La mujer en la historia de Europa De la Ed Media a nuestros días
Gisela Bock
La colección «La construccin de Europa» · se publica simultáneamente en cinco editoales europeas: . H. Beck, Beck, Munich Munich Basil Blackwell Oxfrd Cí, o Lterza Roa-Bari Éitions u Sui, Prís
Traducción castelana de fo Lozoy
Crítica Barcelona
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mer en la historia de Europa
!magen del ineo. Los supervivientes nceses pusieron por título a sus nrmes Descent aux ers L'enfer existe. Pa Primo Levi el ineo venía a ser «como si ya hubiéramos muerto», y lo mismo dice Hannah Arendt: «como si ya hubieran uerto». La metára alude a una «vida des pués d� a muerte» o a una muerte anterior a la propia muerte Una judía suerv1v1ente de Ravesbrück pensaba que el io no era nada coa rado con el campo de cocentración ujeres y hombres «suieron de ma nera _ distita» y añade: «aguardábaos la muerte, pero Dios no quería que muéramos». Al traspasar «las puetas del ineo» de Ravensbrück a Lucia Sch midt-Fels se le presentó «una iagen atroz: los habían raado todos» ud1th Isaacson recuerda el doloroso roceso de arrancarles los vestidos los registros en busca de objetos de valor en cualquiera de los oricios del ;uer o, ? la rma en que les aitaron la cabellera y todo el pelo del cuero, hui llacón nmensa esecialmente ara las judías creyentes. «Intentábamos ocul tar nuestra desnudez . El recio habitual de un pañuelo haraiento se uso por _l s nubes y llegó a costar inediataente una ración diaria de an Mi falia pudo ahorrarse ese gasto, ues todavía teníamos un añuelo que daba par dos, Y o lo rasgué para quedare con u trozo». Se hizo prestar ua aguJa, pagándola con un pedazo de pan, y cosió el añuelo con un hio usado: «Las mujeres somos unas craturas bien extrañas Nos libramos de a locura gracias a cualquier nadería. Incluso en el ineo. Sí, incluso en el iner no». Pece que muchas prisioneras tanto judías coo o judíassupe rron meJor que los hobres las terribles condiciones d la vida cotidiana en los camos de concentración. Pero pra · as hebreas a supervivecia no e ruto de su actitud, sino del aza ese caso se dio raras veces. La berlinesa 'Grete Bloch, madre del hio uerto prematuramente de Franz Kaa e de te ?ida e 944 en Italia, cerca del te de Montecassio, muró e Ausch w1 M1le esenská, oriuda de Praga, royectó en campo de Ravens bruck escb1r una obra sobre «la época de los camos de cocentración» jun to con Margaete Buber-Neuann esenská muró en ayo de 944. De la holandesa Rosa Manus, que había desarrllado una actividad icansable en el ovimiento suagista y minista inteacioal desde 908 que e envada a Ravesbück en 942, o se sabe con posteriodad a es dato ás que la cha de su muete e abl de 943. Treinta años antes en Londrs le había conado a ua amiga o siguiete: «¡Qué dicil resuta aditiro Nada lograá cambiar nuca la actitud del mundo hacia nuestra raza».
CAPÍTUL O S EIS
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Derechos civiles, plítcos y sociales: un nuev debte de ls sexos
s. A ll hu m beings bo f d eq ua l i gni d rgh t
ha vivido a la sombra del horr de la L primera, y cuanto más tiempo pasa, s s es o de sus to res, hombres y mujeres, han guarado siecio, se han justicado o hn men tido descaradamete, y los padres aleanes han permanecido mudos ante sus hos. Al margen d las importants ivestigaciones rendidas de os grdes procesos celebrados al término de la guera, el alcance de Holo asto y también el de a colaboración de las poblaciones de oos aíses con os alemanes no llegó a la conciencia y el conocimiento de la gente hast una generación más tarde Vista desde esta perspectiva, se contesta práctcamen• te sola la regunta que se ha lanteado no sóo ara Alemania, sino también para otrs aíses articipantes en la guera: ¿por qué las mjeres que duran te a guera y durante los duros tipos de la osgua s indpendizaron en una gran medida, tuvieron que sacar adelate a sus fmilias solas y as mieron mchas otras taas consideradas «de hores», se dejaro reegar de uevo a la «esra de lo rivado» es que e precisante esa esra la que vio ómo l dictaura, la guea y el holocausto acababa con su autono mía civil y la que e puesta en tela de juicio por estos trs acontecimientos. Para ser prondo y duradero, un cambio las relacioes entre los sexos no puede ser ruto de la necesidad o vni de la mano de un teror proongado durante años y años, que e rotagonizado en la msma medida por hombres y ujeres y que suuso a prscució e esiato d mes hombs or igual. ada tiene de rtito hecho d que desués de a seguda gue udia o se prodera en ningú país nigún vantamto comparabe con os que tuviero ugar a raíz d a primra gua mdial durat os aring enties no es d extrañar que ese levantamito se ciera spera hasta que ron superados las consecuencias y os recuerdos más iditos ASEGUNDA MID DEL SIGLO XX
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de la guerra, hasta que éstos eron sustituidos por el «lagro económico» de los años cincuenta y sesenta y hasta que la democracia se estabilizó. Y sin embago no tardaron en producise señales de cambio. En 1945 la equiparación de los sexos y la condena de toda discriminación po motivos «aciales» logaron entra en la carta ndacional de las Naciones Unidas gracias a la presión ejercida po las pocas delegadas existentes en la organi zación sobre todo americanas; en la Declación genel de los derecos huanos de 48 se incluyeon también (gracias sobre todo a la insistencia de Eleano Roosevelt y de la danesa Bodil Begtup) la igualdad de deechos dento del marimonio la protección de la fmilia y la igualdad de salaio El pimer atculo (que al principio decía: al men a bofree and equal in digniy and righs) e rmulado de nuevo para manistar con toda clari dad que actaba no sólo al sexo masculino sino a todo el género humno Al human beings (aunque el derecho a un nivel de vida adecuado sólo hace erencia «a él y a su milia»)* En las constituciones de Fancia (46 5) e Itali (147) se introduo por prime vez la igualdad de deechos de ambos sexos, pues las de la Alemania Occidental y Oriental (4) contaban y con el antecedente de la constitución de Weimar; a pesar de todo en Ale mania Occidental eron pecisos el empeño incansable de la diputada so cialdemócrata Elisabeth Selbert y una ola de protestas de las mueres desde era del parlamento paa impone el principio de la igualdad de derechos. En muchos países esucitaon las viejas oganizaciones ministas o eon ndadas de nuevo siguiendo su tadición e intentaron inuir en los aconte cimientos sociles y polticos de la posguerra En Alemania las americanas apoyaron el proceso de democratización y a menudo discutieon el vieo pa pel desempeñado po las muees del pas. La congresista del partido demó cata Chase Woodhouse opinaba en 4 «Desde el punto de vista psicoló gico las muees están más interesadas que los hombes en llevr a cabo una reconstucción sobe bases democráticas. Pues las muees no tienen una "cra ue salva Desde 33 caecieon de todo tipo de estatus No aban parte de los ue hicieon l poltica de Alemania» La vida de las muees alemanas vino deteminada po la vilidad y la tindad mada por «Hi jos - Cocina - Iglesia». Su verdadera contribución a la bararie nazi ue no tuvo nada ue ver con la cocina y los hijos y desde luego nadie obligó a las muees ir a la iglesia ue tan olvidada y silenciada como la de muchos hombes y no saldí a la luz hasta los años ochenta hasta que el nuevo movimiento minista de los pases occidentals cuyas mas y ob jetivos caracterzarían también los de su viante alemana, no contibuye cear un nuevo modo de escribir la historia. No obstante en los comienzos 1
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• En inglés e italiano los «rights of man» los «diritti dell' uomo» pasarn a sr «human · rights» y «diritti umani». En oas lenguas como el ancés «droits de )home», holandés aemán, el téino no se modicó
2 de ese movimiento protagonizado en Alemania por la primera ge que no haba vivido personalmente el nacionalsocialismo su prese más impotante que su pasado Derechos civiles, olíicos y sociales: un nuevo debt
1. Liberad e igualdad
' A dieencia de lo que ocurriera con el movimiento minista clásico e nuevo eminismo entró en escena a nales de los años sesenta de manera repentina y provocativa hacia 75 se convitió en un movimiento de masas y estuvo desde el pncipio caacteizado po una gan comunicación a nivel intea cionl En 6 con motivo de la elección de Miss Améica las estadouni denses coonaon a una ova tiaon al cubo de la basura de la libeta setadoes los y cosméticos y enteaon la minidad tadicional en el cementerio nacionl de Alington. En la macha po la paz ealizada hasta Wshington desló una brgada llamada «Jeanette Rankin» bautizada as en honor de la primea mue que haba sido elegida palaentaia en Los gpos povocadoes se denominaban a s msmos Bic («as Peas») o WTCH («Las Buas» Women Ineaional Terroris Consiracy rom Hell»); el nombe de las «Redstocngs» de Nueva ok (adoptado en re cuerdo de las «Blue Stockings» diamadas durante siglos) e uti lizdo tam bién po las muees de Dinamarca Montones de d �nesas decidieon sub a los autobuses y pagar únicamente el ochenta por cento del preco del b llete en consonancia con la propoción ue supona el saario de las mueres espcto al de los hombes En Gan Betña las mues se mani staon conta la elección de Miss niveso mostaon su apoyo a las tbaadoas en huelga y abeon el debate en too a la lieación de la ue en el seno de la izuieda n Ps cientos de mees colocon sobe la mba ?el_Sol dado Desconocido en el Aco de iun una coona de oes con el sguente lema «A la me desconocida del solddo desconocido» mentas otas se pecipitaban a la edacción de la evista Elle de caácter cnvencional n Holanda las «dolle Minas» (Wilhelina Ducke e una ponea del veo movimento minist) se dedicaon a llama la atención con cciones espec taculaes En la República Fedeal de Alemania una lluvia de tomates cayó sobe los miembos de la Unión de Estudiantes Socialistas Alemanes que se negaban a tomar en sero la libeación de la mue el Akionsr _zur Be iung der Frau («Comité de Acción pra la Libeación d a _Mer>) e Beln y el Weiberrr («Comté de Muees») de Fankut ncaron el ds anciamieto de los postlados de l nueva-viea izuieda Posteiomente sugran grpos autónomos de mueres (ue ya haan empezado a organi zase co anteodad) uno se llamaa B & Rosen («Pan y Rosas», e
