2|revista!| REPORTAJE
|Domingo, 21 de marzo de 2010
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Julio Camba Andreu (Vilanova de Arousa, 1882 - Madrid, 1962) fue uno de los más grandes escritores españoles del siglo XX. X X. Viajó por todo el mundo enviando crónicas y retrató con precisión quirúrgica sin renunciar a un periodismo escéptico escép tico e irónico, o precisamente por ello, las ciudades en las que vivió (París, Londres, Roma y Nueva York, York, entre otras) para retratar también t ambién Galicia y España. Celoso hasta la desesperación de su intimidad (llegó a abroncar a un amigo suyo por hablar bien en un periódico de su sintaxis -”Pero, ¿qué es eso de la sintaxis? ¿Quién te crees que soy yo?”), yo?”), Camba conserva en Vilanova un pedazo de aquella vida corriente corrient e de pequeños detalles en la memoria de quienes lo trataron. tr ataron.
Váyase tran ranquilo, quilo, Cam Camba
A la izquierda,
el contrato original del diario Abc con Julio Camba. Sobre él, una carta enviada por el escritor a su amigo Pastor Pombo.
Cuando volvía a Vilanova de Arousa, a Julio Camba se le plantaban sus paisanos delante y le preguntaban: “¿Quién soy yo?”. No para que los sacase de la ignorancia, que era lo que el periodista creía (“tal vez puedan informaros en el Juzgado municipal”, contestaba), sino para poner a prueba su memoria. Si ésta le fallaba, lo tenían como a un hombre “terri blemente orgulloso”. Vilanova, hoy amansado tras las revueltas marisqueras y la silenciosa epidemia de la heroína en los ochenta, es un pueblo tranquilo volcado al mar (las tertulias en el Casino las hacía Camba con salazoneros como Ricardo Llauger, Juan Pérez Lafuente, Ricardo González o Francisco L afuente) afuente) en el que hay una estatua de un señor sentado mirando el horizonte, con un periódico a un lado y una maleta al otro. Camba, que sospechaba con cierta distancia ‘british’ que los grandes hombres se creaban para dar trabajo a los escultores, tiene desde hace dos años frente a la ensenada de Esteiro, en el parque que lleva su nombre, una réplica de bronce. Hizo bien el artista Lucas Míguez en esculpirlo de ese modo tan con-
[repOrtaje] Fue todo lo contrario a una estrella del rock, pero este viajero impenitente llamado Camba fue leído por multitudesy viajó alrededor del mundo. Su pena fue un cierto olvido; una cierta soledad [escribe Manuel Jabois]
vencional, porque hubiera provocado cierto escándalo haberlo cincelado tumbado al sol desnudo en una roca de la playa del Terrón, a la que se subía cuando estaba solo. Porque Camba, como descubrió el periodista Benito Leiro, fue el primer nudista de Vilanova de Arousa. Y cuando en cierta ocasión unos bromistas le robaron la ropa, el escritor tuvo que tumbarse en una barca mientras un pescador corría a casa de los Camba a buscarle unos pantalones. Esa casa está en pie y es un edi fcio
típico de piedra con un escudo que anuncia orígenes nobles: se la encuentra uno como todo en la vida, preguntando, en el barrio viejo de Vilamaior, y hoy es un museo dedicado a Julio y Francisco, su hermano, también escritor de relieve. Ahí dentro es donde pasó
Camba buena parte de la Guerra Civil, se decía que temeroso de las reacciones que pudiera haber a sus artículos críticos con la República. “Camba anda escondido por Galicia rezando el rosario”, se burlaban los diarios de la capital. Pero escondido no andaba. Además de hacer viajes periódicos a Portugal, Sevilla o Vitoria (gracias a los salvoconductos que le conseguía Pedro Sáinz Rodríguez, uno de los mejores amigos de Camba ya antes de convertirse en un ministro del franquismo –en su casa, en plena guerra, Camba pasaría días de asueto y póker), ese tiempo lo aprovechó el escritor para pasar semanas con sus amigos de Vilanova, y es la época en la que más lo recuerda Lourdes Pom bo, ahijada de Julio Camba, hija de Pastor Pombo Ferro y nieta de
david freire
Pastor Pombo Regás. Éste último, don Pastor, fue el maestro de Julio Camba. “Lo quería, aunque luego habló mal en sus ar tículos. ¡Pero
Entonces era ya una celebridad que había escrito crónicas desde Constantinopla (donde sólo duró cuatro meses, harto de la comida y no de él específcamente! Es que a un idioma infernal), París, Berlín, Julio no le parecía bien el sistema”, Roma y Nueva York, y que había dice Lourdes haciendo referencia reunido su obra en libros trasa una columna en la que Camba cendentales como Un año en otro escribió que de la escuela se sale mundo, La rana v iajera, Aventuras “con un odio terrible”. Los padres de una peseta, La ciudad automádel periodista, Manuel Camba y tica y Haciendo de República, éste Julia Andreu, fueron los padri- último un conjunto de artículos en nos de Pombo Ferro, que acabó los que desnudó con su particular convirtiéndose en el más fiel de ironía las miserias del poder y la los amigos de Camba en su pue- decepción honda de un régimen blo y que también mantuvo una que había aguardado con espeextraordinaria relación Valle-In- ranza (“La República nos quitó la clán, otro ilustre con estatua en ilusión de la República, y lo grave Vilanova. es que, a cambio de esta ilusión, no nos ha dado ni la menor partíUna rutina placentera . Durante cula de realidad. [...] La Repúblilos años de la guerra el cronista ca nos dejó sin República, como (“el mejor escritor de Villanueva de si dijéramos. Nos quitó la gran Arosa”, como acostumbra a citarlo ilusión republicana, y esto es, en Arcadi Espada en cita envenenada resumen, todo lo que ha hecho”). hacia Valle) salía de su casa sobre Casi todos los mediodías el autor las once de la mañana, daba un de La casa de Lúculo aparecía en largo paseo con Pastor Pombo la residencia de los Pombo. Cocipor la ría de Arousa (“en Madrid naba una hermana de su amigo se creen que las rías son el feme- Pastor, y Camba llegaba a aquella nino de los ríos”), hablaba con los cocina, levantaba la tapa de la olla marineros y fue cultivando fama preguntando qué había de comer, de hombre asequible al que nunca y si le gustaba preguntaba: “¿A qué le gustó darse importancia. hora se pone la mesa?”.