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.paternidad de Dios se presenta dentro del mensaje cristiano como dnúcleo más radical y significativo de su sistema de.creencias'. Dios, el:Padre'ddSeñor Jesús, es.también nuestro Padre. Y de esta filiación se deriva la fraternidad y la igualdad radical de toda la humanidad ca, mo .una gran familia universal. El proyecto del Reino de Dios, núcleo fundamentaldeI.mensaje.de Jesús, se define así como'la utopía de ver realizada esa igualdad radical y esa fraternidad universal que. se deriva de.la fe en un único Dios Padre. . . ,..., ... , Pero si la idea de paternidad 'la encontramos en el núcleo fundamental de la revelación cristiana, también la paternidad se presenta como un núcleo decisivo de lo que el psicoanálisis ha podido observar dentro del proceSo d.e..cpnstitucióndel sujeto humañ'o:lf;;áfig'ura.delpa: dre, el "nombre-del-padre" (por emplear una fón:nula ya consagrada dentro. de la terminología 'psicoanalítica de.J. Lacan'),. se .presenta, en efecto;' como 'una palabra que ha de quedar inscrita.en. el inconscie.nte del sujeto' para que'éste.pueda llegar a constituit:se como tal. Desdé esas dimensiones inconscientes, la representación paterna se muestra tarribién como una cifra esencial a tener en cuenta para comprender la di'
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Así lo 'defendió, .como 'sabemos, J.: JEREMÍAS en'su reconocida obra, Abba, Jésus el fonp!,re,Ed. du Seuil, Paris, 1972. '. ., .. .. .. Esta expresi6n Nom~du-pére fue introducida por J. Lacan en 1953 y conce:ptualizada en profundidad a partir de 1956 para designar el significante
de la fun-
ción patcrnal. Cf. E. ROUDINESCO - M. PLON, Diclionnaire de la psycha. nalyse. Fayard, Pans. 1997,.s.v. Nom-du-pere. Como sabemos. esa misma ex,,:, 'presión sirvió él J. POHIER para su obra En el nombre del Padre, cuyas páginas
result.an indispensables en la PI"?blemática que abordamos.:.
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námica de cada individuo en sus relaciones consigo mismo, con los<,¥" .'.. ' tre imagen de del padre e imagen de Dios fue apareciendo ante los ojos otros y -aquí se sitúa la cuestión que hoy nos concierne directamen-."":t ,';' " de Freud. te- con Dios también. " i.~' 1'. • El psicoanálisis nos ha descubierto una íntima conexión entre el ) Las implicaciones entre esta doble revelación pueden ser grandes, complejo del padre y la creencia enDios y nos ha mostrado que el I¿ios Porque si desde ese "más allá" de la trascendencia, Dios se nos revela .;~; _ personal no es, psicológicamente, sino un paPr£l!!E.gEjfjcado". En el en Jesús como Padre, eso puede deber su origen -tal es la sospecha de': J, /,' ' complejo parental reconocemos, pues, la raíz de la necesidad religioFreud- al hecho de que el "nombre-del-padre" constituya una cifra '",j\'" sao Tal es la primera afirmación explícita, que condensa ya las ideas fundamental de ese otro "más allá", que es también el Inconsciente. '. :~; l , . fundamentales a desarrollar posteriormente, que Freud hace en 1910 en Doble revelación de la paternidad, pues, que, cuando se entrecruzan en :~" ':", su ensayo sobre la obra de Leonardo de'Vinci'. Esa relación que se adiel seno del mismo sujeto, pueden provocar, o bien unas co~pl~~des;:f' 1", vinaba en la personalidad y obra del artista florentino, se patentiza un y unas alianzas sospechosas, o bien unas tensione.s e incompatibilida-' año más tarde, de modo ya explícito y abierto a través de la gran bredes difíciles de superai-~Tanto sus correspondéncias como sus discor" ..~,,: cha psicótica que analiza Freud en el citado "caso Schreber". Allí, un danciasseinfíuyen y copdicionan irremediablemente pudiendo dar ori~ : f Dios grandioso, erotizado y perseguidor, dentro de un fantástico y desgen a desplazamientos y deformaciones que pueden ser importantes, Es ¡";,.;',, ,. lumbrante delirio paranoico, manifestaba ya de modo inequívoco la digrande, en efecto, l-ª..ambigüedadque puede habitar nuestro discurso re- , námica oculta y reprimida de una antigua y problemática relación con ligioso cuando nos referimos a Dios como Padre, ya que esa paternidad , ,el padre'. revelada en la fe se ve puesta de inmediato bajo sos'pecha desde esa otra C, Pero si el conflicto neurótico y la psicosis pusieron de manifiesto paternidad inscrita como figura clave de nuestro inconsciente, de ,sus.'::~, ;. modos especialmente desencajados de establecerse esa relación entré la cOIlf!i.ctós.y~d~ sus igºQJ:.~d~s_a-"l'i~~es, A esa tensiónY- a esa",:;:';,; F~,imagen del padre y la de Dios desde otra óp.tica diferente, la del 'análi. ambigüedad quisiera venir como objetivo central de esta exposición. ,. ' sis de los sueños, se va a delatar también esa relación, establecida abo.,.~..'.:~~.' . .•• :',•.• '.....' ra de modo menos estridente, si se quiere, pero no menos profundo. Es .' -; desde esa óptica particular, en efecto, desde donde la-j~agen de Dios. La sospecha freudiana: Dios como magnificaci6n del Padre . ',' ':;; 'í '} va a presentarse como la más poderosa ilusión,de un gran Padre.~ porque en una dinámica de realización de deseos análoga a la que Como sabemos, esa vj,~ estrecha entre la paternidad de Dios y. 'j~':' .! tiene lugar en el sueño, la creencia va a fabular, en estado de vigilia, la la paternidad terrena comenzó a ser puesta de manifiesto desde muy.,,'~ ':; existencia de unos poderes parentales que desde lo alto vienen a pro tepronto en los escritos freudianos. Y lo que, generalmente es poco teni, ~:.',"',' ,( ger y a consolar la miseria y la indigencia de los humanos. Todo ,del' do en consideraciÓn,partiendo no de una mera especulación, que no hao' ',:} 1>'¡ mismo modo en el que, durante la infancia, se dispuso de unos padres bría hecho sino continuar reflexiones filosóficas anteriores, sino de una', "'. '..! que salieron al paso de la indefensión radical del recién nacido e hicieexperiencia clínica que fue siempre el terren~ básico desde el que toda .. :,,~~,. .... la teoría psicoanalítica fue trabajosamente articulándose. Fue el análisis en profundidad de casos clínicos como los del "pequeño Juanito ,,,,,.~,,,{ líticas sóbre un caSo de paranoi~ "(«Dementla paranoideS»)' auiobiográfi~amen"el hombre de las ratas" y, sobre todo, en los del paranoico Schreber y"" , .' ~ te descrito. 1911. n, 1487-1528; Historia de una neurosis infantil, 191~, n, 1941.2009, el "hombre de los lobos"', el modo en el que esa vinculación íntima en.:., •• : ,1 ,
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Cf, Análisis de la fobia de un niño de cinco años, 1909, de un caso de neurosis obsesiva.
1909,
n. 1441-1480;
psicoana-
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Un recuerdo infantil de Leonardo DA VINC!, 1910, JI, 1611, Freud analiza en esta obra un texto autobiográfico donde el 'paciente relata todo su proceso mental perturbado. Disponemos d.e una trad1!cción esp~ñola del escrito del famoso paranoico en el que nos descnbe
n, 1365-1440; Análisis
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detalles las disposiciones y cualidades del Dios de su sistema 'delirante: D. P. SCHREBER. Memorias de un neurópata, Argot, Barcelona, 1986.
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ron posible su misma supervivencia. Pero no debemos olvidar que Freud no se limitó a señalar esa relación, ya por otros establecida, e'k tre el de~eº )1u};¡¡afjoy)a creaeió[!de los dioses (Feuerba.ch, por ejemplo,' había expresado que la religión es el sueño de la conciencia despierta'), sino que, tal como señaló atinadamente P. Ricoeur, nos indicó también las diversas estrategias que elige ese deseo para llevar a cabo tal creación 7• La viga es demasiado dura tal como nos ha sido impuesta, afirma Freud en El malestar en la cultura. El plan de la Creación no incluye el propósito de que el hombre sea/eliz". Nos asedian las frustraciones y los sufrimientos por una parte y otra. Desde la enfermedad y la muerte, desde la violencia tantas veces inmisericorde de la naturaleza, y, más que de ninguna otra forma, desde las decepciones profundas y la permanente conflictividad 'que experimentamos en las relaciones con los otros. Es comprensible, entonces, que ante la inseguridad y fragilidad de la vida que todos, de una manera u otra, experimentamos, surja la temaci,QIlJ:,,!l':",>¡jya mediante la que se intenta recllQ"rar aquella antigua protección de
[email protected] que, en la~nfan...cia,nos aseguraron la supervivenc¡'¡:" Tampoco es de extrañar que esa conStJ:l,!ce!.óllilu~º-ria cl
E1:i.cJulto,pues, se !esiste a renunciar a la formidable protección de que go~ó el! su infancia. Sabe que frente al mundo sigue siendo un niño y ha reconocido que su padre es un ser de poderío muy limitado y en el que no concurren todas las excelencias. En consecuencia, recurre a la imagen rnnémica del padre, tan sobrestimado por él, de su niñez; la ele. va a la categoría de divinidad, situándola en el presente y en la realidad. La energíaafectlvá-de esta imagen rnnémica y la persistencia de la neo cesidad de protección sustentan conjuntamente su fe en Dios Padre". También la "xigencia ética se adapta sin violencia a esta situación de infancia. El mismo padre (la instancia parental), que ha dado la vida al niño y le ha protegido de los peligros de la misma, le enseñó lo que debía hacer y no debía, le indicó la necesidad de someterse a ciertas restrÍCcionesde_sns.deseos.insfutíy.os.y-fe'hizo qué-;;onsid;;:~~;~nes debía gUflI'dara sus padres y her]uanos siquería'll~g~~-~~~ bro tolerado y bien visto del círculo familiar y luego d~¿í;'cül;;-~ más amplios. Por medio de un sistema de premios y amorosos castigos. Todas estas circunstancias las integra luego el hombre, sin modificaciones en la religión, viniéndose a situar a Dios como Padre que premia o castiga y que, desde su amor, acoraza al sujeto frente a los peligros que parten del mundo exterior y de sus congéneresll•
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Conflicto paterno-filial y Soteriología cristiana El Dios de la ilusión, benevolente, sabio y justo, deja ver la cara amable de esa relación existente entre la repres"n.taciéin infantil del padre terreno y I~Dios. Sin embargo, esa~a representación es portadora en su seno de una profunda c~ Y es ahí, precisamente
suprema bondad que en él se manifiesta y [ajusticia que en él se cumple son los atn'butos de los seres divinos que nos han creado y han creado en Universo en~ tero. 0, mejor, dicho, de aquel único ser divino, en el que nuestras civilizaciones han condensado el politefsmo de épocas anteriores. Bondad, justicia y sabiduría se alzan a~ícomo los atributos soñados en ese Padre del cielo que hace soportable la VIda sobre la tierra Cf. El porvenir de una ilusión, 1927, ID,
2969-2970. 6
7
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Das Wesen des Christenthums, VI, Sarntliche Werke, Frornmann Verlag Günter
10
Holzboog, Stuttgart, 1960,169. Cf. P. RlCOEUR, Freud, una interpretación de la cultura, 199-203. El malestar en la cultura, 1930, 3025. . A este respecto afirma Freud: La suprema sabiduría que dirige este proceso,
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11
Cf. El problema de la concepción del Universo (Weltanschauung), 1932, ID, 3191-3206. El hombre religioso también se representa la creación del mundo a la manera de su propia génesis. El Dios creador surge así a la imagen y semejanza del padre progenitor.
ef. lb. op. cit., 1Il, 3194.
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"k~ en eS~6n'.y:'cón@a, dande tendríamas que situar la más espee:t;.. e los lobos a el de Una .neurosis demoníaca, en .el..siglo'XVIP.%'para._ fica de la)nte!']Jr'!,taci6n,'psicaanalítica del hecha religiOso.y la clayr"camprender c6ma esa ambivalencia afectivaftente'al"padre p¡jede'des~' más impartan te .que.'Freudencuentra en Ja camprensi6n del judea-cris~. 'plazarse sabre la representaci6n de Dias, a de su par apuesta, el 'demo'o tianisma ...Porque si el tema de la i1usi6n protectara fue ya de algun~ ,.nia, y encantrar allí un cauce.farntidable.para.el'.manteniniienta ,Y'demanera entrevista can.anteriaridad, este.atro aspecto. de 'sarralla de un canflicta que se hace intalerable pára:la caI)ciencia~'r",:" dad inherente a las relacianes paterna filiales (el "campleja parental:") Es en esa ambivalencia afectiva dande Fret¡d 'encueritra 'él 'núCleo canstituye, sin duda, la captaci6n de unas aspectas que sólo. desdej'~;. más decisiva y el matar más determinante 'del:hecha.religiasa.'@ óptica psicaanaJítica se hace pasible entrever, . ,., .que -baja su punta de vista_O el cristianismo. deja' ver.'deJ mada:más El padre buena; justa y sabia de la infancia que hace de Dias unll\. ",:: campleta y diáfana pasible,. precisamente par.e], lugar que 'en sWidóg' magnificaci6n de su imagen, es también, desde su misma tataJidad y.eI\'i~:f ; ~f~\mática cancede..a:1a.revelacjón de Dias cama 'Padre ya.la dinámicá de grandecimienta, fuente d~ un caófli: r~l ""'
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viendo en ellas lo más significativo de las cuestiones que el psicoanálh; sis plantea a la fe en un Dios Padre, tal como la dogmática cristiana s' lo representa, Ha sido escaso, sin embargo, el eco que ellas han encontrado en,e campo teológico. El psicoanálisis sigue siendo, según la expresión.de';, Andrés Torres Queiruga, la revolución pendiente que la teología ma~l. tiene desde la entrada en la modernidad".Y en las escasas ocasiones el las que el teólogo se ha sentido animado para afrontar los cuestiona" mientos que el psicoanálisis ha llevado a cabo sobre la fe cristiana, Ii:; ha hecho generalmente para confrontarse con la teoría freudiana de:.Ú ilusión, dejando de lado ésta otra de la ambivalencia afectiva y la cul~ pa, donde, sin duda encontramos lo más significativo y relevante par '.' un posible. replanteamiento de.muchas concepciones de la dogmática:; particularmente en su dimensión soteriológica17• Porque como afirma:61 psicoanalista francés Guy Rosolato, en muchas formulaciones de ell se manifiesta una revelación aguda. de motivos profundos inconfesa;: bies. Pero sobre ello tendremos que volver más adelante. ,;1, RepresentaCión de Dios e imágenes parentales - .
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Sin duda que U110 de'los elementos :más cUestionables en lainterjJref($ ción freudiana de l{¡j'reli'gión'radita enerolvido 'del faCtor fel:rieiIiii&'~' materno. No es de eXthiñar, sin embargó;siteneIl1osen cuenta quefaI' olvido constituye una constante, advertidáuna y otra vez a propósitO
nosotros, sin embargo, nos interesa particulannente atender a esas di' . mensiones femeninas y maternas que puedan intervenir en la confor, maéión'de la.;magen de Dios, en tanto que ellas vendrían a cualificar de modo' fundamental la manera en la que.la patemidad. de,Dios,pueda,se,r entendida. Al constituir la imagen paternal una funcióny'un' polo" no adquiere todo su valor sino en una relactón dialéctica con lajigura ma' . ternal. Nadie eSJ..~ino a partir de una relación. con una mujer. que se convierte en 'a e. La patemidad de Dios'tampoco.podríaser.comprendida sin la referencia, explícita o iniplícita, al elemento femenino. y materno. Volveremos también sobre ello ala honi'de'ref1exi()nar'sobre la específica simbología cristiana de .Ia patemidad. Ahora nos interesa destacarlo que el psicoanálisis posteriora.Freud nos ha enseñado' sobre la configuración de la.imagen de Dios ,a partir de los vectores. matemos y paternos. '".",.'" ,.,,'; - "', ,En todas las grandes formaciones religiosas encontramos, de hecho que ambas figuraciones parentales se hacen presente de.una manera.u otra ..Lo paterno y lo matemo,constituyen,dos,referentes privilegiados en las variadas.simbologías de diosas madres. (Geai,Rea, Hera;'.Deméter; 1sis, lshtar, Astarté,Kali, Dana ...) como de;Ios' dioses ',padres (Júpiter, .Apolo, Marte, Mercurio, Yhavé, Alá; Ollathir,,+ne,igual,inodo, se..dec , jan ,ver también ambas representaciones, en ,n)lmero,sasimágenes'fn~" mamente relacionados con.ellas como son los.de tieri;~t:¡::ielo:.mMcfu~c go, amor-poder; fecundidad-grandeza,amante-juezr6t¿H '",., '."'.'" '. '
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Afirma en este sentido Torres Queiruga: Hace años "que abrigo~el convenct miento de que. la teología tiene. una revoluci6n pe!1di,entedesde la ;entratia-,de:1r), modernidad. Ha real(iado a sú-modá ló-révoluCi6n '>"científica''',' ircis'
otra parte, tan ~xhaustivas que Fteudemprende;en s~s.grand~s-ca~os'c1í:tlltd~YA y~c_es_,-acabam9.s t~nie"p:do.1~ iJ!l;px:~~,i,9.n,.d~. que,~l ~o.m.q,T;e ..d.e,los lqb,q~-.:.el,pres~;: dente Schteber o.el hombre de las ratas~ por citar algunos de sus,.ca~as m;í,s.~~~ presentativos, na' tuvieron márlre' o la: tuvieron de bÍ1 Ifiodo \a.p~mlsreco'UóciEile a la, hora de; comprender sus :,dinámicas;particulares. Sobre teste ~','olvido~\';fre~ c,uenternente ,~e~alado"Í?sjst~.~e,woc!o ..~spt?c.i~P. GAY;:~Q,sll c~~.~'l.p~9gr,aff3; Freud. Una VIda 4,e nueftro tiempo, ~S8~581. El pskóaná)isis J~o.sterior-,~On1o: veremos comenzó a prestAt-atentióri desdé muy, pronto'á e~;te;asp¿db';ólvidadó . en la obra freudiana sobreJ. religión, Así,' par ejemplo; E.,JONES;;Psico,Myth, Psico-history: Essays in Applíed Psychoanalysis, 1951, VoL,I y TI, Hil1stone, New Cork, 1974, obra de la que disponemos de. una traducción' c'astellana, incompleta: Ensayos de psicoanálisis aplicado, TIempo. Nuevo, Caracas 197'f;- E: H. ERIKSON,The Lije Cycle,Compfeted:j¡ Re;yiew, YV.V{. ,Nortqn.,s.:,,(:ompany Ine., New Cork, 1982; D. W. WINNICOTI:', Realída.d y juegq,G.edi.sa,~¡¡feelo. na1992; A. [\1..R!ZZUTO, The Birthofthe,LivingGod:,Apsycho.analytie stud}', Chieago Umverstty Press, Chicago, 1979,. ".,)" . .
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también a jugar de modo fundamental en la estructuración de la ful~ Pero algo fundamental ha ocurrido a lo largo de todo este complejó experiencia religiosa. El símbolo paterno vendrá a desempeñar eil;¿s~;' ¡':~roceso de separación de la primera matriz materna: la ,aceptación de la momento el papel más decisivo. Tal como afinna A. Vergote. el se~ti;';: ';'~prohibición. de la no satisfacción illinedlata' io'tih ¿j~(aes~¡':' Ú, cbh: miento oceánico, símbolo de un infinito vivido en gran parte de modó> ':;~x¡'erteen la clave de toda la futura organización creadora: d~l sujetó. A inconsciente. aparece como fuente de la religión mediante la aperiuÍ'a' , .... .\"jiartir de este momento, toda relación con el otro se basará eÍlJá' aiJsek a la felicid~d y al amor... pero sólo desemboca en la religión a tra';é(~~;~, ~:¡~ia de un Otro que se mO'stró.como total y a la ~e~ i~pOSi?I~}_ s6j~ de una serie de transmutaciones muy profundas operadas por :,;"'~J.,cuando ese Otro total se acepta como realmente II'!1P.oslble,~s'¡Josiple bolo paterno". .~,J'~(~: i{[:¡buscar y encontrar auténtIcamente a un otro quese~ real y venficl!ble. Y ':'!:~.~.¡.~,. ~!'lil mismo tiempo, toda nueva relación que se esfublezca'quediIrá'ieñida El polo paterno en la constitución del Dios Padre' .. . .;:á,~~ por la tentación de convertir al otro en~ustitu¡odel ..Otrci iinpmiibie..... : . . .,~': ;.~ ""',. Sabemos que desde esta ordenaCión báSIca del deseo, la Imagen de El ser humano, en efecto. para constituir~e c~mo ta~~ha de pasar r :~,D~os recib.e también una configuració.n fune¡.arilent~l;El o~jéto ~ri)ental una pnmera relaCión de.carácter dual y slIDblÓtICa;ell'la que el otro' es :}'fJ~'".': DIOSadqUIere nombre, forma y figura a partIr de estaslmbologla, de lo u?a pura excusa p:u-ala satisfac.ción de sus propios' de~eos; a una {~paterno que, como hemos visto, eStrlI~tura~1.,PI?2e~? so1.C? ~~:c~nsii: clón de carácter tnangular en la que, a través de la obligada renunCla}:(,iI¡i!t;~H:tucIÓn de lo humano: Sólo cuan~o .la m~tan~ta'p'~~\?rn~, se 'rs~~b,e; sn}o los deseos omnipotentes y.fusionales, podrá ~egar a una c()ri~ie?cia'~elA~~~&;:/: Illás profundo delpslqUIsmo, ehnu!i'ando ;~ t~n.t~.71.ón d~ la .fus!ó,n,~~a~ otro como otro y del propIO Yo tomo algo'diferente y autónomo _..,.~ en el psiquismo, con independencia -que la posterior evolución de la persona
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que se deriva-de este cruce. Sólo así, sin embargo; podr~ surgir una va necesaria.concien.cüi de '''no tener", 1/ de""Iio ei ~obJetQple,no ..'y.1.~.'"~~,,,,'_::~,~~. -.;~._~'
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se dirija hacia una vida de fe religiosa o hacia una posiCión de'indiferencia"o increencia. Una vez formado este complejo"de representaciones' sóbr~Di"os:'no.se le puede hacer desaparecer; Sólo podrá., por' tanto; ser reptii:riido', transforinado
o utilizado.Eseobjetopsíquicode'Dios'permaneeerá'por siempreparaser.amadd?u odiado de diStindtos rno.ddos'C'qfue.Rizzuto se,esfuerza~en"concretar~:s~gún Jos: lversosmomenlos e la VIa.i r. A"M. RlZZUTO;'.The Birth ofThe-Living
Cod',' a Psychoanalitic Study,
ChicagoUniversity.Press,Chicago,'1979; págs:'
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La confirmación
de algunos estudios empíricos
Más alládd¿l;r~aí1~~19'Jgfu¡\:qtl~~aiacterizó el análisis freudiano d~:, religión, 'el 'psi~á',jnáiisisposteriOi supo advertir la indispensable P;~, eipaeión de las Íig'urás 'parentales en la elaboración de la imageitAl¡ Dios' como Padre, Postériores estudios empíricos, orientados des,d~) investigaci'ónpsicolÍnalítiea, no han venido sino a eonfmnar esa I'ajií, eipación de ambas figuras parentales, e Los datos poseen un mdudable interés a la hora de pensar qué ,e~ que realmente integramos en la simbología paterna del Dios eristiá~; Esos estudios empíricos sehanJlevado a cabo con diferentes n;te dologías, que ahora no es el caso de analizar ni evaluar", Nos intf'{," tan sólo destacar los resultados niás significativos .en orden a la tión que' nos concierne ahora. . ' .. ,;' Tanto en los que se han llevado a cabo midiendo la relación,";,.'"" tente entre el recuerdo del padre y la madre reales y la imagen de Dig. como en los que se han llevado a cabo (quizás con mayor sentido YP,C fundidad) analizando la relaci6n eXistente ~ntre los 'símbolos mat(""" y paternos (tal como socio-eulturalmente se estab;lecen) y la repr~~" tación de Dios, se deja ver la participación:de los componentes,p:¡.~~e nales y paternales en la imagen global del Dios~l q"e, sin embar~~;"s llama casi exclusivainente Padre". .
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El estudio que, sin duda, posee mayor 'interés es ~l realizado por A. Vergote
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TAMAYO, The Parental Figures and the Representation o/ God, ~euven- q: versity Press & Mouton Publishers, Leuven, 1980. Los autores realizan su e~."j., dio en base a la relación simbólica de lo materno y paterno tal como se deJ~_ ver socioculturalmente y la imagen de Dios, má~ que en base de r~cuerd6s,~~::, las figuras parentales reales ....c?mparan.~sf, ...basandos~ en sU.ptopl~.Se~a~~,~, Differential ParentalScale cristIanos de d.ferentes grupos y. palses,lrindues;)~s. quizofrénicos y.encarcelactos;,para analizar relación Dios y,,'símbolos mateiii~: (calor, la que me cttida,-.temura; sensibilidad¡ -intuici~n,.:..) o,.pate.mos (fue~_._ poder, .el que .da orientación, ..mente sistemática, el Jue:z;,dmarmsmo •..a~t9!1, dad ...). Diverso es en su métodoJosefectuado porM.O. NELSON ~E. M.{g: NES, (Cf. A. GODIN, ..Adulto,yniño ante.Dzos: los conceptos rellgzosoS' e~:;,f._ relación con las imágenes paternas,. p..185-195); O, Stnmk (Perceived Relan,'~ tionship Between Parenteral and Deity Concepts, en Psych. Newsletter'-:fIQ (1959), 222-226) A. GODIN - M. Hallez (Images parentales et patemité,:di~i' ne, en: A. GODIN, De l'experience a :l'attitude religieuse.' Cahier de Lu"!~. Vitae - Psychologie Religieuse. vol. 3.'Bruxelles, 1964,81-114) en los que". emplea preferentemente elrecuerdo.del padre y la madre real para establecer:}. posible relación entre ellos.y.la imagen de Dios,. . '_~' Una información resumida de estos estudios se puede encontrar en B. GRO.. , Psicologfa de la religión, Herder, Barcelona, 1994, 262-264. "(1
La imagen de Dios, efectiva,mente, .parece formarse,como:unaccsín~ "sisde atributos antagónicos presentes en las imágenes de los padres 'áutoridad, poder, fuerza, severidad, etc., por un lado y protección; sen icialidad, ternura, etc., de otra parte). El símbolo pat~nio, sin embm', o, parece más idóneo para evocar la imagen de Dios, sin que lIegJeá '.ser exclusivo. Como imagen global -es la conclusión de'Antoine X/er" gote y Á1varo Tamayo-- es más paterno, pero en cuanto a cualidades .eoncretas que posee, parece poseer un.rostro más materno":" " Un estudio de campo que hemos realizado en el ámbito. de'Andalu.cía, en el que tratamos de analizar la mentalidad abierta. o cerrada de.un sector de la juventud con relación a las creencias religiosas, muestra también cómo en la imagen de Dios de los sujetos analizados. predominan.los valores extremos en rasgos que combinan elementos de carác~ }er paterno juntamente con otros de significación predominantemente ;.materna29• . _ -~ _ ...
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La.ambigüedad
en la vivencia de la paternidad de Dios.
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El abje.to mental Dias se canfi~~a, pues, a ~artir de las elem~ntas .~~iI!ff,.'f(j.:~.,;~.~. :.~.~, La~ campanentes humanas ~e I~.~tern;~a~0!J~m :~I~~' deterrrunantes de nuestra afectIvidad. De ah, extrae su patenclal báslc!lr~;' básIcas de canstltUirse parael.hl] er(9' adela .,.Pi1?ri1é])~. Pilltame Pacas dimensianes de la cultura, par la demás, san capaces de hundii;;?'~~: .t?,:l' Vergate ha querida mastrar cóma.el Dias. dC'1a'revelación cristiana'juesus raÍCes en estructuras tan handas y primitivas. Na debe extrañarna£~;~I~'¿'i\i~ ga también esas funcianes fundamentales en el. arden .de lá creericiá, pues,.que la religión haya cantada y cuente tadavía (a pesar de tada.Ii4:t~~ Dias se hace Padre para las hambres parela.Palabra .que intraduce' una quizás, sabrestimada secularización)'can tan amplia pader. Un pade~~~~1&~J: separa~ió? entre la visible y la invisible} 'que, sin.'embar~al'instaura que -tadas la sabemas - puede dar lugar a la meJar ya la pear de1.~\IJltJl\i;2¡i¡¡: una fihaclón más allá de Iadlstanclay de la rebelIón:La.hlstorra relz, individua y de las caleétividades. '. ." f:Ni. gio~a repite, resume y ~eifecciona la historia :originar!a de la humaniy es que esa representación de DIOSpuede elabararse canfarme::'a,,.,J':f.l~"'.'7." zacl6n del hombre ... DIOs-Padre ya no es el sImple. correlato de.los deunas estructuras afectivas saludabl.es y madurati~as a 'puede tambié;~}~:.Mq;~,~ seos humanos porque,. en elEros religioso, la l!alabra del.Padre intro' por el cantrana, expresar 1;1dmámica más regresiva, perversa a neuro",s:r*q. V,) duce la ruptura y la dIstanCia. La .um6n con- DlOs')la'no 'se realzza en la tizante de esa misma. afectividad. La,imagen de Dios se elabara en'?!~J:~:i'J;~. fusi6npuesto que "habitando en/a IUZ'iliaccesibk'!Dibs és iJialc{11Iza, cu~so de una hlstana farmlIar y de ahí denva sus grandes paSlb¡)Idade~,j~ ..}~{ ~ ble p~r el esfuerzo afe~tl.vo eSP9~táne~ ... La felz~,dad se'Promete:c~mo y nesgas"";~!í:' >¡; ténnmo de una h,storra progr¡!slva, sm.descubnrse;;ewel-retomo,a .los Llamamas a Dias Padre. Pero prabable~ente erramas si .canclu,~t:¡0ii)iJ~~ . orlgenes inman~ntes", 'La.¡n:í'agen.'de.Diosieri .¡ant?'~~balo''Paterna; mas que, par canceder a DIOSese hanrasa títulO',la estamas hberand,~.i~~J t'J¡l\ nas ,salva, efectIvamente, db-la ..tentacIón de-cancebIrle 'cama ..una;.¡o.tade cannatacianes ,que puede? ser muy problemáticas para el indiVidti~j';¡;fi; <:;1 lidad in~ifer~nciadaen la¿ual nas per~eríamas'regresivaI1le¡j~e;\en'una a el.grupa que aSIle srmba)¡za. La paternIdad de DIOS,efectIvament.,:,~':'~¡"., pura asprraCIÓlJde ~ yrféJ'1CR/a9 pnmItlVa,al:margen de la'realidad; a la luz del psicaanális.i.s,~n.tra.l1.ecesariameI)te .baja el caJ;Iipode la sas.~; •. f~ de las atras'y de ,la..histari~dO\ el qu..e.dice'.SI!ñb;¡i'Se[ío"'.'érifrará pecha; porque es profÜí:ld~Jaamblgüeruid qUi:O:se puede enc'eirar baja el;~: .•,. f7;(¡, en el Reino de los cielos:.'.' ... .' :',..r., :,' .' ''¡.'''.' "',' iú"', ;1:i:;,%~J;j',£j', H: '•• m:';ti cancepta y la vivencia'de'lo paterna:.Esa paternidad de Dias puede ser.~.{~'" 1~,1l':" ,;.:. Dias cama Padre ejerce.así-su función,cte'Ley-.separador;i>que:'libe' entendida y~ivencia¿¡á en él registra de)aP~IlllIierte ~agiIi~.a, c.an.':\ ra de la tentación pseuda-mística,:que.na deja'd.e.látirjú'na:YJbtfa',ye.~ en la que vendría a caer en tadas .las.trampas de .Ia situación edlpIca m- )¡¡ .'¡¡1ft camentes .de .ayer y ,.de.'hay: dentra,.de ,la. espmtu~lidad; cnstIana ..•. .EI fantil, .0' .Plledese.re~te~dida y.::,iYi.,daenli~;P,tap.,,? ~.im1?óli~(),;'dond~ 1~~. Padre .del gue~as habla. Jesús, en.su'exigencia¡de.:ton\pr~rnisbr~a.n'ü¡j patermdad.desempena una funqón es~c:tuI:w.!~,Y)IDerado'ra. Será rm~ ~ proyecto 'históncade Rema' de:DIOs;'.está"muy leJas::del,'tamanUclsma partante .discernir, entances, lase~ement~s'que':caracterizan. una y .atra i,~\i'lfr,~~ . evanescente y regresiva que proclaman hoy las:religlasldades tipa New pa~ición: En este sentida, se,hace.óbligaclo ~!fiXfi(ldpáteT1li4fld de Dios '~¿i~~ ~ 'Age precanizanda.la unión armóniéa can el t.a.d~ inmersión de~na baJO sospecha". . . ..,' .. '. .' iil ~onsc~encla c6smlc~, que re~uena,a ~.rep~l1t.ta~d~E~ ~e.fi~U~~,re" ." :{p,.;¡iO" ~ ligIOsldades que aVivan la.fantasla'de unestada'pnrmtIva.1J;Iiagmana,
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no conoce otro lugar donde se le pueda reconocer que no sea el del compromiso en la construcción de una socie~ad más justa y solidaria. . El Diosde'.Jesús, del mismo modo que el padre terreno reconoce al .• hijo' como. su igual en potencia, se presenta también como Padre que.; desea ser modelo de identificación para sus hijos, reconociéndole la po': sibilidad de asemejarse a Él. No precisamente en la propuesta de se~; más y. más, mediante la conquista de prestigio o poder; sino en la de lá :¡, 0"'.misericordia que no distingue siquiera entre los que la'merecen o no y"" que se propone así como apertura radical a toda alteridad, por encima: de cualquier tentación de narcisismo o de violencia. Amad a vuestros. enemigos y rogad por los que os persiguen. Así seréis hijos de vuestro ,; Padre que hace salir el sol sobre malos y buenos y hace llover sobre' justos e injustos. Sed buenos como vuestro Padre celestial es bueno', (MI. 5, 43-38). Sed misericordiosos como vuestro Padre celestial es mi':" sericordioso (Lc. 6, 36). El padre terreno es promesa para el hijo como esperanza de un nI": turo de felicidad y plenitud: También Dios se presenta transmitiendo a' la persona una "buena noticia" de salvación, y una promesa de felicidad', .última en la. que no habrá muerte, ni duelo,. ni llanto,ni dolor, porquetó" primero ha desaparecido (Apoc. 21,4).' ..En la opinión de AVergote, Freud se mostró injusto con el cristia- ,. nismo al destacar ca~¡¡con exclusividad losaspeétos de ley y de' mode; lo en su representación .de Dios, dejando muy en segundo plano ese otro. de la promesa. Desde áhí, su visión de la fe cristiana no podía' ser s,ino' profirndamente negativa, .resaltando tan'sólo ,el aspecto de sometimieno' to pasivo a una voluntad omnímoda".' Toda la dtradimensión deeti, ; cuentro, reconciliación y reconocimiento: deLhijo por el padre son des~:
cuidados en la óptica freudiana, quedando tan sólo la. imagen de un.padre terrible, castrador, dueño de los esclavos y sojuzgador de sus,hijos: No vamos a discutir aquí los importantes desenfoques'de,Frelida,la hora de analizar el judeo-cristianismo ni -las causas que le condujeron, a ello". Tan sólo interesa resaltar ahora la posibilidad. de que esa ausen' cia del aspecto .promesa en la visión freudiana del ,cristianismo esté.de alguna manera justificada, en la medida .en que, aunque; esa fe 'confiese en su dogmática la esperanza en una plenitud de vida y felicidad, esa promesa no se halle, sin embargo, viva o actuante, ni sea:fácilmentede." tectable en la dinámica concreta del cristianismo real.que es lo 'que á Freud le interesaba fundamentalmente interpretar..; ,: Probablemente nos encontramos aquí con. uno de.los;inconvenien' tes de la óptica elegida por AVergote a la hora de efectuar la:confian_. tación entre el psicoanálisis y la fe. Situándose aun nivel de teoría psi, coanalítica y discurso teológico y, por tanto, desde una ineyitable deformación de lo que son las experiencias psicoanaUtica. y.de' fe (nunca expresables adecuadamente en. ningún discurso). ,no son; Teconot¡¡'le aspectos muy. importantes de .Ia.dinámica de: la,Je:cristiana::De,n;¡odo muy esencial,. los que corresponden a laproblemátlcá'queÍlOsotupa;de la paternidad de Dios y de nuestra,filiación, Las,'profundas: analogías que A Vergote .descubre entre los procesos de, coristitu,cióri'del isujeto bumano, tal.como el psicoanálisis losdescribe,Ylosi'I).t9cesdsde2c)]1Sc; titución del sujeto creyente, tal como la: revelaci6&;cri~i:l'ánaJlos ptópbJ ne", se oscurecen si nos paramos a analizar loqud\édiecbo enconlnr~ mos en la experiencia psicoanalítica y:enJa experi,méia de:fe;.t,¡\'c6fub se manifiestan en el diván del psicoanalista y en el cristianismo !llstóij.' co. A ellas, dedicó su atención preferente ese '~testigo.q¡ártir:.,dé las relaciones entre elpsiéoanálisis y la fe que hasidci J: .pohier'~,/, ;;",;', ' . -
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Opto por la tra,ducción de Juan .Mateos;e~)~~ueya B.iblia Española, d~nde,ti~;-~ duce teleios no liter~mente, ,por perfecto, sinq, ~teI!c;liendo al contexto, por bu~~ '; no y con el mismo sentido que en el texto de"Lucas'{Lc. 6~36). Cf. Psicolog£a religiosa, 236..;239; Psicoanálisis y antropologfa filasófica, Cap: -'o IV: La religión del Padre frente a ~a.razófJ y.la necesidad, en: W. HUBER - H1:~ PJRON - A. VERGOTE, El conocimiento' del hombre por el psicoanálisis 247'=,: 283; A.' VERGOTE, Uiriterpretation du langage' religieux,. Ed. du Seuil,- Paris~'.: 1974, particulannente el capítulo 5, Le nam du Pere.et l'ecart de la topograp-':;, hie symbolique, 117- 131; Apartación de las datas psicoanalíticos a la exége- " siso Vida, ley y escisión del yo en la epístola'a los Romanos 7, en: Exégesis :y:;-.,¡
hermenéutica, Cristiandad, Madrid,. 1976, 88-140. .