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L mu j er en la hi stor ia d E ua
recuerdo de la consigna uilizada en lugar del eslogan bread-andbutr uti lizado por las huelguistas de Lawrence, Massachuses, en 1912. Empezando por Berlín, se multiplicarn por do el pas los Kinderlden («Tiendas in fantiles»), nacidos como iniciaiva de autoayuda y como alteativa a la ed cación autoritaia impartida en las guarderas y en el seno de las milias Al poco tiempo surgieron por doquier centrs de mujeres, que se conviriern en sede y punto de arranque de numerosos grupos, proyecos alteaivos y de oda una conraculura. Las «Casas de la Mujer acogían a las mujeres mal ratadas (en Gran Bretaña existían ya 200 en 1980), y los centros de ayuda y los telénos de urgencias se ocupaban de las víctimas de violaciones. En Roa, Turn y Milán se celebaron manisaciones noctuas en las que las muJeres protestaban contra el hecho de que no pudieran salir de noche sin exponerse a la amenaza de los hombres; su lema «Tomemos la noche» se convirtió en un eslogan inteacional. En muchos otros ámbitos se initaría ambién a perder la paciencia: la primera «película minista» de Berlín se llamó E por de los hombres es paciencia de as mujeres. Los grupúscu los y sus redes de comunicación se convirtieron en as partes en el alma del mvimieno Se produjron trs innvacines condicionadas especialmene por sus mo delos americanos, que no ardaron en dindirse por toda Europa En primer lugar las mujeres se dedicarn a analizar en grupos de autocnciencia su si tuación personal y las causas de la mismas susceptibles de ser generalizadas En segundo lugar, surgieron nuevos grupos de autoayuda, inspirados a me nudo en el libro Our Bodes, Ourseves (1970), del Colectivo de Mujeres por la Salud de Bo ston, que ilustraba las múliples conexiones existentes entr el uerpo y la subjeividad, y del que, después de traducirse a numerosas len guas, se llevaban vendidos en 995 tres illones de emplares. Y en terer luga, también dejaron o su voz las lesbianas (el concepto de «lesbianismo» había surgido allá por los años veine, anque siempre hubieran existido los amores entre mujeres) muchas abandonaron los grupos mixtos de homo sexuales a los que perteneían para unirse al moviient minista, si es que no habían participad previamente en su dieción A la denuncia de la dis criminación de las lesbianas se uniría la idea de que el amor entre mujeres y la comnidad de meres onstiuían una aleativa al dominio del varón La oncepción eudiana de la mujer como hmbre imperecto e oeto de una crtia roz m del ogasmo vagna de la americana Anne Koed (1970) vo una exraordinaria acogida ineacional (durante los años veinte ya ha bían podido leerse mhas ideas parecidas) A parir de 1972 se desató en Ia lia la Gran Breaña una campaña en vor de la remuneraión estaal del rabajo domési reivindiación que no tardó en ser recgida también en Alemania, Esados Unids y Canadá. Esta esis sostenía que el trabo era de casa no había liberado a la muje, y demostraba que las mujeres «no tra bajadoras» rababan en realidad, y mucho, y qe tod rbo remnerao
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dende del no remneado que realizan las meres en el seno de la m lia amaa que la posesióde dinero pr pte de la mer menaba am bién la independnia dntro del matrimnio, y que el tro que para las mere suponían la crianza e los hios y las labores domésias debía e nerse en cuenta a la hra de cobrar los cmlemenos por hios, el seuro de vejez y el divorcio El eslogan utilizad seía «Salario pr tabo domési co». Si el trabajo dméstico dejaba de ser rtuito -se deca-, éste se trans aa y se rediría a través de ls e eodmésios d la sociaizaión y de su aunción pr parte de los vone Al igual que el movimieno m nista en general, esta caaña rechazba el pael del ama de casa, tanto las nas domésticas tricionales omo su variante mdea el «prblema sin nobre», contra el cual había arrmetid Bety Fiedan en s bestseller in teacional Te Feminine Mystique (1963) A parir de 1975 las prosttus se rebelaron contra la represin olicial, los burdeles reglamenados pr el es ado y la explotación d los prxenea es movimien comnzó en Lyon, continuó en Berlín, y e mostó partiularment atvo en Italia y la Gra Brtaña (país en el qe la prostitción e dspenalizada en 198). Las mu jeres alemanas de ·colr, en su mayora hias de soldados am canos y an eses acannados en Aleaia después d la guerra se manisarn en con tra del racism a és de su cdición de nistas pno cnane llegaría en 1976 en Bruselas con la creaión del Tbunal Ineaiona para los Delitos contra la er La cuestión del abort acompañó da la décaa de ls aos seenta en primer lugar porque era el único movo de queja de los mchs inluids en la cartera del mvimiento minista que todavía estaba esperand una re rma legislativa y en egundo lgar, porque el aborto anque las m nistasexigieran en general la liberación de las leyes que l reían- e ta bién u tema muy conovertido entre ellas A direncia d lo que ocurriera con otros asuntos, e éste un tema en cuya dissión participarn tamién muchos varones. La legislación e en cnsonania con la dnámia de las campañas, iniiadas en Francia en 1971 y continuadas en Alemaia con a tos de autodenunia («He abortao») En 1967 se liberlizó la le inglesa, y en 1975 las mujeres sieron deenderse e impedir su revisión En 1973 el ibunal Supremo de Estads Unidos admió la liberalizaón del aor du rante los tres primers meses del embarazo aleando la invilabilidad de la vida privada, per en 18 traspasaía las cmpeenias leislaias sbre esta materia as dsinos esados de la Unión En 1974 el prcesament por abto de 26 mueres en Treno mvilizó a todo el m _nsm it�io en 1978 se prodo la despenaizaión del aborto on una see de iac nes ue tenían cm n eviar e el aort se convirtier en un médo de conrl de la maeida. En Francia la ley e liberalizad en 197 E n Ale mania el Bundesag arobó en 174 una ley de plazos, qe pose orene se transrmó en una ley de condiciona menos eraéuis ras ser revisada
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por el tribunal constitucional; las negociaciones que condueron a la unica ción del pas estuvieron a punto de acasar cuando ya estaban en su fase nal al chocar con el aboo plenamente libre existente en la RDA. En la RF la campaña se llevó a cabo bo el lema: «Mi vientre me perenece» (por lo demás una paráasis de la consigna. «Tu vientre te perenece», con la que allá por los años reinta el partido comunista reclamó la liberad del aborto) No obstante, en los gupos y publicaciones ministas el debate no tardó en sobrepasar el tema concreto de la legalización rmal del aboro y en abordar la cuestión del embarazo voluntario o involuntario, y de paso la de las rela ciones de poder dentro del sexo. Se discutió el hecho empco de que los pre suntos padres no estaban dispuestos a asumir su eventual responsabilidad como tales. Mucas italianas temían (como le ocuiera al vieo movimiento minista) que la libertad dl aboro cilitara los abusos por parte de los va rones «La mer se pregunta ¿Por el placer de quién me he quedado emba razada? ¿Por el placer de quién aborto? Tras esa ase se esconden las raíces de nuestra liberación».• Our Bodies, Oueves prevena de los múltiples abu sos que acarreaba consigo el aborto, por emplo cuando se practicaba con demasiada cilidad a mueres que se consideraban indeseables, lo mismo que sus hijos, sobre todo entre las minoras étnicas. Pra muchas inistas el aborto se convirtió precisamente en smbolo de la libertad de la muer, otras lo vieron sólo como una solución de emergencia, rechazándolo como méto do de control de la natalidad (que es lo que era habitualmente en la Unión Soviética), y dedicándose en cambio a reparir anticonceptivos, enre los cua les se impuso desde nales de los años sesenta -a pesar de las cricas la «pldora». Aunque más tarde se identicra el aborto o simplemente su glo ricación con el minismo, lo que le preocupaba a éste eran otras cosas concretamente la libertad de elección. «Entre tener hios o no tenerlos, las únicas que decidimos somos nosotras», se deca en Alemania y en Italia se oira una ase aparentemente paradóica «Queremos el aboto para no tener que seguir abortando». El movimiento mnista de nales de los años sesenta y de los setenta e consciente de su excentricidad y rmuló sus doléances de manera muy imaginativa, simbólica y utópica -aunque no contara con un modelo de so ciedad tura, a menudo irónica o sarcástica, a través de la palabra y de la imagen, de la prosa y la poesa lo que planteaba (como iciera el rtculo 11 de la Décartion de Olympe de Gouges, pero también las sucesivas rmu laciones de las doéances de las mueres del siglo ) era la libertad del dis curso público. La nueva prensa minista -incluidas numerosas traduccio nes- y los demás medios de comunicación se ocuparon e dar blcdad a sus provocaciones. La cultura de masas y del consumo propia de nuestra épo ca, aunque despreciada por el nuevo movimiento, contrbuyó a dar mayor ectividad a sus acciones espectaculres. Las ministas se entregaron a la espontaneidad y a la acción irecta, y no dieron demasiada imporancia (a ex
