REPORTAJE | revista! |3
|Domingo, 21 de marzo de 2010
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Era supersticioso:
al ver a un vecino con ojo de cristal pegaba saltos y salía corriendo. c orriendo. No soportaba ver un sombrero sobre sobre la cama c ama
Pasó buena parte de la
Guerra Civil en su pueblo. “Camba anda escondido por Galicia rezando el rosario”, se burlaban los diarios de la capital
Fue uno de los primeros
nudistas de Vilanova. Tuvo que agacharse tumbado dentro de una barca un día que le robaron la ropa
Abc le recordaba que
No consentía a nadie
tenía que cumplir el detrás jugando a las contrato de diez artículos cartas y tenía mal perder. mensuales. Su aspiración, Al póker jugaba con dijo una vez, era no escribir. Pedro Sainz, su amigo y Tenía fama de vago ‘protector’ franquista
: habrá habrá un un mañana La relación entre los Pombo y los Camba es antigua y viene de nales del siglo XIX. Hoy sus historias son indisociables. En el salón de Lourdes Pombo, enmarcada encima de un mueble, hay una fotografía de Julia Andreu y sus dos hijos, con Francisco a su izquierda y el pequeño Julio subido a un ta burete a la derecha; en esa imagen el niño no debe de tener más de cinco años. Durante la Guerra Ci vil, la rutina de Camba pasaba por presentarse en la casa de la Praza Vella, cerca del Pazo de Cuadrante en el que nació Valle Inclán, con el que entablaría amistad en Madrid, a escuchar las noticias en un aparato de radio que él mismo llevaba a la familia Pombo. “Cuando llegaba don Julio, nuestro gato se le ponía delante y él le decía: ‘¡Quieto ahí, no te muevas!’. Se ponía un paño sobre las rodillas, y el gato entonces ya se le subía a las piernas y ahí se quedaba él escuchando los partes. Que no le tocase el gato sus pantalones”, cuenta la hija menor de Pombo. Algunas tardes las echaba allí jugando a la escoba y a una variante que enseñó él y que llamaba ‘la pastra’. “Muy parecido a la escoba; sé que se recogían quince tantos, y si tenías una sota recogías todo”. Años antes, en esa vieja casa levantada sobre una gran piedra lisa, el periodista acostumbraba a relatar sus ju veniles aventuras anarquistas y repartía regalos de sus viajes. Un dandi sibarita era Camba para las hijas de su amigo Pastor Pombo: “¡Guapo el c ondenado!”. ondenado!”. Fue un hombre con una virtud antigua: le gustaba vestir bien. “Él acostumbraba a ponerse un traje de paño, cubierto en invierno por un abrigo loden de color beige y lucía un reloj de bolsillo con leontina”, comenta Benito Leiro. Medía aproximadamente un metro setenta, y pasaba por etapas en las
documental rodado por Federico de la Peña en 2007 se cuenta que en el pueblo, al llegar de esa guisa el escritor, decían los vecinos: “El anarquista, el anarquista”. Llegó a fundar en Madrid el diario agitador El Rebelde, que no tardó en ser cerrado por las autoridades pero que dejó la huella Camba: la cabecera la llevaba en la contraportada. Fue la época en la que trató a Mateo Morral, el suicida que atentó contra Alfonso XIII y Victoria Eugenia el día de su boda,
supersticioso. Al estanco que tenían los Pombo en el bajo de la casa acudía un vecino con un ojo de cristal, y cada vez que lo veía el escritor pegaba saltos y echa ba a correr. También abroncaba a quien tirase su sombrero sobre la cama. Esa manía le persiguió en el juego, como relata Leiro: “Cuando disputaba una partida de cartas se lo tomaba muy muy a pecho; no consentía que nadie se le colocara detrás, porque le daba sombra de mala suerte, y tenía mal perder cuando le podían a la escoba, al julepe, al tute o incluso al ajedrez. Sus compañeros de partida, en ocasiones, procuraban dejarle ganar para aplacar su mal genio”. Otro lugar en el que hizo tertulia Julio Camba fue en la peluquería de José Prado, al lado del bar Santos. No sobrevive ya en Vilanova la vie ja botica de Pepe Roig, hoy Farmacia Pavía en ese solar, que le abastecía de sardinas (“para hacer una buena sardinada hay que elegir detenidamente la compañía. Las sardinas saben bien, pero tienen el problema de que saben durante mucho tiempo”). Lo que sí puede visitar uno es la capilla de la Encarnación, cerca de su casa, en Vilamaior, donde le daba la misa Jerónimo García y Ángel Nodar. En esa pila bautismal, Nodar anotó su segundo apellido como Andres,
el 31 de mayo de 1906. El nal de
Morral (fue detenido, y mientras era conducido al cuartelillo mató a un guardia y se suicidó) fue tam bién el nal del Camba anarquista
y su maduración como el Camba finalmente inmortalizado: un hombre escéptico que acabó sumido en un tímido cinismo, bon vivant de zapatos siempre inmaculados y elegancia sin sobresaltos, un hombre bien peinado de yantar excelente y buen dinero, según la época, que vivía en el Palace y al que no le gustaba trabajar. Un conversador nato; un hombre al que se le tendían las sobremesas para desparramar su ingenio como una alfombra en la que un niño vuelca sus juguetes. ¿Qué aspiración tiene usted? -le preguntaron en una ocasión. -Ninguna. No tener que escribir. El 5 de diciembre de 1940 José Losada de la Torre, director de Abc, le envió una carta en la que advertía que ese mes el periódico tenía “algo más de pa-
“Os cartiños”.
