.'"1 ('IllI,'111 ~o.,c' no hace de ndembu en diferenles voces, y CSCUclU1lI10li POI'O",wlll'l'!'lll111'11.111 111deano". Todas las voces del campo han sido pulidas I'll IIIPI'OHII expof'lilorilldc "informantes" mas 0 menos intercambiables. La pucsla en eHcellll del Imllia indfgena en una etnografla, el grado de traduccion y de familiarizaci6n ncceSll14 rio son problemas practicos y retoricos muy complicados. Pero los trabajos de Turner, al proporcionar un lugar visible alas interpretaciones indfgenas de la costumbre, plantean concretamente estas cuestiones de dialogismo textual y polifonfa. La inclusion del retrato de Muchona en La selva de los simbolos de Turner puede ser vista como un signo de los tiempos. La coleccion de Casagrande en que aparecio original mente tenfa el efecto de segregar el problema crucial de las relaciones entre los etnografos y sus colaboradores indfgenas. La discusi6n de estospormenores no tenfa aun cabida en las etnograflas cientfficas, pe1'0 la colecci6n de Casagrande sacudi6 el tabu profesional posmalinowskiano hacia los "informantes privilegiados". Raymond Firth refiriendose a Pa Fenuatara, Robert Lowie con referencia a Jim Carpenter: una larga lista de distinguidos antropologos han descrito a los "etnografos" indfgenas con quienes compartieron, en algun grado, una vision de Ia costumbre distanciada, analltica, incluso ir6nica. Estos individuos llegaron a ser informantes valiosos porque comprendieron, a menudo con verdadera sutileza, 10 que implicaba una actitud etnografica hacia la cultura. En las citas de Lowie de su interprete crow (y colega "filologo") Jim Carpenter, se percibe una perspectiva compartida: "Cuando escuchas a los viejos hablando de sus visiones, les tienes que creer" (Casagrande, 1960: 428). Y ciertamente hay mas que un parpadeo y un guino en la historia referida pOI'Firth sobre su mejor amigo e informante de Tikopia: En otra ocasionla conversaciongiro hacia las redes para la pesca de truchas en el lago. Las I'edes se habfan vuelto negras, posiblemente poria aceion de alguna sustanciaorganica, y tendfan a cortarse facilmente. Pa Fenuatara contoentonces una historiaa la multitudreunidaen la casa sobrecomo,hall:indoseuna vez COli sus redes en ellago, sintioque un espfrituandabaporia red, suavizandola.Cuandolevantola red la encontroviscosa.EIespfritu10 habfahecho.1£ pregunteentoncessi el hechode que 108 espfritusfueranresponsablesdel deteriorode las redes era una pieza tradicionaldel conocimiento.El contesto:"No, es mi propiopensamiento".Y luego agregocon una carcajada:"Mi propiapiezade conocimientotradicional"(Casagrande, 1960: 17-18).
14 Favret-Saada utiliza el dialecto y eltipo bastard ilia en Les Mots, La mort, les sorts (1977); esta es una solucion entre Illllchas para un problema que ha preocupado desde hace Illucho a los novelistas realislas,
1':1 pll'lIo iIIIPtlt'\Otllplodoll'\."i.'11 III' III ('ole'I'dOIldl1 (;"1'111";1'11111111 Plll'ItIlItIO1,,1111110, IHI11I'1I'I1c'i,,1 I" l'Ii~lIinl"lt'il~1l dll 1'I1I!'l I'OtWrlllB pili'll III pt'Odllcci6n diuIt..,;iwic!n lc,xlol'II' illltll'pl'l'\"C'iOlWH elllogrlificus. E:sl.a significaci6n ha sido mWlln,('illu pOl'lUlUlellc!l,w,ill II pl'oscnl.lIrellibro como un documento univer11111 iZlIllk, Illunanisla, que revela "una galerfa de espejos ... en una variedad t1110I'llW, l]lIe reflejlln infinitamente la imagen del hombre" (Casagrande, 1960: xii). A la luz de la presente crisis en la autoridad etnografica, no obstan10, OHI.os cuadros revel adores se esparcen poria obra de sus autores, alterando I'IHformas en que puede ser Iefda. Si la etnograffa es parte de 10 que Roy Wagner (1980) llama "la invencion de la cultura", su actividad es plural y se encucnlra mas alIa del control de cualquier individuo. lif1
Una manera cada vez mas comun de manifestar la produccion colaborativa del conocimiento etnografico es la de citar regular y extensamente a los informantes. (Un ejemplo sorprendente es We Eat the Mines, the Mines Eat Us de June Nash, 1979.) Pero tal tactica solo comienza a quebrar la autoridad monof6nica. Las citas siempre son puestas en escena pol' el citante y tienden a servir meramente como ejemplos 0 testimonios confirmativos. Mirando mas aHa de la cita, se puede imaginal' una polifonfa mas radical que "harfan los nativos yel etnografo en diferentes voces"; pero esto tambien desplazarfa solamente la autoridad etnografica, confirmando todavfa la virtuosa orquestacion final por un solo autor de todos