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cepción de muchas ancesas) a las teoras que deban integrar sus eperien cias en el «gran todo». Reclamaron autonoma, eron dstanciándose cada vez má de la «revolución sexual de la época porque privilegiaba la liber tad del varón y la heterosexualidad, y llegaron a pensar que carecan de an tecedentes históricos. Rompieron -a veces no sin gran eserzo- con la nueva izquierda, aunque estuvieran inuidas por ella -o precisamente por eso-, as como por las protestas contra la guerra del Vietnam y, en Estados Unidos, por el movimiento en densa de los derechos civiles de los negros. Se distanciron de las asociaciones meninas tradicionales de la época y del vieo minismo, del que conocan muy poco o prácticamente nada en su opinión eran simplemente «liberales, no haban llevado a cabo ninguna re volución ndamental, sino sólo en el meor de los casos rermas legislati vas y por tanto inmnentes al sistema, limitándose a buscar una «igualdad con el ombre (las ialianas denominron a aquello emanciazionismo), que no poda ser considerada un modelo pra el turo ni desde luego calicarse de autónoma. El logro notable que supuso la obtención del dereco de su agio sera tatado por las ministas (como por lo demás aran todos los movimientos extraprlmentros sin el menor respeto Simone de Beau voir, cuyo libro seguno sexo (1949) se convirtó a coenzos de los años setenta en todo un bestseller y que por entonces se consó ptidara del nismo, declaraba en 198 «¿Votr? o sé muy bien lo que es Las ministas modeas rompieron con la viea radición (incluso la minista) de pensar que los derechos comportaban también unos deberes, y en su voca bulio no existra la palabra «bien común», ni por supuesto los térinos citizensi citoenneté cittadinanza Bürgerscaf o ciudadana en Alema nia llevaba diciéndose desde aca algún tiempo que «oy prácticente no existe ninguna muer que relacione a la "ciudadana con ningún tipo de es peranzas de emancipación 5 Semeante situación cambia radicmente a prtr de los años ocenta Pero ese aleiento de la tradción no tuvo la msma impotancia en to das prtes. En Irlanda las cuestiones de la sexuaidad y de la autordad del vrón peranecieron en segundo plo, y el nuevo moviento nista co laboró con las vieas asociaciones de mueres En orega siempre cabra la posibilidad de apelr a la presencia relativente impotnte de mueres en los ptidos polticos, lo msmo que en Suecia, donde llegron a imponer una poltica social vorable a la muer en el seno de la socialdemocracia por eso el movimento nista autónomo sueco e menos destacado, y en abos pases el tema de la citizensi se puso enseguida en primer plano. En Espa ña y Portuga las actividades mnistas estuvieron estrecente vinculadas con el n del régimen autortro y la constrcción de la democracia en Es paña el minismo americno tuvo una inuencia menor, y e muco ma yor la del Año Inteacional de la Muer, declrado por la OU en 195 El caso de las «tres Maras las Nueas Caras Portuguesas prohibidas ras
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su publicación en 1973- contribuyó a la movilización de la mujer pimero en Porugal y después en todo el ámio ineacional. En el seno del propio movimieno autónomo de las meres incluso el concepo de «fminismo» e considerado al principio demasiado viciado por la tradición y resultó sospechoso, y muchas mujeres -la herencia de la izquierda era demasiado grande- llegaron incluso a calicarlo de «burgués» Su consigna no era igualdad, sino libead: por odas parts se hablaba de «li beración de la mujer», women's b; en Suiza se llamó simplemene FBB (Frauenbefreiungsbewegung, «movimiento de liberación de la mer») En Gran Breaña el women ibetion movement supuso la ruptura con un su puesto minismo restringido, que se limiaba a planear el problema de unos derechos «rmales», o se esableció una diferencia enr «radical minists» adscritas a la izquierda, y «woen's liberationiss» La primera antologí� amercana dedicada al tea se ituló From Feminism to Libertion (1971) No obsane, se arió un gran debae -de frma parecida a lo que ocurriera con el minismo clásico- acerca de en qué debía consisir esa liberación: lo cual no iene nada de extraño si enemos en cuenta las direntes priori dades, a veces conradicorias, de un movimieno que por un lado preendía hablar en nombre de odas las ujeres (siserhoo is poweu las mujeres unidas son ertes), y por otro hacía hincapié en el individualismo, la perso nalización, la subjeividad y el espacio pra el desarollo personal A modo de metáfra se recurrió al título de un libro de Virginia Woolf, A Room of One's Own (1929) En País, donde desde el primer momento se produjo un debate órico acerca de la liberación, el enntaieno desebocó en un con flico abierto entre las represenantes de las eorías «aerialistas» y el grpo Psychanayse e poitique y nalente en un proceso ante los ribunales, tan escandaloso como lamentable, en too al monopolio del concepto «mouve ment de libration des fmes» Poco a poco acabaría imponiéndose el tér ino «minismo», y así en 1988 apareció un libro en Gran Bretaa titulado Fm Women Liberaion to Feminism. El neofminismo no tardó en adop tar diversos calicaivos difrenciadores: «radical», «liberal», «libertaro», «materialista», «soialista», «social», «individualista», «relacional», «cultu ral», «ancés» o «americano» La protesta de las aroamericanas en Estados Unidos contra el predomiio de las meres blancas desembocó en el ábio ineacional en una mayor conciencia de las direncias nacionales, énicas y religiosas existentes en la sitación y las necesidades del sexo fmenino (las difrencias de case ya habían sido analizadas desde el primer momento); as mujeres de color propusieron sustituir la emnsm por womansm La diversidad y los conflicos, sin embargo, no suponen sóo un obstácu lo, sino también riqueza el medio que les es propio es la libertad, y así se abrió un nuevo debate sobre los sexos, al principio sólo entre las mujeres, pero muy proto ambién entre los hombres Pariciparon en él tano adres como mujeres sin hos, epleadas y estudiantes Para aquellas de sus prota
5 gonisas que procedían del movimiento esudianil, la universidad y la rebe lión conra las esructras universiaras vigenes enían un signifcado muy disino del que pudieran ener para sus compañeros de sexo masculino: Y es que perenecían a la primera generación de meres que constituían un alto porcenae -por lo deás cada vez mayo- del estudiantao Los nuevos impulsos se exendieron en el plazo de diez años desde las metrópolis en las que habían comenzado a las demás regiones, consideraas «provincias» prescindiendo de las divergencias que pudieran exisir, se arió camino una consigna de carácer global e ineacional: «Lo personal es políico» Había que eliminar dicotomías como las de merhombre, privado/políico, a u raleza/culura El poder, se decía -y my prno no sólo enre las fs as-, se ejerce no sólo en el erreno público y políico, sino también en el privado El movimiento fminista se enrenaba·aquí a una parad0ja: por un lado reclamaba una poliización del problema de las relaciones de poder en la esfra prvada y de paso un nuevo concepo de lo político, y por oro re chazaba la políica en senido insitcional (como consecuencia sería ildado de «apolíico» por sus adversarios y a menudo incluso por sus amigos) Es ta cona las insituciones, del poder, de las elies o de la compeencia Esa siuación dio lugar a un problema en dos enes disintos: por un lado los propios proyectos miistas se convrtieron en insiuciones, sobre odo e de el momeno en que -a menudo tra duras luchas- empezaron a recbr cada vez más subvencones (del estado o de las propias mujeres) por otro lado, se planeó la contradicción existene entre las quejas por la ausencia de meres en las insiuciones tradicionales y, en los países en los que no era así o las cosas empezaban a cambiar, las quejas por las «merescoartada» Sobre odo se planteó la vieja preguna con la que la propia Simone de Beauvoir iniciara en 1949 su libro segundo sexo «¿Qué es una mujer?» Una de las respuestas que le daba la auora era una variante de las vieja máximas de Erasmo de Rotterdam ( «omines non nascuntur sed ngunu) o de Kan ( «El hombre no es sino lo que la educación hae de él»): «on ne nat pas Jemme on e devient» Muchas meres que subraaban el valor Y la dignidad del hecho de ser mujer, no esaan dispuesas a admitir a tesi de Simone de Beauvoir segn la cual el varón iene ante sí la «transcendenca», y la mujer sólo la «inmanencia», por lo cual ésa se ve obligada a «asiilar se» al hombre Surgieron los eslogans onna beo o oman is Beaut tomados del movimieto del BlackPower (Back s beau) En 1974 uvo lugar en Berlín la primera esa rock de mujeres -sin hombres -, en l tanscurso de la cua ás de ml participantes repiteron durane vos nutos mienas bailaban el gito «Mueres, Mueres» uno de los muchos símbolos de la idencación con el propio sexo, pero también del rechazo a los encasillaenos La relación existente entre la conciencia de una infe rioridad del sexo menino, proundamene arraigada y a enudo interiori zada, que iba mucho más allá de a simple discriinación, y la concienca Derechos civiles políicos socia les: un nuevo deate
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de la propia erza, de la propia dignidad y de las ganas de salir a flote, si guió constituyendo una contraicción desde luego históricamente inevita ble que se expresó de muchas maneras y en un tono cada vez más agrio A comienzos de los años setenta esa contradicción se puso de maniesto en una controversia que podríamos consierar el anuncio del turo conflicto en too a lo que se entendía por personalización o identidad. Una fminis ta, liz de no tener que ser sólo una mer decía: «¿Por qué va a hacerse fe minista una a la que le gusta ser mer?» A lo que le respondía su interlo cutora fminista «¿Cómo puede hacerse minista una a la que no le guste ser mujer?» 8 ¿Acaso, como quería Rousseau (pero rechazaban Olympe e Gouges y Mary Wollstonecra), una mer es siempre una mer, pero un varón sólo es varón a veces? En último térmno la cuestión no era si se que ría ser mer, sino qué signicaba ser mer En unos sitios antes y en otros espués este problema, que, según la ter minología clásica, habría sio ulao como la relacin (o incluso la con traposicin) existente entre liberta e igualda, adoptó la ora de un ani mado ebate, una vez más inteacional y de momento inconcluso, en too a la relación (o incluso la contraposición) existente entre la «difrencia» y la «igualad» Sobre todo el moviiento italiano y una pate también del an cés insistieron en el derecho a ser «difrentes», y no a la manera tadicional, que en realidad no era más que una asimilación a la sociedad de los hombres, sino e una rma nueva, todaví a por crear ( «La difrencia entr e el hombre y la mujer es la direncia namental que caracteriza al género humano») En Francia lo que se entendía por «difrencia» era e carácter psicoanalíti co, en Italia, en cambio, de carácter político, y comportaba además una trans macin de las relaciones made-hija; en Estaos Unidos aectaba más bien a la moral y al erecho, y en muchos países supuso una nueva valoración e la atencin y el trabajo prestados por la mujer a otros seres humanos Las roaericanas convitieron muy pronto en un problema el concepto e igual a al plantear la cuestión «¿Iguales a quién?» «Si los hombres no son iguales e una sociead e clases blanca, jerárquica, caitalista y patriarcal, ¿iguales a qué hobres van a querer ser las mujeres?» o «Luchamos por el derecho a ser distintas y a no ser castigaas por ello Igual signica iéntico Pero yo no quiero ser igual que los blancos, porque no me gusta» 9 Otras fministas rechazaron la visión e una mejora de la situación de las mares a través de una revalorización del trabajo que comporta la crianza de los hijos por sospechar que se trataba de una variante de la misoginia pronata lista La «igualdad» implicaba para muchas una liberación de la mateidad a través de los niñosproeta (Shulamith Firestone) a través de las guarde rías infantiles y los jardines e infncia, que ebían ncionar durante todo el ía e incluso de noche para permiti a las madres el pleno ercicio e su activida laboral o presciniendo e los hijos o elegano el trabajo de hogar en instituciones extaomésticas En muchos países el fnismo mos