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En esta cuestión ya me detuve con detalle enJa'obra citadaElpsicoanálisisfreu~ dianodela.religi6n.421-462. ",", .',.' .' i' ',;"",.',~'i;. :,'.t' ~':"."--"'-~":'¡_'-"~ Homolagía .. fue el término que:Vergote elige pafa.<:les'c.rib~ esós',paralelísInos.= Por ambas parteS se trata dé la genealog£a; dld del desea y de :-la.muerte ..::de la ley ',del.padre¡;.del" .ca!lflicta;'y,.de:~su. sob,-/.c,üjh} Aportac.i,ón.de los.datospsicQanalíticas aJa ~égesi~~. Vida,".l,eyy. e~cisi6n.,deI..YQ en la epístola a los Romanos'7, en: EX¿gesú'y heT7neneuil¿:¿i;'96. ,::::.:':',.'" .' l:":,,';Cf. la obra titada Au nom du Pere. Retheréheithéólóiiqi1es~~t'pSychánill'yt'iqües:
reconódn{¡ento'ae.'lbsor(gerie~;
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Las connotaciones edípicas de la fe en Dios Padre
las aspiraciones más decisivas del inconsciente infantil. La paternidad de Dios se convierte así en una fantástica estratagema para proyectar. la Idealmente, el Dios de Jesús se presenta como Padre que ejerce las nec: ,'~ .: .,,: falta de limitación, la negación de la contingencia; la fragilidad e inse-' cesarias funciones de ser ley, modelo y promesa para sus hijos. Sin eml")~" :;~¡ guridad que son inherentes al existir, en una astuta recuperación de esa bargo, la recepción de ese mensaje puede verse profundamente entut"";';'~'#,'" ~ omnipotencia a la que tuvimos que renunciar en tantos otros sectores de biada desde unas estructuras psíquicas, las del Edipo, que con suma fa-:. .~~'•.,. ~ la existencia. Un Padre Dios que nos hace hijos y nos promete su miscilidad, le desfiguran y le conforman a la medida de ciertas aspiracio,i. ",:;: ~..'>: ma vida divina puede ser una ocasión excepcional para mantener esas nes inconscientes. La experiencia de fe, entonces, se ofrece como una --¡ 'V ~ permanentes aspiraciones del inconsciente. gran oportunidad para ma~tener. en el plano colectivo y cultural cons,: :;.;; Pero la omnipotencia infantil posee otra cara también. Porque ella cl~nte unas estratag~mas mfantJ1.esy unos confhctos q~e encuentran.". f. se convierte, de modo menos perceptible a la conciencia, en Ja"fuente ah" en el orden religIOSO:la ocasIón para mantenerse acuvados de mo. de un conflicto, conflicto a muerte, con ese mismo padre sobre el que, do pe~anente. Esa es, sm duda, la gran cuestión que Freud planteó (a, interesadamente, se proyectó el propio narcisismo.' En la dramaturgia veces, sm e?,bargo, de modo tan torpe) a la fe cnstlana y a ella nos va. ~" i ~ edípica, en efecto, la totalidad proyectada se convierte en totalidad mos a r:fenr ~ conunuaclón. .. ., . ..,1,_:.~:', _ ..~ odiada. Te admiro porque eres grande como me gustada ser,'pero te . En ultima mstancla, es en los senUJlllentos mfantJ1esde omrupoten~. ", "~ odio porque el grande eres tú y yo sigo sorne/ido a la fragilidad y a la Clado~de encontramos la fuente más honda del.problema que.el pS1Co,>-. ,', impotencia. Frente al padre imaginario engrandecido, al que se supone análiSISplantea a la rehglón. Son. esos senUJlllentos de ornrupotenc13, .,:~;,". como detentador de la plenitud del saber, de la felicidad y de la misma los que generan la ~ármca de lo Ilusono y los que des~ncadenan.to~a: .. ;'-t;:~ inmortalidad surge la ambivalencia y.con ellal.a.c).llpabilidad y la n~ce: la problemálIca edlplca y la llevan a sus puntos más álgIdos de conflle. .;' :,'.,:' \ sidad de reparación. tooy es ahí donde tendríamos que detenemos a la hora de considerarlos ,: \:; ,¡~. .. ..•.... .'" modos en los que la fe cristiana puede expresar su fe en el Dios Padrt ',' tlr, profundas del rechazo y problemática asimihición quelel,cristiailismo .
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pone de manifiesto con relación a la sexualidad". En esta raíz pudieroíi injertarse posteriormente también las influencias estoicas, gnósticas?i neoplatónicas con .sus recelos y aprensiones frente a todo tipo de placei. o deseo. Pero eI.poder que pudieron llegara adquirir esas determinada" corrientes culturales habría que entenderlo en su profunda conexió, con esos elementos con los que fue desarrollándose la concepción cris~! tiana de Dios Padre, Un Dios Padre sin presencia de elemento femen!' no a su lado, .un Hijo engendrado y alumbrado sólo por el Padre; ui( Madre que concibe virginalmente, \In esposo, José, que tambiénpei~ manece virgen, etc., todo ello contribuye, siri duda, a crear unaconcept ción de la fe en la que lo sex\Ial queda proscrito y .negado. Como l'." atinadamentemaIlifestój.Pohier.la .descalificación del cuerpo, d<¡f(.•! sexualidad, de la potencialidad humana, no es sino elreverso de un.mo',~'. . """-'.",'" do determinado de concebir la paternidad de Dios desde la megaloin\':~~ . nía del deseo. omnipotente". :",
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Si la figura paterna guarq.a Mnarelación intrínseca,con lasexualid:id., procreación y eldes,eg;.taÍnbjéri mant,ie!1e,porsMjnismanawraleza.,.,i.i.ii relación esencial có;¡':'io:femeninoy:matern(J.,SW;ge de. im;nediatQj'{ tonces, la. interrog~éíóri¿qué lugar,ocupa ese ,elemento femenino nuestra idea de Dios? . '.. . . En unprllner acercarnient(Jla impresiÓ¡'¡queex.traemQses la de q¡.i~ nuestro "tratado de ,Dios"posee una, arqJlitec)1J,fi\e;x,clusivirméntem,.ilsi culina y esencialmente paterna,cUando,l!o'p~fu<Ít~ií1.¡;:I.término Dié>i. es masculino y .combtal ,ten,d",mosaIepies,en,taiib:c.onceptual e ima¡# nariamente. Sobre ello,. ÍlOparece, ne~esNipinsi:Stir. . Sin embargo, en una segunda aproxiinacióIl.má,s. detenida,. tan,W': más si podemos contar con una óptica psicoapalítica, advertiríamos qué" o
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desde los mismos inicios el cristianismo se presenta imbuido de mu. chos 'elementos de carácter.cIaramentefeq¡eninoy maternales . No hay que acudir siquiera a la figura de María para reconocef'tal presencia de lafeminidad. Dentro mismo de la representación, cristiana de Dios, en su concepción trinitaria, la estructura familiary. femenina se hace presente de modo importante". Tanto esasí¡.queen.la.interpretación de Ernest Jones, figura emblemática de los orígenes. del pskoa. nálisis, fueron estos elementos femeninos y matemos los que jugaron psicodinámicamente de un modo decisivo en la primera ,yo rápida exc pansión del cristianismo"'. Frente ah religión rival de'más peso.que.:en, contró la fe cristiana, es decir, la del mitraísmo, que progresivamente había ido reduciéndose a sus componentes más explícitamentemascu" Iinizantes, la fe cristiana se presentó con una concepción de Dios yde la salvación en la que resaltaban sus ,dimensiones: femeninas;:Enla-re, ligión de Mitra -señala E. Jones-el joven dios se,enfrenta y' mata,al padre'I ..En el cristianismo, sin embargo, sesomete,de ... manera'másfe" menina a su voluntad.y, sacrificándose, calma.su ira,.Según:E: Jones;en la versión cristiana, Jesús, también hijo dejDios, encrientra,unasolución casi exactamente'opuesta ah de Mitra: Lejos de'deSafiar 'al-padre;pu-. so todo'el énfasis en someterse ala'voluntadde:éstei'.has,ta'tal-punto que:llega a una' auténtica coincidenciacqnel Pa¡1fé~~,?,: •.•'" ",: .."" ..,
Si en el mitraísmo, además, todo el conflictohall!
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Sobre esta cuestÍ6fi c£t: -'capítitlo '4.-. Como ,señala.también este:autor. Judaísmo'e-Islam prometen a-Ios',humanos me:~:,. nos que el cristianismo~ pero,quizás por.ello,soD.for'maciones.r,eligiosas ..men()s.,::':' rigurosas que el 'cristiani~mo en materIa cte,.sexualidad..Cf. Au 110m dl" Pé;h/; .:~: 112-115 'y 211-202: ' ""-"" " o
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.-;0:' .}l~i,.:<':"'-'.'!.,.:""';>' En. este sentido afirma J. MOLTMAN que la. doctrina trinitaria.del.cristianismo es el'primer paso para superar ellengua:.je masculino .en la noc:ión de Dios, sin re~urrir a categorías matriarcales. eL El Padre maternaL Patripasiani~mQ :trinitario y patriarcalismo teológico: Cbncilium 163(1981) 381- 394.'; •.. ' eLLa citada obra Psico-Myth, Esico-history: Essays. in~Applied,fsychoanalysis, vol.lI, 358-373, , " . ..."" .. : ',.i .. ' En el mitraísmo; el ,dios joven se opone a.su ,padre, y\&e;.convie~é;.en)lmo.:desu. suerte. Al comienzo lucha con el sol y le obliga a,rendirle bomen.aje;;En;la ceremonia principal~de esta religión,.Mi.trª se':enfrerita,a~un,:toro ..(deidad:Ahura'.!, . Mazda) y _h~ ..mata. Lo h,ace,de.maJa.,gana' y. volviendo ..]a'Nista.'atrás.~en'i~~-.JIl9mento del'golpe fata1.,Despué~,.ascendió,al cielo., . ~.;~':'" lb., VoL II, 207; versión española, 160. ¡" oo
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-t.~ >"f ........ ~1 manifiesto en las diversas funciones que la teología le ha ido atribü:,. :'~ ' ./}. gura los componentes maternales de la representación de Dios no acayendo a lo largo de la historia, así como en la misma simbología de'la".i. '~ "jece exclusivamente en fenómenos de religiosidad popular" ..De'modo paloma". De una parte, el Espíriru aparece como función masculina pa: .:')1 quizás menos explícito, pero no menos decisivo, la figura de María ha terna fecundando a María, animando a la Iglesia y engendrando al 'cre:' ,~:' -" ;.~ ido concentrando toda una serie de funciones de cercanía, ternura, comyente a la nueva vida: Pero de otra parte se presenta también asociado .:.,' ; prensión y providencia que ha tenido, a su vez, el efecto de reducir la a funciones más femeninas y maternas, como son el aliento y la ternu-'~!¡¡ :~ I.i: representación de Dios a la de un padre,lejano y limitado il sus funciora que ofrece a los creyentes y, en general, su asociación a todo el mun.' :~~, nes de legislador y juez, cuando no de rival peligroso y temible. .' do emocional, .Iin li~':.\' Constituiría un tema de indudable interés el análisis diferencial de Todo este conjunto de elementos de claras resonancias femeninas';1l' lo que en la teología luterana y católica se ha movilizado respecto a la pone de manifiesto una dimensión del cristianismo que quizás la teolo:,!!:' .f imagen de Dios con relación al papel concedido en una y otra a la figía más culta y oficial no sabido acoger adecuadamente, pero que la re- "... '......•. gura de María. Si bien, en la tradición protestante,.la ausencia o excluligiosidad popular ha desarrollado de un modo amplio, aunque en 'mú~,.;W i' é; sión del elemento femenino Cque desde un punto de vista psicoanalítichas ocasiones, dando lugar también a desviaciones importantes res- ':2, co habría que pensar también como expresión de cierta defensa inconspecto al núcleo dogmático primitivo, Los análisis que se pueden llevar ":~ ciente) ha podido dar origen una religiosidad de carácter más patriarcaa cabo de fenómenos religiosos populares en torno a la figura de María'" ,;~ .'" lista, riguroso y severo que en el catolicismo; también se podría pensar dejan ver claramente la incursión de lo femenino y materno que se .va ¡ que, en lo que concierne a la representación de lo sagrado, el catolicisllevando a cabo en la experiencia de lo sagrado desbordando, en oca-' mo ha operado un desdoblamiento de ,dos funcio~es.divinas, en'detrisiones, la ortodoxia de I~ dogmática cri~tiana". . . ,:;t"'~f mento de u~a relaci?n única. con Dios". Dicho ~e otro'modo;una:~spePero este desplazamIento Cque tendnamos que conSIderar en el sen".'J.* ,.1 cle de escISIón medIante la cual la rmagen de DlOs,Padn;',ha,'polanzado tido más especí~co que Freud conce~e a este ténnino en La interpreta~, '(i;' lo~ as?ectos .de exigencia ética y de juicio moral'"re~erv. ando 10S;d,eJa cl6n de los suenos)" por el que Mana va logrando condensar en 'SU :'f~• ffilsencordla y cercanía para la figura de la Madre: VIrgen ..El hecho de ." , '.~;; que en la teología post-conciliar la figura de María haya quedado resiruada en un plano, sin duda, más secundario del'que.:p'osefacon ante" Sobre este símbolo E. Jones se extiende en uno de sus más famosos ensayos.ti. ,-JI: •• '.' • 'd d h d'd ' b'é '. " "ti "'C., dI" tulado lA concepción de la Virgen por er,,(do, donde lleva a cabo una profUof'}t)' non a, a po I o t:ner tam I n su peso especI co', aparte ..e eVIda y.erudita inrerpretaciónde diversos elementos del cristianismo a Partir'd,el.•.,':,::" .I~'" ~ente pap~l desempenado por la nueva concIencIa delpap~1 de la:muanálISISde los cuadrossobre el tema de la Anupclnclón.Cf. lb., VoLJ,I,266-35,7/":~ ':. Jer) en el mtento de repensar la rmagen de DIOS desde,sus caracteres versIónespañola, 203-298.' , ,'., , ,~. .'. 44 Sobre la representación religiosa de María: liabl:iremos en el capítulo 9. !' 1,- f" .' .:. T,
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de CulturaAndaluza, SeVIlla1985,131-175;Moros y cnsttanos en ZUjar:la rm,";t¡' rnda de un psicólngn, en: ÁLVAREZSANTALÓy otros: La religiosidad pop'u:,/": >f lar, m, Ed' Anthropos,Barcelona, 1989, 128-146;,Psicoanálisis y antropología'-, de la relIgIónenAndalucfa,en: P.GÓMEZGARCfA,FIesta y relIgIónen la cul- '.~F .-
LAPLANCHE - 1. B. PONTALIS; Dicdim'ano"d;;' Psicoanálisis;'Labór, Barcelona, 1971. E. Jones señala a este respectoque en el catolicismo el status de la Virgen Maria se ha elevadopermanentemenrey no está lejos de restablecer la Trinidad primi,
tura popular andaluza, Universidad de Granada,: Granada 1992"t PSiCodi. 'nárnica: ~.:~." ,::,
tiva. La devoción que 'se siente por la ternura de personalidad de'ella y sus
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de la religiosidad tradicional de Sevilla, en: J. HURTADOSANCHEZ (Ed.),' ',.1'. ".~ Nuevos aspectos de la religiosidad sevillana. Fiesta, Imagen, Sociedad, Ayuntil: •.
miento de Sevilla, Sevilla, 2002,27-56. 46
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. los síntomas neuróticos, así éómo en. talio fonDilc.ión
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Mecanismo en el que el acento, el interés, la intensidad de una representación ~,,~~:.:~ ~ puede desprenderse de ésta para pasar a otras representaciones originalmente ?:~,~. poco intensas, aunque ligadas a la primera par una cadena asociativa, El fenó:" ~-.~t!:.' '.' meno lo podemos encontrar tanto en la formación de los sueños como en la de' "/.. : . ';:'~~~' :,
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Desde estas perspectivas emprendí un análisis de éste y otros fenómenos de la /,~~1, ¡ Teligiosi~~dtradicional andaluza en Ap'roximaci~n.psicoanalftica ~ la ~e1i.giosi~~~," dad tradICionalandaluza, ~n: P. CASTON. La religIón c,n~dalucla •..l~hbli?t~a ._~;~'"
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deres de intercesión para procurar la salvación no están lejos de los atributos de la Diosa Madre original. Cf. El psicoanálisis y Jn re.ligiól).cristiana, lb., Vol. n, 210'versiónespnñola 163' '''l .' " .... ' -, '.
No debemos perder d~ vista, sin embargo, que'a'partiídel siglo Xix va cesa:' pareciendo de la teología prote~tante a,lemana el simbolismo, deLpadre dgido y. severo y que sus atributos de poder y justicia- bari. paSado a segundo plano frente a la afiimación del Dios amor; .... ''1>', ••• ,¡' " J., ~ •••. ~ ••,.
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maternales y femeninos y de que hayamos podido empezar a hablar,d: las condiciones difíciles, limitadas y contingentes de.la naturaleza hu. un Dios Madre o de un padre maternal.. . '1'~' .mana'y, de otra.parte, de modo paralelo; a enrediu:.la':vivencia'de.Je'eh Porque, efectivamente, Dios 'no puede ser verdaderamente padreL~~ ..los .atolladeros más regresivos de la situación edípica:'-La,fe'de,16' ilu' no en cuanto promete valores. maternales. No cabe, en efecto, repres~?;;:¡¡ sorio Y,del conflicto paterno filial, que sólo .se resuelve en' uná'dináIrt¡, tación paterna humana'slD esa promesa de lo que está slmbolizado1.eq" . ca' destructiva de culpa y sacrificio.vendría a ser.-tal como:Freuddo la figura de la madre. En el cristianismo, sin embargo, Dios mismoi~~J7' denunció- el resultado final de ese equívoco a la h,ora.de"en~ei:idet/la: nos presenta como la promesa última. No señala para otro lugar ..cOl~~' j\ paternidad de Dios. Parece decisivo, pues, eHntentoporca:libraretmdexpectativa de felicidad, sino que es Él [nismo quien se ofrece como ov~ do en el que esapaterhidad de Dios pueda' ser entendida .•.,""'. 'j,:<",. jeto último y definitivo del deseo. En este sentido, nos vemos obliga.c!.?'S . Evidentemente: el 'modo particillar en el que'.'el' mensaje'(dé..fji"cis a pensar que su paternidad quedaría esencialmente mutilada si en"elt, Padre pueda ser acogido por cada uno, lb' <'¡de 'Verigaa;~ignific3ieri"éáda no estuviera implicada la misma maternidad. '. ';1!jl.~. dinámica propia y particular no es determinable genenciih1:éri¡é:'NÉ'd'¿l .r..•..•• Con razón, pues, la teología actual se esfuerza en reconsiderar e~~.! tiemos olvidar a este respecto que 16 de 16'q~eer'psicoanllis'is.'p~¡;a~;sosdimensiones maternales de Dios, especialmente desde laconcepc'j8.~,' pechar no es de la existencia:o niJ'de'un DIOSPadte::Sb'interroga¿;;6ii"~; trinitaria del Dios cristiano ..Porque si el Hijo procede sólo del Padre:~:l;'" recaé imnca sobre los eririhCiaddspa:rlÍcuiares,siri(frA~.¡jíe~'~'¿&Mei'~'i¡'l c0 nos dice J. Moltman-, tal procesióll debe interpretarse a la vez . íP..9 . jeto de la enunciación. Es decir, :sotire:ll:i'qUlteiftélilidicr'eiaá'dii:ifihdií'fii "procreación" y como "alumbramiento.". Ahora bien, con esto camb,i,a siljeto 'que confiesa 'su fe'áfirniaiidüCreo eH DiosP~d,.,i'tbaó'jiÓdé'iYjs'O:':; radicalmente la imagen del.padre: un padre que,no'sólo engendra al:.;' No pret¿nde de de mOa!:> el psic6áhálisis"ilpóya1-'riF¡'~ifi1t¡}SJféi~~iícr£ jo, sino que tambiénJoalumb'ra no es un padre exclusivamente m~ss~. Tan sÓlo'pretenile'fuierpretiIr:'és'decii; rí!¥;¡\fi&'i1~silei1íqii~llB"4\:¡¿i~~"dic lino. ,Es un' padre materno. Y.nos recu'erda Moltrna? ,cómo ~l nnsn;l~.,>'.~'" '1ft ce ala que no s'e¡¡¡Cé;m6'sttiUía6la a¡n1¡eii'5i6Íí'¡¡¡coh~dié;¡tt&ertli~2tfi Concilio de Toledo:se.expresó afirmapdo-.que eI-HiJo.:.ha.;s,do alUl!f.' ~ ~o qúe' se púeaa iJt&cer s'ó'litelapat'errudáli.'de'Dids\ iiitiil&'il1'ñii'a¿'¡ofl brado del seno ,,!atemb del Padre,(de. utero ,P~triS).es ?edr,:de su:s~ ~. res'¡'ieéfo'¡¡'ÉI.Nó débe;'p'iJes,rnquietiilSé"él'té6j(jgb!\"':¡;;:jrJ~¡it-G,'j!;,,~,¡:;;:. tanCIa rechazando: de esta manera el monote,smo 'palharcal, La deno -,;, • ," .. ,. ..;.. '''o, .. ,. ,' .. :"'."' .. : :",'.' ,r,( :",,'.',mtl~l;Ol¡{¡',,~<', minación de Di~s.como Padre, tendría, ,pues, que ser entendida cbrrl '. .En.re¡¡lid~d,~lpsi.~oan~lis,j~,no,~~':?,\".~:e¡¡<¡~~;~s,~;~\'j9~Ni!1i\\~,)~~; una indicación. de parentalidad y no exclusivamente de:paternidá.4' teffi}qad de.I~lqs, sm:o t~n ~q!()JPl:~!lW,"f,J~.,g¡~ipj~6H<;!?,!"g maternidad. Desde un .punto. de vista. psico~alítico;. por..lo demás,;h.. el que dIcha ;J¡,.ffiaclón de fe sea hecha. IdénlJca caú.".ql,\l~sis:1P,~$~.r~~~, bría que sospechar de la\ins,istencia exclusiva-en.uno de.estos:dos're(~ a?oglda en,r~w~~?s. IP\!Y.,dl';~[~,Os"Y.~8P:.ete8\{)~i~~1.,g\f~rr~\e]l,i~p:
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~::~~ 1r:~~ec~~~~~~;~~:se~~u~~~~::,~aaal~:s d~e::~~r~:v~~~i~~i~~l . mentematemayfemenina,talcomop~~?~.~e.rJ~.terttaci6nreac~va''." ' I'e"h"e.m'.-o"s' ',.p' .en's'ad'.o.... '.'. . . ". ,'.....:.,:. exce'so de masc'ulirn''.¡laden ..q'ue . ;~
El Padre de Jesús y nuestro padre
t:~~~~p~s.~~~~~~~~~'?qt:~*~W:.~~~sá~~~~i'ri~~¡r[{~K~~;~~~~; fimlJvo. Lo unagmano. y lo sunbólico se 'entremezclan en ,nuestras vi. . ,.I,!:'. ,'. ,:"', '., ;:'.. ~:;I., .'\.,r', ...:hH'.'..••.•• ~;J •. ~"',t':. ';,.",'. t:lf1ssil}.que teng~lTI()sla p,,?sibilíd,a, ~ .de .~E;,sli.!J.d~a,r i?!~nam, ,.•,!'nte,lJ!~,qcl~,a.<;a,,: ba lo tino y.dónde coinJenza lo otro, '". '..... .•.. ,.., _, :;¡ •.
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Disponemos, sin embargo, de un criterio que, desde mi punto. de vista, ha de ser considerado como esencial y primario a.la hora.de.emprender cualquier tipo de discernimierito:.Creer queDios'es'PadrC'iiues: Ita supone conf~~a:,qri~,!.oiJ.tanJ~º,lóAe,i¡li8d.i> :~~iiti'~~~'~I:Wfsm?:,t>i~s fue Padre para Jesus. Es ahí donde esa doble revelacIón' de-la'patennC' dad de Dios a la que me refería: al inicio;'revelaciÓn. oéSde láS"esttUCtll: ras mc(;mscientes y revelacioneh Jesús 'de'Naiaret;:tie~e~".ij~~,,~f~gtuar ••
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;~ hay que ir a .una teología de la cruz; si de verdad queremos que brille la un trabajo de acomodación y en el que la renuncia a la omnipotenCi .novedad que hay en el modo.en el' que -Dios'es' Padre" i'Sólo désde ahí del deseo ha d~ constituir, sin duda, la tarea fundamental". . . :;.{ • podremos comprender que apelar.a la paternidad de -Oiosno'noS exime Confesar a Dios c'omo Padre es, en ese sentido, la expresión dd¡n. . de asumir nuestra contingencia,. nuestra .fragilidad y nuestra.finitud;',y deseo y debe .ser,'a la vez, resultado de una escucha. Escucha de 10'.qit' que, de 'ninguna manera,. esa filiación. podrá .convertirse .en.una éstrataDios mismo ha dicho -de sí a través de su Palabra en Jesús de Naza&Y gema' para zafarse 'de ella, mediante üna cuestionable identificación. cori Sólo así podemos preservarnos de convertir a Dios en la mera expresig. lo divino. .:....:,., .... ',' :., t::;,-ú.,' del propio afán. Jesús, Palabra pronunciada por el Padre, confronta'I~'" Pero ese modo, además, de referirnos a 'un Dios Padre desbanca essimple creación afectiva sobre Dios -lo que podríamos llamar nuest;í;Ci trepitosamente la tepresentación del Padre Imaginario. todopoderoso <pia respo~sabilidad; i1~~8 manos son, 10s :que; corno él, eséuch'an;y' sonJiélés,al'únicó;Padre,del duda ni dela tentaci'ón, delasól~dad ni Mlil angusti'a, de la.fnistra~\1ín cielo (Mc..3,.3-h35 par; Mt. ,1.2',A6~50;;,Lc,;.8-,':l9-21)i","';; '.,"",';'.1 .'c"',,;¡,'~ ni de la ignoranci~, ni.de lo que;:sin dii(j¡¡,~~niásreleviihte'~'sígnif~~t. Desde ahí, todos estamos invitados a'despójambs,de:cuak¡Uier, tiPQ tivo, no lo liberó deí 'silendÓ.deDiOS,tlel se'ntiIÍiieíito'tle abandó"n6\"" .de añoranza paterna, siempre dispuesta a. ampararse. con 'incontables de la muerte. Sólo así, m¡j¡.¡~'ñdocomO eh '''abandonado' de "bioS"; ¥ü "padres imaginarios" ..El lugar del padre está 'vacío en,la 'comunidad llevado a la plenitud 'dei Hijo. Es ciertO --
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En este mismo sentido af1ITDa,J. 'lylOLTMAN que para interpre~ la 'pai.emi~;p'e:: cristiana ~e Dios hay que.:olvid3!.las.concepciones ~e.la reli~6n pa~~~rfq~J.*:~ padre y fijamos en la vIda y el mensaje del hermano pnmogérnto Jesucnstº~ c:r!:r~. lb. 384. .' '.' . ,', . .','. '. ,"' :::::~':"~~' Tendríamos que recordar ese modo único de invoc
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,,~6~3~~LLE, :;Paili-c~pod~;'ba;jj¡u;{¡F.t:g~c1í¡tm 164' ('¡ " F. DOLTO, L'evangilé a,¡lfi:'íjlle'de'1á"pfjéhiiiuilysei-'Piris': i977:'35-'40 ..lim' ',,' ~.".
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paternas de dominio o protección paternalista en la c'omunidad crisí¡ na, nadie se llamará señor, ni maestro, ni director, pues, ¡'osotro~~1; todos hermanos (Mt. 23, 9). Es la consecuencia, auténticamentev,~1i" versiva, para quienes reconocen la única paternidad de Dios. ..;.~" Pero no es ajena esta liberación de cualquier tipo de paternidad;'s, bre la tierra al modo en el que el seguidor de Jesús enfrenta la pro)L mática de la sexualidad. Si el padre imaginario es el que se presentá[c6'J. . . """"'.' mo detentador único del gozo y el placer, el padre simbólico es e¡;-
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Más allá de 10 imaginario "
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Es considerable el esfuerzo por liberar nuestra representación de Di~ de sus impregnaciones imaginarias infantiles, para poder acceder a representación de él que, en el. nivel de lo simbólico, se constituya ~~ una gapntía de adultez y. en un. impulso de. crecimiento y riqueza"Pf~~ sonal. El paso del padre imaginario a un padre vivido en el nivel 4e'i}.1i
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mb61ico se ha constituido así en el centro de la problemática analiza-
.~;¡¡~. hasta el momento. ~~,. No podemos terminar, sin embargo, esta reflexión sin plantear una ''''~'terrogación sobre, lo que a este mismo nivel de lo' simbólico, poda,. os decir sobre Dios. Simbólicamente llamamos a Dios Padr~. Ese es, "ecimos, su "nombre propio". Pero confundiriamos muy seriamente las '.. sas si con ello adquiriésemos la conciencia de saber lo q~e Dfos' es o , e cerrar o concluir lo que se pueda considerar su esencia. No podemos 'olvidar que mediante el símbolo paterno o materno tan sólo barrunta;. :mos una realidad que esencialmente se nos escapa y que de ningún mo,00 puede ser englobada o encerrada en ningún símbolo, cualquiera que i!,:,jé,stesea. Esto lo sabemos, pero fácilmente lo olvidamos. ,,' ..' En su teorización psic?analític!l J. Lac~n se.~efrriócaun tercer re,'ii!.~.gIStrO, dIferente del de lo rmagmano y lo srmbólico, que. era. el de' "lo ~,real". Con .él quiso hacer refere.ncia a lo no categorizable, a todo lo que ~ie? el.mco?sclente. no llega a DI pued~ exp~esarse.en los registros ima'\~¡¡;gmanos DI SImbólicos. Lo OSCl!ro,lo Il]declble, lo.qu~ está.o.más.allá,ge #~~¡ lodo.discurso, lenguaje, imaginación o fantasía, En !JI} sellq
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~ Jable. Es modo Sin modo; ser Sin s~r, es un ita sé qué que está más allá . de todo y que por eso, tan sólo qUIen con nada habla de Dios lo hace ~-~ correctamente5'. ;~~. ~ " .-'~;:' " ;'.~
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S. Me FAGUE intenta formular de modo sugerente estos diversos 'modelos de Dios que superen otras metáforas hoy día muy. cuestionadas como las de ~'rcy.'.'•.