los discursos de su texto. En este sentido la polifonfa de Bajtfn, demasiado estrechamente identificada con la novela, es una heteroglosia domesticada. Los discursos etnogriificos no son, de ninguna manera, los parlamentos de personajes inventados. Los informantes son individuos especfficos con nombres propios reales, nombres que pueden ser citados, de forma alterada cuando la tactica 10 requiera. Las intenciones de los informantes estan sobredeterminadas, sus palabras son polftica y metaf6ricamente complejas. Si se les acuerda un espacio textual autonomo y se las transcribe en longitud suficiente, las afirmaciones indfgenas tendran sentido en terminos diferentes a los del etn6grafo que las manipula. La etnograffa estara invadida poria heteroglosia. Esta posibilidad sugiere una estrategia textual alternativa, una utopfa de la autona plural que acuerda a los colaboradores no meramente el status de enunciadores independientes sino el de escritores. Como forma de autoridad esta debe ser considerada todavfa ut6pica pol' dos razones. Primei'll, los escasos experi~entos recientes con obras de autores multiples requieren, como fuerza instigadora, el interes investigador de un etn6grafo quien al fin y al cabo asume una posicion editorial ejecutiva. La instancia autoritaria de "dar voz" al otro no es trascendida por completo. Segunda, la idea misma de la autorfa colectiva desaffa una profunda identificaci6n occidental del orden de cualquier texto con la intencion de un autor singular. Si esta identificaci6n era menos fuerle cuando Lafitau escribi6 sus Moellrs des sallvages ameriqllains, y si la crftica reciente la ha puesto en cuestion, es todavfa una constricci6n poderosa
sobre la oscrit.llI'a olnogl'MicfI. COlllOquil'll'lIqUMIIlMtJ, Il/IY"IMW'. 1If'l ulOvimil"lllo en este dominio. Los antrop610gos lendn1n quo (JOIIIIUII'lir' IIllllll11"1,,\1,. llfuln v('1~ mas, e incluso tendran que compartir las pol'lndEl8,(~OllIH(IIt1l1ml (~()lnbol'ndOl,t\'" indfgenas para quienes el termino informantes yn no 08 111118 I\(h~lIndo, Ai t\A que alguna vez 10 fue. Birds of My Kalam Country (1977) de Ralph Bulmer y Ian Majnep 08 un prototipo importante. (Diferentes tipos de imprenta distinguen las contribuciones yuxtapuestas del etnografo y del hombre de Nueva Guinea, colaboradores durante mas de una decada.) Aun mas significativo es el estudio producido colectivamente en 1974 Piman Shamanism and Staying Sickness (Ka:cim Mumkiqag), el cual enumera en la portada, sin distinci6n (aunque no, debe ser notado, en orden alfaootico), a Donald M. Bahr, antrop610go; Juan Gregorio, chaman; David I. Lopez, interprete, y Albert Alvarez, editor. Tres de los cuatro son indios papago, y el libro esta diseiiado conscientemente para "transferir a un chaman tanto como sea posible las funciones normales asociadas con la autorfa. Estas incluyen la seleccion de un estilo expositivo, el deber de efeetuar interpretaciones y explicaciones, y el derecho de juzgar que cosas son importantes y que cosas no" (pag. 7). Bahr, el iniciador y organizador del proyeeto, opta compartir la autoridad en la medida de 10 posible. Gregorio, el chaman, aparece como la fuente principal de la "teorfa de la enfermedad" que se transcribe y traduce, ados niveles diferentes, pOI' Lopez y pOI'Alvarez. Los textos vernaculos de Gregorio incluyen explicaciones sucintas, a menudo gnomicas, que son ell as mismas interpretadas y context'ualizadas pOI'comentarios separados de Bahr. Ellibro es inusual en su presentacion textual de la interpretacion de las interpretaciones. En Piman Shamanism la transicion de los enunciados individuales a generalizaciones culturales esta siempre visible en la separacion de las voces de Gregorio y de Bahr. La autoridad de Lopez, menos visible, es similar a la de Windson Kashinakaji en la obra de Turner. Su fluidez bilingiie orienta a Bahr a traves de las sutilezas del lenguaje de Gregorio, permitiendo asf el chaman "hablar extenl'?amente sobre cuestiones teoricas". Ni Lopez ni Alvarez aparecen como una voz especffica en el texto, y su contribucion a la etnograffa permanece ampliamente invisible para todos excepto para los papago calificados, capaces de calibrar la adecuacion de los textos traducidos y el matiz vernaculo de las interpretaciones de Bahr. La autoridad de Alvarez radica en el hecho de que Piman Shamanism es un libro dirigido a audiencias separadas. Para la mayona de los lectores, concentrarse en las traducciones y explicaciones de los textos impresos en pima sera de poco 0 ningun interes. EI lingiiista Alvarez, sin embargo, corrigi6 las transcripciones y traducciones con un ojo en el uso para la enseiianza del lenguaje, utilizando una ortografla que h~b(a desarrollado para ese propOsito. De esta forma el libro contrihuye a la invenci6n de la cultura pol' los papago. Esta lectura diferente, incorporada en Piman. Shamanism, es de significaci6n mas que local. Es intr(nseco a la quiebra de la autoridad monol6gica que las etnograf(as 'ya no se dirijan mas a un unico tipo de lector. La multiplicaci6n de lecturas