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tró una actitu ecididamente antinatalista (aunque la iea e las guarerías contenía rasgos plenamente pronatalistas) En alusión al movimiento fi nista clásico, que tanto afn había puesto en la mejora e la mateidad, se dejaría o ahora en muchos países el siguient eslogan «Mateida de tram polín a obstáculo»'º Este debate uyos ents no se situaría entre madres y meres sin hos enlazó así con otras cuestiones anes ¿cómo puede conseguirse una distribución del tabajo por sexos (concepto que pasó a ocu par un puesto central en el nuevo movimiento finista)? ¿Cómo puede lle varse a cabo el reajust de la biograa laoral e la er rspecto a la del hombre y de paso cre una sociea neutra sde el punto e vsta sexual? ¿Hace veraeramente libre el tabo? La cuestión «¿Qué es una mujer?», condo a esta otra «¿Qué es el fminismo?, y en último tno, a partir de los aos ochenta, a la siguiente «¿Qué es un hobre?» El ebate e tan acalorao como largo Que claro que la irencia no supone necesaamente jerarquía y que ser iguales no signica necesaia mente ser idénticos, sino n buena traición tener toos una sma li bertad El enfático llamaiento Women unite! no bastaa a la hora e llevar a cabo un caio concreto La pretensión e las women lib raicles e ha lar no sólo en su nobre, sino en el e todo el sexo menno, e someti da a una peba muy dura En 194 Betty Friedan se encaró e meter en un calln sin salida a aquel movimiento tan esperanzaor sobre to con es ogans como «¡Acabemos con los hombres, con los niños y con la atei dad!», y de paso puso en contra suya a la mayora de las meres pidió consejo entonces a otra autodad Simone de Beauvo Las dos mees se encontraron en el saln el elegante piso e la Beauvoir en País, entre lu osos oetos oiginaios e los países que había visitao en copaía e Sarte ¿Co poeos regunt la Friea animar a la er a ocupar na posición ejor? En Francia omentó Simoe e Beauvoir haca ya iempo que lo había conseguio Pero slo las más aicios, las elitistas las mujeres coartaa o con carera las finistas ebía rechaza esa es abilizacin entro el sistma y no aspa a convertirse en rectoras e una niversia, sio en «simles» prosoras el cabio no poía venir « a a», sino «e abo», y e lo que se tataba o era e alcanza una posición itsta dento e la sociea, sino e la estrucción e ésta Peo, ¿qué pa aba con la posición elitista de la propia Beauvoi eplicaba la Fiean, esde la cual su voz había llegao a llones e meres? Simone e Beau or contestó aoptano a su anera el nuevo lengue e la incia ella ocedía de una geneacin ya vieja, que no haía conocio el inismo, y la que «se creía que la mer ebía ser igual al hombre Pero las mi stas no queran ser «iguales a los hombrs» La principal ta, seg ella, onsistía en acanza la soliaia e las meres por encim e las baeras e clase, y ese había sio e hecho el sentio e la campaa en or el orto Por esgrcia, a ls ujeres e los obreros que no abaan era 1
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de casa les tenía sin cuidado la crítica que hacían las mnistas al trabajo do méstico, al que calicaban de «explotación de la mujer por pat de los hom bres», pues las labores domésticas er an precis amente su ison d'tre. ¿No sería mejor objetaba Frieda, aludiendo a las ideas americaas- recono ce el valor del trabo doméstico mediante el pago de un salario mínimo y tenerlo en cuenta a la hora de la concesión del seguro de vejez o del divor cio? Simone de Beauvoir se oponía roundamente: el tabo doméstico debí se eliminado, comprtido con los hombres, colectivizado, y no debía conce dérsele un reconociento material, pues semejante medida habría atado a la muje todavía más al hogar ¿Pero y si las mujeres decidían cri ellas solas a sus hios? «o, no creo que debiera dase semejante opción a ninguna mu jer o debeía pemitirse a ninguna mujer quedase en ca sa pra cria a sus hos; a las mujees no debeía dejáseles nunca una opción semejante; pues s la tuvieran, segura mente serían muchas las que la adoptan» La cuestión era «rzar a la mer a seguir una deternada dirección» Betty Frieda se ae raba a la adición americana de libead individual, pluraismo y valoación de la mateidad: tan ugente seía la necesidad de las guadeías, como poco lícito obligr a las madrs a utlizalas Simone de Beauvoi se aeraba al mo elo «chino»: «To iniviuo, tanto hombe como muer, ebea taba era e casa», y «mient no sea esido el ito de la mateidad y del ins tinto mateal», las mueres seguiín estando opimidas Betty Fredan se sin tió ecepcionada: la Beauvoi no tenía la menor sensibilidad para «las cosas teenales a ls que las mueres reales deben enentse en su vida personal». Helge Pross se ocuparía de esas cuestiones terenales en un estudio muy inuyente acerca de las mujees dedicadas «exclusivamente» a sus laboes (por esa misma época calicaas por el economista Galbraith de «clase que pesta grandes servicios de un modo invisible», al igual que otras amas de casa): en 1974 los seis millones de mueres dedicadas «exclusivamente» a sus laboes constituían menos e la itad de la población menina compeni da ente los 18 y los 54 años Los esultados del estudio de Poss concreta ban el «problema sin nombe», pecisaban las nuevas propuestas de Betty Friedan, y relegaban el modelo chino de Simone de Beauvoi a sus popios límites: la gloricación de la vida doméstica conyugal y mateal ea cosa del pasado, la enominación «sus labores» se había convertido en un no be despectivo, y se concedía mayo pestigio a las mees que tenía n una posión. Según esta autoa, los cincuenta mil millones de hoas de tabo dedicadas anualmente a las laboes omésticas constituían una cia casi ta alta como la de las edicaas a los trabos era e casa, semeante gasto e enegía se ealizaba frzosamente en la actualiad «sin solemnidad meta sica» alguna, y tanto en la Euopa occidental como en la oriental coría cas exclusivamente a cargo de la muer no ea considerao tabo, y, sn e bago, en él se basa ba la socie dad inustial os hombes eran en el mo de los casos paes a tiepo pacial, aunque, eso sí, tomaban las ecisiones e 12
los asuntos de mayor importancia, mentas que las meres sólo lo hacían en las cuestiones tinarias El ama de casa iía en gran media aislada de la sociedad y de la política, aunque en eso apenas se direnciaba de las muje es que traajaban en una fbca o en un despacho, y también de muchos hombres El ama de casa sentía con toda clidad la superordad social de los hombres, paticularmente pronunciada en las capas más bajas de la sociedad Precisamente esa consciencia demostaba qe por regla general predomina ba el matimonio basao e n la colaboración sobre el maimonio basado en la autoidad Las aas de casa oscilaban en la saisfcción y la insatisfc ción especto a sus obligaciones fmiliaes: su estatus social en muchos países hasta su nombre- dependía eclusivaente del del vón, y se veían obligadas a dar más de lo ue recibían a camio ene más �e tres hijos equivaía casi siempe a la pobreza El esquema de las tes fases (unos años de cea y de to, a coninuacón quince años de laboes domésticas, y luego eanudación de la actividd osional, pevsto en ot tiem como model del tuo por Vola Klein y Alva Myrdal, no se cospondía con la realidad Mientas que las mujees de clase baja ue desemeñaban algna ac tividad laol prerían dedicarse eclusivamente a sus labores, e generali noe el nteré por el desollo de la activida prosional, en el caso de las meres ésta se hía convertido en una tendncia social ieversible ue conducía «cada vez en mayor media a una doble orientación de un número cada vez mayor de meres» a un equilibrio muy pecro en la mlia Y la posión En la muje se habían incrementao los deseos d indepenencia y de seguridad social, sobre todo en la vejez, que hasta entonces había venido ependiendo sólo del mrido Las aas de sa deseaba disponer de más guderías, de escuelas iertas todo el día, tene su popia pensión, conseguir ue era abolida la prohiición del aot, ue se dieran inceios prosio nales, que se crean tabaos a tiempo paial, y que se paa un sueldo a ls maes de hos pequeños Peo sobre to, lo msm que ls demás m eres, las amas de casa no constituían un colectivo homoéneo eivind Jca ban el deecho a la individualidad y a poder tom sus popas decones Esas serían las doléances y espeanzas que cacterizarían al decenio siguiente
2. La revolución más larga Women: e longest revolution. JULI McHL, 1966 13
a mayoía e las mees de la Euopa occidental no permnecieon en la situación en la ue a los ideólogos de tendencias conservadoras les habría gustado velas Aunue las meres siguiean siendo esponsles del taba
