REPORTAJE | revista! |5
|Domingo, 21 de marzo de 2010
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los estados de mascar, por julio camba (un año en el otro mundo) Se ha dicho que el francés es un hombre muy condecorado y que come mucho pan. El americano, a su vez, es un hombre sin condecoraciones y que masca mucha goma. Mascar goma: he aquí el gran vicio nacional de los Estados Unidos
La muerte de su madre en Vilanova fue un punto de inexión. A ella le escribió allá donde viajaba. Desde Perú hasta Nueva York: “Querídisima madre: Estoy entrando en el puerto de Nueva York. Viaje felicífelicísimo. Muchos besos”, le escribe en una postal que guarda la familia Pombo. A partir de 1949 dejó de frecuentar su pueblo natal. Una de las causas fue el destino fatal de la casa familiar abandonada. Había quedado a cargo de la viuda de Pepe Roig, doña Avelina, que regentó la farmacia de su marido y alquiló un tiempo la casa de los Camba a una familia. Lourdes Pombo dice que en ese tiempo la gente hablaba de que esa familia estaba enferma de tisis, que era lo que le faltaba por llegar a los oídos a Camba, un hombre que llegó a reprochar a su amigo Pastor Pombo que le hubiese escrito una carta estando enfermo de gripe (“tu carta debía estar toda impregnada de gérmenes, porque en cuanto la recibí pillé un catarro que no creo que le haya ido en zaga al tuyo”). Además, a esa casa ya vacía luego le acabaron t umbando la puerta y allí entraban los niños, “y yo recuerdo verlos a patadas por las calles a los libros”. “Yo creo que eso fue un poco lo que también le hizo desencantarse de volver”, volver”, dice la ahijada de Camba. En esa casa Camba no madrugaba, como era estilo, y escribía por la tarde en una mesa que no permitía tocar a nadie. Era desordenado y friolero, y en su salón había una estufa de carbón. Los periódicos le costaba tirarlos y se le acumulaban sobre la cama esperando lecturas que habían quedado pendientes. Finalmente esa casa abandonada fue comprada por Pastor Pombo, que con los años acabaría vendiéndola al Concello para crear la casa-museo que hay hoy en el lugar. Se conservan pocas cartas de él. En Vilanova, entre varias de admiradores, se encuentran algunas de Abc pidiéndole artículos y una de La Región, un diario astur iano que el 7 de diciembre de 1934 quiere pupu blicar un artículo del gal lego sobre la Revolución Asturiana. El nal del director de este periódico es muy sui generis: “Como no quiero ni admitir la posibilidad remota de que usted me desaire, anticipo las gracias con toda la efusiva sinceridad de mi corazón”. corazón”. Un amigo suyo en Abc, Rafael Casanova, le cuenta en varias misivas su inerinerno de “treinta y dos meses de sufrimientos y en las garras de la canalla anarco-bolchevique. Treinta y dos meses he pasado, querido. Todo lo que usted pueda imaginarse sería pálido ante la realidad”. “Camba era un hombre cordial pero tímido, casi esquivo con los extraños, salvo las mujeres bonitas y los niños”, escribe sobre él Pedro Ignacio López en Julio Camba a
de Norteamérica. Los americanos mascan goma así como los chinos fuman opio. La goma de mascar es el paraíso articial dé este pueblo. En el tranvía o en el ferrocarril yo he visto a veces frente a mí 15 o 20 personas en la abriendo y cerrando la boca,
como si fueran peces, y con una expresión beatíca en los ojos. Esta expresión respondía al gusto que experimentaban mascando goma. Cuando se tiene poco dinero, es preciso estirar la goma, y aprovecharla mientras dé de sí. La goma de mascar es una goma perfumada y sumamente blanda, que se vende en forma de pastillas. Las familias pobres, sin embargo, yo creo que compran neumáticos viejos y que los mascan en común; esto es, que un padre y la madre y los hijos y las muchachas se sientan todos alrededor del neumático y que le meten el diente simultáneamente. simultáneamente. Un neumático de automóvil, utilizado en esta forma, puede durarle a una familia todo el año.
en titulares
}Su casa en
Vilanova acabó abandonada y en ocasiones asaltada } Yo hago cada
vez una vida más aburrida y estúpida, dice de un verano Acabó Acabó solo viendo }
Julio Camba, sobre un taburete, y su hermano Francisco con Juana Andreu.