"señor' o "patriarca". cr. Modelos d.e Dios. Te%g(a para..una .t;r~:ec.ológicq.. y nuclear, Sal Terrae, Santander, 1994. .' . . ,. E/fruto de la nada, Sirue1., Madrid, 1998 •.84, 90, 91;.96." -,;.;-.":.: ,.' .. '. ;.~
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Culpa y reparación
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UNO de los elementos más significativos y reveladores sobre el comportamiento humano de los que el psicoanálisis freudiano ha puesto de ".,. "." """->éj - ~<'" manifiesto hay que sitUarlo, sin ningún lugar a dudas;'en los sentimien~ . 1 " . ... ~.'~ tos inconscientes de culpabilidad. '". " .... ,. ;. . , .•: A los estudios de Freud sobre el tema, tan ligado en' su investiga. "' "..'¿''''i~. ',i~ ,. ción con la problemática edípica, se añadieron en el psicoanálisis pos' ,. , •.••.••• :"_. "d':',. ,t""í~ ..l ' ',A '~~ terior,las' amplias investigaciones' de M. Kléin'y su escuela' centradas .'-:
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El nacimiento.de los sentimientos de culpa se encuentra indisoluble, v • mente aparejado con laacuvldad pulSIOnaldel sUjeto y, por ello, los podemos encontrar activadós desde los mi~m'Osprim~r~s momeníos"de la ••
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Concedemos a este término, de acuerdo con l~'-teorfa de M~ianie KIeih~;~~, lor simbólico en el que hay que saber leer el objeto materno en su refefehcia~ concreta (~e,?~je~o."pm:eia1~').a la ,afectividad oral, en la q~e,se ccntra:~~jª£~:vk~ dad psíqUica mfanul durante los primeros momentos de la vida. Ese pech6¡~cb,. , ino obj~fo p'arciat hitctiiaÜzado sc"éónstitúyc'en el núcleo de"la'primcfa¿~g!"QI~ .tura'YOlca.-'" :'¡~,:: .', ,~'
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existencia. La culpa es, en efecto, una hija de la ambivalencia aféctiva es decir, un fruto de la pareja del amor y el odio, que presideri .~¡;~ lizan nuestra vida desde sus inicios. Antes, inel~so, de que puedll;tir en nosotros la más mínima conciencia moral. I~i~ ::.e.•, Durante los primeros estadios de la vida sabemos que el niñ6':i en una relación fusional y simbiótica con el mundo. La realiiIad;;"lo . . .,_:t ..••<> entidad externa, no existe todavía. De algún modo, él es todo y' [bao él. El bebé se relaciona así con su medio ambiente de una forri;~f tasmática, en la que los elementos que le rod~an constituyen ¡i¡¡¡1} motivos o disculpas para fantasear según sus propio mundo int~rilO" impulsos y necesidades. En este contexto, ia relación con la .ili~á' constituye el núeleo de este mundo Jantasmático. .'M~W' El niño desde que nace es una aspiración radical. del pecJi..~t madre"; pero este pecho, convertido en "el todo bueno exis\t'6!~ .', acerca y se aleja, gratifica y frustra, protege y abandona de un n).ia9.~' comprensible. y desconcertailte. para el bebé. En su único mund4~~,s tente, ~l de)a fusió!) y.simbiosis entre. de.su realidad interna y !!~i:~1<;,f" .. na,"y por la:actuación del mecanismo.de prQyección; todo quecl~t~w,.~ ces dividido ...EI pecho. qUe e~tá presente no es un pecho que es\~~c¿!:f"" es un, "pe:cho.bueno",: y .con él ,..el ,11mndoentero es bueno,. tod9:e.;~~~Jk no,: él nus.mo ~e el\penrnel)ta c.o.mo.un .obJeto. bueno .. S.us;R~1iMl,~,e amorosas lmpregnllIutoda.)a.rea,lidad.exlStente. 0esde la,m9is: .. entre el propio Yo,'.y;el.mundoexterior, el amor lo considera'Prj;!~io'" pecho materno es un objeto de su propio mundo. ...,I!'>,,: . Pero si la madre,.el.pecho.necesitado, no está; entonces, elp4Lb sus. fantasías más primiti,vas,lo ,considera.comQ un pecho ma.!~'Yíi secutoriO.que se niega,a,darle;~atisfacCión. ~u.o
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,hte;sus pulsiones agresi'{as.lo invaden todo, abarCando'a.su propia ':.:d'ad,tambié!'.Es lo que MelanieKlein;ha descrito comolaposici6n úit.o~paranoide". ':" ; ,., ".:-, B~¡'o,.enja medida que el mundo exterior se.va'imponiendo;el'ni. ,93IIega a'percatarse de una dolorosa realidad: No existendos.pechos :terentes como,él fantaseó. El niño tendrá 'que .c'omprender.que el pe. Jig;'bueno y el pecho malo constituyen dimensiones.:paréiales' de':un ~~:co objeto total: la madre,Y se veráforzado.a.admitirquela:madre ."il'e;legratifica con.su.presencia es la misma que le frustra; en lo que.él e-iperimenta como abandono: Todoello,induce en'el hiñ~ una situáción 4Üe';.MelanieKlein describ'e como posici6n depresiva. En eiJa, los 'senO "~:'ientos de culpabilidad juegan un papel fundamental, ' . ".
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j: plaza ya en el sujeto humano el sentimiento de culpabilidad.'Una;~f que. no es fruto,;portanto"de.nirtguna. transgresi6n;'una culpa cj\l~ii~c sin saber siquiera cuál es el.bien que no ha seguido ni. el mal qij~r; meti6. Una culpa que,'en'buena medida, lleva.eLnombre de la autbl:l€ . ..,,'.:' trucci6n y la muerte,,-_ . "~~) .' ,~'"l:""", La confluencia; :sin 'embargo; del amor y del. odio darán todavía',l gar a otro tiempo'-clave en la estructuraCi6n de los ,sentiDÚentos,
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Todo volvi6 a ocurrir,allL donde nadie'recuerda', En aquel ,lugar~ aquel tiempo en.cel que, de -algún.modo; .todavía,no,existía la ..lti:~:to Allf ,estaba la :Piohibici6n ..U na':.Prohibici6n, :origina14)originant~1l'i "'~,.~ ,..•..., todas, las'. prohibiciortes,postetiores:<:.Ladniadre, (o, ebp~dre}:~s(a~'t~¡ cliJida,( o excluido )-del- campo :dehdeseol:,La"oínni potencia :i!lfan.tiJJil~' d6 así mortalmente:Jletidacen' su"pretensi6nc.de;'amor!total;Y ..l?xc.I~\J' Frente al deseo de,s~r,:todo'para;laüIiadre¡'e¡'padre"apareée(como;ht.-t tancia'simbólica de:lk.que dimana la PI"0hibici6n ..' "-:.:; '''',,' ..i.?:~y,. • Los hombres siempre han.sabido.que tuvieron alguna 'vez u'n;'E.~?~~ primitivo y que le dieron muerte"., nos dice Freud aludiendo a su'~~¡¡lil científico" del asesinato del protopadre, Efectivamente, como .. J11-i \0. pre~st.(Íl"icq, 8@~~.rit~;.PB':.f,!~P,~ ~W.IAt.~'!!.y¿Plb.~,¡t9c;l0~~~jsJ~ aquel.lugar;y.'aquel '.'tiempo\dpnde,:nadie,puede recordari,EI.~o~~:y~:. ,
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. '. or, el odio, el asesinato ... y la culpa; una culpa de la que nunca sao ."'ternos exactamente.de .d6nde, naci6'ni qué nombre tierie,:c.;",. ":1 'j~!EI padre; representante de la Proltibici6n',y 'la'Ley, 'rechazadc;"y '@sesinado" en la batalla; sitúa su tumba en. elcoraz6n,de 'nuestrode. ~'[Ó.y desde allí implantá.un sustituto,:representante.y,heredero,,'Es' ~l ,,:S~peryó: ojo eternamente abierto en nuestro'.interiot'qrie;.sin'pennitir. ~~ el más' ligero parpadeo, vigila, propone'~lOdelos,,,y'castiga'la:trans,.fu'ªgresi6n de sus normas e ideales. La Ley queda así ya, para siempre, insI"&'ñ:rita e interiorizada en lo más profundo de la estructura,psíquica perso~. :",iW¡flil.Ya no será necesario qu~ nos am~~acenp~r ~1'¡~2u';i¡p¡¡¡:¡;ien't;;'i1~ C~jí~~.leyes. ya no hará falta que nos indiquen d6nde,está lo,~;bueno':.olQ !i,~¡]lalo", ya no será preciso qu\' senos reprenda o ca~~gue por)a l!an~~ 'l~\¡gtesi6n o la .negligencia, ya. nadie' será auténtic.ament!l' .ne,cesarig par.a . ':'ip,resentarnos o llamarnos hacia grandes ideales. Todo estádel1trp:, lll.vb .Y¡gjJ.ancia,la voz de.lobueno y lo malo,. el ~astigo g;o\vidl\do y ~ono.sabido"" p~scJc;:apí dictará .sll:.r"eY;'J~róp.9n.práJos:TQQ, ~~)os, clistigafá :con ..los sentimj~ntosd.e. <;¡i)Pll,la,tI;an~b.~si9n y.:coI):lps ;~ntimientos deinfet;ioridad,la -\lo,ade<;uac!Q.J,l: a.su~ ..m9eJ~10s~"j" ",;;,ij
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,,1 :: li~¡: 11,,0 ':¡il.
1.
.EI concepto freudiano de Supery6, aparece. en 1a 'instauracióiI;'dc __ 'la::segunda tópica en 1923-con,EI.Yo.y el Ello, 1923, ill •.'l701.2728. En-el ~¡ipítulo lerc"eiode' la obra Freud analiza las relaciones ..entre.el YOly:el::Superyó¡1a1'que:asimila;-la ~~.)~~ .. conc;i~~cia,mora1 ..S~Tótem y /abú'cs-la ?1?r~ sqQr~:el. o.t;igen-.y . ~fY:n?~~n!~.:~~Ja '~~~.t.;..¡ moral a nivel colectivo, El YO'.y.el,Ello es "larobr.a'sbbre!la.génésis,:.y~.forma~i6il j.~V; .de.la misma, a nivel individual: :En.la _concepci6n.de~Freud;,:ebhombre.: "cuando ,~'.:~).' ). ' nace ,es.puro Eno, un .manojo de .pulsiones que:busca .di'rettamente11a satisfac'. ci6n.y que no conoce.niel bien. ni e};maL:.Posteriormente •.~por.:contacto,con el mundo exterior,va naciendo de un mode;>pjlUI~tino~el7'Yo ...~on¡l.~,pri~craS rc~:, tricciones qe la edIJ.caci6n nac.eIl unos primitiyos sen~entcis .de,.culpabilidad c~mo e~presi6n'del.Iniedo a,perder.el amor .~~.los'padres~y;no".cciI11o;fIUt(H:le un \ conocimiento prcv:io de lo b1;lenoy'lo malo: EI'.nacimi<:~nto'cde;la cop.ciencia mo.ral vendrá a,coincidir coo'el declinar' de la situaci6n edípicaf.Con.la renuncia a : 'l?",' .Ja madre y la introyección,de la.figura.delpadre;,nace el Sl¡p.~ryó,:theredero.di:.
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Así, pues, la culpa que desde el nacimiento nos defiende de las :f~~iona la posibilidad de sentirnos a disgusto cuando nuestro comportatasías de aniquilación total¡ la culpa que nace de un "asesinato" fundán~;( );:;~enio se aleja de las metas que un sanq Ideal del Yo nos' puede propo' te de nuestro devenir sujetos humanos en la.situación edípica; la'cÚipt .:}'ner.El daño que nos hagamos a nosotros mismos o á los otros sólirpueque, .como un eco de ..este "asesinato primordial", va puntuando las"di:¡1 ,.}~'deser registrado como tal gracias a los sentimientos de culpabilidad; versas situaciones de nuestra historia, está allí en,ese lugar del que riád,i'/:~idel mismo modo que el dolor físico constituye una.señal de alerta:,ne' sabemos. La Prohibición está interiorizada pero negada como interi6ri'" ;':r.:~esariapara el organismo enfermo. No todo sentimiento. de culpa po\lrá zaciqn, produciendo inevitablemente un ocultamiento de la verdad6.e;~;'I.. "?.:ser considerado, por tanto, como patológico. Sería una jngenuidad; por ''''¡¡!r'' ¡;,t ello mismo, pretender liberarnos de algo que nos ha constituido y nos . . ,~lr7j? 'j; sigue constituyendo. Sin culpa viviríamos desorientados en. el mundo Culpa reparadora y culpa persecutoria .', .' . ", ¡'.• ,íri< :,'g de los valores, .tal como viviríamos desorientados eila realidad física. La dimensión conflictiva que viene asociada 'al origen de los :~enl~I':: '. '.1 sin no dispusiéramos de esquemas espacio-temporales, Y no.convendría timientos de culpabilidad no'nos deben conducit"sin embargo, a'olvi:!, '~. ;;~.olvidar que -como se señaló más.arriba~62,hoy.díaparece:eXistit.una dar las funciones psíquicas fundamentales qU; aes,empeñandi6hÓg:',I',:,~,~,'¡¡ ;,~,:£.f, particu~ar alergia a los sentimientos de culpabilid~d, propiciada P?r.Ja sentimientos' • ".' ,. '. . -a:!f.~::, '.." t,., ~C exaltaCión del Yo ,y la proclamaCión de la autoesllma como meta. más :tl" Desde ese cruce de pulsiones de vida"y de. muerte, la culpa'sm'gé¡)' .:'. ~,~:importante de la dinámica personal. '. . .' ':.. ,'.',,,.".',". ','"", efectivamente, prote~íéndonos de. tá~,to odi~' como l~. primitivas,.~~'~.Jt> ~aber sentits~ culpable endete,~nadas ocasion~s constitu~:i pues; traclOnes generan; 'evilando y repnnnendo tanta agresIvidad y tanta .tl'es~:;;'I' ~~¡f:~Un signo mdlscullble de madurez .. La culpa.no la qUIerenadie ,reza el lrUcción, La culpa, adctnás, constituye"una'condición básiCa para li ¡;M.:.¡í ?~{ti dicho popular. Con frecuencia podemos. tender. a.neg'\J'\a o;tatnbién:a tegración del sujeto'y-para Su' ácCesó'a'la'reAlidad y al"inúrido de los'{ij'¡'i;;.¡il»'.~,~;proyectarla hacia el exterior responsabilizando.a:los olios. o. á:lascir. lores. Necesitamos, pot tanto;de"esa!estiUéturapsfquic:a qlie"propo}~.:~:', cunst:mcias de ,nuestros males ~ de las limitacionesque:nó',deseainos ~A asurnrr. Aprender a.soportar eLdisplacer ocaslOnadotpor:¡una'sana'auto, . ;,:..' . ~,¿,:;;./ crítica es un.reto que' todos tenemos'por delant(l'para\~Uogf?de'nues' La funCIónde'Ideal queFreudatnbuye.alSupe'Y,ó en El YO,.Y el Ello est~.•, ;:,&r., "{J,' tra maduraCión". Tal'como afirma Ana Freud:.la.moral'g'enump e",ple, ha.ya descnla desde .19)4 en la IntrodUCCión al Narclslsmq. Es.Interesan~c Sf?--.-.:.~!~(,,.;~J . ,. l' da' . d.' ,'l•. " .-"'c•. ,:. '.. .".d. ñalar la.relación que e:.staólecéen 'esta oh'ta entre concicÍl-cia'moial y narcisisrti~.; .;b;,::; ':.t. za cuando la cr(tlca mterna Iza, e zncprpora a~c.omo.;~lgencla. el La libidonarcisisiainfantil,no'ha pasado.totalmente; en eloadultoá inves~r6b":}.~ '1; Superyó coincide en el terreno del Yo. con .la,percepci6n, de: la-propia ,Jetos externosa su yo. Una.gran"parte .de,ella,e~, ..transf~nnadaen la creacló~:
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61
a Ja.neurósi.$ú~~~i'.:~ 14.~
(op. cit.,lI, 2028-2031)!:Dc modo 'Scmcjant'ese expresó en'La moraJ..sexual
CUn;~¡','iÍ"",~
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turaLy la nerviosida.d m?der:na dc.J?08: !odos',a9ue~los que quiere.n serm~ no~.~;::;J¡y:.~ ~t. 62 bies de lo -que su .constltución les pennrte sucumben ..a la neuroSiS, op. Clf., n,'-;'~¡;!(o". ~k' 63 t 254 . -' '. ' '. -' .', " .,.'-'1 . '.: • )1.~•.•¡~~.' ,.'. ~.;... ., ~ . , •.~-,!':.(¡-~f;,' ~~ El c~ácter 1nconsciente del' Superyó y, pór,tantq •..de'.J~s sentimientos de culpa;::;)~j bilidad,es analizadoporFREUD.desde.EI Yo)'-el ElIo ..En estecaráclerincon~:"~":"'(,. ciente insiste de un modo particular el.artfculo:'cuarto de las Nuevas aportacio;:>':.t~::~~i. nes al psicoanálisis de .J932 titulado La división :de la personalidad ps(quica:;:.,..\ 1.:> (op, cit" m, 3132-31~6). De este carácterincom~ciente parten lis reservas de .1..:'>:;.:7; ... ; d'~
Cf ..Capítulo 2. , ,. . _, . _.. .. -:. ,_,: r;;" .: _ :.•• Sobre las funciones de la culpa dentro de la econorrifa' del 'psiquismo han insisti~ do desdc.la perspectiva kleiniana R. E, .MONEY-KYRLE~;PsiC:oanáliiis'y'it{cd en M. KLEIN, Nuevas direcciones. en'psicoqnálisis¡:VoI.',4, 405-422; .y.L:.GRIN,:, BERG,Culpa y depresi6n, lb., 153-154. C. CASTilLADELpINOen La.e"lpa, Alianza, Madrid, 1968, ha insistido igualme'nte'en'-las .'fllrlc'iones'dc'la:tulpá para la integración de la persona (Cf. 106-190)'. El. recoIióCiniíC:ntd.dcla. culpa puede devenir una tarea angustiosa, por lo que, a veces se.Iey~~tan ~e;f<:nsa~,qu.e
Jeto puede no senlrrsc culpable a Olvel.de e:xpencnCla consclentc:'Cf, Dlcclona~:...,~,> .;., :1 rio de psicoanálisis, s:v. sentimiento de culpabilidad, En, relación con la 3CtiVi-,;.:~,";:\':: dad del confesor o director espiritual, G. ZILBOORG insiste igualmente en es-~~;.;;,..•• :¡ li te carácte,r inconsciente de' la culpa;. CC. Psicoanáli~is' y religión, Troquel.;. 5 ~.i Buenos Aires, 1964, 153-169. . .•... ,. .>' ~1
PINO en la obra citada, así como por GONZALEZ GARCIA en El sentimiento de culpa irracional: RcvistaEspañola dé Psicoterapia Analftiea.5 (1972) 33-42, El yo y los mecanismos de defensa, Paidós, .Buenos Aires;'1973,.61\.131-J.32, A. este mismo respecto:nos .informa O..FENIGHEL Teorlti psicoanaUUca de las" neurosis, Paid6s, Buenos Aires, 1957, 634-640, ~t~: X'::,-:~ü.~. .:.;; .,
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LAPLANCHEy LB: PONTALIS',sobre el téncino:"sentimiento", ya qued sU¡'."'?',;c'i
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tiendena ignorarla.Estanegacióndela culpa!",analizadapprCASTILLADEL
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te de Io.speligro.s existentes en la negación de la culpa". Es evidenteqtie:t.i'2;c",.:;. sin reco.no.cimiento. de la culpa no. existiría po.sibilidad ninguna 'de<.;,:)"} 1';7' .• . "''''.-' r .' transfo.rmaclón m de cambIO. " .... "." :.:.,.•..~.:';;...:' l'tr En razón de ello. resulta co.nveniente reco.rdar la distinción'a laq¡jec~::~/;:¡O~ ya no.s referimo.s en el capítulo. seis so.bre la distinción .entreuna .culpa'}:~,!~\ depresiva y o.tra de carácter persecuto.rio.; La primera; co.mo.ya tuvimo.s'i;~~:;'l' ~.~. • . _.t • J,t' .• o.casión de ver, po.see una finalidad claramente reparado.ra; Surge co.mo.:F'tl: (; expresión del daño. realizado.. D~ño. infringido. al o.tro., ruptura del'e~~:i¡.:::.:; cuentro., pé:dida del amo.r y pérdida de lo.s valo.res que pretenden presl-': dir la propia Vida y co.mpo.rtarmento.. Es una culpa fecunda que surge:.:""../. !'} co.mo. descubrimiento. de la inco.herencia y falta de integración 'con. '. .' nuestro. Ideal del Yo...Desde ahí, esa culpa se puede co.nvertir en un.fac"'i'.:~}' to.r deCiSIVo.de cambIO y pro.greso.. . ..... .. ;.•>:;.':': .¡: •.• " ..•••.;: .•..':':" '.1 Esa co.nciencia de sana de culpabilidad mira primo.rdialmente'al fu.::"';;:':' 1 turo., evitando. ago.tar to.da su energíaenuna.reco.nsideración'minucio.sa\/~\:1 de la respo.nsabilidad tenida a lo. largo. del pasado.. Es una'culpa al.ser.;::.:;:~,.,# vicio. de laspulsi~n~ de vida y que vie~e; po.r ello., a ~xpresar.un des,:? profundo de segUIr VIVIendo más~y;meJor~';;!.éi.;:::.",:':V1,J,. :.~~~~.'.:';r.lft .\:-ri')-~¡:-:;;:.-t:.:.-' : ~~ . . . . f ' '. ..,(.",: más bien po.ne de manifiesto. una. dinámica destructiva deaúto.deprecia'" ción y de muerte . '.' ',",", . -'1"::"'\'~": :"1f:VI!'-';;~.'~ .~: r::1I"":.'~"•.fi';¡':p,'1~~~'.{.~:'\:{~.:.i .•...-.' ... ': ... -\,":.";: .~:'.~,:'?'.::":,~~'~, •.~j,P-'".:.,;::~
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s. ,~UD, El malestar en ~a cullU.ra,)Q~9" op..:cit"iIJ!(.~º5.~:.i\~.:PJ.¡~~:-¡'.~~", ", Efecuvamente, en el segundo tratado de la Genealog(a de la moral, NlETZSCHE enlaza la mala cóndencia -'coií el'deskaUo"criltúraJ:! Todo~:lbs' iJiStinios que no se desahogan haciafuera se.'vuelven hacia adentro_o esto. es /o'que:yo;l/a;. mo la ,interiori?Jlci6n de' ~9m~re:ú~~c~",:e/~~e. ct?!!~st.o ..~~,dl!.~ar.r:o.lla ..enl él lq que más tarde se denomina su alma. Pero, además, el hombre desde.su oíala cona desembocar en la divinización es éstos:'jTaL vez esté'aqu( ;"díJSO el. origen, de. los dioses. es .decir. un origen por.'temQr!:,. Lp, gen.ea1qgía de la..moral •.Alianz.a Madrid: 1980, 96 Y 102.'Esta'sorpreíI
de-estilo
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'ciencia, .se siente en deuda pe"tmaiient'c'cori'sus'iíñi:epaSadós;.prbc¡;sc;:q-ué vifmé
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da~ co.n .Ias pulsio.nes.s,~x.ual.e~~'co..J,ld~ce~.'1 a..ü~a ..~e~.~~i~~~!.?~:vasoc ti. qUlsta de la rMral: .elpu¡soqulSlno cr!!fl.l#,t(1Jtac.1i!'!.Ji,e: ~~m~f,~r,~.ctos;L'~<: ....
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econ6mico del masoq~~s~,9.~,eJ~f~l7~?7~),~,ºta:c1v~~r.iA~:~~!ií.~MWo.~i;'~~: .{ dad que supo.ne la actuaCión de)as pulsio.nesapt9c1eslr\!<;tlya.s.,q1,Je"a]¡a-:~ ..'ti .f
la conCIenCIa moral sádzca66...
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Nacida desde la represión de la animalidad pulsio.nal, la 'Civilización 'se ve o.bligada, en efecto., a co.nvertir en culpa to.da la agresividad que ne, cesariamente se mo.viliza en el sujeto. al sentirse. de ese mo.do. inhibido y'reprimido., ,. ,o' •. Dentro. del co.njunto. de las creacio.nes culturales,;elJenómeno. reli. gio.so. es el que, según Freud (en una eno.rme semejanza co.n las po.si. cio.nes de Nietzsche), presenta co.nexio.nes más amplias' co.n el senti" miento. de culpabilidad". Tal co.mo.se desprende del.análisis'freudiano. de la religión, en la génesis y desarro.llo.' del sentimiento. religio.so.,:.1a culpa aparece co.mo. el elemento inco.nsciente más relevante; el que mo.viliza la creación de dio.ses y demo.nio.s, de rito.s y plegarias, de sacrifi. cios y oblaciones69, ,.,;,. ..;c:.h:i~~. '.: La culpa en su reco.no.cimiento. más co.nsciente: aflo.rii.,en :término.s de pecado., remo.rdimiento., irarisgresión, "perdóri¡ ley -o,co.nciencia ral; pero en sus dimensio.nes más profundas, y'exti:nsas,;funcio.naildo:a nivel puramente inco.nsciente, se revela en.término.s'que;'a,prim",r, ..vis-
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La cultura -afirma Freud co.n una profunda-intuición ..... está'ligada indisolublemente con unaexaltaci6n deL sentimiento .de,'culpabWdalfi1.¡
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Esta relación entre culpa y las pulsio.nesde,muerte,está pro.funda- './,:, mente analizada po.r Freud en el pequeño. y denso. artículo. El prdbleriui..'./:
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Op. cit.• m, 2758.
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ta, paca a nada parecen tener que ver can ella. A nivel clínica estó." una evidencia para el psiquiatra a el psicólaga clínica. . . . '.. A .otra nivel ese carácter incansciente de la culpa se mamfiesta,p' ja la madalidad de detenninadas creencias.y.dagmas, de gestas ntu~l.', y litúrgicas, de prapasicianes práxicas .ode Ideales espmtuales Y'~~)j}' ticas. Las sentimientas de culpa plantean par eIJa tada una scne¡~, cuestianes que desbardan can mucha el área de la ética .omaral::Tg~' la experiencia religiasa, tanta en su pensar cama en su sentir, pued.?;~~, tar .íntimamente enlazada a ella. ';~'\'f' Existen ciertamente graves razanes graves plantearse la cuestión;g' hasta qué punta el mensaje cristiana na,se ha vista afectada'serian¡~~ te par las temas de la culpabilidad; hasta qué.punta el mensaje.está1Z~?~ clamanda sus. vicisitudes incanscientes en lugar de proclamar el1JJi'~1 saje de Jesús'de Nazaret.- Bastantes'elementas, efectivamentei,h~~jí pensar que can frecuencia se ha caída.salemnemente en las tramp~,~¡¡¡; la culpabilidad, yque esa culpa, adaptanda unrapajede alta.teal:~~!;~ ha'lagrada sil1.Iarde rodillas antes susproplas.dIOses.y demamas acm!!l, titud ..de creyentes cristianas: Las. beneficias .que .las paderes eclesl~ti, . . .L.t,l<, cas y"saciapalíticas' han extraída desde, esa ,situación de sametlITll.ent . !:~tt'it,': superyóica sería atracuestiónimpartante' a tener en cuenta y en'Ja;i~u nasatras ahara n.o pademas entrar. . . "'''Mi De aquí parte, entartces, la que quiere ser el núclea de este..~a~~~ la culpa, can sú carác.t~i'..incai:l~ciente; guarda unasrelacIOnes'~~ can el dagma religiasa'y, ,particularmente can 1as madas en las ;9.'t..'f,; hambrereligiasa fantasea. su salvación.. .... ..... . :.... Dentra del dagma cristiano,.1a'cdncepSlón sacn.fic¡al y redel\t,a[a; la muerte de f~sús~onstihJYe:Url núcleo de.,especial irii~résa la li9t~~: revelar cóma las estructuras de'la culpa pueden condICIOnarun :d
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La acción sacriflcial.
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La acción sacrificiai (Sac~'rr; facere) .ha sida justamente carisr~i~:; cama el acta sagrado' p<:>r'.excelehcia:' Tada la antrapalagía')"!,~~~ menalógía d")a.religi<~ii"sleinpie},,.J:i~ pre,stada pqrellpima:~~~\" preferente. Desde la .obra'de.HubertyM. Mauss sabre la naturá!~? •t((.;r"
". el sentida del sacrificia, la antrapalagía n.o,ha dejadal,.en.efecta; ..de :'acercarse a este lugar privilegiada ,de'¡a.acción' religiasa70;•... ',',c!, ....• ;..,."\' . .';' Na hay.religión sin sacrificiau .•Mediante él, .la:persana ..iaspira,,~ . realizar su prapia trascendencia implicanda al universa y.. a la'divinidad; :' al misma tiempa que,.can el realisma.de una'.empresa;mercantil; can!h .,í11.;: tituye también una aperación.en.clave. de'«do:ut des»."CS:amo.se,ha;se~ ~g¡:ñalada. también, el sacrificia pasee la temeridad de .un'gesta seductar..en '''~' e 1 que se pre t en d e reCI'b'Il' muc h .omá s d e la 'que:se .ofrece".: , ::;,' .,..,;.~. ~~f '. "1 El debate antcapaiógica, tealógica y.psicaanalítica .•sabre.e1'.sacrifi_ cia se avivó intensamente en las'últimas.añas: a partit.de la:abra. del'ane ., trapólaga 'René Girard .que.atribuyó al sacrificia im'papel :decisiva.en.la canstitución ymantenimienta de la.saciedad ..Par,'eLsacrificia,"según ¡!11¡ este autar,.las saciedades. primitivas desprovistas. de un:sistemájudiciiil .r¡q:"fi' li' .. ~
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.•..
.
Cf. a estc:l7specto
religión. En cualquier caso. también la liturgia budista ofrece incienso, 'cirios
y
~o.~.Cf.. S. G. ~. BRANDON. Diccionario;de:.las.:religióne:r':compiú-CZdaS;. .Cnsuandad .. Madnd.19.71.
~.t.~ ".' ..', . ';,'
,.•:;.~:~:~:..i,,;~i:(;;. '\,hl(t;~ '::~".
POUPARD. P.• DiccioiUlrio de 'las religiones,'-Herde;;,B,¡n;;,I¿~ai.l987d::.. .' ;cr.rDes parucu]annente.La violence el /e.sacré.~Grasset. .Parisi'a9.12~1.';:~~ '.á)(¡li:' ",'. .Ct . choses cachées depuis 'Id fonda/ion du:'monde':.Grasset'Pansil978. LIVrc :0:. L' ~Crflurejudeo~chretiemie(Versi6n esPañolá;!'E/:'lnistedó 'de:riJleilfu mu'!t!0, "S(g~eme, Salamanca,.H ~82).: Cf.~t.arnbién',.u.1bbuc;.é,!!~sªire/Grasset: Fans. 1982.: . ~.'.' , ,:.; ! .•..;:' .••::;,'!~ ':'~'\I"'::II'\:'"i!'/~:~~~~li~t~;il:,': '.l • '':~~.;'
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.~. no sacrificial dei Nuevo Testamento que le conduce a la conclusión d~, . sando entonces esa dinámica de autoinmolación ante al padre,. que inque Jesús muere, no,ya en un sacrificio, sino,más bien, contratodos:Ji~'~¡ tenta calmar la culpa por los deseos asesinos .frente'a,éL,:Si.:en'e],sacri, sacrificios. Más allá d~ las analogías hay .una incom~atibilidad de 'ba~~ ' @ji" ficio es el hijo quien muere es, porque el deseo profundo' radica :en'la entre la muerte de.Jesus y los sacnficlOs de la 'ley antlgua, ,Por eso;;:co!1.o'",' j(ilf muerte del padre. El sacrificio, 'pues, es como el negativo de los ,deseos cluye Girar~, la lectura sacrificial que el cristiaIlismo ha.hecho de']¡i'p'ií'l;¡,,;!j'ii¡" ~:~ reprimidos inconscientes, , ",'.',,,. slón de Jesus es el malentendIdo más paradÓJICOy'más'colosalde.!I'!:£J~fj;,"[;: La eterna ambivalencia, sin embargo, que marca a toda forma de repsíq~lCos) que.~ueden mcluso llegar ~.~scurecer de,m~do radlCal¡;~~¡'k\~~:~ Iigión, hace que también en el cristianismo; al.proclamar.laresurrecsentldo de l~ acción sal:,adora que el cnstlanlsmo prete~dló"pres~~~r.~s~~i~' ción y la divinización del hijo muerto, el padre renazca y. se:im¡ionga también, ongmar deSVIaCIOnes ,de sentldoy ,perturbacIOnes,pSlqij¡9,~s,)'; , .. de nuevo" De algún modo, pues, en el mismo, acto, con ".el¡':jtiese.expía muy groseras en la experiencia vital del.creyente. ..,' '.. "'! la m1Jertedel padre, simultánea' y fatalmente, seola.:dmsuma'y:"ntieva.\ j
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Después de .Fr~ud el.sacrificio ha constituido:lin;terila"sobr¡;~eLqué La interpretación 'psicoanaJítica ' ..' ,.... ' '.'. \1,f"''''''t~\ ; ji!; otros psicoanaIi$tas han .centrádo :su atención"Demodo'.particulÍ1ITl1eri~ , .. " '. ¡ '.. J:I:I"': .)I.~ :¡ '-".í ~..~.~ •. f~~.te.importante la obra de'Guy de.Rosolato;haJleva9o!a c~1:>ó-..ün:trabajo' El psicoanálisis, ha, lle'éadó>.a-.cabo,tanibién;'unli'incúrsiÓri:,muy~imp~f0" il:~. ,:,,\,imporlantesobre la' dinámica. inconsciente que:parecda.¥'~ éó Ia'acCión tante en la dinámica de 'la:acción:sacrificial'.,Desde Tótem{y tabú~Er~~.~~, ~~':. ,.:slicrificial de las tres grandes -religiones monoteístas'!aq til'" '!, .'" if,-,' .. vio en' el sacrificio. el,lugar ¡irivilegiado.donde'la culpa. se anuda:cóQ'i1.~~ ) i'f,¡ Rosolato, coincidiendo' desde otra 'perspec'tiváocoñ,:R.o,.Girard;'pci~' religión. El sacrificio estaría expresando de modo latente el conflicto:~~'; ne de manifiesto las íntimas relaciones,que:'eLsacrifico,guarda"conoJa la ambivalencia afectiva frente al padre'queconduce;.por unapart,~¡;m, .. violencia yla culpabilidad. El sacrificio. utiliza y,¡controla.la'.'c;ulpa; desearle la muerte y, ,jesde ahí, a una culpaqilidad radical ..,:Esa1c.~!Rll~~,"~~( .., ,'o ". .':' "V ,,,,,',:.:;' , .•!:";,< .. "W.0",:;,. "".' ,.,
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cbonducesliemPdrÓe a .Iam¡,uedrte salc~C~li¡,~e~J;~~j,O{'t:;~~~~9;~niC~~:~~d¡~~i'%~t~. -h-' -C-f-.,'-S-. FREUD, T6tem y t;ba: 1913.i:I.1846;M;gés'~.1~;;~ij;ij;";~~~:e!s~~' o ten~r e per n poros,. ~se?sY,'?~It¡~s;~~~l?~'2 ~,~¡I'~.Je.!",?.9p,\?:%1~~~'~:;";' . 1939,ID, 3293.3395," '," .... "h" • ...,''''', ' ..,,", .,,' conOCUIllentodel poder.y.do.1I1Jmo,deaquel.l.El;sªc~fi~~~~~~~~c~1\p.t\t"';'. ~ 78 cr. lb. El temahabíaconstituidoya objetode reflexióoen buenapane de su <
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El misterio de nuestro-múndo;'2'12..