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jo amiliar (por ejemplo en Noruega la mujer realizaba dos tercios del tabajo domstco no retribuido, cuyo valor se calculaba que equivalía al 5 por 00 del producto interior bruto), el empleo emenino no dejó de aumentar en todos los países Dicha situación se debía ndamentalmente a que desde los años cincuenta, sobre todo en compración con los prmeros años del siglo (o con el siglo XIX), las condiciones laborales habían mejorado y los salarios también habían aumentado considerablemente Aunque los hobres cobraban con ucha más ecuencia que en tiempos pretéritos un salario miliar, y se mantenían las viejas direncias entre el sueldo de los hombres y el de las mujeres, en muchos sectores o en muchos países habían ido disminuyendo paulatinamente (en 1989 el salario de las trabajadoras de la industra correspondía en Gran Bretaña al 62 por 00 del de los hombres de su misma categoría, y en Portugal al 83 por 100, ientras que las mujeres ganaban en la Alemania Occidental el 86 por 100 del salao de los hombres, en rancia e 79 por 100, y en Holanda el 77 por 00) Suecia es e país e el qe en la actuaidad e suedo de las mujeres está más cerca del de los hombres, y precisamente donde además se da un mayor grado de direncacón (para algunos la causa de esa proximidad) entre el empleo menino y el masculino, correspondiendo el primero mayoritariamente al sector público y el segundo a la empresa pivada; ése es el motivo de que al viejo eslogan ublic mn, rivte womn se contraponga en la actualidad este otro: vae man ublic woman. El tabajo de la mer en el sector servcios creció a partir de la posguerra, mientras que disminuyó en el sector industrial unto con la importanca del sector textil como prncipal rao de la ndustria que había dado tradicionalmente empleo a la mujer) Las exigencas del creci mento económic y las necesdades suscitadas por la cultur de masas y la nueva orentación del consumo que mientras tanto habían traspasado los límites de las cudades grandes y medanas y habían llegado tambén a las zonas rurales, hceron que el empleo menino no sólo fera posble y necesaro, sno además retable; en las capas más bajas de la sociedad siguó siendo a menudo tn mprescdibe como mal visto (por emplo en Franca) A partr de los aos sesenta y ras unos comienzos uy modestos durate los años vente y trinta, y por regla general con un reraso de dos décadas respecto a Estados Unidos, los hogares de Europa feron proveyéndose de electrodomstcos, para cuya adquisicón muchas milas se vieron obligadas a ahorar durante largo tiempo; muchas de las mas de casa con las que se entrevistó Helge Pross declararon que deseaban además desgravaciones scales por a adquisición de esos aparatos, análogas a las concedidas a las nversio nes realizadas en el ámito del ab eueado o hizo lta obligar a las mujeres a buscar empleo, como preveía Simone de Beauvoir; pero, a diren cia de lo que esperaba sta, elas solas se encgaron de buscar nueas rmas de combina el trabo denro y fera de casa. En este sentido una de las innovacones más mportantes fe e trabo
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a tiempo parcia la Oanzacón Inteaconal del Trabajo y las Naciones Unidas lo deneron en 1953 como actvdad labora de 2435 horas semanales con contrato y segurdad socal en l a actualidad se ncluyen també bajo este concepto muchas activdades no asegura�as e nluso las qu su ponen u número menor de horas, aparte del trabaJ estacona _de caracter temora E todos los países de Europa (pero ? e Estados dos) se generalizó el rabajo a tempo parcal, y fe especalmente este sstma el que dejó sn eecto el modelo de las tres ases El trabajo a tempo parcal se convrtó en a activida laoral propa de las madres y de las amas de casa feron muy pocos os hombres y muchas las meres que se decderon a adoptarlo E la mayoría de los países de Europa los emlos de menos de 35 horas semanales se consderan a tempo prcia, y se de en rba jos «lagos» y «cotos» (os de menos de decss horas) e abo a temp parca argo da derecho a a segurdad soca autónoma, el coto (laado tamn «de poca mont» e Aemaa) sgue sn goza de seguros socales. E amarca, dode este ua proporcó muy alta de mers co aba jo a tempo prca (en 1989 el 78 por 100 de as meres tenía e leo, Y de ellas el 42 por 100 lo tenían a tempo pacal), gozan de una segudad re latvamete buea, y respecto a la Gr retaa (65 por 100 y 4 por 100 respectvamete), la stuacón es peor que la de Fra cia (3 por _ Y 24 por 100 respectamente) En 1988 reazaban e Sueca traba a tempos par cia el 35 por 100 de las mujees trabaoras (co unos veles de empl o menino del 81 por 100), en 1991 ese porcente alcanza en Alemana el 30 (con unos eles de empleo del 62 por 100) y en Fraca el 24 (co un nvel del 58 por 100). E la Europa d sur el rabaj en os scios p blcos a menudo no pasa en cuquer caso de las ses or daas, hora o que esutaa sute cómodo pa as aas de casa é en os países as condcones lorales de as m dres e el ector puo (tato e los abos a tempo plno como en os a o pca) _ ern m s q e s de sector pado, pues a medo e e pmero as opces potcas ene prereca sobre a ececa (c mo reean as horas pagaas de abse tsmo aboral). A eo haría que adr sobre todo e os pases de sur d e Euopa, pero no sóo e eos ueas as de·«tabo ebe» los ea lzados e el prop doco (por eo ante a pantaa d u ordeadr), los contratos temporaes, los abos ocasonales o de temoraa, ra nrmales sn conrao(por ejemplo, el cudado de los hos en casas 'culares o e abajo doméstco). En counto, y asraccó hecha d la _ novación que supone ao a te l c c te segurdad soca, tda esa aredad d actdaes se pare a ua aante modezada de a mke-h econom de comezos de a Ead Modea. Aunque esas mas d aajo fera de casa eran típcaet meias se desaroló sobre t do e a Comuda uropea desde aes de os aos ochenta oo cocepto de o que era e ao «típco» y e «atco» Se co o
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sidera «típico» el trabo a tiempo completo ejercido mayoritariamente por hombres, y «atípico» el trabao a tiemo parcial propio de las meres (y eso que estamos en una época en la que los sindicatos dominados or varones rei vindican la generalización de las 35 horas semanales, que para las mujeres constituyen el límite superior del tabajo a tiempo parcial): uno de los mu chos terenos en los que -según una tradición seculr- el calicativo «ge neral» signica no almente propio de hombes, mientras que el calcati vo «especial» (con su carga despectiva) equivale a propio de la mujer. En la RDA las mujees siguieron en cualquier caso al cargo del hogar y de la fmilia, aunque las exigencias de la economa, los bos salarios y la ideología de la emancipación a través del trabo, hicieron que el ideal so cial de este país era el de la mujer (con o sin milia) con empleo a tiempo completo Ese ideal se patrocinó con el paulatino mento de las insttucio nes estatales dedicadas al cuidado de los hios (a menudo a partir de los dos meses) abiertas durante todo el día La disputa en too a si la educación en las guardeías, cuya nalidad era el encuadramiento del individuo en la co lectividad, conduce a una mayor competencia y una mayor solidaridad social (en cuyo caso se alaba al régimen) o, si por el conario, lleva a la obediencia a la autordad y al confrmsmo (en cuyo caso se vitupera a as madres, pro no a los pades), se abó en los años noventa; no obstante, todo el mundo está de acuerdo en que no constituí una educación tendente a la individua lidad y al cultivo de la personalidad El nivel ocial de empleo femenino del 91 por 100 (1989), que tanto impresionaba a las fministas occidenta les, era, sin embargo, un espejismo estadístico, pues en la RDA se computa ba también a las ersonas que todava estaban en peodo de ación y, en consecuencia, según el cómputo habitual en la Europa occidental, esas cias deberían rebajarse hasta el 80 por 100 (en la República Federal se situaban en el 55 por 100) Por lo que respecta a la relación existente entre liberad y obligatoriedad, estudiada or Betty Friedan, Simone de Beauvoir y Helge Pross (y muchas otras mujeres), resulta muy interesante la comparación en re los dos sectores en que se dividió Alemania; desde mediados de los años cincuenta se hizo en ambos países una propaganda muy agresiva en fvor del trabajo a tiempo parcial de las amas de casa debido a la escasez de mano de obra En occidente ésa e la reacción ante la constatación de que el incre mento del empleo menino constituye una tendencia irreversible de la so ciedad industial modea, y se intentó atender de ese modo a la necesidad de empleo menino, sin causar perjuicio a la fmilia el «derecho al tabajo a tepo pcial» e una concesión a las mujeres que, de lo conro, sólo se habían dedcado a su familia, y constituyó el método que condujo a un nue vo modelo de ama de casa (por esa época se extendió el concepto de mer dedicada sólo a «sus laboes» que ya había sido utilizado por Max Weber, para difeenciarla de la que abajaba era de casa) Mientras que en la in dustia el tabo a tiempo pacial apenas logró echar raíces, pues no estaba r
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dispuesta a adatarse a las necesiddes de la milia, e otros sectores �e extendió rápidamente, sobre todo en el comercio y las ofcas, pero tamben entre las ncionarias En La Alemania oriental, en cambio, la legitimidad cada vez mayor del trabao a tiempo parcial, que en cualquier caso no logró imponerse sino después de un arduo debate, contribuiría a acostu brar a l _as mujeres a adatarse al nuevo modelo de trabao era de casa a °oduc! las paulatinamente en el trabajo a tiempo completo Pero a diernca de lo que se esperaba, las meres con emleo a tiemo completo (y no sólo ls amas de casa) también recurrieron al trabajo a tiemo parcial ara reducr su carga laboral El «derecho al abo a tiempo parcial» se convirtó en la RDA en una concesión a las meres que no odían o no queran trabajar todo el da or motivos miliares, y en «modelo encubierto» del empleo de las madres Muchas alemanas orientales, pero tambin muchas rusas que aban odo decir que «el» inismo occidental no ropugnaba más que el aborto y la renuncia a los os, contrapondran a ese modelo «la exeriencia única» de la mateidad Más revolucionaria aún que la evolución exerimentada en el teeno del empleo menino e la del derecho civil Por n se hizo realidad la vieja es peranza de la igualdad udica dentro del matrimonio; ese proceso empezó ya durante el período de entreguerras, y en Gran Bretaña llegó a conclurse plenamente, aunque en otros países quedó bloqueado pr las dcduras En cualquier caso e una evolución por etapas En Franca las meres casa das quedaron liberadas de la tutela del mardo en 1965, pero hasta 197 ? no desapareció de la ley la gura del e fae y se stauró la ª d tod de ambos progenitores en lugar de la del padre; en 1975 se pertó el d vorcio por mutuo acuerdo, se despenalizó el adulterio, y se abolió la obliga ción de la esposa a realizar las tareas domésticas, y en 1985 se estableció la plena igualdad de los cónyuges en la administración de los bienes de la f milia La ley de «igualdad de· derechos» de la R promulgada en 1957 no e más que un número de equilibrismo Acabó con la autorida del varó y aunque equiparaba las obligaciones de los dos cóyuges, lo haca en ncn de los sexos: al varón le correspondía el trabo era de casa, y a la muJer la fmilia (as se establecía también en la constitución irlandesa de 1937) A direncia del hombre, la mujer sólo tenía derecho a trabajar era de casa cuando, en opinión de su marido, esa actividad no chocaba con sus de rs miliares: de ese modo no sólo se daba carta de naturaleza al pedom del varón, sino también a la carga laboral de la mujer La tutela de los hos corespondía a ambos progenitores en común, ero la represen tción l g r caía sólo en el padre en caso de conflicto, la nueva ley se atea al pnc p arcaico de que la deisón última la tenía el varón Sobre este punto el tbu nal constitucional tomó cartas en el asunto en 195 9 y decló inconstitucional la preeminencia del padre (hasta 1979 la igualda de der cho e tuela no se convirtió en ley) En cualquier caso en 1957 se mplanto el regmen de be