corregida nalmente la ‘s’ con la ‘u’ nal: Andreu. Curiosamente, casi
pel, y esto se ha de reejar, como
es natural, en la colaboración del periódico”. “Yo le ruego a usted que cumpla el contrato y nos en víe sus siempre interesantísimos artículos, espaciándolos durante el mes. Como usted recordará, la cláusula primera señala el envío por parte de usted de dos o tres que se le iba la mano con la gura artículos semanales hasta comple y procuraba ponerse a régimen tar el total de d iez al mes”. “Cando (“Duermo siesta de tres y de cua- andaban escasos de cartiños”, le tro horas y bebo cerveza, horcha- contó Felisa, una mujer del serta, limonadas, coca-cola, agua de vicio de los Camba al periodista seltz, etc, etc, con lo cual estoy po- Benito Leiro, “don Julio ía ao teniéndome tan gordo que, cuando légrafo e mandaba papeis para me veas, no vas a saber si yo soy Madrid; de seguido chegaban os yo o si soy la marquesa de Casa xiros do Abc e xa tiñamos para ir Calderón”, le escribe a una chica). tirando outra temporada”. Elegante y un punto dandy, Camba En otra misiva fechada en junio de pudo acabar bien en sotana o bien 1939, y con un elocuente ¡Arriba con el gorro de anarquista. Su pa- España! escrito de su puño y letra dre quiso enviarlo a un seminario en el sobre, Camba avisa de su lleen Santiago y él prefirió fugarse gada a Vilanova a su amigo Pastor de polizón a los catorce años a Ar- Pombo anunciándole un próximo gentina, donde entró en contacto contrato en Abc. El original de ese con la causa del anarquismo y fue contrato, rmado un mes después, devuelto del país y, tras pasar por se guarda en la c asa de los Pombo. Barcelona y Madrid, entregado en En él Camba se compromete a es Vilanova aún adolescente por una cribir los citados diez artículos al pareja de la Guardia Civil. En un mes, y por cada uno cobraría dos-
Camba arrimándose a la vejez en una instantánea tomada en Madrid.
cientas pesetas. Si alguno de ellos es tachado por la censura, Camba tendrá derecho a sustituirlo. No podrá colaborar en ningún otro periódico, “y la empresa le ruega que no frecuente su rma en los
semanarios de Madrid”. Madrid”. Camba pasó toda la guerra en zona nacional, y los artículos que escribió para entonces los hizo para el Abc de Sevilla, de mando franquista, fueron los que más muestran su “ironía más resentida hacia los que, según él, han llevado al país a esta situación; más lúgubre e incluso agresiva. No faltan tampoco muestras de su extremo anticomunismo y de su simpatía por Franco -en artículos como ‘El tabú’ o ‘El secreto del hombre libre’) no obstante su declarado antifascismo”, cuenta Gonzalo Canedo, editor de Libros del Silencio, en el prólogo
de Haciendo de República y artículos sobre la Guerra Civil. No queda todo en pie en el pueblo en el que nació, del que huyó de niño y al que volvía a descansar de los avatares de la vida el gran Julio Camba. Su rastro, por ejemplo, había dejado huella densa en el Casino de Vilanova de Arousa50, en la calle del Cabo, y ese Casino desapareció a mediados de los años 50. En él, el periodista juga ba a las cartas, discutía sobre los asuntos de la actualidad y en la II Guerra Mundial, declaradamente anglólo, traducía a sus compañeros las crónicas de la BBC. Hasta cuatro vecinas que lo conocieron y lo trataron (las hermanas Pombo, Dorita Martínez Roig -sobrina de su amigo el boticario Pepe Roige Ita Abalo Ozores) conrmaron
un extremo curioso: Camba era
ochenta años después, el Concello de Vilanova editó la esquela con el Andres, y nuevamente una mano hubo de acercarse al apellido para escribir una ‘u’ sobre la ‘s’ castellanizadora de aquel apellido de origen catalán. A Camba lo querían en Vilanova, y se le recuerda en el pueblo con más cariño que a Valle Inclán. Fue un hombre de gustos sencillos y generoso. Siempre andaba pendiente de los giros que le llega ban de Madrid y de recibir tabaco inglés. Agustín García Sabor, que llegó a ser alcalde de Vilanova, iba de niño en bicicleta a Vilagarcía para comprárselo. Estos vecinos suyos eran “marineros y labradores con una peculiar filosofía de vida, hombres y mujeres que enjuician todos los asuntos de un modo personal y directo sin lugares comunes ni ideas de segunda mano”. Tras preguntarle al editor Artemio Precioso si es que nunca había estado en Vilanova, el periodista le aconseja la visita: “El viaje es muy largo y muy costoso; en menos tiempo y por menos dinero se va usted al Polo Norte, pero ¿qué va a hacer usted en el Polo Norte? En Villanueva de Arosa, en cambio, cam bio, podrá pod rá usted >>>> >>>>