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obra anterior Ensayos sobre /0 simbólico, BarceloJ:la 1974 y La relación de,'des~
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conocido, Anagrama. Barcelona 1981. El sacrificio, desde una perspectiva también psiconnalítica ha sido también analizadó por lb. REIK;""L¿"'';iiii'e{ Psychanalyse des -riles ie/igieux,.Denoel, 'Paris':1974;'A .•YERGOTE;;.Dine el
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~\.'. ,':'"::.~':., :,' ~". ~; f'~.n)?~~Ú~;¡;~;r/ii1'!g~: ["~~-...
Cf.R G1RARD,Discussion avec René Girad: Esprit'429 (1973):528,563,;,:gi:i,f.~¡t: ,'li,
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désit. Ed, du Seuil,,Parls:1978;l29-161-;. La:mort,rédemptrice.'du.ehr;s" H,ia
FUCHS, René Girard el le bOlle.émi~sa!re:Rev..i:le:Theol.'ét.Ph.~l,~.~(1~~?)1l~~~~~~¿!" ~~ . 292; P. VALADIER,' Boue .émlssaJre~et.,Révélatwn 'S.elon,..~....:.~lra~: t~; . (1982) 251- 26.0; "J. 'l.. G0NZALEZ:' FAl:JS:',.Violen~lQ:\~ellp'(q,11;CfOf!_~"iJ.lf.~fÍ:~(t:r'£j!~'" i}" 4".' Cristología.: Encuentro :12 (1981f112..:129;.,Un 'estudio;nguro~~.:.y ,4l?!i!n~,~p':~:';"1!;' ',~~~' l. '; manera_indispensable:sobieJéste, aUtor és!el :de:P.,RUIZ :E.:O~O?A'~iropol~~(i '\ ~1 y religi6n en René Girard, Biblioteca Teo16gic-á'Granadin'a,'Gráiía'da;~20.o :"..,..' r.,\~___
lumiPre de:l'anthropologie: Af>:,:.'VV:: Mortpo~r nos--¡)échés, ..Fat¡jJtés:Uni4ersi~ Brux£Ues ..¡"9841-3~~ '45.•84¡;R. 1:~
~~~t~,~~~lf~1~. táÜ"es de Sal Terrne Louis; <
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• '. 'la
..en él la violencia para sustituirla pof.'una vinculación exclusivamente 'amoros'a: Esa violencia, sin embargo, tan sólo :consigue,'ser,regulada y. ,ijesviada hacia el exterior o vuelta contra'uilo'mismo en''fófuiá'de'seh! ,timiento de culpabilidad.' '. . ". ,,".,'"",.,' "",,:'"',', , Como hemos indicado más arriba, la fantasía inconsCierite:'aefase.' ~{;fisinato del p~dre es como la piedra esCondida quev.iene'a'c~ehfui"ba' jo la tierra el altar sobre el que la vÍCtiinase'ofrece:-Base oC\flti¡"porq\lé ¡:I~'ese asesinato no puede ni debe apáfecer ¡mnca 'a'la represeptación ¿6ns' ~;!l.i' dente, como asÍ'lo. atestiguan 'todas las versiones de.la' fe mónoteísta. J¡~}~ Pero es esa fantasía de muerte, sin' embargo; lá':qúe sústenta'Y'JÍlOviJiza ~~:', la formación de las diversas' modalidades :de transmutación '(éFfreridiá" ?i'r{; no Vaterersaiz) que'en cada ul;;lde'esas versiOllestierie:lugai!' :.:.:,.',!'¡'"" Esas sustituciones -nos recuerda 'Rosolat(}--'-'iiIaiúfi'~stiih'¿lenipre una extrema debilidad que vienen,a'expresar justáinente'.el'riegativo'de ~: la grandeza y de la omnipotencia del Padre Idealizado y .6culto'¿;nó.(!s'';i ~~f modo en el que toda la iconografía repiese~ta:'aFaSu'stad¡j'IsááC'¡intela !lt~pira encendi,da;al ?iño,Ismael e~ l¡¡~er~\óni~I~,c:á'o'~Fi?~c:~t~:!.~sú.~ ¡"I<~ dentro' de la mayor. parte de Japnagmena cnstlana1;EsJa'reclprocll:!ad ',~;'; existente entre'e1,"«asesirilitb'del'padre>5:.y¡;¡'«i1Sés'¡;i,ii¡:O'deI'hij(;;¡'~A ,,;),N ~~ . '. ;¡YFl" ,En la' interpretación silctificiáJ del,cristiimis¥~';''il71.1il~re~c:i,(dé~l.o ,~ que ocurre en el caso de Isaac o de Ismael; la'mu¡'rte'óebuj<;i'is,HWiá ~,,' ' .. \~' ~~ectiv~~ht~ 'a C~bó'Y'.s'e.iepiese~tá:,.cpi~ii,~ese;en:r~~~~~~,slliciones :!í!' ij~ la religIOsIdad popular) 'Con'todo lUJO'l.Ie'detall~s:".:~':.fP<,;\:. '~",:"P'",. ~~ '. 'Victima y oficiante' excepcionales' porque' se ,'corres!,ontlen'c~ii~el ¡~ mismo Hijo de Dios encarnaC!o;'lo Ciiá]"cOIi'd¡j¿e'neces'ai'iameíite'¡¡,re" ~ nunciar ya de por'Siernpr," a''cualquier:ottb ¡tipo':dé"acCi6il'!,¡'iic!i*f~li' ~ que no pasaría de sér poi:'ellosino'ün'a .íiiéta Téd(¡ii'danéii~'Esta::i'derl¡¡< '~. ~ dad, pues, que'une a-Dios; a 'la'víctiJ:ija;y;31"ófiCiiinfe~esm{'
le proporciona forma e imágenes para estructurarla, al mismo tie~ . que, viene a .favorecer un efecto catártico terapéutico al elaborari.f~' dencias enfermas (histéricas, obsesivas o paranoicas) del individ\ici~o, ¡..•. de la colectividad.' ' . . ..•¡¡[l!''Í,i!; - ,.rt(.; La interpretación psicoanalítica deja ver que la acción sacri:fi,i!J\\'\ constituye una estructura actuante en las fantasías conscientes:,e,sM\1.' conscientes, tanto individuales como colectivas. Más allá de su'parti~r pación enla génesis y formación de mitos religiosos, se podóa:ob~~~ var también su intervención en los diversos gestos.y modos de perit". '.lKu. tanto de individuos como de grupos sociales profanos. Rosolatonosjill', vita a que veamos también cómo esa'misma dinámica sacrificial;e¿'¡'á presente en algunos grupos sociales e impregna incluso determin~~~s modos de pensarse y de vivirse la misma experiencia psicoanalí~g¡f: Como fantasía' individual la pudimos encontrar en el' mismo Freud¡\~' esos "actos de sacrificios:', (Opferhandlungen) 'con los que, en máij(g,~ una ocasión pretendió de 'modo inadvertido e inconsciente expresa(~\1: gratitud, su petición O',SUdemanda de perdón":. ,' ,,-,,¡4'$ El sacrificio constituye una operación proyectiva'.mediante la!'c.[' la omnipotencia de las ideas 'cree desembarazarse del mal, de la,pi'sii'iC culpa, localizándola sobreJa 'víctima emisaria,inmolada. Ello se llevaf cabo mediante nna"previa identificación con la' víctima, pues, d",,¿tf; modo, no se lograría at"mp,erar.Ja culpa que se'intenta justamente,eR.Q' cizar. Por otra parte;,:¿omo ya Freud,resaltó.a partir de las.tesis'd<" Smitb, la identificación proyectiva'con la víctima une a los sacrifica~ res entre ,sí, 'proporcionándoles' un proyecto' común, un ideal represe tadopor el oficiante; a.través del cual, además, llegan, a aceptar ehik pio sacrificio de la razón, de la pulsióri y si fuese necesario de la n¥
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. cit, J, 861~862, 865, 871;':.El rmsmo,.yalor sacnficlal.atnbuye Frcud a la pérdl.~?1:.i(-t:"~!'?.¥ ¡~'. . de objetos valiosos, que resultan ser.muchas .vec.esun sacrificio. encaminad~!~~,W~~~. alejar U(l.adesgracia temidn.. CE. Múltiple. i'J-terésdel..psicoanálisis, 19~3.• 9,l!;~ !ii .; ~ cit., n, 1853; Leccio~es.introductorias al psicoanálisi~, .1915-191.7. n.,.2166.~'¡; ~,t1$ • l. ",;t', '"'¡;í.
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Esta interpretaciÓ'n que \la hecho el cristianismc¡ de I.aeje.cl!ción,.~I:Iu.Ita;J""''''.:, tjcia, el honor y la reparación:'En síntesis, el 'Obispode CanterbUIj provincia romana del siglo 1 de la figura Jesús ,de Nazaret preseflta:.:y~: .plantea la cuestión en los siguientes términos:Priniéro: a'todo pecado sus primeras hu:lIas eI,llos escri\os;del Nuev~.'J:'estatpento ..?I,esqu~n:':~.i :~ debe seguir una satisfacción o una pena. Segundo: el hombre.pecador sacrificial, efectivamente, se uu)¡za con una cierta frecuen!ela ~.I)eI.;)eI}?<;;¡:. ,; :~~_ se encuentra en una situación de incapacidad radical:para poder ofrecer guaje paulino para comprender el sen1J.do de la muerte de J~su~,. qU~'~.~:1~ ,:~' validamente esta satisfacción. Tercero: ésta,- sin embargo, 'es necesaria ofreció a Dios como obla~i?n -: sacrifici~ de suave olor (E(5,2) ...." ';(i~~ ',~~ para el cumplimiento del plan de Dios sOllre la humanidad. CUa,r!o:-SÓ" "Expiación" Y. "propIciacIón", térmmos. en. los .que resue~3[l)~s:\i5~~ '.' lo un Dios hombre puede cumplir la satisfacción que,salva'al hombre":: ideas de éastigo asuIlÚ:do y de venganza, soI1:ret?mado.s ta¡nbl~n: p.Cl~.\ri~'l1~~ Esta lógica argumentativa en clave de "satisfacción" debida 'poi el a Pablo para referirse a la muerte de Cnsto". Una vI<;liIn tnocente<;.arga,¡"-f~ >b' ,~ pecado es la que conoció mayor difusión en soteriología'hasta llegar cá' sobre sí de modo emisario t?do el pe<;ad9 de.la hu~~.d,a~LPi9,S:.,,))~j~S>; ~:;~. si a conquistar el monopolio de las interpretaciones .cI-istianas' sobre la ga a afirmar Pablo con osadla-,..aquzen no cono~z6 pecgdg"le:hw!..p~:t muerte de Jesús. La dogmática, la'liturgia, la catequesis,.y.laespiritua~ cado por.,nosotros,. par{j que ymzésemo.s a s~r-J.us.tzC!{l.4e.J;Jzqs,.'!'!;:1.!:,}; .I~ lidad cristiana son deudoras':en' buená:medida. incluso 'hoy 'día :de este (1I Cor5, 21)". " '.''' ,.. !",' "",.;.,.,;¡¡.'mt;~~" ~j esquemaanselmianosobrelasalvación.ElIa'esla'queFreudacoge'co. El iexto n'eotesta!J1ent:¡rjode}a <;a,qa ~:lqs. Hebr~5ls ..s~_sll,'ye,'!Lutero;':hete'dero oe'un¡¡.tradi" que se hi:zo semejant~ /l. ,sus hl!n:n{jn,!s.,..~rz.Rr.den.a,.eJfP,WTi!HS,P~qg1(!/?" :':~{ .t:ión agustiniana que magnifica el'lugar.del'pecado;!fue' a ,su',véi'punto del pueblq. (Hb 2, .l:?)~" L' .¡,,,,,,~':'.!.e:! .'. ""',': ,;j. ",.~ ..,' h.'1'> '"n,,~~),! .•,.,. ~~~ ..- de partida para una amplia difusión. de un esquefr¡a}sot~iitilógic9'e'seri, ,. )\,las ideas neo\est!l..m~I)-.!lll,i.a~ <;I<;,<;x.p~~c.~6!lS-?U?pjc.iflC.~~,>~gP[<;}:~~,s,; 'tF"';f,1:iahnenteligado a los sentimientos deculpabilidad:rCúlpiiliiÚrínseca' que posteriormente, tenc:lr~!ll9s.q.l!~vo)yer-.(\n''!!lJ1!,t''.lI-t9.A'?¿['?I~.c:!'!!:~¡!~~: ¡~t5inente imborrable porque se"inscribe en Jaesencia'ntism¡í';aé'1ci'h~tnaañadió en el ~!glo XI .otra.9ue¡yjng ..:\l:ca,I¥.... _Ill~s,ql,le...!lll,1~\lna,,,?;t;r.a,:!'?~, sustitución, se 'expande en 'el.pensamiento:de 'loqefor;nadores :con'lá sin duda, cg¡no. ya ad.elantá~~1P9~.eno.l)I..~l}p.Ltl!!Q,s¡:,i~,~l,l)1!?i1!,,-JgS.~1?;!l.J.J:~i.~ \~ir insistente idea de una cóleiade'Dioséjue.implacablemeI:lte:se 'abate so' jos de mayor reperCUSiÓ!l,e,n elcp~I}~,am,¡.e[1t():,~9~ef}0.1Q.g!.9.?,jc.~.1:;\~~.Y~0. bre Cristo, sustituto de todos los pecadores. La salvación, cu~do'eJ-péobjeto también, enépoc3$.ll)ás:.r.e<:t~!!t~s~¡9il..~)19.'.9.~,!q~~\l-,ql,?~:I]1#lf;9.n, ,'tJ. . cado y la culpa adquieren ese papef'nuclear,. adquiere 'ese. ióno~sevei-o trovertidos y severos en toda la' histqQ¡l:p~,l!1,~!e9!o.gí:¡. ..:";,,, ;.c: -,b.'J; Hue puede llegar incluso.!I.con~ertirse en :aterrador., ..,:''.,...',n'".'" . ¡'¡ , '. . .','-'. :'''~ --.'.:",.,,';, ::--'i¡..• ",'í.; ,~¡j\.. ' •.. Estas categorías C1e'substitución; de compensációri'-yde.-venganza ',1,';", '. ' .;,..,.,,,. ';,111.¡'" ...:I,,-'~~j:. !;ffi- divina recorren tambié¿ dti;arite t¿do 'éi 1iárróco~~1 t~~¡i6.~;coca:
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",:'.motivos inconscientes que sin duda determinaron este importante pro. ¡¡{(cesoen' la.interpretación cristiana de la salvación ..SObni:.todorsi'.tenec t.';;;~1mos en cuenta que con ella .se vino a sepultar con una.espesacapa una. .;.> tradición originaria anterior. ...' '.¡~'i,.';".~~
.. ta una venganza digna de Dios y que fuera también Dios el que.taXI"i ciera. M[a es.la venganza, dice el Seña"". Antc este tipo de fomiú"("
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~~:. .••... ,'" ciones -tan repetidas dentro del panorama general del pensam.i<~'il\9 .... . ..~ . El ocultamíento de la tradición originaria cristian~ cabe pensar que quizás pueda el teólogo pasar por ellas,2óíi ".' más rapidez de lo que pueda hacerlo el psicoanalista. Como tambié~ ante determinadas imágenes que poblaron los templos católicos dur~"., La. teología contemporánea comenzó a cuestionar..desde hace más' o menos un siglo estos esquemas soteriológicos dominailtes'!'. Se.produ,. te la época barroca. "Prensa mística" es el título, por ejemplo, de,'u . lienzo del S, XVII de un conventoespanol en la cludad.de Gra:nada~;éh'~,1¡ jo lo que Nathan.Leites ha llamado el."nuevo'escándalo.de.la'cruz;".':: . ., . . ,"'(1 , Un recelo especial surge frente.a'esta'.«teología.primitiva'de:la sangre»; el que vemos a Dios Padre apretando la tuerca de una prensa en la qÜ~-¡;9' como atinadamente la denominó Rudolf-Bultmann;. un:malestar que, el Jesús encorvado por el peso de la plancha, es exprimidó en su sangfé;')';,' que sale en cinco grandes chorros por cada una de.sus llagas ... ,;'..•. mismo Leitesó.deriva.del embarazo que los ,teólogossienten:frente a'.una nueva. sensibilidad cultural.en tomo, a los temas..de.la culpa,£ste:autor¡ No se vio el Magisterio Católico en la obligación de afmnar,o;,:de. procedente .del campo;de las ciencias humanas y, particularinente ..del puntualizar nociones en el campo de la redenéión. Las definicioire'S~ , ;..;;¡ dogmáticas en este campo han sido, efectivamente, muy escasas87.:.,'t~~ ','" psicoanálisis. ha .efectuado 'un curioso. análisis; seleccionando.y' agluti, nando .Ios textos más significativos. de la rec;iente,teologíiI de:la:.cruz¡ bien consolidada se encontraba la concepcióil sacrificial y expiatori;' aparente. .discurso.:neu". dentro. del pensamiento .católico en general.' Hizo falta que una'nu~vá:,." '!. ~~ para insinuar. (Leites parece .escon'derse.tras.un . sensibilidad sobre la culpa se fuera abriendo paso en la mentalidad niófj; ti. ¥;, ;~; tro -y.•objetivo) que hay. en ella unaidenegación. del hecho: del;~sesinato derna para que ef Magisterio se viera en la necesidad de intervenir p'uri~f-'i;~.'. [f: de' J esús.,y;un desplazm;niento..hacia,.terreilos'.ljue'lem;sultan,al.,;te610go .;..~~.' •.~.i~t.~.~~l():~};;.~i;, tulizandotemas concernientes al sentido expiatorio de la salvación",y,,:. .~\ m~nos'inquietarites~: ~.,.'.Í:;., ......•... ~!.~'..-::' Pero la cuestión se plantea en saber si ese nuevo2.~',éc+ándalo'deia Así, pues, esa concepción expiatoria dela muerte de Jesús es la qué¡; en íntima consonancia con laestruétura' mítica sacrificial de todas las. ~ Cruz" que se produce ..en la teología.contemporáneaies'tá;1;nojustiñcado a partir de una. correcta exégesis bíblica e;.interpretáci6n.teoiógita r~ligiones, se extendió bi.stóricame?tecon.una.fuerza fenomenal qu~.la' :';---. ~ ... , hIZOdurante SIglos prácticamente,umca dentro del.'panorama teológICO". ~ , ," ';','1,.~ ;':' . ',:~'_,":.:;:¡:l\q.i;.•':li'¡:'~: :\1-!Wniü:: cristiano". El psicoanalista po'dría:ex:plicarie al.teólogo los poderosos ' .,. . .. "',1_",,1.. II;::.~~ ;;';:'.' ~:.-t'.t;"';~~:; ;~,
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El esquema de justicia conmutativa' es el "que'iitilita, por ejemplo, el Catecismo del Concilio de Trento para come.ntar:~la'sati$facción dada por. Jesús en nuestro nombre a Dios Padre. Cí. B. SESBOUÉ, lb., 70. Citado por B. SESBOÜÉ, lb. . ." '. Cí. A. MANARANCHE, lb., 8-9. La exégesis bíblica también jugó, sin duda, un papel importante a la hora de situar todo el tema del sacrificio redentor. El Decreto Lamentabili en 1907 condena la proposición de los modernistas según la cual la doctrina de la muerte expiatoria dc Jesús es más paulina que evangélica (OS.3438). En 1950;Pío XII en la Humani generis sale en defensa del conc;epto de "satisfacción". .Todavía hoy, en la plegaria eucarística se habla de la ".víctima agradable:' a Dios, víctima mediante la cual el Padre "quiso devolvemos su amistad".
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. Pasión. de' Cristo,' pasión 'del' mu'ndo:"Hechos,-.;in'teipretticiones:iY-' ',significado:- . -ayer y hoy;. Sal Terrae •... Santander¡ 1980: t ...-'tni .•.•:..;.. -';,; ',:';":'.f:dr.~$;;p~-h,¡.\J"..''.;t. '~".'
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con independencia del malestar que pueda producir a la sensibilidad f sin embargo, se impuso injustificadamente, sepultando y anulando, sigo moderna. Esto es una cuestión que N. Leites parece olvidar.' ., ,!.. , . , "'; nificaciones mucho más importantes~. 'i.. ,;¡.' ••.. l' Parece obligado, pues, interrogarse sobre si esa teología de la san: j' !,f Es importante tener en cuenta, además, que en el primer núcleo 'de gre que hemos esbozado más arriba se corresponde o no con el primi,'- . ~, ."{ las tradiciones de fe cristiana no se atribuye ningún valor sacrificial'a la tivo núcleo del mensaje cristiano y, particularmente, si el mismo Jesús -.'":', \ muerte de Jesús. Ellas insisten tan sólo en el hecho de la resurrección y 'otorgó este sentido a su propia muerte cuando ésta se le presentó como '>.~' en la expectativa de la última venida de Jesús (1 Cor 6. 14; -15, 12-20; 1 Tes 1,9-10; Rom 4,23; 8,11; 10,9; Gall,I)~. "~o algo inminente. ,.1;X "'~ La exégesis más reciente sobre el tema parece ser unánime al res;¡ Pero existe aún otro dato más decisivo a la hora de enjuiciar el aupecto: aunque la idea de pasión sufriente con sentido redentor no era. ' { téntico sentido de la salvación que presentó originariamente el cristiaajena a la Sinagoga de su tiempo, no hay seguridad ninguna de que' nismo. Los mismos textos de Pablo y de otros autores del Nuevo Jesús asociara su vida o su muerte a la noción de sacrificio ritual, ni que Testamento que inician una interpretación sacrificial expiatoria de la interpretara en clave expiatoria su propia muerte".' • .1 ;}'I muerte de Jesús, lo hacen en un sentido que, como René Girard afirma, Al mismo tiempo, disponemos de un dato que sí se manifiesta con habría que declarar como exclusivamente metafórico. La idea fundatoda claridad en los textos evangélicos; y es que el.mensaje,de Jesús no ,mental que, en efecto, se deriva de todos ellos es que la muerte de Jesús está presidido por un lenguaje de tipo sacrificial, sino que más bien,in~ ' ' , ¡ viene a suponer el final de toda acción sacrificial, puesto que el nuevo cardinándose en la corriente profética, opta claramente por la ,miseri., . ' modelo que en él se ofrece es el de la ofrenda de la propia existencia en favor de los otros97• • . " ,~ t '. {aI•• i' •. ',.t; •.... 'j~j~li ;;:.t cordia frente a~sacri~cio (Mt 9,13). E~ conjunto de datos, pues, hac~ ,0, ¡, pensar que Jesus no mterpretó su propia 'muerte en térrnmos cultuales .' .--: ' J y, menos aún, jurídicos o legales. El perdón delos pecados nó eseas()~,,:( \ mento sobre la muerte de Jesús:.la del profeta-mártir escatológico; la del p130 cia a ningún tipo de acción sacrificial previa: ni una so~agota de:sangr~,. '2';, divi?o ~e salvación y la de la m~e~e ~xJ?iat?ria. :.,;"' h .:~ .,-:, ...• ntt, ..,~')'.~.~;~ se derrama en las parábolas del perdón en las' que Jesus.mue~tra cómo. }',~ Un motlvo por el que hemos reCIbido esa herenCIa. en CIerto modo contradictoperdona Dios(Lc 15, 1-32), si no es la del cebón que se hace, matar pa'" , •. J ria, dentro de las interpretaciones neótestamentarias 'sobre hi'salvaci6n'hay que t. situarlo en el hecho de que.l_a muerte escandalo~a de .Jesús en Jn_cruz ,impulsó ra celebrar la fiesta. ' '. ' .. " ".., " .: \ ',,".. :.,., •• en los primeros cristianos el deseo .de descubrir en el Antiguo Testamento datos . La exégesis actual consicj~r,ade ~~do práctic~mente un~e qüe :. ,,~: que la hicieran niás comprensible' y aceptable. Los cantos del Siervo 'de Yahvé SIen el Nuevo Testamento hacen aparición una sene de expresIOnes que .., ; <." ~ (ls 52, 13-53, 12), aparecieron como los más aptos para cumplir tal propósito: Pero ello se llevó..!1 cabo. -corno. ~a. Ch:.DuquJ)~-:::.a cq~u~.de acentuar inician la interpretación sacrificial de la muert~ de Jesús, éstas hay que. ; .,::' • unos aspectos ignorados por la predicación y la acción de Jesús. CL Ch. DUconsiderarlas como secundarlas y subordmadas a las que aparece en los' ,., , f ; . QUOC, Ib.,'59. : .• ,j.. •.•• >II}' ,,!; •..•.• --...~I.:.• ~ ¡A. ,-",...'! escritos más cercanos al mismo Jesús". Esta ,interpretación sacrificial; , ", :1\ ~ ,Lo que se refleja también en el hecho de que la 'Didajé, texto. cristiano' de final del siglo primero, silencie la muerte y el derram,amiento de, sangre en sus ple>l,.:;\,.'. l,.¡.':;r~~~' .t,: ,,1': "',1,
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Los anuncios de la pasión. en los que Jesús aparece. hablando de dar.la vida e.~, ;~I,' rescate (Me 10,45), constituyen una elaboración. tardía que suponen un conocl- .. miento pormenorizado del proceso de Jesús y de todo elevcnto pascual.:Son pa-, .. ~ l" ~ labras que pertenecen a la predicación de la comunidad primi~va.y no. á la. p.re- #' t dicación de Jesús. En opinión de .M., BASTIN, Marcos resucita' una tradiCión "f prepascual aramea que en Lucas (donde la expresión de ':dar la vida en'rescate" '.. r;: no aparece) se convierte en un "logion" sobre el servicio Cf. L. :M. nASTIN, ' :.{ Jbus devant sa mon, Ed. Du Cerio Paris, 1976.. ' l•.;:; ., ""::.'.~ • '.:~!,!,l•••~~• ;,~.... .~ E. SCHILLEBEECKX. por ejemplo, en su o:bra Jesús. lA hist~ria de ~n .vi- " t \ viente (Cristiandad, Madrid, 1981,249-267) nos da cuenta del'ongen y Slgnifi-, . cado de las tres concepciones fundamentales que existen en el Nu~vo .Testa- .' "
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garias eucarísticas.' Son las dimensiones' edesió16gicas y eséátol6gicas laS"qúe se sitúan en el primer plano. La Eucaristía -a diferencia de lo que acaece frecuentemente entre nosotros- era entendida como un banquete de la comunidad reunida en tomo a la mesa (no del altar) en el que se simbolizaba la llegada del Reino. Cf. L. MALDONADO, La violencia dé lo sagrado, Sfgueme, Salamanca, 1974.201. ".' "., '. Habría que afinnar, sin embargo,' que qUi7.áSno sea tan fácil 'como cree Girard eliminar todo rastro de dimensión sacrificial en los.textos dCl Nuevo-Testamento y, ciertamente, no es justo este autor al considerar~el'texto'a los Hebreos Como el único y fatídico punto de arranque para la visión sacrificial del cristianismo'. Ese texto, precisamente, insiste en el carácter radicalmente nuevo del sacrificio ciistiaito y con él se pretendía hacer comprender a los cristianos'-nostálgicos de ritos sacrificiales procedentes del ámbito judío que a partir de la muerte de Cris-).
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.• Parece, pues, que la muerte de Jesús no puede ser entendida (tal como detenninadas estructuras inconscientes han pretendido) como resultado de un deseo enigmático o de una voluntad arbitraria del Padre, sino -como en la muerte de otros tantos seres humanos injustamente ajusticiados-, producto de la responsabilidad de los hombres y de unas contingencias históricas detenninadas. No se justifica, en efecto, a partir de los textos primitivos la interpretación de que la «voluntad del Padre» pudiera ser el sufrimiento y la muerte de Jesús, sino la fidelidad hasta el final en la manifestación de una imagen de Dios y de un modo radicalmente nuevo de entenderse las relaciones de los hombres con él. Es -tal como lo entiende el Evangelio de Juan- el servicio mantenido hasta el final y no la muerte misma", como intencionadamente quiso la teología primitiva de la sangre en su oculta complicidad con las estructuras de la culpa y con las fantasías inconscientes que la sustentan".
El Padre Idealizado
y el Dios de Jesús
Esta transformación radical de los esquemas sacrificiales en el primitivo cristianismo no puede ser considerada como algo '\Íeno a la representación de Dios que el mensaje de Jesús viene a poner en juego. El Dios de Jesús es un "Dios diferente", conforme a la acertada expresión que da título a la obra ya citada de Chr. Duquoc. Vn Dios que de modo radical pone en cuestión las ideas que espontánea y naturalmente el hombre tiende a construirse sobre él, y, en especial, la del Dios omnipotente que, de modo tan fatídico, desencadena el movimiento sacrificial. No es del Dios Todopoderoso de quien nos habla Jesús. Es más, en los textos evangélicos nunca se llama a Dios omnipotente o todopoderoso y es más bien a Satanás a quien aparece ligada la idea de dominio
to los sacrificio perdían todo. su sentido y su validez. Cf. A. VANHOYE, lA structure littéraire de l'épitre aux Hébreux, Paris 1976; Pretres anciens, pretre nouveau. selon le Nouveau Testament, Desclée de Brouwer, Bruges-Paris, 1980 98 99
(versión española, Sígueme, Salamanca, 1984). ef. X. LEON DUFOUR, Face la mon Jésus el Paul, 98-99. • Especialmente sensibilizado por el psicoanálisis para advertir las peligrosas relaciones entre los sentimientos de culpabilidad, la omnipotencia infantil y la concepción sacrificial y expiatoria de la muerte de Jesús ha sido J. POHIER en toda su obra citada anteriormente.
y de poder. Difícilmente se puede, por tanto, confundir con el Padre Idealizado, omnipotente y omnisciente, que se corresponden con la creación imaginaria del deseo infantil. Ese es nuestro "invento"; pero un invento que necesita ser modificado esencialmente por la escucha atenta de la Palabra que Jesús habla sobre Dios. En ella, se produce la apertura a una representación nueva de Padre que, situándose en una clave diferente de la de la omnipotencia, hace que, en la relación con él, el sacrificio no pueda encontrar otro lugar que no sea el de la simple metáfora. . El drama de la omnipotencia y del amor rival entre' padre e hijo que el psicoanálisis nos ha mostrado como el motor básico de la acción victimaria y sacrificial no puede encontrar sustento en una representación de Dios que, como la de Jesús, se revela no en el poder que se impone, sino en el amor que se ofrece y, por ello, se expone. No se parece en nada a Júpiter el Dios de Jesús de Nazaret. Ni al Yahvé de los Ejércitos, ni al Alá de la Jihad islámica. El Dios omnipotente, en efecto, como representación sustitutoria del Padre Idealizado de la infancia, exige sacrificio; es decir, reconocimiento pleno de su totalidad y afirmación constante de la total sumisión humana. El sacrificio, por ello, se hace necesario y perenne, porque perenne es el deseo de arrebatarle el lugar. La atracción por él se paga, en efecto, con la muerte y el sacrificio. Pero ante el Dios de Jesús la acción sacrificial se ve reconducida a una transformación radical en la que, eliminando toda dimensión autopunitiva, sólo puede existir como expresión de un intercambio simbólico de mutuo reconocimiento y de ofrenda. No es la mutilación por el odio inconfesado y por la imperiosa necesidad de castigo que le está aparejada, sino la donación instauradora y reforzadora de un vínculo
amoroso.