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nes gananciales, esto es la igualdad de participación en los ienes adquridos en el matrimonio Mientras tanto en la RDA se ensalzaa la ref a del derecho de milia (1965) en sentido igualitaio, calicándola de n del «sistema de autoridad imperialista» La rerma del derecho matrimonial en la Alemania Occidental realizada en 1976 supuso un nuevo éxito: la división del traao entro Y f era de la fmilia quedaa en manos de los cónyuges (esa mma libertad e gualdad era reconocida en 1976 por la constitución portuguesa), Y podía escogerse indistintamente el apellido del padre o el de la madre como apellido de la mlia Posteriormente, en 1991, el trbunal constitucion sustituyó la liertad (o la «diferencia») por la igualdad: los cónyu ges podan conservar sus respectivos apellidos (en otros países, sore todo en e sur de Europa, esta práctica era ya una tradición antiquísima) Se concedó la autonom a ciil a las mujeres casadas de Holanda, Iranda y Bélgica a nales de los anos ccuenta, y en Italia, Luxemburgo, España y Pougal dude los setenta; al s tiempo se implantaa el matrimonio r�ne la decada en Portugal, España y Grecia En Italia el reréndum sore el divorcio celerado en 197 \ el divorcio ya haía sido aprobado en 1970, pero luego se planteo su abolicón) supuso la movilización no sólo del minismo sino de toda la sociedad; ganaron los partidrios del divorcio Por último arios países han aprobado recientemente una seie de leyes en virtud de las cuales es punile la violación perpetrada en el seno del matrimonio; en Austria cuando el marido es violento, las autoridades pueden proceder udicialment contra él afcta al estado del ienestar europeo en sentido a tercera _ innovación estricto, atendendo a las prestaciones concedidas por el estao a las ilias: la otra cara de la vida laboral de las mujeres, que se desarrolla entre su em ple su mlia. En todos los píses se amplió o se introdujo la protección tranal a la mateida concedida a las meres que desarollan alguna acvd� laborl el pe so pagado antes y después del prto); en 1992 se convo en una drectriz e la Comunidad Europea Francia e todavía más adelante durante los años setenta, y sus innovaciones rían en consonancia con la tradicón ncesa de fmento de la natalidad y la mateidad, unida a los altos veles de empleo menino existentes en el país (entre tanto la proporció de trabadoras agícolas haía descendido drásticamente); en 1968 traaJaa el 44 por 1 de la totalidad de la polación menina del país Y el 34 por 100 de las muJeres casadas; hasta 1982 se incrementó el nivel de empleo de las madres al 56 por 100 (el de las madres de trs hios ese nivel se situaba sólo en el 20 por 100), y el descenso paalel del número de na cimiento se de ió a la renuncia al tercer hijo (o más) Bao la égida de Si mone Veil, la pmera muje ministro de un gobieo ancés (encarada de era de andad y cuesones sociales) y secretaria de estado pa la con dcn feena, y a saiedas de que una política abietamente pronatalista era muy mpopular, el goberno empezó a incentivar a las fmilias con tres
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o más hios al margen de los complements po hos ya existentes Se trataa de reconocer decía Simone Veilque «la demograa constitye un im perativo nacional», y de ningún modo «podemos capitula en esta cuestión aunque debemos tener en cuenta la opnión de los anceses, tal como se desprende de algunas encuestas realizaas ni admitir que los anceses tienen razón» Durante los as setenta prácticaente no hubo en Francia ni un gobieo sin nuevas leyes de fmilia, y se procuró encontr a tientas el ca más adecuado Al principio se intent cominar de maera experimen ta la política amiliar con la lucha conta la poreza: se cominó el pago de subsidios a las fmilias necesitadas y a las que tenían tres hos o más; los únicos complementos que siguieron sin depender del nivel de sueldo eron los que se cobraban por hijos, que, por el contrario, se incremetaron en nción del mayor número de hios. Simone Veil intentó hacer realidad el viejo sueño feminista del reconocimiento estatal del «carácter socia de la mater nidad»: «La protección socia de la mad y de la tura mae de siase en pimer lugar. Este oetivo tiene una piodad absoluta y consiste en elaora un estatuto veraderaente social de la madre». La nueva ciudadanía social deía proporcionar a las madrs una seie de derechos atónoos, con independencia del marido y con la inclusión del seguro de vejez; e este sentido se daría poida a la compatibilidad de familia y eleo. En 1977 e aolido el vieo sueldo po mateidad y se introdujo un comlemento de ayuda famlia (por valor d 340 ncos, y de 510 si al cao del io había un solo progenitor), independientemente de la situación laboral de la made: el complemento deía permitir a las madres «elegir entre la posilidad de abandona la acvidad laoral y en su luga cobrar sólo una ayuda pacial, o continu con ella, en cuyo caso el complemento fmilia cubrá de un modo suciente los gastos de atención a los hios». La subida del lte de ingrsos nual pemtido pa la percepión el subsidio ha qu tuviern derecho a él el 8 por 100 de las fmlias con os de edad infeor a ts aos o con es o más hios, y así en 1978 había casi dos mllons y medio de familias que lo cobraban. Se reconoció incluso como bae paa tener de reco a cobro del segu de enfmeda y de ve el desempeo del aba jo mlia, independietmente de que el beneciio tuviea empleo o no; las ayudas fmiliaes debín abonase ndamentaente a la madre (aunque ésta podía renuncia a ellas en vor del padr). Los complementos por hijos con independencia del nivel de sueldo que siguieron siendo el prncipal sevicio de la política fmlia pagado ectaente y los preos de natalidad expeimentaon ua suida, especiamete s coas a air del e cer hijo (en 1980 el nacimento del prme y el segundo hio comportaba e cobro de 200 ncos por cada uno, y el del tercero 8000); el tercer j todos los sucesivos tenían prrencia a la ora de derecho a otner pla las guaerías Hacia 1990 el 20 por 100 de los nios menores de y el 90 por 100 de los e trs años eran atendidos en establecimen • a
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hombrs y mujrs y la uantía modsta dl subsidio pc d los hios hacen qu la dcisión d qu no sa l padr sino la mad la ue aproec l prmiso d crianza s conirta en una conscuncia de natina ce: n comparación con los dmás países, s n Almania done l contribuynt casado qu tin mplo se bncia d una mayor dsgraación sca cuando «el» cónyuge qu carec d él La fminista noruga Katti Ank M!ll spaba en 191 qu un día l trabajo d cuiar a sus hijos ua (para las madrs) l mor pagado todos ¿s posibl que la ampliación de s idal a los padrs a muneración d las labors domésticas l aón, corspondnt por jmplo a los ingresos d un mpleado e alta catgoría acab con la iisión del trabajo tradicional ntr los sexos? Eso sí, los hombrs dbrían ppararse un poco pa llo n Su ecia se mparten ya cusos d ntrnamiento n st sentido, y dsd 1995 xist ncluso una «cuota d papás» una parte del pemiso be rpartirse por gual ntre los dos prognitors y, para ncntiar a los padrs, éstos rciben un subsdio ma yor Pero no dbera olvdarse el todo a las mujres ue o lo menos en l sto Europa crían a sus hijos solas y no dsean se rsponsables xclusiamnte el parto, d modo u uda abirta la sguente custión: ¿realmnt son un ndicador e mayo libración los altos nivles de emplo mnino y los nivls más bajos e emplo masculino? Pro eso s sabá en el siglo En cualquir caso l cuidado d los hjos, que en otro timpo era un trabajo no rmunrado propio d la mr, ha cambiado consia blmnt En 1996 l país n l qu ra más alto l «paquet d ayudas por hos», sto s la suma d las dsgravacions scals y de las pestaciones n mtáico o n spci por ijos de las que disutan las famlias pobres con trs hios n eda escolar, ea Franca, y por dtrás nían Sueca, Luxem buro, Gran Brtaa, y Bélgca; los últos lugares la escala los ocupaban Greca, Portugal y España. Po lo ue espcta a las mlias acomodadas con dos hios en dad escola, el pmer luga lo ostntaba Luxmburgo, y muy por dtrás vnían Bélgca, Fancia y Finlandia: el farolllo oo era Grca, seguida d Italia y los Paíss ajos.' Las rrmas ntroducidas uant la sgunda tad dl sglo se produjeon a raíz u las mujees se aproparon l spacio polítco, sobe el cual an ejercido su psión a través e ts vías. En primer luar, lo hceon (y lo sigun haciendo) a traés de su presencia n el parlamento: n 1999 las mujrs reprsentaban en Suca el 43 por 100 dl total d los diputados, n Dinamarca n 37 por 100, en Finlania el 34 por 100, en Holanda l 31 po 100, y n Almana el 30 por 100; ese incrmnto s a ebido ndamn talmnt a la lucha d los patios poíticos po la conscución l voto e las mujrs (los especialstas calculan ue la barrea decisa para la consecución d una inuenca ectva se supeaía con la tecea pat e los d putaos) Los últimos pustos corresponderían a Franca con el 9 por 10, y a Grcia y Rusia (1992), con l 6 por 100 En sguno lugar a través e XXI.