través de su epistolario. En la obra se revela también el rasgo coqueto e interesado de Camba, un soltero visceral, con las mujeres. En Un año en el otro mundo, libro que surge de la primera aventura neo yorquina de Camba, ya cita a las ‘american girls’, chicas atractivas de “poca psicología”, por las que él se declararía rendido. Antes, en París, le gustaron las francesas, en especial una a la que dedicó un artículo titulado Escuela práctica de hacer el amor. A nales de los años 40 y principios de los 50 envió cartas a Nina, una chica hermana de Félix Moreno de la Cova. “Esta carta”, dice Pedro Ignacio López, “resulta reveladora del cariño con que trataba Julio, hombre ya maduro, a sus amigas más jóvenes. (Conociendo a Camba hay que suponer que, además de joven, Nina debió de ser una chica bastante bobonita)”. nita)”. Otra c arta la encabeza ‘Nina guapa’. “Pienso que estas cartas (...) ayudan bastante bien a dibujar una imagen real y más cercana de Camba, hombre simpático y corcor dial, amigo de bromas íntimas, que sabe ponerse a la altura de sus interlocutores y no aburrirlos ni
marearlos con arduas cuestiones políticas, filosóficas o literarias, que tan poco han interesado siempre -confesémoslo- a quienes no se dedican con exclusividad a tareas artísticas o eruditas”, eruditas”, cuenta Pedro Ignacio López García. Además de elegante, Camba, que presumió siempre de una gozosa pelambrera heredada de su padre, también era presumido sin llegar al alboroto. Si levantase ahora la cabeza quien consideraba un asalto a la intimidad que hablasen bien de su sintaxis y cortaba en seco a quien le preguntaba cómo escribía (“no le consiento tal ataque a mi intimidad” -escr ibía solo, siempre) prendería fuego a este periódico. El 28 de junio de 1938, una carta con el membrete del Ministerio de Educación Nacional y el recordarecordatorio del II Año Triunfal le trajo a Camba consejos sobre cómo teñirteñirse el pelo. Es de una mujer, quizás la esposa del ministro, a propósito de una misiva anterior que el escritor envía a su amigo el ministro del Gobierno sublevado Pedro Sainz Rodríguez, y en la que, se deduce, le pide recomendaciones capilares (“He leído la carta que le envía us -
pasar la vida sentado en rincón del salón del Palace de Madrid }Camba clava las
columnas: es un relojero,comenta José Antonio Llera
ted a don Pedro con la receta de los huevos podridos y la fotografía de las dos muchachas del Frontón que realmente están muy saladas”). La carta tiene varios tachones en lugares ‘estratégicos’, ‘estratégic os’, como el nom bre del producto y su precio, se supone que hechos por Camba. Pero puede adivinarse que el producto es Komol. Veinte años después de esa carta el diario Abc todavía lo anunciaba en sus páginas con la imagen de una mujer y un lema: ‘Era muy joven para parecer una anciana’. El anuncio anima a seguir siendo “una madre y una esposa jojo ven” y advertía de que “millones de
Yo no sé si ustedes han oído hablar de la mandíbula americana, esta mandíbula prominente, de la que se envanecen los americanos, considerándola un signo de gran energía. Pues, para mí, la mandíbula americana se forma en fuerza de mascar goma.
señoras en todo el mundo emplean Komol”. “Se puede teñir el pelo”, empieza la carta, “de manera admirable con un producto xxxx que se llama xxxx y que se vende, me guro, en todas partes. par tes. Ya ve lo bien bien que me sienta a mí (...) Cada tinte, a su vez, cubre espléndidamente las canas durante veinte días (...) Yo doy el pego maravillosamente. Tengo la idea de ir como le dije a hacer una excursión por ahí en el mes de agosto y si ha sido capaz de resistir hasta ese momento la tentación de rejuvenecerse, tendré mucho gusto en llevarle este producto y hacerle con mis manos la primera aplicación”. Camba acabó solo. Una sensación rara que le asaltaba ya años atrás en momentos puntuales, como cuando le escribe a Pedro Sainz Rodríguez un verano de 1947 desde Li sboa: “Aquí no queda ya ni una rata. Se han ido los Pastora. Se han ido los Cort. Se ha ido Ortega. Se ha ido todo Cristo. Yo hago cada vez una vida más aburrida y más estúpida”. Pasó sus últimos años en el Palace, en una habitación que tenía tarifa especial, y le seguía pagando Abc artículos que no eran más que rerefritos de otros anteriores. “Solía papasar la tardes sentado en un sillón, si llón, en un rincón del vestíbulo contiguo al gran salón circular. Desde allí obobservaba el permanente espectáculo de viajeros recién llegados o a punto de marchar”, escribió el periodista Jaime Arias, que lo trató entonces. Allí estaba sentado uno de los más reputados maestros del lenguaje del siglo XX, un hombre de escritura inconfundible, sencillo y directo, de frases rápidas. “Yo soy un escritor decorativo y me dedico a una literatura fácil, superficial y pintoresca”, dijo en 1908 en un gesto muy suyo de ‘captatio bene volentiae’. La economía expresiva de Camba es impactante. “Camba sabe los centímetros cuadrados de los que consta una columna. La clava. Es un relojero de la columcolum na; un sonetista”, dice José AntoAntonio Llera. No hay en ella grasa; no puede uno extraerle nada sin que se desmonte el conjunto. Vilanova lo honró a su muerte, que ocurrió el 28 de febrero de 1962 a causa de una embolia, y su cementerio acoge el cuerpo de quien fue, sin pretenderlo ni aspirarlo, un maestro de periodistas. Tenía 79 años. Le dedicó una Tercera en Abc César González Ruano y escribieescribie ron obituarios rmas como Miguel Delibes y Torrente Torrente Ballester. “Vá “Vá yase tranquilo, querido Camba, a pesar de este olvido”, escribió su paisano. “Así las gastan aquí, donde la indiferencia sobrevive a la muerte, donde el talento es una incorreción imperdonable; pero ya sabe que para todo verdadero ingenio existe un renacimiento. Habrá un mañana para el de usted”. n