Culpa y salvación La concepción no sacrificial de la muerte de Jesús se manifiesta también en el hecho de que la Eucaristía, el «memorial» de su muerte, no fuera concebida en sus inicios como una acción ritual de significado sacrificial. La celebración eucarística -a diferencia de lo que acaece rito actual- era entendida como un banquete de la comunidad reunida
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en tomo a la mesa (no del altar) en el que se simbolizaba la llegada del Reino1OO• A partir de esta concepción de la acción salvadora de Jesús se opera entonces una auténtica revolución en el sentido mismo de la acción cultual cristiana que condujo, como sabemos, al hecho de que los pric' , meros creyentes llegaran a ser calificados como «ateos» en su entorno, ' socio-cultural. La ausencia de términos, gestQs, templos o acciones li- , túrgicas y cultuales condujo a pensar en esa direcCión sorprendente, Los autores del Nuevo Testamento mostraron, en efecto, un empeño muy especial por despojar al culto cristiano de toda dimensión sagrada, sacerdotal o ritual, para privilegiar su significación existencial e histórica, «El sacrificio y el culto» (zúmata kai zerapeías) llegó a ser considerado por Justino en el siglo n, como cosas que sugieren «los demonios a quienes viven irracionalmente »'01.El culto válido a los ojos de Dios se situó en la existencia apostólica y cristiana en general. Las viudas y los huérfanos, los pobres, los enfermos y los ancianos son considerados ahora como el auténtico altar para rendir culto a Dios'''. Culto pr;'fano, pues, y ofrenda no litúrgica, sino de significación existencial. Así, pues, al no ofrecer ninguna acción sacrificial en su sentido estricto, el Evangelio parece habemos dejado desprovistos de medios para eludir el difícil problema de negociar la culpabilidad. N o nos proporcionó, en efecto, ningún tipo de mediación litúrgica con la que, dentro del variado muestrario que la religión ofrece, pudiéramos haber solventado mágicamente la culpa. Los primeros cristianos, en particular, los de procedencia judía, sintieron por ello la nostalgia de los antiguos ritos sacrificiales. A ellos se dirigió la carta a los Hebreos con todas sus reflexiones sobre los antiguos sacrificios y su liquidación definitiva por la acción salvadora y modélica de la ofrenda existencial de Jesús. El cristianismo posterior, yendo más allá de la pura nostalgia, ha caído solemnemente en la trampa de los fáciles desplazamientos o ne- ' gaciones de la culpabilidad. La salvación sacrificial, en una imponente regresión, se impuso como esquema dominante. La Eucaristía se fue
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ef. L. MALDONADO, lb., 194. Cf. la importante documentación que sobre todo ello ofrece J. Mil, CASTll...LO en su obra Símbolos de Libertad, Sígueme, Salamanca, 1981, 81-111. Así se expresa el antiguo texto cristiano de la Dísdascalía, n, 26, 8. Ed Funk, 104-105.
transformando de modo paralelo en un ritual sacrificial de expiación de la culpa y el sacramento de la reconciliación se llegó a convertir, si utomáticamente, en el de'la «confesión». En el EV¡1l1gel\0~sin'embargo, frente a la propia culpa parece que no cooée<:l<; ottá viá que la de su reconocimiento y negociación, con el , ;:, objetivO' de 'articularla y ponerla ,en favor de los nuevos valores del Reino de Dios. Senos invita, pues, a que nos hagamos cargo de ella, evitando la tentación de negarla o de,proyectarla mágicamente sobre unos objetos externos; bien bajo la modalidad del buco emisario o bien por medio de una identificación proyectiva que se reviste con Ji, categoría teológica de la "satisfacción vicaria". Esa salvación, enredada en las mallas de la culpa, no salva en realidad de nada, sino que al contrario tiene un efecto narcotizante, que evita la averiguación de las verdaderas causas de la injusticia y de la violencia en el mundo. Ahí se sitúa, sin duda, una de las intuiciones más válidas al respecto de la llamada Teología de la Liberación. Se hace necesario, pues, recuperar el sentido de la conversión: el reconocimiento consciente y lúcido de la propia culpabilidad, para hacerse responsable de lo que en ella se encuentre de «razonable » y de coherente con los valores con los que se desea configurar la propia subjetividad. Antes de que la culpabilidad se convierta en fuente de violencia y destrucción, el cristiano es llamado a reconocer el propio pecado y a retener, por tanto, esa piedra que se encuentra dispuesta en la mano para ser arrojada sobre la adúltera, el infiel, el hereje o el publicano. Nadie vendrá tampoco a dictaminar desde el exterior lo que nos ha de culpar o exculpar. El cristiano ha muerto a la Ley y, por tanto, se ve forzado a renunciar, no sólo a la pretensión de ser juzgado desde la exterioridad de una ley escrita, sino también a cualquier instancia a la que, a modo de Superyó proyectado, se le pneda demandar la f\mción de que nos reconozca corno sujeto culpable o inocente. Todos sabemos con cuánta urgencia somos impelidos a ser reconocidos por otro como sujeto en esta clave de la culpabilidad y con cuánta angustia y sutileza lo suele demandar el analizado a su psicoanalista. Pero al creyente cristiano sólo se le ha concedido su propio discernimiento para dictaminar su culpa y, por tanto, d" él sólo procede ',esta capacidad para constituirse así como sujeto. Esta es la «reconciliación» (categoría teológica nuclear en soteriología) a la que puede honestamente aspirar y la que se pone seriamen-
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re en peligro mediante la concepción expiatoria de la muerte de Jesús. Reconciliación como llamada a una aceptación valiente y lúcida de la condición humana y de su esencial fragilidad y falibilidad. Una reconciliación que.implica, por tanto, la renuncia a la fantasía omnipotente del niño intacto, incorrupto e inmaculado que, por ejemplo, se revela significativamente en la abundante imaginería que rodea a la celebración infantil.de la primera comunión. La reconciliación que se concede al creyente implica, en primera instancia, consentir y tolerar la propia pecaminosidad como ingrediente substancial e inseparable del «compuesto» humano. No se trataría, por tanto, de restaurar un origen mítico perdido a causa del pecado original, sino más bien de instaurar una situación nueva de libertad abriéndose difícilmente paso en el seno de la fragilidad. Para ello resulta indispensable la renuncia a la propia omnipotencia narcisista en forma de incorruptibilidad moral (que alimenta la fantasía de lograr también la física y corporal). Aceptar la culpa equivale, pues, a una necesaria aceptación de la finitud. Sólo por la conciencia de pecado tan atinadamente llamado pecado original, acertó Adán, en efecto, a co~quistar la condición humana. En ella se vio necesariamente confrontado con la tarea de negociar su culpa y en el permanente peligro también de buirIa mediante modos precipitados de concebir la salvación.
La figura de María a la luz del psicoanálisis No
cabe duda de que en el campo de la psicología de la experiencia cristiana la representación de María constituye uno de los focos de máximo interés. Muy pocas otras pueden igualarle en profusión de imágenes, en propulsoras de comportamíentos litúrgicos y rituales, en actos devocionales públicos o privados, etc. No hay una figura humana con más nombres y advocaciones que ella, ni alguna otra que le iguale en imágenes y representaciones artísticas de todo tipo. Entre las mujeres de la historia es, sin duda, la más famosa, la más venerada, la más retratada y la más reverenciada también. Todo ello .presta un enorme interés para la psicología. Interés que se acrecienta, además, si tenemos en cuenta que dicha representación se sustenta sobre escasísirnos datos de carácter histórico, viniendo a resultar así, en muy buena medida, una creación de las fuerzas psíquicas de la cristiandad, con independencia del valor teológico que se pudiera otorgar a dicha creación colectiva. El hecho es que la figura de María ha adquirido una realidad psíquica de tal calibre que parece dejar muy en segundo plano su relevancia como persona histórica. El dato, sin duda, se ofrece para una interesantísima indagación de carácter psicológico. Siempre supo el psicólogo que el elemento femenino-materno cuenta como un factor de primer orden en la experiencia religiosa general. Ese factor, en efecto, juega de modo decisivo en la construcción de las representaciones religiosas, con independencia incluso del carácter masculino o femenino que pudieran llegar a adquirir dichas representaciones. Son muchos los estudios que, como ya tuvimos ocasión de ver en el capítulo sobre la paternidad de Dios, prueban cómo la representación interna de Dios se construye siempre desde una amalgama de rasgos procedentes de las primeras vivencias relacionales con la figura materna y la paterna.
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Antes de iniciar este recorrido, será importante señalar que en la situación actual no podemos hablar todavía de "la psicología", sino más bien de "psicologías", ya que el estado naciente de esta disciplina no ha logrado aún una \ntegración suficiente como ciencia unificada. Dentro, pues, del "mare mágnun" que es aún el campo psicológico, nos limitaremos al campo de la llamada "psicología dinámica", único en el que se ha suscitado un interés por las.representaciones religiosas, en general, y marianas, en particular. Dentro del ámbito de la psicología dinámica, será también el campo de la conocida como Psicología Profunda las que nos ocupará primordialmente. Es decir, aquella en la que la dimensión inconsciente es reconocida como factor primordial para comprender el comportamiento humano. En este espacio serán las corrientes del psicoanálisis freudiano y la de la Psicología Analítica de C. G. Jung las que centrarán lo más importante de nuestro recorrido.
Sigmund
Freud
(1856-1939) ';'
Una de las lagunas más significativas en toda la interpretación freudiana del hecho religioso viene dada, sin duda, por su olvido del elemento femenino materno 10'. No es de extrañar, si tenemos en cuenta que, incluso, en sus análisis e historiales clínicos parece que existiera una especie de "punto ciego" a la hora de que el fundador del psicoanálisis se parara a considerar el papel que dicho elemento materno pudiera haber jugado en la dinámica del caso que analiza. Como ha comentado su biógrafo P. Gay, a veces tenemos la impresión de que los pacientes de Freud no tenían madrel05. Lo femenino en la religión, incluso cuando se encuentra en un primer plano del campo analizado, tal como ocurre en los textos como "¡Grande es Diana Efesia!"; 1911, o El tema de la elección de un cofrecillo, 1913, es relegado en favor de otras dimensiones siempre prioritarias para Freud como era la de la nostalgia y ambivalencia frente a lo paterno.
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En el estudio El psicoanálisis freudiano de la religión, destaqué este "olvido" 103
Cf. a este respecto F. TABORDA,
freudiano como uno de los tres puntos más cuestionables
(1992) 29-47.
na de su interpretación del hecho religioso. Cf. páginas 455-457. ef. P. GAY, Freud, uua vida de nuestro tiempo, 558-581.
"Todas as gera90es me ehamarno bem-aventurada" Desafios atuais ao tratado de mariologia: Perspectiva Teológica 24
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Según la bienintencionada interpretación de Dadoun, si Freud ape_:,ll:~ la sólo de manera incidental a la figura materna, es porqueJa cbnside>:::,~ '; ::': ra como una especie de núcleo innombrable o innominado, a partir del ":/' _ {-
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cual puede nombrarse todo lo demás''', Pero dicha interpretación, aun pudiendo revelar parte de,la verdad, sería sin duda más plausible si; al . ,,J :.~ mismo tiempo, junto a esa llamativa ausencia, no nos viésemos obliga" dos a reconocer una resistencia que, particularmente ea algunos casos;':(, .:.{ se pone ampliamente de manifiesto, Hay que pensar, por tanto, más. :;"'~{ ,( bien en un "punto ciego" que, originado en sus propios elementos neu~ ::~~, róticos, opera como defensa ante lo femenino. Ese residuo probablei ,:-;:.~', ~ mente no analizado de su personalidad conduce hacia esa clara prepon- .•~;;~':
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El malestar en la cultura, 1930, m, 3053. .' Moisés y la religión monotersta, 1938, ill,3294.
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Poco más se nos dice de María en la obra freudiana; salvo cuando aparece como imagen contrapuesta a la actividad sexual.en los sueños de sus pacientes, en las visiones de los alucinados o en las supercherías milagrosas como son, para Freud, los acontecimientos de Lourdes, Al margen de esto, tan sólo una breve alusión a la creencia cristiana de la Inmaculada Concepción, confundida, por cierto, como ocurre con tanta frecuencia, con la eoncepción virginal, Pero si escasa es la presencia de María en la interpretación freudiana del hecho religioso, no lo fue del mismo modo en algunos de sus más fieles seguidores, por más que, hayan sido poco 'tenidos en consideraeión a la hora de emprenderse un acercamiento a la psicología de lo mariano. Acerquémonos, pues, a estos otros autores que, dentro de una perspectiva freudiana, han realizado aportes de interés ,a la mariología,
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Ernest Jones (1879.1958) Emest Jones es conocido primordialmente por ser el autor de la monumental biografía de Sigmund Freud que la Sociedad Psicoanalitica le encargó. Sin embargo; la. obra de Jones no se redujo a la elaboración de esta obra, sin duda importante. Fueron también relevantes sus aportaciones' sobre la sugestión, el simbolismo, la formación.de la neurosis obsesiva, sexualidad femenina, etc. Y también sus apliéaei6nes psicoanalfticas al campo de la eultura en general y de la religión en particular. Analiza temas literarios y artísticos, el folclore y el mito y hace una contribución signifieativa sobre el hecho religioso. Dentro de ella, a diferencia de su indiscutible maestro, presta particular atención al componente femenino materno de la religiosidad y la figura de María dentro del cristianismo, La interpretación psicoanalítica de la religión de E. Jones, como la de los analistas de la primera generación, se mantuvo esencialmente en el paradi¡¡ma diseñado por el maestro. La mayoría de estos primeros analistas eran judíos y,a excepeión del pastor suizo O. pfister, ninguno de los otros era creyente. La tensión psicoanálisis-religión era, pues, algo dado por hecho en los pum eros ambientes analíticos', Entre ellos, E, Jones destacó por su interés en los temas religiosos. Poseedor de una erudición fuera de lo común, sus, estudios se desarrollaronen tres direcCiones fundamentales: el estudio' del símbolo reli-
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gioso, el rol histórico de la Iglesia Católica y la psicología del cristianismo. Y en ese conjunto, tuvo el mérito de resaltar el papel de"lo fe.menino en la experiencia religiosa, tema, como hemos visto, tan llamativamente olvidado por Freud. Para E. Jones existen dos maneras fundamentales en las que los seres humanos han buscado obtener la salvación: una sería la de la vía materna y otra la paterna. La primera de ella -afirma Jones - es más atractiva que la segunda, pero ésta última resulta como psicológicamente más eficaz. En Oriente, la Diosa Madre jugó. un papel esencial. En su versión más común aparecía un Dios agonizante, cuyo cuerpo era encontrado siempre y resucitado por la Gran Madre. Así, en el culto de Attis y Cibeles, o de Serapis-Osiris y la diosa Isis de Egipto, invocada por muchos como "Madre de la Ternura" y "Madre de los Dolores" (¡la Mater Dolorosa!, evoca E. Jones). Los creyentes alcanzaban así la seguridad de una feliz inmortalidad identificándose con el recuperado Osiris, En el otro polo, se encontraban los judíos patriarcales y monoteístas que repudiaban todo comercio con diosas y buscaban entenderse di~ rectamente con Dios. Conviniendo una "alianza" con' Él y obedeciendo sus mandamientos esperaban, si no amor tierno; por lo menos una actitud benevolente por su parte. . ,. . ,.. Pero existe -a los ojos de E; Jones~ una tercera Vía singular que es la que adopta el catolicismo. En' esta formación religiosa pareciera darse una avenencia de las dos formas de salvación, en la que la intercesión de la Virgen ocupa un lugar fundamental. Los protestantes, sih embargo, parecieron mantenerse enla líneade.la solución más masculina y patriarcal. ,;.; .'. ..... ; .Pero E. Jones.destaca la importancia .que esta primera incorporación de elementos femeninos que trajo el cristianismo, Fueron estos elementos los que, a sus ojos, jugaron psicodinámicamente de un'modo decisivo en su primera y rápida expansiónHo.Frente a la religión ric
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val de más peso que encontró la fe cristiana, es decir, la del mitraísmo, que progresivamente había ido reduciéndose a sus componentes más explícilamente masculinizantes, la fe cristiana se presentó con una concepción de Dios y de la salvación en la que resaltaban sus dimeusiones femeninas. En la religión de Mitra -señala E. Jones- el joven dios se enfrenta y mata al padre'''. En el cristianismo, sin embargo, se somete de manera más femenina a su voluntad y, sacrificándose, calma su ira. Según E. Jones, en la versión cristiana, Jesús, también hijo de Dios, encuentra una solución casi exactamente opuesta a la de Mitra: Lejos de desafiar al padre, puso todo el énfasis en someterse a la voluntad de éste; hasta tal punto que llega a una auténtica coincidencia con el Padre"'. De otra parte, la delicadeza y benevolencia con que la figura de Jesús ha ido representándose, proporciona otro elemento que le acerca a esa feminidad que desarrolla la fe cristiana. Pero, en la perspectiva de Jones, la dimensión femenina-materna del cristianismo se desdobla fundamentalmente en una doble representación. De una parte, el Espíritu: Santo, como entidad -incorpórea que desempeña unas funciones asociadas a nivel psíquico con lo maternal, si bien aparece también como elemento fecundador y, en ese sentido, también masculino. La representación simbólica del Espíritu como paloma, deja ver esta ambigüedad psicosexual de la representación trinitaria. Toda la mitología alrededor de este animal lo dejan ver, en efecto, como el emblema fálico más femenino y delicado. De otra parte, la representación de Maria, como Madre de Jesús y de todos los creyentes, iría progresivamente condensando esa dimensión femenina que juega, tan poderosa y operativamente, en la dinámica de la fe cristiana. Pero dentro mismo del cristianismo ~señalaJones~; se han desarrollado dos tendencias opuestas. Por un lado, el norte de, Europa ha vuelto a la tradición hebrea del patriarcalismo, .con su subordinación del elemento femenino. En algunos círculos protestantes, recuerda Jones, es casi anatema mencionar a Maria. Una actitud que, bajo su punto de vista, revela una fuerte y eficaz defensa frente a los deseos incestuosos. En los países del sur, por el contrario, el status de Maria se ha ido elevando progresivamente hasta no verse muy lejano de restablecer una Trinidad, en la que Maria suplanta al Espíritu Santo.
remonia principal de esta religión, Mitra se enfrenta a un taró (la deid~dAhui~:: Mazda) y lo mata. Después ascendió al cielo. '. .. ...
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lb., VoL TI, 207; versión española, 160.
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E. Jones ha sido también el primero en advertir (en ello se insistirá siempre desde la perspectiva psicoanalítica) uno de los enlaces afectivos más importantes a tcncr en cuenta en la devoción a María como Madre Virgen. Existe, en efecto, una fantasía infantil muy poderosa sobre la virginidad de la madre que encontraría un apoyo formidable en esta creencia religiosa. La idea de que la madre no haya tenido ningún contacto sexual, de que el padre quede al margen de la relación con ella, satisface un deseo edípico fundamental: la madre estaría así sólo para responder al propio deseo, sin interferencia alguna. La mayoría de los dioses, héroes y grandes hombres recibían por eso el privilegio del na_ cimiento virginal: Euda, Krishna, Perseo, Rómulo, los faraones, Ale. jandro Magno, etc. fueron algunos de estos privilegiados dioses o hé-
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pictóricas de la Anunciación a María fueron anali zadas ' ~or dE.Jdones, eh uno de sus estudios más profundos y documenta do, poruen O e maru" fiesta las dimensiones inconscientes, fundamentalmente edípicas; que parecen latir en dichos modos de representaciones artísticasll?" Dicho ensayo concluye con algo que nos tendría que hacer pensar: la religión utilizó siempre el arte para elaborar sus fantasías latentes. Pero cuando se hizo crecientc la separaciónde.arte y religión y.el primero se puso al serv¡'c¡'o de otros intereses,. se inició. un. reemplazo del "principio del placer" por el "principio de realidad" ..El. tema mcrecía todo un debate, cuyo lugar, evidentemente, no es el del presente estudio'''; Quede, pues, en este punto la reseña sobre este autor que tuvo el mérito de'ser.elpri, mero, dentro dcl campo psicoanalítico, en captar la importancia psíqui.. ca de la vivencia mariana en el, Origen.y desarrollo del cristianismo ..',::
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Fran~oise Dolto (1908-1988)
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roes nacidos virginalmente. 1 d Pero el cristianismo, a los ojos de Jones, ha sabido elaborar os eseos reprimidos inconscientes de un modo sin parangón. Encontró también en el arte y, particularmente, en la representación pictórica, un medio fantástico para dicho propósito. En particular, las representaciones
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de~{rcudismo ff3:l1et pédiatrie, Ed. du Seuil, Parfs 1971; Tener hijos, 3 vols., Paidós. Barcelona, 1981-1982' Solitude Gallimard Paris 1994; Lo femenino, Paidós. Barcelona, 2000. Una ";agnffica i~troducció~ a la obra de Dolto es M. LEDOUX, Inrroducción a la obra de Francoise Do/to Psychanalyse
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Amorrortu, Buenos Aires, 1992. Cristiandad, Madrid, t979.
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deseo de María, están "despiertos", preparados, en contraste con suesposo, que recibe el anuncio mientras duerme, en una situación en la qne los poderes pasivos del deseo de José están al máximo. María sabe por la intervención del ángel que quedará encinta, sin saber cómo. Pero,como toda mujer espera, desea estar encinta de un ser excepcional117• E! texto evangélico, situándose más allá de una historia departo y coito, pone de relieve algo fundamental en la vida de pareja: el otro no puede llenar nunca a su cónyuge, siempre se da un desgarramiento, una imposibilidad de encuentro y no una relación de posesión, de falocracia, de dependencia. José no es posesivo con su mujer. Del mismo modo, María no se muestra a priori posesiva de su hijo. Prometidos como están, confían en la vida y, de pronto, surge el destino de vinculación. y ellos lo aceptan. Fran~oise Dolto, de modo similar a como ya lo hiciera Emest Jones, advierte también las dimensiones latentes que existen respecto a la idea de la madre-virgen: todo hijo desearía que su madre fuera virgen. Dolto, sin embargo, retrotrae este fantasma a:unos estadiosprimitivos, más lejanos de los que piensa Jones al situarlos en la etapa edípica. Es un fantasma que viene de la noche.de los tiempos, de cuando' el hijo estaba en el útero. Allí no tenía rival¡ No conoce la existencia del marido de su madre hasta que es capaz de oír; ver y distinguir las for, mas de quienes rodeana. su madre. El niño duranlealgún tiempo tendrá, pues, la fantasía de satisfacer,plenamente el deseo de su. madree Todavía adolescente desearía continuar su vida de acuerdo con los datos arcaicos de su deseo. "~o Pero, Fran~oise Dolto no se queda en ese nivel de interpretación,.del deseo, que supondría permanecer en un estadio'de.fantasmas,infanti!es mal liquidados.' Elfantasma de la madrecvirg~n; fantasma masculino; encuentra, sin duda, en el texto una resonancia. Pero hay algo más. que eso: La virginidad simboliza también el estar disponible. Para la mujer virgen, para el hombre virgen, la palabra es más importante que la carne. En este caso, la palabra de Dios es más importame que la carne. Por eso, la Iglesia quiere que María sea virgen antes y después del parto, como si hubiera alumbrado una palabra, como si lo qué salió dé ella fuera una palabra, la Palabra de Pios, el Verbo, y no ,una masa de car-
ne que hubiese surgido, en el espacio, a través de su cuerpo carnal de progenitora. De ese modo, el fantasma edípico de la madre-virgen encontraría en quien se identifica con Jesús, la posibilidad de redimir y trascender su apego fetal, oral y carnal de individuo llevado, alumbrado y alimentado por su madre humana. María sirve, pues, de transferencia y relevo de todo amor filial1l8• El desarrollo y maduración del deseo, que pasa inevitablemente por la separación respecto a los propios progenitores, encuentra también su eco en el relato evangélico, particularmente, en el episodio del templo cuando Jesús es un adolescente. En la lectura psicoanalítica de este pasaje evangélico, Dolto percibe este proceso fundamental de crecimiento y maduración que María debe asumir, no sin dolor. Si Jesús actúa según su criterio, según lo que cree su vocación, sus padres se sienten como atacados: ¿Por qué te has portado así con nosotros? Pero Jesús que inicia su vida adulta y no pertenece a María y a José, por eso castra a sus padres de su posesividad, como deben hacer todos los hijos. El texto, pues, señala Dolto nos muestra el desarrollo ejemplar de un /liño 'en el seno de su familia"'. En Caná tenemos otro episodio que centra la atención de Dolto'en torno a la Virgen. En este caso, encontramos un proceso en el que Maria seguiría dando a luz, haciendo crecer. Lo que ocurre en. Canáes un alumbramiento en el que María hacer nacer a Jesús por. un acto de.potencia. En este sentido, la madre impulsa e inicia al hijo en la vida pública, ayudándole a superar la angustia que todo hombre siente ante los actos importantes que comprometen su destino y su responsabilidad. En Caná, María está menos angustiada que Jesús, por eso son acertados sus presentimientos y capta que Jesús está dispuesto a superar su propio miedo. Maria sabe que es la hora. de Jesús como una madre sabe cuando le llega la hora de dar a luz. De alguna manera, en Caná hay connivencia entre la madre y el hijo, los dos están de acuerdo para que llegue algo nuevo, para que algo nazca'''. En contraste con Caná, lugar de "gloria", el Calvario será el lugar del dolor y la soledad más absoluta. Jesús se da cuenta -afirma
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Dolto-- de que María sufre demasiado, de que su madre está perdida. Pero no es compasión lo que Jesús siente por María. No le dice" ¡Pobre mamá, siento causarte esta pena!", como ocurre en tantos casos de do" lar patológico que se establece entre madres e hijos. Jesús lo que hace es proporcionarle a María un medio de soportar y aceptar su prueba, la prueba más difícil para una madre que es perder a un hijo. Porque Matía nccesita un hijo para seguir siendo madre. Por eso, Jesús le da a J~an. Porque si las mujeres tienen el destino camal de dar a luz, también necesitan un ser vivo a quien amar para seguir existiendol2l• Esta es la María que Fran~oise Dalla, psicoanalista y creyente, lee en los textos evangélicos. Desconcertó' a más de un creyente y "escandalizó" a más de un psicoanalista ateo o tígidamente "ortodoxo" ..Pero ahí está, sin duda, una aportación original y profunda a la visión que la psicología puede hacerse sobre la figura de la madre de Jesús.
Julia Kristeva (1941-)
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Julia Kristeva es en la actualidad una figura relevante dentro del panorama internacional de las ciencias' humanas. De origen búlgaro; desa" ITolla su labor en Francia y es.ampliamente .conocida en d campo .deJa ctítica literaria, la: semiología y el psicoanálisis:La repercusión' de ..su obra ha tenido un fuerte impacto dentro del movimiento feminista, con~ duciendo a una reconsideración .de temas, tal como fueron. planteados en el primer feminismo anglosajón. Elpapel,.por ejemplo, que Kristeva asigna a la maternidad a la hora. de' elaborarse un discurso' específicamente femenino, cuestiona las resistencias que.muchas veces surgieron en ese campo a este respecto,'Y en.ese.cuestionamiento; la figura.de María .ha ocupado un lugar de importancia en las reflexiones de, esta mujer122• .\' . ',.
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Es autora de una importante obra en la que cabe destacar como mas importantes: El Texto de la Novela, Lumen. Barcelona, 1966; Semi6tica. lrrvestigacion,!s para una semanalllica Ed. Fundamentos. Madrid, 1978; la anteriormente citada Al comienzo era el amor. Psicoanálisis y fe: El genio femenino, 1 y 2" Paid~s. Barcelona, 2000. Los temas concernientes a la mariología los encontramos fundamentalmente en, Historias de amor, siglo XXI, México 1987 y e.' CLÉ':' MENT- J. KRISTEVA, Lo femenino y lo sagrodo, Cátedra, Valeneia,20DO. .
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Su lectura no es fácil y la valoración de sus ideas tampoco. Sus aportaciones a la comprensión de la figura de María pueden incluso, , desconcertar tanto a creyentes como a no creyentes, en cuyas filas ella se sitúa de modo muy explícito. Pero su ateísmo no le conduce a considerar que los postulados de la fe católica sean necesariamente un error (nada es más coherente que el dogma católico, afirma Kristeva en un lugar) y, como lo intentará la creyente F. Dolto, se propone también descifrar los contenidos inconscientes que en ellos residen. Un elemento capital a destacar en el conjunto de las reflexiones de J. Kristeva concierne, como ya se ha dicho, a la representación de María en tanto representación asociada a la maternidad. En.toda su teorización psicoanalítica, Kristeva acentúa el papel de la función maternal y su importancia para el desarrollo de la subjetividad y para el acceso a la cultura y a la lengua. Desde ahí, la autora emprende todo un alegato de la figura de María. De la Natividad a la Piedad -nos dice-, pasando por la "Mater Dolorosa" como por la "Regina Coeli", la Virgen no tiene nada de amante: es exclusivamente la madre fiel. "Madre buena", que se da en cuerpo y alma a su hijo. Gracias a.ella, Dios puede ser hombre . Esta gracia constituye, sin duda, una extraordinaria apología de la ma' ternidad obl~tiva, en el límite mismo del narcisismo primario123: la madre se convierte en el origen y fuente del amor que todo ser humano necesita para continuar.y cuya carencia es el origen funesto detoda'depresión, cuando no de psicosis. Desde este punto de vista, Kristeva considera que María rehabilita esa base primaria de nuestras identidades que lo analistas llaman "coexitación madre-bebé", y que Winnicolt identifica con la serenidad del "ser", por oposición al "hacer" pulsional y fálico que se desarrollará después:Es'María quien impone ese,tono sereno, ese "sabor a bollo de leche" de la sensualidad ruso-bizantina ortodoxa, que Julia Kristeva conoce tan bien desde sus propios otígenes y que valora de modo importante. La autora se sitúa así ctíticamente frente a determinados discursos feministas que han querido ver en María un obstáculo para la liberación de la mujer. En concreto, ctítica a Simone de Bouvoir que. quiso ver en el cuadro de La Natividad de Piero de la Francesca la primera expre~
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El narcisismo primario designa en psicoanálisis un estado primitivo en el que el bebé carga toda su libido sobre sí mismo, sin que todavía haya tenido lugar nin. guna elección de amor.
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sión de la derrota femenina, al aparecer María de rodillas ante su hijo. Es verdad que la representación consagrada de la feminidad es absorbida al completo por la maternidad y que de este modo se elabora una fantasía regresiva de lo materno como un continente perdido, ilocalizable. Pero a pesar del carácter regresivo e infantil que pueda comportar dicha fantasía, hace mal el feminismo al rechazarla sin más, porque de ese modo soslaya la experiencia real que oculta, la negación o rechazo de la maternidad. La inmensa sabiduría del catolicismo consiste en haber creado una fantasía, una quimera, para asegurar que la especie procree con placer, al mismo tiempo que el sexo queda atado al pecado y la muerté. Esa fantasía es la de una feminidad que concilia la virginidad (con lo que la concupiscencia queda .controlada) con la maternidad (con .10que se garantiza la supervivencia, asegurando por otra parte la humanidad del Hijo de Dios). Pero además, la renuncia de sí misma y la pasividad que la maternidad de María implica, se va a compensar sobreabundantemente con el poder regio en el dominio de la Iglesia'''. Tocamos así otro punto capital en la reflexión de Julia Kristeva sobre María, el de su progresiva "divinización", que resulta ser como el premio, la gratificación por su renuncia y oblatividad maternal. Porque mediante la figura de María no se intenta tan sólo equilibrar la sociedad y las familias por el control de los deseos, en especial,de las mujeres, sino que al mismo tiempo, también mediante ella, se responde a las exi. gencias secretas del segundo sexo: tener una representación de sí misma como diosa. Lo que resulta como una flecha dirigida .al aústero mundo masculino protestante. A" Y, sin duda, son los dogmas de la Inmaculada y de la Asunción los que mejor repr~sentan esta especie de divinización de la mujer. Al ser sin pecado, María no es tan humana como imaginábamos: sería como una exiliada de nuestra especie, acercándose más'así a la esencia divina. La Inmaculada Concepción -afirma Kristeva- es una. promoción que no desagrada a nuestros inconscientes ávidos de gratificaci6n. Al mismo tiempo, las situaciones de crisis (enfermedad, muerte, etc.) generan un exceso de idealismo y sublimación que, en la repre. sentación de María, abre paso al dogma de la Asunción, Un dogma que i,
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Cf. Srabat Mater, en: Historias d~ amo" 209-231.
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deja, significativamente en suspenso, si antes hubo muerte o no, No se sabe todavía. No se ha dilucidado. De ese modo, parece que el dogma es como un eco de la inmortalidad imaginaria que todos ansiamos y, de modo más atinado aún, de la deseada inmortalidad de la madre. María representa así la entronización de lo femenino y materno en el masculino monoteísmo judío. Su presencia aumenta bajo la presión de un paganismo popular, ávido de consolidar el papel de una diosa madre en el monoteísmo reinante. Los pintores contribuyen (siempre más sensibles a lo maternal femenino) y los filósofos y teólogos colaboran también, bajo pretexto de debates y refinamientos lógicos y dogmáticos. Sin pecado y sin muerte, la representación de María prolifera en un imaginario irresistible conquistando un inmenso poder en el más allá: todo progresa hasta la Theotókos y hacia su representación como Reina sobre reyes y.obispos y madre de las instituciones terrenales en tanto Madre de la Iglesia"'. Ya se ha indicado más arriba que no resulta fácil la lectura de la interpretación mariológica de Julia Kristeva. Puede fácilmente confundir y crear perplejidad en su ambigua valoración sobre el papel jugado por la representación de María en la cultura occidental. Pero, probablemente, ese papel es ambiguo en sí mismo, mostrando vertientes de un signo y otro. Kristeva, además, podría argüir en su favor que ella, en tanto psicoanalista, no valora, sólo interpreta. A pesar de tódo, intentaremos esbozar una valoración (de modo manifiesto o latentes las hay en sus textos) a partir de las interpretaciones que ella nos ofrece. De una parte, nuestra autora resalta cómo la construcción materna en Occidente se ha llevado a cabo primordialmente a través de la VITgen. Desde ahí, además, María se convierte también en el punto de anclaje de la humanización del amor en Occidente. Este proceso se hace
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Kristeva lleva a cabo un análisis histórico erudito y sugerente a la vez sobre el progresivo encumbramiento de Maria. Además de Reina, María tomará más lar. de también título de Nuestra Señora, por analogía con el poder terrenal de la noble dama feudal de las cortes medievales, oponiéndose al amor cortesano por la noble dama, Pero en tomo a Blanca de Castilla (muerta en 1252), la Virgen se convierte explícitamente" en el centro del amor cortesano, uniendo las cualidades de la mujer deseada y las de la santa madre, en una totalidad tan conseguida como inaccesible. La Virgen asume el femenino deseo de poder, convirtiéndose en una Reina de los cielos y una Madre de las instituciones terrenales. lb. 217-220.