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Dehs ivies, líts y sales un nue ebate
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las asocaiones «tadicionals» d mujs, qu an vnido eindo un inuo cada vz mayor Y n tc lugar nue asta !ºs. añs oc�ta todavía ocupara l primer a traés l ent o dl moven sta en sntdo lao, tan scandaloso como espontáo (con eslogans como «Todas somos adúltras»); d co sirvó d nspiación a las asociaions trai cionals de mujrs, y desd nals e los años stenta (en los pases nódcos dsde l primr momento) s prodo la cooperación n mchos trrnos de ambos movmintos Po cas l únco luga en l u el fmnismo s mpeó n la emuneraión d las labores d crianza de los hos e n los paíss scandnavos (pa mucas otras fministas era más mtat ue el stado se encaara e suaga l aboto). A ifrenca los polítcos dfnsors e las medidas caráct mog co de los años tnta, a los ue tanto tabo ls costó andelo, los polícos y los expertos actuals saben pfctamnte dese ace mco tempo u las mes tenen os ealzan las laoes omésticas por dneo así lo don a entnd alguns mu jres con sntdo común, como Elao Ratone y sguen cyéndolo mucas minstas . , y pronatalistas); peo en ealad los jos se tnn y se cran po otrs movos (a excepcón d las mod as «mdes de aluilr»), y no exste nnguna corlacón estadístca ente las medas aoptada en o las mads y los nveles de natalad. Otos s fctores ue opran no ya «desde abo», sino «dsde arriba», han vndo a orec ese cambio: las sn ncas juciales, en paricular las de los trbunals constionals y las l Tibunal e uscia Europeo; la Comnad, y luego la Unón Europea (cuo punto de aranque e e _ l Tratado d Roma, en el ue se ncluyó el pincpio de la igualda d aao et e ombrs y mujees graas a la presón e Fanca), ue a do amben una motanca consdeale po emplo en Irand ; y po úlm _ las Na cons Undas, con sus congsos mundales d la Je y la pesena l s orgazacons no gubeamnales (Méxco, 1975; Copenague, 198; a ob, 1985; Peuín, 1995), así com los constants esezos de la Ogzacón Intaconal el Tao, con sede en Gnea Inpenmnte d e las numesas esstencas con la ue a topa, del blouo e una see de efas cles y costosas y de los mpls con cs suscados en las conencas nteaconales d mujees e Oente y Occdn, p sobe todo l Not y el Su po n se ha poducdo un camo u a suputo un paso dcs d la opnón públca (tato de obres com de Jes). En ese proceso to una specal mancia el cam gneaonal, en el cual el poagonsmo no e desemeñado po la alta plía, sino ue no dtrmnado «ds abajo» po una evolucón de la da privada Inpndntmene l nivl de las audas a la matead o a la fm la, en toa Euopa a descendo el núme e los nacenos, u en 1995 se stuaba en toos los países po ebo del ne e mannto del censo emoáfco (ue supon 2,1 jos po me): ncluso n Bélgca, a
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Ú mu jer en la hist oria d e E u pa
Derechos civiles, políticos
Grecia, España, Francia, Irlanda, Italia, Austria, Holanda, Portugal y Gran Bretaña, donde en 1970 todavía se superaba la cia de los 2,1 hijos En con�ecuencia se acoró la dración general del permso por embarao y lac tanca, y aunque la red de establecimentos privados, religiosos y públicos de dicados al cuidado de los niños muestra una densidad muy distinta según los direntes países y regiones, se está incrementando casi en todas partes. Las personas viven más años que antes (de todos es sabido qe la lonevidad de las mueres es superor a la de los hombres). Mientras que entre los siglos X Y XX aumentó el número de marimonios, enre el y el XXI es cada vez ma yor el número de las personas que se divorcin: el porcente de los mari monios ha disminuido, y el de los divorcio ha aumentado (excepto en Irlan da, donde sie siendo imposible), aunque también lo ha hecho el de las segundas npcias El número de hios nacidos era del marmonio ha cre cido hasta alcanzr unas cotas desconocidas hasta el momento: en Suecia, Di namarca, Francia y Gran Bretaña se sitaban en 1995 respectivamente en el 53 por 100, 47 por 100, 37 por 100 y 34 por 100 del total de los naci mentos, pero también en Italia (8 por 100), y Grecia (3 por 100) su número se ha triplicado desde 1970. No sólo ha amentado el número de las mades que crían solas a sus hos, sino también -proporcionalmente- el de los pa dres y sobre todo el de las paejas de hecho (con o sin hos), lo mismo que el de los solteros A pesar de todas las aydas existentes, muchos niños viven en amilias pobres (entendidas como tales aquellas cuyos ingresos netos anuales se encuentran por debao del cincuenta por ciento de la media na cional): en 1993 era el caso del 32 por 100 de los niños de Inglaterra, del 28 por 100 en Irlanda, y del 27 por 100 en Portugal; en el extremo opuesto de escala se situaban Dinamarca (5 por 100), Francia (12 por 100), y Ale maa (13 por 100), y la media de la Unión Europa era del 20 por 100 Pese a las pequeñas variantes que puedan apreciarse de un año a oto y de un país a otro, los booms de la natalidad y de los casamientos parecen perenecer al pasado. ¿Conduce el proceso de individalización a la destrucción de la mlia clásica europea y del ordenamiento tradicional de los sexos? Probablemente no mcho, pues se trata más bien de na búsqueda de nuevas vías cuyo ob etivo nal todavía está abierto, y de un equilibrio variable ent re tadic ión e innovación. Ante el aumento de la movilidad, las relaciones miliares de carácter más estrecho, que la estadística no es capaz de abarcar, alcanzan a mendo distancias leanísimas Anqe en la actualidad también los padres partcipan en el cuidado de los hijos y la fmilia es gobeada por los dos membros de la peja, sien siendo más mujeres que hombres las que ll evan a cabo las tareas domésticas y desde luego las más penosas (la OCDE y las Naciones Unidas fmentan desde 992 mediciones análogas en todos los países de lo que constituye la «otra cara» de la economía nacional, y tam bién la Conferencia de la Mer de la ONU de 1995 adoptó una resolción 22
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en el mismo sentido); una encuesta reciensima realiada en Alemania ha re velado que uno de los puntos más conlictivos es la limpieza del cuarto de baño. Prácticamente son sólo mujeres las qe trabajan en las guarderías y en los jardines de inancia. En muchas casas particlares la limpieza la realizan, a menudo en el marco de la «economía sumergida», mueres extraneras qe lue por la noche lo hacen en brgadas (casi siempre bajo la dirección de un hombre) en empresas privadas y públicas. S i los indicadores de la relación existente enre comportamiento del empleo y vida familia, que en el ámbito eropeo son hasta ahora casi exclusivamente cias nacionales acmuladas, eran divididos por regiones, se revelaría la existencia no ya de una ten dencia eneral, sino na multiplicidad de modos de vida muy diversos que coexisten y cuyas direncias se explicaría sobre todo en nción de las tra diciones clurales: quizá estemos asistiendo a una integración europea múl iple «desde abajo» Las evluciones, que esos msmos indicadores y las re rmas introdcidas en el ámbito del derecho civil se encargan de poner de maniesto, se direncian claramente de las relac iones ene los sexos vien tes en nmerosos rupos de emigrantes procedentes de países no prtene cientes a la Unión Europea en Francia o en Berlín, por ejemplo, se practica de vez en cuando la ablación del clítoris a niñas pequeñas (la lucha contra la cliteroectoma constitye desde hace vias décadas uno de los puntos clave del movimiento minista inteacional) El cambio general experimentado en la actitud ante el matrimonio y ante los hijos ha dado paso de hecho en las sociedades mayoritaras de Eropa y sobre todo en las generaciones más jó venes a n alto grado de individualismo, que, sin embargo, no es necesara mente contrario al matrimonio y a la milia El marimonio se considera un ámbito de realización personal y de ayuda mta, y según una encuesta realiada en Portugal la procreación se sitúa sólo en sendo lar; aun que, seún su propia escala de valores, la juventd coloca la «amilia» en el séptimo lgar, por delante del «amor» y de la «satisfcción prosional». Recientemente se ha producido, seún prece, una revalorzación del mar monio qe ha puesto n a varias décadas de crítica y escepticismo respecto a esta institución, y que parece contar con mucho porvenir: las parejas de hecho aspiran a ver equiparadas sus uniones con el matrimonio, anque «sin pasar por la vicría». Esta tendencia resulta muy comprensible, aunqe es preciso hacer alguna aclaración Las pareas homosexuales (sobre todo si tienen hijos) no son más inestables qe las heterosexales (tan propensas al divorcio); en Dinamarca, Suecia y Holanda gozan de un reconocimiento con tractual y estatal. ás dicil de explicar resulta el caso de las pareas hete rosexuales, pues en la actualidad el matrmonio está tan secularzado, libera lizado y desjerarquiado, que su inscripción en el regisro civil ya no spone ninguna traba al desarrollo individual ni obstáculo alguno a una eventual se paración ¿qué sentido tiene entonces un matrmonio «sin pasar por la vica ría»? En primer lugar el problema estriba en los derechos inherentes al hecho 23
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de casarse, entre ellos la tutela de los hos, pero también en las importantes ventas económicas que compota ¿No será que el problema sté más n los derechos que en las obligacions? La s rermas pendintes debrían tner n cuenta la subida y l dcliv de las parejas de hecho de los primeros tiempos de la Unión Soviética, cuyos gigantescos gastos sociales corrieron a cargo d las mujers y los niños. La rvolución más lara todavía no ha concluido. La cuestión d la mayor licidad posibl para el mayor númro posible de prsonas (en el sentido que le daba la Ilustración, pero no ya dsde una perspectiva androcéntrica, sino dsde otra que abarcara a uno y otro sexo) podría tenr dos respuestas dis tintas por lo qu a las mujres se rere. Comparadas con sus madres, sus abulas y sus bisabuelas, su situación s a todas luces mjor (aunqu no n las zonas actadas por conictos bélicos) Comparadas con los hombrs d su propia gnración, su situación deja todavía mucho que desa. Aunqu las rlaciones ntr los sexos s hallan condicionadas por la histoia y por la cul tura, precisamente por so, independientement d los stallidos iniciales y de las transrmaciones radicales, no son fácils d cambiar: la cultura y la historia se hallan rondamnte arraigadas y s caractrizan por su longue durée. Incluso con las nuvas mas de ciudadanía adquiridas por las muje res, con sus drchos civiles, polticos y sociales sólo se conseguirá un cam bio duradero si vin acompañado d otro qu acte a la conciencia pública y privada, tanto a la d las mujres como a la de los hombres, y si su mta no es sólo la igualdad, sino también la libetad. La querelle des sexes aún no ha acabado; y está bien que así sea. 25
