CARACTERÍSTICAS DEL LIBERALISMO HISPANOAMERICANO El liberalismo hispanoamericano mantuvo rasgos propios, que a pesar de las profundas diferencias entre sus cultivadores y de las distintas realidades a las que se aplicó, permiten diferenciarlo de otras corrientes filosóficas. Entre sus notas específicas se encuentra su individualismo, igualitarismo, universalismo y meliorismo. Asimismo, la actitud liberal encarna una preeminencia de las virtudes de la razón, la creencia en el orden como fuente de bienestar y una confianza en el progreso ilimitado de la humanidad. Sin embargo, las características políticas más importantes y que modificaron la semblanza institucional del continente radican en su republicanismo, constitucionalismo, secularismo y en su aspiración hacia la unidad hispanoamericana, como se verá a continuación. - REPUBLICANISMO: Frente al Viejo Mundo, los americanos liberales ondeaban la bandera del republicanismo. Así, pues, en el centro del espíritu del Nuevo Mundo, que inspira a sus instituciones libres y las esperanzas del nuevo hombre, se hallaba la República. La República, entendida como una forma de limitar el poder absoluto, así como una distribución de funciones y competencias, con un conjunto de pesos y contrapesos, que pusiera fin a las formas despóticas del ejercicio del poder, era un rasgo que enfrentaba a los liberales con los conservadores. Lastarria y Bilbao son el ejemplo de la ruptura con la mentalidad feudal de España y en la apuesta a nuevas formas republicanas de organización política. Incluso, Lastarria llega a sostener que la idea de una raza latina en Europa y América era sólo una idea napoleónica, cuya finalidad estribaba en restaurar el absolutismo en el Nuevo Mundo, imputándoles a los descendientes latinos la incapacidad de gobernarse por otras formas políticas. - CONSTITUCIONALISMO: Se ha llegado a sostener que “un elemento significativo de la herencia liberal de América Latina era el entusiasmo por los sistemas constitucionales... entendido básicamente como un 4 código de leyes escritas y concebidas racionalmente para distribuir el poder político de manera eficaz y garantizar la libertad individual” (Bethel, 6) El constitucionalismo liberal tiene por finalidad primordial limitar la autoridad por medio de la instauración de barreras jurídicas contra el “despotismo” que se asociaba al régimen colonial. La noción de este constitucionalismo tiene su fuente en la Ilustración, específicamente en la teoría de los derechos naturales del hombre, por un lado, y en el utilitarismo, por el otro, las cuales si bien son doctrinas opuestas entre sí, ambas reconocían el valor del individuo como ente autónomo. Posteriormente, esta noción del derecho como sinónimo de legalismo, fue abandonada por considerarse abstracta y de discutible aplicación universal, por lo que se renuncia al constitucionalismo clásico, a partir de las ideas de Savigny relativas al método comparativo e histórico del derecho. Así, Alberdi consideró que el derecho no debía considerarse como una colección de leyes escritas, sino como un elemento vivo y continuamente progresivo de la vida social. Uno de los problemas más importantes a los que hubo de prestar atención desde la perspectiva constitucional, es el relativo a la organización territorial del Estado. Así, se dio un enfrentamiento entre la tradición unitaria versus una federalista que pretendía atender los intereses regionales. Al final, los derroteros adoptados por los países hispanoamericanos fueron diversos, coexistiendo distintas alternativas a la fecha. - SUPREMACÍA DEL ESTADO SECULAR: Este aspecto era, sin lugar a dudas, uno de los elementos diferenciadores más importantes entre los liberales y conservadores de la época. Para los liberales, el Estado moderno, formado por individuos libres, iguales ante la ley y sin restricciones en la búsqueda de su propio interés ilustrado, debía ser un Estado secular. De tal suerte que como ciudadanos su lealtad era a la nación y la ley, no a la iglesia u otros entes corporativos coloniales. Propusieron los liberales que las estadísticas vitales, los procesos fiscales, el procedimiento judicial, la educación, el calendario, los nacimientos, bodas y defunciones, debían apartarse del control de la iglesia (Bethel, 10). Otro punto que dividió profundamente a la sociedad hispanoamericana, tenía que ver con la riqueza eclesiástica (diezmos, bienes raíces, hipotecas), la cual desde la perspectiva liberal debía pasar de la mano muerta de la iglesia y convertirse en estímulo de la empresa individual. A tal grado fue el conflicto entre liberales y conservadores en materia de secularismo que provocó la guerra civil de México, entre los años 1854 a 1867 (Bethel, 10). Por otra parte, en la misma medida que aumentaba la oposición conservadora, aumentaban las exigencias del programa liberal.