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visible sobre todo a partir del siglo XlII, con la figura de San Francisco . . La tendencia toma cuelpo con la representación de María pobre, modesta y humilde. Desde esa humildad, María se acerca a la ~'vivencia" femenina, absorbiendo un cierto masoquismo, proponiendo como contrapartida la gratificación' y gozo de saberse prometida a una eternidad que ninguna madre ignora inconscientemente. El sacrificio materno no éssino un precio irrisorio a pagar. Al mismo tiempo, esa humanización de María conduce también a un renovado interés por la humanidad del hombre padre: la celebración de la "vida de familia" realzará la figura de José a partir del siglo XV. Pero más allá de la humanización del amor, María ha contribuido de un modo esencial al desarrollo cultural de occidente. ,Es una 'madre que, como todas, posibilita el acceso al lenguaje y también a las figuras que se encuentran más allá de sus fronteras: el silencio, la música o'la pintura. Es importante lo que María ha supuesto en el desarrollo del arte Occidental. Los artistas le brindan sus experiencias como objeto privilegiado de sus obras. En una línea muy freudiana, Kristeva explica esta importante repercusión de María en el. florecimiento del arte' occidental: la censura de la sexualidad de María (ningún deseo, ningún erotismo fuera de su hijo) protege al artista de la angustia propia del.drama empico, y le permite incolporar ese goce negado, desplazándolo al torrente de formas ... que crea él mismo. Lo sagrado de Morfa es la condición intrapsfquica que favorece la eclosión de arte occidental"', .. No obstante, junto a estos logros que promueven un curioso entusiasmo de Kristeva por la figura de María, también resalta las funciones negativas, las "trampas" que dicha representación nos ha podido tender. y no se recata en señalarlas. , . . . ;;.¡'." Particularmente resalta la influencia negativa que.la representación de María ha ejercido en la configuración de la mujer. María, como hemos visto, le proporciona una seguridad a la mujer, proponiéndole un modelo que no mucre y se convierte en Reina. Satisface así las aspiraciones femeninas de poder, pero al mismo tiempo las frena~ cuimdo no las somete: de rodillas, señoras, no sois más que un lugar de paso, cuidad de los niños y los enfermos, ni sexo ni po/(tica, la entrega y el entendimiento valen más que' un cuerpo sexuadolXl •. ' " • 'C
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Porque el cristianismo es para nuestra autora la construcción simbólica más refinada en la que feminidad queda plenamente restringida a lo maternal. Una reabsorción de la feminidad en lo maternal que se encuentra en muchas civilizaciones, pero que el cristianismo la ha llevado a su apogeo. La mujer queda de ese modo mutilada de un modo esencial. Porque si la grandeza de María la hace "Única",' su unicidad conlleva un precio importante: la exacerbación del masoquismo. De ahí que el ideal femenino sólo haya sido accesible como monja, mártir o, en el caso de la mujer casada, llevando una existencia que la extraiga de esta condición "terrenal". La "Mater Dolorosa" no conoce más cuerpo masculino que el de su hijo muerto y su única emoción es la de las lágrimas sobre un cadáver. "Leche y llanto", "oído y lágrimas" serán los signos por excelencia de la "Mater Dolorosa" q\le invade occidente a partir del siglo XI y que alcanza su apogeo en el XIV. El cuelpo femenino así limitado en ese ocultamiento de la sexualidad, santifica el sufrimiento y el dolor a cambio de una promesa de glorificación final. Esta sería la otra cara de la moneda que Kristeva nos muestra en ese cuadro complejo, rico, sugerente y, desde luego, también discutible que nos ofrece en su obra. La Psicología Analítica de Jung f(.'
A diferencia de Freud, Jung resaltó en toda su obra: el.papel fundamental de lo femenino y materno en la constitución del sujetó humano. Por ello, como también por su actitud benevolente hacia el hecho religioso, ha sido d autor que preferentemente ha atraído la atención a la hora de reflexionar sobre la figura de María desde Un punto de vista psicológico"'. En el presente apartado, tendremos en cuenta, además, que disponemos de un excelente estudio sobre el tema de Antonio V ázquez Fernández'29. Ello nos ahorrará el entrar en un análisis más detallado de la compleja y profusa literatura existente al respecto.
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Así, por ejemplo, se deja ver en la obra L. PINKLIS - L. LEMOINE, El mito de Mgria. Aproximaci6,n simb6lica. Desclée de Brouwer, Bilbao, 1987.. . . VAZQUEZ FFRNANDEZ, A., La Asunción de Morfa en la obra de lung: Ephemerides Mariologicae 50 (2000) 373-389. CC. también M. KASSEL, Maria y la psique humana. Reflexiones en la perspectiva de la psic%gla profunda: Concilium 19 (1982) 293-304 o la obra de R. HOSTIE, El mito y la religión, Razón y Fe, Madrid, 1961.
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La reflexión sobre María a partir de la obra junguiana parte, sin duda, de esa noción fundainental y distintiva de la Psicología Arialítica que es el de "arquetipo" y, más en particular, del arquetipo Ánima yde los símbolos a él ,asociados, Los arquetipos, como sabemos, sonesquemas dinámicos vacíos de contenidos o, dicho de otra forma, ,estructuras formales predisposicionales, No son representaciones ni símbolos, Es decir, los arquetipos son meras disposiciones heredadas, detenninadas por la evolución genética, para reaccionar ante los eventos axiales de la propia existencia, Ellos sirven de soporte a los símbolos individuales o colectivos, que vienen así a prestarle contenidos en los diversos momentos y circunstancias culturales y a través, de los cuales ,pueden ser conocidos 130. ; Dentro del amplio conjunto de arquetipos descritos por, Jung,: el de Ánima ocupa un lugar relevante, Él representa la feminidad del ser humano, la mujer interior que transmite los mensajes vitales del Sí mismo, arquetipo nuclear de toda la personalidad, Dicho de otra manera, el Á!Ú' ma es el conjunto de características y cualidades psíquicas que se en' cuentran de modo, típico en la mujer, pero que ,son integrantes de lama~ durez de todo ser humano, Aunque con significado diverso,Jo.femeniIJ.o viene a concretarse en el individuo, macho o hembra, mediante las distintas realidades que encuentra, desde)a,figura".m.~_\~g¡.~;,'"q!!,~,P~)lfJuPdamental, hasta los mod~loS antropológÍcds láprójiiiidilJ:\ITá'.ElAnima es también el¡¡rincipio femenin(l que'~mIlujlf al,~~rhl\maI,19paJ;~que se abra al espíritu con una e~pecialsepsibilidlfdi¡tJo queJ9~¡tvía:no,ys, pero poseetaJ1lbién una vertiente,oscum. nygativ¡t,,q\'\¡,Sy;simPoliza,en representacionescomo1assle la ;I)lujerfat,al, peligr
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Este arquetipo ha encontrado manifestaciones importantes en multitud de imágenes simbólicas proyectadas hacia lo absoluto: Nacen así diosas del amor, de la belleza, de la justicia, etc., desempeñando un papel de primer orden en la historia de la búsqueda religiosa de la humanidad. Vemos así, cómo el drama de la lucha entre la vida y la muerte ha encontrado una respuesta en la imagen simbólica de la diosa-madre, que con su eterna fecundidad sostiene la esperanza de que la vida continúe y, al mismo tiempo, proporciona la seguridad de que la muerte no es el fin de todo, El Ánima ha manifestado con frecuencia bajo la modalidad de la madre-virgen, representación que, como,maternidad, supera el sentido de soledad o incomunicabilidad y que, como virgen, manifiesta el poder de dominar el instinto. Pero ese mismo arquetipo manifiesta también una vertiente oscura que encuentra forma religiosa en las figuras negativas de la divinidad femenina, castrante, destructiva, vengadora, La figura de María, como podemos suponer desde esta perspectiva, no escapa a la determinación del arquetipo Ánima. Es más, se podría incluso afirmar que ella ha venido a representar su más acabada expresión en nuestra cultura occidental. Ella es la mediadora entre el ser humano y Dios, como el Ánima 10 es entre el Yo y el Sí mimo. Protegida por.,Dios contra los corruptores influjos de Satán, es "inmaculada" y, de'alguna manera, alejada de 10 meramente humano y elevada casi al status de lo divino. Por ello, tendrá siempre como contrapunto a Eva, que acogerá la parte oscura y tenebrosa delánima. Pero, sin duda, es a propósito del dogma deja Asunción donde encontramos las reflexiones más reveladoras del pensamiento .'junguiano sobre la figura. de María. Para, nuestro autor; la proClamaCión de este dogma de fe representó el acontecimiento religioso'más imporlante posterior a la Reformall2, Latente en la Iglesia desde 'la Iglesia primitiva, fue tomando cuerpo a lo largo de los siglos, para emerger, finalmente, en su forma más plena y rotunda con la proClamación pontificia, Según. Jung, 'en todo 10 que católicos y protestantes debatieron a propósito de esta creencia, nadie atendió al papel que ban jugado las necesidades psíquicas para la proClamación del dogma, que para Jung constituyen pruebas suficientes para justificar la proClamación de dicho
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Respuesta a Job, EC.E" México 1964, 125,
dogma. Los teólogos sólo se ocuparon en elucubraciones histórico-dogmáticas que nada tienen que ver con el acontecer religioso vivo tal como se expresaba, por ejemplo, en las múltiples apariciones marianas de los últimos decenios y de .las que, al parecer, el mismo Papa, Pío XII participó. Ya desde hace algún tiempo podía saberse que corría por las masas un profundo deseo de .que la intercesora y mediadora ocupase por fin su puesto junto a la Santísima Trinidad y fuese recibida "en la corte celestial como reina del cielo y esposa de Dios"lJ3... Lo que inquieta a los protestantes -afirma Jung- es la aproximación de María a la divinidad. Pero de ese modo; permanecen en' una simple religión de varones, que no con~ce ninguna representación de la mujer, como ocurrió con .el mitraísmo, al que este prejuicio,: afmna Jung en la línea de E. Jones, acarreó muchas desventajas. Toda la historia de las religiones atestigua que la esencia divina aharca siempre lo masculino y lo femenino. El dogma de la Asunción, por otra parte, pone de manifiesJo aspectos fundamentales del misterio. de pios.Con anterioridad, Junghabía emprendido unas extensas reflexiones sobre el sentido de laTrinidad'Y<. Encuentra que son muchas las triadas divinas anteriores al.cristianismo en Egipto,'Mesopotamia o Grecia y ve en ellas una expresión'de procesos psíquicos fundamentales. La figura del Padre estaría expresando la indiferenciación inicia'! del. ser humano. El Hijo,inanifiesta ,su' primera emancipación en la ,búsqueda de su propia autonomía en el mun~ do exterior. En el tercer período debe unir ármónicamente:las dos etapas anteriores, evitando la abs,?lutización de laindependencia. Se trataría de lograr una sana y, adulta dependencia que. vendría, expresada por la figura del Espíritu. Pero; advierte'Jung 'que'ehimbolismo¡ernario acusa integración todavía defectuosa. Falta capital;pl. ~. un componente . . . vidado o reprimido.i,'!! Ese cuarto elemento es el que María vendrá a cubrir y.el que,se. expresa de modo paradigmático con la proc,lamacióndeldogma de.Ja Asunción. El elemento femenino entra:iforinarparte de .una.cuaternidad que expresa ya de modo completo la totalidad del Sí mismo, fin úl:~
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timo del proceso madurativo de individuación y arquetipo que viene a coincidir con la misma imagen de lo divino"'. Frente al recelo del mundo protestante, Jung afmna que el lugar que conquista María no la deifica, aunque de alguna manera viene a sobrepasar a toda creatura en su cualidad de Esposa celestial y de Madre del mismo Hijo de Dios. Pero, además, su feminidad permite a los fieles encontrar en lo más alto todas las características femeninas y maternas, que una representación únicamente masculina de la divinidad no explicitaría bastante: Ya desde hace algún tiempo podía saberse que corría por las masas Un profundo deseo de que la intercesora y mediadora ocupase por fin su puesto junto a la Santísima Trinidad y fuese recibida "en la corte celestial como reina del cielo y esposa de Dios"'''. Es la conclusión de Jung a partir de su concepción arquetípica del Inconsciente Colectivo y de la vinculación existente entre la figura de María y el arquetipo Ánima. Sus reflexiones, sin duda, pueden resultar extrañas para quienes estén habituados a interpretaciones de carácter exclusivamente teológico, pero nos recuerdan a todos un hecho innegable: que la figura de María ha condensado sobre sí dimensiones nada desdeñables del inconsciente humano y de sus necesidades y deseos más profundos.
Reflexiones finales Del repaso llevado a cabo sobre la vivencia mariana, tal como lo ha entrevisto la psicología contemporánea, caben resaltar una serie de aspectos fundamentales que la Mariología debería.tener en consideraci6n. Eri primer lugar, cabe destacar cómo, efectivamente,. la figura de María ha sido perfilada y coloreada intensamente por las motivaciones de orden psíquico más profundas e inconscientes. Esta impregnación del psiquismo no se reduce además, como se pudiera fácilmente pensar, a las viVencias marianas que se desarrollan en el ánlbito de la religiosidad popular. No cabe duda de que, a este nivel, se hacen muy explícitas esas proyecciones del psiquismo, llevadas a cabo con trazos fuertes y con
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ef. Versuch einer psycbologischen Deutung des Trinitlitsdogmas, G.W., XI, Walter- Verlag, 1971, 119-218, pendiente aún de traducción en la edición-española de las op. cit. de la editorial Trotta. -. . , ",";"1:';-'.'::
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Respuesta a Job, 130.
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una preponderancia de elementos muy primitivos y arcaicos. Pero también la alta teología, la elevada espiritualidad o las propuestas institucionales sobre María dejarían ver esas mismas proyecciones inconscientes, sólo que llevadas a cabo de manera más sofisticadas, refin.adas y, quizás también por ello también, más defensivas. Como hemos podido ver los autores reseñados no se reducen, ni mucho menos, a esos ámbitos populares a la hora de hacer sus interpretaciones sobre la vivencia mariana. Es el cristianismo en general, y el catolicismo o la ortodoxia, I más en particular, en todas sus dimensiones (dogmáticas, espirituales, etc.) los que han sido puestos sobre el t!lpete a la hora de emprenderse - ! I i la interpretación. y en todos ellos, aún con diferentes ópticas hermenéuticas, se ha evidenciado esa determinación de lo inconsciente (ineII ludible por otra parte en toda creencia y que -no deberíamos olvidarlo-- en sí misma, ni califica ni descalifica a rnnguna de ella) en la vivencia mariana de la fe cristiana. . .. ' Otro asunto bien diferente y más problemático, sin duda, es el de la evaluación psicodiagnóstica que se pudiera llevar a cabo a partir de los datos percibidos por el análisis psicológico. Es evidente 'que,. eJ;leste punto, existe una mayor influencia de la posición teórica con la que se emprende el análisis, así como de la actitud personal del psicólogo ante la creencia religiosa en general y mariana, en particular. No obstante, hemos podido comprobar cómo existen una serie de puntos comunes en los que vienen a coincidir tanto los freudianos.(d~ div~~a,<;cC?~ mentes o escuelas) como los junguianos, sean también creyentes o no. Pero si emprendiéramos un análisis final,sobre)as .funcioI)es p.o.s!ti:vas .::;. o negativas que ha jugado la vivencia mariana a !olargo,deJa ~s~oria V :;. tendríamos,.que J;'esaltar:l~,s,p~pt~s ~ig~ie~~si,"\:'"'l:";. ':~:~l;~r:-k:-ié,j" (;~;t.;.,.~ Entre las funciones positivas. que, la representación, psíquica. de '" •~ María 'ha desempeñado hay.que resaltar, sin duda, la qe. haber. posibi.li~ ~ tado en el campo de la experlellcia religiosa la.inclu~i9pAe)ªAÍll?:t;n-, N • sión femernnay materna de! psiquismo .humano, ,Es,te,~specto' es..t~to f. .s más de valorar en cuanto se jnscribe en una tradiqión ,enl;¡:.ql;l~,elpaE q• triarcalismo ha sido marcadamente ..preponderante: De. ~sta,.I11ane,cª,. 1 "l" María, ha podido ser vivenciada como "e.1rostroml\tym9 de.,i:>ios",p.C?, • tl 1 sibilitando la canalización de las necesidades y áspiraciones maternas latentes siempre en todo tipo de religiosidad. Ese factor, ya lo veíamos como determinante, tanto para la primera expansión. del cristiarÍismo como para el hondo calado de la experiencia de fe 'en iá$ estruéhrr~ bá\:.~:~
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sicas del psiquismo individual. Quien asome por los Santuarios de Guadalupe, Fátima, Luján, el Rocío, o Lourdes no podrá dudar de ello. Por otra parte, esa dimensión femernna de la fe cristiana que María ha contribuido a mantener, ha jugado también un papel fundamental en la elaboración de un ideal de maternidad en el seno de nuestra cultura cristiana. Ese ideal, sin duda, ha comportado también aspectos cuestionables que ahora vendremos a analizar. Pero de lo que no cabe duda es que ha puesto de manifiesto y ha resaltado un aspecto básico, de influjo incalculable en la constitución de lit farrrilia y del desarrollo armórnco del ser humano. Las reflexiones profundas y complejas de Julia Kristeva han tenido el valor de resaltar este aspecto que en la actualidad peligraba a partir de ciertas teorizaciones feministas. Junto con ello, la figura de María, en su idealización y progresiva glorificación, parece haber contribuido también de modo notable a una 'valorización de la mujer dentro de la cultura cristiana. La mujer, en María, ha gozado de un status de dignidad muy relevante, ausente en .otras formaciones religiosas que no gozaron de una representación femernna tan encumbrada como la de María. Una representación, por otra parte, que rescata lo femenino sin llevarlo al paroxismo de las grandes diosas mediterráneas, tan poderosas pero tan alejadas de la condición humana. María es la mujer glorificada, y en muchos momentos prácticamente divinizada, pero lo fue siempre a partir .de ,una condición humana de mujer sencilla del pueblo que goza y suffe en los acontecimientos básicos con los que se alegra y llora cualquier mujer. Pero, sin duda, la influyente representación de María ha dado pie también a vivencias muy cuestionables para los individuos y las colectividades. Todo lo humano es ambiguo y la vivencia mariana también lo es. Y así tenemos, que esos mismos valores que la vivencia mariana hizo posible, poseen también otra vertiente de negatividad que la mariología debe saber ver y valorar adecuadamente. En efecto, la entronización de lo femenino y materno dentro del ámbito cristiano a través de la figura de María, en muchas ocasiones, se hil llevado a cabo con un 'claro menoscabo de esa misma dimensi.ón femenina en la representación de Dios o, incluso, solapándolo y suplántandolo de modo palmarioll7• l37
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La figura de María ha ido concentrando toda una serie de funciones de cercanía, ternura, comprensión y providencia que ha .tenido, a sl\ vez, el efecto de reducir la representación de Dios a la de unpadre.lejano y limitado a sus funciones de legisladór.y juez, cuando no de. rival peligroso y temible. Constituirla un tema de indudable interés el análisis diferencial de lo que en la teología luterana y católica se ha movilizado re~pecto a la imagen de Dios con relación al papel concedido en una y otra a la figura de María. Si bien, en la tradición protestante, la ausencia o exclusión del elemento femenino (que como advertía E. Jones,.habría que entenderlo como expresión de cierta defensa inconsciente) ha podido dar origen una religiosidad de éarácter más patriarcalista, riguroso y severo que en el catolicismo; también se podríil pens,,! .que; en lo que concierne a la representación de lo sagrado, el catolicismo ha operado un desdoblamiento de dos funciones divinas, en detrimento de una relación única con Dios. Dicho de otro.modo, una especie de esci-' sión mediante la cual la imagen de Dios Padre ha polarizado los aspet' tos de exigencia ética y de juicio moral, reservando los de lamisericordia y cercarua para la. figura de la Madre, Virgen:., ,...' ,.,.;;;,.,." ..". ,.'.:",' Del mismo.modo, la alta valoración deja maternidad.que.tí! repre, sentaci6n María ha propulsado d~ntro del cristianismo; cl,lenta.ta},Ilbién con su vertiente muy cuestion~ble y sobre la,que.ha;:ecaído de modo particular .la crítica. de) feJÍ;tinismo. :Porqtie;.efectivamente,.. esa, valoración de la matemidad se hizo a modo.' de. umi absorci6n ,c¡¡si total de lo femenino enJo materno. Ya Julia Kr;isteva lo.advirtió: el cristianismo es la construcci6nsimb6lica más.refinada en.laque.feminidad se.restringealomaternal. ".~:' :.¡"hIt:".;;:: :;:~ ::' ... -,;:;;lt:~:!.::'.• ;'.\-=, ... La fantasía. deJa,madre,yirgen, se.ha sobrepuesto e impuesto sobre la figura de -María de Nazaret, convirtiéndola.en.pantalla 'para la.pro-
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yección de los deseos infantiles más incons~ientes. Ya pudimos ver que .dicha fantasía ha entretejido innumerables y acabadas representaciones a lo largo de la historia. El mito, la leyenda y el arte, en sus más. varíadas expresiones, dieron cuenta de ella. Pero, sin duda, dentro de la cul. tura cristiana, ninguna representación de esta fantásía masculina ha lIe, gado a adquirir la preponderancia que alcanz6 la figura de .María. Ella se nos presenta así en muchas ocasiones como la condensaci6n más acabada de las profundas aspiraciones del inconsciente masculino en sus vertientes más regresivas y edípicas. Por eso, no deja de resultar también psicológicamente significativo el hecho de que hayan sido los ámbitos celibatarios los que se distinguieron, particularmente, en la elaboraci6n en esa fantástica imaginería de la virgen-madre"'. La cantada dignidad de la mujer elaborada particularmente desde los ámbitos celibatarios católicos parece encerrar esa pretensión de mantener operante la presencia de la madre buena total añorada. Admitir la presencia de la mujer, como agente activo en el cuerpo social, con un deseo y una palabra propia, equivaldría a poner en serio peligro esa representaci6n imaginaria, tan satisfactoria para muchos varones, particularmente, de los que optaron por la renuncia a la mujer en la vía celibataria1", •
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que acaba usurpándole no sólo -lo,más importante del día de' su celebración 'litúrgica, coJa fest,ividad de Pentecostés .•.sino, también su.~presentación sim.b~:líca, y, 10 que es' más significativo, 'su mi~má denomini?ci~n. Lj1.Yl!g~~ dc~_R,?C,íC? es para la multitud que le aclama, la "Blanca Paloma. Desde estasperspccuvas emprendf un análisis de éste y otros fenómenos de la religiosidad tradicional an-
dalu7.3 en Aproximación psicoanalftica a la religiosidad tmdicional andaluza, .en CASTÓN BOYER, P., lA religión en Andal"cla, . BibliotcCa de Cultura Andaluza, Sevilla, 1985,;.131-175 ' ".' .'. . ,c';" ••... -,
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No podemos olvidar que en el perfil psicoI6gico-del~saCétdote se ha.resaltado siempre una especial fijación en la.figura materna. Cf.:K. GUIDO REY, La ima-
gen materna del sacerdote. Una aportación a,la pSic%g£á.tde, lá vocación sacerdotal, Madrid, 1974. ¿No se podiia establecer, en este'sentido, una'relaci6n entre la abolici6n del celibato en la iglesias reformadas y el socavamiento de los fundamentos psicol6gicos de la devoc~6n mariana?Asf, por ejemplo. Jo insinúa E. DREWERMANN, Clérigos, Trotta, Madrid, 1995, 475. No obstante 'la in. terpretación que hace este autor del clérigo en g~neral.y del papel que se'ha he~ cho jugar a Maria en ]a dinámica de los clérigos es muy cuestionablc.,A ello me referí en Psicoanálisis clerical en J. l. GONZÁLEZ FAUS - C. DOMÍNGUEZ MORANO - A. ~ORRES QUEIRUGA, «Clérigos. en debate, PPC, Madrid, 1996,61-128. . La idealización de la mujer,en el perpetuo. canto del ~t~rno femenino que se ha llevado a cabo en los ámbitos eclesiásticos, corre pareja de la estigmatizaci6n de la hembra. en cuanto que no se deje acomodar (en la realidad objetiva o -en la fantasfa del clérigo)a ese esquema impulsado desde su dinámica afectiva particular. Frente a María emerge la representaci6n de la Magdalena, como su necesario contrapunto simb6lico. Ella es la mujer peligrosa y degradada y que, en razón de ello mismo, se hace importante y querida. Frente a la mujer madre-virgen, la mujer cuerpo-pecado. Cf. M. WARNER, Tú sola entre las mujeres. El mito y el culto de la Vir;yenMaria, Taurus, Madrid 1991,307; C. DOMINGUEZ MORANO, Celibato, género y poder, en: C. BERNABÉ (dir.), Cambio de pa . radigma, género y ec/eslologla, Ed. Verbo Divino, Estella; 1998, 109-130.
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corporal, y con ello, la exaltación de una pureza que logra sortear el "escollo" de una inevitable sexualidad. Lo que la sociedad quiere de la mujer ha deformado los acentos cristológicos de la imagen de María y, a su vez, esta imagen ha sido utilizada como modelo que perpetúe y refuerce el modelo de mujer que niega su sexualidad - Virgen- y que se reduce a ser vientre que cría y pecho que alimenta -Madre-'''. Queda, por último, una cuestión a señalar como interrogante final de estas reflexiones. No cabe duda de que el movimiento s()cial más importante que ha tenido lugar a lo largo del siglo XX es el de la liberación de la mujer. Preguntarse sobre la repercusión que en el origen de este movimiento tuvo la representación de María constituye una cuestión debatida'''. Pero también cabe y debería plantearse la repercusión que este movimiento ba de tener sobre la mariología. Sin duda que será un impacto de consideración. De hecho, la teología feminista replantea ya de modo importante la mariología y crítica la concepción de
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María, como señala la antropóloga italiana Ida Magli'
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U. RANKE-HEINEMANN, señala en este mismo sentido cómo resulta también «sintomáticamente» significativo el hecho de que la irrefrenable idealización de la figura 'de María se negara a concederle, sin embargo, el título de «docente)), de «maestra», es decir, de quien con su palabra y acción se convierte en magisterio para los demás. La enseñanza no compete al sexo femenino. pues la palabra rompe la magia de la fusión que se pretende en la relación con lo materno e introduce la distancia y la alteridad. La mujer calla en la iglesia. Cf. Eunucos por el Reino de los cielos, Trotla, Madrid, 1994, 315. La opinión de los autores es muy divergente al respecto. Si bien existe acuerdo en considerar que la figura de Maria contribuyó de modo importante para asegurar en occidente la dignidad de la mujer. también se consideró por parte de otros que esa representación (particularmente la de madre-virgen) jugó como obstáculo a enclaustrar a la mujer en los sentimientos maternales con exclusión de los sexuales. Unos argumentan que el florecimiento del feminismo en el medio protestante posiblemente tuvo lugar al verse libre de ese modelo reductor. Para otros las deficiencias y la crispación de ese feminismo tuvo, a su vez, que ver con la carencia de un modelo maternal como el que Maria proporcionaba . Jung considera. por ejemplo, que los protestantes no pueden aceptar el dogma de la Asunción porque, entre otras cosas, no son sensibles a los derechos de la mujer que se abren paso en la historia y que encontraría una fundamen.tación metafísica en la figura de la "mujer divina". Probablemente todos estos juicios componen parte de verdad y que la vivencia mariana haya jugado en un sentido y otro a lo largo de la historia: dignificando la figura de la mujer. reduciéndola peligrosamente a determinadas dimensiones y posibilitando también que en el discurso femenino la maternidad ocupe un capítulo indispensable. La reflexiones de Julia Kristeva a este propósito no dejan de ser, según ya vimos, profundamente iluminadoras.
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., la mujer que a través de ella se pretendió imponer. Pero el cambio quizás más decisivo para la mariología es el que esta teología feininista impulsa (logrando además abrirse camino en la Iglesia) en .su replanteamiento de la imagen de Dios. Porque desde el momento en el que a Dios lo pensemos tanto a partir de la simbología femenina como de la masculina y lo experimentamos tanto como Madre O como Padre, la figura de María dejará de condensar para sí sola esa dimensión fundamental de la feminidad y se le devolverán a Dios todos esos aspectos maternales que, en una escisión muy discutible, quedaron todos polari, zados en la figura de la madre de Jesús. Ella volverá a ser entonces, además de modelo de creyente y de seguidora de Jesús, el rostro humano de esa matemidad de Dios, expresión de la misma, mediación que revela a su rostro, y no figura que se interpone y lo eclipsa.
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Sexualidad, institución e imagen de Dios
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I nos detenemos un momento a considerar la influencia que ejerce sobre los católicos el discurso eclesiástico en materia de sexualidad constatamos dé inmediato que esa influencia se va reduciendo a unos míni.,;. i ::¡~ mos sorprendentes. La distancia es cada día'mayor entre lo que la gen'. ,.:..:,; .te piensa, siente y experimenta de la sexualidad y lo que sé desprende como pensar y sentir de .Ia institución jerárquica en su discurso sobre el .,
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/. . tema.Cada '. .'~l' <;~ día, en efecto,
es mayor el número de católicos practicantes que prescinden elf este' cainpc¡'de las órieritacionesmoralesde la jerar:' .~.~:. qúÍa eclesial. incluso católicos de corte tradicional'c:jue mantienen posturas conformes a la más estricta observancia en otros' aspectos de su .::; ;:~;" vida, confiesan abiertamente que, en el terreno de la sexualidad, se
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sienten a~solutamente libres para ah~ustard su condductad.segú~su propia conCIenCIa y que progresIvamente an I o toman o Istancla respecto .;.?'{;': al discurso moral de la jerarquía. . ;,!:3'. ' Si se tiene en cuenta, además, el objetivo de la institución eclesial :~!~, por orientar y configurar moralmente la vida social, el problema no de. ,.". ja de poseer también una honda significación. Con su discurso sobre la sexualidad la jerarquía eclesiástica parece, en efecto, situarse en una on:~);. 'tia cada día más difícil de entender y captar por una sensibilidad en torno al sexo que ha sufrido transformaciones de carácter bastante radical. Para su justa comprensión podrá resultar útil una breve aproxima~1¡;'{.'. ción a los factores de cambio más importantes que han conducido a es~ ta importante transformación de conceptos y experiencias en'el ámbito J:J?e.l~ ..se~lIalidad. La teoría y práctica psicoanalíticadestacan, sin duda, '.K1,';': . entre los más determinantes al respecto. •. <.'_;.<.:.~,~ ....••'"
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Sabemos, en efecto, que Freud llevó a cabo una auténtica revolución en cuanto al modo de entenderse la sexualidad humana. Ésta dejó de comprenderse como una fuerza biológica al servicio exclusivo de la reproducción de la especie para pasar a ser considerada como una fuerza ( "pulsión ") que, partiendo del organismo, aspira, en última instancia, a la satisfacción de un deseo imposible: un encuentro fusional, totalizante y placenterol". Abierta, pues, a la realidad del deseo, no se dirige ya hacia un objeto real, sino a un fantasma: busca ser reconocido como objeto total y exclusivo por el deseo del otro y recuperar así un estado originario (cuya representación prototípica vendría dada por la situación intrauterina) en el que no tendría lugar distancia ni diferencia alguna; . Por ello, la sexualidad humana se ve necesariamente abocada a la frustración. En su núcleo mismo anida lo ilusorio, la aspiración aeliminar esa distancia que nos constituye como sujeto,..\a pretensión de romper todo límite, barrera y separación. En definitiva, la sexu.ali.dad humana aspira a la ilusión suprema de b.orrar esa condición, adquirida desde el mismo día de nuestro nacimiento, de ser, esencialmente,. "seres separados"¡4~. L. La historia que marca a la .sexualidad irá necesariamente forzando a una división del sujeto.en una diferenciación de Jo. posible y loimposible, de lo permitido y de lo negado. La sexualidad,infantil,. omnipotente en sus pretensiones, deberá afrontar una norma y limitación fundamental, como condición para acceder al nivel de lo Immano. El.objeto total del deseo está excluido del campo de.satisfacción. "Complejo de Edipo" para el psicoanálisis, "prCihibición .del incesto'" para el antropólogo, son los términos queresP9.nª~na la diversa conceptualización de una realidad que afecta esencial i'~&tructuralmente a la sexualidad humana. Sus desplazamientos y camuflajes por los campos de la moral y de la religión no.han sido considerados ni anecdóticos ni banales. Pero, junto al psicoanálisis, otras disciplinas científicas han venido a jugar un papel importante en la transformación del concepto y expe-
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Cf. L. BEIRNAERT, "Difficulté d'un discours. éthique. A propos d'un document sur la sexualité": Eludes 344 (1976) 480A89. . . Sobre esta problemática ine detuve con detallé en la'dtada' .obra Los registras del deseo. .
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riencia de la sexualidad. La psicofisiología, por ejemplo, ha mostrado que la actividad sexual va dejando de estar unívocamente centrada en la reproducción dependiendo de los mecanismos neuro-hormonales y, por ello, dependiendo progresivamente del sistema nervioso central y de las funciones que le son propias en el hombre: lenguaje, simbolización, etc. La reproducción seguirá siendo, sin duda, una función esencial de la sexualidad humana, pero ya, rebasado el límite de lo puro animal, no es más que una de sus funciones y no puede ya definirla en exclusival4'. La sexualidad, desde su íntima conexión con el sistema nervioso central, se presenta así también como algo más que un placer recibido a cambio de las cargas inherentes a la procreación, para convertirse en una función vital de contenido mucho más amplio. Desde un área muy diferente, la de los estudios etuológicos y antropológicos, se nos enseñó también que, a través de los siglos y de los continentes, las sociedades han concebido, practicado y organizado la sexualidad de maneras tan variadas y diferentes como en otros sectores de la actividad humana. También aquí se pudo advertir que la reproducción, constituyendo siempre un factor esencial, tampoco fue el factor único o principal de las funciones sociales que los grupos imponían en su organización de la vida sexuall". Desde otros ámbitos diferentes, la crítica social.de la familia,.emprendida desde posiciones freudo-marxistas, dejaron también una clara resonancia en las posiciones frente a la sexualidad de grandes sectores de la población. La obra de W. Reichl", por ejemplo, tuvo tardíamente un intenso eco en la llamada revolución sexual de los años sesenta, junto a la del pensador de la Escuela de Frankfurt, H. Marcuse. La obra de
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J. MONEY, Sex Research: New Developments, Halt, New Cork, 1965.; V. SIMÓN - A. KREUZ, Honnonas y-desarrollo psicosexual, en: C. BALLÚS, Psicobiología, Herder, Barcelona, 1983,.195-245. Cf. C. LÉVY-STRAUSS, lAs estructuras elementales. del parentesco, Paidós, Buenos Aires, 1969; G. BASTIDE, La sexualidad entre los priinitivos, en: AA.VV., Estudios sobre la sexualidad humana, Morata, Madrid 1967; M.:MEAD, Sexo y temperamento, Paidós, Buenos Aires 1972; B. MALINOWSKY, La vida sexual de los salvajes, Morata. Madrid, 1975 (3") . . Cf. W. REICH, La psicología de masas del psiquismo, Roca, México 1973, La a función del orgasmo, Paidós, Buenos Aires 1972 (4 ), Análisis del carácter, Paidós, Buenos Aires 1976, La revolución sexual, Roca, México 1976, L. DE MARCHl, Wilhelm Reich. Biografía de una idea, Península, Barcelona, 1974, J. M. PALMIER, Introducción a W Reich, Anagrama, Barcelona, 1970.