3. Historia, intelecto y sexo And ar'n't I a woman?
SEOUR TRurn, 1851
A partir d los aos ssnta ascendiron n la mayoía de los países d Occident y de Orinte l nmero d mujrs studiants y la proporción de mujeres dntro d la poblacin estudiantil: la vija lucha por el acceso d la mr a una rmación superior y a las prosiones corrspondientes a ella, qu dsd 1890 hasta la crisis económica d los años trinta abrió la purta d las universidads a gran númro d mrs, entró n una nueva ase En uchos países, por jmplo en la Almania Occidntal, se hizo n las mu jeres mucha propaganda d los studios univrsitarios con l n de salvar al país d una «catástof cultural» qu parcía desprenders sobr todo d la comparacin con oros países; hasta la jovn originaria d una región agríco la subdesarrollada y catlica, símbolo del mayor atraso, s ncaminaría por
prmera vz a las ciudades universitarias. Desd fnales de los aos setenta s realizaron, empezando por Estados nidos, los pimros serzos por ac _ litar a las mujeres a través d medidas espciales (por jmpo las discutidas cuotas) el acceso a unas posiciones, a que muy pocas vecs podían alcanzar incluso tenindo una cualicacin igual o incluso superior a la de los hom bres; y es que sobre todo en la república de los sabios la ley de la coopta ción vigente entre los varones impedía por rgla gneral el ascenso de la u jer. ntre tanto son muchas las cosas que han cambiado, muchas facultades incluso univrsidads entras prsumen de la proporción cada vez mayor d mujeres existentes en ellas (y a mnudo existen premios por llo) o obs tant, como en tantos otros trnos, l modelo sigue siendo l ismo cuan to más alto s el nivl prosional, más baja s la proporcin d mrs l emplo fmenino no sólo s ha convtido en algo nomal, sino incluso n la noa (y para muchos la mr qu s ddica a «sus labors» stá pasada � moda, por muy cualicada qu sté n su ocio, por mucho qu ayud a c dar a sus nietos y a los hios'd oas mujrs, que siga abajando como mé ita, qu ayude a hacer las tareas d clas a xanjeros da scolar qu quiera disutar d su tipo libr), aunqu, sgún las ncustas, las muJ s acptan la norma mejor qu los hombrs Pro l ascnso n la scala socal sigue sindo ndamntalmente cosa d hobrs taen . l stud Hasta mucho después de la segunda guerra mundal (y dd luego la enseñanza) d la historia cosa d hombres n a ac tualidad n muchas universidads la mitad d los estudants de hstoa son mres Pero si la historia d los catdráticos d historia había sido cosa d hombrs, el interés por la histoia llevaba siendo ya dsd haía siglos cosa d mujeres, al margn de los numrosos impdimntos xistnts p a su accso a los studios y a las bibliotcas dsd la Ve de Charles Qun � d Chistin d Pizan (a lla s rmonta l sobrnombr d st ry «l Sab») a la Hsto of ngland (1763-1783) d la «virago rpublicana» Cahn Macauly May Wollstoncraf admiraba mucho a la sora Macauly su manra de scribi histoia decía n su sgunda Vndcaton- stá «llna d rza y de claridad», y n lla no s pcib «el menor raso d su sxo» Dsd nals dl siglo , cuando ron stablciéndos los sudi s Y as cátdras de histoia n las univrsidads, amnt l nmo d las hstoa doras esd lugo no prosions qu no slo leían libos sobr sta ma ta, sino que admás se ddicaban a investigar y scribir sobr lla n 1837 Hotns Allart publicó una histora d la rpública Flor nca, y una g neración más tard Danil St (pseudónimo d Ma Flavgny condsa d Agoult) scibi una histoa d la rvolucin ancsa d 184 Y oa d los coinzos de la rpblica d Holanda Pero aunqu ss histoadoras no jaban aslucir n sus obras nada qu puira recordar su sxo mucha muJ rs s volcaron n l sudio d su propia histoa la hroína d la novla d an Austn Northaner Abbe (1798) s lantaba d lo abudos qu son 0
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los libros de hstora en lo s que no aparcen más que luchas de papas y reyes Y «aenas se habla _ de mueres» ern muchas las historiadoras a las que el «otro» sexo no les _ teresaba menos que el «primero», y desde luego mucho más de lo que les teresaba a los historiadores profsionales. Louise Keralio Rober escribió a nales del siglo una biograa en cuao volúmens de Isabel I de Inglaterra y una historia de las reinas de Francia; la fmi sta Anna Jameson ublicó Ceebated Female Sveeigs (1832), y de las hermanas Agnes y Ezabeth Strickand apecieron entre 1840 y 1860 varios vo !úmees acera de las reinas de Inglaterra y Escocia. Henriette Guizot de Wtt (ha de hstoriador y presidente del consejo de ministros del mismo nomb e) pub ó s femmes dans l'histire (1889). En Alemnia, algunas de las pmeras_ hstoadoras que Pon por la universidad escogieron perso n es fme_ nos de la Edad Meda como tema de sus tesis doctorales. Tam bén el movmiento fminista clásico mostró un interés extraordinario por el pasado con el n de entender los ogenes de las relaciones en los sexos Y de n _e ntr hs_t óicamente sus propios esrzos po camias. En 896 M a Chel_ ga publicó en la Revue ncloédique usse buena parte de la De � de Oympe d Gouges, y na generación más tre apecieron vaas obras ancesas e glesas esctas por mujeres acerca de la mer en la Revolución Francesa. Cuando a mediados de los años setenta (en Estados Unidos lo habín hcho ya diez ños antes) se descubrió en Europa la histora de la mujer, ha ca ya uch� tempo que sólo necesitaba legitimación una cuestión, a saber la de s efctivamen te las mujeres tenían historia; desde entonces o que se plantea es lo contro, esto es que una historia sin la mer es imposible. En vez_ de preguntar por los gran?es hombres, ora se pregunta por las pequeñas mueres, por las grandes mueres, por las pequeñas mars, has y esposas de los grndes hombres, por las mujeres en cuanto grupo, por las mujeres dentro de otros grupos. Al principio se creía que al plantear esas cuestiones se estaba pisand o por primer v_ ez un tereno cmpletamente nuevo; prácti c ente no haba nada que uera a las nuevas historiadoras con las de ant�· ampoco paecía haber nada que las uniera con el movimiento fminista clasco, sobre tº en Alemania, donde la dictadura había supuesto la ptura con la tradcn Lo poco que se sabía de él en este país allá por los años set nta era que habí sido «burués», o en el mejor de los casos «moderado» ustamente lo contrario de lo que pretendían ser las fministas a lo sum, que abía abierto el camino del nacionalsocialismo (pues haí pre tenddo meora la suere de las madres y, como otos movimientos fmnistas, h bí tilizado la «mateidad» como metára) no valía por ¡ tanto la P ena dentcse con él. Las eministas sólo se veían readas en a mnoa de las «radcales» o en el fminismo socialista de nales de siglo en esos grupos se descubrieron llamamientos en pro de la libe ad de aborr, del amor be, de la mateidad l mgen del matimonio, de la socialización r
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del tbo doméstico, de la rebelión y d la revolución. eo poco a poco se descubrió que también las ministas moderadas de aquella época habían luchao por cuestones que seguían estndo de actuaidad: la relación ente igualdad y libertad, ente los derechos «igualitrios» y los «derechos de la mer», enr la asimilación y la difrencia, enre la minoa y la mayoa de las meres, o la difncia de la vida de las meres, que sólo podía entenderse apelando al concepto general de «sexo fmenino». Al igul que el men' li el viejo movimiento se había opuesto l principio de que el varón es la medida de todas las cosas. davía haba d pasar agún tiemo sera preciso desemolar nuevos documentos y leer con otros ojos los ya conocidoshasta que descu brieran que las mujees de oos tiempos no siempre se hían adec u ado a los mdelos imperantes. El tópico de que «el intelecto no conoc sexo» ra muy antiguo y a las mueres no les había pasado desapercibido Desde san Jó nimo y san Agustín había llegado hasta santo Tomás de Aquino; engla terra de la guerra civil hubo algunas p ftsas dedicads a prpag l voz de Dios que en 1645 indujeron a Samel Torshell a resuciar el tp. Wl liam Wotton consideraa en sus Reections u Ancient ad Mdeearnig (1694) que nunca había habido «tantas grades meres como entre los años 1500 y 1600». Con su separacin radical de cuepo e intelecto, escts abrió la posibilidad cogida inmediatamente por mchas mujeres e concebir y practicar la igualdad en las cuestiones elaonaas con la a tio; el propio escres y la acogida que tviero sus obr no taron en acabar on ella. No obstate, a él se remtira en 1763 oullain de laBarre en Lest n'a as e se lo mismo que Mry Wollstonecra Durante el siglo XQ ohn Stuart Mill rmlría est misma ideacon unas consecuen cias inompablemente maores; muchas eministas aan inapié en que los sexos son iguales por lo que a la razón se reere, y Hedwig Doh daría a esta idea una rmlción acorde con los tiempos: «Los derchos h\manos no tienen sexo». Aunque sin lleg a rculrla, la tomon muy esero las cientcas de coenzos de la nueva era: por emplo Mt Cavenish, Maria Sibylla Meria, Laura Bassi o Mria Wnkelmann más tde,segui an su ejemplo, ente otras, la matemtica usa Sonya Kovlevsy, mosa ya en su época, que hacia 1870 estudió en diversas universidades alemanas y qu en 884 lleó a otener una cáte en Estcolmo la orusa Mie Curie (premio Nobel de sica y de quíca), y la judía asraca Lise Meitner, que en 1938 se regió en Suecia huyendo de los nzis (Albe Einstein la llamaba «nuesra Madame Curie») En los esdios históricos se descubó tamién que las meres habían sostenido unas ideas que conradecían a las de las toidades no sólo en materias relacionadas con la ti sino també en lo tocnte a las relaciones existentes entr los sexos en o s ámbitos bían podido orse voces «fministas» incluso en la Antigüedad. Sin dda de bieron de ser una minoría, y sólo una mnoa de esa minoa loga de wo-
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