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po"illl",. l'I"ntlJn("\1 hf1<'!u)tit' qu('\ In (Jof1(.jemoill "l"ll1o~l'Al1cfl" yfl no pUI~lt'l'lel'visla como tIlollopolio 11("1 Oit1l'ltJ.olllltll'IUIy 111mmll lIocinlol de Ot)cidenlc. Au~ en etnoII'/I(fll" qll~ ('tII'('\ellndll lextOIlVllI'nIlCJulol'l, los lcclores indfgenas decodificaran drl 1I1/IIIm'IIII diRlintlls 1118 illl.er'prelneiones y el conocimiento textualizados. Las Olll'llH Jlolif6nicns cstlin pnrlicularmente abiertas a lecturas no planificadas esIltldfiemnenl.c. LOBlectores tl'Obriandeses pueden encontrar que las interpretaeiones de Malinowski son tediosas, pero que sus ejemplos y prolongadas Irnnscripcioncs siguen siendo evocativas. Los leotores ndembu no volanln tan 1'6pidamente como los europeos por encima de las diferentes palabras insertas on las obras de Turner. La cdtica literaria reciente sugiere que la habilidad de un text6 para alcanzar sentido de una manera coherente depende menos de las intenciones buscadas pol' un autor original que de la actividad creativa de un lector. Para c.itar a Roland Barthes, si un texto es "un tejido de citas tomadas de innumerables centros de cultura",.entonces "la unidad de un texto no radica en su origen sino en su destino" (1977: 146, 148). La escritura de etnograffa, una actividad ingobernable y multisubjetiva, alcanza coherencia en aetos padioulares de leetura. Pero siempre hay una variedad de lecturas posibles (mas alIa de apropiaciones meramente individuales), lecturas que estan mas alIa del control de cualquier autoridad singular. Uno se puede acercar a una etnograffa , clasica buscando simplemente afenar los significados que el investigador deriva de los hechos culturales representados. 0, como he sugerido, uno puede tambien lee~ en contra del grano de la voz dominante en el texto, en pos de otras autoridades medio escondidas, reinterpretando las descripciones, los textos y las citas reunidas pOI'el escritor. Con el reciente cuestionamiento de los estilos coloniales de representaci6n, con la expansio~ de la alfabetizacion y de la conciencia etnografica, estan surgiendo nuevas posibilidad~s para la leetura 1 (y, pOI'10tanto, para la escritura) de descripciones culturales. t>
15 Vn modelo extremadamente sugestivo de exposicion polifonica es el que ofrece la edicion pl"Oyectadaen cuatro volumenes de los textos etnognHicos escritos, provocados y transcritos entre 1896 y 1914 pol' James Walker en la reservacion sioux de Pine Ridge. Hasta ahora han aparecido • tres tftulos, editados pol' Raymond 1. DeMaille y Elaine Jahner: Lakota Belief and Ritual (1982a), Lakota Society (1982b) y Lakota Myth (1983). Estos voliimenes de transcripciones reanudan la hOlllogeneidad textual de la clasica monograffa de Walker The Sun Dance, de 1917, un resumen de las citas individuales que aquf se publican traducidas. Estas cilas de mas de treinta "autoridades" connombre complementan y Irasciendenla slntesis de Walker. Vna larga seccion de Lakota Belief and Ritual fue escrita pol' Thomas Tyon, interprele de Walker, El cuarto volumen de la coleecion sera una lraducci6n de los escritos de George Sword, un guerrero y juez oglala a qllien Walker estimul6 para que registrllra e illterpretarll elmodo de vida lrlldicional. Los primeros dos voliimenes presentanlos textos ineditos de lakota reeonocihles y las propias descripciones de WalkeI' en fOl1l1atosidentieos. La elnografra apareee como IIn proceeo de creacion colectivil. Ee esencialnotar que la decision de la Sociedad Historicll de Colorlldo de publiclll' estos textos habra sido estimuladll pol' pedidos cada vez lIIas frecuentes de copias de los materiales de Walker pOI'parte de la cOlllunidad oglala en Pine Ridge, pili'll ser utilizados en clllses sobre histoda Ogllllll (sobre Walkel', veaoo tamhien Clifford, 1986a: 15-17).
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