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éste último Eros y civilización"', en la que preconiza la posibilidad de una sociedad no represiva, constituyó un manual de ideas revolucionarias latentes en .las revueltas 'estudiantiles de los, :,años sesenta en BerkeIey, París, Berlín, o ,Madrid. Si Prometeo nos concedió el progreso del que disfrutamos; ahora les vendría el turno a Orfeo yNarciso pa' ra poner fin a todas las instituciones.represivas y lograr una "racionalidad de la satisfacción", "', Toda esta crítica social, en la que tampoco podríamos olvidar la desempeñada en España, por Carlos Castilla del Pinol", ha tenido una repercusión importante en los movimientos sociales de nuestra cultura, movilizando intensamente lo que se dio en llamar la «rebelión contra el padre». Las figuras paternas caen de sus pedestales (a pesar de los ine, vitables movimientos' represivos e involutivos que poseen los ritmos históricos) y, con esa caída, viene abajo también un factor de.pqmer ore den para el mantenimiento del control, de la sexualidad. En esta misma línea; no, se podría olvidar tampoco elpapel.que ha jugado en la caída de, los antiguos moldes sexuales: la progresiva secu' larización de la sociedad occidental. .Muchas .conductas sex)lales,anteriores se mantenían gracias a unas.representaciones religiosas "yigentes socialmente e interiorizadas individualmente. Con el ."Dios hamuerto'.' teórico y, sobre todo, con el ateísmo.práctico de las masas;cayeron'mu, chos pilares que sosieníanJaspautas ,de comportamiento "sexuaE Pero sobre las implicacioneS existentes entre la sexualidad y las,representa" ciones de Dios volveremos más adelante. .. ... ., .. ;-: .•,; ".~
Las transformaciones
sociales
Muchos autores han insistido en que .1o,sc¡¡mbios, hantenid()Jugar, no sólo, a partir de un estudio o reflexión sobre lá' s~xualidadmisma;sino más bien, a partir del influjo de una serie de factores'de:trahsforriJ.iición social, que en sí eran y son ajenos á la problemática,déIasexualidad y a sus posibles valoraciones éticas. . . ',' .. I
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Seix Barral, Barcelona, 1968. Cf, por ejemplo, sus obras Sexualidad y represi6n, Ayuso, Madrid 1971; Cuatro ensayos sobre la mujer, Alianza, Madrid 1971, o Psicoanálisis -y Marxismo,
Alianza, Madrid, 1969.'
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Entre estos factores, uno que ha jugado de modo decisivo, ha sido , el del alargamiento de la vida que, gracias a los avances de la medicina, la biología, la química y otras ciencias, nos ha beneficiado de modo tan sorprendente a partir del último siglo. Las consecuencias en el área de la vida afectiva y sexual han venido a ser de primer orden. La mortalidad española, por ejemplo, ha descendido ,del 29 por mil en 1900 al 8 por mil en 1975. Descenso debido a la casi erradicación de la mortalidad infantil. Tenemos también que a principios de siglo la esperanza de vida de los españoles era de treinta y cinco años, mientras que en la actualidad se sitúa en torno a los 80"1; Todo ello supone que hace un siglo la vida sexual de la mujer se veía casi exclusivamente vinculada a las funciones de procreación y crianza de los hijos. Fácilmente la mujer moría poco antes o después de la menopausia y su vida matrimonial se veía prácticamente reducida a una sucesión de embarazos (la media era de cinco o seis hijos, debido, en gran parte, a la mortalidad infantil). Actualmente, sin embargo, ,pueden , bastar cuatro años como período entre el matrimonio yel último hijo. Tras lo cual, vendrá norrnalmenteun largo período (la, posibilidad de celebrar las «bodas de oro» son cada vez más numerosas) en el que, la pareja afrontará su vida en común en unas claves de intercambio y comunicación, afectiva y sexual" en las que ya no estarán implicadas las funciones procreativas. "~,'l. En resumen, que si durante siglos la vida sexual de,una mujer duraba una media de menos de veinte años" de los cuales la práctica totalidad estaba ocupada por un sucesión de embarazos, en la actualidad, la vida sexual de una mujer puede durar muy bien cincuenta años, de los cuales sólo seis o siete estarán ocupados por dos o tres embarazos. Ello tiene una repercusión inmediata en la experiencia de la sexualidad. Sin que ninguna teoría, ninguna opción ética y ninguna reflexión haya intervenido, la procreación ha pasado a un segundo lugar, mientras que las dimensiones afectivas y de desarrollo personal han pasado a ocupar el lugar preponderante.
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ef. J. PANIAGUA GIL, "El envejecimiento de la población y sus consecuencias sociales e individuales": Revista de Fomento Social 48 (1993) 423-432; A. WARKER, La Europa de los mayores: Documentación Social 112 (1998) 21-31.
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Luces y sombras del cambio En la complejidad, pues, de los cambios que tienen lugar en el concepto de sexualidad hemos advertido que tanto las investigaciones psicoanalíticas como las de otras ciencias humanas coinciden en señalar un punto común: sexualidad y procreación en la especie humana aparecen como dos realidades, que si bien están asociadas indisolublemente en su nivel biológico, dejan de estarlo cuando, desde ese nivel, se accede a otros que hay que considerar como más específicamente humanos. Por otra parte, las transformaciones socioculturales. y económicas parecen traer consigo que esa independencia entre sexualidad y procreación que se ha ido. abriendo paso a través de la evolución filogenética, vaya haciéndose cada vez más una realidad sentida yexperimentada. A partir de los avances en las técnicas.de contracepción o de fecundación artificial y a partir de unas nuevas sensibilidades :en.la concepción y experiencia de la familia y dela pareja, cada día es mayor el número de personas que experimentan la sexualidad como undinamismo que, más allá de su nivel biológico y procreativo,.se abre'a unas.dimensiones esenciales de gozo y de encuentro,Lci que la'naturalezaha pennitido,.la cultura lo ha consolidado.'. ',," .. ".: " El resultado final es que la valoración de problemas como los de la masturbación, las relaciones prematrimoniales; .la homosexualidád; el uso de anticonceptivos, etc: se emprende desde úna. nueva mentalidad y sensibilidad moral. Las transgresiones de las normas morales en estos campos, frecuentemente. no se viven (al.menosconscientemente) con sentimientos de culpabilidad, sino, al contrario de lo que puede ocurrir en otras áreas de la moral, se tiene el sentimiento de estar efectuando un proceso dé maduración personal que pasa muchas veces,. como parte de una auténtica acción ética, por el :afrontamiento y superación, de una normativa previamente interiorizada y, desvelada ahora como represiva y carente de auténtica fundamentación moral; Evidentemente, no todo lo que se deriva de los ,nuevos modos.' de pensarse y vivirse la sexualidad ha de ser considerado y felicitado como el advenimiento de una nueva época en la que la sexualidad, por fin, pareciera ocupar el lugar que le corresponde. Se ha dicho, no sin falta de razón, que en nuestros días seha pasado de la sexualidad del elefante a la sexualidad de los mandriles'''. Es decir, deui"l sexualidad que, según San Francisco de Sales, debía considerar cólIÍom(idelo'éicoinpor-
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tamiento pudoroso y "casto" de estos paquidermos"', para pasar a una moral cuya propuesta parece coincidir con la del comportamiento sexual de los mandriles, que hacen alarde de su desnudez y que, de modo insolente, se exhiben, tocan y satisfacen a la vista de todos. Son muchos los elementos sociales que hoy parecen propulsar la dinámica histérica en los modos de relación y comportamiento, Si ya no encontramos tan fácilmente las manifestaciones de las histerias de conversión en cegueras o parálisis o en los grandes ataques histéricos (aquellos que tan magistralmente nos retrataba Buñuel en filmes como Nazarín), hoy la histeria se camufla en otros modos de "espectáculos" en los que ia intención del deseo permanece intacta: la seducción, el exhibicionismo, la necesidad de la mirada del otro, de reducirlo a ser tan sólo un ojo que confiere la existencia. Cultura de la seducción aparatosa en la publicidad, del espectáculo público, de la exhibición perversa. Nunca se había llegado a tanto en la manifestación pública de los rincones más recónditos de la intimidad, Se pregonan en los programas televisivos o en las revistas del corazón. Somos convertidos así en personajes que entran a formar parte de ese montaje escénico que la histeria monta para su realización, El tema de la manipulación social de la sexualidad ha sido ya analizado por muchos autores"'. Baste indicar ahora tan solo que este modelo sexual de los mandriles que socialmente se propcineen un sexo por todas partes a la venta, responde a una particular dinámica histérica que, paradójicamente, pretende escapar de ese modo (en una especie de huida hacia adelante) a la angustia y a las amenazas que la misma se-
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Cf. F. ÁLVAREZ-URIA. "El sexo de los niños", en Serie Psicoanalítica
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(1983) 53-98. Según el santo, el elefante jamás cambia de hembra; ama tiernamente a la que escoge; pero no está con ella más que de tres en tres años, por espacio de cinco días, y con tanto s,ecreto, que jamás se deja ver el?-este act,o; pero el sexto día se le ve ir, ante todas las cosas, a buscar algún río,en el cual se lava enteramente todo el cuerpo, sin querer volver al rebaño hasta haberse purifica¡fo Cf. Francisco de Sales, Introducción a la vida devota, Libreria Católica de Pons y e', Barcelona, 1878, m, 356-357. Cf. por ejemplo, el ya citado H. Marcuse en su obra Eros y civilización. La búsqueda actual de una situación regresiva de fusión que pretende excluir cualquier tipo de normativa es analizada por J. C. SAGNE, "La mutation des rnodPles de l'echange sexuel dans une societé en changement", Le Supplement 111 (1974) 480.489, .
xualidad moviliza. Sexo repartido y descomprometido para eludir las implicaciones profundas que la sexualidad comporta. De ese modo, la manipulación superficial y descomprometida .del otro que se encuentra en la dinámica más íntima de la histeria, se convierte en modo social de encuentro. El otro no pasa, en muchas situaciones cada vez más "admitidas" socialmente, de ser un objeto manipulable, como un producto más del mercado. Desde la mentalidad de . consumo a la que antes nos referíamos, el entramado de relaciones interpersonales se ve directamente afectado. Una mentalidad utilitarista y descomprometida se impone, evitando cualquier tipo de compromiso en las vinculaciones personales. La mentalidad consumista de "usar y tirar" impregna los modos de relación, que se hacen cada vez más fácic les, más numerosos y cada vez también más superficiales. La actual fiec bre por el "Chat" en Internet, generadora ya de una adicción definida por la psicología clínica, ilustra mejor que nada este estado de cosas!l'. Nunca se dio tanta posibilidad abierta para elegir con quien comunicarse y nunca más facilidad para hacerlo de modo más. descompromec tido. Es el resultado de una cultura "zapping"en.la que todo se.consu" me y muy poco se metaboliza convenientemente. ".~¡ .f, -::, .-:;';.,: ' Se tiende a un desapego emocional en las relaciones con objeto de evitar todo riesgo de inestabilidad, decepción o pasión .descontrolada .que provoque algún'.tipo.desufrimiento .•Sin compromiso' profundo se 'esquiva la posibilidad. de sentirse vulnerable; Como se intenta también "enfriar el sexo" (cool sex) para'evitar, de ese modo,eLposible tormento de los celos o del ansioso afán de. posesividad. La perversión se ha. ce manifiesta cuando el sexo pasa a ser pura y exclusivamente mercancía, materia desgajada del componente subjetivo y personal. En ese caso la alteridad es completamente anulada para convertir el.cuerpo en puro objeto de placer, doride riorljáley;'norma mlímite alguno!". E! aumento de la pornografía infantil, de. la trata de blancas, del turismo sexual, etc., pone de manifiesto que cada vez más el sexo se convierte en artículo disponible para todos, al margen de' cualquier nornia o'consideración ética, en las infmitas redes y posibilidades (rllternet como prototipo) de las que hoy dispone el mercado,
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Es lo que T. Anatrella ha querido poner de manifiesto en una obra (El sexo olvidado) que también ha creado la polémica y la confusión157• Su autor argumenta contra una sexualidad que se ve presionada por el medio sociocultural a desentenderse de sus dimensiones. afectivas profundas. En esta sociedad, supuestamente "liberada", lo perverso y lo sádico se imponen conduciendo a una paradójica negación, y olvido del sexo que angustia y conflictualiza. Se han valorizado las conductas impulsivas que estancan al sujeto en lo narcisista y en la búsqueda edípica del objeto incestuoso perdido. De ese modo se obstruye la apertura al otro en su libertad y su diferencia. En defmitiva, se levantan barreras contra las emociones y las intensidades afectivas que son flores o frutos de la fuerza del deseo. De ese modo se acrecienta la dificultad para sentir la empatía en la relación con el otro, para llegar a reconocer lo que los otros sienten; para captar sus características propias y sentirse conmocionado con lo que en ese otro puede tener lugar. Todo ello, además, como en la histeria, con una gran dificultad para experimentar sentimientos de culpa, porque la misma fragilidad del Yo se resiste a ello!". Luces y sombras, pues, en las hondas transformaciones en las ideas y, lo que resulta más significativo, en la experiencia profunda de la sexualidad que contrastan con la posición fundamentalmente inmutable de la jerarquía eclesiástica en tomo a estos temas,.El problema es que, como resaltábamos al principio, de este modo. se opera una peligrosa separación entre el pueblo de Dios y sus pastores y, por otra parte, se dificulta de modo sustancial la tarea de orientar e iluminar las conciencias en un terreno de tan hondas repercusiones para la vida personal y social.
151
155 156
Cf. a este propósito R. GUBERN, ELEros electrónico, Tauros, Barcelona, 2000. Cf. AA.VV., Le désir el la perversion, Ed. du Seuil, Patis, 1967.' - ;'."','"
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Aarnmarion, Paris 1990; El sexo olvidado, Sal Terrae, 1994. La obra, que a unos les resulta discutible en sus argumentos y a otros sospechosa en sus intenciones, viene a ilustrar, sin embargo, esa imposible neutralidad frente al sexo 'que afec~ ta tanto al que escribe como al que lee. . . Sobre toda esta cuestión cf. T. ANATRELLA, Le sexe oublié, Flammanon, París, 1990.
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Si el conjunto de descubrimientos sobre la sexualidad coinciden en poner de manifiesto la independencia entre sexo y procreación que se hace posible en la especie humana, al mismo tiempo que resaltan las posibilidades a que este desbordamiento de lo biológico da lugar, la institución eclesial mantiene inflexible ese principio básico: la sexualidad tan sólo es legítima en la medida en que siempre y en toda circunstancia se mantiene abierta a la procreación en el ámbito de la pareja única e indisoluble. El Catecismo de la Iglesia Católica, publicado en 1992 y cuya doctrina se ve reafirmada una y otra vez desde el magisterio eclesiástico de los últimos años. lo pone taxativamente de manifiesto. Veámoslo de cerca. ' ;., Por una parte, nos encontramos como dato significativo (aunque hay que reconocer que nada novedoso) con qudas páginas dedicadas al sexto mandamiento superan las dedicadas a cualquier otro de, los restantes. Todo ello sin contar las consagradas al noveno mahdarnien_ to, tan cuestionablemente reducido, por otra parte; a' la problemática sexuaPS9. . En principio, el nuevo Catecismo reconoce la amplitud que posee la sexualidad humana;' más allá del ámbiiode.lo, corporal y 'genitaL "Abraza todos los aspectos de la persona humana'.' '-nos dice- concerniendo a la afectividad, la capacidad de amar, de. procrear y,.de manera más general, de establecer vínculos de comunión con el otro (n° 2332). No se dice nada, sin embargo; de' que concierna.tambiéneal'pla_ cer, cuestión, como veremos más adelante, que se sitúa en elmúcleode la problemática, debido a las importantes implicaciones que en ella podemos encontrar . Sin embargo, tras este encomiable inicio en una consideración amplia, abierta y positiva de la sexualidad, nos vemos de inmediato confrontados con un discurso que manifiesta primariamente una actitud de censura, de recelo y de temor y que viene a conducir de inmediato al
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En efecto, la exégesis bíblica actual está unánimemente de acuerdo en conside. rar que la problemática del noveno mandarrúento _es"ajena-por completo' a' la de. orden sexual, para referirse exclusivamente -al"deseo de-'apropiarse -de-los, bienes
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control y a la coerción. Los términos de "dominio", "control", "resistencia", '"ascesis" "obediencia", "esfuerzo", "tarea", etc., se multiplican por el texto (especialmente en los n° 2338-2345). Esto sucede así hasta el punto de que realmente pueda resultar un tanto difícil seguir considerando la sexualidad como "don de Dios", tal como se afirma en el texto (si bien un tanto de pasada en el n° 2345), para pensar que se trata más bien de una amenaza permanente, de una especie de bomba de relojería que hay que controlar y vigilat de continuo. En definitiva, un don de Dios, que, por lo que se ve, resulta bastante peligroso y que obliga a mantenerse en una actitud permanente de vigilia para eviiar las amenazas que comporta. No parece, a partir del texto que analizamos, que se trate de canalizar enriquecedoramente ese potencial de encuentro con la vida que es la sexualidad. Lo que ella supone para el desarrollo personal apenases entrevisto. La "castidad", entendida en gran medida como control y templanza aristotélica, parece más importante que la utilización enriquecedora de ese potencial de encuentro y gozo. y así venimos a la cuestión del placer. Este parece constituirse en el gran enemigo, o, al menos, en la gran amenaza que hay.que:estat.dis' puesto a controlar y a someter. Es moralmente desordenado cuando es buscado por sí mismo (n° 2351).De ahí; que sexualidad y procreación se presenten como indisolublemente unidas sin posibilüJad;ninguna de separación bajo ningún concepto ni circunstancia. El placer ha de quedar de este modo sometido, sin capacidad alguna de autonomía y libertad .. En esta vinculación indisoluble de sexualidad y procreación creemos que se encuentra la pieza clave en toda la articulación sobre la mo_ ral sexual que se nos -presenJa. Es el fundamento básico por el que masturbación, homosexualidad o el uso de 'anticonceptivos quedan descalificados. Todo comportamiento sexual al margen -del matrimonio queda automáticamente puesto en entredicho' también. Así mismo, y en razón del mismo argumento, la fecundación. artificial se' presenta como reproc bable, incluso en el caso de1a homóloga (nO2376-2377) (estas técnicas, se nos dice, "disocian el acto sexual del acto.procreador")I"'. El placer sometido se presenta, pues, como la clave de todo el discurso moraL
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Asombra también el que al mismo tiempo se argumente que la inseminación artificial ya no es un acto por el que una persona se .da a otra. Cabe preguntarse entonces si la pareja sólo tiene capacidad de darse mediante la unión sexual.
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Pero no conviene olvidar que este discurso moral no es específico de este documento, ni de este particular pontificado siquiera. Tendríamos que recordar, en efecto, que con los aires de libertad que corrían en el ámbito eclesiástico durante los años del Concilio Vaticano D, los tres temas que fueron excluidos de la discusión en el aula conciliar concemían directamente a la sexualidad. Estos fueron los del uso de anticonceptivos, el del celibato de los sacerdotes y el concernicnte al estatuto de los divorciados y vueltos a casar. La sexualidad, pues, antes de Juan Pablo D, quedó marginada del espacio abierto para el diálogo y la discusión. Todo esto nos obliga, pues, a pensar que, de hecho, nos encontramos con un tema que rebasa con mucho la cuestión de talantes ideológicos o personales de talo cual pontificado. Hay algo en la misma estructura eclesial que parece inmovilizar su discurso en materia sexual, mientras el discurso sociocultural sobre el tema se desplaza y modifica con esa velocidad vertiginosa que hemos señalado.
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Intereses institucionales guían por ello a la Iglesia a la hora de IiJiiitar el campo de actividad sexual. La Iglesia Católica tuvo los mejo,i"resmotivos -afirma Freud- para recomendar a sus fieles el celibato . e iroponerlo a sus sacerdotes. El motivo' es claro: el amor genital pone .:'generalmente en peligro los lazos colectivos, mientras que los inhibidos ~~it;en su fin r:fue~an y ~sta?i~izan este tipo de vincula~ión: Gran parte de '~/ esta ~nergla Iibldmal mhibl?a en su fin es .la que la mstltución eclesial '.'I';"f':, canaliza en su favor proporuendo como objeto amoroso al líder que re: :'''presenta al padre'''. Es la gran ilusión'amorosa que recorre a la Iglesia ",ii'i: .como institución.de fe. Mala gestora, por un'a parte, en el campo de la sexualidad y caílali~. zadora, por otra parte, de una agresivid~d m~l contenida"', la'Iglesia "':~;'_ aparece de este modo ante Freud como eJemplificac)ón de un perruclO.;~ so manejo cultural de la actividad desiderativa humana'''. "', •• 1-'<: ii.:{j{ La limitación del amor genital y el sometimiento al líder, como re':}J, presentante del padre, aparecen, pues, como los dos ejes básicos sobre los que, a los ojos de Freud, se articulan el engranaje institucional eclesiástico. Pero, sin duda, es este segundo aspecto del sometimiento a la representación paterna el que, a la postre, resulta más decisivo. Todo gru-
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Desde una perspectiva psicoanalítica es obligado considerar que esa inmovilización del discurso eclesiástico en tomo a la sexualidad no responde a ninguna cuestión irrelevante, superficial o siroplemente a una actitud de mera obstinación o capricho como, a primera vista, pudiera parecer. Cuestiones muy importantes, que revelan toda una compleja problemática sobre lo institucional, se encuentran asociadas a ella. Freud ya nos hizo comprender en Psicologfa de las masas y análisis del Yo, 1921, que las organizaciones sociales se sustentan en buena medida gracias a una particular infraestructura de carácter libidinal. La Iglesia Católica y el Ejército se presentan! en ese texto como. dos modelos particulannente elocuentes para poner de manifiesto esa economía Iibidinal que sustenta a todo grupo. En ambas organizaciones existe un sumo cuidado para organizar la sexualidad, de modo que jueguen en favor y servicio de la propia institución y no en contra dela misma'''.
161
Como sabemos, Frend atribuye gran importancia a la corriente de libido horno. sexual que juega como factor cohesivo básico en estas dos instituciones.
Psicologla de las masas y análisis del yo, 1921,ID, 2578-2582.
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de las masas y análisis del Yo, 1921, op..cit., ID, 2608 Y 25782579. Ya hemos resaltado en otro lugar el hecho de que F.rcud, que confiesa serIe ventajosa la ilustración que lleva a cabo con la Iglesia Católica por el carácter fuertemente jararquizado de ésta. no haga nunca intervenir en el texto esajerarquización de la institución eclesial. Así, por ejemplo, cuando se refiere al papel del jefe no lleva a cabo ninguna alusión a la figura del papa. El precio de la represión y de la ilusión amorosa ..:-señala Freud""- eS demasiado alto. Al pretender cerrar los ojos ante las inevitables dimensio.nes conflictivas de la realidad iD:terpersonal,el amor desencadena la agresión y Iaiptolerancia para todo aquel que caiga fuera del círculo ilusorio. cr. lb(d.. op: Cit., ID, 25812582 Y2583; El malestar en la cultura, 1930, ID 3046 Y 3047; El porqué de la guerra, 1933, m, 3212; Un comentario sobre antisemitismo, 1938, m, 3272. Ya desde el primer escrito centrado en el tema religioso, e~ 1907, Freud asemeja la actuación de la instancia religiosa en el ámbito de las pulsiones con la del síntoma neurótico. En ambos casos tenemos el resultado de una mala gestión de la economía pulsional. En nombre de la religión y en favor de la misma -como tiene lugar en el sfntoma- se reali7..antodos aquellos actos que la misma prohibe como manifestación de las pulsiones reprimidas. cr.} Los actos obsesivos y las prácticas religiosas, 1907, op. cit., n, 1342. Por ello,'con un tono más polémico aún, en El porvenir de una ilusión, acusa a los sacerdotes de traficar con los mandamientos y, a través de ellos con las pulsiones. a través de los rituales de perdón o de rescate mediante sacrificios y penitencias, ef. op. cit., m. 2981-1982.
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po dispone de una capacidad para reactivar la situación edípica infantil c,"gosorprendente si tenemos en cuenta el discurso sobre el tema sexual (la «horda primitiva» en.la mitología freudiana) y, desde ella, el uso del , d:.existenteen los textos fundacionales de esa Iglesia Católica, a los que plácer se convierte en algo sumamente problemático y amenazador. ',"ella se remite en otros temas una y otra vez. Nos referimos, naturalAsí, pues, la institución eclesiástica, como cualquier otra institu-'" ",)i'mente a los textos evangélicos en los que tal incompatibilidad entre el ción, en la medida en la que venga a reproducir la vinculación con el i~~:']g:placery Dios no se deja ver mínimamente. padre imaginario de la estructuración edípica, se convierte necesaria-,;}i,¡)~': Efectivamente, como hemos detallado en otro lugar,"'; una de las mente en una instancia limitadora de la autonomía pulsionaL Se pone "",2c:","'cuestiones que sorprenden más poderosamente cuando nos acercamos de manifiesto de este modo una oposición irreductible entre el poder y:,) ..•,]{t:L" a los textos evangélicos para comprender el lugar que en ellos ocupan el placer, entre la autoridad y la apetencia, entre la subjetividad del in- '~:f¡'if{C, .las cuestiones concernientes a la sexualidad, es que nos encontramos dividuo y la objetividad de la institución, Con razón M, de Foucault, en :!.~ con un silencio sorprendente, cuando no chocante, Muy poco se dice su obra inacabada Histoire de la sexualité, se remonta, más allá del cris- .,~ sobre los comportamientos sexuales, a no ser para denunciar la hipotianismo, a la Antiguedad clásica para captar la razón de esa especial ,;(" to de Dios. Pero lo que resulta mucho más significativo es el hecho de médicos antes que a los teólogos cristianos) en tomo al placer sexuaL;¡:iit':;;'" que, si sobre los com~ortamientos, sexuales específicos apenas se proEn ella se encuentra implicada la cuestión misma del sujeto deseante .','.. nuncla una palabra, SIquedan senamente cuestIOnadaslas estructuras frente al poder que se le opone!65. \;; ,,}iP básicas en las que la sexualidad se estructura y desarrolla. Desde esta perspectiva, además, habría que sostener que toda insti;:~':k.. y nos encontramos, en primer lugar, con el hecho de que, en el gru. tución, por el hecho de serlo, viene a caer bajo sospecha. Ella pondrá po cristiano, el lugar del pa~e debe permanecer vacío «. Pero este hecho que, desde una consideración psicoanalítica, no tendría por qué presentar nada de extraordinario, no deja de resultar al.~-,:.~~,,'.=',.';~' :~ cr. la obra Creer después de Freud, 173-207,
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modo habitual de proceder, intentan sustentar sus opiniones al respecto en los textos evangélicos'''. Algo ha dehido ocurrir entonces, para que, lo que en el discurso fundacional ocupa un lugar, ciertamente, anecdótico y secundario, llegue a situarse en una posición tan central en el discurso de la institución. Así como para que también, esas otras cuestiones de relevancia (el espacio vacío del padre, la desacralización de la familia y la dignificación de la mujer) hayan sido tan sistemáticamente obviadas. Un enorme desplazamiento, en el sentido más psicoanalítico del témúno, ha tenido lugar. Desplazamiento que menice la pena intentar descifrar desde su misma dinámica interna. La incompatibilidad radical entre la representación de Dios y el placer que se ha llegado a producir a partir de unos planteamientos inicia, les tan diversos, es necesario comprenderla en una íntima y estrecha asociación con los temas de la omnipotencia infantil y de su irreductible conflictividad con la representación edípica del padre -imaginario. Como hemos señalado más arriba, la sexualidad infantil, omnipotcnte en sus pretensiones, debe afrontar una norrna.y limitación funda, mental como condición para acceder al nivel de 10'humano. El'objeto total del deseo (representado .para el niño en la madre o en el padre) está,e?
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otra dimensión humana, «como el terreno privilegiado de la reivindicación de s( mismo contra otro que detenta los privilegios que se que. rr{an tener y a cuyo acceso nos impide llegan>17'. Así, pues, la pretensión de situarse en una incuestionable posición de autoridad, supondrá siempre, de modo muy primordial, situarse con capacidad de controlar y someter en el otro la propia autoafirrnación en el placer. Todo tipo de tiranía social, política o religiosa ha intuido esta dinámica profunda derivada de nuestro acontecer psíquico. La represión sexual, por ello, se les ha hecho 'siempre inseparable. En ella han encontrado una pieza fundamental para el mantenimiento de su propia estructuración de poder. En una increíble resonancia con toda esta problemática, en la moral sexual católica, Dios parece exigir de continuo la negación del placer sexual, la renuncia y el sacrificio. «O yo O el placen>, parece que se le quiere hacer decir a Dios en ese discurso moral. Y tenemos que pensar, en efecto, que en la medida en la que la imagen de Dios (elaborada necesariamente a partir de las representaciones parentales), mantenga materiales edípicos irresueltos, es decir,.en la medida en la que el Dios cristiano incorpore elementos infantiles inconscientes provenientes del padre imaginario detentador del falo, del todo poder y del uso exclusivo del gozo, en esa misma medida, Dios tiene que resultar incompatible con el placer. Cada pequeña porc'ión de placer obtenido será una porción de autoridad que se le niega. La culpa tendrá todos. los motivos para establecerse, aunque no posea razón objetiva ninguna para fundarse. Sentir que Dios es ofendido por la mera obtención del placer sexual es equivalente, pues, a pensar que Dios se ofende particularmente por la propia autoafirrnación y sentimiento de independencia' y autonomía. Todo se sitúa así en la dialéctica del «o tu o yo» édípico infantil. Una brizna de placer es una brizna de autoridad que se le niega a Dios. Con razón no, pero con motivo sí, el sujeto se siente culpable y amenazadol7J•
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," cr. A. HUMBERT, "Les péchés de sexualité dans le Nouveau Studia MoraUa
VID (1970) 149.183.
Testament", en:
J. POHIER, Au nom du Pére, Ed. du Seuil, Paris, 1972, 192. Esta falta de razón, pero esta incuestionable motivación, es la que jugaba, por ejemplo. en la dinámica de un nCl;1rólico obsesivo que decía no creer en Dios, pero que se sentía obligado a confesarse (8 situarse de rodillas ante un padre ofendido, habría que interpretar) cada vez que se masturbaba.
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Desde esta dinámica concreta se entiende que el placer no pueda nunca ni bajo ningún concepto ni circunstancia (por terrible que ésta sea, como tenemos en el caso de la propagación del SIDA en el continente africano) quedar en libertad ni ser considerado un valor legítimo disociado de otra función o norma. Desde esa estructuración inconsciente, es obligado que el placer permanezca atado a una normativa inmutable. Normativa que viene a representar la ley del padre imaginario que impone su existencia y que exige sometimiento .. La función biológica de la procreación parece ocupar de este modo, en el ensamblaje moral católico, el papel de lazo inexcusable por el que el placer queda sometido e impedido para cualquier tipo de ejercicio libre y autónomo. Lo biológico, concebido como lo "natural inmutable", se presenta, pues, como la ley que garantiza la canalización del placer y su necesaria y esencial subordinación. . , " , .' Desde esta situación, muchas otras cuestiones importantes quedan asociadas. La imagen de Dios, así puesta en juego; viene a desempeñar también un papel nada desdeñable en la fundamentación de unaestructura de poder y de autoridad, que se declara a.sí misma como representación de ese Dios y que actúa a través de unas' figuras de talante esen' cialmente paternas, cuando no autoritarias. . :,;.. . ...., :','. ".El ensamblaje asu vez con los sentimientos de.culpabilidad (a'los que la sexualidad por. su misma esencia. se encuentra tan predispuesta) y con detertninados modos sangrientos de concebirse la salvación .(tal como hemos analizado en el capítulo ocho sobre culpa:y reparaci6n) hacen cobrar al conjunto de los elementos una lógica y una coherencia asombrosa. Ella nos hace comprender que no es una cuestión de obstinación ni capricho lo que la institución eclesia1.¡nuestra cuando, frente a toda la sensibilidad actual, mantiene una postura inmutable en Cl,lestiones de sexualidad. .'
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SEGUNDA PARTE
EXPERIENCIA DE FE Y PSICOANÁLISIS
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Religiosidad y psicopatología {:¡
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La ambivalencia
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L concepto de ambivalencia constituye una piedra angular en la inierpretación psicoanalítica de la religión. El término, en efecto, consagrado por Freud en su teoría psicoanalítica (Metapsicología) a partir de las investigaciones de la neurosis obsesiva, pasó muy pronto a ser una pieza clave en la interpretación del hecho religioso, , .. La ambivalel1cüi, fue definida en el psicoallálisis como presencia simultánea, en relación a personas, objetoso situaciones, de tendencia~, 172 ~:4ti~!: . actitudes y sentimientos opuestos, especialmente amor yodio , Esa co.existencia de sentimientos opuestos puede fácilmente, generar un conflicto interno inconsciente que se intenta resolver meéJianie el recurso a los mecanismos de defensa. Por lo general,' es el' o¡{io, la agresividad y ~iolencia la que queda reprimida o bloqueada en favor del amor. En otras situaciones, sin embargo, sucede .al contrario: el amor juzgado como peligroso, por la razón que sea, es reprimido para hacer prevalecer el odio, la anirtladversión o la violencia"', El.carácter inconsciente de la ambivalencia'y los conflictos que genera (sobre todo de culpabilidad) es,
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Cf. J. LAPLN'fCHE - J. B. PONTALlS. lb,; ~" E. MOORÉ - B. D. F1NE, Términos y conceptos psicoanalíticos, Biblioteca Nueva, Madrid' 1997. De modo parecido 10'define el Diccionario de la' RAE: Estado de ánimo transitorio o permanente, en el que coexisten dos emociones o sentimientos opuestos,' como el amor y el odio, o el de María MOLINER: Estado de ánimo en que .coexisten dos emociones o sentimientos opuestos,' como la alegria y la tristezá: ,En, este, sentido resulta enormemente significativo el análisis efectuado 'por Freud sobre la ambiyalencia frente a los enemigos de guerra.,. en los que se hace perceptible la parte amorosa reprimida que juega frecuentemente en esos tipos de relación. ef, Tótem y tabú; 1913, n, 1758-1794,.. .