Liberalismo mundial Doctrinario económico, político y hasta filosófico que aboga como premisa principal por el desarrollo de la libertad personal individual y, a partir de ésta, por el progreso de la sociedad. Hoy en día se considera que el objetivo político del neoliberalismo es la democracia, pero en el pasado muchos liberales consideraban este sistema de gobierno como algo poco saludable por alentar la participación de las masas en la vida política. A pesar de ello, el liberalismo acabó por confundirse con los movimientos que pretendían transformar el orden social existente mediante la profundización de la democracia. Debe distinguirse pues entre el liberalismo que propugna el cambio social de forma gradual y flexible, y el radicalismo, que considera el cambio social como algo fundamental que debe realizarse a través de distintos principios de autoridad. El desarrollo del liberalismo en un país concreto, desde una perspectiva general, se halla condicionado por el tipo de gobierno con que cuente ese país. Por ejemplo, en los países en que los estamentos políticos y religiosos están disociados, el liberalismo implica, en síntesis, cambios políticos y económicos. En los países confesionales o en los que la Iglesia goza de gran influencia sobre el Estado, el liberalismo ha estado históricamente unido al anticlericalismo. En política interior, los liberales se oponen a las restricciones que impiden a los individuos ascender socialmente, a las limitaciones a la libertad de expresión o de opinión que establece la censura y a la autoridad del Estado ejercida con arbitrariedad e impunidad sobre el individuo. En política internacional los liberales se oponen al predominio de intereses militares en los asuntos exteriores, así como a la explotación colonial de los pueblos indígenas, por lo que han intentado implantar una política cosmopolita de cooperación internacional. En cuanto a la economía, los liberales han luchado contra los monopolios y las políticas de Estado que han intentado someter la economía a su control. Respecto a la religión, el liberalismo se ha opuesto tradicionalmente a la interferencia de la Iglesia en los asuntos públicos y a los intentos de grupos religiosos para influir sobre la opinión pública. A veces se hace una distinción entre el llamado liberalismo negativo y el liberalismo positivo. Entre los siglos XVII y XIX, los liberales lucharon en primera línea contra la opresión, la injusticia y los abusos de poder, al tiempo que defendían la necesidad de que las personas ejercieran su libertad de forma práctica, concreta y material. Hacia mediados del siglo XIX, muchos liberales desarrollaron un programa más pragmático que abogaba por una actividad constructiva del Estado en el campo social, manteniendo la defensa de los intereses individuales. Los seguidores actuales del liberalismo más antiguo rechazan este cambio de actitud y acusan al liberalismo pragmático de autoritarismo camuflado. Los defensores de este tipo de liberalismo argumentan que la Iglesia y el Estado no son los únicos obstáculos en el camino hacia la libertad, y que la pobreza también puede limitar las opciones en la vida de una persona, por lo que aquélla debe ser controlada por la autoridad real. 3.- LA REPÚBLICA LIBERAL: El general Balliván comprendió que debía orientar a Bolivia al desarrollo, reduciendo las deudas del Estado. Con su salud quebrantada decidió renunciar y le sucedió nuevamente Tomás Frías (1874-1876), pero en el estado de Cochabamba se desató la revolución, que dirigió el general Hilarión Daza Groselle (1876-1879), quien de inmediato hostigó a Chile pasando a llevar el pacto de 1866, por lo que vino la declaración de guerra por parte de del Presidente Aníbal Pinto, de Chile, en 1879. Perú entró en defensa de Bolivia por el tratado secreto que habían firmado con Frías en 1873. Así se desató la guerra del pacífico. Tras el triunfo marítimo chileno en 1879, se ocuparon por tierra las provincias de Antofagasta y Piragua, mientras seguían al norte, venciendo en Tarapacá a los aliados (peruanosbolivianos). En Bolivia, Daza es derrocado por el coronel Narciso Campero (1879-1884), quien dirigió las operaciones en Tacna, pero fue derrotado por las tropas chilenas en 1880, perdiendo así el territorio marítimo, y se retiró de la guerra firmando la rendición ante Chile, y dejando a Perú y Chile solos en este conflicto. En las elecciones que llamó Campero en 1883, triunfó el liberal Gregorio Pacheco (18841888), iniciándose el período liberal de la república boliviana, se reformó el período presidencial constitucionalmente en cuatro años. Pacheco ratificó los tratados de paz y amistad con Chile, y recibió la indemnización que Chile le entregó a Bolivia por los perjuicios de la guerra, y el territorio segregado, y así se condenó a Bolivia a la dependencia económica de Chile. En 1887 triunfó otro liberal, Aniceto Arce (1888-1892), quien inició las obras del ferrocarril Antofagasta-Oruro.