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sin duda, la gran aportación psicoanalítica al conocimiento de esta realidad de nuestro mundo afectivo. Tras Freud este concepto fue ganando relevancia en las teorizaciones psicoanalíticas, particularmente a partir de la obra de Melanie K1ein, haciéndonos comprender que la ambivalencia afectiva constituye un elemento esencial en los primeros estadios de la vida psíquica, dependiendo de, su modo de resolución buena parte de la sanidad o patología posterior de los sujetos, Pues bien, esa ambivalencia, descrita como un cruce de odio y de amor y constitutiva del ser humano desde sus mismos orígenes, es la que Freud encontró también como elemento fundamental para entender los mismos orígenes de la experiencia religiosa. Es la coexistencia nunca resuelta de odio y amor lo que, en el parecer de Freud, mantiene vi~ va el sentimiento religioso, Esa pareja de afectos contrarios es la progenitora de la culpa y esa culpa es la que la religión intenta apaciguar (inútilmente; en el parecer de Freud) con sus sacrificios, renuncias y reparaciones. El amor será explícito y predicado, el odio, sin embargo, se intentará mantener camuflado y canalizado a través de ritos sacrificiales, fundamentalismo dogmático, ascetismo masoquista o autoritarismo sádico. En ocasiones, sin embargo, ese odio explosionará sin contemplaciones en guerras de religión, en hogueras y ejecuciones o en fanatismo destructor . De este modo, tenemos que la ambivalencia (al margen de lacrítica que se pueda y se debe hacer de la interpretación fieudiana de la re~ ligión) parece situarse tanto en los orígenes mismos de la experiencia psíquica de fe como también en sus resultados y en sus derivacionespara la vida de los individuos y las grupos humanos, Si el alnor y' el odió, los sentimie!llOS opuestos, el sí y el (lO, estánirriplicados en las pfurieras motivaciones psíqúicas de la expenencia religiosa; también, la con~ fesión de esa fe la veremos fácilmente unida a la blasfemia, lá creencia . . a la duda, el amor a la intolerancia, deJa misericordia a la hoguera, la cruz a la espada, la media luna a la bomb~, la felicidad del místico al sufrimiento del asceta, la potenciación y e~pansión personal a la mutilación y empequeñecimiento de las personas y las colectividades. Así, pues, el amor y el odio, las pulsiones de vida y de muerte que configuran la vida afectiva de los seres humanos desde sus mismos orígenes se encuentran también, y de un modo muy fundamental, en el núcleo de la experiencia religiosa. De la manera como se afl:iculen en su corazón, dependerá que las derivaciones de la religi6ncoínp()rten un
signo u otro. Pero a1ú están siempre esos afectos de doble signo. Y conviene no olvidarlo. Ni negarlo tampoco mediante mecanismos de defensa encubridores que nos hagan vivir la ilusión de la religión como un "puro" amor y sana intencionalidad, alejada, por tanto, de todo sentimiento "negativo", de hostilidad o animadversión'''. Del modo, pues, en el que esta ambivalencia quede. resuelta, dependerá el modo en el que el hecho religioso contribuya al desarrollo y potenciación de las personas y los grupos o, por contrario, a su bloqueo, mutilación o, incluso, destructividad de los mismos. N o olvidemos, por lo demás, que por la fuerza de sus motivaciones psíquicas, como por el carácter total y absoluto' de sus pretensiones; la religión constituye un potencial de primer grado en la vida de los individuos y de las colectividades. Para su bien o para su mal.
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La religión bajo sospecha El debate sobre la eventual patología de la experiencia religiosa se ini. cia desde muy pronto en los ámbitos de la psiquiatría y la psicología contemporánea. Pero el debate se lleva a cabo en la atinósfera del materialismo ingenuo que marca la medicina. del siglo XIX y comienzos del XX. La Física se alza como paradigma científico único, al que gustosamente se acomoda la fisiología y, posteriormente,. iambién la psicología. Es necesario encontrar causas materiales claras y 'distintas en la explicación de los procesos psíquicos. No olvidemos, por lo demás, : que Descartes había establecido que las. emociones formaban parte de la "res extensa", Y en ella todo debía ser entendido y explicado como una máquina y la misma persona, en. su dimensi6nmaterial (todo lo que en ella no era "pensamiento", como atributo del "espíritu") podía ser explicada como se explica a un "autómata". El positivismo cientificista y racionalista dio generalmente por hecho que la creencia, al no poseer un fundamento probado, había que incluirla en el campo de la patología. En esta línea, todavía hoy, algún
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Una mirada panorámica a los Evangelios nos hacen comprender de inmediato que Jesús tuvo menos problemas con la expresión de la agresividad de la que han mostrado sus seguidores .. Cf. BEIRNAERT y otros, A la recherche d'une théologie de la violence, Cerr, Paris, 1968.
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Ya W. JAMES, en su brillante estudio, en tantos puntos pionero. sobre las experiencia religiosa (1902) se resaltaban Jos aspectos estrafalarios y neuróticos que fácilmente encontramos en las personalidades religiosas. Cf. lAs variedades de la experiencia religiosa, Penfnsula. Madrid, 1986.
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Probablemente, por ello, ninguna otra institución social cuenta con el potencial de deseos que anima y enciende a la experiencia religiosa. En pocos terrenos la pasión, el fervor, el entusiasmo, el fanatismo, la compasión, la creatividad, la violencia, etc. ha podido jugar con la intensidad con la que lo hace en el campo de la religión. De ahí, su enorme potencial liberador y su tremenda capacidad también para la destrucción. El deseo, en su multiplicidad de derivaciones, constituye la energía básica por la que la fe auténticamente (y hay que reconocer en sentidos muy diversos) mueve montañas. El problema, pues, que se plantea no es tanto el de la sanidad o patología que en sí entraña la experiencia religiosa, sino en detenninar cuestión nada fácil desde luego- qué tipo de experiencia religiosa es la que se desarrolla en los individuos y en los grupos, qué funciones desempeñan en sus dinámicas globales y a qué conduce en la vida de esos sujetos y esas colectividades. Grandes personajes religiosos fueron Francisco Javier o Savonarola, Óscar Romero o Jomeini, Diamantino García, el cura de los pobres de Andalucía, o Clemente, el "Papa Gregario XVII" del Palmar de Troya. La experiencia religiosa les condujo a unos y a otros, para su bien y su mal y el de sus colectividades, a unas posiciones y a unos resultados bien diferentes en cada uno de estos casos. Como siempre, ,en la génesis de las patologías religiosas encontramos los factores constitucionales y ambientales que están en la etiología de cualquier enfermedad mental. Y dependiendo del tipo de patología de que se trate habrá que considerar como de mayor o menor peso uno u otro de estos dos factores básicos. Es evidente que en casos de patología graves, particularmente en las de carácter psicótico, habrá que prestar más 'atención a los factores constitucionales, heredados (por más que nunca sean únicos) que en los casos de patologías de carácter neurótico, en los que los factores ambientales vendrán a ser los más decic sivos. En cualquier caso, la experiencia religiosa habrá que ser tenida en cuenta como un factor más, entre otros muchos, de los que juegan en el medio ambiente del sujeto en cuestión. Se podría, pues, afirmar que ella misma no posee en sí capacidad de sanar ni de enfermar, pero que puede contribuir de modo importante a una cosa y otra. No son raros los casos de sujetos que, precisamente, por haber encontrado en su medio la posibilidad de situar sus conflictos en un ámbito de religiosidad se salvaron de caer en patologías psí-
quicas de gravedad. Ellos mismos así lo reconocen aunque, en algunos casos, hayan pasado posteriormente a mantener posiciones de agnosticismo o indiferencia religiosa. Otros, sin embargo, se ven obligados a asignar al ambiente religioso en el que vivieron lo más dañino y patógeno de la realidad dramática en la que viven. Incluso, en el caso de personas que, a pesar de todo, mantienen viva su dolorosa experiencia de fe. Tampoco podemos olvidar que cada sujeto ha de vivir su experiencia religiosa desde la dinámica global de personalidad que se ha ido construyendo a partir de su constitución y su biografía. Con sus potencialidades y sus limitaciones también y, por tanto, con las marcas de esa historia y con los conflictos inherentes que a cada cual le ha ido dejando la vida. La idea de una experiencia religiosa "pura" libre de todo aspecto patológico o conflictivo habría que considerarla como una de las mayores "ilusiones" en el sentido psicoanalítico del témJ.Íno: realización de deseos que ignora, con cierta mala fe, la realidad. Cada cual vive su experiencia de fe desde unos condicionamientos y, por tanto, con unas tonalidades afectivas y cognitivas en las que inevitablemente participan sus los miedos, represiones, fantasías, etc. inherentes a toda condición humana. La madurez y la "sanidad" religiosa habría que considerarla, pues, como un ideal a conquistar, 'una "utopía" que eficazmente debe mover hacia una mayor realización y plenitud, que, sin embargo, nunca será absoluta. Y, en este sentido, habría que concluir que asumir esos condicioriamientos inherentes a la misma condición humana será un signo de madurez y de realismo saludable. Cada experiencia religiosa se vivirá, pues, desde el perfil psicodinámica de cada cual. Lo que significa que en el campo de la patología religiosa cabrán, en principio, tantas modalidades como la psicopatología describe. En ese sentido, tal como hace Jordi Font ensu excelente obra Religión, psicopatología y salud mental179, cabe hablar de patologías religiosas de los círculos esquizoides o paranoides, patologías depresivas o maníacas, histéricas, obsesivas, fóbicas o encuadradas en los trastornos de personalidad caracteriales, narcisistas, etc. La personalidad depresiva vivirá, .por tanto, su experiencia de fe desde el apagamiento de su deseo y la oscuridad de su creencia y el va_
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cío de la desolación. Por el contrario, la personalidad maniforme vivirá su fe como su vida: en una posición de "zapping". Es decir, desde un permanente ir de una actividad a otra, en una dificultad para mantener una posición de serena escucha (difícilmente podrían ser acompañantes espirituales), y en una especial falta de sensibilidad para vivenciar las dimensiones conflictivas de la vida. Son sujetos que difícilmente pueden vivir esa dimensión de la fe que es la del silencio de Dios, la del tiempo que transcurre desde el viernes santo al domingo de resurrección. Sin respeto al tiempo que hay que aguardar hasta el "tercer día", saltan directamente a un sospechoso entusiasmo pascual. Así se podrían ir describiendo las diferCJItes patologías de las conductas religiosas conformes a los diferentes cuadros clínicos delineados por la psicopatología actual, tal como lordi Font lo hace en la obra citada. Aquí, sin embargo, nos vamos a limitar a describir tres tipos de patologías religiosas que guardan una especial relación con los cuadros clínicos paranoides, histéricos y obsesivos. En ellos podremos reconocer tres figuraciones particularmente importantes del campo religioso como son las del fanático, el iluminado y el leguleyo o farisaico.
~~. Como único medio para defenderse de esos objetos malos y persecuto';0. rios que pueblan su mundo interior, optará por proyectarlos sobre el .~.:ii: mundo externo. Así, el mundo interno se experimenta como deteriorado y el externo, desde la proyección que se lleva a cabo, se manifiesta .,., como sumamente peligroso y ameoazante. El sujeto se enclaustra así en -1 .". una situación de narcisismo muy primitivo que, en lugar de posibilitar la superación de sí mismo en el acceso a la alteridad, le cierra y le bloquea de un modo definitivo. El propio Yo se ve conducido a experimentarse a sí mismo como omnipotente y urgido de admiración. Es el .) modo en el que, dramáticamente, se intenta recomponer y compensar una organización yoica herida y débil, amenazada en la relación personal por los miedos persecutorios. La patología fanática cabe en estructuraciones ~ognitivas diferen.- tes. Por ello este tipo de personalidad puede manifestarse en planteamientas religiosos conservadores como progresistas. El denominador j común será siempre el mismo: esa urgencia en ser reconocido como portador de una palabra absoluta, de certeza incuestionable, de admira" ción obligada y la paralela indicación del mal, siempre situado fuera, ya '" '~J" sea en el "hereje" o en la "institución", en el ateo o en el "sistema", en ,::; el "rebelde"o en "la autoridad". La actitud sectarista y mesiánica preLo fanático y lo paranoide ", '.';';;,sidirá siempre su relación con los otros. Y si las circunstancias lo pro.': ~ piciaran vendría a s~r hoy, como ayer, un fundad.or ~e.secta, en la que Cuando en los momentos primeros de la vida no se logra una suficienIi:.'t encontraría la segundad del someturuento y adrrnraclón de los suyos y te integración y unificación del "seU" ("sí mismo"), a partir y a través~, donde quedaría prohibida cualquier tipo de disidencia. de un conveniente contacto materno, el terreno se predispone de modo' :;'::, Desde' esta situación psicodinámica de base, todas las estructuras importante para el desarrollo de unas defensas patológicas, que en- ,~ mentales y afectivas experimentan una urgencia de integración que pocuentran en la creencia religiosa una espléndida vía para su expresión.~ 'Q':' seerá necesariamente un carácter compulsivo y, en menor O mayor gray fortalecimiento. El fanatismo religioso (para cuya comprensión cabal ~ido, violento. A falta de una unificación lograda de modo armónico, sur. tendríamos que tener en cuenta, sin duda, otros elementos de orden sogirá una especie de apremio integrador que, fácilmente, genera posiciocultural), ubica en esa disposición psíquica, el terreno más promete- .. , .~;~,ciones de tipo fundamentalistas o integristas en el plano del pensa. dar para su desarrollo. Como lo encontrará también cualquier tipo de miento. La dificultosa identificación interior empuja a buscar una coinfanatismo, sea el polftico, el nacionalista, el deportivo o de cualquier .~ cidencia entre el sentir y el pensar. El fundamentalismo -al nivel de otro tipo, quedando todos ellos impregnado de un halo de religiosidad pensamiento - encuentra en esta estructuración psíquica un soporte de v . ("fanun", de donde procede el término fanático, significa "sagrado"), '/ pnmer orden. de idea absolutizada, engrandecida, con la que se pretende la justificaCuando la situación se presenta especialmente traumática, la herida ción de sí y de la conducta destructiva que se emprende. .;;'j';,,- abierta empujará no sólo a buscar una integración artificial en el camLa carencia de una suficiente integración interior da lugar a que el.'i;-2' po de las ideas, sino también en el de la acción. La musculatura se presujeto quede atrapado y vinculado con sus propias partes dañadas.:\":., sentará como una defensa más primitiva, sólida y violenta que la que es
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posible en el mero plano de las ideas. La carencia de "piel psíquica", 't,.. graduación con variaciones de importancia. Todas ellas, sin embargo, que como vimos más arriba se logra con un adecuado contacto materposeerían un denominador común: la de una patología de las funciones no, va a sustituirse por una "piel muscular", intentando procurar al su- 't cognitivas que, en religión, puede encontrar un soporte y alimento najeto una armadura hecha de movimiento y acción. El otro, en su difeda desdeñable como mvimos ocasión de analizar en el capímlo cinco. rencia, se convierte.en una amenaza de muerte para el propio Yo frag- ',{ :,: Porque, como afmnó K. Capel, cuánto más grande es la cosa en la que mentado. La alteridad entonces tiene que ser repelida y, si es posible, se cree, más se encarniza uno en despreciar a los que no creen en ella. anulada. Nace así el fanático, que haciendo bandera de su idea, camuNo deberíamos olvidar hechos tan significativos como el que (seflada de creencia y dogma, se ve obligado a imponerla violentamente o '.,' gún lo que] numlierosos esmdios po~en deá manifiesto)flaS perso nas ~elia destruir, incluso mediante el asesinato, a quien se resista a asumirla l mmoglOsas sue an a mentar en su mtenor m s preJUICIOSrente a as como propia. Dios queda reducido a ser un aliado y soporte para la pro- :~ rías de raza, pueblo o ideología, mostrando así una dificultad, que papia identidad amenazada. Como acertadamente se ha expresado: el farece específica, para asumir la alteridad y la diferencia"'. El resurginático devora a la divinidad"". Necesita apropiarse de ella como medio :,.i' ',O' miento actual de actitudes fundamentaJistas y, a veces, dramáticamente de conjurar una diferencia, vivenciada como una amenaza intolerable, fanáticas, en el seno de las grandes religiones de Occidente, catolicisen la medida en la que viene a negar el carácter absoluto que el sujeto <1 ,.. mo incluido, deberían simarnos en una posición de alerta sobre estos necesita concederse a sí mismo. El dogma, la creencia, la propia idea, ':l:a ", riesgos que la experiencia religiosa parece generar con tanta facilidad y se convierte en un fetiche que proporciona seguridad y que, por ello, que la han simado históricamente entre los agentes de violencia más vihay que defender a toda costa. " -, rulentas que ha conocido la humanidad. La herida paranoide se deja ver en esta particular dinámica religio- \ -'.::" ;.,1. •• ?. sa que se caracteriza por su rigidez defensiva y la excesiva certeza en ,'~ las propias convicciones. Así como es esquizoide escinde y se repliega -:~Dumin1smo' e histeria hacia dentro, el paranoide, tras escindir, ataca la relación persecutoria y '-,'~:~ se identifica plenamente con la relación buena idealizada, lo sagrado en '.", Si el fanático ilustra la patología r~ligiosa alrededor d~ los ndcleos cognuestro caso. Lo malo que siente dentro es proyectado aJ exterior y . nitivos, el alumbrado, el iluminado, el pseudomístico, viene a poner de combatido con toda violencia. Es una fe que no se permite la duda. '.í relieve la patología religiosa que se centra en tomo a las funciones de Necesita creer con un convencimiento absoluto y en su relación con lo _'~ la afectividad. Dios, como objeto psíquico, puede no ser sino una coarsagrado no hay lugar para el intercambio, sino más bien una identifica- i, tada para refugiarse en un mundo imaginario donde venir a encontrar ción proyectiva, más o menos masiva, mediante la cuaJ el sujeto se conuna satisfacción a necesidades y carencias afectivas muy profundas, funde con Dios para enfrentarse violentamente con lo malo: el diferen- . muy desconocidas y muy insatisfechas. te, el hereje, el incrédulo, etc. '" A diferencia de otros objetos mentales, la representación de Dios no Evidentemente, los' niVeles que van desde el integrismo, al fundaremite a unos límites de realidad que le permita enfrentar al sujeto su mentalismo y aJ fanatismo pueden ser muy diversos. Ex.iste toda una
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Cf. D. SIBONY, Les noeuds el les haineux de ['origine, en: T. DE SAUSSURE - L. CASSIERS - Ch. DUQUOC - D. SYBONY, Les miroirs du fanatisme,", ,": Labor el Fides, Geneve, 1996, 27-48. En el mismo volumen, fruln del XlI .¡' ;;¡: Congreso de la A.I.E.M.P.R. . se encuentran textos de mucho interés para la r",:~' comprensión del fenómeno del fanatismo y fundamentalismo. -:~~ Cf. 1. FONT,lb., 95-108. ,- ;;\ .,-:-:
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Estas diferencias se hacen menores en las personas que además de confesarse como creyentes son también practicantes. Cf. los reconocidos estudios de W. G. ALLPORT sobre el prejuicio: The religiolls conta! o/ prejudice: JSSR 5 (1966) 447-457. En la fiÚsma línea se sitúan los estudios realizados por T. W. Adorno y otros, lA personalidad autoritaria, Paid6s, Buenos Aires 1965 y M. ROKEACH, 17IeOpen and Closed Mind, Basic Bnoks, New Cork, 1960.
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natural condición de "ser separado", incompleto y, necesariamente, ca- ¡. ,,~,.,- de un tú y, por tanto, de auténtica relación. Carente también, desde ahí, rente. Por eso, todo es posible, a este nivel, en el campo de la expe, .' . de la operatividad que genera siempre la auténtica relación amorosa. riencia religiosa. Todos los mitos individuales y colectivos, todas las ':f: . La vinculación a la totalidad del iluminado y pseudomístico se enfantasías más regresivas e infantiles pueden encontrar un amparo en la ''-.::' cuentra fundamentalmente anudada con la experiencia afectiva. No es experiencia de fe. La confrontación con lo real, tan dolorosa pero tan . '.' la creencia, la idea o el dogma como en el caso del fanático. El alummadurativa, que inevitablemente sale al paso en otras dimensiones de la ., brado articula su experiencia religiosa en torno a la exp~riencia del existencia, puede ser aquí escamoteada con excesiva facilidad. La de-., amor. Pero lo hace de modo neurótico o perverso"'. Como el histérico, nuncia freudiana iniciada en El porvenir de una ilusión, a pesar de su, '¡~.',"~ el alumbrado ama el Amor. Es decir, se disuelve en la experiencia de la frecuentemente, torpe formulación, tendrla que ser seriamente atendida:' ..';'... relación, en lugar de establecer un vínculo con el objeto de ella. Si el si se pretende escapar a esa trampa del engaño y de lo ilusorio, que tan . .... fanático devora a la divinidad, el alumbrado pretende ser devorado, enfácilmente se engendra en la religiosidad'''. " gullido por elJa. También como el histérico, el iluminado establece con Si tenemos en consideración las fuentes psíquicas de la experiencia;J ,., Dios un víncnlomarcado por el intento de seducción para satisfacerse religiosa y, en particular, la primitiva relación simbiótica con lo mater- ';l" sentimentalmente con él y poseerlo en exclusividad. La vertiente exhino; la tentación i1nminista habrla que enlazarla con una escasa y defi-" bicionista y manipuladora, tan característica de la histeria, se dejará ver cien te superación de esa fase fusional primitiva. El pseudomístico tien.~; fácilmente en este tipo de religiosidad en la que las visiones y revelade a refugiarse allí, en un objeto sagrado confundido con una madre ciones hacen aparición con sorprendente facilidad. imaginaria, de la que no es capaz de separarse adecuadamente. Vuelve .'.:.{c;..:: Sus consuelos serán totales. Sus desolaciones, inmisericordes y doallí, a esa relación anterior al pensamiento y a la palabra y en la que,,j . :t., lorosas como las de nadie. La búsqueda de un objeto total imposible, simplemente se es en una fusión con la totalidad. El alumbrado, a dife'::::";. que confunden con Dios, les conduce también, cuando creen no enconrencia del auténtico místico, no sabe aceptar la inevitable alternancia de " . ',. trarlo, a una posición martirial, victimista y de dramatismo bastante expresencia y ausencia de Dios en su vivencia religiosa'''. Pretende ga- :", ,.:\; hibicionista. Dios es terrible probándolos en su camino de fe, En algurantizarse una presencia constante, sin límites, desde el sentimiento má- ;:. '\¡'.£.",'. nos casos, incluso, y dependiendo de los contextos socioculturales; regico e ilusorio de contar a su antojo con la venida y cercanía de lo sa-; :,¡. currirán a la fantasía del demonio para explicar,. en claves totales tamgrado. Todo ello con la pretensión inconsciente de defenderse de las he-" bién, el calvario que padecen. Si su amor y gozo no tiene parangón, su ridas narcisistas que la vida y la realidad interna y exterior puedan in- :,"~, dolor y su desdicha tampoco. fringirle. Es por ello, una religiosidad situada ad in/ra, en una impor-',., . :~:.~ Igual que el fanatismo, la tentación iluminista permanece alo largo tante concentración 'narcisista/'en una exaltación de los ~omponentes ;:1' .. ¡~~.!; de los tiempos. Una sociedad que margina la experiencia religiosa a la afectivos y emocionales y en una paralela eVItacIón de la dimenSIón ne- ..:. .:'f7 esfera de lo estrictamente privado, una sensibilidad post-moderna que cesariamente conflictiva de la realidad en la que se vive. El pseudomís' '.t:j( privilegia el culto de lo individual, unas corrientes neo-románticas tipo tico de todos los tiempos se engolfa en un amor a Dios que, en realidad,:.,:
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el tema de la creencia y sus dimensiones ilusorias. . ".1: Sobre la experiencia mística considerada bajo el prisma psicoanalítico me refe- ;.. rl en el estudio' Experiencia m(stica y psicoanálisis, FyS-Sal Terrae, Madrid .. :,=Santander, 1999. .
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miento carismático, así como de los grupos neocatecumenales parecen deudores también de un auge de lo emocional muy en boga, que fácilmente adquiere tonalidades iluministas'''.
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y por último cabe reseñar como especialmente significativa la patolo-
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tuales y los sacrificios. Toda una dinámica de negación de sí mismo, de
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Dios e induce un tipo de experiencia religiosa en la que el sacrificio y la negacIón de sr mismo se impone como elemento nuclear .. En el corazón de este dinamismo de fe se esconde una profunda ambivalencia afectiva frente a Dios. Unas corrientes ocultas de hostilidad han de ser celosamente reprimidas, pero que no por ello dejan de mantener su vigencia y de generar unos sentimientos de culpa, general-
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también, que han de ser aliviados mediante los ri-
gía religiosa de la espiritualidad farisaica y leguleya. En ella asistimos :,:~. a esa perversa negación y destrucción de lo humano a la que tantas ve-~. ces ha remitido la experiencia religiosa y que Feuerbach denunció y ex- ~ presó de modo paradigmático cuando afirmó que para enriquecer a'~
exaltación y sacralización del sufrimiento, de negación del goce (particularmente sexual) se van imponiendo, generando una vivencia religiosa en creciente armonía con lo obsesivo y en una permanente actitud de autocontrol y negación de sí. A pesar de todo, no se logrará impedir que Dios debe empobrecerse el hombre, para que Dios sea todo el hombre"J los sentimientos de culpa afloren en una dinámica de escrúpulos, de nedebe ser nada"'. '\ cesidad de confesión, de propósitos incumplidos, en definitiva, de una Toda la teología actual ha sabido cuestionar seriamente esa con.'.. tortura que es el precio de la oculta ambivalencia ante Dios. cepción de Dios que le representa como enemigo y rival de lo humano, '.¡ ,;' El leguleyo, de este modo, no devora la divinidad como el fanático, en una exigencia de sometimiento y negación de sí"'. La psicología y, .:.;.+ .lni~óepierde en ella como el alumbrado. Vive en una permanente oscimás particularmente el psicoanálisis, podría muy bien iluminar las moi..a, aCI n en la que, alternativamente, sucumbe el todo de la divinidad o la tivaciones psíquicas profundas por las que este proceso perverso ha po- ',' ,.j,:;', propia totalidad soñada. Su problema, pues, en la relación con.1o sadido y sigue pudiendo tener lugar. ,'~':' grado no es el de la aceptación de la diferencia, como' el fanático, ni el No habría sino que recordar el paso que la experiencia religiosa lle' .::"':" de la tolerancia de la ausencia y la frustración, como el alumbrado. Su va a cabo a través del proceso edípico infantil. No siempre se lleva a ca- ':~ problema es el de la permanente y oculta ambivalencia ante un Dios bo una conveniente superación de esa problemática, ni se acepta de que recubre al padre imaginario infantil. .. . buena medida la mediación separadora respecto a lo materno que la ,¡, Si el fanático expresa la perversión de las funciones cognitivas y el función paterna debe desempeñar. Queda el sujeto entonces anclado en alumbrado la de las funciones afectivas de la personalidad, en este cauna situación de rivalidad y ambivalencia con el padre que, muy fácil• ~:", so, nos encontrarnos con la perversión de las funciones éticas. La normente, se .desplaza en la experiencia religiosa sobre la representación, ,.:,~.!. ma, la ley, los valores dejan de cumplir una función mediadora en el dede Dios. De ese modo, el "Padre Imaginario" de la infancia, rival y po- /. sarrollo personal y de fe para convertirse en unos absolutos idolatrizaderoso, temido y amado, celoso del hijo y de su autoafmnación (parti~: ," dos que aprisionan y que guardan la función inconsciente de mantener cularmente en el área de la sexualidad) impregna la representación de ,;¡ el sometimiento y la negación de sí. El leguleyo, por eso, tampoco puede prescindir de una mayor o menos absolutización de la institución re.Ié ligiosa. Ella es una garantía mágica que asegura su propia dinámica de ambivalencia y un espacio donde permanece en el intento de resolver la 186 Sobre el auge de lo emocional en los movimientosreligiosos actuales cL F, ,'. 1"~,; conflictividad que experimenta en torno a la autoridad y el poder: . CHAMPION, F,- D. HERVlEU-LEGER, De l'emotlOn en rellglOn. {"'¡" . P (£d.), - 1990' ' :! , ..,,, Los rituales, por su parte, cobran un relieve que, en algunos casos, Renouveaux et tra d ¡tians, Ed. C entunon, ans. . .. 187 La esencia del cristianismo, Slgueme,Salamanca,.1975,73. _' ";' ~},••; llega a la exacerbación que caracteriza a los ceremoniales del neurótilSS Por citar tan s610 una obra representativa c;:nesta lIDp?rtante denuncl~ ~lternos, It: ,~¡1{': ca obsesivo. Esa loca idolatr{a --como tan bellamente ]0 expresó
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ciones maternas imaginarias que la sana adaptaci6n a la realidad impeLas espiritualidades de tipo iluministas de ayer y de hoy parecen dar prueba de ello. " ",::. Desde la vertiente cognitiva la religi6n puede ofrecer unos marcos " )";:'. de referencias que organicen el sentido y la orientaci6n de la propia :vi-,"'.' da. La teología más crítica testimonia esta saludable funci6n .. Puede también, sin embargo, hacer de la idea, de la creencia y del dogma un modo de parapetarse frente la complejidad de lo real y, en casos extremos, hacer de ese dogma un fetiche de seguridad peligroso para el propio sujeto y para los otros. Fundamentalistas y fanáticos manifiestan ese laGOoscuro de lo que la religi6n puede hacer de la idea. Desde la vertiente ética, por último, puede ofrecer un fundamento valioso para el enraizamiento de actitudes y valores morales, pero puede también originar una falta de autonomía personal y un sometimiento infantil a una ley idolatrizada desde motivaciones muy regresivas. El profeta, por una parte, y el neur6tico obsesivo, por otra, estarían ilus"", : 1; ;.";'.' ,trando una cara y otra en esas ambiguas relaciones de la religi6n con la ',-:',) moraL ." .~t:;¡ Desde la perspectiva psicol6gica habría que concluir que, proba,"1; Conclusión blemente, ninguna otra dimensi6n cultural posea tal poder en la estructuraci6n, désarrollo y potenciaci6n de la propia identidad y que ninguna otra tampoco haya mostrado, tan fehacientemente; su poder aniquiParece evidente que la creencia y la.vivencia religiosa puede.constituirse en un factor de equilibrio, centramiento y maduraci6n personal, pue- i',¡j ,.:<, lador y destructivo para esa misma identidad personai o colectiva. Ni side venir a ofrecer un horizonte de plenitud y desarrollo de las capacida- '.,'K quiera los que en el campo de la psicología de la religi6n se presentades del sujeto, puede, en detenIÚnados casos también, curar heridas. y j' ;>; ron como valedores principales de los beneficios psíquicos y humanos generar una saludable compensaci6n que sanee conflictos previos. Pero ,. i~¡ ~ .. •. de la experiencia religiosa (como fueron, citando tan s610 a los más sigpuede también aliarse con las fuerzas más destructivas de la persona, po,," nificativos, W. James, W. G. Allpor!, O, Pfister oc. G. lung) pudieron tenciar desequilibrios existentes, acabar derrumbando posiciones míni"'" ~~ obviar las vertientes peligrosas que en esa mi'sma experiencia se pueden mamente estables, bloquear procesos de crecimiento y, en definitiva; presentar. Por el otro lado, los que se situaron más críticos y hostiles convertirse en un factor pat6geno en el conjunto de la personalidad. . ,. frente al hecho religioso (paradigmáticamente representados por S. Desde la vertiente afectiva,.puede ofrecer una confianza básica en Freud) tampoco pudieron negar la hondura que posee la experiencia de la existencia y una fuente de satisfacci6n y gozo de las que el místico ,., fe y los indudables beneficios que la religi6n aport6 al desarrollo de los nos da cuenta de modo ejemplar. Puede también, sin embargo, ofrecer¿:: individuos y de las culturas'"'. se para regresar a posiciones infantiles, en búsqueda de unas satisfac'" .~~' de Jos sacrificadores en los que se deja ver tanto la aspiraci6n omnipotente del pensamiento mágico, como la dinámica autodestructiva que se reanima desde los sentimientos inconscientes de culpabilidad'''. Parece que este tipo de religiosidad, con independencia de las diversas confesiones en las que se pueda vehicular, contará siempre con adeptos sin número: cuenta con un importante dinamismo en el desarrollo psíquico del sujeto. El precio es el de una mutilaci6n esencial de lo humano en el bloqueo del crecimiento y desarrollo personal. Este tipo de patología religiosa ha sido y será siempre abundante. La dinámica obsesiva empuja hacia ella con sorprendente connaturalidad, Por tanto, no es de sorprender que los grupos religiosos que favorezcan y estimulen este tipo de religiosidad atada esencialmente a la norma y al rito, encuentren siempre numerosos seguidores También en la actualidad se podrían identificar con facilidad grupos y movimientos religiosos que hacen de la obediencia a la norma, de la exigencia y el autosacrificio personal (sobre todo en el campo de la sexualidad) lo más importante de su espiritualidad y consagraci6n religiosa.
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Siempre resultará iluminador releer a este propósito e,l texto de S. PREVO. Los actos obsesivo! y las prácticas religiosas, op. cit.,ll, 1337-1342. t
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A pesar de que como afmn6 una de las más grandes figuras del psicoanálisis W. R. BION, los psicoanalistas han sido particularmente ciegos ante el tema de la religi6n. cr. Area 3. 3 (1996) 62.
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